Los silencios Víctor Hugo Arévalo Jordán
Los silencios
Víctor Hugo Arévalo Jordán
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Los silencios Víctor Hugo Arévalo Jordán
Los silencios
Víctor Hugo Arévalo Jordán
Los silencios
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede reproducirse, almacenarse o transmitirse de ninguna forma, ni por ningún medio, sea éste eléctrico, químico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin la previa autorización escrita por parte del autor.
© 1994, por Víctor Hugo Arévalo Jordán. © Primera edición virtual y en papel, Ediciones del Sur, noviembre de 2004. Impreso en Buenos Aires. Hecho el depósito que marca la ley 11723. ISBN 987-1188-01-3 Distribución gratuita Visítenos y disfrute de más libros gratis en: http://www.edicionesdelsur.com
SOBRE EL AUTOR
VÍCTOR HUGO ARÉVALO JORDÁN nació en Cochabamba, Bolivia el 23 de diciembre de 1946. A la edad de cuatro años se trasladó con sus padres a la ciudad de La Paz, donde vivió hasta 1982 cuando, por razones de familia debió residir en la ciudad de Santa Fe, Argentina. Entre 1971 y 1973 se radicó en la costa del pacífico, en Mollendo, Perú. En 1964 (bachiller egresado del santuario de Don Bosco), se inició en teatro, en un taller de los padres Maryknoll, que trabajaba en la Iglesia de San Pedro, con representaciones dominicales de la vida de Cristo, que hacían reflexionar a quienes observaban las escenas religiosas. La máxima reflexión de este grupo fue “Murió por nosotros”, trabajo realizado sobre la vida, obra y milagros del Cristo. Y que posteriormente fuera llevada a escenarios naturales y al coliseo abierto de la Paz, Bolivia. Posteriormente (1965) trabajó con el estudio “Arte Dramático” que se fundó a iniciativa de algunos miembros del Teatro Nacional Popular (TNP), donde desarrolló sus conocimientos sobre este género. Arévalo trabajó con este grupo llevando a escena obras como “Collacocha” del pe-
ruano Enrique Solary, “Tres historias para ser contadas” de Oswaldo Dragún; “El canto del cisne” y “El aniversario” de Anton Chéjov; “El loco” de Nikolái Gogol; “El socavón” de Hiber Conteris; “El Diablo se fue al diablo” de Guido Calabi Avaroa; “El cuento del zoo” de Edward Albee; y “La azotea” de Sergio Suares Figueroa. En este periodo “Arte Dramático” presentó en las Primeras Jornadas Julianas (La Paz) “El hombre de sombrero de Paja”, con la cual ganó el premio nacional a la mejor presentación, Arévalo Jordán protagonizaba el papel de Margal. Dejó el teatro después de escribir varias obras, entre ellas, “La puerta” y “El Apocalipsis”. Desde esta época, se propuso mantener un perfil bajo, lo que logró hasta el presente. La puerta. Originalmente concebida como novela, fue posteriormente adaptada al teatro y obtuvo un premio nacional en el “Concurso Literario Franz Tamayo”, auspiciado por la Alcaldía Municipal, el año 1968, en La Paz. Esta comedia, reconocida en toda América, tiene un carácter socio-existencialista que trata de sacar a flote los problemas y pasiones de una familia sometida a formulismos educacionales. La obra se estrenó en Lima en el teatro “La Cabaña” por el grupo teatral “Ayar”. En 1973 fue presentada por otro grupo en Santiago de Chile en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional. El golpe de estado los sorprendió, pero lograron salir de Chile. La pieza teatral fue presentada posteriormente en Buenos Aires, por el elenco peruano “Ayar”. Dirigido por Edmundo Tipacti, este grupo presentó varias obras del autor que nos ocupa, entre ellas el “Réquiem”, “Reír”, tanto en Lima (Perú) como en algunas ciudades del Ecuador. En la ciudad de Lima fue premiado por el Palais Concert, en mérito al éxito que obtuvieran estas dos obras: 6
La puerta y Réquiem, donde obtuvo el Boletín de Plata, y fue invitado a la ceremonia anual que organizaba Palais Concert para premiar a destacados autores extranjeros. Además de las dos piezas teatrales citadas es autor de otras nueve: “Los inadaptados”, “Semillas en arena”, “El último juego de la última cena”, “El plazo”, “La patética”, “El Apocalipsis”. Continuó contribuyendo con poemas y relatos en la prensa nacional. Los Augures. Una primera versión fue escrita en 1968, cuando Víctor Hugo decidió alejarse del “ruidanal mundo”, y se internó en el agreste altiplano. Trabajaba como profesor rural, en una localidad situada a 4.500 metros de altura, en Umala, a 20 km de “Patacamaya”, una estación ferroviaria de cierta importancia. Una parte de esta monumental obra fue presentada bajo el nombre de “El Apocalipsis” como poesía escenificada en tres partes, en la que había que reunir varias artes como coro, orquesta, ballet y declamación teatral. Se la consideró modernista, dada la influencia de la corriente cultural de los años ’60, que cubría a Perú, Chile, México, Argentina y Haití. El “Apocalipsis” de Arévalo Jordán se constituye en una constante incorporación del eterno al contingente. Y, por otro lado, a la abstracción de las dimensiones de tiempo y espacio que suprimen la perspectiva de los planos y su desplazamiento histórico-mítico, confundidos todos en una súper-realidad, apenas una línea tangencial que delimita lo invisible por lo visible. Pero no se trata del súper-realismo en el sentido de la escuela francesa, hay constante de la fuerza, de la inteligencia y del corazón, denominado el tumulto de las fuentes del subconsciente. Poesía muy de católico, terriblemente consciente del pecado original, que trata de ser purgado con
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un fulgurante amor por sus semejantes y las cosas de la Creación. Para los años ’70, Arévalo Jordán figuraba en la Bibliografía Nacional Boliviana de Luis Raúl Duran. En 1976, La última sinfonía del mago: El mar de las gaviotas. Poesía. Fue premiada en el X Concurso Anual de Literatura “Franz Tamayo”. El jurado estuvo integrado por Berta A. de Alvéstegui, Yolanda Bedregal, Oscar Cerruto, Oscar Rivera Rodas y Norah Zapata-Grill. Ha dicho su prologuista Carlos Urquizo Sossa: La última sinfonía del mago: El mar de las gaviotas presenta una constante de añoranzas marinas. Su inspiración se remonta en alas de gaviotas, sobre el viento en el desierto, cual si se tratara de un viaje eterno, que renace en la magia del paréntesis y la esperanza, que retorna al vacío de la sombra y la soledad de una muerte que no es tal.
En 1977 publica por sus propios medios Soledad, hoy. Poesía. Periodo en el que alterna con miembros del Grupo “Prisma” de Bolivia, en el que confluyeron notables escritores como Pedro Shimose, Yolanda Bedregal, Guido Calabi, Guido Orias y Julio de la Vega. Estos dos últimos alentaron permanentemente el trabajo de Arévalo Jordán. La columnista de “El diario”, matutino de La Paz, Bolivia, Isabel Muñoz Reyes comenta que: Al iniciarse la vanguardia, coincidiendo más o menos con la segunda guerra mundial, los poetas decidieron revolucionar por completo el sentido de la poesía; ya no se trataba de buscar una armonía en el ritmo, una combinación de sonidos buscando la rima, ni siquiera un esfuerzo por embellecer el idioma a base de juegos de palabras e idealización. No es la forma lo que interesa, sino solamente el mensaje que se puede exponer en forma directa y concreta.
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El lirismo como expresión íntima del corazón, cobra una importancia muy grande, desaparece la idealización de la mujer y el paisaje muestra un realismo severo, casi agresivo. La denuncia social, el tenebrismo y la melancolía, son las armas favoritas de los poetas de vanguardia. Se trata de mostrar al hombre como víctima del ambiente y la soledad. V.H.A.J. ha conseguido con este cambio en el sentido de la poesía, una obra densa, embellecida con una serie de figuras literarias que son dignas de un análisis más severo. Con acertadas palabras, V.H.A.J. da nueva vida a temas muy antiguos como la soledad, la melancolía y el amor. Sus metáforas son límpidas y aunque un poco arriesgadas, embellecen notablemente sus poemas. También el tema de la “muerte” de Dios, de la incomunicación del hombre y su desconsuelo ante un destino sin sentido, está presente en este pequeño libro.
Ha dicho René Pomarino de la Universidad de Salta, Argentina: La poesía de Víctor Hugo Arévalo Jordán se despliega en medio de un ámbito teórico-concreto de la realidad totalizante, reflejándonos de una manera casi mítica la transformación de un mundo conflictivo a un mundo humano. Se observa la identificación plena con la naturaleza recogiendo de ella símbolos y objetos para adecuarlos a una determinada imagen pensante, logrando así una definición más concreta de su vivencia con la experiencia crítica. Como producción humana es poesía, es creación y es una confesión íntima que tiene caracteres universales y nos hace ver que el cosmos en directa relación con el actuar del hombre, guarda signos de dolor al encontrarse impotente en su soledad y sujeto a las transformaciones naturales. Su poesía es objetiva, una posición realista; pero el horizonte en cuya dirección se proyecta el núcleo de su concepción es necesariamente filosófico; por la sencilla razón de que no se capta de inmediato su manifestación si no es acomodándose en una posición dialéctica-reflexiva entre el sentir humano y su naturaleza.
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En suma, la presente obra constituye un gran aporte al lenguaje literario y al entendimiento de la filosofía poética sobre todo al empleo de nuevas formas de expresión y consiguientemente a nuevas concepciones de carácter ontológico.
En 1978 sale a la luz La noche de los elegidos. Ha dicho Virginia Reyes, periodista de “El diario”, de La Paz, Bolivia: Es una pequeña obra de tipo alegórico. Todos los elementos en juego son simbólicos. Los dos protagonistas, Runa Sua y Luntata, son los dos aspectos del alma del hombre. Runa Sua es el lado negativo, el odio, el rencor, el egoísmo; en tanto que Luntata representa al amor, a la sensibilidad espiritual. El tema central, la disputa por el fuego, es la lucha perenne que sostiene el hombre en cada minuto crítico de su vida. Como leitmotiv se habla de “la noche de los elegidos” y el ladrón de almas no puede ser otro que Cristo. Con esto ha conseguido una obra de fondo alegórico semejante a las “Moralidades” de la Alta Edad Media, pero adaptada a nuestras costumbres y a nuestro lenguaje.
En 1982, publica Geometrías del dolor, en Santa Fe, Argentina. Las geometrías del dolor se estructuran en tres partes. En la primera de ellas el poeta parte de las geometrías del pasado, accediendo al juego de los recuerdos en un viaje de ida y vuelta. En esos recuerdos subyace lo ancestral identificado en la sombra materna, donde fugacidad y eternidad permiten el despertar angelical, que posibilita la interpretación de la oscuridad de las sombras, a través del temor que ellas engendran. El temor se corporiza en el temor hacia esas sombras, disipadas a partir del juego concéntrico de una taza blanca de café, donde paisaje, jardín y gato muerto necesitan ser consolados. Cielo y mundo. Mundo y cielo intercambian
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elementos: nube blanca, verde e inocencia. La amistad, el amor, la vida y la creación. En las nuevas geometrías la culpa de la existencia y el tiempo se amontonan, siendo sólo liberados por la existencia del amor. En la fisiología de las geometrías el poeta se reencuentra consigo mismo y con la soledad del mundo, la nada y el tiempo. En 1985 se lo ve acompañando a Luis Di Filippo, junto a Edgardo Pesante, Adrián Escudero, Catalina Pistone, Nilda Vincentín y otros, conformando la Comisión Directiva de la Asociación de Escritores de Santa Fe. En 1989 se edita definitivamente Génesis. La prologuista María Isabel Copes dice con referencia a Génesis: Estamos ante un nuevo poema de la Creación: en parte síntesis de todas las cosmogonías, las imágenes dominantes devienen de los mitos indoamericanos. También está presente la moderna cosmogonía de la ciencia a través de su terminología específica, amalgamándose sin riesgos de disonancia con los nombres sagrados de todos los dioses de los orígenes más predominantes de la actualidad. El trabajo es un resultado del conocimiento intelectual y de la compenetración emocional con los valores de las tradiciones más antiguas y arraigadas, de los pueblos que han dado la matriz de las actuales culturas. Nos encontramos con un universalismo de nuevo cuño, en el que la cosmogonía de las ciencias adquiere una nueva dimensión existencial, transformándose ella misma en un nuevo mito de Creación, en el que anida también la destrucción, como en todos los mitos fundacionales de las antiguas civilizaciones, como en un moderno mito fundacional de nuestra actual civilización.
En 1991 el Banco BICA imprime una plaqueta con poemas de Arévalo Jordán, acompañado de Danilo Doyharzabal, Belkis Escudero, y Alba Yobe de Abalo.
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En 1992 la Asociación Cultural Maya publica Recuerdos y silencios, en Santa Fe, Argentina. La prologuista Nora Didier de Iungman ha dicho: El poeta es aquel que no ha olvidado lo que es sentir, y su poesía es aquella que produce una emoción clara; en ella vale el término de Paul Valery “sensación de universo”. Ahondar el discurso lírico es, entonces, sentir su sentido, porque la palabra poética encamina a sus receptores hacia las sensaciones, las emociones, la conmoción estética, una especie de relámpago que se desliza sinuoso, a lo largo del hábeas poético.
En 1993, sale a la luz Testimonio. Poesía. Auspiciado por la Asociación Cultural San Jerónimo. Se presentó esta obra en la IV Feria Santafesina del Libro. En esa ocasión dijo Adrián Néstor Escudero: Testimonio es la renovada epopeya del Hombre que, asumido como semilla de cruz, batalla y libra el buen combate en las fronteras de su propio espacio-tiempo. “Siglo veinte, siglo veinte, viviendo en una sola noche/ desde el nacimiento hasta el fin”, sin perder la fe, ni la esperanza ni la generosidad en su trato con los semejantes, confiado en que la misericordia del Creador también se renueva eternamente, en un diciembre sin tiempo, sin edad...
Todos estos años, se han realizado segundas y hasta terceras ediciones de estos libros. EL EDITOR
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PRÓLOGO
Fantasy es un lugar del que nadie puede regresar, Fantasy es ilusión porque nunca hay nadie alrededor CHARLY GARCÍA
PARAFRASEANDO a Charly diré que el silencio es un lugar desde donde no se puede regresar, porque no hay nadie alrededor para preguntar, pero que Los silencios de Víctor Hugo Arévalo Jordán, constituyen una gran necesidad en el ruido contemporáneo, ensordecedor y dislocado del cantautor argentino. Enunciado en plural el silencio, viejo compañero de la palabra sabia, emerge desde las profundidades connotativas de cada verso, de cada letra en este conjunto de poemas que enlazados por él mismo, surgen desde una atmósfera de «vida humana» que este poeta siente que se durmió en mi carne, en tu carne y en las cadenas de Prometeo Pero que no deja por ello de preguntarse dolorosamente por todo para despertarla Con ese alarido titánico que rompe mi silencio de bloques mudos. A través de sus versos asistimos al nacimiento de ese mundo tan arevaliano que no olvida y que busca a tientas, con los ojos semicerrados el Paraíso Perdido:
Fantasía de un mundo perdido arrancado de raíz por la muerte, que Arévalo subvierte en otro ser que desde el silencio lucha contra las «soledades recosidas en las esquinas», que se sumerge en los recuerdos que lo asisten a cada paso, y que lo mantienen erguido en el universo de sus dudas, de sus miedos: Los recuerdos no son olvidados son vagamundos grotescos del alma solitaria que busca la puerta de la luz. ¿Vagamundos grotescos? No. Fantasmales, son: recuerdos que son sueños suspendidos por los balcones de la esperanza mortificada Pero no son suyos, los suyos: no son olvidados porque no quieren morir. Quieren salir del silencio, liberar su espíritu improductivo, para renacer en el silencio necesario de la urbanidad enloquecida que siente como una fuga: Apenas se puede decir que es una fuga este sutil sobrevivir a diario encerrado en complicadas ecuaciones que se resumen en una probabilidad de seguir sobreviviendo y por muy extraño que parezca, fugando siempre de aquella realidad mal enunciada en teoremas apocalípticos, Fugarse de uno mismo, fuga del destino, fuga de la vida, que no es a veces más que escaparse hacia el silencio en esta urbanidad tan bulliciosa, donde Arévalo eleva su voz como
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un canto triste celeste de armonías del sembrador de estrellas manchadas de sangre, del sembrador de las sombras en el día, en la noche, en mi silencio, Donde como un viejo Dios barbudo ordena: despierta, levántate, ven y sígueme, mira nuestra realidad, que es diferente y es amarga. Donde como un desencajado cíclico en su siglo, encuentra la esperanza leve en el milagro de un hijo, al que arranca ineludiblemente de ese pasado barroso. Poeta enigmático, al que la nada lo desespera y lo absorbe, al que las pequeñas muertes cotidianas lo enfrentan y lo ponen en crisis con el sentido de la vida misma, donde se abren interrogantes irresolubles, sobre la condición de los seres humanos. Sus muertos diarios afectan sin prisas su instantánea sensación de estar vivo, dolorosamente vivo, en un espacio donde la vieja hilandera corta en cualquier momento, sin piedad el hilo... donde las moiras griegas, limitan a su antojo la vida y el destino del hombre y sus silencios, donde como un grito existencial que rompe todos los silencios, Arévalo descubre «su padre nuestro hambriento», haciendo una profesión casi de fe, especial a este Dios tan mundano y tan urbano: Padre nuestro hambriento que comes tus clavos de angustia: Creo en ti. ................
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Padre nuestro sucio y andrajoso quemado en la cruz por el Odio y el Cansancio: Creo en ti.
CLAUDIA SUPPO Octubre de 2004
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ÍNDICE
Sobre el autor ................................................................. 5 Prólogo, por Claudia Suppo ......................................... 13 ¿Quo vadis?.................................................................... 20 Cualquier cosa ............................................................... 28 Dime, mujer ................................................................... 30 Un día me contaron ...................................................... 32 Hay una sombra ............................................................ 34 Versos tristes ................................................................ 35 Las flores en los balcones ............................................ 38 Es que no se puede aguantar más ............................... 39 He vuelto a olvidar mi sonrisa .................................... 41 Apenas podía llamarse día .......................................... 42 Quise ser el océano ....................................................... 44 Ojos devoradores .......................................................... 46 La vida humana se durmió .......................................... 48 Sin motivo ...................................................................... 49 ¿Y no hay Dios? ............................................................. 51 No sé qué ....................................................................... 52 Nadie me dijo más antes .............................................. 54
Apenas se puede decir ................................................. 56 Paisaje ............................................................................ 58 Pasión que no se desmiente ......................................... 60 Mitos .............................................................................. 62 Con los taconeos ........................................................... 64 Y esta soledad en la noche ........................................... 66 Esperanza ...................................................................... 68 Te huyen los hijos de la memoria ................................ 70 Ya es tu sonrisa un recuerdo ....................................... 72 Si apenas te digo ........................................................... 73 Recuerdo ........................................................................ 75 Distancias ...................................................................... 76 Padre nuestro hambriento ........................................... 78 De pronto abrimos ........................................................ 80 Ya al fin .......................................................................... 82 Encerrado ...................................................................... 83 Regresas esperanza ...................................................... 85 Muere el día .................................................................. 87
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Tenemos el arte para que no muramos a consecuencia de la Verdad. NIETZCHE
¿QUO VADIS?
Este Señor en tono serio me dijo: “No es motivo de aflicción”. Pero, ni siquiera recuerdo cómo se llama este Señor que vive encerrado en una cajita mágica, sin música medieval, sin voz perceptible siquiera. Y no era motivo de aflicción que haya tanta estrella sin florecer y sin morir por los siglos de los siglos.
Seguramente de antiguo no fueron estrellas, sólo dioses perdidos que nunca lograron encontrarse. Y todavía no era motivo de aflicción que de súbito tañeran campanas con el nombre de este Señor que me dijo: “Aún no es tiempo de aflicción”. Si apenas era un triste recuerdo ese sueño y esa voz encajonada con olores a paz, mundo y estrellas con vapores redondos incienso, sotana y olor a látigo, amor y cigarro. Si acaso alguien pregunta: por qué ando tan afligido, apenas si tendré fuerzas para decir que amo este corte a medias de felicidad y dolor. Éxtasis. Paseamos mucho tiempo una tarde indagando sobre las tumbas. ¿Quo Vadis? Señor que me dices “no ha llegado la hora de la aflicción”.
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¿Es que ya no recuerdas que paseamos mucho tiempo, una sola tarde, sobre las tumbas abiertas en la Colina de guardias donde el retorno no tenía nombre aún? Y no sé todavía si en ese tiempo tenían la culpa las estrellas que no querían florecer o realmente tenían miedo de ser estrellas mientras crecía y crecía una luna mulata no redonda nunca, no redonda del todo. ¡Ay! quisiera oír esa música medieval que no te rodea y comérmela así entera y alabar a la mañana olvidada en que esperaba solo un poco de olor a rosas negras. Señor que me dices y dices y dices y no te conozco aún...
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sería bueno que me llamaras por teléfono en la hora del recuerdo si quisieras o si es posible en la hora de la infancia. (Cuando trepaba árboles y barrancos y rescataba princesas y hadas). Entonces te reconocería... quizá. Hay que pensar mucho, porque ya no sé si son sombras de la noche (pero sólo digo mis impresiones) ni si son sombras del día. ¿Quién escribía en las largas hojas del espacio la triste Historia del Cosmos? Yo sé que tú siembras epitafios con lenguas de fuego, y te detienes sorprendido y pienso que puedes arrepentirte porque hayas cometido un error. Quizá. ¡Ay! Cuánto quisiera comerme esa música medieval. (¿Quién?, ¿Bach?). Bach. ¿Cómo se llamaba tu hermano Bach? 23
Juan. Pero Juan es culpable está enfermo de Apocalipsis. Vaya orquesta monóloga como un recién bautizado, con la ternura de la vela derretida. Ahí mismo. En la pieza oscura con camisa negra, ¡ya recuerdo que era camisa negra! Sólo la vela tenía camisa blanca. Pero qué luz. Y qué blancura, si apenas se prendía recién la vela, ¡cuando ya! la camisa negra se lavaba. Señor, es invierno y hasta ahora no se consume la Luz, la camisa blanca ya envejeció, Otoño, Señor, Verano, son cosas tan distintas como esa luz. Pero qué primavera tan rara, han florecido aves y tumbas, con aires a medio cortar de humedad e incienso.
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Y parece que cada rincón es perfume de estación y cada estación es sólo una semana. (Pasa una nube, es un signo). ¿Y quién fue? No recuerdo esa madera de astilla clavada cuando ya se nubla el horizonte y canta el viento a melancolía, a lejanía. Pero ¡qué Luz! y qué blancura! si apenas se escucha a Bach y aun así parece melancolía, no parece ser ausencia. Todo esto tiene un solo ritmo, y un solo camino, al vacío o al mar. Es que en todo esto perdí ya varios siglos, pensando, porque la vela se pierde cuando se quita la camisa, si para ponerla otra vez necesito un poquito de esperanza. Hace una semana de invierno. ¿Frío?
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Allá murió un ángel y dijeron que era blanco, porque estaba congelado y ni el amor ni el deseo de seguir siendo ángel había ya en él. ¿Qué es esto entonces? ¿Es que ya todo puede acontecer? Sólo queda la melancolía porque estos tiempos se acaban con el Tiempo que se ha cansado de soplar por el tubo fundido de una ametralladora. Entonces ¿dónde estás Bach? Por favor, Señor que me dices “no es tiempo...” Llámame por teléfono, ahora justamente estoy pre-ocupado, buscando Paz y Amor para los hombres que ya ni voluntad tienen. Que sea tu llamada en la edad de la razón, además... así no te escucharé en tu cajita mágica 26
sin música medieval, sin voz perceptible siquiera. Señor, ¿QUO VADIS?
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CUALQUIER COSA
Ya no se puede soportar tanto desorden en esta apariencia de las cosas. Sin que sean realmente ellas Sino, cualquier cosa... Con ese alarido titánico que rompe mi silencio de bloques mudos. Con ese cielo dorado por techos y rayos de sol penetrando en los ojos o simplemente diluidos en el aire. Con música de voces y truenos llena de ecos y conciencia olor a pescado con monjas negras que vuelan mi sombra. Ya no se puede soportar mucho tiempo ese continuo fracturarse
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del esqueleto que pienso llamar alma precisamente de hoy para adelante. Si alguien quiere comprender se dará cuenta que aun así este paisaje es triste aún. Hay quejas sin mucho ruido y huesos que se nombran alma, siquiera. Ya no se puede soportar (lo digo en serio) tanto ruido dislocado que parece melodía y mentira y apenas es... cualquier cosa.
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DIME, MUJER
Dime, mujer: ¿Qué te hicieron mis mejores recuerdos? el perro de lana quedó silencioso abandonado en el rincón de tus cuidados escondiendo la cara de trapo con la tristeza marcada por el tiempo. Fantasía de un mundo perdido arrancado de raíz por la muerte, como un complejo de culpa y un sueño de absurdos. Con el arco en los ojos me esperaba tu asombro cuando al lado de mi yo conversamos Alma, y me sorprendo aún de haber nacido
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nuevamente, para terminar así en mi eterno diálogo conmigo mismo.
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UN DÍA ME CONTARON
Un día de nubes y nieve me contaron que un niño besaba su hombro desnudo. Yo lo vi. sus caricias estaban ocultas en algún rincón de su palma abierta y perdida en un solitario desierto de cemento y luces noctumbales del farol. Me contaron que tenía hombros de adulto precoz, destrozados en congoja. Yo lo vi. Con su miseria vestida de limosna y dólares agujeros en su inocencia infantil. Niño que besas tu hombro, ya hombre, tú, desnudo, 32
Yo lo vi, sobresaliendo por tus roturas huesudas con trapos y soledades recosidas en las esquinas. Un día de sol y verdes diseminados me contaron que el niño besaba su hombro renegrido de hambre, de frío, de miseria. Yo lo vi, y no había ni padre ni madre que derrame lágrimas y acaricie la melancolía sucia del niño cuajado de frío y limosna. ¡¡Yo lo vi!!
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HAY UNA SOMBRA
Hay una sombra pequeña de dolor que encierra sus secretos nocturnos en mi noche de ensueño que se agita en silencio y despierta y me abandona todo sueño retorna mi conciencia y mi dolor es agudo, es sangre, es sueño desgarrado en mi interior y busco adormecerme, abandonarme a tus abismos. Mi razón de ser se rebela y los espejismos se destruyen en el destino de mi ego que en mi desierto tengo sed, ah, pero no estás, compañera, nunca has estado, para darme la esponja de hiel.
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VERSOS TRISTES
Con un verso triste en la noche cantaba el búho de miedo seguramente a tanta soledad. ¿Nacieron entonces mis versos tristes? Pasaron alegres golondrinas y mis ojos despertaron ahítos de sueño. La triste niña recitaba en la noche nuevamente con su soledad. Escuchaba tanto silencio. (Despierta los oídos y ponte atenta niña triste: ¿escuchas?).
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No estabas en mis sombras fúnebres, no asistías al entierro póstumo del amor. Soy el solitario de la vida cubriendo mi silencio en mi féretro eterno. Abrieron ya las puertas cuando tú no estabas. Ahogado de silencio quedé solo con los claveles nuevos del umbral de álamos silenciosos al amanecer. Pensé en un relámpago de tiempo que se abrían las pestañas negras de la dicha. Entonces ambulaba yo de café en café, descansando en las cantinas sin borrachos. La noche seguía cantando mientras lloraban mis versos tristes. No, no era tu tiempo quien me acongojaba, sino tu soledad que es la mía, niña triste que recitabas en las noches, cuando nacieron los poetas llorones que estaban flotando en hojas no maduras y rebatidas por las olas del viento agorero. ¿Nacieron los cánticos sin fondo? Quizá únicamente eran labios secos que te nombraban.
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Abrieron mis ojos ahogados de sueño al paso de tus alegres piecesillos. ¿Nacieron entonces mis versos tristes? Afuera, las hojas verdes aún caían.
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LAS FLORES EN LOS BALCONES
Flores en los balcones y fanales, amores en soledades abandonadas, angustias y bondades reunidas, en mis tiempos adormecidos todas las cosas te han buscado y te buscan siempre con manos anquilosadas de clamar en cada espacio, en cada gesto, apenas una limosna de cariño. Los recuerdos no son olvidados, son vagamundos grotescos del alma solitaria que busca la puerta de la luz. Hay recuerdos que son sueños suspendidos de los balcones de la esperanza mortificada pero mis recuerdos no son olvidados porque no quieren morir. 38
ES QUE NO SE PUEDE AGUANTAR MÁS
Es que no se puede aguantar más tiempo de nubes perdidas y sombras muertas, de quiméricos recuerdos reproducidos tan sin miseria, libertad ni sueño, ni siquiera un triste gusano que roe continuamente el alma. Sueñan las noches vacías justamente cuando deseo dormir en silencio entonces los perros callejeros ladran debajo de mi oscurecido catre, y quién va a dormir con una noche llena de gatos que miran continuamente la oscuridad. Uno puede volverse loco de esa manera (pero qué estoy diciendo)
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si uno apenas pasa la noche en vela y el escándalo de viejas te persigue ¡como si realmente fueras secreto de cenizal! Y quién diría... que a diario se lava uno...
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HE VUELTO A OLVIDAR MI SONRISA
He vuelto a olvidar mi sonrisa por temor a ser delatado en este pequeño dolor que se ubica ni a la izquierda ni a la derecha, solo como un tiempo suspendido entre mi sístole y mi diástole como amargura mal nacida que se alberga donde no debe.
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APENAS PODÍA LLAMARSE DÍA
Aun antes de nacer te sentía Primavera sin sol, con tu luna romántica entrando en mis ventanas; oculta en la pieza la Inspiración sin poder salir por las rejas de vidrio. Llevaba los ojos mustios pisando horizontes acostados en la lejanía; por entonces los montes estaban más lejanos, el verso ya estaba conjugado en azules encarnados y mosaicos. Como un chasquido se quebraba el frugal juego de colores envueltos en sombras y penumbras madrugadas en las nubes. Ni una voz era mi dulce compañera por ser todo silencio ante mis ojos.
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Aun antes de nacer te sentía Primavera sin sol. Fue entonces cuando nací en una noche de friolentos agoreros que escondían sus sombras revoloteando en el suelo ennegrecido de miseria y dolor. No recuerdo bien si había Luz o no. Mi primera noche fue sin recuerdos vino el alba de los olvidos alejando el lucero que por el monte oteaba. Ese día fue... que apenas podía llamarse día...
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QUISE SER EL OCÉANO
Quise ser el océano y soy el océano, quise cobijarte en mi sueño y eres mi sueño me dolió que entraras furtivamente, insensible en tu danza, Salomé del desierto, me duele que salgas tan airosa de mis esperanzas nuevamente adormecidas. He bebido de tus labios mi soledad; pero mi vida no te la he dado aun, mi sueño no se ha roto aun. Me contemplé a mí mismo, y tu amor me hizo conocer todos los secretos que mi ansiedad había ignorado en la noche. En tu silencio, en mi soledad, sólo quedó el verso en mi oración pidiendo al inmolado más vida para mí, más soledad para ti. 44
Quise ser y fui te amé y fui amado.
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OJOS DEVORADORES
Hay nueve días de descanso en esta semana perdida con flojeras amontonadas. Hundido el rostro en destellos de baños vítreos, o incrustada la cabeza en la oscuridad o en espejos que remojan las malas ideas. malas luces prendidas al rojo vivo, en la noche negra, queman mis ojos y tus pies se convirtieron en recuerdos alados. Aletean mis dedos y mariposas, perdidas en una imagen de escultura. Icono ausente. Cimbra mujer de ilusiones con redoblares de campanas perdidas en lontananzas mal llamadas recuerdos. Pura ilusión. 46
Se funden las imágenes pretéritas, se han perdido las histéricas quimeras. Es sólo el espejo testigo de mi soledad como herida apretada de dolor. No se puede siquiera gemir cuando tus voraces ojos carcomen todo y no me dejan nada, ni siquiera un poco de paz y amor para los hombres de mala Voluntad. Qué oscura pieza cuando bañamos en dijes áureos con reflejos de placer en cristalinas aguas de espejos condenados. Vino la tormenta en la noche y la lluvia nos abandonó en playas distintas. Ya ni siquiera recuerdo, de cuando en cuando, es nuestra soledad. Si no tuvieras esos ojos tan devoradores.
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LA VIDA HUMANA SE DURMIÓ
La vida humana se durmió, en mi carne, en tu carne, y en las cadenas de Prometeo se perdieron en el olvido, y hoy, abandonado del destino lloro mi empeño para recordar mis sueños, erguí nuevamente mis sinfonías, se hizo la luz, y me quedé sorprendido de tanta nada.
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SIN MOTIVO
Se fueron amontonando las perlas una a una caídas del collar dentífrico. Lloraron las notas en torno mío al compás de un vals vienés; los ojos se rendían blancos de flojera con tanto sol perdido por ahí. Alguien desparramó por el mar y el suelo un poco de amor solitario que hicieron ondear tus cabellos negros juntamente con tu risa de cristal bordada en los labios. Brillaron puntos tornasolados en tus durmientes ojos, surgieron de la nada entonces las verdes hojas donde nos perdimos. Desparramé el cofre de joyas en mi corazón, con eslabones de penas y avemarías 49
y cadenas mortuorias sobre tu cuello, donde alabastro y perlas jugaban mi destino. “Mucho pierde”, me dijeron; y solo en la pequeña agonía del alma me di cuenta que era cierto. Fue entonces cuando por sorpresa o por un estremecimiento del cerebro tuve pánico de quedar encerrado en esta miseria equivocada de la cual, mal intencionalmente, la bautizamos de amor. Por ahí, en la oscuridad, dijiste abiertamente que me amabas y mis manos aletearon en el espacio, sin motivo. ¿Tendría que ser precisamente yo esqueleto armado de carne? No me convencen las oraciones porque mis manos siempre aletean en el espacio, en el vacío... y sin motivo...
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¿Y NO HAY DIOS?
¿Y no hay Dios? Cómo entonces mente febril has creado más dioses ateos, dioses sin Dios, que silenciosos y vacíos pasean taciturnos en las sombras, envueltas en una soledad sin gloria. Los dioses ateos nos rodean en su falsedad de quimeras materiales. Sé libre espíritu mío, que la tierra es sólo tierra, barro sin cocer que moja tus vestiduras.
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NO SÉ QUÉ
Con tanto diluvio pensé estar ahogado, pero apenas los vidrios temblaron de frío y nadie se dio cuenta en la pieza oscura si entraban las lágrimas, el agua o no sé qué. La ventana abierta a medias por un farol tenía tantas ilusiones como pestañeos y tantos sueños de silencio y soledad. Nadie se dio cuenta en la pieza oscura que llevaba un jarro de cantos en las manos, pidiendo limosna cuajada de no sé qué; quizá... sólo eran versos tristes. Como ya era dueño de andrajos y sueños, llevaba en la mente un jardín de sinsabores con diamantes en los pétalos de las flores.
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La ventana abierta a medias por un farol me vio tan desconocido y sin zapatos, plantado ahí afuera, creído de ser un sol en las penumbras de mi tristeza. El farol y yo estábamos protegidos ociosamente contra la lluvia, las lágrimas, o solamente no sé qué, pero; quién se iba a dar cuenta que llovía solamente.
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NADIE ME DIJO MÁS ANTES
Nadie me dijo más antes que con el viento te habías ido, un día como hoy, jueves, llevando tú en los ojos el mar, confundida con las aguas sin que las campanas dijeran nada, ni siquiera los días jueves. Tampoco me dijo nada el Sol Blanco y todo estaba siempre igual. Sólo supe de tu partida cuando el viento regresó solo. Golondrina negra o gitanilla, con ese canto calado de tristeza y esa voz tan silenciosa que quizá 54
al morir sólo fue rumor de olas. Hoy también es jueves y el cielo está más alto, más bajas están las arenas huidizas. Quizá es por eso que los jueves dejaron de ser míos, yo mismo dejé de ser jueves. Te los llevaste tú, confundiéndote con las aguas, el día y el recuerdo. Nadie me dijo más antes si tú eras libre, aire, esencia o fuego diluido en el océano, canción del ocaso, golondrina negra o gitanilla que te habías ido sin saber yo, tu partida...
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APENAS SE PUEDE DECIR
Apenas se puede decir que es una fuga este sutil sobrevivir a diario encerrado en complicadas ecuaciones que se resumen en una probabilidad de seguir sobreviviendo y por muy extraño que parezca, fugando siempre de aquella realidad mal enunciada en teoremas apocalípticos, concentrando en hacerme el quite y evitando los golpes bajos del destino, pero mi destino es sólo mío y de todos los factores de la ecuación en la que me tiene que arrojar la igualdad, ¿cuál igualdad, Dios mío?, ¿cuál? si somos juzgados sin antecedentes, somos vistos mal en la humildad, cómo fugar de esta cárcel humana cuando tu propia carne te juzga 56
cuando tu propia alma se esconde si ni Dios se transforma en Juez y verdugo ni se complace en el ser humano, imposible ser impasible cuando la fuga resulta estar en uno mismo. Quedarse es contemplarse uno mismo, pensar en el universo es humillarse, pensar en uno mismo es orgullo, ¿cuál es el justo? que piensa y no piensa para ser perfecto, ¿que siente y no siente? para poder vivir en Paz. Apenas se puede decir que es una fuga sin definición de conceptos válidos este continuo huir de las realidades sin siquiera querer la interpretación de una ecuación sin razón de ser sólo fugando, sólo fugando lo bueno se llama sagrada alma podrida de contradicciones, apenas se puede decir cualquier cosa con tal de seguir fugando.
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PAISAJE
Sombrío ulula el viento, silba la tarde, el trino concierto aéreo, es suave armonía de aves; canto la triste melodía al terminar el día. Luces celestiales que surcan los aires como aves marinas con rumbos inciertos en la vida, luces que jugando nacen y mueren al caer la tarde. El mar su cuerpo de olas ondea de aguas saladas que siempre vienen, nunca se van. Concierto de cascadas en el alma, al compás sonoro del alarido del viento. De las grandes olas su presencia ondea con suave sonido, somnolienta cascada. El arrullo del oleaje marino se confunde con el aliento del suave beso del viento que despierta los pensamientos azules de las praderas, y las nubes de fino tul en los yermos, pasa el viento, pasa solo, como un triste peregrino. 58
Acariciadas orillas de conchas y arenas donde escuchas las bellezas del hueco caracol con sonoros arpegios del mago oculto. Tanta bella tristeza, en vapores blancos de suspiros, espuma de traje de colegialas saltarinas, agónicas sutilezas del morir fulgurante en el espacio, todo canta, todo silba, todo muere despacio. Tañen inocentes las campanas, el sol candente desciende sus fuegos. Grandiosa orgía celestial al poniente, donde rugen los volcanes.
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PASIÓN QUE NO SE DESMIENTE
Pasión que no se desmiente, sueño de todos los sueños aquellos que siempre han terminado en recuerdos amontonados sueño mortal de hombres mortales que quiso las estrellas como meta disfrazándose de amor, de fe, de esperanzas, pero hombre al fin que su sendero pedregoso estimula sus sueños suspendidos por la nada de la esperanza, ¿cómo lograr lo anhelado?, tan lejano de uno mismo tan pequeña e indefinible mujer que entorpece y hace agradable el camino sin mensajeros del amor 60
sin cupidos románticos, a la fuerza, como todo lo que es vida, violencia, a la fuerza se ama ese delicado cuerpo capaz de hacer humillar al universo con sus formas insinuantes es amor cuando uno sufre la melancolía del anhelo frágil como la vida misma suspendida en un hilo empedocliano, esperando el disfraz de esperanza, la buena suerte, como si Dios nos regalara a diario favores esquivando los azares de la causa y el efecto, destino infame, encerrado para siempre en uno mismo, arrastrando errores como pecados mortales, arrepentidos sin culpa, por eso mismo destino infame, angustia perdida para siempre en el yo que tarda en morir más que la muerte misma, un adiós sin decir nada, solo arrastrando mi soledad humana soledad de un Dios humano perdido en las penumbras de las pasiones que no se desmienten.
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MITOS
Rapsodia parangonal de la tormenta con labios suaves de viento, imperceptibles vaivenes, bailando los dioses de aliento, bailando los dioses del silencio desahogándose en sus fulgurantes rayos, besando las costras de roca en el mar, truena Pachacamac tonante en las cumbres. Las barbas blancas de la mitología cubriendo este cielo perdido con nombres de vírgenes y doncellas que aman las voces sirenas, que recuerdan las horas perdidas del pasado en los arcanos del origen, donde todo comienza. Fuerza de cantos, de vida y muerte, del alma en riscos estrellados hundidos en la oscuridad de entrañas placenteras: si apenas empezamos a vivir... muertos,
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perdidos en las penumbras de la vida que mal llamada vida es ésta luz. Se ha perdido un Dios en las horas cocidas. Canto lúgubre, Pachacamac Arcano, con la voz vibrante del trueno con el sueño agonizante y telúrico de las mitologías, de la vida mal llamada luz. Las travesuras humanas se han deshumanizado un poco antes. Apenas queda un canto triste celeste de armonías del sembrador de estrellas manchadas de sangre, del sembrador de las sombras en el día, en la noche, en mi silencio, detén tus obras perdidas tus sueños mitológicos, despierta, levántate, ven y sígueme, mira nuestra realidad que es diferente y es amarga.
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CON LOS TACONEOS
Con los taconeos en los rincones oscuros resonando en ecos apenas audibles, rondas todavía en el departamento como si estuvieras presente, la distancia es un juego nuestro y tu sombra aun no se ha alejado, solo se esconde cuando te busco: Tengo la mirada en el infinito, el humo del tabaco fabrica signos, y tu, mi eterna huésped te has incrustado en mi alma para luchar tenazmente contra mi soledad. En el pasado, como extraño presentimiento, soñaba con la imagen de los ojos amplios y los labios que guardan secretos, en mi escenario desierto, vacío, (terrorífica palabra, vacío) los muslos apretados en la espera de mis tinieblas, y continué mi sueño, 64
adquirí experiencia sin proponérmelo, conocí el dolor y el sueño, mi esperanza se hizo angustia, mi oración se convirtió en petición. Nadie me habló de tus ojos, los míos son libros de tedio, ni de tus labios secretos ni de tus manos habladoras, nadie me dijo de tu ternura... sólo conocí la triste sensación de haber nacido en otro siglo, un siglo que no me corresponde. Pero aun así pude encontrarte, se apaciguaron mis temores, te resignaste a mi entendimiento, hoy, me encuentro mientras tu sombra danza en los rincones de esta pieza.
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Y ESTA SOLEDAD EN LA NOCHE
Y esta soledad en la noche con reflejos de calle, con aguas a ratos, de plateados matices; sin que nadie me siga los pasos, solo con esa sombra mordida a mis pies, y nadie más que mis manos: sean quienes se acuerden de mí. Inclinando la frente en las noches con reflejos de alboradas muertas en mi alma, reposando el silencio de tu vacío en mis manos, (terrible palabra: vacío) sin que nadie esté tan cerca con esa libertad de tierra, de luz, de viento, de cielo con aguas y sol y aire 66
y nubes y estrellas. Todo este olor a libertad con escalofríos que dibuja todos mis días hoy despierto al fin; y todo lo que es libertad no es más que soledad, No se puede dormir, con tanto silencio encima como si tapiaran con muros espesos estos sordos oídos. ¿A esto le llaman tristeza? ¡Oh! risa, mejor es no ser...
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ESPERANZA
Cada hora que transcurre, el rumor de voces se convierte en grito, mujer con los signos del amor en tu cuerpo. He esperado siempre la magnitud de tus noticias, las ventanas abiertas todos los lunes de colibríes, y hoy, que esperas un hijo el milagro parece nuevo e inmenso porque tu voz vacilará en su llanto y tus ojos serán el alba de sus ojos, como tus sueños sus orillas y distancias sus sueños serán tus barcos. Las flores se llenarán de su risa, inocencia bendecida por Dios, alegría de los cielos que protegerán esa voz que llegará primero a las puertas del jardín cuyas manitos arrancarán las rosas 68
de mi pensamiento y tu amor y cuyos pies embarrados pisarán pequeños el pasto de nuestro pasado.
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TE HUYEN LOS HIJOS DE LA MEMORIA
Te huyen los hijos de la memoria, Jardinero de cabellos níveos. Los años hacen carne en tus ojos, pronunciándose la señora parca en la sombra arrugada de frágil cuerpo. El tiempo ha engendrado sus hijos a tus ojos y con torpe sentido, siempre caminando toma forma el silencio del sepulturero que lo llevas por delante, viendo serenamente. Crece más y más tu silencio jardinero. Sólo contemplas silencioso y experto la juventud que lleva los piélagos celestiales, como pajarillos inocentes de tus clamores.
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Llevas el rostro de oscilaciones con las manos suaves, cuidadoras de mi rosal. Un día mis rosas se olvidaron de ser vírgenes. Te huyen los hijos de la memoria Jardinero de los cabellos níveos. Los espejos se han cansado devorando todas las imágenes del tiempo pretérito. Con la blancura de tus ojos cansados despintas con paciencia feral las blancas algodoneras del castillo azul. Y ahora crece el silencio de tu barba blanca, cana, sacudes aún la escarcha de las espaldas dejando caer los jalones de miseria, arrastrando caminos de sudarios negros en cantos de aves y mecidas de flores. Te vas tan lejos... donde puedas contemplar caídos pinos que dejaron los retoños de mucha sombra, donde dormitaban duendes en tus leyendas y gladiadores de tu vida sin historia. Tantos años plantando flores y criando hijos, tantos hijos que llevan otros más, tantas semillas desperdigadas en el camino. El brillo de tus ojos sólo dice adiós, jardinero que sigues hacia adelante, con tu cansancio mirando esa sombra negra que se aparta... que es silencio... y es descanso de tus flores... 71
YA ES TU SONRISA UN RECUERDO
Ya en tu sonrisa un recuerdo como caricia de láudano que mitiga la sed el dolor y tus sueños de luna blanca y noche que se prende de tu piel, campo llano, voz como los susurros de las tardes de lluvia en el verde paisaje de la lejanía. Ansias que se transforman en rubor de sábanas, lejana y transparente inocencia, mis recuerdos se esconden con el alba para revivir las esperanzas suspendidas en los cantos de las tardes, entre lluvias, sol y sonrisas, que la tuya ya es recuerdo.
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SI APENAS TE DIGO
Ya todo sube cantando por los aires perdiéndose en ese saco sin fondo, celeste, como todo cielo sin celajes ni horizontes: Pero, si apenas siento soledad de árbol erguido con hojas verdes de ilusiones. Blondas algodoneras en las sienes de recuerdos azules y lejanos, que me rodean, arrullan y adormecen. Pero si apenas siento sutil brisa con tristezas acumuladas en mi ser sin motivo, sin embargo muere muy despacio aún. ¿Ya todo es suave encanto? 73
entonces ¿ya no vuelven las aves agitándose?, ¿ya no escucho silencios de rato en rato?, ¿ya nada puede sorprender? No puedo ver tus flores tan frágiles de dolor. Sólo recuerdo las ideas de nieve enlutados por las tristes oleadas del viento. Recuerdos que se destrozan de un momento a otro. El cielo es apenas una lejanía como una estrella con esperanza casi marchita, casi una flor perdida en la arena. ¿Entonces? ¿llueve? Sólo veo tan nublada el alma y mis ojos. Es que apenas me dejaste tu perfume de jazmines y rosas viejas de huellas esparcidas en las miradas, de manos, de pies, de oraciones que se cuidan de todo mal. Me dejas solo y me quedan tus recuerdos tan lejanos de voces, de risas que ya no se pueden olvidar: pero, si apenas oigo que te digo que dejaste solo... 74
RECUERDO
Ton y son inconcebible, temblor de trueno. Remanso de lluvia en las laderas, sonido en remojo de aguas. Horizonte blanco de sal blanquecina. Eco imperceptible de montañas, ton sublime de las alturas canto de cóndores míticos Andes, Andes nunca olvidados.
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DISTANCIAS
Esta vez parece que no soy yo quien desea robar el rubí de las noches estrelladas. Quien se quedó sentado y sin luna rompiendo ocasos del futuro con los fuegos del deseo y la muerte. Esta vez parece no que soy yo sino simplemente que eres tú. Tú no eres, soy yo. Esta vez parece que estoy tan lejos, con los ojos pegados en la tierra, pisando sombras y estirando las manos anhelantes con vapores del deseo, que apenas me doy cuenta que triste estás tan cerca tú de mí. 76
Tú estás lejos cerca yo. Y esta vez parece que soy un pequeño secreto lleno de tu vacío que ya no me llega, perdido entre los dos que somos uno. Tú y mi soledad. Yo y tu llanto.
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PADRE NUESTRO HAMBRIENTO
Padre nuestro hambriento que comes tus clavos de angustia: Creo en ti. Creo en tu tormenta cruzada de mares, sujeta de nubes y cantos aguados, creo en tus lágrimas sobre Jerusalén. Creo en ti cuando vienes del Vacío paseando tu soledad, repartiendo pan y pescado sin sal, bebiendo el vinagre de tu olvido durante la tarde y cada noche. Padre nuestro epiléptico que rompes tus dientes a cada paso contemplando las estrellas sin pecados, Creo en ti.
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Señoreando misterioso y oculto detrás de cada hoja, en cada canto de aves. Contemplas pensativo el río monótono. Eres humano y tu tentación es apenas una flor. Manjar diario y doloroso. Padre nuestro de hálito calcinante y desértico nacido antes que nosotros, los hombres, concebido en formas tangibles, quizá de niño, con los ojos abiertos al infinito, quizá de anciano. Padre Nuestro sucio y andrajoso quemado en la cruz por el Odio y el Cansancio, Creo en ti. Tiempo. Paseas aburrido y te tumbas en la hierba, cerrando los ojos, vacío el madero cruzado. Hastío del manjar de cada día.
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DE PRONTO ABRIMOS
De pronto abrimos un hueco en el espacio que tiene salmos de amor y Paz, de luceros y estrellas nítidas, de paraíso presente y cantares, viviendo la lluvia y el fuego... lluvia que baña mis ojos dejando blancuras de mármol griego... fuego que limpia los labios con cosquilleos de placer. Todo cubierto de oro y pasión en estos días con fondos blancos perdidos en el largo cabello del tiempo que dibuja sólo una mente febril de sueños acrobáticos. De pronto abrimos un hueco azul en el espacio y contemplamos a través de su transparencia un fanal cubierto de hojas reverdecidas
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igual a las horas verdes, amontonadas y ausentes de la vida, vemos alejarse las alegrías por las puertas verdes de la primavera, navegando en naos florales, llevando sueños de tiempo y espacios ausentes, reales, como nosotros que somos hijos del Olimpo. Quizá detrás nuestra muerte y debajo del sueño buscamos el recuerdo de nuestras edades pretéritas. Sin despertar del todo y velando el sueño paternal, esperando sólo este amanecer con lluvia en el vacío; pellizcándonos que somos tierra y aire, balanceando las piernas y silbando una canción. De pronto abrimos un hueco en el espacio y encontramos un collar de sonidos en el remolino, mientras nuestra sombra escucha atentamente la melodía del cosmos de pasiones paradisiales. Mejor pasamos juntos por el hueco del espacio y pisamos las brisas vendavales descendiendo casi solitarios el camino de las estrellas.
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YA AL FIN
Ya al fin fresca está la mañana, hierba diseminada, ansiando el beso de tu falda dispersa entre las hayas verdes de azafrán y sándalo. Ya al fin te siento tibia y húmeda después del rocío sobre la yerba que te sintió temblar.
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ENCERRADO
Encerrado parsimoniosamente en esta imagen virtual, la mía, igual que un moribundo con los dedos de glacial soledad, triste y desaliñado, con los húmeros fornidos del Errante casi desfallecido, imagen virtual la mía oculta sin perdón detrás del espejo. Como un faisán triste en su jaula de acero, eternizando momentos tan fugaces, sólo mi imagen acompañada siempre de su aliento mórbido, como único compañero de la vida; olvidándose de sus pequeños latidos, consumiendo el silencio de velas encendidas en los ojos, 83
dejando donde están los días sin sol, las noches sin luna, la vida sin luz, resecándose cada vez más las huesas carcomidas de un rosario desusado, de esqueleto santo. Me trajeron la voz de Dios se quedó prendida de mi sorpresa, y nadie entonces comprendió por qué mi sordera y por qué llevaba mi verbo incomprensible detrás de ese espejo, consumiendo el silencio de velas encendidas en los ojos, dejando donde están los días sin sol, las noches sin luna, la vida sin luz, resecándose cada vez más las huesas carcomidas de un rosario desusado, de esqueleto santo. Me trajeron la voz de Dios que se quedó prendida de mi sorpresa, y nadie entonces comprendió por qué mi estupor y por qué llevaba mi verbo incomprensible detrás de ese espejo, incompleto, sintiendo la imagen virtual, la mía, llena de un vacío distribuido en siete pedazos rotos, con bordes infinitos y otras siete imágenes virtuales, mía solo una, las demás... vestidas de angustia... 84
REGRESAS ESPERANZA
Como un sueño vagabundo de la eternidad huyes con mi angustia soledad, Esperanza, casi siempre blanca, pura y renovada. Infinitas inmensidades del tamaño de un minuto. Olor a sol seco que pudre el ambiente y esta triste soledad agonizada muriendo fulgurante en el espacio hueco, vacío de alegrías que fueron ráfagas sutiles, vacío de perfumes añorados y rayos de fuego dorado, brisa y ola sonajera; noche triste volando amariposada, caminante lluvia aguada
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y llorosa atareada con la muerte que corre por detrás, cojeando a momentos en sus empeños amargos de caminar aislada por los recuerdos, escuchando apenas que todo se mueve, cantando muy quedo. Muy despacio. Como una ilusión reconocida en tu soledad, huyes siempre esperanza solitaria. (Mientras tanto todas mis tristezas se vienen conmigo) Y regresas esperanza renovada el vestuario pero como nunca o como siempre más sola y más triste.
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MUERE EL DÍA
Noche con reflejos de calles, llueve a ratos sobre puertas pinceladas de la luna, con tinta blanca y tinta sombra, techos de cabellos en casa pensantes, gotas plateadas y matices viejos, penachos peinado de pensamientos. Sombras al viento desparramadas en la noche con reflejos de calle, llueve a ratos la melancolía de los labios acuosos que ruedan con la furia de los recuerdos y los sueños de ir lejos y lejanía, de cantos verdes en derroteros plateados que caen en mí que caen en mis manos,
desgajándose en este asiento oscuro donde Eva muestra sus ojos de sombra. Noches con reflejos de calles, llueve a ratos, frágiles rayos de luna que mueren cerca del Orto. La noche se llama Eva y se lleva el tiempo en sus pies cansados del placer viviente, cabellos de oscuridad esparcidos en todos los /rincones, en mis retinas, oscuridades prendidas de los dedos cactus aristales, huyendo los pies por la quinta esencia cocida de barro, la noche se llama Eva, sin amar su memoria Eterna con su caminar sin rumbo ni meta fija en esta noche con reflejos de calle, (llueve a ratos), si... noche que se llama... y se lleva la tristeza de mis ojos y la soledad de mis labios. Muere el día en la lluvia.