¿Cómo percibimos la realidad? Spanish

¿Cómo percibimos la realidad?

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DIRECTORIO JOSÉ ENRIQUE VILLA RIVERA Director General EFRÉN PARADA ARIAS Secretario General Yoloxóchitl Bustamante Díez Secretaria Académica JOSÉ MADRID FLORES Secretario de Extensión e Integración Social LUIS HUMBERTO FABILA CASTILLO Secretario de Investigación y Posgrado HÉCTOR MARTÍNEZ CASTUERA Secretario de Servicios Educativos MARIO ALBERTO RODRÍGUEZ CASAS Secretario de Administración LUIS ANTONIO RÍOS CÁRDENAS Secretario Técnico LUIS EDUARDO ZEDILLO PONCE DE LEÓN Secretario Ejecutivo de la Comisión de Operación y Fomento de Actividades Académicas JESÚS ORTIZ GUTIÉRREZ Secretario Ejecutivo del Patronato de Obras e Instalaciones JULIO DI-BELLA ROLDÁN Director de XE-IPN TV Canal 11 LUIS ALBERTO CORTÉS ORTIZ Abogado General ARTURO SALCIDO BELTRÁN Director de Publicaciones

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¿Cómo percibimos la realidad? M i r i a m L e t i c i a R u va l c a b a A m a d o r

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¿Cómo percibimos la realidad? Primera edición: 2002 Segunda edición: 2007 D.R. © 2007 Instituto Politécnico Nacional Dirección de Publicaciones Tresguerras 27, 06040, México, DF ISBN 10: 970-36-0399-8 ISBN 13: 978-970-36-0399-2 Impreso en México / Printed in Mexico

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A mis padres

u A la Dra. Tonantzin Aguilar, por su estímulo para la realización de este proyecto. A mis amores, por lo mucho que aportaron a mi crecimiento. A mis amigos, que no son muchos, pero me han tolerado y hecho crecer con sus comentarios. A la soledad, amiga permanente, a veces olvidada. A mí, en última instancia, last but not least, por el enorme esfuerzo en comprenderme y acompañarme, que no es fácil, en este recorrido.



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Índice

u Introducción . ................................................................. 11 Definamos la realidad................................................... 13 ¿Por qué no la distinguimos?...................................... 19 Papel de los pensamientos en la transformación de la realidad................................................................... 29 Papel de la sociedad en el ocultamiento de la realidad................................................................... 35 Los sueños mezclados con la realidad....................... 43 Formas de aprender a percibir la realidad........................................................................ 47 Ejercicios para percibir la realidad............................. 57



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Introducción

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urante muchos meses me rondó la idea de este libro como resultado de la búsqueda de una vida con menos conflictos, tranquila y en armonía. Recuerdo una ocasión en que, tomando café con una buena amiga, le comentaba eufórica mis cambios, mis proyectos, mis movimientos, mis sueños, mis tantas cosas. Yo estaba embriagada de emoción. Mi amiga volteó seriamente, me miró como escudriñando mi pasado y dice: “desde que te conozco, y de eso hace ya muchísimos años, siempre estás platicando de tus cambios ¿qué no estás conforme con tu vida?” No recuerdo qué le contesté, pero es una pregunta que merodea en mi cabeza cada vez que intento un cambio, cada vez que algo de mi actuación no me gusta, en fin, cada vez que pretendo modificar algo. Hasta que un día me reconocí como una mujer cambiante e inquieta. Ahora que he encontrado una parte de mi interior, he mejorado algunas cosas que no me gustaban. Hoy he aprendido a amar a los que me rodean.

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Hay autores cuyas palabras dejaron honda huella.1 Algunas lecturas fueron muy difíciles de entender y necesité tiempo, mucho tiempo y soledad para interpretar sus enseñanzas y verlas reflejadas en mis días. Compartir lo aprendido con los amigos, plasmándolo de una manera sencilla y de fácil entendimiento, ese es el objetivo de este libro. Porque: “Las palabras tienen fuerza mágica, pero todo es relativo. Si no se apoyan en un mínimo de verdad acaban por perder su virtud.”2 De antemano sabemos que la realidad y la verdad son conceptos subjetivos y, sin enredarme en conjeturas y discusiones, sólo hablaré de la parte simple de la realidad, de la parte cotidiana, la que nos envuelve en ilusiones y nos golpea con dolor. La realidad tiene varias caras, la palpable, la psicológica, la cuántica, la filosófica, etc. De la que voy a hablar es de la que nos causa conflicto, de la que a veces nos lleva al sufrimiento, ésa que en algunas ocasiones ha conducido a la humanidad a terribles enfrentamientos. Pasé gran parte de mi vida tratando de entender la realidad, cuando al fin comprendí que más que entenderla, tenía que vivirla. Decidí vivirla como se va presentando, deslizándome por ella con alegría, comprendiendo mi realidad, aprendiendo de cada dolor, de cada sufrimiento y caminando, pues se hace camino al andar. 1

Jiduu Krishnamurti, Lkram Antaki, Alan Watts, Chogyam Trungpa, Bert Hellinger, Mada Carreño, Serge Raynaud de la Ferriere, Demetrio Sodi, entre otros. 2 Mada Carreño, Los diablos sueltos, p. 51.

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Definamos la realidad

u “Yo digo que existe una sola vocación para el ser humano; sólo una, no muchas. La única vocación es descubrir lo que es real” Jiduu Krishnamurti

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ara entender la realidad, tomemos primero la definición de los diccionarios. Según los léxicos, realidad es: “calidad de lo real, cosa o hecho real, lo efectivo o que tiene valor práctico, verdad, existencia real y efectiva de una cosa”. De acuerdo con estos conceptos, la realidad es la parte de las cosas que podemos ver, palpar, la existencia real y efectiva de una cosa. Podríamos agregar que depende de lo que para cada uno de nosotros sea la verdad. La realidad es unilateral y sólo se vuelve general cuando hablamos de cosas, eventos, acontecimientos o hechos que pueden ser observados por todos. No obstante, lo aparente a veces no es lo real, pues la realidad tiene diversas caras, por ejemplo:

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Cuando estamos en el cine y vemos un documental, aunque sabemos que es una proyección reflejada en la pantalla, nos parece real, a pesar de que son imágenes captadas en otro lugar y dependientes de la objetividad de la persona que las filmó. Podemos estar viendo sólo un fragmento de esa realidad, podemos estar viendo una escena actuada, en fin, no tenemos certeza de lo que vemos. Así es que de nosotros depende creer o no en eso que vemos, en ese documental. La realidad depende del conjunto, no de un fragmento. Por el lado científico, tenemos la física cuántica que nos habla de lo que se encuentra más allá de los átomos, esas partículas subatómicas que están separadas por grandes espacios, partículas que vibran aisladas, haciendo que cada átomo esté constituido en un noventa y nueve por ciento de espacio vacío. La física cuántica define quantum como a la unidad más pequeña que puede considerarse partícula. Si observamos un objeto cualquiera, no a simple vista, sino analizado a través de un microscopio electrónico, veremos partículas en movimiento, millones de partículas en movimiento, millones de partículas que vibran entre grandes espacios. Esto nos da una visión diferente a la real, suponiendo que lo real es lo que vemos. Partiendo de esta definición física tenemos otro punto de vista donde podemos corroborar que lo que aparentemente vemos no es lo real. Que las cosas de nuestro entorno, por más sólidas y diferentes que parezcan, al mirarlas bajo la luz de la ciencia se convierten en partículas fluctuando separadas. Nuestra percepción de la realidad cambia, es fraccionada.

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También existen definiciones de la realidad desde el punto de vista psicológico y filosófico, que nos han dado a través de los tiempos numerosos eruditos en la materia. Se plantea que una de las formas de ver la realidad es irla asumiendo conforme se nos presente, sin manipularla, sin acomodarla en un contexto de tiempo. La diferenciación de la realidad es un producto del intelecto. Ésta es, sin duda, la forma en que intentamos comprenderla para utilizarla en nuestra vida cotidiana. Pero esta forma de entender la realidad no satisface a nuestro corazón. La diferenciación nos ayuda a manipular la realidad, a hacer que funcione para satisfacer nuestras necesidades físicas e intelectuales, pero lo cierto es que no colma nuestras necesidades más profundas. Para que esto ocurra, la realidad debe ser asumida tal y como la experimentamos de inmediato. Ubicarla, por ejemplo, en el espacio y en el tiempo, la mata. Este es, precisamente, el error más grande que hemos cometido en nuestra comprensión de la realidad.3

Para el psicólogo Paul Watzlawick realidad es el resultado de la comunicación. La más peligrosa manera de engañarse a sí mismo es creer que sólo existe una realidad; que se dan, de hecho, innumerables versiones de la realidad, que pueden ser muy opuestas entre sí, y todas ellas son el resultado de la comunicación y no el reflejo de verdades eternas y objetivas.4 3 4

D.T. Suzuki, Vivir el Zen, p. 64. Paul Watzlawick, ¿Es real la realidad?, p. 7.

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No obstante, durante la comunicación algunas veces se pierde la idea original. Al pasar de boca en boca un comentario se distorsiona y deducimos que la información que recibe la última persona no es equivalente a la inicial, es como el juego conocido como el teléfono descompuesto. Una realidad nace de nuestra imaginación, otra se va aprendiendo en la cotidianeidad. En algunas ocasiones nos percatamos tarde de que no es real lo que percibimos, pues la realidad depende de la persona y del punto de observación. Con ella convivimos, a fuerza de repeticiones en el diario devenir la admitimos, la aceptamos como real; pero esa realidad que se aprecia o esa realidad creada ¿será la realidad verdadera? Es una pregunta que nos podemos hacer si decidimos salir de la rutina, de la inercia, si decidimos enfrentarnos a lo nuevo. Si aspiramos a encontrar una respuesta a nuestras dudas, una respuesta a nuestras incomodidades, una respuesta a nuestros sufrimientos, angustias, ansiedades, temores o miedos, entonces podemos seguir adelante buscando. ¿Es nuestra realidad lo que vemos o lo que suponemos que Es? Nuestra memoria, nuestros sueños e ideales, todo ese vasto conocimiento que hemos creado, toda la carga de vivencias, empiezan a cumplir su función, nos dan un panorama muy particular de la realidad y ésta a veces se desfigura, se deforma a pesar de lo evidente. El desvencijado andamiaje de nuestras cotidianas percepciones de la realidad es, propiamente hablando, ilusorio; y no hacemos sino repararlo y apuntalarlo de continuo,

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incluso al alto precio de tener que distorsionar los hechos para que no contradigan a nuestro concepto de realidad en vez de hacer lo contrario, es decir, en vez de acomodar nuestra concepción del mundo a los hechos incontrovertibles.5

Vamos acomodando nuestras experiencias a la realidad del momento, en algunas ocasiones se acoplan a la perfección con el hecho sin causarnos ningún conflicto, pero hay otras experiencias que son contradictorias a la realidad misma y, mientras no nos demos cuenta, podemos caer una y otra vez en discordancias. Hasta que logremos una visión más extensa, no fragmentaria y de esa manera conseguimos cambiar nuestra concepción de los hechos. La realidad puede ser ilusoria, depender de la comunicación, del contexto, del punto de vista del observador, de tantas cosas, pero comprender la realidad en el momento que nos fomente el dolor, el sufrimiento o la desarmonía, podría darnos una mejor calidad de vida, al igual que la que provoca placer y/o felicidad. Podríamos sortear los problemas rutinarios sin dejarlos crecer. Terminamos este capítulo con un poema muy bello atribuido a Buda que nos habla de la realidad, que dice: Sabed que todas las cosas son como esto: un espejismo, un castillo de nubes, un sueño, una aparición, sin esencia, pero con cualidades que pueden verse.

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Paul Watzlawick, ¿Es real la realidad?, p. 7.

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Sabed que todas las cosas son como esto: como la luna en un cielo brillante en algún lago transparente reflejada, aunque a ese lago la luna nunca se ha desplazado. Sabed que todas las cosas son como esto: como un eco que deriva de música, sonidos y llanto, y sin embargo en ese eco no hay melodía. Sabed que todas las cosas son como esto: como un mago que crea ilusiones de caballos, bueyes, carros y otras cosas, nada es lo que aparenta ser.6

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Sogyal Rimpoché, El libro tibetano de la vida y de la muerte, p. 63.

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¿Por qué no la distinguimos?

u “Aunque terrible es comprenderlo, la vida se hace en borrador, y no nos es dado corregir sus páginas” Ernesto Sábato

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istinguir la realidad es difícil, por fácil que parezca. En el transcurso de la vida, sin darnos cuenta, sin percatarnos, dejamos de percibirla. Este proceso se da paulatinamente. El mundo que nos rodea influye y la vamos conformando de acuerdo con cada acontecimiento. A pesar de coexistir con ella a diario, nuestras fantasías y fantasmas nos acosan. A pesar de vivir inmersos en ella, en algunas ocasiones no la reconocemos, vamos filtrándola en cada vivencia, en cada acto que enfrentamos, en cada momento que nos evadimos, en cada situación dolorosa y en algunas oportunidades rutinarias. La experiencia que hemos adquirido y acumulado a través del tiempo se almacena en la memoria. Algunos aconte-

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cimientos están en nuestro depósito con la etiqueta de verdaderos y otros con: • Yo creo que es cierto. • Me parece que lo vi. • Se me hace que tiene razón. Y algunas más con: • Estoy casi seguro de que es verdad. Y muchos con: • Si lo dijo fulanito, debe ser cierto. • Lo vi en la televisión y es verdad. • Si lo leí, así debe ser. Cuando necesitamos, recurrimos a esta bodega y sacamos al más adecuado para que, junto al evento presente, nos vaya guiando por el campo de la irrealidad. Es importante, por lo tanto, cuestionar lo que percibimos, para ir desarrollando una visión clara de nuestras situaciones. Generalmente esto tiene inicio en los orígenes de nuestra educación. Hemos aprendido desde la infancia a tergiversar la verdad, imaginamos como ciertas numerosas afirmaciones que nos son inculcadas como verdades absolutas: • Se no te acabas toda la comida muchos niños morirán de hambre. • Eres el mayor y no es correcto pegarle a tus hermanos. • A tu hermano lo trajo la cigüeña, igual que a ti.

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• Si no te duermes temprano, vendrá el “coco” y te llevará. • Tienes que ser amable, sonreír y saludar de beso a las visitas cuando lleguen y se vayan. • Los adultos siempre tienen la razón. • Cuando seas grande, encontrarás a la pareja ideal, te casarás, tendrás hijos y serán felices para toda la vida. Una de las frases más famosas que a pesar de la era cibernética no ha perdido vigencia: • Si te portas bien durante todo el año, Santa Claus, el niño Dios o los Reyes Magos te traerán el regalo que le pidas. Así damos los primeros pasos y también los primeros tropezones. De esta manera, y conforme a lo que vamos percibiendo del entorno, creamos rutinas, acumulamos conocimientos y experiencias siempre en concordancia con lo aprendido. Esos primeros años van marcando la manera futura de enfrentar los avatares y la manera de resolver conflictos, nos moldea y adecua para las respuestas venideras. Vamos descubriendo que a los niños no los traen las cigüeñas, que muchos se mueren de hambre en el mundo, dejemos o no comida en el plato, que hay que fingir cortesía ante las visitas y no podemos expresar con sinceridad lo que sentimos, so peligro de herir susceptibilidades.

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En el mismo orden de ideas, en el transcurso de los últimos treinta años hemos visto grandes avances tecnológicos, hasta llegar a estos días donde las computadoras son parte cotidiana de la vida; estamos dando un paso colosal en el desarrollo de la humanidad. Con este avance tecnológico y educacional, los niños adquieren una habilidad fabulosa en el manejo de computadoras, donde juegan, aprenden y hacen sus tareas. Es el lugar mágico donde pasan muchas horas del día. A través del uso de juegos computacionales se siguen llenando de más falsedades, claro, ahora modernas, tales como: • • • •

La vida se puede manejar con los dedos. Todo se resuelve en la computadora. Si necesito la verdad, sólo tengo que entrar a Internet. Tengo el control en mis manos.

Se está presentando un mundo manejable, en apariencia, por medio de la computadora, por Internet. La educación es virtual, así como virtual es la manera de ver la realidad. Los resultados de este nuevo estilo de vida no lo conocemos, sobre la marcha se descubrirán los frutos de la era. Sería aventurado hacer especulaciones en este inicio. Por lo pronto sabemos que la Internet no siempre proporciona datos confiables. Hemos comprobado que hay distorsión en la información, que depende de la fuente, de la intención y aunado al medio donde nos desarrollamos, los que buscamos todas las respuestas en la computadora corremos el peligro de adquirir muletas para ver la realidad.

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Por otro lado, hay valores morales mutantes, formulados de acuerdo con la tecnología, de acuerdo con los avances de la época. En fin, estamos viendo cómo la bondad, compasión y honestidad están pasando a segundo término. Hay separación y aislamiento de los seres humanos. La computadora absorbe en muchas ocasiones el tiempo, otrora dedicado a las relaciones interpersonales, y va preparando a los jóvenes a una nueva realidad, o una distinta a la anterior, donde logramos comprar casi de todo por medio de la Internet; esto nos induce a pensar que podemos subsistir sin salir de casa. Es más productivo ser hábil, sobresalir a costa de lo que sea, que ser amoroso y sensible. Hemos aprendido a escalar peldaños pisando a los demás, cuando podríamos unirnos y subir todos juntos. Seguimos creciendo y el entorno nos alimenta con ideas como: • La felicidad se logra sólo en compañía. • Tienes que encontrar a la pareja perfecta. • Busca a los amigos especiales y que te aporten algo sustancioso. • Hay que formar la familia perfecta, en la casa perfecta. • La carrera ideal es la que dé fama y fortuna. Así que durante la juventud nos dedicamos a perseguir los prototipos que ha almacenado la memoria en ese archivero llamado mente.

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Empezamos a construir un castillo de naipes y no nos damos cuenta de que es un castillo en el aire hasta que una fuerza externa nos hace tambalear y se desmorona la fortificación. Caen entonces uno a uno cada naipe, y en cada caída hay dolor, angustia y crisis. Buscamos incansablemente nuestra pareja ideal, un ser investido de fantasía, sueños y realidad: un ser perfecto: y vamos al encuentro de relación tras relación, siempre en pos del prototipo. En la constante búsqueda de esa falacia, la visión disminuye, se nubla el panorama y nuestro almacén mental sigue en aumento. Algunas relaciones nos causan dolor, otras dejan buenos recuerdos, pero seguimos en la búsqueda de la pareja soñada. Escogemos a los amigos especiales conforme nos dicta nuestro bagaje y empezamos a idealizarlos, a ponerles cualidades que no tienen. Siempre con la esperanza de que en el futuro nos puedan aportar algo sustancioso, buscamos la amistad incondicional y para siempre, con las consecuentes decepciones al enfrentar la realidad. En el caso de la familia, nos enredamos un poco más, pues se inicia la búsqueda con la idea de la perfección. En cada relación vamos evaluando a las personas que se nos cruzan mucho antes de quererlas y/o conocerlas. Las “vestimos” y las acoplamos a nuestras necesidades. Pero ante nuestra ceguera, urgencia y necedad de realizar lo más pronto posible ese ideal: la familia perfecta, para entablar una relación lo más parecida a ese sueño, le adjudicamos a la pareja todo lo que está a nuestro alcance. En algunas ocasiones tiene buen desenlace y encontramos lo que hemos

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buscado, pero a veces la decepción llega a los pocos años de matrimonio y demasiado tarde. Los hijos demandan atención, la responsabilidad aumenta, el círculo de la vida es más cerrado; pareja, trabajo, hijos y casa; hijos, casa, trabajo y pareja; casa, pareja, trabajo e hijos y así continúa, dando pie a que se instale la tristeza, la nostalgia, los recuerdos. Nuestra vida se vuelve monótona y rutinaria, sin movimiento. Luego evitamos los enfrentamientos con la realidad. Tal vez si nos detuviéramos a observar la realidad antes de actuar, se evitarían muchos conflictos futuros. Después viene la profesión perfecta, la que nos hará millonarios de la noche a la mañana. ¿Y nuestra vocación, dónde queda? Tal vez la dejamos en última instancia, escogiendo la carrera de acuerdo con estadísticas de prestigio e ingresos, olvidando lo que satisface nuestro espíritu. Con respecto al área de trabajo, a veces se nos olvida que es el lugar donde pasamos una gran parte del día, donde invertimos mucha energía, convivimos y hacemos amigos. Cuando no concuerda lo que hacemos y lo que queremos hacer, somos desdichados y nos atamos al recuerdo del pasado recriminándonos por lo que no hicimos, culpándonos o culpando al entorno por la decisión, o nos la pasamos suspirando por un futuro que no existe. Uno de los triunfos en el trabajo es hacer lo que más nos guste y hacerlo con entrega. Por lo tanto, es de suma importancia decidir nuestra profesión con calma, tomando en cuenta nuestras aptitudes. Auxiliarnos de todo lo que nos pueda aportar un mayor conocimiento para lograr una buena decisión o, mejor dicho una decisión acorde a nuestras inquietudes y gustos.

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Así podemos desempeñar en concordia y armonía el trabajo elegido, logrando bienestar y, con suerte, una buena remuneración. Llegamos a la madurez y nos cercioramos de que la mayoría de nuestras expectativas no se han cumplido, pero bueno, nos conformamos y empezamos a orientar la vida de acuerdo con el supuesto de tener menos problemas. Guiamos nuestros pasos en función del mínimo esfuerzo, seguimos la corriente de la vida evadiendo los problemas, adornando ilusamente a la percepción, siempre con la idea de tener menos conflictos, de pasar por la vida sin angustias ni depresiones, tan sólo “pasar” por ella. Iniciamos con el famoso querer tener más, querer ser mejores, querer esto o aquello. El querer en función del futuro, de lo desconocido, ignorantes ante el presente palpable. La verdad se distorsiona, se viste de frases aparentemente inofensivas: • • • • • •

Tú puedes ser mejor. Aguanta y llegarás lejos. Busca y encontrarás. Asciende sin importar a quién pisas. Más vale cantidad, que calidad. El fin justifica los medios.

A raíz de tantos engaños, seguimos creyendo en nuestras fantasías, perdiendo la oportunidad de enfrentar el presente. Buscando el futuro incierto. Cuando juzgamos un evento antes de conocer los resultados, al decidir está bien, está mal, fue bueno o no, etc., empezamos a nadar en la corriente de los sueños y nos ale-

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jamos más de la realidad.Iniciamos la comparación de lo que se ha logrado contra lo soñado, de lo que tenemos contra lo que anhelábamos, vamos perdiendo la capacidad de observar y juzgamos a diestra y siniestra cada acontecimiento que nos ocurre. Entramos en un círculo donde esa falta de observar la realidad nos lleva a hacer más especulaciones y por ende a tener más conflictos. El imaginar nos aleja de la realidad, sobre todo cuando el imaginar no corresponde a una acción encaminada a conseguir algo específico. Cada vez que formulamos un anhelo, lanzamos al aire deseos e ilusiones y nos dedicamos a suponer el futuro. Estamos hablando de sueños y suposiciones, no de realidades. La imaginación empieza a funcionar, y llenamos nuestra cabeza de pensamientos que al paso de los días van creciendo hasta invadirnos de tal manera que, lo que Es, la realidad, queda atrás, olvidada en el tiempo, alejada del momento actual, que es el único lapso lleno de verdad. Por otro lado, el placer es partícipe en el ocultamiento de la realidad, pues al descubrir el placer que nos producen los periodos agradables es tan gozoso, confortable, nos llena de tanta felicidad que queremos perpetuarlos, queremos mantener esa satisfacción, hacerla perenne, aun con el conocimiento de que el placer es sólo de ese instante y jamás se podrá repetir; pues cualquier momento que se vive es irrepetible; podemos, tal vez, con mucho empeño, tener momentos similares; pero nunca, invariablemente nunca, iguales. Aquí es donde desenfocamos nuestra percepción de lo que Es, de la realidad de que el evento feliz ya pasó.

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Cuando somos niños nos agrada el sabor de un dulce, el disfrute de un juguete nuevo, salir a jugar con los amigos, las caricias de mamá, la diversión con la familia, una sonrisa de aceptación, etc. Cuando jóvenes, continuamos con las mismas experiencias agradables, pero ahora mezcladas con serias decepciones. Buscamos, con ayuda del recuerdo, satisfacción tras satisfacción, felicidad tras felicidad, y así guimos caminando. Si se satisfacen nuestros anhelos todo se desenvuelve en paz y armonía, pero cuando no son satisfechos nuestros deseos y expectativas se inicia la rueda del dolor, culpa, tristeza, depresión, angustia, miedo y ansiedad. Cada uno va formando su cargamento de impresiones, de suposiciones y experiencias, donde la memoria se alimenta, se llena de recuerdos agradables y desagradables y con esa memoria encubrimos a la realidad presente y la vamos confeccionando. Así nos relacionamos con los demás, así escogemos amistades, amores, trabajos y vamos por la vida sufriendo ante cada fantasía insatisfecha, sin tener la capacidad de ver la realidad, sin poder percatarnos con claridad de lo que Es. Cuando navegamos en los brazos de la suposición o de la ilusión dejamos de ver lo que Es.

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Papel de los pensamientos en la transformación de la realidad

u “Hacer planes para el futuro es como ir a pescar en un barranco seco; nada sale jamás como quieres; renuncia pues a todos tus proyectos y ambiciones. Si has de pensar en algo, que sea en la incertidumbre de la hora de tu muerte…” Gyalsé Rimpoché

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os pensamientos se alimentan de experiencias y de enseñanzas, los almacenamos. Nos sirven para enfrentar los acontecimientos diarios. Pero nuestros pensamientos también le dan validez y vida a las distorsiones de lo real, a través de usarlos en los ideales, sueños e imaginaciones. Entonces, lo que suponemos real está condicionado por lo que sabemos, por las huellas de las vivencias que han dejado memoria, por eventos pasados. Generalmente, el pasado interviene para ocultar el presente si le damos la más leve oportunidad de actuar.

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Sólo hay una realidad, y es lo que tenemos enfrente en el instante que la percibimos. Es tan sólo ese instante donde la realidad es nuestra verdad, donde las realidades se vuelven una y de nosotros depende asimilarlas o evadirlas. Algunos pensamientos, como ya dijimos, desempeñan un papel importante en la percepción de la realidad. Radican en el recuerdo y son nutridos cada día a través de la comunicación para resguardo de tiempos agradables, desagradables, placeres, rencores y deseos; porque cuando tenemos frente a nosotros un acontecimiento queremos, como si fuera una fotografía, detenerlo, captarlo y conservarlo para sacarlo, si se ofrece, en un futuro. En ese gran almacén tenemos atesorado a perpetuidad nuestro primer beso, el primer regalo, el primer sufrimiento, algunas amistades, el primer amor, una traición, muchos recuerdos de satisfacción y, además, todos los dolores, rencores y amores que el cerebro pueda guardar. Si llenamos nuestro corazón y mente con todos los dolores y rencores dejamos muy poco espacio al amor, pero si estamos decididos a hacerles espacio, podemos eliminar del almacén las emociones que nos detienen en el avance diario y estar listos para el amor; vaciar nuestro cajón de recuerdos para darle cabida a los nuevos eventos. Luego, en lugar de vivir de instante en instante, nos dedicamos a atesorar en la memoria los acontecimientos más plenos, ya sea por la gratificación proporcionada o por su aflicción. A veces pareciera que nuestra función es conservar lo más posible, saturar la memoria con recuerdos, anécdotas y vivencias. Así como coleccionamos y guarda-

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mos toda clase de objetos inútiles que sólo nos damos cuenta de su inutilidad al paso de los años, tenemos una tendencia inaudita a almacenar recuerdos. Esto no quiere decir que hagamos a un lado de nuestra memoria lo necesario para desenvolvernos, como nuestro nombre, la ubicación de casa, cepillarnos los dientes, ponernos la ropa, caminar, peinarnos, reconocer a nuestros amigos, etc.; todas las rutinas diarias que nos ayudan a subsistir. Tenemos que ser muy precisos en esto que es lo cotidiano para no caer en extremos. Cuando hablo de vivir de instante, hablo de despojarnos de los recuerdos que nos hacen perder la noción de la realidad, los que forman apariencias de los eventos, y captar el instante libre de esquemas. Podemos llegar a conocer a nuestra esposa, esposo, amigos, vecinos, a todo ser humano que nos rodee de una manera nueva, despojada de imágenes preconcebidas. Podemos darle un mayor valor a cada encuentro si logramos observar. Tan sólo observar, sin juzgar. Sabemos que es difícil, pero ya hablaré más adelante sobre algunas formas de facilitarlo. Los pensamientos son los inquilinos de la mente. No pagan renta sino todo lo contrario, nos cobran cuando arriban a nublarnos la visión, pues acuden invariablemente, para remontarnos a un lugar donde nos extasiamos, ya sea con la belleza del paisaje o con algún acontecimiento que hemos disfrutado o cualquier periodo de la vida pasada, ya sea de felicidad o de tristeza, y hacen que veamos el lapso que tenemos frente a nosotros a través de ese cristal deformado llamado memoria y ésta nos puede proporcionar alegría o

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agonía, pero cualquiera de las dos formas nos puede nublar la visión. Recordemos que la memoria está forjada de experiencias y múltiples acontecimientos diarios; tiene su propia naturaleza. Cuando nos enfrentamos a un hecho actual con el recuerdo, con las ideas almacenadas, nos perdemos de la realidad de los acontecimientos y entramos en conflicto. La memoria también nos puede avisar de los peligros y eso nos ayuda a sacarles la vuelta, o a defendernos. Por ejemplo, después de terminar una relación de cualquier especie: de amor, de trabajo o de amistad, la mente se regocija y/o sufre con sus recuerdos. Si la relación que se finiquita es de pareja y fuimos abandonados, la memoria nos empieza a bombardear con ¿por qué a mí?, yo siempre fui fiel, si yo me porté bien, éramos tan felices, ¿cómo es posible que me haya cambiado? Nunca me dijo algo al respecto, yo creía que… en fin, frases más o frases menos, pero la mayoría dirigidas a buscar una respuesta de la actuación de nuestra pareja dentro de nosotros mismos. Si nos detenemos un poco a analizar la situación, ¿creen que podríamos encontrar la respuesta de otra persona en nuestro interior? En la medida que comprendamos la realidad, en la medida que pongamos toda nuestra atención al evento que estemos enfrentando, y en la medida que nos despojemos de los recuerdos, en esa misma medida podremos ir observando la realidad y tendremos toda la energía para enfrentarla. Cuando los recuerdos son de alegría se está feliz, disfrutamos al máximo, pero hay tristeza cuando infructuosamente se quieren perpetuar en el presente esas sensaciones

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agradables. Surge dolor y miedo, un miedo terrible por la incertidumbre del futuro, y al mismo tiempo anhelo de recuperar lo pasado. El andar entre el pasado y el futuro nos lleva a la angustia y al conflicto en el presente, dejándonos como secuela depresión y tristeza. “El aprender acerca del temor está en el presente y es algo fresco. Si afronto el miedo con el conocimiento del pasado, con recuerdos y asociaciones del pasado, no me encuentro cara a cara con el miedo y, por lo tanto, no aprendo acerca de él.”7 Alcanzamos a ver en toda su magnificencia la realidad del momento cuando podemos percibir que sufrimos. Comprendiendo el dolor, el miedo, los celos, la posesión, la envidia, el control, la ambición y la tristeza sin juzgarlos, navegamos por ese sentimiento y es más fácil trascenderlo que cuando tratamos de racionalizarlo, evitarlo o ignorarlo; porque aunque se eludan o ignoren, nuestras emociones permanecen ahí, y sólo cuando se les enfrenta se pueden diluir, e ir dejando nuestra memoria vacía de sentimientos que invitan al conflicto. Los cambios son importantes para encararnos con la realidad, pues Cuando dejamos de ver que nuestra vida es cambio, nos enfrentamos a nosotros mismos y nos volvemos como Ouroboros, la serpiente desorientada, que trata de morderse su propia cola. Es ésta el símbolo perenne de todos los círculos viciosos, de todo intento de dividir nuestro ser y que una parte conquiste a la otra. La única manera de

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Jiduu Krishnamurti, El libro de la vida, p. OCK-vol. XIII.

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lograr que el cambio tenga sentido consiste en sumergirse en él, moverse con él, participar en el baile.8

Además, la mente sirve para facilitarnos el aprendizaje de los cambios, nos da la opción de pensar con sensatez y claridad, nos ayuda a tener un punto de vista de la realidad sin elusión, partiendo de hechos, no de conjeturas. Y así con una mente limpia y vacía, podemos darle cabida a los eventos como algo nuevo y fresco sin la carga de recuerdos, podemos constatar que la vida es movimiento. El recuerdo tal vez fue realidad, pero en este momento no lo es y, en la medida en que lo usemos para juzgar las circunstancias nos daremos cuenta que recordar es regresar, evadirnos del presente tangible, ponernos una venda en los ojos y ver con la memoria, con la experiencia que ya pasó; no es enfrentar la realidad que tenemos ante nosotros de una manera simple y desnuda aunque nos cause dolor, tristeza o cualquier sentimiento negativo, pero comprender que es la auténtica. Si enfrentamos los acontecimientos sin recuerdos, sin juicios ni ideas, nuestros estados de dolor, depresión, tristeza o miedo podrían desaparecer y nos daremos cuenta que suceden sólo cuando anhelamos el pasado o estamos empeñados en planear el futuro. Los pensamientos son cúmulos de experiencias que se amontonan y se hacen presentes ante cualquier acontecimiento, impidiéndonos percibir dicho suceso de una manera nueva y diferente, haciendo que lo veamos con las expectativas pasadas. Al poner atención en el momento que estamos viviendo, conseguimos que los pensamientos pasen de largo; es decir, que no influyan en nuestra percepción de lo que tenemos frente a nosotros, que no oscurezcan la realidad. 8

Alan Watts, La sabiduría de la inseguridad, p. 21.

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Papel de la sociedad en el ocultamiento de la realidad

u “El recto pensar surge sólo cuando la mente no se halla esclavizada por la tradición y la memoria” Jiduu Krishnamurti

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a sociedad, que está formada por nosotros, se va haciendo día a día partícipe de lo acumulado, de los condicionamientos, de una manera natural. Desde el nacimiento en tal o cual país, hasta la muerte, nos van separando la cultura, el idioma, el color de la piel, la religión y muchos otros factores que condicionan nuestra percepción de los acontecimientos y al mismo tiempo nos disgregan. “Tenemos ideas falsas acerca del mundo, nos atiborran con ideas falsas, eso es sobre el amor, sobre la decencia, sobre lo que es vivir. Y uno tiene que hacérselas trabajosamente, construirlas, derrumbar todo lo ficticio y edificar de nuevo.”9 9

Mada Carreño, Los diablos sueltos, p. 18.

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La idea que nos formamos de la vida está en íntima relación con el mundo que nos rodea. La manera de abordar las relaciones no es igual en Inglaterra que en los países latinos. La convivencia humana de los africanos no es igual a la de los indios o chinos. La forma de comer es diferente en Brasil que en Japón. Y así podríamos dar múltiples ejemplos. Lo que para un grupo de etnias es común, para el otro puede ser inaceptable. Las religiones van creando líneas divisorias, dogmas disímiles van formando grupos donde cada uno afirma tener la verdad, van generando en los individuos comportamientos diferentes. Nuestro condicionamiento toma forma de acuerdo con el entorno. Al sentirnos integrados, parte del grupo, desarrollamos reacciones acordes al mismo y luego nos aferramos a los condicionamientos de la comunidad porque nos dan seguridad y podemos seguir al de adelante, sin aventurarnos a lo nuevo, a lo desconocido; formando grandes cadenas, nos engarzamos en ellas. Estas reacciones las percibimos con mayor claridad en los fuegos deportivos. “Las relaciones humanas son esencialmente las de autómatas enajenados, en las que cada uno basa su seguridad en mantenerse cerca del rebaño y en no diferir en el pensamiento, el sentimiento o la acción.”10 La seguridad de una familia, de un hombre, de un título, de un grupo, nos da bienestar. Inmersos en la muchedumbre obtenemos protección y esto dura mientras las cosas van saliendo de acuerdo con lo planeado, pero en el 10

Erich Fromm, El arte de amar, p. 86.

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preciso momento que se presentan eventos fuera de nuestras expectativas o de las expectativas del grupo entramos en conflicto. La sociedad nos da tranquilidad y seguridad, pero al mismo tiempo nos marca parámetros. Recordemos una fábula de Monterroso: La rana que quería ser una rana auténtica Había una vez una rana que quería ser una rana auténtica, y todos los días se esforzaba en ello. Al principio se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando su ansiada autenticidad. Unas veces parecía encontrarla y otras no, según el humor de ese día o de la hora, hasta que se cansó de esto y guardó el espejo en un baúl. Por fin pensó que la única forma de conocer su propio valor estaba en la opinión de la gente, y comenzó a peinarse y a vestirse y a desvestirse (cuando no le quedaba otro recurso) para saber si los demás la aprobaban y reconocían que era una rana auténtica. Un día observó que lo que más admiraban de ella era su cuerpo, especialmente sus piernas, de manera que Se dedicó a hacer sentadillas y a saltar para tener unas ancas cada vez mejores, y sentía que todos la aplaudían. Y así seguía haciendo esfuerzos hasta que, dispuesta a cualquier cosa para lograr que la consideraran una Rana auténtica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros se las comían, y ella todavía alcanzaba a oír con amargura cuando decían que qué buena rana, que parecía pollo.11 11

Augusto Monterroso, La oveja negra y demás fábulas, p. 55.

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La fábula nos muestra uno de los extremos a los que se puede llegar para alcanzar el reconocimiento del grupo. Cuando nuestras actitudes se adecuan a la sociedad y la familia, ésta nos aplaude y anima a seguir, de tal manera que si todo se hace conforme a sus requisitos nos sentimos bien, vivimos sin conflicto y tenemos el apoyo y la fuerza del medio, del grupo, para seguir adelante; pero cuando decidimos ir en contra de lo establecido, nos topamos con el muro de la evaluación y del juicio, nos enfrentamos a eventos no planeados, provocando una enorme lucha y por consiguiente un desgaste tremendo de energía. Ciertos grupos han establecido al matrimonio como algo imprescindible y perpetuo. Cuando por cualquier razón, no vamos a juzgarla, alguno de sus miembros no cumple con este requisito es señalado, marginado y vituperado, ya sea por estar soltero o divorciado, lo importante es que se salió de las reglas. Hemos visto la señalización que la sociedad ejerce en las personas divorciadas, desde el punto de vista legal hasta el familiar. Incluso hay algunas ocasiones donde los mismos padres los rechazan, argumentando reglas sociales, los presionan para que continúen en el matrimonio, so pena de aislarlos y desampararlos. Al comprender que la sociedad tiene un papel importante en nuestras vidas y nos sirve para relacionarnos, ponderamos cada evento, cada paso y vamos caminando de acuerdo con lo que dicta ella. Si por algún motivo decidimos luchar, tenemos que nadar contracorriente, y para ello precisamos de un mayor esfuerzo, requerimos una decisión contundente, llenarnos de fuerza y pasión.

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Hay un cuento de Gibran que cuestiona los puntos de vista de la realidad de la sociedad. El loco Fue en el jardín de un manicomio en donde conocí a un joven de faz hermosamente pálida y llena de encanto. Me senté a su lado y le pregunté: —¿Por qué estás aquí? Mirándome sorprendido respondió: —No es una pregunta adecuada, no obstante te lo diré. Mi padre pretendió hacerme a su imagen y semejanza, también lo intentó un tío. Mi madre quería a toda costa fuese la imagen viva de su ilustre padre. Mi hermana me ponía como ejemplo perfecto a seguir a su esposo que era marino. Mi hermano pensaba que yo debía ser como él, un consumado atleta. También mis maestros, como el doctor de filosofía, el de música, el de lógica fueron terminantes; pues deseaban que fuese un reflejo de ellos como el mirarse a un espejo. Por ello vine aquí. Lo encontré más sano, y al menos puedo ser yo mismo. Enseguida se volvió hacia mí y dijo: —¿Te condujeron a este lugar la educación y el buen consejo? Yo contesté: —No, sólo soy un visitante. Él añadió: —Oh, tú eres uno de los que habitan en el manicomio del otro lado de la barda.12 12

Khalil Gibran, El vagabundo, p. 61.

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Otro ejemplo lo tenemos en el cáncer. Ha sido estigmatizado, y el solo hecho de que sea mencionado por la persona que lo padece nos remite a una muerte inminente y el miedo se apodera de nosotros, reaccionando de acuerdo con la magnitud del mismo. En la actualidad sabemos que el cáncer es como cualquier otra enfermedad y no siempre ese causa directa de muerte, pues hay tratamientos modernos que permiten tener calidad de vida y/o remisión en algunos tipos de cáncer. Según las estadísticas hay un porcentaje mayor de muertes por accidentes y por infartos al miocardio que por cáncer. Quien ya ha tenido un infarto, tiene por lo menos la misma probabilidad de sucumbir de otro infarto a los pocos años que la de un canceroso de morir de cáncer. Pero a nadie se le ocurre ocultarle la verdad a un cardíaco: un ataque al corazón no tiene nada de vergonzoso. A los pacientes de cáncer se les miente, no simplemente porque la enfermedad es (o se cree que sea) una condena a muerte, sino porque se la considera obscena —en el sentido original de la palabra, es decir: de mal augurio, abominable, repugnante par los sentidos.13

Estamos en una era de cambios, algunos hacia delante y otros no tanto. El cáncer, las enfermedades cardíacas y autoinmunes, y los accidentes, han ido en aumento al igual que la cibernética. La alimentación se ha transformado a la par de los avances tecnológicos. Estos cambios han hecho 13

Susan Sontang, La enfermedad y sus metáforas, p. 16.

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que la nutrición moderna se componga, en su mayoría, de sustancias artificiales. “Sabemos que el estrés agresor (distrés) y el aumento en la ingesta de sal, son causas importantes de la proliferancia celular en el cáncer.”14 Así que la realidad respecto a las enfermedades no es la misma hoy que hace treinta años. Ni es igual en Oriente que en Occidente, pues: Los budistas tibetanos creen que las enfermedades como el cáncer pueden ser una advertencia: nos recuerdan que hemos relegado al olvido aspectos profundos de nuestro ser como nuestras necesidades espirituales. Si nos tomamos en serio este aviso y cambiamos radicalmente la dirección de nuestra vida, existe una esperanza muy real de curación, no sólo para nuestro cuerpo, sino para todo nuestro ser.15

Hay culturas que tienen maneras de convivencia social muy diferentes y a veces hasta opuestas; por ejemplo, algo tan común como la maternidad es muy diferente en Suecia que en China. En Suecia promueven que la familia tenga varios hijos, pues es un país donde la población infantil está muy disminuida, se podría decir que es un pueblo de adultos; sin embargo, en China las leyes están enfocadas a contener el crecimiento demográfico, pues como es de todos sabido hay sobrepoblación y a las familias se les motiva e induce a tener un solo hijo. Dr. Demetrio Sodi Pallares, Lo que he descubierto en el tejido canceroso, p. 110. 15 Sogyal Rimpoché, El libro tibetano de la vida y de la muerte, p. 54. 14

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Por otro lado, la manera de enfrentar la muerte depende del grupo social al que se pertenece. Hay etnias que la enfrentan de una manera muy distinta a otras. Los funerales en los egipcios eran revestidos de importantes ritos, tenían la costumbre de enterrar a sus muertos previamente momificados y acompañados de ofrendas cuya magnificencia dependía del rango y la situación económica del difunto. Los mexicanos recordamos la muerte con altares, flores, música, comida, bebida y fiesta. El humor ha estado ligado a la muerte desde tiempos ancestrales, tenemos una manera muy especial de interpretar la muerte. Para los orientales, la muerte es un renacimiento, es como cambiar de traje o de vestuario. El alma se despoja de un cuerpo para renacer en otro. Ellos nos dicen que: La muerte es, en efecto, un enorme misterio, pero de ella se pueden decir dos cosas: es absolutamente cierto que morimos, y es incierto cuándo y cómo moriremos. La única certeza que tenemos, pues, es esta incertidumbre sobre la hora, la cual nos sirve de excusa para postergar el afrontar la muerte directamente. Somos como niños que se tapan los ojos jugando al escondite y se figuran que nadie puede verlos.16

Así vemos que las sociedades influyen en la vida del ser humano desde el nacimiento hasta la muerte, desde la forma de vestir hasta la de comer. 16

Sogyal Rimpoché, El libro tibetano de la vida y de la muerte, p. 36.

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Los sueños mezclados con la realidad

u “Los grandes triunfos y las grandes tragedias pueden parecer sólidas y reales en el momento presente, pero al cabo de muy poco tiempo se convertirán en simples fábulas” Tulku Thondup 17

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a realidad se confunde en ciertas ocasiones, sobre todo cuando se mezcla con los sueños. Esto hace que perdamos la objetividad cotidiana al enfrentarnos a la vida, por lo cual sería de provecho extremar precauciones. En el transcurso de la vida, entramos en comparaciones entre lo que tenemos frente a nosotros y lo que esperábamos, entre lo que Es y lo que nos gustaría que fuera. Los sueños y las ilusiones son material cotidiano, pero es importante observarlos y ponerlos en su lugar, sin expectativas. 17

Tulku Thondup, El poder curativo de la mente, p. 203.

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Los cotejos nacen desde la infancia y las comparaciones con el entorno nos llenan de duda, y van lentamente haciendo mella en la autoestima. En algunas ocasiones titubeamos sobre nuestra capacidad, sobre nuestra decisión ante cualquier acontecimiento que nos obligue a escoger. Si preferimos las gardenias por su color, olor o por sí mismas, y para decorar la casa adquirimos rosas, éstas podrán ocupar un espacio, verse bien, perfumar el ambiente, pero siempre serán rosas. No podemos elegir rosas pensando en gardenias, ni viceversa, pues ni con el paso del tiempo, ni por la ubicación, ni por el cuidado que les otorguemos, dejarán de ser rosas. Lo mismo sucede en las relaciones interpersonales. Cuando conocemos a alguien y no es precisamente lo que hemos soñado, pero es agradable, podemos inventarle cualidades, vestirlo con nuestros sueños e ideaciones y creer que con el tiempo cambiará, se convertirá en ese sueño, pero lo más probable es que descubramos que nuestros sueños no coinciden con la realidad. “Es tan fácil malentender las cosas, suponiendo situaciones que no son, oyendo lo que no se dijo y viendo lo que no pasó, para lo que basta dejarse llevar por los vientos exagerados del corazón.”18 Estamos en una lucha continua con la vida, con nuestros impulsos, y hay un desperdicio de energía, siempre en pos de lo ideal, ignorando los momentos que vivimos. Mientras somos jóvenes, hay capacidad y energía suficiente para gastarla y despilfarrarla en esas alternativas; pero conforme

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Horacio Jaramillo Loyola, El amor sentido y el sentido del amor, p. 33.

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pasan los años el desgaste es notorio, y a medida que vamos creciendo esta energía disminuye y es más frecuente entrar en conflicto sin ánimo. Al soñar y forjar fantasías restamos valor al presente en aras de un futuro incierto. Olvidamos el “aquí y ahora”. Como dijo Séneca ¡Oh!, ¡cuándo llegará el tiempo en que comprendas que el tiempo en nada te afecta, en que te halles sereno y tranquilo, sin preocuparte del mañana, y en la suma plenitud de ti mismo! ¿Quieres saber qué es lo que vuelve a los hombres codiciosos del futuro? Ninguno tiene el dominio de sí mismo.19

Los sueños generan anhelos que pueden desprendernos de la realidad a tal grado de inconformidad, que nos lleven de fracaso en fracaso con la esperanza de lograrlos. Cuando vamos edificando nuestra vida a base de ideales y deseos entramos en el terreno de las ilusiones y, cuando no se realizan éstas, se inician los desengaños. Además de vestir el pasado con la nostalgia de tiempos mejores y la fantasía de un ayer feliz, le damos atributos que no existieron, tal vez como parte de una justificación actual sin fundamento, o como una necesidad de control. En la comparación con los eventos actuales nos sentimos culpables por lo que hicimos, o por lo que no hicimos, tal pareciera que lo importante es opacar nuestro presente con una ideación de lo pasado. 19

Séneca, Epístolas morales a Lucilio, p. 148.

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Observamos que la realidad es muy diferente a los sueños. La ambición por alcanzar tal o cual meta puede hacer que en el afán de lograr dicho objetivo perdamos de vista las cosas obvias, la realidad y, por estar atentos en el objeto, el entorno se pierda. Acude a nuestra memoria un pasaje de Borges: …¿Cómo podía entender aquellos versos que consideraban a los pájaros —a los animales— como algo eterno, atemporal, porque vivían en el presente? Somos mortales porque vivimos en el pasado y el futuro: porque recordamos un tiempo en el que no existíamos y prevemos un tiempo en el que estaremos muertos.20

Caemos en un conflicto aún mayor cuando comparamos el presente con lo que podría ser un acontecimiento futuro, porque en la comparación del hoy con algo que no existe, que en este momento no es real, se pierde el presente. Sabemos que este instante es el único real, es el único momento que estamos viviendo. Hoy no podemos vivir el mañana ni el ayer. Esto no quiere decir que no hagamos planes y proyectos, o que no tomemos decisiones acerca del trabajo, el estudio, la comida, en fin todas esas actividades cotidianas que hacemos; pero podemos desempeñar las diligencias rutinarias sin caer en suposiciones y sueños.

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Jorge Luis Borges, Arte poética, seis conferencias, p. 121.

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Formas de aprender a percibir la realidad

u “…amarse a sí mismo es el comienzo de una larga historia de amor” Ó. Wilde “Las cumbres, como todo lo que es fuerte, necesitan ser conquistadas, y para ello es necesario comenzar con uno mismo” Mada Carreño

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odemos percibir la realidad, primero, activando nuestros sentidos, haciendo a un lado nuestra ceguera y descorriendo el velo ancestral que nos la oculta y distorsiona. Luego, podemos animarnos a salir de la inercia adquirida, ésa que hemos acumulado a través de los años. Para llevar a cabo esos cambios en nuestra vida necesitamos bregar con amor, afanarnos con toda la energía y fuerza que somos capaces de tener y producir después de haber tomado una decisión.

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Ya decididos, necesitamos aumentar los recursos para luchar por ese cambio. No podemos encontrar los recursos fuera de nosotros; si nos detenemos un momento a meditar sobre el entorno, descubriremos que sólo buscando y fortaleciendo nuestro interior podemos enfrentar de una manera más plena la vida. Podemos ver la realidad en toda su dimensión. Entonces vamos a partir de la premisa de que la tranquilidad no depende sólo del exterior; que podemos iniciar el aprendizaje de nuestro interior. Por otro lado, hacemos consciente la percepción de los placeres cuando: vemos una bella puesta de sol, un árbol hermoso, el movimiento amplio y curvo de un río, o un bello rostro, y mirar eso nos da un gran placer, nos deleita. ¿Qué hay de malo en ello? A mí me parece que la confusión y la desdicha empiezan cuando ese rostro, ese río, esa nube, esa montaña se convierten en un recuerdo, y ese recuerdo exige entonces una continuidad mayor de placer; deseamos que tales cosas se repitan, ahí es donde el placer comienza a nublar la mente y a crear valores falsos e irreales.21

Si logramos saborear el placer en el mismo momento que lo sentimos, disfrutándolo a plenitud, sin juzgarlo, sin archivarlo, sino simplemente vivirlo, observando y poniendo atención en el hecho mismo, y logramos seguir adelante con los nuevos eventos, podríamos disfrutar de lo desconocido sin el recuerdo del placer anterior. 21

Jiduu Krishnamurti, El libro de la vida, p. OCK-vol. XV, 5 de abril.

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Una de las claves más importantes para percibir la realidad es estar atentos a la acción misma. Estar atentos significa observar con determinación, observar cada instante de la vida, observar completamente lo que hacemos, vemos, decimos o escuchamos, tener nuestros sentidos abiertos a cada situación que enfrentemos. Escuchar sin interpretar, sin juicio, sólo escuchar a nuestro interlocutor. Escuchar es un arte, escuchar con atención es talvez una gran virtud que algunos traen desde el nacimiento, pero la gran mayoría somos sordos ante lo evidente, así que no tenemos más remedio que desarrollarla con los años. Si estamos acostumbrados a tener nuestra mente ocupada por una diversidad de pensamientos mientras alguna persona nos habla, nos perdemos de una visión efectiva de la realidad, y al estar divagando podemos caer más fácilmente en supuestos e ideas, con el consecuente dolor y desengaño. Al escuchar es importante evitar pensamientos y acciones que nos distraigan del presente, que nos alejen de la percepción de la realidad. No creo que nuestra versión de lo que es la vida diaria sea tan precisa, exacta y nítida como creemos generalmente. De hecho, estamos completamente confundidos, porque nunca hacemos una cosa a la vez. Mientras hacemos una cosa, nuestros pensamientos se ocupan de otras cien, lo cual crea una situación borrosa. Deberíamos acercarnos a la vida diaria de una manera completamente diferente, dejar que nazca una percepción intuitiva que vea las cosas como son. La percepción inicial puede que sea algo borro-

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sa, sólo un vislumbre de lo que hay ahí, un destello insignificante si se le compara con las tinieblas de la confusión. Pero este tipo de inteligencia se va haciendo más activa y penetrante, comienza a desplazar a la incertidumbre hasta que ésta se disuelve completamente.22

Decía san Francisco: “Haz lo que haces.” En tan pocas palabras se encierra una sabiduría inmensa, pues cuántas veces al estar realizando cualquier cosa, digamos tomando un café con amigos, estamos pensando en la comida que no hemos preparado, en el trabajo que dejamos pendiente, en la posibilidad de que la pareja nos engañe, que nuestros hijos sufran algún contratiempo de regreso a casa, en muchas cosas intrascendentes, decimos en muchas, pues cada cual tiene su particular repertorio de pensamientos inútiles. Cuando acordamos, ya se acabó la reunión, nos quedamos sin haber participado de la conversación, sin disfrutar de la convivencia ni de la alegría de compartir el momento. Llegamos a casa, preparamos la comida, los hijos llegan sanos y todo está en orden. Nos desgastamos en suposiciones y la vida sigue caminando. El camino hacia una escucha clara y completa es arduo, pero al mismo tiempo satisfactorio. Hay que insistir, hay que practicar una y otra vez hasta hacer que nuestra escucha atenta se desenvuelva sin esfuerzo. Cuando vemos que nos empieza a resultar fácil poner atención a lo que se nos

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Chogyam Trungpa, Más allá del materialismo espiritual, p. 176.

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dice, entender la realidad, empezamos a vislumbrar resultados y podremos saborear el fruto de nuestras acciones. El hablar siendo coherentes con lo real es importante, pues ¿cuántas veces nos ha tocado convivir con mitómanos? Los vemos desempeñarse en un mundo creado por su imaginación; para nosotros viven en la mentira, pero para ellos esa es su realidad. Ante estas situaciones sólo nos queda contemplarlos con atención para separar lo real de lo ficticio. La mentira se va fortaleciendo hasta hacer que nos perdamos de la realidad. Hay una referencia adecuada y contemporánea al respecto, de la filósofa Ikram Antaki: No quiero hacer psicología silvestre, sino tratar de analizar uno de los principales motores de nuestra vida como pueblo: la mentira es una técnica mágica, un falso control sobre la realidad. El hombre domina su destino transformando su medio y transformándose a la vez; en lugar de este dominio, el mentiroso se complace en una realidad ficticia; su mentira se vuelve el equivalente de las alucinaciones de aquel que delira. La mentira es una ilusión de poder, a falta de poder real.23

Durante el desenvolvimiento de la vida nos enfrentamos con alternativas y hay conflicto cuando tenemos que optar por algo. Cuando hay que tomar una decisión, el simple hecho de comparar un camino con otro presenta una disyuntiva y, con ella, la discrepancia; pero si ante cualquier

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Ikram Antaki, El manual del ciudadano contemporáneo, p. 219.

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momento de nuestra vida lo observamos, lo comprendemos y ya inmersos en él, seguimos de acuerdo con la realidad del instante, las opciones disminuyen. Sin opciones no hay conflicto, la vida se desenvuelve en armonía. Al dejar de existir las opciones, entramos en el camino de la comprensión de los hechos y perdemos la necesidad de optar, simple y sencillamente seguimos el camino. Para llevar a cabo la comprensión de la vida, no tenemos que aislarnos del mundo, no tenemos que estar estáticos ni separados, sin convivencia; no necesitamos apartarnos de la sociedad por miedo al sufrimiento, sino dentro de la concordia, dentro del movimiento de la vida misma, en las relaciones interpersonales, en la relación con el mundo que nos rodea, es donde podemos avanzar en la evolución interna. Descubriremos que es en nuestro interior donde radica la seguridad de cada instante, cuando encontramos la soledad que existe dentro de nosotros y la sabemos real, es probable que encontremos paz, que veamos más allá de lo que aparentamos ser. Así iremos descubriendo al ser maravilloso que se encuentra inmerso en nosotros y seremos felices en nuestro presente, pues: “Los seres humanos parecen ser felices sólo mientras tienen un futuro en la vida, ya sea el bienestar de mañana o una vida eterna más allá de la tumba. Si la felicidad siempre depende de algo que esperamos en el futuro, estamos persiguiendo una quimera que siempre nos esquiva, hasta que el futuro, y nosotros mismos, se desvanecen en el abismo de la muerte.”24 24

Alan Watts, La sabiduría de la inseguridad, p. 61.

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Vemos lo inútil de perseguir la seguridad cuando comprendemos nuestra soledad, cuando dejamos de juzgar y culpar a los demás de lo que nos sucede, cuando dejamos de intentar llenar nuestro interior con la aprobación exterior, cuando dejamos de luchar con los fantasmas del pasado y nos enfrentamos en el presente con pasión, con toda la energía de que somos capaces. Es entonces cuando caminamos por la vida en armonía. Percibir la realidad es una opción para mantener la mente sana; al estar alertas nos alejamos del conflicto. Tener una visión de la totalidad, una visión no fragmentada nos acerca a la realidad. Como nos lo plantea Bohm: Lo que propongo aquí es que el modo general en que el hombre concibe la totalidad, es decir, su visión general del mundo, es crucial para el orden total de la propia mente humana. Si concibe la totalidad compuesta por fragmentos independientes, así es como su mente tenderá a funcionar, pero si puede incluirlo todo de una manera coherente y armoniosa en una totalidad general que sea indivisa, ininterrumpida y sin fronteras (porque cada frontera es una división o fisura), su mente tenderá a moverse de una manera semejante, y de ahí fluirá una acción ordenada dentro del todo.

Por otro lado si la mente está desapegada de todo, pareja, amigos, país, religión y demás cosas que nos aíslan, podemos vivir sin conflicto. Esto no quiere decir que no se viva en un país, que no se tengan amigos, ni pareja, sin llegar a límites. Hablamos de los conflictos que nos ocasiona

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el fanatismo, ya sea hacia una religión o un país, por los que matamos, juzgamos y evaluamos; o hacia la pareja y amigos, donde hay celos, ansias de dominio y manipulación. Cuando usamos la palabra desapego queremos decir, llevar una vida sin lazos estrechos de control, ni intentos de manipulación o de codependencia. Viviendo en libertad y un día a la vez. El apego en las parejas se puede presentar de diferentes formas, ya sea en el control del tiempo, del trabajo, de los amigos, de las diversiones, hasta el extremo obsesivo de decidir lo que es bueno o no que haga el objeto amado. Todo esto va acompañado de celos y es producto de la inseguridad del futuro, del miedo a perder a la pareja y del miedo a la soledad. Si nos aman, consideramos de nuestra propiedad el amor que nos entregan, pero no sólo el amor, sino a la persona completa. Se nos olvida que es un ser independiente, que tiene vida y voluntad propias. Cuando nos damos cuenta de nuestra manera errónea de actuar en las relaciones podemos elegir entre dos caminos; seguir como estamos e ir cambiando de pareja hasta hallar la que se nos acople mejor, o modificar nuestra conducta y enfrentarnos cara a cara con la soledad, los celos la posesión y todo lo que nos causa conflicto. Hay personas que se complementan, una es controladora y a la otra le acomoda bien que la controlen, y no pasa nada, pueden vivir en aparente felicidad y armonía durante mucho tiempo, pero ¿qué pasa cuando una de ellas no entra en este juego? Se inicia el conflicto. Si existe un verdadero

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amor en la pareja y quieren superarlo pueden darse el espacio necesario para que se produzca una relación en armonía y crecer juntos uno al lado del otro, nunca uno a la sombra del otro, y ser uno y dos al mismo tiempo, como dice Gibran: “Entre las cuerdas del laúd hay espacios y, sin embargo, entonan la misma melodía.” Si estamos apegados a alguna persona, hemos puesto nuestra felicidad en manos ajenas, hemos entregado nuestro control a ese individuo, colocamos nuestra voluntad y fuerza interna lejos de nuestro alcance. De igual manera, cuando estamos apegados a las cosas materiales. Indiscutiblemente al morir nos vamos solos, sin nada. El apego es la mejor manera de complicarnos la vida, los apegos son cadenas que nos anclan al dolor y al sufrimiento. Vivir comprendiendo el momento presente sin apegos nos podría llevar a la felicidad. La felicidad tiene muchos puntos de vista, el más importante es el que cada uno de nosotros le dé. Como dice Hellinger, la felicidad es, en parte, saber quiénes somos y en dónde estamos en nuestro presente real: Yo veo la felicidad como algo polifacético. No es ningún estado eufórico, sino más bien aparece con la sensación de: estoy en el lugar que me corresponde dentro de la fase de desarrollo que estoy pasando. Soy verdaderamente niño, verdaderamente niña, verdaderamente adolescente, verdaderamente hombre, verdaderamente mujer, verdaderamente padre, verdaderamente madre. Tengo éxito en mi profesión, etc. La felicidad es un logro del alma.25 25

Bert Hellinger, Reconoce lo que es, pp. 184 y 186.

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Si logramos que nuestra mente esté libre de recuerdos, libre de comparaciones y de juicios, haremos de ella una mente vacía, en paz, una mente libre que le dé cabida a nuevas experiencias. La vida nos va llevando por un camino, nos presenta oportunidades y nos da señales de la ruta a seguir, pero nosotros a veces estamos ciegos, como dijo John Lennon: “La vida es lo que te va sucediendo mientras tú te empeñas en hacer otros planes.”

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Ejercicios para percibir la realidad

u “Dios mío, mantenme viva hasta el momento de morir” Mada Carreño

C

uando se quiere cambiar cualquier cosa que esté arraigada, ya sea por costumbre, rutina o aprendizaje, intuimos de antemano que se llevará un esfuerzo extra y nos puede provocar un intenso dolor. El cambio nos cuesta, lo sabemos. Puede costar demasiado, o poco, depende del empeño, las ganas y la pasión que pongamos en comprender lo que nos pasa y transmutarlo. Tomando en cuenta lo anterior, y decididos a vivir con más armonía y menos conflictos, analizaremos algunos ejercicios sencillos, basados en la observación, para llevarlos a cabo con entusiasmo e insistencia día a día. Entre los ejercicios más importantes para percibir lo que Es, se encuentra el siguiente, que consiste en poner atención, volcar toda la pasión, donde pasión es entendida

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como hacer las cosas con intensidad. Abocarnos a ese instante, que se desarrolla cuando sentimos alguna emoción, nos duela o no, observar nuestra emoción sin juzgar, sólo poner atención, ver, comprender sin especular, entrar de lleno desmenuzando el evento, distinguir la realidad sin agregados. Podemos respirar profundo mientras se agudizan los sentidos. Se escucha por ahí decir “respira profundo y cuenta hasta diez”; pero esta es una buena manera de evadirnos del instante, al estar concentrados en contar perdemos de vista lo que sucede. ¿Qué tal si tan sólo respiramos, miramos y comprendemos lo que acontece, reconociendo lo que Es ya sea que nos cause dolor, alegría o melancolía? Al reconocer plenamente lo que somos: codiciosos, ególatras, mezquinos, posesivos, ambiciosos, controladores o lo que seamos en el momento de entrar en conflicto, nos hacemos conscientes de la realidad y, en lugar de evadirnos y escapar, nos permitimos seguir en el mismo lugar observando. Esta actitud nos hace participar conscientemente de nuestra realidad y de nuestros cambios. Sólo así podemos desintegrar lo falso. Se pierde una cantidad inmensa de energía cada vez que entramos en conflicto, cada vez que enjuiciamos algún acontecimiento, cuando estamos divagando entre lo que tenemos que hacer y lo que deberíamos hacer. Los debería hacer nos traen anhelo por un futuro, siempre están enfocados hacia algo que no Es en este momento,

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hacia algo lejano, que nos separa de la realidad del hoy. Por otro lado, los hubiera hecho nos envían al pasado, nos remiten a lo que no hicimos, lo que ya no podemos cambiar; pero si logramos dejar a un lado las contradicciones y las luchas, entonces podemos tener abundancia de energía. Krishnamurti nos dice que: …cuando comprendemos completamente lo que es el miedo y no escapamos a lo opuesto; cuando le prestamos toda nuestra atención al miedo, entonces vemos que no sólo cesa psicológicamente, sino que también tenemos la energía necesaria para hacerle frente. Si está enojado compréndalo y no se preocupe por “cómo no estar enejado”, examine el hecho, vívalo, esté con él, préstele completa atención, verá que tiene esa energía en abundancia. Es esa energía la que mantiene la mente clara, el corazón abierto: de manera que haya abundancia de amor, no sólo ideas o sentimientos.26

Además de vivir en armonía, sin desgaste podemos aumentar la energía interna al enfrentar los hechos. La observación de los mismos, hace posible el enfrentamiento directo. Las emociones como el miedo, la culpa, el odio, la ira, el deseo de venganza y la tristeza, son cargas energéticas que merman nuestras fuerzas. Sabemos que el miedo nos detiene, evita que sigamos nuestra intuición, nos cierra un camino. ¿Cuántas veces con 26

J. Krishnamurti, El libro de la vida, p. OCK-vol. XIV.

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el paso del tiempo nos percatamos de lo que no hicimos por miedo y nos damos cuenta de los triunfos o resultados que hubiéramos obtenido al tomar el camino que se nos presentaba? El mero hecho de recordarlo y lamentarlo nos trae un gran deterioro energético, además del acumulado por el miedo. Así es que podemos enfrentar al miedo observando la realidad y actuando en el momento presente. Cargar la culpa es una pérdida de energía, pues de antemano sabemos que lo que no hicimos en su tiempo, no lo podemos hacer ahora. Si en este momento hay alguna culpa que podamos resolver con pedir disculpas a la persona afectada, pues hay que hacerlo y desprenderse del evento. Las culpas que conforme a la realidad de este instante no podamos disipar, hay que pasar por ellas comprendiéndolas y, de esta forma, disminuir la merma de energía en el presente, además de prevenir desgastes futuros. Entramos en el odio cuando perdemos la percepción de la realidad y queremos justificarnos echándole la culpa a otras personas, con el consecuente rencor, o cuando nos sentimos víctimas al observar que la gente no responde a nuestro control. Esto, al igual que la ira, nos produce un desperdicio de energía. El deseo de venganza justificada o no, hace que perdamos de vista cada momento bello que se nos pueda cruzar en el camino, pues al estar inmersos en el escarmiento estamos reciclados en lo mismo, es un círculo vicioso que no nos permite el disfrute de la vida y podemos dejar pasar tiempos extraordinarios. Este tiempo invertido en la venganza es tiempo y energía perdidas.

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Si la tristeza es provocada por nuestra negligencia al observar los factores que la producen, entonces perdemos una gran cantidad de energía, hay un desgaste contundente por nuestra ceguera; pero si la tristeza es suscitada por algún hecho real, podemos enfrentarla, vivirla y comprenderla en toda su magnitud logrando una pérdida energética menor. En general, las pasiones mal manejadas nos producen un deterioro energético. Mencionaremos las seis pasiones primitivas descritas por Descartes: “la admiración, el amor, el odio, el deseo, el gozo y la tristeza”.27 En exceso también las pasiones que nos producen satisfacciones pueden provocarnos pérdida de energía. Hay que recordar que necesitamos de toda nuestra energía para producir los cambios que queremos, para observar y estar alertos cada día. Otro ejercicio consiste en percibir cuando iniciamos comparaciones entre lo que Es, lo que fue y lo que nos gustaría que fuera. Al introducirnos en las comparaciones no estamos comprendiendo lo que Es. En ese instante estamos evaluando nuestro presente con base en un pasado que no existe, pero que tal vez fue y en un futuro que no ha llegado, aunque nos gustaría que llegara. Si nos percatamos de la realidad de ese instante sin compararlo, podemos disfrutarlo como algo nuevo. Al toparnos con alguna disyuntiva entramos en conflicto, pues creemos tener que tomar una decisión, que por 27

René Descartes, Las pasiones del alma, p. 143.

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lo general no se basa en la comprensión del hecho, sino en la comparación de las probables alternativas, basadas en suposiciones. Así que, si logramos estar atentos a los acontecimientos cotidianos, podremos caminar entre éstos sin optar, tan sólo pasar entre ellos. Ejercitarnos en afrontar los eventos actuales sin el conocimiento pasado, sin experiencias, sin recuerdos y sin prejuicios, de esta manera podemos tener un panorama de la situación en un estado fresco, inédito y aprender de él. Podemos mirarlo e iniciar una manera diferente de enfrentar la realidad, saliendo de nuestros conflictos comunes, permitiéndonos tener paz y equilibrio para amar la vida. Si se asoman las siguientes frases en nuestra cabeza: • “Quisiera hacer…” • “Debo…” • “Ojalá fuera…” • “Debería haber hecho…” • “Espero lograr…” • “Intentaré…” • “Deseo…” • “Hubiera…” Prestar atención inmediata hasta lograr, con base en repeticiones, que estas frases sean el marcador que señale nuestra incapacidad de enfrentar el hecho. Practicándolo de instante en instante logramos permanecer alertas en la vida, la vida que es continuo movimiento. Podemos querer que las cosas sean diferentes, pero éstas son como SON, ya sea que logremos verlas o no, ellas siguen igual, con desearlas no cambian, hay que actuar. Un deseo no es una realidad.

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Krishnamurti nos comenta que: es importante descubrir si la mente puede permanecer estable sobre las aguas de la vida, y dejar que los recuerdos pasen flotando sin que ella se aferre a ninguno en particular y, cuando sea necesario, usar ese recuerdo tal como de hecho lo usamos cuando tenemos que comunicarnos. Esto implica, que la mente está dejando que el ayer pase de largo, todo el tiempo sin identificarse jamás con él, sin estar nunca ocupada con él; de ese modo la mente está firme, no en la experiencia, no en el recuerdo, no en el conocimiento, sino firme, estable en el proceso, en la acción de experimentar continuamente.28

Cuando nos preguntamos cómo podemos entender a los que nos rodean, cómo podemos comprenderlos mejor, la respuesta sería observar y escuchar con atención. No podemos alejarnos de la realidad de que las decisiones son personales. No podemos manipular ni controlar el entorno, sería un desgaste inútil pretenderlo. En el aprendizaje diario de ver la realidad, es productivo cuestionar los motivos internos de nuestras actitudes, los reales, no los que fingimos para tener concordancia con el exterior, con lo que esperan de nosotros, con la idea establecida, en fin, con todo menos con la realidad de lo que sentimos. Cuando enfrentamos nuestros motivos internos podemos descubrirnos tal como somos: celosos, envidiosos, manipuladores, egoístas, etc., y al desnudarnos conseguimos 28

Jiduu Krishnamurti, Libertad total, p. 286.

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con mayor facilidad comprender nuestra esencia y, sin juzgarla, ésta se puede ir diluyendo a medida que la hagamos consciente, a medida que nos comprendamos. Observar con detenimiento cada paso, cada luz, cada insignificante detalle y, al descubrirlos, verlos de frente, sin esquivarlos, evitar disimularlos con lo que se nos ocurra, o con lo que la memoria, experiencia, recuerdo o, llámese como se llame, nos aporte para encubrir la realidad con lo que NO ES. Lo que ES, es, aunque nuestra ceguera sea tan inmensa que lo trate de ocultar y nos aleje de los acontecimientos palpables, aunque se disfrace y se quiera ver de otra forma, las cosas son como SON y el esquivar la realidad no la cambia. Podemos utilizar cualquier señal que nos indique la necesidad de estar atentos a la acción que se desarrolla; podríamos, en el inicio de nuestro cambio, cada hora pensar en estar alertas, de tal manera que al voltear a ver el reloj, este nos lo recuerde, y si coincide que en ese mismo momento estemos en alguna acción que en el pasado nos haya dado confusión o dolor, tengamos la oportunidad de recapacitar y observar con esmero, para abordar de una manera nueva y diferente este hecho. Crear un pensamiento capaz de negociar y convivir con lo real, que el pensamiento sea la herramienta que nos permita sembrar la armonía interna y haga florecer la paz externa. Cultivar una mente sensible que nos ayude a observar. Como toda bella planta, hay que regarla y abonarla todos los días.

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Ante un conflicto, podemos primero preguntar ¿para qué? Para qué estar triste, para qué estar deprimido, para qué entrar en conflicto, ¿para qué? En la búsqueda de la respuesta, en el desmenuzamiento del conflicto podemos encontrar la solución, podemos comprender el momento y la realidad de lo que se vive. El para qué en algunas ocasiones es más evolutivo que el porqué. Practiquemos este cuestionamiento ¿para qué? Ante situaciones dolorosas o conflictivas y experimentaremos diversas respuestas que nos conducirán hacia la comprensión de la crisis. Pues crisis que no aporta nada, es crisis inútil. Es importante que cultivemos nuestro interior, aprender a estar en soledad externa a sabiendas de que, cuanto más nos conocemos, más descubrimos al valioso ser que habita dentro de nosotros. “Lo más esencial para la felicidad de la vida es lo que uno tiene en sí mismo.”29 El conocimiento propio será nuestra principal arma para enfrentarnos a la vida. La interiorización nos lleva al centro, donde se manufacturan nuestras emociones. Pongamos atención al parloteo externo, de tal manera que haciéndolo consciente lo excluyamos. Trabajar arduo en el conocimiento de nuestra mente nos traerá una mayor comprensión de los hechos de la vida cotidiana y una disminución de los sufrimientos. “Nada hay en lo que uno pueda ocuparse con más provecho que en tratar de conocerse a sí mismo.”30 29 30

Arthur Schopenhauer, Aforismos sobre el arte de saber vivir, p. 41. René Descartes, Estudio preliminar, Las pasiones del alma, p. XVII.

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“No comprendo otro modo de adquirir libertad que no sea a través de la conquista de uno mismo.”31 Para conocer nuestro interior existen numerosos métodos; Zen, Taichi, Yoga, Budismo, Meditación Trascendental y otros tipos de meditación, concentración, atención, etc. Hay distintos caminos para llegar a esa parte importante de nuestro cuerpo: el ser interno que está pasivamente observando y listo para apoyarnos en lo cotidiano. Sólo necesitamos dejarlo salir, dejarlo que se exprese y nos oriente con sabiduría. Podemos escoger el camino que más nos guste o el que se acople a nuestros intereses y tiempos. La concentración en nosotros puede ser difícil, pero hay que aprender a estar con nosotros mismos, estar solos, sin leer, fumar, beber, comer, dormir o escuchar música. Desarrollar la habilidad de poder estar solo con uno mismo. La meditación es un buen recurso para explorarnos, para darnos cuenta de que los conflictos a los que nos enfrentamos, en su mayoría son forjados por nosotros. Podemos hacer meditación a cada instante, en cada acción. No es necesario retirarnos a un lugar especial, podemos ir descubriendo lo que es una mente en calma a medida que practicamos la atención sin juicio. “Únicamente en la libertad puede existir el espíritu creativo. La creatividad sólo es posible a través del conocimiento propio.”32 ¿Para qué desperdiciar parte del camino actual en la búsqueda de los sueños, cuando sabemos que esos sueños o 31 32

Mada Carreño, Azulejos, pensamientos para vivir con alegría, p. 85. J. Krishnamurti, El libro de la vida, p. OCK-vol. XII.

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ideales están allá, en el futuro y nosotros estamos aquí, en el presente? ¿No será más fácil abocarnos al instante que vivimos? De antemano, sabemos que estamos condicionados a vivir anhelando, que la educación que traemos a cuestas se ha basado en alcanzar metas, ideales, objetivos y cosas. Podemos iniciar el cambio en el instante que pongamos atención y pasión en ello. Si mi felicidad en este momento consiste principalmente en revisar recuerdos y expectativas felices, sólo estoy vagamente consciente de este presente, y seguiré teniendo esa vaga conciencia del presente cuando ocurran las buenas cosas que he estado esperando, pues me habré formado el hábito de mirar atrás y adelante, haciendo así que me resulte difícil atender el aquí y el ahora. Entonces, si mi conciencia del futuro y el pasado me hace menos consciente del presente, debo empezar a preguntarme si estoy viviendo de veras en el mundo real.33

Del tamaño de nuestras expectativas es el tamaño del sufrimiento. Pero si queremos y tenemos ganas de dejar de sufrir, dejar de lastimarnos y vivir en armonía, hay que ponernos a trabajar con pasión, con perseverancia, conscientes de afanar hoy: no como lo hemos repetido en una mañana, que es incierto, en una mañana que no ha llegado; si decidimos actuar, hacerlo ya, tenemos por obligación a ese cambio, actuar sólo en el hoy, no en la frase trillada sólo por hoy, sino 33

Alan Watts, La sabiduría de la inseguridad, p. 73.

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desde la convicción de que, tan sólo el trabajar en este día, nos dará la paz hoy, no mañana. ¿Pueden descubrir entonces cómo vivir ahora, hoy, una vida en la cual exista siempre un terminar para todo cuanto haya comenzado? No en la oficina, por supuesto, sino internamente; poner fin a todo el conocimiento que acumularon, siendo el conocimiento sus experiencias, sus recuerdos, sus ofensas, su modo comparativo de vivir, comparándose siempre a sí mismos con alguien. Poner fin a todo eso cada día, de manera que al día siguiente la mente esté fresca y joven. Una mente así nunca puede ser lastimada, y eso es inocencia.34

Al trabajar arduamente evitaremos los conflictos este día, por ningún motivo podemos prever los conflictos de mañana, y como esa es una realidad tajante, conseguimos estar en equilibrio y en paz este día, con nuestras actitudes en el momento presente, con nuestros pensamientos de hoy, con nuestro diario trabajar, con el vivir HOY. Concentrarnos en permanecer plenamente en el presente, sin pensar en lo que haremos después, vivir en el aquí y el ahora. Si nos esforzamos a cada instante en el quehacer, si logramos salirnos de la inercia del vivir en rutina, estáticos, tal vez podremos forjar este día sin conflictos. Suena redundante, pero al observar nos daremos cuenta de que es 34

J. Krishnamurti, El vuelo del águila, p. 27.

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la actitud ante el HOY lo que nos puede dar equilibrio o conflicto. Así es que estemos atentos al hoy, sin intentar interpretarlo, cambiarlo o trascenderlo, atentos tanto como sea necesario, como podamos, alertas en la acción diaria, hasta grabarla en el subconsciente, de manera que actuemos con naturalidad y firmeza atentos en el momento. Por otra parte, además de estar alertas en la acción, hay que ser conscientes de que la realidad es cambiante. Lo que para nosotros hoy es lo real, mañana puede cambiar. Lo nuevo puede surgir en cualquier instante si lo rutinario y estático cambia. Otra forma de ir dejando atrás el conflicto que nos causa la persecución de recuerdos placenteros es disfrutar y extasiarnos con la belleza en el instante mismo que la vivimos. Ver un atardecer, una flor, sentir un beso, un roce en la piel, apreciarlo y disfrutarlo en ese momento. Podemos existir a plenitud, vivir el esplendor de la ocasión sin que la memoria nos diga es tan hermoso que quiero tenerlo otra vez, porque entonces no estaríamos interesados en la belleza misma, sino al acecho del placer. Esto va dejando huellas para sufrimientos futuros. Así es que podemos extasiarnos ante cualquier evento sin almacenarlo en la memoria. Vamos a disfrutar nuestros eventos, decimos vamos a hacerlo y no vamos a intentarlo, porque cuando se intenta hacer las cosas, se quedan en intención; aunque la intención sea mucha, esto no indica que se lleguen a hacer. Hay acciones inesperadas que nos manifiestan lo inútil de querer manipular el porvenir, por lo tanto, si decidimos

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saborear la inseguridad futura, haciendo hincapié en este instante y disfrutando el momento presente, soltándonos a la vida, lograremos estar frescos y receptivos ante cualquier acontecimiento. No quieras conducir el futuro. Nada temas. Suelta el timón. Deja que el viento sople. Quien nada teme, fluye en su propia dirección. Aquellos que ven el futuro son videntes de segunda mano. Los verdaderos videntes son aquellos que pueden ver el presente.35

Al dormir, morir para este día, deja atrás la carga, para despertar nuevo, renaciendo al amor. Escuché una anécdota que decía que hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte: Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos y a los herederos de mis herederos para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo. Quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total… Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada. 35

Alfonso Ruiz Soto, La mirada interior, pp. 63 y 76.

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El rey tenía un anciano sirviente que también había servido a su padre y sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Éste le dijo: —No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. En una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje —el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey—. Pero no lo leas —le dijo— mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación. Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores era numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin, y no podía volver porque el enemigo le cerraba el paso. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino… De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso: Simplemente decía “ESTO TAMBIÉN PASARÁ.” Mientras leía sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos. El rey se sentía profundamente agradecido con el sirviente y el místico desconocido. Aquellas palabras habían

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resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. El día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes… y él se sentía muy orgulloso de sí mismo. El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo: —Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje. —¿Qué quieres decir?—preguntó el rey—. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida. Escucha —dijo el anciano—: este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero. El rey abrió el anillo y leyó el mensaje “Esto también pasará”, y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado. Entonces el anciano le dijo: —Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa ni emoción es permanente. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.

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Recordemos la frase del anterior relato: Esto también pasará, cuando estemos enfrentando alguna situación que nos angustie o produzca euforia. Así como ésta, hay muchas anécdotas que nos indican lo inútil de angustiarnos con lo que no sabemos, con lo que suponemos o con lo que imaginamos. Hay narraciones que nos invitan a tomar conciencia y poner atención a la realidad, nos dicen que la percepción clara de la misma nos da paz, armonía y tranquilidad. El amor de pareja es una experiencia que a veces nos lleva al dolor, por medio de la cual entramos en conflictos. Vamos repitiendo patrones, siguiendo esquemas, anhelando ideales, forjando sueños. En fin, buscando en otros la parte que no hemos descubierto en nosotros. El amor o es esencialmente una relación con una persona específica; es una actitud, una orientación del carácter que determina el tipo de relación de una persona con el mundo como totalidad, no con un “objeto” amoroso. Si una persona ama sólo a otra y es indiferente al resto de sus semejantes, su amor no es amor, sino una relación simbiótica, o un egoísmo ampliado. Amar a una persona implica amar al hombre como tal.36

Podemos experimentar el amor de una manera nueva, si nos damos la oportunidad de cambiar las cosas que nos

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J. Krishnamurti, Libertad total, p. 187.

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incomodan, la parte que nos afecta de nuestro existir. Podemos descubrir que el amor y el dolor no van juntos. Verá que el miedo no es amor, que la dependencia no es amor, que el afán de poseer y dominar no es amor, que no son amor la responsabilidad y el deber, la autocompasión, la angustia de nos ser amado; que el amor no es lo opuesto del odio, tal como la humildad no es lo opuesto de la vanidad. Por lo tanto, si usted quiere eliminar todas estas cosas, no mediante la fuerza, sino tal como la lluvia lava una hoja limpiándola del polvo acumulado durante muchos años, entonces quizá dará con esta flor extraña que el hombre siempre ha anhelado.37

Para concluir, haremos una lista de los tips más importantes que nos pueden ayudar a ver nuestra realidad: • Poner atención en cada instante, estar alertas. • Respirar profundo ante cualquier eventualidad, mirarnos y comprender lo que somos. • Reconocernos como somos con franqueza. • Resolver culpas pasadas y evitar crear nuevas. • Darnos cuenta cuando iniciemos comparaciones. • Analizar los eventos y evitar las disyuntivas. • Enfrentarnos al presente sin juicios pasados o suposiciones futuras. • Ojo con frases como: quisiera, debo, ojalá, debería, espero, intento, deseo, etcétera. • Cuestionarnos sobre los motivos internos de nuestra actitud.

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• Observarnos con delicadeza y amarnos antes que todo. • Acostumbrarnos a estar alertas cada hora que estemos despiertos. • Ante cualquier conflicto primero preguntarnos ¿para qué sirve lo que nos está pasando? • Cultivar nuestro interior con meditación, yoga, taichi, caminata o cualquier ejercicio que nos guste. • Evitar dependencias de cualquier tipo. • Soltarnos a la vida sin temor. Porque, finalmente, podemos extasiarnos con cada nuevo amanecer.

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Impreso en los Talleres Gráficos de la Dirección de Publicaciones del Instituto Politécnico Nacional Tresguerras 27, Centro Histórico, México, DF Marzo 2007. Edición: 500 ejemplares Corrección: Teófila Amayo Pérez Formación: Karla Ivette Robles Balderas Diseño de portada: Karla Ivette Robles Balderas Procesos Editoriales: Manuel Toral Azuela Director: Arturo Salcido Beltrán

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