SUMARIO COLABORACIONES Luis Amela Valverde ...
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SUMARIO COLABORACIONES Luis Amela Valverde ..................................................................................... 3 RRC 530/1. Antoninvs Imp Con L. Atratinvs Avgvr. Raúl Sánchez Rincón...................................................................................... 7 Nuevas variantes de monedas de Alfonso VIII (1158-1214) en territorios recién conquistados. Antonino Poiares .......................................................................................... 17 Uma carta de Frei Gonzalo Hispano Nuncio do Papa Inocéncio III. Miguel Ibáñez .............................................................................................. 23 El informe de D. Pablo Ilarregui, (Académico de la R.A.H.) sobre las monedas del Príncipe de Viana. Javier Verdejo Sitges ................................................................................... 29 Las acuñaciones de la Casa Vieja Segoviana de ocho y cuatro maravedís de 1661. Herman Blanton .......................................................................................... 35 La última macuquina de plata de Santa Fe, el cuartillo de 1755. Hipótesis sobre su origen. Antonio M. Arroyo y Miguel Tercero Castresana ....................................... 43 Fraude monetario en Portugal. Joan-M. Carreras Zaragoza ......................................................................... 53 El primer billete de 5.000 pesetas. LIBROS RECIBIDOS
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CRÓNICA XXXI SEMANA NACIONAL DE NUMISMÁTICA ................................
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Dep. Legal. B.23.929-1996.
ISSN 0210-2137
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Colaboraciones RRC 530/1. ANTONIVS IMP CON L. ATRATINVS AVGVR LUIS AMELA VALVERDE Una de las curiosas (y raras) amonedaciones de bronce del período del Segundo Triunvirato es la siguiente (RPC 2226 = RRC 530/1). Se trata de un bronce pesado, de 23 mm de flan, 13.90 g de peso medio (en 11 piezas), con eje horario 12 h. (BURNETT, AMANDRY Y RIPOLLÈS, 1992, 380). Su descripción es la siguiente:
Anv.: Cabeza imberbe y laureada de Jano; arriba, I; debajo, alrededor, L·ATRATINVS·AVGVR. Rev.: Proa de nave a dra.; arriba, ANTONIVS; abajo, IMP.
Como puede apreciarse, presenta el tipo tradicional de Jano en el anverso y de la proa en el reverso (BABELON, 1885, 182.). Sear señala que sus rasgos recuerdan a Marco Antonio (cos. I 43 a.C.) (SEAR, 1998, 166), con lo que no estamos muy de acuerdo. Considerada como un as1, como indica su marca de valor en el anverso. El monetario es L. Sempronio L. f. L. n. Atratino (73 a.C.-7 d.C.) (cos. suff. 34 a.C.), probablemente legatus pro praetore de Marco Antonio en Acaya en ca. 39-37 a.C. (GRANT, 1969, 37). El peso estándar es el semiuncial que había sido sancionado bajo la lex Papiria (91/90 a.C.) (GRUEBER, 1910, 501 n. 1. BURNETT, AMANDRY Y RIPOLLÈS, 1992, 380. SEAR, 1998, 167.). 1
GRUEBER, 1910, 501 n. 1. SYDENHAM, 1952, 197. GRANT, 1969, 37. CRAWFORD, 1974, 533. AMANDRY, 1986, 85 (con interrogante). BURNETT, AMANDRY Y RIPOLLÈS, 1992, 380. SEAR, 1998, 166. CATALLI, 2001, 205 y 283.
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Babelon, al hablar de esta pieza, señala que debió de emitirse antes de julio del año 38 a.C. (BABELON, 1885, 182; 1886, 431), y ya la diferencia del resto de emisiones del mismo monetario pertenecientes a la amonedación de “los prefectos de la flota” de Marco Antonio (RPC 1453-1470)2. Su cronología no parece presentar duda alguna. Atratino fue elegido al colegio pontificio en el año 40 a.C. (CIL VI 1976 = ILS 9338, 3) y fue nombrado consul designatus3 en la época del Pacto de Misenum (mes de julio del año 39 a.C.)4, condición que no aparece citada en esta moneda5, y sí la de augur. En este mismo momento fue cuando Marco Antonio fue nombrado para ocupar un segundo consulado. Por ello, es muy razonable considerar que fue emitida entre ambos hechos, entre la segunda mitad del año 40 a.C. o en la primera mitad del año 39 a.C.6, en cualquier caso antes de julio del año 39 a.C.7 El reverso de la
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BABELON, 1885, 187; 1886, 434. Sobre esta serie, vid: M. AMANDRY, “À propos du monayage de L. Sempronius Atratinus”, GNS 33. 132 (1983), 82-85; “Le monnayage en bronze de Bibulus, Attratinus et Capito - I. «Una tentative de romanisation en Orient»”, SNR 65 (1986), 73-104; “Le monnayage en bronze de Bibulus, Attratinus et Capito – II” , SNR 66 (1987), 101-134; “Le monnayage émis en Orient sous l'autorité d'Antoine par Calpurnius Bibulus, L. Sempronius Attratinus et M. Oppius Capito: un essai d'estimation quantitative”, en Rhytmes de la production monétaire, de l'antiquité à nous jours. Actes du colloque international (Louvain-la-Neuve, 1987), 223-225; “Le monnayage en bronze de Bibulus, Attratinus et Capito – III”, SNR 69 (1990), 65-102. R. MARTINI, “Monetazione bronzea orientale di Marcus Antonius, I”, RIN 85 (1983), 49-72; “Monetazione bronzea orientale di Marcus Antonius, II”, RIN 86 (1984), 17-60; Monetazione provinciale romana. I. Sicilia. Le emissioni tardo-repubblicane di Atratinus e le serie con ritratto di Octavianus Augustus e di Tiberius (36 a.C.-37 d.C.), Milano, 1991; Monetazione bronzea romana tardo-repubblicana. I. Divos Iulius di Octavianus, «assi» di Sextus Pompeius, emissioni dei prefetti di Antonius, Milano, 1998. 3 GRUEBER, 1910, 510 señala que entró en funciones en el año 34 a.C. por renuncia de Marco Antonio en su favor. 4 Se acordó nombrar a los cónsules de los siguientes ocho años (App. Bell. Civ. 5, 73 únicamente establece «por cuatro años»). 5 Sí aparece, en cambio, en la «amonedación de los prefectos de la flota». 6 GRUEBER, 1910, 501 n. 1 (que prefiere una fecha temprana en este período al considerar los tipos utilizados en la moneda un «revival» de los tipos anteriores de las monedas de bronce, pero que no es útil a la hora de fechar esta pieza). 7 GRANT, 1969, 37. SYDENHAM, 1952, LXVIII y 197. CRAWFORD, 1974, 533. BURNETT, AMANDRY Y RIPOLLÈS, 1992, 380. SEAR, 1998, 166. CATALLI, 2001, 205 y 283.
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moneda parece indicar que Marco Antonio no había recibido todavía su segunda aclamación imperatorial8. Ya más complicado determinar el lugar de esta acuñación. Unos la consideran directamente de una ceca incierta (CRAWFORD, 1974, 533. CATALLI, 2001, 205 y 283). Crawford9 no ve ninguna razón para atribuir esta emisión a la ceca de Brundisium (?), como Grant10 Si bien los tipos tradicionales republicanos de la cabeza de Jano y la proa favorecen su ubicación en una ceca occidental, las dos conocidas procedencias (de las regiones de Troas e Ionia, en la provincia de Asia) sugieren un origen más oriental11. La posterior participación de Atratino en la amonedación de “los prefectos de la flota” de Marco Antonio (RPC 1453-1461), en sus series pesadas, ha sido de manera tentativa atribuida a Lechaeum, el puerto de Corinto12, aunque es improbable que ello tenga alguna relación con el lugar de emisión de la presente acuñación13. Su metrología, que la aparta de las emisiones de bronces pesados de Occidente, como son los ases emitidos por los pompeyanos (RPC 486 = RRC 471/1. RPC 487 = RRC 478/1a-b) es interpretado como Sear como evidencia para un origen oriental de esta pieza de Atratino14. Más complicado por ahora es decidir en qué taller fue acuñada esta serie. Bibliografía AMANDRY, M. (1986): “Le monnayage en bronze de Bibulus, Attratinus et Capito I. «Una tentative de romanisation en Orient»”, SNR 65 (1986), 73-104. BABELON, E. (1885): Description Historique et Chronologique des Monnaies de la République Romaine vulgairement appelés monnaies consulaires, vol. II, Paris. BABELON, E. (1886): Description Historique et Chronologique des Monnaies de la République Romaine vulgairement appelés monnaies consulaires, vol. II, Paris. BURNETT, A. M., AMANDRY, M. Y RIPOLLES, P. P. (1992): Roman Provincial Coinage. Volume I. From the death of Caesar to the death of Vitellius (44 B.C.-A.D. 69). Part I: Introduction and Catalogue, London. CATALLI, F. (2001): Monetazione romana republicana, Milano. CRAWFORD, M. H. (1974): Roman Republican Coinage. 2 vols., Cambridge.
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SEAR, 1998, 166.- GRUEBER, 1910, 501 n. 1 señala que todavía Marco Antonio no había recibido su tercera aclamación, fechada en el año 38 a.C. 9 CRAWFORD, 1974, 533. 10 GRANT, 1969, 37. 11 BURNETT, AMANDRY Y RIPOLLÈS, 1992, 380. SEAR, 1998, 166-167. 12 BURNETT, AMANDRY Y RIPOLLÈS, 1992, 285. 13 SEAR, 1998, 167. 14 SEAR, 1998, 167.
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GRANT, M. (19692): From Imperium to Auctoritas: A Historical Study of the Aes Coinage of the Roman Empire, 48 BC-AD 14, Cambridge. GRUEBER, H. A. (1910): Coins of the Roman Republic in the British Museum. Vol. II. Coinages of Rome (continued), Roman Campania, Italy, The Social War, and the Provinces, London. SEAR, R. S. (1998): The History and Coinage of Roman Imperators, 49-27 BC, London. SYDENHAM, E. A. (1952): Roman Republican Coinage, London.
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NUEVAS VARIANTES DE MONEDAS DE ALFONSO VIII (1158-1214) EN TERRITORIOS RECIÉN CONQUISTADOS RAÚL SÁNCHEZ RINCÓN Contextualización A inicios del año de 1200, el ejército de Alfonso VIII domina Guipúzcoa, gran parte de Álava y el Duranguesado, e incorpora estos territorios definitivamente al reino de Castilla. Es el epílogo a la crónica de una derrota anunciada. Los monarcas navarros deben ceder ante el enésimo embate de sus poderosos vecinos, castellanos y aragoneses, y asistir a la segregación de uno de sus bienes más preciados1. Las pretensiones sobre estas tierras se remontan a 11342, año de la restauración del reino de Pamplona. Muerto Alfonso I el Batallador (11091126), sin descendencia directa y con un testamento de difícil ejecución, se cuestiona el futuro próximo de las coronas aragonesa y navarra. La salida a la crisis política viene en forma de ruptura: García Ramírez (1134-1150), apoyado por la oligarquía pamplonesa y el tenente de los territorios vascos, el conde Ladrón, reinará en Navarra (incluidas amplias zonas de Álava, el Duranguesado, la Vizcaya Nuclear y Guipúzcoa); Ramiro II hará lo propio en Aragón. Mientras tanto, Alfonso VII (1126-1157) se beneficia de la coyuntura para ocupar la Rioja Alta, uno de los espacios perdidos durante el reinado de su madre. A partir de dicha fecha, los sucesivos soberanos 1
La pérdida de las posesiones guipuzcoanas privan a Navarra de la anhelada y perseguida salida al mar. Tiempo atrás, en 1180, Sancho VI había concedido a tal efecto fuero a San Sebastián. Se pretendía crear una villa con marcado carácter marítimo destinada a canalizar el comercio navarro a través del puerto (Fortún, 2000: 462). 2 Desde el 1024, en tiempos de Sancho el Mayor, Álava (corónimo que englobaba entonces seguramente a Vizcaya. Guipúzcoa ignota hasta el momento, entra en las páginas de la Historia en el 1025 con motivo de una donación, parece integrarse en el reino pirenaico en torno al año mil) se encuentra entre los territorios sujetos a la soberanía pamplonesa. Aprovechando la minoría de edad del conde de Castilla García Sánchez, el rey navarro asume el control del condado. El asesinato del heredero en 1029 propició, empero, el inicio del proceso de integración de derecho de las tierras alavesas en el reino de Pamplona (Besga, 2003). No debemos olvidar que, tras la muerte del infante, la herencia del solar castellano recaía en la mujer de Sancho III, Muniadonna, hermana mayor del desaparecido García Sánchez. En 1076 asistimos a un nuevo cambio de titularidad en las citadas posesiones al socaire de otro asesinato, en esta ocasión del monarca Sancho IV el de Peñalén. Su muerte es utilizada por el rey de Castilla, Alfonso VI, para recuperar antiguas heredades Álava y Vizcaya- y ocupar nuevas -Guipúzcoa y La Rioja-.
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castellanos no cejarán en su empeño de restituir la situación territorial de 1076 (Fortún, 2000: 444). Así, a lo largo del siglo XII, se suceden los ataques y las subsiguientes respuestas en la frontera con Castilla (1134, 1136, 1158, 1162-1163, 1173-1176, 1195, 1198, 1199-1200) o los intentos de reparto del pequeño reino pirenaico entre castellanos y aragoneses (Tratados de: Carrión de los Condes -1140-, Tudején -1151-, Lérida -1157-, Cazola -1179- y Calatayud -1198). La campaña de 1199-1200 supone el punto final a las hostilidades. Las tropas de Alfonso VIII penetran en Álava desde Pancorbo (6 de mayo) y dirigen los esfuerzos bélicos casi de inmediato, tras varias escaramuzas en la cuenca del Ayuda -condado de Treviño-, a sitiar Vitoria, objetivo último del ataque. El cerco, iniciado antes del 5 de junio3, se desarrollará en los 8 meses siguientes, y pondrá a prueba la resistencia y tenacidad de los defensores. Paralelamente, el contingente castellano debió centrar sus miras en asegurarse el control del territorio, no olvidemos que se movían, en apariencia, en medio hostil4, bien a través de nuevas operaciones militares y/o entablando negociaciones con las élites de Álava y Guipúzcoa. El soberano navarro, Sancho VII (1194-1234), dada la gravedad de los hechos y la debilidad manifiesta, abandonó el reino en busca del auxilio almohade, única potencia peninsular capaz de hacer frente al poderío alfonsí. Desactivada la vía catalano-aragonesa, aliada en aquellos instantes de Castilla, el rey fuerte, marcha a tierras musulmanas donde sólo consigue recaudar importantes sumas de dinero. El tiempo perdido en dicha expedición, unido a la falta de un contraataque contundente, no hacen sino agravar la situación de los asediados. Desprovistos de alimentos, la cosecha de ese año no pudo ser recogida, y desanimados, quizá por la ausencia del monarca y el prolongado encierro, piensan en entregar la ciudad. No obstante, semejante acción no se podía llevar a cabo sin recibir antes autorización expresa del rey, si no se quería incurrir en traición. A tal efecto, se acuerda establecer una tregua y enviar una delegación, compuesta por el obispo de Pamplona y un caballero de la guarnición, en busca del beneplácito regio. Escuchados los argumentos, Sancho VII (1194-1234) permite la capitulación de la villa. Vitoria, última plaza fuerte en rendirse, a
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Fernández de Larrea Rojas, J.A. (2000): “La conquista castellana de Álava, Guipúzcoa y el Duranguesado (1199-1200)”, RIEV 45, 2, p. 433. 4 La postura adoptada por las aristocracias locales en el conflicto no suscita unanimidad entre los diferentes autores consultados. Unos prefieren hablar de colaboración (Fortún, 2000: 480-485; González, 1982: 246-247) y otros, de resistencia (Fernández de Larrea, 2000: 435-437).
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excepción de Portilla y Treviño5, pasa a manos de Alfonso VIII en enero de 1200. Las variantes Tras la conquista, la llegada de numerario propio del nuevo poder reinante se produce sin solución de continuidad. La economía, el comercio, la vida… siguen su curso y no entienden ni de quiebras políticas, ni de mudas de soberanía. Como era de esperar, las especies monetarias de la corona de Castilla sustituyen de forma natural, en el cambio de centuria, a las navarras. De hecho, las series más modernas (y/o de amplia fabricación, hasta 1256) del reinado de Alfonso VIII6 copan el mercado, representando un porcentaje significativo en el registro arqueológico. No puede decirse, sin embargo, lo mismo del resto de acuñaciones, de las que no existe constancia, al menos de momento. Constituyen aquellas series, de dineros pepiones (anterior a 1178-1256) y de dineros burgaleses (1195-1256), los únicos testimonios numismáticos castellanos, atribuibles a finales del XII principios del XIII, presentes en los diferentes yacimientos consultados7. Es en dos de ellos, Otaza y Túnel de San Adrián, donde hemos detectado las novedades a descubrir en próximas líneas. Las circunstancias de ambos hallazgos son dispares y no responden, a diferencia de los otros ejemplos expuestos, a intervenciones arqueológicas al uso. El conjunto de San Adrián fue descubierto en 1964, por miembros de la Sociedad Excursionista Manuel Iradier de Vitoria-Gasteiz, en el fondo de una de las galerías secundarias del paso natural de montaña que une las provincias de Álava y Gipuzkoa8. Mientras que el tesorillo de Otaza es fruto de un hallazgo casual9. 5
Ambas, dos islas navarras en territorio castellano, son intercambiadas por Inzura y Miranda de Arga, posesiones de Castilla en Navarra, en 1201. 6 Seguimos en este punto a A. Roma (2000:140-164). 7 Álava. Catedral de Santa María (Vitoria-Gasteiz): dineros de Sancho VI de Navarra (dS6): 1, dineros pepiones (dp): 9, dineros burgaleses (db): 5, dineros de Alfonso IX de León, ¿dineros leoneses?: 1, dineros de Jaime I de Aragón: (dJ1): 1. Ermita de San Julián y Santa Basilisa (Zalduondo): dp: 1. Otaza (Vitoria-Gasteiz): dp: 6, db: 5028. Bizkaia. Recinto fortificado de Orduña (Urduña-Orduña): dp: 1. Gipuzkoa. Iglesia de San Esteban (Oiartzun): dS6: 1, dp: 1, dJ1: 1. Túnel de San Adrián (Parzonería general de Gipuzkoa y Álava): dS6: 10, dS7: 9, dp: 54, db: 12. La pieza otorgada a Alfonso IX o Fernando II de León (nº 56), que por lógica cronológica debería incluirse en la siguiente relación, en realidad es una doble mita de Flandes. 8 En el sondeo realizado para recuperar los diversos materiales visibles, además de ciento cuarenta y dos monedas, hallaron veintidós hebillas, nueve placas de cinturón, dos anillos y catorce llaves. "Los objetos aparecieron en una fina capa de tierra
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Tres nuevas variantes representan mi humilde aportación en la búsqueda de una mejor caracterización de un tipo tan profusamente estudiado como los dineros burgaleses10: dos piezas inéditas y un ejemplar no extraño en las colecciones, pero que la diosa Fortuna quiso favorecernos a la hora de su identificación.
Dinero burgalés de Nájera al triple de su tamaño
Dinero burgalés, Alfonso VIII (1158-1214), Nájera, 1195-1211-121411. Anverso: ΛИFVS REX, rodeada de gráfila circular de pequeñas líneas. Busto, preciso, coronado a la izquierda ocupando el campo. Ojo ovalado, pelo recogido en doble moño, portando túnica o manto real de cuello negra arcillosa (en lo que parecía ser un charco, según palabras de Elisa García Retes, autora de la primera catalogación), sin estratigrafía definida y con un espesor de 4 a 7 cm". (García Retes, 1987: 394). 9 Durante las obras de demolición del pequeño pueblo de Otaza, situado a 6 km. de Vitoria-Gasteiz pero dentro de su término municipal, previas a la construcción del futuro aeropuerto de Vitoria-Foronda, la familia de Rosa Álvarez Navarro encontró mientras paseaba por sus terrenos una olla de cerámica repleta de monedas. Con posterioridad, y ante el alcance de la noticia, una excavación de urgencia promovida desde el Museo de Arqueología de Álava permitió localizar más fragmentos cerámicos pertenecientes a dos recipientes y 36 dineros burgaleses. La vasija oculta junto al paño exterior de un muro o enlosado, sobre el que, parece, se levantó la iglesia del pueblo, contenía un total de 5034 dineros de vellón. 10 Cfr. Álvarez Burgos, 1998: 53-54; Collantes, 1973: 113-136; Domingo Figuerola, 1977: 203-221; Pierson, 1970: 23-27; Roma, 2000: 159-163. 11 Todos los numismas objeto de estudio están depositados en el Museo de Arqueología de Álava. En este punto quiero mostrar mi más sincero agradecimiento a los responsables de la citada entidad por la inestimable ayuda prestada, y en especial a Elisa García Retes por su infinita paciencia.
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abierto adornado con una cadena o collar representado por tres filas horizontales (la superior, realizada a base de puntos).
Reverso: CΛ/STE/LΛ, retrógrada. Castillo de configuración recta con dos torres almenadas en gráfila circular de pequeñas líneas. En el centro, vástago con cruz patada en su extremo ocupando el campo. Encima de las torres marcas de ceca, a la izquierda: estrella de cinco puntas y maciza, a la derecha: letra И. La primera letra Λ está invertida, hacia abajo. Peso: 0.82 gr. Módulo: 17 mm. Dirección de cuños: 4H
Nº Inventario: OTAZA_Ha(llazgo).6012
Referencia Bibliográfica: ÁLVAREZ BURGOS, F. (1998): Catálogo general de las monedas españolas: Catálogo de la moneda medieval Castellano-Leonesa. Siglos XI al XV, Vol. III, Madrid, p. 54, nº 201.2. Variante leyenda de reverso. ROMA VALDÉS, A. (2000): Moneda y sistemas monetarios en Castilla y en León durante la Edad Media (1087-1366), Barcelona, p. 162, Buen estilo, Grupo Cb. Sin subtipos. Asume la tipología propuesta por L. DOMINGO FIGUEROLA (1977: 213, nº 20), que, a su vez, se basó en los trabajos de A. PIERSON (1970: 24, nº 4) y E. COLLANTES (1973: 121, nº 32). Si bien, en la catalogación de FIGUEROLA la leyenda del tipo general se lee de izquierda a derecha (sentido contrario a las agujas del reloj) y no de derecha a izquierda (sentido horario).
Una vez revisados los dineros de dicha ceca (6 monedas), podemos despejar las dudas albergadas relativas a su identidad y afirmar que nos encontramos ante una nítida letra “N/И” y no ante una “Λ”. Al examinar las leyendas de anverso y reverso de esta emisión, se observa la acusada diferencia entre ambas. La primera, la componen dos trazos rectilíneos paralelos, unidos entre sí por una línea oblicua la cual está dispuesta de izquierda a derecha (“N” normal) o derecha a izquierda (“И” retrógrada); no así la segunda, un triángulo inconcluso en su base (“Λ”). Además, siempre que la marca de taller se simboliza mediante una de las dos soluciones iconográficas posibles, la letra homónima del anverso adopta idéntica grafía.
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De las 5034 monedas que componen el tesorillo de Otaza, sólo pudimos analizar 108 (36 de la intervención arqueológica y 72 del hallazgo) ya que el resto permanecían expuestas al público: en un primer momento en el Museo de Bellas Artes y en la actualidad en el Museo de Arqueología de Álava. Al no haberse establecido ningún número de inventario para cada una de las piezas, decidimos dárselo nosotros respetando el siguiente orden: sigla del yacimiento, procedencia (hallazgo o excavación) y un número correlativo.
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Meaja fabricada en Osma. Aumentada tres veces
Meaja, Alfonso VIII (1158-1214), Osma, 1195-1256. Anverso: ΛИFVS REX, rodeada de gráfila circular de pequeñas líneas. Busto, degenerado, coronado a la izquierda ocupando el campo. Ojo redondo, pelo recogido en doble moño, portando túnica o manto real de cuello abierto adornado con una cadena o collar representado por una fila de perlas. Letra F invertida, hacia abajo. Reverso: CΛ/ST[e]/LΛ. Castillo de líneas curvas con dos torres almenadas en gráfila circular de pequeñas líneas. En el centro, vástago con cruz patada en su extremo ocupando el campo. Encima de las torres marcas de ceca, a la izquierda: estrella de cinco puntas y maciza, a la derecha: letra O. Peso: 0.31 gr. Módulo: 14 mm. Dirección de cuños: 4H Nº Inventario: TSA.66 Referencia Bibliográfica: ÁLVAREZ BURGOS, F. (1998): Catálogo general de las monedas españolas: Catálogo de la moneda medieval Castellano-Leonesa. Siglos XI al XV, Vol. III, Madrid, p. 54, nº 202. Variante, divisor no recogido. ROMA VALDÉS, A. (2000): Moneda y sistemas monetarios en Castilla y en León durante la Edad Media (1087-1366), Barcelona, p. 162, Mal estilo, Grupo Fa. Divisor no catalogado.
A pesar de la incierta lectura de la marca de ceca, conservada parcialmente, el abanico de atribuciones probables era escaso: o la “P” o la “O”. No obstante, algunas evidencias disipaban la bruma que empañaba nuestra visión. La dudosa impronta del perdido trazo curvo que completa la letra “O”, junto a la característica manera de dibujar la estrella del reverso (en el taller de Palencia o Plasencia la estrella de cinco puntas presenta umbo central, en Osma nunca), apuntaban a la población soriana como indudable centro emisor.
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Dinero burgalés, ceca dos puntos. Al triple de su tamaño
Dinero burgalés, Alfonso VIII (1158-1214), ¿ceca móvil, dos puntos?, 1195-1211-121413. Anverso: ΛИFVS REX, rodeada de gráfila circular de pequeñas líneas. Busto, degenerado, coronado a la izquierda ocupando el campo. Ojo redondo, pelo recogido en doble moño, portando túnica o manto real de cuello abierto adornado con una cadena o collar representado por una fila de perlas. Letra F invertida, hacia abajo. Marca de ceca: punto delante de la letra R y bajo el moño. Reverso: CΛ/STE/LΛ. Castillo de líneas curvas con dos torres almenadas en gráfila circular de pequeñas líneas. En el centro, vástago con cruz patada en su extremo ocupando el campo. Encima de las torres y a ambos lados de la cruz central, ¿adornos?, estrellas de cinco puntas y macizas. Letra L de la leyenda invertida, hacia abajo. Peso: 0.69 gr. Módulo: 17 mm. Dirección de cuños: 9H Nº Inventario: OTAZA_Ha.2314 13
El grueso de las piezas monetarias de Otaza pudo fabricarse en torno al 1211 (Domingo Figuerola, 1977: 205), si bien algunos de los ejemplares pudieron ser batidos con anterioridad (desde 1195) o en fechas posteriores, hasta el 1214. Ese año, según reflejan las fuentes escritas, se inicia una crisis económica propiciada por el enorme gasto que significó el sustento de la guerra y las malas cosechas (San Vicente, 1991-1992: 268). En un contexto de inestabilidad tal y dada la buena conservación de las monedas del tesorillo se puede deducir que la tesaurización y ocultación del mismo se produjo en esas fechas. 14 TSA68 (8.3% del total de dineros burgaleses del yacimiento (dby), 16.6% del total de los dineros con marca dos estrellas (dme); OTAZA_Ex.8, OTAZA_Ex.12, OTAZA_Ex.16, OTAZA_Ex.18, OTAZA_Ex.23, OTAZA_Ex.30, OTAZA_Ex.33, OTAZA_Ha.23, OTAZA_Ha.42 (8.3% dby, 25% dme).
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Referencia Bibliográfica: ÁLVAREZ BURGOS, F. (1998): Catálogo general de las monedas españolas: Catálogo de la moneda medieval Castellano-Leonesa. Siglos XI al XV, Vol. III, Madrid, p. 54, nº 205. No recoge las distintas variantes. ROMA VALDÉS, A. (2000): Moneda y sistemas monetarios en Castilla y en León durante la Edad Media (1087-1366), Barcelona, p. 162, Mal estilo, Grupo A. No describe esta particularidad.
La constatación de la labra de burgaleses en este desconocido taller abre, a nuestro entender, estimulantes líneas interpretativas. Antonio Roma, años atrás, había llamado la atención sobre el empleo de diversas marcas de ceca, junto a la cruz que marca el inicio de la leyenda, en los dineros pepiones. Sin llegar a decirlo expresamente, esbozaba la posibilidad de que esas marcas fueran las mismas que las observadas en series de Alfonso VIII, tipos inmovilizados, y Alfonso X (Roma, 2000: 151). Nos referimos a los símbolos creciente (presente “en las dos primeras emisiones de Alfonso X, así como en los dineros burgaleses”), dos puntos grandes horizontales (“aparece en la primera, tal vez en la segunda, emisión de Alfonso X, y no así en otras emisiones de la Castilla del siglo XIII” -desde ahora se documenta también en los dineros burgaleses) y el círculo grande a modo de O (detectada “en la segunda emisión de Alfonso X (1252-1284), así como en algunos dineros burgaleses”), encuadrados por el citado autor “en los últimos momentos de la acuñación de esta serie, en años ya próximos o incluso comprendidos dentro del reinado de Alfonso X” (Ibídem). Sin embargo, creemos que dichos planteamientos, quizás deban ser matizados a la luz de los nuevos descubrimientos. La presencia de aquellas marcas en las monedas de Otaza, si la fecha de ocultación propuesta es la correcta -1214-, retrasaría el inicio de su uso al reinado de Alfonso VIII, durante la preparación de la campaña de las Navas de Tolosa. El alimento de la voraz maquinaria bélica, necesaria para el sostenimiento de la contienda, movilizó gran parte de los recursos del reino, multiplicándose, en consecuencia, el número de cecas en funcionamiento hasta el momento que debían atender a los innumerables gastos. En el intento de adjudicar las referidas letras y símbolos, observables en las monedas de esta acuñación, a “las iniciales del nombre de las ciudades que obtuvieron Privilegios –de labras monetarias” (Domingo Figuerola, 1977: 213), todos y cada uno de los investigadores que se han acercado al tema han mantenido una postura prudente respecto a ciertas atribuciones. Hablamos de las marcas estrella-estrella y creciente-estrella, y a las que a continuación tratamos de dar explicación. La vieja capital visigoda emitió numerario bajo la estampa de doble estrella, a la vista de una serie de indicios y certidumbres: las noticias
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recogidas por la Crónica Latina concernientes a la febril actividad desarrollada en el taller toledano (Ibídem, 219); el alto porcentaje que representa frente a otras marcas; y que sea uno de sus cuños de reverso castillo de líneas curvas (mal estilo)- el elegido para batir la nueva variante dada a conocer (un taller móvil en tiempos de guerra15 con sus propios troqueles de anverso, dependiente de la ceca principal). En cuanto a la marca creciente, a pesar de disminuir nuestras certezas, no podemos dejar de lanzar al aire la sugestiva idea de vincular esta marca a la lucha contra los musulmanes. En un mundo de iletrados, el peso de la iconografía jugaba un papel primordial (recordemos la decoración historiada y cargada de simbolismo de las iglesias románicas) a la hora de propagar ciertas noticias entre la población. En este sentido, no existía mejor imagen posible que la de la media luna16 para ilustrar que dicha moneda se fabricaba para combatir al infiel. Los dineros pepiones, los dineros burgaleses y los dineros de seis líneas o de la primera guerra de Granada son hijos de la guerra. Bibliografía ÁLVAREZ BURGOS, F. (1998): Catálogo general de las monedas españolas: Catálogo de la moneda medieval Castellano-Leonesa. Siglos XI al XV, Vol. III, Madrid. BESGA MARROQUÍN, A. (2003): “Sancho III el Mayor: un rey pamplonés e hispano”, Historia 16, nº 327, Madrid, pp. 43-71. COLLANTES VIDAL, E. (1973): “Monedas de Alfonso VIII y sus problemas”, Acta Numismática 3, Barcelona, pp. 113-136. DOMINGO FIGUEROLA, L. (1977): “Privilegios otorgados por Alfonso VIII relacionados con las cecas del reino de Castilla y las acuñaciones de la campaña de las Navas de Tolosa”, Acta Numismática 7, Barcelona, pp. 203-221. FERNÁNDEZ DE LARREA ROJAS, J. A. (2000): “La conquista castellana de Álava, Guipúzcoa y el Duranguesado (1199-1200)”, 800 aniversario de la conquista de Álava, Gipuzkoa y el Duranguesado. RIEV 45, 2, Donostia, pp. 425-438.
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Interpretación propuesta por otros investigadores para contextualizar algunas producciones (Cfr. Domingo Figuerola, 1977: 219; Roma, 2000: 151). 16 “El universo simbólico de la luna, y de la media luna en particular, es, (…), amplio; surge, al parecer entre los emblemas occidentales de la Edad Media como figuración simbólica del Paraíso, ya que se pone en relación con la idea de la muerte, que parece cerrarse sobre el hombre, pero que finalmente no se cierra, sino que se abre hacia el infinito. En cualquier caso, como emblema actual del Islam, su difusión parece estar relacionada con el entorno de las Cruzadas, por influencia otomana. Es interesante resaltar, sin embargo, que su campo iconológico es muy antiguo dentro del mundo musulmán, donde se utilizó enseguida como signo funerario y al que el Corán dedica varias reflexiones -precisamente en un contexto de creencia en la resurrección y camino al Paraíso, y como uno de los signos del poder de Alá-.” (Ramírez Vaquero, 2001: pp. 109-110).
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FORTÚN PÉREZ DE CIRIZA, L. J. (2000): “La quiebra de la soberanía navarra en Álava, Guipúzcoa y el Duranguesado (1199-1200)”, 800 aniversario de la conquista de Álava, Gipuzkoa y el Duranguesado. RIEV 45, 2, Donostia, pp. 439-494. GARCÍA FERNÁNDEZ, E. (2003): “Clérigos, caballeros, “burgueses” y campesinos en la Alta Edad Media”, Historia de Álava, Vitoria, pp. 113-153. GARCÍA RETES, E. (1987): “El camino de San Adrián (Guipúzcoa-Álava) en la ruta jacobea. Análisis documental y arqueológico”, Estudios de Arqueología Alavesa 15, Vitoria, pp. 355-497. GARCÍA RETES, E.; SAN VICENTE GONZÁLEZ DE ASPURU, J. I. (1985): “Tesorillo numismático medieval de Otaza (actualmente aeropuerto de Vitoria-Foronda, Álava)”, Estudios de Arqueología Alavesa 12, Vitoria. pp. 379-404. GONZÁLEZ, J. (1982): “Alfonso VIII en Álava”, Vitoria en la Edad Media, Vitoria, pp. 241-251. HEISS, A. (1975): Descripción de las monedas hispano-cristianas desde la invasión de los árabes, Vol. I-III, Reedición, Madrid. HERREROS LOPETEGUI, S. (1982): “La génesis de la frontera Navarra ante Álava”, Vitoria en la Edad Media, Vitoria, pp. 603-610. IBÁÑEZ ARTICA, M.; GUEREÑU URZELAI, M; LÓPEZ COLOM, Mª DEL M. (1997): El hallazgo monetario de la iglesia de San Esteban (Oiartzun) 1995, Oiartzun. MARTÍNEZ DÍEZ, G. (1974): Álava medieval, Vol. I, Vitoria. MATEU IBARS, J. (1985): “Notas para el estudio del itinerario de Alfonso VIII de Castilla (1158-1214)”, La formación de Álava, Vol. II, Vitoria, pp. 655-661. OROL PERNAS, A. (1977): “Las monedas medievales castellano-leonesas”, Numisma 147149, Madrid, pp. 91-114. PIERSON, A. (1970): “Algunas observaciones sobre unos vellones de Alfonso VIII (11581214), Gaceta Numismática 18, Barcelona, pp. 23-27. RAMÍREZ VAQUERO, E. (2001): “La moneda y su circulación durante la Restauración de la monarquía: de García Ramírez a Sancho VII el Fuerte”, La moneda en Navarra, Pamplona, pp. 97-110. ROMA VALDÉS, A. (2000): Moneda y sistemas monetarios en Castilla y en León durante la Edad Media (1087-1366), Barcelona. RUEDA SABATER, M. (1991): Primeras acuñaciones de Castilla y León, Salamanca. RUEDA SABATER, M.; SAÉZ SAIZ, I. (1992): “Hallazgos medievales de moneda castellana y leonesa”, Numisma 230, Madrid, pp. 205-260. SAN VICENTE, J. I. (1991-1992): “Circulación monetaria en la provincia de Álava entre los siglos I a.C. al V d.C. y notas de numismática medieval”, Veleia 8-9, Vitoria, pp. 231-269. SOLAUN, J. L. (2005): La cerámica medieval en el País Vasco (Siglos VIII-XIII): sistematización, evolución y distribución de la producción, Vitoria-Gasteiz. VV.AA. (2001): “Análisis arqueológico”, Catedral de Santa María. Vitoria-Gasteiz. Plan Director de Restauración, Vol. I, Vitoria, pp. 121-200.
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GACETA NUMISMATICA
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SEPTIEMBRE 2008 DICIEMBRE 2008
UMA CARTA DE FREI GONÇALO HISPANO NÚNCIO DO PAPA INOCÊNCIO III ANTONINO POIARES
Ouro Morabitino. 3,87 gr + SANCIVS EX RTVGALIS * + IN NE PTRIS I FILII SPS SCI A
Foi no Mosteiro de Alcobaça que surgiu no séc. XVII a ideia de se escrever uma história geral do reino, a qual, sem que se saiba muito bem porquê, não conseguiu ultrapassar o reinado de D. João I, deixando-nos a sensação que deveria ter ficado, na realidade, muito aquém do projecto inicial. A Monarquia Lusitana, assim se passaram a denominar através dos tempos as oito partes que os seus autores nos legaram e onde os objectivos apologéticos, em termos gerais, são mais que evidentes, foi iniciada por Frei Bernardo de Brito, cronista-mor do reino em tempos de Filipe II, que se encarregou de escrever a 1.ª e a 2.ª parte. Em relação à totalidade daquela obra de cariz monumental coube a António Brandão, autor de que, particularmente, nos vamos ocupar nesta trabalho, a redacção da 3.ª e a 4.ª parte referentes respectivamente uma ao Conde D. Henrique e a D. Afonso Henriques, e a outra a D. Sancho I, Sancho II e Afonso III, período que corresponde precisamente àquele que mais tarde Alexandre Herculano iria tratar na sua conhecida História de Portugal. A preocupação de ordem documental é, de longe, em António Brandão, muito mais notória que nos restantes historiadores alcobacenses, foi um desses documentos e onde se fala precisamente de marcos de ouro e morabitinos portugueses que nos levou a redigir estas linhas - reflectindo em relação ao seu tempo os progressos da erudição histórica, com acentuado recurso à paleografia, à cronologia, à crítica linguística e à diplomática. Estamos crentes que tal como o afirma no preâmbulo da 3.ª parte da sua Monarquia Lusitana, António Brandão tenha, na realidade, percorrido e desbravado, com muita atenção, os principais cartórios e arquivos do país. No entanto, acrescentamos, apenas, infelizmente, nos deixou uma história
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quase exclusivamente política, muito pouco nos informando sobre a administração, as leis, a economia e a vida social do país. A História de António Brandão tal como ele, no nosso ponto de vista, paradoxalmente, a concebe é ainda uma História de contradições, meio científica meio fabulosa, com muitos altos e baixos, umas vezes tomando uma posição singularmente exigente em relação à verdade (que segundo ele é a alma da história), discutindo as fontes e voltando a discutir o que já tinha discutido, outras vezes, em número mais pequeno, felizmente, deixando-se embalar no berço da fantasia apologética e providencialista como acontece com o quadro do aparecimento de Cristo a Afonso Henriques na Batalha de Ourique, pintado com tintas da História da Carochinha que deixam o leitor a pensar que o guerreiro e o Messias redentor eram companheiros de armas desde há muito tempo. Queremos ainda transcrever um passo de um outro episódio da 3.ª parte da Monarquia Lusitana onde a moral piegas de António Brandão se encontra representada ao mais alto nível. Trata-se, com efeito, de um passo que surge como uma espécie de advertência teológica a D. Sancho I. Este rei, como toda a gente sabe, embora tendo as suas arcas das torres de Coimbra, de Évora, de Belver e de Tomar a abarrotar de ouro amoedado como se prova através da contabilidade milionária do seu segundo testamento de 1210 cujo legado (pecunia mea) ronda explicitamente, se eu não me enganei na soma, os 1.229.800 morabitinos, nunca quis cumprir a promessa que seu pai fizera, em seu nome e em nome dos seus legítimos sucessores, de enviar, todos os anos, por intermédio do arcebispo de Braga, o tributo de duas onças de ouro para os cofres sôfregos da Santa Sé. Eis o referido passo: « He Deos nosso Senhor muy zeloso das promessas que se lhe fazem, & castiga gravemente aos q faltão ao comprimento dellas». Alusão velada também à doença terrível de que teria morrido Sancho I ? Quanto às partes altas da Monarquia Lusitana do alcobacense António Brandão, e que são muitas, numa linguagem chã, límpida e cristalina, o melhor é comprarmos a edição fac-similada da Imprensa Nacional e começar a lê-la , vai ser um prazer de certeza absoluta. O documento já referido mais acima onde se fala de marcos de ouro e morabitinos portugueses, - « hữa memória» que o historiador alcobacense encontrou na Torre do Tombo – não é, em suma, outra coisa senão uma narrativa do núncio do papa Inocêncio III, chamado Frei Gonçalo Hispano, datada do ano de 1213, onde este, entre outras coisas, declara ter sido incumbido de se deslocar à Península com a finalidade de receber «as rendas da Igreja Romana ». E que dos cofres de Afonso II, o qual num gesto altruísta decidiu pagar, em termos de tributo, os 28 anos de dívida do seu pai Sancho I, levou 56 marcos de ouro correspondentes a 3360 morabitinos portugueses. Este documento, com as assinaturas das testemunhas oculares,
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foi redigido em Coimbra no ano do Senhor de MCCXIII. De sublinhar, o facto de D. Estêvão, arcebispo de Braga nesse tempo, ter estado presente e testemunhado a entrega do tributo da nação portuguesa a Frei Gonçalo Hispano, tal como havia sido exigido pelo papa Inocêncio III nas literas em questão. Não é esta a primeira vez que a cidade de Braga se encontra associada a acontecimentos importantes da circulação monetária portuguesa pois já em 27 de Maio de 1128, segundo Joel Serrão, o então infante Afonso Henriques, querendo-o vincular ao seu partido, havia concedido a D. Paio Mendes arcebispo de Braga e chanceler-mor da Cúria Régia o direito de cunhar moeda «ut tu sis adjutor meus». A batalha de S. Mamede viria a travar-se no mês seguinte, em Junho, e Afonso Henriques, intitulando-se Príncipe logo a seguir como se pode constatar pelo «Cautum castri cogie» datado de 3 das Nonas de Setembro da Era de 1166, toma, com o seu partido, conta do poder. Pensamos e dizemo-lo abertamente, pois vem a talho de foice, que o B de Braga que aparece no campo de uma das faces do morabitino com o nome AFNSI não é nem um enigma nem uma distracção do gravador. Fazer-se, como tem acontecido até aqui, ostensivamente, tábua rasa dos documentos coevos porque se não sabe latim ou porque se não tem tempo para ir Biblioteca Nacional é uma leviandade que em nada valoriza os estudos da nossa numismática medieval. São os seguintes os passos do documento da 3.ª parte da Monarquia Lusitana de António Brandão onde se encontram inseridos os elementos numismáticos que, penso, nos irão permitir concluir que o historiador António Brandão, sem ter dado por isso, tivera, um dia, nas suas mãos, cerca de quatro centúrias antes de nós, o segredo do peso em grãos de cada um dos morabitinos portugueses levados por Frei Gonçalo Hispano para entregar ao papa Inocêncio III, da parte de Afonso II de Portugal. Talvez, até seja, quem sabe, esse peso o peso teórico daquela moeda de ouro – muito provavelmente a peça a que nós hoje chamamos morabitino - do tempo de D. Sancho I (1185-1212) que o historiador António Brandão diz, ao abordar o estudo das armas reais portuguesas no capítulo VII, ter visto, certa ocasião, nas mãos de Manuel Severim de Faria (1583-1655), chantre de Évora. Nunca será demais frisar que o nosso historiador alcobacense, em toda a sua obra, paradoxalmente, nunca utilizou o termo morabitino. Este termo, centenas de vezes citado em documentos tabeliónicos, em doações, em testamentos, em contratos, desde o séc. X até meados do séc XIII, representando nos fólios mais antigos o dinar almorávida e nos mais recentes a peça de ouro que muito provavelmente Afonso Henriques teria começado a cunhar, foi, sem que consigamos perceber bem porquê, liminarmente repudiado e consequentemente evitado por António Brandão, como se esse termo de origem árabe, al-murabitun, NWPBARmlA, arrastasse consigo qualquer maldição. Em sua substituição, nas traduções de alguns daqueles
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documentos para vernáculo que inúmeras vezes se viu obrigado a fazer para a sua obra, sempre que o termo, em contextos de compra e venda, aparece alatinado ele tradú-lo, invariavelmente, por maravedi, termo monetário da sua predilecção. Eis alguns passos do documento de Frei Gonçalo Hispano, com data de princípios do séc.XIII, e reproduzido por António Brandão na terceira parte da Monarquia Lusitana, folha 139: Ego frater Gundisaluus Hispanus familiaris, &t Nuncius domini Papae notum facio vniversis istas literas inspecturis , quod cum fuissem a domino Papa Innocencio Tertio in Hispaniam destinatus, tam pro recoligendis Ecclesiae Romanae censibus, quam pro quibusdam alijs negotijs Ecclesiae generalis, recepi a domino Alfonso Rege illustri Portugalliae LVI marchas auri, , qui faciunt tria millia &t trecentos &t sexaginta morab. Port. pro XXVIII annis transactis, cum teneretur in vnoque anno ad duas auri marchas. ……………………………………………………………………………………………………
Actum Colimbriae sexto Idus Decembris , Anno Dominicae Incarnationis MCCXIII..…………………………………………………………………………………… ……………………………………………………………………………………………………
In praesentia reuerendi viri Donni Stephani Bracharensis Archiepiscopi, sub cuius testimonio iam dictum censum dominus Papa specialiter persolui praecepit…………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………………
É curioso constatar que é ainda essa mesma nomenclatura que poderemos considerar tradicional – maravedi aureo - a que recorre em 1856 o historiador Lopes Fernandes para designar a peça de ouro que na sua Memória das Moedas incluiu sem qualquer justificação da sua parte no reinado de Sancho I. (e por que não Sancho II perguntamos nós pois não são exibidos documentos a provar essa opção) e em cuja legenda circular aparece a expressão SANCIVS REX PORTVGALIS. Só em 1874 é que Teixeira de Aragão ao publicar o primeiro volume da sua monumental Descripção Geral das Moedas, vai, para sempre, divulgar e impor um novo nome para essa decantada peça de ouro: morabitino. E porquê, porque razão este investigador optou por este vocábulo e não pelo vocábulo tradicional –maravedi- que os diversos estudiosos que o tinham precedido haviam, no nosso ponto de vista, absurdamente, preferido? Eis a razão que apresentamos para isso. Porque Teixeira de Aragão no universo de documentos medievais consultados, sobretudo nos instrumentos de venda e cartas de foral dos séc. XII e XIII já lidos e analisados também por nós, constatou imediatamente duas coisas importantíssimas. A primeira constatação foi a de que os nomes de moedas morabitino e maravedi, no contexto da circulação monetária do território português, não eram
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sinónimos, remetendo cada um para a sua realidade própria e que portanto importava não confundir. A segunda que, além de só começar a aparecer em códices portugueses a partir dos meados do séc. XIII, o emprego do vocábulo maravedi, nesses textos, não chegaria, em termos estatísticos aos 1 por cento, portanto desempenhando um papel muito modesto na onomástica monetária do território português dessa época. Os 99 por cento restantes, com efeito, cabiam, na economia desses fólios medievais, ao morabitino. Perante tais factos, pensamos, Teixeira de Aragão arguto e probo investigador que era não vacilou e optou por atribuir, pela primeira vez na nossa literatura numismática, o nome de morabitino à moeda de ouro com a letra B no campo e exibindo o nome abreviado AFNSI ( MONETA DOMINI I AFNSI ) a qual, segundo ele também, fora mandada cunhar por Afonso Henriques e de que, pensamos, ninguém, com uma sólida formação numismática, duvida. As belas peças de ouro semelhantes com o nome de ALFONSI, com as estrelas a cantonar os escudos amendoados, como também as que ostentavam o nome de SANCIVS, foram do mesmo modo por ele denominadas morabitinos, tendo atribuído as primeiras a Afonso II e as segundas a Sancho I. Teixeira de Aragão apresenta-nos ainda alguns dados sobre a métrica do dito morabitino da oficina monetária de Braga, pg. 142, que decidimos transcrever pois consideramo-los fundamentais para uma melhor compreensão dos objectivos do nosso trabalho: « Pesa 74 grãos, um pouco cerceada…». Do morabitino de SANCIUS e de ALFONSI informa-nos o mesmo autor que pesavam respectivamente 76 e 72 2/3 grãos. Sendo assim, a amoeda de SANCIUS, correspondendo o grão a 0,0542 gr, pesaria aproximadamente 4,1gramas. Ferraro Vaz, alguns anos mais tarde, além de desmistificar a verborreia do ouro de 23 ¾ quilates que, ainda hoje, inexplicavelmente, continua a inundar, com valor exclusivamente estético, grande parte da numismática portuguesa, acabará por nos revelar, no seu opúsculo Os Morabitinos (1), que conhecia dois exemplares» dos morabitinos de Braga «de que nos fala Aragão», informando-nos, ao mesmo tempo, de que um pesava 3,7gr. e o outro 4,4 gr., dados que reputamos também de grande interesse para o nosso trabalho. Nesse mesmo opúsculo Ferraro Vaz atribui aos morabitinos conhecidos de Sancho I pesos entre 3,60 e 3,82 gramas e aos de Afonso II pesos entre 3,63 e 3,75 gr. Não andaremos muito longe da verdade, tendo sobretudo em linha de conta não só a brevidade do seu reinado como também a escassez das suas emissões monetárias, se aceitarmos a possibilidade de os morabitinos portugueses levados por Frei Bernardo Hispano para Roma não terem sido
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cunhados por Afonso II, mas sim terem feito parte integrante dos 1.229.800 morabitinos deixados em testamento por Sancho I, cuja relação se encontra no tom I, pg. 24, das P.H.G.C.R.P. Tanto Teixeira de Aragão como Ferraro Vaz para determinarem o peso dos morabitinos de Sancho I que tiveram em seu poder para estudo tiveram de pesar as suas peças socorrendo-se de uma balança. O historiador seiscentista, mesmo sem balança e sem nunca ter tido nenhum morabitino de Sancho I nas suas mãos podia, todavia, ter-nos deixado, cerca de quatro séculos antes, esses mesmos valores não em gramas mas pelo menos em grãos se tivesse tido acesso ao peso do marco usado no séc. XIII em Portugal. Provavelmente até era capaz de saber o peso do marco dessa época, simplesmente a obra que se tinha proposto escrever era de história política e não de numismática. Assim, para determinar o peso de cada morabitino de Sancho I pois tudo indicia que foram emissões deste rei e não de Afonso II que teriam sido solenemente entregues a Pedro Hispano, terlhe-ia bastado, evidentemente, como nós fizemos, multiplicar os 56 marcos de ouro de que nos fala o texto do Núncio do Papa por 233,769 grm ( peso do marco dos séc. XIII, XIV e XV atribuído por T. de Aragão e Mateu y Llopis ), dividindo, em seguida, o total desta multiplicação por 3360 morabitinos. O resultado final foi, com arredondamento, de 3,9, para cada morabitino de Sancho I que viajou, nessa altura, até Roma nas arcas encoiradas de frei Gonçalo Hispano. Estes valores que remontam ao ano de 1213, como se vê, não se afastam muito daqueles que quer T. de Aragão (4,1 grm), quer F. Vaz (3,60 a 3,82 grm), encontraram nessas mesmas peças, o primeiro em fins do séc. XIX, o segundo em meados do séc. XX. Lx., Outubro de 2007 Nota de Rodapé Quero agradecer a Pedro Henrique Leal, homem a quem a Numismática Ibérica portuguesa muito deve, a gentileza que teve de pôr à nossa disposição o opúsculo d´ Os Morabitinos. Bibliografia ARAGÃO, A.C. TEIXEIRA DE, Descripção Geral e Histórica das Moedas…., tomo I, 1874, Lisboa . BRANDÃO, ANTÓNIO, Monarquia Lusitana, parte terceira, 2000, Lisboa. REIS, P. BATALHA, Cartilha da Numismática Portuguesa, II, MCMLV, Lisboa . SOUSA, ANTÓNIO CAETANO DE, P.H.G.C.R.P., Provas da História Genealógica…, tomo I, MCMXLVI, Coimbra VAZ, J. FERRARO, “Os Morabitinos” in Arqueologia e História, vol. VI, MCMLI, Lisboa.
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EL INFORME DE D. PABLO ILARREGUI, (ACADÉMICO DE LA R.A.H.) SOBRE LAS MONEDAS DEL PRÍNCIPE DE VIANA. MIGUEL IBÁÑEZ El conocimiento de la numismática medieval del Reino de Navarra se ha ido desarrollando lentamente desde mediados del siglo XIX hasta nuestros días, y todavía en la actualidad permanecen algunas incógnitas sobre esta materia. Las emisiones de Carlos, Príncipe de Viana, hijo de Blanca de Navarra y Juan II, (1441-1461) han sido durante mucho tiempo confundidas con las del monarca navarro Carlos II “el Malo” (1350-1387). La primera referencia a estas monedas la encontramos en un manuscrito, acompañado de la figura en una lámina impresa, realizado por el abogado y guarda del gabinete de medallas del monarca francés Luís XV, Claude Gros de Boze (1680-1753) y conservado en París en la Biblioteca Nacional (Ibáñez, 2002b). Aquí se representa el medio grueso, que curiosamente es mucho más raro que el grueso. Esta misma imagen fue recogida y publicada por vez primera en la obra de Tobiésen Duby (1790) atribuyéndose también al monarca navarro Carlos II. La primera obra numismática importante publicada, donde se recoge la moneda medieval emitida en el reino de Navarra, así como en sus posesiones francesas, es la de Poey d’Avant (1860), donde se publican el grueso, el medio grueso y el cornado de Carlos, Príncipe de Viana (números 3338 a 3343) conservándose la primitiva atribución al monarca Carlos II “el Malo”. Tuvo que transcurrir más de un siglo hasta que Domingo Figuerola (1978) y Crusafont (1979) corrigieran esta atribución, adscribiendo dichas emisiones al Príncipe de Viana. Sin embargo, en el primer trabajo mencionado, el autor señala: “Don Pío Beltrán, al que consideramos muestro maestro, nos manifestó en su día, que conocía y había leído un pequeño libro o artículo escrito por Don Pablo de Ilarregui que versaba sobre las acuñaciones del Príncipe de Viana. Este eminente autor, es uno de los recopiladores del Fuero de Navarra y gozaba de justa fama en lo referente a la historia de dicho reino. Don Pío no recordaba si dicho librito era manuscrito, ni donde había procedido a su lectura, aunque del mismo había copiado el contenido de una Pragmática...”. Efectivamente, en 1868, D. Pablo Ilarregui, secretario del Ayuntamiento de Pamplona y vicepresidente de la Comisión de Monumentos de Navarra, con motivo de la incorporación al monetario del Cabildo de la Catedral de Pamplona de un grueso de este tipo, envió un interesante informe manuscrito a la Real Academia de la Historia (R.A.H.
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GN 1868-2(1), ver Anexo). En el mismo, acompañado de un dibujo de la moneda (Figura 1), se discute y propone la atribución de la misma al Príncipe de Viana, en contra de lo recientemente publicado por Poey d’Avant (op. cit.). Desgraciadamente este informe no llegó a ver la luz, y en la bibliografía posterior (Heiss, 1869, tomo III, nº 5 y 6; Vidal Quadras, 1892, tomo II, nº 5650; Mateu y Llopis, 1946, p. 212, etc...) estas piezas siguieron atribuyéndose a Carlos II. Tras las argumentaciones contenidas en el trabajo de Domingo Figuerola (1978), la mayoría de los autores posteriores han atribuido de estas piezas al Príncipe de Viana (Crusafont, 1979, 1982, 1992; Jusué & Ramirez, 1987; Lizarraga, 1988; Ibáñez, 1990,1995/6, 2000, 2001, 2002a; Bergua et al., 1991; Fracisco Olomos, 2004, etc...). Hoy en día conocemos que Carlos, Príncipe de Viana, emitió gruesos con dos variantes (con escudos de navarra en primer y tercer cuadrante y lises en los otros dos y con las posiciones de lises y escudos invertidas); medios gruesos de similares características, pero en el reverso con escudo en primer cuadrante y lis en el tercero; cornados de tres variantes y medios cornados. Auque se considera como inicio de las emisiones del Principe de Viana la fecha de junio de 1455 (Domingo Figuerola, 1978), y también en el informe de Ilarregui se apunta en este sentido, es posible que las acuñaciones se remontaran algún tiempo atrás. En el hallazgo de Rada, población arrasada en 1455 por las tropas de Juan II, apareció un cornado del Príncipe de Viana (Tabar & Ibáñez, 1994). Con respecto a la moneda que motivó dicho informe y que fue depositada en 1868 en el monetario del Cabildo de la Catedral de Pamplona, que con posterioridad (28 de noviembre de 1947), fue cedido íntegramente al Museo de Navarra. Actualmente dicha pieza (Figura 2) se encuentra en el monetario del Museo de Navarra (nº. Inventario MN-4764, módulo: 25 mm.; peso: 2,4 g.) y figuró en la exposición realizada en el año 2001 de “La moneda en Navarra” (VVAA, 2001, p. 347 fig. 131a). Bibliografía BERGUA, J., M. IBÁÑEZ & J. LIZARRAGA, 1991. Historia de Navarra. Vol. VII La moneda (Edades Media-Moderna y Contemporánea) Ed. Herper: 360 pp. CRUSAFONT, M., 1979. “La justification documentaire des monnaies de Charles d'Aragon, Prince de Viana”. Bull. Soc. Fr. Numism. 34(7): 562-566. CRUSAFONT, M., 1982. Numismática de la Corona catalano-aragonesa medieval (785-1516). Ed. Vico. Madrid: 444 pp. CRUSAFONT, M., 1992. Acuñaciones de la Corona catalano-aragonesa y de los reinos de Aragón y Navarra. Medioevo y tránsito a la Edad Moderna. Ed. VicoSegarra. Madrid: 232 pp.
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DOMINGO FIGUEROLA, L. D., 1978. “Emisiones de Don Carlos de Aragón, Príncipe de Viana”. Numisma 38(150/151): 499-517. FRANCISCO OLMOS, J. M., 2004. “La moneda de los príncipes herederos en los reinos de la Europa occidental”. Documenta & Instrumenta 2: 121-152. HEISS, A., 1869. Descripción general de las Monedas Hispano-cristianas desde la invasión de los árabes. Vol. 3. Madrid: 300 pp. + 60 lám. IBÁÑEZ, M., 1990. "Moneda" En: Enciclopedia general ilustrada del País Vasco. Ed. Auñamendi. Vol. 24: 93-129. IBÁÑEZ, M., 1995/96. Catálogo Numismático de Navarra II: Monetario del Museo de Navarra, Museo Arqueológico Nacional, Gabinete de Monedas y Medallas de París, Gabinete Numismático de Cataluña, Museo de la Casa de la Moneda, American Numismatic Society y colección Bergua. Carlos II (1349-1387). Trabajos de Arqueología Navarra 12: 175-234. IBÁÑEZ, M., 2000. “La numismática medieval navarra: antecedentes y situación actual”. Nvmisma 50(244): 61-113. IBÁÑEZ, M., 2001. “Acuñaciones de Blanca y Juan (1425-1441-1479) y de Carlos, Príncipe de Viana (1441-1461)”. La Moneda en Navarra, Pamplona: 173-180. IBÁÑEZ, M., 2002a. “La moneda de Navarra en la obra de Pierre-Ancher Tobiésen Duby (1721-1782)”. Gac. Numism. 146: 61-72. IBÁÑEZ, M., 2002b. “Monedas españolas de personajes que no llegaron a reinar: Carlos IV de Navarra, Príncipe de Viana (1441-1461)”. Eco Filat. y Numism. 58(1103): 46-47. JUSUÉ, C. & E: RAMÍREZ, 1987. La moneda en Navarra. Col. Panorama. Pamplona. 79 pp. LIZARRAGA, J., 1988. “En qué fecha mandó batir moneda el Príncipe de Viana”. Gac. Numism. 90: 41-47. MATEU Y LLOPIS, F., 1946. La moneda española. Ed. A. Martín. Barcelona: 341 pp. TABAR, I. & M. IBÁÑEZ, 1994. “Hallazgos monetarios en el desolado de Rada (Navarra)”. Gac. Numism. 114: 67-74. TOBIÉSEN DUBY, P. A., 1790. Traité des monnoies des barons ou représentation et explication de toutes les monnoies d’or, d’argent, de billon & cuivre qu’ont fait frapper les possesseurs de grands fiefs, pairs, évêques, abbés, chapitres, villes & autres seigneurs de France. París, Imprimerie Royale. Tome premier: CXXXVI + 193 pp. + 69 lám. Tome second: 331 pp. + 51 lám. VIDAL QUADRAS, 1892. Catálogo de la colección de monedas y medallas de Manuel Vidal Quadras y Ramón. Tomo segundo. Barcelona: 444 pp. + 47 lám. VV. AA., 2001 La Moneda en Navarra, Pamplona. 383 pp.
Anexo Informe de D. Pablo Ilarregui a la Real Academia de la Historia sobre una moneda del Príncipe de Viana, que contiene un dibujo de la pieza depositada en el Cabildo de la Catedral de Pamplona.
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De una moneda del Príncipe de Viana. Ningún autor nacional ha escrito hasta ahora una obra destinada á la descripción de las monedas de Navarra; pues aunque el P. Moret en las Investigaciones históricas hace mención de los dineros sanchetes, dibujando alguno de ellos, los presenta sólo como una esplicación de las armas que usaron los Reyes respectivos, sin detenerse en otras consideraciones numismáticas. Y si bien el erudito D. José Yanguas y Miranda trata con mayor detencion de este asunto en la palabra Moneda de su apreciable Diccionario de las Antigüedades de Navarra, dejándonos una preciosa coleccion de las disposiciones legislativas de sus antiguos monarcas para la acuñacion de la monedas de su respectivo reinado, falta todavía mucho para completar con ellas la verdadera historia de las especies, tipos y caracteres especiales del sistema monetario de esta provincia. El diligente numismático francés Poey d’Avant (1) es quien hasta ahora ha dilucidado esta materia con más extensión y acierto en el tratado de las Monedas Feudales de su nación; y en los artículos correspondientes al Condado de Evreux y Reino de Navarra presenta ejemplares de monedas interesantísimas desde D. Sancho Ramirez hasta los Reyes católicos, o sea el tiempo de la incorporación de dichos Reino al de Castilla. Pero al describir este autor las monedas pertenecientes al Rey D. Cárlos 2º, llamado el Malo, le atribuye dos que llevan los números 8 y 9 de la lámina 71 del tomo segundo, la primera de las cuales, que es la mayor, tiene en el anverso una K coronada de forma gótica dentro de gráfila con dos cifras á los costados y en la orla esta leyenda: KARTVS:D: PROPIETARIVS:NAVR:, y en el reverso una cruz equilateral y en los angulos dos flores de lis y las armas de Navarra con la leyenda: SIT NOMEN DOMINI BENEDICTVM. En el anverso de la menor, que esta acuñada con más esmero, falta la D que significa DOMINVS, de la leyenda de la anterior, y, aunque la del reverso está completa, ó con las mismas palabras que la otra, la cruz del campo no tiene á sus costados mas que una flor de lis y un escudo de las armas de Navarra, faltando los otros. Nótase tambien una di(2)ferencia en la cifra ó signo de los costados de la K del anverso, y de esta variedad se deduce claramente que esta cifra no puede significar una flor de trebol, como supone el referido autor, sino otra cosa distinta y desconocida. Aunque es para nosotros muy respetable la opinion de este distinguido escritor, creemos que procede equivocadamente al atribuir estas dos monedas al Rey D. Cárlos 2º de Navarra, porque cotejándolas con todas las que indudablemente son de este Monarca, se nota desde luego una marcada diferencia en los tipos y en la forma de los
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caracteres de las leyendas, deduciendo de esto que se asemejan mucho mas á las acuñadas en tiempo de D. Juan 2º. y Dª. Blanca, a cuya epoca creemos que pertenecen. Por otra parte no es facil adivinar la razon que pudiera haber movido a dicho Rey a llamarse en ellas Dominus propietarius, título desconocido hasta entonces, dejando la palabra Rex, que es la propia y verdadera y la usada siempre para significar el poder Real. Este título supone sin género de duda que, cuando se batieron las referidas monedas, había un Rey de hecho y otro de derecho, y este caso sucedió en tiempo del mencionado Rey D. Juan, en que su hijo el Príncipe D. Cárlos de Viana, era el verdadero propietario de la corona que la tenía (3) usurpada su padre. En efecto, la Reina Dª. Blanca murió en 1442 y dejó dispuesto en su testamento que heredaría el reino el Príncipe su hijo á quien de derecho pertenecía; pero el ambicioso D. Juan despreciando tan sagrados titulos y los poderosos sentimientos de la naturaleza, se opuso con todas sus fuerzas a tan legítima pretensión, no quiso consentir en manera ninguna que aquel gobernase como Rey sino como lugarteniente suyo. Protestó de tan dura tiranía y violencia el Príncipe D. Cárlos en un documento escrito en Olite el día 14 de Diciembre del mismo año ante el Consejo Real del Reino y otras personas notables y, en este documento, que se custodia en el archivo de Pau, se llama el Príncipe senyor propietario deste dicto regno palabras que guardan entera consonancia con las de Dominus propietarius de las monedas. Parece pues, indudable, en vista de estos hechos, que esas monedas fueron acuñadas por orden y disposición del Príncipe D. Cárlos. No es tan fácil fijar la época de la acuñación, pero como este ejerció el poder Real en clase de lugarteniente desde el fallecimiento de Dª. Blanca hasta el año de 1450 en que principió ya la guerra civil, parecerá quiza á (4) primera vista que en este tiempo es cuando debió ejecutarse la acuñación de las referidas monedas; porque en él es precísamente cuando con más naturalidad podía D. Carlos llamarse propietario del reino. Pero si se atiende á que el Rey D. Juan era tan celoso de la Autoridad Real y de caracter bien violento que no hubiera podido consentir que un hijo usase de un derecho tan esclusivo de la Soberanía, como el de acuñar moneda en su propio nombre, nos inclinamos a decir que el Príncipe D. Carlos debio disponer dicha acuñacion en la epoca de la guerra civil. Se objetará, sin embargo, que sería más lógico que en tal caso se hubiese denominado en las leyendas Rey de Navarra, y no propietario sólamente; más a esta observacion puede contestarse que el titulo de Rey no le era posible tomar hasta que se hubiese hecho su proclamacion solemne en el reino con arreglo al
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fuero; y que por no herir la susceptibilidad de los navarros se habría contentado con el nombre de propietario. Tal parece al menos la esplicacion más natural y sencilla de este suceso que se halla envuelto por todas partes con el velo de la oscuridad, faltando monumentos escritos en que apoyar la narración. Como creemos que este punto de la historia (5) monetaria de Navarra es de bastante importancia para una disertacion especial, nos hemos decidido á presentar estas breves observaciones á la Comision de Monumentos históricos y artísticos de la misma para que haya de ellas el mérito que tenga por conveniente.
Pamplona 28 de Febrero de 1868 Pablo Ilarregui
Figura 1: Ilustración de un grueso de Carlos, Príncipe de Viana, en el informe de D. Pablo Ilarregui.
Figura 2: El mismo grueso del Monetario del Museo de Navarra (nº de inventario MN-4764).
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LAS ACUÑACIONES DE LA CASA VIEJA SEGOVIANA DE OCHO Y CUATRO MARAVEDÍS DE 1661 JAVIER VERDEJO SITGES Hace doce años publiqué unas notas en Gaceta Numismática (G.N. nº 122, sept.1996) sobre las acuñaciones a martillo realizadas en la ceca sevillana, en la que hacía una descripción de cuanto conocía sobre esta serie del año 1661. Llega el turno, ahora, a la Casa Vieja segoviana, ya que tras años de búsqueda, quizás demasiados, dispongo de un conjunto de cobres que bien nos puede servir para establecer un estimable repertorio. Recordemos cómo estas labores son producto de la Pragmática fechada en El Escorial el 29 de octubre de 1660. Por la misma se ordenaba la emisión de monedas de cobre, con liga de plata y valores de 2, 4, 8 y 16 maravedís, mostrando en el anverso el busto del monarca y en el reverso el escudo coronado acotado por la marca de ceca, ensayador y la indicación del valor. Serie labrada a molino, salvo algunas raras piezas de ocho y cuatro maravedís que fueron acuñadas a martillo durante unos diez meses, ya que por pregón de 30 de octubre de 1661 fueron retiradas. Evidentemente todo lo anterior se refiere para todas las cecas que emitían la serie general. Inicialmente sólo se conocía, para las labores de martillo, el valor de ocho maravedís y algunas variantes del mismo. Al día de hoy he podido conseguir un raro ejemplar de cuatro maravedís, con lo cual la serie está aceptablemente representada. Comencemos con la descripción de las piezas de ocho maravedís, más abundantes y por tanto con más posibilidades de variantes. 8 MARAVEDÍS Moneda tipo Tomamos como moneda tipo la recogida e ilustrada por Fontecha1 con el núm. 526, pieza reproducida por Calicó2 y catalogada con el núm. 1250a. Esta moneda presenta los elementos en la posición habitual para esta serie, tanto para las labores a molino como a martillo, es decir, la marca de
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RAMÓN DE FONTECHA Y SÁNCHEZ. La moneda de vellón y cobre de la monarquía española. Años 1516 a 1931. Madrid 1968. 2 F. CALICÓ, X. CALICÓ Y J. TRIGO. Catálogo de la numismática española. 9ª Edic. Barcelona 1.998. 29
ceca sobre el Ensayador a izquierda del escudo y el valor, en cifra árabe, a derecha. En anverso busto a derecha. A: Habitual
Fig. 1. Peso: 2.4 g. Mód. 16 mm.
Anv.: Busto de Felipe IV, a der., dentro de gráfila circular. Leyenda: +PH...+IIII+D+G+ Rev.: Escudo cantonado de castillos y leones coronado, acotado a izq. por la marca de la ceca (Acueducto vertical de dos arcos hacia el interior) sobre la sigla del ensayador S (Sebastián González de Castro) y a dcha. por el valor (8 entre puntos). Leyenda: …VMREX 1661 B: Acueducto hacia fuera
Fig. 2. Peso: 1.25 g. Mód. 15 mm
Anv.: Igual al tipo anterior (Fig. 1) Leyenda: …S+IIII+D+G Rev.: Igual a la moneda tipo (Fig. 1), salvo la variante de presentar la marca de ceca con los arcos abiertos hacia fuera. Leyenda: HI…61 Redonda Nos sorprende haber encontrado dos piezas acuñadas a martillo sin recortar, posiblemente debido a tener un cospel con el peso ajustado. Leyendas completas.
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A: Habitual
Fig. 3. Peso: 2.25 g. Mód. 18.5 mm
Anv.: Igual tipo a la moneda base. Fig. 1. Al no estar recortada nos permite ver prácticamente toda la leyenda. Leyenda: PHILIPPVS+IIII+D… Rev.: Igual a la moneda tipo. Fig. 1. Leyenda: HISPANIARVMREX1661. Sin separaciones. B: Acueducto hacia fuera
Fig. 4. Peso: 2.3 g. Mód.: 18.5 mm
Anv. Igual al de la moneda base. Fig. 1. Leyenda: +PHILIPPVS+IIII+D+G Rev. Igual a la moneda tipo, Fig. 1, salvo en la posición de la ceca que presenta los arcos hacia fuera. Leyenda: HISPANIARVM REX 1661. Sin signos de separación. Elementos cambiados y rectificados A: Elementos cambiados
Fig. 5. Peso: 1.9 g. Mód. 17 mm
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Anv. Igual tipo a la moneda base. Fig. 1. Leyenda: …IPPVS+IIII+D… Rev. El habitual, Fig. 1, salvo la colocación de los elementos. Esta pieza presenta el valor a izq. y la sigla de ensaye, superada por la marca de la ceca, acueducto abierto hacia fuera, a la der. Leyenda: …ISPANIARVM…16.1 B: Elementos rectificados
Fig. 6. Peso 2.2 g. Mód. 17.5 mm
Anv. Igual a la moneda Fig. 1. Leyenda: …S+IIII+D… Rev. El habitual salvo los elementos que están rectificados sobre la variante anterior. A izq. la ceca y sigla de ensaye sobre el valor y a der. el valor sobre la sigla de ensaye y marca de ceca. Leyenda: HIS…6I. Falsa de época A.
Fig. 7. Peso 2 g. Mód. 16 mm
Anv. Busto del Rey diferente al típico de esta serie segoviana, dentro de grafila circular. Leyenda: …PGIL…III.G. (sic) Rev. Escudo con castillos y leones cambiados. Posición de los elementos como la moneda tipo. La sigla de ensaye es una S retrógrada. Leyenda: …RVM RIX ∂∂I (sic)
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4 MARAVEDÍS Moneda tipo En este caso tomaremos como moneda tipo nuestros ejemplares ya que no dispongo de ninguna referencia bibliográfica para este valor. Que yo sepa este valor no está recogido, hasta la fecha, en ningún catálogo al uso. Así podremos decir que es inédita. Como en su valor superior muestra en el anv. el busto de Felipe IV, con el arte característico de la casa segoviana, mirando a der., dentro de grafila circular. El rev. lleva un castillo sobre la indicación del valor en números romanos (IIII), acotado a izq. por la marca de ensaye S (Sebastián González de Castro) y a der. la ceca en posición vertical. Todo dentro de grafila circular. A: Acueducto hacia fuera
Fig. 8. Peso 1.1g. Mód. 12 mm
Anv. Busto del rey a der. dentro de grafila circular. Leyenda: PHI…G. Rev. Castillo sobre valor acotado a izq. por la sigla empastada de ensaye que no permite concretarla. A der. la marca de ceca que podría estar hacia fuera. Todo dentro de grafila circular. Leyenda: …M REX 1661. Bibliografía RAMÓN DE FONTECHA Y SÁNCHEZ. La moneda de vellón y cobre de la monarquía española. Años 1516-1931. Madrid 1968. F. CALICÓ, X. CALICÓ Y J. TRIGO. Catálogo de la Numismática Española. Novena edic. Barcelona 1998.
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LA ÚLTIMA MACUQUINA DE PLATA DE SANTA FE, EL CUARTILLO DE 1755. HIPÓTESIS SOBRE SU ORIGEN HERMAN BLANTON (Traducido por Jorge Emilio Restrepo)
Cuartillo macuquino, 13 mm, 0,87 gramos
El cuartillo es una monedita de plata que pesa 0,859 g y equivale a un treintaidosavo de ocho reales.1 Su bajo valor la agrupa con otras monedas españolas de vellón y de cobre. Los cuartillos fueron producidos especialmente en la América Española pero no en todas las cecas ni en todas las épocas. España usó ante todo vellón y cobre para valores menores. Los únicos cuartillos de la España peninsular contemporáneos con los de las provincias americanas, que conozco, son los de Fernando e Isabel que llevan sus símbolos, el yunque y el haz de flechas o sus iniciales F o Y. En Aragón, tanto en Barcelona como en Zaragoza, se produjeron el 1/4 croat de Fernando. México acuñó los primeros cuartillos de la América Española bajo Juana y Carlos, los cuales traían las iniciales I y K. No conozco otros cuartillos de México producidos después de éstos. Lima y Potosí los 1
A.M. BARRIGA VILLALBA, Historia de la Casa de Moneda. Bogotá: Publicaciones del Banco de la Republica, 1969, 1:182. Moneda de plata fue once dineros y cuatro granos fino cual es 11 / 12 mas cuatro granos fino. Doce dineros en todo, 24 granos por dinero = 12×24 = 288 granos de fino para 100% plata pura. (11 / 12 )× 288 = 264 granos, 264 + 4 = 268 granos de plata. 268 / 288 = 0,93055 fino. 1:30, Sesenta y siete reales cada marco, el marco pesa 230,1232 gramos, entonces 268 cuartillos (67 × 4) al marco, 230,1232 / 267 = 0,859 gramos cada cuartillo.
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acuñaron para Felipe II. Los de Potosí fueron fabricados hacia 1600 (Felipe III).2 Los de Lima son de dos estilos. El más antiguo trae las iniciales R e I, y el más reciente, castillo y león, uno a cada lado y cada uno en un escudo. El diseño del de Potosí es similar al del último de Lima. Estos son los únicos cuartos macuquinos de que tengo noticia, fuera de los de Colombia. Todos tienen alguna leyenda que los identifica. Llegamos a Colombia con las cecas de Cartagena de Indias y de Santa Fe de Bogotá. Cartagena acuñó cuartillos de vellón en 1622 con un peso de 2,3 g., que no tienen nada que ver con las piezas que estamos tratando. Existe un cuartillo con punzones de ocho reales de Cartagena pero no podemos estar seguros si fue acuñado en Cartagena o en Santa Fe pues ésta también usó punzones de Cartagena.3 Hay que tener en cuenta que la ceca de Cartagena fue cerrada, por última vez, un poco después de 1655. Para el diseño básico de Santa Fe, con castillo y león, se usaron punzones de ocho reales desde 1627 y así se continuó hasta 1693. Se conocen otros pocos estilos de punzones que siguen el mismo diseño básico.
Diseño básico del cuartillo de Santa Fe (la muestra 11 mm) Foto: Ponterio & Associates
Santa Fe empezó a acuñar cuartillos anepígrafos, sin leyendas, en diciembre 4 de 1627.4 Como ninguna otra ceca produjo cuartillos en aquella época, el consenso es que todos los producidos entre 1627 y 1756, son de Santa Fe, bajo administradores particulares hasta 1753 y bajo la administración de la corona entre 1753 y 1756.5 La ceca real produjo macuquinas hasta cuando las nuevas instalaciones estuvieron instaladas y empezaron a operar. Barriga anota los datos de producción bajo los
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DAN SEDWICK Y FRANK SEDWICK, The Practical Book of Cobs, 4th Edition. Winter Park, FL: 2007, pp. 92-7. 3 JORGE EMILIO RESTREPO, Monedas de Colombia 1619-2006, 2nd edición. Medellín, Colombia: 2007, p. 71, #M13. 4 BARRIGA, Historia …, 1:50. 5 Ibid., 3:514.
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administradores particulares entre 1627 y 1753. La producción de macuquinas de plata procedió hasta 1748 (o 1743).6 Para los cuartillos de Santa Fe se usaron los punzones de las piezas de ocho reales, algunos por más de cincuenta años. Unos pocos son bastante diferentes. La pieza que es el motivo de este trabajo, distinguida por Restrepo con el código M14-4, es muy distinta. No he podido identificar sus castillos y leones con los de pieza alguna de ocho reales, ni de Santa Fe ni de otra ceca. Su principal característica es la corona que ostenta en las periferias del anverso y del reverso. Podemos estar bastante seguros de que es de Santa Fe porque no se parece a las macuquinas de las otras cecas mencionadas y porque Santa Fe produjo cuartillos durante muchos años. ¿Pero, si no somos capaces de reconocer los punzones cómo hacemos para clasificarla? Solo se conocen tres tipos de ocho reales acuñados después de 1703 (o 1705). Restrepo M76-3 (1721 ensayador Arce), M76-6 (1722 ensayador Sánchez) y M76-9 (1742 ensayador Molano). Los castillos y leones no corresponden a los de éstas. Según Barriga, entre 1728 y 1755, en un período de 28 años, se produjeron ocho reales en dos años (1742-3).7 Puesto que la pieza en estudio no corresponde a ninguno de estos ocho reales, es lógico suponer que ésta fue fabricada después de 1748 (o posiblemente después de 1743). En este período no se acuñaron monedas de plata de ninguna denominación, con una sola excepción, los cuartillos de 1755, emitidos después de que la corona asumió la administración de la casa de moneda. La corona asumió la administración de la casa en 1753 y emprendió la construcción de un edificio para producir monedas de cordoncillo,8 que
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Ibid., 3:532-9. Barriga no es explícito; un cuadro de la página 538 podría interpretarse como la plata a más tardar en 1743, o tan tarde como 1748. A los seis años, 1743-8, 2.342 marcos de plata se acuñó, es decir un promedio de 390 marcos / año; Ibid., 1:122. Este valor está en consonancia con el promedio durante más de 47 años (1696-1742) de 493 marcos / año, mientras que si todos los 2.342 se acuñaran en un solo año sería casi cinco veces superior a la media y superior a cualquiera de los 47 años anteriores, excepto 1698, cuando se acuñaron 4.557 marcos. 7 Ibid., 3:537-8. Es probable que se acuñen ocho reales, son posible entre 1743-8, pero no se conocen. 8 HUMBERTO F. BURZIO, Diccionario de la Moneda Hispanoamericana. (Santiago de Chile: Fondo Historico y Bibliográfico José Toribio Medina, 1958), 1:94. < Dícese de la circunferencia o canto de la moneda, cuando está rodeada o cercada por un labor impresa en relieve o en hueco, que adopta la forma acanalada, hojada, estriada o bien, con signos o leyendas.>
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fue completado en 1759.9 Mientras tanto acuñó macuquinas de oro de todas las denominaciones pero nada de plata, exceptuando los ya mencionados cuartillos de 1755. “Durante los cuatro primeros años de actividad, se acuñó solamente moneda recortada…En moneda de plata no se acuñaron sino piezas de cuartillo, el 6 de Agosto de 1755, en la cantidad de 147 marcos, 4 onzas y 3 ochavas, que dieron 40.536 cuartillos macuquinos.”10 “Acta de la primera moneda de cuartillos recortados, emitida en agosto de 1755, que se fabrico bajo el régimen virreinal, antes de la circular de cordoncillo. …Agosto de mil setezientos sinquenta y sinco. Estando en la Sala de Libranza…El Fiel…condujo a dha Sala, tres talegos de moneda de plata acuñada en espezie de quartillos; que dijo contenían: ciento quarenta y siete marcos, quatro ons. y tres ochs…Y haviendo hecho varios experimentos por menor Dixo estar conformes a lo provenido por Rs. Ordenanzas. Y contada toda la referida moneda, se hallaron un mil dozientos sessenta y seis pesos y seis rrs.”11 A pesar de que se fabricaron macuquinas de plata, éstas fueron cuartillos que no se debían considerar tesoro sino dinero para pequeñas transacciones, para suplir las necesidades del mercado. Otras monedas de plata que necesitaba el comercio provenían de las cecas de Potosí, Lima y Méjico, pero ésas no acuñaron cuartillos. Propongo que la pieza en estudio es una de las fabricadas en 1755. Desde 1748, siete años antes, no se producían monedas de plata. Si la nueva administración tuvo que fabricar los punzones para los castillos y los leones de estos cuartillos, no los podía tomar de los de piezas de a ocho pues éstas no existían.
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BARRIGA, Historia…, 2:26. “La casa que principió a construir el Director Sánchez Reziente en 1753 y que terminó en 1759…” 10 Ibid., 2:33 11 Ibid., 2:214-5. 1.266 pesos = 10.128 reales = 40.512 cuartillos (1/4 real), mas seis reales (24 cuartillos) igual 40.536 cuartillos en todo.
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Ejemplos de Cuartillos Circulares (época cordoncillo) (Nominal 11,5-12,5 mm. diámetro)
Ejemplo de castillo ancho, atribuido a Santa Fe
Ejemplo de castillo estrecho, atribuido a Santa Fe
El león parece que ostentara una corona y tiene la lengua salida. Los leones de los cuartillos macuquinos no tienen corona pero ésta aparece en todos los circulares. Si comparamos los castillos: el arco de la entrada es triangular y el castillo parece apachurrado a nivel de las ventanas como sucede en las monedas circulares.
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León con corona, y lengua salida. Arco de entrada del castillo
Pero lo más llamativo son las coronas de las periferias. No conozco macuquina colombiana alguna, de oro o de plata, que tenga corona de ramos con hojas.12 Se usó corona para algunas monedas de cordoncillo que Santa Fe empezó a producir el año siguiente, 1756, cuyos instrumentos para tallarla ya estaban en poder de la casa de moneda. Es como si el diseño de la periferia de los cuartillos correspondiera al del canto de las monedas circulares. Obsérvese la foto del canto con las ramas de olivo, correspondientes a las del cordoncillo de una pieza de ocho reales de 1762 del Museo Numismático del Banco de la República en Bogotá y compárese con las del cuartillo.13
Cuartillo
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Hojas de laurel u olivo, hay diferencias entre los dos, pero una Real Cédula del 9 de junio de 1728 dice “Todas las monedas de plata que labraren en las Casas de estos mis reynos y de Indias serán acuñadas en ingenios o molinos de agua u de sangre, y de figura circular, con un cordoncillo o laurel al canto, para dificultar por este medio el cercén, y la falsificación…” Burzio, Diccionario, 1:95. 13 RESTREPO, Monedas de Colombia, p. 120.
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Cordoncillo de tres hojas, como el real de a ocho
Fernando VI (1746-59), Santa Fe 1/4 de real (1755), ensayador Sebastián de Rivera. Foto: Calicó
Esta es pues la única macuquina de plata conocida de Fernando VI y la única del ensayador Rivera, catalogada por Restrepo como M14-4 y por Calicó (1998) como 1653b de Felipe V. Está documentada una producción de 40.536 unidades. Se conocen dos piezas, ambas reproducidas aquí. Mis agradecimientos a Ponterio & Associates y a Calicó por sus imágenes. Un especial agradecimiento al doctor Jorge Emilio Restrepo por corregir las pruebas, por la traducción al castellano y por las imágenes no atribuidas a otras personas.
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FRAUDE MONETARIO EN PORTUGAL ANTONIO M. ARROYO MIGUEL TERCERO CASTRESANA (Traductor de la documentación original)
La falsificación de obras de arte da lugar a hermosas exposiciones, como la celebrada en Londres. La falsificación de moneda fraccionaria ha creado relatos infantiles y ha permitido realizarla con costes superiores a las ganancias (como los duros sevillanos que tenían más plata que los acuñados por la Casa de la Moneda). Pero la falsificación en masa de billetes de banco, impresos por la misma imprenta que fabricaba los billetes normales, ha merecido la alabanza publicada en The Economist, proveniente de John Maynard Keynes, que vio aumentar el dinero en circulación y mejorar la economía de Portugal y de sus gigantescas colonias. Estamos hablando del caso «Angola e Metrópole», perpetrado por Artur Vergílio Alves dos Reis, a quien aquí llamaremos Vergílio para abreviar. La repercusión que tuvo el caso fue grande, no sólo entre los economistas keynesianos que vieron confirmadas en la práctica sus teorías, sino también entre las revistas de historia. Fue un delito sin víctimas, de repercusión internacional, con perjuicios valorados en 660.000.000 de escudos (los falsificadores centraron su actividad en los billetes de 500 escudos, los mayores posibles), pero fue un delito imperfecto, por coincidir la numeración de los billetes copiados con algunos de los de curso legal.
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La bibliografía que se conserva es grande, pues Vergílio publicó desde la cárcel su confesión, omitiendo solo los datos de sus tres cómplices. Solamente Fernando J. Almeida, en la revista portuguesa História de marzo de 1997 (número 29 de la nueva serie), cita 9 libros sobre el caso. Internet habla hoy de 2.200.000 sitios. Nació el 8/4/1896, en una familia de clase media, hijo de un tenedor de libros, socio de una agencia funeraria y prestamista; además, era primo del precursor y héroe de la República, Almirante Cándido dos Reis, trágicamente desaparecido en la Revolución del 5 de octubre de 1910. Vergílio llegó a cursar el primer año de ingeniería, pero no pudo continuar más en los estudios, por quiebra de su padre, debida a unas inversiones desastrosas. Contrajo matrimonio en agosto de 1916 con María Luisa Jacobetti de Azevedo, perteneciente a una de las mejores familias de Lisboa. Como la situación económica no era de las mejores, Vergílio recurrió a recomendaciones, consiguiendo que el diputado António Mantas se empeñase, por mediación del Presidente y Ministro de las Colonias de Gobierno de la Unión Sagrada (1916-1917), António José D’Almeida, en encuadrarlo en el funcionamiento colonial. Así fue nombrado director de los Ferrocarriles de Moçamedes, donde su celo le traería el apodo de «Ingeniero aceitero», por no cohibirse de andar con un mono de trabajo, lubricando el equipamiento ferroviario. ¿Cómo es que un nombre sin formación académica consiguió aquel cargo en la administración colonial? Gracias a un fraude bien montado que originaría una vida agitada que culminaría con una de los más audaces fraudes de nuestros tiempos. A fin de conseguir la tan ansiada colocación en África, que le traería al camino del éxito, Vergílio se inventó el Diploma nº 248, de la Escuela Politécnica de Ingeniería de la Universidad de Oxford, escuela que, pura y simplemente, no existía. El diploma acreditaba a Vergílio como Bachiller, entre otras disciplinas, en «…Ciencias de Ingeniería, Geología, Geometría, Física, Metalurgia Eléctrica, Ingeniería de Máquinas, Matemática Aplicada, Física Aplicada, Ingeniería Civil General, Ingeniería de Máquinas e Ingeniería General …», declarándose, más adelante, ser apto para «dirigir industrias referentes al grado en que estaba especializado». El diploma estaba firmando por profesores imaginarios y autenticado por un imaginativo Sello de oro de la Universidad de Oxford, y reconocido notarialmente en julio de 1916. En Angola, obtiene fácilmente empleo en el Servicio de Obras públicas y, más tarde, en los ferrocarriles, como ingeniero supervisor, donde se reveló como un excelente profesional. En 1919, ya ingeniero-jefe, pide el cese en el cargo, para poder dedicarse a sus negocios. El Jornal Oficial de la Colónia daba la noticia de la dimisión, con elogios entusiastas: «Vergílio
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desempeñó el cargo con gran celo y competencia, sirviendo por igual a la Colonia y a la República». En Angola, Vergílio prosperó como intermediario en la venta de cosechas, recorriendo todo el territorio de la vasta colonia y estableciendo contacto con colonos y nativos. A finales de 1919, regresa a Europa para adquirir excedentes de guerra. Compró un cargamento francés de papel grueso, que vendió en Angola como yute. Al mismo tiempo, adquirió a bajo precio 20 tractores alemanes herrumbrosos, que arregló, pintó y revendió como nuevos a un importador de Angola. En 1922, Vergílio acumuló beneficios del orden de los 600.000 escudos, cantidad bastante importante para la época, y fijó su residencia en Lisboa. Aquí fundó la firma «A.V. Alves dos Reis Ltda.», y alquiló para su sede un piso de 12 habitaciones, por 1.000 escudos mensuales, en ese tiempo una renta desproporcionada. Consiguió la representación en Portugal de Nash, la marca de su automóvil. En 1923, continuaba negociando preferentemente con Angola, acumulando sustanciosos beneficios en la débil colonia. Para ello, Vergílio jugaba con la tardanza de la cobranza de cheques sobre el extranjero, al procesarse los datos por vía marítima. Vergílio disponía de una pequeña cuenta en el National City Bank de Nueva York. Sobre este banco, emitía los cheques con que efectuaba importantes negocios, y donde obtenía la cobertura necesaria para asegurar la cobranza. Así, adquirió con 40.000 dólares, la Ambaca Cía Caminos de Ferro Transafricanos de Angola, y con 60.000 dólares, el control de la Cía Minera del Sur de Angola, cuyas acciones habían subido de valor, a pesar de que aún no se habían descubierto yacimientos de valor significativo. En 1924, Vergílio traba conocimiento con José Bandeira, representante de facto de un importante consorcio neerlandés. En mayo de ese año, Bandeira presenta a Vergílio al holandés Kart Marang y al alemán Hennies; los cuatro llegarían a ser protagonistas del caso «Angola e Metrópole» (fraude de billetes de Banco, o Gran fraude). En julio de 1924, Vergílio es detenido en Oporto, acusado por tres administradores, banqueros de esta ciudad, de haberse apoderado de 100.000 dólares de la Compañía Ambaca. Es condenado a 54 días de prisión. Durante el juicio, es absuelto de la acusación de desvío de fondos, pero no de la de fraude, por haber emitido un cheque de 5.000 dólares sin provisión de fondos, sobre el National City Bank de Nueva York. Liberado bajo fianza, obtenida a través de la ayuda de amigos y de la venta de patrimonio, Vergílio liquida toda la deuda, y sale de prisión con la aureola de gran financiero, víctima de conspiración de poderosos enemigos políticos. Toda la prensa glorifica a Vergílio, incluso El Rebate, órgano del Partido Democrático en el gobierno. Esta campaña permite relanzarlo como
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persona y empresario, beneficiándose de privilegios del régimen, y suscitando la natural hostilidad de la oposición, representada por la plutocracia ligada a la derecha republicana, a las altas finanzas monárquicoconservadoras y a los republicanos de izquierda, candidatos a regeneradores de la adulterada formación Orden Democrático. En tanto permanecía en prisión, Vergílio no paraba de imaginar nuevas formas de hacer dinero, e ideó atacar el Banco de Portugal (en adelante BP), corazón de las finanzas nacionales. En la cárcel, comenzó a estudiar el organigrama del banco emisor para la Metrópole (en las colonias, el Banco Nacional Ultramarino llevaba a cabo esa función), para hacer efectivo un plan audaz que comenzó a gestarse en su encuentro, a principios de año, con Bandeira, Marang y Hennies. José Bandeira, hermano de António, embajador de Portugal en La Haya, llegó a estar condenado a trabajos forzados en África del Sur por desfalco (1900-1903 y 1908). Marang y Hennies, altamente sospechosos y vigilados por las policías internacionales, se movían con bastante libertad en los medios políticos financieros, permitiéndose ostentar en sus solapas diversas condecoraciones del gobierno portugués a Marang. Vergílio pensaba en la conquista del BP con el fin de llegar a controlar al país. Quiso conocer el organigrama del banco, basándose en las lecturas y consultas que hizo desde la prisión. Por la Ley de 1887, el BP tenía el privilegio de emitir billetes hasta un valor dos veces superior a su capital neto. Pero, en 1924, debido a fuertes presiones del gobierno, el BP había realizado una emisión que excedía 100 veces al capital. Desde 1891, cuando el gobierno ordenaba la emisión de billetes, estos no eran convertibles en oro, siendo el único gasto de la operación el del coste de la impresión del papel. En el BP no existía departamento alguno encargado de verificar la existencia de duplicados de billetes o si sus números coincidían con los de la emisión del banco. A Vergílio le bastaba con inventar las firmas de los responsables del banco y del gobierno. El propio Vergílio confesó en su libro Secreto de mi confesión (Lisboa 1931-1932) que fue un discurso de Cunha Leal en el congreso lo que le inspiró en la ejecución de la burla, que llevaría a efecto. Cunha Leal decía que existía un método seguro para aumentar la circulación fiduciaria: el BP mandaba imprimir los billetes, sin mencionarlo en sus libros y no informando al gobierno del número de billetes en circulación. En síntesis, el fraude tuvo lugar así: Vergílio consiguió que la casa londinense Waterlow & Sons, Ltd. –impresores oficiales de papel-moneda del BP–, imprimiese en secreto cerca de dos millones de billetes de 500 escudos, después de convencer a la firma británica de que Vergílio representaba al BP. Usó el dinero recaudado en provecho propio y de sus cómplices, creando su propio banco: el Angola e Metrópole. Los billetes
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deberían contener la palabra ANGOLA puesta a posteriori, pues solamente circularían en aquella colonia. No se hizo la impresión de la sobrecarga y los billetes sólo circularon en Portugal. Paso a paso, los trámites de la operación fueron: - Elaboración por Vergílio de un contrato en papel sellado –legalizado por su amigo, el Notario Dr. Avelino de Faria– con el reconocimiento de los consulados británico, francés y alemán. - Falsificación de las firmas de Francisco Rego Chaves (Alto Comisionado en Angola), Daniel Rodrigues (Ministro de Finanzas) y Delfín Costa (Representante técnico del gobierno de Angola). - El contrato estipulaba que Vergílio estaba encargado por el BP de requerir formalmente la impresión de billetes a la imprenta Waterlow. Marang desempeñaría el papel de representante de un grupo financiero, que iría a prestar 5 millones de dólares a Angola. Como compensación, el BP autorizaría una emisión especial de billetes, donde figuraría la palabra ANGOLA, tan pronto como llegaran a la colonia. - Se fabricaron dos millones de billetes con la efigie de Vasco de Gama y las firmas de altos cargos del BP, falsificadas por Vergílio. - En la primera remesa, el billete de 500 escudos adjunto al contrato se repetiría 200.000 veces sin el conocimiento del BP. La casa Waterlow fabricaba los billetes, enviándose a la legación portuguesa en La Haya (regida por António Bandeira, hermano de José Bandeira) a medida que se estampaban. De aquí se trasladaban en valija diplomática a Portugal, con la complicidad del Conde Simon Planas-Suarez (representante venezolano en Lisboa) y puestos en circulación por el banco de Angola e Metrópole. Para obtener un refugio seguro para los billetes, Vergílio decide convertirse en banquero. Antes, los billetes eran convertidos en moneda extranjera en el mercado negro de Lisboa. Se abrieron cuentas en bancos de Lisboa y Oporto, donde se depositaban los billetes nuevos. Después de varios días, retiraban billetes diferentes a los depositados, cambiándose por otros de valor inferior. Vergílio, con el apoyo de poderosos de las finanzas y de la política, compró una mansión de cuatro pisos (Palacio del Niño de Oro), un automóvil Hispano-Suiza, joyas, mobiliario de lujo, es decir, lo propio de lo que hoy se conoce como Jet-set (alta sociedad). Las nuevas emisiones de billetes habían permitido a Vergílio la fundación de su propio banco. En junio de 1925, se funda el Banco de Angola e Metrópole, con sede en la Rua do Crucifixo en Lisboa, filial en Oporto (en la antigua sede del Banco comercial), adquirido por Vergílio. A la inauguración, acudieron invitadas altas autoridades del país, ignorantes del gigantesco fraude. El banco se dedicaba a grandes inversiones en empresas angoleñas y metropolitanas, con un capital social de 200 millones de euros.
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Vergílio sabía que estaba garantizada su impunidad si podía acceder a la administración del banco emisor. Los falsificadores habían captado la simpatía del director del BP, Lobo de Ávila Lima, encargándole la compra de un lote de acciones del BP en la Bolsa, para intentar el ingreso en su Consejo de Administración. El grupo de Reis llega a adquirir 31.000 acciones del BP; 14.000 más y sería como del Banco y, por extensión, del propio país. Según el semanario A Choldra (la pandilla), afecto al Partido Republicano de la Izquierda Democrática (PRED), de José Domínguez dos Santos, en reuniones de la administración «hubo accionistas que tacharon ostensiblemente el nombre de Ruy Ulrico, para colocar en su lugar el de Vergílio» (A Choldra nº 6 de 6/3/1926). El grupo Reis acabó por adquirir las acciones necesarias para la penetración en el BP. Entretanto, incesantes rumores se propagaban en el país acerca de billetes falsos en circulación. Alimentada por el diario O Século, comenzó, en 1925, una campaña contra el Banco de Angola e Metrópole, sugiriendo la existencia de irregularidades en la fundación del mismo. O Século, órgano de la Unión de Intereses Económicos (UIE), partido político que congregaba a las altas finanzas, grandes industriales, comerciantes y agricultores y que venía a ser uno de los soportes del régimen salido del 28 de mayo de 1926, veía en el Angola e Metrópole un serio competidor del Banco Nacional Ultramarino, que monopolizaba el comercio bancario de las colonias portuguesas. Aprovechando los incesantes rumores sobre la circulación de billetes falsos, sistemáticamente desmentidos por el BP, el diario dirigido por Pereira da Rosa, por la pluma del periodista Adelino Mendes, publicaba el artículo «¿Qué hay?» (23/11/1925), donde se alertaba a la opinión pública sobre los negocios oscuros de Angola e Metrópole. Esta campaña desencadenó una apasionada polémica en la prensa portuguesa, suscitando ataques al BP, al gobierno y glorificando a Vergílio. El Ministro de Finanzas decide proceder a una discreta investigación, siendo recibido por el Administrador-Delegado de Angola e Metrópole, José dos Santos Bandeira. Entretanto, en el Norte de Portugal, eran detectados billetes con números iguales. Manuel Lutero de Sousa, de Oporto, cajero de la Casa de Cambios A.P. da Cunha, alertado por los rumores alarmistas que circulaban en el país, decidió analizar atentamente los billetes de 500 escudos que el patrón Alfredo Pinto da Cunha obtenía del Banco de Angola e Metrópole. Detectó irregularidades, que confió a un amigo suyo, empleado del BP, el cual, a su vez, las transmitió al Gerente. Este tomaría contacto con la sede, en Lisboa. El perito del BP Luís Alberto Campos e Sá, investigó minuciosamente los billetes, y descubrió la duplicación. El 6/12/1925, Vergílio fue detenido, y los billetes retirados de la circulación. A esta prisión seguiría la de otros individuos, incluyendo al antiguo Ministro Nuno Simões,
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Administrador de Angola e Metrópole, y llevará al banquillo de los acusados a la dirección del BP. Desmembrada la red de falsificadores, millares de billetes terminarían siendo encontrados en casa de Vergílio y en la Legación de Venezuela. A pesar de todo esto, la prensa continuaba creyendo en la inocencia de Vergílio, suponiéndole una víctima del BP («un antro de corruptos»). António Ferro, el futuro jefe de la propaganda salazarista, le alababa en las páginas del Diário de Notícias. El general Filomeno da Cámara, uno de los hombres del 28 de mayo, consideraba a Vergílio como «un patriota deseoso de promover el desarrollo de Angola». Otros consideraban a Vergílio como una víctima de agentes de una cuadrilla internacional, preparada para sustraer a Angola del dominio portugués. Adelino Mendes, en su « ¿Qué hay? », insinuaba: «A lo que parece, existen amigos del gobierno que se interesan por la organización del banco-misterio», en alusión a una complicidad del Partido Democrático con el fraude. Durante la detención de Vergílio, la oposición se aprovecha del caso para atacar al gobierno, al BP y a adversarios políticos. A Choldra describía a O Século como una «caverna de ambiciosos, inspirada por la figura despreciable de un Pereira Rosa», y lanzaba sospechas sobre el gobernador del BP: «existe un despacho de más bien amplio margen para la emisión de billetes, con la autoría del Sr. Inocêncio Camacho cuando era Ministro de Finanzas […]». El 28/5/1926 estallaba la revolución que dictaría el fin de la I República, y sus mentores prometían la resolución del caso Angola e Metrópole, como obra de saneamiento de las corruptas instituciones democráticas. El primer juez nombrado –Pinto de Magalhaes– era un indefectible admirador de Vergílio. Estaba plenamente convencido que éste era una víctima de una conspiración urdida por el Gobernador y Vicegobernador del BP. Las investigaciones no avanzaron por este motivo, por lo que se tuvo que nombrar un nuevo juez, Joaquim Augusto Alves Ferreira. Llevaban la defensa de Vergílio los abogados Armelin Jr, Ramada Curto, Nóbrega Quintal, António de Bourbon, Fernando Caetano Ferreira, Ricardo Nota y Cármen Marques, que fallecería en pleno juicio de un ataque al corazón. En defensa del BP estaban los abogados António Osório y Barbosa de Magalhães. Los acusados eran: Alves dos Reis y su mujer, José y António Bandeira, Francisco Ferreira Júnior, Adriano Silva, Moura Coutinho, Manuel Roquete y Adolfo Hennies, que no compareció. Acerca de la ausencia de Hennies, escribía así La Choldra nº 2 de 7/2/1926: «En todo el complicado crimen de Angola e Metrópole (…) una figura se difuminaba –sombra y misterio– cuya actuación debe de haber sido la mayor y más tenebrosamente peligrosa en la obra maquiavélica de los
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billetes falsos: la del alemán Hennies, que plantea preguntas sobre su personalidad. Se sospechaba por entonces que Vergílio había sido cabeza de turco de una conspiración internacional, dirigida por Hennies. El 31/5/1926, Vergílio es transferido a la Penitenciaría. Marang había sido juzgado el 26/1/1926. El 6/5/1930 se celebra el juicio en el tribunal Militar de Santa Clara, con las siguientes acusaciones: conspiración; falsedad documental; falsificación y distribución de moneda; introducción de billetes falsos en territorio portugués; violación y retención de correspondencia de Waterlow dirigida al Gobernador del BP; nombramiento ilegal para el Banco de Angola e Metrópoli, y solicitud o aceptación de soborno en calidad de funcionario público. Las sentencias condenan a Vergílio, Bandeira y Hennies (en rebeldía) a penas que oscilan entre 8 años de prisión a 25 años de destierro. Los otros implicados son condenados a penas más leves. María Luisa Vergílio es liberada. Las penas se cumplieron en Portugal ante la negativa manifestada por los gobernadores coloniales. Esta aventura cautivó a la opinión pública, y Vergílio fue considerado un héroe popular, aunque ligado a siniestros criminales extranjeros, imbuidos de tenebrosas intenciones. Vergílio se convirtió en el personaje central de una novela popular, escrita por Eugénio Bataglia, titulada El Banco fantasma: ¿fraude o patriotismo? Una novela social. En esta novela, Vergílio es presentado como ¡el protector de los pobres y Salvador de la Nación, que después de haber sido Gobernador del BP, se torna Ministro de Finanzas y de Industria, llegando a Primer Ministro, que promueve una vasta obra de fomento y modernización del país! En la prisión, Vergílio se convierte al Protestantismo, escribe El secreto de mi confesión, El cáncer de la nación, Angola e Metrópole, Dossier secreto, Fragmentos preciosos para la historia de la política, de las finanzas y de la Magistratura portuguesa, además de diversos artículos para el diario evangélico londinense World Dominion. Es liberado en 7/5/1945. Muy popular y respetado, había sido cliente fiel de la cantina de la prisión, donde daba sermones con mucha audiencia, convirtiendo a algunos reclusos a la fe Evangélica. En noviembre de 1945, se le ofrece un empleo en la banca, que rechaza. Pasa a trabajar en la firma de los hijos. En 1947, vuelta a los negocios que lo llevan a la quiebra y a la expulsión de Brasil, tras un heterodoxo negocio de arroz. La esposa muere en agosto de 1951. En 1953, Vergílio sufre un ataque de parálisis. Murió el 10 de julio de 1955. En cuanto a los otros comparsas, se sabe que José Bandeira murió en 29/3/1960. Su última actividad había sido la de gerente de un café en Lisboa. El enigmático Hennies, que nunca fue juzgado en Portugal, regresó a su
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Alemania natal, que no respondió a la petición de extradición formulada por las autoridades portuguesas. Estuvo preso durante un año, y después fue liberado por falta de pruebas. Con su verdadero nombre, Johann Georg Adolf During, continuó con sus oscuros negocios, bajo la protección del todopoderoso partido nazi, al que pertenecía, lo que no impidió su fracaso económico y la creación de muchas enemistades. Murió en 1936, presumiblemente envenenado por un deudor, que cristianamente costeó su entierro. Marang se convirtió en un próspero y bien conceptuando negociante, naturalizado francés. Murió en 1960, rodeado de una familia numerosa y bien valorada en la sociedad gala. El circunspecto The Economist de Londres escribió acerca del caso Angola e Metrópole, a raíz de la muerte de Vergílio: «Los autores de la burla, por más reprensibles que fueran sus motivos, hicieron un gran bien, de acuerdo con los mejores principios de Keynes». Bibliografía GUBERN, JORGE. Negocios sucios: Grandes fortunas. Editorial Mateu. Barcelona 1957. 2ª edición. Colección Keops. ALMEIDA, FERNANDO J. Revista Historia nº 29. Marzo 1997. INTERNET. Wilkipedia.
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EL PRIMER BILLETE DE 5.000 PESETAS JOAN-M. CARRERAS ZARAGOZA El billete de 5.000 pesetas fechado en Barcelona el 11 de junio de 1938 marca un hito importante en la historia de las emisiones del Banco de España. Desde el establecimiento de la peseta como unidad monetaria española, en 1868, no se había emitido un billete de tan elevado valor facial. Habría que esperar al 6 de febrero de 1976 para que el Consejo del Banco de España aprobara la fabricación de otro billete con el mismo nominal (dedicado al rey Carlos III) y al 19 de julio de 1978 para su puesta en circulación. Aunque el Banco de España nunca lo reconoció oficialmente, su emisión es una prueba más del fuerte grado de inflación sufrido en la zona republicana desde el inicio de la Guerra Civil. En efecto, tomando como base 100 el índice de precios de julio de 1931, en dicha zona se había llegado al 893,80 en diciembre de 1937, para situarse en el 1.471,70 en junio de 1938 y en el 2.502,00 en febrero de 1939. En su libro Economía y finanzas en la Guerra Civil española (1936-1939) José Ángel Sánchez Asiaín afirma que, a mediados de septiembre de 1937, la circulación fiduciaria en la zona republicana podía ascender a unos 10.000 millones de pesetas, con un incremento, en relación al 18 de julio de 1936, de un 235 por ciento. Según el artículo doce de la Ley de la Jefatura del Estado de 7 de diciembre de 1939, reguladora del desbloqueo (BOE número 345, de 11 de diciembre de 1939), a 30 de junio de 1938 la peseta republicana tenía solamente un 20 por ciento de su valor a 18 de julio de 1936. Es decir, que un billete de 5.000 pesetas de junio de 1938 venía a ser como uno de 1.000 pesetas de dos años antes (unos 1.500 euros actuales). Si ya existían billetes equivalentes entendemos que no cabe la extrañeza mostrada en algunas ocasiones ante uno de tan alta denominación encargado en plena guerra. Debe tenerse en cuenta que desde 1874 se venían emitiendo billetes de 1.000 pesetas, cuyo valor real era muy superior al del que estamos estudiando. La explicación más lógica para emitirlo no puede ser, en definitiva, otra que el aumento disparado de los precios, es decir, la llamada hiperinflación, provocada por la desvalorización del papel moneda republicano y la pérdida de confianza en el mismo, ya que su valor era absolutamente fiduciario, sin ninguna cobertura metálica. A aquellas alturas de la guerra las reservas de oro del Banco de España, enviadas a la URSS para convertirlas en las divisas necesarias para adquirir material bélico, ya estaban prácticamente agotadas. No obstante, debemos considerar otro punto de vista. Según Sánchez Asiaín (op. cit.), José Larraz, en su obra de 1938 Estudio sobre la restauración de la comunidad dineraria española, manifestaba preocupación
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por lo inseguro de la circulación fiduciaria de la República. Existía el peligro de que en la zona republicana se pusieran en circulación billetes sin contabilizar. Pero era mucho más preocupante para él lo que calificaba como posible inflación delictiva de última hora. Textualmente afirma: “El Banco de España en la zona marxista ha sido obligado a proveerse de fuertes reservas de billetes, continuamente abastecido desde Londres. ¿No podrán ser saqueadas en la última hora de la guerra? ¿No tomarán algunas el camino del extranjero?” En otras palabras, ¿podría servir la emisión de billetes de un valor inusitado hasta entonces para facilitar la evasión de capitales ante el previsible desenlace del conflicto? Esta última hipótesis no parece muy probable, ya que la peseta republicana estaba, a mediados de 1938, sumida en un fuerte declive en los mercados de divisas. Si en julio de 1938 se obtenían en París 26,30 francos franceses por cada 100 pesetas republicanas se llegó, en febrero de 1939, a un cambio de sólo 2,10 francos. El Consejo de Gobierno del Banco de España aprobó, en la sesión del día 28 de enero de 1938, a propuesta de la Comisión de Emisión, “que se encargue a los expresados señores Bradbury Wilkinson Cº Ltd. la preparación de modelos y presupuesto para una nueva serie de billetes de 5.000 pesetas, la cual estará ajustada a normas análogas a las que fueron comunicadas a dicha Casa en 13 de mayo de 1931 con ocasión del encargo de los billetes correspondientes a la segunda reserva”. Esta “segunda reserva” no es otra que la emisión de 25 de abril de 1931 que, al inicio de la guerra, se hallaba en su totalidad depositada en las cajas del Banco. En la sesión del Consejo celebrada el día 13 de mayo de 1931 “se leyó el acta de la reunión celebrada por la Comisión de Emisión el día 11 del actual y, de conformidad con la misma, el Consejo resolvió encargar a la casa Bradbury Wilkinson & Cª. Ltd de Londres la preparación de modelos y presupuestos para una nueva reserva de billetes de las 5 series en la cuantía y con las características que en el acta de la Comisión se detallan”. Las normas de la emisión de 25 de abril de 1931 (que debía cumplir también la de 11 de junio de 1938) eran, según resolvió la Comisión proponer al Consejo, las que a continuación se transcriben del acta de la sesión del día 11 de mayo de 1931: “Los tamaños deberán ser los siguientes: Para los de 25 pesetas 120 por 80 milímetros Para los de 50 pesetas 130 por 85 milímetros Para los de 100 pesetas 140 por 90 milímetros Para los de 500 pesetas 150 por 95 milímetros Para los de 1.000 pesetas 160 por 100 milímetros
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o sea, de igual largo que los actuales y menor altura. El papel, apergaminado y sólido, será algo más delgado que el actual. Las filigranas serán perfiles de cabezas clásicas greco-romanas o similares. Las estampaciones calcográficas serán: en el anverso, dos, una para la orla y protección de los fondos tipográficos y otra para el retrato, y en el reverso, una. Las tipográficas serán: en los anversos, varias coloraciones con bordes blancos y protección y en los reversos arco iris. La numeración será de tipo pequeño y claro, como la de los actuales billetes de 25 y 50 pesetas, e irán en el margen para mayor claridad y visibilidad, estampadas en rojo. En el anverso el color será el que convenga a cada billete. La comisión ha concedido mucha importancia a los retratos porque ello constituye, a juicio de los técnicos, la principal garantía de legitimidad, ya que las falsificaciones alteran siempre la expresión de los rostros y la más ligera discrepancia con la figura original acusa su falsedad, por lo que lo considera indispensable en cada billete. Teniendo en cuenta esta razón anteriormente expuesta, las marcas de agua deberán ser de un tamaño lo más grande que consienta el de cada billete, con una cabeza humana de perfil a fin de que constituya, en cierto modo, un segundo retrato de garantía. Se estampará sobre los fondos tipográficos la nueva protección calcográfica que emplea la Casa Bradbury porque, constituida por líneas rectas o curvas en relieve sobre éstos, dificulta enormemente su reproducción fotográfica. Para dificultarla todo lo posible y en todos los órdenes estarán limitados dichos fondos por una faja o lista blanca, en el anverso, a fin de establecer un “repérage” (etapa de una impresión que consiste en alinear correctamente los colores) exacto que no pueda confundirse con uno aproximado. En las personas y motivos representados la Comisión ha procurado elegir aquellas que, además de no haberse empleado nunca para este objeto, constituyen glorias nacionales para toda clase de ideas”. El estudio de la única serie que compone la emisión de 11 de junio de 1938 nos mostrará en qué medida se ajusta a las normas precedentes y constituye, en cierto modo, una ampliación de la de 25 de abril de 1931. La fecha de la emisión se relaciona, como veremos más adelante, con el motivo del anverso. No fue emitido en Madrid, sino en Barcelona. La causa es que la sede central del Banco de España en territorio republicano se había trasladado a Barcelona, desde Valencia, por Orden de 21 de septiembre
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de 1937. Existen otras dos emisiones fechadas en Barcelona: la de 11 de marzo de 1938 y la de 15 de agosto del mismo año, ambas de billetes de 100 pesetas. Ninguna de las dos llegó a circular. El tamaño del billete estudiado es de 170 por 105 milímetros, según la medición efectuada en los dos ejemplares que hemos podido examinar. El catálogo de la exposición El camino hacia el euro. El real, el escudo y la peseta" da 170 por 105 milímetros, igual que el catálogo de los billetes del Banco de España Billetes españoles, 1874-1939 (Madrid 2005). Estas medidas difieren de las ofrecidas en otras publicaciones. En el caso del libro Los billetes del Banco de España (Madrid 1974 y 1979), editado por el propio Banco, el tamaño (161 por 97 mm.) está referido a la orla o mancha exterior del billete, prescindiendo del margen. La Enciclopedia de los billetes de España, editada por Filabo (2ª ed. Barcelona 2006), da 173 por 108 mm.. Edifil, en su catálogo especializado de billetes de España (3ª ed. 2002), da 173 por 108 mm. y 161 por 97 mm. en el de monedas y billetes de España de 2007. Errores al margen, la diferencia de medidas observada entre ejemplares de la misma emisión puede ser debida a causas diversas, como el grado de humedad del papel al ser impreso, el haberlos medido en zonas diferentes del billete, que los ejemplares no sean de la misma tirada o no se hayan conservado en las mismas condiciones. No se puede descartar la manipulación consistente en recortar los márgenes del ejemplar para que ofrezca unas esquinas perfectas. Si observamos que para la emisión de 1931 el tamaño de cada serie aumenta en 10 milímetros para el largo y en 5 milímetros para la altura vemos que los 170 por 105 milímetros se ajustan perfectamente a lo exigido (para el de 1.000 pesetas se establecían 160 por 100 milímetros). Fue fabricado por Bradbury, Wilkinson and Company, Ltd., con sede en New Malden, condado de Surrey (Inglaterra). Esta casa inglesa no fabricaba nuevos billetes para el Banco de España desde que imprimió los certificados de plata de 5 y 10 pesetas emitidos en 1935, aunque desde enero de 1936 y durante toda la Guerra Civil se le encargaron más ejemplares de emisiones anteriores (1 de julio de 1925, 24 de julio de 1927 y 15 de agosto de 1928). Las emisiones comprendidas entre la de 7 de enero de 1935 y la de 11 de marzo de 1938 fueron encargadas a Thomas de la Rue and Company, Ltd., con sede en Londres. El Consejo del Banco de España que venía funcionando en la zona nacional había acordado, en 1936, que se hicieran gestiones cerca de ambos fabricantes ingleses para la confección de sus billetes. Sin embargo, los contactos no llegaron a buen puerto y los dos impresores continuaron suministrándolos al Banco de España de la zona republicana.
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La tirada fue de dos millones de efectos, impresos por el procedimiento calcográfico, con fondos de composición indirecta por fotomecánica y litografía a tres colores. La calcografía deja la tinta en relieve sobre el papel, lo que puede apreciarse al tacto e incluso a simple vista. En ello estriba principalmente su seguridad, ya que los billetes impresos con esta técnica no se pueden reproducir por fotografía u otros medios. La impresión litográfica, en cambio, no da relieve alguno al tacto. El anverso está compuesto por una greca con motivos geométricos, cifras del valor en los cuatro ángulos y la viñeta, que reproduce un autorretrato del pintor catalán Marià Fortuny i Marsal (Reus 1838 - Roma 1874). Se trata de un óleo sobre lienzo (62,5 por 49,5 cm.), fechado en 185859, que actualmente se conserva en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (Museo Nacional de Arte de Cataluña). Está grabada en talla dulce, es decir, en calcografía. El libro Los billetes del Banco de España describe la técnica utilizada para el resto del anverso: “La orla es labor de torno geométrico de línea blanca con franjas de dibujos ornamentales grabadas al pantógrafo. Los fondos están realizados por composición indirecta de fotomecánica y estampados en litografía a tres colores; llevan una impresión superpuesta de líneas oblicuas paralelas en el centro y verticales en la parte inferior, estampadas en negro por el procedimiento calcográfico, complicando de esta forma la selección de colores a efectos de falsificación”. El reverso, además del valor en cifras y letras, ofrece una magnífica reproducción de La vicaría (1870), pintura al óleo sobre tabla (60 por 93,5 cm.) conservada en el mismo museo que el autorretrato del anverso. Se expuso en París (galería Goupil) y obtuvo un éxito extraordinario, consagrando al autor en los círculos artísticos europeos. Fue vendida por el galerista, nada más exponerla, por 70.000 francos, un elevadísimo precio para su época. La escena, ambientada en el siglo XVIII, representa el momento en que los testigos de una boda firman en la sacristía, separada del templo por una magnífica reja. Se trata de una obra maestra, quizá la más famosa de Fortuny, que tuvo una primera versión fechada unos dos años antes. Según detalla el citado libro del Banco de España “están grabadas en talla dulce las figuras, y el fondo y el suelo a la punta seca sobre plancha con barniz atacada al ácido. El encuadre de la viñeta es labor de guillochet (expresión francesa para designar al torno geométrico o máquina de rayar) en línea blanca, con motivos de ornamentación grabados a buril. La greca exterior está realizada al pantógrafo y mordida al ácido. Los fondos de línea ondulada en el centro del billete y de puntos en el círculo de la marca al agua son de estampación litográfica”. La técnica de impresión, pues, responde a las exigencias formuladas por la Comisión de Emisión en 1931.
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Según una extendida opinión, que compartimos plenamente, es uno de los billetes más conseguidos emitido nunca en España. La calidad del grabado y de la impresión pueden calificarse, sin duda alguna, de extraordinarias. Así lo manifestaron los representantes del impresor al Banco de España, afirmando la excelencia del material proporcionado por éste así como haber sido una obra llevada a cabo por sus mejores grabadores. El papel utilizado es de poco cuerpo, pero de gran resistencia y carteo (sonido característico, de tipo metálico, del papel empleado en la confección de billetes al ser agitado). Se fabricó en Inglaterra por la casa Portals Co. Ltd. de Londres (como el de la emisión de 1931) y presenta el perfil de una cabeza clásica perfectamente contrastada como marca al agua. En el catálogo de la subasta de papel moneda español celebrada en Madrid el día 9 de marzo de 1994 (lote 147) se especifica que dicha marca al agua representa la cabeza de Apolo, quizá por la gran similitud con la del billete de 1.000 pesetas emitido con fecha 25 de abril de 1931, que se ha identificado siempre con la del dios griego. Por tanto, podemos afirmar que el papel se ajusta a las especificaciones propuestas por el Banco de España. El motivo del anverso y la fecha de emisión son un homenaje al pintor Fortuny en el centenario de su nacimiento (11 de junio de 1838). La persona elegida cumple, en todo caso, con el requisito de no haber figurado antes en otro billete y, según criterio de la Comisión de Emisión, se trata de una de las “glorias nacionales para toda clase de ideas”. En cuanto al reverso, su motivo contrasta con la situación de las iglesias existentes en la zona republicana, destruidas, incendiadas o cerradas al culto desde el inicio de la guerra. Tampoco cumple, pues, esta emisión con el artículo 1º del Decreto del Ministerio de Hacienda de 23 de julio de 1931 (Gaceta de Madrid número 205, de 24 de julio de 1931), en el sentido de que en ella no figuran “emblemas o alegorías de la República”. Ni siquiera se estampó el escudo de España con corona mural, como se hizo en las emisiones de 7 de enero de 1935, 22 de julio de 1935 y 11 de marzo de 1938. En cualquier caso, es un billete que intenta transmitir una sensación de normalidad. Solamente el no estar fechado en Madrid es indicio de que el banco emisor se hallaba en una situación excepcional, que no se halla reflejada en las actas de las sesiones de su Consejo de Gobierno correspondientes al encargo del billete y a la aprobación de sus muestras. El billete que nos ocupa, por su excelencia, puede parecer incluso un lujo impropio de un país en guerra. En cuanto a las firmas, lleva grabadas la del Gobernador, don Luis Nicolau d'Olwer y la del Interventor, don Antonio Victoriano Martín. Al no estampillarse en ellos la firma del Cajero (don Antonio de Zárraga Hernández) nunca fueron habilitados, es decir aptos para la circulación. No se conocía ningún ejemplar numerado hasta que el 28 de abril de 1998 la casa londinense Spink and Son subastó uno, procedente del archivo
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de Bradbury, con el número 0,000,000 en el anverso y el 0,000,001 (número del primer billete impreso en esa tirada) en los ángulos superior e inferior izquierdos y el 2,000,000 (número del último) en los ángulos superior e inferior derechos en el reverso, todas ellas en rojo. Esta peculiar numeración indica que este ejemplar fue impreso con las mismas planchas utilizadas para los dos millones que se fabricaron. Debemos entender, pues, que no fue necesario reemplazar las planchas gastadas con otras grabadas de nuevo, ya que las primeras bastaron para imprimir toda la tirada. Ello nos permite presumir que se trata de un ejemplar único. Presenta la palabra "CANCELLED" en taladro de puntos en el lugar reservado para estampillar la firma del Cajero. En el margen superior del anverso lleva el número 12,345, estampado en tinta roja, como modelo de los dígitos empleados en su numeración. A los lados de dicho número lleva, escritas a mano en tinta azul, una cifra (número de control) y una fecha, 28.5.38, que no sabemos exactamente a qué corresponde. Para Ramón Cobo Huici (Enciclopedia de los Billetes de España, Filabo, 2006) podría ser la del inicio de la tirada, la de su final o la del envío a España. Lo cierto es que el 28 de mayo de 1938 el billete estaba ya encargado, pero no se aprobaría definitivamente hasta meses después. No es, obviamente, la de su puesta en manos del público, puesto que nunca llegó a circular. La numeración del reverso, impresa dentro de la orla (y no en el margen, como se pedía), resulta con poca “claridad y visibilidad” ya que la tinta roja no destaca lo suficiente sobre la greca. Los dígitos son un milímetro más altos (4 mm. frente a los 3 mm. de 1931) y el número mide 24 mm. (19 mm. en 1931). Es, pues, evidente que no se siguieron todas las instrucciones del Banco, sólo la relativa al color. En definitiva, y siguiendo la terminología establecida por Ramón Cobo en su glosario de notafilia española (op. cit.) podemos afirmar que nos hallamos ante una de las pruebas de control de emisión efectuadas por la casa Bradbury, Wilkinson and Company, Ltd. para su archivo. El Consejo de Gobierno del Banco de España, en la sesión del día 26 de septiembre de 1938, acordó, a propuesta de la Comisión de Emisión “aprobar las muestras del billete de 5.000 pesetas remitidas por los Sres. Bradbury (mediante carta del 12 de agosto), aceptando para el anverso la señalada con la letra A y para el reverso la indicada con la letra B cambiando la fecha de 28 de Enero 1938 que en dichas pruebas aparece por la del 11 de Junio de 1938 y gestionando de la Casa fabricante alguna rebaja en el precio fijado por la misma. El motivo formal para dicha gestión era que se aprecia una pequeña diferencia de precio al comparar el de este billete con el establecido para otros de dimensiones semejantes” (acta de la sesión de la Comisión de Emisión de fecha 24 de septiembre de 1938). No debe extrañarnos la intención de negociar una rebaja en el precio, ya que existía un precedente. Según consta en el acta de la sesión extraordinaria del Consejo
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de Gobierno del Banco del día 21 de junio de 1938, la casa Thomas de la Rue había ofrecido una rebaja de 3 libras y 12 chelines a 3 libras y 10 chelines por millar de billetes si se ampliaba el pedido de las 100 pesetas de 11 de marzo de 1938 de diez a veinte millones de efectos. En la sesión celebrada por la Comisión de Emisión el día 15 de octubre de 1938 “se dio cuenta de una carta de Bradbury Wilkinson & Cº Ltd, fecha 4 del corriente que acompañaba las facturas de la fabricación de billetes y en la que se manifiesta ser imposible, por razonables consideraciones que expone, la rebaja que se pretendía en la fabricación de los billetes de 5.000 pesetas. La Comisión acordó proponer al Consejo la aceptación del precio ya convenido por la casa con el Excmo. Sr. Gobernador y que las facturas pasen a revisión por el Sr. Cajero de Metálico encargado de billetes fabricados”. Finalmente, el Banco aceptó el precio de venta de los dos millones de efectos, que ascendía a 11.000 libras esterlinas. Al cambio fijado por el Centro Oficial de Contratación de Moneda (Gaceta de la República número 267, de 24 de septiembre de 1938) resultaban 1.166.000,00 pesetas (58 céntimos por billete). Una vez impresos y numerados, los billetes se enviaban desde Londres a la Agencia del Banco de España en París, que recibió 1.320.000 ejemplares pendientes de habilitación. Posteriormente debían seguir a Barcelona, donde no consta que llegara ninguno de ellos. Después de la guerra fueron destruidos en su totalidad, ya que, en virtud del artículo primero del Decreto-Ley del Gobierno del Estado de 12 de noviembre de 1936 (B. O. E. número 29, de 13 de noviembre de 1936) el Gobierno Nacional no los reconoció como válidos. En consecuencia, nunca llegaron a circular. De este billete se han conservado solamente unos pocos ejemplares de muestra, también conocidos con la palabra inglesa specimen. Éstos son billetes auténticos, iguales a los destinados a la circulación, pero con números de serie especiales (habitualmente ceros) y, sobreimpresa o en taladro de puntos, la palabra "muestra" en la lengua del país emisor o en la del país donde fueron impresos. Por lo general son distribuidos, con criterios muy restringidos, a los bancos centrales y los privados, departamentos de Hacienda y otros organismos oficiales para dar a conocer las características físicas de los billetes recién emitidos. No son moneda de curso legal ni tienen ningún valor monetario. No obstante, dada su gran escasez, pueden llegar a mayores precios, como piezas de colección, que los billetes del mismo tipo destinados a circular. En ciertos casos, como el que nos ocupa, las muestras pueden ser la única forma de disponer de ejemplares susceptibles de ser estudiados y coleccionados. Normalmente, los specimen de los billetes impresos por Bradbury, Wilkinson and Company, Ltd. para el Banco de España llevan numeración
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0.000.000 y la palabra "SPECIMEN" en taladro de puntos en el lugar reservado para estampillar la firma del Cajero. Sin embargo, no se tiene conocimiento de ningún ejemplar del billete estudiado que reúna dichas características. Los que se conocen no llevan numeración alguna y tienen impreso un sello tipográfico en rojo, de forma circular, con la palabra "SPECIMEN" y el nombre del impresor. Presentan un pequeño taladro sobre la firma del Gobernador. Conocemos el mismo tipo de ejemplar para los valores de 100 pesetas de la emisión de 1 de julio de 1925 y de 25 pesetas de la emisión de 15 de agosto de 1928. Seguramente existen otros. Ramón Cobo (op. cit.) entiende que los billetes no numerados no son billetes muestra en sentido estricto (criterio que compartimos). Los considera como una variante que denomina “prueba de presentación”. Surge, pues, la duda sobre si llegaron a prepararse los habituales billetes muestra para los fines que ya se han indicado. Tampoco se han hallado pruebas de color completas, como sí sucede en la mayor parte de billetes impresos en Inglaterra para el Banco de España entre los años 1906 y 1938. Ni siquiera las presentadas al Banco para su aprobación definitiva. Sólo se conocen pruebas parciales del anverso (parte del fondo y la viñeta del busto de Fortuny) y completas del reverso (en color y en negro). Esta peculiaridad, junto con las otras que se han expuesto, hace que nos hallemos ante un billete muy singular. A título de conclusión, podemos afirmar que el billete de 5.000 pesetas de 11 de junio de 1938 es uno de los mejores billetes emitidos en España, tanto desde el punto de vista artístico como técnico. Su influencia en algunas de las emisiones posteriores es evidente. A nuestro modo de ver, su estilo perduró en muchos de los billetes elaborados por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre desde la emisión de 21 de octubre de 1940 hasta la emisión de 6 de febrero de 1976 (la del segundo billete de 5.000 pesetas y primero que circuló), aunque su perfección entendemos que nunca fue superada. Finalmente, las muy especiales circunstancias bajo las que fue proyectado y fabricado, así como el hecho de que nunca llegara a circular y, por supuesto, el exiguo número de ejemplares que han llegado hasta nosotros, hacen de él un billete que no podemos dudar en calificar de mítico. Agradecimientos - Dª. Elena Serrano, del Archivo Histórico del Banco de España, sin cuya colaboración este artículo no hubiera sido posible. - Dª. Teresa Tortella, Directora del Archivo del Banco de España.
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Prueba de presentación. Anverso
Prueba de presentación. Reverso
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Prueba de control de emisión. Reverso
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TURRÓ I MARTINEZ, A.
Obsequio Dr. Pere P. Ripollès VV.AA. Monedas y Medallas Españolas de la Real Academia de la Historia. Madrid 2007. Obsequio Dr. José Mª de Francisco BORDAZAR ARTAZU, A. Proporción de monedas, pesos i medidas, con principios practicos de Aritmética i Geometría para su uso. Valencia 1736. Fotocopia. GONZÁLEZ DE CASTRO, S. Declaración del valor de la plata, ley y peso de las monedas antiguas de plata ligada de Castilla y Aragón. Madrid 1658. Fotocopia.
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Itinerario Real de Postas de dentro y fuera del Reino. Madrid 1761. Fotocopia. VV.AA. I Jornadas sobre documentación jurídico-administrativa, ecómicofinanciera y judicial del reino castellano-leones (siglos X-XIII). Universidad Complutense de Madrid. Madrid 2002. VV.AA. II Jornadas científicas sobre documentación de la Corona de Castilla (siglos XIII-XV). U. C. M. Madrid 2003. VV.AA. III Jornadas científicas sobre documentación en la época de los Reyes Católicos. U. C. M. Madrid 2204. VV.AA. IV Jornadas científicas sobre documentación de Castilla e Indias en el siglo XVI. U. C. M. Madrid 2005. VV.AA. V Jornadas científicas sobre documentación de Castilla e Indias en el siglo XVII. U. C. M. Madrid 2006. Obsequio Sr. Josep Pellicer Anaquel de estudios árabes. Editorial Complutense. Madrid 1990. Anaquel de estudios árabes. Editorial Complutense. Madrid 1991. Angel Guimerà (1845-1924). 1974. Apel.les Mestres (1854-1936). 1985. Arrels de la Catalunya Mil.lenària. 1984. Centenari del Naixement d’Enric Prat de la Riba. 1970. Commemoració de la Renaixença. 1982. Commemoració dels 500 anys del primer llibre imprès en català. 1974. Diccionari General de la Llengua Catalana. Barcelona 1968. Homenatge a Pau Casals en el seu 95è aniversari. 1971. Institut d’Estudis Catalans. 1981. Jacint Verdaguer. 1877-1977. Jaume I El Conquistador. 1276-1976. Josep M. Folch i Torres. 1980. La naixença de Catalunya. 1978. Mallorca. La primera conquista cristiana. 1979. SEDWICK, D. & F. The Practical book of Cobs. USA 2007. TYE, ROBERT & MONICA. Jitals. Isle of South Uist 1995. VV.AA. Andalucia Medieval. Tomo II. Actas I Congreso Historia de Andalucia. Diciembre 1976. Córdoba 1982. Obsequio Sr. Martí Hervera PAOLETTI, EMILIO. Cuartillos Macuquinos de Lima y Potosí. Buenos Aires 2007. Obsequio del editor: Museu d’Arqueologia de Catalunya ALCANAR. La Moleta del Remeri. 2006. Artifex. Enginyeria Romana a Hispana. Exposició. 2007. GALDÓN, JESÚS. Antínous o la història circular. 2006. Guies del Museu d’Arq. de Catalunya. ARBECA. La fortaleza dels Vilars. Barna 2005.
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La fragilitat en el temps. El vidre a l’antiguitat. Exposició.2005/6. Monografies 1. I Jornades Hispàniques d’Història del Vidre. Barcelona 2001. Monografies 6. La difusió de la Terra Sigillata Sudgàl.lica al nord d’Hispania. Barcelona 2005. MONTBLANC. Muntanyes de Prades. 2005. Museu d’Història de L’Hospitalet. Paraule de Medusa. Exposició.2006. Pentinar la mort. Rituals de vida i mort en la prhistòriade Menoría. Exposició 2006. ULLDECONA. Abrics de l’Ermita. 2005. Intercambio Acta Numismática nº 36. S.C.E.N. Barcelona 2006. Anaquel de estudios árabes. U. C. M. Madrid. Vol. 17 – 2006. Arqueología y Territorio Medieval. 13.2. Universidad de Jaén. 2006. Arse. Boletín Centro Arqueol. Saguntino. Nº 40. Sagunto 2006. Awrāq. Estudios sobre el mundo árabe e islámico contemporáneo. Agencia Española de Cooperación Internacional. Vol. XXIII – 2006. Biuletyn Numizmatyczny. Polskie Towarzystwo Numizmatyczne. Nº 1, 2, 3 y 4. 2007. Boletim AFNB. Associaçao Fil. e Num. de Brasilia. Nº 54. Ener-Marz 2007. Nº 55. Abril/Junio 2007. Nº 56. Julio-Sepbre. 2007. Boletín cultural y bibliográfico. Banco de la Republica Colombia. Nº 71-72. 2006. Boletín de Historia y Antigüedades. Academia Colombiana de Historia. Nº 835, 2006. Nº 836, 837 y 838, 2007. Boletín. Instituto de Numismát. e Historia de San Nicolás de los Arroyos. Nº 184, 2006. Nº 185, 186 y 187, 2007 Bolskan. Revista de arqueología Oscense. 22. Huesca 2005. Boreas. 27. Münster 2004. Boreas. 9. Monéese 2007. Bulletin de la Société Française de Numismatique. Paris. Dcbre. 2006 y Enero, febrero, marzo, abril, mayo y septiembre 2007. Bulletin du cercle d’études numismatiques. Vol. 44. Nº 1 y 2. Janvier-Avril y Mayo-Ago. 2007. Circular informatica. Grup Filat., Num. i de Col. Terrassa. Nº 434. 9/2007, Nº 435. 10/2007, Nº 436. 11/2007 y Nº 437. 12/2007 y Complutum. Universidad Complutense de Madrid. Vol. 18. 2007. Compte Rendu 53. Comisión Internacional de Numismática. París 2006. Cuadernos de Numismática y Ciencias Históricas. Buenos Aires. Nº 120. Junio 2006. El Eco Filatélico y Numismático. Pamplona. Abril- Diciembre 2007, El Telégrafo de Centro. Centro Numismático Buenos Aires. Dicbre. 2006 y Junio 2007
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GACETA NUMISMATICA
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SEPTIEMBRE 2008 DICIEMBRE 2008
Crónica XXXI SEMANA NACIONAL DE NUMISMÁTICA (10 AL 15 DE MARZO DE 2008) Como en años anteriores se ha celebrado con gran éxito nuestra XXXI Semana Nacional de Numismática.
J. de Santiago, J. Pellicer, F. Retamero y J. Casas en el acto de apertura de la XXXI Semana N. N. y XXI Encuentro de estudios sobre la moneda
Los actos de la SEMANA NACIONAL, de acuerdo con el Programa Oficial, se desarrollaron como sigue: El lunes y el martes 10 y 11 de marzo, con la colaboración de la Universitat Autònoma de Barcelona, se dedicaron al XXI Encuentro de Estudios sobre la Moneda, que bajo la coordinación de Félix Retamero, versó sobre LOS USOS MONETARIOS DE LA PLATA
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Los conferenciantes presentaron sus estudios sobre: Plata castellana en la Edad Moderna: entre Austrias y Borbones. Dr. Javier de Santiago Fernández. Profesor del Departamento de Ciencias y Técnicas Historiográficas de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid.
Javier de Santiago en su disertación
Europa occidental y la revolución monetaria del siglo XIII. Dr. José Mª de Francisco Olmos. Secretario Académico de la Facultad de Ciencias de la Documentación de la Universidad Complutense de Madrid.
Fèlix Retamero presentando la conferencia de José Mª de Francisco
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El martes día 11, el Dr. José Mª de Francisco, presentó el libro de José Pellicer, Las acuñaciones y ‘quiebras’ monetarias de Alfonso X y Sancho IV (1252-1284-1295), editado por ANE.
Josep Pellicer y José Mª de Francisco
Vista de la biblioteca de ANE durante la presentación del libro de J. Pellicer
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El miércoles día 12, se celebró la Asamblea General, en la que se presentaron las cuentas del año 2007 y los Presupuestos Generales del año 2008, siendo aprobados por todos los socios.
Ramón Castro y Josep Pellicer
Se leyeron los siguientes premios: 1. El Premio ‘JAVIER CONDE GARRIGA 2007’ de numismática fue concedido a la obra Corpus de les Monedes Visigodes de Tarragona. Leovigild-Àkhila II 575-714. cuyo autor es Jaume Benages i Olivé, por el exhaustivo trabajo de inventario y descripción de las monedas visigodas acuñadas en la ceca de Tarraco y de los hallazgos monetarios. 2. Lectura de la concesión de la medalla Excelente al Mérito Numismático 2007 al Dr. Pere Pau Ripollès, por su extensa labor en pro de la numismática en general y en particular de A.N.E. El jueves día 13 AUREO & CALICO celebró una Subasta en su local de la plaza del Ángel, 2 de Barcelona. El viernes día 14 se abrieron las puertas del Salón Nacional e Internacional de Numismática, presidido y patrocinado, como siempre, por la Real Casa de la Moneda, que ocupaba el stand central.
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El Salón presentaba un magnífico aspecto con unas 46 mesas ocupadas por las más reconocidas firmas numismáticas de todo el país y extranjeras.
Julio Torres y Manuel Segura en el stand central de la Real Casa de la Moneda de Madrid
Carmen Gil y Glòria Puig en la mesa de ANE
José Ortiz recibe de Jaime Casas el obsequio sorteado entre los participantes en el Salón
Dos aspectos generales del Salón
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Por la noche se celebró una cena en la que se entregaron los premios anuales Javier Conde Garriga y Excelente al Mérito Numismático 2007.
Saúl Domingo, Vocal de ANE, entrega el Premio Javier Conde Garriga 2007 al Sr. Jaume Benages
Josep Pellicer entrega la medalla Excelente al Mérito Numismático 2007 al Dr. Pere P. Ripollès
Al finalizar la cena, en el sorteo tradicional, la nieta de D. Jaume Benages fue la encargada de repartir la suerte entre los comensales.
Varias instantáneas del sorteo
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XXXII SEMANA NACIONAL DE NUMISMÁTICA
XXII ENCUENTRO DE ESTUDIOS SOBRE LA MONEDA (9-10 DE MARZO DE 2009)
CONFERENCIAS
Día 9 Moneda y comercio en la Baja Edad Media. Lucia Travaini. Profesora de la Universidad de Roma. Día 10 La flora a les encunyacions antigues de la península Ibèrica. Segles V-I a.C. Pere P. Ripollès. Profesor de la Universidad de Valencia.
Todos los Socios que deseen participar están invitados a mandar sus originales antes del día 1º de enero de 2009. Los trabajos pueden tratar sobre cualquier contenido p.e. estimaciones de producción, variantes, cuños, cecas, etc. etc.
En colaboración con la Universidad Autónoma de Barcelona Director: Miquel Barceló Coordinador: Fèlix Retamero
A.N.E. LOTERIA DE NAVIDAD
Nº 45456 SORTEO 22 DICIEMBRE 2008 JUEGUE CON NOSOTROS