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Texio: P O L 1 P m L A M O Ilustraciones: C IC 1 L I A R fi B 0 R A .
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Para Mariarta' v Luciarrita, mi% nietaP, con el amor de PoEi.
Cuando era muy nifio, mis padres y yo compartiamos una casa, en la ciudad de Mexico, con el poeta Pablo Neruda y con Delia, su esposa, a quien llamaban H u m i gtsita. A esa casa le decian Quinta Rosa Mafia y estaba en el sector de Mixcoac,.que por entonces era campo En aquella enorme quinta y en esos tiempos lejanos, pasaron muchas cosas que hoy dia forman parte de m i s recuerdos de infancia. Por esta r a z h , se me ocurri6 escribir algunas historias sobre las diversas aventuras vividas por un nifio con su "tio"Pablo. Una de las peripecias que nunca se han borrado de mi. memoria, asi como tampoco se borraron del todo las cicatrices que llevo en la piema izquierda, es &a que les mentoahora sobre el tej6n traicinnero,
Ahora que estoy m6s granae, puedo contar la historia del t e j h sin que 10s recuerdos de esa madana de diciembre me hdgan tembIar de rabia. Cuando tenia ocho aiios, m i s pap& y yo viviamos con el t f ~Pablo y la da Delia en la Quinta Rosa Marfa, una vieja y enonne casa en Mixcoac, a las afueras de la ciudad. Dicen que much0 antes habia pertenecido a un poeta famoso, porque en una de Ias paredes del comedor habia un verso escrito a mano de lado a lado, en Ietra grande: "micoraz6n leal se amerita en la sombra". Yo no entendia esas palabras, pero me paredan bonitas. Mi tio Pablo tambih ha escrito muchos libros de poesia y a lo rnejor es por eso que hace algunas cosas raxas. Un doming0 en Ia mafiana en que fuimos a1 mercado de la Lagunilla, k1 se compr6 un canguro embalsamado y una caIavera chica, como si hubiera sido de UR nifio muerto. Y para qui decir la de caracoles . marinos que ha id0 juntando, de todo! 10s tamaiios y de todos 10s mares del mundo.
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trampas, muy dif
como Tar&,
caza
La alberca estaba siempre seca, muy sucia, llena de hojas y r m a s que caian de 10s nogales, las jacarandas y 10s aguacates. Parece que a 10s grandes no les gusta nadar. Con Sebastih baj5bamos por una escalerita hasta el fondo y, como 10s buy scouts, nos aamos explorando el territorio hasta la parte m6s honda, para buscar alacranes y Sebastiin era el hijo mayor de Irene, la cocinera, y sabia perfectamente d h d e encontrarlos.
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Por alli andaba siempre tambikn, Iibre corn0 si fuera un gato, ese tejhn grandote que le habian regaiado a mi ti0 pa ra su cumpleaiios y que a mi me daba la impresi6n de ser
poco amigable. En las tardes, mando se iba oscureciendo, Ie gustaba entrar a Ia casa y entonces Io podiamos ver echado muy tranquilo sobre la alfombra del comedor o ca por la estancia como si estuviera impaciente. -~C6rno est5 mi nifio? -le decia tia Delia sop1 palma de la mano para mandarle besitos.
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Ella tambih tenia sus rarezas, aunque no tantas cumo el 'tio Pablo. Una rnaiiaaa Ueg6 a desayvnar con un zapato blanco y otro cafe. -Per0 Delia... e 10s pies con 10s ojos .
muy abiertos. -Pablo -conte el d6set y s6Xo encontr6 dos pares, y el otro es exactamente igual. Me dio tanta risa, que tuve que sdir a h terraza. -&ho esti mi n3o? -y el t e j h se dejaba hacer caridas y h a w a e o que sonreia.
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Yo nunca me acercaba much0 a 61, porque cuando ei animal recoda el hocico y ensefiaba sus colnailIos, a mise me enchinaba la pie1 y me Wtaban las rodillas. Mi m a d , que siempre antes de domir me leia un cuento de 10s hermanos Grimm o alguna poesia de esas que nunca se me van a olvidar, como la que dice "Si tienes una madre todavia, da gracias a1 Seiior que te ama tanto", una noche, en lugar de eso, me ley6 el diccionario para contestar a una pre. gunta que yo mismo le habia hecho; decia que el tej6n es "un mamifero carnicero de la familia de 10s no s6 que, que habita en 10s bosques". Lo de que era HcarniceroRllegue a saberlo muy bien. iC6mo dejaban que esa fiera anduviese suelta por toda la casa?
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A varias de Ias personas que nos visitaban 10s fines de semana, el Nifio, corn0 Ie pus0 mi ti0 Pablo en un bautizo con invitados y toda, les parecia de lo mis simp5tico y hasta le hacian gracias, o trataban de acercarse a 61 para tocarlo. Pero yo llegug a tenerle harto miedo, sobre todo desde el dia en que estrangul6 a la tejona que una pintora de cuadros- .-yS2 habia Ilevado a la casa, con la arnorosa idea de juntarlos paL
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ra que asi pudieran nacer muchos tejoncitos mAs. Todos mirkbamos c6mo el Nifiio se volvi6 bien loco con su nueva amiga. Jug6 a saltar por encima de 10s muebles, hizo xodar corn0 pelotas 10s mapamundis que coleccionaba el ti0 Pablo, y finalmente se dedi& a correr de ida y vuelta a1 patio corn0 un cicI6n, arrastrando a la tejona, hasta que termin6 asfixihdola con la misma cadena que e l a tenia atada a1 cuello. Era un animal peligroso, lo s6 de sobra y por experienci
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- h e accidental -le dijo varias veces mi tfo a la pintora, que lo ljnico que hacia era llorar y llorar, derrumbada sobre un sofk En los ojos del tfo tambibn habia desesperaah -LFue accidental que el Niiio matara a la tejona? -le pregunte por la noche a mi mam& a la hora del cuento. -Si, hijo --me s animales no se matan entre ellos. leona agarra a un venaRecord6 esa pelkula do por el cuello y lo arrastra hasta su guarida para cornhelo con su familia, pero no dije nada.
Pasaron varios mesa y h Quinta Rosa Marx'a ya no fue m6s nuestra casa, q u i h sabe por qu6. Mis padres y yo nos fuimos a vivir a un departamento de mucha luz, en una calle ancha con hartas estatuas y irboles muy altos. se llamaba Paseo de la Reforma y estaba d o a una cuadra de donde empieza el Bosque. Mis tios, con t e j h y todo, se mudaron cerca de nuestra nueva casa, asf que nos seguiamos viendo casi todos 10s gas. Una maiiana, m i s papis y yo caminamos hasta su departamento para saludarlos. Uegamos con dos regaios: uno de ellos, a mi tio le c a d esa sonrisa especial de cuando algo le encantaba; era una pequeiia m5quina de metal que en el siglo pasado servia para poner las latitas que llevan en cada punta Ias agujetas de 10s zapatos; y el otro, un cenicero de crista1 en forma de corazbn, para la tia Delia. Bra la maiiana de un 24 de diciembre, a pocas horas de la Nochebuena, y yo estaba muy contento por eso f porque, ademis, en unos cuantos dias nos ibamos a Acapulco a pasar Aiio Nuevo y una semana entera de vacaciones.
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La tIa Delia estaba todavia acostada y yo entre solo a su habitacidn para desearle feIiz Navidady para ver otra vez 10s mapas que tapizaban las paredes. Me acerque a darle un beso cuando, desde debajo de la cama, sali6 casi volando el Niiio y se agarr6 con sus fiIudos colrnillas a mi pierna izquierda, detris de la rodilla, como si quisiera devorame. Cai al suelo Ilorando de rniedo y gritando a todo puIm6n de puro dolor. Sen& como si el coraz6n se me quisiexa escapar. Primer0 llegaron mis padres y Iuego el tio fablo, con 1, Cara cubierta de espuma de afeitar, todos muy agitados, gri tando "iqu6 pasa, que pasa?". Tras un forc de fhcil, con patadas y todo -algunas en v darle a1 t e j h me cayeron a mi- se log6 do . ,.. I:.' !, minar a la bestia y separarla de mi p i e m , ::;: destrozada y Ilena de sangre. "iEse b& to, ese bmtol", decia mi mam& . I
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4hora puedo dar gracias de que me hayan salvado de la , !ra, pero el hecho es que esa desafortunada aventura hizo que mi Navidad no resultara demasiado feliz, ya que en lugar de pasarla abriendo 10s regalos junto al arbolito nevado que arm6 con mi mam6 y escuchando “Noche de paz, no&e de mor”, tuve que internarme en una clinica, donde me pusieron inyecciones, me cosiexon las heridas y me vendaron la pierna. Por suerte mis papis se quedaron conmigo hasta que me dom’... Lo primer0 que pens6 a1 despertar, por la maiiana, fue que ya no habria viaje a Acapulco, donde unos tarzanes se tiraban clavados a1mar des-+: de un monte COMO de cuarenta metros. Yo estaba loco por ver esos saltos. Antes del verano, mis tios se fueron a vivir a una casa grande en la Zona Rosa. En su departamento ya no les cabian todas las cosas raras que cada doming0 compraban en la L a m a : cajas de mrisica, instrumentos viejos que no servian para nada, mkaras africanas, botellas con velerus adentro, figuras de marfil, campanas,
E n esa nueva casa -me cont6 mi mam6-, el t e j h slal a la sirvienta, una qefiorita muy risueiia que se llamaba Vir ginia, y la verdad es que casi la d t a : lo enmntraron .mor&&dole el cuello mientras la sangre le sdia a chorror -+ ti0 le ayud6 a levantarse, la tmdi6 sobre el sof6 y le pus0 una toalla con alcohol en el A cuello, como si fuera una bufanda. -Pobrecita, ya va a pasar -le detia, hadendole caridos en la cabeza. Despuks, prefiri6 llevarla a un hospital. A mi ti0 Pablo le caia muy bien esa seiiorita Virginia, porque de& que era de naturaleza degre y seguramente, por causa del ataque, se dio menta lal fin! de que resultaba muy peligroso seguir teniendo en casa a la bestia traiaonera. Despues de una larga discusih con la tia Delia, decidieron que no quedaba d s remedio que regah su querido tej6n al Parque zool6gico de Chapultepec. No SC por que, pero
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hasta yo senti pena en ese momento.
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Mews despuks, un s5bado por la rnaiiana, la tia Delia me invit6 a que la acompaiiara a visits a1 Niiio. YO al t e j h no queria ni vexlo, pexo a mi tia, c6mo le iba a decir que no. Caminamos entre todas esas jaulas buscando la nueva casa de su regaI6n y finalmente la encontramos, El tej6n estaba tendido con 10s ojos cerrados y caxa de aburrimiento. Tia Delia lo mir6 con rnucha tristeza a traves de la reja. Cxeo que le v i dos o tres lhgrimas. -Niiio -10 ]lam6 varias veces, con la voz tembIorosa-, Lc6mo esti mi niiio? D’e pronto el t e j h abri6 10s ojos, alz6 la cabeza, bostez6 y se la qued6 viendo como si de veras la hubiera reconocido. Se levant6, camin6 hasta la reja y se par6 sujetAndose a ella con las patas delanteras, haciendo unos gerniditos entrecortados que daban pena. Yo prefen’ mirar para otro lado, pensando que si me reconocia tambih a m’, podria enojarse y ademAs ponerse triste a1 recordar las patadas que recibi6 aquella mafiana del 24 de diciernbre. Ya vivir en esa jaula parecia bastante duro para 61.
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Fracc.Agro Industrial La Gnu. villa del Marqub, Quer&am, Qro.BI h j e h e de 3,000 cjcmp&k.