FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO EN ESPAÑA XIV
MEMORIAS CRONOLÓGICAS SOBRE EL ORIGEN DE LA REPRESENTACIÓN DE COMEDIA...
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FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO EN ESPAÑA XIV
MEMORIAS CRONOLÓGICAS SOBRE EL ORIGEN DE LA REPRESENTACIÓN DE COMEDIAS EN ESPAÑA (AÑO DE 1785)
JOSÉ ANTONIO DE ARMONA Edición de CHARLES DAVIS con la colaboración de J. E. VAREY
Colección Támesis SERIE C: FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO EN ESPAÑA XIV
JOSÉ ANTONIO DE ARMONA
MEMORIAS CRONOLÓGICAS SOBRE EL ORIGEN DE LA REPRESENTACIÓN DE COMEDIAS EN ESPAÑA (AÑO DE 1785)
El diseño de la cubierta está basado en un dibujo original de Anthony van den Wyngaerde y se reproduce con permiso de Adam y Charles Black Limited.
FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO EN ESPAÑA XIV
JOSÉ ANTONIO DE ARMONA
MEMORIAS CRONOLÓGICAS SOBRE EL ORIGEN DE LA REPRESENTACIÓN DE COMEDIAS EN ESPAÑA (AÑO DE 1785) Edición de CHARLES DAVIS con la colaboración de J. E. VAREY
TAMESIS MODERN HUMANITIES RESEARCH ASSOCIATION
© Charles Davis 2007 All Rights Reserved. Except as permitted under current legislation no part of this work may be photocopied, stored in a retrieval system, published, performed in public, adapted, broadcast, transmitted, recorded or reproduced in any form or by any means, without the prior permission of the copyright owner
First published 2007 by Tamesis, Woodbridge
ISBN 978–1–85566–045–8 ISSN 0959–9487
Tamesis is an imprint of Boydell & Brewer Ltd PO Box 9, Woodbridge, Suffolk IP12 3DF, UK and of Boydell & Brewer Inc. 668 Mt. Hope Avenue, Rochester, NY 14620, USA website: www.boydellandbrewer.com
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Publicado con permiso de la Real Academia de la Historia (Madrid) Published by permission of the Real Academia de la Historia (Madrid)
This publication is printed on acid-free paper Disclaimer: in Great Britain by available for inclusion in the eBook. Some images in the printed Printed version of this book are not Biddles Ltd,refer King’s Lynn To view these images please to the printed version of this book.
ÍNDICE GENERAL Pág. ILUSTRACIONES … … … … … … … … … … … … … … … … … PREFACIO … … … … … … … … … … … … … … … … … … … INTRODUCCIÓN … … … … … … … … … … … … … … … … … 1 El autor … … … … … … … … … … … … … … … … 2 Las Memorias cronológicas … … … … … … … … … … 3 Normas de edición y transcripción … … … … … … … …
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MEMORIAS CRONOLÓGICAS SOBRE EL ORIGEN DE LA REPRESENTACIÓN DE COMEDIAS EN ESPAÑA, tomo I… … … … … … … …
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[Orígenes] (§§1–11) … … … … … … … … … … … … … Autores cómicos (§§12–36) … … … … … … … … … … … [Los Hospitales, los teatros y el Juez Protector] (§§37–63) … Cathálogo de los Jueces Protectores… … … … … … … … … Época de los Alcaldes de Corte (§§64–68) … … … … … … Continuación de las representaciones: providencias del gobierno y aumento de los theatros de Madrid (§§69–84) … Theatro de la Cruz (§§85–86) … … … … … … … … … … Theatro del Príncipe (§§87–88) … … … … … … … … … … Theatro de los Caños del Peral (§§89–92) … … … … … … … Representación de los autos sacramentales en Madrid (§§93– 99) … … … … … … … … … … … … … … … … … Reynado de Fernando VI. Novedades en el govierno de Madrid (§§100–106)… … … … … … … … … … … … … Pretensiones del Hospital General contra la Villa de Madrid (§§107–114) … … … … … … … … … … … … … … Precauciones … … … … … … … … … … … … … … … … Continúan las disputas y pretensiones de la Villa sobre jurisdicción y gobierno de los theatros … … … … … … … Competencia con los Alcaldes de Corte … … … … … … … Año de 1783 [concurso teatral por el nacimiento de los Infantes gemelos] … … … … … … … … … … … … … … [Disputa entre Armona y García de Tahona] … … … … … … Apéndices: [Cuentas de los teatros de Madrid, 1770–1785] … … … … … [Producto de los teatros de Madrid, 1784–1785]… … … … …
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ÍNDICE GENERAL
Pág. [Cabida y producto, Coliseo de la Cruz] … … … … … … … 185 [Cabida y producto, Coliseo del Príncipe] … … … … … … … 186 Particularidades relativas a nuestro theatro, extractadas de la carta que el Padre Caramuel escrivió [...] sobre el Arte nuevo de escribir comedias de Lope de Vega … … … … 187 Copia de lo que escrivió el Padre Maestro Sarmiento, benedictino, del Sr. Caramuel, en su obra manuscrita intitulada La verdadera patria de Miguel Cervantes … … … … … 195 [Orden de Armona sobre guardarropas de las compañías, 22 de marzo de 1777] … … … … … … … … … … … … 199 Catálogo de los Corregidores de Madrid … … … … … … … 206 MEMORIAS CRONOLÓGICAS SOBRE EL ORIGEN DE LA REPRESENTACIÓN DE COMEDIAS EN ESPAÑA, tomo II … … … … … … … 211 [1]
Discurso original sobre hacer útiles y buenos los theatros y los cómicos en lo moral y en lo político, [...] por el Exmo. Sr. duque de Híjar … … … … … … … … … … [2] Carta del Corregidor de Madrid a el duque de Híjar sobre los papeles antecedentes [...] y contestación del mismo duque. Año de 1785… … … … … … … … … … [3] Don Francisco Bances Candamo. Theatro de los theatros de los pasados y presentes siglos … … … … … … … … [4] Don Ygnacio de Luzán [...] en la comedia traducida del francés por él mismo, intitulada La razón contra la moda, dice lo siguiente en su Dedicatoria a la marquesa de Sarriá … … … … … … … … … … … … … … … … [5] Don Ygnacio de Luzán. El mismo autor en su Poética. Año de 1737 … … … … … … … … … … … … … … [6] Aprovación del Padre Fr. Juan de la Concepción [de las Comedias y entremeses de Cervantes (1749)] … … … … [7] Prólogo de Miguel de Cervantes Saavedra … … … … … [8] Don Luis Velázquez en su obra intitulada Orígenes de la poesía castellana … … … … … … … … … … … … … [9] Reflexiones sobre el estado de la representación o declamación en los theatros de esta Corte… … … … … … … [10] Visita que en el año de 1606 se hizo por el Visitador del Real Hospedage y Regalía de Aposento de las casas que entonces servían para representar en la calle de la Cruz… [11] Visita que en el año de 1606 se hizo por el Visitador del Real Hospedage y Regalía de Aposento de las casas que entonces servían para representar en la calle del Príncipe [12] Suplemento al extracto de las noticias correspondientes a la representación de comedias. Año de 1610 … … … …
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ÍNDICE GENERAL
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Pág. [13] Reforma hecha por autos del Consejo de 14 de marzo y 8 de abril de 1615 sobre la representación de comedias … [14] Año de 1615. Reformación de comedias mandada hacer por el Consejo para que se guarde así en esta Corte como en todo el reyno, a 8 de abril de 1615 … … … … … … [15] Año de 1641. Ynstrucción que se ha de guardar en las comedias, así en las representaciones como los autores y representantes de ellas [...] … … … … … … … … … … [16] Auto pronunciado en 1637 por los Sres. José González y don Antonio de Contreras [...] … … … … … … … … [17] Cédula de erección de la Escribanía de Protección. Año de 1639 … … … … … … … … … … … … … … … … [18] [Real cédula de 5 de agosto de 1645] … … … … … … [19] Auto del Corregidor de Madrid. [Año de 1698] … … … [20] Reales órdenes expedidas por el duque de Montellano, Presidente de Castilla, en 1705, y don Francisco Ronquillo, Governador del mismo Consejo, en 1706 [...] … … [21] Real cédula del año de 1706, en que S.M. confirió la Superintendencia y Protección de los theatros y comedias a don Pedro de Toledo y Sarmiento, conde de Gondomar del Puerto y Humanes [...] … … … … … … … … … … [22] Auto del Corregidor de Madrid del año de 1707, mandando que continúen las comedias por cuenta de Madrid ínterin se ponen en arrendamiento … … … … … … … [23] Auto del Corregidor de Madrid del año de 1720, mandando que la Villa, en consideración a el trabajo de los dos Regidores interbentores de los corrales de comedias, les pague 100 ducados anuales a cada uno … … … … … [24] Real cédula de Protección. Año de 1724 … … … … … [25] Otra del mismo asunto. Año de 1735 … … … … … … [26] Juez Protector de los theatros de comedias y Superintendente de sisas que hubo desde 1740 hasta 1746, y modo en que se formaban las compañías [...] … … … … [27] Reunión que en el año de 1747 se hizo por Reales decretos en el Corregidor de Madrid de la Protección de theatros y Superintendencia general de sisas [...] … … … [28] Acuerdo de Madrid en vista de los encargos y facultades dadas al marqués del Rafal en 5 de marzo de 1748 … … [29] Copia de la Real orden de 12 de junio de 1751 determinando las pretensiones de los Hospitales con la Villa sobre comedias [...] … … … … … … … … … … … … [30] Real orden de 29 de enero de 1754 sobre conocimiento de los Capitulares en los asuntos de sus comisiones [...]
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ÍNDICE GENERAL
Pág. [31] Real orden del año de 1757 mandando que los Comisarios de comedias tengan voz y voto con el Corregidor en su govierno, sin mezclarse en el manejo de caudales … [32] Real orden del año de 1758 para que sigan los Comisarios de cuarteles y compatronatos y no se propongan otros por el Corregidor sino en el caso de vacar … … … [33] Representación hecha a S.M. por los Comisarios de comedias sobre que el Corregidor no les deja egercer las facultades que se les concedieron por Real orden del año de 1757. Año de 1758 … … … … … … … … … … … [34] Real orden de 6 de febrero de 1758. Prebiene el orden que se ha de obserbar entre el Corregidor y los Comisarios para el govierno de las comedias … … … … … [35] Certificación … … … … … … … … … … … … … … [36] Otro acuerdo … … … … … … … … … … … … … … [37] Orden de S.M. de 17 de abril de 1764, previniendo que el Corregidor Juez de theatros apremie a los cómicos de Madrid quando no quieran representar … … … … … … [38] Competencia subscitada el año de 1774 entre el Corregidor de Madrid y el Alcalde de Corte don Marcos Argaiz [...] … … … … … … … … … … … … … … … … … [39] Declaración del Consejo en el mismo año de 1774 sobre la competencia antecedente [...] … … … … … … … … [40] Real orden expedida en el año de 1775, por la qual se aprueba la escritura de concordia celebrada por las compañías cómicas [...] … … … … … … … … … … … … [41] Declaración hecha por S.M. en el año de 1778 con motibo de un recurso del Corregidor de La Coruña sobre la jurisdición y mando que debe tener en el theatro [...] … [42] Real orden expedida en el año de 1784 con motibo de una competencia subscitada entre el alcalde de Corte don Francisco García de la Cruz y el Corregidor de Madrid … [43] Discurso que en el año de 1786 se insertó en el Memorial Literario de Madrid, explicando la diferencia que se versa entre las comedias, tragi-comedias y tragedias [...] … [44] Cathálogo de los Jueces Protectores … … … … … … … [45] Real orden del año de 1777 en la que se da facultad al Corregidor y Junta de Sisas de Madrid para librar anualmente 200.000 reales vellón [...] … … … … … … … …
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OBRAS CITADAS … … … … … … … … … … … … … … … … … 319 ÍNDICE DE OBRAS TEATRALES … … … … … … … … … … … … 337 ÍNDICE DE NOMBRES … … … … … … … … … … … … … … … 341
ILUSTRACIONES Pág.
Fig. 1 Miguel de Cervantes Saavedra… … … … … … … … … … Fig. 2 Lope de Vega Carpio … … … … … … … … … … … … Fig. 3 «Figura del theatro antiguo del Corral de la Cruz, año de 1730» … … … … … … … … … … … … … … … … Fig. 4 «Figura del theatro antiguo del Príncipe, año de 1730» … … Fig. 5 Diseño para el Coliseo de la Cruz: planta … … … … … … Fig. 6 Diseño para el Coliseo de la Cruz: fachada… … … … … … Fig. 7 Diseño para el Coliseo de la Cruz: aposentos … … … … … Fig. 8 Diseño para el Coliseo de la Cruz: escenario … … … … …
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PREFACIO Este volumen de las Fuentes para la Historia del Teatro en España ha tenido una larga gestación. Sus orígenes se remontan a la década de 1950, cuando J. E. Varey y N. D. Shergold iniciaron conjuntamente las investigaciones que acabarían plasmándose en la presente serie. En una etapa muy temprana de su colaboración, incluyeron en sus planes una edición del manuscrito de las Memorias cronológicas de Armona, conservado en la biblioteca de la Real Academia de la Historia (Mss. 9/5042 y 9/5043). Obtuvieron de la Academia una copia del manuscrito y permiso para su publicación. Sin embargo, dieron prioridad inicialmente a la publicación de documentos del Archivo de Villa, dejando este proyecto para el futuro. Más adelante, al formular sus planes para la serie de las Fuentes a finales de los sesenta, previeron catorce volúmenes, de los que el último sería su edición de Armona. A finales de 1983, cuando empecé a colaborar con J. E. Varey (habiéndose retirado del proyecto N. D. Shergold), me pidió que me encargara de la presente edición. Fui corrigiendo y anotando el texto durante los dos años siguientes. Fue entonces cuando nos enteramos de que Joaquín Álvarez Barrientos estaba preparando una edición de la misma obra, que publicó, en colaboración con Emilio Palacios Fernández y María del Carmen Sánchez García, en 1988. Lejos de intentar hacernos desistir, los editores de esta edición tuvieron la deferencia de animarnos a seguir con la nuestra; pero no nos parecía viable en ese momento publicar una segunda edición de la obra, y decidimos aparcarla, aunque siempre con la intención de completarla en un futuro más o menos lejano. Así seguían las cosas cuando falleció John Varey en 1999. Hoy, sin embargo, casi veinte años después de que apareciera la edición de Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García, y medio siglo después de que Varey y Shergold concibieran este proyecto, parece que ha llegado el momento de llevarlo a cabo. Así se cumple, por fin, el plan original de las Fuentes para la Historia del Teatro en España, algo que se refleja conservando el número, XIV, que Varey y Shergold asignaron inicialmente a este volumen. Su decisión de incluir en la serie una edición de las Memorias cronológicas de Armona era del todo lógica. Por una parte, se trata de una obra fundamental para los historiadores del teatro: el primer estudio amplio de
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la evolución del teatro en España, desde la Edad Media hasta finales del siglo XVIII, basado en métodos historiográficos de cierto rigor, a pesar de sus errores y limitaciones. Por otra, los intereses y métodos concretos de Armona hacen que su obra encaje de forma natural en la serie. Se basa en gran medida en el mismo tipo de documentación administrativa que hemos publicado en otros tomos de las Fuentes, conservada en los archivos de la Villa que él mismo presidía como Corregidor de Madrid. Igual que los editores de estos tomos, Armona enfocaba la historia del teatro a través de la recopilación y análisis de documentos originales. Así pues, sus Memorias complementan e iluminan el repertorio documental publicado en los primeros volúmenes de las Fuentes, y este repertorio, a su vez, complementa e ilumina las Memorias. Aunque permaneciera inédita hasta 1988, la obra de Armona ha sido consultada y utilizada por diversos historiadores del teatro. La Memoria sobre las diversiones públicas de Gaspar Melchor de Jovellanos, leída ante la Real Academia de la Historia en 1796 y publicada en 1812, debe mucho al manuscrito de su amigo Armona, como él mismo reconoció. El compositor y musicólogo Francisco Asenjo Barbieri (1823–1894), ávido coleccionista de documentación teatral, tuvo acceso a los borradores de Armona, conservados actualmente en Mss. 18.474–18.475 de la Biblioteca Nacional, Madrid, y realizó a partir de ellos una copia de la obra, que se encuentra hoy día en la Biblioteca Menéndez Pelayo, Santander (Ms. M-46). Barbieri reprodujo casi textualmente diversos pasajes de Armona en su «prólogo histórico» a la Crónica de la ópera italiana de Luis Carmena y Millán, publicada en 1878. Entre los que han empleado las Memorias como fuente de información destaca Emilio Cotarelo y Mori, quien incluyó en su Bibliografía de las controversias sobre la licitud del teatro en España (1904) numerosos documentos, principalmente órdenes y cédulas reales, copiados del manuscrito de Armona. Muchos historiadores han llegado a conocer las aportaciones de nuestro autor a través del libro de Cotarelo. La presente edición no pretende sustituir la de Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García, sino complementarla. Es de consulta obligada el estudio exhaustivo y ejemplar del autor y su entorno realizado por nuestros colegas en su Introducción; aquí se presentarán someramente estos aspectos, remitiendo a la primera edición para un conocimiento cabal del propio Armona y su mundo intelectual. Aquí, en cambio, se examinan más detalladamente las fuentes documentales de Armona, analizando y contextualizando su tratamiento de la historia del teatro. Agradezco a la Real Academia de la Historia el haber dado su permiso para publicar esta nueva edición del manuscrito de Armona. Es justo mencionar también la ayuda del Leverhulme Trust, que concedió a J. E. Varey entre 1971 y 1983 subvenciones para la preparación de los primeros catorce tomos de la serie de las Fuentes, proceso que se completa con la apa-
PREFACIO
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rición de éste. Reconozco con agradecimiento la contribución de N. D. Shergold, que colaboró, como ya se ha dicho, en la planificación inicial de la edición, y, sobre todo, la de J. E. Varey, por sus comentarios y orientaciones y sus aportaciones a las notas. Y finalmente, gracias a mi familia por su paciencia y su amor. Queen Mary, University of London
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INTRODUCCIÓN 1 EL AUTOR 1 José Antonio de Armona y Murga nació el 26 de abril de 1726 en Respaldiza (Arespalditza), en el valle de Ayala (norte de Álava). Fue el segundo de los seis hijos de Matías de Armona y Gorbea y Bernardina de Murga y Urquijo. Descendía, por ambos lados, de familias de hidalgos, cuyos miembros habían ejercido «empleos honoríficos de la República» 2 ; José Antonio sería otro de estos altos funcionarios de origen vasco que se encuentran con notable frecuencia en la administración española de los siglos XVII y XVIII. En 1736, cuando Armona tenía nueve años, la familia abandonó su pueblo natal, que él recordaría después con afecto, para trasladarse a la ciudad de Orduña, situada a unos 15 km al sur, con motivo del nombramiento de su padre, Matías de Armona, a la Comandancia de Resguardos Montados del Ebro, en la aduana local. Con ello, la familia Armona volvía a su lugar de origen; además, se presentaban nuevas oportunidades educativas para José Antonio y sus hermanos en el colegio de jesuitas de la localidad. Hacia el final de su vida, en 1789, Armona recordó estos años juveniles en sus «Apuntaciones históricas y geográficas de la antigüedad, nombre y
1 Como ya se ha indicado en el prefacio, este apartado se basa en la Introducción de Emilio Palacios Fernández, Joaquín Álvarez Barrientos y María del Carmen Sánchez García a su edición de la presente obra (págs. 11–76). Remitimos para más detalles a este estudio, y al artículo de Jerónimo Rubio, «José Antonio de Armona, el buen Corregidor de Madrid», Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo del Ayuntamiento de Madrid, 16 (1947), 3–89. Véase también la autobiografía de Armona, Noticias privadas de casa útiles para mis hijos, de 1787 (Real Academia de la Historia, Ms. 9/5044), editado igualmente por Joaquín Álvarez Barrientos, Emilio Palacios Fernández y María del Carmen Sánchez García (Madrid: Ayuntamiento, 1989). 2 Así consta en una certificación que acompaña a una genealogía de Armona y sus hermanos (BNM Ms. 17998/6, citado por Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García, pág. 11).
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privilegios de la ciudad de Orduña» 3 . Entró con diez años en la oficina de Rentas. Desde Orduña, todavía muy joven, se trasladó a Sevilla para acompañar a su hermano mayor, Francisco Anselmo, que iba a trabajar en la hacienda del Estado; es de suponer que José Antonio completaría allí sus estudios y, probablemente, empezaría a trabajar él mismo en la administración pública 4 . La iniciación definitiva de la carrera de Armona se produjo en 1750, cuando fue nombrado, a los 24 años, a su primer puesto importante, el de contador de Almojarifazgos y Puertos Secos de la Aduana de Huelva. Debió este nombramiento a una valiosa conexión familiar: el marqués de la Ensenada, principal promotor de las reformas burocráticas de la década de 1740. Ensenada, de origen riojano, conocía y apreciaba a los Armona y favorecía a Francisco Anselmo; así pudo interceder éste en favor de su hermano. José Antonio no malgastó su oportunidad, aplicándose con eficiencia y buen criterio y con excelentes resultados: consiguió duplicar las exacciones fiscales de su zona en diez años 5 . Mientras tanto, empezaban a manifestarse las aficiones culturales, propias de un intelectual ilustrado, que caracterizarían a Armona durante toda su vida: se dedicaba a la lectura y empezaba a cultivar la correspondencia erudita. Es de especial interés el intercambio epistolar que entabló por iniciativa propia en 1761 con el P. Martín Sarmiento, que acababa de terminar su obra manuscrita Noticia de la verdadera patria (Alcalá) de el Miguel de Cervantes; Armona incluyó en sus Memorias cronológicas un pasaje de este manuscrito sobre Juan Caramuel 6 . Por otra parte, visitaba regularmente Cádiz, apreciando la vida cultural de una ciudad mucho más activa, en este sentido, que Huelva. La pujanza de Cádiz se debía en gran medida a la presencia de la Casa de la Contratación, trasladada allí en 1717. Armona luchó eficazmente contra el contrabando y la corrupción en la Aduana. La peripecia más notable de su etapa onubense fue sin duda el terremoto que destruyó Lisboa el 1º de noviembre de 1755. Armona remitió a Agustín de Montiano, director de la Real Academia de la Historia y paisano suyo, un informe preciso y detallado sobre los daños sufridos en su zona 7 . 3
BNM Ms. 6691; véase Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García, págs. 16 y 80–84, y Armona, Apuntaciones históricas de la ciudad de Orduña, edición, introducción y notas de José Ignacio Salazar Arechalde (Bilbao: Instituto de Estudios Territoriales de Bizkaia, 2002). 4 Véase Rubio, pág. 8. 5 Véase Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García, pág. 17 y n. 12. 6 Sobre esta correspondencia, conservada en BNM Mss. 18574/29 y 18544/3, véanse Joaquín Álvarez Barrientos, «Correspondencia entre José Antonio de Armona y el Padre Martín Sarmiento», Revista de Literatura, 49 (1987), 199–219, y Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García, págs. 90–91. Véase también pág. 195 y n. 501 abajo. 7 Véase Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García, pág. 18 y n. 15.
INTRODUCCIÓN
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Armona abandonó Huelva para acompañar de nuevo a Francisco Anselmo, al ser nombrado éste Visitador general de Rentas del reino de Granada por el marqués de Esquilache, ministro de Carlos III. Después de pasar varios meses visitando la región con su hermano, José Antonio recibió un nuevo encargo: la revisión de la recaudación de las Rentas en Extremadura. Se afincó en Trujillo en diciembre de 1763; pero casi enseguida, el Domingo de Ramos de 1764, fue llamado nuevamente a Madrid para ser nombrado a otro puesto de mayor envergadura, en La Habana, donde Esquilache le encargó la reorganización de la hacienda cubana. Armona se entrevistó con el Rey, Carlos III, y con el ministro Grimaldi, quien le dio otra complicada misión, la de organizar un nuevo sistema de correo marítimo entre las colonias americanas y España. Al mismo tiempo, Francisco Anselmo fue nombrado Intendente y Visitador general en Nueva España (México), puesto delicado en aquel momento. Así pues, ambos embarcaron para América, Francisco Anselmo en septiembre de 1764, junto con su joven hermano Matías, que era militar, y José Antonio en diciembre. Sin embargo, al llegar éste a La Habana en febrero de 1765, se enteró de que Francisco Anselmo había muerto en la travesía. Matías, el hermano menor, se quedó con José Antonio en Cuba; sería después gobernador de California y marqués consorte del Real Agrado. Armona llegó a Cuba poco después de un momento de gran tensión internacional centrada en la isla. En 1762 los ingleses habían atacado y capturado La Habana, devolviéndola posteriormente a España a cambio de la cesión de Florida. El gobernador, el conde de Ricla, estaba todavía dirigiendo la reconstrucción de las fortificaciones destruidas por los ingleses; no podían descartarse nuevos ataques. Era una situación que imponía restricciones presupuestarias y dificultaba el gran proyecto del correo marítimo que Armona tenía que poner en marcha. La financiación, la provisión de una flota, la instalación de toda la extensa infraestructura necesaria, le exigían una gestión enérgica y una gran capacidad de organización. Armona superó las dificultades y logró establecer un servicio regular entre La Coruña y La Habana, desde donde se distribuía el correo por los territorios americanos. Fue seguramente después de llevar a cabo esta comisión cuando sirvió como Secretario del Virreinato de México. Era una progresión lógica; desde Cuba había tenido que colaborar estrechamente con la administración virreinal. Durante esta estapa americana de su carrera, Armona siguió dando muestra de sus intereses culturales ilustrados y ampliando su círculo de contactos eruditos. Dos notables ejemplos fueron el físico español Antonio de Ulloa, nombrado gobernador de Luisiana en 1765, y el astrónomo francés Charles-Marie de la Condomine, que había encabezado una expedición a Perú en 1736–1744 para medir un grado de meridiano, en la que había participado Ulloa. Armona mantuvo con la Condomine una corresponden-
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cia a finales de la década de 1760 y principios de la siguiente, sobre temas literarios y científicos 8 . In 1776, Armona volvió a España para asumir el importante puesto de Intendente del Reino de Galicia. Las intendencias, introducidas por Felipe V, equivalían aproximadamente a delegaciones del gobierno, abarcando una amplia gama de funciones, desde la recaudación fiscal hasta la policía y el mantenimiento de las tropas, pasando por la promoción de la industria y la agricultura. Se trataba, pues, de una posición de mucha responsabilidad, y el nombramiento de Armona le colocaba en los niveles superiores de la administración nacional y reflejaba hasta qué punto se había granjeado la confianza del Rey y sus ministros. De hecho, esta confianza se manifestó al poco tiempo de trasladarse Armona a La Coruña para asumir sus funciones, cuando Grimaldi le convocó a La Granja para encargarle un asunto delicado: la investigación secreta de una supuesta malversación de fondos en la que estaban involucradas personas importantes. Su estancia en la Corte le permitió reunirse con amigos y conocidos —entre ellos, el Secretario de Hacienda, Miguel de Múzquiz, que había promovido su nombramiento a la Intendencia de Galicia—, disfrutar de la vida palaciega y observar sus intrigas. Grimaldi se encontraba en este momento en una difícil situación política por la oposición del partido aragonés, que llevaría a su dimisión, siendo sucedido como Secretario de Estado por su aliado Floridablanca. La expresión definitiva del favor y agradecimiento del Rey por los servicios de Armona se produjo precisamente en 1776, al otorgársele el título de caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos III. La estancia de Armona en Galicia estaba destinada a ser muy breve. A finales de ese mismo año de 1776, falleció el Corregidor de Madrid, Andrés Gómez de la Vega. Enseguida se hizo patente que Armona era firme candidato para sucederle, aunque su nombramiento tardó un poco en confirmarse; estando asociado con Grimaldi, contaba con alguna oposición. Sin embargo, su eficiencia y fiel servicio, además de su modestia y discreción, le aseguraban el apoyo personal del Rey, que anunció su decisión en una frase memorable: «Ése, que no lo pretende, quiero que sea el Corregidor de Madrid» 9 . Juró el cargo el 12 de enero de 1777 y tomó posesión el 21 del mismo mes. Evidentemente, se trataba de un puesto prominente y prestigioso. La presidencia del municipio más importante del reino colocaba a Armona en una posición clave para la implementación del programa ilustrado de Car8
Véase Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García, pág. 29. Antonio Ferrer del Río, Historia del reinado de Carlos III en España, 4 vols. (Madrid: Imp. de Matut y Campagni, 1856), III, pág. 176, citado por Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García, pág. 33. 9
INTRODUCCIÓN
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los III, y requería una estrecha colaboración con la administración real. Era un puesto muy exigente, desde varios puntos de vista. Por una parte, reunía una amplia gama de funciones. El Corregidor de Madrid era Intendente de los Reales ejércitos y de la provincia de Madrid, Superintendente general de las sisas municipales, Intendente de la Regalía de aposento y Juez Protector de los teatros del reino (cargo fundamental en relación con la presente obra). Pasaban por sus manos y dependían de sus decisiones cuestiones de hacienda, beneficencia, sanidad, abastos, policía urbana, limpieza, urbanismo y orden público. Por otra parte, el ejercicio exitoso de estas funciones suponía sortear con tacto los conflictos de competencias, jurisdicciones e ideologías que surgían constantemente entre el Corregidor y el Ayuntamiento, cuyos Regidores habían heredado o comprado sus plazas y defendían, en general, los intereses y perspectivas conservadores de las clases privilegiadas frente a las reformas ilustradas. El gobierno local representaba evidentemente un ámbito clave para la implementación del programa de reforma social promovido por Carlos III, y Madrid, como sede de la Corte, estaba a la vanguardia de este programa. Armona trabajaba en concierto con el Rey y con Floridablanca, que le tomó el relevo a Grimaldi como Secretario de Estado precisamente a principios de 1777; en ambos casos, se trataba de una relación personal de amistad. Al mismo tiempo, el Corregidor de Madrid tenía que asumir funciones especiales, notablemente la de Juez Protector de los teatros, y compatibilizar su jurisdicción con otras instancias propias de la Corte y sede del gobierno: la Sala de Alcaldes de Casa y Corte y el propio Consejo de Castilla. La habilidad con la que Armona hizo frente a estos diversos retos, y la eficacia con la que implementó la política reformista de Carlos III durante los quince años que ocupó el puesto, llevaron al propio Rey a llamarle «el mejor alcalde de Madrid» 10 . El trabajo de Armona como Corregidor, en diversos ámbitos, consistía esencialmente en proseguir con reformas que ya se habían puesto en marcha en Madrid durante las décadas de 1760 y 1770. No obstante, se encontró de entrada con graves restricciones económicas, a consecuencia de las obras ya emprendidas, que habían producido en las cuentas municipales un déficit de 21 millones de reales. Por tanto, su prioridad inmediata tuvo que ser un programa de recortes presupuestarios y medidas de financiación. El primer tema que abordó, en colaboración con Floridablanca, fue la beneficencia y la mendicidad. Se trataba de un proyecto de modernización y justicia social, consistente en la planificación e institucionalización de la caridad, con un intento de implicar en su gestión a los organismos municipales. Para ello eran fundamentales las diputaciones de barrio creadas en 10
Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García, pág. 35.
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1778, a las que se encargaban diversas responsabilidades de asistencia y socorro a pobres y enfermos, todo ello coordinado por una Junta General de Caridad, con representación de la Sala de Alcaldes, la Iglesia, el Ayuntamiento y la Sociedad Económica Matritense, y financiado por una mezcla de limosna y dinero público, además de una nueva lotería y los beneficios de los teatros y otros espectáculos públicos; esta última fuente de ayuda, que se remontaba a la fundación de los teatros públicos en el siglo XVI, constituía una dimensión importante del interés de Armona por el teatro y su historia en Madrid, manifestado en la presente obra. Se imlementaba al mismo tiempo un plan contra la mendicidad, elaborado en 1777–1778, con la expulsión de mendigos forasteros y la acogida de otros en hospicios o bien su alistamiento militar. En todo esto, Armona logró desarrollar la infraestructura y los mecanismos adecuados, sobre todo mediante el nuevo sistema de diputaciones y alcaldes de barrio, superar la oposición del clero conservador, que defendía la tradicional limosna frente a la beneficencia institucional, y, sobre todo, reunir un presupuesto de 30.000 ducados para implementar el programa, además de 14.000 ducados adicionales para el Hospital General. El impulso humanitario que se refleja en estas medidas se manifestó también en el intento ilustrado de mejorar la educación, especialmente para las clases pobres y marginadas. Armona promovía este programa, en especial el plan de fundar escuelas primarias públicas en cada barrio. Al mismo tiempo, la Sociedad Económica Matritense fomentaba la formación profesional. El problema de los abastos de la ciudad —asegurar un suministro suficiente de alimentos a precios asequibles— era especialmente apremiante. Desde el reciente motín de Esquilache en 1766, tanto Armona como sus superiores eran conscientes de las posibles consecuencias del descontento público en esta área. El abastecimiento, gestionado por la Junta de Abastos, se veía afectado por la irregularidad de las cosechas, los problemas del transporte y la capacidad del Ayuntamiento de mantener una política de subvención y regulación de los precios. En realidad, Madrid estaba en una situación más favorable en este sentido que el resto del país; aun así, era un asunto políticamente delicado. Era especialmente importante el suministro del pan y, por tanto, del trigo. El Ayuntamiento lo regulaba mediante el pósito municipal, ampliado en 1763; pero las malas cosechas y las fluctuaciones de los precios incidían inevitablemente en ello. Armona tuvo que hacer frente al gremio de panaderos, que a veces defendían sus propios intereses frente a los del consumidor. Suplir las carencias y mantener los precios bajos suponía un grave lastre financiero para el municipio, que Armona palió con habilidad consiguiendo préstamos favorables. Otros productos básicos regulados por la Junta de Abastos, la carne, el tocino, el aceite, el pescado, el carbón, el jabón y las velas, eran menos problemá-
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ticos; pero los abastos, en cualquier caso, eran necesariamente un tema primordial para Armona 11 . Otro aspecto de la política municipal que presentaba grandes retos, pero también oportunidades, era el área de urbanismo y obras públicas. La suciedad de las calles de Madrid, comentada por muchos visitantes, había sido un problema prioritario. Armona continuó los esfuerzos ya realizados, a instancia del Rey, para reformar los sistemas de limpieza de la capital. En la década de 1760, bajo la dirección del ingeniero Francisco Sabatini, se había construido una red de acantarillado y mejorado el empedrado y la recogida de basura. Posteriormente se instalaron farolas, que funcionaban todo el año a partir de 1774. A Armona le tocaba asegurar el buen funcionamiento de estos nuevos sistemas, para lo cual era, de nuevo, importante el nuevo sistema de diputaciones de barrio; añadió otra mejora estableciendo serenos, para la seguridad nocturna, en 1791. Así pues, Armona tenía la oportunidad de contribuir al embellecimiento y modernización de Madrid, en colaboración con Sabatini y con los arquitectos municipales Ventura Rodríguez y Juan de Villanueva, con obras nuevas, aunque siempre dentro de los límites impuestos por dificultades presupuestarias y por la configuración anticuada y algo caótica de la ciudad. Bajo su mandato se inauguró, en 1778, uno de los monumentos más bellos y emblemáticos de Madrid, la nueva puerta de Alcalá. Destacan otras obras en estos años: los portillos de Valencia y de Embajadores (1778 y 1782), la canalización del Manzanares, iniciada en 1760, y diversas reformas viales y urbanísticas, notablemente en las zonas de Atocha y de la puerta de Alcalá. Se reformó el Paseo del Prado, instalando en 1777 las famosas fuentes de Cibeles y Neptuno, y se construyeron el Jardín Botánico (1781), el Observatorio Astronómico (1785) y la Real Academia de la Historia, en la calle de León (1788). Al mismo tiempo, se fomentó y reguló la construcción y modernización de viviendas, para cubrir las necesidades de una población creciente, además de atender a los problemas del tráfico vial. Sin embargo, entre las múltiples competencias del Corregidor de Madrid, las diversiones públicas ocupan un lugar especial en el caso de Armona. La presente obra demuestra su singular interés por el tema, que le incumbía, como ya se ha dicho, como Juez Protector de los teatros del reino. En principio, este cargo suponía el control de la vida teatral en toda España, aunque en la práctica su autoridad se ejercía en Madrid y se delegaba en las instancias locales en otras partes. El interés de Armona tenía varias facetas, reflejadas en sus Memorias cronológicas. Dentro de una ideológica ilustrada, compartía una visión, expresada por Jovellanos y otros, de la utilidad social del teatro como instrumento para inculcar valo11 Para más detalles, véase Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García, págs. 41–46.
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res y civilizar al público. No podía ignorar las polémicas suscitadas en torno a la licitud y decencia de los espectáculos públicos por moralistas y eclesiásticos. Sin embargo, demuestra, tanto en sus actuaciones como Juez Protector como por las actitudes reflejadas en sus Memorias, un espíritu liberal y tolerante, comprensivo con los actores y los gustos del público, aunque dispuesto a controlar los excesos. Indudablemente, como político pragmático, era muy consciente de la contribución de los espectáculos a la concordia social, como distracción y entretenimiento, y también, por otra parte, de su importancia económica, como fuente de fondos para fines benéficos. Es evidente que su interés por el teatro refleja sus singulares inquietudes culturales y literarias, manifestadas en sus escritos, su correspondencia y sus amistades. Sin embargo, este interés se centraba primordialmente en los aspectos del teatro que incidían en su trabajo como Corregidor: la regulación del hecho teatral, los actores y los propios edificios. Las Memorias cronológicas son, en gran medida, fruto de una reflexión detenida sobre sus propias funciones, lo cual llevó a Armona a una investigación histórica de los orígenes y la evolución de dichas funciones. Volveremos a estos temas más adelante; aquí lo que conviene subrayar es que el punto de partida de la obra que nos ocupa es la experiencia del autor como Juez Protector. Emitía los reglamentos que gobernaban el desarrollo de las representaciones y el orden público en los teatros, controlaba el repertorio, la formación de las compañías y el comportamiento de los actores, y vigilaba el buen funcionamiento del negocio teatral y el mantenimiento de la infraestructura correspondiente. Constan en las propias Memorias y en otros documentos algunas de las intervenciones e incidentes que ocurrieron durante estos años en el ámbito del teatro. Destacan, sin duda, las festividades organizadas con motivo del nacimiento de los dos Infantes gemelos, Carlos y Felipe, en septiembre de 1783. Se celebró en la primavera de 1784 un concurso teatral, representándose en los coliseos públicos las dos obras ganadoras, Los menestrales de Cándido María Trigueros y Las bodas de Camacho el rico de Juan Meléndez Valdés. Armona trata este concurso con todo lujo de detalles en sus Memorias; de hecho, constituye el punto culminante de la obra 12 . La documentación que se reproduce allí puede complementarse con una descripción de las obras emprendidas para reformar y embellecer los Coliseos de la Cruz y del Príncipe con motivo de estas representaciones, redactada por el propio Armona 13 . Además de estas obras, muy necesarias en unos teatros bastante deteriorados, se reformó en 1786 el Coliseo de los Caños del Peral, bajo la dirección de Ventura Rodríguez. 12 13
Véanse págs. 149–169 abajo. «Aparato teatral de los dos Coliseos del Príncipe y de la Cruz para la celebridad de las funciones en las comedias», Memorial Literario, julio de 1784, págs. 86–109.
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Armona incluye también como apéndice al primer volumen de sus Memorias cronológicas una orden muy detallada que emitió al principio de su mandato, en marzo de 1777, sobre las responsabilidades de los «guardarropas» de las compañías de actores 14 . Este documento demuestra su buen conocimiento de las prácticas y necesidades de los teatros y su enfoque esencialmente pragmático. Muchas de sus actuaciones como Juez Protector se centraban en sus relaciones con los actores y la resolución de diversos problemas que surgían en las compañías. Lo que llama la atención es la habilidad de Armona para resolver con tacto y firmeza los conflictos de competencias que se planteaban, y su actitud notablemente benévola y comprensiva hacia la farándula. Se refleja esta actitud en una orden de 1785, sobre el comportamiento del público; además de mandar que no se lleve sombrero puesto, ni se fume en el teatro, Armona añade que no se debe gritar a los cómicos, aunque se equivoquen, «pues además de faltar a la buena política, y decencia del público, no es lícito agraviar a quien hace lo que puede y sabe por agradar a todos» 15 . Esta observación, que expresa un notable respeto por la profesionalidad de los actores y un aprecio por lo que aportaban al público, está muy lejos de la postura de desprecio o condena moral que se adoptaba con tanta frecuencia hacia este oficio. La humanidad de Armona se manifestó en el caso del gracioso Gabriel López, a quien ayudó durante su enfermedad en Zaragoza en 1782, llegando incluso a pagar los gastos de su entierro 16 . Los conflictos de competencias dentro del Ayuntamiento surgieron ya en 1778, cuando el procurador personero Julián Hilarión Pastor intentó entrometerse en el control de los teatros 17 . Sin embargo, el caso más flagrante, desde el punto de vista de Armona, eran las pretensiones del regidor Francisco García de Tahona, que procuraba usurpar funciones propias del Juez Protector en relación con la censura de las tonadillas, y a quien el Corregidor tuvo que oponerse vigorosamente. El primer tomo de las Memorias termina precisamente citando el extenso memorial que Armona dirigió al Consejo en 1784 sobre el asunto. Aparte de dejar patente hasta qué punto la arrogancia de Tahona había puesto a prueba su paciencia, este episodio puede considerarse una de las claves de la obra: lo que estaba en juego era precisamente la jurisdicción del Juez Protector. Todas las precisiones y precedentes sobre este tema que había ido acumulando en el curso de las Memorias se sintetizan en esta última sección.
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Véanse págs. 199–205 abajo. Citado por Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García, págs. 63–64. 16 Rubio, «José Antonio de Armona, el buen Corregidor de Madrid», pág. 56; Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García, pág. 65. 17 Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García, pág. 66. 15
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Las excepcionales exigencias del Corregimiento y la intensa actividad a la que se sometió Armona durante su mandato minaron paulatinamente su salud. En enero de 1786, pidió a Carlos III que le relevara del cargo; pero el Rey le instó a seguir trabajando, recalcando su confianza en él. A finales de 1787, Armona sufrió una grave enfermedad, durante la cual recibió muchas expresiones de respeto y apoyo por parte de distintos estratos de la sociedad madrileña. El Rey, por su parte, estaba debilitándose también, y murió el 14 de diciembre de 1788. A Armona le tocó organizar la ceremonia de coronación de su sucesor, Carlos IV, y las correspondientes festividades, en 1789. A estas espléndidas celebraciones les siguió en agosto de 1790 una notable desgracia, al incendiarse la Plaza Mayor, destruyendo una parte importante de la plaza y la zona contigua, incluida la iglesia de San Miguel. Este accidente, y las polémicas que provocó, debieron de contribuir al deterioro de la salud de Armona. Continuó trabajando hasta que le sobrevino la muerte el 23 de marzo de 1792. Tenía 65 años. Madrid perdió así a uno de los administradores más competentes de su historia, que había servido a la ciudad con excepcional entrega, prudencia, tacto y benevolencia durante más de quince años. * * *
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2 LAS MEMORIAS CRONOLÓGICAS Las Memorias cronológicas de Armona consisten en dos tomos manuscritos, conservados en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, Madrid (Mss. 9/5042 y 9/5043). Se trata de una copia en limpio, realizada en una elegante caligrafía que ha sido identificada como la del erudito y paleógrafo Francisco Javier de Santiago Palomares (1728–1796) 18 . Las Memorias propiamente dichas —el tratado redactado por Armona— ocupan el primer tomo; el segundo consiste en una colección de documentos pertinentes, muchos de ellos reproducidos también, parcial o íntegramente, en el propio estudio. Así pues, el segundo tomo parece contener las fuentes en las que se basa el primero. En este sentido, la obra presenta una estructura binaria que podría equipararse con la que se adopta en los volúmenes de la presente serie: estudio y documentos. Naturalmente, el primer tomo, redactado por Armona, es el primordial; el segundo, recopilado por él, puede verse como una larga serie de apéndices o adiciones, que sirven para iluminar aspectos del estudio pero que son accesorios y, en última instancia, prescindibles. No obstante, está claro que, desde el punto de vista del autor, la obra consistía en ambos tomos, lo cual implica que el segundo formaba una parte esencial de ella. Tienen el mismo formato, caligrafía y encuadernación; están diseñados como un conjunto. En sus Noticias privadas de casa, de 1787, Armona se refiere a «el primer tomo ms. que tiene el título siguiente: Memorias cronológicas sobre el origen de la representación de comedias en España. Año de 1785. Uno y otro (el segundo tomo de documentos), encuadernados en tafilete carmesí, están en el estante separado de manuscritos, en mi librería» 19 . Por tanto, ambos se incluyen en la presente edición. El tema anunciado en el título, el «origen de la representación de comedias en España», da sólo una idea parcial de lo que se trata en la obra. Corresponde esencialmente a la primera sección, una breve reseña de la historia del teatro en España desde finales del siglo XV. La obra, en su conjunto, no se limita a establecer literalmente el origen de la representación; se dedica a trazar su evolución hasta la época del autor. Sin embargo, aparte de este detalle, el título es apto: efectivamente, no se trata de una historia del teatro, en el sentido normal de la expresión —es decir, de la literatura dramática—, sino de la «representación de comedias», o sea, el «hecho teatral». Armona se centra principalmente en los aspectos concretos de la actividad teatral, y sobre todo en la evolución de sus mecanismos administrativos. En gran medida, su propósito consiste en dilucidar cómo éstos 18 19
Véase Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García, págs. 99–100. Citado en Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García, pág. 99.
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llegaron a su estado actual. Por tanto, en un sentido amplio, la obra versa sobre el origen de la representación de comedias, tal como ésta existía en 1785. La estructura básica del tratado se revela en el índice general (pág. v, arriba), donde se recogen los principales epígrafes que Armona insertó en el texto, junto con los números de los párrafos que corresponden a cada sección (estos números, presentes en el original, se reproducen en esta edición, respetando sus irregularidades) 20 . La obra empieza, como ya se ha dicho, con los orígenes de la representación en España, centrándose en Juan del Encina y Celestina, y en referencias tempranas a comedias y comediantes en la legislación (§§1–11). Pasa después a «autores cómicos», una breve reseña del teatro áureo dedicada principalmente al prólogo de Cervantes a sus Comedias y entremeses (1615) y a Lope de Vega (§§12– 36). El siguiente apartado, más largo y misceláneo, abarca principalmente la administración de los corrales de comedias de Madrid y sus relaciones con los hospitales durante la primera mitad del siglo XVII (§§37–63). Incluye también, entre §45 y §47, la «loa de la comedia», copiada de El viaje entretenido de Agustín de Rojas Villandrando, que parece fuera de lugar; hubiera sido más lógico incluirla en el apartado anterior 21 . Después viene un catálogo de los Jueces Protectores de los teatros desde finales del siglo XVI hasta el propio Armona en 1785; resume y extiende lo expuesto en los párrafos anteriores. Le siguen unos cuantos párrafos (§§64–68) sobre el papel de los Alcaldes de Casa y Corte en el control de los teatros, y luego otra sección más heterógenea (§§69–84), que recoge diversos temas de la segunda mitad del siglo XVII y principios del XVIII, culminando en la reconstrucción de los corrales de comedias madrileños en las décadas de 1730 y 1740. Se aportan datos sobre la estructura de los antiguos corrales, y luego se trata la construcción del Coliseo de la Cruz (§§85–86) y el del Príncipe (§§87–88), añadiéndose después una sección sobre el tercer teatro público establecido en Madrid en el siglo XVIII, el de los Caños del Peral (§§89–92). El apartado siguiente, sobre la representación de autos sacramentales, se dedica principalmente a las gestiones realizadas por parte de la Villa de Madrid a la muerte de Calderón en 1681 para adquirir los manuscritos de sus autos, con una lista de las obras en cuestión (§§93–99). El resto del estudio trata con cierto detalle el control de los teatros durante 20 Falta el núm. 46, se duplica el núm. 108, y la numeración no se mantiene hasta el final, sino que termina de pronto en 114; véanse págs. 69, 119 y 122 y nn. 163 y 314. La numeración de los párrafos en la edición de Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García es ligeramente distinta. Aquí se respeta la del texto base, el manuscrito de la Real Academia de la Historia, a pesar de las irregularidades mencionadas. 21 Se incluye la loa de Rojas Villandrando en su supuesto lugar cronológico, 1614 (al parecer, Armona no conocía las ediciones anteriores; la primera es en 1603); se inserta entre las ordenanzas de teatros de 1608 y las de 1615.
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el último medio siglo, desde el reinado de Fernando VI hasta la época del propio Armona. Se aportan documentos sobre la reforma del gobierno de Madrid en 1747–1748 (§§100–106) y la disputa entre los hospitales y el Ayuntamiento sobre la propiedad de los teatros madrileños en 1749–1751 (§§107–114). Luego se reproducen las Precauciones, el nuevo reglamento teatral de 1753. Después de otra serie de documentos sobre disputas de jurisdicción entre el Corregidor y los Comisarios de comedias en 1757– 1758, y entre el Corregidor, como Juez Protector, y los Alcaldes de Cara y Corte, con motivo de un incidente de 1774, la obra termina con dos extensos apartados relacionados con el mandato del propio Armona. En primer lugar, se cita abundante documentación sobre el concurso teatral celebrado en 1784 para celebrar el nacimiento de los infantes gemelos, y finalmente, Armona reproduce su propio informe, remitido al Consejo a mediados de ese mismo año, en relación con su disputa con García de Tahona, el díscolo Comisario de comedias. Este resumen del tratado de Armona indica, en primer lugar, que está ordenado cronológicamente, adoptando abiertamente en ocasiones una presentación analística («Año de 1608», «Año de 1614»). Dentro de esta estructura, se suceden datos de diversa índole en función de la fecha del documento en los que surgen. Al mismo tiempo, se nota una clara preponderancia temática, sobre todo en la segunda mitad, en torno a cuestiones jurisdiccionales, especialmente en relación con las facultades del Juez Protector de los teatros, lo cual produce una mayor impresión de coherencia que la sucesión de datos heterogéneos a la que se presta la organización cronológica. En cuanto historia del teatro, o por lo menos de la representación, las Memorias son esencialmente fragmentarias y poseen una estructura abierta: admiten cualquier información que se encuentre, insertándola en su lugar cronológico, y por lo mismo podría ampliarse indefinidamente con nuevos materiales. En cambio, se nota una progresión lógica y coherente en el tratamiento de las sucesivas reformas que fueron condicionando las competencias del Juez Protector, y esto constituye la dinámica más notable de toda la obra. Este doble enfoque refleja seguramente la combinación de motivos y propósitos que llevaron a Armona a componer la obra. Por un lado, refleja evidentemente sus inquietudes literarias y su afición a la investigación histórica. Como intelectual ilustrado, amigo de Montiano y Jovellanos, entre otros, Armona se interesaba por la literatura dramática y por las funciones socioculturales del teatro. En este sentido, era fruto de un largo proceso de lectura y meditación, cuyas raíces serían muy anteriores a su nombramiento como Corregidor de Madrid. Se remontan por lo menos hasta la década de 1760. En 1761, como ya se ha dicho, Armona mantuvo una correspondencia con el P. Martín Sarmiento. Reproduce, como apéndice al primer tomo de sus Memorias, las notas biográficas sobre Juan Caramuel que
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Sarmiento incluyó en su Noticia de la verdadera patria de Miguel de Cervantes, completada precisamente en 1761 cuando Armona estuvo en contacto con él. Parece razonable conjeturar que su propio interés por Caramuel dataría de entonces, y que el comentario de éste sobre el Arte nuevo de Lope de Vega, salpicado de anécdotas y testimonios de primera mano sobre actores y teatros del XVII y citado por extenso en las Memorias, constituiría uno de los puntos de partida de sus estudios del teatro del Siglo de Oro 22 . Otro indicio de sus intereses culturales en este ámbito se manifestó en 1762, cuando tradujo el ensayo sobre Metastasio de las Memorias de Trévoux 23 . Al mismo tiempo, al leer la obra de Armona, resulta evidente que ésta nació de un impulso más específico, relacionado con la experiencia del autor como Corregidor de Madrid y Juez Protector de los teatros. Es decir, que lo que le indujo a emprender la composición de sus Memorias precisamente cuando lo hizo, en 1784–1785, fueron los problemas prácticos a los que se estaba enfrentando en el ejercicio de sus funciones, especialmente en relación con García de Tahona. El extenso informe con el que concluye su tratado (págs. 169–181), en el que rebate punto por punto los argumentos de Tahona ante el Consejo, sirve para sintetizar los temas que Armona ha ido analizando históricamente en el curso de su obra, especialmente la segunda mitad. Las investigaciones documentales cuyos frutos se exponen en las Memorias son precisamente la base de su refutación de Tahona. La vehemencia con la que Armona expone los excesos del Comisario indica que este caso le preocupaba seriamente. Este informe, fechado el 29 de junio de 1784, es cronológicamente el último documento citado en la obra, además de ser su punto culminante en términos estructurales. Para componerlo, Armona tuvo que investigar y reunir los antecedentes documentales relevantes, que remitió al Consejo junto con su informe. Estos mismos documentos forman el núcleo del corpus que maneja en las Memorias. Por tanto, parece probable que la redacción de este informe, a mediados de 1784, fuera, por lo menos en cierta medida, el punto de partida de la composición de las propias Memorias. Armona recurrió a los archivos municipales para armarse de argumentos contra Tahona, en relación con las cuestiones jurisdiccionales concretas que se planteaban en este caso, y luego, habiendo remitido su informe al Consejo, siguió investigando los mismos temas y otros afines que encontraba a medida que iba profundizando en la documentación teatral del archivo. Según esta hipótesis, el proceso de investigación y recopilación documental para las Memorias se realizaría principalmente durante la segunda mitad de 1784 y la primera parte de 1785. Naturalmente, esto no quiere decir que no hubiera estado contem22 23
Véase n. 6, arriba, y pág. 195, abajo. Véase Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García, pág. 97.
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plando previamente la composición de una obra sobre estos temas, y reuniendo materiales pertinentes, como ya se ha insinuado; pero el caso de Tahona podría ser el motivo concreto que hizo cuajar el proyecto. Lo que está claro es que el proceso de reunir documentación para la obra debió de realizarse durante el período mencionado, especialmente durante la segunda mitad de 1784. A principios de 1785, el duque de Híjar mandó a Armona un proyecto de reforma de los teatros, titulado Discurso sobre hacer útiles y buenos los teatros y los cómicos en lo moral y en lo político. Armona lo leyó, según cuenta al duque en una carta de 27 de febrero, «dos veces en las noches largas de enero y febrero». Sacó una copia, que incluyó al principio del segundo tomo de las Memorias (págs. 213–236). Es decir, que este discurso constituye el primero de las fuentes documentales aportadas para Armona para iluminar su estudio, lo cual sugiere que, para él, estaba relacionado de alguna manera fundamental con la composición de la obra. Después de este texto, reproduce también su correspondencia con el duque. Su relevancia reside en el siguiente pasaje, de la misma carta de 27 de febrero mencionada arriba: He caído en la tentación de ponerle unas notas a el pie de hechos que ratifiquen o comprueben las mismas ideas: quinquenios de valores, obligaciones escrituradas que tiene la Villa con hospitales y combentos, deduciendo lo que la grava en vez de aliviar sus generales atrasos, y atrasos de rigorosa justicia en la paga. Vna parte histórica y cronológica, desde las primeras representaciones que Juan de la Encina trajo a Madrid; el tiempo miserable de los arrendadores e ympresarios que dejaron con sus quiebras sin las utilidades concedidas a el Hospital General; cómo y por qué puso el Rey este cuidado a el cargo de Madrid en aquel tiempo, con distinción de la parte governativa y económica; mezcla y confusión de estos dos mandos y del tercero posterior dado a los Alcaldes de Corte [...]. Para todo esto tengo ya muchos materiales recogidos del Archibo y Secretarías de Madrid, pero necesito tiempo para lo deemás. (pág. 238)
Esta carta indica claramente que Armona ya había llevado a cabo la mayor parte, si no la totalidad, de sus investigaciones para sus Memorias, y tenía bastante claros el plan general y los contenidos de la obra. Sugiere, además, la posibidad de que el proceso de anotar el Discurso de Híjar fuera lo que precipitó la redacción final de su propio tratado. Da la impresión de que no lo había redactado aún, aunque tuviera los materiales preparados. El hecho de que esta carta encabece, junto con el propio Discurso del duque, el segundo tomo de las Memorias, podría indicar que desempeñó un papel significativo en el proceso de composición. La obra de Armona acabaría de cuajar, por tanto, en 1785. Esta fecha aparece en el título, y se menciona dos veces en el texto: al referirse a sí mismo al final de su catálogo de Jueces Protectores, Armona dice que sigue ocupando el cargo «en el presente año de 1785» (pág. 87), y más adelante, comenta que los
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distintos cargos que se reunieron en el marqués de Rafal en 1747 «aún no han restituido a su antigua distinción y claridad», añadiendo: «Esto es en 1785» (§106, pág. 119). La redacción estaría muy adelantada, si no del todo terminada, el 31 de julio de 1785, cuando el contador Juan Bautista de Lavi y Zavala firmó su resumen de las cuentas teatrales de 1770–1785, incluido por Armona al final de su estudio (pág. 183). Hay que concluir que ese año dio por terminada la composición de la obra, aunque no dejó de recoger material relacionado con el teatro. De hecho, se incluye en el segundo tomo un documento posterior: un discurso sobre la diferencia entre comedias, tragicomedias y tragedias, publicado en el Memorial literario en junio de 1786 (núm. 43, págs. 306–308 y n. 235). Esto demuestra que el manuscrito de la Real Academia de la Historia se copió, al menos parcialmente, después de esta fecha. Por otra parte, Armona redactó ese mismo año su «Catálogo de los Corregidores de Madrid desde el año de 1219 hasta el presente de 1786», que se incluye, suelto, al principio del primer tomo de las Memorias (págs. 206–209). Formalmente, una de las características más notables de la obra es la preponderancia de recopilación de fuentes. Armona, como historiador, muestra una clara predilección por el documento original, la fuente primaria; parece ver como tarea prioritaria proporcionar a sus hipotéticos lectores los materiales con los que ellos pueden construir una interpretación histórica. Realiza esta tarea con meticulosidad, examinando las fuentes, en general, con rigor crítico y realizando una investigación documental de notable envergadura. El valor de su obra para los historiadores posteriores consiste en gran medida en este aspecto: Armona pone a su disposición una gran cantidad de material fundamental. En cambio, aunque desarrolla con contundencia sus propios argumentos sobre determinadas cuestiones, especialmente el tema fundamental de las facultades del Juez Protector, suele abstenerse, en general, de expresar directa y explícitamente sus propias opiniones sobre el material que expone, prefiriendo limitarse a reproducir las de los autores que utiliza como fuentes, especialmente Blas Nasarre, Bances Candamo y Caramuel. De vez en cuando se permite un inciso sobre algún aspecto puntual. Al citar un pasaje de Bances Candamo en el que éste critica a Moreto, Armona interviene inesperadamente para avalar su opinión: «“Don Agustín Moreto fue quien extragó” (es verdad) “la pureza del theatro, dejándose llevar o arrastrar de los aplausos vulgares de sus poco reparadas graciosidades» (§35, pág. 54; la cursiva es mía). Otro ejemplo, de carácter sociológico en vez de literario, ocurre a propósito de las leyes suntuarias del siglo XVII, que provocan la siguiente reflexión: «Pero ¿qué han producido, qué efectos han hecho tantas prohiviciones? Destruir las buenas fábricas del reyno sin corregir el luxo en sus excesos» (§7, pág. 27). Sin embargo, las afirmaciones tan explícitas como éstas son relativamente escasas. En general, es difícil encontrar en la obra una expo-
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sición clara de las actitudes del autor; éstas tienen que deducirse a partir de la selección de las fuentes y autoridades citadas. Si Armona reproduce, e implícitamente adopta como suyas, las palabras de Bances Candamo sobre el teatro del siglo XVII, por ejemplo, es de suponer que comparte las perspectivas de este autor. Sin embargo, no es seguro que sea siempre así. Este fenómeno afecta sobre todo a dos de las cuestiones más debatidas en este ámbito durante la segunda mitad del siglo XVIII: los méritos o defectos estéticos del teatro del Barroco, especialmente el de Lope de Vega y Calderón, por una parte, y la posibilidad o conveniencia de una reforma moral y artística de las prácticas teatrales, por otra. En relación con el segundo tema, Armona parece compartir las típicas aspiraciones de los autores ilustrados de su época; pero parte fundamentalmente de una perspectiva pragmática, propia del buen funcionario que era, algo que se refleja, por ejemplo, en la observación citada arriba sobre la ineficacia de las leyes suntuarias. Al duque de Híjar, cuyo Discurso plantea precisamente una reforma ilustrada del teatro, Armona contesta: «Cada vez me ha gustado más, y estoy mui contento de que ya esté hecha una obra de esta clase. Seguramente no es para el día lo que propone, pero ha de llegar tiempo en que sea preciso que el Govierno adopte sus principios» (pág. 238). Sin duda estaba sinceramente de acuerdo con el programa del duque (que es, en general, bastante sensato, aunque algo idealista); pero está claro que no se proponía implementarlo en ese momento. En cuanto a las verdaderas opiniones de Armona sobre el teatro del Siglo de Oro desde el punto de vista literario, se plantea una delicada cuestión de interpretación. Evidentemente, emplea una serie de fuentes —desde Cervantes hasta Blas Nasarre— en las que se expresa, en cierta medida, una actitud crítica u hostil hacia Lope de Vega. Armona llega a adoptar como suya la expresión de Nasarre, que se refiere al «desordenado, y caliente genio del corruptor del Theatro», afirmando: «Con razón se llama, pues, primer creador y corruptor del theatro español» (págs. 41–42 y n. 74). Sin embargo, es significativo que le llame «creador y corruptor»; expresa, en general, una actitud positiva hacia la creatividad, y la libertad creativa, de Lope. Este aprecio del arte lopesco, que incluye un enfoque bastante liberal de sus infracciones de las reglas clásicas, se expresa principalmente a través de la lectura de Caramuel del Arte nuevo de Lope, que Armona cita por extenso tanto en el propio texto de su estudio como en un apéndice al primer tomo de las Memorias (§33, págs. 47–49, y págs. 187– 195). Parece probable que su interés por la obra de Caramuel, que llegó a conocer seguramente en la década de 1760, fuera una de las influencias más importantes sobre los gustos y perspectivas literarias de Armona en este ámbito. En cambio, lo que llama la atención en su exposición del teatro áureo en la primera parte de la obra es que, aparte del prólogo de Blas Nasarre, una
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de sus fuentes principales, Armona no aduce directamente las perspectivas de los principales autores neoclásicos de la época: Luzán, Montiano o Velázquez, por ejemplo. Evidentemente, no desconocía sus obras. De hecho, reproduce los capítulos pertinentes de La poética de Luzán (1737) y los Orígenes de la poesía castellana de Velázquez (1754) en el segundo tomo de las Memorias (págs. 242–266 y 269–281); pero no hay claros ecos textuales de estos capítulos en el tratado de Armona. Por tanto, en los casos de Luzán y Velázquez en particular, el lector se ve obligado a reflexionar sobre las implicaciones de la estructura y modo de presentación de la obra de Armona en relación con su interpretación. Los escritos de estos dos autores aparecen en el segundo tomo, pero no directamente en el primero. Como el segundo tomo forma parte de la obra, su presencia allí requiere que el lector los tenga presentes —el mero hecho de que se incluyan implica que Armona los consideraba relevantes—; pero sugiere, al mismo tiempo, que son menos centrales que otras fuentes que emplea abiertamente en el texto de su estudio. Constituirían, por así decirlo, lecturas secundarias o contextuales. Al presentar estos textos sin comentario en su antología documental, Armona evita precisar hasta qué punto comparte su perspectiva del teatro áureo (relativamente crítica en el caso de Velázquez, más matizada en el de Luzán). Estos casos indican que la relación entre los dos tomos de las Memorias cronológicas es más complicada de lo que parece a primera vista. Desde luego, el segundo tomo consiste en gran medida en una recopilación de las fuentes del primero; pero no del todo. Por una parte, no todas las fuentes empleadas en el estudio se reproducen en el repertorio documental, sino sólo una selección. Por otra, tampoco consiste este repertorio exclusivamente en las fuentes del primer tomo, sino que contiene también otros materiales relevantes que no se incorporaron directamente al tratado. Entre éstos, aparte de Luzán y Velázquez, se incluyen el Discurso de Híjar y la correspondencia entre Armona y este autor (núm. 1–2), la aprobación del P. Juan de la Concepción de las Comedias y entremeses de Cervantes (1749) (núm. 6), las «Reflexiones sobre el estado de la representación o declamación en los teatros de esta Corte» (núm. 9), las Reales órdenes de 1775, 1778 y 1784 (núm. 40–42) y el artículo del Memorial literario de 1786 sobre la diferencia entre las comedias, tragicomedias y tragedias (núm. 43). Las fuentes empleadas por Armona en la redacción de su estudio, y el modo exacto en que las utilizó, se detallan en las notas de la presente edición. Con una notable excepción, las más importantes, que ya se han mencionado, se recogen en el segundo tomo. Destaca, en primer lugar, el Artículo segundo del Theatro de los theatros de los passados y presentes siglos, compuesto a finales del siglo XVII por el dramaturgo Francisco Bances Candamo, pero inédito hasta que salió la edición de Duncan W. Moir
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(Londres: Tamesis, 1970). Armona indica abiertamente la primacía de esta fuente incluyendo una copia completa de ella al principio del segundo tomo (núm. 3, págs. 239–242), inmediatamente después del Discurso y las cartas de Híjar. Armona incluye en su estudio una extensa cita de la obra de Bances, explícitamente atribuido a él, sobre Calderón y el teatro de su época, especialmente en relación con el teatro palaciego (§§34–36, págs. 52–55). Sin embargo, lo utiliza también en otros lugares, donde reproduce o adapta pasajes de Bances sin reconocer su procedencia. Es el caso de los párrafos sobre la falta de comedias en la Edad Media (§§2–3, págs. 23– 24), una frase sobre Lope de Vega (§23, pág. 41), otras sobre el teatro palaciego y los dramaturgos de la época de Felipe III (§§26–27, págs. 42– 43), la prohibición de finales del siglo XVI (§39, pág. 57), y los debates sobre la licitud de las representaciones en 1649–1651 (§§58–59, págs. 74– 75). En cambio, otra fuente a la que Armona recurre reiteradamente en la primera parte de su estudio no se incluye en el segundo tomo. Se trata del la Disertación o prólogo sobre las comedias de España de Blas Nasarre, bibliotecario del Rey, publicada como prefacio a una nueva edición de las Comedias y entremeses de Cervantes 24 . Fue Paul Mérimée quien señaló por primera vez el uso de este texto por parte de Armona, en base a un estudio del borrador de las Memorias conservado en la Biblioteca Nacional, Madrid (Mss. 18.474 y 18.475); parece que Mérimée desconocía la existencia del manuscrito de la Real Academia de la Historia 25 . Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García sugieren (pág. 108) que Armona utilizó el prólogo de Nasarre a través de los Orígenes de la poesía castellana de Velázquez; pero no cabe duda de que lo consultó directamente. De hecho, como ya se ha notado, incluye en el segundo tomo de sus Memorias la aprobación del P. Juan de la Concepción copiado de la misma edición de 1749 en la que se publicó el ensayo de Nasarre, lo cual demuestra que había manejado esta edición por su cuenta. Armona lo cita explícitamente en relación con Lope de Rueda y Torres Naharro, refiriéndose al «Bibliotecario del Rey, que ocultó su nombre como editor de las comedias de Cervantes el año 1749» (§§15–16, pág. 30); pero también, como en el caso de Bances Candamo, recurre a este texto en otras ocasiones sin reconocerlo. Esto ocurre en párrafos sobre Juan del Encina (§5, pág. 26), Lope de Rue24 Comedias y entremeses de Miguel de Cervantes Saavedra, el autor del Don Quijote, divididas en dos tomos, con una dissertación o prólogo sobre las comedias de España (Madrid: Imprenta de Antonio Marín, 1749). Véase también la edición de Jesus Cañas Murillo, Trabajos del Departamento de Filología Hispánica, 7 (Cáceres: Universidad de Extremadura, Servicio de Publicaciones, 1992). 25 Paul Mérimée, «Les Mémoires sur le théâtre espagnol d’Armona», en Mélanges à la mémoire de Jean Sarrailh, 2 vols. (Paris: Centre de Recherches de l’Institut d’Études Hispaniques, 1966), II, págs. 161–175.
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da (§14, pág. 29), y las críticas dirigidas contra Lope por Rey de Artieda, Cristóbal de Mesa, Esteban Manuel de Villegas y Antonio López de Vega (§§29–32, págs. 44–47). Este último caso es revelador: Armona encontró las referencias en Nasarre, pero no se limitó a reproducir lo que éste había escrito sobre ellos, sino que consultó directamente la obra original de Rey de Artieda que Nasarre había citado parcialmente (véase págs. 36–37, n. 87). Es un pequeño ejemplo del rigor de Armona y de su afán de recurrir a la fuente primaria siempre que puede. Estas cualidades se manifiestan ampliamente, por supuesto, en el impresionante despliegue de documentos manuscritos que nos presenta Armona a lo largo de su obra. Se trata principalmente de documentación administrativa procedente de los archivos municipales, en los que llevó a cabo lo que debió de ser una investigación dilatada y de considerable envergadura. Los detalles de los documentos se detallan abajo en las notas al texto, y sería demasiado prolijo enumerarlos aquí. Sí conviene notar, sin embargo, el uso de fuentes intermedias: informes redactados en el curso de la preparación de las Memorias, en los que se recopilan diversos documentos originales y que han pasado, a su vez, a formar parte de los fondos del Archivo de Villa. El más importante de estos informes es AVM, Secretaría, 3-11-8, que Armona utiliza en numerosos lugares; lleva anotaciones manuscritas suyas, y constituye uno de sus principales instumentos de trabajo. Lógicamente, podemos conjeturar que Armona contaría con la colaboración de ayudantes en sus búsquedas de documentación. Hay indicios de que uno de colaboradores fue el contador municipal Juan Bautista de Lavi y Zavala, a quien se debe un informe de 4 de mayo de 1782 «en orden a la creación, y establecimiento de los cavalleros Comisarios de comedias, funciones que han exercido en los coliseos y facultades con que ajustaban las compañías para el servicio del público» (AVM, Corregimiento, 1-84-29). Es de suponer que lo redactó para Armona, que lo utiliza en su catálogo de Jueces Protectores, en relación con el período 1735–1747 (págs. 83–85 y nn. 218 y 224). Parece indicar que las investigaciones documentales de nuestro autor ya estaban en curso en 1782.
3 NORMAS DE EDICIÓN Y TRANSCRIPCIÓN Se ofrece aquí una edición completa de los dos tomos del manuscrito de la Real Academia de la Historia (9/5042 y 9/5043), omitiendo sólo la transcripción de los documentos ya publicados en otros tomos de las Fuentes o repetidos en el segundo tomo. Se edita el texto de acuerdo con las normas de la serie, modernizando el uso de mayúsculas, la acentuación, la puntuación y las consonantes sencillas y dobles. Las palabras subrayadas en el manuscrito se ponen en cursiva.
TOMO I
MEMORIAS CRONOLÓGICAS Desde el origen de la representación de las comedias en España, y particularmente en Madrid, desde que, por haverse hecho pública esta diversión, empezó a merecer las atenciones del govierno 1 . 1. Es cosa bien savida que las comedias propiamente dichas no empezaron a representarse en España hasta los reynados de Carlos V y Phelipe II. Todos nuestros autores, o los más, combienen en esto. No es lo mismo haverse escrito o tener algunas comedias, algunas tragedias, algunas poesías dramáticas dignas de representarse, escritas en los reynados anteriores, que la representación publica de estas mismas piezas: esto es, la expectación pública theatral, la representación permitida y practicada en la capital, o en alguna otra parte del reyno; vna clase de gentes aplicada a esta profesión, que sólo vive de ella; vna farsa que reside en Madrid, o vaga por España con nombre de comediantes, con reglas y ordenanzas de govierno, que exerce ocupación pública, llamando a un sitio o lugar preparado para divertir a el pueblo por su dinero. Los poetas, los autores dramáticos, fueron conocidos en España mucho tiempo antes que la representación, y todavía los conocemos por las obras que nos dejaron de sus yngenios. Ellas mismas enseñan hasta qué punto llevaron la dramática; porque entonces no havía theatros ni actores de esta clase en Madrid ni en alguna otra parte de España. 2. Setecientos años, o más, de guerras internas para expulsar del reyno a los moros, no permitieron que las musas templasen los ynstrumentos de dulzura. El valor, la espada y el morrión, la patria y los combates, arrastraron toda la juventud, y la guerra fue toda la ocupación de los hombres. No havía más prohezas que las de las armas teñidas con sangre humana: apenas vna pluma en cada reynado, o en cada provincia, escribía; y menos todavía cantava las heroycidades de su tiempo, ni las victorias que a su propria vista hivan rompiendo los pesados grillos de la esclavitud africana.
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En el manuscrito de la RAH, el texto viene precedido de una nota, escrita en una letra decimonónica, sobre Armona y su obra, y de una lista cronológica de los corregidores de Madrid. Se reproducen abajo, págs. 206–209.
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3. En vano se cita a el Abulense 2 para decir que en España ya havía comedias en su tiempo, y se entiende ser para España lo que escribió contra las representaciones de su siglo. No las havía en él; y así este escritor infatigable v´nicamente pudo mover la cuestion cómica en términos generales, por aquellos juglares o comediantes de quienes hablan las leyes imperiales y los cánones sagrados, o sólo habló de las comedias de Ytalia y las provenzales, que siempre se vsaron en aquel país, floreciendo siempre en él el poema épico. En España, no hay un historiador que diga, ni un autor moderno que prueve, que por los años de 1450, poco más o menos, en que escribió el Abulense, huviese comedias ni farsas de cómicos, farsas fijas ni ambulantes. Lo más probable o verosímil es que tomaron su origen de vnos festines que se hacían en la Santa Yglesia de Toledo, donde los seises empezaron a representar dentro de ella, por aquellos tiempos, vn género de diálogos con alabanzas al Santísimo Sacramento en la solemnidad de este gran día, los quales fueron mui aplaudidos 3 . 4. Vn ensayo theatral dio a España a la mitad del siglo XV el autor del primer acto en prosa de la comedia intitulada La Celestina, por otro nombre Calixto y Melivea. Dícese en su Prólogo que Juan de Mena es su autor, o más bien Rodrigo de Cota 4 . A los fines del mismo siglo, tomó a su cargo 2
Alfonso de Madrigal, apodado El Tostado o El Abulense (¿1400?–1455). Este párrafo y parte del anterior están basados en Francisco Bances Candamo, Theatro de los theatros de los passados y presentes siglos, primera versión, artículo segundo; véase la edición de Duncan W. Moir (Londres: Tamesis, 1970), pág. 28: «Hasta su tiempo [de Calderón] no tubo Magestad la Cómica Española, porque, oluidada en Castilla, con la continuación de 700 años de guerra interna, con la ferocidad de sus Paisanos y la poca cultura de las letras, ni se exercitó nunca, ni el Abulense habla (como dice el Padre Camargo) de los Representantes de su siglo, porque no los auía. Y él mueue la questión por los términos generales de aquellos Comediantes de quien hablan las leies Imperiales y cánones sagrados, o de los de Italia, o Prouenzales, que florecieron siempre en este Poema, o en el Epico, pero no habrá historia Castellana que pruebe que por los años de 1450, poco más o menos, en que escriuió el Abulense, huviese en Castilla comedias formales. Su origen tuvieron en la Santa Iglesia de Toledo, donde los Seises representauan vn género de Diálogo al Santíssimo Sacramento en la celebridad de este día.» Remitimos a la nota de Moir sobre este pasaje (ed. cit., pág. 41, n. 68). Moir observa que Bances sacó las primeras frases de la Aprobación del P. Manuel de Guerra y Ribera en la Verdadera quinta parte de Calderón (1682), y la referencia al Abulense del P. Ignacio de Camargo, Discurso theológico sobre los theatros y comedias de este siglo (Salamanca: Lucas Pérez, 1689). Comenta también que Bances exagera la importancia de los seises toledanos, y cita el estudio de Juan Moraleda y Esteban, Los seises de la Catredral de Toledo: antigüedad, vestidos, música y danza (Toledo: Antonio Garijo, 1911) y el «trabajo más sólido» de Simón de la Rosa y López, Los seises de la Catedral de Sevilla: ensayo de investigación histórica (Sevilla: Francisco de P. Díaz, 1904; ed. facsímil: Sevilla: Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos, 1982). En la excelente edición de Moir se reproduce el manuscrito autógrafo de la obra de Bances, que Armona utiliza explícitamente más adelante; véanse §§34–35, págs. 52–54 y nn. 111–120 abajo. 4 «Vi que no tenía su firma del autor, el qual, según algunos dizen, fue Juan de Mena, e según otros, Rodrigo Cota» («El autor a un su amigo», en Fernando de Rojas, La Celestina, ed. Dorothy S. Severin, Letras Hispánicas, 4, 2ª edn., Madrid: Cátedra, 1988, pág. 70. Es 3
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el empeño de acavarla el juris-consulto Fernando de Rojas, pero lo hizo de modo que se conoce bien la diferencia de vna mano a otra, además de concluir en tragedia lo que empezó comedia, por cuyo motivo vino a quedar monstruosa y desarreglada, intitulándola tragi-comedia 5 . En el primer acto sobresale la elegancia del estilo, la pureza de la lengua y la diestra facilidad del pincel en retratar los caracteres al natural. De este modo, aseguró en él su autor la gloria de ser el primer trozo de composición theatral que en España se vio hasta entonces, siendo capaz de competir con las comedias griegas y latinas 6 . La Celestina fue traducida desde luego en latín, varias veces en francés, muchas veces en ytaliano; y se imprimió también en Toledo el año de 1538 y en Sevilla en 1539 7 . La edición que yo tengo en dozavo es de 1599 de la oficina Plantiniana, compuesta de veinte y vn actos, con los versos de Rojas al principio y al fin de ella, que quiso sirviesen de clabe a el lector 8 . interesante que Armona considerase más probable la atribución a Cota. La crítica moderna, en general, comparte esta opinión. 5 Como es sabido, la primera versión de La Celestina, en 16 actos, salió hacia 1499 bajo el título de Comedia de Calisto y Melibea, y la segunda, de 21 actos, publicada antes de 1506, se tituló Tragicomedia de Calisto y Melibea; véase Fernando de Rojas, Comedia o Tragicomedia de Calisto y Melibea, ed. Peter E. Russell, Clásicos Castalia, 191 (Madrid: Castalia, 1991), págs. 11–19. 6 Sobre la cuestión del género literario de La Celestina, véanse María Rosa Lida de Malkiel, La originalidad artística de la Celestina (Buenos Aires: EUDEBA, 1962), págs. 29–78; A. D. Deyermond, Historia de la literatura española: la Edad Media (Barcelona: Ariel, 1973), págs. 301–13; Russell, en Rojas, Comedia o Tragicomedia, págs. 37–55. 7 La única traducción latina parece ser Pornoboscodidascalus latinus [...] Liber plane divinus (Francfort, 1624). Las traducciones francesas antiguas son dos: una hecha a través del italiano (París, 1527) y otra de Jacques de Lavardin (París, 1578). La primera fue editada por Gerald J. Brault, «Celestine»: A Critical Edition of the First French Translation (1527) of the Spanish Classic «La Celestina» (Detroit: Wayne State University Press, 1963); de la segunda hay edición moderna por Denis L. Drysdall, «La Celestina» in the French Translation of 1578 by Jacques de Lavardin (Londres: Tamesis, 1974). En italiano sólo existe la versión de Alfonso Ordóñez (Roma, 1506), pero de ésta salieron numerosas ediciones. Véase Kathleen V. Kish (ed.), An Edition of the First Italian Translation of the «Celestina» (Chapel Hill, N.C.: University of North Carolina Press, 1973). Desde luego, hay muchas más ediciones antiguas de La Celestina de las que cita Armona. Para una descripción de la de Toledo, 1538, véase Clara L. Penney, The Book Called Celestina in the Library of the Hispanic Society of America (Nueva York: s.n., 1954), págs. 44–45. 8 Para una descripción de esta edición de 1599, véase Penney, The Book Called Celestina, págs. 72–74. Parece probable que en este párrafo Armona se basara en parte en un pasaje de los Orígenes de la poesía castellana de Luis José Velázquez (Málaga, 1754), que reproduce en la segunda parte de estas Memorias (véanse págs. 269–281, abajo). Refiriéndose a las escenas «lascivas» y los pasajes llenos de «malignidad» de las comedias antiguas, Velázquez comenta: «Tal es la famosa Celestina, o Tragicomedia de Calisto y Melibea, en que hay descripciones tan vivas, imágenes y pinturas tan al natural, y caracteres tan propios, que por eso mismo serían de malísimo exemplo si se sacasen al theatro. Ygnórase el principal autor de esta comedia, atribuyéndola unos a Juan de Mena y otros a Rodrigo de Cota; pero se sabe que el que la comenzó no pasó del primer acto, haviéndola continuado después desde el segundo, no con igual acierto, el Bachiller Fernando de Rojas, como parece por
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5. En las bodas de los Reyes Cathólicos doña Ysabel y don Fernando, celebradas el año de 1474 9 , se representó vna composición dramática sagrada y profana, compuesta por Juan de la Encina, la qual está en la colección de sus poesias 10 . Este poeta no hizo comedias. En él empezó a despertar el delicado gusto de la poesía castellana y dio las primeras muestras de la pastoril, haciendo algunas composiciones sobre las églogas de Virgilio. Tradujo en verso castellano algunas de ellas, y las acomodó a los gloriosos hechos de los Reyes Cathólicos 11 . 6. La primera vez que se halla escrita en nuestras leyes la palabra cómicos y comedia es en el año de 1534 en la ley primera, título 12, que trata de trages y vestidos, nº 12 del libro 7º de la Recopilación. Esta ley es del emperador Carlos V y la reyna doña Juana su madre, hecha en Toledo a 9 de marzo de aquel año. Es vna ley sumptuaria, y no de theatros, de cómicos ni representaciones, aunque supone que entonces ya havía comediantes en España. «Mandamos, dice, que lo que cerca de los trages está prohivido y mandado por la ley de este título, se entienda asimismo con los comediantes, hombres y mugeres, músicos y las deemás personas que asisten en las comedias para cantar y tañer, los quales incurran en las mismas penas que cerca de esto están impuestas 12 .»
unos versos acrósticos del mismo que se hallan al principio de esta obra y juntas sus letras iniciales dicen: El Bachiller Fernan de Rojas acabó la comedia de Calisto y Melibea. Fue nascido en la puebla de Montalban.». Velázquez alude después a las dos traducciones francesas. 9 Sic, pero los Reyes Católicos se casaron en realidad en 1469; en 1474 subió Isabel al trono de Castilla al morir Enrique IV. Véase la nota siguiente. 10 Parece que Armona sigue aquí a Blas Antonio Nasarre y Férriz (1689–1751) en su prólogo de la reedicíon de las Comedias y entremeses de Cervantes (Madrid, 1749), sig. B2v.: «El Rey Catholico, quando por medio de su casamiento vino a formar esta Monarquia, halló en el hospedage del Conde de Ureña, entre otras diversiones, la representacion de una pieza cómica de la composicion de Juan de la Encina.» Pero se trata evidentemente de un error de Nasarre: Encina nació en 1468, y sus obras más tempranas datan de alrededor de 1492. Cfr.: «Se ignora si esta comedia existe. Nasarre da noticia de ella, atribuyéndola a Juan de la Encina; pero en el año de 1469, en que se casaron los Reyes Católicos, Juan de la Encina lloraba en la cuna» (Leandro Fernández de Moratín, Orígenes del teatro español, en BAE, 2, Madrid, 1848, págs. 178–179). Véase también Blas Nasarre, Disertación o prólogo sobre las comedias de España, ed. Jesus Cañas Murillo, Trabajos del Departamento de Filología Hispánica, 7 (Cáceres: Universidad de Extremadura, Servicio de Publicaciones, 1992). 11 Estas traducciones de Virgilio se publicaron por primera vez en el Cancionero de Encina (Salamanca, 1496), fols. 31r.–48v., y se reproducen en Juan del Encina, Obras completas, I, ed. Ana M. Rambaldo, Clásicos Castellanos, 218 (Madrid, Espasa-Calpe, 1978), págs. 218–341. En su prólogo, dirigido a los Reyes Católicos, Encina explica que «estas Bucólicas quise trasladar, trobadas en estilo pastoril, aplicándolas a los muy loados hechos de vuestro reynar, según parece en el argumento de cada una» (ed. cit., pág. 220). 12 Según Shergold, esta ley probablemente no es de 1534, y la cita de la Nueva Recopilación «probably has its origin in a seventeenth–century sumptuary law» (A History of the Spanish Stage from Medieval Times until the End of the Seventeenth Century, Oxford: Clarendon, 1967, pág. 151, n. 2).
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7. Después acá, se ha renovado esta prohivición once veces (no menos) en pragmáticas, autos acordados y capítulos de reformación, hechos en las cortes de los reynados succesivos hasta el v´ltimo de Phelipe IV en 1639, que prohíve todo bestido bordado o de tela de oro y plata 13 . Pero ¿qué han producido, qué efectos han hecho tantas prohiviciones? Destruir las buenas fábricas del reyno sin corregir el luxo en sus excesos 14 . 8. Otra ley más antigua, de las de partida, que se cita quando se trata de comediantes, no habla de ellos, porque quando se hizo no se conocían en España comediantes ni representaciones públicas. Es la ley 4ª, tít. 6, partida 7, que habla de las infamias de derecho, y dice así: «Otrosí. Los que son juglares y los remedadores y los faudores [sic, por «facedores»] de los zaharrones que públicamente handan por el pueblo, o cantan, o facen juego por precio: esto es, por que se envilecen ante todos por aquel precio que les dan. Mas los que tañeren estrumentos, o cantasen por facer solaz a si mesmos, o por facer placer a sus amigos, o dar solaz a los Reyes, o a los otros Señores, non serían por ende enfamados 15 .» 9. En el siglo XIII, siglo del Rey don Alonso el Sabio (que también fue poeta) pues nació el año de 1221 y murió en el de 1284, los juglares de que habla heran lo mismo que aquellos que en la Roma antigua exercitavan el arte-lúbrica: eran los que se alquilavan para saltar, baylar y hacer bufonadas en las scenas del theatro o fuera de ellas. Eran los mimos, los histriones, los pantomimos y los arenarios 16 . De esta clase vil de juglares no son los cómicos o comediantes de que hablamos, así por lo heroyco de los argumentos de los dramas y la decencia de sus representaciones como por las deemás circunstancias de autoridad, instrucción pública y correccion que se pone en ellas para que no padezcan las costumbres; y aun se enmienden las que ya estén viciadas, haciéndolas ridículas o despreciables con buena moral, con vivo yngenio y destreza. 10. Ya se conocían las comedias quando eran de esta opinión algunos autores de nuestra jurisprudencia que tocaron el punto. De aquí es que por cómicos ningún padre puede desheredar a sus hijos, aunque por juglares 13
Las leyes 6, 7 y 9 del libro VI, título XIII de la Novísima Recopilación (que corresponden al libro VII, título XII de la Nueva Recopilación) son de 1639, pero ninguna menciona vestidos bordados o de tela de oro y plata; en cambio, la ley 5, de 1623, sí trata del «uso del oro y plata en tela y guarnición»; véase Los códigos españoles concordados y anotados, 12 vols. (Madrid: Publicidad, 1847–1851), VIII (1850), págs. 272a–274a. Las once renovaciones a que se refiere Armona son de 1537, 1563, 1564, 1586, 1579, 1593, 1600, enero de 1611, abril de 1611, 1623 y 1639 (véase pág. 267b). 14 Tal vez se refiera Armona a la ineficacia de las leyes suntuarias del siglo XVIII y a los disturbios que provocaron; cfr. págs. 134–136 y n. 357, abajo. 15 Los códigos españoles, IV (1848), pág. 307b. 16 La palabra insólita «arenarios» está derivada del latín harenarius («gladiador»). La usa Bances Candamo, en su Theatro de los theatros, ed. cit., pág. 8; pero es más probable que se base Armona en el pasaje de Hermenegildo de Rojas citado en la próxima nota.
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podía hacerlo en otro tiempo, con autoridad de la ley 5ª, tít. 6 de la partida 7 17 . 11. También es cierto que los cómicos, siendo nobles, gozan los privilegios de tales para no ser encarcelados por deudas. Don Hermenegildo de Rojas* pone un exemplar práctico, declarado por la Chancillería de Granada, y no sucedería así si el oficio de cómico fuese infame, que es lo mismo que ser contrario a la nobleza, como deduce el mismo Roxas con gran tino 18 . * [Nota de Armona:] Abogado de aquella chancillería. Su obra pósthuma, sobre incompativilidad de mayorazgos, ilustrada y publicada por su yerno don Francisco Ximénez del Águila Breaumont [sic], en 1667 [sic, por «1669»], dice que un cómico hidalgo de sangre, estando preso por deudas en la cárcel de Granada, fue puesto en livertad en vna visita general, por vnánime voto, mediante la qualidad de su nobleza.
AUTORES CÓMICOS 12. Todos nuestros autores célebres, los primeros poetas que empezaron a endulzar la poesía castellana con suavidad y medida en sus versos, con alusiones felices, con imitaciones finas de los mejores poetas griegos y romanos, nacieron antes que las comedias propiamente dichas se conociesen y representasen. Los que empezaron a hablar de ellas, y escribieron algunas comedias como por ensayo (digámoslo así de sus yngenios), nacieron pocos años después; y todos, o los más, vinieron a la luz del mundo en 17
Armona se basa aquí en Hermenegildo de Rojas Jordán de Tortosa, Tractatus posthumus de incompatibilitate regnorum ac maioratuum, in lucem editus, recognitus & illustratus per D. Franciscum Ximenez del Aguila Beaumont (Lugduni: Laurentiianisson, 1669; 2ª ed., Coloniae Allobrogum: De Tournes, 1727), pars I, caput xii, nota 43, pág. 117a–b: «Ex quibus infero, quod hodie pater non valet exhaeredare filium, qui praeter, vel contra eius voluntatem exercet artem honestam raepresentationis Comicae, quae his nostris temporibus permittitur, nam §. aliud quoque capitulum, vers. Si praeter voluntatem parentum, in aut. ut cum de appellat cognoscit. & l. 5. titul. 7. pa[r]tit. 6. loquuntur de mimis inhonestis atque impudicis in causâ quaestus, ibi: Inter arenarios vel mimos si se filius sociaverit, & in hac professione permanserit & in d. l. 5. ibi: Iuglar se haziendo alguno: ubi Glos. verb. Iuglar, ibi: A estos, dictus § aliud quoque capitulum, appellat, Mimos [...]». Existen también ediciones de esta obra de Rojas de 1669 (Barcelona), 1688 y 1745. 18 Armona se refiere al siguiente pasaje del citado libro de Rojas, nota 45, pág. 117b: «Quod datur intelligi: nam ispemet author Comoediarum cùm esset incarceratus pro debitis ciuilibus, incidenter contendebat, vt tanquam Nobilis, liber à carcere relaxarentur, & creditoribus renuentibus, ac contradicentibus, obtinerit, & in visitatione generali por plenum Senatum ex voto omnium ex causa, quod esset Nobilis, & in titulum de hijo dalgo, fuit à carcere liberatus & relaxatus. Quod minimè compatitur, si laboraret nota infamiae iuris, vel facti; quia ignobiles, & etiam Nobiles si actum exerceant contrarium suae nobilitati, pro debitis ciuilibus relaxari à carcere non debent: leg. 2. & 4. tit. 15. part. 5. l. 4. & 14. tit. 2. lib. 6. Recopil. vbi etiam Marbon. glos. 2. Baëza de inope debitore. cap. 16. n. 77. 78. & 79.»
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el corto período de 50 o 60 años: esto es, desde los v´ltimos del siglo XV hasta mediados del XVI, reynando Carlos V y su hijo Phelipe II. 13. Los poetas que hicieron profesion de componer y escribir comedias, los que les dieron magestad, pompa theatral y elevados coturnos que no tenían, para salir a el mundo con vfanía: Lope de Vega, Cervantes, Zárate, Matos Fragoso, Tárraga, Mira de Mescua, Moreto, Solís y otros, todos fueron de los tres reynados sucesivos de Phelipe III, Phelipe IV (que también compuso algunas) y Carlos II 19 . Entonces fue quando la legislación tuvo mucho que hacer para arreglar las farsas públicas y las compañías cómicas, para dar reglas, decencia y forma a los theatros, los quales empezaron a conocerse en Madrid vn poco antes, con el vajo y vulgaríssimo nombre de corrales. A la verdad, no eran theatros, ni podían llamarse tales en aquellos principios 20 . 14. Lope de Rueda, natural de Sevilla, a quien celebra Miguel Zervantes, que le alcanzó siendo joben y le oyó representar en Madrid 21 , fue autor y actor a un tiempo mismo. Corría por España, aplaudido de todos, en varias temporadas del año y recogía, con muchos aplausos, muchos regalos y dinero, representando sus propias composiciones. Ymitó a Plauto y a Terencio en ellas con un arte y vna gracia nativa que deleytava o encantava a todos 22 .
19 Lope de Vega (1562–1635); Miguel de Cervantes (1547–1616); Francisco López de Zárate (1580–1658), natural de Logroño, autor del Poema heroico de la invención de la Cruz (1648) y de Tragedia de Hércules y La galeota reforzada; Juan de Matos Fragoso (1608– 1689), natural de Alvito (Portugal), de la escuela de Calderón, colaborador de Moreto y otros; Francesc Agustí Tárrega (1554–1602), canónigo de la catedral de Valencia y miembro de la Academia de los Nocturnos; Antonio Mira de Amescua (¿1574?–1644), natural de Guadix, amigo y discípulo de Lope de Vega; Agustín Moreto y Cabaña (1618–1669); Antonio de Solís y Rivadeneira (1610–1686), natural de Alcalá de Henares, dramaturgo e historiógrafo, colaborador de Coello, Calderón y otros. Sobre estos autores puede consultarse Cayetano Alberto de la Barrera y Leirado, Catalogo bibliográfico y biográfico del teatro antiguo español desde sus orígenes hasta mediados del siglo XVIII (Madrid, 1860; ed. en facsímil, Londres: Tamesis, 1968); véanse págs. 222–225 (López de Zárate), 239–242 (Matos Fragoso), 380–382 (Tárrega), 255–260 (Mira de Amescua), 275–281 (Moreto) y 374–376 (Solís). Una obra que se ha atribuido a Felipe IV es El Conde de Sex, de Antonio Coello; en su edición de esta obra (Nueva York: Plaza Mayor, 1972), Donald E. Schmiedel examina esta atribución y afirma que la idea de un Felipe IV dramaturgo fue sostenida por los defensores de la comedia frente a las opiniones negativas de Blas Nasarre (págs. 25–29). 20 Sobre los orígenes de los corrales madrileños, véanse Shergold, A History, págs. 177– 208, y Charles Davis y J. E. Varey, Los corrales de comedias y los hospitales de Madrid: 1574–1615. Estudio y documentos, Fuentes para la Historia del Teatro en España, 20 (Madrid: Támesis, 1997). 21 La descripción que incluye Cervantes en el prólogo de sus Comedias la reproduce Armona más adelante, pags. 33–36. 22 Cfr. Blas Nasarre: «El famoso Lope de Rueda imitó de algun modo a Terencio y a Plauto; y sus Comedias, y Farsa tienen una nativa gracia, y arte, que deleyta, y no se descubre facilmente» («Prólogo», sig. B3r.).
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15. El Bibliotecario del Rey, que ocultó su nombre como editor de las comedias de Cervantes el año 1749, dice que puede colocarse este representante y escritor dramático en el número de los restauradores del buen gusto del theatro, pero sin quitar a Castillejo la alabanza que en éste se le deve, por haver escrito algunas comedias que a no ser demasiadamente satíricas y algo lascibas pasarían por mui buenas 23 . 16. Naharro 24 siguió las peregrinaciones de Lope de Rueda y dio mayor fausto a sus representaciones; pero hay otro Naharro (Bartholomé de Torres), sacerdote y hombre mui sabio, que escribió entonces vnas advertencias para hacer comedias 25 . El primero, de quien habla Cervantes, dice el mismo Bibliotecario del Rey, se deve tener por el primero que dio forma a las comedias vulgares. Floreció vajo el pontificado de León X. Sus comedias se representaron en Roma y Nápoles (estuvo en aquellas cortes) con indecible aplauso. Ellas enseñaron a los ytalianos a escribirlas, pero añade que se aprovecharon poco de su enseñanza. Este Naharro era natural de Toledo. Aquel Naharro sacerdote era del lugar de Torre en Estremadura, junto a Badajoz 26 . Vno y otro deven distinguirse en los hechos y los méritos, aunque no se distinguen en los nombres ni en sus talentos bien acreditados 27 . 23
Cfr. Blas Nasarre: «Bien puede colocarse a este Representante, y Escritor de Comedias en el numero de los restauradores del buen gusto del Theatro, sin quitar a Castillejo la alabanza, que en esto se le debe, porque escribió algunas Comedias, que a no ser demasiadamente satyricas, y algo lascivas, pudieran passar por muy buenas» («Prólogo», sig. B3r.). El «Bibliotecario del Rey» es el propio Blas Nasarre, Catedrático de Vísperas de Leyes de la Universidad de Zaragoza, miembro de la Real Academia Española a partir de 1730, y Bibliotecario de Palacio. Se refiere a Cristóbal de Castillejo (c. 1494–1556), cuyas Obras corregidas, y emendadas, por mandado del Consejo de la Santa, y General Inquisición salieron en Madrid en 1573, editadas por Juan López de Velasco. 24 Se trata en realidad de Pedro Navarro; el error está basado en una mala lectura de «Nabarro» en el prólogo de Cervantes. Véanse nn. 27 y 37, abajo. 25 Bartolomé de Torres Naharro (¿1485?–¿1524?). Armona (siguiendo a Blas Nasarre) se refiere al conocido Prohemio a sus obras, que salieron bajo el nombre de Propalladia (Nápoles, 1517). Consúltese la edición de J. E. Gillet, «Propalladia» and Other Works of Bartolomé de Torres Naharro, 4 tomos (Bryn Mawr, PA, 1943–1951; Filadelfia, 1961). El Prohemio está en el tomo I (1943), págs. 141–143, y la obra dramática de Torres en el tomo II (1946). Véase también «Torres Naharro’s Dramaturgy», en el tomo IV (1961; edición de Otis H. Green). 26 Torres Naharro nació en La Torre de Miguel Sesmero, Badajoz. 27 En este párrafo, como dice el propio Armona, sigue basándose en el «Bibliotecario del Rey», Blas Nasarre (el pasaje que citamos a continuación sigue inmediatamente al que se cita en n. 23, arriba): «Pero Bartholomé de Torres Naharro, que floreció por el mismo tiempo debaxo del Pontificado de Leon X debe ser tenido por el primero, que dió forma a las Comedias vulgares: las suyas se representaron en Roma, y en Napoles con indecible aplauso; y podemos decir, que enseñaron a los Italianos a escribir Comedias; y que se aprovecharon poco de su enseñanza. Naharro, no el Comediante, que hace Cervantes successor de Lope de Rueda, y natural de Toledo, y a quien atribuye los progressos, y la decoracion del Theatro en el Prologo de estas Comedias; sino Bartholomé de Torres Naharro, Sacerdote, natural de Torre, junto a Badajoz, hombre docto, que entendia, y hablaba las lenguas
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17. Después de ellos, Iuan de la Cueba, que nació en Sevilla de familia noble, escribió el poema de la Conquista de la Bética, con algunas eglogas, comedias y tragedias de mucho merito 28 . Sus obras impresas en Sevilla en 1582 son mui raras en el día 29 . Por los años de 1579 y 1580 se representaron en aquella ciudad las que dio intituladas Los siete ynfantes de Lara, La muerte de Ayax Telamón, La muerte de Virginia y Apio Claudio, y El príncipe tirano, por las quales y otras obras de estimable mérito deve contarse como aquellos en el número de los primeros creadores del theatro español 30 . 18. Llegó este theatro a decaer y a vna corrupción inesperada a principios del siglo XVII, de modo que Miguel Cervantes, su censor el más severo y el más sentido de sus contemporáneos, nos da el ytinerario de todas estas jornadas theatrales, buenas y malas, con su acostumbrada claridad, gracia, crítica y precisión. Véase pues cómo se explicó en Madrid, estando a la vista de todos sus émulos, de todos los cómicos y poetas, el año de 1615: esto es, un año antes de morir, pues acavó su carrera el 23 de abril de 1616. Dice así, pidiendo perdón por si en ello faltava algún tanto a su modestia 31 : sabias, y las vulgares; y la lengua Española le debe mucho pulimento, y gracia, como lo confiessa Juan Lopez de Velasco, que para mí es el Juez mas hábil, y competente de esta materia, exceptuando, como se debe, al Supremo Tribunal la Academia Española. Dexónos este Naharro unas advertencias para el arte de hacer Comedias [...]» («Prólogo», sig. B3r.). El «comediante que hace Cervantes sucesor de Lope de Rueda» es Pedro Navarro; Nasarre, al reproducir el prólogo de Cervantes en su reedición de 1749, puso «Naharro» por «Nabarro» (cfr. nn. 24 y 37) y este error se conserva aquí. Sin embargo, distingue correctamente entre los dos personajes. Pero Armona, a pesar de lo que dice en su última frase, entendió mal a Nasarre, introduciendo así nuevas confusiones. El que floreció bajo León X y cuyas obras se representaron en Roma y Nápoles fue Torres Naharro, como dice Nasarre, no Naharro/Navarro, como entiende Armona. Es interesante que Nasarre se refiera a Torres Naharro en términos tan elogiosos. 28 Juan de la Cueva, Conquista de la Bética, poema heroico [...] en que se canta la restauración y libertad de Sevilla por el Santo Rey Don Fernando (Sevilla: Francisco Pérez, 1603); Primera parte de las comedias y tragedias (Sevilla: Andrea Pescione, 1583; Sevilla: Ioan de Leon, 1588). 29 Obras de Iuan de la Cueva: dirigidas al Ilustrissimo Señor Don Iuan Tellez Giron, Marques de Peñafiel, &c. (Sevilla: Andrea Pescione, 1582). El volúmen contiene sólo poesía. 30 El propio Cueva incluye los detalles de estas representaciones en la edición impresa de sus obras. Las obras que menciona Armona aquí fueron representadas en «la huerta de Doña Elvira», Los siete infantes de Lara por Alonso Rodríguez en 1579 y las otras por Pedro de Saldaña en 1579 y 1580. Véanse Jean Sentaurens, Séville et le théâtre: de la fin du moyen âge à la fin du XVIIe siècle, 2 tomos (Talence: Presses Universitaires de Bordeaux, 1984), I, pág. 95; José Sánchez-Arjona, El teatro en Sevilla en los siglos XVI y XVII (Madrid: Establecimiento Tipográfico de A. Alonso, 1887; ed. facsímil: Sevilla: Centro Andaluz de Teatro, Padilla, 1990), págs. 88–89; N. D. Shergold, «Juan de la Cueva and the Early Theatres of Seville», Bulletin of Hispanic Studies, 32 (1955), 1–7. 31 Se cita a continuación el prólogo a las Ocho comedias y ocho entremeses de Cervantes (Madrid, 1615). Véase Cervantes, Comedias y entremeses, ed. Rodolfo Schevill y Adolfo
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Fig. 1 Miguel de Cervantes Saavedra
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19. «Los días pasados me hallé en vna conversación de varios amigos 32 , donde se trató de las comedias 33 y de las cosas a ellas pertenecientes. De tal manera se sutilizaron 34 y atildaron que a mi parecer vinieron a ponerse y a quedar 35 en el punto de toda perfección. 20. «Tratóse también de quién fue el primero que en España las sacó de mantillas y las puso en toldo y vistió de gala y apariencia. Yo, como el más viejo que allí estava, dige que me acordava de haver visto representar a el gran Lope de Rueda, varón insigne en la representación y en el entendimiento. Fue natural de Sevilla y de oficio bati-oja, que quiere decir de los que hacen panes de oro. Fue admirable en la poesía pastoril, y en este modo ni entonces ni después acá ninguno le ha llevado ventaja; y aunque por ser muchacho yo entonces no podía hacer juicio firme de la bondad de sus versos, por algunos que me quedaron en la memoria, vistos agora en la hedad madura que tengo, hallo ser verdad lo que he dicho; y si no fuera por no salir del propósito de Prólogo pusiera algunos aquí 36 que acreditaran esta verdad. En el tiempo de este célebre español, todos los aparatos de un autor de comedias se encerravan en un costal y se cifraban en quatro pellicos blancos, guarnecidos de guadamecí dorado, y en quatro barbas y cabelleras y quatro cayados, poco más o menos. Las comedias eran vnos coloquios, como églogas, entre dos o tres pastores y alguna pastora. Aderezávanlas y dilatávanlas con dos o tres entremeses, ya de negra, ya de rufián, ya de bobo, o ya de vizcaýno, que todas estas quatro figuras y otras muchas hacía el tal Lope con la mayor excelencia y propiedad que pudiera imaginarse. No havía en aquel tiempo tramoyas, ni desafíos de moros y christianos a pie ni a cavallo. No havía figura que saliese o pareciese salir del centro de la tierra por lo hueco del theatro, al qual componían quatro bancos en quadro y quatro o seis tablas encima, con que se levantava del suelo quatro palmos; ni menos vajavan del cielo nuves con ángeles o con almas. El adorno del theatro era vna manta vieja, tirada con dos cordeles de vna parte a otra, que hacía lo que llaman bestuario, detrás de la qual estavan los músicos cantando sin guitarra algún romance antiguo. Murió Lope de Rueda, y por hombre excelente y famoso le enterraron en la Yglesia mayor de Córdova (donde murió) entre los dos coros, donde también Bonilla, 6 tomos (Madrid: Imprenta de Bernardo Rodríguez, 1915), I, págs. 5–10. Armona utiliza la citada edición de 1749 (véase n. 10, arriba). Omite la primera frase del original: «No puedo dexar (Lector carissimo) de suplicarte me perdones, si vieres que en este Prologo salgo algun tanto de mi acostumbrada modestia.» Se indican en las notas siguientes las variantes de la cita de Armona con respecto al texto original de Cervantes, de 1615, y la edición de 1749. 32 1615 y 1749: «de amigos». 33 1615 y 1749: «de comedias». 34 1615 y 1749: «concernientes, y de tal moda las sutilizaron». 35 1615 y 1749: «vinieron a quedar». 36 1615 y 1749: «aquí algunos».
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está enterrado aquel famoso loco Luis López. Succedió a Lope de Rueda Naharro 37 , natural de Toledo, el qual fue famoso en hacer la figura de un rufián cobarde. Éste levantó algún tanto más el adorno de las comedias y mudó el costal de bestidos en cofres y en baúles; sacó la música, que antes cantava detrás de la manta, al theatro público; quitó las barbas de los farsantes, que hasta entonces ninguno representava sin barba postiza, e hizo que todos representasen a cureña rasa, si no era los que havían de representar los viejos v otras figuras que pidiesen mudanza de rostro; ynventó tramoyas, nuves, truenos y relámpagos, desafíos y batallas, pero esto no llegó al sublime punto en que está ahora. Y esto es vna verdad que no se puede contradecir 38 , y aquí entra el salir yo de los límites de mi llaneza, que se vieron en los theatros de Madrid representar Los tratos de Argel, que yo compuse, La destrucción de Numancia y La batalla naval, donde me atreví a reducir las comedias a tres jornadas, de cinco que tenían. Mostré (o por mejor decir) fui el primero que representase las imaginaciones y los pensamientos escondidos del alma, sacando figuras morales a el theatro, con general y gustoso aplauso de los oyentes. Compuse en este tiempo hasta veinte comedias o treinta, que todas ellas se recitaron sin que se les ofreciese ofrenda de pepinos ni de otra cosa arrojadiza: corrieron su carrera sin silbos, gritas ni varaúndas. Tuve otras cosas en que ocuparme; degé la pluma y las comedias, y entró luego el monstruo de naturaleza, el gran Lope de Vega, y alzóse con la monarchía cómica. Avasalló y puso devajo de su jurisdición a todos los farsantes; llenó el mundo de comedias propias y felices 39 y bien razonadas, y tantas que pasan de diez mil pliegos los que tiene escritos, y todas (que es vna de las mayores cosas que pueden 40 decirse) las ha visto representar u oído decir (por lo menos) que se han representado. Y si algunos (que hay muchos) han querido entrar en la parte 41 y gloria de sus travajos, todos juntos no llegan en lo que han escrito a la mitad de lo que él solo. Pero no por esto (pues no lo concede Dios todo a todos) degen de tenerse 42 en precio los travajos del Doctor Ramón 43 , que
37 Sic en la edición de 1749, que utilizaba Armona, pero el texto de 1615 tiene «Nabarro». Parece tratarse de Pedro Navarro, a quien aluden Lope de Vega y Rodrigo Méndez de Silva; véase La Barrera, Catálogo bibliográfico y biográfico, pág. 284, pero cfr. la nota de Schevill y Bonilla en la pág. 354 de su edición, donde se sugiere que puede tratarse de Cristóbal Navarro, autor de la segunda mitad del XVI, y se menciona a un Diego Navarro, actor que representaba en 1583–1584. 38 1615 y 1749: «Y esto es verdad que no se me puede contradezir». 39 1615 y 1749: «propias, felices». 40 1615 y 1749: «puede». 41 1615 y 1749: «a la parte». 42 1615: «tenerse»; 1749: «tenerle». 43 Padre Maestro Fr. Alonso Remón o Ramón, muerto en 1633. De él se conservan cinco comedias, entre ellas El español entre todas las naciones, y clérigo agradecido. Véanse La Barrera, Catálogo bibliográfico y biográfico, págs. 315–318; Francisco de B. San Román,
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fueron los más después de los del gran Lope. Estímense las trazas artificiosas en todo extremo del Licenciado Miguel Sánchez 44 ; la gravedad del Doctor Mira de Mescua, honra singular de nuestra nación; la discreción e inumerables conceptos del canónigo Tárraga; la suavidad y dulzura de don Guillén de Castro; la agudeza de Aguilar 45 ; el rumbo, el tropel, el boato, la grandeza de las comedias de Luis Vélez de Guevara; y las que agora están en gerga 46 del agudo ingenio de don Antonio de Galarza 47 ; y las que prometen Las fullerías de amor de Gaspar de Ávila 48 , que todos estos y otros algunos han ayudado a llevar esta gran máquina a el gran Lope. Algunos años ha que volví yo a mi antigua ociosidad, y pensando que aún duravan los siglos donde corrían mis alabanzas volví a componer algunas comedias, pero no hallé pájaros en los nidos de antaño: quiero decir que no hallé autor que me las pidiese, puesto que savían que las tenía, y así las arrinconé en vn cofre y las consagré y condené al perpetuo silencio. En esta sazón
Lope de Vega, los cómicos toledanos y el poeta sastre: serie de documentos inéditos de los años de 1590 a 1615 (Madrid, 1935), págs. lxxv–lxxviii; y Manuel Fernández Nieto, Investigaciones sobre Alonso Remón: dramaturgo desconocido del siglo XVII (Madrid: Retorno Ediciones, 1974). 44 Miguel Sánchez (c. 1545–después de 1615), natural de Piedrahíta. Según La Barrera, págs. 362–364, han sobrevivido cuatro comedias suyas: La guarda cuidadosa, La isla bárbara, El cerco de Túnez y ganada de la Goleta por el Emperador Carlos V y Segunda parte del corsario Barbarroja, y huérfano desterrado. Véase Stefano Arata, Miguel Sánchez Il «Divino» e la nascita della «Comedia Nueva», Acta Salmanticensia, Estudios Filológicos, 213 (Salamanca: Universidad de Salamanca, 1989). 45 Gaspar Honorat de Aguilar (1561–1623), poeta y dramaturgo valenciano. Se menciona su comedia El mercader amante en Don Quijote, I, 48, donde la elogia el canónigo de Toledo. Véase La Barrera, Catálogo bibliográfico y biográfico, págs. 7–10; Francisco Martí Grajales, «Gaspar Aguilar: estudio biográfico y bibliográfico», en Gaspar Aguilar, Fiestas nupciales que la ciudad de Valencia hizo al casamiento de Felipe III, edn. de Francisco Carreres Vallo (Valencia: Manuel Pau, 1910); y Juan José Sánchez Escobar, «Gaspar de Aguilar: el proceso de construcción de una dramaturgia inorgánica», en La génesis de la teatralidad barroca, págs. 125–151. 46 «Estar una cosa en xerga significa averse empeçado y no perficionado, como se dize de los paños antes de estar acabados de labrar» (Sebastián de Covarrubias Horozco, Tesoro de la lengua castellana o española, ed. Ignacio Arellano y Rafael Zafra, Biblioteca Áurea Hispánica, 21, Madrid: Universidad de Navarra, Iberoamericana, Vervuert, Real Academia Española, Centro para la Edición de Clásicos Españoles, 2006), pág. 1123b). 47 No se ha identificado a este personaje, a quien Cervantes menciona también en su Viaje del Parnaso, II, vv. 382–384: «Entre ellos parecióme de haber visto / a don Antonio de Galarza el bravo, / Gentilhombre de Apolo y muy bienquisto»; veánse La Barrera, Catálogo bibliográfico y biográfico, págs. 164–165, y la nota de Schevill y Bonilla en la pág. 358 de su citada edición. 48 Gaspar de Ávila, natural de Murcia; vivía en 1645. Véase La Barrera, Catálogo bibliográfico y biográfico, págs. 21–23. De Las fullerías de amor se conserva sólo la tercera jornada, manuscrita, en BNM, Ms. 17449/8; véase Julián Paz, Catálogo de las piezas de teatro que se conservan en el Departamento de Manuscritos de la Biblioteca Nacional (Madrid, 1934–1935), I, pág. 221a.
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me dijo un librero que él me las comprara, si un autor de título 49 no le huviera dicho que de mi prosa se podía esperar mucho, pero que del verso, nada; y si va a decir la verdad, cierto que me dio pesadumbre el oírlo, y dige entre mí: o yo me he mudado en otro, o los tiempos se han mejorado mucho, succediendo siempre al revés, pues siempre se alavan los pasados tiempos. Torné a pasar los ojos por mis comedias, y por algunos entremeses míos que con ellas estavan arrinconados, y vi no ser tan malas ni tan malos que no mereciesen salir de las tinieblas de aquel ingenio, de aquel autor 50 , a la luz de otros autores menos escrupulosos y más entendidos. Aburríme y bendíselas al tal librero, que las ha puesto en la estampa como aquí te las ofrece. El me las pagó razonablemente; yo cogí mi dinero con suavidad, sin tener cuenta con dimes ni diretes de recitantes. Querría que fuesen las mejores del mundo, o a lo menos razonables: tú lo verás (lector mío), y si hallares que tienen alguna cosa buena, en topando a aquel mi maldiciente autor, dile que se enmiende, pues yo no ofendo a nadie, y que advierta que no tienen necedades patentes y descuviertas, y que el verso es el mismo que piden las comedias, que ha de ser de los tres estilos el ínfimo; que 51 el lenguaje de los entremeses es propio de las figuras que en ellos se introducen, y que para enmienda de todo esto le ofrezco vna comedia 52 , y la intitulo El engaño a los ojos, que si no me engaño le ha de dar contento. Y con esto, Dios te dé salud, y a mí paciencia.» Hasta aquí el immortal autor del Don Quixote en este Prólogo, que puede llamarse su testamento cómico, por qualquiera parte que se mire. 21. No nos dice en qué años representó Rueda en Madrid las comedias que él mismo havía sacado de mantillas, pero sí que se las vio representar siendo muchacho entonces. Se puede, no obstante, sacar vna buena cuenta con esta noticia. Cervantes escribió este Prólogo en 1615, vn año antes de morir. Havía nacido en Alcalá de Henares a 9 de octubre de 1547, y tenía entonces cerca de 69 años, con que, dándole un espacio de diez años a la hedad de muchacho, para que entonces pudiese ver con reflexión y acordarse después, quando viejo, de lo que escribió con tanta precision y tino, deduciremos que fue en la hedad desde los 10 hasta los 18 o 20 años. Corrieron estos desde 1557 hasta 1567, o algo más si se quiere dar más extensión a las palabras yo era muchacho entonces. Lo cierto es que en 1569, quando Cervantes sólo tenía 22 años, ya se imprimieron de él, en 49
Es decir, un autor de comedias que poseía el privilegio real que le autorizaba para llevar una compañía de actores. Hubo oficialmente seis a partir de 1602, ocho a partir de 1603, doce a partir de 1615 y ocho a partir de 1644; véase Charles Davis y J. E. Varey, Actividad teatral en la región de Madrid según los protocolos de Juan García de Albertos, 1634–1660. Estudio y documentos, Fuentes para la Historia del Teatro en España, XXXV– XXXVI, 2 tomos (Londres: Tamesis, 2003), I, pp. lxx–lxxii. 50 1615 y 1749: «del ingenio de aquel autor». 51 1615 y 1749: «y que». 52 1615 y 1749: «vna comedia que estoy componiendo».
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latín y castellano, vnos versos que compuso para las exequias de la Reyna doña Ysabel de Valois, y se ven en la historia y relación de su tránsito 53 . Por todo lo qual se saca y se deve concluir que las representaciones de Lope de Rueda en Madrid fueron por los años desde 1557 hasta 1567, poco más o menos 54 . Los hospitales empiezan a contar sus vtilidades comicas desde 1574 en adelante, y sería por que Rueda travajaría sólo para sí, sin pensarse entonces en el contrato de los hospitales 55 ; pues el año de 1567, en que Juan de Timoneda imprimió las comedias de Rueda, ya havía muerto 56 . Sus comedias son La Eufrosina y La Armedina [sic, por «Eufemia» y «Armelina»], publicadas en Valencia el mismo año 57 . Timoneda era natural de aquella ciudad y empezó a darse a conocer, siendo amigo de Rueda, muchos años antes. Algunas de sus obras están impresas en Sevilla el año de 1511 58 , y con todo sobrevivió a Rueda, como lo dice él mismo. 53 En Juan López [de Hoyos], Hystoria y relación verdadera de la enfermedad, felicissimo transito y sumptuosas exequias funebres de la Serenissima Reyna de España Doña Isabel de Valoys... (Madrid: Pierres Cosin, 1569), fols. 145r.–162v. Las cuatro poesías en cuestión (Primer epitafio en soneto, Redondilla, Cuatro redondillas castellanas y Elegía) están todas en castellano. 54 Sobre la actividad de Lope de Rueda en Madrid en 1561, véase Shergold, A History, págs. 157–158. Se sabe que entre las fechas que menciona Armona representó Lope de Rueda en Segovia (1557), Sevilla (1559), Toledo y Madrid (1561), Sevilla (1564) y Córdoba, donde murió en 1565. 55 La Cofradía de la Pasión y Sangre de Jesucristo promovía representaciones ya en 1568; en 1574 llegó a un acuerdo con la Cofradía de la Soledad de Nuestra Señora, según el cual las dos Cofradías empezaron a organizar juntamente las representaciones. Véanse Fuentes XX, doc. núm. 1; Casiano Pellicer, Tratado histórico sobre el origen y progresos de la comedia y del histrionismo en España, 2 vols (Madrid, 1804), I, págs. 48–52; y Shergold, A History, págs. 177–179. 56 «De las quales [obras de Lope de Rueda] por este respeto se han quitado algunas cosas no licitas y malsonantes, que algunos en vida de Lope auran oydo», «Epistola satisfatoria de Ioan de Timoneda al prudente lector», en Las primeras dos elegantes y graciosas Comedias del excellente Poeta y representante Lope de Rueda: sacadas a luz por Iuan Timoneda (Valencia: Ioan May, 1567). Sobre Timoneda, véase Manuel V. Diago, «Joan Timoneda: una dramaturgia burguesa», en La génesis de la teatralidad barroca, págs. 45–65. 57 Véase la nota anterior. Armona sacó esta referencia de Nicolas Antonio, Biblioteca Hispana, sive Hispanorum qui usquam unquamve sive Latina sive populari sive alia quavis lingua scripto aliquid consignaverunt Notitia [...] (Roma: Nicoli Angeli Tinassii, 1672), tomo II, pág. 64b–65a, donde se incluye entre las obras de Lope de Rueda «Las primeras dos elegantes y graciosas comedias del excelente poeta y representante Lope de Rueda, sacadas a luz por Juan de Timoneda: estas son Comedia Eufrosina, Comedia Armedina. Valentiae 1567, in 8, Hispalique 1576, in 8.» Pero los dos títulos son equivocados, como señalamos en el texto; Antonio ha confundido la Comedia llamada Eufemia, de Lope de Rueda, con la Comedia Eufrosina, de Jorge Ferreira de Vasconcellos (Coimbra: Ioão de Barreyra, 1555); véase la edición moderna de ésta por Eugenio Asensio (Madrid: CSIC, 1951). 58 Armona sacaría esta referencia, directa o indirectamente, de Nicolás Antonio, quien incluye entre las obras de Timoneda una «Sylva de varias canciones, o villanescas y guirnalda de galanes. Hispali apud Alphonsum de la Barrera 1511 in 8» (Biblioteca Hispana Nova, Roma, 1672, tomo I, pág. 604a). Pero se trata evidentemente de un error de transcripción de Antonio; la edición en cuestión sería sin duda de 1571.
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El autor de la sátira inspirada contra los malos escriptores (Jorge Pitillas), describiendo la severa crítica del divino viagero del Parnaso, Cervantes, dice así, poniéndose mui bien a su sombra 59 : Si el gran Mercurio no le va a la mano, hecha a Lofraso de la nao al Ponto, por escritor soez, y chavacano 60 . De Arbolanches descubre el genio tonto 61 : nombra a Pedrosa novelero infando 62 ; y en criticar a entrambos está pronto. Sigue el Pastor de Yberia, autor nefando 63 , y el que escribió La pícara Justina, capellan lego del contrario vando 64 . ¿Y si este libro tanto se acrimina, que habría si el Alfonso 65 , áspero y duro, le pillase este musa censorina? Otros más, con intento casto y puro, ata de su censura a la fiel rueda, 59
Jorge Pitillas, seudónimo de José Gerardo de Hervás y Cobo de la Torre (m. en 1742). Escribió alrededor de 1741 su Sátira contra los malos escritores de este siglo, que se publicó por primera vez en el Diario de los Literatos de España, 7 (Madrid, 1742), págs. 192–214. Se reproduce en Poetas líricos del siglo XVIII, ed. Leopoldo Augusto de Cueto, BAE, 61, 2ª ed. (Madrid, 1929), págs. 91–94 (pág. 93). Se señalan en las notas siguientes los lugares del Viaje del Parnaso de Cervantes a los cuales se refiere Pitillas. 60 Cfr. «Gritó la chusma toda: —¡Al mar se arroge! / ¡Vaya LOFRASO al mar sin resistencia! / —¡Por Dios —dixo Mercurio— que me enoje!», Miguel de Cervantes Saavedra, Viaje del Parnaso, ed. Miguel Herrero García (Madrid: CSIC, 1983), cap. III, vv. 253–255, pág. 245. Se trata de Antonio de Lofraso, poeta y soldado sardo, autor de la novela pastoril Los diez libros de Fortuna d’Amor (Barcelona, 1573; 2ª ed.: Londres, 1740). Véase la nota de Herrero García, pág. 599. 61 Cfr. «De verso y prosa el puro desatino / Nos dio a entender que de ARBOLANCHES eran / Las Habidas, pesadas de contino», Viaje del Parnaso, cap. VII, vv. 181–183, pág. 293. Jerónimo de Arbolanches fue natural de Tudela, y autor de la novela Los nueve libros de las Havidas (Zaragoza, 1566). 62 Cfr. «De una intricada y mal compuesta prosa, / De un asumpto sin jugo y sin donaire, / Cuatro novelas disparó PEDROSA», Viaje del Parnaso, cap. VII, vv. 190–192, pág. 294. No se ha identificado a este novelista. Herrero García sugiere que debe de tratarse de Francisco Pedrosa y Avila (pág. 814). 63 Cfr. «Llegó el Pastor de Iberia, aunque algo tarde, / Y derribó catorce de los nuestros, / Haciendo de su ingenio y fuerza alarde», Viaje del Parnaso, cap. VII, vv. 199–201, pág. 294. El pastor de Iberia es una novela pastoril de Bernardo de la Vega (Sevilla, 1591). 64 Cfr. «Haldeando venia y trasudando / El autor de La Pícara Justina, / Capellán lego del contrario bando», Viaje del Parnaso, cap. VII, vv. 220–222. pág. 294. Quizá se refiera Cervantes al hecho de que Andrés Pérez de León, supuesto autor de La pícara Justina, fue dominica. 65 Pitillas alude al poema épico El Alphonso, de Francisco Botelho de Moraes y Vasconcellos (Paris: chez E. Michalliet, 1712); 2ª edn.: El Alphonso, o la fundación del Reyno de Portugal assegurada y perfecta en la conquista de Elysia (Salamanca: Antonio Villargordo, 1731).
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y les hace el satírico conjuro. Aunque implícitamente, y sin que pueda discernir por la bulla y mescolanza qual es garcilacista o Timoneda 66 . Bien la razón de su razón se alcanza, por que (como él, en versos placenteros, intima en el discurso de su andanza). Cernícalos, que son lagartigeros, no esperen el [sic, por «de»] gozar las preheminencias que gozan gavilanes, no pecheros 67 . Rueda tiene también impresas las comedias intituladas Los desengaños [sic, por «Los engañados»] y La Medora, en Valencia, año de 1567, y los Coloquios pastoriles de Timbria y de Camila, siendo Timoneda, como buen amigo suyo, el edictor de todo después de su muerte 68 . 22. Lope de Vega, que nació en Madrid el año de 1562 y vivió 73 años, aunque perseguido de desgracias temporales: dos veces casado, y con hijos, soldado de la famosa Armada La Ynvencible en la jornada de Ynglaterra; Lope de Vega, que empleó toda su vida en lavoriosíssimos travajos phísicos y mentales: tres veces secretario público, primero del duque de Alba, después del marqués de Malpica y v´ltimamente del conde de Lemus, de todos estimado a porfía; Lope de Vega, en fin, después de haver corrido por Ytalia y Francia, maltratado de la fortuna, después de haver perdido en Madrid a sus dos mugeres, con otros sucesos de la vida poco comunes, se ordenó de sacerdote, sin abandonar por eso su apasionado comercio con las musas hasta que murió el dia 25 de agosto de 1635, enterrándole sus afectos con mucha pompa fúnefre [sic, por «fúnebre»] en la parroquia de San Sebastian, con asistencia de la grandeza y de muchas gentes de distinción 69 . 66
Cfr. «Tan mezclados están, que no hay quien pueda / Discernir cuál es malo y cuál es bueno, / Cuál es garcilasista o Timoneda», Viaje del Parnaso, cap. VII, vv. 292–294, pág. 296. 67 Estos tres versos citan textualmente el Viaje del Parnaso, cap. V, vv. 247–249, pág. 275. 68 Las segundas dos comedias del excellente poeta, y representante Lope de Rueda, agora nuevamente sacadas a luz par Ioan Timoneda, y dos coloquios pastoriles de muy agraciada y apazible prosa, compuestos por el excellente poeta y gracioso representante Lope de Rueda. Sacados a luz por Ioan Timoneda (Valencia: Ioan Mey, 1567). Los dos van encuadernados junto con Las primeras dos elegantes y graciosas Comedias..., con el título general de Las quatro comedias y dos Coloquios pastoriles del excellente poeta, y gracioso representante Lope de Rueda. Dirigidas por Ioan Timoneda al Illustre Señor don Martin de Bardaxin, a quien vida y salud dessea, como menor criado. Véase n. 57, arriba. 69 Sobre la vida de Lope, véase Américo Castro y Hugo A. Rennert, con notas adicionales de Fernando Lázaro Carreter, Vida de Lope de Vega (1562–1635) (Salamanca: Anaya, 1968; 1ª edn., atr. a Rennert y Castro, Madrid: Imprenta de los Sucesores de Hernando, 1919).
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Fig. 2 Lope de Vega Carpio
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23. Esta poeta, el caudal mas perenne y jamás conocido de Apolo, vio en Ytalia las máquinas del theatro con sus decoraciones y las trasladó a España, enriqueciendo el suyo con adornos y otras mil cosas que añadió de su imaginación siempre fecunda 70 . Él fue también el primero que sacó a la scena las figuras morales 71 . Él mismo buscó los representantes y los enseñó a su modo y estilo, dispuso y ordenó las compañías cómicas, abasalló a todos los farsantes que se le oponían o repugnavan sus dictámenes, con absoluto dominio en ellos, y estableció su indisputable monarchía sobre el theatro, como lo dice Cervantes 72 , dándoles hasta 1.900 comedias de su propia composición para que se representasen vajo de sus nuevas instrucciones, que tuvieron siempre el aplauso común y el valimiento 73 . 24. De este modo, el hombre más fecundo que jamás se ha conocido en theatro alguno del mundo antiguo ni moderno vino a ser vn célebre creador y corruptor de los theatros de España 74 . En su tiempo se hicieron severas críticas de él por su contemporáneo Miguel Cervantes 75 . Pero el gran 70 Armona sigue aquí a Bances Candamo: «Vino en este tiempo de Italia Lope de Vega, aquel perenne manantial de Apolo, y, hauiendo visto las máquinas de el theatro, las trasladó a España, enriqueciéndole de adorno» (Theatro de los theatros, edición citada, pág. 29). Cfr. «Pero Lope de Vega, ingenio en quien con perenne facundia destilaua Apolo todos los raudales de su influencia, hauiendo militado en el Piemont, y en el Milanés, en las guerras de Italia, y hauiendo visto las Representaciones de aquel país, vino a España, donde ya hauía Comediantes que representauan prosa, y puso en estilo las Comedias» (ibid.). Sobre la idea de que Lope estuviera en Italia, véase el prólogo de Moir a su edición de Bances, págs. lxxii–lxxiv. 71 Bances utiliza las mismas palabras, pero aplicándolas a Cervantes: «El siempre insigne Miguel de Ceruantes [...] fue el primero que sacó figuras morales al theatro» (Theatro de los theatros, pág. 29). Sigue el Prólogo del propio Cervantes: «fui el primero que representasse las imaginaciones y los pensamientos escondidos del alma, sacando figuras morales al teatro»; véase pág. 34, arriba. Ignoramos si Armona contradice deliberadamente las afirmaciones de Cervantes y Bances, utilizando los mismos términos que ellos para hacer hincapié en la primacía de Lope, o si se trata simplemente de una lectura equivocada de Bances (que pasa directamente de la frase citada a una discusión de Lope). La segunda hipótesis parece la más probable. Véase también pág. 261 y n. 166, abajo. 72 Cfr. Cervantes, Prólogo: «entró luego el monstruo de naturaleza, el gran Lope de Vega, y alçóse con la monarquia comica. Auassalló y puso debaxo de su juridicion a todos los farsantes; llenó el mundo de comedias proprias, felices y bien razonadas, y tantas, que passan de diez mil pliegos los que tiene escritos» (véase pág. 34, arriba). 73 Armona se basa aquí no sólo en el Prólogo de Cervantes, como lo reconoce él mismo (véase la nota anterior), sino también en Bances, que sigue a su vez a Cervantes: «Buscó [Lope] él mismo Representantes, dispuso compañías, y avasalló todos los Farsantes, en quien tubo vn absoluto dominio, porque los enseñó y los enrriqueció, dándoles mil y nouecientas comedias» (Theatro de los theatros, pág. 29). Véase la nota de Moir (edición citada, nota 75, págs. 41–42). 74 Cfr. Blas Nasarre: «el desordenado, y caliente genio del corruptor del Theatro»; «Del primer corrompedor del Theatro no hay que hablar» (Prólogo citado, sig. B3v. y B5r.). 75 Armona se refiere sin duda al pasaje del Viaje del Parnaso citado abajo (véase pág. 44 y n. 85, abajo), y a la conocida crítica de «las comedias que ahora se usan» en Don Quijote, I, 48, que se reproduce también en el prólogo de Blas Nasarre (sig. A4r.–A6v.). Véase Carroll B. Johnson, «El arte viejo de hacer teatro: Lope de Rueda, Lope de Vega y Cer-
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Lope, sin corregirse, continuó su carrera, contentándose con decir a el público en su Arte de hacer comedias, obra más irónica que seria o perceptiva: Escribo por el arte que inventaron los que el vulgar aplauso pretendieron: por que como las paga el vulgo, es justo hablarle en necio, para darle gusto. [...] A ninguno de todos llamar puedo, más bárbaro que yo; pues contra el arte, me atrevo a dar preceptos, y me dejo llevar de la vulgar corriente, adonde me llamen ignorante, Ytalia, y Francia: [...] Por que a veces lo que es contra lo justo, por la misma razón, deleyta el gusto 76 . Él mismo confiesa en otra parte, hablando del inmenso número de comedias que havia escripto: Que fuera de tres, las demas todas pecaron contra el arte gravemente 77 . 25. Entonces se ajustava que havía ganado más de 105.000 ducados por el comercio de su pluma, además de 1.500 ducados de renta anual que gozava entre capellanías y las pensiones que tenía. Pero Lope era mui generoso y caritativo, y así quando murió a penas llegaron a 6.000 ducados de valor todas sus alajas, haveres y dinero 78 . 26. Con razón se llama, pues, primer creador y corruptor del theatro español 79 . Con todos sus aplausos, en su tiempo nunca pudo conseguir que sus comedias se llevasen a Palacio ni se representasen en él a sus Reyes. Phelipe III, que a principios del siglo XVII trasladó su Corte a Madrid, les vantes», en La génesis de la teatralidad barroca, págs. 247–259. Se ha atribuido a Cervantes un Soneto contra Lope, publicado en Juan Antonio Pellicer y Saforcada, Ensayo de una biblioteca de traductores españoles (Madrid: Antonio de Sancha, 1778). 76 Lope, Arte nuevo, vv. 45–49, 362–366 y 375–376. Consúltese la edición con estudio de Juan Manuel Rozas, Significado y doctrina del «Arte nuevo» de Lope de Vega (Madrid, 1976). 77 Lope, Arte nuevo, vv. 370–371 (el original dice «fuera de seis»). 78 Todos estos detalles están sacados de Juan Pérez de Montalbán, Fama póstuma a la vida y muerte del Doctor fray Lope Félix de Vega Carpio (Madrid, 1636), reproducido en Comedias escogidas de frey Lope Félix de Vega Carpio, I, ed. Juan Eugenio Hartzenbusch, BAE, 24 (Madrid, 1917), págs. ix–xvii (pág. xv). Es posible que Armona lo consultara en el tomo XX (1779) de la Colección de las obras sueltas así en prosa, como en verso de D. Frey Lope Félix de Vega Carpio, 21 tomos (Madrid, 1776–1779). 79 Cfr. n. 74, arriba.
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dio mui poca entrada, aunque entonces Lope y sus comedias corrían por los mayores aplausos de su fortuna. El Rey era el danzarín mas ayroso que havía en su tiempo; gustava mucho mas de acreditar esta galantería en los saraos que se hacían en Palacio, en las fiestas de años, que de comedias, dándoles mui poca o ninguna acogida en él 80 . Phelipe IV, su hijo, se desquitó bien a su fabor vn poco después. Se representaron en Palacio a cada paso; él mismo componía sus comedias; fue amigo de los poetas de su tiempo; representó algunas de ellas 81 , y fue íntimo amigo de la Calderona, muger tan hermosa, segun Caramuel, como famosa cómica de Madrid en aquellos tiempos. Al fin, murió siendo religiosa, atendida siempre del Rey, como madre de don Juan de Austria 82 . 27. Siguieron las huellas de Lope de Vega sus contemporáneos el Doctor Ramón, el Licenciado Miguel Sánchez, el canónigo Tárraga, don Guillén de Castro, Aguilar, Luis Vélez de Guebara, don Antonio Galarza y Gaspar de Ávila 83 . Todos, qual más, qual menos 84 , dieron en los mismos vicios y escollos que el primero; el theatro de Madrid siempre viciado y ignorante, pero siempre aplaudido, y estimadas del Rey sus representaciones. 28. Parece, pues, que Miguel Cervantes imaginó su Viage al Parnaso, huyendo (digámoslo así) de Madrid por medio de un rapto poético, para no entrar en la docena vulgar ni en los aplausos de la ignorancia exaltada. Así se despide de Madrid, diciendo a vista de todos: 80
Armona sigue a Bances Candamo, Theatro de los theatros, pág. 29: «El Señor Rey Don Phelipe tercero las dio poca entrada en Palacio, por ser su Magestad el más airoso danzarín de su tiempo y gustar mucho de mostrar esta galantería en los Saraos que se hacían en fiestas de años...» Se equivoca Bances (y Armona con él): fue precisamente Felipe III quien fomentó el teatro de corte. Véase la edición de Moir, nota 78, Shergold, A History, págs. 244–263, y Teresa Ferrer Valls, La práctica escénica cortesana: de la época del Emperador a la de Felipe III (Londres: Tamesis, 1991), págs. 105–196. La Corte volvió a Madrid en 1606, habiendose trasladado a Valladolid en 1601. 81 Sobre la idea de que Felipe IV compusiera comedias, véase n. 19, arriba. Luis Cabrera de Córdoba, en sus Relaciones de las cosas sucedidas en la corte de España desde 1599 hasta 1614 (Madrid: Imprenta de J. Martín Alegria, 1857), describe una actuación de Felipe a la edad de nueve años: «De Madrid 8 de marzo de 1614.—El jueves de la semana pasada el Príncipe N.S. con las meninas representaron una comedia delante del Rey y SS.AA. y las damas sin entrar otro ninguno: representó el Príncipe el Dios Cupido y de salir de un carro se mareó y tuvo dos vómitos, pero no le siguió otro mal, y dicen que lo hizo bonitamente.» Sobre el teatro de corte en la época de Felipe IV, véase Shergold, A History of the Spanish Stage, págs. 264–330. 82 Sobre la Calderona (María Calderón), véanse Pellicer, Tratado histórico, II, págs. 90– 94; Agustín G. de Amezúa, «Unas notas sobre la Calderona», en Estudios hispánicos. Homenaje a Archer M. Huntington (Wellesley, MA, 1952), págs. 15–37; y Gabriel Maura Gamazo, Carlos II y su corte (Madrid, 1911–1918), I, págs. 169–171, 180, 196 y 616, y Fuentes II, II, 587 y 644. No hemos encontrado la referencia de Caramuel a la que alude Armona. 83 Esta lista está copiada de Bances Candamo (Theatro de los theatros, edición citada, pág. 29), quien la sacó a su vez del Prólogo de Cervantes (cfr. pág. 35 arriba). 84 Borrado: «qual mas».
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A Dios theatros públicos, honrrados por la ignorancia que ensalzada veo, en cien mil disparates recitados. Por las rucias que peyno, que me corro de ver que las comedias endiabladas por divinas se pongan en el corro: Y a pesar de las limpias, y atildadas del cómico mejor de nuestra Esperia, quieren ser conocidas, y pagadas. Mas no ganarán mucho en esta feria, por que es discreto el vulgo de la corte, aunque le toca la común miseria 85 . 29. No era Cervantes el v´nico que pensava así. El capitán Andrés Rey de Artieda, que militó a fines del siglo XVI en las guerras de Flandes, vajo las órdenes del grande Alexandro, duque de Parma; quando este capitán, poeta tan recomendable como buen philósofo, volvió a España, vio cómo estavan los theatros, vio las comedias que se representavan en ellos, los autores que las escribían, y quanto se declamava entonces (sería por los años desde 1600 hasta 1610) contra las representaciones de moda, ya por el daño que causavan a la buena moral y ya por el de las costumbres civiles, apartándose sus autores de las reglas del arte en su composición 86 . Entonces fue quando escribió su juiciosa Apología de las buenas comedias, distinguiendo y apartando de ellas los vicios que les pegan o les ponen de su casa los malos actores quando las hacen, los defectos de los poetastros o poetillas que las escriben; y hablando de ellos con su amigo el Marqués de Cuéllar, dice que en vna epístola que le dirige 87 , respondiendo a las preguntas escrupulosas que le havía hecho:
85
Viaje del Parnaso, ed. Herrero García, cap. I, vv. 124–126, pág. 220, y cap. VII, vv. 313–321, pág. 297. El texto original del v. 319 es: «Mas no ganaron mucho en esta feria», en vez de «ganarán». 86 Para algunos de estos escritos de moralistas contra el teatro, véase Cotarelo, Controversias. Es conocida la polémica en torno al Arte nuevo de Lope de Vega. 87 Se publicó por primera vez en Rey de Artieda, Discursos, epístolas y epígramas de Artemidoro (Zaragoza, 1605), fols. 87r.–91v., y se reproduce en Federico Sánchez Escribano y Alberto Porqueras Mayo, Preceptiva dramática española del Renacimiento al Barroco (Madrid, 1965), págs. 108–114. Armona se basa aquí en Blas Nasarre, prólogo citado, sig. B8r.: «Mizer Andrés, Rey de Artieda, dicho Artemidoro, Poeta, Soldado, Philosopho, Mathematico, y Jurisconsulto excelente: en la carta al Marqués de Cuellar sobre la Comedia, que es la mejor apologia de las comedias buenas, entre otras cosas dice, teniendo por objeto a Lope, a quien al fin nombra...» (Armona parece suponer, erróneamente, que existe una «Apología» de Rey de Artieda aparte de su Epístola.) Pero es evidente que también consultó por su propia cuenta la Epístola (lo cual se implica, además, en la primera frase del párrafo 30, más abajo); cita a continuación los versos 178–201, 205–210 y 1–3, mientras que Nasarre cita sólo los versos 1–6 y 179–198. Señalamos en las notas siguientes, con la sigla
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A el calor del gran señor de Delo 88 , se levantan del polbo poetillas con tanta habilidad, que es un consuelo. Y es vna de sus grandes maravillas ver como una comedia escribe un triste, que ayer sacó Minerba de mantillas. Mas como en viento su invención consiste, en ocho días, y en menor espacio, conforme es su caudal 89 , la adorna, y viste. ¡O quán al vivo nos compara Oracio con los sueños frenéticos de enfermo quanto escribe en su triste cartapacio! 90 Galeras vi vna vez ir por el yermo, y correr seis cavallos por la posta, desde el Canal de Chipre hasta Palermo 91 ; Poner dentro de 92 Vizcaya Famagosta, junto a los Alpes a la Persia y Media, y Alemania pintar larga y angosta. Como estas cosas representa Heredia, a pedimento de un amigo suyo, que en seis horas compone vna comedia 93 . Por no no [sic] cansarte mas, señor, concluyo, que como el argumento sea bueno,
RA, las variantes de Armona con respecto al texto original de Rey de Artieda (la cita de Nasarre coincide exactamente con éste). 88 Apolo, dios tanto de las artes como del sol; hubo un santuario dedicado a él en la isla de Delos. En el original este verso continúa una comparación que empieza en el verso 175: «Como las gotas que en verano llueven / con el ardiente sol, dando en el suelo, / se transforman en ranas y se mueven; / Así al calor del gran señor...» 89 RA: «conforme su caudal». 90 «Credite, Pisones, isti tabulae fore librum / persimilem cuius, velut aegri somnia, vanae / fingentur species, ut nec pes nec caput uni / reddatur formae» (Horacio, Ars poetica, vv. 6–9). 91 RA: «De la isla del Gozo hasta Palermo». 92 Sobra esta palabra para la métrica, y falta en el original del poema. 93 Creemos que estos versos aluden a un episodio de la apócrifa Segunda parte de la vida del pícaro Guzmán de Alfarache (Valencia, 1602) de Mateo Luján de Sayavedra (Joan Martí), libro III, caps. 8–9 (en La novela picaresca española, ed. Angel Valbuena y Prat, 3ª edición, Madrid: Aguilar, 1956, págs. 681–688). Guzmán «asienta en la compañía de Heredia», autor de comedias. Los visita un día «un mal poeta» y les lee una comedia disparatada que hace reír a todos; véase Shergold, A History, págs. 513–514. La Barrera, pág. 482a, menciona a un Heredia, pero no da más datos que una referencia al Ejemplar poético de Juan de la Cueva (véase Sánchez Escribano y Porqueras Mayo, Preceptiva dramática española, pág. 121). Hubo varios autores de comedias con este nombre alrededor de 1600; véase Fuentes II, I, 384, y cfr. Shergold, A History, pág. 513, nota 2. No sabemos si Rey de Artieda pensaba en unas comedias concretas.
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como lo es el claro ingenio tuyo 94 : Puedes oír comedias a mi cargo, y más, si alguna pasión ael [sic] alma llega, y el día sobra, o te parece largo. Tárraga, Aguilar, Lope de Vega, aligerar con sus escritos pueden el ansia, o la pasión, que os desosiega 95 . 30. Véase toda su epístola y se hallarán cosas excelentes, ironías ocultas y sales mui graciosas. Ella empieza con este grave terceto: Es la comedia espejo de la vida, su fin, es mostrar los vicios, y virtudes para vivir con orden, y medida 96 . 31. Bien claro se ve que todos los tiros del capitán Artieda son contra Lope y la turba de sus discípulos o imitadores, pues como maestro de la corrupción hacía comedias malas saviendo hacerlas buenas. Él redujo a comercio vulgar el arte de escribirlas y representarlas, dando monstruos a el pueblo en vez de enseñanza y corrección de las costumbres viciadas. Mas qué; ¿fueron Cervantes y Artieda los v´nicos que declamaron contra el desorden de aquel tiempo? 32. Christóbal de Mesa en sus Rimas, don Esteban Manuel de Villegas en sus Eróticas y su séptima Elegía, y el juiciosísimo Antonio López de Vega, autor de aquellos tiempos, en el Diálogo segundo de las letras, todos hacen las invectivas más sentidas, más fuertes y vigorosas contra Lope, no pasándole que se disculpase con la nación, que él mismo havía enseñado mal, igualmente que sus imitadores o serviles alumnos 97 . Villegas, hablan94
RA: «que como el argumento sea tan bueno, / que corresponda al claro ingenio tuyo.» Se omite a continuación un terceto del original: «El verso grave, en su lugar y ameno, / examinado quien lo tiene a cargo, / lo mal sonante, bárbaro y obsceno.» 95 RA: «la ansia y pasión que te desasosiega». Andrés Rey de Artieda, Epístola al ilustrísimo Marqués de Cuellar, sobre la comedia, vv. 178–201 y 205–210 (en Sánchez Escribano y Porqueras Mayo, págs. 113–114). 96 Rey de Artieda, Epístola, vv. 1–3. En el original, el segundo verso empieza «su fin mostrar los vicios [...]». 97 Véase Cristóbal de Mesa, Valle de lagrimas y diversas rimas (Madrid: Juan de la Cuesta, 1607); Esteban Manuel de Villegas, «Elegía VII [sic, por «VIII»]», en Las eróticas, segunda parte (Nájera: Juan de Mongastón: 1617), fols. 27r.–33v., reproducido en Villegas, Eróticas o amatorias, ed. Narciso Alonso Cortés, Clásicos Castellanos, 21 (Madrid: La Lectura, 1913), págs. 229–241; Antonio López de Vega, Heráclito y Demócrito de nuestro siglo (Madrid, 1641), «Dialogo segundo. De las letras», págs. 146–193, esp. págs. 167–178. Véase también Sánchez Escribano y Porqueras Mayo, Preceptiva dramática española, págs. 136–138, 158–160 y 228–232. Como en el caso de Rey de Artieda, Armona sigue aquí a Blas Nasarre, que cita a los mismos tres autores (prólogo, sig. B6v.–B8r. y B8v.– C1r.). Cfr., en particular: «no puedo menos de hacer presente lo que Antonio Lopez de Vega, Autor juiciosissimo, y que en esta materia tuvo la mira puesta en Lope, y que sin duda es la
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do con su criado o mozo de camino de los horrendos desatinos que en su tiempo se representavan, le dice: Si bien lo consideras, en Toledo huvo sastre que pudo hacer comedias, y parar de las musas el denuedo; mozo de mulas eres: haz tragedias 98 . Éste es el tono de todos los demás que se omiten. 33. Pero el padre Caramuel, benedictino, que vivió en Madrid después de todos estos censores, se pone de parte de Lope de Vega, haciendo ver quál era el imperio del vulgo en aquellos tiempos, y dice en su obra intitulada Primus Calamus, tomo 2º de la Rhimica [sic, por «Rhythmica»]: «Los ingenios principales se dedican hoy en España a escribir comedias y se sugetan a la censura del pueblo que los aplaude o los vitupera 99 .» En su Poética, dice que «los jueces son varones magni, esto es, grandes, doctos y mas eficaz defensa nuestra, y el mas autentico testimonio de que no tienen disculpa los que quisieron cubrir su ignorancia, y falta de juicio, a expensas de su patria, achacandola el gusto, que la calificaria de muy poco racional, o barbara» (sig. B8v.). Armona supone, erróneamente, que las Eróticas y la Elegía VII de Villegas son dos obras distintas; entendió mal a Nasarre: «Don Estevan Manuel de Villegas, en sus Eroticas, Elegia 7» (sig. B6v.). 98 Villegas, «Elegía VII», vv. 85–88, fol. 28v. En el original, el v. 85 es: «Que si bien lo consideras, en Toledo». Sobre el poeta sastre (Agustín Castellanos), véase San Román, Lope de Vega, los cómicos toledanos y el poeta sastre, págs. lxxxvii–cviii. 99 Toda esta sección está basada en Juan Caramuel Lobkowitz, Primus calamus tomus II: ob oculos exhibens rhythmicam..., 2ª edn. (Campaniae: ex Officina Episcopali, 1668), lib. III, epístola XXI, págs. 690–718. La primera parte de Primus calamus (Metametrica) salió en Roma en 1663, y la segunda (Rhythmica) apareció por primera vez en 1665. La epístola XXI consiste en una breve introducción, el texto del Arte nuevo de Lope y un comentario sobre éste, en 29 notas. Esta primera cita de Armona es la primera frase de la epístola de Caramuel: «Praecipua hodie Hispanorum Ingenia, quae literis suavioribus student, Comoedias scribunt, & in Theatri vorticibus pendêre volunt à Vulgi applaudentis, aut sibilantis tempestate» (pág. 690a). Véase J. E. Gillet, «Caramuel de Lobkowitz and his Commentary (1668) on Lope de Vega’s Arte nuevo de hacer comedias», Philological Quarterly, 7 (1928), 120–137. Héctor Hernández Nieto, «La Epistola XXI de Juan Caramuel sobre el Arte nuevo de hacer comedias, de Lope de Vega», Segismundo, 12 (1976), 203–288, edita el texto completo traducido al castellano, con notas. Existe una versión en castellano de algunas partes de la epístola de Caramuel en un manuscrito, Ortografía castellana (h. 1690), por el P. José Alcázar; se reproduce en Bartolomé José Gallardo, Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos, 4 tomos (Madrid; M. Rivadeneyra, 1863–1889), edn. en facsímil (Madrid: Gredos, 1968), I, núm. 96, cols. 108–118, y en Federico Sánchez Escribano y Alberto Porqueras Mayo, Preceptiva dramática española del Renacimiento y el Barroco 2ª edn. (Madrid: Gredos, 1972), págs. 289–318. En el siglo XVIII, según José Antonio Álvarez de Baena, Hijos de Madrid (Madrid, 1789–1791), IV, pág. 131, fray Miguel de Jesús María hizo una versión en manuscrito, titulada Las Notas del Ilustísimo Caramuel sobre el Arte de Comedias de Lope, traducidas del latín al castellano y adicionadas con varias reflexiones. No parece probable que Armona tuviera acceso a la versión de Alcázar (que Gallardo encontró en la «biblioteca doméstica de los Jesuitas»). En cualquier caso, no parece que la utilizara; incluye pasajes que Alcázar omite, y su texto, en general, es bastante distinto. No sabemos si pudo consultar la versión de Fray Miguel de Jesús María.
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justos, pero que en los theatros el juez es el vulgo ýmprovo que no distingue ni es capaz de distinguir en la materia 100 . Este vulgo no se deve entender por las gentes principales, por que éstos oyen la comedia (que les agrade o no) modestamente; no los maestros de las nobles artes, no los mercaderes, los arquitectos, etcétera, por que también éstos guardan gravedad y compostura en sus acciones. Los que se entienden por vulgo son los que egercen las artes mecánicas y vajas, a los quales, por el estrépito que levantan en el theatro, se llaman mosqueteros de comedia. En prueva de esto, debe decirse que en el año de 1650 havía un zapatero de viejo llamado Sánchez, y a este zapatero deseavan siempre tener propicio los compositores dramaticos, por que de él dependía en el theatro la aprovación de sus obras. Haviendo dado a luz un yngenio de éstos cierta pieza, y estando para representarse, como era la primera composición de su autor, tenía mucho miedo a los mosqueteros, y determinó ir a visitar a Sánchez para encomendar su causa a su poderosa benignidad. Le hizo presente que aquella comedia era el primer parto de su entendimiento y que en ella consistía su fama y su estimación futura. Sánchez le respondió gravemente desde su vajo asiento: Vaya Vm. con Dios mui consolado, que se le hará justicia 101 . »Lope de Vega (prosigue el mismo Caramuel) dice que él encontró un nuevo arte de hacer comedias por que estavan en summo abatimiento en aquel tiempo, y por eso fueron mui acriminados él y otros poetas españo100 Armona sigue citando a Caramuel, omitiendo algunas frases: «In Arenâ Poëticâ delecti Iudices sunt Viri Magni: docti, & probi: qui errare nequeant, & concertantibus Musis injuriam inferre non velint» (pág. 690a). Como se ve, Armona ha malinterpretado la frase, suponiendo que se trata de una obra de Caramuel titulada Poetica. Parece probable que se basara en una copia del pasaje de Caramuel en la que se hubiera omitido «Arenâ»; viendo «In Poëticâ delecti Iudices sunt...», tomaría las primeras palabras por una referencia. 101 Cfr.: «At in Theatro Iudex est Vulgus improbum, & analphabetum, quod fulgur non distinguit à fulmine, quod conceptus non penetrat, sed insolenti tantùm verborum transpositione delectatur. Pergo ulteriùs: & moneo, me Vulgi nomine non intelligere Cives; hi enim Comoediam audiunt, placeat, aut displiceat, modestè; non Artium nobiliorum Magistros, nam Mereatores, Aurifices, Architecti, Pictores, Statuarii, &c. sun divites, & in actionibus suis gravitatem observant. Sed quos tandem intelligo? Sartores, Sutores, Circumpedes, Rusticos, Aurigas, Rhedarios, & similes, quos propter strepitum, quem excitant, Comoediae Mosquetarios vocamus, & illis sub 1650. se praefecerat Sanchez, calceorum refector (Hispan. çapatero de viejo) homo vilis, & audax, quem Poëtae omnes habere propitium conabantur. Et quantâ iste severitate pronunciaret: poteris ex casu sequenti colligere. »Titius Poëta ingeniosus compusuerat Comoediam, quae erat exhibenda in Theatro, & ab optimis personis, ut Hispanus loquitur, repraesentanda. Et, quia Mosquetariorum improbitatem verebatur, Sanchezium visitare decrevit, & suam causam illius benignitati commendare. Convénit hominem: quem urbanissimis verbis devincíre conatus; illam esse Comoediam, primum ingenii sui foetum, & ab illâ suam famam, & aestimationem dependere inculcabat. Audivit Poëtam humillimè loquentem obducto supercillio Sutor, & illum domisit istis verbis. Vaya v.m. muy consolado: y esté seguro, que se le hará justicia» (Caramuel, págs. 690a–691a. La frase «desde su vajo asiento» no corresponde al original; ¿podría deberse a una malinterpretación de «Audivit Poëtam humillimè loquentem» («escuchó al poeta que hablaba muy humildemente»)?
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les. Lope de Vega decía: Me llaman ignorante Ytalia y Francia. ¿Y por qué profieren vna tan rígida censura? Por que compuso comedias mui diferentes de las antiguas 102 . Algunas reglas de las que deven observar, pues, los compositores son: 1ª Que todas las cosas que en la comedia se representen han de ser posibles, así en el sentido diviso como en el compuesto 103 . 2ª La ley que manda que en dos horas no se represente más que lo que pudo succeder en dos horas, aunque es de Aristóteles, es vana. Esta ley se llevava no obstante a devida egecución antiguamente. 3ª La ley que determina el número de las personas para hablar y para cantar, que también es casi inútil. 4ª Tres actos son suficientes en toda comedia, pues todas constan de tres partes, según sentencia de los antiguos, que las llamavan protasim, epitasim et catastrasim. 5ª Aquél escribe mejor sus comedias o tiene mejor modo de hacerlas que más agrada al pueblo con ellas, según este verso: Yo hallo que si allí se ha de dar gusto, con lo que se consigue es lo mas justo 104 . La última regla es ésta. El mejor compositor de este tiempo es Lope de Vega, y éste asegura que escribió más de quinientas comedias, pero que de ellas sólo seis estavan hechas a el estilo antiguo. Se ha de tener mucho cuidado con la parte satírica, pues en Ytalia se prohivieron con ley pública las comedias sólo por ser satíricas. La diferencia de la comedia a la tragedia es en que la primera tiene por objeto la fábula y la segunda la historia 105 . 102
Cfr. «Interìm, quia ego puto Artem à Viro eruditissimo [Lupo] fuisse promotam, ne inventam, & institutam dicam... Notas subsequentes scribo: necessarias, ut puto, nam Germani, Itali, Galli, cum Lupi, aut aliorum illustrium Poëtarum Comoedias cum Veterum praeceptis componunt, incriminantur Lupum, & alios Scriptores Hispanos, ut ipse § XXXI. fatetur, inquit enim, Me llaman ignorante Italia, y Francia. Et, cur tam rigidâ censurâ proscinditur? Quia comoedias aliter, quàm Antiqui composuit» (Caramuel, pág. 695a–b). La cita de Lope es del Arte nuevo, v. 366. Las primeras palabras del párrafo de Armona no corresponden al original de Caramuel. 103 Cfr. «Guárdese de imposibles...», Arte nuevo, v. 284. 104 Arte nuevo, vv. 209–210. 105 Cfr. «His positis, aliquas Regulas, quas observare debeat, qui Comoedias scribit, proponamus. Prima. Omnia, quae in Comoediâ repraesentantur, esse debent possibilia, tam in sensu diviso, quàm composito. [...] Secunda. Lex, quae jubet, ut tantùm duabus horis repraesentetur id, quod potuit accidere duabus horis, etsi ab Aristotele lata dicatur, vana est. [...] Addo no fuisse à Veteribus observatam. [...] Tertia. Lex, quae, aut loquentium, aut canentium Personarum numerum determinat, vana est... Quarta. Aetus tres in omni Comoediâ sufficiunt. [...] Nam tres partes habet omnis Comoedia, etiam Veterum Scriptorum sententiâ, Protasim, Epitasim, & Catastasim. [...] Quinta. Ille est melior Comoedias scribendi, aut etiam agendi modus, qui magis placet populo... Vnde scitè §. 19. dixit Lupus. Yo hallo... Sexta. Optimus Magister Comoedias condendi fuit Lupus. Se ille §. 31. quadringentas octuaginta, & tres Comoedias scripsisse fatetur: & supervixit adhuc multis annis: ergo quingentas, aut etiam plures dedit: & tamen solas sex ad Regulas Veterum scripsit...» (Caramuel, Nota I, págs. 698a–699a. Las dos últimas frases del párrafo de Armona, que parafrasean el Arte
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»Los antiguos solamente admitían dos personas para representar vna comedia. Después ya aparece que se introdujo otra. Althedio en su obra dice que no deven introducirse más de cinco, y entrando más para las mudanzas, salían personas mudas. Finalmente, siempre se ha de evitar la confusión, y deven salir al theatro pocos de vna vez 106 . En Madrid se tuvo por famoso cantarín, el año del nacimiento de la Señora doña Ana María Antonia de Austria, hija de Phelipe el Grande, vn tal Florián, y para ponderar su havilidad se dijo de él: En fin, quando ya salió con festivos ademanes, la musica se excedió: Florián por ángel pasó; y los demás por Florianes 107 . Eran entonces los más famosos para representar los de la compañía de Rocho [sic, por «Roque»] de Figueroa. Representava mui bien qualesquiera
nuevo, vv. 367–371 y 341–344 (sobre la sátira) y 111–112 (sobre la comedia y la tragedia), ocurren en Caramuel, Nota II, pág. 700b, y Nota III, pág. 701b. Armona omite casi por completo los extensos comentarios de Caramuel sobre sus seis reglas (indicados arriba con puntos suspensivos entre corchetes). En la segunda regla, el texto de Armona contradice el argumento de Caramuel (quien afirma, correctamente, que los antiguos no observaban estrictamente la unidad de tiempo). No sabemos si lo hace deliberadamente, o porque Armona o su fuente malinterpretaron el original. 106 Cfr. «Veteres, sub initium duas admittebant tantummodò. Sophocles, ut Nota I. Regul. 3. asserui tertiam addidit. Posteriores, ut observat Alstedius in Encyclopaed. libr. 30. sect. 10. §. 7. pag. 709. non plures, quàm quinque introducebant: addebant interìm personas mutas, qui, ut famuli Principes comitarentur. Porrò, semper est vitanda confusio, & pauci debent simul in theatrum exire» (Caramuel, Nota VII, pág. 703b). Althedio/Alstedius es Johan Heinrich Alsted, cuya Enciclopedia, muy citada por Caramuel, salió en 1630 y otra vez en 1649; véase Hernández Nieto, págs. 205–206, n. 8, y pág. 244, nn. 8–9. 107 Cfr. «Inter Philomelas dulcissimas, quae Deo, & Regi serviebant in Hispaniâ Florianus primum locum obtinuit, ad cujus gloriam sufficiat producere unicum D. Hieronymi Cancri Tetrastichum ex illis, quibus pompam, quâ D. Anna Maria Antonia Austriaca, Philippi Magni Hispaniae filia, fuit baptizata, describit, En fin, quando ya salió / [...] / [...] Florianes» (Caramuel, Nota XI, pág. 706a). Los versos citados son de un poema en quintillas de Jerónimo de Cáncer y Velasco, compuesto con motivo del nacimiento de Ana María Antonia de Austria, el día de San Antonio Abad (17 de enero) de 1635; véase Jenaro Alenda y Mira, Relaciones de solemnidades y fiestas públicas de España (Madrid: Establecimiento Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra», 1903), núm. 994–995, págs. 282b–283a. Se publicó este poema en Obras varias de D. Gerónimo de Cáncer y Velasco (Madrid: por Diego Díaz de la Carrera, 1651), fols. 19v.–25r. (versos citados en fol. 23v.). Debe tratarse del mismo Florián que se menciona en un poema con glosa atribuido al conde de Villamediana: «Cogieron con una dama a un capón músico de la Capilla Real llamado Florián, y en el ínterin, que le dieron su merecido, le cantaron esta letra: El capón que quiere ser gallo, / azotallo, [azotallo].» (Conde de Villamediana, Poesía inédita completa, ed. José Francisco Ruiz Casanova, Letras Hispánicas, 381, Madrid: Cátedra, 1994, pág. 279).
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papel un tal Arias, que era de los famosos de aquel tiempo 108 . Se pondera también en los del siglo pasado a una cómica llamada Amarilis, que se aplaudió entre todas (entre todas) [sic] las de su clase, porque era prodigiosa en su arte: representava, cantava, tocava ynstrumentos y baylava con general aplauso 109 . Otros muchos huvo famosos en aquel tiempo. Pero es mucha la necesidad de música en el día. En Madrid havía un músico famoso llamado Alfonsiris que tenía voz de falsete. Salió un día al theatro con otros dos para cantar un romance. Al instante comenzó el vulgo a dar voces y a decir: Cante solo Alfonsiris. Él dio gracias a el vulgo, y dejándole los compañeros comenzó a cantar solo. Tumultuóse otra vez el vulgo; insta diciéndole cante solo. Él se maravilla, y turbado responde: Ya estoy solo; y el vulgo impaciente le dice: No está aquí solo, mas váyase a cantar donde esté solo: vaya a donde nadie le oiga. Así peligravan los poetas y los músicos en el theatro de aquel tiempo 110 .» 108
Cfr. «At utrumque in Comoediâ invenitur: nam à politissimis calamis scribi debet, & à Linguis suavissimis repraesentari. Pono exemplum in illa, quae La tercera Orden de S. Francisco, quae à Lupo de Vegâ, & à Montalvano, Poëtis illustrissimis scripta, & À Rocho de Figueroâ, & sociis, Personis aptissimis acta: en que, ut ait idem Montalvanus Lupi vitam edifferens, Arias representó la figura del Santo con mayor verdad, que jamás se há visto. Profectò, Arias habebat vocem claram, & puram, memoriam firmam, & actionem vivacem [...]» (Caramuel, Nota XI, pág. 706b). Caramuel se refiere a Juan Pérez de Montalbán, Fama póstuma a la vida y muerte de Doctor fray Lope Félix de Vega Carpio, donde cuenta Montalbán la composición y representación de La tercera Orden de S. Francisco; véase Hernández Nieto, pág. 255, n. 5. Sobre Roque de Figueroa (activo 1614–1650), véanse Fuentes II, I, 90; Pellicer, Tratado histórico, II, 134–136; Shergold, A History, págs. 536–537; y Rennert, The Spanish Stage, pág. 118. Sobre Damián Arias de Peñafiel (activo 1619–1643), véanse Fuentes II, I, 39; Pellicer, Tratado histórico, II, págs. 36–41; y Rennert, The Spanish Stage, pág. 267. Nótese además otra anécdota que cuenta Caramuel más adelante en la Nota XII, pág. 707a, sobre la expresividad con la que Arias reaccionó al leer una carta en el escenario. 109 Cfr. «Sub idem tempus Amaryllis (sic eam vocabant) inter Comicas floruit, quae erat prodigiosa in suâ arte. Eloquebatur, canebat, musicis instrumentis ludebat, tripudiabat; & nihil erat, quod cum laude, & applauso non faceret» (Caramuel, Nota XI, pág. 706b). Sobre Amarilis (María de Córdoba, activa 1618–1645), véanse Fuentes II, II, 480; Pellicer, Tratado histórico, II, págs. 94–100; y E. Cotarelo y Mori, «Actores famosos del siglo XVII. María de Córdoba ‘Amarilis’ y su marido Andrés de la Vega», RBAMM, 10 (1933), 1–33; cfr. Calderón, La dama duende, vv. 31–36. 110 Cfr. «Ornat Comoedias Musica, & non solùm est necessaria in tripudio, sed etiam quando introducitur aliqua persona, que cantet. [...] Erat Alfonsîris Madriti Musicus, & habebat vocem non asperam, subtilem tamen, quae à nobis falsete vocatur. Magnâ arte vocem profundebat per fusas; &, quod plerique solent Musici, se libenter audiebat, cùm cantabat. In theatrum cum aliis duobus egressus, incepit quaedam ingeniosa Tetrastica (Hisp. vn Romance) artificiosè modulari: &, ut judico, dignus benigniori sententiâ. Interìm, occoepit vulgus ingeminare, Cánte solo Alfonsîris. Ille propter favorem agit gratias: socios magnâ urbanitate dimittit: &, ubit mansit solus, resumit melos. Tumultuat tamen vulgus iterum, & inclucat, Cánte solo. Miratur ille, & turbatus respondit, Ya estoy Señores solo. Et vulgus impatiens reponit. No está aquí solo: mas vayase a cantar, donde esté solo: donde nadie le óiga. Sic non Poëtae modò, sed, & Musici in Theatri vorticibus periclitantur» (Caramuel, Nota XV, pág. 709a–b). Sobre Alfonsiris no tenemos datos.
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34. Quando murió Miguel Cervantes en 1616 quedó todo el campo por Lope de Vega, y quando murió Lope de Vega en 1635, siendo Phelipe IV joben, alegre y poeta, entonces se entronizaron hasta lo sumo sus discípulos y sus comedias. Calderón, a quien se llama príncipe de los poetas cómicos, mereció la gracia del ábito de Santiago sólo por vn verso de la comedia Apeles y Campaspe, que se recitó vna noche en Palacio delante del Rey*. «Este monarcha redujo quasi todos sus festejos a a [sic] las comedias. Destinó para ellas compañías propias, siendo el marqués de Eliche el primero que mandó delinear en el theatro de Palacio las mutaciones, las máquinas fingidas y las apariencias teatrales. Después siendo Mayordomo mayor el Almirante de Castilla, ha llegado esto a tal punto» (dice don Francisco de Candamo, testigo de vista, en obra manuescrita de su propia mano en defensa de las comedias) «que la vista se pasma en el theatro, viendo como vsurpa el arte todo el ymperio de la naturaleza, porque las luces convejas, las líneas paralelas (aprovechando el pincel los mejores matices de ella) saven dar concavidad a la plana superficie de un lienzo y acercan las mayores distancias con suma propiedad 111 . * [Nota de Armona:] «Con motivo del nacimiento del Príncipe don Próspero en 16[en blanco] se hicieron fiestas; y para ellas compuso don Pedro Calderón de la Barca la comedia intitulada Darlo todo y no dar nada 112 . La hermosa Campaspe, 111 En esta cita del Artículo segundo del Theatro de los theatros de Bances Candamo se han cambiado algunos detalles, como ya señaló Moir en su citada edición (pág. xxxix). El original de Bances dice así: «pero el Señor Don Phelipe el grande, no juzgando esto decoroso a la Magestad Real, redujo sus festejos a comedias, destinando para ellos compañías suias, y el Marqués de Heliche fue el primero que mandó delinear mutaciones, y fingir máquinas y apariencias, cosa que, siendo Maiordomo maior el Señor Condestable de Castilla, ha llegado a tal punto que la vista se pasma en los theatros, vsurpando el arte todo el imperio a la naturaleza, porque las luzes hacen convexas las líneas paralelas, y el pincel sabe dar concauidad a la plana superficie de un lienzo...» Aun leyendo «Condestable» por «Almirante» (error evidente de Armona), la cita reproduce la opinión errónea de que Felipe IV tuviera compañías teatrales suyas. Véase Moir, edición citada, pág. 42, notas 80–82. Sobre el marqués de Heliche y la historia del teatro palaciego de esta época, véase Shergold, A History, págs. 313–330, y J. E. Varey, «Velázquez y Heliche en los festejos madrileños de 1657–1658», BRAH, 169 (1972), 407–422. 112 Felipe Próspero nació el 27 de noviembre de 1657 y murió cuatro años más tarde. Las fiestas que se realizaron para celebrar su nacimiento incluyeron representaciones de la zarzuela El laurel de Apolo, de Calderón, en Carnaval de 1658; véase Shergold, A History, págs. 319–320. Si se representó también Darlo todo y no dar nada, como dice Armona, no era el estreno de la obra. Según Emilio Cotarelo y Mori, Ensayo sobre la vida y obras de D. Pedro Calderón de la Barca (Madrid: Tip. de la «Rev. de Arch., Bibl. y Museos», 1924), pág. 290, éste tuvo lugar en 1651 para festejar el cumpleaños de la Reina (el 22 de diciembre); según Hartzenbusch, en cambio, la obra se estrenó en 1653, para celebrar tanto los años de la Reina como su parto. Se publicó por primera vez en Escogidas VIII (1657), y volvió a salir en la Quinta parte de Calderón, en 1677. En cualquier caso, Calderón no recibió el hábito de Santiago a consecuencia de esta obra, como dice Armona, sino mucho antes, en 1636 (Cotarelo, Ensayo, págs. 173–176).
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herida en su propia defensa, con su espada en la mano, huyendo de los soldados de Alexandro, por haver dado muerte a Theágenes, cae a sus pies; Alexandro la levanta, y después de las alabanzas militares, tan heroycas como elegantes en versos de Calderón, le dice: Tú que desde los primeros años, de tantas campales lides, saliste bien, como brazo derecho de Marte: Siendo en la tierra tus hüestes, y siendo en el mar tus naves, siempre vencedor de todos, nunca vencido de nadie: Hijo del grande Philipo: esto que te digo baste, pues no hay más que ser, que ser hijo de Philipo el Grande 113 . El conde duque de Olivares, que era amigo del Rey y de Calderón, se havía empeñado en aquellos tiempos en que se llamase Grande a Phelipe IV. Esta lisonja, y los versos de Calderón, no disgustaron al Rey joven, que a veces le inflamavan las grandezas del heroísmo.»
35. «Jamás» (continúa Candamo) «a estado tan adelantado el aparato de la scena, ni el armonioso primor de la música 114 . No hablaré más de estos festines reales, porque no tengo de hacer la injuria al Padre Camargo» 115 (es un jesuita a quien impugna) «que quiera dar a entender 116 en lo que dice que la menor cosa, la menor acción impura se pueda poner 117 en el templo real del decoro a los oídos de tales Magestades, ni a la escrupulosa esquivez de tales damas, grandes y señoras 118 .» Más adelante añade: «aquella dulce llamarada de Apolo, aquel bolcán de las musas, aquella impetuosa abenida de la Elicona, el padre Valentín de Cespedes, quiero decir, escribió comedias vistiendo la sotana, comedias que se representaron en los theatros públicos, como las escribieron otros poetas de la misma fami-
113
Estos versos ocurren hacia el final de la primera jornada; véase la Quinta parte de Calderón (1677), fol. 185r. 114 Falta aquí una frase del original: «como en el presente siglo» (ed. cit., pág. 29). 115 Bances: «De estos festines Reales no hablaré, porque no he de hacer tal injuria al Padre Camargo [...]» Sobre el P. Camargo, véase la introducción de Moir, págs. lvi–lxiv. 116 Se ha omitido un trozo del original: «que juzgue que, criado en la sagrada escuela de una religión que ha enseñado al mundo la política, quiera dar a entender [...].» 117 Armona ha añadido unas palabras al original, que dice así: «quiera dar a entender que cosa impura se pudo poner [...].» 118 Las tres últimas palabras no constan en el original. Armona omite a continuación unas 21 líneas.
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lia, y las escriben aún en el siglo presente 119 . Don Agustín Moreto fue quien extragó» (es verdad) «la pureza del theatro, dejándose llevar o arrastrar de los aplausos vulgares de sus poco reparadas graciosidades. Don Diego Enciso empezó las comedias que se llaman de capa y espada. Le siguieron después don Pedro Rosete, don Francisco de Rojas, don Pedro Calderón de la Barca, y después los más modernos que son don Antonio de Solís y don Agustín de Salazar, dignos de la mayor alabanza 120 .» 36. Los theatros bienen a ser en las cortes un barómetro que señala el gusto o el humor dominante de sus príncipes y su govierno. Al instante se conoce en ellos el astro que influye, o por el aumento o por la disminución de su explendor. Phelipe IV los elevó en Madrid a un estado en que nunca se havían visto. Como el Rey hacía versos y representava comedias, premiava a los poetas y quería bien a las actrices, todo el mundo se hechó ha hacer versos, a componer comedias y a representarlas; se hizo moda el furor de los versos y apenas se hablaba sino se hablaba en cadencias, y en rima. Pero en la menor hedad de Carlos II, su hijo, todo el fausto theatral se vino a tierra. Las facciones, las intrigas de Palacio transcendieron hasta los últimos vecinos y rincones de Madrid. La Reyna Madre governadora, con su confesor el padre Everardo*, jesuita alemán ya declarado Ynquisidor General, y todo el batallón de los jesuitas por vna parte, don Juan de Austria, hijo de Phelipe IV y de la hermosa cómica la Calderona, con la grandeza, el pueblo y la tropa por otra, llenaron de revoluciones a Madrid, de calamidades y disgusto al reyno 121 . Entonces desapareció quasi toda la nuve de cómicos, cómicas y poetas. En el espacio obscuro de aquella 119 Esta frase se ha cambiado ligeramente. Dice el original de Bances: «Valentín de Céspedes, digo, vistiendo la sagrada ropa de la Compañía, escriuió Comedias que se recitaron en los públicos theatros, y otros de la mesma familia las han escrito en el siglo presente [...].» Sobre Valentín Antonio de Céspedes (1595–1668), véase La Barrera, Catálogo bibliográfico y biográfico, pág. 90, y J. W. Sage, «Valentín de Céspedes — Poet, Collector or Imposter?», en Homage to John M. Hill: In Memoriam, ed. Walter Poesse ([Bloomington, IN]: Indiana University Press, 1968), págs. 85–112. Existen ediciones sueltas de su comedia Las glorias del mejor siglo, atribuida a don Pedro del Peso, y una edición moderna de su obra de oratoria Trece por docena, escrita bajo el seudónimo de Juan de la Encina, por Francis Cerdan y José Enrique Laplana Gil, Anejos de Criticón, 11 (Toulouse-Le Mirail: PUM, 1998). 120 Faltan las últimas cinco palabras en el original. El orden de las frases anteriores se ha cambiado ligeramente; consúltese el original en la edición de Moir, pág. 30. Véanse también las notas de Moir a este pasaje (pág. 43), donde comenta que no parece tener fundamento la afirmación de que Enciso inaugurase la comedia de capa y espada. 121 Las dos últimas palabras se han añadido entre líneas, en letra del propio Armona. Sobre esta época en el teatro, véase J. E. Varey, «La minoría de Carlos II y la prohibición de comedias de 1665–1667», en Homenaje a Alonso Zamora Vicente (Madrid: Castalia, 1991), III, págs. 351–357; y Shergold, A History, capítulo 12, págs. 331–359. Sobre el P. Juan Everardo Nitard, véase Maura Gamazo, Carlos II y su corte, I, págs. 197–224, y Henry Kamen, Spain in the Later Seventeenth Century, 1665–1700 (Londres: Longman, 1980), págs. 330– 336. Sobre la Calderona, véase n. 82, arriba.
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época triste quebraron quasi todos los ympresarios o arrendadores de los theatros 122 . Candamo, que vivía entonces en Madrid y era hombre de scena 123 , dice en su obra manuscrita: «Hoy estamos experimentando que para celebrar con lícitos festines las felicíssimas bodas del Rey nuestro Señor no se han podido formar dos compañías moderadas para representar, y en faltando dos o tres partes de las que mantienen el theatro con algún aplauso, es fuerza que fallezca mui presto de sí mismo, porque no hay quien las reemplace 124 .» No dice Candamo quáles bodas del Rey fueron éstas, si las primeras o las segundas. Las vnas fueron en 1679 y las otras en 1690 125 . Pero entiendase de las vnas o de las otras, por su contexto se deja conocer a que punto havian llegado los theatros de Madrid en aquellos tiempos. Sin embargo, Candamo pertenece a los fines del siglo XVII, y lo que dice deve atribuirse a las segundas bodas 126 con la Señora doña Mariana de Neoburg, por el mes de abril del año de 1690 127 . * [Nota de Armona (en su propia letra):] «Vn retrato suio en grande, ya de cardenal jesuita, está en la sacristía de San Ysidro.»
37. Apenas se puede dar pues a las representaciones, desde su introdución en Madrid hasta el tiempo de su decadencia, abandono o abatimiento, el espacio de un siglo. Los Hospitales, que fueron sus introductores y sus agentes, hallaron modo de convertir sus viciados productos en alimento de los pobres, piadosamente autorizado y protegido. El Hospital General dijo 122 123
Véase Fuentes V, págs. 13–14, y doc. núm. 6, págs. 70–73. Sobre la vida de Bances Candamo, véase el citado prólogo de Moir, págs. xvii–
xxxvii. 124
Armona ha añadido unas palabras y cambiado ligeramente el texto original de Bances, que dice: «Oi se está experimentando, pues para celebrar con lícitos festines las felicíssimas bodas del Rey Nuestro Señor no se han podido formar dos compañías moderadas, y en faltando dos partes o tres de las que oi mantienen el theatro es fuerza que él por sí mismo fallezca a menos costa.» (pág. 5). Sobre este comentario de Bances, véase el prólogo de Moir, págs. li–lii, donde arguye que se escribieron estas palabas en el verano de 1689; nótese que los corrales se habían cerrado el 12 de febrero de 1689 por la muerte de la Reina María Luisa, y volvieron a abrirse el 10 de septiembre; el 28 de octubre se representó Eco y Narciso, de Calderón, por los años de la nueva Reina, y hubo más representaciones palaciegas en los primeros meses de 1690 (véase Fuentes VI, doc. núm. 22, pág. 123, y pág. 290). Véase también la próxima nota. 125 Carlos II se casó con María Luisa de Orleans el 18 de noviembre de 1679 y con Mariana de Neoburg en agosto de 1689, por poderes, y a principios de mayo (no abril, como dice Armona más abajo) de 1690, en Valladolid. Véase Maura Gamazo, Vida y reinado de Carlos II, 3 vols. (Madrid, 1942), I, págs. 316–342 y 514, y Kamen, Spain in the Later Seventeenth Century, págs. 372 y 374. 126 Palabra añadida entre líneas en letra del propio Armona. 127 Comentario «sensato», según Moir (prólogo citado, pág. xxxix); véase también n. 124, arriba.
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en documentos de su archivo que «desde el año de 1574 estava en posesión de las comedias; que sus Jueces Protectores formavan y forman desde entonces las compañías cómicas annuales, ajustavan los arrendamientos de los teatros con los ympresarios, y otorgadas las escripturas de asiento, les mandavan entregar las llabes de los corrales (coliseos) que el Hospital mismo havía hecho a su costa, para asegurar en ellos, con la pública diversión, la mayor vtilidad de sus pobres 128 .» 38. Esta data padece algún error, o se equivocó el maestro Gil González Dávila, que puso la fundación del Hospital General en el año de 1596, y lo acredita copiando la inscripción que se puso en sus cimientos 129 . León Pinelo la atribuye a el año de 1566, y algunos dicen que le fundó el venerable Obregón en el de 1563 130 . Sea como fuere, apenas se saca un siglo de 128 Estas palabras no constan en ninguno de los documentos del archivo del Hospital General conservados actualmente en el Fondo de la Diputación del Archivo Regional de la Comunidad de Madrid (muchos se han perdido). No es verdad que el Hospital General fundara los corrales, ni que tuviera nada que ver con los teatros hasta 1583, cuando empezó a recibir una cuarta parte del producto de las comedias; véase Fuentes XX, págs. 17–18. Cfr. n. 55 arriba. 129 Gil González Dávila, Teatro de las grandezas de la Villa de Madrid, Corte de los Reyes Católicos de España (Madrid, 1623), pág. 305: «Hospital de la Anvnciacion, albergue de pobres, que es el General de la Villa, Año 1596. [...] Diose principio a la obra, y puso la primera piedra don fray Iuan de las Cueuas de la Orden de Santo Domingo, Obispo de Auila, a 8 de Setiembre de 1596.» La inscripción en latín, que reproduce González Dávila en la misma página, lleva esta fecha. González Dávila, basándose en la inscripción, atribuye la fundación del Hospital a la publicación de la obra de Cristóbal Pérez de Herrera, protomédico de Felipe II, Discurso [...] a la Real Magestad del Rey don Felipe Señor Nuestro suplicándole se sirva de que los pobres de Dios mendigantes verdaderos destos sus reynos se amparen y socorran, y los fingidos se reduzgan y reformen (Madrid, 1595), aunque menciona, erróneamente, la versión ampliada (Discursos del amparo de los legítimos pobres, y reduccion de los fingidos [...]) que se publicó en 1598. Véase la edición de esta última por Michel Cavillac en Clásicos Castellanos bajo el título de Amparo de pobres (Madrid: Espasa-Calpe, 1975), Introducción, págs. xxxvi–xxxix. En todo caso, el Hospital General ya existía mucho antes de 1596; véase la próxima nota. 130 Antonio de León Pinelo, Anales de Madrid (desde el año de 447 al de 1658), transcripción, notas y ordenación cronológica de Pedro Fernández Martín, Biblioteca de Estudios Madrileños, 11 (Madrid: Instituto de Estudios Madrileños, 1971), pág. 91: «Año 1566: El hermano Bernardino de Obregon con algunas limosnas que juntó compró unas casas cerca del Prado donde ahora está el Monasterio de S. Catalina. Alli puso algunas camas dotadas por devotos, y dió principio al Hospital general que después se mudó al sitio que hoy tiene, como se dirá año de ... [sic]. En lo cual sigo a Geronimo de Quintana» (se refiere a Jerónimo de Quintana, A la muy antigua, noble y coronada Villa de Madrid. Historia de su antigüedad, nobleza y grandeza, Madrid, 1629). Ignoramos de dónde Armona sacó la fecha de 1563. Según Pedro de Íñiguez, Vida i muerte de nuestro benerable ermano Bernardino de Obregón, padre i fundador de nuestro ávito de hospitalidad en este Hospital Ienral de Madrid i demás de España i otros reinos (Madrid, 1639), Obregón fundó el Hospital de Santa Ana de Convalescientes en 1579 (fol. 27r.). Sigue Íñiguez: «Y quando se trató de la reduccion de los Hospitales, se cometio al Doctor don Iuan Neroni [...] la aueriguacion de los bienes del Hospital de Convalescientes [...] y lo que mejor es, en la provision que libró el Rey don Felipe Segundo para la reduccion de muchos Hospitales al General de Madrid [...] [Obregón apercibió] a los Hermanos de su habito, para que con ellos se passasse al Hospital General,
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buena y mala fortuna en los theatros de Madrid desde aquellos principios hasta el tiempo en que escribía Candamo lo que acavamos de ver. 39. No sólo las causas políticas, sino también las morales, concurrieron a la decadencia. Las representaciones se havían viciado en las piezas cómicas, en su desarreglada composición y en la livertad o ignorancia de algunos actores y actrices en su execución. La sana moral y la inocencia de las costumbres no estavan siempre tan respetadas como deven estarlo siempre. Los predicadores zelosos, los escritores más atentos y sensatos, y la autoridad de los obispos, declamaron mui presto contra los abusos y los males de la corrupcion 131 . Phelipe II, escrupulizando (quando ya estava cerca de la mitad de su aliento), puso mano a el conocimiento y examen de las representaciones. Después de él la tomaron también (para poner en ellas remedios oportunos) los Reyes sucesores. Pero Phelipe II, después de las consultas más serias hechas a las Vniversidades de Salamanca y Coimbra, no hizo mas que suspenderlas para reformarlas, no para extinguirlas 132 . 40. El religioso Phelipe III, más excrupuloso todavía que su padre en estas cosas, lo declaró assí en decreto público, dejándoles a los theatros las representaciones corregidas y reformadas para que continuasen. En su reya tomar por su cuenta aquella Casa. [...] Dispuso los bienes de su casa, para la entrega que se hizo a catorze de Iunio de 1587, ante el Doctor Iuan Neroni» (fols. 29r.–30r.). La «reducción» de varios hospitales «al [...] Ospital General y gouierno y protecion del» se hizo en noviembre de 1581, confirmándose en febrero de 1587, según Fuentes XX, doc. núm. 39, del 6 de junio de 1608; véanse también León Pinelo, págs. 127 y 138–139, y José Álvarez-Sierra, Los hospitales de Madrid de ayer y de hoy (Madrid, 1952), pág. 37. Así que el Hospital General ya existía en 1581, aunque no está claro cuándo se fundó. La fuente directa de este párrafo de Armona es una nota al margen de un «Extracto de las noticias que se hallan en el Archivo de Madrid correspondientes a la representacion de comedias», en AVM, Secretaría, 3-11-8: «El Hospital General se fundó el año de 1596. Véase el Maestro Gil González Dávila, por lo que en el año de 79 se deve de entender los otros hospitales que havía entonces. León Pinelo dice fue su fundazión en el año de 1566.» Esta nota está escrita por la misma mano que la mayor parte de los borradores de estas Memorias (BNM Mss. 18.474 y 18.475). Armona vuelve a utilizar el informe 3-11-8 más adelante; véanse nn. 134– 137, 178, 192, 194–199, 253, 263, 268–270 y 295–298, abajo. 131 Para una selección de los escritos sobre este tema de las últimas décadas del siglo XVI, véase Cotarelo, Controversias (consúltese el índice cronológico, pág. 611). 132 Armona sigue aquí a Bances Candamo: «Tal era el estrago de las Comedias en España que el Señor Rei Don Phelipe II el prudente, cercano ia a la meta de su aliento, escrupulizó en ellas, y, hauiendo consultado a las Vniuersidades de Salamanca y Coimbra, las suspendió por reformarlas, y no por extinguirlas.» (ed. cit., pág. 30). La curiosa espresión «la mitad de su aliento», en el texto de Armona, se explica por una falsa lectura de «la meta». Para la Real provisión del 2 de mayo de 1598 que prohibió la representación de comedias, véase Cotarelo, Controversias, págs. 620b–621a. Continúa Bances: «como lo declaró el Señor Don Phelipe tercero por aquel decreto suio, en que las restituió, reformándolas» (pág. 30; véase la nota 97 de Moir, págs. 43–44). Para este decreto de 17 de abril de 1599, véase Cotarelo, Controversias, pág. 621a. Véanse también Shergold, A History, págs. 516–517, y Cotarelo, Controversias, págs. 163b–164a, 207b–209a, 392a–397a, 421a–425a, 512b–513b y 577a–578b.
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nado empieza la policía theatral, pues trasladada la Corte desde Valladolid a Madrid en 1606 se tomaron serias precauciones y providencias para su govierno 133 . 41. Mas para aclarar este punto de la introdución de las comedias en Madrid, su establecimiento en ella y el derecho de los Hospitales, diremos con los documentos que consta de vna certificación dada por el Contador de los Hospitales que a 17 de octubre de 1579 compraron los diputados del Hospital General, el de Pasión y sus agregados, vna casa y solar en la calle de la Cruz, donde pusieron el primer corral 134 . 42. Después las cofradías de los mismos hospitales compraron dos solares en la calle del Príncipe, y se hizo en ellos el segundo corral 135 . Éste es el origen de vno y otro. 43. El Licenciado Ximénez Ortiz, del Consejo real, que ya en 1584 era Juez Protector de los theatros y hospitales (parece que fue el primero), proveyó un auto a 15 de febrero del mismo año. Mandó en él que «se notificase a los autores de las comedias no hiciesen ausencia alguna de Madrid, ni tampoco los demás cómicos de sus compañías, vajo las penas que les impuso si contraviniesen o faltasen a este mandato, para evitar así el perjuicio de los hospitales 136 .» 133
Armona se refiere a las Primeras ordenanzas de 1608, que reproduce más abajo. La fuente de Armona es el ya citado informe AVM, Secretaría, 3-11-8, [fol. 1r.]: «Por vna copia simple de vna zertificación del Contador general de los Reales hospitales General, Pasión y sus agregados consta que en 17 de octubre de 1579, por los diputados del Hospital, se compraron vna casa y solar en esta Villa en la calle de la Cruz, donde hizieron un teatro para representar comedias, cuio aprobechamiento fuese para los enfermos de los Hospitales.» El informe 3-11-8 tiene correcciones autógrafas de Armona; cfr. las notas 136 y 178, abajo. No está fechado, pero un archivero le ha puesto la fecha de 1785. Está basado en parte en otro informe (AVM, Secretaría, 3-135-19). El contrato original de 1579 se conserva en Fuentes XX, doc. núm. 8 (a), págs. 104–105. Se trata de la Cofradía de la Soledad, no del Hospital General (véase n. 128, arriba), y el documento es del 12 (no del 17) octubre 1579. También se conserva, en una copia posterior, un documento del 17 de noviembre de 1579, sobre el censo que acababan de fundar los cofrades de la Pasión para financiar su reciente compra; véase Fuentes XX, doc. núm. 1, págs. 101–102. 135 AVM, Secretaría, 3-11-8, [fol. 1r.–v.]: «Después por las Cofradías de éstos se compraron dos solares en la Calle del Príncipe para hazer otro teatro» (cfr. AVM, Secretaría, 3-135-19, [fol. 1v.–2r.]). Para el contrato original, del 19 de febrero de 1582, véase Fuentes XX, doc. núm. 16 (a), pág. 109. Sobre los orígenes de los corrales véase también Pellicer, Tratado histórico, I, págs. 58–77. 136 De nuevo, la fuente de Armona es el informe AVM, Secretaría, 3-11-8, [fol. 1v.]: «En 15 de febrero de 1584, por el Lizenziado Jiménez Ortiz, del Consejo de S.M., a cuio cargo estaban las cosas tocantes a la hazienda de esta Villa, mandó se notificase a los autores de comedias que no hiziesen ausencia de esta Corte estos, ni los representantes de comedias, cuias probidencias se han continuado mucho después como consta en el archivo.» (Cfr. AVM, Secretaría, 3-135-19, [fol. 3r.–v.].) En este lugar de 3-11-8 hay una nota al margen, escrita por la misma mano que mencionamos en n. 130, arriba: «Se ha de ber qué especie de comisión tenía este ministro sobre la hacienda de esta Villa; o si acaso su auto fue expedido en calidad de Juez Protector de theatros y hospitales. [En otra mano:] No 134
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44. Estos son los principios de los dos coliseos a el último tercio del siglo XVI. Su propiedad y sus aprovechamientos eran de los Hospitales, el General, el de Pasión, Expósitos y Desamparados. Estavan governados por comisarios que nombravan las cofradías, cada vna el suyo de sus respectivos yndividuos, así para cuidar del entretenimiento de los corrales y de sus muebles como para la buena cobranza y recaudación de los intereses. Estos comisarios hacían los arrendamientos anuales; se ajustavan con los autores de las compañías cómicas y un músico guitarrista; y havía otro comisario que hacía el oficio de contador ynterventor. Llevava los asientos diarios de cuenta y razón, ajustava el haver líquido de cada hospital para su percivo y dejava reservado a cada corral un corto fondo para las obras y reparos precisos 137 . A su tiempo veremos cómo y por qué medios fueron creciendo. 45. En 1608 el Licenciado Juan de Tejada, del Consejo de S.M., succesor en el Juzgado de Protección del Licenciado Ximénez Hortiz, fue el primero que dictó reglas de govierno y policía para los corrales (desde espresa más este auto.» Es de suponer que esta nota se redactó durante la preparación de estas Memorias. Armona supone que Jiménez Ortiz era Juez Protector. Parece que éste y don Pedro Puertocarrero, miembros del Consejo Real, actuaban más bien como comisarios nombrados por el Consejo; como tales promulgaron otro auto sobre los corrales el 24 de abril de 1584 (Fuentes XX, doc. núm. 25 [a], págs. 121–122). El auto del 15 de febrero de 1584 no tiene que ver con los corrales y los hospitales sino con la fiesta del Corpus, que estaba a cargo de la Villa. Se publica en Fuentes XX, doc. núm. 23, pág. 119; la versión de Armona no es una cita textual sino un resumen. Véase también Pérez Pastor, Nuevos datos acerca del histrionismo español en los siglos XVI y XVII. Segunda serie (Bordeaux, 1914), págs. 13–14. 137 AVM, Secretaría, 3-11-8, [fol. 1v.–2r.]: «Después parece que quando bino aquí la Corte, que fue por los años de 1606, ya estaban hechos los dos Corrales de el Príncipe y la Cruz, y su propiedad y aprobechamiento era para los Hospitales General, Pasión y Niños expósitos y Desamparados de esta Villa, gobernándose para la percepción y cobranza de dicho aprobechamiento por los Comisarios que se nombraban de los mismos yndibiduos de las Cofradías, y estos hacían cada año los arrendamientos y se ajustavan con los autores, y además havía otro comisario para que llebase la cuenta y razón, y aprorrata [sic] se diese a cada hospital su haver, dejando del mismo caudal para obras y reparos de los Corrales.» (Cfr. AVM, Secretaría, 3-135-19, [fols. 3v.–4r.].) El informe 3-135-19 (fuente de 3-11-8) sigue aquí un informe anterior que se reproduce en Fuentes III, doc. núm. 73, págs. 184–187 (pág. 184). Las Cofradías de la Pasión y de la Soledad compartieron el comercio teatral a partir su acuerdo de 1574; véase n. 55, arriba. El Hospital General empezó a recibir parte del producto de los corrales a partir del 25 de diciembre de 1583 (Fuentes XX, págs. 17 y 292–293). El Hospital de los Niños expósitos, llamado también el de la Inclusa, fue fundado y estaba administrado por la Cofradía de la Soledad; el de los Desamparados, fundado en 1609, empezó poco después a recibir una parte de los beneficios de los corrales. Otras dos instituciones, los Hospitales de Antón Martín y de la Corte, empezaron en 1606 a cobrar dos maravedís por persona cada uno, concesión que fue conmutada en un pago anual en 1615; pero no participaban en la repartición de los beneficios. Véase Fuentes XX, págs. 20–21. A partir del 30 de marzo de 1615, se pagó una cantidad anual de las sisas a cada uno de los cuatro hospitales que menciona Armona (véanse Fuentes III, doc. núm. 7, págs. 58–60, y Fuentes XX, doc. núm. 44, págs. 159–161). Pero eran las Cofradías de la Pasión y de la Soledad los únicos propietarios y administradores de los corrales.
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entonces ya empezaron sus jueces a llamarlos theatros). Él mandó imprimir y fijar en ellos el cartel siguiente, que se puso en vna tabla para noticia de todos*: * [Nota de Armona:] «Hay un egemplar impreso, en la Secretaria del Corregimiento.»
AÑO DE 1608 Sumario de la orden dada por el Sr. Lic. Juan de Tejada, del Consejo de S.M., a quien por su Real cédula está cometida la Protección y govierno del Hospital General de esta Corte y los demás de ella, que deven guardar los autores de comedias, comisarios, alguaciles y deemás personas que acuden al beneficio y cobranza y partición del aprovechamiento de ellas para los dichos Hospitales. [Sigue el texto de las Primeras ordenanzas de teatro, de 1608 (Fuentes III, doc. núm. 2, págs. 47–52). El original está en AVM, Secretaría, 2-468-5.]
AÑO DE 1614 En la relación del viage que Phelipe II hizo a Flandes, escrita por Juan Calbete Estella [sic, por «Estrella»], se ve cómo fueron las fiestas que se hicieron a este Príncipe en los lugares de su tránsito 138 . En ellas se vio el buen orden, y huvo algunas piezas theatrales representadas con mucha magnificencia. Y en 1614, quando ya se hacía vn objeto serio de los theatros en Madrid, se imprimió El viage entretenido de Agustín de Rojas, natural de Madrid, que con mucha naturalidad y exactitud refiere quanto se havía hecho y visto hasta su tiempo. Es vn viage de quatro cómicos, llamados Ríos, Ramírez, Solano, y Rosas [sic, por «Rojas»], que hablan en él de sus cosas cómicas y sus representaciones en España. Ynserta vna loa que Rosas [sic, por «Rojas»] dijo en Granada, donde se habla de todo, y del progreso del theatro en España. Dice así, página 46 139 : 138
Juan Cristóbal Calvete de Estrella, El felicíssimo viaje del muy alto y muy poderoso príncipe don Phelippe, hijo d’el Emperador don Carlos Quinto Máximo, desde España a sus tierras de la baxa Alemaña: con la descripción de todos los Estados de Brabante y Flandes (Amberes: en casa de Martín Nucio, 1552). Hay edición moderna de José Luis Gonzalo Sánchez-Molero y Paloma Cuenca (2001). Véase Shergold, A History, págs. 236, n. 1, 237, n. 1, y 240, n. 1. 139 Se reproduce a continuación la famosa «loa de la comedia» (Loa VIII) de El viaje entretenido, de Agustín de Rojas Villandrando. Véase la edición de Jean-Pierre Ressot en la serie Clásicos Castalia, 44 (Madrid: Castalia, 1972), págs. 147–158. A pesar de lo que dice
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Aunque el principal intento con que he salido acá fuera era sólo de alavar 140 el vso de las comedias 141 : sus muchas prerrogativas, requisitos, preheminencias, su notable antigüedad, dones, livertad, franquezas; entiendo que bastara no hacer para su grandeza cathálogo de los reyes que con sus personas mesmas la han honrrado, y se han honrrado de representar en ella, saliendo siempre en theatros públicamente en mil fiestas, como Claudio Emperador lo acostumbrava en su tierra, Heliogábalo, Nerón 142 , y otros príncipes de cuenta; sino de aquellos varones que con la gran sutileza de sus divinos ingenios, con sus estudios y letras, Armona, la primera edición de esta obra se publicó en 1603. La edición a la que alude (Madrid: viuda de Alonso Martín, 1614) debe ser la que utilizó; el pasaje citado empieza allí en el fol. 45v., lo cual explicaría la referencia aquí a la «pagina 46». Remitimos a las notas de Ressot y a las de Jacques Joset en su edición en la serie Clásicos Castellanos, 210–211 (Madrid: Espasa-Calpe, 1977), I, págs. 136–151. La fuente de este párrafo es un documento del Archivo de Corregimiento de Madrid (AVM, Corregimiento, 1-84-57), con correcciones autógrafas de Armona, que lleva el título «1785. Apuntaciones para la historia del teatro»: «En la relación del viage que hizo a Flandes Phelipe II escrita por Juan Calvete Estella [sic], se ven las fiestas que se le hicieron por los lugares de su tránsito: entre ellas hay algunas fiestas teatrales representadas con mucha magnificencia. Pero con maior especificazión se puede ver El viage entretenido de Agustín de Roxas, natural de Madrid, impreso en Madrid en 1614. Es un viage de quatro cómicos, llamados Ríos, Ramírez, Solano y Rojas, que hablan en él de sus cosas cómicas. Hay una loa que Rojas dijo en Granada, donde se habla del origen y progresos de las comedias en España, y dice así, pag. 46 [...].» Se citan a continuación los mismos versos del Viaje entretenido que Armona reproduce aquí. Se trata evidentemente de unos apuntes redactados durante la preparación de estas Memorias, pero no sabemos por quién. Señalamos en las siguientes notas las variantes del texto de Ressot y del de AVM, Corregimiento, 1-84-57 con respecto al texto de Armona. Como se verá, Armona reproduce algunas variantes de 1-84-57 y añade otras suyas. 140 Ressot: «el alabar». 141 Ressot y 1-84-57: «la comedia». 142 Ressot: «Heliogábalo y Nerón».
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la han compuesto y dado lustre hasta dejarla perfecta, después de tan largos siglos como ha que se representa. Y donde más ha suvido de quilates la comedia ha sido donde más tarde se a alcanzado el vso de ella, que es en nuestra Madre España: Porque en la dichosa hera de aquellos gloriosos Reyes, dignos de memoria eterna, don Fernando e Ysabel (pues 143 ya con los santos reynan), que hechar de España acavavan a los moriscos y sectas del gran Reyno de Granada: Entonces dieron en ella 144 principio a la Ynquisición, y se dio 145 a nuestra comedia. Juan de la Encina el primero, aquel insigne poeta que tanto bien empezó, de quien tenemos tres églogas que él mismo representó al Almirante y Duquesa de Castilla y de Ynfantado, que éstas fueron las primeras. Y para más honrra suya y de la comedia nuestra, en los días que Colón descubrió la gran riqueza de Yndias y nuevo mundo, y el Gran Capitán empieza a sugetar aquel reyno de Nápoles y su tierra, a descubrirse empezó el vso de la comedia, porque todos se animasen 143
Ressot: «que». Ressot y 1-84-57: «todos los moriscos, que eran / de aquel reino de Granada / y entonces se daba en ella». 145 Ressot: «se le dio»; 1-84-57: «y se le dio». 144
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a emprehender cosas tan buenas, heroycas y principales, viendo que se representan públicamente los hechos, las hazañas y grandezas de tan insignes barones, así en armas como en letras. Porque aquí representamos vna de dos, las proezas de algún ilustre barón, su linage y su nobleza; o los vicios de algún príncipe, las crueldades o vagezas, para que al vno se imite y con el otro haya enmienda. Y aquí se ve que es dechado de la vida la comedia, que como se descubrió, con aquella nueva tierra y nuevo mundo, el viage que ya tantos ver desean, por ser de provecho y honra, regalo, gusto, y riquezas; ansí la farsa se halló, que no es de menos que aquesta, desde el principio del mundo hallada, vsada y compuesta por los griegos y latinos y otras naciones diversas, ampliada de romanos, que labraron para ella theatros y coliseos, y el anfiteatro, que era donde se encerravan siempre a oír comedias de éstas ochocientas mil personas, y otras que no tienen cuenta. Entonces escribió Plauto aquella de su Alcumena, Terencio escribió su Andría, y después con su agudeza los sabios ytalianos escribieron muchas buenas,
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los yngleses ingeniosos, gente alemana y flamenca; hasta los de aqueste tiempo, que ilustrando y componiéndola la han hido perfeccionando ansí en burlas como en veras. Y porque yo no pretendo tratar de gente extrangera, sí de nuestros españoles, digo Lope de Rueda 146 , gracioso representante, y en su tiempo gran poeta, empezó a poner la farsa en buen vso y orden buena, porque la partió en tres actos 147 haciendo introito en ella, que agora llamamos loa, y declaran 148 lo que eran las marañas, los amores, y entre los pasos de veras mezclados otros de risa, que porque iban entre medias de la farsa, los llamaron entremeses de comedia, y todo aquesto hiva en prosa más graciosa que discreta. Tañían vna guitarra, y ésta nunca salía fuera, sino adentro, y en los blancos, mui mal templada, y sin cuerdas. Baylava a la postre el bobo, y sacava tanta lengua, todo el bulgacho embobado de ver cosa como aquélla. Después, como los yngenios se adelgazaron, empiezan a dejar aqueste vso, reduciendo los poetas la mal ordenada prosa en pastoriles endechas. 146 147 148
Ressot y 1-84-57: «digo que Lope de Rueda». Ressot: «porque la repartió en actos». Ressot: «y declaraban».
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Hacían farsas de pastores 149 de seis jornadas compuestas, sin más hato que un pellico, un laúd, vna bihuela, vna barba de zamarro, sin más oro, ni más seda. Y en efecto, poco a poco, barbas y pellicos dejan, y empiezan a introducir amores en las comedias, en las quales ya havía dama, y un padre que aquesta cela, hacía 150 galán desdeñado, y otro que querido era, vn viejo que reprehendía, un bobo que los asecha, vn vecino que los casa, y otro que ordena las fiestas. Ya havía saco de padre, havía barba y cavellera, un bestido de muger, porque entonces no lo eran sino niños: después de esto se vsaron otras sin éstas, de moros y de christianos con ropas y tunicelas. Estas empezó Berrío, luego los demás poetas metieron figuras graves, como son reyes y reynas. Fue el autor primero de esto el noble Juan de la Cueva, hizo del Padre tirano, como savéis, dos comedias: sus Tratos de Argel Cervantes; hizo el comendador Vega sus Lauras 151 , y El bello Adonis 149 La sintaxis de estos versos es distinta en el texto de Ressot: «[...] a dejar este uso; / reduciendo los poetas / la mal ordenada prosa / en pastoriles endechas, / hacían farsas de pastores / [...]». 150 Ressot y 1-84-57: «había». 151 De nuevo, la sintaxis es distinta en la edición de Ressot: «Sus Tratos de Argel Cervantes / hizo; el Comendador Vega / sus Lauras, [...]».
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don Francisco de la Cueva: Loyola aquella de Audalla, que todas fueron mui buenas; ya 152 en este tiempo vsavan cantar romances y letras, y esto cantavan dos ciegos naturales de sus tierras; hacían quatro jornadas, tres entremeses en ellas, y al fin con su baylecito hiva la gente contenta. Pasó este tiempo, vino otro, suvieron a más alteza: las cosas ya hivan mejor; hizo entonces Artieda sus Encantos de Merlín, y Lupercio sus tragedias; Virués hizo su Semíramis valerosa en paz y en guerra; Morales, su Conde loco, y otras muchas sin aquestas hacían versos hinchados 153 ; ya vsavan sayos de telas, de raso, de terciopelo, y algunas medias de seda. Ya se hacían tres jornadas, y hechavan retes 154 en ellas; cantavan a dos y a tres, y representavan hembras. Llegó el tiempo que se vsaron las comedias de apariencias, de santos y de tramoyas; y entre estas farsas de guerras, hizo periodar 155 entonces la del Rosario, y fue buena, San Antonio, Alonso Díaz, 152
Ressot y 1-84-57: «y ya». En la edición de Ressot se puntúa (creemos que correctamente): «[...] y otras muchas sin aquestas. / Hacían versos hinchados [...]». 154 Ressot: «retos». 155 Ressot y 1-84-57: «hizo Pero Díaz»; en 1-84-57 está escrito: «hizo Perodiaz» (en esta letra se confunden facilmente la r y la z). En la edición de Ressot, se puntúa (creemos que correctamente): «y entre éstas, farsas de guerras. Hizo Pero Díaz entonces [...]». 153
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y al fin no quedó poeta en Sevilla, que no hiciese de algún santo su comedia. Cantávase a tres y a quatro, eran las mugeres bellas: bestíanse en ábito de hombre, y bizarras y compuestas a representar salían con cadenas de oro y perlas. Sacávanse ya cavallos a los theatros, grandeza nunca vista hasta este tiempo, que no fue la menor de ellas. En efecto, éste pasó; llegó el nuestro, que pudiera llamarse el tiempo dorado, según el punto a que llegan 156 comedias, representantes, trazas, conceptos, sentencias, inventivas, novedades, música, entremeses, letras, graciosidad, bayles, máscaras, bestidos, galas, riquezas, torneos, justas, sortijas, y al fin cosas tan diversas, que en punto las vemos hoy que parece cosa incrédula que digan más de lo dicho los que han dicho, son, y sean. ¿Que harán los que vinieren que no sea cosa hecha? ¿Que inventarán que no esté ya inventado? Cosa es cierta. Al fin la comedia está suvida ya en tanta alteza, que se nos pierde de vista: plega a Dios que no se pierda. Hace el sol de nuestra España, compone Lope de Vega (la fénix de nuestros tiempos y Apolo de los poetas) 156
Ressot: «según al punto en que llegan».
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tantas farsas por momentos, y todas ellas tan buenas, que ni yo sabré contallas ni hombre humano encarecellas. El divino Miguel Sánchez ¿quién no save lo que inventa? las coplas tan milagrosas, sentenciosas y discretas que compone de contino, la propiedad grande de ellas y el decir bien de ellas todas, que aquesta es mayor grandeza. El jurado de Toledo 157 , digno de memoria eterna, con callar está alabado, porque yo no sé 158 , aunque quiera. El gran canónigo Tárraga; Apolo, ocasión es ésta en que si yo fuera tú quedara corta mi lengua. El tiempo es breve, y yo largo, y así he de dejar por fuerza de alabar tantos ingenios, que en un sin fin procediera. Pero de paso diré de algunos que se me acuerdan, como de 159 heroyco Velarde, famoso Micer de Artieda 160 , el gran Lupercio Leonardo, Aguilar el de Valencia, el Licenciado Ramón, Justiniano, Ochoa, Cepeda, el Licenciado Mexía, el buen don Diego de Vera, Mescua, don Guillén de Castro, Liñán, don Félix de Herrera, Valdivieso y Armendáriz, 157 Este verso está subrayado en el manuscrito, y por eso lo ponemos en cursiva, pero no es un título; según Menéndez y Pelayo, se trata de Juan de Quirós, autor de la comedia La famosa toledana (¿1591?) (véase Ressot, pág. 155, n. 165). 158 Ressot: «por qué yo no sé». 159 Ressot y 1-84-57: «como el». 160 Ressot: «Micer Artieda».
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y entre muchos vno queda, Damián Salustio del Poyo, que no ha compuesto comedia que no mereciese estar con las letras de oro impresa, pues dan provecho al autor y honra a quien las representa. De los farsantes que han hecho farsas, loas, bayles, letras, son Alonso de Morales, Grajales, Zorita, Mesa, Sánchez, Ríos, Abendaño, Juan de Vergara, Villegas, Pedro de Morales, Castro, y el del hijo de la tierra 161 : Caravajal, Claramonte, y otros que no se me acuerdan, que componen y han compuesto comedias muchas y buenas. ¿Quién a todos no conoce? ¿Quién a su fama no llega? ¿Quién no se admira de ver sus ingenios y elocuencia? Supuesto que esto es así, no es mucho que yo me atreva a pediros en su nombre que por la gran reverencia que se les deve a sus obras, mientras se hacen sus comedias, que las faltas perdonéis a los que representan 162 . 47 163 . En Madrid, el Juez Protector dava cuenta al Consejo en los casos de duda. A representación del Lic. Juan de Tejada, el año de 1615, se repitieron reglas impresas de todo lo que se havía de observar, no sólo en los coliseos de Madrid, sino también en los que havía y se hivan haciendo en varias capitales de las provincias*.
161 Aparece así en el manuscrito, con minúscula inicial y sin subrayar; pero debe ser un título, como indica Ressot: «y el del Hijo de la tierra». 162 Ressot: «de los que las representan». 163 Sic; se ha saltado el número 46.
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* [Nota de Armona:] Reformación de comedias, mandada hacer por el Consejo para que se guarde, así en esta Corte como en todo el Reyno. A 8 de abril de 1615 164 . 48. A 18 de marzo de 1616, por muerte de Juan de Tejada, le sucedió en el Juzgado de Protección el Doctor Diego López de Salcedo, del mismo Consejo, y se despachó a su favor Real cédula de de [sic] 165 Protección con aquella fecha 166 . 49. En ella se dice: «Que el Rey estava informado de la gran necesidad que padecían los Hospitales, por la multitud de pobres que havía en ellos. Y para acudir a vna obra tan piadosa havía mandado formar vna junta, compuesta de su confesor, y otras personas de su satisfacción, para que viesen y le consultasen con conocimiento de causa lo que havía de executar. Que se hizo la consulta, y en virtud de ella, por otra Real cédula que expidió el Consejo, mandó Su Magestad que de las sisas que se impusieron para cumplir el servicio de 250.000 ducados que hizo Madrid por la sexta parte del alquiler de las casas, quando se mudó después la corte a esta Villa, se consignasen y pagasen a los Hospitales 54.000 ducados en cada un año, haciéndose el pago por tercios, satisfechos que fuesen los intereses del capital de 250.000 ducados con que sirvió Madrid a S.M.; con esta distinción en la aplicación de los citados 54.000 ducados: que 24.000 de ellos eran para el Hospital General, y 10.000 para cada vno de los otros tres, prohiviendo que sobre las mencionadas sisas se librase ni pudiese librar cosa alguna que se antepusiese a esta real y soberana resolución.» 50. Estas piadosas providencias en auxilio de los Hospitales, y arreglo de los teatros en sus representaciones, fueron de los v´ltimos años del reynado de Phelipe III. Su sucesor Phelipe IV mandó que subsistiesen, y les continuó su protección. Muerto el Juez Protector don Diego López 164 Sigue aquí, en una nota original al pie de esta página del manuscrito y de las cuatro páginas siguientes, el texto de la Reformación de Comedias de 1615. Véase Fuentes III, doc. núm. 6, págs. 55–58. Se reproduce también en el segundo tomo; véase pág. 290, abajo. 165 Al pasar la página del manuscrito, el escribiente ha repetido la palabra «de», que ya había escrito al final de la página anterior. 166 Este párrafo y el siguiente (§49) corresponden a AVM, Secretaría, 3-11-8, [fols. 3r.– v.] (cfr. AVM, Secretaría, 3-135-19, [fols. 6r.–7r.), pero algunos detalles nos hacen creer que Armona pudo haber visto también Fuentes III, doc. núm. 73, págs. 184–187 (pág. 185), la fuente de ambos (véase n. 137, arriba). En todo caso, estos informes están basados a su vez en la primera parte de Fuentes III, doc. núm. 8, págs. 60–62, del 18 de marzo de 1616 (AVM, Secretaría, 2-420-22). En los informes citados hay varios errores, que Armona reproduce. No se trata de una cédula de Protección; el documento del 18 de marzo de 1616 es una Real provisión, dirigida a López de Salcedo, la cual confirma y amplía otra del 30 de marzo de 1615 (Fuentes III, doc. núm. 7, págs. 58–60; AVM, Secretaría, 4-62-12). Esta provisión de 1615 comunica a los Protectores Contreras y López de Salcedo lo contenido en una consulta sobre los Hospitales, y establece la sisa de la sexta parte.
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Salcedo, fue nombrado el Lic. don Gregorio López Madera, del Consejo real, que sirbió la Comisión hasta el año de 1632. Hizo los arrendamientos de los theatros, como sus antecesores, a beneficio del Hospital General. Los ympresarios hicieron quiebra. Dejaron sin pagar a los pobres crecidas cantidades de dinero, y las necesidades volvieron a estrechar como antes, hasta el extremo 167 . 51. Entonces el Sr. Josef González, Consejero, el famoso Josef González, natural de Arnedo, íntimo amigo del conde duque de Olivares y faborecido del Rey, como hechura de su privado; este havilísimo ministro, que ya se hallava en el Juzgado de Protección en 1632, acudió a Madrid en 18 de agosto del mismo año. Expuso las necesidades del Hospital, sacó de pronto 4.000 ducados para socorrerle y el Ayuntamiento mandó que su contador Diego Arredondo informase qué cantidad mayor se podría dar del caudal que producían o produgesen las sisas de Madrid. Se trató de examinar los motivos que podían causar la quiebra de los arrendadores, porque entonces no tenía Madrid intervención alguna en los theatros, ni en los arrendamientos que se celebravan. Se nombraron para esto diputados o comisarios del Ayuntamiento, a consecuencia de un recado que embió a la Villa el mismo Josef González, y se les previno que tratasen con él lo que llevavan entendido 168 . Se executó así. Se volvió a dar cuenta a la Villa, y enterada de todo, hizo el siguiente acuerdo en ayuntamiento que celebró el día 30 [sic, por «3»] de septiembre del mismo año de 1632 169 . 52. «En este ayuntamiento, el Sr. Pedro Martínez dijo: Que el Sr. Josef González le llamó ayer y le dijo que S.M. le havía cometido ya a esta Villa 170 la administración de los corrales de comedias, y le mandó la digese
167 Este párrafo, en cambio, no consta en AVM, Secretaría, 3-11-8, pero sí consta algo similar en Fuentes III, doc. núm. 73, págs. 184–187, y en AVM, Secretaría, 3-135-19, [fols. 7r.–v.]. Es de suponer, por tanto, que Armona utilizó aquí uno de estos últimos. Sobre Gregorio López Madera, véase n. 201, abajo. Sobre los arriendos en esta época y la quiebra de los arrendadores, véanse Fuentes XIII, págs. 19–25, y Fuentes III, págs. 20–21. 168 Este párrafo no consta en 3-11-8. Parafrasea o AVM, 3-135-19, [fols. 7v.–8v.], o la fuente de éste, Fuentes III, doc. núm. 73, págs. 184–187 (pág. 186); véase n. 137, arriba. Para la intervención de González en 18 de agosto de 1632, véase Fuentes III, doc. núm. 16 (a), págs. 70–71 (AVM, 4-52-131); cfr. doc. núm. 16 (b), que se refiere a la Real cédula concediendo a González «la administración de la hacienda de los ospitales, comedias y corrales». Sobre González, véase Janine Fayard, «José González (1583?–1668), ‘créature’ du comte-duc d’Olivares et conseiller de Philippe IV», en Hommage à Roland Mousnier: clientèles et fidélités en Europe à l’époque moderne, ed. Yves Durand (París: Presses Universitaires de France, 1981), págs. 351–368. 169 Aunque el acuerdo que se reproduce a continuación consta en términos similares en Fuentes III, doc. núm. 73, pág. 186 y AVM, Secretaría, 3-135-19, [fols. 8v.–9r.] (pero no en 3-11-8), Armona sigue la versión en Fuentes III, doc. núm. 56 (sin fecha), págs. 160–161 (signatura original: AVM, 3-135-9). Señalamos en las notas siguientes (con la referencia «3-135-9») las variantes del original con respecto al texto de Armona. 170 3-135-9: «le a remitido y a esta Villa».
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que nombrase 171 comisarios que con el Sr. Corregidor 172 asistiesen con el dicho Sr. González 173 a todo lo que fuese necesario tocante a los dichos corrales, para que desde luego se pusiese en execución, sin perder punto de ello; que le dava 174 cuenta de ello; y oído por la Villa se nombraron a los Sres. don Francisco Sardaneta 175 y Mendoza y don Antonio de Arauz, para que con el Sr. Corregidor asistan con el Sr. Josef González a todo lo tocante a los corrales 176 .» 53. Ésta es la época de Madrid, y su introdución en los theatros con el Corregidor y dos comisarios por vía de administración. Todo lo que se hacía entonces se consultava con el Sr. Josef González para su aprovación. La Villa no tenía el menor interés en el producto de las representaciones, pero concurría por quantos medios le eran posibles a el alivio de los pobres. Consta así de documentos originales que se guardan en sus archivos 177 . 54. A 25 de junio de 1637 proveyeron auto los Sres. Josef González y don Antonio de Contreras, para que el Receptor de la sisa de la sexta parte, Juan de Arana, pagase del producto de ella a el Hospital de Pasión los 10.000 ducados que tenía consignados sobre el producto de las comedias, y que esta paga se hiciese con preferencia* 178 . * [Nota de Armona:] Auto de los Jueces Protectores. Año de 1637 179 .
55. Pocos años después, en el de 1638, por virtud de auto que en 7 de enero proveyó el Juez Protector de theatros y hospitales, entró la Villa a administrar el producto de las comedias en la forma que prescribió el mis171
3-135-9: «la dijese nombrase». Estas palabras no están subrayadas en el documento original que cita Armona (véase n. 137); Armona quería sin duda hacer hincapié en el papel administrativo del Corregidor. 173 3-135-9: «Sr. Josef González». 174 3-135-9: «le da». 175 3-135-9: «don Franzisco de Sardaneta». 176 3-135-9: «los dichos corrales». 177 Véase Fuentes III, Introducción, págs. 19–23 y docs. núm. 8 (1616), págs. 60–62; 10 (1621), págs. 62–63; 11 (1621–1622), págs. 63–65; 12 (1630), págs. 65–66; 13 (1632), págs. 66–67; 16–18 (1632), págs. 70–73; 20 (1632), pág. 73; 22 (1632), págs. 74–75; 28 (1633), págs. 77–79. 178 Este documento se reproduce en Fuentes III, doc. núm. 33, págs. 81–82. El original está en AVM, Secretaría, 2-468-8, pero Armona utilizó una copia en 3-11-8, segunda parte («Suplemento al extracto de las noticias correspondientes a la representación de comedias»). El mismo ha escrito las palabras «Año de 1637» al principio de la copia en 3-11-8. 179 Se reproduce aquí, en una nota original de Armona a pie de página, el texto de un auto del 25 de junio de 1637 sobre los hospitales. Véase Fuentes III, doc. núm. 33, pags. 81– 82. El original se encuentra en AVM, Secretaría, 2-468-8. Armona lo reproduce también en el segundo tomo de estas Memorias; véase pág. 290, abajo. 172
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mo auto. Mandó tambien que entrasen los caudales en poder del Receptor de la sexta parte de sisas, porque los arrendadores volvieron a dar en quiebra. Esta sexta parte de sisas es la que tenía sobre sí el pago de los 54.000 ducados annuales concedidos por Phelipe III a los hospitales, como queda dicho 180 . 56. Por Real cédula despachada en Madrid a 29 de mayo de 1639 a favor del escribano Juan García de Albertos, vecino de Madrid, se declaró la Escribanía de comedias por juro de heredad perteneciente a su persona y familia. La compró al Rey por medio del servicio pecuniario que de ella consta, y se expidió precediendo consulta del Sr. Joseph González 181 . 57. Dos años después, siendo Protector en 1641 don Antonio de Contreras, del Orden del Calatraba, de los Consejos supremos de Castilla, Cámara y Hacienda, publicó vna ynstrucción para los theatros y compañías cómicas de Madrid y las de todo el reyno*. En ella estrechó las reglas y precauciones de su buen govierno. Ympuso severas penas a los contraventores, y encargó su cumplimiento a los corregidores y demás jueces ordinarios de España, con prevención de que se les haría cargo de qualquiera omisión en las residencias que se les tomasen 182 . * [Nota de Armona:] Instrucción que se ha de guardar en las comedias. Año de 1641 183 .
180 Véase Fuentes III, doc. núm. 35, págs. 88–89 (AVM, Secretaría, 2-420-22). Para el pago de 54.000 ducados, véase Fuentes III, doc. núm. 8 (1616), págs. 60–62; cfr. n. 166, arriba. El documento del 7 de enero de 1638, sin embargo, dice que «a los Hospitales [...] esta consignado por mandado de S.M. y del Consejo 60.000 ducados para su sustento en las sisas de la sexta parte y aprobechamiento de los corrales de las comedias [...].» (pág. 88). Nótese que este auto no es del «Juez Protector de theatros y hospitales», como dice Armona, sino de González y Contreras, «Protectores de los Hospitales de esta Corte». 181 Véase Fuentes III, doc. núm. 37, págs. 89–91 (AVM, Secretaría, 2-459-6). Se reproduce en la segunda parte de estas Memorias (véase pág. 291, abajo). Armona utilizó la copia en 2-459-6, que tiene al margen la palabra «Primera», escrita en su propia letra. Cfr. nota 215, abajo. Sobre García de Albertos y su labor como escribano de comedias, véase Fuentes XXXV–XXXVI. 182 «Que los corregidores y justicias del Reyno, cada vna en su jurisdizion hagan guardar, cumplir y executar lo contenido en esta orden, so graves penas, y que se embiará persona a su costa a hazer executar lo que por su negligencia no se executare y castigare, y se les hará cargo en la residencia» (Fuentes III, doc. núm. 38, pág. 93). 183 Se reproduce aquí, en una nota de Armona a pie de página, el texto de los Reglamentos de teatros de 1641. Armona incluye otra copia en la segunda parte de estas Memorias (véanse pág. 290, abajo). Véase Fuentes III, doc. núm. 38, págs. 91–93. El original se encuentra en AVM, Secretaría, 2-468-3 (versión manuscrita) y 2-468-6 (versión impresa). Hay otra versión incompleta del mismo documento, fechada el 8 de noviembre de 1641, en Fuentes XIII, doc. núm. 19 (a), págs. 123–124.
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58. Estas providencias no fueron todavía suficientes a aquietar los ánimos. En 1649 vino a el Consejo un recurso de Valencia a solicitud del Administrador general del Hospital de aquella ciudad. Con este motivo se movió otra vez la disputa de lo lícito o ilícito de la representación de las comedias, y para su decisión se formó vna junta de los theólogos más consumados de todo el reyno. Se confirió el asunto con toda la seriedad que de sí mismo exigía, y después de muchas y largas controversias salió de opinión común la sentencia afirmativa, manteniéndolas y declarándolas por acto indiferente. En esta junta votó un hermano del Ilmo. Crespí, que entonces era Provincial del Orden de Predicadores. Todos los votos afirmativos fueron de los primeros theólogos del Reyno de Valencia. Véanse en don Antonio Cabrero, de Metu, libro 2º, cap. 8º hasta el 22 184 . 59. Por este tiempo (dice el Sr. don Matheo Crespí de Valdaura, Vicecanciller de Aragón) se movió en el Consejo real de Castilla vna implacable disputa sobre la permisión de las comedias, y parece ser la misma que refiere Cabrero 185 . Phelipe IV mandó ventilar el punto, primeramente en Roma y después en todas las vniversidades de sus reynos. Consultó también sobre él, y dos casos raros que ocurrieron entonces en Granada 186 , a la Madre María de Jesús de Ágreda, aquella mística religiosa tan venerada desde entonces por sus virtudes y su ilustración. Respondió a S.M. una carta de seis pliegos, discurriendo sobre todos los asuntos de la consulta con mucha extensión y claridad: carta singular que se guarda en la librería del Rey. En ella se hace cargo de las tres consultas, y aviertamente da a 184 Este párrafo y el siguiente (59) están copiados de Bances Candamo, Theatro de los theatros, ed. cit., pág. 31, tal como lo señala Moir en dicha edición (p. xxxix, nota 74). Armona añade algunas frases. El original de Bances dice así: «El año de 1649, a instancia del Administrador general de el hospital de Valencia, se mouió esta disputa, para cuia decissión se hizo Junta de los theólogos de todo el Reino, y, después de largas controuersias, salió de común opinión la sentencia afirmatiua, manuteniendo las Comedias por acto indiferente, donde también votó otro hermano del Illustríssimo Señor Crespí, arriua citado, que era entonces Prouincial del orden de Predicadores, y todos los votos afirmatiuos de los primeros theólogos de aquel Reino se podrán ver en Don Antonio Cabrero (de Metu., Lib. 2., C. 8, anúm. 3. vsque ad 22.).» Bances sigue a su vez a Cristóbal Crespí de Valdaura, Observationes illustratae decisionibus sacre Supremi Regni Aragonum Concilii, segunda ed. (Amberes, 1667), fols. 21b–22b, párrafos 128–137; véase Moir, ed. cit., pág. 44, nota 102. 185 Cfr. Bances Candamo, ed. cit., pág. 31: «A este mesmo tiempo cuenta el Excelentíssimo Señor Don Matheo Crespí de Valdaura, Vicecanciller de Aragón, que se mouió en el Real de Castilla vna implacable disputa [cfr. Fuentes III, doc. núm. 60 (1648), págs. 166– 171] sobre la permisión de las Comedias...» La última frase aquí es un comentario equivocado de Armona, engañado por un error de Bances: como señala Moir en una nota (pág. 44, nota 102), no dice Crespí que Cabereros de Avendaño publicara los pareceres de los teólogos, sino que hay que consultar los autores citados por él. La única edición de la obra de Cabreros, Methodica delineatio de metu, se publicó en Madrid en 1634, y por lo tanto no pudo referir el debate en cuestión. Reproduce Armona también el nombre equivocado de «don Matheo»; se trata en realidad de don Cristóbal. 186 Las palabras «en Granada» faltan en Bances Candamo (véase la nota siguiente). Ignoramos de dónde Armona sacó este detalle.
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S.M. dictamen para que continuase la representación de las comedias 187 . El Sr. Crespí de Valdaura en su obra de observaciones no espresa esta recomendable circunstancia, porque quando la escribió quizá no podría tener la notizia, pero dice: Que llevados al Rey todos los votos del Consejo, el día 17 de febrero de 1651 188 , respondió y decidió este negocio, como los dos Césares romanos, Arcadio y Honorio, diciendo: «Nuestra clemencia ha tenido por bien que a los de esta provincia se restituya la diversión de las comedias, con calidad de que se guarde en él toda honestidad y siempre persevere el decoro de las buenas costumbres 189 .» 60. Continuó pues la succesión de los Jueces Protectores de los theatros sin novedad alguna en su judicatura y govierno, así en los dos de Madrid como en las capitales de las provincias y en las ciudades y pueblos de ellas donde los havía. 61. Las Reales cédulas de Protección, referentes vnas a otras, mandaron desde entonces: «Que el Juez Protector pueda ajustar y disponer que se ajusten y formen todas las compañías de comediantes; que pueda examinar las comedias, verlas, aprovarlas y mandar que se examinen y censuren antes que se representen en los corrales de esta Corte, y en las deemás ciudades, villas y lugares del reyno; que excluya en todo o parte las que le pareciere no ser convenientes; que conozca de todos y qualesquiera negocios tocantes a las referidas comedias, autores y compañías, determinándolos como convenga; que visite y haga visitar los corrales donde se hacen las representaciones, siempre y quando le parezca conveniente, a fin de que 187 Cfr. Bances Candamo, ed. cit., pág. 31: «y el Cathólico celo del Sr. Don Phelipe el grande, después de hauer mandado ventilar el punto en Roma, y en todas las vniuersidades de sus Reinos, consultó también sobre este y otros dos prodigiosos casos que ocurrieron entonces a la Madre María de la Concepción, aquella mística Religiosa de Agreda, la qual respondió a su Magestad vna carta de seis pliegos que se guarda en su librería, respondiendo a todas tres consultas, y permitiendo abiertamente las comedias.» Señala Moir (pág. 44, nota 103) que Crespí no dice que el Rey consultara a los teólogos ni a las universidades españolas, y que no ha aparecido la carta de Sor María; considera «poco probable» que ella recomendara la permisión de las comedias en 1651, habiendo alabado su prohibición en 1646. Cfr. Cotarelo, Controversias, págs. 45b–46a y Varey y Shergold, «Datos históricos sobre los primeros teatros de Madrid: prohibiciones de autos y comedias y sus consecuencias (1644– 1651)», Bulletin Hispanique, 62 (1960), 286–325 (págs. 288–290). 188 Hemos respetado la puntuación del manuscrito de Armona; Moir no pone coma después de «1651» en su edición de Bances (tampoco parece tenerla el manuscrito que edita) pero reconoce (págs. 44–45, nota 104) que es imposible averiguar si se entregaron los votos a 17 de febrero o si respondió el Rey en aquella fecha. 189 Cfr. Bances Candamo, ed. cit., pág. 31: «Esto no trae el Señor Valdaura, porque no alcanzaron todos esta noticia, pero dice que, lleuados todos los votos del consejo a su Magestad, en 17 de Febrero de 1651 respondió lo que los dos Cathólicos Caesares, Arcadio y Honorio: Nuestra Clemencia ha tenido por bien que a los de esta Prouincia se restituia el regocijo de el Maiuma (ya explicamos qué cosa sea Maiuma), con calidad que se guarde toda honestidad en él y perseuere el decoro con las buenas costumbres.» La cita final es traducción del texto del Corpus, II, 340b (Codex, Lib. XI, tit. xlv: De Majuma). Véase Moir, ed. cit., pág. 31, nota (f).
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estén aderezados y reparados, dando las licencias necesarias para que se representen las comedias después de estar vistas, examinadas y aprovadas, como queda referido; que estando ajustadas las compañías, reparta y señale y haga que por su orden se repartan y señalen los aposentos y bancos que fueren de repartimiento en los corrales a las personas y en la forma que le pareciere, haciendo que los autores, las compañías y comediantes guarden y cumplan lo que por el Protector se les mande; que cuide de que vivan honesta y recogidamente los comediantes, dando a los dichos Protectores absoluta y privativa facultad para conocer de sus causas e incidencias con inhivición de todos los tribunales, excepto el Consejo real, para donde, en los casos que huviere lugar de derecho, otorgue las apelaciones que se interpongan de sus autos y sentencias; que pueda subdelegar su jurisdición en las demás partes del reyno, y con la misma inhivición, en las personas que fueren de su satisfacción, con tal que no sea para ajustar las compañías ni darles licencia para representar, porque esto solo ha de correr por mano del Protector, y no por otro alguno 190 .» 62. Vajo de esta precisa disposición corrieron los theatros de Madrid y de todo el reyno. El Corregidor y la Villa de Madrid, representada por el Corregidor y sus dos Comisarios, intervinieron desde el año de 1632, pero nunca tuvieron mando ni jurisdición en ellos. Las compañías cómicas se formaron para todas partes por los Jueces Protectores, y hasta el punto de dar su aprovación a las de Madrid no eran compañías ni podían representar. 63. La intervención, el concurso del Corregidor con los dos Comisarios que sucesivamente se fueron nombrando, fue en calidad de administración, con arreglo a el acuerdo del año de 1632 y a el aviso que de orden del Rey le pasó el Sr. Joseph González 191 . En calidad, pues, de administración, el Corregidor con los dos Comisarios tenían previas conferencias para oír a los arrendadores de los corrales, para proporcionar la formación de las compañías cómicas y proponerlos a los Jueces Protectores en buen estado, con sus ajustes para su mejora, su alteración o aprovación. Consta así de documentos originales, y de las propias listas de las compañías que succe190 Este párrafo cita, de una forma algo abreviada, la Real cédula del 22 de septiembre de 1706, dirigida a don Pedro de Toledo y Sarmiento, conde de Gondomar del Puerto. El texto completo se reproduce en la segunda parte de estas Memorias (véanse págs. 292–294, abajo) y en Cotarelo, Controversias, págs. 636b–637b. Véase Fuentes XI, doc. núm. 31, págs. 80–81; hay copia de la cédula, fechada el 14 de octubre de 1706, en AVM, Secretaría, 2-458-5, otra, con la aceptación por parte del conde del 23 de septiembre, en AVM, Corregimiento, 1-1-109 (15 de julio de 1708), y otras en AVM, Secretaría, 2-459-7, del 11 de julio de 1708 (cédula y aceptación) y del 8 de diciembre de 1711 (cédula sólo). 191 Fuentes III, doc. núm. 56, pág. 160 (AVM, Secretaría, 3-135-9); véase n. 169 arriba. No está claro a qué se refiere Armona al hablar del «aviso que [...] le pasó [...] González»; creemos que no se trata de un documento concreto sino de la práctica normal de la Junta de corrales a partir de 1632 (véase Fuentes III, Introducción, págs. 20–21).
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sivamente fueron representando. Consta igualmente de las escripturas que otorgavan los ympresarios a favor de los intereses del Hospital, y de las que otorgavan también los autores que hacían caveza de las compañías por las obligaciones que eran de su cargo. Las propuestas se llevavan a el Juez Protector. Ponía su aprovación a el pie de cada lista, con aquellas variaciones, aumento, disminución o aprovación íntegra en todas sus partes, según el mérito de cada vna. CATHÁLOGO DE LOS JUECES PROTECTORES 192 1º. Año de 1584. El Lic. Ximénez Ortiz, del Consejo real. Hay un auto suyo con fecha de 13 [sic, por «15»] de febrero del mismo año, mandando a los autores de las compañías cómicas y a los representantes que por ningún caso se ausentasen de Madrid sin su licencia, ni aun siendo precisa la ausencia 193 . 2º. Año de 1608. El Lic. Juan de Tejada, del Consejo de S.M. Publicó el mismo año un cartel impreso con las primeras órdenes de govierno y policía para los theatros de Madrid, en 33 capítulos 194 . 3º. Año de 1610. Don Diego López de Ayala, del Consejo y Cámara de S.M. Hay dos autos suyos, el primero de 24 de junio de aquel año y el 192 Este catálogo se reproduce otra vez en la segunda parte de estas Memorias; véase pág. 316, abajo. Una copia autógrafa del propio Armona, sustraída de los borradores de la presente obra, se encuentra al principio del ejemplar de las Memorias copiado en parte por Francisco Asenjo Barbieri (Biblioteca Menéndez Pelayo, Ms. M-46); véase pág. x arriba. El catálogo se publica en Sepúlveda, El corral de la Pacheca, págs. 537–545. La versión posterior en Cotarelo, Controversias, págs. 735a–739b, está basada en ésta de Armona (reproduce incluso la fecha errónea de 13 de febrero en el primer artículo) pero la última parte se ha ampliado, sobre todo el artículo dedicado al propio Armona, e incluye otro sobre su sucesor, don Juan de Morales Guzmán y Tovar (año de 1792). (Nótese que en la versión incluida en la segunda parte de estas Memorias, la fecha del auto de Jiménez Ortiz se da, también erróneamente, como el 18 de febrero de 1584.) La fuente que cita Cotarelo es «Conversaciones de Lauriso Tragiense, edición española, Madrid, 1798, pág. 294 y sigs.». Creemos que este catálogo fue redactado, por Armona o uno de sus ayudantes, partiendo principalmente del ya citado informe AVM, Secretaría, 3-11-8 para la primera parte, pero luego incluyendo datos recogidos de otras fuentes. Véanse las notas siguientes. Véase también el artículo de C. E. Kany, «Theatrical Jurisdiction of the Juez Protector in XVIIIthCentury Madrid», Revue Hispanique, 81 (1933), 382–393. 193 Véanse pág. 58 y n. 136, arriba. El Lic. Jiménez Ortiz y don Pedro Puertocarrero (o Portocarrero) emitieron juntos un auto en abril de 1584 «en virtud de la comision que les fue cometido por los Señores del Consejo». Se encuentra también a don Fernando Niño en 1582–1584 actuando en nombre del Consejo en relación con las comedias y los hospitales, y a don Pedro Portocarrero en 1586–1587. Sin embargo, el primero que se llamaba Protector era Juan de Tejada, que se encargó del oficio alrededor de 1589 (Fuentes XX, pág. 37). 194 Véanse págs 59–60, arriba. Cfr. 3-11-8, [fols. 2r.–v.]: «Ytem [1608] se halla en este archibo vn impreso que contiene 33 capítulos de las ordenanzas que se havían de guardar en los corrales de comedias quando se administaban por los Hospitales, dadas por el Lizenciado Juan de Tejada, del Consejo de S.M., a quien estava cometida la Protección y gobierno de dichos Hospitales por cédula del Sr. Rey don Phelipe 2º [sic, por «3º»]».
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segundo de 6 de junio de 1611, declarando el autor a quien correspondía mejor la gratificación de 100 ducados que se llamava la joya por la representación de los autos sacramentales que les dava la Villa, no por las comedias, en que la Villa nada tenía en ellas [sic] en aquel tiempo 195 . 4º. Año de 1616. Don Diego López de Salcedo, del Consejo de S.M. A su favor se expidió Real cédula en 18 de marzo del mismo año 196 . En ella se le previno la asignación annual de 54.000 ducados hecha a favor de los hospitales de Madrid (a virtud de consulta que hizo el Consejo) sobre el fondo de las sisas: esto es, sobre la sexta parte del alquiler de las casas que se impuso quando la Corte se mudó a Madrid 197 . A 12 de abril de 1619 nombró este Ministro Protector un alguacil para el Corral del Príncipe. Hay copia de su título en el archivo de la Villa 198 ; y en el año de 1630 se despachó igual nombramiento de alguacil de comedias por doña María del Portillo, como dueña y proprietaria de este oficio comprado a S.M. para que sirviese en ellas según estava mandado 199 . 195 Cfr. 3-11-8, [fol. 2v.]: «1610 y 1611. Se hallan dos autos, vno de 24 de junio de 1610 por don Diego López de Ayala, del Consejo y Cámara, y Comisario de esta Villa, y don Gonzalo Manuel, Corregidor de ella, don Gabriel de Alarcón y Miguel Martínez del Sel, Rexidores de la misma y Comisarios por ella nombrados, y otro con fecha de 6 de junio de 1611, por los que declararon el autor a quien correspondía mejor los 100 ducados de joya que se davan.» (Este pasaje sigue inmediatamente al que se cita en la nota anterior.) Estos dos documentos se reproducen (partiendo de una copia en la segunda parte de AVM, Secretaría, 3-11-8) en la segunda parte de estas Memorias; véanse pág. 288, abajo. Cotarelo los reproduce, copiando a Armona, en Controversias, págs. 625b–626a. Para otra versión, véase Autos I, docs. núms. 28, pág. 22, y 33, págs. 24–25 (AVM, Secretaría, 3-470-23). Nótese que, a pesar de lo que afirma Armona, López de Ayala no actuaba como Protector, y no consta que lo fuera. Al contrario, Juan de Tejada era aún Protector, al parecer en solitario, en 1610–1611 (véase Fuentes XX, docs. núm. 41, pág. 141, y 43, págs. 142–159). 196 Como ya hemos notado arriba (n. 166), el documento del 18 de marzo de 1616 no es una Real cédula a favor de López de Salcedo, nombrándole Protector, sino una Real provisión, dirigida a López de Salcedo, sobre la financiación de los Hospitales. No era el único Protector; la Real provisión del 11 de abril de 1615, que fue modificada por la de 1616, estaba dirigida a Francisco de Contreras y Diego López de Salcedo, «Protectores de los Hospitales de la nuestra Corte» (Fuentes III, doc. núm. 7, pág. 58; Fuentes XX, doc. núm. 44 [b], pág. 159). 197 Véanse pág. 70, arriba, donde se cita una parte de este documento. Para su fuente, véase n. 166, arriba; cfr. AVM, Secretaría, 3-11-8, [fol. 3r.–v.]. 198 Fuentes III, doc. núm. 9 (a), pág. 62 (AVM, Secretaría, 3-474-3). 199 Cfr. 3-11-8, [fol. 4r.]: «1619. Con fecha de 12 de abril de 1619 se halla vn nombramiento de alguacil de el Corral del Príncipe por el Doctor don Diego López de Salcedo, del Consejo de S.M. y Protector de los Hospitales. Se halla otro nombramiento de alguacil de comedias echo por doña María del Portillo en el año de 1630.» En realidad se otorgó a Francisco Sánchez uno de los tres puestos de alguaciles por Real cédula del 20 de noviembre de 1630, y fue el 13 de julio de 1632, después de su muerte, cuando el oficio pasó a María de Portillo, su viuda (Fuentes III, doc. núm. 14 (a) y (b) (i), págs. 67–68; AVM, Secretaría, 4-52-130). Fue efectivamente Diego López de Salcedo quien, como Protector, nombró a un alguacil en abril de 1619. El nombramiento fue confirmado el 30 de noviembre de 1621 por Gregorio López Madera, en calidad de «Protetor de los ospitales y comedias desta Corte» (Fuentes III, doc. núm. 9 (b), pág. 62). López de Salcedo actuaba todavía como
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5º. Por muerte del Sr. Salcedo, sucedió en esta comisión el Doctor Gregorio López de Madera, del Consejo de S.M. 200 Sirvió hasta el año de 1632, en que parece murió. Escribió varias obras, y entre otras una intitulada Animadversiones juris civiles [sic] y otra con este título: Excelencias de la Monarquia de España 201 . 6º. Año de 1632. El Sr. Josef González, del Consejo y Camara de S.M. Hay muchos documentos, autos, cédulas y providencias de su tiempo, y se copian algunas 202 . Consta que continuava siéndolo en 1639, por vna Real cédula expedida a consulta suya en 29 de mayo del mismo año, creando escribanía de comedias, la qual se dio por juro de heredad a Juan García Albertos 203 . 7º. Año de 1637. Don Antonio de Contreras, del Consejo de S.M. y Visitador de Madrid. Hay un auto de los Sres. Joseph González y don Antonio de Contreras como Jueces Protectores, que vno y otro lo eran simul, dado a 25 de junio de 1637 por ante el escribano Juan Lozano, en que mandaron a el Receptor de la sisa de la sexta parte, Juan de Arana, que pagase con preferencia los 10.000 ducados concedidos por S.M. a el Hospital
Protector el 18 de agosto de 1621 (Fuentes XXI, doc. núm. 14 [c], pág. 82); pero un auto del 4 de abril de 1622 se refiere al «Sr. don Diego de Salcedo, difunto» (Fuentes XXI, doc. núm. 15, pág. 84). Véase el párrafo siguiente. 200 López de Salcedo murió en 1621 o 1622 (véase la nota anterior), y a partir de entonces encontramos a Gregorio López Madera actuando como Protector, pero no es verdad que le hubiera sustituido; el 24 de diciembre de 1619, ya aparecen Francisco de Contreras, Diego López de Salcedo y Gregorio López Madera todos juntos como «Protectores de los Ospitales desta Corte» (Fuentes XXI, doc. núm. 7, pág. 70). 201 Gregorio López Madera, Animadversionum iuris civilis liber singularis (Augusta Taurinorum: apud haeredem Nic. Bevilaquae, 1586; 2ª edn., Coloniae Agrippinae: apud Ioannem Gymnicum, 1594); Excelencias de la monarchía y reyno de España (Valladolid: por Diego Fernández de Córdoba, a costa de Martín de Córdoba, 1597; 2ª edn., Madrid: por Luis Sánchez, a costa de Martín Gil de Córdoba, 1625). De la segunda obra hay edición moderna de José Luis Bermejo Cabrero (Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1999). Sobre López Madera, que se doctoró en Leyes por la Universidad de Valencia y fue Fiscal de la Chancillería de Granada y del Consejo de Hacienda y Caballero de Santiago, véase Pérez Pastor, Bibliografía madrileña, III, págs. 279–280 y 417–418; Mercedes Agulló y Cobo, «Documentos sobre Gregorio López Madera», Anales del Instituto de Estudios Madrileños, 6 (1970), 170–173; José Antonio Martínez Torres y Enrique García Ballesteros, «Gregorio López Madera (1562–1649): un jurista al servicio de la Corona», Torre de los Lujanes, núm. 37 (octubre de 1998), 163–178. Este párrafo no consta en 3-11-8; para su fuente, véase n. 167, arriba. López Madera murió en realidad en 1649, aunque no consta que actuase como Protector después de 1632. 202 Véase §§51–52 y nn. en págs. 71–72, arriba. 203 Fuentes III, doc. núm. 37 (págs. 89–91); véase pág. 73 y n. 181 arriba. González era todavía Protector en agosto de 1645 (Fuentes III, doc. núm. 46 [h], pág. 152). Posteriormente le encontramos, hasta 1665, como Protector de las fiestas del Corpus de Madrid (véase Autos II, doc. núm. 237 [a], pág. 187). Murió en 1668 (véase n. 168).
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de la Pasión de los productos de la misma sisa, aun quando no alcanzasen para completar esta cantidad los intereses de los theatros y comedias 204 . 8º. Año de 1648. Don Alonso [sic] Ramírez de Prado, cavallero de la Orden de Santiago, del Consejo real. A 28 de octubre de aquel año se despachó a su favor Real cédula instructiva y preceptiva de la Protección de theatros, la qual se mandó después a todos sus succesores que cumpliesen y guardasen segun la forma que en ella misma se previene 205 . 204 Véanse pág. 72 y nn. 178–179, arriba. Este documento se menciona en AVM, Secretaría, 3-11-8, primera parte, [fols. 4v.–5r.], pero allí se atribuye exclusivamente a Contreras; quizá pensara Armona en este error al insistir aquí en que había dos Protectores. Antonio de Contreras aparece como Protector junto con José González ya en septiembre de 1633 (Fuentes XXI, doc. núm. 25 [a], págs. 102–103). 205 Este párrafo no consta en AVM, Secretaría, 3-11-8; Armona lo sacó sin duda del texto de la Real cédula de Protección del 22 de septiembre de 1706: «lo qual así hagáis y cumpláis según y en la forma que se expresa, y como por cédula de 28 de octubre de el año de 1648 se ordenó y mandó a don Alonso Ramírez de Prado, cavallero que fue de la misma Orden de Santiago y del dicho mi Consejo» (véanse págs. 293–294, abajo). Esta referencia es suficiente como para haber servido de fuente al comentario de Armona, sin que éste hubiera visto la cédula original; sin embargo, en otro informe sobre «la Superintendencia y Protección de los theatros y representantes del reyno», AVM, Secretaría, 2-460-5, del 6 de febrero de 1776, [fol. 3r.], encontramos lo siguiente: «[...] en cédula despachada en 28 de octubre de 1648 a don Lorenzo Ramírez, como más vien se explica en la copia que acompaña señalada con el numº 1º [...]». Cabe preguntarse si Armona vio esta copia; pero desgraciadamente parece haberse perdido, y tampoco ha aparecido la cédula original. De todas formas, se trata de Lorenzo Ramírez de Prado, como consta correctamente en la cédula de 1724 (véase pág. 296, abajo), no de su hermano Alonso. Don Lorenzo aparece en documentos de 1656–1658 como Juez de la Comisión de las comedias (véase, por ejemplo, Fuentes IV, doc. núm. 19 [a], pág. 99), y hay una «orden del Protector don Lorenzo Ramírez de Prado» del 4 de enero de 1658 (Fuentes IV, doc. núm. 22 [d], págs. 124–125). Lorenzo (1583–1658) y Alonso (1589–después de 1665) fueron hijos de Alonso Ramírez de Prado (1549–1608); véase Joaquín de Entrambasaguas, Una familia de ingenios: los Ramírez de Prado, Revista de Filología Española, Anejo 26 (Madrid: CSIC, 1943). Entrambasaguas cita este párrafo de Armona con el nombre de Alonso (pág. 132), partiendo de la versión en Cotarelo, Controversias, pág. 735b (véase n. 192, arriba), pero sin aclarar la confusión de los dos hermanos. En cualquier caso, Ramírez de Prado no era el único Protector en 1648– 1658; Antonio de Contreras, Protector ya en 1633, lo era todavía en 1652 (cfr. el párrafo siguiente) y parece haber seguido hasta 1663 (véase Fuentes IV, doc. núm. 42 (b), pág. 211). Por otra parte, hubo otros Protectores, no mencionados por Armona. Gregorio López de Mendizábel (o López Mendizábal) aparece como «Proctetor de las comedias, autores y compañías destos reynos» en junio y septiembre de 1644 (Fuentes XXXV–XXXVI, doc. núm. 164 [d], I, pág. 222; Fuentes III, doc. núm. 43 [q], pág. 107), cuando todavía lo eran también González y Contreras, y también en junio de 1646 (Fuentes III, docs. núms. 50 [a], pág. 156, y 67 (a), pág. 180). Jerónimo de Camargo era Protector en diciembre de 1662 (Fuentes IV, doc. núm. 40 [b], pág. 209; véase también su orden de 11 de septiembre de 1665, doc. núm. 46 [c], págs. 217–218). Todavía lo era en agosto de 1670 (Fuentes V, doc. núm. 8 [a], págs. 75–76). En un informe de 1674, consta que Ramírez de Prado fue Protector «mas de doze años [si esto es cierto, lo era ya en 1646], y por fin y muerte del se dio el cargo a el Sr. Geronimo Camargo, de que lo ejercio mas de 14 años en la mesma conformidad» (Fuentes V, doc. núm. 76 [a], pág. 169). En tal caso, Camargo seguiría hasta 1672 o 1673. Está claro que coincidió durante algunos años con Antonio de Monsalve, que ya era Protector en 1667; véase n. 207, abajo.
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Año de 1652. El Sr. Contreras continuava todavía en la Comisión el año de 1652, y consta de un auto que expidió a 18 de marzo del mismo, mandando varias cosas relativas a ella 206 . 9º. Año de 1677. Don Antonio Monsalbe, del Consejo de S.M., siendo Protector, mandó a 27 de abril del mismo año que se pagase a todos los interesados, supuesto que los productos de las comedias y la sisa alcanzavan a poderlo executar en aquel tiempo 207 . 10º. Año de 1705. Don Juan de Layseca Albarado, del Consejo de S.M. y de la Real Cámara de Castilla. Consta por vna orden que el duque de Montellano, Governador del mismo Consejo, le comunicó en 25 de febrero de 1705, que el Rey havía resuelto se permitiese representar privadamente en su casa a una compañía de comediantes ytalianos que se hallava en esta Corte, y no permitiese que por los arrendadores de los coliseos de la Villa se les pusiese embarazo en ello con ningún motivo ni pretexto, a cuyo fin diese las órdenes correspondientes a el cumplimiento de lo que mandava S.M. 208 . Por otra orden comunicada a el Ayuntamiento de Madrid en 12 de octubre de 1706, expedida por don Francisco Ronquillo, Governador del mismo Consejo, se le previno lo siguiente: «S.M (Dios le guarde) ha venido en conceder licencia a los comediantes españoles e ytalianos para que representen en esta Corte, de que participo a V.S. para que lo tenga entendido, y de que a este fin dé V.S. las órdenes convenientes, previniendo a los farsantes ytalianos no representen cosa que sea inmodesta ni reparable. Espero que el celo de V.S. haga tenga el devido cumplimiento esta Real orden. Nuestro Señor guarde a V.S. muchos
206
Fuentes IV, doc. núm. 8, págs. 59–60 (AVM, Secretaría, 2-468-22). Esta fecha es la que se cita también en la «pretensión» de los Hospitales contra Madrid, de 1751, citada por Armona en pág. 122, abajo; pero en la respuesta de Madrid, que reproduce a continuación, se precisa, correctamente, que la verdadera fecha del auto es el 26 de abril de 1668 (véase pág. 127 y nn. 335–336, abajo). Para el auto original, véase Fuentes XXI, doc. núm. 66 (a), págs. 160–161. Monsalve aparece como Protector por primera vez el 1º de junio de 1667 (Fuentes V, doc. núm. 3 [c] [i], pág. 50) y por última, el 19 de enero de 1685 (Fuentes XXI, doc. núm. 83 [b] [xvi], pág. 193). Hubo otros Protectores durante estos años, no mencionados por Armona, además de Monsalve y Jerónimo de Camargo (véase n. 205). El marqués de Torralba (Benito de Trelles Villamil) aparece como tal el 20 de octubre de 1675 (Fuentes V, doc. núm. 27 [b], pág. 112), tal vez por indisposición de Monsalve. Don Juan de Corral Paniagua actuaba, al parecer, como Protector en febrero de 1684, y aparece con este título en noviembre de 1686 (Fuentes V, docs. núm. 55 [s] [ii] y 68 [b], págs. 141 y 160). Todavía lo era en enero de 1689; pero en una petición de principios de marzo de 1689, consta que había «fallecido dicho Sr. don Joan de Corral [...] y [...] recaido la Protecturía de las comedias en el Sr. don Juan de la Yseca Aluarado» (Fuentes VI, docs. núm. 14 [d] y 17 [d], págs. 100 y 109–110). 208 Fuentes XI, doc. núm. 24 (a), pág. 70. Este documento se menciona en AVM, Secretaría, 3-11-8, [fol. 8v.]; pero Armona utiliza el original, que reproduce completo en la segunda parte de estas Memorias (véase pág. 292, abajo). 207
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años. Madrid y octubre 12 de 1706. B.L.M. de V.S. su más seguro y afecto servidor, Francisco Ronquillo. M.N.L. Ymperial y Coronada Villa de Madrid 209 .» 11º. Año de 1705. Don Juan Manuel de Ysla, cavallero del Orden de Santiago y del Consejo Real, fue nombrado por despacho a su favor en 4 de diciembre del mismo año y vivió poco tiempo 210 . 12º. Año de 1706. Don Pedro de Toledo y Sarmiento, del Orden de Santiago, conde de Gondomar del Puerto y Humanes, del mismo Consejo y Cámara. Se despachó la Real cédula de Protección a su favor en Ocaña a 22 de septiembre de 1706, y la sirbió cerca de 10 años 211 . 13º. Año de 1716. Don Juan Ramírez de Baquedano, del Orden de Calatrava, marqués de Andía, del Consejo y Cámara de S.M. Fue nombrado por Real cédula despachada a 10 de enero del citado año 212 . Hay un auto suyo con fecha de 25 de septiembre de 1719, en que mandó a los autores de las compañías cómicas (por punto general): «Que no reciviesen de mano de los yngenios ni de otra persona comedia alguna, sino que las presentasen y pusiesen precisamente en las del mismo Protector, para que, vistas por él, las dirigiese y pasase a quien las reconociese, y hecho, pasasen al censor y demás personas de su aprovación, vajo la pena de 100 ducados aplicados a el Hospicio de esta Villa 213 .» 14º. Año de 1724. Don Pasqual de Villacampa y Pueyo, del Orden de Montesa, del Consejo y Cámara de S.M. Fue nombrado por Real cédula dada en Madrid a 22 de enero del mismo año. A el Juzgado de Protección 209 Fuentes XI, doc. núm. 30 (e), pág. 79. Este documento se reproduce de nuevo en la segunda parte de estas Memorias (véase pág. 292, abajo), y en Cotarelo, Controversias, pág. 636b (con la fecha errónea de 1705). Tal vez la fuente de Armona fuera AVM, Corregimiento, 1-76-14, que contiene copias de este documento y de la Real orden del 12 de octubre de 1705. Sobre los representantes italianos en el siglo XVIII, véase Fuentes XI, págs. 19– 23. 210 Véase Fuentes XI, doc. núm. 31 (b), pág. 81. Es posible que Armona sacara esta referencia del texto de la Real cédula de 1706 dirigida al conde de Gondomar; véase pág. 292, abajo, y cfr. págs. 75–76 y n. 190, arriba. 211 Véase n. 190, arriba. 212 No ha aparecido la cédula original de 1716. Armona sacaría la referencia del principio de la cédula de 1724 dirigida a Villacampa: «saved que en 10 de henero de 1716 despaché zédula mía a don Juan Ramírez de Baquedano, Cavallero que fue del Orden de Calatraua, marqués de Andía, de dicho mi Consejo y Cámara, encargándole la Superintendencia y Protección de las comedias de estos mis reynos, y porque a fallecido [...]» (véase n. 215, abajo). 213 AVM, Corregimiento, 1-97-63. Armona resume la última parte: «Mandaua y mandó se notifique a los autores de las referidas compañías de esta Corte que a el presente son y en adelante fueren, no reciuan comedia alguna de mano de los yngenios que las executan ni de otra persona, si no es que los dichos yngenios las presenten y pongan en manos de S.I. para que las bea y dirixa a que las reconozca, y echo, se lleuen a el zensor y fiscal y demás personas que a S.I. pareciere, como se a practicado y practica, y vnos y otros los executen para a 100 ducados que se sacarán de multa a qualquiera de los autores que contrabiniere, aplicados para los pobres de los Ospitales de que S.I. es asimismo Protector.»
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llama esta cédula Yntendencia 214 y Protección de las comedias de estos mis reynos 215 . 15º. Año de 1735. Don Fernando Francisco de Quincoces 216 , del Orden de Santiago y del Consejo Real. Por Real cédula, despachada en el Pardo a 2 de marzo del mismo año, consta que fue nombrado para las ausencias y enfermedades de don Pasqual de Villacampa, y propuesto a S.M. por el Cardenal de Molina, obispo de Málaga y Governador del Consejo. En ella le nombra el Rey por tal Superintendente Protector y conservador de los hospitales y los corrales de comedias, que son sus mismas palabras 217 . 16º. En el año cómico de 1741 a el de 1742 están formadas las compañías cómicas por el Cardenal de Molina, Governador del Consejo, y firmada su aprovación por el mismo. No consta en las listas qué motivo huvo para esta novedad 218 .
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Sic, por «Superintendencia» (cfr. n. 212, arriba). En la copia que utilizó Armona (véase la nota siguiente), esta palabra está dividida entre dos líneas: «Super / intendencia»; Tal vez Armona, buscando rápidamente la frase que le interesaba, pasara por alto la primera mitad de la palabra, al final de la línea. 215 Fuentes XII, doc. núm. 40, págs. 123–125 (AVM, Secretaría, 2-459-6). Armona reproduce esta cédula en la segunda parte de estas Memorias; véanse págs. 294–296, abajo. Se reproduce también en Cotarelo, Controversias, págs. 639a–640b. Hay dos copias en el legajo 2-459-6; en la segunda se ha añadido, en letra del propio Armona, la palabra «Real» al principio del título y se ha escrito «Quarta» al margen (cfr. n. 181 arriba). 216 «Quiñones» en AVM, Secretaría, 2-459-6, pero la forma correcta parece ser «Quincoces»; véase Fernando Díaz-Plaja, La historia de España en sus documentos, II: El siglo XVIII (Madrid: Instituto de Estudios Políticos, 1955), pág. 77. 217 Cfr. Fuentes XII, doc. núm. 136, págs. 225–226 (AVM, Secretaría, 2-459-6): «[...] en vista de lo que el referido obispo de Málaga, Gobernador del mi Consejo, me representó y hizo presente [...] vine en aprobar por esta vez la destinación de ministro que me propuso, y elegiros y nombraros por tal Superintendente, Protector y conservador de dichos Hospitales y de los corrales de comedias, en las ausencias y enfermedades del mencionado don Pasqual de Villacampa, con la futura en caso de vacar dichos encargos y comisiones.» Esta cédula se reproduce en la segunda parte de estas Memorias (véanse págs. 296–297 abajo) y en Cotarelo, Controversias, págs. 641a–642a. En 2-459-6, las palabras «mismo asumpto» se han añadido entre líneas, en letra del propio Armona, después de «del» en el título («Otra del año de 1735»), y se ha escrito la palabra «Quinta» al margen (cfr. nn. 181 y 215, arriba). 218 No han aparecido estas listas; pero la intervención del Cardenal de Molina en la formación de 1741 se confirma en AVM, Corregimiento, 1-76-9: «No estando formada la compañía de cómicos que en el año pasado estuvo al cargo del autor Manuel de S. Miguel, por la desunión que entre sí han tenido, hordeno a Vm. haga que el Escrivano de la Comisión notifique al expresado autor y demás representantes a que la formen sin dar lugar a que se tome la providencia correspondiente, enbargándoles en el ínterin que lo executan sus vienes, o en su defecto vn fiador que lo sea abonado, de que no saldrán de esta Corte sin obtener licencia. Así dará Vm. puntual hauiso &c. 1º de abril de 1741.—EL CARDENAL DE MOLINA.—DON ANTONIO DE ANTUÑANO.» Consta de este legajo que las compañías de aquel año fueron las de Manuel de San Miguel y Gaspar de Guzmán. En un «manifiesto» dirigido a Armona por don Juan Bautista de Lavi y Zavala el 4 de mayo de 1782, «en orden a la creación, y establecimiento de los cavalleros Comisarios de comedias, funciones que han exercido en los coliseos y facultades con que ajustaban las compañías para el servicio
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17º. Año de 1743. Don Baltasar de Henao, del Consejo Real 219 . La compañía de Manuel de San Miguel se formó y aprovó por este ministro, que la firmó como Juez Protector. Y la de Joseph Parra sólo esta firmada por don Estevan Josef de Abaría. Deve entenderse que en su lista quedó omitida por olvido la aprovación y firma del Sr. Henao, pues el Sr. Abaría sólo era Superintendente general de sisas, cuyo empleo se havía creado por el Rey el año de 1734 a favor de don Fernando Verdes Montenegro, de quien fue succesor el Sr. Abaría 220 . Se firmavan por ellos para el pago de sus partidos a los cómicos, por la calidad de caudal de sisas que se dio a el de las comedias. Las listas de formación del año de 1744 se firmaron por el Sr. Henao como Protector y por el Sr. Abaría como Superintendente de sisas 221 . Las de el año de 1745 sólo estan firmadas por el Sr. Henao, en calidad de Protector 222 , y las de 1746 se firmaron por vno y otro, como se ve en ellas 223 . 18º. En el de 1747 huvo dos formaciones de compañías. La primera fue aprovada por los Sres. Henao y Abaría, y la segunda por el Sr. conde de Maceda, como Governador político y militar de Madrid, creado y declarado por el Rey aquel mismo año 224 . Vajo de este concepto y según el decredel público», encontramos lo siguiente: «En el año de 1735, siendo Superintendente de sisas el Sr. don Fernando Verdes Montenegro, se establecieron las partidos que hoi gozan los cómicos, y en el de 1739 aparecen ya aprovadas por el Eminentísimo Sr. Cardenal de Molina las listas de compañías, encargando el cumplimiento de las contratas a don Antonio Antuñano que servía en calidad de Director de la administración de comedias. En el de 1742 se hallan igualmente aprovadas las listas por los Sres. don Baltasar de Henao y don Estevan Joseph de Avaría, y consta de la aprovación del primero haverse nombrado por autor de una compañía a Manuel de San Miguel» (AVM, Corregimiento, 1-84-29). Es de suponer que Lavi preparó este informe para Armona. Cfr. n. 224 abajo. 219 Juez Protector desde el 15 de enero de 1742, cuando sustituyó a Quincoces. Cfr. pág. 171 y n. 433, abajo. 220 Cfr. AVM, Corregimiento, 1-159-6: «El año de 1734 creó el Sr. don Phelipe V el empleo de Superintendente general de sisas de Madrid, y le confirió a don Fernando Verdes Montenegro, de quien fue sucesor don Esteban Josef de Abaría.» Este legajo contiene una copia en limpio y un borrador de un breve informe sobre el Juzgado de Protección. Está incompleto, y sin firmar, pero el borrador está escrito en la misma letra que algunas partes de los borradores de estas Memorias (BNM, Mss. 18.474 y 18.475). 221 Parece que las listas de formación de 1743 y 1744 (Fuentes XII, docs. núm. 214 y 220; AVM, Secretaría, 1-415-4) han desaparecido, de modo que no podemos averiguar los datos expuestos en estos dos párrafos. 222 Sic, pero la lista de formación de la compañía de Joseph Parra del año de 1745 (AVM, Secretaría, 1-377-1) está firmada por Henao y Abaría. 223 Las listas de formación de las compañías de Joseph Parra y Petronila Jibaja para el año teatral que empezaba «el primer día de Pasqua de Resurrección del corriente año de 1746» están firmadas efectivamente por Henao y Abaría (AVM, Secretaría, 1-360-1). 224 Sic, pero en realidad fue en septiembre de 1746 cuando se creó el Gobierno político y militar de Madrid, a raíz de la muerte de Felipe V. Hay una «copia de los Reales decretos expedidos al Real y supremo Consejo de Castilla en 22 de septiembre de 1746, noticiándole
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to de su creación se refundieron en el conde todas las facultades de los dos ministerios antecedentes 225 . 19º. El año de 1747, con arreglo a dos órdenes del Rey de 26 y 29 de noviembre, se suprimió el govierno militar y se confirió el Corregimiento de Madrid a el marqués de Rafal 226 . Entre otras comisiones se le concedió la Judicatura de los theatros y representantes del reyno, como también la Superintendencia general de sisas de Madrid, de modo que por estas dos Reales disposiciones el marqués del Rafal fue el primero en quien se reunieron los tres respetos, jurisdiciones y autoridades de Juez Protector de theatros, Corregidor de Madrid y Superintendente general de sisas 227 . S.M. la creación del Govierno político y militar de Madrid y su jurisdicción que comprehenden las preeminencias, exempciones y facultades a él concedidos», en AHN, Consejos, libro 1516, núm. 15. Fue igualmente en 1746 (no en 1747, como dice Armona) cuando hubo una segunda formación de compañías. La primera se había hecho en abril por Henao y Abaría, según la práctica establecida (véase la nota anterior). La segunda se realizó el 26 de noviembre de 1746 por el nuevo Gobernador político y militar, el conde de Maceda, y valía para lo que quedaba del «año cómico» de 1746–1747 y también para el de 1747–1748. Véase el legajo AVM, Secretaría, 1-360-1, que contiene dos «escrituras de representación y obligación» del 15 de diciembre de 1746, otorgadas ante Manuel Esteban de las Heras, Escribano de la Comisión de comedias, por las dos compañias, la de Joseph Parra (en la cual estaba Petronila Jibaja), y la de Manuel de San Miguel: «Ante mí [...] parezieron la compañía de cómicos y farsantes de esta Corte y vna de las que han de representar en los Coliseos del Príncipe y de la Cruz de ella lo que falta de representado de este presente año, que cumplirá el martes de Carnestolendas, y desde allí en adelante hasta otro tal día siguiente del año que asimismo vendrá de 1748; la cual ha de empezar a representar el día siguiente que se zelebraren las exequias del Rey N.S. don Phelipe V [...] hasta dicho martes de Carnestolendas de 1748 [...].» Refiriéndose a la formación de la compañía de Parra, sigue esta escritura: «[...] con la orden que para ello se ha dado por el Sr. conde de Mazeda, Governador de lo político y militar [...] así para la formazión de esta dicha compañía como también para la otra que se halla formada, y ésta con las partes que la componen y pacto que arriba queda expresado está aprovado por S.E. en 26 de noviembre próximo pasado de este presente año [...].» El informe de Lavi (AVM, Corregimiento, 1-84-29), dirigido a Armona en 1782 (véase n. 218, arriba), recoge correctamente los datos esenciales: «En el [año] de 1746 se hallan aprovadas por el Sr. conde de Mazeda para el año cómico desde 1747 al de 1748»; pero Armona confundió las fechas. Véase también §100, págs. 114–116, abajo. 225 Cfr. la nota anterior. El legajo AHN, Consejos, libro 1.516, núm. 15 contiene también un «Real decreto nombrando al Gobernador político y militar de Madrid, conde de Maceda, Superintendente de las sisas reales y municipales de Madrid». Cfr. AVM, Corregimiento, 1-159-6 (véase n. 220, arriba): «En 1746 se creó el Govierno político y militar de Madrid en el conde de Maceda, y se refundieron en él todas las facultades de los dos ministerios y juzgados antecedentes; y en su consecuencia se hallan formadas y aprovadas por sí solo las primeras compañías de aquel año.» En AVM, Secretaría, 2-478-41 hay un bando impreso del conde de Maceda, del 28 de abril de 1747, prohibiendo entrar en los aposentos de los teatros salvo «con la decencia que corresponde, sin manto ni embozo de capa [...]». Véanse también nn. 355–356, abajo. 226 Armona reproduce estos documentos del 26 y del 29 de noviembre de 1747 en págs. 114–115, abajo, y otra vez en la segunda parte de estas Memorias; véanse págs. 298–299, abajo. Cfr. nn. 307–308, abajo. 227 Sobre esta reunión de funciones, punto clave en la obra de Armona, Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García citan oportunamente las observaciones de
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20º. El año de 1764, servía los mismos empleos y comisiones don Juan Francisco de Luján y Arce 228 . Con fecha de 17 de abril del mismo año se le comunicó una orden de S.M. 229 previniéndole que vsase de las facultades que por resolución de 21 del mes de marzo anterior estavan atribuidas a el Juez Protector de theatros en los asuntos de comedias 230 , con la expresión de que vna vez que los cómicos manifiesten voluntad de representar les apremiase a ello sin embargo de las condiciones que propusieren, no siendo proporcionadas o arbitrales 231 . 21º. En el año de 1766 era Juez Protector, Corregidor de Madrid y Superintendente de sisas don Alonso Pérez Delgado, del Consejo de Guerra. A 17 de febrero del mismo año hizo una representación dirigida al Sr. don Manuel de Roda, Secretario de Estado y del Despacho de Gracia y Justicia, exponiendo varias causas que le imposivilitavan la formación de las compañías cómicas. Pidió que se le dejase en livertad para poderlas hacer en vso de las facultades concedidas a los Jueces Protectores, siempre confirmadas por S.M. en varias cédulas y resoluciones, de que acompañó copias. No llegó el caso de dar curso a esta representación, por haverle dicho de palabra el Sr. Roda que no havía necesidad de dar cuenta de ella al Rey, ni de nuevas declaraciones, porque podía formar las compañías quando lo estimase conveniente. Consta de la representación misma, y de una esquela de puño propio escrita por el Sr. Delgado, que vno y otro se guarda en la
Leandro Fernández de Moratín en el «Discurso preliminar a sus comedias» (BAE, 2, pág. 314»: «De nada sirvió el haberse dado el corregidor de Madrid el título de protector de los teatros, con el encargo de la formación de las compañías y el gobierno de ellas: la deformación de nuestra dramática pedía de parte de la suprema autoridad providencias más directas y más eficaces» (Armona, Memorias, ed. cit., pág. 170, n. 87). 228 Corregidor y Juez Protector desde el 18 de agosto de 1753. Véase AHN, Consejos suprimidos (Recreos y festejos públicos), legajo 11.406, núm. 112: «En decreto de 26 de noviembre de 1747 expedido al Consejo y Cámara se hizo expresión de las facultades concedidas al Corregidor marqués del Rafal y de los encargos puestos privativamente a su cuidado, y con papel del 29 del mismo mes se previno para el proprio fin con más especificación al obispo de Oviedo, Governador entonces del Consejo, que devía entender el Corregimiento en el govierno de teatros de comedias y la composición de compañias; y haviéndose conferido el Corregimiento de esta Villa con las mismas circunstancias a don Juan Francisco de Luján y Arce, ha resuelto el Rey que en la propria conformidad manege la expresada comisión, y de orden de S.M. lo prevengo a V.I. para que lo haga presente al Consejo y Cámara. &c. Buen Retiro: 18 agosto 1753.—AL OBISPO DE CARTAGENA.» 229 AVM, Secretaría, 2-459-11 (17 de abril de 1764); copia en AVM, Corregimiento, 1-153-42. Se reproduce esta orden en Cotarelo, Controversias, págs. 656b–657a, pero con signatura equivocada. 230 AVM, Secretaría, 2-459-10 (21 de marzo de 1763); copia en AVM, Corregimiento, 1-84-14. 231 Armona cita aquí la orden del 17 de abril de 1764, que reproduce en la segunda parte de estas Memorias (véanse pág. 307, abajo).
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contaduría de comedias con los papeles y órdenes que corresponden a los Jueces Protectores y superintendentes de sisas 232 . 22º. Por fallecimiento de este ministro fue nombrado para los mismos empleos y comisiones don Andrés Gómez y de la Vega, Yntendente de egército del Reyno de Valencia y del Consejo de Guerra. Murió el año de 1776 233 . 23º. A 24 de diciembre del mismo, por decreto de S.M., fue nombrado para los mismos empleos de Corregidor, Juez Protector de theatros y Superintendente general de sisas don Joseph Antonio de Armona y Murga, cavallero pensionado de la distinguida Real Orden de Carlos III, Yntendente general de exército y Real hacienda del reyno de Galicia 234 . El mismo continúa sirviéndolos en el presente año de 1785. ÉPOCA DE LOS ALCALDES DE CORTE 235 64. La concurrencia de toda clase de gentes, oficiales, mugeres y pueblo vajo produjo, como era regular, algunos escándalos o disgustos. El govierno, que ya havía dispuesto un orden interior y decoroso para el servicio de los teatros, vio entonces como precisa la necesidad de corregir la parte exterior de ellos, estableciendo otro orden de seguridad, de precaución y decencia, para evitar las desazones del concurso. El Consejo mandó, pues, en 3 de noviembre de 1638 y en 9 de julio de 1650, que asistiese dia232 No hemos localizado los documentos citados en este párrafo. Sobre la formación de compañías de 1766 véase, sin embargo, AVM, Secretaría, 2-459-13. Se reunió la Junta el 17 de enero de 1766 para considerar «el deplorable estado en que se hallan las compañías de representantes de esta Corte y con especialidad la de la autora María Hidalgo [...]». Se mencionaron las dificultades causadas por la prohibición, por Real orden del 9 de junio de 1765 (AVM, Secretaría, 2-459-12; Cotarelo, Controversias, pág. 657a–b), de los autos sacramentales, que habían sido el «punto fixo» de la formación. Este legajo 2-459-13 contiene también dos listas de compañías, sin firmar, del 1º de marzo de 1766. 233 No hemos podido comprobar estos datos. Pérez Delgado era todavía Corregidor en 1771; véase AVM, Corregimiento, 1-185-26 (24 de abril de 1771). En 1774, Juan Palanco era Corregidor interino, y aparece así en documentos relativos al caso de Baltasar Díaz y María Josefa Cortinas (véanse pág. 145 y n. 387, abajo). Pablo de Ondarza actuaba igualmente como Corregidor interino el 5 de octubre de 1776 (probablemente por enfermedad o muerte de Gómez y de la Vega), según AVM, Corregimiento, 1-84-40, expediente que reproduce y confirma los «Reglamentos de lo que deve obserbarse por los yndibiduos de las dos compañías», expedidos por Pérez Delgado el 21 de agosto de 1768. 234 No hemos visto el decreto original. Hay una copia, fechada 25 de diciembre de 1776, en AHN, Consejos suprimidos, legajo 11.407, núm. 16 (véase pág. 178 y n. 452, abajo). 235 Toda esta sección está basada en Antonio Martínez Salazar, Colección de memorias y noticias del gobierno general y político del Consejo: lo que observa en el despacho de los negocios que le competen: los que corresponden a cada una de sus Salas: regalías, preeminencias y autoridad de este supremo tribunal, y las pertenecientes a la Sala de Señores Alcaldes de Casa y Corte (Madrid: Antonio Sanz, 1764), capítulo XLII («Concurrencia de los Señores Alcaldes a los theatros de comedias diariamente, órdenes y providencias expedidas en este asunto»), págs. 462–467. Citamos en las notas siguientes los pasajes parafraseados por Armona.
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riamente un alcalde de Corte a los dos coliseos, llevando sus alguaciles y escribano. Se le dio asiento en una silla sobre el mismo tablado y a su lado se mantenían de pie el alguacil y el escribano. En esto huvo después inconvenientes, y se evitaron poniéndose en lo que se llama el aloxero: el alcalde dentro y los alguaciles con el escribano sentados a la parte de fuera en la varandilla y poyo que tienen de frente 236 . 65. El alcalde embiava, desde el coliseo donde residía, dos alguaciles y un escribano a el otro coliseo para mantener el mismo orden: esto es, para que se hiciesen las salidas con separación de hombres y mugeres, evitando todo motivo de desazón, de encuentro o indecencia 237 . Se mandó igualmente que las causas que dimanasen de las cuestiones, disgustos o casos 236
«La concurrencia a las representaciones de comedias en las casas y theatros publicos destinados a este fin en la Corte ha merecido en todos tiempos la particular atencion de evitar los escandalos, alborotos y disgustos que pueden ocurrir en estos publicos festejos, por lo que mandó el Consejo en 3 de noviembre de 1638 y 9 de julio de 1650, y actualmente se observa, que uno de los Sres. Alcaldes por turno asistiese diariamente a las comedias que se representan en las dos Casas o Coliseos que se nombran del Principe y de la Cruz; y tambien tienen precision de asistir a las habilidades que en los dias de Quaresma y en los mismos Coliseos hacen los que comunmente llaman bolatines (Nota: Auto 46, tit. 6, lib. 2. Recop. y Archivo de la Sala, leg. 2 de Ordenes y Decretos, año de 1638, num. 128 y legajo 2 de Ordenes y Decretos, año de 1650, num. 128); y antes de principiarse la comedia se pone el Sr. Alcalde dentro de la puerta por donde entran los hombres, sentado y acompañado de los alguaciles, para hacer observar lo mandado por S.M. y la Sala, y no permitir que los concurrentes vayan indecentes [...]. En los anteriores tiemps, los Sres. Alcaldes, durante el de la representacion, tenían su asiento en silla que se ponía en el mismo tablado, y a su lado estaban en pie el alguacil y Escribano oficial de la Sala, que le asistían; y porque en las comedias de theatro los bastidores para las mutaciones ocupan la mayor parte del tablado, sin dejar libre el sitio destinado al Sr. Alcalde, se tuvo por conveniente señalarle el aposento que actualmente tiene, y se nombra el alojero, y los alguaciles y escribanos se sientan a la parte de afuera en la varandilla y poyo que está al frente del mismo aposento» (Martínez Salazar, Del gobierno general, págs. 462–463). Sobre este importante pasaje, véase John E. Varey, «Reyes y jueces en El mejor alcalde, el rey, de Lope de Vega», en su Cosmovisión y escenografía: El teatro español en el Siglo de Oro, Nueva Biblioteca de Erudición y Crítica, 2 (Madrid: Castalia, 1987), págs. 157–176 (en pág. 173). Las «Noticias para el gobierno de la Sala de Alcaldes de Casa y Corte», anteriores a 1630, citadas por Varey en este trabajo (n. 17), han sido publicadas por José María Ruano de la Haza, en Bulletin of the Comediantes, 40 (1988–1989), 67–74; en ellas, se especifica que el alcalde se había de sentar en una silla en el tablado, junto al vestuario (pág. 70). Todavía en 1738, según Louis Riccoboni, el alcalde se sentaba en el escenario en las comedias sencillas, «de capa y espada» (citado en Varey, pág. 174). Véase también n. 354, abajo. 237 «Antes que se concluya la representacion, pasa el Sr. Alcalde con ministros a la puerta por donde salen las mugeres, para evitar los excesos que puede producir la concurrencia de los hombres, y hasta que la puerta se cierra, se mantiene alli el Sr. Alcalde y ministros. Desde el coliseo donde asiste el Sr. Alcalde pasan de su orden dos alguaciles y un escribano al otro coliseo, y hasta que comunican el aviso al autor de la compañía no se da principio a la representacion, y permanecen alli los ministros, y se sientan adelante del aposento que se dice del alojero, correspondiente al Sr. Alcalde, a quien avisan prontamente de qualquier novedad que se ofrezca; y finalizada la representacion, pasan a la puerta por donde salen las mugeres, en la misma conformidad que lo hacen los Sres. Alcaldes» (Martínez Salazar, Del gobierno general, págs. 463–464).
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que en adelante ocurriesen en los theatros perteneciesen a el conocimiento de los alcaldes sin dependencia del Juez Protector o del Superintendente de las comedias, como le llama el Secretario del Consejo y Cámara de Castilla, Martínez de Salazar, en su obra Del govierno general y político del Consejo, al folio 464, declaración echa a 18 de junio de 1652, según el mismo autor 238 . 66. Entonces se hacían muchas representaciones en casas particulares, especialmente en los tiempos de Carnestolendas y Pasqua, juntándose alguna vez las familias de ellas con los cómicos y representantes. Esto produjo otros inconvenientes y otras providencias para evitarlos. Ya se havía mandado en 1632, por auto del Consejo, que no se representasen comedias en las casas particulares sin licencia del Presidente del Consejo; y después, en 20 de febrero de 1645, previno el mismo Presidente a la Sala de Alcaldes que las impidiesen éstos en sus respectivos quarteles. En 1648 se repitió lo mismo, consecuente a el auto de 1632, y como los alcaldes empezaron a conceder licencias por sí para esta clase de diversiones, se les prohivió últimamente, por otra orden de 22 de septiembre de 1762 239 . 67. En el mes de noviembre del año de 1753 se publicaron vnas precauciones sabiamente meditadas que el Rey mandó observar, así para las representaciones como para el más cómodo concurso en los theatros y orden 238
«Corresponde a la Sala de Sres. Alcaldes entender y conocer de todas las causas que dimanaren de las questiones, disgustos y demás casos que ocurran en los coliseos de las comedias, sin dependencia del Superintendente de ellas; lo que asi declaró el Consejo en 18 de junio de 1652. (Nota: Archivo de la Sala, leg. 2 de Órdenes y Decretos, año de 1652, n. 177)» (Martínez Salazar, Del gobierno general, pág. 464). 239 «Conociendo las malas consecuencias que produce la representacion de comedias en casas particulares, se comunicó a la Sala orden del Sr. Presidente del Consejo en 20 de febrero de 1645 para que los Sres. Alcaldes en sus respectivos quarteles las impidiesen. (Nota: Archivo de la Sala, leg. 21 de Ordenes y Decretos, año de 1645.) Y en el año de 1648 el Sr. Gobernador del Consejo previno a la Sala de orden de S.M. que en tiempo de Carnestolendas se hacían comedias entre vecinos particulares, juntandose personas de sus familias, en que entraban comicos y representantes, quienes tambien formaban compañías para hacer comedias en casas de los señores; por lo que se previno a los Sres. Alcaldes procuraran evitarlo, pues por auto del Consejo del año de 1632 estaba mandado no se representasen comedias en casas particulares sin licencia del Sr. Presidente del Consejo; y hallandose informado el Ilmo. Sr. Obispo de Cartagena, actual Governador del Consejo, de que los Sres. Alcaldes concedian estas licencias en sus respectivos quarteles, expidió orden a la Sala en 22 de septiembre de 1762, previniendoles no pasasen por sí a conceder semejantes permisos sin dar cuenta antes a la Sala, para que esta los pueda conceder o negar segun tuviere por conveniente, para evitar los perjuicios, que de lo contrario pudiesen resultas. (Nota: Archivo de la Sala, lib. de Gobierno, año de 1762.)» (Martínez Salazar, Del gobierno general, págs. 465–466.) Hay una copia del auto de 1648 en AHN, Sala de Alcaldes de Casa y Corte, libro 1648, fol. 26; véase también libro 1649, fols. 12–14. Conviene notar también que en el reglamento de teatros de 1615, se estipuló que «los Autores y sus compañias no representen en esta Corte en casas particulares, sin licencia del Consejo» (Fuentes III, doc. núm. 6, pág. 57), y que esta norma se repitió en el reglamento de 1641 (añadiendo: «sin lizencia del Consejo o del Sr. Presidente de Castilla»; Fuentes III, doc. núm. 38, pág. 93).
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exterior que hoy se guarda y deve guardar fuera de ellos: señalamiento de horas para empezar, tiempo que ha de durar cada diversión con música, tonadillas y saynetes, reducido a el término de tres horas, con lo demás que consta de ellas. Son 25 capítulos que están impresos, y los insertó en su libro el citado Martínez de Salazar 240 . 68. Siendo Governador de Madrid y Presidente de la Sala el conde de Maceda, mandó en 25 de diciembre de 1746 a el Alcalde decano de ella, don Pedro de Castilla, que en adelante asistiesen a las comedias dos alcaldes, vno en cada coliseo. Y en 12 de julio de 1749 repitió la misma orden el obispo de Oviedo, siendo Governador del Consejo 241 . Desde entonces empezó esta practica, y sigue hasta el presente. CONTINUACIÓN DE LAS REPRESENTACIONES: PROVIDENCIAS DEL GOBIERNO Y AUMENTO DE LOS THEATROS DE MADRID 69. Phelipe IV, que en 1645 pasó a Aragón con el nuevo ministro don Luis de Haro para hacer frente a las imbasiones de los franceses, se vio en la necesidad de cargar sobre las representaciones cómicas de toda España la curación y regalo de los soldados enfermos y heridos de sus exércitos. Mandó, pues, que pagasen un quarto más en todas partes todas las personas que entrasen a ver comedias. Y dio comisión para hacer efectiva esta menuda recaudación al Corregidor de Madrid, por virtud de Real cédula dada en Zaragoza a 5 de agosto de 1645, que es del tenor siguiente 242 . [Sigue el texto de la Real cédula; véase Fuentes III, doc. núm. 47 (a), págs. 152–154. La fuente inmediata de esta copia de Armona es el informe AVM, Secretaría, 3-11-8, fols. [17r.–19v.], en el cual el propio Armona escribió el título «Año de 1645». Se reproduce también en Cotarelo, Controversias, pág. 634; Cotarelo sacó el texto del manuscrito de Armona.] 240 «Los Sres. Alcaldes deben poner especial cuidado en que se observen puntualmente las Precauciones, mandadas observar por S.M. para la representacion de comedias, comunicadas en noviembre de 1753 y repetidas con su Real orden a la Sala en el año de 1763 reducidas a los 25 capitulos siguientes» (Martínez Salazar, Del gobierno general, pág. 467). Martínez Salazar reproduce a continuación, en págs. 468–473, la segunda versión de las precauciones, de 1763; cfr. n. 341, abajo. Se reproducen estas «Precauciones» en las páginas 130–134, abajo. 241 «Siendo Gobernador de esta Villa de Madrid, y Presidente de la Sala el Excelentisimo Sr. Conde de Maceda, expidió orden en 25 de diciembre de 1746, dirigida al Sr. don Pedro Castilla, Alcalde decano que era de la Sala, previniendole diese disposicion de que dos Sres. Alcaldes asistiesen a las comedias, uno a cada coliseo; y lo mismo se mandó por el Ilmo. Sr. Obispo de Oviedo, Gobernador que fue del Consejo, por otra orden comunicada a la Sala en 12 de julio de 1749. (Nota: Archivo de la Sala, libros de Govierno, año de 1746 y 1749)» (Martínez Salazar, Del gobierno general, pág. 464). 242 Este párrafo se repite en la segunda parte de estas Memorias, donde Armona reproduce otra vez el texto de la Real cédula del 5 de agosto de 1645; véase pág. 291, abajo. Sobre este cuarto adicional «para socorro de los hospitales de los exercitos», véase también Fuentes III, doc. núm. 67, págs. 179–180.
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70. Esta providencia no produjo las vtilidades que se deseavan y se acavó con el reynado de Phelipe. Murió de 60 años a 17 de septiembre de 1665, dejando a su hijo Carlos II en la menor edad de quatro años y medio, vajo la regencia de la Reyna Madre. 71. Don Luis de Haro, primer ministro y amigo del Rey, havía muerto a fines del año anterior, dejando dos hijos 243 . El mayor, que era el marqués de Liche, hombre tan impetuoso como soberbio y vano, pretendió el govierno del nuevo Palacio de Buen Retiro que havía tenido su padre. El Rey no se lo concedió y, arrebatado de la cólera que le excitó su sentimiento, quiso vengarse del Rey y los ministros sucesores en la gracia del soberano: esto es, el cardenal de Sandoval, el duque de Medina de las Torres y el conde de Castrillo. El marqués savía quánto gustava el Rey de las comedias. El theatro que se avía hecho en el Retiro havía ocupado las atenciones del soberano y el marqués mismo avía tenido la dirección de sus decoraciones y adornos. Allí, pues, se quiso vengar del Rey y sus ministros, disponiendo que en vez de vna alegre representación cómica se executase un expectáculo el más horrible y triste en los primeros meses del año de 1662. Ganó para este efecto algunos malbados y gente vaja, por cuyas manos hizo poner vna gran cantidad de pólbora devajo del theatro. Dio orden a sus cómplices para que se le pegase fuego luego que el Rey huviese tomado su silla y los demás sus asientos, pero la víspera, o el mismo día que escogió para la execución de tan horroroso atentado, se descubrió por delación. Los cómplices fueron presos, se les tomaron declaraciones, acusaron a el marqués de Liche y éste fue arrestado en el momento. Phelipe IV, cuya clemencia nunca se havía desmentido por ningún caso o suceso el más adverso, le perdonó la vida en memoria de los grandes servicios y del amor que tuvo a don Luis de Haro, su padre. Con el tiempo se fue olvidando este delito de el marqués, y murió siendo Virrey de Nápoles el año de 1687 244 . 72. La Villa de Madrid, que siempre se havía exmerado a beneficio de los hospitales y tenía la carga de intervenir, así en la administración de los
243 Luis Méndez de Haro (1598–1661) fue el VI marqués del Carpio, duque de Montoro, y sobrino del conde duque de Olivares, a quien sucedió como privado de Felipe IV. Murió en 1661, no en 1664 como dice Armona. Su gran rival fue Ramiro Núñez de Guzmán (¿1612?–1668), duque de Medina de las Torres y yerno de Olivares. Don Luis se casó con Catalina Fernández de Córdoba, hija del duque de Cardona, y tuvieron dos hijos: Gaspar de Haro y Guzmán (1629–1687), VII marqués del Carpio y marqués de Heliche, de quien habla Armona a continuación, y Juan Domingo de Haro y Guzmán (m. 1716), VII conde de Monterrey. 244 Sobre todo este episodio véase Shergold, A History, págs. 325–327 et passim, y cfr. pág. 52 y n. 111, arriba. El complot no se descubrió por «delación», sino por pura casualidad: se encontró un poco de pólvora en el suelo del tablado. Sobre la actividad teatral de Heliche, véanse también Fuentes I, doc. núm. 26 (1661), pág. 61; y Fuentes IV, págs. 38–39, docs. núm. 18 (b) (vi) y (n), págs. 91 y 97, núm. 22 (c), pág. 123, núm. 25 (d) (i) y (f) (i), págs. 134 y 135, y Lista Cronológica de Representaciones Palaciegas, págs. 219–237 passim.
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theatros como en la seguridad de sus productos, por expresa voluntad del Rey; la Villa, que desde el año de 1632 llevava este peso de espinas, como se ha visto 245 , por medio de vna comisión compuesta del Corregidor y dos capitulares, presidiendo sus juntas los Ministros Protectores para ajustar los arrendamientos y hacer la formación de las compañías cómicas; esta Villa, que parecía regular, y aun preciso, tuviese un aposento correspondiente en cada theatro para la asistencia del magistrado, o a lo menos de su autorizada comisión, no le tenía en 1610, 1618 ni en 1632, año en que por orden del Rey la llamó el Sr. Joseph González a que concurriese con él a estos difíciles negocios 246 . 73. Ya en 1618 havía representado al Rey que, ha egemplo de otras ciudades de España, concediese S.M. a el Ayuntamiento de Madrid un aposento en cada theatro para asistir a sus representaciones, livertándole de vna contribución de 300 ducados que pagava a los arrendadores cada año 247 . Acompañó su instancia con varios testimonios: vno dado por Diego Núñez Morquecho, escribano de S.M. y mayor del Ayuntamiento de la ciudad de Valladolid, dado a 10 de diciembre de 1614 248 , otro de Vicente González Álbarez, escribano del Ayuntamiento de la ciudad de Ávila, dado a 6 de noviembre de 1615 249 , y otro de Juan de Segobia, escribano del Ayuntamiento de Segobia, de 6 de mayo de 1615 250 , constando en ellos que estas tres ciudades tenían aposentos con mayor adorno y distinción que los demás del común, sin pagar por ellos a los hospitales, cofradías o arrendadores a quienes correspondían las casas de comedias o sus productos. El Rey, que entonces no quiso tomar providencia, por ser negocio de los hospitales, reservó sus gracias y distinciones a Madrid para los tiempos sucesivos. Pero en la escritura de arrendamiento que otorgó Luis Monzón en 1646, aprovada por el Sr. Contreras, Juez Protector 251 , se capituló que 245
Véase pág. 71 y n. 169, arriba. Véase Fuentes III, págs. 27–29. Ya en 1602 los Regidores de la Villa pidieron a los Hospitales, y consiguieron, un aposento en cada corral, pagando por ellos 50 ducados al año (AVM, Secretaría, 3-135-9; 3-135-19). Pronto subió el precio, y en 1609 pagaban 300 ducados, descontados de su salario; se quejaron aquel año de que la cantidad era excesiva (Fuentes III, doc. núm. 4, págs. 52–53). En 1614 y 1618 pidieron que se les concedieran los aposentos gratis, y para 1621 habían conseguido esta concesión (véanse las notas siguientes). Por tanto, no es verdad que carecieran de aposento en 1632. 247 Véase Fuentes III, doc. núm. 5 (a) (25 de agosto de 1618), págs. 53–54 (AVM, Secretaría, 2-468-4). 248 Fuentes III, doc. núm. 5 (c), pág. 54. 249 Fuentes III, doc. núm. 5 (d), págs. 54–55. Se trata en realidad de Vicente Gonsalvo Álvarez, y la fecha es el 6 de mayo de 1615. 250 Fuentes III, doc. núm. 5 (e), pág. 55. 251 Fuentes XIII, doc. núm. 13 (d) [7], pág. 91. La fecha de 1646 es un error; el arriendo de Luis Monzón data de 1621. Los Regidores habían pagado los 300 ducados hasta 1620; véase Fuentes XIII, doc. núm. 12 [1], pág. 86. Nótese que en el contrato de Monzón, de 1621, el Protector era Diego López de Salcedo, no Antonio de Contreras; éste, en cambio, sí lo era en 1646. Pero no se arrendaron los teatros en 1646, sino en 1641 y 1645. 246
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no havía de llevar a Madrid los 300 ducados que hasta entonces havía pagado por los dos aposentos que ocupava, vno en cada teatro, bien que los hospitales no dejaron de reclamar mucho tiempo después esta gracia. El Rey, quando llegó su caso, esto es, en 1680, por Real orden de 4 de mayo [sic, por «marzo»] del mismo, mandó que concurriese Madrid a la comedia que se hacía el día 5 en el theatro del Retiro, señalándole aposento y hora para su asistencia 252 . El año de 1690 se le hizo el mismo señalamiento, y como en las comedias que se hacían en Palacio y en el theatro del Retiro se ocupavan los cómicos de las compañías de Madrid, que eran pocos y de poca havilidad en aquel tiempo, previno el Rey por medio del conde de Oropesa, Presidente de Castilla, en orden de 24 de abril del mismo año, que se tragese vna compañía que estava en Toledo, para que con motivo de los ensayos que se hacían no faltasen las representaciones públicas en sus dos coliseos 253 . Después ha continuado y continúa siempre la gracia del soberano, asistiendo Madrid a quantas funciones reales se executan de su orden en esta Corte. 74. Algunas casas de las primeras en Madrid, algunos particulares y también algunos conventos y colegios de piadosa institución tenían aposentos propios y los desfrutavan como les convenía 254 . El Sr. Joseph González havía provehído un auto como Juez Protector en 13 de mayo de 1633, mandando que todas las personas que tuviesen aposentos en los dos corrales hiciesen nuevos arrendamientos de ellos, y le diesen cuenta 255 . Y a 19 de agosto de 1635 concedió licencia a don Rodrigo de Herrera, vecino de Madrid, para que pudiese abrir vna ventana en su propia casa con vistas 252 Véase Fuentes V, doc. núm. 41, pág. 124 (AVM, Secretaría, 3-474-1). Se trata de una representación de Hado y divisa de Leonido y Marfisa, de Calderón. Se señala la hora en esta carta —empezaba a las doce, y los de la Villa tenían que estar a las once— pero no se menciona explícitamente un aposento. Sin duda tiene razón Armona al suponer que se les asignaría uno. 253 Véase Fuentes VI, doc. núm. 23 (c), págs. 124–125 (AVM, Secretaría, 2-456-8). La fuente directa de esta referencia y la anterior es el informe AVM, Secretaría, 3-11-8: «Hay vna orden de S.M. de 4 de mayo [sic] de 1680 por la que mando a Madrid concurriese a la comedia que se hacía en el Retiro el día 5 del mismo, señalando la hora» (fol. [6v.]); «Otra de S.M. participada al Sr. Correxidor por el Conde de Oropesa, Presidente de Castilla, para que diese orden no faltase en la Corte la representación de comedias en los corrales a pretesto de los ensayos para las fiestas de Palacio y Retiro, trayendo vna compañía de Toledo, su fecha 24 de abril de 1690» (fol. [7v.–8r.]). Como se ve, Armona copió de este informe la fecha equivocada de la carta de 1680. Por otra parte, a pesar de lo que dice Armona, no consta en la citada documentación de 1690 que se le hiciera a Madrid «el mismo señalamiento» (es decir, de un aposento en el Coliseo del Buen Retiro). 254 Para los aposentos del Corral de la Cruz, véase Fuentes XXX. Sobre el Corral del Príncipe, véase John J. Allen, The Reconstruction of a Spanish Golden Age Playhouse: El Corral del Príncipe, 1583–1744 (Gainesville: University Presses of Florida, 1983), y J. M. Ruano de la Haza y John J. Allen, Los teatros comerciales del siglo XVII y la escenificación de la comedia, (Madrid: Castalia, 1994), págs. 98–119. 255 Fuentes III, doc. núm. 27 (a), pág. 77 (AVM, Secretaría, 3-134-5).
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a el Corral del Principe, pagando a los arrendadores treinta ducados cada año 256 . 75. El año de 1650 fue el primero en que se celebró arrendamiento de los corredores [sic, por «corrales»] que servían a las comedias, para que se hiciesen en ellos por Madrid volatines y títeres en la Quaresma. Y así empezaron desde aquel tiempo 257 . 76. A doña Juana González Carpio se empezaron a pagar en 1662 50 ducados cada año, por haver contratado que diese paso, por vna de sus casas contigua, a las mugeres que entravan a la cazuela del Corral del Príncipe, constando así de documento fecho a 27 de enero del mismo año 258 . En el de 1697 Madrid hizo gracia a el Almirante de Castilla, Juan Thomás, como marido de doña Catalina de la Cerda, para que a su costa abriese vna ventana con vistas a el Corral del Príncipe en las casas propias que esta señora tenía en la calle del Prado 259 . 77. La Villa empezó a administrar los corrales (por haver cesado los arrendamientos) el día primero de diciembre de el año de 1707. Este nuevo 256 Fuentes X, doc. núm. 3 (c), pág. 56 (AVM, Secretaría, 3-134-6); cfr. doc. núm. 3 (a)–(b) y (d)–(e), págs. 55–57. Véase también Fuentes III, doc. núm. 30, págs. 79–80. 257 Fuentes XIII, doc. núm. 24, págs. 129–130 (AVM, Secretaría, 2-468-16); véase también Fuentes III, doc. núm. 70, págs. 182–183, y Varey, Historia de los títeres, págs. 255– 257. Desde luego, Armona se equivoca al afirmar que las representaciones de volatines y títeres se arrendaron por primera vez en 1650; es de suponer que la referencia de aquel año era la primera que él había visto. Se arrendaron las representaciones de volatines el año anterior, 1649, también durante la prohibición de comedias (Fuentes XIII, doc. núm. 22, pág. 126; Fuentes III, doc. núm. 61, pág. 171), y los volatines y títeres que actuaban durante la Cuaresma siempre se habían incluido en los arrendamientos de los corrales. Se mencionan explícitamente en las condiciones del contrato de 1615–1617 (Fuentes XIII, doc. núm. 12 [10], pág. 88). No tiene sentido la referencia de Armona a los corredores; suponemos que es un error por «corrales». 258 El documento de 1662 en que se basa Armona es Fuentes IV, doc. núm. 37, pág. 205 (AVM, Secretaría, 3-134-51). Pero no es verdad que empezaran los pagos aquel año. El paso de las mujeres del Corral del Príncipe, que pasaba por la casa de Juana González Carpio y de su marido, Francisco Garro de Alegría (arrendador de los corrales), se abrió en Navidad de 1640. Al principio recibían de la Villa 100 ducados al año, reduciéndose el pago anual a 50 ducados a partir de 1651. Véase J. E. Varey y Charles Davis, «The paso de las mujeres of the Corral del Príncipe, Madrid», en Homenaje a Hans Flasche: Festschrift zum 80. Geburtstag, ed. Karl-H. Körner y Günther Zimmerman (Stuttgart: Franz Steiner Verlag, 1991), pp. 392–408. Se conservan numerosos documentos relativos al pago anual: Fuentes XXI, doc. núm. 53 (1648), págs. 141–143; Fuentes III, doc. núm. 71 (1650), págs. 183–184; Fuentes IV, docs. núm. 24 (1658), pág. 132; 26 (1659), págs. 151–152; 30 (1660), pág. 171); y 37 (1662), pág. 205; Fuentes V, docs. núm. 19 (1674), págs. 99–100; 23 (1675), págs. 107–108; 31 (1678), págs. 116–117; 61 (1686), págs. 151–152; y 74 (1687), págs. 167–168; Fuentes VI, docs. núm. 4 (1688), pág. 82; 20 (1689), págs. 122–123; y 47 (1693), págs. 161– 164; Fuentes XI, doc. núm. 69 (1709), págs. 131–133; Fuentes XII, docs. núm. 80 (1728), págs. 156–159; 117 (1732), pág. 206; 144 (1735–1738), págs. 237–242; y 209 (1742–1743), págs. 317–320. Otros muchos detalles se dan en AVM, Secretaría, 3-135-9, un largo informe de 1807. 259 Véase Fuentes VI, doc. núm. 71, págs. 235–236 (AVM, Secretaría, 3-134-50).
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cuidado tomaron a su cargo don Alonso Pérez de Saavedra y Narváez, conde de la Jarosa, Corregidor que era entonces, don Francisco de Montenegro y don Vicente Gutiérrez Coronel, Regidores y Comisarios de comedias que a la sazón lo eran 260 . En 1709 mandaron que se ensanchase la cazuela del Corral del Príncipe, y se hizo la obra 261 . En el de 1717 se fabricó tambien un quarto, de cuenta de Madrid, en el mismo corral, cuyo costo fue de 14.326 reales de vellón 262 . 78. Don Antonio Montero de Pineda, Regidor comisario, representó en 1720 a la Junta de comedias los varios abusos, perjuicios e inconvenientes que havía advertido en sus representaciones, tanto por los muchos que entravan sin pagar como por las ayudas de costa que se davan a las compañías y en las plazas que gozavan sus yndividuos sin mérito para ellas. En los gastos diarios de las representaciones, gastos excesivos en los theatros, gastos diarios de los tablados y otros de igual clase, para que saviéndolos y examinándolos la Junta, remediase los perjuicios que causavan 263 . Esta representacion se vio el día 20 de marzo del mismo año de 1720 en junta que celebró en su posada el marqués de Andía, del Consejo y Cámara de S.M., Juez Protector, con asistencia del marqués de Vadillo, Corregidor de Madrid, de don Juan Antonio de la Portilla, don Alonso de Buendía, don Francisco González y don Joseph Phelipe de Pinedo, Regidores y Comisarios de la Junta de Corpus y de la formación de compañías cómicas. Y estando todos conformes, acordaron lo que les pareció conveniente para evitar todos los abusos que se havían introducido, segun lo representado por don Antonio Montero 264 .
260 Armona ha tergiversado los hechos. La intervención de Madrid empezó en 1706, para llenar el vacío administrativo creado por el encarcelamiento del arrendador, José de Socueba y Avendaño; el 14 de octubre la Junta de corrales (que consistía en las tres personas mencionadas aquí por Armona) nominó como Juez inventor y administrador de los teatros a Francisco Salgado, Tesorero del Hospital General (Fuentes XI, doc. núm. 30 [g], pág. 79; AVM, Secretaría, 2-457-14). El arriendo de Socueba terminaba el 30 de noviembre (Fuentes XIII, doc. núm. 43 [a], pág. 168; AVM, Secretaría, 2-458-5). No empezó el nuevo arriendo, de Miguel Bayón, hasta el 8 de abril de 1708 (Fuentes XIII, doc. núm. 44 [h], pág. 173; AVM, Secretaría, 3-476-7). Armona creía, equivocadamente, que la intervención de Madrid empezó después de cumplirse el arriendo de Socueba, y que éste fue el último arriendo. 261 Fuentes X, doc. núm. 59, págs. 242–244 (AVM, Secretaría, 3-135-12); véase también Fuentes XI, doc. núm. 63, pág. 119. 262 Fuentes X, doc. núm. 64, págs. 255–264 (AVM, Secretaría, 3-135-4); véase también Fuentes XI, doc. núm. 131, págs. 202–203. 263 Fuentes XII, doc. núm. 11 (b), 24 de febrero de 1720 (AVM, Secretaría, 2-458-15). Una copia de esta representación, con varias correcciones autógrafas del propio Armona, está en la segunda parte del informe AVM, Secretaría, 3-11-8, [fols. 21r.–22r.]. Sobre su contenido, véanse Fuentes XII, págs. 23–25, y Donald C. Buck, «Administrative Reform in Madrid: The Montero report of 1720», Dieciocho, 9 (1986), 35–50. 264 Fuentes XII, doc. núm. 11 (e) (AVM, Secretaría, 2-458-15).
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79. Madrid, que ya havía hecho vna gracia a el Almirante de Castilla en 1697 265 , tuvo por preciso dispensarse otra a sí misma: esto es, a sus Comisarios de comedias; y haviéndola acordado en 1720, proveyó auto el Corregidor por la autoridad que tuvo sobre todos los caudales del propio y sisas, mandando lo que se ve en él: AUTO DEL CORREGIDOR MARQUÉS DEL VADILLO «En la villa de Madrid, a 28 días del mes de mayo, año de 1720, el Sr. don Francisco Antonio de Salcedo y Aguirre, marqués de Vadillo, del Consejo y Cámara de Indias de S.M., dijo: que mediante el acuerdo de Madrid de 27 de este mes, en que consideró el sumo trabajo y aplicación que los caballeros Interventores de corrales de comedias han tenido en la asistencia diaria de ellos, para el recobro de los caudales que producen las representaciones, mandó que don Juan Manuel Osorio, Administrador nombrado por Madrid de dichos corrales, del producto de ellos como gasto preciso de dicha Administración pague 100 ducados de vellón a cada uno de los Sres. don Félix Delgado y don Antonio Montero, que lo han sido en el año pasado de 1719. Y lo mismo ejecute con los que en adelante fueren, durante la expresada Administración, haciéndoselos buenos en la cuenta que diere de los gastos de ella, en virtud de este auto o su traslado que sirva de despacho en forma, tomando la razón en la Contaduría de los expresados corrales, para que todo el tiempo conste. Y por este su auto así lo proveyó y firmó.—DON FRANCISCO DE SALCEDO.—DON MARCELINO DE VERGARA 266 .» 80. Posteriormente se les aumentaron otros 100 ducados y gozan hoy 200 cada año sobre el fondo de las sisas. 81. El cardenal de Molina, Presidente de Castilla el año de 1735, mandó en 9 de abril del mismo que todos los que tenían aposentos proprios en los corrales presentasen sus títulos de pertenencia 267 . Entonces se empezó a pensar en hacer theatros de vna planta arreglada y correspondiente a Madrid, theatros que hiciesen desaparecer el nombre y la vaja idea de corrales que se havía envegecido en España. La orden del Presidente desde luego produjo sus efectos. 82. El Colegio de las Niñas de la Paz hizo constar que en el Corral de la Cruz tenía vistas, balcones y rejas para ver sus representaciones, el Príncipe de Astillano, una reja con vistas a el mismo, y la Congregación de San Phelipe Neri, otro aposento con vistas 268 . 265
Véase §76, pág. 94, arriba. Este documento se reproduce en Cotarelo, Controversias, pág. 638. 267 Fuentes XII, doc. núm. 139 (a), pág. 228 (AVM, Secretaría, 3-135-8). Se alude a esta orden en el informe 3-11-8, [fol. 10r.]. 268 La fuente inmediata de todos estos datos sobre la pertenencia de aposentos, rejas y vistas en los corrales es el informe 3-11-8, [fols. 10r. y 11r.–v.]. Creemos que el redactor de 266
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83. En el Corral del Príncipe correspondió un aposento y regilla a don Juan Thomás Queri y Yermo 269 . 84. Vna capellanía fundada por la condesa de Grajal acreditó que le correspondían, entre otros efectos, ciertas vistas en el Corral del Príncipe. El conde de Auñón acreditó la pertenencia de quatro balcones y dos rejas en el mismo. La condesa de Guaro, parte de vnos aposentos y rejas en el mismo, en los quales aposentos tenía otra parte el conde de Castro Ponce. Y el Conde de Torrehermosa acreditó un aposento 270 . Los principios de 3-11-8 los sacó a su vez del informe AVM, Secretaría, 3-135-19, donde constan muchos más detalles sobre la cuestión, o quizá directamente de la documentación original de 1735– 1736. Ésta está en Fuentes XII, docs. núm. 147, págs. 250–256 (AVM, Secretaría, 3-135-7, Colegio de las Niñas de la Paz); 145, págs. 243–249 (3-135-6, Príncipe de Astillano); y 155, págs. 262–264 (3-135-2, Congregación de San Felipe Neri). Sobre los aposentos del Príncipe de Astillano, véanse también Fuentes XII, docs. núm. 180 (a), págs. 296–297 (AVM, Secretaría, 1-438-2), de 1739; 197, págs. 308–310 (3-474-4), de 1740–1746; y 225, págs. 336–338 (2-458-23), de 1744–1746; y AVM, Corregimiento, 1-76-10: «17 de noviembre de 1742. El Sr. Superintendente general de sisas, pidiendo informe sobre el memorial presentado por el administrador judicial de la testamentaría de los Príncipes de Astillanos, en solicitud de que paguen 4.275 reales de vellón anuales que se situaron sobre los coliseos por recompensa del aposento y reja que posehían éstos en el Corral viejo de la Cruz.» Este legajo contiene también el borrador de un informe, del 14 de mayo de 1739, sobre los aposentos de Astillano (Fuentes XXX, doc. núm. 95, págs. 262–264). El Colegio de las Niñas de la Paz tenía también aposentos y rejas en el Corral del Príncipe; véase Allen, The Reconstruction, págs. 65, 67, 83 y 121, nota 8. 269 AVM, Secretaría, 3-11-8, [fol. 11r.]. La documentación original de 1735 está en Fuentes XII, doc. núm. 142 (b) and (c), págs. 231–233 y 234–235 (AVM, Secretaría, 3-135-2). Queri (o Queli, o Gueri) era el hijo de doña Agustina del Yermo, quien en 1702 adquirió la casa en la Calle del Príncipe que antes pertenecía al Almirante de Castilla. En Fuentes XII, doc. núm. 222 (b), págs. 329–330 (AVM, Secretaría, 3-134-38), consta que esta casa pertenecía en 1744 a «don Pedro del Yermo». Cfr. Allen, The Reconstruction, págs. 60 y 67. 270 AVM, Secretaría, 3-11-8, [fol. 11v.]. Para los documentos originales, véanse Fuentes XII, docs. núm. 142 (d), pág. 235 (AVM, Secretaría, 3-135-2) y 230 (a) y (k), págs. 345–347 y 353–354 (3-474-4), sobre las capellanías fundadas por la condesa de Grajal; 230 (a) y (l), págs. 345–347 y 354 (3-474-4), sobre la condesa de Guaro y su hijo, el conde de Castroponce; y 146, págs. 249–250 (3-134-52), sobre el conde de Torrehermosa. La referencia al conde de Auñón es un error; no figura entre los que tenían títulos de aposentos en 1735. Según una nota de 1735, el conde de Auñón había abierto cuatro balcones y dos rejas «por las casas que le pertenezian» entre 1620 y 1636 (Fuentes XII, doc. núm. 144 [a], pág. 237; AVM, Secretaría, 3-134-51); esta casa estaba a mano izquierda, al lado de la que en 1735 pertenecía a Juan Tomás Queri y Yermo (véase la nota anterior). Uno de los seis aposentos en cuestión era «el aposento que llaman de Auñon, que hace esquina a la cazuela a la mano yzquierda» (Fuentes XII, doc. núm. 230 [e], pág. 350; 3-474-4). Aparte del conde de Torrehermosa, cuya reja estaba a mano derecha, las otras personas mencionadas eran copropietarios de los mismos seis aposentos supuestamente abiertos por el conde de Auñón. Sobre la condesa de Grajal, muerta en 1692, véase Fuentes VI, doc. núm. 41, págs. 153–154 (AVM, Secretaría, 3-134-49), y Allen, The Reconstruction, págs. 60 y 66. Sobre Torrehermosa, véase AVM, Corregimiento, 1-131-24, y Allen, págs. 66–67. Hay más datos sobre estos aposentos en Fuentes XII, doc. núm. 142 (a), págs. 231–233 (AVM, Secretaría, 3-135-2). Véase también John J. Allen, «Los aposentos laterales del Corral de comedias del Príncipe», AIEM, 23 (1986), 39–44.
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vno y otro corral se verán mejor en las antiguas visitas generales hechas por la Regalía de aposento*, y el estado a que vno y otro llegaron antes de su demolición se verá por estas delineaciones que demuestran bastantemente los repartimientos y comodidades que tenían 271 . * [Nota de Armona:] «CALLE DE LA CRUZ, AÑO DE 1606 »En la visita general que se hizo el año de 1606 por la Regalía del Real hospedage de aposento de todas las casas de la calle de la Cruz, se anotaron las partidas siguientes. »Corral de la Cruz. Por no estar labrado, no se tasó. Vna casa del mismo corral se tasó por casa nueva en doce ducados. »Otra casilla en que vive Gregorio de Soto, se tasó en 18 ducados. »Vnas cocheras del mismo corral, junto a la puerta por donde entran las mugeres, se tasó en 20 ducados. »VISITA QUE SE HIZO EN 4 DE MAYO DE 1630 DE LAS CASAS DE LA CALLE DE LA CRUZ 272 »La casa del corral de comedias, por serlo, no se tasó. Vna aloxería del Corral de las comedias de la Cruz, que está pegada a su entrada 273 , se tasó nuevamente por casa nueva en doce ducados, para que se paguen los quatro de la tercia parte. »Otra casilla del mismo corral de comedias, más adelante de la de arriva, se tasó nuevamente por casa nueva en 18 ducados, para que se paguen los seis de tercia parte. »Vnas cocheras del mismo corral, junto a la entrada de la puerta de las mugeres, que estavan tasadas en 20 ducados, de que se pagavan 2.500 maravedís de tercia parte, se confirmaron en lo mismo. »NOTIFICACIÓN »En Madrid en 4 de mayo de 1630 años notifiqué la partida siguiente a Francisco de Alegría e Gabriel González, como arrendadores que al presente son de los dichos corrales, y a Juan de Obregón, escribano del número de Madrid, como diputados [sic] 274 y contador de ellos, que dixeron lo oyen, de que doy fee.—SANTIAGO MONTES VIGIL.
271
Véanse figs. 3 y 4, incluidas en este lugar del manuscrito. La fuente de estos detalles de la visita de 1630 es el libro de la visita y tasación de casas de malicia e incómoda partición (AHN, Fondos Contemporáneos, Delegación de Hacienda, fondo histórico, libro 93), fol. 300v. La notificación, escrita al margen, que se refiere a «la partida siguiente», debería ir al principio. Para otra copia de este libro, en la que falta la notificación, véase BNM, Ms. 5918, fol. 139r. 273 AHN, FC, DH, fondo histórico, libro 93: «pagada la entrada dél»; BNM, Ms. 5.918: «pasada la entrada dél». Es difícil saber si la lectura correcta es «pasada» o «pegada a». 274 En ambas copias del libro original, se lee «diputado», en singular; se refiere a Obregón. 272
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Fig. 3 «Figura del theatro antiguo del Corral de la Cruz, año de 1730» 275
275 Sic; pero se trata en realidad del Corral del Príncipe. Este dibujo y el siguiente (fig. 4) son copias en limpio de los originales conservados en los borradores de estas Memorias (BNM, Ms. 18.474). Ambos son del Corral del Príncipe; véase Allen, The Reconstruction of a Spanish Golden Age Playhouse, págs. 18–19.
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Fig. 4 «Figura del theatro antiguo del Príncipe, año de 1730»
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»EN 1638, VISITANDO LA CALLE DE LA CRUZ, LAS PARTIDAS SIGUIENTES »Corral de las comedias con siete puertas. La segunda puerta es aloxería, con quatro ducados de tercia parte. »La quarta y quinta son de la entrada a los aposentos. »La sexta es una cochera, con 2.500 maravedís de tercia parte. »La séptima es de la 276 de las mugeres. Todas estas partidas están comprehendidas hoy en la casa número 8 de la manzana 214. Y sus cargas están aplicadas a Madrid por recompensa de las tierras de la Zarzuela que cedió a S.M. »CALLE DEL PRINCIPE, AÑO 1606 »VISITA GENERAL DEL AÑO DE 1606: CASAS DE LA CALLE DEL PRÍNCIPE, Y ENTRE ELLAS LAS TRES SIGUIENTES
»El corral de las comedias con ocho puertas, que la primera es para suvir a los aposentos y las otras cinco son de entradas. »Vna casa con dos puertas, en que hay vna tienda y taverna, se tasa por casa nueva en 24 ducados, para que pague ocho de tercia parte el contador que administra sus arrendamientos. »Otras cinco puertas que hay son las entradas del corral. »EN LA DE 14 DE MAYO DE 1630 HAY LAS TRES PARTIDAS SIGUIENTES 277 »El corral de comedias con ocho puertas, que la primera suve a los aposentos; por ser corral no se tasó más que lo siguiente. »La segunda puerta es dos casillas que están alquiladas. Vive en la primera Antonio de Mendoza, y en la segunda, Esteban Jirón, tendero; tasáronse ambas nuevamente por casas nuevas en 24 ducados, para que se paguen los ocho de tercia parte. »Las otras cinco puertas que hay son de las entradas. »NOTIFICACIÓN »En Madrid a 15 de mayo de 1630 años, yo el escribano notifiqué la partida siguiente a Gabriel González y Francisco de Alegría, como arrendadores que son al presente de los corrales, y a Juan de Obregón, escribano del número de Madrid, como su contador y diputado que es, que todos digeron lo oyen, de que doy fee.— SANTIAGO MONTES VIGIL. »EN LA DEL AÑO DE 1638 HAY LAS PARTIDAS SIGUIENTES »El corral de comedias con ocho puertas. »La primera es la suvida a los aposentos. »Las dos segundas están alquiladas a Antonio de Mendoza y Sebastian de Jirón, tendero, y pagan tres mil maravedís de tercia parte. 276 En la copia que Armona incluye en la segunda parte de estas Memorias, se lee aquí, sin duda correctamente, «es la entrada». En cualquier caso, sobra «de». 277 Véase AHN, FC, DH, fondo histórico, libro 93, y BNM, Ms. 5.918. De nuevo, la notificación, citada al final, debería ir antes de las partidas.
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»Las otras cinco son de las entradas a el corral. »Todas estas partidas están comprehendidas hoy en la casa número segundo de la manzana 216, y los tres mil maravedis de su carga están dados a la Villa desde el año de 1715, con algunas otras partidas, por recompensa de varias tierras que el Rey tomó de sus propios para ensanchar el Real sitio de la Zarzuela, quando se hizo su v´ltima obra 278 .»
THEATRO DE LA CRUZ 85. Por fin, el Consejo, en orden de 28 de mayo de 1736, mandó a don Fernando Verdes Montenegro, Superintendente general de sisas, que mejorase en todo lo posible el Corral de la Cruz, facilitando caudales para la obra 279 . 86. Estava en Madrid por aquel tiempo el abate don Phelipe de Ybarra 280 , famoso arquitecto que Phelipe V hizo venir de Ytalia para encargarle la obra de el nuevo Real Palacio en lugar de el antiguo Alcázar, que se quemó el año de 1732 281 . A este hombre célebre (maestro del actual Arquitecto mayor de Madrid, don Bentura Rodríguez 282 ) encargó el Superinten-
278
Hay un ejemplar de este documento en BNM, Ms. 18.4742, fols. 36r.–41r. Armona pudo haber sacado esta referencia del informe AVM, Secretaría, 3-11-8, [fol. 10r.–v.]: «De orden del Consejo con fecha de 28 de mayo de 1736, se mando a don Fernando Verdes, Superintendente de sisas, que se mejorara en todo el Corral de la Cruz, y su coste paso de 200 reales.» No hemos localizado la orden original. Es posible que estuviera en AVM, Secretaría, 3-134-34, un legajo de 1736–1739 sobre la construcción del Coliseo de la Cruz, que desapareció en el siglo XIX (véase Fuentes X, doc. núm. 90, pág. 319). 280 Se trata de Filippo Juvarra, el arquitecto más distinguido del Barroco italiano tardío, conocido sobre todo por sus obras en Turín, al servicio del duque Víctor Amadeo II de Saboya, además del Palacio de Mafra en Portugal y el diseño inicial del Palacio de Oriente de Madrid. Fue también un escenógrafo muy notable y prolífico. Véanse Mercedes Viale Ferrero, Filippo Juvarra scenografo e architetto teatrale, con prefacio de Giulio Carlo Argan (Turín: Edizioni d’Arte Fratelli Pozzo, 1970); Filippo Juvarra a Madrid (Madrid: Istituto Italiano di Cultura, 1978); Filippo Juvarra, 1678–1736: de Mesina al Palacio Real de Madrid: Salones de Génova, Palacio Real Madrid, abril–julio 1994 (Madrid: Electa y Centro Nacional de Exposiciones y Promoción Artística, Ministerio de Cultura, 1994); Donato Severo (ed.), Filippo Juvarra, Serie de Architettura, 103 (Bolonia: Zanichelli, 1996); Antonio Bonet Correa, Beatriz Blasco Esquivias y Gaetana Cantone (eds.), Filippo Juvarra e l’architettura europea (Nápoles: Electa Napoli, 1998). 281 Sic; pero el incendio tuvo lugar en realidad en la Nochebuena de 1734. Véase, por ejemplo, Henry Kamen, Felipe V: el rey que reinó dos veces (Madrid: Temas de Hoy, 2000). 282 Es de suponer que Ventura Rodríguez (1717–1785), maestro mayor de obras de la Villa a partir de 1764 y director de arquitectura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, fue quien comunicó a Armona la información que se presenta en este párrafo. Rodríguez, quizás el arquitecto español más destacado del siglo XVIII, sucedió en ambos puestos a su también maestro Giovanni Battista (Juan Bautista) Sacchetti; véase n. 288, abajo. Véanse Thomas F. Reese, The Architecture of Ventura Rodríguez (Nueva York: Garland, 1976); El arquitecto D. Ventura Rodríguez, 1717–1785: Museo Municipal, noviembre 1983 279
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dente general de sisas el plan y diseños de la obra, para que la executase por sí mismo. Los hizo por su mano y existen originales en poder de su discípulo, pero haviendo muerto el 31 de enero de 1736, en edad de 63 años cumplidos 283 , no pudo hacer la obra. Está enterrado en vna bóbeda de la parroquia de San Martín. Sin embargo, por sus ideas, aunque no completas o en el todo, se hizo el Teatro de la Cruz el año de 1743, y pasó su costo de 200.000 reales, aprovechando el terreno que tenía y todos sus materiales* 284 . * [Nota de Armona:] «Ybarra havía hecho un theatro provisional en Roma por encargo del cardenal Otoboni, que era mui apasionado suyo y protector de su mérito 285 . Se representó en él la ópera Il Ciro 286 : le puso doce hermosas decoraciones de su invención, las quales gravó después por su mano el mismo Ybarra, y las (Madrid: Ayuntamiento de Madrid, Concejalía de Cultura, 1983); y Estudios sobre Ventura Rodríguez (1717–1785) (Madrid: Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1985). 283 Sic; pero como Juvarra nació (en Mesina, Sicilia) el 7 de marzo de 1678, tenía 57 años en enero de 1736. 284 En realidad, el nuevo Coliseo de la Cruz se construyó entre el 8 de julio de 1736 y el 11 de mayo de 1737 y costó 515.809 reales, según demuestran las cuentas de la obra (AVM, Contaduría, 4-164-1), publicadas por Phillip B. Thomason (Fuentes XXII, doc. núm. 3, págs. 69–91; véanse también págs. ix y 4). Se inauguró indudablemente el 1º de mayo de 1737 (Fuentes XXII, doc. núm. 2 [b], pág. 68; Fuentes XII, docs. núm. 162, pág. 273, y 197 [a], pág. 310); la fecha de 1743 es un error. Las cuatro ilustraciones incluidas en el manuscrito de Armona y reproducidas aquí (figs. 5–8) corresponden a un diseño para el Coliseo de la Cruz realizado por Filippo Juvarra en 1735, según el encabezamiento de la planta. Son copias reducidas, fechadas el 22 de julio de 1785 y firmadas por Manuel Martín Rodríguez, que acababa de suceder a su tío, Ventura Rodríguez, como Maestro mayor de obras de Madrid; las hizo, evidentemente, para ilustrar la obra de Armona. Se conservan versiones más grandes y muy esmeradas de los tres alzados —seguramente los originales, que estuvieron en poder de Ventura Rodríguez— en AVM, 0,69-23-3; véase Fuentes XXII, pág. 12– 19 y figs. 9, 11 y 13. El diseño de Juvarra, según la escala de los dibujos, era bastante más grande que el solar del Coliseo de la Cruz, donde había estado el corral del mismo nombre, y debía estar pensado para otro emplazamiento; nótese que en las cuentas de la obra del Coliseo se incluye un pago de 6.000 reales «al arquitecto don Phelipe Ybarra, que pasó a tomar las medidas, echar sus líneas, aver hecho el diseño y medir diferentes sitios, para ver dónde se podía hazer dicho Coliseo de la Cruz» (Fuentes XXII, doc. núm. 3 [v], pág. 88). Al construirse el Coliseo en 1736–1737, bajo la dirección del entonces maestro mayor de Madrid, Pedro de Ribera (1681–1742) (véase Fuentes XXII, págs. 4–5 y doc. núm. 3 [u], págs. 87– 88), se adaptó el diseño de Juvara al espacio disponible, implementando sus ideas, «aunque no completas o en el todo», como dice Armona. 285 Se trata del cardenal Pietro Ottoboni (1667–1740), sobrino nieto del papa Alejandro VIII y mecenas de los compositores Corelli, Vivaldi, Händel y Domenico Scarlatti, entre otros. El Teatro Ottoboni estaba en el Palazzo della Cancelleria, de Roma; véase Arnaldo Rava, Il Teatro Ottoboni nel Palazzo della Cancelleria (Roma: Reale Istituto di Studi Romani, 1942). 286 Ópera de Alessandro Scarlatti, con libreto del propio Pietro Ottoboni, representada en el Teatro Ottoboni durante el Carnaval de 1712; véase Donald Jay Grout, Alessandro Scarlatti: An Introduction to His Operas (Berkeley, CA: University of California Press, 1979).
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Fig. 5 Diseño para el Coliseo de la Cruz: planta
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Fig. 6 Diseño para el Coliseo de la Cruz: fachada
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Fig. 7 Diseño para el Coliseo de la Cruz: aposentos
ARMONA: MEMORIAS CRONOLÓGICAS, I
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Fig. 8 Diseño para el Coliseo de la Cruz: escenario
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publicó en Roma con su firma. Todas juntas, componen veinte y tres láminas, que hacen un quaderno que guarda en su estudio don Bentura Rodríguez, como obra de su maestro, y también su retrato de medio cuerpo mui bien sacado. Esta preciosa colección de estampas tiene por fachada un pórtico, en el qual se ve vna estatua eqüestre que representa a Ciro, y en el centro del pedestal esta inscripción: Il Ciro.»
THEATRO DEL PRÍNCIPE 87. Para la construcción de este theatro se tomaron a censo, con Facultad real concedida a don Esteban Joseph de Abaría y Ymaz, Superintendente general de sisas, 697.718 reales y 18 maravedis, a interés de 3 por 100. Duró la obra desde el día 2 de junio de el año de 1744, en que se dio principio, hasta 12 del mismo mes de junio del siguiente de 1745, y se estrenó con la zarzuela intitulada El rapto de Ganimedes 287 . 88. Es obra de don Juan Bautista Saqueti 288 , Arquitecto mayor de Madrid, siendo su primer delineador en aquel tiempo don Bentura Rodríguez. Toda ella, inclusas las gratificaciones que se dieron a Saqueti y algunos otros, importó 691.526 reales y 22 maravedís de vellón 289 . THEATRO DE LOS CAÑOS DEL PERAL 89. El sitio, las pilas y lavanderas de los Caños de Peral, donde está fabricado este edificio, fueron y son todavía de Madrid, de modo que sus arrendamientos, como el de las bancas para lavar en el río Manzanares, corrieron a su favor hasta la entrada de este siglo XVIII. 90. Es asunto obscuro o problemático el saver cómo y por quién se costeó esta fabrica, sobre que hay un pleyto pendiente entre los herederos del marqués de Scoti y don N. Palomares, vecino de Madrid, que corre por la escribanía del número de don Francisco Suárez 290 . 287
Sobre la zarzuela Cautelas contra cautelas y el rapto de Ganimedes, de José de Cañizares, con música de José de Nebra, véase Cotarelo, Historia de la zarzuela, pág. 107 y nn. 1 y 2. El estreno, con el que se inauguró el Coliseo del Príncipe el 5 de junio de 1745, estuvo a cargo de las dos compañías de Petronila Jibaja y José de Parra. 288 Giovanni Battista Sacchetti (1690–1764), natural de Turín y discípulo de Filippo Juvarra, llegó a España en 1736 para llevar a cabo el Palacio de Oriente, modificando el diseño de Juvarra. En 1742 sucedió a Pedro de Ribera como maestro mayor de obras de Madrid, y como tal diseñó el Coliseo del Príncipe. Siguió ocupando este puesto hasta su propia muerte en 1764, cuando le sucedió su discípulo y ayudante, Ventura Rodríguez. 289 Cfr. Fuentes X, doc. núm. 89, págs. 318–319 (AVM, Secretaría, 3-135-9); los dos párrafos de Armona tienen mucho en común con este documento, pero incluyen más datos. El Rey aprobó los diseños de Sacchetti el 15 de mayo de 1744 y dio su permiso para fundar el censo el 22 de mayo (Fuentes XXI, doc. núm. 107, págs. 255–258). 290 El Teatro de los Caños del Peral fue construido inicialmente en 1708 en un sitio que pertenecía a la Villa y que arrendaban Francisco Bartoli y otros actores italianos; además, la
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91. Después de reparada su fábrica en tiempos posteriores del reynado de Phelipe V, se executaron en él algunas óperas ytalianas. Continuó representando vna compañía ytaliana que se conocía en aquel tiempo por el nombre de Trufaldines, y duró hasta el año de 1738 291 . Parece que por entonces hizo algunas obras de su cuenta el marqués de Scoti; y en 1744, con motivo de haverse empezado a fabricar el Coliseo del Príncipe, pasó a él la compañia cómica de Manuel Guerrero, donde se mantuvo representando hasta que se concluyó la fábrica del citado theatro en el siguiente año 292 . V´ltimamente quedó desocupado, hasta que llegó el tiempo de la presidencia del conde de Aranda, en que le destinó para execución de las máscaras 293 , mandando hacer entre otras obras un arco de comunicación a el edificio contiguo que servía de juego de raqueta y pelota, perteneciente a don N. Fonseca, vecino de Madrid, desde el qual se servían refrescos a los concurrentes que los pagavan. 92. Luego que el conde de Aranda salió de Madrid para la embaxada de Francia, puso demanda en el Consejo, pidiendo los daños y perjuicios que con sus providencias le havía causado el dueño de la casa contigua a este theatro. Alegó las grandes vtilidades que le producían cada año los juegos de pelota y de raqueta que tenía en ella, y los años que havía estado privacompañía italiana costeó la construcción. Fue reconstruido en 1737–1738, bajo la dirección del marqués de Scotti. Armona trata este tema más por extenso en un escrito que está presente en los borradores de estas Memorias (BNM, Ms. 18.475) pero no llegó a incluirse en el manuscrito definitivo; se reproduce en la edición de Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García, apéndice 3, págs. 260–277. Véanse también Fuentes XI, págs. 20–23, y docs. núm. 57 (1708), págs. 109–111 (AVM, Secretaría, 3-134-28), 61 (1709), pág. 114 (3-476-7), 64 (1709/1714), págs. 119–121 (3-134-32), 95 (1713–1714), págs. 170– 176 (3-134-28 y 3-476-7), 108 (1714), págs. 184–185 (3-134-40), y 129 (1716), págs. 198– 201 (3-134-28); Fuentes XII, docs. núm. 53 (1725), pág. 135 (2-203-8), 148 (1735), págs. 256–258 (3-134-25, 3-134-26 y 3-476-5), 190 (1739), pág. 305 (3-400-17), y 217 (1743), pág. 325 (3-474-1); y J. E. Varey, «The First Theatre on the Site of the Caños del Peral», Dieciocho, 9 (1986), 290–296. 291 Sobre la compañía italiana de los Trufaldines, véanse Fuentes XI, págs. 19–23; Fuentes XXIX, págs. 31–32 y docs. núm. 27 (a), 66–69, 71, 74, 78 y 80, págs. 166–167, 210–217, 219 y 221; Fuentes XXXII, docs. núm. 14, 16, 23 (c), 29 y 30, págs. 76–77, 80–81, 94 y 104–105; Pellicer, Tratado histórico, I, págs. 264–270; Francisco Asenjo Barbieri, «Prólogo histórico», en Luis Carmena y Millán, Crónica de la ópera italiana en Madrid desde el año 1738 hasta nuestros días (Madrid, 1878); y Cotarelo, Orígenes y establecimiento de la ópera en España hasta 1800 (Madrid, 1917), págs. 27–50. El trabajo de Barbieri está basado en gran parte en el escrito de Armona citado en la nota anterior. La compañía italiana representaba en Palacio ya en febrero de 1703, y en noviembre empezaron a representar en un teatro en la calle de Alcalá. 292 En realidad, la compañía de Manuel Guerrero trabajó en el Teatro de los Caños del Peral de 1742 a 1747; véase Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García, ed. cit., pág. 186, n. 108, y pág. 320, n. 73. 293 Hasta aquí, esta sección sobre el Teatro de los Caños del Peral se basa en otro documento incluido en los borradores de Armona (BNM, Ms. 18475/2, fols. 105r.–106r.). El conde de Aranda fue Presidente del Consejo desde 1766 hasta 1773, cuando fue nombrado embajador en París.
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do de ellas. Madrid hizo en el Consejo la oposición correspondiente. Sin embargo, se mandó pagar a Fonseca, y se le pagaron, con arreglo a la sentencia que obtuvo el año de 1779, 197.100 reales de vellón del caudal de festejos públicos, o de qualesquiera otros en el caso de no haverlos de festejos, como no los huvo 294 . REPRESENTACIÓN DE LOS AUTOS SACRAMENTALES EN MADRID 93. El año de 1642 se mandó que los autos de la fiesta del Corpus se representasen en esta forma. 94. «Juebes por la tarde, día del Corpus, presentarán [sic, por «se presentarán»] los quatro carros, que están dispuestos, a S.M. delante de su Real Palacio a la hora que señalare, y como fuesen acavando vengan a representar al Consejo en la plazuela de la Villa. Los dos primeros que acavaren en este día irán después a representar al Consejo de Aragón. 95. »Viernes por la mañana se representarán dos carros al Consejo de Ynquisición y otros dos al de Cruzada. Y por estar ambos Consejos juntos, representarán todos los quatro carros. En acavando los dos primeros, irán a representar al Consejo de Hacienda. Este día por la tarde todos quatro carros representarán a la Villa en la plazuela de San Salbador, y como fueren acavando los dos primeros de ellos, irán a representar al Consejo de Yndias, y los segundos a el de Órdenes. 96. »El sábado representarán todos quatro carros al Presidente de Castilla; por la mañana representarán dos carros a el pueblo y otros dos al Consejo de Ytalia 295 .» AUTO DEL CONSEJO REAL, DESPUÉS DEL FALLECIMIENTO DE DON PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA «Madrid, y abril 17 de 1682. »La Villa haga recoger los autos sacramentales que expresa, y no se permita que ningún impresor los imprima, y se le previene que respecto de tenerlos pagados no se ha de dar cantidad alguna por la representación que se ha de hacer de los mismos autos.» 294
No hemos localizado la documentación pertinente. Estos cuatro párrafos (§§93–96) se copiaron textualmente del citado informe AVM, Secretaría, 3-11-8, [fol. 5r.–v.]. En esta parte de 3-11-8 hay varias correcciones, en letra del propio Armona, que sirven principalmente para sustituir el imperfecto del subjuntivo por el futuro. El documento de 1642, que se cita aquí (hemos añadido comillas, que faltan en el original de Armona), es una copia de otro de 1640; véase Autos II, doc. núm. 32, pág. 27 (AVM, Secretaría, 4-304-4). Naturalmente, se conserva en el Archivo de Villa una enorme cantidad de documentación sobre la representación de autos sacramentales y la fiesta del Corpus en Madrid entre los siglos XVI y XVIII. El documento citado aquí, aunque más o menos representativo, no es especialmente significativo. Parece que no le interesaba mucho a Armona investigar este aspecto clave de la historia del teatro en Madrid. 295
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AUTO DEL VICARIO «Notifíquese al Doctor don Juan Mateo Luzano [sic, por «Lozano»] 296 , cura propio de la yglesia parroquial de San Miguel de esta Villa, entregue a esta Villa de Madrid los autos sacramentales que tiene en su poder y refiere la petición de esta parte con apercivimiento. El Sr. don Antonio Pasqual, Vicario de esta Villa, lo mandó en Madrid a 24 de octubre de 1682.—DOCTOR PASQUAL.—Ante mí: CHRISTOBAL DE ZUPIDE 297 .» AUTOS SACRAMENTALES ESCRITOS POR DON PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA, CUYOS MANUSCRITOS ORIGINALES ESTÁN EN EL ARCHIBO DE MADRID. SON LOS SIGUIENTES. 1. Las espigas de Ruth. 2. La vacante general. 3. La lepra de Constantino. 4. El segundo blasón de Austria. 5. El thesoro escondido. 6. La primer flor del Carmelo. No tiene principio. 7. El yndulto general. 8. La redempción de cautivos. 9. Las plantas. 10. El cordero de Ysaías. 11. El día mayor de los días. 12. La divina Philotea. 13. Los obreros del Señor, o la siembra del Señor. 14. Los misterios de la misa. 15. El maestrazgo del Toysón. 16. El verdadero Dios Pan. 17. La semilla y la cizaña. 18. El árbol del mejor fruto. 19. La cena del Rey Baltasar. 296
En un codicilo de Calderón, fechado el 23 de mayo de 1681, se había estipulado que «algunos papeles con que se hallaba mano-escritos, que no tocan a ninguna cosa de hacienda ni cargo de conciencia suyo, sino solo a algun empleo de su ociosidad, aunque en su estimacion valian poco, fue y es su voluntad hacer donacion de ellos en vida, como con efecto la ha hecho, en el señor Doctor Don Juan Matheo Lozano, cura de San Miguel, con quien dexa comunicado la forma que ha de usar de ellos, y asi de ellos no se le pida quenta alguna» (Pérez Pastor, Documentos para la biografía de Calderón, Madrid, 1905, doc. núm. 189, pág. 401). Lozano fue albacea y testamentario de Calderón (pág. 395). 297 Estos dos autos se copiaron textualmente del citado informe AVM, Secretaría, 3-11-8, [fols. 19v.–20r.], donde hay varias correcciones en letra del propio Armona. Se reproducen, a partir del legajo 3-11-8, junto con otros documentos relativos a la recuperación de los manuscritos de los autos de Calderón, en Pérez Pastor, Documentos para la biografía de Calderón, doc. núm. 195, págs. 429–433.
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20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47.
El pastor Fido. Los alimentos del hombre. La piel de Gedeón. La serpiente de metal. El año santo de Roma. El pleyto matrimonial. El gran mercado del mundo. El jardín de Falerina. El arca cautiva. El Orden de Melchisedec. Mística y real Babilonia. A María el corazón. El viático cordero. El difunto [sic, por «divino»] Orfeo. El diablo mudo. El valle de la Zarzuela. A tu prógimo como a ti. La devoción de la misa. La segunda esposa, y triunfar muriendo. La ydalga del valle. El laverinto del mundo. El lirio de [sic, por «y»] la azucena. El sacro Parnaso. Lo que va del hombre a Dios. A Dios por razón de estado. La inmunidad del sagrado. La cura y la enfermedad. La provática piscina y primer refugio del hombre 298 .
97. En 1747 mandó el Sr. Fernando VI que los autos se representasen en la plaza cerrada del Retiro las tardes del miércoles y juebes, víspera y día del Corpus. Con este motivo, los Comisarios regidores de Madrid representaron al duque 299 de la Mirándula, Mayordomo mayor de S.M. 300 ,
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Esta lista se copió también del informe AVM, Secretaría, 3-11-8, [fols. 22r.–24r.], donde lleva anotaciones del propio Armona. Constaba originalmente de 51 títulos, pero Armona la enmendó, corrigiendo un par de detalles y señalando cuatro títulos que correspondían supuestamente a comedias en vez de autos (con la fórmula «se verá si es comedia» o «es comedia»). Estos cuatro se omiten aquí; son los siguientes (con su numeración original): 1. Psiquis y Cupido, «escrito por el mismo autor, y firmado de su puño»; 12. Andrómeda y Perseo; 31. Sueños hay que verdades son; 33. El pintor de su deshonra. Nótese, sin embargo, que Psiquis y Cupido es auto sacramental (hay dos versiones), y existen autos con los otros tres títulos, aunque también corresponden a comedias. 299 Esta palabra está insertada en letra del propio Armona, habiéndose borrado otra palabra ahora ilegible.
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que se havían examinado los exemplares antecedentes y hallar [sic] el modo en que se servía este festejo a las personas reales y a los tribunales; y de ellos se reconocía tal variedad en la práctica que no davan regla segura que seguir: que hasta el año de 1664 se representavan los autos separadamente a cada Consejo por el orden de su graduación; que después se havían hecho en la plazuela de la Villa, concurriendo juntos todos los Consejos, presididos de un dosel y retrato de la Magestad 301 ; que esta providencia havía cesado el año de 1675, mandándose restablecer la primera 302 , que duró hasta el año de 1694, sin que en los posteriores, hasta el de 1704 (en que havía cesado la citada representación), se hallase vna razón fija que determinase quál de las dos reglas se havía de seguir; que como los carros en que se hacían tenían el volumen y peso de los theatros portátiles, no podían entrar por las puertas de la plaza del Retiro, y por esta razón se havía dado distinto modo de construirlos, pero que no admitía aquella breve y pronta mudanza de un sitio a otro e impedía absolutamente el representar a dos o mas Consejos en un mismo día, como antes los hacía; que la música de aquellos tiempos no era difícil de llevarse en ellos, ni se vsavan más instrumentos que los vajos de harpa, guitarra y violón, siendo la música presente mui travajosa para cantarla y repetirla tantas veces las cómicas en un mismo día; que necesitando la orquesta de muchos instrumentos, que entonces eran precisos, lo hacían presente al citado Mayordomo mayor de S.M., con el dictamen de que se hiciese la representación a los Consejos y a Madrid en la plazuela de la Villa, concurriendo a los balcones de las casas de Ayuntamiento separadamente y por su orden según la práctica antigua: esto es, empezando el de Castilla el día siguiente a el que se representase el segundo auto a SS.MM.; y que costease cada Consejo el refresco que se huviese de tener, como así se havía resuelto por S.M. a consulta del de Castilla el año de 1671 303 . 98. Enterado S.M. de esta representación, resolbió que los autos sacramentales los biesen todos los Consejos juntos en dos días, y se representa-
300 Se refiere a Francesco Maria Pico della Mirandola, III duque de Mirandola, que falleció el mismo año de 1747. 301 Véase Autos II, docs. núm. 230 (1664), pág. 181 (AVM, Secretaría, 2-198-8), y 244 (1665), págs. 196–198 (2-198-10). El detalle del dosel y retrato ocurre en la Orden real de 1665 (doc. núm. 244 [a], pág. 196): «en el medio se ponga vn dosel eminente con vn retrato mio para que con esto zese qualquiera duda o dificultad del modo en que han de estar los Consejos, que ha de ser en todo como en las fiestas del Retiro». 302 Autos II, doc. núm. 326 (1675), págs. 288–290 (AVM, Secretaría, 2-197-18). El motivo del nuevo cambio eran las disputas que habían surgido en 1674 entre los Consejos de Órdenes y Cruzada y la Villa sobre el orden de las representaciones. 303 Autos II, doc. núm. 283 (1671), págs. 226–227 (AVM, Secretaría, 2-198-2). Desde luego, «S.M.», en este caso, era la Reina Madre.
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ron en el salón del Ayuntamiento, no en la plazuela de la Villa (como era costumbre) a causa del mal temporal y continuadas llubias que havía 304 . 99. Estas representaciones duraron hasta el año de 1765. El conde de Teva, arzobispo de Toledo, representó al Rey, entre otras cosas, la indecencia de los lugares en que se representavan y la profanidad de los actores. Entonces se publicó la Real cédula de 11 de junio del mismo, mandando que cesasen 305 . REYNADO DE DE [sic] FERNANDO VI. NOVEDADES EN EL GOVIERNO DE MADRID
100. La nueva planta del govierno de Madrid consistió en dar a el teniente general conde de Maceda (a quien el Rey estimava mucho) el govierno político y militar, el año de 1746. Por esta planta quedaron rehunidos en el conde todos los empleos, comisiones, facultades y jurisdiciones que hasta entonces havían corrido y estado separadas 306 . Esta novedad apenas pudo durar un año. Cada día ocurrieron dificultades, recursos, disgustos y embarazos. Al fin se deshizo, y en el siguiente de 1747 expidió S.M. el siguiente Real decreto. REAL DECRETO 307 «Deseando evitar los embarazos que suele ofrecer la diferencia de jurisdiciones para el vso de las respectivas providencias, y precaver el que haya confusión y motivo de recursos entre las facultades del nuevo Corregidor, las de la Sala de Alcaldes de Casa y Corte y los Tribunales, tengo por conveniente declarar que la Sala quede con las mismas y la propia jurisdición que siempre, a excepción de lo que se puso al cuidado de la Junta de abastos, que ha de correr al del Corregidor y al de las personas a quien yo des304
No hemos localizado los documentos originales de 1747 citados en estos dos párrafos (§§97–98). 305 La Real orden por la cual se suprimieron los autos sacramentales es del 9 de junio de 1765; el documento del 11 de junio es una notificación de la misma por el corregidor Luján. Ambos se conservan, junto con la notificación del obispo de Cartagena, Presidente del Consejo, a Luján, fechada el 10 de junio, en AVM, Secretaría, 2-459-12. Los documentos del 9 y 10 de junio se reproducen en Cotarelo, Controversias, pág. 657a–b y en Cotarelo, Iriarte y su época (Madrid: Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra», 1897), pág. 47, n. 4. 306 Véase n. 224, arriba. 307 El decreto que se reproduce a continuación se resume en AVM, Secretaría, 3-11-8, [fol. 10v.]: «En el Libro de Acuerdos de el año de 1748 se alla vn decreto de S.M. de 26 de nobiembre de 1747 [...].» Hay una copia del decreto en AHN, Consejos, libro 1479, fols. 399r.–v., y otra en AHN, Consejos suprimidos, leg. 11.407, núm. 16; esta segunda es uno de los documentos remitidos al Consejo por Armona en 1785 con su memorial sobre el regidor García de Tahona (véase n. 429, abajo). Se reproduce también en Cotarelo, Controversias, pág. 643a–b, pero la signatura que da Cotarelo (2-478-41) es equivocada. Armona vuelve a reproducirlo en la segunda parte de estas Memorias; véase págs. 298–299, abajo.
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tinare para este manejo; y por lo que mira a los Hospitales, mando continúe entendiendo en su gobierno el Protector, ministro del Consejo, en la conformidad que hoy lo hace; y encargo y confío a la conducta del Corregidor marqués del Rafal la administración de las sisas, fuentes, empedrado, limpieza, riegos, palenques, plantío de árboles, compostura de caminos, reparos mayores y menores de puentes, y también los quarteles y vtensilios de las tres compañías de guardias de corps: de los dos regimientos, de las de ynfantería española y walona, y la franquicia de la guardia de alabarderos, con los proprios y rentas de Madrid. Y para las apelaciones, he resuelto formar una junta, compuesta de vos, el Governador del Consejo, de un ministro de él y de un Regidor de esta Villa (los que eligiere) y del mismo Corregidor, no en los casos de apelación, sino en los que él tenga por preciso tratar y conferir en ella las providencias governativas de sus encargos. Y nombro por Secretario de la expresada Junta al que lo es de la Presidencia, y por fiscal al que sirve al presente de Procurador general de Madrid. »Tendráse entendido en el Consejo y Cámara para su cumplimento en la parte que le toca. En Buen Retiro a 26 de noviembre de 1747.—AL OBISPO, GOVERNADOR DEL CONSEJO.» REAL ORDEN SOBRE EL MISMO ASUMPTO 308 «Ilmo. Señor. Ha tenido el Rey por conveniente confiar a la conducta del Corregidor, marqués del Rafal, no solo los encargos de que se hace expresión en decreto de 26 del que acava, sino que, atendiendo a que el Hospicio corrió al cuidado del marqués del Vadillo y el govierno de los theatros de comedias y la composición de las compañías estuvieron al de los Corregidores, ha resuelto S.M. el que estos dos referidos encargos corran también al del marqués del Rafal. Y de su Real orden lo prevengo a V.I. para que lo haga presente en el Consejo y Cámara y se tengan por comprehendidos entre los demás que se expecifican en el citado decreto. Dios guarde a V.I. muchos años como deseo. Buen Retiro, 29 de noviembre de 1747: DON ALONSO MUÑIZ.—SR. OBISPO DE OVIEDO, GOVERNADOR DEL CONSEJO.»
308 Hay una copia de esta Real orden en AHN, Consejos suprimidos, leg. 11.407, núm. 16; véase la nota anterior. Se reproduce en Cotarelo, Controversias, pág. 643b; Cotarelo dice que la sacó de Armona. Éste vuelve a reproducirla en la segunda parte de estas Memorias; véanse págs. 298–299, abajo.
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DECRETO DE 4 DE FEBRERO DE 1748, COMUNICADO A MADRID 309 «Deseando facilitar al público el beneficio que le resultará de tener los alimentos con abundancia, de buena calidad y a un regular precio, he mandado que se examinen con atento cuidado todos los medios que se han considerado más oportunos para asegurar este importante fin. Y teniendo la experiencia acreditado los faborables efectos que produjo en este asunto la providencia de destinar sugetos que, dedicándose del todo al manejo de este privativo encargo, corriesen con él, he resuelto formar vna Junta que havéis de presidir vos, el Governador del Consejo, y nombrar para ministros de ella al Corregidor marqués del Rafal, a don Alonso Narbáez, de mi Consejo de Hacienda, al Procurador general de Madrid, don Antonio Pinedo, a los dos Regidores don Ambrosio Negrete y don Pedro Josef del Yermo, y a don Juan de Sesma; y para secretario, don Juan López de Azcutia, que lo es de la Presidencia. Asimismo he determinado que en la expresada Junta sólo se trate, con la independencia que combiene y se insinuó en decreto de 26 de noviembre próximo pasado, de lo perteneciente a conseguir que el pueblo se halle abastecido de todos los géneros precisos para su manutención, como son carne, trigo, aceyte, velas, pescado, carbón, tocino, y también de otros comestibles de regalo que en las cortes se deven mirar, como poco menos necesarios que los primeros, sin intrometerse en otros encargos que en los referidos de abastos; pues los demás que corresponden a la policía y govierno de Madrid en todas sus partes, quales son los de fuentes, paseos, puentes, empedrados, limpieza, hermosura popular, rondas, hospicio y comedias, deve manejarlos por sí solo el Corregidor, como lo tengo declarado en el citado decreto de 26 de noviembre y por orden posterior de 29 del mismo; y igualmente las comisiones que en tiempo de los Corregidores que le han precedido corrían al cuidado de varios Jueces Protectores, cuyas facultades y jurisdiciones tengo por conveniente conceder al marqués de Rafal y que queden refundidas en él. Y porque de la administración de los expresados particulares encargos del Corregidor pueden resultar algunas quejas y recursos (cuyo examen es preciso), mando que las apelaciones que huviere de lo que él determinare se interpongan a vos, el Governador del Consejo, y así las admitiréis, pues desde luego os doy facultad para que podáis subdelegar en el ministro que os pareciere. Tendréislo entendido y lo haréis presente en el Consejo para su cumplimiento. Buen Retiro, a 1º de febrero de 1748.—AL OBISPO GOVERNADOR DEL CONSEJO.» 309 Hay una copia de este decreto en AHN, Consejos suprimidos, leg. 11.407, núm. 16, y otra (sin la notificación del 26 de febrero) en AHN, Consejos, libro 1.480, núm. 3. Se reproduce en Cotarelo, Controversias, pág. 643b–644b; Cotarelo dice que lo sacó de Armona. Éste vuelve a reproducirlo en la segunda parte de estas Memorias; véanse págs. 298–299, abajo. Nótese que la fecha del 4 de febrero es una errata; la fecha correcta es el 1º de febrero, tal como aparece al final del documento.
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101. «Publicados en el Consejo los antecedentes dos Reales decretos y orden inserta, se acordó el cumplimiento de lo que S.M. manda y que se participe a V.S., como lo hago, para su inteligencia y observancia en la parte que le toque. Nuestro Señor guarde a V.S. muchos años como deseo. Madrid, 26 de febrero de 1748: DON MIGUEL FERNÁNDEZ MUNILLA.— M.N.M.L. YMPERIAL Y CORONADA VILLA DE MADRID.» ACUERDO DE MADRID EN SU CUMPLIMIENTO 310 En Madrid, a 5 de marzo de 1748, estando en las casas de Ayuntamiento los Sres. Corregidor y Madrid, entre otros acuerdos hicieron el siguiente: «Haviendo precedido llamamiento ante diem a todos los cavalleros capitulares que están en esta villa, y dado fee los porteros de haverlo executado, se volvieron a ver los decretos y órdenes de S.M. de que sólo el Corregidor con Madrid cuide de todo lo correspondiente a la policía y govierno público y de las fuentes, paseos, puentes, empedrados, limpieza y hermosura popular, comedias y deemás que S.M. refiere tener declarado por decreto anterior de 26 de noviembre del año próximo pasado y orden de 29 del mismo, declarando igualmente que las comisiones que en el anterior tiempo corrían al cuidado de diferentes Jueces Protectores, y sus facultades y jurisdiciones, tenía S.M. por conveniente conceder al expresado Sr. Corregidor, en quien havían de quedar refundidas, determinando al mismo tiempo la regla que se havía de seguir en las apelaciones que pudiesen ofrecerse y dimanar de la administración de estos particulares encargos del Sr. Corregidor. De todo lo qual enterado Madrid, y de lo que dicho señor expuso en orden a que todos los expresados encargos, que como Corregidor S.M. ponía a su cuidado, se entendían necesaria y precisamente con el Ayuntamiento y comisiones dependientes de él, y las mismas formalidades, juntas y despacho que siempre se ha observado, en cuya virtud, haviéndose tratado y conferido, se acordó de conformidad se cumpliese lo que S.M. havía resuelto y mandava, y que para la devida observancia de ello, como el Sr. Corregidor havía expresado, se comunicasen las órdenes convenientes a las oficinas de Madrid para el devido efecto y punctual vso de todo lo referido. Concuerda con su original: DON JULIÁN MORENO DE VILLODAS.» REFLEXIÓN SOBRE LOS DECRETOS DEL REY Y EL ACUERDO DE MADRID 102. Hasta este tiempo, todo havía corrido con summa claridad y distinción. El Juez Protector de theatros, como se ha visto en estas Memorias, y el Superintendente general de sisas, egercían y deven egercer su jurisdi310
Este acuerdo se reproduce en Cotarelo, Controversias, págs. 644b–645a; Cotarelo dice que lo sacó de Armona. Éste vuelve a reproducirlo en la segunda parte de estas Memorias; véase pág. 299, abajo.
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ción y las funciones de su autoridad distinta y separadamente del Corregidor y Ayuntamiento de Madrid en todos sus partes distintas y separadas. 103. El Corregidor y la Villa nunca egercieron función alguna ni el menor acto de jurisdición en las cosas pertenecientes a el Juzgado de Protección y a la autoridad privativa sobre los caudales de sisas del Superintendente general. Las resoluciones del Rey distinguieron cada vno de estos objetos para que no se confundiesen, declarando expresamente que todos los ha de manejar el Corregidor por sí solo , de que resulta que el Corregidor no pudo tener acción ni facultad alguna para extenderse a más que lo que en ellas le mandava el Soberano. A él solo le confió las jurisdiciones y encargos que expresa en sus decretos; a él solo le constituyen responsable; él solo acepta y sirve las dos representaciones separadas de Protector y Superintendente, de modo que en calidad de Corregidor sólo pudo dar a el Ayuntamiento alguna participación guvernativa en los negocios de policía de que hablan los decretos y son natos del magistrado público, o en los demás de esta clase que ya el Rey por otras resoluciones tuviese declarados en aquel tiempo. 104. Pero el marqués del Rafal, en estos primeros pasos, no pudo estar impuesto en las precisas y necesarias distinciones de sus encargos, para no confundirlas ni ofenderlas. Hiva a exercer tres judicaturas que hasta él nunca se havían reunido en otra alguna persona, y menos todavía en algún otro Corregidor de Madrid: esto es, la judicatura ordinaria del Corregimiento, la del Juzgado de Protección de los theatros y representantes de España y la de la Superintendencia general de sisas de Madrid, que todas tienen objetos mui distintos entre sí. Y así llegaron en su tiempo, sin pensarlo el marqués, a la época de la confusión y las equivocaciones que ya se verán en su lugar. 105. Desde esta época se atribuyeron al Corregidor en calidad de tal (porque el título de Corregidor es la denominación común, aunque le caractericen otras representaciones) las providencias de la facultad del govierno y la jurisdición de theatros, que privativamente son de su Juez Protector, y porque el marqués de Rafal, que como Corregidor de Madrid asistía a sus ayuntamientos, como Juez Protector aprovava allí las listas de las compañías cómicas que se presentavan a él mismo, y como Superintendente de sisas las mandava pagar allí de los caudales de sisas, se creyó que todas esta funciones eran propias del Corregidor y de la Villa. En este concepto se fue caminando por algún tiempo, hasta que se llegó a el punto de proceder a varios recursos de agrabio contra el Corregidor como tal, y contra el Superintendente de sisas, dirigidos al Rey por los Comisarios de comedias, no por la Villa, ni consta de sus acuerdos hasta el tiempo de que van hablando estas Memorias. 106. En aquel tiempo (por condescendencia del marqués de Rafal) la formación de las compañías cómicas y su aprovación, que devía hacerse en
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casa del Juez Protector, como siempre se havía hecho en la de sus antecesores, permitió que se llevasen a la Villa con su propia asistencia. Y así, concurriendo en el marqués los tres respetos y autoridades enunciadas, nunca pensó que su condescendencia pudiese llegar a equivocar los actos, perjudicando en su atribución las respectivas jurisdiciones. Después se ha experimentado muchas veces este perjuicio, pero aún no han restituido a su antigua distinción y claridad con las declaraciones que están propuestas y consultadas al Rey. Esto es en 1785 311 . PRETENSIONES DEL HOSPITAL GENERAL CONTRA LA VILLA DE MADRID 107. Por este tiempo se subscitaron varias discusiones sobre los intereses y propiedad de los theatros por el Hospital General, creyendo que estava perjudicado y que la Villa devía dar sus cuentas de administración para indemnizarle. Se hicieron cargos de vna y otra parte, se presentaron documentos y se acudió al Rey. Se formó vna junta para el examen de todo y S.M. determinó los puntos en 1751, conformándose con el dictamen de ella, según la Real orden que se verá en su lugar 312 . 108. El Hospital General expuso: «Que las comedias empezaron en Madrid el año de 1574, siendo su vso e introdución de los hospitales, labrando a su costa los corrales, que fueron su principal y primera finca hasta el año de 1616, en que se les dio el Rey vna consignación de 54.000 ducados sobre la sisa llamada de la sexta parte, por lo que siendo suyo el dominio y la posesion, nadie podía disputarles la propiedad 313 . 108 314 . »Que Madrid no tenía para la administración de los theatros otro título que un auto de providencia temporal, dada por el Juez Protector, su fecha 7 de enero de 1638, en el que sólo mandó que entrasen sus productos en el Receptor de la sisa de la sexta parte 315 .
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Estas aclaraciones apuntan evidentemente al caso de García de Tahona, que se expone en las págs. 169–181, abajo. 312 Véanse págs. 128–129 abajo. Las pretensiones del Hospital General empezaron el 30 de junio de 1749, con un informe redactado por su nuevo contador, Ignacio Manso (Fuentes XXI, doc. núm. 108 [a], págs. 258–260; véase también doc. núm. 112, pág. 269), en el que pretendía demostrar que los Teatros de la Cruz y del Príncipe pertenecían a los hospitales y que el Ayuntamiento no les había pagado todo lo que se les debía del producto de las comedias desde que empezó a administrar los corrales en 1638. La Villa contestó remitiendo a los hospitales un «plan y resumen de todo el producto, valores y gastos de la representación de comedias en los cinco años comprensivos desde 5 de abril, Pasqua de Resurreccion de 1744, hasta 25 de marzo inclusibe de este de la fecha», fechado el 30 de noviembre de 1749 (Fuentes XXI, doc. núm. 109, págs. 262–263). El documento que Armona cita a continuación, y cuyo original no hemos localizado, es la respuesta del Hospital General, redactado seguramente por Manso. Véase Fuentes XXI, págs. 45–51. 313 Véase §49, pág. 70, arriba. 314 Sic; se repite por descuido el número «108». 315 Véase §55, págs. 72–73, arriba.
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109. »Que por la Real cédula de consignación del año de 1616 no se transfirieron a las sisas de Madrid los corrales, porque no se concedieron en cambio, sino para que, descontado del importe de las comedias lo que quedase libre, lo demás que faltase lo pagasen las sisas y la administración de las representaciones, por estar tolerada ésta con cierta ciencia de ser los theatros de los hospitales, y constar así de sus cuentas. 110. »Que siendo regular y preciso dar cuenta de toda administración, no incluyendo en ella liveralidades expontáneas, no haviéndolas dado Madrid desde el año de 1638, en que empezó a administrar sus productos, las sisas devían concurrir a la operación de darla; pues aunque la Villa quisiese escusarse con la íntegra paga de los 54.000 ducados asignados por el Rey, esto sólo sería admisible quando los nuevos efectos, que por vrgencias de los hospitales se han hido aumentando en los theatros, se los huviesen aprontado a los hospitales. Pero estando todo alterado, contribuyendo estos efectos el público, y los hospitales sin su alivio, por decirse no producir el propio de comedias lo que producía quando Madrid entró a administrarle, era indispensable su averiguación por vna cuenta de sus productos. Lo primero, porque la gracia del Rey no fue exclusiva de que los hospitales pudiesen lograr mayores intereses si las comedias los rindiesen. Lo segundo, porque el arrendamiento que se celebró desde el año de 1617 hasta el de 1621 fue de 104.500 reales de vellón, el del quinquenio de 1633 de 100.700 reales y el de año de 1637 de 92.120, y este fue el v´ltimo que administró el Hospital; que el primer arrendamiento que hizo Madrid, desde el año de 1641 hasta el de 1645, fue de 181.500 reales al año, y a corta diferencia siguieron así los demás 316 , siendo tan notable la diferencia que se advertía en ellos que era preciso se presentase la v´ltima escriptura del tiempo de hospitales y la primera de la administración de Madrid para venir en conocimiento de los motivos que pudo haver para vna diferencia tan 316 Se han tergiversado aquí los hechos. Se da la impresión de que el valor del arrendamiento subió en 1641 casi al doble de lo que había sido hasta 1637; pero esto es falso. Los precios de los contratos de 1617, 1633 y 1637 eran, en realidad, cantidades de ducados, no de reales. En cambio, el contrato de 1641–1645 valió efectivamente 181.500 reales (16.500 ducados) al año. Los datos correctos son los siguientes: 1617–1621: 105.000 ducados, con 4.000 de prometido (=101.000), «de que quedan pagaderos cada año 25.250 ducados en reales» (Fuentes XXI, doc. núm. 4 [b], pág. 67). No ha aparecido el contrato original de 1617 (véase Fuentes XIII, pág. 22). 1633–1637: 100.700 ducados, con 1.000 ducados de prometido (=99.700); 24.925 ducados pagaderos al año (Fuentes XIII, doc. núm. 15, pág. 98; Fuentes XXI, docs. núm. 24–25, págs. 102–103). 1637–1641: 94.000 ducados, con el dos por ciento (1.880 ducados) de prometido (=92.120); 23.030 ducados pagaderos al año (Fuentes XIII, doc. núm. 16 [d], pág. 103). 1641–1645: 66.000 ducados (16.500 ducados, o 181.500 reales, al año), con 1.320 ducados de prometido (=64.680); 16.170 ducados pagaderos al año (Fuentes XIII, doc. núm. 18, pág. 117). Por tanto, el precio del arrendamiento bajó mucho en 1641. Volvió a subir a partir de 1655; véase Fuentes XIII, págs. 193–194.
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excesiva como la que tocó a el arrendamiento de Luis de Monzón, el cual capituló no llevar los 300 ducados que pagava Madrid por los aposentos que ocupavan sus Regidores 317 . Y lo tercero, porque al presente, así por la suvida de las entradas como por la mayor afición de las gentes a las representaciones, deven tener aumento sus productos. Pero que del plan que se havía dado por Madrid del v´ltimo quinquenio 318 , resultava no haver producido cantidad alguna de aumento para los hospitales; antes las sisas ordinarias havía sido preciso que las tasasen, concurriendo a sobstener las diversiones diarias. 111. »Que esto no era crehíble, y se comprovava con el mismo plan, pues para el Hospicio, que sólo tiene su quarto de entrada por cada persona, demuestra el plan que sacavan cada año 39.924 reales de vellón 319 , y por el contrario para los hospitales, que tienen tres quartos por cada persona y además todo el producto de las gradas, balcones, lunetas y bancos, con los demás arbitrios de aguadores y limeras, no se sacava en el plan porción alguna para las sisas de la sexta parte, siendo esto tanto más de notar por quanto los precios están aumentados en 17 reales por cada balcón y real y medio por los bancos y lunetas, más de lo que en lo antiguo se cobrava por vnos y otras 320 . 112. »Que esta desigualdad era mui estraña, digna de reparo y de hacer un examen de la administración, por si en ella huvo franquicias o inversiones a que no deva ni pueda concurrir este arbitrio de los pobres; y en el caso de que la Villa quisiese eximirse de dar la cuenta, devería consentir en el reintegro de los productos antiguos sobre el pie de los arrendamientos
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Sobre Luis de Monzón y los 300 ducados de los aposentos de Madrid, véase §73 y n. 251, arriba. 318 Se refiere al «plan y resumen» de 1744–1749 (Fuentes XXI, doc. núm. 109, págs. 262–263). Véase n. 312, arriba. 319 No está claro cómo se llegó a esta cifra. El pago de un cuarto por persona al Hospicio dependía de las entradas, y por tanto no era una cantidad anual fija. Según el plan, el Hospicio cobró en este concepto 159.697 reales y 23 maravedís en total durante el quinquenio, con un promedio anual de 31.939 reales y 18 maravedís. Véase también la respuesta de la Villa, más abajo (págs. 126–127). 320 Efectivamente, como es lógico, los precios de entrada habían subido; pero lo que se afirma aquí es, de nuevo, incorrecto. Los precios citados son los de los corrales de comedias. El arrendador de los corrales cobraba 17 reales por cada aposento, a partir de 1613– 1614, y un real y medio por cada plaza en un banco a partir de 1624–1625 (Fuentes XIII, pág. 29). Según la tarifa establecida en 1675 y confirmada posteriormente, un aposento valía 24 reales, una plaza en los bancos, un real y medio, y un taburete (o una plaza en la luneta a partir de 1708), dos reales (Fuentes XII, pág. 28 y n. 12). Los precios establecidos en 1737 al inaugurarse el nuevo Coliseo de la Cruz variaban en función del tipo de espectáculo («fiestas diarias», «comedias de teatro» y autos, y óperas); un aposento principal valía de dos a cuatro pesos (24–48 reales de vellón), y un asiento en los bancos delante de las gradas o en la luneta, de dos a cuatro reales de plata (3–6 reales de vellón) (Fuentes XII, págs. 29–30 y doc. núm. 161, págs. 270–272).
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de 1621, 1633 y 1637, que fueron los v´ltimos de los hospitales y de su manejo. 113. »En fin, que siendo constante que en vna regular administración de la sisa y de las comedias sobravan caudales para todas las consignaciones y censualistas, esto se berificava por un auto del Sr. don Antonio de Monsalbe, siendo Juez Protector, provehído a 27 de abril del año de 1677, en el qual mandó que se pagase a todos los acrehedores por entero, por ser suficientes sus productos para ello y para los demás gastos con que las comedias estavan cargadas en los tiempos que se aplicaron a los hospitales los demás efectos de que al presente devían ser reintegrados 321 .» 114. Con inteligencia de todo, expuso la Villa 322 : Que fue constante el vso y propriedad de los corrales de comedias en los hospitales, y el v´nico arbitrio que tuvieron para su manutención, hasta que se les dio por el Rey, en las sisas de sexta parte, el equivalente seguro de sus productos. Que esta sisa se conponía de dos maravedís en cada azumbre de vino barato, quatro en la de vino caro, otros quatro en la de aloja, vna onza en cada libra de azúcar y de cera, y vn real en cada arroba de miel; pero que la dotación fija de 54.000 ducados, que era la cantidad que certificaron los contadores de aquellos tiempos necesitavan los hospitales, era constante y fija. Que después de tener asegurada y apoyada esta dotación se havía ampliado mucho el terreno de los corrales, y se havía mejorado su fábrica a costa de las sisas de Madrid. Que posteriormente, estando amenazando ruina (con especialidad el Corral de Príncipe), igualmente que por mejorar el ornato de la Corte, se demolieron ambos y se hicieron theatros de regular y mayor extensión: el de la Cruz, sacando el dinero del caudal de las arcas de sisas, con decreto de S.M., y el del Príncipe, tomándole a censo con hipoteca de los mismos theatros y de sus productos. Que para esto se despachó Real cédula en 22 de mayo de 1744, refrendada de don Miguel Fernández Munilla, escribano de Cámara y de Govierno, dando facultad a don Esteban Josef de Abaría, Superintendente general de sisas, para que otorgase las escrituras de censo a favor de los imponedores 323 . Que vno de estos imponedores fueron los mismos hospitales, pues impusieron a este fin 440.000 reales de vellón por escriptura otorgada en 31 321
Véase el catálogo de Jueces Protectores, núm. 9º, y n. 207, en pág. 81, arriba. En el manuscrito, la mayor parte de esta sección (§114) es un solo párrafo largo. Nos parece que se facilita la lectura dividiéndola en párrafos más cortos, como hicieron Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García en su edición (págs. 195–199, donde la misma sección se númera 105–107). 323 Fuentes XXI, doc. núm. 107, págs. 255–256. 322
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de agosto de 1746 ante Tomás Francisco Yzquierdo, en la qual está inserta la facultad y Cédula Real 324 , estimando los hospitales en más la hipoteca de las sisas que la propriedad de los theatros, porque tenía la experiencia de cerca de siglo y medio de que las representaciones se suspenden muchas veces y, al contrario, en las sisas la mesada era siempre efectiva a favor de los hospitales. Que esto mismo ya lo havía dejado acreditado el Sr. don Antonio de Contreras, del Consejo de S.M. y Juez Protector de ellos, por su auto de 18 de marzo de 1652 ante Juan Manrique, escribano del número, auto en que mandó que del producto de las comedias se pagasen a los Hospitales de Corte y Anton Martin 1.392.750 maravedís cada año por mitad y por las quatro maravedís de cada persona consignados a ellos, y que el resto se repartiese a prorrata entre los censualistas de la grande obra de la corta de la Plaza, los quales fueron posteriores a la consignación de 54.000 ducados hecha por S.M. a los hospitales en 1616, pues el valor de las sisas enteramente se necesitava para su pago y el de los censos anteriores situados sobre ellas 325 . Que de esto se deducía ya tener la Superintendencia de sisas para la administración de las comedias otro título de más fuerza y valor que el auto de los Sres. Protectores de 7 de enero de 1638, porque éste no se dirigió a el fin para que se cita, sino a mandar que, entrando como entrava en el Receptor de la sisa de la sexta parte el citado producto de las comedias (y así havía empezado a hacerse cargo de él desde San Juan del año de 1637), se cobrasen por entero los 54.000 ducados de las mismas sisas, escusando por este medio dos percivos, con el mejor y más efectivo socorro de los hospitales 326 . Que los censualistas también havían adquirido derecho a la propriedad de los theatros y a sus productos, pues aunque ellos, por la cédula que dio consignación a las hospitales, no se transfiriesen a las sisas, tampoco previno que quando no se representase ni diesen producto alguno los teatros, pagasen enteramente las sisas a los hospitales los 54.000 ducados de su consignación, y el que esto no se previno, además de no constar de ella, lo prueva otra Real cédula expedida a 16 de marzo de 1618, en que S.M. dio licencia y facultad a Madrid para tomar caudal y fundar los censos que efectivamente se fundaron e impusieron para la compra de las casas que se derrivaron en la Plaza Mayor, para la obra de mejorarla como correspondía a vna corte, censos que rentavan 6.517.850 maravedis al año, los quales quedarían sin finca conocida y segura, no produciendo las comedias para su pago; por lo que se entendió y se entiende implícitamente que, en ce324
Fuentes XXI, doc. núm. 107, págs. 256–258. Fuentes IV, doc. núm. 8, págs. 59–60. Véase catálogo de Jueces Protectores, núm. 8º, en pág. 81 arriba. 326 Fuentes III, doc. núm. 35 (a), pág. 88. Véanse §§55 y 108bis arriba. 325
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sando las representaciones de las comedias, las sisas paguen enteramente (como la están pagando) la consignacion anterior. Que igualmente se deducía que, satisfecha como lo estava esta consignación, aun con mesada anticipada, no tenían los hospitales motivo alguno para repetir, no berificando primero que los theatros produgesen más cantidad que los 54.000 ducados, siendo constante y provado, por otra parte, que no produgeron ni rinden siquiera en el día la mitad. Que así les constava a los hospitales, pues asentían desde luego a que Madrid, en el caso de querer eximirse de la cuenta, consintiese en el reintegro sobre el pie de los arrendamientos hechos hasta el año de 1637, pero que, siendo el asunto principal de los hospitales pedir esta cuenta desde el referido año de 1638, Madrid les daría esta satisfación, omitiendo las disputas de pertenencia y si devió o no devió berificarse vn verdadero cambio. Que mui presto se daría esta cuenta, aunque el tiempo de ella fuese tan dilatado y aunque se le ponían reparos y adiciones antes de presentarla. Que Madrid aún podía salir de este cuidado sólo con decir o recordar vna circunstancia que no se toca de la referida Real cédula de 18 de marzo de 1616, por la cual la clemencia de S.M. dotó a los hospitales con sus 54.000 ducados anuos, y negar Madrid la proposición de que a los hospitales se les hayan concedido los nuevos efectos que se indican, pues esta negativa se provaría quando se tratase de ellos, y la circunstancia anterior era que por la misma Real cédula se confirió la direción y manejo de la sisa de sexta parte privativamente a don Diego López de Salcedo, del Consejo Real de Castilla, Juez Protector de hospitales y theatros, por quien desde aquel mismo tiempo (y también por los demás ministros que le sucedieron) corrieron las sisas hasta fines del año de 1705; y por lo que tocava a comedias, el Rey havía mandado en 1632 que se formase vna junta compuesta del Ministro Protector, como presidente, del Corregidor de Madrid y dos cavalleros capitulares 327 , por la qual, desde el mismo año hasta el de 1734, en que S.M. confirió la Superintendencia general de sisas a don Fernando Verdes Montenegro 328 , se entendió siempre en los arrendamientos y administracion de los theatros y sus intereses, como consta de todas las escripturas que se otorgaron, por lo que Madrid no era ni podía ser responsable a la cuenta que se pedía, estando bien libre de que a su generosidad (de que tenían experiencia los hospitales) se atribuyesen liveralidades espontáneas con perjuicio de tercero; pero que por este motivo le quedava el sentimiento de que se diese por egemplar para la vaja del producto de las comedias la capitulación que se hizo con Luis Monzón para que no se llevase a Madrid los 300 ducados que se le davan por los dos aposentos que ocupavan sus capitulares Comisarios, pues era raro intento querer privar a esta Villa 327 328
Véase §52, págs. 71–72, arriba. Véase el catálogo de Jueces Protectores, núm. 17º, y n. 220, en pág. 84 arriba.
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de vna cosa que gozavan y gozan no sólo las ciudades de todo el reyno, sino también qualquiera lugar o aldea, sin que los comediantes, como más interesados en sus entradas y su travajo, hayan pedido jamás a ningún pueblo que su concejo les pague la entrada, con ser vna gente cuya infelicidad y pobreza les obliga a este egercicio, siendo su travajo el verdadero causante y el proprietario del producto de las comedias. Que este reparo era más de estrañar para Madrid quando por aquel motivo no se descontava a los hospitales cantidad alguna de los 54.000 ducados de su consignación; por lo que, y atendiendo a esta razón, mereció a la Junta que, por auto de 18 de julio de 1675, mandase que desde allí en adelante no pudiesen pedir ni llevar los arrendadores maravedís algunos por los dichos dos aposentos 329 . Que en prueva de ser mui correspondiente a la Villa este derecho, estava presente un egemplar con toda la propriedad necesaria para el caso en las fiestas de toros que se celebran en la plaza construida por el Hospital fuera de la Puerta de Alcalá 330 , cuyos productos tienen destino a los mismos hospitales, pues en esta plaza, sin costo alguno, se dava a el Corregidor y a Madrid balcón y lugar correspondiente a la jurisdición, mandando la plaza su Corregidor. Que aunque Madrid, por todas estas razones, estava exhonerada de dar la cuenta, y era su mayor satisfacción en este punto, sin embargo pasaría a demonstrar que los arrendamientos hasta fines del año de 1637 no produgeron el valor que suponía el manifiesto de los hospitales, y quál fue el valor líquido del v´ltimo quinquenio. Que así devía aclararse desde luego que el arrendamiento hecho desde San Juan de el año de 1615 hasta otro tal día del de 1617 (éste fue el primero que devió descontarse de la consignación), aunque suena, y con efecto fue, de 27.000 ducados cada año para los Hospitales General, Pasión, Ynclusa y Desamparados, no les correspondían de esta cantidad más que 23.286, pues los 3.714 restantes tocavan a los Hospitales de Corte y Antón Martín. Que así resultava de la cuenta y ajustamiento que entonces se mandó hacer por el Juez Protector don Diego López de Salcedo y de la primera libranza que despachó para su pago, en 26 de abril de 1616, contra el Receptor de sisas, la qual sólo fue de 30.714 ducados, pues era el resto que se 329 Fuentes V, doc. núm. 17 (i), pág. 98: «mandaron que la condicion 10 que trata sobre los aposentos que tocan a Madrid se quite de ellas [...]». Se refiere a las condiciones del arriendo de 1675–1679; véase Fuentes XIII, doc. núm. 35, págs. 147–148. Pero nótese que la cuestión de si Madrid pagaba sus aposentos surgió ya en 1614–1620; véase Fuentes III, doc. núm. 5, págs. 53–55, y págs. 28–29. Todos los documentos citados están en AVM, Secretaría, 2-469-6. 330 Véanse Baltasar Cuartero y Huerta, Relación histórica de la primera plaza circular de toros construida en Madrid (Madrid: Diputación Provincial, Sección de Prensa y Propaganda, 1957), y Francisco López Izquierdo, Plazas de toros de la Puerta de Alcalá: 1739–1874, 2 vols. (Madrid: Unión de Bibliófilos Taurinos, 1985–1988).
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devía para completar la consignacion 331 , y el último arrendamiento desde San Juan de 1637 hasta otro tal día de el de 1641, siendo cierto y constante que fue de 23.030 ducados annuales, pero además de que en esta cantidad estava incluso el haver de los Hospitales de Corte y de Anton Martín, se hicieron de revaja en él 4.000 ducados cada año, en virtud de auto provehído por los Sres. Josef González y don Antonio de Contreras, actuales Protectores, su fecha 17 de febrero de 1639, con lo qual quedó el arrendamiento en solos 76.120 ducados 332 , demonstrándose con esto enteramente que no havía ni hay un pie fixo de valor para ajustar la cuenta posterior, como se quería suponer, por la omisión de un radical examen. Que en quanto a la última parte del manifiesto, de que al presente no quedaría caudal alguno para las sisas, sacándose 39.924 reales por el quarto que tenía y se pagava a el Hospicio, se satisfacía con decir ser cierto que las entradas tenían aumento y se experimentava mayor afición en las gentes a los theatros, pero que esta afición la excitava el mejor gusto, lo costoso de los theatros que se hacían, las buenas orquestas de música y la concurrencia de buenas partes de representado y cantado, a las quales, a proporción de su habilidad y exmero, se les gratificava, y así los gastos del día eran mayores y mui distintos de los que se hacían en el siglo pasado. Por lo que, aunque en el v´ltimo quinquenio produgeron 726.198 reales, que correspondían cada año a 145.239 reales, los 414.843 eran por la tercera parte de lo líquido de entradas, los 151.658 para los Hospitales de Corte y Anton Martín y los 159.679 [sic, por «159.697»] restantes para el Colegio de las Niñas de San Josef y para la ayuda de costa que se dava a las compañias cómicas por la función de los autos sacramentales 333 . Que estos valores se havían convertido, como constava de un plan que acompañava, en satisfacer las consignaciones susodichas, la paga de réditos a los cen331
Véase la repartición de los 27.000 ducados anuales del arrendamiento de 1615–1617, elaborada el 1º de julio de 1615 en cumplimiento de un auto emitido el mismo día por los Protectores, Francisco de Contreras y Diego López de Salcedo, en la que, efectivamente, tocaban 3.714 ducados a los Hospitales de la Corte y Antón Martín, 1.857 a cada uno (Fuentes XXI, doc. núm. 1 [a]–[b], págs. 63–64). No hemos localizado la libranza del 26 de abril de 1616; la cantidad de 30.714 ducados corresponde al balance de la consignación de 54.000 ducados a los otros cuatro hospitales, después de descontar los 23.286 ducados del arrendamiento de las comedias. 332 Este auto de González y Contreras está en Fuentes XXI, doc. núm. 45, págs. 131–132. Con el descuento de 4.000 ducados se rebajó el pago anual de 23.030 a 19.030 ducados, de modo que el precio del arrendamiento ascendía a 76.120 ducados por los cuatro años. 333 Véase el plan del quinquenio en Fuentes XXI, doc. núm. 109, págs. 262–263. Las cantidades exactas son: 726.200 reales en total de «valores de sisas y los dos quartos de las consignaciones de Hospitales, Colegio y ochabo», 414.843 reales y 20 maravedís del «valor de sisas por la tercera parte de las compañias y mitad de volatines», 151.658 reales y 25 maravedís para los «Hospitales de San Juan de Dios y la Corte por otro quarto que se percibe en solo la representacion», y 159.697 reales y 23 maravedís al «Colegio de Niños de San Joseph por dos maravedis y los otros dos que se cobran para la ayuda de costa general de Corpus».
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sualistas por el caudal que se tomó para la obra del Theatro del Príncipe, los gastos de administración y la condución de los cómicos que se traen de fuera. Que los dichos 726.198 reales deven entenderse como producto común, y no en lugar de los tres quartos por cada persona y también por los demás advitrios que tenían los hospitales. Y así, tirada la cuenta a proporción del quarto que tocava a el Hospicio, no salía tan desfigurada como se quería la vtilidad anual, mucho menos quando no havían correspondido a el Hospicio, en cada año de los v´ltimos cinco, los 39.924 reales que se decían, sino 31.939 reales 334 , siendo éste un quarto líquido, sin descuento alguno, que equivalía a más de tres de los que estavan sugetos a la precisa dedución de gastos como los otros, por lo que esta comparación no era justa ni proporcionada en su aplicación. Y por lo que toca a el auto del Sr. Monsalbe, mandando pagar por entero a todos los acrehedores, con lo que se quería provar que en las comedias havía suficiente caudal para ello y sobravan los producto [sic] de los nuevos efectos aplicados a los hospitales, era preciso repetir sobre esta insistencia que se alegava un derecho vano a las gracias que nunca obtuvieron los hospitales, fuera de ser mui estraño querer regular los gastos de aquel tiempo con los que se hacían al presente. Que este mismo auto del Juez Protector faborecía a Madrid y desvanecía la pretensión de que deviese dar cuentas, porque siendo de 26 de abril de 1668 (que es su verdadera y legítima fecha) 335 , dado por un Juez Protector de los hospitales, comprovava el buen manejo y dirección de las sisas, acreditando que el producto de las comedias era finca de los censualistas de la corta de la Plaza, pues el auto expresamente decía: Que respecto de estar consignados los censos en este producto y constar no haverse pagado más que dos tercios cada año, por no tener entonces más cavimiento, se les pagase por entero y sin descuento alguno desde primero de enero de aquel año, mediante que havía crecido en valores el nuevo arrendamiento que se havía hecho por quatro años desde primeros de diciembre de 1677 [sic, por «1667»], pero que nada se pagase en cuenta de los atrasos, por el perjuicio y falta que se causaría a la paga corriente 336 . Donde era de notar que ya entonces havían padecido atraso los interesados: esto es, desde el primero de enero de el año de 1652, en que por otro auto del Juez Protector don Antonio de Contreras, de 18 de marzo del mismo, se les descontava vn tercio cada año 337 ; y así no era tanto el valor de las comedias como conocido el descuvierto de los acrehedores, pues satisfaciéndoles por entero no podían sobrar los productos de los nuevos efectos. Y en fin, que no solo se persuadía, sino que 334
Véase n. 319, arriba. Esto es cierto; véase n. 207, arriba. 336 No se cita aquí textualmente el auto de Monsalve, sino que se da un resumen de la primera parte. Véase el original en Fuentes XXI, doc. núm. 66 (a), págs. 160–161. 337 Fuentes IV, doc. núm. 8, págs. 59–60; véanse págs. 81 y 123, arriba. 335
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enteramente se berificava que, satisfechos los hospitales de los 54.000 ducados de su Real consignación, no tenían derecho alguno para repetir contra las sisas ni contra la administración de las comedias, y menos todavía para alegar de perjuicio, berificándose también que la administración de los corrales tocava privativamente a la Superintendencia general de sisas, como vno de los ramos de que se componían, estando aplicados sus productos por los dos autos ya citados a la paga de los censos que se causaron con motivo de la corta de la Plaza Mayor y en virtud de otra facultad que se concedió a Madrid para construir el Theatro del Príncipe, por Real cédula de 22 de mayo de 1744 338 . RESOLUCION DEL REY 339 «Ilmo. Señor: Haviendo mandado el Rey que en vna Junta de Ministros de Justicia se viesen y examinasen prolijamente diferentes instancias hechas por los Hospitales Generales de Madrid sobre perjuicios que experimentan en la percepción de varios intereses y efectos que les pertenecen, y que para asegurar su caval conocimiento y determinación se oyese a la parte de los mismos hospitales y a la persona o personas que diputasen las sisas de Madrid, teniendo presentes los documentos y justificaciones que se exhiviesen por vnos y otros, ha resuelto y declarado S.M., con dictamen de la misma Junta, que, sin embargo de que la propiedad de los dos theatros de comedias de la Corte toca y pertenece a los hospitales, no se haga novedad en la práctica actual de que su producto se maneje por la administración de las sisas de sexta parte, siempre que se berifique corriente la satisfacción de los 54.000 ducados que por Real cédula de 18 de marzo de 1616 se consignaron sobre las nominadas sisas a los propios hospitales; y que se escuse por éstos estrechar a Madrid a la presentación de cuentas del producto de las comedias, sin que se entienda quedar privados por esto de la acción que han tenido a percivir los residuos o sobrantes de los mismos theatros, después de pagadas sus cargas. »Que se recrezca hasta la cantidad de 150.000 reales al año, para desde 1º de enero del presente, el situado de 125.715 reales y 6 maravedís en libra de baca destinado a los hospitales por auto del Consejo de 19 de junio de 1659, mediante los aumentos reconocidos en los inmediatos y actuales consumos de esta especie, a que se arregla el acrecentamiento de precio, pero quedando reservado a estas casas el derecho para reclamar en lo futu-
338
Fuentes XXI, doc. núm. 107, págs. 255–256; véase pág. 108 y n. 289, arriba. Hay una copia de este decreto (que está fechado el 5 de junio de 1751) en AHN, Consejos, libro 1.480, núm. 55, fols. 350r.–351r. Se cita el primer párrafo en un informe de 1794 (Fuentes XXI, doc. núm. 112, pág. 269). Vuelve a reproducirse en la segunda parte de estas Memorias (véase pág. 299, abajo), y se encuentra también, copiado de Armona, en Cotarelo, Controversias, págs. 645a–646a. 339
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ro la indemnización de qualquiera clase de perjuicio que adviertan en esta parte. »Y que concurriendo la propia razón por lo respectivo al maravedí en libra de carnero, que igualmente les pertenece, cuyo equivalente se redujo cada año a la cantidad de 210.000 reales por Real resolución a consulta de la Junta de abastos del año de 1742, se proporcione esta dotación al respecto de lo que posteriormente han suvido los consumos, o se reintegre a los hospitales en el recobro por sí de este efecto, escusándoles en este v´ltimo caso de contribuir a el gasto de la administración y resguardo, respecto de no aumentarse alguno por este motivo a las sisas ni al abasto de carnes. »V´ltimamente ha deliverado S.M., con parecer de la citada Junta, que los referidos hospitales gocen exempción de los derechos pertenecientes a las sisas municipales en quantos efectos se consumieren en la manutención de los enfermos y sus sirbientes, según y como se declaró por el Consejo en auto de 19 de febrero de 1739, entendiéndose la propia exempción a los derechos correspondientes a las sisas reales. »Y para precaver que por abuso de estas franquicias se cometa fraude, con detrimento de vnos y otros derechos, se haga prudente regulación de los consumos, a fin de que, fijándose vna refacción annual, se berifique a los hospitales esta inmunidad, sin excluirles la acción de reclamar si en adelante sintieren perjuicio en la cantidad de su importe. Lo que participo a V.S.I. de orden de S.M., a fin de que se tenga presente en el Consejo. Dios guarde a V.S.I. muchos años como deseo. Aranjuez, 12 de junio de 1751: EL MARQUÉS DE LA ENSENADA.—SR. OBISPO GOVERNADOR DEL CONSEJO.» Esta resolución cortó las disputas y fijó la práctica antecedente, de modo que los dos theatros han corrido sin interrupción y corren administrándose por la Villa. Véanse los productos de los v´ltimos años en los estados que acompañan, formados por el contador de ellos, don Juan Bautista Lavi y Zavala, con grande inteligencia y exactitud en todos sus asuntos 340 . Alguna confusión y algunos desórdenes de los que se experimentan en los grandes concursos y en la estrechez de los lugares aumentaron las precauciones del Govierno por este tiempo. En el mes de noviembre de 1753, mandó el Sr. don Fernando VI que se formasen vnas Precauciones de seguridad, extensivas a todos los casos ya experimentados a las circunstancias del lugar, dentro y fuera de los theatros, y a la calidad del concurso de todas clases de gentes. Estas precauciones, en número de veinte y cinco, se imprimieron para noticia de todos y S.M. las mandó observar. Son estas.
340 Armona se refiere a las tablas preparadas por Lavi e incluidas en el manuscrito; véanse págs. 183–184, abajo.
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PRECAUCIONES 341 «1ª Para evitar 342 los desórdenes que facilita la obscuridad de la noche en concurso de ambos sexos, se empiecen las representaciones en los dos coliseos 343 a las quatro en punto de la tarde, desde Pasqua de Resurrección 341
Existen tres versiones de estas Precauciones. (A) La primera es del 12 de noviembre de 1753; hay ejemplares en AVM, Secretaría, 2-458-26, AHN, Consejos, libro 1.517, núm. 16, y AHN, Sala de Alcaldes de Casa y Corte, libro 1753, fols. 305–331, donde se encuentran también varios documentos relativos a su publicación. (B) La segunda es del 12 de abril de 1763; las Precauciones de 1753 no se observaban, y además no quedaban ejemplares (véase AHN, Sala de Alcaldes de Casa y Corte, libro 1763, fols. 214r.–218r.). Hay ejemplares de esta reimpresión en AHN, Sala de Alcaldes de Casa y Corte, libro 1763, fols. 240r.– 243r., libro 1766, fols. 343r.–346r., y libro 1776, fols. 16r.–19r., y se reproduce en Martínez Salazar, Del gobierno general, págs. 468–473 (véase n. 240, arriba). (C) La tercera es del 6 de abril de 1776; hay un ejemplar en AHN, Sala de Alcaldes de Casa y Corte, libro 1776, fols. 12r.–15r. (véase también la Real orden del 4 de abril de 1776, reproducida por Armona en págs. 146–147, abajo, la cual se refiere a la reimpresión de 1763 y ordena la de 1776.) Pero Armona, a pesar de lo que dice más arriba, no reproduce aquí la primera versión, de 1753, sino la segunda, de 1763. Hay un ejemplar de la primera versión, de 1753, en los borradores de estas Memorias (BNM, Ms. 18.474/1, fols. 137–140). Le sigue inmediatamente (fols. 141–144) una copia manuscrita de la segunda versión, de 1763, que es la que utiliza Armona aquí. Esta copia está fechada el 12 de abril de 1773 [sic]. Su fuente podría ser otra copia manuscrita, fechada igualmente el 12 de abril de 1773, conservada en AVM, Corregimiento, 1-97-64. Este ejemplar está encabezado: «Copia de las Precauciones renovadas en el año de 1763 por orden de la Sala», y al margen, al lado de la primera regla, están las palabras: «Auto de 7 de octubre de 1773». Como esta fecha es posterior al 12 de abril de 1773, la supuesta fecha de la copia realizada a raíz del auto, suponemos que se trata de un error por 12 de abril de 1763, la fecha de la segunda versión, debido a una lectura equivocada de «se⌠enta y tres» en la versión impresa de 1763. Se trataría de una confirmación de las Precauciones de 1763, ordenada en octubre de 1773. En efecto, se confirmaron, pero sin reimprimirse, en 1773 (véase AHN, Sala de Alcaldes de Casa y Corte, libro 1773, fol. 974). Hay algunas diferencias entre las tres versiones; señalamos en notas a pie de página las variantes más significativas de los textos de 1753 y 1776 (que corresponden en general entre sí) con respecto a la versión de 1763 que reproduce Armona. Las variantes de la versión de 1753 se señalan también al margen del ejemplar manuscrito del texto de 1763 incluido en los borradores de Armona (BNM, Ms. 18.474/1), en una letra decimonónica que puede ser la de Barbieri. El título impreso de la versión original de 1753 es el siguiente: «Precauciones que se deben tomar para la representacion de comedias, y debaxo de cuya puntual observancia se permite el que se executen.» Se repite en la reimpresión de 1776. En cambio, la versión de 1763 lleva un título diferente, que Armona no reproduce: «Precauciones mandadas observar por S.M. y repetido nuevamente a la Sala de su Real orden el cuidado de su puntual cumplimiento para la representacion de comedias vaxo de cuia observancia se permite el que se executen.» Cotarelo da este último título en Controversias, págs. 646a–648b, y añade entre paréntesis: «Ley IX, título 33, libro VII de la Nov. Recop.». Él también, a pesar de copiar el último párrafo de la versión de 1753, reproduce la versión de 1763 (aunque utiliza la palabra «corrales», como en las otras versiones; véase n. 343, abajo). 342 1753 y 1776: «Que para evitar»; así también en la versión de 1763 y la copia manuscrita en los borradores de Armona (BNM, Ms. 18.474/1, fol. 137r.). 343 1753 y 1776: «corrales». Cada vez que se emplea la palabra coliseos en la versión de 1763, se pone corrales en 1753 y 1776; no señalamos los demás ejemplos.
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hasta el día v´ltimo de septiembre, y a los dos y media desde primero de octubre hasta Carnestolendas, sin que se pueda atrasar la hora señalada con ningún pretexto ni motivo, aunque para ello se interesen personas de autoridad, cuidando los autores por su parte de no hacer inútil esta providencia con entremeses y saynetes molestos y dilatados, proporcionando el festejo y ciñéndole al término de tres horas, quando más, que es el suficiente a la diversión y a que se logre el fin de salir de día. »2ª Que la tropa que va a auxiliar a el alcalde, repartida en las puertas de los coliseos, no permita que los coches se detengan después que se apeen sus dueños y los haga salir de la calle para ponerse en carrera en los sitios acostumbrados, guardando el mismo orden al salir de la comedia y dejando el del alcalde en la callejuela mas próxima, como es estilo, para que le tenga pronto en qualquiera vrgencia que se le ofreciere del Real serbicio. »3ª Que antes de empezar la comedia, ni después de concluida, no se permitan hombres parados y embozados que suelen ponerse como de plantón en las esquinas y puertas inmediatas a los coliseos, y especialmente en aquéllas por donde salen las mugeres de la cazuela. »4ª Que no se dege entrar en los coliseos ni estar en ellos persona alguna embozada con gorro, montera y 344 otro disfraz que le oculte el rostro, pues todos deverán tenerlos descuviertos para ser conocidos y evitar los inconvenientes que se ocasionan de lo contrario. »5ª Que en las puertas y entradas de los coliseos no se permitan aguadores ni fruteras, y dentro de ellos solo podrá vender estos géneros vn hombre de buena vida y costumbres que sea de la satisfacción del Regidor Comisario de comedias. »6ª Que durante la representación, ni antes de ella, ninguna persona encienda cigarros de tabaco ni lo tome en pipa, con el riesgo de algún incendio y lo que se ofende con el humo y el olor a los demás del concurso 345 . »7ª Que ningún hombre entre en la cazuela con pretexto alguno, ni hablen desde las gradas y patio con las mugeres que estuvieren en ella, y a la salida de la comedia no se permita embozados en los tránsitos de los aposentos, repartiéndose en ellos ministros y soldados que lo embaracen, y los lances que de lo contrario se pueden originar. »8ª Que en los aposentos principales, segundos, terceros ni aloxeros, no ha de haver celosías altas, y que la gente que los ocupe esté con la decen344
1753 y 1776: «ni»; así también en la versión de 1763 y la copia manuscrita de los borradores. 345 A propósito de esta norma, Palacios Fernández, Álvarez de Barrientos y Sánchez García comentan en su edición el riesgo de incendio en los teatros, y citan una prohibición de fumar en fondas, cafés, botillerías y hosterías, introducida en 1787. Remiten al estudio de José Pérez Vidal, España en la historia del tabaco, Biblioteca de Dialectología y Tradiciones Populares, 11 (Madrid: CSIC, Centro de Estudios de Etnología Peninsular, 1959).
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cia que corresponde, sin capa los hombres y sin que las mugeres se cubran los rostros con los mantos. »9ª Que las personas encargadas del alquiler de los aposentos prevengan y no permitan a los que los alquilaren lo contenido en el capítulo antecedente. »10. Que los asientos de varandilla, lunetas, corredorcillos y tertulias que no estuvieren efectivamente ocupados los puedan tomar y sentarse en ellos los primeros que llegaren, sin que sirva de pretexto para lo contrario decir el acomodador que están ya tomados. »11. Que en los tramos de barandilla o asientos delanteros correspondientes al vno y otro lado del tablado, que están encima de éste, no se permitan bancos en que sentarse ni que en ellos se acomode gente, aunque esté en pie, de modo que sólo la podrá haver en las gradas respectivas a los referidos sitios, sin que de ellas se puedan vajar a las barandillas, para cuya observancia los Regidores Comisarios de los coliseos o compañías harán atajar estos tramos (si anteriormente no lo estuvieren) 346 en la forma que pareciere mas conveniente. »12. Que en lo restante de las barandillas y en sus asientos delanteros, ni en los de las lunetas, no se siente persona alguna de capa (aunque sea su propio trage) 347 , si no es de militar, o en otro decente 348 que según su estado le corresponda. »13. Que el banco de la media luneta, en que se sientan los músicos de la orquesta, esté retirado del tablado mas de vna vara. »14. Que al estremo del tablado, y por su frente, se ponga en toda su tirantez un listón o tabla de la altura de vna tercia 349 , para embarazar por este medio que se registren los pies de las cómicas al tiempo que representan. »15. Que en los bestuarios de ambos coliseos se tenga siempre capaz y suficiente separación en que se vistan y desnuden las cómicas con la decencia y honestidad correspondiente, sin executarlo a la vista de los cómicos, como antecedentemente está mandado 350 . »16. Que no entren hombres en los vestuarios con pretexto alguno, sean de la clase que fueren, permitiendo solamente en ellos los indispensables a la execución de la comedia. 346
1753 y 1776: faltan las palabras entre paréntesis. 1753 y 1776: faltan las palabras entre paréntesis. En la versión de 1763 y la copia manuscrita de los borradores de Armona, se lee «aunque éste sea propio trage». 348 1753 y 1776: «o en el trage». 349 Es decir, un pie (casi 28 cm.). 350 La versión de 1753 es bastante diferente: «15. Que respecto de no tener el vestuario del Corral de la Cruz quarto o sitio separado para vestirse y desnudarse las cómicas, executándolo a la vista de los cómicos, lo que no sucede en el del Principe, por haver en él la separación correspondiente, se pondrá para lo succesivo en el de la Cruz igual precaución y decencia.» La versión de 1776 es igual que la de 1753. 347
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»17. Que en las representaciones de theatro, ni en otra alguna, no se permita dar grada a las mugeres, como se acostumbrava antiguamente 351 . »18. Que no se puedan representar en alguno de los dos coliseos comedias, entremeses, bayles, saynetes o tonadillas sin que (después de obtenida la licencia del Juez eclesiástico de esta Villa) se presenten por los autores de las compañías a la Sala de Alcaldes, para que, mandadas reconocer de su orden y sin costa alguna de derechos, se puedan representar, lo que se egecutará sin limitación, aunque antes de ahora se huviesen representado al público sin este requisito y estuvieren impresas con las licencias necesarias; y si al tiempo de la egecución, no obstante estar aprovadas, advirtiere el alcalde alguno de aquellos reparos que no se ofrecen al leerlas y sí al verlas representar, recogerá después la comedia, entremés, bayle, saynete o tonadilla en que se encuentre, prohiviendo su repetición 352 . »19. Que en la execución de las representaciones, y con particularidad en la de los entremeses, bayles, saynetes y tonadillas 353 , pondrán el mayor cuidado los autores de que se guarde la modestia devida, encargando a los yndividuos de su respectiva compañía, en los ensayos, el recato y compostura en las acciones, no permitiendo bayles ni tonadas indecentes y provocativas y que puedan ocasionar el menor escándalo. »20. Que igualmente serán responsables los autores a la nota que pudiera causar qualquiera cómica de su compañía que saliere a las tablas con indecencia en su modo de vestir, sin permitir representen bestidas de hombre si no es de medio cuerpo arriva. »21. Que aunque pidan los mosqueteros v otra alguna persona que se repitan los bayles o tonadillas, o que salga algún cómico o cómica a egecutar ésta o semejantes habilidades, no lo permita el alcalde, por más instan351 1753 y 1776: «como se ha acostumbrado hasta aquí». El 22 de diciembre de 1703, Rafael Sáenz Maza declaró que le pertenecía «vn banco en cada vno de los Corrales de Comedias de Cruz y Príncipe de esta Corte [...] todos los días que se hiziese comedia, excepto en los que se da la grada a las mugeres» (Agulló, «100 documentos sobre teatro madrileño (1582–1824)», núm. 79, pág. 125). Es decir que, ciertos días, se dejaba que las mujeres se sentasen en las gradas de los hombres, a los lados del patio. 352 La versión de 1753 es diferente: «18. Que no se pueda en adelante representar en alguno de los dos corrales comedias, entremeses, bayles o saynetes, sin que primero se presenten por los autores de las compañías al Vicario eclesiástico de esta Villa, o persona que a este fin destinare el Arzobispo Governador de este Arzobispado, obteniendo su permiso, lo que se executará sin alguna excepción, aunque antes de aora se huvieren representado al público sin este requisito y estuvieren impresas con las licencias necesarias; y si al tiempo de la execucion, no obstante estar aprobado, advirtiere el Alcalde alguno de aquellos reparos que no ofrece el leerlos y sí al representarlos, recogerá desde luego el entremés o saynete o bayle en que se encuentre, prohibiendo su repetición.» La versión de 1776 es igual que la de 1753. La de 1763 coincide con el texto de Armona. En el ejemplar de la versión de 1763 conservado en AHN, Sala de Alcaldes de Casa y Corte, libro 1776, hay una nota manuscrita al margen: «Nota. Este capítulo 18 es el que está conzedido [sic] en las precauciones originales del año de 1753 y por lo mismo se quedan reimprimiendo.» 353 1753 y 1776: «entremeses, bayles y saynetes».
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cias que haga la gente del patio, tomando para contenerlos la providencia que tuviere por conveniente. »22. Que todo lo dispuesto en estas Precauciones se observe inviolablemente, dando a los autores de las compañías un traslado feaciente e impreso de ellas, notificándoles su cumplimiento en las partes que les toca, para que no aleguen ignorancia, y aperciviéndoles que por la contravención de qualquiera de ellas se prohivirá absolutamente la representación a su compañía, procediendo a las demás penas que fueren correspondientes, sin admitirles súplica ni memorial sobre esta instancia. Y por lo tocante a las providencias que hablan con el público, se fixarán los carteles de su contenido en las puertas de los coliseos y demás sitios acostumbrados, para que llegue a noticia de todos. »23. Que los alcaldes en sus respectivos días de asistencia a las comedias empleen todo su cuidado en la observancia de lo referido, como tan importante al serbicio de ambas Magestades, desempeñando este particular encargo con el acreditado celo que acostumbran, tomando providencia con los contraventores para que la Sala los castigue a proporción de su culpa. Y si fueren personas que por su empleo o carácter merezcan ser distinguidos, y no bastaren los atentos y cortesanos oficios del alcalde para su moderación, dará este cuenta, luego que se acave la comedia, al Ilmo. Sr. Governador del Consejo, para que lo ponga en noticia de S.M. »24. Que para celar con más exactitud todo lo mandado y estar prontos a dar las órdenes convenientes, se pondrán los alcaldes en el aloxero en todas las representaciones indistintamente 354 , porque no estando tan a la vista no podrá la malicia observar los movimientos para dejar inútiles las providencias. »25. Que por quanto se han observado graves inconvenientes de permitir las comedias que en algunas temporadas del año executan las compañías que llaman de la legua, en los lugares de Maudes, Carabanchel y otros inmediatos a esta Corte, se prohíven por punto general en las diez leguas de su circunferencia, sin que con algún pretexto puedan los corregidores y justicias permitir las representaciones ni admitir las referidas compañías en los pueblos de su jurisdición.» Quando el Sr. don Carlos III venía marchando para ocupar el trono de España, por muerte de su hermano, el Sr. don Fernando, mandó desde Cariñena en dos de diciembre de 1759, por Real orden dirigida al Governador del Consejo, que ninguna persona entrase a ver las comedias desde qual354 1753 y 1776: se añade: «como lo han hecho hasta aquí en las de theatro». Esta aclaración se omitió en la versión de 1763, que reproduce Armona. Es decir que el alcalde se había puesto hasta entonces en el alojero (al fondo del patio) cuando se representaban «comedias de teatro» (con decorados que ocupaban todo el escenario), pero se había sentado en el tablado cuando se hacían «comedias sencillas» o «de capa y espada» (véase §64 y n. 236, arriba). En adelante, tendría que ocupar siempre el alojero.
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quiera parte y en qualquiera sitio de los theatros con capa y sombrero que no fuese armado de tres picos, y por ningún caso con embozo, evitándose al mismo tiempo las monteras, y que la execución de esta orden se auxiliase con la tropa militar para cuyo efecto se havía prevenido lo conveniente a su comandante 355 . Por otra orden de 16 de enero de 1760, repitió el Governador del Consejo, quería S.M. que no sólo se observase lo mandado de no permitir que entrase nadie en los coliseos con capa y sombrero chambergo en sus patios, gradas y palcos, sino que se tomasen todas las providencias necesarias para el más exacto cumplimiento 356 ; que los jueces y sus ministros no se detuviesen en la mayor o menor clase de los sugetos, ni en sus fueros de guerra, casas reales v otra distinción de las más privilegiadas en quanto a la primera execución; y que inmediatamente diese cuenta a S.M. el Governador del Consejo de las personas exemptas que contraviniesen a esta orden o con aparentes pretextos quisiesen barrenar lo que en ella se manda, pues la intención de S.M. era que los que handuviesen de capa tragesen sombrero de tres picos y peluquín, no solo en las comedias, sino también en los paseos públicos, declarando que esto no se entendía con los labradores y menestrales, que por su ropa son bien conocidos y no era su ánimo embozarse en los concursos. 355
Esta sección está basada en el capítulo XLII de Martínez Salazar, Del gobierno general (véase n. 235 arriba): «Por Real orden expedida por S.M. (que Dios guarde) hallandose en Cariñena, en 2 de diciembre de 1759, se prohibió entrar a ver la comedia desde qualquiera parage del theatro con capa y sombrero que no fuese armado de tres picos, y por ningun caso con embozo, y asi lo participó a la Sala el Ilmo. Señor actual Gobernador del Consejo en papel con fecha 4 del mismo mes y año, previniendo a los Sres. Alcaldes zelasen tambien con puntualidad evitar las monteras, auxiliandose para esto, y para la observancia de lo resuelto por S.M., de la tropa militar, a cuyo fin estaba hacho encargo al Comandante. (Nota: Archivo de la Sala, lib. de Gobierno, año de 1759)» (pág. 466). No hemos visto la orden original. El resto de esta sección, sobre las ordenes de 1760, está copiado también de Martínez Salazar, págs. 466–467. 356 Existe una orden del 12 de enero de 1760, dirigida a la Sala por el obispo de Cartagena, y suponemos que se trata de ésta: «Haviendo entendido que, sin embargo de lo que S.M. tiene mandado sobre que no se permita la entrada en las comedias con embozo y sombrero que no sea de tres picos a qualquiera parage del theatro, se ha adbertido en esto algún desorden y contrabención, por haver imbentado algunos el entrar con sombreros quitados y ocultos vajo del brazo, y otros el armarlos a la entrada, por medio de vnas mugeres que con ahuja [sic] y seda se ocupan en esto en el portal del theatro: prebengo a V.S. repita a los caualleros alcaldes el encargo que les está hecho sobre la más puntual obserbancia de lo que S.M. tiene mandado en este asumpto, y que por ningún caso consientan que persona alguna pueda entrar en el patio, luneta, varandilla, gradas, alogeros, valcones y tertulia, no llevando manifiestamente sombrero armado de tres picos [...]» (AHN, Sala de Alcaldes de Casa y Corte, libro 1760, fols. 2r.–3r.). La misma cuestión había surgido ya en 1725: «El desorden que ocasionaban las personas que concurrian cubierto el rostro con el embozo de la capa dio motivo a que el Sr. Gobernador del Consejo expidiese orden a la Sala en el año de 1725 para que los Sres. Alcaldes lo evitasen. (Nota: Archivo de la Sala, lib. de Gobierno, año de 1725 fol. 155)» (Martínez Salazar, Del gobierno general, pág. 466). En 1747, el conde de Maceda había prohibido que se entrase en los aposentos salvo «con la decencia que corresponde, sin manto, ni embozo de capa» (véase n. 225, arriba).
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Por virtud de esta orden se publicó vando y se pusieron carteles para que ninguno de capa que no fuese labrador, menestral, tendero o de otro egercicio público v oficio mecánico pudiese ir a las comedias ni paseos sino con sombrero de tres picos, peluquín o pelo propio, sin gorro ni montera, vajo las penas que se estimasen convenientes por la primera y segunda contravención. También se previno que si la Sala de Alcaldes no tuviese por conveniente dejar suvir a los palcos sino a personas bestidas de militar o con rendigot de ábitos largos o abates, como succedía antes, lo hiciese ahora, no hallando graves inconvenientes en ello, poniéndose carteles con anticipación en los mismos coliseos para que llegase a noticia de todos 357 . CONTINÚAN LAS DISPUTAS Y PRETENSIONES DE LA VILLA SOBRE JURISDICIÓN Y GOBIERNO DE LOS THEATROS
Llegamos a el tiempo de las resultas que en disputas y repetidos embarazos produjo el establecimiento hecho por el marqués del Rafal en el Ayuntamiento de Madrid. Antes de seis años, esto es, en el de 1754 [sic, por «1753»], se hizo recurso al Rey (por la misma Villa) comprehensivo de varios puntos, y entre otros fue vno el de las comisiones que se ponían a cargo de sus capitulares 358 . El Rey, con vista de su representación, mandó lo siguiente. REAL ORDEN DE 29 DE ENERO DE 1754 359 «Haviéndose enterado el Rey de lo representado por V.S. con fecha de 19 de octubre del año próximo pasado, con motivo de havérsele comunicado por copia varias resoluciones de S.M. dirigidas al Corregidor, marqués del Rafal, y a su sucesor, don Juan Francisco de Luján, ha tomado S.M. la resolución siguiente. »Ilmo. Señor: Se ha enterado el Rey mui particularmente de los puntos que comprehende la representación de la Villa de Madrid, que V.I. pasa a 357
El cartel es del 19 de enero de 1760; hay copias en AHN, Sala de Alcaldes de Casa y Corte, libro 1761, fol. 175r., y Estado, leg. 4.900, núm. 4. Hay ejemplares del bando, de la misma fecha, en AHN, Consejos, libro 1.517, núm. 60, y Estado, leg. 4.900, núm. 3. El cartel se volvió a fijar en los dos coliseos, por órdenes del 9 de mayo de 1761 (AHN, Sala de Alcaldes de Casa y Corte, libro 1761, fol. 176r.–v.) y del 21 de febrero de 1766 (libro 1766, tomo II, fol. 340r.–v.; copia de la reimpresión del cartel en fols. 341r.–342r.). El mismo año de 1766 se publicó la famosa orden para reducir capas y sombreros que provocaría el motín que condujo a la caída de Esquilache; se reproduce en Fernando Díaz-Plaja, La historia de España en sus documentos, II: El siglo XVIII (Madrid: Instituto de Estudios Políticos, 1955), pág. 261. 358 No hemos localizado este documento. Tiene que ser de 1753, ya que la respuesta del Rey, citada a continuación, es de enero de 1754 y se refiere a «lo representado [...] con fecha de 19 de octubre del año próximo pasado». 359 Tampoco hemos localizado esta Real orden. Se reproduce también en Cotarelo, Controversias, págs. 648b–649b; Cotarelo lo copió de Armona.
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mis manos con este papel. Redúcense a manifestar que si, antes de remitirse las cuentas de causa pública a la Real aprobación, se embiasen a el Ayuntamiento, podría éste salbar con sus prevenciones las partidas en que cupiese dificultad; a expresar que, además de no permitírsele esta inspección, se le priva de poder celar las operaciones de la Contaduría de la misma causa pública; y a representar lo que se aparta de la conveniente formalidad: el que los Corregidores hayan comunicado por copia algunas resoluciones y órdenes que antes se publicavan originales en el Ayuntamiento y se archivan en sus escribanías, haciendo también presente que, careciendo de vna puntual noticia de las ocurrencias del común, se mira como apartado del conocimiento y concurrencia con el Corregidor. »Con reflexión a todo y a lo que comprehenden los decretos y órdenes expedidos en estos asuntos, biene S.M. en que las cuentas de causa pública, antes que se embíen a la Real aprovación y luego que se hayan entregado al Corregidor, las haga pasar a el Ayuntamiento, para que, por sí o por medio de los capitulares que eligiere (y no por otra persona alguna ni oficina), dentro del término de treinta días primeros siguientes, examinen y adicionen las partidas que no hallaren conforme a las órdenes de S.M., o lo que pueda ser de mayor claridad o satisfacción a las que el Contador huviere adiccionado, y las devuelban al Corregidor, quien ha de poder recogerlas, estén o no reconocidas, si en el expresado término no se huviere hecho el reconocimiento, notando la Secretaría de Ayuntamiento en donde se hayan puesto el día que se entregaron en ella y en el que se recogen, para que siempre conste haver precedido el mencionado requisito. Pues la falta de las noticias y de conocimiento que hecha menos Madrid en la Contaduría de causa pública por no practicarse lo referido, lo producen las mismas cuentas, y que por ella, como S.M. lo manda, si necesitase de alguna mas razón, se subministre a la Villa, pidiéndola por medio del Corregidor y reciviéndola por mano del mismo. »Tiene S.M. por conveniente que las resoluciones y órdenes que se expidieren tocantes a la causa pública y común de Madrid, aunque se dirijan al Corregidor y hasta aquí se haya variado en el modo de comunicarlas a el Ayuntamiento, desde ahora en adelante se lleven a él para publicarlas originales y, hecha la publicación, queden y se archiven en la Secretaría a que segun el repartimiento de su dependencias toque, y que sea aquella oficina la que pase los avisos a quien corresponda y tenga o pueda tener parte en el cumplimiento, por copia a la letra certificada, para que nunca ni por ninguno se dude de su literal contexto. Lo que quiere S.M. se encargue especialmente al Corregidor que lo haga practicar. »Deseando igualmente S.M. que puedan los capitulares acreditar su celo y mantener el honor de sus oficios, se ha servido resolver que en aquellos encargos y comisiones que S.M. ha dejado expresamente a los corregidores en las resoluciones de 25 [sic, por «26»] de noviembre y 29 de diciembre
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de el año de 1747, primero de febrero de [17]48, y otras posteriores 360 , concurra con el que lo fuere, o en cuerpo de Ayuntamiento o con su voz, los referidos diputados de cada comisión o encargo a conferir y tratar lo conveniente en todos los asuntos de la causa pública y bien de Madrid, y que tengan voto instructivo en todas las referidas materias, quedando en lo deemás en su fuerza y vigor las mismas resoluciones. Pues de lo prevenido en ellas deve ser el Corregidor quien por sí solo delivere y maneje quanto corresponda a la policía y govierno de Madrid en todas sus partes, quales son las fuentes, proprios, paseos y puentes, empedrados, limpieza y hermosura popular y comedias. Y quien egerza la jurisdición que tenían los Protectores de las comisiones que en lo pasado corrían separadas, proponiendo a S.M. los Regidores que para las de fuentes y quarteles de limpieza y empedrado le parezcan dignos de su Real aprovación. »Prevéngolo todo a V.S.I. de orden de S.M., a fin de que, comunicándolo al Corregidor y al Ayuntamiento, se observe y cumpla con la formalidad devida. Dios guarde a V.S.I. muchos años. Buen Retiro a 29 de enero de 1754: EL MARQUÉS DEL CAMPO DE VILLAR. Lo que participo a V.S. de orden de S.M. para su inteligencia y cumplimiento en la parte que le toca. Nuestro Señor prospere a V.S. en la mayor felicidad. Madrid, y enero 31 de 1754.—DIEGO, OBISPO DE CARTAGENA.—M. N. Y M. L. VILLA DE MADRID.» OTRA AL CORREGIDOR 361 «En vista de lo representado por don Feliz de Salavert y don Felipe de Aguilera 362 , como capitulares del Ayuntamiento de Madrid y Comisarios de comedias, solicitando se observe la formalidad de llamar a juntas para resolver 363 en ellas con su asistencia los asuntos económicos y guvernativos correspondientes al negociado de comedias, y de lo expresado por V.S. en este asunto, se ha servido el Rey declarar que por resolución de 18 de marzo de 1755 se mandó que el Ayuntamiento de Madrid, por cuerpo de comunidad en sus casos, y los Regidores que en su nombre fueren, precedida 364 la Real aprovación, se diputan para cada comisión en los suyos, tengan voz y voto en quanto mire al desempeño de ellas por el orden prevenido de sus estatutos, no incluyéndose ni tomando manejo en ninguna especie de caudales, ni embarazando o indisponiendo que el recobro y distribución de los de cada ramo corra en el pie y reglas dadas para ello. Y 360
Véanse págs. 114–115, arriba. Para el documento original, véase AVM, Secretaría, 3-134-42, primera parte. Señalamos en las próximas notas las variantes del texto de Armona con respecto al original. Se reproduce también en Cotarelo, Controversias, págs. 649b–650a. 362 3-134-42: «de Felipe Aguilera». 363 3-134-42: «resolviendo». 364 3-134-42: «y los Regidores en su nombre y precedida». 361
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que no ha sido ni es la Real intención de S.M. dege de tener también entero y cumplido efecto con la Comisión y Comisarios de comedias ni otra alguna de las que penden del Ayuntamiento y se confieren a los Regidores que S.M. aprueva para servirlas. Y así 365 es su Real voluntad se entienda y observe en quantos casos y cosas ocurran de esta naturaleza. Particípolo a V.S. de su Real orden para su inteligencia y puntual cumplimiento. Dios guarde a V.S. muchos años como deseo. Buen Retiro 19 de diciembre de 1757: EL MARQUÉS DEL CAMPO DE VILLAR.—SR. DON JUAN FRANCISCO DE LUJÁN.» Los Comisarios no podían estar contentos con la superioridad del Corregidor. Sus conatos constantemente se dirigieron, en el tiempo faborable del marqués del Campo de Villar, a sacudir toda especie de subordinación, estableciendo vna igualdad ventajosa para la Comisión que en la práctica pudiese triumphar de la autoridad pública. Hicieron, pues, sus recursos, y en 1758 ganaron la orden siguiente 366 . »En vista de memorial de don Feliz 367 Salabert y de don Felipe de Aguilera 368 , Regidores de Madrid, y de los ynstrumentos con que le 369 han acompañado sobre los asuntos en que deven concurrir e intervenir como Comisarios de comedias, solicitando se digne el Rey mandar lo que tuviere por mas conveniente en este particular, se ha servido S.M. declarar que a los Comisarios de comedias, theatros y representaciones (y a V.S. en calidad de Corregidor, y no como Superintendente de sisas) es a quien toca el mando y gobierno de quanto a ellas pertenece y los que, después de haverse arreglado las compañías en la forma que hoy se practica, deven dar las providencias convenientes a que se executen en el honesto modo con que están permitidas. Que antes se examinasen del Censor, Revisor y Fiscal, correspondiéndoles también el nombrar en sus vacantes y practicar los medios que les parezca para precaver que no tengan palabras ni acciones de 365
3-134-42: «Y que así». Para el original de la Real orden del 6 de febrero de 1758, que se reproduce a continuación, véase AVM, Secretaría, 2-458-29. Hay otros ejemplares en AVM, Secretaría, 2-458-31 y 2-458-32, fechados el 8 de febrero, lo que hace suponer que son copias. Señalamos en notas a pie de página las variantes del texto de Armona con respecto al original (2-458-29). Armona vuelve a incluir este documento en la segunda parte de sus Memorias (véase pág. 294, abajo); se reproduce también en Cotarelo, Controversias, págs. 654a–655a. El texto coincide casi literalmente con el informe de Ignacio Hernández de la Villa, del 28 de enero de 1758, reproducido por Armona en una nota un poco más adelante. Por otra parte, Armona reproduce en la segunda parte de estas Memorias la petición de los Comisarios que se menciona aquí y que provocó esta respuesta del Rey. El Corregidor, Luján, había dirigido al Rey en 1757 una carta en que se oponía a las pretensiones de los Comisarios. 367 2-458-29: «Félix». 368 2-458-29: «de Felipe Aguilera». Para el memorial en cuestión, véanse págs. 141– 143, abajo. 369 2-458-29: «lo». 366
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mal egemplo. Que se hagan las representaciones con el lucimiento y ornato que pide el ser vna corte donde se egecutan. Que los theatros y casas destinadas a ellas 370 permanezcan siempre reparadas, proveídas de ventanas y vidrieras, alumbrado de tránsitos y demás correspondiente para la decencia y commodidad del público. Que los representantes acudan con puntualidad a lo que son obligados, y tengan sus gratificaciones los que por su havilidad se distinguen, y los que en algo falten, la corrección o castigo que merezcan. Que los que se ocupan en otras servidumbres estén prontos a lo que les corresponde y sean a propósito para lo que se les confía y todas las demás providencias de tal encargo y lo que con él incide en todas sus partes, con voz y voto los Comisarios para las conferencias con V.S. como Corregidor (que le tiene de calidad en todas las comisiones del Ayuntamiento), y acordar lo que se ha de practicar, ya sea previamente o ya en junta formal, asistiendo vno de los Secretarios del Ayuntamiento para extender los acuerdos del modo que se practica en las comisiones de fuentes, limpieza, empedrados y otras. Y que al Superintendente de sisas sólo toca nombrar administrador, cobradores del dinero y contador para la cuenta y razón del que diariamente se saca y cómo se reparte, hacer poner en la thesorería de ellas la parte que les quede y librar lo que les corresponda satisfacer. Pero con advertencia 371 vnos y otros de no impedir a los Comisarios el presenciar lo que se executa, respecto de que, aunque por lo prevenido en Reales órdenes no deven 372 incluirse el Ayuntamiento ni su Capitulares en manejo alguno de caudales, ni embarazar o indisponer el que recobre y aplique el Superintendente de sisas los de cada ramo a sus destinos vajo las reglas que le están dadas, no por eso se les priva de este conocimiento, antes bien las mismas resoluciones se lo facilita 373 por medio de los Comisarios que permite y aprueva S.M. para presenciar todo lo perteneciente a las referidas sisas, así en la aduana, por lo que allí se adeuda, como en la Contaduría de cuentas, donde se lleva razón de todo para poner el visto, y en la Thesorería, donde se juntan los caudales para hallarse a las entradas y salidas, como de 374 las tres llabes de sus arcas; por haver considerado S.M. no dever dejar a Madrid sin esta concurrencia, siendo su pueblo, de quien las referidas sisas se exigen, el obligado a la satisfacción de las cargas y grabámenes para que están impuestas y sobre quien es preciso recaiga el beneficio o daño de la mejor o peor administración. Y que mediante lo expresado, tampoco se puede quitar a los Comisarios de comedias que vean lo que de ellas se saca y cómo se maneja este caudal, que igualmente es ramo de sisas. Y de su Real orden lo prevengo a V.S. para su inteligencia y que 370 371 372 373 374
2-458-29: falta «a ellas». 2-458-29: «en la advertencia». 2-458-29: «deve». 2-458-29: «facilitan». 2-458-29: «con una de»; 2-458-31: «como una de».
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lo participe a el Ayuntamiento, a fin de su mas puntual y devida observancia. Dios guarde a V.S. muchos años como deseo. Buen Retiro, a 6 de febrero de 1758: EL MARQUÉS DEL CAMPO DE VILLAR.—SR. DON JUAN FRANCISCO DE LUJÁN 375 .» Esta orden se expidió, como se ve, sin hacer mención ni acordarse en modo alguno del Juzgado de Protección de theatros y representantes ni de su absoluta y privativa jurisdición, con inhivición de todos los tribunales (a excepción del Consejo Real), que era lo principal para resolver el asunto con acierto. No se oyó al Corregidor, en quien residía con separación este juzgado, que sin contradición alguna havía estado en egercicio desde el origen de las comedias, y especialmente en Madrid, como más preciso. Tampoco se ve que contra esta jurisdición huviesen representado los Comisarios, y es porque la crehían propia del Corregidor como tal y de su Ayuntamiento. Así se ve por los acuerdos hechos en aquel tiempo para autorizar el recurso de los Comisarios. El Secretario de Gracia y Justicia se contentó con pedir informe a un ministro, que acreditó bien, en el que dio, lo poco que savía de estas materias. Le dio, pues, en los términos que se ve*, y sin más examen se resolvió el asunto, dejándole en un estado mucho más confuso y peor de lo que antes estava. Los Jueces Protectores, y también el Sr. Luján, sin embargo de esta orden, mantuvieron ilesa como devían la autoridad del Juzgado en todas sus partes; porque ésta, como ya se ha visto, no es vna autoridad originaria ni adicta a el Corregimiento, sino enteramente distinta y separada de él. Y no solo mantuvieron la autoridad de Jueces Protectores de los theatros, sino también la de Superintendentes de sisas de Madrid, por lo que corresponde a sus productos en los theatros y a los empleados en su recaudación dentro y fuera de ellos. * [Nota de Armona 376 :] «Paso a manos de V.S., de orden del Rey, el memorial de don Feliz Salavert y don Felipe de Aguilera, con los instrumentos que le acompañan, solicitando se mande al Corregidor dé cumplimiento a las órdenes últimas, en razón de que las Comisiones que dimanan del Ayuntamiento tengan el vso y práctica correspondiente, a fin de que en su vista diga V.S. lo que se le ofreciere y pareciere. Dios guarde a V.S. muchos años como deseo. Buen Retiro, 22 de enero de 1758.—EL MARQUÉS DEL CAMPO DE VILLAR.—SR. DON YGNACIO HERNÁNDEZ DE LA VILLA. »Señor: Obedeciendo lo que por esta orden se me manda, hago presente a V.S. que en los ynstrumentos aquí vnidos se ve que a el arreglar y determinar el Consejo Real de Castilla, en autos y ordenanzas de 14 de marzo y 8 de abril del año de 1615, lo que en punto de comedias se havía de observar en todo el reyno, no 375
2-458-29: «don Juan Francisco Luján». Se reproducen a continuación dos documentos copiados del legajo AVM, Secretaría, 3-134-42; la primera mitad de la nota proviene de la cuarta sección de dicho legajo, y el resto (el «Extracto de la Secretaria para el despacho del Rey»), de la segunda. 376
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cometió ni confió su cumplimiento a los dueños o interesados en los productos, sino a la Justicia y Corregidores de los parages donde se hacen, poniéndoselo por cargo de residencia y expidiendo provisiones generales para la notoriedad; y también se ve cómo, consiguiente a ello y a la calidad que tienen de festejo público, fue el de Madrid, con los Comisarios de su Ayuntamiento, quien corrió enteramente con todo hasta perturbarlo la superación [sic, por «separación»] de la Superintendencia de sisas, a que está agregado el caudal de comedias. Conforme a esto, parece regular que por decisión a las dudas del presente recurso, y para evitar dificultades en adelante, se sirva S.M. declarar y mandar prevenir al Corregidor y Ayuntamiento 377 que a los Comisarios de comedias, theatros y representaciones, y al mismo Corregidor en calidad de tal y no como Superintendente de sisas, es a quien toca el mando y govierno de quanto a ellas pertenece, y los que, después de haverse arreglado las compañías del modo y en la forma que hoy se practica, deven dar las providencias convenientes a que se executen con el honesto modo con que están permitidas. A que antes se examinen del Censor, Revisor y Fiscal, que también a ellos corresponde nombrar en sus vacantes, y por los demás medios que les parezca, para precaver que no contengan palabras ni acciones de mal egemplo. A que se hagan las representaciones con el lucimiento y hornato que pide el ser vna corte donde se executan, y el numeroso concurso de gentes de todas esferas que por lo mismo asiste a verlas. A que los theatros y casas a ello destinadas permanezcan siempre no sólo firmes y reparadas sino también prevehídas [sic, por «proveídas»] de bentanas, vidrieras, alumbrado de tránsitos y demás menesteres de la decencia y commodidad del público, que se siente mui desentendido 378 en esto, después de havérsele suvido el precio de las entradas y vistas. A que los representantes acudan con puntualidad a lo que son obligados, y tengan los que por su aplicación y havilidad se distinguen su justo premio y gratificaciones, y los que en algo falten, la corrección o castigo que merezca su mal cumplir. A que los que se ocupan en las otras servidumbres estén prontos a lo que les corresponde y sean aparentes para desempeñar lo que se les confía, y a todas las demás providencias de un tal encargo y lo que con él incide en todas sus partes, con voz y voto los Comisarios para las conferencias con el Corregidor, que le tiene de calidad en todas las comisiones del Ayuntamiento, y acordar lo que se ha de practicar, ya sea previamente en lo que de común se ofrece o ya en junta formal si el caso lo pide, asistiendo vno de los Secretarios de Ayuntamiento para extender los acuerdos del modo que se pratica en la de fuentes, limpieza, empedrados y demás que de él proceden. Y que al Superintendente de sisas sólo toca nombrar administrador, cobradores del dinero y contador para la cuenta y razón de asientos del que diaramente se saca y cómo se reparte, hacer poner en la thesorería de ellas la parte que les quede y librar lo que las corresponda satisfacer, mas con la advertencia vnos y otros de no impedir a los Comisarios el presenciar lo que se executa, respecto de que, aunque por lo prevenido en las Órdenes reales no deve incluirse el Ayuntamiento ni sus Capitulares en manejo alguno de caudales ni embarazar o indisponer el que recobre y aplique el Superintendente de sisas los de cada ramo a sus destinos, vajo de las reglas que le están dadas para ello, no por eso se les priva de este conocimiento; antes las mismas resoluciones se lo facilitan por 377
A partir de aquí, el texto de este informe coincide casi literalmente con el del Real orden del 6 de febrero de 1758, reproducido por Armona más arriba. 378 En el «Extracto de la Secretaría para el despacho del Rey», se lee «desatendido».
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medio de los Comisarios que permite S.M. poner y aprueva para presenciar todo lo perteneciente a las referidas sisas, así en la aduana 379 , por lo que allí se adeuda y exige, como en la Contaduría de cuentas, donde de todo se pasa y lleva razón para poner el visto, y en la thesorería, donde los caudales se juntan para hallarse en las entradas y salidas, con vna de las tres llabes de sus arcas, por haver considerado S.M. no dever dejar a Madrid sin esta concurrencia, siendo su pueblo, de quien las referidas sisas se exigen, el obligado a la satisfacción de los cargos 380 y gravámenes para que están impuestas y sobre quien es preciso recaiga el beneficio o daño de la mejor o peor administración y operaciones de los superintendentes, a egemplar de lo qual tampoco se puede quitar a los Comisarios de comedias, teatros y representaciones que vean lo que de ellas se saca y cómo se maneja este caudal, que igualmente es ramo de sisas, bien que en todo resolverá S.M. lo que sea más de su Real agrado. Dios guarde a V.S. muchos años como 381 deseo. Buen Retiro, 28 de enero de 1758. B.L.M. de V.S. su más atento servidor.—YGNACIO HERNÁNDEZ DE LA VILLA.» [Nota de Armona, en su propia letra, al pie de la página en la que termina el documento anterior:] «Este Villa era Vedor del Retiro, con honores del Tribunal de Qüentas; antes havía sido Contador de resultas, despues Contador del Retiro, y al fin Vedor.» EXTRACTO DE LA SECRETARÍA PARA EL DESPACHO DEL REY «Don Feliz Salabert y don Phelipe Aguilera, Regidores de Madrid y Comisarios de comedias, representan haver solicitado que el Corregidor diese cumplimiento a vna Real orden de 19 de diciembre próximo pasado sobre los asuntos y cosas en que deven concurrir e intervenir como tales Comisarios de comedias; y escusándose el Corregidor a la práctica de esta orden, suplican a V.M. se digne 382 mandar al Corregidor que la observe. Acompañan este memorial con dos certificaciones del Escribano mayor de Ayuntamiento y copia de la reforma hecha por autos del Consejo de 14 de marzo y 8 de abril de 1615 sobre la representación de comedias. Y visto todo por don Ygnacio Hernández de la Villa, hace presente en su informe que [en] los ynstrumentos que acompañan este memorial se ve que al arreglar y determinar el Consejo de Castilla por sus autos y ordenanzas lo que en punto de comedias se havía de observar en todo el reyno, no cometió ni confió su cumplimiento a los dueños o interesados en los productos, sino a la Justicia y Corregidores, poniéndoselo por cargo de residencia y expidiendo comisiones generales para la notoriedad. [...] 383 . »Resolución de S.M. Como parece a Villa. »Fecho por papel de 7 de febrero de 1758. Al Corregidor don Juan Francisco de Lujan.»
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3-134-42: «en aduana». 3-134-42: «las cargas». 381 3-134-42: «que». 382 3-134-42: «suplicavan se digne V.M.» 383 El resto de este extracto coincide casi literalmente con el informe de Ignacio Hernández de la Villa, reproducido anteriormente, hasta «[...] este caudal, que igualmente es ramo de sisas», casi al final. 380
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Este es el primero defecto del ynforme que don Ygnacio Hernández de la Villa hizo al Ministro de Gracia y Justicia, esto es, no conocer ni hablar del Juzgado de Protección; equivocar sus autoridades y acciones propias con las ordinarias del Corregimiento; atribuir a éste lo que no era ni podía ser suyo, como el examen de las piezas de theatro, el nombramiento de Revisores y Fiscal, que nunca tuvo el Corregidor con los Comisarios; suponer un Fiscal para estas revisiones y exámenes, que jamás le huvo ni tampoco se ha creado después, por no ser necesario; y últimamente, atribuir a el Corregidor, a el Ayuntamiento y a sus dos Comisarios la execución de los autos de reformación de las comedias que el Consejo proveyó el año de 1615, quando entonces Madrid no tenía parte alguna en ellas, quando no havía Comisarios ni Comision de Madrid, juntas ni Corregidor que llamasen a su auxilio los Jueces Protectores, y quando los autos del Consejo que cita se comunicaron a el reyno, con despachos de los mismos Jueces Protectores para su cumplimiento, y no ha Madrid ni ha su Corregidor. Pero el mayor defecto de este ynforme está en haver propuesto que los dos Comisarios de comedias, en las juntas con el Corregidor, tuviesen voz y voto, dejando a este solo con el de calidad; de donde resulta que en las tales juntas la autoridad pública, la responsavilidad al público y al Rey, que sólo reside en la autoridad del juez, quedan subordinadas y aun abatidas vajo de la opinión o el capricho de los dos Comisarios, que no tienen responsavilidad pública ni legal en las ocurrencias posibles, quando les da parte superior la pluralidad de votos para las providencias mas delicadas de pública transcendencia. Los dos Comisarios, por sisthema de cuerpo y por su propia autoridad personal, deven ir vnidos en sus votos. En todos tiempos lo tiene acreditado y lo acredita así la experiencia, de modo que si los Corregidores (después de la vnión de los juzgados) en vso de sus autoridades proprias, las de Jueces Protectores y Superintendentes de sisas, que hacen la vnión triple, no se huvieran mantenido firmes sobre sus estribos, las consecuencias huvieran podido ser fatales. No han sido pocos los casos que han ocurrido después de esta orden. Pero el Govierno superior, que no conoce otra autoridad que la de el juez público, a él solo se ha dirigido en ellos, o para hacerle cargo de las ocurrencias, o para anular las disposiciones que las causaron, llevando su nombre y autoridad para la execución. La expecificación de estos casos sería mui prolija, pero basta lo dicho para que se puedan conocer las consecuencias a que estarían expuestos los Corregidores de entender sin limitación vna orden del Rey formada sobre un ynforme tan dévil y voluntario en las partes que se han demonstrado. Así lo representaron a S.M. en diferentes tiempos. Todavía pasa a más la energía de los Regidores Comisarios de comedias con los auxilios que les da esta orden o saven deducir de su material contexto. Más adelante se verá que un regidor con algunas investiduras de jurisprudencia no solo creyó que era con-juez de mancomún con el Corre-
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gidor para los negocios de los theatros en los actos de jurisdición, sino también in sólidum, hasta mandar y proveer por sí solo lo que le pareció, oponiéndose a las providencias del Corregidor y anulándolas con estraños apercivimientos, causando así confusión y desorden en las compañías cómicas, con perjuicio de sus individuos y de las públicas diversiones 384 . COMPETENCIA CON LOS ALCALDES DE CORTE 385 En 1774 se determinó en justicia por el Consejo un expediente que tuvo principio la noche del día 26 de septiembre del mismo año, por vna quimera que ocurrió entre Baltasar Díaz y María Josefa Cortinas, su muger (cómicos vno y otra de la compañía de Eusebio Rivera), de la qual resultó herido Nicolás Rodríguez, que tomó alguna parte en ella 386 . El Alcalde de Corte, don Marcos de Argaiz, hizo autos sobre esta quimera, y don Juan Palanco, que interinamente servía el Corregimiento, pretendió que la Sala de Alcaldes le remitiese los autos del alcalde Argaiz, por corresponderle su conocimiento como Juez Protector de theatros y comediantes 387 . El Consejo, con vista de lo alegada y expuesto por vna y otra parte, declaró por auto de 11 de noviembre del mismo año de 1774 que el conocimiento de la referida causa criminal tocava y pertenecía a la Sala de Alcaldes de Casa y Corte, y que de las Reales cédulas y Comisión de Protección de theatros y comedias, resulta que las facultades del Juez Protector son: «el ajuste y formación de compañías cómicas, el examen y aprovación de las comedias, la visita de los corrales o theatros de representación, la repartición de papeles, aposentos y bancos, la modestia de los trages y exercicio cómico, con todo lo deemás anexo y dependiente de las comedias y compañías como tales». Éstas son las palabras del auto del Consejo y las indisputables facultades del Juzgado de Protección que deven conservar y mantener, así en Madrid como en todo el reyno 388 . 384
Armona se refiere evidentemente a García de Tahona; véanse págs. 169–181, abajo. Los primeros dos párrafos de esta sección se reproducen también en la segunda parte de estas Memorias (véase pág. 307, abajo). Hay algunas diferencias insignificantes entre la versión incluida en la segunda parte y la que se reproduce aquí. 386 Sobre este episodio, véase el artículo de C. E. Kany, «Theatrical Jurisdiction of the Juez Protector in XVIIIth-Century Madrid». La documentación original en la que se basa Kany se encuentra en AHN, Sala de Alcaldes de Casa y Corte, libro 1774, fols. 957r.–974v. Sobre Baltasar Díaz y María Josefa Cortinas, véase Emilio Cotarelo y Mori, Ramón de la Cruz y sus obras. Ensayo biográfico y bibliográfico (Madrid: Imprenta de José Perales y Martínez, 1899), págs. 502 y 503. 387 Díaz y Cortinas fueron detenidos el 14 de septiembre de 1774. Palanco se dirigió a la Sala el 15 de septiembre, y al no haber recibido respuesta, se dirigió al Consejo el 26 de septiembre (AHN, Sala de Alcaldes de Casa y Corte, libro 1774, fols. 957r.–958r.). Véase Kany, «Theatrical Jurisdiction», págs. 386–389. 388 Véase AHN, Sala de Alcaldes de Casa y Corte, libro 1774, fols. 973–974, de 24 de noviembre de 1774, reproducido en Kany, «Theatrical Jurisdiction», págs. 391–392 (se dirige a Josef Faustino Pérez de Hita, de la Sala, no a Palanco, como dice Kany). Este docu385
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Con todo no faltaron motivos de competencias con los alcaldes, porque quando mandan muchos en vna parte pública, se abienen poco o mal las jurisdiciones. Esto dio motivo a que en el año de 1776 se celebrase vna junta en la posada del Gobernador del Consejo para acordar o cortar en ella varios puntos que aún no estavan decididos y otros que causavan algunas desavenencias y perjuicios. Asistieron a esta junta el Corregidor, con las representaciones que concurrían en él, el Gobernador de la Sala de Alcaldes y el Secretario de la Presidencia. La determinación que se tomó en ella fue ésta, comunicada por el Governador del Consejo a los jueces concurrentes para su respectiva observancia: «Con fecha de 12 de nobiembre de 1753, de orden del Rey, se expidieron y publicó la Sala por su vando las precauciones con que deve arreglarse la representación de comedias en los theatros de Madrid, y posteriormente, con noticia que tuvo S.M. de que por descuido o tolerancia no se cumplían, mandó publicarlas de nuevo y lo hizo la Sala, también por su vando, con fecha 12 de abril de 1763 389 . »Como de la observancia de dichas precauciones depende la mayor decencia y el evitar con la posible diligencia las peligrosas consecuencias que se experimentan de lo contrario, tengo por conveniente el que con arreglo a las órdenes de S.M. se reimprima y guarde la ynstrucción de las referidas precauciones de 12 de nobiembre de 1753, en los precisos términos que en ella se comprehenden, y en su consecuencia escusarán los actores llevar las piezas a la Sala, obtenida la licencia del Juez ecclesiástico; sino que las entregarán a V.S. para que, remitiéndolas al revisor que tiene nombrado y asalariado para ello, con el dictamen de éste, pueda aprovar o reprovarlas y permitir, o no, que se executen sin otra aprovación o licencia, como también está prevenido, quedando en su fuerza y vigor el capítulo 18 en los términos que refiere la misma ynstrucción de 1753 390 . »Para que la dicha ynstrucción tenga inviolable y puntual observancia, he resuelto que diariamente concurra vn alcalde de Corte a cada coliseo o corral, como está mandado repetidas veces.
mento cita la resolución del Consejo sobre las facultades del Juez Protector y dice que se comunicó a Palanco el 14 de noviembre. Los mismos dos párrafos se vuelven a reproducir en la segunda parte de estas Memorias (véase pág. 307, abajo). En la versión incluida en la segunda parte faltan las últimas palabras (a partir de «Juzgado de Proteccion»). Es de suponer que Armona quiso hacer hincapié en que la jurisdicción del Juez Protector era la misma en todo el país. Quizá pensara en el caso del Corregidor de la Coruña; véanse pág. 311, abajo. En la segunda parte se reproduce también la declaración del Consejo, comunicada a Palanco el 14 de noviembre de 1774; véanse págs. 308–309, abajo. Hay una copia del mismo párrafo entre los papeles remitidos por Armona al Consejo con su memorial sobre García de Tahona; véase pág. 172 y n. 437, abajo. 389 Véase pág. 130 y n. 341, arriba. 390 Véase pág. 133 y n. 352, arriba.
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»Estando asimismo arreglado la precisión con que deven pagar la entrada los concurrentes a la comedia, así amos como criados, y quedar exemptos los que por razón de su oficio deven serlo, dejará solo de pagar la persona del alcalde, vn criado mayor y un lacayo, y por lo respectivo a subalternos de justicia, un escribano de la Sala y quatro alguaciles, como está también ordenado. Pero si ocurriesen algunas circunstancias por las que se juzgase preciso la prevención de mayor número de dependientes de justicia, tampoco deverán éstos pagar la entrada, a cuyo efecto lo prevendrá el alcalde a V.S., Comisarios o alcayde de theatro, para que dé la orden a los cobradores. »Lo que participo a V.S. para su inteligencia y cumplimento en la parte que le toca. Dios guarde a V.S. muchos años. Madrid, 4 de abril de 1776: DON MANUEL BENTURA DE FIGUEROA.—SR. DON ANDRÉS GÓMEZ Y DE LA VEGA 391 .» El año de 1778 succedió el caso siguiente. Estando ajustadas y formadas las compañías cómicas en la Quaresma del mismo, se dio llamamiento a la Villa por el Corregidor para publicarlas en la forma acostumbrada y firmarlas sus respectivos yndividuos. A la hora misma en que el Corregidor tomava su coche para ir al Ayuntamiento a las tres de la tarde, recivió a el estrivo de él vna orden del Rey, expedida por el Sr. don Manuel de Roda, Secretario de Gracia y Justicia, que desde el Pardo le despachó con un postillón. Esta orden, que tratava de Yldefonso Coque, primer galán de vna de las compañías, embarazava en esta parte la formación hecha y, lo que es más, dificultava el acto de la publicación en aquella misma tarde. Ya estavan en la villa las compañías cómicas. La plazuela pública y el patio de la casa estavan llenas de coches y de gentes, según lo que siempre se ve en estos casos. Omitir el acto, a pesar de la expectación pública, tenía inconvenientes; executarle, firmando las compañías, era no cumplir la orden del Rey. En este punto crítico, y para acudir a vno y otro inconveniente, se celebró un ayuntamiento extraordinario antes de empezar el acto acostumbrado. Se trató el asunto con toda la madurez y reflexión que pedía. Se acordó, pues, que las compañías quedasen hechas y firmadas, pero no publicadas hasta que, enterado el Rey de quanto havía en el asunto, se dignase aprovarlas o alterarlas, como fuese su Real agrado 392 . 391
AHN, Sala de Alcaldes de Casa y Corte, libro 1776, fols. 6r.–9r. Este episodio ocurrió en 1777, no en 1778. La documentación pertinente está en AVM, Secretaría, 2-460-7. Don Manuel de Roda escribió a Armona el 24 de febrero de 1777 en estos términos: «Yldefonso Coque de Llano ha recurrido al Rey con el memorial adjunto, en que expone haber representado de primer galán en una de las compañías de cómicos de esta villa, desempeñando su obligación con la mayor aceptación del público; habérsele notificado de orden de V.S. en 17 de este mes no se ausentase de esta villa sin su consentimiento, mandándole que dixese si quería o no representar en el presente año, como lo acredita el testimonio adjunto; y haber llegado a entender que algunos émulos poderosos intentan excluirle de las compañías que se van a formar. En atención a lo qual, y a que su 392
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El Corregidor, don Joseph Antonio de Armona, pasó al Pardo al día siguiente a las seis de la mañana, donde informó de palabra al Sr. don Manuel de Roda (sentados solos en su chiminea) de todo lo que sólo de ese modo podía explicarse, y no por escripto. Le expuso los motivos del procedimiento reservado de el día antecedente en el extraordinario que se hizo, quedando aclaradas varias especies de contraposición y dificultades que ocurrían. Este sabio y prudente ministro dio cuenta de todo al Rey, y S.M. aprovó lo hecho. Mandó que se publicasen desde luego las compañías, quedando mui satisfecho de las justas atenciones que se havían tenido en aquel acto por la orden que mediava y por lo demás de que quedava S.M. enterado. Yldefonso Coque no quedó, pues, de primer galán como lo havía sido en el año anterior. Tampoco se le podía dejar en Madrid si se havían de remediar ciertos inconvenientes que ocurrían, porque el delirio incurable de vna persona de mucha gerarquía amenazava por instantes un catástrophe ya previsto y no precavido hasta entonces. El Govierno eligió el modo más oportuno en las circunstancias concurrentes. Yldefonso pidió licencia para cumplir vna promesa que tenía hecha a el santuario de Zaragoza. Se le dio al instante y salió de Madrid sin perder un día. A el Regente de aquella Audiencia se previno por orden reservada lo que havía de hacer con este cómico, pero sin molestarle ni privarle allí de su exercicio. Así se evitaron los males momentáneos, pero no se curaron los delirios. Al fin, vino el catástrophe que era regular sobre la caveza delirante. Coque, con el tiempo, volvió a representar en Madrid, y con el tiempo volvió a correr vna segunda borrasca de travajos, mayores que la primera* 393 . estimación quedará padeciendo la nota que el vulgo quiera suponer, y él constituido en el mayor desamparo, si sus émulos consiguen su intento, solicita que S.M. se digne mandar se le coloque en una de dichas compañías [...].» Armona contestó a Roda el 26 de febrero, contándole que había recibido su carta y la Real orden en el momento de salir para el ayuntamiento del 25 por la tarde. Dice que las compañias querían incluir a Coque, pero que Armona le había excluido, sin que ello constituyera ninguna «nota» contra su reputación. Roda volvió a escribir a Armona el 28, diciéndole que el Rey aprobaba su conducta. 393 Ildefonso Coque, hijo de un hidalgo asturiano, empezó su carrera en 1766 en una compañía de la legua dirigida por José Correa, y empezó a trabajar en Madrid como sobresaliente en la compañía de Eusebio Ribera en 1775, ascendiendo a primer galán en 1776. El año siguiente se marchó a Zaragoza en las circunstancias que refiere Armona. Volvió a Madrid en 1779 como primer galán en la compañía de Juan Ponce. Su mujer, María Teresa Palomino, llamada la Pichona (por ser hija de la famosa actriz Francisca Vallejo, la Palomina), era mucho mayor que él (nació en 1728), y tuvo una vida marcada por el escándalo; se peleó con la actriz María Ladvenant y fue amante de los duques de Medinaceli y de Medina Sidonia, siendo en una ocasión azotada públicamente por este motivo. De allí le vendrían las riquezas a las que se refiere Armona a continuación en su nota. En 1780, la Pichona interpuso una demanda de divorcio contra Coque, alegando sustracción de alhajas; estaba motivada por celos de la también actriz Josefa Figueras. Coque fue condenado al mismo tiempo a cinco años de destierro por contrabando de tabaco. El divorcio se otorgó en 1783, y se retiró la demanda por sustracción de bienes. Posteriormente Coque dirigió com-
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* [Nota de Armona:] «Vna famosa cómica llamada La Pichona, ya retirada de los theatros para gastar en su casa las muchas riquezas que havía juntado, puso los ojos en Yldefonso Coque. Vino a Madrid y se casó con él. Le facilitó que entrase a representar de nuevo en su clase de primer galán. Se cansó presto del galán y persiguió en él a su marido: esto es, con un mismo furor en el primer caso que en el segundo, empleando para ello sus empeños, sus riquezas y sus artes. Coque handuvo arrastrado por las cárceles. Los tribunales al fin le vindicaron, pero a él le convino dejar a Madrid 394 .»
A pesar de la summa repugnancia con que el Rey admitía a su despacho los importunos negocios de esta clase, y a pesar del disgusto que le causavan los enredos, las conexiones y empeños que se contraen con los cómicos y cómicas, S.M. en este caso y otros semejantes tomó serias providencias para que siempre sirviesen de escarmiento. La policía theatral, consignada a el cuidado de los jueces, no puede alcanzar en ellos a lo que se reserva para la autoridad de los soberanos. AÑO DE 1783 Hemos llegado a cerrar la dilatada carrera de los siglos, ordenando por años estas Memorias históricas de los theatros de Madrid. Doscientos años de constante vso, de representaciones públicas, de prósperos reales sucesos, no les havían presentado un motivo tan grande para esforzar su explendor y su buen gusto como el que dio a España la Providencia en 1783. A 5 de septiembre de este año nacieron de un parto en el Real sitio de San Yldefonso los dos ynfantes Carlos y Felipe 395 . A este mismo tiempo concluyó España vna paz mui gloriosa a el augosto nombre de Carlos III por las importantes conquistas de Mahón, Panzacola y la Florida 396 . Madrid devía celebrar vnos sucesos tan grandes con la magestad y pompa que acostumbra y les corresponde. Acordó, pues, sus fiestas públicas, las primeras dirigidas al Señor Omnipotente en acción de gracias en el templo de Nuestra Señora de la Almudena, y las otras de diferentes gustos y especies escogidas para el público. Puso la mira en sus theatros y quiso hacer para su beneficio y mayor decoro lo que hasta entonces nunca se havía hecho. En la Gaceta de 9 de marzo del año siguiente de 1784, dispuso que se publicase (aprovado por el Govierno) el aviso siguiente. pañías en provincias, trabajando entre 1790 y 1792 en Valencia. La Pichona murió en 1795; Coque ya había fallecido antes de esta fecha. Véase Cotarelo, Ramón de la Cruz, págs. 496– 498 y 565–566. 394 Sobre todo esto, véase la nota anterior. 395 Murieron respectivamente el 11 de diciembre y el 18 de octubre de 1784, a la edad de un año. 396 Se trata del Tratado de Versalles, firmado entre España y Gran Bretaña el 3 de septiembre de 1783.
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«Deseosa la Villa de Madrid de celebrar el feliz nacimiento de los dos Ynfantes gemelos y el ajuste de la paz con la Gran Bretaña de un modo correspondiente a tan prósperos succesos, ha acordado que en las fiestas que está preparando se representen en sus dos theatros dos dramas nuevos que puedan contribuir al regocijo público. Y para estimular a los yngenios a su composición, ofrece recompensar, con dos premios de a 50 doblones cada vno, a los autores de los dos mejores dramas que se presentaren a concurso y estuvieren más arreglados a las siguientes condiciones 397 . »1ª Estos dramas han de ser originales y no traducidos ni enteramente tomados de otros antiguos o modernos, bien que no se excluyen las buenas imitaciones de obras acreditadas en otras lenguas. »2ª Será libre a los autores escribir tragedia, tragi-comedia, comedia o pastoral, pero se desean con preferencia dos dramas que, sin faltar a las reglas esenciales del arte, sean susceptibles de extraordinaria pompa y adorno theatral. »3ª El que escribiere tragedia ha de tomar la acción con preferencia de nuestra historia, y en las comedias se han de pintar costumbres y zaherir o ridiculizar vicios nacionales. »4ª No se admitirán a este concurso dramas en prosa, pero será libre a los autores elegir el metro que más conviniere a cada drama, siguiendo con vno solo desde el principio hasta el fin, a no ser que tenga coros o pasages cantados, para los quales se deverá vsar del verso lírico. »5ª Tampoco se admitirá ninguna zarzuela ni otra especie de drama cuya representación haya de ser cantada en el todo o en la mayor parte, pero sí aquellos en que haya coros o algunos pasages en música diestramente acomodados a su materia. »6ª Se dará la preferencia a los dramas en cuya composición se huvieren guardado más exactamente, además de las condiciones de este aviso, los preceptos del arte observados por los buenos dramáticos de todos los tiempos y paýses. »7ª No contendrán estos dramas cosa que ofenda a la decencia ni desdiga del decoro que deve brillar en semejantes expectáculos. »8ª El mérito de estos dramas se ha de examinar y calificar respectivamente, esto es, teniendo consideración a que han de ser representados en los theatros de Madrid por los actores que sirven en ellos al público y para la celebridad que va indicada, y también se considerará la mayor proporción que ofrezcan a la variedad, gusto y magnificencia de la pompa theatral, sin perjuicio de la verosimilitud.
397
En el manuscrito de Armona las condiciones se presentan en un solo párrafo, todo seguido. Nos parece preferible separarlas, como lo hacen Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García en su edición (págs. 217–218).
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»9ª Los aspirantes al premio deverán depositar sus dramas en la Secretaría del Ayuntamiento de Madrid, del cargo de don Francisco Vicente 398 de Verdugo, dentro de 60 días contados desde la fecha de esta Gaceta, poniendo sus nombres en pliego cerrado, sobre el qual se escribirá la divisa que cada autor eligiere para la distinción de su obra. »10ª La Villa nombrará para el examen y juicio de estos dramas vna junta de personas inteligentes e imparciales, y quando huviese adjudicado los premios los publicará en la Gaceta, y se encargará de imprimir no sólo los dramas premiados sino tambien aquellos que merecieren esta distinción, devolviendo los demás con los pliegos cerrados a los que los huvieren depositado en Secretaría, si los quisieren recoger. »11ª Quisiera la Villa señalar plazo mas proporcionado y correspondiente a la naturaleza de este encargo, pero la estrechez del tiempo no se lo permite, porque a la representación de los dramas propuestos deven preceder varios preparativos, en que no se puede travajar hasta que estén elegidos. Por tanto, se previene que, después de la adjudicación de los premios, se dará a los autores algún plazo para que en él puedan mejorar y publicar sus obras 399 .» Pasando el término prescripto a los yngenios, se examinaron las piezas que vinieron, así de toda España como del reyno de Nápoles en ydioma ytaliano. Los jueces nombrados acordaron el juicio para adjudicar los premios ofrecidos. Se avisó al público en la Gaceta de primeros de junio del mismo año, y se advirtió lo siguiente. «En consecuencia del aviso que dio esta Villa de Madrid, ofreciendo premios a los yngenios que compusiesen y presentasen tragedia, comedia, tragi-comedia o drama pastoral, para el fin y con las circunstancias y condiciones explicadas en la Gaceta de 9 de marzo de este año, concurrieron succesivamente 57 piezas de todas especies. Desde luego se entregaron a una junta de personas in[s]truidas, nombradas con autoridad superior, y haviéndose procedido a su examen con la exactitud y formalidades observadas en semejantes casos, resultó que eran acrehedores al premio la comedia intitulada Los menestrales y el drama pastoral intitulado Las bodas de Camacho el rico, obteniendo el accessit la tragedia intitulada Atahualpa. Estas tres piezas, con las observaciones que sobre ellas se havían hecho, se debolbieron al Sr. Corregidor, don Joseph Antonio de Armona, y aviertas las cartas, en junta que éste celebró, representando el Ayuntamiento, se halló que el autor de la comedia Los menestrales es don Cándido María Trigueros 400 , beneficiado en la ciudad de Carmona, el del drama Las bodas de Camacho, el Doctor don Juan Meléndez Valdés, cathedrático de prima de letras humanas en la Vniversidad de Salamanca, a los quales se ha dado 398 399 400
Gaceta: «Vicente Francisco»; este nombre es el correcto. Gazeta de Madrid del martes 9 de marzo de 1784, págs. 222–223. Este nombre está en letra negrita en el manuscrito.
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por el Secretario del mismo Ayuntamiento, don Vizente Francisco de Verdugo 401 , los correspondientes avisos, como también a don Christóbal María Cortes y Vita, vecino de la ciudad de Tudela de Navarra, que se halló ser autor de la tragedia Atahualpa y haver merecido el accessit 402 . Quedaron separadas otras obras, que desde el primer examen juzgó la Junta no devían aspirar al premio, para proceder a otro vlterior, a fin de elegir las que merezcan la distinción de imprimirse, en caso que sus autores quieran enmendar aquellos defectos en que por la cortedad del tiempo hayan incurrido. A los demas autores, cuyos pliegos con sus nombres se mantienen cerrados, se les devolverán sus obras si las pidieren, permaneciendo entretanto reservadas. Y para que el público vea el méthodo observado por la Junta en el examen de las obras que se la remitieron, se dará noticia de él quando se impriman las premiadas 403 .» Los jueces nombrados por el conde de Campomanes, decano, Governador interino del Consejo, fueron: Don Gaspar de Jovellanos, del Consejo de Órdenes, Presidente de la Junta. Don Josef de Viera, presbítero, de la Real Academia Española. Don Ygnacio López de Ayala, cathedrático de poesía en estudios reales de San Ysidro de esta Corte. Don Miguel García Asensio, abogado de los Reales Consejos. Don Manuel de Lardizábal, Secretario de la Real Academia de la Lengua Española 404 . El público ya conocía por sus obras la sabiduría, el buen gusto, la crítica y erudición de cada vno de estos sabios, y así se tuvo la elección, solicitada con imparcialidad por la Villa, por mui acertada.
401
Gaceta: «de Vicente Francisco Verdugo». Cándido María de Trigueros, Los menestrales. Comedia premiada por la Villa de Madrid, para representarse en el Teatro del Principe con motivo de los festejos publicos que executa por el feliz nacimiento de los Serenisimos Infantes Carlos y Felipe y ajuste definitivo de la paz (Madrid: Antonio de Sancha, 1784); Juan Meléndez Valdés, Las bodas de Camacho el rico. Comedia pastoril premiada por la Villa de Madrid [...] (Madrid: Joachín Ibarra, 1784); Cristóbal María Cortes y Vita, Atahualpa. Tragedia premiada por la Villa de Madrid [...] (Madrid: Antonio de Sancha, 1784). Las tres obras se publicaron con loas de Ramón de la Cruz. Según William E. Colford, Juan Meléndez Valdés: A Study in the Transition from Neo-Classicism to Romanticism in Spanish Poetry (Nueva York: Hispanic Institute in the United States, 1942), págs. 297–298, la composición de Las bodas de Camacho se inició mucho antes de anunciarse el concurso, y el plan de la obra era de Jovellanos, presidente del tribunal. Colford cita cartas de Meléndez Valdés y Jovellanos de 1777–1778 sobre esta obra, que preparaban más o menos en colaboración, comentando y corrigiendo el manuscrito entre los dos. Sobre Trigueros, véase Francisco Aguilar Piñal, Un escritor ilustrado: Cándido María Trigueros (Madrid: C.S.I.C., 1987). 403 Gazeta de Madrid del martes 1º de junio de 1784, págs. 474–475. 404 Sobre estas personas, véase Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García, ed. cit., pág. 220, n. 149. 402
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A 22 del mes de mayo siguiente pronunciaron su juicio, y fue éste, al pie de la letra. «Ilmo. Señor: La Junta de censores, nombrados por V.I. para examinar y juzgar las composiciones dramáticas que presentasen los yngenios a la Villa de Madrid, arregladas al fin y condiciones propuestas en el aviso público que se dio en la Gaceta del 9 de marzo próximo, han examinado y juzgado 54 piezas del género trágico, cómico, heroyco, pastoral y alegórico que le ha remitido el Sr. Corregidor de esta Villa. »El método que ha observado la Junta en sus operaciones es el siguiente. Congregados el primer día del corriente sus yndividuos, excepto el Sr. don Manuel de Lardizával, que se excusó por ausencia precisa y que ha durado por todo el espacio de la comisión, en la posada del Sr. don Gaspar de Jovellanos, se contempló por vna parte la vrgencia del tiempo y por otra el caval conocimiento que devía tomarse de los dramas para su justa calificación. Y por lo mismo se acordó que a cada vno de los yndividuos se repartiese un cierto número de ellas, a proporción de los que se fuesen remitiendo; que se hiciese con el mayor cuidado y escrúpulo un análisis completo o diese vna particular idea de sus respectivos asuntos o argumentos, de la conducción, regularidad o irregularidad de sus acciones principales y episódicas, de la verdad y carácter de sus personajes y demás requisitos del arte, y especialmente del estilo, que es un accidente substancialísimo; y que se formase y extendiese el juicio correspondiente y fundado en razones de congruencia y arte. »Según esta sisthema, en nueve juntas celebradas hasta el día 18 del presente, se han lehído los juicios o censuras que se han formado sobre cada vna de las piezas repartidas, y además algunos fragmentos que por sí solos eran suficientes a dar idea del yngenio y pericia de sus autores en la poética. Y solamente se reconocieron y juzgaron ajustadas al arte y sus reglas la pieza número 9, comedia en tres actos intitulada Los menestrales descontentos, la del número 40, comedia pastoral en cinco actos con el titulo de Las bodas de Camacho, y la del número 7, tragedia en otros tantos actos llamada la Atahualpa. »No satisfecha la Junta con este primer examen y juicio, encargó la revisión de estas piezas a sus yndividuos en particular y acordó además que se leyesen a presencia de todos. Y considerados así todas sus calidades, se convino vnánimamente que las del número 9 y 40 eran acrehedoras al premio ofrecido, y la del número 7 a la distinción de ser impresa, con la condición de que sus autores las reformasen y corrigiesen según las advertencias y enmiendas que incluyen los pliegos que con ellas remitimos a V.S.I. »Además de estas piezas, se han separado del cúmulo de las que se juzgaron desarregladas algunas otras que no se han examinado ni juzgado todavía por todos los yndividuos de la Junta en particular, ya porque en la
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angustia de tiempo y expecial encargo de la brevedad en el asunto sólo se ha atendido a lo principal y que puede servir a las intenciones de la Villa, y ya porque, no deviendo aspirar estas piezas a otro lauro que el de mandarse imprimir alguna de ellas, o a cierta recomendación para que sean presentadas en nuestros teatros, con preferencia a otras muchas desarregladas que se recivan en ellos, qualquiera de estos dos fines podrá lograrse después, sin perjuicio de lo más preciso en el día. »No devemos omitir asimismo el que acaso pudiera parecer que las piezas que se han reputado dignas del premio no son capaces de la extraordinaria pompa y adorno theatral que se apetece en la decoración. Pero este reparo, que es fríbolo en su substancia y despreciable al que juzga por las medidas del arte, a estimado la Junta que se salba con sólo atender que en la v´nica scena en que se juegan estas piezas caven mui bien aquellas vistosas y brillantes calidades, siempre que la disponga y dirija vn diestro pincel y vna fecunda imaginación. Y sobre todo, ni la razón ni el arte que se funda en ella permiten que un deleyte que consiste principalmente en el entendimiento se haya de sacrificar a la material diversión de los ojos, de cuya juiciosa mágxima a visto la Junta olvidados a otros autores de las piezas excluidas que, siguiendo los extraviados rumbos de su atrevida imaginación, han inventado scenas impracticables por su inverosimilitud, por la capacidad de nuestros theatros y por exorvitancia de las expensas. »Esto es lo que la Junta v´nicamente tiene que informar a V.S.I. Hoy, 22 de mayo de 1784: DON GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS.—DON JOSEF DE LA VIERA.—DON MIGUEL GARCÍA ASENSIO.» NOTA DE DON YGNACIO DE AYALA «Sólo se adjudicará premio a Los menestrales. Para la distinción de la impresión (por Madrid) Las bodas de Camacho y el Atahualpa, respetando siempre el dictamen de mis sabios compañeros.—YGNACIO LÓPEZ DE AYALA.» EL GOVERNADOR DEL CONSEJO A EL CORREGIDOR «Remito a V.S. el ynforme que la Junta de examinadores para la revisión y censura de las piezas dramáticas concurrentes al premio propuesto por la Villa de Madrid en la Gaceta de 9 de marzo anterior hace, en vista de las 54 que subcesivamente le ha hido V.S. pasando. También acompaño los tres dramas de que habla señaladamente la Junta y que por votos vniformes de sus vocales se juzgaron dignos de entrar en competencia para los dos premios, con la variación que posteriormente hace don Ygnacio de Ayala, vno de los censores. Ban también con cada vno de dichos dramas el pliego de reparos que la Junta ha arreglado y a cuyo tenor deven los autores hacer sus correcciones,
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no sólo los que sean premiados sino también aquel a quien se adjudique el accessit, pues sin esta circunstancia ninguno deve ser impreso. Y v´ltimamente incluyo a V.S. los tres pliegos cerrados que deven contener los nombres de los autores de dichas tres piezas para que, acordada la adjudicación de los premios, pueda la Villa abrirlos y publicarlos. Dios guarde a V.S. muchos años. Madrid, 23 de mayo de 1784.—EL CONDE DE CAMPOMANES.—SR. DON JOSEPH ANTONIO DE ARMONA.» OTRO DEL PRESIDENTE DE LA JUNTA AL CORREGIDOR «Mui Señor mío: Debuelbo a V.S. quarenta y dos dramas de los presentados al concurso para que puedan restituirse a los autores que fuesen acudiendo a recogerlos. Entre tanto, continúa la Junta haciendo más detenido examen de las piezas de segunda clase para elegir las que fueren dignas de la prensa, y de su juicio pasaré a V.S. aviso a su tiempo. »Con los dramas debuelbo también a V.S. todos los pliegos cerrados que han venido a mi mano, porque no deviendo en caso alguno proceder la Junta a su apertura, no deven tampoco existir en ella. »Nuestro Señor guarde a V.S. muchos años. Madrid, 9 de junio de 1784. B.L.M. de V.S. su mas atento seguro servidor.—DON GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS.—SR. DON JOSEF ANTONIO DE ARMONA.» Vn empeño de esta naturaleza no podía dejar de excitar la emulación, la crítica y aun la embidia. El concurso de piezas, a pesar del poco tiempo que se pudo dar, havía sido grande. No era grande el premio que ofrecía la Villa, pero era grandísimo el galardón y el honor que devía resultar a los autores de las obras que se premiasen. Muchos de los que havían travajado con la esperanza que les dava un buen concepto de sí mismos se explicaron por medio de representaciones anónimas, sátiras y amargas quejas, luego que vieron el mal efecto de sus deseos. De esto mismo sacó el público su diversión, porque se vieron cosas bien hechas, versos tan salados como picantes, extensivos a todas las circunstancias concurrentes, y censuras bien hechas de algunas piezas y de sus autores. Sin embargo, no será fuera del caso justificar la causa. Daremos, pues, algunas pruevas de ella y de la suficiencia de los censores eligidos. Daremos también a continuación alguna parte de lo que se dijo de estos jueces, de su sentencia y de los dramas escogidos para el premio. Los que leyeren vno y otro se hallarán en estado de juzgar por sí mismos, y tendrán de este modo un objeto de comparación para divertirse. Empecemos por copiar algunas censuras, en las quales se verá el mérito o demérito de las piezas que no fueron elegidas.
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1ª LAS MOCEDADES DEL CID 405 «La pieza número 49, intitulada las Mocedades del Cid, tragicomedia en tres jornadas, es de un argumento tan bien tratado como conocido en todos los theatros. Mientras el autor sigue el plan de la tragedia de Corneille, ba bien, pero luego que se separa de él, se separa igualmente de la vnidad de acción, como anuncia el título, de la vnidad del lugar, como indican las intempestivas mutaciones, y aun a la vnidad de tiempo, porque es de dos días. »En la primera jornada se abre la scena en el salón de un palacio que el autor dice que ha de ser del orden góthico o mosaico. Ximénez [sic, por «Ximena»] no habla con Elvira de la venida de Rodrigo a la Corte, de las disensiones de su casa con la de Vivar, ni de sus amores; arma el Rey cavallero a Rodrigo, nombra a Diego Laýnez, su padre, por ayo del ynfante don Sancho, oféndese de ello el conde Lozano, padre de Ximena, y le da a Laýnez vna bofetada en público. Aquí queda vacía la scena. Se ve la armería de la casa de Laýnez, donde está Rodrigo con dos hermanos suyos. Entra el padre y, sin decirle nada, empuña la espada antigua de Mudarra y empieza a tirar tajos y reveses a el ayre, hasta que le flaquean las piernas y se le van los pies. Llama entonces a Rodrigo, muérdele vn dedo (pues que, aunque tan viejo, conservava toda su dentadura), y Rodrigo, con el dolor que siente en el dedo, le dice: Padre, soltad en mala hora: soltad, padre, en hora mala; si no fuérades mi padre, os diera vna bofetada. Declárale el padre que la bofetada ya la acava de recivir de mano de Lozano y necesitava de un vengador en su propria sangre, que la sangre sola es la que lava semejantes manchas. Prométeselo así Rodrigo, pesaroso de que el agresor de su padre huviese sido el padre de Ximena, su querida. Buelbe a quedar vacía la scena. Aparece vna plaza con edificios, donde se travan de palabras Lozano y Rodrigo, y éste le mata a vista de Laýnez, su padre, que le anima en la riña. Y con esto se acava la primera jornada. 405 No hemos identificado esta tragicomedia. Hay una refundición de la obra de Guillén de Castro en BNM, Ms. 18.077, según Julián Paz, Catálogo de las piezas de teatro que se conservan en el Departamento de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, 2 tomos (Madrid, 1934–1935), I, pág. 359a. Por otra parte, se conserva en la Biblioteca Municipal de Madrid el manuscrito de una «comedia en tres actos» titulada Las mocedades del Cid, en letra del siglo XIX (BMM, leg. 46-9); véase Mercedes Agulló y Cobo, «La colección de teatro de la Biblioteca Municipal de Madrid», RBAMM, núm. 11–12 (1982), 259–351, núm. 754, pág. 292. Entre los borradores de estas Memorias se incluye una censura dirigida a Armona por Cándido María Trigueros, sobre las distintas versiones dramáticas de la historia del Cid.. Trigueros fue autor de Los menestrales, obra premiada en este concurso.
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»Empieza la 2ª con el salón del Rey, a cuyos pies se hecha por un lado Ximena, pidiendo justicia contra su propio amante Rodrigo, matador de su padre, y por otro lado Laýnez, pidiendo gracia para un hijo que ha lavado su afrenta. El Rey decreta prisión y no se prende a nadie. Queda otra vez vacía la scena. Salón en casa de Ximena, donde se entra Rodrigo y, arrojándose a los pies de la ofendida dama, le presenta su espada para que le mate y vengue con ella la muerte de su padre. Dícense cosas mui estudiadas, alambicadas y contrarias a todo lo que en iguales circunstancias se podría decir, y le despide Ximena dicendo: ‘Vete, y déjame penando.’ Rodrigo le responde: ‘Quédate, iréme muriendo.’ Sigue a esto un monólogo de Ximena de 147 versos, y queda vacía la scena. »Descúbrese vn arrabal de la ciudad con jardines y allí se encuentra Laýnez con el Ynfante, que también busca a Rodrigo con motivo de salir aquella misma noche con él a impedir la irrupción que los reyes moros intentan hacer por sorpresa contra Burgos. Llega por último Rodrigo y abraza gustoso vna empresa que, dejándole victorioso, podría aplacar con ella al Rey don Fernando. Fin de la segunda jornada. »La tercera se abre con un salón de la audiencia del Rey, dispuesto para recivir en triunfo a Rodrigo, que buelbe vencedor de los moros, y también a un embajador de Aragón. Buelbe Ximena a importunar al Rey, pidiéndole justicia, en mala coyuntura, por cierto. Pero el Monarcha, saviendo el secreto amor que esta señora tenía a el mismo contra quien declama, la asusta, insinuándole que Rodrigo quizá habría muerto en la refriega, y aun le hecha después algunas indirectas sobre que se case con él. Sin embargo, la buena dama persiste en sus venganzas, tanto, que propone su mano y sus estados por premio del campeón que la vengase de Rodrigo, y esta propuesta la admite el Rey, mandando hechar pregones. Sale Rodrigo con toda la pompa de su triunfo trayendo los despojos, y entre ellos trae cautivos tres reyes sarracenos. Al entrar al quarto del Rey, le dice su padre: ‘hijo, hijo, loco estoy’; y Rodrigo le responde: «también yo, porque no hallo aquí a Ximena.’ Recívele el Rey con elogios, abrazos y distinciones. Pero en medio de ellas llega el embaxador de Aragón a retar a qualquiera cavallero castellano para que la ciudad de Calahorra sea de la nación de que sea el vencedor. Rodrigo es el v´nico que se atreve a lidiar con el valiente Martín González. Pero éste, olvidado del negocio de Calahorra, pasa voluntariamente a revestirse del carácter de campeón de Ximena contra Rodrigo. Nómbranse padrinos por ambas partes y queda desierta la scena. »Aparece luego vna plaza ocupada de gran concurso: palenque para el desafío, dos tiendas de campaña, solio para el Rey, dos reyes de armas, juez de campo, padrinos, tropa y clarín para hacer las señales. Salen los combatientes armados con visera calada y se practican menudamente los juramentos y las antiguas ceremonias del duelo en obras y palabras, toma-
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das quizá del Paso honroso de Suero de Quiñones 406 . Tocan el Ave-Maria, hincan todos en tierra vna rodilla, la rezan y empieza el descomunal combate en que, por último, cae muerto el aragonés Martín González. Queda vacía la scena. Salón de palacio y Ximena, que nada save de lo succedido. Engáñala Peranzules, diciéndole que el muerto es Rodrigo, con lo que ella se acongoja sobremanera hasta que, llegando el Rey y su comitiva, la desengaña. Ximena se resigna a casarse con Rodrigo luego que buelba de un viage que deve empreendor [sic] a Aragón, y se concluye el drama. »Por este extracto se hecha de ver quál sea el mérito del poeta en el nuevo desempeño de esta acción. Falta solamente el apuntar alguna cosa sobre el vso de su bersificación y estilo. Todo el drama está en versos de ocho sílabas, ya en redondillas, que son muchas, ya en asonantes, y ya en algunos de pie quebrado. La dicción es castiza, el estilo mui gallardo, mui guapote, mui hinchado y del gusto del otro siglo, porque todo es de conceptos, de máximas, centones, aforismos, sentencias y tiquis-miquis en lo que, como ya se supone, hay muchos pensamientos falsos, mucho oropel, mucha discrección [sic], esfuerzos o contorsiones de agudeza donde sólo es admirable el travajo y la paciencia del compositor; pero donde no hay sentimientos agradables, imágenes apacibles, ideas luminosas ni philosóphicas, y, sobre todo, donde no corresponden las frases a las pasiones, las pasiones a las situaciones del ánimo y a la naturaleza, esto es, a la verdad, sin la qual no puede haver ilusión ni placer, todo vale poco. Además de que la buena moral y la humanidad se deven afligir de hallar en este gusto de poesías, que todo respire arrogancia, altanería, vanidad, fiereza, rencores, pundonores, venganzas, sangre, desafíos y muertes, sin que el poeta procure nunca inspirar el saludable horror que deve concevirse por estas costumbres o tristes ideas, monumentos de los siglos bárbaros y feroces. Así soy de sentir que, alavando la constancia del autor en su trabajo, no entre al primer premio en la oposición. Madrid 13 de mayo de 1784.—JOSEPH DE VIERA Y CLAVIJO.» 2ª SCIPIONE NELLA IBERIA. Número 51. «El drama número 51, intitulado Scipione nella Iberia, es vna ópera ytaliana que en su género tiene mérito harto distinguido. La acción es tan ilustre como conocida, pues se reduce a la generosidad de P. ScipiónAfricano que, acavando de conquistar a Cartaxena, renunció los derechos
406 Pero Rodríguez de Lena, Libro del Passo honroso defendido por el excelente cavallero Suero de Quiñones, obra compuesta en el siglo XV pero publicada por primera vez por fray Juan de Pineda (Salamanca: en casa de Cornelio Bonardo, 1588). Acababa de salir la segunda edición (Madrid: en la imprenta de D. Antonio de Sancha, 1783). Consúltese la edición de Amancio Labandeira Fernández, titulada El passo honroso de Suero de Quiñones, Clásicos Olvidados, 2 (Madrid: Fundación Universitaria Española, 1977).
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que le dava su conquista sobre vna cartaxinesa de quien estava enamorado y la cedió a el consorte que ella misma tenía elegido. »En esta ópera hay todas las bellezas y todos los defectos que se advierten en los mejores dramas de su especie, aunque se cuenten entre ellos los del Cerini, Metastasio y otros 407 . Las poesía es sublime, numerosa, dulce y expresiva quanto combiene para la música, y las scenas tan varias y magníficas quanto se necesita para el encanto de los ojos. Por lo mismo, aunque este drama, ya por estar escrito en lengua toscana, ya por deverse representar todo en música, y ya, en fin, por no pertenecer rigorosamente al género tráxico, cómico, ni algún otro de los que se han pedido en este concurso, no puede aspirar al premio, me parece, no obstante, que podría imprimirse, por dar esta distinción a su mérito y al de un extrangero que ha querido dedicar sus talentos y tareas a el obsequio de nuestra Corte y a la celebridad de los succesos que forman el objeto de las futuras fiestas.— GASPAR DE JOVELLANOS 408 .» 3ª TRAGEDIA DE DOÑA BLANCA DE BORBÓN 409 . Número 19. «La pieza número 19, intitulada Doña Blanca de Borbón, es una tragedia en tres actos, de cuyo asunto se huviera podido sacar mejor partido si su autor se huviese propuesto otro plan más interesante y más acomodado a la verdadera historia que en ella se representa, porque la acción principal es vna reconciliación tan repentina como cordial y sincera del Rey don Pedro con la Reyna doña Blanca, su esposa, obligado v´nicamente de un desmayo y de vnas quantas lágrimas de aquella desgraciada señora, a las quales ayuda un sermón mui seco y mui pedante de don García de Toledo. Don Pedro 407
Se refiere a los compositores italianos Giuseppe Cerini (1738–1779) y Pietro o Piero Metastasio (1698–1782). Este tuvo una influencia fundamental sobre la evolución de la ópera no sólo en España sino en toda Europa. En 1762 Armona había traducido un ensayo sobre Metastasio (véase pág. 14, arriba). 408 Según Julio Somoza de Montsoriú, Inventario de un jovellanista: con variada y copiosa noticia de impresos y manuscritos, traducciones, dedicatorias, epigrafía, grabado, escultura, etc. (Madrid: Sucesores de Rivadeneyra, 1901), pág. 117, el original autógrafo de esta censura de Jovellanos está en el Archivo-Biblioteca de Fuertes Acevedo, legajo F, section E, núm. 19. Se publicaron seis censuras de Jovellanos sobre obras presentadas en el concurso dramático de 1784 en Obras publicadas e inéditas de D. Gaspar Melchor de Jovellanos, edn. de Cándido Nocedal, II, BAE, 50 (Madrid: M. Rivadeneyra, 1859; reimpr. Madrid: Atlas, 1952), págs. 537–543, pero no incluyen ni ésta ni la otra que Armona reproduce más abajo, sobre Guzmán. 409 No hemos identificado esta obra. En 1806 se menciona la tragedia Doña Blanca, de José María Íñiguez, y en 1813 se anuncia otra obra titulada Doña Blanca de Borbón, Reina de Castilla, atribuida a Dionisio Solís, según Ada M. Coe, Catálogo bibliográfico y crítico de las comedias anunciadas en los periódicos de Madrid desde 1661 hasta 1819, The Johns Hopkins Studies in Romance Literatures and Languages, extra vol. 9 (Baltimore: The Johns Hopkins Press; Londres: H. Milford, Oxford University Press, 1935), pág. 75; véase Emilio Cotarelo y Mori, Isidoro Máiquez y el teatro de su tiempo (Madrid: José Perales y Martínez, 1902), pág. 349.
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la abraza, la requiebra y la entroniza al instante. Doña Blanca escribe a los grandes para que, dejando las armas que havían tomado a su favor, lleguen a pedir perdón al Rey. Bienen en efecto, le besan la mano y levantan el campo que tenían junto a Sevilla. Don Diego de Padilla y Álbaro Yáñez pierden su valimiento y, deseando vengarse de la Reyna (que a la verdad no tenía parte en su cahída sino don García de Toledo), fingen vna carta, por la qual la Reyna excitava otra vez los Grandes a la revelión, y aun advierten al Rey que le tenía preparada vna vevida ponzoñosa para quitarle la vida. El Rey cree este disparate y les manda que se la hagan vever a la Reyna, pero entretanto se descubre toda la maraña de estos hombres, bien que como la Reyna ya estava envenenada, sin que se diga qué modo huvo para que se dejase envenenar tan presto, muere en los brazos de don Pedro el Cruel. Llora y se enfurece terriblemente con esta dolorosa pérdida, hasta un término admirable. »De manera que en esta tragedia no se hecha de ver ni se conoce la verdad de aquella común idea que se tiene del carácter del Rey don Pedro de Castilla, ni de los savidos motivos que influyeron a el infortunio de doña Blanca. No hacen papel como devieran doña María de Padilla, don Henrique de Trastámara ni don Fadrique, su hermano, sindicado de haver querido a la Reyna, personages todos que hicieran el drama más interesante, más apasionado y mucho más vivo. »Por lo tocante al verso, se nota bastante languidez y poquísima elevación o magestad trágica. Largos razonamientos de política y de moral fundados en conceptos fríos, pensamientos tribiales y lugares comunes empalagosos, con los que puede bostezar mucho el auditorio más atento. En efecto, me parece que las principales personas no hablan como se esperaría que hablasen en iguales lances y situaciones, y como es claro que si un poeta no representa el alma de su héroe más que lo que ella misma se representaría a sus solas, o no procura despertar en el corazón de los que oyen otras impresiones que las ordinarias y comunes, pierde su travajo, porque nadie se lo agradece. Así tengo por vna regla segura que sólo interesa[n] al patio aquellos personages que en las circunstancias y situaciones en que se ven se distinguen del común de los demás hombres por sus altas ideas, sus pensamientos, sus frases, sus pasiones, su valor y su conducta. »Por esta razón soy de parecer que esta tragedia, aunque no tenga trazas de poder merecer el premio, puede merecer que se haga de ella alguna mención a su tiempo. Madrid 10 de mayo de 1784.—JOSEF DE VIERA Y CLAVIJO.» NOTA «Advierto que esta pieza es un entero plagio de la tragedia ytaliana que escribió el abate don Juan Colomés, así en la mayor parte de su condución,
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sentencias y pensamientos que servilmente traduce el autor, como en las situaciones y el catástrofe 410 . Madrid y junio 23 de 1784.—MIGUEL GARCÍA ASENSIO.» GUZMÁN 411 . TRAGEDIA EN CINCO ACTOS. Número 48. «Se reduce la acción al succeso conocido de don Alonso de Guzmán el Bueno, quando permitió la muerte de su hijo por no entregar a los moros la plaza de Tarifa. El autor observa exactamente la vnidad de lugar, pues todo succede en la casa de don Alonso Pérez de Guzmán, y para alargar un poco la acción supone que Hernando, hijo de don Alonso, ha salido de la plaza con una partida de soldados para quemar las máquinas que havían levantado los ynfieles a efecto de combatir la plaza. Zozobras de Amira, madre de Hernando; le avisan de su victoria; nuevo aviso de que ha triunfado de los moros, pero con noticias de que ha muerto en el combate. Nuevos sentimientos de la madre y nobles expresiones de Alonso Pérez, su padre. Álbaro Méndez avisa que quedó prisionero, y Alonso siente la prisión mucho más que la muerte de su hijo. »Acto Segundo. Contextación entre don Alonso y Amira, en que sobstiene aquél es más sensible la prisión que la muerte, si la prisión ha sido por cobardía. En todo caso, quiere juzgue de la acción de su hijo un consejo de guerra. Trátase del rescate. »Acto Tercero. Abdalá, embiado moro, entra en la plaza y por su medio quiere que se presente don Hernando a tratar de cange. Don Alonso abraza este partido: promete que volverá su hijo al campo de los moros en el caso de no admitir las condiciones que el moro no expresa todavía. Alegría en la plaza porque buelbe Hernando. Sospechas de don Alonso que las explica a Claudia y Claudia se las explica a Amira. Ésta se persuade de la buelta y la deseada livertad de su hijo, pero don Alonso se recela mucho. »Acto Quarto. Hernando se presenta encadenado con semblante triste. Alonso le dice no desmienta la fortaleza que mostró peleando con los enemigos. Hernando reúsa hablar y quiere volver al campo, y al fin le dice a su padre: De mi rescate por precio Benjacob os pide la entrega de Tarifa, o bien mi vida. »Grandes pensamientos de padre e hijo. Alonso se retira con Abdalá. Scena entre Hernando y Amira, su tierna madre. Alonso embía a Abdalá a
410 Se trata de Agnese de Castro, escrita en italiano por el jesuita valenciano Juan Bautista Colomés (1740–1807) y publicada en Livorno en 1781. 411 Se había estrenado y publicado en 1777 una tragedia titulada Guzmán el bueno de Nicolás Fernández de Moratín; no puede tratarse de esta obra.
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el campo con grandes promesas por si obtiene la livertad de su hijo. Otra scena entre hijo y padre. »Acto Quinto. Amira, Claudia y Alonso. Quejas e instancias de Amira por la livertad del hijo; contestaciones con su esposo manifestando la obligacion de entregar a Tarifa. Buelbe Abdalá y pide la entrega de Tarifa o del cautivo. »No admite dilaciones. Despedida de Alonso y de Hernando. Afectos de aquél; sentimientos de Amira que busca a el hijo; entereza del padre en su respuesta, y tranquiliza los maternos sentimientos. En fin, recive de Méndez el ensangrentado puñal con que los moros quitan la vida a Hernando. »Esta tragedia no se aparta en un punto de su objeto principal, y a pesar de la sencillez de la acción, la ha ensanchado el autor con mucha verisimilitud. Tiene pensamientos nobles explicados con delicadeza vajo del aspecto que corresponde a la poesía dramática. El carácter de don Alonso, que es de vna grandeza de ánimo a toda prueva, el de Amira su esposa, que es de una madre amantísima de su hijo, y el de este hijo, que es el de un joven que sólo quiere obrar con honor, están bien desempeñados. Hay un defecto esencial, que es la impropriedad de la locución, pues el autor dice haciendo en lugar de decir haciéndose, natura edad creciente, exponiendo el tiempo que ha corrido, reavivando dulce engendrado, por dulce hijo, me compasione a su manera, y otros muchos de este jaez. Con la noticia de la muerte de Hernando cae desmayada Amira, pero no explaya aquellos afectos fuertes que devían tener en la scena con vna nueva tan infausta. Tal vez habrá procedido así por no ofuscar la magnanimidad de don Alonso. »Soy de parecer, pues, que se cuente ésta entre los primeros dramas del segundo orden. Salbo &a. YGNACIO LÓPEZ DE AYALA.» SEGUNDA CENSURA DEL GUZMÁN «En el reconocimiento que he hecho de la pieza número 48, intitulada El Guzmán, tragedia, he berificado plenamente el juicio que formó de ella desde el principio el Sr. Ayala. Con efecto, ni su lenguage ni su estilo son castellanos; y esto es de tal manera que aun después de enmendadas, según me hivan ocurriendo muchas voces y frases bárbaras que encontré, devo asegurar que todavía queda y le quedará siempre un estilo con bastante ayre estrangero, y el drama con un género de dicción confusa y poco agradable a el oýdo, no tanto por la frialdad de los versos blancos, que nos choca, como por la mala dicción de sus sentencias. »Entre éstas hay algunas nobles y bien pensadas, pero también hay mucha broza: quanto les ocurre que decir a Amira y Claudia parece elado, vulgar y de poquísimo valor, especialmente la tal Amira, que en ella todos son presagios de lo que va a succeder, con lo qual parece se quita la nove-
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dad a los succesos. Todos son lamentos y declamaciones inútiles sus razonamientos. »Guzmán es demasiadamente afectado en sus máximas duras de patrimonio y de vigote: de ellas no saven apartarle un punto aquellas tiernas mociones que inspira la naturaleza en su más delicada y crítica situación. Aquel consejo de guerra después de la prisión del hijo tiene mucho de extravagante, y la buelta del prisionero a su casa, donde reside muchas horas, horro y libre, sobre no ser mui verosímil, no da mayor impulso ni movimiento a las scenas. Su muerte también está mui inmediata a la última despedida de su padre. »Por eso recelo mucho que quanto más se examine y lea esta tragedia, tanto menos ha de gustar. Y me fundo en que, en lugar de avivarse el curso de su marcha, se enfría la acción por grados, de scena en scena y de acto en acto. Primero se cree muerto Hernando; luego, como si ya no estuviese prisionero, se le pone en consejo de guerra y libre en su casa vajo de vna palabra de honor; luego se conciven esperanzas de ser cangeado con otros prisioneros moros, y después aparece el cuchillo con que le han degollado. »También es de advertir que aquella heroyca acción (que es lo más sublime de la historia), con que Alonso Pérez de Guzmán entregó su propia espada a el moro para que diese la muerte a su hijo, la toca nuestro autor tan por encima y fríamente que no da, ni con mucho más, el terrible golpe que pudiera dar a el expectador. »En suma, el caracter de Guzmán el Bueno, que devería competir en todo con el del Bruto de Voltayre, y el de su hijo Hernando, que no havía de ceder en nada a el Régulo de Metastasio, distan enormemente de aquellos modelos, y parece que el poeta (lo que es inverosímil) no los leyó ni estudió jamás 412 . »Esto he devido exponer sinceramente a la Junta, salbo en todo, &a. Madrid, 21 de junio de 1784: JOVELLANOS 413 .» A este modo corren vna por vna las censuras analizadas de todas las piezas que vinieron al concurso. No es del caso ponerlas todas. Las dos premiadas, después de haverse corregido, acortado y variado algunas de sus scenas, con arreglo a lo que se previno a sus autores, se imprimieron y se entregaron a la compañía de Manuel Martínez, en el Príncipe, y de Eusebio Rivera, en la Cruz, para su execución. Los dos thea412
Voltaire, Le Brutus de Monsieur de Voltaire, avec un discours sur la tragédie (París: Chez Je. Fr. Josse, 1731); se estrenó en diciembre de 1730. Hay una versión en castellano: Bruto. Tragedia en cinco actos, trad. B. García ([Amsterdam]: s.i., 1758). Pietro Metastasio, Attilio Regolo, en Tutte le opere, a cura di Bruno Brunelli, 2ª edición (Verona: Mondadori, 1953), I, págs. 971–1021); se compuso hacia 1740 y se estrenó en 1750. Véase Sterling A. Stoudemire, «Metastasio in Spain», Hispanic Review, 9 (1941), 184–191. 413 Véase n. 408, arriba.
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tros se havían compuesto, adornado e yluminado con toda la magnificencia posible, precaviendo con cuidado todos los peligros del fuego 414 . Todavía se ven estas mejoras en la parte interior de ellos. Esto es, la hermosura de sus palcos, sus nuevas decoraciones y las bellas perspectivas que se presentan a los ojos de los expectadores. Pero los dramas no correspondieron bien a la esperanza del público. Duró pocos días la representación, porque el poeta que no excita los afectos del ánimo le enfría; falta luego el interés de la ilusión, y cae de sí misma la obra, aunque sea buena la versificación. Entonces 415 un torrente de sátiras contra los autores, ya conocidos, y contra los jueces, ya desengañados, vna crisis poética exaltada que nada perdona; la inteligencia, el gusto, las personas, la amistad y la predilección que se supone a favor de vnos más que a favor de otros, todo biene a ser objeto de sus tiros, de sus invectivas, de sus sarcasmos siempre vivos y penetrantes. Daremos vna muestra, copiando algo de lo mucho que se vio, y por no hacer molestas estas Memorias, será poco lo que se copie, y de ello lo más corto. Esta jacarilla rompió el campo de batalla a favor de los yngenios vergonzantes que no havían sido premiados, aunque siempre quedaron ocultos segun la promesa hecha, devolviendo sus obras a los que las pidieron 416 . JÁCARA A LAS COMEDIAS PREMIADAS 417 Vn alguacil se quejó contra yo no sé qué majo, porque armó cierta pendencia estas fiestas en un barrio. «Señor,» (al juez le decía el corchete amostazado), «este reo necesita vn castigo extraordinario. 414
Sobre la representación de las obras premiadas, véase n. 428, abajo. Falta el verbo en esta frase; en el ejemplar de la Biblioteca de Menéndez Pelayo (véase pág. xii, arriba), Barbieri añade aquí las palabras «inundó Madrid». 416 Cinco de los seis poemas que Armona reproduce a continuación, más otros 15 sobre el mismo concurso dramático, se incluyen en BNM Ms. 6.491 (Cancionero de la segunda mitad del siglo XVIII, 639 págs., con ex libris de la Biblioteca de Salvá), págs. 156–181, con el siguiente encabezamiento: «Varios sonetos y décimas vituperando Las bodas de Camacho y Los menestrales, comedias que se representaron en los dos Coliseos de Madrid en celebridad del Feliz Nacimiento de los dos Ynfantes Gemelos en el año de 1784». Sin embargo, falta en este manuscrito el soneto «Al mirar de los dramas hoy premiados», que se incluye aquí; por tanto, no parece ser la fuente directa de Armona. Lo confirma el cotejo de los textos; los del Ms. 6.491 presentan diversas variantes, algunas de ellas claramente errores, y las versiones de Armona están seguramente más cerca del original. 417 En BNM Ms. 6.491 se titula «Romance en vituperio de Las bodas de Camacho y Los menestrales» (págs. 170–173). Armona reproduce sólo la primera parte. 415
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Ha sido perturbador de la amable paz.» «¿Y quando?» «Quando el pueblo de Madrid, a sus fiestas entregado con inocente alegría, congrega a su vecindario en tropas, no de vecinos, sino de amigos y hermanos, con tal paz, que si reynase otra tanta todo el año, podríamos los corchetes ganar la vida, cuidando de la paz de los conventos quando eligen sus prelados.» «Ea pues,» (responde el juez), «que le lleven de contado por diez años a el Peñón.» «Es mui poco.» «Pues le mando que pase vna noche entera, en pena de su pecado, sufriendo Los menestrales o Las bodas de Camacho .» SONETO AL REY 418 Gracias a Dios, Señor, que ya la España levanta la caveza, y resucita, y llevará en su frente siempre escrita del pío Carlos la major hazaña. Gracias a Dios, Señor, que te acompaña succesión, que dos pérdidas desquita, con que el cielo anunció la paz bendita, terminando con gloria la campaña. Se acavaron fatídicas señales. El comercio tendrá feliz despacho: artes y ciencias lucirán iguales. Y para que prosperen sin empacho, se acavaron tambien Los menestrales y, aunque tarde 419 , Las bodas de Camacho.
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BNM Ms. 6.491, págs. 156–157. Las representaciones de Las bodas de Camacho duraron cinco días más que las de Los menestrales; véase n. 428, abajo. 419
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SONETO A LA PRINCESA 420 Entráis, Señora, en el octavo mes, y hay quien diga, sin ser profeta Amós, que por segunda vez pariréis dos, ¡hay, Luisa amable!, y aunque fueran tres. Lo malo es que en un año, y aun después, hablando de gemelos, y de vos, lloverán en Madrid, ¡líbrenos Dios!, malditos versos, dignos de entremés. Los gefes de la pompa theatral premiarán dos comedias: premien mil; pero mandad, Señora, al tribunal que aunque a escribirlas venga un albañil, no haya mas pastoril, ni pastoral, no haya mas menestral, ni menestril. A LAS COMEDIAS PREMIADAS Al mirar de los dramas hoy premiados la mala aceptación que han recivido, será un punto en Madrid controvertido quienes deven de ser más motejados. Son por la duración desmesurados, de argumento confuso y sin sentido, y por más que las reglas se han pedido, desde el principio al fin desarreglados. Momo, dios de la burla y de la mofa, deve dar su corona a los autores, formada de vnas ojas de alcachofa, Y otra de puerros mixta a los censores, cantando vn villancico con su estrofa, pues todos de este honor son acrehedores. SONETO A LAS COMEDIAS PREMIADAS 421 Mas que dé con un juez impertinente, mas que mi suegra viva eternidades, mas que furiosas negras tempestades 420
En BNM Ms. 6.491 este soneto se titula «A la Princesa Nuestra Señora» (págs. 157– 158). Es de Tomás de Iriarte; véanse Colección de obras en verso y prosa de D. Tomás de Iriarte (Madrid: Imprenta Real, 1805), VII, pág. 345, y Cotarelo, Iriarte y su época, pág. 294, n. 2. En el v. 9, la versión impresa tiene «jueces» en vez de «gefes». 421 BNM Ms. 6.491, pág. 158.
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arrasen mis cosechas de repente; Mas que haya un acrehedor tan insolente que me execute por las Navidades, mas que haga mi muger havilidades de aquéllas que no sufre el más paciente; Mas que sea de un tonto convencido, mas que sea de todos despreciado, mas que de las mozas sea aborrecido, Mas que de las viejas sea cortejado, como alguno no piense que yo he sido autor de las comedias que han premiado. OTRO AL MISMO ASUNTO 422 ¡Oh Bodas de Camacho! ¡O sin ventura y mísera y mezquina y malhadada fábula pastoral! ¡Ay me, cuitada, llena de languidez y de tristura! ¡Oh Menestrales! ¡Pieza insulsa y dura, de invención de tavernas arrastrada, de vna moral que ni a la pleve agrada, aun quando ve de los nobles la censura! 423 Gemelos 424 sois, por más que los briales alce la Prado,(1) y luzca en la opereta la Tordesillas:(2) fastidiáis iguales. Patio, aposentos, gradas y luneta: ¡éstos sí que son jueces imparciales, y no los que ofrecía la Gaceta! (1) [Nota de Armona:] «Cómica célebre de versos y en el bayle.» 425 422
BNM Ms. 6.491, pág. 161. Este soneto también es de Tomás de Iriarte; véase Colección de obras en verso y prosa de D. Tomás de Iriarte, VII, pág. 344. Según Cotarelo, Iriarte y su época, págs. 294–295, fue muy conocido y leído «en los puntos más lejanos de España». 423 Sobra una sílaba en este verso. La versión impresa es seguramente correcta: «¡ [...] de invención tabernaria y arrastrada, / y de moral que ni a la plebe agrada, / aun cuando ve que al noble se censura!». El texto del Ms. 6.491 es igual, excepto en el v. 7, donde se lee: «que ni la Pleve aguarda» (evidentemente por error). 424 En la versión impresa, se lee: «Gemelas». 425 Antonia de Prado (Cádiz, 1765–Madrid, 1830) fue hija de los actores Antonio de Prado y Juana Garro. En 1784 era sobresalienta de la compañía de Manuel Martínez en Madrid; por tanto, participaría en Las bodas de Camacho (véase n. 428, abajo). Se casó poco después con el famoso actor Isidoro Máiquez (Cotarelo, Don Ramón de la Cruz, págs. 463– 464 y 571). Cotarelo comenta que en 1784 «fué el ornamento principal de las fiestas que la Villa hizo por el nacimiento de los infantes gemelos y paz con Inglaterra», y la llama «la
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(2) [Nota de Armona:] «Cantarina famosa en español y en ytaliano.» 426
Los theatros se compusieron, así en obras de arquitectura para su firmeza y comodidad como en las de pintura, dorado y decoraciones nuevas, según las piezas y scenas que devían representarse. Las primeras obras se pusieron al cuidado de don Pedro Arnal, académico de la Real Academia de las Artes, Teniente Director de Arquitectura en ella. Costaron 153.041 reales de vellón por los dos coliseos. Las segundas fueron de la invención, execución y cuidado del pintor don Antonio Carnicero; hizo siete decoraciones para el del Príncipe, al respecto de siete mil reales cada vna, y seis para el de la Cruz, a el de seis mil reales, las que sirvieron en las loas, las comedias y saynetes, compuestos para Las bodas de Camacho en el Príncipe y para Los menestrales en la Cruz. Estas obras importaron 85.000 reales. A los cómicos se dieron bestidos nuevos de mucho gusto para cada vna de estas representaciones. Todo se executó con brillantez, elección y hermosura theatral, aunque los efectos de la representación, por lo que era de las piezas, no huviesen correspondido a el aparato y pompa de lo deemás, como a las orquestas y buena composición de la música. La máscara pública, compuesta de cinco carros triunfales, conducidos por arrogantes tiros de cavallos grandemente enjaezados, fue a la plaza de Palacio por el arco que da entrada. Mereció general aplauso de las personas reales y de toda la Corte. Se repartieron con anticipación impresos que explicavan sus fábulas y sus alegorías. Corrió a cargo de don Francisco Amich, catalán, que escripturó su execución por el proyecto aprovado en 354.490 reales de vellón. Los trages, los bestidos y adornos de las comparsas de cada carro, las danzas y sus trages variados a proporción de sus significados, y los jornales de más de quinientos jóvenes de buena talla que se emplearon en estas operaciones, fueron de cuenta de Madrid, gasto diferente de los deemás, como también el de los tablados que se hicieron en las plazas de Palacio y la Mayor de Madrid para la execución de los bayles 427 .
actriz más completa de su tiempo». Cita un romance que avala, un tanto hiperbólicamente, la nota de Armona: «Su canto no tiene igual, / tanto que en solo cantar encanta / hasta los montes la Prado. / Del baile no digo nada: / extáticos se han quedado / los bailarines de aquí / al verla bailar fandango [...]» (Cotarelo, Isidoro Máiquez, págs. 18–20 y n. 1). 426 Catalina Tordesillas, famosa actriz y cantante, se crió, cuyo verdadero nombre era Catalina Trombeta o Trompeta, se crió, al parecer, en Italia, aunque sus padres eran españoles. Trabajaba en España ya en 1772. En 1784 era cuarta dama de la compañía de Eusebio Ribera, que se encargó de Los menestrales. Murió en Madrid en 1804 (Cotarelo, Don Ramón de la Cruz, págs. 463 y 600–602). 427 Para una descripción pormenorizada de estas fiestas, véase «Descripción de las fiestas públicas con que la Imperial Villa de Madrid celebró la paz, y el feliz nacimiento de los dos Serenísimos Infantes D. Carlos y D. Felipe en los días 13, 14 y 15 de este mes», en el Memorial Literario de julio de 1784, págs. 48–85.
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Se formó vna exacta relación de todo. Se remitió al Consejo y éste la pasó a la Real Academia de la Historia, para que, haciendo un cuerpo con las deemás que se pidieron de todos los festejos públicos hechos en las capitales de las provincias, formase vna descripción general que perpetuase la memoria de ellos, con las gravaduras y adornos necesarios a su inteligencia y hermosura 428 . Con esta alegre, divertida narración devíamos acavar vnas Memorias chronológicas que ya igualan los años y los succesos con el tiempo en que se escriben. Los varios documentos en que están fundadas, la colección de Reales cédulas, órdenes separadas, papeles impresos y manuscritos que se han tenido presentes para rectificar los hechos, además de las que se han citado o literalmente insertado en ellas, podían formar un tomo en folio. Por todo lo que ahora ya está ordenado se ve la marcha de las representaciones públicas en Madrid y en España, el paso lento de sus theatros, así en lo formal de su arreglada institución cómica como en lo material de sus edificios para executarlas, su entrada en Madrid, sus yntroductores, su manejo, sus intereses, su aplicación y su estado actual. En fin, se ve la marcha succesiva de las providencias del Govierno en arreglo de la policía theatral, desde el punto en que la diversión cómica, por haverse hecho pública, empezó a merecer sus atenciones. Éste fue el objeto que nos propusimos para escribirlas. Daremos, no obstante, lo que se llama en los theatros vn fin de fiesta en la pieza que sigue, pues las partes de que consta no dejan de ser divertidas. Es un ynforme reservado para hacer otro informe al Rey. Se trata en él de los Comisarios de comedias, de sus procedimientos, sus recursos y sus quejas, explica los succesos más recientes, y dice así, hablando con el Decano Governador interino del Consejo 429 :
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Esta «descripción general» no ha salido a la luz. Sobre la representación de Los menestrales, por la compañía de Eusebio Ribera en el Teatro del Príncipe del 16 al 24 julio de 1784, y de Las bodas de Camacho, por la de Manuel Martínez en el Teatro de la Cruz del 16 al 29 julio, véanse las cuentas de los teatros en AVM, Secretaría, 1-385-1 y 3-476-12, y la descripción de Armona titulada «Aparato teatral de los dos Coliseos del Príncipe y de la Cruz para más celebridad de las funciones en las Comedias», en el Memorial Literario de julio de 1784, págs. 86–109. 429 El original de este informe de Armona, con firma autógrafa del autor, está en AHN, Consejos Suprimidos (Recreos y Festejos Públicos), legajo 11.407, núm. 16, donde se incluyen también varios documentos adjuntos que remitió al Consejo con el informe y a los que se refiere en éste, además del memorial de García de Tahona del 7 de mayo de 1784. Armona ha modificado ligeramente la redacción de su informe en diversos lugares al redactar estas Memorias. Hay un borrador del informe, con correcciones autógrafas de Armona, en AVM, Secretaría, 3-470-29. Los dos legajos citados contienen, además, otros documentos relativos a la disputa entre Armona y Tahona.
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«Ilmo. Señor. »Mui Señor mío: Con orden de 27 de mayo v´ltimo me remitió V.I. un memorial presentado al Rey por el Regidor don Francisco García Tahona, para que sobre su contenido informe a V.I. lo que se me ofreciere y pareciere. »El contenido de este memorial (que debuelbo) se reduce en su primera parte a dar gracias a S.M. por haver aprovado la proposición del Ayuntamiento de Madrid, nombrándole por Comisario de comedias, obligaciones que recela no podrá desempeñar, así por su corto o ningún mérito y lo escabroso del encargo, como por lo desnudo de facultades con que se ve en el día para su govierno, suponiendo que el Corregidor las tiene todas abrogadas en sí por su espiritu insaciable de mandar, en contravención del Real decreto de 6 de febrero de 1758, de que acompaña vna copia testimoniada. »Fundado en él, pasa a la segunda parte parte [sic] y dice: que a los Comisarios de comedias, con el Corregidor, les compete no tan solamente el govierno de las compañías cómicas, sino también la nominacion de los empleos y destinos de los theatros; no al Superintendente de sisas que se titula el Corregidor, suponiendo que está suprimida esta investidura por el reglamento del Consejo del año de 1766, aprovado por S.M., de lo qual tiene informado latamente con motivo del expediente subscitado sobre el nombramiento de plazas de proprios y sisas de Madrid; y finalmente, que por los procedimientos del Corregidor se ve la Comisión en tal disposición que ha venido a tocarse en la falta de subordinación de alguno de aquellos subalternos que, mal entendidos, no reconocen más gefe ni dependencia que la del que los nombró, a quien v´nicamente obedecen y respetan. Por todo lo qual concluye pidiendo a S.M. le exhonere del encargo de Comisario de comedias, y quando así no lo estime conveniente, mandar (mirando por el honor, autoridad y respeto de vna comisión que dimana de la Real persona) sea, y se entienda, guardándose inviolablemente por el Corregidor que es, o fuere en adelante, lo que S.M. tiene resuelto por su citada Real orden de 6 de febrero de 1758. Y en su consecuencia nada practique ni disponga el Corregidor por sí solo en lo guvernativo y dispositivo del asunto, sin expresa y formal annuencia o concurrencia simultánea de la Comisión, a cuyo nombre se libren todas las providencias de aquella clase que se huvieren de dar; sin la qual tampoco procedan en adelante a proveer vacante alguna de empleo, en atención a no corresponderles en el día ni por el atributo de Corregidores ni por el de Superintendentes de sisas que dice se extinguió, con todo lo deemás [sic] que fuere del agrado de S.M. y tuviere por oportuno a el mayor éxito de sus Reales resoluciones en esta parte, que es su conclusión 430 . 430
En estos párrafos Armona cita casi textualmente la última parte del memorial de Tahona del 7 de mayo de 1784 y resume lo demás, citando algunas frases. El memorial original está en AHN, Consejos Suprimidos, legajo 11.407, núm. 16.
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»La orden de 6 de febrero de 1758, que acompañó testimoniada, está fundada sobre vna queja que dieron a S.M. los Regidores comisarios de aquel tiempo contra algunas providencias del Corregidor en calidad de Superintendente general de sisas. S.M. se sirvió declarar en ella: ‘que a los Comisarios de comedias, theatros y representaciones, y al Corregidor en calidad de tal, y no como Superintendente de sisas, toca el mando y govierno de quanto a ellas pertenece [...]. Y que mediante lo expresado tampoco se puede quitar a los Comisarios de comedias que vean lo que de ellas se saca y cómo se maneja este caudal, que igualmente es ramo de sisas 431 .’ »Ésta es a la letra la resolución de 6 de febrero de 1758, en la qual se explican, como se ve, las funciones del Corregidor y los Comisarios de comedias en lo guvernativo y las del Superintendente de sisas en la parte relativa a recaudación de sus caudales y nominación de sus empleos. Pero nada previene ni determina sobre la parte jurisdicional y contencioso, por que ésta es y ha sido siempre privativa (dentro y fuera de la Corte) del Juez Protector general de los theatros y representantes del reyno, jurisdición que está incorporada en el Corregidor de Madrid desde el año de 1747, en que S.M. confirió vno y otro al marqués del Rafal. Así consta de las adjuntas copias de los Reales decretos y órdenes de 26 y 29 de noviembre de aquel año y primero de febrero de el de 1748. Esta parte no se tuvo presente en 1758 quando se expidió la que exhive Taona, y por lo mismo es necesario hacer ahora mérito de ella para inteligencia de V.I. »El establecimiento de la Judicatura y Protección general de theatros se hizo en Madrid desde que empezaron las representaciones en corrales públicos, que en 1608 ya tenían nombre 432 . Estuvo a cargo de diferentes Sres. ministros del Consejo y de la Real Cámara, después a el de los Corregidores de Madrid. Mas por no molestar a V.I. con su dilatada enumeración, me limitaré a explicar sólo lo que resulta de las Reales cédulas de Protección expedidas en lo antiguo y renovadas en 22 de enero de 1724, 2 de marzo de 1735 y 15 de enero de 1742, a favor de los Sres. don Pasqual de Villa-Campa, don Fernando de Quincoces y don Baltasar de Henao, de las quales igualmente incluyo a V.I. copias vajo del número 2º 433 . Por ellas (referentes a las del siglo pasado) declara S.M.: ‘que a el Juez Protector de theatros y representantes corresponde el ajuste y formación de todas las compañias de comediantes que haya para el vso de la representación en el 431
Armona reproduce íntegramente en este párrafo, en oración indirecta, la Real orden del 6 de febrero de 1758; para el texto de esta orden, véanse págs. 139–141, arriba. 432 Armona ha ampliado aquí su informe original, que dice simplemente: «se hizo en Madrid el año de 1608». 433 Se incluyen efectivamente copias de estas tres Reales órdenes en el ya citado legajo del AHN; llevan en realidad los números 2º, 3º y 4º. Las órdenes de 1724 y 1735 se reproducen en la segunda parte de estas Memorias, págs. 294–297, abajo.
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reyno; el examen, censura y aprovación de las comedias, para que sólo se representen las que lo estén en los corrales de la Corte y en las ciudades, villas y lugares de todo el reyno 434 ; el conocimiento de todos y qualesquiera negocios tocantes a las referidas comedias, autores y compañías, determinándolos como convenga; la visita de los corrales en que se representen y el cuidado de que estén aderezados y reparados, con otros diferentes encargos, preheminencias y prerrogativas que expresan las enunciadas Reales cédulas; la facultad de subdelegar la jurisdición en lo que respecta a los theatros de las ciudades y capitales del reyno, encargándole privativamente el cuidado de que los comediantes vivan honesta y recogidamente, castigándolos siempre que dieren nota v escándalo en su modo de vivir 435 .’ »Estas cédulas se han examinado varias veces en el Consejo, y particularmente el año de 1774 con motivo de un recurso contencioso que huvo en él; y el Consejo, por auto de 11 de noviembre 436 (de que también acompaña copia, numero 3º), declaró: ‘que las facultades del Juez Protector son el ajuste y formación de compañías cómicas, el examen y aprovación de las comedias, la visita de los corrales o theatros de representación, la repartición de papeles, aposentos y bancos, la modestia de los trages y exercicio cómico, con todo lo demás anexo y dependiente de las comedias y de las compañías como tales 437 .’ »Contra las Reales cédulas y declaraciones del Juzgado de Protección y representantes, contra su absoluta y privativa jurisdición, con inhivición de todos los tribunales, no ha havido ni hay otra variación ni más novedad que la prevenida en el citado Real decreto de 1º de febrero de 1748, en quanto mandó el Rey: ‘que las apelaciones se otorgasen para ante el Sr. Gobernador del Consejo, como se hacía antes a el Consejo mismo 438 .’ »El Regidor Tahona se ha confundido entre las funciones que corresponden a cada vna de estas autoridades y jurisdiciones, sin detenerse a 434
En el informe original las palabras desde «el examen» hasta «reyno» están subrayadas. Armona quería evidentemente llamar la atención del Governador sobre esta facultad, tan pertinente en el caso de la actriz María Pulpillo, el cual había provocado esta controversia. Véase pág. 174, abajo. 435 Armona parafrasea aquí una parte de la Real cédula del 22 de enero de 1724; véase pág. 295, abajo. 436 Armona ha ampliado aquí su informe original, que dice: «y particularmente en el año de 1774, en el qual por auto de 11 de nobiembre». 437 Una copia del texto completo de este auto se incluye también en el ya citado legajo del AHN. A pesar de lo que dice Armona aquí, no lleva número. Se reproduce en la segunda parte de estas Memorias, págs. 308–309, abajo, y el pasaje citado aquí ya se citó en §61, págs. 75–76, arriba. 438 Dice el decreto original de 1748: «Y porque de la administración de los expresados particulares encargos del Corregidor pueden resultar algunas quejas y recursos (cuio examen es preciso), mando que las apelaciones que hubiese de lo que él determinare se interpongan a vos, el Gobernador del Consejo, y así las admitiréis.» (AHN, Consejos Suprimidos, legajo 11.407, núm. 16; véase pág. 116, arriba.).
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examinar que la orden del año de 1758 sólo habla del Corregidor de Madrid como tal y de sus Comisarios en la parte guvernativa, ha crehído que a ellos solos, o cada vno de por sí, les da jurisdición absoluta sin dependencia de otro algún juzgado, aunque no ignora este Comisario que el de Protección está incorporado a el Corregimiento. Pues en este Juzgado de Protección se han seguido, y siguen, todos los expedientes de justicia promovidos entre los mismos Comisarios, los dependientes de los theatros y los cómicos, obedeciendo vnos y otros los reglamentos e instrucciones que siempre les ha dado, de los quales podría embiar copias a V.I. si fuese necesario: reglamentos o instrucciones, así del siglo pasado como del presente, y tan modernas que las hay de mis antecesores don Alonso Pérez Delgado, de don Andrés Gómez de la Vega y también algunas mías, que están fijadas para su observancia en las salas de ensayo de los mismos cómicos, sin que hasta ahora se le haya ofrecido a nadie el menor reparo. »En este estado se propusieron al Rey por el Ayuntamiento de Madrid a principios de este año las diferentes comisiones que los Regidores sirven por turno, vajo de su Real aprovación, y ésta se comunicó por medio de V.I. a principios del mes de mayo último. Pasó don Francisco Tahona a la Comisión de comedias en lugar del marqués de Hermosilla, que la servía antes, y siguiendo yo la práctica establecida remití a la censura del theólogo revisor, y también a la de los Comisarios, varias tonadillas nuevas y dos sahinetes. Tahona desde luego se resistió a extender la censura práctica de Comisario, sin embargo de que su compañero y Comisario más antiguo, don Antonio María de Quijada, lo executó, siendo el más instruido, por más antiguo que él, de lo que vno y otro devían hacer. En lugar, pues, de la censura, puso Tahona vn decreto del tenor siguiente: »Madrid, 11 de mayo de 1784. Mediante lo resuelto por S.M. en Decreto de 6 de febrero de 1758, del que no aparece que la Comisión de comedias sea examinadora de éstas ni sus tonadillas, y sí vnos con-jueces suyos para la permisión o no de sus representaciones y cantados, por lo que a mí toca, como tal Comisario, permito en atención a las censuras que preceden y con la corrección que en ellas se contiene, y no en otra forma, se cante la presente, sin hacer vso en manera alguna de lo textado 439 , con apercivimiento de lo contrario.— TAHONA PRATS. »Luego que vi esta novedad, con el diferente modo de proceder entre vno y otro Comisario, considerando que las razones que habría expuesto Quijada a su compañero Tahona no serían capaces de convencer la altanería de su genio, teniendo mui presente asimismo que la remisión de estas piezas a censura de los Comisarios era en mí vna providencia arbitraria, como se ve en las Reales cédulas de Protección, como también que esta 439
Es decir, «testado».
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novedad se havía introducido en el tiempo que sirvió interinamente el Corregimiento don Pablo Antonio de Ondarza 440 , porque entonces le pareció oportuno condescender con la idea de remitirlas a censura de los Comisarios (bien que a instancia y solicitud verval de ellos mismos, de cuyo antecedente carece Tahona) y que el Corrector don Ygnacio López de Ayala, cathedrático de poesía de los Reales estudios de San Ysidro 441 , está desfrutando por los theatros 6.000 reales anuales, sobre lo qual tenía hecha anticipadamente vna representación, pidiendo que remitiese yo a su censura todas las piezas dramáticas que se representasen en Madrid, me pareció conveniente mandar (para evitar cuentos y nuevas desazones con el Comisario) que cesase la práctica modernamente introducida de llevarlas a los Comisarios, visto que vno de ellos se resistía a executarlo como su compañero, y que pasasen al corrector Ayala, que por razón de su oficio y notoria inteligencia saldrían precisamente más arregladas las censuras. Así se hizo. »De allí a pocos dias cantó la cómica María Pulpillo 442 vna de aquellas tonadillas en que Tahona havía puesto el decreto superior que dejo referido. Estava corregida en la letra la palabra baboso y sobstituida en su lugar la de meloso. Se le escapó a la cómica esta sobstitución al tiempo de cantar y pronunció el baboso, que vale tanto como el meloso en el sentido que le da la versificación. Se disculpó con el Comisario por no haver oído a el apuntador. Él pasó sin embargo (por sí solo) a castigarla, mandando retenerla el partido de ocho días, que es precisamente la ración que diariamente se da a cada parte para su manutención, sin tener presente que estas tonadillas suelen aprenderlas y estudiarlas con anticipación o al tiempo mismo que van corriendo las censuras, por ser imposible saverlas de otro modo, y por lo mismo mui fácil el caer en tan leves faltas. Aunque mediaron después quatro o cinco días, nada me avisó Taona, como siempre lo hacen los Comisarios. Nada supe hasta que la misma cómica, después de haver practicado varias diligencias suplicatorias con Tahona, siempre infructuosas, acudió a mí con un memorial, quejándose de su providencia que le quitava el comer, y así le era imposible continuar desempeñando en el theatro sus obligaciones, pues la faltava la dotación necesaria para su preciso alimento. »La providencia regular, en este caso, huviera sido perdirle [sic] informe a Tahona, si antes me lo huviese avisado. Aun me huviera desentendido de esta falta, si no supiese por muchos antecedentes, y por el cono440
Esto sería alrededor de 1776; véase n. 233, arriba. Sobre López de Ayala, véase Cotarelo, Iriarte y su época, págs. 116–117 y 124–125. 442 María Pulpillo nació en 1764, de familia noble. Llegó a Madrid en 1779 desde Cádiz, donde había hecho quintas damas, y empezó haciendo sextas en la compañía de Juan Ponce. Para 1784, había ascendido a tercera dama, o graciosa. Tenía fama de ser aplicada, de buena conducta y bien vista por el público. En 1788, los Comisarios comentaron: «Vive con su padre y no da qué decir. Por su obligación actual sólo tiene que cantar una tonadilla diaria; y no da más» (Cotarelo, Don Ramón de la Cruz, págs. 572–573). 441
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cimiento que tengo de su modo de pensar y proceder, que no me havía de hacer el informe y que en este caso me vería mucho mas empeñado con él. »Para evitar, pues, inconvenientes, después de haverme enterado bien de que su providencia havía sido verval, la mandé desacer en los mismos términos, previniendo que a la cómica Pulpillo se le diesen sus partidos para comer y que pudiese salir al theatro sin escusa. »Por resulta de esto, se metió Tahona a executar en los theatros ciertas gestiones de autoridad propria, con prevenciones y apercivimientos ha algunos de los individuos de ellos, llevando consigo escribanos que lo testificasen y causando por consecuencia en las compañías aquella sorpresa y admiración que se origina con semejantes procedimientos. Por último, no prevaleciendo la prudencia sobre su genio no menos díscolo que altivo, se fue al Rey con la representación que V.I. me remite para que informe sobre su contenido. No se contentó con esto. Al mismo tiempo se fue al Consejo con un pedimento sobre el mismo asunto, sin duda con el fin de comprometer en alguna dificultad las resoluciones que dimanen de vna y otra vía, callando en sus respectivos memoriales sus dobles recursos. »Posteriormente, desentendiéndose de la negativa que tiene hecha de censurar como Comisario las piezas comicas, desentendiéndose también de las pretensiones que tiene pendientes, no contando para nada con su compañero don Antonio María de Quijada, porque no aprueva su modo de pensar, abusando en sus recursos de la voz en común la Comisión de comedias, como si residiese en él solo, porque quando dice Comisión se juzga superior al Corregidor 443 en calidad de tal, al Superintendente general de sisas y al Juez Protector de theatros, se propasó a mucho más el día 31 de mayo último: esto es, llegó hasta el exceso de poner sobre mis decretos de autoridad judicial, de aprovación y licencia, para que se representasen ciertas piezas, vna providencia de apercivimiento y conminación a los autores y a los individuos de las compañías que devían executarlas, si cantavan o representavan pieza alguna que no tuviese su licencia y aprovación. »Los autores que se hallaron con esta inesperada novedad se asustaron. Acudieron a mí al momento con vna representación de 1º de junio (de que incluyo a V.I. una copia señalada con el número 4) 444 , buscando remedio. En ella, después de hacer vna exacta relación del orden y méthodo inalterable con que siempre se han governado los theatros y representantes, sólo en virtud de providencias de su Juez Protector, representando siempre las comedias con su licencia y sin necesidad de la de los Comisarios, concluyeron pidiendo que yo les declarase este punto. A consecuencia, con fecha del mismo día, mandé: 443 De nuevo, Armona ha ampliado ligeramente su informe original, que reza: «con el abuso, no obstante, de tomar la voz de la Comision, que juzga mui superior al Corregidor». 444 Una copia de esta representación se incluye con el informe en AHN, Consejos Suprimidos, legajo 11.407, núm. 16. El original está en AVM, Secretaría, 3-470-29.
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Que sin perjuicio de tomar a su tiempo providencia correspondiente a el modo con que se havía conducido el comisario Tahona Prats en la extensión de la que parecía resolución suya de 31 de mayo, puesta a continuación de mi decreto de 27 del mismo, se hiciese saver a los mismos autores y a sus compañías que continuasen la práctica de obedecer y cumplir las disposiciones de este Juzgado de Protección, sin detenerse en las que se les hiciesen entender por los Comisarios, no yendo firmadas por mí. Que dispusiesen el que igualmente lo supiesen todas las partes de sus respectivas compañías, y que para su resguardo se les diese testimonio de mi providencia 445 . »Conociendo yo que los excesos de Taona pasarían aún más adelante, de modo que para contenerle me viese en precisión de tomar con su persona alguna providencia que causase ruido en Madrid y desazón en el cuerpo del Ayuntamiento, me pareció que el modo más prudente de evitar vno y otro era que V.I., bien informado de todos sus procedimientos, le hiciese aquella prevención que estimase conveniente en el caso. Con este fin di cuenta a V.I., remitiéndole las tonadillas originales en que se hallan estendidos los decretos de apercivimiento de Taona. V.I. en su virtud se sirvió aprovar mi providencia anterior y previno lo que le pareció conveniente al Comisario, para que en lo succesivo se abstenga de hacer novedad alguna en la práctica y posesión en que se halla la Comisión de comedias y de oponerse a las providencias del Corregidor, las quales devía obedecer ínterin y hasta tanto que se resuelban los recursos que sobre el asunto tiene hechos a S.M. y al Consejo 446 . »Éste es el Comisario que en su representación al Rey tiene la humildad de decir que vna comisión como ésta, dimanada de su Real persona, está absolutamente desnuda de facultades, que el Corregidor, insaciable en el mando, se las tiene abrogadas todas, y que no la acepta ni la puede admitir mientras que S.M. no se digne declarar las que le competen de con-juez, con lo deemás que expone para deprimir la autoridad y aun la persona del Corregidor en honor de la Comisión de comedias 447 . »No siendo, pues, según dice, vn comisario en posesión formal de sus facultades, expide decretos judiciales, impone multas, hace apercivimientos, alborota las compañías con amenazas, anula las providencias del Corregidor como Juez Protector de theatros; se pone no como con-juez sino como superior a él en los decretos de las tonadillas; vsurpa todo el valor y 445
El decreto original se conserva también en AVM, Secretaría, 3-470-29. Armona cita aquí parte de la notificación que le dirigió Miguel González Pizarro el 4 de junio de 1784, comunicándole el decreto del Governador interino del Consejo, de 3 de junio. Una copia de esta notificación se encuentra en AVM, Secretaría, 3-470-29. 447 Armona cita o parafrasea aquí algunos detalles del memorial de Tahona de 7 de mayo de 1784. La palabra «con-juez» ocurre en el decreto de Tahona del 11 de mayo de 1784; véase pág. 173, arriba. Hay otro manifiesto de Tahona al Consejo de 14 de junio y una carta suya al Rey de 11 del julio de 1784. 446
ARMONA: MEMORIAS CRONOLÓGICAS, I
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el nombre de la Comisión para mandar por sí solo de este modo (aunque de corta experiencia) lo que no puede mandar, siendo así que su compañero Quixada no ha querido vnírsele ni quiere aprovar sus empresas, mucho menos sus excesos. Éste es el carácter de Tahona y la circunspecta conformidad de sus palabras con sus acciones quando habla con el Rey, que es lo más admirable 448 . »V.S.I. le ha contenido por ahora. Pero desde que entró a ser Regidor de Madrid tiene dadas pruevas mui relevantes del poco aprecio y respeto que le merece el oficio de Corregidor, contemplándose igual con él. En tiempo de don Alonso Pérez Delgado le negó por escrito el tratamiento, y fue preciso que el Consejo mandase que en cierto pedimento que havía presentado le pusiese de su propria letra, advirtiéndole lo demás que tuvo por conveniente. Con los tenientes en los interinatos, con mi antecesor don Andrés Gómez y de la Vega y conmigo han ocurrido otros pasages, y tanto que el año de 1777 me vi precisado a ponerle arrestado en su casa con alguaciles de vista. En el Ayuntamiento, por lo común, él es el que inquieta, impide o retarda los acuerdos con sus cavilosidades, protestas o producciones ofensivas. El curso regular de los negocios se detiene muchas veces por él, ocupándose no pocas, por resultas, la atención del Consejo, como consta a V.I., y lo peor es que a su exemplo ya le siguen otros en igual conducta, como sus alumnos. »Esta sencilla relación me ha parecido precisa para dar a V.I. vna clara idea del carácter del regidor Tahona, el qual por lo común se mueve en todos sus empeños y recursos impelido de el genio altanero y atrevido que le domina. Oculta siempre el principio o el origen cierto de las desavenencias, porque él es regularmente el autor de todas o de las mas. Así succede en el presente caso, que sin consultar los antecedentes, sin hacer caso de la práctica de su compañero, que por la calidad de ser más antiguo en la Comisión devía creerle más instruido, se ha propasado por sí solo a dar providencias judiciales, a castigar y corregir a los cómicos y ha erigirse en juez superior a el Corregidor. Sin embargo, desentendiéndose de todos estos pasages y sentido de que yo le impidiese la prosecución de su desarreglado modo de proceder, se arroja ha hacer al Rey la representación que debuelbo a V.S.I., caracterizándome en ella de insaciable en el mando, de abrogarme todas las facultades, quando save él, como todos los deemás Regidores, que he solido prestarme en los negocios de Ayuntamiento con prudencia, para evitar desazones o inquietudes entre ellos y con ellos mismos. »Todo su derecho para egercer jurisdición ordinaria en la Comisión de comedias se funda en la orden del año de 1758, siendo así que en toda ella no hay tal facultad, ni podía ser ésta la mente de S.M. quando la expidió. A 448
Este comentario («que es lo más admirable») falta en el informe original.
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los Comisarios solo les da la concurrencia con el Corregidor, con voz y voto en las juntas, para lo que se ofrezca en el govierno económico de los theatros, después que se hayan formado cada año las compañías cómicas 449 . En este concepto han procedido siempre sus antecesores, poniéndose de acuerdo vnos y otros, hasta que llega a el caso de egercer jurisdición, de penar, multar o castigar a los cómicos, pues entonces siempre lo hace el Corregidor, como su juez, proveyendo siempre sus autos por ante el Escribano cartulario de la Protección de los theatros, establecido desde el siglo pasado por virtud de títulos y Reales cédulas 450 , comunicando entonces a los Comisarios los avisos correspondientes para su inteligencia. »A Tahona no le acomoda la segunda parte de la Real orden, en quanto previene: ‘que la nominación de administrador, cobradores del dinero y contador corresponde a el Superintendente de sisas’ 451 , y por eso dice y supone, con equivocación bien conocida, que esta Superintendencia se suprimió en todas sus partes por el reglamento del Consejo del año de 1766, sin tener presente el Real decreto de 25 de diciembre de 1776, en que S.M. me confirió el Corregimiento de Madrid, la Superintendencia de sisas y la Intendencia de la provincia de Madrid (numero 5) 452 . »Lo que se suprimió por el reglamento del año de 1766 fue la dirección, administración y govierno de las rentas de propios y sisas de Madrid (que estavan a cargo de diferentes juntas y de la Superintendencia), mandando que de la expresada administración conociese la nueva Junta de Proprios y Sisas, siendo Presidente de ella el Corregidor, como tal Superintendente de sisas, a el qual, por esta misma razón y por la judicatura de los expresados ramos, le señaló el mismo sueldo de 66.000 reales que tenía antes, y ademas se declaró en el capitulo 7º del citado reglamento: Que la nominación o proposición de los sugetos para las vacantes que ocurran en las referidas oficinas y de los demás dependientes empleados en la administración, cuenta y razón de estos efectos se ha de
449
«A los Comisarios de comedias, theatros y representaciones (y a V.S. en calidad de Corregidor [...]) es a quien toca el mando y gobierno de quanto a ellas pertenece y los que, después de haverse arreglado las compañías en la forma que hoy se practica, deven dar las providencias convenientes a que se executen en el honesto modo con que están permitidas [...], con voz y voto los Comisarios para las conferencias con V.S. como Corregidor [...]» (Real orden del 6 de febrero de 1758; para el texto completo, véanse págs. 139–141). 450 La Escribanía de Protección se creó en 1639; véase §56, pág. 73, arriba. 451 «Y que al Superintendente de sisas sólo toca nombrar administrador, cobradores del dinero y contador para la cuenta y razón del que diariamente se saca y cómo se reparte [...]» (Real orden del 6 de febrero de 1758; véase pág. 140, arriba). 452 «A don Joseph Antonio de Armona, Intendente del exército y reyno de Galicia, he conferido el Corregimiento y Superintendencia de sisas de Madrid con la Intendencia de la misma provincia que se hallan vacantes por muerte de don Andrés Gómez y de la Vega [...]» (copia del decreto del 25 de diciembre de 1776, incluida en AHN, Consejos Suprimidos, legajo 11.407, núm. 16).
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executar por los mismos a quienes respectivamente haya correspondido hasta aquí, sin la menor novedad. »Vajo de este concepto, todos los superintendentes mis antecesores proveyeron siempre los empleos que les correspondían y propusieron al Rey por la vía de gracia y justicia los que son de esta calidad (y así se hace siempre), sin embargo de haver quedado sugeta la administración y distribución de los caudales a la autoridad del Consejo y a la vía de Hacienda, sin que en este particular se ofreciese, ni se haya ofrecido hasta ahora, duda ni embarazo alguno a el Ayuntamiento, a los Diputados del común ni a los Sindicos procuradores y personeros en el espacio de mas de 16 años que van corridos desde que se publicó el tal reglamento. »Así lo tuvo reconocido siempre el mismo Tahona. En este concepto, me pidió encarecidamente el año de 1782 que confiriese la administración de las sisas de azúcar y cacao en esta Real aduana, vacante por fallecimiento de don Julián López Rodrigo, a su suegro don Antonio de Alba: sus papeles originales están en mi poder. Y porque no se la conferí, fundado (entre otras muchas razones) en que Alba es un corredor de los mismos ramos, recurrió por despique al Consejo, poniéndome demanda sobre la facultad de proveer este empleo y los demás de su clase, cuyo expediente dice se halla en la Secretaría de Gracia y Justicia sin resolver. »Por este orden, por este zelo puro y rectitud, es y ha sido siempre el modo de pensar y proceder del capitular Taona. Su capricho y su voluntariedad prevalecen con frecuencia sobre la razón y la justicia. No teme ni recela verse reconvenido con proprias inconsecuencias, porque en esta parte no conoce ni el recelo ni el temor. Nunca cede a dictamen de otro, y todo su caracter se ve con frecuencia en los ayuntamientos, de que haría vn campo de batalla si se le dejase en livertad. V.S.I., con su sabia penetración, lo conocerá así por todo lo que dejo expuesto y demonstrado con documentos en este ynforme. »Éstos son los pasages ocurridos con Tahona. Los antecedentes que remito a V.I., las v´nicas Reales cédulas, órdenes y documentos con que se govierna el delicado asunto de los theatros, los cómicos y compañías de Madrid. Por todo lo qual, y lo que de ellas consta, espero que V.I. se sirva proponer a S.M. que, para evitar en adelante las quejas voluntarias y caprichosas de los Regidores, se digne mandar que se sobrecarten las Reales cédulas de Protección, de que remito copias, declarando al mismo tiempo que los Regidores comisarios de comedias sólo son y deven ser en las materias guvernativas auxiliares del Corregidor para dirección de los theatros de Madrid, con dependencia suya, por estar reunidas en él las tres autoridades de Juez Protector de los mismos theatros, de Superintendente de sisas y Corregidor de Madrid, dándole las noticias e informes que les pida para determinar sus asuntos. De lo contrario siempre habrá recursos y desavenencias. Los Corregidores nunca podrán llevar a efecto el cumplimiento de
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FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO: XIV
las superiores órdenes de que se les comuniquen sobre estos asuntos (ya directamente por las vías reservadas, como succede a veces, y ya por la autoridad de V.I.) si han de quedar pendientes de la voluntad y del concurso de los Comisarios, limitando en parte su momentánea execución a su anuencia y conocimiento: pues muchas veces a sido necesario ocultar el fin a que terminan las órdenes para no aventurar el acierto de que siempre son responsables los Corregidores. Bien entendido que no se opone a esta declaración la disposición que con tanta frecuencia citan de la Real orden de 6 de febrero de 1758, pues además de no atribuirse en ella a los Comisarios facultad alguna jurisdicional, de cuya clase es la que ahora se abroga Taona en sus decretos, como V.I. a visto, concurre el que, aun para las funciones que se les encargan, no se tuvo presente el concepto y privativa comisión de Juez Protector de theatros que tienen los Corregidores en el día, pues esto era lo principal para resolver los varios incidentes que contiene aquella Real orden. »Sin duda que con estas consideraciones se agregó a el Corregimiento en tiempo del marqués del Rafal la Jurisdición 453 y Protección de los theatros 454 . Así ha subsistido en todos los que le han succedido; no porque les produzca sueldo ni vtilidad alguna, antes sí muchos cuidados, desazones y desvelos, sino porque al tiempo de la formación de las compañías cómicas habría tales embarazos para el ajuste y condución de las partes necesarias que el Rey quiso proveer a su remedio, haciendo aquella necesaria o precisa reunión. »La capciosa demisión que Tahona hace de su comisión de comedias es conveniente que se la admita S.M., pues de lo contrario preveo que su espíritu caviloso ha de causar (aunque se haga la declaración que llevo propuesta a V.I.) nuevas inquietudes, nuevas desazones en las compañías y nuevo transtorno en su govierno interior. Estas comisiones duran quatro años. Él dice que aún no está en posesión de ella y, siendo así, ya se ve qual es el plan que se ha propuesto para su larga carrera. Si se consultan los antecedentes de lo que ha ocurrido con otros comisarios, se halla bien acreditado que convendría extinguir semejante comisión, pues absolutamente sirve para nada, o sirve para poco, y así no haría falta; antes embaraza por lo común el que los cómicos cumplan sus contratas con exactitud. Los Comisarios toman partido muchas veces en sus pretensiones, las sobstienen directa o indirectamente, algunas veces obran las pasiones de modo que los Corregidores han tenido que corregirlos y contenerlos. Ellos se mezclan en sus asuntos particulares, como por vna resulta precisa de su 453
En el informe original se lee: « Judicatura». «Ha resuelto S.M. el que estos dos referidos encargos [«el Hospicio» y «el govierno de los theatros de comedias y la composición de las compañías»] corran también al [cuidado] del marqués del Rafal» (Real orden de 29 de noviembre de 1747; véase pág. 115, arriba. 454
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frecuente concurrencia en los ensayos y aun en las propias casas de las cómicas, de donde inferirá la penetracion de V.I. qué consecuencias se pueden seguir de esto. Por esta razón, huyen siempre de semejante comisión los Regidores mas juiciosos y acreditados. »Finalmente, devo hacer presente a V.I. que en los Regidores de Madrid ya se advierte con frecuencia la falta de subordinación y respeto al Corregidor: esto es, desde que se les relevó por Real orden de 18 de marzo de 1758 de la facultad que tenían de proponer a S.M. para las Comisiones de Villa a los Regidores más a propósito, experimentados y celosos 455 . »Esta antigua práctica produjo siempre buenos efectos y el desempeño más exacto de las mismas comisiones. Los corregidores proponían para ellas, con conocimiento y experiencia de las personas, a los regidores que contemplavan a propósito. Pero, ¿a qué está reducido este negocio en el día? Se dan las comisiones a los más ineptos por mayor número de votos, se forman con anticipación los partidos y pandillas para nombrarse vnos a otros, sin quedar arbitrio alguno a los corregidores para cortarlas, porque quando van a el Ayuntamiento ya llevan hechas interiormente sus elecciones. Combiene, pues, que para lo succesivo se digne S.M. de mandar que los corregidores las propongan a su Real persona, como se hizo anteriormente y como lo hacen en el día los Presidentes 456 y Governadores de los Consejos, para el arreglo y distribución de las salas de un año para otro. »V.S.I., con vista de todo, propondrá a S.M. lo que estime más conveniente a su Real servicio y al bien de la causa pública. »Nuestro Señor guarde a V.I. muchos años como deseo. Madrid, 29 de junio de 1784.—JOSEPH ANTONIO DE ARMONA.—ILMO. SR. CONDE DE CAMPOMANES.» El Governador del Consejo hizo su informe al Rey según le pareció mejor. La resolución de S.M. no ha vajado todavía, y entre tanto van corriendo las cosas lo mejor que se puede, evitando siempre los inconvenientes que pueden ocurrir o se preveen de antemano. No sería fuera de propósito concluir estas apuntaciones con vna noticia cierta de los productos de los dos theatros de Madrid en estos v´ltimos tiempos. El estado que se ve comprehende los quince años inmediatos hasta el Carnabal del presente 457 . Así se podrán comparar los tiempos antiguos con los modernos, y podrán hacerse algunas deducciones philosóphicas sobre las costumbres y las pasiones theatrales de vno y otro tiempo. En varias partes quedan apuntados los arrendamientos del siglo pasado por quinque-
455 Armona reproduce esta Real orden de 18 de marzo de 1758 en la segunda parte de estas Memorias, págs. 300–301, abajo. 456 En el informe original se lee: « los Sres. Protectores». 457 Véase pág. 183 abajo.
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FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO: XIV
nios y por años. Aqui se ven de un golpe los productos del tiempo presente. La expeculación se ofrece de sí misma. Hay que hacer otra más. Ésta consiste en la estructura interior de los theatros, en la distribución y aplicación de sus departamentos 458 . Acaso estarán errados los cálculos de la aplicación que se les da, de su cavida y de las clases a que se destinan, con respecto a sus pagas y al concurso diario de los que pueden y no pueden gastar. Estarán errados si la mayor parte de la cavida, y la más barata, está dada a el pueblo vajo, a los menestrales que no deven distraerse ni llevar a los theatros el dinero que deven ganar para mantener a sus hijos. Estarán errados si las lunetas son de poca cavida y si son pocos los aposentos, porque estas partes que siempre se ocupan por la nobleza y el pueblo rico deven ser las que produzcan el mayor fondo. Véanse aquí los estados con sus distinciones, para que sobre lo que ellos demuestran se pueda hacer la expeculación. Podría ser materia para un apendix o suplemento el establecimiento de la Secretaría del Corregimiento sobre el fondo que el Rey le señaló y se exige desde entonces en los mismos theatros; la Congregación o Hermandad de Nuestra Señora de la Novena, compuesta de todos los cómicos de España, creada en el siglo pasado, con capilla propia, altar, serbicio de plata y dotaciones competentes, sita en la yglesia parroquial de San Sebastián de esta Corte; sus constituciones, su buen govierno y servidumbre; el establecimiento de su montepío para el socorro de todos, y, en fin, su hospital propio, sus entierros y funerales dotados a proporción de las personas o de las partes que han desempeñado en su exercicio. Todo consta de impresos, de Reales órdenes y de competentes y autorizadas aprovaciones 459 . FIN
458
Véanse págs. 185–186, abajo. No consta que Armona llegara a redactar apéndices sobre la Secretaría y la Cofradía de la Novena; los borradores de estas Memorias (BNM Mss. 18.474 y 18.475) no contienen ningún documento de este tipo. Sobre la Cofradía de la Novena, véase José Subirá, El gremio de los representantes y la Cofradía de Nuestra Señora de la Novena (Madrid: CSIC, 1960). 459
460
461
460 461
Sic, pero las cantidades apuntadas suman en realidad 10.044.900. Hay otra copia de esta tabla, en AVM, Corregimiento, 1-159-3. 1.299.515… … 922.605… 1.279.385… 1.269.231… 1.729.863… 1.551.660… 1.556.286… 1.762.225… 1.455.670… 1.344.677… 1.330.552… 1.340.605… 1.531.611… 1.644.004… 1.600.880… 21.618.769… 1.441.251…
1770–1771 … … 1771–1772 … … 1772–1773 … … 1773–1774 … … 1774–1775 … … 1775–1776 … … 1776–1777 … … 1777–1778 … … 1778–1779 … … 1779–1780 … … 1780–1781 … … 1781–1782 … … 1782–1783 … … 1783–1784 … … 1784–1785 … …
15 años … … …
Sale en cada año
1.066.235…
15.993.526…
… 921.995… … 815.929… … 844.774… … 883.582… 1.214.138… 1.078.924… 1.144.540… 1.257.822… 1.148.906… 1.041.961… 1.057.025… 1.064.425… 1.256.616… 1.226.599… 1.036.290…
Gastos 251.680… 106.676… 289.740… 257.099… 343.816… 317.562… 281.107… 350.483… 206.265… 213.276… 183.974… 190.549… 180.786… 286.454… 259.474…
… 247.929…
3.718.941…
… … … … … … … … … … … … … … …
Sobras 536.287… 387.662… 580.705… 545.099… 772.172… 641.298… 683.628… 828.753… 842.550… 664.666… 648.669… 615.752… 754.235… 839.265… 704.159…
… … 669.660…
… 10.044.906460
…… …… …… …… …… …… …… …… …… …… …… …… …… …… ……
Líquido haver de las compañías 133.473… 173.893… 224.311… 212.138… 233.539… 242.020… 220.327… 259.298… 184.948… 174.147… 170.470… 173.470… 185.766… 232.192… 224.103…
… 202.939…
3.044.095…
… … … … … … … … … … … … … … …
Haver del propio
Beneficio de Madrid
… 171.283…
… 37.960…
… 569.402…
159.441… … —.—–… 181.809… … —.—–… 162.628… … 61.683… 157.689… … 54.449… 158.168… … 75.371… 145.127… … 96.893… 177.095… … 43.232… 164.887… … 94.411… 170.505… … 14.443… 234.822… … —.—–… 168.308… … 2.162… 154.082… … 19.388… 168.653… … 17.113… 173.760… … 58.432… 192.278… … 31.825… 2.569.252…
… … … … … … … … … … … … … … …
Cargas
Nota Aunque en el beneficio que queda a Madrid en los 15 años aparece ser este de 569.402 reales, y en cada un año 37.960, debe tenerse presente el empeño que contrajo en los 3 años cómicos de 1770 a 1771, 1771 a 1772 y 1779 a 1780, y ascendió a 94.559 reales que, deducidos de aquéllos, vienen a quedar en los referidos 15 años 474.843 reales, y en cada un año 31.656 reales, los quales sirven para pago de los 54.000 ducados anuales que tiene que dar Madrid a los Hospitales General y de la Pasión de esta Corte y se hallan comprehendidos en la sisa de la sexta parte. Madrid, 31 de julio de 1785.—JUAN BAPTISTA DE LAVI Y ZAVALA461.
Valores
Años
Estado que manifiesta el caudal que han sacado las dos compañías de cómicos de esta villa en el quindenio que dio principio en Pasqua de Resurreción de 1770 y finalizó en martes de Carnestolendas del presente de la fecha, con expresión de los gastos que han tenido en este tiempo, sobras y líquido haver de las mismas compañías, inclusa la media parte diaria y demas adealas, el que ha correspondido al propio por su tercera parte, los dos quartos de los Hospitales de San Juan de Dios y de la Corte, Colegio de San Josef, y ochavo de la ayuda de costa de Corpus y el aprovechamiento de taburetes, cargas del mismo propio y beneficio que queda a Madrid.
ARMONA: MEMORIAS CRONOLÓGICAS, I
183
462
463
240
Rivera … 1.600.880
745.087
855.793
Producto
107.950 259.474
1.036.290462
151.524
Sobras
509.221
527.079
Gastos
Sic, por «1.036.300». El propio Armona ha añadido «de Ant[o]n M[arti]n y S[a]n Ant[oni]o A[ba]d». 704.159 –17
Han disfrutado las compañías … … …
Quedan a Madrid … … …
La Real de aposento … … … … … … Censos … … … … … … … … … … Alumbrado … … … … … … … … … Hospitales463 … … … … … … … … Colegio y ochavo … … … … … … … Ayudas de costa a las compañías … … Administración … … … … … … … Condución de cómicos … … … … … Gastos menores … … … … … … … Obras del Coliseo del Príncipe… … …
772 19.350 193 39.340 22.000 44.000 18.140 19.278 9.205 20.000
31.825 –9
⎫⎫ ⎪⎪ ⎪⎪ ⎪⎪ ⎪⎪ ⎬⎬ 192.278 ⎪⎪ ⎪⎪ ⎪⎪ ⎪⎪ ⎭⎭
224.103 –9
Total … … … Cargas
130.353 –9 37.137 37.137 19.476
Por la tercera parte que corresponde a sisas … … Por el quarto de los hospitales … … … … … … Por el del Colegio de San Josef, y ochavo … … Por el aprovechamiento de sisas … … … … …
Haver del proprio
Madrid, 10 de marzo de 1785.—JUAN BAPTISTA DE LAVI Y ZAVALA.
259.474 231.680 81.600 44.000 11.700 20.000 37.137 18.568 –17
Sobras después de pagada la media parte … … … Media parte, jubilaciones y limosnas … … … … … Raciones que gozan diariamente … … … … … … Ayudas de costa anuales… … … … … … … … … Ydem de las extraordinarias que se han librado … Líquido de Las bodas de Camacho y Menestrales … Quarto de compañías … … … … … … … … … … Ochavo del Monte Pío … … … … … … … … …
Haver de las dos compañías
Total … … … … …
240
Martínez…
Días
Total de las dos compañías
Producto de comedias desde 11 de abril de 1784 hasta 8 de febrero de 1785, con expresión de sus gastos y sobras, 462 haver líquido de las dos compañías y del propio. 463
184 FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO: XIV
464
Rs. vn. 2.237 287 288 378 100 100 90 90 80 942 44 392 308 168 30 60 162 18 5.774
En el patio, a 15 quartos … … … … … … … En grada derecha y corredor, a 8 quartos … En la izquierda y corredor, a lo mismo … … Asientos en luneta, a 6 reales … … … … … Ydem en barandilla derecha, a 4 reales … … Ydem en la izquierda, a 4 reales … … … … Corredor de la derecha, a 3 reales … … … … Ydem en el de la izquierda, a 3 reales … … Ydem en el patio, a 2 reales … … … … … Mugeres en la cazuela, a 22 quartos … … … Asientos en delantera, a 2 reales … … … … Aposentos principales, a 28 reales … … … … Segundos, a 20, y el de encima de la Villa, 28 Terceros, a 14 reales … … … … … … … … Alogero por entero … … … … … … … … Cubillos por entero, a 30 reales … … … … Asientos en tertulia, a 22 quartos … … … … Ydem en delantera, a real … … … … … …
Producto al precio bajo … …
1.268 305 306 63 25 25 30 30 40 365 22 14 15 12 1 2 71 18 1.268 305 306 63 25 25 30 30 40 365 22 14 15 12 1 2 71 18
Personas
Coliseo de la Cruz
Personas
Comedias Sencillas
Hay otra copia menos esmerada de esta tabla en AVM, Corregimiento, 1-1-100.
Producto al precio alto … …
En el patio, a 17 quartos … … … … … … … En grada derecha y corredor, a 10 quartos … … En la izquierda y corredor, a 10 quartos… … … Asientos en luneta, a 8 reales … … … … … … Ydem en barandilla derecha, a 6 reales … … … Ydem en la izquierda, a 6 reales … … … … … Ydem en corredor de la derecha, a 4 reales… … Ydem en el de la izquierda, a 4 reales … … … Ydem en el patio, a 3 reales … … … … … … Mugeres en la cazuela, a 25 quartos … … … … Asientos en delantera, a 3 reales … … … … … Aposentos principales, a 60 reales … … … … Segundos, a 38, y el de encima [de la] Villa, 60 Terceros, a 22 reales … … … … … … … … Alogero por entero … … … … … … … … … Cubillos por entero, a 48 … … … … … … … Asientos en tertulia, a 25 quartos… … … … … Ydem en delantera, a 10 quartos … … … … …
Comedias de Teatro
7.627
2.536 359 360 504 150 150 120 120 120 1.073 66 840 592 264 48 96 208 21
Rs. vn.
Razón del estado y cavida que tiene el Coliseo de la Cruz, con expresión del caudal que rinde cada sitio, estando todo lleno, en comedias sencillas y en las de teatro 464 .
ARMONA: MEMORIAS CRONOLÓGICAS, I
185
465
1.134 229 230 80 22 22 20 20 20 2 450 32 12 13 10 1 150 21
Personas 1.598 215 216 480 88 88 60 60 40 60 1.164 64 336 268 140 30 378 21 5.306
Producto al precio bajo … …
Rs. vn. 1.134 229 230 80 22 22 20 20 20 2 450 32 12 13 10 1 150 21
Personas
Coliseo del Príncipe
En el patio, a 15 quartos 465 … … … … … … En grada derecha y corredor, a 8 quartos … En la izquierda y corredor, a lo mismo … … Asientos en luneta, a 6 reales … … … … … Ydem en barandilla derecha, a 4 reales … … Ydem en la izquierda, a 4 reales … … … … Ydem corredor de la derecha, a 3 reales … … Ydem en el de la izquierda, a lo mismo … … Ydem en el patio, a 2 reales … … … … … Cubillos por entero, a 30 reales … … … … Mugeres en la cazuela, a 22 quartos … … … Asientos en delantera, a 2 reales … … … … Aposentos principales, a 28 reales … … … … Segundos, a 20, y 28 el de encima de la Villa Terceros, a 14 reales … … … … … … … … Alogero por entero … … … … … … … … Asientos en tertulia, a 22 quartos … … … … Ydem en delantera, a real … … … … … …
Comedias Sencillas
1.134 personas a 15 cuartos suman 2001 reales y 6 maravedís, en vez de 1.598.
Producto al precio alto … …
En el patio, a 17 quartos … … … … … … … En grada derecha y corredor, a 10 quartos … … En la izquierda y corredor, a lo mismo … … … Asientos en luneta, a 8 reales … … … … … … Ydem en barandilla derecha, a 6 reales … … … Ydem en la izquierda, a lo mismo … … … … Ydem corredor de la derecha, a 4 reales … … Ydem en el de la izquierda, a lo mismo… … … Ydem en el patio, a 3 reales … … … … … … Cubillos por entero, a 48 reales … … … … … Mugeres en la cazuela, a 25 quartos … … … … Asientos en delantera, a 3 reales … … … … … Aposentos principales, a 60 reales … … … … Segundos, a 38, y 60 el de encima de la Villa Terceros, a 22 reales … … … … … … … … Alogero por entero … … … … … … … … … Asientos en tertulia, a 25 quartos… … … … … Ydem en delantera, [a 10 quartos] … … … …
Comedias de Teatro
7.418
2.268 270 271 640 132 132 80 80 60 96 1.323 96 720 516 220 48 441 25
Rs. vn.
Razón del estado y cavida que tiene el Coliseo del Príncipe, con expresión del caudal que rinde cada sitio, estando todo lleno, en comedias sencillas y en las de teatro.
186 FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO: XIV
ARMONA: MEMORIAS CRONOLÓGICAS, I
187
Particularidades relativas a nuestro theatro, extractadas de la carta que el Padre Caramuel escrivió a don Lorenzo Longobardo, Doctor en artes y medicina, sobre el Arte nuevo de escribir comedias de Lope de Vega 466 . Excluyendo Caramuel de ser juezes de las comedias a los vulgares (entiende en estos a los sastres, zapateros, mozos de espuela, aldeanos, carreteros, cocheros, y otros de esta calaña, que se suelen llamar mosqueteros de la comedia por el estrépito que mueven), dice que por los años 1650 presidía la turba de éstos un tal Sánchez, zapatero de viejo, hombre audaz, a quien todos los poetas procuraban tener propicio, en prueva de lo qual pone el caso siguiente. Ticio, poeta ingenioso (dice), havía compuesto una comedia que debía representarse en el teatro, y como temiese las injurias de los mosqueteros determinó visitar a el Sánchez, con fin de recomendarle su causa. En efecto, procurando acérsele grato con palabras urbanas, le inculcaba que aquella comedia era el primer parto de su ingenio, y de ella pendía su estimación y fama. Pero el zapatero que, arrugada la frente, havía estado oyendo al poeta con tanta humildad, le despidió con estas graves palabras: Vaya Vm. mui consolado, y esté seguro de que se le hará justicia 467 . No podía Catón, dice Caramuel, haver respondido con más sobervia ni arrogancia, y añade que así se lo havía oído contar al Sr. Triquecio [sic, por «Friquecio»], varón mui erudito, embiado del Emperador y amigo del mismo Ticio, a quien acompañó en la visita que hizo a el zapatero Sánchez, para asegurar con su autoridad que este le fuese propicio en el theatro 468 . Añade también que por este temor se presentaban al público yngenios mui nobles bajo el disfraz de un nombre supuesto, para no ser conocidos en el caso que sus obras no agradasen a estas gentes. Que así lo hacían Lope de Vega, Góngora, Quevedo, Pantaleón y otros poetas célebres 469 . 466
En esta sección se recogen varios pasajes de Juan Caramuel Lobkowitz, Primus calamus tomus II ob oculos exhibens rhythmicam..., 2ª ed. (Campaniae: ex Officina Episcopali, 1668), lib. III, epístola XXI («perillustri, et clarissimo Domino Laurentio Longobardo: artium, et medicinae doctori, &c. viro eruditissimo. S.P.»), págs. 690–718. Las referencias en el texto remiten a esta edición (en latín). Algunos pasajes resumidos aquí se citan en extenso en la primera parte de estas Memorias, §33, págs. 47–51, arriba; otros, en cambio, no se incluyen allí. 467 Este pasaje se reproduce, algo modificado, en pág. 48, arriba. Para el original de Caramuel (págs. 690a–691a), véase n. 101. 468 «An-ne severiùs, aut superbiùs potuisset respondere Cato? Habui à D. Friquetio, Viro Eruditissimo, Interlegato Imperatoris, Titii amico; qui, ut suâ authoritate devinciret Sanchezium, Titium comitabatur» (Caramuel, pág. 691a). Esta frase no se incluye en pág. 48 arriba. Ignoramos quiénes serían Titius/Ticio y Friquetius/Friquecio. 469 «Porrò, nobilissima Ingenia, ubi Certamini numeros suos exponunt; tanto percelluntur timore, ut sub alieni nominis larvâ in Arenam descendant, ut, si fortè non placeant, à
188
FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO: XIV
Que para agradar al vulgo se apartaron muchos del arte de los antiguos, que procuraron imitar la naturaleza. Pero que como necesitasen reglas para hacer esto, Lope de Vega, prodigio de los ingenios y director eximio del theatro español, estableció estas reglas, y con aclamación de las musas las promulgó en el Parnaso. Se publicaron, dice, el año de 1609 y haora se imprimen a beneficio del público 470 . En efecto, en seguida de la epístola dedicatoria, al fin del tomo que intituló Caramuel Rhytmica, está el Arte nuevo de hacer comedias de Lope de Vega 471 , que después ilustra Caramuel con notas apologéticas contra los alemanes, los ytalianos y franceses, procurando rechazar la nota de ignorancia sobre los mismos extrangeros que heran el azote de Lope de Vega en su tiempo 472 . En la página 699, dice: «Que no sólo las comedias de los griegos, sino también las antiguas españolas, tenían muchos actos. Que Centurión Virués fue el primero que en España las redujo a tres actos, para lo qual cita al mismo Lope 473 , que a este propósito escrivía: El capitán Virués, insigne ingenio, puso en tres actos la comedia, que antes andava en quatro, como pies de niño, que eran entonces niñas las comedias; y yo las escriví, de onze y doce años, nemine dignosci possint. Sic faciebat Lupus de Vegâ: sic Gongora: sic Quevedus: sic Pantaleon» (Caramuel, pág. 691a). Sobre Anastasio Pantaleón de Ribera, véase Kenneth Brown, Anastasio Pantaleón de Ribera (1600–1629): ingenioso miembro de la república literaria española (Potomac: Studia Humanitatis, 1980). 470 «Erant Veteres in contrariâ sententiâ; &, ut Comœdiam, Tragœdiam-ve componerent, imitari Naturam multis legibus gubernabantur. Oportet enim, ut scribantur doctè, quæ debent Doctorum subjacere Censuræ. Iuniores verò, quia docti sunt pauci, & indocti sunt multi, ab his applausum, & honorem exspectant; &, quia ægrotis boni cibi non placent, & vulgus indulget morbo suo, tales condiunt; qui vulgo ægroto non placere non possint. Sed, quia Regulis indigent, ut à Veterum Regulis cum applausu se subtrahunt, Lupus de Vegâ, Ingeniorum Prodigium, & Hispani Theatri Moderator Eximius, illas cóndidit, & in Parnasso acclamantibus Musis promulgavit. Inscriptæ sunt Madritensi Academiæ, & anno 1609. in lucem editæ: & recuduntur hîc, ut possint universis prodesse» (pág. 691b); Caramuel reproduce a continuación el texto del Arte nuevo. Éste se publicó por primera vez en Lope de Vega, Rimas, aora de nvevo añadidas con el nuevo arte de hazer comedias deste tiempo (Madrid: Alonso Martin, 1609). Véase Juan Manuel Rozas, Significado y doctrina del «Arte nuevo» de Lope de Vega, págs. 21–23. 471 Caramuel, págs. 691–695; véase la nota anterior. Los pasajes citados hasta aquí provienen de la mencionada Epístola dedicatoria (págs. 690–691). 472 «[...] Notas subsequentes scribo: necessarias, ut puto, nam Germani, Itali, Galli, cum Lupi, aut aliorum illustrium Poëtarum Comœdias cum Veterum præceptis componunt, incriminantur Lupum» (pág. 695a–b). Las 29 «Notas» están en las págs. 696–718. 473 «Porrò non solùm Græcorum, & Latinorum, sed etiam antiquæ Hispanorum Comœdiæ habuerunt Actes plures: Centurio Virues fuit primus, qui illas ad tres reduxit in Hispaniâ, ut Lupus §. 20. restatur» (Caramuel, Nota I, pág. 699a).
ARMONA: MEMORIAS CRONOLÓGICAS, I
189
de a quatro actos y de quatro pliegos 474 . La razón potísima de Caramuel en la defensa que hace del arte de Lope de Vega es: «Que las comedias se escriben y representan para agradar al público, y las reglas que no ban conformes con este fin no pueden ser leyes de la comedia, sino errores de los poetas 475 . »Que haviendo escrito Lope más de quinientas comedias, escribió solamente seis conforme a las reglas de los antiguos 476 ; que no escribió mas porque éstas no agradaron al pueblo, de lo que infirió que las reglas prescritas por los antiguos debían corregirse más bien que observarse. Y que aunque Lope confiesa haver pecado contra las leyes del arte, esto sólo se debe atribuir a prudencia y moderación suya, por lo que se decía de él 477 .» En la nota sobre aquellos versos de Lope: Que lo que a mí me daña en esta parte Es haverlas escrito sin el arte 478 , dice que alaba la modestia de Lope, pues no escribe sin arte quien no observa las reglas que se fingen pertenecer al arte, respecto a que el que las observase errará con ellas, y sólo escribirá con oportunidad el que no las observe 479 . Que Lope de Vega fue visoño o novicio en el arte mientras no las guardó, pues de que no agradase entonces infiere que escribió mal, por la razón de que para agradar debió tomar la pluma y escribir sus comedias 480 .
474
Arte nuevo, vv. 215–220; véase Rozas, Significado y doctrina, págs. 102–105. «Sic Comœdiæ scribuntur, & repræsentantur, ut placeant populo. Ergo Regulæ, siquæ, aut versus condunt, aut ita ipsas res protrahunt, ut displiceant, non sunt leges Comicæ, sed Poëtarum errores» (Caramuel, Nota I, pág. 699a). 476 «Pero, ¿qué puedo hacer si tengo escritas, / con una que he acabado esta semana, / cuatrocientas y ochenta y tres comedias? / Porque, fuera de seis, las demás todas / pecaron contra el arte gravemente» (Arte nuevo, vv. 370–371). 477 «Se ille §. 31 quadringentas octuaginta, & tres Comœdias scripsisse fatebatur: & supervixit adhuc multis annis: ergo quingentas, aut etiam plures dedit: & tamen solas sex ad Regulas Veterum scripsit. Cur tamen solas? Quia non placuerunt populo: & hinc collegit illas à Veteribus præscriptas Regulas potiùs corrigi, quàm observari debere. Sed, cur ille toties, se contra Artem scripsisse, & in Artis leges peccavisse fatetur? Quia fuit vir modestus, & prudens [...]» (Caramuel, Nota I, pág. 699a–b). 478 Arte nuevo, vv. 15–16. 479 «Laudo Lupi modestiam: non enim sine Arte scribit, qui non observat Regulas, quæ ad Artem pertinere finguntur; quas, qui observet, exorbitet, & solus opportunè scripserit, qui non observet» (Caramuel, Nota V, pág. 702b). 480 «Et quidem, quia aliquando Regulis Tyronis adhæsit Lupus de Vega, tyro fuit. Se applausu caruisse fatetur: ergo non bene scripsit, si non placuit, qui calamum sumpsit, ut placeret» (Caramuel, Nota VI, pág. 703a). La versión de Armona no refleja bien el sentido de este pasaje, que significa más o menos lo siguiente: «Y de hecho, si Lope de Vega observó alguna vez las reglas del bisoño, fue bisoño. Él confiesa que no fue aplaudido; por tanto, si no gustó, no escribió bien, habiendo cogido la pluma para gustar». 475
190
FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO: XIV
En la página 705 refiere el caso de un cómico llamado Osorillo 481 , que representó en cierta ocasión con el papel en la mano, mezclando, en medio de la lección que representava, algunas gracias que agradaron a los expectadores, haviendo murmurado antes de que los cómicos se quebrasen la cabeza, tomando sus papeles de memoria 482 . Concluye este párrafo diciendo que en semejantes casos no tiene lugar la observación de Horacio en su Arte poética: haec placuit semel; haec decies repetita placebit 483 . En la página 706 hace memoria de un tal Areas [sic, por «Arias»], que en la comedia intitulada La Tercera Orden de San Francisco, escrita por Lope de Vega y Montalván, representó la figura del Santo con mayor verdad que jamás se havía visto, porque tenía una voz clara y pura, una memoria firme y una acción sumamente viva. En cada movimiento de la lengua (añade) parecía que tenía las tres gracias, y en el de las manos todos los Apolos, de manera que muchos predicadores célebres concurrían a oírle solo para aprender sus modos de decir y de accionar 484 . Que por el mismo tiempo floreció en el theatro una famosa cómica, llamada Amarilis, prodigiosa en su arte. Ella hablava con eloqüencia, cantava, tocaba instrumentos y danzaba, y todo lo hacía con una alabanza y aplauso universal 485 . Pasados pocos años huvo también una arrogante moza llamada la Riquelme, de tan fuerte imaginación que fácilmente mudava el color de su rostro, poniéndose encarnada o amarilla en la representación según los varios afectos que los razonamientos o expresiones le pedían, en lo qual dice Ca-
481 Se refiere seguramente al gracioso Diego Osorio de Velasco, como sugiere Héctor Hernández Nieto, en «La Epístola XXI de Juan Caramuel sobre el Arte nuevo de hacer comedias, de Lope de Vega», Segismundo, 12 (1976), págs. 203–288 (pág. 251, nota 9). Sobre Osorio (activo 1623–1662), véase Fuentes II, I, 117. 482 «Osorellus, celeber Comicus, ingenioso lepôre Auditores recreabat. Quâdam die, cum Comœdia inciperet, in proscenium ingressus, extraxit longissimam chartam, pulchro carmine occœpit murmurare de Comicis, qui frangunt caput, ut memoriæ mandent carmina, quæ possent legere. Se velle dormire, & relinquere cæteris, ut studeant, & fatigentur, quantum velint, &c. Acta Comœdia fuit: cæteri suos versus recitarunt memoriter, & illis Osorellus respondebat legendo, & intersendo lepóres, v.gr. Exspectes. Hîc est vna litera male formata. Modò debeo divinare, quia charta est rupta, & alios similes. Insolentem hunc agendi modum magno risu, & acclamatione vulgus imperitum suscepit» (Caramuel, Nota X, pág. 705b). 483 Horacio, Ars poetica, v. 365. Cfr. «non enim hîc habere locum potest illud Lemma. Quæ semel acta place–t, crebrò repetita placebu–t» (Caramuel, Nota X, pág. 705b). Nótese que el redactor de este resumen en castellano corrige la cita de Horacio, parafraseada por Caramuel. 484 Para el pasaje original de Caramuel sobre Damián Arias de Peñafiel (Nota XI, pág. 706b) y la referencia a Pérez de Montalbán, véase n. 108, arriba. La última parte, que no se cita allí, es la siguiente: «Profectò, Arias habebat vocem claram, & puram, memoriam firmam, & actionem vivacem: & quidquid ipse diceret in singulis linguæ motibus Charites, & in singulis manuum videbatur habere Apollines. Ad eam audiendum confluebant Excellentissimi Co–cionatores, ut dictionis, & actionis perfecionem addiscerent» (pág. 706b). 485 Para este pasaje sobre Amarilis (Nota XI, pág. 706b), véase n. 109, arriba.
ARMONA: MEMORIAS CRONOLÓGICAS, I
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ramuel era única e inimitable 486 . Y que él conoció estas personas siendo niño. También dice que las huvo y todavía las havía quando escribía esto, adornadas del mismo género de dotes y gracias excelentes 487 . En la página 707 hace mención de un gracioso que representava en el Coliseo del Buen Retiro, llamado Juan Rana, de quien dice que España no conoció hasta entonces otro con más sal. En cierta ocasión, dice, haciendo de Prefecto o Mayordomo de aquel palacio, introduxo a dos personas para mostrarles lo que havía en él, a las quales, después que havían visto las tribunas donde se ponían los Reyes, varias pinturas y otras cosas, les señaló la ventana donde por acaso estaban dos princesas (o dos señoras principales), diciéndoles: atended, os ruego, a aquella pintura. ¡Qué bien! ¡Qué al vivo están pintadas aquellas dos viejas! Sólo les falta la voz, y yo creería que están vivas si hablasen algo. En suma, amigos: la pintura ha llegado en nuestros tiempos a su mayor perfección 488 . 486
«Paucis post annis theatra adsurgebant Riquelmæ, adolescenti pulchræ, apprehensivâ tam forti præditæ, ut inter loquendum vultûs colorem cum omnium admiratione mutaret: nam, si in theatro fausta, & felicia narrarentur, roseo colore suffusa auscultabat; si autem aliqua infausta circumstantia intercurreret, illicò pallida reddebatur. Et in hoc erat unica, quam nemo valeret imitari» (Caramuel, Nota XI, pág. 706b). María de Riquelme, bautizada en 1601, fue hija del autor de comedias Alonso Riquelme y segunda esposa del autor de comedias Manuel Álvarez de Vallejo; murió en 1656. Tenía fama de virtuosa y devota; según una carta de 1692, reproducida en la Genealogía, «despues de 40 años enterrada [...] estava entera [...]. A sido [...] una muger mui perseguida por auer sido mui hermosa, y representar tan diuinamente [...] y que la tenian todos por mui santa» (Fuentes II, II, 32); véase también Pellicer, Tratado histórico, II, págs. 108–113. Parece poco adecuada la expresión «arrogante moza», que se emplea en el texto de Armona; Caramuel la llama «bella moza» (adolescenti pulchræ). 487 «Fuerunt, & sunt alii Comici, in quibus magnæ hujus generis dotes relucent. Ego nomino, quos puer cognovi, nam à juventute exesse ab Hispaniâ jussus, Comœdias non potui» (Nota XI, pág. 706b). Caramuel nació en 1606; véase pág. 196, abajo. 488 «Muri aulæis, & etiam picturis ornantur, unde Parasitus (Hisp. El Gracioso) occasionem sumit aliquando jocandi. Madriti in Palatio, quod el bello Retiro vocatur, aula, in quâ aguntur Comœdiæ, fenestris aliquibus circumdatur, quæ respondent cubiculis, in quibus sunt uxores Procerum, cùm Comœdia agitur. In intermedio (Hisp. en vn entremés) Ioannes Rana, quo lepidiorem Comicum non cognovit Hispania, agebat illîus arcis Præfectum, & introduxit duos, quibus deberet totam arcem ostendere, & cùm in illam aulam fuit ingressus, sic inquit. Hæc Panegyris, est locus, ubi cantantur carmina, & aguntur Comœdiæ. Rex, & Augusta solent sedere ibi. Summates híc: Proceres istic, &c. Olim Pompejana arcis muri conchyliatis peristromatis erant superbi, non tamen illis inerat auri, argenti, & gemmarum majestas, quam hæc præseferunt. Sed ipsis adhuc sunt ista pictura pretiosiores. Et conversus ad fenestram, in quâ fortè duæ assidebant Principes, ait. Considerate, quæso, illam picturam. Quàm bene, quàm ad vivem sunt pictæ illæ duæ vetulæ. Sola deficit vox, Vivas crederem, si loquerentur. Ad summam nostro ævo Pictoria Ars perfectionem devênit» (Caramuel, Nota XIII, págs. 707b–708a). Caramuel observa a continuación que las españolas se maquillaban mucho. Sobre el célebre gracioso Juan Rana, cuyo verdadero nombre era Cosme Pérez, véanse Emilio Cotarelo y Mori (ed.), Colección de entremeses, loas, bailes, jácaras y mogigangas desde fines del siglo XVI a mediados del XVIII, I, págs. clviib–clxiiib; Hannah E. Bergman, Luis Quiñones de Benavente y sus entremeses, con un catálogo biográfico de los actores
192
FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO: XIV
En la nota sobre la variación de las scenas (página 708), dice, entre otras cosas: «Somos inconsiguientes los españoles, porque por una parte repugnamos recibir las leyes de la comedia establecidas por los antiguos, y por otra tenemos por superfluas las mutaciones de las scenas, siendo así que no se combienen estas dos cosas. No queremos sugetar nuestras comedias a las reglas de los antiguos, porque las juzgamos fundadas en una falsa hipótesi, siendo ellos de opinion que las comedias solamente se escriben para los doctos y que delante de ellos se deben representar; al contrario, nosotros suponemos como cosa cierta que se escriven para el vulgo, y que delante de un vulgo numeroso se representan. Y siendo esto así, ¿que razón puede haver para que nosotros no queramos admitir las varias mutaciones de las scenas? Responden que es porque de ellas no pende la sutileza de los conceptos, la elegancia de las palabras, la buena pronunciación ni la viveza de la expresión. Ved aquí (prosigue Caramuel) cómo despreciamos las leyes severas de escribir comedias, por razón de que ellas se representan en gracia del vulgo, que no entiende aquellas leyes. Y ved aquí también cómo despreciamos las mutaciones de las scenas, porque los doctos, a quienes pertenece juzgar de la hermosura de los conceptos y de los versos, no necesitan de este gasto y dispendio para alabar las buenas poesías. Mas yo discurría de este modo. Escríbanse las comedias para los doctos o para los ignorantes, siempre deben admitirse aquellas mutaciones o varias apariencias de las scenas, siendo cosa constante que su vista agrada así a los unos como a los otros 489 .» citados en sus obras, (Madrid, 1965), págs. 519–523; y Fuentes II, I, 280, donde leemos que «fue mui zelebrado en la parte de grazioso, y aun excedió a todos los de su tiempo, y solo con salir a las tablas y sin hablar probocaba a risa y al aplauso a los que le veian». Representó a menudo en Palacio, y gustó a los Reyes; en 1651 se le concedió una «racion ordinaria que ha de gozar por la casa de la Reina, nuestra señora, en consideracion de lo que la hace reir» (Pérez Pastor, Nuevos datos.. segunda serie, doc. núm. 496, pág. 144). El personaje de Juan Rana aparece en numerosos entremeses; véanse Cotarelo, Colección de entremeses, pág. clxiiib, y Bergman, págs. 522–523. Consta en la Genealogía que «estubo retirado mucho tiempo por su edad y despues de algunos años mandaron los Reies que saliera en vna fiesta del Retiro [...] y le sacaron en vn carro». Esto se refiere al entremés El triunfo de Juan Rana, ejecutado durante la representación de Fieras afemina amor, de Calderón, en el Retiro en enero de 1670; véase Cotarelo, Colección de entremeses, pág. clx, y Fuentes II, I, 280, n. 1. Véanse también la caricatura de Juan Rana reproducida en Bergman, Luis Quiñones de Benavente y sus entremeses, entre las págs. 448 y 449, y la tesis doctoral de Francisco José Sáez Raposo, Juan Rana y el teatro cómico breve del siglo XVII (Madrid, Universidad Complutense, 2003). 489 «Et hîc, si loquamur sincerè, inconsequentiâ laborare videmur: quoniam hinc leges scribendi Comœdias ab Antiquis latas fastidimus: inde scenarum mutationes esse superfluas judicamus; cùm tamen hæc duo non subsistant. Cur non volumus, ut nostræ Comœdiæ subsint Veterum legibus? Quia falsæ hypothesi leges à Veteribus prolatæ insistunt. Putabant ipsi Comœdias Viris tantùm doctis scribi, & coram doctis tantùm agi, cùm tamen certum sit, & nos supponimus, illas scribi vulgo, & coram numeroso vulgo repræsentari. Et, cur non volumus mutare Scenas? Quia ab earum mutatione conceptuum subtilitas, verborum elegantia, & nitor prolationis non dependent. Ecce severas scribendi Comœdias leges,
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En la nota 15, sobre la música, refiere este caso. Huvo en Madrid un músico llamado Alfonsiris, de una voz muy suave, delgada o de falsete que jugaba con arte por las fusas; pero tenía el vicio de escucharse, como otros muchos músicos. Éste, haviendo salido con otros dos al theatro, empezó a cantar un romance, con mucho gorjeo y artificio. Entretanto el vulgo decía: Canta 490 solo Alfonsiris. Él, después de dar gracias por el que creía favor del patio, despidió a sus compañeros con urbanidad, y luego que quedó solo siguió cantando con la misma melodía. El vulgo tumultuado no dexaba de repetir la misma cantinela: canta solo. Admirado y turbado, Alfonsiris respondió: ya estoy solo, señores; y el vulgo impaciente le dijo: no está aquí solo; mas váyase a cantar donde esté solo, y donde nadie le oiga. De aquí concluye Caramuel que no solamente los poetas sino también los músicos suelen naufragar en los remolinos del theatro, in vorticibus theatri. Ya antes havía dicho que el tal Alfonsiris era digno de otra mejor suerte y acreedor a otra clemencia del auditorio 491 . En la nota 16 dice: «Que entre nosotros se hacen pocas comedias en prosa y muchas entre los ytalianos. Que Lope de Vega dio y publicó algunas en oración suelta, y tal es una titulada La Dorotea, escrita por Lope, muy celebrada de los doctos» (página 710) 492 . En este mismo lugar dice: «Que jamás vio en España que se cantase ninguna comedia, y sólo en Bolonia, yendo en la compañía del conde de Peñaranda, Virrey de Nápoles, vio una en que se cantaron todos los versos 493 .» Aquí dice también que
negligimus, nam illæ repræsentantur propter vulgus, qui illas leges non capit: & ecce Scenarum mutationes negligimus, nam docti, quorum est de conceptuum, & versuum nitore judicare, ut bona laudent carmina hoc impendio non indigent. Ego sic auderem discurrer. Seu doctis, seu indoctis scribantur Comœdiæ, debent Scenæ mutari, & apparentiæ, quas vocant, admitti: illarum enim varietate doctorum, & indoctorum oculi delectantur» (Caramuel, Nota XIV, pág. 708b). Al afirmar que los españoles despreciaban «las mutaciones de las scenas», Caramuel piensa en los corrales de comedias que él había conocido en su juventud, en la primera mitad del siglo XVII; posteriormente, como se sabe, las «mutaciones» fueron un elemento clave del teatro palaciego en España. 490 Sic, pero es errata, aquí y unas líneas más abajo, por «Cante». 491 Armona ya incluyó esta anécdota, algo abreviada, en la primera parte de estas Memorias; para el texto original de Caramuel (Nota XV, pág. 709a–b), véase n. 110, arriba. 492 «Multæ in Italiâ, sed pauci in Hispaniâ Comœdiæ fiunt in prosâ. [...] Illa etiam, quæ Dorothea dicitur, & fuit à Lupo de la Vegâ [sic] composita, decurrit oratione solutâ, & meritò à doctis laudatur» (Caramuel, Nota XVI, pág. 710a). Nótese que La Dorotea no es comedia sino diálogo en prosa; no se escribió para representarse. 493 «Cantari aliquam in Hispaniâ Comœdiam nunquam vidi: at Bononiæ, cùm Comiti de Peñarandâ, Neapolitano Proregi itineris socius adessem, vel, ut loquitur Hispanus Camarada, fuit pulcherrima exhibita, in quâ versus singuli concinebantur» (Caramuel, Nota XVI, pág. 710a). Se ha traducido mal la última frase; no dice que se cantaran todos los versos, sino versos sueltos (singuli). Gaspar de Bracamonte y Guzmán, conde de Peñaranda, fue Virrey de Nápoles de 1658 a 1664.
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Menandro y Terencio fueron de opinión que las comedias no necesitaban de música y que así estos autores la desterraron del theatro 494 . Añade: Que aunque Felipe el prudente juzgava que no se deben introducir reyes en la comedia 495 , esto se debe entender de las comedias jocosas o de los entremeses; pues las tragedias entre los antiguos, y las comedias serias entre nosotros, nada tienen que desdiga o que no corresponda a la decencia y decoro de la magestad regia 496 . En la nota 25, dice: Que Lope de Vega aconsejava que se escribiese la comedia en prosa antes de ponerla en verso 497 , pero añade que esto no es absolutamente necesario 498 . En la nota 29, vuelve a tocar el asunto anterior de las leyes de la comedia y de si pecó contra ellas Lope de Vega; dice: Que las reglas que prescribieron los antiguos son errores de los autores, y que así ignoraron ellos el arte de escribir comedias; que el primero que las inventó fue Lope de Vega, a quien ya siguen hoi todos generalmente. Alega la autoridad del maestro Tirso de Molina en su libro intitulado Los cigarrales de Toledo, donde se halla la comedia, representada en Madrid por Sánchez, intitulada El vergonzoso en palacio, y esforzando el mismo asunto sobre ella, pone una censura desde la pagina 68, que copia Caramuel a la letra, llenando con ella tres partes de una oja 499 . Es muy digna de leerse. En ella se 494 «Menander, & Terentius non indigere Comœdias musicâ judicarunt, & ideò illam à theatro exegerunt» (Caramuel, Nota XXI, pág. 713b). 495 «Filipo, rey de España y señor nuestro, / en viendo un rey en ellos se enfadaba, / o fuese el ver que al arte contradice, / o que la autoridad real no debe / andar fingida entre la humilde plebe» (Arte nuevo, vv. 160–164). 496 «Hinc Prudens Philippus, Rex Hispaniarum, inferebat, Reges in Comœdiâ introduci non posse. [...] His tamen non obstantibus auderem dicere, non de omni Philippum Comœdiâ, sed de ludicrâ agere, quæ Entremés nominatur: nam Tragœdiæ apud Veteres, & apud nos Comœdiæ seriæ nihil habent, quod Regiam Majestatem dedeceat» (Caramuel, Nota XXIV, págs. 714b–715a). 497 «El sujeto elegido, escriba en prosa / y en tres actos de tiempo le reparta» (Arte nuevo, vv. 211–212); véase Rozas, Significado y doctrina, págs. 100–101. 498 Aquí se ha traducido mal a Caramuel; empieza esta Nota observando que «monet hîc Lupus aliqua, quæ omninò observari debebunt», y sigue así: «Iubet primò, ut tota Comœdia priùs solutâ oratione scribatur: licèt enim id non sit necessarium, ut unum Epigramma fiat, nam memoria est sufficiens, ut unus conceptus intelligatur: in longiori poëmate, in quo multa dicenda sunt, singula sunt calamo rudi coordinanda, antequam reducantur ad numeros» (Nota XXV, pág. 715b); es decir que Caramuel aprueba el consejo de Lope, pero reconoce que no es necesario para los sonetos (éste parece ser el sentido de «epigramma», según Hernández Nieto, en Segismundo, 12, 1976, pág. 284, n. 1). 499 «Fateor enim Lupum, & juniores Poëtas contra Regulas traditas ab Antiquis scribere. An ideò contra Artem? Illæ, quas præscripserunt Veteres, non sunt Artis Regulæ, sed errores Artificum, ut locis citatis ostendo. Artem Comœdias scribendi ignorarunt Antiqui: primus invênit Lupus, quem hodie sequuntur universi. »Omnia hæc eloquenter, & ingeniosè adfirmat Mag. Tirsus de Molinâ (Nam sub hoc nomine pii, & docti Viri humaniora lucem habêt studia) apud quem in libro, qui Los Cigarrales de Toledo inscribitur, Comœdia, El vergonzoso en Palacio à Sanchezio Madriti olim repræsentata, à pag. 38. legitur: & hac Censurâ à pag. 68. honoratur» (Caramuel, Nota
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propone el maestro Tirso (entre otras cosas) señalar la diferencia que hay entre la naturaleza y el arte, explicando cómo o en qué sentido deba éste imitar a aquélla. También trae exemplos muy oportunos contra la unidad de tiempo, que como ley indispensable establecieron los antiguos 500 . Caramuel concluye con esta censura la apología de Lope de Vega sobre su Nuevo arte de escribir las comedias.
Copia de lo que escrivió el Padre Maestro Sarmiento, benedictino, del Sr. Caramuel, en su obra manuscrita intitulada La verdadera patria de Miguel Cervantes 501 . «Siendo yo de menor hedad, me aficioné tanto a leer las obras del Ilmo. Sr. don Juan Caramuel que con especial gusto leí algunos tomos suyos de XXIX, págs. 716b–717a). La censura en cuestión ocupa tres columnas en la obra de Caramuel (págs. 717a–718b). Aparece al final del texto de El vergonzoso en palacio, en Tirso de Molina, Cigarrales de Toledo (Madrid, 1621). Puede consultarse en la edición de El vergonzoso y El burlador de Sevilla por Américo Castro en la serie Clásicos Castellanos, 10ª edición (Madrid: Espasa-Calpe, 1975), págs. 141–146. 500 «Esta diferencia hay de la naturaleza al arte: que lo que aquélla desde su creación constituyó no se puede variar [...]. Pero en las cosas artificiales, quedándose en pie lo principal, que es la sustancia, cada día varía el uso, el modo y lo accesorio» (Tirso de Molina, El vergonzoso en palacio, ed. cit., pág. 144). Sobre la unidad de tiempo, véanse págs. 142–143. 501 Véase Fray Martín Sarmiento, Noticia de la verdadera patria (Alcalá) de el [sic] Miguel de Cervantes, edición y estudio crítico de J. L. Pensado ([Santiago de Compostela]: Xunta de Galicia, Servicio Central de Publicaciones, 1987). Señalamos en las notas (con la referencia «Sarmiento») las variantes de esta edición con respecto al texto de Armona. El pasaje citado corresponde a los párrafos 10–16, págs. 63–65. La obra de Sarmiento fue publicado previamente como Noticia de la verdadera patria (Alcalá) de el Miguel de Cervantes, estropeado en Lepanto, cautivo en Argel y autor de la Historia de D. Quixote, y conjetura sobre la Insula Barataria de Sancho Panza; por el Rmo. P. M. F. Martín Sarmiento, Benedictino. 1761. Edición cotejada con los manuscritos de la colección del señor Duque de Medina Sidonia, y de la Biblioteca Arús, de Barcelona (Barcelona: Librería de Álvaro Verdaguer, 1898), donde el pasaje ocurre en págs. 6–10. Armona tuvo algún contacto personal con Sarmiento (que vivió de 1695 a 1772); se conservan en BNM Mss. 18.574/29 y 18.544/3 unas cartas que intercambiaron entre el 27 de abril y el 24 de junio de 1761 (véase Joaquín Álvarez Barrientos, «Correspondencia entre José Antonio de Armona y el Padre Martín Sarmiento», Revista de Literatura, 49, 1987, 199–219). Nótese que la Noticia de la verdadera patria está fechada el 9 de mayo de 1761. En una lista de los manuscritos de la biblioteca personal de Armona, encontramos unas Memorias para la vida literaria del Padre Martin Sarmiento, Benedictino. Su retrato, indice de sus obras manuscritas, varias cartas, contestaciones del Padre, y sus respuestas (véase Armona, Noticias privadas de casa, RAH Ms. 9-5044, fol. 201r.). No consta el nombre del autor de este manuscrito (tampoco sabemos si todavía existe), pero cabe preguntarse si sería obra del propio Armona.
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verbo ad verbum y otros a saltos. Noté que a cada paso ponía alguna circunstancia de su vida. El goze con que lo leía me imprimió en la memoria muchas de las dichas circunstancias. De manera que sé mucho y evidente de su vida, sin haver leído cosa alguna en vida aparte. En un rincón de no sé qué tomo suyo dice que sus padres vivían en Madrid acia la Cantarilla de Leganitos. Al punto sospeché que estaría bautizado en esta parroquia de San Martín. Dicho y hecho. »Tenía noticia previa por don Nicolas Antonio, que trató mucho a Caramuel, que éste havía nacido en Madrid a 23 de mayo de 1606 502 . Registré los libros de esta parroquia y en el de bautizados hallé la idéntica partida de que le havían bautizado en esta parroquia de San Martín, a 4 de junio del mismo año de 1606. Copié la partida original y la escriví en uno de sus tomos en folio, Critica philosophica 503 . Despues leí en la Biblioteca de Foppens 504 que avía muerto en el estado de Milán, siendo obispo de Vigevano, a 7 de septiembre de 1682 a la hora de vísperas en 505 Nuestra Señora. »Así podré relatar de memoria y de pronto muchísimos sucesos espectables de la vida del Ilmo. Sr. Caramuel desde 23 de mayo de 1606, en que vivió, o nació, hasta el 7 de septiembre de 1682, en que murió. Asta que yo descubrí su fee de bautismo, no avía noticia alguna en los libros. En la vida de Quevedo ay noticia de aquel monge bernardo, que le pegó el petardo de la carta contra las Reglas del Cavallero de la Tenaza 506 . Éste fue Caramuel, estando en Salamanca, y en su Trismegisto 507 pone todo el chiste y el tanto de la carta que escrivió a Quevedo 508 . Si ay vida, como he oýdo, 502
Nicolás Antonio, Biblioteca hispana (Romae, 1672), I, págs. 505b–506a. Juan Caramuel Lobkowitz, Critica philosophica artium scholasticarum cursum exhibens in tres partes digesta (Viglevani [Vigevano]: typis Episcopalibus, apud Camillum Conradam, 1681). 504 Debe referirse a Joannes Franciscus (Jean François) Foppens, Bibliotheca belgica, sive virorum in Belgio vitâ, scriptisque illustrium catalogus, librorumque nomenclatura; continens scriptores à clariss. viris Valerio Andrea, Auberto Miræo, Francisco Sweertio, aliisque, recensitos usque ad annum M.D.C.LXXX. [...] Cura & studio Joannis Francisci Foppens, 2 vols. (Bruxellis: per Petrum Foppens, 1739). 505 Sarmiento: «de». 506 Esta carta, del Dr. Fray Benito Bernardo de Morales, monje de San Bernardo de Santiago de Galicia, está fechada el 17 de enero de 1613; se reproduce en Quevedo, Obras, ed. Aureliano Fernández-Guerra y Orbe, vol. I, B.A.E. 23 (Madrid: M. Rivadeneyra, 1876), pág. 453a. Sobre Las cartas del Caballero de la Tenaza, de Quevedo, véase Antonio Azaustre Galiana, «Transmisión textual de Cartas del caballero de la Tenaza», de Francisco de Quevedo», en Campus stellae: haciendo camino en la investigación literaria, coord. Dolores Fernández López y Fernando Rodríguez-Gallego, con la colaboración de Mónica Domínguez Pérez, 2 vols. (Santiago de Compostela: Universidade de Santiago de Compostela, Servizo de Publicacións e Intercambio Científico, 2006), I, págs. 82–93. 507 Sarmiento: «[...] de la Tenaza, y ha sido Caramuel, estando en Salamanca. Y en su Trismegisto [...]». 508 Véase Caramuel, Trismegistus theologicus, latine ter-maximus, 4 vols. (Viglevani: apud Camillum Conradam, 1679), II, págs. 59b–60a, «De restrictioni insensibili», sectio 503
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del Sr. Caramuel, no la he visto, y si el autor no leyó todas las muchas obras que escrivió Caramuel estará muy diminuta en lo evidente, y muy abundante en lo opinable. »Las vidas de los autores no se deben leer en los bibliotequistas, a no ser por vía de socorro, no constando que leyeron de verbo ad verbum todas las obras. Y siendo esto imposible, es imposible, por consiguiente, que no haya mil errores en las bibliotecas, tanto más 509 quanto fuere más universal la biblioteca, o de nación o de facultad. No hablo así de los libros periódicos, que cada año van sacando extractos de libros sueltos, porque es mui crehíble 510 que el extractor 511 leyese de verbo ad verbum el libro que havía de extractar. Hablo de los bibliotequistas que hablan de autores que jamás han leído, a la reserva de algunos cathálogos de libreros. »Pondré un exemplar casero y al caso. El autor de la Bibliografía crítica havía nacido en Madrid y por lo mismo hera paysano del Sr. Caramuel 512 . Al tratar de este insigne honor de Madrid y de toda España, descubre lo poco que quiso leer sus obras 513 . Omitiendo el prolijo catálogo que pone de sus obras, sacado de Nicolás Antonio, y de otro que hizo el mismo Caramuel, lo demás que pone de la vida está mui diminuto y cargado de equivocaciones palmarias. »Supone que nació en Madrid y añade Hispanis majoribus ortus 514 . Lo primero es cierto y copiado de Nicolás Antonio. No así lo segundo, pues su padre Lorenzo Caramuel Lobkowitz hera de Bohemia, y vino a España 515 con el empleo de yngeniero. Su madre se llamava Cathalina de Frisia, flamenca 516 . Dice: Monachus a puero factus ex ordine benedictino ad cisterciensis congregationis regulas traslatus ut abbas esset 517 . Todo es engaño. XXXIII,
«De D. Francisco de Quevedo. Qualis fuerit: et an laicis aliis Poetis similiter sit accensendus?». Reproduce allí una carta de Villalobos, similar a la de Fray Benito Bernardo de Morales (véase n. 506, arriba). Para más información sobre este punto, véase la nota de Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García a este pasaje (ed. cit., págs. 258– 259, n. 21), de donde se ha sacado esta información. Desde luego, a pesar de lo que dice Sarmiento aquí, es imposible que Caramuel fuera el autor de una carta escrita en enero de 1613, cuando tenía seis años. 509 Sarmiento: «y tantos mas». 510 Sarmiento: «y es muy creible». 511 Sarmiento: «extractador». 512 P. fray Miguel de San José, Bibliographia critica, sacra et prophana, 4 partes en 3 tomos (Matriti: ex typographia Antonii Marin, 1740–1742). Sobre Caramuel, véase parte III (1741), págs. 47b–51a. 513 Sarmiento: «lo poco que quiso leer de sus obras». 514 «Natus est autem Caramuel [...] Matriti in Hispania, Hispanis Majoribus ortus» (Bibliographia critica, III, pág. 47b). 515 Sarmiento: «el qual vino a España». 516 «Matriti natus est [...] F. Ioannes Caramuel Lobkowitz, Laurentio Caramuele nobili Lutzemburgensi et D. Catharina Frissaea, Lobkowitziae clarae in Germania domus propagine [...]» (Nicolás Antonio, Biblioteca hispana, I, págs. 505b–506a). 517 Bibliographia critica, tomo III, pág. 47b.
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Nació en Madrid. Bautizóse en San Martín. En su puericia le enseñó su padre las mathemáticas. Pasó a Alcalá. Desde allí fue a bestir la cogulla blanca al monasterio de la Espina 518 . Pasó a estudiar las artes a Monte de Ramo en Galicia. Pasó a estudiar la theología a Salamanca y a sido su maestro el insigne fray Ángel Manrique 519 . »Después, por motivos que yo no sé, pasó a Portugal y desde allí a Flandes. Esto fue por los años de 1638, pues en ese año 520 imprimió en Bruselas un librito 521 . Prohijóse en la congregación cisterciense y allí fue abad. Despues fue Vicario General de Praga. Aquí se palpa que jamás pasó de los monges negros a los blancos. Al contrario, después, hecho abad de los dos Monserrates de Biena y de Praga y que devía pasar de los blancos a los negros, por ser de negros esas dos abadías, no quiso mudar el color de la cogulla, diciendo que era bariación accidental. Pasó a ser obispo en el reyno de Nápoles, en donde imprimió el año de 1672 su curso mathemático en dos tomos en folio, con el título Mathesis biceps 522 . »Por lo qual no puede ser lo que dice el citado autor de la Bibliografía, que Felipe IV le presentó 523 al obispado de Vigevano en Milán 524 . Ya no havía noticia de Felipe IV quando Caramuel aún hera 525 obispo en el reyno de Nápoles. Añade que Caramuel murió octuagenario major 526 . Es herror: nació a 23 de mayo de 1606 y murió a 7 de septiembre de 1682, quando le faltavan dos años y medio para llegar a 80 de hedad. Véanse aquí quántos 518 Monasterio cisterciense situado entre San Cebrián de Mazote y Urueña (provincia de Valladolid). 519 Todo esto está en Nicolás Antonio: «In pueritiae annis mathematicarum artium amore ita vehementer exarsit [...]. Complutum hinc in Academiam veniens [...] adegitque ad Monachum Cisterciensem prae aliis castra. [...] In monasterio Spinae sacramento dicto religiosae professionis, Philosophiaeque iterum dada opera in alio Montis-ramorum, Salmanticam ad discendam Theologiam fuit missus, ubi sub Angelo Manrriquio primario hujus scientiae Professore [...] aliquid promittere coepit» (Biblioteca hispana, I, págs. 506a–507b). 520 Sarmiento: «pues ese año». 521 Nicolás Antonio da noticia de dos: «Musaeum Morti, sive de praeparatione ad eam. Bruxellis apud Meerbechium an. 1638. 3. Psalmos Confessionales. Bruxellis apud Hadrianum Meerbeck anno 1638 in 12.» (pág. 508b). En realidad, las siguientes obras de Caramuel se publicaron en Bruselas por estos años: Psalterio en que un gran príncipe lusitano, descubriendo soberanías de espíritu con elocuencia devotíssima y contrición conceptuosa, confiesa a Dios sus culpas y pide perdon de sus peccados (Bruselas: per Lucas de Meerbeque, 1635); ‘Ησπανο-σθημα. Declaración mýstica de las Armas de España invictamente belicosas (Bruselas: per Lucas de Meerbeque, 1636); y Thanatosophia nempe mortis museum, in quo demonstratur esse tota vita ab introitu ad interitum vanitas vanitatum (Bruxellae, Typis Lucae Meerbecii, 1637). 522 Su Mathesis biceps, vetus et nova salió en realidad en 1670. 523 Sarmiento: «promovió». 524 «Et ex hoc ob aeris in clementiam ad Vigevanensem in Insubria a Philippo IV Hispaniarum Monarcha evectus est» (Bibliographia critica, III, pág. 47b). 525 Sarmiento: «aun Caramuel era». 526 «Ubi inter indefessi studii labores [...] consenescens, octuagenario major [...] pie obiit» (Bibliographia critica, III, pág. 47b).
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herrores en tan pocas líneas, pues no pasan de trece, y esas de columna. No hay libros que ocasionen más herrores en otros libros que ese género de bibliotecas, que ponen vidas de autores que ni se leyeron ni se vieron.
? D. JOSEPH ANTONIO DE ARMONA, CABALLERO PENSIONADO DE LA REAL, y distinguida Orden Española de Carlos III, Intendente de los Reales Exércitos, y de la Provincia de Madrid, Corregidor de esta Villa, Superintendente general de sus Sisas Reales, y Municipales, Intendente de la Regalía de Casa de Aposento, y Juez Protector general de todos los Teatros, y Representantes del Reyno, &c. 527 Hallándome bien informado de las crecidas utilidades, que de muchos años a esta parte han estado disfrutando los Autores, y Guardaropas de las Compañías de Cómicos de esta Corte, y con especialidad desde el año de 1751, en que los Autores de aquel tiempo, sin noticia del Protector general de Teatros, y Representantes del Reyno, y Superintendente general de Sisas, arbitraron de la plaza de Guardaropa, despojando de ella á los mismos Guardarropas, para quienes estaban señaladas, y uniéndolas á su Autoría con el partido del Hato, causando por este medio un considerable perjuicio á los intereses del Propio, e Individuos de las mismas Compañías; he tenido por conveniente señalar sueldo fixo á los Autores, y restablecer en sus antiguas plazas á los Guardarropas, como partes de Compañía que han sido hasta el tiempo de Manuel Guerrero 528 , cortando de una 527 Se trata de un documento impreso, incluido al final del primer volumen de las Memorias. Se reproduce aquí sin modernizar puntuación ni ortografía. Aparece también en Cotarelo, Controversias, págs. 666b–671b, copiado, según Cotarelo, de un ejemplar en AVM, Secretaría, 2-463-2. 528 Manuel Guerrero (Manuel Vicente Guerrero, según La Barrera) aparece como primer galán en 1739 (Fuentes XII, doc. núm. 183 [e], pág. 300). De 1742 a 1747 fue director de la compañía española en el teatro de los Caños del Peral (véase pág. 109 y n. 292, arriba). Luego volvió a hacer primeros galanes en el Coliseo del Príncipe en la compañía de Manuel de San Miguel. Fue nombrado autor en 1751, precisamente cuando, según Armona, los autores cambiaron indebidamente el sistema de la guardarropía. Guerrero murió de pronto en 1753, siendo sucedido por su viuda, María Hidalgo. Fue muy elogiado como actor. Según La Barrera, gozó de una buena educación con los jesuitas. Escribió varias comedias, entre ellas la segunda parte de El negro valiente en Flandes y la cuarta parte de El anillo de Giges y mágico Rey de Lidia. Es conocido como autor de una defensa del teatro,
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vez estos abusos, y dando á unos, y otros un método claro, y facil, con que puedan servir sus destinos en lo succesivo con la integridad, y pureza que deseo, y apetecen las Compañías, sin exponerse á la nota, que han padecido hasta ahora en punto á los derechos de Autoría, y adealas, que han disfrutado, siguiendo la costumbre de sus antecesores; á cuyo fin se explicarán en esta Instruccion las obligaciones, baxo las quales deben servir dichos Autores, y Guardarropas desde el Domingo de Pasqua de Resurreccion 30 de marzo de 1777 en adelante. En consideracion al trabajo, y gastos, que trahe consigo el encargo de una Autoría (que hoy las sirven en propiedad Manuel Martinez, y Eusebio Ribera), he regulado á cada una catorce mil reales vellon al año cómico (reduciendo á este goce todos los derechos, ó adealas, que por razon de Autor han llevado hasta ahora, respecto de que queda abolido por esta providencia todo estilo, práctica, ó costumbre que haya habido en este particular; cuya cantidad repartida en doscientas noventa y cinco representaciones un año con otro, corresponde a quarenta y siete reales y catorce maravedis de vellon por cada dia de representacion), en esta forma: tres mil reales para la Casa-Ensayo que habita el Autor, un criado, esterado, carbon, luces, y demás gastos, que se le ofrezcan en ella; y los once mil reales restantes por el encargo solo de Autor, que deberá desempeñarle con la mayor exactitud, y puntualidad, no solo en las funciones con que deben agradar al Público, sino en que el Teatro esté bien asistido, y provisto de quanto se necesite en él, para que sea completa la diversion, del mismo modo que lo han practicado hasta ahora por sus adealas. Dotadas las Autorías en el modo que vá referido, se hace preciso que á cada uno de los Autores se les haga saber la obligacion á que quedan sujetos por los catorce mil reales, que se les señala; y para su inteligencia, y la de todos los Individuos de las Compañías, se explica en la forma siguiente. OBLIGACIÓN DEL AUTOR.
El Autor deberá servir el Teatro con todo lo que se necesite en él; y ha de ser de su cuenta el alquiler de todas las alhajas, y demás muebles, y trastos que sirven en las Comedias sencillas, y de Teatro, sin que por ningun título pueda solicitar que en la Caxa se le abone cantidad alguna, ni precisar al Guardaropa á que lo ponga en la lista, respecto de que quedan titulada Respuesta a la resolución que el Reverendíssimo Padre Gaspar Díaz, de la Compañía de Jesús, dio en la consulta theológica acerca de lo ilícito de representar y ver representar las comedias, como se practican el día de oy en España, donde se prueba lo lícito de dichas comedias y se desagravia la cómica profesión de los graves defectos que ha pretendido imponerla dicho Reverendíssimo Padre (Zarogoza: por Francisco Moreno, 1743). Véanse La Barrera, págs. 180b–181a, y Cotarelo, Controversias, págs. 341b–345b. Pellicer le llama «docto aragones, y uno de los Comicos mas excelentes por su representacion y cantado, que florecieron en el siglo pasado» (Tratado histórico, I, pág. 270).
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compensados estos gastos con los catorce mil reales referidos; pero si ocurriere función, en que sea necesario de servidumbre de mesa grande completa, deberá satisfacerse este gasto particular en los del monton, que abona la Caxa. En los tres meses de representacion por la noche, en que las Compañías juntan sus Medias partes, y limosnas, no debe incluirse el sueldo del Autor, sino en los dias que trabaje su Compañia; y lo mismo deberá practicarse aun en el caso de que se unan ambas para el trabajo, como se verificó á la concesion de esta gracia; pues únicamente se abonarán los quarenta y siete reales y catorce maravedis de vellon en cada dia de representacion, y nada en el tiempo de parada por la Quaresma, Rogativas, Lutos de Persona Real, ú otro motivo. Por la referida consignacion de los catorce mil reales vellon quedan enteramente suprimidos á beneficio del Propio, y Compañías el partido del Hato: los siete reales de segundo vestuario: los tres de carteles, y luz: los quatro de carteles de aviso en Comedia nueva: los dos de carteles de aviso en lo diario, que se distribuían entre el Autor, y Apuntador; y los tres de luz, y arquilla. Teniendo entendido que esta última partida de tres reales con el nombre de luz, y arquilla, se saca para el Autor, del caudal líquido, que corresponde por sobras á la Compañía, en la clase de limosnas particulares, á que contribuyen todos sus Individuos; mando al Cobrador de Compañía, y Apuntadores principal, y segundo, á cuyo cargo corre el manejo del Libro Maestro, que dirige los intereses de la Compañía, que de aqui adelante no rebaxen unos, ni otros la dicha cantidad de los tres reales á favor del Autor; en inteligencia de que á la mas leve quexa, que se me diere sobre la contravencion de esta orden, serán castigados unos, y otros con todo rigor; quedando los Apuntadores en la obligacion de presentar con tiempo al Contador del Propio una lista firmada de su mano, que acredite las limosnas legítimas, que da la Compañía. Las plazas de Cobradora, y Trasportero de Compañía, como igualmente la del tercer Apunte, ó Quadernillo, han sido hasta ahora provistas por los Autores, como por derecho, ó adeala de su empleo; pero habiendo cesado ya este motivo en virtud del sueldo que se les asigna, conviene que la Compañia plena tome conocimiento en estas provisiones; á cuyo fin mando, que subsistiendo por ahora en sus destinos de Cobradora, Trasportero, y Quadernillo las mismas personas que sirvieron en el año próximo, no pasen en adelante los Autores á dar estas plazas por sí, sino que precisamente deberán dar cuenta a su Compañía en el caso de vacante, á efecto de que se propongan para ellas sugetos honrados, de buena vida, y costumbres; y en estando evacuada esta diligencia, y recogido el parecer de los Individuos, pasarlo á noticia de la Superioridad, para que con su aprobacion se proceda al nombramiento: Y se previene que la Cobradora, y
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Trasportero de Compañía deben gozar íntegramente los sueldos que se les están señalados, y demás emolumentos que les correspondan por razon de su destino, sin que en ello pueda, ni deba haber trato, ó convenio con el Autor, quien será responsable, en caso que se falte á esta formalidad. Todo lo que las partes de Compañía tengan que sacar al Teatro para vestir las piezas, ha de ser de su cuenta; pues con esta consideracion les está señalada la racion diaria; y deberá el Autor precisarles á que lo executen, tanto á las mugeres, como á los hombres, sin admitirles escusa alguna, mediante á que serán inútiles todas las diligencias que practiquen para su abono en la Caxa, la qual solo deberá admitir las partidas que sean de legítimo gasto, como son alumbrado, Soldados, iluminacion de faroles, adealas de Compañía, velas de los Músicos, carteles de Apuntador, y demás partidas señaladas, y en que no pueda ofrecerse duda. Si ocurriere algun gasto extraordinario, que sea necesario ponerle en los de por una vez, deberá quedar lo que se compre en poder de los Guardaropas, baxo de recibo, que han de presentar en la Contaduría del Propio, á fin de que no se dupliquen estos gastos, y sirvan en lo succesivo; entendiéndose por gasto extraordinario todo aquello que sea fuera de la obligacion del Autor. Tambien queda suprimida aquella adeala, que correspondía á estos por las Comedias manuscritas, que se executaban por una vez durante el tiempo de su Autoría; y finalmente todos los emolumentos que han percibido hasta ahora con el título de Autor. Para que los Autores no ignoren las alhajas, y demás trastos, con que deben servir sus Comedias, Sainetes, y Tonadillas, se explican en la forma siguiente:
Almohadas. Venablos. Alfombras. Taburetes. Sillas de brazos. Sillas de baqueta. Sobremesas. Alabardas. Lanzas de mano, cuerpo, y muslo. Trancas chica, y grande. Garrotes. Varas de Harriero. Varas de Ministro. Mesas de todos géneros. Candeleros. Escribanía. Fuentes de peltre.
Bandejas. Salvillas. Recado entero de mesa. Vasos, y Xícaras. Sitiales. Coronas imperiales. Corona Ducal. Coronas de laurel. Corona de idem, que se rompe, y cetro. Corona de hierro, y cetro. Bancos de todos géneros chicos, y grandes. Recado de bordar. Recado de Pintor. Quadros de retratos de todos tamaños. Cadenas de hierro, y de hoja de lata. Cabeza, y pie de Peluquero. Recado de Barbero.
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Candiles, y Veladores. Tapices. Bancos de peñasco. Rexas. Libros grandes, y chicos. Globo, Compas, Esquadra, y Cafetera. Cencerros. Campanillas de coche de camino. Campanas de todos tamaños. Trompas. Oboes, Flautas, Baxon, y Clarines. Cabezas de leon, y botargas. Cabezas de oso, y botargas. Cabeza de mono, y botarga. Toros. Caballicos de pasta. Mulas de pasta. Caracolas. Hacheros, y palomillas de madera. Faroles de vidro, y de Retreta de todos tamaños. Banderas encarnadas, blancas, y negras. Hazadones. Piquetas. Recado de Cantero. Pellejos, y botas. Cortinas, y tafetanes. Barras. Cofre de joyas. Varas de Alcalde, y dos de Ministro, gorditas. Harpa, y Violon. Mesa, y cabeza para el Entremés de la Cabeza encantada. Una estera para el Entremés de la Estera. Otras esteras que suelen ofrecerse. Pollas, empanadas, pastelones, lonjas de jamon, y pernil de pasta. Cuchillo de monte. Arca para las Teresas, y otras que se necesitan. Alhacena, y Armario. Libro de memorias, y pomo de olor. Fundas negras para los taburetes. Calderos. Copas de cobre, y de barro. Barreños, pucheros, cazuelas, fuentes, y platos de barro. Jarros de cobre, velones, sartenes, peroles, y cazos. Látigos de posta, manoplas, y botas de Cochero. Espejos de vestir, de medio vestir, cornucopias, arañas, y mesas doradas. Hoces, y escardillos de Jardineros.
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Todo recado de Espartero. Todo recado de Zapatero, y mesitas. Tixeras de Sastre, y de Esquilador. Ahijadas largas. El Mayo para Sainetes. Matapecados. Sayo de Gracioso. Cestos grandes con asas y sin ellas para varios Sainetes. Escala grande, y chica de cuerda. Banco de Herrador, martillos, herraduras, y limas. Cedazos, panderos, y mortero de machacar canela. Recado de Aceytero. Redes de pescar, y cañas. Recado de vender cuajada. Pesos, garabitos y vanastas de todos géneros. Linternas de todas clases. Cubos, y cubetas. Recado de Callera todo entero. Cestones para vender rosquetes. Recado entero de Aguador. Espuertas grandes, y chicas. Recados de Castañeras. Recado de Calderero. Carreton del agua de cebada. Carro de Amolador. Clavas, y mazas. Arcos montaraces. Ginebras, zambombas, tabletillas, y rabeles. Camas que suelen ofrecerse. Tinteros de tornillo, y salvaderas ridículas. Recado de Carpintero. Yugo. Ruedos, y cuerdas. Escaleras de todos tamaños. Caxas de diferentes géneros grandes, y chicas. Cabezas de Escofietera, y escofietas. Escusabaraxas. Piezas de telas. Atahudes, y paños para cubrirlos. Ropas blancas, y de paño. Maletas. Grillos, y esposas de hierro, y martillos. Armas enteras de acero. Arneses de caballo. Barrenas de distintos géneros. Palancanas, y tohallas. Cunas, y camillas. Carretillas de obra. Jaquetillas de Moro.
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Troncos de árboles. Una viga grande de pasta, y flechas sueltas para broqueles, y cuerpo. Varios escudos pintados, que suelen ofrecerse. Ayudas de pasta. Huevos, rábanos, y uña de vaca de pasta. Cola de mula de cáñamo. Taburetes de tixera sin respaldo. Talegos, y costales. Esportillos de todos tamaños. Ramilletes de mesa. Cabeza de jabalí. Cestas de Quinquillero, y caxon. El Titirimundi. La Linterna mágica. Una fantasma grande de pasta. Una hacha de madera. Piedra, y ladrillos de pasta. Fuelles. Bancas. Carro con varandillas, que fingen ser de hierro. Morillos de pasta. Cátedras. Cencerro grande, y zumbas, que se suelen ofrecer. Guarniciones, y sillas de mulas. Bozal, cincha, y un collar de borrico con cascabeles. Artesas, y artesones.
Trévedes, y parrillas. Tres pesos, y caldera de pasta, y su hoguera de llamas. Mesa de Turronero, y todo su recado. Puesto de Aguardentero con todo su recado. Botellas, y frascos sueltos. Copas de vidro, y de hoja de lata. Botellas de pasta. Serones de Narangeros. Serones, y aguaderas. Claves, y Salterios naturales. Salterios de ciego. Gaytas Zamoranas. Gaytas Gallegas. Regaderas. Cabezas de pasta para diferentes Comedias. Garrafas. Floretes, y espadas de esgrima. La estatua para el Asistente de Sevilla 529 . El carrete para chirre. Gansos, arcones, y zancarron de borrico. Devanaderas. Cartillas, y palmetas. Chirimías. Torno de hilar. Arneros. Abanicos ridículos. Estampillas de Ermitaño. Banquillos.
Y á este modo todo lo demás que se ofrezca, y se sacaba por su adeala, á excepcion de lo que deban llevar por su racion las partes de Compañía. OBLIGACION DEL GUARDAROPA
Habiéndose habilitado á los Guardaropas de las dos Compañías en sus antiguas plazas, y declarádoseles el partido de los diez reales, que tenían antiguamente como partes de Compañía, deberán estos servir sus plazas en los mismos términos que lo han executado hasta ahora, sin que por ningun motivo puedan solicitar en la Caxa mas adealas, ni utilidad que la del partido que les corresponde. El alumbrado de la punta del Tablado, que hasta ahora ha estado al cuidado de los Autores, y ascendía su importe á quarenta reales en cada un dia de representacion, quiero que desde Pasqua de Resurreccion de este año corran con él los Guardarropas por la asignacion de treinta reales a cada 529 Se refiere a El montañés Juan Pascual, primer asistente de Sevilla, comedia de Juan de la Hoz y Mota, estrenada en 1708; véase Fuentes XVI, pág. 405b.
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uno, que se les abonarán del monton en cada dia de representacion, y con esta proporcion el aumento que tengan en las noches de Verano, con la obligacion de poner el mozo, ó mozos que necesiten para este ministerio por solos los referidos treinta reales de vellon, y un real mas, que se les considera por razon de la cerilla que se consume, dexando suprimidos á beneficio del Propio, y Compañías los nueve reales, que resultan de exceso en el alumbrado, y quatro reales, que gozaban por la asistencia del mozo. Asimismo quedan suprimidos los quatro reales diarios, que en clase de raciones de Compañía gozaban los Guardaropas; y porque ha llegado á mi noticia que en el año de 1767, ó el de 68, se les concedió esta gracia por relevar á las partes de Compañía de la contribucion del ochavo por real, que por práctica inmemorial daban al Guardaropa por el extraordinario trabajo de percibir sus adealas en la Caxa, se estará á la costumbre antigua en este particular; pues no es justo que por un servicio particular á las partes, y que no tiene conexion alguna con los gastos precisos de la representacion, se grave al Propio con nuevos impuestos. Será de la obligacion del Guardaropa conducir desde la casa del Autor al Coliseo todo quanto se necesite para el servicio de la Comedia; pero si fuere cosa mayor, y de peso, en este caso será de cuenta del Autor la satisfaccion del mozo, al modo que se practica en las demás Compañías Españolas, mediante á que todo lo que se abonaba á unos, y otros, queda comprehendido en el diario al Autor, y en el partido al Guardaropa. Se prohibe enteramente que en las listas del Guardaropa se ponga mas partida de las que van referidas, y las que se consideren de legítimo gasto: y mando á los Apuntadores principales cuiden de que se observe con la mayor exactitud esta formalidad al tiempo que firmen la lista, dando cuenta en la Caxa si las hallaren defectuosas: en inteligencia de que serán castigados severamente si no correspondiesen á esta confianza. El Reglamento expedido por mi antecesor el Sr. D. Andrés Gomez y de la Vega, con fecha de 2 de abril del año próximo pasado, para el gobierno de ambas Compañías, y el método que deben seguir en el trabajo de sus respectivos papeles las partes de que se componen, mando se observe inviolablemente quanto se previene en él. Y á fin de que todo lo referido tenga entero, y puntual cumplimiento, el Escribano de la Comision, á presencia de los Individuos de cada Compañía, haga saber esta resolucion á cada uno de los Autores, y executado que sea, se fixe un exemplar en la sala del Ensayo, entregándoles otro á los mismos Autores, Guardaropas, y Apuntadores principales; cuya diligencia, evacuada que sea, la pondrá el mismo Escribano en la Contaduría del Propio de Comedias. Madrid 22 de Marzo de 1777.—D. Joseph Antonio de Armona.—[Rúbrica.]
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El Sr. don José Antonio de Armona, Corregidor de esta Villa, falleció en 23 de mayo de 1792. En medio de sus ocupaciones halló siempre algún tiempo que destinar a la literatura, que era su recreo privado. Dejó escrita una Historia de los theatros de Madrid desde sus principios hasta el estado actual que tienen en el día. En ella desenvuelve el autor los principios de la poesía dramática de nuestra lengua y hace el elogio de los poetas que se distinguieron en este género. La crítica, la erudición en nuestra literatura nacional y la puntualidad de noticias de los theatros de la Corte son las partes que constituyen el mérito de esta obra. Extracto de las actas de la Academia de San Fernando desde 4 de agosto de 1790 hasta 20 de agosto de 1797. Era entonces Secretario de la Academia don Isidoro Bosarte 530 .
Catálogo de los Corregidores de Madrid desde el año de 1219 hasta el presente de 1786, formado con vista de los documentos del mismo archibo y de lo que consta en varios autores, impresos y manuescritos 531 . Siglo XIII 1. Por el año de 1219 consta que era Justicia mayor de Madrid Rodrigo Rodríguez, y no hay continuación de este siglo en el archivo … … … … … … … … … … … … … … … … …
1219
Siglo XIV 2. Consta que en el año de 1339 governavan la Villa los dos estados, noble y general… … … … … … … … … … … … … 3. Consta igualmente que en el año de 1346 se nombraron Regidores para su govierno por el Rey don Alfonso XI, que celebró Cortes en Madrid siendo Corregidor Francisco Luján …
1339 1346
Siglo XV 4. Juan de Araso, Corregidor en el año de … … … … … … … … 5. Diego de Valderrábano, Asistente en… … … … … … … … …
1458 1465
530 Esta nota manuscrita aparece en una hoja insertada al principio del primer tomo de las Memorias. Está escrita en una letra decimonónica que no hemos logrado identificar. 531 Esta lista aparece al principio del primer tomo. Véase J. Faraldo y A. Ullrich, Corregidores y alcaldes de Madrid, MCCXIX–MCMVI (Madrid: E. Alonso, 1906).
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6. Diego Caveza de Baca, Asistente en 1472; y desde este tiempo cesaron los alcaldes ordinarios, nombrando por sí el Corregidor un Teniente letrado para los pleytos y causas que ocurriesen … … … … … … … … … … … … … … … … … 7. Fernando Gómez de Ayala fue nombrado Corregidor en el año de … … … … … … … … … … … … … … … … … … … 8. Juan de Bobadilla en … … … … … … … … … … … … … … 9. Alonso de Heredia en … … … … … … … … … … … … … 10. Rodrigo de Mercado en … … … … … … … … … … … … 11. Juan de Torres en … … … … … … … … … … … … … … 12. Antonio García de la Quadra en … … … … … … … … … … 13. Alonso del Águila en … … … … … … … … … … … … … 14. Juan Pérez de Barradas… … … … … … … … … … … … … 15. El Doctor Pedro Suárez de Frías el mismo año de … … … … 16. Tristán de Silba en … … … … … … … … … … … … … … 17. Juan de Balderrama en … … … … … … … … … … … … … 18. El Lic. Christóbal de Toro en… … … … … … … … … … … 19. Alonso Martínez de Angulo en … … … … … … … … … …
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1472 1473 1477 1479 1481 1483 1484 1485 1487 1487 1491 1492 1494 1499
Siglo XVI 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42.
El Lic. Lorenzo de Maldonado en … … … … … … … … … Don Pedro Vélez de Guevara en… … … … … … … … … … Sancho Pérez Machuca en … … … … … … … … … … … Francisco del Nero en … … … … … … … … … … … … … Pedro Baca el mismo año de … … … … … … … … … … … Don Pedro Corella en … … … … … … … … … … … … … Don Alonso de Castilla en … … … … … … … … … … … Don Juan de Guevara en … … … … … … … … … … … … Lic. de Astudillo en… … … … … … … … … … … … … … Don Martín de Acuña en … … … … … … … … … … … … Juan Manrique de Luna en … … … … … … … … … … … Don Pedro Ordóñez de Villaquirán en … … … … … … … … Antonio Bázquez de Zepeda en … … … … … … … … … … Pedro de Quijada en … … … … … … … … … … … … … Marcos de Barrionuevo el mismo año de … … … … … … … Don Sancho de Córdova en … … … … … … … … … … … Doctor Suárez de Toledo en … … … … … … … … … … … Pedro Núñez de Avellaneda en … … … … … … … … … … Lic. Antonio de Mena en … … … … … … … … … … … … Don Alonso de Tovar en … … … … … … … … … … … … Lic. Alfaro en … … … … … … … … … … … … … … … Don Juan de Acuña en … … … … … … … … … … … … … Lic. Céspedes de Obiedo en … … … … … … … … … … …
1503 1506 1508 1510 1510 1514 1516 1518 1520 1521 1522 1528 1531 1535 1535 1537 1540 1541 1543 1544 1547 1548 1551
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43. 44. 45. 46. 47. 48. 49. 50. 51. 52. 53. 54. 55. 56. 57.
FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO: XIV
Lic. Arévalo en … … … … … … … … … … … … … … … Rui Barba Coronado en … … … … … … … … … … … … Don Jorge de Beteta en … … … … … … … … … … … … Don Francisco Argote el mismo año de … … … … … … … Don Ruiz de Villaquirán en … … … … … … … … … … … Don Francisco Sotomayor en… … … … … … … … … … … Doctor Pernia en… … … … … … … … … … … … … … … Don Antonio de Lugo en … … … … … … … … … … … … Don Lázaro de Quiñones en … … … … … … … … … … … Lic. Martín de Espinosa en … … … … … … … … … … … Luis Gaytán de Ayala en … … … … … … … … … … … … Don Alonso de Cárdenas en … … … … … … … … … … … Luis Gaytán de Ayala 2ª vez en … … … … … … … … … … Don Rodrigo de Águila en … … … … … … … … … … … Mosén Ruví de Bracamonte … … … … … … … … … … …
1557 1559 1561 1561 1563 1565 1567 1569 1573 1575 1579 1583 1587 1592 1599
Siglo XVII 58. 59. 60. 61. 62. 63. 64. 65. 66. 67. 68. 69. 70. 71. 72. 73. 74. 75. 76. 77. 78. 79. 80. 81. 82. 83.
Lic. Silba de Torres en … … … … … … … … … … … … … Don Gonzalo Manuel en … … … … … … … … … … … … Don Pedro de Guzmán en … … … … … … … … … … … … Don Francisco de Villasis en … … … … … … … … … … … Don Juan de Castro y Castilla en … … … … … … … … … Don Francisco de Brizuela y Cárdenas en … … … … … … … Don Nuño de Moxica en … … … … … … … … … … … … El conde de la Revilla en … … … … … … … … … … … … Don Juan Ramírez Freyle de Arellano en … … … … … … … Don Francisco Arévalo de Zuazo en … … … … … … … … Don Álbaro Queypo de Llano y Valdés en … … … … … … El conde de Torralba en … … … … … … … … … … … … El vizconde de la Laguna en … … … … … … … … … … … El conde de Covatillas en … … … … … … … … … … … … Don Álbaro Queypo de Llano y Valdés 2ª vez … … … … … Don Martín de Arrese Jirón en … … … … … … … … … … El marqués de Casares en … … … … … … … … … … … … Don Alonso de Navarra y Haro en … … … … … … … … … Don Francisco de Herrera Enriquez, el 1º de Carlos II* … … Don Baltasar de Rivadeneyra en… … … … … … … … … … Don Francisco de Herrera Enríquez 2ª vez … … … … … … El marqués de Vgena en … … … … … … … … … … … … El marqués de Campo Sagrado en … … … … … … … … … El marqués de Valhermoso en … … … … … … … … … … Don Francisco Ronquillo en … … … … … … … … … … … El conde del Arco y de Guaro en … … … … … … … … …
1602 1607 1612 1618 1622 1625 1630 1634 1638 1641 1647 1649 1650 1652 1654 1657 1659 1664 1666 1672 1678 1679 1682 1683 1690 1694
ARMONA: MEMORIAS CRONOLÓGICAS, I
84. Don Francisco de Vargas y Lezama en … … … … … … … 85. Don Francisco Ronquillo, 2ª vez por causa del tumulto del año de… … … … … … … … … … … … … … … … … …
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1697 1699
Siglo XVIII 86. Don Fernando Matanza en … … … … … … … … … … … 87. Don Alonso Pérez de Saavedra y Narváez, conde de la Jarosa, en … … … … … … … … … … … … … … … … … … … 88. Don Antonio Sanguineto y Zayas en … … … … … … … … 89. El conde de la Jarosa 2ª vez en el año de … … … … … … … 90. El marqués de Vadillo en … … … … … … … … … … … … 91. Don Martín González de Arce en … … … … … … … … … 92. El marqués de Montalto en … … … … … … … … … … … 93. El conde de Maceda, Governador político y militar por el Sr. don Fernando VI, nueva forma que duró poco, en … … … … 94. El marqués del Rafal** en nobiembre de … … … … … … … 95. Don Francisco de Luján y Arce en … … … … … … … … … 96. Don Alonso Pérez Delgado en … … … … … … … … … … 97. Don Andrés Gómez de la Vega, Yntendente general de exército del reyno de Valencia, en … … … … … … … … … … 98. Don Josef Antonio de Armona y Murga, Yntendente general de exército del reyno de Galicia, desde 12 de enero de 1777. Es Corregidor actual y ha formado este cathálogo, por no haverle hasta ahora.
1703 1707 1710 1713 1715 1730 1731 1747 1747 1753 1765 1776
* [Nota de Armona:] «Este Corregidor Herrera publicó vando en Madrid para el primer alumbrado de las calles y plazas por la noche. Don Juan de Austria, hermano de Carlos II, mandava en 1678, y quiso hacer lo mismo que Luis XIV hizo en París por aquel tiempo. Fue a costa de los vecinos, y así duró poco. Don Juan de Austria, que murió en 1679, no tuvo tiempo para acavar de establecer el proyecto, que por otra parte fue bien murmurado y mui mal recivido del vecindario pobre de Madrid.» ** [Nota de Armona:] «El marqués del Rafal fue el primero en quien se vnieron las tres judicaturas que han gozado y gozan hoy sus succesores. Esto es, la de Corregidor de Madrid, Superintendente general de sisas reales y municipales y Juez Protector y privativo de todos los theatros cómicos y representantes de España. Antes estuvieron repartidas en tres ministros diferentes. Esta reunión provino de la novedad que se hizo en Madrid para establecer el govierno del Teniente general, conde de Maceda.»
TOMO II
[1] Discurso original sobre hacer útiles y buenos los theatros y los cómicos en lo moral y en lo político, y La Theodora, tragedia traducida del francés al castellano por el Exmo. Sr. duque de Híjar 1 . PRÓLOGO Todos los males que se obserban y acaecen en el mundo tienen su origen en el desarreglo de las costumbres, o por falta de educación política y christiana o por excesos de libertad en las diversiones y concurrencias públicas. El arrancar esta raíz tan perniciosa deviera ser la continua tarea de los verdaderos amantes de la patria, proponiendo a este fin los medios más conducentes para su logro; y nunca mejor época para berificarlo en España que la presente, en que se fomentan y protegen las sociedades cuio principal instituto es el de la felicidad pública. Mas no por esto ha de dejar cada uno en su particular de cooperar a obgeto tan recomendable; las personas que por providencia divina están constituidas en la más alta clase de la república deben ser las que más se esmeren y sobresalgan, para que con su egemplo, o su protección, se animen y aliente[n] las demás. Yo, por mi parte, he procurado dar una prueva de mi buen deseo, traduciendo del francés al castellano la obra de El amigo de la jubentud 2 , donde 1
Duque de Híjar (Pedro Pablo Alcántara de Silva Fernández de Híjar y Abarca de Bolea, X duque de Híjar), Discurso sobre hacer útiles y buenos los teatros y los cómicos en lo moral y en lo político, publicado anónimo en el Correo de Madrid entre 23 de abril y 3 de mayo de 1788, y el mismo año en una edición de 40 ejemplares, todos desaparecidos. Véase Javier García Menéndez, «El Discurso sobre hacer útiles y buenos los teatros y los cómicos (1784) del Duque de Híjar», Dieciocho, 26 (2003), 295–316, una edición del texto con un estudio, en el que García Menéndez corrige la atribución errónea al XI duque de Híjar, Agustín Pedro de Silva Fernández de Híjar y Portocarrero, en Cotarelo, Controversias págs. 360b–362a, puesto que éste sólo tenía once años en 1784, cuando se compuso el Discurso. Armona sacó esta copia del original que le mandó el propio duque; véase la correspondencia que reproduce después del Discurso. Señalamos en las notas, con la referencia «Híjar», las variantes del texto publicado por García Menéndez, basado en la versión publicada en 1788, con respecto al de Armona, copiada en 1785. Falta el prólogo en el texto publicado. La Theodora debe ser Théodore (1646), tragedia de Pierre Corneille. No hemos localizado la traducción del duque. 2 Se refiere a la obra reciente de Jean-Jacques Fillassier (o Filassier), Éraste, ou l’ami de la jeunesse: entretiens familiers, dans lesquelles on donne aux jeunes gens de l’un et de l’autre sexe des notions suffisantes sur la plupart des connoissances humaines (París: Vincent, 1773). No consta que llegara a publicarse la traducción del duque. Apareció después la de Fernan-
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[1: Híjar]
se dan a los jóvenes instrucciones y documentos admirables sobre el dogma y moral de la religión, con un méthodo tan claro y sencillo que puede acomodarse a toda clase de estados y condiciones. Y ¿quién dudará de que una obra de esta especie sea de las más útiles? La religión enseña a ser buenos vasallos del Rey, buenos ciudadanos y finalmente hombres buenos; porque ella recomienda la devida subordinación a los superiores, la buena armonía y sencillo trato con los iguales, arregla y corrige las malas costumbres, abomina del ocio, anima el travajo, detesta las usuras, quiere la buena fe en los contratos, es enemiga de la mentira, ama la verdad, castiga la injusticia, atiende la equidad y el proceder: en una palabra, proscribe todo lo malo e inspira, persuade y premia todo lo bueno. ¡Oh con quánta razón exclamó el célebre Monsieur Duguet 3 que aquel reyno es más feliz donde está mas arraigada la religión! De tanta importancia es la obra que traduge, aprovechando los ratos que me dejavan libre otras indispensables precisas obligaciones; pero, advirtiendo que no todos los hombres pueden vivir solitarios en medio del mundo y que no son los únicos males que en él dominan aquellos que se castigan por los magistrados con las penas impuestas por las leyes, pues hay otras más terribles, por más disfrazados y comunes, que comprehenden con más generalidad en toda clase de gentes, quales son los que producen la diversión del theatro, necesaria en los pueblos grandes, he crehído que si éstos se arreglasen como combiene, no sólo cesarían los daños de que puede ser causa, sino que se le haría servir a la instrucción y utilidad de aquellos que le disfrutan. Mucho tiempo estube luchando con mi pensamiento, temeroso siempre de estenderle por escrito, considerando lo arduo de la empresa y mi corta capacidad para desempeñarla, hasta que al fin, animando mi justa timidez, he significado mi modo de pensar en este discurso, sin la jactancia de que se siga el rumbo que propongo, sino de que se tome lo que tubiere de proporcionado, se aumente lo que pareciere más conforme y se logre el arreglo del theatro, de que hay tanta necesidad en España. He puesto a continuación la traducción de una tragedia de Pedro Corneille (uno de los más célebres autores de Francia), intitulada La Theodora 4 , tomado el succeso del libro segundo De vírgenes, que escrivió San Ambrosio, para hacer demostrable que se pueden unir en el theatro lo agradable y lo v´til: en ésta se be el contraste de las pasiones, ya de la religión, en Theodora, ya del amor, en Plácido, y ya de la rabia y de la benganza, en do Romero de Leis: Jean-Jacques Fillassier, Erasto, ô el amigo de la juventud: lecciones familiares sobre la mayor parte de los conocimientos humanos [...]. Traducida del original francés por D.F.R.L. (Madrid: Blas Román, 1797). 3 Jacques Joseph Duguet (1649–1733), orador y teólogo jansenista. 4 Théodore, vierge et martyre (1645) fue en su día uno de los más notables fracasos de Corneille. No consta que llegara a publicarse la traducción del duque.
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Marcela; los perjuicios que causa la ambición en los que deben governar con desinterés se observa por la conducta de Valente, que dio lugar a la muerte de Theodora, y Didimo, a la desesperación de Marcela y a la de Plácido. Por último, se adbierte que, siendo de amores todo lo que se trata y de prostitución el castigo con que se amenaza y sufre Theodora, está todo puesto con tanta limpieza y jugado el lance principal con tanto decoro que no deja que apetecer aun a los oídos más puros. Que esta pieza tiene interés, que suspende, que dibierte y que instruye, ¿podrá negarse? Pues háganse por este rumbo u otro semejante todas las representaciones, y créase de buena fee que las resultas han de ser favorables. No quiero escusar ni las faltas que pueda tener el discurso ni la traducción de la tragedia, porque todas espero me las disimulen por el buen deseo con que he emprendido este travajo, y porque nadie me gana ni a nadie cedo en interesarme por quanto pueda coadyubar al beneficio común de mis paysanos y de mi patria. DISCURSO SOBRE HACER ÚTILES Y BUENOS LOS THEATROS Y LOS CÓMICOS EN LO MORAL Y EN LO POLÍTICO
No consiste la felicidad de los estados en sólo los asuntos grandes; éstos, por su misma naturaleza y por las resultas que prebienen, ocupan seriamente la atención de los magistrados, se examinan con reflexión, se tratan con pulso, se rebuelben con maduro consejo, y así producen regularmente los buenos efectos que se desean. Los asuntos que parecen regulares, tribiales 5 y aun comunes merecen también el cuidado del govierno, y suele depender de ellos, no menos que de los otros, la felicidad pública, o por ser frecuentes o por lo que influyen en el trato civil de las gentes o por otras razones, y, componiéndose un estado de cosas grandes y pequeñas, todas merecen su atención respectiba. La materia de que se ba a hablar será despreciable para el concepto de algunos que únicamente la miren por la corteza o superficie, pero mui importante para los que atiendan 6 a su substancia y a su extensión. La preocupación de muchos no es razón sirva de rémora en el feliz tiempo que disfrutamos y en que se superan los maiores incombenientes, quando se trata del bien público. Este deseo propio de un buen patricio debe alentar a qualquiera, a pesar de la timidez de su genio, para trasladar al papel las reflexiones de su estudio o meditación. Vn theatro arreglado en todas sus partes se presenta como un manantial fecundo, del que sale un caudaloso río cuias aguas ban fertilizando todos los parages por donde pasan, siendo, por el contrario, un theatro desarre5 6
Híjar: «Los asuntos que parecen triviales ». Híjar: «atienden».
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glado, por falta de civilidad o por exceso de disolución, un charco cenagoso y profundo donde se ahogan unos y peligran otros 7 . Así pues, como sería una de las maiores ventajas para la vida el limpiar todos los pantanos que inficionasen los pueblos, del mismo modo lo será para la vida civil y aun para las buenas costumbres el limpiar los theatros de quanto tengan de nocibo, hasta dejarlos en el arreglo que corresponde. Para comprehender mejor lo importante de la materia, bastará decir que la comedia es imitación de las perfectas y virtuosas acciones 8 , espejo de lo que pasa e imagen de la verdad 9 , y si todos estos dictados combienen a las representaciones, ¿de qué utilidades no será susceptible el theatro? Éste hará aborrecible el vicio, amable la virtud y plausibles las acciones heroicas, al propio tiempo que instruya en las reglas de la equidad y del pundonor, en las máximas justas y equitativas y en toda suerte de buena doctrina, con tanta maior ventaja quanta es la maior impresión que hacen en los ánimos aquellas cosas que se perciben por los ojos. No será, pues, abanzar demasiado si se quiere añadir que el teaotro [sic] 10 es la escuela más pública donde, con pretexto de recreo, concurre todo el pueblo sin distinción de clases ni estados, reflexión que por sí sola pide la más escrupulosa atención de los que mandan. ¿Qué cuidado no se pone en los seminarios para la educación de los niños? ¿Qué reglas en las vnibersidades para la buena dirección de los estudios? ¿Que vigilancia por los ministros encargados del govierno de los pueblos para que se porten como deben todos sus vecinos, evitando los fraudes, los escándalos y todo género de excesos? ¿Qué leyes tan prudentes no se promulgan para la policía? Pues todas estas cosas se reúnen en el teatro: allí se instruyen los jóbenes, se aprenden las costumbres, se hacen demostrables por la acción los principales puntos de la historia, donde se descubre la buena o mala política de los hombres, las acciones laudables y las que no lo son, los usos y prácticas de cada siglo, sus vicios y sus virtudes, las ydeas de lo que se debe seguir y de lo que se debe evitar, premiado el mérito y corregido el delito. Finalmente, allí hay doctrina para todos, haciendo amable lo bueno y aborrecible lo malo. A la dibersión de un theatro arreglado atribuye entre otras causas un célebre autor de nuestro tiempo 11 la grande literatura de los griegos, y añade
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Híjar: «peligran unos y se ahogan otros». Nota original: «(1) Arist[óteles], en Poética.» 9 Nota original: «(2) Cicerón.» 10 Híjar: «teatro». 11 Nota original: «(3)» (no hay ninguna nota aquí en el manuscrito). Híjar: «(3) Abate Andrés, tom. I, p. 37 y 38.» El «abate Andrés» es el erudito jesuita Juan Andrés y Morell (1740–1817). El autor se refiere al primer tomo de su Dell’Origine, progressi e stato attuale d’ogni letteratura, 7 vols. (Parma: Dalla Stamperia Reale, 1782–1799), traducido al castellano, como Origen, progresos y estado actual de toda la literatura, por su hermano Carlos Andrés, 10 vols. (Madrid: 8
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que no se atreberá 12 a decidir que la literatura francesa debe tanto a Cartesio como a Corneille, porque aquél se limitava a la enseñanza de algunos filósofos y mathemáticos y éste se elebaba a maestro de todos, pues en un drama bien hecho todos allan pasto para su entendimiento y para su instrucción. Y a la verdad, ¿quánto maior será el número de los que concurren al teatro que carecen de más nociones que las que en él se aprenden 13 ? ¿Quánto el de aquellos en quienes la sátira o mofa de la escena hará mas impresión para su escarmiento que las vehementes exortaciones de los púlpitos, de las que acaso huyen temerosos? ¿Quánto el de los que, embebidos en el amable aspecto de las acciones piadosas y nobles y horrorizados de las contrarias, tendrán siempre un despertador para su conducta? Si en estos términos el teatro arreglado y corregido es útil y combeniente, será también un principio de buen govierno el protegerle y fomentarle, porque no estando el mal en el teatro sino en el abuso que de él se hace, y siendo justo mantener al público sus dibersiones, cuia práctica está authorizada con la más antigua costumbre de todos los reynos del mundo, será una finísima política cortar los excesos que se pueden cometer y hacer instructiva la dibersión. Así se practica en los seminarios más respetables de la educación de la nobleza, donde por pasatiempo honesto y desaogo de los estudios se hace uso del teatro, y aun entra allí parte de la enseñanza, porque alienta a hablar en público, a presentarse bien, a rebestirse de los afectos 14 que corresponde, a amar la buena poesía y conocer el mérito de las obras dramáticas. Es verdad que no se podrá conseguir todo esto de el común de las gentes, mas se lograrán unas cosas en unos y otras en otros, y en todos, desde luego, que se dibiertan con decoro y con utilidad. Ya en España en estos últimos años se empezó a tratar este punto, pero se quedó como en embrión por ciertas incidencias que no tienen conexión alguna con este escrito. Razón será que se entre desde luego a llebar a efecto aquellas buenas ideas hasta dejarlas perfeccionadas; abrir un camino para su logro es todo el designio de este discurso, no para que se siga como se produce, pues fuera notable temeridad y presunción, sino para que, tomando lo que fuese oportuno y añadiendo lo que se creyese más adaptable, logre la nación, además de las utilidades que ban indicadas, la gloria de que las demás que piensan tener ya sus theatros con toda la policía de que son susceptibles, la imiten en llebarlos a su maior perfección. Todo el pen-
Antonio Sancha, 1784–1806). Hay edición moderna con el mismo título, en 6 vols., coordinada por Pedro Aullón de Haro (Madrid: Verbum, 1997–2002). 12 Híjar: «atrevería». 13 Híjar: «las que en él aprenden». 14 Híjar: «efectos».
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samiento se reduce a 15 dos palabras: buenas comedias, buenos cómicos, para que de ambas resulte un buen theatro. BUENAS COMEDIAS No se halla nuestro theatro en aquel deplorable estado de disolución que obligó a los lacedemonios a prohibir las comedias y las obras de Archito porque no se inficionasen los jóbenes 16 , ni con unos farsantes como aquellos de quienes opinó Platón 17 debían hecharse de la ciudad; mas no por eso está corregido en lo moral ni en lo político. No se hablará de lo primero, por ser ageno de la profesión del autor de este discurso, y porque si se lograse en lo segundo la reforma que se desea, se vería tambien en lo 18 moral por una correspondencia precisa, pues quedarían quitadas del todo las causas que se pueden oponer a que sean indiferentes las comedias 19 . Las compañías de nuestros cómicos reúnen en sí todas las variedades de las de los antiguos griegos y romanos: ya hacen funciones heroycas, ya trágicas y ya también las de los pantomimos y demás de esta clase, con lo que se berifica una mezcla ridícula de lo magestuoso con lo vajo, de lo serio con lo bufón, de lo triste con lo alegre, de las buenas máximas con la agudeza superficial y de la moderada sátira con la immoderada, que casi raya a la desbergüenza. De esta confusión probiene el que muchas veces se noten, a pesar de las precauciones que oi rigen, varios excesos, ya de parte de los compositores, ya de parte de los cómicos, con especialidad en las tonadillas y sainetes, donde aparece la libertad disfrazada con el chiste 20 . Vn diestro jardinero que apetece conserbar solamente aquellas flores de buen olor y bista y aquellos árboles de sazonado fruto, cuida diligente de arrancar las plantas inútiles y perjudiciales y los árboles infructíferos, hasta dejar su posesión con el maior esmero y adorno. A este modo se pudiera hacer con nuestros theatros: en cada parage donde le hubiese, debería ponerse un director con amplias facultades para que no permitiese otras representaciones que las que estubieren aprobadas. Este director cuidaría también de la conducta de los cómicos, como juez immediato de todos ellos, prestándole el govierno del pueblo respectibo todo el auxilio que necesitase, debiendo recaer este encargo en persona de instrucción y respeto que le pudiera desempeñar y corresponder a la confianza de cometérsele la superintendencia de este importante ramo de policía. 15
Híjar: «se reduce, pues, a». Nota original: «(1) Val. Max. Lib. VI. Cap. 3.» 17 Nota original: «(2) Lib. I. de República.» 18 Híjar: «la». 19 Nota original: «(3) San Buena Vent[ura] 4ª d 16a duª pte. 1ª de la distinción duª 13ª.» 20 Nota original: «(4) No se motejan todos los sainetes y tonadillas, pues hay de uno y otro cosas mui buenas.» 16
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En París, donde se ha puesto el maior esmero sobre la cultura y buen gusto de los theatros, dependen éstos immediatamente del patrocinio regio y gozan los actores del título de comediantes del Rey, siendo su jefe único y pribatibo juez el gentilhombre de camara que está de año de servidumbre 21 , y el Exmo. autor de quien se ha sacado esta noticia asegura 22 que la immediata protección que logran del trono hace que conserben aquel decoro y decencia que se obserba y causa el grande auge en que se alla esta parte tan esencial de la buena policía, que tan poderosamente influye en el moral y en los morales vrbanos 23 . La protección y la dirección son las dos manos que deben obrar en la reforma y arreglo del theatro o el jardinero que arranque las plantas perjudiciales y que cuide de la conservación y aumento de las útiles. Para separar las comedias y tragedias buenas de las malas, para enmiendas 24 y para deshechar enteramente las inútiles, desarregladas y nocivas, sería mui del caso una mesa censoria compuesta de seis sugetos: los dos theólogos 25 , para que cuidasen de lo respectibo al dogma y moral, y los quatro restantes sugetos de buen gusto 26 y literatura competente a 27 examinar las obras que hayan de representarse, y siendo éstas comprehensibas de historia, de mithología, de cuentos morales, etcétera, resulta quál debe ser la amena y fecunda erudición de que han de estar instruidos los censores, además de poseer todas las reglas de la poética para poder calificar el mérito de la obra en todas sus partes. Oy se acostumbra en Madrid remitir las piezas nuevas que han de representarse a la censura de dos theólogos (que comúnmente son religiosos), uno nombrado por el Vicario y otro por el Corregidor, y con tan limitado tiempo que mientras una copia la está revisando el censor, otra está en el copiante que escribe los papeles para que los estudien los actores, y de aquí resultan dos males (que no pueden negar quantos concurren al theatro): el de no suprimirse lo que el censor previene, porque, ya aprendido por los cómicos, lo dicen aunque sea sin adbertencia, y el de que, como los censores, por su estado, no freqüentan las representaciones, aprueban lo que, escrito, no demuestra el daño con que aparece animado sobre las tablas. 21
Nota original: «(5) Década epist., cart. 8ª, pág. 208.» Se refiere a «Francisco María de Silva» (seud. de Pedro Jiménez de Góngora, duque de Almodóvar), Década epistolar sobre el estado de las letras en Francia: su fecha en París año de 1780 (Madrid: Antonio de Sancha, 1781). 22 Nota original: «(6) El Exmo. Sr. duque de Almodóvar, aunque con nombre supuesto, en la citada obra.» 23 Híjar: «las costumbres urbanas». 24 Híjar: «para enmendar y corregir las que fuesen susceptibles de enmienda». 25 Híjar: «seis personas: dos teólogos» 26 Híjar: «las cuatro restantes de buen gusto» 27 Híjar: «para».
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El travajo que precisamente habían de tomar los seis examinadores del theatro, o los seis vocales de la mesa censoria, sin duda sería grande y continuo, digno de aprecio y retribución; su nombramiento, para ser más recomendable, debiera ser, quando no de la persona misma de S.M., a lo menos de su primer Secretario de Estado, quien acordaría la dotación de sueldos que estimase corresponder a las tareas de que se encargaran 28 . Para dar principio a las buenas representaciones, ya fuesen cómicas o ya trágicas 29 , tenemos muchas de que usar desde luego y de las que, habiéndose algunas representado, merecieron la aceptación de todo el público, rindiendo entradas considerables. Este testimonio hace la apología de nuestra nación, que sabe como otra qualquiera apreciar las obras de mérito, y sabrá del mismo modo renovar la memoria de sus maiores, de quienes han tomado reglas y algunas piezas los estrangeros para sus teatros 30 , demostrando quán engañados discurren los que piensan ser gusto propio de la misma nación el 31 actual sistema de sus representaciones, que no se introdugeron hasta principios del siglo XVII 32 . De esta mudanza no tubo culpa 28
Híjar: «encargaban». Híjar: «o ya fuesen trágicas» 30 Nota original: «(7) Abate Andrés, tomo 1º; el mismo, cart[a] al Comendad[o]r Valente Gonzaga; Lampillas en su Ensayo apologético; Montiano, Discursos sobre la tragedia.» Para la primera referencia, al tomo 1º de Dell’Origine, progressi e stato attuale d’ogni letteratura de Andrés, véase n. 11 arriba. La carta citada es Carta del abate D. Juan Andrés al Señor Comendador Frey Cayetano Valenti Gonzaga, caballero de la Ínclita Religión de Malta, sobre una pretendida causa de la corrupción del gusto italiano en el siglo XVII (Madrid: Antonio Sancha, 1780), traducción del original italiano (Cremona: Manini, 1776), una comedida defensa de la literatura española, especialmente el teatro de Lope y Calderón, contra la acusación de haber corrompido las letras italianas. Véanse también Juan Andrés, Bolonia, Florencia, Roma: cartas familiares, I, edn. de Enrique Giménez López (Alicante: Universidad de Alicante, 2005); Guido Ettore Mazzeo, The Abate Juan Andrés: Literary Historian of the XVIII Century (New York: Hispanic Institute in the United States, 1965); Adolfo Domínguez Moltó, El abate D. Juan Andrés Morell (un erudito del siglo XVIII) (Alicante: Instituto de Estudios Alicantinos, 1978). «Lampillas» es el abate Francisco Javier (Xavier) Lampillas, otro jesuita expulsado de España. Se refiere a su Saggio storico-apologetico della letteratura spagnuola contro le pregiudicate opinioni di alcuni moderni scrittori (Genova, 1778–1781), traducido como Ensayo histórico-apologético de la literatura española contra las opiniones preocupadas de algunos escritores modernos italianos, 7 vols. (Zaragoza: Blas Miedes, 1782–1786). Véase María Sanhuesa Fonseca, «La obra de Javier Lampillas (1731–1810) y la defensa de la literatura y música españolas», en El mundo hispánico en el Siglo de las Luces: actas del Coloquio Internacional «Unidad y Diversidad en el Mundo Hispánico del siglo XVIII» (1994, Salamanca) (Madrid: Editorial Complutense, 1996), págs. 1193–1204. La última obra citada en esta nota es Agustín Montiano y Luyando, Discurso sobre las tragedias españolas (Madrid: Joseph de Orga, 1750), en el que incluyó su tragedia Virginia; le siguió en 1753 su Discurso II sobre las tragedias españolas, con su tragedia Ataúlfo. Véase Rosalía Fernández Cabezón, La obra literaria del vallisoletano Agustín de Montiano y Luyando (1697–1764) (Valladolid: Editora Provincial, Diputación, 1989). 31 Hïjar: «en el». 32 Nota original: «(8) Abate Andrés, cart[a] citada.» 29
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el público, sino es los cómicos que, faltos de instrucción y de buenos principios en su arte, adoptaron la novedad, y como dueños de la acción de admitir o repudiar las obras que les presentaban los autores, como que se las pagaban, dieron de mano a las que no se atemperaban con su gusto o con su capricho, a pesar de los combencimientos que tenían en las muchas que por entonces representaron buenas, con aplauso y utilidad de sus intereses 33 . Si desde el principio del siglo XVII se introdujo la novedad y desde entonces hasta aora no han faltado quienes hayan escrito algunas excelentes obras dramáticas 34 y traducido otras, será cierto que desde luego se puede hacer uso de ellas y, en el ínterin, dedicarse la mesa censoria al examen y arreglo de las que sean capaces de admitirle, sin que esta prolija operación se atropelle, pues son muchas las que se pueden recoger si se saben buscar, para que el público esté servido; a más de que los ingenios españoles, naturalmente agudos, penetrados 35 y sutiles en el razonamiento familiar, y que juzgan les es más permitido serlo en los versos, que es un razonamiento estudiado 36 , no dejarán de producir cada día nuebas comedias y tragedias con no inferior mérito que las más celebradas de Francia, pudiendo lisongearnos de que en brebe por estos medios se ha de lograr la reforma de nuestros theatros, haciendo que sean con sus oportunas representaciones una verdadera escuela de buenas costumbres. Si aun en medio del estragado gusto del día se han visto sugetos de recomendables circunstancias, por su cuna, por su talento o por su estado, que, dignos apreciadores de las buenas piezas del theatro, se han dedicado a componerlas o traducirlas 37 , ¿quánto maior será el de los que sigan sus 33
Nota original: «(9) Cervantes, en el prólogo de sus comedias; Abate Andrés, en la carta citada.» 34 Nota original: «(10) Se usa esta voz porque pueden representarse muchas que sin ser tragedias ni comedias son útiles y dibertidas, como son las zarzuelas o representaciones de versos y música, las pastorales y otras a que está acostumbrada la gente, y que, teniendo buena moral y las demás reglas del arte, no hay motibo para que no se usen.» 35 Híjar: «penetrativos». 36 Nota original: «(11) Masdeu, tomo primero, pag. 235, citando a Muratori, tomo primero, libro segundo, capítulo octavo.» Se refiere a Juan Francisco de Masdeu, Storia critica di Spagna e della cultura spagnuola in ogni genere: preceduta da un discorso preliminare: opera di Gianfrancesco Masdeu, 4 vols. (Fuligno: Pompeo Campana; Firenze: Pagani, 1781– 1788); versión ampliada en español: Historia crítica de España y de la cultura española, 20 vols. (Madrid: Antonio de Sancha, 1783–1805). Véase Roberto Mantelli, The Political, Religious and Historiographical Ideas of Juan Francisco Masdeu, S.J. (Nueva York: Garland, 1987). El autor citado es Ludovico Antonio Muratori (1672–1750); podría referirse a la edición Opere del proposto Ludovico Antonio Muratori, già bibliotecario del serenissimo signore duca di Modena, 13 tomos en 19 vols. (Arezzo: Michele Bellotti, 1767–1773). 37 Nota original: «(12) Don Agustín de Montiano compuso dos tragedias. El duque de Medina Sidonia tradujo dos del francés. El marqués de Palacios, tres. Vna el marqués de San Juan. Don Melchor de Jovellano [sic], del Consejo de Órdenes, ha compuesto una comedia y una tragedia. El autor de este discurso tradujo otra, y varias compuestas y tradu-
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huellas quando, arreglado el theatro en todas sus partes, obserben la utilidad que produzcan sus tareas y el aplauso que logran? Se hará entonces el theatro obgeto digno de la ocupación de muchos estudiosos y eruditos que hoy se desdeñan de entender en este punto. No serán ya los cómicos los arbitrios [sic] 38 de recibir ni de repudiar sus obras; pasarán solamente por la censura de sugetos de talento que sabrán discernir y dar todo su valor al mérito que en sí tengan, y bolberá a ser tratada la poesía dramática como un ramo de ciencia, y ciencia mui apreciable; ocuparán los autores un lugar distinguido en la estimación de las gentes y hallarán también sus producciones en el ilustrado Govierno que nos dirige aquella benebolencia y aceptación que lograron las obras de Homero del grande Alexandro. Vnas representaciones de la clase que indico nada tendrán de reprensibles, no seran indignas de un reino cathólico ni de un país civilizado; pues si las acciones que recrean y causan solaz al hombre, hechas por buen fin y sin otra mala circunstancia, son lícitas y buenas 39 , ¿por dónde han de dejar de serlo aquéllas que, al mismo tiempo que diviertan, instruyan? Antes bien resultarían muchas utilidades que acreditaría la experiencia y que serían para el tiempo succesibo uno de los maiores testimonios de la actual feliz época de la nación. Lo mismo que queda dicho acerca de las piezas principales se debe egecutar con las que llamamos tonadillas y sainetes. No está reñido el chiste con la decencia, ni deja de ser grata la música porque la acompañe una letra inocente; sin la amargura de lo licencioso será más dulce, y sin los ridículos caracteres de los antiguos mimos y pantomimos de los griegos y los romanos ni la chocarrería de los libertinos pueden y deben ser los sainetes no menos agradables, porque todas las cosas son mejores quanto más buenas. Estas piezas aprovadas por la mesa censoria y estos sainetes y tonadillas habían de ser igualmente las que se representasen en los teatros de fuera de Madrid, y no otras, sobre cuio particular debería poner todo cuidado y vigilancia su respectibo director. Se ha insinuado sobre las representaciones alguna cosa de lo mucho que ofrece la materia, para que, atendida su importancia, pueda tratarse del más oportuno remedio; pero como también sea otra parte principal la de la re-
cidas por Huerta, Asensio, Moratín, don Ramón de la Cruz, don Fermín Laviano y otros.» En el texto publicado, esta nota termina: «[...] don Melchor de Jovellanos, del Consejo de Órdenes, ha compuesto una comedia y una tragedia; y otros muchos.» 38 Híjar: «árbitros». 39 Nota original: «(13) Doctor Navarro en su obra manuescrita De recreaciones y fiestas publicas, citando a Arist[óteles], lib[ro] 4º de su Etica, y a Santo Tomás, Secunda Secundae, quest[io] 168.»
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forma o arreglo del teatro el ramo de cómicos 40 , se pasa a exponer en este particular las reflexiones que ha subministrado una seria meditación. BUENOS CÓMICOS Esta segunda parte consta de muchos puntos que parecerán escabrosos; mas no por eso deberán omitirse si fuesen positivas las utilidades que ofrecen. Las buenas providencias de nuestro Govierno han superado maiores incombenientes con sus sabias resoluciones siempre que lo ha exigido la razón, y vencerán también los obstáculos que pueden ocurrir para este nuevo sistema. La poca estimación y la mucha necesidad de nuestros cómicos son la verdadera raíz de los excesos que se les atribuye, y si aun con estos tropiezos ha havido y hay entre ellos no pocos que se han conducido y conducen con juicio, ¿qué no podrá esperarse de todos, siempre que se arranque esta raíz, causa de muchos males? El honor y el temor son dos poderosos frenos para los vicios, aunque es mucho maior el primero, por el interés que tiene el amor propio, conque donde falta el honor y se añade la necesidad, ¿qué no ha de resultar por términos regulares 41 ? Puede tenerse por admirable lo que no sucede. La fina política de los estados pide que se faciliten los medios para que todos sus miembros sean útiles, no sólo con respeto a su destino, egercicio o profesión, sino con atención al común, de forma que no basta (pongo el caso) que sea un carpintero hávil en su taller; es también necesario que no sea perjudicial al pueblo con sus excesos. Para lograr ambos extremos se han tomado precauciones prudentes y providencias arregladas, premiando y atendiendo el 42 mérito de los que sobresalen en su oficio, y, lo que es más, se ha despachado a favor de los artesanos en el año pasado de 1783 una Real cédula que, al mismo tiempo en que les distingue mucho, les anima a que cumplan con honradez sus destinos y que no tengan a menos valer que les sigan sus hijos, precabiendo de este modo el desordenado amor de muchos padres que, deseando darles carrera más brillante, criaban un número abundante de ociosos, quantos heran los que no lograban el acomodo que apetecían, y el abandono de unos oficios útiles a la república y cuios establecimientos 43 son tan necesarios y provechosos. Es verdad que el egercicio cómico no es preciso y que solamente por tolerancia subsiste en las cortes y en las grandes ciudades, pero la antigüedad que tiene, el acogimiento que disfruta en casi todos los reynos de Europa, la protección que ha obtenido y cuidados del govierno para su adelantamiento y perfección, le ha hecho ya casi necesario, y puede llegar a ser 40 41 42 43
Híjar: «a ramo de cómicos» Híjar: falta «por términos regulares». Híjar: «al». Híjar: «adelantamientos».
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provechoso: así lo consideró el célebre legislador de Roma, Numa Pompilio 44 , quando estableció en una de sus leyes que guardasen 45 los entretenimientos públicos, haciéndose con la moderación y modestia devida; y Honorio 46 amonestó a todos los governadores y jueces diesen ayuda y favor para que no se quitasen las dibersiones que tenían de costumbre los pueblos y que las presenciasen, no siendo menos digno de atención el modo como las autorizó Julio César 47 . No se dice por esto que a los cómicos 48 se le 49 den todas aquellas distinciones que lograron entre los griegos, que tenían por tan honrado el egercicio que Aristodemo, uno de los más célebres oradores, no se desdeñó de adoptarle, ni le sirbió de óbice para que los athenienses lo embiasen por su embajador a el gran Filipo, sino que se les atienda con un respectibo honor a su clase o como unos hombres que, destinados a serbir al público en su honesta dibersión e instructibo recreo, son acreedores de alguna atención del mismo público a quien sirben, y si con justa causa se protegen las artes y oficios y se les condecora, con la misma o maior se debe hacer con los cómicos; aquéllos sirben para el cuerpo, éstos para el espíritu, y son mucho más apreciables las cosas que tocan al espíritu que las que pertenecen al cuerpo. ¿Por qué han de merecer más distinción que los cómicos otras gentes positivamente perjudiciales? ¿Que por bentura está el mal en sólo la voz, o el hombre 50 ? Si no fuera por el temor de exceder, fuera fácil probar quáles son las personas de quien se habla; pero debe dejarse este discernimiento y graduación a la censura del Govierno, a quien corresponde y a cuia prespicacia [sic] 51 no puede ocultarse de ningun modo. La vileza solo está en el delito; todos pueden ser hombres buenos en sus destinos y aun havilitarse para otros. Haviéndose demostrado quáles deben ser las representaciones, se pregunta aora: ¿qué tendrán estas de parecido, ni los actores, a los pantomimos, mimos y demás de los antiguos? Sobre aquéllos únicamente recayeron las leyes de los emperadores y las sentencias de los filósofos 52 , porque decían y representaban cosas abominables, no contra los cómicos y 44 Nota original: «(1) Marc[o] T[ulio] Cicerón, Lib[ro] 1º De legibus.» Híjar: «[...] De legiae [sic].» 45 Híjar: «se guardasen». 46 Nota original: «(2) Cod[icis] Theod[orici] Lib[ro] 15, tit[ulo] 9.» 47 Nota original: «(3) Senec[a], Lib[er] De brebit[ate] vitae.» 48 Nota original: «(4) La voz cómico de que se usa es la general con que se conocen los farsantes en España; en Grecia y Roma tenían dibersos nombres según la clase de sus representaciones, y como aquí todas se allan unidas, se les da esta voz general.» 49 Híjar: «les». 50 Híjar: «nombre». 51 Híjar: «perspicacia». 52 Nota original: «(5) Doctor Navar[ro], ya citada, punt[o] 4.»
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trágicos, porque éstos fueron honrados de los romanos y de los griegos 53 . El exemplo que ba citado de Aristodemo es una prueva nada equívoca, añadiendo, con el testimonio de Emilio Provo 54 , que entre los griegos salir a representar en el theatro a la vista de todo el pueblo no fue bageza ni deshonor, y, más terminante todabía, la ley de Augusto 55 en que les quitó la nota de infames, dando facultad para que sin ignominia ni deshonra pudiesen los cavalleros romanos entrar en sus representaciones, habiéndose verificado con Aristhón que ni le estorbó su buen linage por ser cómico, ni tampoco ser cómico para sus adelantamientos 56 . Si se quiere reflexionar imparcialmente, también se hallará que no están tan rígidas nuestras leyes como se pretende en la nota de infamia de esta especie de cómicos de quien se ba hablando: vna corta inteligencia de la lengua basta para adbertir la diferencia que hay entre los cómicos y trágicos de cosas serias y honestas a los que prebiene la ley, nombrándolos con las voces o expresiones de juglares, remendadores e facedores de los zahorrones [sic, por «zaharrones»] 57 . Autoriza también el egercicio cómico el ser materia de entretenimiento en las casas, tanto de particulares como de señores, donde con el decoro correspondiente y demás circunstancias se hacen excelentes comedias, desempeñadas con más primor algunas de ellas que en los teatros públicos. Finalmente se avalora todo lo dicho con la providencia que tomó el soberano de Parma de mantener a sus expensas una compañía de personas honradas y bien educadas para la egecución de las piezas de mérito, y el rey de Nápoles dio su aprovación para que una academia de cavalleros construyese un teatro donde se representasen las mejores obras 58 de todos los países 59 . Si aún no basta lo dicho para persuadir a favor de los cómicos (por las utilidades que resultan) el que se les quite la nota de bageza en su egercicio, veamos si por ventura la merecen con algún motibo.
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Nota original: «(6) El mismo, punt[o] 4.» Nota original: «(7) In prefac[io] Vit[ae] Imp[eratorum].» Vitae excellentium imperatorum, conocido también como De excellentibus ducibus exterarum gentium, forma parte de De viris illustribus, atribuido a veces a Emilio Probo (Aemilius Probus), pero en realidad obra de Cornelio Nepote. 55 Nota original: «(8) Suet[onio], In Aug[ustum].» 56 Nota original: «(9) Tito Lib[io], lib[ro] 4, dec[ada] 3.» 57 Híjar: «zaharrones». Nota original: «(10) Lei 4ª, tit[ulo] 6º, part[ida] 7º.» Véase la primera parte de estas Memorias, §8, pág. 27, arriba. 58 Híjar: «obras mejores». 59 Nota original: «(11) Véase el Prólogo del Arte del teatro y el Mercurio de marzo de 1779, en el capítulo de Nápoles.» La primera referencia remite seguramente a François (Francesco) Riccoboni, El arte del teatro, en que se manifiestan los verdaderos principios de la declamación teatral [...], traducido del francés por D. Joseph de Resma (Madrid: Joaquín Ibarra, 1783). «José de Resma» es seudónimo de Ignacio de Merás Queipo de Llano. El tratado de Riccoboni, L’Art du théâtre, salió en francés en París en 1750 54
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Todos los actos de los cómicos son de entendimiento y de ingenio: ellos deben tener memoria y egercitarla, comprehensión 60 de lo que estudian para recitarlo como corresponde, discernimiento para rebestirse del carácter que les toca, acompañado de la acción, de la voz y del movimiento. En esta parte, ¿qué se puede hallar débil 61 o vajo? Las personas que representan tampoco lo son, porque si la comedia es de acción regular y 62 común, se suponen personas particulares; si es heroica, las de maior espera; si es de historia sagrada o profana, los personages más ilustres, porque se escogen los más brillantes sucesos; si por lo que egecutan en el theatro, menos; allí instruyen con las sentencias buenas, reprehenden con la sátira, aconsejan con las reflexiones morales, demuestran o rebiben las acciones grandes y virtuosas y abaten o castigan las perjudiciales y nocibas, sin que sirba de obstáculo el que en las representaciones se mezclen los papeles del adulador, del tramposo, del traidor y otros semejantes, porque entonces también representan personas visibles que suele subministrar la historia. ¡Ojalá que así no fuera! Y aunque sean de sucesos fingidos, el autor acostumbra a colocar estos vicios en gente de más valer que la del pueblo vajo, por ser más visibles a todo el mundo los defectos de los hombres de calidad y de maior egemplo su corrección, que es el fin de la comedia, conque si por nada de esto aparece mérito para la vileza del egercicio, ¿lo será por destinado a la dibersión pública? No se comprehende por qué lo que no fue óbice entre los griegos y los romanos haya de serlo entre nosotros. El theatro arreglado es una de las muchas partes de la policía. Las ventajas que puede producir son mui atendibles, como queda manifestado; a tan recomendables obgetos dirigen sus travajos los cómicos, y si sirben al público con utilidad, será equitatibo, quando no justo, que le sirban con estimación. Es verdad que sirben por dinero, pero la paga nada tiene de indecoroso ni mal visto, porque ésta se verifica en todos los destinos y empleos, siendo razón que cada uno coma de su trabajo: si el egercicio en que se emplean los hombres no es intrínsecamente malo, no debe serlo por la retribución que le es devida a su subsistencia. Dos obstáculos podrán oponerse a este modo de pensar: uno, el de que el cómico está expuesto a la mofa y escarnio de los oyentes, y otro, el de que se habre una callejuela a muchos hombres de honor para que por olgazanería o ligereza tomen este partido. Lo primero debe evitarlo el Gobierno con sus providencias; un parage público debe ser tratado con respeto por quantos concurren a él. Si el cómico no cumple con su obligación, tiene juez que le corrija y que le castigue; si desempeña lo que le toca, no debe ser insultado de nadie. No ha muchos años que vio Madrid en sus 60 61 62
Híjar: «ejercitar la comprehensión». Híjar: «de vil». Híjar: «o».
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theatros corregidos los excesos del bajo pueblo y de los inconsiderados partidos, de cuyas providencias aún se mantienen algunas, y si no permanecen todas no ha sido por imposivilidad de su observancia, sino por otros motibos que a nadie se ocultan y es por demás el manifestarlos. En quanto a lo segundo, lejos de ser el nuebo establecimiento estímulo para que los que gustan de la libertad y olvidan sus circunstancias admitan partido en las compañías cómicas, acaso será medio de cerrarles la puerta. Hoy los cómicos travajan poco con aplicación, estudio y conocimiento; viven con toda libertad, como que nada suponen en la república; se conducen sin esperanzas, y no hay reparos que los contengan más que el del general temor del castigo en los grandes excesos. Por el contrario, los cómicos de que se trata habían de estar sugetos al superintendente o juez respectibo de ellos, a la orden del que éste nombrase para ensayarlos y dirigirlos, atareados al estudio de todas las partes de que consta un buen actor (que no son pocas) y sin el disfraz de nombre y apellido, porque no haviendo infamia, no tenían por qué ocultarle. Véase la diferencia y cotégese si sería este destino propio para que lo adoptasen fácilmente los que huyen de la sugeción y del trabajo, y quando se verificase que los hijos de padres honrados, por inclinación o afición, admitiesen este egercicio, resultaría con el nuebo método un partido ventajoso, qual sería el de que su familia no padeciese por su culpa y el de que no se perdiese un hombre que pudiera más adelante ser útil para otros destinos. La infamia con que se han reputado los cómicos hasta aora no ha sido barrera suficiente para contener a muchas personas conocidas de salir al theatro, y sólo ha servido de facilitarles una libertad perjudicial de todos modos; este mal le conoció mui bien el Doctor Navarro 63 , y juzgó ser el remedio más eficaz que, a imitación de Augusto, se quitase a los cómicos una nota que, lejos de contener, sirbe de tropiezo para el mismo mal que debe ebitarse en quanto se pueda. Logrando los cómicos estimación en su egercicio, no será mucho atrevimiento añadir que acaso serían unos hombres de quienes 64 se sacaría más partido que de otros de igual clase, porque su estudio 65 , su aplicación, las piezas que habían de representar les prestarían 66 un fondo de noticias, ideas y reflexiones nada comunes. Si el principal fin del theatro es dibertir instruyendo, ¿no han de sacar los actores igual o mayor utilidad que los concurrentes? Y con tales principios no tendrían adelantado mucho? Los célebres cómicos que ha tenido la Francia y que han savido más que representar sus papeles dan prueva de que esta proposición no es arbitriaria. Molier ha dejado célebre su nombre por sus muchas obras, y sería formar
63 64 65 66
Nota original: «(12) Disc[urso] ya cit[a]do, punt[o] 4º, al fin.» Híjar: «quien». Híjar: «porque su estado, su estudio». Híjar: «las piezas que habían de representarles, representarían».
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un catálogo harto difuso si se hubieran de referir los que han sobresalido en más que lo material de su egercicio. España ha admirado en este siglo un hombre del theatro lleno de providad que, sin ensoberbecerse en su fortuna, supo manejarse de forma que logró la estimación de todas las personas visibles de la Corte, porque no abusó de la que le dispensaron los soberanos a quienes serbia 67 . Su habilidad le proporcionó el puesto y distinciones que octubo [sic, por «obtuvo»] 68 y no le sirbió de impedimento el teatro para conducirse con la devida reflexión y madurez y con mucho honor: faboreció los españoles con preferencia a sus mismos paysanos; economizó los caudales del Rey como si fueran suios; respetó los Grandes del reyno; tubo un trato agradable y obsequioso con todos; en fin, amó a España, donde había hecho su fortuna y adquirido sus rentas, hasta el extremo de desear su permanencia en la más miserable aldea que hir a terminar su vida en la mejor ciudad de su país, y aunque no tubo efecto este deseo, no por eso se extinguió su reconocimiento y gratitud. Los españoles que han pasado por el lugar de su residencia podrán decir los obsequios que les hizo y la memoria que conserbaba de España, de que dio el último testimonio en su disposición testamentaria, dejando dos legados de bastante suma al Hospital de Ytalianos de Madrid y a la Real Hermandad del Refugio. No es ya tan repugnante qual pudiera haberlo sido antes de aora el quitar la vileza a 69 los cómicos. Logramos de una ilustración que ha descorrido el velo de la preocupación sobre muchos puntos y se han visto efectos no menos útiles que admirables. En el particular que se trata está ya tan amortiguada la nota de los cómicos que concurren a los parages públicos como la demás gente. A los que tienen buen modo de portarse no se les niega el lado ni el asiento; se les ve pasear con otros que no son del egercicio y, lo que es más todabía, se ha visto uno de ellos incluido en carga 67
Nota original: «(13) Don Carlos Bnosqui [sic, por «Brosqui»] Farineli, cuias prendas han sido alavadas de quantos serbían en Palacio en tiempo de los reyes don Fernando el VI y doña María Bárbara, su esposa.» Híjar: se añade al final «y de quien se ha impreso en Italia el compendio de su historia». El famoso cantante castrato Carlo Broschi (1705–1782), conocido como Farinelli, llegó a España en 1737 y dirigió las fiestas musicales palaciegas durante el reinado de Fernando VI (1746–1759). Al ser despedido por Carlos III, se retiró a Bolonia. Véanse Fiestas reales en el reinado de Fernando VI: manuscrito de Carlos Broschi Farinelli, edn. de Consolación Morales Borrero (Madrid: Patrimonio Nacional, 1972; 2ª edn., 1987); Patrick Barbier, Farinelli: le castrat des Lumières (Paris: Grasset, 1994); Vega de Martini y José María Morillas Alcázar, Farinelli: arte e spettacolo alla corte spagnola del Settecento (Roma: Artemide, 2001). La versión impresa de esta nota, al afirmar que «se ha impreso en Italia el compendio de su historia», se refiere a Giovenale Sacchi, Vita del cavaliere don Carlo Broschi (Venezia: Coleti, 1784); Vita del cavaliere don Carlo Broschi detto il Farinello ed. Alessandro Abbate (Napoli: Pagano, 1994). 68 Híjar: «obtuvo». 69 Híjar: «de».
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honrosa de la república, como lo es la de la Diputación de barrio que tanto encarece la Real cédula de su establecimiento 70 . Quando no fuera suficiente lo que ba indicado 71 , bastaría para dar aprecio y honor a los cómicos la triste experiencia de los perjuicios que ocasiona su actual sistema; en un reyno católico no se deve permitir lo que es positivamente malo y debe hacerse serbir a lo bueno lo que es de suio indiferente. En este caso se ha de mirar el theatro: o se ha de quitar, o se ha de corregir, y si puede ser (como lo es efectivamente) óbice para que haya buenos cómicos, tanto en lo facultatibo como en lo moral, la nota de vileza que les acompaña, exige la razón y la necesidad que se les absuelba de ella. Si en Francia, como se les atiende por el govierno, se les mirase por la iglesia, es de creer que, así como son buenos actores, fueran también hombres de buenas costumbres. No es distinta el alma del cómico de la del cavallero; las prendas amables y la arreglada conducta es la que distingue verdaderamente y hace apreciables a los hombres 72 . Sólo Francia es tan rigorosa con las gentes del teatro; en los demás países del Catholicismo, incluyendo a su capital, Roma, se les trata como hijos de la Iglesia. Hijos son también del estado; ¿por qué, pues, ha de permanecer una preocupación perjudicial y nociba contra una providencia que promete efectos mui favorables? Mas ¿cómo es posible, se dirá por alguno, que las mugeres que aparecen sobre las tablas a lucir y dar gusto al auditorio guarden la moderación que es propia de su sexo, quando ya en el acto de presentarse, como que abandonan esta misma moderación? No hay duda en que, según el actual método, es algo dificultoso: tienen corto sueldo, mucho gasto, un auditorio poco moderado o reflexivo (se habla del vajo pueblo, porque las gentes que piensan con onor en todas partes lo acreditan) y, sobre todo, sufren la bageza 73 de su egercicio. Pero si ésta se quita, si el auditorio se modera, según ba enunciado, si el gasto se cercena y se aumenta el sueldo, como se dirá adelante, cesarán los motibos del temor y de la desconfianza. Quando el acto de salir al theatro fuera opuesto a la vida arreglada y buena conducta, no se hubieran visto muchas cómicas que se han portado y portan con decoro y aun con piedad, y así las cosas que no son malas en la subs70
Nota original: «(14) Quando se establecieron las Juntas de caridad por varrios en Madrid, salió electo en uno de ellos Felipe de Navas, cómico jubilado, y fueron sus compañeros otros vecinos de los principales del barrio, al propio tiempo que en los demás lo heran las gentes más visibles de cada uno.» Las Diputaciones de barrio se establecieron «para el socorro de pobres jornaleros y enfermos» por auto de 30 de marzo de 1778. Felipe de Navas, llamado el Platero, representó en Madrid de 1753 a 1774, cuando se jubiló, a la edad de 55 años (Cotarelo, Don Ramón de la Cruz, pág. 559). 71 Híjar: «insinuado». 72 Híjar: «hace apreciables los hombres». 73 Híjar: «las bajezas».
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[1: Híjar]
tancia, sino en los accidentes, se debe esperar que, corregidos éstos, queden buenas; pero si aun de este modo subsistiere alguna parte mala, es de fácil remedio, y no por un indibiduo han de perder todos, quando el juicio no está vinculado a ésta ni a la otra clase, y en todas se verifican personas que piensan y obran como es devido. La necesidad de los cómicos no es menos perjudicial que la nota de infamia; vn hombre conocido y necesitado es materia dispuesta para qualquiera exceso o delito. No le basta el honor que tenga por su cuna si le falta 74 con que sobstenerle, y de hay [sic, por «ahí»] probiene los fatales sucesos que cada día llevan 75 de turbación y sentimientos muchas familias. El honor con necesidad suele ser maior impulso para el precipicio, pero la renta sin estimación no es digna de aprecio. Son, pues, necesarias ambas cosas para que todo indibiduo sea útil en la república y, haviéndose dicho algo relatibo a la estimación con que combendría se tratasen los cómicos, resta insinuar alguna cosa sobre su recompensa. Los establecimientos públicos necesitan al principio de muchos gastos, que deben sufrir o los propios del pueblo, a cuio beneficio se dirijan, o los arbitrios equitatibos, o el brazo del soberano, que es padre común de sus súbditos. Los 76 theatros de España se allan necesitados de un todo (sin hablar aora de sus materiales edificios, que son bastante malos), pero, como no a todo se puede acudir al mismo tiempo, lo más urgente y preciso es un guardarropa abundante de toda clase de bestidos para las representaciones, con arreglo al carácter de cada una, y de los demás efectos necesarios para egecutarla con propiedad ¿Cómo es posible que sufran los infelices cómicos el gasto de tanto género de ropas como necesitan con el corto sueldo que ganan? Es constante que, a pesar de esta reflexión, se ve que tienen y usan de variedad de bestidos, tanto regulares como de carácter; pero, siendo esto origen de algunos males, deben prevenirse, porque los cómicos que tienen protectores se ayudan con sus dádibas en una parte, y en la otra la suplen contrayendo deudas que no pueden satisfacer. Los que carecen de medios aumentan sus empeños o se visten sin propiedad 77 o con ropas indecentes, quitando un gran lucimiento al teatro y a su decoro, y las mugeres que deben añadir al bestido los demás adornos de la cabeza padecen maiores apuros. Todo se evita 78 con que haya el guardarropa que ba insinuado: con él se evitan los gastos particulares, la emulación y el riesgo de la necesidad y se logra un todo uniforme que haga las funciones más agradables. Supuesto que solamente habían de usarse los vestidos del guardarropa del coliseo y que sus galones y demás de esta clase no habían de ser 74 75 76 77 78
Híjar: «falla». Híjar: «llenan». Híjar: «súbditos. / Los» (punto y aparte). Híjar: «sin a». Híjar: «quita».
[1: Híjar]
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finos, tampoco debería permitirse a los actores adornos singulares y propios y, desterrados los diamantes del teatro y demas engríos costosos, se les cortava desde luego el manantial de sus maiores gastos. Las comedias arregladas o pedirían bestidos de carácter o regulares y comunes: aquéllos ya los allavan en el guardarropa; éstos los debían tener aún para presentarse en la calle con decencia o en sus casas, con que no tendrían que distraer de su salario cosa que les pudiera perjudicar por este ramo, que suele atrasar aun a personas de combeniencias 79 . Cercenado el lujo que ha resplandecido y aún brilla sobre nuestros theatros y siendo modestamente bestidas las cómicas, pues no es necesaria para la dibersión ni para el lucimiento la falta de moderación, ¿qué se allaría entonces de contrario al honor del sexo en que saliesen a representar las mugeres? Si el ser vistas del 80 público es contra su estimación, no deberán salir ni a la calle, ni al paseo público, ni a funciones y saraos. La preocupación tiene grande dominio, pero no deben governarse por ella las gentes de juicio. ¿El theatro por ventura es más que una casa destinada a la agradable e instructiba 81 dibersión de los que a ella concurren? Pues ¿qué tendrá de malo ni repugnante que allí se presenten las mugeres a representar con decoro y modestia? El público ante quien parecen tampoco puede serles de perjuicio, porque si, por un lado, se compone de personas de bajo pueblo, por otro, se alla también no pequeña porción de personas instruidas de mucho juicio y de la principal nobleza, que aprecian la havilidad y aplauden el mérito. Haya modestia en los bestidos, moderación en el concurso y sea bueno lo que se represente, y no será opuesto a la circunspección de las mugeres salir al theatro ni contrario este egercicio a su respectiba estimación. La recompensa por el travajo es justa. En los theatros de Cádiz y Barcelona aseguran varios que se hacen mas ventajosos partidos a los cómicos de lo que ganan en Madrid. Si esto probiene de haber asentistas o del destinto govierno, no es de el día inspeccionarlo 82 , pero sí sería combeniente que todo el importe de ambos theatros se hiciese dos partes: la primera para las dietas o haber de los cómicos, la segunda para los empleados, músicos y demás gastos. Esta cuenta pide alguna demonstración. En el año pasado o temporada cómica desde el día de la Pasqua de 1782 hasta último 83 dia de Carnestolendas del 1783, produgeron los dos coliseos 1.524.457 reales de vellón y, suponiendo con probabilidad que no será ex-
79 80 81 82 83
Híjar: «conveniencia». Híjar: «de». Híjar: «agradable, instructiva». Híjar: «inspeccionado». Híjar: «el último».
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[1: Híjar]
cesiva la diferencia del más o menos en los años subcesibos, podrá girarse sobre 84 este principio sin abenturar el cálculo 85 . La primera parte, íntegra para los cómicos, debe repartirse en Madrid entre 64 personas, número suficiente para ambas compañías 86 , y su distribución, atendida a que las partes principales de galán y dama su partido es el de 30 reales, de los que sólo perciben la mitad, y que a los tiempos de reparto se les completa o no según el fondo, y ocho reales de ración 87 , y que a este modo se hace con todos los demás, deberá practicarse para lo subcesibo en esta forma, y con la adbertencia de que el año ha de ser completo, para que en Quaresma no les falte su manutención. Dos 88 damas a 60 reales. Dos segundas a 50. Dos terceras, ydem. Dos quartas a 45. Dos quintas a 40 reales 89 . Dos sextas, dos séptimas, dos octabas y dos novenas 90 a 36 reales cada una. Dos décimas de cantado a 45 y dos sobresalientas a lo mismo. Dos galanes a 60 reales 91 . Dos segundos a 50. Dos terceros a 40. Dos quartos a 36. Dos quintos, dos sextos, dos séptimos, dos octabos, dos nonos, dos décimos y dos undécimos a 30 reales cada uno. Dos primeros graciosos a 50 reales 92 . Dos segundos a 36. Dos barbas primeros a 50. Dos segundos a 40. Dos sobresalientes de galán a 45. Dos sobresalientes de barba a 40. Dos vegetes a 30. Dos primeros apuntes a 40, dos segundos a 30 y dos terceros a 20, cuios salarios ascienden a 916.880 reales de vellón, que, rebatidos del 1.524.457 reales, sobran 607.577. De esta cantidad ha de salir la segunda parte o porción para músicos, empleados y gastos del theatro, cuia distribución podrá ser en el modo siguiente. La orquesta de cada compañía, según el pie actual, importa 221 84
Híjar: «podrá girarse siempre». Nota original: «(15) No se toma la cuenta por un quinquenio, por quanto lo que se ba a exponer sólo es una idea para que sobre ella se pueda añadir o reformar lo que pareciere, si el pensamiento en globo fuere digno de estimación, y para más prueva de que se puede girar la cuenta sobre el 1.524.457 reales, se ha de tener presente que en la temporada cómica que finó el carnaval de este año de 1784 ha sido el producto 1.655.765 reales.» Híjar: «[...] ha sido el producto 1.55.665 rs. [sic]». Según las cuentas redactadas por Juan Bautista de Lavi y Zavala (véase pág. 183, arriba), estas cifras deberían ser respectivamente 1.531.611 y 1.644.004 reales. 86 Nota original: «(16) La de Martínez tiene hoy 32 individuos y con igual número puede estar servida la otra.» Según las listas publicadas por Cotarelo (Don Ramón de la Cruz, pág. 463), la compañía de Manuel Martínez tenía 30 miembros en 1784–1785 y la de Eusebio Ribera, 31, incluyéndose en estos totales las damas, galanes, graciosos, barbas, vejetes, sobresalientes, apuntadores y compositores. 87 Híjar: «nación». 88 Híjar: «su manutención. Dos» (punto y seguido). 89 Híjar: «a 40». 90 Híjar: «nonas». 91 Híjar: «a 60 reales cada uno» (debe ser un error; quiere decir 30 cada uno). 92 Híjar: «a 50». 85
[1: Híjar]
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reales de vellón al día, y en esta parte no hay motibo para que se innobe. Los empleados son de dos clases, unos para el juego y servidumbre del theatro y otros para las representaciones y cobranzas. Por lo que respecta a los primeros, se puede regular lo propio que hoy disfrutan, a saber, 120 reales diarios por compañía, y los mismos 44 reales que importan en cada una las sillas que sirben para las cómicas. Por lo que hace a los segundos, deben ocupar el primer lugar los compositores de música y los guardarropas, uno por compañía: aquéllos por el trabajo de componer lo que se les prescriba al tiempo de su contrata, y éstos por los efectos que deben custodiar y de que han de ser responsables. Los dos compositores tendrá cada uno 30 reales diarios y cada guardarropa lo mismo. El número de cobradores, para cercenar gastos en lo posible, se podrá arreglar de la forma siguiente. En donde hoy se ponen los cobradores y trasportero se pondrán solamente dos cobradores en cada coliseo, para que nunca falte uno, y por allí han de entrar todas las gentes al patio, gozando cada uno el sueldo diario de ocho reales; al pie de las gradas, un cobrador a cada lado, que hacen quatro, con los mismos ocho reales de salario; para 93 los cuatro corredorcillos, dos alogeros y cuatro cubillos de ambos theatros, quatro cobradores, con los propios ocho reales, vn cobrador de lunetas en cada casa, con igual estipendio, y para los aposentos, quatro cobradores a 12 reales 94 , uno para el piso principal y segundo y otro para el tercero y la tertulia; para las mugeres que ban a la cazuela, dos cobradoras y una acomodadora en cada theatro, con ocho reales; por último, quatro porteros, dos en uno y dos en otro, para habrir las puertas al concluirse la función y siempre que ocurra incidente particular, ganando seis reales cada uno; cuya suma total asciende a 408.990 reales vellón al año, que, cotejados con los 607.577, restan todabía para el ramo de gastos de theatro ordinario y extraordinario, propinas de tropa y ministros y gentes que cuiden del barrido, encender fuego y demás mecánicas, 198.587 reales. Para llebar estas cuentas, hacer los pagos y guardar los caudales, el Superintendente o gefe pribatibo de los cómicos había de nombrar persona de confianza, con las seguridades combenientes, y su sueldo, como el de los seis censores, exigirse de dichos 198.587 reales de vellón 95 . No es dudable que entre los hombres de gusto e instrucción que hay en Madrid, amantes de la poesía, se allarían muchos que presentasen obras ya traducidas u originales sin más premio que el del aplauso; mas si otros quisieren alguna gratificación, debería sufrirse de este caudal sobrante destinado a gastos del teatro. Si 96 después de todos estos descuentos y demás que pudieran sobrevenir, aún sobrase, sería oportuno depositarlo para que se usase en los 93 94 95 96
Híjar: «de salario. / Para» (punto y aparte). Híjar: «cuatro a doce reales». Híjar: «reales vellón». Híjar: «gastos del teatro. / Si» (punto y aparte).
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[1: Híjar]
casos necesarios 97 de parar las representaciones por necesidades públicas u otras causas y 98 ir socorriendo a los actores según lo que hubiere en el fondo. Para las distribuciones y demás gastos 99 ordinarios y extraordinarios, habían de preceder las respectibas órdenes de el Superintendente en uso de sus plenas facultades, y éste aprobar igualmente las cuentas; y como este empleo debe recaer en sugeto de respeto, con nombramiento del Rey despachado por Secretaría de Estado, no ha de gozar de sueldo, por ser más apreciable recompensa a su modestia la confianza y autoridad en materia tan importante. No faltará quien, al ber este método y distribución de caudales, ponga muchas obgeciones; pero ¿quál es la cosa que no las tiene, siendo tan varios los dictámenes de los hombres? A lo que se ha de atender es a la utilidad pública, norte que debe regir las ideas de las gentes sensatas, pues en lo demás es casi imposible que todos piensen de un mismo modo. Sólo hay tres cosas que pudieran hacer alguna fuerza contra este método. Primera, la de que la Villa de Madrid está en posesión del gobierno de los teatros, segunda, la de que no se hace mención de la parte que en ellos tienen las obras pías, y tercera, la de que no se encuentra 100 con las jubilaciones de los cómicos y su enfermería. A lo primero es mui fácil la solución. La Villa de Madrid en estos últimos años no ha sacado utilidad sino desembolsos, y no es regular que sienta que se la quite una comisión que le es gravosa. Los theatros de España por lo común son fincas de obras pías, y aun lo fueron los de Madrid en su principio, conque no le podrá serbir de desaire este nuebo método, y quando por tal lo creyese y representara, con dar la Superintendencia al Corregidor, si lo juzgaba del caso la superioridad, se zanjava enteramente la queja. Lo segundo tampoco debe serbir de rémora, porque así como, habiéndose cerrado muchos theatros que heran fincas de obras pías, según ba dicho, no han faltado arbitrios para el reintegro, menos puede temerse en Madrid 101 , y con el nuebo establecimiento de las pensiones eclesiásticas se presenta un considerable fondo de obras pías. Lo tercero es más digno de atención; reflexionando que este discurso se dirige únicamente a hacer útiles los theatros y los cómicos, no se ha de estrañar que en el reparto de caudales se omitiese el punto de jubilaciones y enfermos. Para que esto se berifique puede haber tres medios: primero, el de un monte pío, rectificando el manejo o reglas con que hoy le tienen los mismos cómicos; segundo, el de que, deviendo quedar el egercicio sin la nota de bageza que hasta aora ha sufrido, pudieran ser atendidos en algún acomodo o destino los que, después de haber servido al público muchos 97
Hïjar: falta «necesarios». Híjar: «e». 99 Híjar: «distribuciones a demás gastos». 100 Híjar: «cuenta». 101 Híjar: falta «menos puede temerse en Madrid». 98
[1: Híjar]
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años, no se hallaran aptos para continuar en el travajo 102 ; tercero, que el Superintendente, con vista de los sobrantes de cada año, les librase, según permitiese el fondo, con arreglo a las urgencias en que se allaren o enfermedad que padeciesen. Roma, siempre grande en todas sus acciones, supo consignar al cómico Roscio 40.000 escudos de pensión annua 103 , porque así premiaba y atendía el mérito y los servicios en todas las clases del estado; mucho menos que esto contiene el segundo medio propuesto, y la esperanza de este descanso sería un estímulo a su aplicación a serbir al público con utilidad y a comportarse debidamente, sin cuias circunstancias no serían acrehedores al premio. En las ciudades del reyno donde se permitiesen teatros habían de guardar con proporción el mismo método; es decir, que el Superintendente de aquel parage, con bista del producto, había de arreglar la repartición, o buscar asentista, si parecía más adequado y oportuno, sin perder de bista el principal obgeto de que los actores disfrutasen un partido suficiente a su decente manutención y de que no usasen sobre la scena de otros bestidos que los del guardarropa. Las compañías que llaman de la legua hera preciso que se extinguiesen; la miseria que regularmente acompaña a sus yndividuos, los pueblos donde representan, las comedias de que usan: todo se opone al nuebo establecimiento. Vna porción de gentes que ban de lugar en lugar a ganar su vida, ¿cómo podrán vivir sugetos a determinadas reglas? ¿Qué instrucción han de adquirir para salir buenos cómicos? Los theatros fijos de la provincia han de ser los planteles que subministren actores de habilidad a la Corte y en aquéllos irse perfeccionando en el arte; todo lo demás que no puede conspirar a los fines propuestos, sino serles contrario, es digno de absoluta reforma. No es razón que prebalezca la preocupación contra los cómicos, ni que se escusen los primeros gastos que se indican en este discurso, contra la utilidad que pueden prestar los theatros puestos en orden, como ramo importante de la policía y que ofrece tan favorables consecuencias. ¿Quántas cosas se hubieran dejado de practicar, que han sido utilísimas, si hubieran acobardado a las dificultades que presentaban o los gastos que eran indispensables para su logro? En ésta, ni el coste puede ser excesibo ni los inconvenientes pasan de fantásticos. El govierno que con tanto anhelo solicita y trabaja por el bien público sabrá corregir y añadir a este pensamiento lo que estimase oportuno hasta que llegue a su perfección, para que se bea combertida en escuela de educación y de enseñanza la que acaso puede serlo de disolución y de vicios. Si se lograse 104 tan feliz época, será en102 103 104
Hïjar: «para continuar el trabajo». Híjar: «anual». Hïjar: «lograre».
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[2: Híjar]
tonces cada theatro un monumento del dichoso reynado de Carlos III, verdadero padre de sus vasallos.
[2] Carta del Corregidor de Madrid a el duque de Híjar sobre los papeles antecedentes que le embió en confianza para que los biese y contestación de el mismo duque. Año de 1785 105 . [a] Exmo. Señor. Muy Señor mío y mi dueño: Debuelbo a V.E. con las más devidas gracias el tomo adjunto después de haverse copiado el discurso que le precede sobre nuestros theatros y cómicos, discurso que no dudo sea útil con el tiempo si en alguno se llega a pensar seriamente del remedio que unos y otros necesitan. Yo estoy juntando de las oficinas de Madrid y de otros manuscritos las noticias históricas que he crehído pueden dar materia v´til para algunas notas. Con mucho gusto se la remitiré a V.E. luego que llegue a el fin de ellas, y ofreciendo entretanto a su disposición mis deseos de complacer a V.E., quedo rogando a Dios guarde su vida muchos años. Madrid, 30 de marzo de 1785.—JOSE ANTONIO DE ARMONA.—Exmo. Sr. duque de Híjar. [b] Muy Señor mío: Fernando Vtiel, a quien V.S. faboreció el año pasado, acomodándole de autor de compañía en la provincia de Extremadura, solicita lo mismo para la temporada de este año que ba a principiar aora, por lo que he de deber a V.S. me haga el favor de dispensarle la misma gracia. Este sugeto es marido de Francisca Luque, a quien hace dos años recomendé a V.S., haciéndole ver los motivos que tenía para ello. Con este motivo me ofrezco a la disposición de V.S., deseoso de complacerle y de que Nuestro Señor guarde su vida muchos años. Madrid, 27 de febrero de 1785.—EL DUQUE DE HÍJAR.—Sr. don José Antonio de Armona. [c] Amigo y mui Señor mío: Los empeños los dirijo siempre con imparcialidad, pues sólo se fundan en aquello que permitieren la equidad o justicia. Es cierto que pedí a V.S. por el pobre Capa, juzgando que la tenía por su havilidad, de que tengo experiencia, y para en el caso que se jubilara León 106 . Mas no haviéndose esto verificado, estamos fuera del asunto, y 105
Reproducimos estas cartas en el orden en que las pone Armona, pero deben leerse en orden cronológico: es decir, (b), (d), (c), (a) (la numeración es nuestra). Las cartas originales se encuentran en los borradores de Armona, BNM, Ms. 18.475. Véase también Palacios Fernández, Álvarez Barrientos y Sánchez García, ed. cit., págs. 97–98. 106 Sobre Capa y León, véase la carta siguiente (núm. 4).
[2: Híjar]
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espero que en lo succesibo, si mudasen de semblante las cosas o intrigas de la compañía, lo que no será difícil, atendido el carácter de las personas que la componen, le continúe V.S. su protección para el logro de su ascenso. Si se me presentare Fernando Vtiel, le mandaré presentar a V.S. al anochecer, que es la ora en que me previene ser la más oportuna para hablarle, mas es regular que ya se haya presentado a V.S. y tomado sus órdenes. No dudo que mi discurso con las notas o ilustraciones que V.S. discurre quedará más completo y proporcionado para poder adoptarse quando combenga, y así, desde luego, puede V.S. sacar la copia, para por ella hir travajando en las reflexiones que me indica, y respecto a que por aora, sacada la copia, me ha de bolber sólo el original, espero me haga el grandísimo gusto de franquearme otra copia con todas las notas e ilustraciones, para tener la satisfacción de ber completa mi obra y conservarla en mi pequeña librería. Ratifico a V.S. mi más constante afecto a sus órdenes y ruego a Nuestro Señor guarde su vida muchos años. Madrid, 1º de marzo de 1785.—EL DUQUE DE HÍJAR.—Sr. don José Antonio de Armona. [d] Exmo. Señor. Mui Señor mío y venerado dueño: Confieso a V.E. que me hallo mui atrasado en la devida correspondencia a sus muchas atenciones y también en no haber podido satisfacer a mis verdaderos deseos de complacer a V.E. Mi indisposición ha tenido y tiene la culpa, aunque desde mi cama y despacho he podido dar evasión a los cuidados de todas clases que me han embestido desde la Pasqua de Navidad. Pido, pues, a V.E. con franqueza que me dispense la parte posible que haya hechado menos por la imposible, a que no ha podido llegar mi atención con todos mis deseos. Voy aora por partes. Hágame V.E. favor de embiarme acá una de estas noches a su recomendado Fernando Vtiel, para explicarle algunas cosas y ver lo que más le pueda combenir. El Comandante General de Estremadura, la ciudad de Badajoz separadamente y su Corregidor me han escrito con la maior instancia para que dege en aquella ciudad por este año la compañía cómica que ha estado en ella. Todos me la apruevan, abonan su conducta, el pueblo la reclama y estos magistrados me la piden. No he podido escusarme a darles gusto, y vea V.E. aquí la precisión de hablar con Vtiel, dejando a V.E. contento por todo lo que me dice en su estimado papel de oy. La esqüela de los días pasados por Antonio Capa me estimuló en las primeras juntas de formación a tomar otro camino que el de el año pasado. El viejo León no ha pedido jubilación; la compañía la hubiera resistido en público, como el año pasado, y conocí que estava armada la función. Pedí, pues, un informe secreto a el contador don Juan Lavi, preguntándoles con reserva y separación a las partes principales, que suelen escusarse con la
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[2: Híjar]
torpeza del viejo. Quedamos todavía peor con esto porque aún quieren más al viejo que a Capa y hacen un largo pormenor de los motivos, concluyendo que quando sea forzosa la jubilación, venga uno de los dos famosos apuntadores que hay en Cádiz y en Barcelona 107 . Vea V.E. todo lo reservado en que ha consistido no dejarle servido, por no chocar con el torrente de toda la compañía. El discurso savio, juicioso y fundadísimo de V.E. sobre el otro asunto le he leído dos veces en las noches largas de enero y febrero. Cada vez me ha gustado más, y estoy mui contento de que ya esté hecha una obra de esta clase. Seguramente no es para el día lo que propone, pero ha de llegar tiempo en que sea preciso que el Govierno adopte sus principios. He caído en la tentación de ponerle unas notas a el pie de hechos que ratifiquen o comprueben las mismas ideas: quinquenios de valores, obligaciones escrituradas que tiene la Villa con hospitales y combentos, deduciendo lo que la grava en vez de aliviar sus generales atrasos, y atrasos de rigorosa justicia en la paga. Vna parte histórica y cronológica, desde las primeras representaciones que Juan de la Encina trajo a Madrid; el tiempo miserable de los arrendadores e ympresarios que dejaron con sus quiebras sin las utilidades concedidas a el Hospital General; cómo y por qué puso el Rey este cuidado a el cargo de Madrid en aquel tiempo, con distinción de la parte governativa y económica; mezcla y confusión de estos dos mandos y del tercero posterior dado a los Alcaldes de Corte. Y últimamente, que me parece poca la dotación asignada por V.E., pero admirable la institución de una junta censoria para corregir los defectos de lo ya impreso y los provenientes de los muchos zánganos que se han metido a ser maestros, respetando poco la decencia, la virtud y las costumbres populares. Para todo esto tengo ya muchos materiales recogidos del Archibo y Secretarías de Madrid, pero necesito tiempo para lo deemás. Si V.E. me lo permite, sacaré una copia de su discurso y, respetando el testo, como debo, hiré haciendo notas sobre el borrador para debolber a V.E. dentro de pocos días el original. Perdone V.E. esta matraca anticipada y quiera mandarme quanto sea de su agrado. Madrid, 27 de febrero de 1785.—JOSEPH ANTONIO DE ARMONA.—Exmo. Sr. duque de Híjar.
107 Manuel León (Manuel de León de las Huertas) había sido desde 1767 primer apuntador de la compañía de Manuel Martínez en Madrid (inicialmente bajo la autoría de María Hidalgo). Fue apuntador de la compañía de Petronila Jibaja ya en 1746. Se jubiló el 11 de marzo de 1786, a la edad de 70 años, «y alegaba que ya no veía», aunque Martínez decía que «no encontrarían otro como él» (Cotarelo, Don Ramón de la Cruz, págs. 448–464 y 540). Antonio Capa era segundo apuntador de la misma compañía desde 1782. Al jubilarse León en 1786, éste fue sustituido por Fermín del Rey, siguiendo Capa como segundo apuntador (Cotarelo, Don Ramón de la Cruz, págs. 461–465).
[3: Bances]
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[3] Don Francisco Bances Candamo. Theatro de los theatros de los pasados y presentes siglos. Historia scénica griega, romana y castellana. Es un volumen manuscrito de puño propio de Candamo 108 . ARTÍCULO SEGUNDO Examínanse todas las circunstancias de la comedia moderna y pruévase que combiene en todas con los regocijos que permiten los Santos Padres y sacros cánones, y per conseqüentiam que es acto indiferente. Don Pedro Calderón de la Barca, Capellán de honor de S.M. y de los Sres. Reyes nuevos de Toledo, fue quien dio decoro a las tablas y puso norma a la comedia de España, así en lo airoso de sus personages como en lo compuesto de sus argumentos, en lo ingenioso de su contestura y fábrica y en la pureza de su estilo. Hasta su tiempo no tubo magestad la cómica española, porque, olvidada en Castilla con la continuación de 700 años de guerra interna, con [la] ferocidad de sus paysanos y la poca cultura de las letras, ni se egercitó nunca, ni el Abulense habla (como dice el Padre Camargo) de los representantes de su siglo, porque no los havía, y él muebe la qüestión por los términos generales de aquellos comediantes de quien hablan las leyes ymperiales y cánones sagrados, o de los de Ytalia o probenzales que florecieron siempre en este poema o en el épico, pero no habrá historia castellana que pruebe que por los años de 1450, poco más o menos, en que escribió el Abulense, hubiese en Castilla comedias formales. Su origen tubieron en la Santa Yglesia de Toledo, donde los seices [sic] representavan un género de diálogo al Santísimo Sacramento en la celebridad de este día. Lope de Rueda, natural de Sevilla, maestro de hacer panes de oro, fue el primero autor de representantes que hubo en España, porque siendo él insigne en la poesía pastoril que llamamos bucólica, se dejó arrastrar tanto de su pasión que, juntando otros amigos, dio en representar algunos coloquios y églogas que componía, juntamente [con las] del dulcísimo Garcilaso; todos los aparatos scénicos de un autor cavían entonces en un costal con quatro pellicos guarnecido[s] de guadamecí dorado, quatro barbas y cabelleras y quatro criados 109 , porque todos los personages que se introducían heran pastores. Los paños del vestuario eran dos mantas que en dondequiera se tendían sobre un cordel, y se entretegían en la egloga dos o tres 108
Como dice Armona, se copió este extracto directamente del manuscrito de Bances Candamo; cita algunos pasajes en la primera parte de estas Memorias (véanse págs. 24, 41, 43, 52–57 y 74–75, arriba). Remitimos a la citada edición de Duncan W. Moir (Londres: Tamesis, 1970). El pasaje que Armona reproduce aquí se encuentra en las págs. 28–31 de esta edición; véanse también las notas 63–100 de Moir, en las págs. 41–44, y su prólogo, págs. xxxix–xl. 109 Sic, por «cayados» (se lee «caiados» en el original de Bances Candamo).
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[3: Bances]
entremeses, ya de negra, ya de rufián, ya de bobo y ya de vizcaýno, que estas quatro figuras hacía con propiedad y valentía el tal Lope, como es testigo Miguel de Cerbantes, que cuenta todo esto en el prólogo de sus comedias. Murió Lope de Rueda y le enterraron por hombre insigne entre los dos choros de la Santa Yglesia de Córdova. Sucediole Navarro, natural de Toledo, que fue el que introdujo ser cobardes los graciosos de la comedia, por ser él eminente en hacer un rufián medroso. Éste empezó a ennoblecer el theatro. Sacó los músicos al theatro, que antes cantavan detrás de los paños, hizo que representasen sin barbas, si no hera los que hacían papeles de ancianos, imbentó (como dice Cervantes) nubes, truenos, tramoyas, relámpagos, desafíos y batallas. El siempre insigne Miguel de Cervantes redujo las comedias de cinco jornadas a tres, y fue el primero que sacó figuras morales al theatro. Vino en este tiempo de Ytalia Lope de Vega, aquel perenne manantial de Apolo, y habiendo visto las máquinas del theatro, las trasladó a España, enriqueciéndole de adorno, buscó él mismo representantes, dispuso compañías y abasalló todos los farsantes, en quien tubo un absoluto dominio, porque los enseñó y los enriqueció, dándoles 1.900 comedias. Escrivió en su tiempo el Doctor Ramón, el Lic. Miguel Sánchez, el canónigo Tárraga, don Guillén de Castro, Aguilar, Luis Vélez de Guevara, don Antonio Galarza, y Gaspar de Ábila. Entraron después Roxas, Moreto, Villaizán, Villaviciosa, Zavaleta. El Sr. rey don Phelipe III las dio poca entrada en Palacio, por ser S.M. el más airoso danzarín de su tiempo y gustar mucho demostrar esta galantería en los saraos que se hacían en fiestas de años; pero el Sr. don Phelipe el Grande, no juzgando esto decoroso a la magestad real, redujo sus festejos a comedias, destinando para ellas compañías suias, y el marqués de Eliche fue el primero que mandó delinear mutaciones y fingir máquinas y apariencias, cosa que, siendo Mayordomo mayor el Sr. Condestable de Castilla ha llegado a tal punto que la vista se pasma en los theatros, usurpando el arte todo el imperio a la naturaleza, porque las luces las hacen convexas. Sermón de Crespí contra las comedias. Las líneas paralelas 110 y el pincel saver 111 dar concavidad a la plana superficie de un lienzo, de suerte que jamás ha estado tan adelantado el aparato de la scena ni el harmonioso primor de la música como en el presente siglo de estos festines 112 reales no hablaré, porque no he de hacer tal in110 Bances: «porque las luzes hacen convexas las líneas paralelas». Toda esta sección está escrita al margen del manuscrito de Bances, y la frase «Sermón de Crespí contra las comedias» es una nota marginal sobre el pasaje de Crespí citado más adelante. La cita de Crespí con su nota se encontraban en el fol. 57r., enfrente de este pasaje en 56v. (véase la edición de Moir); es de suponer que el copista confundió la nota sobre Crespí con el texto precedente. 111 Bances: «sabe». 112 Bances: «[...] siglos. De estos festines reales».
[3: Bances]
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juria al Padre Camargo que juzgue que, criado en la sagrada escuela de una religión que ha enseñado al mundo la política, quiera dar a entender que cosa impura se pudo poner en aquel templo real de el decoro a los oídos de tales Magestades ni a la escrupulosa esquibez de sus damas, y así, suponiendo que sólo habla contra las vulgares comedias, omitiremos éstas, sin que pasen ni aun por la indignidad de ser defendidas. Pero Lope de Vega, ingenio en quien con perenne facundia destilava Apolo todos los raudales de su influencia, haviendo militado en el Piemont y en el Milanés en las guerras de Ytalia, y haviendo visto las representaciones de aquel paýs, vino a España, donde ya havía comediantes que representavan prosa, y puso en estilo las comedias. Las primeras suias fueron a imitación de la antigua tragedia, en un berso heroico suelto, sin asonante ni consonante, como permanecen entre sus obras, y antes de éstas se habían representado en Castilla algunas de las églogas bucólicas del dulcísimo Garcilaso, que fue el primero que trajo de Ytalia el rithmo. Los argumentos de Lope ni son todos decentes ni honestos, ni la locución de sus primeras comedias es la más castigada en la pureza hay se allarán 113 Los donaires de Matico, donde está una muger disfrazada sirbiendo de page a su galán, con bien poca decencia en sus acciones y dichos, y me cansara en vano si tragera exemplares de los argumentos y versos primeros de Lope, mui poco limados y reparados en todo, [en] aquella primera ruda infancia del tablado. El mesmo gusto de la gente fue adelantando cada día la lima en la censura, y escribieron después el Doctor Mira de Mescua, el Doctor Felipe de Godínez y el Maestro Tirso de Molina, que savían harta theología y no cometerían un tan ignorante pecado a saber que pudiese serlo, y aquella dulce llamarada de Apolo, aquel volcán de las musas y aquella impetuosa abenida de la Helicona, Valentín de Céspedes, digo, vistiendo la sagrada ropa de la Compañía, escrivió comedias que se recitaron en los públicos theatros, y otros de la misma familia las han escrito en el siglo presente, sin que yo pueda persuadirme a ninguna de estas dos cosas, ni a que, si fue pecado, le ignoraron, ni a que, si supieron que lo hera, le cometieron. Don Agustín Moreto fue quien estragó la pureza del theatro, con poco reparadas graciosidades, dejándose arrastrar del bulgar aplauso del pueblo. Empezó las comedias que llaman de capa y espada don Diego Enciso. Siguieron don Pedro Rosete, don Francisco de Roxas, don Pedro Calderón y, más modernos, don Antonio de Solís, don Agustín de Salazar, &a. Que las comedias no estubieron decentes hasta don Pedro Calderón, o por lo menos el theatro, esto es la egecución, los trages, los bayles, &a., se prueva de aquel sermón y retractación del Sr. don Luis Crespí que tanto alega el Padre Camargo. Él lo predicó el año de 1646, y dice en él estas palabras: En éstas llegan los hombres a besar a las mugeres, van abrazados, 113
Bances: «[...] pureza. Aí se allaran».
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[4: Luzán]
rebolcándose por el theatro, se cantan cosas con cifras lascibas, pero tan claras que los niños las entienden, y las aprenden y las cantan por las calles, no sin detrimento grande de algunas doncellas que las oyen, ni sin ofensión de los oídos castos, y a veces se nombran las acciones más torpes claramente 114 . Nada de quanto aquí dice sucede ni puede suceder en las de aora. Luego una de dos cosas 115 : o a este venerable varón le engañaron en la relación que le hicieron de las comedias de su tiempo, o no. Si no le engañaron y todo aquello sucedía en ellas, no hay para que alegarle contra las de aora, donde nada de eso se practica, y si no sucedía, no tendrá fundamento aquella doctrina, faltando el supuesto sobre que se asienta. Tal hera el estrago de las comedias en España que el Sr. rey don Phelipe II el prudente, cercano ya a la meta de su aliento, escrupulizó en ellas, y, habiendo consultado a las Vnibersidades de Salamanca y Coimbra, las suspendió por reformarlas, y no por extinguirlas, como lo declaró el Sr. don Phelipe III por aquel decreto suio, en que las restituyó, reformándolas, y esto es lo mismo que hizo el gran Casiodoro, pudiendo mui bien quitarlas de todo punto, como primero móvil del godo rey Theodorico, y se contentó su savio celo con nombrar tribuno de los festejos públicos que las expurgase. Y oi tiene el Real Consejo un senador para juez en esta materia, un fiscal, un censor y un revisor, y en fin todo un tribunal en forma destinado sólo a este cuidado, de quien no se puede presumir omisión alguna, como ni del Santo Tribunal de la fee, que tiene también un censor que primero las aprueva, y éstos tienen señalados asientos en los dos theatros, a fin de que bean si hay que reformar en los trages y acciones, o si cumplen con lo que ellos han enmendado en los versos. El año de 1649, a instancia de el Administrador general del Hospital de Valencia, se mobió esta disputa, para cuia decisión se hizo junta de los theólogos de todo el reyno 116 .
[4] Don Ygnacio de Luzán, autor de la Poética española y de otras obras, en la comedia traducida del francés por él mismo, intitulada La
114 Aquí viene en el manuscrito original de Bances la nota «Sermón de Crespí contra las comedias, fol. 12»; véase la nota 110 arriba. 115 Bances: «Luego hemos de confesar vna de dos cosas». 116 Así termina el extracto de Armona, al pie del fol. 57v. del manuscrito de Bances. Los fols. 58r.–73v. contienen el Prólogo y parte del «Artículo primero»; el texto del «Artículo segundo» continúa en el fol. 74 r. Véase el prólogo de Moir, pág. l.
[4: Luzán]
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razón contra la moda, dice lo siguiente en su Dedicatoria a la marquesa de Sarriá 117 . Esta comedia (cuia tradución ofrezco respetosamente a la diversión de V.E.) es de Monsieur Niville de la Chaussé 118 , de la Academia Francesa, autor de otras obras dramáticas del mismo género 119 . Representóse la primera vez en el theatro de París, año de 1735, y después se ha buelto a representar varias veces 120 , y siempre con el aplauso que merece el acierto y el juicio con que está escrita. Oy día vive el autor, y su mérito no necesita de los elogios que yo, como quien más le aplaude y venera, pudiera darle justamente en este lugar. No es esta obra la que menos le ilustra, y no puedo dejar de dar por bien empleado el travajo de traducirla a nuestro ydioma y en los metros usados en nuestras comedias. El título que tiene en francés es Le Prejugé a la mode, que me pareció no podía traducirse a la letra; porque ¿qué sentido haría en nuestra lengua La preocupación que es moda? En lugar de esta traducción literal, que no me agradó, la puse por título El uso vencido, sacándole del mismo asunto y de todo el contesto de la fábula; pero algunos repararon en la varia significación de la voz uso, y en esta duda hubo un docto amigo que me sugirió el de La razón contra la moda, que gustó a todos y es el que oy lleba. No solo me he visto precisado a mudarla de 121 título, sino también los nombres de casi todas las personas: Constancia, Vrbal, Sophia, Damon, Argante, Damis, Florina, &a., son nombres que no hubieran sonado bien a los oídos ni a los theatros de España. Yo le he sobstituido, por más proporcionados a nuestro uso, los nombres de Leonor, Carlos, Clara, Alexandro, Anselmo, Ernesto, Florela, &a. Ni ha sido ésta la dificultad que he tenido que vencer. Los que hayan hecho alguna experiencia de traducir de un ydioma a otro saben mui bien 117
Ignacio de Luzán, «A la Excma. Señora doña Josepha de Zuñiga, y Castro, Marquesa de Sarria, mi Señora», en Pierre-Claude Nivelle de la Chaussée (1692–1754), La razón contra la moda: comedia traducida del francés (Madrid: Imprenta del Mercurio, por Joseph de Orga, 1751); título original: Le Préjugé à la mode. Luzán firmó la dedicatoria con el nombre de El Peregrino; empleaba este seudónimo como miembro de la Academia de Buen Gusto, que se reunía desde 1749 en casa de la marquesa de Sarriá. La traducción se representó en Madrid el 1.º de mayo de 1761 (Coe, Catálogo bibliográfico y crítico, pág. 192). 118 Original: «Nivelle de la Chausée». 119 La Chaussée es conocido sobre todo como creador de la comédie larmoyante (comedia lacrimosa), cuyo arquetipo es su Mélanide (1741); es también autor de L’École des mères (1744). Véase Gustave Lanson, Nivelle de La Chaussée et la comédie larmoyante (París: Hachette, 1887). 120 Se estrenó en el Théâtre de la rue des Fossés Saint-Germain de París el 3 de febrero de 1735; volvió a representarse en Compiègne (1739), Fontainebleau (1740, 1742) y Versailles (1747, 1750). Consúltese la base de datos CÉSAR (Calendrier Électronique des Spectacles sous l’Ancien Régime et sous la Révolution), en http://cesar.org.uk/cesar2/. 121 Original: «el».
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quántas dificultades ocurren a cada paso en este género de travajo, quando se quiere que salga perfecto, y mucho más si la obra es en verso y se traduce en verso, y con razón dice el conde de Roscomon(+) 122 que el traductor tiene cautiva la imaginación y atadas las manos. Aun después que se ha comprehendido bien el sentido del original, ¡quántas veces faltan los términos de la propia lengua o no corresponden enteramente a la idea que expresan los del autor! Sírvame todo esto de escusa para los muchos yerros que no habrá podido evitar mi cuidado. No falta quien tiene en poco las traducciones o juzga que no debieran hacerse, para precisar por este medio a que los deemás se apliquen a la inteligencia de otras lenguas; pero, por una parte, la desaplicación de tantos inutilizaría este medio y, por otra, se defraudaría el público de las utilidades que trae a una nación el comunicarla las riquezas literarias de otros paýses. No parezca estraño que yo mencione utilidad quando hablo de una comedia: las buenas deben aprobechar deleitando, y si sus autores se contentan con el solo deleite, desde luego deben tenerse por malas en una república bien ordenada, y por pésimas si, mezclando al deleite algún género de veneno, bolbiesen en estrago de las costumbres lo que se imbentó y se destinó para su corrección. Por manera que es abusar de la razón humana y deliriar 123 manifiestamente el decir que la comedia, como mera dibersión, es enteramente libre, que no está sugeta a leyes ni a reglas, y que sólo pende del arbitrio y del capricho. Si nos dejáramos llebar de tan errada opinión, pudiéramos igualmente decir que ni el bayle, ni la música, ni otras artes están sugetas a leyes ni a reglas, y que deben dejarse correr con libertad por donde las guíe el capricho o la ignorancia. Qué absordos [sic] no produciría tan pernicioso desenfreno. La utilidad, Exma. Señora, y la buena moral de una comedia, es su más estimable circunstancia, a lo menos entre christianos; y en tanto debe el buen poeta procurar que sea igualmente deleitable lo útil, en quanto con la mezcla del honesto deleyte se consigue más eficazmente el aprovechamiento y se introducen más suavemente las buenas máximas, sin hastío ni repugnancia de quien las debe así endulzadas. En esta comedia observó el autor con especial cuidado y acierto esta regla fundamental. Propúsose un asunto mui útil, particularmente en el paýs donde la escrivió, que fue desarraigar una errada opinión, que havía dege122
Nota original: «(+) Milord conde de Roscomon, autor de un elegante poema ynglés sobre La manera de traducir a los poetas.» Se refiere a Wentworth Dillon, 4º conde de Roscommon (1633–1685), y a su Essay on Translated Verse (1684). Éste se había publicado recientemente en francés, bajo el título Essai sur la manière de traduire les poètes, en JeanArnould Trochereau de la Berlière, Choix de différens morceaux de poésie traduits de l’anglois par M. Trochereau (Paris: chez la Veuve Pissot, 1749). 123 Original: «delirar».
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nerado ya en moda, por la qual se mirava el amor congugal 124 como obgeto de risa y desprecio, y como mengua y desdoro el manifestarle a lo exterior. Yntroduce, pues, un cavallero que, primeramente desviado de el amor de su esposa y después arrepentido y deseoso de bolber a su legítimo obgeto, se detiene únicamente por los respetos de una moda injusta. El combate entre su razón y la moda, entre su amor y su vergüenza, entre el mérito de su esposa y los reparos del mundo, forma todo el tegido de la comedia y todos los lances de su enredo, cuia solución, preparada diestramente, deja triunfante a la virtud, confundida la moda y combencido el error. La conducta de toda la fábula, el encadenamiento de sus escenas, la naturalidad de los lances, la pintura de los characteres, manifiestan desde el principio al fin la gran destreza del autor, su juicio y su buen gusto. Los tiernos afectos de que es capaz una comedia se hallan en ésta tratados con el 125 arte y con tan proprio estilo que no pueden dejar de mober e interesar los ánimos del auditorio, bastándome para seguridad de mi concepto los efectos que ha causado en los oyentes la simple lectura de mi traducción. La risa y la sátira están como las pide el arte; los mismos defectos que se intenta corregir son los que producen la risa y dan motivo a la sátira. Pero lo que más importa, y lo que más me ha movido a juzgar digna de la luz pública esta obra, es la buena moral que inspira: píntase en toda ella el amor conjugal con los colores y con el decoro con que combenía pintarle. En Leonor se manifiesta la virtud de una esposa constantemente seguida hasta el fin, en que logra verse feliz. En Alexandro la de un amigo fiel, prudente, generoso y christiano, igualmente premiada. Las falsas ideas y máximas del mundo refutadas, confundidas y castigadas en los dos jóbenes vanos y licenciosos Ernesto y Clitandro. Con razón he dicho que lo que más importa en las comedias es que la virtud se represente amable y premiada y el vicio, feo, ridículo y castigado, porque de ahí resulta el aprobechamiento del público, como de lo contrario resulta infaliblemente el estrago de las costumbres, la perbersión del entendimiento y la corrupción de la voluntad. Si el auditorio ve todos los días en los theatros representadas como acciones mui decorosas, mui lícitas y casi embidiables las desventuras 126 y los amores, las venganzas, las desobediencias a los padres, los insultos a la justicia y otras cosas semejantes, y que estas resistencias, estas desobediencias, estos amores, estas desembolturas quedan al fin de la comedia aplaudidas y premiadas, ¿qué fruto ha de sacar o, por mejor decir, qué daños y qué estrago no ha de recivir en su entendimiento, en su corazón y en sus costumbres? Ni vale aquí el decir 124 125 126
Original: «conjugal». Original: «tal». Original: «desenvolturas».
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que los amores, los duelos y las venganzas heran las costumbres de los tiempos en que escrivían los poetas, porque, dado que sea así y que el poeta, especialmente cómico, puede y debe pintar las costumbres de su tiempo, pero debe pintarlas para corregirlas, no para fomentarlas, si son malas, y para persuadir a su imitación, si son buenas. Pero si, al contrario, viese el auditorio cada día bien representada en los theatros la hermosura y el atractibo de las virtudes morales y christianas y la fealdad y ridiculez de los vicios y defectos comunes, y que por medio de la virtud y del verdadero mérito se consigue la felicidad y el aplauso, y que al fin los defectos y los vicios sólo logran castigos, desprecios y risa, ¡qué utilidad no tendría en ello, qué enseñanza, qué escuela, qué persuasion, tanto más eficaz quanto más oculta y mas entretenida! Pues ¡qué sería si esta fundamental máxima se corroborase y perfeccionase con toda la fuerza de las reglas del arte, con la propriedad del estilo, con la dulzura de la poesía y con la poderosa ilusión del theatro! Las reglas del arte son indispensables. La poesía tiene las suias, como las tiene la música, la pintura, el bayle y otras; y ¿qué arte hay que no las tenga, o qué obra artificial puede ser perfecta en su género si no está ajustada a las leyes y reglas de su arte? Habrá oído V.E. (permítaseme repetir lo que ya he insinuado) que la poesía cómica no está sugeta a otras leyes que a las del capricho y del gusto, y que las que hemos aprendido en los antiguos maestros, y las que observan otras naciones, no se hicieron para nosotros, que, libres de tal yugo, podemos despreciar aquéllas e imbentar otras conformes a nuestro genio. No me admirara yo que estos discursos al ayre se hubiesen oído en los siglos más bárbaros; pero en éste, confieso que me han causado estrañeza. ¿Por ventura la razón y la experiencia no se hicieron para nosotros? ¿Y no han de valer entre nosotros como entre las demás naciones? Pues la experiencia y la razón han imbentado, comprobado y calificado por buenas las leyes y reglas de la poesía y del theatro que nos dejaron escritas los antiguos, que nos explicó Aristóteles, que abrebió Oracio, que han comentado tantos y tan doctos varones y que han seguido y practicado tantos excelentes poetas, y con las quales reglas han gustado sus tragedias y comedias a todas las naciones y en todos tiempos, y gustarán a todos los hombres que hagan buen uso de su razón y no estén ciegamente preocupados. La unidad de tiempo, de lugar y de acción, el decoro de las personas, la bondad poética y la combeniencia de las costumbres, la pintura natural y viva de los characteres o genios, la verosimilitud de los lances, la destreza de la solución y otras reglas se fundan en razón y se comprueban con la experiencia de lo bien que parecen y agradan tales reglas bien observadas. El auditorio que be representar una comedia no puede lograr cumplido deleyte, ni commoberse en los lances fingidos, ni aprobechar de la representación de aquellos casos, si no es mediante la ilusión theatral, que es una especie de encanto o enagenación que suspende por aquel rato los sentidos
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y las reflexiones y hace que lo fingido produzca efectos de verdadero. De aquí nace que los oyentes lloran, se entristecen, se enternecen, se apasionan, se ríen, como si los que se representa pasase realmente entre personas verdaderas, y no entre cómicos que las imitan. Pero para que esto suceda así, es preciso que el poeta y los representantes contribuyan cada uno por su parte a no deshacer la ilusión, antes bien a conservarla y fomentarla en toda la representación. Supongamos que un cómico o una cómica están en el tablado representando una scena en que recíprocamente se interesa su ambición, su honor o su pasión. Si uno de los dos, mientras el otro le está hablando de cosas que deben llamar toda su atención, se buelbe a mirar distraído a los aposentos o al patio, o se entretiene en combersación secreta con un criado o con otra persona que les esté immediata, o hace señas y se ríe, quando lo que le están diciendo deviera causarle tristeza o turbación o enojo, desbanécese al instante la ilusión, el auditorio reconoce que aquella persona es representante y no un príncipe o un galán verdadero, y de aquí resulta que ni gusta aquella scena, ni se conmuebe pasión alguna, ni se consigue la menor utilidad, que sólo procede de la ilusión y de los efectos que ella causa. Supongamos asimismo que un poeta hace que de una jornada a otra pase más tiempo del que permite la regla de la unidad de tiempo, de modo que la persona que en la primera jornada salió niño o joben se vea después en la segunda o tercera ya hombre hecho o viejo decrépito; o bien que los que representaron la primera jornada en una ciudad de España, se finja que representan la segunda en Constantinopla y la tercera en Londres, contra lo que prescribe la regla de la unidad de lugar: en qualquiera de estos dos casos se desbanece la ilusión del auditorio, reconocen los espectadores que aquellos lances son representados y no verdaderos, porque no puede ser que en tres horas de tiempo el que era niño crezca tanto, ni que en las mismas tres oras los que estavan en Sevilla hayan pasado a Constantinopla y a Londres. De aquí procede que una ficción tan manifiestamente descubierta y una imitación tan desemejante de lo natural y tan mal egecutada no produce efecto alguno de los que debiera producir, antes bien engendra un disgusto y un desprecio, con que miramos la imitación mal hecha y la poca havilidad del artífice, que, haviéndonos querido engañar con obgetos fingidos para que nos mobiesen como verdaderos, no lo supo hacer, semejante a aquellos malos pintores, al pie de cuios lienzos es menester escrivir: éste es perro, éste es gato, para que se conozca lo que quiso ser. Leemos, al contrario, con admiración lo que se refiere de algunos famosos artífices antiguos; ya, que los pájaros, engañados, fueron a picar un racimo de hubas pintado por Zeuxis; ya, que este gran pintor se enganó también en la cortina que havía pintado su competidor Parrasio; ya, que una estatua de mármol mobía vehementes pasiones: efectos todos de la ilusión de la pintura y
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de la estatuaria, mui semejante a la ilusión de la poesía theatral, ajustada a las reglas. Consiguiente a las dos unidades de tiempo y de lugar es la unidad de acción, porque si repugna a la razón y a la imitación que en tres oras de tiempo se supongan pasar muchos años o muchos días, y que en las mismas tres oras se handen muchísimas leguas y se vea desde un mismo puesto lo que pasa en Constantinopla, en Londres y en Sevilla, también hace 127 repugnar que se reduzcan a un mismo lugar y a un mismo tiempo dos acciones que requieren distinto tiempo y distinto lugar. ¿Cómo puede [no] repugnar 128 a mi razón ni dañar a mi ilusión que yo bea desde un mismo puesto en tres oras la batalla de Pavía y la del Albis? ¿La vida y la muerte de Pilatos? ¿La proclamación, el reynado, los sucesos y la muerte de un príncipe? Aun quando las dos acciones fuesen de un mismo héroe y de un mismo galán, no cabe que hayan sucedido en un mismo lugar y en un mismo tiempo; fuera de que, siendo necesario para la ilusión y para los efectos que se piden a la comedia o tragedia que la atención del auditorio esté recogida, intensa y fija en una acción seguida, si las acciones seguidas 129 , se distrae y se disipa la atención, y quanto más se extiende, tanto más pierde de su intensión y de su fuerza y no puede producir aquellos efectos. En la misma razón se fundan todas las demás reglas, digo las principales y que miran a lo substancial de la tragedia y comedia. Es preciso que tengan verosimilitud los lances, constancia las costumbres, naturalidad la solución, propriedad el estilo y proporción la sentencia; porque a qualquiera de estas cosas que se falte notablemente, huye la ilusión, se manifiesta el poeta, y el auditorio reconoce a la luz de la mala imitación el engaño y la ficción del theatro. Si un joben habla y obra como un viejo (sin especial motivo) o un viejo como un joben, si un lacayo gasta tan discretos conceptos como un cavallero, si una doncella discurre como un gran philósofo, si un hombre regular dice sonetos y décimas de repente con muchas agudezas, ¿adónde hirá a parar la ilusión? ¿Quién no conocerá al instante que el que habla así es un cómico, que ha decorado unos versos que el poeta travajó en su estudio con mucha aplicación y con mucho espacio, y que no es don Carlos a quien estamos oyendo, ni doña Leonor, ni don Félix, ni doña Juana, ni Polilla, ni Picatoste? Por manera, Señora, que en vano se buscan respuestas, en vano se alegan sutilezas, en vano se pretestan 130 escusas. La verdad, la razón, la experiencia, la naturaleza misma, son el fundamento de las reglas del theatro, de aquellas reglas que nos dejaron los antiguos por observaciones hechas sobre la misma naturaleza y esperiencia: reglas que han abrazado todos los 127 128 129 130
Original: «ha de». Original: «no repugnar». Original: «si las acciones son dos». Original: «pretextan».
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hombres savios de todos los siglos y de todas las naciones, que, bien practicadas, han gustado y gustan a todos, a los doctos y a los ignorantes, a los cortesanos y a la plebe, y, al contrario, mal observadas y violadas, disgustan a la más sana parte y sólo agradan a los que, preocupados de falsas ideas y havituados de 131 aquel error y a no ber representar otra cosa mejor, se contentan con lo que tienen, sin levantar la reflexión a las razones y causas de las cosas y sin preguntarse a sí mismos lo que sienten ni examinar lo que les dictaría su mismo entendimiento si estubiese libre y desapasionado. Mi autor ha desempeñado con singular destreza y acierto en su comedia estas principales reglas, pero porque no se me note de omiso o apasionado, no dejaré de decir que algunos podrán reparar en que la acción de esta comedia es doble, porque, además de la reconciliación de Carlos con Leonor, su esposa (que es el asunto de la fábula), hay otra acción completa, con principio, medio y fin, que es el amor y el casamiento de Alexandro y Clara. Pero si se reflexiona este reparo a la luz de una critica prudente, se verá que es de mui poca monta, porque el amor y el casamiento de Alexandro y Clara no es más que un episodio con que el poeta ha querido adornar su fábula y hacerla por este medio más conforme a las costumbres y al gusto del tiempo y de la nación y más agradable; y este episodio está tan enlazado con la fábula, tan connexo, tan dependiente en todo, que ni distrae la atención ni daña a las unidades de tiempo y de lugar, que son las principales razones en que se funda (como ya dige) la unidad de acción. También pudiera reparar una escrupulosa crítica en las cartas de Carlos y en el retrato de Leonor, y es verdad que muchos poetas cómicos han abusado mui frecuentemente de este fácil y bulgarísimo modo de enredar los lances y de desatar el nudo por medio de cartas y de retratos, abuso del qual el canónigo Mincini 132 (en su Poética) se quejó ya en Ytalia contra los poetas de su tiempo: Ch’oggi senza la lettera, ò il ritratto, Non par che alcuna per commedia passi, Quando don Cucco appare è mostra in atto Che simil cosa egli ha nella bisaccia, Per non veder nel mio mantel ni appiatto. Y tenía razón de quejarse y de censurar este abuso, contrario las más veces a la verosimilitud y que manifiesta siempre la pobreza y esterilidad del yngenio del poeta que, deviendo sacar el enredo y la solución del fondo del mismo asunto, por pereza o por ignorancia acude al tribial refugio de un 131
Original: «à». Original: «Menzini». Se refiere a Benedetto Menzini, Dell’arte poetica di Benedetto Menzini, accademico della real maesta di Cristina regina di Svezia, libri cinque (Firenze: Piero Matini, 1688). 132
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retrato u de una carta; pero las cartas y el retrato de nuestra comedia no merecen la misma censura, ni son medios necesarios para el enredo ni para la solución, pues ambas cosas sin ellos quedarían en toda su fuerza. Además, que están trahídos tan a tiempo, tan al caso y con tanta verosimilitud y naturalidad, que sería extraordinario 133 rigor de la crítica el censurarlos. Aun es de menor consecuencia el reparo de los apartes de que usa el autor. Siempre he mirado este punto como un escrúpulo insustancial y como una delicadeza excesiva. La misma inverosimilitud, o quizá mayor, tienen los soliloquios que los apartes, y en aquéllos nadie repara como en éstos. Hartas dificultades tiene en sí la composición de una comedia o tragedia sin que le añademos voluntariamente otras por nimia escrupulosidad. Fuera de que, para evitar los apartes y soliloquios, sería preciso valerse de mil rodeos, que producirían otros maiores incombenientes en lo substancial del drama. Finalmente, por pocas manchas y lunares (si creemos a Horacio) no se deve desestimar un excelente poema, donde todas las principales reglas están observadas con exactitud y donde brillan tantos aciertos y primores. Bien creo que no desaprobará V.E. que, desviándome de lo que ordinariamente se practica, haya empleado en discursos todo el papel que otros hubieran gastado profusamente en elogios. El buen gusto, Señora, tan benigna y constantemente protegido y fomentado por V.E., no sufriría que yo sugetase mi pluma a la pauta de bulgares y comunes abusos, y quien conoce y admira las sublimes virtudes y calidades de V.E. no puede saciar su justo deseo de alabarlas sino quando V.E. no le escucha.
[5] Don Ygnacio de Luzán. El mismo autor en su Poética. Año de 1737 134 . DE LA COMEDIA Aora, habiendo ya dado fin a las reglas y observaciones pertenecientes a la tragedia, pasaremos a la otra especie principal de la poesía dramática, que es la comedia, de la qual nos queda mui poco que decir, siendo casi todas las reglas ya dichas respectivamente comunes a una y otra especie. 133
Original: «extremado». Ignacio de Luzán, La poética o reglas de la poesía en general y de sus principales especies (Zaragoza: por Francisco Revilla, 1737). Apareció una segunda edición, en dos volúmenes, «corregida y aumentada por su mismo autor», en 1789 (Madrid: Antonio de Sancha). Véase la edición de Russell P. Sebold, Textos Hispánicos Modernos, 34 (Barcelona: Labor, 1977). Armona reproduce aquí los capítulos XIV («De la comedia») y XV («De los defectos más comunes de nuestras comedias») del libro tercero de la obra de Luzán, según la edición de 1737 (se numeran XVI y XVII en la de 1789). 134
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No importa a nuestro intento el saber los principios de la comedia, que aun en tiempo de Aristóteles eran obscuros e inciertos. Los primeros, según este autor 135 , que dieron alguna forma y buena disposición a la comedia fueron Epicharmo y Phormis en Sicilia, y después en Athenas Crates, el cual, dando de mano a la antigua forma de jambos, groseramente satíricos y mordaces, dio mas aliño a la comedia, adornándola de fábula (o fingida, como suponen algunos intérpretes de Aristóteles, o verdadera, segun solía ser antiguamente, como sienta 136 Mr. Dacier), de costumbres y de otra locución. Porque es menester suponer que, como de los que cantavan en verso hexámetro algún hecho de algún personage ilustre tubo origen la tragedia, así de los que en verso jambo zaherían y censuravan los vicios agenos tubo principios la comedia, la qual por mucho tiempo retubo el perberso estilo de informar en público no sólo los vicios, sino las personas mismas, nombrándoles sin miramiento y censurándolas con la más picante y mordaz irrisión. Y aun no se contentava esta maligna mordacidad con ensangrentar sus dientes sólo en los viciosos, sino que, como suele acontecer, servía la poesía a las poetas de pretexto y capa para sus particulares venganzas y de instrumento para sus rencores, aun contra las personas de más innocente vida. Dígalo el sapientísimo Sócrates, hecho blanco de la maldiciente saña del cómico Aristóphanes. Duró esta desarreglada licencia hasta tanto que los magistrados, por política y bien público, entendieron en refrenarla y reprimirla con severas leyes y vigorosas penas. Y entonces los poetas mudaron de estilo, como dice Horacio, por miedo del palo vertere modum formidine fustis. Esta mutación y otras, con que poco a poco se fue mejorando y perfeccionando la comedia, dieron motibo a una división que después se hizo de la misma, distinguiéndola en vieja y nueva. En Aristóphanes y Plauto hay rastros de las imperfecciones que tenía la comedia vieja; la nueva devió su esplendor y su alivio a Menandro entre los griegos y entre los latinos el ingenioso, delicado y discreto Terencio. Éstos fueron los principios y progresos de la comedia. Veamos aora a qué se reducen su ciencia y su principales reglas. Las comedia, pues, a mi parecer (como quiera que otros la definan), es una representación dramática de un hecho particular y de un enredo de poca importancia para el público, el qual hecho o enredo se finja haber sucedido entre personas particulares o plebeyas, «con fin alegre y regocijado, y que todo sea dirigido a utilidad y entretenimiento del auditorio, inspirando insensiblemente amor a la virtud y abersión al vicio, por medio de lo amable y feliz de aquélla y lo ridículo e infeliz de éste». 135
Nota original: «Aristot. Poetica partic. 30.» Nota original: «Dacier Poet. Arist. cap. 5 num. 10.» Véase André Dacier (trad. y anot.), La poetique d’Aristote, contenant les regles les plus exactes pour juger du poëme heroïque & des pieces de theatre, la tragedie & la comedie (Paris: chez Claude Barbin, 1692), pág. 63. 136
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Combiene la comedia con la tragedia en muchas casas, aunque en otras es dibersa. Primeramente, una y otra son representación dramática, y en una y otra se esconde enteramente el poeta, introduciendo siempre otras personas. Pero la tragedia representa un hecho ilustre y grande, con el qual ordinariamente tiene parte todo un estado o reyno. La comedia se ciñe a un hecho particular que apenas se extiende mas allá de un barrio. Así mismo la tragedia nos representa las fortunas y caídas de personages ilustres, como reyes, héroes, capitanes, etcétera. Es verdad que nuestros cómicos no han observado esta condicción [sic] de personas, pues sin reparo alguno han introducido en sus comedias príncipes, reyes, emperadores y otras personas semejantes, lo que hizo decir a Francisco Cascales que tales comedias ni son comedias ni sombra de ellas. Son unas hermafroditas, unos monstruos de la poesía. Y es verdad verdad [sic] también que Pedro Corneille admite, al parecer, tales comedias con personas impropias, diciendo que se pueden llamar heroicas, a distinción de las otras, en las quales no entran sino personas particulares. Pero sin embargo yo no hallo doctrina ni exemplo con que se pueda sancar [sic] este abuso, tan contrario a la naturaleza y a las reglas de la misma comedia, que, como tiene diberso fin que la tragedia y dibersas calidades, ha de tener tambien dibersos los asuntos y las personas. Fuera de que la maior parte de los lances, que se fingen suceder en nuestras comedias a personas Reales, son contra lo natural y verisímil y propios sólo, como se dice, de reyes de comedia, no de reyes verdaderos, cuio carácter no es compatible con lo que allí nos representa el poeta. En la comedia Obras son amores, de Lope de Vega Carpio, proboca a risa el ver como un rey de Vngría admite a su presencia al escudero y aun al cochero de una dama particular y se entretiene con ellas en mui familiar combersacion. Si Corneille ha permitido tales comedias con el título de heroicas, no parece que ha tenido razón bastante en que fundar su opinion, que Mr. Dacier 137 reprende y reprueva. Es verdad que Plauto introdujo en su Amphitryón a Júpiter y a Mercurio, pero los introdujo, no con la seriedad y grandeza que combenía a estas deidades, sino con un carácter ridículo y jocoso; y sólo en esta forma pueden entrar en la comedia estos personages, como han entrado en la del Cavallero de Olmedo y en Los siete Infantes de Lara. Difieren también la tragedia y la comedia en el éxito de la fábula y en las pasiones. La mejor constitución de tragedia, segun Aristótoles, es la que tiene el éxito infeliz. Por el contrario, la comedia pide siempre un éxito feliz y regocijado. Y aunque en la doctrina de Aristóteles no se repruevan absolutamente las tragedias de éxito feliz, no obstante, aun en éstas las principales personas se ven en gravísimos peligros de perder la 137 Nota original: «Dacier Poet. cap. V. remarq. num. 1». Véase Dacier, La poetique d’Aristote, págs. 58–59.
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vida o el estado o la felicidad que gozavan, si bien al cabo se libran de semejantes peligros, los quales ya bastan para mober en el auditorio con no poca fuerza el terror y la compasión, afectos propios de la tragedia como impropios de la comedia. Y aunque en ésta hay también peligros, no son tales que de ellos resulta la muerte o la infelicidad extrema de alguna persona, y sólo producen alguna zozobra y sobresalto en los oyentes que desean que el primer galán salga bien de su empeño y logre felizmente su intento. Fueron, pues, con acertada distinción destinadas desde su instrucción primera a diversos fines la tragedia y la comedia, y a ser útiles a los hombres por dibersos medios, la una mobiendo violentos afectos de terror y de compasión y representando las cahídas de los reyes y otros personages ilustres, para escarmiento del auditorio y moderación de sus pasiones; la otra mostrando como en un espejo los vicios y defectos comunes, expuestos a la risa del pueblo y rendido a los pies de la virtud, para exemplo y estímulo de los agentes. De suerte que el trastrocar y confundir estas dos diversas especies de drama es dar a intender que se ignoran sus principios, sin institución, sus dibersos fines y afectos y los distintos linderos de cada una. Por lo que a muchas de nuestras comedias, o se les ha de mudar este nombre en el de tragedias, pues por su asunto y por sus personas lo requieren, o se ha de confesar que sus autores ignoran esta distinción. Difieren también la comedia y tragedia en la fábula, quanto a ser mejor (según la doctrina de Aristótoles) para la tragedia la fábula simple, esto es, de una sola mudanza, y para la comedia la doble, u de dos mudanzas, como es la de la Fuerza del natural de don Agustín Moreto. Finalmente se distinguen la tragedia y comedia en la sentencia y locución, esto es, en el estilo. Porque como son diversos los asuntos de una y otra, y diversas las personas que se introducen, es mui justo también que sea diverso el estilo. Los asuntos de la tragedia son grandes, las pasiones violentas, las personas ilustres, con que, de razón, todo esto pide un estilo alto y con figuras rethóricas, que son el lenguage más propio de las pasiones. Pero la comedia no admite asuntos ni personas tales, que pidan semejante estilo. Los argumentos cómicos son menos ruidosos, las pasiones más moderadas, teniendo más de tierno y de placentero que de violento y furioso las personas de mediana v de vaja condición, en quienes no asientan bien pensamientos mui altos ni estilo mui elegante ni pasiones mui violentas, maiormente atendida la calidad y la poca importancia de los casos que allí se representan. Es preciso, pues, que el poeta, conformando la sentencia y la locución a la calidad de las personas y del asunto, dé a la comedia un estilo llano, puro, natural y fácil. Digo fácil, porque lo es este género de estilo para quien lee o escucha, siendo al mismo tiempo mui difícil y trabajoso para quien escribe. Qualquiera se promete hacer otro tanto con gran facilidad; pero en llegando a la práctica, se alla burlado y
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experimenta en extremo difícil de egecutar lo que antes parecía tan fácil. Esto hace creer a algunos que la comedia es obra de mui poco travajo; pero se engañan muchísimo, pues, como observó Oracio, sus aciertos y primores obligan a tanto mayor empeño y esfuerzo, quanto logran menos perdón sus faltas, como más expuestas a la censura común, y más a tiro (digámoslo así) del vulgo y de su corta capacidad: Creditur ex medio, quia res arceficit habiere Sudoris minimum; sed haber comedia tanto Plus oneris, quanto venia minus. Pero esta llaneza de estilo en la comedia no tanto pende de los pensamientos y conceptos, quanto del artificio y modo con que se dicen. A muchos pensamientos que parecen grandes y elevados, los hace tales el artificio de palabras y la ingeniosa disposición con que se adornan y abultan. Dévese, pues, moderar en la comedia no tanto el discurso (como no sea mui estudiado y afectado) quanto el ingenio y la fantasía, las figuras rethóricas con exceso arriesgadas, y finalmente todo lo que sepa a cuidado y artificio excesivo. Supuesto esto, no me parece que puede jamás pasar plaza de estilo bueno y propio de comedia aquel que usa Laurencio en la de Agradecer y no amar de Calderón: Suelto tenía el cavello, cuyas ondeadas hebras, Golfos fingiendo de erizadas quiebras, Ynundavan la nieve de su cuello. Perdone el sol, que no es el sol más bello, Quando los ampos de las cumbres dora, Dejando de una peña y otra peña Desmelenar la mal peinada greña, Que a media luz le destrenzó la aurora. Bien que al rebés su afecto se colige: Digo al rebés 138 , pues oye qué bien dige, Porque si él, sobre nieve Madejas de oro a desplegar se atreve, Ella, con más decoro, Es parece 139 nieve en sus madejas de oro, Cayendo encima tanto pelo ufano Un copo y otro en una y otra mano: Él, por no berse a leyes reducido, Medio enredado resistió esparcido: Como quien dice que es contrario duelo, 138 139
Original: «¿Dije al revés?». Original: «esparce».
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Dando los rayos libertad al cielo, Que con muevos 140 desmayos, El cielo ponga en su prisión los rayos, etcétera Otros muchos exemplos semejantes a éste se allarán en nuestros cómicos, que se dejaran 141 arrebatar de su mismo ingenio, sin reparar que para obstentarle no hera lugar oportuno una comedia. Pero, sin embargo, buelbo a decir que a beces también la comedia puede levantar la voz. Digo levantar la voz, no el ingenio ni el artificio; porque aunque es razón que un personado 142 cómico, quando está dominado de alguna fuerte pasión, hable con más fuerza y con expresiones más figuradas; pero no por eso ha de andar buscando con cuidado y afectación los conceptos más artificiosos, las metháforas más remotas y más arriesgadas, los rotruécanos y períodos más limados. Terencio, cuio estilo puede ser dechado de la naturalidad cómica, nos dejó exemplos de la moderación y circunspección que se debe observar en las comedias. Su Demea en las Adelphos, viejo, de condición recia y arisca, se moja y se queja de las trabesuras de sus hijos con mucha fuerza; pero no por eso se empeña en agudezas ni artificios de palabras, contentándose con expresar su pasión exclamando: «¡Ay de mí! ¿qué haré? ¿qué egecutaré? ¿qué he de decir? ¿de qué me he de quejar? ¡o cielo! ¡o tierra! ¡o mar!» Quanto a lo demás, combiene la comedia con la tragedia así en ser representación dramática, según ya queda dicho, como en tener las mismas seis partes de calidad, es a saber, fábula, costumbres, sentencia, locución, aparato y melodía. La fábula cómica requiere también respectivamente todas las circunstancias de la tragedia: ha de ser de justa grandeza, verisímil, maravillosa, implexa, una en la acción, en el tiempo y lugar, y su enredo y solución han de ser según lo necesario o verosímil. Admite también agnición y peripecia, y observa las mismas calidades y condicciones de las costumbres, excepto la semejanza, que, como es sólo practicable en las personas ya conocidas por historia o por fama, no tiene de ordinario cabimiento en las cómicas, que suelen ser fingidas, y de quienes la historia no se supone hacer mención. De estas y otras cosas más se ha tratado difusamente en los capítulos antecedentes, a los quales me remito por no repetir lo que ya se ha dicho. Es, en suma, la comedia como un paralelo de la tragedia: ésta excita las lágrimas, si 143 aquélla la risa. El exceso de las desgracias de reyes, etcétera, mueve en la tragedia a lástima y terror, y el exceso de los vicios y 140 141 142 143
Original: «nuevos». Original: «dejaron». Original: «personaje». Original: falta «si».
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defectos de personas particulares mueve en la comedia a risa y alegría. Y en una y otra parte los afectos, ya trágicos, ya cómicos, aunque mueven dibersamente los ánimos, los mueven a un mismo fin. Pues así las grandes mudanzas de fortuna como la irrisión y castigo de los vicios miran a la utilidad del auditorio, haciéndole, o más constante y sufrido en sus travajos, o más cuerdo y adbertido en sus defectos. Y como en la tragedia se han de mober las pasiones de lástima y terror con la misma constitución de la fábula lastimosa y terrible, así mismo en la comedia se han de excitar sus propios defectos de risa y alegría con el mismo asunto, que ha de ser festibo y regocijado. También es indudable que la mudanza de fortuna ha de caer sobre el principal personado, cuia extrema infelicidad produzca en los oyentes compasión y terror, lo mismo se ha de observar en la perfecta comedia, cuios principales papeles han de ser los que muevan el auditorio a risa y alegría por medio de sus defectos bien pintados y de los genios estrabagantes. En lo qual, como me parece digno de alabos 144 don José de Cañizares, que en sus comedias observa casi siempre esta circunstancia, o si no luego 145 del todo acertado el rumbo que han seguido otros cómicos españoles, que ordinariamente hacen serio, y aun a veces trágico, todo el principal asunto de sus comedias, y fían lo jocoso de ellas de un criado del primer galán, que por eso tiene el nombre de gracioso. Y pues hemos llegado a hablar de la graciosidad en las comedias, no puedo dejar de advertir que hay dos especies de graciosidad, una noble, otra bulgar, tan diversas entre sí como lo bufón y lo discreto. La una es ingeniosamente aguda y noblemente festiba, la otra suele rozarse en equíbocos indecentes y en frialdades proprias de la plebe. En Terencio y Plauto tenemos exemplares de una y otra, y aun en Calderón más parecidas 146 a la noble de Nicadera 147 de Terencio, y las de Moreto a las bulgaridades de Plauto. Las partes de cantidad de la comedia, según Donato, no contando el prólogo, son prótasis, epítasis y catástrophe. La prótasis es el principio de la comedia, donde se manifiesta parte del argumento y parte se calla para tener suspenso el auditorio. La epítasis es el aumento de los lances, lo más enmarañado del enredo y el nudo de todos los yerros y engaños. La catástrophe es la mutación de la fábula en felicidad y alegre éxito, descubiertos ya todos los engaños y enredos y desatado el nudo. La prótasis corresponde a la primera jornada, la epítasis a la segunda y parte de la tercera, la catástrophe contiene lo deemás hasta el fin.
144
Original: «alabar». Original: «así no juzgo». 146 Falta un trozo del original, que reza: «y aun en Calderón y en Moreto, siendo en esto las comedias de Calderón más parecidas». 147 Original: «la noble delicadeza». 145
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Concluiremos este capítulo con un aviso de Aristóteles 148 , tan útil como necesario para el total acierto de las tragedia y comedia 149 . Debe, pues, el poeta, ideado ya en su mente el asunto, hacer en prosa un borrador o bosquejo de toda la fábula, con su principio, su enredo, solución y fin. Y en él debe apuntar y demarcar distintamente las partes de cada persona, las costumbres, los genios, los fines, las scenas, esto es, las entradas y salidas, y un resumen de todo lo que en cada scena y acto ha de decir y obrar cada uno de los actores. Refiere Aristóteles que el poeta Carcino, por haber omitido esta diligencia, se expuso a los silbos de todo el pueblo en la representación de su tragedia el Amphiarao. Porque, haviendo Amphiarao entrado en un templo cuia puerta estava sin duda a vista del auditorio, el poeta inadvertidamente le hizo después representar en otra parte en la misma tragedia, sin que el pueblo le hubiese visto salir del templo donde estava encerrado. Hecho este borrador, el poeta lo ha de recorrer muchas veces y considerar con atenta reflexión, para reparar con tiempo todos los imcombenientes e imberisímiles que pudiera haber en la representación. Y para maior acierto, quando examina este diseño o bosquejo de su comedia o tragedia, deve figurarse que es uno de los oyentes, y en esta suposición se ha de proponer a sí mismo todas las dificultades y obgecciones que verisímilmente pudiera hacer uno de aquéllos. Con esta diligencia se evitarán sin duda muchas impropriedades y muchos inverisímiles y errores, que sin ella son tan freqüentes en todo género de dramas.
148
Nota original: «Aristot. Poet. secund Ben. partic. 81. cap. 16 y Mr. Dacier Poet. chap. 18.» 149 Original: «tragedias y comedias».
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CAPÍTULO XV. DE LOS DEFECTOS MÁS COMUNES DE NUESTRAS COMEDIAS. Aunque las reglas y observaciones antecedentes y todo lo que hasta aquí hemos dicho parece que pudieran bastar para una perfecta y cabal inteligencia de la poesía dramática, no obstante, para dar maior luz a las mismas reglas y facilitarlas a la más ruda comprensión, pondremos aquí varios egemplos por los quales se hechará de ver en quántos baxíos puede dar la ignorancia de los preceptos del arte, y finalmente se acabará de entender que el solo ingenio y la naturaleza sola no bastan, sin el estudio y arte, para formar un perfecto poeta. Con esta ocasión, algunas cosas omitidas, ya por no romper el hilo del discurso, ya por falta de oportuno lugar, se dirán aquí brevemente según el orden con que me vinieren a la memoria. Si para todo esto me valiere de egemplos sacados de nuestros poetas, espero que se me tomarán en cuenta las muchas razones que me obligan a ello. Primeramente, nuestras comedias son libros que andan en las manos de todos, con que sus egemplos serán más inteligibles y más probechosos; maiormente habiendo en España mui poca noticia de los poetas de otras naciones. Fuera de que el corregir nosotros mismos nuestros yerros es ganar por la mano y hacer en cierto modo menos sensibles y menos afrentosos los baldones de los estrangeros. Y además de todo esto, supuesto que los cómicos españoles han podido errar, porque no heran impecables, razón será que alguna vez salga a campo abierto la verdad al opósito de la lisonja y del engaño. Y esto sin hacer agravio a nadie, porque no niega el mérito de los buelos mas remontados el que nota algunas caídas, ni es justo que el resplendor de los aciertos deslumbre la vista para los yerros, debiendo el crítico desapasionado tenerla igualmente perspicaz para ambas cosas. Y en fe de que en mí no falta tan devida equidad, no pudiendo referir aquí distintamente y por a menudo los muchos aciertos de nuestros cómicos, porque para eso sería menester escrivir un gran volumen aparte, me contentaré con decir, por maior y en general, que en todos comúnmente allo rara ingenuosidad, singular agudeza y discrepción, prendas mui esenciales para formar grandes poetas y dignas de admiración. Y añado que en particular alabaré siempre en Lope de Vega la natural facilidad de su estilo y la suma destreza con que en muchas de sus comedias se ben pintadas las costumbres y el carácter de algunas personas; en Calderón, admiro la nobleza de su locución, que sin ser jamás obscura ni afectada es siempre elegante, y especialmente me parece digna de muchos encomios la manera y traza ingeniosa con que este autor, teniendo dulcemente suspenso a su auditorio, ha savido enredar los lances de sus comedias, y particularmente de las que llamamos de capa y espada, entre las quales hay algunos donde allarán los críticos mui poco o nada que reprehender y mucho que admirar y elogiar. Tales son las comedias Primero soy yo, Dar tiempo al tiempo,
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Dicha y desdicha del nombre, Quál es maior perfección, De una causa dos efectos, No hay burlas con el amor, Los empeños de un acaso y otras 150 . Solís no es inferior a Calderón en la natural elegancia y nobleza de su estilo. Ha escrito algunas comedias, dignos partos de tan elevado y culto ingenio, como La gitanilla de Madrid, El alcázar del secreto, Un bobo hace ciento. Merecen también aplauso algunas de Moreto, y especialmente El desdén con el desdén, porque la fábula crítica 151 (como enseña Horacio) no ha de llevarlo todo con tanto rigor, ni con tan escrupulosa nimiedad, que repare en algunas faltas pequeñas, quando todo lo deemás de una obra es bueno: ubi plura nitent in carmine non ego paucis offendar maculis. El hechizado por fuerza, de don Antonio Zamora, es una de las comedias escritas con singular acierto y mui conforme a las reglas de la poesía dramática, siéndolo así mismo, con poca diferencia, El castigo de la miseria, del mismo autor. También don Francisco Candamo es digno acreedor de los elogios y de la estimación con que ya el público ha recivido sus obras, por su ingenio, su elegante estilo, sus noticias no bulgares y por el cuidado grande que manifestó en la verisimilitud, decoro y propiedad de los lances y de las personas. Finalmente don José Cañizares, tomando con prudente acuerdo una derrota más propia de la poesía cómica que los otros siguieron, ha escrito muchas dignas de singular aplauso. En El dómine Lucas, en El músico por amor y en otras, he visto con particular gusto costumbres bien pintadas y mantenidas hasta el fin, asuntos y estilo proprios de comedia, graciosidad en la acción misma y en las personas principales, y no (como comúnmente se be practicado en las comedias de otros autores) en los dichos de un criado, circumstancias todas muy apreciables y que he buscado en vano en otros cómicos. Supuesto, pues, el mérito singular de estos y otros poetas, y supuesta la estimación y el aprecio que yo hago de sus aciertos, no tendrán razón sus apasionados de estrañar ni ofenderse de que me detenga a notar aquí algunos de sus defectos y descuidos para instrucción de los que en adelante escribieren, bien como en las cartas de marear y en los derroteros para aviso de los navegantes se suelen demarcar y adbertir los escollos y baxíos en que han dado otros pilotos que navegaron sin semejante prevención y noticia. Los errores de la poesía se pueden reducir a tres clases: unos miran a la poesía en general, otros son proprios de cada especie de poesía, otros, finalmente, se pueden llamar agenos y adbenedizos, porque pertenecen a otras artes y ciencias. Entre los errores de la primera especie o clase se pueden contar las imágenes desproporcionadas, las metháforas estravagantes, la hinchazón del estilo, la bageza, la frialdad, la sutileza excesiva y todo lo deemás de que largamente hemos tratado en el libro segundo de 150 151
Original: punto y aparte. Original: «la buena crítica».
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esta obra, a el qual me remito por no ser prolijo. Si en un soneto o en una canción no se sufre una metháfora desproporcionada, ni una expresión hinchada, ni una frialdad, ni una afectación, mucho menos se podrán sufrir en una comedia o tragedia, donde tanto eso es más improprio y más inverisímil. Claro está, pues, que al crítico más moderado parecerá mui mal aquella frialdad que dice Medusa en la comedia Fortunas de Andromeda y Perseo, de Calderón, concepto mui propio de un niño de escuela que estudiara entonces la sintaxis: Quita, o tú, quien quiera que eres, ese christal de delante de mis ojos: no cometas en mí barbarismos tales, como hacer la que padece de la persona que hace. Tampoco se pueden llebar con paciencia aquellas metháforas tan estravagantes que dice Julia en la comedia El amigo hasta la muerte, de Lope de Vega Carpio: De mi desesperación, Leonor, te mando un bestido de mi dolor guarnecido, con pestañas de pesares y botones y alamares de tanto tiempo perdido, etcétera En la Dorothea, del mismo autor, aun en suposición de que la escribió más para leída que para representada, entre otros muchos conceptos (que no sé cómo se podrán escusar de la nota de afectados y fríos), me ha parecido mui improprio lo que dice don Fernando a su dama desmayada: «O mármol de Lucrecia, escultura de Michael Angel, o Andrómeda del famoso Ticiano». Y por cierto estava de espacio 152 este galán, pues a vista del desmayo de su dama, en vez de acudirla con algún pronto remedio para que bolbiese en sí, u de hacer extremos que manifestasen su pasión, su sentimiento y su turbación, se acordava de las esculturas del Buonorrota y de las pinturas del Ticiano. Los errores proprios de la poesía dramática son fáciles de conocer si se saben sus reglas. No ser verisímil la fábula, no tener las tres unidades de acción, de tiempo y de lugar, ser las costumbres dañosas al auditorio o pintadas contra lo natural y verisímil, hacer hablar las personas con conceptos improprios y con locución afectada, y otros semejantes, son los defectos 152
Original: «despacio».
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pertenecientes a esta segunda clase. El deseo de ser brebe no me dejará detener mucho en los exemplos. En la comedia El perro del hortelano, de Lope de Vega Carpio, se puede ber el defecto de una fábula inverisímil. En ella, una dama principal se enamora de un criado suyo, lo qual no niego que puede ser verisímil. Pero ¿cómo puede serlo que esta dama tenga tan poca cordura y tan poco miramiento en su pasión que todos la sepan y ella no se recate de nadie? En Los ramilletes de Madrid, también de Lope, un cavallero conocido se atrebe a servir, disfrazado de jardinero, en Madrid, en casa de una señora principal. En otra comedia de Moreto, Todo es enredos amor, doña Elena, pudiendo tratar su casamiento con don Féliz (de quien estava enamorada) con gran facilidad, pues no havía quien se lo estorbase, abandona su casa y, vestida de estudiante, parte a Salamanca, sólo por curiosidad de saber si don Félix era de genio tan libiano como se decía. Y allí hace con don Félix el papel de don Lope, con doña Manuela el papel de Damiana, criada, y con otros el papel de dama. En esta clase se pueden poner las comedias de La dama presidente, La dama corregidor, Servir a señor discreto y otras semejantes. ¿En quál de estos casos se divisa algún rastro de verisimilitud? ¿Quál de ellos puede ser espejo de la vida humana? Ciertamente que más parecen casos pertenecientes a otros hombres y a otro mundo, porque en el nuestro no vemos jamás succeder semejantes aventuras, que sólo tienen ser en la imaginación y fantasía del poeta que las imbenta, y no pueden servir de instrucción alguna ni de egemplo para los accidentes de la vida humana. Y pues hemos llegado a hablar del 153 verisímil de la fábula, no quiero dejar de decir la poca verisimilitud de algunas comedias españolas que tienen por asunto alguna fábula poética de los gentiles, como son Eurídice y Orfeo, También se ama en el abismo, La estatua de Prometeo, Ni Amor se libra de amor y otras semejantes, cuios argumentos, aunque en la ignorancia del vulgo gentil allavan algún crédito y, en quanto a los savios, ya enseñavan indirectamente y debajo de aquella exterioridad algún misterio o alguna verdad, no por eso me persuado a que puedan tenerse por verisímiles y proprios para una comedia, especialmente en nuestros tiempos. Y si por lo inverisímil no apruebo en las comedias semejantes asuntos, por lo irreberente y dañoso, no me parece que se pueden tampoco aprobar las comedias de los santos, de que hay tan gran número en España. Si alguna utilidad tienen tales comedias, es tan poca que no tiene comparación con los grabes daños que causan. No es el menor de ellos el profanar cosas tan sagradas con amores, con vanidades y graciosidades poco decentes. Además de esto, qué de milagros falsos, qué de historias apócrifas no se esparcen de esta manera en el vulgo ignorante, que las cree como puntos de
153
Original: «de lo».
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religión y como dogmas de fee, quando no tienen otra autoridad que la imaginación o la ignorancia del poeta. A veces, aunque el cuerpo de la fábula tenga bastanta probavilidad, no dejando [sic, por «dejan de»] ser imberisímiles algunos miembros de ella, quiero decir algunos lances y pasos que tienen mucho más de maravillosos que de creíbles. No es ciertamente creíble ni verisímil lo que dice Sigismundo en El alcázar del secreto, de Solís, que desde las costas de Épiro, donde se havía arrojado a el mar, sirbiéndole de bagel el escudo que la costumbre del brazo devió de aplicar al pecho, llegó a la isla de Chipre. Pero quien sepa quántas leguas hay desde Épiro a Chipre bien hechará de ber que eso no podía succeder sin milagro. Así mismo no siempre se pueden esconder los galanes con bastante verisimilitud en las alhacenas de vidrios u detrás de las cortinas o tapices sin ser allados y vistos, ni son tampoco siempre verisímiles los lances de papeles y retratos de que abundan tanto nuestras comedias, de los quales dijo mui bien Candamo, en la comedia Por su rey y por su dama, que tienen una dureza intractable. Como quiera que sea, quando el poeta arriesgue alguna vez en las comedias tan extraños acasos y abenturas tan raras, es menester que junte tales circunstancias y disponga de tal manera los lances, que lo extraño y maravilloso de ellos no sea del todo increíble. Tampoco apruevo los acasos de la música, que entretege su canto con la representación tan a tiempo, que precisamente el verso que se canta es el que le tocaba decir al representante para concluir el concepto de unas décimas o coplas. Son también contra toda la verisimilitud los oráculos de alguna voz que, desde adentro, interrumpe la representación, adivinando lo que hiba a decir el que representa y haciendo que sea misterio o profecía el acaso, y de la misma estofa son los ecos y el hablar en sueños tan al caso y tan a tiempo como aquello: No tube la culpa yo, etcétera, en la comedia de Apeles y Campaspe 154 . Tan inverisímil e impropio como los oráculos de la voz y de la música es el salir dos personas cada una por un lado del tablado, llevando también 155 estudiado lo que han de decir que la una no diga una sílava más que la otra y, hablando cada qual a solas consigo, vayan alternando con tan justa medida los conceptos y versos, que parezca que ya de antemano se havían prevenido para el caso. En la comedia Muger, llora y vencerás, de Calderon, tenemos un exemplo de semejante impropiedad. En ella salen Federico y Enrique, midiéndose como con un compás el uno al otro las palabras: FEDERICO De esta música guiado, ENRIQUE Llamando de estos accentos, FED. vengo, a pesar del enojo 154 155
Original: punto y aparte. Original: «tan bien».
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ENR. FED. ENR. FED. ENR. FED. ENR. FED. ENR. FED. ENR.
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a pesar de la ira buelbo de madama, porque juzgo de madama, porque pienso que quando el riesgo es tan noble, ha de apetecerse el riesgo. que quando es tal el peligro, es peligro el remedio. Pero aquí está: que bien temo Pero aquí está: que bien temo volber a ber su semblante. volber a mirar su sueño [sic, por «ceño»]. Ya me vio: vengan desdenes. Ya me vio: vengan desprecios.
Pero todo esto más parece rezar a choros que salir a representar una comedia. De estos y otros semejantes inverisímiles e impropriedades deve guardarse el poeta, si prefiere la aprovación de los hombres entendidos a los vanos aplausos del vulgo ignorante. Si entramos en las tres unidades de acción, de tiempo y de lugar, hallaremos mucho en que reparar. La locura por la honra, de Lope de Vega Carpio, contiene tres acciones que pueden ser asuntos para tres comedias. El primer acto, hasta la muerte de Flordelís, es una acción más trágica que cómica; la locura fingida del conde Floraberto es otra acción, y su casamiento con doña Blanca y el de el Delfin con doña Alda forman otra acción. Es verdad que no es tan freqüente este defecto como el de unidad de tiempo y de lugar. Las comedias de Bernardo del Carpio, del Conde de Saldaña y otras semejantes han servido por esto de asunto de burla y mofa a un crítico francés 156 . Y no sin bastante motivo, pues es absurdo intolerable que al principio salga Bernardo del Carpio niño y, antes de acabarse la comedia, ya sea hombre hecho y egecute hazañas prodigiosas contra los moros. En la comedia El mayordomo de la duquesa de Amalfi, de Lope de Vega Carpio, pasan nueve años, en la del Genízaro de Vungría, más de veinte, y otros tantos en la de Los siete ynfantes de Lara y en La venganza en el despeño, ambas de don Juan Matos Fragoso, y finalmente en la de Los siete durmientes, no pasan menos que doscientos años. Otros tantos contiene la de San Amaro, de la qual, como de otras de la misma estofa, se ríe con mucha razón Francisco Cascales 157 . Muchas hay que duran dos y 156
Nota original: «Boileau, Poetiq. chan. 111. Vn rimeur, sans péril, delà des Périnées [sic] / sur la scène en un jour renferme des années: / La foubent [sic, por «souvent»] le Helos [sic, por «héros»] d’un spectacle gros[s]ier, / enfant au primier [sic] acte, est barbon au dernier.» 157 Nota original: «Cascales, Tabl. Poet., de la tragedia, pág. 346. Siendo esto así, ¿no os reís de nuestras comedias, que entre otras me acuerdo haber oído una de San Amaro, que hizo un viage al paraýso, donde estubo doscientos años, y después quando bolbió, al cabo de dos siglos,
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tres años; otras menos. Pero sería nunca acavar si quisiese traer exemplos de todas las que poco o mucho pecan contra la unidad de tiempo. No son menos notables ni menos freqüentes en nuestras comedias los errores contra la unidad de tiempo [sic, por «lugar»]. En El amigo hasta la muerte, de Lope, la scena, o sea el lugar de la representación 158 , ya es en Feruan [sic, por «Tetuán»], ya en Sevilla, ya en Cádiz, ya en Gibraltar. En la comedia Para vencer amor querer vencerle, de Calderón, parte de la representación es en los Esguízaros y parte en Ferrara; en la de Dicha y desdicha del nombre, parte en Parma y parte en Milán; en la de Fortunas de Andromeda y Perseo las personas pasan de Achaya 159 a Trinacria y de Trinacria al monte Athalante de África; en El príncipe perfecto, de Lope, la scena es en España, en Ytalia y en África; y en la de Servir a señor discreto es en Sevilla, en Madrid y en Córdova. Estos exemplos bastarán para conocer semejantes defectos en otras muchas comedias, donde las personas, como si tubieran alas, en el brebe espacio de tres o quatro oras que dura la representación, buelan de una parte del mundo a otra, andando con gran frescura y sin cansancio alguno centenares de leguas. Quanto a las costumbres, tienen también nuestras comedias no pocos defectos, de los quales unos pertenecen a la doctrina y philosophía moral, otros competen a las reglas y preceptos poéticos. De los primeros hemos hablado ya en otro capítulo. Los segundos, que son proprios de la poesía dramática, consisten en la mala imitación y en no seguir las huellas de la naturaleza, porque cada nación, cada edad, cada sexo y condición tiene sus propias costumbres, que es menester copiar del natural, y si se atribuyen a una nación, a una edad o a un sexo las costumbres de otra nación, de otra edad o de otro sexo, claro está que la copia será imperfecta y mala. Causa notable estrañeza el ber trasladados los mantos y las costumbres de Madrid a Vienna, a Vngría y aun al Asia, en las comedias Mejor está que estava, El perro del hortelano y El mágico prodigioso. Y yo he oído, no sin mucha risa, nombrar al conde Antenor y al conde Eneas en la comedia de Héctor y Achiles, de no sé qué autor. En la de Eurídice y Orfeo, de don Antonio de Solís, Aristeo y Filisardo más parecen españoles de nuestros tiempos que personas de tan distinta nación y de siglos tan remotos, según lo entendidos que están de las leyes del duelo 160 . No puedo dejar de decir que las mugeres en nuestras comedias hablan con más erudición y elegancia de lo que es natural y proprio de su sexo y capacidad. Y aunque digan algunos hallaba otros lugares, otras gentes, otros trages y costumbres. ¿Qué maior disparate que esto? Otros hay que hacen una comedia de una corónica entera. Yo la he visto de la pérdida de España y restauración de ella.» 158 Las palabras «o sea el lugar de la representación» son un inciso de Armona; no están en el texto original de Luzán. 159 Original: «Acaya». 160 Original: punto y aparte.
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(y yo soy uno de ellos) que las españolas nacen, por especial favor del cielo u del clima, dotadas de rara discreción y agudeza, prendas que también se compadecen con la hermosura, sin embargo, esta razón solamente sanea lo imberosímil que pudiera tener una moderada discreción, pero no lo afectado, lo erudito y de mucho artificio. Y no sólo repugna esto en las mugeres, mas también en los hombres, que, aunque sean mui doctos y mui discretos, no es verisímil que hablen de repente y familiarmente con cláusulas mui limadas y con conceptos mui estudiados, como se be en Heraclio y Leónido en la comedia de Calderón En esta vida todo es verdad y todo mentira, que, aunque por haber sido criados en un desierto entre fieras, sin trato ni comercio humano, era natural que fuesen bozales y groseros, no obstante, el poeta los hace decir agudezas y conceptos tales que no los digera mejores el más discreto cortesano. La tercera clase comprehende todos aquellos errores que llamamos adbenedizos, que son contra alguna de las otras ciencias o artes. Por lo qual se hecha de ber quán dilatada y, al mismo tiempo, quán difícil y trabajosa arte es la poesía, pues precisa sus profesores a estudiar y entender todas las demás, y así mismo quán errados andan los que piensan ser ya poetas por haber compuesto un mal soneto u haber escrito sin tino ni regla una comedia, que, como quiera que sea, no dejará de obstentar en la impresión el vano epítheto de famosa u de grande. Los más freqüentes errores en nuestras comedias son contra la historia, chronología y geographía. Por exemplo, en la comedia arriva citada, En esta vida todo es verdad y todo mentira, una de la personas es Cintia, reyna de Trinacria. Pero ni en tiempo de Phocas ni después ha reinado tal Cintia en Sicilia. Otras dos célebres comedias de Calderón, Las armas de la hermosura y Duelos de amor y lealtad, son manifiestamente contra la historia. Y aunque en las personas particulares puede el poeta fingir nombres y sucesos, porque de semejantes personas no hace mención la historia, en quanto a emperadores y reyes, cuyos nombres y hechos están distintamente registrados en los annales, no tiene el poeta autoridad para fingir, contra la historia, los nombres y los sucesos. En la del Conde de Lucanor, de Calderón, hay Ptolomeos, soldanes de Egipto y hay duques de Toscana. Pero en tiempo de los Ptolomeos, ni hubo soldanes, ni duques de Toscana, cuio principio es bien notorio. En La gran Cenobia se hace Decio 161 sucesor de Aureliano en el Ymperio, siendo cierto que fue emperador años antes de Aureliano, a quien sucedió Tácito, después de aquellos tan corteses debates y tan porfiados como nuevos cumplimientos entre el exército y el senado. También es anachronismo notable el hacer mención en tiempo de Phocas de pólbora y de balas, diciendo en la citada comedia En esta vida todo es verdad, etcétera, mui fuera de tiempo: 161
Original: «se hace a Decio».
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[6: Aprobación]
V´ltima razón de reyes son la pólbora y las balas. No es menor el descuido de nuestros cómicos en la geografía. En la comedia Mejor está que estava, se hace Viena capital de la Bohemia; en la del Perico Urdemalas, Capua es Puerto de Mar, y en la de Con quien vengo, vengo y otras lo son también Verona y París; en la de Afectos de odio y amor, los exércitos de Rusia y Suecia se acampan en las riberas del Danubio, siendo así que este río no pasa por tales países. Aun dista mucho más su curso de la Palestina, y, sin embargo, Calderón, en la comedia de La gran reyna de Saba, tubo el descuido de nombrarlo con el Tigris y el Éuphrates en las hazañas de Joab. En la comedia Hado y divisa de Leonido y de Marfisa, una de las personas se dice ser Lansgrave de Tiro en Persia, dictado mui estraño y nunca oído en tales provincias, y tan solamente proprio de algunas serenísimas casas de Alemania. Paréceme que los exemplos propuestos bastarán para aviso de los poetas que desde oy 162 más quisieren aplicarse a escrivir según las reglas y con el devido miramiento.
[6] Aprovación del Padre Fr. Juan de la Concepción en su combento de Carmelitas Descalzos de esta Corte 163 . Aprobación M.P.S. Obedeciendo el orden de V.A., he visto las comedias de Miguel Cervantes Saavedra, que intenta reproducir a la pública luz un español curioso, a quien debe estimar toda la nación haga freqüente, por este medio, el uso de un libro que ya se deseava dos veces, como apreciable y como escaso. Sería la dádiva perfecta si se hubieran podido hallar todas las representaciones que compuso este autor; pero, respecto de obras, parece que se ha hecho aliada del tiempo, como la fama para aplaudirlas, la enbidia para sepultarlas. Pocos ingenios ha producido nuestra España iguales a Cervantes en la aplicación; en la imbención, no sé si alguno. El único libro puramente humano, esento de la crítica más sebera y celebrado universalmente, aun de la nación más económica en materia de elogios, es la historia de Don Quijote, siendo ésta una obra a quien irremediablemente quitan las traducciones una gran parte de la gracia. El nombre, v.g., del cavallo de aquel héroe en ningún ydioma significa con energía, propiedad y viveza lo 162
Original: «de hoy». En Miguel de Cervantes Saavedra, Comedias y entremeses de Miguel de Cervantes Saavedra, el autor del Don Quijote, divididas en dos tomos, con una dissertación o prólogo sobre las comedias de España, prólogo de Blas Nasarre, 2 tomos (Madrid: Imprenta de Antonio Marín, 1749), I, s.n. 163
[6: Aprobación]
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que en el nuestro. Ésta es la mayor prueva de quán singular fue el yngenio de Miguel de Cervantes, pues supo dar a luz tan [in]imitable parto sin otro auxilio ni fomento que el de su yngenio mismo. El acierto y penetración con que entendía el arte cómico le testifican los muchos pasages que se hallan en todas sus obras (pues no hay alguna sin alguno) respectivos a esta materia, leyéndose en ellos intimadas todas las perfecciones y conjurados todos sus defectos de que es capaz esta especie de poesía con justicia y sin emulación. Entendidos y atendidos estas dictámenes, puede ser de reparo ver que en estas comedias, que van a reimprimirse, quebranta Cervantes todas las reglas que establece. En ellas no se observa alguna de las tres unidades de lugar, de tiempo y de acción. Tienen por ynterlocutores reyes y príncipes. Éstos hablan tal vez en estilo vajo, y los ínfimos de la pleve elevan el estilo. Yntrodúcense figuras alegóricas sin necesidad, y están de bulto semejantes errores, pues si el autor tenía un conocimiento caval de las reglas, si las practicó en otras comedias suias que se representaron, como se prueva por los aplausos que consiguieron y porque él y otros las ponen en egemplares, ¿por qué escrivió éstas con un total abandono? No tiene esta pregunta respuesta que no sea difícil, no haviendo penetrado la intención de Cervantes al escrivirlas, como felizmente lo ha hecho el erudito autor de la disertación que precede como prólogo a estas comedias 164 . Escrivió Cervantes afectando todos los defectos ya entonces comunes en el theatro, por ver si, usando de estas armas, conseguía otro triunfo (y no sé si maior) de las comedias malas como el que logró con la historia de Don Quijote de los fabulosos libros de cavallería. Para este fin, ningún medio más útil que poner los errores en su proprio trage a vista de los entendimientos, para que, desazonado (como es natural) a la violencia del obgeto el menos delicado espíritu, dirija sus conceptos por las sendas de lo acertado, con el anhelo de huir lo aborrecible. Ni es contra este discurso que en el mismo prólogo de estas comedias parece que su autor las abona por acertadas, pues esto se debe entender lo escrivió con la seriedad misma que refiere en su Don Quijote el admirable capaz allazgo de los cartapacios preciosos para proseguir aquella historia y las puntualidades de su traductor Benegeli. Esta receta cómica, que en la hedad de Cervantes pudo ser útil, en la nuestra se hace necesaria. Porque quando llegan las enfermedades a los últimos empeños del riesgo, no deven dejar de aplicarse aun las medicinas que sólo fomentan una levísima confianza. Oygo pintar de modo los festejos theatrales que oy se componen y se egecutan, que con haber yo sido singularmente aficionado a esta especie de diversión, creo que, aunque hoy estubiese libre de la gloriosa prohibición que tengo, por mi estado, de concurrir a ellos, yo por mi arbitrio me hubiera retirado de los corrales, por 164
Se refiere al ensayo de Blas Nasarre, tan utilizado por Armona.
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[7: Cervantes]
más que la moda los haya encaramado al magestuoso nombre de coliseos. No quiero (por aora) tomar partido en la viegísima question de la licitud o ilicitud de las comedias, respecto de la voluntad; pero siempre defenderé que las que hoy se hacen (a reserva de rarísima) son abominables para el entendimiento. Lo verisímil se ha desterrado; de lo decente no se cuida; en las de caso, se desmiente toda la historia; en las de imbención, sólo tiene la idea por obgeto la bulla. No conoce el ingenio otro enthusiasmo que el rumbo que le determinan los mismos actores, y con todos estos auxilios producen unos monstruos, aborran [sic, por «abortan»] unos partos que muestran clarísimamente que, si la comedia debe ser espejo de la vida, están sin duda enormemente deformes las vidas, según se representan en el espejo. En una comedia que ya se havía representado y se remitió a mi censura para imprimirla, decía San Blas estos versos: ¡Hay [sic, por «Ay»], hijas de Sebarte! Aunque veis de mis penas tal contraste, no lloréis sobre mí compadecidas: llorad sobre vosotras compungidas, y por los hijos vuestros. Pues cinco y dos son siete, Super vos ipsas flete et super filios vestros. Y en toda la obra no decaía el numen un punto. Por esto dige que nunca parecen más necesarias estas comedias de Cervantes, si los errores (más sufribles que los de aora) que él comete en ellas voluntariamente contra el arte pueden servir de aviso para que buelba el arte a practicarse sin errores. Esta esperanza hace útil la expresion de este libro, y por eso digna de la licencia, y más quando en todo él no hay cláusula alguna que se oponga a nuestra Santa Fee, rectas costumbres o regalias de S.M. Este es mi sentir, salbo, etcétera. En este combento de Carmelitas Descalzos de San Hermenegildo de Madrid, a 24 de febrero de 1749.—FR. JUAN DE LA CONCEPCIÓN.
[7] Prólogo de Miguel de Cervantes Saavedra. [Para el texto de este documento, el prólogo a las Ocho comedias nuevas y ocho entremeses (Madrid, 1615), véase Parte I, págs. 33–36.]
[8: Velázquez]
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[8] Don Luis Velázquez en su obra intitulada Orígenes de la poesía castellana 165 . COMEDIA Desde que los romanos introdugeron en España la buena poesía, fueron conocidos en ella los juegos scénicos. Y las ruinas de tantos antiguos theatros como hasta oy se conservan en diferentes ciudades son otros tantos testimonios de lo apoderado que estava el pueblo de este género de dibersión. De aquí se conoce la falsedad de lo que en la Villa [sic, por «Vida»] de Apolonio escribe Philóstrato, asegurando que las ciudades de la Bética jamás havrían visto tragedias ni certámenes músicos, que los españoles estavan como espantados de ver un mendigo representante trágico que andaba rodeando por España, naciendo esta admiración de que en toda ella no hera conocida la scena, y que, habiéndose presentado este cómico en la plaza pública de Yspula, ciudad de Bética, con todo el aparato trágico para representar, el pueblo empezó a horrorizarse y huir, creyendo que fue algún demonio. Esta ignorancia del theatro que Philó[s]trato supone en España en tiempo de Nerón es una de las muchas patrañas de que está regida la Vida de Apolonio, que en el juicio de los más avisados pasa más por novela philosóphica que por historia verdadera. Los godos y demás naciones bárbaras, que inundaron y sugetaron este paýs, ahulletaron [sic, por «ahuyentaron»] de él las musas cómicas, interrumpiendo la quietud pública, que es la que principalmente se interesa en las dibersiones de el theatro. Los árabes, que restituyeron a España la literatura y heran grandes versificadores, usaron de representaciones y diálogos en los regocijos públicos, ayudados de la fertilidad de su imbención, del genio de su genio poético y de la abundancia de su elegante lengua. Los provenzales conocieron también mui a los principios la poesía dramática, y se puede creer que por el comercio con ellos y con los árabes la aprenderían los castellanos. Gonzalo García de Santa María, chronista del rey de Aragón don Fernando el Honesto, refiere cómo se representó en Zaragoza a los reyes una comedia que compuso el famoso don Enrique de Villena, en la qual hacían su papel personalizadas la justicia, la verdad, la paz y la misericordia. Y de aquí se conoce quánto se engañó Cervantes, que creyó haber el sido el primero que personalizó en el theatro las cosas espirituales y las pasiones 166 . 165 Luis José Velázquez, Orígenes de la poesía castellana (Málaga: Oficina de Francisco Martínez de Aguilar, 1754). 166 «Fui el primero que representase las imaginaciones y los pensamientos escondidos del alma, sacando figuras morales a el theatro» (Cervantes, «Prólogo»; véase pág. 34, arri-
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[8: Velázquez]
En el concierto de las obras de Juan de la Encina se encuentran diferentes representaciones compuestas por él y representadas en las noches de Navidad, Carnestolendas y Pasquas en casa del duque de Alba, y alguna vez en la presencia del príncipe don Juan. Estas representaciones o diálogos eran de pastores y asuntos amorosos, y también de cosas sagradas de la Pasión, del viage de Jerusalém y otros asuntos familiares. Antonio de Nebrija, en el compendio de la retórica, hablando de la fuerza que la pronunciación y el gesto dan a la oración, prosigue: «Pruévase esto con el exemplo de los mismos representantes, que añaden tanta gracia y donaire a los mejores poetas, que es infinitamente más lo que sus versos nos deleitan quando los oímos que quando los leemos, y de tal suerte se hacen escuchar aun de los mas necios, que éstos mismos, que jamás se ben en las bibliotecas, se enqüentran frecuentemente en los theatros.» Exemplo de que no hubiera usado Nebrixa para persuadir a sus lectores la importancia de esta parte de la oratoria, si en el año de 1515, en que la escrivía, no fuese ya mui conocido en España el theatro y las representaciones 167 . En el Cancionero general impreso en Sevilla, 1535, hay un diálogo entre diferentes interlocutores compuesto por Puertocarrero, y en el de Amberes, 1575, se halla otro en prosa y verso del comendador Escribà, en que se introduce hablando el autor, el amor y el corazón. El autor de la disertación sobre la comedia española observa mui bien que, por entonces, «Los farsantes, juglares, bufones y saltaenbanco se apoderaron de la diversión del pueblo, mientras que los hombres de juicio, que leían y observavan la naturaleza y los primores de los autores griegos y romanos, conocieron quán apartados estavan del buen gusto y de la cordura, y detestaron del abuso que se hacía del diálogo para corromper el corazón y el juicio. Por eso escribieron diálogos que llamaron comedias, pero muy largos e incapaces de representarse 168 .» Pero es menester confesar que, si estos autores se pusieron en el buen camino, procurando imitar la naturaleza y conserbar el buen gusto de la poesía griega y latina, no fueron los que en sus composiciones más se esmeraron en desterrar [d]el drama todo lo que podía ser perjudicial a las buenas costumbres, habiendo en muchas de sus comedias scenas demasiadamente lascibas y pasages llenos de no poca malignidad.
ba). Esta noticia sobre Enrique de Villena se recoge también en Juan Antonio Pellicer y Saforcada, Ensayo de una biblioteca de traductores españoles (Madrid: Antonio de Sancha, 1778), pág. 159, donde consta que tuvo lugar en las fiestas de la coronación de Fernando I de Aragón en 1412. Véase también pág. 41 y n. 71. 167 Debe de referirse a Antonio de Nebrija, Artis rhetoricae compendiosa coaptatio ex Aristotele, Cicerone & Quintiliano (Compluti [Alcalá de Henares]: Arnaldo Guillelmo, 1515). 168 Velázquez cita aquí el prólogo de Blas Nasarre a las Comedias y entremeses de Cervantes (1749).
[8: Velázquez]
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Tal es la famosa Celestina, o Tragicomedia de Calisto y Melibea, en que hay descripciones tan vivas, imágenes y pinturas tan al natural y caracteres tan propios, que por eso mismo serían de malísimo exemplo si se sacasen al theatro. Ygnórase el principal autor de esta comedia, atribuyéndola unos a Juan de Mena y otros a Rodrigo de Cota, pero se sabe que el que la comenzó no pasó del primer acto, haviéndola continuado después desde el segundo, no con igual acierto, el bachiller Fernando de Rojas, como parece por unos versos acrósticos del mismo que se hallan al principio de esta obra y juntas sus letras iniciales dicen: «El bachiller Fernán de Rojas acabó la comedia de Calisto y Melibea. Fue nascido en la Puebla de Montalbán.» Esta comedia, como todas las más de aquel tiempo, se escrivió en prosa, y después la puso en verso Juan de Sedeño, que la publicó en Salamanca, 1540 169 . Los franceses tienen de ella dos traducciones, la más antigua hecha por autor incierto y publicada en León de Francia, 1529, y en París en 1512, y la segunda por Jacobo Lavardin, en París, 1598 170 . Juan Romero de Cepeda compuso la Comedia Selviaga 171 , que se publicó con sus demás poesías en Sevilla, 1582. Andrés de Rojas Alarcón, natural de Madrid, escrivió la Comedia de la hechicera, publicada en Madrid, 1581. La Florinea, impresa en Medina del Campo, 1554, es de Juan Rodríguez, que quiso ser conocido con el nombre de Bachauro. Pedro Hurtado de la Vega compuso la comedia Doleria del sueño del mundo, Antuerpia, 1572. El comendador Pedro Álbarez de Ayllón, la de Perseo y Tibalda 172 , llamada Remedio y disputa de amor, que, haviendo quedado imperfecta, la acabó Luis Hurtado de Toledo y se publicó en Toledo, 1552. La Thebaida, la Hipólita y la Seraphina, publicadas en Valencia, 1521, son de autor anónimo, como también la Tragedia Policiana, Toledo, 1547, que de nada tiene menos que de tragedia. El autor del Diálogo de las lenguas, publicado por don Gregorio Mayans 173 , alaba mucho otra comedia intitulada Fileno y Zombardo 174 . Don Alfonso V[elázque]z 175 de Velasco compuso algún tiempo después la del
169 Fernando de Rojas, Síguese la tragicomedia de Calisto y Melibea: nuevamente trobada y sacada de prosa en metro castellano, por Iuan Sedeño, vezino y natural de Arévalo (Salamanca: por Pedro de Castro, 1540). 170 Véase la primera parte de estas Memorias, §4, pág. 25 y nn. 7–8, arriba. 171 Sic; pero debe leerse «Joaquín Romero de Cepeda» y «Comedia salvaje»; parece que se ha confundido con la Comedia Selvagia de Alonso de Villegas. 172 Sic; pero debe leerse «Preteo y Tibaldo». 173 Nota original: «Orígenes de la lengua española, tom. 2.» Se refiere al Diálogo de la lengua (h. 1535–1540) de Juan de Valdés, publicado (por primera vez) en Orígenes de la lengua española, compuestos por varios autores, recogidos por don Gregorio Mayans y Siscar, 2 vols. (Madrid: por Juan de Zúñiga, 1737). 174 Sic, por «Fileno y Zambardo»; es de Juan del Encina. 175 Es abreviatura: «Uz.» (Así aparece también en la edición citada; véase la próxima nota).
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[8: Velázquez]
Celoso, publicada la primera vez en Milán, 1612 176 , y la segunda en Barcelona, 1613. Los portugueses se aplicaron mucho a este poema y compusieron en prosa muchas piezas dramáticas. Jorge Ferreira Vasconcelos compuso las comedias Aulegraphia, Olisipo y la Eufrosina, en que hay algunas scenas excelentes y comparables con las mejores de Plauto y Terencio, si no tubiesen algunos pasages licenciosos y malignos, que dieron motivo a que se prohibiese la primera impresión que de ella se hizo en Évora, 1566 177 . Tradújola después al castellano don Fernando de Ballesteros y Saavedra, en Madrid, 1631, cuya traducción se bolvió a publicar en Madrid, 1735, por don Blas Nasarre, disfrazado en su dedicatoria con el nombre de don Domingo Terruño Quixilloso. Estas comedias, como quiera que eran largas, no podían representarse, y así sólo podían contribuir a la diversión o instrucción particular del que las leía, succediendo lo mismo con las traducciones en prosa de algunas comedias griegas y latinas que después hicieron los que procuraron conservar el buen gusto del dramma. El doctor Francisco de Villalobos, médico de cámara de Carlos V, tradujo el Amphitrión de Plauto, impreso la primera vez en Zaragoza, 1515, y después en Zamora, 1549. Hízolo también Fernán Pérez de Oliva, cuia traducción es mucho mejor que la de Villalobos. Las de Milite glorioso y el Menechmos, del mismo Plauto, publicadas en Amberes, 1555, son también mui buenas. Aunque se ignora quién fuese su autor, no obstante, suponen algunos ser el mismo Gonzalo Pérez a quien están dedicadas. Pedro Simón Abril no solo tradujo las seis comedias de Terencio, sino también el Pluto de Aristophanes. Pero el primero que empezó a restaurar en España el theatro, así en las composiciones como en la representación, fue Lope de Rueda, natural de Sevilla, famoso farsante y autor de muchas comedias y otras piezas drammáticas, las quales tienen una nativa gracia y arte que, como dice el autor de la Disertación sobre la comedia española, deleita y no se descubre fácilmente 178 . Fue de oficio batidor de oro, y Cerbantes, que le alcanzó a conocer, dice en el prólogo de sus comedias que fue excelente en la poesía pastoril y que hasta su tiempo ninguno se le havía aventajado en esto. Juan de Timoneda, liberero valenciano, que fue su amigo y le trató mucho, después del fallecimiento del mismo Rueda corrigió y publicó las piezas cómicas de este famoso representante, dividiéndolas en muchas y pequeñas colecciones. Sus comedias son quatro: la Eufemia, la Armelina, la de Los engañados y la Medora, a que se añaden diferentes coloquios pastoriles y otras piezas que llama pasos. Y según se advierte en el título de ellos en la 176
Sic; pero la edición de Milán salió en 1602 (véase La Barrera, pág. 461b). La edición de Évora, 1566 es en realidad la tercera; la primera salió en Coimbra en 1555 y la segunda en Évora, 1561. 178 Se refiere de nuevo a Blas Nasarre. 177
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impresión de Valencia, 1567, eran para poner en principios y entremedios de coloquios y comedias, de donde se conoce la antigüedad de los que aora llaman loas, entremeses y saynetes. El mismo Timoneda publicó en Valencia, 1566, otras tres comedias en prosa compuestas por Alonso de la Vega, poeta también y representante, intituladas la Tholomea, la Seraphina y La duquesa de la Rosa. La Tolomea se divide en ocho scenas. El asunto y el enredo no son buenos, y la dicción y sentencia mui inferiores a la Celestina. Y lo mismo se observa en las otras dos comedias, notándose en la última la particularidad de ser toda seguida, sin división de scenas ni actos. Cerbantes, en el prólogo a sus comedias, pinta bien el estado en que entonces se hallava el theatro español y los progresos de su decoración hasta el tiempo en que él vivía. «En el tiempo de este célebre español (dice, hablando de Lope de Rueda), todos los aparatos de un autor de comedias se encerraban en un costal, y se cifraban en quatro pellicos blancos, guarnecidos de guadamecí dorado, y en quatro barbas y cavelleras y quatro cayados, poco más o menos. Las comedias eran unos coloquios, como églogas, entre dos o tres pastoras [sic, por «pastores»] y una pastora. Aderezávanlas y dilatávanlas con dos o tres entremeses, ya de negra, ya de rufián, ya de bobo y ya de vizcaýno, que todas quatro figuras y otras muchas hacía el tal Lope con la maior excelencia y propiedad que pudiera imaginarse. No havía en aquel tiempo tramoyas, ni desafíos de moros y christianos a pie ni a cavallo. No havía figura que saliese o pareciese salir del centro de la tierra por lo hueco del theatro, al qual componían quatro bancos en quadro y quatro o seis tablas encima, como [sic, por «con»] que se levantava del suelo quatro palmos, ni menos bajaban del cielo nubes con ángeles o con almas. El adorno del theatro era una manta vieja, tirada con dos cordeles de una parte a otra, que hacía lo que llaman vestuario, detrás de la qual estavan los músicos cantando sin guitarra algún romance antiguo. Murió Lope de Rueda, y por hombre excelente y famoso le enterraron en la Iglesia mayor de Córdoba (donde murió) entre los dos coros, donde también está enterrado aquel famoso loco Luis López. Succedió a Lope de Rueda Naharro, natural de Toledo, el qual fue famoso en hacer la figura de un rufián cobarde. Éste levantó algún tanto más el adorno de las comedias y mudó el costal de bestidos en cofres y en baúles; sacó la música, que antes cantaba detrás de la manta, al theatro público; quitó las barbas de los farsantes, que hasta entonces ninguno representava sin barba postiza, y hizo que todos representasen a cureña rasa, si no hera los que havían de representar los viejos u otras figuras que pidiesen mudanza de rostro. Imbentó tramoyas, nubes, truenos, relámpagos, desafíos y batallas.» A Lope de Rueda siguió Christóval de Castillejo, que compuso algunas comedias excelentes, aunque algo libres, y entre ellas la Costanza, que está manuscrita en la biblioteca del Escorial.
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[8: Velázquez]
Del mismo tiempo fue Bartolomé de Torres Naharro, natural de la Torre, lugar de Extremadura en el obispado de Badajoz, hombre docto y que sabía las lenguas sabias. Compuso en verso ocho comedias intituladas la Seraphina, la Trophea, la Soldadesca, la Tinelaria, la Ymenea, la Jacinta, la Calamita y la Aquilana, que todas andan juntas con otras poesías suias en el libro que intituló Propaladia. El autor del Diálogo de la lengua alaba el estilo de estas comedias, principalmente el de la Calamita y la Aquilana, aunque nota, y mui bien, que su autor no acertó siempre a guardar el decoro de las personas que en ellas introduce 179 . Naharro asegura haber él sido el primero que llamó jornadas a las partes de la comedia, que hasta entonces se havían llamado actos 180 . Siguiole Juan de la Cueva, natural de Sevilla, que pidió más el artificio del dramma y levantó a más alto punto el theatro, empleando en él su dulce, numeroso y elegante verso. Las comedias y tragedias que comprehende la primera parte de sus poesías drammáticas, publicada en Sevilla, 1588 181 . El capitán Virués, insigne ingenio, puso en tres actos la comedia, que antes andava en quatro, como pies de niño 182 . Este Virués y, principalmente, el mismo Lope de Vega fueron los que en tiempo de Cervantes empezaron a corromper el theatro, corrupción que después fue tomando cada día más cuerpo, al paso que la nación perdía el buen gusto y las letras hiban caminando a su total decadencia. Lope, fiado de su prodigiosa facilidad en el decir y del río suabe y blando de su eloqüencia, despreció las reglas del theatro que nos dejaron los antiguos, desterrando de sus comedias la verisimilitud, la regularidad, la propiedad, la decencia, el decoro y, en una palabra, todo quanto concurre a sobstener la ilusión de la fábula y a desempeñar el principal fin del poema drammático. No hay que buscar en sus comedias las unidades de acción, tiempo y lugar: sus héroes se ben nacer, andar en mantillas, crecer, embegecer y morir. Vagan como perdidos desde oriente a poniente y desde el septentrión al mediodía. Y, llebándolos como por el ayre, aquí les hace dar una batalla, allí galantean, acullá se hacen frayles, en otra parte mueren, y aun se representan sus milagros después de haber fallecido. Vna scena es en Flandes, otra en Ytalia, en México, en España y en África. Los lacayos hablan como 179
«El estilo que tiene Torres Naharro en su Propaladia, aunque peca algo en las comedias, no guardando bien el decoro de las personas, me satisface mucho, porque es muy llano y sin afectación ninguna, mayormente en las comedias de Calamita y Aquilana, porque en las otras tiene de todo [...]» (Juan de Valdés, Diálogo de la lengua). 180 «La diuision della en cinco actos no solamente me paresce buena pero mucho necessaria (avnque yo les llamo jornadas)», Torres Naharro, Propalladia, prohemio, [sig. A IIIr.]. 181 Primera parte de las comedias y tragedias de Ioan de la Cueva: dirigidas a Momo, 2ª impresión (Sevilla: en casa de Juan de León, 1588). 182 Lope de Vega, Arte nuevo, vv. 215–218.
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cortesanos, los príncipes como rufianes, las damas principales como mugeres sin crianza y sin decoro. Sus actores salen al theatro como forzados de tropel y armados en esquadrones, siendo mui freqüente haber en sus comedias 24 y 30 personas, y aun 70, como succede en la de Bautismo del Príncipe de Fez, 183 en que, por parecerle corto este número, quiso añadir una procesión por remate. Vn desorden tan unibersal, acreditado con la prodigiosa fecundidad de su autor, que, como dice Cervantes, escrivió más de diez mil pliegos de comedias, arrastró tras sí la admiración del vulgo, alucinando su nunca vista facilidad a los que no están obligados a saver distinguir en estas materias los verdaderos partos del ingenio de los abortos del antojo y de[l] capricho. Quien, por no tener voto en la materia presente, desee oír un juicio desapasionado acerca del mérito de Lope, lea lo que él mismo siente de sí y de su conducta en esta parte, y podrá después juzgar si debe creer o no a quien, por ser en casa propia, acaso merece más crédito que otro alguno. Hablando de los que aplaudían sus comedias, prosigue: Mas ninguno de todos llamar puedo más barbaro que yo, pues contra el arte me atrebo a dar preceptos, y me dejo llebar de la bulgar corriente, adonde me llamen ignorante Ytalia y Francia 184 . Y antes havía dicho, hablando con la Academia Matritense: Por que veáis, que me pidís que escriba arte de hacer comedias en España, donde quanto se escribe es contra el arte, y que decir cómo se harán agora contra el antiguo que en razón se funda, es pedir parecer a mi experiencia, no el arte, porque el arte verdad dice, que el ignorante bulgo contradice 185 . De aquí parece que Lope conoció y aprobó las mismas reglas del theatro que abandonó en sus comedias, obligado de lo que dice después: Y escribo por el arte que imbentaron los que el bulgar aplauso pretendieron, porque como las paga el vulgo, es justo hablarle en necio para darle gusto 186 . 183 Se refiere probablemente a La tragedia del rey don Sebastián y bautismo del príncipe de Marruecos, publicada en la Parte XI de Lope (1618). 184 Lope de Vega, Arte nuevo, vv. 362–366. 185 Lope de Vega, Arte nuevo, vv. 133–140.
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En lo qual nos biene a decir en limpio que, con pleno conocimiento de lo mal que hacía en perbertir las buenas reglas del theatro, quiso sacrificar a su propio interés el de las letras, cosa que, como no es la maior hazaña que se puede contar de un sabio, tampoco creo que puede conducir mucho a disculpar la conducta de Lope, pues acaso daría ocasión a que alguno creyese que el numen poético que le inspiró su nuevo arte de hacer comedias fue el mismo que pinta Persio en el Prólogo a sus Sátiras: Magister Artis, ingenique largitor venter. No faltaron en aquella hedad varones mui doctos que repreendiesen en sus escritos esta licencia con que Lope havía perbertido todas las reglas del poema drammático. Egecutólo en varias partes Miguel de Cerbantes, y principalmente en su Don Quijote, don Esteban Manuel de Villegas, Christóbal de Mesa, Micer Andrés Rey de Artieda, dicho Artemidoro, Antonio López de Vega y otros muchos. Pero ya estava decretada la fatal decadencia del theatro, y quando del mal gusto llega a hacerse de moda en una nación, es en vano quererlo combatir. A Lope de Vega siguió don Pedro Calderón, con el acierto que se puede inferir por la idea que de sus composiciones drammáticas nos da el autor de la Disertación sobre la comedia española 187 . «Es verdad», dice, «que a Calderón le lebantaron altares como a un dios del theatro, y que su ingenio superior tropezava algunas veces con cosas inimitables, pero acompañadas con otras tan poco nobles que se puede dudar si la bageza de ellas ensalza lo sublime o si el sublime hace menos tolerable su bageza. A nadie imitó quanto escrivía de propósito; todo lo sacaba de su propia imaginación. Abandonó sus obras al cuidado de la fortuna, sin elegir las circunstancias nobles y necesarias de asuntos y sin descartar las inútiles. Despreció el estudio de las antiguas comedias. Sus personas vagan desde el oriente al occidente y obliga a los oyentes a que vayan con ellas, aora a una parte del mundo, aora a la otra. La ufanía, el punto de honor, la pendencia y trabura, la etiqueta, los egércitos, los sitios de plazas, los desafios, los discursos de estado, las academias philosóphicas, y todo quanto ni es verosímil ni pertenece a la comedia, lo pone sobre el theatro. No hace retratos, espejos, ni modelos, sino decimos que lo son de su fantasía. Es verdad que para disculparle quieren decir que retrata la nación, como si toda ella fuese de cavalleros andantes y de hombres imaginarios. »Pues ¿qué diré de las mugeres? Todas son nobles, todas tienen una fiereza a los principios que infunden, en lugar de amor, miedo. Pero luego pasan de este extremo, por medio de los celos, al extremo contrario, repre186 187
Lope de Vega, Arte nuevo, vv. 45–48. A continuación se cita de nuevo el Prólogo de Blas Nasarre.
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sentando al pueblo pasiones violentas y vergonzosas y enseñando a las honestas y incautas doncellas los caminos de la perdición, y los modos de mantener y criar amores impuros, y de enredar y engañar a los padres, y de corromper a los domésticos, esperanzándolos con el fin de casamientos desiguales y clandestinos, en desprecio de la autoridad de los padres, disculpados sólo con la pasión amorosa y extremada que se pinta como honesta y decente, que es la peste de la jubentud y el escarnio de la edad provecta. Es verdad que en esta parte retrata más de lo que hera razón que se viese; pero retrata como honesto, y aun heroyco, lo que no es lícito representar, sino como reprehensible. Da al vicio fines dichosos y laudables, endulza el veneno, enseña a beberlo atrevidamente y quita el temor de sus extragos. »Hace hablar a sus personas una lengua seduciente, con metáforas ensartadas unas en otras, y tan atrevidas y fuera del modo, que los sueños de los calenturientos de Horacio serían menos desvariados. No hablan ciertamente así las gentes a quienes no falta del todo el juicio, ni aun las más apasionadas, siendo cierto que les repugnan del todo las que llaman discrepciones [sic, por «discreciones»], y aun más las erudiciones afectadas, fuera de tiempo y sazón, equibocadas y traídas de los cavellos. Y de todo esto viste y engalana Calderón sus comedias. Sus amantes, sus desfavorecidos, a nadie se parecen, y así no retrata, antes bien desfigura y peca gravemente en esto contra la razón y contra el arte de la comedia. Y no sólo contra este poema, sino contra todos, porque toda poesía debe ser como la pintura, la qual consiste en la imitación de la naturaleza.» Y poco después, prosigue así: «El enredo hace toda la esencia de sus comedias. El carácter está absolutamente despreciado. Rara vez se contenta con una materia simple y única. Parece que, al contrario, quiere sobstener su genio con la variedad de acciones que toma de dos o tres asuntos. Parecióle tal vez que ésta, que es verdadera pobreza, era riqueza de imaginación. Mescla, no liga los asuntos, pero de modo tan infeliz que parece se ben representar de una vez dos comedias, en tanto una scena de la una y en tanto de la otra, lo que es tan contrario a las leyes del theatro, digo, que el exacto conocimiento del corazón humano sacó y hizo seguras para excitar y entretener el placer que causan ciertas pasiones.» Traigo las palabras de este autor, porque estoy enteramente conforme con su sentir en este particular, aunque no apruebo la vehemencia que emplea en todo este discurso en desacreditar lo que para con los hombres doctos siempre lo ha estado y nunca llegará a estarlo para con el vulgo. Con igual satisfacción mía repetiré aquí el juicio que sobre estas materias ha hecho don Ygnacio Luzán, quando, tratando de la comedia española y de los que en ella se han señalado desde el tiempo de Lope y Calderon hasta el nuestro, dice: «Me contentaré con decir por maior y en general que en todos comúnmente hallo rara ingenuosidad, singular agudeza y discrección, prendas mui esenciales para formar grandes poetas y dignas de admi-
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ración, y añado que en particular alabaré siempre en Lope de Vega la natural facilidad de su estilo y la suma destreza con que en muchas de sus comedias se ben pintadas todas las costumbres y el carácter de algunas personas. En Calderón admiro la nobleza de su locución, que sin ser jamás obscura ni afectada es siempre elegante, y especialmente me parece digna de muchos encomios la manera y traza ingeniosa con que este autor, teniendo dulcemente suspenso a su auditorio, ha savido enredar los lances de sus comedias, y particularmente de las que llamamos de capa y espada, entre las quales hay algunas donde hallarán las criticos mui poco o nada que reprehender y mucho que admirar y elogiar. Tales son las comedias Primero soy yo, Dar tiempo al tiempo, Dicha y desdicha del nombre, ¿Quál es maior perfección?, De una causa dos efectos, No hay burlas con el amor, Los empeños de un acaso y otras. Solís no es inferior a Calderón en la natural elegancia y nobleza de su estilo. Ha escrito algunas comedias, dignos partos de tan elevado y culto ingenio, como La gitanilla de Madrid, El alcázar del secreto, Un bobo hace ciento. Merecen también aplauso algunas de Moreto, y especialmente El desdén con el desdén, porque la buena crítica, como enseña Horacio, no ha de llebarlo todo con tanto rigor ni con tan escrupulosa nimiedad que repare en algunas faltas pequeñas, quando todo lo deemás de una obra es buena. Vbi plura nitent in carmine, no ego paucis ofender maculis. »El hechizado por fuerza, de don Antonio Zamora, es una de las comedias escritas con singular acierto y mui conforme a las reglas de la poesía dramática, siéndolo así mismo, con poca diferencia, El castigo de la miseria, del mismo autor. También don Francisco Candamo es digno acrehedor de los elogios y de la estimación con que ya el público ha recivido sus obras, por su ingenio, su elegante estilo, sus noticias no bulgares, y por el cuidado grande que manifestó en la verosimilitud, decoro y propiedad de los lances y de las personas. Finalmente, don José Cañizares, tomando con prudente acuerdo una derrota más propia de la poesía cómica que la que otros siguieron, ha escrito muchas dignas de singular aplauso. En El dómine Lucas, en El músico por el amor y en otras he bisto con particular gusto costumbres bien pintadas y mantenidas hasta el fin, asuntos y estilo propios de comedia, graciosidad en la acción misma y en las personas principales, y no, como comúnmente se he practicado en las comedias de otros autores, en los dichos de un criado, circunstancias todas mui apreciables y que he buscado en vano en otros cómicos 188 .» Además de estas comedias que alaba nuestro autor, tenemos otras muchas que no ban tan apartadas de las reglas del arte, principalmente las de Don Domingo de don Blas, De fuera bendrá quien de casa nos hechará, 188
Para este pasaje de la Poética de Luzán, véanse págs. 250–251, arriba.
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Abre el ojo, y otras de don Francisco de Rojas, que sin duda fue el que obserbó con más cuidado los preceptos de la poesía drammática. Y si el autor de la Disertación sobre la comedia española hubiera podido cumplir la promesa que allí hizo de publicar juntas las comedias escogidas de éste y otros cómicos nuestros, con la correspondiente análisis y crítica sobre cada una de ellos en particular, nada tendríamos oy que desear sobre este asunto. La razón contra la moda, que don Ygnacio de Luzán tradujo del francés de Mr. Nivelle de la Chausée, es digna de qualquier elogio, y tiene tanto ayre de original que difícilmente se hechará de ber en ella su origen estrangero 189 . Esta circunstancia no se enqüentra en la traducción que acaba de publicarse de las dos comedias francesas de El avariento y El enfermo imaginario, del famoso Mr. Moliere 190 . Quando la nación logre un genio tan superior como el de este gran cómico, podrá esperar que se restablezca la comedia española. TRAGEDIA Don Agustín de Montiano, que ha manifestado particular esmero en ilustrar esta parte de nuestra poesía drammática, ha escrito ya todo quanto yo devía decir acerca del origen y progreso de la tragedia española. Por eso me contentaré con extractar aquí lo que sobre este particular ha dicho nuestro autor en sus dos Discursos 191 . Señala el origen de la tragedia española a los fines del siglo XV o principios del XVI, en que, por varios antecedentes, prueva haver escrito las suias Vasco Diaz Tanco de Fregenal, y son tres, intituladas Absalón, Amón [y] Saúl, y Jonatás en el monte de Gelboé, que no consta haberse impreso. Y de aquí concluye nuestro autor que la tragedia española puede disputar la antigüedad que a la suia dan los ytalianos, los quales no señalan otra más antigua que la Sophonisba del Trisino y otra al mismo asunto, compuesta en 1502 por Galeoto, marqués de Carreto. Síguense a éstas La venganza de Agamemnón, y la Hécuba triste del maestro Hernán Pérez de Oliva, publicadas con sus deemás obras en 1586, y se compusieron antes de los años 1533 o 1534, en que falleció su autor. Estas dos tragedias, escritas en prosa, son mui arregladas al arte y están compuestas con el mismo gusto de los griegos. De la Nise lastimosa y Nise laureada, de fray Gerónimo Bermúdez, publicadas por el mismo con el nombre supuesto de Antonio de Silva en 189
Véanse núm. 4, pág. 235, arriba. Molière, Comedia famosa: El avariento y Comedia famosa: El enfermo imaginario, ambas trad. Manuel de Yparraguirre (Madrid: en la imprenta de D. Gabriel Ramírez, en la librería de Sebastián Gutiérrez, 1753). 191 Agustín de Montiano, Discurso sobre las tragedias españolas (Madrid: Joseph de Orga, 1750) y Discurso II sobre las tragedias españolas (Madrid: Joseph de Orga, 1753). 190
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1577, juzga nuestro autor ventajosamente, pues aunque faltó a alguna de las tres unidades, la sentencia y su hermosa y numerosa ver[s]ificación, las colocan en un grado mui distinguido. Juan de la Cueva publicó en 1588 quatro tragedias, intituladas Los siete ynfantes de Lara, La muerte de Ayax Telamón, La muerte de Virginia y Appio Claudio y El príncipe tirano, de las quales juzga lo mismo que de las de fray Gerónimo Bermúdez. También cita nuestro autor La honra de Dido restaurada y La destrucción de Constantinopla, ambas de Gabriel Laso, impresas con su romancero en 1587, y aunque no hace allí juicio de ellas, le he oído decir que no son mui recomendables, ni por su dicción, ni por su artificio. No se ha publicado la de Dido y Eneas, de don Guillén de Castro, que por ser de tal autor se puede creer que fuese buena, como también la de Los amantes, de Micer Andrés Rey de Artieda, que se imprimió en 1581 y no se cuenta ya. El célebre Miguel de Cervantes alaba mucho La Ysabela, La Filis y La Alejandra, pero calla haber sido él quien las compuso, y no dice si se imprimieron. Tampoco se sabe si se ha impreso la Yfigenia, que vio representar Alonso López Pinciano, y el Absalón, que cuenta por suia Juan de Malara [sic, por «Mal Lara»], aunque por lo que de ellas dicen uno y otro autor se puede inferir que serían regulares. En 1609, se imprimieron cinco tragedias de Christóval de Virués, intituladas La gran Semíramis, La cruel Casandra, Atila, La infeliz Marcela y Elisa Dido. No carecen de primor ni de algunos defectos, y la última es la más ajustada a las reglas del arte. El Pompeyo, que en 1618 publicó Christóval de Mesa, tiene muchas desigualdades, y su autor no obserbó en ella las reglas que savía. Entre las obras de Lope de Vega se enqüentran El duque de Viseo, Roma abrasada, La vella aurora, El castigo sin venganza, La inocente sangre y El marido más firme, que no son mejores que las comedias y tragicomedias de este autor, y verosímilmente tampoco lo será la Aristea, tragedia del mismo Lope, de que hay memoria en un catálogo de sus poesías. No merecen más recomendación la Doña Inés de Castro, del Lic. Mexía de la Cerda, y Los siete infantes de Lara, de Hurtado Velarde. Aunque nuestro autor nota, y con razón, algunas faltas en el Hércules furente, de Francisco López Zárate, publicado en 1651, cuenta esta tragedia española entre las menos irregulares, en atención al alto y noble estilo en que está escrita. El Paulino, de don Tomás de Añorbe y Corregel, publicado en 1740, tan lejos está de ser tragedia que con más razón pudiera llamarse entremés de la tragedia misma. Concluiré la historia de la tragedia española diciendo que las más correctas que hasta oy se han escrito entre nosotros son las que en nuestros días ha publicado don Agustín de Montiano, la Virginia, en 1750, y el
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Athaúlpho, en 1753. Los que tienen voto en estos asuntos creen que en la Virginia su autor observa rigorosa y sabiamente todas las reglas del theatro, y que es difícil ver otra pieza dramática mejor ideada y desempeñada con más havilidad 192 . Es digno de tenerse presente el juicio que de ambas tragedias acaba de hacer un escritor mui ingenioso de nuestro tiempo 193 : «Los dos discretísimos y juiciosísimos discursos sobre las tragedias españolas, con las dos tragedias de Virginia y Athaúlpho, que en el año de 1750 y en el presente 1753 dio a luz el Sr. don Agustín de Montiano y Luyando, harán visible a las naciones que en este siglo hemos logrado un Sóphocles español que puede competir con el griego. Lejos de admirar a los dos famosos trágicos Cornelio y Racine, descubre y enmienda sus defectos. No debilita la acción, ni la duplica con el importuno episodio de un frío amor de Theseo por Dircea, como Cornelio en su Edipo. No distrae la atención a dos espectáculos tan opuestos como son Hipólito derretido y Phedra furiosa, como Racine en su Phedra. No habla campanuda y pomposamente como el primero en su Cina, ni describe la muerte de Virginia a manos del pundonoroso Lucio Virginio su padre, para librar a la honestísima romana de la brutal pasión del decembiro Appio Claudio, con la intempestiva, florida amenidad con que el segundo hace que Teramenes anuncie a Theseo la muerte de su hijo Ypólito, despedazado por las garras de un dragón. En el Sr. Montiano hablan los romanos con generosidad, pero sin fausto, los godos con ferocidad, pero sin aliño, las pasiones con viveza, pero sin afectacion. Y aunque ambas tragedias están principalmente fundadas en la pasión del amor, no es aquel que con tanta justicia condenan en ellas los críticos más seberos. El mismo Sr. Salignac de Fénelon, que con tanta razón como vehemencia declama contra el pernicioso abuso de marchar [sic, por «manchar»] la severa honestidad de la tragedia con lances de amor profano, notando de esta intolerable impropiedad a los más celebrados cómicos de su nación, admitiría sin escrúpulo el decente, el puro, el castísimo amor de Virginia por su prometido Lucio Ycilio, y el de Plácida por su marido Athaúlpho. En una palabra, ninguno hasta aora dio reglas más precisas, más menudas, más comprensivas, más discretas, más juiciosas, más cavales para la perfección y para utilidad de la tragedia que el Sr. Montiano, y ninguno las practicó mejor.» Mr. Homilly acaba de publicar una traducción francesa de la Virginia, y el primer Discurso sobre las tragedias españoles, que le precede.
192
Nota original: «Memorias de Treboux, diciembre de 1750, artic. 150.» Nota original: «P. Ysla, en el Prólogo al tom. 2 del Año christiano, traducido del P. Croisser.» Se refiere a P. Juan Croiset, S.I., Año christiano, e exercicios de piedad para todos los días del año: contiene la explicación del mysterio o la vida del santo correspondiente a cada día...: enero, trad. P. José Francisco de Isla, S.I. (Salamanca: por Eugenio García de Honorato y S. Miguel, [1753]). 193
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[9] Reflexiones sobre el estado de la representación o declamación en los theatros de esta Corte 194 . Si en tiempo del célebre Hortensio se hicieron famosos y diestros representantes Roscio, para la tragedia, y Esopo, para la comedia, acudiendo al foro y a la curia para observar las acciones, gesto, postura, dulzura y eficacia en las palabras de este insigne orador romano; si Cicerón, émulo de Hortensio en la eloqüencia, freqüentara la amistad de Roscio y Esopo, de guines [sic, por «quienes»] tomara lecciones para orar, y asistía a los theatros para observar sus acciones e imitarlos; si Quintiliano, célebre retórico español 195 , aconseja a su orador que tome lecciones de los representantes para enseñarse a accionar y hablar: ¿qué concepto tan grande no se podrá formar del cuidado que ponían los cómicos en su representación y la perfección a que la llevaron? ¿Quánto se vestiría de los afectos para representar sus tragedias Puppio, porque hacían llorar al auditorio, las llamó Oracio lagrimosas? ¿Quánto esfuerzo de compasión y llanto sería aquel de que se ocupaban aquellos representantes a quienes Quintiliano (lib. 6, cap. 2) vio salir llorando del theatro después de haber representado una tragedia de succesos lastimosos? 196 Observaban, sin duda, exactamente aquellos representantes lo que tanto recomienda Oracio: si quieres que yo llore, llora tú primero, con que entonces es seguro y consiguiente excitar en el corazón del que lo be este afecto. Observavan, sin duda, muchas reglas como el mismo Quintiliano, Curio Fortunaciano y otros prescriben sobre el modo de presentarse, de andar, de sentarse, de atender al que habla, o a quien le habla, la propiedad y tono en la expresión, la unión de este tono con el de el personage, la variedad en las ocasiones, según los afectos de sentimiento, terneza, alegría, gravedad, violencia, furor, entusiasmo, amor, y el carácter propio del personage, etcétera, puntos mui importantes y muy particulares en la representación, puntos para los quales se requieren principalmente dos cosas, que son la inteligencia del papel y exacta imitación de lo que encierra, vistiéndose del carácter y fondo que contiene y expre-
194
Publicadas en el Memorial Literario, marzo de 1784, págs. 117–129. Nota original: «Ynst. orat. lib. 1. cap. II.» 196 Nota original: «En nuestra hedad se han visto primores en la exactitud con que los autores que ha havido aplicados en la Corte han representado varias scenas. Según algunos nos aseguran, a María Ygnacia Ybáñez la vieron correr muchas veces las lágrimas representando a doña Ynés de Castro, y a Josefa Huertas representando Los amantes de Teruel y otras diferentes comedias, pero particularmente a Vicente Merino se lo bio en las ocasiones que se empeñaba rebestirse tanto de los afectos del personage que representava que hasta el mismo color del rostro le tenía inmutado.» Sobre los actores mencionados aquí, véase Cotarelo, Don Ramón de la Cruz, págs. 529–530 (María Josefa Huerta), 531 (María Ignacia Ibáñez), y 550 (Vicente Merino). 195
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sando con las palabras, gestos, semblante y acciones una imagen viva y penetrante del corazón. Siendo esto así, no hay duda que quanto más nuestros cómicos entiendan el fondo del papel y sepan bien imitar y expresar lo que él quiere que se exprese, tantos más progresos podrán hacer en su arte y más efectos harán en el corazón del expectador. Pero es la lástima que la falta de instrucción (bien a su pesar en este punto) los hace caer en muchos defectos que, aunque se notan o creen no poder enmendarse, o los juzgan poco dignos de ocupar su atención, como si fueran otras tantas bagatelas. Muchos los disculpan, o porque juzgan que esto más está sugeto al uso que a los preceptos y estudio, o porque no hay escuelas de esta enseñanza, como las hay en los reynos extrangeros, principalmente en Francia 197 . Discúlpense o discúlpenlos como quisieren, lo cierto es que si en aquellas cosas tribiales del theatro faltan, es por su causa, y por el descuido que suelen tener en su egercicio, ya que no le llamen arte por falta de reglas. En primer lugar, no ignoran que en el theatro y la scena han de ser imitadores del carácter, acción, gesto y expresión de la persona que representan, y que deben mostrar y guardar el decoro devido a aquel pasage o scena que se representa. ¿Cómo, pues, se guardará, quando algunas veces, en los personages más serios, mientras habla, v.g., un rey a sus vasallos, que son los actores que están presentes, o una reyna o dama principal está tratando algún asunto de el maior interés, se observa que unos con otros están hablando en vaja voz, quando requiere el paso que se mantengan atentos con la maior circunspección; o que unos y otros se muestran los superiores indignados o mui serios y los inferiores humildes, atentos, etcétera, como también quando, v.g., la primera o segunda dama, representando el papel de reyna, hermana o prima de un rey, que es el héroe de la comedia, se pone en secreto a hablar familiarmente con la graciosa, que representa una inferior criada? Al contrario, quando algún actor está diciendo algún soliloquio aparte, le están escuchando atentamente los demás, en lugar de hacer ademán de hablarse unos con otros y que no le miran. Se pierde igualmente el decoro al público quando un actor que representa el héroe de la acción, en los intermedios que no le toca hablar, hace señas o cortesías a ciertas personas del theatro, deviendo hacer cuenta de
197
Nota original: «En nuestros días se ha intentado darles maestros y censores a las cómicos españoles, especialmente a los que representan en esta Corte; y en el año de 1770 tenemos noticia de que el Corregidor de esta villa, don Alonso Pérez Delgado, mandó hacer un plan de reforma y arreglo de theatros a don Francisco Mariano Nipho; pero aunque fue bien recivido, no se llegó a poner en planta. Mucho contribuirían, según hemos oído decir a hombres inteligentes, sus ideas para el arte de la representación, y para que hubiera estímulo en los poetas para hacer buenos dramas. Y aun dicen algunos que si se llegase a adoptar este plan, en breve tiempo o parte de él no se embidiarían los theatros extrangeros más afamados.»
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que nadie los be ni los escucha y que son ellos solos los que se hallan hablando de sus intereses y asuntos, y que el salón o jardín donde se hallan es verdaderamente tal, y que no hay más personas que aquellas con quienes están o hablan. Por esto es también, en segundo lugar, gran defecto que los boquetes de los bastidores, en los pasages más serios y reservados de la acción, estén siempre llenos de gentes, pues de aquí se sigue indispensablemente que los espectadores pierden la ilusión theatral, porque, v.g., ¿cómo nos han de hacer creer, o, por mejor decir, nos han de representar con propiedad, que un vasallo desleal o un traidor entra a matar a su soberano, que se supone está durmiendo solo en su retrete, si al tiempo de esta egecución se observa que están asomados a los bastidores diez o doce personas? ¿Ni cómo se ha de imprimir en la imaginación de los espectadores aquella verosimilitud de que un galán está pidiendo celos reservadamente a su dama, o que ésta le esconde en un aposento oculto, porque biene su padre, si por el mismo bastidor por donde le introduce, se be que están acechando cinco o seis actores de los que se hallan desocupados, o, lo que es peor, algunos sirbientes del theatro, estropeados o mal vestidos? Esto es una ridiculez, impropiedad y defecto que lo nota hasta el menos culto, y en lugar de atención y cuidado, causa risa. También es defecto de la representación que no se bistan las comedias con propriedad, biéndose a cada paso bestir de militar a los griegos y romanos, y aun a los españoles antiguos, cuio abuso se debe enmendar también en el ornato del theatro, porque ¿cómo nos han de representar con propiedad y exactitud una batalla dada en el siglo XI, si en el telón de perspectiva aparece un baluarte coronado de cañones de artillería, siendo así que hasta dos o tres siglos posteriores no se imbentó la pólvora, ni la fortificación de aquel modo? También es defecto de los theatros que en los saynetes y tonadillas no salgan los actores con todos los cabos correspondientes al carácter que representan. Porque ¿cómo se ha de figurar la verosimilitud y propiedad de los personages si en un saynete en que se manifiesta una verdulera, una foncarralera, un zapatero de viejo, un peón de albañil, etcétera, se be a éstos con rica media de seda, zapato de castor y evilla de piedras, y muchas veces con las mismas insignias de reyes y generales, y aquellos con un reynado sobresaliente y otros adornos que sólo son propios de una reyna, de una princesa o de una dama de palacio? Ygualmente es defecto mui notable la disformidad de los trages, especialmente en las actoras, que muchas veces la primera dama, que sólo es una señora particular, saca un bestido mucho mas lucido que la segunda, que representa una reyna, y otras veces la graciosa, que solamente es una criada que se familiariza con los lacayos, saca un bestido mucho más rico que la primera y segunda dama, que representa una reyna, una ynfanta u
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otra persona de superior gerarquía. Esta disconformidad es parecida a la de los tonos en los cómicos, los quales hacen poco aprecio de la unión del tono quando hablan; porque si, v.g., unos personages están tratando con reserva el modo con que han de bencer un obstáculo o conseguir una acción, y no solamente no aparentan voz vaja, sino que el uno grita, el otro habla vajo y el otro en un tono medio, se perdió la unión del tono. En todo deve haber unidad, unidad de trages según el tiempo y lugar, unidad de adorno según las personas, unidad de tono según los afectos y demás circunstancias, etcétera. El theatro es para representarnos las acciones públicas, exponiendo el vicio para que huyamos de él y las virtudes para que las imitemos. En esta inteligencia, es impertinente, ridículo y de ningún probecho el representarnos saynetes y tonadillas en que solamente se hace presente la conducta, etiquetas y desazones de los mismos cómicos y aquellas bagatelas y pasages que ocurren en sus ensayos particulares. Porque ¿qué doctrina se podrá sacar de estas cosas, en que el público no tiene ningún interés, y ellas por sí propias suelen ser viciosas? De esto probiene que los mismos cómicos a los poetas que componen semejantes saynetes se familiarizan en sus dichos con ciertas personas de las que concurren al theatro, especialmente con las mugeres de la cazuela, a quien llaman con nombres ridículos y bajos, como gallinas, cotorras, habladoras y otras expresiones de poco decoro, sin reparar que también allí asisten señoras mui principales y distinguidas, las quales sienten semejantes tratamientos, y más asistieran si las trataran mejor y las respetaran según su clase, pues todas las señoras de esta Corte no pueden concurrir a los aposentos, o porque no puedan costearlos, o porque les es molesto componerse todos los días segun la etiqueta con que en éstos corresponde presentarse. De esta familiaridad de los cómicos o poetas, indecentes [sic, por «indecente»] o indecorosa para una corte, probiene que también se hayan tomado la licencia de hacer scena todo el theatro y representar algunos saynetes en que los cómicos hablan unos en las varandillas y otros en el patio, las cómicas en la cazuela y en los aposentos y el resto de los actores en el foro; de suerte que el público se be metido dentro y fuera de la scena, entre espectadores y actores, lo que es la maior ridiculez y disparate que puede haberse imbentado para acabar de arruinar nuestros theatros y dar a entender que estamos en la maior ignorancia y barbarie. Es defecto mui notable que salgan en los saynetes aquellos actores que representan el héroe de la acción en la comedia, pues de esto se sigue que en la última jornada ya no los miran los espectadores con el interés que deben, porque biendo al que tenían por rey o general de un exército bestido de pillo, y a la que tenían por reyna o princesa vestida de maja o de villana, se les borra de la imaginación aquella ilusión theatral en que estaban metidos.
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[9: Reflexiones]
87 En los theatros estrangeros nos dicen que hay actores para casi todos los personages que son capaces de representarse, y así unos representan la magestad, otros la dignidad, otros la tiranía, otros la gravedad y la madurez, otros la intrepidez y valentía, otros la villanía y la ruindad, etcétera; pero en España, para tanta variedad de caracteres sólo tenemos un galán y una dama; pues ¿cómo es capaz que éstos solos puedan trasladar a su carácter el de tantos personages como se han referido, y otros muchos que quedan por insinuar? En gran parte se pudiera remediar este defecto si nuestros comediantes no guardasen la etiqueta de no quererse ceder el papel que le toca a uno y a otro que le desempeñaría mejor que el actor que le toma, porque dice le corresponde; pues en ciertas comedias, de [sic, por «el»] primer galán sin duda representaría mejor el papel del segundo o el tercero, el segundo, el que representa el primero o el tercero, y el tercero, el que representa el primero o el segundo; pues ¿por qué no se han de unir para desempeñar mejor sus papeles, especialmente quando esto redundaría en complacencia del público y en la utilidad de los propios cómicos? También se observa que quando los actores egecutan algún paso con exactitud y el pueblo los aplaude, no guardan el decoro al personage que representan, por mostrar su agradecimiento a las espectadores, a quienes corresponden con una reberenda cortesía. Éste es un defecto mui notable, porque bien parecerá que un soberano, un general, una reyna, una princesa, etcétera, se desnuden a cada paso el [sic, por «del»] carácter que representan y hagan perder la ilusión teatral a todos los espectadores, por corresponder a sus finezas, de que deben desentenderse, pues por esto no los tendrán por poco atentos o impolíticos, antes bien inferirán los inteligentes que se hallan posehídos con perfección de todos los afectos y circunstancias del pasage o que desempeñan como deben el arte cómico. Esta urbanidad y atención de corresponder al obsequio y finezas del público no se estraña tanto en las tonadillas, porque en éstas, por lo regular, sólo están interesados los espectadores en el deleyte de la música y suavidad con que se canta. Últimamente se observa cada instante que los cómicos, principalmente los graciosos, se toman la libertad en quasi todas las comedias de añadir algunos versos y palabras que no contiene la pieza que se representa y que sobran para el concepto o son unas bufonadas frías para captar la risa del bulgo idiota. Esto no permite disímulo, porque no tienen autoridad los cómicos para usurpar el concepto del poeta, afeando la acción con un dicharacho pegado al último verso del razonamiento que representan, sin más reflexión ni motibo que porque se las antoja, porque quieren chancearse entre ellos propios, faltando contra la gravedad y seriedad de tan respetable público, ni siendo ellos dueños de usar de estas libertades ni hacer estas metamoforsis tan rídiculas, quando el gobierno tiene destinado un censor
[10: 1606]
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para que vea las comedias y añada, quite o corrija, según la inteligencia que para esto se requiere. No acabáramos si hubiéramos de referir los descuidos que los inteligentes y juiciosos notan en el theatro. Nosotros, que según el juicio y pareceres que observamos en el público, nos hemos crehído obligados a insinuar los más principales defectos de los actores, entre los muchos que tienen: pues es cierto que si la comedia que se representa es buena y [el] actor no la desempeña, pierde el poeta; si la egecuta bien el actor, se atribuye bulgarmente sólo al cómico; y por lo mismo, no 198 es menester distinguir de personas y dar a cada uno su elogio o atribuir el defecto a quien lo tenga, en lo qual pondremos nuestra maior atención y cuidado.
[10] Visita que en el año de 1606 se hizo por el Visitador del Real Hospedage y Regalía de Aposento de las casas que entonces servían para representar en la calle de la Cruz, en cuio suelo se hizo después el theatro que tiene este nombre 199 . Año de 1606. [Sigue el texto de este documento, ya reproducido por Armona en el tomo primero de estas Memorias; véanse pág. 98–101, arriba.]
[11] Visita que en el año de 1606 se hizo por el Visitador del Real Hospedage y Regalía de Aposento de las casas que entonces servían para representar en la calle del Príncipe, en cuio suelo se hizo después el theatro que tiene este nombre. Año de 1606. [Sigue el texto de este documento, ya reproducido por Armona en el tomo primero de estas Memorias; véanse págs. 101–102 arriba.]
198
Sic; pero parece que sobra esta palabra. En este título y el siguiente, los teatros construidos posteriormente a los que se refiere Armona son los Coliseos o Teatros de la Cruz y del Príncipe (inaugurados respectivamente en 1737 y 1745); los corrales de comedias correspondientes ya existían en 1606. 199
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[12: 1610]
[12] Suplemento al extracto de las noticias correspondientes a la representación de comedias. Año de 1610 200 . 1610 En la villa de Madrid a 24 días del mes de junio de 1610 años, los Sres. don Diego López de Ayala, del Consejo y Cámara de S.M. y Comisario de esta Villa, y don Gonzalo Manuel, Corregidor de ella y su tierra por S.M., y don Gabriel de Alarcón y Miguel Martínez del Sel, Regidores de la dicha Villa y Comisarios por ella nombrados para los autos de la fiesta de el Santísimo Sacramento pasado de este presente año, mandaron que los 100 ducados que se han de dar de joya a los autores de comedias que hicieron los dichos autos, que fueron Riquelme y Sánchez, se parta entre los dos, dando a cada uno 50 ducados, y lo señalaron.—Ante mí: PEDRO MARTÍNEZ. AÑO DE 1611 En la villa de Madrid a 6 días de el mes de junio de 1611 años, los Sres. don Diego López de Ayala, del Consejo y Cámara de S.M. y Comisario de esta Villa, y don Gonzalo Manuel, Corregidor de ella y su tierra, y don Gabriel de Alarcón y Miguel Martínez del Sel, Regidores de la dicha Villa y Comisarios por ella nombrados para los autos de la fiesta de el Santísimo Sacramento pasado de este año, digeron que atento que los dos autos que hizo Tomás Fernández fueron mejores que los de Fernán Sánchez, mandaron que los 100 ducados de joya que, conforme a la obligación que hicieron, se han de dar a el autor que mejores autos hiciese, se den al dicho Tomás Fernández, y por las representaciones que hicieren el sávado se dé a cada autor 600 reales, por quanto no están obligados a representar más de el dicho día de el Santísimo Sacramento y el viernes siguiente, y los ganapanes que andubieron con los carros el dicho día y el sávado se paguen por cuenta de esta Villa. Así lo mandaron y señalaron.
[13] Reforma hecha por autos del Consejo de 14 de marzo y 8 de abril de 1615 sobre la representación de comedias 201 . Que no hubiese de haber más de doce compañías en todo el reyno, nombrando el Consejo los autores de que havían de llebar testimonio del nom200
Véanse págs. 75–76 y n. 195, arriba. En el documento original (AVM, Secretaría, 3-134-42 [c], última parte), este título está escrito al margen izquierdo, al lado de la primera frase, en una letra distinta de la del documento mismo, posiblemente la del propio Armona. 201
[13: 1615]
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289
bramiento de cada uno, firmado de Juan Gallo de Andrada, escrivano de Cámara más antiguo; esto era por dos años, haviendo de traer en sus compañías gente de buena vida y costumbres, de que havía de dar lista todos los años a la persona que el Consejo nombrare; que los autores y representantes fuesen casados, trayendo consigo a sus mugeres; que no havían de traer bestido 202 contra la práctica del reyno fuera de los theatros, pues para ello se les permitían; que las mugeres representasen en ábito decente de mugeres, sin que saliesen en faldellín solo, sino que por lo menos llebasen sobre él ropa, baquero o basquiña suelta o enfaldada, y que no representasen en ábito de hombres, ni los hombres en el de mugeres, aunque fuesen muchachos; que no habían de representar bayles, cantares, ni menos lascibos, ni deshonestos, u 203 de mal egemplo, dando por prohibidos los bayles, escaramanes, chaconas, zarabandas, carreterías y qualesquiera otros semejantes, sin imbentar otros de nuebo semejantes, y qualesquiera que havía de cantar o baylar 204 havía de ser con aprobación del señor del Consejo que nombraba a este fin; que en cada theatro de la Corte hubiese de asistir un alguacil de ella, demás de Juan de Alicante, alguacil de Corte, que tenía cédula de S.M. para asistir a el que le pareciese, teniendo en cuenta los dichos alguaciles de que los hombres y mugeres estubiesen apartados, y que en los vestuarios no entrase persona alguna fuera de los representantes, y cada alguacil no pudiese servir más que dos meses, cuidando también que de las comedias se saliese de día, y que no se habriesen los corrales hasta las doce de la mañana; que las compañías no representasen en esta Corte en casas particulares sin licencia del Consejo, y en los ensayos no se admitiese gente alguna a berlos; que no se representase desde el miércoles de Ceniza hasta el domingo de Quasimodo, no los domingos de adbiento, ni los primeros días de pasquas; que no estubiesen dos compañías juntas en un lugar, exceptuando la Corte y Sevilla, ni estubiesen más de dos meses en cada año en un lugar; que no se representase en iglesia o monasterio, si no fuere quando la comedia fuese puramente ordenada a deboción; que los autores y representantes que no guardaren lo expresado fuesen castigados por la primera vez con doscientos ducados para obras pías, por la segunda doblado y dos años de destierro del reyno, y por la tercera dos años de galeras; que los corregidores y justicias hiciesen guardar lo probeído precisamente con cargo de residencia, por lo qual se los embiaban provisiones, ampliando el que las mugeres pudiesen representar sin casarse hasta hedad de doce años.
202 203 204
3-134-42: «vestidos». 3-134-42: «y». 3-134-42: «bailar o cantar».
290
FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO: XIV
[14: 1615]
Así consta del libro que escribió don Martín Marcelino de Vergara, Secretario que fue de S.M. y del Ayuntamiento de Madrid, de sus comisiones y patronatos.
[14] Año de 1615. Reformación de comedias mandada hacer por el Consejo para que se guarde así en esta Corte como en todo el reyno, a 8 de abril de 1615. [Sigue el texto de este documento, que se reproduce en Fuentes III, doc. núm. 6, págs. 55–58, y en Cotarelo, Controversias, págs. 626a–627b. Armona lo reproduce también en el tomo primero de estas Memorias; véase pág. 70, arriba.]
[15] Año de 1641. Ynstrucción que se ha de guardar en las comedias, así en las representaciones como los autores y representantes de ellas y las deemás personas a quien tocare, por mandado del Sr. don Antonio de Contreras, cavallero de la Orden de Calatrava, del Consejo y Cámara de S.M. [Sigue el texto de este documento, que se reproduce en Fuentes III, doc. núm. 38, págs. 91–93, en Cotarelo, Controversias, págs. 632a–633b, y en Sepúlveda, El corral de la Pacheca, págs. 556–559. Armona lo reproduce también en el tomo primero de estas Memorias; véase pág. 73, arriba.]
[16] Auto pronunciado en 1637 por los Sres. José González y don Antonio de Contreras, Protectores de los Hospitales de esta Corte, sobre una Real cédula en que se mandaron situar 10.000 ducados sobre la sisa de la sexta parte, a fabor del Hospital de la Pasión, y lo deemás que en él se contiene. Año de 1637. [Sigue el texto de este documento, que se reproduce en Fuentes III, doc. núm. 33, págs. 81–82, en Cotarelo, Controversias, págs. 630a–b, y en Sepúlveda, El corral de la Pacheca, págs. 91–93. Armona lo reproduce también en el tomo primero de estas Memorias; véase pág. 72, arriba.]
[17: 1639]
ARMONA: MEMORIAS CRONOLÓGICAS, II
291
[17] Cédula de erección de la Escribanía de Protección. Año de 1639. [Sigue el texto de este documento, que se reproduce en Fuentes III, doc. núm. 37, págs. 89–91, y en Cotarelo, Controversias, págs. 630b–632a (a través de esta copia de Armona). Véase pág. 73, arriba.]
[18] [Real cédula de 5 de agosto de 1645.] Phelipe IV, que en 1645 pasó a Aragón, con el nuevo ministro don Luis de Haro, para hacer frente a las imbasiones de los franceses, cargó sobre las representaciones cómicas de España la curación y regalo de los soldados enfermos y heridos de sus exércitos: mandó que pagasen vn quarto más en todas partes todas las personas que entrasen a ber comedias, y dio comisión para hacer efectiva esta recaudación al Corregidor de Madrid, por virtud de su Real cédula, dada en Zaragoza a 5 de agosto de 1645, que es del tenor siguiente. [Sigue el texto de este documento, que se reproduce en Fuentes III, doc. núm. 47 (a), págs. 152–154, y en Cotarelo, Controversias, pág. 634a–b (a través de esta copia de Armona). Armona lo reproduce también en el tomo primero de estas Memorias; véase pág. 90 arriba. Después del texto de la Real cédula, viene la siguiente nota:] Nota. Por escritura que se otorgó por Luis Monzón el año de 1646, en calidad de arrendador, se capituló que no havía de llebar los 300 ducados que pagava Madrid por dos aposentos que se ocupaban para asiento de sus capitulares, y esta vaja se confirmó por auto de 18 de julio de 1675, en que el Juez Protector mandó que desde entonces en adelante no llebasen los arrendadores ni pudiesen pedir dinero alguno por los dichos aposentos para los capitulares, especialmente quando por esta razón no se descontava cantidad alguna de los 54.000 ducados que la sisa de sexta parte dava para los Hospitales, aun quando los theatros no los produgesen libres.
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FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO: XIV
[19: 1698]
[19] Auto del Corregidor de Madrid. [Año de 1698.] [Sigue el texto de este auto de 29 de noviembre de 1698. Se reproduce en Fuentes VI, doc. núm. 9279, pág. 273, y en Cotarelo, Controversias, pág. 636a (a través de esta copia de Armona).]
[20] Reales órdenes expedidas por el duque de Montellano, Presidente de Castilla, en 1705, y don Francisco Ronquillo, Governador del mismo Consejo, en 1706, dirigidas al Corregidor de Madrid, para que a los representantes o cómicos ytalianos que habían benido a esta Corte no se embarazase su representación por los arrendadores e impresarios de las comedias de Madrid. Años de 1705 y 1706. 1705–1706 [Sigue el texto de estos documentos, que se reproducen en Fuentes XI, doc. núm. 24 (a), pág. 70, y doc. núm. 30 (e), pág. 79.]
[21] Real cédula del año de 1706, en que S.M. confirió la Superintendencia y Protección de los theatros y comedias a don Pedro de Toledo y Sarmiento, conde de Gondomar del Puerto y Humanes, por fallecimiento de don Juan Manuel de Ysla. Año de 1706 205 . Año de 1706. El Rey. D. Pedro de Toledo y Sarmiento, cavallero del Orden de Santiago, conde de Gondomar del Puerto y Humanes, del mi Consejo y Cámara: saved que en 4 de diciembre del año de 1705 se despachó cédula mía a don Juan Manuel de Ysla, cavallero de la misma Orden, encargándole la Superintendencia y Protección de las comedias, y porque se halla vaca la comisión referida, y combiene nombrar ministro en su lugar, confiando de vos que obraréis con el celo y rectitud que se requiere y se ha experimentado en los demás negocios que se os han encargado, he tenido por bien de elegiros y nombraros. Y os mando veáis la comisión librada al referido don Juan Manuel de Ysla, y las que en ella se refieren, y como si con vos hablaran y os fueran dirigidas, las guardéis, cumpláis y egecutéis como en ellas se contiene, sin las contrabenir ni 205 Véase Fuentes XI, doc. núm. 31, págs. 80–81; se reproduce también en Cotarelo, Controversias, págs. 636b–637b.
[21: 1706]
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permitir que se contrabengan en manera alguna, para lo qual os doy comisión en forma, y para que podáis ajustar y disponer que por vuestra orden se ajusten y formen las compañías de comediantes para el uso de la representación, del número como los que llaman de la legua, examinar las comedias y aprovarlas y mandar se examinen y censuren antes que se representen en los corrales de mi Corte y en las ciudades, villas y lugares de estos mis reynos, y excluir de todo, u en parte, las que os pareciere no ser convenientes, conozcáis de todos y qualesquier negocios tocantes a las referidas comedias, autores y compañías, determinándolos como combenga, visitéis y hagáis visitar los corrales donde se hacen las representaciones, siempre y quando os pareciere combeniente, a fin de que estén aderezados y reparados, y deis las licencias para que se puedan representar las comedias después de estar vistas, examinadas y aprovadas, como ba referido. Y estando ajustadas las dichas compañías, repartáis y señaléis y hagáis que por buena orden se reparten y señalen los aposentos y bancos que fueren de repartimiento en dichos corrales a las personas y en la forma que os pareciere, según se acostumbra y lo han hecho vuestros antecesores, haciendo que los autores, compañías y representantes guarden y cumplan lo que por vos fuere ordenado, y que en todo el reyno no pasen de ocho las compañías ordinarias, sino en caso que por algún accidente os pareciere conveniente, y asimismo hagáis que ningún autor tenga compañía si no fuere con expresa licencia. Y tendréis particular cuidado en que los comediantes de las compañías mencionadas vivan honesta y recogidamente, castigando los que no lo hicieren o dieren nota y escándalo en su modo de vivir, de todo lo qual y de lo demás anexo y dependiente a las comedias, compañías y comediantes referidos, podáis conocer y conozcáis privativamente, con inhivición a los demás mis consejos, audiencias, chancillerías, jueces, justicias y tribunales de estos mis reynos y señoríos, a todos los quales inhivo y he por inhividos de su conocimiento, determinación y otra qualquier cosa o parte de ello, porque sólo habéis de conocer vos y proceder en lo que fuere necesario, y no otro alguno, según y en la forma mencionada, excepto el dicho mi Consejo, para adonde en los casos que hubiere lugar de derecho habéis de otorgar las apelaciones que se interpusieren de los autos y sentencias que en razón de lo susodicho diéredes y pronunciáredes, para que las puedan seguir y proseguir en él, y no ante otro juez ni tribunal alguno, y teniendo por conveniente subdelegar vuestra jurisdicion por lo que mira a las ciudades de Sevilla, Valladolid, Granada y otras partes de estos mis reynos, os doy facultad para que lo podáis hacer y hagáis en las personas que fueren de vuestra maior satisfacción, con la misma jurisdición e inhibición que se expresa en esta mi cédula, con que no sea para ajustar las compañías referidas ni darles licencia para representar, porque esto sólo ha de correr por vuestra mano y no por otra alguna, lo qual así hagáis y cumpláis según y en la forma que se expresa, y
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[22: 1707]
como por cédula de 28 de octubre de el año de 1648 se ordenó y mandó a don Alonso 206 Ramírez de Prado, cavallero que fue de la misma Orden de Santiago y del dicho mi Consejo. Dada en Ocaña a 22 días del mes de setiembre de 1706 años.—YO EL REY.—Por mandado del Rey nuestro Señor: DON JOSÉ FRANCISCO SÁENZ DE VICTORIA.
[22] Auto del Corregidor de Madrid del año de 1707, mandando que continúen las comedias por cuenta de Madrid ínterin se ponen en arrendamiento. [El texto de este documento se reproduce en Fuentes XI, doc. núm. 45 (a), págs. 97–98, y también en Cotarelo, Controversias, págs. 637b–638a (a través de esta copia de Armona).]
[23] Auto del Corregidor de Madrid del año de 1720, mandando que la Villa, en consideración a el trabajo de los dos Regidores interbentores de los corrales de comedias, les pague 100 ducados anuales a cada vno. [Para el texto de este documento, véase la Parte I de estas Memorias, §79, pág. 96, arriba.]
[24] Real cédula de Protección. Año de 1724 207 . 1724 El Rey. D. Pascual de Villacampa y Pueyo, cavallero del Orden de Nuestra Señora de Montesa, del mi Consejo y Cámara: saved que en 1º de enero de 1716 años despaché cédula mía a don Juan de Vaquedano, cavallero que fue del Orden de Calatrava, marqués de Andía, de dicho mi Consejo y Cámara, encargándole la Superintendencia y Protección de las comedias de estos mis reynos, y porque ha fallecido y es combeniente nombrar otro ministro en su lugar para este ministerio, confiado de que 206
arriba.
Sic; pero en realidad se trata de Lorenzo Ramírez de Prado; véase pág. 70 y n. 205,
207 Véase Fuentes XII, doc. núm. 40, págs. 123–125; se reproduce también en Cotarelo, Controversias, págs. 639a–640b.
[24: 1724]
ARMONA: MEMORIAS CRONOLÓGICAS, II
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obraréis en él con el celo y actividad que habéis acreditado en los demás negocios que se os han encomendado, y haviendo puesto a buestro cuidado la Protección de los Hospitales de Madrid, en virtud de otra cédula mía, de 20 de este mes, he benido también en concederos la de dichas comedias, como unida, anexa y dependiente de la otra, en la misma forma que la ha tenido el dicho marqués de Andía y sus antecesores, y para ello he mandado despachar la presente, por la qual os mando que luego que os sea entregada, veáis la que se despachó a el referido marqués de Andía y las que en ella se expresan y, como si con bos hablaran y os fueran dirigidas, las guardéis y cumpláis y egecutéis en todo y por todo, como en ellas se contiene, sin las contrabenir en manera alguna, y en su conseqüencia ajustéis y dispongáis y por vuestra orden se ajusten y formen las compañías de comediantes para el uso de la representación del número, como las que llaman de la legua, examinéis las comedias, las veáis y aprovéis, mandando se examinen y censuren antes que se representen en los corrales de mi Corte y en las ciudades, villas y lugares de estos mis reynos, y excluyáis en todo o en parte las que os pareciere no ser convenientes, conozcáis de todos y de qualesquier negocios tocantes a las referidas comedias, autores y compañías, determinándolos como combenga, visitéis y hagáis visitar dichos corrales donde se hacen las representaciones, siempre y quando os pareciere, a fin de que estén aderezados y reparados, y deis las licencias para que se puedan representar las comedias después de estar vistas, examinadas y aprovadas, como ba prevenido, y estando ajustadas las referidas compañías, repartáis y señaléis y hagáis que por vuestra orden se repartan y señalen los aposentos y bancos que fueren de repartimiento en dichos corrales, a las personas y en la forma que os pareciere, según se acostumbra y lo han hecho vuestros antecesores, haciendo a los autores y compañías y representantes guarden y cumplan lo que por vos fuere ordenado, y que en todo el reyno no pasen de ocho las compañías ordinarias de la legua 208 , si no es en caso de que por algún accidente os pareciere conveniente. Y así mismo hagáis que ningún autor tenga compañía sin que fuese con expresa licencia, y tendréis particular cuidado de que los dichos comediantes vivan honesta y recogidamente, castigándolos quando hicieren o dieren nota o escándalo en su modo de vivir, de todo lo qual y de lo deemás anexo y dependiente a las referidas comedias, compañías y comediantes podáis conocer y conozcáis privativamente, con inhibición a mis consejos, chancillerías, audiencias, jueces y justicias y deemás tribunales de estos mis reynos y senoríos, a todos los quales inhibo y he por inhibidos de su conocimiento y determinación y otra qualesquier [sic, por «qualquier»] cosa o 208
Sic; pero parece que sobran las palabras «de la legua». Las compañías ordinarias, que no debían pasar de ocho, eran las del número. Véase el pasaje equivalente en la cédula de 1706 (doc. núm. 21, pág. 285, arriba).
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FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO: XIV
[25: 1735]
parte de ello, porque sólo havéis de conocer vos, procediendo en lo que fuere necesario, y no otro alguno, como queda dicho, excepto el mi Consejo, para adonde, en los casos que hubiere lugar de derecho, otorgaréis las apelaciones que se interpusieren de vuestros autos y sentencias, para que las puedan seguir y proseguir en él, y no ante otro juez ni tribunal alguno, y teniendo por conveniente subdelegar vuestra jurisdición, por lo que mira a las ciudades de Sevilla, Valladolid y Granada y otras partes de estos mis reynos, os doy facultad para que lo podáis hacer y hagáis en las personas que fuere vuestra maior satisfacción, con la misma jurisdicción e inhivición que la expresada, con que no sea para ajustar las referidas compañías ni dar licencia para representar, porque esto sólo ha de correr por vuestra mano y no por otra alguna, lo qual así hagáis y cumpláis, según [y] en la forma que se expresa en la cédula de 28 de octubre de 1648, despachada a don Lorenzo Ramírez, cavallero del Orden de Santiago, que para todo os doy poder cumplido y comisión en forma tan bastante como es necesaria y de derecho se requiere. Dada en Madrid a 22 de henero de 1724 años.—YO EL REY.—Por mandado del Rey nuestro Señor: DON FRANCISCO CASTREJÓN.
[25] Otra del mismo asunto. Año de 1735 209 . 1735 El Rey. Don Fernando Francisco de Quincoces, cavallero del Orden de Santiago, del mi Consejo: por quanto en 9 de enero del año de 1724 expedí mi Real cédula nombrando a don Pasqual de Villacampa y Pueyo, que lo es de la de Nuestra Señora de Montesa, y del mi Consejo y Cámara, por Protector y conservador de los Hospitales General, Pasión y Combaleciencia de esta Corte y sus agregados, cometiéndole la Superintendencia de ellos y el conocimiento de todos los pleytos y causas que les tocasen y perteneciesen, con lo deemás expresado en la citada 17mi Real cédula, y haviendo entendido aora el lastimoso estado en que se hallan reducidos los mencionados hospitales, así en lo principal de la asistencia del bien espiritual de los enfermos como de lo disminuido, y aun exausto, de sus rentas y limosnas, por las repetidas quiebras de los tesoreros y mala administración de sus caudales, deseando ocurrir prontamente al remedio de iguales desórdenes, mediante la celosa aplicación del obispo de Málaga, Governador del mi Consejo, y de don Pasqual de Villacampa, actual Protector de estos hospitales, a quienes no permiten las graves ocurrencias de sus 209 Véase Fuentes XII, doc. núm. 136, págs. 225–226; se reproduce también en Cotarelo, Controversias, págs. 641a–642a.
[25: 1735]
ARMONA: MEMORIAS CRONOLÓGICAS, II
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manejos, en la abanzada hedad y achaques del expresado Protector, dar aquellas egecutibas providencias que tanto se necesitan para el reparo de tan considerable perjuicio; y combiniendo destinar uno de los ministros del mi Consejo que desde luego sirva el cargo de tal Protector de los mencionados hospitales y sus dependiencias y de la Comision y corrales de comedias, en ausencias y emfermedades del expresado don Pasqual de Villacampa, con la futura en caso de bacar los citados encargos y comisión, concurriendo en vos las circunstancias proporcionadas, confiando obraréis con el celo y rectitud que combiene y se ha experimentado en los deemás negocios que se os han encomendado, en vista de lo que el referido obispo de Málaga, Governador del mi Consejo, me representó y hizo presente quanto a este asunto en consulta de 20 de enero próximo pasado, por resolución señalada de mi Real mano, vine en aprovar por esta vez la destinación de ministro que me propuso, y elegiros y nombraros por tal Superintendente, Protector y conservador de dichos hospitales y de los corrales de comedias, en las ausencias y enfermedades del mencionado don Pasqual de Villacampa, con la futura en caso de vacar dichos encargos y comisiones; por tanto, os mando que luego que esta mi cédula os sea entregada, paséis a servir y egercer, durante las ausencias y enfermedades de don Pasqual de Villacampa, la Protección de los Hospitales General, Pasión y Combalecencia y sus agregados, como también la Comisión de corrales de comedias, conociendo de todas las causas y dependiencias pendientes y que ocurrieren en adelante tocante a estos encargos, según y como lo ha hecho y puede hacer don Pasqual de Villacampa, como tal Protector, siempre que se halle en disposición para ello, arreglándoos en todo a la citada Real cédula y usando de las mismas facultades que en ella se previenen en los casos referidos, privativamente, con la propia inhibición de consejos, tribunales, chancillerías y audiencias, y las apelaciones que se interpusieren sean para los del mi Consejo. Y en el caso de sobrevenir vacante de los encargos y comisiones citadas, entréis a servir, sin nuevo título ni despacho, la propiedad, todo según y en la forma que las egerce don Pasqual de Villacampa y las han usado y egercido todos los Protectores y Superintendentes de estos hospitales, comedias y demás agregados y dependencias de ellos, por ser así mi voluntad, y que de esta mi cédula se tome la razón en la Contaduría, haviéndose presentado primero ante el mismo don Pasqual. Dada en el Pardo a 2 días del mes de marzo de 1735 años.—YO EL REY.—Por mandado del Rey nuestro Señor: DON FRANCISCO CASTREJÓN.»
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FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO: XIV
[26: 1740–1746]
[26] Juez Protector de los theatros de comedias y Superintendente de sisas que hubo desde 1740 hasta 1746, y modo en que se formaban las compañías. Año de 1740 hasta 1746 210 . 1740–1746 Por los años de 1740 hasta 1746 fueron el Sr. don Balthasar de Henao Juez Protector de theatros y el Sr. don Estevan José de Abaría Superintendente de sisas, empleo que se creó por S.M. en 1734 a fabor de don Fernando Verdes Montenegro. Las listas originales de la formación de compañías cómicas en aquellos años se presentaron para su aprovación a estos señores: a el primero (que firmó en primer lugar) en su calidad de Juez Protector, y al segundo (que firmó después) en la de Superintendente de sisas, a efecto de que los sueldos expresados en ellas y los partidos que se davan a los cómicos se pagasen del producto de los theatros, como siempre se havía hecho. Las últimas listas originales que existen, y están autorizadas de este modo, son de 6 de abril de 1745, a favor del autor José de Parra, acompañadas de escrituras formales de su obligación, y de 11 de marzo de 1746, a favor de la autora Petronila Xibaja, a que acompaña igualmente su escritura formal. Asi se hicieron las formaciones hasta el citado año de 1746, en que dio principio el Govierno político y militar del Exmo. Sr. conde de Maceda, en cuia persona reunió el Rey todos los empleos, facultades y jurisdicciones que hasta entonces havían corrido separadas. S.E., según consta por lista original de 26 de noviembre del mismo año de 1746, formó igualmente que los Jueces Protectores sus antecesores, y aprobó las compañías de aquel tiempo, para que representasen en los dos corrales, según y como en las listas se previene, y en dos escrituras separadas que se otorgaron por sus autores, ante Manuel Estevan de las Heras, Escrivano del Rey nuestro Señor y de las comedias.
[27] Reunión que en el año de 1747 se hizo por Reales decretos en el Corregidor de Madrid de la Protección de theatros y Superintendencia general de sisas. Año de 1747. En el siguiente de 1747, por dos Reales órdenes de 26 y 29 de noviembre, se confirió el Corregimiento al marqués del Rafal, y entre otras comisiones, la Judicatura de los theatros y representantes del reyno, con las 210
Véanse págs. 81–83, arriba.
[28: 1748]
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mismas facultades que la tubieron los señores del Consejo, sus antecesores, establecimiento que se confirmó y amplificó después por Real decreto de 1º de febrero de 1748, que, copiadas por su orden, dicen lo siguiente: [Sigue el texto de estas Reales órdenes del 26 y 29 de noviembre de 1747 y del 1º de febrero de 1748, ya reproducidas por Armona en la primera parte de estas Memorias, §100; véanse págs. 114–116, arriba.]
[28] Acuerdo de Madrid en vista de los encargos y facultades dadas al marqués del Rafal en 5 de marzo de 1748. [Sigue el texto de este acuerdo de 5 de marzo de 1748, ya reproducido por Armona en la primera parte de estas Memorias, §101; véase pág. 109, arriba.]
[29] Copia de la Real orden de 12 de junio de 1751 determinando las pretensiones de los Hospitales con la Villa sobre comedias: íntegro pago de la sisa de 2 maravedís en cada libra de baca que les pertenece, 1 maravedí en cada libra de carnero que gozan en abastos, y la exención total de sisas con la prevención de que se reduzca a refacción. [Sigue el texto de esta Real orden del 12 de junio de 1751, ya reproducida por Armona en la primera parte de estas Memorias; véanse págs. 128–129, arriba.]
[30] Real orden de 29 de enero de 1754 sobre conocimiento de los Capitulares en los asuntos de sus comisiones, con voto instructibo y otros particulares. [Sigue el texto de esta Real orden del 29 de enero de 1754, ya reproducida por Armona en la primera parte de estas Memorias; véanse págs. 136– 138, arriba.]
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FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO: XIV
[31: 1757]
[31] Real orden del año de 1757 mandando que los Comisarios de comedias tengan voz y voto con el Corregidor en su govierno, sin mezclarse en el manejo de caudales. [Sigue el texto de esta Real orden del 19 de diciembre de 1757, ya reproducida por Armona en la primera parte de estas Memorias. Véanse págs. 138–139, arriba.]
[32] Real orden del año de 1758 para que sigan los Comisarios de quarteles y compatronatos y no se propongan otros por el Corregidor sino en el caso de vacar. Ilmo. Señor: Con motibo de haber propuesto el Corregidor para las Comisiones de quarteles y de compatronatos, siguiendo la práctica establecida para la de sorteo, han acudido al Rey los Regidores, haciendo presente que nunca han sido comprehendidas en el número de éstas las expresadas, que de la novedad practicada es preciso resulte al público el perjuicio de que en el espacio de dos años no pueden los comisarios instruirse en los importantes asuntos de que tienen que enterarse, en cuyo acierto se interesa el beneficio común, y el incombeniente de que siendo de tan corta dotación estos encargos, por cuio travajo sólo se les acude con 700 reales, no se dediquen con la aplicación precisa al desempeño, a cuias consideraciones añaden la grabe del deshonor que recibe el Ayuntamiento de la total independencia suia con que actualmente corren los negocios del común. Atendiendo S.M. a lo referido, y a que, por la razón enunciada de no ser el sorteo la Comisión de quarteles ni la de la limpieza, no está el nombramiento de comisarios para ella comprehendido en la providencia que se tomó para las comisiones que se sorteaban, ha resuelto que continúen en egercerlas los que las servían, y que sólo en caso de vacante se propongan sugetos. También ha determinado S.M. que los compatronatos se den por el Ayuntamiento a un Regidor, exceptuando aquellos en que el fundador destina al Decano por patronato o compatronato, pues en estos términos debe servirlos sin nombramiento del Ayuntamiento el que eligió el mismo fundador, y que en las de comisiones se obserbe el proponer para ellas de dos en dos años, pero votando con el Corregidor los sugetos para las propuestas que se deben hacer a S.M., cuio método manda se practique igualmente en la de quarteles quando haya vacante.
[33: 1758]
ARMONA: MEMORIAS CRONOLÓGICAS, II
301
En todo lo que no dependa de lo jurisdicional y está encargado al Corregidor por las resoluciones tomadas después que cesó el govierno en la forma que le egerció el conde de Maceda, quiere S.M. que con el Corregidor concurra el Ayuntamiento a conferir, votar y acordar lo que se haya de disponer, y en los asuntos que pertenezcan a juntas de comisiones han de egecutar lo mismo los Regidores que con aprovación de S.M. las componen, llevando en ellas siempre la primera voz el Corregidor con voto de calidad y la facultad de poder suspender la egecución de lo que por maior número de votos se acordase, si en practicarlo adbierte algún reparo o perjuicio, en cuio caso lo ha de representar a S.M., con copia del acuerdo y expresión de su voto. Prevéngolo a V.I. de orden de S.M. de todas las referidas circunstancias para que, haciéndolas saver al Corregidor y Ayuntamiento, tengan el devido cumplimiento y disponga el que esta orden se archibe original en la oficina que corresponde. Dios guarde a V.I. muchos años como deseo. Buen Retiro, 18 de marzo de 1758.—EL MARQUÉS DEL CAMPO DE VILLAR.—SR. OBISPO GOBERNADOR DEL CONSEJO.
[33] Representación hecha a S.M. por los Comisarios de comedias sobre que el Corregidor no les deja egercer las facultades que se les concedieron por Real orden del año de 1757. Año de 1758 211 . 1758 Don Feliz Salabert, mayordomo de semana de la Reyna nuestra Señora, y don Phelipe Aguilera, ayuda de cámara de V.M., y ambos capitulares de esta Villa de Madrid y Comisarios de comedias, a L.R.P. de V.M., con el devido rendimiento, dicen que, haviendo solicitado con el Corregidor de Madrid el que tubiese cumplimiento la Real orden de V.M. de 19 de diciembre de 1757 y que para ello diese las providencias correspondientes, dio sola la de pedir certificación de la práctica antigua para arreglarse a ella, sin duda persuadido a que no se encontrarían documentos por donde constase, pues habiéndose certificado de todos los que producen aquella práctica que, no hallándola conforme a su dictamen, ocurre para elidirse [sic] de la observancia de la citada Real orden de V.M. de 19 de diciembre de 1757, valiéndose de decir que en los asuntos de comedias no puede regir esta orden ni la de de 18 de marzo de 1755, sino las del año de 1734, y conceptuando todo lo contrario el Ayuntamiento, le ha hecho en él repetidas instancias a fin de que se arregle a estas posteriores, para escusar recursos y caminar con unión y armonía a quitar abusos y otros desórdenes 211
Reproducido en Cotarelo, Controversias, pág. 650a–b.
302
FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO: XIV
[34: 1758]
que se adbierten, y no habiendo podido lograr el que se conforme con el Ayuntamiento, ha acordado éste el que ocurramos nuevamente a la piedad de V.M. para que, instruido de lo ocurrido y del uso y práctica que tubieron estas comisiones y resultan de las dos certificaciones que acompañan, providencie su remedio, pues en la forma que hoy están y sentido que da a la Real orden de V.M. el Corregidor, aun no tienen la facultad que el celador de los corrales nombrado por él, quien por sí tiene alguna y nosotros sólo la de darle cuenta. Y para su remedio, suplican a V.M. que, en vista de todo, se sirva mandar al Corregidor cumpla con la observancia de las últimas Reales órdenes de V.M., y que en su conseqüencia tenga el Ayuntamiento y las comisiones aprovadas por V.M., que dimanan de él en sus respectibas juntas, todo el uso y práctica que tenían en lo antiguo, y con sola la limitación que dichas Reales órdenes de 1755 y última de 19 de diciembre de 1757 previene V.M. de que no se mezclen los Regidores en el manejo de caudales, en lo que recibirán especial merced de V.M.
[34] Real orden de 6 de febrero de 1758. Prebiene el orden que se ha de obserbar entre el Corregidor y los Comisarios para el govierno de las comedias. [Sigue el texto de esta Real orden del 6 de febrero de 1758, ya reproducida por Armona en la primera parte de estas Memorias; véanse págs. 139– 142, arriba.]
[35] Certificación 212 . Don Vicente Francisco Verdugo, Secretario mayor perpetuo y más antiguo del Ayuntamiento de esta villa de Madrid, certifico que en los que se celebraron en 11 y 13 de este mes por los Sres. Corregidor y Madrid, entre otros acuerdos hicieron los del tenor siguiente: Haviendo precedido llamamiento ante diem a todos los cavalleros capitulares que están en esta villa, y certificado los porteros de Ayuntamiento haberle dado, para ber la Real resolución de S.M. sobre manejo en los corrales de comedias y otros puntos, se bolbió a ber en este mismo ayuntamiento la referida Real resolución de 19 de diciembre del año próximo 212
Reproducido en Cotarelo, Controversias, pág. 651a–652a.
[35: 1758]
ARMONA: MEMORIAS CRONOLÓGICAS, II
303
pasado de 1757 y el papel con que el Sr. Corregidor la encaminó al Secretario don Vicente Francisco Verdugo para que la noticiase al Ayuntamiento, el acuerdo de Madrid en su virtud celebrado en 23 del mismo mes, dándola cumplimiento, y la certificación pedida por el mismo Sr. Corregidor para arreglarse a la práctica antigua y demás antecedentes, con cuio motibo manifestó el mismo Sr. Corregidor que todo quanto comprehende la certificación que se le ha pasado de el govierno que havía en las Juntas de Corpus, composición de compañías y la de corrales, entendía mui bien havía tenido uso hasta que el año de 1734 se separó con total independencia la Superintendencia de sisas de Madrid y su Corregimiento, pero que desde aquel tiempo a éste deben tener entero cumplimiento los decretos expedidos para su administración; que S.S. estaba observándolas literalmente, y no podía permitir que los Comisarios tubiesen acción a juntas ni mezclarse a examinar las comedias más oportunas que se deban representar, antes que pasen a las revisiones, concurrencia al señalamiento de ayudas de costa, ni probeer empleos con su asistencia, por pertenecerle sólo a su persona. Y enterado el Ayuntamiento de ello, manifestó al Sr. Corregidor ser cierto quanto ha proferido de no haber tenido virtud las comisiones desde el citado año de 1734 hasta que, enterado S.M. del deshonor que padecían los cavalleros Comisarios capitulares y perjuicios el público en la falta de uso de los encargos de éste, que por sus mismos títulos les tenía confiados, se sirbió declarar por su Real orden de 18 de marzo de 1755 tubiesen voz y voto sólo con las circunstancias de pertenecer todo lo que sea jurisdición al Sr. Corregidor, poder suspender los acuerdos que se hiciesen si reconociere tener algun incombeniente, pero representando las razones que para ello hubiere y el voto de calidad, en cuya virtud tubieron y tienen uso las Juntas de limpieza, empedrado y fuentes, en las que se tratan los asuntos que ocurren del mismo modo que se hace en qualesquiera tribunal, conque si en esto no tubo reparo el Sr. Corregidor, como le ponía en esta última orden, que confirma y declara aquélla y abraza las comisiones de corrales y las deemás juntas y comisiones que hubiese havido en lo antiguo y para ellas tubiese S.M. aprovados los comisarios que deban servirlas. Y no habiendo bastado lo mencionado y otras razones que se expusieron para disuadirle del concepto que aora forma, distinto del que aparentó en su papel de 20 de diciembre, pidiendo la certificación de la práctica antigua para su observancia y escusar recursos a S.M., supuesto el ningún efecto que explicó el Corregidor tiene la Real orden, no obstante los repetidos ruegos que se le hicieron para que manifestase la virtud que devía tener, se acordó de conformidad que, sin embargo del dolor y sentimiento que causa a este Ayuntamiento molestar nuevamente los Reales oídos de S.M., contemplándolo indispensable, se ocurra a su clemencia, a fin de que todas las comisiones que dependen de él y aprueba S.M. mande al Corregidor obserbe la práctica antigua y uso de comisiones y juntas,
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FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO: XIV
[36: 1758]
según lo tiene explicado en las Reales órdenes citadas y constan de la certificación que se le ha dado, sólo con la limitación que previenen las mismas Reales órdenes a no mezclarse en el manejo de caudales, en la misma forma que lo hacen en la de limpieza, empedrado y fuentes. A cuio fin se da comisión a los cavalleros Comisarios de corrales para que hagan quantos recursos hallaren por convenientes y conduzcan a Madrid, dándoles los documentos y certificaciones que pidan.
[36] Otro acuerdo 213 . Haviéndose leído el acuerdo del Ayuntamiento del día 11 de este mes, entregó el Sr. Corregidor el papel en que manifiesta las razones que tiene y quiere bayan incorporadas en él, sobre la inteligencia que da a la orden de S.M. de 19 de diciembre del año próximo pasado, que el tenor de dicho papel es como se sigue: Papel del Corregidor. «En el ayuntamiento del miércoles 11 del corriente, en que se vio la Real orden que con fecha de 19 de diciembre próximo me comunicó el Sr. marqués del Campo de Villar, sobre el recurso hecho por las cavalleros Comisarios de corrales en punto de facultades, y mi papel de 20, con que la dirigí, por haberse querido dudar de la verdadera inteligencia de esta Real deliberación, concebida en los términos más claros, expresé que yo la havía mandado cumplir en la parte que me corresponde y la estaba observando en su literal sentido, y para que no se dude quál sea éste y se prebenga en el citado acuerdo, haciéndolo Vm. presente a Madrid (suponiendo, primero, que los actuales una sola vez con mi noticia y las demás sin ella han evitado los abusos que han notado en los theatros, y que lo han podido y devido hacer con todos los que hubiese havido, pues que no hay providencia mía que lo embarace y sí muchas que se dirigen a este fin, cometidas a sus antecesores), es que la Junta de formación de compañías debe concurrir a su egecución, y los cavalleros Comisarios de corrales a cuidar y mandar a los cómicos lo que tenga por conveniente para que las representaciones las egecuten con la modestia correspondiente, que sean puntuales al cumplimiento de su respectiba obligación y a los demás casos y cosas que ocurran para el desempeño de su comisión, y no indispongan el que este ramo rinda el producto que lícitamente pueda producir, a excepcion de los que correspondan al manejo y autoridad jurisdicional, según y 213
Reproducido en Cotarelo, Controversias, pág. 652a–654a.
[36: 1758]
ARMONA: MEMORIAS CRONOLÓGICAS, II
305
en la forma que la actuaron los Sres. ministros del Consejo, Protectores de Hospitales, y a excepción tambien de los puntos pertenecientes al recobro y distribución del caudal que produce la representación de comedias, por mandar expresamente S.M. que no tomen manejo en ninguna especie de caudales ni en embarazar o indisponer que el recobro y distribución de los de cada ramo corra en el pie y reglas dadas para ello, cuias reglas, por ser el ramo del producto de comedias perteneciente a las sisas, con las establecidas por Reales cédulas de 8 de mayo de 1734, 24 de abril de 1741, 22 de septiembre de 1746 y posteriores órdenes de S.M., practicadas desde entonces por los Sres. Superintendentes mis antecesores y por mí, tanto en el nombramiento de las personas que se necesitan para la administración de las mismas sisas como para librar los caudales de su producto, con la obligación de responder y dar cuenta a S.M. de lo que en el todo de este manejo y sus partes actuare, lo que no podrían practicar sin subalternos de su satisfacción, como lo hizo Madrid, nombrando los que merecieron la suya, no sólo en el ramo de comedias (como lo persuade la certificación que Vm. me pasó con fecha de 4 del corriente), sino es también en los demás de las sisas, hasta el año de 1734, que se la exoneró de la administracion de ellas, prescribiendo las reglas con que desde entonces, con su inhivición, ha devido y oy (en cumplimiento de la citada Real resolución de 19 de diciembre próximo, que las ratifica y S.M. de nuebo manda obserbar) debe correr la Superintendencia que está a mi cargo en esta parte del recobro y distribución de caudales, nombramiento de dependientes y providencias que para lo uno y otro se necesiten y considere v´tiles a beneficio de las sisas, sus interesados y consignatarios en la administración del ramo de comedias, sin concurrencia de los cavalleros Comisarios. Y para que en los deemás asuntos se proceda con el conocimiento y armonía que corresponde, remito a Vm. un exemplar, testimoniado por el escrivano Julián Antonio Barrera, que lo fue de la Comisión de comedias, de las precauciones con que S.M. mandó continuar la representación de ellas y se me remitieron por el Ilmo. Sr. Governador del Consejo en 9 de noviembre de 1753, a fin de que las haga Vm. presente a Madrid, para que, mediante no estar derogadas por S.M. en ninguna de las resoluciones posteriores y que la egecución de ellas, por el capítulo 23, se comete a los Sres. Alcaldes, a excepción de lo que se manda en el 5º y el 11, se eviten los motibos de queja, pues que ya ha havido alguna a S.I. Dios guarde a Vm. muchos años como deseo. Madrid, 12 de enero de 1758.—DON JUAN FRANCISCO DE LUJÁN Y ARCE.— SR. DON VICENTE FRANCISCO VERDUGO.» Y enterado el Ayuntamiento que no tiene variedad substancial el referido papel de lo mismo que el Sr. Corregidor expresó en el antecedente acuerdo, y que este ayuntamiento ha concebido ser enteramente contrario, opuesto a lo que manda la Real resolución, tanto más expresa y clara quanto a su primer vista la concibió en su verdadero sentido, pidiendo para ello
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FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO: XIV
[36: 1758]
se certificase la práctica antigua, y biendo que ésta no se adapta a su dictamen, varía enteramente su literal sentido, pues absolutamente manifestó en el antecedente acuerdo y ratifica en su papel que no condescendió a que haya juntas de comisión de corrales, aparentando que sin ellas les queda a los Comisarios facultad para enmendar abusos y desórdenes, siendo así que, en el modo que hoy les permite usar de su comisión, no han logrado enmendar ningunos, antes si expuestos como sus subalternos a que apruebe o repruebe sus providencias, lo que, además de causarles el deshonor que se deja considerar, se sigue el ningún caso que hacen los cómicos y demás dependientes de las órdenes de los Comisarios, como lo comprueban varios sucesos de comedias y saynetes que no se hubieran consentido representar en su substancia y modo a tener el egercicio la Junta, como antiguamente se practicaba y lo refiere la certificación, ni menos el que saliese por el patio una cómica a cavallo, no habiendo podido conseguir, con toda la autoridad, egercicio y observancia de la orden que decanta el Sr. Corregidor tienen los Comisarios, más providencia en este particular (con todo habérselo manifestado repetidas veces y aun el que acudirían a la superioridad), no lograron evitarle en los muchos días que duró la comedia, y finalizada y combencido, ordenó se abstubiesen de ello los autores en adelante, y por lo que cita en su papel se remedian los abusos, y incluye el testimonio de los 25 capítulos de reglas dadas para la representación, que, añade, conducen en el particular de que se trata, no conduciendo tampoco la repetición de que los Regidores no se mezclen en el manejo de caudales, pues no le han pretendido ni pretenden, y sólo sí que, habiendo juntas, no se oponen éstas a ello en la conformidad que se dice en el acuerdo antecedente y se practica en las de limpieza, empedrado y fuentes, ni menos a bulnerar o a intrometerse en lo que es jurisdicional, así como acaecía con los ministros de Castilla, Protectores de comisiones de corrales, que jamás intentaron apropiarse el gobierno de ellos ni tener más voto en la Junta que el que le correspondía, y oy logra el Sr. Corregidor de que el suio sea de calidad, por resolución de S.M. de 18 de marzo de 1755, a la que en esta parte obserba en la juntas, que tienen desde entonces toda la virtud y fuerza que les havían quitado los decretos que cita el Sr. Corregidor en su papel, de los años de 1734, 1741 y 1746, haciéndose disonante el que, habilitadas y puestas en actual egercicio unas, reúse el que lo estén las deemás, y que, por consiguiente, las que debe haber de sisas no las haya, quando en esta última Real orden de 19 de diciembre próximo pasado quiere S.M. que todas las comisiones y comisarios que aprueva tengan el mismo uso y voto en unas juntas que en otras de todos los asuntos y encargos de este público, y mucho mas quando en el ramo de sisas se hacen mas precisas, por su decadencia y otras importancias de ellas, que necesitan tratar y conferenciar su remedio. Y se acordó que de este acuerdo, con inserción del papel del Sr. Corregidor y el celebrado en 11 de este mes, se dé las certificaciones
[37: 1764]
ARMONA: MEMORIAS CRONOLÓGICAS, II
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que pidan los cavalleros Comisarios para el fin y diligencia que en él se les previno y encargó. Y para que conste, en virtud de lo que se mandó por Madrid en los acuerdos preinsertos, doy esta certificacion. Madrid, 14 de enero de 1758.—DON VICENTE FRANCISCO VERDUGO.
[37] Orden de S.M. de 17 de abril de 1764, previniendo que el Corregidor Juez de theatros apremie a los cómicos de Madrid quando no quieran representar 214 . En vista de lo que V.S. hace presente en este papel sobre lo ocurrido en la formación de compañías de representantes, manda el Rey que V.S. use de las facultades que por resolución de 21 de marzo del año próximo pasado le están atribuidas en esta materia, y que una vez que los cómicos manifiesten la voluntad de [no] querer representar, les apremie V.S. a ello, sin embargo de las condiciones que propusieren, no siendo proporcionadas o arbitrables. Así lo prebengo a V.S. de orden de S.M. para su inteligencia y cumplimiento. Dios guarde a V.S. muchos años. Buen Retiro, 17 de abril de 1764.—EL MARQUÉS DEL CAMPO DE VILLAR.—SR. DON JUAN FRANCISCO DE LUJÁN Y ARCE.
[38] Competencia subscitada el año de 1774 entre el Corregidor de Madrid y el Alcalde de Corte don Marcos Argaiz sobre el conocimiento de cierta quimera ocurrida entre dos cómicos y un particular, con lo deemás que se expresa. [Sigue una relación de este episodio, ya incluida por Armona en la primera parte de estas Memorias; véase pág. 137, arriba.]
214
Reproducido en Cotarelo, Controversias, pág. 656b–657a.
308
FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO: XIV
[39: 1774]
[39] Declaración del Consejo en el mismo año de 1774 sobre la competencia antecedente: declara las facultades del Corregidor en calidad de Juez Protector de theatros, con arreglo a las Reales cédulas de su erección, y distingue el conocimiento de las causas criminales 215 . El Consejo, en vista de los autos formados por Vm. y remitidos al Ilmo. Sr. Decano Governador con su representación de 26 de setiembre de este año en solicitud de que se mande que la Sala de Alcaldes le remita los hechos por el alcalde don Marcos de Argaiz sobre la quimera que ocurrió en la noche del 14 del mismo mes entre Baltasar Díaz y María Josefa Cortinas, su muger, cómicos ambos de la compañía de Eusevio Ribera, de que resultó herido Nicolás Rodríguez, por corresponderle su conocimiento como Protector de comediantes, de lo informado en el asunto por el Governador de la Sala y de lo que sobre todo han expuesto los Sres. Fiscales, ha declarado, por auto de 11 de este mes, que el conocimiento de la referida causa toca y pertenece a la Sala de Alcaldes de Casa y Corte, adonde se remitan los autos formados por Vm. (como así lo egecutó) 216 . De las Reales cédulas y comisión de Protección de comedias que constan en diferentes expedientes que se han unido al antecedente, resulta que las facultades del Protector se reducen substancialmente al ajuste y formación de compañías cómicas, al examen y aprobación de las comedias, a la visita de corrales o theatros de representación, repartición de papeles, aposentos y bancos, modestia en el trage y egercicio cómico, con todo lo deemás anexo y dependiente de las comedias, compañías y comediantes como tales, y aunque por una de las cláusulas de dichas Reales cédulas se encarga al Protector que tenga particular cuidado de que los comediantes vivan honestamente y con recogimiento, castigándolos quando dieren nota de escándalo en su modo de vivir, esto debe tener lugar económica y gubernativamente, pero sin facultad para castigarlos judicialmente por otros delitos, asumptos, causas y negocios particulares de los cómicos, pues esto corresponde a las justicias ordinarias, sobre lo que no tienen ni pueden gozar exempción alguna, como ya lo tiene estimado el Consejo en las causa formada por el Corregidor de Bilbao a Nicolás Sectaro y en otro expediente subscitado entre la Real Audiencia de Palma en Mallorca y el Comandante general Presidente de ella, marqués de Alós, de resultas de la subdelegación hecha en éste por el Corregidor don Alonso Pérez Delgado, cuias resoluciones están comunicadas. Y por todo halla este Supremo tribunal que Vm. no devió embarazar a la Sala el conocimiento de la causa contra Baltasar Díaz en el concepto de Protector de comedias, y le ha sido al mis215 216
Reproducido en Cotarelo, Controversias, pág. 663a–664b. Este paréntesis es un inciso de Armona.
[39: 1774]
ARMONA: MEMORIAS CRONOLÓGICAS, II
309
mo tiempo reparable y extraño el modo de solicitarla con el reo por medio de un oficio y papel simple, sin documentación ni otra formalidad de las establecidas y usuales en semejantes casos, de todo lo qual ha acordado prebenir a Vm. para que se abstenga. Ygualmente ha resuelto que Vm. remita por mi mano copia literal y auténtica de todos y cada uno de los títulos y nombramientos que por la comisión de Protección de comedias se hubieren expedido a todos y cada uno de los actuales subdelegados que haya en el reyno y del contesto literal de las prebenciones que respectivamente se les hayan hecho, en virtud de lo resuelto por el Consejo en el expediente de Palma, para que se ciñan a las facultades gubernativas y económicas en calidad de tales subdelegados, expresándose asimismo los nombres, apellidos, ministros y residencias de unos y otros. También ha acordado se encargue a Vm. y Juzgado de Protección que para cortar disputas, todas estas subdelegaciones se confieran subcesivamente, sin perjuicio de los actuales subdelegados, a las justicias ordinarias de los pueblos o a un ministro togado en las cavezas de partido, donde le hubiere, para que de este modo se concilien y egerciten mejor y con más vtilidad común y particular las facultades económicas, gubernatibas y jurisdicionales en los asuntos y causas concernientes a comedias, compañías y representantes, dando cuenta al Consejo con lista indibidual de todos estos subdelegados en que subcesivamente se eligieren, acompañando al propio tiempo minuta del título o nombramiento que se expidiere, para que se halle enterado el Consejo y pueda hacer las demás prebenciones conducentes a evitar disputas y retraso en la administración de justicia en los casos que ocurran. Asimismo ha resuelto que Vm. remita lista de los autores, ympresarios o cavezas de compañías que no sean de cómicos o representantes de comedias a quienes hubiere dado licencias para hacer sus funciones o festejos públicos en qualesquiera pueblos del reyno, con expresión de las personas de que se compone cada compañía y de los pueblos en que se hallan y para en dónde se les concedió las licencias. Y para que Vm. se halle enterado y disponga su cumplimiento en la parte que le toca, se lo participo de orden del Consejo, de cuio recibo me dará aviso para pasarle a su noticia. Dios guarde a Vm. muchos años. Madrid, 14 de nobiembre de 1774.— Por el Secretario Salazar: DON PEDRO ESCOLANO DE ARRIETA.—SR. DON JUAN PALANCO.
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FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO: XIV
[40: 1775]
[40] Real orden expedida en el año de 1775, por la qual se aprueba la escritura de concordia celebrada por las compañías cómicas para proporcionar el socorro de sus indibiduos e igualmente el de sus viudas e hijos que quedasen huérfanos 217 . Enterado el Rey del recurso hecho por las dos compañías de cómicos de Madrid, se ha servido S.M. conceder su Real aprobación a la escritura de concordia celebrada por dichas compañías de cómicos para proporcionar el socorro de sus indibiduos, quando llegasen a hallarse imposivilitados, y el de sus viudas e hijos que quedasen huérfanos, pero quiere S.M. que los capítulos 4º y 25 de dicha escritura de concordia se vsen y se entiendan vajo las declaraciones y circunstancias en el citado capítulo 4º, «de que los individuos que no fuesen fundadores, pasados los ocho años de haber servido a este público y jubiládose con causa justa de senectud o enfermedad, entren desde luego al goce que señala la concordia», según su parte, sin esperar a los diez que prescribe dicho capítulo especialmente en aquellos que no tubieron la proporción de ser fundadores, por no estar entonces destinados en las compañías de esta Corte, pues los que la tubieron y la despreciaron se hacen mas acrehedores a no experimentar tan pronto el auxilio, sin embargo de que para unos y otros es bastante el atraso de tres años con respecto a los fundadores, que las viudas y huérfanos de los que no sean fundadores tengan derecho a entrar en goce pasados los quatro años, en lugar de los seis que señala el referido capítulo, así como las de los fundadores le tienen a los tres, porque siendo el obgeto tan piadoso, y habiendo fondo suficiente para sufragar las necesidades de los indibiduos que han procurado desempeñar su obligación, es mui propio que logren del alivio que les ofrece esta fundación las viudas y huerfanos que han perdido sus maridos y padres, después de haberse mantenido estos quatro años en las compañías de Madrid, de las que, sin un grabe motibo accidental, no hubieran salido los dos restantes que faltaban, según la concordia, pues para la prelación que merecen las fundadoras y sus hijos influye poco que sea uno o tres años el atraso que padezcan las otras, y sería doloroso que, habiendo competente fondo, no experimenten éstas el socorro y alibio que les proporciona este piadoso instituto. Y por lo que hace al capítulo 25, quiere S.M. que qualesquiera indibiduo incorporado en esta concordia, sea o no fundador, a quien Madrid tubiese por conveniente separar de sus compañías después de dos o tres años en que ha contribuido al fondo con lo que le corresponda, pueda percivir esta cantidad misma, debiéndola reponer, en el caso de bolber a servir en dichas compañías, si quiere tener derecho al goce de la concordia, y que 217
Reproducido en Cotarelo, Controversias, pág. 665b–666b.
[41: 1778]
ARMONA: MEMORIAS CRONOLÓGICAS, II
311
para esto se le declaren hábiles los años anteriores, pues como lo mas regular es que los que Madrid separe de sus compañías no buelban a ellas, no parece razonable que después de experimentar esta desgracia y perder la esperanza de lograr el auxilio que los ofrecía esta concordia, sean perjudicados en no cobrar lo que con este obgeto desembolsaron. Todo lo qual participo a Vm. de orden de S.M. para su inteligencia y que disponga lo correspondiente a que tenga su devido cumplimiento esta Real resolución. Dios guarde a Vm. muchos años. Madrid, 16 de julio de 1775.—DON MANUEL VENTURA DE FIGUEROA.—AL TENIENTE DON PABLO ONDARZA.
[41] Declaración hecha por S.M. en el año de 1778 con motibo de un recurso del Corregidor de La Coruña sobre la jurisdición y mando que debe tener en el theatro, explicando quáles deben ser las funciones de el Capitán general. Año de 1778. Enterado el Rey de la representación que V.S. me ha hecho y pasó con fecha de 9 de abril del año próximo pasado, se ha servido S.M. resolber lo que expresa la siguiente orden, que con esta fecha se pasa al Comandante general de ese reyno: «En vista de una representación del Corregidor de esa ciudad, en que pide se declaren varios puntos que le sirvan de regla para el mejor desempeño de la jurisdición que egerce, sin tropezarse con la militar en la concurrencia al theatro de comedias, siempre que éstas se representen en él, se ha servido S.M. resolver (conformándose con el dictamen del Consejo de Guerra y con lo determinado en consulta de 24 de febrero del año próximo pasado relativa a asuntos de policía) que siempre que el Comandante general de las armas de ese reyno (no siendo Presidente de su Real Audiencia) asistiere a la representación de comedias, debe ser en calidad de particular, pagando su palco, y sin mezclarse en asunto concerniente al theatro, cuia dirección, mando y egercicio de jurisdición corresponden privativamente al Corregidor o su teniente; que la tropa que se destine por auxilio en la casa de comedias debe estar a su orden, subsistiendo las centinelas necesarias, concurra o no el Comandante general, quien solo dará la orden correspondiente a los oficiales para que guarden la moderación devida y que se sugeten a las reglas y providencias prescriptas por el Corregidor en la referida casa, y celará sobre su puntual observancia.» Y lo comunico a V.S. de orden de S.M. para su inteligencia y gobierno. Dios guarde a V.S. muchos años. El Pardo, 28 de enero de 1778.—EL CONDE DE RICLA.—SR. CORREGIDOR DE LA CORUÑA.
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FUENTES PARA LA HISTORIA DEL TEATRO: XIV
[42: 1784]
[42] Real orden expedida en el año de 1784 con motibo de una competencia subscitada entre el alcalde de Corte don Francisco García de la Cruz y el Corregidor de Madrid, sobre haber admitido el alcalde un recurso de los cómicos jubilados. El Rey declara que su conocimiento toca al Corregidor de Madrid como Juez Protector de theatros y representantes, mandando que los autos originales los debuelba el Consejo al citado Juez Protector: se hallan en la Escribanía de la Protección. [a] Francisco Rubert 218 y otros cómicos jubilados ocurrieron al Rey, exponiendo la estrechez y miseria en que se allaban con motibo de la dilación que padecía la competencia subscitada entre el alcalde de Corte don Francisco García de la Cruz y el Corregidor, acerca del conocimiento de la instancia que estos interesados havían hecho ante el mismo alcalde, sobre que se les pagasen las cantidades que les cupieron por lo respectibo a la Quaresma del año de 1781, en el quarto de aumento a la entrada de las comedias que por Real decreto de 1760 se asignó para el socorro de los cómicos. Y en vista de los informes que S.M. se sirvió tomar sobre el dicho recurso y de quanto últimamente expuso el mismo Corregidor en papel de 30 de abril de este año, se ha servido declarar que toca este asunto al Corregidor, mandando que ante él usen de su derecho las partes y que se dé por fenecida la competencia. Lo que participo a V.S. de orden de S.M. para su inteligencia y cumplimiento, por ausencia del Corregidor. Dios guarde a V.S. muchos años. San Yldefonso, 13 de agosto de 1784.—EL CONDE DE FLORIDABLANCA.—SR. DON JUAN ANTONIO DE SANTA MARÍA.» [b] El Sr. conde de Floridablanca me ha comunicado la Real resolución que dice así: Ilmo. Señor: Francisco Rubert y otros cómicos jubilados ocurrieron al Rey, exponiendo la estrechez y miseria en que se hallaban con motibo de la dilación que padecía la competencia suscitada entre el alcalde de Corte don Francisco García de la Cruz y el Corregidor, acerca del conocimiento de la instancia que estos interesados havían hecho ante el mismo alcalde, sobre que se les pagasen las cantidades que les cupieron por lo respectibo a la Quaresma del año de 1781, en el quarto de aumento a la entrada de las comedias que por Real decreto de 1760 se asignó para el socorro de los cómicos.
218
El gracioso valenciano Francisco Rubert, conocido como Francho, nació en 1706. Se jubiló finalmente en 1767, y murió en 1787. Siendo gracioso de la compañía de Manuel Palomino en 1742, representó el famoso entremés de los chorizos, del que se derivó el nombre popular de los partidarios del Coliseo del Príncipe (Cotarelo, Don Ramón de la Cruz, págs. 592–593).
[42: 1784]
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S.M., enterado de los informes que se han pedido sobre el dicho recurso, se ha servido declarar toca este asunto al Corregidor, mandando que ante él usen de su derecho las partes y que se dé por fenecida la competencia; lo que de orden de S.M. participo a V.I. para su inteligencia y a fin de que, dando el correspondiente aviso al expresado alcalde, pueda berificarse el cumplimiento de esta Real resolución. Dios guarde a V.I. muchos años. San Yldefonso, 13 de agosto de 1784.—EL CONDE DE FLORIDABLANCA.—SR. CONDE DE CAMPOMANES. Lo que participo a V.S. para su inteligencia. Dios guarde a V.S. muchos años. Madrid, 20 de agosto de 1784.—EL CONDE DE CAMPOMANES.—SR. DON JOSÉ ANTONIO DE ARMONA. [c] Por Real orden de 13 de agosto pasado de este año, comunicada al Consejo por el Exmo. Sr. conde de Floridablanca, se ha servido S.M. resolber la competencia pendiente en el Consejo, subscitada entre V.S. y el alcalde de Corte don Francisco García de la Cruz, sobre el conocimiento de la instancia hecha por Francisco Rubert y otros cómicos jubilados, acerca de que se les pagasen las cantidades que les cupieron por lo respectivo a la Quaresma de el año de 1781, en el quarto de aumento a la entrada de las comedias que por Real decreto de 1760 se asignó para el socorro de los cómicos, declarando S.M. toca este asunto a V.S., mandando que ante V.S. usen de su derecho las partes y que se dé por fenecida dicha competencia. El Consejo, en vista de la citada Real resolución y de los antecedentes del asunto y de lo expuesto por el Sr. Fiscal, ha acordado se remitan a V.S. los autos formados en su juzgado y los del alcalde don Francisco García de la Cruz, como lo egecutó, compuestos de dos piezas, una con 25 fojas y otra con 41, para que en él vsen las partes de su derecho, como S.M. se sirbe resolber, a cuio fin se les ha hecho saber esta providencia, y del recibo de esta orden y de los citados autos me dará V.S. aviso para ponerlo en noticia del Consejo. Dios guarde a V.S. muchos años. Madrid, 24 de nobiembre de 1784.— ON PEDRO ESCOLANO DE ARRIETA.— SR. DON JOSEF ANTONIO DE D ARMONA.
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[43: 1786]
[43] Discurso que en el año de 1786 se insertó en el Memorial Literario de Madrid, explicando la diferencia que se versa entre las comedias, tragi-comedias y tragedias, según los varios autores que cita. Año de 1786. Haviendo hablado en otros memoriales de algunas partes de la comedia, según su calidad, esto es, de las costumbres, sentencias y lenguage o expresión, sigue tratar de la fábula o traza del drama, parte difícil, a la verdad, y que necesita más claridad en su explicación, pero por quanto se hará preciso hablar de las acciones y argumentos trágicos, anticiparemos algo sobre la tragedia. La elección de personas y acciones formó antiguamente una de las diferencias de la tragedia y la comedia; ésta imitaba las acciones de la gente baja y popular y aquélla, las de la nobleza, de reyes, héroes, &a. Y así dijo Aristóteles en su Poética: la comedia imita los peores, los más viles, la tragedia los mejores, esto es, las acciones entre personas ilustres. Con el tiempo se introdugeron en las comedias, entre las personas vajas, las nobles, y resultó una tercera composición, que Plauto llamó tragi-comedia. En los tiempos en que dieron principio las representaciones en España, se ofrecieron al espectáculo los tres géneros referidos; al lado de las églogas, entremeses, &a., fueron siguiendo las comedias y tragi-comedias, abandonando enteramente las tragedias. ¿Quál sería la causa de este abandono? ¿Sería acaso porque no gustaron en su tiempo las que compusieron Juan de la Cueva, Leonardo de Argensola, Christóval de Virués, Guillén de Castro? No, porque agradaron, aunque defectuosas e inclinadas al gusto del siglo. ¿Sería porque Lope de Vega, Calderón y otros autores que dominaron el theatro en el siglo XVII quisieron más bien hacer tragi-comedias monstruosas que medianas tragedias? Sin duda. Estamos llenos de semejantes dramas, que siempre llamaron comedias, aunque tubiesen acciones trágicas, y a cada paso las vemos representar en nuestros theatros. En vano en este siglo quisieron renovar las tragedias don Agustin Montiano, don Nicolás Moratín, don José Cadahalso, don Ygnacio López de Ayala, don Vicente García de la Huerta. Para el vulgo de los espectadores y cómicos significava esta voz tragedia una cosa bárbara, fiera, inhumana, digna de los antropófagos, caribes y hotentotes, y no adbertían que estaban representando y viendo El tirano de Navarra 219 , La hija del aire 220 , La lavandera de Nápoles 221 , El cisma de Ynglaterra 222 , Lo que ba de cetro a cetro 223 , 219
La venganza en el despeño y tirano de Navarro, de Juan de Matos Fragoso. De Calderón (hay dos partes). 221 El monstruo de la fortuna, la lavandera de Nápoles, Felipe Catanea, de Calderón, Montalbán y Rojas Zorrilla. 222 De Calderón. 223 Lo que va de cetro a cetro y crueldad de Inglaterra, atribuida a José de Cañizares. 220
[43: 1786]
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El Belisario 224 , No hay contra un padre razón 225 , No hay ser padre siendo rey 226 , La fuerza de la ley 227 , El parecido de Rusia 228 , El médico de su honra 229 , A secreto agravio secreta venganza 230 , Los siete ynfantes de Lara 231 , La niña de Gómez Arias 232 , El tirano Gundérico 233 , &a. No hay duda que estavan trocados los frenos y las voces havían perdido su significación. De aquí es que las tragedias francesas que se tradugeron para representar en los sitios reales se tenían como extrangeras por cosa de moda. De aquí es que la declamación a la francesa usada en aquellas tragedias era también de moda y vino a ser ridiculizada en nuestros theatros en varios saynetes, y particularmente en la tragedia burlesca El Manolo, una de las composiciones más agradables y chistosas que ha presentado al theatro don Ramón de la Cruz Cano y Olmedilla 234 . Y con razón: ¿quién havía de persuadirse a que los actores españoles se sugetasen a hipar y llorar en francés? La naturaleza es una misma en todas partes, pero las voces, el lenguage, el tono, las modificaciones del habla son diversos según la diversidad de costumbres y naciones; la entereza, gravedad, magestad de las costumbres, afectos y lenguage español nada tiene que ber con las expresiones, ademanes y gestos franceses. Debe declamarse a la española, y los afectos trágicos deben imitar la naturaleza según se acostumbra a expresar entre nosotros. Es verdad que la expresión trágica debe tener su particular carácter, distinto de la cómica, y no consiste en dar gritos hasta ponerse roncos, como observamos en algunas scenas trágicas de nuestras comedias, declamadas por nuestros actores, o en algunas frías tragedias traducidas del francés, las quales, además de haber perdido mucho en la traducción, es preciso pierdan otro tanto en la representación, por ser ridícula la declamación semifrancesa que suelen darlas. ¿Cómo ha de gustar al pueblo esta mistura e impropiedad? ¿Y cómo los cómicos no se han de detener en la representación de las tragedias? Así es; pero por falta de inteligencia e instrucción. Ygnoran unos y otros la nobleza y elevación de la buena tragedia, la dulzura que causa la comoción de los más tiernos afectos del corazón humano, 224
El ejemplo mayor de la desdicha, y capitán Belisario, de Mira de Amescua. De Francisco de Leiva. 226 De Rojas Zorrilla. 227 De Moreto. 228 Hados y lados hacen dichosos y desdichados, el parecido de Rusia, dudosamente atribuida a Antonio Haedo (véase Fuentes IX, págs. 60–61). 229 De Calderón. 230 De Calderón. 231 Se refiere probablemente a la versión de Matos Fragoso. 232 De Luis Vélez de Guevara. 233 De Manuel Fermín de Laviano. 234 Sobre Manolo, «tragedia para reír o sainete para llorar» (1769), véase Cotarelo, Don Ramón de la Cruz, pág. 376. 225
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[44: Protectores]
el embeleso que produce la pintura y muestra de las más fuertes pasiones del hombre. La tragedia no es un tegido de bellos pensamientos, declaraciones tiernas, entretenimientos galantes, pinturas de amorros [sic, ¿por «amoríos»?], palabras melosas o chistes que hagan reír; es un drama que comprime el corazón desde el principio, que apenas en su progreso deja respirar, que si concede algún descanso al espíritu suspenso, es para entrar en nuevos abismos y therrores, pero que conducen a la piedad y a la compasión por medio de las lágrimas y suspiros, que sorprende y entretiene recíprocamente por la incertidumbre, por la esperanza, por el temor, hasta la catástrofe, que siempre, en una buena tragedia, es gustosa, aun quando sea la inocencia desgraciada, por el conjunto de pasiones que están en continuo movimiento. Pero ésta es la empresa, éste es el travajo, éste es el ingenio, y una tragedia bien formada es una de las más grandes obras del hombre, y dejaría de serlo el que negara que éste es un espectáculo el más digno de nuestros theatros. Así que, si hemos de medir el gusto de las tragedias por las traducciones francesas que nos suelen dar de quando e quando, ¿cómo nos combenceremos de quanto aquí celebramos? Vemos razonamientos largos, pocos o ningún efecto, menos interés, lánguida trama, episodios flojos, estilo vago y ratero, &a. A vista de esto, ¿no podremos decir sin ponderación que vale mas una scena de Doña Ynes de Castro o de Los amantes de Teruel que todas estas tragedias, aunque famosas en Francia, de poca fuerza para nuestros corazones? ¿Y en qué consiste esto? En que o no son las mejores, o no corresponden a nuestros actores. ¡Quán al contrario sucede entre los franceses con nuestras tragi-comedias, de las quales, sacando los más fuertes rasgos, han savido hacer buenas tragedias para sus theatros! No hay, pues, causa por que negar a los españoles el talento trágico, ni por que suprimir este espectáculo en nuestras representaciones: sólo falta dar ánimo a nuestros ingenios, docilidad e instrucción a nuestros actores, interés a nuestros dramas, decoración y aparato correspondiente a las escenas, y actividad en todo a todos 235 .
[44] Cathálogo de los Jueces Protectores. [Sigue el texto de este catálogo, ya reproducido por Armona en la primera parte de estas Memorias; véanse págs. 77–87, arriba.]
235
Nota original: «Memorial Literario del mes de junio de 1786, nº 30.»
[45: 1777]
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[45] Real orden del año de 1777 en la que se da facultad al Corregidor y Junta de Sisas de Madrid para librar anualmente 200.000 reales vellón en los casos que exijan pronta providencia. Año de 1777. Haviendo hecho presente al Rey la representación de V.S. de 19 de junio de este año, en que manifiesta hallarse sin arbitrio para ocurrir a los gastos eventuales que exigen pronta providencia y sin facultad para librar lo que exceda de la consignación para las obras y reparos, como se ha verificado en los casos que V.S. refiere y recela succederá en otros, no facilitándole medios con que pueda llenar las obligaciones de su ministerio, ha benido S.M. conformándose con el Gobernador del Consejo en que la partida señalada en el reglamento de propios para gastos ordinarios sea efectiva y sin baja alguna, dejando expeditos a disposición de la Junta, en la forma que en él se prebiene, los 200.000 reales de vellón para gastos ordinarios y extraordinarios, sin embargo de las órdenes del Consejo, observándose en lo deemás las disposiciones acordadas sin variación ni alteración alguna. Y habiéndose dado al Consejo el abiso combeniente, de orden de S.M. lo participo a V.S. para su inteligencia y gobierno. Dios guarde a V.S. muchos años. San Lorenzo, a 13 de noviembre de 1777.—MIGUEL DE MÚZQUIZ.—SR. DON JOSEPH ANTONIO DE ARMONA.
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OBRAS CITADAS
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Shergold, N. D.: véase también Fuentes. Silva, Francisco María de (seudónimo de Pedro Jiménez de Góngora, duque de Almodóvar), Década epistolar sobre el estado de las letras en Francia: su fecha en París año de 1780 (Madrid: Antonio de Sancha, 1781). Somoza de Montsoriú, Julio, Inventario de un jovellanista: con variada y copiosa noticia de impresos y manuscritos, traducciones, dedicatorias, epigrafía, grabado, escultura, etc. (Madrid: Sucesores de Rivadeneyra, 1901). Stoudemire, Sterling A., «Metastasio in Spain», Hispanic Review, 9 (1941), 184–191. Subirá, José, El gremio de los representantes y la Cofradía de Nuestra Señora de la Novena (Madrid: CSIC, 1960). Torres Naharro, Bartolomé de, «Propalladia» and Other Works of Bartolomé de Torres Naharro, ed. J. E. Gillet, 4 tomos (Bryn Mawr, PA: s.n., 1943–1951; Filadelfia: University of Pennsylvania Press, 1961). Varey, J. E., Historia de los títeres en España (desde sus orígenes hasta mediados del siglo XVIII) (Madrid: Revista de Occidente, 1957). ———, «Velázquez y Heliche en los festejos madrileños de 1657–1658», Boletín de la Real Academia de la Historia, 169 (1972), 407–422. ———, «The First Theatre on the Site of the Caños del Peral», Dieciocho, 9 (1986), 290–296. ———, «Reyes y jueces en El mejor alcalde, el rey, de Lope de Vega», en su Cosmovisión y escenografía: El teatro español en el Siglo de Oro, Nueva Biblioteca de Erudición y Crítica, 2 (Madrid: Castalia, 1987), págs. 157–176. ———, «La minoría de Carlos II y la prohibición de comedias de 1665– 1667», en Homenaje a Alonso Zamora Vicente (Madrid: Castalia, 1991), III, págs. 351–357. ——— y Charles Davis, «The paso de las mujeres of the Corral del Príncipe, Madrid», en Homenaje a Hans Flasche: Festschrift zum 80. Geburtstag, ed. Karl-H. Körner y Günther Zimmerman (Stuttgart: Franz Steiner Verlag, 1991), pp. 392–408. ——— y N. D. Shergold, «Datos históricos sobre los primeros teatros de Madrid: prohibiciones de autos y comedias y sus consecuencias (1644–1651)», Bulletin Hispanique, 62 (1960), 286–325. Varey, J. E.: véase también Fuentes. Vega, Bernardo de la, El pastor de Iberia (Sevilla, 1591). Vega Carpio, Lope de, Rimas, aora de nvevo añadidas con el nuevo arte de hazer comedias deste tiempo (Madrid: Alonso Martin, 1609). ———, Colección de las obras sueltas así en prosa, como en verso de D. Frey Lope Félix de Vega Carpio, 21 tomos (Madrid, 1776–1779).
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ÍNDICE DE OBRAS TEATRALES A Dios por razón de estado, auto sacramental, 112. A María el corazón, auto sacramental, 112. A secreto agravio secreta venganza, 315 y n. A tu prójimo como a ti, auto sacramental, 112. Abre el ojo, 279. Absalón, tragedia (Diaz Tanco de Fregenal), 279. Absalón, tragedia (Mal Lara), 280. Afectos de odio y amor, 266. Agnese de Castro, tragedia italiana, 160–161 y n. Agradecer y no amar, 254–255. Alcázar del secreto, El, 259, 262, 278. Alejandra, La, tragedia, 280. Alimentos del hombre, Los, auto sacramental, 112. Amantes, Los, tragedia, 280. Amantes de Teruel, Los, 316. Amigo hasta la muerte, El, 260, 264. Amón y Saúl, tragedia, 279. Andrómeda y Perseo, auto sacramental, 112n. Andrómeda y Perseo, comedia, véase Fortunas de Andrómeda y Perseo. Anillo de Giges y mágico Rey de Lidia, El, Parte IV, 199n. Año santo de Roma, El, auto sacramental, 112. Apeles y Campaspe, véase Darlo todo y no dar nada. Aquilana, 274 y n. Árbol del mejor fruto, El, auto sacramental, 111. Arca cautiva, El, auto sacramental, 112. Aristea, tragedia, 280. Armas de la hermosura, Las, 265. Armelina, 37 y n., 272. Atahualpa, tragedia, 151, 152n., 153, 154. Ataúlfo, tragedia, 220n., 281. Atila (furioso), tragedia, 280. Avariento, El, 279 y n. Batalla naval, La, 34. Bautismo del Príncipe de Fez, El, véase Tragedia del rey don Sebastián y bautismo del príncipe de Marruecos, La. Belisario, El, véase Ejemplo mayor de la desdicha, y capitán Belisario, El.
Bella aurora, La, tragedia, 280. Bello Adonis, El, 65. Bernardo del Carpio, 263. Bobo hace ciento, Un, 259, 278. Bodas de Camacho el rico, Las, 8, 151, 152n., 153, 154, 164nn., 165 y n., 167 y n., 168– 169 y n. Caballero de Olmedo, El, 253. Calamita, 274 y n. Camila, 39. Castigo de la miseria, El, 259, 278. Castigo sin venganza, El, tragedia, 280. Cautelas contra cautelas y el rapto de Ganimedes, zarzuela, 108n. Celoso, El, 272. Cena del Rey Baltasar, La, auto sacramental, 112. Cerco de Túnez y ganada de la Goleta por el Emperador Carlos V, El, 35n. Cina, tragedia, 281. Ciro, Il, ópera, 103–108 y n. Cisma de Inglaterra, La, 314 y n. Comedia Aulegrafia, 272. Comedia Eufrosina, 272. Comedia de la hechicera, 271. Comedia Hipólita, 271. Comedia salvaje, 271n. Comedia Selvagia, 271n. Comedia Serafina, 271. Comedia Thebaida, 271. Comedia Ulisippo, 272. Con quien vengo, vengo, 266. Conde de Saldaña, El, 263. Conde loco, El, 66. Conde Lucanor, El, 265. Cordero de Isaías, El, auto sacramental, 111. Costanza, 273. Cruel Casandra, La, tragedia, 280. ¿Cuál es mayor perfección?, 259, 278. Cura y la enfermedad, La, auto sacramental, 112. Dama corregidor, La, 261. Dama duende, La, 51n. Dama presidente, La, 261. Dar tiempo al tiempo, 258, 278.
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Darlo todo y no dar nada, 52–53 y nn., 262. De fuera vendrá quien de casa nos echará, 278. De una causa dos efectos, 259, 278. Desdén con el desdén, El, 259, 278. Destrucción de Constantinopla, La, 280. Destrucción de Numancia, La, 34. Devoción de la misa, La, auto sacramental, 112. Día mayor de los días, El, auto sacramental, 111. Diablo mudo, El, auto sacramental, 112. Dicha y desdicha del nombre, 259, 264, 278. Dido y Eneas, tragedia, 280. Divina Filotea, La, auto sacramental, 111. Divino Orfeo, El, auto sacramental, 112. Doleria del sueño del mundo, 271. Dómine Lucas, El, 259, 278. Don Domingo de don Blas, 278. Donaires de Matico, Los, 241. Doña Blanca, 159n. Doña Blanca de Borbón, tragedia, 159–160 y n. Doña Blanca de Borbón, Reina de Castilla, 159n. Doña Inés de Castro, tragedia, 280, 316. Duelos de amor y lealtad, 265. Duque de Viseo, El, tragedia, 280. Duquesa de la Rosa, La, 273. Eco y Narciso, 55n. Edipo, tragedia, 281. L’École des mères, 243n. Ejemplo mayor de la desdicha, y capitán Belisario, El, 315 y n. Elisa Dido, tragedia, 280. Empeños de un acaso, Los, 259, 278. En esta vida todo es verdad y todo mentira, 265. Encantos de Merlín, Los, 66. Enfermo imaginario, El, 279. Engañados, Los, 39, 272. Engaño a los ojos, El, 36. Espigas de Ruth, Las, auto sacramental, 111. Estatua de Prometeo, La, 261. Eufemia, 37n., 272. Eufrosina, 37 y n. Eurídice y Orfeo, 261, 264. Fedra, tragedia, 281. Fileno y Zambardo, 271 y n. Filis, La, tragedia, 280. Florinea, La, 271. Fortunas de Andromeda y Perseo, 112n., 260, 264. Fuerza de la ley, La, 315 y n. Fuerza del natural, La, 253. Fullerías de amor, Las, 35n. Genízaro de Hungría, El, 263. Gitanilla de Madrid, La, 259, 278. Glorias del mejor siglo, Las, 54n.
Gran Cenobia, La, 265. Gran mercado del mundo, El, auto sacramental, 112. Gran reina de Saba, La, 266. Gran Semíramis, La, tragedia, 280. Guarda cuidadosa, La, 35n. Guzmán, tragedia, 159n., 161–162. Guzmán el bueno, tragedia, 161n. Hado y divisa de Leonido y Marfisa, 93n., 266. Hados y lados hacen dichosos y desdichados, el parecido de Rusia, 315 y n. Hechizado por fuerza, El, 259, 278. Héctor y Aquiles, 264. Hécuba triste, tragedia, 279. Hércules furente, tragedia, 280. Hidalga del valle, La, auto sacramental, 112. Hija del aire, La, 314 y n. Himenea, 274. Honra de Dido restaurada, La, tragedia, 280. Ifigenia, tragedia, 280. Indulto general, El, auto sacramental, 111. Infeliz Marcela, La, tragedia, 280. Inmunidad del sagrado, La, auto sacramental, 112. Inocente sangre, La, tragedia, 280. Isabela, La, tragedia, 280. Isla bárbara, La, 35n. Jacinta, 274. Jardín de Falerina, El, auto sacramental, 112. Jonatás en el monte de Gelboé, tragedia, 279. Laberinto del mundo, El, auto sacramental, 112. Laurel de Apolo, El, 52n. Lavandera de Nápoles, La, véase Monstruo de la fortuna, la lavandera de Nápoles, Felipe Catanea, El. Lepra de Constantino, La, auto sacramental, 111. Lirio y la azucena, El, auto sacramental, 112. Lo que va de cetro a cetro y crueldad de Inglaterra, 314 y n. Lo que va del hombre a Dios, auto sacramental, 112. Locura por la honra, La, 263. Maestrazgo del Toisón, El, auto sacramental, 111. Mágico prodigioso, El, 264. Manolo, «tragedia para reír o sainete para llorar», 315 y n. Marido más firme, El, tragedia, 280. Mayordomo de la duquesa de Amalfi, El, 263. Médico de su honra, El, 315 y n. Medora, 39, 272. Mejor está que estaba, 264, 266. Mélanide, 243n.
ÍNDICE DE OBRAS TEATRALES Menestrales (descontentos), Los, 8, 151, 152n., 153, 154, 156n., 164nn., 165 y n., 167 y n., 168n., 168–169 y n. Mercader amante, El, 35n. Misterios de la misa, Los, auto sacramental, 111. Mística y real Babilonia, auto sacramental, 112. Mocedades del Cid, Las, 156–158 y n. Monstruo de la fortuna, la lavandera de Nápoles, Felipe Catanea, El, 314 y n. Muerte de Ayax Telamón, La, 31 y n., 280. Muerte de Virginia y Apio Claudio, La, 31 y n., 280. Mujer, llora y vencerás, 262. Músico por amor, El, 259, 278. Negro valiente en Flandes, El, Parte II, 199n. Ni Amor se libra de amor, 261. Niña de Gómez Arias, La, 315 y n. Nise lastimosa, tragedia, 279. Nise laureada, tragedia, 279. No hay burlas con el amor, 259, 278. No hay contra un padre razón, 315 y n. No hay ser padre siendo rey, 315 y n. Obras son amores, 252. Obreros del Señor, o la siembra del Señor, Los, auto sacramental, 111. Orden de Melquisedec, El, auto sacramental, 112. Para vencer amor querer vencerle, 264. Parecido de Rusia, El, véase Hados y lados hacen dichosos y desdichados, el parecido de Rusia. Pastor Fido, El, auto sacramental, 112. Paulino, El, tragedia, 280. Perico Urdemalas, 266. Perro del hortelano, El, 261, 264. Piel de Gedeón, La, auto sacramental, 112. Pintor de su deshonra, El, auto sacramental, 112n. Pintor de su deshonra, El, comedia, 112n. Plantas, Las, auto sacramental, 111. Pleito matrimonial, El, auto sacramental, 112. Pompeyo, tragedia, 280. Por su rey y por su dama, 262. Préjugé à la mode, Le, 243 y n. Preteo y Tibaldo, 271. Primer flor del Carmelo, El, auto sacramental, 111. Primero soy yo, 258, 278. Príncipe perfecto, El, 264. Príncipe tirano, El, 31 n., 65, 280. Probática piscina y primer refugio del hombre, La, auto sacramental, 112. Psiquis y Cupido, auto sacramental, 112n. Ramilletes de Madrid, Los, 261.
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Rapto de Ganimedes, El, véase Cautelas contra cautelas y el rapto de Ganimedes. Razón contra la moda, La, 243 y n., 279. Redención de cautivos, La, auto sacramental, 111. Roma abrasada, tragedia, 280. Sacro Parnaso, El, auto sacramental, 112. San Amaro, 263. San Antonio, 66. Scipione nella Iberia, ópera italiana, 158–159. Segunda esposa, y triunfar muriendo, La, auto sacramental, 112. Segunda parte del corsario Barbarroja, y huérfano desterrado, 35n. Segundo blasón de Austria, El, auto sacramental, 111. Semilla y la cizaña, La, auto sacramental, 111. Semíramis, 66. Serafina (Alonso de la Vega), 273. Serafina (Bartolomé de Torres Naharro), 274. Serpiente de metal, La, auto sacramental, 112. Servir a señor discreto, 261, 264. Siete durmientes, Los, 263. Siete infantes de Lara, Los (Hurtado de Velarde), 280. Siete infantes de Lara, Los (Juan de la Cueva), 31 y n., 280. Siete infantes de Lara, Los (Matos Fragoso), 253, 263, 315 y n. Sofonisba, tragedia (Trissino), 279. Soldadesca, 274. Sophonisba, La, tragedia (Del Carretto), 279. Sueños hay que verdades son, auto sacramental, 112n. Sueños hay que verdades son, comedia, 112n. También se ama en el abismo, 261 Teodora, La, tragedia, 213, 214. Tercera Orden de San Francisco, La, 51n., 189. Tesoro escondido, El, auto sacramental, 111. Théodore, vierge et martyre, tragedia, 214n. Timbria, 39. Tinelaria, 274. Tirano de Navarra, El, véase Venganza en el despeño y tirano de Navarro, La. Tirano Gundérico, El, 315 y n. Todo es enredos amor, 261. Tolomea, 273. Tratos de Argel, Los, 34, 65. Tragedia del rey don Sebastián y bautismo del príncipe de Marruecos, La, 275 y n. Tragedia Policiana, 271. Trece por docena, 54n. Trofea, 273. Vacante general, La, auto sacramental, 111. Valle de la Zarzuela, El, auto sacramental, 112. Venganza de Agamemnón, La, tragedia, 279. Venganza en el despeño y tirano de Navarro,
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La, 263, 314 y n. Verdadero Dios Pan, El, auto sacramental, 111. Vergonzoso en palacio, El, 194–195 y n.
Viático cordero, El, auto sacramental, 112. Virginia, tragedia, 220n., 280–281.
ÍNDICE DE NOMBRES Abaría (e Imaz), Esteban José de, Superintendente general de sisas, 84 y nn., 85n., 108, 122, 298. Abbate, Alessandro, 228n. Abulense, El, véase Madrigal, Alfonso de. Acuña, Juan de, Corregidor de Madrid (1548), 207. Acuña, Martín de, Corregidor de Madrid (1521), 207. Ágreda, Sor María de Jesús de, 74, 75n. Águila, Alonso del, Corregidor de Madrid (1485), 207. Águila, Rodrigo de, Corregidor de Madrid (1592), 208. Aguilar, Gaspar Honorat de, dramaturgo, 35 y n., 43, 46, 68, 240. Aguilar Pinal, Francisco, 152n. Aguilera, Felipe (de), Comisario de comedias, 138 y n., 139 y n., 141, 143, 301. Agulló y Cobo, Mercedes, 79n., 133n., 156n. Alarcón, Gabriel de, Regidor de Madrid y Comisario de comedias, 78n., 288. Alba, Antonio de, suegro de Francisco García de Tahona, 179. Alcázar, P. José, 47n. Alegría, Francisco de, véase Garro de Alegría, Francisco. Alejandro VIII, papa, 103n. Alenda y Mira, Jenaro, 50n. Alfaro, Lic., Corregidor de Madrid (1547), 207. Alfonsiris, 41 y n., 193. Alfonso X el Sabio, Rey de León y Castilla, 27. Alfonso XI, Rey de Castilla, 206. Alicante, Juan de, alguacil, 289. Allen, John J., 93n., 97nn., 98n., 99. Almirante de Castilla (Juan Francisco Tomás Enríquez de Cabrera), 94, 96, 97n. Almodóvar, duque de (Pedro Jiménez de Góngora), véase Silva, Francisco María de. Alonso Cortés, Narciso, 46n. Alós, marqués de, Comandante general de Mallorca, 308. Alsted, Johan Heinrich, 50n. Althedio, véase Alsted. Álvarez de Ayllón, Pedro, dramaturgo, 271.
Álvarez de Baena, Joseph Antonio, 47n. Álvarez Barrientos, Joaquín, ix, x, 1n., 2n., 4n., 5n., 7n., 9n., 11nn., 12n., 14n., 85n., 109nn., 122n., 131n., 150n., 152n., 195n., 197n., 236n. Álvarez-Sierra, José, 57n. Álvarez de Vallejo, Manuel, véase Vallejo, Manuel Álvarez de. Ambrosio, San, 214. Amezúa, Agustín G. de, 43n. Amarilis, véase Córdoba, María de. Amich, Francisco, 168. Ana María Antonia de Austria, infanta, 50 y n. Andía, marqués de (Juan Ramírez de Baquedano), Protector de los teatros, 82 y n., 95, 294–295. Andrés, Carlos, 216n. Andrés y Morell, Juan (el abate Andrés), 216– 217n., 219n., 220nn., 221n. Antonio, Nicolás, 37n., 196 y n., 197 y nn., 198nn. Antuñano, Antonio de, administrador de los teatros de Madrid, 83–84n. Añorbe y Corregel, Tomás de, dramaturgo, 280. Arana, Juan de, Receptor de las sisas de la sexta parte, 72, 79. Aranda, conde de (Pedro Pablo Abarca de Bolea), Presidente del Consejo de Castilla, 109 y n. Araso, Juan de, Corregidor de Madrid (1458), 206. Arata, Stefano, 35n. Arauz, Antonio de, comisario de comedias, 72. Arbolanches, Jerónimo de, 38 y n. Arco y de Guaro, conde del, Corregidor de Madrid (1694), 208. Arellano, Ignacio, 35n. Arévalo, Lic., Corregidor de Madrid (1557), 208. Arévalo de Zuazo, Francisco, Corregidor de Madrid (1641, 1654), 208. Argaiz, Marcos de, alcalde de Corte, 145, 307, 308. Argote, Francisco, Corregidor de Madrid (1561), 208. Arias de Peñafiel, Damián, actor, 51 y n., 190
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y n. Aristodemo, 224, 225. Aristófanes, 251, 252. Aristón, actor, 225. Aristóteles, 216n., 222n., 251 y n., 253, 257 y n., 314. Armendáriz, Julián de, dramaturgo, 68. Armona y Gorbea, Matías de, padre de José Antonio de Armona, 1. Armona y Murga, Francisco Anselmo de, hermano de José Antonio de Armona, 2, 3. Armona y Murga, José Antonio de, Corregidor de Madrid, Juez Protector de los teatros, Superintendente general de sisas, 1–20, 87, 148, 151, 153, 154–155, 169nn., 170–181 y nn., 199, 205, 206, 209, 236–238 y n., 288n., 312–313, 317. Armona y Murga, Matías de, hermano de José Antonio de Armona, 3. Arnal, Pedro, 168. Arredondo, Diego, contador, 71. Arrese Jirón, Martín de, Corregidor de Madrid (1657), 208. Artieda, véase Rey de Artieda. Asensio, véase García Asensio. Asensio, Eugenio, 37n. Astillano, Príncipe de, 96 y n. Astudillo, Lic. de, Corregidor de Madrid (1520), 207. Aullón de Haro, Pedro, 217n. Auñón, conde de, 97 y n. Avendaño, Lope de, actor, 69. Ávila, Gaspar de, dramaturgo, 35 y n., 43, 240. Ayala, Ignacio de, véase López de Ayala, Ignacio. Azaustre Galiana, Antonio, 196n. Ballesteros y Saavedra, Fernando de, 272. Bances Candamo, Francisco, dramaturgo, 16, 17, 18–19, 24n., 27n., 41nn., 42n., 52–53 y nn., 54nn., 55 y nn., 57 y n., 74–75nn., 239– 242 y nn., 259, 262, 278. Barba Coronado, Rui, Corregidor de Madrid (1559), 208. Barbier, Patrick, 228n. Barbieri, Francisco Asenjo, x, 77n., 109n., 164n. Barrera, véase La Barrera. Barrera, Julián Antonio, escribano de la Comisión de comedias, 305. Barrionuevo, Marcos de, Corregidor de Madrid (1535), 207. Bartoli, Francisco, actor, 108n. Bayón, Miguel, arrendador de los corrales de comedias de Madrid, 95n. Bergman, Hannah E., 191–192n. Bermejo Cabrero, José Luis, 79n. Bermúdez, fray Jerónimo (seudónimo: Antonio de Silva), 279, 280. Beteta, Jorge de, Corregidor de Madrid (1561),
208. Blasco Esquivias, Beatriz, 102n. Bobadilla, Juan de, Corregidor de Madrid (1477), 207. Boileau, Nicolas, 263n. Bonet Correa, Antonio, 102n. Bonilla, Adolfo, 31–33n., 34n., 35n. Bosarte, Isidoro, Secretario de la Academia de San Fernando, 214. Botelho de Moraes y Vasconcellos, Francisco, 38n. Bracamonte, Mosén Rubí de, Corregidor de Madrid (1599), 208. Brault, Gerald J., 25n. Brizuela y Cárdenas, Francisco de, Corregidor de Madrid (1625), 208. Broschi, Carlo (Farinelli), 228n. Brown, Kenneth, 188n. Brunelli, Bruno, 163n. Buck, Donald C., 95n. Buenaventura, San, 218n. Buendía, Alonso de, Regidor de Madrid, 95. Cabrera de Córdoba, Luis, 43n. Cabrero, Antonio, 74 y n. Cadalso, José, 314. Calderón, María (la Calderona), actriz, 43 y n., 54 y n. Calderón de la Barca, Pedro, dramaturgo, 12, 17, 19, 24n., 51n., 52–53 y nn., 54, 93n., 110–112 y nn., 220n., 239, 241, 254–255, 257 y n., 258, 259, 260, 262, 264, 265, 276– 278, 314 y nn., 315nn. Calderona, La, véase Calderón, María. Calvete de Estrella, Juan Cristóbal, 60 y n., 61n. Camargo, P. Ignacio de, 24n., 53 y n., 239, 240, 241. Camargo, Jerónimo de, Protector de los teatros, 80n., 81n. Campo de Villar, marqués del, véase Muñiz, Alfonso. Campo Sagrado, marqués de, Corregidor de Madrid (1682), 208. Campomanes, conde de (Pedro Rodríguez de Campomanes), Gobernador interino del Consejo de Castilla, 152, 154–155, 169, 173, 176n., 181, 313. Cáncer y Velasco, Jerónimo de, 50n. Candamo, véase Bances Candamo. Cantone, Gaetana, 102n. Cañas Murillo, Jesus, 26n. Cañizares, José de, dramaturgo, 108n., 256, 259, 278, 314n. Capa, Antonio, apuntador, 236 y n., 237–238 y n. Caramuel Lobkowitz, Juan, 2, 13–14, 16, 17, 43, 47–51 y nn., 187–195 y nn., 195–199 y nn. Caramuel Lobkowitz, Lorenzo, 197 y n.
ÍNDICE DE OBRAS TEATRALES Cárdenas, Alonso de, Corregidor de Madrid (1583), 208. Carlos, Infante de España, 8, 149. Carlos II, Rey de España, 29, 54, 55 y n., 91, 93 y n. Carlos III, Rey de España, 3, 4, 5, 10, 114, 134, 147–149 y n., 149, 169, 173, 177, 228n. Carlos IV, Rey de España, 10. Carlos V (I), Rey de España, 23, 29. Carmena y Millán, Luis, x, 109n. Carnicero, Antonio, pintor, 168. Carreres Vallo, Francisco, 35n. Carreto, véase Del Carretto. Cartagena, obispo de (Diego de Rojas Contreras), Presidente del Consejo de Castilla, 86n., 89n., 114n., 135n., 138, 301. Cartesio, véase Descartes. Carvajal, Baltasar de, actor, 69. Casares, marqués de, Corregidor de Madrid (1659), 208. Cascales, Francisco de, 252, 263 y n. Castilla, Alonso de, Corregidor de Madrid (1516), 207. Castilla, Pedro, Alcalde de Casa y Corte, 90 y n. Castillejo, Cristóbal de, 30 y n., 273. Castrejón, Francisco, 296, 297. Castrillo, conde de (García de Haro Sotomayor), 91. Castro, actor, 69. Castro, Américo, 39n., 195n. Castro, Guillén de, dramaturgo, 35, 43, 68, 156n., 240, 280, 314. Castro y Castilla, Juan de, Corregidor de Madrid (1622), 208. Castellanos, Agustín, 47n. Castroponce, conde de (hijo de la condesa de Guaro), 97 y n. Caveza de Vaca, Diego, Asistente de Madrid (1472), 207. Cerda (y Aragón), (Ana) Catalina de la, mujer del Almirante de Castilla, 94. Cerdan, Francis, 54n. Cerini, Giuseppe, compositor, 159 y n. Cervantes Saavedra, Miguel de, 2, 12, 19 y n., 29 y nn., 30 y n., 31–36 y nn., 38, 41, 43 y n., 46, 52, 65, 221n., 240, 266–268, 268, 269 y n., 272, 273, 274, 276, 280. Céspedes, Valentín Antonio de, 53–54 y n., 241. Céspedes de Oviedo, Lic., Corregidor de Madrid (1551), 207. Cicerón, 216n., 224n., 282. Claramonte, Andrés de, autor de comedias, dramaturgo, 69. Coe, Ada M., 159n., 243n. Coello, Antonio, dramaturgo, 29n. Colford, William E., 152n. Colomés, Juan Bautista, dramaturgo, 160–161
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y n. Concepción, P. fray Juan de la, 18, 266–268. Condomine, Charles-Marie de la, astrónomo, 3–4. Contreras, Antonio de, Juez Protector de los teatros, 70n., 72, 73 y n., 79–80 y nn., 81, 92 y n., 123, 126 y n., 127, 290. Contreras, Francisco de, Protector de los hospitales, 78n., 126n. Coque de Llano, Ildefonso, actor, 147–149 y nn. Córdoba, María de (Amarilis), actriz, 51 y n., 190 y n. Córdoba, Sancho de, Corregidor de Madrid (1537), 207. Corella, Pedro, Corregidor de Madrid (1514), 207. Corelli, Arcangelo, compositor, 103n. Corneille, Pierre, dramaturgo, 156, 213n., 214 y n., 217, 252, 281. Corral Paniagua, Juan de, 81n. Correa, José, autor de comedias, 148n. Cortes y Vita, Cristóbal María, dramaturgo, 152 y n. Cortinas, María Josefa, actriz, 87n., 145 y nn., 308. Cota, Rodrigo de, 24–25 y nn., 271. Cotarelo y Mori, Emilio, x, 51n., 52n., 57nn., 75n., 76n., 77n., 78n., 80n., 82n., 83n., 86n., 87n., 90, 96n., 108n., 109n., 114nn., 115n., 116n., 117n., 128n., 130n., 136n., 138n., 145n., 148–149n., 159n., 167–168nn., 174n., 191–192n., 200n., 213n., 229n., 232n., 238n., 282n., 290, 291, 292n., 294n., 296n., 301n., 302n., 304n., 307n., 308n., 310n., 312n., 315n. Covarrubias Horozco, Sebastián de, 35n. Covatillas, conde de, Corregidor de Madrid (1652), 208. Crespí de Borja, Luis, 240 y n., 241–242 y n. Crespí de Valdaura, Cristóbal, 74–75 y n. Crespí de Valdaura, Mateo, 74 y n. Croiset, P. Juan, S.I., 281n. Cruz, Ramón de la, dramaturgo, 152n., 222n., 315 y n. Cuartero y Huerta, Baltasar, 125n. Cuéllar, marqués de, 44 y n. Cuenca, Paloma, 60n. Cueva, Francisco de la, dramaturgo, 66. Cueva, Juan de la, dramaturgo, 31 y nn., 45n., 65, 274, 280, 314. Dacier, André, 251 y n., 253 y n., 257n. Davis, Charles, 29n., 36n., 94n. De Martini, Vega, 228n. Del Carretto, Galeozzo, dramaturgo, 279. Delgado, Alonso, véase Pérez Delgado, Alonso. Delgado, Félix, Regidor de Madrid, 86. Descartes, René, 217.
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Deyermond, A. D., 25n. Diago, Manuel V., 37n. Díaz, Alonso, dramaturgo, 66. Díaz, Baltasar, actor, 87n., 145 y nn., 308. Díaz-Plaja, Fernando, 83n., 136n. Díaz Santos y Bullón, Francisco, obispo de Barcelona y Sigüenza, Gobernador del Consejo de Castilla, 129. Diaz Tanco de Fregenal, Vasco, dramaturgo, 279. Domínguez Moltó, Adolfo, 220n. Donato, Elio, 257. Duguet, Jacques Joseph, 214 y n. Drysdall, Denis L., 25n. Eliche, véase Heliche. Encina, Juan del, 12, 15, 19, 26 y nn., 62, 238, 270, 271n. Enciso, véase Jiménez de Enciso. Enrique IV, Rey de Castilla, 26n. Ensenada, marqués de la (Zenón de Somadevilla y Bengoechea), Secretario de Estado, 2, 129. Entrambasaguas, Joaquín de, 80n. Escolano de Arrieta, Pedro, 309, 313. Escrivá, Comendador, 270. Esopo, Clodio, actor, 282. Espinosa, Lic. Martín de, Corregidor de Madrid (1575), 208. Esquilache, marqués de (Leopoldo de Gregorio), Secretario de Hacienda, 3, 136. Everardo, véase Nitard. Faraldo, J., 206. Farinelli, véase Broschi, Carlo. Fayard, Janine, 71n. Felipe, Infante de España, 8, 149. Felipe II, Rey de España, 23, 29, 57 y n., 77n., 194 y n., 242. Felipe III, Rey de España, 19, 29, 42–43 y n., 57–58, 70, 73, 240, 242. Felipe IV, Rey de España, 27, 29 y n., 43 y n., 52–53, 54, 70, 74, 90–91 y n., 110, 198 y n., 240, 291. Felipe V, Rey de España, 4, 81, 84 y n., 102, 109, 294, 296, 297, 312–313. Felipe Próspero, infante, 52 y n. Fénelon (François de Salignac de La Mothe), 281. Fernández, Tomás, véase Fernández de Cabredo, Tomás. Fernández Cabezón, Rosalía, 220n. Fernández de Cabredo, Tomás, autor de comedias, 288. Fernández de Córdoba, Catalina, marquesa del Carpio, 91n. Fernández-Guerra y Orbe, Aureliano, 196n. Fernández Martín, Pedro, 56n. Fernández de Moratín, Leandro, 26n., 86n., 222n.
Fernández de Moratín, Nicolás, 161n., 314. Fernández Munilla, Miguel, escribano de Cámara, 117, 122. Fernández Nieto, Manuel, 35n. Fernando I el Honesto, Rey de Aragón, 269 y n. Fernando II el Católico, Rey de Aragón, 26 y n. Fernando VI, Rey de España, 13, 112, 114, 129, 134, 228n. Ferreira de Vasconcellos, Jorge, véase Vasconcellos, Jorge Ferreira de. Ferrer del Río, Antonio, 4n. Ferrer Valls, Teresa, 43n. Figueras, Josefa, actriz, 148n. Figueroa, Roque de, autor de comedias, 50, 51n. Fillassier (o Filassier), Jean-Jacques, 213– 214n. Filóstrato, 269. Florián, 50 y n. Floridablanca, conde de (José Moñino y Redondo), Secretario de Estado, 4, 5, 312–313. Fonseca, N., 109–110. Foppens, Joannes Franciscus (Jean François), 196 y n. Friquecio (Friquetius), 187 y n. Frisia, Catalina de, madre de Juan Caramuel, 197 y n. Gaitán de Ayala, Luis, Corregidor de Madrid (1579, 1587), 208. Galarza, Antonio de, 35 y n., 43, 240. Gallardo, Bartolomé José, 47n. Gallo de Andrada, Juan, escribano de Cámara, 289. García de Albertos, Juan, escribano de la Comisión de comedias, 73 y n., 79. García Asensio, Miguel, abogado de los Reales Consejos, 152, 154, 161, 222n. García Ballesteros, Enrique, 79n. García de la Cruz, Francisco, alcalde de Corte, 312–313. García de la Cuadra, Antonio, Corregidor de Madrid (1484), 207. García de la Huerta, Vicente, dramaturgo, 222n., 314. García Menéndez, Javier, 213n. García de Santa María, Gonzalo, 269. García de Tahona (Prats), Francisco, Regidor de Madrid, Comisario de comedias, 9, 13, 14–15, 114n., 119n., 145n., 146n., 169n., 170–181 y nn. Garcilaso de la Vega, 239, 241. Garro, Juana, actriz, 167n. Garro de Alegría, Francisco, arrendador de los corrales de comedias de Madrid, 94n., 98, 101. Gillet, J. E., 30n., 47n. Giménez López, Enrique, 220n.
ÍNDICE DE OBRAS TEATRALES Godínez, Felipe, dramaturgo, 241. Gómez de Ayala, Fernando, Corregidor de Madrid (1473), 207. Gómez (y) de la Vega, Andrés, Corregidor de Madrid, Juez Protector de los teatros, Superintendente general de sisas, 4, 87 y n., 147, 173, 177, 178n., 205, 209. Gondomar del Puerto y Humanes, conde de (Pedro de Toledo y Sarmiento), Juez Protector de los teatros, 76n., 82 y n., 292–294. Góngora y Argote, Luis de, 187–188 y n. Gonsalvo Álvarez, Vicente escribano del Ayuntamiento de Ávila, 92 y n. González, Francisco, Regidor de Madrid, 95. González, Gabriel, arrendador de los corrales de comedias de Madrid, 98, 101. González, José, Protector de los teatros, 71–72 y n., 73 y n., 76n., 79 y n., 80n., 92, 93, 126 y n., 290. González Álvarez, Vicente, véase Gonsalvo Álvarez, Vicente. González de Arce, Martín, Corregidor de Madrid (1730), 209. González Carpio, Juana, mujer de Francisco Garro de Alegría, 94 y n. González Dávila, Gil, 56 y n., 57n. González Pizarro, Miguel, 176n. Gonzalo Sánchez-Molero, José Luis, 60n. Grajal, condesa de (Isabel de Mendoza y Aragón), 97 y n. Grajales, Juan de, actor, 69. Grimaldi, marqués de (Pablo Jerónimo Grimaldi y Pallavicini), Secretario de Estado, 3, 4, 5. Grout, Donald Jay, 103n. Guaro, condesa de, 97 y n. Guerra y Ribera, P. Manuel de, 24n. Guerrero, Manuel (Vicente), autor de comedias, 109 y n., 199 y n. Guevara, Juan de, Corregidor de Madrid (1518), 207. Gutiérrez Coronel, Vicente, Regidor de Madrid y Comisario de comedias, 95. Guzmán, Gaspar de, autor de comedias, 83n. Guzmán, Pedro de, Corregidor de Madrid (1612), 208. Haedo, Antonio, dramaturgo, 315n. Händel, Georg Friedrich, compositor, 103n. Haro, Luis (Méndez) de (marqués del Carpio), 90, 91 y n., 291. Hartzenbusch, Juan Eugenio, 52n. Heliche (o Liche), marqués de (Gaspar de Haro y Guzmán), 52 y n., 91 y nn., 240. Henao, Baltasar de, Juez Protector de los teatros, 84 y nn., 85n., 171, 298. Heras, Manuel Esteban de las, escribano de la Comisión de comedias, 85n., 298. Heredia, autor de comedias, 45 y n. Heredia, Alonso de, Corregidor de Madrid
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(1479), 207. Hermosilla, marqués de, Regidor de Madrid, Comisario de comedias, 173. Hernández Nieto, Héctor, 47n., 50n., 51n., 190n., 194n. Hernández de la Villa, Ignacio, Veedor del Buen Retiro, 139n., 141–144 y n. Herrera, Félix de, dramaturgo, 68. Herrera, Rodrigo de, 93. Herrera Enriquez, Francisco de, Corregidor de Madrid (1666, 1678), 208, 209. Herrero García, Miguel, 38nn. Hervás y Cobo de la Torre, José Gerardo de, véase Pitillas, Jorge. Hidalgo, María, autora de comedias, mujer de Manuel Guerrero, 87n., 199n., 238n. Híjar, X duque de (Pedro Pablo Alcántara de Silva Fernández de Híjar y Abarca de Bolea), 15, 17, 18, 213–234 y n., 234–236, 236–238. Híjar, XI duque de (Agustín Pedro de Silva Fernández de Híjar y Portocarrero), 213n. Horacio, 190 y n., 250, 251, 254, 259, 277, 278, 282. Hortensio Hortalo, Quinto, 282. Huerta, véase García de la Huerta. Huerta, María Josefa, actriz, 282n. Hurtado de la Vega, Pedro, dramaturgo, 271. Hurtado de Toledo, Luis, dramaturgo, 271. Hurtado de Velarde, Alfonso, dramaturgo, 280. Ibáñez, María Ignacia, actriz, 282n. Íñiguez, José María, dramaturgo, 159n. Íñiguez, Pedro de, 56n. Iparraguirre, Manuel de, 279n. Iriarte, Tomás de, 166n., 167n. Isabel de Valois, Reina de España, 37. Isabel la Católica, Reina de Castilla, 26 y n. Isla, P. José Francisco de, S.I., 281. Isla, Juan Manuel de, Protector de los teatros, 82, 292. Izquierdo, Tomás Francisco, escribano, 123. Jesús María, fray Miguel de, 47n. Jibaja, Petronila, autora de comedias, 84n., 85n., 108n., 238n., 298. Jiménez del Águila Beaumont, Francisco, 28 y n. Jiménez de Enciso, Diego, dramaturgo, 54, 241. Jiménez Ortiz, Licenciado, 58 y n., 59, 77 y nn. Jirón, Esteban, tendero, 101. Jirón, Sebastián, tendero (¿distinto del anterior?), 101. Johnson, Carroll B., 41–42n. Joset, Jacques, 61n. Jovellanos, Gaspar Melchor de, x, 12, 152 y n., 153, 154, 155, 159 y n., 163, 221–222n.
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Juan de Austria, hijo de Felipe IV, 43, 54, 209. Juana, Reina de Castilla, 26. Juvarra (o Ybarra), Filippo, arquitecto, 102– 108 y nn. Kamen, Henry, 54n., 55n., 102n. Kany, C. E., 67n., 145nn. Kish, Kathleen V., 25n. La Barrera y Leirado, Cayetano Alberto de, 29n., 34nn., 35nn., 45n., 54n., 199n. La Chaussée, Pierre-Claude Nivelle de, dramaturgo, 243 y n., 279. La Coruña, Corregidor de, 311. Labandeira Fernández, Amancio, 158n. Ladvenant, María, actriz, 148n. Laguna, vizconde de la, Corregidor de Madrid (1650), 208. Lampillas, Francisco Javier (Xavier), 219– 220n. Lanson, Gustave, 243n. Laplana Gil, José Enrique, 54n. Lardizábal y Uribe, Manuel de, Secretario de la Real Academia Española, 152, 153. Laso de la Vega, Gabriel Lobo, dramaturgo, 280. Lavardin, Jacques de, 25n., 271. Lavi y Zavala, Juan Bautista de, contador, 16, 20, 83–84n., 85n., 129 y n., 183–184, 232n., 237. Laviano, (Manuel) Fermín, dramaturgo, 222n., 315n. Layseca (o La Yseca) (y) Alvarado, Juan de, Protector de los teatros, 81 y n. Lázaro Carreter, Fernando, 39n. Leiva Ramírez de Arellano, Francisco de, dramaturgo, 315n. León X, papa, 30 y n. León (de las Huertas), Manuel (de), apuntador, 236 y n., 237–238 y n. León Pinelo, Antonio de, 56 y n., 57n. Leonardo de Argensola, Lupercio, dramaturgo, 66, 68, 314. Liche, véase Heliche. Lida de Malkiel, María Rosa, 25n. Liñán de Riaza, Pedro, dramaturgo, 68. Livio, Tito, 225n. Lofraso, Antonio de, 38 y n. Longobardo, Lorenzo, 187 y n. López, Gabriel, actor, 9. López, Luis, 34, 273. López de Ayala, Diego, 77–78 y n., 288. López de Ayala, Ignacio, 152, 154, 161–162, 174 y n., 314. López de Azcutia, Juan, Secretario de la Presidencia, 116. López de Hoyos, Juan, 37n. López Izquierdo, Francisco, 125n. López (de) Madera, Gregorio, Protector de los hospitales y los teatros, 70–71 y n., 78n., 79
y n. López (de) Mendizábel, Gregorio, Protector de los teatros, 80n. López Pinciano, Alonso, 280. López Rodrigo, Julián, 179. López de Salcedo, Diego, Protector de los hospitales y los teatros, 70 y n., 78 y nn., 92n., 124, 125, 126n. López de Vega, Antonio, 20, 46 y n., 276. Lopez de Velasco, Juan, 31n. López de Zárate, véase Zárate. Lozano, Juan, escribano, 79. Lozano, Juan Mateo, párroco de San Miguel, 111 y n. Lugo, Antonio de, Corregidor de Madrid (1569), 208. Luis XIV, Rey de Francia, 209. Luján, Francisco, Corregidor de Madrid (1346), 206. Luján y Arce, Juan Francisco de, Corregidor de Madrid, Juez Protector de los teatros, Superintendente general de sisas, 86 y n., 114n., 136, 139 y n., 141 y n., 143, 209, 305, 307. Luján de Sayavedra, Mateo (Joan Martí), 45n. Lupercio, véase Leonardo de Argensola, Lupercio. Luque, Francisca, mujer de Francisco Utiel, 236. Luzán, Ignacio de, 18, 243–250 y n., 251–266 y n., 277–278 y n., 279. Maceda, conde de (Antonio Pedro Nolasco), Gobernador político y militar de Madrid, 84–85 y nn., 90 y n., 114, 135n., 209, 298, 301. Madrigal, Alfonso de (el Abulense o el Tostado), 24 y n., 239. Máiquez, Isidoro, actor, 167n. Mal Lara, Juan de, dramaturgo, 280. Málaga, obispo de, véase Molina y Oviedo, Cardenal Gaspar de. Maldonado, Lic. Lorenzo de, Corregidor de Madrid (1503), 207. Manrique, fray Ángel, 198 y n. Manrique, Juan, escribano, 123. Manrique de Luna, Juan, Corregidor de Madrid (1522), 207. Manso, Ignacio, contador del Hospital General, 119n. Mantelli, Roberto, 221n. Manuel, Gonzalo, Corregidor de Madrid (1607), 78n., 208, 288. María Bárbara de Portugal, Reina de España, 228n. María Luisa de Orleans, Reina de España, 55nn. Mariana de Austria, Reina de España, 54, 91, 113n. Mariana de Neoburg, Reina de España, 55 y n.
ÍNDICE DE OBRAS TEATRALES Martí, Joan, véase Luján de Sayavedra, Mateo. Martí Grajales, Francisco, 35n. Martínez, Manuel, autor de comedias, 163, 167n., 169n., 200, 232n., 238n. Martínez, Pedro, Secretario del Ayuntamiento de Madrid, 71, 288. Martínez de Angulo, Alonso, Corregidor de Madrid (1499), 207. Martínez Salazar, Antonio, 87–88nn., 89–90 y nn., 130n., 135nn. Martínez del Sel, Miguel, Regidor de Madrid y Comisario de comedias, 78n., 288. Martínez Torres, José Antonio, 79n. Masdeu, Juan Francisco de, 221n. Matanza, Fernando, Corregidor de Madrid (1703), 209. Matos Fragoso, Juan de, dramaturgo, 29 y n., 263, 314n., 315n. Maura Gamazo, Gabriel, 43n., 54n., 55n. Mayans y Siscar, Gregorio, 271 y n. Mazzeo, Guido Ettore, 220n. Medina de las Torres, duque de (Ramiro Núñez de Guzmán), 91 y n. Medina Sidonia, duque de (Pedro de Guzmán el Bueno), 148n., 221n. Medinaceli, duque de, 148n. Mejía de la Cerda, Licenciado, 280. Meléndez Valdés, Juan, dramaturgo, 8, 151, 152n. Mena, Lic. Antonio de, Corregidor de Madrid (1543), 207. Mena, Juan de, 24 y n., 25n., 271. Menandro, 194, 252. Méndez de Haro, Luis, véase Haro, Luis de. Méndez de Silva, Rodrigo, 34n. Mendoza, Antonio de, 101. Menzini, Benedetto, 249 y n. Mercado, Rodrigo de, Corregidor de Madrid (1481), 207. Mérimée, Paul, 19 y n. Merino, Vicente, 282n. Mesa, Baltasar de, actor, 69. Mesa, Cristóbal de, 20, 46 y n., 276, 280. Metastasio, Pietro o Piero, compositor, 14, 159 y n., 163 y n. Mira de Amescua, Antonio, dramaturgo, 29 y n., 35, 68, 241, 315n. Mirandola, duque de (Francesco Maria Pico della Mirandola), 112–113 y n. Moir, Duncan W., 18, 24n., 41nn., 43n., 52n., 54n., 55nn., 57n., 75nn., 239n., 242n. Mojica, Nuño de, Corregidor de Madrid (1630), 208. Molière (Jean-Baptiste Poquelin), 227, 279 y n. Molina, Tirso de, 194–195 y n., 241. Molina y Oviedo, Cardenal Gaspar de, obispo de Málaga, Gobernador del Consejo, 83 y nn., 84n., 96, 296, 297. Monsalve, Antonio de, Protector de los teatros,
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80n., 81 y n., 122, 127 y n. Montalbán, véase Pérez de Montalbán. Montalto, marqués de, Corregidor de Madrid (1731), 209. Montellano, duque de, Gobernador del Consejo de Castilla, 81, 292. Montenegro, Francisco de, Regidor de Madrid y Comisario de comedias, 95. Montero de Pineda, Antonio, Regidor de Madrid y Comisario de comedias, 95, 96. Monterrey, conde de (Juan Domingo de Haro y Guzmán), 91n. Montes Vigil, Santiago, 98, 101. Montiano y Luyando, Agustín de, dramaturgo, 2, 12, 18, 219–220n., 221n., 279–281 y n., 314. Monzón, Luis, arrendador de los corrales de comedias de Madrid, 92 y n., 121 y n., 124– 125, 291. Moraleda y Esteban, Juan, 24n. Morales, Alonso de, actor, dramaturgo, 66, 69. Morales, Pedro de, actor, 69. Morales Borrero, Consolación, 228n. Morales Guzmán y Tovar, Juan de, Corregidor de Madrid, 77n. Moratín, véase Fernández de Moratín. Moreno de Villodas, Julián, Secretario del Ayuntamiento de Madrid, 117. Moreto y Cabaña, Agustín, dramaturgo, 16, 29 y n., 54, 240, 241, 253, 257 y n., 259, 261, 315n. Morillas Alcázar, José María, 228n. Muñiz, Alfonso (o Alonso) (marqués del Campo de Villar), 115, 138, 139, 141, 301, 304, 307. Muratori, Ludovico Antonio, 221n. Murga y Urquijo, Bernardina de (madre de Armona), 1. Múzquiz, Miguel de, Secretario de Hacienda, 4, 317. Naharro, 30, 31n., 34 y n., 273; véase también Torres Naharro. Narváez, Alonso, del Consejo de Hacienda, 116. Nasarre y Férriz, Blas Antonio, 16, 17, 19–20 y n., 26n., 29nn., 30 y nn., 41nn., 44–45n., 46–47n., 266n., 267n., 272 y n., 276–277 y n. Navarra y Haro, Alonso de, Corregidor de Madrid (1664), 208. Navarro, Doctor, 222n. Navarro, Cristóbal, 34n. Navarro, Diego, 34n. Navarro, Pedro, dramaturgo, 30 n., 31 n., 34 n. Navas, Felipe de (el Platero), actor, 229n. Nebra, José de, compositor, 108n. Nebrija, Antonio de, 270 y n. Negrete, Ambrosio, Regidor de Madrid, 116. Nepote, Cornelio, 225n.
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Nero, Francisco del, Corregidor de Madrid (1510), 207. Neroni, Juan, 56–57n. Nifo (o Nipho), Francisco Mariano, 283n. Niño, Fernando, 77n. Nitard, P. Juan Everardo, 54 y n. Nivelle de la Chaussée, véase La Chaussée. Nocedal, Cándido, 159n. Núñez de Avellaneda, Pedro, Corregidor de Madrid (1541), 207. Núñez Morquecho, Diego, escribano del Ayuntamiento de Valladolid, 92. Obispo Gobernador del Consejo, el, véase Cartagena, obispo de; Díaz Santos y Bullón, Francisco; Oviedo, obispo de. Obregón, Bernardino de, 56 y n. Obregón, Juan de, escribano, 98 y n., 101. Olivares, conde-duque de (Gaspar de Guzmán), 53, 71, 91n. Ondarza, Pablo Antonio de, Corregidor interino de Madrid, 87n., 174, 311. Ordóñez, Alfonso, 25n. Ordóñez de Villaquirán, Pedro, Corregidor de Madrid (1528), 207. Oropesa, conde de (Manuel Joaquín Álvarez de Toledo-Portugal y Pimentel, Presidente del Consejo de Castilla), 93 y n. Osorio, Juan Manuel, administrador de los corrales de comedias de Madrid, 96. Osorio de Velasco, Diego (Osorillo u Osorellus), actor, 190 y nn. Ottoboni, cardenal Pietro, 103 y n. Oviedo, obispo de (Gaspar Vázquez de Tablada), Gobernador del Consejo, 90 y n., 115, 116. Palacios, marqués de (Lorenzo Maria de Villarroel), 221n. Palacios Fernández, Emilio, ix, x, 1n., 2n., 4n., 5n., 7n., 9n., 11nn., 12n., 14n., 85n., 109nn., 122n., 131n., 150n., 152n., 197n., 236n. Palanco, Juan, Corregidor interino de Madrid, 87n., 145 y nn., 146n., 309. Palau y Dulcet, Antonio, 213n. Palomares, Francisco, 108. Palomino, Manuel, autor de comedias, 312n. Palomino, María Teresa (la Pichona), actriz, 148–149 y n. Pantaleón de Ribera, Anastasio, 187–188 y n. Parra, José (de), autor de comedias, 84 y nn., 85n., 108n., 298. Parrasio, pintor, 248. Pascual, Antonio, Vicario de Madrid, 111. Pastor, Julián Hilarión, procurador personero de Madrid, 9. Paz, Julián, 35n., 156n. Pedrosa y Avila, Francisco, 38n. Pellicer, Casiano, 37n., 43n., 51nn., 109n., 191n., 200n.
Pellicer y Saforcada, Juan Antonio, 42n. Penney, Clara L., 25n. Pensado, J. L., 195n. Peñaranda, conde de (Gaspar de Bracamonte y Guzmán), 193 y n. Pérez, Cosme (Juan Rana), actor, 191–192 y n. Pérez, Gonzalo, 272. Pérez de Barradas, Juan, Corregidor de Madrid (1487), 207. Pérez Delgado, Alonso, Corregidor de Madrid (1765), Juez Protector de los teatros, Superintendente general de sisas, 86, 173, 177, 209, 283n., 308. Pérez de Herrera, Cristóbal, 56n. Pérez de Hita, José Faustino, 145n. Pérez de León, Andrés, 38n. Pérez Machuca, Sancho, Corregidor de Madrid (1508), 207. Pérez de Montalbán, Juan, dramaturgo, 42n., 51n., 190 y n., 314n. Pérez de Oliva, Fernán (o Hernán), 272, 279. Pérez de Saavedra y Narváez, Alonso, conde de la Jarosa, Corregidor de Madrid (1707, 1713), 95, 209. Pérez Pastor, Cristóbal, 59n., 79n., 111nn., 192n. Pérez Vidal, José, 131n. Pernia, Doctor, Corregidor de Madrid (1567), 208. Persio, 276. Pichona, La, véase Palomino, María Teresa. Pineda, Juan de, 158n. Pinedo, Antonio, Procurador general de Madrid, 116. Pinedo, Joseph Felipe de, Regidor de Madrid, 95. Pitillas, Jorge (José Gerardo de Hervás y Cobo de la Torre), 38. Platón, 218 y n. Plauto, 29 y n., 63, 252, 253, 256, 257, 272, 314. Ponce, Juan, autor de comedias, 148n., 174n. Porqueras Mayo, Alberto, 44n., 45n., 46nn., 47n. Portilla, Juan Antonio de la, Regidor de Madrid, 95. Portillo, María del, 78 y n. Prado, Antonia de, actriz, 167 y n. Prado, Antonio de, actor, 167n. Probo, Emilio, 225 y n. Puertocarrero (poeta), 270. Puertocarrero (o Portocarrero), Pedro, 59n., 77n. Pulpillo, María, actriz, 174–175 y n. Pupio, 282. Queipo de Llano y Valdés, Álvaro, Corregidor de Madrid (1647), 208. Queri y Yermo, Juan Tomás, 97 y nn. Quevedo y Villegas, Francisco de, 187–188 y
ÍNDICE DE OBRAS TEATRALES n., 196 y n. Quijada, Antonio María de, Regidor de Madrid, Comisario de comedias, 173, 175, 177. Quijada, Pedro de, Corregidor de Madrid (1535), 207. Quincoces, Fernando Francisco de, Protector de los teatros, 83 y n., 171, 296–297. Quintana, Jerónimo de, 56n. Quintiliano, Marco Fabio, 282. Quiñones, Lázaro de, Corregidor de Madrid (1573), 208. Racine, Jean, dramaturgo, 281. Rafal, marqués de (o del) (Antonio Heredia y Bazán y de Parada), Corregidor de Madrid (1747), Juez Protector de los teatros, Superintendente general de sisas, 16, 85, 115, 116, 118–119, 136, 171, 209, 298, 299. Rambaldo, Ana M., 26n. Ramírez de Baquedano, Juan, véase Andía, marqués de. Ramírez Freyle de Arellano, Juan, Corregidor de Madrid (1638), 208. Ramírez de Prado, Alonso (padre), 80n. Ramírez de Prado, Alonso (hijo), 80 y n., 294. Ramírez de Prado, Lorenzo, Protector de los teatros, 80n., 294n., 296. Ramón, véase Remón. Rana, Juan, véase Pérez, Cosme. Rava, Arnaldo, 103n. Reese, Thomas F., 102n. Remón o Ramón, P. Fr. Alonso, dramaturgo, 34 y n., 43, 68, 240. Rennert, Hugo A., 39n., 51n. Resma, José de (Ignacio de Merás Queipo de Llano), 225n. Ressot, Jean-Pierre, 60–69nn. Revilla, conde de la, Corregidor de Madrid (1634), 208. Rey, Fermín del, apuntador, 238n. Rey de Artieda, Andrés, 20, 44–46 y nn., 66, 68, 276, 280. Ribera, Eusebio, autor de comedias, 145, 148n., 163, 168n., 169n., 200, 232n., 308. Ribera, Pedro de, arquitecto, 103n., 108n. Riccoboni, François (Francesco), 225n. Riccoboni, Louis, 88n. Ricla, conde de (Ambrosio Funes de Villapando), gobernador de Cuba, Secretario de Guerra, 3, 311. Ríos, Nicolás de los, autor de comedias, 69. Riquelme, Alonso, autor de comedias, 191n., 288. Riquelme, María de, actriz, 190–191 y n. Rivadeneyra, Baltasar de, Corregidor de Madrid (1672), 208. Rivera, véase Ribera. Roda, Manuel de, Secretario de Estado y de Gracia y Justicia, 86, 147–148 y n. Rodríguez, Juan, dramaturgo, 271.
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Rodríguez, Manuel Martín, arquitecto, 103n. Rodríguez, Nicolás, 145, 308. Rodríguez, Rodrigo, Justicia mayor de Madrid (1219), 206. Rodríguez, Ventura, arquitecto, 7, 8, 102–103 y n., 108 y n. Rodríguez de Lena, Pero, 158n. Rojas, Fernando de, 25 y nn., 271. Rojas Alarcón, Andrés de, dramaturgo, 271. Rojas Jordán de Tortosa, Hermenegildo de, 27n., 28 y nn. Rojas Villandrando, Agustín de, 12 y n., 34n., 60–69 y nn. Rojas Zorrilla, Francisco de, dramaturgo, 54, 240, 241, 279, 314n., 315n. Romero de Cepeda, Joaquín, dramaturgo, 271n. Romero de Cepeda, Juan, 271. Romero de Leis, Fernando, 214n. Ronquillo, Francisco, Corregidor de Madrid (1690, 1699), Gobernador del Consejo de Castilla, 81–82, 209, 292. Rosa y López, Simón de la, 24n. Roscio, actor, 235, 282. Roscommon, conde de (Wentworth Dillon), 244 y n. Rosete Niño, Pedro, dramaturgo, 54, 241. Rozas, Juan Manuel, 42n., 188n., 189n., 194n. Ruano de la Haza, José María, 88n., 93n. Rubert, Francisco (Francho), actor, 312–313 y n. Rubio, Jerónimo, 1n., 2n., 9n. Rueda, Lope de, dramaturgo, 19, 19–20, 29 y n., 30 y n., 33–34, 36–37 y nn., 39 y n., 64, 239–240, 272, 273. Ruiz Casanova, José Francisco, 50n. Russell, Peter E., 25n. Sabatini, Francisco, ingeniero, 7. Sacchetti, Giovanni Battista (Juan Bautista), arquitecto, 102n., 108 y nn. Sacchi, Giovenale, 228n. Sáenz de Victoria, José Francisco, 294. Sáez Raposo, Francisco José, 192n. Sage, J. W., 54n. Salabert, Félix, Comisario de comedias, 138, 139, 141, 143, 301. Salazar, Secretario, 309. Salazar, Agustín de, dramaturgo, 54, 241. Salazar Arechalde, José Ignacio, 2n. Salgado, Francisco, Tesorero del Hospital General, administrador de los corrales de comedias de Madrid, 95n. Salustio del Poyo, Damián, dramaturgo, 69. San José, P. fray Miguel de, 197n. San Juan, marqués de (Francisco Pizarro), 221n. San Miguel, Manuel de, autor de comedias, 83–84 y n., 85n., 199n. San Román, Francisco de B., 34–35n., 47n.
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Sánchez, actor, 69. Sánchez, zapatero, 48 y n., 187. Sánchez, Fernán, véase Sánchez de Vargas, Fernán. Sánchez, Francisco, 78n. Sánchez, Miguel, dramaturgo, 35 y n., 43, 68, 240. Sánchez-Arjona, José, 31n. Sánchez Escobar, Juan José, 35n. Sánchez Escribano, Federico, 44n., 45n., 46nn., 47n. Sánchez García, María del Carmen, ix, x, 1n., 2n., 4n., 5n., 7n., 9n., 11nn., 12n., 14n., 19, 85n., 109nn., 122n., 131n., 150n., 152n., 197n., 236n. Sánchez de Vargas, Fernán, autor de comedias, 288. Sanhuesa Fonseca, María, 220n. Sardaneta (o Sardeneta) y Mendoza, Francisco de, comisario de comedias, 72. Sandoval, cardenal de (Baltasar de Moscoso y Sandoval, arzobispo de Toledo), 91. Sanguineto y Zayas, Antonio, Corregidor de Madrid (1710), 209. Santa María, Juan Antonio de, 312. Santiago Palomares, Francisco Javier de, 11. Saqueti, véase Sacchetti. Sarmiento, P. Martín, 2 y n., 13–14, 195–199 y nn. Sarriá, marquesa de (Josefa de Zuñiga y Castro), 243 y n. Scarlatti, Alessandro, compositor, 103n. Scarlatti, Domenico, compositor, 103n. Schevill, Rodolfo, 31–33n., 34n., 35n. Schmiedel, Donald E., 29n. Scotti, marqués de, 108–109 y n. Sebold, Russell P., 251n. Sectaro, Nicolás, 308. Sedeño, Juan de, 271 y n. Segovia, Juan de, escribano del Ayuntamiento de Segovia, 92. Séneca, 224n. Sentaurens, Jean, 31n. Sepúlveda, Ricardo, 77n., 290. Sesma, Juan de, 116. Severin, Dorothy S., 24n. Severo, Donato, 102n. Shergold, N. D., ix, xi, 26n., 29n., 37n., 43nn., 45n., 51n., 52nn., 54n., 57n., 60n., 75n., 91n. Silva, Francisco María de (seudónimo de Pedro Jiménez de Góngora, duque de Almodóvar), 218nn. Silva, Antonio de, véase Bermúdez, fray Jerónimo. Silva, Tristán de, Corregidor de Madrid (1491), 207. Silva de Torres, Lic., Corregidor de Madrid (1602), 208. Simón Abril, Pedro, 272.
Sócrates, 251. Socueba y Avendaño, José de, arrendador de los corrales de comedias de Madrid, 95n. Solís, Dionisio, dramaturgo, 159n. Solís y Rivadeneira, Antonio de, dramaturgo, 29 y n., 54, 241, 259, 262, 278. Somoza de Montsoriú, Julio, 159n. Soto, Gregorio de, 98. Sotomayor, Francisco, Corregidor de Madrid (1565), 208. Stoudemire, Sterling A., 163n. Suárez, Francisco, escribano, 108. Suárez de Frías, Pedro, Corregidor de Madrid (1487), 207. Suárez de Toledo, Doctor, Corregidor de Madrid (1540), 207. Subirá, José, 182n. Suetonio, 225n. Tahona, véase García de Tahona. Tárrega (o Tárraga), Francesc Agustí, dramaturgo, 29n., 35, 43, 46, 68, 240. Teba, conde de (Luis Fernández de Córdoba), arzobispo de Toledo, 114. Tejada, Juan de, Protector de los teatros, 59– 60, 69, 77 y n., 78n. Téllez, fray Gabriel, véase Molina, Tirso de. Terencio, 29 y n., 63, 194, 252, 255, 256, 257, 272. Teva, véase Teba. Ticio (Titius), poeta, 187 y n. Tirso de Molina, véase Molina, Tirso de. Thomason, Phillip B., 103n. Timoneda, Joan de, 37 y nn., 39 y nn., 272– 273. Toledo y Sarmiento, Pedro de, véase Gondomar del Puerto y Humanes, conde de. Tomás de Aquino, Santo, 222n. Tordesillas (o Trombeta o Trompeta), Catalina, actriz, 167–168 y n. Toro, Lic. Christóbal de, Corregidor de Madrid (1494), 207. Torralba, conde de, Corregidor de Madrid (1649), 208. Torralba, marqués de (Benito de Trelles Villamil), Protector de los teatros, 81n. Torres, Juan de, Corregidor de Madrid (1483), 207. Torres Naharro, Bartolomé de, dramaturgo, 19, 30–31 y nn., 274 y n. Torrehermosa, conde de, 97 y n. Tovar, Alonso de, Corregidor de Madrid (1544), 207. Trigueros, Cándido María, dramaturgo, 8, 151, 152n., 156n. Trissino, Gian Giorgio, dramaturgo, 279. Trochereau de la Berlière, Jean-Arnould, 244n. Trufaldines, Los, compañía de actores italianos, 109 y n.
ÍNDICE DE OBRAS TEATRALES Ugena, marqués de, Corregidor de Madrid (1679), 208. Ulloa, Antonio de, físico, 3. Ulrich, A., 206. Utiel, Fernando, autor de comedias, 236, 237. Vaca, Pedro, Corregidor de Madrid (1510), 207. Vadillo, marqués de (Francisco Antonio de Salcedo y Aguirre), Corregidor de Madrid (1715), 95, 96, 115, 209. Valderrábano, Diego de, Asistente de Madrid (1465), 206. Valderrama, Juan de, Corregidor de Madrid (1492), 207. Valdés, Juan de, 271n., 274n. Valdivieso, José de, dramaturgo, 68. Valerio Máximo, 218n. Valhermoso, marqués de, Corregidor de Madrid (1683), 208. Vallejo, Francisca (la Palomina), actriz, 148n. Vallejo, Manuel (Álvarez) de, autor de comedias, 191n. Vaquedano, Juan de, véase Andía, marqués de. Varey, J. E., ix, x, xi., 29n., 36n., 52n., 54n., 75n., 88n., 94nn., 109n. Vargas y Lezama, Francisco de, Corregidor de Madrid (1697), 209. Vasconcellos, Jorge Ferreira de, 37n., 272. Vázquez de Cepeda, Antonio, Corregidor de Madrid (1531), 207. Vega, Alonso de la, dramaturgo, 272. Vega, Bernardo de la, 38n. Vega Carpio, Lope de, 12, 17, 19, 20, 29 y n., 34 y n., 35, 39–43 y nn., 43, 46, 47, 48–49 y nn., 51n., 52, 67, 187, 187–190 y nn., 193– 195 y nn., 220n., 240, 241, 252, 258, 260, 261, 263, 264, 274–276 y nn., 277–278, 280, 314. Velázquez (de Velasco), Luis José, marqués de Valdeflores, 18, 19, 25–26n., 269–281. Vélez de Guevara, Luis, dramaturgo, 35, 43, 240, 315n. Vélez de Guevara, Pedro, Corregidor de Madrid (1506), 207. Ventura de Figueroa, Manuel, Gobernador del Consejo de Castilla, 147, 311. Verdes Montenegro, Fernando, Superintendente general de sisas, 84 y nn., 102 y n., 124, 298. Verdugo (y Martínez), Vicente Francisco, Secretario del Ayuntamiento de Madrid, 151 y n., 152, 302–303, 304, 307.
351
Vergara, Juan de, actor, 69. Vergara, (Martín) Marcelino de, Secretario del Ayuntamiento de Madrid, 96, 290. Viale Ferrero, Mercedes, 102n. Viera y Clavijo, José de, 152, 154, 158, 160. Villa, véase Hernández de la Villa. Villacampa y Pueyo, Pascual de, Juez Protector de los teatros, 82 y n., 83, 171, 294– 296, 296–297. Villaizán (y Garcés), Jerónimo de, dramaturgo, 240. Villalobos, Francisco de, 272. Villamediana, conde de, 50n. Villanueva, Juan de, arquitecto, 7. Villaquirán, Ruiz de, Corregidor de Madrid (1563), 208. Villasis, Francisco de, Corregidor de Madrid (1618), 208. Villaviciosa, Sebastián de, dramaturgo, 240. Villegas, actor, 69. Villegas, Alonso de, dramaturgo, 271n. Villegas, Esteban Manuel de, 20, 46–47 y nn., 276. Villena, Enrique de, 269 y n. Virgilio, 26 y n. Virués, Cristóbal de, dramaturgo, 66, 188, 274, 280, 314. Vivaldi, Antonio, compositor, 103n. Voltaire (François-Marie Arouet), 163 y n. Xibaja, véase Jibaja. Ximénez, véase Jiménez. Ybarra, Felipe de, véase Juvarra, Filippo. Yermo, Agustina del, 97n. Yermo, Pedro del, 97n. Yermo, Pedro José del, Regidor de Madrid, 116. Yparraguirre, véase Iparraguirre. Yseca Alvarado, Juan de la, véase Layseca Alvarado, Juan de. Ysla, véase Isla. Yzquierdo, véase Izquierdo. Zabaleta, Juan de, dramaturgo, 240. Zafra, Rafael, 35n. Zamora, Antonio de, dramaturgo, 259, 278. Zárate, Francisco López de, dramaturgo, 29 y n., 280. Zeuxis, pintor, 248. Zupide, Cristóbal de, escribano, 111. Zurita, Pedro de, actor, 69.
Esta nueva edición de las Memorias cronológicas de José Antonio de Armona ofrece por primera vez un análisis pormenorizado de las fuentes documentales empleadas por el autor, que constituyen su aportación más fundamental a los estudios teatrales. La obra de Armona es la primera historia sistemática del teatro en España, desde el final de la Edad Media hasta su propia época. Aunque incluye una visión general de la literatura dramática del Siglo de Oro, se centra principalmente en los aspectos institucionales del teatro. En su calidad de Corregidor de Madrid, le correspondía a Armona el cargo de Juez Protector, máxima autoridad de la administración de los teatros públicos y los actores, y la mayor parte de sus Memorias se dedica a este tema. Habiendo reflexionado sobre su experiencia como Protector y los problemas planteados por conflictos jurisdiccionales en este ámbito, Armona examinó sus orígenes y evolución mediante extensas investigaciones en los archivos municipales de Madrid, reuniendo y recopilando una nutrida colección de documentos que aclaran múltiples aspectos de la historia teatral. Por tanto, sus Memorias están estrechamente relacionadas con la documentación municipal publicada en tomos anteriores de las Fuentes para la Historia del Teatro en España, y deben situarse en este contexto. CHARLES DAVIS es Honorary Research Fellow de Queen Mary, Universidad
de Londres.
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