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Isidorus medicus. Isidoro de Sevilla y los textos de medicina
Arsenio Ferraces Rodríguez (ed.)
A Coruña 2005
Servizo de Publicacións Universidade da Coruña
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Isidorus medicus. Isidoro de Sevilla y los textos de medicina. Edición a cargo de Arsenio Ferraces Rodríguez. A Coruña. Universidade da Coruña, Servizo de Publicacións. 2005. 310 páxinas. 17 x 24 cm. Monografías nº 113. Bibliografía: páxinas 271 a 293. Índice: páxinas 5 e 6. Depósito Legal: C - 2299 / 2005. ISBN: 84-9749-165-3.
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Deseño da cuberta: Julia Núñez Calo. Ilustración tomada do ms. Obras de Santo Martino; León, Biblioteca de S. Isidoro. Imprime: Lugami Artes Gráficas
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Índice General
PRESENTACIÓN ...........................................................................................................
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ARSENIO FERRACES RODRÍGUEZ Isidoro de Sevilla y los textos de medicina .............................................................
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MARÍA ADELAIDA ANDRÉS SANZ Isidoro de Sevilla como fuente de una falsa Epistula del evangelista Lucas .........
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DANIELLE GOUREVITCH Les maladies sous le regard du compilateur: métaphores végétales et animales ....
20 22 65 22 24 25 26 85 27 29 31 31 95 32 33 34 36 129 36 38 41 175 47
BRIGITTE MAIRE Isidore de Séville, lecteur de Gargilius Martialis ....................................................
53 55 197
CARMEN CODOÑER MERINO La medicina en algunos manuscritos de Isidoro de Sevilla .................................... MANUEL C. DÍAZ Y DÍAZ Rastreos en las Etimologías de Isidoro .................................................................... ARSENIO FERRACES RODRÍGUEZ Aspectos léxicos del Libro IV de las Etimologías de Isidoro de Sevilla en manuscritos médicos altomedievales ................................................................................. KLAUS-DIETRICH FISCHER Neue oder vernachlässigte Quellen der Etymologien Isidors von Sevilla (Buch 4 und 11) ......................................................................................................................
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JOSÉ MARTÍNEZ GÁZQUEZ Isidoro de Sevilla y la medicina en los enciclopedistas hispanos: D. Gundisalvo y Juan Gil de Zamora ..................................................................................................
215
ENRIQUE MONTERO CARTELLE La medicina y las Artes liberales según Isidoro de Sevilla .....................................
227
MANUEL E. VÁZQUEZ BUJÁN Isidoro de Sevilla y los libros de medicina. A propósito del Antiguo comentario latino a los Aforismos hipocráticos ..........................................................................
243
KLAUS-DIETRICH FISCHER De epistulis XVIII et XVIIII codicis Bruxellensis 3701 .........................................
263
BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................
271
ÍNDICE
DE PASAJES CITADOS ........................................................................................
295
ÍNDICE
DE MANUSCRITOS CITADOS ...............................................................................
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Presentación
El presente volumen recoge los trabajos presentados en el Seminario Internacional «Isidorus medicus. Isidoro de Sevilla y los textos de medicina», que tuvo lugar en la Universidade da Coruña los días 9-10 de septiembre de 2003. La reunión fue convocada en aquella ocasión bajo el epígrafe genérico «Seminario Internacional Textos técnicos latinos». El desarrollo de las sesiones puso de manifiesto que incluso un autor como Isidoro, cuyos conocimientos de griego han sido justamente puestos en duda hace muchos años, es largamente tributario, a veces a través de fuentes insospechadas, de la civilización helénica. Es el caso de muchos otros autores y obras latinos, técnicos o no técnicos, difícilmente disociables de la herencia griega. En atención a esta evidencia, el epígrafe inicial del Seminario, que surge con pretensión de continuidad, ha sufrido una pequeña modificación, pasando a denominarse «Textos técnicos grecolatinos». La publicación de los trabajos de aquellas sesiones aspira a llenar un incomprensible vacío. Estudiosos del Hispalense y especialistas en textos médicos latinos habían marginado como objeto de estudio el libro IV de las Etimologías y otras secciones de la obra relacionadas en mayor o menor grado también con la medicina, convertidos en una especie de tierra de nadie que pocos se habían aventurado a transitar. Que los artículos aquí reunidos supongan un impulso a la investigación de esta parcela de la obra del Hispalense, complementando así una larga y fecunda tradición de estudios isidorianos y la más modesta, pero igualmente pujante, de los estudios médicos latinos, es la primera aspiración de este libro. La conformación final tanto del volumen como de los trabajos que contiene, requiere un par de advertencias previas. La presentación de las distintas con-
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tribuciones ha sido unificada por el editor. Por tratarse de un conjunto de contenido notablemente homogéneo, en las notas a pie de página las referencias bibliográficas han quedado reducidas, con unas pocas excepciones, a las dos o tres primeras palabras de cada título, que remiten a la bibliografía final del volumen, en donde se ofrecen los datos completos de la correspondiente publicación. De este modo se evitan innecesarias repeticiones, siempre engorrosas, al tiempo que la selección bibliográfica así compilada puede resultar útil para quien pretenda profundizar en el tema objeto de estudio del Seminario. No se busque, pues, allí una relación exhaustiva de publicaciones sobre Isidoro de Sevilla y los textos de medicina, que resultaría, por otra parte, interminable y fatigosa, dado el elevado número de estudios isidorianos existente. Muy al contrario, cada uno hallará seguramente ausencias del máximo interés en una relación bibliográfica reunida a partir de las referencias y citas de las contribuciones individuales del volumen. Índice de pasajes citados e índice de manuscritos citados se deben también al editor. Los trabajos que ahora salen a la luz son todos los presentados en las sesiones del Seminario, con la sola excepción de la intervención de la Prof. Amneris Roselli, del Istituto Universitario Orientale, de Nápoles, quien accedió amablemente, a petición del organizador, a efectuar una presentación del Proyecto AFMA (Archivio Filologico della Medicina Antica). A pesar del enorme interés que despertó entre los participantes, la propia naturaleza dinámica del Proyecto haría que la exposición de entonces aportase hoy datos incompletos. Una actualización de la información al respecto, de la mano de la Prof. D. Manetti, puede encontrarse ahora en la Lettre d’Informations. Médécine antique et médiévale, nº 4 (febrero 2005), pp. 41-48 y en la página www.afma-medicinaantica.it. La contribución del Prof. Fischer sobre las epístolas XVIII y XVIIII del códice 3701 de la Bibliothèque Royale de Bruselas fue presentada en una mesa redonda sobre problemas de los textos médicos latinos tardoantiguos y altomedievales. A ello obedece su colocación al final del volumen. La organización del evento no hubiese sido posible sin la generosa aportación económica del Ministerio de Ciencia y Tecnología, a través de la Dirección General de Investigación; de la Xunta de Galicia, a través de la Dirección Xeral de Investigación e Desenvolvemento y de la Dirección Xeral de Universidades; y de la Universidade da Coruña, a través de su Vicerrectorado de Investigación y de la Facultade de Filoloxía. Finalmente he podido contar con el apoyo incondi-
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cional del Departamento al que pertenezco, personificado en el entusiasmo con que acogió el proyecto su entonces Directora, la Prof. Carmen Parrilla García, y con la colaboración inestimable de mis colegas del Área de Filoloxía Latina, los Profs. Fernando González Muñoz, Antonio Pérez Pereira y José Carlos Santos Paz. El Servicio de Publicaciones de la Universidad ha acogido con la mejor de las disposiciones la publicación del volumen.
ARSENIO FERRACES RODRÍGUEZ A Coruña, Mayo de 2005
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Isidoro de Sevilla y los textos de medicina ARSENIO FERRACES RODRÍGUEZ Universidade da Coruña
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La investigación sobre los textos médicos latinos tiene, en conjunto, una historia reciente y conoció durante el último siglo momentos de esplendor, debidos sobre todo a la iniciativa aislada de personajes brillantes, y momentos de relativo letargo. Desde la perspectiva filológica, entendiendo por tal el estudio y edición de los textos, tiene su punto de arranque en el último tercio del XIX y primeros decenios del XX, con trabajos señeros, entre otros, de Rose, Stadler, Wellmann o Sudhoff, muchos de ellos todavía irreemplazables. Ese gigantesco esfuerzo inicial tuvo continuidad en los años 40 y 50 en los abundantísimos trabajos de Sigerist y Wickersheimer y en los tan escasos como valiosos de A. Beccaria. Al margen de algunos meritorios trabajos que mantuvieron encendida la llama por este tipo de textos, fundamentalmente por parte de la filología germana de los años 60 y 70, el interés por los textos médicos latinos se ha reavivado desde principios de los 80 de la mano de un grupo de investigadores que puso en marcha varias iniciativas encomiables. Entre ellas ocupan un lugar fundamental la serie de Coloquios Internacionales sobre textos médicos latinos, iniciada en Macerata en 1981 y cuya VIII edición acaba de celebrarse en La Coruña en 2004, y la intensa actividad surgida en torno al grupo ‘Textes médicaux latins’ del CNRS francés y al Centre Jean Palerne de la Universidad de Saint-Étienne, inicialmente bajo la dirección de Guy Sabbah, cuya tarea prosigue ahora, con renovados bríos, Nicoletta Palmieri. Fruto particular de este esfuerzo son instrumentos como la Bibliographie des textes médicaux latins. Antiquité et haut Moyen Âge1, periódicamente actualizada por K.-D. Fischer, que, con los volúmenes de la serie Mémoires2
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G. SABBAH - P. P. CORSETTI - K. D. FISCHER, Bibliographie; K. D. FISCHER, Premier supplément. Los volúmenes de la serie dedicados a los textos médicos son los siguientes: Médecins et médecine dans l’Antiquité (Mémoires III), Textes médicaux latins antiques (Mémoires V), Études de médecine romaine (Mémoires VIII), Le latin médical (Mémoires X), La médecine de Celse (Mémoires X), Nommer la maladie (Mémoires XVII), Docente natura (Mémoires XXIV) y Rationnel et irrationnel dans la médecine ancienne et médiévale (Mémoires XXVI). 2
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dedicados a los textos médicos y la publicación anual de la Lettre d’Informations3 (ahora Lettre d’Informations. Médecine antique et médiévale), son ya referencias fundamentales en este dominio. Resultado de todo ello es la formación de una amplia masa crítica y la aparición de un importante volumen de trabajos, con rastreo de textos en los manuscritos, el estudio de su transmisión, la edición de fragmentos hasta ahora desconocidos y de textos inéditos, o la renovación de ediciones realizadas a finales del XIX y principios del XX, muy meritorias, pero que exigen su adaptación a criterios ecdóticos renovados o un reexamen a la luz de los nuevos datos que han ido descubriéndose en los últimos años. Una trayectoria similar, pero que cuenta ya con un largo recorrido, siguió la investigación isidoriana4. Después de la edición de Arévalo y de los trabajos de la filología alemana de finales del XIX y primer tercio del XX, en parte superados y por eso quizás injustamente denostados, el gran impulso llegó de la mano de dos acontecimientos casi simultáneos, la publicación del celebérrimo libro de J. Fontaine5 en 1959 y la reunión internacional isidoriana6 de León, en 1961, que renovaron de manera radical los puntos de vista sobre la obra del Hispalense. La puesta en marcha de la edición internacional de las Etimologías y la extraordinaria actividad de varios grupos constituidos en torno a personas concretas generaron la aparición de un importante volumen de trabajos7 que han ido matizando, y en buena parte corroborando, las conclusiones a las que había llegado Fontaine. Y el número de investigadores interesados por Isidoro sigue aumentando a ritmo creciente. Pero los caminos de la investigación isidoriana y los de la realizada en el ámbito de los textos médicos no han llegado a entrecruzarse. Más bien me atrevería a decir que se han ignorado recíprocamente, lo cual resulta inexplicable si tenemos en cuenta que, aunque de orientación etimológica, el libro IV de las Etimologías es una especie de isagogé o introducción al estudio de la medicina, y que otras secciones de esta obra guardan relación más o menos directa con los textos médicos. Me refiero al l. XI, que se ocupa de antropología; el XVI, que es un lapidario, seguido de capítulos sobre pesos y medidas; el XVII, sobre botánica; o el XX, con capítulos dedicados a la dieta en sentido moderno, es decir, a la comida y a la bebida. Por otra parte, Isidoro no sólo utiliza fuentes médicas, que es necesario investigar, sino que ha sido, a su vez, fuente de escritos médicos y muchos códices de contenido exclusivamente médico son un importante eslabón en la transmisión de su obra, bien sea de libros completos, como el IV, o de secciones más reducidas, como sucede en el caso de los capítulos 7-11 del libro XVII o de los capítulos 25-26 del l. XVI.
3 Lettre d’Informations 1-32 (noviembre 1982 - enero 2000); Lettre d’Informations. Médecine antique et médiévale (el último número publicado es el 4, febrero 2005) 4 Las principales etapas de esta investigación han sido señaladas por M. C. D ÍAZ Y DÍAZ en su «Introducción general», pp. 223-236. A ella remito para la consulta de detalles más precisos. 5 J. FONTAINE, Isidore de Séville et la culture. 6 M. C. DÍAZ Y DÍAZ (ed.), Isidoriana. 7 Dan testimonio de ello las recopilaciones bibliográficas de J. N. Hillgarth, «The Position of Isidorian Studies» e «Isidorian Studies, 1976-1985».
ISIDORO DE SEVILLA Y LOS TEXTOS DE MEDICINA
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Esta parte de la tradición manuscrita de las Etimologías ha sido ignorada y permanece todavía inexplorada, aun tratándose, en ocasiones, de códices más antiguos y eventualmente de mayor interés para el establecimiento del texto que los que transmiten la obra en su conjunto. A pesar de lo que acabo de exponer, sobre los textos isidorianos de contenido médico apenas contamos con contribuciones aisladas y, a excepción de los trabajos de Gasti 8, todas ellas llegadas desde la vertiente médica. Cito, sin pretensiones de exhaustividad, la de Stadler; la de Probst, seguida de una importante recensión de M. Wellmann; y, más recientemente, la de J. Pigeaud sobre la melancolía en Isidoro y la de Schütz9, una tesis doctoral dedicada específicamente al l. IV que, en general, aporta pocas novedades10, salvo en el apartado de la pervivencia, en donde hace un repaso detallado de la deuda hacia Isidoro de un anónimo Speculum hominis, de Rábano Mauro y de Vincent de Beauvais. De menor interés son algunas aportaciones de Fletcher, Spengler o Sudhoff11, entre otros. En el terreno de las traducciones es posible citar la publicada en Masnou en 1945, que presenta la particularidad de ofrecer una reproducción facsímil de un manuscrito del s. XIV; la de Sharpe; y, en fechas recientes, la de R. Le Coz, decepcionante, que comprende los libros IV y XI completos y algunos fragmentos de los libros XII, XVI y XVII12. Al margen de lo reseñado, sólo cabe citar trabajos marginales, que se ocupan de algún aspecto puntual, sobre todo léxico, o trabajos que, ocupándose de otros textos, han tenido que prestar atención también a Isidoro por su condición de fuente de estos últimos. Desde el lado isidoriano se pueden citar varias traducciones, algunas completas y otras del libro IV, y varias ediciones, una, parcial, del l. XI precedida por un estudio sobre las fuentes; una sobre los capítulos De metallis del XVI, y otra del libro completo, esta última una tesis doctoral a medio camino entre lo publicado y lo inédito; la manifiestamente mejorable del l. XVII, por J. André; y la del XX, una tesis doctoral que lamentablemente ha quedado inédita, con los problemas que ello conlleva para su difusión y su
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F. GASTI, L’antropologia di Isidoro; del mismo autor, Isidoro di Siviglia, De homine. H. STADLER, «Dioscorides als Quelle Isidors»; O. PROBST, «Isidors Schrift de medicina»; M. WELLMANN, «A. Schmekel, Die positive Philosophie in ihrer geschichtliche Entwicklung. Forschungen. Bd. II: Isidorus von Sevilla, sein System und seine Quellen. Berlin 1914; O. Probst, Isidors Schrift ‘de medicina’. S.-A. aus dem Archiv für Geschichte der Medizin, hrsg. Von K. Sudhofff, Bd. VIII (1914), Heft 1, S. 22 ff.»; J. P IGEAUD, «De la mélancolie»; H.-A. SCHÜTZ, Die Schrift ‘De medicina’. Debo un ejemplar de esta tesis a la amabilidad de K.-D. Fischer. 10 Entre ellas hay alguna que plantea interesantes problemas, como la de la p. 71, donde menciona como fuente de Etym. 4,8,10, a propósito de los términos scabies et lepra, el texto griego de Pablo de Egina 4, 2, 1. El texto isidoriano, sin embargo, procede del Comentario a los Aforismos hipocráticos. La cuestión que queda abierta es, por tanto, la relación entre Pablo de Egina y el mencionado Comentario. 11 G. R. J. FLETCHER, «St. Isidore de Seville»; L. SPENGLER, «Isidorus Hispalensis»; K. SUDHOFF, «Die Verse Isidors» 12 Isidorus Hispalensis. Ethimologiarum liber III De Medicina, Masnou, 1945; R. LE COZ, Isidore de Séville. Agradezco a la Prof. D. Gourevitch la gentileza de haberme facilitado los datos de esta última publicación, hasta entonces para mí desconocida. 9
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consulta13. Al libro IV, hasta donde yo sé, nadie ha prestado atención, salvo C. Codoñer14, en un estudio sobre la tradición manuscrita de las Etimologías que abre no pocas interrogantes sobre el estatuto de este libro dentro del conjunto de la obra. El retraso en la investigación de los textos médicos de Isidoro, y del libro IV de las Etimologías en particular, obedece básicamente a dos motivos, que atañen de modo desigual a los dos colectivos de investigadores. Entre quienes se ocupan de textos médicos latinos, la edición de Lindsay goza todavía, como antes sucedió en otros ámbitos, de la condición de vulgata, de modo que, instalados en una especie de comodidad o de apatía, el texto se cita –con mayor facilidad por ser uno de los autores incluidos en el ThLL– cuando es necesario aducir algún lugar paralelo o cuando es la única referencia cronológica para situar algún otro texto, pero sin entrar en consideraciones de otro tipo. Dicho en pocas palabras, se trata de un texto editado, y razonablemente bien editado, y, por tanto, un problema menos. Sin embargo, cualquier lectura del libro un poco inquisidora hace emerger al instante problemas en abundancia, que ponen de manifiesto la necesidad de revisar exhaustivamente el trabajo de Lindsay. Pondré algunos ejemplos. En el cap. 8, el orden de los lemas 15 (furunculus) y 16 (ordeolus) ha de ser invertido. Todos los manuscritos que he podido consultar presentan, sin excepción, el orden ordeolus-furunculus. En el capítulo 5, dos lemas, el 3 y el 7, repiten un fragmento de texto casi idéntico: Ex ipsis enim (Ex his quattuor humoribus, 7) reguntur sani, ex ipsis laeduntur infirmi. Dum enim amplius extra cursum naturae creuerint, aegritudines faciunt. Ambos están bien atestiguados en la tradición manuscrita, a pesar de lo cual el primero de ellos es, para Lindsay, una interpolación. La confrontación con la fuente, sin embargo, arroja dudas sobre el acierto de tal solución. Isidoro toma la información del prólogo del Liber Aurelii15, que ha sido utilizado doblemente, para introducir la sección sobre los cuatro humores y para cerrarla, con la repetición del mismo fragmento en los dos lemas:
13 J. ANDRÉ, Étymologies. Livre XVII; A. BALOIRA BÉRTOLO, Isidoro de Sevilla: Libro XX de las Etimologías; M. C. DÍAZ Y DÍAZ, Los capítulos sobre los metales; J. FEÁNS LANDEIRA, Isidoro de Sevilla. Etimologías XVI; F. GASTI, Isidoro di Siviglia, De homine. Para las traducciones, a las reseñadas por H.-A. SCHÜTZ, Die Schrift ‘De medicina’, pp. 55-57, hay que añadir la de R. LE COZ, Isidore de Séville; la de la totalidad de las Etimologías por J. OROZ - M. A. MARCOS CASQUERO, San Isidoro de Sevilla. Etimologías; y ahora la de A. VALASTRO CANALE, Etimologie o Origini. A ellas debe añadirse la reedición de la traducción de las Etimologías por L. Cortés y Góngora, con una amplia introducción de S. Montero Díaz, San Isidoro de Sevilla. Etimologías. 14 C. CODOÑER MERINO, «Los tituli en las Etymologiae». 15 La única edición existente es la de CH. DAREMBERG, «Aurelius. De acutis passionibus». El autor, sin embargo, se limita a transcribir de manera deficiente el texto del ms. de Bruselas, Bibl. Royale, 1342-50. Cito el texto, manteniendo la división en capítulos establecida por Daremberg, a partir del ms. de Karlsruhe, Badische Landesbibliothek, Aug. CXX, ff. 18r-36v (Cf. A. BECCARIA, I codici, pp. 214-217).
ISIDORO DE SEVILLA Y LOS TEXTOS DE MEDICINA
Etym. 4,5,3: Morbi omnes ex quattuor nascuntur humoribus, id est ex sanguine et felle, melancholia et phlegmate. [Ex ipsis enim reguntur sani, ex ipsis laeduntur infirmi. Dum enim amplius extra cursum naturae creuerint, aegritudines faciunt] (4,5,4 = sanguis y cholera; 4,5,5 = melancholia; 4,5,6 = sanguis) Etym. 4,5,7: Phlegma ... Ex his quattuor humoribus reguntur sani, ex ipsis laeduntur infirmi. Dum enim amplius extra cursum naturae creuerint, aegritudines faciunt.
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Lib. Aurelii, prooem.: Omnibus hominibus generantur aegritudines ex quatuor humoribus unde et homo factus est; inde reguntur sani, inde leduntur infirmi, sicut doctor noster Ypocrates nobis recte exposuit. Quae sunt ualitudines acutae, quae oxea Greci dicunt, fiunt uel nascuntur ex sanguine uel ex felle rubeo, nam aut cito transeunt aut celerius occidunt; ueteres uero causae, quae cronia graece dicuntur, fiunt uel nascuntur ex flegmate et ex nigro felle. Omnes humores, si amplius extra cursum naturalem creuerunt, aegritudines faciunt aut ex sponte digeruntur.
Idéntico proceder se observa en otros pasajes cercanos que, en cambio, no ofrecen a Lindsay reparo alguno. Por ejemplo, en el cap. 6 (De acutis morbis), el primer lema da una definición de las afecciones agudas, a la que sigue una definición de las afecciones crónicas. Una y otra derivan también del prólogo del Liber Aurelii16, pero la relativa a las afecciones crónicas se repite al pie de la letra en el primer lema del capítulo siguiente (De chronicis morbis). Uno y otro pasaje son considerados ahora por Lindsay isidorianos: Etym. 4,6,1: Oxea est acutus morbus qui aut cito transit aut celerius interficit, ut pleurisis, phrenesis. Oxi enim acutum apud Grecos et uelocem significat. Chronia est prolixus corporis morbus qui multis temporibus remoratur, ut podagra, pthisis. Chronos enim apud Grecos tempus dicitur. Etym. 4,7,1: Chronia est prolixus morbus qui multis temporibus remoratur, ut podagra, pthisis. Chronos enim apud Grecos tempus dicitur.
Liber Aurelii, prooem.: Quae sunt ualitudines acutae, quae oxea Graeci dicunt, fiunt uel nascuntur ex sanguine uel ex felle rubeo, nam aut cito transeunt aut celerius occidunt; ueteres uero causae, quae cronia graece dicuntur, fiunt uel nascuntur ex flegmate et ex nigro felle ... Et quae sunt aliae passiones quae in cronia ueniunt, hoc est quae in multis temporibus remorantur, ut epilemsia, cephalargia ... Croniae ualitudines, hae sunt temporales quae sunt ueternosae, quae multis temporibus remorantur, ut epilemsia, cephalargia ...
16 Ambas definiciones se repiten, con algunas variaciones, en el prólogo del Liber Esculapii (ed. F. Manzanero), que en toda la tradición manuscrita sigue al Liber Aurelii y pudo haber formado con éste una unidad indisoluble: Quoniam
superiori libro de acutis passionibus iam locuti sumus, quas passiones oxea dicimus, hoc sunt, acutas, qui nascuntur ex sanguine uel felle rubeo, qui aut celerius transeunt aut momento occidunt, restat itaque ut in hoc libro croniorum exponamus [hoc est, tardarum passionum] quod per temporalia spatia remorantur, unde nomina acceperunt cronia, hoc sunt, temporalia.
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ARSENIO FERRACES RODRÍGUEZ
De la situación que antecede hay sobrados ejemplos en las Etimologías. Es decir, Isidoro no tiene reparo en utilizar varias veces un mismo pasaje de la fuente, y no existen motivos sólidos para considerar espurio el fragmento de Etym. 4,5,3 arriba mencionado. Aun dentro del apartado relativo al establecimiento del texto, merece la pena detenerse en algunas variantes concretas elegidas por el editor. En el capítulo 13, entre las disciplinas que debe conocer el médico se citan, en este orden, gramática, retórica, dialéctica, aritmética, y geometría, además de música y astronomía. Para la geometría, Lindsay da el acusativo Geometriam. Pero, en el libro I, Isidoro cita entre las artes liberales la geometrica (Etym. 1,2,3) y en el capítulo del libro II que se ocupa de la Filosofía, el 24, menciona reiteradamente también la Geometrica (Etym. 2,24,4; 11; 15). En mis incursiones en el texto de las Etimologías transmitido por manuscritos médicos, de catorce códices consultados, ninguno da geometriam, sino geometricam. En principio, nada impide pensar que la mención previa de las otras cuatro disciplinas –grammatica, rhetorica, dialectica, aritmetica– pueda haber originado un error de transmisión de este libro, provocando en la quinta el paso de geometriam a geometricam (en cuanto a la astronomía no se plantea ningún problema). Pero, además del llamativo contraste con los dos primeros libros de la propia enciclopedia, contamos con otros elementos para enjuiciar la cuestión. La fuente del pasaje se encuentra probablemente en las Quaestiones medicinales del Ps.Sorano, editadas por Rose, que, entre las disciplinas cuyo conocimiento es necesario para el médico, citan precisamente la geometrica17. Por otra parte, un texto publicado por Laux18 como parte III del Ars medicinae, del que existen varias versiones y cuya relación con el capítulo 13 isidoriano está aún sin determinar, enumera también las disciplinas en las que ha de ser instruido el futuro médico, entre las cuales figura la geometrica: Primum ergo edocendus arte grammatica et astronomica et arismetica et geumetrica et musica. Retorica uero abstineat ut non multum loquius sit. Philosophia uero cui ipsa medicina docitur. La grafía no debe de ser casual, puesto que una versión ligeramente diferente, que figura en un manuscrito de Zurich, no presenta variación en cuanto a este término: Primum conuenit illi discere gramaticam dialecticam musicam arithmeticam geometricam astronomiam. A rhetorica uero abstineat, ne multum loquax sit. Phylosophyam cum ipsa medicina optineat. Los glosarios19, por su parte, dan también la voz geometrica. Todos los indicios, por tanto, arrojan una sombra de sospecha sobre la variante geometriam en Etym. 4,13,3, apuntando más bien a geometricam como la verdadera lectura isidoriana. La cuestión presenta mayor complejidad en el capítulo 3, pero cuando menos debemos plantearnos la necesidad de revisar los criterios de Lindsay:
17 V. ROSE, «Pseudo-Soranus. Quaestiones medicinales», p. 245. Aunque Rose restituye, en la edición, la lectura geometriam, el manuscrito da geometricam. 18 Para las distintas redacciones cf. R. LAUX, «Ars medicinae»; y E. HIRSCHFELD, «Deontologische Texte» (las dos redacciones del texto en las pp. 366-367). 19 Para los pasajes concretos véase la voz geometrica en el índice del vol. 6 (pp. 489-490) del CGL, así como el ThLL s. v. geometrica2 (Krohn).
ISIDORO DE SEVILLA Y LOS TEXTOS DE MEDICINA
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De inuentoribus medicinae 1. Medicinae autem artis auctor ac repertor apud Graecos perhibetur Apollo. Hanc filius eius Aesculapius laude uel opere ampliauit. 2. Sed postquam fulminis ictu Aesculapius interiit, interdicta fertur medendi cura; et ars simul cum auctore defecit, latuitque per annos pene quingentos usque ad tempus Artaxerxis regis Persarum. Tunc eam reuocauit in lucem Hipocrates Asclepio patre genitus in insula Coo.
Un grupo de manuscritos, todos ellos antiguos y sin huellas de reelaboración por los copistas, dan inuentor en lugar de repertor, medicina (o medicinae) cura en lugar de medendi cura y ferme o fere en lugar de pene. Un simple análisis superficial muestra que inuentor concuerda con el título del capítulo, que se ocupa De inuentoribus medicinae y con el verbo utilizado sistemáticamente en el capítulo siguiente, al hablar de los inuentores de las sectas médicas (inuenta est, inuenta est, inuenta), al margen de otros textos que aquí se verán. El sintagma medendi cura parece engorroso en su redundancia. En cambio, medicina / -nae cura (¿será medicina un adjetivo?), en el que medicina debe entenderse, a mi juicio, como el ‘arte de los médicos’, en oposición a la curación de tipo religioso o mágico, resulta más fácilmente aceptable. En cuanto a pene y ferme, la elección no resulta fácil. Sobre cuál sea la lectura verdaderamente isidoriana habrá que seguir indagando, pero el problema está planteado. La segunda razón que justifica el retraso en la investigación del libro IV de las Etimologías atañe por igual a isidorianistas y a quienes tienen como campo de trabajo los textos médicos. Se trata de la dificultad de investigar en un terreno en el que las carencias son numerosas. En primer lugar, carencia de ediciones, que trae origen de la relativa novedad de esta parcela de la filología. A pesar de los enormes esfuerzos de los últimos años, no pocas veces contamos sólo con textos anticuados, a menudo ediciones renacentistas o algo posteriores, o, en el mejor de los casos, con ediciones críticas del último tercio del XIX, que exigen una revisión con criterios ecdóticos renovados o, simplemente, una actualización para incorporar los últimos avances de la investigación en este campo. Algo se ha hecho al respecto20, pero la tarea que aguarda es todavía vastísima. A mayor abundamiento, el catálogo de textos no está todavía cerrado. El esfuerzo de rastreo en los manuscritos ha permitido en los últimos años colmar importantes lagunas, entre otros lugares en una obra tan emblemática como la de Celso. Pero, además, el número de textos del más variado contenido y extensión que no han visto la luz, sin contar con refecciones, dobles redacciones, extractos, comentarios, etc., es verdaderamente elevado. La dificultad para penetrar en Isidoro, un erudito que utiliza un elevadísimo número de fuentes, a veces insospechadas, sin contar antes con la edición de esas fuentes, es en buena medida insalvable.
20 Me refiero a las muy recientes ediciones de Gargilio Marcial y de Casio Félix por B. Maire y A. Fraisse, respectivamente, que han venido a renovar los ya viejos textos de V. Rose; y, más recientemente todavía, la edición crítica del Herbario sangallense por M. Niederer, que ha venido a sustituir a la publicada por Landgraf en 1928. Cf. Al respecto la bibliografía final de este volumen.
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Por otra parte, a diferencia de lo que sucede con el Hispalense, que ha sido despojado para el ThLL y cuyo texto cuenta ahora con la publicación de unas Concordancias, con recopilaciones bibliográficas o con importantes estudios sobre la transmisión manuscrita, en el caso de los textos médicos faltan instrumentos de trabajo habituales en otros ámbitos filológicos. Es cierto que para los manuscritos contamos con los magníficos, pero no exhaustivos, catálogos de Beccaria y Wickersheimer; con el incipitario de Thorndike-Kibre y, para Hipócrates, con el valioso Hippocrates latinus de la propia P. Kibre21. Ocupan también un lugar destacado las detalladas descripciones de manuscritos por Sigerist22 en una serie de artículos en los que da cuenta de sus rastreos por diversas bibliotecas europeas y cuya dispersión merece una publicación conjunta, como sucedió con los de P. Kibre, publicados en Traditio antes de ser recogidos en un volumen separado, y como sería deseable también para los de R. J. Durling23 en la misma revista. Pero aun así, ni las descripciones son siempre completas y exactas, ni la identificación correcta del texto era a veces posible en el momento en que fue redactado el catálogo, al tiempo que la abundancia de extractos, reelaboraciones, reutilizaciones, etc. hace casi imposible la exhaustividad, de modo que dichos catálogos son una guía excelente, pero no eximen de la necesidad de consultar puntillosamente los manuscritos para localizar los textos. El problema se agrava en el caso de los manuscritos de la Baja Edad Media, a veces testimonio único de textos antiguos o altomedievales, para cuya localización es necesario consultar numerosos catálogos de variadas bibliotecas –en los que abundan las descripciones imprecisas, cuando no manifiestamente erróneas–, en una especie de labor detectivesca, de la que sólo a veces, y casi siempre de manera azarosa, se obtienen resultados satisfactorios. Todavía en el terreno de las carencias, y como consecuencia directa de lo antes expuesto, hay que anotar la inexistencia de instrumentos electrónicos de búsqueda, similares al Packard Humanities Institute CD-Rom Latin Texts (PHI), a la Patrologia Latina Database (Chadwick-Healey) o al CETEDOC Library of Christian Latin Texts (CLCLT), si bien en el terreno del léxico patológico se ha dado un interesante primer paso con la base de datos Esculape24, todavía incipiente, pero que ofrece la posibilidad de su consulta por vía electrónica; y para correcciones textuales que no han sido todavía incorporadas a la edición de un autor se ha puesto en marcha en Italia el Proyecto AFMA (Archivio Filologico per la Medicina Antica), también accesible electrónicamente25.
21 A. BECCARIA, I codici; E. WICKERSHEIMER, Les manuscrits latins; L. THORNDIKE - P. KIBRE, A Catalogue of Incipits; P. KIBRE, Hippocrates latinus. 22 H. E. SIGERIST, «The medical literature»; «A summer of research»; «Manuscripts of Montpellier»; «Manuscripts of Vendôme». 23 R. J. DURLING, «A Guide to the medical manuscripts». 24 D. BÉGUIN, «Présentation et utilisation». En las pp. 201-231 del mismo volumen ofrece una útil bibliografía sobre términos de patología D. GOUREVITCH, «Bibliographie du vocabulaire». 25 Una presentación del AFMA fue realizada durante las sesiones del seminario al que corresponden las presentes Actas por la coordinadora del Proyecto, la profesora A. Roselli. Una noticia actualizada, debida a D. Manetti, puede encontrase ahora en la Lettre d’Informations. Médecine antique et médiévale, N. S., 4 (février 2005), pp. 41-48.
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En cuanto a Concordancias, han sido numerosas las publicadas en los últimos años, incluidas las de las Etimologías isidorianas, si bien, dado el estado del trabajo de edición de los textos, considero necesario advertir del riguroso carácter provisional que en algunos casos tienen tales publicaciones26, que corren el riesgo de quedar desfasadas en un lapso de tiempo relativamente breve. Esta especie de catálogo de carencias incide directamente en la investigación sobre cualquier escrito médico, limitando las posibilidades de búsqueda sobre todo en tres frentes: el rastreo de fuentes y el estudio de las relaciones de interdependencia entre textos, punto que afecta especialmente al libro de medicina isidoriano; el estudio de aspectos léxicos; y, en estrecha relación con el punto primero, el de la pervivencia de un texto dado. Me ocuparé sucesivamente de cada uno de ellos.
1. A PROPÓSITO DE FUENTES Cualquier edición de un texto al uso suele dedicar un apartado a las fuentes del mismo o incluir, en el aparato de testimonios, un inventario de lugares paralelos lo más exhaustivo posible. La utilidad de este método, que se echa en falta cuando se nos niega, es múltiple. No sólo permite descubrir qué hay de tradición y qué de innovación en el texto en cuestión, sino que la suma de contribuciones particulares en la misma dirección permitirá conocer la difusión de una obra o de su autor y dibujar sus líneas de influencia, sus épocas de esplendor y los momentos de olvido. Conocer la fuente de un texto supone, además, que esa fuente estaba a disposición del autor en un lugar y en un momento concretos, y ello forma parte de la historia de la circulación de ese texto en particular y de la cultura en general. Una situación ideal tal se produce sólo cuando de un texto o de un autor dado tenemos un caudal de información suficiente, llegado por otras vías, para averiguar su peripecia vital, situándolo en sus coordenadas espaciales, cronológicas y culturales. Pero no pocas veces sucede a la inversa, que es sólo con el concurso de las fuentes como conseguimos situar al autor en el tiempo, en el mejor de los casos estableciendo un término ante quem y un término post quem; con frecuencia, sólo uno de ellos. Ejemplos hay abundantísimos en los textos médicos. Habitualmente el grado de certeza ni siquiera alcanza esas cotas mínimas. Una gran cantidad de traducciones, reelaboraciones o colecciones de extractos debieron de haber circulado de manera anónima, resultando imposible situarlas en tiempo y lugar concretos. Contamos, además, con un buen número de falsas atribuciones, unas intencionadas, otras debidas a los azares de la transmisión, y generalmente del supuesto autor nada conocemos más que el nombre. En tales circunstancias el descubrimiento de un paralelo entre dos textos no significa, en sí mismo, nada, o, a lo
26 Las Concordancias de los diversos autores y textos han sido recogidas en la BTML. Las últimas de las que tengo noticia son las de Gargilio Marcial, Celio Aureliano y Casio Félix: B. M AIRE, Concordantiae Gargilianae; B. MAIRE - O. BIANCHI, Caelii Aureliani operum omnium quae exstant concordantiae; B. MAIRE A. FRAISSE, Cassii Felicis libri de medicina concordantiae.
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sumo, es indicativo de que los dos remontan a una fuente común. A veces, tras un paciente esfuerzo de búsqueda, llega a establecerse la cronología relativa entre ambos. Todo ello tendrá especial repercusión, como luego veremos, en el estudio de las fuentes médicas de Isidoro. En este terreno, fuera de las afirmaciones repetidas desde Probst y desde Wellmann, que remiten, muchas veces sin dar el paralelo concreto, a autores como Casio Félix y Celio Aureliano o a los textos editados por Rose, nada se ha hecho, en rigor, y sólo la contribución reciente de K.-D. Fischer27 sobre el Comentario a la antigua traducción latina de los Aforismos hipocráticos ha abierto una línea de investigación renovadora. Otros autores y textos, como el Liber Aurelii, el Liber Esculapii y el propio Celio Aureliano, conforman la trama principal del libro IV de la enciclopedia isidoriana. Habrá que estudiar en detalle cada uno de los préstamos, individualmente, y comprobar cómo utiliza Isidoro la fuente en cada caso. Los obstáculos para avanzar en esta línea son abundantes. En primer lugar, el hecho de que muchos textos médicos están todavía sin editar. Entre los que acabo de citar, sólo las obras mayores de Celio Aureliano están completas en edición rigurosa, en el CML; para el Comentario a la traducción latina de los Aforismos sólo disponemos de una edición de 1533 y es seguro que una nueva edición, en la que trabaja desde hace tiempo M. E. Vázquez Buján, aportará numerosas e importantes sorpresas en este terreno; el Liber Aurelii ha sido publicado, con muchas deficiencias, por Daremberg28 en 1847 sobre la base de un único manuscrito y la necesidad de una edición rigurosa es urgente; del Liber Esculapii tenemos una edición crítica reciente29, pero el trabajo, una tesis doctoral, permanece todavía inédito, con las consiguientes dificultades para su localización y consulta. Están todavía sin identificar y sin estudiar pequeños textos que pudieron haber sido fuente de Isidoro, pero la carencia del trabajo previo de estudio y edición hace más penosa la labor en este terreno. En segundo lugar, identificado un paralelo entre Isidoro y un texto, editado o no, sale al paso la dificultad de establecer si estamos ante una fuente isidoriana, ante una utilización de Isidoro por el otro texto o ante el empleo de una fuente común, que además pudo haber circulado en tradición difusa. Y en este punto es obligado huir de visiones simplistas, porque muchos de los textos médicos se han conservado sin atribución de autor y su datación se desconoce por completo. En presencia de un paralelo literal, resulta siempre tentador tomar a Isidoro como referencia cronológica precisa, ya sea para fijar un término ante quem o post quem. Pero muchas veces dicho paralelo sólo demuestra que ambos derivan, en última instancia, de una fuente común. Pondré dos ejemplos de los que me he ocupado yo mismo en trabajos anteriores, el de dos recetarios anónimos, titulados De herbis femininis y Dynamidia, que la tradición manuscrita atribuye a Dioscórides y a Hipócrates, respectivamente. En ambos casos se habían interpretado las coincidencias literales con las Etimologías en el sentido de que se trataba de dos fuentes del libro XVII
27 En comunicación presentada en el VII Coloquio Internacional de Latín Vulgar y Tardío (Sevilla, 2-6 septiembre de 2003), con el título «Eine neue Quelle der Etymologien Isidors von Sevilla». 28 CH. DAREMBERG, «Aurelius. De acutis passionibus». 29 F. MANZANERO CANO, Liber Esculapii.
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isidoriano. El primero de los recetarios está basado fundamentalmente en una traducción latina del De materia medica de Dioscórides al latín. El cotejo entre Isidoro, el De herbis femininis y el texto griego me llevó a concluir inicialmente que entre Herb. fem. e Isidoro no había más relación que el hecho de haber utilizado una fuente común. El trabajo posterior sobre otro recetario basado en la misma traducción dioscoridea30, las Curae herbarum, puso al descubierto nuevos paralelos con el libro XVII isidoriano, distintos de los conocidos en los capítulos de Herb. fem. Es decir, Isidoro había utilizado una traducción de Dioscórides al latín, no sabemos si completa o en extractos, de la que derivan también Herb. fem. y Cur. herb., cada uno de manera independiente. Por tanto, a efectos prácticos, las Etimologías pueden ser tomadas como referencia cronológica para la primitiva traducción del De materia medica al latín, pero no para ninguno de los recetarios de ella derivados. En el otro caso, la conclusión fue diferente. Los paralelos ciertos entre los Dynamidia y las Etimologías llevaron reiteradamente, sobre todo a I. Mazzini31, a defender, sin más argumentos que la propia existencia de los paralelos, que el recetario pseudohipocrático era fuente del libro isidoriano. El investigador italiano se había basado en la edición de los Dynamidia realizada por A. Mai en 1833 a partir de la contaminación, a veces arbitraria, de dos manuscritos vaticanos. Inicialmente una comparación entre esta edición y la realizada por Rose a partir de un manuscrito de Saint-Gall, que da una redacción diferente, y posteriormente el propio trabajo sobre los manuscritos, me llevaron a establecer con seguridad la existencia de dos redacciones de los Dynamidia32. La primera nada tiene que ver con Isidoro. La segunda, que ofrece un texto más extenso, utiliza a Isidoro como fuente y no al revés, como había sostenido Mazzini. En cuanto al libro IV de las Etimologías, contamos con el caso palmario del Comentario a la antigua traducción latina de los Aforismos hipocráticos (= Lat-A33). Basándose en que la definición de aforismo que se encuentra en el prólogo del Comentario es idéntica a la que da Isidoro en Etym. 4,10,1, supuso Beccaria34 que Isidoro era fuente del Comentario y, en consecuencia, aunque no lo afirma explícitamente, que éste tenía que ser posterior a las Etimologías. Sobre ello pueden consultarse largamente los trabajos de K.-D. Fischer y M. E. Vázquez Buján en este mismo volumen, pero adelanto aquí dos35 ejemplos, ajenos al libro IV, que prueban todo lo contrario, que es el Comentario la fuente de Isidoro:
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A. FERRACES RODRÍGUEZ, «El pseudo-Dioscórides», pp. 197-199; «Notas para la difusión», pp. 478-479. I. MAZZINI, De observantia ciborum, pp. 31-32; del mismo autor «Dynamidia Hippocratis» p. 258, n. 4. 32 A. FERRACES RODRÍGUEZ, «El pseudo-Dioscórides». Posteriormente, he vuelto sobre el tema en mis Estudios, especialmente en las pp. 97-126. 33 Para referirme a este texto, que transcribo, salvo indicación en contrario, a partir del ms. de Karlsruhe, Aug. CXX, utilizo la fórmula abreviada empleada por K.-D. Fischer en este mismo volumen y en otras publicaciones. 34 A. BECCARIA, «Sulle tracce II», p. 41, n. 3. 35 El primero de los textos lo ofrece A. BECCARIA, «Sulle tracce II», p. 46, sin advertir el paralelo con Isidoro; en cuanto al segundo resulta de interés notar que frente al texto del ms. de Karlsruhe (uel eos qui in cima sunt), el de Vendôme, Bibl. munic., cod. 172, f. 14r, da la variante in iuuentute. 31
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Lat-A, Aph. 4,5 (f. 155r): SUB CANICULARES ET ANTE CANICULARES MOLESTE SUNT purgationes. Videamus quid sunt caniculares aut quare yppocras ante et post dixit et non in medium. Canis enim est stella qui desyrius dicitur . adueniens aestiuis mensibus in medio centro caeli est stella ista . sol in ipso loco ascendit. Ideo super uertice nostro est ipso tempore . et tale quiddam patitur natura . quod scutum et lucerna . quem si sub scuto posueris . siue ad labia . siue in medio . semper scutus super ipsam est. Nam terra . caelo . ueluti pugnum est . Ergo in ipso tempore sol in ipsa liniamenta ascendit . idest in quattuor qui est inter tres . et tres inde oriuntur . uenti . et sol . et syrtim . quem canem uocauit. confricatur cum sole . et calor eius cum ipsius duplicatur . quem ad modum aestus . et dissoluuntur corpora . et euaporantur . quia calor ad sibi aerem confugit. Unde ipso tempore moleste sunt purgationes . antea et post modum dixit esse periculum. Duobus modis unum ut sub intellegas in medium mortem. Aliud uero quia philosophi extrema tangunt. ut media sub intellegant.
Etym. 3,71,14: Canicula stella quae et Sirius dicitur, aestiuis mensibus in medio centro caeli est: et dum sol ad eam ascenderit, coniuncta cum sole duplicatur calor ipsius, et dissoluuntur corpora et uaporantur. Unde et ex ipsa stella dies caniculares dicuntur, quando et molestae sunt purgationes.
Lat-A, Aph. 1,3 (f. 124v): IN EXERCITATIONIBUS QUAE IN SUMMO BONA VALITUDO MOLESTA. Postquam docuit yppocras de effusiones . siue spontaneas . siue quae ab artifice fiunt . secutus est quibus debet fieri . et quibus non . et addidit . Consideremus aetates et regiones . et morbos . et alia quae secuntur; et post haec dicit de exercitationibus. Questio nobis est contra ipsum yppocratem. Quare primum exercitium dixit et post ualitudinem . Dum quando nisi ualitudo fuerit . exercitium esse non poterit. Valitudo enim duobus modis dicitur . bona ualitudo est aegritudo . et ualitudo bona uirtus est . quod est apud romanos. Sed yppocras sciens quod iste exercitius ualitudinem facit . dum causam dicit . curam significat . ut est in athletis . qui iuncto corpore . et perfricato manibus exercitatur in ipsis naturalis calor. hoc est sanguinem qui pinguescere facit corpora . et hoc quattuor modis dicitur . crassus . medius . et subtilis . De crasso enim dicit . id est de athletis . uel eos qui in cima sunt . quia in istis uigens uirtus naturalis et fortes sunt . necesse est omnem cibum bene ab eis digeri . quia necessitas facit eos multum cibum assumere . un sanguis cotidie generatur . et de multo sanguine corpora eorum incrassant ...
Etym. 17,10,4: Cima dicitur quasi coma; est enim summitas olerum uel arborum, in qua uegens uirtus naturalis est.
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Trabajos como los citados son un buen ejemplo de la dificultad que entraña establecer con certeza, una vez localizado un paralelo de Isidoro con otro texto, si estamos ante una fuente o ante un testimonio de Isidoro y la necesidad de huir de conclusiones apresuradas, basadas en algún que otro llamativo paralelo, por más que las coincidencias sean literales. Sobre la necesidad y, sobre todo, sobre la utilidad, de investigar las fuentes isidorianas escribió hace tiempo Fontaine36 páginas que no han perdido actualidad. Para conocer en detalle los métodos isidorianos; para hacer un inventario del elevadísimo número de textos a los que tuvo acceso y que pudieron haber figurado en los estantes de su biblioteca; y también para el estudio del léxico en Isidoro, es imprescindible el conocimiento más exhaustivo posible de las fuentes de su obra, que sólo podrá conseguirse a partir de la suma de investigaciones particulares detalladísimas. Pero quiero insistir aquí en un aspecto singular que, hasta donde llega mi información, nadie ha puesto de relieve, la reutilización por Isidoro de sus propios textos. De manera reiterada se ha llamado la atención sobre el hecho de que Isidoro suele reutilizar un mismo pasaje de la fuente en varios lugares de su obra. Numerosas repeticiones así lo atestiguan. Pero nadie ha reparado en que, en ocasiones, no se trata de la reutilización de una fuente, sino de un texto ya redactado por él, es decir, pasajes en que el Hispalense es fuente de sí mismo. Hace unos años redacté un artículo, primero presentado como comunicación en el I Congreso Nacional de Latín Medieval, en León, y luego publicado en el último número de la revista Archivos Leoneses37. El trabajo alcanzó tan poco eco, no sé si por ser obra de principiante o por otros motivos, que apenas fue recogido en recopilaciones bibliográficas, y, en principio, ni siquiera en el Medioevo Latino. Y cuando fue reseñado en este repertorio, años más tarde, la publicación a la que remitía era una revista húngara, de modo que supongo que nadie tuvo conocimiento de él por esa vía38. En esa contribución, en una conclusión en apariencia secundaria, pero que hoy considero de primer orden, pude establecer con seguridad que un lema del libro XIX de las Etimologías había sido reutilizado en el l. XVI. Las consecuencias que de ahí se derivan para conocer el proceso de composición de la obra son extraordinarias. Eso significa que su redacción no fue lineal, ya que, por lo menos parcialmente, el l. XIX fue redactado antes que el XVI, conclusión que apuntalaba entonces con unas notas sobre el empleo de la Historia Natural de Plinio, que Isidoro debe de haber utilizado seleccionando previamente libros concretos para algunas secciones de las Etimologías. Ello explicaba también la presencia de algunos lemas vacíos en el l. XIX, mientras que en el XVI el mismo término recibía cumplida explicación tomada de Plinio.
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J. FONTAINE, «Problèmes de méthode». A. FERRACES RODRÍGUEZ, «Sobre algunos problemas». Posteriormente insistí en la cuestión en «Correcciones indebidas». 38 Paradójicamente, el trabajo ni siquiera fue recogido en los repertorios sobre la latinidad medieval hispánica recopilados por el organizador del I Congreso Nacional de Latín Medieval, donde había sido presentado como comunicación. Véase, al respecto, M. PÉREZ GONZÁLEZ, «Crónica bibliográfica». La noticia del Medioevo latino a la que me refiero es la del vol. 22 (2001), 2624. 37
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Aunque la tarea es ardua y el camino espinoso, pues no siempre resulta fácil establecer de modo inequívoco que estamos ante la reutilización de un lema propio y no ante el empleo de la misma fuente dos veces, se trata, a mi juicio, de un método de insospechada utilidad para llegar un día a comprender el proceso de composición de la enciclopedia. Será la suma de casos particulares, no fáciles de detectar, dado el trabajo de orfebre a que se entrega el Hispalense, la que irá dando pistas sobre la redacción de las Etimologías. En este sentido quiero llamar la atención sobre una correspondencia entre los libros II y IV que no debe de ser casual. El capítulo sobre las sectas médicas, Etym. 4,4, encuentra paralelos39 llamativos en dos textos de datación desconocida, que en forma epistolar trazan una sucinta historia de la medicina, la Epistula peri hereseon y la Epistula Paraxagorae40, y cuya relación con Isidoro ha de ser todavía estudiada en detalle. Pero al referirse a la tercera de las sectas, la logica, el Hispalense parece haber utilizado un lema41 del l. II que se refiere a la logica, pero como una de las partes de la filosofía (Etym. 2,24,7): Etym. 4,4: Prima Methodica inuenta est ab Apolline, quae remedia sectatur et carmina. Secunda Empírica, id est experientissima, inuenta est ab Aesculapio, quae non indiciorum signis, sed solis constat experimentis. Tertia Logica, id est rationalis, inuenta ab Hippocrate. Iste enim discussis aetatum,
Ep. Peri hereseon (f. 43va): Illi IIII inuenerunt artis medicinae IIII sectas et sectantis carmina. Id est metodicam enpericam loicam et teopericam. Apollo inuenit metodicam quod et cirorgiam id est ferramentorum incisionem Escolafius inuenit enpericam quod est farmacioticum id est curatio medicaminum. Asclifius inuenit
Ep. Paraxagorae, IIIV: Dum magnus Yppocratis Cous[que] rationabilem inuenit sectam ... Medicina omnis diuiditur in tres partes, quarum prima metodica hoc est remeatrix antiquisima, secunda emperica, hoc est experimentis probata, tercia loica, hoc est rationabilis, omnibus melior secundum Galienum ereusis.
Etym. 2,24,7: Logicam, quae rationalis uocatur, Plato subiunxit, per quam, discussis rerum morumque causis, uim earum rationabiliter perscrutatus est, diuidens eam in Dialecticam et Rethoricam. Dicta autem Logica, id est rationalis. Logos enim apud Graecos et sermonem significant et rationem.
39 Entre los paralelos doctrinales que pueden aducirse para este capítulo figura también, en relación con la secta metódica, el de Apul. Apol. 40: Veteres medici etiam carmina remedia uulnerum norant, ut omnis uetustatis certissimus auctor Homerus docet, qui facit Ulixi de uulnere sanguinem profluentem sisti cantamine. Cf., a este propósito, F. STOK, Percorsi dell’esegesi virgiliana. Due ricerche sull’Eneide, Pisa, 1988, p. 140, n. 189. 40 Para la Epistula peri hereseon, que da inicio a una compilación terapéutica titulada Tereoperica, utilizo el texto del manuscrito de París, BN, lat.11219, ff. 43rb-45ra. Una versión posterior fue publicada, a partir del ms. de París, BN, lat. 14035, por S. DE RENZI, Collectio Salernitana, IV, pp. 188-190. La Epistula Paraxagorae fue editada por K. SCHUBRING, «Epistula Paraxagorae». 41 En su edición del libro II de las Etimologías, P. K. MARSHALL, Etymologiae II, p. 105, cita como fuente de la primera parte del lema (Logicam... Plato subiunxit) a Aug. Ciu. 8,4, Proinde Plato utrumque iungendo philosophiam perfecisse laudatur, quam in tres partes distribuit. Para la parte final, Logos... et rationem, cita el paralelo con Etym. 15, 4, 17 y 8, 6, 6, pero no hace mención de Etym. 4, 4.
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regionum, uel aegritudinum qualitatibus, artis curam rationabiliter perscrutatus est, infirmitatum per quam causas ratione adhibita perscrutetur.
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loicam quod est dieticum id est obseruatio legis et uitae. Ippocras inuenit teopericam quod est pronosticam id est prouisio egritudinis …
No sólo el Hispalense ofrece en Etym. 2,24,7 una explicación de la relación etimológica entre logica y rationalis, que es aplicable también al nombre de la secta médica, sino que la estructura de Etym. 4,4 es idéntica a la de 2,24,7, y las repeticiones verbales escapan, asimismo, a cualquier casualidad. Habrá que seguir indagando por esta vía. En otras dos direcciones puede ser provechoso conocer las fuentes. En la tan traída y llevada cuestión de si el l. IV formó parte o no del esquema inicial de las Etimologías, comprobar que la que es quizá la fuente principal de este libro, el Comentario a la antigua traducción latina de los Aforismos, fue utilizada también en libros tan dispares como el III, el XI o el XVII, en este último en un fragmento minúsculo pero muy revelador42, apunta a mi juicio a una contestación positiva. Y lo propio puede decirse del capítulo 13 del libro IV, que bebe en idénticas fuentes que los demás. Finalmente, Isidoro sigue en el l. IV una práctica repetida en los libros más marcadamente técnicos, como el XII, el XVI, el XVII o el XIX. La trama principal de todos ellos suele basarse en un número reducido de fuentes específicas sobre la materia, a veces sólo una o dos, combinadas con perícopas tomadas de otras fuentes no específicas. Por ejemplo, el l. XII de las Etimologías deriva la mayoría de sus lemas de los libros 2830 de la Historia Natural de Plinio; el lapidario de Isidoro (l. XVI) se basa fundamentalmente en el lapidario pliniano; el l. XVII, en cambio, tiene dos fuentes básicas, dos traducciones latinas de Dioscórides, mientras de Plinio sólo ha podido ser localizado un minúsculo fragmento43; la sección del l. XIX sobre los colores resulta de la combinación de Plinio y Faventino, con fragmentos sueltos tomados de Dioscórides, de Solino o de Servio. El libro IV cuenta también con varias fuentes principales, todas de contenido médico, el Comentario a los Aforismos, Celio Aureliano, el Liber Aurelii, el Liber Esculapii y Vindiciano. Sobre otras fuentes de menor calado será necesario seguir investigando.
42 Conviene llamar la atención que, en vez de la lectura in cima, que da el ms. de Karlsruhe, el de Vendôme 172 da in iuuentute:... de athletis uel eis qui in iuuentute sunt ... quia in istis uiget uirtus naturalis (f. 14r). Obsérvese que las variantes in iuuentute y uiget excluyen esta rama de la tradición manuscrita del Comentario como fuente del Hispalense. 43 Se trata de Etym. 17, 9, 33... eadem et fel terrae propter amaritudinem, que deriva de Plin. N. H. 25,68, Hoc centaurium nostri fel terrae uocant propter amaritudinem.
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No he querido trazar más que algunas de las posibilidades que ofrece el estudio de las fuentes del l. IV, basándome en los datos que he podido ir obteniendo en sucesivos momentos de búsqueda, pero seguro que el estudio detallado de las mismas reserva no pocas sorpresas.
2. POSIBILIDADES DE ESTUDIO LÉXICO Quien se acerca por primera vez a los textos médicos latinos siente la extraña sensación de recorrer un camino poco transitado y lleno de dificultades. Parte de la terminología plantea problemas que no encuentran respuesta en diccionarios, ni siquiera en los más completos y exigentes. Y no pocas veces la acepción que éstos dan, o las explicaciones que pueden encontrarse en trabajos más específicos, no encajan en el texto que nos interesa, o simplemente nadie cita el término en cuestión porque éste es raro o se trata de un helenismo a veces deformado hasta límites insospechables. Y muchas veces por la obvia razón de que se trata de textos rigurosamente inéditos. En este sentido, no es por azar que los pocos estudios de cierta amplitud que pueden citarse en el ámbito del léxico médico no vayan más allá de Isidoro y el material explotado proceda, en su mayor parte, además de Celso, de los autores mayores de la Antigüedad Tardía, entre ellos Celio Aureliano, Casio Félix y Teodoro Prisciano. Me refiero a los diversos estudios de D. Langslow, particularmente al volumen que lleva el significativo título de Medical Latin in Roman Empire; al léxico de anatomía de J. André, que ya antes se había ocupado de los mismos textos en un artículo44 de obligada cita en este campo; o a un trabajo de A. Önnerfors45, que comprende también desde Celso hasta Casio Félix. Meritorios trabajos que han intentado dar visiones de síntesis, como los de G. Baader46, C. de Meo47, o algunos de I. Mazzini48, no pasan de la superficialidad, precisamente por el escaso bagaje de textos editados y de estudios particulares centrados en textos de la Antigüedad Tardía distintos de los citados o en los de la Alta Edad Media. Calas en este sentido han venido haciéndose49, pero mientras no se multiplique el número de contribuciones en este dominio será difícilmente posible ofrecer visiones de conjunto sólidas o elaborar diccionarios rigurosos. Las sorpresas léxicas que puede depararnos la edición y el estudio de los textos son numerosas. El rastreo por los manuscritos nos sitúa a veces frente a términos de los que nadie se ha ocupado o que no han sido enfocados de manera adecuada. Con frecuencia nos enfrentamos a vocablos que son auténticos hápax, hasta que alguien, casi siempre
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J. ANDRÉ, «Remarques sur la traduction». A. ÖNNERFORS, «Das medizinische Latein». 46 G. BAADER, «Die Entwicklung». A completar para la Baja Edad Media con «Lo sviluppo del linguaggio medico». 47 C. DE MEO, «La lingua della medicina». 48 I. MAZZINI, «Il lessico medico antico»; «Il linguaggio della ginecologia». 49 K.-D. FISCHER, «Überlieferungs- und Verständnisprobleme»; M. E. VÁZQUEZ BUJÁN, «Remarques»; «Réception latine»; «Comprehénsion, traduction, adaptation» y «Aspectos léxicos». 45
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por azar, tiene la fortuna de alumbrar otro ejemplo, con lo que el hápax pierde su carácter de tal y, en una especie de círculo vicioso, unos textos van facilitando la comprensión de otros textos. Citaré dos casos que me son familiares y en los que están implicados algunos de los aquí presentes. Gargilio Marcial dice en Med. 23,6 que la nepeta admonet menstrua feminarum50. Los manuscritos dan grafías diversas: ammonet, admonet, ammouet, etc. Lo inusual de la expresión, para la que no se conocía otro ejemplo –lo habitual para la provocación de la menstruación es menstrua mouere– llevó a I. Mazzini y, sobre su huella, a B. Maire51, a citar el único ejemplo en el que admonere podría tener un sentido parecido, el virgiliano telo admonuit biiugos (Aen. 10, 586-587). En realidad, existe en los textos médicos por lo menos otro ejemplo atestiguado de admonere con el sentido de ‘excitar’ o ‘provocar’, pero referido a las enfermedades en sentido genérico. Se encuentra en la traducción ravenate de los Aforismos hipocráticos, editada por I. Müller-Rohlfsen52, Aegritudines autem omnes quidem in omnibus temporibus fiunt, magis autem aliquae circa aliqua eorum efficiuntur et admonentur (Aphor. 3,19,1). Por fortuna, en este caso es posible contrastar la traducción con el original griego, que en el puesto de admonentur da parocu/netai. Pero ello sigue sin resolver la cuestión del origen de este especial significado de admonentur, señalada ya por B. Löfstedt53, que no cita el precedente gargiliano. Aun con todas las reservas sobre la autenticidad de la lectura, la interpretación del aforismo parece clara: algunas enfermedades surgen, o se agravan, o se agudizan, en determinados momentos. Más reparos suscita el caso gargiliano. Habiéndome fijado en lo atrevido de la expresión admonere menstrua feminarum, el azar me llevó a una receta del De herbis femininis en la que un grupo de manuscritos ofrecía, en lugar de menstrua mouet, una lectura inusual, pero con sentido, menstrua amouet. Por tratarse de un error cometido en el acto de copia, dado que la mayoría de la tradición da menstrua mouet, que además es la traducción exacta del correspondiente pasaje griego de Dioscórides (e)/mmhna a)/gei), en principio no presté demasiada atención a la expresión. Posteriormente, la indagación sobre la fuente del pasaje de Gargilio me llevó a Plinio (N.H. 20,148), que dice purgationes feminarum inhibet, sentido que encaja perfectamente con una lectura amouet menstrua feminarum y me obligó a reflexionar de nuevo sobre el ejemplo del De herbis femininis. Llegué entonces a la conclusión de que el copista de un subarquetipo del grupo de manuscritos arriba citado había cometido una ditografía, provocada por el contexto, pero el resultado había sido una expresión ya existente en la lengua y que seguramente no le resultaba desconocida. El sentido de ‘eliminar, hacer desaparecer’ está atestiguado para amouere desde la época clásica, y si un copista llega a la lectura menstrua amouere, aunque sea por la vía del error, y otros la mantienen, es un indicio de que les resultaba conocida o, por lo menos, admisible en la lengua. Es decir, el texto pliniano, salvo que llegue a determinarse de modo incontestable que la fuente de Med. se encuentra en otro
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Me he ocupado más pormenorizadamente de la cuestión en «Texto y tradición indirecta». I. MAZZINI, «Il linguaggio della ginecologia», p. 62, n. 89; B. M AIRE, Gargilius Martialis, p. 121. I. MÜLLER -ROHLFSEN, Die lateinische Ravennatische Übersetzung. B. LÖFSTEDT, «Hippocratica».
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lugar, autoriza a subsanar admonet en amouet en la receta de Gargilio, y ello concuerda con lo que acabo de exponer a propósito de las vicisitudes del De herbis femininis. Citaré otro caso no menos conflictivo. En mis pesquisas a propósito de un recetario altomedieval cuya primera redacción debe de ser anterior a mediados del s. VI, los Dynamidia pseudohipocráticos, me encontré con la frase strangulii suffocationes curat (Dynam. 2,41) y con el término strangulium (o strangulius), que no pude localizar en ningún léxico ni estudio especializado. La fuente del pasaje, una receta del Herbario del Pseudo-Apuleyo (2,6), da la lectura ance o angine, de modo que strangulium debe de ser un término de la raíz de strangulare que alude al ahogo provocado por la angina, sentido para el cual los diccionarios sólo recogen el sustantivo strangulatio. Recientemente, K.-D. Fischer54 sacó a la luz, en una traducción latina de los Aforismos hipocráticos, de nuevo el término, en un contexto equívoco, que, a mi juicio, se refiere a la sofocación histérica de la matriz55, a propósito de la cual los textos subrayan una y otra vez como causa la ‘estrangulación’ que impide la respiración de la matriz, aunque el profesor Fischer prefiere ver en el nuevo ejemplo una lectura deficiente del gr. stroggu/lai. Creo que strangulium es, con toda probabilidad, un equivalente tardío de strangulatio, quien sabe si creado por analogía con el griego stragga/lion. He puesto solamente dos ejemplos de la multiplicidad de casos dudosos que uno puede encontrarse en cualquier texto médico. Y a ello no es ajeno el texto isidoriano. Es bien conocido el caso de la satyriasis (Etym. 4,8,9), cuya referencia a una patología cutánea no conocía otro ejemplo que el de Isidoro. Por esta razón Sharpe sugirió su corrección en pytiriasis y tuvo que pasar mucho tiempo hasta que D. Gourevitch56 defendió la ‘corrección de la corrección’ con la restitución de la lectura de los manuscritos. La fuente, ahora conocida, ha venido a darle la razón. Por citar otros ejemplos, todavía no sabemos con certeza57 si el nombre de una planta mencionada en Etym. 17,9,53 es erigonon o erigeron. En el l. IV encontramos el único ejemplo recogido en el ThLL del diminutivo fellicula58; no sabemos cuál es el verdadero nombre de un ungüento mencionado en Etym. 4,12,10, marciaton, martiaton o marciatum59; ignoramos qué relación etimológica puede establecerse entre spasmus y cor, cordis (Etym. 4,6,11). Y así sucesivamente.
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K.-D. FISCHER, «Neues zur Überlieferung», pp. 162-163. D. GOUREVITCH, «La première mort de l’hystérie». 56 W. D. SHARPE, «A suggested emendation»; D. GOUREVITCH, «Correction d’une correction». Lamentablemente algunas publicaciones recientes, como la traducción del libro IV de las Etimologías por R. Le Coz o la de la enciclopedia completa por A. Valastro Canale han ignorado las incontestables razones del trabajo de D. Gourevitch y persisten en el error de corregir satyriasis en pytiriasis. 57 J. ANDRÉ, Étymologies. Livre XVII, p. 194, n. 474, defiende erigonon frente a erigeron, corrección de Arévalo, basándose en la supuesta fuente isidoriana, Dynam. 2, 125 (Erigonon quam Latini senecionem uocant). Pero, al margen de que los Dynam. no son fuente, sino testimonio de Isidoro, otro pasaje de este recetario (1,57) da el fitónimo erigeron (Senecion a Graecis dicitur erigeron). Y, finalmente, es posible que el lema citado remonte a la misma fuente que una interpolación al capítulo 76 del Herbario del Pseudo-Apuleyo, cuyo fitónimo es erigeron (Denique erigeron Graece nominatur quod uerno tempore canescat eius flos). 58 J. SOFER, Lateinisches und Romanisches, pp. 39-40. 59 K.-D. FISCHER, «Überlieferungs- und Verstandnisprobleme», pp. 160-161. 55
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El caso de la satyriasis es una señal de que debemos guardarnos de considerar isidoriano todo término que sólo esté atestiguado, o atestiguado por primera vez, en Isidoro. Nada excluye que nuevos textos aporten más ejemplos de un término en que se dé tal circunstancia. Además de revisar la tradición manuscrita, es necesario escudriñar cuidadosamente las fuentes para comprobar que el Hispalense no ha tomado de ellas el préstamo sin modificación. Por idéntico motivo conviene ser prudentes en la interpretación de formas verbales en primera persona (tipo uocamus, dicimus, etc.) o expresiones como quod uulgo dicitur, que no siempre pueden ser referidas al autor y a su circunstancia, sino que de ordinario descienden en línea recta de la fuente utilizada por Isidoro. Pondré un ejemplo del l. XVII citado por Sofer60 y que ha sido considerado como innovación isidoriana61, el del fitónimo petrapium, calco del griego petrose/linon documentado únicamente en Etym. 17,11,2, es decir, es un hápax62. A pesar de ello hay razones sobradas para sospechar que se trata de un término anterior a Isidoro. Una de las fuentes utilizadas por éste es una traducción latina del De materia medica de Dioscórides de la que únicamente se conservan extractos que han sido interpolados en varios manuscritos del Herbario pseudoapuleyano63, además de algún fragmento aislado en el Liber Glossarum. Esas interpolaciones ofrecen interesantes paralelos con el l. XVII isidoriano, entre otros con el lema que nos interesa:
Diosc. 3,66: Petrose/ l inon. fu/ e tai e) n Makedoni/# e)n a)pokrh¿mnoij to/ p oij. spe¿ r ma de\ e) o iko\ j a)mei, eu)wde/steron de\ kai\ drimu/teron kai\ a)romati/zon ...
Diosc. 3,68: Smu/rnion, o(/per e)n Kiliki¿ # petrose/linon kalou=si ... kai\ tou=to kaulo\n me\n e¿)x ei o(¿moion seli/n% ... fu¿etai de\ e) n petrw/ d esi to¿ p oij kai\ gewlo/foij.
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Ps.-Ap. 128: Petroselinon nascitur in petris, sed est summum ac probabile Macedonicum, odoris boni, hoc est aromatici, sapore dulce, urinam mouens; medetur uentositati stomachi atque coli et his similia.
Etym. XVII,11,2: Petrosilenon uocatum quod sit simile apio et nascatur in petris montibusque praeruptis. Quod nos petrapium dicere possumus; silenum enim graece apium dicitur. Sed est summum ac probabile macedonicum, gustu suaue et odore aromatico.
J. SOFER, Lateinisches und Romanisches, p. 167 I. VELÁZQUEZ SORIANO, «Vigencia y alcance», p. 464; de la misma autora, «Léxico isidoriano», p. 241,
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Los textos latinos se limitan a transliterar el fitónimo griego como petroselinum o petrosilenum. Los fragmentos interpolados han sido editados a continuación de cada capítulo, en tipografía diferenciada, por E. HOWALD - H. E. SIGERIST, Pseudoapulei Herbarius. 63
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Las coincidencias entre los dos textos latinos no significan otra cosa más que una derivación común de la perdida traducción latina de Dioscórides a través de un número indeterminado de eslabones intermedios. El lema de Isidoro es de seguro origen dioscorideo, a excepción de la frase que transmite el fitónimo en cuestión (Quod nos petrapium dicere possumus; silenum enim graece apium dicitur), que podría llevar a concluir, si lo tomamos en su sentido más literal, en un especial esfuerzo de creación léxica por el Hispalense. Nada más lejos de la realidad. Un repaso de los pocos extractos de la traducción que se conservan proporciona otros ejemplos de la misma fórmula, por ejemplo en el propio cap. 76, ... floribus nigellis ... uelut in canis, quos Graeci pappos appellant, nos auos uocare possumus64. Es decir, el esfuerzo de creación léxica se debe al traductor del texto griego al latín y con toda probabilidad de ahí ha tomado Isidoro el lema completo, incluido el hápax petrapium. La explicación aducida a propósito de Etym. 17,11,2 es válida igualmente para el término ramalem en Etym. 17,7,72: Haec a Graecis appellatur klwni/a, nos ramalem dicere possumus. Cuius probabilis splendens, lenis et munda. En este caso no contamos con el paralelo de ninguna interpolación pseudoapuleyana, pero la concordancia del lema con el texto griego de Dioscórides65 permite suponerle idéntico origen que el lema anterior y la explicación para ramalem no debe ser diferente de la ofrecida para petrapium. De todo ello hay que concluir que la investigación léxica en Isidoro puede conducir por los caminos más insospechados y siempre corremos el riesgo de que nos pase desapercibido algún detalle que puede iluminar un lema hasta entonces oscuro. Pero, como en todo, es quizás cuestión de tenacidad y, sobre todo, de paciencia.
3. SOBRE LA PERVIVENCIA La pervivencia de los textos médicos isidorianos ofrece un vastísimo campo de búsqueda apenas explorado y no exento de problemas. Entre ellos, aludía más arriba a la dificultad para determinar, una vez localizado un paralelo entre Isidoro y otro texto, si estamos ante una fuente o ante un testimonio isidoriano o ante el empleo de una fuente común. La posibilidad de llegar a una solución cierta será mayor cuanto mayor sea también el número de textos susceptibles de comparación y la amplitud de las perícopas en litigio. Y, a la inversa, cuando se trata de paralelos aislados o de coincidencias textuales mínimas, la imposibilidad de obtener conclusiones irrefutables, o siquiera verosímiles, está casi siempre asegurada. Pondré ejemplos de ambos extremos. Entre las glosas médicas del Liber Glossarum editadas por Heiberg66 existen numerosos paralelos con las Etimologías. Pero en la mayoría de los casos contamos con el apoyo de otros textos para determinar que entre el glosario y la enciclopedia isidoriana no hay relación de dependen-
Diosc. 4, 96, 1: a)/nJh mhli/zonta, ... kai\ e)canJou=nta ei)j tou\j legome/nouj pa/ppouj. Diosc. 1,72: pi/ssa h( me\n u(gra/, h(/n e)/nioi kw=nan kalou=si ... e)/sti de\ kalh\ h( sti/lbousa kai\ lei/a kai\ kaJara/. 66 J. L. HEIBERG, Glossae Medicinales. 64 65
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cia directa, sino simplemente empleo de una fuente común, conclusión que sería muy diferente de no contar con ese tercero en discordia. En el polo opuesto citaré el caso de Etym. 4,9,3 y Etym. 4,10,2, que encuentran paralelo en varias entradas de un glosario médico editado por Goetz: Etym. 4,9,3: Diaeta est obseruatio legis et uitae. Pharmacia est medicamentorum curatio. Chirurgia ferramentorum incisio; nam ferro exciduntur quae medicamentorum non senserint medicinam.
CGL: 3,599,36: dieta obseruatio 3,601,17: farmatia curatio medicaminum 3, 599,21: cirurgia ferramentorum incisio
Etym. 4,10,2: Prognostica praeuisio aegritudinum, uocata a 3,604,27: pronostica praeuisio egritudinis praenoscendo.
Nunca sabremos con certeza si es el glosario el que hizo uso de la obra isidoriana o si, por el contrario, ambos beben en una tradición común que cuenta, entre otros ejemplos, con el de la Epistula peri hereseon (París, BN, lat. 11219, f. 43va): Apollo inuenit metodicam quod et cirorgiam id est ferramentorum incisionem Escolafius inuenit enpericam quod est farmacioticum id est curatio medicaminum. Asclifius inuenit loicam quod est dieticum id est obseruatio legis et uitae. Ippocras inuenit teopericam quod est pronosticam id est prouisio egritudinis.
Sin embargo, en conjunto, el número de casos que plantean este tipo de problemas no resulta elevado, en comparación con la gran cantidad de textos transmitidos por códices médicos que sí son, con toda certeza, testimonio de Isidoro. La presencia de la obra del Hispalense en los manuscritos médicos altomedievales es multiforme. Por una parte, hay que reseñar el importante papel de dichos manuscritos como transmisores de secciones de las Etimologías de contenido médico. Basta consultar los índices de catálogos como el de Beccaria o el de Wickersheimer para darse cuenta de que, por ejemplo, numerosos manuscritos transmiten el libro IV de la enciclopedia isidoriana, los capítulos 7-11 del libro XVII, los caps. 25-26 del libro XVI (pesos y medidas) o los capítulos del libro XX que tienen que ver con la dieta, sin contar con las numerosas anotaciones marginales, adiciones o glosas, sin autor identificado, pero tomadas, en realidad, de la obra del Hispalense. A veces capítulos sueltos de las Etimologías, convertidos en auténticos excerpta isidorianos, aparecen combinados con otros textos. Cito únicamente el caso del ms. de París, BN, lat. 702867, que en el f. 1r ofrece, sin indicación de autor, el texto de Etym. 4,3
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Transcripción del texto en C. VITELLI, «Studianorum Celsianorum particula prima».
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(Medicine artis auctor et inuentor ...) seguido, sin solución de continuidad, de las partes I-II del Ars medicinae68 (Asclepius autem puer ...); o el del ms. de la Biblioteca Apostolica Vaticana, Reginensis lat. 1143, en el que, en dos lugares distintos, ff. 86rv y 193r-195v, bajo un Incipit epistula ex quatuor humoribus, se esconde, en realidad, el capítulo 5 isidoriano (De quattuor humoribus corporis) seguido de la Epistula ex quattuor humoribus. En cambio, en el ms. de Londres, British Library, Sloane 283969, se invierte la situación, figurando después de la Epistula peri hereseon un capítulo de las Etimologías (4,5,1). En este abanico de posibilidades de contaminación de textos de contenido similar, que se complementan unos a otros, se producen a veces curiosos casos de falsa atribución, como sucede en los manuscritos de Montpellier, H 185, f. 105r; Montecassino, V. 97, p. 13b; y Glasgow, Hunterian Museum, cod. 404 (V. 3. 2), f. 3r, donde el libro IV de las Etimologías se atribuye a Hipócrates: Incipit epistula hypocratis (yppogratis, en el casinense). Por el contrario, en el manuscrito del Vaticano, lat. 4418, f. 107v, es la epístola Quattuor sunt uenti, quattuor anguli celi, la que es atribuida al Hispalense: Incipit epistula Ysidori Spaniensi. En segundo lugar está la utilización de la obra isidoriana como autoridad doctrinal o como fuente, a veces reelaborada, a veces copiada de manera más o menos literal. Citaré algunos casos al azar. El ms. de Bamberg, Staatliche Bibliothek, cod. med. 1 (L. III. 8), cuyo texto ha sido editado por Stoll70, une a su condición de testimonio de los Versus Isidori la presencia de una Defensio artis medicinae, un texto que, en un difícil equilibrio entre paganismo y cristianismo, defiende la necesidad de que los cristianos acepten la curación del médico y argumenta con un sinfín de citas para demostrar que ya los personajes bíblicos recurrían a la medicina humana. Al abordar los conocimientos que ha de poseer el médico, el texto sigue de cerca la definición de medicina por el Hispalense, aunque la fuente directa ha sido probablemente otra. Pero, para evitar ser prolijo, el anónimo autor remite al propio Isidoro como autoridad, quarum ad quam pertinent rationem scire qui cupit, librum aethimologiarum sancti Isidori Spalensis ecclaesie episcopi legat. La propia Defensio presenta alguna que otra llamativa coincidencia con los Versus Isidori. En el mismo contexto de contraposición entre medicina humana y medicina divina puede enmarcarse un breve fragmento transmitido, bajo el título De ratione medicine, entre otros71, por el ms. de Glasgow, Hunterian Museum, 404 (V. 3. 2), f. 25r. El texto allí contenido niega la posibilidad de éxito del médico sin el auxilio divino y presenta también conexiones claras con Etym. 4,2:
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R. LAUX, «Ars medicinae». A. BECCARIA, I codici, pp. 261-263. 70 U. STOLL, Das ‘Lorscher Arzneibuch; el texto de la Defensio artis medicinae se encuentra en las pp. 48-62. Para la descripción del manuscrito cf. A. BECCARIA, I codici, pp.193-197. 71 El mismo texto se encuentra en otros manuscritos, pero como segunda parte de una epístola que comienza Frustra mortalium genus moritur, entre ellos en el de Montpellier, Bibliothèque de la Faculté de Médecine, cod. H 185, s. XI, f. 116v; Yale, Codex Fritz Paneth, s. XIV, pp. 175-177; y París, BN, nouv. acq. lat. 481, s. XV, ff. 4v-5r. Cf. A. BECCARIA, I codici, pp. 135-138, n. 13; E. WICKERSHEIMER, Les manuscrits, pp. 4149, n. 11; K. SUDHOFF, «Codex Fritz Paneth», pp. 9-10; H. E. SIGERIST, «Manuscripts of Montpellier», p. 35. El fragmento que aquí nos interesa lleva, en el ms. parisino, el título De operatione medicine. 69
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De ratione medicine Non satis uexantur in pigmenta uel antidota quia non afferet salutem sed periculum set paulatim cum moderationem et uiuerem possimus. Quia medicina ab altissimo creata est. et qui non timet dominum queret medicum et non inuenit eum. Multi enim aput medicos desperati sunt et apud dominum salui facti sunt. Oportet scire quia omnis uirtus de cerebro funditur. quia habitaculum anime in cerebro est. Si fuerit medicus qui diligentior nichil adhibeat et dieta non sciet nec signa futura praeuidere, et dicit se tum pigmenta uel antidota curare sollicitat egritudinem quam non potest sanare. uel nomina eorum non potest scire.
La influencia de Isidoro es igualmente importante en textos de inspiración cristiana o en retractaciones cristianas de textos paganos. Sobre la Epistula Lucae puede consultarse la contribución de A. Andrés en este mismo volumen; la Epistula de homine et uoce ha sido editada, junto con otros textos, con comentario por K.-D. Fischer72; la lista de partes73 del cuerpo humano de los mss. París, BN, lat. 6810, f. 48r y Vendôme 127, f. 68r, presenta también trazas de influencia isidoriana. Y seguramente muchos otros textos restan por descubrir. Isidoro ha sido utilizado también en recetarios. Además del caso de los Dynamidia pseudohipocráticos, ya mencionado, y del Herbario del Pseudo-Apuleyo, una parte de cuya tradición manuscrita ofrece en el capítulo sobre la mandrágora el texto de Etym. 17,9,3074, citaré, a título de ejemplo, su condición de fuente de algunas versiones del Alfabetum Galieni75. Ofrezco sólo un par de muestras significativas, pero los paralelos son numerosos: Etym. 17,9,90-91 (ed. André): Ampelos leuce siue bryonia, quam Latini uitem albam uocant, uel a qualitate coloris uel quod eius radix contrita et corpori infricata teneriorem et candidiorem cutem reddat. Namet sucus bacarum eius lac uberibus siccis reddit. Ampelos melena, id est uitis nigra, eademque labrusca; folia hederae similia , in omnibus maior quam uitis alba, bacas similiter habens, quae in maturitate nigrescunt, unde et uocabulum sumpsit.
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Montecassino, Bibl. della Badia, cod. V. 97, p. 470b: Ampelos siue brionia quam latini uitem albam uocant uel a qualitate coloris uel quod eius radix contrita et corporis fasciata teneriorem ac candidiorem cutem reddit nam et sucus uacarum eius lac uberibus siccis reddet. Ampelos melina id est uitis nigra eademque labruscam folia edere similia in omnibus maior quam uitis alba.
K.-D. FISCHER, «De coelo uita - de terra mors». Edición crítica por K.-D. FISCHER, «Eine wenig beachtete Liste»; E. WICKERSHEIMER, Les manuscrits latins, p. 66, ofrece el texto del manuscrito parisino. En esa lista es isidoriana la definición yrqui, anguli oculorum, que remite a Etym. 12,1,14. Cf. A. FERRACES RODRÍGUEZ, «Un faux terme d’anatomie». 74 Se trata de la familia a (Howald-Sigerist). Véase la transcripción del texto del ms. de Lucca, Biblioteca Statale, 296 en A. MANCINI, «Pseudo Apulei libellum», pp. 269-301 (la interpolación isidoriana en p. 298). 75 C. OPSOMER-HALLEUX, «Un herbier médicinal». 73
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Etym. 17,9,52: Aristolocia dicitur quod mulieribus fetis optima sit. Nam supersessa post partum matricem beneficio uaporis expurgat. Huius herbae genera sunt duo; quarum una aristolocia rotunda dicitur propter quod rotundam radicem habeat, altera aristolocia longa quia radicem longam habet cum ramis et foliis longioribus, quam etiam et dactilitin uocant, quod sit radice robore digitali et longa.
Montecassino, Bibl. della Badia, cod. V. 97, p. 547b: Aristologia erba dicitur quod mulieribus fetus iptima sit nam super se ipsa partum matrice beneficio paboris expurgat. huius erbe genera sunt duo. quadarum una aristologia rotunda dicitur alia longa quia radicem longam habet cum ramis et foliis longioribus quam etiam dactali uocant quod sit radices robore digitali et longa
En el recetario del códice bambergense arriba citado (ff. 53v-54r76) figuran, después de una Gera Galieni, dos capítulos (Puluis atque confectio herbarum quem latini contemplatam uocant y Origo pimentorum unde excreantur uel in quale prouincia nascantur) que dependen, en mayor o menor grado, de Isidoro. El segundo está conformado por extractos, en este orden, de Etym. 17,9,4; 17,8,8; 17,9,8 y 17,8,10. El primero, en cambio, resulta curioso en su método de empleo del texto isidoriano, extractando, por una parte, virtudes medicinales, que se acumulan con otras de origen desconocido; y, por otra, fitónimos de origen griego con su correspondiente glosa latina: PULUIS ATQUE CONFECTIO HERBARUM QUEM LATINI contemplatam nancupant eo quod motam mentem in sanitatem reducit (1). Sed hic puluis, quem uulgus ita nominat, omni morbo subuenit. Aliis leuigat et alios in sanitatem reducit, quia homo in se diuersas habet passiones et haec contrapotio sumpta diuersas habet in se uirtutes. Stomacho multum proficit, similiter ad lateris dolorem, ad renes, ... ad rupturas et ad testiculorum dolores ualde proficit, uentrem reprimit, stomachum confortat (2), sitientibus sitim sedat (3), aufert dolorem cordis et profluuium sanguinis, petras in uesica frangit atque comminuit (4), uisum oculorum acuit (5), dolorem capitis et stomachi incendium ualde mitigat (6), febricitantibus proficit, friuoliticis similiter et ad alias diuersas infirmitates plurimas, quod nobis longum est enumerare. Sed et adserunt multi et ualde adfirmant, quod ob sapientiam nutriendam mirum in modum (7) fabulosos faciat; et hunc his modis agere debet, qui talem facere uult aut implere: Omnimorbia, elleborum, artemisia, berbena, exstringus hoc est herba salutaris (8), feniculum uetonica, puleium domesticum, diptamnum, titimulum, gamandrea, ipirico alii trifcalam uocant, nardum Celticum, saxifrica, hysopum, dictamons ipsa est dictamnum, Latini puleium Martis uocant (9), millefolium, petrosilinum, pulegium grande et pulegium minus, gliciriza, quam Latini dulce dicunt (10), centauria, solsequia, lapistrum ipsa est lapacia (11), nepta, ruta, euforbium, apium, saluia, boglosus ipsa est bouis lingua (12), menta nigra, rosa domestica, folia de alba uite, narcissus, gentiana, agrimonia, fragefolium.
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U. STOLL, Das ‘Lorscher Arzneibuch’, pp. 302-304.
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(1) Etym. 17,9,24; (2) Etym.17,10,20; (3) Etym. 17,9,34; (4) Etym. 17,9,42; (5) Etym. 17,9,26; (6) Etym. 17,9,78; (7) Etym. 17,9,49; (8) Etym. 17,9,78; (9) Etym. 17,9,29; (10) Etym. 17,9,34; (11) Etym. 17,10,20; (12) Etym. 17,9,49.
En el mismo apartado hay que citar una especie de glosario, en rudimentario orden alfabético, transmitido por un manuscrito de Florencia77 y cuyas fuentes básicas son excerpta de las Etimologías (de los libros IV, XII, XVII y XX) y de la Diaeta Theodori, además de algunos fragmentos que encuentran paralelo en textos menores, médicos o no médicos. Ya en la Baja Edad Media las Etimologías son una de las fuentes del conocido como Dioscórides latino alfabético78, combinada con otros textos, como Gargilio Marcial, los Dynamidia pseudohipocráticos o el lapidario de Evax-Damigeron. Y autores como Rábano Mauro, Alberto Magno, Bartolomé Ánglico o Juan Gil de Zamora beben en Isidoro a manos llenas79. He querido apuntar sólo, a salto de mata, algunas de las numerosas direcciones de búsqueda en el terreno de la pervivencia de los textos médicos isidorianos. De otros se nos hablará aquí. Pero sólo el estudio paciente de los textos en los manuscritos y el trabajo de edición de obras que han podido utilizar a Isidoro permitirán algún día trazar un panorama de conjunto de la influencia del Hispalense en textos médicos a lo largo de toda la Edad Media.
77 Se trata del ms. de la Biblioteca Medicea Laurenziana, cod. 73.41, ff. 1r-8v. A. BECCARIA, I codici, p. 281, no identifica el texto en su descripción del códice. Véase ahora A. F ERRACES RODRÍGUEZ, «Extractos de la Diaeta Theodori». 78 V. ROSE, «Über die Medicina Plinii», p. 38; H. E. SIGERIST, «Materia medica»; J. M. RIDDLE, «The Latin Alphabetical Dioscorides» y «Dioscorides», p. 24. 79 Para los lapidarios se puede consultar ahora J. FEÁNS LANDEIRA, Isidoro de Sevilla, pp. 397-472 y, más específicamente, «Bartolomé Ánglico». Acerca de otros autores pueden consultarse, E. HEYSE, Hrabanus Maurus’ Enzyklopädie; M. PAUMIER-FOUCART, «Les Etymologies d’Isidore»; C. CODOÑER, «Historia del texto»; W. SCHIPPER, «Rabanus Maurus»; R. JAMES LONG, Bartholomaeus Anglicus.
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Isidoro de Sevilla como fuente de una falsa Epistula del evangelista Lucas MARÍA ADELAIDA ANDRÉS SANZ Universidad de Salamanca
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En 1894 Rose, en su trabajo dedicado a Teodoro Prisciano, publicó una carta atribuida a Lucas, el evangelista médico según la tradición, que precedía a los Gynaecia de Vindiciano en el códice lat. 4883 de la Bibliothèque Nationale de París. Tal y como aparece en su edición, el texto de la carta es el siguiente1: «Lucas christi seruus et medicus omnibus xpianis et medicis haec epistula. constat hypocratem medicum per tempora sua pagana scripsisse uolumina et ideo ibi aliqua esse obscura quaedam uero generalia sicut est illud VII stellis omnia ministrare. quem gentiles credebant ex sole habere spiritum, ex luna corpus, ex marte stella feruorem, ex mercurii stellam linguam et sapientiam, ex ioue coitum, ex uenere amorem, ex saturno tarditate, quae omnia non sunt christianis credenda quia omnis administratio et omnis medicina a deo procedit. et ibi laudabitur medicus ubi uoluerit dominus. Et ideo nos qui artis medicinae curam exercemus et xpiani sunt (sic i. e. sumus) et libros hypocratis habemus. quod ille dixit utile probatum tenemus. quod uero ille aut minus aut obscure dixit. nos aelucidando transcribimus ut melius legentis intellegat. quod ibi aliquid addamus ex libris sancti ysidori aut sancti augustini aut sancti gregorii aut luce euuangeliste quia toti isti de arte medicine plura dictauerunt credentis nobis ad futuram (sic) domini nostri i£u xpî auxilium, ut tamen melius perficiat artis nostre operatio quanto ab eo qui est omnipotens medicus libri nostri corrigantur omnem carentem mendatium. Explicit».
Ya entonces Rose señaló que estas líneas servían de prefacio a un opúsculo sobre la formación del hombre y a textos relativos a las partes del cuerpo humano cuya fuente principal era Isidoro de Sevilla2.
1 Cf. V. ROSE, Theodori Prisciani Euporiston, p. 463 (texto editado según Paris, Bibliothèque Nationale de France lat. 4883, ff. 3rb-5va). 2 Ibid.: «(sequitur de opere sex dierum disputatio..., deinde … atque ex Isidoro plurima de partium corporis humani uocabulis».
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MARÍA ADELAIDA ANDRÉS SANZ
Años después Diels publicó en su Die Handschriften der antiken Ärzte las referencias de otras dos copias de dicha Epistula, conservadas en las bibliotecas de Múnich y la Ciudad del Vaticano respectivamente (München, Bayerische Staatsbibliothek lat. 5257 y Città del Vaticano, Biblioteca Apostolica Vaticana Pal. lat. 1098). En su catálogo, Diels parece haber considerado la carta publicada por Rose como traducción latina de un original griego, hasta el punto de presentarla con su hipotético título original3, pero la referencia que ofrece no incluye detalles sobre las características de los dos nuevos hallazgos, ni una comparación de sus textos con el editado por Rose. En 1964 Ernst Wickersheimer publicó un artículo sobre los escritos médicos atribuidos a san Lucas en el libro de homenaje al gran Alexander Koyré. En él llamaba la atención sobre la Epistula transmitida bajo el nombre de Lucas, y ofrecía este breve resumen de sus testimonios manuscritos, tema, contenido y fuentes4: «...Voici maintenant deux écrits qui ne paraissent qu’en latin. Du premier, Diels note trois textes: au feuillet 4 du manuscrit latin 4883 de la Bibliothèque Nationale, de la fin du IXe siècle ou du début du Xe; au feuillet 26 du manuscrit latin 5257 de Munich, de la fin du XIe ou du début du XIIe; au feuillet 57v du manuscrit palatin 1098 de la Bibliothèque Vaticane, du XVe siècle. Enfin des extraits en ont été cités comme se trouvant dans le manuscrit 3701-15 de Bruxelles, mais M. Martin Wittek, bibliothècaire au Departement des manuscrits de la Bibliothèque Royale de Belgique, a bien voulu me faire savoir qu’il n’en est rien. Il s’agit d’une lettre adressée par saint Luc aux médecins professant la foi chrétienne et par laquelle il marque en quoi il se sépare d’Hippocrate, celui-ci prétendant expliquer la formation de l’homme par l’action exclusive des sept planètes. Cette lettre précède immédiatement un De ordinatione corporis humani don’t les auteurs restent anonymes, se bornant à déclarer qu’ils sont médecins et chrétiens (…). Saint Isidore, saint Augustine, saint Grégoire et saint Luc lui-même y sont mis à contrubution pour interpreter les assertions d’Hippocrate, pour les compléter et les réfuter au besoin. La lettre de saint Luc servant d’introduction à cet opuscule a été publiée par Valentin Rose d’après le manuscrit 4883 de Paris (…). Les mots ‘Lucas demonstrat’ par lesquels, au feuillet 6v de ce même manuscrit se termine ‘Epistula ypocratis de compagine hominis’, font évidemment allusion à cette lettre».
Por último, más de treinta años después, en 1998, Boscherini aludía a la Epistula, esta vez a propósito de sus extrañas características dentro de lo que podríamos llamar el género literario de la epistula médica: según nos dice, es uno de los pocos casos conocidos en los que remitente y destinatario son considerados, expresamente y a la par, como médicos y cristianos5.
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Cf. H. DIELS, Die Handschriften, II, p. 58: e)pistolh\ peri\ tou= a)nqrwpi¿nou sw¿matoj. E. WICKERSHEIMER, «Les écrits médicaux», pp. 614-615. S. BOSCHERINI, «La dottrina medica».
ISIDORO DE SEVILLA COMO FUENTE DE UNA FALSA EPISTVLA DEL EVANGELISTA LUCAS
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Hasta aquí un extracto de las más destacadas muestras de preocupación académica impresas sobre nuestra carta: en poco más de cien años de investigación científica –de 1894 a 1998– hemos sabido de su existencia y de su conservación en tres códices, se nos han dado unas vagas referencias sobre el contenido de los opúsculos a los que precede, y ha quedado patente su excepcionalidad genérica. Sin embargo, nada se ha publicado hasta el momento sobre su origen, su extraña atribución, o la naturaleza de los textos a los que sirve de introducción, y tampoco contamos con una edición crítica de la misma, aunque ya en 1995 el profesor Fischer, interesado como estaba por los Gynaecia de Vindiciano, había empezado a estudiar la carta de Lucas. Al hilo de dicho estudio, descubrió que el texto isidoriano al que aludían Rose y Wickersheimer formaba parte del llamado libro II De differentiis de Isidoro de Sevilla (en adelante Diff. II o, simplemente, Diff.). Por este motivo se puso en contacto con la profesora Codoñer, a la sazón editora del libro I, quien lo remitió a mí, su entonces alumna de doctorado, que preparaba la edición crítica del libro II. El profesor Fischer me hizo llegar copia de dos de los códices que conservaban la obra, y me invitó a continuar su ya iniciado estudio, cosa que he estado haciendo intermitentemente durante estos últimos años6. Por esta razón, en el contexto de unas jornadas dedicadas al estudio de Isidoro de Sevilla y los textos de medicina, y como justo tributo a la generosa donación del profesor Fischer, voy a ofrecerles una visión panorámica de algunos de los hechos más destacados relativos a la historia textual de la carta atribuida a Lucas y del tratado médico al que sirve de introducción, así como la primera edición crítica de aquélla, que contempla, además del texto editado por Rose, el de sus otros dos testimonios manuscritos hasta el momento localizados (en las páginas que siguen, para subsanar posibles confusiones en la nomenclatura, designaré como «carta», divisible a su vez en «c1» y «c2», las palabras equivalentes al texto editado por Rose en 1894; como «tratado», «t1» y «t2» la obra por éstas introducidas y su primera o segunda parte respectivamente, y como «Epist.», la suma de la carta introductoria y el tratado). Mi trabajo se dividirá en las siguientes partes. En primer lugar, me ocuparé de presentar someramente el texto de la carta, más los primeros párrafos del tratado, así como los tres códices que los transmiten (apartados 1.1 y 1.2). En segundo lugar, como introducción a la historia textual de la Epist., expondré algunas pistas que podemos recabar gracias a otros textos copiados en los tres códices que la transmiten (2.1). A continuación estableceré las relaciones familiares que existen entre sus tres copias manuscritas localizadas (2.2). Y, por último, como no podía ser menos en el marco de este encuentro, estudiaré en qué forma la dependencia que t2 mantiene respecto del texto de Diff. II nos puede ayudar a saber más sobre el origen de Epist. (2.3)7. Tras exponer brevemente las conclusiones de todo lo anterior, aparece en un apéndice mi edición de la carta.
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Cf. M. A. ANDRÉS SANZ, «Vías de investigación», p. 228, n. 24. Para el tratamiento en profundidad de otras cuestiones a las que aludiré de pasada remito a la edición crítica del texto completo, que finalizaré en breve. 7
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MARÍA ADELAIDA ANDRÉS SANZ
1. EL TEXTO DE LA EPISTVLA EN LOS TRES CÓDICES QUE LA TRANSMITEN: DISPOSICIÓN Y CONTENIDO 1.1. Los códices Comencemos por la descripción de los códices. P (Paris, B. N. F. lat. 4883, ff. 3rbva 5 ) es, como ya se ha mencionado, el códice base de la edición de Rose8. Se trata de un manuscrito facticio de origen desconocido, compuesto de dos partes. La primera, que es la que aquí nos interesa, está escrita a dos columnas, en minúscula carolina del siglo IXX. En ella se ha copiado un fragmento de las Historiae de Orosio; nuestra Epistula Lucae; una hipotética Epistula Ypocratis (en realidad los Gynaecia de Vindiciano); y la Dissertatio de anima hominis (según Beccaria, la Disputatio Platonis et Aristotelis de anima hominis). La segunda parte del códice recoge los tratados de Agustín de Hipona De quantitate animae (ff. 9r-25v) y De disciplina Christiana (ff. 25v-32v). Otra copia localizada de la Epist. se halla en el manuscrito München, Bayerische Staatsbibliothek lat. 5257, ff. 26r-29r (M)9. Se trata también de un códice facticio, compuesto en este caso por tres partes, escritas y unidas presumiblemente a finales del s. XI o comienzos del XII. Su origen es desconocido, pero al menos sabemos cuál es su procedencia: Chiemsee. La primera parte del manuscrito es la que contiene nuestra carta más el tratado (ff. 26-29); los precede la Disputatio puerorum, atribuida a Alcuino (ff. 1-26) y los sigue un glosario de términos bíblicos griegos y hebreos (ff. 29-30). La segunda parte es el comentario In Actus Apostolorum de Beda (ff. 31-84), y en la tercera se han copiado cuatro sermones (ff. 85-92). Por último, el tercer y último códice en el que hasta el momento se ha localizado la Epist. es el Città del Vaticano, Biblioteca Apostolica Vaticana Pal. lat. 1098, ff. 57v-60r (V)10. Se trata de un ejemplar escrito en papel por diversas manos quizá de distinta procedencia nacional11, datables todas ellas en el siglo XV, con la particularidad de que al menos conocemos quién escribió sus últimas páginas, así como dónde y cuándo lo hizo (Iohannes Schureissen, Padua, en 1464) gracias a una rúbrica que aparece en el f. 425vb. Es un códice médico muy extenso, con más de cuarenta tratados. A partir de la descripción más completa de él realizada12, podemos establecer cinco bloques de contenido dentro del mismo. La primera parte estaría compuesta por una infinidad de epistulae y opuscula
8 Cf. Catalogus Codicum Manuscriptorum Bibliothecae Regiae, 3ª, t. 4, p. 12b, Paris, 1744 (datación errónea: ss. XII y XIII) y A. BECCARIA, I codici, pp. 141-142. La Epist. y los Gynaecia aparecen en el catálogo parisino como una misma obra: «Libellus de natura homini: praemittitur epistola quae falso sancto Lucae Evangelista tribuitur». La unión de estas dos partes en una sin duda se vio apoyada por la referencia a Lucas que aparece al final del texto de Vindiciano, hecho al que, como ya vimos, aludió Wickersheimer y sobre el que volveremos más adelante. 9 Cf. Catalogus Codicum Manu Scriptorum Bibliothecae Regiae Monacensis t. III, p. II, München, 1871, p. 2 y BECCARIA, I codici, p. 224. 10 Cf. L. SCHUBA, Die medizinischen Handschriften, pp. 36-42. 11 Schuba indica que hay escritura italiana (cf. supra, p. 36), en tanto que para Kristeller son todas manos alemanas (cf. P. O. KRISTELLER, Iter Italicum VI, London & Leiden-N.Y.-København-Köln, 1992, p. 366). 12 La de Schuba, cf. supra n. 10.
ISIDORO DE SEVILLA COMO FUENTE DE UNA FALSA EPISTVLA DEL EVANGELISTA LUCAS
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de médicos antiguos y medievales (ff. 2r-98v). La segunda y tercera contienen obras de Mayno de Mayneri y Bernardo de Gordonio (ff. 100r-176r y 177r-229v), en tanto que la cuarta y quinta reproducen tratados de Antonio Guainerio y Pedro de Tusignano (ff. 234ra368ra y 369ra-423vb). Es en la primera parte, por tanto, donde se ha copiado nuestra obra, precedida en este caso por los Gynaecia de Vindiciano atribuidos, como en el caso del códice parisino, a Hipócrates, y seguida de otro tratado hipocrático. 1.2. La forma de sus textos Pasemos ya al primer hecho verdaderamente importante, no recogido en detalle en la literatura existente (aunque sí sabido por el prof. Fischer): Rose editó el texto de la carta tal como aparece en el códice de París, y a su versión se atuvieron Diels, Wickersheimer y Boscherini. Tanto por lo que afirman (que las fuentes del tratado al que acompaña son Isidoro y Agustín; o que se contradice a Hipócrates a propósito de la formación del hombre por influjo de los siete planetas), como por cómo lo afirman, nunca podríamos imaginar que la realidad es mucho más interesante de lo que la extraña atribución de la Epist. y sus fuentes pueden hacer pensar: las cartas de P, M y V (o más exactamente, de P y MV, como veremos) presentan textos completamente diferentes. Antes de pasar a comentar dichas diferencias en detalle, conviene que nos hagamos una idea de las mismas y de sus transiciones hacia el tratado a grandes rasgos. En primer lugar, hemos de saber de qué tipo de texto latino estamos hablando. En P la carta consta de dos partes: una en la que se da cuenta de lo erróneo y dificultoso de la doctrina hipocrática (c1), y otra en la que se habla, contraponiéndolo a ello, del modus operandi de los médicos cristianos y se presenta el tratado (c2). Cuando la carta finaliza y se da paso al mencionado tratado del que parece ser introducción, éste aparece dividido en otras dos secciones muy marcadas: una sobre la formación del embrión humano y su desarrollo (t1, basada sobre todo en textos de Agustín de Hipona), y otra sobre las partes del cuerpo del ser humano ya nacido (t2, cuya fuente principal es Isidoro). M y V transmiten cartas semejantes entre sí, mucho más breves que la recogida por P: tienen incipits completamente diferentes al del códice parisino, no se hace mención alguna a la influencia de los astros sobre el carácter humano dentro de c1, y no aparece c2. Por otra parte, finalizado el texto de la carta, ambas copias carecen del texto referido al desarrollo del embrión humano (t1). Por último, sus transiciones hacia el texto que explica cuáles son las partes del cuerpo humano (t2) difieren enormemente de las que presenta P. Ofrezco a continuación el texto de c1, c2, t1 y el comienzo de t2 en los tres códices, respetando en todo momento sus lecturas y grafías, de modo que puedan observarse las diferencias que acabo de describir.
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P
M
V
EP´A LUCE AEUUANGELISTE INCIPIT HOC MODO
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Incipit epμa Luce euangeliste 1 ordinationis humani corporis secundum NaTVRaM.
Lucas Xpi seruus et medicus omnibus xpianis et medicis haec epistula. Constat Hypocratem medicum per tempora sua pagana scripsisse uolumina et ideo ibi aliqua esse obscura quaedam uero generalia 13 sicut est illud VII stellis omnia ministrare quem gentiles credebant ex sole habere spiritum, ex luna corpus, ex marte stella feruorem, ex mercurii stellam linguam et sapientiam, ex ioue coitum, ex uenere amorem, ex saturno tarditatem, quae omnia non sunt xpianis credenda quia omnis administratio et omnis medicina a deo procedit, et ibi laudabitur medicus ubi uoluerit dominus. Et ideo nos qui artis medicinae curam exercemus et xpiani sunus et libros Hypocratis habemus. Quod ille dixit utile probatum tenemus, quod uero ille aut minus aut obscure dixit nos aelucidando transcribimus ut melius legentis intellegat. Quod ibi aliquid addam[us] ex libris sancti Isydori aut sancti Augustini aut sancti Gregorii aut Luce euuangeliste quia toti isti de arte
5
Lucas Xpi seruus et medicus 5 omnibus xpianis medicis hanc epistulam scribit. Constat Hypocratem medicum pagana per tempora sua scripsisse 10 uolumina et ideo ibi aliqua esse obscura quaedam uero gentilia
13
10
Ista est ergo in ordinatione humani corporis Luce demonstratio. Incipit epμa Luce euangeliste Lucas xpi seruus et medicus omnibus xpianis medicis hanc epistulam scribit. Constat Ypocratem medicum pagana per tempora sua scripsisse uolumina et ideo ibi aliqua esse obscura quaedam uero gentilia
15
15
20
et omnia 20 non esse xpianis medicis credenda quia omnis
et omnia non esse xpianis medicis credenda quia omnis
25
medicina a deo, et ibi laudatur medicus ubi 25 operatur dominus.
medicina a deo est, et ibi laudatur medicus ubi operatur dominus.
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30
35
35
¿Corrección a partir de un anterior genitalia?
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medicine plura dictauerunt credentis nobis ad futuram dnî nrî i£u xpî auxilium ut tanto melius perficiat artis nostre operatio quanto ab eo qui est omnipotens medicus libri nostri corrigantur omnem carentem mendatium. EXPLICIT. TEXTVS LIBRI De origine igitur hominis ita Augustinus scribit. De numero loquens senario qui habet in se partes tres, id est VI . III et dimindia. Sexta ergo pars senarii numeri est unum. III pars sunt duo. Dimidia pars sunt tria. Ponamus in ipso numero in integro. Homo quando concipitur, in I. VI diebus quasi lactis habet similitudinem. Deinde adde senario et medio sequentibus VIIII dies conuertitur in sanguinem. Addis dupplo senario sequentibus XII diebus incipit coagulare in carnem. Adde senario triplo sequentibus X et VIII dies formatur ad perfectum expressio corporis. Igitur VI et VIIII et XII et X et VIII fiunt XL et V, quae ratio cum Hypocrate non discordat quia igitur in I mense congregare scribitur sanguinem et in secundum expressio corporis. Qui numerus XL et V sexies multiplicati fiunt CCLXXII qui fiunt integri VIIII menses de nouem uicibus XXX dies et I insuper quia omnes mensi apud grecos XXX dierum numerum finiuntur, et omnes lunationes si aequati fuerint in uicesimo VIIII mo numero restant. Postea ad explanando anno dies X
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quibus unus additur qui anni initium tamquam super numero computetur. Vide ergo tu medice mysterium operis dei. In primordio seculi et in origine hominis et in circulum anni tamquam media parte se ratio tripliciter concordare. In V dies fecit Deus esse lunam et terram quibus addidit totidem noctes quinque. Cursus lune tretenarium annum implens statuit. Quibus addidit totidem qui inferiore gradu tamquam noctis uicesimo nono numero impleuerint. Similiter et VI dies incoatio hominis lactis colorem reducitur quibus adduntur totidem quo sanguinem conuertat et tres dies desuper ut fiant VIIII ad significandum mysterium trinitatis secundum quod dominus ait faciam[us] hominem et reliqua Tunc sancta trinitas illius V dies dupliciter ornauit. Si quia ordinationem conceptus praenotauimus rationem humani corporis singulorumque membrorum differentiam sequente Ysidoro proferamus. Homo dictus ab humo quia de terra humida factus est. Hic ex diuersis constat substantiis id est corpus mortale et anima inmortale. Diuiditur autem in IIIIor helementis: calidum, frigidum, humidum et siccum. Corpus eius ex ossibus neruis et uenis et carne constat. Habet enim aliquid in se ignis aeris terre. Vmores in sanguinem aquae in fleomate
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Ad rationem
humani corporis
humani corporis.
recurramus. 110 Homo ab humo dicitur quod de terra humida factus est. Hoc ex diuersis constat substantiis, id est corpore mortali et anima inmortali. 115 Diuiditur in IIIIor elementis: calido, frigido, humido et sicco.
Homo ab humo dictus quia de terra humida factus est. Hic ex diuersis constat substantiis, id est corpore mortali et anima inmortali. Diuiditur in quatuor elementis: calidum, frigidum, humidum et siccum.
Corpus eius ex ossibus neruis 120 et carne constat. Habet etiam in se aliquid ignis aeris terre. Humores et et aque in carne sunt
Corpus eius ex ossibus neruis uenis et carne constat. Habet enim in se aliquid ignis aeris terre humoris et aque. In carne sunt humores in sanguine
ISIDORO DE SEVILLA COMO FUENTE DE UNA FALSA EPISTVLA DEL EVANGELISTA LUCAS
aeris in spiritu ignis in calore 125 uitale. Siquidem et quaddripertita humane corporis IIIIor aelementorum signat speciem. 130 Capud namque caeli similitudinem tenet. in quo sunt duo occuli, quasi duo luminaria sol et luna Pectus aeri coniungitur, quia 135 sic inde emitit spiraminis flatus sicut ex aere uentorum spiritus…
humores in sanguine aeris in 125 flemate aque in calore uitali. Siquidem et quadripertita humani corporis ratio IIIIor elementorum signat speciem. 130 Caput namque caeli similitudinem tenet, in quo sunt duo oculi, quasi duo luminaria solis et lunae. Pectus coniunctus, quia sic 135 inde mittitur spiraminis flatus sicut ab exteriori uentre spiritus…
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aeres in flegmate aque in spiritu ignis in calore uitali. Si quidem et quadripertita humani corporis ratio quatuor elementorum signat speciem. Caput namque caeli similitudinem tenet, in quo sunt duo oculi quasi duo luminaria solis et lunae. Pectus ori coniungitur, quia sic inde mittitur spiraminis flatus sicut ab exteriori uentre spiritus…
Vemos, pues, que aunque P, M y V ofrecen grandes diferencias de composición, sobre todo en sus primeras líneas, los textos de P, M y V son, considerados por separado y lato sensu, completamente coherentes en sí mismos. Por otra parte, en las transiciones que marcan los comienzos de los párrafos presentes en P y ausentes de M y V (esto es, en c1, c2 y t1), las lecturas de los tres códices, aun siendo diferentes, son igualmente correctas desde un punto de vista estrictamente gramatical. Después de las diferencias de composición mencionadas, las tres copias vuelven a presentar un modelo de texto más o menos común en el inicio de t2. Dicha coincidencia se mantiene hasta el fin de la Epist., con sólo dos excepciones importantes: un pasaje donde P cita a Agustín, referencia de la que M y V carecen14, y un párrafo final en V, en el que se comparan las edades del hombre con las estaciones, que no aparece en M ni en P. En suma, tras la carta introductoria (¿o deberíamos decir «las cartas», habida cuenta de sus diferencias en P y MV?) los tres códices desarrollan un texto similar, sólo alterado por los respectivos errores propios y las dos excepciones mencionadas. En él se pasa revista a las partes de cuerpo humano y a las edades del hombre, dentro de la más estricta tradición médica hipocrática y cristiana, tal y como se nos advirtió en la carta-prefacio. La fuente principal del tratado común (t2) son, vuelvo a repetir, escritos de Isidoro de Sevilla, identificados correctamente por Fischer como capítulos de Diff. II (parte de los capítulos 17 y 18, correspondientes a los parágrafos 47-72 y 74-76 de la PL)15.
14 P ofrece «In capite autem tanquam commessura sunt V tam/ autem augustinus ait Tres sunt» allí donde en M encontramos «In capite commessurae sunt IIIIor hoc modo» y en V «In capite commessurae sunt III hoc modo». 15 Cf. PL 83, cols. 77-81. La numeración de los capítulos aquí ofrecida no coincide con la de la PL, sino que se atiene a la de la edición crítica por mí preparada (cf. M. A. ANDRÉS SANZ, Liber differentiarum [II]).
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2. EL ORIGEN DE LA EPISTVLA: TRES VÍAS DE INVESTIGACIÓN CONVERGENTES Llegados a este punto, no nos cabe sino preguntarnos: ¿por qué dos versiones tan diferentes de una carta con tan extraña atribución? ¿qué relación existe entre las distintas formas del texto de la carta y del tratado? ¿quién las escribió? ¿cómo, cuándo y dónde? ¿por qué citar las fuentes en un caso y ocultarlas en otro? Por el momento no he podido dar respuesta satisfactoria a todas estas cuestiones. Es incluso probable que algunas de ellas nunca la tengan. No obstante, tres vías de estudio concretas sí nos permitirán contar con nuevos e interesantes datos respecto al origen de nuestra obra, a saber: la historia de otras obras copiadas en los tres códices que conservan nuestra Epist.; la relación familiar existente entre los textos de ella transmitidos por P, M y V y, sobre todo, la comparación de t2 con el texto de su fuente principal. 2.1. Otros textos presentes en P, M y V 1) Vindiciano, Gynaecia (en P y V). Muy probablemente los tres códices que transmiten nuestro texto descienden de un arquetipo en el que también se copiaron los Gynaecia de Vindiciano, probablemente precediéndolo. Veamos qué nos permite afirmarlo. Los Gynaecia están presentes en P y V, en ambos casos dotados de una misma atribución errónea: aparecen como una Epistula escrita por Hipócrates. En sí mismo, podría juzgarse este hecho como una mera coincidencia, habida cuenta del carácter médico de ambos textos, de la infinidad de opúsculos atribuidos a Hipócrates a lo largo de la historia de la literatura médica antigua y medieval, y de que su secuencia en los dos códices es diferente (Gynaecia y Epistula Lucae en V, y viceversa en P). Ahora bien, el modo en el que ambas obras se enlazan en cada caso no deja lugar a dudas: el incipit de V, inmediatamente posterior al final de los Gynaecia, es el siguiente: «Ista est ergo in ordinatione humani corporis Luce demostratio. Incipit epμa Luce euangeliste». En P leemos como incipit «Epμa Luce Aeuangeliste incipit hoc modo», para a continuación ofrecérsenos la carta y el tratado, seguidos de una Epistula Hypocratis (en realidad los Gynaecia), al final de la cual podemos leer: «Istam ergo ordinationem humani corporis Lucas demonstrat», es decir, unas palabras muy semejantes a las que en V marcan la transición entre el final de los Gynaecia y nuestra obra16. A mi entender, este hecho podría explicarse si partiéramos de un códice en el que ambas obras se hubieran copiado en el orden en el que figuran en V, y el copista de P, o de su modelo o modelos anteriores, hubiera establecido un falso corte en las rúbricas, atribuyendo al final de los Gynaecia lo que en realidad era la introducción de la Epistula de Lucas. De ser cierta esta hipótesis, ello supondría, como antes dijimos, que los tres códices (habida cuenta la relación de MV) derivarían de un arquetipo en el que ambas obras se hallaban copiadas juntas, con una secuencia Gynaecia + Epist. Lucae. 2) Orosio, Historiae (en P). En P se ha copiado un fragmento de las Historiae de Orosio (a quien, por cierto, me alegro de mencionar en la ciudad que quizá lo vio nacer). 16 Cobran, pues, todo su sentido, las palabras de Wickersheimer arriba mencionadas (cf. supra nn. 4 y 8): no es que la referencia a Lucas del f. 6 v de P haga alusión a la carta, sino que, en buena lógica, aparecía junto con ella en su modelo, o en sus antepasados.
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Se trata del comienzo de la obra. Este fragmento no fue nunca tenido en cuenta a la hora de realizar ediciones del texto completo. No obstante, resulta enormemente revelador para nosotros, ya que sólo existe un códice temprano entre los colacionados por su más reciente –y probablemente mejor– editora17, que muestre una transición entre el prefacio y el primer libro de la obra semejante a la copiada en el fragmento del códice parisino. Se trata del Città del Vaticano, B.A.V. Reg. lat. 296 (Q, s. IX1, Bretaña, copiado por LiosMonoc), que ha introducido un «Incipit liber Orosii de ormesta mundi», ausente en el resto de la tradición temprana, exactamente en el mismo punto en el que tal texto aparece en el lat. 4883. La sola mención de este hecho nos permite establecer una cierta relación familiar entre nuestro códice y el Reg. lat. 296. Pero dado que en dicha relación están implicados los términos «de ormesta mundi», ésta se ve notablemente enriquecida, puesto que nos indica un ámbito geográfico-cultural al que podemos remitir sin duda alguna parte del pasado de P: el término «ormesta» es la traducción bretona del latín excidium18. Su aparición, por tanto, en las primeras líneas de la obra que precede inmediatamente a nuestra carta en P nos remite a un arquetipo generado en ambientes bretones tanto por el léxico utilizado, como por la similitud de su texto con el de Q, un códice de comienzos del s. IX, escrito en Bretaña por un copista bretón. Pero este no es el único dato interesante que podemos obtener respecto a la historia textual de P a partir de la presencia en él de un fragmento de las Historiae de Orosio y de la relación de éste con el texto de Q. Bástenos ahora mencionar que el texto orosiano de Q está inserto en una familia insular, de la que también es miembro el códice Milano, B. Ambr. B.31 sup., escrito a finales del s. VIII y procedente de Bobbio: más adelante habremos de volver sobre ello. 3) Alcuino (¿?), Disputatio puerorum (en M). Respecto a M, una vía de investigación que ha de ser explotada es la presencia en él de la Disputatio puerorum, cuya atribución a Alcuino no es segura19. Dado que este texto parece haber tenido una difusión muy limitada en la Edad Media20, el estudio de la versión presente en M sin duda arrojará datos interesantes respecto al ámbito en el que este códice vio la luz. Hasta el momento no contamos con una edición crítica de la Disputatio, y por ello debemos conformarnos con señalar su presencia en M y lo que de su estudio puede derivarse. 4) Textos de los compendios médicos copiados en Bruxelles, B.R. 3701-15 y Paris, Bibliothèque Nationale lat. 11219 (en P y V). El códice Bruxelles, Bibliothèque Royale 3701-15 (s. IX), aquel que Wickersheimer descartó como posible portador de otra copia de nuestra Epistula, encierra un rico compendio de epístolas médicas entre las que se
17
Cf. M.-P. ARNAUD-LINDET, Orose. Histoires (Contre les Païens), Paris, 1990. Cf. Ibid. vol. I, pp. XIII-XIV. 19 Texto en PL 101, cols. 1099-1144; sobre la obra cf. M.-H. JULLIEN - F. PERELMAN (eds.), Clavis Scriptorum Latinorum Medii Aevi. Auctores Galliae 735-987 II, Turnhout, 1999. 20 Sabemos sólo de tres códices anteriores al s. XI que la conservan completa: Wien, Österreichische Nationalbibliothek 966, ff. 6r-24r (s. IX), Sankt-Peterburg, Gosudarstvennaja ordena Trudovogo Krasnogo Znameni Publiènaja Biblioteca im. M.E. Saltykova Sèedrina lat O.v.I.7, ff. 1r-27v (s. IX-X) y de nuevo Wien, Österreichische Nationalbibliothek 458, ff. 27r-42r (s. X). Se han copiado extractos en: München, Bayerische Staatsbibliothek lat. 14510 f. 79vss (s. IX) y Zürich, Zentralbibliothek Rhein. 104 (474), ff. 94r-98v. 18
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cuentan varios unica y tratados de muy escasa difusión21. Algunas de las obras raras que transmite se hallan también en nuestros códices. Así, en él se han copiado la anónima Dissertatio de anima hominis en su versión cristiana y los Gynaecia, dos de los tratados que aparecen en P (de hecho, parece que sólo en él y en P conservamos la versión cristiana de la Dissertatio, también conocida como Disputatio Platonis et Aristotilis22). Además, es el único códice que nos conserva la denominada Epistula de homine et uoce, que guarda una clara relación con nuestra Epist.23. Por otra parte, Bruxelles, B.R. 3701-15 y Paris, Bibliothèque Nationale lat. 11219 (s. IX) son los únicos testimonios tempranos que transmiten dos cartas pseudohipocráticas: De phlebotomia y De incisione, que también hallamos en V. Me parece importante mecionar estos hechos aquí, porque las relaciones entre P, V, Bruxelles, B.R. 3701-15 y Paris, Bibliothèque Nationale lat. 11219 otorgan un valor añadido a nuestro escrito, ya que lo ponen en contacto con varias de las recopilaciones médicas más importantes de la Alta Edad Media, así como con los grandes centros de estudio y producción de este tipo de literatura en dicho período. 5) Rúbrica final de V (f. 425vb): «Scriptum per me Johannes Schureissen in famosissimo studio Padue tunc temporis illic medicine scolaris uel studens anno domini 1464». Ya dijimos antes, a propósito de la descripción de V, que se trata de un códice escrito por diferentes manos (alemanas y/o italianas) quizá en distintos lugares. Nada nos asegura, por tanto, que la rúbrica presente en su parte final corresponda al autor de sus primeras páginas. Sí nos sirve, sin embargo, para contextualizar el ambiente en el que se generó parte de o todo el códice, y puede quizá explicar el porqué de una carta atribuida a Lucas en el mismo: en efecto, la presencia en Padua en 1464 de una copia de la Epist. es no sólo comprensible, sino incluso justificable políticamente. Las reliquias del santo se conservaban en la iglesia de Santa Justina, motivo que los estudiantes y profesores de artes y medicina paduanos añadieron al tradicional (considerar que Lucas fue médico y pintor) para nombrarlo su patrón y festejarlo todos los años con gran pompa. Ocurrió, sin embargo, que precisamente en 1463 llegaron a Venecia, ciudad de la que por entonces Padua dependía, otras reliquias del santo. Por ello, y para demostrar que los restos conservados en Padua eran los verdaderos, la ciudad encomendó a dos médicos de su estudio, Francesco Passeri da Genova († 1475) y Paolo Bagellardo dal Fiume († 1492), el examen de las reliquias guardadas en Santa Justina24. Sin duda tal examen debió de suscitar entre la población un interés renovado por su santo patrón. Y quizá al abrigo de la expectación derivada del trabajo de dos de sus profesores, algún estudiante gustó de copiar el extraño texto que llena apenas dos folios del voluminoso y sesudo códice que es V.
21
El estudio más completo que conozco sobre el mismo es la obra de W. W IEDEMANN, Untersuchungen. Cf. H. NORMANN, «Disputatio». 23 Cf. W. WIEDEMANN, Untersuchungen, p. 59 y K.-D. FISCHER, «De coelo uita - de terra mors», p. 215. Fischer subraya la relación comparando su texto con el de M, respecto del que no obstante muestra algunas diferencias, siendo así que sus pasajes son en todo semejantes bien a los de P, bien a los de V. 24 Cf. T. PESENTI, Professori e promotori, 1984, pp. 39 y 164. 22
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2.2. Relaciones familiares entre P, M y V Pasemos ahora a exponer lo que puede deducirse respecto al origen de la Epist. gracias al estudio y comparación de su texto en P, M y V. A juzgar por sus coincidencias en el comienzo de la carta, parece evidente que las copias del texto transmitidas por M y V han de guardar una vinculación más estrecha entre sí que la que cualquiera de ellas pueda mantener con el texto de P. No obstante, esta primera impresión, forjada a partir de lo que podríamos denominar «accidentes mayores», ha de verse corroborada por los datos obtenidos de una comparación exhaustiva de sus textos. Veamos. Los pasajes en los que dos de las copias comparten una misma lectura frente a la tercera, independientemente de cómo se agrupen y de la corrección o incorrección de dichas lecturas, son los siguientes (ordenados de mayor a menor número de coincidencias, y sin aludir a los pasajes ausentes en MV):
- P frente a MV 6. xpianis et medicis P 9-10. per tempora sua pagana P 13. generalia P 20-21. quae omnia non sunt P 21. xpianis P 22-24. omnis administratio et omnis medicina P 25. laudabitur P 26. uoluerit P 107-110. rationem…Ysidoro P 114. corpus mortale P 115. anima inmortale P 116. Diuiditur autem P 117. helementis P 122. aliquid in se P 127. quaddripertita P 128. caret P 129. aelementorum P 130. Capud P 133. occuli P 134. sol et luna P 136. emitit P 137. ex aere uentorum P
xpianis medicis MV pagana per tempora sua MV gentilia MV et omnia non esse MV xpianis medicis MV omnis medicina MV laudatur MV operatur MV Ad rationem humani corporis MV corpore mortali MV anima inmortali MV Diuiditur MV elementis MV in se aliquid MV quadripertita MV ratio MV elementorum MV caput MV oculi MV solis et lunae MV mittitur MV ab exterirori uentre MV
- PV frente a M 111. quia PV 113. Hic
quod M Hoc M
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117-119. calidum, frigidum, humidum et siccum PV 122. enim PV 135. coniungitur PV
calido, frigido, humido et sico M etiam M coniunctus M
- PM frente a V 8. Hypocratem PM 128. IIIIor PM
Ypocratem V quatuor V
- Lecturas diferentes en los tres códices 7. haec epistula P 24. a deo procedit P 110. proferamus P 111. homo dictus ab humo P 121. et uenis P 123. caret P 135. aeri P
hanc epistulam scribit M a deo M recurramus M homo ab humo dicitur M caret M Humores et ex aqua in carne sunt M caret M
hanc epistulam scripsit V a deo est V caret V homo ab humo dictus V uenis V humoris et aque. In carne sunt V ori V
Vemos así que la relación más estrecha entre MV respecto de P que ya observamos en los «accidentes mayores» del texto queda confirmada al contemplar sus lecturas en los pasajes cuyo contenido las tres copias comparten: independientemente de su carácter (algunas disensiones o coincidencias son fenómenos explicables por motivos geográficos o cronológicos, otras son fruto de claros errores de lectura), las coincidencias de MV frente P (22) son mucho más abundantes que las de PV frente a M (5) o PM frente a V (2). Atendiendo a ello, según la teoría estemática tradicional, la relación familiar de estas tres copias (sin atender a la existencia o no de copias intermedias) quedaría reflejada en el siguiente gráfico:
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Establecidas las relaciones familiares entre los códices podemos ya comenzar a fijar críticamente su texto. A priori, las coincidencias PM y PV son las que han de ser incorporadas como válidas, considerándose las respectivas divergencias de V y M como errores propios de cada una de dichas copias. Así, podemos entender que en la línea 8 el texto del arquetipo ofrecía Hypocratem (PM) frente al posible Ypocratem (V ); en la 111 quia (PV) y no quod (M); en 113 Hic (PV), no Hoc (M), en 117-119 calidum, frigidum, humidum et siccum (PV), frente al cambio en calido, frigido, humido et sico (M ); en 122 enim (PV) y no etiam (M); y quizá en la línea 128 IIIIor (PM) frente a quatuor (V). Del mismo modo, en 111 parece preferible la lectura dictus (PV) frente a dicitur (M), aunque no podamos decidir, atendiendo sólo al estudio de los códices, cuál es la secuencia correcta de la frase en la que se inscribe (dictus ab humo en P, pero ab humo dictus en V y ab humo dicitur en M). Por otra parte, lecturas divergentes en P, M y V, o en dos de ellos frente a un tercero, pueden ser interpretadas como más o menos correctas atendiendo a otros criterios. Así, por ejemplo, en la línea 135, aeri en P y ori V frente a la ausencia de cualquiera de ellos en M abogan por la lectura de P como probablemente correcta, frente a su posible corrupción en V y en otras copias de su familia, corrupción que habría llevado en algún caso a la desaparición del término ante lo ininteligible de la lectura resultante (M). Desearía igualmente señalar lo que a mi modo de ver es una lectura incorrecta tanto en P como en MV, a pesar de que ambas versiones han generado un texto comprensible. Se trata de sus generalia (P) y gentilia (MV). Es muy posible que lo que se esconda tras ambos términos no sea sino una mala lectura del término griego geneqliaka¿ transcrito, o, mejor dicho, adaptado al latín como genetialia25. Por último existe un grupo de divergencias respecto a las cuales un criterio de mera corrección lingüística puede ser aplicado, siempre con algunas reservas. Así, podemos enjuiciar varias lecturas de P como particularidades gráficas que probablemente no se encontraban en la Epist. original, sino que son producto del ámbito geográfico y la época en la que esta copia se realizó (capud, quaddripertita, helementis, occuli y grafías de este tipo se hallan tanto en la Epist. de P como en otros textos copiados en el mismo códice). Depurados de este modo varios pasajes de P, M y V, y estando por ello más cerca de la forma o formas originales de la carta introductoria de nuestra Epist., restan aún lecturas divergentes en los tres códices, o en dos de ellos frente a un tercero, cuya pertenencia o no al texto original ha de ser aún fijada. Es así como el recurso a Diff., texto identificado como fuente de t2, puede prestarnos servicio. 2.3. El tratado de anatomía y su fuentes principales: relaciones y dependencias Pasemos, por último, a recoger los datos que sobre el origen de nuestra Epist. puedan obtenerse, no de la historia textual de otras obras copiadas en P, M o V, o de las relaciones establecidas entre sus textos, sino de la de los escritos que le sirven de fuente.
25 La transformación de genetialia en generalia está documentada con seguridad en el incipit de una copia manuscrita del Liber Aristotilis de Hugo de Santalla (Oxford, Bodleian Library Savile 15, f. 2v): cf. Ch. BURNETT - D. PINGREE (eds.), The Liber Aristotilis of Hugo of Santalla, London, 1997. Deseo agradecer por este medio al Prof. Burnett el haberme llamado la atención sobre este hecho y sus consecuencias en lo que hace a la posible lectura original de nuestros generalia y gentilia.
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Hemos visto más arriba que ya Rose y Wickersheimer identificaron a Isidoro como base del tratado anatómico al que la carta atribuida a Lucas sirve de introducción, y cómo el prof. Fischer acotó esta vaga referencia a un solo texto: el conocido como libro II de Diff. Esta identificación –con la inmediata comparación de ambas obras– nos permite avanzar algo más en el conocimiento del cómo, dónde y cuándo de la redacción de nuestro texto: en efecto, el texto crítico del libro isidoriano nos da pistas, en primer lugar, respecto a cuáles pueden ser las lecturas correctas del texto de la carta en aquellos pasajes en los que P, M y V difieren; y, en segundo lugar, respecto a la rama de su tradición en la que se insertó la copia que estuvo en la base del tratado erróneamente atribuido a Lucas. Antes, sin embargo, de pasar a esa parte del estudio desearía señalar, habida cuenta del tema de nuestro encuentro, otra posible fuente isidoriana presente en las primeras líneas de la carta copiada en P, ya que las características de este hallazgo añaden una «coincidencia» más al cúmulo de indicios que, sumados, nos permitirán formular hipótesis sobre la naturaleza de nuestro tratado. En efecto, en mi búsqueda de fuentes que pudieran constituir el correspondiente aparato de la edición crítica me topé con un hecho curioso: el ejemplo de asuntos «generales» que P ofrece al inicio de la carta (los asuntos «gentiles» que MV no se dignan ejemplificar) se corresponde casi literalmente con un pasaje isidoriano, en este caso no de Diff., sino del De natura rerum26, y con un texto similar presente en el Anonymus ad Cuimnanum (s.VII-VIII, probablemente Bobbio)27. Anon., Epist. Lucae 10-15:
ex sole habere spiritum, ex luna corpus, ex marte stella feruorem, ex mercurii stellam linguam et sapientiam, ex ioue coitum, ex uenere amorem, ex saturno tarditatem
26
Isid. Hispal. Nat. 3,4 (cf. Etym. Anon. Ad Cuimnanum 7, 615,30,8): 65: Proinde autem gentiles ex his septem stellis nomina dierum dederunt, eo quod per eosdem aliquid sibi effici extimarent, dicentes habere ex aere ignem, ex sole spiritum, ex luna corpus, ex Mercurio linguam et sapientiam, ex Venere uoluptatem, ex Marte feruorem, ex Ioue temperantiam, ex Saturno tarditatem
Proinde autem ex his stellis gentiles nomina feriis dedere, eo quod per easdem aliquid sibi effici exaestimarent, dicentes habere ex aerae ignem, ex sole habere spiritum, ex luna corpus, ex Mercorio linguam et sapientiam, ex Venere uoluntatem, ex Marte feruorem, ex Ioue temperantiam, ex Saturno tarditatem
Cf. J. FONTAINE, Isidore de Séville. Traité de la nature, p. 185. Cf. B. BISCHOFF - B. LÖFSTEDT (eds.), «Anonymus ad Cuimnanum»: Expossitio Latinitatis, Turnhout, 1992 (CCSL 133D). 27
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Dada la coincidencia del texto de Isidoro con el del anónimo autor gramatical, no podemos saber si la fuente de P fue el primero, el segundo, un texto desconocido base de ambos, o un cuarto diferente paralelo a Isidoro o al Anon. (algo en modo alguno anecdótico, ya que si de alguna manera hubiésemos podido probar la dependencia de P respecto de la gramática anónima su fecha de redacción podría precisarse algo más). Nada podemos decir ni de la familia de Nat. que pudo estar en la base de P, ni del texto del Anon. No obstante, hemos de señalar aquí que las Diff. de las que a continuación vamos a ocuparnos también sirvieron de fuente al Anon., y que podemos saber a qué familia de códices isidorianos perteneció la copia de Diff. que tuvo a la vista el autor del tratado gramatical: sin duda consultó un ejemplar afín a la familia z, compuesta por algunos de los testimonios más antiguos del texto isidoriano y de clara influencia insular28. La forman las copias C (Sankt-Peterburg, Gosudarstvennaja ordena Trudovogo Krasnogo Znameni Publiènaja Biblioteca im. M.E. Saltykova Sèedrina lat Q. v. I. 15, ff. 53ra-63ra, s. VIII, ¿Islas Británicas?, prov. Corbie), a (Milano, Biblioteca Ambrosiana D. 23. sup [S. P. Arm. 9, 12], frag. [§§ 146-167] en las hojas de guarda de un códice de Orosio, s. VIII, ¿Bobbio?, prov. Bobbio), b (Basel, Universitätsbibiothek F. III. 15. l, ff. 1r-14v, s. VIII, ¿Islas Británicas? ¿Continente?, prov. Fulda), M (Montpellier, Bibliothèque de l’École de Médecine 306, ff. 80r-101v, s. IX, norte de Francia), y v (Città del Vaticano, Biblioteca Apostolica Vaticana Reg. lat. 1823, ff. 175v-181r, frag., s. IX½, prov. Benevento). Con ella se encuentran fuertemente emparentados los códices A (Milano, Biblioteca Ambrosiana B. 31. sup., ff. 1r48r, s. VIII-IX, ¿Bobbio?, prov. Bobbio) y f (Sankt Paul in Lavanttal 5/1 [25. 2. 35], ff. 100r-137r, s. IX, prov. Reichenau). Veamos por fin qué puede aportar al estudio de la Epist. el texto del llamado libro II de Diff. (un texto breve, de contenido vario, desde el misterio de la Trinidad hasta un estudio etimológico de las partes del cuerpo, escrito probablemente poco después del 598)29. Para que nos sirva de ejemplo, ofrezco aquí el texto isidoriano fuente del fragmento de la Epist. reproducido más arriba (primeras líneas de t2). Isid., Diff. 2, 17,1-12 ( §47-49): «Rationem autem humani corporis singulorumque membrorum differentiam Lactantius siue plerique auctorum ita definierunt dicentes: «Homo dictus ab humo». Hic ex diuersis subsistit substantiis, ex mortali et inmortali. Corpus autem eius ex ossibus et carnibus constat, diuiditur in quattuor elementis. Habet enim in se aliquid ignis, aeris, aquae et terrae. Ratio autem terrae in carne est; humoris in sanguine, aeris in spiritu, ignis in calore uitali. Siquidem et cuadripertita humani corporis ratio quattuor elementorum designat speciem. Caput namque ad caelum refertur, in quo sunt duo oculi,
28 Sobre la tradición y relaciones familiares de las copias tempranas de Diff. II cf. M. A. ANDRÉS SANZ, De Liber differentiarum [II]. En cuanto esta obra como una de las fuentes del Anon. ad Cuimnanum cf. M. A. ANDRÉS SANZ, «Sobre el lugar de origen». 29 En cuanto a su cronología, cf. J. A. DE ALDAMA S. I., «Indicaciones», aunque M. C. DÍAZ Y DÍAZ, en su «Introducción general», p. 119, considera que pudo ser compuesto en la misma época que las Sent., en tanto que el llamado libro I quizá se escribiera en torno al año 600. Puede encontrarse una actualización de éstas y otras cuestiones en M. A. ANDRÉS SANZ, «Relación y numeración».
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quasi duo luminaria solis et lunae. Pectus aeri coniungitur, quia sic inde emittitur spiraminis flatus, sicut ex aere uentorum spiritus. Aparato crítico (selección) del texto isidoriano XVII. diff. om. BFL || Rationem: -e Nn || autem: s.l.U, om.Y || in post corporis add.bKa.c.TtOW || differentiam: defe- bSQX, -as MG, deferentia K 2 dictus: ductus M1 || est post dictus add.Ar. || ab: ex M, hic: sic W, id H 3 ex: est H, er K1, e K2, om. M || subsistit post substantiis transp.U om.Tt || substantiis: -tis b, -as Tt2 || mortali: -e CM || inmortali: immAr., -e CJ1 || corpus: -os b1 4 ex ossibus om.M || carnibus: -abus corr. b || neruis post carnibus add. M || diuiditur: -etur N1 diuiditurque yAr., et diuiditur O || autem post diuiditur add.b || quattuor: iiii CbDU, quatuor SAr. qattuor P || elementis: h- t, eli- bSXW1, aeli- A, -a W2Ar. || Habet: -ent Tt || enim: autem M, om.P || aliquid: -t M 5 ignis: signis J1 || aquae: -a KJ1|| et om. J2R || autem post ratio add.Ar. || est post humoris add.w || sanguine: -em Tt || aeris: a- it.P, aer O 6 uitali: -e corr.T, -is fO || et om.Ar. || siquidem: sic quidem m2 7 quattuor: iiii CbT, iiiior t, quatuor SU || elementorum: h- t, eli- CbQKW1HJ1, aeli- A || speciem: -es fM || caput: -d AbMXW1GNmJ1 8 duo pr.: ii Cb, om.Ar || duo sec.: ii C || lunae: -a KTt 9 emittitur: emititur n, ae- A || spiraminis: insp- AfCbSbTtOW1Nn, inspiramini M, -i S, spiramines O, e JR, spiramen W 2.
En primer lugar, la comparación del texto crítico de Isidoro con el del t2 en P, M y V nos permite saber cuáles son algunas de las lecturas correctas del apócrifo lucano. Así, las Diff. nos indican que, efectivamente, nuestro esquema bipartito es correcto, ya que existen pasajes donde tanto P como MV parecen haber cometido errores propios, que nos muestran dónde hay unas lecturas objetivamente mejores que otras: - las lecturas de P parecen preferibles a las de MV en: 107-110. Rationem … proferamus P(Isid.) 111. Homo dictus ab humo PIsid. 135. aeri coniungitur PIsid. 137. ex aere uentorum PIsid.
Ad rationem humani corporis (+recurramus M) MV homo ab humo dictus V homo ab humo dicitur M ori coniungitur V coniunctus M ab exteriori uentre MV
- igualmente, las lecturas de MV parecen ser mejores que la de P en: 114-115. corpore mortali MV 115. anima inmortali MV 122. in se aliquid MVIsid. 128. ratio MVIsid. 136. mitittur MV
corpus mortale P anima inmortale P aliquid in se P om. P emitit P
(mortali Isid.) (inmortali Isid.)
(emittitur Isid.)
Además, Isidoro acude en apoyo de los métodos internos de crítica textual que permiten aislar también a M y V dentro de su familia como no dependientes entre sí, ya que muestran por separado coincidencias con P y las Diff. de las que su respectivo pariente en cada caso carece.
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De todos los pasajes examinados, hay uno en el que la mayor coincidencia de P con Isidoro es especialmente importante en lo que respecta al juicio que habrá de merecernos la distinta composición de P, M y V respecto a c1-c2 y t1-t2. La transición de t1 a t2, esto es, hacia el grueso del tratado anatómico, es no solamente mucho más parecida al texto isidoriano en P que en MV (de hecho, P conserva el singulorumque membrorum differentiam, ausente en MV), sino que ofrece una prueba de tal dependencia (sequente Ysidoro), de la que MV carecen. Resulta más verosímil la modificación o supresión de elementos que pensar en 1) una identificación de la fuente por parte de P (recordemos que MV carecen de toda referencia al texto isidoriano como su fuente), y 2) una reelaboración del pasaje transicional para asemejarlo a su fuente. Contamos, por tanto, con un primer argumento para pensar que P, total o parcialmente, recoge un estado más primitivo del texto y más cercano a su fuente, sobre el que se operaron las modificaciones que dieron lugar a una carta más breve, de la forma en la que ésta aparece en MV 30. En segundo lugar, la comparación de los distintos textos de la Epist. con su fuente nos puede servir para acotar algo más el ámbito de creación de la primera siempre y cuando consigamos establecer con qué familia de códices isidorianos se relacionaba la copia que sirvió de base de trabajo al anónimo redactor del texto médico. Son pocos los loci del texto que nos ha venido sirviendo de ejemplo en los que podemos encontrar referencias inequívocas a un grupo de códices determinado, pero su número y características dentro del conjunto de la obra no dejan lugar a dudas. Observando el texto de la Epist. contamos con pistas suficientes como para apostar por una de las familias que componen la tradición de Diff. como aquella a la que presumiblemente perteneció el ejemplar fuente de nuestra obra. Se trata de la ya mencionada familia z, cuyos miembros (aCbvM más Af) remiten a un modelo creado a más tardar en el s. VIII, presumiblemente en ambientes insulares, dentro o fuera del Continente. He aquí dos coincidencias que corresponden a las primeras líneas de t2, y como apoyo, a modo de ejemplo, dos más correspondientes a pasajes posteriores del texto (citados por ello mediante el parágrafo de las Diff. en la PL):
30 Otro pasaje que puede apoyar esta interpretación es una de las dos excepciones que más arriba señalamos (cf. supra n. 14): probablemente la ausencia en MV de la referencia a Agustín que aparecen en P haya de interpretarse, a la luz de su fuente principal, como una supresión por parte de los primeros, o, en cualquier caso, por la conservación en P de un estado más antiguo de la adaptación-redacción Diff. > t2, ya que en el correspondiente pasaje isidoriano leemos «In capite autem, ut ait sanctus Augustinus, tres tamquam uentriculi cerebri constituti sunt» (cf. § 51).
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Diff. (texto crítico aceptado) 114-115. mortali
Diff. (aparato) mortale CM
115. inmortali
inmortale C
120. Corpus autem eius ex ossibus et carnibus constat 114. Diuiditur in quatuor elementis § 53 quae et iuuentutem significat et sexus naturam distinguit
corpus autem eius ex carnibus neruis constat M autem post diuiditur add. b IIIIor Cb quae et in iuuentutem significat et sexus naturam distinguit A
§ 66 umbilicus est nota impressa
umbilicus est rota impressa Ab
PMV corpore mortali MV corpus mortale P anima inmortali MV anima inmortale P Corpus eius ex ossibus neruis et uenis et carne constat PMV autem post diuiditur add. P IIIIor PM quatuor V quae et in iuuentutem et sexus naturam distinguit P quae et in iuuentutem sexus naturam distinguit MV umbilicus est rota impressa PMV
El modelo de la Epist. no es ninguna de las copias conservadas, pero la confluencia de lecturas similares a las de todos o alguno de los manuscritos de este grupo nos induce a pensar que se trataba de un códice emparentado con ellos, y por tanto, presumiblemente en contacto con sus zonas y centros de influencia, que son, como vimos antes, Bobbio (aA), Benevento (v), Fulda (b), Corbie (CM) y Reichenau (f ). He aquí pues las zonas en torno a las que presumiblemente hemos de buscar la cuna de nuestra Epist.
3. CONCLUSIONES A partir de lo expuesto hasta aquí, y especialmente gracias al estudio y comparación de las tres copias de la Epist. entre sí y con la fuente principal de t2, podemos concluir lo siguiente respecto al cómo, cuándo y dónde de la composición de esta obra anónima: 1. En primer lugar, su fecha de composición ha de enmarcarse entre mediados del s. VII, momento en el que como pronto habría podido aparecer el arquetipo de la familia z de las Diff. que le sirvió de base, y finales del IX, fecha de la que data P, su testimonio manuscrito más antiguo localizado hasta el día de hoy. 2. En segundo lugar, sabemos que los tres testimonios manuscritos conservados de la carta y del tratado anatómico probablemente proceden de un arquetipo común en cuyo códice los Gynaecia de Vindiciano, atribuidos a Hipócrates, precedían a nuestro texto. 3. En tercer lugar, gracias al fragmento de las Historiae de Orosio copiado en P, hemos determinado que éste códice guarda relación con otro escrito en Bretaña en el s. IX. También sabemos que tanto su versión de las Historiae como de nuestro tratado se remontan, por vía directa o indirecta, a familias de textos relacionados con ambientes insulares asentados en el Continente. En el caso de las Historiae, el vínculo se establece a través de su propia tradición. En el caso de la carta y el tratado atribuidos a Lucas, a través de la historia de su fuente principal: el llamado libro II de Diff. Es más, hemos visto que en las familias de ambas obras se da una coincidencia manuscrita relevante: en el caso de
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las Historiae, Q mantiene vínculos con el códice Milano, B. Ambr. B.31 sup., que es nuestro códice A de las Diff., miembro de la familia z. 4. En lo que hace a la redacción de la Epist., la identificación de su fuente principal y su comparación con ella nos permite elegir entre lecturas de P, M o V (o de un par de códices frente al tercero) que son igualmente correctas desde un punto de vista estrictamente gramatical y semántico. Y, lo que es más importante, el texto isidoriano nos permite pensar que de las dos versiones en las que se nos ha transmitido el comienzo de la Epist., esto es, de las dos versiones de la carta, aquella que presenta P es, en su enlace con el texto isidoriano, anterior a la que comparten MV, ya que su texto está más cerca de la redacción de las Diff. Teniendo en cuenta todo lo anterior, me atrevo a postular una hipótesis que explica las diferencias de presentación de la Epist. en las tres copias manuscritas que de ella conocemos: nos encontraríamos ante un tratado médico anónimo, escrito entre mediados del s. VII y comienzos del IX, originario probablemente de ambientes insulares de la Europa meridional (o con ellos relacionado desde muy pronto). Al ser preparado para su difusión habría recibido un epígrafe («Ista est ergo ...») cuya posición y forma se conserva en V. Posteriormente, la mención de Lucas entre las auctoritates citadas por el anónimo o los anónimos redactores del tratado médico habría llamado la atención de algún copista, quien, dado el uso genérico tradicional que impelía a dar forma de carta a los escritos que transmitían conocimientos médicos, pasó a identificar y presentar la obra mediante el nombre de su fuente más «autorizada» y extraña, el evangelista Lucas, recibiendo así la denominación de Epistula Lucae. Si el copista de P como códice (o del modelo al que éste en última instancia se remonte) hubiera hallado en su modelo el primer epígrafe de nuestro tratado copiado al margen, o sin separación de líneas respecto al explicit de los Gynaecia, no es de extrañar que, confundido, considerase éste como parte del explicit de lo anterior, e iniciase directamente la copia de la carta sin el epígrafe, aportándole entonces una forma epistolar plena en su incipit, forma que ha sido la más difundida –y la única impresa hasta ahora– gracias a la edición de Rose. Nos queda aún tratar de dilucidar por qué, cómo, cuándo y dónde el autor del segundo modelo introductorio (la carta tal como es transmitida por MV) parece haberse esforzado en borrar todo tipo de referencias autorizantes (¿acaso deseaba construir un «verdadero» falso?), o si, frente a la teoría más verosímil y a nuestra actual opinión, M y V conservan un texto original breve, aumentado en P. Todo ello, como otros muchos aspectos del estudio de nuestra Epist., habrá de esperar a mejor ocasión. En cualquier caso, y para cerrar mis palabras como debo, es decir, refiriéndome a quien nos ha reunido aquí, me gustaría señalar que no deja de resultar curioso el que si el texto de P no se nos hubiera conservado, la Epist. habría perdido la mención a todas sus «fuentes», incluida la poco más que hipotética de Lucas, que no obstante le otorgó su título, y ¿cómo no?, la cierta de Isidoro de Sevilla.
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Apéndice Edición crítica de c P Paris, Bibliothèque Nationale de France lat. 4883, f. 3rb (+ 6vb), s. IX-X. M München, Bayerische Staatsbibliothek lat. 5257, f. 26r, s. XI-XII. V Città del Vaticano, Biblioteca Apostolica Vaticana Pal. lat. 1098, f. 57v, s. XV2.
P 1
Ista est ergo in ordinatione humani corporis Luce demonstratio INCIPIT EPISTVLA LVCE EVANGELISTE Lucas Xpi seruus et medicus omnibus xpianis et medicis haec epistula.
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MV
Constat Hypocratem medicum per tempora sua pagana scripsisse uolumina et ideo ibi aliqua esse obscura quaedam uero genetialia sicut est illud VII stellis omnia ministrare quem gentiles credebant ex sole habere spiritum, ex luna corpus, ex marte stella feruorem, ex mercurii stella linguam et sapientiam, ex ioue coitum, ex uenere amorem, ex saturno tarditatem, quae omnia non sunt xpianis medicis credenda quia omnis administratio et omnis medicina a deo procedit, et ibi laudabitur medicus ubi uoluerit dominus. Et ideo nos qui artis medicinae curam exercemus et xpiani sumus et libros Hypocratis habemus, quod ille dixit utile probatum tenemus, quod uero ille aut minus aut obscure dixit nos aelucidando transcribimus ut melius legentis intellegat. Quod ibi aliquid addam[us] ex libris sancti Isydori aut sancti Augustini aut sancti Gregorii aut Luce euuangeliste quia toti isti de arte medicine plura dictauerunt credentis nobis ad futurum dnî nrî i£u xpî auxilium ut tanto melius perficiat artis nostre operatio quanto ab eo qui est omnipotens medicus libri nostri corrigantur omnem carentem mendatium. EXPLICIT.
Lucas Xpi seruus et medicus omnibus xpianis medicis hanc epistulam scribit. Constat Hypocratem medicum pagana per tempora sua scripsisse uolumina et ideo ibi aliqua esse obscura quaedam uero genetialia
et omnia non esse xpianis medicis credenda quia omnis medicina a deo est, et ibi laudatur medicus ubi operatur dominus.
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10-14. Cf. Isid. Nat. 3,4; Anon. ad Cuimn. 7, 61-65. 1-2 (Istam ergo ordinationem humani corporis Lucas demonstrat in f. 6v transp. P ) EPL’A LUCE AEVVANGELISTE INCIPIT HOC MODO P, incipit epl’a luce euangeliste ordinationis humani corporis secundum NaTVRaM M, Ista est ergo in ordinatione humani corporis Luce demonstratio Incipit epl’a Luce euangeliste V 4 et P, om. MV 4-5 haec epistula P, hanc epistulam scripsit M, hanc epistulam scribit V 6 Hypocratem ego: hypocratem PM, ypocratem V 7 per tempora sua pagana P, pagana per tempora sua MV 9 genetialia ego: genitalia ante corr. P?, generalia post corr. P, gentilia MV 9-14 sicut... tarditatem P: om. MV 12 stella ego: stellam P 14 tarditatem ego: tarditate P || quae P, et MV || sunt P, esse MV 15 xpianis medicis MV: xpianis P 15-16 omnis administratio et P, om. MV 17 procedit P, est V, om. M || laudabitur P, laudatur MV 18 uoluerit P, operatur MV 19-31 Et ideo…EXPLICIT P, om. MV 20 sumus Rose ego: sunt P 23 aelucidando: aelucedando corr. P 28 futurum ego: futuram P .
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La medicina en algunos manuscritos de Isidoro de Sevilla CARMEN CODOÑER MERINO Universidad de Salamanca
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Aunque, dando la vuelta a un conocido proverbio latino: facilius inter horologia quam inter studiosos conueniet, podríamos decir que, asombrosamente, en lo que se refiere a Isidoro de Sevilla todo el mundo está de acuerdo en que la transmisión manuscrita de sus Etymologiae es inabarcable. Y no sólo por el número de ejemplares que nos conservan la obra, sino porque el carácter relativamente tardío de la mayoría de los ejemplares, unido a la amplia difusión de la obra, confieren casi a cada ejemplar una fisonomía propia. La consecuencia es que es factible trazar las líneas generales de la transmisión, pero más difícil es llegar a precisiones y completamente imposible intentar introducir en un stemma fiable los manuscritos tardíos. Naturalmente, llegado el momento de restituir un texto lo más próximo posible al original isidoriano, como al de cualquier otro autor que cuente con un excesivo número de códices, la solución debe ser drástica: hay que limitar el estudio a los manuscritos anteriores a una fecha dada, y de acuerdo con ellos editar el texto. Ahora bien, los manuscritos no sólo son válidos con vistas a la edición del texto que transmiten, a la reconstrucción de los centros culturales de un momento dado, al estudio de posibles huellas que ayuden a comprender los cambios fónicos, léxicos o sintácticos de esa época, etc. etc. En algunos casos, esos mismos manuscritos transmiten otras informaciones de gran valor: existencia de marginalia que ayudan a comprender la dirección que toma la lectura del anotador en concreto y, a través de él, la de un grupo de gente; reducciones o selecciones que nos llevan a apreciar no sólo qué aspectos del texto siguen vivos en cada época, sino también qué se considera inservible en la obra en un momento dado y, por último (esto no excluye la existencia de más posibilidades), qué significan las adiciones que suscita la lectura del texto. No me estoy refiriendo únicamente a pequeñas adiciones, por otra parte de sumo interés, sino a añadidos cuya pertinencia parece, a primera vista, inexistente, o que, por el contrario, guardan una estrecha relación con el texto «original». En cualquiera de los dos casos, esas adiciones abren nuevas perspectivas a la recepción del texto, al tiempo que contribuyen a trazar la historia «cultural» de una época.
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1. INTERPOLACIONES Este es el caso de algunas interpolaciones existentes dentro del cuerpo de las Etimologías de Isidoro de Sevilla en ciertos manuscritos tardíos. Ilustrativo puede considerarse el caso de una serie de manuscritos que, aunque no reproducen exactamente un mismo modelo, presentan coincidencias extremas en las inserciones acogidas en distintos puntos del texto isidoriano. Me interesa en esta ocasión una de las interpolaciones, en concreto la relacionada con la medicina. En primer lugar ofrezco una breve exposición sobre el lugar que ocupan, dentro de la transmisión manuscrita, los códices que contienen el escrito sobre medicina del que me voy a ocupar. 1.1. Manuscritos de la Biblioteca Ambrosiana H 187inf. (A) y Biblioteca Apostólica Vaticana: Lat. 623(V)1 Me centraré en estos manuscritos porque, por el momento, son los de mayor antigüedad entre los que he manejado. 1.1.1. Descripción El manuscrito ambrosiano es muy peculiar2. Preceden las epístolas entre Braulio e Isidoro. La considerada dedicatoria tiene el doble destinatario: Incipiunt libri ysidori iunioris spanensis epi ad braulium cesaren augustinum(sic) epm uel ad sesibutum suum scilicet dnm et filium scripti. En uobis... stilo maiorum
Sigue la tabla de capítulos del libro I y, a continuación, el libro I. El libro de medicina, en la edición de Lindsay, sigue a los tres primeros libros dedicados a las siete artes liberales, es decir, está inserto como libro IV3. El libro V corresponde a de legibus et temporibus. Sin embargo, en nuestro manuscrito, el libro sobre medicina va a continuación del libro de legibus, numerado como libro 4, de modo que pasa a ser libro 5. Sigue la segunda parte del libro V actual, o sea, el que trata del tiempo y de la historia, numerado también como 5 por error, puesto que el libro siguiente termina con un Explicit liber vi Incipit liber vii... En cuanto a los libros VII-IX figuran unidos como libro 8. Resumiendo, el orden de la edición de Lindsay está alterado en el siguiente modo: I(1) II(2) III(3) Va(4) IV(5) Vb(6) VI(7) VII-IX(8). A continuación del IX(8): Explicit liber viiii. Incipit ethimologiarum codices(sic) secunda pars. Incipit .i. de homine et partibus eius.
1
Utilizo estas siglas sólo a efectos de este artículo. Sólo he podido hacer una consulta rápida del mismo en una breve visita a Milán, pero he solicitado un microfilm para ahondar en las posibilidades del manuscrito. 3 Utilizo los números romanos para indicar la disposición de los libros en la edición de Lindsay, los números árabes para indicar la disposición de los libros en los manuscritos estudiados. 2
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Falta, pues, el libro X, ausencia que nos remite a una tradición muy concreta de esta obra isidoriana4. La adición que nos interesa está al final del libro de medicina y ocupa los ff. 85r-89r. Por lo que se refiere al ms. 623 del fondo vaticano latino de la Biblioteca Apostólica Vaticana, se trata de un códice de los siglos XIII-XIV, en pergamino, 156 ff. 315x224 mm., a dos columnas, con 46 líneas hasta el f. 13 y 47 ll. en el resto. Fue utilizado por Arévalo para su edición de las Etymologiae y atribuido por él al siglo XI5. Las Etimologías van precedidas del título de los libros y de una tabla de capítulos de cada uno de ellos; el número de capítulos es superior al transmitido por los manuscritos normalmente, coincidente con la capitulación que ofrece Lindsay antes del comienzo de la obra (pp. I-IV)6. El f.1r se abre con un Incipit liber ysidori ethimologiarum y seguidamente se encuentra el intercambio epistolar entre Braulio e Isidoro, impreso por Lindsay, a excepción de la última epístola, la VI, es decir, la que suele tomarse como dedicatoria de la obra. En el f.2ua, hay 4 líneas en blanco a continuación de la epístola V, y sigue la tabla del Vt ualeas, sin la presentación que suele llevar: Vt ualeas quae requiris.... En el f.2ub termina la tabla y seguidamente se repite la epístola V. Sin solución de continuidad, leemos la epístola VI que, en esta ocasión, va dirigida a Braulio7. Le sigue la tabla de capítulos del libro I, igual a la tabla de Lindsay más un de figuris accentuum. Estas capitulaciones que preceden a la obra no coinciden siempre con los capítulos en que se divide la exposición que, a su vez, superan el número de los consignados en las tablas. Los títulos que sirven de presentación a los capítulos dentro del texto no corresponden a la misma mano que éste; además, unas veces ocupan un hueco destinado a la titulación y otras se encuentran en los márgenes o son interlineales. El paso del libro X al libro XI va marcado con un epígrafe común a esta rama de la tradición: Explicit liber x partis primi libri ysidori ethimologiarum. Incipit secunda pars.
A eso se suma la peculiar colocación del libro X dentro de la obra. Al terminar el libro IX, mediada la primera columna del folio 83r, el resto queda en blanco, así como el verso del mismo folio, ocupado por unos trazos sin concluir. Siguen unas adiciones, de las que me ocuparé después, y sólo en el folio 86ua aparece el incipit del libro X que, curiosamente, da paso a las primeras palabras del libro XI: natura dicta ab eo quod nasci faciat aliquid etc. Es después de esta frase cuando comienza realmente el libro X. Se obtiene la impresión de que se ha manejado un ejemplar en el que el libro X no se encontraba y que ha sido la confrontación con otro modelo lo que ha llevado a la inclusión de este apartado.
4
Cf. M. REYDELLET, «La diffusion des Origines». PL 81, cols. 771ss. 6 W. M. LINDSAY, Isidori Hispalensis episcopi. 7 Unas veces va dirigida a Sisebuto, otras a Braulio y, en algunos manuscritos la encontramos dirigida a los dos como destinatarios. 5
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Por último, es interesante confrontar los finales al libro V, que suelen ayudar a fijar la tradición a la que pertenecen los manuscritos. Se trata de la última noticia del breve Chronicon que pone fin a este libro: Eraclius septimum decimum agit annum [vmdcccxxiv]. [Huius quinto et quarto religiosissimi principis sisebuti] Iudaei [in] Hispania Christiani efficiuntur. [Colligitur omne tempus ab exordio mundi usque in praesenterm gloriosissimi Reccesuinti principis annum x, qui est aera dcxcvi, ann. vmdccclvii] . Residuum sextae aetatis tempus Deo soli est cognitum. Lindsay. Eraclius xmoviimo imperii sui anno vdcccxxiiii iudei in hispania christiani efficiuntur & perses a romanis uincuntur. Residuum sext“ etatis tempus deo soli est cognitum. Ab inicio mundi usque ad xviimo eraclii annum sunt anni vdcccxxvii A Eraclius xvii decimum agit annum iudei in ispania xiani efficiuntur. Persi a romanis uincuntur vdcccxviij V
Como vemos, existe coincidencia, incluso de expresión, en la primera frase entre Lindsay y V. Sólo en la fecha coinciden los tres. A, sin embargo, coincide con Lindsay en la frase final de éste: Residuum sextae aetatis.... En cuanto a A y V, frente a Lindsay, tienen en común la inserción de Persi a Romanis uincuntur. Por último, A ostenta una lectura peculiar frente a los otros dos textos: Ab inicio mundi usque ad xviimo eraclii annum sunt anni vdcccxxvii La ausencia en V de la coletilla que aparece en la mayoría de los manuscritos relativa al resto de la Sexta Edad: Reliquum sexte aetatis tempus soli deo est cognitum se explica inmediatamente porque en este códice la crónica no acaba aquí, sino que se añade a continuación una nueva noticia sobre Heraclio y su madre Martina relacionada con la herejía de los acéfalos, noticia que encontramos en Beda, así como el resto de las ofrecidas por este autor, aunque muy resumidas8. Es posible que fueran tomadas de Beda, aunque también cabe que se encontraran ya en el modelo manejado. La última corresponde al año 729, momento del traslado de los restos de Agustín a Pavía por parte de Liutprando9. Teodosius annum .i. Anastasium ... clericum et presbiterum fecit ordinari... Leo viij. Leubrandus rex longobardorum ossa sancti Augustini de Sardinia transtulit in Ticino & cum magno honore condidit. vdccccviij.
De la sucinta descripción del contenido de ambos manuscritos, puede llegarse a alguna conclusión. Dentro de las diferencias que los separan, encontramos algunos puntos en común de cierta importancia:
8 de ratione temporum: Heraclonas cum matre sua Martina annis II. Cyrus, Alexandriae, Sergius et Pyrrhus, regiae urbis episcopi, Acephalorum haeresim instaurantes, unam operationem in Christo divinitatis /566C/ et humanitatis, unam voluntatem dogmatizant. 9 Por tanto, por lo que se refiere a la fecha, de esta adición al menos, hay que pensar en que sea posterior a mediados del siglo VIII.
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1. Tanto A como V pertenecen a una tradición en que las Etimologías todavía guardaban el recuerdo de una primitiva presentación en dos partes10. 2. La ausencia en el A del libro X tiene su correspondencia en el V, ya que la inserción del libro X es un tanto irregular y plantea la duda sobre su primitiva presencia en la primera parte11. 3. La familia de ambos manuscritos es la misma (cf. Persi a Romanis uincuntur), aunque después cada apógrafo haya sufrido influencias procedentes de otras ramas de la tradición. Dicho esto, pasamos al objeto concreto de esta exposición. 1.2. Las interpolaciones En mi primer contacto con el códice Vat. lat. 623, ya sabía, gracias a la consulta previa del catálogo de los manuscritos vaticanos, así como de la parte correspondiente de los Isidoriana de Arévalo, que iba a encontrarme con unas Etimologías interpoladas. El catálogo de Vatasso-Cavalieri registraba unas Notae iuris, la Cena Cypriani, los versos de Paulo Diacono In laudem S. Benedicti, remitiendo para el resto de las adiciones a Arévalo. Éste indica, sin atribución la mayoría de las veces, una serie de adiciones, cuya extensión tampoco especifica. La enumeración de Arévalo no cubre todas las interpolaciones existentes, cosa que un análisis detallado me ha permitido encontrar. Hay que tener en cuenta que Arévalo no aporta datos sobre las interpolaciones más o menos breves que van encajadas en el texto, señalando sólo las que podríamos llamar exentas. Entre éstas, Arévalo (col. 771) menciona la que aquí me interesa en los siguientes términos: 24. Liber quartus de Medicina, ut in Editionibus, sed post ultimum caput, corpus curatur, adjiciuntur alia De causa et exordio medicinae, et a quibus habuit initium et nomen: In diebus denique illis, etc., et sanum efficitur: ubi multa explicantur de rebus medicis et praecipuis inuentoribus medicinae. In libro V, cap. 27, de poenis in legibus constitutis...
El mismo Arévalo menciona como «semejante» a este códice, por lo que respecta a las adiciones, el Vat. Ottob. lat. 447. La transcripción de todos los pasajes interpolados que, como he dicho, son todavía más de los registrados por Arévalo, me deparaba sorpresas frecuentes y problemas más frecuentes todavía. Por lo que se refiere a la adición al libro cuarto de medicina, se trata de un pequeño tratado que ocupa en el manuscrito 2 folios y medio (39ub-42ra). La ausencia de atribución, unida a mi ignorancia de esta materia, me llevó, ya hace años, al Dr. Vázquez Buján que, a su vez, me remitió al Dr. Samuel Kottek de la Universidad de Jerusalén, el cual, por la breve descripción del contenido que le envié, lo identi-
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Cf. M. REYDELLET, «La diffusion des Origines». C. CODOÑER, Introducción.
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ficó en su primera parte como la versión latina de un texto de Asaph, autor judío del siglo VII, según Muntner12. En efecto, al consultar la parte del libro de Ludwig Venetianer13, donde da la traducción de lo que llama introducción al libro de Asaph, comprobé que, en líneas generales, coincidía con la parte inicial del texto encontrado en Vat. lat. 623. Esta introducción, que Venetianer encontró solamente en el manuscrito 231 de la Biblioteca del Estado de Baviera, según el mismo estudioso, es dudoso que fuera antepuesta por Asaph a su obra. Es decir, no se le puede atribuir. Me encontraba así con un texto que sólo parcialmente, en una octava parte, era relativamente semejante a un texto de autoría no conocida, insertado como introducción al texto atribuido a Asaph14. En cuanto al resto del opúsculo, no he logrado dar con su procedencia15. A partir de aquel momento, he encontrado otros cinco manuscritos, tres de ellos escurialenses de los siglos XIV y XV (b.I.12; &.I.2 y R.II.11), uno en París, Biblioteca Mazarine 689, del siglo XIV16 y, por último el ya mencionado de la Ambrosiana de Milán H 187, del siglo XIII. Todos ofrecen esta misma interpolación y participan, en todo o en parte, del resto de las localizadas en Vat. lat. 623 y Ottob. lat. 47717. 1.3. Posible origen de los testimonios más antiguos El hecho de tratarse de un texto latino, cuya identificación sigue siendo para mí un enigma, hizo que mi interés se orientara en una dirección concreta: la localización del lugar geográfico en donde se podía haber producido la interpolación. Para ello contaba con la ayuda del resto de interpolaciones, tanto de las obras de autor conocido, como de aquellas que aparecían sin atribución. La dificultad de llegar a una conclusión aceptable, tanto en lo referente al origen como a la fecha en que se había producido la inclusión de nuestro tratado, es evidente, ya que su inclusión no necesariamente tuvo por qué haberse producido en el mismo momento o lugar que el que podía augurarse a partir de otros pasajes añadidos. La presencia del pasaje añadido al libro IV de medicina en el manuscrito de la Ambrosiana, del siglo XIII, redujo las posibilidades de alcanzar conclusiones por esa vía, puesto que el número de adiciones significativas se reduce: no se encuentran ni las Notae iuris, ni la Cena Cypriani, ni los versos de Paulo Diacono In laudem S. Benedicti. Sí se encuentra, sin embargo, una adición procedente del de ratione rerum de Beda y el Indiculus de haeresibus18.
12
S. MUNTNER, «The antiquity of Asaph». L. VENETIANER, Asaf Iudaeus, pp. 6-7. 14 No pretendo entrar en los problemas que plantea el texto de Asaph. Una idea sobre los mismos puede formarse a partir de los estudios que siguen: A. MELZER, Asaph the Physician; E. LIEBER, «The hebrew ‘Book of Medicine’» y «An ongoing mystery». 15 Tengo que agradecer la generosidad del Dr. Fischer que me ha hecho llegar todo tipo de información sobre introducciones similares. 16 En este manuscrito faltan los libros V y VI de Lindsay. 17 Hay que advertir que las coincidencias no son totales, especialmente en lo que toca al R. II. 11, lo cual hace imprescindible estudiar bien la tradición del texto, con el fin de averiguar cuál fue el recorrido o la ocasión que permite encontrar esta misma tradición en Italia y en la Península Ibérica. 18 A. C. VEGA, S. Isidori Hispalensis. 13
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Podemos, pues, fijar una fecha post quem, el siglo IX, teniendo en cuenta la presencia de pasajes procedentes de Beda, y asegurar que es anterior al siglo XIII, fecha de nuestro manuscrito más antiguo por ahora: el ambrosiano. Por el momento es arriesgado emitir conjeturas sobre el lugar en que pudo haberse producido la inserción del apartado de «Asaph».
2. INTRODUCCIÓN AL TEXTO SOBRE MEDICINA El texto añadido a continuación del libro IV de las Etimologías, que trata sobre la medicina, contiene los siguientes capítulos: 1. De causa et exordio medicinae et a quibus habuit initium et nomen. 2. De partibus corporis secundum Asaph. 2.1. De prima parte corporis 2.2. De secunda parte corporis/hominis. 2.3. De tertia parte corporis 2.4. De quarta parte corporis et conuenientia aut disconuenientia sanguinis. 3. De quatuor humoribus, locis et effectibus in homine 4. De partitione anni in quatuor circulis. 5. De natura cerebri secundum Asaph. 6. De Ypocentauro et quomodo captus est et docuit Hipocratem. 7. De uenis neruis ossibus humoribus hominis secundum Galenum. 8. De assimilatione elementorum. 9. De curationibus. Parece posible establecer una división en dos partes, por un lado la atribuida con cierta seguridad a «Asaph», que incluye los cinco primeros capítulos19, y una segunda parte que no cuenta con atribución y abarca los capítulos 6 al 8. 2.1. Dos versiones de la introducción La edición del texto completo de que estamos tratando exige una investigación más en profundidad que la que hasta ahora he realizado. Tanto por lo que se refiere a la identificación de todas y cada una de la grandes y pequeñas adiciones comunes a los siete códices, como a la posible localización de otros manuscritos que ayuden a precisar fecha y lugar de origen. La búsqueda de ese posible origen y posible atribución está en sus comienzos y, sin ello, la edición sería incompleta. Por esta razón, me voy a limitar a dar el texto de la introducción, el relativo a la Historia de la medicina, el único para el que, hasta el momento, me ha sido posible encontrar algunas semejanzas en textos similares. En
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Cabe la posibilidad de que los capítulos que no figuran con atribución directa tengan distinto origen.
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primer lugar, ofrezco el texto inserto en las Etimologías20 y, a continuación, la traducción al inglés de la introducción a «Asaph»21, así como el texto editado por Sudhoff22, textos con los que existen ligerísimas coincidencias, más relativas a los datos que a la exposición en su conjunto. Posteriormente intentaré sacar algunas conclusiones, basadas en las dos partes de este artículo: el estudio de los manuscritos y los textos con los que se relaciona.
3. TEXTOS SOBRE EL ORIGEN DE LA MEDICINA 3.1. Etymologiae DE CAVSA ET EXORDIO MEDICINE ET A QUIBVS HABVIT INITIVM ET NOMEN23. In diebus denique illis et in tempore illo, quia multis erat mundus repletus sceleribus, ut impleretur quod dictum est in Libro Sapientia, pugnauit pro deo orbis terrarum contra insensatos. Ideo apostate angeli ad uindictam criminum uarios morbos ac diuersas infirmitates humano generi tulerunt, ut disciplinam piissimi patris per cataclismum exhibitam superbiam humanam suscipere tenuit suis exigentibus meritis malignis spiritibus miseri homines deludendi traderentur. Preterea ueniens omnis illa generatio ad Noe patrem suum narrauerunt ei quibus et qualibus mortium generibus affligerentur. Tunc conturbatus est ualde Noe cognouitque per sue prudentie spiritum quia pro innumeris piaculis hec humanum genus /39ua/ plaga monstraret. Sanctificatis itaque Noe ab omni inmunditia filiis et filiabus suis omnique domo sua accessit ad altare quod ab eodem post egressionem fuerat edificatum arte totisque uiribus deprecatus dominum ut hanc pestem sua pietate deleret. Misertus itaque dominus et condolens miseriis hominum, misit unum ex septem angelis stantibus ante se, cui nomen Raphael, quod est interpretatum medicina Dei ut, omnes inmundos spiritus ac potestates aerias sua uirtute cohercens ultra humanum genus ab huiusmodi plaga non deleretur. Veniens itaque angelus, ut aiunt, ostendit omnem in arboribus et herbis uariisque pigmentis medicinam deditque ad Noe. Deinde Noe, collectis in unum nominibus arborum herbarumque radicibus uarios filiorum flores ac diuersi generis pigmenta uolumen conscripsit et tradidit Sem filio suo. Et abinde, ut ferunt, nomen medicine uidetur exortum. Postea uero congregati uniuersi prudentes, primo de isto libro transtulerunt et scripserunt unusquisque secundum linguam gentis sue et multiplicata est scientia medicine super faciem terre per
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Basado en el Vat. lat. 623, con alguna corrección procedente de los demás manuscritos. Utilizo la traducción del artículo de A. BAL-SELA y H. E. HOFF, «Asaph on Anatomy»; la traducción de este fragmento ocupa las páginas 359-361. He confrontado dicha traducción con la que me hizo al castellano amablemente el Prof. Carrete Parrondo, el cual me indicó la baja calidad de la lengua hebrea del texto transcrito por A. JELLINEK, Bet ha-Midrash: Sammlung kleiner Midrashim und vermischter Abhandlungen aus dem älteren jüdischen Literatur, vol. 3, Leipzig, C. W. Vollrath, 1855. 22 K. SUDHOFF, «Ein neuer Text». 23 La numeración en folios corresponde al Vat. lat. 623. 21
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uarias terrarum nationes. Non sunt itaque inuenti sapientes ex omnibus gentibus qui sic inuestigarent et cognoscerent huius artis peritiam sicut sapientes Indie, Sirie, Egyptiorum et Macedoniorum. Sapientes itaque Indie perscrutati sunt omnem scientiam in lignis et pigmentis. Sapientes uero Sirie inuenerunt scientiam in herbis et seminibus terre. Prudentes uero Macedonie uidentur primum in huius artis peritia claruisse. Sapientes uero Egiptiorum ceperunt auguriari secundum suam scientiam in astris celi et in uariis incantationibus; et ipsi inuenerunt librum Chaldeum, quem transtulit Cinarius filius Hur, filii Cedebe, qui fuit auctor aruspicum et incantationum. Creuit itaque horum scientia in libris medicinalibus ualde, donec surgeret Asclepius, unus ex Macedonum sapientibus et quadraginta uiri cum eo aruspices docti et perambulantes Indiam uenerunt in terram Nahor, qui est locus proximus Paradiso, ut inquirerent lignum uite et magnificarentur gloriam suam super omnes sapientes terrarum. Cum uenissent ad locum illum inuenerunt uaria artis medicine ligna. Sed contra fas inquirere cupientes, uersatilis gladius qui ab angelorum custodia malorum ante Paradisum collocatus /39ub/ est, eos percutientes flammarum ictibus interfecit et nec unus quidem ex eis remansit. Tunc et medicina simul cum auctoribus defecit latuitque per annos pene sexcentos triginta usque ad tempus Artaxerssis regis Persarum; tunc ea reuocatur ad lucem. Ypocrates, patre Asclepio natus in insula Choo, et alii sapientes gentium, id est, Asaph Hebreus, Discorius, Balatheus et Galienus Cappadocenus et multi alii sapientes reliqui renouauerunt artem medicine que permanet usque in odiernum diem.
3.2. Introducción al libro de Asaph (trad. A. Bal-Sela.- H. E. Hoff) /359/ This is the Book of Medicine copied by the ancient sages from the book of Shem, son of Noah, which was given to Noah on Luvar, one of the mountains of Ararat, after the flood. Now in those days and at that time the evil spirits began to assail the children of Noah, to lead them astray and deceive them, afflict them and inflict upon them diseases, sufferings, and all kinds of ailments which asyl and destroy the children of man. Thereupon, all the sons of Noah and their children came together, and related their afflictions to Noah their father, and told him about the sufferings they saw in their children. Noah /360/was terrified, for he realized that it is because of men’s sins and their evil ways that they suffer from all kinds of diseases and ailments. Then Noah sanctified his sons, the members of his household, and his family together, he approached the altar, raised burnt offerings, and prayed to the Lord, who heard his plea and sent one of his Angels of the Interior, the Holy Ones, whose name was Rafael, to banish the evil spirits from beneath the heavens, so that they would no longer destroy the children of man. The angel did so, and imprisoned them in the House of Justice, but one in ten he left to travel the land under the Prince of Enmity to oppresse the evil-doers, to strike and afflict them with all kind of diseases and ailments, and to inflict suffering. Now the angel revealed to Noah the remedies for the afflictions of the children of man, all kind of medications, and how to cure with the trees of the land, the plant of the soil, and its minerals. He also sent the prince of those spirits that were left to show Noah and reveal to him all the medicinal trees, the herbs, the plants, the grasses, their roots and seeds, and the purpose of
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their creation, and to teach him all their medicinal properties, for deliverance, cure, and life. Noah wrote all these things in a book, and he gave it to Shem, his eldest son. From his book, the ancient sages copied and wrote many books, each one on his own tongue, and the knowledge of medicine increased throughout the land, and among all the nations that examined the medical books, among the sages of India, the sages of Macedonia, and the sages of Egypt. Now it was the sages of India who travelled in search of all the medicinal trees and the balsams. The sages of Aram discovered the various healing herbs and their seeds and translated the meaning of the books into Aramaic. The first on the earth to begin to cure were the sages of Macedonia. The sages of Egypt started to conjure and augur, according to the constellations and the stars, and to teach the Book of Knowledge of the Chaldean, copied by Kenan ben Ur ben Kesed, on all the practices of the sorcerers. Their wisdom was indeed great, until they arose Asklepios, one of the sages of Macedonia, and with him forty /361/men from among the sorcerers learned in the copied books, and they walked through the land and passed beyond India unto the land of Nod east of Eden to find the trees of life, that their glory might be increased above the sages of the earth. And it came to pass, as they came to that place, that they found the medicinal trees and the Tree of Life, and they stretched forth their hand to take them. Then the Lord flashed upon them the flame of the Turning Sword, and they all were ablaze in the sparks of the lightning; not a man escaped. Medicine forsook the physicians, and the knowledge of the physicians stood still for six hundred and thirty years, until the reign of Artaxerxes the king. In his days there arose a discerning and wise man, learned in the knowledge of the books of medicine, and understanding in everything; his name was Hippocrates the Macedonian. He and the other sages of the nations, Asaf the Jew, Dioscorides of Baalat, Galen the Kaftorite, and many more sages, re-established the glory of medicine, and it continues unto this day.
3.3. Relación entre ambos Comencemos por el segundo, el que sirve de introducción al «Libro de Asaph»24. Su relación con el Libro de Jubileos 10 se ha hecho notar ya hace mucho tiempo. Doy su traducción al inglés para que el lector pueda juzgar el grado de afinidad: 10:1 During the third week of this jubilee impure demons began to mislead Noah’s grandchildren, to make them act foolishly, and to destroy them. 10:2 Then Noah’s sons came to their father Noah and told him about the demons who were misleading, blinding and killing his grandchildren. [...] 10:8 When Mastema, the leader of the spirits, came, he
24 Ya A. JELLINEK (cf. O. c., n. 21), p. 155, veía el paralelo con el Libro de Jubileos 10. Este libro, editado por J. C. VANDERKAM, Lovaina, E. Peeters, 1989, en su versión etiópica y lo que resta de las versiones griega y latina, ha sido fechado en torno al último cuarto del siglo II a. C. La versión inicial en hebreo se ha perdido y tanto la versión etiópica como la latina proceden de la versión griega, basada, a su vez, en la hebrea. De este pasaje sólo se conserva la versión etiópica, de manera que doy, a continuación, la traducción inglesa de Vanderkam, que acompaña a su edición en el tomo siguiente del Corpus Scriptorum Christianorum Orientalium, p. 58.
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said: ‘Lord creator, [...]. 10:9 Then he said that a tenth of them should be left before him, while he would make nine parts descend to the place of judgment. 10:10 He told one of us that we should teach Noah all their medicines because he knew that they would neither conduct themselves properly nor fight fairly. 10:11 We acted in accord with his entire command. All of the evil ones who were savage we tied up in the place of judgment, while we left a tenth of them to exercise power on the earth before the satan. 10:12 We told Noah all the medicines for their diseases with their deceptions so that he could cure them by means of the earth’s plants. 10:13 Noah wrote down in a book everything (just) as we had taught him regarding all the kinds of medicine, and the evil spirits were precluded from pursuing Noah’s children. 10:14 He gave all the books that he had written to his oldest son Shem because he loved him much more than all his sons.
Volviendo ahora a nuestros dos textos, observamos que de su lectura se desprenden algunas observaciones interesantes. Existen detalles muy característicos, que se pierden o cambian en el texto latino. Uno de ellos es la mención de un Prince of Enmity, que aparece en los manuscritos del Mar Muerto, atribuido a Balial, y se corresponde con Salmos Apócrifos 1.5-6. Ello nos lleva a un posible origen primero de esta redacción. A ello se une la presencia de Aram para referirse a los sabios, que en la versión latina aparecen como ‘sabios de Siria’. Aram mencionado en la Biblia hebrea es el equivalente aproximado de Siria y, sobre todo, cuna de los arameos, pueblo al que los hebreos consideran como el más afín. Se trata, por consiguiente, de dos textos con numerosos puntos en común, pero no idénticos. Por esta razón, llegado este punto, conviene abordar el problema de las dos redacciones, hebrea y latina, que se anteponen a un libro de medicina, distinto en cada caso. La hebrea encabeza el Libro de los Remedios de Asaph ha-Rophe y la latina, la conservada en los manuscritos de las Etimologías, a un llamado libro de Asaph. Para mayor claridad en la comparación, recojo nuevamente los textos, pero dando la correspondencia entre las dos versiones en doble columna. TEXTO LATINO BOOK OF ASAPH This is the Book of Medicine copied by the ancient sages from the book of Shem, son of Noah, which was given to Noah on Luvar, one of the mountains of Ararat, after the flood. Now on those days and at that time In diebus denique illis et in tempore illo, quia multis erat mundus repletus sceleribus, ut impleretur quod dictum est in Libro Sapientia, pugnauit pro deo orbis terrarum contra insensatos. Ideo the evil spirits began to assail the children of apostate angeli ad uindictam criminum uarios Noah, to lead them astray and deceive them, morbos ac diuersas infirmitates humano generi afflict them and inflict upon them diseases, tulerunt, ut disciplinam piissimi patris per sufferings, and all kinds of ailments which sayl cataclismum exhibitam superbiam humanam suscipere tenuit suis exigentibus meritis, malignis and destroy the children of man.
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Thereupon, all the sons of Noah and their children came together, and related their afflictions to Noah their father, and told him about the sufferings they saw in their children. Noah /360/was terrified, for he realized that it is because of men’s sins and their evil ways that they suffer from all kinds Then Noah sanctified his sons, the members of his household, and his family together, he approached the altar, raised burnt offerings,
spiritibus miseri homines deludendi traderentur. Preterea ueniens omnis illa generatio ad Noe patrem suum narrauerunt ei quibus et qualibus mortium generibus affligerentur. Tunc conturbatus est ualde Noe cognouitque per sue prudentie spiritum quia pro innumeris piaculis hec humanum genus plaga monstraret.
Sanctificatis itaque Noe ab omni inmunditia filiis et filiabus suis omnique domo sua accessit ad altare quod ab eodem post eggresionem fuerat edificatum arte totisque uiribus deprecatus dominum and prayed to the Lord, ut hanc pestem sua pietate deleret. Misertus itaque dominus et who heard his plea condolens miseriis hominum, and sent one of his Angels of the Interior, the misit unum ex septem angelis stantibus ante se, cui nomen Raphael, Holy Ones, whose name was Rafael, quod est interpretatum medicina dei to banish the evil spirits from beneath de the ut, omnes inmundos spiritus ac potestates aerias sua uirtute coercens heavens, so that they would no longer destroy the children ultra humanum genus ab huius modi plaga non deleretur. of man. The angel did so, and imprisoned them in the House of Justice, but one in ten he left to travel the land under the Prince of Enmity to oppresse the evil-doers, to strike and afflict them with all kind of diseases and ailments, and to inflict suffering. Veniens itaque angelus, ut aiunt, ostendit omnem Now the angel revealed to Noah the remedies in arboribus et herbis uariisque pigmentis for the afflictions of the children of man, medicinam deditque ad Noe. all kind of medications, and how to cure with the trees of the land, the plant of the soil, and its minerals. He also sent the prince of those spirits that were left to show Noah and reveal to him all the medicinal trees, the herbs, the plants, the grasses, their roots and seeds, and the purpose of their creation, and to teach him all their medicinal properties, for deliverance, cure, and life.
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Noah wrote all these things in a book, and he Deinde Noe, collectis in unum nominibus arborum herbarumque radicibus uarios filiorum gave it to Shem, his eldest son. flores ac diuersi generis pigmenta uolumen conscripsit et tradidit Sem filio suo. Et abinde, From his book, ut ferunt, nomen medicine uidetur exortum. the ancient sages copied and wrote many books, Postea uero congregati uniuersi prudentes, primo each one on his own tongue, and the knowledge de isto libro transtulerunt et scripserunt of medicine increased throughout the land, and unusquisque secundum linguam gentis sue et among all the nations that examined the medical multiplicata est scientia medicine super faciem terre per uarias terrarum nationes books, Non sunt itaque inuenti sapientes ex omnibus gentibus qui sic inuestigarent et cognoscerent huius artis peritiam sicut sapientes Indie, Sirie, Egyptiorum et Macedoniorum. Sapientes Indie perscrutati sunt omnem scientiam in lignis et pigmentis. was the sages of India who traveled in search of all the medicinal trees and the balsams. The sages Sapientes uero Sirie inuenerunt scientiam in of Aram discovered the various healing herbs and herbis et seminibus terre. their seeds and translated the meaning of the books into Aramaic. The first on the earth to begin to cure were the Prudentes uero Macedonie uidentur primum in sages of Macedonia. The sages of Egypt started huius artis peritia claruisse. Sapientes uero to conjure and augur, according the Egiptiorum ceperunt auguriari secundum suam constellations and the stars, and to teach the Book scientiam in astris celi et in uariis incantationibus; of Knowledge of the Chaldean, copied by Kenan et ipsi inuenerunt librum Chaldeum, quem transtulit Cinarius filius Hur, filii Cedebe, qui ben Ur fuit auctor aruspicum et incantationum. among the sages of India, the sages of Macedonia, and the sages of Egypt. Now it ben Kesed, on all the practices of the sorcerers. Their wisdom was indeed great, until they arose Asklepios, one of the sages of Macedonia, and with him forty /361/men from among the sorcerers learned in the copied books, and they walked through the land and passed beyond India unto the land of Nod east of Eden to find the trees of life, that their glory must increased above the sages of the earth. And it came to pass, as they came to that place, that they found the medicinal trees and the Tree of
Creuit itaque horum scientia in libris medicinalibus ualde, donec surgeret Asclepius, unus ex Macedonum sapientibus et quadraginta uiri cum eo aruspices docti et perambulantes Indiam uenerunt in terram Nahor, qui est locus proximus Paradiso, ut inquirerent lignum uite et magnificarentur gloriam suam super omnes sapientes terrarum. Cum uenissent ad locum illum inuenerunt uaria artis medicine ligna. Sed et lignum uite contra
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Life, and they stretched forth their hand to take fas inquirere cupientes, them.Then the Lord flashed upon them the flame uersatilis gladius qui of the Turning Sword, ab angelorum custodia malorum ante Paradisum collocatus /39ub/ est, eos percutientes flammarum ictibus interfecit and they all were ablazed in et nec unus quidem ex eis remansit. Tunc et the starks of the lightning; not a man scaped. Medicine forsook the medicina simul cum auctoribus defecit latuitque physicians, and the knowledge of the physicians per annos pene sexcentos triginta usque ad stood still for six hundred and thirty years, until tempus Artaxerssis regis Persarum; tunc ea reuocatur ad lucem. the reign of Artaxerxes the king. In his days there arose a discerning and wise man, learned in the knowledge of the books of medicine, and understanding in everything; his name was Hippocrates the Macedonian. He Ypocrates, patre Asclepio natus in insula Choo, and the other sages of the nations, Asaf the Jew, et alii sapientes gentium, id est, Asaph Hebreus, Dioscorides of Balaat, Galen the Kaftorite, and Discorius, Balatheus et Galienus Cappadocenus many more sages, re-established the glory of et multi alii sapientes reliqui renouauerunt artem medicine que permanet usque in odiernum diem. medicine, and it continues unto this day.
Pueden sacarse algunas conclusiones de esta confrontación. La primera de ellas es que el texto latino es una adaptación del hebreo. En primer lugar, el traductor ha prescindido de la presentación, ya que ésta convenía exclusivamente a una intención: servir de introducción al libro de Noah. Las explicaciones innecesarias para el autor del texto hebreo, aparecen en el texto latino. Basten como ejemplo los ut aiunt, ut ferunt, las etimologías o explicaciones del nombre del arcángel Rafael: quod est interpretatum medicina Dei y la inserción de algún quasi sinónimo como el et incantationum que sigue a aruspicum o el in uariis incantationibus colocado tras in astris celi o el conjure que precede a augur25. Algo parecido representan las aclaraciones a acciones o elementos que el traductor supone desconocidos tal vez por el lector o que piensa que debe destacar. Noe se da cuenta, per sue prudentie spiritum, de las razones que han motivado la plaga. El altar en el que ofrece los sacrificios es quod ab eodem post egressionem fuerat edificatum arte. El Señor siente compasión por los hombres: condolens miseriis hominum. Se repiten las ideas, a fin de que el lector, en cada momento, se sitúe sin dificultad en la secuencia narrativa: ut hanc pestem sua pietate deleret, ab huiusmodi plaga, arborum herbarumque radicibus uarios flores filiorum ac diuersi generis pigmenta.
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Tal vez podría verse aquí un indicio del lugar de traducción, preocupado por este tipo de diuinatio.
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Más interesantes, en otro plano, son algunas variantes del texto latino respecto al hebreo. Comenzando por las más sencillas, pero no por eso menos significativas, llama la atención la sustitución de The sages of Aram por Sapientes uero Sirie, sustitución que se corresponde con la eliminación de la complementación de la noticia en el texto hebreo: and translated the meaning of the books into Aramaic, adición que parece haber sido importante para el autor del texto, puesto que no da noticias de ninguna otra lengua más que de ésta. En esa misma línea podría interpretarse la transformación del ángel enviado por Dios: one of his Angels of the Interior, the Holy ones, en unus ex septem angelis stantibus ante se. También es posible que responda a la misma tendencia la versión del siguiente pasaje; la traducción del texto hebreo nos dice que los sabios, a la vista del árbol de la vida: stretched forth their hand to take them, mientras lo que leemos en el texto latino es Sed et lignum uite contra fas inquirere cupientes. Esta intención tal vez sea más perceptible en la inserción inicial de una frase bíblica del Libro de la Sabiduría que vincula la plaga enviada por Dios y su consiguiente iniciación a la medicina como remedio: quia multis erat mundus repletus sceleris, ut impleretur quod dictum est in Libro Sapientiae, «pugnauit pro deo orbis terrarum contra insensatos». Ideo apostate angeli ad uindictam criminum...
dando así al simple relato hebreo: and at that time the evil spirits began to assail... un tinte cristiano evidente, siendo la presencia del apostate angeli un indicio más a favor de esta hipótesis.
4. VERSIÓN DEL INITIVM MEDICINE DE SUDHOFF Texto de K. Sudhoff26, INCIPIT LIBER DE INVENCIONE ARTIS MEDICINE, QVOMODO FVIT INVENTA ARS MEDICINE IN TEMPORE NOE: Inuencionem seu exordium artis medicine temporibus Noe phisici asserunt fuisse. Nam post diluuium demones ceperunt filijs hominum pro peccatis eorum morbos et passiones inferre et ad mortem perducere. Condolens igitur filiis suis ad altare accessit, holocaustum domino obtulit et dominum super hijs orauit. Misit igitur dominus angelum Raphael ad repellendum demonum pestem et ipsos ab omnibus. Vni tamen permisit potestatem flagellandi homines pro iniquitatibus ipsorum. Tunc eciam, dej misericordia permittente, angelus domini omnem medicinam generi humano tradidit ac spiritus domini gratiam intellectus ei contulit in omni creatura. Didicit ergo Noe medicinam ab angelo in omni
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Cf. n. 22.
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genere lignorum radicum, herbarum et seminum et omnium rerum corporearum. Scripsitque librum medicinarum cum suo filio Sem et ab eo translata ars per diuersas gentes secundum linguas suas. Nulla tamen gens sic eam scrutata est sicut sapientes Indie, Syrie et Macedonie et Egipti. Quia Indi reperierunt medicinas et pigmenta lignorum, Siri herbarum et seminum; Macedones primi omnium mederj coeperunt incantare et artes magicas exercere et astrorum doctrinam dare et librum Caldeorum tradere, quem uocant librum nigromancie, quem composuit vir Noe, Ur filius Cas ad omne opus artis astrologie et magnificauit in eis sapientiam suam. De sapientibus autem Macedonie puer vnus et cum eo virj .xl. artibus docti magicj transierunt per Indiam ab oriente in paradisum, vt lignum viuentium inuenirent, per gloriam suam magnificarent, et lignum vite inuenerunt, sicut scriptum est in libro verbi sapientie. Tuncque misissent vnum, ut tolleret de illo, aliquj fulmine percussi sunt, sicut in historia alibj legitur, et non remansit vnus ex ipsis. Post hec relicta fuit ars medicine per annos ccc.lx., donec venit imperium Artexersis regis. Cuius temporibus vir sapiens in libris medicine, nomine Ypocras de Macedonia, artem restaurauit et sapiens in gentibus relinquit, Disturium de Balathi et Galienum, qui fuit de Capadocia, et alios quam plures, qui hanc artem tractauerunt et elucidauerunt, docentes per ordinem tocius mundi naturam scilicet quatuor elementorum et uentorum et quatuor parcium mundi et temporum et omnium parcium corporis humanj et quatuor humorum eius et cetera.
Este relato parece evidente que está inspirado en la versión latina y, no sólo eso, sino que pudiera estar basado en el texto completo existente en alguno de los manuscritos de Isidoro de Sevilla. Así parece poder concluirse del final del texto transcrito por Sudhoff: ...et alios quam plures, qui hanc artem tractauerunt et elucidauerunt, docentes per ordinem tocius mundi naturam scilicet quatuor elementorum et uentorum et quatuor parcium mundi et temporum et omnium parcium corporis humani et quatuor humorum eius et cetera.
5. UN ÚLTIMO TEXTO Un hallazgo de última hora me ha permitido llevar un tanto más allá el análisis de la introducción a la versión hebrea, es decir, al llamado por Jellinek ‘Libro de Noah’. Es de sumo interés la coincidencia entre el relato que sirve de introducción al Libro de Asaph y uno de los recogidos por Ginzberg en su libro The legends of the Jews, coincidencia que supone el enraizamiento de esta narración en una tradición judaica. La parte que nos interesa dice así27: No sooner had the children of Noah and their children’s children taken possession of the habitations apportioned to them, than the unclean spirits began to seduce men and torment them with pain and all sorts of suffering leading to spiritual and physical death.
27 L. GINZBERG, The Legends of the Jews. Translated by H. Szold. 7 vols., Philadelphia, Jewish Publication Society of America. 1909-39.
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Upon the entreaties of Noah God sent down the angel Raphael, who banished nine-tenths of the unclean spirits from the earth, leaving but one-tenth for Mastema, to punish sinners through them. Raphael, supported by the chief of the unclean spirits, at that time revealed to Noah all the remedies residing in plants, that he might resort to them at need. Noah recorded them in a book, which he transmitted to his son Shem.[74] This is the source to which go back all the medical books whence the wise men of India, Aram, Macedonia, and Egypt draw their knowledge. The sages of India devoted themselves particularly to the study of curative trees and spices; the Arameans were well versed in the knowledge of the properties of grains and seeds, and they translated the old medical books into their language. The wise men of Macedonia were the first to apply medical knowledge practically, while the Egyptians sought to effect cures by means of magic arts and by means of astrology, and they taught the Midrash of the Chaldees, composed by Kangar, the son of Ur, the son of Kesed. Medical skill spread further and further until the time of Aesculapius. This Macedonian sage, accompanied by forty learned magicians, journeyed from country to country, until they came to the land beyond India, in the direction of Paradise. They hoped there to find some wood of the tree of life, and thus spread their fame abroad over the whole world. Their hope was frustrated. When they arrived at the spot, they found healing trees and wood of the tree of life, but when they were in the act of stretching forth their hands to gather what they desired, lightning darted out of the ever-turning sword, smote them to the ground, and they were all burnt. With them disappeared all knowledge of medicine, and it did not revive until the time of the first Artaxerxes, under the Macedonian sage Hippocrates, Dioscorides of Baala, Galen of Caphtor, and the Hebrew Asaph.[75]
Existe una correspondencia total entre los textos del hebreo y la leyenda, si exceptuamos ciertos detalles, algunos importantes. La leyenda se nos presenta totalmente desvinculada de la historia de la medicina, de modo que ésta aparece como un comentario más a un episodio bíblico, probablemente al capítulo 10 del Libro de los Jubileos, citado más arriba. Se recoge la idea, no existente en el texto que sirve de introducción al Libro de medicina, de que todo lo que se va a exponer sucede a partir del momento en que cada uno de los descendientes de Noe ha ocupado el lugar de la Tierra que le corresponde: their children’s children taken possession of the habitations apportioned to them y que recoge una variante interesante por coincidir con el texto del Libro de Jubileos: «children’s children», equivalente al ‘grandchildren’ de Jubileos 10.128. La mención de Asaph el Hebreo está desplazada de lugar, situando a este personaje en último término, a continuación de Galeno. Si esto es debido a la adopción de una secuencia cronológica en la mención, habría que situarlo en una fecha posterior al siglo III. En caso de que no sea así, la colocación en la serie de nombres no podría ser tenida en
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La expresión es comentada por el editor, debido a la discusión suscitada por la misma.
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cuenta tampoco por los estudiosos anteriores, que, basándose en su situación entre Hipócrates y Dioscórides, apuntaban a que había vivido entre el siglo V a.C. y el I d.C29. Por último vemos que el ‘Prince of Enmity’ es ‘Masterna’ en la leyenda y el ‘Book of Knowledge’ del Libro de Noe es la ‘Midrash’ compuesta por Kangar (=Kenan). En resumen, la versión de la leyenda, tal como la ha recogido Ginzberg, es posterior al siglo III y las variantes entre la introducción al libro de medicina y la leyenda responden a problemas de su distinta función en algún caso: colocación de Asaph, presencia o ausencia de la referencia a la dispersión de los hijos de Noe, y en otros casos, pueden deberse a una distinta versión de la leyenda: Masterna o Midrash. *
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Poco más podemos añadir por el momento. De «Asaph the Jew» sabemos que es citado por Razis a finales del siglo IX y que Rabbi Makkir, enviado por Harun Al-Raschid a Carlomagno, incluye en la descripción del paraíso de su libro Abe kath Rochel un párrafo tomado a la introducción al Libro de la Medicina. Esto sirve para datar el tratado hasta ahora conocido y para orientar el estudio del ‘tratado’ conservado en las Etimologías isidorianas, que, como hemos dicho, con independencia de la introducción, difiere de él. Un tratamiento adecuado del texto interpolado exige un análisis de la tradición textual de los manuscritos que lo han transmitido, de su origen y modelos. Es probable que el estudio del resto de los textos interpolados y de la presencia de unos u otros en cada uno de los códices, ayuden también a delimitar el momento y el lugar en que se originó. España, durante los siglos XII y XIII, fue lugar donde leyendas y mitos hebreos tuvieron una excepcional acogida, donde el cultivo de la medicina por parte de los hebreos alcanzó un gran desarrollo. Eso no excluye lugares como Montpellier y Salerno. Este último lugar, bajo Federico II y Carlos de Anjou fue lugar en donde la confluencia de hebreos, árabes, griegos y latinos condujo al florecimiento de una actividad traductora, que pudo haber favorecido el paso de una lengua a otra o, por mejor decir, la adaptación del texto hebreo en su paso al latín de un texto así.
29 Cf. E. LIEBER, «The Hebrew ‘Book of Medicine’», p. 248. A. MELZER, Asaph the Physician, basándose en criterios de otro tipo, como la lengua y los autores que lo citan en sus libros, lo sitúa en fecha posterior al siglo V y anterior al siglo IX.
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Rastreos en las Etimologías de Isidoro MANUEL C. DÍAZ Y DÍAZ Universidad de Santiago de Compostela
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No se acaba nunca de explorar las Etimologías de Isidoro de Sevilla1. No sólo por sus ricas e innumerables noticias, etimológicas o no, de procedencia sumamente variable, a veces desconocida, sino también por la historia misma de la obra, de la que casi estamos seguros de que acabó malamente rematada por el autor, no sabemos en qué términos. Lo que puede asegurarse es que el propio Isidoro terminó con ella con la certeza, en comparación con obras anteriores suyas, de que no se encontraba verdaderamente ultimada2. Nos consta que, agobiado por su estado físico, Isidoro confió la revisión final, y la puesta a punto necesaria, a su amigo Braulio de Zaragoza, que estimaba singularmente. Y éste mismo nos informa, en la noticia biográfica que dedicó a su colega y amigo Isidoro, que no se contentó con hacerle los peinados finales, que no debieron ser muy importantes, sino que se permitió modificar lo que acaso era la estructura planeada por el sabio hispalense3, para adaptarla a las características usuales: Isidoro habría dividido en títulos su obra, y Braulio la acomodó al sistema de división en libros4.
1 Por razones de comodidad, cito por la edición de J. OROZ-M. A. MARCOS CASQUERO, San Isidoro de Sevilla. Etimologías, porque reproduce el texto de Lindsay, con pequeñas modificaciones de presentación. La edición en curso en Belles Lettres, París, en la cual están publicados ya casi la mitad de los libros, pero lleva un ritmo lento, no ofrece todavía una visión global de la obra. 2 licet inemendatum prae ualitudine, dice Isidoro en su postrera carta a Braulio. 3 J. C. MARTÍN, Renotatio librorum domini Isidori, p. 262: distinctum ab eo titulis non libris... quamuis imperfectum ipse reliquerit, ego uiginti libris diuisi. La insistencia, que se descubre en la presentación de la noticia misma sobre el problema de los libros, implica que Braulio tenía clara conciencia de que había cambiado profundamente el aspecto, y la estructura, de la obra isidoriana. La cuestión no es puramente bibliográfica, porque deja en suspenso la validez de todo estudio sobre la división de la materia isidoriana en libros, organización de la obra superpuesta, no sin forzamientos. 4 Es cosa sabida que la tradición manuscrita plantea graves problemas en lo que hace a esta división en libros. Intentó poner orden en ello, y atribuirlo a fenómenos de la tradición manuscrita, E. ANSPACH, Taionis et Isidori nova fragmenta et opera, Madrid, 1930. Una cosa es cierta, a pesar de que no ha sido todavía debidamente analizada; algunos manuscritos verdaderamente antiguos (siglo VIII, o comienzos del siglo IX) no siempre dan la división actual en libros. Pero no hay restos directos de distribución en títulos. Y sin embargo, si hubo copias piratas, como da a entender una de las epístolas previas a las Etimologías (conrosos detruncatosque codices), debían haber quedado restos, presumiblemente, en la rica y variada transmisión de la obra.
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A pesar de estas manipulaciones, hechas en razón de amistad y devoción personales, pero sin duda también en busca de perfección y máxima utilidad en la obra5, algunas briznas parecen quedar de comentarios o frases de articulación, en aparente forma original, que no carecen de interés. Aunque pocas en número, algunas nos dejan adivinar ciertos mecanismos de redacción usados por el autor. Creo que merece la pena reunir estas frases o párrafos. Me gustaría tener acierto al comentar las frases y menciones que se nos presentan en el texto como innecesarias o faltas de verdadera justificación, por si otros como yo encontraran que son un filón, a veces veta estrechísima, aprovechable de todos modos para conocer mejor a Isidoro y su obra. En primer término quiero poner de relieve unas articulaciones de texto o explicaciones del autor, no muy frecuentes, en la producción de Isidoro, que siempre ha cuidado de esconder su personalidad. Entendía que su misión literaria había de ser lo más objetiva y aséptica posible, para que ninguna frase o comentario pudiera entenderse en sentido personal. Su compromiso militante, y casi siempre total, ya quedaba reflejado en la estructura y contenido de la obra, así como en la postura que implicaba el uso (pocas veces ocasional) de las fuentes que había seleccionado para su estudio. De la misma manera que ello le garantizaba mantenerse en la recta doctrina y estricta ortodoxia, la ausencia de todo indicio personal garantizaba la objetividad deseada, y la hacía más intemporal y trascendente. A pesar de este prurito, encontramos ciertas frases o expresiones que presentan a Isidoro en pleno trabajo, permitiéndose aclarar al lector algunas cuestiones. Y lo que es más importante, en muchos casos con el uso de verbos en primera persona, por lo que el autor se pone en comunicación inmediata con el que lee. Se distinguen diversas realizaciones. En unas se encuentra una verdadera articulación, mediante un conciso resumen de lo alcanzado, y el anuncio del desarrollo inmediato. Otras han surgido al correr de la pluma para poner de manifiesto, o sugerir, la idea que se había hecho Isidoro de la materia. En ellas se vuelve curiosa esta especie de exteriorización del desarrollo ideológico del escritor, no siempre del todo meditada y consciente. Me refiero a los siguientes pasajes: 1) 3, praef. (después de explicar y justificar la doctrinalis scientia, marcada por la consideración de la cantidad en abstracto): quas disciplinas deinceps paulo latius indicamus, ut earum causae competenter possint ostendi. 2) 7, 1, 1 ex quibus [etymologiis hieronymianis] pro breuitate praetermissis multis quaedam huic operi adiectis interpretationibus interponenda studui. 3) 7, 6, 1-2 plerique primorum hominum ex propriis causis originem nominum habent. Quibus ita prophetice indita sunt uocabula ut aut futuris aut praecedentibus eorum causis conueniant. In quibus tamen manente spiritali sacramento nunc tantum ad litteram intellectum historiae persequimur, ubi autem etymologiae interpretationem non attigimus, solam ipsam in Latino etymologiam posuimus.
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Permítaseme remitir a mi «Introducción general», p. 177 ss.
RASTREOS EN LAS ETIMOLOGÍAS DE ISIDORO
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4) 9, 1, 14 ideo autem prius de linguis ac deinde de gentibus posuimus quia ex linguis gentes, non ex gentibus linguae exortae sunt. 5) 9, 4, 1 de imperiis militiaeque uocabulis ex parte dictum est; deinceps ciuium nomina summatim subiungimus. 6) 10, 1 origo quorundam nominum id est unde ueniant non pene omnibus patet. Proinde quaedam noscendi gratia huic operi interiecimus. Licet origo nominum unde ueniant a philosophis eam teneat rationem ut per denominationem homo ab humanitate, sapiens a sapientia nominetur, quia prius sapientia deinde sapiens, tamen claret alia specialis in origine quorundam nominum causa, sicut homo ab humo unde proprie homo est appellatus. Ex quibus exempli gratia quaedam in hoc opere posuimus. 7) 11, 1, 147 quod ad hominem et ad partes attinet corporis ex parte dictum est, nunc aetates eius subiungam (sigue 11, 2: de aetatibus hominum, a que se refiere). 8) 13, praef. in hoc uero libello quasi in quadam breui tabella quasdam caeli causas situsque terrarum et maris spatia annotauimus ut in modico lector ea percurrat et compendiosa breuitate etymologias eorum causasque cognoscat. 9) 14, 4, 1 post Asiam ad Europam stilum uertendum. 10) 15, 1, 2 sane quasdam [ciuitates] de quibus aut sanctae scripturae aut historiae gentium certam originem referunt, paucis admodum uerbis retexere oportet. 11) 16, 5, 1 post lapidum genera ueniamus ad marmora, nam inter lapides et marmora differentia est. 12) 16, 6, 1 post marmorum genera gemmae secuntur, quae multum auri decorem tribuunt uenustate colorum. 13) 16, 25, 1 ponderum ac mensurarum iuuat cognoscere modum. 14) 17, 4, 1 exstat et quarundam herbarum nomina quae ex aliqua sui causa resonant habentes nominum explanationem, non tamen omnium herbarum etymologiam inuenies, nam pro locis mutantur etiam nomina. 15) 19, 1, 1 artium quarundam uocabula quibus aliquid fabricatur uel instrumenta artificum uel quae ministerium exhibent atque aliquid huiuscemodi deinceps ex parte notanda studui. 16) 19, 11 hucusque partes constructionis: sequitur de uenustate aedificiorum. 17) 19, 30, 1 hactenus de ueste, dehinc ad ceterum cultum ueniamus.
Una lectura atenta de los lugares anteriores permite descubrir algunas notas que procuraremos explicar. Dos veces6 (2, 15) emplea studui construido siempre con adjetivos verbales en -ndus (interponenda, notanda) lo que habría que tomar en el sentido de que la nota se había añadido a posteriori, cuando ya estaban clasificados y descritos los materiales correspondientes. Claro es que esta manera de ver, posiblemente no se corresponde con la realidad del trabajo de Isidoro. Una construcción equivalente tenemos en los casos en que el verbo utilizado es posuimus, más determinado que el anterior (3, 4, 6). La presencia de esta expresión nos
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Pondré entre paréntesis, con números en negrita, las remisiones al listado antecedente.
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MANUEL C. DÍAZ Y DÍAZ
obliga a hacer unas consideraciones. ¿Cuántos valores tiene el verbo posuimus7? En principio nos induce a pensar que se trata de una especie de prolepsis, dando ya como realizado lo que se va todavía a ejecutar. En este caso, tendremos que diferenciar dos momentos que de hecho se confunden en el punto redaccional: uno, que se comprende sin problema, el de la formalización por escrito del texto previsto, que ciertamente tiene que ser posterior a la redacción mental de todo el párrafo; pero otro, estrictamente anterior, que coincidiría con el de la ordenación mental de todo el pasaje, momento al que convendría la forma posuimus en el instante de escribir. Ello no hace más que trasladar la cuestión, porque se saca la impresión de que el cuerpo de texto, con las particularidades que se indican en cada pasaje, estaría ya redactado y a punto cuando se antepone, o interpone, tal explicación. Se sorprendería, en este supuesto, a Isidoro en el punto y hora de la ejecución de su obra, que se iba escribiendo no de manera seguida, sino con ordenaciones parciales y separadas en el tiempo. Por descontado, el primero de los lugares citados supone otro uso: aquí posuimus justifica una restricción metodológica, pues podría haber utilizado un verbo como seligere, o equivalente. Nos encontramos con que el verbo recoge el proceso selectivo previo a la redacción del texto, sin ningún género de duda. Precisamente esta disposición de ánimo y de trabajo contrasta con otras articulaciones que presentan un carácter distinto. Parecen brotar de un deseo del autor de ir aclarando la marcha del contenido de la obra8, unas veces porque no es esperable ni imaginable la secuencia adoptada, y otras porque aún siéndolo, se intenta corroborar la idea de que la obra se está realizando de manera prevista, completa y trabada, lo que no siempre se logra. Una forma más frecuente ofrece la presencia de un adverbio temporal, que organiza la sucesión de los temas; tal es el caso de deinceps (1, 5), nunc (7), dehinc (17), o de una expresión preposicional con post (9, 11, 12), o de un verbo equivalente, como sequi (o un compuesto): aquí sequitur (16). Un caso sumamente interesante, que plantea otros problemas, tenemos en (8). Constituye este pasaje una verdadera introducción particular al libro XIII. Aunque el contenido se anuncia como integrante de un simple libellus, en que se presentarán los temas como en una breuis tabella, parece abarcar los dos libros geográficos (XIII-XIV). Es obvio que el autor al mencionar la materia recuerda en especial el cielo, las tierras y los espacios del mar, que vienen a ser el meollo de los dos libros, de los que el segundo es una amplificatio del tema de las tierras. La justificación mira a presentarlos como una unidad, que quizá en algún momento pudo estar destinada a tener vida independiente. De hecho, algunas de las expresiones utilizadas aquí se encuentran también en prefacios o prólogos
7 En el último de los pasajes citados, su significado se acerca al de disposuimus, como es frecuente por este tiempo. Los anteriores se refieren claramente más a la colocación que a la disposición. 8 Siempre ha llamado la atención de quien ha estudiado partes, no secciones, de las Etimologías, la dificultad para encontrar el hilo conductor que permitía el paso de un tema o vocablo a otro, especialmente en función de las etimologías mismas.
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de otras obras isidorianas9: la alusión a la concisión (que solemos definir como de tono escolar) se encuentra también en los prólogos a la Crónica y al De ortu et obitu patrum en la forma breuitate, en Alegorías y en Cuestiones de la Biblia con la forma breuiter. El verbo notare, o adnotare, aparece también en De natura, De ortu y en la Crónica. De todos modos, aún considerando estos paralelos como indicios interesantes, encontramos la expresión breui tabella en la carta-prefacio a Sisebuto10. No hay que decir que en uno y otro libro, De natura y Etimologías, los elementos del mundo son los tres, que se presentan en el mismo orden, siempre todo ello muy tradicional. De todos modos, dos puntos nos inquietan: la ya mentada designación del conjunto de los dos libros geográficos como libellus y la expresión in hoc uero libello. ¿A qué se refiere uero? ¿Cuál es el otro, u otros, términos de la serie que indica el adverbio? ¿Se trata acaso de una simple función expletiva, sin que estén presentes los usos habituales del término? ¿O se piensa realmente en una estructura en libros, dentro de la que el XIII no pasa de ser un libellus, es decir, breve cosa (la breuis tabella) para tanto tema? Quédense ahí las preguntas. Todo parece apuntar a que la pieza geográfica, que no puede negar ni en su estructura ni en su prólogo importantes conexiones, siempre por alusión, con su obra anterior, se nos presenta como una especie de doble versión del escrito cosmográfico. En este caso ya no interviene la alegoría como en aquel libro, y las descripciones, definiciones y etimologías son más acordes con la ciencia tradicional pre-eclesiástica. Una consideración general de los pasajes mencionados nos permite ver que Isidoro usa natural y espontáneamente la expresión huic operi, in hoc opere (2, 6) para referirse a su gran obra etimológica. Precisamente por esta razón se nos presenta como más llamativa toda la formulación empleada para dar entrada al libro XIII (8). Una vez más nos sentimos desconcertados por estas noticias tan variadas con que se descubre, de una u otra manera, el momento de actuar de Isidoro de Sevilla. *
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Quisiera terminar estas notas con otra brevísima consideración. ¿Tenían los títulos que distinguían la obra isidoriana y que Braulio soterró en beneficio de la partición en libros, algún rasgo característico? Creo que se puede afirmar que los títulos serían de dos clases. Unos, de los que hablo a continuación, son los que encabezarían tratamientos descriptivos de saberes bien delimitados; otros, antepuestos a textos más complejos, podrían recubrir materias conectadas entre sí en la realidad, pero sin que formen un conjunto
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Véase la citada «Introducción general», p. 182. No puedo dejar de comentar que en el De natura rerum Isidoro escribe breui tabella notamus (notauimus algunos manuscritos muy antiguos), mientras que en nuestro pasaje se lee con la preposición in y el verbo aparece en la forma adnotauimus (véanse las notas críticas al respecto de J. FONTAINE, Traité de la nature, p. 187). La diferencia entre simple y compuesto (notare/adnotare) y entre la forma llamada contracta o la plena del perfecto (notamus/adnotauimus) es del todo irrelevante, por lo que no merece la pena detenerse en ello. Por el contrario es obvio que la expresión preposicional en el prefacio del libro 13 parece retornar a una sintaxis más escolar, que contrastaría con la formulación más literaria en el libro dedicado al erudito rey Sisebuto. 10
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que pueda considerarse ya estudiado, y como canonizado, por un saber o ciencia bien definido. En este segundo caso, el conjunto de las noticias podría constituir ya un libro, semejante a los actuales. No siempre podemos establecer de una forma radical la diferencia entre los dos grupos; pero que los saberes constituían cada uno un título (o como quiera llamársele) no admite duda, cuando se estudian de cerca, en función y relación con el resto de la obra. Esas partes de la enciclopedia isidoriana mantienen todavía hoy una estructura inicial bien definida, que podría resumirse de esta manera: 1. Consideraciones sobre el nombre de la materia, su origen, y diferencias con otras materias conexas. 2. Capítulo sobre los primeros autores o responsables de la ciencia, en que suele aparecer bajo una u otra forma, la palabra primus11. 3. (Partes en que se distribuye la materia, o ciencia, si cabe)12. Ello les daría autonomía suficiente para constituirse en partes delimitadas de la obra, sin recurrir a la división, menos fluida, en libros. Si tratamos de ver cómo quedan rastros de esta disposición, se observa que puede registrarse netamente en los pasos siguientes: 1 (cap. 5-6) de grammatica 2 (cap. 1-3) de rhetorica (cap. 22-23) de dialectica 3 (cap. 1-2) de arithmetica (cap. 10) de geometria (cap. 15-16) de musica (cap. 24-26) de astronomia 4 (cap. 1-3) de medicina 5 (cap. 1) de legibus (cap. 28) de chronica = de tempore 6 (cap. 5-6) de libris (cap. 17) de cyclo paschali 12 (cap. 1) de animalibus 16 (cap. 25) de ponderibus 17 (cap. 1) de agricultura
11 Este ordinal aparece en muchos otros pasos de las Etimologías, pero a menudo relaciona con aspectos de la res tratada, no con la scientia o doctrina que hace circular el tema en medios científicos. Téngase en cuenta. 12 Esta parte no se encuentra siempre, o al menos no siempre está bien patente. Por eso la incluyo entre paréntesis.
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Un ejemplo que prueba la necesidad de hurgar cada vez con mayores matices y materiales. En el mundo antiguo eran numerosos los tratados que exponían científicamente los detalles del universo, no pocos de los cuales conocidos de Isidoro. Ello se puede ver de forma eficaz, por vía de ejemplo, en el libro XVII, cuyo título actual De rebus rusticis no recubre adecuadamente los dos campos que comprende, pues el tratado de agricultura tiene notables autores antiguos (Catón y Varrón) como base, que no tratan de las materias de la continuación del libro, que no es más que un tratado de botánica y arboricultura, que tuvo también excelentes tratadistas. Difícilmente podía estar en la mente de Isidoro13 un desatino semejante. No se explica por qué la arboricultura no tuvo un tratamiento propio como los que he indicado, formando una entidad independiente, con su título pertinente. Acaso lo tuvo, pero no quedan huellas. Sorprende, por ello también, que no haya dado la estructura antes analizada al libro XIII+XIV. ¿Tiene que ver con esta ausencia la consideración de libellus que le hemos visto otorgar al conjunto geográfico14? Es posible. De todos modos, ya se ve que no es fácil, y desde luego muy conjetural, reducir netamente el problema de títulos o libros. Probablemente los libros que no admiten estas divisiones o justificaciones constituyeron desde la pluma del autor grupos de noticias o informaciones homogéneas, pero no saberes organizados en forma científica en su tiempo, por lo que acaso formarían otro tipo desigual de títulos, que no emparejarían bien con los arriba citados, ni por extensión, ni por distribución de la materia, ni quizá por las fuentes utilizadas. No podemos dudar de que este es el caso, por lo menos, de los libros XIX y XX, cuya diversidad interna no se resuelve con un epígrafe de un tipo más o menos general; de hecho aún hoy se hace cuesta arriba aceptar que su contenido responde totalmente al epígrafe temático que presentan los manuscritos. Era situación conocida desde hace tiempo. Pero me parece que las noticias antes resumidas tienen la ventaja de ofrecer una base sólida para la discusión e interpretación de si pertenecieron o no a las formas isidorianas de las Etimologías libros como el De medicina, o el De legibus. Si Isidoro los presenta como descripciones completas de un saber, el obispo de Sevilla se sitúa en la línea de los que creían que estas dos materias complementaban necesariamente las siete artes liberales. La ausencia de alguno de ellos en ciertas ramas de la tradición no arguye contra la legitimidad de su origen, sino que habría que atribuirla a otras razones, como posterioridad de redacción, rechazo de la materia por parte de algún responsable de la copia de un códice cabeza de serie, u otras más. Tiempo al tiempo, porque estoy seguro de que investigaciones no faltarán. Y nuevas explicaciones tampoco.
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Magníficos comentarios al respecto de J. ANDRÉ, Étymologies. Livre XVII, pp. 3-4. Arriba pp. 90-91.
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Aspectos léxicos del Libro IV de las Etimologías en manuscritos médicos altomedievales ARSENIO FERRACES RODRÍGUEZ Universidade da Coruña
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Para cualquier lector atento, el libro IV de las Etimologías plantea un buen número de interrogantes léxicas y de interpretación, aparentes contradicciones, repeticiones, etc., en suma, numerosas cuestiones abiertas cuya solución exige, además de paciente reflexión, el concurso de medios diversos. Algunos problemas se resuelven de inmediato cuando se descubre la fuente del lema en discordia. Hay que recordar la larga disquisición que sobre la melancolía en Isidoro llevó a cabo J. Pigeaud1, algunas de cuyas conjeturas se revelan infundadas a la luz de la fuente real del lema, el Comentario a la antigua traducción latina de los Aforismos hipocráticos, de donde deriva el lema isidoriano por vía directa. También en el capítulo de los avances que han ido registrándose en este terreno hay que mencionar la uexata quaestio de la satyriasis, cuya asociación con una patología cutánea no conocía otro ejemplo que el de Etym. 4,8,9. Fue precisamente su carácter de hápax lo que llevó a Sharpe a proponer la corrección en pityriasis y la razonable réplica de D. Gourevitch que, recurriendo al auxilio de otros textos, reinterpreta el término y lo asocia a un tipo particular de lepra2. En la misma dirección apunta el trabajo del profesor Fischer, que cita un nuevo ejemplo en una nueva traducción de los Aforismos, pero ahora tenemos ya la certeza de que nada hay que modificar en Isidoro. El lema procede al pie de la letra, del Comentario a la antigua traducción latina de los Aforismos antes mencionado y el término satyriasis ha perdido, por lo menos en teoría, su carácter de hápax. Pero a veces la fuente no hace sino aumentar la confusión. Véase sino el lema sobre el espasmo (Etym. 4,6,11), que deriva de tres3 fuentes distintas:
1
J. PIGEAUD, «De la mélancolie». W. D. SHARPE, «A suggested emendation»; D. GOUREVITCH, «Correction d’une correction» y «Une autre satyriasis». 3 Conviene tener presente también Cael. Aur., Acut. 3,6,63: Est autem iuxta diffinitionis formam conductio, quam spasmon Graeci appellant, inuoluntaria tensio atque conductio partium cum uehementi[a] et acuto dolore ob stricturae nimietatem. 2
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Etym. 4,6,11: Spasmus Latine contractio subita partium aut neruorum cum dolore uehementi. Quam passionem a corde nominatam dixerunt, qui in nobis principatum uigoris habet. Fit autem duobus modis, aut ex repletione aut ex inanitione.
Liber Aurelii, 20: Spasmus est tensio atque contractio partium corporis cum ualde acuta strictione atque dolore. Cael. Aur. Diaet. pass. 32: Ex quibus adprehendis spasmo laborantem? Ex non uoluntaria tensione atque conductione partium uel neruorum cum dolore uehementi atque acuto et pulsu paruo. Cael. Aur. Diaet. pass. 39: Unde nomen cardiacae passionis cepit? A corde quod Graeci cardian appellant. Hoc enim grauius ex ipsa passione uexari multi adseuerant. Alii uero quod sit letalis passio, a corde nominatam dixerunt quod in nobis principatum uigoris habet. Lat-A, Aph. 3,25 (f. 149v): Spasmum enim diximus duobus fieri modis, aut ex repletione aut ex inanitione.
Al margen de la parte final, Fit ... ex inanitione, basada, también esta vez, en el Comentario (= Lat-A4) tantas veces citado, la definición que del espasmo da Isidoro resulta de la combinación de dos pasajes de la fuente, Cael. Aur., Diaet. pass. 32 y 39, quizás con una pequeña corrección tomada del Liber Aurelii, la sustitución de conductio por contractio5, siguiendo un método repetido en muchos pasajes isidorianos. Pero lo que resulta difícilmente comprensible es la explicación etimológica que asocia el término spasmus al corazón (quam passionem a corde nominatam ...). Esta segunda parte del lema parece la definición etimológica de la cardiaca passio, de la que el Hispalense se ha ocupado en Etym. 4,6,46, haciendo uso justamente de Cael. Aur. Diaet. pass. 38-39, pero prescindiendo de la parte final de la fuente (alii ... habet), cuya etimología, en cambio, resultaría aquí más apropiada. Es decir, la explicación que Isidoro da para el espasmo, la
4 Para el Comentario utilizo, siguiendo los trabajos del Prof. Fischer, la denominación ‘Lat-A’. El texto está tomado del ms. de Karlsruhe, Badische Landesbibliothek, Aug. CXX, ff. 120r-181v y 200r-204v (cf. A. BECCARIA, I codici, pp. 214-217). 5 CH. DAREMBERG, «Aurelius. De acutis passionibus». Utilizo la edición independiente, que con el mismo título fue publicada en Bratislava-París, 1847. En el prólogo del Liber Aurelii (p. 19) encontramos también una definición del espasmo (Spasmus: contractio uel tremor) que debe de estar relacionada con la del cap. 20. 6 Etym. 4,6,4: Cardia uocabulum a corde sumpsit, dum ex aliquo timore aut dolore afficitur. Cor enim Graeci kardi¿an uocant. Est enim cordis passio cum formidabili metu.
ASPECTOS LÉXICOS DEL LIBRO IV DE LAS ETIMOLOGÍAS EN MANUSCRITOS MÉDICOS...
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fuente, Cael. Aur. Diaet. pass. 38-39, la refiere a la passio cardiaca. Los problemas aumentan al constatar que un lema del Liber Glossarum7 incurre en el mismo desajuste que Isidoro. Después de haber reflexionado largo tiempo sobre esta inexplicable ‘descolocación’ de una perícopa de la fuente, y considerándola ya un problema insoluble, la respuesta me llegó, inesperadamente y por vía insospechada, de la mano de un término gallego para mí muy familiar, ‘escordar’ o ‘escordillar’, es decir, la dislocación o la ‘descolocación’ de los tendones, para los que el gallego8 utiliza también la denominación de ‘cordas’, evidente continuación del latín c(h)orda. Cuando pude percatarme de que ése es el sentido de neruus en latín9 y de neu=ron en griego, se me hizo la luz en el texto isidoriano que define el espasmo como contractio neruorum. Si en lugar de neruorum colocamos su sinónimo cordarum, descubrimos en Etym. 4,6,11 una asociación etimológica corda-corde, que Isidoro no hace explícita y todo lo fantástica que se quiera, pero similar a muchas otras justificaciones etimológicas del Hispalense. La confirmación de mis sospechas llegó de la mano de los glosarios. Un glosario médico editado por Goetz al que tendré ocasión de referirme más adelante, da una entrada que encajaría perfectamente en el lema de Isidoro: spasmus cordarum tensura. A pesar de los problemas de lectura10 del término spasmus, del tono marcadamente vulgar de la glosa y de que ésta nada tiene que ver con las Etimologías, en cualquier caso sirve para explicar el razonamiento etimológico del obispo sevillano, basado muchas veces en asociaciones implícitas que, precisamente por su carácter ‘subterráneo’, nos pasan desapercibidas, dificultando la comprensión de un lema dado. Habrá que buscar ahora explicación a la coincidencia entre Isidoro y el Liber Glossarum, que pasa, o bien por una utilización del primero por el segundo, o, con mayor verosimilitud, por el empleo de una fuente común11. Que debemos guardarnos de atribuir a descuido del Hispalense lo que se debe quizás sólo a nuestro error de percepción lo demuestra otra aparente confusión en Etym. 4,8,15: Furunculus est tumor in acutum surgens, dictus quod feruet, quasi feruunculus; unde et Graece a)/nJrac dicitur, quod sit ignitus. El desliz etimológico que asocia furunculus a feruunculus y éste al griego anthrax es novedoso. Más bien parece que estamos ante una
7 Las glosas de contenido médico del Liber Glossarum fueron editadas por J. L. HEIBERG, Glossae Medicinales. Tomo la referencia de la p. 82 s.v. Spasmus: est tensio atque contractio partium aut neruorum cum dolore uehementi adque acuto. Alii, quod sit letalis passio a corde nominatum dixerunt, qui in nobis principatum uigoris habet. Hyppocrates autem dicit, quoniam, si in spasmo febris superueniat, signum esse salutis, si autem super febres ispasmus, malum. A propósito de las glosas interesan también P. JOURDAN, «À propos des Glossae medicinales» y M. NIEDERMANN, «Les gloses médicales». 8 I. ALONSO ESTRAVÍS, Diccionário da língua galega, Santiago de Compostela, 1995, s. v. ‘corda’ y ‘escordar’. 9 Cf. También Cael. Aur. Acut. 3,6,62, a propósito del espasmo: Sed antecedentes causae supradictarum passionum sunt hae: percussus maiorum neruorum, quos tenontas appellant ... 10 CGL, 3,605,39: sparruius cordarum tensura. Después de la –a– un corrector escribe una s y la confusión de una m con la secuencia ui resulta completamente banal. El texto del glosario que edita Goetz es, más que una verdadera edición, una simple transcripción, por lo demás correcta, del ms. del Vaticano, Reg. lat. 1260; pero no hay que excluir que otros mss. del mismo glosario puedan dar la forma correcta spasmus. 11 Para la discusión de este problema, con nuevos datos, véase el apéndice a este trabajo.
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interpretación forzada del helenismo, cuyo nombre se asocia en latín a otra patología, el carbunculus, que Isidoro define en Etym. 4,6,16, sin mencionar para nada el anthrax12. Pero no debe de tratarse de ningún error, ni siquiera de una interpretación interesada del enciclopedista, puesto que los glosarios apuntan en el mismo sentido. Los Hermeneumata de un códice vaticano dan tres13 glosas seguidas para anthrax, pero la segunda contiene una equivalencia similar a la isidoriana: Agrantimata (= anthracomata) id est carbunculus siue furunculus. A una afección cutánea le dan también el nombre de anthrax los Oxia pate14 (París, BN, lat. 11219, f. 24va-b): Antrax dicitur rubor in superficiem intra quod nigra ulceratio nascitur sicca cum nimio dolore periculum concitans15. El Ars medicinae16 da una definición casi idéntica, pero sitúa la patología en la boca, y el conocido como Anecdotum Piechottae menciona un carbunculus oculorum. Es decir, que los términos anthrax y carbunculus debieron de aplicarse, entre otras cosas17, a diversas afecciones cutáneas caracterizadas por el enrojecimiento, el color morado y una sensación de calor ardiente. Esa explicación es la que recoge Isidoro. Ejemplo palmario de que a veces las dificultades de comprensión se deben al proceso mental seguido por el autor en la redacción del texto y a nuestra incapacidad para detectar el detalle concreto que justifica su razonamiento, es, en el capítulo sobre los humores, el lema dedicado a la etimología de sanguis (Etym. 4,5,6), en apariencia fácilmente comprensible: Sanguis Latine uocatus quod suauis sit; unde et homines quibus dominatur sanguis dulces et blandi sunt. El problema del lema estriba, no tanto en la justificación etimológica de sanguis a través de suauis, basada en una muy flexible semejanza fonética entre los dos términos, y repetida en Etym. 11,1,122, sino en la propia interpretación de suauis y en la relación entre las dos partes del lema, la etimológica, sanguis ... sit, y la doctrinal, unde ... sunt. La afirmación isidoriana de que los hombres en los que predomina este humor son dulces y blandos remite a una teoría más general según la cual es el predominio de uno de los humores sobre los demás el que determina el carácter de las personas y de la que es un buen exponente un pasaje de la Epistula ad Pentadium de Vindiciano (ed. Rose, pp. 488-489): praeterea hi quattuor umores faciunt hominibus tales mores. Sanguis facit homines boni uoti simplices moderatos blandos euchymos seu <suci> plenos. Cholera rubea facit homines iracundos ingeniosos acutos ... Al margen de la coincidencia en señalar como blandi a los hombres en los que predomi-
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Etym. 4,6,16: Carbunculus dictus, quod in ortu suo rubens sit, ut ignis, postea niger, ut carbo extinctus. CGL, 3,551,32-34: antratas carbunculus / agrantimata id est carbunculus siue furunculus / antrax id est lumbricus. 14 La definición ha sido recogida literalmente en los glosarios. Cf. CGL, 3,596,1 (s. v. Antrix). 15 Compárense con esta definición los términos con los que un texto del ms. de Viena, Österreichische Nationalbibliothek, cod. 10, f. 335rb, se refiere a la erisipela (cuya denominación latina, ignem sacrum, remite también al fuego): Ignem sacrum sic intellege. Rubor flammeus irruit super eos et superficiem cutis descendet cum tumore et dolore. Aliquando uicina loca inuadent calorem sanguinis ... (= Etym. 4,8,4). 16 R. LAUX, «Ars medicinae». En la parte VII (Laux, p. 427) define la patología del modo siguiente: Antrax dicitur rubor intra superficiem gingiuae uel oris spatia in quo nigra ulceratio nascitur sic cum nimio dolore periculum concitans. 17 Teodoro Prisciano Log. 95 aplica el nombre a un olor: ... si de feruore autem, ut tempore digestionis, odor fumosus quem aliqui carbunculum appellant, dolorosos singultus procurauerit ... 13
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na la sangre, no se aprecia ninguna otra similitud entre Isidoro y Vindiciano. Pero es un detalle en apariencia irrelevante el que revela que, desde el punto de vista doctrinal, los dos textos están más cercanos de lo que parece. Vindiciano señala que las uirtutes de la sangre son tres: sanguis est feruens umidus et dulcis. Isidoro afirma, por su parte, que los hombres en los que predomina este humor son dulces y blandi. La clave de la interpretación del lema del Hispalense se encuentra en suauis, que, además de ‘suave’, es en muchos textos el término que traduce el gr. h(du/j, es decir, suauis es lo mismo que dulcis. Para no acumular los ejemplos, remito al pasaje de mi intervención anterior a propósito del término petrapium. Donde el lugar paralelo de la interpolación pseudoapuleyana da una lectura sapore dulce, el Hispalense da gustu suaue. En este sentido, no hay que excluir completamente la hipótesis de que la parte propiamente etimológica de Etym. 4,5,6 derive de una fuente que es, en última instancia, traducción de un texto griego. Si Isidoro emplea suauis en lugar de dulcis es porque le viene bien para la etimología y porque en latín los dos términos eran equivalentes, de modo que lo que para nosotros es un problema de comprensión, debido al carácter implícito del razonamiento isidoriano, no lo era ni mucho menos para él ni para sus lectores. Lo realmente relevante es que es ese significado especial de suauis en el campo de los sabores el que pone en relación los dos segmentos del lema, de lo cual se desprende que el Hispalense juega con los dos valores de este adjetivo. Fue la curiosidad por los problemas léxicos, contradicciones y explicaciones incompletas que no pude resolver por la vía de las fuentes, lo que me llevó inicialmente a colacionar el libro IV de las Etimologías en manuscritos médicos altomedievales. Mi única pretensión era comprobar hasta qué punto el texto ofrecido por Lindsay coincidía en tales ‘desajustes’ con el que daban los códices médicos. Confieso que al limitarme a esta parte de la tradición manuscrita me dejé llevar de modo consciente por un prejuicio, el de que, por lo menos teóricamente, los copistas de manuscritos médicos estarían más familiarizados con el léxico especializado de la medicina y, en consecuencia, cometerían menos errores de copia. No se me escapaba tampoco el peligro de que pudiese darse la operación inversa, que la propia familiaridad con los textos médicos pudiese haber llevado a los copistas a modificar intencionadamente el léxico o a contaminar textos que se ocupaban de temas semejantes. La tarea se veía facilitada, además, por el magnífico catálogo de Beccaria, que, aunque no de modo exhaustivo, identifica la mayor parte de los manuscritos que transmiten el libro IV isidoriano, y por trabajos como los de Wickersheimer y Sigerist18, que complementan los datos facilitados por el primero. Tomé también la decisión de ampliar la indagación a algunos manuscritos tardíos, de los que tenía ya conocimiento por otras vías, como el de la Biblioteca Vaticana, Reg. lat. 1004, del s. XII, y el de Salzburgo, Museum Carolino-Augusteum, ms. 2169, también del s. XII. El trabajo se muestra, así, parcial e incompleto, no aspirando más que a ser una primera aproximación,
18 A. BECCARIA, I codici; E. WICKERSHEIMER, Les manuscrits de médecine; H. E. SIGERIST, «A summer of research»; «Manuscripts of Montpellier» y «Manuscripts of Vendôme».
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que deberá proseguir en otras direcciones, entre ellas una a mi juicio fundamental, la de estudiar la relación entre los códices colacionados con las familias de la tradición manuscrita isidoriana, tal como ha sido trazada por Reydellet19 y precisada por otros estudios, pero, desde el punto de vista léxico, creo que el trabajo ha dado resultados fructíferos. Los manuscritos que he colacionado son los siguientes20: B Berlín, Preussische Staatsbibliothek, cod. Phillipp. 1790, s. IX M Montpellier, Bibl. de la Faculté de Médecine, ms. H 185, s. XI C1 Montecassino, Biblioteca della Badia, cod. V. 97, s. Xin. C2 « « « « , cod. 225, s. XIex. L1 Londres, British Library, cod. Additional 8928, s. X V1 Roma, Biblioteca Apostolica Vaticana, cod. Barberini lat. 160, s. XI V2 « « « « , cod. Reg. lat. 1004, s. XII V3 « « « « , cod. Reg. lat. 1143, s. IX G Saint-Gall, Stiftsbibliothek, cod. 752, s. X H Glasgow, Hunterian Museum, cod. 404 (V. 3. 2), s. Xin. W Viena, Österreichische Nationalbibliothek, cod. 10, s. XIex.- s. XIIin. S Salzburgo, Museum Carolino-Augusteum, cod. 2169, s. XII P París, Bibliothèque Nationale, cod. lat. 7028, s. Xex.- s. XIin. L2 Londres, British Library, cod. Sloane 2839, s. XIex.-s. XIIin. La cala efectuada en los manuscritos citados, combinada a veces con el auxilio de las fuentes, permite restituir en el terreno del léxico patológico, ciertas lecturas de mano isidoriana, que, a juzgar por el aparato crítico, no figuraban en los testimonios utilizados por Lindsay o el editor no las juzgó dignas de atención. Se trata siempre de términos escasamente atestiguados –y, en ocasiones, no atestiguados, es decir, que el ejemplo citado es un hápax– y que, por ello mismo, no han merecido ni siquiera una consideración marginal por parte de los estudiosos. Insisto, sin embargo, en que todos los indicios convergen para considerarlos términos estrictamente isidorianos, y aun en el improbable caso de que estuviésemos ante modificaciones de copista, se trataría de patónimos realmente existentes en la lengua y que a partir de ahora deberían figurar en cualquier léxico de la medicina en latín. En algunos casos es posible también establecer con seguridad que un patónimo ofrecido por Isidoro no tuvo existencia como tal en latín, pero el error, o bien figuraba ya en la fuente, o bien se debe a una deficiente interpretación de ésta por el Hispalense. En ambos casos estaríamos ante una lectura propiamente isidoriana, con todos sus errores, y, como tal, debería mantenerse en el texto. En segundo lugar, pude también comprobar que en ocasiones son los propios copistas los que modifican voluntariamente el léxico, pero raras veces operan por sustitu-
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M. REYDELLET, «La diffusion des Origines». Utilizo las siglas de manera convencional en este artículo, para facilitar la exposición, sin que ello sea obstáculo para que en una hipotética edición futura del libro IV de las Etimologías pudiesen los mismos manuscritos ser identificados con una sigla diferente. 20
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ción de un término, sino que lo adaptan a nuevos patrones morfológicos, con el resultado de un alejamiento de la forma original isidoriana y el empleo de otra que seguramente les resultaba más familiar. Analizaré igualmente un caso controvertido en que todavía tengo la duda de si la corrección del copista no será debida a su familiaridad con el texto de Virgilio, aunque, en el orden léxico, las consecuencias derivadas de la modificación son igualmente destacables. Finalmente, me ocuparé de las glosas e interpolaciones que algunos manuscritos introducen en el texto de las Etimologías.
1. SOBRE ALGUNAS LECTURAS ISIDORIANAS Al margen de la necesidad de enmienda de algunos lemas del libro IV, como 7,12, donde la variante prouocationem, preferida por Lindsay, es un vulgarismo que debe ser corregido en praefocationem, lectura de la mayoría de los manuscritos consultados; 8,23 donde obcaecat es una deturpación de algunos manuscritos, fácilmente explicable por vía paleográfica, en lugar de obtegat, tal como dicen los manuscritos colacionados; o 9,6, donde uulneri rotundo rotundum uel oblongo oblongum, debe ser enmendado en uel rotundo uulneri rotundum uel longo longum, en este apartado, lejos de pretensiones de exhaustividad, me centraré en sólo algunos ejemplos muy significativos donde una parte de la tradición manuscrita y la condición de vulgata del texto de Lindsay han consagrado términos de dudoso origen isidoriano. Muy al contrario, la lectura aceptada hasta el momento encubre, en realidad, una deturpación de términos técnicos escasamente conocidos o sólo atestiguados en Isidoro que, por su misma rareza, resultaban desconocidos para, o generaban desconfianza en, copistas y editores. 1.1. Etym. 4,5,4: Choleram Graeci uocauerunt, quod unius diei spatio terminetur; unde et cholera, id est fellicula, nominata est, hoc est fellis effusio. Graeci enim fel xolh\n dicunt. Lo primero que salta a la vista es que en un capítulo De quattuor humoribus corporis, después de la enumeración de éstos y de su puesta en relación con los cuatro elementos21, Isidoro aborda la justificación etimológica de cada uno de ellos respetando el orden en que los había mencionado inicialmente: sangre22, cólera, melancolía y flegma. Pero la explicación que ofrece a propósito de la cholera presenta dos particularidades. En la enumeración previa el Hispalense utiliza el término latino fel, mientras que el lema posterior
21 Etym. 4,5,3: Morbi omnes ex quattuor nascuntur humoribus, id est ex sanguine et felle, melancholia et phlegmate ... Sicut autem quattuor sunt elementa, sic et quattuor humores, et unusquisque humor suum elementum imitatur: sanguis aerem, cholera ignem, melancholia terram, phlegma aquam. Et sunt quattuor humores, sicut quattuor elementa, quae conseruant corpora nostra. 22 Para sanguis Isidoro da dos lemas con dos explicaciones distintas, uno antes de la explicación sobre la cólera y otro antes de la relativa a phlegma.
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está referido al helenismo cholera, discordancia debida muy probablemente al empleo de fuentes distintas en cada caso. En segundo lugar, Isidoro ofrece la etimología de cholera, pero en vez de tratarse del humor, como sería esperable, emplea el término como patónimo. Otros textos atestiguan también su uso en este sentido, entre los que cabe citar, por significativos, a Teodoro Prisciano23 o el Liber Aurelii24, cuyo prólogo incluye la colera entre las acutae passiones. Es decir, no sólo existía, en el léxico patológico, el adjetivo cholericus, sino también el sustantivo correspondiente, cholera, denominación, a la vez, del humor y de la patología25. El objetivo primario para el Hispalense es ofrecer una explicación para el término cholera, con independencia de su empleo como humor o como patónimo, aspecto éste de importancia secundaria frente a la justificación etimológica propiamente dicha. Más importantes son los problemas de comprensión que presenta el lema, tal como lo ofrece Lindsay. Por una parte, no se ve qué relación etimológica existe entre el patónimo cholera y la explicación que de él se da (quod ... terminetur); y, por otra, nos encontramos con un llamativo círculo vicioso consistente en explicar cholera a través de cholera (choleram ... unde et cholera, id est fellicula, nominata est ...). Otros textos aluden, en términos similares a los isidorianos, al carácter fulminante de esta patología, capaz de provocar la muerte en un solo día. Valga como ejemplo Teodoro Prisciano Log. 37: Cholera passio molesta sub angusto tempore sollicita omnibus acutis aegritudinibus uelocior. Nam haec sub unius diei spatio frequenter, ut experti sumus, uitae terminum fecit ... Y los Prognostica Democriti, que Sigerist26 edita a partir del ms. de Glasgow, Hunterian Museum, cod. 96 (T. 4. 13), dan indicaciones parecidas: Codcelera umus de ipsa passio est ipsa die liberat aut hoccidunt ... A pesar de los problemas de transmisión, parece cierto que codcelera encubre una mala lectura de colera y que se trata de una patología que en un solo día dilucida sobre la vida o la muerte del enfermo. Que los textos subrayen sistemáticamente esta característica de la colera se comprende fácilmente a la luz de un pasaje del Comentario a los Aforismos que distingue las acutae aegritudines de las acutissimae: Acute dicuntur que determinantur in quartam decimam diem Aut si multum usque ad uigesimam primam diem. Acutissime uero egritudines sunt que quarto die determinantur aut occidunt Aut si multum usque ad septimam diem perducunt (Vendôme 172, f. 16v). Frente a las acutae y a las acutissimae aegritudines, el carácter fulminante de la cólera –un solo día– dio lugar al calificativo de monoemeron que le daban los griegos,
23 Theod. Prisc. Log. 37: Cholera passio molesta sub angusto tempore sollicita omnibus acutis aegritudinibus uelocior. Nam haec sub unius diei spatio frequenter, ut experti sumus, uitae terminum fecit, dum subitanei uomitus, uentris quoque innumerae effusiones, sub dolore nimio praecordirum uel totius corporis interiorem omnem substantiam effuderunt. 24 CH. DAREMBERG, «Aurelius. De acutis passionibus», prooem.: Colera: uentris siue stomachi nimia tortio et subita reuolutio. A continuación define la diarria como minor colera. 25 Cf., al respecto, los índices del trabajo de D. LANGSLOW, Medical Latin, p. 481. 26 H. E. SIGERIST, «Die Prognostica Democriti». Una edición reciente de los Prognostica Democriti, que no utiliza el manuscrito de Glasgow, no ofrece el fragmento aquí citado (U. P IZZANI, «I Prognostica dello Pseudo-Democrito».
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según un texto de Cael. Aur., Diaet. pass. 42-43 (ed. Rose, p. 230), que es fuente directa de Isidoro: 42 Ex quibus cholericum adprehendis? ... ob quam celeritatem concurrentium signorum Graeci eandem passionem monoemeron uocauerunt quod in unius diei spatio terminetur. 43 Unde cholera nominata est? A uomitorum redundantia atque acrimonia, felle effuso. Graeci enim fel cholen uocauerunt. Salta a la vista que el Hispalense lee la fuente de manera cursiva, tomando la segunda interrogatio como una continuación natural del texto después de terminetur, lo cual le permite redactar el lema con una modificación mínima de la fuente: adición de et (unde et), adición de la glosa id est fellicula, y sustitución banal del segundo uocauerunt por el presente dicunt. Lo más importante es que Celio sí permite poner en relación el patónimo cholera y quod ... terminetur desde el punto de vista etimológico: los griegos calificaban esta patología como monoemeron, es decir, ‘que dura un solo día’. Aparentemente la fuente autoriza una enmienda de las Etimologías mediante la introducción del término <monoemeron>, que daría sentido al texto y resolvería el primero de los problemas planteados. Pero la tradición manuscrita consultada aporta datos que conducen por otra vía. Con excepción de tres27 manuscritos (G, W y S), en los demás el patónimo con el que se abre el lema no es choleram sino choleon. Contra una nueva tentación de corregir el texto en chole <monuemer>on se alza una solución consistente en el respeto escrupuloso de la lectura transmitida. Choleon es la transliteración latina del griego xo/lion, un diminutivo de xolh¿ hasta ahora no conocido en los textos médicos latinos. Y su presencia es clarificadora, puesto que si ésta es la verdadera lectura isidoriana, como parece probable, la explicación etimológica aducida alcanza sentido pleno (la patología recibe el nombre de xo/lion porque sólo dura un día) y se entiende que el Hispalense haya prescindido del término monoemeron de la fuente, que no necesitaba para nada. En segundo lugar, se pone en relación el segundo cholera, no con choleram, sino con choleon y se comprende el porqué de la glosa id est felliculam, diminutivo de fel que es un calco morfológico de choleon, a su vez diminutivo de chole. Parece inverosímil que cualquier copista pudiese haber corregido choleram en choleon, un término raro en latín y que supondría un conocimiento por el propio copista del correspondiente vocablo griego. En cambio, la transformación de un inicial choleon en choleram por un copista que no conoce el diminutivo y efectúa la corrección por el contexto, entra casi dentro de lo banal. La segura lectura de este lema es Choleon Graeci uocauerunt ..., solución que, por otra parte, pone de manifiesto la necesidad de disociar los patónimos que introducen cada lema de la explicación posterior. Ambos deben de proceder, en este caso, de fuentes distintas. En cualquier caso, aun en el supuesto de que tuviésemos certeza de que la lectura isidoriana era choleram y choleon un término de copista, estaríamos igualmente ante un testimonio valiosísimo de este patónimo en diminutivo, que habría de ser rescatado de la penumbra para ser incorporado a los repertorios léxicos de medicina antigua y altomedieval.
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La lectura de H es también colera, pero se trata de una corrección a partir de un inicial coleon.
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1.2. Etym. 4,6,4: Cardia uocabulum a corde sumpsit, dum ex aliquo timore aut dolore afficitur. Cor enim Graeci kardi¿an uocant. Est enim cordis passio cum formidabili metu. Por motivos prácticos, antes de abordar los problemas léxicos del lema, apuntaré las fuentes de donde toma la información el obispo sevillano, que son básicamente dos, Cael. Aur. Diaet. pass. 38-39 y el Comentario a los Aforismos, con el posible28 concurso de una tercera, el Liber Aurelii: Etym. 4,6,4: Cardia uocabulum a corde sumpsit, dum ex aliquo timore aut dolore afficitur. Cor enim Graeci kardi¿an uocant. Est enim cordis passio cum formidabili metu.
Cael. Aur. Diaet. pass. 38-39 (Rose, p. 229): 38. Ex quibus cardiacum adprehendis? Ex antecedentibus uehementibus febribus ... cum tremore et formicali motu, quem Graeci myrmecizonta (mirmitonta, mss.) uocant. 39. Unde nomen cardiacae passionis cepit? A corde quod Graeci cardian appellant. Hoc enim grauius ex ipsa passione uexari multi adseuerant. Lat-A, Aph. 3,30 (f. 151r): Cardiaca passio cordis est, unde dum cardia origo uocetur et cor non patitur. Dicitur enim quia cor a membrano aliquo continetur. hic uero et tumore afficitur et dolore. Liber Aurelii, 13: Veteres hanc passionem praecipuam esse dicunt, indeque eam cardian appellauerunt; nam cor Graeci cardian dicunt ...
El patónimo con el que se abre el lema en casi todos los manuscritos es cardia. Únicamente dos, G y W –éste sólo en su primera redacción–, dan cardiaca. A juzgar por el aparato crítico de la edición Lindsay, los manuscritos que éste utiliza ofrecen también la lectura cardia, con la variante cardian, de K. El editor corrige el patónimo en cardia, un término bien conocido en los textos médicos y que, a priori, encaja bien con la explicación etimológica aportada por Isidoro. Se trata de un adjetivo presente en la muy frecuente expresión cardiaca passio y, en empleo sustantivado, se encuentra habitualmente en plural, cardiaci, para aludir a los afectados por la patología a la que se refiere. De su empleo como sustantivo en femenino, en cambio, existen pocos ejemplos29, y casi siem-
28 Es posible que el fragmento Cor enim Graeci cardian uocant esté basado en Celio Aureliano (a corde quod Graeci cardian appellant), pero parece más cercano al Liber Aurelii (nam cor Graeci cardian dicunt). 29 Por ejemplo, Cael. Aur. Acut. 2,32,165.
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pre perfectamente explicables porque el contexto permite omitir el empleo de passio. En cambio, cardia, la lectura casi unánime de la tradición manuscrita, es poco frecuente en los textos, pero los ejemplos son de tal calidad que apenas cabe dudar de su existencia real como patónimo. Al margen del ambiguo ejemplo del Comentario a los Aforismos, el ms. de Karlsruhe, Aug. CXX, f. 8r, menciona entre los potenciales beneficiarios de un antidotum geralogadium a aquellos qui cardia patiuntur: ... iubat epaticis spleneticis et pleureticis et qui cardia patiuntur et non digerunt. Y el Liber Aurelii, en el pasaje citado como fuente de Isidoro, es no menos explícito: Veteres hanc passionem praecipuam esse dicunt, indeque eam cardian appellauerunt ... Es significativo que, también en este caso, Daremberg, el autor de la vieja edición de este texto, haya corregido cardian en cardiacam. Pero la lectura está bien atestiguada, además de por los manuscritos (y no sólo por el utilizado por Daremberg), por una entrada del Liber Glossarum30 que hace uso del Liber Aurelii como fuente: Cardiaci: ueteres hanc passionem precipuam esse dixerunt indeque eam cardian appellauerunt; nam cor Graece cardian dicitur ... Que los manuscritos del libro IV de las Etimologías concuerden con las fuentes en el patónimo cardia es argumento serio para sostener que ni la corrección de Lindsay ni la de Daremberg, en el caso del Liber Aurelii, están acertadas. Simplemente estamos ante un patónimo de escasa tradición, y, sobre todo, no atestiguado en los textos de la Antigüedad Clásica y Tardía, y cuando aparece en los manuscritos, los editores lo interpretan como una decurtación de cardiaca, otro término de la misma raíz, pero, que, al contrario que cardia, cuenta con numerosísimos ejemplos en textos de todas las épocas. Todavía el mismo lema presenta otras curiosidades léxicas. A la luz del Comentario a los Aforismos, timore es una banalización de tumore. El par tumore et dolore, que da la fuente, es, junto con otros dobletes similares y en concurrencia con el calco latino inflammatio, la traducción frecuente del griego flegmonh/ en los textos médicos latinos. Aunque, a priori, la confusión paleográfica entre u e i no presenta nada de particular, y menos en presencia de la consonante que sigue, una m, no es seguro que estemos ante un error de copista. Los manuscritos que he consultado coinciden en leer timore, con una sola excepción, la de V2, un manuscrito tardío que con no poca frecuencia somete a modificación el texto y, en consecuencia, poco de fiar. Lindsay tampoco da, en el aparato crítico, variante alguna en la tradición manuscrita que utiliza. Sea que timore fuese una variante del manuscrito del Comentario utilizado por Isidoro o que éste haya leído mal la fuente, parece probable que ésta sea lectura propiamente isidoriana y que, en consecuencia, nada haya de ser modificado. Una banalización similar, que puede traer origen de la primera, se esconde tras el formidabili metu, en el que la tradición manuscrita se muestra unánime. Apenas cabe dudar de que esta expresión desciende por vía directa del celiano formicali motu quem greci myrmitonta uocant, pero, significativamente, el obispo sevillano prescinde de señalar la correspondencia griega, contrariamente a lo que suele hacer en otros lemas. Quizás el manuscrito por él utilizado daba la variante formicabili, formación en –bilis con signi-
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J. L. HEIBERG, Glossae Medicinales s. v. Cardiaci (p. 15).
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ficación activa que conviene perfectamente con el participio griego murmi/zonta y que Isidoro fácilmente habría transformado en, o confundido con, formidabili. Ello exigía, en cualquier caso, la omisión de la correspondencia griega, porque, una vez desaparecido formicabili del texto, el lema no tendría sentido. No hay duda de que el Hispalense midió en este punto las consecuencias de su intervención sobre la fuente. Es decir, Isidoro acumula, en el lema, material tomado de tres fuentes, y el autor, –no sabemos si por su escaso dominio de la materia– banaliza el contenido de los textos que utiliza, operando en consecuencia en el terreno léxico. Es evidente que hay una estrecha relación entre la confusión tumore-timore y formicali motu-formidabili metu. Es quizás una mala lectura de las fuentes la que origina los dos errores en cadena, aunque en lo que toca a juzgar la intervención del sevillano sobre las fuentes cualquier prudencia es poca. Sobre la oportunidad o no de corregir el texto habrá que profundizar en el estudio del mismo y de la transmisión manuscrita. Es claro que únicamente si estamos ante confusiones producidas en un estadio intermedio de la transmisión del texto isidoriano, es decir, ante errores de copista, debe procederse a la corrección. Pero si el texto actual se debe a una mala lectura de la fuente por Isidoro, y, en consecuencia, el texto es de su mano, como parece probable, el lema debe mantenerse sin enmienda alguna, con todas sus malas interpretaciones de aquélla. Que del texto de Celio el Hispalense haya tomado únicamente el sintagma formicali (o formicabili) motu, excluyendo, contrariamente a lo que suele ser habitual en él, la equivalencia griega que sigue, quem greci myrmitonta uocant incompatible con la transformación anterior, apunta más bien en esta última dirección. Al margen ya de disquisiciones léxicas, pondré de relieve un detalle interesante para el estudio del empleo de las fuentes por el Hispalense. En la definición de la patología éste utiliza dos fuentes que divergen en cuanto a su doctrina. Según el Comentario a los Aforismos, la cardia es una patología del corazón, pero que no afecta a éste31, sino a una membrana que lo recubre. Según Celio Aureliano, por el contrario, muchos afirman que este órgano resulta gravemente afectado. No sabemos si porque le convenía más para la justificación etimológica o porque a Isidoro le resultaba más verosímil, éste utiliza el Comentario, pero pasa por alto esa contradicción doctrinal, siguiendo en este punto a Celio Aureliano. 1.3. Etym. 4,7,22: Lienosis ab splene uocabulum sumpsit. Graeci enim splh\n lien dicunt. El patónimo con el que se inicia el lema, lienosis, forma en la que coinciden todos los manuscritos consultados y también Lindsay, presenta la extraña particularidad de tratarse, en apariencia, de un híbrido de raíz latina y sufijo griego, que no cuenta con más ejemplos conocidos que el isidoriano, hasta el punto de que el ThLL acoge la forma con
31 En idéntico sentido se pronuncia Teodoro Prisciano Log. 35, que advierte, sin embargo, de la existencia de opiniones divergentes al respecto: Licet quam plurimorum sententiae ita definierint, sicuti haec eadem professio nominis attestatur, cordis uitio hanc aegritudinem fieri, eis ego attamen non facile adcommodabo consensum. Numquam etenim claruit indicium manifestum quod attemptari in aliquo naturam cordis intellegeremus. Est enim totius corporis et uirium plena resolutio ...
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reservas. A mi juicio, lienosis nunca tuvo existencia real como patónimo en la lengua latina. Detrás de la forma isidoriana se esconde probablemente una confusión con el adjetivo lienosus, la traducción latina de splhnhtiko/j. La confusión entre formas en –us y formas en –is, es frecuente en manuscritos de toda índole y sobre esa base debe interpretarse el patónimo isidoriano. No pretendo con ello sostener, ni siquiera sugerir, una posible corrección de lienosis en lienosus. Los capítulos 6-8 del libro IV de las Etimologías se ocupan de la explicación de patónimos, pero del sustantivo, no del correspondiente adjetivo, y cuando éste aparece lo hace siempre como elemento de un sintagma formado por el adjetivo y el sustantivo morbus (hepaticus morbus, artriticus morbus, elefantiacus morbus). Lienosis debe de ser, por tanto, para Isidoro, un patónimo, a igual título que paralisis, nefresis o phthisis. No sabemos si el error figuraba ya en la fuente, o en el concreto manuscrito a disposición de Isidoro, o si éste puede haber malinterpretado un texto de la fuente correcto32. Encontramos aquí el obstáculo, como en tantos otros casos, de ignorar la fuente concreta en la que se apoyó Isidoro y aún hay que tener en cuenta la posibilidad de que el patónimo y el lema que lo explica procedan de fuentes distintas. En cualquier caso, parece seguro que se trata de un falso patónimo, pero de mano isidoriana y que, por lo tanto, debe ser mantenido como tal. 1.4. Etym. 4,7,29: Sciasis uocata a parte corporis, quam uexat. Nam uertebrorum ossa, quorum summitas iliorum initio terminatur, Graeci i))sxi/a uocant. Fit autem de phlegma quotiens descenderit in recta ossa, et efficitur ibi glutinatio. En cuanto al patónimo inicial, los manuscritos divergen entre scia (M, C1, C2, L1, V1, H) y sciasis (G, W, S). V2, por su parte, ofrece la variante corrupta sciatis. Los escasos léxicos especializados, como los de D. Langslow y de J. André33, no recogen ninguno de los patónimos, si bien el segundo menciona como término de anatomía ischia, para el que da las grafías ischia, ae y scia, ae. Scia o scias es un término de anatomía y a la vez de patología34, que cuenta en los textos con abundantes ejemplos, en concurrencia con sinónimos como nescia o pissas. Por ejemplo en el manuscrito de París, BN, lat. 11218 , f. 53r, encontramos, en un catálogo de patologías, entre otras, la scias35; en la Tereoperica transmitida por el manuscrito lat. 11219 (f. 43ra) se encuentra un titulus morbi que introduce una receta36 Ad sciada et
32 Un pasaje de Celio Aureliano (Chron. 3,4,51) es muy sugerente en este sentido. El capítulo 4 se ocupa De iecorosis quos Graeci hepaticos uocant, et lienosis, quos splenicos uocant, según reza el título. Pero en el interior del capítulo un párrafo comienza del siguiente modo: Lienosis uero exstans duritia atque saxea sub sinistra parte praecordiorum inuenitur schemate longo porrecta ... Como es obvio, no es este pasaje la fuente del lema isidoriano que nos interesa, aunque esta obra de Celio sí ha sido despojada por el Hispalense, pero en cualquier caso estamos ante un ejemplo del mecanismo por el que pudo haberse producido la confusión lienosislienosus. Un autor, un excerptor o un copista no expertos en el léxico médico podría perfectamente haber tomado lienosis como un patónimo y exstans ... praecordiorum como definición del mismo. 33 D. LANGSLOW, Medical Latin; J. ANDRÉ, Vocabulaire latin de l’anatomie, p. 107. 34 A. ERNOUT-A. MEILLET, Dictionnaire étymologique, s. v. scia. 35 E. WICKERSHEIMER, Les manuscrits latins, p. 108. 36 De modo similar, en Cass. Fel. 53, el titulus morbi que introduce el capítulo, Ad ischiadicam et psiadicam, es modificado por dos manuscritos, PV, que dan una forma ligeramente distinta: ad sciada et psiada.
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pissada uel nescia id est dolor in uerteblo, que encuentra paralelo en los glosarios (pissada id est sciada, CGL, Goetz, 3, 604,4). También los Passionum nomina uel indicia, un catálogo de afecciones transmitido, entre otros, por el mismo lat. 11219, define la patología del modo siguiente: Scias est tumor circa uertebrum pertingit usque ad femora et talum inpediens gressus ac podagra nihil deferens (f. 23vb). Para scia mencionaré, por su cercanía cronológica a Isidoro, un recetario editado por Piechotta37 a partir de un manuscrito de la segunda mitad del s. VI, que en un titulus morbi muy explícito dice (p. VII) ad nesciam quod scia hinc appelatur; y, sobre todo, una de las fuentes del lema que nos interesa, el Comentario38 a los Aforismos (Lat-A, Aph. 3,22; f. 148r), que explica el patónimo scia del siguiente modo: scia de flegma fit, quotiens descenderit in recta ossa et fit ibi glutinatio et hoc ex hieme est. Una prueba de la extension de la forma scia se puede obtener, por vía indirecta, a partir de los errores de algunos manuscritos. Por ejemplo, el Liber Esculapii39, una de las fuentes del libro IV isidoriano, que dedica el capítulo 43 a esta patología, comienza con la etiología de la afección: Ex quibus sciaticum adprehendis? Primum ex paruo dolore ossi, eo quod de ima descendens uertebra coxe sue conpaginem erigit, id Greci iscion uocauerunt, hoc est coxam ... Pero uno de los manuscritos, T, da una lectura deficiente de sciaticum, que transforma en scia dicimus. Idéntica deturpación se encuentra en el Liber Glossarum40, que en la entrada relativa a esta patología dice Sciasis: sciadicum autem ita adprehendimus ..., pero el ms. L lee, con un falso corte del término, scia dicunt, que Heiberg se siente obligado a explicar como mala lectura del griego i)sxiadiko¿n. Con independencia del error cometido por los copistas, el resultado es aceptable desde el punto de vista de la lengua, sin duda también para ellos, que probablemente no lo habrían cometido si el resultado fuese aberrante. Es decir, probablemente veían en scia un patónimo que seguramente ya conocían. En este sentido es interesante, de nuevo, el testimonio del Liber Esculapii, que en el cap. 44, al hablar de la psialgia, dice Plerosque etiam eorum partium contractio sequitur quod uulgo iscia uocant. Scia debía de ser un helenismo habitual en el latín vulgar como término de anatomía y como término de patología. La lectura scia de los manuscritos isidorianos debe de ser la original, a juzgar por la frecuencia del patónimo y, sobre todo, por la coincidencia entre una parte de la tradición manuscrita y la fuente. Por el contrario, sciasis bien pudiera ser una regularización posterior por analogía con otros términos en –sis, y con otros dobletes, como elefantia / elefantiasis. En este sentido, conviene señalar que también en el pasaje de los Passionum nomina uel indicia antes aducido, un lector de época tardía introduce una anotación al margen con el término sciasis.
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J. PIECHOTTA, «Ein Anecdotum Latinum», p. IX. En la Particula sexta, Aph. 60, mientras los manuscritos P1 y V ofrecen el texto Qui de sciade laborant ..., M da la variante sciate y P2 (= París, BN, lat. 7021) ofrece scia (Qui de scia ...). Tomo los datos de A. BECCARIA, «Sulle tracce II», p. 14. 39 F. MANZANERO CANO, Liber Esculapii. 40 J. L. HEIBERG, Glossae Medicinales, p. 75, s. v. Sciasis. 38
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2. MODIFICACIONES VOLUNTARIAS DE LÉXICO POR LOS COPISTAS A juzgar por los resultados obtenidos a partir de la tradición manuscrita consultada, los copistas muestran, en general, con el texto isidoriano un grado de respeto muy superior al que observan en otros autores técnicos. Incluso cuando uno o varios capítulos de las Etimologías forman una unidad con otros textos, su transmisión suele ser muy aceptable. En líneas generales los manuscritos muestran pocas modificaciones de copista en el léxico propiamente técnico. Casos como los de la sustitución de partium por artuum en el lema sobre el espasmo o de inuentor por repertor, o viceversa, en el capítulo tercero, son precisamente excepciones que confirman la regla. Más habitualmente se trata sólo de modificaciones morfológicas para adaptar una forma clásica a patrones más tardíos. Me fijaré sólo en cuatro casos que obedecen probablemente a motivos distintos, pero que poseen como característica común la que acabo de reseñar. 2.1. Etym. 4,4,2: Tertia Logica, id est rationalis, inuenta ab Hippocrate. Iste enim discussis aetatum, regionum uel aegritudinum qualitatibus, artis curam rationabiliter perscrutatus est. Tres manuscritos, MC1H, ofrecen en lugar de rationalis, la variante rationabilis (-uilis, C1). Es ya conocida la frecuencia en el latín vulgar y tardío de adjetivos en –bilis con significación activa41. Formados inicialmente por derivación verbal, la extensión de su empleo acabó por establecer una equivalencia entre adjetivos en -bilis y adjetivos formados por medio de otros sufijos, como -alis, -osus, -iuus, -ns/ntis, etc. Casos como los de horribilis en Quirón 169 (pilo horribili), frente a Veg. 1,3 (horrentibus pilis) y en contraste también con pilo horridiori en el propio Quirón 173 (Veg. 1,6,2 pilus erectus et horridus); el de digestibilis en Diosc. lat. 1,47 (= Diosc. gr. peptikh/n) o el de abundabile (= pletoricus) en Casio Félix, son elocuentes en este sentido. Y en un autor como Celio Aureliano se ha llamado la atención repetidamente sobre su preferencia por este tipo de formaciones42, que emplea generalmente como traducción de adjetivos griegos en –iko/j. Es probable que en la modificación de rationalis en rationabilis hayan influido tanto la equivalencia, en época tardía, entre los sufijos -alis y –abilis, como la abundancia en los textos tardíos, y médicos en particular, de adjetivos en –bilis equivalentes a adjetivos griegos en –iko/j o latinos en –icus. De este modo, nada extraña que el par logicarationalis se haya transformado en logica-rationabilis, modificación en la que pudo haber influido también el adverbio rationabiliter, presente en el mismo lema. La forma en –bilis debe de haber tenido fortuna en época tardía, a juzgar por otros textos relacionados con este lema de Isidoro, como la Epistula Paraxagorae, que da también rationabilis43. Y el Pseudo-Sorano, en un pasaje que es, quizás, también fuente de las Etimologías, Quaest. med. praef. (Rose, p. 246) utiliza también rationabilis: ... qui autem
41 J. SVENNUNG, Untersuchungen zu Palladius, pp. 287-288; E. TH. HAMMAR, Le développement, pp. 2969; G. BENDZ, «De adiectivorum in –bilis»; V. VÄÄNÄNEN, Introducción al latín vulgar, p. 147. 42 K. VIETMEIER, Beobachtungen, p. 20; G. BENDZ, «De adiectivorum in –bilis». 43 Utilizo la edición de K. SCHUBRING, «Epistula Paraxagorae». La referencia concreta figura en la p. 298.
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non ita doctus est sed ... sine doctrina rationabili egerit ... De nuevo hay que recordar también que el formidabili metu de Etym. 4,6,4 debe de estar basado en una variante formicabili en Celio Aureliano, mientras el manuscrito que transmite el texto da el más clásico formicali. Es decir, al preferir rationabilis en lugar de rationalis, los copistas de los manuscritos arriba citados simplemente se adecuaban, en su modo de expresión, a tendencias operantes en la lengua desde siglos precedentes. 2.2. Etym. 4,8,13: Hicteris Graeci appellant a cuiusdam animalis nomine, quod sit coloris fellei. Hunc morbum Latini arcuatum dicunt, a similitudine caelestis arcus ... En lugar de arcuatum, el manuscrito C1 da arcuaticum, forma no recogida hasta ahora en ningún léxico ni estudio especializado44. A pesar de las apariencias, no estamos ante un problema de transmisión en el lema isidoriano, sino ante una modificación voluntaria del texto por el copista. El sufijo –aticus debió de conocer una extensión considerable en el latín vulgar para indicar pertenencia, posesión, o simplemente relación, y, con este sentido, entró en competencia con otros sufijos como –alis, –arius, –osus o –tus. Su presencia en textos médicos tiene mucha más importancia de la que se le ha atribuido. Por citar algunos casos escogidos al azar, ya desde Plauto está atestiguado lymphaticus; el jurista Julio Paulo alude a los lunaticos; en Pelagonio se encuentra fluuiaticus en lugar de fluuialis (51,1); el ms. de Rouen, cod. 1407 (O.55), f. 119v da un titulus morbi Ad guttam nesciaticam y en el f. 120v da una cura Ad glaucomaticos45; según D. Langslow46, Celio Aureliano utiliza ileaticus en Diaet. pass., pero en las obras mayores únicamente iliacus; maniaticus (= maniacus) se encuentra en el ms. de Poitiers, cod.184, f. 78r (de maniaticis); y en varios manuscritos del Herbario del Pseudo-Apuleyo (Viena, Ö.N., 93, f. 32v y 118r), el texto comienza con un incipit en el que herbarius ha sido sustituido por herbaticus y, con una ulterior deturpación del término, en hergaticus. De la extensión de esta formación es indicio una reelaboración de los libros 28-30 de la Historia Natural pliniana, titulada Curae ex animalibus47, que, desde el punto de vista léxico, presenta no poco interés. En ella coexisten quartanarius y quartanaticus, strumosus y strumaticus, ciliacus y quiliaticus. Cito también, por figurar en un texto no médico, un glosario hispánico del s. X, en el que ydropis e idropicum son glosados por medio de aquaticum48, que existía en latín como término de la lengua corriente. El propio término arquaticum aparece en otros textos médicos. Una de las fuentes de Isidoro, el Liber Esculapii, se ocupa en el cap. 34 De ictericis, quod aliquanti arquaticum uocant, id est morbum regium, nam Greci icteron uocant. El título pasó literalmente al Liber Glossarum, con la sola modificación de De ictericis en Ycterici. Pero el editor de las glosas médicas, Heiberg, sintió la necesidad de explicar arquaticum en el aparato crítico (hoc est arquatum), explicación ociosa, por cuanto se trata del mismo término con
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Por ejemplo, no figura en el ThLL ni es mencionado por J. ANDRÉ, «Chronologie». Para otros ejemplos de la voz glaucomaticus, cf. ThLL s. v. D. LANGSLOW, Medical Latin, p. 369. Edición por L. BENASSAI, Per una lettura. A. FÁBREGA GRAU, «Un glosario latino».
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distinto sufijo. En el cuerpo del capítulo, por el contrario, el Liber Esculapii (y con él, el Liber Glossarum), en un pasaje quizás fuente isidoriana, utilizan arcuatus: Unde etiam arcuatus dictus est? A colore arcu celesti, que etiam yris dicitur. Y también en este caso un buen número de manuscritos dan las variantes arcuaticus, arcuaticum o arquatici. ¿Quiénes son esos aliquanti del Liber Esculapii? La respuesta se encuentra, quizás, en Isidoro, que en 4,7,6 al referirse a los afectados por un ataque de epilepsia dice hos etiam uulgus lunaticos uocat. En esta afirmación isidoriana, más importante que el propio significado de lunaticus, es la atribución de un adjetivo en –aticus al vulgo. Es probable que arcuaticus sea una formación frecuente en el latín tardío y que tal sea la razón de su empleo por el copista de C1. Se trata, en cualquier caso, de un término bien documentado en los textos y que debe ser recuperado para los repertorios léxicos de la medicina en latín. 2.3. Etym. 4,10,2: Prognostica praeuisio aegritudinum, uocata a praenoscendo. Oportet enim medicum et praeterita agnoscere, et praesentia scire, et futura praeuidere. Los manuscritos MC1L1H dan prouisio (prouisione, L1) en lugar de praeuisio. Estamos ante la indistinción de los dos prefijos en el latín tardío, que Svennung49 puso de relieve ya a propósito de Paladio, que utiliza también prouidere. Ejemplo tipo es el de praefocare y prouocare50, que por su misma frecuencia resulta ya banal. Curiosamente, en el propio libro IV de las Etimologías, Lindsay ofrece como isidoriana la lectura prouocationem (Etym. 4,7,12), que es sólo una variante de praefocationem, forma ésta bien atestiguada por una parte de la tradición manuscrita y que debe ser restablecida en el texto. Nuevo ejemplo de sustitución de prae- por pro- lo ofrecen ML1H en el mismo lema, donde praenoscendo se convierte en prognoscendo (M), pronoscendo (L 1 ) o procognoscendo (H). C 1, por el contrario, mantiene prenoscendo (corrección de prenoscendum), pero, en cambio, en propositae ofrece la variante preposite. Como los copistas de MC1L1H, la Epistula peri hereseon da, en conexión con pronosticum, la forma prouisio (Ippocras inuenit teopericam quod est pronosticam id est prouisio egritudinis51 ...). También en este caso, como en el de rationabilis, prouisio es una variante introducida conscientemente por los copistas en lugar del más formal praeuisio. 2.4. Etym. 4,10,3: Dynamidia potestas herbarum, id est uis et possibilitas. Nam in herbarum cura uis ipsa du/namij dicitur; unde et dinamidia nuncupatur, ubi eorum medicinae scribuntur. Dos manuscritos, M y C1, dan la lectura potestates. La variante no pasaría de pura anécdota de copista, de no contar con la fuente del pasaje. La definición de este género de textos la toma Isidoro de Servio52, Ad Aen. 12,396: POTESTATES HERBARUM uim,
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J. SVENNUNG, Untersuchungen, p. 598. M. NIEDERMANN, «Über einige Quellen», pp. 326-327. 51 Utilizo el texto del manuscrito de París, BN, lat. 11219, f. 43v; K. SCHUBRING, «Epistula Paraxagorae», p. 309, n. 2, da como lecturas del ms. parisino pronosticum y preuisio, pero la verdadera lectura del códice es pronosticam y prouisio. 52 G. THILO-H. HAGEN, Servii grammatici, II, p. 611. 50
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possibilitatem. nam in herbarum cura uis est quae dinamis dicitur, unde etiam ait mutas artes ... (sigo el texto del ms. F, el más cercano al texto del Hispalense). Potestates herbarum es el sintagma virgiliano objeto de comentario por Servio; el plural, por tanto, está bien atestiguado. Isidoro toma el texto completo compuesto por el sintagma virgiliano más el texto del comentarista. La concordancia entre la fuente y los dos mss. antes citados en el plural potestates provoca no poca inseguridad a la hora de corregir o no la edición Lindsay. Dada la frecuencia de la confusión entre el neutro plural y el femenino singular en el latín vulgar, la divergencia de lecturas puede haberse producido en dos sentidos contradictorios. Es posible que una lectura inicial, potestates, fuese convertida al singular, potestas, por un copista que en el proceso de transmisión de las Etimologías ve en dinamidia un femenino singular, en cuyo caso habría de ser restituido el plural en Isidoro. Pero tampoco hay que excluir, a mi juicio, que la lectura en singular sea isidoriana y que un copista, consciente de que dinamidia es un plural neutro griego (o también por influencia del texto virgiliano) haya transformado potestas en potestates. Más allá de la solución que se adopte, para lo que habría que profundizar mucho más en el estudio, el valor de la lectura potestates estriba en su condición de indicio de que todavía un copista es consciente del género neutro y del número plural del término dinamidia, por lo cual difícilmente puede sostenerse, como se ha hecho en alguna ocasión53, que estemos ante un femenino singular y que deba decirse ‘la’ dinamidia.
3. INTERPOLACIONES Y GLOSAS Como cualquier otro texto, técnico o no, situado en el período entre la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media, el libro IV de las Etimologías sufrió también la intervención de interpoladores y glosadores. En dos de los manuscritos consultados, G y V2, los copistas someten el texto a modificación, ofreciendo a veces redacciones que se apartan parcialmente de la isidoriana, introduciendo aquí y allá alguna glosa de origen desconocido, o incluso repitiendo algún lema de la propia enciclopedia. Pero aquí haré referencia a dos casos distintos, y completamente divergentes entre sí en cuanto a su orientación y a los objetivos perseguidos por los copistas. Se trata, por una parte, de un grupo de manuscritos que, con el único fin de facilitar la lectura del texto a los no especializados, introducen glosas a la terminología técnica, sobre todo en los capítulos que se ocupan de las afecciones crónicas y de las afecciones cutáneas (Etym. 4,7-8). En el otro caso, es un manuscrito aislado, cuyo copista interpola el texto isidoriano con fragmentos tomados de fuentes técnicas, manejadas con escasa acribia, y con un resultado en ocasiones manifiestamente incomprensible o con confusiones notables.
53 R. LE COZ, Isidore de Séville, p. 20 menciona ‘la Dynamidia hippocratis’, pero en la p. 43, en la traducción de Etym. 4,10,3, utiliza el plural, ‘les Dynamidia’.
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3.1. Las glosas de los manuscritos M, C1, H y L1 Los manuscritos M y C1 presentan un buen número de glosas, de las que H y L1 sólo conservan huellas ocasionales, pero muy significativas, por cuanto atestiguan una derivación, en última instancia, común con los dos primeros. Ofrezco a continuación una relación detallada de todas las glosas (el término en redonda es el glosado, la glosa propiamente dicha figura en cursiva): Etym. IV
M
C1
H(L1)
6,17 innititur hoc est accrescit innititur id est accrescit innititur id est accrescitur _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 7,1 prolixus id est longus _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 7,3 uertigine capitis circumuolutione circumuolutione uertigine capitis _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 7,5 redundauerit exuberauerit exuberauerit id est redundauerit _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 7,6 somnientur comitentur comitentur id est somnientur _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 7,11 decursio fluor fluor id est decursio _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 7,11 ulceratio thysis tysis id est ulceratio _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 7,14 tarditas difficultas difficultas id est tarditas _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 7,20 in interioribus intrinsecus intrinsecus id est in interioribus in interioribus intrinsecus _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 7,20 putridis purulentis purulentis id est putridis _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 7,21 ficatum iecor iecur id est ficatum _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 7,25
morbi habundantia a corporis a corporis inpensatione id est a corporis morbi habundantia inpensatione habundantia inpensatione (= a c. m. h., L1) _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 7,30 non placibile inmite inmite id est non placiuile inplacabile (=L1) _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 7,30 consuete abusiue abusiue id est consuete _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 7,36 unitatis continuacionis (c. marg.) unitatis uel continuationis _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 7,39 decursione fluore fluore id est decursione _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 8,1 rubicundi fului fului id est ruuicundi _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 8,4 -----------------in superficie id est in facie _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 8,4 inuaduntur hoc est aprimuntur inuaduntur hoc est opprimuntur _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 8,5 serpat hoc est circumdet serpat id est circumdet _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 8,6 prominens hoc est exiens prominens id est exiens exiens (=L1) _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 8,10 squamatione hoc est putredine squamatione hoc est putredine putredine (=L1) _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 8,10 amittat hoc est perdat amittat hoc est perdat perdat (=L ) 1 _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 8,10 schamies hoc est sordes scamies hoc est sordes scamides sordes (=L1) _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 8,12 ingens hoc est magna ingens hoc est magna _____________________________________________________________________________________________________________________________________ 13,2 terminationes peryodos periodos id est terminationes terminationes periodos (=L1)
Únicamente en C1 la glosa se ha incorporado al texto de modo natural, mediante la fórmula id est y a veces hoc est. En M, en cambio, lo habitual es que la glosa preceda, en yuxtaposición, al término glosado, lo cual lleva a creer que en el estadio inicial la glosa debió de ser supralineal y posteriormente cada copista operó a su arbitrio en relación con la misma, llegando en algunos casos, en H y L1, a sustituir completamente al término glosado. Ello explicaría también que en 7,25, donde entra en juego un sintagma
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preposicional, cada manuscrito asigne a la glosa un lugar diferente, con resultados dispares y no pocos problemas de comprensión del texto. Aunque desde el punto de vista léxico las glosas nada aportan al vocabulario técnico de la medicina más que una banalización del mismo, su presencia es importante, por cuanto revelan la necesidad de un lector-copista de aclarar la terminología técnica y pueden servir como guía para enjuiciar otros textos. En efecto, el término glosado es casi siempre técnico o perteneciente a un registro de lengua elevado, trátese o no de un helenismo. Casos como los de thysis, fluor, uertigo o squamatio son elocuentes, sin contar con la glosa iecur id est ficatum, término éste frecuente en textos de marcada coloración vulgar y cuya huella perdura en las lenguas romances. A veces se trata de un pseudotecnicismo creado por Isidoro, como en el caso de scamies. Aun tratándose de adjetivos, la necesidad de sustituir inmite por non placabile (o inplacabile), fului por rubicundi, prominens por exiens o ingens por magna, nos orienta sobre el nivel lingüístico y las preferencias del glosador. Por significativa en este sentido merece mención la glosa prolixus id est longus, que sólo da C1 y únicamente en este lema. En cambio, en 6,1 el mismo término no ha sido glosado. Recordaré a este propósito que de las dos54 traducciones latinas de los Aforismos hipocráticos, la conocida como ‘translatio antiqua’ comienza con el aforismo Vita breuis, ars uero longa, pero la traducción ravenate dice Vita breuis, ars uero prolixa. Indicio de que el glosador no buscaba más que una aclaración aproximada de los tecnicismos, pero no una definición rigurosa de los mismos, es que las equivalencias no son sistemáticas. Mientras en 7,11 y 7,39 fluor es glosado, en ambos casos, por medio de decursio, en 8,10 squamatio es explicado a través de putredo, pero en el mismo lema scamies, un término de la misma raíz, recibe aclaración por medio de sordes; y el adjetivo putridus es, en 7,20, el que glosa el adjetivo purulentus. En el mismo sentido apunta la glosa periodos id est terminationes (13,2). El helenismo periodus, que hace referencia al intervalo que transcurre entre el ataque de la enfermedad y su fin, cuenta en latín con un calco técnico muy preciso, circuitus, en lugar del cual el glosador recurre al más común, pero menos preciso, terminatio. Y también a un nombre de acción en –tio, circumuolutio, acude para glosar el patónimo uertigo, curiosamente prescindiendo de otro helenismo, girus, muy extendido en el latín vulgar y tardío. En resumen, el glosador persigue únicamente una aclaración superficial del texto, o, si se quiere, facilitar su lectura, incluso a veces a través de equivalencias cuyo fundamento se nos escapa, como la que hace corresponder somnientur a comitentur (7,6) o morbi abundantia a inpensatione (7,25). 3.2. Las interpolaciones del manuscrito de Viena El manuscrito de Viena, Österreichische Nationalbibliothek, cod. 10, de finales del XI o principios del XII, según Beccaria, ofrece un texto del libro IV de las Etimologías, que presenta varias particularidades. En primer lugar, no da el texto completo. En los ff. 326ra-328vb contiene, en este orden, los capítulos 6-13 y 5 y, posteriormente, en
54
K.-D. FISCHER, «Neues zur Überlieferung», p. 161, n. 30.
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los ff. 335va-335vb, los capítulos 1-2. Todos han sido copiados por la misma mano y a partir del mismo modelo. El texto se caracteriza por presentar notables variaciones debidas a la intervención del copista, que hace las veces de reelaborador o refundidor. Posteriormente, en los ff. 339vb-341rb, encontramos una nueva redacción de los capítulos 6-8, que se ajusta, con escasas excepciones, al texto canónico isidoriano. En la primera de las redacciones citadas, la que comienza en los ff. 326ra, el texto de Isidoro presenta una serie de adiciones, de fuente casi siempre conocida, de mano de un copista que hace también la función de interpolador. Todas inciden en el órgano afectado o en los síntomas visibles, pero nunca en las causas ocultas de una afección, manteniéndose, desde ese punto de vista, dentro de la línea de explicación isidoriana y acentuando el carácter del libro IV de las Etimologías como isagogé o introducción al estudio de la medicina. Únicamente están interpolados los capítulos 6-7, los más marcadamente técnicos, que se ocupan de las afecciones crónicas y de las afecciones agudas, según una clasificación bien conocida en la Tardía Antigüedad. Las fuentes de las interpolaciones son, con una sola excepción, conocidas. Las mencionaré por orden de importancia: un glosario médico editado por Goetz a partir del manuscrito vaticano Reg. lat. 126055; un nomenclátor que transmiten varios manuscritos con el título Passionum nomina uel indicia (= Pass. nom56.) y editado por Laux57 como parte VII del Ars medicinae; con un solo préstamo, un texto que en algunos manuscritos sucede al anterior con el título De passionibus unde eueniunt, editado por Wlaschky58 como parte integrante de la Sapientia artis medicinae; y, en el capítulo de los problemas, citaré también un pequeño texto del Liber Glossarum59 que, junto con el Liber Esculapii60, puede haber suministrado información en algún caso al interpolador. La relación de interpolaciones, con la fuente de donde proceden, es la siguiente: Etym. IV (ed. Lindsay)
Etym. IV (Viena, cod. 10)
Fuentes de la interpolación
6,3: Phrenesis appellata siue ab inpedimento mentis ... concutere. Est autem perturbatio ...
... siue ab inpedimento et conturbatione mentis ac nature … concutere. Hec passio est cum febre in unum perseuerans. Est enim perturbatio …
CGL, 3,601,7: frenesis alienatio mentis et conturbatio nature hec passio pessima est cum febris in hominem perseuerans
6,4: Cardia uocabulum a corde sumpsit, dum ex aliquo timore …
Cardiaca. Cardiaca uocabulum ex greco sumpsit. Est enim conformidabili metu passio cordis non stomachi et inmoderatus fluxus sudoris per superficiem cutis
-CGL, 3,598,38: cardiacus passio cordis non stomachi -Pass. nom.: Cardiaca passio est inmoderatus fluxus sudoris in superficiem cutis (lat. 11219, f. 23ra)
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G. GOETZ, «Hermeneumata». Cito los Passionum nomina uel indicia y el De passionibus unde eueniunt por el ms. de París, BN, lat. 11219. 57 R. LAUX, «Ars medicinae». 58 M. WLASCHKY, «Sapientia artis medicinae». 59 J. L. HEIBERG, Glossae Medicinales. 60 F. MANZANERO CANO, Liber Esculapii. 56
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6,5: (Lethargia) … Est enim oppressio cerebri cum obliuione et somno iugi, ueluti stertentis.
… ueluti stertentes cum febre periculosa.
Pass. nom., f. 22vb: Litargus est depressio somni profunda cum febrium periculo.
6,6: Synanchis a continentia spiritus et praefocatione dicta. Graeci ...
Et profocatione fautium cum tumore fegmatis. Grece …
6,8: Pleurisis est dolor lateris acutus cum febre et sputo sanguinolento …
... cum febre ex reumatico et sputo ac sanguineo humore
CGL, 3,606,3: sinancis id est inflatio faucium cum tumore. Pass. nom., f. 23ra: Scinancis est inflammatio cum tumore faucium uel posteriorum partium in praefocationen … CGL, 3,603,45: pleuresis tumor uel dolor lateris ex reumatico sanguine Pass. nom., f. 23ra: Pleuresis est tumor et dolor subter tegens latera … cum acutis febribus et sputamina spumosa et sanguinea uel fellita siue saniosa.
6,9: Peripleumonia est pulmonis uitium cum dolore ...
Peripleumonia. Peripleumonia est tumor uel uulneratio pulmonis cum dolore …
CGL, 3,604,5: perepleomonia tumor et dolor uel uulneratio pulmonis.
6,10: Apoplexia est subita effusio sanguinis, qua suffocati intereunt ...
Apoplexia. Apoplexia id est subita gelatio et effusio sanguinis quae similis est paralisin et suffocati intereunt ...
CGL, 3,596,6: apoplexia id est subita gelatio sanguinis quae similis est paralesis in ictu corporis et animae.
6,11: Spasmus latine contractio subita partium aut neruorum cum dolore uehementi ...
... partium cum tremore neruorum ex parte una qualibet cum dolore uehementi ...
CGL, 3,606,1: spasmus contractio uel tremor ex parte una quaelibet Pass. nom. f. 23rb-va: Spasmus est cum facie contrahitur in parte una qualibet.
7,3: Scothomia ab accidenti nomen sumpsit, quod repentinas tenebras ingerat oculis cum uertigine capitis.
... nomen accepit. Grece enim scotomia in girus dicitur eo quod repentinas …capitis. Nigras denique uertigines paciuntur et cadunt. Greci etenim scocias tenebras dicunt.
CGL, 3,605,13: scotomatice graece girus dicitur id est uertigines nigras patiuntur et cadunt. Gloss. Med. (Heiberg, p. 76): Scothomatici: sunt hii, qui aut circium, id est giros, patiuntur … et quasdam uertigines nigras, et quotiens se ad terram inclinauerint uel intenti fuerint, cadunt … ideo et nomen acceperunt schotomaticos, quoniam Graece schotia tenebra dicitur … (Cf. Lib. Escul. 2)
7,5: (Epilemsia) … Graeci enim adpensionem epilepsiam appellant. Fit autem ex melancholico humore …
… epilempsiam dicunt. Est enim subita insensatio cadens cum squamatione et tactu membrorum. Fit uero ex melancolico humore
CGL, 3,600,22: epelemsia subita insensatio et cadens cum spumatione et rapto membrorum. Pass. nom., f. 22vb: Epelemsia est insensatio subita ita ut cadens spuma patiatur.
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7,9: Melancolia dicta est a nigro felle. Graeci nigrum melan uocant ...
Melancolia. Melancolia ab inundatione nigri fellis uocata est. grece nigrum melan uocant.
CGL, 3,603,1: melancolicus inundatio nigredinum fellis
7,11: Catarrhus est fluor reumae iugis ex naribus …
Catarrus est reumaticus humor in pectore et fluor ...
CGL, 3,598,41: catarrus reumaticus humor in pectore.
7,18: Tussis Graece ab altitudine uocatur …
Tussis. Tussis sicca id est reumatismus capitis et distillatio uue in pulmonibus de bellantis. Grece enim tussis ab altitudine…
De passionibus unde eueniunt, lat. 11219, f. 25ra: Tussica passio ex quo humore contingit. Ex reuma capitis et distillationem uuae ex pulmonis illi clibelantur iam tisicus efficitur.
7,19: Apostoma a collectione nomen accepit …
Apostema. Apostema nomen accepit a collectione et uulneratione ex malis humoribus.
CGL, 3,597,19: apostema collectio uel uulneratio ex malis humoribus.
7,20: Enpiis dicta ab apostoma intrinsecus ...
Enpiis. Enpiis dicta ab apos(Sincopin. Sincopin id est cui uitalis spe absciditur uel denegatur)temate intrinsecus ...
¿?
7,24: Nefresis a renum languore nomen accepit ...
Nefresis. Nefresis est dolor circa renes et uesicam. Nam a renium dolore nomen accepit.
7,25: Paralesis dicta a corporis inpensatione, facta ...
Paralisis. Paralisis est solutio membrorum et contractio neruorum et corporis inpensatione ...
CGL, 3,603,20: nefretice dolor circa renes. Pass. nom., f. 23vb: Nefretica est tumor circa renes pertingens usque ad uesicam propter quod non facile redduntur urinae et in uaenas sanguinem autumnosae. CGL, 3,604,1: paralisis solutio membrorum et neruorum contractio.
7,29: Sciasis uocata a parte corporis quam uexat …
Sciatica. Sciatica passio est tumor et dolor circa uertibulorum ossa et maxime usque ad femora et talos descendens et inpediens gressus. Vocatur uero a corporis parte que uexatur ...
CGL, 3,605,18: siadica passio idest tumor et dolor circa uertebrum et clunes usque ad femora et talones impediens gressum. Pass. nom., f. 23vb: Scias est tumor circa uertebrum pertingit usque ad femora et talum inpediens gressus a podagra nihil diferens.
7,30: Podagram Graeci a retentione pedum dicunt nominatam ...
Podagra. Podagra est passio in inferioribus partibus inter ossa et cutem et recentione pedun dicit nominatam ...
CGL, 3,604,17: potragra passio inferioris partis inter ossa et cutem.
7,31: Artriticus morbus ab articulorum passione uocabulum sumpsit ...
Arterciaca. Arterciaca passio est raucitudo in faucibus uel asperitas et ab articulorum passione uocabulum supsit …
CGL, 3,597,7: arteriacis raucitudo uel asperitas in faucibus.
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CGL, 3,605,3: satyriasis impetus desiderii circa ueretrum sine mensura cum dolore et pruritu Pass. nom., f. 24ra: Satiriasis est impetuosum desiderium circa ueretro sine mensura cum alienationem et erectionem et tensionem ueretri periculosa. CGL, 3,599,33: diarria passio circa collum et testines quae per uentrem sola diffinitur Pass. nom., f. 23rb: Diarria passio est circa colum et longaonem perturbans egestionem CGL, 3,599,41: desenteria ulceratio in sentinarium lapsa cum fluxu reomatismo
7,34: Satiriasis iuge desiderium Veneris cum extensione naturalium locorum …
Satiriasis. Satiriasis est passio impetus dessiderii circa ueretrum siue menstrua cum dolore et putidu quod est iuge desiderium …
7,35: Diarria iugis uentris cursus sine uomitu Diama.
Diarria est passio iugis uentris cursus sine uomitu quae per uentrem sola diffinitur.
7,36: Disinteria est diuisio continuationis, id est ulceratio intestini …
Dissinteria. Dissinteria est passio id est ulceratio intestinorum et lapsis cum fluxu reumatismo
7,38: Colica passio nomen sumpsit ab intestino quem Graeci colum appellant
Colica. Colica passio est dolor intestini maioris unde et nomen accepit. Nam intestinum lateris colum grece dicitur.
CGL, 3,598,42: colicus dolor intestini maioris
7,39: Ragadiae dicuntur eo quod fissurae sint rugis collectae …
Ragiadie. Ragiadie dicuntur diuersa uicia ani in sanguinis fluxu et ex eo quod fissure ...
CGL, 3,604,45: ragadas diuersa uitia ani maxime in sanguinis fluxum
En el capítulo de los problemas figura el de la relación entre las fuentes, puesto que tanto los Passionum nomina uel indicia como el De passionibus unde eueniunt son fuentes principales del glosario editado por Goetz, a su vez ampliamente utilizado por el interpolador. Aunque en algunas interpolaciones las dos fuentes se yuxtaponen, y no hay duda de que las dos estuvieron a disposición del copista, en algún caso fuente primera y fuente segunda forman un único texto, de modo que, en algún pasaje concreto, como el de Etym. 7,24 (nefresis) no resulta fácil afirmar si el interpolador utiliza como fuente primaria el glosario, completándolo con los Passionum nomina uel indicia, o si eventualmente pudo haber utilizado el glosario en una versión más completa que la actualmente conocida. Distinta de las demás interpolaciones es la de Etym. 4,7,20, de fuente desconocida y cuya incorporación al texto isidoriano se produjo, con toda seguridad, no a manos del interpolador que efectúa las demás adiciones, sino por incorporación de alguna anotación marginal o supralineal que un copista, por inadvertencia, integra en el texto cortando el término apos[ ... ]tema. Además de esta integración deficiente, la mencionada interpolación se diferencia de las demás en que su origen es desconocido y en que no completa ningún lema de Isidoro, sino que se refiere a una afección ajena a las Etimologías. El método de adición es simple. Generalmente el interpolador yuxtapone el texto de la fuente y el de Isidoro, coordinando de este modo para una misma afección dos explicaciones diferentes, que resultan complementarias (cf. 7,11 catarrus; 7,25 paralisis; 7,34 satiriasis). Otras veces la definición isidoriana y la de la glosa se integran en una
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frase única. El interpolador suele aprovechar, en este caso, la presencia en ambas de términos similares o muy parecidos y redacta el lema sin necesidad de introducir variaciones significativas en ninguno de los textos (Cf. 6,9 peripleumonia; 7,9 melancolia; 7,19 apostoma). Las interpolaciones del manuscrito vienés fueron realizadas por un copista erudito, pero inexperto en textos médicos, pues comete errores de bulto, ni siquiera justificables por el empleo de un manuscrito de la fuente de difícil lectura. De este modo confunde, en la interpolación a 7,18, tussis con tisis61, aplicando un texto que se ocupa de esta última a la explicación de un lema que se ocupa de la primera. El error parte de una lectura inadecuada de la fuente, cuyo sintagma inicial, tussica passio (tissicia en otros mss.) es interpretado por el interpolador como tussis sicca, omitiendo el término passio, que resultaba de difícil encaje y que suele emplear sistemáticamente en otros lemas. También por una lectura acrítica de la fuente se explican los términos squamatione et tactu, en lugar de spumatione et rapto, en referencia a la epilepsia (7,5). Pero donde se hace más evidente una copia mecánica de la fuente es en la interpolación a 7,31. El lema isidoriano se ocupa del artriticus morbus, cuya etimología se justifica porque ab articulorum passione uocabulum sumpsit. El interpolador utiliza una fuente defectuosa y confunde arteriaca con artritica. El glosario se refiere a la arteriasis, que define como raucitudo uel asperitas in faucibus, a la que hace referencia también Isidoro en Etym. 4,7,14. Se trata de una afección de la garganta62 (arteriae, fauces), que nada tiene que ver con una afección articular. Aun utilizando una fuente poco clara, las dos explicaciones que el interpolador yuxtapone nada tienen en común –una se refiere a la garganta, otra a las articulaciones– y una vez interpolado el lema, éste, en vez de referirse a la artritis, como en Isidoro, se ocupa en teoría la arterciaca (= arteriaca) passio. Que se trata de un interpolador que opera de modo mecánico, prestando poca atención a los textos, se desprende de la manifiesta contradicción en la que incurre al añadir, en el lema sobre la apoplejía (6,10), la expresión subita gelatio sanguinis del glosario. Los términos gelatio y effusio son incompatibles y la frase Apoplexia id est subita gelatio et effusio sanguinis es del todo incomprensible. En otras ocasiones, el afán de síntesis lo lleva a una defectuosa combinación de fuentes, como en 6,8, donde una mala integración de dos textos, o quizás de tres, da como resultado la sucesión ex reumatico et sputo ac sanguineo humore, donde reumatico ha sido desplazado de la posición que ocupaba en la fuente, en concordancia con sanguine, pero la nueva redacción del lema lo deja aislado en un serie triple reumatico-sputo-humore.
61 La confusión, por otra parte, debió de ser frecuente en los textos. Cito únicamente el Liber Esculapii 12: Quibus aliis a speciebus nominibus catarrus appellatur? A naribus factus coriza; a faucibus brancos; a raucedine pulmonum , unde fit tussis. En cambio, Cael. Aur. Diaet. Pass. 73 (ed. Rose, p. 233), un texto relacionado con el Esculapio, dice: Quibus aliis a speciebus nominibus catarrus appellatur? Ad nares factus coryza, ad fauces branchos, ad pulmonem ptysis. (= Isid. Etym. 4,7,11, que también da ptysis). 62 Cf. En el ms. de Vendôme, cod. 109, f. 67v: De artiriacis. Artiriacis sunt quibus fauces reumatizant uel dentes cum asperitate gutturi interius ... . Y en el f. 137v del mismo manuscrito encontramos un Antidotus polycristus. Qui facit ad uocem raucam et artyriacos ... (cf. H. E. SIGERIST, «Manuscripts of Vendôme», pp. 78-79).
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A veces la interpolación responde a un afán de precisión, como en el caso de la cardiaca passio (Etym. 6,4). Cardia puede hacer referencia al estómago o al corazón, ambigüedad que el interpolador evita introduciendo la glosa passio cordis non stomachi. El manuscrito de Viena completa el lema relativo a la cardiaca passio del siguiente modo: ... est enim conformidabili metu passio cordis non stomachi et immoderatus fluxus sudoris per superficiem cutis. Las fuentes de esta adición son dos: un glosario editado por Goetz, que dice cardiacus passio cordis non stomachi (CGL 3,598,38), y los Passionum nomina uel indicia, que definen la patología del modo siguiente: Cardiaca passio est inmoderatus fluxus sudoris in superficiem cutis. La parte tomada del glosario va mucho más allá de un puro interés erudito o gramatical. En algunos textos esta patología se localiza en el estómago. Por ejemplo, Alejandro de Tralles63, en I, 36 define la cardiaca passio del modo siguiente: Cardiaca passio stomachica est. Contingit autem his quibus pessimis et uenenosi cum mordicatione stomachi ibidem colliguntur humores et dominantur maxime his qui nimis sensibilem habent stomacho ita ut interdum etiam aliqui mox de repente moriuntur non ferentes insustentabilem mordicationem ... Las dos patologías aparecen con frecuencia unidas en tratados doctrinales por presentar la misma etiología y síntomas similares, y por la propia ambigüedad del término cardia, que puede referirse al estómago o al corazón. A modo de ejemplo cito el texto De passionibus unde eueniunt: Stomatichi autem et cardiaci unde efficiuntur? Ex nimio fumo colerarum stomatici erunt cardiaci et satis sudant, hoc cardiaci dicuntur (París, BN, lat. 11219, f. 25va). Es decir, idéntica etiología y un mismo síntoma, un sudor excesivo, coincidiendo en esto con los Passionum nomina uel indicia. Cael. Aur., Diaet. pass. 38 (Rose 229) es más complejo en su definición: Ex quibus cardiacum adprehendis? Ex antecedentibus uehementibus febribus et consequenti sudore frigido ... Pero, a continuación, introduce dos nuevas interrogationes, una para distinguir un sudor normal de un sudor excesivo, y otra para establecer diferencias entre el cardiacus y aquel qui ex stomachi passione sudauerit: Quomodo discernis a cardiaco eum qui ex stomachi passione sudauerit? Ex stomachi passione sudare cognoscimus eum qui sine dolore eiusdem partis uexari fatetur, hoc est sub pectore aut inter palas, adtestante aliquo sungultu atque post acceptum cibum pressura corporis cum saliuarum fluore et nausia aut uomitu (Diaet. Pass. 41, 230 Rose). Aunque se desconoce el origen último de la información del glosario utilizado por el copista del manuscrito vienés, éste va más allá de la escueta información dada por Isidoro, completándola en beneficio de un hipotético lector que pudiese conocer explicaciones diferentes de la ofrecida por el Hispalense.
63 Tomo la referencia de H. E. SIGERIST, «Manuscripts of Vendôme», p. 75 (= Vendôme, Bibl. Munic., cod. 109, f. 59r). Idéntica referencia en el ms. de Uppsala, C. 664, pp. 320-322: Cardiaca passio stomachi causa est.
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CONCLUSIONES Para el estudio del léxico isidoriano es necesario el concurso de medios diversos. El más importante es el conocimiento de las fuentes, que permite ver, en un lema dado, qué se debe a tradición y qué a innovación del Hispalense. Pero a veces ni siquiera la fuente permite resolver el problema y hay que operar por aproximación o, si se quiere, ateniéndonos a un criterio de verosimilitud. Ello es especialmente importante cuando carecemos de la fuente directa empleada por Isidoro y disponemos, en cambio, de su tradición indirecta, con paralelos en las Etimologías. Pero incluso cuando la fuente se ha conservado, los problemas no desaparecen, porque a veces el razonamiento de Isidoro se nos escapa y faltan datos para interpretarlo. En ese contexto es tentador achacar a impericia del autor o a la tan manida falta de revisión de las Etimologías aparentes imperfecciones en el texto. Antes de hablar de ‘error’ isidoriano es preciso haber agotado todas las vías de aproximación al problema, incluido el examen de la tradición manuscrita. Y aun en ese caso es posible que tras lo que hoy es error, imperfección o descuido, algún día pueda descubrirse una lógica aplastante. Quizás Isidoro cometió menos errores de los que hoy le atribuimos. Muchas veces nos dejamos llevar de la literalidad de las fuentes, sin tener en cuenta que el Hispalense actúa de modo deliberado sobre ellas. Evidencias hay suficientes. Es esta voluntad modificadora, que a veces no alcanzamos a descubrir, la que suele ser menospreciada, con sobrevaloración de la lectura literal de los paralelos. Un lema no es una simple suma de fuentes, sino un todo en el que las perícopas procedentes de éstas pueden tomar una función distinta de la que tenían en el texto original. De ello el lema sobre el espasmo es un ejemplo elocuente. Además de los términos técnicos sólo atestiguados en Isidoro hay que tener en cuenta también aquellas modificaciones introducidas voluntariamente por los copistas, pues son testimonio de que una variante, con independencia de su mayor o menor implantación, fue introducida en la lengua en un momento concreto y, por tanto, debe figurar en los repertorios especializados. A juzgar por los datos obtenidos, sin embargo, las modificaciones de este tipo fueron poco numerosas, pero nada impide que un término atestiguado por esta vía aflore en otros textos y que lo que ahora es sólo una presencia marginal o puramente testimonial, se convierta, a medida que vayan conociéndose nuevos datos, en demostración de su carácter vivo en la lengua y, a la postre, de la vitalidad de la lengua misma. Finalmente, en lo que toca a la actividad de glosadores, este procedimiento nada aporta al léxico técnico propiamente dicho, pero sí al conocimiento de la lengua de la época y a los intereses y objetivos del glosador. Las glosas son un testimonio de cómo alguien lee e interpreta un texto dado en un momento concreto y de las vicisitudes de ese texto, y ello es parte importante de la historia de su transmisión y de la historia cultural en general.
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Apéndice: A vueltas con el espasmo
En la discusión posterior, para explicar la dificultosa asociación entre spasmus y cor-cardia y el aparente desvío del Hispalense respecto a lo que dice la fuente, los profesores Carracedo Fraga y Vázquez Buján sugirieron la posibilidad de que, en realidad, en el lema sobre el espasmo, Isidoro hubiese descolocado las fichas correspondientes a dos fragmentos de la fuente. Los presupuestos, y las consecuencias, de una toma de posición tal resultan obvios. Se zanja la cuestión por la vía de la negación del problema terminológico propiamente dicho, que se debería al azar, haciendo así innecesaria cualquier explicación, aún al precio de remitir ésta a causas ocultas de imposible comprobación. De la disconformidad con la explicación aducida por el comunicante para la relación terminológica spasmus/cor, cordis queda también constancia en el propio trabajo del profesor Vázquez Buján, que la califica de enrevesada. Sin ánimo de polemizar, adelanto que sostengo íntegramente cuanto en su momento expuse. La hipótesis que se ofrece como alternativa resulta difícilmente sostenible por motivos varios, unos de carácter general y apoyados otros en la propia realidad de los textos. Vengamos, en primer lugar, a la teoría de la ‘descolocación’ de fragmentos de la fuente. Dicha hipótesis –por añadidura, la primera que se nos hace siempre presente, cuando nos enfrentamos a un lema problemático– arranca de la sugerencia de J. Fontaine64 de que Isidoro pudiese haber llevado una especie de fichero de materiales que luego ordenaría en el momento de redacción de su obra. Una cuestión de principio sale al paso de inmediato. A pesar de los años transcurridos desde su formulación, la idea del estudioso francés, sin duda funcional y atractiva para explicar un buen número de dificultades en las Etimologías, no ha rebasado todavía el estadio hipotético, sin que se haya aportado indicio alguno que acredite su veracidad. Y aun en el supuesto de ser cierta, desconocemos qué clase de fichero podría haber llevado el Hispalense o su criterio de ordenación. En cualquier caso, nada autoriza a pensar, siquiera sea de manera inconsciente, en un fichero al estilo moderno, en el que fácilmente pudiese traspapelarse una ficha. En realidad, Fontaine emitió una hipótesis que, precisamente por sugerente, halló eco en innumerables estudios posteriores, pero sin que haya sido sometida a juicio crítico y que nada autoriza a llevar a tales extremos. En cuanto a la explicación etimológica que pone en relación spasmus, cor y corda no tiene nada de enrevesado. Muy al contrario, la asociación entre esos términos debió de ser más habitual de lo que su frecuencia en los textos permite suponer. Aun excluyendo a Isidoro y el pasaje paralelo del Liber Glossarum, contamos, además de la glosa spasmus cordarum tensura, por lo menos con otro texto en el que se establece idéntica relación asociativa. El ms. de París, BN. lat. 14025 contiene, bajo el título Practica Petrocelli Salernitani, una compilación terapéutica que fue editada por S. de Renzi65 en el vol. 4 de su Collectio Salernitana. Se trata de una refección de otro texto titulado
64 J. FONTAINE, Isidore de Séville et la culture, p. 773; Véase también M. C. DÍAZ Y DÍAZ, «Introducción general», p. 182. 65 S. DE RENZI, Collectio Salernitana, vol. V, Nápoles, 1856, pp. 185-286. Existe una reimpresión reciente, Nápoles, 2001, de la que tomo la cita sobre el espasmo. He cotejado el texto de De Renzi con el manuscrito y he podido verificar que la lectura corda, que da el editor, es correcta.
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Tereoperica y transmitido por el ms. de París, BN, lat. 1121966. En el capítulo sobre el espasmo (De Renzi, p. 215) la Practica Petrocelli pone también en relación etimológica spasmus y corda, en términos que apuntalan la explicación ofrecida a propósito del lema isidoriano: Istam talem passionem (= spasmum) a corda nominatam dixerunt. En este sentido, aunque la Tereoperica da la lectura corde en lugar de corda, la propia existencia de la glosa spasmus cordarum tensura exige que debamos plantearnos como mínimo la posibilidad de que, en el caso del texto editado por De Renzi estemos, no ante un error de copia, sino ante una modificación intencionada del texto por el copista-reelaborador de la Practica. En resumen, que, además de en Isidoro, tal relación etimológica está atestiguada, por lo menos, en otros dos textos, lo cual invita ya a considerar su existencia real. Precisamente de la mano de la Tereoperica vengamos a la cuestión de la relación a tres bandas, entre Isidoro, el fragmento del Liber Glossarum y las fuentes de ambos. La base del lema de Isidoro y de la glosa que nos atañe se encuentra en Cael. Aur. Diaet. pass. y en el Liber Aurelii (a pesar de la cita nominal de Hipócrates no es el Comentario a los Aforismos la fuente directa del segmento final de la glosa, como erróneamente cree el Prof. Vázquez Buján): -Etym. 4,6,11:Spasmus Latine contractio subita partium aut neruorum cum dolore uehementi. Quam passionem a corde nominatam dixerunt, qui in nobis principatum uigoris habet. Fit autem duobus modis, aut ex repletione aut ex inanitione.
-Lib. Gloss. s. v.: Spasmus est tensio adque contractio partium aut neruorum cum dolore uehementi adque acuto. Alii, quod sit letalis passio a corde nominatam dixerunt, qui in nobis principatum uigoris habet. Hyppocrates autem dicit, quoniam, si in spasmo febris superueniat, signum esse salutis, si autem super febres ispasmus, malum.
Liber Aurelii, 20 (Daremberg, p. 69): Spasmus est tensio atque contractio partium corporis cum ualde acuta instrictione ... Cael. Aur. Diaet. pass. 32: Ex quibus adprehendis spasmo laborantem? Ex non uoluntaria tensione atque conductione partium uel neruorum, cum dolore uehementi atque acuto et pulsu paruo. Cael. Aur. Diaet. pass. 39: Unde nomen cardiacae passionis cepit? A corde quod Graeci cardian appellant. Alii uero quod sit letalis passio, a corde nominatam dixerunt quod in nobis principatum uigoris habet. -Liber Aurelii, 20 (Daremberg, p. 61): Ypocrates autem dicit quoniam si spasmo febris subueniat, signum esse salutis; quodsi spasmus febri superueniat, contra periculosum signum est.
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Sobre la Tereoperica y la Practica, cf. G. SABBAH, «Le De medicina», pp. 23-28.
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ARSENIO FERRACES RODRÍGUEZ
Identificado el origen de la información, conviene ahora pasar a la naturaleza de la relación entre Etym. 4,6,11 y la entrada del Lib. Gloss. para el espasmo. Consideraciones cronológicas aparte, hay que excluir que la combinación de las dos fuentes en un mismo texto sea obra del glosador y que eventualmente de ahí pudiese haberlo tomado Isidoro. La afirmación del Prof. Díaz y Díaz, en su intervención en este punto, de que el Liber Glossarum es muy simple en su concepción, encuentra confirmación plena en las glosas de contenido médico. El glosador nunca entrecruza, ni siquiera yuxtapone, dos textos que se ocupan de una misma realidad, sino que la información procedente de cada fuente da origen a una entrada distinta en el glosario. De modo que es inevitable concluir que, en el caso que nos ocupa, la combinación de Celio Aureliano y el Liber Aurelii se encontraba ya en la fuente del Lib. Gloss. Es necesario tener en cuenta, además, el hecho palmario de que, en el Lib. Gloss., el fragmento final que hace alusión explícita a Hipócrates (Hyppocrates autem ... malum), no figura en Isidoro, y que, en consecuencia, tampoco de las Etimologías pudo haber tomado la información el glosario. De donde se desprende como única explicación posible que ambos han recurrido parcialmente a una fuente común, que había operado por contaminación de Celio Aureliano y el Liber Aurelii, a la que luego Isidoro pudo haber añadido la frase final tomada del Comentario a los Aforismos (Fit autem ... inanitione). Corrobora, además, la existencia de esa fuente un fragmento hasta ahora no estudiado, el capítulo 38 de la Tereoperica (París, BN, lat. 11219, f. 60ra-b) que se ocupa del espasmo y que, en lo que aquí interesa, se muestra coincidente con el Liber Glossarum (señalo en cursiva los paralelos): XXXVIII. Ad pasmos uel ceruicis dolorem. Spasmus est tensio et contractio partium neruorum uel uicinarum musculorum ceruices cum dolore uehementi maxime contigit patiente dolore os facile aperire non possit sub hec titulum uarie sunt pasiones. Spasmus enim per omne corpus frigidam habet temperantiam ita adtendunt ut sub uno scemate iacentis tensionem molestam et inflexam simile teneatur. Aut uerum prunus contractio habet et quae acuta ex pulso paruo. Alia uero sitalis passio ad corde nominata dixerunt quod nobis principato figuris addebent. ... Ippocras auctor dixit. Si in spasmum febris obuenerit signum salutis est. Si autem super febrem spasmus euenit malum est. Al margen del problema del especial método de contaminación de las fuentes en la Tereoperica, que aparecen de ordinario cortadas de modo abrupto y entremezcladas entre sí –una práctica que afecta a todas las fuentes de la compilación, incluido Casio Félix, y que todavía no ha sido estudiada–, el fragmento aludido resulta de la contaminación de Teodoro Prisciano67 con otra fuente que, a pesar de los problemas de transmisión del texto, podemos comprobar que comprendía
67 Spasmus appellatus est ex tensione uel protractione neruorum et uicinorum musculorum ceruicis quam maxime inpatienti dolore compatientis, ut etiam ad respondendum os facile aperire non possint. Nam sub hoc titulo spasmi uariae sunt huius passionis figurae. Spasmus per omne corpus extensionem rigidam temporalem quidem habet, sub qua ita tenduntur ut sub uno schemate iacentes tensione molesta et inflexibili teneantur. Quos uero pronos contractio habet, emprosthotonicos dicimus. Quos autem ad posteriora reclinatos, opisthotonicos appellamus. Haec accidentia corporibus frequenter sine febribus euenire consuerunt. Quae quibus superuenerint causam soluunt. Superuenientes uero febribus uitae semper periculum minitantur. (Theod. Prisc. Log. 30 Rose 127-128)
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los mismos elementos y seguía exactamente el mismo orden que el Liber Glossarum. Dado que el texto de la Tereoperica es más completo68 y que no existen indicios de que su compilador haya hecho uso del Liber Glossarum en ningún otro lugar, parece más razonable suponer la existencia de una fuente común a ambos, que pudo haber circulado en tradición difusa, quizás algún recetario o colección de extractos de origen variado, y que pudo haber sido también utilizada por Isidoro. El hecho de que haya existido una fuente común a Isidoro, al Liber Glossarum y a la Tereoperica no presenta nada de particular, dada la naturaleza de los textos implicados, que se ocupan de materia terapéutica y cuya estructura permitía su circulación fragmentaria y su contaminación con otras fuentes. Es quizás alguno de esos centones la fuente directa de Etym. 4,6,11. A la consecuencia inmediata de esta visión de las cosas hace referencia el prof. Vázquez Buján cuando alude a la dificultad de atribuir, en esta hipótesis, la asociación spasmus/cor, cordis al propio Isidoro. No deriva de ahí contradicción alguna para la explicación terminológica aducida. El Hispalense es un compilador más entre los numerosos compiladores situados entre la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media. De ellos lo diferencia su amplia formación, la magnitud de su obra y quizás el objetivo de la misma, pero no su método de empleo de fuentes. En este sentido, quizás la frecuencia con que se ha empleado la expresión ‘método isidoriano’ haya distorsionado la percepción de los hechos, singularizando al Hispalense y olvidando que la elaboración de extractos y la contaminación de fuentes, en diferentes grados, fue uno de los métodos habituales de conservación de la cultura antigua y de su transmisión a la época medieval. Si una fuente anterior ha asociado los términos spasmus y cor/cardia y tanto el Hispalense como el Liber Glossarum recogen esa asociación sin modificarla, razón de más para considerar que la explicación aducida para el lema es correcta y nada enrevesada. La existencia, en las Etimologías, de un número elevado de lemas con asociaciones similares, que a veces se nos antojan oscuras o disparatadas, debe hacernos reflexionar sobre la posibilidad de que el problema no resida en Isidoro, sino en nuestro enfoque inadecuado de los hechos.
68 Cf., por ejemplo, la precisión ex pulso paruo, que no da el fragmento del Liber Glossarum, pero que sí figura en Celio Aureliano, la fuente última de ambos.
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Neue oder vernachlässigte Quellen der Etymologien Isidors von Sevilla (Buch 4 und 11)1 KLAUS-DIETRICH FISCHER Institut für Geschichte, Theorie und Ethik der Medizin. Mainz
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1. EINLEITUNG Meinen Ausführungen möchte ich die Worte des Mannes voranstellen, dessen Forschungen zu Isidor im vergangenen halben Jahrhundert richtungsweisend gewesen sind, Jacques Fontaine. Fontaine schrieb vor fünfzig Jahren: «On ne peut accéder à la véritable originalité d'Isidore de Séville que par un triple démarche. D'abord, un bilan aussi complet et detaillé que possible de ses sources directes et indirectes2. Ensuite, une observation minutieuse des coupures, additions et modifications auxquelles Isidore soumet le texte qu'il emprunte ...»3. Bei einem enzyklopädischen Werk, wie Isidors Etymologien es darstellen, ist von vorneherein klar, daß es auf zahlreichen Quellen basieren muß, die in ihm verarbeitet sind. Als Medizinhistoriker interessieren mich verständlicherweise besonders diejenigen Abschnitte der Etymologien, die sich direkt mit der Medizin und dem Menschen beschäftigen, also die Bücher 44 und 115. Nur wer sich mit dem Problem der Quellen bei Isidor und speziell in den Etymologien noch nicht näher befaßt hat, wird darüber erstaunt sein, daß hier viele Fragen noch nicht geklärt sind. Die Arbeit daran wird oft sowohl für die von Isidor herangezogenen Werke wie für Isidor selbst nützlich sein.
1 Teile dieses Beitrags, die sich mit dem Aphorismenkommentar Lat-A beschäftigen, wurden am 3. September 2003 unter dem Titel «Eine neue Quelle der Etymologien Isidors von Sevilla» beim VII Coloquio Internacional de Latín Vulgar y Tardío an der Universidad de Sevilla vorgetragen. In Absprache mit der Veranstalterin, Frau Prof. Dr. Carmen Arias Abellán, erfolgt keine gesonderte Veröffentlichung in den Akten des Kongresses von Sevilla. Sämtliche Zitate aus den Etymologien folgen, sofern nichts anderes vermerkt ist, der Ausgabe von W. M. Lindsay, Oxford 1911. 2 Allgemeine Bemerkungen bei W. D. SHARPE, Isidore of Seville, pp. 21-23. Nachweise einzelner Quellen dort in den Fußnoten zur Übersetzung. Für Buch 11 ist jetzt Gasti (s. u.) zu benutzen. Vgl. auch den Abschnitt Fuentes (pp. 147-149) in U. DOMÍNGUEZ DEL VAL, Historia, III. 3 Zitiert nach J. N. HILLGARTH, «The Position of Isidorian Studies», p. 845. Hillgarths Dictum (p. 894) gilt noch immer: «The two fundamental necessities for Isidorian studies, then, are a new critical edition and a new and intensive study of sources». 4 C. CODOÑER MERINO, «Los tituli en las Etymologiae», beschäftigt sich mit der Frage, inwieweit das heutige Buch 4 der Etymologien eine Einheit innerhalb des Gesamtwerks darstellt, und mit weiteren Problemen der Komposition. 5 Die neueste Untersuchung stammt von F. GASTI, L’antropologia di Isidoro. Die von ihm vorbereitete Ausgabe von Buch 11 für die Collection A.L.M.A. ist noch nicht erschienen; inzwischen: Isidoro di Siviglia.
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Das zeigt mein erstes Beispiel, wo es um den Begriff der Epilepsie geht, der sich vom griechischen e)pilamba¿nw herleitet: [1] Isid. Orig. 4,7,5
Caelius Aurelianus
Epilemsia uocabulum sumsit, quod mentem adpendens pariter etiam corpus possideat. Graeci enim adpensionem e)pilhyi¿an appellant.
Diaet. pass. 55 Unde epilepsia dicta est? a sensus atque mentis adprehensione, quibus occupatis etiam corpus possidetur. Graeci enim epilepsiam adprehensionem uocant. Chron. 1,4,60 Epilepsia uocabulum sumpsit, quod sensum atque mentem pariter apprehendat.
Der letzte Herausgeber der Etymologien, William M. Lindsay, kennt die Lesart von Isidors offensichtlicher Quelle Caelius Aurelianus adprehendens ... adprehensionem aus Handschriften, die er als dett. charakterisiert, ohne sie zu nennen oder auch nur anzugeben, welche Handschriften die von ihm selbst bevorzugte Lesart adpendens/adpensionem überliefern. Die Schwierigkeit, daß appendo 'daranhängen' kaum zur Wiedergabe von e) p ilamba¿ n w 'ergreifen' geeignet ist, hat er ebenso übersehen wie die Angabe im Thesaurusartikel apprehendo/apprendo, erschienen wohl im Jahre 1900, wo aus den Glossen als griechisches Äquivalent e)pilamba¿nomai angeführt wird (ThLL I 305,73)6. An Isidors Erklärung des Wortes Epilepsie läßt sich hervorragend zeigen, wie in der Philologie alles auf eine möglichst komplette Sammlung des Materials ankommt7, zumindest ankommen kann, denn während der Suche ist ja noch ungewiß, ob man tatsächlich etwas Wichtiges finden wird. Der Umstand, daß diese Suche noch nicht im möglichen Umfang stattgefunden hat, entschuldigt dann nicht nur Lindsay, sondern auch andere Wissenschaftler. Die m. E. korrekte Lesung adprehensio für unsere Isidorstelle findet sich auch –ohne weitere Bemerkung– im entsprechenden Thesaurusartikel (ThLL I 308,32). Lindsay hätte sich vermutlich anders entschieden, wenn der Thesaurus schon hier, wie das später im 1934 gedruckten Artikel epilepsia geschehen sollte, auf Cael. Aur. Chron. 1,4,60 verwiesen hätte8: Epilepsia uocabulum sumpsit, quod sensum atque mentem pariter
6 Diese bequeme Möglichkeit, griechisch-lateinische Entsprechungen zu überprüfen, verdient stärker wahrgenommen und genutzt zu werden. 7 Wegweisend war für mich H. PHILIPP, Die historisch-geographischen Quellen; zur Notwendigkeit der Quellenforschung dort p. 9 (wenn nichts anderes gesagt ist, beziehen sich alle Verweise auf den 1. Teil von Philipps Werk). 8 Die Exzerpte aus Cael. Aur. Acut. und Chron. hatte Georg Helmreich gemacht; Diaet. pass. wurde, wie die übrigen erhaltenen Reste der Werke des Caelius Aurelianus, Salut. praec. und Gyn., erst zu einem späteren Zeitpunkt für die Zettelkästen des Thesaurus linguae Latinae exzerpiert.
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apprehendat. In diesem Thesaurusartikel folgt dann auch der Hinweis «sim. diaet. pass. 55 ISID. orig. 4,7,5», ein Hinweis, den man übrigens in der neuen, maßgebenden CaeliusAurelianus-Ausgabe im Corpus Medicorum Latinorum von 1990 vergebens sucht. Wenn wir den Text bei Isidor mit Caelius Aurelianus Chron. und Diaet. pass. vergleichen, zeigt sich, daß allein Diaet. pass. als Quelle in Frage kommt9. Doch die Überlieferung von Cael. Aur. Diaet. pass. führt uns sofort zum nächsten Problem: Bis heute kennen wir nämlich nur eine einzige Handschrift dieses Werkes, den berühmten Augiensis CXX (Oberitalien, 2. Viertel des 9. Jh.). Dazu kommt die Benutzung von Diaet. pass. (also Nebenüberlieferung) im recht weit verbreiteten Traktat des sog. Esculapius über die chronischen Krankheiten10, der seinerseits in den Liber glossarum (Glossarium Ansileubi11) und verschiedene medizinische Sammelschriften, vor allem den Passionarius Galieni, auch bekannt unter dem Namen seines vermutlichen Kompilators Gariopont (2. Hälfte des 11. Jahrhunderts), einging. Für eine Reihe anderer Stellen im 4. Buch der Etymologien hat Otto Probst12 1915 die Herkunft aus den Diaet. pass. nachgewiesen, sodaß ich nicht daran zweifle, daß sie auch in Orig. 4,7,5 direkt benutzt sind. Doch die Übereinstimmung mindestens der drei Wörter Epilepsia uocabulum sumpsit bei Isidor und bei Cael. Aur. Chron. 1,4,60 legt es nahe, den Ursprung dieser Passage gemeinsam auf Cael. Aur. Chron. 1,4,60 und Diaet. pass. 55 zurückzuführen. Da die akuten und chronischen Krankheiten des Caelius Aurelianus ein sehr umfangreiches Werk sind (drei Bücher akute Krankheiten, fünf Bücher chronische Krankheiten), das einen entsprechenden Aufwand beim Exzerpieren voraussetzt, liegt es auf der Hand, diesen Befund anhand weiterer, ähnlich gelagerter Fälle abzusichern, wie es Pierre Schmid bereits in seiner Neuenburger Dissertation aus dem Jahr 1942 vorgeführt hat13. Das soeben besprochene Beispiel [1] hat uns vor Augen geführt, daß die Quellenforschung im 4. Buch der Etymologien auch deshalb kein einfaches Unterfangen darstellt, weil Isidor für eine Aussage mitunter mehrere Stellen eines oder mehrerer Autoren kombiniert. Das werden wir auch bei der angekündigten neuen Quelle, einen Kommentar zu den Aphorismen des Hippokrates, der uns nur in lateinischer Sprache vorliegt, beobachten können (z. B. in [3] und [4]). Ich möchte meine weiteren Ausführungen wie folgt gliedern. Zunächst soll diese neu identifizierte Quelle kurz vorgestellt werden. Danach ist zu beweisen, daß Isidor aus dieser Quelle geschöpft hat und nicht etwa eine Quellengemeinschaft vorliegt, wie sie bei unserem 1. Beispiel über die Epilepsie für Isidor und Esculapius gilt. Anschließend werden weitere Passagen vorgestellt, die Isidor dem Kommentar entnahm, und dabei auch besonders schwierige Abschnitte erörtert, einschließlich der Frage von Aussagen, die bei 9 Warum ist das der Verfasserin des Artikels epilepsia, der Schweizer Stipendiatin Georgine Burckhardt, nicht aufgefallen? Auch zu dem Problem apprend-/append- wäre eine Bemerkung am Platze gewesen. 10 Die akuten Krankheiten finden sich im Werk des sog. Aurelius, wo ebenfalls Cael. Aur. Diaet. pass. benutzt ist. 11 Das für die Medizin Relevante liegt vor in einer Sonderausgabe: J. L. HEIBERG, Glossae medicinales. Heiberg war verständlicherweise nicht in der Lage, alle Quellen zu identifizieren. 12 O. PROBST, «Isidors Schrift ‘de medicina’». 13 P. SCHMID, Contributions, hier pp. 40-41 La tradition indirecte. a) Isidore de Séville.
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der Endredaktion an die systematisch falsche Stelle in Isidors Text gelangt sind. Danach folgen Hinweise auf andere, z. T. bereits bekannte Quellen. Zum Schluß möchte ich dann zeigen, daß Isidor auch im 20. Buch der Etymologien, wo es nicht um einen medizinischen Sachverhalt geht, auf diesen Aphorismenkommentar zurückgegriffen hat.
2. DER LATEINISCHE APHORISMENKOMMENTAR LAT-A Im frühen Mittelalter sind mindestens zwei lateinische Kommentare zu den Aphorismen des Hippokrates nachweisbar, die wir nicht in griechischer oder arabischer Fassung kennen, obwohl sie mit Sicherheit griechisches Material verarbeitet haben. Den älteren, um den es hier geht, nenne ich mit Joseph-Hans Kühn Lat-A14. Er ist reich überliefert, trägt ab dem hohen Mittelalter zum Teil den Verfassernamen des Oribasius und wurde als Werk des Oribasius auch 1533 von Johann Winter von Andernach bei Simon Colinaeus in Paris, wo Winter damals tätig war, veröffentlicht15. Da Winter offensichtlich ein verstümmelter Kodex vorlag, bricht die Kommentierung im Aphorismus 6,31 Littré ab, während die Handschriften bis zum Aphorismus 7,60 reichen. Das andere gravierende Problem dieser Ausgabe besteht darin, daß Winter den lateinischen Text im Sinne humanistischer Vorstellungen von guter Latinität glättet, er demnach für sprachliche Studien überhaupt nicht herangezogen werden kann. An einer modernen Ansprüchen genügenden Ausgabe arbeitet Manuel E. Vázquez Buján von der Universität Santiago de Compostela. Die Handschriften von Lat-A setzen mit dem 9. Jahrhundert ein; das stellt den Terminus ante quem der Abfassung dar. Aus der Erwähnung eines alexandrinischen Arztes Domnus16, der ins späte 5. Jahrhundert gesetzt wird, ergibt sich der Terminus post quem. Wenn sich die Benutzung durch Isidor beweisen läßt, können wir diese Zeitspanne beträchtlich einengen; es wäre dann wahrscheinlich, daß der Kommentar Lat-A bereits Ende des 6. Jahrhunderts existierte, obwohl die ersten Jahrzehnte des 7. natürlich nicht von vornherein ausscheiden. 2.1 Die Etymologien müssen Lat-A herangezogen haben Aber nicht diese Frage soll uns beschäftigen, sondern vielmehr wollen wir jetzt klären, warum eine Reihe medizinischer Definitionen in Isidors Etymologien mit größter Wahrscheinlichkeit aus Lat-A genommen sind und nicht etwa einer Isidor und Lat-A gemeinsamen Quelle entstammen. Denn gerade Definitionen sind ja immer wieder exzerpiert und weiterverwendet worden, besonders in Glossensammlungen, von denen aus sie sich später erneut weiter verbreiten konnten17.
14 J.-H. KÜHN, Die Diätlehre; weitere Stücke bei A. BECCARIA, «Sulle tracce II». Vgl. auch meine Ausführungen in dem Beitrag «Zu des Hippokrates». 15 Zu den weiteren Drucken (Venedig 1533, Basel 1535, Padua 1658) s. L. C HOULANT, Handbuch der Bücherkunde, p. 124. 16 M. WELLMANN s.v. (3), RE V.1 Stuttgart, 1903, Sp. 1526. 17 Das gilt für die Definition des Aphorismus, Isid. Orig. 4,10,1, s. Anhang 4.
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Einen soliden Beweis für die unmittelbare Abhängigkeit Isidors von Lat-A liefert eine der wenigen Stellen, die im 20. Jahrhundert mehrmals in der Forschung diskutiert worden sind18, nämlich Isid. Orig. 4,8,9. Kapitel 8 von Buch 4 der Etymologien handelt De morbis qui in superficie corporis uidentur, also von sich an der Körperoberfläche manifestierenden Krankheiten. Wir lesen: Verrucae sunt aliud: satiriasis aliud. Verrucae singulatim sunt, satiriasis uero una fortior, et circa ipsam plures inueniuntur.
Sowohl uerruca wie satyriasis sind Bestandteile der gegenwärtigen medizinischen Terminologie und durchgehend vom Altertum bis heute zu verfolgen. Die Schwierigkeit liegt darin, daß satyriasis, heute mit der Bedeutung 'krankhaft gesteigerter Geschlechtstrieb beim Manne' (entsprechend der Nymphomanie bei der Frau19), nicht zu den morbis qui in superficie corporis uidentur paßt. Verständlich, daß man deshalb in satiriasis einen Fehler der Überlieferung sah, den man korrigieren wollte. Dagegen sprach sich Danielle Gourevitch in einem kurzen Artikel in der Traditio aus, der auch den entscheidenden Hinweis auf die meines Wissens einzige Stelle der antiken Literatur enthält, wo verrucae und satyriasis unmittelbar nebeneinander erscheinen, den hippokratischen Aphorismus 3,26 (Lat-Rav von Müller-Rohlfsen): Maioribus autem effectis tussillae, sponduli quod ad ineon, quod greci sosuisies uocant, anelitus, cauculi, lumbrici rotundi, ascarides, uerrucae, satiriasis, scrofae et aliae pustulae.
Littré, dem wir die immer noch nicht ersetzte Gesamtausgabe des Hippokrates verdanken, erwähnt in seiner kommentierenden Anmerkung20 den Pseudo-Oribasius-Kommentar, d. h. Lat-A21. Gourevitch lehnt seine Deutung22 von satyriasis (auf die ich hier nicht näher eingehe) ab. Vermutlich trifft die detailliertere Interpretation von Heinz-Albert Schütz23 das Richtige, der satyriasis mit satyriasmos gleichsetzt, was bei Galen (de tumoribus praeter naturam 14. VII 728 Kühn) das Anfangsstadium des e)le¿faj (wohl unsere Lepra) bezeichnet. Galen schreibt:
18 O. PROBST, p. 27 Anm. 2 («eklatante[r] Schreib- oder Überlieferungsfehler ... Aus dem Inhalt geht als selbstverständliche Lesung pthiriasis hervor».); W. D. SHARPE, «A suggested emendation», pp. 377-378 (lies pityriasis statt satiriasis); H.-A. SCHÜTZ, Die Schrift ‘De medicina’, p. 114; D. GOUREVITCH, «Correction d’une correction», sowie ead., «Une autre satyriasis». 19 Theod. Prisc. Log. (= Buch 2 der Euporista) 32 p. 130,11-15 satyriasis uero ex certa corporis incommoditate, quae etiam mulieribus aliquando contingit, quam metromaniam aliqui appellauerunt, et desiderium insatiabile et tensionem particulae cum assidua patratione auidissimam facit ... 20 E. LITTRÉ, Oeuvres complètes d’Hippocrate, t. IV, p. 498. 21 Sein lateinischer Text stammt nicht aus Winters Ausgabe, sondern aus Foës’ Oeconomia Hippocratis, was D. Gourevitch nicht klar war. 22 Sie findet sich bereits bei B. C ASTELLI, Lexicon medicum (benutzt im Druck Venetiis 1795), s.v. Satyriasis, Satyriasmos. 23 H.-A. SCHÜTZ, Die Schrift ‘de medicina’, p. 114f.
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«Das Anfangsstadium dieser Krankheit nennt man satyriasmos, da die Kranken in ihren Gesichtszügen den Satyrn ähnlich werden. Manche Ärzte bezeichnen die knöchernen Auftreibungen in der Schläfengegend so [d. h. als satyriasmos].»
Daß es sich um eine äußerlich sichtbare Erscheinung, und zwar eine Erhebung auf der Haut24, handelt, legt die Abfolge im Aphorismus 3,26 nahe: a)kroxordo¿nej, saturiasmoi\, xoira¿dej, kai\ ta)¿lla fu¿mata. Vergleichen wir nun Isidor mit Lat-A: [2] Isid. Orig. 4,8,9
Lat-A Aph. 3,26 (Aug. CXX)
Verrucae sunt aliud: satiriasis aliud. Verrucae Verruce enim aliud est satyriasis · aliud uerrucas singulatim sunt, satiriasis uero una fortior, et singillatim sunt · satyriasis uero una fortior et circa ipsam plures inueniuntur. circa ipsam plures inueniuntur ·
Diese Übereinstimmungen bedürfen keines weiteren Kommentars.
3. WEITERE ISIDORSTELLEN, DIE AUS LAT-A STAMMEN 3.1 ischiasis Werfen wir einen Blick auf weitere einschlägige Beispiele und beginnen wir mit der Definition der ischiasis25. Lindsay entschied sich seinerzeit für die Schreibweise sciasis; die ältesten Handschriften bieten, nach Arsenio Ferraces Rodríguez freundlicher Mitteilung, scia wie Lat-A! Daß die Schreibweise durchaus nicht ganz nebensächlich ist, zeigt sich jedoch im vorliegenden Fall, wenn es darum geht, Zusammengehöriges zusammenzuführen. Ich selbst neige von vornherein eher dazu, Graeca Graece zu schreiben, wenn nicht ausreichend sicher ist, daß sich eine phonetisch und morphologisch abweichende lateinische Form etabiliert hatte26. Robert Maltby hätte nämlich in seinem Lexikon sicher Cael. Aur. Chron. 5,1,1, aufgeführt bei ischiadicus27, und unsere Isidorstelle, Orig. 4,7,29,
24 Vgl. auch D. GOUREVITCH, «Correction d’une correction», p. 319 und H.-A. SCHÜTZ, Die Schrift ‘de medicina’, p. 114f. 25 Das Wort wohl erst spätgriechisch; LSJ führt an Pallad. in Hippocr. librum sextum epidemiarum, vol. 2 p. 13 Dietz: ... kuriwte¿rwj de\ i)sxi¿asij, o(¿tan h( kotu¿lh plhrwJ$= mu¿chj. Im ThLL zwei Belege für ischiasis, Ps. Apul. Herb. app. 24 l. 3 (in einer Hs. als Synonym von nescia, im app. crit.) und unsere Isidorstelle. 26 Ob man lateinische oder griechische Buchstaben verwendet, ist ein weiteres Problem, das ich hier bewußt beiseite lasse. 27 R. MALTBY, A Lexicon, p. 313, dort der Druckfehler sumitas für summitas zu verbessern.
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zusammengebracht; sie steht jetzt, entsprechend Lindsays Orthographie, weiter hinten bei sciasis28, weshalb ihm die Benutzung des Caelius Aurelianus durch Isidor entgangen ist29. [3] Isid. Orig. 4,7,29
Cael. Aur. Chron. 5,1,1
Sciasis uocata a parte corporis, quam uexat. De ischiadicis et psoeadicis. A partibus, quae Nam uertebrorum ossa, quorum summitas dolore uexantur, hae passiones nomina iliorum initio terminatur, Graeci i)sxi¿a uocant. sumpserunt. nam uertebrorum summitas iliorum initio terminatur, Graeci ischia uocauerunt. ... Lat-A Aph. 3,22 (Brux. 3701) Fit autem de phlegma quotiens descenderit in Et scia de flegmate fit quoties descenderit in recta ossa · id est in uertebrorum et coxarum recta ossa, et efficitur ibi glutinatio iuncturas · et fit ibi conglutinatio · et hoc ex hieme est ·
Isidor hat folglich seinen Artikel ischiasis wiederum aus zwei Quellen zusammengesetzt, diesmal Cael. Aur. Chron.30 und Lat-A, und ist dabei sehr nahe am ursprünglichen Wortlaut31 geblieben. 3.2 lethargia Betrachten wir nun die kurze Definition der Lethargie, die nach meiner Vermutung auf sehr komplizierte Weise zusammengesetzt worden ist. Zumindest müssen nach dem gegenwärtigen Stand unseres Wissens sowohl der Aphorismenkommentar Lat-A wie beide
28 Das Fragezeichen beim eingeklammerten ischiasis wäre nicht nötig gewesen, der ThLL behandelt die Stelle (eine von zweien!) zu Recht unter ischiasis (diese griechische Form ist erst aus der späteren Kaiserzeit belegt). 29 Nicht eindeutig in diesem Sinne der Hinweis in der CML-Ausgabe im Similienapparat ad loc.: «cf. Isid. Etym. IV 7.29», obwohl Pierre Schmid weiter unten im kritischen Apparat mit seiner Ergänzung zitiert wird. Eine andere Definition von scia in Cael. Aur. Gyn. 1,9 inter utraque ossa que Greci scia vocaverunt; 1,59 motis ossibus clunium, que Greci scia vocant. 30 Cael. Aur. Diaet. pass. 148 (in Nebenüberlieferung bei Esculapius 44 und Gloss. med. p. 75,1-13) hat einen anderen Wortlaut und kommt deshalb als Quelle für Isidor nicht in Frage. Philipp weist auf dieses Vorgehen Isidors [bei der Benutzung der Scholien] hin: «... wie Isidor die Scholien gelegentlich zerpflückt, wenn wir auch wissen, aus wie kleinen Sätzchen und Satzteilen fremder, wechselnder Autoren er seine Sätze zusammenfügt ...» (H. PHILIPP, Die historisch-geographischen Quellen, p. 37, vgl. auch ib., p. 23). 31 recta ossa wird von J. ANDRÉ, Le vocabulaire latin, nicht erwähnt, ich kenne es sonst nicht für os coxae.
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Werke des Caelius Aurelianus, die umfangreiche Darstellung und die Bearbeitung in Frageund-Antwort-Form32, herangezogen worden sein, weil nur dann –bis auf den Eingangssatz– alle Elemente der Definition nachgewiesen werden können. Da sich bei Aurelius obliuio et somni iuges wie bei Isidor unmittelbar beieinander befinden, vermute ich, daß Isidor auch diese Stelle vorgelegen hat. Wir könnten den Befund in unseren vier Texten auch anders zu erklären versuchen. Dann hätte Isidor ganz oder hauptsächlich hier eine unbekannte Quelle X ausgeschöpft, die dann dem Aphorismenkommentar für die Angaben A und D ebenfalls hätte zugrunde liegen müssen. Noch schwieriger wird es für C und B. Da Cael. Aur. Acut. auf jeden Fall eine Übersetzung aus dem Griechischen ist, während Diaet. pass. sowohl eine Bearbeitung wie eine selbständige Schrift des Caelius Aurelianus sein kann, müßten wir wohl an eine rein zufällige Übereinstimmung des Wortlauts bei Isidor und Caelius Aurelianus glauben33. An diesem Fall wird deutlich, daß auch die Erschließung weiterer Quellen für die medizinischen Definitionen in Isidors Etymologien wohl nicht jedes Problem zu aller Zufriedenheit klären können wird. [4] Isid. Orig. 4,6,5
Lat-A Aph. 3,30
Lethargia a somno uocata. Est enim [A] oppressio cerebri cum [B] Lythargis enim passio est cerebri · et frenesis · obliuione et [C] somno iugi, [D] ueluti sed differt lythargia a frenesi · eo quod stertentis. lythargici ex flegma fiunt · et cum [A] oppressione cerebri · [D] ueluti sternentes(!)· Cael. Aur. Acut. 2,1,6 ... alii alienationem cum maestitudine et [C] iugi somno esse lethargiam dixerunt. Diaet. pass. 20 Unde lethargia dicta est? ab [B] obliuione mentis atque corporis uacatione motus ... Aurel. praef. (p. 481 Dbg.) lithargos [B] obliuio et [C] somni iuges
32 V. ROSE, Anecdota, II, p. 175, dachte vor allem an letztere: «dass Isidorus im vierten buche de medicina den Caelius Aurelius benutzte, ist längst vermutet. offenbar war es aber das für ihn allerbequemste handbuch der Responsiones, aus dem er etymologien («unde dicta est» ...) und teilchen der beschreibung acuter und chronischer krankheiten in übereinstimmenden ausdrücken hier und da entlehnte». 33 Von der Lethargiedefinition bei Cassius Felix (63,1) paßt nur cum obliuione mentis einigermaßen zu Isidors Text.
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3.3 epilepsia - mania - melancholia Nach der Lethargie bleiben wir bei den Geisteskrankheiten (der Begriff ist modern!) und kehren sogar nochmals zur eingangs besprochenen Epilepsie zurück. Isidor widmet ihnen einen längeren Abschnitt von Orig. 4,7,5-9. 1984 hatte sich Jackie Pigeaud, dessen besonderes Interesse den Geisteskrankheiten gilt, mit Isidors Darstellung beschäftigt34 und dabei auch sehr sorgfältig nach Quellen und Parallelen gesucht, die ein Verständnis dessen, was wir bei Isidor lesen, ermöglichen. Die –neue– Erkenntnis, daß der Aphorismenkommentar Lat-A von Isidor verwertet wurde, beantwortet die eine oder andere von Pigeauds offenen Fragen35. Beginnen wir ganz am Schluß dieses Abschnitts, mit dem Ende von Isid. Orig. 4,7,9 Epilemsia autem in phantasia fit; melancholia in ratione; mania in memoria. Der dazu passende Text von Lat-A lag zwar 1984 schon im Druck vor, doch in der von Winter von Andernach publizierten und, wie bereits angedeutet, stark veränderten Fassung36 lesen wir morbus comitialis in imaginatione, melancholia in ratione, insania in memoria est. Diese Stelle zeigt bereits für sich allein, daß wir diese geistes- und sprachgeschichtlich wichtige Schrift in Winters Fassung nicht benutzen können, ja nicht benutzen dürfen. Isidors abrupte Aussage37 Epilemsia autem in phantasia fit; melancholia in ratione; mania in memoria entstammt folgendem Zusammenhang im Aphorismenkommentar: Jede der drei Krankheiten ist nach Meinung des Kommentators auf die schwarze Galle zurückzuführen38. Wie erklärt sich nun, daß sie trotzdem eine unterschiedliche Symptomatik zeigen? Antwort: Weil eine Schädigung verschieden stark ausgeprägt sein und im Gehirn verschiedene Orte betreffen kann, nämlich erstens die sinnliche, vor allem die optische Wahrnehmung samt der Verarbeitung dieser Eindrücke39, zweitens die Vernunft und drittens das Gedächtnis, und damit erklärt sich dann die Differenzierung in drei unterschiedliche Krankheiten epilepsia, melancholia und mania. Wir wissen nicht, wie umfangreich der Ausschnitt aus Lat-A war, den Isidor bei seiner Arbeit vor sich hatte. Ziel der Etymologien war aber offensichtlich nicht, eine erschöpfende und konsequente Darstellung medizinischer Sachverhalte zu bieten. Deshalb stellen wir fest, daß Aussagen, die eigentlich streng genommen nicht zusammen passen,
34
J. PIGEAUD, «De la mélancolie», pp. 92-98 zu epilepsia, melancholia, mania. Das kann hier selbstverständlich nicht ausgeführt werden. 36 p. 117 des Drucks Basileae 1535. 37 So formuliert J. PIGEAUD mit Recht, «De la mélancolie», p. 92 («assène»). 38 Isidor erwähnt die schwarze Galle bei der mania nicht. Das Thema des Aphorismus 3,20 sind eigentlich die im Frühjahr auftretenden Krankheiten, während die schwarze Galle dem Herbst zugeordnet wird. Auf dieses medizingeschichtliche Problem kann hier nicht eingegangen werden. 39 Zur Bedeutung von phantasia s. J. PIGEAUD, «De la mélancolie», p. 95f. mit Verweis auf Isid. Diff. 1,216 und Cass. Fel. 71.1 accessionis tempore fantasiae oculis efficiuntur, ut illis quibus suffusio imminere ostenditur. Agnellus in Gal. de sectis p. 26,4 rationabiles [sc. sensus] sunt tres, fantasia, logismos, mnemi [fantasi¿a, logismo¿j, mnh¿mh]. Phantasia est in anteriori parte cerebri, logismos in medio cerebro, qui discernit bonum aut malum, mnemi est in posteriore parte cerebri, ubi est memoria. In diesem Licht ist möglicherweise Ps.Sor. Quaest. med. 436L eher <m>nime (= mnh¿mh) zu ergänzen (nime war D. Nickels Vorschlag): Quam uirtutem habet cerebrum? <m>nime habet uirtutem et haec in eo principalitas est quod est cogitatio et recogitatio et memoria. 35
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hier miteinander verbunden werden. Erst die nachträgliche Analyse und die Kenntnis des Zusammenhangs, dem sie entnommen wurden, macht das klar40. Ich möchte das nun nochmals anhand des Beginns von Orig. 4,7,9 deutlich machen. Indem Isidor verkürzt und den Nachsatz in seiner Quelle Caelius Aurelianus wegläßt (unten durch Unterstreichung gekennzeichnet), verführt er gerade wieder zu dem von seinem Quellenautor kritisierten, weitverbreiteten Mißverständnis, die Melancholie werde durch die schwarze Galle ausgelöst, während Caelius Aurelianus, sicher entsprechend dem von ihm übersetzten Soran, in der schwarzen Galle eine Begleiterscheinung sieht, die man beim Erbrochenen beobachten kann. Genauso unterschlägt Isidor die Möglichkeit, daß nicht die schwarze Galle, sondern der Schleim die Epilepsie verursacht, wie das bekanntlich die Meinung des hippokratischen Autors Über die heilige Krankheit gewesen war. Wenden wir uns jetzt Problemen der Textkritik im Zusammenhang mit der Definition der mania zu. Graeca sind immer besonders von Korruptelen bedroht, weshalb Lindsay in 4,7,8 manie in Cruces setzte. manie soll nämlich, wie Isidor schreibt, lateinisch iniquitas bedeuten, also 'Ungerechtigkeit, Ungleichheit, Unebenheit'. Erst der Blick auf Isidors Quelle macht klar, was passiert ist –ein verkürzendes Mißverständnis. Ob der Isidor vorliegende Text bereits mani¿a statt a)ni¿a bot, können wir nicht sagen und zumindest aufgrund dieser Stelle kein Urteil über seine Griechischkenntnisse fällen. Am Beginn der Etymologie von mania heißt es bei Isidor, die Griechen hätten in alten Zeiten den furor manikh¿ genannt; Isidors Quelle, Caelius Aurelianus, bietet freilich nicht manikh¿, sondern mania. Caelius Aurelianus (d. h. Soran) wiederum beruft sich auf Platon im Phaidros (244, bes. 244c); dort behauptet Sokrates, aus manikh¿ sei später unter Hinzufügung des Buchstabens t mantikh¿ gemacht worden. Es ist deshalb nicht mit Sicherheit auszuschließen, daß Isidors Caelius-Aurelianus-Text eine dieser Formen und nicht, wie unsere spärliche Caelius-Aurelianus-Überlieferung, mani¿a enthielt. Ein textkritisches Problem bei einem lateinischen Wort ist die Wahl zwischen ratiocinatio in Lat-A und dem ratio unseres Isidortextes (Orig. 4,7,9). Ist ratio eine bewußte Änderung Isidors, oder doch eine Korruptel41? Werfen wir noch einen Blick auf die Erklärung, mania stamme ab von manei=n, die Isidor entweder dem Werk des Esculapius 42 oder einer gemeinsamen Quelle entnommen hat. Wenn wir bedenken, daß die geforderte Bedeutung diuinare dem griechischen manteu¿ein entspricht (so auch die Glossen), nicht jedoch manei=n oder mai¿nesJai, stehen wir wieder vor der Frage, ob wir ändern sollen. Soran, an den man bei Esculapius sofort denkt, müßte als Grieche gewußt haben, daß manei= n und
40 Welche Gefahren das für einen medizinisch interessierten Benutzer bedeuten konnte, kann man sich leicht ausmalen. 41 ratio, memoria und fantasia ebenso wie die tres modi in Lat-A zu Aph. 2,42, was einen näheren Vergleich lohnt. 42 F. MANZANERO CANO, Liber Esculapii, pp. 49-51, denkt umgekehrt daran, daß ‘Esculapius’ Isid. Orig. benutzt hat. Seine Hypothese vom handschriftlich nicht greifbaren Werk Caeli Aureli De medicina [sic!] bedarf der Überprüfung. Für Isidor kompliziert sich die Lage dadurch, daß Cael. Aur. Diaet. pass. auch in Aurelius/ Esculapius eingegangen ist.
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nicht dasselbe sind, doch ist –und das führt uns zu Sokrates im Phaidros zurück– nicht auszuschließen, daß ein antiker Etymologe diesen Zusammenhang behauptete und sich Soran, dessen Interesse für die Etymologie eine allerdings verlorene Schrift43 zusätzlich bezeugt, dies übernahm. manteu¿esJai
[5] Isid. Orig.
Lat-A Aph. 2,45
4,7,5 ... Fit (sc. epilepsia) autem ex fit ex melancolico · quotiens melancholico humore, quotiens exuberauerit et exhuberauerit et ad cerebrum conuersus fuerit · aliquando et ex flegma · ad cerebrum conuersus fuerit. Haec passio et caduca uocatur, eo quod cadens Cael. Aur. Diaet. pass. 56? ... alii caducum dicunt quod cadentes facit aeger spasmos patiatur. 4,7,6 Hos etiam uulgus lunaticos uocant, quod per lunae cursum comitetur eos insidia daemonum. Item et laruatici. Ipse est morbus comitialis, id est maior et diuinus, quo caduci tenentur. Cui tanta uis est ut homo ualens concidat spumetque. 4,7,7 Comitialis autem dictus,
Cael. Aur. Diaet. pass. 56 ... nam dicitur sacra passio, quod significatione magnam refert. Graeci enim i(era\n no¿son uocauerunt ... siue quod diuinum morbum comitialem dicant ...
quod apud gentiles cum comitiorum die cuiquam accidisset, comitia dimittebantur. Erat autem apud Romanos comitiorum dies solennis in kalendis Ianuarii. Cael. Aur. Chron. 1,5,144 Plato in Phaedro duplicem furorem dixit: unum fieri mentis intentione ex corporis causa uel origine, alterum diuinum siue immissum eiusque Apollinem inspiratorem esse, 4,7,8 Mania ab insania uel furore uocata. Nam atque nunc uocari diuinationem, ab antiquis Graecorum uetustas furorem manikh¿n uero appellatum furorem. magna Graecorum {mani¿an} appellabant, uetustas manian appellabat, quae nunc mantice dicta est ... siue ab iniquitate, quam Graeci †manie† Chron. 1,5,145 ... alium alienatione mentis ex corporis causa siue iniquitate, de quo nunc {a)ni¿an} uocauerunt, siue a diuinatione, scripturi sumus, quem Graeci <manian uocant>, siquidem magnam faciat anxietatem, quam appellant [m]anian ... 43
Vgl. A. E. HANSON-M. H. GREEN, «Soranus of Ephesus», pp. 1021-1023, und P. VOIGT, Sorani Ephesii liber.
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quia diuinare Graece manei=n dicitur44.
Esculap. 4,4 (Gloss. med. 42,2-3) Inde maniaci dicti sunt, a diuina requirendo, quia diuinare grece manin dicitur.
4,7,9 Melancholia dicta est a nigro felle. Graeci Cael. Aur. Chron. 1,6,180 Melancholia dicta, enim nigrum me¿lan uocant, fel autem xolh¿n quod nigra fella aegrotantibus saepe per uomitum ueniant; Graeci enim nigrum melan appellant. uocauerunt, fel autem cholen appellant, et non, ut plerique existimant, quod passionis causa uel generatio nigra sit fella. Lat-A Aph. 3,20 ... sicut nunc ex una materia[e] sunt tres passiones in unum principium · sed differentes sunt loca · Epilemsia autem in phantasia fit; melancholia Epylempsia in fantasia fit · melancolia in ratiocinationem · mania in memoriam · in ratione; mania in memoria.
3.4 uertigo Bei solchen Überlegungen kann einem wahrhaft schwindelig werden! Gut, daß die Verhältnisse beim Wort uertigo für 'Schwindel' nicht so kompliziert sind. Erneut hat Isidor eine Erklärung bei Caelius Aurelianus mit dem Aphorismenkommentar Lat-A verbunden. Fraglich bleibt allein die seltsame Wortform scotomia45; attraktiv und einfach die Änderung zum gut bezeugten scotoma (sko¿twma). [6] Isid. Orig. 4,7,3
Cael. Aur. Chron. 1,2,51
Scothomia ab accidenti nomen sumpsit, quod Scotomatica passio ab accidenti nomen repentinas tenebras ingerat oculis cum uertigine sumpsit, quod repentinas oculis ingerat capitis. tenebras. ... Lat-A Aph. 3,17b Vertigo autem est quotienscumque uentus consurgit, et terram in circuitum mittit. Sic et in uertice hominis arteriae et uenae uentositatem ex resoluta humectatione gignunt, et in oculis gyrum faciunt.
Vertigo est enim sicut quotiens se uentus leuat et terram in circuitum mittit · sic et in uertice nostro arteriae et uenae uentositatem ex resoluta humectatione et addita · fit in oculis gyrus ·
Unde et uertigo nuncupata est.
44
Anders Isid. Orig. 8,9,11 mantei¿a diuinatio nuncupatur. skotwdi¿a ‘Finsternis’ existiert zwar, sollte aber außer Betracht bleiben. Nicht auszuschließen ist skotodini¿a. Offensichtlich für ursprunglich gehalten bei J. SOFER, Lateinisches und Romanisches, p. 155f. mit p. 155 Anm. 3 und p. 156 Anm. 1. Aurel. praef. p. 479 Daremberg (d. h. Brux. 1342) hat scothomia, während der Aug. CXX iscotosi schreibt. I. VELÁZQUEZ SORIANO, «Innovaciones léxicas», p. 512, schreibt: «la formación isidoriana en -IA es por analogía con otras palabras del lenguaje médico como chronia[??].» 45
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3.5 umbilicus Bei den Bezeichnungen der Körperteile ist, wie zu erwarten, der Aphorismenkommentar Lat-A ebenfalls herangezogen worden; im Artikel umbilicus wiederum in Verbindung mit einer weiteren Quelle. Isidor hat hier wohl das pendet in Lat-A zur Verzahnung der beiden Teile benutzt. [7] Isid. Orig. 11,1,99
Lat-A Aph. 3,24
Umbilicus est medius locus corporis, dictus quod sit umbus iliorum. Unde et umbo appellatur locus in medio clypei, a quo pendet. Ex eo enim infans in utero pendet, ex eo etiam Scitote quia infans in utero per umbilicum et nutritur. pendet · ergo nutritur per ipsum umbilicum ·
3.6 dentes Einem weiteren einschlägigen Fall begegnen wir bei den Bezeichnungen der Zähne. Hier wird deutlich, daß Isidor nicht nur verschiedene Quellen miteinander verbindet, sondern auch Informationen ausläßt, die ihm nicht so wichtig erscheinen. Wie heimtückisch das Terrain ist, auf dem wir uns bewegen, sehen wir in den letzten Zeilen des Abschnitts über die Zähne. Eine Handschrift des frühen 10. Jahrhunderts, Glasgow Hunter. 404, zeigt in ihrer Version der Gynaecia des Vindizian eine erstaunliche Übereinstimmung mit Isidor46. Der Arzt Vindizian, ein älterer Zeitgenosse des Augustinus, lebte gut zweihundert Jahre vor Isidor. Folglich muß Isidor Vindizian benutzt haben; oder doch nicht? Die zum Glück reiche Überlieferung der Gynaecia, wo die mit Isidor übereinstimmenden Worte bis auf die unten angeführte, ungedruckte Glasgower und die Leipziger Handschrift fehlen, nähren den Verdacht, daß an der vorliegenden Stelle aus den Etymologien interpoliert worden ist47. Interpolationen aus Isidor finden sich in größerem Umfang in einer Münchner Handschrift der Gynaecia, was bereits vom Editor bemerkt worden war48.
46 Bemerkt im ThLL VIII 1337,65, wo Anton Szantyr von der Leipziger Handschrift (cod. Lips. 1118 s. XIII, p. 419, l. 77-80 = Vindic. Gyn. rec. Li) ausging und annahm, Isidor habe hier Vindizian benutzt. 47 Vindic. Gyn. rec. Li l. 77-80. Auch die auffällige Übereinstimmung von Isidor und Vindic. Gyn. 21,1 in der Fassung des Glasg. Hunter. 404 gegenüber den anderen Vindizianhandschriften (das kommt unten zur Sprache) macht eine Interpolation wahrscheinlich. Bei dieser Gelegenheit weise ich auf einen Zusatz am Beginn von Esculap. 17 (Pthisis) hin, wo im Aug. CXX eine spätere Hand oben auf fol. 51 v aus Isid. Orig. 4,7,17 quid est tisis nisi consumcio totius corporis hinzugefügt hat. 48 J. SCHIPPER, Ein neuer Text, p. 23 und p. 25f. (= Vindic. Gyn. rec. M). Die Handschrift clm 4622 gehört wohl dem 12. Jahrhundert an; ihre Stellung in der Überlieferung von Vindizians anatomisch-physiologischem Werk bleibt noch genauer zu klären. Zu den bei Schipper bereits angeführten Isidorstellen bleibt hinzuzufügen 1 = p. 13,17-21 aus Isid. Orig. 11,1,30-31a; 18 = p. 16,32-37 aus Isid. Orig. 11,1,139; 23-24 = p. 18,28-19,1 aus Isid. Orig. 11,1,143-145a (p. 19,1-3 stammt aus der epitome de Caesaribus 48,1 und 48,8 [Ps. Aurel.Vict. epit.]); 25 = p. 19,28-31 aus Isid. Orig. 11,1,145b.
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[8] Isid. Orig. 11,1,52
Lat-A Aph. 3,25 Differenti“ sunt dentium tres ·
Dentes Graeci o) d o¿ n tej uocant, et inde in Latinum trahere nomen uidentur. Horum primi praecisores dicuntur, quia omne, hi qui in antea sunt · Incisorii nuncupantur · et iuste incisorii quia omne quod accipiunt · ipsi quod accipitur, ipsi prius incidunt. primitus incidunt · ideo debiliores sunt · quia primitus egrediunt · et quantum debiles sunt a radicibus · tantum et superius subtiliores · Sequentes canini uocantur, quorum duo in dextra maxilla et duo in sinistra sunt. Et dicti canini quia ad similitudinem caninorum existunt, et canis ex ipsis ossa frangit, sicut et homo; quod non possunt priores praecidere, illis tradunt ut confrangant.
Post ipsos sunt qui canini nuncupantur · qui sunt quattuor · duo in dextera maxilla · et duo in sinistra · et iuste canini quia canes ex ipsis ossa frangunt. Sic itaque et in hominibus est · quod incisorii non possunt rumpere · illis tradunt ut confrangant ·
Hos uulgus pro longitudine et rotunditate colomellos uocant. Ultimi sunt molares, quia concisa a prioribus Post ipsos sunt molares · qui incisa atque atque confracta subigunt et molent 49 atque confracta massant · inmassant; unde et molares uocati sunt.
Vindic. Gyn. 2350 (Hunter. 404) Alii dicuntur molares. qui concisa a prioribus atque confracta. subigunt et molent. unde et molares dicuntur. Rufin. Clement. 8,29,4 interiores51 uero ut in modum molae conficiant et comminuant, ... unde et molares appellati sunt.
Die wie gesagt reiche Überlieferung der Gynaecia erlaubt uns nun doch noch, das Problem etwas weiter zu klären!
49
Zur unregelmäßigen Form s. ThLL VIII 1385,80 (die Isidorstelle dort nicht angeführt). Vindic. Gyn. rec. Li l. 77-80 tercii dicuntur molares, quod molares appellamus, quia concisa a prioribus atque confracta subigunt et molliunt, unde et molares dicuntur. 51 Der Ausdruck interiores auch U. STOLL, Lorscher Arzneibuch, p. 66 (= R. LAUX, Ars medicinae 5 p. 422,11). 50
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[9] Isid. Orig. 11,1,52
Vindic. Gyn. 23 P (Par. lat. Vindic. Gyn. 23 D (Par. lat. 4883) 11218)
Horum primi praecisores 52 dentes autem primi a dentes autem nostros qui in uocantur primo oris nostri sunt, uocamus dicuntur, quia omne, quod praecidendo accipitur, ipsi prius incidunt. tomei=j53, id est praecisorii. tomei= j . dati sunt nobis ad caedendum. alii uocantur kunodo¿ n tej , alii uero dicuntur kunodo¿ntej, quod nos Latine caninos quos Latine caninos dicimus. dicimus, qui dati sunt nobis ad frangendum. Ultimi sunt molares, quia concisa a prioribus atque confracta subigunt et molent atque inmassant; unde et molares uocati sunt.
alii muli=tai 54 , quod nos molares appellamus eo, quod escam uelut mola comminuant.
alii uero muli= t ai uocantur, quos Latini molares appellamus; dati sunt nobis ad conterendum.
Beginnen wir mit der Bezeichnung der Backenzähne als molares55. Die Herleitung von molere liegt naturgemäß weniger nahe als die von mola, wie wir sie bei Vindizian56 finden. Isidor zieht meiner Meinung nach für die Ableitung von molaris das Verb molere nur deshalb vor, weil es leichter in seinen Text eingebaut werden kann, also weniger Platz beansprucht als die Erwähnung der Mühle (mola). Natürlich war kein Sprecher des Lateinischen –und schon gar nicht ein Isidor!– auf eine Vorlage angewiesen, um molaris von mola abzuleiten. Deshalb ist nicht sicher, ob wir Rufin. Clement. 8,29,4 (Text oben bei [8]) hier wirklich anführen sollten. Bei den Eckzähnen (canini) hat Vindizian offenbar keine Rolle gespielt; anders bei den Schneidezähnen. Die Benennung praecisores ist im ThLL (IX 2 484,20-25) nur zweimal belegt57, außer an dieser Isidorstelle im Schol. Hor. ars 471, dort allerdings von den Schneidezähnen der Schafe gesagt. Isidor gebraucht den Begriff praecisores nicht im
52 praecisores beim Menschen kenne ich sonst nur noch aus der mittelalterlichen Liste der Körperteile 4 (vgl. auch ThLL X 2 484,20-25); ob diese Stelle auf Isidor zurückzuführen ist? Die genannte Liste habe ich, mit einigen Anmerkungen versehen, vor einigen Jahren herausgegeben: «Eine wenig beachtete Liste». 53 So auch Cels. Med. 8,1,9. 54 Richtig hergestellt im ThLL VIII 1741,72f. von Wolfgang Buchwald. Die Stelle im Kommentar des Agnellus zu Galens De sectis (p. 143,20ff.) war damals noch nicht publiziert; hier lesen wir von tumite, quinodontes et meliten ... quinodontes, hoc est caniculares. tomi=tai scheint griechisch nicht belegt zu sein; Anpassung an muli=tai, oder ist tomi¿ai herzustellen? Auch für caniculares (sc. dentes) statt canini kenne ich keine weitere Stelle. 55 Weitere Stellen, wo es um die Zähne geht, im Kommentar von Pease zu Cic. Nat. deor. 2,134, p. 898. 56 Vindic. Gyn. 23 Version D nach Par. lat. 11218, s. VIII/IX; Version P nach Par. lat. 4883, s. IX oder IX/X. 57 Vgl. auch J. ANDRÉ, Le vocabulaire latin, p. 63.
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Kapitel über die Zähne in Diff. 2,59: Dentes ... Horum priores, qui cibum praecidunt, aduersi58 dentes dicuntur, sondern nur das Verb praecidunt. Die praecisores in einer aus dem frühen Mittelalter überlieferten Liste von Bezeichnungen der Körperteile59 müssen entweder mit der Isidorstelle in den Etymologien oder, was mir in Anbetracht der dort genannten kunodo¿ntej wahrscheinlicher dünkt, mit Vindizian zusammenhängen. Ein Unterschied zwischen Isidor und Vindizian wird an dieser Stelle ganz deutlich: Isidor will in erster Linie lateinische Bezeichnungen bringen und erklären, Vindizian geht vom Griechischen aus und nennt dann den seinen lateinischsprachigen Hörern oder Lesern vertrauten Begriff; dabei denke ich an angehende Mediziner. Ob Vindizian selbst die mola erwähnt hat oder nicht –wir haben dafür im Augenblick nur das Zeugnis des Par. lat. 4883–, weiß ich nicht, doch der Satz unde et molares uocati sunt dürfte mit ziemlicher Sicherheit Isidor und nicht Vindizian zuzuweisen sein. Schließlich haben wir bereits zwei Stellen kennengelernt, wo Isidor die Ableitungen mit unde et einführt, Orig. 4,7,4 (uertigo) und 11,1,99 (umbilicus).
WEITERE QUELLEN DER ETYMOLOGIEN ISIDORS 4. ANONYMUS BRUXELLENSIS (VINDIC. MED.) Isidor hat auch einen Text ausgeschöpft, der bis vor einem Jahrzehnt in seiner lateinischen Fassung Vindizian zugeordnet wurde und den Max Wellmann unter seine Fragmente des Diokles von Karystos aufgenommen hatte60. Angesichts der beträchtlichen Übereinstimmung im Wortlaut muß es auch hier überraschen, daß die Verbindung zwischen beiden Texten bisher nicht gesehen wurde. [10] Isid. Orig. 11,1,77b
Anon. Brux. (Vindic. med.) 1 p. 208,11-16 Wellmann61
Lac ... cuius natura ex sanguine commutatur.
... quo probatur in seminales uias sanguinem uenire, sed earum uirtute albescere atque mutatum in seminis transire qualitatem.
Nam post partum si quid sanguinis nondum fuerit uteri nutrimento consumptum, naturali meatu fluit in mammas et earum uirtute albescens lactis accipit qualitatem.
sicut etiam in feminis post partum, si quid sanguinis nondum fuerit uteri nutrimento consumptum, naturali meatu fluit in mammas et earum uirtute albescens lactis accipit qualitatem.
58
Wohl doch nach Cic. Nat. deor. 2,134, vgl. auch J. ANDRÉ, Le vocabulaire latin, p. 63. Vgl. K.-D FISCHER, «Eine wenig beachtete Liste», p. 345, 4. dentes; sunt et alii dentes quos Graeci chinodentas, id est caninos dicunt, Latini uero praecisores, mit Kommentar p. 347. 60 Vgl. die zusammenfassenden Aussagen bei W. JAEGER, Diokles von Karystos, p. 187-211. 61 Mit griechischer Rückübersetzung bei W. JAEGER, Diokles von Karystos, p. 192,4-12. 59
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5. AURELIUS, DE ACUTIS PASSIONIBUS Isidor stellt für die Abfassung von Lat-A einen wichtigen Terminus ante quem dar. Gleiches gilt für andere Werke, deren Datierung umstritten ist. Zu ihnen zählt eine Darstellung der akuten Krankheiten, die auf Soran basiert und sich oft mit der Behandlung des gleichen Stoffes bei Caelius Aurelianus überschneidet. Daremberg hatte sie 1847 nach einer einzigen, nicht ganz vollständigen Brüsseler Handschrift als Aurelius de Acutis passionibus erstmals herausgegeben; seine Ausgabe ist übrigens bis heute nicht ersetzt! Seine Einschätzung, es handle sich um Exzerpte aus Caelius Aurelianus, wurde auch vom Thesaurus linguae Latinae geteilt, in dessen ersten Bänden daraus als Cael. Aur. acut. exc. zitiert wurde. Nach den Forschungen von Pierre Schmid war diese Ansicht nicht mehr haltbar, d. h. bei 'Aurelius' handelte es sich offenbar um kein Exzerpt, sondern um ein selbständiges Werk, freilich, wie der Thesaurus schreibt, 'aetatis recentioris', und deshalb wurde 'Aurelius' in Richtung Mittellateinisches Wörterbuch entsorgt. Dessen Index gibt denn auch als aetas das 8. Jahrhundert an, ohne diese Datierung näher zu begründen. Sie ist immerhin damit vereinbar, daß die frühesten Handschriften dieses relativ breit überlieferten Werkes aus dem 9. Jahrhundert stammen. Die engen Übereinstimmungen zwischen dem Vorwort des Aurelius und Isid. Orig. 4,5,3 bzw. 4,5,7, auf die Otto Probst 1915 aufmerksam gemacht hatte62, hatte man wohl übersehen. Deshalb möchte ich zwei weitere Stellen besprechen, die m. E. eindeutig sind und zeigen, daß Aurelius in den Thesaurus linguae Latinae gehört, wenn man Isidor einschließt. 1. Beispiel: die Darmverschlingung, noch heute Ileus geheißen: [11] Isid. Orig. 4,6,14
Aurel. 16, Text nach Gloss. med. p. 95,4-8
Ileos dolor intestinarum. Graece enim †ilios† Yleon ( ei) l eo¿ n ): dolor intestinarum; ylein obuoluere dicitur, quod se intestinae prae dolore (ei)lei=n) enim obuoluere Graece dicitur; ergo, inuoluant. uel quod tegantur quaedam, qui hunc dolorem patiuntur, uel quod dolor his per intestinarum obtortionem occurrat, sic appellatum dicunt dolorem. Cael. Aur. Diaet. pass. 45 Hi et turminosi 63 dicuntur, ab intestinarum Ex quibus torminosum adprehendis? ex leui tormento. interuallatione doloris intestinorum atque tormento64.
62 63 64
O. PROBST, p. 29f. Den Belegen bei Souter s.v. turminosus (Variante für das übliche torminosus) hinzuzufügen. Rose ändert zu tormenti, auch in Anbetracht des Isidortextes wohl unnötig.
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Isid. Orig. 11,1,100 Ilium65 Graeco sermone appellatum, quod ibi nos obuoluamus. Graece enim †ilios† obuoluere dicitur.
Es zeigt sich auch, daß Arévalos ei)lei=n tatsächlich das Richtige getroffen hatte, obwohl Lindsay sich dem nicht anschließen mochte und Cruces vorzog. Caelius Aurelianus bringt diese Etymologie, soweit wir es beurteilen können, nicht, bei ihm taucht der Krankheitsname ei)leo¿j nur in der Kapitelüberschrift (de acuto tormento, quod Graeci ileon appellant, Acut. 3,17,138) auf66; die Ableitung von ei)lei=n muß also auf Aurelius zurückzuführen sein. Dort wiederum fehlt tormentum/torminosus. Nach den bereits vorgeführten Beispielen ist zu vermuten, daß dafür Caelius Aurelianus die Quelle war. 2. Beispiel: Die Tollwut [12] Isid. Orig. 4,6,15
Aurel. 21, Text nach Gloss. med. p. 92,11-13
(Udrofobi¿a id est aquae metus. Graeci enim u(¿dwr aquam, fo¿bon timorem dicunt, unde et
... ex aquarum metu, unde et nomen acceperunt ydrofobas ab aquae metu; ydro enim aqua, Latini hunc morbum ab aquae metu fobus metus Graece dicitur. lymphaticum uocant. Cael. Aur. Acut. 3,9,98 hydrophobia ... nam Graeci timorem phobon uocant, aquam hydor appellant. Fit autem ex canis rabidi morsu aut ex aeris spuma in terra proiecta, quam si homo uel bestia tetigerit, aut dementia repletur aut in rabiem uertitur.
p. 92,9-11 ... sicut in multis fit ex canis rabidi morsu. dixerunt antiqui et ex aliis ferarum morsibus et ex aquarum metu ... p. 92,13-18 ueteres dixerunt, ex aeris infectione fieri sine ullo morsu, ueluti spuma ex aere proiecta, siue in terram proicitur aut in lapides siue in aquam, et si homo siue aliquod animal transitum exinde fecerit, dementia statim repletur aut in rabiem conuertitur.
65 Fehlt in Maltbys Lexikon; vgl. J. ANDRÉ, Le vocabulaire latin, p. 228f. Warum und wann zum ersten Mal Ileum für den Teil des Dünndarms zwischen dem Leerdarm (Jejunum) und der Klappe zum Dickdarm (Valva ileocaecalis) gebraucht wurde, bleibt zu klären. Antike und mittelalterliche Belege dafür kenne ich nicht. 66 Außer in Diaet. pass. 44 im Adjektiv ileaticus. Zur Sache s. SHARPE, p. 66.
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Beginnen wir mit der Ableitung des Begriffs hydrophobia. Ob timor als Wiedergabe von fo¿boj auf Caelius Aurelianus zurückgeführt werden muß, bleibt unsicher, denn timor und das gehobenere metus sind geläufige Synonyme67. Aber der zweite Teil von Isidors Eintrag zur Tollwut stammt ganz sicher aus Aurelius. Isidor kürzt den Text derart, daß der Gedankengang bei ex aeris spuma in terra proiecta empfindlich leidet. Hier müßte nämlich gesagt werden, daß eine infectio aeris neben dem Biß die Krankheit verursachen kann. Aurelius oder seiner Quelle hat wohl nicht eine Änderung der Qualität der Luft vorgeschwebt, sondern eher das, was wir als Tröpfcheninfektion fassen und was letzthin bei der Bekämpfung von SARS wieder hochaktuell war.
6. VEGETIUS, DIGESTA ARTIS MULOMEDICINALIS Um Infektion, also Ansteckung in unserem heutigen Sinne, geht es auch bei der pestilentia. Heutzutage überrascht es uns, daß im Altertum diese Vorstellung in der Tiermedizin weit größeres Ansehen genoß als in der Humanmedizin, die sich diese Vorstellung nicht zu eigen machen wollte. Isidor fußt, obwohl er die Veterinärmedizin eigentlich in den Etymologien beiseite läßt, hier auf Vegetius68: [14] Isid. Orig. 4,6,17
Veg. Mulom. 4,3,5
Pestilentia est contagium, quod dum unum Hi omnes morbi contagione sunt pleni; et si adprehenderit, celeriter ad plures transit. unum animal apprehenderint, celeriter ad omnia transeunt ...
Wir sehen aus dieser Stelle, daß Isidor die Literatur in erstaunlicher Breite exzerpieren ließ69. Noch eine weitere Stelle im 4. Buch der Etymologien ist mit ziemlicher Sicherheit auf Vegetius zurückzuführen, die Beschreibung der Elephantiasis:
67
Dazu A. ERNOUT, Philologica II, Paris 1957, 7ff. (freundlicher Hinweis von David Langslow). Doch vgl. Veg. Mulom. 3,7,1 = Isid. Orig. 12,1,44 mit Jacques Andrés Anmerkung zu dieser Stelle. Die falsche Einteilung (frequens opinio est gehört zum Folgenden) entspricht auch der Auffassung des griechischen Übersetzers des Vegetius, Hipp. Cant. 93,25, wo die gegenwärtig nur bei Isidor nachweisbaren Worte (Siculis) in annis ultra quinquaginta ebenfalls fehlen. Isidors Quelle könnte Plin. Nat. 8,162 (zitiert bei André) gewesen sein: uiuunt annis quidam quinquagenis. 69 Das Verhältnis der vorliegenden Stelle zum Pestkapitel in De natura rerum bleibt zu untersuchen. Es ist übrigens vollständig im Liber glossarum ausgeschrieben (Gloss. med. p. 56,1-24; dieser Hinweis fehlt in den Ausgaben von Heiberg bzw. Fontaine). 68
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[15] Isid. Orig. 4,8,12
Veg. Mulom. 1,9,1
Elefantiacus morbus dicitur ex similitudine Elephantiasis autem dicitur ex similitudine elephanti, cuius naturaliter dura pellis et aspera elephantis, cuius naturaliter pellis dura et aspera nomen morbo in hominibus dedit morbo nomen in hominibus et animalibus dedit
Wir haben verfolgen können, wie Isidor kompiliert, und deshalb erweist sich das in hominibus im Vergleich mit dem in hominibus et animalibus bei Vegetius als besonders verräterisch: eine Angabe, daß die Krankheit beim Menschen auftritt, ist im Zusammenhang von Isidors Werk selbstverständlich überflüssig! Die damit nachgewiesene Benutzung des Vegetius läßt es ferner als möglich erscheinen, daß die folgende Stelle mit einem allgemeinen Grundsatz70 ihm entnommen ist: [16] Isid. Orig. 4,9,7
Veg. Mulom. 1,11,8
Contraria enim contrariis medicinae ratione Contraria enim contrariis medicinis curantur. curantur.
Denn im selben Abschnitt bei Vegetius findet sich eine weitaus spezifischere Aussage, die Isidor m. E. ebenfalls verwertet hat: [17] Isid. Orig. 4,9,7
Veg. Mulom. 1,11,8
Contraria enim contrariis medicinae ratione curantur. At contra ex simili, ut pikra¿, quae interpretatur amara, quia gustus eius amarus est. Ex conuenienti enim nomen accepit, quia ... et quia amarissimus morbus est aliter non amaritudo morbi amaritudine solui solet. potest nisi amaris potionibus solui.
70 Vgl. nur Ps.Sor. Quaest. med. 11 contraria contrariis curantur, außerdem (freundlicher Hinweis von David Langslow) die lateinische Fassung von Alex. Trall. 2,50 ad fin. (anders die griechische Vorlage, Band 2 p. 313 Puschmann); 2,157 med. (anders griechisch, 2 p. 459 Puschm.) sowie 2,256 ad fin. (anders griechisch, 2 p. 535 Puschm.) mit Verweis auf Hippokrates, vgl. die unten zitierte Stelle Hier. Epist. 121 praef. 5 (p. 4,10).
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Wegen amaritudo, das in diesem Zusammenhang nur in der Quelle des Vegetius, der Mulomedicina Chironis (Chiron 198) erscheint (Saepe experimentata est haec potio. Haec res amarae sunt et morbus amarus est. Ita incipit haec potio amara amaritudinem morbi expellere.), fragt man sich, ob nicht eher jener Text zugrunde lag71; ihm aber fehlt die Aussage contraria contrariis; auch solui steht nur bei Isidor und Vegetius. Der Gedankengang bei Isidor ist folgender: Zunächst die Behandlung durch das Gegensätzliche, dann –davon war in Orig. 4,9,5 die Rede gewesen72– die Behandlung durch das Ähnliche (zu simili müssen wird wohl im Geiste curantur ergänzen73). Möglich erscheint, daß Isidor hier ebenfalls eine Passage aus Hieronymus verwertet: [18] Isid. Orig. 4,9,7
Hier. Epist. 121 praef. 5 (p. 4,10)
Nam antidotum Graece, Latine ex contrario datum dicitur. Contraria enim contrariis medicinae ratione curantur. At contra ex simili, ut pikra¿, quae interpretatur amara, quia gustus eius amarus est.
uidi ego nauseam et capitis uertiginem antidoto, quae appellatur pikra¿, saepe sanari, et iuxta Hippocraten contraria contrariorum remedia. itaque nostram amaritudinem illius nectareo melle curato ...
Ex conuenienti enim nomen accepit, quia amaritudo morbi amaritudine solui solet.
Und es lohnt sich darauf hinzuweisen, daß es bei Hieronymus natürlich auf das contraria contrariis ankommt! Doch schließlich - Vegetius hat das letzte Wort. Das Ende der Etymologien, so wie wir es heute lesen (an der betreffenden Stelle geht es um das Brenneisen, cauterium), ist wiederum seinem Werk74 entnommen: [19] Isid. Orig. 20,16,8
Veg. Mulom. 1,11,8
Quod interdum pro signo, interdum pro cura Cauteria quoque renibus imponuntur, ut uis adhibetur, ut uis morbi ignis ardore siccetur. morbi ignis ardore siccetur.
71 Jedoch steht amaritudo, wie wir gleich sehen werden, bei Hieronymus. In der Vulgata und bei den Kirchenvätern findet es sich, meist in übertragener Bedeutung, sehr häufig. 72 Omnis autem curatio aut ex contrariis aut ex similibus adhibetur. 73 Der wie ich in Meißen geborene Samuel Hahnemann, der Begründer der Homöopathie (similia similibus curentur), war wohl kaum von dieser Isidorstelle beeinflußt. 74 Der Zusammenhang bei Vegetius ist die Behandlung des Rotzes (malleus), einer sehr gefährlichen Infektionskrankheit der Equiden, von deren Übertragbarkeit auf den Menschen man nichts wußte. Näheres in meinem Beitrag «Eine Infektionskrankheit». A. BALOIRA BÉRTOLO, Libro XX de las Etimologías, p. 163 vergleicht stattdessen (mir unverständlich) Veg. Mulom. 1,14,3. Eine Kopie dieser unveröffentlichten Doktorarbeit verdanke ich der Freundlichkeit von Arsenio Ferraces Rodríguez.
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7. AMBROSIUS Diese Übernahme einer kurzen Phrase aus einem anderen Kontext ist offensichtlich alles andere als singulär; eine (wohl noch nicht bemerkte) Parallele zu der gerade gemachten Beobachtung bei Vegetius aus dem Hexameron des Ambrosius, einer im übrigen wohlbekannten Quelle Isidors: [20] Isid. Orig. 20,2,2
Ambr. Hex. 6,9,71
Alimonia dicitur eo quod eius sumptu corpus ... conficitur primum esca in utero superiore75, deinde ... eaque substantia artus aluntur humani, alatur. Hanc iuuenes accipiunt ad incrementum, senes quam iuuenes accipiunt ad incrementum, senes ad perseuerantiam, ad perseuerantiam; neque enim subsistere poterit caro nisi relicum autem uelut superfluum per intestina deducitur ... confortetur alimentis.
Die Fortsetzung des Textes bei Ambrosius verwendet Isidor dann bei der Beschreibung des Gesäßes und Afters bzw. Mastdarms, verbunden mit einer Stelle bei Hieronymus, wie ich, ohne letzte Sicherheit (das gilt genauso für Paul. Fest.) vermute: [21] Isid. Orig. 11,1,105
Ambr. Hex. 6,9,72
Posteriora uero uocata, quod retro sunt et a uultu ... ostium ex posteriore sit parte, per quod auersa, ne dum aluum purgamus inquinaremus egerantur ciborum superflua. decore enim creator noster ductus reliquiarum a uultu aspectum. hominis auertit, ne dum curuamur, inquinaremus aspectum. Meatus inde appellatus, quia per eum meant76, Hier. Adv. Iovin. 2,30 ... meatus per quos fimus egeritur et urina id est egeruntur, stercora.
75 Vgl. J. ANDRÉ, Le vocabulaire, p. 138 und 133f. Ob Isidor bei seiner Bemerkung Orig. 11,1,134 Uterum solae mulieres habent, in quo concipiunt, ad similitudinem cauliculi (lies aqualiculi?). Tamen auctores uterum pro utriusque libet sexus uentre plerumque ponunt, nec poetae tantummodo, sed et ceteri auch die Ambrosiusstelle vorschwebte? 76 Paul. Fest. 125 meatus a meando dictus, zitiert nach R. MALTBY, Lexicon, p. 373.
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8. HIERONYMUS Ebenfalls bei Hieronymus, diesmal in einem seiner Briefe, steht eine längere Passage des 20. Buchs der Etymologien77. Dort wird sogar ein Werk Galens zitiert. Es handelt sich wohl tatsächlich um Peri\ u(gieinw=n (bzw. (Ugieina¿ entsprechend dem Text von Koch im CMG V 4,2), ohne dab ich den Zusammenhang der im CSEL dazu angegebenen Galenstellen - De san. tuend. 1,11 und 5,5 - mit dem Text bei Hieronymus zu erkennen vermag78. [22] Isid. Orig. 20,2,37
Hier. Epist. 54,9-10
Aiunt autem medici, et qui de humanorum corporum scripsere naturis, praecipueque Gal[i]enus79 in libris quorum titulus est †persie in quo†, puerorum et iuuenum ac perfectae aetatis uirorum mulierumque corpora insito calore feruere, et noxios esse his aetatibus cibos qui calorem augeant, sanitatique conducere frigida quaeque in esu[m] <et potu> sumere; sicut e80 contrario senibus, qui pituita laborant et frigore, calidos cibos et uina uetera prodesse.
Aiunt autem medici, et qui de humanorum corporum scripsere naturis, praecipueque Galenus in libris quorum titulus est peri\ u(gieinw=n, puerorum et iuuenum ac perfectae aetatis uirorum mulierumque corpora insito calore feruere et noxios esse his aetatibus cibos, qui calorem augeant, sanitatique conducere frigida quaeque in esu et potu sumere; sicut e contrario senibus, qui pituita laborant et frigore, calidos cibos et uina uetera prode esse.
Da Gasti die folgende Stelle nicht anführt, weil sie ihm vielleicht entgangen ist (sie steht richtig bei A. S. Pease in seinem Kommentar zu Cic. De nat. deor. 2,149 p. 938 itaque plectri similem linguam nostri solent dicere, chordarum dentes ...), soll sie hier Platz finden: [23] Isid. Orig. 11,1,51b
Hier. Ep. 108,24
Sicut enim plectrum, ita lingua inliditur sicut enim plectrum chordis, ita lingua inliditur dentibus et uocalem efficit sonum. dentibus et uocalem reddit sonum.
77 Bereits erkannt von A. BALOIRA BÉRTOLO, p. 28, sowie p. 180 zur Wiederherstellung des griechischen Titels; vgl. ferner M. E. VÁZQUEZ BUJÁN, «Connaissance directe», p. 307. 78 Dazu M. E. VÁZQUEZ BUJÁN , a.a.O. 79 Gallienus «la lección casi unánime de los códices», BALOIRA BÉRTOLO p. 180. 80 secl. Lindsay; in esum sumere; sicut e contrario BALOIRA BÉRTOLO p. 102.
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Max Wellmann hatte diese Passage mit Vindizian (Gyn. 22 nach Par. lat. 4883, dentes autem nostri uelut organum sunt, quorum modulatrix est lingua, sicut plectrum in cythara) in Verbindung gebracht, auch Rufin. Clement. (= Ps.Clement. Recogn.) 8,29,4 ... lingua ut ad loquendum inlisa dentibus plectri reddat officium ist recht ähnlich81, sodaß man gern wüßte, wie das Verhältnis von Hieronymus, Vindizian und der von Rufin 406 vollendeten Übersetzung der Rekognitionen tatsächlich war, zumal Isidor bei der Beschreibung der Pest, Nat. rer. 39,1 (schon zuvor Nat. rer. 17,4), Rufin. Clement. 8,45,3 verwertet82.
9. EINE «EINFÜHRUNG IN DIE MEDIZIN» Ferner gibt es Berührungen mit einem Text, der in die Medizin einführt und der sowohl im Zusammenhang der pseudosoranischen Quaestiones medicinales83 wie der pseudosoranischen Isagoge überliefert ist. Ein derartiger Text liegt dem Kapitel 13 De initio medicinae zugrunde, mit dem heute das Buch IV über die Medizin abschließt. Frei übersetzt wäre De initio medicinae mit «Die Grundlagen des Medizinstudiums» wiederzugeben. Was Isidor zu Grammatik und Rhetorik sagt, stimmt mit der von Rose gedruckten Fassung soweit überein, daß eine Abhängigkeit zu vermuten ist84.
81 Weitere Stellen bei Pease, Kommentar zu Cic. Nat. deor. 2,149 p. 937f. Man darf freilich nicht übersehen, daß die Analogie von plectrum/cythara und lingua/dentes ein reines Gedankenkonstrukt ohne Realitätsbezug ist. Das plectrum ist starr und dient dazu, die (elastischen) Saiten der cythara in Schwingung zu versetzen; die Zähne sind ebenfalls starr und sollen durch die verformbare Zunge zu einem Laut (uocalis sonus) angeregt werden! Mir ist nicht klar, was uocalis sonus genau bedeutet, doch sind die Laute, die beim Kontakt der Zunge mit den Zähnen produziert werden, Konsonanten. 82 Zu anderen Stellen, wo in Isid. Nat. rer. die Pseudoklementinen herangezogen werden, s. A. SCHENK, De Isidori Hispalensis, p. 29f. (De Clemente Isidori auctore). Noch fünfmal wird er namentlich genannt: Nat. rer. 17,3-4 Clemens (Rufin. Clement. 8,45,1-2.5) und Nat. rer. 36,2 (Rufin. Clement. 8,23,2 – Isidor schreibt übrigens aestiuusque ardor für et aestiuus ardor seiner Quelle!); Nat. rer. 31,1 Clemens antistes et martyr (Rufin. Clement. 8,42,3-5); Nat. rer. 41,1 Clemens episcopus (Rufin. Clement. 8,24,2). Der Beitrag von CH. HÜNEMÖRDER, «Studien zur Wirkungsgeschichte», beschäftigt sich in erster Linie mit dem hohen Mittelalter, Isidor kommt nur am Rande vor. 83 V. ROSE, Anecdota II, pp. 243-247. In diesem Stück, das den eigentlichen Quaestiones medicinales vorangeht, sind mehrere, sonst auch einzeln überlieferte Teile verbunden. Mein Vorhaben, diesen Text zu anhand der z. T. reichen Überlieferung einzelner Stücke zu edieren, ließ sich bisher nicht in die Tat umsetzen. 84 Ähnliche Gedanken VITELLI p. 454 (Par. lat. 7028) Primum quidem edocendum est arte. grammatica. ... A rethorica uero abstineat ut non multum loquiosus sit. (= Laux, Ars medicinae 3 p. 420,8-10); gedruckt nach sechs Handschriften (darüber hinaus heranzuziehen Kopenhagen, Gamle Kgl. S. 1653) als De incipiente sectam medicinae bei L. FIRPO, Medicina medievale, p. 28 l. 26-29: Primum quidem edocendum est arte grammatica et astronomica et arithmetica et geometrica et musica. A rhetorica uero abstineat, ut non multum loquax sit. Philosophia uero cum ipsa medicina doceatur. ... – Eine Nachbarschaft von Medizin und Philosophie findet sich ebenfalls in der Aufzählung bei Arnobius (Nat. 2,69), medicina philosophia musica ceteraeque omnes artes ...
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[24] Isid. Orig. 4,13,1b
Rose p. 244,28-245,2 (§ 8)
nam et grammaticam medicus scire debet, ut grammaticam autem artem ad tantum sciat ut intellegere uel exponere possit quae legit. possit intelligere uel exponere quae apud ueteres dicta sunt praeterea artificiosam loquacitatem. 4,13,2 Similiter et rhetoricam, ut ueracibus rhetoricam quoque sciat ut possit suo argumentis ualeat definire quae tractat. patrocinari sermone tractantibus medicinales disciplinas.
Was bei Isidor dann folgt, ist viel ausführlicher als Roses Text. Ich denke mir deshalb, daß Isidor Zugang zu einer längeren Version hatte und sie mehr oder weniger wörtlich wiedergab. Die Erwähnung von König David als Musiktherapeuten und der Musiktherapie des Asklepiades bei einem Phrenitiskranken (Orig. 4,13,3) ist allerdings Cassiodors Institutiones (2,5,9) entnommen85.
10. DIE PSEUDOSORANISCHEN QUAESTIONES MEDICINALES Im eigentlichen Text der Quaestiones medicinales jedoch ist mir nur eine einzige Stelle86 aufgefallen, wo eine Abhängigkeit in Frage kommt: [25] Isid. Orig. 4,4,2
Ps.Sor. Quaest. med. p. 363,11 Stadler
Methodici nec elementorum rationem Methodica autem neque elementorum ratione obseruant, nec tempora, nec aetates, nec causas, utitur nec temperantiis aut temporibus nec sed solas morborum substantias. aetatibus nec causis. ... esse enim haec omnia superflua dixerunt. [esse] Solas autem coenotetas, id est uitiorum substantias communes, accipiunt.
Stutzig macht dabei, daß die Angaben zu den beiden anderen Ärzteschulen, den Empirikern und Dogmatikern, auf jeden Fall aus einer anderen Quelle stammen. Auch lassen sich die seltsamen Angaben zu den drei medizinischen Richtungen in Orig. 4,4,1 nicht nur nicht mit denen in 4,4,2 zur Deckung bringen, sondern es ist fraglich, wo in der antiken Literatur sie überhaupt eine Parallele haben. Die sich großenteils widersprechenden 85 Die Parallelstelle Isid. Orig. 3,17,3, wo Asklepiades nicht genannt ist, dagegen die rhythmische Pulsbewegung, zeigt doch wohl, daß Isidor auch Cens. 12,4 kannte und benutzte (in Sallmanns Teubneriana weitere, reiche Nachweise). 86 Zu contraria contrariis s. oben bei Vegetius.
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Angaben zu den drei Ärzteschulen in Orig. 4,4,1 und 4,4,2 lassen sich am leichtesten wiederum als durch die Endredaktion nicht ausgeglichene Parallelen verstehen. (Gleiches gilt für die drei Untergliederungen der Medizin, die in Orig. 4,9,2-3 aufeinander folgen.) Eingeschaltet in die Quaestiones medicinales ist eine kurzer Traktat über die Bezeichnungen der Körperteile87 erhalten, der freilich wegen eines Blattverlusts in der einzigen benutzten Handschrift Lond. Galba E.IV in der Erstausgabe von Ps.Sor. Quaest. med. zum größten Teil fehlt und erst durch Hermann Stadler, der die Lücke aus dem Carnotensis 62 ergänzen konnte, im vollen Umfang bekannt wurde88. Stadler waren die mit dem 1. Kapitel von Buch 11 der Etymologien übereinstimmenden Definitionen bereits aufgefallen –er dachte eher an Quellengemeinschaft–, später bemerkten das hier und da auch die Bearbeiter einschlägiger Artikel des ThLL89. Sehen wir uns einige Beispiele an: [26] Isid. Orig. 11,1
Ps.Sor. Quaest. med.
106 Femora ... Sunt autem ab inguinibus usque 52 Femora autem ab inguinibus usque ad genua dicuntur. ad genua. 107 ... Coxae quasi coniunctae axes; ipsis enim 52 concaua autem coxarum in quibus femora femora mouentur. Quarum concaua uertebra mouentur uertebra uocantur. uocantur, quia in eis capita femorum uertuntur ... 108 Genua sunt commissiones femorum et 52 genua autem commissiones femorum sunt. crurum; et dicta genua eo quod in utero sint genis opposita90. Cohaerent enim sibi, et cognata sunt oculis, lacrimarum indicibus et misericordiae. Nam a genis genua dicuntur.
Vindic. Gyn. (Hunter. 404)91 21.1 Dum ergo infans in utero matris est oculi genibus oppositi sunt. unde et gene dicte sunt. nam a genis. genua dicuntur.
87 Da die Frageform hier fehlt und es eine Reihe von Körperteilen gibt, die sowohl hier wie in Frageform abgehandelt werden, besteht daran kein Zweifel. 88 Der anatomische Text findet sich auch, zum größten Teil, in der Rose und Stadler unbekannten Handschrift Lincoln Cathedral 220; zur Überlieferungslage verweise ich auf meine Untersuchung «Beiträge zu den pseudosoranischen», hier p. 11 zum anatomischen Einschub. 89 Z. B. intercilium, interfinium. Diese Beobachtung hilft uns leider nicht bei der Klärung des Problems, ob Isidor die drei unterscheidbaren Teile der Quaestiones medicinales (Einleitung, eigentlicher Text und anatomischer Einschub) bereits als Einheit vorlagen. 90 Cf. Isid. Diff. 2,71. 91 Rose sah richtig die Verwandtschaft von Isid. 11,1,108-109 und Vindic. Gyn. 21.1, kannte aber vermutlich Hunter. 404 nicht. Für die große Übereinstimmung zwischen Isidor und Vindic. Gyn. im Hunter. 404 (gegenüber allen anderen im Druck vorliegenden Handschriften) sind zwei Erklärungen möglich: Isidors Vorlage stimmte mit der Version in Hunter. 404 stark überein, d. h. wir haben eine zuverlässige Nebenüberlieferung vor uns, oder aus Isidor ist in die Vorlage von Hunter. 404 interpoliert worden. Letzteres hatten wir oben bei den Zähnen angenommen.
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109 Denique conplicatum gigni formarique hominem, ita ut genua sursum sint, quibus oculi formantur, ut caui ac reconditi fiant. Ennius ... Inde est quod homines dum ad genua se prosternunt, statim lacrimantur. Voluit enim eos natura uterum maternum rememorare, ubi quasi in tenebris consedebant antequam uenirent ad lucem.
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denique complicatum. gigni formarique hominem. Ita ut genua sursum sint. quibus oculi formantur. ut caui. [h]a[n]c reconditi fiant.; Inde est. quod homines dum ad genua se prosternunt. statim lacrimantur. uoluit enim eos natura. uterum maternum rememorare. ubi quasi in tenebris consedebant antequam uenirent ad lucem.
110 Crura dicta, quia in his currimus et gressum Ps.Sor. Quaest. med. 52 crura autem per quae facimus. Sunt autem sub genibus usque ad suras gressus facimus. ... 111 ... Talus autem sub crura est, sub talo 52 sub crure autem talus est, sub talo calcanei quadratum os. calcanei. 113 Plantae a planitie nuncupatae, quia non rotundae, ut in quadrupedibus, ne stare non possit bipes homo, sed planae atque longiores formatae sunt, ut stabile corpus efficerent.
Lact. Opif. 13,6 eas mirificus artifex non rutunda specie, ne homo stare non posset aut aliis ad standum pedibus indigeret sicut quadrupedes, sed porrectiores longioresque formauit, ut stabile corpus efficerent planitie sua; unde illis inditum nomen est.
Sunt autem plantae anteriores partes, quae Ps.Sor. Quaest. med. 52 et eorum quae inante sunt partes, quae etiam de multis ossibus etiam de multis ossibus constant. constant, plantae uocantur.
Als letztes werfen wir einen Blick auf eine Stelle, wo die Abhängigkeit zwar klar ist, sich aber ein kleines Problem verbirgt: [27] Isid. Orig. 11,1,48
Ps.Sor. Quaest. med. p. 366,25 Stadler
Narium recta pars, propter quod aequaliter sit in longitudine et rotunditate porrecta, columna uocatur; extremitas eius pirula, a form[ul]a92 pomi piri; quae uero dextra laeuaque sunt, pinnulae, ab alarum similitudine: medium autem interfinium.
Nasus ... cuius recta quidem pars uocatur columna, extrema uero pilola; quae uero dextra laeuaque sunt, pinnulae uocantur, medium autem interfinium;
92
poma.
Wenn man hier korrigiert, dann auch Orig. 17,7,14 mespila ... quod pilulae form[ul]am habeant eius
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Sieht die Nasenspitze93 eher aus wie eine kleine Birne oder wie eine kleine Kugel? Das zu entscheiden fällt auf den ersten Blick nicht leicht. Selbstverständlich muß Isidor in seiner Quelle pirula gelesen haben94. Die Dissimilation von pilula zu pirula, aus dem Corpus Glossariorum für pilula cupressi mehrmals belegt, ist relativ banal95. Weitere lateinische Belege für pilula oder pirula als Bezeichnung für die Nasenspitze fehlen96. Doch zum Glück hilft uns Pollux Onom. 2,80 to\ d' a)krorri¿nion o(¿lon sfairi¿on97.
11. BETRIEBSUNFÄLLE Nach dieser Betrachtung weiterer Quellen der Etymologien richten wir nun unseren Blick auf das, was im Text der Etymologien schiefgegangen oder vielleicht nicht richtig fertiggeworden ist. Wie wir wissen, war Isidor nicht in der Lage, die Endredaktion dieses Werkes zuendezuführen; und überhaupt ist es nicht verwunderlich, daß bei einem riesigen Unternehmen wie diesem, das aus zahllosen Exzerpten zusammengefügt ist, Verwechslungen und Ungeschicklichkeiten vorkommen. Diese Fehlleistungen sind nicht nur ein sehr menschlicher Aspekt, sondern gewähren uns auch Einblick in den Entstehungsprozeß. Ziemlich am Anfang des 4. Buches handelt Isidor von den vier Säften, die nach Hippokrates und Galen für Gesundheit und Krankheit verantwortlich sind, Blut, Galle, schwarze Galle und Schleim. Für uns unverständlich trennt er die beiden Bemerkungen zum Blut (4,5,4 Anfang und 4,5,6); erst spricht er nämlich über die griechische Etymologie von sanguis und sagt dann wenig später, Sanguis Latine uocatus est quod suauis sit (wie Orig. 11,1,122 Ende)98. Ein wirkliches Mißgeschick unterläuft ihm bei der gelben Galle, und zwar deshalb, weil das von ihm verwendete Wort cholera sowohl eine Krankheit wie eben den Körpersaft Galle bezeichnet. Und Isidor greift daneben, schiebt zwischen Blut und schwarze Galle eine Erklärung der Krankheit cholera ein und nicht, wie erforderlich, die des Saftes!
93
Cael. Aur. Chron. 2,14,198 nasi summitas wäre bei André, p. 41 nachzutragen. perula (= pirula) extrema pars nasi CGL V 606,59 (Glossae Scaligeri), ist wohl eher Ps.Sor. Quaest. med. zuzurechnen als Isidor; vgl. ThLL X 1 2194,70-72. 95 Vgl. ThLL X 1 2143,37-39. 96 Isid. Orig. 11,1,48 ist die einzige André, Le vocabulaire, p. 41 bekannte Stelle. 97 Zum Nachleben von pirula ‘Nasenspitze’ s. unten Anhang 3. 98 Ähnlich die Wiederholung Isid. Orig. 11,1,83 Artus, quibus conligantur membra, ab artando dicti (Quelle wohl Paul. Fest. 20, vgl. Maltby s.v. artus) und Isid. Orig. 11,1,84 Artus dicti, quod conligati inuicem neruis artentur, id est stringantur; quorum diminutiua sunt articuli. Isidor verwendet die Erklärung nochmals beim grammatikalischen Artikel, Isid. Orig. 1,8,4 articuli ... dicti, quod nominibus artantur, id est colligantur, cum dicimus ‘hic orator’. 94
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[28] Isid. Orig. 4,5,4
Cael. Aur.
Choleram Graeci uocauerunt, quod unius diei Diaet. pass. 42 ... ob quam celeritatem concurrentium signorum Graeci eandem spatio terminetur; passionem monoemeron uocauerunt quod in unius diei spatio terminetur. unde et cholera, id est fellicula99, nominata est, Diaet. pass. 43 Unde cholera nominata est? a hoc est, fellis effusio. Graeci enim fel xolh\n uomitorum redundantia atque acrimonia, felle effuso. Graeci enim fel cholen uocauerunt. dicunt.
Erneut stellen wir fest, daß von Caelius Aurelianus sowohl das große umfangreiche Werk über die akuten Krankheiten benutzt worden sein muß wie die Medicinales responsiones in Frage-und-Antwort-Form. Und Isidors Text gibt ebenso Anlaß, sich über den bei Caelius Aurelianus Gedanken zu machen. Das kann an dieser Stelle nicht weiter verfolgt werden. Vielmehr soll nochmals ein Detail der Kompilationstechnik gezeigt werden, diesmal bei der melancholia. [29] Cael. Aur. Chron. 1,6,180
Isid. Orig. 4,7,9
Isid. Orig. 4,5,5
Melancholia dicta est a nigro felle. Graeci enim nigrum me¿ l an uocant 100, fel autem xolh¿n appellant.
Melancholia dicta eo quod sit Graeci enim nigrum melan nigri sanguinis faece admixta uocauerunt, fel autem cholen abundantia fellis. Graeci enim appellant, nigrum me¿ l an uocant, fel autem xolh¿n appellant.
Ich möchte jetzt keine Vermutungen anstellen, warum Isidor zweimal die Etymologie von melancholia erklärt, und wie er auf die Caelius-Aurelianus-Stelle zugriff. Aber das sind zweifellos spannende Fragen! Ein schwieriges Problem stellt auch Isidors Artikel spasmus dar:
99 Für diese Lesart J. SOFER, p. 39f. Ich wollte mich dem ThLL s.v. [fellicula] anschließen und mit Cael. Aur. Acut. 3,19,188 fellifluam schreiben. Arsenio Ferraces Rodríguez teilt mir jedoch brieflich mit, daß frühe Isidorhandschriften choleon (= xo¿lion) schreiben, was felliculam stützt (und fella als Singular voraussetzt? Nichts dazu im ThLL s.v. fel, doch vgl. die oben zitierte Stelle bei Cael. Aur. Chron. 1,6,180 [wenn nicht dort zu sit zu verbessern]). Hier läge also eine weitere Quelle vor, in der cholion stand; Cael. Aur. Acut. 3,19,188 Cholericam passionem aiunt aliqui nominatam a fluore fellis per os et uentrem effecto, ueluti fellifluam passionem –nam cholen fel appellant, rhoean fluorem– ... hätte dann hier nichts zu suchen! 100 Graeci enim me¿lan nigrum dicunt erscheint nochmals Isid. Orig. 19,20,8, von Lindsay athetiert.
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[30] Isid. Orig. 4,6,11
Cael. Aur. Diaet. pass.
Spasmus Latine contractio subita partium aut 32 Ex quibus adprehendis spasmo laborantem? neruorum cum dolore uehementi. ex non uoluntaria tensione atque conductione partium uel neruorum, cum dolore uehementi atque acuto et pulsu paruo. Quam passionem a corde nominatam dixerunt, 39 Unde nomen cardiacae passionis cepit? a qui in nobis principatum uigoris habet. corde quod Graeci cardian appellant ... alii uero quod sit letalis passio, a corde nominatam dixerunt quod in nobis principatum uigoris habet. Fit autem duobus modis, aut ex repletione, aut Lat-A Aph. 3,25 Spasmum enim diximus ex inanitione. duobus fieri modis · aut ex repletione aut ex inanitione101
Es ist völlig klar, daß das Wort spasmus mit keinem griechischen oder lateinischen Wort für 'Herz' irgendetwas zu tun hat. Quelle der hier unpassenden Aussage muß Caelius Aurelianus, Diaet. pass. 39 sein. Doch die gleiche unpassende Verknüpfung von spasmus und Herz wie bei Isidor findet sich im Liber glossarum / Glossarium Ansileubi wieder102, diesmal außerdem verbunden mit einem wörtlichen Zitat des Aphorismus 2,26103. Wir kennen die hier benutzte Quelle des Liber glossarum nicht 104, können aber nicht ausschließen, daß sie Isidor ebenfalls vorlag. Dann wäre Isidor hier nicht der geringste Vorwurf zu machen. Die Verbindung von cor 'Herz' und spasmus vermochte inzwischen Arsenio Ferraces Rodríguez zu klären. Der im Lateinischen nicht selten für der Singular gebrauchte Plural von cor, nämlich corda 105, war lautlich von chorda '(Darm)Saite, Darm' nicht zu unterscheiden, chorda 'Saite = Sehne' jedoch synonym mit neruus106; somit konnte
101
Hippocr. Aph. 6,39. Gloss. med. p. 82,13-19 Heiberg Spasmus: est tensio adque contractio partium aut neruorum cum dolore uehementi adque acuto. alii quod sit letalis passio a corde nominatam dixerunt, qui in nobis principatum uigoris habet. Hyppocrates autem dicit, quoniam si in spasmo febris superueniat, signum esse salutis, si autem super febres [i]spasmus, malum. 103 Allerdings nicht im Wortlaut von Lat-Rav, Febres super spasmum fieri melius quam spasmum super febrem. 104 Möglicherweise identisch mit jener, die im Kapitel 56 des Liber passionalis benutzt ist (Sang. 752, p. 286). Zum Liber passionalis s. meine Arbeit «Dr Monk’s Medical Digest». 105 CGL III 605,39 sparruius (das 2. r ss.) cordarum tensura, wo vermutlich spasmus herzustellen ist. 106 neruus kann bekanntlich auch ‘Muskel’ bedeuten. Erst wenn wir an die Verwechslung von cor ‘Herz’ und c(h)orda ‘Saite, Strang’ denken, kommen wir dem Verständnis von Isid. Orig. 11,1,117 näher: Item lacerti, siue mures, quia sic in singulis membris cordis loco sunt ut cor in media totius corporis parte, appellanturque a nomine similium animalium sub terra delitescentium. Nam inde musculi a murium similitudine: idem etiam 102
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contractio ... neruorum mit contractio ... chordarum gleichgesetzt werden. cor ist nun aber seinerseits nach Isidors Auffassung (Orig. 11,1,118) aus dem griechischen kardi¿a abgeleitet107, womit sich der Kreis zur cardiaca passio schließt. Kehren wir nun noch einmal zu den Zähnen zurück. Isidor hatte uns oben die griechische Bezeichnung der Eckzähne (canini), nämlich kunodo¿ntej, vorenthalten. Er bringt sie jedoch später (Orig. 11,3,7) als Bezeichnung einer mißgebildeten Menschenart (portenta), «(uel cynodontes,) quibus gemini procedunt dentes». Da es an dieser Stelle um Menschen geht, die a ... superfluis membrorum partibus benannt werden, kann das nur bedeuten: «(Menschen), bei denen die Zähne doppelt (d. h. in zwei Reihen) wachsen». So etwas kommt zwar in der Realität nicht vor, doch kennen wir eine Hyperodontie (überzählige Zahnanlagen), und auch eine Stellungsanomalie bei kleinem Kiefer (vorzugsweise Oberkiefer108) kann als 'doppelter Zahn' gesehen worden sein. Ohne einen Blick in Isidors Quelle109 verstehen wir nicht, was hier passiert ist. Diese Quelle ist Solin (1,71): ipsum dentium numerum discernit qualitas sexus, cum in uiris plures sint, in feminis pauciores. quos (hos ein Teil der Hss.) cynodontas uocant, quibus gemini procedunt a dextera parte, fortunae blandimenta promittunt: quibus ab laeua, uersa uice. Isidor hat den ersten Teil der Aussage (ipsum–pauciores) fast wortwörtlich für Orig. 11,1,53 verwendet. Vermutlich endete seine Perikope mit procedunt; auch wenn das nicht der Fall war, mußte ihm die Aussage bei Solin rätselhaft erscheinen. Erst ein Blick in Solins Quelle Plinius (Nat. 1,71) zeigt, was gemeint war: feminis minor numerus (sc. dentium), quibus in dextra parte gemini superne a canibus cognominati fortunae blandimenta pollicentur, sicut in Agrippina Domiti Neronis matre; contra in laeua. Solins korrekte, zusätzliche Information quos cynodontas uocant wurde mißverstanden110; Solin muß sich außerdem den Vorwurf gefallen lassen, daß er Plinius' Aussage, zweifache Eckzähne im Oberkiefer seien ein günstiges Vorzeichen, wenn sie sich auf der rechten Seite fänden, ein ungünstiges, wenn sie links wachsen, nicht vollständig wiedergibt – bei Plinius gilt das nur für Frauen!
et tori, quod illic uiscera torta uideantur. (Zu torus hätten wir bei einem Spanier wie Isidor eigentlich die Aussage erwartet, daß die tauri so heißen, weil sie sich durch musculorum tori auszeichnen.) Ob cordis die richtige Form für unsere Stelle ist, mag ich nicht entscheiden, aber wegen des folgenden cor muß irgendeine Form des Wortes chorda dagestanden haben. 107 Isid. Orig. 11,1,118 Cor a Graeca appellatione deriuatum, quod illi kardi¿an dicunt, siue a cura. In eo enim omnis sollicitudo et scientiae causa manet. Die in Gastis Studie nicht genannte Quelle des ersten Teils der Aussage dürfte mit größter Wahrscheinlichkeit Cael. Aur. Diaet. pass. 39 sein, den Isidor leicht mißverstanden hat; bei cura denkt man an die altspanische Form cuer bzw. corazon (vgl. REW 2217), das manche Forscher von lat. curationem hergeleiten. Wenig später folgt ein umgearbeitetes Stück aus Ambr. Hex. 6,9,70. Der Schluß von Isid. Orig. 11,1,118 stammt dann wiederum aus Lat-A (Aph. 3,30): ... cor· unde egrediuntur duæ arterie· illam quæ in sinistram partem uadit plus sanguinem habet· Illa uero quæ in dextera plus spiritum habet· unde et in dextra manu pulsum inspicimus. Zur Konstruktion plus sanguinem ... plus spiritum, die Isidor unangetastet läßt, vgl. D. NORBERG, Beiträge, p. 6 mit Anm. 1. 108 superne Plin. Nat. 7,71. 109 F. GASTI , p. 101 mit Anm. 38, verweist richtig auf Solin 1,71 (so bereits Mommsen in seiner Solinausgabe), hat aber nicht verstanden, was bei Isidor vor sich gegangen ist. 110 Man kann darüber spekulieren, ob die cynocephali (Isid. Orig. 11,3,12.15) bei der falschen Einordnung der cynodontes eine Rolle gespielt haben.
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Zum Schluß dieses Abschnitts werfen wir einen Blick auf die Einteilung der Medizin, die Isidor bietet. Sie umfaßt gewöhnlich drei Teile: Diätetik, Medikamente und Chirurgie111. Das ist bei Isidor nicht anders (Orig. 4,9,2)112: Curatio autem morborum tribus generibus constat: Pharmacia, quam Latini medicamina uocant; chirurgia, quam Latini manuum operationem113 appellant (manus enim apud Graecos xei¿r uocatur); diaeta, quam Latini regulam nuncupant: est enim obseruatio legis et uitae.
Da Isidor unmittelbar danach (Orig. 4,9,2-3) diese Angaben in nur wenig anderen Worten wiederholt, liegt der Verdacht nahe, daß hier ein Fehler und keine Absicht vorliegt: Sunt autem omni curationi 114 species tres: primum genus diaeticum, secundum pharmaceuticum, tertium chirurgicum. Diaeta est obseruatio legis et uitae. (4,9,3) 115 Pharmacia est medicamentorum curatio. Chirurgia ferramentorum incisio; nam ferro exciduntur quae medicamentorum non senserint medicinam.
Weder die Anzahl noch die Einteilung der einzelnen Fachgebiete unterscheiden sich, sondern es ist die Reihenfolge und, abgesehen von der Diätetik, die lateinische Umschreibung. In der Epistula medica Bruxellensis 18, die Teile von Isidors Versus und nach meiner Einschätzung auch aus den Etymologien überliefert, finden wir eine Einteilung der Medizin in vier einzelne Fächer, Chirurgie, medikamentöse Behandlung, Diätetik und Prognostik116.
111 Locus classicus der lateinischen Literatur ist Cels. prooem. 9, vgl. die Bemerkungen zur Stelle bei PH. MUDRY, La préface, bes. p. 69. An etwas entlegener Stelle veröffentlicht und wohl deshalb von Mudry nicht berücksichtigt ist der spätlateinische Text, den C. V ITELLI aus Par. Lat. 7028 (der Celsushandschrift P) herausgegeben hat («Studiorum Celsianorum particula prima», hier fol. 1v = p. 452): ... in magnitudinem medicine. Cuius prima pars est. Cyrurgia. Secunda dietica. Tertia uero farmaceutica. Danach ist Mudry p. 69 («Pharmaceutica (ars) n’est pas attesté en latin») zu korrigieren; freilich fehlt die Stelle auch im ThLL s.v. pharmaceuticus, vol. X 1 2011,44-49. 112 Interpunktion gegenüber Lindsay geändert. 113 Arsenio Ferraces Rodríguez machte mich freundlicherweise darauf aufmerksam, daß im Liber cyrurgie Ypocratis des Par. lat. 7028 (ed. de Moulin, p. 93-105), einem kurzen Traktat über das Brennen, die Einleitung mit dieser Definition beginnt (p. 93 de Moulin): Cyrurgia denique dicitur manuum operatio quam ferro acuto uel calido igneoque utimur, in his passionibus que nec potionibus nec dietis nec unguentis nec ullo medicamento curatur. 114 Ich würde omni<s> curationi<s> für richtig halten. Selbe Reihenfolge Ps.Sor. Quaest. med. 30 In quot partes diuiditur therapeutica? in tres, id est diaeticam therapeuticam et chirurgicam. Mit der Handschrift Chartres 52 werden wir chirurgiam schreiben. Statt des unsinnigen therapeuticam besser pharmaceuticam, wie Cels. Med. prooem. 9 Primam diaithtikh¿n secundam farmakeutikh¿n tertiam xeirourgi¿an Graeci nominarunt. 115 Die Einteilung in Paragraphen in Lindsays Ausgabe ist ebenfalls fehlerhaft! 4,9,3 müßte mit Sunt autem beginnen. 116 Die Prognostik steht logisch nicht auf derselben Stufe wie Chirurgie, medikamentöse Behandlung und Diätetik, denn bei diesen haben wir verschiedene Weisen der Behandlung des Kranken vor uns. Das bedeutet, daß diese Einteilung in vier Gebiete wissenschaftlich fragwürdig ist, ohne daß ich zu ihrem Ursprung auch nur Vermutungen äußern könnte.
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Ein Zusammenhang mit Isidor kann vorderhand nicht ausgeschlossen werden, da die Definition der einzelnen Fächer in der Ep. med. Brux. 18,3 und Isid. Orig. 4,9,3 übereinstimmt, eine Übereinstimmung, die ich in Rahmen der antiken und frühmittelalterlichen medizinischen Literatur sonst nur noch aus der Epistula peri hereseon kenne, die in diesen Teil in Beziehung zur Ep. med. Brux. 18 steht (Näheres in Anhang 2). Die Parallelen lassen sich am besten in der folgenden Tafel überblicken (halbfette Kleinbuchstaben geben die ursprüngliche Reihenfolge an): [31] Isid. Orig. 4,9,2
Isid. Orig. 4,9,2
Curatio autem morborum Sunt autem omni<s> tribus generibus constat: curationi<s> species tres: primum genus diaeticum, secundum pharmaceuticum, tertium chirurgicum.
Ep. med. Brux. 18,3 Omnem autem medicinam ueteris · quattuor generibus distinxerunt · Quorum genus primum est cirorgium. Secundum farmatiaticum · Tercium dieticum quartum pronusticum ·
a. Pharmacia, quam Latini 4,9,3 b. Pharmacia est b. Farmacia medicamina uocant; medicamentorum curatio. medicaminum · b. Chirurgia, quam Latini manuum operationem appellant (manus enim apud Graecos xei¿r uocatur);
curatio
c. Chirurgia ferramentorum a. Cirorgia est ferramentorum incisio; nam ferro exciduntur incisio · quae medicamentorum non senserint medicinam.
c. Diaeta, quam Latini a. Diaeta est obseruatio legis regulam nuncupant; est enim et uitae. obseruatio legis et uitae. 4,10,2 Prognostica praeuisio aegritudinum, uocata a praenoscendo.
c. Dieta obseruatio legis et uita<e>. d. pronustica egritudum
preuisio
Die Gegenüberstellung spricht für sich und macht folgende Annahme wahrscheinlich: Isidor lagen in seinen Exzerpten mindestens zwei Einteilungen der Medizin vor, die –häufige– in drei Fachgebiete und die –weniger häufige– in vier. Bei der Zusammenstellung des Kapitels 9 (eigentlich nicht der ideale Platz, um die Frage der Einteilung der Medizin zu behandeln!) kamen beide nebeneinander zu stehen. Statt nun auf eine zu verzichten, wurde allein das vierte Fachgebiet, die Prognostik, abgetrennt. Das Exzerpt selbst wanderte dann zum sich anschließenden Kapitel 10 De libris medicinalibus, das niemand als besonders geglückt bezeichnen wird117.
117 Unter den ersten beiden Büchern haben wir uns wohl am ehesten die Aphorismen und das Prognostikon des Hippokrates vorzustellen, die in lateinischer Übersetzung vorlagen; daß auch weitere Schriften mit denselben Titeln im Umlauf waren, ist recht wahrscheinlich. Dynamidia kennen wir mehrere, es ist übrigens auch die
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12. BENUTZUNG VON LAT-A AUßERHALB DER MEDIZIN UND ANTHROPOLOGIE Zum Ende meines Beitrags kehren wir zum Aphorismenkommentar Lat-A als Quelle Isidors zurück. Die nun folgende Stelle, die beweist, daß Isidor auch außerhalb des medizinischen Bereichs Exzerpte aus Lat-A verwendet, habe ich bereits an anderem Ort besprochen118 und lasse deshalb hier den einen oder anderen Aspekt beiseite. [32] Isid. Orig. 20,6,9
Lat-A Aph. 4,48 (Cass. 97)
Sifon uas appellatum quod aquas sufflando fundat; ... et talem quidem patitur in istis ·' utuntur enim hos in oriente. Nam ubi senserint quod patitur constantinopolim · Viri cotidie ad domum ardere, currunt cum sifonibus plenis palatium occurrentes ·' et ubi senserint domum ardere ·' currunt cum symphoniis liberant aquis et extinguunt incendia, domum, sic et natura uult liberare.' sed ipsa potius occidit quam liberat · sed et camaras expressis ad superiora aquis emundant.
Wie bereits Beccaria feststellte, enthält der Aphorismenkommentar Lat-A viele Vergleiche aus dem täglichen Leben, ein Zug, der vermutlich aus dem alexandrinischen Lehrbetrieb stammt, der sich in den schriftlich fixierten Kommentaren niedergeschlagen hat. An unserer Stelle geht es um eine sehr präzise Information zur städtischen Brandbekämpfung 119, die Lat-A für die Hauptstadt des byzantinischen Reiches, Konstantinopel, reklamiert, während Isidor ganz allgemein in oriente sagt, was auch zum fünfhundert Jahre vorher verfaßten Brief des jüngeren Plinius an Trajan –Plinius war seinerzeit legatus Augusti in Bithynien– paßt (Epist. 10,33,2120).
Bezeichnung einer Rezeptsammlung am Ende einer therapeutischen Schrift (dann also nicht ein selbständiges Werk). Ebenso dürften außer dem bekannten Herbarius des Ps.Apuleius andere, ähnliche Werke zirkuliert haben. 118 K.-D. FISCHER, «’Zu des Hippokrates reich gedeckter Tafel’», pp. 307-309. 119 siphonarius ist der Mann, der einen solchen bedient, vgl. die Wörterbücher. Ein solcher Posten mit Geräten zur Brandbekämpfung findet sich erwähnt bei Stephanus Diacon, Vita Stephani iunioris, 69 (La Vie d’Étienne le Jeune par Étienne le Diacre. Introd., éd. et trad. par Marie-France Auzépy, Aldershot 1997 [Birmingham Byzantine Monographs. 3], p. 169 [Text], p. 269 [Übers.]). 120 Dort die Schreibweise sipo; vgl. auch OLD s.vv. sipho, siphonarius.
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Lat-A läßt die Möglichkeit offen, ob eine Feuerspritze zum Ort des Brandes gebracht und dort mit Wasser gefüllt wurde, was sicher oft vorteilhafter gewesen wäre als das Verfahren, wie es Isidor beschreibt: das Löschpersonal eilt mit bereits gefüllten, also in den Händen zu tragenden Feuerspritzen zum Brandort. Überlassen wir die Klärung des Sachverhalts für diesmal den Spezialisten und kehren wir zum Wortlaut der beiden Texte zurück. Aus zwei Gründen kann Lat-A nicht Isidor benutzt haben: erstens, weil die Stadt Konstantinopel bei Isidor nicht genannt ist; zweitens, weil es im Aphorismenkommentar nicht um die Funktionsweise oder Verwendung des siphon geht, sondern um das rasche Eilen zum Einsatzort, dies stellt nämlich das tertium comparationis zwischen calor naturalis und Feuerwehr dar. Isidor hingegen dürfte seinerseits kaum zufällig exakt dieselben Worte ubi senserint domum ardere, currunt cum sifonibus benutzt haben wie Lat-A. Isidor beginnt seinen Abschnitt über sifon mit einer etymologischen Erklärung, über die wir angesichts des griechischen Ursprungs des Wortes si¿fwn nur lächeln können, die aber typisch Isidor ist und sich nach Robert Maltbys schon genannten Lexikon auch nur an dieser Stelle der antiken lateinischen Literatur findet.
13. ZUSAMMENFASSUNG UND SCHLUSS Ich komme zum Schluß meiner Ausführungen. Was den Aphorismenkommentar Lat-A angeht, so hoffe ich gezeigt zu haben, daß er ab jetzt zu den Quellen von Isidors Etymologiae gerechnet werden muß. Es war in diesem Rahmen nicht beabsichtigt und auch nicht möglich, alle mir inzwischen bekannten einschlägigen Stellen vorzuführen und zu kommentieren121; hier wird die weitere Arbeit außerdem noch manchen Zuwachs bringen. Doch gerade die Kompilationstechnik122 Isidors, wie wir sie näher untersucht haben, macht die Quellensuche oftmals schwierig und kompliziert: Neben der fast wörtlichen Übernahme eines kompletten Artikels aus einer einzigen Quelle (dem einfachsten, aber wohl nicht häufigsten Fall) haben wir gesehen, wie sich in Isidors Artikeln häufig einzelne ausgeschöpfte Quellen abwechseln und auch sonst kleinere Eingriffe von Seiten Isidors erfolgt oder wenigstens zu vermuten sind. Am zu allerletzt besprochenen Beispiel ist ferner nochmals klar geworden, daß wir bei jeder von Isidor benutzten Quelle auch dort, wo wir zunächst keinen sachlichen Bezug vermuten, sorgfältig prüfen sollten, an welchen weiteren Stellen sie herangezogen worden sein könnte. Der gewaltige Aufwand, den das erfordert, dürfte sich letztendlich lohnen, für Isidor genauso wie für seine Quellen.
121
Manche mir noch unbekannte Stelle ist im Beitrag von Manuel E. Vázquez Buján besprochen. Hans Philipp (p. 3) denkt an einen Zettelkasten; Quellenautoren wurden planmäßig ausgeschrieben (ibid. p. 5) und in der Regel wörtlich (ibid. p. 7f.) zitiert, sodaß ein unterschiedlicher Wortlaut bei Isidor und in der postulierten Quelle erklärt werden muß. 122
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Mit Bewunderung habe ich mir klargemacht, welche gewaltige Organisationsarbeit hinter dem Sammeln der in den Etymologien verarbeiteten Quellen steckt123. Isidor muß nicht nur über einen Stab sorgfältiger Mitarbeiter verfügt haben, sondern hat gerade auf dem hier näher untersuchten Spezialgebiet der Medizin schon dadurch Entscheidendes geleistet, daß er –oder seine Berater– die zu exzerpierenden Schriften auswählten und heranschafften. Auch umfangreiche Werke wie die akuten und chronischen Krankheiten des Caelius Aurelianus und Esculapius und der Aphorismenkommentar Lat-A waren darunter. Gern wüßten wir, nach welchen Richtlinien exzerpiert wurde, und wie wir uns die Exzerpte real vorstellen sollen. Wurden sie auf Wachstäfelchen, auf Papyrus oder auf Pergament angelegt, eventuell in Kurzschrift? Wie konnten sie bei Bedarf wieder aufgefunden werden, zumal die alphabetische Anordnung in jener Zeit keineswegs das ganze Wort erfaßte? Wurde die Quelle dabei notiert, um eventuell später den Wortlaut oder den Kontext überprüfen zu können? Wie verfuhr man mit Passagen, die Informationen zu verschiedenen Gebieten enthielten124? Fest steht –viel gibt es noch zu entdecken, und: unsere Bewunderung bleibt! This booke is a Scoolemaster to those that are wise, But not to fond fooles that learning despise A Jewell it is, who liste125 it to reede, Within it are Pearells precious in deede126.
123 «Die Anlage aller Schriften antiquarischen oder historischen Inhalts, die Isidor verfaßt hat, ist so, daß sie einen großen «Zettelkasten» voraussetzt,» schreibt Philipp, p. 3. 124 Ich erinnere nur an das oben zitierte Beispiel von König David und seiner Musiktherapie, das aus Cassiodor stammt und sowohl im Abschnitt über die Musik (Isid. Orig. 3,17,3) wie bei der Aufzählung der Wissensgebiete, die ein Arzt beherrschen sollte (Isid. Orig. 4,13,3), angeführt wird. Wir sahen ebenfalls, wie die Erklärung von artus/articulus für die Grammatik (Orig. 1,8,4) wie für die Anatomie (Orig. 11,1,83 und 11,1,84) verwendet wurde. Das ieiunum erscheint beim Fasten (Orig. 6,19,65) und später unter den Körperteilen (Orig. 11,1,131b). 125 = desire. 126 Zitiert nach der Rückseite des Titelblatts von Band 1 von Lindsays Ausgabe; die Verse finden sich auf fol. 146v der Handschrift 368 des Trinity College, Cambridge. David Langslow (nach einem Forschungsaufenthalt am Medizinhistorischen Institut der Johannes Gutenberg-Universität Mainz nun wieder in Manchester) verdanke ich wichtige Hinweise für die Gestaltung dieses Beitrags und zu einer Reihe einzelner Punkte.
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Anhang 1 Isidor im Lorscher Arzneibuch Bei dieser Gelegenheit möchte ich auf bisher nicht erkannte Spuren Isidors in der sogenannten Verteidigung der Heilkunde hinweisen. Dieser Text ist, ohne eigentlichen Titel, nur in der Handschrift Bamb. med. 1 (früher L III 8) überliefert und steht dort am Beginn einer insgesamt fünf capitulationes umfassenden Rezeptsammlung, die man nun, nachdem Bernhard Bischoff Lorsch als ihre Schriftheimat erkannt hat127, als Lorscher Arzneibuch bezeichnet. Isidorforschern war sie als Überlieferungsträger einiger Versus seit langem geläufig128. Betreut von dem Würzburger Medizinhistoriker Gundolf Keil, hatte Ulrich Stoll anläßlich der 1225-Jahr-Feier von Lorsch eine kritische Edition der gesamten Handschrift mit Übersetzung vorgelegt129, auch wurde ein vollständiges Faksimile der Handschrift publiziert130. Keil sieht in den einleitenden Stücken, speziell in der Verteidigung der Heilkunde und in den sich an sie unmittelbar anschließenden, von ihm so bezeichneten 'Kosmas-und-Damian-Versen'131 (Isid. Carm. 16-24; ausgelassen sind 22,3-4), ein um 788132 entstandenes gesundheitspolitisches Manifest der Regierung Karls des Großen133, eine Deutung, zu der die Überlieferung in einer einzigen erhaltenen Handschrift nur schwerlich zu passen scheint. Wichtig ist die Verteidigung der Heilkunde allerdings für die Frage der Verbreitung von Isidors Werken in jener Zeit. Die Handschrift Bamb. med. 1 entstammt der Wende vom 8. zum 9. Jahrhundert134. Ob die Verteidigung der Heilkunde, die ein längeres Stück aus Cassiodors Institutiones
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B. BISCHOFF, Die Abtei Lorsch im Spiegel ihrer Handschriften, 2. Aufl. Lorsch 1989, p. 32f. Sigle B auch in der letzten kritischen Ausgabe von J. M. SÁNCHEZ MARTÍN, Isidori Hispalensis Versus. Die Handschrift überliefert ferner den Brief des Anthimus, s. E. LIECHTENHAN, Anthimi de obseruatione ciborum, p. XII, und die Physica Plinii Bambergensis, s. A. ÖNNERFORS, In Medicinam Plinii studia philologica, pp. 28-34. 129 U. STOLL, Das ‘Lorscher Arzneibuch’. 130 Das Lorscher Arzneibuch, hrsg. und mit Einleitung versehen von G. KEIL, Übersetzung von Ulrich Stoll, 2 Bände, Stuttgart, 1989. 131 Die Überschrift von Isid. Carm. 16 läßt sich als nicht besonders geglückter Hexameter lesen, allerdings nur, wenn man an der Namensform Galienus festhält. Da die Versus Distichen sind, wird man nicht annehmen, daß Isidor eine metrische Form der Überschrift beabsichtigt hat. Nach Keils Ansicht (Lexikon des Mittelalters, s.v. Lorscher Arzneibuch, und öfter) geben die Verse ein «Modell zur Arzneimittelkostendämpfung, das für die karolingische Medizinalpolitik entscheidende Bedeutung erlangte.» Dieser Bewertung vermag ich mich nicht anzuschließen. 132 Keil (wie unten), p. 16, und im Lexikon des Mittelalters, s.v. Lorscher Arzneibuch. 133 Z. B. G. K EIL , «Einleitung», Das Lorscher Arzneibuch und die frühmittelalterliche Medizin. Verhandlungen des medizinhistorischen Symposiums im September 1989 in Lorsch, hg. von Gundolf Keil und Paul Schnitzer, Lorsch, 1991, pp. 7-27, hier bes. pp. 10-15. 134 Letzte mir bekannte Datierung in Bernhard Bischoffs postum erschienenen Werk, Katalog der festländischen Handschriften des neunten Jahrhunderts (mit Ausnahme der wisigotischen). Teil I: AachenLambach, Wiesbaden, 1998 (Bayerische Akademie die Wissenschaften. Veröffentlichungen der Kommission für die Herausgabe der mittelalterlichen Bibliothekskataloge Deutschlands und der Schweiz), Nr. 223, p. 50 «Lorsch, IX. Jh. Anfang»; ähnlich Liechtenhan a.a.O. und Önnerfors, p. 5. Keils Ansatz (wie oben, p. 16, sowie Lexikon des Mittelalters, s.v. Lorscher Arzneibuch) «bereits um 788» stützt sich nicht auf paläographische Argumente. 128
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(zuerst 1,31,1, dann am Ende 1,31,2) wörtlich wiedergibt135, tatsächlich in Lorsch selbst verfaßt wurde136, oder doch an einem anderen Ort, z. B. in Norditalien, bedarf weiterer Klärung137. Immerhin sind im Bamb. med. 1 vier verschiedene Werke Isidors in Reflexen nachweisbar. Von Isidor werden wörtlich angeführt: Teile aus Kap. 24 des 2. Buchs der Etymologien (2,24,1.5.7), aus dem 2. Buch der Differentiae (2,149.150.152), und aus dem 3. Buch der Sententiae. Während sich Sent. 3,3,4 auf drei mögliche Ursachen von Krankheit bezieht, wurden die Etymologien und die Differentiae herangezogen, um den Platz der Medizin innerhalb des Wissenschaftskanons138 zu bestimmen. Ebenfalls aus dem 3. Buch der Sententiae (3,1,1b) stammt folgendes Zitat in der Verteidigung der Heilkunde: Isidorus quoque episcopus, cuius iam superius mentionem fecimus, passionem se sustinere his indicat uerbis: Miserere, domine, misero Isidoro indigna agenti et digna patienti, assidue peccanti et tua flagella cotidie sustinenti. *
*
*
Verteidigung der Heilkunde [Isid. Diff. 2,149]139 Horum igitur sapientiam ueteres philosophiam uocauerunt, id est omnium humanarum et diuinarum rerum scientiam; huiusque philosophiae tres partes esse dixerunt, id est phisicam loicam aethicam. [Isid. Orig. 2,24,5]140 Aethica namque ad institutionem pertinet morum et diuiditur in quattuor principales uirtutes: prudentiam scilicet atque iustitiam, fortitudinem siue temperantiam; quarum discretionem scire qui uoluerit, librum omeliarum sancti Gregorii super Hiezechihel (Hom 3, Nr. 8) legat. [Isid. Orig. 2,24,7] Loica uero constat ex dialectica siue raethorica, in quarum disciplina et supra dictus uir intentionem habere dinoscitur.
135 Erstaunlich, daß diese Nebenüberlieferung in der Ausgabe von R. A. B. Mynors, Oxford 1963 (erstmals 1937) nicht erwähnt wird; zu Exzerpten dort p. xviif. und xxii. 136 Für andere Stücke der Handschrift ist eine Abfassung in Lorsch, soweit ich sehe, nie in Betracht gezogen worden. 137 An den drei Stellen der Verteidigung der Heilkunde, wo Isidor namentlich genannt ist, ist überall esidor- zu isidor- korrigiert. Darf man dem, wie die Zitate zeigen, sehr belesenen Verfasser der Verteidigung der Heilkunde zutrauen, er habe Isidor nicht richtig schreiben können? 138 B. BISCHOFF, «Eine verschollene Einteilung», handelt über den Anonymus ad Cuimnanum und bringt, obwohl es um dieselbe Zeit geht, nichts zur Verteidigung der Heilkunde. Bischoff diskutiert allerdings die mit Diff. in etwa übereinstimmende Einteilung im manchmal Isidor zugeschriebenen Liber numerorum 44, Bischoff p. 277f. 139 Porro sapientiam ueteres philosophiam uocauerunt, id est omnium rerum humanarum atque diuinarum scientiam. Huius philosophiae partes tres esse dixerunt, id est physicam, logicam, ethicam. Physica, naturalis est; Ethica, moralis; Logica, rationalis. 140 Ethicam Socrates primus ad corrigendos conponendosque mores instituit, atque omne studium eius ad bene uiuendi disputationem perduxit, diuidens eam in quattuor uirtutibus animae, id est prudentiam, iustitiam, fortitudinem, temperantiam.
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Nam orator Baedani presbyteri ore nuncupatur. Oratores enim loicae disciplinas sequuntur. [Isid. Diff. 2,150]141 Phisica autem in septem diuiditur disciplinas. E quibus quidem quaedam religioni conueniunt, quaedam uero longe modis omnibus aliena sunt; quarum prima est arithmetica, secunda geometrica, tertia musica, quarta astronomia, quinta astralogia[!], sexta mechanicia, septima medicina. Quarum ad quam pertinent rationem scire qui cupit, librum aethimologiarum sancti Isidori Spalensis ecclaesi“ episcopi legat; mihi tantum hic de medicina dicere sufficiat. [Isid. Diff. 2,152] Medicina est scientia curationum, quae ad temperamentum uidelicet corporis uel salutem inuenta est, quae et diuinis non est incognita libris. Im Rezeptteil (Capitulatio IV, Nr. 76, p. 304 Stoll) sind einige Auszüge aus Orig. 17 unter dem Titel Origo pimentorum unde excreantur uel in quale prouincia nascantur versammelt (17,9,4; 17,8,8; 17,9,8; 17,8,10).
Anhang 2 Epist. med. Brux. 18 und Epistula peri hereseon Die Epistula peri hereseon ( peri\ ai(re¿sewn ), die dem 1. Buch einer medizinischen Sammelschrift, die im späten Altertum oder im frühen Mittelalter zusammengestellt wurde, vorangeht (für sie bevorzuge ich den Namen des angeblichen Autors, Petroncellus, während andere von den Tereoperica sprechen), ist ein rätselhaftes Beispiel frühmittelalterlicher medizinischer Briefliteratur, wie sie in einiger Fülle auf uns gekommen ist142, deren Zusammenhang mit dem Kommentar zu Galens De sectis, überliefert im Ambrosianus G 108 inf., bereits von Augusto Beccaria143 richtig erkannt wurde144. Obwohl inzwischen ein halbes Jahrhundert vergangen ist, fehlen
141 Ad physicam pertinere aiunt disciplinas septem, quarum prima est arithmetica, secunda geometria, tertia musica, quarta astronomia, quinta astrologia, sexta mechanica, septima medicina. 142 Die grundlegende, noch nicht ersetzte Untersuchung und Übersicht stammt von W. W IEDEMANN, Untersuchungen, Diss. med. dent. FU Berlin 1976, unter der Leitung Gerhard Baaders. 143 A. BECCARIA, «Sulle tracce II», p. 34 Anm. 1: «Una specie di rimaneggiamento del testo Ambrosiano [d. h. des Kommentars zu Gal. De sectis], deformati dagli errori, è in una composizione sugli inizi della medicina, inserita col titolo di Epistola pererision (peri hereseon) come prefazione di un grande ricettario nel Parigino 11219. ... Tra le varianti rilevo la citazione di Erasistrato per l’elenco delle virtù, che non è nel Commento al De sectis». 144 Weniger deutlich sind die Bemerkungen von Adalberto Pazzini: «... mi venne tra le mani (e qui ringrazio il Prof. G. Baffioni, distinto grecista, che me ne dette l’opportunità) il testo di un commento a Galeno di un Giovanni Alessandrino, medico vissuto tra il VIº ed il VIIº sec. d.C. nel quale si possono ritrovare gran parte dei nomi e dei concetti storpiati e travisati dall’anonimo autore dal quale Petroncello non ha avuto ritegno di attingere per la sua Practica». in: Petroncello, Practica. Traduzione e commento a cura del Dott. Angelo Capparoni. Presentazione di A[dalberto] Pazzini, Roma 1958, p. VII.
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die nötigen eingehenderen Analysen dazu. Für unsere Zwecke reicht die Feststellung aus, daß sich so gut wie alles, was auf den hier unten abgedruckten Text folgt (p. 188,12–189,39 de Renzi145, abgesehen von der kurzen Schlußpartie = p. 189,39-45 de Renzi), in dem genannten Kommentar unter dem Namen des Agnellus (p. 18,28ff. Westerink) finden läßt. Der hier zu besprechende erste Teil der Epistula peri hereseon hat, obwohl auch er Gegenstände behandelt, die zur Einführung in die medizinische Wissenschaft dienen, mit dem Kommentar zu De sectis nichts zu tun, sondern steht –der ungewöhnliche Titel bzw. Untertitel Quantis annis latuit medicina beweist das– in Zusammenhang mit der Epist. med. Brux. 18 mit gleicher Überschrift146, einer Überschrift, die sich am zwanglosesten aus Isid. Orig. 4,3,2 ableiten läßt und die für die unbeholfenen Titel vieler frühmittelalterlicher medizinischer Briefe typisch ist. Das Material der Epist. med. Brux. 18 entstammt, wie ich überzeugt bin147, in seiner Gesamtheit Isidor, die Teile der Etymologien (= Epist. med. Brux. 18,1-3), die zusätzlichen Text bringen (18,1 und 18,3), einer früheren Fassung dieses Werkes148. Zu einem uns unbekannten Zeitpunkt sind dann die beiden heute durch Quellenanalyse unterscheidbaren Teile der Epistula peri hereseon verbunden worden, wobei der erste Teil gegenüber der Fassung der Epist. med. Brux. 18 deutlich, allerdings vom Inhaltlichen her nicht sehr glücklich, bearbeitet worden ist. Um uns nicht zu weit zu verlieren, nehmen wir einmal die Aussagen bei Isidor, Orig. 4,3,14,4,1 als gegeben hin. Zu den drei Richtungen (haereses, sectae) methodica, enpirica und logica, die wir gewöhnlich in medizinischer Einführungsliteratur finden (und die natürlich auch bei Marcellus149 gemeint sind), tritt eine vierte hinzu, teoperica. Soll das therapeutica bedeuten, oder theorica = theoretica? Keines davon wäre in unserem Zusammenhang sonderlich sinnvoll. Aber bei vier Richtungen der Medizin besteht dann auch das Bedürfnis nach vier Begründern (inuentores); woher nehmen und nicht stehlen? Asclepius, bei Isidor (Orig. 4,3,2) der Vater, hier der Großvater des Hippokrates, muß dafür herhalten und darf an seiner Stelle die logica begründen150.
145 Collectio Salernitana, ossia documenti inediti ... pubblicati a cura di Salvatore de Renzi, tomo quarto, Napoli 1856, 185-289. De Renzi druckt Par. lat. 14025, eine auf jedenfall wesentlich spätere Handschrift, ab. Er hielt ‘Petroncellus’ auch für ein salernitanisches Werk, was durch die Existenz von Par. lat. 11219 natürlich ausgeschlossen ist. 146 Das hatte bereits Konrad Schubring gesehen, vgl. W. WIEDEMANN p. 61. 147 Die andere Möglichkeit wäre Quellengemeinschaft von Isidor und dem Vorgänger der Epist. med. Brux. 18. Ich danke Arsenio Ferraces Rodríguez für die ausführliche briefliche Diskussion dieser Probleme. 148 J. FONTAINE, Genèse et originalité, p. 436, spricht von «4 états [der Etymologien] entre 612-621 et après 636». 149 Quod Cous docuit senior quodque Abdera suasit/ Quod logos aut methodos simplexque empirica pangit/ Hoc liber iste tenet diuerso e dogmate sumptum. (Marcell. med. Carm. 5-7) Der ‘koische Greis’ (ich zitiere nach der deutschen Übersetzung von Jutta Kollesch und Diethard Nickel in der Ausgabe im CML V, Berlin2 1968) ist Hippokrates; ‘Abdera’ steht für Demokrit von Abdera (also nicht näher einzugrenzende pseudodemokriteische medizinische Schriften); ‘Vernunft’ = Hippokratiker bzw. Dogmatiker; ‘Methode’ = Methodiker, ‘einfache Erfahrung’ = Empiriker. Die Stelle fehlt übrigens, soweit ich sehe, bei K. D EICHGRÄBER, Die griechische Empirikerschule. Unter Frg. 8 (p. 41) wird dort Isidor zitiert, die Stellenangabe muß Orig. 4,4,1-2 lauten. 150 In Isid. Orig. 8,11,3 ist Aesculapius der Begründer der (ganzen) Medizin: Nam quorundam et inuentiones artium cultu peperisse dicuntur, ut Aesculapio medicina, Vulcano fabrica.
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Diese Vierzahl ist sicher nicht ohne Zusammenhang mit dem Viererschema der Säftelehre zu sehen; in der Quelle des Redaktors und Kompilators, die der Epist. med. Brux. 18,1-3 zumindest sehr ähnelte, stand auch diese Vierteilung der Medizin (18,3), die jetzt hier in die vier medizinischen Richtungen eingearbeitet wird, möglicherweise ursprünglich am Rande nachgetragen war; die wörtlichen Übereinstimmungen der beiden Texte lassen einen anderen Schluß nicht zu151. Die Umarbeitung in die Frageform (quod152 est ...?; grammatisch richtig wäre quid est ...?) kann bereits in der Vorlage unseres Redaktors und Kompilators stattgefunden haben. Die Erwähnung der Sintflut (diluuium), die nicht weiter motiviert wird, setzt einen christlichen Verfasser voraus. Der Text der Epistula peri hereseon folgt (auch in der Interpunktion und Schreibung) der ältesten bekannten Handschrift153, Par. lat. 11219, s. IX med. (vermutlich in Paris oder seiner Umgebung entstanden), fol. 43rb-43va. Par. lat. 11219
Isid. Orig./Ep. med. Brux. 18
EPISTOLA DE pererision. hoc est XVIII· INCIPIT EPISTULA QUANTIS demonstratione quantis annis latuit medicina. ANNIS LATUIT MEDICINA cum deo adiuuante et de ipso certamen antique auctores et peritissimi medici sagaciter dixerunt. [4,3,2] Sed postquam fulminis ictu Aesculapius interiit, interdicta fertur medendi cura; et ars simul cum auctore defecit, Post diluuium per annos mille. CCCCC154 latuit latuitque per annos paene quingentos usque ad medicina usque in tempus artersersis regis tempus Artaxerxis regis Persarum. persarum. Tunc apollinus 155 et filius eius scolafius 156. Tunc eam reuocauit in lucem Hippocrates Asclepius abunculus ippocratis <et ypocras>157 Asclepio patre genitus in insula Coo.
151 Auffällig ist die Übereinstimmung zweier Definitionen mit dem Kommentar zu Galen, De sectis, in der hochmittelalterlichen Fassung, die Pritchet unter dem Namen des Iohannes Alexandrinus veröffentlicht hat: Ioh. Alex. p. 13,54 Prit. secundus est farmacus quando per medicamina curamus; Ioh. Alex. p. 23,42 Prit. dieta dicitur et obseruatio legis. Bei Agnellus finden wir sie im thematisch gleichen Zusammenhang nicht, und trotz der noch ausstehenden Klärung des Zusammenhangs der Fassungen des Kommentars zu De sectis von Agnellus und ‘Iohannes Alexandrinus’ nehme ich mit ziemlicher Sicherheit an, daß bei Ioh. Alex. eine Interpolation aus Isid. Orig. 4,9,2-3 vorliegt. 152 qp 153 Für eine Nachkollation am Original danke ich sehr herzlich Florence Eliza Glaze. 154 ss. d 155 apollo m2 156 escolafius m2 157 add. in marg.
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Illi IIII inuenerunt artis medicinae 158 [et sectantis carmina] 159 Id est inuenerunt. metodicam impericam160 loicam et teopericam. Apollinus161 inuenit metodicam.
Prima Methodica inuenta est ab Apolline, quae remedia sectatur et carmina.
quod est cirorgiam.> Id est ferramentorum incisionem. Scolafius162 inuenit inpericam163
Secunda Enpirica, id est experientissima, inuenta est ab Aesculapio, quae non indiciorum signis, sed solis constat experimentis.
quod est farmacioticum> Id est curatio medicaminum Asclifius164 inuenit loicam.
Quod est dieticum> Id est obseruatio legis et uitae. Ippocras inuenit teopericam. quod est pronosticam.> Id est preuisio egritudinis.
158 159 160 161 162 163 164
ss. del. m2 em- m2 apollo m2 Es- m2 en- m2 asclipius m2
Tertia Logica, id est rationalis, inuenta ab Hippocrate.
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Anhang 3 pirula (Isid. Orig. 11,1,48) 'Nasenspitze' Es erscheint seltsam, daß das Wort pirula für Nasenspitze fleißig überliefert wurde, und zwar in den meisten Fällen165, wie wir aus dem Zusammenhang (gleichzeitiges Auftauchen von interfinium166 und intercilium167, zwei ebenfalls seltenen Wörtern) schließen können, nach Isidors Etymologien. Aus den von Tony Hunt veröffentlichten Lernvokabularen 168, allesamt aus dem 13. Jahrhundert, führe ich drei Stellen an: In John of Garland's Dictionarius, 5 (Hunt Band 1, p. 196) lesen wir: Partes nasi sunt iste: pirula nasi, interfinium ..., im Douce Glossary (Hunt Band 1, p. 420): l. 17-18 hoc intercilium: entrecil; hec pirula: le bec del nes; l. 31 hic hircus: angle del oil. Das Glasgow Glossary schließlich bringt (Hunt Band 1, p. 411): Hoc intercilium: entre les surcils Hec Pirula: bec del nes Hoc interfinium: entre les narines und p. 412 Hoc irqui indecl.: angle del oil. Auch zu poetischen Ehren hat es die pirula gebracht, und zwar im Speculum hominis, einem Gedicht in Hexametern wohl ebenfalls des 13. Jahrhunderts, das weitgehend Termini aus Buch 4 und 11 der Etymologien in poetische Form bringt169. Das wird auch deutlich gesagt170 (was im Mittelalter keineswegs selbstverständlich war!): De uariis hominis sum partibus ista locutus, Ysidorum super his pro magna parte secutus. (Buch 2,735f.)
165 pirula, extrema pars nasi in den Glossae Scaligeri, CGL V 606,59 (dort perula). An anderen Stellen des Corpus Glossariorum kommt das Wort nicht vor. Die Formulierung extrema pars nasi spricht eher für Ps.Sor. Quaest. med. als Quelle. 166 Im CGL nicht belegt. 167 intercilium nur CGL III 247,26 (Hermeneumata Einsidlensia). hirci bzw. hirqui steht ebenfalls in den Herm. Einsidl., CGL III 247,22 oi( kanJoi¿ anguli oculorum, hirqui, sowie im Cod. Cass. 90 Hyrci oculorum anguli CGL III 570,12. Ich vermute, daß es nicht Isidor, sondern seiner Quelle Servius entstammt. Zur Sache vgl. A. FERRACES RODRÍGUEZ, «Un faux terme d’anatomie». 168 T. HUNT, Teaching and Learning Latin in Thirteenth-Century England, Band 1-3, Cambridge 1991. 169 Lo «Speculum hominis». Poema anonimo di etimologia medica del XIII secolo, ed. Marco T. Malato, Concezio Alicandri-Ciufelli, Roma 1960, zuvor gedruckt bei S. DE RENZI, Collectio Salernitana, Band 5, Naples 1859, pp. 173-198, unter dem (nicht ganz passenden) Titel Poema anatomicum. (Die Verse sind insgesamt durchgezählt, das Buch, das auch angegeben wird, spielt dabei keine Rolle). 170 Außer dieser Stelle auch noch 2,641 und 2,841.
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Der anonyme Verfasser hatte natürlich Schwierigkeiten, diesen und andere Termini in einen Hexameter einzufügen: Est a pir dicta pars pirula naris acuta, Deque pari forma sibi nomen possidet illa Que leuat ut pinna pinnula nares utramque Est inter nares medium quod sumit ab inter Nomen et a fine remanet metri sine lege. Ad uersus apta sunt interfinia dicta uel plura. (Buch 1, 202-207)
Anhang 4 Die Definition des Aphorismus (Isid. Orig. 4,10,1) Ähnlich wie Isidor (Orig. 4,10,1 Aforismus est sermo breuis, integrum sensum propositae rei scribens) definiert Ps.Sor. Quaest. med. 22 Quid est aphorismus? Oratio [aliter sermo Chartres 62 m2 in marg., Ratio in Roses Londoner Handschrift, British Library Cotton Galba E.IV] breuis per quam ostenditur specialis qualitas praepositae [prop- Rose] rei. Wie gängig und verbreitet diese Definition war, zeigt auch )Aforismo\j de¿ e)sti lo¿goj su¿ntomoj au)totelh= dia¿noian a)parti¿zwn. Stephan. in Hipp. aph. praef. p. 32,14 Westerink [CMG XI 1,3,1]; dort wird im Similienapparat richtig auf Lat-A verwiesen, die Verbindung zu Isidor aber übersehen; mehr bei Fischer [2002, «Zu des Hippokrates ...»], p. 289 Anm. 49, sowie Theophilus in Hipp. aph. [vol. 2 p. 245 Dietz]. Beccaria hatte vermutet, die bis auf die Frageform mit Isidor wörtlich übereinstimmende Definition am Ende des Vorworts [prooemium] zu Lat-A (abgedruckt bei Beccaria p. 41,45171) sei aus Isidor übernommen worden172. Aufgrund des hier geführten Nachweises, daß Isidor Lat-A seinerseits benutzt hat, ist das Umgekehrte mindestens ebenso wahrscheinlich. Dafür spricht auch, daß bei Stephanos die Aphorismusdefinition ebenfalls am Ende der Einleitung steht, also die Notwendigkeit entfällt, eine Interpolation aus Isidor in den Schluß des prooemium von Lat-A anzunehmen. Zugleich ist das ein Hinweis, daß wenigstens zur Zeit Isidors dieses Vorwort bereits Bestandteil von Lat-A war. Vergleichbar ist ferner Comm. in Gal. de sectis, ed. Daniela Manetti (Commentarium in Galeni «De sectis», in: Corpus dei Papiri filosofici greci e latini 3, Firenze 1995, 19-38, hier p. 31): A 19-22 ti¿ ga¿r e)stin o(rismo¿j; o(rismo¿j e)stin lo¿goj su¿ntomoj panto\j pra¿gmatoj e)kdida¿skwn kai\ perigra¿fwn th\n fu¿sin, mit ihrem Kommentar und Parallelen p. 35.
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Quid est aphorismus? Sermo breuis, integrum sensum propositae rei scribens. «Ma è degno di rilievo che l’anonimo compilatore dell’introduzione abbia preferito riportare integralmente le parole di Isidoro di Siviglia ....», A. BECCARIA, «Sulle Tracce II», p. 41 Anm. 3. 172
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Les maladies sous le regard du compilateur: métaphores végétales et animales1 DANIELLE GOUREVITCH École Pratique des Hautes Études. Paris
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Le médecin ancien se fie beaucoup plus que celui d’aujourd’hui à ce que lui livrent directement ses sens, et particulièrement la vision2. D’où l’importance de la description minutieuse des symptômes et particulièrement des couleurs de la maladie3, et même de l’utilisation d’adjectifs de couleur caractéristiques du symptôme cardinal pour désigner des maladies (en latin avec ou sans les substantifs passio ou morbus) ; dans des cas plus compliqués, un adjectif ne suffit pas, et le médecin ou la formalisation populaire ont recours à des métaphores. Où Isidore prend-il ses couleurs ? A qui emprunte-t-il ses métaphores ? Invente-t-il ses étymologies4 ? Apporte-t-il des nouveautés ? Dans le chapitre 7 de son œuvre médicale avec notamment satyriasis5, et surtout dans le chapitre 8 de morbis qui in superficie corporis videntur, mais aussi dans le De natura, les métaphores, sensibles aux apparences surtout visuelles, s’imposent tant elles fourmillent, entraînant d’elles-mêmes sous ma plume une première métaphore dans cette gamme, celle des fourmis à la fois si nombreuses et si affairées dans leur fourmilière. Notons qu’aux cinq sens proprement dits auxquels nous nous attendons, s’ajoute parfois l’appel au sens intime, lui-même appuyé sur diverses données des sens ; je ne m’y attarderai pas, mais je signale tout de même le telum d’Etym. 4,6,13, de acutis morbis : Telum lateris dolor est. Dictum autem ita a medicis, quod dolore corpus transverberet, quasi gladius. Ce nom « scientifique » du point de côté6 est inspiré par la forme de l’arme qu’est le glaive et le type de coup qu’il porte : le médecin imagine que la douleur transfixiante du point de côté fait penser (quasi) à celle que ce coup provoque quand il traverse le corps.
1 Reste fondamental le livre de F. SKODA, Médecine ancienne et métaphore, en particulier aux pp. 232234 pour notre propos d’aujourd’hui. Se reporter aussi à D. GOUREVITCH, «Bibliographie du vocabulaire», ainsi que «Les faux-amis», pp. 189-191. 2 L. VILLARD (éd.), Couleurs et vision; Ead. «Médecine et peinture». 3 D. GOUREVITCH, «Rapport 1993-1994». 4 R. MALTBY, A Lexicon. 5 Cf. plus loin. 6 Dont témoigne également Ser. Samm. 402.
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Cette façon de nommer telle ou telle maladie par une métaphore a toujours été pratiquée, et est clairement repérée par Galien dans sa mise au point nosographique systématique du De methodo medendi7 : les noms des maladies, signale-t-il, peuvent venir de celui de la partie lésée, de celui du symptôme cardinal, des deux précédents à la fois, de la cause supposée, du premier thérapeute, d’un malade célèbre, ou encore d’une ressemblance avec des éléments du monde (a)po\ th=j pro\j ti tw=n e)kto\j o(moio¿thtoj). Il peut s’agir de minéraux, comme le charbon8 ; d’éléments du monde vivant, comme le corps avec la graisse, ou les produits naturels avec le miel ; de végétaux, comme la figue ; et surtout d’animaux, comme le crabe ou la fourmi. La variété formicante des verrues, qui provoquent des sortes de fourmillement, est particulièrement difficile à traiter, fait comprendre l’illustre médecin dans sa polémique avec l’un de ses rivaux, Martianos9. « Le sang de crocodile rend la vue perçante, mais je n’ai jamais eu recours à cet expédient, ayant à ma disposition d‘autres remèdes possédant les mêmes vertus ; il en va de même pour (...) le sang de la souris domestique (qui) guérit les verrues. Car j’ai à ma disposition beaucoup d’autres remèdes contre cette affection, y compris contre sa forme la plus difficile à traiter nommée fourmilière, mais je me suis gardé d’encourir la réputation de charlatanerie »10. Ce que Françoise Skoda reprend à sa manière11 : « Il existe plusieurs types de métaphores. Certaines sont descriptives et comparent, implicitement, pour la forme, la taille, le volume, la couleur ou l’aspect les atteintes corporelles aux éléments du décor habituel ou de l’activité humaine » (par exemple vocabulaire agricole, et particulièrement végétaux cultivés), tandis que « d’autres métaphores sont fonctionnelles et traduisent une similitude d’activité ou de comportement » et que d’autres sont à la fois descriptives et fonctionnelles » (comme pour le nom du crabe, sur les deux sèmes dur et tenace). Ce sont de telles ressemblances, allusivement implicites ou explicitement développées, qui vont nous intéresser ici, pour comprendre ce que le malade, le médecin, le compilateur ont vu dans les maladies. On ne s’étonnera pas que les maladies de peau ou les maladies à manifestation cutanée aient la part belle : Isidore, assez bizarrement d’ailleurs et sans répondant dans la tradition, fait même une catégorie spéciale des maladies apparaissant à la surface du corps, les opposant à celles des maladies aiguës et des maladies chroniques. En effet, pour comprendre ou du moins décrire ce qui se passe à l’intérieur
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Gal., De methodo medendi II 2 (= Kühn X 81-83). Isid., Orig. 4, 6, 16 : «Le charbon ou carboncule (carbunculus) est ainsi appelé, parce que dans un premier temps, il est rougeoyant comme le feu, puis, par la suite, noir comme du charbon éteint». Cf. R. L AUX, «Ars medicinae», p. 427. Et dans ce volume, A. FERRACES RODRÍGUEZ, «Aspectos léxicos», pp. 99-100, à propos de furunculus. Aussi Cass. Fel. 22 : Ad carbunculos. Carbunculi quos Graeci anthraces vocant (...) Et in medio suae regionis nigri ut carbones efficiuntur, unde ipso nomine carbunculi vocantur... On notera plus loin dans le même paragraphe l’adjectif variolatus, sur lequel, plus tardivement donnera le nom de la variole. Cf. E. WICKERSHEIMER, «L’apparition de variola». 9 V. BOUDON, «Aux marges», p. 128. 10 Gal., De simplicium medicamentorum facultatibus X 2 (= Kühn XII 263). Donc la ressemblance ici n’est pas visuelle, mais tient à la subjectivité du sujet souffrant. La définition 401 (= Kühn XIX 443), ne dit rien de la valeur du nom : Murmhki¿a e)¿kfusij e)sti paxei=a kai\ mh\ dia¿stenon e)¿xousa ba¿sin. 11 F. SKODA, «Une métaphore agricole», pour a)¿xwr qu’elle interprète comme nom de la balle, rapproché notamment de pi¿turon, le son, et d’autres. 8
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invisible du corps humain, la métaphore fournit de belles approximations, par référence à des objets fabriqués de la main de l’homme, ou encore à des mécanismes ingénieusement inventés et appliqués par lui, ou plus souvent à des êtres vivants bien visibles et directement connus ou supposés connus grâce aux cinq sens. On s’intéressera donc particulièrement aux métaphores animales et végétales, dans l’expression desquelles on remarquera l’usage répétitif de vocare, dicere, nominare, nomen sumere, vocabulum sumere, nomen dare, nomen ducere, appellare, nomen accipere, ainsi que de l’adjectif similis, du substantif similitudo, du verbe simulare/similare, qui peuvent être suivis de la préposition ab. Silvano Boscherini a fait remarquer12 que le champ de la pathologie offre des possibilités particulières à la métaphore, l’émotivité du locuteur suscitant des métaphores de toutes sortes, et d’abord, les végétaux, qui dans la lenteur de leur développement font un certain effet, mais bouleversent et effraient moins que les animaux, comme nous le verrons plus loin.
1. LES VÉGÉTAUX13 Le premier végétal que nous envisagerons est la lentille14, lentigo, dérivé de lens ou lentis , comme l’est lenticula, avec en 4, 8, 3 : Lentigo est vestigia macularum parvula in rotunditatem formata, ab specie lenticulae dicta. Autrement dit, Isidore justifie le nom de la maladie par le rapprochement qu’on peut faire de la tache avec une espèce de lentilles particulièrement frappantes par leur forme ronde (rotunditas). Effectivement on lit chez Pline (18, 123), du moins pour la lentille d’Égypte (lens) : duo genera eius Aegypto, alterum rotundius nigriusque, alterum sua figura, unde vario usu traslatum est in lenticulas nomen. L’adjectif parvula signale la petitesse de la lésion et du référant. Mais la taille de la lentille sert plutôt à désigner la quantité du médicament ; je l’ai déjà observé ailleurs16, et ne donne ici qu’un exemple, en Celse 6, 6 i : Murrae ad fabae, papaveris lacrimae ad lenticulae magnitudinem. Mais la couleur aussi est souvent signalée ; chez le physiognomoniste, elle n’est pas nette mais plutôt indéfinissable : (85, p. 117 André) Idem dicit eos qui colorem varium habent tamquam lente aspersum, quos fakw¿deij Graeci appellant, uitam turpem (...) exercere. Ce qu’on doit probablement comprendre également chez Celse, par inférence pour le carcinome ulcéré (5, 28, 2B) : color eius ruber est aut lenticulae similis ; pour l’impetigo (Celse 5, 28, 17 c) : squamulas habet pallidas, quasdam subalbidas, quasdam 15
12
S. BOSCHERINI, «La metafora». Je remercie Valérie Bonnet pour son aide en botanique. 14 Pour lentigo et pour bien d’autres termes dermatologiques, cf. J.H. DIRCKX, «Dermatological terms». Pour lenticula-vase, en particulier vase à huile, cf. D. GOUREVITCH, «Lenticula» (ce pour quoi Isid., Orig. 20, 7, 4 : lenticula vasculum olearium... a liniendo dictum). 15 Dont Isidore dit (Orig. 17, 4, 5) : lentis vocata quod humida et lenta est, vel quod adhaeret humi. 16 Cf. D. GOUREVITCH, «Fabriquer un médicament». 13
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lenticulae similes, ici put-être d’un blanc sale, d’un blanc crème, comme la lentille rousse. Et d’autres lentilles tirent sur le noir : Pline, nous venons de le voir, en signale de nigrius. D’autres encore sur le rouge : Celse (6, 5, 1) décrit des taches de la peau qui gênent les belles dames : rarior ea species est, quam semion Graeci vocant, cum sit ea lenticula rubicundior et inaequalior. Cette couleur rougeâtre est une indication presque certaine qu’il s’agit de la tache de naissance, shmei=on, que nous appelons nous tache de vin ou nævus. Ce végétal aurait pu inspirer le nom d’une étape de la lèpre, mais la métaphore de la « lèpre lenticulaire » n’a pas marché. Et pourtant Pline (26, 7) semble être sur la voie lorsqu’il écrit : Diximus elephantiasim ante Pompei Magni aetatem non accidisse in Italia, et ipsam a facie saepius incidentem, in nare prima ueluti lenticula, mox inarescente per totum corpus, maculosa variis coloribus et inaequali cute, alibi crassa, alibi tenui, dura alibi ceu scabie aspra, ad postremo vero nigrescente et ad ossa carnes adprimente, intumescentibus digitis in pedibus manibusque (...)17. On remarquera dans le même sens Marcellus Empiricus 19,18 : Adversum elefantiasim, quod malum plerumque a facie auspicatur primumque oritur quasi lenticulis variis et inaequalibus. Il ne me semble pas neutre non plus que Cassius Felix au dernier paragraphe (7) du chapitre 73, Ad elefantiasin propose un topique pour le visage, ad nigredines et ad lentigines, quas facus appellant, et ad solis ustiones, quas efelidas dicunt. Confusion de son système nosologique sans doute, mai aussi sentiment vague d’une unité entre la maladie-lentille et la maladie-éléphant18. Donc la lèpre, qui a plusieurs noms selon ses étapes, aurait pu être désignée d’abord, sous sa forme la moins grave, par une métaphore végétale, avec un adjectif dérivé. Lequel ? Peut-on opter entre lenticularis19, lenticulatus20, lentiginosus21, ou même un hypothétique lenticulosus ? Certainement un adjectif en –osus, formation caractéristique du vocabulaire de la pathologie en latin22, avec quelque chose comme morbus lentiginosus ou pestis lentiginosa. La dramatisation de la maladie se serait poursuivie alors, selon la théorie de Boscherini, par d’autres métaphores, animales, plus terribles23. Le deuxième végétal envisagé va être le grain d’orge, puisqu’en 4, 8, 16 on lit : Ordeolus est parvissima ac purulenta collectio in pilis palpebrium constituta, in medio lata et ex utroque conducta, hordei granum similans : unde et nomen accepit... En effet
17 Pline poursuit son chapitre 26, 7 en introduisant un autre nom imagé, celui de gemursa : Et hic quidem morbus celeriter in Italia restinctus est, sicut et ille, quem gemursam appellavere prisci inter digitos pedum nascentem, etiam nomine oblitterato. D’où vient donc ce nom mystérieux ? Nous l’apprenons peut-être dans Paul. Fest. 84, 10 L. sub minimo digito pedis tuberculum, quod gemere faciat eum qui id gerat. Mais ce n’est pas très convaincant, pas plus que ne le sera Dalechamp quand il y verra le «fourchon des Lyonnais». 18 Cf. aussi Orib. Syn. lat. 7, 61 : quo malum plerumque a facie incipit prius quae urentur quasi lenticulis vanis et inaequalibus cutem albam elibi grassam, alibi tenuem. 19 Apul., Florides 9. 20 Cass. Fel. 24 présente l’hapax herba lenticulata, plante qui pousse sur les étangs et soigne le feu sacré. 21 Val. Max. 1, 7, 6 : «au visage couvert de lentilles». 22 Cf. D. GOUREVITCH, «Une création lexicale continue». 23 Mais Isidore n’évoquera pas non plus les états si intéressants de léontiasis –autre métaphore animale– et de satyriasis (cf. l’appendice, p. 195).
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hordeolus, hordeolum, hordiolum, dérivé de (h)ordeum orge, désigne l’orgelet24, tout comme le grec kriqh///kriqi¿dion. Mais Isidore n’explique pas en quoi l’orgelet fait penser au grain d’orge, alors que la définition pseudo-galénique25, qui peut se lire en versions parallèles, le rapporte à leur forme générale : Hordeolum est humor concretus circa palpebram oblongior hordeo similis. Et Kriqh¿ e)stin u(grou= sullogh\ peri\ to\ ble¿faron e)pimh¿khj kriqh¿j o(moi¿a. On ne s’étonnera donc pas que Marcellus Empiricus (8, 192) pour les orgelets, hordiolus avec ou sans oculorum, varus, varulus, propose un remède composé, comportant neuf grains d’orge, novem grana hordei , sorte de surinteprétation circulaire26 : le bouton sur l’œil ressemble au grain d’orge, d’où son nom, d’où le choix du remède. Il n’est pas inintéressant de garder en tête ce qu’Isidore lui-même27 ne sera pas gêné d’écrire dans un autre livre des Étymologies (17, 3, 10) : hordeum, quod prae ceteris generibus frumenti ante fiat aridum, vel quod spica eius ordines habeat. Tout se passe comme si chaque livre formait un tout, sans rapport avec les autres. Quant au troisième végétal, c’est l’herbe appelée ici –et, que je sache, il s’agit d’un hapax– lepida herba, avec, en 4, 8,11, une définition de la « lèpre », qui, comme chacun sait, n’est pas notre lèpre : Lepra vero asperitas cutis squamosa lepidae herbae similis, unde et nomen sumpsit : cuius color in nigredinem vertitur, nunc in alborem, nunc in ruborem. In corpore hominis ita lepra dinoscitur : si variatim inter sanas cutis partes color diversus appareat, aut si ita se ubique diffundat, ut omnia unius coloris quasi adulteri faciat. Le rapprochement jointif des deux mots squamosa et lepida peut être interprété comme un effet de style, presque comme un jeu de mots. Mais il est en germe chez Cassius Felix (15, 1), à propos d’une des formes de gale (scabies) ; celle-ci est squamea fusci coloris, quam scabiem squamosam dicimus, siquidem corticosas squamulas in cute ostendunt quas Graeci lepidas vocant. Unde nomen a Graecis lepra accepit. En fait le jeu de mots est double, mais je me demande si Isidore en est conscient, car si lepi¿j écaille, squame, et le¿pra dérivent bien de le¿pw éplucher, écaler, lepidus gracieux, joli, n’a rien à voir puisqu’il dérive de lepos, charme, grâce, mot lui-même d’étymologie douteuse, mais qui n’a certainement rien à voir avec le¿pw. Isidore a donc fait un faux rapprochement étymologique avec le lepidium, plante d’origine étrangère, du grec lepi¿dion, Lepidium latifolium L., répertoriée par Dioscoride (2, 174), de lepi¿j, écaille, squame. La plante, précise-t-il, guérit les affections squameuses de la peau : a)fi¿sthsi le¿praj, ou lepras mundet (2, 160), ce que confirme Pline 20, 18 : lepras et psoras tollit.
24 Mais attention, hordiari en médecine vétérinaire (Pélagonius) signifie être gonflé par un excès d’orge. Cf. J.N. ADAMS, Pelagonius, p. 270. 25 Def. Med. 355 (= Kühn XIX 437). 26 Même raisonnement circulaire chez Marcellus (19, 63) pour lentigo et lenticula : ad lentigines de facie tollendas lenticulam... tere... (mais un peu différent pour herba verrucaria par l’adjonction de id est heliotropum... his qui verrucas patiuntur) 27 L’étymologie varronienne (Ling. 5, 106) affirme : hordeum ab horrido.
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La latinisation effectuée par Isidore comporte un contre-sens : l’aspect de la peau lépreuse, sèche et squameuse, de couleur désagréable et changeante (fuscus, nigredo, albor, rubor) ne fait nullement penser à la Grande passerage, plante crucifère de couleur verte, voisine du cresson28 , dont la version cultivée est le cresson alénois, qu’on apprécie surtout pour sa tige, très riche en vitamine C. Dans la phytothérapie actuelle, la plante, rongeante et caustique, est donnée comme ayant une action nettoyante générale, et, en cosmétologie, entre dans des produits démaquillants et purifiants. Mais chez Isidore tout se passe au niveau des mots, avec peut-être une surinterprétation au niveau du latin, l’herbe charmante ou adoucissante agissant contre une maladie d’aspect particulièrement désagréable et qui n’a rien de charmant, en remplacement de l’herbe anti-squame. Son efficacité est ici, si l’on peut dire, purement linguistique29 : elle adoucit la lèpre, par son nom même, et pas du tout parce qu’elle lui ressemble. Enfin la plante enflée apparaît en 4, 7, 10, à propos des fièvres froides dites typi : Typi sunt frigidae febres30, qui abusive tipi appellantur ab herba quae in aqua nascitur. Isidore a bien le sentiment qu’il y a là quelque chose qui ne va pas, puisqu’il utilise abusive, adverbe qui signale un mauvais usage ou un usage bizarre, et qu’emploie aussi Célius Aurélien (Maladies chroniques, 5, 27, p. 870) dans des explications étymologiques relatives au nom de la goutte, podagra : nomen accepit (...) a pedibus. Sed podagram Graeci etiam ab impedimento uel retentione pedum aiunt nominatam uel a ferali dolore, siquidem omne, quod immite fuerit, abusive agreste vocamus. Quelle est donc cette plante ? Isidore y revient dans son livre XVII à propos des plantes des eaux , et notamment ulva et tiphus, herbae (quae) circa fontes et in paludibus stagnisque nascuntur... Tiphus vero quae se ab aqua inflat, unde etiam ambitiosorum et sibi placentium hominum tumor tiphus dicitur. Il s’agirait de la Grande massette, Massette ou Masse d’eau (Typha latifolia), dont le sens étymologique est clair en français, typhacées fréquentes près des fleuves (Strabon, 5, 2, 9) ; le texte isidorien ne semble pas la connaître près de ceux d’Espagne. On la considère comme une plante enflée tout comme le typhus moral31, à cause de ses gros épis cylindriques. Ou peut-être à cause de ses rhizomes, charnus et féculents, parfois à usage alimentaire. L’Antiquité ne connaît d’usage médicinal ni du rhizome ni du pollen (qui parfois remplace la poudre de lycopode) ni de l’aigrette des fleurs femelles ni des feuilles, employées dans les arts. Mais la « poudre de lycopode », à savoir ses sporanges jaunes, est utilisée en médecine comme dessicatif, notamment contre les excoriations de la peau des petits enfants. Mais ce n’est pas la maladie ici envisagée. Il s’agit de « fièvres froides », probablement des fièvres qui, n’étant pas continues, connaissent des moments où le patient n’a pas chaud, où même il a froid et souffre de frissons, dans des sortes d’à coup de froid. Il semble que l’expression ne soit pas rigoureusement technique (ThLL VI 1 411, 37sqq.),
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Cf. J. ANDRÉ, Lexique et Les noms de plantes. R. LE COZ, Isidore de Séville, p. 39, à tort me semble-t-il, pense à lepida, raclure de cuivre. On verra Cels. Med. 3,11 avec les observations de Scheller-Frieboes p. 508 Über die Arzneiwissenschaft. Sur le typhus maladie de l’âme, on verra, P. COURCELLE, «Le typhus maladie de l’âme».
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et c’est précisément une scholie de Maurus Servius Honoratus, aux Géorgiques (3, 458), qui affirme très clairement : ... sciendum febrem, licet a fervore dicta sit, esse etiam frigidam. Servius n’est donc pas la source d’Isidore, qui semble avoir tout simplement utilisé une expression, disons, populaire. On la trouve aussi au pluriel chez Pline : 23, 157 ; 26, 115 ; 27, 130 ; 28, 121 ; 32, 113 ; lequel emploie également « frigora febrium » en 32, 114. D’autre part les fièvres dites typi (treize exemples)32, ou febris typica entrent dans la catégorie des maladies chroniques, et sont chez Célius Aurélien des fièvres intermittentes, et les typici sont aussi ceux qui souffrent de fièvre intermittente (six exemples du dérivé en tout), tupiko¿j ayant notamment le sens de « qui frappe par à coups ». Quel rapport donc entre une fièvre à épisodes froids et une herbe qui pousse dans l’eau et qui par conséquent est fraîche ? Un rapport « abusif », par un tour de passe-passe phonétique en grec, une confusion ph et p, permettant un rapprochement entre tup- et tuf- , puisque la plante33 est en grec la tu¿fh (Dioscoride 3, 118), translittéré en typhe dans le Dioscoride latin (3, 128) tandis qu’Isidore, sans lui donner de nom, propose une explication originale.
2. LES ANIMAUX34 Nous avons, on s’en souvient, suivi Boscherini attribuant à l’émotivité le grand développement des métaphores en pathologie. Nous le suivrons encore, en ajoutant que, pour ce faire, l’animal vivant est encore plus inquiétant que le végétal, et que les métaphores les plus frappantes encore pour nous sont empruntées au règne animal. Et nous poursuivons avec Boscherini35 : « Certamente nasce da una vivace osservazione della reale aranea36 (« ragnatela »), un tipo di erpete descrittoci da Cassio Felice. I Greci per designare la medesima malattia usavano un termine che paragonava la superficie piagata della pelle e
32 Le Pseudo-Soranus, Quaestiones medicinales in Anecdota Graeca et graecolatina, éd. Valentin Rose, II, Berlin, 1870, nous montre l’opposition entre 120 d’une part (quid est typhodes febris) , et d’autre part 124 (Qui est typus ? Unius temporis passio commotionis et solutionis), 125 (A propos de periodica febris ... Modum enim hic typum nominavit) et 138 (quemadmodum complectuntur se typi ? Complectuntur se interdum de simili genere, interdum dissimilibus). Et Aurelius, éd. Daremberg (1847), I p. 26 : Nos scire species febrium amplius non est quam tres : id est tipicam, quam quidem periodicam (in cod. periothicam) vocant, emitriteam et sinochum. Tipica est fornaris (lec. inc. fors. fornaius, pro formalis ?), si tamen hoc bene translatum est (!) ; [ita vocatur] quod cottidie laxatur, vel alternis diebus, vel quartis diebus ; quas [febres] vulgo cotidianas, vel tertianas, aut quartanas vocant Et II pp. 28-29 : Omnes tipicae febres, sive in strictura, sive solutae, sive permixtae, quamdiu sunt in fridgore... comprehensione manuum ex linteis calidis, donec leniatur rigor, sunt fovendae ; aut ubi coeperint incalescere, paulatim movenda sunt operimenta. Et p. 30 : De tipicis minus laborandum est quas (in cod. quarum) etiam natura (in cod. - am) nobis conficiat. 33 Cf. J. ANDRÉ, Lexique et Les noms de plantes. 34 F. SKODA, «Les métaphores zoomorphes». 35 S. BOSCHERINI, «La metafora», p. 189 36 Aranea / araneus ne figurent chez Célius Aurélien que comme nom d’animal (Med. Resp. II 51 aranearum ; MA p. 464, araneorum). Cf. B. MAIRE – O. BIANCHI, Caelii Aureliani operum omnium.
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dei grani di miglio (kegxri¿aj)». Il faut voir37 le texte de Cassius Felix 25, qui présente aranea38, sa variante serpusculus, et sa variété porcine39 (formule populaire inspirée probablement par le grouillement des pustules) aranea verrina40, ainsi que les mots grecs (translittérés et plus ou moins latinisés) e(rph¿j et kegxri¿a, dans la nouvelle édition d’Anne Fraisse : Araneas Graeci a serpendo quod herpin dicunt herpetas dicunt, nos vero similiter latino sermone ... a serpendo serpusculos nominamus. .. Est et aliud genus herpetis, quem Graeci cenchrias vocant, si quidem in superficie cutis pustulas minutas milio similes 41 ostendit : quam Latini vulgo araneam verrinam vocant. Dans la formule finale l’association de deux espèces animales pour désigner une maladie est particulièrement évocatrice de l’agacement dégoûté qu’elle suscite, avec un insecte, l’araignée42, qui fait encore s’évanouir les dames d’aujourd’hui, et le porc rose grognon qui se vautre dans la fange au milieu des siens, toujours symbole d’une grossièreté désagréable. Quels sont donc les animaux retenus par Isidore ? Le premier animal éponyme est le renard43. Isidore (4, 8,1) retient44 : Alopicia est capillorum fluor circumscriptis pilis fulvis, aeris qualitatem habentibus : vocata hoc nomine a similitudine animalis vulpeculae, quam Graeci a)lw¿peka vocant. Il reconnaît donc une maladie qui fait penser au renard, non pas sous son nom de vulpes,
37
Aussi dans une glose, Gloss. III 596, 10 : arania erysipela minor milio similis in cute. J. ANDRÉ « Sur quelques noms », pp. 5-6. Part de Isidore Orig. 12, 4 : mus araneum (sic), cuius morsu aranea. Mot pan-roman, populaire, gale rongeante pour le cheval, dartre rongeante pour l’homme ou rogne. Cf. CGL 3, 600, 23, et surtout 3, 596, 10 : arania ersipela (erysipela) minor milio similis in cute, « petit érysipèle comme des grains de mil sur la peau »). 39 Cassius Felix a d’autres métaphores porcines en 26, ad scrofas. 40 Ce mot verrinus n’apparaît pas du tout dans Célius Aurélien. 41 Cette image est présentée aussi par Gal. De tumoribus praeter naturam liber 9 (= Kühn VII 722- 723) : certains ont donné à « l’herpès » le nom de « cenchris » « parce qu’elle provoque sur la peau des excroissances semblables aux grains de millet ». On verra aussi Orib., Syn. VII 33 (= Daremberg V 380-383) : « l’herpès rongeant ... corrode la partie de la peau qui lui est contiguë ; c’est la raison pour laquelle cette maladie a été appelée herpès (=qui rampe) » ; s’y oppose « l’autre espèce d’herpès, qu’on nomme miliaire, parce qu’il fait venir à la peau de petites excroissances semblables à des grains de millet ». 42 L’araignée apparaît aussi pour décrire un pouls DM 227 (= Kühn XIX 411) : araneosus pulsus parvus est, non firmatus, sed qui araneae modo levi ab aura agitante movetur ; )Araxnoeidh¿j e)sti sfugmo\j o( mikro\j mh\ e(drasme¿noj, a)lla\ tro¿pon a)ra¿xnhj u(po\ braxei¿aj au)¿raj saleuome¿nhj kindu¿menoj. 43 )Alw¿phc s’emploie aussi en anatomie pour désigner les muscles ; en pathologie, son emploi semble remonter à Hipp., Affections 35, dans une série d’affections cutanées provoquées par le phlegme. 44 Alors que Cels. (6, 4, 2) oppose deux formes de la maladie : ea quae alopecia nominatur, sub qualibet figura dilatatur. .. Id vero, quod a similitudine ophis appellatur, incipit ab occipitio... Il introduit ainsi une nouvelle méfaphore animale. Cf. aussi Pseudo-Soranus, Quaestiones medicinales in Anecdota medica Graeca et graecolatina, éd. Valentin Rose, II, Berlin, 1870, avec 217 (quid est alopecia ? Tinea. Fit enim transmutatio coloris albidioris, per quam capilli facta corruptione decidunt.) suivi de 218 (Quid est ophiasis ? Tinea etiam. Quae fit similiter colore mutato, quod ex densitate cutis efficitur nuditas capillorum et ideo duplex est passio. Nam ophiasis defectus est capillorum et nudando partes turpantur. Alopeciae igitur ex vulneratione horridus visus occurrit). Et Orib., Syn. lat. : ... ofiasis propter quia scema similis est serpentis, alopicia autem qui vulpi similat colorem. 38
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volpes, mais sous le diminutif vulpecula, volpecula petit renard45, et sans reprendre le jeu de mots courant sur son nom, selon lequel cet animal rusé et rapide s’appellerait ainsi quod volat pedibus46. Mais pourquoi ce rapprochement ? Qu’il s’agit d’une métaphore est proclamé par l’Etymologicum magnum, selon lequel l’urine d’animal stérilise et donc rend vide et nu le terrain sur lequel elle s’écoule: « l’alopécie, maladie caractérisée par la chute des cheveux et des poils de la barbe tire son nom, par métaphore, de celui du renard (a)po\ th=j a)lw¿pekoj metaforikw=j) : en effet, le renard –l’animal– rend stérile l’endroit sur lequel il urine ». Avec fulvus, fauve, et aes, bronze, Isidore suggère que c’est plutôt une question de couleur47. Cassius Felix 6 avait adopté cette explication : Ad alopeciam : Omnibus capillosis in locis veluti rotundo schemate desertio efficitur capillorum. Sed nomen alopiciae accepit, siquidem postquam fuerint curati tenues canosos et ueluti flauos capillos ostendant, sicut animalis uulpeculae quam Graeci alopeca vocant. On remarquera le sed insistant que Cassius insère entre ses deux phrases : ce n’est pas la forme des lésions qui donne son nom à la maladie, mais l’état des cheveux guéris qui ont pris la couleur et la texture des poils du renard (tenuis, canosus, fulvus). On voit donc où Isidore a puisé, mais sans mesurer la portée de cette conjonction de coordination. Il y eut encore bien d’autres explications. Par exemple, celle de Galien, qui évoque aussi la couleur, mais d’une façon un peu différente, pour expliquer a) l wpeki¿ t hj , a)lwpeki¿asij dérivé du verbe a)lwpekia¿w, et le plus courant a)lwpeki¿a, définie comme ei)j e(te¿ran xroia\n metabolh¿ ou) e(teroxroi¿a. C’est donc dans le De remediis parabilibus (I 2 = Kühn XIV 325-326) qu’il expose : a)lwpeki¿a, w(¿j fasin, w)no¿mastai dia\ to\ sunexe\j tai=j a)lw¿peci sumbai¿nein th\n dia¿qesin, yi¿lwsin ou)=san trixw=n meta¿ tou= a)naimo¿xroun fai¿nesqai to\n peponqo¿ta to¿pon : « l’alopécie, à ce qu’on dit, est ainsi nommée à cause de ce qui
arrive constamment aux renards : une chute des poils survenant à la suite d’une décoloration de l’endroit affecté, par absence de sang ». Mais il est clair qu’il a des doutes, puisqu’il s’interdit d’aller plus avant dans ce sujet : h( m ei= j de\ dia\ ti¿ ou( ¿ t wj w) n o¿ m astai ou) polupragmonou=men . Il poursuit avec toutes les nuances de couleurs qui s’y peuvent rencontrer, en rapport avec l’humeur responsable. Et Paul d’Égine (3, 1, 1) répète l’explication vétérinaire : « les alopécies doivent leur nom au fait que l’affection atteint continuellement les renards ». Le serpent est aussi très présent en pathologie, parce qu’il frappe par sa façon de se déplacer (serpere)48. Dans nombre de maladies dermatologiques, l’invasion progressive de la peau s’opère par le glissement de la lésion : semblable à celui du serpens, substantif
45 Peut-être d’ailleurs ne faut-il pas le considérer comme un véritable diminutif, ce pour quoi cf. J. ANDRÉ, «Deux remarques sur le volume du mot latin», Revue de philologie 54 (1980), 7-18 (pour les noms, le couple de base est auris/auricula). 46 Aelius cité par Varr., Lingua Latina 5, 101. 47 L’étymologie grecque proposée par W. Headlam, dans une note à Hérondas 7, 72 (ed. Headlam-Knox) qui rapproche le nom de l’animal de l’adjectif a)lfo¿j blanc ne paraît pas vraisemblable. 48 Celle aussi du bébé : Cael. Aur, Gyn. 1481.
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qui tend à remplacer anguis, ou de la serpula petit serpent. C’est ainsi que le verbe serpere est employé par Caelius, deux fois, dans la Gynécologie : 1541, in oris spatio esse perspiciatur et aliquando serpens per vicina atque altius penetrans facit scaram. Et 776, 5 = pro differentia ulcerum adhibenda. Quapropter ea, quae serpere per corpus uiderimus, amputabimus... D’où des noms de maladies, souvent mal différenciées49 : Cassius Felix, parlant du feu sacré (ignis sacer50) au chapitre 24, au § 5 rappelle tel médicament qui s’emploie aussi ad herpetas id est serpusculos, les ulcères serpigineux, peut-être. L’aranea déjà évoquée serpet elle aussi, et c’est a serpendo que serpusculos nominamus. Serpigo pourrait être une forme de dartre, tandis qu’Isidore retient serpedo (4, 8, 5 Lindsay) : Serpedo est rubor cutis cum pustularum extantia, et nomen sumpsit a serpendo, eo quod serpiat membra ; il est sans doute hasardeux d’y voir l’érysipèle. Bref le nom de la maladie serpentine repose sur une métaphore banalisée et par conséquent totalement insuffisante pour fournir une définition. C’est l’éléphant51 qui suit52 (8. 12), avec des détails et deux interprétations possibles : Elefantiacus morbus dicitur ex similitudine elephanti, cuius naturaliter dura pellis et aspera nomen morbo in hominibus dedit ; quia corporis superficiem similem facit elephantorum cuti, sive quia ingens passio est, sicut animal ipsud ex quo derivatum ducit nomen53. On remarquera ici avec sive... sive la pratique de l’étymologie plurielle, si caractéristique du système antique : l’auteur ne veut pas renoncer à une partie de son savoir, et offre tout ce qu’il sait plutôt que de choisir. On remarquera surtout que la source est inattendue, puisque c’est un texte d’art vétérinaire qui a été réduit54, un passage de la Mulomedicina de Végèce, 1, 9, 1 : Elephantiasis autem dicitur ex similitudine elephantis, cuius naturaliter pellis dura et aspera morbo nomen in hominibus et animalibus dedit. Or en médecine vétérinaire, si une maladie-éléphant est connue d’Aspyrtos, de Hiéron, de
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Serpens désigne aussi des vers du corps humain. Il précise : a Graecis erysepelas appellatur, siquidem uicina sibi loca invadendo possideat, semblant y voir une rougeur (e)ruqro/j) s’avançant de proche en proche (pe¿laj), alors que le nom dérive plutôt de celui d’une autre maladie, une maladie botanique, la rouille des plantes, e)rusi¿bh. 51 Le mot elephas est au départ le nom de l’ivoire, donc de la défense d’éléphant, donc de l’éléphant, d’où la maladie. Il s’agit d’un emprunt remontant au IIe millénaire, déjà attesté en mycénien. 52 Il n’y a rien dans Célius Aurélien, où pour cette maladie le titre et le début sont incomplets. 53 Il importe d’insérer ce mot dans une séquence nosologique, avant 12 (icteris) et à la suite de 10-11, scabies et lepra : 10. Scabies et lepra. Utraque passio asperitas cutis cum pruritu et squamatione, sed scabies tenuis asperitas et squamatio est. Hinc denique nomen accepit (= confusion sca- et squa-), quae uti purgamenta amittat. Nam scabies quasi squamies. 11. lepra vero asperitas cutis squamosa lepidae herbae simili, unde et nomen sumpsit.... Rappelons que Le Coz lit lepida et fait de la lèpre une aspérité «semblable à l’écaille de cuivre», lepis lepidis f. écaille de cuivre, du grec lepi¿j. 54 Cf. K.-D. FISCHER dans ce volume («Neue oder vernachlässigte Quellen», pp. 149-150) et auparavant éd. Pélagonius (Teubner) p. 138, note du § 448 ; Id., «Wege zur Verständnis» (morbus = morve p. 110) ; Id. «Eine Infektionskrankheit» ; ainsi que Valérie Gitton, thèse non publiée sur Pélagonius, vol. II, pp. 246-248 (édition en cours). 50
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Chiron, de Pélagonius et de Végèce, ce n’est jamais ni exactement avec le même nom ni pour recouvrir exactement la même réalité. Le passage de Végèce55 (qui s’inspire de Chiron) est particulièrement intéressant pour notre propos : en effet il donne, et est seul à donner, à la maladie du cheval le même nom qu’à la maladie de l’homme ; il associe, et est seul à associer, explicitement l’homme et l’animal dans son explication métaphorique, association certainement abusive. Serait-il aventureux de croire que cette association quelque peu grandiloquente ne va pas mal avec le projet global de Végèce, qui est de donner à l’art vétérinaire ses lettres de noblesse et de prouver qu’il est aussi important que l’art médical. Mais, juste retour des choses , Isidore emprunte sa formule, mais supprime l’animal56. Néanmoins le savoir d’Isidore est ici assez réduit, car bien d’autres hypothèses explicatives avaient été proposées et n’ont pas été connues de lui ou n’ont pas été retenues. Une formulation particulièrement intéressante et riche est en grec celle d’Arétée (4, 13) : « il existe de très nombreux traits communs entre l’éléphant–maladie, et l’éléphant– animal, en ce qui concerne l’aspect extérieur i)de¿v, la couleur xroiv=, la taille mege¿qei57, la vie biotv= (...). Le malade, pour l’aspect i)de¿h, est semblable à l’éléphant ». En latin, Isidore pouvait disposer, et j’en passe évidemment – de Lucrèce (6, 1114-1115) : est elephas morbus qui propter flumina Nili/ gignitur Aegypto in media neque ... – de Celse (3, 25) qui ne s’explique pas sur le choix du nom de cette maladie nouvelle58, ignotus autem paene in Italia : is morbus est, quem e)lefanti¿asin Graeci vocant (…). Summa pars corporis59 crebras maculas crebrosque tumores habet ; rubor harum paulatim in atrum colorem convertitur ; summa cutis inaequaliter crassa, tenuis, dura, mollisque, quasi squamis quibusdam exasperatur ; corpus emacrescit, os, surae, pedes60 intumescunt. – de Cassius Felix (73, 1) : est autem elefantiasis corporis callositas operata sub melancholico humore ad similitudinem cutis elefantorum, unde elefantiasis, ut supra dixi, passio nomen accepit. Et la peau immutatur in callosam qualitatem à cause du sang corrompu.
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Voir aussi Veg. Mul. 4, 3, 4. Le diagnostic rétrospectif de la maladie-éléphant chez les chevaux est difficile et n’est pas à tenter ici. Disons seulement qu’aujourd’hui il existe toujours une éléphantiasis des chevaux, dite aussi pachydermie (autre métaphore empruntée au même animal), marquée par l’épaississement de la peau des jambes. J’espère que Valérie Gitton, que je remercie de m’avoir fourni l’essentiel de la documentation nécessaire à cette discussion, et qui prépare l’édition de Pélagonius traitera ce sujet. Cf. J. N. ADAMS, Pelagonius, p. 298 et n. 214. 57 La gravité de la maladie est notée comme aussi forte qu’un éléphant. Ailleurs pour d’autres maladies, grandeur et gravité sont marquées par l’adjectif sacer : sacra (passio) chez Cael. Aur, MC 1, 4, 60 sacra ob magnitudinem passionis pour l’épilepsie ; sacer, dans ignis sacer chez Isidore lui-même, qui explique ce choix pour des raisons qui n’ont rien d’hippocratique (4,8,4) : Erisipela est quem Latini sacrum ignem appellant, id est exsecrandum per antiphrasin. 58 M. D. GRMEK, «La dénomination» (dont elephantiasis, lichen, carbunculus, gemursa). 59 Non pas le haut du corps comme dit F. SKODA, Médecine ancienne et métaphore, p. 234, mais la surface du corps. 60 Cf. J. ANDRÉ, Le vocabulaire latin de l’anatomie, pour surae et pedes. Sura est le mollet (p. 112-113), sans étymologie sûre ; ce sont les parties molles qui bien sûr sont les seules à enfler. 56
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Après le gros éléphant, un petit oiseau, l’oiseau d’or, le loriot, icterus. En 4,8,13 Isidore écrit : Hicteris Graeci appellant a cuiusdam animalis nomine, quod sit coloris fellei. Hunc morbum Latini arcuatum61 dicunt a similitudine caelestis arcus. Auruginem vero appellari ait a colore auri. Regium autem morbum inde aestimant dictum, quod vino bono et regalibus cibis facilius curatur. Isidore ne sait trop de quoi il parle : il ne sait pas que l’animal en question est un oiseau62 ; il donne à son plumage la couleur du fiel, ce qui n’est pas flatteur. Il ne connaît pas la mention du glossateur de Gloss. 3, 601, 35 : ictericus eruginosus quod est effusio fellis rufi vel meliti. Sa source est Célius Aurélien (probablement MC 3, 5, 68 = p. 720)63, clairement pour l’animal –que d’ailleurs il ne précise pas non plus–, moins clairement pour le reste : de aurigine sive arquato morbo quem vulgo morbum regium vocant, Graeci icteron appellant. Passio vocabulum sumpsit secundum Graecos ab animalis nomine, quod sit coloris fellei... Tous deux envisagent deux formulations latines, poétiques, sur l’arc-en-ciel et sur l’or ; et une formulation sociologique, que Célius tient pour vulgaire, celle d’une maladie royale, sur laquelle Isidore greffe une hypothèse thérapeutique absurde : la maladie se traiterait par la bonne chair et le bon vin64. Revenons à Boscherini : «In un caso la metaforizzazione ha portato alla creazione di un neologismo integrale, intendo dire : tanto come signifié quanto come signifiant. Il termine latino per l’itterizia è aurugo (talora scritto aurigo) diffuso in Scribonio, Marcello65, Gargilio, Cassio Felice, Teodoro Prisciano, Celio Aureliano, ma non in Celso che usa o il piu elegante66 morbus regius o l’indecifrabile morbus arquatus67. L’etimo ce lo dà già Varrone (citato da Isidoro, Orig. 4, 8, 13 : auruginem... Varro ait appellari a colore auri)
61 Cf. A. FERRACES RODRÍGUEZ, «Aspectos léxicos», pp. 112-113 : dans tel manuscrit « arcuaticum », forme ignorée de J. ANDRÉ, «Chronologie», réfection du mot à l’aide du suffixe –aticus, très répandu en latin vulgaire. La métaphore est cette fois empruntée au monde céleste, comme, avec le même suffixe, celle de lunaticus, utilisée par Isidore 4 7, 6, pour désigner les épileptiques : hos etiam vulgus lunaticos vocat. 62 Ce que sait PLIN. NH, 30, 94 : «Il existe un oiseau appelé icterus en raison de sa couleur ; on dit que si un malade atteint de jaunisse le regarde, il est aussitôt guéri et que l’oiseau meurt». Nous reviendrons sur cette proposition thérapeutique. 63 Chez Célius aussi, p. 678 : De aurigine sive arquato morbo quem graeci icteron vocant, vulgo morbum regium ; p. 707 : ... auriginosus sive arquati similis, quem Graeci icteron vocant ; et p. 718 : ... ut arquatus sive aurigo, quem Graeci icteron vocant. Dans les Medicinales reponsiones 133-134, on trouve également icterus et ictericus : Ex quibus adprehensis ictericum, quem aliqui arquatum vocant ? Ex colore totius corporis in fellis qualitatem converso... et venae quae sub lingua sunt nigrescunt. Unde icterus dictus est ? Ab animalis nomine quod sit coloris fellei... Ainsi que, en 135, pour arquatus : a colore arcus caelestis, quae etiam iris dicitur. 64 Pis encore dans la Syn. lat. VII 61 : pour les rois d’Égypte, adversum malum hoc solia ipsis pro balneo humanum sanguinam repleta parabantur. 65 20, 17 ad auriginem, quam quidam regium, quidam arquatum morbum vocant. 22, 20 ad iocineris vitia et ad auruginem... 66 Ser. Samm. 109 : regius est vero sublimi nomine morbus. L’adjectif sublimis est-il ironique ? 67 Cf. par exemple Cael. Aur., MC 4, 50 = p. 708 : color saepissime auruginosus sive arquati similis, quem Graeci icteron appellant. Voir aussi aeruginosus. Et pour l’origine, Isidore n’en est pas à une contradiction près, avec 16, 20, 14 : aeruginem quoque aes creat ; mais aussi 16, 21, 5 : aerugo ab erodendo... est vitium ferri.
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e Cassio Felice68... Dunque il colore della pelle ma sopratutto degli occhi nell’itterico è comparato all’oro. È un’immagine semplice e affidata al senso del reale, del tutto ignota alla cultura greca, che per questa malattia ha creato i)¿kteroj... Il termine doveva essere usato correntemente nel parlare. Nella antica traduzione litterale della Bibbia che precede la Vulgata di Gerolamo, nella Vetus latina, un traduttore, di contro al greco i)¿ktera (accusativo di i)¿kthr, allomorfo di i)¿kteroj, che già da tempo era entrato della cultura medica latina) scrive auriginem (Lev. 26, 16). Ma è il termine greco dotto quello che si è imposto». Boscherini oppose son opinion à celle d’André (1988), selon qui la correction à Lucilius 44 de citer des mss à icter par Scaliger, considérant que le latin icterus n‘est connu en latin qu’au IVe siècle. Quand bien même il aurait raison à propos de Lucilius, comment André peut-il affirmer que le mot icterus n’apparaît qu’au IVe siècle, quand son dérivé ictericus est déjà chez Juvénal (6, 565) et chez Pline (20, 87) : il est bien évident qu’une première attestation littéraire ne date pas l’apparition d’un mot. Quant à i)¿kteroj l’oiseau, poursuit Boscherini dans une autre note, ce ne serait pas un choix dû à la couleur du plumage de l’oiseau, mais à celle de ses yeux, le transfert magique s’expliquant mieux par le regard (Pline 30, 94 spectare) : ses yeux plongés dans les yeux de l’oiseau, le malade y fait pénétrer sa maladie, guérit lui-même mais tue son sauveur. Quel est donc l’oiseau aux yeux jaunes ainsi sacrifié ? Isidore ne semble pas beaucoup plus au fait avec un cinquième animal ; il est pourtant invraisemblable qu’il n’ait vu ni crabe ni langouste, puisqu’en tout cas ce n’est pas d’écrevisse qu’il s’agit69 : 4, 8, 14. Cancer a similitudine maritimi animalis vocatur… Pourtant Etym. 12, 6, 51 explique : cancros vocari, quia conchae sunt crura habentes. En général, ici comme ailleurs, Isidore semble ne pas tenir compte de ses échos intérieurs. Signalons enfin un sixième animal, ou plutôt une particularité des bêtes de somme ou de trait, avec en 4, 8,15 : Frenusculi ulcera circa rictum oris, similia his quae fiunt iumentis asperitate frenorum70. Il s’agirait donc d’une ulcération des commissures labiales faisant penser à l’écorchure produite par le mors71. La seule allusion possible72 serait dans
68 Cass. Fel. 49 : Icterici dicuntur morbo regio laborantes. On ne comprend absolument pas pourquoi ce nom. Toujours est-il qu’i l y a alors pallor corporis cum aurium et oculorum crocei uel aurei coloris fantasia. Unde ab aliquantis latine aurigo appellatur. Ces différentes nuances de jaune, il faudrait d’ailleurs et ailleurs les reconnaître exactement et les commenter. Cf. la traduction latine de DM galénique 193 (= Kühn 19, 400) : Auriginosa febris ea est quae similem ictero colorem molitur, jecur in sublime attollit, linguam assiccat, cutis superficiem foedam squallidam ac lut eam reddit. )Ikteriw¿dhj e)sti\ pureto\j o( th\n xroia\n o(moi¿an i)kte¿r%¿ paraskeua¿zwn, h(=par metewri¿zwn, glw=ssan e)pichrai¿nwn, th\n e)pifa¿neian deinh\n, a)ei\ au)xmhra\n kai\ w)xra\n paraskeua¿zwn. 69 Le mot a tous les sens du grec karki¿noj. 70 Mais alors qu’en est-il de frena ? Isidore (Orig. 20, 16, 1) a deux hypothèses : frena dicta quod equos fremere cogant, vel quod haec equi frendant. Cette deuxième hypothèse est aussi celle de Diff. 1, 226 : frena dicta quod haec equi frendant. 71 Le Thesaurus renvoie à Gloss. IV 81, 4 et Lib. Gloss. 72 Que me signale aimablement Valérie Gitton.
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Pélagonius 1, qui estime que les rides causées par le frein autour de la bouche du cheval permettent de compter le nombre des années : ... freno adsuetis diligentia invenit, ut annos in labris comprehendas : rugas igitur a rostro incipientes numerabis, annos numerus rugarum ostendit (repris à très peu près par Végèce 3, 5, 4).
3. RAPPROCHEMENT AVEC CASSIUS FELIX ET CÉLIUS AURÉLIEN D’autres que moi ont déjà examiné des problèmes parallèles chez ces deux auteurs latins73, africains, tardifs, du Ve siècle, Cassius Félix et Célius Aurélien74. Pour Cassius Félix, qui souvent fait précéder ses définitions d’une étymologie, et à qui Isidore emprunte parfois textuellement, voici une occasion de rendre hommage à Guy Sabbah75 et à un sien article publié en 1998, dans lequel il remarque que son auteur (p. 298) indique souvent l’étymologie grecque ou latine pour justifier le nom de la maladie, comme pour aranea, tandis que (p. 299) « d’autres étymologies, plus précises et plus frappantes, rendent compte du nom de la maladie par l’un de ses signes les plus concrets » : ainsi en 5 Ad alopiciam, Cassius rappelle l’étymologie classique, mais aussi « cherche à identifier l’élément concret –la couleur fauve et la ténuité du poil du renard– qui est le support de l’analogie ». En fait là j’ai des doutes, me demandant si les poils du renard sont réellement tenues, alors que sa fourrure est, aujourd’hui en tout cas, généralement appréciée. Puis il en vient (p. 299-300) au chapitre 6, ad cantabriem capitis, dont le nom est cette fois « expliqué à partir d’un symptôme, la production de petites squames de couleur blanche comparées à des grains de son (cantabrum) », comme gr. pi¿turon et pituri¿asij. Et (p. 300) au chapitre 15 ad scabiem (cf. le¿pra et lepi¿dej) d’après les écailles qui se détachent de l’enveloppe cutanée, tandis qu’à la même page il observe que « l’appellation métaphorique elephantiasis est expliquée avec justesse par l’analogie avec la rugosité de la peau de l’éléphant », et remarque « le plus bel exemple, une triple explication étymologique reposant sur une triple comparaison», où Cassius « ne se contente pas du terme latin trop générique. Comme du reste Celse (5, 28, 24 A-C), il distingue trois variétés de verrues76 dont les noms grecs, au moins pour la seconde et la troisième, reposent sur la comparaison avec un élément végétal ou animal : dicuntur acrochordones quae sunt fundatae et immobiles, ( ...) aliae (...) dolorem faciunt similem morsibus formicarum, unde graecum nomen myrmeciae acceperunt. Sunt aliae asperae et crispulae in similitudinem summitatis thymi, unde a Graecis thymoe appellantur ».
73 Par comparaison avec la poésie latine, cf. F. DESBORDES, «La pratique étymologique des poètes latins à l’époque d’Auguste», Discours étymologiques, Actes du colloque von Wartburg (Bâle, 1988), éd. J.-P. Chambon et G. Lüdi, Tübingen, 1991, pp. 149-160. 74 La chronologie relative de ces deux auteurs est encore discutée, G. Bendz considérant que Célius est antérieur à Cassius (Studien zu Caelius Aurelianus, p. 87). 75 G. SABBAH, «Noms et descriptions». 76 Noter aussi clavus = tuberculum callosum. Aussi en art vétérinaire, cf. J. N. ADAMS, Pelagonius, pp. 315-317.
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Pour Célius Aurélien77, qui, comme Soranos mais avec une originalité certaine78, prend la peine presque toujours de commencer ses rubriques par l’histoire qu’il prête au mot, à tort ou à raison, et qu’Isidore utilise parfois, nous citerons Françoise Gaide79 qui a observé ce qu’il faisait en la matière80 : (p. 136) bien qu’il ne fasse aucune réflexion synthétique sur la façon de nommer les maladies, (p. 135) «Caelius Aurelianus évoque assez souvent, généralement à juste titre, un rapport de ressemblance» qui puisse les expliquer. Et à propos de la satyriasis ou du priapisme, il précise bien que leur nom vient a similitudine. En MA 3, 18, 175, il écrit : Satyriasis est uehemens ueneris appetentia cum tensione ob aegram corporis passionem. Vocatur autem, ut quidam volunt, translative a similitudine satyrorum, quos, ut vulgus loquitur sive fabula fingit, uinolentos atque in usum veneris pronos daemones accipimus. Il convient d’insister sur l’adverbe translative qui indique clairement le passage d’un champ sémantique à un autre par la métaphore. Il n’apparaît pas dans la notice sur le priapisme, pour lequel le procédé est pourtant semblable (MC 5, 9, 89) : Sine ullo dolore uel consensu tentigo ueretri fit, et appellatur priapismos. Sed vocabulum sumpsit ab similitudine priaporum, quod ita formantur, ut retro ueretro fingantur. On peut aussi remarquer dans les deux cas l’emploi du verbe fingere qui signale un emprunt non pas véritablement à la nature mais à ses représentations artistiques et littéraires, détour passionnant où l’iconodiagnostic se mêle à l’histoire des idées et des faits médicaux, que nous n’avons pas le loisir d’emprunter81. Françoise Gaide envisage ensuite ascites et tympanites 82, reposant sur une comparaison d’ordre sonore, la première avec l’outre à moitié pleine qui résonne, la seconde avec un instrument de musique, le tambourin. Puis elle oppose similitudo et vicinitas, avec cynanche et lycanche, qui portent leurs noms siquidem frequenter haec animalia afficit (MA 3, 1, 1) mais aussi pour des ressemblances explicites, sur lesquelles je passe. Elle pose alors une question importante : le méthodisme apparaît-il est-il sensible dans cette méthode linguistique ? Mais la réponse est décevante : les positions doctrinales de Célius n’apparaissent qu’à peine, dans une conduite d’évitement : ne pas se fonder sur le lieu atteint, mais sur le lieu particulièrement atteint.
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Voir aussi J. ANDRÉ, «Remarques». Cf. J. P IGEAUD, «Pro Caelio Aureliano» et M. E. VÁZQUEZ BUJÁN, «Compréhension, traduction, adaptation». Et plus encore A. M. URSO, «Riscritture di Sorano», dont l’importance déborde largement le titre. 79 F. GAIDE, «Les Maladies aiguës». 80 Mais on verra également F. STOK, «Retorica ed etimologia». 81 Cf. D. GOUREVITCH, «Une autre satyriasis» et M. D. GRMEK-D. GOUREVITCH, Les Maladies, en particulier les premier et dernier chapitres. 82 Cf. pour l’art vétérinaire, J. N. ADAMS, Pelagonius, p. 279. 78
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4. POUR EN REVENIR À ISIDORE Deux siècles après, donc, Isidore se lance dans un bilan étymologique à sa manière. Dans leur beau livre de 1985 Danielle Jacquart et Claude Thomasset mettent les étymologies d’Isidore en rapport avec son finalisme, par des « associations libres » dignes de Freud, par des manipulations sur le signifiant à propos desquelles les grammairiens actuels sont très critiques, mais qui faisaient florès depuis Platon au moins, en suivant une logique, ou si l’on préfère une fantaisie, de ressemblance ou d’opposition, dans laquelle il est parfois difficile de pénétrer. Reprenons rapidement certains exemples en matière d’anatomie, expliquant l’importance de la nota, le ‘noyau vocal’, autour duquel le nom a été formé, expressément énoncée ou précédée de quasi. Par exemple pourquoi la tête s’appelle-t-elle caput ? Parce que nervi inde initium capiant, autrement dit le phonétisme de son nom indique la fonction essentielle de l’organe. « La plus petite analogie existant entre deux termes peut devenir le point de départ d’une étymologie ». C’est ainsi (p. 22-23) que « dans la partie consacrée à l’anatomie, les étymologies témoignent du souci d’exalter les bienfaits de la sagesse divine » et « on trouvera chez Isidore une recherche méthodique du finalisme », « le finalisme biologique d’Isidore est au service d’une apologétique »83. Un exemple vraiment extraordinaire en ce sens est celui des seins féminins, compris exclusivement comme organes nourriciers, dans une série de jeux de mots latino-grecs emboîtés comme des matriochkas (11,1, 75-77) : Mamillae vocatae, quia rotundae sunt quasi malae, per diminutionem scilicet. Papillae capita mammarum sunt, quas sugentes comprehendunt. Et dictae papillae, quod eas infantes quasi pappant, dum lac sugunt. Proinde mamilla est omnis eminentia uberis, papilla vero breve illud unde lac trahitur. Ubera dicta, vel quia lacte uberta, vel quia uvida, humore scilicet lactis in more uvarum plena. Lac vim nominis colore trahit, quod sit albus liquor, leucos enim graece album dicunt : cuius natura ex sanguine commutatur. La première phrase établit un rapport entre le sein et la pomme, mamilla-mala, qui repésente une translatio similitudinis, par la rotondité, grâce au choix d’un diminutif de celui qu’on attendait, mamma, nourrice, maman et mamelle, mot du langage enfantin, qui ne permet pas le rapprochement abusif avec mala pl. de malum (pomme). C’est effectivement mamilla qui subsistera pour désigner la mamelle. La deuxième phrase introduit le nom nouveau de papilla comme partie de la mamilla, mot à son tour rapproché du verbe pappare, manger la bouillie, se nourrir, pour un bébé. Verbe dérivé de pappa, mot du vocabulaire enfantin, comme le montre Varron84 : cum cibum ac potionem buas ac pappas vocent ; et une glose85 : papilla caput est mammae de qua exit lac, unde factum est ut dicamus infantibus papa, idest manduca. Mais s’opposent aussi papula bouton et papilla petit bouton et papillae capitula mammarum dictae quod papularum sint similes : il est intéressant de remarquer qu’Isidore n’a pas tout pris, mais qu’au contraire il a choisi ce qui allait dans le sens de la preuve du rôle nourricier du sein.
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Et depuis, A. VALASTRO CANALE, «Isidoro di Siviglia: la vis verbi». VARR., Cato vel de pueris educandis 14 p. Non. 81, 4. CGL V 525, 15.
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Or mamilla et papilla font partie du sein, uber, pl. ubera, lesquels sont remplis de lait, uberta lacte. Ubera uberta, seins féconds, pleins de lait, mais uber, la mamelle, signifie aussi, par extension, fécondité ou fertilité. Et même parfois grappe de fruit, forme particulièrement riche et abondante du fruit, ce qui facilite le passage à la grappe de raisin, uva. Ce nom est alors rapproché, sans doute à tort, du verbe uveo, être humide, d’où dérive uuidus (et udus) humide. Le passage de b à v ne posant guère de problème, comme le raisin est plein de jus86, le sein est plein de lait. Quant au nom du lait, c’est à une étymologie ex graeca orta qu’Isidore va recourir, rapprochant lac de gr. leuko¿ j , rapprochement qui lui permet d’insérer l’idée courante sur la physiologie du lait, élaboration blanche87 du sang maternel, comme le veut la tradition médicale. Mais en pathologie la situation semble différente. Il y a bien d’une part des mots pour lesquels Isidore, avec sa brillante inventivité et une sorte de vaticination divine, se lance dans d’analogues tours de passe-passe, qui peuvent être fondés sur des calembours ou guère mieux, sans la moindre réalité linguistique. Dans la première série, morbus88, mis en rapport avec mortis vis, la force de la 89 mort , grâce encore à la confusion b/v : inde veteres morbum nominaverunt, ut ipsa appellatione mortis vim, quae ex eo nascitur, demonstrarent90. Comme aussi en 11. 1. 45 pour la barbe : barbam veteres vocaverunt, quod virorum sit, non mulierum91. Ou malum, qui « vient de la bile noire qui se dit mélan en grec »92. Ou mieux encore pestilentia93, avec une série de jeu de mots absolument macaronique : Pestilentia est contagium, quod dum unum94 adprehenderit celeriter ad plures transit (...). Hoc etsi plerumque per aerias potestates fiat, tamen sine arbitrio omipotentis Dei omnino non fit. Dicta autem pestilentia, quasi pastulentia, quod veluti incendium depascat. Soit pestilentia, pastulentia, pastum, pascere ou depascere95. Une phrase du § 19 vaut aussi son pesant d’hostie : Eadem et lues
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Cf. M. GÓMEZ LOZANO, «El léxico de la planta». Cf. F. GASTI, «Una fonte in prosa». 88 Une note très sage chez Paul. Fest. 139 : morbosum hominem morbo aliquo adfectum. 89 Trois hypothèses, où christianisme et paganisme font bon ménage, dans Orig. 11,2,31 : ... mors a morsu hominis primi, quod vetitae arboris pomum mordens mortem incurrit. Ou : mors dicta, quod sit amara, vel a Marte qui est effectorr mortium. 90 Orig. 4, 5, 2 et cf. R. MALTBY, «Late Latin and etymologising». 91 On appréciera aussi la confusion entre c et g intervocaliques : Orig. 11,1,3 facies dicta ab effigie. 92 Orig. 10,176. 93 Orig. 4,6,17-18. Et non pas pestis, le mot source, qui ne peut entrer dans la séquence souhaitée. 94 Fischer dans ce volume, p. 149, a encore plus raison qu’il ne croit de rapprocher ce passage de la Mulomedicina de Végèce 4,3,5 : Hi omnes morbi contagione sunt pleni ; et si unum animal apprehenderint, celeriter ad omnia transeunt. Ce rapprochement confirme en effet que la notion de contagion connue des vétérinaires n’est passée à l’homme que très difficilement, bloquée qu’elle était par l’idée, «progressiste», que la médecine rationnelle devait se débarrasser de la causalité par le miasme et la souillure. La suppression du mot animal est, beaucoup plus qu’une simple suppression, un véritable changement conceptuel ; et le remplacement d’omnia par plures est tout à fait judicieux. Cf. V. NUTTON, «Did the Greeks have», ainsi que D. GOUREVITCH, «Deux étapes» ; «Un éléphant peut en cacher un autre». 95 Il est assez extraordinaire de trouver ce même rapprochement en grec, sans l’excuse linguistique, dans un passage de La thériaque à Pison (16 = K. XIV 281), de Galien : o( loimo\j ... e)pinemo¿menoj. 87
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a labe et luctu vocata96. Cette pastulentia ou maladie dévorante, encore une97, n’eut d’écho, qu’on sache, que dans une glose (Gloss. L I Ansil. PE 1242). On doit rappeler ici le De pestilentia du De natura rerum 39, où n’apparaît pas d’étymologie, mais une définition évoquant la gravité et le «contage» : pestilentia est morbus uagans et contagio suo quaeque tetigerit polluens, qui ensuite s’interroge sur son étiologie, causa huius pestilentiae, et en évoque deux, une divine, une physique. La seconde est en quelque sorte météorologique (39, 2) ; elle met en avant les pestifera semina rerum (et le traducteur –probablement poussé par sa connaissance de Lucrèce– a tort d’y insinuer des « atomes »), emportés dans les airs par les vents et absorbés (absorbimus) par la respiration (spirantes). La première revient à la notion archaïque de châtiment divin pour des fautes humaines, propagé certes par des perturbations météorologiques mais pro peccatis hominum plaga et correptio... aut siccitatis aut caloris vi aut pluviarum intemperantia : seuls ont changé le dieu et le nom de la faute devenue péché98! Dans les noms des maladies individualisées , d’autre part , n’apparaît pas cette prodigieuse faculté d’invention, surtout pour les maladies a similitudine, peut-être parce que ce sont toutes de grands classiques, si connus qu’il est presque impossible de broder sur leur compte. Encombré par la forte et longue tradition gréco-latine, Isidore refuse alors son exceptionnelle créativité et témoigne d’une grande frilosité devant tout ce trésor, il semble embarrassé pour fantasmer sur ces mots dont le réseau analogique est déjà fixé et qui par conséquent s’intègrent mal dans sa perspective téléologique nouvelle de glorification divine.
96 Le paragraphe qui suit (19) est fort intéressant pour l’histoire de la médecine, car il semble bien témoigner de la connaissance de la peste bubonique : Ipsa et inguina ab inguinum percussione (Eadem et lues a labe et luctu vocata, quae tanto acuta est ut...). La première vague de cette maladie est en effet ce qu’on appelle «peste de Justinien», qui débute en 541, arrive en 542 en Espagne, à Rome en 543, très meurtrière. Hypothèse intéressante aussi, et probablement correcte, chez Paul. Fest. 120 : lues est diluens usque ad nihil, tractum a Graeco lu¿ein. On verra G. E. THÜRY, «Zur infektette der Pest in hellenistisch-römischer Zeit», München, Staatssammlungen, Festchrift 75 Jahre Anthropologie (cf. Paleopath. Newsletter, 1982, 37, 18), qui traque la vraie peste et ses rats. 97 Cf. sur d’autres maladies dévorantes, J. JOUANNA, «La maladie comme agression». 98 Cf. W. VON SIEBENTHAL, Krankheit als Folge der Sünde, Hannover, 1950, et P. L AÍN ENTRALGO, Enfermedad y pecado, Barcelona, 1961.
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Appendice Je voudrais revenir sur le cas très particulier de la satyriasis, ou plutôt des deux satyriasis, puisque Isidore donne, sans broncher ou commenter, le même nom à deux maladies tout à fait différentes. Je renvoie, dans l’ordre chronologique des travaux et de l’affinement de la connaissance, d’abord à mon propre article « Correction d’une correction (Isidore Et. 4, 8, 9) », Traditio, 49, 1994, 317-319. Puis aux travaux de Fischer qui ont assuré ma correction conjecturale, « Neues zur Überlieferung der latinischen Aphorismen im Frühmittelalter », Latomus, 62, 2003, 156-154. Et id. dans ces actes-mêmes, « Neue oder vernachlässigte » pp. 135-136. Enfin aux remarques de l’organisateur de ce colloque dans ses « Aspectos léxicos » p. 120, quand il compare l’édition de Lindsay, le manuscrit de Vienne et la source de l’interpolation : Etym. IV (ed. Lindsay)
Etym. IV (Viena, cod. 10)
6,3: Satiriasis iuge desiderium Satiriasis est passio impetus Veneris cum extensione dessiderii circa ueretrum siue menstrua cum dolore et putidu naturalium locorum quod est iuge desiderium...
Fuentes de la interpolación Satyriasis impetus desiderii circa ueretrum sine mensura cum dolore et pruritu = CGL 3,605,3 Satiriasis est impetuosum desiderium circa ueretro sine mensura cum alienationem et erectionem et tensionem ueretri periculosa = Pass. nom. f. 24ra
L’erreur du codex de Vienne et de la glose, en effet, ne me paraît pas neutre ; tel qu’il est, certes, le texte ne veut rien dire, mais l’introduction de menstrua me semble la trace du fait qu’on connaissait une satyriasis féminine. Je renvoie là à un autre de mes articles99 : « Women who suffer from a man’s disease : the example of satyriasis and the debate on affections specific to the sexes », dans Richard Hawley & Barbara Levick éd. Women in antiquity. New assessments, London - New York, 1995, 149-165, avec, parmi les témoignages en latin, Célius Aurélien dans ses Maladies chroniques III 78 : Haec omnia etiam mulieribus passione affectis, sed plus in ipsis praevalet prurigo ob naturam.
99 Et au triste de cas de Messaline, dans mon livre en collaboration avec M.-T H. RAEPSAET-CHARLIER, La femme romaine, Paris, 2001, pp. 10-12.
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Isidore de Séville, lecteur de Gargilius Martialis BRIGITTE MAIRE Université de Lausanne et IUHMSP
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Conpilator, qui aliena dicta suis praemiscet, sicut solent pigmentarii in pila diversa mixta contundere1
1. INTRODUCTION C’est à notre collègue et ami Arsenio Ferraces Rodríguez que nous devons cette occasion heureuse de revenir sur les Medicinae ex holeribus et pomis de Gargilius Martialis2. Sa connaissance des textes phytothérapeutiques de l’Antiquité3 ainsi que sa décision de faire porter les travaux de ce colloque sur Isidore de Séville et sur son (r)apport à la littérature médicale antique ont en effet joué un rôle décisif dans la mise en place des premiers jalons de cette recherche. En accord avec le thème retenu pour cette rencontre, nous avons centré nos investigations sur une des facettes de la réception des Medicinae. Nous avons en effet limité notre étude aux différentes modalités qui ont présidé à la compilation de ce traité de Gargilius Martialis par Isidore de Séville à l’occasion de la rédaction du livre XVII de ses Étymologies. La question de la réception du traité médical de Gargilius Martialis a déjà été abordée dans l’introduction à notre édition4. Nous avions opté pour des remarques générales et préféré à ce moment-là ne mentionner que les points extrêmes d’un arc temporel vaste
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Isid. Orig. 10,44 (Lindsay) B. MAIRE, Gargilius Martialis. Pour simplifier, nous parlerons désormais simplement des Medicinae. 3 A. FERRACES RODRÍGUEZ, Estudios, ainsi qu’une nouvelle édition du De herbis femininis qui paraîtra prochainement. 4 B. MAIRE, Gargilius Martialis, p. LXV (2.5. La réception des Medicinae). 2
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s’étendant du IVe s. (avec la mention de Palladius) au XIe s. (avec l’évocation de Macer Floridus), afin de montrer que le succès rencontré par les Medicinae n’avait pas été l’effet d’une mode passagère, mais s’était prolongé treize siècles durant. Les Étymologies d’Isidore de Séville et les Dynamidia pseudo-hippocratiques, de par le rôle si important qu’ils ont joué dans la transmission des Medicinae, devaient tôt ou tard faire l’objet d’une étude spécifique. Nous laissons pour l’heure de côté les Dynamidia qui ne concernent pas le thème d’aujourd’hui, sans exclure toutefois la possibilité d’y revenir dans des recherches ultérieures, et nous centrons notre attention sur l’évêque de Séville.
2. MÉTHODE Dans une étude antérieure, nous nous étions livrée à une lecture comparative des Medicinae et de l’Histoire naturelle de Pline5. Ceci nous avait permis de mettre en évidence divers procédés et modalités mis en œuvre par Gargilius lors de la compilation de ses sources. Nous nous proposons donc de recourir à nouveau à une lecture comparative en changeant simplement l’un des termes de la comparaison puisque nous allons cette fois-ci nous intéresser non plus aux fontes, mais aux testimonia et en particulier aux chapitres 7 à 11 du livre XVII des Étymologies d’Isidore de Séville. Cette lecture parallèle permet de sélectionner seize passages qui illustrent bien les différentes stratégies adoptées par Isidore dans la compilation des Medicinae. Leur analyse comparative permet de saisir la nature du lien qui unit les deux traités comme d’en déceler les conséquences et les implications. C’est aussi une occasion d’appréhender sous un jour nouveau la méthode de travail d’Isidore, de mieux percevoir l’écho dont les Medicinae ont pu bénéficier et de procéder à une évaluation de l’établissement du texte des Medicinae par l’intermédiaire d’un élément de la tradition indirecte (cf. exemples 3,12 et 13). L’examen de notre corpus a montré que la méthode de compilation varie et qu’elle se décline selon huit types. Ils se répartissent le long d’un continuum qui va d’une reprise d’un simple titre de chapitre (type I) à une réutilisation telle qu’elle d’un extrait de la source dont il conserve l’ordre de succession des éléments (type II) ou qu’il modifie tout en procédant à des suppressions et à des adaptations de certaines phrases isolées ou de groupes de phrases (type III). Elle passe aussi par une reprise de passages du texte dont seuls certains éléments de détail sont reformulés (type IV), mais aussi par une réécriture et une réorganisation de la source opérées dans le but soit d’adapter selon diverses modalités le texte de la source (type V), soit d’en reprendre non pas la lettre, mais l’esprit, pour un bref extrait, voire pour un mot, (type VI) ou pour un passage plus long (type VII). Enfin, Isidore reprend la source en la simplifiant et en la résumant de manière extrêmement succinte (type VIII).
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B. MAIRE, «L’esprit ou la lettre».
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3. LECTURE PARALLÈLE6 3.1. Cadre général et buts Le livre XVII des Étymologies et les Medicinae s’insèrent tous deux dans un projet littéraire plus vaste, celui d’une encyclopédie. Ces deux traités partagent donc un même statut qui les met sur un pied d’égalité dans la lecture comparative que nous aimerions mener. Par ailleurs, un examen de leur plan général de composition révèle la même structure bipartite : – Medicinae :
partie I : les chapitres 1 à 39 traitent de légumes et d’herbes potagères (de holeribus) ; partie II : les chapitres 40 à 60 concernent divers fruits (de pomis). – Étymologies : partie I : les chapitres 1 à 5 traitent de l’agriculture ; partie II : les chapitres 6 à 11 portent sur la botanique. Le livre XVII des Étymologies se distingue des Medicinae en ce qu’il débute par une préface. Elle donne un cadre à ce qui va constituer la matière du traité en même temps qu’elle l’introduit et qu’elle permet à l’auteur d’inscrire son projet dans une tradition7. Le lecteur des Medicinae entre, en revanche, directement in medias res8. Il n’en va pas de même de la nature du regard que portent Gargilius et Isidore sur la matière de leur traité respectif. Chacun envisage à sa façon le traitement d’une matière en grande partie semblable9 : Isidore s’intéresse comme Gargilius aux fruits, aux légumes et aux herbes potagères, mais il ajoute un chapitre d’introduction, quatre chapitres sur l’agriculture et un chapitre de lexicographie (vocabulaire technique concernant l’arbre). Il oriente de ce fait le traitement de la matière en fonction de son intérêt personnel pour l’étymologie, alors que Gargilius subordonne le traitement de la matière à l’intérêt qu’il a développé pour la médecine. Cette différence d’approche a des répercussions sur la structure respective des deux traités ainsi que sur la manière de traiter et d’exposer la matière. Elle conditionne aussi la compilation des Medicinae opérée par Isidore qui n’utilise le traité de Gargilius que pour rédiger les chapitres 7 à 11 de ses Étymologies. C’est en effet dans ces chapitres qu’Isidore constitue une liste de plantes et qu’il recourt donc aux Medicinae. Il n’a pu le faire en effet pour les six chapitres précédents dans la mesure où il y aborde des thèmes absents du traité de Gargilius10.
6 Les passages cités et leur traduction sont cités sauf mention contraire à partir de : J. ANDRÉ, Étymologies Livre XVII ; B. MAIRE, Gargilius Martialis. 7 Orig. 1,1 Rerum rusticarum scribendi sollertiam apud Graecos primus Hesiodus Boeotius humanis studiis contulit, deinde Democritus. […] (C’est le Béotien Hésiode qui, le premier, chez les Grecs, ajouta l’art d’écrire sur l’agriculture aux activités humaines ; Démocrite vint ensuite. […]) 8 Pour des éléments de réflexion sur cette question, cf. l’introduction à notre édition (cf. n. 5), pp. XXVIII-XXXI. 9 Pour des détails sur le plan du livre XVII des Étymologies, cf. J. ANDRÉ, Étymologies. Livre XVII, p. 4. 10 Agriculture, lexicographie. Par ailleurs, comme nous l’avons déjà noté, Les Medicinae sont dépourvues de préface et n’ont donc pas pu faire à cet égard office de modèle.
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3.2. Compilation de type I Les premiers exemples que nous examinons témoignent d’une compilation très limitée des Medicinae : seuls les titres de chapitre sont communs, alors que le contenu est particulier à chaque auteur et reflète la différence de leur centre d’intérêt (médecine / étymologie) à laquelle nous avons déjà fait allusion. Contrairement aux exemples suivants, il ne s’agit pas ici d’emprunts littéraires, mais de banales reprises de rubriques sous lesquelles chaque auteur met la matière qu’il souhaite : 1) – 7. Potest malum maxime Matianum sanguinem reicientes, pulmonis et iecoris iniuriae obnoxios subleuare, melius tamen si numquam ieiunis sed post cibum detur. (Med. 42,7) 7. Une pomme matiane, surtout, peut soulager ceux qui crachent du sang et ceux qui sont sujets à une affection des poumons et du foie, il vaut cependant mieux ne jamais la donner à jeun, mais après le repas. Mala matiana a loco uocata unde prius aduecta sunt. Nam multae arbores nomina ex prouinciis uel ciuitatibus de quibus adlatae sunt acceperunt. (Orig. 17,7,3) Les pommes matianes sont nommées d’après leur lieu d’origine. Beaucoup d’arbres en effet doivent leur nom aux provinces ou aux cités d’où ils furent apportés. 2) – 2. Praecoqua tamen et armenia leuiora sunt. 3. Minus in his offendit quod supra in maioribus persicis adnotauimus. 4. Et tamen praecoqua ad utilitatem corporis armeniis antecedunt. (Med. 44,2-4) 2. Pourtant, les pêches précoces et les pêches qui nous viennent d’Arménie11 sont plus légères. 3. Et ce que nous avons noté plus haut à propos des plus grandes pêches porte moins atteinte dans ces variétés. 4. Et en effet les pêches précoces l’emportent sur les pêches d’Arménie pour ce qui est de leur utilité pour le corps. Armeniacum dicitur quod primum genus eius ab Armenia sit aduectum […] (Orig. 17,7,7). [La duracine doit son nom au goût aigre (acor) de son fruit,] l’arménienne à ce que cette espèce est originaire d’Arménie […]12.
3.3. Compilation de type II D’autres passages des Étymologies témoignent en revanche d’une compilation plus ample où l’emprunt littéraire est évident. La lecture comparative est dans ce cas intéressante à plus d’un titre. Tout d’abord pour l’éditeur des Medicinae qui peut valider ses conjectures grâce aux Étymologies d’Isidore : 3) 3. Antea denique athletae ficis alebantur priusquam eos Pythagoras exercitator ad carnis usum, qui fortior cibus est, transtulisset. (Med. 49,3) 11
i.e. abricot, cf. J. ANDRÉ, Les noms de plantes. D’autres exemples pourraient être mentionnés : cf. notamment Garg. 44. De mespilo (vertus thérapeutiques) / Isid. Orig. 17,7,14 (description de l’arbre et du fruit, étymologie) ; Garg. 40 De piro / Isid. Orig. 17,7,15 ; Garg. 52 De cerasio / Isid. Orig. 17,7,16. 12
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3. Par suite, auparavant, les athlètes se nourrissaient de figues, avant que l’entraîneur Pythagore ne les eût amenés à l’usage de la viande qui est une nourriture qui a plus de force. Antea athletae ficis alebantur, priusquam eos Pythagoras exercitator ad carnis usum, qui fortior cibus est, transtulisset. (Orig. 17,7,17) Jadis les athlètes étaient nourris de figues avant que l’entraîneur Pythagoras n’y eût substitué un régime carné plus nourrissant.
Alors que les manuscrits collationnés pour notre édition13 transmettent en Med. 49,3 exercitatos ou exercitatus, tandis que L omet tout simplement le mot, il nous apparut nécessaire de proposer la conjecture exercitator. Nous nous étions pour cela appuyée sur un passage de l’Histoire naturelle14 compilé par Gargilius. Or, Isidore, après avoir débuté le passage qu’il consacre à la figue par des considérations relevant de l’étymologie et de l’agriculture, reprend mot pour mot le passage des Medicinae et écrit précisément exercitator. Cette leçon atteste a posteriori la justesse de notre conjecture dans la mesure où, lorsque nous l’avions proposée, nous n’avions pas à l’esprit ce passage des Étymologies. Mais la tradition indirecte fait perdre à notre proposition son statut de conjecture en donnant ici accès à un texte des Medicinae plus correct que celui que la tradition directe nous avait permis d’établir jusqu’à présent. 3.4. Compilation de type III Gargilius mentionne en premier lieu la nature adoucissante et relâchante de la mauve, puis donne une explication étymologique. Isidore compile ces deux éléments, mais en inverse l’ordre de succession en commençant par l’explication étymologique qui l’intéresse plus particulièrement. Il laisse de côté les multiples utilisations thérapeutiques de la mauve mentionnées par Gargilius, mais compile d’autres sources15 qui exposent l’utilité de la mauve pour prévenir les piqûres d’abeilles et engourdir les scorpions : 4) – 1. *Maluam molliendi dissoluendique naturam esse sortitam Graeco uocabulo licet credas. 2. Nam a)po\ tou= mala¿ssein malaches nomen accepit. (Med. 5,1-2) 1. Le mot grec nous laisse croire que la mauve a obtenu du sort une nature adoucissante et relâchante. 2. Elle a reçu, en effet, le nom de malaché16 qui vient de malassein17. Malua ex parte graeco uocabulo appellatur a)po\ tou= mala¿ssein, eo quod molliendi aluum soluendique naturam habeat. Cuius sucus, si quis se oleo mixto perunxerit, ab apibus negatur feriri. Folia eius ex oleo trita et inposita scorpionibus creduntur afferre torporem. (Orig. 17,10,5) exercitator ego : exercitatos BC 2GRW b exercitatus C1V om. L Nat. 23,121 Pythagoras exercitator primus ad carnes eos transtulit. 15 Selon J. ANDRÉ, Étymologies. Livre XVII, p. 228 : Diosc. lat. 2,102 Facit ad percussuras apium, si suco eius crudo perunxeris corpus ; Diosc. graec. 2,118 et Plin Nat. 20,223 Folium impositum scorpionibus torporem adfert. 16 Gr. mala¿xh, ‘mauve cultivée’, cf. Plin. Nat. 20,222. 17 Gr. mala¿ssein, ‘amollir, adoucir’. 13 14
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Malua (mauve) vient pour une part d’un mot grec, a)po\ tou= mala¿ssein, parce qu’elle a la propriété d’amollir et de relâcher le ventre. Une friction de son suc, mêlé à de l’huile, prévient, dit-on, les piqûres d’abeilles. On croit que ses feuilles, broyées dans l’huile et appliquées, engourdissent les scorpions.
Pour rédiger son chapitre consacré à la laitue, Isidore compile dans l’ordre et littéralement Palladius, Gargilius et les Dynamidia. Indécis quant à l’origine du mot lactuca, il juxtapose les explications de Palladius et de Gargilius qui toutes deux reposent sur le lait (lac) qui chez l’un provient de la plante même et chez l’autre est plus abondant chez les femmes allaitantes qui se nourrissent de laitue. Isidore laisse de côté toutes les considérations de Gargilius relatives à la nature de la laitue et aux différentes préparations thérapeutiques dans lesquelles entre cette plante : 5) – 3. Lacte plurimo nutrientes feminas implent. (Med. 11,3) 3. Elles remplissent les femmes allaitantes d’un lait très abondant. Lactuca dicta est quod abundantia lactis exuberet. (Palladius 2,14,4) Haec et in uiris ueneris usum coercet (Dynamidia 1,32) Lactuca dicta est quod abundantia lactis exuberet seu quia lacte nutrientes feminas inplet. Haec et in uiris ueneris usum coercet. Lactuca agrestis, quam sarraliam nominamus, quod dorsum eius in modum serrae est. (Orig. 17,10,11) La laitue tient son nom de l’abondance de son lait ou de ce qu’elle donne du lait aux nourrices. Chez les hommes, elle est anaphrodisiaque. La laitue sauvage, que nous appelons sarralia pour son dos en forme de scie (serra).
3.5. Compilation de type IV Les exemples suivants sont très riches en enseignements sur la méthode de travail d’Isidore. L’évêque de Séville reprend assez littéralement le texte des Medicinae tout en procédant à diverses suppressions et adaptations. Dans l’exemple 6, l’intervention d’Isidore consiste à compléter le texte source en ajoutant des considérations étymologiques totalement absentes des Medicinae. Par ailleurs, colore de Med. 43,11, qui fait doublon avec specie de Med. 43,12, a été supprimé, tout comme la référence donnée par Gargilius au mot grec (hudromélon). Isidore montre par là une volonté de simplifier sa source, de privilégier la nomenclature latine et d’apporter les compléments qu’il juge nécessaires pour orienter son traité vers l’étymologie : 6) – 11. Fit ex cydoneis uinum quo colore languentium desideria fallantur. 12. Nam specie et gustu et odore cuiuslibet uini ueteris imaginem repraesentat, ideoque Graeci ydromelon appellant. (Med. 43,11-12) 11. À partir de coings, on fait du vin dont la couleur peut aiguiser, en le trompant, l’appétit de ceux qui sont affaiblis. 12. En effet, par son aspect, son goût et son bouquet, il offre l’apparence de n’importe quel vieux vin et c’est pourquoi les Grecs l’appellent hudromèlon.
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Mala cidonia nomen sumpsit ab oppido quod est in insula Creta ; de qua Graeci dicere solent urbium Cretensium matrem Cidoniam ; ex cuius pomo cidonitum conficitur. Fit quoque ex ea et uinum quo languentium desideria falluntur ; nam specie et gustu et odore cuiuslibet uini ueteris imaginem repraesentat. (Orig. 17,7,4) Le cognassier (mala cidonia) tient son nom d’une ville de Crète ; à ce propos, selon les Grecs, Cidonia est la mère des villes crétoises. On prépare avec son fruit le cidonitum. On en fait aussi un vin qui trompe l’envie des malades, car il offre l’aspect, le goût et l’odeur de n’importe quel vin vieux.
Isidore ne consacre à la sarriette qu’un très bref passage qu’il rédige en compilant le chapitre 20 des Medicinae. Dans sa compilation il laisse de côté toutes les indications concernant diverses préparations où entre la sarriette et ne conserve que les deux premiers paragraphes qu’il reprend littéralement à trois détails près (uis, est / –; faciat / facit). Contrairement à son habitude, Isidore ne fait aucune remarque concernant l’étymologie du nom : 7) – 1. Satureiae calida uis et prope ignita est. 2. Vnde illi et nomen inditum credunt quod pronos faciat in uenerem. (Med. 20,1) 1. La propriété de la sarriette est chaude et presque brûlante. 2. Son nom lui a été donné, croit-on, parce qu’elle rendrait les gens enclins à l’amour physique. Satureia calida et prope ignita. Vnde illi et nomen inditum credunt, quod pronos facit in uenerem. (Orig. 17,9,42) La sarriette est chaude et presque brûlante. Elle doit également son nom à cette propriété, parce qu’elle est aphrodisiaque.
Isidore compile le chapitre 3 des Medicinae pour rédiger sa notice sur la rue. Il ne reprend pas toutes les indications fournies par Gargilius à propos de préparations où entre de la rue. Il ne conserve que l’épisode des belettes qui peuvent résister au venin des serpents grâce à la rue. Sa compilation est pour ainsi dire littérale puisqu’il ne fait que quelques modifications mineures (resistere / repugnare ; – / dum ; serpentibus / serpente ; dimicaturae / dimicauerint). Isidore débute en revanche sa notice par un élément qui n’est pas présent dans sa source. Il explique en effet l’origine du nom de la rue en l’attribuant à sa nature échauffante. Il relève aussi l’existence de deux espèces de rue (idem pour la roquette, cf. supra) tout en reconnaissant implicitement l’inutilité d’une telle remarque dans la mesure où les deux espèces sont l’une et l’autre très échauffante (utraque feruentissimae) : 8) – 6. Rutam uenenis resistere mustelae docent, quae cum serpentibus dimicaturae cibo eius armantur. (Med. 3,6) 6. Les belettes nous apprennent que la rue permet de résister aux poisons, elles qui, avant de combattre contre des serpents, s’arment de cette nourriture. Ruta dicta quod sit feruentissima. Cuius altera agrestis atque uirtute acrior, sed utraque feruentissimae conprobantur. Hanc uenenis repugnare mustelae docent, quae, dum cum serpente dimicauerint, cibo eius armantur. (Orig. 17,11,8)
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La rue (ruta) doit son nom à ses propriétés très échauffantes. Une des deux espèces est sauvage et son effet est plus vif, mais il est reconnu que toutes deux sont très échauffantes. Les belettes nous enseignent que la rue est un contrepoison : elles en mangent pour se prémunir, avant de combattre un serpent.
3.6. Compilation de type V Dans l’exemple 9 Isidore débute par des considérations étymologiques détaillées à propos du grenadier, de son fruit et de ses fleurs. Après avoir laissé de côté tout ce qui concerne les vertus reconnues à la grenade ainsi que les différentes façons de l’utiliser à des fins thérapeutiques (Med. 41,1-6 ; 10-16 et 19-33), il compile assez librement ce qu’il lit chez Gargilius à propos du balaustion18 et qu’il complète par des remarques portant sur la couleur de ces fleurs. Il poursuit sa rédaction en compilant Med. 41,7-9 : il laisse de côté les §§ 7 et 8, où Gargilius expose pourquoi la grenade n’a pas de valeur nutritive, et ne conserve que les conclusions en compilant littéralement Med. 41,9. Isidore apporte toutefois quelques modifications mineures (punico / mali punici cibo ; et / sed ; medicari / medicare) et procède à un changement qui n’est pas anodin. Il remplace en effet la formule vague et impersonnelle des Medicinae (Recte igitur tradiderunt qui negant […]) par une expression plus précise (medici) qui marque en quelque sorte la limite entre ce qui est de son ressort et de ses compétences, et ce qui provient de ses sources et d’un pan du savoir qui ne lui est pas familier : 9) – 7. Cibus ex punico nullus est. 8. Nam etsi dentibus mandatur, solus ab stomacho sucus hauritur. 9. Recte igitur tradiderunt qui negant punico corpora nostra nutriri et eo sic opinantur utendum ut medicari potius, non alere uideatur. […] 17. Est in cytino flosculus quidam antequam ex eo mali figura formetur. 18. Eum Graeci balaustion uocauerunt. (Med. 41,7-9 et 17-18) 7. La grenade n’a aucune valeur nutritive. 8. En effet, bien qu’on la croque, seul son jus est absorbé par l’estomac. 9. Donc, ceux qui ont dit que nos corps ne sont pas nourris par la grenade ont apporté un témoignage correct et ils pensent qu’on doit l’utiliser avec l’idée qu’elle soigne, semble-t-il, plutôt qu’elle ne nourrit. […] 17. Il y a une fleur dans le bourgeon du grenadier avant que ne se forme la grenade. 18. Les Grecs l’ont appelée balaustion. Malum punicum dici eo quod ex Punica regione sit genus eius translatum, idem et malogranatum eo quod intra corticis rotunditatem granorum contineat multitudinem. Arbor autem malus granata est generis feminini, pomum uero neutri est generis. Flores malorum a Graecis appellati sunt quitinus, Latini caducum uocant. Agrestium autem malorum flores Graeci balaustion appellauerunt, quorum alii albi, alii purpurei, alii rosei reperiuntur similes floribus mali punici. Negant medici mali punici cibo corpora nostra nutriri, sed eo sic opinantur utendum ut medicare potius, non alere uideatur. (Orig. 17,7,6)
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Fleur de grenadier sauvage.
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La pomme punique (grenade) est ainsi nommée parce que c’est une espèce venue du pays des Puniques ; on l’appelle aussi malogranatum (pomme à grains) parce qu’elle renferme à l’intérieur de son écorce sphérique une multitude de grains. L’arbre malus granata est du genre féminin, et le fruit du genre neutre. Les fleurs du grenadier sont nommées en grec quitinus, en latin caducum. Le nom grec des fleurs du grenadier sauvage est balaustion ; elles sont blanches, pourpres, ou rose vif comme celles du grenadier <cultivé>. Selon les médecins, la grenade n’est pas nourrissante et ils sont d’avis d’en user comme médicament plutôt que comme aliment.
Isidore ne s’étend pas sur la menthe à laquelle il consacre un passage tout aussi bref que celui sur la sarriette (cf. supra ex. 7). Tandis que Gargilius expose au chapitre 24 (De menta) les vertus thérapeutiques de la menthe et donne diverses préparations à base de menthe, il consacre le chapitre 23 à la népète qui est une plante à odeur de menthe19. Or, alors que l’on s’attendrait à voir Isidore compiler le chapitre 24, il retient au contraire le chapitre 23. Le chapitre consacré à la menthe dans les Medicinae ne contient en effet que des éléments intéressant les vertus et les utilisations thérapeutiques de la menthe qui ne cadrent pas avec le projet d’Isidore essentiellement axé sur l’étymologie. C’est pourquoi il préfère compiler le chapitre 23 sur la népète. Il supprime les indications fournies par Gargilius à propos d’antidotes qui contiennent de la népète pour ne retenir que les deux premiers paragraphes. Ils lui fournissent en effet, ce qui l’intéresse au premier chef, les noms que les Grecs et les Latins donnent à la plante, puis une brève indication sur la vertu qui lui est communément attribuée et qu’Isidore reprend sans doute pour étoffer une notice qui sans cela demeurerait assez mince : 10) – 1. Nepetam Graeci calamintham uocauerunt, nostri uulgo nepetam dicunt. 2. Magnae uirtutis et uehemens in calore est. (Med. 23,1-2) 1. Les Grecs donnèrent à la népète le nom de calamintha, mais notre peuple dit couramment népète. 2. Elle a une grande force et une très grande chaleur. Menta agrestis, quam Graeci kalami¿nqhn, nostri uulgo nepetam uocauerunt, maioris uirtutis et uehemens in calore. (Orig. 17,9,82) La menthe sauvage, dont le nom grec est kalami¿nqh, le nom vulgaire latin nepeta, est assez efficace et très brûlante.
Pour la rédaction de son chapitre consacré à la roquette, Isidore s’appuie certes sur le texte des Medicinae, mais il se livre à diverses modifications et simplifications de sa source tout en ajoutant un élément nouveau : Gargilius, en Med. 14,1, nuance la vertu échauffante de la roquette, un détail que laisse de côté Isidore pour qui cette plante a uniquement un effet brûlant (ignitae uirtutis). Gargilius établit d’autre part un lien logique entre la vertu échauffante et l’effet qu’elle exerce sur le désir sexuel, ce que ne reprend pas Isidore qui juxtapose simplement les deux éléments. Il modifie au passage la
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formulation neutre des Medicinae (uenerem stimulat) en utilisant l’expression ueneris incendium qui fait écho à ignitae uirtutis qui précède et inscrit ainsi toute la phrase dans la sphère métaphorique du feu. La mention dans les Medicinae de l’effet de la roquette sur la digestion et la miction est supprimée par Isidore qui préfère relever l’existence de deux espèces de roquette, même si cette précision ne relève pas de la plus haute importance dans la mesure où elles partagent le même effet aphrodisiaque : 11) – 1. Calidae quidem non tamen nimium austerae ignitaeque uirtutis est eruca. 2. Inde uenerem maxime stimulat in cibo sumpta et digestiones adiuuat et urinam mouet. (Med. 14,1-2) 1. La roquette a, certes, une vertu échauffante, mais qui n’est néanmoins pas trop âcre et brûlante. 2. Il s’ensuit que, prise au repas, la roquette excite très fort le désir sexuel, favorise la digestion et fait uriner. Eruca, quasi uruca, quod ignitae sit uirtutis et in cibo saepe sumpta ueneris incendium moueat. Huius species duae, quarum altera usualis, altera agrestis, acrioris uirtutis ; utraque tamen ueneris commouent usum. (Orig. 17,10,21) Eruca (roquette) est pour uruca, parce que la plante a un effet brûlant et, prise souvent en aliment, excite les ardeurs amoureuses. Il en est deux espèces, l’une cultivée, l’autre sauvage, dont l’effet est plus fort ; toutes deux cependant sont aphrodisiaques.
3.7. Compilation de type VI Les Étymologies peuvent aussi amener l’éditeur à revoir sa position. C’est notamment le cas dans le chapitre 21 des Medicinae consacré au poireau20. Isidore, dans sa compilation, retient de sa source l’esprit en affirmant l’existence de deux variétés de poireau, mais pas la lettre puisque la façon de s’exprimer est particulière à chaque auteur : 12) – 1. Porro capitato ad multa corporis uitia Hippocrates usus est. […] 10. Sectiuus [eius] profluuium sanguinis sistit, […] (Med. 21,1 et 10). 1. Hippocrate utilisa le poireau à tête pour soigner de nombreuses maladies. […] 10. Le poireau vivace arrête un saignement, […]. Porrus, cuius duo genera, capitatus et sectilis ; sectilis paruus, capitatus maior (Orig. 17,10,15) Le poireau, dont il est deux espèces, le poireau à tête et le poireau à couper. Le poireau à couper est petit, le poireau à tête est plus grand.
Tandis que les manuscrits que nous avons collationnés pour Med. 21,10 transmettent suc(c)us, Rose a proposé la conjecture sectilis. Sur la base de considérations
20 J. ANDRÉ, Étymologies. Livre XVII, p. 234 : «p. capitatus : poireau dont on laisse grossir la base sans en couper les feuilles ; p. sectilis : le poireau vivace ou poireau perpétuel, dont on ne consomme que les feuilles, qui se renouvellent après avoir été coupées ; voir Plin. Nat. 19,108-109».
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paléographiques (sectiuus > secciuus > suc(c)us)21 et d’une des sources utilisées par Gargilius pour la rédaction de ce passage (Nat. 20,44 Porrum sectiuum […]) nous avions proposé la conjecture sectiuus. Or, même si la reprise des Medicinae par Isidore est ici assez libre et que, de ce fait, le lien entre Isidore et Gargilius est moins évident que pour l’exemple du Pythagoras exercitator, les Étymologies ont bien sectilis, ce qui peut constituer un argument en faveur de la conjecture de Rose (sectilis). Mais cet argument n’est à lui seul pas décisif. En revanche, si l’on fait appel, comme le propose Arsenio Ferraces Rodríguez, aux Dynamidia, dont l’auteur est comme Isidore un compilateur des Medicinae, on lit sectilis, ce qui fait pencher davantage encore du côté de la conjecture de Rose. Il faut néanmoins reconnaître que le choix entre sectilis et sectiuus relève davantage de la sensibilité que de la ratio, et que la question demeure malgré tout bien difficile à trancher. Il en va différemment pour Med. 8,1 où les Étymologies remettent en cause le texte que nous avons retenu (uentrem)22 et nous engagent à réexaminer le passage des Medicinae : 13) – 1. Lapatium calidae et austerae uirtutis est et ideo in cibo sumptum uentrem reprimit, stomachum confirmat, ructus excitat, confundit urinam. (Med. 8,1) 1. La patience a une vertu chaude et aigre et, pour cette raison, prise au repas, elle resserre le ventre, affermit l’estomac, fait éructer et uriner. Armoracia, hoc est lapsana lapistrus. Lapatia : haec in cibo sumpta stomachum confortat, uenerem reprimit. (Orig. 17,10,20) L’armoracia, c’est-à-dire lapsana ou lapistrus. La patience qui, mangée, réconforte l’estomac et réprime les ardeurs amoureuses.
À l’exception de O23 qui transmet uentrem, tous les autres témoins que nous avons collationnés donnent uenerem. Malgré cela, nous avons adopté uentrem, une conjecture de Rose qui ne disposait pas à son époque de O dont la leçon a confirmé a posteriori sa proposition. Il nous avait semblé en effet que l’expression uenerem reprimit ne faisait guère de sens contrairement à uentrem reprimit, ce dont aujourd’hui nous ne sommes plus aussi sûre. Le ThLL ne nous est ici malheureusement d’aucune utilité. Sa consultation sur CD-Rom n’a permis en effet de repérer aucune autre occurrence, que ce soit pour uentrem reprimit ou pour uenerem reprimit. Nous ne pouvons pas davantage invoquer l’explication paléographique, selon laquelle la confusion entre uentrem et uenerem est fréquente dans la transmission des Medicinae, puisqu’elle ne permet pas non plus de privilégier une leçon au détriment de l’autre. En revanche, nous pouvons avancer un argument stylistique : en retenant uentrem reprimit aux côtés de stomachum confirmat on introduit une répétition qui n’est pas un
21 Notre conjecture est en effet plus proche que celle de Rose des autres leçons transmises (suc(c)us) par les manuscrits et en particulier de succus qui pourrait tout à fait d’un point de vue paléographique provenir de secciuus. 22 B. MAIRE, Gargilius Martialis, p. 100, n. 2. 23 Berolinensis Phillippicus 1870, saec. XI-XII.
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procédé retenu par Gargilius qui, dans un souci de concision, a pour habitude d’énoncer une seule fois une propriété. Par ailleurs, les Étymologies, qui nous donnent uenerem reprimit au lieu de uentrem reprimit, vont dans le même sens que l’argument stylistique et nous confortent dans l’idée de revoir notre position en optant pour uenerem reprimit24. Isidore se livre certes à quelques modifications de sa source (confortat / confirmat ; omission de ructus excitat et de confundit urinam), mais sa compilation des Medicinae demeure suffisamment littérale pour que nous puissions nous appuyer sur le passage des Étymologies. Certes, c’est d’ordinaire le froid qui exerce un effet réprimant sur le désir sexuel et le chaud qui l’excite, mais en l’absence, à notre connaissance, d’un passage qui énoncerait clairement dans la littérature phytothérapeutique la nature de l’influence de la patience sur l’activité sexuelle, nous sommes d’avis de retenir finalement uenerem reprimit. 3.8. Compilation de type VII Après avoir débuté son chapitre sur le fenouil par des considérations étymologiques étrangères aux Medicinae, Isidore laisse de côté toutes les indications fournies par Gargilius sur l’utilisation thérapeutique du fenouil à l’exception de son effet bénéfique sur la vue. Par ailleurs, il conserve l’anecdote sur les serpents qui muent après avoir mangé du fenouil. Mais la compilation est libre puisque seul l’esprit du texte des Medicinae est repris, mais pas la lettre. C’est sans doute parce que cette fable du fenouil recherché par les serpents et l’effet bénéfique sur la vue attribué à cette plante herbacée appartenaient aux croyances populaires et avaient déjà été rapportés par d’autres auteurs25. La lecture des Medicinae ne constituait pas de ce fait la seule occasion pour Isidore de se trouver en présence de tels faits : 14) – 2. Traditum in libris et serpentes annuam senectutem feniculi gustatione deponere et oculorum caliginem suco eius excludere. […] 4. Sucus ergo cum melle Attico mixtus uetustissimam licet caliginem discutit. (Med. 25,2 et 4) 2. Les livres mentionnent que les serpents se dépouillent annuellement de leur peau en mangeant du fenouil et qu’ils empêchent, par son jus, leur vue de s’obscurcir. […] 4. Ainsi donc, son jus, mêlé à du miel attique, dissipe l’obscurcissement de la vue même le plus invétéré. Feniculum Latini uocant quod eius tirsi seu radicis sucus acuat uisum ; cuius uirtus traditur ut serpentes annuam senectutem eius gustu deponant. Hoc olus Graeci maratron uocant. (Orig. 17,11,4)
24 J. ANDRÉ est aussi de cet avis : Étymologies. Livre XVII, p. 239 : «Même si, avec Rose, on devait corriger dans Gargilius Martialis uenerem en uentrem, le texte d’Isidore atteste que uenerem était la leçon des manuscrits dont il disposait». 25 J. ANDRÉ, Étymologies. Livre XVII, p. 244, note 620 : «Le fenouil (Foeniculum vulgare Gärtn.) passait pour éclaircir la vue, et son suc était utilisé dans les troubles de la vision par les médecins et les vétérinaires ; Scrib. Larg. 38 ad suffusiones oculorum ; et Plin. Nat. 29,119 oculis […] claritatem inunctis facit ; Diosc. lat. 3,75. Très voisin est le texte du Pseudo-Apulée 125, interpolé à partir du Diosc. lat. 3,70 ex eius tyrsis siue foliis sucus sole persiccatus acuet uisum […]».
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Le fenouil (feniculum) doit son nom au suc de sa tige ou de sa racine qui accroît l’acuité visuelle. Il a, dit-on, le pouvoir de faire dépouiller de leur mue annuelle les serpents qui en mangent. Les Grecs appellent ce légume maratron.
3.9. Compilation de type VIII Gargilius mentionne, dans son chapitre consacré à la prune, ses effets, ses différentes applications thérapeutiques ainsi que diverses préparations qui en contiennent. Isidore ne reprend aucun de ces éléments dans le détail, mais les résume en quelques mots (quod et medici et scriptores utuntur) : 15) – 10. Gummi huius arboris cum uino potum calculos frangit, cum aceto tritum atque inlitum lichenas optime purgat. (Med. 46,10) 10. La gomme de cet arbre (i.e. le prunier), bue avec du vin, brise les calculs ; broyée avec du vinaigre et en application, elle nettoie très bien les lichens. Haec sola arbor gummi glutinosum et conpactiuum distillat, quod et medici et scriptores utuntur. (Orig. 17,7,10) Le prunier est le seul arbre qui distille une gomme visqueuse et collante, employée en médecine et pour écrire.
Dans le chapitre que Gargilius consacre à l’ache il mentionne ses effets, des applications thérapeutiques ainsi que diverses préparations à base d’ache. Isidore ne retient de toute la matière que lui fournit la compilation des Medicinae qu’un seul élément qu’il reprend en le simplifiant. Gargilius indique en effet que les attaques sournoises des poisons peuvent être efficacement combattues en absorbant de l’eau dans laquelle a cuit de l’ache ou des racines d’ache. Isidore résume à l’extrême cette indication et ne retient que l’effet salutaire des racines et ne dit plus mot ni de la cuisson ni du fait que la plante a le même effet que ses racines : 16) – 5. Aqua pota in qua uel ipsi uel radices eorum incoctae sunt efficaciter pugnat contra insidias uenenorum. (Med. 2,5) 5. L’absorption d’eau dans laquelle, soit cette plante a été cuite, soit ses racines, combat efficacement les attaques sournoises des poisons. Cuius (i.e. Apii) radices efficaciter pugnant contra insidias uenenorum. (Orig. 17,11,1) Ses racines combattent efficacement l’attaque sournoise des poisons.
4. CONCLUSION ET PERSPECTIVES La lecture comparative du livre XVII des Étymologies d’Isidore de Séville et des Medicinae ex holeribus et pomis de Gargilius Martialis a été bénéfique à plus d’un titre : elle nous a permis d’approfondir notre connaissance de l’œuvre isidorienne à travers le
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livre XVII des Étymologies en analysant comment Isidore a utilisé ses sources et en a élaboré la forme et le contenu. Divers types de compilation ont ainsi pu être mis en évidence. Cela nous a permis de compléter notre étude des Medicinae de Gargilius et d’apporter un éclairage nouveau sur l’établissement du texte. Longtemps considérées comme une œuvre canonique dans les écoles, les Étymologies ont en effet joué un rôle majeur dans la transmission du patrimoine scientifique latin et ont montré l’utilité de la tradition indirecte dans l’édition des textes. Les Medicinae en sont une illustration intéressante à maints égards. Dans le cas de Gargilius, en effet, la lecture comparative a montré que les manuscrits que nous avons collationnés pour notre édition des Medicinae ne représentaient pas le seul canal de distribution de ce traité et qu’il en existait au moins un autre dont l’existence est attestée par le livre XVII des Étymologies. Le texte d’Isidore de Séville présente ainsi un double intérêt pour l’éditeur des Medicinae : il témoigne tout d’abord de la pérennité de la transmission des Medicinae sans laquelle ce traité n’aurait pas pu parvenir jusqu’à Isidore. Cette continuité dans la transmission indique aussi que les Medicinae ont été jugées, au milieu de l’abondante littérature phytothérapeutique, suffisamment intéressantes pour être copiées. L’étude de la réception des Medicinae dans les Étymologies d’Isidore et dans les Dynamidia pseudo-hippocratiques est d’une grande importance pour l’édition critique du traité de Gargilius Martialis. En effet, si la version la plus ancienne des Dynamidia est antérieure à 550 – en admettant que c’est à cette version que Cassiodore fait allusion dans ses Institutiones – et si l’on retient qu’Isidore a rédigé les Étymologies dans le premier tiers du VIIe s., ces deux textes sont antérieurs à tous les témoins de la tradition manuscrite des Medicinae telle qu’elle nous est connue aujourd’hui. L’hypothèse, selon laquelle ces deux testimonia (Étymologies et Dynamidia) offrent un texte de meilleure qualité que ne le permet la tradition manuscrite connue à ce jour pour les Medicinae de Gargilius, a pu se vérifier à plusieurs reprises. L’existence de deux voies de transmission des Medicinae, la tradition directe et la tradition indirecte, a eu de ce fait des incidences sur l’établissement du texte. Nous avons en effet pu observer que des conjectures sont confirmées ou au contraire infirmées par la tradition indirecte. Néanmoins, il faut se garder d’en tirer trop hâtivement des généralités : toutes les différences textuelles constatées entre les deux types de transmission du texte n’ont pas forcément d’incidences sur l’établissement du texte des Medicinae. Certaines variantes textuelles transmises par les Étymologies n’appartiennent pas à un texte de Gargilius antérieur à celui transmis par les manuscrits des Medicinae aujourd’hui en notre possession, ou à un texte appartenant à une autre branche de la tradition, mais sont à attribuer à Isidore qui a compilé sa source en y apportant diverses modifications. L’étude des différents types de compilation des Medicinae de Gargilius par Isidore a permis d’apporter un complément bienvenu à nos travaux antérieurs. Loin d’être un aboutissement, cette étude porte en elle les ferments de nouvelles investigations qu’il s’agira de mener pour mieux comprendre la nature du lien qui existe entre Gargilius et les Dynamidia pseudo-hippocratiques, un autre testimonium important des Medicinae. Cela devra aussi nous encourager à passer de l’autre côté du miroir en nous intéressant à nouveau aux fontes. Après avoir étudié les modes de compilation de l’Histoire naturelle mis en
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œuvre par Gargilius, il s’agira d’examiner le traitement qu’il réserve à Dioscoride dans la compilation de la Materia medica. Gargilius a compilé en effet ce traité majeur dans des proportions bien plus grandes que ce que nous avons pu laisser entendre dans l’introduction à notre édition des Medicinae26. Toutes ces différentes études autour des modes de compilation utilisés aussi bien par les testimonia que par les fontes d’un traité attestent du rôle important, pour ne pas dire central, que la compilation a joué dans la composition ou le mode de rédaction adopté par les auteurs anciens. Après avoir réuni les sources, quelle qu’en soit la provenance et la nature (écrits, témoignages oraux, connaissances issues du savoir commun), ils se les appropriaient dans un processus allant de la reprise littérale à la réécriture. Ce mode de composition a connu une grande fortune dans l’Antiquité et en particulier dans la littérature technique qui sans doute, plus que tout autre genre littéraire, plaçait au premier rang de ses préoccupations le souci d’instruire et de transmettre un savoir préexistant qui était, le cas échéant, remodelé et complété. La compilation apparaissait donc comme naturelle et s’inscrivait dans l’ordre logique des choses. Loin de poser sur ce mode de rédaction un regard réprobateur qui serait anachronique, l’Antiquité y recourut abondamment et l’utilisa comme mode de reconnaissance de l’importance ou de l’orginalité d’une pensée : chaque fois qu’un élément, une idée, étaient jugés intéressants, dignes d’être transmis, ils étaient repris par l’auteur qui en prolongeait l’existence pour le bien ou l’édification d’autrui et leur conférait aussi une part d’éternité.
26 Ex. Med. 8,3-6 qui provient en droite ligne de Diosc. 2,114 et non de Pline ; Med. 3,10-14 et Diosc. 3,45 ; enfin, Med. 36,2-5 et Diosc. 3,36.
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Isidoro de Sevilla y la medicina en los enciclopedistas hispanos: D. Gundisalvo y Juan Gil de Zamora* JOSÉ MARTÍNEZ GÁZQUEZ Universidad Autónoma de Barcelona
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El estudio de la presencia e influencia de Isidoro en la concepción e importancia que se concede a la medicina en la obra de los enciclopedistas medievales es un tema importante que afecta a la concepción de las materias que comprendía el esquema del Trivium y el Quadrivium, o lo que es lo mismo, a las llamadas artes liberales y su ampliación en las artes mecánicas. La utilización de la obra del Obispo de Sevilla por parte de los enciclopedistas más importantes ha merecido la atención de los estudiosos. A modo de paradigma podemos remitir a Paulmier-Foucart en diversos trabajos1 y a Schuler2 recientemente, que han analizado esta presencia de Isidoro en el gran enciclopedista Vicente de Beauvais para señalar con detalle el uso de las Etimologías junto a las demás fuentes griegas, latinas o árabes que se encuentran en sus diversos Specula. Así se subraya cómo en el Speculum Naturale se utiliza el texto del libro IV de las Etimologías de forma completa, y en algunos capítulos de manera reiterativa, como introducción de los temas referentes a la medicina en el libro XII, dedicado a la medicina práctica, y en los libros XIII y XIV en los que se trata la medicina teórica. Nos centraremos en este trabajo en analizar la medida en que influye el texto de las Etimologías de Isidoro en el tratamiento que dan a la medicina dos enciclopedistas hispanos: Dominicus Gundisalvo, en el momento en que se difunden ya los nuevos saberes de la ciencia árabe en el siglo XII en Toledo, y Juan Gil de Zamora, gran enciclopedista de finales del siglo XIII, siglo del enciclopedismo por excelencia.
* Agradezco sinceramente al prof. A. Fidora, de la Universidad de Frankfurt, la lectura de este trabajo y sus valiosas sugerencias. 1 M. PAULMIER-FOUCART – S. LUSIGNAN, «Vincent de Beauvais». 2 S. SCHULER, «Excerptoris morem gerere».
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1. DOMINICUS GUNDISALVO Dominicus Gundisalvo, además de su labor de traductor bajo la protección del arzobispo Juan de Toledo3, ya que tradujo diversas obras del árabe al latín, compuso varios tratados en los que por su parte muestra la asimilación de la nueva ciencia árabe que se estaba traduciendo a la lengua latina en los centros hispanos, de los que Toledo es acaso el más importante, y difundiéndose desde la Península hasta el resto del mundo latino y los estudiosos cristianos de Occidente. Entre estas obras ocupa un lugar relevante su tratado De diuisione philosophiae. Los estudiosos han visto en él una muestra madura de la comprensión e integración eficaz de la ciencia y la filosofía arábigo-judía por parte de los latinos, aunque no se ha analizado con detalle la utilización de la herencia que Gundisalvo acepta de la tradición cristiana, en la que integra los nuevos conocimientos4. Ludwig Baur en su edición y comentario histórico-filosófico del texto había sabido poner de manifiesto en su aparato de fuentes la deuda importante de la obra de Gundisalvo con respecto a las Etimologías de Isidoro. En su comentario a los párrafos referentes a la medicina en el De diuisione philosophiae5 subraya que, en su presentación de la definición de la medicina, Gundisalvo ofrece dos definiciones engarzadas en la tradición hipocrática, una de origen árabe tomada al Canon de Avicena y la segunda procede de Isidoro, Etimologías IV,1. No presentaba problemas para un eclesiástico como Gundisalvo la posibilidad de conocer la obra de Isidoro en la ciudad de Toledo en el siglo XII. Reintegrada la ciudad a la cultura cristiana se mantenía con fuerza la tradición mozárabe isidoriana, como prueban los cuatro códices de las Etimologías de la rica Biblioteca Capitular, que se encuentran en la Biblioteca Nacional de Madrid. En el códice Tol. 15, 8 se encuentran numerosas anotaciones marginales conservadas en latín, con algunas también en árabe, de las que una parte importante se encuentran en el ámbito del libro IV dedicado a la medicina. Dejan constancia tales glosas marginales del conocimiento e interés que continuó teniendo la obra de Isidoro para los mozárabes toledanos, cuyas observaciones y comentarios encontraron como herencia los latinos tras la reconquista de la capital a finales del siglo XI y de los que pudo disponer Gundisalvo. Alexander Fidora ha puesto de relieve la importancia de la misión que cumplen las Etimologías de san Isidoro «inspiradoras latino-cristianas» de la obra de Dominicus Gundisalvo, al que sirven como principal armazón intelectual para la integración de la filosofía arábigo-judía en el pensamiento cristiano latino medieval. Es bastante evidente que Gundisalvo tuvo muy presente el tema de la medicina en el plan general de su De diuisione philosophiae, una obra de carácter enciclopédico en
3 En el momento actual de las investigaciones sobre Gundisalvo se resalta que aún vivía en marzo de 1181 por lo que su trabajo se desarrolló en tiempos del arzobispo don Juan, sucesor del más conocido arzobispo don Raimundo. Véase S. VEGAS GONZÁLEZ, La escuela de traductores, p. 62 y n. 127. 4 A. FIDORA, Die Wissenschaftstheorie, especialmente pp. 76-87; idem, «La recepción de San Isidoro». 5 L. BAUR, «Dominicus Gundissalinus De divisione», pp. 218-222.
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tanto que se plantea la estructuración del saber en un organigrama global de amplia comprensión. Ya al inicio de la obra Gundisalvo alude a la medicina para ofrecer un ejemplo de una apetencia natural y necesaria del hombre en el plano corporal como es la necesidad de restaurar la salud, cuando ésta se ha perdido, alia quibus amissa restauratur ut medicine. (p. 4, 13). Y siguiendo también las observaciones de Al-Farabi en la consideración de la división de la filosofía y su integración dentro de las ciencias, la filosofía obtiene la situación de ciencia universal natural porque comprende otras ciencias entre las que se encuentra la medicina, que de este modo queda integrada en el ámbito de la filosofía como una de las ocho ciencias que la hacen ciencia natural universal, tunc sciencia naturalis uniuersalis est, quia octo sciencie sub ea continentur, scilicet, ciencia medicine (p. 20, 13-15). Estructurada, pués, la medicina, siguiendo la tradición arábiga, entre las ciencias naturales, la considera Gundisalvo la primera de éstas y como tal la analiza en el capítulo que le dedica en su obra, Set quia post logicam naturalis sequitur, prima autem species sciencie naturalis est ciencia medicine, ideo circa eam supradicta requiramus. (p. 83, 8-10). Pero en el conjunto de su análisis de la medicina, aun sin citar directamente de donde procede su información, resalta la importancia y la cantidad de los fragmentos isidorianos que se emplean. E incluso desde un punto de vista proporcional a la extensión del capítulo, en esta materia es en la que ha hecho un uso más frecuente de las citas de las Etimologías de Isidoro con respecto a lo que encontramos en todo el resto de la obra. Como en todas las ciencias estudiadas, también en la medicina sigue las mismas pautas de análisis: quid ipsa sit, quod genus eius, que materia, que partes, que species, quod instrumentum, quis artifex, quod officium, quis finis, quare sic dicatur, que eius utilitas, quo ordine sit legenda. Podemos ver, pues, en qué apartados de este análisis hace uso de la información de las Etimologías. Comienza por su definición, quid ipsa sit, y, como es frecuente en toda la obra no cita el nombre de la fuente, añadiendo a dos definiciones que la preceden la defición de san Isidoro, Etym. IV 1 1, item: medicina est, que corporis humani uel tuetur uel restaurat salutem. Retorna al texto isidoriano Etym. IV,9,2-36, al considerar un nuevo aspecto en el que presentar las partes prácticas de la medicina, y adaptando el texto de Isidoro a su propio discurso resume los elementos esenciales de Isidoro, Partes uero practice sunt tres: pharmacia, cirurgia, et diëta. Pharmatica grece latine dicitur medicamentum, cirurgia manus operacio, diëta dicitur regula. Pharmacia igitur est medicamentorum curatio, cirurgia ferramentorum incisio. diëta est legis ac vite observacio. His tribus modis fit omnis curacio morbi.
6 Etym. IX 2-3 Curatio autem morborum tribus generibus constat: Pharmacia, quam Latini medicamina vocant: Chirurgia, quam Latini manuum operationem appellant; manus enim apud Graecos CHEIR vocatur: Diaeta, quam Latini regulam nuncupant; est enim observatio legis et vitae. Sunt autem omni curationi species tres: primum genus diaeticum, secundum pharmaceuticum, tertium chirurgicum. Diaeta est observatio legis et vitae. Pharmacia est medicamentorum curatio. Chirurgia ferramentorum incisio.
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Para el apartado en que se analizan las razones de su denominación, quare sic dicatur, Gundisalvo recurre a Etym. IV,2,17: Quare sic dicatur? Medicina a modo, i. e. temperamento, dicitur, ut non statim, sed paulatim adhibeatur. Nam multo natura contristatur, et mediocritate gaudet. Vnde, qui pigmenta et antidota satis vel assidue biberint, vexantur. Inmoderacio enim non salutem homini, sed periculum affert.
El capítulo IV,13,1-5 de las Etimologías8 en su totalidad sirve a Gundisalvo para introducir un elemento complementario en el esquema de análisis que propone en todas las ciencias estudiadas. Se trata del capítulo que se titula «De initio medicinae», pero Gundisalvo prescinde de ese título y lo introduce con la primera frase completa, en la que Isidoro recoge la cuestión planteada por muchos estudiosos, indagando la causa por la que la medicina no se ha situado entre las disciplinas o artes liberales: Queritur a quibusdam cur inter ceteras liberales disciplinas medicine ars non connumeratur. Ad quod respondetur: propterea, quia ille singulares continent causas, ista uero omnium. nam et grammaticam medicus scire iubetur, ut intellegere uel exponere posit, que legit; similiter et rhetoricam, ut ueracibus argumentis ualeat definire ea que tractat; nec non et dialecticam propter infirmitatum causas racione adhibita perscrutandas atque curandas; sic et arithmeticam propter numerum horarum in accessionibus et periodis dierum; sic et geometriam propter numerum et qualitates regionum et locorum situs, in quibus doceat quid quis obseruare debeat. postea musica incognita illi non erit: nam multa sunt, que in egris hominibus per hanc disciplinam facta leguntur; sicut de Dauid legitur, qui a spiritu immundo Saulem arte modulationis eripuit; Asclepiades quoque medicus freneticum
7 Etym. IV 2 1. DE NOMINE EIVS. Nomen autem Medicinae a modo, id est temperamento, inpositum aestimatur, ut non satis, sed paulatim adhibeatur. Nam in multo contristatur natura, mediocriter autem gaudet. Vnde et qui pigmenta et antidota satis vel assidue biberint, vexantur. Inmoderatio enim omnis non salutem, sed periculum affert. 8 Etym. XIII. DE INITIO MEDICINAE. [1] Quaeritur a quibusdam quare inter ceteras liberales disciplinas Medicinae ars non contineatur. Propterea, quia illae singulares continent causas, ista vero omnium. Nam et Grammaticam medicus scire debet, ut intellegere vel exponere possit quae legit. [2] Similiter et Rhetoricam, ut veracibus argumentis valeat definire quae tractat. Necnon et Dialecticam propter infirmitatum causas ratione adhibita perscrutandas atque curandas. Sic et Arithmeticam propter numerum horarum in accessionibus et periodis dierum. [3] Non aliter et Geometriam propter qualitates regionum et locorum situs, in quibus doceat quid quisque observare oporteat. Porro Musica incognita illi non erit, nam multa sunt quae in aegris hominibus per hanc disciplinam facta leguntur; sicut de David legitur, qui ab spiritu inmundo Saulem arte modulationis eripuit. Asclepiades quoque medicus phreneticum quendam per symphoniam pristinae sanitati restituit. [4] Postremo et Astronomiam notam habebit, per quam contempletur rationem astrorum et mutationem temporum. Nam sicut ait quidam medicorum, cum ipsorum qualitatibus et nostra corpora commutantur. [5] Hinc est quod Medicina secunda Philosophia dicitur. Vtraque enim disciplina totum hominem sibi vindicat. Nam sicut per illam anima, ita per hanc corpus curatur. Además de las frases de engarce en el texto del De diuisione philosophiae encontramos diversas variantes de lectura entre el texto de la edición de W. M. Lindsay y el texto de Gundisalvo en la edición de L. Baur que muestran el valor de la tradición indirecta. Sin duda las más interesantes serían connumeratur / contineatur; iubetur / debet; sic / non aliter; numerum ante qualitates add. Gund. uera / utraque.
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quendam per simphoniam pristine sanitati restituit; postremo et astronomiam notam habebit, per quam contempletur racionem astrorum et mutaciones temporum; nam sicut ait quidam medicorum cum ipsorum qualitatibus et nostra corpora commutantur: hinc est, quod medicina secunda philosophia dicitur. uera enim disciplina totum hominem sibi uendicat. nam sicut per illam anima, ita per hanc corpus curatur.
Para finalizar su presentación de la medicina engarza los capítulos III y IV del libro IV de las Etimologías uniéndolas en el epígrafe del primero de ellos, Inuentor huius artis apud Graecos fuisse perhibetur Apollo, que amplía con la información primera del cap. III, al que sigue la totalidad del cap. IV cambiando la denominación de las escuelas médicas, a las que llama sectas frente a la denominación de herejías que encontramos en la edición de Lindsay9: Inuentor huius artis apud Graecos fuisse perhibetur Apollo. Hinc filius eius Esculapius succedens artem hanc laude et opere ampliauit. Sed postquam hic Esculapius ictu fulminis interiit, interdicta fertur medendi cura et ars simul cum auctore defecit, latuitque pene per annos quingentos usque ad tempus Artaxerxis regis Persarum. tunc eam Ypocrates Asclepeo patre genitus reuocauit in lucem; post hunc alli multi. Isti tres uiri totidem sectas inuenerunt: prima methodica inuenta est ab Apolline, que remedia sectatur et carmina. secunda empiricorum, i. e. experimentalis, inuenta est ab Esculapio, que non indiciorum signis, set solis constat experimentis. tertia logica, i. e. racionalis, inuenta ab Ypocrate. Iste enim discussis etatum et regionum, et egritudinum qualitatibus artis curam racionabiliter perscrutatur et infirmitatum, postquam causas racione adhibita perscrutatus est. empirici uero experienciam solam sectantur. logici experiencie racionem adiungunt. methodici nec elementorum racionem obseruant, nec tempora, nec etates, set solas morborum substantias.
Después de exponer las tres escuelas médicas griegas y sus principios médicos siguiendo el texto de Isidoro, con algunas variantes de interés, concluye simplemente et ideo remansit in usu et auctoritate sola racionalis y da paso a continuación a las palabras de introducción de su exposición acerca de la aritmética, la primera de las materias que forman parte de la matemática.
9 III. DE INVENTORIBVS MEDICINAE. [1] Medicinae autem artis auctor ac repertor apud Graecos perhibetur Apollo. Hanc filius eius Aesculapius laude vel opere ampliavit. [2] Sed postquam fulminis ictu Aesculapius interiit, interdicta fertur medendi cura; et ars simul cum auctore defecit, latuitque per annos pene quingentos usque ad tempus Artaxerxis regis Persarum. Tunc eam revocavit in lucem Hippocrates Asclepio patre genitus in insula Coo. IV. DE TRIBVS HAERESIBVS MEDICORVM. [1] Hi itaque tres viri totidem haereses invenerunt. Prima Methodica inventa est ab Apolline, quae remedia sectatur et carmina. Secunda Enpirica, id est experientissima, inventa est ab Aesculapio, quae non indiciorum signis, sed solis constat experimentis. Tertia Logica, id est rationalis, inventa ab Hippocrate. [2] Iste enim discussis aetatum, regionum, vel aegritudinum qualitatibus, artis curam rationabiliter perscrutatus est, infirmitatum per quam causas ratione adhibita perscrutetur, [curam rationabiliter perscrutatus est]. Enpirici enin experientiam solam sectantur: Logici experientiae rationem adiungunt: Methodici nec elementorum rationem observant, nec tempora, nec aetates, nec causas, sed solas morborum substantias.
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Si observamos de manera global el uso que hace Gundisalvo del texto de Isidoro en su exposición sobre los aspectos que se deben estudiar para conocer la consideración que se debe otorgar a la medicina en el conjunto de las ciencias, vemos que en las palabras introductorias anuncia 12 aspectos a tener en cuenta y en el tratamiento posterior son 15 los puntos que somete a examen para su objetivo de situar la medicina entre las ciencias. Entre esos aspectos añadidos encontramos la cuestión de su relación con las artes liberales y la de la identificación de su inventor. Emplea los capítulos 1, y el capítulo 9 del texto isidoriano, en la definición, y en la presentación y explicación de las partes, pero adquieren especial relieve el uso que hace de dos capítulos de las Etimologías. El cap. XIII que toma en su integridad para plantear con las palabras del Obispo de Sevilla el estatus de la medicina. Sin duda le parece a Gundisalvo suficiente tal explicación y sin añadir ningún comentario más por su parte concluye por sí mismo, quapropter, quia omnibus eget utique post omnes legenda est, ut eorum cognicio precedat, sine quibus ipsa inefficax est, esto es, dado que necesita de los conocimientos de todas las ciencias de las artes liberales, es natural que se deba situar y estudiar después de ellas, ya que sin su auxilio la medicina es ineficaz. Igualmente para la presentación del «inventor» de la medicina y para explicar la nota histórica de las escuelas médicas griegas, suma íntegros, como hemos dicho, los capítulos III y IV de las Etimologías y, como en el tema anterior, se limita a resaltar añadiendo una conclusión final en la que deja constancia de la pervivencia única de la medicina racional, et ideo remansit in usu et auctoritate sola racionalis. Nos parece sumamente revelador el comentario de Alexander Fidora que ha puesto de relieve la forma en que este uso de Isidoro sirve a Gundisalvo como trama en la que engarzar los nuevos conocimientos de la filosofía judeo-arábica con la tradición de la filosofía de tradición cristiana. Son estas sus palabras a modo de conclusión10: «Con la última de las citas intenta justificar la integración de la medicina en el esquema tradicional de la filosofía: las septem artes liberales. La medicina que le viene dada como ciencia por sus fuentes árabes –especialmente el Canon medicinae de Avicena que fue traducido por Gerardo de Cremona y que Gundisalvo cita continuamente en el curso del capítulo de la medicina– no parece encontrar lugar en el marco del quadrivium, ni en el del trivium. Por lo tanto hace falta buscarle un sitio en la propia tradición, y este sitio parece encontrarlo en las palabras de Isidoro, quien dice que de cierta manera la medicina, como necesita todos los saberes de la filosofía, es una segunda filosofía. Con esto se tiene un argumento fuerte de la propia tradición que le autoriza incluir la medicina en su sistema filosófico. Las Etimologías de San Isidoro pueden considerarse, pues, como las condiciones hermenéuticas para los filósofos occidentales que les posibilitan entender el discurso médico árabe. Y esto en un doble sentido: tanto a nivel material, porque San Isidoro les da los términos con los cuales pueden manejar el contenido de esta nueva ciencia, como a nivel formal, porque les indica el lugar de esta ciencia con referencia a las demás».
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A. FIDORA, Die Wissenschaftstheorie, p. 83-84.
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2. JUAN GIL DE ZAMORA El franciscano Juan Gil de Zamora es el último enciclopedista del siglo XIII y la figura con la que España se incorpora con una obra comparable a los demás enciclopedistas europeos a este gran movimiento que caracteriza la actividad cultural en la Europa cristiana del siglo XIII. Formado en la provincia franciscana de Castilla fue enviado a estudiar a París donde debió de asistir a las clases de San Buenaventura y tomar contacto con la vida intelectual de aquella Universidad en la que pudo corroborar la vigencia de las nuevas corrientes de la ciencia natural aristotélica con la que ya podía haber tomado contacto en el convento de Val de Dios de Santiago en su etapa de formación11. Preceptor del Infante don Sancho, se siente atraído por numerosos intereses políticos, culturales y religiosos. Escribe diversas obras de múltiples temas, de las que nos interesa desde el punto de vista enciclopédico la Historia Naturalis, una gran enciclopedia posterior a la obra de Vicente de Beauvais, a la que imita y de la que toma información. También algunas obras menores, relacionadas con los temas enciclopédicos, de las que sólo se ha conservado en su totalidad la que trata acerca de los venenos y pequeños animales nocivos para la salud del hombre y los remedios para combatirlos y que tituló Contra uenena et animalia uenenosa12. En ambas obras están presentes de manera relativamente importante las Etimologías de Isidoro, de las que escoge pasajes siempre con una misión introductoria y explicativa de los lemas que presenta de forma alfabética. Generalmente, después de estas citas de Isidoro, completa el contenido de los lemas con informaciones tomadas de fuentes griegas, latinas y árabes, relacionadas con el naturalismo aristotélico, con el que, como hemos señalado, pudo entrar en relación en sus años de estudio en Santiago y París, y que ayuda a difundir en el reino de Castilla, especialmente los textos de Avicena referentes a materiales terapéuticos. Siendo el último de los enciclopedistas del siglo XIII, representa un cierto retroceso a posiciones mantenidas a lo largo del siglo XII e inicios del siglo XIII, al proponerse escribir una enciclopedia orientada a presentar una explicación del mundo creado como reflejo fiel de su creador, un intento de búsqueda de la mejor comprensión de los textos sagrados, y a ofrecer una recopilación de materiales sacados de la consideración científica del mundo físico, que sirviesen para la preparación de los predicadores. Por lo que respecta a la situación de la medicina nos falta un tratamiento directo por parte de Juan Gil de la consideración que le merecía la ciencia médica. Conocemos su punto de vista en el tratamiento de algunas materias que atañen a la medicina, como la Anatomía y algunas enfermedades y patologías de miembros del cuerpo cuya denominación comience por la letra A, ya que sólo se ha conservado la parte de la Historia Naturalis que trata las materias que se inician por esta letra13. El apartado dedicado al mundo médi-
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L. GARCÍA BALLESTER, «Naturaleza y ciencia». C. FERRERO HERNÁNDEZ, Iohannis Aegidii Zamorensis Contra venena. 13 A. DOMÍNGUEZ GARCÍA – L. GARCÍA BALLESTER, Iohannis Aegidius Zamorensis Historia Naturalis, Estudio Introductorio 4.7. «El mundo médico en la obra de Juan Gil», pp. 65-75; y también A. D OMÍNGUEZ GARCÍA – L. GARCÍA BALLESTER, «El mundo médico». 12
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co en la obra de Juan Gil en el estudio introductorio de la edición de la Historia Naturalis resalta la dependencia fundamental que debe a la medicina salernitana, al Canon de Avicena, a Averroes y a otros autores medievales latinos como Gilberto de Aquila y el Antidotarium Nicolai. Sus referencias genéricas a Isidoro para el uso de algunas plantas en tratamientos terapéuticos son meramente descriptivas y no hacen referencia directa a la medicina como tal. Una de las obras perdidas de Juan Gil debía tratar directamente la cuestión de la medicina y su ámbito de aplicación. A juzgar por el título que nos dice que le atribuyó, De trifaria medicina, aunque C. Ferrero cree entender que podía depender más directamente de Vicente de Beauvais14, parece razonable suponer que, entre otras fuentes, pudo servirse de la información tomada de Isidoro IV,9,2-3, Curatio autem morborum tribus generibus constat: Pharmacia, quam Latini medicamina vocant: Chirurgia, quam Latini manuum operationem appellant; manus enim apud Graecos CHEIR vocatur: Diaeta, quam Latini regulam nuncupant; est enim observatio legis et vitae. Sunt autem omni curationi species tres: primum genus diaeticum, secundum pharmaceuticum, tertium chirurgicum. Diaeta est observatio legis et vitae. [3] Pharmacia est medicamentorum curatio. Chirurgia ferramentorum incisio; nam ferro exciduntur quae medicamentorum non senserint medicina.
Isidoro ofrece la triple partición de la medicina en función de su aplicación a curar la enfermedad por lo que la medicina se nos presenta en su «trifaria» entidad. En la obra Contra uenena et animalia uenenosa en la que ensalza grandemente la medicina tomándola también desde el punto de vista simbólico-alegórico y moralizante y evocando las palabras del apóstol san Pablo, que por el «pecado toda criatura está condenada y gime sobre la tierra», Juan Gil de Zamora subraya en su Meditatio Prohemialis, «la tierra está maldita, están condenadas generaciones de hombres, y toda criatura, según la palabra del Apóstol, se lamenta y sufre con los dolores del parto. Pero el Altísimo, para hacer más llevaderas estas miserias y ruinas, de la misma tierra creó la medicina y el hombre sabio no ha de aborrecerla»15. Más explícito parece en su cita del Comentario al Cantar de los Cantares de San Bernardo de Claraval en la Historia Naturalis donde para resaltar que Cristo es la piedra central de este mundo subraya: «Bernardo, en su Comentario al Cantar de los Cantares, dice: ¿Dónde hay un descanso firme y seguro para los enfermos si no es en las heridas del Salvador herido? Allí estoy tanto más seguro cuanto más poderoso es él para perdonar. ...
14 De la que tenemos noticia a través del propio autor: Secunda est ut confortetur cor sicut per diamargariton et per ceteras medicinas cordiales, ut dicitur in egritudine cordis, in libro nostro De trifaria medicina. Aunque de esta obra no sabemos nada más. Sin embargo, sospechamos que se trata de una referencia a la obra de Vincent de Beauvais, quien en sus redacciones sucesivas del Speculum, le dio los nombres de De bifaria y De trifaria. Cfr. C. FERRERO HERNÁNDEZ, Iohannis Aegidii Zamorensis Contra venena, pp. 24 y 436-437. 15 Terra maledicitur, condempnatur hominum successio et omnis creatura iuxta uerbum apostolicum ingemiscit et parturit. Altissimus uero ad eius releuandas miserias et erumpnas de terra creauit medicinam et uir sapiens non abhorrebit eam.
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¿Qué hay, pues, tan digno de muerte que no sea salvado por la muerte de Cristo? Si, pues, una medicina tan eficaz y poderosa viene a mi mente, ya no me espantará enfermedad maligna alguna». De esta forma la consideración de la medicina se dignifica a los ojos de los hombres por la intervención directa de Dios en su creación y por haberla puesto al servicio de la humanidad mediante la salvación que proporciona al hombre la muerte de Cristo. Conforme con este pensamiento el hombre sabio debe procurar no apartarse de ella y cultivarla para la prevención y curación de las enfermedades y en última instancia el hombre puede confiar en ser salvado por Cristo redentor. En consecuencia de este planteamiento, Juan Gil de Zamora adopta un doble tratamiento de la medicina y sus contenidos, aceptando las nuevas corrientes del naturalismo aristotélico y defendiendo a su vez, no sin caer en cierta contradicción, un punto de vista alegórico-simbólico propio del pensamiento judeo-cristiano. La tierra está maldita a causa del pecado original, que acarrea a los hombres la expulsión del Paraíso y, por ello, las enfermedades y la muerte. Pero Dios ha puesto remedio a esta maldición prometiendo un redentor que liberará al alma del pecado y en paralelo ha ofrecido a los hombres la medicina, que nacida de la tierra por obra de Dios, liberará al cuerpo de la enfermedad. Siguiendo esta línea alegórico-simbólica presenta la triaca, tenida por el mejor antídoto contra el veneno de las serpientes, con las palabras de Isidoro IV, 9, 8 Tiriaca est antidotum serpentinum quo venena pelluntur, ut pestis peste solvatur, y a partir de esta explicación desarrolla la simbología de la triaca, remedio del cuerpo herido por la serpiente, con la tradición de la Pasión de Cristo que propicia el encuentro del remedio contra las serpientes, en línea con lo que entiende L. García Ballester de la actitud general de la obra de Juan Gil de Zamora, en la que parece continuar, o recoger, la línea arcaizante del De natura rerum de Isidoro de Sevilla, donde cada explicación de un fenómeno natural es rematada por una interpretación alegórica16. En definitiva probablemente pesó más en Juan Gil el propósito moralizante que le había impulsado a escribir su enciclopedia que la influencia de las nuevas corrientes científicas que había visto surgir en España y comprobado su vigencia en los ambientes intelectuales de la Universidad de París.
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A. DOMÍNGUEZ GARCÍA – L. GARCÍA BALLESTER, Iohannis Aegidius Zamorensis Historia Naturalis, p. 75.
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La medicina y las Artes liberales según Isidoro de Sevilla ENRIQUE MONTERO CARTELLE Universidad de Valladolid
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1.- Tras los diferentes capítulos del libro IV sobre la medicina de las Etimologías de Isidoro de Sevilla1 que versan sobre la etimología del término medicina, de sus inventores, escuelas, fundamentos, tipología de las enfermedades, remedios y medicamentos, tipología literaria de la medicina, instrumentos, perfumes y ungüentos, termina el libro con un capítulo llamativo títulado De initio medicinae, el cual no trata de la evolución histórica, ni siquiera de los comienzos de la medicina científica, sino de la posición de la medicina con relación a las demás artes liberales. La cuestión se plantea así: Queritur a quibusdam quare inter ceteras liberales disciplinas Medicinae ars non contineatur.
La respuesta es la siguiente: Propterea quia illae singulares continet causas, ista vero omnium, pasando a continuación a demostrar cómo las tres artes literarias (gramática, retórica y dialéctica), al igual que las cuatro científicas (aritmética, geometría, música y astronomía), son necesarias en la formación e implícitas en la práctica medica, tras lo cual concluye: Hinc est quod Medicina secunda Philosophia dicitur. Utraque enim disciplina totum hominem sibi vindicat. Nam sicut per illam anima, ita per hanc corpus curatur.
Con lo cual se pone al mismo nivel la filosofía y la medicina, la una como la que sana y cuida el alma, y la otra como la que sana y cuida el cuerpo.
1 Este trabajo ha sido realizado dentro del proyecto BFF2001-1666 del Ministerio de Ciencia y Tecnología y FEDER.
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Nunca la medicina había sido situada a tal altura. Por un lado, se coloca por primera vez dentro de las artes liberales (inter ceteras liberales disciplinas) y, por otro, las abarca y las supera a todas, poniéndola a la altura de la filosofía, aunque a nivel corporal (Medicina secunda Philosophia dicitur). Esta situación plantea inmediatamente el interrogante sobre la razón de esta innovación histórica de Isidoro. Probablemente esto es producto de una serie de concausas, algunas de las cuales podemos barruntar. Ante todo hay que advertir que este capítulo De initio medicinae reconoce, por un lado, la existencia de una discusión sobre el papel de la medicina con relación a las artes liberales, pues frente a Varrón, Celso o Plinio, los autores más recientes como Agustín, Marciano Capella o Boecio no acogen a la medicina entre las artes y, por otro, se toma decidido partido a favor de su inclusión entre ellas e incluso las supera a todas al igual que la filosofía. Esta postura representa la última etapa de un largo proceso histórico en el que han intervenido autores paganos y cristianos. Llegados a este punto hay que indicar que todos los estudios de Isidoro, que tanto gustan de señalar la fuente de cada pasaje, guardan un clamoroso silencio en este aspecto concreto, por lo que presumo que no hay tal fuente2. Es decir, esta reflexión sobre la situación que tiene la medicina entre las artes liberales es personal de Isidoro, lo que no deja de ser significativo en el ámbito de la originalidad de este enciclopedista.
2.- La situación de la medicina dentro del conjunto de la obra de Isidoro también parece fruto de una evolución interna. Los estudiosos de la obra isidoriana, a medida que han ido profundizando en la génesis de las Etimologías, han ido reconociendo que la posición de la medicina tras las artes liberales puede no ser la originaria. En efecto, la división actual de las Etimologías en libros parece posterior. Los cinco primeros libros están dedicados a las artes de la siguiente forma: Libro I: gramática. Libro II: retórica y dialéctica. Libro III: aritmética, geometría, música y astronomía. Libro IV: medicina. Libro V: jurisprudencia seguida de una especie de crónica. Todo esto aparece como una especie de propedéutica a los saberes religiosos (libros 6 al 8) y a los saberes profanos: el hombre en la naturaleza (libros 9 al 14) y el hombre y la civilización material (libros 15 al 20). Pues bien, según la reciente opinión de J. Fontaine3, aunque siguen discutiéndose diversos puntos problemáticos, podemos hablar de cuatro estados o etapas de composición: 2 Sabemos, sin embargo, que la consideración pareja de la medicina y de la filosofía, y la doctrina de la medicina como filosofía del cuerpo y de la filosofía como medicina del alma es de origen alejandrino y que la recoge Agnellus de Ravena, por ejemplo. Cf. R. FRENCH, Medicine before Science, p. 62. 3 J. FONTAINE, Genèse et originalité, p. 173.
LA MEDICINA Y LAS ARTES LIBERALES SEGÚN ISIDORO DE SEVILLA
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Isidoro (ca. 562-635) envió a Sisebuto (612-621) (misi opus de origine quarundarum rerum) una «obra sobre el origen de las cosas», que le había solicitado. Sabemos que las Etimologías estaban inacabadas por el motivo que veremos a continuación. A instancias de Braulio, obispo de Zaragoza, que se quejaba de que la obra de Isidoro circulaba en códices incompletos y con faltas y reclamaba un ejemplar íntegro y corregido (Ergo et hoc notesco libros Aetymologiarum, quos a te, domino meo, posco, etsi detruncatos conrososque iam a multis haberi, inde rogo ut eos michi transcriptos, emendatos et bene coaptatos dignemini mittere4), Isidoro decide enviarle una especie de segunda etapa en la confección del texto, que tampoco estaba terminada. Parece ser que este texto sólo tenía una división por tituli, no por libros. En la Renotatio Isidori5, Braulio dice claramente que distribuyó entonces la obra inacabada (imperfectum) en 15 libros6 (lo que no excluye evidentemente la de los tituli, a modo de capítulos). Por último, con posterioridad a Braulio, la obra fue distribuida en los 20 libros actuales, como testimonia la mayoría de los manuscritos. Otros estudiosos, como M. C. Díaz y Díaz7 , remontan la división en 20 libros al propio Braulio, según indican algunos manuscritos y tampoco descarta la existencia de libros desde el principio, aunque no sepamos cuáles.
Por lo que a nosotros respecta, el problema radica en que en alguno de los manuscritos más antiguos, que por la dedicatoria a Sisebuto pudieran corresponder a la primera etapa, como el de Milán (Ambros. L. 99. Sup), del s. VIII, no está el libro IV sobre la medicina, mientras que en otros, como el de Wolfenbüttel (Weissenburg 64) también del s. VIII, aparece como libro VI. Esto hizo que Porzig8, seguido por M. Reydellet9, considerase que la medicina no figuraba en esta primera etapa. Sin embargo, Braulio dice bien claramente que él se limitó a dividir la obra en libros y en ningún momento da pie para pensar en modificación alguna, aunque recuerda que la obra estaba inacabada (imperfectum). Por lo cual tengo para mí que, si la medicina no estaba en la primera etapa, Isidoro la incluyó en la segunda que envió a Braulio. No obstante, tampoco hay que descartar que estuviera en ella, ya que podía ser una de esas partes de las que Braulio encontraba a faltar (libros ... detruncatos10 conrososque) y que natural-
4
Epist. 5, del año 632/633. Editada en Apéndice por J. FONTAINE, Genèse et originalité, pp. 430-435. 6 Algunos autores como Porzig y Reydellet (cf. n. 8 y 9) suponen una división en 13 libros previa a la división en 20 por agrupación de los nueve primeros libros en tres. 7 M. C. DÍAZ Y DÍAZ, «Introducción general», pp. 163-170 y Enciclopedismo e sapere cristiano, pp. 127 y 131. 8 W. PORZIG, «Die Rezensionen der Etymologien». 9 M. REYDELLET, «La diffusion des Origines», pp. 394-395. 10 Este término implica que estos manuscritos estaban mutilados, porque le faltaban partes. C. C ODOÑER, Introducción, pp. 15-17, lo interpreta como «desgajados del conjunto», es decir, que los libros andaban sueltos. 5
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mente puede corresponder a esos manuscritos más antiguos, aunque no se ha insistido en esta teoría lo suficiente en que cerca de una docena de manuscritos de los más antiguos (s. VIII) de los recogidos por Linsay contienen la medicina. En este sentido un estudio de los títulos en otros manuscritos más tardíos de los s. IX-XI hace pensar a C. Codoñer11 que la medicina no estaba en ese proyecto inicial de Isidoro, quien lo incluyó en el proceso de elaboración de la obra, probablemente en la segunda versión, siendo la variación de su colocación obra de copistas o de personajes posteriores. A esta conclusión le lleva no solo la ausencia en el ms. de Milán, sino su desplazamiento tras el libro XV en el Vaticano (Reg. lat. 1953) del s. IX. Por otro lado, el desplazamiento del último capítulo del libro IV, titulado De initio medicinae, en otros manuscritos de estos siglos, así como su poco evidente relación con el contenido, sobre lo que ya hemos advertido, hace discutible para ella que ese título concreto pueda atribuirse a Isidoro. Con todo, en mi opinión, no se puede descartar que este capítulo sobre la posición de la medicina entre las artes liberales pudiera haber sido la justificación, añadida por Isidoro en algún momento, de su incorporación a las artes liberales, que sabía problemática. Tal vez sea un reflejo de que Isidoro o Braulio no estaban seguros de dónde poner este título, pero me inclino más a pensar que su descolocación sea obra de copistas o de autores posteriores, dado que estas variaciones no se dan en la mayoría de los manuscritos más antiguos colacionados por Lindsay. Pero esta terminología de la renotatio y estas noticias suscitan más problemas que respuestas, como acertadamente ha indicado el prof. Díaz y Díaz, a cuya exposición remito para detalles y otras perspectivas sobre la composición general de la obra12, que sobrepasan el marco de este estudio.
3.- En todo caso, sea de primera o segunda intención en Isidoro13, el caso es que no debemos dudar, en mi opinión, de que ésta era la posición de Isidoro. De ello tenemos una prueba concluyente, porque en en su De differentiis rerum o Differentiae rerum, II, XXXIX, 148-154, una de las primeras obras de Isidoro, también incluye la medicina entre las artes liberales. Incluso cabría decir lo mismo del De numeris o Liber numerorum,17,44 (PL 83, 182c;188b), que coincide en esta clasificación, pero la paternidad isidoriana es dudosa14. Pues bien, en estos párrafos del De differentiis, tras identificar la sapientia con la philosophia, que define como omnium rerum humanarum atque divinarum scientia, establece su estructuración en tres partes: la logica, la physica y la ethica.
11 C. CODOÑER, «Los tituli en las Etymologiae», pp. 29-46. Cf. M. C. DÍAZ Y DÍAZ, Enciclopedismo e sapere cristiano, p. 130. 12 M. C. DÍAZ Y DÍAZ, «Introducción general», pp. 163-170. 13 Incluso aunque la introducción de la medicina entre las artes liberales fuese obra de Braulio u otro personaje del momento, eso sería testimonio de un cambio de mentalidad, al que no pudo ser ajeno el De differentiis rerum de Isidoro. 14 Cf. M. C. DÍAZ Y DÍAZ, «Les arts libéraux», pp. 40-41.
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Esta clasificación tripartita de la sapientia es muy antigua. Ya virtual en Platón, fue explicitada por su discípulo Jenócrates, divulgada por los peripatéticos y los estoicos, se hizo común en la escuela grecorromana, según testimonia Cicerón (De orat. 1,15,68; Fin. 1,6,17 ss)15. Isidoro la pudo haber tomado por medio de Agustín16. En el mundo de la medicina, y partiendo del mismo origen, la volveremos a encontrar, por ejemplo, en la introducción al Pantegni17 de Ali Abbas que Constantino adaptó y tradujo al latín y que fue la base de los estudios de medicina hasta la traducción y difusión del Canon de Avicena por Gerardo de Cremona: omnes enim seculares seu divine littere subiiciuntur logice, ethice, physice. Con todo se da una diferencia importante entre ellos: Isidoro no duda en situar la medicina dentro de la physica, pero Constantino tras señalar que es una cuestión debatida, medicina tamen litteralis cui harum possit subiici a quibusdam solet dubitari, no toma una posición por una ubicación concreta (aunque de su tratamiento se desprende que sus mayores puntos de contacto están con la physica) sino que la medicina participa de todas ellas: sed cum oporteat medicum rationalem rerum naturalium et non naturalium, necnon moralium tractatorem esse, constat quia in omnes incidit diversis cogitationibus omnibus subiici. Pues bien, en Isidoro la logica está constituida por la dialéctica y la retórica, que son artes literarias18. Las de la physica son las siguientes: Ad physicam pertinere aiunt disciplinas septem, quarum prima est arithmetica, secunda geometria, tertia musica, quarta astronomia, quinta astrologia, sexta mechanica, septima medicina. Se desconoce la fuente de esta subdivisión, pero fijándonos en lo que nos interesa, observamos que junto a las cuatro artes liberales científicas19, se sitúa también la medicina, además de la mechanica, con la variación de sustituir, frente a las Etimologías, la mechanica por el derecho20. Si admitimos, en consecuencia, que ésta es la posición de Isidoro, podemos dar un paso más hacia atrás buscando la fuente en la que bebió en sus Etimologías para la colocación de la medicina en este lugar y la distribución de las artes humanas de los cinco primeros libros, como propedéutica a los libros restantes dedicados a las ciencias religiosas y profanas. En las Etimologías, en verdad, estas artes humanas son nueve: las tres literarias (gramática, retórica y dialéctica); las cuatro científicas (aritmética, geometría, música y astronomía), pero también la medicina y el derecho. Ahora bien, esto responde con pocas variaciones a la división de Varrón de las artes liberales también en nueve, ya que coincide en las tres literarias, las tres científicas
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Cf. J. FONTAINE, Isidore de Seville et la culture classique, pp. 609 ss. Cf. J. FONTAINE, Isidore de Seville et la culture classique, pp. 609 ss. 17 Isaac Israeli Opera, Lugduni 1515, II, f. 1ra 18 Se desconoce la razón de la exclusión de la gramática que está bien presente en las Etimologías. 19 Aunque diferencia astronomía de astrología: Astronomia est lex astrorum. Astrologia est ratio quae conversionem coeli et signorum definit, potestatesque et ortus siderum et occasus. Hanc mathematici sequuntur. Sobre las posibles razones de Isidoro para establecer esta distinción cf. M. C. D ÍAZ Y DÍAZ, «Les arts libéraux», p. 39. 20 La pretensión nada entusiástica de J. FONTAINE, Isidore de Seville et la culture classique, pp. 345 ss., de poner a Casiodoro como fuente de esta clasificación lleva a suposiciones difíciles de admitir, como que Isidoro confunde architectura con mechanica. 16
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(falta la astronomía que para Della Corte está incluída en las otras tres, para otros está ausente y para otros está presente21). También coinciden en la adición a ellas de la medicina y de la arquitectura, aunque ésta ocupa el lugar del derecho en Isidoro (esta variación puede deberse simplememente a la distinta visión de ambos: Varrón mira al mundo helenístico, Isidoro tiene detrás el peso del derecho romano22). Como coronación está la filosofía23, que en De differentiis rerum abarcaba todas estas materias. En las Etimologías, sin contar con la exposición relativa a la filosofía dentro de la dialéctica, parece haber sido sustituida por la religión o teología, ya que tras los cinco primeros libros, que son una especie de propedéutica de artes liberales, vienen cuatro libros (del 6 al 8) sobre saberes sagrados. Quizá en ello refleje la actitud hostil de los cristianos contra la filosofía, razón posible de que en el libro 8 se sitúe una especie de historia de la filosofía a continuación de las herejías de judíos y cristianos24. En todo caso, como señala J. Fontaine25, la filosofía en las Etimologías se encuentra dispersa a lo largo de la obra26. Debo señalar en este punto que no deja de ser notable para nuestro interés la posición de Galeno al respecto. En su obra sobre la formación ideal del médico, titulada Adhortatio ad artes addiscendas27 señala de pasada que la medicina es la más noble de las artes liberales, como no cabía esperar de otra forma, pero añade que éstas son nueve: medicina, retórica, música, geometría, aritmética, dialéctica, astronomía, gramática y jurisprudencia. Es sorprendente que esta enumeración contenga exactamente las mismas nueve artes liberales de Isidoro, aunque en distinto orden, incluso en los dos puntos en los que difería de Varrón: la astronomía y la jurisprudencia (no figura la filosofía como coronación de estas artes, pero como veremos más adelante, su consideración es pareja). Probablemente, sin embargo, sea una coincidiencia debida a que Galeno tenía detrás a Varrón y conocía bien la cultura latina y la importancia de la jurisprudencia romana28. En todo caso, también debió de sufrir el influjo de Hipócrates, a juzgar por la versión latina de una obra perdida sobre «Cómo debe ser el discípulo de medicina»29 cuya tradición indirecta (que también tiene una línea árabe) se conserva en varios manuscritos de los ss. X-XI con el título Ars Medicinae: en ella se dice que la medicina tiene que estudiarse en el marco de las artes liberales30. En efecto, aunque excluye la retórica para evitar al médico la acusa-
21 Véase más adelante en las n. 33-35 la opinión de F. DELLA CORTE, «Enciclopedisti latini» y «Gli enciclopedisti prima dell´enciclopedismo», así como las opiniones de Ritschl, Marx, Boccuto, etc. 22 Cf. J. FONTAINE, Genèse et originalité, p. 177. 23 En la Antigüedad desde Isócrates y así lo confirma Séneca, el estudio de las diversas artes se concebía como propedéutica a la filosofía (cf. E. R. CURTIUS, Literatura europea y Edad Media Latina, México, 1955, pp. 63-64 y posteriormente con el cristianismo como propedéutica a la lectura de la Biblia). 24 Cf. J. FONTAINE, Isidore de Seville et la culture classique, pp. 593-734. 25 J. FONTAINE, Isidore de Seville et la culture classique, pp. 593-732. 26 Sin embargo, en su trabajo «Une ‘relecture’ isidorienne» considera que la postura sobre la filosofía de Isidoro es mucho más positiva. 27 Kühn, I, 38-39. 28 Esto podría utilizarse como prueba del contenido de la obra de Varrón, pero nunca se ha hecho, que nosotros sepamos. 29 Cf. J. JOUANNA, «Hippocrate et la collection Hippocratique». 30 Citamos por R. LAUX, «Ars medicinae», p. 420, l. 8-11.
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ción de parlanchín (A rhetorica vero abstineat ut non multiloquus sit), recomienda las cuatro artes científicas (astronomía, aritmética, geometría y música) y, en particular afirma que Philosophia vero cum ipsa medicina doceatur. En todo caso, el estudio de fuentes de J. Fontaine y de otros autores no dan pie alguno para pensar que Isidoro conociese los escritos de Galeno y menos todavía este tratado hipocrático31. Esta posición ante la cultura latina de Isidoro en el s. VII se enmarca dentro del movimiento hispanorromano de su época de «alzar la bandera de la cultura latina», en palabras de Díaz y Díaz32, frente a los godos arrianos sin tradición cultural parangonable con la clásica, lo que convenía además muy bien con la tendencia de la Iglesia de dotar al clero de una sólida formación para las disputas teológicas del momento.
4.- La postura de Isidoro sobre la medicina resulta muy significativa, si la situamos en la perspectiva histórica de la evolución de la enciclopedia latina. Basándonos en las conclusiones de los trabajos de Della Corte al respecto33, podemos decir que la situación de la medicina con relación a las demás ciencias es fruto del primer contacto que se produce en el mundo latino entre la enciclopedia práctica, es decir, la de las artes mecánicas o manuales y la enciclopedia teórica, de las disciplinas liberales. Catón, fiel a su pensamiento y a su nacionalismo, es el primer representante de la orientación pragmática sobre la abstracción teórica. En sus Libri ad Marcum filium (como también en su De agri cultura) puso por escrito los rudimentos de la medicina, la agricultura, la oratoria y la estrategia militar. Varrón supuso otro talante y otra orientación plural, pues tenía detrás la escuela de Alejandría. En sus perdidas Disciplinae compila, según Della Corte, en nueve materias, al estilo pitagórico las siguientes disciplinas: además de las tres artes literarias, las tres matemáticas: geometría, aritmética y música (la no especificación de la astronomía se debía a que se encontraba implícita e implicada en las tres artes científicas, es decir, en la medida de la geometría, en el cálculo de la aritmética y en la armonía astral de la música. Otros autores consideran que también figuraba al lado de la música a expensas de la filosofía34. Para otros es dudosa35). Venía después la filosofía, como séptima, que las sobrepasa a todas ellas como ciencia de las ciencias, arte de las artes, es decir, la culminación de la cultura liberal.
31 Por otro lado, para el conocimiento que en el s. VI se tenía de las obras de Galeno véase E. M ONTERO – M. C. HERRERO, «Costantino Africano e il recupero». 32 M. C. DÍAZ Y DÍAZ, De Isidoro al siglo XI, pp. 13 y passim 33 Cf. F. DELLA CORTE, «Enciclopedisti latini», y «Gli enciclopedisti prima dell´enciclopedismo». Pero también M. C. DÍAZ Y DÍAZ, Enciclopedismo e sapere cristiano, pp. 26 ss. o M. SIMON, «Zu Abhängigheit». 34 RITSCHL, Opuscula, Leipzig, 1877, vol. 3, pp. 352-402, pone las cuatro disciplinas científicas (geometría, aritmética, astronomía, música) dejando fuera la filosofía. Marx en su introd. a la ed. de Celso, 1915, XII, piensa de otra manera poniendo la música como octava. 35 G. BOCCUTO, «Il ‘Liber de astronomia’».
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Por último, dos artes más manuales que liberales: la medicina y la arquitectura. Su interés no era práctico, sino doctrinal. Es decir, se estudian las reglas que las rigen, las causas de los hechos de su modo de ser y actuar. En consecuencia, estas disciplinas estaban orientadas al público culto como complemento de su formación liberal, no al trabajo práctico manual. Este planteamiento va a ser decisivo en la cultura latina y medieval, a pesar de la posición peculiar de los dos grandes enciclopedistas de época clásica, Celso y Plinio. C. Celso, como seguía la escuela de los Sextos, que buscaba al hombre como forjador de la naturaleza, en su aspecto biológico y moralista, prefería un conocimiento más directo de la naturaleza, de donde el interés de Celso en el estudio de varias monografías, cuyo conjunto tituló Artes, de ciencias como la medicina, que seguía a la agricultura y que probablemente trataba además del arte militar, retórica, filosofía, anecdótica histórica y jurisprudencia (cf. Quint. Inst. 12, 11, 24)36. Su posición en este sentido recuerda a la de Catón, salvatis salvandis. Celso une, además, la teoría a la práctica, las causas a los efectos, porque no busca para su lector un efecto práctico inmediato sino una cultura general teórico-práctica. De ahí su consideración como repertorio de datos abierto para consulta de toda persona interesada. Plinio quiso hacer una enciclopedia como sistematización del saber humano de la época en los tres reinos de la naturaleza (el animal, el vegetal y el mineral) para educación y conocimiento del hombre libre, al que le son propios los estudios liberales, en el sentido que decía Séneca: Liberalia studia dicta sunt, quia homine libero digna sunt (Epist. 88,2). Es el antropocentrismo: la consideración de la naturaleza desde el punto de vista del hombre que la señorea. En su obra hay un gran campo para diversos aspectos de la medicina, un arte mecánica vista de esta manera en otra perspectiva, pero su inclinación probablemente estoica le lleva a pensar que el hombre libre no sólo es el de nacimiento, sino todo aquel que es sabio, con lo que el destinatario de su enciclopedia toma una nueva dimensión social por su polivalencia37, aunque su destinatario principal es el estudioso (I praef. 6; 19, 1), como ejemplifica la dedicatoria a la clase culta a través de Tito. Con el cristianismo y en concreto con Agustín se vuelve a una línea más cercana a Varrón: las disciplinae son las artes liberales, la cultura liberal, destinadas a la formación de los hombres libres al modo de Varrón con un fin: per corporalia cupiens ad incorporalia quibusdam quasi passibus certis vel pervenire vel ducere (Retract. 1,5)38. En su proyecto de Disciplinarum libri (de los que sólo compuso la Gramática y la Música, y de los demás sólo escribió unos apuntes) iban las tres artes literarias y cuatro científicas: Musica, Geometria, Arithmetica y la Philosophia, prescindiendo de la astronomía por motivos religiosos y realzando el papel de la Filosofía de tipo moralizante como coronación de la formación, pero quedaron fuera la medicina y la arquitectura de Varrón, como artes serviles, no liberales. Como prueba de ello puedo aducir su exposición De doctrina christiana sobre los saberes útiles para el conocimiento de las Sagradas Escrituras. Aparecen allí
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Así U. CAPITANI, «La produzione letteraria». Cf. E. MALASPINA, Ars temperans, pp. 112-116. M. C. DÍAZ Y DÍAZ, Enciclopedismo e sapere cristiano, p. 50.
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todas las artes liberales, pero quedan relegadas a un papel servil las artes mecánicas (II,4739) sicut medicina et agricultura et gubernatio, que no tienen interés, salvo que sean el oficio de uno, de quo nunc non agimus, porque su papel queda reducido a entender los conceptos o términos empleados en las Escrituras: ne omnino nesciamus quid scriptura velit insinuare, cum de his artibus aliquas figuratas locutiones inserit. La misma exclusión permanece en la obra de Marciano Capella De nuptiis Mercurii et Philologiae, de vasto influjo en los siglos siguientes, que sólo considera las siete artes, excluyendo las dos mecánicas de Varrón por poco espirituales, que representaban un compromiso entre las artes liberales y las mecánicas, dejando de lado esta vez a la Filosofía40, aunque dentro de la Astrología, como luego será habitual en la Edad Media, estudia la naturaleza del hombre y su destino. Cubrir este hueco fue la intención de Boecio, cuyo estudio de las cuatro artes científicas41 en sus Institutiones (que supone la fundación del quadrivium42) se concibe como preparación para la filosofía, interesándose menos por el trivium, y sin considerar la medicina. Las Institutiones de Casiodoro iban por el mismo camino, pues, instruyendo a sus monjes sobre las letras profanas o seculares después de las divinas, para dar una base clásica a su formación cristiana y comprender mejor los libros sagrados, profundiza en el quadrivium (aritmética, música, geometría y astronomía) con preferencia a las seductoras artes literarias, sin detenerse en la filosofía. Sin embargo, no dejaba por ello de recomendar en las labores manuales la lectura (entre otras cosas como la arquitectura) de algunas obras de los grandes clásicos de la medicina, Dioscórides, Hipócrates, Galeno o Celio Aureliano, aunque naturalmente en latín, ya que no se conoce el griego (Institutiones 1, 31,2), que se encuentran en la biblioteca de Vivarium. Al asociar la medicina y la arquitectura a las artes liberales, parece volver a unirse de alguna forma la enciclopedia práctica con las artes liberales. Dentro de esta línea de la enciclopedia latina que no deja fuera la práctica, Isidoro vuelve a los inicios de Varrón en la concepción general de estos estudios y en la posición concreta de la medicina dentro de ellos (aspecto éste en el que la reconstrucción de su obra no plantea discusión), sin tener en cuenta la postura de autores cristianos tan influyentes como Agustín, aunque tampoco es totalmente ajeno a ellos. Así, por ejemplo, en la posición de la música antes de la geometría. Isidoro, en efecto, en las siete (u ocho, si contamos el Liber numerorum) veces que menciona las artes científicas, en cinco (o seis) de ellas (2,24,3; 2,24,14; exposición en 2,3; el libro sobre la Medicina 4,13,1-5 y además Diff. 2,39, dejando de lado el problemático Liber numerorum que también va en este sentido), por lo que parece su opinión predominante, tiene el orden: aritmética, geome-
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CC., XXXII, p. 65. Con el orden Geometria, Arithmetica, Astrologia y Harmonia. 41 Pues consideraba las tres artes literarias bien afincadas ya en la cultura latina. Cf. M. C. D ÍAZ Y DÍAZ, Enciclopedismo e sapere cristiano, p. 67. 42 Introdujo el nombre por primera vez en Arithm. I,1 y a partir de él comenzó a utilizarse paralelamente trivium para las tres artes literarias. Cf. M. C. DÍAZ Y DÍAZ, Enciclopedismo e sapere cristiano, pp. 71-72. 40
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tría, música y astronomía, siguiendo la tradición platónica usual de los comentarios a Platón43. Esta posición era la de Varrón, según Ritschl. Pero en dos ocasiones (1, 2,1-3 y 3, praef.) tiene el orden: aritmética, música, geometría y astronomía. Esta segunda postura, que era habitual en época tardía44 , es reflejo inmediato de Casiodoro, Instit. 2,3, 21, pues el prefacio al libro 3 reproduce casi literalmente el texto de Casiodoro. Probablemente sólo se trate de un problema de fuentes inmediatas de la obra de Isidoro, según el pasaje en cuestión y de los distintos momentos de su composición que no sólo sabemos larga45, sino que en ella también se dieron varias fases de composición, como hemos señalado. En todo caso, en la perspectiva en la que nos ponemos, esta problemática, que ha preocupado a autores, como J. Fontaine46 o Díaz y Díaz47, resulta secundaria. Dentro de esta línea que une a Isidoro con Varrón también habría que tener en cuenta el espíritu filológico de ambos48, ya que la etimología era el punto de arranque de la investigación, llegando a la realidad a través de la lengua, en la búsqueda de una saber global divino y humano49. Por último, habría que señalar la consideración de Isidoro sobre el nivel parejo de la medicina y la filosofía, lo cual no deja también de recordar la actitud de Varrón de poner entre sus nueve artes a la filosofía, en último lugar antes de la arquitectura y de la medicina. Esta relación entre medicina y filosofía tiene una larga tradición: conviene no olvidar que ya Hipócrates en Liber De honestate, 550, tratando de la formación y cualidades del médico, proclama que el médico debe ser al mismo tiempo un filósofo de tal manera que «el médico filósofo es igual a los dioses (i)so¿qeoj), pues apenas hay diferencia entre la una y la otra». Ésta era la misma doctrina que sostenía Galeno, ya que la filosofía era muy necesaria para la formación del médico, en un pequeño opúsculo que llevaba por título precisamente Quod optimus medicus sit quoque philosophus51, tal vez recordando que había seguido durante muchos años los cursos de los filósofos de las principales doctrinas. Esto es lo que viene a decir Isidoro también, porque toda obra médica que se precie tiene una relación directa con planteamientos filosóficos de los que depende su trabajo, al igual que con cuestiones de matemática, ciencias de la naturaleza, jurisprudencia, astrología, teología, etc. Este planteamiento se recoge en la medicina árabe y vuelve a Occidente de alguna forma a través de Constantino el Africano, que considera a la ciencia médica íntimamente
43 Cf. H.-I. MARROU, Saint Augustin, pp. 189, 217-218, 226-227, etc.; J. FONTAINE, Isidore de Seville et la culture classique, pp. 345 ss. 44 Ibidem y también M. C. DÍAZ Y DÍAZ, Enciclopedismo e sapere cristiano, p. 25. 45 Aspecto sobre el que llamó la atención M. C. DÍAZ Y DÍAZ , «Les arts libéraux», p. 39. 46 J. FONTAINE, Isidore de Seville et la culture classique, pp. 345 ss. 47 M. C. DÍAZ Y DÍAZ, «Les arts libéraux». 48 Con el posible intermediario de los Prata de Suetonio, puesto en duda por autores como M. C. D ÍAZ Y DÍAZ , De Isidoro al s. XI, pp. 31 y 38; J. FONTAINE, Isidore de Seville et la culture classique, p. 749. 49 Sobre la finalidad de esta obra cf. M. C. DÍAZ Y DÍAZ, «Introducción general», pp. 180-188; J. FONTAINE, Genèse et originalité, pp. 174-176 y 181. 50 Cf. Littré, IX, 233. 51 Kühn, I, 62.
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conectada con la filosofía, como hemos señalado52. Tras sus huellas, los médicos salernitanos consideran que la medicina era una rama de la Physica, en el sentido de la ciencia de la naturaleza, que con la matemática formaba la Teórica, una de las tres ramas del saber junto a la Ética y a la Lógica. Quiero decir con todo ello que en la Antigüedad y en la Edad Media la medicina formaba parte de la filosofía, es decir, de la cultura como algo totalmente integrado en ella (la filosofía desde los primeros filósofos griegos se ocupa de los elementos primarios, su esencia, su relación con el hombre, la naturaleza y el mundo y Dios), al mismo tiempo que tenía que incardinarse dentro de unos principios cosmológicos, éticos, sociales sin los que no tenía sentido y, además, expresarlos de acuerdo con los fundamentos de una lengua y los principios de la retórica y la oratoria para ser aceptados.
5.- Tampoco supone mayor novedad la vuelta de Isidoro a la posición de Varrón con relación al lugar que ocupa la medicina entre las artes liberales, frente a los escritores cristianos. a) No es que queramos recobrar aquí, con ello, la vieja teoría que establece como fuente básica de las Etimologías a Varrón. Nosotros hablamos sólo de un aspecto concreto, aunque importante. Pero no hay que olvidar que en un estudio tan riguroso como el de J. Fontaine53, es recurrente y reiterativa la indicación de la dependencia, en multitud de puntos, de Isidoro de la obra varroniana en todo lo referente a las artes literarias, a las científicas e incluso a aspectos de la filosofía. Y esto es así independientemente de que se nos diga que Isidoro no conoce de forma directa la obra de Varrón, porque no la tenía en su biblioteca, ya que a continuación se añade que la conoció en amplios extractos de recopilaciones, manuales escolares tardíos perdidos, antologías, eruditos tardíos, comentaristas, etc., del tipo de Solino, Servio, Donato54. b) Por otro lado, los estudiosos de las Etimologías de Isidoro señalan igualmente la posición de cierta independencia de este autor frente a la obra de sus correligionarios Marciano Capella o Boecio, como ha demostrado J. Fontaine en su capítulo «Culture païenne et culture chrétienne» de su tesis55. Isidoro renuncia incluso al modelo de las artes liberales de Agustín, pero acoge extractos en los tres primeros libros. Se trata de una coexistencia pacífica de las dos culturas, pues la cultura pagana para él es autónoma, independientemente de que el saber religioso pueda apoyarse sobre ella o coronarlo56.
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Cf. P. O. KRISTELLER, «La scuola di Salerno», p. 34. J. FONTAINE, Isidore de Seville et la culture classique, pp. 58, 66, 67, 91, 92, 93, 162, 176, 265, 356, 419, 422, 427, 475, 538, 661, etc. Cf. también M. C. D ÍAZ Y DÍAZ, Enciclopedismo e sapere cristiano, pp. 131 y 138-139. 54 J. FONTAINE, Isidore de Seville et la culture classique, pp. 749 ss.; M. C. DÍAZ Y DÍAZ, De Isidoro al s. XI, pp. 33 ss; «Introducción general», pp. 189-200. 55 J. FONTAINE, Isidore de Seville et la culture classique, pp. 784 ss. 56 Para las diferencias y semejanzas entre Casiodoro e Isidoro, cf. J. FONTAINE, «Cassiodore et Isidore». 53
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En el cap. VI,7 de las Etimologías hace un resumen Isidoro de los escritores más polifacéticos, comenzando por Varrón y terminando por Agustín, y da la impresión de que quiere rivalizar con ellos poniéndose como superador de su obra.
6.- Isidoro siguió, en conclusión, el modelo estructural de las artes liberales de Varrón, autor que tenía gran predicamento para él. Con esto podemos darnos por satisfechos, pero seguramente en la mente de Isidoro hubo otras razones secundarias para dar este paso y no seguir el modelo de Agustín, Marciano Capella o Boecio. Como conjetura y de modo paralelo a como J. Fontaine piensa en el peso del derecho romano para alcanzar su puesto entre las artes liberales de las Etimologías (sin olvidar el precedente de Galeno, que también está inmerso en el mundo romano), se me ocurre pensar en la evolución de la medicina latina en dos sentidos, para lograr en el pensamiento de Isidoro esta posición: a) Por un lado, la evolución de la consideración social de la medicina, que en la latinidad clásica era un arte mecánica manual, no liberal. La actividad manual era considerada servil. Lo propio del hombre libre era la investigación especulativa, no la práctica. De ahí el interés del arquitecto, médico o del estudioso de la agricultura por ennoblecer el estatuto de las artes con la exigencia de una educación liberal amplia, la «cultura enciclopédica», las «artes liberales», distinguiendo cuidadosamente el conocimiento y estudio de las artes, como parte de su educación liberal, frente a la práctica real del artesano57. Esta situación había cambiado desde entonces. Señala Plinio (Nat. 29,17) que en su tiempo pocos ciudadanos romanos se dedicaban a este oficio, practicado en su mayoría por esclavos y libertos58. Pero, aunque no estamos muy bien informados, desde entonces poco a poco fue convirtiéndose en una profesión que ejercían ciudadanos libres y su consideración social era elevada a medida que requería mayores estudios privados o bien oficiales (a partir del s. IV) y se establecían médicos oficiales como el archiater (a partir de finales del s. III d. C.). Hay algunos ejemplos muy significativos como el padre de Ausonio en el s. IV, médico en Burdeos, que llegó a prefecto de Iliria; el médico Vindiciano, que llegó a procónsul de Africa; Disario, amigo de Macrobio, y Símaco, médico y senador; o, lo que tocaba más de cerca a Isidoro, el obispo Basilio de Ancira, que fue médico de profesión59. El cristianismo tuvo un papel importante en la
57
Cf. E. MONTERO, «Del vulgarismo al tecnicismo», p. 377 ss. La alta medicina griega importada a Roma era de ámbito muy limitado: los médicos griegos generalistas (no ciudadanos hasta que César decidió concederles la ciudadanía según cuenta Suet. Iul. 42,2; poco después Augusto hizo lo propio con los libertos médicos en agradecimiento a su curación debida a Antonio Musa) se establecían en Roma para servicio exclusivo de la aristocracia. 59 Sobre ello, cf. A. HARNACK, Medizinisches, pp. 37-50; J. ANDRÉ, Être médecin, pp. 36-39; I. MAZZINI, «La letteratura cristiana antica», p. 357. 58
LA MEDICINA Y LAS ARTES LIBERALES SEGÚN ISIDORO DE SEVILLA
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creación de un universo intelectual propio destinado a todas las capas sociales, incluídas las más humildes60, que comportaba una crítica a la retórica y a la elocuencia tradicionales, que eran la base de la educación (como muestra S. Agustín en el libro IV de su De doctrina christiana61). Isidoro en ello tiene, además, en cierto sentido, el precedente de la enciclopedia latina, pues en la época anterior al s. IV-V, la medicina latina de cierta altura es cultivada por los enciclopedistas Celso y Plinio (además de Varrón), aunque pensando en un público que usualmente no iba a ejercer la medicina, sino sólo a formarse en esta arte como parte de su cultura liberal. b) Por otro lado, el nivel de la medicina como ciencia que en el s. V había alcanzado un alto grado de desarrollo debido a la actividad de los médicos «africanos» del s. IV-V, es decir, Vindiciano, Casio Félix, Teodoro Prisciano y Celio Aureliano62. Aunque hay diferentes niveles entre ellos, frente a la tendencia de la medicina latina tardía al recetario de tipo práctico (a veces sacada de la enciclopedia de Plinio como la Medicina Plinii o la Physica Plinii), estos autores tienen una concepción de la medicina de más altos vuelos, sin perder de vista por ello el carácter práctico, a lo que no es ajena su reelaboración de textos griegos63. Pues bien, precisamente una de las conclusiones más fructíferas de las aportaciones hechas a este Seminario sobre Isidorus medicus es el alto grado de manejo de las fuentes médicas, entre ellas las de los «africanos», aunque en muy distinto grado, que evidencia Isidoro de manera directa, en unos casos, y de forma indirecta, en otros. Esta situación se compagina bien con el papel catalizador que en la cultura hispanorromana de la época tiene el influjo norteafricano, secuela de su nivel cultural, como Coripo, Draconcio o la Anthologia latina64. Todo ello sin considerar el influjo de los escritores de tipo religioso, como Tertuliano o Agustín. Una de las conclusiones básicas precisamente del trabajo de J. Fontaine65 fue establecer que la ciencia isidoriana, por ejemplo, proviene de la erudición de autores recientes, especialmente africanos.
7.- En la relación entre la medicina, la filosofía y las artes liberales, frente al modelo de Marciano Capella o Boecio, Isidoro contribuyó a fortalecer una postura que se fue abriendo camino tanto a nivel general como en el campo de la medicina en particular.
60
Cf. E. MALASPINA, Ars temperans, pp. 89-95. Sobre el influjo del cristianismo en la consideración y tipología de las artes, cf. M. F ORMISANO, Tecnica e scrittura. 62 E. MONTERO, «La literatura técnica latina». 63 Sobre los rasgos que caracterizan a los médicos africanos cf. M. CONDE, Introducción, pp. 60 ss. Para una visión sobre la lengua de los médicos de esta época cf. A. ÖNNERFORS, «Das medizinische Latein», pp. 227392. 64 Cf. M. C. DÍAZ Y DÍAZ, De Isidoro al siglo XI, pp. 13-20. 65 J. FONTAINE, Isidore de Seville et la culture classique, pp. 854 ss. 61
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Recuerda a este respecto H. Schipperges66 que ya en la época de Carlomagno, Dungal exigió la entrada de la medicina entre las artes liberales. Modo de pensar similar mostró Lupo de Ferrières. Igualmente Teodulfo de Orleáns cree que la medicina debe incorporarse a las artes liberales como ars socia, y el ideólogo de la corte de Carlomagno, Alcuino, habla de la physica entre las artes, aunque su ámbito es más general que el de la medicina a la que abarca, etc.67 Esta postura se hizo general en medicina con los aires nuevos que trajo Constantino, a partir de la escuela de Salerno, cuando la medicina adquiere ya un lugar autónomo dentro de la universidad junto a la teología y a la jurisprudencia, para las que antes había que pasar por el estudio de las Artes. Pero ello venía a corresponder a la larga tradición grecolatina que hemos visto ya en Hipócrates y Galeno y que se puede rastrear dentro del Occidente latino.
66
H. SCHIPPERGES «La medicina», pp. 203 ss. En las enciclopedias medievales, por ejemplo, la medicina siempre ocupa un lugar relevante siguiendo la estela de Isidoro, como muestran los ejemplos presentados en este Seminario por José Martínez Gázquez. 67
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Isidoro de Sevilla y los libros de medicina. A propósito del Antiguo comentario latino a los Aforismos hipocráticos MANUEL E. VÁZQUEZ BUJÁN Universidad de Santiago de Compostela
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INTRODUCCIÓN Resulta completamente superfluo insistir en las dificultades que conlleva el estudio de las fuentes de la obra enciclopédica de Isidoro de Sevilla. Si lo hago, es para dejar claro desde el principio que mi contribución fue concebida como parte de la historia del Comentario latino a los Aforismos hipocráticos y que sólo secundariamente hube de afrontar aquella cuestión. A este propósito me resultó particularmente alentador el hecho de que los mejores especialistas de la obra isidoriana, algunos de los cuales nos regalan con su aportación en este volumen, se muevan con enorme cautela y dejen, normalmente, bastantes puertas abiertas a investigaciones puntuales para fijar con más precisión qué textos conoció Isidoro y por qué medio, así como los procedimientos por los cuales reutilizó sus materiales hasta producir la obra por nosotros conocida, especialmente en su ingente sección lexicográfica. A la vista de las características del comentario latino antiguo a los Aforismos de Hipócrates, que se mueve entre los rasgos propios de los comentarios de autor y los de los tratados científicos de la tardía antigüedad, resulta de interés recordar brevemente algunos de los puntos de vista vertidos por J. Fontaine en su monumental estudio sobre la obra del obispo sevillano. En efecto, en su capítulo sobre la biblioteca profana de Isidoro, el estudioso francés nos recuerda la enorme importancia que en ella tuvieron los tratados técnicos y los manuales tardíos de todo tipo, «literatura frágil» cuya existencia viene sugerida por la utilización frecuente de los escolios poéticos, particularmente los de Servio a Virgilio. En éstos encontró el gran enciclopedista numerosas etimologías, definiciones, glosas e incluso diferencias, y las exigencias pedagógicas habrían propiciado los compendios teóricos elementales de cada una de las artes, de forma particularmente visible en el dominio de la gramática y de la retórica1.
1
J. FONTAINE, Isidore de Séville et la culture classique, pp. 750-753.
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En la misma línea, M. C. Díaz y Díaz, otro ilustre estudioso de la obra de Isidoro, señala cómo se ha hecho doctrina común el admitir que el libro II de las Etimologías deriva de los Topica de Cicerón, pero no directamente sino a través de algún resumen intermedio; otro tanto ocurriría con la utilización de la Historia natural de Plinio en los libros XVI y siguientes, que se llevaría a cabo mediante algún manual de mineralogía o de botánica2. No parece, pues, a priori, inverosímil sospechar que la parte médica de la obra del obispo sevillano se haya beneficiado de procedimientos similares y que muchas de sus definiciones se remonten a algún tratado medicinal de los muchos que como anónimos o como pseudoepígrafos estuvieron en boga a lo largo de la Antigüedad tardía. Todavía debo recordar al hilo de los trabajos de Carmen Codoñer que en la configuración del género de las differentiae, incluidas las de Isidoro, jugó un papel relevante la presencia de este procedimiento de aclaración en los comentarios de autores, para adquirir ulteriormente un carácter independiente y servir de ayuda en la consecución de la expresión escrita correcta e incluso de la oral3. Precisamente, el antiguo comentario latino a los Aforismos hipocráticos, que será mi base fundamental de trabajo, combina, como acabo de indicar, su condición primaria de texto de explicación con la de «tratado enciclopédico» anónimo, in quo (sc. libro) totius artis speculatio continetur, según reza la fórmula empleada en el prefacio del propio comentario. A favor de la vigencia de este tipo de tratados «fluidos» cabe señalar que el célebre texto casiodorano de las Institutiones en el que da noticia de los libros de medicina de lectura recomendada, las referencias a nombres de autores resultan confusas y, probablemente, genéricas, pero, además, alude a un anonymum quendam, qui ex diuersis auctoribus probatur esse collectus, y a diuersos alios medendi arte compositos4. Con toda probabilidad, la división isidoriana de los libros de medicina5 en Aforismus, Prognostica, Dinamidia y Butanicum herbarum corresponde a una clasificación de los tratados que circulaban más comúnmente por su tiempo, aunque en esta división no quepan todos los que la tradición nos documenta y aunque la procedencia de alguna de las definiciones que ofrece en este apartado ponga en duda la familiaridad de Isidoro con los tratados correspondientes6. El caso concreto de la relación entre la obra isidoriana y el género de los Dynamidia fue cuidadosamente analizado por A. Ferraces, quien llega a la conclusión de que su segunda redacción es deudora de la obra de Isidoro y no al contrario, como tradicionalmente se venía sosteniendo7. Con todo, y aunque parezca probado que la definición de Dynamidia que recoge el hispalense proviene de Servio8, el punto de vista de Ferraces no
2
M. C. DÍAZ Y DÍAZ, «Introducción general», p. 191. C. CODOÑER, «Les plus anciennes compilations», 201-219, particularmente 217. Información de interés aparece también en A. I. MAGALLÓN GARCÍA, La tradición gramatical, especialmente pp. 235-260. 4 Cassiod. Inst., 1,31,2 (Mynors, 78-79). 5 Isid. Orig., 4,10 (Lindsay). 6 A. FERRACES RODRÍGUEZ, Estudios, p. 110. 7 A. FERRACES RODRÍGUEZ, Estudios, pp. 21-126, con abundante información crítica sobre esta cuestión; hay también referencias en su artículo «Notas para la difusión». De la gran cantidad de información anterior, debe reseñarse L. C. MACKINNEY, «Dynamidia». 8 A. FERRACES RODRÍGUEZ, Estudios, pp. 105-110. 3
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parece incompatible con la existencia en época de Isidoro de compilaciones agrupadas en función de las capacidades terapéuticas de la materia médica, y no es imposible que la primera redacción de los Dynamidia, conocida como familia g, sea incluso anterior a Casiodoro, si, como parece probable, hemos de ver una alusión a esta compilación en la expresión casiodoriana Hippocratis de herbis et curis9.
1. ISIDORO DE SEVILLA Y EL COMENTARIO LATINO ANTIGUO A LOS AFORISMOS Si el problema de las fuentes de la enciclopedia isidoriana planteó históricamente grandes dificultades y propició posicionamientos muy dispares, no es extraño que el libro IV no se contase precisamente entre los más estudiados. En primer lugar, por su función en el conjunto de las Etimologías y en el contexto de las artes, pero sobre todo por la dificultad de conocimiento de la literatura de la que eventualmente pueda haber bebido Isidoro en estos temas. Desde hace más o menos un cuarto de siglo, los textos médicos latinos han atraído progresivamente el interés de los investigadores, lo que ha producido un enorme avance en la edición e identificación de los textos, así como en lo que se refiere a su peculiar forma de transmisión, a su léxico específico y a las doctrinas que recogen10. Las antiguas traducciones del Corpus Hippocraticum, ciertamente no muy numerosas y escasamente copiadas, se beneficiaron del auge de estos estudios, para ser editadas por primera vez, algunas, y reeditadas con nuevos criterios otras que de alguna manera habían sido editadas anteriormente11. Un impulso decisivo en el campo de los estudios hipocráticos fue propiciado por los trabajos pioneros de A. Beccaria12, precisamente por los años en que se publicaba la obra monumental de J. Fontaine. Como colofón de su investigación sobre los manuscritos médicos altomedievales13, Beccaria propuso la existencia de un canon latino de Hipócrates y de Galeno, en el cual se incluian los Aforismos y los comentarios que sobre su traducción latina se llevaron a cabo, notoriamente el más antiguo y mejor transmitido. Una de las grandes cuestiones históricas suscitadas por este grupo de textos es el de su origen y datación, que el estudioso italiano sitúa en Rávena, en el s. VI y en el marco de una escuela médica de clara raigambre alejandrina. Contrariamente, el comentario antiguo a los Aforismos, vendría del mismo medio, pero de un tiempo posterior, esta vez del s. VII, particularmente en función de su relación con las Etimologías de Isidoro. Anteriormente he aludido a los Dynamidia como ejemplo de texto cuya relación con la obra isidoriana, con la que mantiene evidentes paralelos, no resulta cuestión me-
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A. FERRACES RODRÍGUEZ, Estudios, pp. 98-99. Remito a mi estudio «Transmisión y tipología». 11 Por no entrar aquí en la enumeración precisa, remito a los datos que se recogen en G. S ABBAH – P. P. CORSETTI – K. D. FISCHER, Bibliographie. El proyecto se vio continuado por K.-D. FISCHER, Premier supplément. 12 A. BECCARIA, «Sulle tracce I-II». 13 A. BECCARIA, I codici. 10
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nor, tanto para el esclarecimiento de la propia enciclopedia del sevillano como para la historia de los textos médicos tardíos. Y este es también el caso del antiguo comentario latino a los Aforismos hipocráticos, cuya conexión con la Etimologías fue señalada hace ya bastantes años como prueba de que aquel debía considerarse posterior a Isidoro. La relación de estos dos textos vendría marcada por la definición del concepto de aforismo que se recoge en el libro IV de Isidoro: Aforismus est sermo breuis, integrum sensum propositae rei scribens. (Isid. Orig. 4,10,1 Lindsay).
Precisamente esta misma formulación aparece, adaptada al sistema de preguntas y respuestas, como cierre del prefacio del comentario a los Aforismos, tras las grandes quaestiones14 que, en la secuela de la tradición alejandrina, aparecen frecuentemente como presentación de los comentarios latinos tardoantiguos. Aquí la definición reza así: Quid est aforismus? Sermo breuis integrum sensum propositae rei scribens.
Al amparo del cuadro histórico general diseñado para la recepción latina tardoantigua de Hipócrates y de Galeno, A. Beccaria dio por sentado que el comentario era posterior a la obra isidoriana, de la que habría importado la definición referida. Tras un largo recorrido por el problema de las fuentes del comentario y, por ende, de su cronología, el gran estudioso italiano acaba por retener esta correspondencia como el único elemento concreto y admite la hipótesis «sotto vari aspetti assai verosimile, che si tratti di un plagio del nostro anonimo compilatore e confermi al suo lavoro un tempo non anteriore al secolo VII»15. Ahora bien, esta hipótesis no es la única que se puede contemplar. Si esa definición de aforismo fuera la única conexión entre el texto isidoriano y nuestro comentario y el orden cronológico fuera el propuesto por Beccaria, cabría todavía preguntarse si el comentario la toma realmente de Isidoro o acaso de alguna tradición bizantina o latina de fechas eventualmente anteriores. Es cierto que el estricto paralelismo verbal entre la formulación de Isidoro y la del autor del comentario invita a sostener este vínculo, pero a priori no cabría descartar otra procedencia, como, de algún modo, hace el propio Beccaria al señalar que esta definición aparece al final de la introducción como en los comentarios bizantinos16. En efecto, el comentario a los Aforismos atribuido a Esteban de Atenas cierra
14 N. PALMIERI, «Un antico commento», p. 220, n. 119, propone la segmentación siguiente: 1) intentio 2) utilitas 3) si uere ipsius est adnotatio libri 4) sub qua parte redigitur praesens liber medicinae 5) ordo legendi 6) modus doctrinae 7) in quot partes diuiditur praesens liber 8) quid est aforismus. K.-D. FISCHER, «Zu des Hippokrates», p. 289, mantiene el número de ocho, pero elimina la definición y separa «autor» de «autenticidad». 15 A. BECCARIA, «Sulle tracce II», p. 59. 16 A. BECCARIA, «Sulle tracce II», p. 59.
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su introducción con tres definiciones de este concepto, de las cuales la primera corresponde rigurosamente a la de Isidoro y a la del autor del comentario latino17: )Aforismo\j de¿ e)sti lo¿goj su¿ntomoj au)totelh= dia¿noian a)parti¿zwn
(Stephan. Athen. In aphor. prol. Westerink I,32,14).
También el tratado conocido como Quaestiones medicinales, considerado por Rose un Pseudo-Soranus y atribuido de modo impreciso a los siglos V-VI, recoge otra fórmula no muy diferente de la del comentario a los Aforismos18: Quid est aphorismus? ratio brevis per quam ostenditur specialis qualitas propositae rei. (Ps.-Soran. Quaest. med. 22 Rose 251).
Pero las dudas que razonablemente suscitan los exiguos datos utilizados por Beccaria para su propuesta de datación podrían encontrar algún tipo de esclarecimiento al estudiar más de cerca el comentario en su conjunto. En efecto, la definición del concepto de aforismo no es el único paralelo que se puede reseñar entre la obra isidoriana y nuestro comentario, por cuanto que son relativamente numerosos los lugares que comparte con las Etimologías, y el aserto de Beccaria no puede ser dado por bueno sin mejores pesquisas. Teniendo en cuenta que K.-D. Fischer ha identificado ya algunos ejemplos19, y que él mismo y A. Ferraces nos proponen otros en este volumen, me limitaré a aducir y analizar alguno aisladamente. Para su identificación, parto convencionalemente de algunos procedimientos formales que nos recuerdan los utilizados por el propio Isidoro.
2. DIFFERENTIAE Y DEFINICIÓN CONTRASTIVA Sin pretender que Isidoro se haya inspirado para la elaboración de sus Diferencias en este comentario, no deja de llamar la atención la presencia en él, de manera relativamente frecuente, del concepto de differentia con el sentido de «distintas especies» o «tipos» de cualquier enfermedad o de cualquier otra realidad a la que se hace referencia. Esta acepción no es desconocida del propio Isidoro, precisamente en el tratado De differentiis: Iniquitatis autem tres sunt differentiae: suggestionis, delectationis, consensionis (Isid. Diff. 1,88(299) Codoñer 128).
17 Stephanus of Athens. Commentary on Hippocrates’Aphorisms. Sections I-II. Text and Translation by L. G. Westerink, Berlín, 1985. Esta coincidencia la señaló ya K.-D. F ISCHER, «Zu des Hippokrates», p. 289, n. 49. Fischer recuerda que esta definición es la que aparece en Ps.-Galen Def. med. 5 y en Teófilo (Dietz, 2,245 ss.). 18 V. ROSE, Anecdota, II, Berlín, 1870; utilizo la reimpresión de Amsterdam, 1963. 19 K.-D. FISCHER, «Zu des Hippokrates», pp. 307-309.
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A tenor de los datos del ThLL20 se puede concluir que este uso, con la salvedad de su presencia esporádica en Cicerón, es fundamentalmente de época imperial y tardía, con particular presencia en autores cristianos, pero también en algún tratado médico, como es el caso de Casio Félix: Secundum Graecos tres differentias habere uerrucae ostenduntur (Cass. Fel. 12,1 Fraisse 25).
En el comentario21 he encontrado hasta 15 ocurrencias de este término con este valor, de las que aduciré algunas a modo de ejemplo22: 3,11. Et quia dysinteriam diximus, necessario forte est dicendum quid sit dysinteria et unde fit aut in quibus locis fit aut quot sunt differentiae. Scitote quia dysinteria nihil aliud est nisi Disinteria est diuisio continuationis, id est continuationis diuisio, id est ulceratio intestini, ulceratio intestini. (Isid. Orig. 4,7,36 Lindsay) quia intestinus continuus est23 3,25. Migrans ad aliam aetatem, quae est uix a septem menses usque ad annum; et dicit: dum dentes receperint, quae illis eueniunt passiones ? Et quoniam nobis locutio est de dentibus, uideamus quid sunt dentes, si utrum nascuntur aut insint naturae, et si ossua sunt aut quid est si ossua non sunt, quare cadent et renascuntur, aut quot differentiae sunt dentium. Scitote quia dentes ossa non sunt, ideo non parent; dum natus fuerit infans, inter gingiuas sunt, et tale quiddam patitur natura in istis, sicut escarea ubi caballi hordeum comedunt; postmodum enim creuerint, dentes egrediuntur, unde aliqui eorum cum dentes nascuntur. Differentiae sunt dentium tres: hi qui inantea Dentes Graeci o) d o¿ n tej uocant, et inde in
20
ThLL, V,1, 1068. El texto de los distintos pasajes que se aducen en la continuación, sin ser definitivo, presenta un nivel de garantía suficiente y está basado en la colación de la mayor parte de la tradición manuscrita, que vengo llevando a cabo con vistas a una edición del texto de este comentario latino. 22 Otros ejemplos en 1,7 (aegritudinum); 2,42 (apoplexiae); 3,26 (lumbricorum); 4,11 (ydropicorum); 4,24 (dysinteriae); 5,1 (urinarum); 5,26-27 (aquarum); 5,44 (mulierum); 5,62 (mulierum); 7,46 (locorum). 23 La definición se repite, parcial o totalmente, en el mismo aforismo 3,11 (nihil aliud est dysinteria nisi ulceratio intestini), 4,26 (Sepius de disinteria locutus est, quia nihil aliud est nisi diuisio continuationis, id est ulceratio intestinorum) y en 6,43 (Quia sepius diximus: nihil aliud est dyssinteria nisi diuisio continuationis, id est ulceratio intestini). 21
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sunt, incisorii nuncupantur, et iuste incisorii, quia omne quod accipitur, ipsi primitus incidunt; ideo debiliores sunt, quia primitus egrediunt, et quantum debiles sunt a radicibus, tantum et superius subtiliores. Post ipsos sunt qui canini nuncupantur, qui sunt quattuor, duo in dextra maxilla et duo in sinistra; et iuste canini, quia canes ex ipsis ossa frangunt; sic itaque et in hominibus est: quod incisorii non possunt rumpere, illis tradunt ut confrangant. Post ipsos sunt molares, qui incisa atque confracta massant, qui in ultimo nascuntur. Ideo renascuntur dentes quia a radicibus remittunt, sicut sepius in arboribus uidimus, quia abscisa talea, a radicibus germinant fructiculi.
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Latinum trahere nomen uidentur. Horum primi praecisores dicuntur, quia omne, quod accipitur, ipsi prius incidunt. Sequentes canini uocantur, quorum duo in dextra maxilla et duo in sinistra sunt. Et dicti canini quia ad similitudinem caninorum existunt, et canis ex ipsis ossa frangit, sicut et homo; ut quod non possunt priores praecidere, illis tradunt ut confrangant. Hos uulgus pro longitudine et rotunditate colomellos uocant. Vltimi sunt molares, qui concisa a prioribus atque confracta subigunt et molent atque inmassant; unde et molares uocati sunt. (Isid. Orig. 11,1,52 Lindsay)
No carece de interés el hecho de que el primer pasaje citado por la inclusión del término differentia anteceda precisamente a la definición de la dysinteria que parece la fuente probable del epígrafe isidoriano sobre esta enfermedad. Por su parte, la clasificación de los dientes, al igual que buena parte de las notas explicativas introducidas por el autor del comentario encuentran una correspondencia cercana en Orig. 11,1,52. A pesar de la alternancia léxica incisorii/praecisores24, no se conoce mejor fuente para este pasaje isidoriano, en tanto que la diferencia en el número de dientes en función del sexo, que Isidoro recoge en el parágrafo siguiente viene directamente de Solino, 1,71, e indirectamente remonta a Plinio, Nat. 7,7125. Idéntica consideración se le puede otorgar a algún pasaje en el que el término utilizado no es el sustantivo, sino el adjetivo differens y en el que también se encuentra algún tipo de correspondencia en Isidoro:
24 Incisorius está atestiguado en Prob. app. gramm. IV, 46 (Stok 90) y en la traducción latina de Diosc. 5,114 (Stadler 216,3): uirtus est illi (sc. chysocollae) incisoria, tal vez sobre la base de una confusión sobre el texto griego entre smhtikh¿n y tmhtikh¿n. Según el ThLL X,2,484, praecisor se aplica a las ramas, pero también a partem ecclesiae (Aug. In epist. Ioh. 1,8) y a cibum en Schol. Hor. ars 471, dicho a propósito de los dientes de las ovejas. Praecidere se utiliza para los dientes en alguna de las versiones de Vindic. Gyn. 23 (Rose 458), pero el conjunto de la información que proporciona está más lejos de la de Isidoro que este comentario. 25 Véase a este propósito F. GASTI, L’antropologia di Isidoro, p. 41, n. 64. El mismo autor, en su edición Isidoro di Siviglia, De homine et partibus eius (Etymologiae XI 1), Palermo, 1999, p. 54, n. 91, señala, a propósito de la denominación de molares, la correspondencia con Vindic. Gyn. 419 rec Li 77 (molares appellamus quia concisa a prioribus atque confracta subigunt et molliunt). Según el ThLL VIII,1337,65, este texto estaría en el origen del lema isidoriano, pero K.-D. Fischer, en la contribución que ofrece en este volumen, se inclina a pensar que este pasaje de Vindiciano, que aparece en el códice Lips. 1118, del s. XIII, y en el códice de Glasgow, Hunter. 404, de principios del s. X, debe ser una interpolación procedente del texto de Isidoro.
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3,20. Huic questioni taliter erit occurrendum: quia omnis lesio tribus modis est, aut minima aut media aut maxima; sicut nunc ex una materiae sunt tres passiones in unum principium, sed differentes sunt loca: epylempsia in fantasia fit, Epilemsia autem in phantasia fit; melancholia melancolica in ratiocinationem, mania in in ratione; mania in memoria. memoriam. (Isid. Orig. 4,7,9 Lindsay)
Aunque algunas correspondencias sugieren que Isidoro pudo tomar de este comentario algunas definiciones de sus Etimologías, los datos del uso del término differentia y del adjetivo relacionado en el comentario a los Aforismos no permiten, obviamente, establecer una relación segura entre este texto y el procedimiento utilizado por Isidoro en su catálogo de las Diferencias. En cualquier caso, algunos otros mecanismos de definición que se pueden encontrar en la exposición del comentarista nos conducen también a la identificación de nuevas correspondencias con las Etimologías. Es cierto que en el comentario no se encuentra nunca la fórmula arquetipo inter X et Y hoc interest quod, pero no es menos cierto que la diferencia como definición contrastiva no es desconocida para el autor de este texto, explícitamente marcada en algunos casos por el uso del verbo differo. Ejemplo útil puede ser la confrontación entre lythargus y frenesis, pasaje que parece corresponder en buena medida con las formulaciones de Isidoro: 3,30. Lythargis enim passio est cerebri, et frenesis, sed differt lythargia a frenesi eo quod lythargici ex flegma sunt et cum oppressione cerebri, ueluti stertentes.
Lethargia a somno uocata. Est enim oppressio cerebri cum obliuione et somno iugi, ueluti stertentis (Isid. Orig. 4,6,5 Lindsay)
Frenesis appellata siue ab inpedimento mentis; Graeci enim mentem fre¿naj uocant; seu quod dentibus infrendant. Nam frendere est dentes Frenetici autem aliquando ex colerico fiunt, cum concutere. Est autem perturbatio cum exagitatione et dementia ex cholerica ui effecta. dementia sunt et exagitatione incomposita. (Isid. Orig. 4,6,3 Lindsay)
No cabe descartar que algunos elementos de la definición del «letargo» por parte de Isidoro, como la referencia a obliuio, provengan del tratado conocido con el título De speciali significatione dieticarum passionum, 20, transcrito por V. Rose a partir del códice Augiensis CXX de la Badische Landesbibiothek de Karlsruhe y que formaría parte de las Medicinales responsiones de Celio Aureliano26, pero las correspondencias más llama-
26 V. ROSE, «Aus den Medicinales Responsiones». La definición de lithargia (Rose 210) es la siguiente: Unde lithargia dicta est; ab oliuione mentis atquae corporis uacuato motu; Greci enim liten obliuionem argi mentem uocant. Rose (pp. 227-228) propone como edición Unde lethargia dicta est ? ab obliuione mentis atque corporis uacatione motus. Greci enim lethen obliuionem, argian uacationem uocant. Donde Rose transcribe oliuione, el códice Augiensis (f. 108v) lee realmente obliuione.
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tivas del lema isidoriano se producen con nuestro comentario. Con todo, resulta mucho más interesante la definición de phrenesis. Aquí la parte final del texto del obispo sevillano encuentra un paralelo claro en el texto del comentario, pero la primera parte recoge la definición de Diaet. pass. 18: Unde frenesis dicta est; ab inpedimento mentis; Greci enim mentesunt frenas uocant27. (Cael. Aur. Diaet. pass. 18 Rose 210).
Nada de los dos epígrafes anteriores de Diaet. pass., en los que se recogen respectivamente los síntomas de la enfermedad (16) y los criterios de distinción de la insania (17), aparece en el texto de Isidoro, que amalgama la etimología del tratado celiano con la definición de nuestro comentario, como ocurre en otras ocasiones en su gran enciclopedia28. En el mismo sentido, me parecen de mayor entidad otros casos en los que el comentario recurre a esquemas de definición marcados por las fórmulas aliud ... aliud o nihil aliud nisi, de las cuales algunas encuentran, nuevamente, algún paralelo en la obra isidoriana. Además de la ya citada de la dysinteria, se pueden aducir ahora estos ejemplos29: 3,10. Scitote quia tysin apud athenienses nihil aliud nisi tumor in pulmonibus30 dictum est, unde et tysi uocatur; tysin enim dicitur consumptio totius corporis.
Tisis est ulceratio et tumor in pulmonibus, qui in iuuenibus facilius uenire solet. fJi¿sij autem apud Graecos dicta, quod sit consumptio totius corporis. (Isid. Orig. 4,7,17 Lindsay)
Verrucae aliud sunt: satiriasis aliud. Verrucae 3,26. Verrucae enim: aliud est satyriasis, aliud singulatim sunt, satiriasis uero una fortior, et uerrucas, singillatim sunt; satyriasis uero una circa ipsam plures inueniuntur. fortior et circa ipsam plures; inueniuntur tamen (Isid. Orig. 4,8,9 Lindsay) utraque ex flegmatico. 27 Texto que V. ROSE, «Aus den Medicinales Responsiones», p. 227, edita así: Unde phrenesis dicta est ? ab inpedimento mentis. Graeci enim mentes phrenas uocant. 28 Véase, por ejemplo, la definición de dynamidia analizada por A. FERRACES RODRÍGUEZ, Estudios, pp. 105-110. 29 Otros ejemplos de definición con las fórmulas aliud ... aliud o nihil aliud nisi, aunque sin correspondencia isidoriana, aparecen en 1,2 Aliud uero est inanitio et aliud purgatio. Purgatio qualitatis, inanitio quantitatis, quia potest fieri ut et purgatio inanitio dicatur; 4,11 Nihil aliud est ydrops nisi indigentia sanguinis; 4,47 Aliud est excreatio et aliud tussis et aliud neque excreare neque tussire, sed sic decurrere saliua; 4,58 Aliud est rigor, aliud frigdor. Frigdor ex frigidio fit humore, rigor ex colerico est; 4,79 Scitote quia aliud est passiuum, aliud operatiuum; passiua materia est flegmatica, operatiua calor; 5,22 Et erpites dicit curare quia aliud est erpis et aliud ignis acer; 5,50 Aliud antispasin est et aliud metacentesis. Antispasin est quotiens de dextram ad sinistram; metacentesis enim quotiens deiusum ad desusum; 6,12 Ydrops nihil aliud est nisi indigentia sanguinis; 6,18 Aliud est exsecatio et aliud incisio et aliud percussio; 6,37 Aliud est sinance et aliud quinance; 7,11/12 Aliud est quod epar et aliud quod suscipit cereber; 7,54 Aliud est precordia et aliud est epar, quod ab aliis locis exordium habet, ubi splen ad uentrem et ad stomachum; 7,58 Aliud est moueri et aliud commoueri. Moueri uoluntati deseruit, commoueri inuitus. 30 La definición reaparece parcialmente en 7,16 Diximus sepius quia nihil aliud est ptysicus nisi tumor in pulmonibus, y en 5,9 Et ptysis nihil aliud est nisi consumptio totius corporis.
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3,31. Aliud est stranguiria et aliud dyssuria; Stranguria dicta est, eo quod stringat urinarum stranguiria est guttatim mingens, dyssuria difficultatem. difficultas urinae; utraque ex frigiditate fiunt (Isid. Orig. 4,7,33 Lindsay) quantum ad aetatem.
El procedimiento formal de definición del comentarista llamó ya la atención de K.-D. Fischer31, quien, al analizar el ejemplo concreto del aforismo 7,58: Aliud est moueri et aliud commoueri. Moueri uoluntati deseruit, commoueri inuitus, sugiere que el autor cita probablemente a partir de un escrito De differentiis, al igual que en el caso de 4,78: Aliud est repente, aliud sponte; repente est subito, sponte ex natura32. Por lo demás, y al margen de la evidencia de los dos primeros paralelismos, me atrevo a proponer un par de observaciones. Primero, que no hace falta ninguna corrección del término isidoriano satiriasis, como sugieren Oroz y Marcos Casquero33, puesto que la fuente lo corrobora y la tradición médica atestigua suficientemente este sentido34. Segundo, que el lema isidoriano sobre la stranguria, cuyo paralelo es aparentemente más que dudoso, merecería una investigación más detallada. En efecto, aunque hay autores médicos que no entran en la diferenciación explícita entre stranguiria y dyssuria, no es menos cierto que la redacción del texto isidoriano plantea, a mi modo de ver, alguna dificultad, puesto que urinarum difficultatem como complemento directo de stringat no parece de lo más ajustado.
3. PROCEDIMIENTOS ETIMOLÓGICOS Con cierta frecuencia, el autor del comentario explica la denominación de una enfermedad o de cualquier concepto en términos que nos recuerdan fórmulas de la etimología isidoriana y también en algunos de estos casos nos encontramos con una clara correspondencia en Isidoro35:
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K.-D. FISCHER, «Zu des Hippokrates», p. 300. Como paralelo cercano del cual cabría aducir Isid. Diff.: Extemplo, repente, vel statim, vel subito, illico, mox vel continuo. 33 J. OROZ – M. A. MARCOS CASQUERO, San Isidoro de Sevilla, Etimologías, p. 496, n. 61. La propuesta de corrección es phthiriasis, siguiendo la huella de las ediciones antiguas. 34 Véase a este propósito D. GOUREVITCH, «Une autre satyriasis». 35 Aunque no son los únicos en los que el comentarista utiliza este tipo de fórmulas; cf. también 2,32; 3,22; 3,30; 3,36. Por lo demás, conviene señalar que la tradición médica tardolatina, notoriamente Celio Aureliano, utilizaba habitualmente la etimología en el proceso de descripción de las enfermedades. Cf. A. M. URSO, Dall’autore al traduttore, pp. 23-24, y G. BENDZ, «Some Classical Etymologies», pp. 337-339. 32
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1,12: Et scitote quia pleuretici signa quattuor sunt, de quibus si unum minus habuerit pleureticus dici non potest: tussis, flatus, febris et dolor acutus. Et quare dolor acutus? Quia epizogota membranus tumescens et confricatur cum costa pleura, unde nomen acceperunt pleuretici. 3,23: Aliquotiens medicamina calida et unguenta adhibemus, ut in hyeme, quando fit ex frigido humore, colericus adurit et tumorem facit, flegma adgrauat ac per hoc utrique tumorem faciunt, tumor extendit membranum illum epiizocotam et confricatur ad costa; pleura latera dicuntur, unde et pleuretica passio est nuncupata. 6,16: Et quare dolor grandis in pleureticis ? Quia epizogota membranus confricatur cum costa pleura, unde et pleureticus nomen accepit; et quia mole et sensibile ad durum premitur, ideo maior dolor est.
Pleurisis est dolor lateris acutus cum febre et sputo sanguinolento. Latus enim Graece pleura\ dicitur, unde [et] pleuritica passio nomen accepit. (Isid. Orig. 4,6,8 Lindsay)
3,5: Scitote quia tussis duobus nascitur modis, aut in altitudinem, quod et tussem uocatur, aut ad superiora, quod est in faucibus, quod uua titillat; Yppocras tussiculam uocauit, id est modicam.
Tussis Graece ab altitudine uocatur, quod a profundo pectoris ueniat. Cuius contraria est superior in faucibus, ubi uua titillat. (Isid. Orig. 4,7,18 Lindsay)
3,30: Cardiaca passio cordis est, unde dum cardia origo uocetur et cor non patitur; dicitur enim quia cor a membrano aliquo continetur; hic uero et tumore afficitur et dolore, nam cor numquam patitur. Duas aures habet cor, unde egrediuntur duae arteriae: illa quae in sinistram partem uadit, plus sanguinem habet; illa uero quae in dextera plus spiritum habet; unde et in dextera manu pulsum inspicimus.
Cor a Graeca appellatione deriuatum, quod illi kardi¿an dicunt, siue a cura36. In eo enim omnis
sollicitudo et scientiae causa manet. Qui ideo pulmoni uicinus est ut, cum ira accenditur, pulmonis humore temperetur. Huius duae arteriae sunt, e quibus sinistra plus sanguinem habet, dextra plus spiritum: unde et in dextro brachio pulsum inspicimus. (Isid. Orig. 11,1,118 Lindsay)
4,5: Videamus quid sunt caniculares aut quare Yppocratis ante et post dixit et non in medium. Canis enim est stella qui desirius dicitur; Canicula stella, quae et Sirius dicitur, aestiuis adueniens aestiuis mensibus, in medio centro celi mensibus in medio centro caeli est: et dum sol est stella ista, sol in ipso loco ascendit; ideo su- ad eam ascenderit,
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Idea repetida en Orig. 4,6,4 (Lindsay): Cor enim Graeci kardi¿an uocant.
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per uertice nostro est ipso tempore et tale quidem patitur natura quod scutum et lucerna, quem si sub scuto posueris siue ad labia siue in medio, semper scutus super ipsam est, nam terra celo ueluti pugnum est; ergo in ipso tempore sol in ipsa liniamenta ascendit, id est in quattuor, qui est inter tres et tres, unde oriuntur uenti et sol et syrtin, quem canem uocauit; confricatur cum sole et calor eius cum ipsius duplicatur, quemadmodum aestus, et dissoluuntur corpora et euaporantur, quia calor ad similem sibi aerem confugit, unde ipso tempore moleste sunt purgationes
coniuncta cum sole duplicatur calor ipsius, et dissoluuntur corpora et uaporantur. Vnde et ex ipsa stella dies caniculares dicuntur, quando et molestae sunt purgationes. (Isid. Orig. 3,71,14 Lindsay)
La definición que la enciclopedia del Hispalense ofrece de la pleurisis, para la que Oroz y Marcos Casquero remiten escuetemente a Escribonio Largo, 9437, puede también entenderse como un proceso reductivo a partir de los pasajes de nuestro comentario en los que se alude a la denominación de la enfermedad. En cambio, a juzgar por su tenor verbal, parece mucho más seguro que la explicación etimológica está emparentada con la formulación reiterada en el comentario. Mas también aquí podría ponderarse el paralelismo con Diaet. pass., 21-22, puesto que todos los elementos de la definición isidoriana aparecen en 21 y la etimología en 22: Unde pleuresis dicta est ab latere quae ceteris plus patitur. latus enim magis ex ipsa passione uexatur; quod greci pleuran appellant38. (Cael. Aur. Diaet. pass., 22 Rose 210).
No cabría excluir una situación semejante a la de la phrenesis, en la que etimología y definición tienen procedencias diversas. En este caso particular, me inclinaría a pensar que la etimología parece haber sido tomada del comentario y la definición del tratado de Celio. Tal vez el paralelismo con la formulación del comentario debería llevarnos a replantear la seclusión de la partícula et en la edición de las Etimologías. Sin entrar en el pormenor de los pasajes relativos a la tussis y a la cardiaca passio, donde la relación parece asegurada, resulta tremendamente llamativo el pasaje de las Etimologías en el que se explican los efectos de la canícula, calificado por Fontaine como insólito en el contexto homogéneo del compendio de las constelaciones. Fue este mismo estudioso quien señaló que la etimología del término, que Isidoro recoge en De natura rerum, 26,14 viene de Hygino (Astronomica, 2,33), para añadir que la descripción de los
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J. OROZ – M. A. MARCOS CASQUERO, San Isidoro de Sevilla, Etimologías, p. 487, n. 18 La edición que propone Rose (Anecdota II, p. 228) para esta transcripción es esta: Unde pleuresis dicta est ? a parte quae ceteris plus patitur. latus enim magis ex ipsa passione uexatur, quod Graeci pleuran appellant. 38
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efectos de la canícula en este mismo capítulo del tratado parafrasea sin duda los escolios a Eneida 10, 272-275 a propósito de los cometas y de Sirio39. Análoga explicación etimológica del término reaparece en Etym. 3,71,15, pero en el parágrafo anterior de la enciclopedia, el que aquí nos ocupa, Isidoro quiere precisar las relaciones entre la constelación de Sirio y los días caniculares y lo hace sobre una fuente de procedencia distinta. La explicación está orientada en sentido médico, confirmado precisamente por el aforismo 4,5 de Hipócrates40. Fontaine afirma que Isidoro toma su información de la medicina latina tardía, en varios de cuyos autores se encuentra la tradición de los días caniculares (Teodoro Prisciano, Casio Félix, Oribasio latino, Pseudo-Sorano), «encore qu’aucun parallèle textuel ne puisse être établi avec le passage d’Isidore»41. La fina intuición de Fontaine parece ahora totalmente confirmada por el intermediario latino del aforismo hipocrático, cuyo paralelismo textual parece fuera de duda.
4. OTRAS CORRESPONDENCIAS Si el seguimiento de algunos procedimientos formales vinculados a la diferencia y a la etimología nos ha conducido con bastante frecuencia a detectar coincidencias entre el texto del comentario y la enciclopedia isidoriana, hay que señalar que un rastreo más amplio, aunque no exhaustivo, nos ofrece correspondencias de naturaleza similar, si bien no todas de idéntico grado de fiabilidad: 2,52: Ipsud dicit in presenti et date contrario, quae inanita sunt, repleantur; quae repleta, inaniantur; quae infrigdata, recalefacere, ita tamen ut non satis, sed paulatim, nam in multum contristatur natura, in mediocritatem autem gaudet.
Nomen autem Medicinae a modo, id est temperamento, inpositum aestimatur, ut non satis, sed paulatim adhibeatur. Nam in multo contristatur natura, mediocriter autem gaudet. (Isid. Orig. 4,2 Lindsay)
2,36: Videamus quid est sanitas aut quare purgatio contraria est sanitati; scitote quia sanitas est temperantia naturae secundum calida et humida.
Sanitas est integritas corporis et temperantia naturae ex calido et humido, quod est sanguis; unde et sanitas dicta est, quasi sanguinis status. (Isid. Orig. 4,5,1 Lindsay)
4,67: Spasmum sepius dixit ex repletione aut ex Spasmus Latine contractio subita partium aut inanitione fieri; nunc ex repletione fit quia nerui neruorum cum dolore uehementi. Quam a cerebro oriuntur, materia habundans in cere- passionem a corde nominatam dixerunt, qui in
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J. FONTAINE, Isidore de Séville et la culture classique, pp. 525-526. J. FONTAINE, Isidore de Séville et la culture classique, pp. 531-532. J. FONTAINE, Isidore de Séville et la culture classique, p. 532, n. 4.
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bro facit constrictionem ac retentionem neruorum nobis principatum uigoris habet. Fit autem duobus et fit spasmum. Quid enim aliud est spasmus nisi modis, aut ex repletione, aut ex inanitione. inuoluntarius motus uoluntaria optinens loca? (Isid. Orig. 4,6,11 Lindsay) 3,17: Vertigo enim est sicut quotiens se uentus leuat et terram in circuitum mittit; sic et in uertice nostro arteriae et uenae uentositatem ex resoluta humectatione. Et addita, fit in oculis gyrus et uidetur esse uertix. Ideo humectant quia humida resoluent.
Vertigo autem est quotienscumque uentus consurgit, et terram in circuitum mittit. Sic et in uertice hominis arteriae et uenae uentositatem ex resoluta humectatione gignunt, et in oculis gyrum faciunt. Vnde et uertigo nuncupata est. (Isid. Orig. 4,7,3-4 Lindsay)
2,45: Epilempsia est passio cerebri sine sensu ac motu; fit ex melancolico, quotiens exuberauerit et ad cerebrum conuersus fuerit; aliquando et ex flegma.
Epilemsia uocabulum sumsit, quod mentem adpendens pariter etiam corpus possideat. Graeci enim adpensionem e)pilhyi¿an appellant. Fit autem ex melancholico humore, quotiens exuberauerit et ad cerebrum conuersus fuerit. Haec passio et caduca uocatur, eo quod cadens aeger spasmos patiatur. (Isid. Orig. 4,7,5 Lindsay)
2,47: Circa natiuitates saniae et dolores et febres accedunt magis quam facte. Sanies non fit in quocumque loco nisi ubi sanguis aduenerit; ergo siue ex flegma sit siue ex colerico tumor siue ex melancolico, nisi sanguis aduenerit, numquam fit sanies, quia omne quod putrescit, nisi calidum et humidum fuerit, putrefieri non potest.
Sanies dicta, quia ex sanguine nascitur. Excitato enim calore uulneris sanguis in saniem uertitur. Nam sanies non fit in quocumque loco, nisi ubi sanguis aduenerit; quia omne, quod putrescit, nisi calidum et humidum fuerit, quod est sanguis, putrefieri non potest. (Isid. Orig. 4,8,22 Lindsay)
4,48: Frigidi foris ideo sunt quia derelinquit calor superficiem et interius, ut diximus, decurrit et tale quidem patitur in istis quod patitur Constantinopoli uiri cottide ad palatium occurrentes, et, ubi senserint domum ardere, currunt cum siphonis, liberant domum. Sic et natura uult liberare, sed ipsa potius occidit quam liberat42.
Sifon uas appellatum quod aquas sufflando fundat; utuntur enim hos [in] oriente. Nam ubi senserint domum ardere, currunt cum sifonibus plenis aquis et extingunt incendia, sed et camaras expressis ad superiora aquis emundant. (Isid. Orig. 20,6,9 Lindsay)
42 En este pasaje se fija ya K.-D. FISCHER, «Zu des Hippokrates», pp. 308-309, y concluye que el comentario fue utilizado por Isidoro y no sólo en el libro IV. Para este texto isidoriano hay una vaga referencia a P. Festo en A. BALOIRA BÉRTOLO, Libro XX de las Etimologías, pp. 126-127. En cambio es interesante reseñar que, según sus notas críticas, circulan en la transmisión isidoriana, además de la forma sifonibus, elegida por los editores, las variantes sifones, sifoniis y symphoniis.
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No puedo abordar ahora algunos pasajes en los que el vínculo entre el texto de Isidoro y el comentario parece tenue, como cuando los pulmones se describen como el «ventilador» del corazón en Orig. 11,1,124 (Pulmo ex Graeco trahit uocabulum. Graeci enim pulmonem pleu¿mwn uocant, eo quod cordis flabellum sit, in quo pneu=ma, id est spiritus inest, per quod et agitantur et mouentur; unde et pulmones uocati sunt), que encuentra correspondencia, siquiera lejana, en 2,42 (pulmones nostri cordis flabellum43 sunt); o cuando Isidoro se refiere a cancer, así llamado por su similitud con el animal marino y que es incurable, pudiendo prolongarse por amputación la vida del paciente (Orig. 4,8,14), lema cuyo contenido puede encontrarse muy desarrollado en 6,38, sin apenas coincidencia verbal, y que debía de formar parte de una tradición muy difundida, desde S. Agustín a las glosas medicinales44. Me detendré sólo en algunos casos cuyo paralelismo se revela innegable. Ejemplo significativo puede ser el de spasmus, enfermedad que, al igual que otras afines como tetanus, rigor o singultus, aparece recurrentemente en la explicación del comentarista. Con ligerísimas variantes, se repite formularmente la explicación de las causas de la enfermedad y en algunos casos se incluye también la definición (2,26: Spasmus est motus inuoluntarius uoluntaria optinet loca; fit aut ex repletione aut ex inanitione). Es cierto que la explicación etiológica aparece expresamente en el propio texto hipocrático del aforismo 6,39 (Spasmus fit de repletione et de inanitione, quemadmodum et singultus), pero no es menos cierto que frente al uso de la preposición de en el lema, el autor del comentario utiliza sistemáticamente ex, lo que nos orienta en relación con la procedencia de la información isidoriana. Sin embargo, la parte definitoria del lema de Isidoro no parece tomada del Comentario, aunque conceptualmente pudiera entenderse así, incluso a partir del texto que he elegido como paralelo. El tenor verbal se aclara mejor si orientamos las pesquisas hacia otros textos y también esta vez encontramos paralelos cercanos en Diaet. pass., 32, donde podemos leer: Ex quibus apprehendis spasmon laborantem; ex non uoluntaria tensione adque conductio partium uel neruorum cum dolore uehementi adque acuto et pulsu paruo45. (Cael. Aur. Diaet. pass., 32 Rose 212).
A primera vista podría postularse una situación análoga a la de otros lemas en los que Isidoro recurre a este texto de Celio Aureliano y al comentario latino, pero la situación viene a complicarse con la inclusión sorprendente, entre la definición y la etiología,
43 Flabellum es término bastante usado, desde autores antiguos (Ter. Eun. 595; Prop. 2,24,1; Mart. 3,82,1) hasta escritores tardíos y cristianos (Hier. Epist. 108,27,2; Aug. Civ. 15,23) o médicos: Theod. Prisc. Log. 36; Soran. p. 68,16, y Cael. Aur. Acut. 2,37,192. El ThLL VI,1,832, no registra la ocurrencia de Isidoro ni ningún texto que pueda considerarse fuente eventual. 44 Cf. M. E. VÁZQUEZ BUJÁN, «Connaissance directe», pp. 309-310. 45 Que Rose (p. 229) edita así: Ex quibus adprehendis spasmo laborantem? ex non uoluntaria tensione atque conductione partium uel neruorum, cum dolore uehementi atque acuto et pulsu paruo.
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de una información con la que el hispalense pretende justificar la denominación de la enfermedad y que, aparentemente, vincula el spasmus con la cardiaca passio. De hecho, esta parte del lema la encontramos en Diaet. pass. 39, en el apartado sobre la cardiaca: Alii uero quod sit letalis passio a corde nominatum dixerunt quod in nobis principatum uigoris habet46. (Cael. Aur. Diaet. pass., 39 Rose 213).
Ante esta situación, tenemos que preguntarnos por qué Isidoro «descoloca» esta eventual noticia de la fuente o si hay alguna razón no accidental que justifique la asociación de esa información con el lema del spasmus. La cuestión la plantea A. Ferraces47 en una de sus contribuciones en este volumen y sostiene que estaríamos ante un hecho justificable en la metodología isidoriana. Se trataría de una asociación etimológica c(h)orda / corde, a partir de la sinonimia c(h)orda / neruus, documentada por la glosa spasmus cordarum tensura. La explicación resulta, si cabe, más enrevesada por la intervención de un tercer texto. Me refiero a uno de los lemas sobre el spasmus que aparecen en las Glossae medicinales, extraídas por su editor, como es sabido, de la compilación conocida como Liber glossarum: Spasmus: est tensio adque contractio partium aut neruorum cum dolore uehementi adque acuto. alii, quod sit letalis passio a corde nominatum, dixerunt, qui in nobis principatum uigoris habet. Hyppocrates autem dicit, quoniam, si in spasmo febris superveniat, signum esse salutis, si autem super febres ispasmus, malum. (Gloss. med. Heiberg p. 82,13-19).
Para encontrar una justificación a la coincidencia en la organización de la información por parte de Isidoro y del texto del glosario, A. Ferraces postula que el autor de la glosa pudiera haber utilizado el texto del sevillano o, más verosímilmente, que uno y otro habrían recurrido a una fuente común. Que el autor del glosario se sirva de Isidoro choca con la dificultad de explicar por qué la información de éste es más escueta que la de aquél, por cuanto que en la glosa se hace referencia al carácter mortal de la enfermedad (quod sit letalis passio), lo que no aparece, en cambio, en el texto isidoriano. Pensar que este detalle aparece en la glosa sin una fuente «concreta» no parece verosímil, puesto que está atestiguado por textos anteriores, como el pasaje de Celio Aureliano sobre la cardiaca passio; suponer que la glosa copia en parte a Isidoro y en parte otra fuente, tampoco me parece plenamente convincente.
46 La formulación de Rose (p. 229) es ésta: Alii uero quod sit letalis passio, a corde nominatam dixerunt quod in nobis principatum uigoris habet 47 A. FERRACES RODRÍGUEZ, «Aspectos léxicos», pp. 97-99.
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Si, como prefiere A. Ferraces, Isidoro y el autor del glosario recurrieron a una fuente común, la omisión del carácter mortal de la enfermedad por parte de aquél quedaría justificada, pero habría que atribuir a la fuente la asociación c(h)orda / corde, que daría sentido, en último término, a la aparición de la secuencia Quam passionem a corde nominatam dixerunt, qui in nobis principatum uigoris habet en Isidoro. Dicho de otro modo, el esquema organizativo del lema de Isidoro no sería de su autoría sino dependencia directa de la fuente. En realidad, la secuencia estricta de la definición isidoriana y la parte aparentemente vinculada a la cardiaca passio corresponden de cerca al texto del glosario, aunque éste coloca en lugar de la etiología del spasmus, tomada como decimos del Comentario, una versión del aforismo 2,26 (Febres super spasmum fieri, melius quam spasmum super febrem48). Me inclinaría a creer que Isidoro conoció, si no el texto del glosario en su configuración conservada –por discutibles razones cronológicas–, tal vez algún precedente en el que la información venía ya dispuesta de este modo. Esta hipótesis no difiere sustancialmente de la opción preferida por A. Ferraces, pero dificulta la asociación c(h)orda / corde, o al menos su atribución a Isidoro. En cualquier caso, y al margen de la interpretación de este epígrafe isidoriano, parece seguro que la última parte del mismo tiene como fuente el Comentario latino a los Aforismos y apuntala la idea de la complementaridad en la preparación de los lemas por parte del autor sevillano. Todavía, y como colofón, debo aludir al caso concreto de la epilemsia, por cuanto que nos depara una situación rigurosamente idéntica a la de la phrenesis, la pleurisis y, en alguna medida, a la del spasmus. En efecto, la denominación griega de la enfermedad parece importada de Diaet. pass., 55: Unde epylempsia dicta est a sensu atque mentis adprehensione; Quibus etiam occupatis corpus possidetur; Greci enim epilempsiam adprehensionem uocant49. (Cael. Aur. Diaet. pass., 55 Rose 219).
En cambio, la explicación etiológica de la enfermedad corresponde casi literalmente al comentario de los Aforismos y la denominación de caduca que Isidoro le da a la dolencia aparece como la última de las varias que vienen en Diaet. pass., 56 (Rose 219): sacra passio, ieran noson, morbus comitialis, morbus puerilis.
48 Tal es la forma en que aparece en la antigua traducción latina y en el lema del comentario latino aducido en este trabajo. La edición del texto de la traducción es de I. M ÜLLER-ROHLFSEN, Die lateinische ravennatische Übersetzung. 49 La edición que propone Rose (p. 230) para este pasaje es la siguiente: Unde epilepsia dicta est ? a sensus atque mentis adprehensione, quibus occupatis etiam corpus possidetur. Greci enim epilepsiam adprehensionem uocant; Romani hunc morbum commitialem uocant.
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A MODO DE CONCLUSIÓN Como se puede observar, todo el sentido de la argumentación se ha construido sobre la base, contraria a los postulados iniciales de Beccaria, de que el comentario a los Aforismos es anterior a la enciclopedia de Isidoro y de que el obispo hispalense bebe con cierta frecuencia en la fuente de este compendio médico, que es a la vez un comentario de autor. Precisamente he insistido en el caso de algunos lemas isidorianos en los que se acumula información de fuentes diferentes, porque me parece que son de especial utilidad para apoyar nuestra hipótesis cronológica. En efecto, la cuestión de la prelación resulta textualmente difícil de establecer cuando se cuenta únicamente con dos textos paralelos, aunque parece más verosímil que sea Isidoro el que extracta pequeñas «fichas» aisladas que no un comentario de bastante alcance teórico, y normalmente mucho más amplio y detallado, el que intercala algunos fragmentos tomados de Isidoro. Con todo, y al margen de esta simple probabilidad, el problema se aclara a partir de los lemas de fuentes diversas identificadas. Sin tomar en consideración el ejemplo del spasmus por la inseguridad de su explicación, es seguro que Isidoro copia de Diaet. pass. diversas informaciones y sabemos con toda certeza que este tratado es anterior a la enciclopedia isidoriana, lo que impide que la información se transmita en sentido inverso. Si fuera el comentarista latino de los Aforismos quien se nutre de la obra del enciclopedista, no resulta imaginable que no incorporase en alguna ocasión la parte de Diaet. pass. que se encontraría en el lema de las Etimologías. En cambio, se ajusta a los métodos isidorianos la situación inversa, pues sabemos que en estos libros técnicos, y no siempre de forma coherente desde el punto de vista verbal y de contenido, acumulaba segmentos de procedencia diversa, con frecuencia dentro del mismo lema.
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De epistulis XVIII et XVIIII codicis Bruxellensis 3701 KLAUS-DIETRICH FISCHER Institut für Geschichte, Theorie und Ethik der Medizin. Mainz
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Excerpta quaedam ex Isidori operibus duobus epistulis in Corpore Epistularum Medicarum Primo codicis Bruxellensis 3701 conseruari satis notum est. Ut ratio, quae inter haec excerpta et textum libri IV Etymologiarum intercedat, clarius et commodius a uiris doctis aestimaretur, ambarum uerba in calce subieci, non edidi. Quarum epistularum prior, id est XVIII (ut numeratur in ipso codice), quattuor partibus distinguitur. Prima in parte de inuentione et inuentoribus medicinae agitur. Quod argumentum repetitur iisdem fere uerbis in epistula insequenti, id est XVIIII, et ut facilius inter se comparentur, utriusque uerba in fine iuxtaposui, addito ipsius Isidori textu, quo nituntur. Quae sequitur pars epistulae 18ae secunda definitionem medicinae praebet; quam deinde excipit tertia pars, ubi quattuor illae prouinciae, in quas ab aliquibus omnem medicinam diuidi scimus, laudantur. His e libro IV Etymologiarum excerptis subicitur quarta et ultima pars, prorsus alii generis, ubi herbae aliquot et pigmenta nominantur. Quae quamquam uno tractu scripta sunt, carminis numeros satis sapiunt, et merito, nam compilator quidam haec uerba ex Isidori carminibus XIX, XXIII, XXI, XXII, XVI, ut nunc numerantur, excerpsit. Sed cum uerborum tam contextus quam formae nimium turbati et deprauati tradantur, uix mirabimur hanc farraginem carminum Isidori doctorum oculos hactenus effugisse. Tamen hi uersus Isidori argumenti ut ita dicam medici redeunt nota ac consueta serie et pleniori forma traditi1 (nam carmen XVI agmen ducit, XXIV claudit; utrumque deest codici Bruxellensi, ubi etiam carmina XVII et XVIII omittuntur) in folio 5v codicis Bambergensis med. 1, olim Laureshamensi, exarato primis annis saeculi noni, ut uisum est Bernhardo Bischoff, doctissimo uiro et horum studiorum quoad uixit facile principi. Qui uersus collocantur in codice Laureshamensi inter finem Defensionis artis medicae (ut uocatur), a qua incipit codex, et opuscula quaedam breuissima tironibus destinata, qui
1
Disticho altero carminis XXII omisso (non industria sed per errorem, ut arbitror).
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elementis artis medicae imbuendi erant; sed horum opusculorum initium, quod fuerat in folio seu foliis inter quintum et sextum (ut nunc numerantur), sed nunc deest, aetatem non tulit. Itaque dubium non est quin in codice Laureshamensi tam Defensio artis medicae quam Isidori uersus argumenti medici ad hanc partem, ubi opuscula ut ita dicam introductoria exhibebantur, pertinuerint. Cum de diuisione medicinae apud Isidorum et in epistula medica Bruxellensi 18a alibi actum sit, iam redeamus ad epistulae initium. Cuius si fontes indagamus, manifestum est maiorem partem historiae medicinae quam Isidorus tradit e Plinii Maioris naturali historia originem ducere: Plin. Nat. 29,3 auxit deinde famam etiam crimine, ictum fulmine Aesculapium fabulata, quoniam Tyndareum reuocauisset ad uitam. 29,4 Sequentia eius, mirum dictu, in nocte densissima latuere usque ad Peleponnesiacum bellum. tunc eam reuocauit in lucem Hippocrates genitus in insula Coo in primis clara ac ualida et Aesculapio dicata.
Haud scio an illa uerba de Tyndareo, quae Etymologiarum textui ut nunc legitur aeque desunt atque medicae artis pars quarta (id est prognostica), prius infuerint textui Isidori, sed postea, cum editio nobis nota ac uulgata praepararetur, aut consulto deleta aut casu quodam omissa sint. Quod si uerum esset, epistula Bruxellensi medica 18a uersionem quandam Etymologiarum antiquiorem tradi iudicabimus. E Plinii naturali historia petitum esse quae de Hippocrate in insula Coo nato narrantur manifestum est. Sed cum Hippocratis patris nomen fuerit Heracleides/Heraclides, haud scio an uerbum diues, quod inuenimus in utraque epistula Bruxellensi, ex hoc nomine Heracleides originem sumpserit, nisi ciues, quod in aliis de origine medicinae opusculis traditur, magis placet.
cod. Bruxellensis 3701, s. IX, fol. 5v XVIII· INCIPIT EP(ISTU)L(A) QUANTIS ANNIS LATUIT MEDICINA 1. Auctor atque repertor medicinae artis· perhibetur apollo quem scolafius filius eius laude uel opere amplicabit· Maxime tendiario ut fabule2 fingunt a morte ad uitam reuocatus· Sed postquam celi fulminis hictu iscolafius interiit interdicta fol. 6r
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fagule trad.
DE EPISTULIS XVIII ET XVIII CODICIS BRUXELLENSIS 3701
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fertur medendi cura et ars simul cum auctore deficit latuitque per annus poene d· usque ad tempus artarsersis regis persarum ;. Tunc eam reuocauit in lumine ypp(ocrates) asclepio patre genitus diues in insula coo· Id sunt uiri qui medicinam inuenerunt· Prima methodica inuenta est· Ab apollinae remedia sectantis et carmina. Secunda emperica· id est experimentissima· inuenta est· ab scolapio qui non constat indiciorum signis· sed solis experimentis· Tercia logica. inuenta est. ab ypocrate· Ista enim discussa etatum regionum uel egritudinum qualitatibus artis operationum racionabiliter perscrutatur· <...> 2. Medicina est qui corporis uel tuetur uel restaurat salutem. <...> ad hanc itaque pertinet non ad ea tantum et in que ars eorum exibet qui proprie medicinae uidentur. Sed etiam cibus et potus tegmen et tutamen defensione· neque hominis atque unctione quem nostrum corpus aduersus externus hictus casusque seruat(us)· 3. Omnem autem medicinam ueteris· quattuor generibus distinxerunt· Quorum genus primum est cirorgium. Secundum farmatiaticum· Tercium dieticum quartum pronusticum· Cirorgia est ferramentorum incisio· Farmacia curatio medicaminum· Dieta obseruatio legis et uita. pronustica preuisio egritudum 4. <...> Quidquid frequenciores quid quescione peruertit unda maris. cinomum myrra. foliumque nitentem casia· balsamum thus calamum conficiumque crocum· Hoc totum magis· possunt palacia regis· et dom(um) inmensa profluent diuites· Nos autem uirilis· fruimur pratorum germinis herbas quas humilis uallis et iuga celsis adferunt· Ergo sacris est· peritum non terret cura ualde nam multis curis munera nostra placent unguenta3 cernis quarum aqua gra<e>cia misit· plurimam speriam de regione sumus unguenta genera dum sint gratissima pluram nardo et instancius suauius esse uel uiolis gracius esse· poteris· cedit telinus cedit amacinus illis cedit ei cyprum qui regione uenit et quos clarus urbe cælebrat medicina magistrus. hos presens pictus· signat imago uisus·
XVIIII· De inuentoribus medicinae et artem eius:. Autor ac repertor apud grecos perhibetur. Apollo hanc filius eius scolapius laude uel opere amplicauit sed postquam fulminis hictu scolafiius interiit interdicta fertus medendi cura Et ars simul cum auctore deficit· Latuitque per annos poene quingentos usque ad tempus artarxersis regis persarum· Tunc eam reuocauit in lucem ypp(ocrates) asclepius patre genitus diues in insula coo· Isti enim discussis etatum regionum uel egritudinum qualitatibus artis curam infirmitatum per quem causas racionabiliter adhibita perscrutatur·
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ungenta m1.
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XVIII. Incipit epistula quantis annis latuit medicina
Isid. Orig. 4,3 De inuentoribus medicinae
XVIIII· De inuentoribus medicinae et artem eius:.
Auctor atque repertor medicinae artis· perhibetur apollo quem scolafius filius eius laude uel opere amplicabit·
4,3,1 Medicinae autem artis auctor ac repertor apud Graecos perhibetur Apollo. Hanc filius eius Aesculapius laude uel opere ampliauit.
Autor ac repertor apud grecos perhibetur. Apollo hanc filius eius scolapius laude uel opere amplicauit
4,3,2 Sed postquam fulminis ictu Aesculapius interiit, interdicta fertur medendi cura; et ars simul cum auctore defecit, latuitque per annos pene quingentos usque ad tempus Artaxerxis regis Persarum.
sed postquam fulminis hictus scolafiius interiit interdicta fertur medendi cura Et ars simul cum auctore deficit· Latuitque per annos poene quingentos usque ad tempus artarxersis regis persarum·
Tunc eam reuocauit in lumine Tunc eam reuocauit in lucem Hippocrates Asclepio patre ypp(ocrates) asclepio patre genitus in insula Coo. genitus diues in insula coo.
Tunc eam reuocauit in lucem ypp(ocrates) asclepius patre genitus diues in insula coo·
Maxime tendiario ut fabule4 fingunt a morte ad uitam reuocatus. Sed postquam celi fulminis hictu iscolafius interiit interdicta fertur medendi cura et ars simul cum auctore deficit latuitque per annus poene d· usque ad tempus artarsersis regis persarum ;.
Id sunt uiri qui medicinam inuenerunt· Prima methodica inuenta est· Ab apollinae remedia sectantis et carmina. Secunda emperica· id est experimentissima· inuenta est· ab scolapio qui non constat indiciorum signis· sed solis experimentis· Tercia logica. inuenta est. ab ypocrate·
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fagule trad.
4,4,1 Hi itaque tres uiri totidem haereses inuenerunt. Prima Methodica inuenta est ab Apolline, quae remedia sectatur et carmina. Secunda Enpirica, id est experientissima, inuenta est ab Aesculapio, quae non indiciorum signis, sed solis constat experimentis. Tertia Logica, id est rationalis, inuenta ab Hippocrate.
DE EPISTULIS XVIII ET XVIII CODICIS BRUXELLENSIS 3701
Ista enim discussa etatum regionum uel egritudinum qualitatibus artis operationum racionabiliter perscrutatur.
4,4,2 Iste enim discussis aetatum, regionum, uel aegritudinum qualitatibus, artis curam rationabiliter perscrutatus est, infirmitatum per quam causas ratione adhibita perscrutetur,
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Isti enim dicussis etatum regionum uel egritudinum qualitatibus artis curam infirmitatum per quem causas racionabiliter adhibita perscrutatur.
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Índice de pasajes citados
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Agnello de Ravenna Commentarii in Galeni De sectis p. 26,4: p. 139; p. 143,20: p. 145 Agustín de Hipona De ciuitate Dei 8,4: p. 26; 15,23: p. 259 De disciplina Christiana: p. 44 De doctrina christiana 2,47: p. 237 De quantitate animae: p. 44 In epistulam Iohannis ad Parthos 1,8: p. 251 Retractationes 1,5: p. 236 Alcuino Disputatio puerorum: p. 44, p. 51 Alejandro de Tralles (versio latina), 1,36: p. 122; 2,50 ad fin.: p. 150; 2,157 med.: p. 150; 2,256 ad fin.: p. 150 Alfabetum Galieni s. v. Ampelos siue brionia: p. 35; Aristologia: p. 36 Ali Abbas Pantegni: p. 233 Ambrosio Hexaemeron 6,9,70: p. 161; 6,9,71: p. 152; 6,9,72: p. 152 Anonymus ad Cuimnanum: p. 56, p. 57, p. 63, p. 168 Anonymus Bruxellensis (= Vindic. med.) 1 p. 208,11-16: p. 146 Apuleyo Apologia 40: p. 26 Florida 9: p. 180 Areteo 4,13: p. 187 Arnobio Adversus nationes 2,69: p. 154 Ars medicinae I: p. 34; II: p. 34; III: p. 18, p. 154 ; V: p. 144; VII: p. 100, p. 117 Asaph Libro de los Remedios: p. 75-76, p. 76, p. 77, p. 82 Cf. De partibus corporis y De natura cerebri
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ÍNDICE DE PASAJES CITADOS
Aurelio proom.: p. 16, p. 17, p. 98, p. 104, p. 138, p. 142; 1(p. 26 Daremberg): p. 183; 2 (p. 28-30 Daremberg): p. 183; 13: p. 106, p. 107; 16: p. 147; 20: p. 98, p. 125; 21: p. 148 Beda De ratione rerum: p. 72 In Actus Apostolorum: p. 44 Boecio De institutione arithmetica 1,1: p. 237 Braulio de Zaragoza Renotatio: p. 87, p. 231 Casio Félix 5: p. 190; 6: p. 185, p. 190; 12,1: p. 250; 15: p. 190; 15,1: p. 181; 24: p. 180, p. 186; 25: p. 184; 26: p. 184; 49: p. 189; 53: p. 109; 63,1: p. 138; 71,1: p. 139; 73,1: p. 187; 73,7: p. 180 Casiodoro Institutiones 1,31,1: p. 168; 1,31,2: p. 168, p. 237, p. 246; 2,3,21: p. 238; 2,5,9: p. 155 Celio Aureliano Acutae passiones 2,1,6: p. 138; 2,32,165: p. 106; 2,37,192: p. 259; 3,1,1: p. 191; 3,6,62: p. 99; 3,6,63: p. 97; 3,9,98: p. 148; 3,17,138: p. 148; 3,18,175: p. 191; 3,19,188: p. 159 Chronicae passiones 1,2,51: p. 142; 1,4,60: p. 132, p. 133, p. 187; 1,5,144: p. 141; 1,5,145: p. 141; 1,6,180: p. 142, p. 159; 2,14,198: p. 158; 3,4,51: p. 109 ; 3,5,68: p. 188; 3,78: p. 195; 4,50: p. 188; 5,1,1: p. 136, p. 137; 5,9,89: p. 191; 5,27: p. 182 De significatione dieticarum passionum 16: p. 253; 17: p. 253; 18: p. 253; 20: p. 138, p. 252; 21: p. 256; 21-22: p. 256; 22: p. 256; 32: p. 98, p. 125, p. 160, p. 259; 38: p. 99, p. 106, p. 122; 39: p. 98, p. 99, p. 106, p. 125, p. 160, p. 161; 41: p. 122; 42: p. 105, p. 159; 43: p. 105, p. 159; 44: p. 148; 45: p. 147; 55: p. 132, p. 133, p. 261; 56: p. 141, p. 261; 73: p. 121; 148: p. 137 Gynaecia 1,9: p. 137; 1,59: p. 137; 1,156 (1481): p. 185; 1,161 (1541): p. 186 Celso De medicina proom. 9: p. 162; 3,11: p. 182; 3,25: p. 187; 5,28,2B: p. 179; 5,28,17c: p. 179; 5,28,24 A-C: p. 190; 6,4,2: p. 184; 6,5,1: p. 180; 6,6 i: p. 179; 9: p. 162; 8,1,9: p. 145 Censorino 12,4: p. 155 Cicerón De finibus 1,6,17: p. 233 De natura deorum 2,134: p. 145; 2,149: p. 153, p. 154 De oratore 1,15,68: p. 233 Commentarii in Hippocratis Aphorismos (Lat-A): p. 23; praef.: p. 248; Aph. 1,2: p. 253; Aph. 1,3: p. 24; Aph. 1,7: p. 250; Aph. 1,12: p. 255; Aph. 2,26: p. 160, p. 259, p. 261; Aph. 2,32: p. 254; Aph. 2,36: p. 257; Aph. 2,42: p. 140, p. 250, p. 259; Aph. 2,45: p. 141, p. 258; Aph. 2,47: p. 258; Aph. 2,52: p. 257; Aph. 3,5: p. 255; Aph. 3,10: p. 253; Aph. 3,11: p. 250; Aph. 3,17: p. 258; Aph. 3,17b: p. 142; Aph. 3,20: p. 142; Aph. 3,22: p. 110, p. 137, p. 254; Aph. 3,23: p. 255; Aph. 3,25: p. 98, p. 144, p. 160, p. 250; Aph. 3,26: p. 136, p. 250, p. 253; Aph. 3,30: p. 106, p. 161, p. 252, p. 254, p. 255; Aph. 3,31: p. 254; Aph. 3,36: p. 254; Aph. 4,5: p. 24, p. 255; Aph. 4,11: p. 250, p. 253; Aph. 4,24: p. 250; Aph. 4,26: p. 250; Aph. 4,47: p. 253; Aph. 4,48: p. 164, p. 258; Aph. 4,58: p. 253; Aph. 4,67: p. 257; Aph. 4,78: p. 254; Aph. 4,79: p. 253; Aph. 5,1: p. 250; Aph. 5,9: p. 253; Aph. 5,22: p. 253; Aph. 5,26-27: p. 250; Aph. 5,44: p. 250; Aph. 5,50: p. 253; Aph. 5,62: p. 250; Aph. 6,12: p. 253; Aph. 6,16: p. 255; Aph. 6,18: p. 253; Aph. 6,31: p. 134; Aph. 6,37: p. 253; Aph. 6,38: p. 259; Aph. 6,39: p. 259; Aph. 6,43: p. 250; Aph. 7,11-12: p. 253; Aph. 7,16: p. 253; Aph. 7,46: p. 250; Aph. 7,54: p. 253; Aph. 7,58: p. 253, p. 254; Aph. 7,60: p. 134
ÍNDICE DE PASAJES CITADOS
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Commentarium in Galeni De sectis A 19-22: p. 174 Corpus Glossariorum Latinorum III,247,22: p. 173; 247,26: p. 173; 551,32-34: p. 100; 570,12: p. 173; 596,1: p. 100; 596,6: p. 118; 596,10: p. 184; 597,7: p. 119; 597,19: p. 119; 598,38: p. 117, p. 122; 598,41: p. 119; 598,42: p. 120; 599,21: p. 33; 599,33: p. 120; 599,36: p. 33; 599,41: p. 120; 600,22: p. 118; 600,23: p. 184; 601,7: p. 117; 601,17: p. 33; 601,35: p. 188; 603,1: p. 119; 603,20: p. 119; 603,45: p. 118; 604,1: p. 119; 604,4: p. 110; 604,5: p. 118; 604,17: p. 119; 604,27: p. 33; 604,45: p. 120; 605,3: p. 120, p. 195; 605,13: p. 118; 605,18: p. 19; 605,39: p. 99, p. 160; 606,1: p. 118; 606,3: p. 118 IV,81,4: p. 189 V,525,15: p. 192; 606,59: p. 158, p. 173 De assimilatione elementorum: p. 73 De causa et exordio medicinae et a quibus habuit initium et nomen: p. 73 De causa et exordio medicine et a quibus habuit initium et nomen: p. 74 De curationibus: p. 73 De natura cerebri secundum Asaph: p. 73 De operatione medicine: p. 34 De partibus corporis secundum Asaph: p. 73 De partitione anni in quatuor circulis: p. 73 De passionibus unde eueniunt: p. 117, p. 119, p. 120, p. 122 De physiognomia liber 85 (p. 117 André): p. 179 De quatuor humoribus, locis et effectibus in homine: p. 73 De ratione medicinae: p. 34, p. 35 De ratione temporum: p. 70 De uenis neruis ossibus humoribus hominis secundum Galenum: p. 73 De Ypocentauro et quomodo captus est et docuit Hipocratem: p. 73 Defensio artis medicinae: p. 34, p. 265, p. 266 Diaeta Theodori: p. 37 Dioscórides De materia medica 1,72: p. 32; 2,114: p. 213; 2,118: p. 203; 2,160: p. 181; 2,174: p. 181; 3,36: p. 213; 3,45: p. 213; 3,66: p. 31; 3,68: p. 31; 3,118: p. 183; 3,128: p. 183; 4,96,1: p. 32 Dioscórides latino (= Diosc. Longobardus, ed. Stadler) 1,47: p. 111; 2,102: p. 203; 3,70: p. 210; 3,75: p. 210; 5,114 (Stadler 216,3): p. 251 Disputatio Platonis et Aristotelis: p. 44, p. 52 Dissertatio de anima hominis: p. 44, p. 52 Domingo Gundisalvo De divisione philosophiae p. 14,13 Baur: p. 219; p. 20,13-15 Baur: p. 219; p. 83, 8-10 Baur: p. 219 Douce Glossary (Hunt Band 1, p. 420), l. 17-18: p. 173 Epistula de incisione: p. 52 Epistula de phlebotomia: p. 52 Epistula de homine et uoce: p. 35, p. 52 Epistula ex quattuor humoribus: p. 34 Epistula Frustra mortalium genus moritur: p. 34 Epistula hypocratis: p. 34, p. 44, p. 50 Epistula Lucae: p. 35, p. 42, p. 43, p. 44, p. 45, p. 46, p. 49, p. 50, p. 52, p. 53, p. 55, p. 56, p. 57, p. 60, p. 61, p. 62
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ÍNDICE DE PASAJES CITADOS
Epistula medica bruxellensis 18: p. 162, p. 169, p. 170; 1: p. 170; 1-3: p. 170, p. 171; 3: p. 163, p. 170, p. 171, p. 265, p. 266, p. 268 Epistula medica bruxellensis 19: p. 265, p. 267, p. 268 Epistula peri hereseon: p. 26, p. 33, p. 34, p. 113, p. 169, p. 170, p. 171 Epistula Paraxagorae: p. 26, p. 111, p. 113 Epistula Quattuor sunt uenti quattuor anguli celi: p. 34 Epistula Ysidori Spaniensi: p. 34 Escribonio Largo 38: p. 210; 94: p. 256 Esculapio: proom.: p. 17; 2: p. 118; 4,4: p. 142; 12: p. 121; 17: p. 143; 34: p. 112, p. 113; 43: p. 110; 44: p. 110 Esteban de Atenas In aphor. prol. (Westerink I,32,14): p. 249 Esteban Diácono Vita Stephani iunioris 69: p. 164 Estrabón 5,2,9: p. 182 Galeno Adhortatio ad artes addiscendas (I,38-39 Kühn): p. 234 De methodo medendi 2,2 (X 81-83 Kühn): p. 178 De sanitate tuenda 1,11: p. 153; 5,5: p. 153 De remediis parabilibus 1,2 (XIV 325-326 Kühn): p. 185 De simplicium medicamentorum facultatibus 10,2 (XII 263 Kühn): p. 178; (XIX 443 Kühn): p. 178 De theriaca ad Pisonem 16 (XIV 281 Kühn): p. 193 De tumoribus praeter naturam 9 (VII 722-723 Kühn): p. 184; 14 (VII 728 Kühn): p. 135 Quod optimus medicus sit quoque philosophus (I,62 Kühn): p. 238 Cf. también Pseudo-Galeno, De uenis neruis ossibus humoribus hominis y Gera Galieni Gargilio Marcial Medicinae ex holeribus et pomis. 2,5: p. 211; 3,6: p. 205; 3,10-14: p. 213; 5,1-2: p. 203; 8,1: p. 209; 8,3-6: p. 213; 11,3: p. 204; 14,1: p. 207; 14,1-2: p. 208; 20,1: p. 205; 21,1: p. 208; 21,10: p. 208; 23,1-2: p. 207; 23,6: p. 29; 25,2: p. 210; 25,4: p. 210; 36,2-5: p. 213; 40: p. 202; 41,16: p. 206; 41,7-9: p. 206; 41,9: p. 206; 41,10-16: p. 206; 41,17-18: p. 206; 41,19-33: p. 206; 42,7: p. 202; 43,11: p. 204; 43,11-12: p. 204; 43,12: p. 204; 44: p. 202; 44,2-4: p. 202; 46,10: p. 211; 49,3: p. 202, p. 203; 52: p. 202 Gera Galieni: p. 36 Glasgow Glossary (Hunt Band 1, p. 411 and p. 412) : p. 173 Glossae medicinales, s. v. Cardiaci: p. 107; Sciasis: p. 110; Scothomatici: p. 118; Spasmus: p. 99, p. 125, p. 160, p. 260; Ycterici: p. 112; Ydrofobicon: p. 148; Yleon: p. 147 Herondas 7,72: p. 185 Hygino Astronomica 2,33: p. 256 Hipócrates: De affectionibus 35: p. 184 Aphorismi 3,20: p. 139; 3,26: p. 136; 6,39: p. 160 Liber de honestate 5 (IX 233 Littré): p. 238 Cf. también Liber cyrurgie Ypocratis Hipócrates latino Aphorismi 3,19,1: p. 29; 3,26: p. 135; 4,5: p. 257
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Hippiatrica Cantabrigiensia 93,25: p. 149 Hugo de Santalla Liber Aristotilis: p. 55 Initia medicinae: p. 81 Isidoro de Sevilla De haeresibus: p. 72 De natura rerum: 3,4: p. 56, p. 63; 17,3-4: p. 154; 17,4: p. 154; 26,14: p. 256; 31,1: p. 154; 36,2: p. 154; 39: p. 194; 39,1: p. 154; 39,2: p. 194; 41,1: p. 154 Differentiae: I: p. 57; 88 (299) Codoñer 128: p. 249; 216: p. 139; 226: p. 189 II: p. 43, p. 49, p. 56, p. 57, p. 59, p. 60, p. 61; 24,5: p. 168; 24,7: p. 168; 39: p. 237; 39,148154: p. 232; 59: p. 146; 71: p. 156; 149: p. 168; 150: p. 168, p. 169; 152: p. 168, p. 169 Epistulae 5: p. 231 Etymologiae: I,1: p. 201; 2,1-3: p. 238; 2,3: p. 18; 8,4: p. 158, p. 166 II,3: p. 237; 24,1: p. 168; 24,3: p. 237; 24,4: p. 18 ; 24,5: p. 168; 24,7: p. 26, p. 27, p. 168; 24,11: p. 18 ; 24,14: p. 237; 24,15: p. 18 ; III, praef: p. 88, p. 238; 17,3: p. 155, p. 166; 71,14: p. 24, p. 256; 71,15: p. 257; IV,1,1: p. 219; 2: p. 34, p. 257; 2,1: p. 220; 3: p. 18, p. 19, p. 33, p. 268; 3,1: p. 170, p. 268; 3,1-2: p. 19; 3,2: p. 170, p. 268; 4: p. 26, p. 27; 4,1: p. 155, p. 156, p. 170, p. 268; 4,1-2: p. 170; 4,2: p. 111, p. 155, p. 156, p. 269; 5,1: p. 34, p. 257; 5,2: p. 193; 5,3: p. 16, p. 17; p. 18, p. 103, p. 147; 5,4: p. 17, p. 103, p. 158, p. 159; 5,5: p. 17, p. 159; 5,6: p. 17, p. 100, p. 101, p. 158; 5,7: p. 16, p. 17, p. 147; 6,1: p. 17, p. 116; 6,3: p. 117, p. 195, p. 252; 6,4: p. 98, p. 106, p. 112, p. 117, p. 122, p. 255; 6,5: p. 118, p. 138, p. 148, p. 252; 6,6: p. 118; 6,8: p. 118, p. 121, p. 255; 6,9: p. 118, p. 121; 6,10: p. 118, p. 121; 6,11: p. 30, p. 97, p. 98, p. 99, p. 118, p. 125, p. 126, p. 127, p. 160, p. 258; 6,13: p. 177; 6,14: p. 147; 6,16: p. 100, p. 178; 6,17: p. 115, p. 149; 6,17-18: p. 193; 7: p. 114; 7,1: p. 17, p. 115; 7,3: p. 115, p. 118, p. 142; 7,3-4: p. 258; 7,4: p. 146; 7,5: p. 115, p. 118, p. 121, p. 132, p. 133, p. 141, p. 258; 7,6: p. 113, p. 115, p. 116, p. 141, p. 188; 7,7: p. 141; 7,8: p. 140, p. 141; 7,9: p. 119, p. 121, p. 139, p. 140, p. 159, p. 252; 7,10: p. 182; 7,11: p. 115, p. 116, p. 119, p. 120, p. 121; 7,12: p. 103, p. 113; 7,14: p. 115, p. 121; 7,17: p. 143, p. 253; 7,18: p. 119, p. 121, p. 255; 7,19: p. 119, p. 121; 7,20: p. 115, p. 116, p. 119, p. 120; 7,21: p. 115; 7,22: p. 108; 7,24: p. 119, p. 120; 7,25: p. 115, p. 116, p. 119, p. 120; 7,29: p. 109, p. 119, p. 136, p. 137; 7,30: p. 115, p. 119; 7,31: p. 119, p. 121; 7,33: p. 254; 7,34: p. 120; 7,35: p. 120; 7,36: p. 115, p. 120, p. 250; 7,38: p. 120; 7,39: p. 115, p. 116, p. 120; 8: p. 114, p. 177; 8,1: p. 115, p. 181, p. 184; 8,3: p. 179; 8,4: p. 100, p. 115, p. 187; 8,5: p. 115, p. 186; 8,6: p. 115; 8,9: p. 30, p. 97, p. 135, p. 136, p. 195, p. 253; 8,10: p. 15, p. 115, p. 116, p. 186; 8,11: p. 186; 8,12: p. 115, p. 150, p. 186; 8,13: p. 112, p. 188; 8,14: p. 189, p. 259; 8,15: p. 16, p. 99, p. 189; 8,16: p. 16, p. 180; 8,22: p. 258; 8,23: p. 103; 9,2: p. 162, p. 163; 9,23: p. 156, p. 162, p. 171, p. 219, p. 224; 9,3: p. 33, p. 162, p. 163; 9,5: p. 151; 9,6: p. 103; 9,7: p. 150, p. 151; 9,8: p. 225; 10: p. 246; 10,1: p. 23, p. 134, p. 174, p. 248; 10,2: p. 33, p. 113, p. 163; 10,3: p. 113, p. 114;12,10: p. 30; 13: p. 18, p. 27, p. 154, p. 229; 13,1-5: p. 220, p. 237; 13,1b: p. 155; 13,2: p. 115, p. 116, p. 155; 13,3: p. 18, p. 155, p. 166 V,30,8: p. 56 VI,19,65: p. 166 VII,1,1: p. 88; 6,1-2: p. 88 VIII,6,6: p. 26 ; 9,11: p. 142; 11,3: p. 170 IX,1,14: p. 89; 4,1: p. 89 X,1: p. 89; 44: p. 199; 176: p. 193
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ÍNDICE DE PASAJES CITADOS
XI,1,3: p. 193; 1,30: p. 143; 1,31: p. 143; 1,45: p. 193; 1,48: p. 157, p. 158, p. 173; 1,51b: p. 153; 1,52: p. 144, p. 145, p. 251; 1,53: p. 161; 1,75-77: p. 192; 1,77b: p. 146; 1,83: p. 158, p. 166; 1,84: p. 158, p. 166; 1,99: p. 143, p. 146; 1,100: p. 147; 1,105: p. 152; 1,106: p. 156; 1,107: p. 156; 1,108: p. 156; 1,108-109: p. 156; 1,109: p. 157; 1,110: p. 157; 1,111: p. 157; 1,113: p. 157;1,117: p. 160; 1,118: p. 161, p. 255; 1,122: p. 100, p. 158; 1,124: p. 259; 1,131b: p. 166; 1,134: p. 152; 1,139: p. 143; 1,143-145: p. 143; 1,145b: p. 143; 1,147: p. 89; 2,31: p. 193; 3,7: p. 161; 3,12: p. 161; 3,15: p. 161 XII,1,14: p. 35; 1,44: p. 149; 4: p. 184; 6,51: p. 189 XIII praef.: p. 89 XIV,4,1: p. 89 XV,1,2: p. 89; 4,17: p. 26 XVI,5,1: p. 89; 6,1: p. 89; 20,14: p. 188; 21,5: p. 188; 25-26: p. 33; 25,1: p. 89 XVII,3,10: p. 181; 4,1: p. 89; 4,5: p. 179; 7,3: p. 202; 7,4: p. 205; 7,6: p. 206; 7,7: p. 202; 7,10: p. 211; 7,11: p. 211; 7,14: p. 157, p. 202; 7,15: p. 202; 7,16: p. 202; 7,17: p. 203; 7,72: p. 32; 8,8: p. 36, p. 169; 8,10: p. 36, p. 169; 9,4: p. 36, p. 169; 9,8: p. 36, p. 169; 9,24: p. 37; 9,26: p. 37; 9,29: p. 37; 9,30: p. 35; 9,33: p. 27; 9,34: p. 37; 9,42: p. 37, p. 205; 9,49: p. 37; 9,52: p. 36; 9,53: p. 30; 9,78: p. 37; 9,82: p. 207; 9,90: p. 35; 9,91: p. 35; 10,4: p. 24; 10,5: p. 203; 10,11: p. 204; 10,15: p. 208; 10,20: p. 37, p. 209; 10,21: p. 208; 11,2: p. 31, p. 32; 11,4: p. 210; 11,8: p. 205 XIX,1,1: p. 89; 11: p. 89; 20,8: p. 159; 30,1: p. 89 XX,2,2: p. 152; 2,37: p. 153; 6,9: p. 164, p. 258; 16,1: p. 189; 16,8: p. 151 Liber numerorum 44: p. 168; 17,44: p. 232 Sententiae 3,1,1b: p. 168; 3,3,4: p. 168 Versus: p. 34; 16: p. 167; 16-24: p. 167 Jerónimo Adversus Iovinianum 2,30: p. 152 Epistulae 54,9-10: p. 153; 108,24: p. 153; 108,27,2: p. 259; 121 praef. 5 (p. 4,10): p. 150, p. 151 Juan de Alejandría Commentaria in Librum de sectis Galieni p. 13,54 Prit.: p. 171; p. 23,42 Prit.: p. 171 John of Garland Dictionarius 5 (Hunt Band 1, p. 196): p. 173 Juvenal 6,565: p. 189 Lactancio De opificio dei 13,6: p. 157 Liber cyrurgie Ypocratis (p. 93 de Moulin): p. 162 Liber passionalis 56: p. 160 Libro de los Jubileos 10: p. 76, p 83 Libro de Noah: p. 82 Lucilio 44 p. 189 Lucrecio 6,1114-1115: p. 187 Marcelo de Burdeos De medicamentis 8,192: p. 181; 19,63: p. 181; 19,18: p. 180; 20,17: p. 188 Carmen 5-7: p. 170 Marcial 3,82,1: p. 259 Notae iuris: p. 71, p. 72 Oribasio Synopsis 7,33 (V 380-383 Daremberg): p. 184
ÍNDICE DE PASAJES CITADOS
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Oribasio latino Synopsis 7,61: p. 180, p. 188 Origo pimentorum unde excreantur: p. 36, p. 169 Orosio De ormesta mundi: p. 51 Historiae: p. 44, p. 50, p. 60, p. 61 Oxia pate: p. 100 Paladio De agricultura 2,14,4: p. 204 Paladio In Hippocratis librum sextum epidemiarum (vol. 2, p. 13 Dietz): p. 136 Passionum nomina uel indicia: p. 110, p. 117, p. 118, p. 119, p. 120, p. 195 Paulo de Egina 3,1,1: p. 185; 4,2,1: p. 15 Paulo Diácono In laudem S. Benedicti: p. 71, p. 72 Paulo Festo 84,10: p. 180; 120: p. 194; 125: p. 152; 139: p. 193 Pelagonio 51,1: p. 112 Petroncello (cf. Tereoperica) Platón Fedro 244: p. 140 Plinio Naturalis Historia 1,71: p. 161; 7,71: p. 161, p. 251; 8,162: p. 149; 18,123: p. 179; 19,108-109: p. 208; 20,18: p. 181; 20,44: p. 209; 20,87: p. 189; 20,222: p. 203; 20,223: p. 203; 23,157: p. 183; 25,68: p. 27; 26,7: p. 180; 26,115: p. 183; 27,130: p. 183; 28,121: p. 183; 29,3: p. 266; 29,4: p. 266; 29,17: p. 240; 29,119: p. 210; 30,94: p. 188, p. 189; 32,113: p. 183; 32,114: p. 183 Plinio el Joven Epistulae 10,33,2: p. 164 Pollux Onom. 2,80: p. 158 Probo App. gramm. IV,46 (Stok 90): p. 251 Prognostica Democriti: p. 104 Propercio 2,24,1: p. 259 Pseudo-Apuleyo Herbarium 2,6: p. 30; 76: p. 30, p. 32; 125: p. 210; 128: p. 31 Pseudo-Aurelio Víctor Epitome de Caesaribus 48,1: p. 143; 48,8: p. 143 Pseudo-Cipriano Cena Cypriani: p. 71, p. 72 Pseudo-Galeno Definitiones medicae 5: p. 249; 193 (XIX 400 Kühn): p. 189; 227 (XIX 411 Kühn): p. 184; 355 (XIX 437 Kühn): p. 181 Pseudo-Hipócrates Dynamidia 1,32: p. 204; 1,57: p. 30; 2,41: p. 30; 2,125: p. 30 Pseudo-Sorano Quaestiones Medicinales p. 18; p. 111; 11: p. 150; 22: p. 174, p. 249; 30: p. 162; 52: p. 156, p. 157; 120: p. 183; 124: p. 183; 125: p. 183; 138: p. 183; 217: p. 184; 218: p. 184; 436L: p. 139; p. 363,11 Stadler: p. 155 ; p. 366,25 Stadler: p. 157
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ÍNDICE DE PASAJES CITADOS
Puluis atque confectio herbarum quem latini contemplatam uocant: p. 36 Quintiliano Institutio oratoria 12,11,24: p. 236 Quinto Sereno Sammónico 109: p. 188; 402: p. 177 Quirón 169: p. 111 Rufino Clement. 8,23,2: p. 154; 8,24,2: p. 154; 8,29,4: p. 144, p. 145, p. 154; 8,42,3-5: p. 154; 8,45,12: p. 154; 8,45,3: p. 154 Salmos Apócrifos 1.5-6: p. 77 Sapientia artis medicinae: p. 117 Scholia in Horatium ars 471: p. 145, p. 251 Séneca Epistulae 1, praef. 6: p. 236; 19,1: p. 236; 88,2: p. 236 Servio Ad Aen. 12,396: p. 113 Ad Georg. 3,458: p. 183 Solino 1,71: p. 161, p. 251 Speculum hominis 1,202-207: p. 174; 2,735 ss: p. 173 Suetonio Iul. 42,2: p. 240 Tereoperica: p. 26; p. 109; 38: p. 126, p. 127 Terencio Eun. 595: p. 259 Teodoro Prisciano Euporista 2,10: p. 126 Logicus 30: p. 126; 32: p. 135; 35: p. 108; 36: p. 259; 37: p. 104; 95: p. 100 Teófilo (Dietz, 2,245): p. 249 Valerio Máximo 1,7,6: p. 180 Varrón Cato vel de pueris educandis 14 p. Non. 81,4: p. 192 De lingua latina 5,101: p. 185; 5,106: p. 181 Vegecio Digesta artis mulomedicinae 1,6,2: p. 111; 1,9,1: p. 150, p. 186; 1,11,8: p. 150; 1,14,3: p. 151; 3,5,4: p. 190; 3,7,1: p. 149; 4,3,4: p. 187; 4,3,5: p. 149; p. 193 Vindiciano Epistula ad Pentadium: p. 100 Gynaecia 21,1 (Hunter. 404): p. 143, p. 156; 22 (Par. Lat. 4883): p. 154; 23 (Rose 458): p. 251; 23 (Hunter. 404): p. 144; 23 P (Par. lat. 4883): p. 145; 23 D (Par. lat. 11218): p. 145; 419 rec. Li 77: p. 251; rec. Li l. 77-80: p. 143, p. 144 Virgilio Aen.: 10,272-275: p. 257; 10,586-587: p. 29 )Epistolh\ peri\ tou= a)nqrwpi¿nou sw¿matoj: p. 42
305
Índice de manuscritos citados
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307
Bamberg, Staatliche Bibliothek med. 1 (L. III. 8): p. 34, p. 36, p. 167, p. 168, p. 265 Basel, Universitätsbibliothek F. III. 15: p. 57 Berlin, Staatsbibliothek Preubischer Kulturbesitz Phillipp. 1790: p. 102 Phillip. 1870: p. 209 Bruxelles, Bibliothèque Royale: 1342-50: p. 16, p. 142 3701-15: p. 42, p. 51, p. 52, p. 137, p. 263, p. 265, p. 266 Cambridge, Trinity College 368: p. 166 Chartres, Bibliothèque Municipale 52: p. 162 62: p. 156, p. 174 El Escorial, Biblioteca del Real Monasterio de San Lorenzo b.I.12: p. 72 &.I.2: p. 72 R.II.1: p. 72 Firenze, Biblioteca Medicea Laurenziana 73.41: p. 37 Glasgow, University Library Hunter. 96 (T. 4. 13): p. 104 Hunter. 404 (V. 3. 2): p. 34, p. 102, p. 143, p. 156, p. 251 Karlsruhe, Badische Landesbibliothek Aug. CXX: p. 16, p. 23, p. 27, p. 98, p. 107, p. 133, p. 142, p. 143 Krbenhavn, Kongelige Bibliothek 1653. 4º: p. 154 Leipzig, Universitätsbibliothek 1118: p. 143, p. 251 Lincoln, Cathedral Library 220: p. 156
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ÍNDICE DE MANUSCRITOS CITADOS
London, British Library Additional 8928: p. 102 Cotton Galba E.IV: p. 156, p. 174 Sloane 2839: p. 34, p. 102 Lucca, Biblioteca Statale 296: p. 35 Madrid, Biblioteca Nacional, Tol. 15,8: p. 218 Milano, Biblioteca Ambrosiana B.31. sup.: p. 51, p. 57, p. 61 D. 23. sup.: p. 57 G. 108. inf.: p. 169 H 187 inf.: p. 68, p. 72 L. 99. sup.: p. 231 Montecassino, Biblioteca della Badia 90: p. 173 97: p. 34, p. 35, p. 36, p. 102 225: p. 102, Montpellier, Bibliothèque de la Faculté de Médecine H 185: p. 34, p. 102 306: p. 57 München, Bayerische Staatsbibliothek clm 4622: p. 143 lat. 231: p. 72 lat. 5257: p. 42, p. 44, p. 62 lat. 14510: p. 51 New Haven, Yale University Library Fritz Paneth: p. 34, Oxford, Bodleian Library Savile 15: p. 55 Paris, Bibliothèque Mazzarine 689: p. 72 Paris, Bibliothèque Nationale: lat. 4883: p. 41, p. 42, p. 44, p. 51, p. 62, p. 145 lat. 6810: p. 35 lat. 7021: p. 110 lat. 7028: p. 33, p. 102, p. 154, p. 162 lat. 11218: p. 109, p. 145 lat. 11219: p. 26, p. 33, p. 51, p. 52, p. 100, p. 109, p. 110, p. 113, p. 117, p. 119, p. 122, p. 125, p. 126, p. 169, p. 170, p. 171 lat. 14025: p. 124, p. 170 lat. 14035: p. 26 nouv. acq. lat. 481: p. 34 Poitiers, Bibliothèque de la Ville 184: p. 112 Rouen, Bibliothèque Municipale 1407 (O. 55): p. 112
ÍNDICE DE MANUSCRITOS CITADOS
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Sankt-Gallen, Stiftsbibliothek 752: p. 102, p. 160 Sankt Peterburg, Gosudarstvennaja ordena Trudovogo Krasnogo Znameni Publiènaja Biblioteca Lat. O. v. I. 7: p. 51 Lat. Q. v. I. 15: p. 57 Sankt Paul in Lavanttal 5/1[25. 2. 35]: p. 57 Salzburg, Museum Carolino-Augusteum 2169: p. 101, p. 102 Uppsala, K. Universitetsbiblioteket C. 664: p. 122 Vaticano, Biblioteca Apostolica Vaticana Barberini lat. 160: p. 102 lat. 623: p. 68, p. 69, p. 71, p. 72, p. 74 lat. 4418: p. 34 Ottob. lat. 447: p. 71, p. 72 Palat. lat. 1098: p. 42, p. 44, p. 62 Reg. lat. 296: p. 51 Reg. lat. 1004: p. 101, p. 102 Reg. lat. 1143: p. 34, p. 102 Reg. lat. 1260: p. 99, p. 117 Reg. lat. 1823: p. 57 Reg. lat. 1953: p. 232 Vendôme, Bibliothèque Municipale 109: p. 121, p. 122 127: p. 35 172: p. 23, p. 27, p. 104 Wien, Österreichische Nationalbibliothek 10: p. 100, p. 102, p. 116, p. 117 93: p. 112 458: p. 51 966: p. 51 Wolfenbüttel, Herzog August Bibliothek 4148 (Weissenburg 64): p. 231 Zürich, Zentralbibliothek 104 (474): p. 51