REVISIONES DE HISTORIA ANTIGUA II
TEORÍA Y PRACTICA DEL ORDENAMIENTO MUNICIPAL EN HISPANIA ACTAS DEL SYMPOSIUM DE VTTORIA-GASTEIZ (22 a 24 de Noviembre de 1993) ESTTBALIZ ORTIZ DE URBINA Y JUAN SANTOS (EDS.)
INSTITUTO DE CIENCIAS DE LA ANTIGÜEDAD AINTZINATE-ZIENTZIEN INSTITUTUA Servicio Editorial UNIVERSIDAD DEL PAIS VASCO
VITORIA
T f ^
1996
Argitalpen Zerbitzua EUSKAL HERRIKO UNIBERTSITATEA
GAZTEIZ
VELEIÂ REVISTA DE PREHISTORIA, HISTORIA ANTIGUA, ARQUEOLOGÍA Y FILOLOGÍA CLÁSICAS
Comité de Redacción: I. BARANDIARÁN
J. L. MELENA
J. SANTOS
V. VALCÁRCEL
Secretano: J. GORROCHATEGUI
ANEJOS SERIES ACTA 3
Torso thoracatus hallado en Iruña, Álava, la antigua Veleta
VITORIA
1996
GASTEIZ
REVISIONES de Historia Antigua / Editadas por Estíbaliz Ortiz de Urbina y Juan Santos. — Vitoria-Gasteiz : Instituto de Ciencias de la Antigüedad = Aintzinate-Zientzien Institutoa, 1996.— v. — 24 cm. — (Veleia : Revista de Prehistoria, Historia Antigua, Arqueología y Filología Clásicas. Anejos. Acta) II : Teoria y práctica del ordenamiento municipal en Hispania. — p. 321 D.L. BI. - 1.917-96" ISBN: 84-7585-856-2 1. Historia antigua — Discursos, ensayos, conferencias, I. Ortiz de Urbina, Estíbaliz. II. Santos Yanguas, Juan. IlI.Serie
Esta publicación ha sido subvencionada por: —El Ministerio de Educación y Ciencia —El Departamento de Educación del Gobierno Vasco —La Diputación Forai de Alava (Convenio Diputación-UPV/EHU)
Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco Euskal Herriko Unibertsitateko Argitalpen Zerbitzua I.S.B.N.: 84-7585-856-2 Depósito legal/Lege gordailua: BI- 1.917-96 Fotocomposición/Fotokonposaketa: Ipar, S. Coop. Particular de Zurbaran, 2-4 - 48007 Bilbao Impresión/Imprimaketa: Itxaropena, S.A. Araba Kalea, 45 - 20800 Zarautz (Gipuzkoa)
INDICE
INDICE
5
PRESENTACIÓN
7
PROGRAMA DEL SYMPOSIUM
11
POUVOIR ET PROVINCES: REMARQUES SUR LA POLITIQUE DE COLONISATION ET DE MUNICIPALISATION DE ROME DANS LA PENINSULE IBERIQUE ENTRE CESAR ET AUGUSTE por JEAN-MICHEL RODDAZ
13
CONQUISTA Y COLONIZACIÓN EN LA B ETICA EN EPOCA REPUBLICANA por JOSE MANUEL ROLDAN
27
LA ACCIÓN COLONIZADORA DE AUGUSTO EN LA BETICA por FERNANDO WULFF ;
41
CONQUEST AND COLONIES IN LUSETANIA IN THE LATE REPUBLIC AND EARLY EMPIRE por JOHN S. RICHARDSON
53
CONQUISTA Y COLONIZACIÓN DEL VALLE DEL EBRO EN EPOCA TARDORREPUBLICANA Y PRINCIPADO por JUAN JOSE SAYAS
63
I COLOQUIO
83
ORGANIZZAZIONE MUNICIPALE E 1US LATI! NELL'ITALIA TRANSPADANA por GINO BANDELU
97
INDICE
6
LATINISCHES RECHT UND MUNICIPALISIERUNG IN GALLEEN UND GERMANIE* por BRIGITTE GALSTERER-KRÒLL
117
Ü COLOQUIO
131
;
DERECHO LATINO Y MUNICIPALIZACIÓN VIRTUAL EN HISPANIA, AFRICA Y GALLIA por ESTIBAUZ ORTIZ DE URBINA
137
MECANISMOS BUROCRÁTICOS E INSTITUCIONES MUNICIPALES EN HISPANIA por JUAN FRANCISCO RODRIGUEZ NEILA
155
TESTIMONIOS RECIENTES CON REFERENCIA A MUNICIPIOS por ANTONIO CABALLOS
175
DIRITTO LATINO E MUNICIPALIZZAZIONE NELLA BETICA por HARTMUT GALSTERER
211
DERECHO LATINO Y MUNICIPALIZACIÓN EN LA MESETA SUPERIOR por J UUO MANGAS
223
DROIT LATIN ET MUNICIPALISATION EN LUSITANIE SOUS L'EMPIRE por PATRICK LE ROUX
239
DERECHO LATINO Y MUNICIPALIZACIÓN EN LEVANTE Y CATALUÑA por JUAN MANUEL ABASCAL
255
l u COLOQUIO
285
ABREVIATURAS INDICES
311 315
PRESENTACIÓN
La presente obra recoge las comunicaciones y coloquios que tuvieron lugar en la segunda edición de REVISIONES DE HISTORIA ANTIGUA, celebrada en Vitoria en la Facultad de Filología y Geografía e Historia del 22 al 24 de Noviembre de 1993. Algunos miembros del Departamento de Estudios Clásicos de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (sección Historia Antigua) iniciamos la convocatoria de estas reuniones científicas, en principio con carácter bienal, movidos por el interés de potenciar, entre los investigadores de diversas universidades nacionales y extranjeras, diferentes debates sobre algunos de los temas actualmente relevantes en el ámbito de los estudios referidos a la Antigüedad1. De acuerdo a estos presupuestos nos pareció adecuado ocuparnos en esta segunda convocatoria de la TEORIA Y PRACTICA DE LA ORGANIZACIÓN MUNICIPAL EN HÍSPANLA. Los recientes hallazgos epigráficos de cartas legislativas de municipios hispanos (como el de la comunidad de Imi y, posteriormente de Villo), así como la importante concentración de leyes colonial y municipales documentadas en la Bélica2, y prácticamente inexistentes en otros ámbitos provinciales a excepción de Italia, contribuyeron favorablemente en esta elección. Asimismo la publicación en los últimos años de estudios relativos al urbanismo romano en la Península Ibérica^, que están dando a la información escrita el 1 Ma C. González, J. Santos (eds.), Revisiones de Historia Antigua I. Las estructuras sociales indígenas del Norte de la Península ibérica, Vitoria 1994, p. 7. 2 J. González (ed.), Bronces jurídicos romanos de Andalucía, Sevilla 1990; F. Fernández, M. del Amo, La lex Imitana y su contexto arqueológico, Sevilla 1990; F. Fernández, "Nuevos fragmentos de leyes municipales y otros bronces epigráficos de la Bética en el Museo Arqueológico de Sevilla", ZPE 86, 1991, pp. 121-136. 3 Entre otros estudios: J. L. Jiménez, Arquitectura forense en la Hispania romana, Zaragoza 1987; A.A.V.V., Los foros romanos de las provincias occidentales, en : Actas de la Mesa Redonda celebrada en la Universidad de Valencia del 27 al 31 de Enero de 1986, Madrid 1987; W. Trillmich, P. Zanker (eds.), Stadtbild und Ideologie. Die Monumentalisierung hispanischer Stàdte zwischen Republik und Kaiserzeit, Munich 1990; A.A.V.V., Conquista romana y modos de intervención en la organización urbana y territorial , en: Primer Congreso histérico-arqueológico hispano- italiano. Elche 1989, D. Arch. 10, 1992.
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PRESENTACIÓN
necesario aporte documental de la arqueología, influyeron también en nuestra decisión. No en vano esta renovación del aporte documental ha impulsado el desarrollo de trabajos de investigación, monografías, coloquios que se han ocupado del análisis de la ciudad hispanoromana4 y de los procesos de colonización y de municipalización en la Península Ibérica a partir de la conquista romana^. Nuestro interés se centró en ocuparnos, en profundidad, de diversos aspectos jurídicos y político-administrativos relativos a los procesos de integración de las comunidades hispanas en los modelos romanos de organización local (colonias y municipios), una de las líneas de investigación que se desarrolla actualmente en nuestro Departamento. Dentro de este estudio perseguimos tres objetivos. En primer lugar, y comenzando por las coordenadas espaciotemporales, consideramos fundamental que las diferentes comunicaciones y debates permitieran un análisis histórico amplio. Para ello el ámbito cronológico se estableció desde finales de la época republicana hasta principios del siglo III. De este modo se inició el estudio con el término del proceso de conquista romano -por lo tanto, el término de la segunda Guerra Púnica- y con las fundaciones coloniales en la Península Ibérica, cuando se documentan en Hispania las primeras comunidades organizadas al modo romano. Asimismo, las deducciones coloniales y promociones municipales en época de César y de Augusto formaron parte de las intervenciones inaugurales de los asistentes al simposio. En este sentido destacan las comunicaciones de J. S. Richardson, J. M. Roldan, J. J. Sayas y F. Wulff que se ocuparon de esta fase inicial en los procesos de integración de las comunidades de Lusitania, Bélica y, dentro de la provincia Tarraconense, de las comunidades localizadas en el Valle del Ebro en los modelos de organización local romana. J.-M Roddaz completó estas participaciones con un análisis centrado en la política de colonización y de municipalización de la Península Ibérica en época de César y de Augusto. La Constitutio Anîoniniana a principios del siglo III cierra prácticamente, como lo demuestran el resto de las comunicaciones, este ámbito cronológico, aunque se tienen en cuenta diversos procesos históricos posteriores que aportan una mayor claridad al análisis de la documentación de época alto imperial. A partir de este momento, la concesión de la ciudadanía Romana a todos los hombres libres del Imperio por el emperador Caracalla se sitúa paralela al progresivo empleo del término civitas en la documentación escrita y a la desaparición de las distinciones políticas locales En el marco espacial consideramos interesante ,y necesario para una adecuada perspectiva 4
Entre otros estudios: J. M. Abascal, U. Espinosa, La ciudad hispano-romana. Privilegio y poder, Logroño 1989; M. Bendala (ed.), La ciudad hispanorromana, Tarragona 1993; A.A.V.V., Ciudad y comunidad cívica en Hispania (siglo II y III d. C), en : Actes du colloque organisé par la Cas de Velazquez et par le Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid 25-27 janvier 1990, Madrid 1993 o la reciente síntesis de P. Le Roux, Romains d'Espagne. Cités et politique dans les provinces, Ile. siècle av. J.-C - IHe. siècle ap. J.-C, Paris 1995. Un exhaustivo repertorio bibliográfico sobre estos estudios se encuentra en J. M. Abascal; "Veinticinco años de estudios sobre la ciudad hispano-romana", Tempus 10, 1995, pp. 19-84. -* Entre otros estudios: M" A. Marín Díaz, Emigración, colonización y municipalización en la Hispania republicana, Granada 1988; A.A.V.V., Aspectos de la colonización y municipalización de Hispania. Actas del curso dirigido por J. Mangas en Mérida del 20 al 21 de Enero de 1989, Mérida 1989
PRESENTACIÓN
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histórica, incluir en este estudio centrado en las comunidades hispanas la información proporcionada por otras comunidades del Occidente romano (Italia Transpadana, Gallia, Germania y Africa). El análisis de estas comunidades permite completar y precisar, en sus elementos comunes y diversos, los estudios sobre los procesos de integración de comunidades de Bética, Lusitania y de la provincia Tarraconense, particularmente en relación con la concesión del derecho latino a las tres provincias hispanas por Vespasiano y a comunidades de las provincias mencionadas con posterioridad a la Guerra Social. En este apartado se sitúan las comunicaciones de G. Bandelli, B. Galsterer-Kroll y E. Ortiz de Urbina. En segundo lugar, y teniendo en cuenta los presupuestos en los que se fundamentan estas revisiones, estábamos interesados en que el contenido de las intervenciones reflejara los avances de la investigación y todos los aspectos del conocimiento actual en relación con el tema propuesto. En este sentido no fuimos ajenos en la elección del tema al debate historiográfico que, fundamentalmente a partir de la década de los ochenta, ha conducido a algunos investigadores a cuestionar, desde una revisión del aporte documental, la consideración de la colonia y, particularmente, del municipio como estatutos políticos ampliamente documentados enei Occidente Romano6. Dentro de las provincias hispanas la diversa y creciente información transmitida por los testimonios escritos y restos arqueológicos, como quedó reflejado en la comunicación de A. Caballos, invita al estudio detenido de la información contenida en las leyes municipales de época flavia y en la ley colonial de Vrso, que nos permite aproximarnos, de forma bastante completa, al modelo de funcionamiento de las comunidades hispanas con una concepción organizativa romana. En este sentido se sitúa la participación de J. F. Rodríguez Neila, relativa a los mecanismos burocráticos e instituciones municipales en Hispania. Asimismo esta amplia información propicia un nuevo examen del funcionamiento y de la estructuración interna de las comunidades hispanas que documentan testimonios jurídicos y político-adniinistrativos asociados a la concepción organizativa de municipios y colonias. Las comunicaciones de J. M. Abascal, H. Galsterer, P. Le Roux, J. Mangas y J. Santos7 se ocuparon de este análisis, centrado en la concesión de la Latinidad a diversas comunidades peninsulares desde época de César y de Augusto y a universa Hispania -utilizando la expresión pliniana- en época flavia y en los procesos de municipalización documentados en diversas áreas de la provincia tarraconense (Levante y Cataluña, la Meseta Superior y la zona septentrional) y en las comunidades de la Bética y de Lusitania. En tercer lugar hemos tenido la fortuna de contar en esta segunda edición con la presencia de destacados investigadores nacionales e internacionales, especialistas en esta campo de la investigación tanto desde el ámbito de la Historia Antigua como del Derecho Romano. A su participación activa en la presidencia, en las comunicaciones y en los coloquios debemos el haber podido llevar a la práctica los dos objetivos anteriormente expuestos. Sin su colaboración científica los organizadores y convocantes de esta reunión8 no hubiéramos pasado de la teoría en nuestro proyecto. 6
Como se comprueba, particularmente, en las sesiones segunda, tercera y cuarta del simposio. Comunicación que no ha sido incluida en las actas de este simposio. ° Los editores de estas actas y la Dra. C. González Rodríguez, a quien agradecemos desde estas líneas su imprescindible colaboración. 7
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PRESENTACIÓN
Por último, deseamos dejar constancia del apoyo económico del Ministerio de-Educación y Ciencia, el Gobierno Vasco, la Universidad del País Vasco, la Diputación Forai de Alava, el Ayuntamiento de Vitoria y la Delegación en el País Vasco de la Sociedad Española de Estudios Clásicos, que nos ha permitido la celebración de esta segunda edición de Revisiones de Historia Antigua y la publicación de sus actas. Asimismo agradecemos la colaboración y asistencia a este simposio de los miembros del área de Historia Antigua del Departamento de Estudios Clásicos de esta Universidad. LOS EDITORES. Vitoria-Gasteiz, Mayo de 1996.
PROGRAMA DEL
SYMPOSIUM
I a Jornada: 22 de Noviembre 9,30
Inauguración del Symposium 1* Sesión Presidente: R. Teja Universidad de Cantabria
10,00
POUVOIR ET PROVINCES: REMARQUES SUR LA POLITIQUE DE COLONISATION ET DE MUNICIPALI S ATI ON DE ROME DANS LA PENINSULE IBERIQUE ENTRE CESAR ET AUGUSTE
J.-M. Roddaz. Centre Pierre Paris. Université Michel de Montaigne. Bordeaux lu 10,30
CONQUISTA Y COLONIZACIÓN EN LA BETICA EN EPOCA REPUBLICANA
J. M. Roldan. Universidad Complutense. Madrid 11,00
LA ACCIÓN COLONIZADORA DE AUGUSTO EN LA BETICA
11,30
F. Wulff. Universidad de Málaga DESCANSO
11,45
CONQUEST AND COLONIES IN LUSITANI A IN THE LATE REPUBLIC AND EARLY EMPIRE
J. S. Richardson. University of Edinburgh 12,15
13,00
CONQUISTA Y COLONIZACIÓN DEL VALLE DEL EBRO EN EPOCA TARDORREPUBLICANA Y PRINCIPADO
J. J. Sayas. Universidad Nacional de Educación a Distancia. Madrid LUNCH INAUGURAL T Sesión Presidente: A. Prieto. Universidad Autónoma de Barcelona
16,00
COLOQUIO
18,00
ORGANIZZAZIONE MUNICIPALE TRANSPADANA
E
WS LATH
NELL' ITALIA
G. Bandelli. Università di Verona 18,30
LATINISCHES RECHT UND MUNICIPALISIERUNG IN GALLIEN UND GERMANIEN
B. Galsterer-Kròll. Kòln
12
PROGRAMA DEL SYMPOSIUM
19,00
COLOQUIO
2 a Jornada: 23 de Noviembre 3 a Sesión Presidente: G. Pereira" Menaut. Universidad de Santiago de Compostela 9,30
DERECHO LATINO Y MUNICIPALIZACIÓN VIRTUAL EN HISPANIA, AFRICA Y GALLIA
E. Ortiz de Urbina. Universidad del País Vasco 10,00
MECANISMOS BUROCRÁTICOS E INSTITUCIONES MUNICIPALES EN HISPANIA
10,30
TESTIMONIOS RECIENTES CON REFERENCIA A MUNICIPIOS
11,00
A. Caballos. Universidad de Sevilla DESCANSO
J. F. Rodríguez Neila. Universidad de Córdoba
11,30
DIRITTO LATINO E MUNICIPALIZZAZIONE NELLA BETICA
H. Galsterer. Rheinische Friedrich-Wilhelms-Universitàt. Bonn 12,00
DERECHO LATINO Y MUNICIPALIZACIÓN EN LA MESETA SUPERIOR
J. Mangas. Universidad Complutense. Madrid 12,30
DROIT LATIN ET MUNICIPALI S ATION EN LUSITANIE SOUS L'EMPIRE
P. Le Roux. Université de Toulouse 4 a Sesión Presidente: R. Mentxaka. Universidad del País Vasco 16,00
DERECHO LATINO Y MUNICIPALIZACIÓN EN LEVANTE Y CATALUÑA
J.M. Abascal. Universidad de Alicante 16,30
DERECHO LATINO Y MUNICIPALIZACIÓN EN EL NORTE DE HISPANIA
17,00 17,15
J. Santos. Universidad del País Vasco DESCANSO COLOQUIO
3 a Jornada: 24 de Noviembre 11,00 12,00
VISITA AL OPPIDUM DE IRUÑA (TRESPUENTES, ALAVA) VISITA AL POBLADO DE LA HOYA (LAGUARDIA, ALAVA)
POUVOIR ET PROVINCES: REMARQUES SUR LA POLITIQUE DE COLONISATION ET DE MUNICIPALISATION DE ROME DANS LA PENINSULE IBERIQUE ENTRE CESAR ET AUGUSTE JEAN-MICHEL RODDAZ Centre Pierre Paris Université Michel de Montaigne. Bordeaux III ABSTRACT Spain constituted a particular field of application of the urbanization and romanization politics instituted by Caesar and continued by Augustus. It is interesting to wonder about the reasons of this phenomenon, but also about his limits. On that last point, only archeology can allow us to progress; however our knowledge romains partial, for if progress is being made in the understanding of the public and religious areas organization, the level of transformation of numerous indigenous centers is still underestimated. RESUME La Péninsule Ibérique a constitué un champ d'application privilégié de la politique d'urbanisation et de romanisation engagée par César et poursuivie par Auguste. Il est intéressant de s'interroger sur les raisons de ce phénomène, mais aussi sur ses limites. Sur ce dernier point, seule l'archéologie peut nous permettre aujourd'hui de progresser: nos connaissances n'en demeurent pas moins inégales, car si elles se sont amplifiées dans la compréhension de l'organisation des aires politiques et religieuses, le degré de transformation de nombreux centres indigènes demeure encore mal apprécié.
La période comprise entre la dictature de César et la mort d'Auguste constitue une phase décisive dans le processus de romanisation des provinces; l'urbanisation et la municipalisation sont les corollaires de ce phénomène et, en ce qui concerne la péninsule ibérique, elles ont déjà été largement étudiées1. Cette communication qui est la première du colloque, est surtout l'occasion pour moi de mettre en évidence un certain nombre de 1 Voir en dernier heu, W. Trillmich, P. Zanker (éd.), Sîadtbild und Ideologie, Die Monumentalisierung hispanischer Stadie zwischen Republik und Kaiserzeit, Kolloquium in Madrid vom 19. bis 23. Oktober 1987\ Munich 1990 (=Stadtbild)\ A.A. V. V., Aspectos de la colonización y municipalización de Hispaniay Mérida 1989 (=Aspectos).
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JEAN-MICHEL RODDAZ
questions et s'inscrit dans une réflexion plus large qui concerne les relations entre pouvoir et provinces pendant le Ile triumvirat. Les fondations coloniales ou les promotions au statut municipal de certaines communautés traduisent d'abord une volonté politique de Rome, qui s'exprime dans un contexte historique particulier et dans un cadre institutionnel sur lesquels je voudrais d'abord m'arrêter. Force est de constater, ensuite, que la péninsule ibérique a constitué un champ d'application privilégié de cette politique ; il est intéressant de s'interroger sur les raisons, mais aussi de tenter de préciser les limites de l'intervention de Rome, en gardant à l'esprit que notre appréciation est elle-même conditionnée par les limites de nos connaissances, bien sûr, en ce qui concerne les fondations coloniales et les promotions municipales, les résultats acquis sont importants, même si demeurent certains problèmes de chronologie. Enfin, les transformations urbaines apparaissent comme la conséquence de décisions politiques, mais témoignent aussi de la volonté des communautés et plus précisément de leurs élites. Dans ce domaine, grâce à l'archéologie et notamment aux recherches menées par nos collègues espagnols sur les sites des principales cités de la péninsule, nos connaissances ont considérablement progressé depuis une vingtaine d'années, en particulier dans la compréhension de l'organisation des aires publiques et religieuses. En revanche, le degré de transformation de nombreux centres indigènes demeure mal apprécié et seules des études systématiques sur le terrain pourront fournir une meilleure image des réalités. I. Sur le premier point, la difficulté essentielle porte sur la période triumvirale étant donné que pour la dictature de César ou le principat d'Auguste, l'origine des initiatives en matière de déduction coloniale est bien identifiée. En effet, à propos des décisions prises pendant la période comprise entre la fin 43 et les années 31-28, deux questions se posent, liées à la nature et à la définition du système institutionnel mis en place : quelle est la part du sénat et du peuple dans les décisions et quelles sont les relations entre les triumvirs et leurs 'légats"? La période du Hé triumvirat constitue une phase de turbulence dans l'histoire de la fin de la République et la question essentielle est celle de sa place entre la République dont elle peut apparaître comme un simple épilogue et le Principat augustéen dont on peut aussi la considérer comme un prologue2. Au plan des institutions, c'est bien en termes de continuité ou de rupture qu'il faut envisager l'ultime épisode des guerres civiles, épisode qui a duré presque quinze ans et dont le terme ne peut être fixé sûrement ni par les sources anciennes, ni par l'historiographie moderne3. Un domaine où la continuité ne paraît poser aucun problème est bien celui de l'administration des provinces, les triumvirs apparaissant comme les héritiers de César et celui d'entre eux qui en définitive parvient à s'imposer étant lui-même le fondateur de l'Empire. Mais précisons d'abord ce point. Le triumvirat a été fondé pour une période de cinq ans par la lex Titia, plébiscite proposé par le tribun de la plèbe, P. Titius, et voté immédiatement après la rogatio sans qu'ait été observé le trinundinum d'usage, le 27 novembre 43 av. J.-C. La loi fixait les pouvoirs constitutionnels de portée générale de la nouvelle magistrature collégiale et les compétences spécifiques des nouveaux magistrats: en fait, il ne s'agit pas d'une magistrature traditionnelle, mais d'un nouveau type de magistrature et il est d'abord
2 D'une manière générale, voir J. Bleicken, Zwischen Republik und Prinzipat-Zum Charakîer des Zweiten Triumviratsy Gôttingen 1990 (=Bleicken). 3 M.-L. Freyburger, J.-M. Roddaz, Dion Cassius, Histoire Romaine, Livres 50 et 51, CUF, Paris 1991, pp. XLHI-XLVI.
POUVOIR ET PROVL .¿S: REMARQUES SUR LA POLITIQUE DE COLONISATION...
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nécessaire de voir, pour notre propos, quelles sont les implications pour le gouvernement des provinces. Parmi les pouvoirs extraordinaires que les trois chefs d'armée décident d'exercer collégialement en tant que triumviri reipublicae çonstîtuendae, il y a la répartition des commandements provinciaux: la lex Titia partage l'Occident entre les triumvirs, en accordant à chacun d'eux deux ou trois provinces, en attendant qu'ils mettent la main sur l'Orient, us s'attribuent donc toutes les prérogatives de l'imperium proconsulaire avec un pouvoir extraordinaire sans limite de temps ni d'espace et impliquant une supériorité de commandement sur tout autre gouverneur, à l'image des attributions qui avaient été auparavant conférées à Pompée par les leges Pompeia Licinia et Trebonia ; l'imperium sur les provinces est d'ailleurs octroyé aux seuls triumvirs par la lex Titia et la grande différence par rapport aux précédentes est que les modifications successives de la répartition des provinces entre les "dynastes" en 42, 40, 39-37 ou 36 av. J.-C. n'ont jamais été sanctionnées par des lois 4 . En principe, les mesures prises par les triumvirs dans les provinces ne sont pas différentes de celles d'un gouverneur de la fin de la République dans sa province et l'administration provinciale comprend aussi bien les villes et les districts ruraux avec les habitants peregrins ou les citoyens romains que la défense des provinces. La décision de fonder une colonie et le choix du lieu de fondation appartenaient dès l'origine au peuple romain et, pour cette raison, toute déduction coloniale était précédée par une lex coloniae émanant du concilium plebis^. En pratique, l'initiative et la réelle responsabilité des fondations reviennent pendant l'époque médio-républicaine au sénat, puis aux tribuns de la plèbe, enfin au 1er siècle, à partir de Sylla, aux imperatores dont l'empereur est l'héritier^. Dans le cas de la colonisation césarienne, nous n'avons pas, hormis la lex Iulia agraria de 59, de mention de loi agraire ni de projet global de déduction de colonies, mais le pouvoir de déduire des colonies s'appuie, au point de vue de la formalité juridique, sur les prérogatives conférées au dictateur par les différentes lois de dicîatore creando de 49 et cfe 48, comme cela avait déjà été le cas pour Sylla avec la lex Valeria. La partie du texte conservé de la lex Coloniae Genetivae luliae Urbanorum ou plus exactement du statut de la colonie d'Urso est assez éclairante sur le processus: la déduction est effectuée "iussu C. Caesaris", mais effectivement réalisée à la suite du vote d'une lex Antonia, probablement la lex Antonia de colonis deducendis d'avril 44, elle-même consécutive à une autre lex Antonia confirmant les actaCaesaris. Suivent un senatus consulte et un plébiscite qui ne font que ratifier les décisions prises7. On voit très bien où se situe l'initiative et si, en 44 il y a une lex Antonia, c'est parce que, pour un temps, il convient de donner l'impression de la restauration de l'ancien ordre des choses. On peut d'ailleurs penser que cette lex Antonia
4 Bleicken, pp. 21 ss. Voir en dernier lieu U. Laffi, "Poteri triumvirali e organi repubblicani", in: // triumvirato costituente alla fine della Repubblica romana. Scritti in onore di Mario Attilio Levi, Come 1963, pp. 37-65 (=Laffi). 5 Tite-Live, 8, 16, 14; 9, 26, 3; 9, 28, 8; 10, 21, 9; 32, 29, 3; 34, 53, 2; 37, 46, 10; 43, 17, 1; Cic, De Leg. agr., 2, 17; 2, 31; Vel. Pat., 1, 14, 1. 6 E. T. Salmon, Roman colonization under the Republic, Londres 1969, p. 19. 7 Sur la loi d'Urso, la bibliographie est importante; voir notamment H. Galsterer, "La loi municipale des Romains. Chimère ou réalité", RHDE, 1987, pp. 181-203; E. Gabba, "Reflessioni sulla lex Coloniae Genetivae luliae", in: J. Gonzalez, J. Arce (ed.), Estudios sobre la Tabula Siarensis, AAEA 9, 1988, pp. 157-168. Sur la législation antonienne, Cic, Phil., 13, 31.
16
JEAN-MICHEL RODDAZ
régularise l'ensemble des déductions effectuées "iussu Caesaris" dans les provinces entre mars 44 et la fin de 43. Même si dans la titulature de la fonction triumvirale, l'attribution legibus scribundis n'apparaît pas, il est fort possible que les triumvirs aient eu la possibilité de donner unilatéralement des lois et surtout de prendre des dispositions qui avaient force de loi. S'il est faux d'affirmer que l'activité des comices et du Sénat a été mise en sommeil pendant l'époque triumvirale, et la loi entendue au sens propre comme norme juridique votée par les comices populaires non seulement ne disparaît pas et touche aux sujets les plus variés, mais demeure proposée {rogata) parles magistrats ordinaires (tribuns et consuls) et non par les triumvirs, ceux-ci ont le pouvoir de gouverner l'état et notamment les provinces sans le concours du sénat et du peuple, même si à posteriori, dans un souci autant de propagande quede légitimité, ils demandent la ratification de leurs acta. C'est sans le concours du peuple qui avait pourtant en ce domaine des compétences exclusives que les triumvirs exproprient des terres des citoyens romains et les distribuent à d'autres et déduisent des colonies aussi bien dans les provinces qu'en Italie8. Dans la fondation d'une colonie, les textes distinguent deux fonctions qui ne coïncident pas nécessairement dans le temps et ne concernent pas toujours la même personne; l'assignation des terres et la déduction d'une colonie sont des activités distinctes. Le texte de la loi d'Urso le fait apparaître et l'inscription funèbre de L. Munatius Plancus à Gaéte le met bien en évidence qui distingue son activité en Gaule où "colonias dédiait Lugudunwn et Rauricam", et à Bénévent où "agros divisi^9. Mais si à Urso, on distingue bien deux phases chronologiquement -et l'on peut toujours installer de nouveaux contingents de vétérans sur le territoire d'une colonie déjà déduite, c'est probablement le cas àMérida1 °- à Bénévent, déduction de la colonia Concordia Felix et assignation des terres aux vétérans ont probablement été concommi tantes, mais Plancus n'avait pas autorité pour le faire, parce qu'il n'était pas revêtu de l'imperium adéquat. Il dispose en revanche cfe l'imperium sur la Gaule qui l'autorise à fonder Lyon, comme Lèpide quasiment au même moment, fonde Celsa. Cela nous amène à poser une autre question, celui des surnoms des colonies et du lien avec le détenteur de rimperium. Une analyse et un inventaire complets ont déjà été réalisés sur ce sujet, mais je voudrais faire quelques remarques. D'abord, en ce qui concerne l'Italie, pour les colonies déduites entre la bataille de Philippes et les lendemains de celle d'Actium (42-30/29), je suis d'accord pour reconnaître que le fait d'avoir servi sous tel ou tel général peut conduire certaines troupes à revendiquer son nom dans la titulature de la colonie de la même manière qu'elles font apparaître le nom de leurs légions 11 , mais cela ne s'applique à mon avis qu'à César. En vertu de la lex Titia, les triumvirs possèdent un imperium domi sur l'Italie, mais leur autorité s'y exerce collectivement; je ne crois donc pas à l'existence de colonia Antonia} 2 . En revanche, il en est autrement dans les provinces. Entre mars 44 et novembre 43, entre autres, Plancus a pu donner son nomen à la colonia Copia Felix Munatia et peut-être aussi à la colonia Raurica à Augst, comme Lèpide donne son nom comme cognomentum à la colonia Victrix lulia Lepida. Pourquoi dans ce cas là le cognomen et non le nomen Aemilia? Tout simplement 8 Laffi, p. 40. 9 ILS 886; CIL X, 6087. 10 J. M. Roddaz, "Agrippa et la Péninsule Ibérique", in: // bimillenario di Agrippa, Gènes 1990, p. 72. 11 Sur Tensemble de cette question, voir L. Keppie, Colonisation and veteran settlement in Italy, 47-14 B.C., Rome 1983, pp. 49-86. 12 Déjà E. Gabba, "Sulle colonie triumvirale di Antonio in Italia", in: Esercito e società nella tarderepubblicaromana, Florence 1973, pp. 459-471 (=Gabba, Esercito).
POUVOIR ET PROVINv.¿S: REMARQUES SUR LA POLITIQUE DE COLONISATION...
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parce qu'il s'agit de vétérans de César qui ont probablement combattu à Munda (Victrix) et nui démobilisés en 44, attendent au mois de mars qu'on leur assigne des terres. En vertu de la lex Antonia mentionnée supra, le iussus C. Caesaris prend effet et Lèpide conduit un certain nombre de vétérans à Celsa où il déduit avant la fin 44 une colonie dont la titulature évoque à travers le rappel de la gens, le souvenir de César, les campagnes qu'il a menées dans la péninsule et le nom du véritable fondateur qui dispose à ce moment là de l'imperium sur l'Espagne. Cette pratique se perpétue après la fondation du triumvirat. Les triumvirs administrent en partie leur domaine par l'intermédiaire de leurs légats, ce qui avait déjà été le cas de Pompée en 55 pour l'Espagne. Comme le légat de l'année, ce lé<*at est un mandataire et on retrouve ce statut dans sa titulature. Ces légats semblent avoir été revêtus d'un imperium proprétorien comme l'attestent les monnaies se rapportant à des légats d'Antoine ou encore à L. Plinius Rufus, legatuspropraetore de Sextus Pompée en Sicile 13 . Mais les choses se compliquent pour d'autres qui portent le titre proconsulaire tout en agissant sous l'autorité des triumvirs, privati cum imperio. Il est certain qu'ils combattent sous leurs propres auspices puisqu'ils célèbrent ensuite le triomphe ; nous avons des exemples pour 39, 38, 36, 34 puis 28-27 av. J.-C. 14 . Au nombre de ceux-là figure C. Norbanus Flaccus, consul en 38, proconsul des Espagnes à partir de 36 1:> ; la détention d'un imperium, son alliance avec la famille des Comelii Balbi et, à partir de là, son réseau de clientèle dans la péninsule expliquent qu'il ait été autorisé à fonder une coloniaNorbaCaesarina} 6 , exception rare d'une cité non rebaptisée par Auguste, qui avait de bonnes raisons de faire disparaître le souvenir de Lèpide, mais aucune celui de Norbanus. II. La dictature de César a donné, nous l'avons vu, une impulsion décisive au processus de colonisation (il n'y avait pas eu de fondation coloniale depuis Sylla); plus exactement, César a été le premier à avoir eu une politique cohérente d'intégration juridique. Dans ce domaine, il est en fait l'initiateur et les triumvirs puis Auguste n'ont fait que développer son programme; César sanctionnait par le droit la totale intégration de certaines élites qui d'ailleurs l'exigeaient; plus d'une quinzaine de cités de YHispania furent, à son initiative, élevées au rang de colonies ou de municipes 17 et un certain nombre de communautés de condition peregrine reçurent des avantages sensibles du point de vue fiscal. On peut alors se demander pourquoi la péninsule ibérique devint ce champ d'expérience privilégiée. a) La première raison est l'évidente intégration de l'Hispania à l'histoire politique de Rome depuis Sertorius, ce qui va naturellement favoriser les fondations romaines avec objectif économique ou militaire; ainsi Metellus fonde Metellinum pour contrer
13/LS8891=/LL#P426. 14 Fasti Triumphales, CIL I 2 , pp. 50 et 77. 15 Sur C. Norbanus Flaccus, voir RE, XVII, n° 6, col. 930-931; sur son triomphe en Espagne et son alliance avec les Comelii Balbi, voir ILS 7381; R. Syme, Augustan Aristocracy, Oxford 1986, p. 33. 16 CIL II, 693; AE, 1962, n° 71 ; Pline, NH 4, 117; Ptol., 2, 5, 6. Voir A. Garcia y Bellido, "Dictamen sobre la fecha fundacional de la colonia Norbensis Caesarina, actual CÁCCICS", BRAH 159, 1966, pp. 291 ss.
17 On consultera toujours F. Vittinghoff, Rômische Kolonisation und Bùrgerrechts Politik unter Caesar und Augustus, Wiesbaden 1952, pp. 50 ss. et H. Galsterer, Untersuchungen zum rômischen Stadtewesen auf der Iberischen Halbinsel, Berlin 1971 (=Galsterer).
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Sertorius18. La péninsule a été, à plusieurs reprises le théâtre d'événements décisifs au cours desquels s'est joué le sort de la République et ses habitants y ont été, largement impliqués. Or, précisément, la présence dans les Espagnes de forts contingents d'Italiens, donc de citoyens de Rome a pesé sur l'intérêt que les principaux protagonistes des luttes civiles pouvaient accorder à cette province. Le jeu des clientèles sur lequel j'ai eu, en d'autres circonstances19, l'occasion de m'arrêter, pose en amont la question de l'immigration italienne. H n'est pas question de revenir ici sur le débat concernant ce phénomène et qui divise les spécialistes modernes20. On peut seulement s'arrêter brièvement sur quelques points essentiels et qui paraissent incontestables et mettre en évidence le faisceau d'indices qui tend à confirmer une importante présence italienne dans certaines régions de la péninsule ibérique, y compris par exemple dans la vallée de l'Ebre, pourtant moins prolixe que le sud en ce qui concerne la documentation. Sans préjuger de l'importance de rimmigration italienne au Ile siècle av. J.-C, on peut affirmer que lorsque Sertorius arrive en Espagne, il y trouve au moins le noyau d'une classe provinciale romaine constituée principalement de vétérans, d'exilés qui ont fui le Sullanum regnum, mais aussi la "Cinnae dominatio" et qui vont, entre autre, constituer ce sénat de 300 membres dont nous parle Appien21: les éléments d'origine samnite ou provenant de l'aire osco-ombri enne sont encore renforcés par les restes de l'année de Lèpide ramenés en Espagne par Perperna. De même, les levées de 83 se composent certes de recrues d'origine hispanique, mais aussi de citoyens romains. L'importance des forces engagées dans le conflit -jusqu'à 18-19 légions- implique nécessairement le recrutement de légionnaires sur place et la présence d'' Hispanienses dans les deux années 22 . Pompée a été le grand bénéficiaire de la victoire des armées sénatoriales et n'a pas tardé à constituer -ou plutôt à renforcer- une clientèle dont César témoigne de l'importance23. On peut ainsi conclure du récit de ce dernier à propos des suites de la bataille à'Uerda que le tiers des 25 000 h. de l'armée pompéienne, c'est-à-dire ceux "qui
18 Metellinum est certainement une cité peregrine au moment de sa fondation. Pline (NH 4, 117) mentionne la (colonia) Metellinensis\ Ptol., 2, 5, 8. Voir Galsterer, p. 14 ; J. M. Blázquez, "Estado de la romanización en Hispania bajo César y Augusto", Emerita 30, 1962, pp. 71-129; M3 A. Marín Díaz, Emigración, Colonización y Municipalización en la Hispania republicana, Grenade 1988 (=Marín Díaz), p. 199; J. J. Sayas Abengochea, "Colonización y municipalización bajo César y Augusto: Hispania Ulterior", in: Aspectos, pp. 47-48 (=Sayas Abengochea). 19 J.-M. Roddaz, "Guerres civiles et romanisation dans la vallée de l'Ebre", in: Hommage à Robert Etienne, Paris 1988, pp. 317-338. 20 La bibliographie sur ce point est importante: citons outre Marín Díaz, A. J. Wilson, Emigration from Italy in the republican age of Roma, Manchester 1966; Gabba, Esercito, pp. 289-298; P. A. Brunt, Italian manpower, 225 B.C.-A.D. 14, Oxford 1971, pp. 280 ss.; J. M. Roldan Hervás, "Urbanización y municipalización, instrumentos de la política imperial romana: el caso de la Hispania republicana", in: Centralismo y descentralización. Modelos y procesos históricos en Francia y España, Madrid 1985, pp. 39 ss. En dernier lieu, P. Le Roux, "L'émigration italique en Citérieure et Lusitanie jusqu'à la mort de Néron", in: F. Beltrán Lions (éd.), Roma y el nacimiento de la cultura epigráfica en Occidente, Saragosse, 1995, pp. 85-95. 21 BC, I, 108; Plut., Sert., 22, 5. 22 Gabba, Esercito, pp. 299-306. 23 BC, 1, 61.
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habeant domicilium autpossessionem in Hispania^4, a été recruté dans la péninsule tandis que la légion veraaculaire, cette iusta legio conservée pendant ces événements en Ultérieure, est composée de gens nés dans la province et dont la plupart sont membres de familles provinciales romaines25. De la même façon, les 6 000 individus mentionnés par César 26 au cours de cette même bataille et qui s'apprêtent, avec suite et bagages, à rejoindre les lieutenants de Pompée, constituent sans doute un mouvement exceptionnel par son ampleur, mais peut-être pas par sa fréquence. Le parti pompéien survit d'ailleurs partiellement à la défaite, puisque l'aventure de Sextus Pompée en Espagne et notamment dans le Nord prend en grande partie appui sur les vestiges de cette clientèle. On comprend dans ce contexte la nécessité de l'effort de César -déjà engagé comme l'indique Plutarque pendant sa pro-préture en Ultérieure2 7-pour rallier la péninsule à sa cause après la bataille cfe Munda28-et fondation coloniale et municipalisation constituent un élément important de cette politique-, mais cet effort est poursuivi par ses successeurs et héritiers, et pour ma part, je vois un lien entre la fondation de Celsa par Lepide et le souci de combattre la cHentèle pompéienne encore importante et active dans la vallée de l'Ebre en 44. A l'appui de la thèse de cette présence italienne, je voudrais ajouter quelques arguments. —D'abord la question des sources. L'analyse onomastique repose essentiellement sur les magistratures monétaires (80 % de l'infonnation pour la vallée de l'Ebre), mais autant on peut dire qu'il n'y a pas de lien entre immigration et développement des pratiques de l'épigraphie, autant la misère de l'épigraphie républicaine en général nous permet d'affirmer que l'épi graphie est un mauvais témoin pour mesurer l'importance du phénomène. —Le nombre de colonies ne peut être pris en compte dans l'absolu. La liste de Pline qui s'appuie sur des documents augustéens dénombre 700 oppida et 26 colonies; on ne peut en tirer argument pour prouver la faiblesse de la présence italienne. Rappelons à titre de comparaison qu'à la veille de la 2ème guerre punique, Tite-Live ne dénombre que 30 colonies latines en Italie 29 ; or chacun reconnaît le poids du nomen latinum dans la romanisation de l'Italie aux Me et Ile siècles. —Enfin, c'est l'ampleur de l'émigration italique qui explique la romanisation rapide de certaines régions de la péninsule ibérique, attestée par l'urbanisation et la promotion de certaines de ses communautés au statut de municipe. La présence de ces noyaux de citoyens à l'intérieur des cités indigènes a été décisive pour la transformation de ces communautés en organisations citadines romaines au statut plus élevé: on constate le même phénomène avec un décalage chronologique dans la province voisine d'Aquitaine. Il est difficile de dire lequel des différents phénomènes -présence d'Italiens, municipalisation et urbanisation- est la cause ou la conséquence des autres, car il y a interaction entre ces facteurs. b ) Ceci étant admis, il est nécessaire d'apprécier le souci des chefs d'armée de gagner des clientèles, pour avoir une idée juste des motifs de fondations coloniales ou des promotions municipales; cette analyse induit les questions de chronologie qui, toutes, ne sont pas résolues. Il est vrai que les sources ne permettent pas toujours de trancher: le témoignage de Dion Cassius est peu fiable parce que globalisant, le catalogue de Pline est le plus souvent imprécis sur la chronologie du fait de ses sources, et les légendes 24 BC, 1,86,3. 25 Gabba, Esercito, pp. 475^81; Marín Díaz, pp. 176-177. 26 BC, 1, 51; 60; A. García y Bellido, "Los auxiliares hispanos en los ejércitos romanos de ocupación (200-30 a. J.C.)", Emerita 31, 1963, pp. 213-226. 27 Caes., 12. 28 Bel. Hisp., 36, 1-3; D. C , 43, 39, 2-3; voir Gabba, Esercito, pp. 506-512. 29 Tite-Live, 27, 9; 36, 3.
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monétaires comme les données épigraphiques ne pallient pas toujours ces manques. Si bien que le statut juridique de telle ou telle communauté, la paternité de la promotion juridique cfe telle autre demeurent encore des questions ouvertes: on peut ainsi hésiter entre César, le triumvirat ou l'époque augustéenne en ce qui concerne le déduction de la Colonia Iulia Gemella Acci3®, car il faut pouvoir identifier avec certitude la Ile légion concernée; de même le rôle de Lèpide dans la déduction de la Colonia Urbs Iulia Nova Carthago3 1 est encore mal défini, et il n'existe aucun élément solide pour préciser la date du changement de nom et de statut juridique ou de la déduction de la Colonia Patricia Corduba32 et de l'installation éventuelle de vétérans entre les guerres civiles et le règne d'Auguste. On peut sur ce point multiplier les exemples, car pratiquement toutes les dates de fondation posent un problème. Je voudrais pour ma part revenir à la vallée de l'Ebre, véritable prolongement de la côte méditerranéenne par sa densité urbaine et où l'on constate une étroite imbrication du jeu des clientèles qui concerne aussi et surtout les peuples de la vallée et des contreforts pyrénéens, avec les fondations coloniales ou les promotions des cités au statut municipal. Il convient de mettre en évidence tout d'abord l'importance des destructions liées à l'épisode sertorienqui marque véritablement un tournant: le processus d'abandon se traduit dans l'archéologie de Botonita ou d'Azaila et dans les vingt cinq ans qui suivent, on assiste aune véritable liquidation de l'ibérique33. Dans ce contexte, la fondation de Celsa répond à deux objectifs; d'abord la fonction économique: le site de Velilla del Ebro n'offrait pas une grande valeur stratégique, mais protégée par des plateaux semi-arides du fait qu'aucun affluent pyrénéen ne les entaille, la colonie devient le premier lieu de traversée du fleuve en amont du municipe de Dertosa situé à l'embouchure du fleuve, et reste même le seul jusqu'à la fondation de Caesaraugusta. On peut penser à une colonisation privée au moins depuis l'époque pompéienne: la fondation coloniale allait introduire une conception urbaine nouvelle dans la vallée 34 . Le second objectif paraît évident; il s'agit de combattre l'influence pompéienne. Le nord de la péninsule demeure une large zone de clientèle pompéienne, même après Munda, En réalité, l'Ebre a longtemps constitué une frontière et Strabon dans sa description en témoigne3 ^, certains auteurs la considérait comme la frontière de VHispania. A contrario, il est évident que les peuples montagnards demeuraient par leur pénétration plus difficile, d'excellents conservatoires de clientèles. Mais on ne peut simplifier en rangeant définitivement tel ou tel peuple dans tel ou tel camp: ainsi les Bérons et les Autrigons ont-
30 CIL II, 3391; 3393; 3394; Pline, NH 3, 25; Vittinghoff, p. 88; J. M. Santero, "Colonia Iulia Gemella Acci", Habis 3, 1972, pp. 203-222; Marín Díaz, pp. 202-203; voir aussi F. Chaves Tristan, "Las monedas de Acci", Numisma 1976, pp. 138-145. 31 J. M. Solana Sainz, "Colonización y municipalización bajo César y Augusto: Hispania Citerior", in: Aspectos, pp. 76-77; Marín Díaz, pp. 204-205; Vittinghoff, p. 27; Galsterer, p. 29. 32 Sayas Abengochea, p. 42; Marín Díaz, pp. 205-207; Vittinghoff, p. 73; Galsterer, p. 10. 33 A. Bel tran, "Los asentamientos ibéricos ante la romanización en el valle del Ebro: los casos de Celsa, Azaila y Botorrita", in: Los Asentamientos ibéricos ante la romanización, Madrid 1986, pp. 101-110. 34 N. Dupré, "Les villes ibéro-romaines de la vallée de l'Ebre du Ile siècle av. J.-C. au milieu du 1er siècle ap. J.-C", in: Les débuts de l'urbanisation en Gaule et dans les provinces voisines, Caesarodunum 20, 1985, pp. 283-291. 35 3 , 4 , 10 ss.
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ils fait alliance pour résister à la marche de Sertorius sur Vareia3 6 et on les retrouve, mais pas tous, dans le camp de Pompée. De même, si celui-ci peut s'appuyer sur les Vascons, tous certainement ne le suivent pas et l'on retrouve quelques années plus tard les Vascons des régions montagneuses sous les ordres d'anciens officiers de Sertorius pour combattre Crassus en Aquitaine3 7 . L'expansion vasconne se situe à ce moment-clé de l'histoire de ces régions3**. Les sources anciennes sont confuses en ce qui concerne le théâtre des dernières opérations de Sextus Pompée dans le nord de l'Espagne. Cicerón dit "quelque part dans le nord"3 9 et Dion Cassius se trompe quand il parle du territoire des Lacetani^: il faut préférer le témoignage de Strabon plus précis, qui parle des Iaccetani, proches des Vascons41. La soumission et la disparition de ce peuple et l'intégration de son territoire dans l'aire vasconne sont sans doute consécutifs au départ du dernier héritier de Pompée et peuvent être mis en relation avec la campagne de Cn. Domitius Calvinus en S9 4 2 . Bien évidemment, ces bouleversements eurent dans doute des conséquences sur l'organisation administrative de ces régions, mais il paraît difficile de les apprécier. III. Il convient enfin de mesurer l'impact de cette politique de colonisation et de promotion municipale au plan de l'urbanisation et de la monumentalisation des cités; la chose n'est pas toujours simple, malgré les nombreuses études qui ont été menées sur le sujet. a) La monumentalisation des cités de l'Espagne romaine se manifeste surtout à partir de César pour se poursuivre jusqu'à l'époque d'Auguste et s'accélérer dans les dernières décennies de son règne; l'apogée se situe, en effet, dans les ultimes années du principat augustéen et les premières du règne de Tibère, avec ce que l'on a coutume d'appeler la marmorisation, c'est-à-dire un changement radical de l'image générale et de la structure interne des cités 43 . Il est certain que dans la majeure partie des cas (les exceptions concernent les cités/emporion où la tradition urbaine est plus ancienne, comme Ampurias où la monumentalisation a précédé l'autonomie urbaine)44, la déduction d'une colonie ou la formation d'un municipe constitue la cause la plus évidente de la réalisation des constructions monumentales; ce n'est pas seulement le cas pour des colonies fondées ex novo comme Emerita Augusta ou Caesaraugusta, résultat d'un synoecisme, mais aussi pour des cités indigènes promues au rang de municipe. On connaît bien le cas du municipe de
36Tite-Live,/gm. 91. 37 Cesar, BG, 3, 23. 38 G. Fatás, "Notas sobre el territorio vascón en la edad antigua", in: J. Gorrochategui, J.L. Melena, J. Santos (ed.), Studia Palaeohispanica, Veleia 2-3, 19851986, pp. 383-397. 39 Ad Att., 12,37. 40 45, 10, 1. 41 BC, HI, 4, 10; voir aussi Florus, 2, 13, 87. 42 Dion Cassius (48, 12, 1-4) parle des Cerretani. 43 M. Pfanner, "Modelle ròmischer Stadtenwicklung am Beispiel Hispaniens und der westlichen Provinzen", in: Stadtbild, pp. 59-61; P. Zanker, "Hnleitung" au colloque Stadtbild, pp. 9-23. 44 R. Mar, E. Sanmartí, J. Ruiz de Arbulo, "H foro romano de Ampurias", in: Los foros romanos de las provincias occidentales\ Madrid 1987, pp. 55-56; Idem, "Las transformaciones augusteas de los foros de la Tarraconense", in: Stadtbild, pp. 145-164.
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Bilbilis45, mais on peut aussi retenir celui de Segobriga, cité celtibère stipendiaire qui devient municipe sous Auguste: sur l'initiative d'élites indigènes, mais aussi d'un important noyau d'Italiens comme l'atteste l'onomastique, l'urbanisme de la cité est renouvelé avec, en particulier, la mise en place d'une relation fonctionnelle entre le théâtre cryptoportique et le gymnase à l'imitation des Kaisareia d'Orient4^ Le parallèle peut être clairement établi avec ce qui se passe en Italie et notamment en Italie du nord où l'on constate (après la municipalisation de 49, et non après l'octroi de ius latinum en 89) 4 7 une grande activité urbanistique. De la même manière, dans la péninsule ibérique, le forum est l'objet de toutes les attentions avec la reproduction du schéma vitruvien caractérisé par l'introduction de la basilique juridique et par l'établissement des lieux de culte pour la domus Augusta, associée aux autres cultes républicains. Mais les nouveaux modèles urbains se distinguent profondément des modèles urbains antérieurs, car ils portent la marque de l'idéologie impériale avec l'association, bien mise en évidence par les travaux de P. Gros, du théâtre et du temple du culte impérial 48. Dans ce processus de transformation urbanistique qui va intégrer plus ou moins intensément les éléments de l'urbanistique romaine, la péninsule ibérique fournit de bons exemples avec les fora d'Ampurias, de Tarraco, de Sagonte, mais aussi de Conimbriga ou de Belo. L'exemple du forum de Clunia invite aussi à s'interroger sur l'application de normes officielles à des programmes unitaires49. Quelle est en effet, l'ampleur de la planification? Le débat ne concerne pas seulement la péninsule ibérique, mais aussi l'Italie et certaines provinces occidentales^0. Dans VHispania, la trame régulière des villes peut être antérieure à la romanisation et des cités de la Meseta comme Segobriga, Segovia ou Ercavica devenues municipes portent un nom préromain et possèdent un noyau préromain dont on ignore dans quelle mesure il a subi une transformation -car l'on sait peu de choses de la phase préromaine- et dans quelle mesure les transformations urbanistiques liées à la promotion municipale ne se sont pas adaptées aux cadres anciens. b) A côté des exemples relativement bien connus des fondations coloniales ou municipales, l'impact du phénomène d'urbanisation concerne aussi les autres communautés indigènes, ce que l'on peut considérer, au nord de la péninsule, comme les marges de la romanisation; l'Ebre depuis longtemps n'est plus une frontière, mais à l'époque augustéenne, la présence de Rome s'intensifie et l'urbanisation progresse vers les chefs lieux des cités des contreforts montagneux où l'objectif demeure le contrôle de certaines voies de passage. 45 Voir M. Martín Bueno, Bilbilis, Saragosse 1975; Idem, "Bilbilis", in: Stadîbild, pp. 219-239. 46 M. Almagro Gorbea, "La urbanización augustea de Segobriga", in: Stadîbild, pp. 207-217. 47 Voir les actes du colloque La città nell'Italia settentrionale in età romana, Rome 1980 et les contributions de P. Gros, "Les étapes de l'aménagment du forum: observations comparatives (Italie, Gaule Narbonnaise, Tarraconnaise)", et de G. Bandelli, "Colonie e municipi delle regioni transpadane in età repubblicana", pp. 251-277. 48 P. Gros, "Sanctuaires traditionnels, capi toles et temples dynastiques: ruptures et continuités dans le fonctionnement et l'aménagement des centres religieux et urbains", in: Los asentamientos, pp. 111-120; Idem, 'Théâtre et culte impérial en Gaule Narbonnaise et dans la Péninsule Ibérique", in: Stadîbild, pp. 381-390. 49 P. de Palol, "El foro de Clunia", in: Los foros romanos de las provincias occidentales, Madrid 1987, pp. 153-163. 50 P. Gros, M. Torelli, Storia dell'urbanistica, il mondo romano, Rome-Bari 1989, pp. 265 ss.
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Dans la haute vallée de l'Ebre, deux milieux s'opposent, l'un tourné vers le fleuve, concerné très tôt par la conquête et, par la suite, davantage urbanisé (territoire des Berones et une partie des Vascons) et un autre atlantique, tourné vers l'océan et les Pyrénées et qui comprend le nord du territoire vascon, celui des Vardules, des Caristes et des Autrigons51. C'est Auguste et sa volonté de réduire les Cantabres qui a ouvert à l'influence romaine les régions situées au nord-ouest. Jusque-là, il n'y avait pas eu de réelle pénétration romaine, autre que celle des marchands et des voyageurs; en fait, la seule véritable relation était le recrutement des mercenaires, comme César 52 lui-même en témoigne. Les noms des Vardules, Caristes, Autrigons sont largement occultés par nos sources et c'est le vocable "cantabri" qui est utilisé par César pour désigner les assaillants de 56 en Aquitaine. Ces peuples ne sont d'ailleurs pas les principaux concernés par les opérations dirigées par le princeps en personne à partir de 26. Leur affaire fut probablement réglée l'année précédente au cours des opérations de Sextus Appuleius et de Statilius Taurus53, en relation avec celles qui sont conduites par Messala Corvinus de l'autre côté de la chaîne54: la corrélation des opérations est attestée par la présence d'une flotte qui établit la liaison avec la côte du golfe de Gascogne et Florus cite toute la zone jusqu'aux Pyrénées comme théâtre des guerres cantabres55. La période augustéenne et l'achèvement de la conquête permettent la stabilisation des territoires de ces peuples, mais c'est une tout autre affaire que de mesurer l'ampleur de la romanisation dans cette zone: pour les régions tournées vers la montagne et l'océan, on a l'impression que l'intégration au monde romain demeure très superficielle et se fait uniquement par l'intermédiaire de l'armée. Òn a davantage d'indications si l'on s'avance encore vers le Nord-Ouest: Cantabrie et surtout Asturies et Galice. Dans ces régions où de bonnes études ont été menées, la fondation de cités répond à deux motivations distinctes et complémentaires: la nécessité de mettre en place un réseau urbain élémentaire pour le maintien de l'occupation militaire et l'implantation de noyaux où les nécessités administratives, juridiques et religieuses des nouveaux peuples incorporés puissent s'exercer sous le contrôle romain. L'abandon des castros des Asturies ou de Galice à la fin du 1er siècle correspond à la perte de ces pouvoirs administratifs56, tandis que certains établissements militaires comme Iuliobriga ou Asturica se convertissent en cités. On ne doit pas cependant exagérer ce phénomène et considérer toute implantation militaire comme une cité en puissance. Certes Asturica continue à avoir une fonction de surveillance -des mines-, mais la cité doit aussi son importance à son rôle de nœud de communications et la fondation de Lucus Augusti ou de Bracara Augusta répondent surtout à des impératifs politiques et administratifs57. Mais que sait-on de 51 J. Santos Yanguas, "El poblamiento romano en el área de Autrigones, Caristios, Vardulos y Vascones", in: Actas del Congreso de Historia de EuskalHerria I, 1988, pp. 215-234. 52 César, BC, 1, 38. 53 D.C., 51, 20, 5 ; J. M. Solana Sainz, Los Autrigones a través de las fuentas litterarias, Vitoria 1974. 54 Strabon, 3, 4, 18. 55 Florus, 2, 33, 46. 56 M. Bendala Galán et alii, "Aproximación al urbanismo prerromano y a los fenómenos de transición y de potentación tras la conquista", in: Los asentamientos, pp. 121-140. 57 A. Tranoy, "Agglomérations indigènes et villes augustéennes dans le Nord-Ouest ibérique", in: Villes et campagnes dans l'Empire Romain, Aix-en-Provence 1980, pp. 125137.
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l'organisation urbaine de ces sites où l'occupation indigène pré-romaine a pourtant été inexistante. A Iuliobriga, les fouilles engagées ont déjà donné des résultats58, mais une vision générale de l'organisation urbaine manque ainsi que la relation de la cité et de l'ensemble de son territoire. Conclusions Une analyse précise de l'organisation municipale aussi bien que des transformations de l'urbanisme témoigne de la continuité entre la période césarienne et le principat augustéen, de la politique suivie par le pouvoir jusqu'aux applications concrètes réalisées Hans les provinces. Mais le pouvoir n'est pas seul concerné: le rôle des élites, au sein desquelles on trouve de forts noyaux d'italiens, a été déterminant. La continuité entre César et Auguste inclut naturellement la période du Ile triumvirat qui a retenu plus particulièrement notre attention, parce qu'elle a souvent été sous-estimée. Elle tend aujourd'hui à être revalorisée dans l'étude de domaines aussi variés que sa place dans l'évolution institutionnelle de Rome, son importance dans le remodelage urbanistique deVUrbSy ou l'action des triumvirs dans les provinces; à ce propos, la reconsidération, par exemple, de l'œuvre de romanisation et de colonisation de Lèpide en Afrique59 peut inciter à un réexamen de son activité dans les autres provinces occidentales, et en particulier en Espagne^ 0. Nous ne croyons pas, ensuite, que le processus de municipalisation et d'urbanisation ait été tel qu'il ait affecté profondément le caractère à prédominance rural de la majeure partie de la Péninsule Ibérique. Les cités demeurent le plus souvent étroitement dépendantes de la campagne environnante et du territoire qui les entourent: c'est sur cette relation cité/territoire qu'il convient de porter notre attention. Mais cela n'exclut pas une profonde transformation du paysage citadin, et l'aspect des villes aussi bien que le tissu urbain a dû être profondément différent à la fin de l'époque augustéenne par rapport à ce qu'il était au moment de la bataille de Munda. Cette constatation se révèle d'autant plus pertinente si l'on ne prend pas seulement en compte les transformations qui affectent les colonies et les m uni cipes, mais aussi l'ensemble des communautés indigènes et en particulier les chefs-lieux de ces communautés. Les fouilles actuellement conduites par les archéologues de Bordeaux et de Saragosse sur le site de la cité antique de Làbitolosa s'avèrent à cet égard très prometteuses61. Le terme municipalisation -axe majeur de ce symposium- si on le prend au sens strict, c'est-à-dire si on le lie étroitement aux processus de constitution d'un municipium, me paraît, dans ce contexte, trop réducteur. Autant on peut parler de la municipalisation de l'Italie -on notera dans ce cas l'antinomie entre municipium et ius latii- comme d'un phénomène qui caractérise l'ensemble d'une politique visant à incorporer la totalité des communautés indigènes, mais aussi les colonies latines, dans la civitas romana, autant ce 58 P. A. Fernández Vega, Arquitectura y urbanística en la ciudad romana de Iuliobriga, Santander 1993, pp. 135-173. 59 Voir notamment la thèse de F. Bertrandy sur la confédération cirtéenne, en cours de publication; en dernier lieu R. D. Weigel, Lepidus, The tarnished Triumvir, Londres 1992. 60 A cet égard, le séjour de Lèpide en 44-43 en Espagne plus que son gouvernement de la province "in abstentia" au lendemain de l'accord de Bologne doit être pris en considération. 61 Voir M. A. Magallón, J. A. Minguez, M. Navarro, C. Rico, D. Roux, P. Sillières, "Làbitolosa (La Puebla de Castro, Huesca). Informe de la campaña de excavación", Caesaraugusta 68, 1991, pp. 241-305.
POUVOIR ET PRO VIN _ S : REMARQUES SUR LA POLITIQUE DE COLONISATION...
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même terme ne permet d'aborder, pour les provinces occidentales qu'un aspect de la question. La multiplicité des thèmes abordés dans cette communication voulait répondre à cette insuffisance avec le souci de ne pas limiter notre réflexion aux aspects strictement juridiques de l'intervention de Rome.
CONQUISTA Y COLONIZACIÓN EN LA BETICA EN EPOCA REPUBLICANA JOSE MANUEL ROLDAN Universidad Complutense. Madrid ABSTRACT The Roman conquest of the South peninsular took place over a population which was politically fragmented, with very different organisational principles, production relations, and social structures. The "romanisation" process took place at the same time as the conquest. We shall argue that in order to fully understand the whole process it is necessary to focus on the series of complex elements entailed within it. Undoubtedly, it was the agrarian colonisation that brought the greatest number of immigrants to the South . The majority were former soldiers of the occupying army who, after taking voluntary discharge, established themselves as agrarian settlers. This marked the beginning of the urban centres.. In spite of its significant development, the colonisation lacked official planning and general guidelines from the central government. It was only with Caesar that a rational and comprehensive colonial policy was established. Though interrupted by his death, it was then continued by Augustus who followed the dictator's guidelines.
RESUMEN Sobre una población fragmentada políticamente y con principios de organización, formas de propiedad, relaciones de producción y estructuras sociales muy diferentes, tiene lugar la conquista romana del sur peninsular. Paralelamente, se produce el proceso de "romanización", que incluye una serie de elementos complejos sobre los que es necesario insistir para comprenderlo correctamente. Es, sin duda, la colonización agraria la que atrae al sur peninsular el mayor número de emigrantes, procedentes, en su mayoría, de soldados del ejército de ocupación, que, al licenciarse, se establecen voluntariamente como colonos agrícolas, dando lugar a la creación de centros urbanos. Esta colonización, a pesar de su volumen, no cuenta con una planificación oficial ni directrices generales emanadas del poder central. Sólo con César se establece por primera vez una política de colonización racional y extensa, interrumpida con su muerte, pero cuyas líneas continuará Augusto siguiendo las directrices del dictador.
Antes de la aparición de fuerzas militares romanas en el sur peninsular que inician el proceso de conquista, el territorio de Andalucía tenía el denominador común de la
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fragmentación política, con la que se correspondían principios de organización, formas de propiedad, relaciones de producción y estructuras sociales de caracteres muy diferentes1. Su población estaba constituida en la costa por pequeñas factorías púnicas, mezcladas con núcleos indígenas, los bastuli\ en el interior, la habitaban tribus de turdetani a ambos lados del Guadalquivir; turduli, al norte de ellos, en las regiones que en otro tiempo habían sido asiento del imperio de Tartessos; bastatemi, a lo largo del valle del Gemi y de las tierras montañosas de Andalucía oriental; oretani, con su núcleo fundamental en la rica zona minera de Sierra Morena, y otros grupos menores, algunos de procedencia céltica. En estos pueblos, sobre los que había incidido en parte la colonizción fenicia y griega, y a partir del último tercio del siglo III a. C , la presión política cartaginesa, gracias a la expansión militarista de los Barca, dominaban los principios de organización territorial. Se habían superado ya los elementos primitivos propios de las sociedades gentilicias que tienen su vigencia en la mayor parte del resto de la Península, reducidos en Andalucía a meras supervivencias y residuos, reflejados, por ejemplo, en la pervivencia de determinados cultos naturalistas, en ciertas prácticas penales o en el carácter de algunos ritos, danzas y prácticas religiosas. Esta organización territorial se materializaba en la existencia de centros urbanos que habían superado el estadio tribal, aunque estas comunidades urbanas no eran uniformes ni en su carácter ni en su desarrollo, como prueban los nombres poco precisos que les dan las fuentes romanas: urbes, oppida, castella, turres..., y los datos arqueológicos, que ponen de manifiesto una heterogénea organización territorial. Esta heterogeneidad territorial de las formaciones sociales del sur se materializaba en la propia organización del Estado, gobernadas en unos casos por régulos que dominaban varias ciudades, dos o sólo una, y en la existencia de ciudades-estado sin institución real visible, como Astapa, en manos de un gobierno oligárquico2. De esta falta de homogeneidad en el desarrollo de los pueblos del sur es también reflejo el carácter de la producción. En efecto, sobre unariquezamaterial desigual en cuanto a disponibilidades de recursos, se asentaba un sistema productivo cuyos elementos fundamentales en la agricultura venían dados por el hecho de constituir la ciudad con sus campos la unidad básica de producción, sobre la que se asentaban distintas formas de propiedad de la tierra: concentración de la misma en manos de régulos, propiedad de la tierra por parte de los habitantes de una ciudad o propiedad de una ciudad, de sus habitantes y de sus campos por parte de otros. Existía también una producción minera en algunas zonas con técnicas primitivas y distintos sistemas de explotación y actividades artesanales -fabricación de armas, orfebrería, tejidos, cerámica, construcción naval- con un restringido ámbito de distribución, relegado fundamentalmente a las necesidades de los régulos y de las aristocracias indígenas. Por
1 Los pueblos prerromanos del sur peninsular han sido en los últimos años objeto de una atención preferente, como consecuencia de la proliferación de trabajos arqueológicos, que han permitido profundizar en su conocimiento. A. Tovar, Iberische Landeskunde, zweiter Teil: Die Vòlker und die Stadie des antiken Hispanien. Band I: Baetica, Baden-Baden 1974, ha recopilado las fuentes literarias y arqueológicas sobre los mismos, con abundante bibliografía. Véase también, C. González Román, Imperialismo y romanización en la provincia Hispania Ulterior, Granada 1980, cuya primera parte analiza la situación histórica de los pueblos prerromanos. 2 Recientemente se ha extendido el término de "sociedad de jefatura" para definir estos regímenes ibéricos, que sustituyen al viejo de "régulos". Véase, por ejemplo, E.S. Service, Los orígenes del Estado y de la civilización, Madrid 1984, passim; J. Alvar, "La jefatura como instrumento de análisis para el historiador: basileia griega y régulos ibéricos", Espacio y organización social, Madrid 1990, pp. I l l ss.; M.P. García-Gelabert, "Evolución socio-política de Cástulo: sociedad de jefatura", Lucentum, 1987, pp. 29 ss.
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último, en el comercio hay que destacar entre los pueblos del sur el escaso desarrollo de los intercambios internos, mientras los externos, restringidos a la adquisición de productos lejanos por las oligarquías indígenas, no se basaban en relaciones de mercado, sino en una forma primitiva de los cambios, el don y el trueque. Esta desigualdad y complejidad queda igualmente reflejada en la propia estructura social de los pueblos del sur: una clase privilegiada se formó en tomo a la aristocracia indígena, beneficiaria de determinados excedentes acumulados fundamentalmente en valores de uso y extraídos mediante la coacción extraeconómica sobre una clase dominada, cuya situación cabe calificar entre la libertad y la esclavitud. Dentro de esta situación los esclavos constituirían un elemento secundario, relegado a la influencia que las colonizaciones fenicia y griega efectuaron sobre determinadas ramas de la producción. Así pues, desarrollo desigual y heterogeneidad en cuanto a principios organizativos, carácter de la propiedad y estructuras sociales, constituyen las premisas de las que hay que partir a la hora de analizar la transformación de las estructuras indígenas, que comienzan con la propia conquista romana desde que Escipión desembarca en Ampurias en 218. Desgracidamente no contamos con ninguna síntesis de la conquista romana de la Bética, si exceptuamos la ya vieja monografía de Thouvenot 3 , corregida en algunos puntos en 1973, o los tratamientos generales de la conquista de Hispania 4 , que la incluyen, sin profundizar en los rasgos específicos que la progresiva inclusión de las tierras de Andalucía en la esfera de intereses romana conlleva 5 . Sólo algunos momentos de esta intervención militar han atraído el interés de los estudiosos, mediatizado por la acumulación de mayor volumen de datos, como son el desarrollo de la segunda guerra púnica en la Bética 6 , la acción de Sertorio 7 o la guerra civil 8 .
^ R. Thouvenot, Essai sur la province romaine de la Bétique, París 1940. J.M. Roldan, en Historia de España Antigua. II. Hispania romana, Madrid, Cátedra, 1978, pp. 34 ss.; J. Mangas, en Historia de España dirigida por M. Tuñón, I. Introducción, primeras culturas e Hispania romana, Barcelona, Labor, 1980, pp. 209 ss.; A. Montenegro, en Historia de España fundada por R. Menéndez Pidal, II, I: España romana, Madrid, 1982, Es pasaCal pe, pp. 5 ss.; Idem, Historia de España, 3. España romana, Madrid, Gredos, 1986, pp. 7 ss.; A. Lozano, Historia General de España y América, I, 2: De la protohistoria a la conquista romana, Madrid, Rialp, 1987, pp. 385 ss.; J.F. Rodríguez Neila, en Historia de España, 2: La España romana y visigoda (siglos III a. C. a VII d. C), Barcelona, Planeta, 1988; J.M. Roldan, en Manual de Historia de España, I. Prehistoria. Historia Antigua, Madrid, Historia 16, 1991, pp. 261 ss. ^ Merece la pena reseñar una serie de trabajos, con base fundamentalmente arqueológica, que tratan de enmarcar esta conquista en la paralela desaparición de la cultura ibérica: M. Bendala, "La etapa final de la cultura ibero-turdetana y el impacto romanizador", en: La baja época de la cultura ibérica, Madrid 1981, pp. 33 y ss.; J.M. Blázquez, "El final del mundo ibérico en la Bética", en: Nuevos estudios sobre la romanización, Madrid 1989, pp. 247 ss. " R. Corzo, "La segunda guerra púnica en la Bética", Habis, 6, 1975, pp. 213 ss. 7 F. García Mora, Un episodio de la Hispania republicana: la guerra de Sertorio, Granada 1991; F. García Mora, M. Pérez Medina, "Algunos aspectos del conflicto sertoriano en tierras béticas", en: C. González Román (éd.), La Bética en su problemática histórica, Granada 1991, pp. 63 ss. ° C. González Román, "Guerra civil y conflictos sociales en la provincia Hispania Ulterior en el 48-44 a. C", en: Actas I Congreso Historia de Andalucía. Fuentes y Metodología. Andalucía en la Antigüedad, Córdoba 1978, pp. 131 ss.; R. Corzo, "Munda y las vías de comunicación en el bellum hispaniense", Habis 4, 1973, pp. 241 ss.; A. Caruz, "La última campaña de César en la Bética: Munda", Ibidem, pp. 143 ss.; V. Duran, La batalla de Munda, 4
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En general se está de acuerdo en considerar que el objetivo romano de destruir las principales reservas bélicas de los cartagineses, que tenían precisamente en el sur peninsular una inagotable fuente de aprovisionamiento en hombres y materiales, fue la causa inmediata déla apertura de un campo de operaciones ofensivas sin fines imperialistas en la Bética, en el marco de la segunda guerra púnica. Puesto que se trataba primordialmente de eliminar la influencia de Cartago de las plazas y territorios que controlaba, no sin oposición por parte de las tribus indígenas, estaba claro que era la liberación de esos territorios, con ayuda indígena, el objetivo más obvio e inmediato. Incluso la ayuda de estos pueblos, imprescindible en la propia debilidad de recursos romana, excluía la anexión de los territorios liberados antes controlados por Cartago; todavía más, esta necesidad de ayuda obligaba a Roma a identificar sus objetivos con los de los aliados indígenas como único medio de garantizar su concurso. Por ello, no sorprende la inmediata toma de partido por la causa romana, especialmente de las ciudades mineras del alto Guadalquivir, lo que hace suponer, por una parte, un vivo interés de los indígenas por sacudirse el yugo cartaginés y, por otra, la habilidad romana en presentar la lucha en forma totalmente ajena a intereses económicos, sólo como guerra de expulsión de los púnicos. Mientras existieron objetivos que liberar esta identificación y, en consecuencia, colaboración pudo ser mantenida. El desenlace de la batalla de Hipa y la definitiva expulsión cartaginesa dio un giro radical a estas relaciones, cuya causa no hay que verla tanto en un cambio de actitud romana como en la incomprensión por parte indígena de la imposibilidad para el gobierno romano de retirar su presencia de las tierras liberadas antes de una victoria definitiva sobre Cartago. La imposibilidad romana de renunciar a los ingentes y valiosos medios peninsulares decidió al gobierno a volver las armas contra los antiguos aliados y exigir por la fuerza lo que ya era imposible solicitar por pactos de alianza, asegurándolo aún con una presencia militar constante9. El hecho de que los territorios incluidos en la órbita de intereses romana cubrieran dos ámbitos muy alejados, Cataluña y Andalucía, apenas unidos por una estrecha franja litoral, decidió desde un principio a dividirlos en dos circunscripciones distintas, encomendadas a sendos pretores desde 197. De este modo, el sur peninsular quedó establecido como ámbito provincial propio, la Hispania Ulterior. La política romana en Hispania en los primeros años no parece haber tendido al sometimiento de un territorio compacto, conformándose con asegurar su autoridad sobre el ámbito incluido en su esfera de intereses alfinalizarla segunda guerra púnica, en lo posible, de modo indirecto, mediante relaciones ligadas con los propios indígenas. Pero la incapacidad del máximo órgano responsable de la política romana, el senado, para organizar con capacidad creadora la construcción de una administración consecuente y estabilizadora, al abandonar toda iniciativa de gobierno en las manos del pretor provincial, explica que la presencia romana no sobrepasara el simple y brutal estadio de exprimir al máximo los recursos provinciales y contestar a las resistencias indígenas con el uso de la fuerza. Es en este contexto en donde se enmarca el gradual sometimiento de las comunidades indígenas de Andalucía que, tras veinticinco años de lucha, condujo, después de las campañas de T. Sempronio Graco, en 179, a la conquista definitiva y, como consecuencia, a la explotación económica regular de las tierras situadas al sur del Guadalquivir1 °.
Córdoba 1984. 9 J.M. Roldan, "Impulsos políticos de la conquista de Hispania en el siglo II a. C", Homenaje a M. Vigil, Salamanca 1989, pp. 64 ss. 10 Algunos episiodios de esta conquista han sido tratados de forma específica: J. Martínez Gázquez, La campaña de Catón en Hispania, Barcelona 1974; J. Muñiz Coello, "Notas sobre Cártima romana", Hispania Antiqua 6, 1976, pp. 21 ss.; J.M. Roldan, Granada romana. El
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Pero este esquema, forzado por el necesario plegamiento a nuestras fuentes de documentación, parciales y llenas de lagunas, a todas luces es insuficiente porque obliga a considerar la inclusión de las tierras del Guadalquivir en la órbita romana bajo la óptica de la conquista y el dominio sin descubrirnos la otra cara de la moneda, es decir, el deseo de libertad y resistencia de las comunidades indígenas. Un trabajo reciente de F. Muñoz 11 ha tratado de enriquecer los puntos de vista de esta etapa de "conquista" con una serie de consideraciones que podrían constituir líneas nuevas de investigación en el tema de la compleja realidad de un mundo al que se superpone otro, con intenciones conscientes de dominación estable y que cuenta con la superioridad de entrada de su aparato militar 12 . Frente o al lado de la guerra, de la confrontación abierta, existe una violencia estructural que, al margen de enfrentamientos armados, incluye, por parte de la potencia conquistadora, una fuerte extorsión de los grupos dominados, quienes por su parte generan una resistencia, concepto que Muñoz entiende como los esfuerzos que una sociedad dedica, en todos sus niveles, para preservar sus características ante la acción de otra u otras que, por medio de su imposición, tiene como objetivo la agresión, la dependencia o el sometimiento de la primera a la segunda. En la dialéctica entre violencia y resistencia se generala negociación, una serie de situaciones intermedias entre los dos polos de la guerra y la paz que aproximan a unos y otros con concesiones mutuas en función del balance en la correlación de fuerzas. La neta superioridad militar de Roma inclinará la balanza de la negociación del lado romano, aun sin intervención directa del ejército, otorgándole una iniciativa que irá proponiendo vías institucionales propias, como marcos de negociación, diálogo, apaciguamiento y resolución de las disensiones 13 . El fuerte desequilibrio de las fuentes antiguas -y, en su seguimiento, de las reconstrucciones modernas- a favor de las acciones bélicas ha orillado otros aspectos de la conquista, si no tan llamativos, mucho más significativos a la hora de establecer el proceso de inclusión de la península ibérica en el imperio romano, inseparable del controvertido y desprestigiado término de la "romanización"14. En repetidas ocasiones he llamado la
municipio latino de Iliberri, Granada 1983; J. Mangas, "Servidumbre comunitaria en la Bética prerromana", MHA 1, 1977, pp. 151-162. 11 F. Muñoz, "Del odio a la paz de los indígenas: guerra y resistencia en la Hispania meridional", en: C. González Román (éd.), op. cit., pp. 199 ss. 1 ^ El tema es inseparable de la debatida cuestión del "imperialismo", sobre el que, en los últimos años se ha acumulado la bibliografía, con interesantes aportaciones como las de A. Heuss, Der erste punische Krieg und das Problem des romischen Imperialisms, Darmstadt 1964; E. Badián, Roman Imperialism in the Late Republic, Oxford 1968 (2° ed.); R. Werner, "Das Problem des Imperialismus und die romische Ostpolitik im zweiten Jsahrhundert v. Ch.", ANRW I, 1972, pp. 501 ss.; P. Veyne, "Y a-t-il un impérialisme romain?", MEFRA 87, 1975, pp. 793 ss.; E. Gabba, "Aspetti culturali dell'imperialismo romano", Athenaeum 65, 1977, pp. 49 ss.; P.D.A. Garnsey, C.R. Whittaker (ed.), Imperialism in the Ancient World, Cambridge 1978; W.V. Harris, War and Imperialism in Republican Rome, 327-70 B.C., Oxford 1979; Idem (ed.), The Imperialism of Mid-Republican Rome, PMAAR 29, 1984; L. Ferrary, Philhellénisme et impérialisme. Aspects idéologiques de la conquête romaine du monde hellénistique, París 1988; D. Musti, Polibio e l'imperialismo romano, Ñapóles 1978; E. Gabba, "L'imperialismo romano", Storia di Roma, II, 1, Turin, Einaudi, 1990, pp. 189 ss. 1 ^ La obra de R. Knapp, Aspects of the Roman Experience in Iberia, 206-100 B.C., Vitoria 1977, analiza estas vías del lado romano con sugerentes puntos de vista, que sería deseable completar desde el punto de vista de los pueblos indígenas. 14 Sobre el concepto y últimas aportaciones al proceso, véase J.M. Blázquez, Nuevos estudios sobre la romanización, Madrid 1989; ídem, "La romanización de Hispania. Ultimas
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atención sobre la falacia del modelo historiográfico tradicional con respecto a la península ibérica que recalcaba los aspectos ligados a la conquista hasta Augusto, para contemplar los de romanización después, como si la romanización fuera una consecuencia que sólo pudiera entrar en consideración a partir de una previa conquista. El concepto de romanización así entendido encubre las tensiones propias de la conquista, al impedir diferenciar las actitudes tomadas por los indígenas y relegarlos a la categoría de sujetos pasivos frente a la acción de Roma, pero también distorsiona la comprensión de la propia conquista y de elementos esenciales que intervienen en ella más allá de la presencia activa de fuerzas militares. Hay que tener en cuenta que el término "romanización" incluye una serie de elementos que, considerados por separado, pueden afectar decisivamente a las conclusiones finales: en primer lugar, por lo que respecta a la acción; en segundo lugar, en cuanto a su contenido; y, finalmente, en lo relativo a sus protagonistas, sujeto y objeto del proceso. La romanización, en cuanto acción, puede referirse al discurso del proceso o a su resultado final. Es obvio que éste sólo puede considerarse totalmente alcanzado cuando una región sometida se identifica hasta tal punto con el estado romano que queda integrada en el mismo. Pero este resultado no se alcanza sin un proceso previo que va acercando más o menos a la comunidad o región correspondiente al modelo romano. Según esta consideración, la romanización no es una constatación definitiva, conclusa y estática, sino un análisis comparativo del alejamiento o cercanía al modelo. En consecuencia, podemos establecer grados de romanización, que, relacionados con el factor tiempo, ofrecen muchas perspectivas de estudio, no sólo horizontalmente, mediante comparación entre distintas regiones en un momento determinado, sino verticalmente, en cuanto aritmo,receptibilidad, resistencia, contaminación o trasvases en una región determinada, que acepta o, al menos, no se opone a adaptarse al modelo propuesto por la potencia dominadora. Naturalmente, este modelo tiene un contenido, el de los muchos elementos que comporta una sociedad y un estado determinados. Puesto que estos elementos no penetran simultáneamente ni con la misma intensidad en el objeto de romanización, el estudio se complica así ante la necesidad de análisis de cada uno de ellos, análisis que aún dificulta el hecho de que el proceso de romanización nunca se realiza sobre un objeto estéril, sino a su vez portador de una cultura propia, que, en el curso del mismo, ha de cambiar, adaptarse o mezclarse en diversas proporciones yritmos.Cabe hablar así de una romanización cultural, económica, social o ideológica; comparar el progreso de cada una en relación a las demás y analizar los elementos integrantes en relación al estadio primitivo anterior al proceso: lengua, creencias, organización social, técnicas y objetos de producción, arte y costumbres. Pero, además y finalmente, la romanización supone la consideración de los protagonistas, tanto del sujeto romanizador -el estado romano en abstracto o sus agentes concretos, personales e institucionales-, como del objeto romanizado o susceptible de serlo, los individuos y las colectividades indígenas sometidas a Roma. Desde el punto de vista de estos últimos, el problema fundamental es el de la actitud ante la presencia romana, en gran medida dependiente tanto del modo en que se hace sentir esta presencia -como consecuencia de un pacto o de una entrega voluntaria o, por el contrario, después de una confrontación bélica-, como de la autoconciencia de la propia cultura y su carácter en comparación con la de la conciencia conquistadora. A estos aspectos generales se añaden otros particulares, muy importantes a la hora de juzgar la repercusión de la romanización, y, entre ellos, el de los intereses socio-económicos que, para ciertos grupos o individuos de una comunidad, representa el aceptar o impulsar el factor de la
aportaciones", Euphrosyne 20, 1992, pp. 439 ss.; J.B. Tsirkin, "Two ways of romanisation of Spain", Klio 70, 1988, pp. 477 ss.
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romanización. Por último, en cuanto al sujeto romanizador, es posible también una consideración rica en perspectivas u objetos de análisis, entre los que se incluye tanto el problema de la existencia y, en su caso, contenido de una política programada de romanización, como las consecuencias, voluntarias o inconscientes, de una presencia romana efectiva en el espacio incluido dentro de su ámbito de influencia. Durante el período republicano, que coincide con la conquista del territorio, los elementos fundamentales de la romanización de Hispania nacen en su mayor parte de la propia conquista y de su principal motivación, la explotación económica emprendida con fines predominantemente imperialistas. Las condiciones, características y circunstancias ds conquista y explotación asentarán, sin una prosecución directa y consciente, las bases necesarias para que puedan producirse los resultados socio-económicos y culturales que entendemos por romanización. De ahí la importancia que tiene la consideración detenida tanto de las formas de esta explotación a lo largo del período de conquista como del elemento humano que la lleva a cabo, sobre el que insistiremos a continuación y que es, sin duda, el que más contribuyó a la individualización de Andalucía frente al resto de los territorios peninsulares bajo dominio romano. Hace ya cuarenta años F. Vittinghoff publicó una obra fundamental para la comprensión de la colonización provincial en los últimos años de la República15. Las directrices de investigación suscitadas por él estimularon una serie de trabajos entre los que hay que destacar el estudio de conjunto de H. Galsterer sobre las colonias y municipios de la Hispania romana1 ^, punto de partida de un interés renovado por el conocimiento de la dinámica y de las formas que asume en Hispania el tema de la colonización y municipalización, al que, desde entonces, se ha venido prestando una creciente atención. Muestra de ello es el primer congreso histórico-arqueológico hispano-italiano, celebrado en 1989, que escogió como tema la conquista romana y modos de intervención en la organización urbana y territorial17 o el coloquio que tuvo lugar en el Museo de Mérida ese mismo año sobre algunos aspectos de la colonización y municipalización de Hispania18. Yo mismo, desde el Departamento de Historia Antigua de la Universidad de Granada, promoví dos amplios trabajos que han contribuido a avanzar en la comprensión del tema y que resumen el estado actual de los conocimientos sobre la colonización de la Bética en la época republicana19, sobre los que numerosos estudios parciales, con una mayor dedicación a los datos arqueológicos, tratan de ganar nuevas precisiones. El punto de partida en el tema de la colonización de la Bética es, por supuesto, la presencia de un elemento humano procedente de la potencia dominadora que, estable o transitoriamente, hizo de la región su lugar de residencia, buscando en centros urbanos o urbanizados un marco hasta lo posible semejante al de su procedencia. La corriente de población civil itálica que, con los ejércitos de conquista o tras ellos, se desplazó hacia la
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- F. Vittinghoff, Rómische Kolonisation und Bürgerrechtspolitik unter Caesar und Augustus, Wiesbaden 1952. ^ H. Galsterer, Unte rsuc hung en zum ròmischen Stàdtewesen auf der iberischen Halbinsel, Berlín 1971. 1 ' F. Coarelli, M. Torelli, J.Uroz (ed), Conquista romana y modos de intervención en la organización urbana y territorial, Dialoghi di Archeologia, terza serie, anno IO, 1992. ^ A.A. V.V., Aspectos de la colonización y municipalización de Hispania, Mérida 1989. ^ C. González Román, op. cit., nota 1; M. A. Marín Díaz, Emigración, colonización y municipalización en la Hispania republicana, Granada 1988.
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Bética era tan variada en sus intenciones como en su extracción social. Muchos de ellos, por descontado, ni siquiera eran ciudadanos romanos, pero, en su conjunto, acudían bajo la protección que ofrecía el poder de Roma y, en cualquier caso, pertenecían al ámbito cultural romano. El logro de beneficios económicos era, sin duda, el imán más fuerte de atracción para estos emigrantes itálicos, que, en orden a sus actividades, podrían agruparse en dos grandes apartados: hombres de negocios y colonos, es decir, quienes perseguían un benefìcio directamente a través del estado (publicani) o mediante negocios privados (negotiatores) y aquéllos que buscaban en la tierra una fuente de recursos. Las consideraciones generales sobre emigración itálica de Wilson o Brunt20 han sido precisadas por M.A. Marín, que, con un detallado análisis sobre su procedencia, volumen, carácter e incidencia en el proceso de urbanización déla Bética 21 , ha llegado a importantes conclusiones con respecto a las especiales características que la presencia de los emigrantes revisten en la región. Por más que la actividad de negotiatores y publicani esté probada en la península durante la República, no puede afirmarse que se tratara de una corriente muy numerosa, con la limitación adicional de los lugares de asentamiento, que, por ello, sólo incide en un número muy restringido de núcleos urbanos. Es, con un nivel muy superior, la colonización agraria la que arrastra y retiene en la península y, en concreto, en el valle del Guadalquivir, al núcleo fundamental de la emigración itálica durante la República. Pero además se trata de una colonización que representa una excepción frente al resto de los territorios incluidos dentro del ámbito de dominio romano. En efecto, de acuerdo con las conclusiones de Brunt22, no hay trazas que puedan autorizar la idea de una gran colonización agraria fuera de Italia hasta la época de César. En cambio en la Bética sí se produce por la situación especial que ocupa la región frente al resto del imperio, consecuencia de la presencia continuada de fuerzas militares. Las especiales características que reviste la conquista peninsular habían conducido, como ha visto Gabba acertadamente23, a la creación de un auténtico ejército estable, prototipo de los ejércitos de época imperial, con una importante cifra de contingentes24. La consecuencia será el asentamiento voluntario de soldados romanos y aliados itálicos, al licenciarse, como colonos agrícolas, que darán lugar a la creación de numerosos centros urbanos, habitados por itálicos, asociados en ocasiones a los indígenas, de condición jurídica no muy clara, que serán un eficaz medio de romanización de la región. Las distintas condiciones de servicio del ejército de Hispania y la desfavorable situación económica que atravesaban los agricultores italianos desde mitad del siglo II a. C vinieron a confluir como estímulo de esta colonización. En la península el ejército, entre campaña y campaña, no era licenciado, sino que se retiraba a territorios pacificados
zu A.J.N. Wilson, EmigrationfromItaly in the Republican Age of Rome, Nueva York 1966; P.A. Brunt, Italian Manpower, 225 B.C.-A.D. 14, Oxford 1971. 21 M. A. Marín Díaz, op.cit. nota 19; Eadem, "Problemas históricos en torno a las fundaciones romanas de la Hispania meridional durante el siglo II a. de C", en: C. González Román (éd.), op. cit., pp. 133 ss. 22 P.A. Brunt, op.cil, nota 20. 23 E. Gabba, "Le origini della guerra sociale e la vita politica romana dopo l'89 a. C. X: Sull'emigrazione romano-italica in Spagna nel II sec. a. C", Athenaeum 32, 1954, pp. 295 ss. A. Afzelius, Die rômische Khegsmacht wàhrend der Auseinardersettung mit den hellenistischen Grossmàchten, Copenhage 1944; P.A. Brunt, op. cit. nota 20; J.M. Roldan, Hispania y el ejército romano. Contribución a la historia social de la España antigua, Salamanca 1974.
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precisamente los más fértiles, donde era posible tener contactos no bélicos con las población indígena. Es comprensible que al cabo de los años se ataran lazos, incluso de tipo familiar, con la población autóctona. Las oportunidades eran mayores para reemprenderla vida civil en estas regiones donde no se encontraban aislados, y la idea de permanecer, extendida a lo largo del tiempo, venía a incrementar el número de los nuevos colonos. En cuanto a la extensión territorial que cubren estos asentamientos, teniendo en cuenta la falta de una política colonial propiamente dicha, se encuentra mediatizada por circunstancias de conveniencia, es decir, facilidad de asentamiento y de régimen de vida en regiones que no ofreciesen problemas a un establecimiento pacífico. En la provincia Ulterior el propio desarrollo de la conquista marcaba la pauta hacia el valle del Guadalquivir, donde a su temprana pacificación se añadía su antigua civilización urbana y su fertilidad. Se trata, sin duda, de una colonización irregular y no conocemos bien ni las características ni las condiciones de asentamiento, pero su incremento hizo pensar al gobierno romano en tomar medidas de regularización, mediante la fundación de nuevos núcleos en los que de alguna manera se hiciese presente el carácter oficial de su creación a través de una legislación que, si bien no alcanzaba la solemnidad ni los privilegios de las colonias, constituía el primer germen de la posterior política de urbanización. La función principal era la de proveer de tierra a los veteranos, pero al mismo tiempo servir de ayuda al mejor control de la región, por tanto, con caracteres, en cierto modo, militares. En estos casos no era necesaria una ratificación por parte del gobierno central, sino que bastaba con la decisión de las instancias superiores gubernamentales de la provincia. Estos núcleos o bien se levantaban sobre ciudades indígenas o, si eran de nueva planta, podían albergar a indígenas escogidos, lo que en ambos casos contribuía beneficiosamente a la romanización de las regiones cercanas. Precisamente las distintas condiciones de creación hacen difícil establecer con seguridad el carácter jurídico primario, ya que a lo largo de la dominación romana algunas fueron promovidas a un rango superior. En todo caso, la creación de entidades administrativas romanas, superpuestas o yuxtapuestas a los núcleos urbanos indígenas, introducen nuevas formas de organización2^. M. A. Marín 26 las ha agrupado, según sus características específicas, en vici, castra-castella y conventos civium Romanorum21, subrayando un predominio en la importancia de los castra-castella, que debe ser puesto en relación con el monto de los contingentes militares que operaron en Hispania durante el siglo II a. C. Pero también existen en la Bética durante el siglo II a. C. una serie de fundaciones, que posteriormente evolucionarán hacia el status superior colonial, con problemas específicos" que han de resolverse caso por caso. Se trata de Italica, Illiturgi, Cartela y Corduba, ciudades que han generado una abundante bibliografía que trata de ahondar en estos problemas28.
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Sobre el tema de la organización territorial de la Bética, véanse M.L. Cortijo, "Romanización y territorio en el alto Guadalquivir (provincia de Córdoba)", /// encuentros de historia local Ato Guadalquivir, Córdoba 1991; Eadem, La administración territorial de la Bética romana, Córdoba 1993; J.M. Roldan, "Los comienzos de la romanización de Andalucía: la organización de la Ulterior en el siglo II a. C.\ en: J.F. Rodríguez Neila (ed.), Actas del I Coloquio de Historia Antigua de Andalucía, Córdoba 1994, pp. 319-330. 26 M. A. Marín Díaz, op, cit., pp. 82 ss. 2 ' Sobre los vici véase J.F. Rodríguez Neila, "Consideraciones sobre el concepto de vicus en la Hispania romana. Los vici de Córdoba", Cordoba 2, vol. I, 1976, pp. 101 ss.; los castra y castella hispanos han sido recopilados por RC. Knapp, op. cit. nota 13, pp. 20 ss.; en cuanto a los convenais véase M. A. Marín Díaz, op. cit., pp. 88 ss. 28 En general, sobre estas fundaciones véase M. A. Marín Díaz, "Problemas históricos en
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La emigración y, en consecuencia colonización, de la Bética experimentará un fuerte incremento a lo largo del siglo I a. C , cuyo desarrollo, si no es posible pormenorizar en su evolución, queda patente en cuanto a los resultados. Conocemos bien las causas que lo han propiciado, entre las que cabe señalar como principales las consecuencias de la guerra social, que modifica el carácter y el status de los emigrantes, al incluir en la categoría de ciudadanos romanos a los socii, el aumento ostensible de los contingentes militares que operan en la península, en relación con la guerra sertoriana y con la posterior inclusión de Hispania en la esfera de influencia de Pompeyo, la emigración de huidos políticos y, sobre todo, la agudización de la crisis de la agricultura italiana y la consecuente búsqueda de tierras de asentamiento tanto por parte de elementos de población civil como, sobre todo, de veteranos del ejército, que prefieren permanecer como colonos agrícolas en la península antes que regresar a la búsqueda de una incierta estabilidad económica en sus lugares de origen. Sus resultados son asimismo patentes y se evidencian en la importancia numérica de los contingentes militares que se enfrentan en la península durante la guerra civil, tema que en otro lugar hemos contemplado de forma pormenorizada29. En cambio, como hemos dicho, si no puede dudarse de la existencia de una importante presencia de población civil romana o itálica y de contingentes militares legionarios mucho más abundantes que en la época anterior a la guerra social, nos faltan referencias explícitas sobre las formas de organización que adopta esta colonización, ajenas a la estricta configuración de ciudades romanas, de las que constituyen una excepción las noticias relativas a convenais civium Romanorum y la constatación en el sur de Hispania de individuos con onomástica claramente latina en un número relativamente elevado de ciudades, en las que no se puede atestiguar la existencia de convenais por las fuentes literarias30. Pero esta colonización, con todo su importante volumen, seguirá ajena a cualquier planificación oficial o a directrices generales emanadas del gobierno central. Por ello, strie tu sensu, la colonización romana de la Bética sólo alcanza una considerable extensión a partir de César, que sentará las bases para su desarrollo en el temprano Imperio31. Tras la victoria sobre los pompeyanos y como dictador, después de una sangrienta guerra civil, César tratará de solucionar de forma original los graves problemas que durante más de un siglo habían conducido a la República a un auténtico caos social. La crisis, en última instancia acuciada por un problema agrario, con soluciones insuficientes, había degenerado hasta el límite del enfrentamiento civil. Desde el programa de los Gracos, que pretendía restituir al pequeño campesinado tierras que le proporcionaran una base económica
torno a las fundaciones romanas..." art cit, pp. 133 ss. 29 J.M. Roldan, "El elemento indígena en las guerras civiles en Hispania: aspectos sociales", Hispania Antiqua 2, 1972, pp. 77 ss.; Idem, "La crisis republicana en la Hispania Ulterior", Actas I Congreso Historia de Andalucía. Fuentes y metodología. Andalucía en la Antigüedad, Córdoba 1978, pp. 109 ss. 30 M. A. Marín Díaz, op. cit., Granada 1988, pp. 169 ss. 3 * En general, sobre el tema de la colonización de César, F. Vittinghoff, Rômische Kolonisation und Bürgerrechtspolitik unter Caesar und Augustus, Wiesbaden 1952; L.R. Taylor, "Caesar's agrarian legislation and his municipal policy", Studies in Roman Economy and Social History in honor of A. Ch. Johnson, Princeton 1951, pp. 68 ss.; F. Hampl, "Zur romischen Kolonisation in der Zeit der ausgehenden Republik und des friihen Prinzipates", RM 90, 1952, pp. 52 ss.; V. T. Hineichs, Die Ansiedlungsgesetze und Landanweisungen im letzten Jh. der romischen Republik, Diss. Heidelberg 1959; H. Boegli, Studien zu den Koloniengründungen Caesars, Diss. Basel, Murten 1966; E.T. Salmon, Roman Colonisation under the Republic, Londres 1969, pp. 132 ss.; P.A. Brunt, op. cit., pp. 255 ss.
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suficiente a través de fundaciones fuera de Italia, la reforma agraria había saltado al terreno militar y se convirtió en una lucha trágica por proporcionar a los soldados parcelas en Italia, lesionando con ello otros intereses y supeditando la suerte de unos vencedores a la desgracia de unos vencidos3 2. El problema en su conjunto se había centrado en las tierras italianas, en donde, dado que no quedaba apenas ager publiais\ sólo se podía asentar colonos por la fuerza, quitando también por la fuerza esas tierras a sus antiguos propietarios. La inestable situación había conducido a un verdadero terror político, a una total inseguridad en donde un propietario no podía saber si al día siguiente se transformaría en proletario. El programa de César para la pacificación de Italia, arrancando de raíz las secuelas de la guerra civil, debía evitar esta inseguridad y este balanceo de vencedores y vencidos, por lo que no había otra solución que buscar otros terrenos a la aporia de parcelas que sufría Italia. Para ello actuó "popularmente", recogiendo la vieja tradición apenas realizada, propuesta por los Gracos y a la que el Senado siempre había puesto todas las cortapisas posibles, y convirtiéndoe con ello en el verdadero heredero de los reformadores sociales. Así, conscientemente, trasladó la colonización a las provincias donde existían una serie de ventajas respecto a Italia: por un lado, había suficiente ager publicus\ por otro, la participación de las provincias en la guerra civil daba pretexto para confiscar lastierrasde los aliados de los vencidos, pero, sobre todo, en cualquier caso, no había que tocar la propiedad de ciudadanos romanos que pudiera despertar resentimientos y, con ello, mantener las ascuas de una nueva guerra civil. Entre estas provincias las dos Hispanias ofrecían condiciones óptimas: además de fértiles tierras, fácil comunicación con Italia y vieja tradición colonizadora, la guerra civil había tenido en una de ellas, la Ulterior, uno de sus principales escenarios, con lo que era más necesaria y al propio tiempo más fácil una reorganización de las tierras, ya que la mayoría de las ciudades habían tomado partido contra César3 3 . La política de colonización de César en las provincias fue total y persiguió con ella metas políticas, sociales y económicas. En primer lugar, con la creación de unos centros urbanos provinciales habitados por ciudadanos romanos que habían sido soldados, en lugares estratégicos, se cumplía un fin secundario pero importante: proporcionar al imperio puntos fuertes, propugnáculo, imperii, de defensa y control de regiones aún inseguras. Pero especialmente intentó César solucionar los graves problemas sociales y económicos planteados a los ciudadanos romanos. Hasta ahora, la irregular política de los distintos caudillos había tendido a limitar los beneficios de la política agraria a sus soldados, apoyándose en su propia fuerza militar. Pero también existían muchos elementos civiles que, hacinados en Roma como Lumpenproletariat, daban una desastrosa imagen de la incapacidad del gobierno senatorial para frenar la crisis social. De ahí que, en su programa, César considerara no sólo el asentamiento de veteranos, sino también una colonización civil con los elementos proletarios de la Urbe. De esta manera, no sólo solucionaba, esta vez radicalmente, el viejo problema de repartos detierraa los veteranos, que desde Mario había sido un punto crucial de la política romana, sino que también reemprendía la política social de los Gracos. Si con la colonización militar se solucionaba el problema de los veteranos, la colonización civil proletaria venía a sanear en gran medida la situación
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P.A. Brunt, "The Army and the Land in the Roman Revolution", JRS 52, 1962, pp.
69ss. 33 La colonización de César en Hispania ha sido tratada últimamente en M.A. Marín Díaz, op. cit., pp 200 ss.; J.J. Sayas, "Colonización y municipalización bajo César y Augusto: Bética y Lusitania", en: A.A. V.V., Aspectos de la colonización y municipalización de Hispania, Mérida 1989, pp. 33 ss.; J.M. Solana, "Colonización y municipalización bajo César y Augusto: Hispania Citerior", Ibidem, pp. 71 ss.
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lamentable de la Urbe. Según las fuentes, 320.000 ciudadanos recibían alimentos en Roma regularmente como ayuda para su subsistencia. Tras el programa de César su número quedó rebajado a 150.000. Con estos presupuestos y por lo que respecta a Hispania, la política de colonización de César, racional y extensa, constituyó un éxito y fue ampliada con otra paralela de concesión de derechos de ciudadanía a los núcleos urbanos indígenas que por su participación activa en las guerras civiles, siguiendo su partido, merecieron ser premiadas por su fidelidad. Si las líneas maestras de la política colonial de César se pueden vislumbrar con relativa claridad, no ocurre lo mismo con su plasmación concreta en la Ulterior, como consecuencia de lo incompleto e insuficente de nuestras fuentes de conocimiento34. Por otra parte, la muerte temprana del dictador abortó transitoriamente este programa de colonización y, aunque luego fue retomado por Augusto siguiendo sus directrices, nos encontramos en muchos casos con la imposibilidad de decidir qué colonias deben su fundación a César y cuáles a Augusto. Nuestra fuente fundamental de información para conocer las colonias de la Bética es la lista de Plinio contenida en su Naturalis Historia, aunque la mayor parte de sus datos prodecen de época augústea. Hay que añadir para casos concretos otras fuentes históricoliterarias, además de las monedas y de las inscripciones, que, o bien taxativamente o por la mención de la tribu romana en la que se inscriben sus habitantes, permite determinar su adscripción. Finalmente, los cognomina de las titulaciones de algunas ciudades pueden ayudar a conocer, a falta de otros datos más determinativos, si los epítetos guardan relación con César o con Augusto. No obstante, este método, utilizado con resultados sugerentes por autores como Galsterer o Galsterer-Kroll3 5 , no deja de representar dificultades y, en algunos casos, no dejan apreciar con claridad su vinculación específica a uno u otro, especialmente para el período comprendido entre el 49 y el 27 a. C , cuando Octaviano recibe el título de Augusto. Hay que tener en cuenta también que fundaciones importantes decididas por César, como Urso, sólo se pusieron en práctica tras los idus de marzo. Y, por ello, en última instancia, sólo una labor arqueológica en profundidad y cuidadosa puede ayudar a decidir la fecha y los avatares de la fundación. En el estado actual de los conocimientos, evidencian un origen cesariano, con problemas concretos en los que no podemos entrar, las fundaciones de la colonia lulia Gemella Accfi ^ > la colonia Patricia Corduba?'71 la colonia lulia Romula HispaP*, la de
á4 Sobre el tema véanse J.J. Sayas, art. cit., pp. 33 y ss. y C. González Román, "Las colonias romanas de la Hispania meridional en sus aspectos socio-jurídicos", en: C. González Román (éd.), op. cit., pp. 87 ss. 35 H. Galsterer, op. cit., nota 16.; B. Galsterer-Kroll, "Untersuchungen zu den Beinamen der Stàdte des Imperium Romanum", Epigraphische Studien 9, 1972, pp. 44 ss.; Eadem, "Zu den spanischen Stadtelisten des Plinius", AEA AS, 1975, pp. 120 ss.; E.D. Hoyos, "Pliny the Elder's titled Baetican towns: obscurities errors and origins", Historia 28, 1979, pp. 439 ss.; M. A. Marín Díaz, op. cit., pp. 200 ss. 00 Sobre la misma, además de la bibliografía general citada en notas 33, 34 y 35, véanse, J.M. Santero, "Colonia lulia Gemella Acci", Habis 3, 1972, pp. 203 ss.; C. González Román, "La Colonia lulia Gemella Acci y evolución de la Bastetania", Conquista romana y modos de intervención en la organización urbana y territorial, Dialoghi di Archeologia, 1992, pp. 155 ss. 37 Sobre Corduba véanse J.F. Rodríguez Neila, "Corduba", Conquista romana y modos de intervención en la organización urbana y territorial, Dialoghi di Archeologia, 1992, pp. 177 ss.; Idem, Historia de Córdoba.!. Del amanecer prehistórico al ocaso visigodo, Córdoba 1988; R C. Knapp, Roman Córdoba, Berkeley 1983; A. Ibáñez Castro, Córdoba hispano-romana, Córdoba 1983.
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Hasta Regia, la colonia Ituci Virtus lulia? ^y la colonia Claritas lulia Ucubfi® y la colonia Genetiva lulia Urbanorum Ursoy a las que se añaden en los límites de la Ulterior Norba, Metellinum y Praesidium lulium Scallabis. En cualquier caso, César sentó las líneas sobre las que se desenvolvería el programa colonizador de las provincias de Hispania a lo largo del Imperio, apenas rectificadas, si no es en una mayor ampliación, por Augusto, siguiendo precisamente las directrices del dictador. Los territorios situados fuera de la línea de colonización propuesta por César nunca llegarían a integrarse por completo en las formas de vida romanas y, con ello, la Península quedó para siempre enmarcada en dos ámbitos muy distintos: el colonizado romano de la Bética, con la cuña lusitana, la costa oriental y el valle del Ebro, por un lado; el sometido, simple fuente de explotación y mucho menos urbanizado, con el resto de la Península, por el otro. En resumen, pues, la colonización de época republicana marcó las directrices de la propia romanización y con su mayor o menor extensión por el ámbito peninsular influyó en grados distintos en la trasformación de las estructuras socio-económicas indígenas. En concreto, por lo que respecta al sur peninsular, la larga colonización que hemos contemplado, sobre la que se superpone la acción sucesiva de César y Augusto en la provincia republicana de Hispania Ulterior, o mejor, sobre parte de su territorio, hasta cierto punto excepcional en el conjunto del Imperio, como consecuencia de unos presupuestos también excepcionales durante la República, será la causa de la fundamental diferenciación de la región bética con respecto al resto de los territorios de Hispania, cuyo reconocimiento será elevado al estado de derecho por el propio Augusto con la creación de la provincia Baetica, adscrita al número de las provincias senatoriales y una de las más romanizadas del Imperio.
^° A. Blanco, Historia de Sevilla. La ciudad antigua, de la Prehistoria a los visigodos, Sevilla 19842. 39 A. Caballos, "Iptuci, civitas stipendiaria del Conventos Gaditanus", Gadesl, 1981, pp. 38 ss. 40 A. Caballos, "Colonia Claritas lulia Ucubi", Habis 9, 1978, pp. 283 ss.; P.J. Lacort, "Colonia Claritas lulia Ucubi, actual Espejo (Córdoba)", Conquista romana y modos de intervención en la organización urbana y territorial, Dialoghi di Archeologia, 1992, pp. 195 ss.
LA ACCIÓN COLONIZADORA DE AUGUSTO EN LA BETICA FERNANDO WULFF Universidad de Málaga ABSTRACT This paper analyzes the consequences of the activities of Caesar and Augustus in the Baetica province. A study of both together is more useful because of the difficulties to discriminate between their activities and the perspectives of the colloquium. After an evaluation of the meaning of the different status for the communities, a spacial evaluation of the impact is looked for. The situation around the Baetis river, full of Roman and Latin comunities, is not to be confounded with other areas, specially the zone from this to the Mediterranean shore. The organization and structuration made by both politicians implies no future revolutionary change in adrninistrative perspectives, but strong changes in other realms.
RESUMEN El autor trata de evaluar el impacto de César y Augusto en la Bética. El análisis conjunto se hace necesario dada la dificultad de discriminar con seguridad entre las actuaciones de uno y otro y resulta a la vez conveniente en la perspectiva de las propias necesidades del coloquio. Después de analizarlos diferentes estatus jurídicos en la Provincia y sus implicaciones, trata de sacar conclusiones sobre el impacto de los procesos en las diferentes zonas, a fin de no confundir el núcleo central con fuerte presencia de romanos y comunidades privilegiadas con latinidad en el Valle del Guadalquivir, y otros ámbitos, especialmente el importante territorio desde éste hasta las actuales provincias de Málaga y Granada. Se recalca el papel organizador y estructurador de la nueva realidad provincial que no implica perspectivas de cambios revolucionarios en lo administrativo en el futuro, pero sí procesos importantes en otros ámbitos.
A nadie se le escapa la existencia de problemas iniciales básicos que deberían ser planteados antes de entrar en el tema propuesto, surgidos de la propia definición de qué entender en la Bética por propiamente augusteo, qué como cesariano e incluso qué cosas que adscribimos a ambos podrían ser adscritas a otras actuaciones posteriores. La información que nos daDión Casio (43, 39, 5) sobre el papel de las recompensas y castigos que lleva adelante César tras su triunfo militar forma parte de un topos retórico con una información interesante, pero francamente vaga. Las referencias plinianas (3,1, 6 ss.) sobre las ciudades béticas están cargadas de dudas no sólo referidas a la dificultad de averiguar de cuándo y dónde (e incluso a veces desde dónde) proceden sus datos, sino también, como es bien
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sabido, a la de concretar los números globales que ofrece relacionándolos con seguridad con nombres concretos. Los nombres honoríficos de las ciudades que nos son citadas por este autor han servido para formular interesantes hipótesis sobre su adscripción a uno u otro que, con todo lo meritorias que son, no ofrecen grandes seguridades. La pertenencia de ambos a la misma familia, entre otros elementos, puede servir para que sean adscritos a cualquiera (fe los dos algunas de las titulaciones. Por otro lado, es claro que cabe suponer desde deducciones augusteas y nuevas denominaciones donde César ya había actuado, lo mismo que otros cambios más o menos ambiciosos en lo realizado. Adicionalmente, no es imposible pensar que algún nombre honorífico no suponga un estatus beneficiado en los términos en que se tiende a suponer. Parece claro, además, que resulta imposible no relacionar las políticas de ambos aquí con la imagen que se tenga de la política individual de cada uno de los dos y de la relación entre sus respectivos proyectos, según el planteamiento de cada investigador sobre las diferencias radicales o la continuidad entre ellos. Esta cuestión podría complicarse con el problema nada menor de la posible existencia de dos políticas augusteas. Es difícil en este contexto diferenciar entre los posibles planes de fondo y las coyunturas concretas. Por poner un ejemplo, César parece manifestar un interés mayor por beneficiar a comunidades indígenas, pero parece claro también que las necesidades de control estratégico en época de Augusto son distintas y que pueden ser cubiertas de otra manera: ¿coyuntura o concepciones de fondo? Hasta el uso de la palabra "continuidad" exigiría matizaciones importantes. La polémica sobre la legislación municipal de uno y otro añade dificultades adicionales. Incluso admitiendo, como parece razonable, la adscripción a Augusto de la ley Julia Municipal, esta sistematización no puede hacer olvidar la existencia previa de un modelo acumulativo y adaptable de legislación municipal que difícilmente pudo dejar de ser replanteado en alguna medida por César. Vuelve a ser difícil discriminar políticas, perspectivas, intereses. Parece prudente tratar, entonces, de plantear lo que, en conjunto, nos aparece en época augustea, la globalidad de realidades acumulada sobre este territorio y reestructurada con la propia política de ambos. La situación Según la información de Plinio hay en la Bética 9 colonias romanas, 10 municipios, 27 municipios latinos, 6 ciudades libres, 3 federadas, 120 estipendiarías. Lamentablemente, como sabemos demasiado bien, no identifica más que una pequeña parte del conjunto, de tal manera que nuestra provincia es en este sentido la peor tratada de las hispanas. Oama la atención en una primera mirada la desaparición de las colonias latinas; esto resulta en cierta forma más chocante, en cuanto que la primera colonia latina constatada de forma fehaciente en las provincias es Carteya, ese extraño ejemplo de la plasticidad del concepto de latino. Parece que las necesidades que en otras zonas llevan a utilizar esta denominación no existen aquí o se oponen a otras más fuertes. No es descartable que la existencia de colonias romanas haga que se exclusivice el título, aparte de otras consideraciones, pongamos por ejemplo, el que la labor de privilegiación de comunidades indígenas tenga aquí rasgos más específicos dada la propia existencia de las vigilantes y estratégicas colonias romanas. El tránsito de Carteya y otras más o menos posibles colonias latinas a otro estatus, junto con una concesión de latinidad ligada desde su origen a lo municipal o un rápido paso desde concesiones coloniales latinas a esta última son de suponer. Volveremos a ello más tarde.
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Federados, libres y estipendiarios La información de Plinio sobre la existencia de 6 comunidades libres, 3 federadas y 120 estipendiarias no sorprende demasiado. El número de libres es inusualmente alto, pero el conjunto mayoritario de estipendiarias es acorde con otras informaciones provinciales. No me resisto a señalar que quizás estas cifras y estatus pueden no tener que ser adscritas necesariamente, tal como suele hacerse, a las posiciones de las ciudades en el proceso de conquista y sometimiento romano. Caben, y hay, rebeliones posteriores que pueden dar lugar a cambios. Y en el texto citado de Dión Casio se nos cuenta cómo César, tras vencer, quita tierras y aumenta tributos a los derrotados, y a sus fieles les da tierras, inmunidad o hace que cuenten entre las colonias romanas. No me parece que esto pueda no implicar cambios posibles en el estatus de comunidades indígenas y no sólo para bien. La típica ecuación entre enemistad con César y enemistad con Roma, unida a la propaganda cesariana (Bell. Hisp. 40, 1, 7) sobre la hostilidad desagradecida de la provincia (que no se constata claramente en los hechos bélicos), pueden ayudar a entender la posibilidad de esto, independientemente de la concreción geográfica de los enfrentamientos concretos. Sea como fuere, estas colectividades, que nos aparecerán en buena parte tras la concesión flavia de la latinidad, son el fondo real sobre el que se dibujan los privilegios de las otras. Latinos A lo largo de la historia de Roma y hasta César la denominación "latina" había significado para una comunidad diferentes cosas. Permítaseme un resumen: 1) Pertenecer a la Liga Latina primitiva; si se quiere, ser una comunidad ligada a otras con acuerdos y ciertos elementos comunes de derecho inter-comunitario. 2) Ser una de las colonias fundadas por esta federación a partir de miembros individuales de las distintas comunidades de la liga citada, constituyendo una entidad nueva e independiente con lazos con ésta y ciertos elementos comunes de derecho inter-comunitario. 3) Miembros de la comunidad romana (quizás también en menor medida de otras ciudades latinas) que pasan a constituir una tercera, como en el caso anterior, en ti erras arrebatadas a terceros, con autonomía pero bajo la hegemonía romana. De nuevo hay que contar con conexiones en términos de derecho. No es imposible que en 2) y 3) intervinieran miembros de alguna comunidad preexistente en el lugar de la deducción. 4) Miembros de una o varias comunidades, pero hijos de romanos y de mujeres pertenecientes a colectivos provinciales sin conübium pasan a ser esclavos para ser inmediatamente manumitidos y constituir una comunidad distinta, dependiente en última instancia de Roma, en tierras arrebatadas a terceros y en provincias. Conviene recordar que algo parecido ocurría cuando se constituía una comunidad latina: el que fuera a participar en ella tenía que ser liberado de la patriapotestas, porque un romano no podía legalmente tener bajo su poder en este sentido a un no romano ni viceversa. Es el extraño caso de Carteya. 5) Los miembros de una o varias comunidades no latinas, no romanas e incluso eventualmente no poliadas, pasan a formar parte de otra formalmente distinta, dependiente en última instancia de Roma también, existente o no como "ciudad". Es la latinidad concedida por Pompeyo en la Transpadana. Aquí es claro que junto con elementos de comunidad de derecho tenemos con seguridad el rasgo definitorio de que los miembros de las oligarquías locales que ostenten determinados cargos obtendrán la ciudadanía romana. Podríamos eventualmente, aunque creo que faltan evidencias para sostenerlo, añadir otra más: comunidades en las provincias formadas fundamentalmente con romanos o, al menos con una fuerte presencia de éstos, como Itálica o Córdoba, recibirían un estatus
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latino en el s. II a.C. Por supuesto que un problema adicional, en el caso de aceptar esta hipótesis, sería el de delimitar qué significa la latinidad en ese caso, no solamente en términos legales, sino también en lo referente a la doble ciudadanía imprescindible, a mi juicio, si se admite una concesión formal de latinidad a la ciudad y el carácter de romanos de una parte de sus habitantes. Un romano, salvo que se pruebe, y no creo que se haya probado para el s. II a.C, no podría ser ciudadano de una ciudad latina y de Roma a la vez, ni participar, por tanto, de los cargos públicos en esa ciudad latina, en el mejor de los casos de alguna votación si aceptáramos la idea del derecho al voto de los latinos (residentes) en Roma como general y mutuo. Mirar a Italia puede ser, de nuevo, clarificador; permítaseme recordar la extraña situación de la Capua romana, desestructurada tras la II Guerra Púnica, precisamente durante una época muy ligada a la de debatidas fundaciones hispanas. Pero, en todo caso, este es un problema menor aquí. Cuando (desde mi punto de vista, por primera vez en la concesión de Pompeyo a la Transpadana y no tras Fregella como quería Tibiletti, pero desde luego no antes de la destrucción de esta ciudad) se conceda el derecho de acceso a la ciudadanía romana con la ostentación de magistraturas en una comunidad "latina" el problema sí será evidente y la solución de la doble ciudadanía se hará tendencialmente imprescindible, si no se quiere liquidar la comunidad por la vía de privarle de sus élites. Está claro que, con independencia de consideraciones legales, la latinidad tras la Guerra Social es otra cosa. La división esencial anterior entre el colectivo dominante, los ciudadanos romanos, y los dominados adquiere otro carácter. Antes los itálicos aportaban soldados y su mantenimiento a los ejércitos romanos, diferenciándose de los subditos provinciales que aportaban impuestos y, eventualmente, soldados. Los itálicos serían un escalón en el sistema de sometimiento, un escalón con diferencias internas (latinos y latinos coloniales/federados, por ejemplo), derivadas de la historia y de la propia constitución del mundo romano-latino, un mundo y una cultura cargado de elementos comunes e interrelaciones a lo largo de los siglos, básicos por otra parte para la propia pervivencia de las comunidades latinas coloniales en contextos ajenos y potencialmente hostiles. Ahora, tras la Guerra, desaparece este tipo de subditos y se integran en el mundo de los ciudadanos sin ambigüedad. La sistematización de las exigencias militares a los provinciales se hará una necesidad aún mayor, por un lado. Por otro, nuevos soldados romanos para los ejércitos y nuevas élites compitiendo por el poder ayudarán a complicar el panorama de la agonizante república. Este proceso de simplificación de la situación italiana va ligado ciertamente a nuevas definiciones estatuarias, aunque sea mínimas, y a una resurrección y reestructuración inusitadas de los papeles del municipio. Ya desde antes lo que yo he dado en llamar "la romanización de los romanos", la constitución cada vez mayor de un colectivo aislado de los sometidos, privilegiado y cohesionado, había producido la unificación de estatus de las comunidades ciudadanas en Italia. Los viejos municipios sin plenos derechos, los últimos restos del origen de lo municipal en el sometimiento y absorción de unidades anteriores, parecen desaparecer para constituirse en entidades con plenos derechos en el s. II a.C, en un proceso ligado, al parecer, al propio desarrollo de la autonomía municipal por un lado y, por otro, al propio orgullo de la romanidad. Cuando se acaba fundando colonias masivas de ciudadanos (ya no "latinas") en este mismo siglo, esto nos habla entre otras cosas de la importancia de llamarse romanos. El desarrollo de lo municipal ahora conecta, pues, con la tendencia anterior en la misma dirección y en el mundo de los romanos en Italia. Cuando Pompeyo Estrabón da otro golpe de tuerca en el concepto de latinidad concediéndola en la Transpadana en los términos que hemos señalado, se abre claramente un ámbito nuevo, pronto presidido al fondo por la inclusión de los viejos itálicos en la ciudanía, el de una latinidad como recompensa, incluso descargada de los elementos culturales, en el sentido amplio y antropológico de la palabra, anteriores. Ahora sí que la
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latinidad es una escalera hacia la ciudadanía romana, aunque una escalera restringida a las élites. Ahora sí que se hace imprescindible replantearla desde aquí. Cuando se produce el acercamiento de las organizaciones de los estados de los itálicos a los modelos romanos en el período anterior, priman, desde mi punto de vista, las necesidades que sobre ellos sitúa el sistema romano, particularmente desde la perspectiva militar: se hacen necesarios diferentes magistrados y/o funciones, por ejemplo, un jefe de contingente militar, un pagadorintendente, un realizador de censos, uno o varios más que se hagan cargo de la comunidad durante el tiempo en el que el contingente esté fuera. Ahora la necesidad es más romana y más "política": si los cargos públicos van a resultar ciudadanos romanos, Roma tendrá que controlar el proceso, tiene que articular un sistema de magistraturas y elecciones, ciertas garantías, y, si se diera por supuesto que los magistrados van a pertenecer a las dos comunidades, Roma y la nueva comunidad "latina", las diferencias de legislación no podrían ser grandes, también por exigencias del guión. El premio de la ciudanía garantiza, además, fidelidades y evergetismos, romanidad aplicada. Si es cierto esto, la concesión de la latinidad implica una reestructuración importante de la comunidad, incluso probablemente en términos del control de las propiedades inmuebles de la ciudad y sus habitantes. Por otro lado, tenemos por primera vez en la historia de Roma la organización de un sistema permanente de acceso a la ciudadanía romana con este objetivo explícito. Ninguno de los procedimientos anteriores lo había sido. Las concesiones de ciudadanía romana a comunidades en Italia, paradas desde siglos antes, habían sido medidas coyunturales e individuales y más formas de castigo o control que otra cosa; las colonias latinas jamás habían sido entendidas como tránsitos a ningún sitio. Las concesiones individuales dependían, y con problemas a veces, de la voluntad individual de los magistrados, prácticamente igual que la que se implica en la inclusión como romanos en colonias romanas. Todo ello viene a parar a los municipios latinos que nos encontramos aquí, inseparables de una organización que distingue netamente ciudadanos romanos en Italia, el núcleo demográfico aún esencial, y en las provincias de todos los demás, pero que deja un camino abierto a las élites provinciales de las comunidades privilegiadas con la latinidad. Frente a las 19 comunidades romanas de la provincia, estas 27 comunidades suponen una cantidad respetable, aunque ciertamente resulten ambas cifras minimizadas en comparación con las 120 estipendiarías. Es un número también respetable en términos comparativos. Aparte de los posibles problemas de identificación o de a quién corresponde la concesión, o de si hay dos concepciones distintas del tema en César y Augusto, ya señalados, hay otros más, como es bien sabido, obviamente relacionados con estos de una manera o de otra. Parece que podemos contar con un cierto acuerdo en que no se trata de falsas ciudades, también en que se trata de recompensas y no de castigos. Más difícil es saber si implican una mayoría previa de ciudadanos romanos; caben múltiples posibilidades, tantas como casos, pero cabe suponer, desde mi punto de vista, una cierta cantidad de romanos en casi todos, no creo que mayoría demográfica en casi ninguno, aunque sí probablemente romanos en situación de preeminencia parcial como mínimo, hybridae, asentamientos de veteranos procedentes de auxilia y, desde luego, indígenas sin más. No estoy convencido de que los estudios epigráficos sean decisivos en sentido contrario hasta el momento. Los intereses estratégicos y económicos no surgen ahora y han ido haciendo su efecto desde los comienzos del siglo anterior y las zonas más ricas y romanizadas que se ponen de parte del lado correcto recibirían su premio. La denominación de municipio y no de colonia, de la que ya hemos hablado, da la impresión de que puede ser puesta en relación con el propio hecho de la orgullosa existencia, al lado, de las colonias romanas, también quizás con el más evidente de que no sabemos que se produzcan fundaciones nuevas reales o virtuales, sino concesiones a viejas ciudades.
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Es claro que las élites pro-romanas que pasan a ser romanas, o que lo esperan, que surgen del conjunto y que organizan la vida social y las relaciones con Roma en términos impositivos y demás, ofrecen claras ventajas a ésta. Es obvio su propio beneficio en dos dimensiones por lo menos, por un lado, sus ventajas al pasar ellos y sus familias a formar parte del colectivo dominante, con lo que implica a todos los niveles en términos de protección, promoción y demás. Por otro, la no inclusión del conjunto de la comunidad en la ciudadanía romana -y ya hemos dicho que el sistema está muy lejos de pretenderloimplica algo muy distinto de lo que hubiera implicado para las élites itálicas en el siglo anterior. A éstas les interesaba la ciudadanía para sus comunidades por diversas razones, una de ellas para poder contar con votos para utilizar o vender en la almoneda de los comicios romanos, lo que les hubiera permitido jugar un papel menos subordinado en la política de la Ciudad; no creo que haya razones similares aquí. Incluso puede funcionar en un sentido contrario, al poder resultar útiles las diferencias para el control político y social. A dos magistrados por año es claro que una parte importante de las élites se hacen romanas, aunque el control de los cargos debe tender, como siempre a jugarse en las mismas familias, a restringirse, y puede que al jugarse también la ciudadanía romana con el cargo la restricción sea mayor incluso que en otras circunstancias y no al revés. Sólo si creemos que la vida política local carece de importancia, lo que iría contra buena parte de las informaciones que tenemos, que a alguien que busque un cargo sólo le va a interesar ser ciudadano romano y no lo que supone, podemos implicar laxitud en los cargos y las concesiones unidas a ellos. En otro sentido, como ya hemos señalado, sólo la doble ciudadanía impide que una comunidad se desangre en general y particularmente en lo referido a élites, precisamente uno de los peligros que se intenta evitar con las medidas contra la inclusión fraudulenta ds itálicos en la ciudadanía romana en el siglo anterior, cuando la doble ciudadanía es imposible. No es necesario ni señalar, por último, que la situación en la Transpadana, donde no mucho después César concederá la ciudadanía romana a todos, es lo bastante aislada y particular como para que no se vea en ningún caso las concesiones de latinidad héticas o de otros lugares como partes de un plan que acabaría en la universalidad de la ciudadanía romana. Hay dos puntos más que me gustaría apuntar para después: la latinidad debe implicar no sólo progresiva similitud entre los indígenas y los romanos en general, sino que también posibilita, por los procesos que conlleva, un marco de relaciones con el mundo de los ciudadanos romanos en la provincia mucho más allá de lo jurídico. Estamos hablando de constituir y apoyar un mundo, una cultura en el sentido antropológico de la palabra. Los municipios latinos suponen, por otro lado, un marco político donde pueden competir ciudadanos romanos y no romanos. Me pregunto, y creo que la respuesta es bien distinta y pone claros límites a la extensión de la doble ciudadanía, si esto es tan posible en ciudades no romanas y no latinas. Municipios romanos Los datos que tenemos nos llevan a pensar que Gades resulta un ejemplo excepcional entre este grupo, tan excepcional en esto como en otros muchos aspectos. Por los casos que podemos conocer, parece razonable pensar que se trata de ciudades habitadas mayoritariamente por romanos civiles, provengan del estatus anterior que se prefiera. No cabe excluir ni que se incluyan romanos que no son de esa ciudad, ni que puedan recibir aportes de soldados. Tampoco que determinados indígenas sean recompensados aquí o que se regularice la situación de al menos determinados grupos de éstos, residentes en el municipio, o la propia inclusión de hybridae. Puede resultar interesante recalcar el valor
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práctico de esta última inclusión reforzado por los evidentes aspectos emocionales de ellos y de sus parientes. Los municipios romanos forman un núcleo esencial de la romanidad provincial y suponen la regularización definitiva de situaciones anteriores confusas o no suficientemente clarificadoras de la condición de romanos, la legalización-estructuración efe situaciones de hecho. Colonias Romanas Las colonias de soldados romanos son la manifestación más clara, después de la propia experiencia de la guerra civil, en las provincias de los intentos de resolver los conflictos generados por el sistema romano republicano. La instalación de soldados en tierras provinciales es la gran fórmula que tan bien enseña a usar César y que combina la eliminación del peligro inmediato de los soldados, los intereses estratégicos y demográficos de Roma y los derivados de la fidelidad para el fundador, tan claves frente a los oponentes militares o el senado mismo. En este caso, como en parte en el anterior pero en mayor medida, incide la existencia previa de ciudadanos romanos en cantidad suficiente como para que tomen partido de forma significativa en las propias guerras civiles, así como de comunidades locales que se ven más o menos forzadas a hacer lo mismo. Estas colonias de soldados, y en algún caso probablemente de proletarios, que se sitúan sobre ciudades preexistentes y en los mejores terrenos agrícolas, pueden asumir en el caso de César un papel de castigo de una ciudad enemiga o de lo contrario, por ejemplo, una destruida por el enemigo a cuyos habitantes se pueda invitar a participar. Desgraciadamente nuestra información tampoco es buena aquí, no sabemos bien más que en algún caso qué ciudades están de su parte y cuáles no. Pero la cosa parece ser más compleja; el caso de Hasta, por ejemplo, podría permitir suponer el uso de los estatus de sometimiento procedentes de la conquista para la instalación de colonias, por ejemplo. Una mirada a su distribución apunta a intereses estratégicos más globales, como veremos después. No cabe descartar la inclusión en estas colonias de indígenas en mayor o menor medida, independientemente de habitantes anteriores que puedan serlo -particularmente en ciudades fieles o sectores fieles en ciudades hostiles-, de miembros individuales de otras colectividades con presencia real o nominal (podrían darse casos como el que aparece en Estrabón 5,213 C en otro ámbito geográfico). Una mirada de conjunto Ya Vittinghoff se sorprendía hace tiempo de la impresionante concentración al sur del río Guadalquivir de colonias y municipios tan juntos como en ningún otro lugar del imperio. Los dos núcleos centrales, de Hispalis hasta la desembocadura del Guadalquivir y de Córdoba hacia las fuentes del río, controlan claramente la zona central de la Bética, en términos estratégicos y en términos económicos; son buena parte de las mejores tierras, controlan la producción minera y sus vías de salida. Al norte, en la Betulia, priman probablemente más los intereses estratégicos. El proceso de implantación de los romanos allí, ya con alrededor de siglo y medio de antigüedad, puede desarrollarse ahora sin límites. Es un mundo romano sin problemas de supervivencia ni económicos ni ideológicos ni culturales, ni siquiera en términos de intercambios matrimoniales en el seno de la civitas (recordemos el problema de Carteya). Si se me permite una frase descriptiva, todo ello implica la presencia de una auténtica bomba de romanización y romanidad, donde los propios municipios latinos tienen un importante papel y deben recibir un impacto contundente, especialmente si la latinidad, como parece razonable, implica ciertos niveles de igualdad legal en el campo privado, posibilidades de conexión comercial en general y en lo
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tocante a propiedades, e incluso contactos matrimoniales. Parece claro que este impacto se transmitirá de una manera evidente a los restantes provinciales. Todo esto está cargado de múltiples implicaciones. En primer lugar, territoriales. Por un lado, ya con César, como hemos visto, se quitantierrasa una ciudad y pasan a propiedad pública o se dan a otra u otras. La implantación colonial, la propia constitución de municipios romanos e incluso probablemente latinos, todos los procesos ligados a la redefinición estatuaria, no digamos ya las posibles confiscaciones individuales y reconcesiones, van necesariamente ligados al control archivistico y la reestructuración del territorio; esos procesos, cargados siempre de las connotaciones más imperialistas, en este caso son probablemente ayudados en determinadas zonas por procesos previos de medición y control a la romana que parecen constatarse a partir de la evidencia arqueológica. Y todo esto debe suponer también procesos de control territorial de las comunidades no beneficiadas, propugnados por estas mismas, deseosas de evitar conflictos territoriales en general y con las comunidades privilegiadas en particular, y también por Roma que no puede quedar ajena a la reestructuración impositiva ligada a la tenritorial. Si se producen revisiones o utilización por Roma de posibilidades dormidas en los viejos tratados de sometimiento a ésta, el proceso sería aún mayor (del tipo de lastierrasdejadas en manos de una comunidad hasta que el senado tenga a bien otra cosa). El conjunto de procesos administrativos ligados a la ordenación del imperio por Augusto inciden en el mismo sentido, desde la constitución de la nueva provincia, a los controles y censos cara a tributos y demás, la posible articulación de los convenais por él, o, en las zonas afectadas, la reestructuración de fronteras provinciales. Esto implica revisiones del territorio y del catastro, unidas a nuevas vias de comunicación, carreteras, vías fluviales, puertos, acueductos, una paulatina (y bien diferenciada zonalmente en sus ritmos) implantación del sistema funduslpagi con su característica unión de lo fiscal, lo censal y lo catastral. Y el conjunto estará presidido por un papel nuevo o redimensionado de las ciudades, una unidad ahora bien diferente del viejo oppidum como centro político, administrativo, cultural y religioso de la realidad social. E implica inversiones masivas en construcción estatal, ciudadana, evergética y particular, todo un proceso económico complejo e intenso, cargado también de consecuencias; no es de extrañar que la primera sigilata hispana se encuentre precisamente en esta zona. La potenciación de una economía agrícola con fuerte impronta esclavista dirigida al interior y el exterior, con salida rápida vía Cádiz o los viejos y nuevos puertos fluviales, va a implicar también la introducción de nuevas técnicas y plantas, llevadas adelante, además, no por gentes recién llegadas, como había ocurrido a comienzos del siglo anterior, sino tras una experiencia de romanos en estas tierras y climas más que centenaria. Las espléndidas tierras en manos de las comunidades romanas y latinas, así como otras cuestiones como la obvia ventaja para los ciudadanos a la hora de contratas públicas, van a ayudar sin duda entre otros muchos factores a la preeminencia de este mundo, minoritario respecto al conjunto de la provincia, frente al provincial en su conjunto. Las nuevas realidades que se ofrecen a los no privilegiados o no romanos pueden ser bien diferentes, quizás en buena parte incluso el otro lado de la moneda. No es necesario recalcar los peligros en confiscaciones viejas o nuevas, de ruptura de viejas formas de explotación del territorio, de las exigencias de la tributación romana, de las resoluciones romanas de los conflictos territoriales, de las ventajas que suponen para unos romanos que pueden instalarse y se instalan en sus territorios y ciudades su acceso a las contratas públicas romanas o al propio poder romano provincial. Las posibilidades de adaptación a las nuevas condiciones en términos administrativos, económicos y demás, existen pero no dejan de presentar dificultades y desigualdades comparativas. Las nuevas necesidades a cubrir, desde la de reestructurar el sistema de magistraturas en adelante, serán más o menos urgentes
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o intensas de acuerdo con la proximidad al núcleo central de romanidad, los intereses de Roma o de romanos en las diferentes zonas, o el papel de la élites locales, entre otros factores. Conviene recalcar todo esto porque corremos el riesgo de creer que toda la Bética es la zona de choque que representa el Guadalquivir. Allí los procesos son intensos para romanos, subditos privilegiados y subditos sin más. Pero hay otras zonas donde todo esto afecta db forma bien diferente. Ni los territorios entre el Guadalquivir y el Guadiana, ni hacia el sur debajo de la curva que, siempre aproximadamente, podrían formar Tucci, Urso y Asido (o Hasta) hay nada parecido en intensidad. Esta última resulta especialmente resaltable por abarcar entre otras dos zonas claves, por un lado los territorios cercanos al surco intrabético y este mismo, desde Acinipo hasta Iliberri o Acci, de una fertilidad y extensión más que razonable, y, por otro, la zona costera desde Cádiz hacia el Levante, nada despreciable en lo referente a las poblaciones que sustentaba en relación con pesca, navegación y valles litorales. Las viejas poblaciones de tradición ibérica o púnica de estos lugares forman la parte esencial del otro ritmo de la romanización, ese ritmo que en los últimos años hemos aprendido a distanciar de la imagen tan homogeneizante que trasmite el texto de Estrabón y que, entre otros muchos factores, puede venir marcado, y en un sentido bien contrario, más que por la capacidad de resistencia, por la capacidad de adaptación derivada de los caminos previamente andados. Cuando Málaga, la vieja ciudad feno-púnica que se beneficia secularmente del mar, de las vegas fluviales costeras y de las importantes conexiones hacia el interior vía el Guadalhorce, edifica un teatro en época augústea en las laderas del barrio alto de la ciudad, no deja por ello de continuar con la escritura púnica, tal como nos muestran restos hallados prácticamente en el mismo recinto de éste. Sea como fuere, es aquí donde el impacto flavio es más fuerte, también donde probablemente éste lleve a procesos comparables en términos urbanísticos y demás, con seguridad a partir de un camino ya trazado anteriormente. Frente a las tablas de Urso, a una jornada de viaje, se hierguen las de Irni.
Algunas notas
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Hoy en día sería ya retórico preguntarnos si César y/o Augusto con las concesiones de latinidad o con su política de ciudadanía en general tenían como objetivo final la extensión de la ciudadanía romana al conjunto del Imperio. Un poco menos retórico sería preguntarse por si el proceso que ellos lanzan acaba provocándolo finalmente, o cuál es el efecto de su política sobre la propia concepción de la ciudadanía romana. Se entenderá que no vayamos aquí a plantearnos esto con demasiada ambición, dado además lo mucho y bueno que hay publicado sobre ello. Pero quizás podamos, desde la Bética, apuntar alguna cosa. Por un lado, el resultado de la actuación de César y Augusto es que quedan clarificadas las situaciones posibles en las que pueden encontrarse los romanos organizados comunitariamente en el exterior, una organización que viene a situar al romano provincial en una situación delimitada y equiparable a la del romano en Italia, tal como había tendido a ocurrir con el romano fuera de Roma y en la Península Itálica antes, y con los itálicos devenidos romanos después. Constituyen ambos, y particularmente Augusto, la organización provincial en estructuras ciudadanas fijas que articulan al colectivo dominante del imperio, el de los ciudadanos romanos, en un proceso ligado de forma evidente al de la definitiva ruptura del modelo de ciudad-estado, substituido ahora no por el de la ciudadmundial, sino por el de un poder único sobre el conjunto imperial a partir del control de ese colectivo, estructurado tal como Augusto acostumbra a hacerlo. Si hubiera que decidirse a
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optar entre situar el adjetivo "revolucionario" o "radical" a las actuaciones respecto a los romanos o respecto a los subditos, yo no dudaría en hacerlo para las primeras. Más allá de la mera colocación de soldados frente a oponentes políticos o un Senado que será el señor nominal de la Provincia, la constitución de esta romanidad compacta y bien estructurada en un lugar tan significativo es la verdadera demostración del signo de los tiempos nuevos. Por otro, la latinidad supone mucho para una reducida cantidad de colectividades provinciales y, sobre todo, para sus élites. Pero conviene no olvidar que ni van a implicar concesiones masivas, ni vamos a conocer promociones posteriores desde ellas ni fuera de ellas. El camino a la ciudadanía romana será el exiguo e individual que vaya por la vía de los honores cívicos, las concesiones del emperador o, en su momento, el servicio militar profesional, ese otro gran desactivador de los peligros inherentes a los ciudadanos-soldados afectados por la crisis esclavista. La coyuntura y las necesidades que dan lugar a las concesiones de latinidad desaparecen pronto del juego. La latinización y romanización de las provincias puede muy bien tener como resultado la restricción política de la romanidad. Otras intervenciones nos hablarán de si cuando los Flavios extiendan el juego serán otras las perspectivas y las miras, de si priman o no conceptos más globalizadores. La obra de Augusto y César en este campo no implica procesos masivos en términos tendenciales, sus actuaciones son de una cierta masividad coyuntural pero elitistas y estructuradoras tendencialmente. BIBLIOGRAFÍA A. A. V. V., 1989, Aspectos de la colonización y municipalización de Hispania, Mérida. AQUILUE ABADÍAS, J.M., 1984, "Las reformas augústeas y su repercusión en los asentamientos urbanos del nordeste peninsular" en ArqueologíaEspacial 5, pp. 95-113. ATENCIA PÁEZ, R., 1988, La ciudad romana de Singilia Barba (Antequera, Málaga), Málaga. BLANCO, A., CORZO, R., 1976, "El urbanismo romano en la Bética", en: Symposium de ciudades augústeas. I, Zaragoza., pp. 137-70. BLÁZQUEZ, J.M., 1978, Historia Económica de la Hispania Romana, Madrid BLÁZQUEZ, J.M., 1989, Nuevos estudios sobre la romanización, Madrid. BLÁZQUEZ, J.M., 1991, Urbanismo y sociedad en Hispania, Madrid BLÁZQUEZ, J.M., GARCÍA GELABERT, M. P., 1992, "Castulo", Dialoghi di Archeologia 10, pp. 165-175. BRUNT, P.A., 1971, Italian Manpower (225 B.C.-A.D. 14), Oxford CABALLOS RUFINO, A., 1978, "Colonia Claritas Iulia Ucubi", Habis 9, pp. 273-291. CABALLOS RUFINO, A., 1981, "Iptuci, civitas stipendiaria del Conventus Gaditanus", Gadesl, pp. 37-46. CABALLOS RUFINO, A., 1987-8, "M. Trahius, C F . , magistrado de la Itálica tardorepublicana",Hate 17-19, pp. 299-317. CASTRO LÓPEZ, M., 1989, "H poblamiento romano de la Campiña Occidental del Alto Guadalquivir. El Imperio" en: G. Pereira Menaut (ed.), / Congreso Peninsular de Historia Antigua, Santiago de Compostela, II, pp. 315-324. CHIC GARCÍA, G., 1985, "Aspectos económicos de la política de Augusto en la Bética", Habis 16, pp. 277-299. COARELLI, F., 1992, "Colonizzazione e municipalizzazione: Tempi e Modi", Dialoghi di Archeologia 10, pp. 21-30. COARELLI, F., TORELLI, M., UROZ, J. (ed.), 1992, Conquista romana y modos de intervención en la organización urbana y territorial, monográfico de Dialoghi di Archeologia 10, 1-2.
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CONQUEST AND COLONIES IN LUSITANIA IN THE LATE REPUBLIC AND EARLY EMPIRE* JOHN S. RICHARDSON University of Edinburgh ABSTRACT The five coloniae of Lusitania were all founded before the establishment of the provincia of Lusitania itself, and probably all but one {Emerita Augusta) belong to the period of the late republic. From the point of view of their topography (so far as it can be determined) the earlier four (Metellinum Norba Caesarina, Pax Mia and Scallabis) appear to have been sited in order to maximise their defensive capability, while Emerita seems to be intended to display the power of the Roman empire and to control the routes by road and river, running north-south and east-west, rather than to be an easily defensible site. The foundation of the provincia of Lusitania indicates a parallel change in Roman attitudes. Whereas under the republic, provinciae were established initially in order to make possible the fighting of wars, Lusitania was set up after the Augustan wars in Spain were over, and was from the beginning essentially an administrative entity rather than a military command. These two Augustan developments indicate a fundamental shift in the idea of what coloniae and provinciae were for, which became apparent in the course of Augustus' reign.
Compared with the other provinces of the Iberian peninsula in the late republican and early imperial period, Lusitania presents an odd picture with regard to its conquest and the establishment of Roman coloniae within its area. The primary reason for this is so obvious that it would not be worth stating, were it not that it forms the basis of the few observations that I wish to make in this paper. When Pliny the Elder set down his list of the towns of Lusitania in his Historia Naturalisa he listed five coloniae: Augusta Emerita, Metellinensis, Pax Iulia, Norba colonia Caesarina and Scallabis . This is a smaller number than the comparable listings for the other two provinces, Baetica and Tarraconensis (or, more properly for this period, Hispania ulterior and citerior*), but that is not the point I
* I would like to record my especial thanks to Professor Michael Crawford of London and Mrs Beryl Jenkins of Edinburgh for bibliographical assistence with this paper. 1 Pliny, NH 4, 117. 2 The nearer province is normally called provincia Hispania citerior (abbreviated to p.H.c.) in inscriptions of this period, though literary sources sometimes use Hispania Tarraconensis (so Suetonius, Galba 8, 1). Baetica is occasionally still called Hispania citerior in
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wish to make. The real oddity, in comparison with the other two, is that, so far as can be told, all of them were established before the provincia Lusitania itself came into existence. As this rather obvious point is to be of importance for what I have to say, I pause here to establish its truth. It is probable that the earliest of these coloniae is Caecilia Metellinum (modern Medellin), which is generally reckoned to have been established by Q. Caecilius Metellus during the Sertorian wars of the 70s BC. There is no direct evidence for this suggestion, but it seems likely, given the relative rarity of members of the Caecilii Metelli in this part of Spain. Vittinghof has argued that it was not originally established as a colonia civium Romanorum, and that it received this rank under Caesar . If so, it was probably upgraded at about the same time as the foundation of the second colony, Norba Caesarina, at Cáceres, if the second of its names does indeed indicate a Caesarian origin. Alternatively it may owe its foundation to C. Norbanus, who celebrated a triumph ex Hispaniam October 34 . Of the remaining three colonies, two appear by their names to have been Caesarian in origin, the colonia Pax lulia (modern Beja) and the colonia Scalabitana, almost certainly covered by modern Santarém, which Pliny records as also being called praesidium Iuliunft. Even then there are uncertainties. Pax lulia is called Pax Augusta by Strabo, though this may be a simple error, influenced by his mention of Emerita Augusta and Caesaraugusta in the same sentence7. The additional name for Scallabis is not known apart from Pliny, but, assuming that he is right, it is still not clear why the colony was so called. It has been suggested that this hill above the Tagus was used as a base by Julius Caesar during his campaigns in Lusitania in 61 BC, and later, as may have been the case at Metellinum, became the site of a settlement of a veteran colony . If, in all probability, the first four of Pliny's coloniae are pre-Augustan, the case of the fifth, Emerita Augusta, is different. A well-known passage in Cassius Dio states that at the end of the first bout of the Cantabrian wars, Augustus discharged the more elderly of his soldiers, and allowed them to found a city in Lusitania, which was called Augusta Emerita . This would seem to fix the foundation of Emerita in 25 BC. In a recent paper, Alicia Maria Canto has argued that there may have been a garrison-town placed by Julius
literary sources (as in Tacitus, Ann. 4, 13) and this appears as the name of the province in inscriptions throughout the first century AD, sometimes linked with the name Baetica (so AE 1926, 126, 11. 8-9, cf. G. Alfòldy, Fasti Hispanienses, Wiesbaden 1969, pp. 160-161; AE 1967, 287, 11.4-5, cf. G. Alfòldy, Fasti Hispanienses, Wiesbaden 1969, pp. 182-183). 3 So, for example, A. Schulten, RE 13, 1927, p. 1872. 4 F. Vittinghoff, Rômische Kolonisation und Biirgerrechtspolitik unter Caesar und Augustus, Abh. Akad. Mainz 1951, p. 77. * A. Degrassi, Inscr. It. 13.1, Rome 1947, p. 87 and 569. For this suggestion, see H. Galsterer, Untersuchungen turn rômische Stadtewesen aufder iberischen HalbinseI, Berlin 1971, pp. 23-24. 6 CIL II,.47. Beja; CIL II..35 and Pliny, NH 4, 117. 7
Strabo 3, 2, 15: ca T€ VQV wvupKio \XAVCOL noàaç, rf T€ kv TOCÇ KCATIKOÎÇ
naÇcaiyouVra KCÙ r\ kv TOIÇ ToupSoiiAoïç AOyouaTa 'Eu,€pÍTct Koà r\ nepl TOÙÇ KeATifiipaç Kcaaapauvouara KOÎ aAàca evtca Kocrouaca... . o
° So A. Tranoy, "L'organisation urbaine dans le conventus Scallabitanusn, in: J.G. Gorges (éd.), Les villes de Lusitanie romaine, Paris 1990, pp. 11-20, at 15-16; P. Le Roux, Varmée romaine et Inorganisation des provinces ibériques dAuguste à ^invasion de 409, Paris 1982, p. 51, n.148. 9 Dio 53, 26, 1.
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Caesar at Emerita, just as has been suggested for Scallabis, and she argues that this view is supported by the full name of the colony, as given in abbreviated form on a number of brick- and tile-stamps and a piece of lead-piping: C(olonia) I(ulia) A(ugusia) E(merita)11. However, Dio's notice and the early coins of Emerita, which link together Augustus himself and P. Carisius, the commander who had been based at Emerita from 26 to 22 BC during the Cantabrian war, all suggest that the effective foundation of the colony was 1 <2
Augustan . Whatever was there before, no traces of it now remain; and the very name, Emerita, surely derives from an original settlement of discharged soldiers, rather than a more active force, as suggested by Praesidium Iulium. Canto's argument could at most be taken to suggest that there was some form of settlement on the sité which predated the setting up of the colonia, for which there is no surviving evidence. But if the foundation of Emerita belongs to the reign of Augustus, it would none the less appear to predate the setting up of the province of Lusitani a. The date of this is notoriously difficult to determine. Cassius Dio would have us believe that when, in the course of the settlement of 27 BC, the provinces were divided between the emperor and the senate and people, Baetica was one of those which belonged to the senate and people, while the rest of Spain, which he describes as that part near Tarraco and Lusitania, was to be ■i o
Caesar's . This has been assumed by some scholars to be the moment at which Hispania ulterior was divided and the two provinces of Baetica and Lusitania created, though it is worth noticing that at no point in this account does Dio mention new provinces, but simply a division of the existing regions of the empire. Admittedly it would appear from the record of the Fasti Triumphales Capitolini that for the past ten or twelve years prior to 27 the normal division of Hispania into citerior and ulterior had been abandoned in favour of a single provincia for a single magistrate or promagistrate; but there are other reasons for believing that during most if not all the Augustan period there were no more than two provinces in Spain. The clearest evidence is the claim made by Augustus himself in the Res Gestae; that he founded coloniae of soldiers in Africa, Sicily, Macedonia, each of the two Spains (utraqueHispania), Achaea, Asia, Syria, Narbonese Gaul and Pisidia14. This certainly suggests that there were only two provinces called Hispania at the time this section of the Res Gestae was drafted. It has been suggested that this means 'the two Spains, one senatorial and the other imperial', so that Lusitania and Hispania citerior are regarded as one, 15 but that strains the sense of the passage, especially since each of the other items on the list is an individual province. Mommsen argued that this showed that Lusitania was not established as a separate province until the reign of Tiberius16. Of the other hterary sources, Appian makes the curiously vague remark that it appears to him that 10 A. Ma Canto, "Las tres fundaciones de Emerita Augusta", in: W. Trillmich, P. Zanker (edd.), Stadtbild und Ideologie: die Monumentalizierung hispanische Stadie zwischen Republik und Kaiseneit, Miinchen 1990, pp. 289-298. 11 P. Le Roux, L'armée romaine..., p. 69. 12 See G. Alfòldy, Fasti Hispanienses, Wiesbaden 1969, pp. 131-132. 13 Dio 53, 12, 4-5. 14 Res Gestae 28. ^ So J. Marquardt, Ramisene Staatsverwaltung 1, Leipzig 1881, p. 253; E. Albertini, Les divisions administratives de VEspagne romaine, Paris 1923, p. 27. 16 Th. Mommsen, Res Gestae divi Augusti, Berlin 1883, second edition, pp. 119-120; cf. H. Dessau, "Zu den spanischen Stadtrechten", Wiener Studien 24, 1902, pp. 240-247, at 244-5.
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the Romans from Augustus' time divided Iberia into three . The surviving career inscriptions of the governors of Lusitania and Baetica are hardly more helpful. A fragmentary boundary stone from within Lusitania records Q. Articuleius Regulus as a legatos at some date in or after Augustus1 thirteenth consulship, which gives a date between 2 BC and AD 14, and it is usually assumed that this man was a legatus Augusti pro 1 R
praetore in Lusitania1 . The earliest known proconsul of Baetica is probably one A. Cottius, known from a memorial stone set up by his son, and described as procos. Hispaniae . There is no indication of date on the stone, but the absence of a cognomen suggests that it belongs to the very beginning of the imperial period, in the reigns of either Augustus or Tiberius. The earliest datable holder of the office is C. Vibius Serenus, whom Tacitus describes as pro consule Hispaniae ulterioris, and who was deported in AD 23 to the island of Amorgus, because of the appalling nature of his personal behaviour, presumably while in his province . The conclusion to be drawn from this evidence is hardly a precise date for the 91
beginning of Lusitania . If we are to give proper weight to the evidence from the inscriptions, probably the best hypothesis is that at the time at which the Augustan military coloniae were founded, there were only two provinces, and that the division into three came later, but before the end of his reign. In this case, there should have been only two provinces at the time of the foundations of at least Emerita Augusta and Caesaraugusta. The first, as we have seen, should be dated to 25 BC; the second is placed by Galsterer at some date between 27 and 12 BC, since the earliest coins from Caesaraugusta do not describe Augustus zspontifex maximus, as they would certainly have done from 12 BC onwards. The likelihood is that the foundation of the colony coincided with the period which Augustus spent in Spain between 16 and 13 BC. If the deduction from the text of the Res Gestae is sound, the creation of Lusitania will not have taken place until after that time. However, for our present purposes, the exact date is not significant, since what is needed is the evidence of the Res Gestae itself that the establishment of the military colonies in Spain, of which Emerita Augusta must certainly have been one, occurred while the old-style provinces of Hispania citerior and Hi spania ulterior were still in place. Before looking in more detail at the consequences of this chronology, it is perhaps worth noting in passing that the fact that Emerita was founded before the existence of Lusitania might help to resolve one problem which has beset the historical geography of the region over the past few years. It has long been recognised that the passage of Pliny which describes the province as stretching from the Durius to the Anas is misleadingly vague . At the very least, the province included Metellinum, which is situated on the southern side of the river Anas, and Pliny himself lists it amongst the Lusitardan 17 Appian, Iber. 102. 444: KOÌ €£ €K€ivou uoi SOKOUOI 'Pwixxlot TTJV 'iprptav, x\v Sr\ vîiv'Ianaviocv KOCAOÎIOIV, €Ç TpCa Sioapdv. 18 AE 1958, 88; cf. G. Alfôldy, Fasti Hispanienses, p. 134. 19 ILS 8343; G. Alfôldy, Fasti Hispanienses, p. 149. 20 Tacitus, Ann. 4, 13. 2 * For the best recent discussion of the question, see P. Le Roux, L'armée romaine..., pp. 52-58. 22 H. Galsterer, Untersuchungen zum romisehe Stàdtewesen..., p.27; P. Le Roux, L'armée romaine..., pp. 72-73. 23 Pliny, JVH4, 113-116 (cf. 3,6).
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colonia*r . Recent work on the extent of the territory of Emerita has revealed traces of centuriation far to the south of the river, and one inscription, discovered south of Monasterio, high in the Sierra Morena, appears to mark a boundary of the territory of Emerita one hundred kilometres south of the Anas . The great extent of the territory of Emerita was a matter of note in antiquity, especially by the agrimensores, and is not in itself surprising, given that Augustus wished to provide territory for those soldiers who had 97
served with him in Spain . Even if the boundary stone is not genuine, as some believe, it is to be expected that there was a large area of land attached to the colony south of the river. I would suggest, however, that it does not follow that all this territory was within the province of Lusitania. Certainly it will not have been so originally if the centuriation was done in the years immediately following the foundation of the colony in 25 BC, for the simple reason that at that time there was no boundary between Lusitania and Baetica for the land-surveyors to observe. Emerita was at that date within the province of Hispania ulterior, as was the whole of the area to the south of it, including the valley of the Guadalquivir. We do not know the motives which determined the placing of the southern boundary of the new province when it was set up, but there is no reason to assume that they were identical with the reasons for giving Emerita a large territory. It is by no means beyond the bounds of possibility that the decision was made to run the boundary along the southern bank of the Anas, even if this meant that some of the inhabitants of Emerita as a result held land in the new province of Baetica. The question of the motives of those who were responsible for the placing of colonies and the establishment of provinces recurs, however, in the larger question of the evaluation of the five settlements which Pliny lists in his account of Lusitania. A number of considerations suggest that the intentions of the Roman authorities were far from uniform through the period of about fifty years which separate the foundations of Metellinum and Emerita. The first, though not the most securely based, is topographical. The choice of sites for colonies, from the earliest examples in Italy through to the later republican and imperial instances, is often very revealing. The selection, for example, of town-sites on elevated ridges, set apart from surrounding hills, is characteristic of the Latin colonies established in southern and central Italy in the period after the Latin wars: Fregellae, Aesernia, Beneventum and Venusia are obvious instances. These were intended to be both sites which would provide a large enough area for a properly established city, and also to dominate the surrounding region and the routes through it. The Lusitanian colonies are more difficult to judge, because it is by no means certain for all of them exactly where the first settlements were made. None the less, in the cases of Metellinum, Norba, Scallabis and Pax Iulia, it is notable that the most probable sites are either on top of or at least in the immediate vicinity of sharply elevated hills. At Metellinum, the earliest and, 24
Pliny, NH 4, 117. ^ P. Sillières, "Centuriation et voie romaine au sud de Mènda: contribution à la délimitation de la Bétique et de la Lusitanie", MCV 18,1982, pp. 437-488; J.G. Gorges, "Remarques sur la détection des cadastres antiques en la péninsule ibérique: à propos d'Elche et Mérida", in: Cadastres et espace rurale: approches et réalités antiques, Paris 1983, pp. 203-206. 26 F. Fita, BRAH 72,1918, pp. 152-155; P. Sillières, "Voies romaines et limites de provinces et cités en Lusitanie", in: J.G. Gorges (éd.), Les villes de Lusitanie romaine, Paris 1990, pp. 73-88 at 77. 27 Frontinus, de controversiis agrorum in: C. Thulin, Gromatici veteres, Leipzig 1913, p. 44; Hyginus, de limitibus constituendis, in: Thulin, p. 135; cf. P. Le Roux, L'armée romaine..., p.71. 2
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from the point of view of archaeological precision, perhaps the most uncertain, the great crag which overlooks theriver,later crowned with a medieval castle, must surely have been the reason for the choice of this location. At Norba, the heights of the old town of Cáceres again provide the focus for the area, and must have been the reason for the choice of this site, rather than the encampment to the north, at Cáceres el Viejo, which Schulten identified as the location of Metellus' base in the wars against Sertoli us . If, as is generally supposed, Scallabis lies under modern Santarém, the original colony, and perhaps the Caesarian praesidium on which it was based, were also on a hill, in this case overlooking the Tagus . Similarly, medieval and modem Beja stands on a high hill in the midst of the rolling country of the lower Alentejo which was once occupied by the colony ofPaxIulia 30 . Compared with these four, Emerita is quite distinctive. It is set on a rising slope from the river, and was enclosed in a wall, whose gates appear on some of its earliest coins . The whole placing of the town differentiaties it, however, from the other coioniae considered so far. Its location is determined, not by the proximity of a hill, but by the crossing-point on the river. The stream here is sluggish, even when compared with its appearance at Metellinum, forty kilometres further up the river, and the bridge, some eight hundred metres long and leading directly to the main gates, is evidently the main reason for the city being built on this site. Emerita is a river-crossing town, with its position on the course of the Anas being determined by the ability to ford and then to bridge the river, and by the line of the road from the south, which emerges from the Sierra Morena through the Puerto de las Marismas and runs for about one hundred and twenty kilometres due north, before crossing theriverand proceeding up onto the wide plateau of northern Extremadura, on its way to the Tagus. Emerita controls both the road at a vital point and also all traffic down the valley, coming either from the upper reaches of the Anas or from Corduba via Metellinum and continuing either towards Pax Iulia and the mouth of the river, or branching off towards Scallabis, Olisipo and the mouth of the Tagus . The lay-out of the city as well as its position strongly suggest that it was to be a sign and an instrument of control, but not primarily a point of defence; and indeed, as Trillmich has well shown in a recent paper, the development of the monuments of Emerita and in particular the evidence that the theatre was rebuilt in marble within a few years of its initial construction, which was attributed to Agrippa, indicate that it was intended to be seen as as a symbol of the peaceful but powerful rule of the emperor who had shut the gates of the temple of Janus in 25 BC after his first successes against the Astures and the Cantabri . 28 A. Schulten, R. Poulsen, "Castra Caecilia", AA 43, 1928, pp. 1-30, 45, 1930, pp. 37-87, 47, 1932, pp. 334-387; G. Ulbert, Cáceres El Viejo: ein spàtrepublikanisches Legionlager in Spaniseli-Extremadura , Madrider Beitràge 11, Mainz 1985. 29 J. Alcarçâo, Roman Portugal Warminster 1988, p. 2116. 30 J. Alcarçâo, Roman Portugal, Warminster 1988, pp. 3197-3198. 31 BMC 1, 53, nos. 288-292. 32 On the routes across the Sierra Morena leading to Emerita, see now P. Sillières, Les voies de communication de VHispanie méridionale, Paris 1990, pp. 453-489. 33 W. Trillmich, "Colonia Augusta Emerita, die Hauptstadt von Lusitanien", in: W. Trillmich, P. Zanker (edd), Stadtbild und Ideologie: die Monumentalizierung hispanische Stàdie zwischen Republik und Kaiserzeit, Mtinchen 1990, pp. 299-318; P. Brunt (Italian Manpower, 225 BC-AD 14, Oxford 1971, p. 250) suggests that Emerita, like Pax Iulia and Scallabis, were "strongholds to keep wild native tribes in subjection". This however ignores the differences between Emerita and the other two in terms of topography, and overvalues the Strabonian picture
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A second indication of the pattern of intention, scarcely less speculative than the first, lies in the subsequent history of the five cobniae within the administrative structure of the province, and in particular the division into conventus. The date at which these essentially legal districts were set up is not known, though certainly they were in place by the time Pliny the Elder was writing his description of Spain early in the second half of the first century AD. The general assumption that Pliny took them over from a source dating from the Augustan period has recently received somewhat uncertain confirmation from the appearance of a conventus arae Augustae in the inscription from north-west Spain recording hospitium between the civitas Lougeiorum and C. Asinius Gallus, dated to AD l . 3 4 While this may be taken as showing that conventus were in existence at this date, it is notable that the conventus arae Augustae is not one of those listed by Pliny, and it may be that this inscription bears witness to a different form of organisation from that which Pliny records. However, whether the conventus of Lusitania belong to the first organisation of the province or to a subsequent re-ordering, it is notable that when they are set up they are centred on Emerita, Scallabis and Pax Iulia, but not Norba or Metellinum . The last two are included in the conventus Emeritensis', and there can be no doubt that subsequently they lost status among the cities of the province as a result. It cannot be coincidental that the two cobniae which appear to suffer as a result of the allocation of conventus are those nearest to the last founded and most important of the five, Emerita Augusta. Even on the straightforward grounds of geographical economy, it was clearly necessary to have conventus in the west and south-west of the province, and hence Scallabis and Pax Iulia were obvious choices. There is another point which links the two, however, which combines geography with the ideological propaganda of the Augustan period. If Metellinum does owe its origin to the period of the Sertorian wars and if Norba was a permanent form of the camp at Cáceres el Viejo, which also dated back to the same period, each will have had a geographical and topographical positioning which related to the perceived needs of that time. Hence the inland site, to watch over movements of the potentially dangerous Lusitani; and hence the use of, or at least proximity to, a readily defensible hill. The distinction between these sites and that of Emerita is not that one type is intended to control while the other is not. Rather it is the notion of control that each seems to embody which differentiates them. Metellinum and Norba combine control with defence, while ¿nerita combines control with display. It is readily understandable that the two earlier foundations, which belonged to a different era and exhibited a different set of preoccupations, would be overshadowed by the emergence of the outstanding example of the new pattern. Within this development, the other two colonies might be expected to occupy an intermediate position. Topographically, Scallabis and Pax Iulia belong more to the earlier style than to the later, but they were geographically more useful to the new understanding of the area than either Norba or Metellinum, especially after the foundation of Emerita. Once again, it is the decision to set up Emerita as a show-piece city which is the key to an understanding of what changes took place in the region with the coming of the Augustan of Lusitania as a wild and uncivilised area (see on this last, J.C. Edmondson, "Romanization and urban development in Lusitania" in: T. Blagg, M. Millet (edd.), The early Roman empire in the west, Oxford 1990, pp. 151-178). On the gates of Janus, Dio 53, 26, 5. 34 For an edition and commentary on this important text, see M3 D. Dopico Cainzos, La tabula Lougeiorum, Anejo n° 5 de Veleia, Vitoria/Gasteiz 1988. I am not convinced by the doubts expressed by A. Canto, "La tabula Lougeiorum. Un documento a debate", CuPAUAM 17, 1990, pp. 267-275. 35 Pliny, NH 4, 117.
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empire, and once again the general shaping of the urban organisation of the province (so far at least as the coloniae are concerned) may be seen to pivot on the central importance of the last of the colonial foundations. The reason Emerita was so much more significant than the other four cities, and especially than those closest to it, was intimately connected with its rôle as the capital of the province of Lusitania; which brings us once again to the question of the establishment by Augustus of the new provincia. As already noted, the date at which Lusitania came into existence as a province is uncertain. That in itself is noteworthy, because it reveals something unusual about the intention behind its creation, compared at least with the provinces of the republican period. If the deduction made above from Augustus1 words in the Res Gestae is correct, then it would seem that the creation of Lusitania postdated the foundation of the Augustan military colonies in Spain, and thus afortiori the fighting of the wars in the north-west. The new provincia appears to be the result of the successful conclusion of the conquest of the Astures and the Cantabri. It would follow that at the time of the outbreak of those wars there were two provinces in the peninsula, the old republican provinces of Hispania citerior and Hispania ulterior, and that both had been assigned to the emperor, and that one of the two armies that he used were based in each of them . What is odd about this is that under normal circumstances, at least a they had obtained under the republic, a new provincia was determined at the beginning, not at the end, of a war. The reason for this is straightforward. A provincia was necessary to allow a holder of imperium, whether a magistrate of a promagistrate, to exercise that imperium . This was achieved, except in rare instances, by allocation, by lot or (in the case of consular provinces) by agreement as to who was to hold those provinciae which had been determined in advance by the senate. Throughout the record of the middle republic preserved in the third, fourth and fifth decades of livy's history, this pattern is absolutely standard. Even in the last century of the republic, when on occasion provinciae were allotted by law or plebiscite, the setting up of a new province was still the precursor to a war, not the consequence of one. It was, after all, not possible in principle for a war to be conducted in an area which had not been designated a provincia. The nearest equivalent to Augustus1 action in Lusitania occurred, significantly enough, in the settlement of the east by Pompeius, in the aftermath of his defeat of Mithridates, particularly with regard to the creation of the province of Syria . Even in this case the parallel is not exact, since the region had not previously been under direct Roman control, and military involvement with the Parthians might be expected in the immediate future. The area covered by the provincia Lusitania had been within the province of Hispania ulterior for many years; and although it was evidently felt desirable for the new province to continue to be considered a military district, and hence under the direct supervision of the emperor through a legatus Augusti, there was hardly a direct threat of war when, perhaps between 16 and 13 BC, the decision was made to divide Hispania ulterior in two. If by this date the former war-zone of Asturia and Callaecia had already been transferred to Hispania citerior and the two armies which had fought there brought under one command, as Syme
^"SoR Syme, "The conquest of north-west Spain", in Legio VII Gemina, Léon 1970, pp. 78-107 at 85-87. 37 Th. Mommsen, R'òmisches Staatsrechtì, Leipzig 1887 (third edition), pp. 51, 116136, 468; J.S. Richardson, "The administration of the empire", in: Cambridge Ancient History 9 (second edition, Cambridge 1994, pp. 564-598). 38 piutarch, Pomp. 39; cf. A.N. Sherwin-White, Roman foreign policy in the East, 168 BCtoADl, London 1984, pp. 206-213.
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has argued, the case becomes clearer still . Lusitania was essentially and from the beginning an administrative entity, rather than a military command; it was the consequence of the presence of the Roman military control, not a means to enable that control to be present Walter Trillmich, in a paper to which reference has already been made, has suggested that the monumentalisation of Emerita occurred as a result of its becoming the capital of the new province40. If the approach adopted in this paper is correct, his perception appears to be well grounded. Not only was Emerita the centre of a new provincia, but of a new type of provincia. The emphasis on control and display, rather than control and defence, which the topography of the city seems to represent, is a manifestation of a new idea of what a province was which was quite different from that which, even after nearly two centuries of provincial experience, still predominated in the peninsula in the last half-century of the republic. Lusitania was one of the first, if not the very first, of the provinces of the imperium Romanian, as the empire became known in the Augustan period , and as such exhibited the power and glory of the pax Augusta in a form which no one in the area could miss. It is hardly surprising that its capital came to display, not only architecturally but also in its economic and social functions, the same style as Rome itselP . Within the structures of the new empire, that was its purpose.
39 R. Syme, "A governor of Tarraconensis", Epigr. Stud. 8, 1969, pp. 125-33 (=Roman Papers 2.732-741) at 125-126 (=732-733). The position at that date would then be as described by Strabo, 3, 4, 20. 40 W. Trillmich, "Colonia Augusta Emerita../, pp. 299-318. 4 * On this change of nomenclature and its significance, see J. S. Richardson, "Imperium Romanum: empire and the language of power", JRS 81, 1991, pp. 1-9. 42 Thus F. Mayet, "Mènda: capitale économique?", in J.G. Gorges (éd.), Les villes de Lusitanie romaine, Paris 1990, pp. 207-212; and R. Etienne, "Le culte impérial, vecteur de la hiérarchisation urbaine", ibid. pp. 215-231, esp. fig.2.
CONQUISTA Y COLONIZACIÓN DEL VALLE DEL EBRO EN EPOCA TARDORREPUBLICANA Y PRINCIPADO JUAN JOSE SAYAS Universidad Nacional de Educación a Distancia. Madrid ABSTRACT In this article we shall analyse basically the effects which the process of conquest of the valley of the river Ebro had on the evolution of the communities that existed previously, both from the point of view of their location and organisation of territory, and that of the concession of political privileges from Rome (founding of colonies and concession of municipal statutes). We shall stress the excessive value given to the clientelae in some research, and offer instead a historical analysis of coining. RESUMEN Se analiza, básicamente, en este artículo la incidencia del proceso de conquista del valle del Ebro en la evolución de las comunidades anteriores, tanto desde el punto de vista de su ubicación y organización del territorio, como de la concesión por Roma de estatutos privilegiados (fundación de colonias y concesión de estatutos de municipio). Se llama la atención sobre el excesivo valor dado en muchos trabajos a las clientelas y se hace un análisis histórico de las acuñaciones de moneda.
La romanización no es sólo un fenómeno resultante de la aplicación de una política determinada e intencionada por parte del conquistador. Es, sobre todo, un proceso dinámico en el que las costumbres, las formas de vida, los sistemas de organización política y social y las formas de explotación y disfrute de la tierra de los indígenas se hacen compatibles, al comienzo, con aquellos del conquistador, para acabar, luego, siendo asumidos en lo romano. El proceso requiere, por tanto, el concurso y colaboración, en diverso grado y proporción, de conquistadores y conquistados. Por esta razón, la romanización no puede leerse sólo en clave de imposición -que sí la hubo-, sino también como autorromanización, más selectiva en unos aspectos que en otros, de unos indígenas que voluntariamente aceptaban e imitiaban la elevada cultura del conquistador. Pero no todas las tierras y gentes de la Península Ibérica contaban, previamente, con un alto grado de madurez y de evolución cultural que facilitase el rápido arraigo de los impulsos romanizadores. Por esta razón las diferencias regionales en los modelos de romanización variaban de unos lugares a otros. Hubo, incluso, zonas relegadas y periféricas
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que se mantuvieron apenas contaminadas durante mucho tiempo. En este sentido la región del Valle del Ebro constituye un marco geográfico idóneo1 en el que la contemplación y valoración de las transformaciones que acompañaron a la conquista y los cambios que se originaron con el posterior establecimiento del dominio romano presentan una evidente disparidad. Los textos literarios que informan de los acontecimientos de la conquista señalan que los ejércitos romanos contaron en muchas ocasiones con la colaboración, no siempre fiable, de algunos pueblos situados en esa región. En este sentido, un mismo autor, Tito Livio (28,24), refiere que Indíbil y Mandonio, una vez que lograron enardecer los ánimos de la juventud celtibérica, saquearon agrum suesseianum sedetanumque sociorum populi romani, esto es, los territorios de unos pueblos del valle medio del Ebro, que ya habían entrado a formar parte de la categoría de socii del pueblo romano. Pero, más adelante, el mismo Livio recuerda que Indíbil conducía una tropa de 7.000 suessetanos. Cuando Catón se hizo cargo del gobierno de la Citerior, lastierrasdel valle del Ebro, al igual que ocurría en otras regiones peninsulares, estaban en abierta sublevación y habían logrado sacudirse el dominio romano. La decisiva actuación de Catón permitió la recuperación de la zona costera que, con sorprendente celeridad, pasó de nuevo bajo poder romano. Pero era un éxito limitado que en cualquier momento podía verse comprometido, si no se lograba el sometimiento de los pueblos del valle medio del Ebro. Esas tierras constituían una zona estratégica desde la cual se tenía un fácil acceso a las tierras de la Meseta Superior. Esta región estaba habitada por pueblos indómitos y belicosos, que se habían mostrado como fuente inagotable de continuos enfrentamientos. Coincidiendo o no con su regreso de la campaña contra los turdetanos2, las fuentes históricas dicen que Catón sometió a sedetanos, ausetanos y "lacetanos" y que con la ayuda de un grupo de jóvenes suessetanos combatió a los 'lacetanos". Los autores que nos cuentan estos acontecimientos, Plutarco, Tito Livio (24,20) y Frontino que depende de él, son coincidentes en la alusión al pueblo de los lacetanos. La unanimidad en esta mención, junto con la vecindad predicada de suessetanos, "lacetanos", ausetanos etc., hacía que esta información no se ajustara con el conocimiento más preciso que se tenía del espacio geográfico ocupado por algunos de estos pueblos, por más que dicha ocupación haya que entenderla en sentido dinámico y variable a lo largo del tiempo. Con la intención de aligerar estas discrepancias y para que las diversas y desconcertantes referencias quedasen integradas en una explicación más verosímil, se apuntaron algunas propuestas explicativas. Para P. Jacob3, el pueblo de los ausetani, que se ve frecuentemente implicado en esas acciones militares, lo formarían dos ramas, una situada en la comarca de Vich, otra en el valle del Ebro. En su opinión, esta última sería la que aparece mencionada en vecindad de ilergetes, sedetanos, suessetanos y celtíberos, con ocasión de los acontecimientos de comienzos del siglo II a.C. No se trataría de un hecho singular, pues se da el caso de que grupos de una misma etnia ocupan áreas geográficas distantes entre sí. Baste recordar a los cántabros coniskoi de 1 S. Keay ("Processes in the Development of the Coastal Communities of Hispania Citerior in the Republican Period" en: T. Lagg, M. Millett (eds.), The Early Roman Empire in the West, Oxford 1990, pp. 120-150) aborda con minuciosidad el proceso de transformación experimentado en las tierras de la parte oriental de la Citerior. ^ R. Knapp ("Cato in Spain, 195/194 B C: Chronology and Geography" en: C. Deroux (ed.), Studies in Latin Literature and Roman History II, Bruselas 1980, p. 43) sitúa este episodio durante el regreso de Catón de su expedición a la Turdetania. 3 P.Jacob, "Un doublet dans le géographie livienne de l'Espagne antique: les Ausetans de l'Ebre", Kalathos 7-8, 1987-1988, pp. 135-147.
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la Rioja y a los cántabros del norte peninsular. Lo que ocurre es que de esa supuestamente discontinua ocupación territorial de los "lacetanos" no se dispone de datos en los que apoyarse. G. Fatás4, partiendo de otros datos y perspectivas, hace una propuesta más coherente. El meollo de su hipótesis consiste en la sustitución del etnònimo lacetani por iaceîani. Y ello no porque se deba a un error de trascripción -las fuentes rezan expresamente ¡acetoni, además de que todos los copistas del texto de T.Livio recogen el mismo etnónimo, sino en razón del contexto histórico y de otros datos complementarios que, con cierta ñabilidad, permiten situar en espacios geográficos determinados a algunas de estas etnias. Sabemos con seguridad que los suessetanos ocupaban, en aquellos momentos históricos, el ámbito geográfico de las actualestierrasfronterizas navarro-aragonesas. De esta manera, la vecindad predicada y admisible de suessetanos con ilergetes, sedetanos, celtíberos y jacetanos, cobra mayor fuerza y explica mejor el hecho de que esos montañeses jacetanos sustituidos por lacetanos- lanzasen sus acciones de saqueo contra las tierras llanas y próximas de los suessetanos. En cualquier caso la estabilización de las tierras del valle medio del Ebro se benefició, en gran medida, del éxito de las operaciones militares de T. Sempronio Graco contra los celtíberos a los que causó un gran quebranto en la zona de Mons Chaunus. Con todo, T. Sempronio Graco es celebrado por las disposiciones administrativas que adoptó, más que por los oppida que logró tomar5, que ya los autores antiguos consideraban, en su mayoría, como simples aldeas. Estas disposiciones, refozadas mediante la subscripción efe tratados con arévacos, titos, belos y con las comunidades de Numantia y Segeda, favorecieron la consecución de una paz fructífera, que se aprovechó para establecer la normalización del sistema impositivo y para que las comunidades indígenas proporcionaran, con regularidad, tropas auxiliares al ejército romano. Estas medidas nonnalizadoras e integradoras fueron complementadas con una disposición, recogida en los tratados, que prohibía a los indígenas la creación de nuevas ciudades. Era una medida cautelar oportuna. Durante el desarrollo de la guerra la existencia de fuertes centros amurallados fue un serio obstáculo para el feliz desenvolvimiento de las operaciones militares. Graco pensó, con buena lógica, que ese peligro no desaparecía con la paz y que, incluso, potencialmente, podía ser mayor, si a esos grupos indígenas, apenas pacificados, se les dejaba plena libertad a la hora de crear nuevos núcleos urbanos, sin tener plenamente garantizada su fidelidad. Era mejor que los romanos tomaran la inciativa y procediesen a la creación de nuevos centros urbanos, según pautas romanas, en algunos lugares. Eso es lo que ocurrió con la ciudad indígena de Gracchuris, creada a iniciativa romana y con gentes, quizás vasconas6, adictas a Roma. Con esta fundación la región conseguía un nuevo centro que, al tiempo que era foco de irradiación de la romanización, constituía un sólido y avanzado baluarte en una comarca cuyas fronteras distaban mucho de estar aseguradas totalmente. La instalación en la zona del Ebro, en unos momentos que desconocemos, de dos asentamientos que se remontan a antiguos campamentos, (castra) Miliaria y castra Aelia~', 4
G. Fatás, Sobre los sedetanos, Zaragoza 1968, pp. 175 y ss.; Idem, "Los sedetanos como instrumento de Roma", AEA 47, 1974, pp. 105 y ss.; Idem, "Hispania entre Catón y Graco. Algunas precisiones basadas en las fuentes", Hispania Antiqua 5, 1975, pp. 269 y ss. 5 Floro 1,33,9-10; Estrabón (3,4,13) notifica que Polibio elevaba la cifra a 300; pero la mayoría de ellas no serían verdaderas ciudades. ° J.J. Sayas Abengochea, "El poblamiento romano en el área de los vascones", Veleia 1, 1984, pp. 296-300; R. López Melero, "¿Gracchuris fundación celtíbera?", Veleia 4, 1987, pp. 171-177. ' R. Knapp, Aspects oj the Roman Experience in Iberia, 206-100 B C, Vitoria-Valladolid
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son una muestra de la soterrada inseguridad de la zona. La abundante concentración de nombres "Sempronios" en las zonas del alto y medio valle del Ebro ytierrasadyacentes8, correspondientes, bien es verdad, a distintos momentos de la romanización, hace sospechar, aunque este tipo de argumentos siempre resulta aleatorio, que la política integradora seguida por Graco no fue estéril. Las guerras celtibéricas rompieron el periodo de paz. La reanudación de los conflictos, en los que la mayor parte de la juventud celtíbera, la de los titos y belos como aliada de Roma en el 152 a.C. (Polibio, 35,2 y Apiano, 49) y el resto en contra, rompieron y debilitaron las condiciones que estaban posibilitando que las comunidades indígenas se desarrollasen en el plano político y urbanístico. Con la finalización de las guerras celtibéricas, Roma sustituyó su manida política de pactos y de permisividad de una relativa autonomía por otra de control y de administración directa. A partir de ese momento la Celtiberia y su retaguardia de lastierrasdel valle medio del Ebro entraron en un proceso de cierta tranquilidad, apenas perturbada por conflictos episódicos como la invasión de los cimbrios (Livio, Periochae67), la lucha de Didio contra Termes y Colenda, entre el 99-94 a.C, y el castigo de Fiacco a Belgeda (Apiano, Iber. 100). Los textos históricos que narran la conquista dejan entrever en lastierrasdel valle del Ebro la existencia de una compleja heterogeneidad de pueblos y culturas: las típicamente ibéricas, las de raigambre indoeuropea y aquellas otras zonas, más difíciles de precisar, que presentan fenómenos de coexistencia y de mutuo influjo cultural. La situación étnica, y sobre todo cultural, era, pues, compleja y variada. Incluso las comunidades situadas dentro del ámbito territorial ocupado por un mismo pueblo no son todas ellas homogéneas. En líneas generales, se daba la contraposición, más laxa que profunda, entre la zona indoeuropea, en la que se dan formas peculiares de organización social, y la zona ibérica. En cualquier caso, resultaría arriesgado utilizar como piedra de toque de la rareza o inexistencia de formas "estatales" la pervivencia, en zona indoeuropea, de especiales formas de organización social de predominante carácter gentilicio. La evidencia arqueológica y el conocimiento que proporcionan los textos históricos disiparían cualquier pretensión de este tipo. Las fuentes escritas mencionan etnias tales como suessetanos, sedetanos, ilergetes, celtíberos de distintos grupos, etc., pero también a ciudades, aludidas en sentido general y con nombres concretos en particular: Compiega, Corbion, Nertobriga, Caravis, Calagurris, Segeda, Ilurcis, etc. Consecuentemente, cuando los romanos llegaron a la región del Ebro medio se toparon con unas etnias que, provistas de culturas en plena expansión, disponían de un territorio organizado en un conjunto de asentamientos, algunos de los cuales gozaban de una relativa estructuración urbana. Aún hay más. Las prospecciones y excavaciones realizadas en la zona compendida entre los ríos Huerva y Jiloca9, que en la época que consideramos presentaba una relativa uniformidad económica y cultural, confirman la existencia de una jerarquización del habitat 1977, pp. 22 y 23-24 respectivamente. Sobre la hipótesis, necesitada de argumentos de más peso, de que Castra Aelia y el asentamiento de Alaun eran una misma realidad, véanse las reflexiones de F. García Mora, Un episodio de la Hispania republicana: la guerra de Sertorio, Granada, 1991, pp. 407-422. o
° S.L. Dyson, "The Distribution of Roman Republican Family Names in the Iberian Peninsula", Ancient Society 11-12, 1980-1981, pp. 263-266. F. Burillo, El valle medio del Ebro en época ibérica.Contribución a su estudio en los ríos Huerva y Jiloca medio, Zaragoza 1980; ídem, "La jerarquización del habitat de época ibérica en el valle medio del Ebro. Una aplicación de los modelos locacionales", Estado Actual de los Estudios sobre Aragón, TV Jornadas, Zaragoza 1982, pp. 215-228.
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en la que los asentamientos de mayor tamaño, menores en número, desempeñan para el resto funciones defensivas y económicas. F. Burillo, utilizando como criterio de valoración de la existencia de una posible ciudad el tamaño del espacio interno ocupado por los distintos asentamientos detectados1 °, llega a la conclusión de que, de los cuarenta y cuatro asentamientos estudiados por él, aquellos que considera como posibles ciudades, así el caso de Poyo de Cid1 *, vienen a ocupar un promedio de 10 hectáreas. El resto no sobrepasarían las dimensiones medias de 2 hectáreas. No se dispone de estudios de parecida entidad que ilustren, de forma específica, cómo pudieron estar estructuradas otras comarcas del valle del Ebro y cuáles fueron las dimensiones de sus asentamientos. Pero la existencia al sur del Ebro, en comarcas que disponen de otros varios núcleos pequeños de población, de los importantes asentamientos de Calagurris, de Riereis y las alusiones a la suessetana Corbio y a la jacetana Iakka, alejadas hacia el septentrión en la orilla izquierda del Ebro, pero en tierras que tenían también otro tipo de asentamientos menores, hace sospechar que la variedad de las dimensiones de los poblados y su jerarquización se daba también en estas comarcas. Por lo que hace al territorio ocupado por los vascones la mayoría de las tierras que podemos considerar como originarias vasconas dependen, en gran parte, geográfica, económica y culturalmente del valle del Ebro. Consecuentemente las pautas de ocupación del espacio geográfico y las formas de los asentamientos son parecidas a las contempladas en otras comarcas del valle del Ebro. También para las tierras vasconas las excavaciones y prospecciones arqueológicas dejan entrever una jerarquización del habitat Los asentamientos de mayor extensión y aquellos otros que destacan por la cantidad y calidad de los materiales encontrados, se significan sobre un entorno de asentamientos menores. Lo que ocurre es que en territorio vascón los asentamientos más importantes y los más relevantes por su extensión tienen dimensiones reducidas y una organización interna tan rudimentaria que, inevitablemente, los mantenía anclados en una fase de protourbanización12, más retardada que la contemplada en otras comarcas del valle del Ebro. Los textos que narran la conquista mencionan núcleos de población que son auténticas civitates, no sólo por el hecho de que estos asentamientos tenían una relativa organización urbanística interna y una entidad político-jurídico y funcional, sino porque, cuando las circunstancias lo requerían, disfrutaban de suficiente capacidad y autonomía para reorganizar el territorio del entorno, sin la ingerencia del grupo étnico superior. Así Compiega, mencionada por Apiano (Jber. 42) con ocasión de los sucesos del año 181 a.C., aparece como una ciudad nueva, dotada de sólidas murallas, en la que los lusones desplazados por la guerra encontraron refugio. También durante los episodios del 154 a.C, Apiano (Jber. 44), Diodoro (3139) y Floro ( 1 3 4 3 ) describen a Segeda como una ciudad que amurralló su recinto y lo amplió para cobijar a las gentes de las proximidades. Así, por propia iniciativa y en contra de la prohibición romana que lo tomó como un casus belli, la 1U F. Burillo, "Apuntes sobre la localización e identificación de las ciudades de época ibérica en el valle medio del Ebro", Arqueología Espacial 12, 1988, pp. 175-177; Idem, "La aplicación de los modelos del Lugar Central a la Arqueología", Reunión de Metodología sobre Investigación en Arqueología Prehistórica, Madrid 1984, pp. 431-441. 11 F. Burillo, "Avance al estudio del yacimiento de San Esteban del Poyo del Cid (Teruel)", en Symposion de Ciudades Augústeas, II, Zaragoza 1976, pp. 7-14; Idem, "El yacimiento celtíbero-romano de San Esteban del Poyo del Cid: estado de la cuestión", BIDPT 50, 1978, pp. 53-64. *2 j.j. Sayas Abengochea, "Transformaciones urbanísticas de las comunidades vasconas" en: J. Santos (éd.), Indígenas y romanos en el norte de la Península Ibérica, Cursos de verano en San Sebastián, San Sebastián 1993, pp. 227-256.
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ciudad reorganizó su espacio, sin que sepamos que siguiese directriz alguna del grupo étnico superior 13 . Acabadas las guerras celtibéricas, los textos literarios y epigráficos, entre ellos las téseras de hospitalidad, recogen, una vez más, menciones de ciudades. Algunas, que debieron de existir ya con anterioridad, son mencionadas a partir de la terminación de las guerras celtibéricas. Así, a la Bilbilis celtibérica la identifican sus excavadores Martín Bueno y Ostolé con el yacimiento de Valdeherrera, que ocupaba en el llano una gran extensión, teniendo por límites los cauces fluviales14. Para momentos que se corresponden, aproximadamente, con los finales del s.II y comienzos del s.I a . C , se cuenta con yacimientos que los arqueólogos valoran como ciudades, aunque no se les puede atribuir, por ahora, uno de los nombres conocidos por los textos literarios, por los epígrafes o por los rótulos monetales. Así, en el llano de La Caridad de Camínreal 15 , ocupando una extensión de 12,5 has., se levantaba una ciudad cuyo carácter indígena queda puesto de manifiesto por la existencia de una inscripción ibérica en opus signinum, pero cuya factura y la existencia de una suntuosa vivienda, evidencian ya influencias romanas. Y como ciudades en tierras sedetanas se valoran desde el punto de vista arqueológico el yacimiento de La Corona de Fuentes de Ebro 1 *\ estudiado por A. Bel tran, y el de La Cabañeta del Burgo de Ebro por M. Beltrán y F. Burillo 1 7 . Algunos de los elementos arqueológicos encontrados ayudan a situar cronológicamente estas ciudades en el primer cuarto del siglo I a. C ; pero no sería una audacia excesiva el retrotraer su existencia para mediados del siglo II a.C. Los lugares conocidos que acuñaron moneda ibérica ayudan a completar la nómina de ciudades indígenas. Las fechas en las que cada ceca comenzó a emitir monedas y las circunstancias que aconsejaron la emisión es una cuestión reiteradamente sometida a 13 F. Burillo, "Aproximación diacrònica a las ciudades antiguas del valle medio del Ebro", Actas del Primer Congreso Peninsular de Historia Antigua, vol.II, Santiago de Compostela 1988, p. 303. 14 Véase a este respecto, M.P. Galindo, A. Domínguez, "El yacimiento celtíbero-romano de Valdeherrera (Calatayud, Zaragoza)", XVII CNA, Zaragoza 1985, pp. 585-604; F. Burillo, M. Ostale, "Sobre la situación de las ciudades celtibéricas Bilbilis y Segeda", Kalathos 3-4, 198384, pp. 287-309. 1 5 Sobre la ubicación de esta ciudad en el llano y su planificación según pautas romanas con casas amplias dotadas de pavimentos, véase J. Vicente, P. Punter, C. Escriche, A.I. Herce, La ciudad celtibérica de *La Caridad* (Caminreal, Teruel), Teruel 1986. La ciudad, conocida merced a los hallazgos arqueológicos, era de naturaleza indígena, como pone de manifiesto la inscripción ibérica en opus signinum: likinete egiar usecerdeku. *° En ese lugar se detectó un extenso yacimiento que ha proporcionado abundantes materiales y restos arqueológicos. A partir de ellos se llega a la propuesta de que su destrucción pudo tener lugar en la segunda mitad del s. I. a.C. Véase A. Beltrán, "Excavaciones arqueológicas en Fuentes de Ebro (Zaragoza). I Campaña-memoria", Caesaraugusta 9-10, 1957, pp. 87-101; Idem, "Sobre las excavaciones de la Corona, Fuentes del Ebro", Actas I Congreso Español de Estudios Clásicos, Madid 1956, pp. 301-304. 1 ' En ese lugar, en tierras llanas y fértiles próximas al Ebro, existe un amplio yacimiento, que es tomado por algunos investigadores como correspondiente a una ciudad. Los materiales proporcionados, entre ellos gran cantidad de cerámica campaniense, inclinan a situar su destrucción en la segunda mitad del s. I. a.C Véase M. A. Magallón, "Breve nota descriptiva acerca del yacimiento romano existente en el Burgo de Ebro (Zaragoza)", Estudios II, 1973, pp. 125-131; M. Beltrán, "El Burgo de Ebro" en: E Fernández (dir.), Gran Enciclopedia Aragonesa, II, Zaragoza 1980, p. 524; F. Burillo, "Ponderales de alabastro del Burgo de Ebro (Zaragoza)", MZB 3, 1984, pp. 153-164.
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discusión. Los momentos iniciales de la conquista, pese a lo que pensaba Crawford18, eran poco propicios, como opina Richarson19, para que se produjese la aparición de las monedas indígenas. Hubo otras ocasiones aparentemente más oportunas. Así, cuando Graco suscribió tratados con los nativos y se les impuso una tributación regular, se daban las circunstancias propicias para que algunas comunidades indígenas comenzasen a acuñar moneda. En cualquier caso, tras la finalización de las guerras celtibéricas, las acuñaciones monetales comenzaron a generalizarse, si tenemos en cuenta hallazgos monetales producidos en contextos arqueológicos bien definidos. Se acuñaron monedas de plata y bronce. El destino de unas y otras debió de ser diferente. Las monedas de bronce se emitieron como instrumento favorecedor de las transacciones comerciales a pequeña escala. Al contrario de lo que ocurría con las monedas de plata empleadas, sobre todo, para pagar a los ejércitos y para satisfacer los impuestos debidos20. En cualquier caso, las ciudades que emiten sólo monedas de bronce y las que acuñan monedas de bronce y de plata, realizan, por su cuenta, una actividad que sólo podía ponerse en marcha con la aquiescencia de los romanos. Esta política de tolerancia emisora, que es un aspecto benigno de otra forma de control, contribuía a resaltar, cara al exterior, la personalidad que iban adquiriendo algunas comunidades urbanas, al mismo tiempo que las dotaba de un importante instrumento animador de las actividades económicas. Desdemediados del sigloII a.C. a la época de los conflictos sertorianos, las tierras del valle medio del Ebro se vieron gratificadas con la aparición de un conjunto de cecas que se extienden desde las tierras ibéricas, al este, hasta las beronas y vasconas21, al oeste: Sedeiscen, Segeda, Celse, Sesars, Bolsean, laca, Segia, Beligion, Salduie, Nertobis, Contrebia Belaisca, Damaniu, Tergacon, Alaun, Carues, Lagine, Bursau, Turiasu, Caiscata, Calagoricos, Varacos, Teitiacos, Arsaos, Arsacos, Bascunes, Bentian, Oikikaunun, etc., se encuentran entre ellas 22 . Todas las emisiones de estas cecas tienen un elemento común unificador consistente en el seguimiento que hacen del sistema monetai romano, pero las emisiones monetales indígenas presentan, además, variedades y particularismos locales, que, en modo alguno, pueden tomarse como indicativos de su pertenencia a una etnia concreta. Los elementos metrológicos, tipológicos y lingüísticos de las monedas, al igual que la distribución geográfica del numerario -más abundante por lo general en la zona de emisión-, constituyen elementos fiables para intentar situar, en el tiempo y en el espacio, a la civitas emisora. Estos elementos, unidos a la ayuda de las fuentes literarias y epigráficas y la pervivencia de un topónimo, etc, permiten, en algunos casos, relacionar la ceca emisora con un asentamiento de aquella época de cuyas vicisitudes, a lo largo del tiempo, dan razón las excavaciones y las prospecciones arqueológicas. Este sería el caso de Segeda, 18 M. Crawford, Coinage and Money under the Roman Republic. Italy and the Mediterranean Economy, Londres 1985; Idem, "The Financial Organization of Republican Spain". NC9, 1969, pp. 79-84. *■* J. Richardson, "The Spanish mines and the Development of Provincial Taxation in the Second Century B. C", JRS 66, 1976, pp. 139-152 20 F. Beltrán, "Sobre la función de la moneda ibérica e hispanorromana", Estudios en Homenaje al Dr Antonio Beltrán, Zaragoza 1986, pp. 889-914. 21 L Villaronga, Numismática Antigua de Hispania, Barcelona 1987 (2a éd. revis.), PP172-178; A. Beltrán, "Algunas cuestiones relacionadas con la localización de cecas ibéricas en relación con la zona de la Rioja", Cuadernos de Investigación, II, 2, 1976, p. 33. ídem, "Numismática antigua del área de Calahorra" en Calahorra. Bimilenario de su Fundación, Madrid 1984, pp. 55-58. 22 Sobre todas estas cecas del valle del Ebro, véase A. Domínguez, Las cecas ibéricas del valle del Ebro, Zaragoza 1979.
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conocida por las fuentes 2 3 , de Celso, Velilla del E b r o 2 4 , de Salduie, Zaragoza 25 , etc. Pero hay algunas otras ciudades, como Nertobriga^', Corbio, Caravis^, etc., que han recibido diversas identificaciones, a veces con datos de cierta entidad, pero se carece, todavía, de argumentos de mayor peso que ayuden a relacionar las ciudades rotuladas en las monedas con un yacimiento concreto. De algunas cecas, como la de Arsaos, Arsacos, Bentian y Ba(r)scunes, a las que la unánime opinión adscribe a territorio vascón, no se conoce el núcleo urbano que les sirviese de sede. Es sabido que las cecas que acuñaron monedas con el rótulo Ba(r)scunes y Bentian lo hicieron en piezas de plata y bronce, lo cual es un rasgo -al menos este dato se utiliza en este sentido para las comunidades con cecas que acuñan denarios- de la importancia del centro emisor. También es sabido que las monedas que recogen la leyenda Ba(r)scunes y Bentian tienen en su anverso el término Bengoda, que, sin datos decisivos, se ha interpretado de diversa manera, a veces como la capital, (antecesora de Pamplona), del etnònimo vascones, en cuyo territorio se supone que se hallaba situada la ceca. Añádase a esta dificultad el problema que plantea la ceca Olcairun o Okikaurun2^, que se supone ubicada en Pamplona. "" Con arreglo a los datos arqueológicos, M. Martín Bueno ("Sobre Segeda", Estudios III, 1977, pp. 105-118) supone que la comunidad tuvo un primer asentamiento en El Poyo de Mara. A este asentamiento corresponderían las emisiones monetales con la leyenda sekaiskom, señalando con este genitivo de plural las gentes que componían esa comunidad. Pero hay otro asentamiento en Durón, producto de una ampliación. De esta nueva realidad estarían dando razón las emisiones que llevan el nombre de la ciudad Secaisa, como un indicativo de la importancia alcanzada por la ciudad. Para su localización véase también F. Burillo, M. Ostale, art. cit., p. 309; F. Burillo, "Sobre la situación de Beligio", EAEA, Uornadas, Zaragoza 1979, pp. 186-190. Para este autor, Beligiom podría identificarse con Azuara. Los materiales cerámicos celtibéricos de este yacimiento, que se encuentran acompañados con cerámicas campanienses, se remontan a finales del III a. C. y siglo II a. C. 2 4 M. Bel tran, Celsa la primera colonia en el valle medio del río Ebro, Zaragoza 1983; M. Beltrán, A. Mostalac, J.A. Lasheras, "Colonia Victrix Iulia Lepida-Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza). I. La Arquitectura de la casa de los Delfines", MZM 1, Zaragoza, 1984. 2 ^ Para la propuesta de asimilación de Salduie con Juslibol, véase G. Fatás, "Para una mejor ubicación de Salduie", Symposium de Arqueología Romana, Segovia 1977, pp. 171-176; Idem, "Excavaciones en Castillo de Miranda (Juslibol, Zaragoza)", NAH Prehistoria, I, Madrid 1972, pp. 221-269; Idem, "Los sedetanos como instrumento de Roma: la importancia y significación de la Salduie ibérica en la romanización de la Cuenca del Ebro" en: Homenaje a Pío Beltrán, Madrid-Zaragoza 1974, pp. 105-119. Para su identificación con Zaragoza, véase M. Beltrán, "Un corte estrati grafi co en la Zaragoza romana", Simposium de ciudades augusteas II, Zaragoza 1976, p. 87. Nose cuenta con datos sólidos que permitan precisar con carácter definitivo el lugar concreto en el que se ubicaba esa ciudad. Para las diversas propuestas de identificación, véase A. Beltrán, "Sobre la situación de Nertobriga de Celtiberia" VIII CNA, Zaragoza 1964, pp. 277-285 y F. Burillo, "Sobre el territorio de los lusones, belos y titos en el siglo II a.C", Estudios en homenaje al Dr Antonio Beltrán, Zaragoza 1986, pp. 529-549, especialmente p. 543. 27 No hay datos sustantivos que avalen su identificación. El Itinerario de Antonino menciona un topónimo, Caravi, situado a 18 millas de Tarazona, que parece referirse a esa ciudad. Las monedas de esta ceca llevan un rótulo cal o gal, relacionado con el étnico de los galos. La ciudad ha podido estar situada cerca de Borja. Sobre estas monedas, véase A. Domínguez, op. cit., pp. 116 y ss. 2 ° Para una nueva interpretación de los ejemplares de esta moneda, véase A. Beltrán, "Nota sobre las acuñaciones ibéricas en Navarra" Primer Congreso General de Historia de Navarra, Pamplona, 1986, pp. 342-343.
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Hay, además, en relación con estas ceeas concretas un problema adicional que afecta al contexto económico y social del territorio vascón. A todo lo largo del espacio temporal en que se supone que tuvieron lugar esas emisiones monetarias, esto es, desde finales de las guerras celtibéricas a comienzos de las guerras sertorianas, no se ha encontrado en tierras consideradas como genuinamente vasconas ningún asentamiento indígena que tenga dimensiones suficientes para valorarlo como un pequeño oppidum. Consecuentemente, los yacimientos detectados en esa zona parece que carecían de importancia política, militar y económica como para que sintiesen la urgente necesidad de acuñar moneda, y mucho menos de plata. Sin embargo, no cabe duda, pese a las dificultades apuntadas, que la leyenda Ba(r)scunes guarda estrecha relación con el étnico vascones. Que los territorios ocupados dinámicamente por una misma etnia tenían varias ciudades y que algunas de ellas acuñaron monedas, es algo, a fuerza de sabido, recurrente. Así en tierras sedetanas tuvieron cecas, entre otras: Salduie y Sedeiscen, que recoge el etnònimo; Bursau y Turiaso en el área lusona; Nertobriga, Segeda, Bilbilis, etc. en la región de los belos; Cascaita, Calagoricos en la zona celtibérica próxima al Ebro y Varacos y Teitiacos en la zona berona. Esto lleva al planteamiento de la cuestión, que sería preciso dilucidar, de si todas la ciudades indígenas existentes en los territorios ocupados por un mismo pueblo gozaban de plenas competencias socio-políticas y económicas, o estaban, por el contrario, supeditadas, en cierta manera y en algunas de sus funciones, al grupo étnico o a la ciudad que desempeñase el papel de centro principal del grupo étnico. En otras palabras, si la aparición de cecas es un hecho libre o, por el contrario, tolerado o impedido desde fuera. En este sentido, parece lógico pensar que la permisividad romana pesaba mucho en el surgimiento de estas cecas. Su ubicación en unas u otras ciudades no es totalmente aleatoria La importancia política de la ciudad y las posibilidades económicas de la comarca en la que se asentaba ayudaron a la elección y a la aparición de las ceca. Así, a la jerarquización de asentamientos que tenían los indígenas, se añadió, por efecto de la conveniencia romana, una planificación territorial de las cecas existentes. Hay ciudades cabezas de comarca que acuñan monedas de plata y bronce, otras que sólo emiten bronce y otras que no acuñaron. Así Beligiom, Segia, etc. acuñan monedas de plata y bronce, Alaun sólo bronce y la ciudad de Sosines, conocida por el bronce de Contrebia, no acuña. Desde el año 133 al 82 a.C. las tierras del valle medio del Ebro apenas se vieron perturbadas por hechos bélicos. Reinó un periodo de calma y tranquilidad relativa, que fue el mejor crisol para que los factores de romanización, dejados a su propio aire y sin el corsé que imponía la guerra, hiciesen notables progresos, favorecidos por los fermentos humanos que aportáronlos emigrantes, que Menéndez Hdal 29 entendía que eran de procedencia oscoumbra, aunque sin datos decisivos. En cualquier caso, la guerra social y su continuación con la guerra sertoriana, ocasionó la venida a Hispania de itálicos partidarios de ambos bandos, que entraron en contacto con los romanos e itálicos residentes en la zona. Algunos de ellos, por inercia de sus vinculaciones con la familia de Pompeyo y por efecto de sus propias tendencias políticas, se implicaron también en los conflictos. Pero, además, la guerra sertoriana fue un gran revulsivo para las gentes del valle medio del Ebro que, prescindiendo de su impregnación pasiva de la romanización, se implicaron de lleno en los conflictos y asuntos internos de Roma. De esta forma, el valle del Ebro constituyó el marco geográfico en el que se ¿y Véase a este respecto, R. Menéndez Pidal, Orígenes del español, Madrid 1926, pp. 485 y ss., 1929 (2a éd.), pp. 303 y ss. y pp. 582 y ss.; V. Bertoldi, Colonizzazioni nell'antico Mediterraneo, Ñapóles 1950, pp. 130 y ss.; A. Tovar, El latín de Hispania: aspectos léxicos de la romanización. Discuso de ingreso en la Academia española, Madrid 1968, p. 42.
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desarrollaron los combates más intensos de la guerra sertoriana y donde los alineamientos y enfrentamientos de clientelas presentan rasgos menos difusos. La imperiosa necesidad de disponer regulamente de efectivos militares obligó a Sertorio a hacer uso de la vieja costumbre de reclutar tropas indígenas. Por otra parte, las frecuentes estancias de Sertorio en la zona acrecentáronlas simpatías que las comunidades indígenas sentían hacia él. Algunas, como en el caso de Osea, se vieron favorecidas y gratificadas, acrecentando con ello el número de clientes de Sertorio30. Ante el cariz que tomaba este estado de cosas, Pompeyo y sus adictos apretaron filas e intensificaron su ascendencia sobre las poblaciones indígenas, especialmente con aquellas que tenían miembros que habían sido gratificados anteriormente con la concesión de la ciudadanía romana. En este sentido, el interesante documento del Bronce de Ascoli(C7L I 709 = ILS 8888) recoge la concesión por Cneo Pompeyo de la ciudadanía romana31 a u n escuadrón de jinetes indígenas que componían la turma Salluitana, procedentes de diversas comunidades indígenas, que se habían distinguido en el asalto de la ciudad de Asculum. La ciudadanía romana, que era un privilegio poco frecuente en aquella época para las gentes extraitálicas e instrumento imprescindible de promoción política y social, convirtió a los componentes de la turma Salluitana en clientes agradecidos del general que les había concedido la ciudadanía. Disponer de este tipo de clientes era algo necesario para la familia de Pompeyo. Y ello por una serie de razones: primero, porque estos clientes pertenecían a la élite de unas comunidades que se encontraban en pleno desarrollo y transformación; y segundo, porque estas clientelas tenían dentro de sus comunidades un gran protagonismo y gran capacidad para encauzar las simpatías de toda la comunidad hacia Pompeyo. De esta manera podían contrarrestar las eficaces clientelas que Sertorio con su dilatada presencia en el Valle Medio del Ebro había logrado grangearse, desde Eerda y Osea hasta Calagurris. Es cierto que no conviene exagerar la importancia de estas clientelas. Tampoco parece oportuno sobredimensionar en el complejo mundo de relaciones de clientelismo de Pompeyo el papel de los miembros de la turma, máxime si se tiene en cuenta que sus componentes iban desde Eerda, que era partidaria de Sertorio, hasta la berona Libia y la vascona Segia. Pero la turma está abierta a una serie de cuestiones que no parecen tan sencillas. En el bronce de Ascoli la turma está calificada con el término globalizador de Salluitana. Este término es susceptible de ser entendido como especificando el lugar en el que fueron reclutadas esas tropas32. En apoyo de ello estaría el hecho de la existencia de una * Para la incidencia que tuvieron las guerras sertorianas y civiles en las comunidades del valle del Ebro y el juego desempeñados por las clientelas, véase N. Dupré, "La place de la vallée de l'Ebre dans l'Espagne romaine. Recherches de géographie historique", MCV 9, 1973, pp. 133-175; J.M. Roddaz, "Guerres civiles et romanisation dans la vallée de l'Ebre", en: Hommage à Robert Etienne, París 1988, pp. 317-338; L. Amela Valverde, "El desarrollo de la clientela pompeyana en Hispania", Studia Histórica 7, 1989, pp. 105-117; J. Santos, "Conquista y colonización del valle medio del Ebro en la zona vascona" en: J. Santos (ed.), Indígenas y romanos ... op. cit., pp. 135-147. 3 * Este interesante documento recibió una precisa edición crítica, complementada con el estudio de los problemas jurídicos, cronológicos y lingüísticos. Véase al respecto N. Criniti, L'epigrafe di Asculum di Gn. Pompeo Stratone, Milán, 1970; H.B. Mattingly, "The consilium of Cn. Pompeius Strabo in 89 B.C.", Athenaeum 53, 1975, pp. 262 y ss. El estudio del documento en su contexto histórico puede verse en J.M. Roldan, "El bronce de Ascoli en su contexto histórico" en: Actas sobre Epigrafìa hispánica de época romano-republicana, Zaragoza 1986, pp. 115-135. 32 La aparente dificultad que presenta la utilización del sufijo -ana, en lugar del -ensis, empleado en el documento para designar la patria de los jinetes (véase al respecto P. Le Roux, L' armée romaine et l'organisation des provinces ibériques d' Auguste a l'invasion de 409, Paris
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comunidad denominada Salduie, de cuyo nombre derivaría el adjetivo Salluitana, sin que la evolución fonética de -Id- a -11- ofrezca33 dificultades insalvables, pues tal fenómeno no es infrecuente en otros casos. Si esto fuese así, el sitio propuesto, Salduie, como lugar en el que se concentraron la tropas movilizadas, sería, desde el punto de vista de las distancias geográficas, el más idóneo. Esta es una propuesta que se aparta de la costumbre usual de hacer derivar los calificativos de las turmae del nombre del jefe que las mandaba, que en el caso que consideramos pudiera tratarse de un Salluitus o de un Salluitor. Si así se hubiese procedido en este caso, se desvanecería Salduie* ^ como el posible lugar desde el que se movilizaron las tropas. Pero, aunque se aceptase este último supuesto, no quedarían invalidadas las identificaciones propuestas de los lugares de procedencia de los componentes de la turma. Incluso la periférica Segia, que se encuentra situada en una comarca de ámbito onomástico ibérico-vascón, no constituiría ningún elemento distorsionador de todo ello, pues los nombres ibéricos que portan los jinetes de esta ciudad están en consonancia con la situación lingüística de la región. Al margen de todas estas cosas, hay investigadores que entiende que las localidades mencionadas en el bronce de Ascoli estaban ubicadas en el valle del río Segre, en torno a Lérida, haciendo para ello las reducciones siguientes: Ilerdenses (=Lérida), Bagarensis (Baga en Iiobregat?, Balaguer?), Ucenses (Utxesa), Segienses (Segarra), Iennegensis (liñola), Libensis (Llivia), Suconenses (Such, Suquets o la Soukkosa de Ptolomeo) y Billversensis (Bellvis)3^. En cualquier caso, esta opinión, que a simple vista parece que necesitaría de otro upo de argumentos que el de las aparentes homofonías toponímicas, supone un toque de atención al afán desmedido de otorgar a las clientelas un papel excesivo, máxime cuando la información que narra los acontecimientos de la guerra sertoriana presenta un panorama complejo respecto a las ciudades situadas en uno u otro bando: había comunidades llerdaPsca y Calagurris^ partidarias de Sertorio; otras, Cascantum, Gracchurris, etc., le eran hostiles, pues Sertorio destruyó sus cosechas y, por fin, gentes vasconas que prestaron apoyo a Pompeyo. Pero una cosa es el juego de las clientelas -más bien escaso, aunque no conviene minimizarlo en exceso-, y otra los motivos interesados y las decisiones oportunistas que se dejan sentir en el desarrollo de la guerra sertoriana. Por eso, y limitándolo al marco geográfico de las tierras vasconas y zonas limítrofes, se ha tratado de explicar el diverso alineamaiento de las comunidades del valle medio del Ebro en motivos de rivalidades ancestrales de matiz étnico. Pero la debilidad de los indicios utilizados y la disparidad de los datos que se tienen a disposición, hacen difícil la aceptación plena de esta opinión. En este sentido, es evidente que Calagurris, de ascendencia celtibérica, se mantuvo fiel, y con una 1982, p. 39), no es sólida, pues dicha sufijación la llevan los nombres de otras unidades militares. Véase al respecto, J.M. Roldan, art. cit., p. 123. 33 Para el fenómeno de la evolución fonética de -Id- a -11- véase R. Lázaro, "La ecuación Salluitanus/Salluiensis" en: Reunión sobre epigrafia romana....op. cit., pp. 137-139. 34 La verdad es que la hipótesis de que el nombre de la turma derive del de la ciudad de Salduie resulta más probable. Dicha hipótesis se ha visto refozada por el registro de este topónimo, con la forma concreta de la que derivaría el nombre de la turma, en el Bronce de Contrebia. Véase al respecto G. Fatás, Contrebia Belaisca (Botorrita Zaragoza) II. Tabula Contrebiensis, Zaragoza 1980. Para las razones aducidas a favor de Salduie como lugar del que derivaría el nombre del destacamento, véase G. Fatás, "Los sedetanos como instrumento de Roma: La importancia y significado de la Salduie ibérica en la romanización de la cuenca del Ebro" en: Homenaje a don Pío Beltrán , Madrid 1974, pp. 105 y ss. 3 ^ Esta es la hipótesis de J.M. Solana, "La turma Salluitana y su participación en la guerra de los aliados" en: Historia de España. España romana, 3, Madrid, 1986, p. 101.
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fidelidad paradigmática, aSertorio. Sin embargo, Gracchurris y Cascantwn, que también se encontraban en la línea del Ebro, y que al menos la segunda también había tenido un origen celtibérico, se mostraron contrarias a él3 &. En cualquier caso, y aunque la información de Tito Livio no es, a este respecto, todo lo explícita que se desearía, parece claro que, desde el punto de vista estratégico, Pompeyo buscó controlar el centro y norte del territorio vascón. Con ello dominaba las comunicaciones con Aquitania a través de las cuales mantenía contacto con Mételo, que se encontraba en la Narbonense, y desde donde podían venirle los refuerzos y recursos que necesitase. Además, dominando el norte y centro del territorio vascón, se controlaba también la vía que desde Pamplona llevaba a Caesaraugusta37. De esta forma, y con las tropas que Mételo pudo dejar en la línea del Ebro, se partía y cortaba en dos las zonas controladas por Sertorio en ese sector del Ebro Medio, que daba acceso a la Meseta, en donde se encontraba su legado Titurio. Si nos atenemos a la posición geográfica que tenían las comunidades que estaban alineadas en uno u otro bando de los contendientes, y aunque los casos de Bursao, Cascastum y Graccurris constituirían posibles contrapuntos a esta opinión, parece obvio que Sertorio controlaba las ciudades más romanizadas, mientras que Pompeyo, al menos por lo que se refiere al territorio vascón, las menos romanizadas. Pero, si importantes fueron los acontecimientos bélicos en el valle medio del Ebro, mayores fueron sus consecuencias. Todas las guerras generan calamidades y destrucciones. La duración e intensidad de los conflictos bélicos que tuvieron por escenario las tierras del valle medio del Ebro ocasionaron daños inmensos y destrucciones numerosas. Estas afectaron indudablemente a las ciudades. Los textos históricos recuerdan lo acontecido con algunas de ellas. Las destruidas, no obstante, debieron ser más; así lo sugieren los datos arqueológicos, aunque, ciertamente, éstos no pueden determinar el momento preciso de su destrucción y abandono. Recientes excavaciones muestran la incidencia que los enfrentamientos, posiblemente de la época de los conflictos sertorianos, tuvieron en algunos asentamientos indígenas. Para esos momentos se sitúan la destrucción de la ciudad, de nombre desconocido, ubicada en el cerro de Castillejo de la Romana, la destrucción de la última fase del Cabezo de Alcalá de Azaila y la ruina del edificio público existente en la acrópolis de la ciudad de ContrebiaBelaisca, que, no obstante, continúa ocupándose3 8 . Las -*" Para los diversos alineamientos de las comunidades de esta zona, véase J.J. Sayas Abengochea, "El-poblamiento romano en el área de los Vascones", Veleia 1, 1984, pp. 297 y ss.; Idem, "Indoeuropeos y vascones en territorio vascón" en: J. Gorrochategui, J.L. Melena, J. Santos (eds.), Studia Palaeohispanica. Actas del IV coloquio sobre lenguas y culturas paleo hispánicas, Vitoria 1987, pp. 409-410. 3 Para esta vía, suficientemente conocida por los miliarios encontrados en ella, véase J.J. Sayas Abengochea, M.J. Pérex Agorreta, "La red viaria de época romana en Navarra" en: Primer Congreso General de Historia de Navarra, Pamplona 1986, pp. 605-607. 3 ° Aunque para tener un conocimiento más completo y profundo de las repercusiones que las guerras sertorianas tuvieron en esas tierras se precisaría de datos más abundantes y precisos, la verdad es que desde mediados de este siglo, merced a los datos que aportaron las excavaciones arqueológicas -presencia en el nivel de destrucción de cerámicas campanienses, ánforas y ausencia de sigillata-, se cuenta ya con datos importantes que ayudan a valorar la incidencia de esas guerras en algunos núcleos urbanos. Véase al respecto A. Beltrán, "Excavaciones arqueológicas en Fuentes de Ebro..." art. cit., pp. 87-101. Posteriores excavaciones añaden nuevos datos que avalan la destrucción de la última fase del Cabezo de Azaila, de un sector amplio de Contrebia Belaisca, del Castillejo de la Romana, añadiéndose a ello la desaparición de la ceca áeBeligiom. Véase M. Beltrán, "Nuevas aportaciones a la cronología de Azaila", MZB 3, 1984, pp. 125-152; Idem, "Introducción a las bases arqueológicas del valle medio del río Ebro en relación con la etapa prerromana", EHABM, 1986, pp. 495-528.
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excavaciones de la ciudad indígena, de nombre desconocido, situada en La Caridad de Camínreal dan a entender que el final de la ciudad acaeció durante el desarrollo de los acontecimientos sertorianos3 9 . En otro orden de cosas, la desaparición de la ceca ob Beligiom coincidiría con estos momentos históricos. El hecho de que algunos vascones se pusiesen del lado de los vencedores tuvo sus consecuencias en el terreno de los cambios. Bien es verdad que el inicio de esas transformaciones que coincide con el desarrollo de los conflictos sertorianos, no afectaron a todo el territorio, ni se produjeron todas ellas de golpe. Fueron más bien producto de una reflexión étnico-geográfica que daba satisfacción a los intereses romanos del momento. Como resultado de ella los romanos, y con mayor razón Pompeyo, tomaron conciencia de que, por el momento, no todas las comunidades vasconas (castros) reunían las condiciones necesarias para asimilar, con rapidez, los cambios que se avecinaban, sin realizar previamente denodados esfuerzos para conseguir ralos resultados. Pero ése no era el caso de algunos yacimientos situados en la parte central y meridional del territorio vascón. En ellas los asentamientos de la Edad del Hierro habían alcanzado ya una fase de "protourbanización" y su población vascona, indoeuropea y mixta, gozaba de unas aceptables condiciones económicas, sociales y culturales, capaces de digerir, con rapidez y sin traumas, los influjos reorganizadores romanos, iniciar el camino de un incipiente desarrollo urbanístico y emprender un proceso dinámico de interinfluencias con el conquistador que condujese a un cambio en las estructuras socio-económicas indígenas. La aparición de objetos de cultura material romana en algunos asentamientos vascones y la transformación en poblados conforme a las pautas urbanísticas romanas son coincidentes con la guerra sertoriana. Pero, como hemos dicho, el fenómeno no alcanza a todo el territorio. Afecta únicamente a algunos poblados de la Navarra media y meridional. Son poblados que proporcionan un conjunto de materiales correspondientes a la secuencia cronológica Edad del Hierro I-Hierro II-Romano40. Son, por tanto, poblados de la Edad del Hierro que, coincidiendo con las transformaciones operadas durante las guerras sertorianas, alcanzaron la configuración urbanística de un oppidum. Así ocurrió con el asentamiento de Pamplona, que inició su desarrollo urbanístico con ocasión de las guerras sertorianas. Pero, mientras Pómpetelo se reorganizaba, el resto de los yacimientos próximos languidecían y desaparecían. La Dra. Mezquíriz estudia los testimonios de la Edad del Hierro y romana de la ciudad de Pamplona41. Los materiales cerámicos romanos más antiguos, que son los utilizados como indicio de la presencia romana y de la transformación experimentada por el poblado, se reducen a fragmentos de cerámica campaniense de tipo A y B, que esta autora sitúa entre el 150 y el 50 a.C. También se exhumó un pavimento de opus signinum que, por paralelos estilísticos con otros del valle del Ebro mejor conocidos cronológicamente, se considera elaborado en el siglo I a.C. Es cierto que no hay datos decisivos que permitan concluir que, aprovechando la breve estancia de Pompeyo, se hubiese procedido a la reorganización de la comarca en la que se asentaba Pamplona y a la primera planificación urbanística del poblado. De lo que no -*y Por lo que se refiere a las destrucciones contempladas en el yacimiento de La Caridad, véase J. Vicente, P. Punter, C Escriche, A.I. Herce, La ciudad celtibérica de nLa Caridad* (Caminreal, Teruel), Teruel 1986. 40 J.J. Sayas Abengochea, "Indoeuropeos y Vascones..." art. cit., pp. 399 y ss.; Idem, "De historiae Vasconiae rebus controversis" en: Actas del Primer Congreso General de Historia de Navarra, Pamplona 1987, pp. 89 y ss.; Idem, "Transformaciones urbanísticas de las comunidades vasconas" en J. Santos (dir.), Indígenas y romanos... op. cit. , pp. 227 y ss. 4 * M. A. Mezquíriz, La excavación estratigráfica de Pompaelo. I. Campaña de 1956, Pamplona 1958; Eadem, Pompaelo II, Pamplona 1978.
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cabe duda es de que la estancia de Pompeyo y sus tropas reactivó, al menos, la economía del poblado y puso las bases de su inmediato desarrollo urbanístico. Los yacimientos de la "FcbA del Hierro próximos a Pamplona no sólo no ofrecen materiales romanos, sino que incluso desaparecen. El desarrollo urbanístico seguido por la comunidad de los Andelonenses es muy similar al contemplado en Pamplona42. Era un asentamiento de la Edad del Hierro del que se han obtenido cerámicas hechas a mano y torneadas. El poblado ha proporcionado fragmentos de cerámica campaniense y se dotó, posiblemente durante las guerras sertorianas, de algunos edificios que estaban pavimentados con opus signinum. También en Santacara43 se encontraron cerámicas hechas a mano y torneadas, indicios suficientes para admitir la existencia en ese lugar de un poblado de la Edad del Hierro. Con la llegada de las influencias romanas el poblado se expandió por la zona llana y se levantaron nuevos edificios dotados de opus signinum de factura similar a los pavimentos de Ándelos y Pompaelo. Esta semejanza hace pensar que todos ellos se construyeron por la misma época. Los conflictos sertorianos implicaron, de buena o mala gana, a las comunidades indígenas del valle medio del Ebro. Según fuese su comportamiento, así fue, en líneas generales, el trato recibido, como se señala en el Bellum Civile (1,61). Hubo ciudades que se vieron estimuladas en su desarrollo. Las destruidas y afectadas por la guerra o fueron abandonadas o, con las naturales dificultades iniciales, reencontraron enseguida el pulso de su recuperación. De todas formas, la continuidad de los núcleos urbanos anteriores y su consolidación y posterior desarrollo dependió, primordialmente, de su importancia económica, de la estratégica posición geográfica que ocupaban y del control territorial que ejercían, con arreglo a los criterios unificadores establecidos por el poder centralizador romano. Pero, cuando Pompeyo se alejó de la Península, comenzó enseguida el debilitamiento de los pompeyanos en Hispania. La situación se agravó con ocasión de los enfrentamientos con los cesarianos. Hasta tal punto fue esto así que varias ciudades del Valle del Ebro y zonas adyacentes, como la de los oscenses, calagurritanifibularenses, tarraconenses y pueblos como los ausetani, etc., se pasaron al bando de los cesarianos. El triunfo definitivo de César tuvo importantes consecuencias. Dión Casio (4339,5) las especifica de una manera general:... "esas acciones tomó con los que había combatido; a los que habían estado de su lado, les dio tierras y les liberó de impuestos, otorgó a algunos la ciudadanía y a otros la condición de colonos romanos". El intervencionismo militar y político romano comportaron una alteración sensible del espacio territorial ocupado y de las formas de los poblados indígenas. La conquista y las guerras civiles causaron la destrucción de poblados e impulsaron
^z M.A. Mezquíriz, "Excavaciones arqueológicas en Ándelos (Mendigom'a, Navarra)'' en: J. Santos (dir.), El Solar Vascón en la Antigüedad. Cuestiones de Lengua, Arqueología, Epigrafía, e Historia, Serv. Ed. Univ. del País Vasco, Bilbao 1989, pp. 63-75; Eadem, "Ándelos. Secuencia estratigráfica y evolución cronológica" en: Primer Congreso General de Historia de Navarra. 2, Pamplona 1987, pp. 517-530; Eadem, "Materiales procedentes del yacimiento romano de Andión", PV 78-79, I960, pp. 57-67; Eadem, "Complejo hidráulico de abastecimiento de aguas a la ciudad romana de Ándelos", XVII CAN, Zaragoza 1985, pp. 809-815. 43 M. A. Mezquíriz, "Primera campaña de excavaciones en Santacara (Navarra)", PV 138139, 1975, pp. 83-109; Eadem, "Cerámica prerromana hallada en las excavaciones de Santacara (Navarra)", XIV CAN, Zaragoza 1977, pp. 599-604; Eadem, "Cerámica de importación hallada en la excavación de la antigua Cara" en: Congreso Rei Cretariae Romanae Fautores, August (Suiza), 1975.
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la aparición de otros. Las convulsiones padecidas crearon nuevas condiciones económicas y sociales que prepararon el camino de la reorganización del territorio y de la configuración urbanística de los poblados. Aquellos núcleos indígenas que antes de la conquista romana conocían ya una fase inicial de urbanización merced a las influencias venidas de la costa, pero que no eran centros urbanos en sentido pleno como señaló Estrabón, o bien desaparecieron o sufrieron profundas transformaciones, especialmente cuando la necesidad de asentar a muchos veteranos de las guerras civiles motivó, sobre todo en tiempos de César y Augusto, la creación de colonias que sirvieron de modelos a seguir por los núcleos urbanos indígenas. Las ciudades, en efecto, eran un término de referencia del grado de romanización alcanzada por las comunidades indígenas. Y, ante ello, las élites locales mostraron un sano afán de transformar sus asentamientos, según modelos urbanísticos romanos. Plinio el Viejo, al referirse al conventos caesaraugustanus (3,24), registra el nombre de algunas comunidades situadas en lastierrasdel Valle Medio del Ebro y zonas adyacentes, indicando, a la vez, el estatuto jurídico que disfrutaban, desde la colonia immunis de Caesaraugusta, la federada Tarraga, los municipios de derecho romano, los de derecho latino viejo hasta los muchos núcleos indígenas sometidos al pago de un tributo (civitatesstipendiariae): colonias como Caesaraugusta y Ceba, núcleos de derecho romano como el de Calagurris, Ilerda, Osea, Turiaso y Bilbilis, de derecho latino viejo como el de Cascantum y Gracchuris, federada como Tarraga y comunidades estipendiarias como las de los Andelonenses, Aracelitani, Bursaonenses, Calagurritani Fibularenses, Carenses, Damanitani, llumberitani, Iacetani, Libienses, Pompelonenses y Segienses. Los textos literarios y epigráficos, junto con los datos que proporciona la arqueología y numismática, ayudan a conocer las líneas generales del desarrollo del asentamiento del primer establecimiento colonial del Valle del Ebro, Celso, localizado en el paraje denominado "Las Eras" de la población de Velilla del Ebro. De este lugar ya se tenían noticias de la existencia de objetos y materiales que se aprovecharon para construcciones modernas. Excavaciones posteriores pusieron al descubierto una domus, dotada de pavimentos, y un recinto rectangular. De los restos encontrados se saca la conclusión de que la organización del espacio de la colonia se hizo de nuevo 44 . En algunos puntos de la ciudad se percibe la superposición de pavimentos, desde el que se toma como posible establecimiento fundacional hasta otros posteriores de época augustea y neroniana. Con estos últimos se piensa que comienza el declive y, posiblemente también, el abandono de la ciudad. La comunidad de los celsenses, anterior a la fundación colonial, acuñó monedas con el rótulo ibérico Kelse^^, y monedas bilingües que se cree que fueron emitidas por los partidarios de Pompey o en los años posteriores a la batalla de Ilerda46. 44 M. Beltrán, Celsa la primera colonia en el valle medio del río Ebro, Zaragoza 1983; M. Beltrán, A. Mostalac, J.A. Lasheras, Colonia Victrix Mia Lepida-Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza) I. La Arquitectura de la casa de los Delfines, Zaragoza 1984; M. Beltrán, "Colonia Victrix Iulia Lepida/Celsa (Velilla de Ebro), Zaragoza, Campaña 1976-1978", NAH 9, 1980, pp. 407-19; Idem, Boletín del Museo de Zaragoza 2, 1983, pp. 225-6; 3, 1984, pp. 288-91; 4, 1985, pp. 308-11; 5, 1986, pp. 412-9; A. Domínguez, "Un pavimento de opus signinum en Velilla de Ebro", Estudios 2, 1973, pp. 139 y ss.; A. Mostalac, "La pintura murai romana de Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza), procedente de las excavaciones realizadas por la Real Academia de Bellas Artes de San Luis", Boletín del Museo de Zaragoza 2, 1983, pp. 109-48; J. Gómez Pan toja, "Colonia Victrix Iulia Celsa", Dialogui di Archeologia, ns.1-2, 1992, pp. 289-298. 4 ^ A. Domínguez, Las ce cas ibéricas del Valle del Ebro, Zaragoza 1979, pp. 118 y ss. 46 A. Villaronga, "Las monedas de Celse bilingües posiblemente acuñadas por los pompeyanos", Caesaraugusta 29-30, 1967, pp. 133 y ss.
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Cuando la colonia se fundó, se acuñaron monedas, emparentadas con otras de época republicana, que llevaban el letrero Col(onia) Vic(trix) Iul(ia) Lep(ida) o C.V.I.L. H epíteto lidia hace pensar que se trata de una fundación hecha conforme a los planes fundacionales de César, mientras que Victrix sugeriría el triunfo sobre los pompeyanos en las guerras civiles. No hay seguridad de la fecha de fundación de esta colonia 47 . El epíteto Lapida la relaciona con M. Emilio Lèpido, gobernador de la Citerior en el 48-47 y en el 44-42 a.C, que sería el conductor de la colonia, probablemente durante su segundo gobierno. La fundación debió de hacerse con gentes itálicas. El reajuste que se llevó a cabo en el mando de las legiones y las desmovilaciones producidas crearon un contingente importante de veteranos de César, que era preciso asentar. En este sentido no está de más prestar atención al hecho de que la onomástica de los magistrados monetales de la colonia encuentra sus paralelos más estrechos con la antroponimia de Italia que con la de la Península. Otra serie de monedas, fácilmente identificable por sus pesos, tipos y rótulos, se sitúa en época de Augusto y de Tiberio. En ella se ofrece la sustitución del rótulo Colonia Victrix Iulia Lepida por el de Colonia Victrix Iulia Celsa. Con el cambio de titulación la colonia recuperaba el nombre del asentamiento prerromano. El cambio no era aleatorio, ni obedecía, simplemente, a una moda. Parece más bien resultado de una damnatio memoriae derivada de la caída en desgracia de Lèpido, ocurrida en el 36 a.C. La colonia gozó de un periodo de prosperidad en consonancia con el potencial económico que brindaban los terrenos aluviales, aunque áridos, de la comarca en la que se asentaba la colonia. Por otra parte, la existencia de un puente de piedra, recordado por Estrabón (3,4,10), que franqueaba el Ebro por el territorio de la colonia y el hallazgo en tierras próximas de miliarios de época republicana y augustea48, ponen de manifiesto la existencia de un provechoso trazado viario que tenía a la colonia como paso obligado. La existencia del puente, aun en el supuesto de que su construcción requiriese las ayudas técnicas y económicas del Estado, indican que la colonia contaba con una boyante situación económica, que pudo verse incrementada con los beneficios derivados del paso de personas y mercancías por aquel lugar, una vez que se hubiese construido el puente. Tras la fundación de la colonia Caesaraugusta, los territorios del valle del Ebro bascularon sobre dos polos coloniales importantes, que fueron los impulsores de la romanidad en unas tierras cuyos habitantes eran llamados togati por Estabón. Pero conforme la romanización avanzaba en las tierras del valle medio del Ebro la importancia de Celsa fue decayendo lentamente. El auge alcanzado por la colonia de Caesaraugusta, designada, además, como sede de conventus, la posible acogida en ella de parte de la élite procedente de Celsa, unido a la aridez de lastierrassobre las que se asentaba, provocaron su declive y desaparición en época neroniana! También el asentamiento de Dertosa^9 se hallaba en un lugar estratégico de la desembocadura del Ebro, aunque sometida, inevitablemente, al azote de las inundaciones periódicas del río. Por él pasaba, además, la vía que desde Gades llevaba hasta Roma. Su 4/ H. Galsterer {Untersuchungen zum rómischen St'ddtewesen au} der Iberischen Halbinsel, Berlín 1971, p. 25) piensa que pudo tener lugar durante el primer mandato. Por el contrario, F. Vittinghoff (Ramisene Kolonisation und burgerrecht Politik, Wiesbaden 1952, p. 80, nota 3) se inclina por el segundo mandato. 48 Los miliarios son los recogidos en CIL II 4920-28. Véase también A. Beltrán, "Excavaciones arqueológicas en Fuentes de Ebro, Zaragoza", Caesaraugusta 17-18, 1957, pp. 9899. 49 A. García y Bellido, "Dos problemas de la romanización en España: las colonias Tarraco y Dertosa", Bol. de la Real Sociedad Arqueol. Tarraconense 77, 1962, pp. 3-25.
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territorio, constituido por tierras de aluvión, era rico para el cultivo, proporcionando a la comunidad una prosperidad que, no obstante, estuvo mediatizada por la prosperidad económica e importancia política de Tarraco. Las acuñaciones monetales del asentamiento, con una titulación en sus ases de Mun(icipium) Ribera lulia llercavonia y de Dert(osa) M(unicipium) H(ibera) Iul(ia) Rercavonia en sus semises, señalan una posible promoción cesariana, acorde con la utilización del epíteto lulia y con la metrología de las piezas que se remonta, según unos, al 45 a.C, y entre el 44/42 a.C. al 36/35 a.C, según otros50. Lo que ocurre es que con arreglo a los datos proporcionados por Plinio y a su forma de clasificar las comunidades, según categorías (colonias, municipios de derecho romano, latino viejo, etc.), cabe la posibilidad5 * de que Dertosa fuese una de las doce colonias con que contaba la provincia Citerior. En este sentido una inscripción, la CIL II4057, de época posterior a Plinio, la menciona como colonia. Si esto fuese así, se daría el caso de que, en un momento impreciso del periodo augusteo, el municipio de Dertosa alcanzó el estatuto de colonia. Acabadas las promociones o los castigos derivados de la participación o resistencia de las comunidades indígenas en los conflictos bélicos, el éxito de la promoción jurídica de cada comunidad dependía mucho del grado de romanización alcanzado por sus habitantes y efe las disponibilidades económicas, agrarias y mineras de la comarca en la que se asentaban. Hubo un conjunto de ciudades que por encontrarse junto al Ebro o en lugares no muy alejados del mismo disponían de sustanciosos recursos económicos y de un desarrollo urbanístico acorde con los mismos. Todo ello las capacitaba para recibir su promoción jurídica. Estos son los casos de las ciudades privilegiadas con el estatuto de municipios de derecho romano, de las que Plinio da noticia: Calagurris, Osea, Turiaso, Bilbilis e Ilerda. La primera, que fue firme baluarte de Sertorio y destruida por Pompeyo ultima caede et incendio, se recuperó con sorprendente celeridad. Ello hace pensar que su destrucción, posiblemente, no fuese total. No se conoce el momento en el que esta ciudad fue elevada a estatuto privilegiado. Las emisiones monetarias latinas de la ciudad no ayudan mucho al respecto. Las primeras emisiones latinas calagurritanas se consideran anteriores al 27 a. C ; las que llevan el letrero Augustus son posteriores a esta fecha. Pero fuera de esta valoración general no se conoce la fecha exacta en la que debería situarse la emisión de las monedas rotuladas con la leyenda Mun. Cal. o Mun. Cal. lulia, que nos presenta ya a la ciudad constituida en municipio. Es muy probable que la desmovilización de la guardia personal de calagurritanos que acompañaba a Octavio, ocurrida tras la batalla de Actiumy fuese acompañada con la concesión a los mismos de la ciudadanía romana y con la elevación a municipium de la ciudad de la que eran originarios5 2 . Osea, que también había sido un firme partidaria de Sertorio y, por ello, sufrió las consecuencias, aprovechó la coyuntura de la guerras civiles para ponerse, enseguida, del lado -50 M. Beltrán, F. Beltrán, "Numismática hispanorromana de la Tarraconense", Numisma 30, 161-164, 1980, pp. 9-98; L. Villaronga, Numismática antigua de Hispania, Barcelona, 1987 (2a éd.), p. 250. 5 * E. Albertini, Les divisions administratives de l'Espagne romaine, París 1923, pp. 6263. 5 ^ La fecha de las primeras emisiones monetales oscila entre unos momentos inmediatamente posteriores al 43 a.C, como opina A. Beltrán, Curso de Numismática, Cartagena 1950, p. 359, y el 29/28 a.C, como opina M. Grant, op. cit., p. 165. Véase también M. Ruiz Trapero, "Las acuñaciones hispano-romanas de Calagurris, su ordenación cronológica y su trascendencia histórica", ANE5, 1968, pp. 82-83.
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de César, a la espera de un trato favorable. Los denarios de Cn. Domicio Calvino, gobernador de la Citerior y vencedor de los Cerretanos en el 39 a.C, contienen la leyenda Vrbs Victrix Osea. El epíteto Victrix, que también aparece en la titulación de la Colonia Victrix lulia Lepida, pudo, quizás, adquirirlo después de la batalla de Lérida. Es posible, por tanto, que recibiese el estatuto municipal por mediación de Cn. Domicio Cal vino, aunque dicha circunstancia no se refleja de forma expresa en las monedas indicadas. Sólo en un cuadrante anterior al 23 a.C se constata las siglas M Vcomo indicativo de municipio53. De Turiasso, aunque las excavaciones hasta el momento realizadas sólo han proporcionado niveles arqueológicos correspondientes al municipio54, sabemos que fue un lugar importante y estratégico durante la conquista y que emitió una gran cantidad de moneda ibérica durante las guerras sertorianas. Situada como estaba en una comarca surcada por el río Queues y próxima a las minas de hierro, su importancia no disminuyó con la finalización de los conflictos. La ciudad pasó a emitir moneda latina con cabeza femenina y leyenda Silbis en el anverso, y estatua ecuestre y leyenda Turiasso en el reverso. Es una serie que M. Grant sitúa hacia el 31/28 a.C, que serían los momentos en los que la ciudad pasaría a ser municipio55. Pero se trata de una suposición que no se apoya en argumentos definitivos. Ante esta incertidumbre no puede cerrarse las puertas a la posibilidad de que este privilegio lo alcanzase en época augustea. En cualquier caso, las emisiones monetales de la serie tercera son las que contienen la leyenda Mun. Turiaso dentro de una laurea. Bilbilis fue una importante comunidad celtibérica que se había significado durante las guerras sertorianas. Pero el lugar en el que se asentaba la Bilbilis celtibérica56 era muy distinto de aquél que iba a ocupar la Bilbilis Italica. Las emisiones latinas corresponden a la segunda Esta ciudad inicia sus acuñaciones latinas, llevando sus monedas el jinete ibérico y la leyenda Bilbilis, en el anverso, e Italica en el reverso. Las monedas que llevan la leyenda Mun. Augusta Bilbilis son las que se cree que fueron acuñadas con posterioridad al 2 a.C. No obstante, en opinión de M. Grant, la promoción a municipio pudo tener lugar entre el 15 y 14 a.C 5 7 . La comunidad de lierai recibió su promoción a municipio de derecho romano en época de Augusto. Sus monedas dibujan la cabeza de Octavio con la leyenda Imp.Caesar Divi.F. o Imp.August.Divi.F'. y en el anverso la loba con el rotulo Mun.Ilerda, Municip. Uerda, Posiblemente en el 14 a.C. 58 . Caesaraugusta fue la fundación colonial más importante en las tierras del Valle del Ebro. Ocupó un lugar idòneo desde el que se controlaban los territorios situados al norte y
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M. Grant, op. cit. en nota anterior; A. Beltrán, "Las antiguas monedas oscenses", ATg ensola 4, 1950. 5 ^ G. Fatás, "Consideraciones sobre Tarazona en la Antigüedad", Miscelánea a A. Beltrán, Zaragoza 1975, pp. 197-212. 55 M.Grant, op. cit. en nota 52. 5 ° M.P. Galindo, A. Domínguez, "El yacimiento celtibérico romano de Valdeherrera (Calatayud, Zaragoza)", XVII CAN (Logroño 1983), Zaragoza 1985, pp. 585-602; F. Burillo, M. Ostale, art. cit, en nota 14. 57 M. Grant, op. cit. en nota 52; M. Martín Bueno, J.L. Jiménez, "Municipium Augusta Bilbilis: un nuevo ejemplo de adopción de esquemas preconcebidos en la arquitectura romana altoimperial", MCV 19, 1983, pp. 69-78. 5 8 Sobre la comunidad de Ilerda, véase F. Lara Peinado, "La Ilerda romana. Crítica histórica y relación de materiales romanos de Lérida", XI CAN (Mènda 1968), Zaragoza 1970, pp. 627-652; A. Perez i Almoguera, La Ciutat romana dllerda, Lérida 1984.
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sur del río, merced a la existencia de un puente que cruzaba el río. Era una pieza clave en el sistema de carreteras y sede administrativa del amplio convento que lleva su nombre. Caesaraugusta colonia immunis amne Ibero adfuso ubi oppidum antea vocatur Salduba (Plinio, NH 3,24) se fundó con veteranos de las legiones IV,VI y X, que habían combatido en las guerras cántabro-astures. La colonia se construyó en unas tierras llanas, conforme a un trazado que seguía las pautas típicas de un campamento. Dentro del espacio urbano se encontraban las casas y los edificios oficiales, de los que han quedado algunos restos59. En lo que se refiere a esta colonia hay varias cuestiones pendientes: su relación con la población preexistente del entorno y la fecha de fundación. En lo que hace al primer aspecto, el texto de Plinio, anteriormente indicado, especifica que la colonia se asentó ubi oppidum antea vocabatur Salduba. La expresión es susceptible de varias interpretaciones, según el sentido restrictivo o aproximativo que se dé al término ubi. Para una u otra acepción no tiene por qué resultar decisivo el hecho de que dentro del recinto urbano se hayan encontrado materiales prerromanos del siglo V a.C. y de la época ibérica60. De este hecho no debe sacarse la conclusión definitiva de que se hubiese dado la superposición efectiva del habitat romano sobre el prerromano. Es probable que el poblado indígena estuviese próximo. Así, los indígenas del poblado y los que estaban dentro del núcleo urbano de la colonia dedicados al sector servicios, pudieron seguir utilizando sus objetos e instrumentos tradicionales dentro del casco urbano. La interpretación que J. Arce 61 hace del pasaje de Estrabón (3,2,15) apunta hacia una estrecha coexistencia entre la población romana y algunos elementos indígenas que se irían incorporando a la población romana. La carencia de datos decisivos impide la unanimidad de los investigadores respecto de la fecha concreta de la fundación de esta colonia augustea. Cada autor se centra en un aspecto concreto. A. Beltrán62 utilizando datos numismáticos cree que tal evento tuvo lugar en el 24/23 a.C. Para tal suposición se apoya en los ases de Q. Lutatius y M. Fabius -otros autores los creen del 19 a.C 6 3 - en los que Augusto aparece con la cabeza desnuda, mientas que en otros, tomados como posteriores, está adornado con la corona de laurel, circunstancia ésta que la asocia a la adquisición de Octavio de la tribunicia potestas. Los datos numismáticos, que son de obligada utilización en esta cuestión, no están en condiciones de proporcionar una certidumbre cronológica incuestionable. Al lado de estas reflexiones, otros autores prestan atención a las referencias literarias ^ y Para una valoración de los restos exhumados y de los objetos encontrados véase A. Beltrán, "Caesaraugusta", Symposion de ciudades augusteas. I, Zaragoza 1976, pp. 219 y ss.; Idem, Historia de Zaragoza. La antigüedad, Zaragoza 1977; M. Beltrán, "Un corte estrati gráfico..." art. cit., pp. 86 ss.; G. Fatás, "De la extensión y el casco urbano de Caesaraugusta", Caesaraugusta 35-36, 1971-72, pp. 191 y ss. 60 Para estos materiales encontrados dentro del nucleo urbano de la ciudad véase M. Beltrán, Los orígenes de Zaragoza y la época de Augusto. listado actual de los conocimientos, Zaragoza 1983. 61 Véase al respecto J. Arce, Caesaraugusta, ciudad romana, Zaragoza 1979. 62 A. Beltrán, "Las monedas antiguas de Zaragoza", Numisma 6, 20, 1956, pp. 9 y ss.; Idem, "Caesaraugusta", Symposion..., op. cit., pp. 224-226. Sobre las monedas de la colonia véase también O. Gil Farrés, "La ceca de la colonia Caesaraugusta", Ampurias 13, 1951, pp. 65 y ss. " Véase al respecto M. Grant, op. cit. en nota 52; J.M. Navascués, "Cronología monetaria caesaraugustana", BRAH 168, 1971. Basándose también en datos numismáticos, considera que dicha fundación tuvo lugar en el 22 a. C. En razón a los testimonios arqueológicos, M. Beltrán, "Un corte estratigráfico..." art ciL, p. 95 sitúa la fundación en una fecha aproximada en tomo al 12 a. C.
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contenidas en Dión Casio (54,23,4) y en el monumentimi Ankynarum (82,119), que para el año 14 a.C. dice que Augusto fundó colonias in Africa, Sicilia, Macedonia, utraque Hispania. Apoyados en este texto creen que la fecha del 15/14 a.C., momento en el que parece que Augusto estuvo en Hispania64, es la apropiada para que el emperador procediese a la fundación de la colonia.
64 Para estas consideraciones sobre la fecha más probable de fundación, véase J. Arce, "La fundación de Caesaraugusta", Symposion de ciudades augústeas. II, Zaragoza 1976, p.117; Idem, op. cit., p. 34.
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Prof. Teja. En la primera sesión de este Coloquio creo que es obligado agradecer al Prof. Juan Santos, al Departamento y a todos los colaboradores y a la Universidad que han organizado este encuentro y reunido aquí a un grupo de notables especialistas que, sin duda, van a proporcionar un encuentro y una posterior publicación de enorme interés sobre el tema de la municipalización romana en Hispania. Con toda seguridad va a constituir -una vez que vea la luz la publicación- un hito fundamental e importante en el estudio y en los avances sobre este tema por mucho tiempo. Están aquí reunidos especialistas de prácticamente todo el Occidente romano, de la Península Ibérica, de la Gallia, de Italia y representantes de casi todos los pueblos de estas regiones. Vamos a empezar en primer lugar con el representante de nuestra vecina Aquitania, con el Prof. Roddaz, que trayéndonos los aires de la patria de Ausonio va a comenzar el Coloquio ofreciéndonos el tema de la fundación de colonias entre César y Augusto. Prof. Le Roux. Je voudrais faire un commentaire général à propos de la communication de J. M. Roddaz. H a bien mis en valeur l'importance du second triumvirat, trop longtemps défini comme une simple période de transition; il nous a aussi permis de réfléchir à l'activité de Lèpide, même s'il nous a surtout proposé des exemples extérieurs à la péninsule (mais il peut peut-être évoquer maintenant des décisions concernant l'Hispanie?). Son exposé soulève aussi une question méthodologique importante, celle des apports de l'observation des faits archéologiques pour des questions qui touchent surtout au droit et à la politique (Je pense, cependant, qu'il a paradoxalement un peu négligé l'aspect culturel qui est pourtant essentiel pour qui veut approcher la romanisation). Précisément, jusqu'à quel point la documentation archéologique est-elle susceptible de nous apporter des réponses sur le droit et sur la société plutôt que sur l'évolution culturelle d'une communauté? Prof. Roddaz. D'abord je remercie P. Le Roux de son intervention. Sur le premier point, c'est-à-dire sur le problème de l'action de Lèpide en Espagne, je n'ai aucune preuve concrète d'une activité particulière, dans un domaine précis, de Lèpide pendant son séjour dans la Péninsule Ibérique. Je veux seulement insister sur un point: l'action de Lèpide a été probablement très importante entre le moment où il quitte Rome à la fin de 44 jusqu'au moment où il retourne en Gaule Narbonnaise après la guerre de Modène, et, s'il y a eu des initiatives de sa part, c'est pendant cette période qu'il faut les situer puisque nous savons qu'après l'accord de Bologne, Lèpide reste à Rome et gouverne la Péninsule Ibérique par l'intermédiaire de ses légats. C'est donc entre 44 et 43 qu'il y a une activité de Lèpide. Je
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n'ai aucun texte qui tend à prouver que telle fondation doit lui être attribuée, mais je pense qu'il faut quand même réfléchir sur le cas de Carthago Nova. Je rappelle à titre d'exemple que la fondation de Lyon à l'origine est due à une initiative de Plancus, mais aussi de Lèpide. Dans le même sens, nous venons de découvrir un certain nombre de documents concernant l'Afrique qui montrent l'activité de Lepide sur une période un peu plus longue, pendant son gouvernement de la province. Je crois donc qu'en ce qui concerne la Péninsule Ibérique, nous ne devons pas négliger l'activité de Lèpide, d' autant qu'une partie de ses réalisations -nous le savons- a été, par la suite, effacée par Octavien-Auguste. Le deuxième aspect intéressant concerne l'apport de l'archéologie d'autant que nous sommes ici dans un colloque qui rassemble surtout des historiens. Je crois qu'à l'heure actuelle sur les problèmes que nous traitons, c'est-à-dire ceux des colonies et des municipes, nous ferons des progrès décisifs si nous tenons compte des données de l'archéologie. Quand je dis des données de l'archéologie, cela comprend les résultats de la numismatique, de l'épigraphie, mais également l'étude des territoires et du développement urbain. Je crois qu'un historien ne peut pas se passer de ce type d'information. L'archéologie est un élément qui doit aider à la compréhension de l'histoire - à la limite et pour être provocateur-je dirais que l'archéologie est une science auxiliaire de l'histoire qui permet de mieux la connaître, mais nous ne pouvons plus aborder des questions importantes sans tenir compte des données de l'archéologie et sans confronter ces données archéologiques avec nos textes littéraires parce que ce sont bien souvent les données de l'archéologie qui éclairent nos sources littéraires. P. Le Roux a bien fait de souligner également que je n'ai pas insisté sur les aspects culturels, mais le temps me manquait et cela ne veut pas dire que ces données ne sont pas fondamentales. J'ignore si j'ai répondu à toutes les interrogations. Certainement pas et j'attends précisément des archéologues qu'ils fournissent quelques réponses. Prof. Le Roux. L'esprit de ma question est un peu différent. Je me demande jusqu'à quel point il est légitime d'attendre de documents muets des données sur le droit et la société, ce qui ne veut pas dire queje récuse l'utilité et l'intérêt - au contraire - de l'activité archéologique que j'assimile principalement à la fouille et à la prospection. Dans quelle mesure, donc, les sources archéologiques peuvent-elles nous fournir des éléments originaux de réflexion sur les problèmes qui nous concernent en dehors d'une appréciation des faciès culturels des groupes en voie d'intégration? Prof. Roddaz. Effectivement le problème se trouve à ce niveau-là, mais à partir du moment où nous considérons que les données numismatiques, les données épigraphiques sont des éléments qui font partie du domaine de l'archéologie, l'archéologie intervient là aussi. De même, je crois qu'un certain nombre de chercheurs espagnols, allemands et français ont bien étudié les problèmes des développements urbanistiques avec leurs aspects idéologiques. Je crois que dans ce domaine il y a un lien étroit entre le développement urbanistique des cités, l'aménagement d'un certain nombre de centres à la fois civils et religieux, qu'il y a un rapport entre transformation des cités et statut des cités et cela on ne peut pas le négliger. Prof. Abascal. En relación con Carthago Nova, la ciudad tiene un periodo db abandono de minas a comienzos del siglo I a. C. según Domergue, y en principio parece irrefutable esta fecha. En cambio, la epigrafía monumental de la ciudad es muy posterior y en el momento actual de nuestros conocimientos no parece justificado llevarla más allá de Augusto. Quizás dentro de veinte años, con criterios paleográficos muy depurados, se pueda datar de otra manera; hoy por hoy es aconsejable relacionarlo con Augusto. Además, el
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programa de patronos de Carthago Nova es un programa augusteo, de la familia de Augusto, y en principio no hay ningún elemento que permita ir más atrás de una fecha del 26-27 a.C. como caso extremo. No creo que se pueda utilizar Carthago Nova en la discusión que se ha planteado. Prof. Mangas. Dos cuestiones: una más bien con carácter de información complementaria. Estoy de acuerdo con la observación que se hacía sobre Labitolosa y, en este sentido, creo que efectivamente van apareciendo más datos en esta misma línea que usted planteaba, como es por ejemplo el caso de Asturica Augusta, con excavaciones no publicadas desde hace cuatro o cinco años. Todos los que han visitado As torga en estos últimos años habrán visto que allí hay restos de un foro y un templo de época de Augusto y que, por lo tanto, hay una ciudad claramente documentada arqueológicamente, cuando sabemos que todavía no es una ciudad con estatuto privilegiado, al menos por lo que ahora decimos. Es una cuestión que reforzaría lo que antes había dicho; hay más datos en este sentido. La otra cuestión complementaria es la de Sexto Pompeyo, coincidiendo con el período del triumvirato. Hay monedas, como saben bien, de Sexto Pompeyo cuyas emisiones -si no me equivoco- coinciden con ciudades que antes venían emitiendo y hay otros casos en que no hay tal coincidencia. Es decir, de algún modo ¿se puede ver alguna ruptura en la intervención de Sexto Pompeyo, que se está moviendo por ámbitos distintos de la Península Ibérica, en lo que afecta sobre todo a las ciudades y a la intervención de lo que puede ser la política triumviral con respecto a las ciudades? Prof. Roddaz. Sur les interventions de Sextus Pompeius. Je crois qu'on a une chronologie assez précise de l'intervention de Sextus Pompeius dans la vallée de l'Ebre. La date limite est à la fin de l'année 44 quand il y a un traité (nous connaissons les textes qui nous disent qu'il y a un accord passé entre Lèpide et Sextus Pompeius qui met fin à l'aventure de Sextus Pompeius dans cette région). Quant aux émissions monétaires, elles sont bien datées. La thèse queje défends est qu'avoir quitté la province d'Ultérieure, Sextus Pompeius se réfugia dans le nord où il mena victorieusement un certain nombre d'actions mili taires et Lèpide fut amené à traiter avec lui; la fondation de Lepida Celsa est liée à ces événements et répond au souci de combattre les influences pompéiennes dans cette région et en particulier dans la moyenne vallée de l'Ebre. Prof. Le Roux. Voy a hacer una pregunta muy sencilla al Prof. Mangas, aunque no haya presentado todavía su ponencia. ¿Le parece posible que Asturica Augusta haya tenido el estatuto latino desde Augusto? Prof. Mangas. En principio no me parece imposible. Tendríamos que tomar todo el problema de la latinización desde el 90 a.C. y ver toda la trayectoria de la latinización en Hispania y toda la comprensión de términos de Plinio, ver si todas las referencias de Plinio (ahí está el artículo de oppida civium Romanorum) que nos definen claramente estatutos de municipio o de colonia y esos otros que pueden ser situaciones distintas. Hay problemas del tipo ¿qué hacen unos ciudadanos romanos o qué hacen unos ciudadanos latinos en una comunidad que no tiene ningún estatuto privilegiado? ¿Cómo ejercen sus derechos sin tener una relación con la tierra? El estatuto de la ciudad está implicando un cambio en la transformación del estatuto también de la tierra. Hay un problema que tenemos pendiente entre historiadores y juristas, que creo que nunca se ha abordado frontalmente. Los juristas hacen sus razonamientos de derecho en abstracto, sobre todo teniendo muy en cuenta Italia, pero no siempre las aplicaciones jurídicas son iguales en ámbitos provinciales. Entonces el
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problema se plantea en ámbitos provinciales (no digo ya para estos momentos, sino incluso para época republicana): el hecho de que hayamos perdido parte de la obra de Livio referida al siglo II a.C. y que tengamos un vacío de información muy grande hasta las guerras celtibérico-lusitanas. Para ese momento hay una información mayor que tampoco es completada por la obra de Plinio. Preguntaría a mi vez: ¿sólo tenemos a las colonias latinas que conocemos por los autores que tratan sobre el período republicano o hay más colonias latinas en Hispania?, ¿las lagunas de la obra de Livio nos están dando una visión deformada? Por eso pienso que es un problema muy complejo y podría ser el tema de un coloquio. Es un problema a tratar en época republicana, a comienzos del Imperio, en época de Augusto e ir viendo cómo funciona. Creo que es una cuestión central porque puede ser que estemos dando vueltas a lo mismo y haya más datos que incorporar al razonamiento tradicional. Prof. Abascal. Quisiera intervenir a propósito de un tema que ha salido varias veces a lo largo de esta mañana y que acaba de salir ahora: los famosos conventus cimurri Romanorum. Es una terminología que empleamos peligrosamente, de manera muy suicida, porque, al margen de la connotación jurídica que pueda tener, nosotros estamos empleando el término en la Península Ibérica para definir a grupos de colonos con plenos derechos romanos asentados en ámbitos de población peregrina. Este es el significado con el que estamos viendo conventus civium Romanorum en la Bética o con el que se ha intentado buscar en Carthago Nova, etc. Incluso alguna publicación reciente ha llegado a suponer un conventus de este tipo en Ampurias, cuando no hay ninguna fuente literaria que lo demuestre. En principio tendríamos que asumir que conventus civium Romanorum es cualquier agrupación de dos o más ciudadanos romanos que residen ocasionalmente, por razones funcionariales o económicas, en cualquier localidad de la Península Ibérica privilegiada o no privilegiada. Estos señores están adscritos a un censo local de su ciudad de origen, es decir, que tienen una tribu, una ciudadanía. Buscarles una relación con el entorno en que viven quizás no sea necesario. Tienen una relación evidente con su lugar de origen. En cualquier caso, ¿hasta qué punto estas situaciones se sancionan jurídicamente? Quizás esto nos pueda poner el tema en relación con el retraso al que se ha aludido en la intervención del Prof. Roddaz sobre las evidencias urbanísticas y cómo con evidencias urbanísticas muy antiguas no llegan las promociones jurídicas hasta la época flavia, por ejemplo el caso de Labitolosa. Este es un problema general en toda la costa -en la costa de Murcia, de Alicante, etc.-: hay enclaves con ciudadanos en inscripciones con seguridad augusteas, quizás en algunos casos überianas, que no están incluidos en entidades jurídicas en fechas tan antiguas. ¿Qué quiere decir? ¿Estos señores están funcionando como un conventusl Quizás simplemente están residiendo en un territorio en el que todavía no hay una necesidad jurídica de realizar una promoción municipal o de otro tipo. En mi opinión, la promoción jurídica llega cuando parte de la comunidad la necesita, pero estos ciudadanos no la necesitan en absoluto: estos ciudadanos disfrutan de unos derechos de origen y no necesitan adquirir unos derechos generalmente secundarios en un lugar de destino: una ciudadanía en una ciudad hispana no es un derecho envidiable para un individuo que la tiene ya en un censo de una localidad itálica. En principio esto podría justificar el retraso entre una actividad edilicia antigua con respecto a una promoción jurídica de época flavia o incluso posterior. Es decir, que no es un caso único el de Labitolosa. El Prof. Mangas ha citado Asturica Augusta: probablemente es un caso a discutir, pero sería uno de los ejemplos; quizás el caso de Toletum se podría incluir también en esta serie, me imagino, y otros muchos en toda la Península; es decir, obras de monumentalización antiguas y promociones jurídicas tardías. ¿Qué está pasando aquí? ¿durante cuarenta o cincuenta años realmente hay una renuncia expresa de la población a
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reclamar una transformación jurídica? ¿Realmente hay un freno del legislador para llevar a cabo la transformación jurídica cuando esta gente lo pide o, por el contrario, simplemente no hay demanda, porque las personas a las que podría beneficiar esto disfrutan ya del privilegio en relación con su ciudadanía de origen? Prof. Mangas. Es una cuestión en esta misma línea, simplemente para ampliar, porque creo que el Prof. Roddaz ha planteado una cuestión muy importante y si le podemos sacar un poco más de punta... En época republicana nos encontramos con situaciones como por ejemplo la dada a conocer recientemente por Ramallo de Murcia: un templo romano hecho con materiales (hasta las tejas) traídos de Lacio en una ciudad de Murcia cerca de Caravaca (creo que es Asso), en una ciudad que, en ese momento, tenía un estatuto peregrino. Es decir, un modelo templario romano en una ciudad con estatuto peregrino en torno al 160 a. C , en fechas muy tempranas. En las excavaciones de Sagunto, una ciudad con estatuto peregrino, estamos también ante templos del 120 a.C, y así encontramos cada vez más informaciones de este tipo con intervenciones urbanísticas en ciudades con estatuto peregrino. El templo de Sagunto aparece asociado a unas estatuillas de divinidades grecoromanas; entonces parece que podría tratarse de un culto de origen greco-romano. Pero en el caso de Asso podría tratarse de una divinidad indígena y es un fenómeno parecido al estudiado por Nicolini: en un santuario ibérico (Despeñaperros, Cerro de los Santos,...) una implantación de un modelo templario romano en época republicana. Es decir, que puede haber intervenciones urbanísticas que respondan a la vez a la intervención de modelos ideológicos romanos, como puede ser la presencia de un dios o sin más a fenómenos de imitación de las poblaciones locales: es una cuestión de la que tenemos muchos ejemplos en la Italia republicana, de ciudades que no han sido todavía conquistadas ni son colonias griegas y que tienen templos siguiendo modelos griegos. Ese modelo de comportamiento puede esperarse también en Hispania. Prof. Abascal. Es una dedicación de uno de los personajes que aparecen en los famosos sellos de plomo, en las barras de plomo. Yo úmcamente quería poner -si se puedepunto final a esta cuestión, quizás con un planteamiento sintético. A lo mejor podríamos estar de acuerdo todos en que la promoción jurídica conlleva la monumentalización, pero que ésta no conlleva la promoción jurídica. A lo mejor podríamos ponemos de acuerdo en torno a esta idea, es decir, la evidencia arqueológica está allí, no la podemos negar, no tenemos argumentos para asociarla a la forma jurídica, pero sí sabemos que, cuando hay una forma jurídica, hay monumentalización detrás. Prof. Roddaz. Oui, je suis tout à fait d'accord avec ce que viennent de dire les Profs. Abascal et Mangas. D'abord, sur le fait qu'il y a interaction entre les différents facteurs, mais qu'il est bien évident que la promotion juridique est un argument incitatif à la monumentalisation. Ce que je voulais montrer lorsque je donnais l'exemple de Labitolosa, c'est que le contraire n'est pas forcément vrai, c'est-à-dire que ce n'est pas parce qu'on a des traces à l'époque augustéenne d'un début de monumentalisation dans un certain nombre
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imposé au détriment d'un centre monumental augustéen. Alors qu'il y a vingt ans nous pensions que le lien entre promotion municipale et urbanisme était évident et pour ainsi dire automatique, nous commençons à mettre en question cette "règle". Un accident, un tremblement de terre ont pu intervenir pour expliquer cette reconstruction à moins d'un siècle de distance et aussi la promotion juridique. Mais, outre une question de circonstances, il y a les enseignements qu'on a le droit ou non de tirer de la monumentalisation en rapport avec une promotion juridique. On devrait convenir que pour les villes augustéennes le lien est sans doute moins contraignant que pour bon nombre de cités flaviennes, parce qu'à l'époque augustéenne le contexte politique et culturel pousse à l'adoption des modèles romains. Il faut donc rester prudent avant de conclure systématiquement, sur la base des édifices et de l'urbanisme, à un statut municipal. La chronologie est sûrement à prendre en compte en fonction des histoires locales. Prof. Teja. No quisiera alargar indefinidamente este tema, pero, ya que ha surgido, podría añadir que en el caso de Iuliobriga tenemos un foro monumental de época augústea en una ciudad en la que no hay ningún otro síntoma de que sea municipio. Personalmente pienso que es un municipio de época flavia, pero tiene foro y monumentalidad de época augústea. Prof. Abascal. Voy a sacar un tema que también ha salido esta mañana y que muchos de nosotros tenemos en la cabeza y es si realmente se están produciendo cambios en el estatuto jurídico, cambios sobre la marcha del estatuto jurídico. Le Roux acaba de hacer una reflexión en este sentido; esta mañana se han hecho también algunas observaciones y pregunto -porque yo tampoco lo sé- ¿está tan claro que una comunidad en el curso de su historia lleve a cabo transformaciones jurídicas, si no es en los casos que explícitamente conocemos por las fuentes, es decir, casos muy concretos? ¿Es posible admitir estos cambios de una manera generalizada? Plinio da una información: el caso de Dertosa por ejemplo, Dertosa como colonia, Dertosa con evidencias epigráficas del municipio; el caso de Palma y Pollentia, por ejemplo, con evidencias de fundaciones coloniales, evidencias epigráficas posteriores en régimen municipal. ¿Es posible admitir de manera genérica estos cambios? y, si se están produciendo, ¿por qué y cuándo? Yo preguntaría a los ponentes de esta mañana si en el régimen de los últimos años de la República hay algún elemento que haga presagiar una transformación de este upo sobre enclaves antiguos que ya tenían un privilegio anterior y que aparecen a comienzos del principado en un régimen completamente distinto. ¿Qué ha pasado ahí para que se haya producido esa permuta? Prof. Roldan. La cuestión es muy sencilla: nada impide que no sea así, pero desgraciadamente no tenemos los datos. Más claro no puede ser. Prof. Roddaz D'abord je voudrais souligner combien est stimulante la communication du Prof. Richardson sur un certain nombre de problèmes concernant la fondation de la province de Lusitanie, mais je voudrais faire quelques remarques. Le dossier dEmerita Augusta ne sera probablement jamais clos et l'on continuera heureusement à écrire des pages sur la fondation d'Emerita Augusta. On parle de la colonia Emerita Augusta, mais il n'y a aucun document qui nous prouve que la colonie dEmerita s'appelait Augusta au moment de sa fondation. Les émissions monétaires de Carisius qui mentionnaient Augusta ne sont pas les émissions monétaires de la première série, mais de la deuxième ou de la troisième série. Par ailleurs, nous avons, en ce qui concerne Emerita Augusta et la période de la fondation, une inscription qui est bien datée. C'est l'inscription du théâtre: Marcus Agrippa
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Lucifilius consul tertium tribunicia potestate tertia. La troisième puissance tribuni tienne dAgrippa correspond à l'année 16. En 16, Marcus Agrippa n'est pas à Emerita Augusta, il est en Orient. Pourquoi sur le théâtre dEmerita Augusta avons nous la référence à cette date? Je n'ai pas de réponses, mais je pose la question et je dis que, en ce qui concerne Emerita Augusta, nous avons un dossier, mais il y a énormément de questions qui ne sont pas réglées, étant donné que nous ne pouvons en aucun cas faire confiance au témoignage de Dion Cassius qui est, de toutes façons, toujours approximatif sur la chronologie. Prof. Richardson. I think it is an extremely interesting suggestion and it is of course true that there are no direct descriptions of Ementa as Emérita Augusta before the inscription to which Prof. Roddaz has referred. However, the whole businness of the name of Emerita Augusta is of course one of great interest, not least because at some point it is first of all called Emerita. At the point of which it is called Ementa, I would suggest, it was already a settlement of discharged soldiers {emeriti) and thence the name. What we do not know is if it was called Emerita Augusta at the time that the coins of Carisius were struck and this of course is before the inscription to which Prof. Roddaz has referred. I suspect that it probably was not, because if so, I would have expected that Carisius would have said Emèrita Augusta in large letters on his coins. He does call himself legatus Augusti on his coins. So, we may have here what I suppose one would call a double foundation, that the settlement was founded by Carisius and called Emerita, but that it was not until the presents for the second time of the Emperor within the province that it acquired the name of Augusta. This is speculation, but I think it is a quite fruitful speculation. Prof. Le Roux. Il ne faut pas suspecter tous les textes de déformation et d'erreur quel que soit leur propos. Les inscriptions vont dans le même sens que Dion Cassius s'agissant $ Augusta Emerita. L'épigraphie, durant tout le I e r siècle privilégie le nom dAugusta Emerita. Ce n'est qu'à partir du Ile siècle op?Emerita seul s'impose. Le texte de Dion Cassius doit être compris comme l'indication de l'acte inaugural, de la décision et de l'accomplissement des rites; il ne veut pas dire qu'une ville s'était bâtie en un jour. Il n'empêche que son nom dAugusta a une valeur particulière dès l'origine, que corroborent les monnaies et les inscriptions. L'article du regretté Prof. Forni (dans le colloque Augusta Emerita de 1976) a bien établi les données sur ce point et je pense que c'est tout simplement le fait que c'était la première colonie fondée par Auguste dans la péninsule, au lendemain de ses premières campagnes victorieuses comme empereur, qui a motivé cette appellation originelle. Je voudrais aussi insister sur un point de la communication du Prof. Richardson. Il a bien montré le nouvel état d'esprit de l'administration augustéenne et l'évolution consécutive du terme même de provincia. Toutefois, il me semble que la coupure a été moins décisive qu'il ne semblait le suggérer. Dans la péninsule Ibérique elle-même, nous avons l'exemple de fluctuations possibles et de créations éphémères. Avec G. Alfòldy, on doit en effet admettre désormais que la nouvelle province de Caracalla, de durée limitée, était sans doute une province procuratorienne englobant, je crois, les deux conventus de Callaecia. La nouvelle Hispanie Citérieure n'était alors que la province augustéenne amputée de la province équestre, ce qui va bien avec ce que nous savons de la distribution des garnisons. Cela veut dire, comme le signale aussi le rattachement temporaire de la Bétique à la Citérieure sous Marc Aurèle pour cause d'invasion des Maures, que la notion de province n'avait pas cessé d'être ce qu'elle était à l'époque républicaine: un territoire confié temporairement à un magistrat romain, susceptible d'être remis en question dans sa configuration en cas de troubles ou de nécessité.
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Prof. Richardson. I agree. Prof. Prieto. Yo quería introducir un tema que de alguna manera puede servir para las comunicaciones de la mañana. Por una parte creo que no hay que olvidar que las provincias Ulterior y Citerior son de las primeras que se crean por parte de Roma, por lo tanto son un laboratorio perenne de cambios y hay que hablar con cierta precaución de colonia como algo fijo e inmutable, dado que las cosas van evolucionando en el derecho romano, que no es fijo e inmutable, sino que evoluciona sobre todo y más en la época republicana. Otra cosa es ¿qué ocurre con las llamadas colonias del siglo II? Se ha hecho una enumeración de ejemplos: Palma, Pollentia, etc. ¿Estas son colonias o no son colonias? Realmente, ¿hasta qué punto se sigue diciendo lo mismo o habría que matizar? Creo que este aspecto es importante. ¿Cómo terminan las colonias del siglo I o las llamadas colonias antes de Augusto? Después también creo que una cosa que se está repitiendo mucho es la palabra colonia y de las funciones de las colonias se desprenden papeles más o menos importantes. Por ejemplo, hay colonias que se llaman inmunes. ¿Hasta qué punto son iguales o hay diferencias, hasta qué punto habría que matizar? Después tenemos otro problema parecido, es decir, ¿qué papel juegan las colonias que son capitales de conventos frente a las que no lo son o a las colonias capitales de provincia? Es decir, hay una tipología de colonias que juegan un papel diferente unas con otras y, si se quiere, en última instancia tenemos un ejemplo en Francia que nos puede servir, es decir, ¿cómo se administran las provincias antes de que surjan tantas ciudades?, ¿hasta qué punto las colonias juegan un papel importante de control de territorios amplios y entran en una categoría de subdivisiones jurídicas con otras? Hemos hablado de municipios, pero, por ejemplo, tenemos citada en Plinio la palabra contribuía: ¿qué significa? ¿contributa con respecto a qué? Este sería un tema sobre el que vale la pena reflexionar sobre todo en época republicana. Prof. Abascal. Yo he sacado el tema antes con el ánimo de crear polémica, pero no he sido secundado. Visto que lo vuelve a sacar ahora Alberto Prieto, voy a insistir sobre ello dando mi perspectiva. Yo estoy convencido -y no soy el primero que lo ha dicho- que el derecho romano en su aplicación sobre las formas jurídicas locales o las entidades locales experimenta ciertos grados de flexibilización en doscientos años. Esto es algo claro para todos, ¿verdad? Es decir, el imperium concedido a los generales que fundan colonias en el siglo II puede o no puede ajustarse estrictamente al derecho romano y en determinado momento estos trabajos se enmiendan en fechas posteriores. Es algo parecido a lo que podemos encontrar en la aplicación estricta de la ley de Urso. El hábito epigráfico en Hispania romana contradice en algunos momentos las disposiciones de la lex Ursonensis; hay algunos textos que la contradicen. En la práctica epigráfica en otras zonas de Hispania hay evidencias que van en contra de lo estipulado por las leyes y del incumplimiento manifiesto de estas leyes es evidencia el último capítulo de la ley de Imi. Es decir, que hay unos factores correctores permanentes que periódicamente afloran en el derecho romano para ir ajustando los desfases que se van produciendo en el régimen local tanto municipal como colonial en la Península Ibérica. En este sentido, yo saqué el tema en su momento pensando que podríamos entrar al trapo -perdón por el símil taurino- desde esa perspectiva, es decir, fundaciones coloniales del siglo II (caso de Palma, Pollentia, etc.) que en su momento son deductiones de veteranos plenamente justificadas o asentamientos en el caso de Palma y Pollentia de población peninsular, como dicen las fuentes, y que en un momento determinado son igualadas por el derecho con otras comunidades a las que se han de aplicar medidas similares: un salto al
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régimen municipal. Mi pregunta era ¿qué es exactamente lo que provoca ese salto? Hay algo evidente ahí, hay un escollo, hay algo que impide un funcionamiento normal de estas entidades y que obliga al legislador en un determinado momento a alterar el régimen jurídico de estos centros. El caso de Dertosa: Dertosa no es una confusión de las fuentes; las fuentes son contradictorias en muchas cosas, pero, cuando expresan el régimen jurídico de un enclave, rara vez se equivocan. La práctica indica que, aunque desconfiemos de ello, tarde o temprano tenemos que acabar dando la razón a la fuente literaria correspondiente. En principio hay algo que hay que sopesar ahí y en este sentido yo querría introducir la figura de César y volver otra vez a plantear el tema desde el principio. ¿Hasta qué punto en época cesariana, coincidiendo con la lex Ursonensis y quizás con el estatuto de Ampurias, se produce una transformación de otras entidades que disfrutaban de un régimen distinto hasta esta época y que son igualadas en el derecho a otras comunidades hispanas que en esos momentos están recibiendo los mismos privilegios? ¿Hasta qué punto se puede llegar a pensar que César enmienda la plana, corrige una actuación jurídica de ciento y pico años antes, para llegar a un resultado distinto, aun a sabiendas de que ese resultado será enmendado por alguien que vaya detrás de él en el mismo plano de actuaciones? Prof. Wulff. Yo voy a decir una cosa muy breve. En cuestiones de estatutos jurídicos me he referido muchas veces esta mañana a la expresión "es mi impresión" porque hay cosas que son mi impresión. La ley de Urso la podemos interpretar de muchas maneras. Mi impresión sobre el tema es que desde luego entre César y Augusto -y los utilizo como si fueran la misma persona- se acaba con el cachondeo, por decirlo así en términos claros: se acaba con "aquí hay una ciudad que yo no sé qué es". Ya se sabe qué es esa ciudad y eso significa una determinación de los estatutos tan precisa como lo que supone de cara a la ciudadanía romana el siglo II a.C. desde este punto de vista. De la misma manera que en el siglo II a.C., cuando la ciudadanía romana tiene una validez práctica impresionante -no una validez honorífica, sino práctica-, no se puede permitir la existencia de civitas sine suffragio y hay una tendencia a la unidad, tampoco César y Augusto se van a poder permitir la existencia de un conjunto complejo de estatutos. Ahora ya sé que tengo que ceder la palabra al Prof. Galsterer que tengo a mi lado, porque este es su tema. Hay una ley unificadora y cuál es el nivel. Se dice que Urso se contradice con otras cosas, pero se puede plantear la base que plantean por ejemplo el propio Gabba y otras personas, que la ley de Urso no es más que una adaptación de una serie de normas que existen y que esta adaptación se hace razonablemente, por ejemplo, como he señalado, se le da a los duumviri un poder militar. Esto lo dice Gabba; yo no digo que sea así, pero pienso que hay posibilidades de adaptación. Mi punto de vista es que se produce con César y Augusto un cambio tan claro que ya se sabe qué es lo que es en el imperio, en cada uno de los casos y, si se van a producir confusiones después, para esto están las leyes, eso no va a implicar que eso no sirva, implica simplemente que no es perfecto, como por suerte ninguna ley. Esa digamos es mi impresión, pero no sé si eso sirve para añadir algo de debate a lo que se plantea, que me parece un problema importantísimo. A partir de César y Augusto las maneras de entrar en la ciudadanía romana -para mí- van a ser la entrada vía del ejército (me da igual que sea César o Augusto o poco después) y las entradas individuales vía latinidad o las entradas individuales de concesiones o que a un emperador le diera la gana hacer otra cosa, pero eso obviamente es otra cosa. Las entradas normales son así. Es un proceso ya de restricción. Prof. Teja. Es un proceso de normalización. A mí -que soy bastante profano en este tema- me da la impresión de que efectivamente con César y Augusto cambia el planteamiento jurídico, es decir, situaciones que se habían ido creando de una manera
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experimental, coyuntural, daban lugar a situaciones de estatuto colectivo o individual que iban surgiendo sobre la marcha en la práctica jurídica romana; se trata de normalizarlas y generalizarlas dentro de un marco inteligible y captable por todos. Prof. Wulff. Estoy totalmente de acuerdo contigo, pero creo que todos estamos pensando en las famosas escaleras a la ciudadanía: quiero decir, no hay escaleras a la ciudadanía; eso es evidente y lo dice ya todo el mundo. Eso no supone que se esté abriendo una escalera legal a la ciudadanía a partir de la latinidad. Está claro quién es el subdito y quién es el señor y luego hay pocos estatutos, pero está claro -desde mi punto de vistaquién es el subdito y quién es el señor y, en este sentido, el subdito lo tendrá difícil. Prof. Rodríguez Neila. Creo que hace un momento se ha utilizado la palabra clave para enfocar en términos generales lo que sucede en la época de César y Augusto: "clarificación". Hay que tener en cuenta que se parte de un hecho evidente que es una guerra y una guerra es, o puede ser, una situación coyunturalmente muy favorable para replantear cosas. La guerra civil reúne todo eso. Clarificación por ejemplo en cuanto a la estructura estatutaria de determinadas comunidades, clarificación en cuanto a los estatutos de determinados grupos indígenas. Aquí se está hablando de colonias, de estatutos, pero esa clarificación ha debido de abarcar no solamente a las poblaciones asentadas en los núcleos coloniales, sino también a un sector muy importante, la población rural, que queda en cierto modo desdibujado por el peso social, la progresión cultural y la proyección políticoadministrativa de las colonias. En la ponencia del Prof. Roddaz esta mañana creo que se ha puesto el acento en dos cuestiones importantes. Una es que la colonización de la Bética quizá no tenga una incidencia tan decisiva en cuanto a mutar radicalmente toda la situación del mundo rural, que no ha modificado de una manera tajante elementos que quizá estaban presentes desde antes. Pongo el acento por ejemplo en el propio estatuto de Urso, al que se está haciendo referencia, que mantiene elementos estructurales del paisaje agrario anterior a la existencia ds la colonia: vías, fosas, caminos. Yo me planteo si Urso fue una ciudad enemiga de César y con una enemistad visceral hacia él que procediera de la condición estatutaria de sus defensores. Si en algunos casos, en algunas de estas colonias, ya hay una implantación precolonial romana muy fuerte; es decir, la población colonial romana que se asentó aquí en el siglo II y en la primera mitad del siglo I a.C. ¿dónde ha estado? Aquí se ha hecho referencia al tema de la urbanización anterior a la municipalización y eso es evidente. Hace unas semanas, en el congreso de Toledo, y a raíz de una intervención mía, salió a colación el tema de la continuidad de elementos de la administración pre-mimicipal. Es evidente que quizás esa fase "César-Augusto" haya sido una fase de clarificación en muchos aspectos. La cuestión, por ejemplo, del estatuto jurídico del suelo: las primeras evidencias sobre una organización cnpagi aparecen a partir de Augusto. Que la funcionalidad de las colonias no haya sido simplemente instalar gente, sino también articular una organización del espacio circundante es algo que estatutariamente está reconocido en el reglamento de Urso, porque, si en él se está hablando de contributi, a este elemento poblacional se le está dando una funcionalidad, un reconocimiento en el contexto de una transformación colonial que, quizá, desde el punto de vista de la población autóctona, no haya sido tan drástica. Hay unas preexistencias en cuanto a estatuto y en cuanto a población que arrancan de antes de esas fundaciones coloniales. Otra cuestión también, dentro de ese proceso de clarificación, es el tema de las contadas ciudades de condición federada que aún siguen por ahí en esa última centuria de la época republicana, pero a las que de alguna forma más o menos subrepticia se les va invitando poco a poco (así Gaáes) a entrar dentro de una regulación estatutaria marcada por
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parámetros claramente romanos. ¿Qué sentido tenía una ciudad federada dentro de una provincia como la Bética ya organizada, con toda una articulación bilateral en sus relaciones con Roma, con un gobierno que en esa misma época estaba avasallando, dominando y controlando otras zonas de la Península Ibérica? Sin embargo, esas supervivencias de comunidades federadas, dentro de ese proceso de clarificación, creo que son para tal época anacronismos a extinguir por parte de un poder que sistematiza, clarifica y tiende obviamente a ir anulando, por una vía o por otra, esa supervivencia del pasado más propia de una fase en que Roma quizá tuvo que contemporizar y obviamente obsoleta en un momento en que desde Roma ya se marcaban unos parámetros organizativos muy claros. Hay intervenciones cesarianas dentro de los propios usos y costumbres de Godes ahora clarificados en el contexto de una reorganización estatutaria. Prof. Teja. Creo que las cosas se van aclarando y normalizando y se está llegando a algunas conclusiones. Antes de terminar, ¿hay alguna intervención sobre la comunicación del Prof. Sayas? Prof. Abascal. Sayas mencionó esta mañana la existencia de las clientelas en la zona de la que nos ha hablado. Yo quisiera plantear el problema desde el punto de vista de los argumentos que habitualmente se emplean para detectar la existencia de estas clientelas, básicamente la onomástica. En este sentido él ha hecho referencia - a mi juicio correctamente- a que, al no haber una estimación cronológica sobre los testimonios, es imposible tener seguridad sobre esto. Yo iría más lejos: simplemente descartaría el método. Desde los viejos trabajos de Dyson se viene empleando la onomástica para rastrear clientelas. A mi juicio es una pérdida de tiempo porque la plasmación cartográfica de todos los testimonios de Pompeii o de Licinii, etc. en la Península dan un reparto que no tiene nada que ver con la historia de la Hispania republicana, ni justifican ningún movimiento en la época de la conquista. En mi opinión, la única onomástica verdaderamente válida para ser empleada en relación con las transformaciones que se producen en los nombres indígenas en el momento del contacto con el latín son aquellos nombres indígenas documentados sólo en genitivo en inscripciones, no precisamente en la zona de la que estamos hablando, sino básicamente en la mitad occidental déla Península. En el ámbito de Lusitania hay cerca de 200 nombres indígenas sólo testimoniados en una ocasión, un nutrido grupo de nombres indígenas testimoniado en dos ocasiones y en ambos casos con una amplia presencia de genitivos en filiaciones, lo que quiere decir que corresponden a un estrato onomástico que se está perdiendo, que es justamente el que entra en contacto con el latín, que se extingue después y del que no volvemos a tener huella. No se trata de dos o tres testimonios, sino de más de cien testimonios que evidencian efectivamente que estamos ante unos niveles de los que no vamos a volver a tener noticia. Esos nombres sí tienen cronología, se pueden datar sin ninguna dificultad en los primeros momentos de la introducción del latín como praxis diaria en la vida de esas gentes. En cualquier caso —con todos mis respetos hacia esfuerzos sobre la búsqueda de clientelas en la onomástica, en los que yo mismo he empleado un esfuerzo inútil- creo que el método debe ser descartado, es decir, que en el caso concreto de la Península Ibérica no da ningún resultado útil. Prof. Sayas. Mi intervención no era por clientelas, sino la potenciación que ha tenido en la zona del valle del Ebro la acción política de Graco y que se perpetúa con la onomástica, lo mismo que en la zona de Pamplona es curioso que en una epigrafía muy escasa abunden los Pompeyos o que en la provincia de Cáceres -para ver si hay o no clientelas, que es lo mismo, es la trascendencia que puedan tener en contextos acotados-hay 75 Norbanos datados. Luego, indudablemente, la influencia de un personaje que ha tenido un
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papel de protagonista en una zona concreta crea ese tipo de onomásticas, pero indudablemente no era mi planteamiento de los embrollos de las modas como clientelas. También quería minimizar lo de Ascoli porque todavía no sabemos si los que fueron gratificados con la ciudadanía romana fueron a sus ciudades. Por lo tanto la importancia de las ciudades como clientela primera y previa queda todavía en entredicho: pudieron quedarse tranquilamente por Roma, con lo cual la trascendencia sobre sus propias comunidades qnedaríainvaliHaHa
Prof. Galsterer. Wenn dem so wäre, ist das eine seltsame Entwicklung, da im Verlauf der Kaiserzeit zumindest auf der iberischen Halbinsel die Neigung der clientes, dai Namen dessen zu übernehmen, der ihnen das Bürgerrecht besorgt hatte, eher abnimmt. Wie man weis, haben wir hier eine große Zahl von Pompeii und Sempronii, aber nicht so viele Iulii, wie man erwarten würde, nur wenige Claudii und fast keine Flavii. Die oben genannte Neigung verliert sich ab Caesar zusehends, ohne daß ich einen Grund hierfür angeben könnte. Prof. Abascal. A propósito de la intervención del Prof. Galsterer. Desde la vieja estadística de Ronald Syme en Tacitus, los nomina imperiales son los más frecuentes, es decir que Iulius en la Península Ibérica y en el sur de Francia sigue siendo mayoritario. En el reparto de nombres indígenas en la Península Ibérica hay algunas circunstancias curiosas: por ejemplo el cognomen Rufus es claramente mayoritario en áreas indígenas del Occidente, en determinadas zonas de la meseta o de la Bética. ¿Qué induce a una población indígena que está adoptando una onomástica latina a elegir Rufus, Maternus, Paternas, etc. ? Yo creo que el problema es más complejo incluso que el relacionado con los gentilicios imperiales o con aquellos personajes vinculados a la concesión de la ciudadanía. Es un problema que incluye una tendencia general, un grupo de diez, quince nombres -nomina y cognominaque por alguna razón están de moda y al que habría que buscar alguna explicación. Desde luego, desde el punto de vista de la relación con la concesión de la ciudadanía, hoy por hoy parece descartable, pero el problema es más agudo cuando entramos en los cognomina, donde no podemos recurrir muchas veces a esta relación con un personaje previamente existente. Prof. Galsterer. Aber es ist doch ein erheblicher Unterschied, ob ich ein Cognomen wie Rufus, Maternus oder Paternus auswähle oder einen Gentilnamen wie Pompeius, Flavius oder Maternius. Letzteres hängt nicht allein von einer Mode ab, sondern stellt eine soziale und sogar politische Aussage dar. Ich frage mich, warum die Leute in den Donauprovinzen die Namen Flavius, Ulpius und Aurelius annehmen, wenn sie das Bürgerrecht erhalten, das aber in den iberischen Provinzen nicht tun. Dies ist das Problem. Prof. Richardson. I am interested in the case of the acquisition of names by indigenous people -particularly in the inscription from Asculum referred to by Prof. Sayasbecause I have asked myself frequently what these people were called after they had received the citizenship according to the act of the inscriptions. Not so much the large number of people who have nearly indigenous names, because it is possible that they were called Pompeius, but there are on that inscription people who already have latina te names, particularly the people from Uerda. These people to me are very strange: it seems to me quite clear that they are people who do not already have Roman citizenship because otherwise why are they been given Roman citizenship on the inscription of Asculum'? Roman citizenship, like baptism, is something that you can only have once, not twice. In this case, here are people who have already a Roman name before they have Roman
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citizenship, which to my mind already begins to separate the idea that I think we normally have that those people who we find in inscriptions of the Republican period who have latinate names are people who hold the Roman citizenship. It seems to me that here we have a group who clearly do not, and the thing that I do not know -as I say- is what all the other people were called after they had received the Roman citizenship as a result of the general's act. Prof. Prieto. Quería hacer unas observaciones sobre el tema de las clientelas que se ha planteado. En primer lugar, quizá hay una mecánica de identificación muy radical de un nomen concreto con el patrono es decir Pompeius, Iulius, etc. Con esto evidentemente se llega a pensar que el sistema de clientelas no sirve para nada, son modas u otra cosa. Pero yo pienso que hay que tener en cuenta algo más amplio: los clientes de los clientes, por llamarlo de alguna manera. Un patrono no es solamente un patrono, sino es todo un grupo amplio, con lo cual un nomen que aparentemente no tiene ningún significado, puede tenerlo en un conjunto más amplio de grupos de poder. Por lo tanto, habría que ir en esta línea, tener en cuenta esta pregunta y no pensar que las cosas no cuadran porque estos nomina no son frecuentes, es decir, ver un poco más a fondo cómo funciona un grupo de presión más importante. Otras cosas a tener en cuenta son los cambios a niveles más locales, según las circunstancias políticas globales. Por ejemplo me parece muy significativo el caso de Tarraco: una inscripción romana que por una cara está dedicada a Pompeyo y en la otra cara a un legado de César. No es un cambio de chaqueta exactamente, pero las clientelas van cambiando a ritmo político. Estas cosas son ejemplares. Hay nomina que de alguna manera persisten y suponen también un apoyo. Hay una inscripción en Ampurias que a mí me divierte mucho: una inscripción escrita en íbero en la cual aparece el nombre Cornelius. Se ha llegado a decir que se trataba de un romano tan identificado con Cataluña que quiso escribir el nombre en íbero, evidentemente es lo contrario: el nombre Cornelius también significa algo. Se supone que hay que ver estas cosas de una manera más amplia y no descartarlas porque los datos no cuadran. Prof. Mangas. Estoy básicamente de acuerdo con lo que decía Abascal, es decir que hay un tope, unos límites muy cortos en la utilización de la onomástica para el estudio del patronato en la época alto-imperial: hay muchos bloqueos y caminos que no llegan a nada. Tal vez la formulación haya sido muy radical, pero quería referirme a una cuestión: el caso del bronce de Ascoli. Los señores que aparecen en el bronce de Ascoli han recibido la ciudadanía, pero no aparecen como ciudadanos romanos. Quiero decir que entiendo que se les conceda la ciudadanía, pero hasta que no estén inscritos en el censo no tienen la onomástica romana y por eso aparecen con esos nombres. Algún jurista debería matizar: hay un período de tiempo y no se les va a inscribir en el censo inmediatamente, hay un período de transición hasta que estos señores están inscritos en el censo y entonces a partir de ese momento tendrían su onomástica. Segunda cuestión-para reafirmar la prudencia de la línea del Prof. Sayas- Pompeyo padre es el imperator, pero luego dice el texto que todo eso lo lleva el consilium como es habitual en las decisiones de todos los generales. En el momento de ser inscritos en el censo, ¿tienen que ser Pompeyos o pueden ser inscritos en el censo con nombres de distintas personas de ese consilium! Eso nos daría una variedad onomástica bastante grande porque el consilium da varios nombres distintos que no son Pompeyos. Por lo tanto, habrían sido ciudadanos que aún volviendo a la Península Ibérica, a esa zona del valle dd Ebro, hubieran dado una dispersión onomástica muy difícil de seguir. Por eso estoy de acuerdo con esa línea de prudencia que tú planteabas.
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Prof. Teja. Entonces agradecemos a todos sus intervenciones, antes de entrar en la próxima sesión en la que, con muy buen criterio, se nos expondrán los modelos de Gallia y Germania.
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GINO BANDELLI Università di Verona ABSTRACT The report is divided into four parts. In the first it enumerates the different types of communities resident in the province Gallia Cisalpina (established between 143 and 95 b. C ) , which goes to say those: a) of cives Romani; b) of sodi Latini; e) of foederati. The second part refers on the one hand to the ius Ariminensium or ius duodecim coloniarum (Latinarum), on the other to the general characteristics of the foedera with the native peoples. In the third part, which spans the years following the outbreak of the social war, the outcomes of Lex Iulia 90 b. C. (transformation of the Latin colonies in municipia civium Romanorum) and of Lex Pompeia 89 (promotion of many gallic, rhetic and venetic centres to the rank of Latin "fictitious" colonies) are examined, with particular attention to Transpadana. The theory is accepted that also the institute of the adtributio goes back to Gnaeus Pompeius Strabo. The fourth part, concerning the period included between the end of the Republic (49 b. C , concession of the Roman citizenship to the most part of the native communities; 42 or 41, annexion of Cisalpine Gaul to Italy) and the age of the Antonines, considers the persistence of ius Latii in the Alpine territories of the XI and X Regio. To finish an Appendix reexamines the question of the oppida adtributa to Nemausus. RIASSUNTO La relazione è divisa in quattro parti. Nella I si enumerano i diversi tipi delle comunità residenti nella provincia della Gallia Cisalpina (costituita fra il 143 e il 95 a. C ) , vale a dire quelle: a) di cives Romani; b) di sodi Latini; e) ài foederati. La II parte accenna da un lato allo ius Ariminensium o ius duodecim coloniarum {Latinarum)y dall'altro alle caratteristiche generali dei foedera con le popolazioni indigene. Nella HI parte, che abbraccia gli anni successivi allo scoppio della guerra sociale, vengono esaminati, con attenzione particolare alla Transpadana, gli effetti della Lex Iulia del 90 a. C. (trasformazione delle colonie latine in municipia civium Romanorum) e della Lex Pompeia dell'89 (promozione di numerosi centri gallici, retici e venetici al rango di colonie latine"fittizie"). E accolta la teoria che a Gneo Pompeio Strabone risalga pure l'istituto dell'adtributio. La IV parte, relativa al periodo compreso tra la fine della Repubblica (49 a. C , concessione della cittadinanza romana a gran parte delle comunità indigene; 42 o 41, annessione della Gallia Cisalpina all'Italia) e l'età degli Antonini, considera la persistenza dello ius Latii nelle fasce alpine delle Regiones XI e X. Un'Appendice riesamina infine la questione degli oppida adtributa a Nemausus.
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I. La Gallia Cisalpina divenne provincia ordinaria tra il 143 e il 95 a. C. 1 Ai confini primitivi di essa, non facilmente precisabili, salvo che a mezzogiorno (linea Arnus-Aesis), furono apportate col tempo varie modifiche2, su alcune delle quali ritornerò. Nell'ambito del suo territorio esistettero fino al 90 a. C. tre generi di comunità: 1) le coloniae civium Romanorum di SenaGallica (283?), Mutina, Parma (183), Luna (180 o 179), Dertona (118?) a sud del Po^ e di Eporedia (100) a nord^, cui vanno aggiunte le presenze di cittadini collegate alle assegnazioni vintane dell'agir Picenus {etl) Gallicus (232)^ e dell'aver Ligustinus et Gallicus (173)6; 2) le colonie latine di Ariminum (268), Placentia (218), Bononia (189), Luca {111) a sud del Po 7 e di Cremona (218) e Aquileia (181) a nord**; 3) le popolazioni indigene varie, prevalentemente liguri e umbre a sud del Po 9 , galliche e veneritene a nord*0, ciascuna sottomessa da unfoedus a Roma. È un dato di fatto che la densità di cives Romani e di alleati latini era molto più alta nella Gallia cispadana che in quella transpadana. Ma dal momento della sua costituzione a quello della sua fine, cioè dell'annessione all'Italia tra il 42 e il 41 a. C , la provincia ebbe, a mio giudizio, una vicenda unitaria dal punto di vista giuridico: alla teoria che distingue, a partire dalla guerra dei sodi, le condizioni della Cispadana e della Transpadana, ipotizzando che tra il 90 e l'89 a. C. la prima ottenesse la civitas, la seconda lo ius Latii^, preferisco infatti quella secondo cui le due regioni progredirono insieme verso il definitivo inserimento dello stato romano ^ . Accogliendo con grande piacere l'invito di Juan Santos Yanguas a parlare della Transpadana, ho tuttaviariconosciutola funzionalità di questa scelta: che risulta opportuna in considerazione tanto di un fattore oggettivo, cioè lo stato della documentazione, molto più abbondante per i territori oltre il Po, quanto di un fattore soggettivo, cioè la mia più lunga familiarità con essi. Entro questi limiti geografici, mi propongo dunque di riesaminare alcuni degli innumerevoli problemi di ordine giuridico e arnministrativo che l'argomento comprende. II. Sulla condizione di cui godevano le colonie latine della Cisalpina (il cosiddetto
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Cassola, 1991, pp. 30-40. Da ultimo: Laffi, 1992, pp. 12-13. In generale: Chevallier, 1980, pp. 154-167; Laffi, 1992, pp. 6-7. Sull'arretramento del confine meridionale dalla linea Arnus-Aesis a quella Macra-Rubico: Bandelli (1993) e. s., nt 6 (diversamente, Laffi, 1992, loc. dt.)\ sui ripetuti avanzamenti del confine orientale della provincia prima, dell'Italia poi: Degrassi, 1954; Zaccaria, 1986, pp. 72-73; Rossi, 1991, pp. 509-510, 513-514; Zaccaria, 1992, pp. 151-152. 3 Bandelli (1993) e. s., ntt. 13-16. 4 Ibid., nt. 16. 5 Ibid., nt. 11. 6 Ibid., nt. 12. 7 Ibid., ntt 18, 20, 22, 24. * Ibid., ntt. 21, 23. 9 Ibid., ntt 2, 4. 10 Ibid., nt. 3. 11 Da ultimo: Chastagnol, 1987, p. 3; Galsterer (1993) e. s., nt. 25 (Ringrazio Hartmut Galsterer per avermi concesso di utilizzare il suo dattiloscritto). 12 La formulazione più sistematica di questa dottrina in Luraschi, 1979, pp. 147-156. 2
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ius Ariminensium o ius duodecim coloniaruniy^, abbiamo soltanto delle notizie indirette. Ciò ha provocato nel dibattito scientifico una situazione di polarità: ad un gruppo di studiosi che, ricollegandosi a Friedrich Carl von Savigny, pensano che alle dodici colonie siano stati concessi dei privilegi rispetto alle precedenti fondazioni latine, se ne contrappongono altri che, accettando le conclusioni di Theodor Mommsen, ritengono che il "diritto di Rimini" fosse peggiore *T Quanto a me, condivido l'impostazione di Giorgio Luraschi, dal quale vengonoriconosciutianche alle dodici colonie lo ius commerça, lo ius connubii e lo ius migranaV-^\ ma segnalo che in un recentissimo Convegno Umberto Laffi ha posto in discussione la valenza generale di quest'ultima facoltà, riducendo le notizie interpretate finora in tal senso alla dimensione di privilegi condizionati da norme precise (ad es., quella che imponeva all'emigrante di lasciare nella colonia di origine un proprio discendente maschio) * °. Anche i pederá stabiliti da Roma con le comunità cisalpine sono poco documentati. A parte l'ovvia clausola che impegnava gli alleati a fornire contingenti militari, la cui efficacia risulta indirettamente da numerose fonti * , conosciamo, per testimonianza esplicita, un'altra norma soltanto, compresa nei trattati vigenti con alcune popolazioni: quella che impediva ai Romani di concedere unilateralmente la civitas a membri di esse*°. HI. Gli sviluppi della guerra sociale, in cui la Cisalpina fu coinvolta più di quanto comunemente si ritenga, come ho ribadito nei Convegni di El che *" e di Toledo 20 , interessarono anche la nostra provincia. Se, infatti, le condizioni delle colonie romane e degli insediamenti viritani rimasero le stesse di prima, quelle delle colonie latine e delle comunità federate mutarono profondamente. La parte della Lex Mia del 90 a. C. che prevedeva la concessione della cittadinanza a tutto il Latium^, non poteva nonriguardareanche le colonie latine della Gallia Cisalpina,
13 Cic, Pro Caecina, 35, 102: *Iubet enim eodem iure esse quo fuerint Ariminenses; quos quis ignorai duodecim eoloniarum fuisse et a civibus Romanis hereditates capere potuisseV. Sui problemi legati all'identificazione delle dodici colonie cfr., da ultimo, Bandelli, 1988, pp. 1819. 14 Savigny, 1823, pp. 20-26; Bernardi, 1973, pp. 76-89 (altra bibliografia in Luraschi, 1979, p. 228, nt. 46); Mommsen, StR3, III, 1, pp. 623-625 (altra bibliografia in Luraschi, 1979, p. 227, nt. 45). 15 Luraschi, 1979, pp. 225-299. Sul problema, da ultimo: Humbert, 1981, p. 225; Wolff, 1985, pp. 556-557. 16 Laffi (1993) c. s. 17 Notizie al riguardo in Luraschi, 1979, p. 97, ntt. 233-234, p. 144, ntt. 26-27, Bandelli, 1986, pp. 21-22, ntt. 46-50, Bandelli, 1992, p. 31, nt. 9, Bandelli (1993) c. s., ntt. 85-86. 1° Cic, Pro Balbo, 14, 32: "Etenim quaedam foedera exstant, ut Cenomanorum, Insubrium, Helvetiorum, Iapydum, non nullorum item ex Gallia barbarorum, quorum in foederibu exceptum est ne quis eorum a nobis civis recipiatur". Sul valore della formula, non negativa ma positiva nei confronti degli interessati, cfr. Luraschi, 1979, pp. 41-56 (altra bibliografia in Bandelli, 1992, p. 31, nt 10). Inoltre: Cassola, 1991, pp. 20-21. 19 Bandelli, 1992, ntt. 71-76. 20 Bandelli (1993) e s., ntt 85-88. 21 Geli., N. A., 4, 4, 3: "...civitas universo Latio lege Iulia data est.
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che divennero municipia civium Tale cambiamento è documentato per Placentia, Bononia e Luca da Cicerone e Festo 23 e sarebbe fuori discussione, alla luce di Gellio, anche per Cremona e Aquileia^. Tuttavia, poiché studiosi autorevoli sembrano ammettere la possibilità che le colonie latine della Transpadana fossero escluse dalla promozione a municipi 2 ^ voglio ricordare come le più antiche iscrizioni aquileiesi che documentano il passaggio dal duovirato coloniale al quattuorvirato municipale, siano precedenti al 49, anzi, possano collocarsi negli Anni Ottanta^". Il secondo provvedimento che c'interessa è una Lex, probabilmente Pompeiar', la quale concesse il diritto latino alle comunità federate, sia della Cispadana che della Transpadana^. Non è necessario, in questa sede, ridiscutere l'annoso problema se tale privilegio fosse un "Personenrecht", che riguardasse gli alleati cisalpini uti singuli™, ovvero un "Gemeinderecht", che li concernesse in quanto appartenenti a comunità politicamente organizzate^^. Quello che mi pare certo è che non tutti ne beneficiarono, come vedremo. Da un passo di Asconio risulta che un certo numero di centri indigeni ottenne la qualifica di colonia latina senza che intervenisse una deduzione di elementi estranei (donde la loro denominazione moderna di colonie latine "fittizie")3 1. Nessuna fonteriportal'elenco di tali centri; ma l'ipotesi che, nella Transpadana, questi fossero non meno di una ventina, pare accettabile^^. Di sicuro, comunque, l'organizzazione tribale degli Insubri, dei Cenomani e dei Veneti era da tempo dissolta. Per quantoriguardai Veneti, ciò risulta dai cippi terminali del 141 a. C , che stabilirono i confini tra le comunità di Ateste e di Patavium, e da quelli del
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Sul problema, da ultimo: Laffi, 1987, pp. 47-49. Cic, In Pis., fr. 3 (Placentia); Cic, Ad fam., 13, 13 (Luca); Paul.-Fest., s. v. municipium, p. 155 L. (Bononienses, Piacentini, Luc[rjenses). 24 Laffi, 1987, p. 47. 2 ^ Da ultimo: Chastagnol, 1987, pp. 3-4 (nessun accenno a Cremona e Aquileia); Crawford, 1989, p. 191 ("...after 90-89 BC.for instance, Cremona, a Latin colony founded in 218, presumably acquired Roman citizenship, although north of the Po..." [i corsivi sono miei]; nessun accenno ad Aquileia). 26 Si tratta di due iscrizioni gemelle: CIL I2, 2198 (e p. 1093), ILLRP 538, Imagines 226, InscrAquil I, 37. Circa il problema della datazione: ILLRP, commento; InscrAquil, commento; Bandelli, 1988, p. 150, nr. 12. 2 ' A giudizio di Luraschi, 1979, pp. 145-146 non è sicuro che il rogator fosse Gneo Pompeo Strabone. Altra bibliografia: Bandelli, 1992, p. 36, nt. 80. 28 Cfr. supra, nt. 12. 2 ^ Per una conclusione in tal senso cfr. Luraschi, 1979, pp. 156-172. 30 Un'ampia rassegna critica su questa seconda posizione in Luraschi, 1979, pp. 156161. Da ultimo: Alfòldy, 1986, pp. 191-197, 206-220. 3 * Ascon., In Pis., p. 12 Stangl: "Ñeque illud dici potest, sic earn coloniam esse deductam, quemadmodum post plures aetates Cn. Pompeius Strabo, pater Cn. Pompeii Magni, Transpadana^ colonias deduxerit. Pompeius enim non novis colonis eas constituit, sed veteribus incolis manentibus ius dedit Latii, ut possent habere ius quod ceterae Latinae coloniae, id est ut per magistratus civitatem Romanam adipiscerentur". 32 Per un elenco del tutto indicativo cfr. Bandelli, 1990, pp. 260-261, ntt 64-65. 23
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135, che fecero lo stesso per le comunità di Ateste e di Vicetia?^. Intorno al significato storico di questi arbitrati di Roma, i quali sanciscono il frazionamento di un'originaria unità nazionale, Hartmut Galsterer ha formulato considerazioni molto acute34 Né meno indicativo è il fatto che una parte delle ghiande missili di Asculum Picenum, scagliate durante la guerra sociale da reparti alleati di frombolieri3^, porti una scritta menzionante non l'etnico dei Veneti, ma la denominazione di una singola comunità, quella degli Opitergin?^. Secondo Asconio le altre colonie latine {"ceterae coloniaeLatinae") godevano di un privilegio che fu esteso, nell'89, ai centri indigeni della Gallia Cisalpina: la dottrina moderna lo definisce ius adipiscendae civitatis per magistratum, cioè diritto di acquistare la cittadinanza romana esercitando le magistrature nelle comunità locali di status latino. A quando risalga tale privilegio è un'altra questione molto discussa. Theodor Mommsen aveva indicato come terminus ante quem il 123 a. C , giudicando che un articolo della LexJ^jJ¿a\repetundarum (per altri Lex Sempronia iudiciarià) lo presupponesse; e Gianfranco Tibilettiriferivala sua introduzione al 124, considerando il provvedimento una risposta a quel malessere delle comunità latine, che aveva portato nel 125 alla rivolta di Fregellae^'. A giudizio di Hartmut Galsterer, invece, il passo della Lex citato al riguardo non implica l'esistenza dello ius adipiscendae civitatis per magistratum e l'introduzione del privilegio si potrebbe collocare tra la Lex Mia del 90 e la Lex Pompeia dell'89: le "ceterae coloniae Latinae" sarebbero dunque non quelle dell'Italia, già promosse a municipia, ma quelle della Spagna (Carteia, Corduba, Palma, Pollentiay*. In realtà la formula di Asconio, del tutto priva di qualsivoglia determinazione geografica e temporale, non esclude affatto un'interpretazione di questo genere: "Egli (Pompeo) diede lo ius Latii ai vecchi abitanti delle colonie cisalpine, in modo che questi potessero godere del medesimo diritto di cui (avevano goduto e continuavano a godere) le altre colonie latine, cioè quello ecc. ecc.". Ai fini del mio discorso non è necessario stabilire la data del provvedimento, che antecede comunque la Lex Pompeia^. Dopo aver sottolineato che il privilegio da esso introdotto rimase uno dei caratteri fondamentali dello ius Latii tardo-repubblicano e alto-
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Dei primi gli esemplari pervenutici sono tre: CIL I2, 633 (e p. 922), ILLRP 476; CIL I , 634 (e p. 922), ILLRP476, Imagines 201a, b; C/LI2, 2501 (e p. 922), ILLRP 476, Imagines 202; dei secondi uno: C/LI2, 636, ILLRP 477, Imagines203a, b, e. Altra bibliografia: Bandelli (1993) e. s., nt. 58. 34 Galsterer, 1991, pp. 177-178. 35 C/LI2, 848-884 (e pp. 959-960), ILLRP 1089-1102. Sul problema in generale: Laffi, 1975, pp. XXIV-XXVII. 3 ° Serie con iscrizione venetica: Pellegrini, Prosdocimi, 1967, pp. 438-441; Fogolari, Prosdocimi, 1988, p. 303; serie con iscrizione latina: C/LI2, 878 (e p. 960), ILLRP 1102. 3 ^ La regola oggetto della controversa interpretazione si evincerebbe dalla parte iniziale, molto frammentaria, del capitolo intitolato De provocation^ vocationjeque (CIL I2, 583, pp. 451-452, Bruns7, 10, pp. 72-73, Riccobono2, 7, pp. 101-102): Mommsen, 1863, p. 62; Tibiletti, 1953, pp. 54-60. 38 Galsterer, 1976, pp. 93-100; Galsterer (1993) c. s. 3 ^ Che la norma possa eventualmenteriferirsianche ad un momento posteriore alla Lex Pompeia (Wolff, 1985, p. 561), mi sembra del tutto paradossale. 2
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imperiale4^, mi propongo, invece, di riconsiderare il significato politico di esso. Il problema è stato esaminato da generazioni di studiosi dal punto di vista dei notabili di origine cisalpina (insubre, cenomana, veneta): perciò che il diritto di acquistare la cittadinanza tramite l'esercizio delle magistrature locali costituisse per loro un formidabile strumento di ascesa, è ormai chiarito a fondo. Ma la questione può essere analizzata in un'altra prospettiva. Un repertorio esauriente dell'onomastica cisalpina del periodo anteriore alle deduzioni coloniarie di Cesare e dei triumviri non è ancora disponibile: il volume di Michel Lejeune su Ateste^ rimane, per il momento, isolato. Qualche anno fa, tuttavia, ho cercato di raccogliere i dati prosopografici relativi alle aristocrazie della Transpadana preaugustea, in particolare quelli di Vercellae, Novaría, Comuni, Mediolanium, Ticinum, Brixia, Mantua, Verona, Patavium. I nomina relativi sono questi: Acisius, Albarenius, Caecilius, Caelius, Calventius, Camurius, Catius, Cornelius, Helvius, Hostilius, Livius, Magius, Mucius, Mutius, Popillius, Poblicius, Pomponius, Quinctius, Sepullius, Servilius, Tuticanus, Valerius, Vergilius, Vibius, Volusius^-. Colpisce, in tale serie, il prevalere di gentilizi d'aspetto non cisalpino, ma "peninsulare" (latino o italico). Per la loro diffusione al Nord saranno valide in molti casi le spiegazioni consuete, riferibili anche ad altre province: "jeu des clientèles", "travestimento" latino di onomastica indigena, ecc. ecc. 4 ^. Ma non è da escludere, anzi è da prevedere la possibilità che alcuni (se non la maggioranza) dei portatori di questi nomina fossero dei cittadini romani (ed eventualmente degli alleati latini) trasferitisi nelle comunità indigene: il fenomeno dell'immigrazione spontanea dall'Italia peninsulare verso la Gallia Cisalpina ebbe proporzioni vaste, anche se non esattamente quantificabili44. Sulle modalità d'inserimento di tali personaggi venuti da fuori nei ceti dominanti di Mediolanium, Verona, Patavium, Ateste ecc. ecc. manchiamo di qualunque notizia. Non mi sembra tuttavia probabile che rinunciassero alla civitas per entrare a pieno titolo nelle comunità locali 4 ^, finché queste rimasero nella condizione di federate 4 ^. Ma la Lex
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Fonti letterarie: Cic, Ad Att., 5, 11, 2 (ed. Shackleton Bailey, III, p. 28, nr. 104); Strab., 4, 1, 12 [C 187]; App., B. e, 2, 26, 98. Fonti giuridiche: Gai., 1, 95-96; Fragmenta Gai Instit. Augustodun.t 1, 6. Fonti epigrafiche: Lex Salpensana, [XXI] (CIL II, 1963, ILS 6088); Lex Irnitana, <XXI> (AE 1986, p. 89). Sul problema in generale: Tibiletti, 1953, pp. 50-51; Luraschi, 1979, pp. 301-329. Da ultimo: Humbert, 1981, pp. 217-218, 220-221. 41 Lejeune, 1978. 42 Bandelli, 1992, pp. 34-35. Inoltre: Cassola, 1991, pp. 18-19, 22-23. 43 Lejeune, 1978, pp. 137-142; Galsterer-Kròll, 1983, p. 147; Bandelli, 1992, p. 34. Per fenomeni simili di ambito extra-italico: Badián, 1958, pp. 309-321 (Spagna, Gallia, Africa); Christol, 1989, pp. 68-70 (Narbonense); Christol, 1992, pp. 187-189, 191-192 (Narbonense). 44 Bibliografia recente su questo problema in Bandelli, 1992, p. 35, nt. 59. 5 Da Cic, Pro Balbo, 11, 28, risulta chiaramente che la cittadinanza romana era incompatibile con quella di un altro stato: "Duarum civitatum civis noster esse iure civili nemo potest: non esse huius civitatis qui se alii civitati dicarit potesf. Fu solo a partire dalla Lex Pompeia che, nelle colonie latine "fittizie", intese come organismi politici, si trovarono a coesistere cives Romani privilegiati e Latini: cfr. infra, nt. 48. 4 " Non è forse un caso che nelle attestazioni più antiche di magistrati locali ricorrano soltanto dei nomi indigeni (YAkisios arkatokomaterekos di un'iscrizione di Vercellae: CIL I , 3403a; terminus ante quem il 49, se non 1*89 a. C: Cassola 1991, pp. 21-22) o di indigeni romanizzati (il Kuitos lekatos dell'iscrizione di S. Bernardino di Briona, presso Novaria; seconda
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Pompeia dell'89 cambiò la situazione. L'ipotesi che faccio è che, a partire da quel momento, un numero sempre crescente di cittadini romani di solido status economico, gl'interessi prevalenti dei quali erano concentrati ormai nella Cisalpina, mutassero la propria cittadinanza in quella di una delle nuove colonie latine "fittizie1"*', calcolando che nel giro di qualche anno, attraverso l'esercizio delle magistrature locali, avrebbero potuto recuperare la condizione giuridica originaria, vale a dire la civitas, mantenendo nel contempo, quale privilegio, l'elettorato passivo nella comunità locale^. In altre parole, a mio giudizio, la Lex Pompeia venne incontro non soltanto alle esigenze delle aristocrazie indigene romanizzate, maTpure a quelle dei cittadini romani "risalpinizzati". Abbiamo j^a^sto cfiéunó dei problemi più discussi dagli studiosi è se il diritto latino fosse concesso a tutta la popolazione cisalpina o circoscritto alle comunità politicamente organizzate. A favore della seconda teoria potrebbe considerarsi quel passo dell'orazione Pro Balbo,risalenteal 56 a. C , nel quale Cicerone si riferisce all'esistenza di alcunifoederacon popolazioni cisalpine, alpine e illiriche ("Etenim quaedam foedera exstant, ut Cenomanorum, Insubrium, Helvetiorum, Iapydum, non nullorum item ex Gallia barbaronon ecc. ecc.")^". L'interpretazione più ovvia di tale brano è che nel 56 a. C. "continuassero a sussistere" anche deifoederacon gli Insubri e con i Cenomani, cioè con quei gruppi marginali delle due gentes, ed eventualmente di altre cui si allude in modo generico ("...non nullorum item ex Gallia barbarorum..."), i quali, non facendo parte della cittadinanza di Mediolanium insubre, di Brixia cenomana, e così via, erano stati esclusi dalla promozione allo ius Latii. Ma nulla vieta d'intendere quélV" exstant" come "si ha notizia della (passata) esistenza", o in modo analogo^. Comunque stiano le cose,ritengoprobabile che dopo le due Leges del 90 e dell'89 le condizioni giuridiche all'interno della provinciarimanesserotre: a) quella delle comunità di cittadini romani (colonie o municipio); 2) quella delle colonie latine "fittizie"; 3) quella dei semplici peregrini. Il problema del riconoscimento di questi ultimi si connette, e forse coincide, col problema dell' adtributio. Sviluppando e precisando una teoria formulata da Theodor Mommsen, Umberto Laffi dà la seguente definizione dell'istituto: "si tratta...di comunità in cui non si era stabilmente organizzato un ordinamento di tipo cittadino, che dallo stato romano erano aggregate ammimstrativamente e giurisdizionalmente ad un centro urbano viciniore", "di diritto latino o romano, colonia o municipium",rispettoal quale si venivano a trovare in una condizione
metà del II secolo a. C: ibid., pp. 19-21). Altra bibliografia: Bandelli, 1992, ntt 47-48. 47 I magistrati municipali documentati a Brixia, Verona e Patavium da iscrizioni degli Anni Quaranta non potevano discendere che da famiglie radicate nella classe politica locale da qualche tempo: Bandelli, 1992, p. 35. 4 ° Tibiletti, 1953, p. 51: "Esclusa la doppia cittadinanza, la più naturale soluzione sembra essere questa: come [nella Lex Sempronia iudiciaria] si dava il caso di cittadini di un cantone latino i quali, a' termini del capitolo De provocatione ecc., acquistavano taluni diritti propri dei cittadini romani e privilegi che nemmeno la generalità dei cittadini romani avevano, così si dava il caso di cittadini romani i quali, in una determinata città latina, godevano del privilegio dell'elettorato passivo...". 4 9 cfr. supra, nL 18. Non è chiaro se i n nonnulli...ex Gallia barbari" fossero cisalpini o transalpini: a favore della prima ipotesi, Luraschi, 1979, pp. 24-25; contra, Wolff, 1985, p. 554, nt. 11. 50 Wolff, 1985, pp. 553-554; Bandelli, 1986, pp. 48-49.
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giuridica "sempre inferiore"^. A tale definizione, accettata dalla maggioranza degli studiosi, possiamo continuare ad attenerci, visto che le critiche rivoltele di recente^ n 0 n la toccano. Piuttosto, rimane aperta la questione cronologica: poiché la Lex Pompeia {de adtributione) cui acenna Plinio-3-5 vieneriferitadai più a Gneo Pompeo S trabone, cioè all'89 a. (Tremía Lily Ross Taylor a Gneo Pompeo Magno, cioè al 70 a. C ; mentre un'agguerrita minoranza, che va da Friedrich Cari von Savigny a Giorgio Luraschi, propone di collegarla a questo o quello dei Pompei attestati fra gli ultimi anni del dominio cesariano e la conclusione del principato augusteo (45, 35, 31" 5 a. C , 14 d. C ) , con preferenza, da ultimo, per Cn. Pompeius Q.f., cos. suff. 31 a. C. . Ancora una volta i limiti fissati al mio contributo non permettono di esaminare a fondo il problema. Dirò quindi solamente che un eventualeriferimentodi questa Lex a Gneo Pompeo Strabone ed un'eventuale interpretazione del termine pliniano municipio, in senso anche atecnico, vale a dire in quello di "municipio, o altri centri dotati di autonomia amministrativa", consentirebbero non solo diriprenderele vecchie ipotesi di una precoce adtributio dei Sabini e dei Benacenses a Brixiar^ e dei Dripsinates a Vicetiar^, ma anche di chiarire alla luce dell'istituto una serie di testimonianze epigrafiche e letterarie acquisite o valorizzate di recente. Per quanto riguarda le prime, si tratta di due frammenti (d'epoca precesariana?), scoperti ai confini tra la Cisalpina e lTUiric , l'uno dei quali menziona un municipium^ l'altro una lexdata?°. Ricollegandosi ad un'interpretazione che identifica il municipium con quello di Aquileia^", Ruggero F. Rossi propone di vedere nella comunità locale interessata dai provvedimenti riflessi nei testi epigrafici una civitas adtribuía al municipium di Aquüeia60.
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Mommsen, 1870; Mommsen, StR3, III, 2, pp. 765-772; Laffi, 1966, pp. 89-90, 9192. Cfr. Laffi, 1975-1976, pp. 392-394. Da ultimo: Luraschi, 1979, pp. 161, 189-207; Ramilli, 1983-1984; Chastagnol, 1987, pp. 19-22; Galsterer, 1988, pp. 83-89; Luraschi, 1988; Luraschi, 1989; Galsterer, 1991, pp. 175-176; Zaccaria, 1991b, pp. 62-63; Galsterer (1993) e. s., ntt. 34-36. 52 Bertrand, 1987; Bertrand, 1991. " Plin., N. H., 3, 20, 138: "Non sunt adiectae Cottianae civitates XV quae non fuerant hostiles, item adtributae municipiis lege Pompeia". 54 Gneo Pompeo Strabone: cfr. supra, nt. 51 (esclusi i vani contributi di G. Luraschi). Gneo Pompeo Magno: Taylor, 1960, p. 128. Altri Pompei: Savigny, 1838, p. 310, nt. 2; Cn. Pompeius Q. /., cos. suff. 31 a. C: Luraschi, 1979, p. 201; Luraschi, 1988, p. 68; Luraschi, 1989, p. 258. 55 Laffi, 1966, pp. 54-55 (Sabini e Benacenses), pp. 30-31 (Anauni, Sinduni e Tulliasses); Laffi, 1974-1975, p. 393. Per altra bibliografia, di varia tendenza: Gregori, 1990b, p. 22, nt. 24 (Sabini e Benacenses); Buonopane, 1990, p. 188 (Anauni, Sinduni e Tulliasses). 56 Laffi, 1966, p. 55. 5' Su tale confine in epoca repubblicana, da ultimo: Zaccaria, 1992, p. 152. 58 Zaccaria, 1992, pp. 240-243, nrr. 1-2. 59 Zaccaria, 1991a, pp. 426-427; Rossi, 1991, pp. 506-507. 60 Rossi, 1991, pp. 506-507, 513-514. A giudizio di Galsterer, 1991, pp. 180-181, lo stato precario dei documenti non permette di raggiungere alcuna conclusione certa. Alla presenza di civitates adtributae nell'entroterra aquileiese potrebberiferirsianche App., B. C, 3, 98, dal qualerisultache nella sua fuga dall'Italia uno dei cesaricidi, D. Giunio Bruto Albino, cos. desig. 42, fu trucidato da un gruppo di "ladroni", guidati da un certo Kàmilos: dell'episodio, la cui
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La fonte letteraria è invece un oscuro passo di una lettera scritta da Decimo Bruto a Cicerone il 21 maggio del 43 a. C , nella quale si paria dello scontro in atto a Vicetia fra i cittadini del municipium (costituito nel 49 a. C.) e un gruppo sociale composto da individui che l'autore definisce "vernae" "1. Poiché l'accezione comune di vernae, cioè quella di "schiavi nati in casa", non ha senso nel contesto, Emilio Gabba suggerisce l'ipotesi che nella categoria così definita possano riconoscersi elementi di una civitas adtributa, prima del 49, alla colonia latina "fittizia" di Vicetia, i quaE7"dôpo la sua trasformaió5è~ in municipium civiümi Ròmànorum, tentavano, in quegli anni convulsi di guerra civile, di acquistare la cittadinanza . IV. Durante gli Anni Quaranta una serie di leggi cambiò radicalmente la situazione finora delineata. Nel 49 a. C , per iniziativa di Cesare"^, tutte le comunità organizzate della Gallia Cisalpina che ancora non godevano della cittadinanza romana, la ricevettero: in particolare, le colonie latine "fittizie" della Transpadana divennero anch'esse municipia civium Ròmànorum^e pure alcuni centri da poco istituiti, quali Novum Comum^, Forum Iulifi6 e altri, ottennero lo statuto municipale. Una rapida introduzione del quattuorvirato risulta dairepi grafia di Brixia e Verona®', che analizzai qualche anno fa68. Tra il 4 2 e il 41 (forse I'll marzo del 41) il paradosso di una provincia composta quasi esclusivamente da popolazioni di diritto romano cessò: una Lex, probabilmente Roscia, inglobava i suoi territori neh" Italia 6 9 . Qualche mese più tardi, un'altra Lex, probabilmente Rubria, cui sono attribuibili tanto il fragmentum Veleiate quanto il fragmentunfÁtestiñüm, come ribadiscono Umberto Laffì e Hartmut Galsterer, fissava i limiti delle competenze giurisdizionali dei magistrati dei nuovi municipia'®.
localizzazione rimane però discussa, parlerò in un mio prossimo lavoro. 61 Cic, Adfam., 11, 19, 2 (ed. Shackleton Bailey, II, p. 260, nr. 399): "Vicenni me et M. Brutum praecipue observant. His ne quam panare iniuriam fieri in senatu vernarum causa a te peto. Causam habent optimam, officium in re<m> publicam summum, genus hominum adversariorum seditiosum et incertissimum. XII K. Iun. Vercellis". 62 Gabba, 1983, pp. 42-43; Gabba, 1989, p. 335; Galsterer, 1988, p. 89; Galsterer, 1991, p. 181 (con formulazioni "aperte" delle rispettive teorie). Da tale punto di vista sono di notevole interesse le considerazioni svolte in Frézouls, 1981, pp. 245-247, circa Yusurpatio della cittadinanza romana da parte di Anauni, Sinduni eTulliasses. 63 Sul problema del rogator del provvedimento cfr. Luraschi, 1979, pp. 394-399. Altra bibliografia: Bandelli, 1992, p. 38, nt. 97. 6 4 Bandelli, 1990, pp. 266-267. "^ Sulla fondazione cesariana di Novum Comum (58-57 a. C.) cfr. la rassegna di Bandelli, 1992, p. 38, nt. 95. Da ultimo: Luraschi, 1994, pp. 43-44 (che ribadisce l'originario status latino della colonia). "" Per un riesame delle questioni relative all'origine (56 a. C?) e allo sviluppo di Forum Iulii Transpadanorwn cfr. Rossi, 1975. Il controverso problema di una datazione precoce (ante 52 a. C?) della colonia civium Romanorum di Tergeste viene riesaminato in Rossi, 1991, pp. 496503, Zaccaria, 1992, pp. 151-152. 67 Brixia: In. It., X, 5, 205, 905. Verona: CILl2, 3404. 68 Bandelli, 1990, pp. 266-267; Bandelli, 1992, pp. 34-35, ntt 95, 97. 6 9 Laffì, 1986, pp. 13-17; Laffì, 1992, pp. 11-12. ™ Laffì, 1986 (una recensione favorevole in Simshàuser, 1988); Laffi, 1990; Galsterer,
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Da ultimo, nel suddividere l'Italia in undici distretti (circa il 16 a. C.?) 7 *, Augusto v'incluse pure gran parte della penisola istriana, spostando il confine orientale, coincidente con quello della Decima Regio, al fiume Arsia'^. Nell'Italia transpadana il pervasivo incremento numerico delle comunità di cives non eliminò dapprima l'eventuale presenza (qualora si accolga una datazióne alta per il sorgere dell'istituto) e non impedì successivamente il diffuso proliferare di gruppi sottoposti alla condizione, giuridicamente inferiore, dell , adtributio. Come questi, legati a città dell'Italia, potessero far parte non di essa 7 ^, ma di qualche provincia alpina o transalpina 7 ^ mi riesce infatti completamente oscuro. Ignoriamo quante e quali fossero le civitatesadtributae. Le attestazioni esplicite delle fonti si riducono a sette casi, cioè, da ovest a est, quelli dei Camunni e dei Trumplini, afferenti a Brixia'^, degli Anauni, dei Sinduni e dei Tulliasses, a Tridentum'^, dei Carni e dei Calali, a Tergeste^. Ma il fenomeno doveva essere molto più consistente. Plinio, che non menziona gli Anauni, i Sinduni e i Tulliasses, forse perché nel frattempo avevano conseguito la cittadinanza, e ricorda i Carni e i Catali, ma non in quanto sottoposti a Tergeste, afferma che nell'ambito euganeo, vale a dire in una parte delle Alpi centrali, erano adtrìbuti, oltre che i Camunni e i Trumplini, parecchi altri populi {"compluresque similes")\ e che nella stessa condizione si trovavano, ad occidente, quindici Cottianae civitates'*. Il totale ammontava dunque ad alcune decine di comunità. Anche secondo me lo status d'inferiorità giuridica, rispetto al centro amministrativo
1992; Laffì, 1992, p. 23. Diversamente, Crawford, 1989, pp. 194-198 {terminus ante quern del fragmentum Atestinum il 76 a. C). 7 * Un bilancio sul problema in Zaccaria, 1986, pp. 73-78. 7 2 Da ultimo: Zaccaria, 1986, p. 72. 7 3 Come sostiene invece, con buoni argomenti, Thomsen, 1947, pp. 131-132. Nel caso particolare della zona tridentina il dibattito è continuato: Frézouls, 1981, p. 244; Buonopane, 1990, p. 189. Sull'eventuale provenienza da regioni alpine del versante italico dei cives Lfajt(ini) negotiator es) Brig[ajntiens(es) (pare questa la corretta lettura di CIL III, 13542, p. 2288; ma Weber, 1991, p. 545, nt 24 riapre la questione) cfr. Alfòldy, 1986, p. 205. 7 ^ A giudizio di Chastagnol, 1987, pp. 20-21, sia i Trumplini e i Camunni, attribuiti a Brescia, che gli Anauni, i Sinduni e i Tulliasses, attribuiti a Trento, facevano parte della Rezia! Questo può concedersi per quella parte soltanto degli Anauni, Sinduni e Tulliasses che dalla Tabula Clesiana risulta non adtrïbuta {CIL V, 5050, 11. 23-24: "...quorum partem delator adtributam Tridentinis, partem ne adtributam quidem arguisse dicitur...m). Discutibile per delle popolazioni abitanti a ridosso dello spartiacque alpino, la teoria diventa paradossale quando viene applicata (Chastagnol, 1987, p. 22), se intendo bene, a gruppi insediati nel territorio di Eporedia (o di Vercellae: cfr. infra, nt. 86), cioè a decine di chilometri, in linea d'aria, dal medesimo spartiacque. 7 5 Plin., N. K, 3, 134: "Ex his Trumplini..., dein Camunni compluresque similes finitimis adtributi municipiis". 76 CIL V, 5050, ILS 206, Chisté, 1971, nr. 128. Un'importante analisi di questo documento in Frézouls, 1981. Da ultimo: Buonopane, 1990, pp. 188-190, 194-195. 77 CIL V, 532, ILS 6680, In. It., X, 4, 31, Lettich, 1973. Da ultimo: Zaccaria, 1992, pp. 155, 215-216. Sulla posizione geografica dei due popoli, siti comunque all'interno della Decima Regio, e dunque dell'Italia, cfr., da ultimo, Margetic', 1979-1980, pp. 84-86 (fig. [3], p. 78) = Margetic', 1988, pp. 778-779; Rossi, 1992, pp. 161-162, 165-166; Vedaldi Iasbez, 1994, pp. 237-239, 240-241. 78 Plin., N. H., 3, 134 (cfr. supra, nt 75) e 138 (cfr. supra, nt 53).
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dal quale dipendevano, era comune a tutte. Da Plinio risulta che le Euganeae gentes e le Cottianaecivitates godevano, da un certo momento in poi, dello ius Latir™. Un editto di Claudio (15 marzo del 46), restituitoci dalla Tabula Clesiana, fa chiaramente comprendere che Anauni, Sinduni e Tulliasses mancavano, in teoria, dello ius commercii e dello ius connubi™. Nel decreto municipale tergestino relativo a Lucio Fabio Severo sembra di leggere che i Carni e i Catali non disponevano ancora, prima di Antonino Pio, dello ius Latii (né "minus" né maius)^. E neppure il caso di Nemausus costituisce, probabilmente, un'eccezione^. Solo più tardi una parte di queste comunità raggiunse la cittadinanza romana: in séguito alla decisione di Claudio, gli Anauni, i Sinduni e i Tulliasses furono accolti nel municipio di Tridentum (tribù Papiria); probabilmente sotto la dinastia flavia i Camunni costituirono una res publica indipendente (tribù Quirino), i Trumplini vennero inglobati da Brixia (tribù Fabia). Ma talune gentes, come appunto i Carni e i Catali, rimasero adtributae per lungo tempo ancora. Ad una condizione giuridica inferiore alla civitas corrispondono, in linea di massima, dei sistemi onomastici diversi da quelli dei cives. E studi recenti di André Chastagnol °^ e Michel Christol 84 hanno dimostrato che in talune province (Narbonense, Norico) un individuo di condizione latina può avere un nome di aspetto peregrino. Ciò risulta di notevole interesse anche in rapporto alla situazione dell'Italia settentrionale. Se infatti non disponiamo ancora di repertori generali delle denominazioni epicorie, i dati emergenti da parecchie indagini settoriali, condotte in zone vicine ad Augusta Taurinorwrr^, Eporedia°®, Brinar', Iulium Carnicum°™, Tergeste™\ Parentium e Pietas
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Plin., N. H., 3, 133 ("...Latini ìuris Euganeae gentes...") e 135 ("Suntpraeterea Latio donati incolae, ut...Cottianae civitates...1"). 8 ^ CIL V, 5050, 11. 34-37: "Quod beneficami is ita tribuo, utquaecumque tanquam (!) cives Romani gesserunt egeruntque out inter se out cum Tridentini^ alisve, ratam (!) esse iute at (!) nominaque ea, quae habuerunt antea tanquam (!) cives Romani, ita habere is permitíame. 81 CIL V, 532, e. II, 11. 3-7: n...uti Carni Catalique attributi a divo Augusto rei publicae nostrae, prout qui meruissent vita atque censu, per aedilitatis gradum ad curiam nostram admit[te]rentur ac per hoc civitatem Romanam adipiscerentur..*. Circa la condizione giuridica delle due comunità dopo l'intervento del notabile tergestino cfr., da ultimo, Laffi, 1966, p. 38, nt 89 (una specie di Latium maius), Margetic', 1979-1980, p. 82 = Margetic', 1988, p. 776 (esclusa la minoranza privilegiata, i Carni e i Catali restano peregrini), Galsterer, 1988, p. 88 (una forma non precisabile di ius Latii). 8 ^ Appendice. 83 Chastagnol, 1987, pp. 12-19; Chastagnol, 1990, pp. 362-363. 84 Christol, 1989, pp. 68-73. 85 Cresci Marrone, Culasso Gastaldi, 1988, passim] Cresci Marrone, 1988, pp. 84-85; Cresci Marrone, 1991, pp. 69-70. 86 Brecciaroli Taborelli, 1988; Chastagnol, 1987, p. 22. A giudizio di Galsterer, 1993, p. 87, nt 3, il sito dirinvenimentodelle iscrizioni avrebbe fatto parte dell'agro di Vercellae. 87 Paci, 1988, pp. [5-6]; Gregori, 1990a, II, pp. 444-448, 453 ("poco meno del 10%" di onomastica peregrina); Gregori, 1990b, pp. 250-269. Per l'area benacense e quella tridentina cfr., ora, Mosca, 1992, passim. 88 Mainardis, 1990 (un solo caso evidente, quello di una Volta Veroparis f.). 89 Tergeste: Degrassi, 1954, p. 14, nt. 7 (passim), p. 48, nt 19 {passim); Degrassi, 1965, p. 52, nr. 57; Degrassi, 1966; Degrassi, 1967, p. 91. Per altre indicazioni cfr. Zaccaria, 1992, p. 156. Sui caratteri generali dell'onomastica indigena: Krizman, 1991, pp. 97-179.
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lidiad , sembrano comporsi in un quadro unico, se non unitario. Chi sono questi individui dall'onomastica peregrina che vivono, tra il I e il II s_ecolo, in prossimità di colonie e municipia civium Romanoruml Quelli documentati prima dell'epoca flavia nella zona di Brixia facevano parte, con buona probabilità, delle civitates adtributae alla colonia. E la medesima spiegazione viene data per i casi di Tergeste, Parentium e Pietas Mia. Io suggerirei che questa teoria possa valere anche, non certo in generale, ma forse in prevalenza, per ciascuno degli altri"*. E credo che nuove indagini permetteranno di ampliare e definire le nostre cognizioni su tali presenze aliene^. Per il momento, basti aver confermato che non in lontane province ma nell'Italia imperiale continuarono ad esistere, anche dopo la metà del II secolo (esempio accertato dei Carni e dei Caìali) e probabilmente fino alla Constitutio Antoniniana, delle comunità non assimilate, originariamente peregrine, da ultimo giunte (non senza esclusioni?) allo ius Laüi ("minus" o maius). APPENDICE Nemausus e gli oppida
adtributa
degli Arecomici
E opinione di vari autori che, a differenza delle civitates adtributae dell'Italia augustea, di rango sempre inferiore (peregrinitas o Latium) rispetto ai capoluoghi egemoni (abitati da cives Romani), quelle della Gallia narbonense legate a Nemausus, di cui parlano Strabone^ e Plinio^, godessero del diritto latino come il centro dal quale dipendevano.
yu Parentium: Tassaux, 1986, pp. 159-161 (passim), pp. 162-164 (passim). Pietas Iulia: Tassaux, 1992, pp. 136-137 (passim). Sulla presenza di adtributi fra Parentium e Pietas Iulia (Fecusses, Menoncaleni, ecc.): Degrassi, 1954, p. 82; Margetic', 1979-1980, pp. 83-84 = Margetic', 1988, pp. 776-778 (in merito a In. It. X, 1, 35). Fecusses, Menoncaleni: Vedaldi Iasbez, 1994, pp. 244, 270. 91 Non dobbiamo escludere, ovviamente, altre ipotesi di lavoro: cfr., da ultimo, Cresci Marrone, 1988, p. 85, dove, in una prospettiva non giuridica ma socio-culturale, si attribuisce il persistere dell'onomastica indigena alle "forti resistenze dell'elemento locale, ostinatamente fedele alle proprie tradizioni...". In generale, condivido l'orientamento plurimo della ricerca suggerito da Galsterer, 1993, p. 87: "Handelt es sich bei den Tràgern dieser Namen also um Peregrine, um Latiner oder vielleicht auch um Tornisene Burger, die sich aus unbekannten Griinden nur mit einem Individualnamen bezeichneten, nicht mit dem dreiteiligen ròmischen?". 92 per delle "considerazioni preliminari" sul rapporto fra onomastica e romanizzazione, con riferimento particolare all'Italia nord-orientale, cfr., da ultimo, Zaccaria, 1991. 93 Strab., 4, 1, 12 [CM87] (ed. Aly): (xrrTponoAig Sk TWV 'AOJ^O|1IKÜ)V €<7jt Nen-aucroç,
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Plin., N. H., 3, 36-37 (ed. Mayhoff): "In mediterraneo coloniae Arélate Sextanorum, Baeterrae Septimanorum, Arausio Secundanorum, in agro Cavarum Valentia, Vienna Allobrogum. Oppida Latina Aquae Sextiae Salluviorum, Avennio Cavarum, Apta Iulia Vulgientium, Alebaece Reiorum Apollinarium, Alba Helvorum, Augusta Trie as tino rum, Anatilia, Aerea, Bormani, Comani, Cabellio, Carcasum Volcarum Tectosagum, Cessero, Carbantorate Meminorum, Caenicenses, Cambolectri qui Atlantici cognominantur, Forum Voconi, Glanum Libii, Lutevani
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Poiché, tuttavia, nella tradizione straboniana da essi accolta (Ixouoctç riferito a KGÜ|ÍOS) lo ius adipiscendae civitatis per magistratwn è circoscritto a quei rappresentanti dei "villaggi" attribuiti che hanno esercitato l'edilità e la questura a Nemausus, il diritto latino di questi viene talora definito "subordonné"™5 o "déclassé""". Tralasciando il problema se all'inizio del Principato esistesse una condizione giuridica intermedia tra il Latium "normale" e la peregrinitas (il che mi parrebbe comunque strano), io credo che abbiano, in linea di massima, ragione gli studiosi che riconoscono invece a Nemausus una condizione giuridica superiore a quella delle ventiquattro Ktü|ica. D'altra parte, non potendo accettare la loro conclusione, cioè che la capitale degli Arecomici fosse una colonia civium Romanorum da cui dipendevano delle comunità l a t i n e ^ , poiché si oppone ad essa l'esplicita notizia di Plinio, che annovera Nemausus tra gli "oppida Latina" della provincia"**, mi sembra che una soluzione alternativa possa derivare dai seguenti presupposti: 1) che in Strabone ad ¿xoúacts, riferito a K(ó|aas'\ debba sostituirsi €XOuaa, riferito a Nemausus, accogliendo la proposta di Adamantios Koraes (Coraes, Coráis, Coray), seguita fino alle recenti edizioni di François Lasserre (1966), Francesco Sbordone (1970) e Wolfgang Aly (1972), la quale ha il vantaggio di essere una specie di lectio difficilior^; 2) che nel passo di Plinio si debbano distinguere tre diverse condizioni giuridiche, quella delle coìoniae (civium Romanorum), quella degli oppida Latina (i trentuno elencati e i diciannove ignobilia), quella degli altri ventiquattro oppida ignobilia, (corrispondenti alle ventiquattro K(0|AOX di Strabone), attribuiti a Nemausus^^. In altre parole, intenderei la conclusione della controversa notizia della Naturalis historia nel senso che tra gli oppida Latina della Narbonense ce n'erano diciannove di scarsa
qui et Foroneronienses, Nemausum Arecomicorum, Piscinae, Ruteni, Samnagenses, To los ani Tectosagum Aquitaniae contermini, Tasgoduni, Tarusconienses, Umbranici, Vocontiorum civitatis foederatae duo capita Vasio et Lucus Augusti, oppida vero ignobilia XVIIII, sicut XXIIII Nemausiensibus adtributa. Adiecit formulae Galba Imperator ex Inalpinis Avanticos atque Bodionticos, quorum oppidum Dinia*. ^ Chastagnol, 1987, p. 19: "C'est ce que j'appellerai un droit latin subordonné". ^ Christol, Goudineau, 1987-1988, p. 97: "Il ne s'agit pas d'établissements inconnus ou peu renommés mais d'établissements 'déclassés', ayant perdu la personnalité juridique. Leurs citoyens conservent le bénéfice du droit latin mais ils doivent gagner la civitas à Nîmes"; Christol, 1989, pp. 66-67: "Aux vingt-cinq oppida latina de l'époque césarienne [Nemausus + i ventiquattro ignobilia] succéda l'attribution au profit de celui où était implantée la colonie latine. Mais ce déclassement n'enlevait pas, toutefois, à leurs ressortissants le privilège du droit latin dont ils jouissaient auparavant". 9 ' Una rassegna bibliografica su questa teoria in Laffi, 1966, p. 42, nt 99. Da ultimo: Le Roux, 1991, pp. 116-118. 98 Non mi è chiaro per quale motivo, "...alors que ni Strabon ni Pline ne la définissent comme une colonie explicitement, il est logique de conclure qu'elle était une cité de citoyens romains..." (Le Roux, 1991, p. 118). 99 L'€XOuaas della tradizione manoscritta è riproposto, invece, da Chastagnol, 1990, p. 352, nt. 4, p. 354, nt. 11 (dove, perché vi sia congruenza tra la scelta filologica e l'interpretazione dell'autore, bisognerà leggere non €X0uaa<s> ma kxoxioas) e da Le Roux, 1991, p. 117 (dove l'argomento considerato a favore di éxouactç, cioè che "l'accusatif piuriel...fait suite à deux autres sans qu'on doive soupçonner une rupture de construction", mette, al contrario, in evidenza l'aspetto di lectio facilior della forma tradita). 100 Una lettura in tal senso della loro condizione si trova già in Vittinghoff, 1951, p. 70, nt. 1.
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importanza, com'erano di scarsa importanza i ventiquattro, di condizione imprecisata ma inferiore alla latina, che dipendevano da Nemausus. Una soluzione del genere ha, tra gli altri vantaggi, quello di eliminare il seguente paradosso: che, mentre nell'Italia di Augusto continuavano ad esistere, accanto ai cives Romani, delle comunità peregrine, cioè di terza categoria, solo più tardi, e in varie fasi, promosse allo ius Latii (forse non senza esclusioni), in una provincia la totalità degli abitanti avrebbe goduto sin dall'inizio del Principato dell'una o dell'altra condizione giuridica superiore.
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LATINISCHES RECHT UND MUNICIPALISIERUNG IN GALLIEN UND GERMANIEN BRIGITTE GALSTERER-KRÖLL Köln ABSTRACT This paper will deal with two aspects of Roman policy: ius Latii and municipalisation with its special characteristics in the three provinces of Gaul. The relationship between the concession of ius Latii and municipalisation, and the question of whether the ius Latii constituted a prerequisite for municipality will be discussed. It will be stressed that in Gaul the model which was developed in other provinces -covering a territory with privileged cities and exerting power through them- did not take place. The civitasorganisation was maintained and the internal organisation of the czv/to-territory was only slightly affected by Roman forms. The concession of the ius Latii had not lead -as far as we are able to confirm with certainty- to the establishing of urban development in the Roman way. It was rather that the civitas retained its central place and finally became the Episcopal See, which remained significant to the political map of Gaul until the late Ancient Age. Archaeological findings have confirmed an initially weak romanisation, this was strengthened only after the 2nd. c , and even so at a relatively late stage, when urban agglomerations -with their towns and sacred places- were developed. RESÜMEE Der Beitrag beschäftig sich mit zwei Aspekten römischer Politik: Mit dem Latinischen Recht und mit der Municipalisierung und ihrer besonderen Ausprägung in den Tres Galliae. Es wird der Zusammenhang zwischen der Verleihung des ius Latii und der Municipalisierung untersucht und der Frage nachgegangen, ob das ius Latii die Voraussetzung einer Municipalisierung war. Es zeigt sich, daß in Gallien das in anderen Provinzen realisierte Konzept, ein Gebiet mit bevorrechteten Städten zu überziehen und mit ihrer Hilfe die Herrschaft auszuüben, in Gallien nicht umgesetzt wurde. Die civitasOrganisation wurde beibehalten und die innere Organisation der civ/fcw-Territorien nur schwach mit römischen Formen überzogen. Die Verleihung des Latinischen Rechts, soweit sie überhaupt sicher nachweisbar ist, hat nicht zur Ausbildung eines römischen Städtewesens geführt. Vielmehr blieb die civitas mit ihrem Hauptort, der nun Bischofssitz geworden war, bis in die Spätantike für die politische Landkarte Galliens bestimmend. Der archäologische Befund bestätigt die zunächst schwache Romanisierung, die erst ab dem ausgehenden 2. Jahrhundert an Kraft gewinnt und vom flachen Land mit seinen Villen und Heiligtümern ausgehend erst relativ spät die städtischen Siedlungen erreicht.
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D'ora in avanti sarò io a descrivere le città e tu verificherai se estistono e se sono corno io le ho pensate ". Die Beschäftigung mit dem launischen Recht und der Municipalisierung in Gallien und Germanien ist angesichts der Quellen in vielen Punkten dem Verfahren nicht unähnlich, das der Kublai Khan im Gespräch mit Marco Polo bei Italo Calvino vorschlägt. Die folgenden Ausführungen werden die Gallia Narbonensis ausklammern und sich auf das Gebiet der Tres Galliae und die beiden späteren germanischen Provinzen beschränken, da dieser Untersuchungsraum nicht nur in Bezug auf die schlechte Quellenlage einigermaßen homogen ist. Das Thema beschäftigt sich mit zwei Aspekten römischer Politik: Latinisches Recht und Municipalisierung, von denen der eine, "Municipahsierung", eine neuzeitliche Prägung ist. Für den Vorgang, ein Gebiet mit Gemeinden zu überziehen, die ein römisches Stadtrecht besaßen, gab es keinen Begriff, vielleicht fehlte sogar das entsprechende Konzept. Während man für die Einrichtung einer Kolonie den Ausdruck coloniam deducere oder mittere besaß, bezeichnete man dies bei einem Municipium mit municipium constituere^. In der modernen Forschung herrscht Übereinstimmung darüber, daß die Einrichtung von Municipien und Kolonien in einem eroberten Gebiet für Rom ein wesentliches politisches Ziel gewesen sein muß, da sich römische ProvinzialVerwaltung und römische Herrschaft über eine Provinz anders nicht vorstellen läßt3 . Gerade aber die Tres Galliae und Germanien sind Beispiele dafür, daß dieser Gedanke nicht überall vollen Erfolg hatte oder, anders gesagt, sie zeigen, in welche Schwierigkeiten man bei dem Versuch gerät, die regionale Vielfalt im Imperium Romanum mit einer generalisierenden Interpretation zu überdecken. Der zweite Begriff ist der des ius Latii, dessen Natur umstritten ist . Es ist hier nicht der Ort, die kontroversen Meinungen der Forschung darüber zu referieren. Und eine Entscheidung darüber, ob es sich um ein Personalrecht oder ein Gemeinderecht oder eine Kombination von beiden oder um etwas noch anderes handelt, ist in diesem Zusammenhang nicht die entscheidende Frage . Unbestritten bestand das politische Ziel des ius Latii in der Kaiserzeit darin, Peregrinen an für das tägliche Leben in einer römischen Provinz so wichtigen Schnittstellen wie conubium und commercium Handlungsspielräume zu eröffnen, und darüber hinaus den Zugang zur civitas Romana zu ermöglichen, und zwar über die Bekleidung städtischer Ämter, freilich unter Festsetzung eines Minimalzensus als Regelungsmechanismus6. Im Gegensatz zur civitas Romana* wurde das ius Latii, wenn wir einmal von den Latini luniani absehen, offenbar nicht an Einzelne verliehen, sondern an Provinzen oder an Städte bzw. civitates oder vielleicht auch an Gruppen7. Da das ius Latii auch das conubium und das commercium mit den in der entsprechenden Provinz, Region
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Italo Calvino, Le città invisibili, S. 49. Z.B. Lex Iul.agr. Ili, V. 3 Vittìnghoff 1952, S. 8 ff., 19 f. 4 Eine Zusammenfassung für die Kaiserzeit bei Alföldy 1986, S. 190-197; über die rechtliche Natur des ius Latii besonders Humbert 1981, S. 206-226. 5 Vgl. Alföldy 1986, S. 192-197. -Ich schließe mich der Beurteilung Alföldy's an, wenn er(S. 206) sagt, das ius Latii sei "nicht nur....schattenhaftes Gemeinderecht, sondern (habe auch die) Qualität eines Personenrechts, von dem einzelne cives Latini Gebrauch machen können"; er vergleicht es mit dem ius adipiscendorum in urbe honorum. 6 Zensus von 5000 Sesterzen für iudices: Lex Irn. 86. 7 Alföldy 1986, S. 218. Verleihung des latinischen Rechts an die negot(iatores) Brigfajntiens(es). 2
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oder civitas lebenden cives Romani umfaßte, bildete es also die Grundlage für ein o
Zusammenleben von römischen Bürgern und Peregrinen . Es ist hier nach dem Zusammenhang zwischen der Verleihung des ius Latii (falls es eine solche in größerem Umfang gab) und der Municipalisierung, dem Entstehen von Municipien und Kolonien oder anderen bevorrechteten Gemeinden in Gallien und Germanien zu fragen, und danach, ob das ius Latii die Voraussetzung von Municipalisierung war oder ob beide nur sehr wenig miteinander zu tun hatten. Da wir sehen werden, daß diese juristisch ausgelegte Betrachtungsweise zu kurz greift, müssen die Begriffe Romanisation, bei der der kulturelle Aspekt im Vordergrund steht, und Urbanisation, die eine räumlichfunktionale Bedeutung hat, mit einbezogen werden. Als Caesar Gallien eroberte, fand er ein Gebiet vor, in dem rund 100 Stämme wohnten, von denen 60 oder 64 in späteren Quellen als civitates genannt werden . Caesar bezeichnet mit civitas oder populus einen Stamm; civitas wird aber auch für ein politisch definiertesTerritorium, einen "Staat", verwendet10. Im Stammesgebiet traf er auf oppida, vici und aedificia privata, also wohl Gehöfte . Wie diese oppida und vici verwaltet wurden, ist unbekannt, ebenso, in welcher Beziehung ein oppidum oder die oppida eines Stammes zu ihrem umliegenden Territorium standen. Wie weit in kaiserzeitlichen Inschriften bezeugte indigene Magistraturen wie vergobretes oder guttuater zeitlich zurückreichen, ist nicht bekannt, über ihre Funktion wissen wir nicht allzu viel 13 . Freilich gilt dies nicht für alle Stämme oder civitates. Kleinere wie die Aresaces, Baetasii, Cairacates, Sunuci oder äieTexuandri, scheinen nicht einmal als civitates gegolten zu haben; 8
Das Kolloquium verdankt J. Richardson die Verdeutlichung dieses Gedankens. 60 nach Strab. 4, 3, 2 p. 192 C; 64 nach Tac, Ann. 3, 44, 1; vgl. Wolff 1976, S. 47 f. 10 B.G. 1,3,6.-Zum ambivalenten Gebrauch von civitas vgl. Drinkwater 1983, S. 105 ff. Nach Drinkwater benutzte Augustus den Trick, civitas (=Stamm, "nation") für (eine imaginäre) Stadt zu verwenden; in dieser so verstandenen civitas wurde der Hauptort ebenfalls als civitas bezeichnet (=czvi'ra5-capital). Später habe civitas nur noch den Zentralort gemeint. Freilich sei civitas als Stamm (=nation) immer wichtiger gewesen als der Hauptort, der nicht einmal das Umland kontrolliert habe (ebenda 141). 1 * Z.B. 1, 5, 2 über die Helvetii: Sie zündeten ...oppida sua omnia numero ad duodecim, vicos ad quadragintos, reliqua privata aedificia, an. 12 Caesar spricht des öfteren von magistratus: z.B. 1, 4, 3. 13 Caes., B.G. 1, 16, 5; 7, 32, 2-33, 4, vergobretus bei den Haeduem; ILTG 149=C/L XIII, 1048 + 1074: vergobretus bei den Santonen; CIL XIII, 1645: princeps in der civitas Segusiavorum; CIL XIII, 8771: summus magistratus in der civitas Batavorum; CIL XIII, 596/600: praetor bei den Bituriges Vivisci; Finke 1927, p. 322: mag(ister) bei den Treverern; Lejeune 1968/9, pp. 22 ff. aus Vitolles (Bouches du Rhone); CIL XIII, 11225, 11226 gutuater aus Augustodunum, CIL XIII, 2585: gutuater Mart(is) Ult(oris?) aus Macon (Haedui); CIL XIII, 1577: bei den Vellavii, Hirt., B.G. 8, 38: bei den Carnuten, CIL XIII, 1038=AE 1980, 624: bei den Petrucorii; AE 1980, 633=AE 1981, 643: bei den Bituriges Cubii. Für die Lexovii sind Vergobreten von Münzlegenden bekannt, vgl. Leglay 1991, S. 149; zu einem vergobretus bei den Lemovici vgl. Lejeune 1991, S. 193 ff. Keiner der Belege für vergobretus ist nachclaudisch. Nach Caesar war der vergobretus im 1. Jahrhundert v.Chr. ein Amt mit diktatorischer Vollmacht; die Umwandlung in ein kollegiales Amt wird aus Strabo 4, 3 hergeleitet. Vgl. ausführlich Wolff 1976, S. 62-76; Drinkwater 1979, S. 92. Drinkwater 1979, S. 89-100, argumentiert (S. 90), peregrine civitates, die die Romanisierung und den Rang einer Kolonie anstrebten, hätten sich bemüht, "to reform the structure of their local government in hopfull anticipation of leges municipales to follow." Gallische Magistraturen wichen also römischen. Strab. 4, 4, 3, scheint für diese freiwilliige Romanisierung zu sprechen. 9
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sie waren nicht in pagi untergliedert und besaßen offensichtlich auch keine oppida, oder bildeten erst im Laufe des 1. Jahrhunderts n.Chr. welche aus, wie etwa die Bataver oder die Canninefaten, die Caesar noch gar nicht erwähnt . Es scheint so, als ob die civitasUntergliederungen in oppida, pagi und vici von Süden nach Norden und Nordwesten hin abnahm. Auch die hierarchische Organisation der Stämme ist im Norden schwächer ausgeprägt als im Süden, wo differenziertere soziopolitische und wirtschaftliche Organisation, Siedlungsmuster und Bestattungsformen vorkommen1 . Betrachtet man eine Karte Galliens in der Spätantike, so fällt auf, daß das Territorium von Bischofssitzen überzogen ist, wobei ein Gutteil dieser Bischofssitze an eben den selben Orten wie die alten avtfas-Hauptorte zu finden sind; die Bistumsgrenzen bewahren wohl weitgehend die alten avitogrenzen . Gallien hat also im Laufe von 5 Jahrhunderten eine Entwicklung zu einem städtisch organisierten Gebiet durchlaufen, Urbanisation und Romanisation haben in einem gewissen Umfang stattgefunden. War dies Nebenprodukt oder Ergebnis gezielter römischer Politik? Welchen Beitrag hat die Vergabe des ius Latii dazu geleistet? Wir wissen von administrativen Maßnahmen unter Augustus: der Einteilung Galliens in Provinzen , der Gliederung des Territoriums, dem neuen Zuschnitt einiger civitateSy der Schaffung administrativer, politischer und wirtschaftlicher Zentren, sowie der Einrichtung eines Straßennetzes1 . Nach der Eroberung mußte Rom diesem Gallien eine Ordnung geben. Hierfür stand ein bewährtes Repertoire an Möglichkeiten zur Verfügung, von denen das nächstliegende nicht genutzt wurde: das eroberte Gebiet mit Deduktionskolonien zu überziehen. Es wurden zunächst lediglich drei Kolonien, nämlich in Lugdunum, Equestris und Raurica, an Rhein und Rhone deduziert, bekanntlich um wichtige Zugänge nach Italien zu schützen und nicht, um das eroberte Gebiet zu romanisieren . In claudischer Zeit folgten die Colonia Claudia Ara Agrippinensium in Köln, und im Jahr 1311A n.Chr. Aventicum; wobei wir bei
14 Wolff 1989, S. 266 nimmt an, daß die Stämme, aus deren Gebiet die Koloniegründungen herausgeschnitten wurden, "nachgeordnete Gebiete" ware, so die Baetasii bei der Colonia Ulpia Traiana, die Sunuci bei der Colonia Claudia Ara Agrippinensium, die Rauraci bei Äugst, die Mandubii bei den Häduren und die Aresaces bei Trier. 15 Bes. Roymans 1991, S. 261 f. ^ Vgl. die Karte 22 in: Atlas zur Kirchengeschichte. Hrsg. von H. Jedin, K.S. Latourette, J. Martin. Freiburg 1987 und S. 20; zur kirchlichen Organisation Galliens E. Griffe, La Gaule Chrétienne à Vépoque Romaine, Paris 1964-1966. -Zur weitgehenden Übereinstimmung von Territoriums grenzen und Grenzen der mittelalterlichen Diözenen in der Narbonensis vgl. z.B. Mastino 1987/88, S. 223 f. 17 Zur Neuorganisation Galliens unter Augustus vgl. Drinkwater 1983, S. 21 ff, 103 ff. 18 Mertens 1985, S. 265. -Die ex nihilo errichteten Zentren wie z.B. Autun, Bavay, Tongern, Tournai, aber auch die zivile Siedlung in Nijmegen, bleiben freilich, juristisch gesehen, vici. -Von der militärischen Sicherung Innergalliens in augusteischer Zeit vor der Drususoffensive haben wir keine Vorstellung. Die lange als augusteisch angenommenen Lager in Mirebeau, Arlaines, Aulnay-de-Saintogne und Néris sind nach neueren Untersuchungen nicht vor Tiberius zu datieren, vgl. Reddé 1991, S. 41-^8. ^ Es ist bezeichnend, daß Augustus bei der Aufzählung der Provinzen, in denen er Kolonien deduzierte, nur die Gallia Narbonensis erwähnt (RG 28). -Zu den drei Kolonien Vittinghoff 1950, S. 69. -Die Kolonie des l.Jahrhunders v.Chr. des Plancus in Raurica ist archäologisch nicht recht festzumachen; die Bauten sind erst ab Mitte-Ende 1. Jh. zu datieren, vgl. Drack 1988, S. 323-337.
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Aventicum nicht einmal wissen, ob hier überhaupt deduziert worden ist , und die Colonia Claudia Ara Agrippinensium lag an der äußersten Grenze der provincia praktisch in Militärgebiet. Die letzte deduzierte Kolonie war schließlich die Colonia Ulpia Traiana in Xanten21. Offensichtlich versuchte man die Tres Galliae zunächst über pedera mit einzelnen Stämmen, die Verleihung der libertär' und der civitas Romana an einzelne Gallier an sich zu binden. Die zahlreichen Iulii als Befehlshaber von Hilfstruppen und als Priester bei der Provinzialara sind ein beredtes Zeichen dafür^ . Daß die Iulii seit Ende des 1. Jahrhunderts aus den Inschriften verschwinden, hat Anlaß zu vielerlei Spekulationen gegeben. Dies ist ein Anzeichen dafür, daß die Viri tan Verleihungen nicht ausreichten, um eine stabile staatstragende Schicht in Gallien zu schaffen ; ein weiteres Indiz ist die Tatsache, daß wir kaum Ritter oder Senatoren aus den Tres Galliae kennen. Wollten sie nicht, oder verwehrte man ihnen den Zutritt in diese Schichten? Umfangreichere Bürgerrechts Verleihungen kennen wir aus Gallien nicht. Lediglich von den Lingonen wissen wir, daß Otho ihnen universis civitatem Romanam....dediP'^. Nach den wenigen Quellen können wir auch hier keine umfassende Romanisation feststellen. Das sogenannte Testament des Lingonen -wohl aus trajanischer Zeit- ist nur ein Beispiel dafür, daß dierömischeLebenswelt die der Gallier nur am Rande beriihrt hatte. Der Lingone bediente sich des Testaments als des wichtigsten Rechtsakts des römischen Bürgers, um Dinge seines ganz unrömischen Lebensbereichs zuregeln . Ob man die Beinamen von Städten als eine weitere schwache Vorstufe für eine Municipalisierung werten kann, sei dahingestellt: 11 Städte nannten sich nach Augustus oder wurden nach ihm benannt: Augusta Treverorum, Auskioi kai polis Augusta, Augustobona Tricassium, Augustodunum, Augustodurum Boiocassium, Augustomagus Silvanectum, Augustonemetum Arvernorum, Augustoritum Lemovicum, Augusta Suessionum, Augusta Viromandurum\ auch die Touronioi kai polis Kaisarodunon und die Bellovakioi mit ihrer polis Kaisaromagos, luliobona Caletorum, Iuliomagus Andevacorum und Germanicomagus können als Indikatoren für römische Aktivitäten in augusteischer Zeit gewertet werden, wenngleich wir nicht sicher wissen, welche Maßnahmen dies im einzelnen waren27. Auch wenn lediglich Augustodunum und Augusta Treveris durch Mela und archäologisch früh datiert sind, darf man wohl alle auf Maßnahmen in augusteischer Zeit zurückführen. Die Namen späterer Kaiser sind als Beinamen von Städten in Gallien nicht
20 Zur CCAA Tac, Ann. 12, 27; bei Aventicum ist die Deduktion von Veteranen weder inschriftlich noch archäologisch nachzuweisen; sie wird lediglich aus dem Kolonietitel: Colonia Pia Flavia Constans Emerita Helvetiorum Foederata, CIL XIII, 5089, erschlossen. Vgl. dazu Fellmann 1988, S. 56 ff.-Von Wolff 1976, S. 45, 55, als Kolonie mit Deduktion reklamiert 21 Neuere übersichtliche Zusammenfassung in: Die Römer in Nordrhein-Westfalen, Stuttgart 1987, S. 619-650. 22 Vgl. die Aufzählung bei Plinius 4, 105-109. 23 Vgl. Drinkwater 1983, S. 192 f. 24 Vgl. Drinkwater 1983.S. 192 f.; Humbert 1981, S. 219 f. 2 -5 Tac, Hist. 1, 78, 1: die Bürgerrechtsverleihung als Akt der Bestechung. 26 CIL XIII, 5702=FIRA III2 49, S. 146. -Diese Verweigerung des römischen Lebensstils, der für Gallien gut belegt ist, als "résistence" zu interpretieren (z.B. Galliou 1991, S. 84—86), scheint mir nicht erforderlich. 27 Die Belege bei Galsterer-Kröll 1972, S. 119 ff.
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mehr nachzuweisen . In der Regel wertet man derartige Städtebeinamen als Anzeichen dafür, daß der entsprechende Ort unter dem jeweiligen Kaiser irgendwelcher Privilegien teilhaftig wurde. Hier ist dies nur im Fall der Ausci bezeugt. Strabo berichtet, daß die Römer gewissen Stämmen in der Aquitania das Latium gegeben hätten, insbesondere den Ausci und den Con venae . Aber schon für die Convenae haben wir keinen Beleg für einen kaiserlichen Beinamen . Das Prinzip, nach dem diese Beinamen vergeben wurden, bleibt uns unbekannt. Sie dienten offenbar nicht dazu, civitates, die das ius Latti empfangen hatten, zu kennzeichnen, aber sie wurden auch nicht konsequent dazu verwendet, den Hauptort der civitas herauszuheben, denn die meisten Hauptorte blieben ohne Titel. Auch mit der Aufteilung größerer Stammes gebiete, wie z.B. dem der Arverner, Häduer oder Sequaner, bei denen kleinere Untergliederungen abgetrennt wurden, so bei den Arvernern die Velavii, usw. haben die Beinamen offenbar nichts zu tun . Im übrigen war diesen Titeln keine große Durchschlagskraft beschieden, man hat sie wohl wenig genutzt. In der Spätantike zumindest sind sie verschwunden und die Hauptorte tragen Namen, die vom Stammesnamen hergeleitet sind, was den Schluß nahelegt, daß die civitas, als Stamm verstanden, über Jahrhunderte hinweg die bestimmende Struktureinheit geblieben war. Eine größere urbanistische Entwicklung in augusteischer Zeit ist nur bei den wenigsten der genannten Städte zu erkennen. Über die innere Gliederung der czvzto-Territorienin der Kaiserzeit sind wir schlecht unterrichtet. Sie war auch innerhalb unseres Untersuchungsgebietes sehr unterschiedlich. So wissen wir aus den Untersuchungen von Agache, daß im Sommegebiet neben Samarobriva (Amiens) und einigen Straßenorten, die die Itinieranen nennen, das Land mit kleinen und größeren villae, Einzelgehöften, übersäht war. Vici oder andere dörfliche Ansiedelungen finden sich kaum; dafür aber etwa 40 Heiligtümer unterschiedlicher Größe und Ausstattung3 2 . Weiter im Süden und vor allem im Osten der Tres Galliae sind vici oder pagi inschriftlich belegt; sie besaßen zumindest eine begrenzte Selbstverwaltung33. Je weiter man sich jedoch vom Süden der Tres Galliae entfernt, umso unwichtiger werdennach Ausweis der archäologischen Forschung und der Inschriften diese kleinen Zivilsiedlungen34. Charakteristisch ist dort die große Zahl ländlicher Heiügtümer, mit (Umgangs-)Tempeln, teilweise auch monumentale Anlagen mit Thermen, Theatern und anderen Bauten, deren Funktion nicht immer klar ist. Den meisten fehlt eine Wohnbebauung^ . Dennoch kennen wir auch hier Spuren von Selbstverwaltung, so etwa die Stiftung eines diribitorium in
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Lediglich ein Claudiomagus vicus (Clion) noch bei Sulp. Sev. 2,8,7. Strab. 4, 2, 2. 30 Mela 3, 2, 20 f. Aquitanorum clarissimi sunt Ausci..., urbesque opulentissimae...in Aus eis Eliumberrum. 3 * Zum Verhältnis des neuen Hauptortes zu anderen Siedlungen auf dem Gebiet der civitas vgl. Mertens 1985, S. 261-280. 32 Agache 1978. 33 Wolff 1976, S. 94 ff., 100. -CIL XIII, 412, 604, 916, 1684, 2949, 6776. -Generell dazu Drinkwater 1991. -Drinkwater 1991, S. 93 hat zu Recht die Unterschiede zwischen 1. und 3. Jahrhundert betont. 34 Vgl. nur Agache 1975, S. 658—713. Agache erkennt aus den Luftbildaufnahmen im Somme-Gebiet um Amiens nur sehr wenige vici. 35 Vgl. hierzu Galsterer 1992, S. 384-387; zu den Heiligtümern im Somme-Gebiet Agache 1978, S. 385-^17. 29
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Vendoeuvre-en-Brenne . Auch die Tatsache, daß Inschriften für städtische Magistrate fernab des Hauptortes in derartigen Ansiedlungen gefunden wurden, könnte dafür sprechen . Man hat dies in dem Sinne interpretiert, daß sich in diesen, von der Forschung als conciliäbula bezeichneten Heiligtümern, die ländliche Bevölkerung w i e schon in vorrömischer Zeit versammelte und weiterhin indigene Gottheiten verehrte . Dort konnten zudem gewisse Verwaltungsaufgaben erfüllt werden . Wenn diese Interpretation richtig ist, haben wir in Gallien den einmaligen Fall vor uns, daß die römischen Behörden eine Entwicklung gefördert oder zumindest geduldet haben, die einer gezielten Municipalisierung entgegenstand, ja geradezu eine Konkurrenz dafür darstellen mußte . Ihre wichtige Funktion als Schnittstelle zwischen indigener Tradition und römischer Zivilisation ist immer wieder hervorgehoben worden 4 . Werfen wir nun einen Blick auf die Zeugnisse für eine Municipalisierung in nachaugusteischer Zeit in Gallien und Germanien: Neben den bereits erwähnten Deduktionskolonien Equestris, Lugdunum, Raurica, Colonia Claudia Ara Agrippinensium, der Kolonie in Aventicum und der Colonia Ulpia Troiana in Xanten, die mit Ausnahme von Lugdunum alle im der "Germania" lagen, finden sich im Laufe der Kaiserzeit vereinzeltinschriftliche Belege für Koloniestatus, wobei man hier mit dem Typ der sogenannten Titularkolonie rechnet : Es sind dies die colonia Elusatiumr , die colonia
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Galsterer a.O. S. 385 f. mit Literatur. -Die Inschrift CIL XIII, 11151=/LS 9361. Ebenda. ^ ° Z u den sogenannten conciliäbula, die neben kulturellen (Theater, Forum) und religiösen (Tempel) auch politische (Basiliken) und Heilfunktionen (Thermen) in sich vereinigten, vgl. Picard 1970, bes. 67; Wightman 1986, S. 572 ff., Bouley 1983, S. 571 und Scheid 1992, bes. 25 f. -Die römischen Staatsgötter genossen in Gallien wenig Popularität. Eine Reihe von Inschriften, die vom Text her wie Weihungen für Iupiter oder Minerva aussehen, stammen vom flachen Land und sind von Indigenen gesetzt, meinen also auch eher eine indigene Interpretation dieser Götter, z.B. /ZTG379, 358, 147 usw. 39 Galsterer a.O. 386 mit Anm. 49 und 50. 40 Dies trifft besonders für die civitates zu, bei denen neben einer Kolonie auf dem Territorium vz'cilagen: in Aventicum, vici und pagi CIL XIII, 5026, 5042, 5043, 5063, 5064, 5976, 5161, 5170, 5194, 5195, 5233, 11495; bei der col(onia?) Mediomatricorum CIL XIII, 4410, 4481, 4549, 4565; bei der colonia Morinorum CIL XIII, 3563; bei der colonia Flavia Forum Segusiavorum CIL XIII, 1646, und bei den Tre veri zahlreiche viciundpagi. 41 Vgl. besonders Picard 1970, S. 67, Bouley 1983, S. 571. -Gegen diese Interpretation kann indes angeführt werden, daß die conciliäbula zwischen der Mitte des 3. und dem Ende des 4. Jahrhunderts alle aufgegeben wurden; aus keinem entwickelte sich ein städtisches Zentrum, vgl. besonders Aupert 1992, S. 33.ff. 42 Zur Titularkolonie ausführlich Vittinghoff 1952, S. 27 ff.-Daß zwischen Eroberung und Neuordnung der Provinz und den ersten Kolonien eine gewisse Zeit verging, ist nicht ungewöhnlich. Vgl. etwa die Transpadana, wo die erste (und einzige) Deduktionskolonie, Novum Comum, erst 59 v.Chr. entstand.-Wolff 1989, S. 269 f. wendet sich gegen das Konzept der Titularkolonie und meint, wenn im gallisch-germanischen Raum das ius Latii die vornehmliche Form der Privilegierung gewesen sei, habe sich der Kolonietitel für die "latinischen Staaten" angeboten. 43 CIL XIII, 546, nicht vor Ende des 2. Jahrhunderts zu datieren; wegen zweier Weihinschriften für Severus Alexander und seine Mutter (CIL XIII, 544, 545) schrieb Hirschfeld, CIL XIII p. 72, den Kolonietitel diesem Kaiser zu. 37
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Convenarum \ die colonia Lingonum , die col(onia?) Mediomatricorum: , eine colonia Morinorum41', eine Kolonie im Gebiet der Nemeter , die colonia Flavia Forum Segusiavorum49', eventuell je eine bei den Senonen 50 , den Viducasses l und den Vellavii 52 und schließlich die Kolonie in T h e r e i n der Germania Inferior treffen wir schließlich auf je ein Municipium der Bataver und eines der Canninefates und schließlich auf das Municipium Arae Flaviae in der Germania Superior. Von weiteren Municipien haben wir keine Kenntnis. Im Gegensatz etwa zur Baetica, hat die Municipalisierung in Gallien und Germanien nicht recht gegriffen. Diese Belege für Municipal- oder Kolonial status sind durchwegs dürftig und nur selten genauer zu datieren, so daß kaum feststellbar ist, ob eine civitas zur Kolonie erhoben wurde oder ob civitas und Kolonie, beziehungsweise Municipium, zu einem bestimmten Zeitpunkt nebeneinander bestanden. Wenden wir uns nun dem ius Latii zu. Wir wissen nicht, warum Plinius in seiner Beschreibung der drei gallischen Provinzen im 4. Buch, bei der er zwar erwähnt, ob die Völker liberi oder foederaü waren, bezüglich ihrer Rechtsstellung so schweigsam ist . An direkten Zeugnissen für das latinische Recht in den Tres Galliae und in Germanien haben wir lediglich die erwähnte Mitteilung Strabos über die Ausci und die Convenae . Umso umfangreicher ist die Diskussion in der Forschung um eine weiträumige Verleihung des ius Latii in den Tres Galliae. Sie beginnt bei Hirschfeld zu Beginn unseres Jahrhunderts . Um den Quellenmangel zum ius Latii in Gallien zu überbrücken, hat man in der Forschung nach Kriterien gesucht, die dieses Recht anzeigen könnten: Es wurde versucht, Eigenarten der Am terl aufbahnen , das Fehlen von Tribusangaben , die Herkunftsangaben von Equites Singular es Augusti und Rottensoldaten oder die Personennamen, für die Christol vielversprechende Ergebnisse für Nimes vorlegen konnte , anzuführen. Freilich reicht keines der Kriterien allein aus.
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Ptol. 2, 7, 13. CIL XIII, 5685, 5693, 5694 (c.L.), 11572. 4 ^ CIL XIII, 11359: die Auflösung zu col(onia) ist unsicher denkbar ist auch col(legium) med(icorum). 47 CIL XIII, 8727, aus Ulpia Noviomagus (Nijmegen). 48 CIL XIII, 9092, gefunden in Altrip: c]ol(o)[ . 49 CIL XIII, 8917, aus trajanischer Zeit. 50 CIL XIII, 1684, aus Lugdunum. Der Bezug auf die Senonen ist nicht klar. 51 CIL XIII, 3162=ILTG 341. 52 CIL XIII, 1577. 53 Wightman 1970, S. 40 ff.; Heinen 1985, S. 61-66. 54 Plin. 4, 105-109. 55 Strab. 4, 2, 2. 56 Hirschfeld 1913. 57 Galsterer-Kröll 1973, S. 277-306; vgl. dazu Wolff 1976, S. 66-76. 58 Wolff, 1976, S. 82-91. 59 Schon Mommsen, Ges. Sehr. V 412 ff. u.ö.; Wolff 1976, S. 91 f.; Alföldy 1986, S.188. 60 Christol 1989, S. 65-76. 45
LATINISCHES RECH
ND MUNICIPALISIERUNG IN GALLIEN UND GERMANIEN
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Hauptanlaß für die Annahme, Gallien habe in größerem Umfang das latinische Recht besessen, sind Belege für römische municipale Magistraturen in civitates der Tres Galliae, wie Ädilität, Quästur, Duumvirat oder auch von Priesterämtern wie Augurat und Augustalität, die im übrigen Imperium nur in bevorrechteten Gemeinden, Municipien und Kolonien römischen oder latinischen Rechts, vorkommen61. Um also für die municipalen Magistraturen außerhalb von Kolonien und Municipien überhaupt eine Erklärung zu finden,wurde per analogiam für die civitates in den Tres Galliae das ius Latii als Erklärungsmuster bemüht. Wir hätten es hier mit civitates zu tun, die das ius Latii besaßen, und mit römischen municipalen Magistraturen ausgestattet waren. Freilich ist dies mit erheblichen Schwierigkeiten behaftet. Was ist mit civitas gemeint, an der dieses Recht haftete? Darf man civitas in den Inschriften als "Stadt, Zentral ort" bzw. "civitas capital" interpretieren62? Dann bleibt die civitas, als "Stamm" verstanden, so wie Caesar dies noch meinte, ohne Bezeichnung und die Beziehungen zwischen dem Hauptort und dem Territorium, bzw. den auf dem Territorium gelegenen anderen Siedlungen sind schwierig zu definieren . Als Musterbeispiel für diese Komplikationen aber auch für den spekulativen Charakter der in der Forschung vertretenen Interpretationen, könnte man am besten Trier anführen. Wir kennen eine civitas mit pagi\ Mela nennt die Stadt der Treverer Augusta, Tacitus erwähnt (IV 62,72) die colonia Treverorum, wir kennen einige wenige Magistrate, und in einer Inschrift werden die Kolonie und die civitas nebeneinander genannt . Die Forschung ist sich lediglich insoweit einig, daß ius Latii anzunehmen ist, und der Kolonietiteltitulargebraucht wurde. Was mit civitas oder was mit colonia gemeint ist, in welchem Verhältnis sie zueinander standen, und welcher Einheit die Magistrate zuzuordnen wären, dafür gibt es so viele Meinungen wie Möglichkeiten, und alle haben eine gewisse Plausibilität für sich 65 . Es ist also trotz der schlechten Quellenlage deutlich, daß Duumvirat und andere municipale Ämter in den Tres Galliae und Germanien in als civitas bezeichneten Einheiten belegt sind, ferner, daß civitas, wie bei den Convenae, die das latinische Recht besaßen, eine bevorrechtigte Gemeinde bezeichnen kann. Offen sollte jedoch bleiben, ob man aus Analogiegründen überall dort, wo städtische Magistraturen überliefert sind, auch annehmen kann, die civitas habe ius Latii besessen . Daß eine Reihe von civitates später auch 61 Vittinghoff, ANRW II 6, S. 7 f.; Galsterer 1971, S. 2 und Anm. 13. Wolff 1976, S. 49; Drinkwater 1991, S. 91 und Anm. 11, meint, municipale Magistraturen könnten Koloniestatus anziegen, "but this should not be taken as an absolute and completely-generalizable rule". 6 2 Der Annahme Wolffs 1976, S. 52, bei den gallischen civitates habe es sich um römischrechtliche Stadtstatute gehandelt, in denen auch Uviri vorgesehen waren, und dies sei global in einer lex provinicae geregelt gewesen, vermag ich nicht zu folgen. 63 Hierzu Wolff 1989 u.ö. -Zu civitas ausführlich Drinkwater 1979, S. 90 ff. -Drinkwater vertritt die Ansicht, civitas meine das gesamte Stammesgebiet, nicht nur die zentrale städtische Agglomeration (so auch Frere 1961, S. 29-37). Die Einrichtung einer Kolonie habe nicht zu einer scharfen administrativen Trennung zwischen czvitaj-capital (=der neuen Kolonie) und dem restlichen Territorium geführt (so Wolff, 1976, 113-116), sondern zu einem Hybrid. 64 AE 1968, 321. 6 ^ Eine Zusammenfassung der Forschungsergebnisse bis 1977 bei Wolff 1977, S. 213140; ein guter Überblick auch bei Heinen 1985, S. 61 ff. 66 Drinkwaters Ansicht (1991, S. 91), latinische und peregrine Gemeinden seien "virtually the same in the way in which they were administered", das Endergebnis sei aber dasselbe wie in einer kleinen italischen Stadt, ist zumindest originell. Ortiz-Urbina 1992, S. 327 f. weist zu Recht auf den sehr schwachen Konnex zwischen ius Latii und Municipium hin, der
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vereinzelt als colonia bezeichnet werden, erleichtert die Beurteilung ebenso wenig wie die Tatsache, daß die Belege für die municipalen Ämter häufig nicht im Hauptort gefunden worden sind. Je nach Bewertung ist dann zu entscheiden, ob die Magistraturen dem Zentralort zugehören oder einer städtischen Siedlung innerhalb des Stammesgebietes, oder ob nicht die Tatsache, daß sie so verstreut auf dem Territorium des Stammes gesetzt wurden, darauf hinweist, daß civitas eben das gesamte Stammestenitorium als solches meint, die Magistratur auch ihre Zuständigkeit dafür hat; daß es daneben noch eigene Beamte gab, denen die Verwaltung der vici oder pagi oblag, läßt sich damit vereinbaren67. Es scheintjedoch deutlich, daß in den Tres Galliae das ius Latii nicht an ein Kolonie- oder Municipium-Statut gebunden war ; dennoch ist eine konstitutionelle Änderung der inneren Verfassung der gesamten civitas anzunehmen . Diese nicht eindeutige Quellenlage hat Drinkwater zu der Beobachtung veranlaßt, die Gallier hätten das römische Konzept der Selbstverwaltung nicht begriffen, aber auch die Römer hätten wohl die Auffassung der Galher ihrerseits nicht verstanden . Die Annahme, man habe sich drei Jahrhunderte lang mißverstanden, ist als Gedankenspiel nicht ohne Reiz. Wenn wir nun noch einmal auf die eingangs gestellte Frage zurückkommen, ob denn das latinische Recht ein Baustein zur Municipalisierung in Gallien und Germanien gewesen ist, oder wie die Wechselwirkung zwischen beiden war, so müssen wir bekennen, daß unsere literarischen und epigraphischen Quellen für ein Antwort nicht ausreichen. Es bleibt noch, die archäologischen Quellen zu befragen, die freilich nur den Grad der Romanisation, nicht einen juristischen Status anzeigen können. Es ist aber anzunehmen, daß die juristischen Veränderungen und Auswirkungen, die die Verleihung des ius Latii mit sich brachte, wie conubium, commercium, Bodenrecht, andere Gerichtszuständigkeiten und Erweiterung des Kreises der cives Romani durch Ämterbekleidung, nicht ganz losgelöst vom Vordringen der römischen Zivilisation, der Romanisation, gesehen werden können. *71
Tacitus beschreibt , wie sein Schwiegervater in Britannien die zerstreut lebenden und rohen Menschen an Wohlleben und Muße gewöhnte. Er half ihnen von Staats wegen, Tempel, Märkte und Häuser zu errichten, also städtische Siedlungsformen auszubilden und berichtet, daß sie schnell die römische Sprache und römische Lebensart annahmen. Daß dies zu einer Municipalisierung geführt habe, hebt er nicht hervor. in den Quellen überhaupt nur bei Asconius gegeben ist; sie schlägt als Erklärungsmuster eine "municipalización virtual" vor, die civitates, poleis, oppida, urbesundpopuli betroffen habe. Zu einer Konstitution als römische Gemeinde habe dies aber nicht geführt 67 Herz 1989, S. 215 ff. nimmt sogar an, es habe unterhalb der Stammesgliederung relativ feste Gruppierungen (Teilstämme, Gaue) gegeben, "die einen Teil ihrer sozialen Identität in einer gemeinsamen Kultstätte manifestierten". 68 Humbert 1981, S. 219. 69 Humbert 1981, S. 220, geht von einer weitgenden Attribution des Umlandes an den Hauptort aus, womit dessen neue städtische Ämter und damit auch der Zugang zur civitas Romana für die Attribuierten geöffnet wurden. /w Drinkwater 1983, S. 25, 104. Drinkwater geht davon aus, daß civitas zunächst eine "nation" mit Territorium, auf dem mehrere Orte liegen, meinte. Augustus habe durch die Betonung des Hauptortes dann civitas mit czviraj-capital gleichgesetzt und so habe sich die Begrifflichkeit im Laufe der Zeit verschoben. 71 Tac, Agr. 21.-Die Tacitusstelle suggeriert einen gewissen missionarischen Eifer römischer Beamter bei der Romanisation. Besonders die niederländische Forschung hat in den letzten Jahren demgegenüber mehr die Art und Organisation der indigenen Gesellschaften herausgearbeitet und hervorgehoben, was diese in den Prozeß der Romanisation an Eigenarten eingebracht hat, vgl, Millett 1990, S. 37 und Bloemers 1990, S. 74 ff.
LATINISCHES REL . UND MUNICIPALISIERUNG IN GALLIEN UND GERMANIEN
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Bei dieser Argumentation wird ein hoher Prestigewert der römischen Zivilisation vorausgesetzt, der eine Integration der nunmehr städtischen Eliten befördert habe. Die Hauptfrage beim Prozeß der Romanisation müßte also lauten, inwieweit die Stämme eine städtische Lebensart übernahmen oder sich der römischen Zivilisation öffneten, und ob dieses Romanisation eine städtische Organisation nach sich gezogen habe, die man als Municipalisierung bezeichnen kann. Wie ein Blick in die römischen Abteilungen der Museen in Frankreich lehrt, wie aber auch die archäologische Forschung zeigt, kann von üppigen römischen Häusern in den Städten oder von einer faßbaren römischen, also besseren Zivilisation oder Lebensqualität bis ins 2. Jahrhundert hinein kaum die Rede sein . Die Romanisation ist in Gallien und Germanien erstaunlicherweise am ehesten auf dem flachen Land zu fassen: So finden sich größere Villen nach römischem Vorbild auf dem Land bereits im 1. Jahrhundert . In Nordgallien waren es eher die Heiligtümer auf dem Land, an denen sich römisch geprägte öffentliche Architektur, die aber ihrerseits von der ländlicher Villen abgeleitet ist , nachweisen läßt, als die Städte7-5. Freilich ist nicht einmal klar, ob die römischen Villen, die uns gemeinhin als Beispiele einer gelungenen Romanisierung gelten, wie Echternach, Bad Kreuznach, Otrang, Montmaurin, Pully, und andere, nicht doch Landsitze zugewanderter römischer Verwaltungsbeamter oder Offiziere waren . Römische städtische Lebensart scheint über den Umweg von ländlichen Villen oder Hemgtümern erst im 2. Jahrhundert in die Städte eingedrungen zu sein. Wenn dieser archäologische Befund richtig ist, so kann man auf der ganzen Linie ein Mißlingen des Konzepts der Municipalisierung in Gallien konstatieren. Das ius Lata, wenn es denn weit verbreitet gewesen sein sollte, hat dazu offensichtlich nicht viel dazu beigetragen , römische Lebensformen weiterzutragen, die lokalen Eliten durch das solidum 78
civitatis Romanae beneficium aus ihrer Welt herauszulösen, und sie in die römischen Verhältnisse zu integrieren . Der Anreiz des ius adipiscendae civitatis per magistratum, der zumindest seit Pompeius Strabo als Kernstück des ius Latii gilt , reichte nicht aus, um in großem Umfang auch Städte mit römischer Stadtverfassung hervorzubringen.
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Von Blagg 1990, S. 207, formuliert Agache 1978, S. 410 für das Sommegebiet; Blagg 1990, S. 194 ff. 74 Agache 1975, S. 658-713; Walthew, 1982, S. 225-235. 75 Blagg 1992, S. 207. 76 Blagg 1990, S. 206. 77 So auch Wolff, 1976, S. 118. 78 ILS 212. 79 Christel 1989, S. 65. 80 Luraschi 1979, S. 177 ff., Humbert 1981, S. 217.
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LATINISCHES RECH. . ND MUNICIPALISIERUNG IN GALLIEN UND GERMANIEN
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II COLOQUIO
Prof. Prieto. Para no extenderme demasiado y dejar más tiempo al Coloquio, solamente quería agradecer a los profesores que han participado en estas reuniones, sobre todo a Juan Santos. Por supuesto es un placer venir aquí y en este caso por tercera vez, encontrar de nuevo a viejos amigos y discutir sobre estos temas. Con estas relaciones, y esta especie de puente aéreo entre Santiago y Vitoria, se va consiguiendo avanzar en discusiones puntuales que creo que son importantes para dar un paso adelante porque éstos son lugares de discusión donde se puede avanzar en puntos que son vitales. Con la exposición de la Dr3. Galsterer-Krôll se cierra la primera jornada de exposiciones de este Coloquio, con lo cual pasamos directamente a las preguntas en orden de intervención, en primer lugar sobre la intervención del profesor Bandelli. Prof. Le Roux. Je voudrais poser deux questions de détail à G. Bandelli. Si j'ai bien suivi, il y aurait toujours après 150 a. C. des communautés latines en territoire italien: où se situent-elles sur la carte? En outre, pourquoi dites-vous qu'elles se trouvent dans l'Italie ordinairement considérée comme l'Italie? Prof. Bandelli. Mi dispiace che non abbiamo a disposizione una carta dell'Italia settentrionale e della Penisola Istriana [per es., quella di CIL V o quella di Fraccaro]. Comunque, premesso che si discute molto sulla localizzazione deiCarni e dei Catali, quello che è certo è che stanno all'interno della X Regio. Si discute, cioè, in quale territorio della X Regio vivono, ma nessuno dubita che ne facciano parte. Sono insediati nell'entroterra di Tergeste (Trieste), a decine di km. dal confine orientale della X Regio, cioè dell'Italia. Prof. Le Roux. Depuis quand cette région faisait-elle partie de l'Italie? Prof. Bandelli. Si discute se Tergeste venisse compresa nell'Italia fin dall'età cesariana o dopo, cioè nel periodo triumvirale o augusteo. Comunque, nella discriptio Italiae di Plinio la città fa parte della X Regio (III, 127). Quello che mi pare un buon terminus ante quem dell'integrazione di queste popolazioni indigene è, appunto, la suddivisione dell'Italia nelle undìcìRe giones augustee (forse tra il 18 e il 12 a. C.). Pure i Carni e i Catali sono compresi nella disciptio (IH, 133). Altri non escludono per Yadtributio una data più tarda, ma sempre augustea. Prof. Le Roux. Merci pour ces précisions. Elles vont me permettre de formuler ma question. Le schéma plinien se comprend, je crois, autrement que comme un bilan
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irraisonné et schématique si on lui accorde quelque bon sens et quelque conformité avec la pratique romaine. Dans cette perspective, une province ou l'Italie n'ont pas de frontières cohérentes ou de limites qu'il faut faire coïncider à tout prix avec la continuité territoriale: elles sont une liste alphabétique et discontinue de cités considérées comme constitutives de leur territoire, quelle que soit leur position géographique. Sur cette base, j'ai du mal à admettre qu'une cité attribuée puisse jouir d'un statut de cité complet et donc continuer à apparaître comme telle dans le bilan plinien. Pline semble viser des villes attribuées plutôt que des cités. Quelle serait donc votre définition de la cité attribuée? Une deuxième question prolonge la réflexion: est-on en droit de parler de colonies honoraires à propos du texte d'Asconius et l'expression ville Latine -c'est-à-dire soumise au même droit que celui qui régissait les cités coloniales latines- n'est-il pas plus juste et plus conforme à l'esprit ambigu et contourné du texte d'Asconius? Prof. Bandelli. Comincio dalla seconda domanda, che P. Le Roux mi ha preannunciato questa martina (cortesia di cui gli sono grato). Sulle colonie latine "fittizie", corne su altri punti che ho toccato e sorvolato, mi limitavo a riproporre la vulgata. In linea di massima, soprattutto nella storiografia italiana, la formula è accolta. Tu poni il problema se sia pertinente o meno. Io credo, allora, che un'analisi del testo consenta di mantenerla. Abbiamo due termini di confronto, l'uno è Transpadanae coloniae (sia pure composte di popolazione indígena), l'altro ceterae coloniae. II significato letterale è, dunque, inequivocabile: per Asconio anche le prime hanno il ti tolo di coloniae. Ce tuttavia una questionepreliminare^ueUadeU'attendihüitadeirautore come fonte "técnica", giuridica. In tale prospettiva la tua obiezione ha un senso. Devo pero segnalare che H. Galsterer -nella relazione che ha presentato al Convegno di Rimini qualche settimana fa- rivendica l'affidabüita di Asconio anche dal punto di vista giuridico. Prof. Galsterer. Die Glaubwürdigkeit von Asconius scheint mir darin zu liegen, daß er aus einer der einflußreichsten Familien Paduas stammte, die im ersten Jhdt.n.Chr. bereits senatorischen Rang besaß. Er selbst war der Enkel oder Urenkel von Leuten, die nach den Regeln der lex Pompeia zuerst die Latinität und dann wohl sehr schnell das Bürgerrecht erhalten hatten. Für ihn stellte dieses Problem also einen Teil der Familiengeschichte dar, und ich glaube, bis zum Beweis des Gegenteils sollte man seinen Aussagen Vertrauen schenken. Prof. Le Roux. La difficulté que je vois est qu'Asconius lui-même fait comme s'il ne comprenait pas sous prétexte que le texte de Cicerón lui semble mal venu. Il s'est enfermé dans une logique qui tient de la casuistique. Mais ce serait forcer le texte que de lui faire dire que les villes honorées par Pompeius S trabo sont des colonies: ius dedit Latii ut possent habere ius quod ceterae Latinae coloniae. Il s'agit d'une comparaison destinée à faire comprendre la différence entre municipe et ville latine; il s'agit aussi d'un procédé bien connu du droit romain, celui de l'assimilation sans le statut. C'est bien différent d'un rang honoraire qui entraîne l'identité de condition. Asconius est en somme aussi perplexe que nous devant une mesure qui revient à accorder le droit latin sans le rang colonial. Cette réflexion éclaire à sa manière l'esprit du texte plinien qui ignore les expressions colonie ou municipe latin. Pour lui aussi les villes latines rendent compte mieux que toute autre formule de la hiérarchie profonde des statuts politiques des communautés locales, car ce ne sont ni des colonies, ni des municipes. Prof. Bandelli. Tu dici che ci sono délie aporie nel testo, che c'è il sospetto che tutta la formulazione del discorso non sia di carattere técnico. Ma qui si rende necessaria
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un'opzione di carattere preliminare. Queste fonti o le accettiamo o non le accettiamo. Secondo me, una formula del tipo quod ceterae Latinae coloniae non è la stessa cosa che la formula quod Latinae coloniae. II ceterae introduce un elemento di comparazione che rimanda ad una realtà che non è puramente lo ius Latii, ma sono le colonie che godono dello ius Latii. È questa, per me, l'esegesi del testo. [Addendum, 25.III.95. Catullo (17,1,7) definisce Verona colonia]. Prof. Le Roux. Je ne suis pas du tout sûr, pour ma part, qu'à l'époque à laquelle se réfère Asconius il existait d'autres cités latines que les colonies latines qui ont donc servi de modèle aux cités de droit latin instituées par le père de Pompée. En particulier, il n'existait pas alors de municipe latin. Prof. Galsterer. Ich kann das Problem von Le Roux nicht erkennen. Asconius fand in Cicero eine Textstelle, die er nicht verstand: magnopere me haesitare confíteor quid sit quare Cicero Placentiam municipium esse dicat. Dies ist die Frage, die er zu beantworten sucht, warum nämlich eine Stadt, die er als Kolonie kennt, hier als Municipium bezeichnet wird - das latinische Recht interessiert ihn hier nur am Rande, und stellt für ihn kein Problem dar, das er erklären müßte. Prof. Roddaz. J'interviens rapidement pour dire queje suis tout à fait d'accordavec M. Galsterer et je ne vois pas où est le problème. Je voudrais demander une précision à G. Bandelli sur les Carni. Est-ce-que tu penses que les modifications de frontières à l'époque d'Auguste concernant les limites de la Dixième Région et en particulier de l'Istrie (sur la date desquelles on discute encore) peuvent expliquer le fait que les Carni ont été traités de manière différente et qu'ils peuvent être un peuple attribué? Prof. Bandelli. Questo è un problema complesso, che per essere affrontato richiede, appunto, délie precisazioni di carattere cronológico. Non si è arrivati ad una datazione sicura dellradtributio dei Carni e dei Catali, e vi sono al riguardo tre ipotesi. Una ritiene il provvedimento successivo aile campagne illiriche di Ottaviano del 35-33, che tu conosci meglio di me. La seconda ipotesi collega Yadtributio alla divisione in Regiones dell'Italia, e quindi potremmo essere nell'ámbito del penúltimo decennio a. C. La terza, che è stata formulata recentemente dal mio collega di Trieste Ruggero Rossi (1992, p. 166), non esclude un'adtributio ancora più tarda, cioè nell'ultimo anno deirimpero di Augusto, cui si data un'iscrizione in suo onore (CIL V 852=M/ X, 4,337), la quale è posta ai confini di un territorio che sarebbe quello di Tergeste e délie civitates adtributae ad essa. Resta comunque il fatto -lo ripeto- che queste popolazioni stanno nella X Regio, cioè in Italia. Voglio tomare, a questo punto, su altre questioni sollevate da Patrick Le Roux. Una teoria diffusa -il cui rappresentante più autorevole è André Chastagnol- interpreta il caso degli Anauniy dei Sinduni e dei Tulliasses, in questi termini: una parte di loro, come risulta dalla Tabula Clesiana (CIL V 5050) sono adtributi a Tridentum (Trento), che è compresa nella X Regio dell'Italia; ma le tre popolazioni, in quanto tali, rientrerebbero nella Rezia. Questo è un discorso che ha un suo fascino per cuanto riguarda gli Anauni, perché lï siamo veramente a qualche decinadi km. dalla Rezia. Ma corne giustifïcare alcuni dei casi cui ho fatto un breve cenno alla fine délia mia relazione, cioè quello dei peregrini di Eporedia (o Vercellae), o quello dei Carni e dei Catali ? Per quanto riguarda il primo, c'è un articolo di Luisa Brecciaroli Taborelli (ZPE 74, 1988), giustamente valorizzato da Chastagnol (Iura 38, 1987 (ma 1990)). Quelle iscrizioni di peregrini -che lo studioso francese ritiene adtributi- provengono dalla zona di Biella, quindi sono pertinenti a popolazioni che gravitavano su Eporedia o, corne preferisce Galsterer, su Vercellae. Naturalmente questo non
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vuol dire mol to per gli amici spagnoli; ma chiunque prenda in mano una carta geográfica e vada a vedere dove sta Biella -a decine e decine di Km. dal confine dellItalia romana- capisce che l'ipotesi che si tratti di gruppi adtributi ad un centro itálico, ma non compresi nell1 "Italie romaine", è difficile da sostenere. Ad ogni modo, corne ho detto nella mia relazione, il problema va riconsiderato nella sua globahtà. Prof. Le Roux. Merci. H. Galsterer et J.M. Roddaz m'obligent à insister sur le fait qu'il y a bel et bien un problème de fond. 11 s'agit, ni plus, ni moins de savoir s'il n'y a pas eu, à la faveur de la guerre sociale, une évolution du droit latin aboutissant à le détacher de fait du statut colonial, son berceau, ce qui pose aussi la question de la nature de la colonisation latine après cette date. Pour ma part, je considère que ce fut le point de départ d'une nouvelle formule de diffusion du droit latin, mais que la colonisation latine, même limitée, n'a pas disparu comme fait colonial attesté et effectif, notamment en Narbonnaise. On ne comprend pas non plus, sans cela, le cas d'Avenches. Prof. Bandelli. Sul fatto che il testo di Asconio pone dei problemi sono d'accordo. Prof. Galsterer. Ich möchte nicht nochmals auf die Interpretation des Asconius zurückkommen, sondern auf ein Beispiel, das Bandelli zitierte: es handelt sich um Brescia, weil man hier sehr gut sieht, wie die adtributio funktionierte. Die Camunni, die etwa 60 Kilometer von dem Hauptort entfernt wohnen, entwickeln sich von einem attribuierten Stamm langsam zu einer autonomen Gemeinde und sind in der Mitte des 2.Jahrhunderts dann unabhängig, die civitas Camunnorum. Vorher aber sind die Oberschichtfamilien der Camunni in Brescia integriert und bekleiden dort die städtischen Ämter. Wir haben hier also dieselbe Erscheinung vor uns wie in Nemausus, zumindest wie ich den berühmten Text bei Strabo verstehe. Prof. Pereira. Mi pregunta es de naturaleza completamente distinta a la discusión anterior, pero espero que sea interesante, al menos para mí lo es. El Prof. Bandelli ha expresado una opinión según la cual el ius migrandi exige a aquel que abandona su comunidad de origen, antes de irse a Roma, que deje una descendencia masculina en su colonia de origen. Mi pregunta exactamente es la siguiente ¿qué sentido tiene esta cuestión, qué valoración histórica hay para esto? y particularmente una cuestión ¿quien ha establecido esta disposición, está pensando en la colonia de origen o simplemente está dificultando la emigración? Prof. Bandelli. Questo problema è stato affrontato in modo sistemático da Umberto Laffi nella relazione che ha tenuto al Convegno di Rimini. Nel suo interven to c'è un aspetto molto nuovo. Mentre secondo la vulgata le comunità latine avrebbero avuto lo ius commerça, lo ius conubii e lo ius migrandi, Laffi, attraverso l'analisi di tutta una serie di testimonianze che ora non posso riprendere, giunge alia conclusione che le colonie latine del II secólo godevano di uno ius conubii e di uno ius commercii generalizzati, ma non di uno ius migrandi generalizzato: il diritto di emigrare sarebbe stato invece, se ricordo bene, un privilegio condizionato e definito caso per caso. Ma per questo non posso che rimandare alia sua relazione, che certamente farà discutere. E veniamo all'aspetto politico. Risulta da Livio che nel corso della prima meta del II secólo Roma cerco più volte di reprimere l'immigrazione dei Latini, che significava per loro l'acquisto della cittadinanza romana. Con questi provvedimenti il senato viene incontro alie esigenze delle aristocrazie locali. Sonó i maggiorenti délie varie comunità latine che
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chiedono l'espulsione da Roma degli immigrati: quello di questi notabili è un tentativo di difendere il potenziale demografico, e gli equilibri sociali e politici, dei loro stati. Prof. Wulff. Voy a tener el mal gusto de citarme con respecto a este tema que me parece sumamente interesante. Había ya algunas notas muy interesantes en el libro de Galsterer. Sobre el tema del ius migrarteli, de cómo se controla la cuestión creo que hay un momento en el siglo II tremendamente angustioso para las comunidades itálicas que es el momento de las repetidas exigencias militares romanas que son incompatibles con el mantenimiento de unas estructuras coloniales sólidas, no sólo coloniales, sino latinas en general. Esto implica un movimiento doble: por una parte quejas de las élites que les enfrentan a sus propias comunidades (en este sentido yo lo utilizaba como un argumento para decir que hay que tener mucho cuidado con eso de que todas las élites se quieren mucho y todas las élites están de acuerdo), de repente su papel intermediario les está costando enfrentarse a su comunidad Son élites que están interesadas no sólo porque quieren cuidar de su comunidad, sino porque están perdiendo su potencial de negociación con Roma. Por ello señalaba que daba igual que se conceda la latinidad a un señor en Hispania en el siglo I porque ese señor entra solo y está muy contento de entrar, pero el señor del siglo II, si entra solo en la ciudadanía romana, no tiene detrás a quien le cuide, le apoye. Entonces hay un doble proceso, por una parte la preocupación y por otra Roma que ve esa preocupación. No es un problema de que Roma actúe con generosidad, a Roma se le desmonta el tenderete de los federados, por decirlo así, que es absolutamente económico y práctico y sin el cual no se hubiera podido conquistar el Mediterráneo sin lugar a duda. Ante eso se reacciona buscando métodos de control, probablemente muy complejos que no tendrán el éxito que tienen como sentido que se pueda asegurar esa continuidad doble, no solamente una continuidad cuantitativa, sino -desde mi punto de vista y a lo mejor estoy equivocado- una continuidad cualitativa. Se está tratando de que se mantenga no solamente la gente que está allí, sino la gente que está en determinadas condiciones económicas para poder servir en el ejército en los diferentes niveles. Mi punto de vista en ese sentido abunda también en cosas que naturalmente he aprendido de Galsterer en el sentido de la profunda conciencia de la posibilidad de crisis, si no se toman determinadas medidas, más allá de esa dinámica de los romanos perversos que están haciendo un daño permanente y más allá también de esa imagen de perfecto equilibrio entre las élites que daría cuenta de la perfección de la relación. Prof. Le Roux. Ma question, simple, est la suivante: pourquoi Mme. Galsterer pense-t-elle que l'attestation d'une activité administrative dans un vicus est la preuve d'une autonomie de ce type d'agglomération par rapport au chef-heu de cité? Avant le III e ou le IVe siècle je vois mal comment on peut soustraire l'agglomération secondaire à la cité dont elle dépend, alors même que les fonctions au service du vicus sont imbriquées dans le cursus municipal? C'est peut-être sur la notion d'autonomie qu'il y a des divergences? Dr*. Galsterer-Krôll. Je suis d'accord en ce qui regarde l'intégration dans le cursus des magistratures des pagus, mais il y a quelques inscriptions -pas trop naturellement- qui peuvent être une indication pour une admimstration sur le niveau économique, financier et fiscal dans les pagi. J'ai des difficultés à immaginer comment un territoire aussi grand comme nous le trouvons chez quelques civitates peut être administré fiscalement autant qu'on pense à une autonomie pour des subdivisions. Les inscriptions ont été trouvées souvent dans le lieu du vicus, pas dans le chef-lieu et pour moi c'est un peu irritant.
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Prof. Pereira. Mi pregunta es para la Di2. Galsterer, creo que va directamente al centro del interés de esta reunión y quiero preguntarle qué opina acerca de la siguiente cuestión: ¿es el derecho latino efectivamente un camino hacia la municipalización o no? Dr*. Galsterer-Krôll. Penso che nella Gallia non è la via che seguiva a una municipalizzazione.
DERECHO LATINO Y "MUNICIPALIZACIÓN VIRTUAL" EN HISPANIA, AFRICA Y GALLIA
ESTÍBALE ORTIZ DE URBINA Universidad del País Vasco
lus Latii does not necessarily imply -as can be derived from the information we have available about the Roman West- that the communities, which required or posessed this juridical statute, functioned or were structured according to a definite constitutional format which corresponded to a municipality or colonial settlement. The written and archaeological testimonies available to us on oppida, res publicae and ciuitates in Hispania, Africa and Gallia inform us about the transformations these communities underwent at organizational, juridical and spatial level after the concession of the ius Latii. These references do not allow us to automatically assume that its internal organisation corresponded to that of a municipal or colonial settlement. It is not a question of claiming that these communities were never promoted to one of these statutes, but rather one of stressing the lack of evidence to allow us to affirm with certainty that all of them did have the organisational complexity of these political constitutions. This lack of evidence derives straight from the testimonies we possess concerning their internal functioning.
RESUMEN El derecho latino no implica necesariamente, como se desprende de la información de que disponemos para el Occidente romano, que las comunidades que solicitaron o poseyeron este estatuto jurídico funcionaron y se estructuraron de acuerdo a una forma constitucional determinada, aquella de un municipio o de una colonia. Los testimonios escritos y arqueológicos de que disponemos para algunos oppida, res publicae y ciuitates de Hispania, África y Gallia nos informan de las transformaciones que a partir de la concesión del derecho latino experimentaron estas comunidades en el ámbito operativo, jurídico y espacial. Estas referencias no nos permiten considerar automáticamente que su funcionamiento interno sea el correspondiente a un municipio o a una colonia. No es cuestión de suponer que estas comunidades nunca fueron promovidas a alguno de estos estatutos, pero sí de establecer nuestro desconocimiento de que todas poseyeran la complejidad organizativa de estas constituciones políticas a juzgar por los testimonios que han llegado hasta nosotros sobre su funcionamiento interno.
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Si examinamos un mapa de Hispania en el que se indiquen aquellas comumdades que documentan un estatuto político romano con anterioridad al siglo DI 1 , observamos cómo en algunas áreas de la provincia Tarraconense (Callaecia y zona periférica septentrional indoeuropea) se evidencia una práctica ausencia de los estatutos de municipio y colonia 2 . Esta ausencia contrasta particularmente con la documentación en estas mismas áreas efe magistraturas locales romanas ejercidas por determinados dues que epigráficamente testimonian una latinización onomástica y su adscripción a una tribu romana 3 . Ante estas referencias, algunos autores han considerado que es el argumento ex silentio el que explicaría que, por el momento, las comunidades que disponen de estas instituciones romanas permanezcan sin un testimonio explícito que corrobore su estatuto político romano. Esta premisa, por sí misma no concluyente, ha sido formulada teniendo en cuenta el valor demostrativo que se ha atribuido a la pretendida existencia de correspondencias directas entre determinados aspectos de carácter jurídico (concesión del derecho latino, presencia de ciudadanos romanos), operativo (mención de instituciones romanas, particularmente del duunvirato) o relativos al ámbito de la representación espacial (desarrollo urbano al modo romano) y los ordenamientos municipal o colonial 4 . Esta propuesta argumentai, por otra parte, se encontraba en la Península Ibérica reforzada con la información, transmitida por Plinio el Viejo, de la concesión del derecho latino por el emperador Vespasiano a las tres provincias hispanas en un momento posterior al término
1 Con la Constitutio Antoniniana se evidencia un proceso tendente a la desaparición de las distinciones políticas locales y el empleo prácticamente uniforme del término ciuitas. Con Caracalla las concesiones del ius Latii dejan de documentarse y la mención de instituciones romanas o la presencia de elementos arquitectónicos de carácter romano con una datación coincidente con este momento están en relación directa con comunidades de dues Romani. En las comunidades africanas este proceso de desaparición de las distinciones políticas locales inicia su desarrollo principalmente en el siglo IV, véase J. Gascou, "La politique municipale de Rome en Afrique du Nord II. Après la mort de Septime-Sévère", ANRW II. 10.2, 1982, pp. 230-320, especialmente pp. 234-238. 2 En este sentido puede ser ilustrativo el mapa con la localización de municipios y colonias en las tres provincias hispanas que se incluye al final de la obra de H. Galsterer, Unìersuchungen zum ròmischen Stàdtewesen auf der iberischen Halbinsel, Berlín 1971. Este mapa debe ser completado con nuevas promociones -principalmente de municipios flavios- que actualmente conocemos a partir de la documentación epigráfica, sin que a las áreas de la provincia Tarraconense indicadas les corresponda alguno de estos nuevos testimonios. Por otra parte en estas áreas habría que tener en cuenta que para comunidades como la ciuitas Limicorum, Asturica Augusta, Brigaecium, Lancia o Pompaelo -a las que se les atribuye un estatuto privilegiado- no disponemos de evidencia de su constitución municipal o colonial. La revisión de algunas de sus premisas de 1971 -en particular su consideración actual de que ni la concesión del ius Latii ni la presencia de duunuiri está en relación directa con una promoción municipal- fue expuesta en el curso Las ciudades romanas de Hispania, impartido en Santiago de Compostela del 5 al 9 de noviembre de 1990. -* Véanselas comunidades hispanas analizadas posteriormente, así como otras menciones incluidas en L. A. Curchin, The Local Magistrates of Roman Spain, Toronto 1990 (=LMRS), entre ellas Pompaelo en pp. 218-219 o la mención de aediles en un epígrafe (Trabajos de Arqueología Navarra 4, 1985, pp. 185-186) de Ándelos. 4 A este respecto destacan los criterios expuestos por G. Alfoldy, Romisches Stàdtewesen auf der neukastilischen Hochebene. Ein Tesfall fur die Romanisierung, Heidelberg 1987, pp. 2729, que permiten -en opinión del autor- considerar de forma implícita un estatuto municipal o colonial. Véase la crítica a esta actitud sistemática en las reseñas de la obra realizadas por G. Pereira Menaut (Veleia 5, 1988, pp. 335-337) y J.M. Roddaz (Gnomon 62, 1990, pp. 338-341).
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del bellum Vitellianum5. Para algunas comunidades y provincias del Occidente romano disponemos -también de forma explícita- de testimonios relativos a la solicitud, concesión o posesión del estatuto latino. La concesión de la Latinidad por Pompeyo Estrabón a las comunidades que ocupaban la región transpadana aparece mencionada en la obra de Asconio, unida a una explicación relativa al contenido con posterioridad a la Guerra Social del nuevo estatuto otorgado: el ius Latii permite a estas comunidades la consecución de la ciuitas Romana per honorem**. De nuevo encontramos esta aclaración en Apiano a propósito de la fundación cesariana de Nouum Comurn7, al pie de los Alpes, y en Estrabón en relación con Nemausus en Gallia Narbonense8. Este derecho, de acuerdo a la información transmitida por Gayo, es concedido por el pueblo Romano, por el senado o por el César a algunas comunidades peregrinas y obtienen la ciudadanía romana no sólo aquellos que han desempeñado las magistraturas (duunvirato, edilidad y cuestura) -ampliándose con el Latium maius este estatuto romano a los que han sido elegidos decuriones- sino también sus familias, prerrogativa que aparece desarrollada en las cartas legislativas de los municipios de Salpensa e IrruP. Esta prerrogativa que nos transmiten las fuentes escritas iría acompañada de otros privilegios: el ius commerça y el ius conubii. Estos serían disfrutados por aquellas comunidades beneficiadas con el estatuto latino, tanto si se considera -como plantea la investigación reciente- que fue al mismo tiempo un derecho otorgado a la comunidad y un derecho personal*0 o un derecho territorial. En este último caso no se contempla la existencia de una ciudadanía latina sino la diversidad jurídica (ciudadanos romanos y peregrinos) de los habitantes de un mismo territorio beneficiado con el estatuto latino11. Si examinamos los documentos que nos transmiten la solicitud, concesión o posesión de este derecho por algunas comunidades y provincias del Occidente romano, tampoco encontramos en ellos una correspondencia directa entre el derecho latino y los estatutos municipal o colonial. Plinio es el autor que más referencias nos transmite a este respecto. Emplea el término oppidum o el correspondiente topónimo o etnonimo seguidos ^ NH, 3 , 3 , 30: uniuersae Hispaniae Vespasianas imperator Augustus iactatum procellis rei publicae Latium tribuit. 6 In Pis., 2-3:...Cn. Pompeius Strabo...Transpadanas colonias deduxerit. Pompeius enim non nouis colonis eas constituit sed ueteribus incolis manentibus ius dedit Latii...id est ut petendo magistratus ciuitatem Romanan adipiscerentur. ' BC, 11.26: nóàiv» Sk N€OKÜ)|ÍOV ô Koaaap kg Aariou SÍKCXOV ITTI TCJV "AArrewv
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oryopavonias Kcà ToqucCas év Nejxctua^'PujaaioTJS ìinapx€iv... 9 Inst., 1, 95-96: Alia causa est eorum qui Latii iure cum liberis suis ad ciuitatem Romanam perueniunt; nam horum in potestate fiunt liberi. Quod ius quibusdam peregrinis ciuitatibus datum est uel a populo Romano uel a senatu uel a Caesare. aut maius est Latium aut minus; maius est Latium, cum et hi, qui decuriones leguntur et ei, qui honorem aliquem aut magistratum gerunt, ciuitatem Romanam consecuntur; minus Latium est, cum hi tantum, qui uel magistratum uel honorem gerunt, ad ciuitatem Romanam perueniunt. Véase también la rúbr. 21 de las cartas legislativas de Salpensa tinti. 10 G. Alfôldy, "Latinische Bürger in Brigantium und im Imperium Romanum", Bayerische Vorgeschichtsblatter 51, 1986, pp. 187-220. Ü P. Le Roux, nMunicipium Latinum et Municipium Italiaer. à propos de la lex Irnitana*, en: Epigrafia. Actes du Colloque International d'e'pigraphie latine en mémoire de Attilio Degrassi, Roma 1991, pp. 565-582.
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de las especificaciones Latium o Latinorum en Mauritania Cesariense, Africa Proconsular, Gallia Narbonense, Béüca y en la provincia Tarraconense. En estas dos últimas provincias y en Lusitania estas menciones y aquellas de Latium antiquitus donatum y Latium uetus hacen referencia a concesiones anteriores a Vespasiano12. Por último, expresiones como Latina condicio en Sicilia, Latió donati incolae y gentes Latini iuris en los Alpes; Latium datum en Mauritania Cesariense o Latium tribuere en Hispania aparecen en la obra pliniana con la mención de aquellas comunidades o provincias, como es el caso hispano o el de los Alpes Marítimos transmitido por Tácito, que han sido beneficiadas con este privilegio 13 . En la demanda de este estatuto jurídico por tres comunidades de Africa Proconsular -Gigthis, Gemellae y Lambaesis- de la que disponemos de información en dos documentos epigráficos, únicamente se evidencia la mención de res publica, indicándose expresamente en uno de los epígrafes el éxito de las dos legationes realizadas con este motivo 14 . Ninguno de los términos expuestos, oppidum y res publica, hacen referencia a una forma organizativa local específica. La mención de oppidum en el naturalista, con especificación jurídica o sin ella, nos transmite la existencia de una aglomeración urbana, independientemente de la ciuitas a la que pertenezca; la designación como res publica de las comunidades africanas nos informa de su capacidad para gestionar el patrimonio colectivo, sin que esta aptitud esté vinculada a ninguna constitución política específica, como han demostrado P. Le Roux y J. Gascou respectivamente1 ^. Vemos como son testimonios escritos, diversos de aquellos que nos informan de la concesión de la Latinidad, los que documentan el estatuto municipal o colonial, fundamentalmente en Gallia, para algunas de estas comunidades, teniendo en cuenta en esta evidencia dos aspectos. En primer lugar, que en los casos en los que se constatan estas constituciones políticas romanas no siempre se documentan próximas al estatuto latino. En este sentido, Augusta Tricastinorum y la comunidad de los Luteuani -como otros oppida Latina que enumera Plinio en Gallia Narbonense- recibieron este privilegio entre el período cesariano y augústeo y por los epítetos imperiales de su titulación como colonias (cfoloniaj Claud(ia)Luteua y colonia Flauia Tricastinorum) su promoción corresponde a Claudio y a los Flavios respectivamente. Asimismo, menos de la mitad de los oppida Latina que menciona Plinio en esta provincia documentan su promoción colonial 16 , consideración que 12 P. Le Roux, "Municipe et droit latin en Hispania sous l'Empire", RHDFE 64, 1986, pp. 325-350, especialmente pp. 334-335. 13 Las referencias plinianas en su obra Naturalis Historia mencionadas para el ámbito hispánico corresponden: a Bética (3, 1, 7 y 15), a la provincia Tarraconense (3, 3, 18, 20, 23-25; 3,.5, 77), a Lusitania (4, 22, 117) y a las tres provincias hispanas (3, 3, 30 uide supra); para el ámbito del Norte de Africa: a Mauritania Cesariense (5, 1, 19-20), a Africa Proconsular (5, 4, 29); para el ámbito galo: a Gallia Narbonense (3, 4, 32-37); para las provincias de los Alpes (3, 20, 133-135); para Sicilia (3, 8, 91). La mención de la concesión del ius Latii a los Alpes Marítimos por Nerón corresponde a Tácito, Ann., 15, 32. 14 Para Gemellae y Lambaesis en CIL VIII 18218:...res p(ublica) Gemellens(ium) ob insignem amicitiam Lati[o] uno tempore impetrado) dedica[u(it)J... Para Gigthis en CIL VIII 22737:...legationem urbicam gratuitam ad Latium maius petendum duplicem susceperit. 15 P. Le Roux, "Municipe et droit latin...", pp. 331-332 y 335-339, J. Gascou, "L'emploi du terme respublica dans l'épi graphie latine d'Afrique", MEFR 91, 1979, pp. 383-398. Véase también S. Dardaine, "Une image des cités de Bétique aux II et III siècles après J.-C: l'emploi du terme respublica dans les inscriptions de la province", en: Ciudad y comunidad cívica en Hispania (siglos II y III d. C). Cité et communauté civique en Hispania, Actes du colloque organisé par la Casa de Velazquez y par le C.S.I.C. (Madrid, 1990), Madrid 1993, pp. 47-58 16 CIL XII 4247 y AE 1962, 143. Véanse estas menciones y la cronología de la
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enlazaría con el segundo aspecto a tener en cuenta. No son únicamente algunas áreas de la provincia Tarraconense las que documentan esta ausencia de testimonios, significativa por su concentración 1 7 , sino también Gallia Narbonense, Las Tres Gallias, o las provincias alpinas, entre aquellas zonas de las que disponemos de concesiones del derecho latino explícitas o implícitas (en el caso de Gallia Lugdunense y Bélgica) 1 **. Respecto a esta Latinidad implícita, B. Galsterer-Kròll y H. Wolff consideran que la mención de magistraturas romanas, de dues Romani que después del desempeño de honores en su comunidad se documentan como sacerdotes del ara Romae et Augusti de las Tres Gallias o de funciones religiosas (augustales, augures, pontífices) son testimonios que nos informan de la concesión del estatuto latino en algunas de estas comunidades 1 9 . Como hemos expuesto, si el derecho latino no implica necesariamente que toda comunidad que documente su posesión, con mayor o menor proximidad a este beneficio, funcione y se estructure de acuerdo a una forma constitucional determinada, aquella de municipio o colonia, a continuación surgen diversos interrogantes: ¿cómo interviene el derecho latino en el ámbito local?, ¿qué cambios operativos, jurídicos y relativos a la
concesión del ius Latii en Gallia Narbonense en B. Galsterer-Kròll, "Zum ius Latii in den Keltischen Provinzen des Imperium Romanum", Chiron 3, 1973, pp. 277-306, especialmente pp. 290-291 y 293-294; así como en el análisis de las menciones plinianas (NH, 3, 4,.36-37) de J. Gascou, "L'évolution du statut &Aquae Sextiae, de le fondation à le colonie romaine", en: Les inscriptions latines de Gaule Narbonnaise. Actes de la table ronde d'Alba, Nîmes 1992, pp. 9-19, especialmente pp. 10-12; también Idem, "Duumvirat, quattuorvirat et statut dans les cités de Gaule Narbonnaise", en: Epigrafia. Actes du Colloque International d'épigraphie latine en mémoire de Attilio Dégrossi, Roma 1991, pp. 547-563, especialmente pp. 550-554. 17 G. Pereira Menaut, "La formación histórica de los pueblos del Norte de Hispania. El caso de Gallaecia como paradigma", Veleia 1, 1984, pp. 271-287; Idem, *Callaecia ", D. Arch. 10, 1992, 319-325, especialmente pp. 323-325; J.J. Sayas Abengochea, "Municipalización de la Hispania romana. Ideología y realidad", en: Centralismo y descentralización. Modelos y procesos históricos en Francia y en España, Madrid 1985, pp. 103-146, especialmente pp. 132141. 1° B. Galsterer-Kròll, "Zum ius Latii ...", pp. 284-306, donde también se refiere a diversas comunidades del Nórico; así como la comunicación que presentó en este Coloquio: "Laünisches Recht und Municipalisierung in Gallien und Germanien", que se centra en el análisis de las Tres Gallias y de Germania. Véase también M. Humbert, "Le droit latin impérial: cités latines ou citoyenneté latine", Ktema 6, 1981, pp. 207-226, especialmente pp. 217-222. Para las menciones explícitas de la concesión del derecho latino en Gallia Narbonense y en las provincias alpinas véase nota 13. Estrabón nos informa de la concesión de este estatuto a algunas comunidades aquitanas entre las que menciona a los Ausci y Conuenae (4, 2, 2). No disponemos de referencias explícitas de cuáles fueron las otras comunidades de Aquitania que recibieron este derecho pero esta información puede ser ampliada indirectamente en este ámbito provincial, como en aquellos de Gallia Lugdunense y Bélgica, véase nota 19. 19 B. Galsterer-Kròll, "Zum ius Latii ...", pp. 297-302, que considera el período augústeo o a más tardar el principado de Tiberio como el marco cronológico en el que puede considerarse la información estraboniana (4, 2, 2); ídem, "Latinisches Recht...", en esta publicación; H. Wolff, "Kriterien für latinische und ròmische Stadie in Gallien und Germanien und die 'Verfassung' der gallischen Stammesgemeinden", BJ 176, 1976, pp. 45-121, especialmente pp. 49-54; Idem, "Die politisch-administrative Binnengliederung des galliseli-germanischen Raumes", en: Labor omnibus unus. Festschrift Gerold Waber, RE. Herzog y R. Frei-Stolba (ed.), Stuttgart 1989, pp. 257-273, especialmente p. 265 y 269. H. Wolff analiza otros criterios utilizados que no constituyen elementos probatorios de esta concesión y considera -frente a B. Galsterer-Kròll- que tanto la Latinidad como la mención de magistraturas romanas y de las funciones religiosas indicadas son testimonios demostrativos del estatuto colonial de estas comunidades.
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representación espacial promueve?, ¿disponemos de una naturaleza organizativa diversa de aquella propia de una comunidad romana en algunas de las comunidades que documentan este estatuto jurídico? Para responder a estas cuestiones vamos a analizar la información que nos transmiten algunas comunidades hispanas, africanas y galas, limitando nuestro marco de estudio a aquellos ámbitos provinciales integrados por áreas que documentan la máxima concentración de estatutos municipales y coloniales (Bética, Africa Proconsular y Gallia Narbonense) y aquellas otras zonas en las que se evidencia una práctica ausencia de estatutos políticos (en algunas áreas de la provincia Tarraconense y en las Tres Gallias). En Callaecia y en la zona periférica septentrional indoeuropea para algunas comunidades como la ciuitas Limicorum, Auobriga, Bergidum Flauium, BracaraAugusta, Brigaecium, Lancia y -aunque con menor información relativa a la presencia de magistraturas romanas en su funcionamiento interno- en Asturica Augusta y Lucus Augusti disponemos, en el caso de los Limici, de documentación de la existencia de un pequeño centro (4>ópoc en Ptolomeo 2 0 ) o, en los otros ejemplos, de una aglomeración urbana como fundación ex nouo o como desarrollo indígena 2 1 y de una res publica22. Esta última referencia, por el momento no documentada en Brigaecium, corresponde en la mayor parte de los ejemplos al siglo II y coincide con los testimonios que nos informan del funcionamiento interno de estas comunidades: menciones del desempeño del duunvirato y/o del cumplimiento de todos los honores en la res pública y de la continuación del cursus con funciones religiosas en el ámbito conventual y/o provincial, así como de la presencia db ciudadanos romanos adscritos -con excepción de Auobriga, Bergidum Flauium y Lucus Augusti - a la tribu Quirina, que corresponde a aquellos dues que acceden a este estatuto jurídico individual con posterioridad a la concesión flavia 2 3 .
20 2, 6, 43. Entre los Limici el término ciuitas con la especificación del nombre de la comunidad es el que se documenta en un mayor número de testimonios: Plin., NH, 3, 3, 28; CIL II 2477 (79 d.G); CIL II 2516 (132-133 d.C); CIL II 2517 (141 d.C); AE 1976, 295 a. Esta mención nos permite considerar a los Limici corno una comunidad políticamente diferenciada de acuerdo a la definición ciceroniana en De re pub. 1, 26, 41, fragmento en el que también se incluyen las definiciones de oppidum ourbs (asimismo, Vatinio 91) y de res publica (asimismo, De re pub. 1, 25, 39). 21 Plinio designa con el término oppidum o urbs a Asturica Augusta (NH, 3, 3, 28), Auobriga (NH, 4, 20, 112) y Bracara Augusta (NH, 4, 20, 112); Ptolomeo emplea al término polis en aquellas unidades sociopolíticas que presentan una configuración urbana y con esta denominación se refiere a Bergidum Flauium, Brigaecium y Lucus Augusti (2, 6, 28; 2, 6, 29; 2, 6, 23) y también Asturica Augusta (2, 6, 36), Bracara Augusta (2, 6, 39) y Lancia (2, 6, 28); esta última comunidad es denominada ciuitas y urbs en Floro (2, 33). Para el empleo del término oppidum en Plinio véase nota 15. 22 Asturica Augusta (CIL II 2636), Auobriga (G. Alfòldy, Die romise hen Inschriften von Tarraco, Berlín 1975 (=RIT) 307, 150-180 d.C), Bergidum Flavium (RIT 33, siglo II), Bracara Augusta (RIT 299, 70-180 d.C), Lancia (RIT 287, 110-140 d.C.) y Lucus Augusti (posiblemente por la mención ex (conuentu) Lucens(i) LMRS 972, 180-190 d.C). La mención epigráfica r(es publica) Li(mica) ha sido propuesta por R. Hurtado de San Antonio, Corpus provincial de inscripciones latinas (Cáceres), Cáceres 1977, n° 154. Para el concepto de res publica, véase H. Drexler, Res Publica. Politisene Grundbegriffe der Rómer, Darmstadt 1988, pp. 1-30. 23 En Auobriga (RIT 307), Bergidum Flauium (RIT 33), Bracara Augusta (RIT 299; LMRS 971, 150-180 d.C, aunque posiblemente por la mención ex (conuentu) Bracaraugustano), Brigaecium (RIT 275, 140-180 d.C), Lancia (RIT 287) y la comunidad de los Limici (RIT 276, 140-180 d.C) disponemos de menciones del desempeño del duunvirato y/o del cumplimiento de todos los honores en la res publica y de la continuación del cursus con funciones religiosas en el ámbito conventual y/o provincial, así como de la origo y de la comunidad donde se ejercieron
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La información que nos transmiten estos documentos se relaciona directamente con la actuación del derecho latino en el ámbito local. A partir de la ciuitas Romana per honorem promueve la puesta en funcionamiento, dentro de la gestión interna de las comunidades indígenas, de magistraturas romanas, de un ordo local y conduce a la formación de un grupo de ciudadanos romanos, aquellos notables que habían desempeñado los honores locales y sus familias. Aunque la mención del ordo no se documenta en las comunidades expuestas -a excepción de BracaraAugusta y Lucus Augusti^- podemos implícitamente considerar su existencia, si tenemos en cuenta la información transmitida por la carta legislativa del municipio de Imi y por un fragmento del Digesto, perteneciente a Emilio Paulo, información relativa a la imposibilidad de desempeñar las magistraturas romanas si no se es decurión 25 . Por otra parte, esta institución también se documenta en comunidades no propiamente romanas como la mención hispana del ordoZoelar(um) o, entre los diversos ejemplos africanos, aquel del ordo Chinifajuensiumperegrin[or(um)] que dedica un monumento honorífico al patrono de la comunidad 2 6 . Esta actuación del derecho latino no solamente se circunscribe al marco operativo y
los honores (Auobrigensis, Bergidus F(lauiensis), Brigiaecinus, Lancien[s(is)J, Limicus, Braciara) Aug(usta) ). A excepción de los dos primeros ejemplos, en los testimonios epigráficos que nos transmiten estas menciones se indica la adscripción de estos notables a la tribu Quirina. En Asturica Augusta también se documenta esta tribu en un notable que ha sido flamen provincial (CIL II 2637, 70-79 d.C); la mención del duunvirato (AE 1921, 6-9) no es considerado actualmente como una referencia que pueda atribuirse a esta comunidad (LMRS 968). Un notable que menciona su procedencia ex (conuentu) Lucens(i) indica el desempeño de honores en el ámbito local (posiblemente en Lucus Augusti) y de funciones religiosas en el ámbito conventual y provincial (LMRS 972). Las menciones de la tribu Galería para Lucus Augusti (las menciones correspondientes a Lucenses son todas de soldados en servicio o licenciados en diferentes provincias del Imperio) y Auobriga no excluye que en estas comunidades pueda documentarse la tribu Quirina, véase C. Castillo, "La tribu Galería en Hispania: ciudades y ciudadanos", en: Estudios de la Tabula Siarensis, J. González, J. Arce (eds.), Madrid 1988, pp. 233-243, especialmente pp. 237-238. Véase para todas estas menciones de la tribu Quirina y Galería R. Wiegels, Die Tribusinschrifien des rômischen Hispanien. Ein Katalog, Berlín 1985. 2 4 CIL II 2424 (época de Trajano o posterior), que nos transmite la información de la elevación de un monumento honorífico por decisión decurional a un notable adscrito a la tribu Quirina; F. Arias Vilas, P. Le Roux, A. Tranoy, Inscriptions Romaines de la Province de Lugo, Paris 1979, n° 24 (fines del siglo Il/principios del siglo III) donde por decreto de los decuriones posiblemente se asigna el lugar de colocación de un monumento funerario. ^-^ Lex Irnitana rúbr. 21: Qui ex senatoribus decurionibus conscriptisue municipii Flaui Irnitani magistratus uti h(ac) l(ege) comprehensum est creati sunt erunt. Dig., 50.2.7: Is, qui non sit decurio, duumuiratu, uelaliis honoribus Jungi non potest, quia decurionum honoribus plebeii fungi prohibentur. 26 CIL II 2606, se documenta un magistratus Zoelarum en el 27 d.C. (CIL II 2633) y no disponemos por el momento de mención de magistraturas romanas en esta comunidad. Para Chiniaua CIL VIII 25450 (datación posiblemente de finales del siglo II o principios del III). Plinio menciona el oppidum ciuium Romanorum Chiniauense (NH, 5, 4, 29), que permite pensar en la existencia en esta comunidad de un pagus cartaginés que formaría parte del territorio de la colonia de Cartago. En este sentido se puede considerar la existencia también de un ordo Chiniauensium ciuium Romanorum. La presencia de este pagus asociado a la comunidad peregrina y de instituciones romanas en su funcionamiento interno contribuiría a la existencia de una curia de los pe re g ini. Véase a este respecto H.G. Pflaum, "La romanisation de l'ancien territoire de la Carthage punique a la lumière des découvertes épi graphiques récentes", Ant. Afr. 4, 1970, pp. 75117, especialmente p. 83; M. Benabou, "Anomalies municipales en Afrique romaine?", Ktema 6, 1981, pp. 253-260, especialmente pp. 259-260.
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jurídico: también prepara el marco físico -con el desarrollo urbano o las transformaciones documentadas en el ámbito espacial- susceptible de conducir a una municipalización. En la comunidad lusitana de Conimbriga, oppidum en Plinio, se llevan a cabo importantes modificaciones de su estructuración urbana como son la demolición del foro augústeo, de las termas y de los últimos sectores del habitat indígena y la construcción de un nuevo foro y de baños públicos. La documentación epigráfica nos informa de la nueva denominación de la comunidad Fl(auia) Conimbric(a)^'. Asimismo Vespasiano autoriza a la comunidad bética de Sabora, en una epistula donde se menciona a los decuriones y duunviros de la comunidad, la construcción de un nuevo oppidum en la llanura, que recibe el gentilicio imperial Flauium2-8. Dentro de esta misma provincia una inscripción de la comunidad de Curiga, con datación paleogràfica de época de Vespasiano, menciona una mutatio del oppidum que podría estar indicando una transformación de la realidad histórica precisada por Plinio: la unión que mantenía con Contributa Mia Ugultunia. Esta consideración se fundamenta posteriormente en la evidencia epigráfica de su denominación como resp(ublica) y la mención del ora? local a fines del siglo II 2 ^. Los testimonios arqueológicos de que disponemos para Complutum, en la provincia Tarraconense, permiten establecer una cronología que coincide con los momentos finales del siglo I y principios del II para el desarrollo de los programas urbanísticos de esta comunidad 30 . En todos los ejemplos expuestos se documenta la tribu Quirino, y en algunos la presencia de magistraturas romanas 3 1 . A estos ejemplos hispanos podemos añadir otros de Africa y Gallia. Tipasa, colonia de Adriano en Mauritania Cesariense, recibe el derecho latino con Claudio de acuerdo a la información pliniana y desde el siglo I dispone en su configuración urbana de un foro en el que se localizarían el capitolium y la curia?2. Entre los oppidaLatina que menciona Plinio z
' Plin., NH, 4, 20, 113; Fouilles de Conimbriga (=FQ, vols. I-VII, bajo la dirección de J. de Alarcáo y de R.Etienne, París 1974-1979; M. Pfanner, "Zur Entwicklung der Stadtstruktur von Conimbriga. Ein methodischer Beitrag zur stádteforschung", MM 30, 1989, pp. 184-203; FCII 10, datación de finales del siglo I/principios del II. El epíteto imperial que recibe con los Flavios -como Bergidum Flauium (uide supra), Interamnium Flauium, Flauienses Tru[t]ob[brigenses] o Sabora (uide infra)- no puede ser utilizado como argumento demostrativo de su constitución municipal, de acuerdo a las consideraciones de B. Galsterer-Kroll, "Untersuchungen zu den Beinamen der Stadte des Imperium Romanum", ES 9, 1972, pp. 44-145, especialmente pp. 108-114. 2 8 CIL II 1423. 2 9 CIL II 1041; 1040 (196 d.C). Véase el análisis de esta comunidad en H. Galsterer, op. cit., pp. 20-21 y N. Mackie, Local Administration in Roman Spain. A.D. 14-212, Oxford 1983, pp. 24-25, 28 y 36-37. 3 ^ D. Fernández-Galiano, Complutum. I. Excavaciones, Madrid 1984, pp. 377-399. 3 * En Conimbriga se documenta la tribu Quirina (FC II 30: fines del siglo I/principios del II; 70: fines del siglo I); no disponemos de la mención de magistraturas romanas, sí de funciones religiosas desempeñadas en el ámbito provincial: FC II 24 (77-78 d.C); R Etienne, Le culte impérial dans la Péninsule Ibérique d'Auguste a Dioctétien, Paris 1974 (2a éd.), p. 419. Asimismo se documenta la tribu Quirina en Sabora {CIL II 5450), Curiga (CIL II 1042) y Complutum (CIL II 3033 y con dudas de su adscripción a esta comunidad en 4199 (RIT 262), donde se menciona el desempeño del duunvirato dentro del cursus honorum). 3 2 Plin., NH, 5, 1, 20: Diuo Claudio...Latio dato Tipasa; AE 1958, 128: col(onia) Ael(ia) Aug(usta) Tip(asensis), véase J. Gascou, "La politique municipale de Rome en Afrique du Nord I. De la mort d'Auguste au début du III siècle", ANRW II. 10.2, 1982, pp. 136-229, especialmente p. 181; P. A. Février, "Urbanisation et urbanisme de l'Afrique romaine", ANRW II. 10.2, 1982, pp. 321-396, especialmente pp. 342-353; M. Jouffroy, La construction publique en Italie et dans l'Afrique romaine, Estrasburgo 1986, p. 434.
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en Gallia Narbonense, en Glanum Liuii se evidencia en el transcurso o a fines del siglo I a.C. el paulatino y progresivo desarrollo de un urbanismo romano con la construcción del primer foro, que mantiene cierta fidelidad hacia las tradiciones helenísticas precedentes; se inicia el primer estado del segundo foro en los primeros años del siglo P 3 . Entre otros ejemplos para las Tres Gallias, en los lugares centrales de la ciuitates de los Aruerni (Augustonemetum), Aedui (Augustodunum), Lemouices (Augustoritum) y Tricasses (Augustobona) se constatan, tanto en su denominación como en los restos arqueológicos de que disponemos para estas comunidades, las transformaciones promovidas en el ámbito espacial por el derecho latino, documentado aquí de forma implícita. En las tres primeras ciuitates-capitales se documenta una planificación viaria ortogonal y la localización posible o precisa -en el caso de Augustodunum- del foro. En estos lugares centrales y también en Augustobona disponemos de acueductos y edificios termales, así como en algunos casos de la presencia, entre otros testimonios, de un teatro y de un anfiteatro (Augustodunum, Augustoritum^^. En ninguna de las comunidades hispanas, africanas y galas mencionadas se documenta un estatuto municipal o colonial, a excepción de Tipasa donde, por otra parte, las fuentes escritas nos informan de que no existe una asociación entre la promoción colonial con Adriano y la concesión de la Latinidad en época de Claudio. Oppida, res publicae, ciuitates son denominaciones que corresponden a estas comunidades. Ninguna de estas expresiones sin más especificación, como hemos expuesto anteriormente, designa una forma organizativa local específica, sino que precisan diversos aspectos organizativos y relativos a la configuración espacial que estas comunidades comparten, desde una valoración sustantiva, con municipios y colonias3^. Respecto al contenido preciso de estas categorías políticas romanas (municipium y colonia), las leyes municipales, diversos fragmentos del Di gesto, testimonios de los gromáticos y los restos arqueológicos nos transmiten con claridad cómo era el funcionamiento y la estructuración interna de estas comunidades con una concepción organizativa romana. Este funcionamiento no difería básicamente de que éstas tuvieran una denoniinación política y jurídica diversa, como permite considerar la práctica identidad de los capítulos conservados en las constituciones municipales documentadas en la Bética y las coincidencias entre algunos capítulos de estas cartas legislativas con aquellos que componen óó Plin., NH, 3, 4, 37, véase nota 16 para la cronología de la concesión del ius Latii en Gallia Narbonense; P. Gros, A. Roth Congés, P. Varene, "Glanum. Le centre monumental galloromain", Les dossiers d]Archeologie 140, 1989, pp. 24-33. 34 véase nota 19, donde se analiza la Latinidad implícita en algunas comunidades de las Tres Gallias. Para el desarrollo urbano de estos lugares centrales véase entre otros trabajos R. Bedon, R. Chevallier y P. Pinon, Architecture et urbanisme en Gaule Romaine II.2. Urbanisme (52 av. J.C-486 ap. J. C), París 1988, pp. 123-126 (Augustonemetum), 70-73 (Augustodunum), 159-161 (Augustoritum), 252 (Augustobona); P.M. Duval, Travaux sur la Gaule (1946-1986), II, Roma 1989, pp. 1001-1049 (Augustodunum). 35 véanse notas 20, 21 y 22, donde se hace referencia al contenido de estos términos y se expone la documentación de estas denominaciones relativa a las comunidades de Callaecia y de la zona periférica septentrional indoeuropea mencionadas. Asimismo son designadas con el término oppidum las comunidades Conimbriga, Sabora, Curiga y Glanum Liuii (en los cuatro casos véanse notas 27, 28, 29 y 33) y con el término polis -teniendo en cuenta su significado en Ptolomeo (nota 21)- Complutum (2, 6, 57), Tipasa (4, 2, 5) y los lugares centrales de las ciuitates de los Aruerni (2, 7, 12), Aedui (2, 8, 12), Lemouices (2, 7, 9) y Tricasses (2, 8, 10). Con la designación de res publicae se documentan Conimbriga (FC II 297), Curiga (véase nota 29), Glanum Liuii (CIL XII 1005). Como ciuitates son designadas las comunidades de los Aruerni, Aedui, Lemouices y Tricasses (entre otras menciones CIL XIII 8905, 2924, 1803, AE 1953, 56).
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las leyes de la colonia de Vrso y de otros municipios itálicos3 6 . Municipios y colonias constituyen comunidades autónomas, integradas por un centro urbano y un territorio delimitado externamente. Los dos ámbitos espaciales que configuran su estructuración interna documentan una unión política que se materializa en este centro urbano, que es, a su vez, el centro político de la comunidad, dotado de instituciones locales con un conjunto de competencias que les capacitaban para administrar un territorio3 7 . Derecho latino, ciudadanos romanos, instituciones romanas, aglomeraciones urbanas son testimonios documentados en los ejemplos expuestos, que nos transmiten la adopción de elementos jurídicos, de gestión y estructuración local relativos a un municipio o a una colonia. ¿Esta coincidencia de testimonios es una prueba inequívoca de que las comunidades analizadas poseían estos estatutos políticos, de que su naturaleza orgamzativa era aquella específica de las comunidades con una concepción organizativa romana? Planteada esta cuestión, vamos a detenernos en la información de que disponemos para algunas de las comunidades expuestas y que consideramos ilustrativa a este respecto. En este sentido Ptolomeo nos informa -como hemos expuesto anteriormente- de que los Limici disponen de un pequeño centro (ópo£), no de una aglomeración urbana. Esta mención también se precisa para otras comunidades de Callaecia como los Bibali, Gigurri y Narbasi. Aunque las funciones jurídicas, político-administrativas y posiblemente de mercado periódico de la comunidad se realizasen en este centro, no podemos referirnos a una constitución municipal en un sentido técnico porque la representación espacial de la comunidad se caracteriza por la ausencia de un centro urbano que ordene el territorio circundante, como demostró G. Pereira Menaut38. Plinio y las fuentes epigráficas de que disponemos para los Limici siempre designan a esta comunidad como ciuitas. Entre estos testimonios epigráficos, la emitas LimicoTum realiza una dedicación honorífica a Antonino Ho enei 141 d.C, denominación que también se documenta en inscripciones datadas en los años 79 d.C. y 132-133 d.C. Asimismo la documentación epigráfica nos transmite la presencia en esta comunidad de un duumvir que con posterioridad al desempeño de esta función ha sido sacerdos conventual y Jb E. Gabba, "Rifflessioni sulla Lex Colonia e Genetivae Iuliae*, en: Estudios sobre la Tabula Siarensis, J. González, J. Arce (eds.), Madrid 1988, pp. 157-166, especialmente pp. 158 y 164; H. Galsterer, "La loi municipale des romains: chimère ou réalité?", RHDFE65, 1987, pp. 181-203; F. Lamberti, "Tabulae Irnitanae". Municipalità e nius Romanorum"', Ñapóles 1993, pp. 201-239. Esta práctica identidad entre algunos capítulos de las leyes municipales hispanas y las coincidencias con otros capítulos de las leges Vrsonensis, Mamilia y Tarentina -entre otraspermite considerar que los estatutos municipales y coloniales eran una compilación de textos legislativos romanos precedentes adaptados a las condiciones específicas de las comunidades a las que fueron otorgados. 37 Entre otras menciones relativas a la estructuración interna véase lex Irnitana rúbr. 62: Ne quis in oppido municipi Flaui Irnitani, quaeque ei oppido continentia aedificia erunt...; rúbr. 1'6....<si>finesagros uectigalia eius municipi eo anno circumiri recognosci placeat referto...). Asimismo los gromáticos nos transmiten información de los territorios y de los límites municipales: entre otros Frontino (De controuersiis agrorum, en.Gromatici Véteres, recensión de K. Lachmann, Berlín 1848, I, pp. 35-36) y Siculo Flaco (De condicionibus agrorum, tmCorpus Agrimensorum Romanorum, recensión de C. Thulin, Stuttgart 1971, p. 128). Respecto al funcionamiento interno de una comunidad con una concepción organizativa romana véase H. Galsterer, "Municipium Flavium Irnitanum: a latin town in Spain", JRS 78, 1988, pp. 78-90. 3 S Para las referencias de Ptolomeo véanse nota 20 y 2, 6, 42; 2, 6, 37 y 2, 6, 48. Véase también A. Balil, "Forum y fora en el Noroeste peninsular", en: Los Joros romanos en las provincias occidentales, Madrid 1987, pp. 143-146; G. Pereira Menaut, "Historical landscapes and structures. A reflexion on the case of roman Galicia", Boletín Aúnense 10, 1980, pp. 30 y ss.; Idem, "La formación histórica...", pp. 285-286; Idem, ''Callaecia", pp. 323-325.
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flamen àcidi prouinciaHispania Citerior. En este mismo documento se especifica la origo (Limicus) de este magistrado local, se indica su adscripción a la tribu Quilina y su nomen (Flauius). La datación de este epígrafe se establece entre el principado de Antonino Pio y Marco Aurelio, próximo cronológicamente a la dedicación honorífica realizada por la ciuitas al primer emperador mencionado39. Por lo tanto la ausencia del estatuto de municipium entre los Limici debe ser considerada desde una valoración de las especificidades que se evidencian en su conformación interna y que la hacen diversa de aquellas comunidades municipalizadas. De esta apariencia de municipalización o "municipalización virtual", aunque con una configuración interna propia y diferente de la expuesta para los Limici, disponemos de testimonios para algunas de las ciuitates de las Tres Gallias. Dentro de las denominaciones con las que aparecen designadas, es la comunidad con indicación del etnònimo la que se documenta como unidad sociopolitica (ciuitas), con posesión de un conjunto de derechos, normas e intereses comunes que vinculan a sus dues (populus) e instituciones que posibilitan su funcionamiento y la administración local de las rentas y bienes colectivos (respublica). Entre otros testimonios que pueden ser expuestos están aquellos de la r(es) p(ublica) B[it(urigum) Cub(orum)], de la res publica y ciuitas Riedonum y de la ciuitas Aeduorum en inscripciones datadas en el siglo II y la mención en Plinio de estas comunidades como populi. En los lugares centrales, ciuitas -capital en la historiografía moderna, se pone de relieve básicamente su desarrollo urbano (urbs y polis, teniendo en cuenta la acepción de este término en Ptolomeo). En este sentido destacan entre otros ejemplos aquellos de Augustodunum y Eliumberrum urbes opulentissimae en Pomponio Mela y de Agedincum, Augustoritum, Auaricum, Bagacum, Condate documentados como poleis en Ptolomeo, correspondiendo a los lugares centrales de las ciuitates de los Aedui, Ausci, Senones, Lemouices, Bituriges Cubi, Neruii y Riedones respectivamente40. Estos testimonios relativos a la denominación de estas comunidades y de sus lugares centrales se relacionan con aquellos que nos informan del desempeño de funciones políticoadministrativas romanas por notables locales cuya competencia se extiende a toda la comunidad o únicamente al lugar central. En este sentido un lictor realiza una dedicación a un duumuir Neru(iorum) y las ciuitates de los Lemouices y de los Riedones decretan la realización de dedicaciones honoríficas a dos notables que han sido duumuiri, indicándose en el primer testimonio el cumplimiento de esta misma función por el padre y en el segundo la iteración de esta magistratura. En estos tres testimonios es siempre la ciuitas -con la indicación del etnònimo- la que realiza las dedicaciones honoríficas o la que se precisa en relación con el desempeño de la magistratura principal41. Entre los Senones dos documentos epigráficos, datados en la segunda mitad del siglo II y en el año 250 d.C, -*y Véase la mención de ciuitas en el naturalista y en los testimonios epigráficos (nota 20) y la documentación del duumuir Limicus (nota 23). 40 Véanse las notas 20, 21 y 22, donde se hace referencia al contenido de estos términos. Respecto a los testimonios mencionados, son los correspondientes a la designación como res publicae CIL XIII 1376-1377 (Bituriges Cubi), AE 1969-70, 405 (Riedones); como ciuitates: AE 1969-70, 405 (Riedones), CIL XIII 2924 (Aedui); como populi: Plin., NH, 4, 19, 109 (Bituriges Cubi); 4, 17, 107 (Riedones y Aedui); como urbes: Mela 3, 20 (Augustodunum y Eliumberrum; también poleis en Ptol., 2, 8, 12 y 2, 7, 11, donde en vez de Eliumberrun aparece la denominación de Augusta); Ptol., 2, 8, 9 (Agedincum y Condate ), 2, 7, 9 (Augustoritum), 2, 7, 10 (Auaricum), 2, 9, 6 (Bagacum). 41 CIL XIII 3572, se documenta la ciuitas Neruiorum en CIL XIII 3573 y AE 1976, 464 entre otras menciones; P. Wuilleumier, Inscriptions latines des Trois Gaules, París 1963, (=ILTG) 174; AE 1960-70, 405 a.
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precisan cursus locales con la especificación de funciones ejercidas en la ciuitas (aedil(is) c(iuitatis) S(enonum)y act(or) [p(ublicus)] quinquennialis) ciuit(atis)), en el lugar central (praefectus coloniae, aedil(is) uikan(orum) Agied(icensium) o en otros núcleos en los que estaba estructurado el territorio de la ciuitas (actor p(ublicus) pagi Tout(iaci?) ) 4 2 . La distinta denominación del lugar central (colonia en la segunda mitad del siglo II y uicus a mediados del siglo HI) puede explicarse por la distancia cronológica entre los dos epígrafes, recuperando Agedincum la denominación de uicus -que debió corresponderle en un principiocon posterioridad a la Constitutio Antoniniana^. La supervisión adininistrativa de Agedincum correspondería a las competencias asignadas al praefectus coloniae y posteriormente al aedil(is) uikan(orum) Agied(icensium), funciones inferiores -ambas mencionadas al inicio de los dos cursus - con respecto a las desempeñadas posteriormente en la ciuitas. En los dos epígrafes se documenta la función de duumuir ab aerar io sin más especificación al final del cursus (junto con la función de duumuir iuredicundus en la segunda mitad del siglo II y praef(ectus)annon(ae)desìgn(atus) a mediados del siglo III). Esta ausencia de especificación permite considerar que no existía posibilidad de confusión y que estas funciones eran ejercidas en el ámbito de la ciuitas44. En estas ciuitates de las Tres Gallias analizadas la presencia de magistraturas romanas no es un testimonio que nos permita considerar directamente que dispongan de una concepción organizativa romana porque técnicamente no están conformadas como tales. La aglomeración central -como aquellos otros núcleos en los que estaba estructurado el territorio de la ciuitas (uici y pagi)- era una entidad administrativa con magistrados propios y, a su vez, administrada por aquellos magistrados de la ciuitas con competencia sobre el conjunto del territorio. En este sentido la fórmula epigráfica omnibus honoribuslofficis apud suos functus que se documenta en todas las ciuitates mencionadas a excepción de los Ausci -y principalmente en las Tres Gallias frente a la especificación in re publica sua efe otras áreas provinciales- puede estar indicando, en nuestra opinión, la especificidad organizativa de estas comunidades 4 ^. Con esta fórmula se precisa que un cursus honorum 42 CIL XIII 1684 a y b y CIL XIII 2949. Hirschfeld considerò que el primer epígrafe, localizado en Lugdunum y datado en la segunda mitad del siglo II haría referencia a la ciuitas Senonum tanto por la mención posible a la misma en el texto como por la coincidencia en dos de las funciones precisadas en las carreras de ambos notables. 43 S.S. Frere, "Civitas a myth?", Antiquity 35, 1961, pp. 29-36, especialmente pp. 3233; E.M. Wightman, "Le vicus dans le contexte de l'administration et de la société galloromaine; quelques reflexions", Caesarodunum 11, 1976, pp. 59-64, especialmente pp. 60-61. 4 4 Para el análisis de estas inscripciones y del funcionamiento y de la estructuración interna de las comunidades de las Tres Gallias véase J.F. Drinkwater, "A note on local careers in the Three Gauls under the early Empire", Britannia 10, 1979, pp. 89-100, especialmente pp. 9194; Idem, Roman Gaul. The Three Provinces 58 b.C-260 a.D., Worcester 1983, pp. 105-109 y 141-142. Drinkwater establece que el conjunto de la ciuitas no podría ser oficialmente considerada como una colonia porque esta promoción no significó el control por parte de este centro del resto del territorio. Esta consideración está de acuerdo con aquella de E. Komemann defensor de que el lugar central fue "adornado" con el título de colonia y de que la ciuitas siguió existiendo como unidad política (Zur Stadtentstehung in den ehemals keltischen und germanischen Gebieten des Rômerreichs, Giessen 1898) frente a la opinión de F. Vittinghoff que considera la unidad política interna de aquellas comunidades que oficialmente habían llegado a ser colonias titulares ("Ròmische Stadtrechtsformen der Kaiserzeit", ZRG 68, 1951, pp. 435-485). H. Wolff, "Kriterien...", p. 52; Idem, "Civitas und Colonia Treverorum", Historia 26, 1977, pp. 204-242, manifiesta su acuerdo con los planteamientos de F. Vittinghoff. 4 ^ Encontramos esta formula epigráfica entre los Aedui (CIL XIII 1714 y 2585 con la mención en este caso del duumvirato y de la cuestura), Bituriges Cubi (CIL XIII 1707, el
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podría incluir funciones ejercidas en la ciuitas, en el lugar central e incluso en otros núcleos en los que estaba estructurado el teni torio de la ciuitas. La mención de res publica limitaría el ejercicio de los honores a uno de los ámbitos administrativos mencionados, aquel que hace referencia al conjunto de la ciuitas. En Africa Proconsular el ejemplo de las colonias "ficticias" de Mileu, Rusicade y Chullu, unidas mediante una relación de contributio a la colonia de Cirta, puede ser ilustrativo a este respecto. Estas colonias "nominales" no aparecen designadas como res publica en el período de tiempo en el que se documenta esta confederación. Unicamente para Cirta, que nombra praefecti iure dicundo para la administración de estas colonias, disponemos de menciones como res pública Cirtensium o res publica IIII coloniarum Cirtensium. Estas tres colonias son designadas respublicae en la segunda mitad del siglo HI, cuando termina su contributio con Cirta y como testimonio inequívoco de su autonomía local 46 . Volviendo al análisis de aquellas otras comunidades a las que nos hemos referido anteriormente en las tres provincias hispanas, en Mauritania Cesariense y en Gallia Narbonense, aunque dispongamos de testimonios que nos informan de las transformaciones documentadas en el ámbito jurídico, operativo o espacial en relación con la concesión del derecho latino, estas referencias no nos permiten considerar automáticamente que su funcionamiento interno sea aquel que corresponde a un municipio o a una colonia. No es cuestión de suponer que estas comunidades nunca fueron promovidas a alguno de estos estatutos -Tipasa documenta la promoción colonial- pero sí de establecer nuestro desconocimiento de que poseyeran la complejidad organizativa de estas constituciones políticas a juzgar por los testimonios de que disponemos sobre su funcionamiento interno, no exclusivos por otro lado del ordenamiento municipal. En este sentido, no sólo comunidades a las que se les ha concedido el derecho latino sino también otras como, por ejemplo, en Africa Proconsular Lepcis Magna (municipio sufetal con Vespasiano), Mactaris (ciuitas en el año 169 y colonia con Marco Aurelio y Cómodo) y Gigthis (municipio con Antonino Pío) o, como hemos mencionado, la comunidad lusitana de Conimbriga demuestran con claridad la existencia de un desarrollo urbano al modo romano cuando son comunidades peregrinas, aunque con posterioridad en la mayoría se documente una promoción jurídica latina47. Por otra parte en Genaua, un uicus duunvirato se menciona en CIL XIII 1197, 1376-7, 11151), Lemouices (posiblemente ILTG 220), Neruii (CIL XIII 1702), Riedones (AE 1969-70, 405 a) y Senones (CIL XIII 2940). Entre los Ausci se evidencia el duunvirato (CIL XIII 446 y AE 1989, 515). Respecto a la documentación de la fórmula epigráfica omnibus honoribus in re publica sua functo véanse, entre otros ejemplos, los citados en la nota 23. 46 S. Gsell, E. Albertini, J. Zeiller, H.G. Pflaum, L. Leschi, Inscriptions latines de VAlgérie II, París 1957, 563, 564 y 565, véase J. Gascou, La politique municipale de VEmpire romain en Afrique Proconsulaire de Trajan à Septime Sévère, Roma 1972, pp. 108-115; Idem, "L'emploi du terme res publica ...", pp. 396-398. 47 Véase para Lepcis Magna J.M. Reynolds, J.B. Ward Perkins, Inscriptions of Roman Tripolitania, Roma-Londres 1952, 342 y G. Di Vita-Evrard, "Municipium Flavium Lepcis Magna", BCTH 17 B, 1984, pp. 197-210; el estudio del urbanismo romano en P.A. Février, art. cit., pp. 343-350 y 364, H. Jouffroy, op. cit., pp. 425-426. Para Mactaris CIL VIII 11799 (169 d.C.) y 11804 (176-180 d.C.) y J. Gascou, op. cit., pp. 147-151, G. Ch. Picard, "Le statut de Mactar de Trajan à Marc Aurele", en: VAfrica Romana. Atti del IV Convegno di Studio, Sassari 1987, pp. 461-467; el estudio del urbanismo romano en B. Fortuner, "Le forum de Mactaris", BCTHS 12-14 B, 1976-78, pp. 159-168, H. Jouffroy, op. cit., p. 422. Para Gigthis CIL VIII 22707 y 22737 y J. Gascou, op. cit., pp. 138-142; para el estudio del urbanismo romano N. Ferchiou, "Gigthis a une époque mal connue: la phase julio-claudienne", BCTHS, fase. 17 B, 1984, pp. 65-74, especialmente pp. 72-73; para Conimbriga, véase nota 27.
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de Gallia Narbonense, se evidencia la edilidad y un importante desarrollo urbanístico en relación con las atribuciones de este cargo. De esta magistratura también disponemos de testimonios epigráficos en la comunidad mauritana de Regiae y en La Rambla (Córdoba) y estos mismos documentos epigráficos nos informan de que esta función coexiste con aquellas indígenas de princeps y decemuir maximus respectivamente. Decuriones y duumuiri se documentan en el oppidum de Sabora en una etapa anterior y en esta comunidad próxima a su promoción municipal, estatuto ampliamente documentado en Bética con los flavios 48 . Expuestos estos testimonios, en las comunidades de las tres provincias hispanas, de Mauritania Cesariense, de Gallia Narbonense y de las Tres Gallias anatízadas, habría que diferenciar entre las menciones que documentan la adopción en el ámbito local de instituciones romanas y aquellos aspectos relativos a la constitución política, a la estructuración interna como ciudad-estado, a la asimilación de las formas culturales romanas, a ciertos requisitos de carácter jurídico (entre otros, una representación suficiente de ciudadanos romanos) y de autonomía local que intervienen para que una comunidad pueda ser considerada municipalizada. En relación con esta diferenciación propuesta no debemos olvidar otras referencias que permiten considerar el conveniente cumplimiento de un niínimo de condiciones por parte de aquellas comunidades interesadas en verse reconocidas con una promoción municipal. En este sentido se debe tener en cuenta la ausencia de testimonios de solicitud previa del estatuto de municipio, a excepción de la colonia silana de Praenesíe en Italia cuya solicitud y conversión en municipio con Tiberio no implica un cambio del estatuto jurídico de su población, ciudadanos romanos, ni de su funcionamiento y estructuración interna como comunidad romana49. Esta falta de testimonios contrasta con la documentación del envío de embajadas al emperador en demanda del derecho latino (las comunidades de Gemellae, Lambaesis y Gigthis) de la ciudadanía Romana (Volubilis) y del estatuto de colonia (Italica y Vtica)50. Esta significativa ausencia de menciones de solicitud de este estatuto político permite considerar no la falta de interés de las comunidades sino, con mayor probabilidad, la previa estimación imperial de que aquellas comunidades susceptibles de acceder a la promoción municipal reunían fundamentalmente las condiciones jurídicas, de funcionamiento y de estructuración interna suficientes para su constitución como comunidades propiamente autónomas. 4S Véase para Geneua CIL XII 2611, E. Espérandieu, Inscriptions latines de Gaule (Narbonnaise), Paris 1929, 362 y P. Broise, "L'urbanisme vicinal aux confins de la Viennoise et delà Séquanaise", ANRW II, 5.2, 1976, pp. 602-629, especialmente pp. 620-62; para Regiae AE 1937, 59 y J. Gascou, "La politique municipale IL..", p. 243 (nota 53). Para el epígrafe de La Rambla J.F. Rodríguez Neila, "Gestion administrativa en las comunidades indígenas hispanas durante la etapa pre-municipal", en: Actas del I Coloquio de Historia Antigua de Andalucía, Córdoba 1993, pp. 385-412, especialmente pp. 404-405; para Sabora véase nota 28 y P. Le Roux, "Municipe et droit latin...", pp. 336-346-347; Idem, nMunicipium Latinum...", p. 580. 49 Gellio, NA, 16, 13, 5. Su estatuto -colonia con deductio de veteranos- recordaba a su población la represión silana sobre su territorio. La solicitud del estatuto municipal estaría propiciada, entre otras causas, por esta circunstancia, sin olvidar -de acuerdo a la información de Aulo Gellio NA, 16, 13, 6- que esta categoría política permitía una autonomía normativa, posiblemente en el caso de Praenesíe teórica (Gellio, NA, 16, 13, 1-2, 8-9). Con posterioridad a su conversión en municipio recibe el estatuto de colonia honoraria en el siglo II (CIL XIV 2922). Véase E.T. Salmon, Roman colonization under the Republic, Londres 1969, p. 153. 50 Para Gemellae, Lambaesis y Gigthis véase nota 14; para Volubilis L. Châtelain, Inscriptions latines du Maroc, Paris 1942, 116: Huic ordo municipii Volub(ilitani) ob merita erga rem pub(licam) et legationem bene gestam qua ab diuo Claudio ciuitatem Romanam...suis impetrauit, para Italica y Vtica , Gellio, NA, 16, 13, 4:...ipsi Italicenses et quaedam item alia municipia antiqua, in quibus Uticenses nominai...in ius coloniarum mutari gestiuerint.
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Concluyendo, consideramos que el derecho latino interviene en el ámbito local preparando los marcos operativo (puesta en funcionamiento de magistraturas romanas), jurídico (obtención de la ciudadanía romana por los notables que han desempeñado las magistraturas y sus familias) y, con el desarrollo urbano o las transformaciones documentadas en el ámbito espacial, el marco físico susceptible de conducir a una municipalización. Los procesos de desarrollo histórico, con la asimilación progresiva de los modelos políticos romanos, y las condiciones específicas de aquellas comunidades que han recibido el derecho latino favorecerán que, en algunos casos, éstas se constituyan -con mayor o menor proximidad a la concesión de este beneficio- en comunidades propiamente romanas. Cuando la naturaleza de estos marcos operativo, jurídico y físico no se corresponde con el contenido organizativo apto para una promoción municipal -no debemos olvidar los elementos de diversidad analizados en algunos ejemplos- lo que se documenta es una apariencia de constitución municipal, un funcionamiento virtualmente romano. Esta dualidad entre realidad y virtualidad municipal permite comprender el pragmatismo de la política imperial, su capacidad de adaptación a los diversos ámbitos de desarrollo local existentes con anterioridad a la conquista romana y posibilita la diferenciación entre el contenido técnico de los conceptos municipio y colonia y su acepción imprecisa, documentada en ciertas menciones actuales de estas expresiones políticas romanas.
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COMUNIDADES CON DERECHO LATINO CITADAS Y/O ANALIZADAS EN fflSPANIA, AFRICA Y GALLIA I. HISPANIA Bética 1.- Curiga (Monasterio) 2.- Imi (El Saucejo) 3.- Sabora (Cañete la Real) 4.- Salpensa (Facialcazar) Lusitania 5.- Conimbriga (Condeixa-a-Velha) Tarraconense 6.- Asturica Augusta (Asterga) 7.- Auobriga (localización desconocida) 8.- Bergidum Flauium (prox. de Villafranca del Bierzo) 9.- Bracara Augusta (Braga) 10.- Brigaecium (Benavente) 11.- Complutum (Alcalá de Henares) 12.- Lancia (prox. de Villasabariego) 13.- Limici (prox. de Ginzo de Limia) 14.- Luc us Augusti (Lugo) IL AFRICA Mauritania Cesariense 1.- Tipasa (Tipasa) Africa Proconsular 2.- Gemellae (El Kasbat o Zaouia) 3.- Gigthis (Bou Gara) 4.- Lambaesis (Lámbese) 5.- Lepcis Magna (Lebda) IH. GALLIA Narbonense 1.- Augusta Tricastinorum (St Paul-trois-Châteaux) 2.- Glanum Liuii (St. Rémy-de-Provence) 3.- Luteua (Lodeve) 4.- Nemausus (Nîmes) Aquitania 5.- Aruerni (Augustonemetum, Clermont-Ferrand) 6.- Ause i (Eliumberrum, Auch) 7.- Bituriges Cubi (Auaricum, Bourges) 8.- Lemouices (Augustoritum, Limoges) Lugdunense 9.- Aedui (Augustodunum, Autun) 10.- Riedones {Condate, Rennes) IL- Senones (Agedincum, Sens) 12.- Tricasses {Augustobona, Troves) Bélgica 13.- Neruii {Bagacum, Bavai) Localización de comunidades de Hispania, Africa y Gallia Narbonense; en las Tres Gallias localización de la czwito-capital. M / C Documentación del estatuto político municipal o colonial, asociado o no al derecho latino.
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LOCALIZACION DE COMUNIDADES CON DERECHO LATINO CITADAS Y/O ANALIZADAS EN HISPANIA, AFRICA Y GALLIA
MECANISMOS BUROCRÁTICOS E INSTITUCIONES MUNICIPALES EN HISPANIA JUAN FRANCISCO RODRIGUEZ NEILA Universidad de Córdoba ABSTRACT This study deals with the bureaucratic apparatus that operated in the Roman towns of Hispania in order to aid municipal magistrates in their tasks. It essentially focuses on the scribae, the most important apparitor es, and their activities in the local archive (tabularium), where they were in charge of the administration of documents, certain types of which are analyzed (proceedings of the curia, decrees of the decurions, public accounts, etc.). Some considerations are also made regarding the occupation of the scribae, their social profile, labor competencies and characteristics of their work. The study primarily employs epigraphic data and information concerning the municipal laws of Baetica.
RESUMEN Este estudio trata del aparato burocrático que funcionó en las ciudades romanas de Hispania para auxiliar a los magistrados municipales en sus tareas. Se centra esencialmente en los scribae, los más importantes apparitores, y sus actividades en el archivo local (tabularium), donde tenían a su cargo la gestión de los documentos, analizándose algunos tipos (actas de la curia, decretos decurionales, cuentas públicas, etc.). También se hacen algunas consideraciones sobre el oficio de los scribae, su perfil social, competencias laborales y características de su trabajo. Se utilizan principalmente los datos epigráficos y la información de las leyes municipales de la Bética.
A pesar de los numerosos estudios consagrados a temas de administración municipal en las comunidades romanas de Hispania, reactualizados por la aparición de la lex Imitaría, hay un aspecto a menudo desatendido, los archivos municipales. Aunque sobre ellos carecemos de una información tan extensa como la relativa a los tabularía del Estado romano, sí es lo suficientemente elocuente para calibrar la importancia que tenían, la amplia gama de documentos que atesoraban, generados por la actividad de magistrados locales y curia, y la atención prestada a este capítulo del "ordenamiento burocrático" en las leges municipales, donde se contienen diversas referencias a su existencia y funcionamiento, así como al personal auxiliar (apparitores) que estaba a su cargo. Como es sabido, la tradición archivistica estatal romana arrancó de los commentarii que sobre sus actos administrativos elaboraron los magistrados de época republicana, aunque sólo a título personal (Posner, 1972, 165). Fueron durante largo tiempo la única constancia
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de la vida institucional, aunque ya en el siglo I a.C. parecen haber tenido plena validez oficial como tabulaepublicae, siendo obligatorio su depósito en los tabularía estatales posiblemente desde época de César (Cencetti, 1940, 12; Posner, 1972, 168). Archivos municipales debieron existir al menos en las comunidades de cierta entidad. Incluso una localidad secundaria como Imi los tenía, como se desprende de su ley municipal (Lex Irn., 63, 66, 73). El registro y conservación de los instrumenta era necesario para cualquier futura referencia. Podían servir como pruebas ante problemas que pudieran surgir (denuncias), o facilitar consultas y constatación de antecedentes no sólo por parte de magistrados y decuriones, sino de particulares (Sherk, 1970,63). En el estatuto de Urso (44 a.C.) la expresión tabulae publicae sirve para denominar genéricamente el archivo de la colonia (caps. 81, 130-131, 134), como vemos también en uno de los DecretaPisana del 4 d.C. (CIL XI1421, 42, 59), mientras que en el reglamento municipal de Imi se habla de las tabulae communes municipum eius municipii en el mismo sentido (caps. 63, 66, 73). En ambos casos la voz tabulae indica cuál era el principal tipo de soporte material utilizado para conservar los documentos locales, las tabulae ceratae (tablillas enceradas) o simplemente cerae, tal como era uso común en el mundo romano, aunque podía utilizarse igualmente el papiro. Los escribas que componían una de las decuriaeapparitorum de Ostia (CIL XIV 353) eran denominados precisamente por ello cerarii. Por extensión el término tabularium se usaba generalmente con el significado de "archivo". ¿Qué tipos de documentos podían conservarlos archivos municipales? Para empezar, debemos considerar la posibilidad de que existieran registros oficiales de los actos públicos, al estilo de los commentarii estatales mencionados. Se suele aducir como ilustrativo testimonio una conocida inscripción de Caere fechada en el 113 d.C. (CIL XI 3614). Su contenido se identifica como una copia resumida y certificada de las actas de la curia local, la cual fue obtenida por un escriba municipal del archivo comunal. La referencia 'locativa" remite a lo que se denomina como commentarium cottidianum municipi Caeritum. En concreto dicho extracto concierne a un decreto del ordo local para la concesión de un locus publicus a solicitud de un particular y a la correspondencia que sobre tal asunto mantuvieron los magistrados y la curia con el curator municipal. Como se indica expresamente, dicho commentarium estaba organizado en páginas y capítulos. En Caere, pues, se llevaba un registro secuencial y documentado "día por día" de todos los actos inherentes a las instituciones públicas, en el cual se incluían al menos los decretos decurionales y la correspondencia que podían generar (Cencetti, 1940, 10). A un registro ordenado de los decretos aprobados por el Senado de Roma podría aludir (Talbert, 1984, 308) la expresión liber sententiarum in senatu dictarum citado en el senadoconsulto de nundinis saltus Beguensis del 138 d.C. . Realmente, puesto que gran parte de la actividad administrativa municipal era generada por la curia, debemos suponer que la constatación de sus actos configuraba una parte sustancial del commentarium. La propia dinámica de las sesiones decurionales, donde los magistrados presentaban relationes sobre los asuntos de interés municipal (véase Lex Irn., 39; Mentxaka, 1993, 101 ss.), que eran discutidas por los decuriones, quienes tomaban decisiones mediante decreta, exigiría tener como punto de referencia para consulta o comprobación ulterior lo que se reflejara en el commentarium. Cuestión interesante es si quedaba alguna constancia documental de los debates suscitados entre los decuriones. Por lo que respecta al Senado de Roma, desde época cesariana existieron commentarii oficiales sobre las discusiones del Senado. Talbert (1984, 309, n. 10) considera que las referencias de Tácito a commentarii senatus (Ann., 15, 74) y 1 S.Riccobono, Fontes Iuris Romani Antejustiniani, Florencia 1968, I, pp. 291-293, n.47, líneas 2-3.
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actapatrum {Ann., 5,4) deben considerarse sinónimas a lo que otras fuentes denominan ceta senatus. Con destino a dichos registros debieron tomarse notas, quizás de forma taquigráfica (Cencetti, 1940, 19; en,contra Posner, 1972, 168 y 190), bien por los propios magistrados o por escribas a su servicio. No queda claro si usos similares existieron a nivel municipal. El estatuto de Urso (caps. 130-131), por ejemplo, indica como procedimiento regular que los decreta decurionum, tras su elaboración, eran depositados en el archivo colonial (tabulaepublicae), lo que igualmente queda confirmado por la lex municipal de Imi (cap. 41). Que el desarrollo de las sesiones decurionales donde se discutía su contenido fuese también registrado de alguna forma es algo que Talbert (1989, 59) considera dudoso, aunque sin argumentos concluy entes. Es cierto que el estatuto colonial no contiene ninguna insinuación al respecto, pero tal práctica no tuvo por qué ser excepcional. Sherk (1970, 62) ha puesto de relieve cómo en forma y contenido los decreta decurionales obedecen a una "praxis" de la burocracia municipal inspirada ciertamente en los senadoconsultos estatales que les sirvieron de modelo, y el propio Talbert reconoce (1989, 58) que en su funcionamiento las curias reprodujeron mecanismos propios del Senado de Roma. La evidencia proporcionada por el commentarium cottidianum de Caere sugiere que tal uso pudo existir en otras ciudades. Otra cuestión es a qué nivel de detalle se confeccionaba su contenido. Alguna constancia debía quedar de los asuntos, incluso los más secundarios, opiniones, sugerencias, críticas, etc., que pudiera suscitar entre los decuriones cualquier propuesta o informe (relatio) presentada en el normal "orden del día" por uno de los duunviros, actuando como presidente de la curia. Sobre todo cuando se trataban temas objeto de complejos y largos debates, sobre los que podía ser difícil llegar a un consenso o decisión definitiva, y respecto a los cuales cabía efectuar luego reclamaciones o surgir la necesidad de comprobaciones. Recordemos, por ejemplo, aquel decreto decurional de Gabii del 140 d.C. (CIL XTV 2795), que solamente post tres relationes placuit in tabula aerea scribi et proponi in publico. O la posibilidad prevista en el estatuto de Urso (cap. 96) de que cualquier decurión interpelase a un magistrado sobre materias financieras de interés público (de pecunia publica deque multis poenisque deque locis agris aedificis publiais), solicitando que se informara a la curia sobre ello. En tal supuesto el magistrado quedaba obligado a convocar a la curia al día siguiente (primo die), quizás para tener tiempo de preparar un informe que requeriría consultas a los archivos locales y una constancia oficial de los "antecedentes" que provocaban tal demanda. En Imi (Lex Irn.y 41) se estipulaba como condición imprescindible para que un decreto decurional alcanzara validez oficial la recitatio final ante toda la curia de su contenido, tras elaborarse el borrador del mismo, después de que los decuriones hubieran debatido el asunto al que hiciera referencia tal decreto. Es un procedimiento no constatado en Urso. La necesidad de que, tras la discusión, el magistrado-presidente de la sesión, con el concurso de algunos decuriones, debiera elaborar el texto del decreto y someterlo a la aprobación general, por si su contenido no se ajustaba a lo previamente decidido, parece sugerir que no se disponía de una constancia literal del "proceso de discusión". Pero sí es probable que magistrados y decuriones fueran tomando notas sobre la marcha en sus propias tabulae (véase Posner, 1972, 204), las cuales luego confrontarían, pues sabemos que disponían de tales utensilios por si debían votar per tabellam en ciertas cuestiones de capital importancia . O que se encargaran de ello los scribae que en Urso e Imi estaban al servicio de los magistrados locales. En todo caso, lo que sugiere el ejemplo de Caere es que debían recogerse de alguna 2
Véase Lex Mal., 52, 55, 57, 61; Lex Irn., 61, 69, 79, 80; Lex Urs., 97, 130-131.
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forma anotaciones con vistas al commentarium oficial de todas las actividades públicas locales, un tipo de registro de los actos de la administración municipal quizás equivalente, como en el caso del Senado de Roma, a lo que ciertas fuentes denominan actacuriae (Sherk, 1970, 65), y al que por extensión se aplica también el nombre de tabulaepublicae (Cencetti, 1940, 13). Tales acta conservarían no sólo las decisiones del ordo decurional, publicadas oficialmente como decretos, cuyo contenido constaría íntegramente, sino incluso el desarrollo, cabe pensar que resumido, de las intervenciones y deliberaciones que precedían a las votaciones y demás actos públicos realizados por los decuriones (Posner, 1972, 204). Precisamente a partir de copias extraídas de dichos registros, tales decreta decurionum, generalmente relativos a concesiones honoríficas, fueron grabados a veces sobre piedra o bronce para ser expuestos públicamente. Algunos nos han llegado. ¿Se trataba de registros textuales, digamos "taquigráficos"? Por lo que respecta al Senado de Roma, Talbert (1984, 315) pone en duda esta posibilidad. Si hubieran existido, ¿cómo explicar que tras una sesión senatorial el relator debiera reunirse con un grupo de senadores para "fijar" el estilo y contenido definitivos del senadoconsulto que había propuesto? Las fuentes no aportan ninguna evidencia sobre la confección de registros literales de todo lo que allí se discutía y decidía. ¿En qué podían consistir, pues, las acta senatusl Talbert (1984, 319 y 321) propone una solución intermedia: que se tratara de un informe o registro elaborado "a posteriori", de más o menos extensión, donde constaran las diligencias efectuadas. Cualquiera que fuera su forma de presentación, lo cierto es que, según la práctica administrativa romana, en las acta la determinación "ejecutiva" privaba sobre el propósito meramente analístico. Las acta que recogían los debates y decisiones decurionales, lo mismo que las del Senado de Roma, se confeccionaban para asegurar que una decisión se llevase a efecto, tenían pues una intención y un contenido "imperativos", a fin de garantizar un proceso "ejecutivo" que quedaba desde entonces en manos de los magistrados municipales. Acta o commentarii testimoniaban, por tanto, la vida oficial de las instituciones locales, y se conservarían en los correspondientes archivos. Su existencia y periódica elaboración queda confirmada por un commentarium, como el de Caere, calificado de cottidianum. Llevar registros similares no tuvo por qué ser práctica excepcional en otras ciudades, dada la utilidad que podían tener en cualquier gestión administrativa municipal. A ello apuntan algunas referencias a actaordinis o actapublica que encontramos en ciertas inscripciones africanas , de las que se desprende, por ejemplo, que las pollicitationes efectuadas por munificentes munícipes podían quedar recogidas en los registros municipales como testimonio de compromiso personal y al mismo tiempo "recordatorio" de su obligado cumplimiento en un determinado plazo 4 . También de una referencia de Frontón, relativa a la colonia de Concordia , se infiere que los actos evergéticos particulares ya realizados quedaban igualmente constatados in commentariis publicis, a fin de honrar así a sus ejecutores. Dentro de la documentación concerniente a la curia que quedaba depositaba en el tabularium local, una parte muy importante estaría constituida por los decretadecurionum,
ó CIL VIII, S. 15497 = ILS 5553; VIII, S. 18241 = ILS 6847a; VIII, S. 21627 = ILS 6877; AE, 1957, 77. 4 Véase F. Jacques, Le privilège de liberté. Politique impériale et autonomie municipale dans les cités de VOccident romain (161-244), "Coll. Ec. Fr. Rome", n°.76, Roma 1984, p. 745. Véase sobre toda esta documentación J.F. Rodríguez Neila, 1991-1992, pp. 151 ss. 5 Ad Amicos 2, 7, 3: Item legationis de re frumentaria gratis a Volumnio susceptae estne in commentariis publicis descripta commemorano?
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en los cuales quedaban plasmadas sus decisiones. A través de ellos podemos constatar, a tenor de lo que indican los estatutos municipales, cuál era el proceso que daba origen a un documento de archivo. Una vez efectuada la relatio del asunto por parte del duunviio convocante que presidía la sesión, discutido el tema y adoptada una resolución (véase Lex Irn., 39-41), el magistrado tenía la obligación de elaborar el texto definitivo del decretum. Normalmente esa redacción solía hacerse en el mismo local donde había tenido lugar la deliberación e inmediatamente después de la votación. En general se encargaban de ello algunos decuriones elegidos por sorteo o un redactor asistido por un comité de redacción, cuyo número de componentes variaba según la importancia del asunto. En diversos decretos decuiionales que nos han llegado se indican los nombres de quienes formaron parte de tales comisiones redactoras (scribendo adfuerunt...), incluso el nombre del redactor (qui hoc decretumscripsit), como vemos en un decreto de Digne (Sherk, 1970, 53 ss., n. 61). Dichas comisiones estuvieron compuestas por seis, cinco, cuatro, tres miembros , otra vez encontramos once (AE 1959, 272) y doce {CIL XI 1421), e incluso en ocasiones constan —i
como "redactores" todos los decuriones o un número muy elevado . En esa labor debían colaborar igualmente los scribae públicos asignados al servicio de los duunviros {Lex Urs., 62, 81; Lex Irn., 73). Tras la recitatiofinalde la versión definitiva del decreto, a fin de confrontar su texto con lo previamente aprobado por la curia {Lex Irn., 41; véase Mentxaka, 1993, 114 ss.), si todo estaba correcto el documento era depositado en el archivo local {in tabulas publicas déferre), adquiriendo entonces plena validez oficial. En Roma no había tiempo límite para la redacción y depósito de los senadoconsultos. El estatuto de Urso no indica nada al respecto, pero sí el imitano, cuya rúbrica 41 establece que únicamente el duunviro, su colega o cualquier otro magistrado que ostentara la presidencia de la sesión de la curia (así el prefecto, véase Lex Irn.-Salp., 25), una vez leído en público el decreto definitivamente redactado y aprobado por los decuriones, debía depositarlo en el archivo municipal en el plazo de diez chas8. Ese plazo de diez días es factible que se debiera a la necesidad de que los escribas realizaran una versión definitiva "en limpio" del borrador original, y a que hubiera tiempo para confirmar que no se habían cometido ilegalidades con relación al estatuto municipal o a la legislación romana en general. Recordemos que el mismo estatuto imitano (cap. 42) admitía un proceso de modificación parcial (perducere), revocación {tollere) o anulación completa {inritumfacere) de los decretos decuiionales . Un decreto de la colonia de Pisa, del 4 d.C. {CIL XI 1421), se cierra con el mandato expreso de que los duunviros, lo antes posible {primo quoque tempore), se ocuparan de que ea omnia, quae supra scripta sunt, ex decret nos[tro], fuesen registradas en el archivo local {[i]n tabulas publicas referenda curent), quedando a cargo de ello un escriba público (per scribampubl[i]c[umj). Es decir, las tabulae que contenían los textos de los decretos decurionales eran entregadas al archivo local por los magistrados, a quienes competía oficialmente la custodia y organización del tabularium y la dirección del personal que allí trabajaba. Procedimiento similar se seguía en Roma con relación a los documentos senatoriales depositados en el Aerarium Saturni (Posner, 1972, 167). No obstante, los 6
CIL X 1783, 4760; XI 1420; ILS 6334, 6440. Scribendo adjuerunt cuncti (CIL X 1453), scribendo atfuit universus ordo decurionum (CIL XIV 2795), scribundo adfuerunt (universi?) (CIL IX 3429). 8 Lex Irn., 41: turn in tabulas communes municipum eius municipii, ita uti recitatum atprobatumque erit, referto in diebus X proximis. * Sobre el sentido de estas expresiones legales véase R. Mentxaka, 1993, pp. 118 ss. 7
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magistrados confiarían la tarea de preparar y confeccionar la parte material del documento a alguno de los escribas públicos a su servicio, como hemos visto que se indica expresamente en el decreto pisano. También ciertas expresiones de las leyes municipales implican que los duunviros responsables del depósito en archivo de las tabulae podían realizar tal cometido mediante terceros. En Urso los magistrados debían "hacer" que se registrasen en el archivo los juramentos prestados por los escribas al entrar en el cargo . En el asunto del nombramiento de patronus y hospes ningún magistrado de la colonia podía consignar o "mandar" que fuese consignado algo en los registros públicos . En cuanto a la utilización de la pecunia publica por los magistrados con determinados fines y la consignación de las partidas de dinero en las tabulae publicae, el reglamento ursonense ofrece en otro apartado (cap. 134) similares prescripciones. En el estatuto imitano, y respecto a las locationes públicas, sus condiciones y garantías, se indica que los magistrados debían velar por su publicación y "hacer" que tal información fuese registrada en los archivos12. Algo parecido se dice con relación a las multas impuestas por los magistrados. Los duunviros debían "ordenar" su inscripción en las tabulae communes . Tales órdenes serían cumplimentadas por esos scribae cuya labor se define precisamente en la ley de Imi (cap. 73) en estos términos: qui tabulas libros rationes communes in eo municipio scripturi ordinaturique erunt. En Urso los escribas que no prestaran juramento no podían redactar los documentos de archivo . Dentro del tabularium municipal a la documentación concerniente a la curia se sumaría la generada por otros apartados de la vida administrativa local. Un conjunto importante lo configurarían los documentos concernientes al erario municipal, la pecunia publica, tema al que prestan especial atención los estatutos municipales héticos. De hecho los auxiliares de los magistrados (apparitores), concretamente los escribas, estaban directamente relacionados tanto con el tabularium como con el tesoro municipal. No tenemos constancia tampoco de personal servil, libertos o esclavos públicos, adscrito específicamente a lapecuniapublica (Nicolet, 1976, 438 ss.), por lo que debemos suponer que, al menos a escala municipal, la identificación espacial archivo/erario era lo normal, y que expresiones como tabularium, tabulae communes o tabulae publicae hacen referencia conjunta a ambos conceptos . Así el registro de las multas impuestas por los magistrados, tema estrictamente financiero, por constituir uno de los ingresos del tesoro municipal, debía efectuarse m tabulas communes municipum eius municipi (Lex Irn., 66), que es la misma denominación genérica para "archivo municipal". Asimismo, la expresión in publicum servía para aludir en los estatutos locales al erario municipal (Lex Urs., 65; Lex Irn., 67,72). Y llevar las cuentas municipales (rationes communes), junto a las tabulae y libri, era la competencia fundamental de los escribas de Imi (Lex Irn., 73). 10 11
Lex Urs., 81: uti quisque scriba ita iuraverit, in tabulas publicas referaturfacito. Lex Urs., 130-131: neve d(e) e(a) r(e) in tabulas p(ublicas) referto neve referri
iubeto... 12
Lex Irn., 63: in tabulas communes municipum eius municipi rejerantur facito. ^ Lex Irn., 66: multas in eo municipio... dumvir in tabulas communes... referri iubeto. 14 Lex Urs., 81: qui ita non iuraverit, is tabulas publicas ne scribito... *5 Según G. Cencetti (1940, 38), en Roma el aerarium Saturni y los archivos estatales (Tabularium) vinieron a identificarse espacialmente, precisamente porque una parte importante de la documentación archivada concernía a asuntos financieros, siendo depositada en el erario. Para Ph. Culham (1989, 100 ss.), sin embargo, la evidencia no es tan clara, al menos para época republicana.
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Al igual que otros tipos de documentos, esos registros financieros se llevarían en tabulae ceratae, que podían unirse formando codices. Tal era la forma que revistieron los documentos del tesoro estatal archivados en el aerarium de Roma (Culham, 1989, 113). De hecho, todas las fuentes que hacen referencia a contabilidad pública y privada en época republicana aluden a tablillas de cera. Los papiros no parecen haber sido usados a tal efecto, al menos en la parte occidental del Imperio (Fallu, 1979, 100). Esa documentación hacendística configuraría una de las secciones principales del tabularium local. En Urso el tesoro colonial era denominado con la expresión pecunia publica (Lex Urs.t 81, 96). En Imi (cap. 20) los fondos públicos, allí denominados genéricamente como pecunia communis municipum eius municipii, eran gestionados por los quaestores (no conocidos en Urso), aunque actuaban bajo la directa fiscalización de los duunviros (arbitratu Ilvirorum), la máxima autoridad municipal . Las operaciones que podían efectuar eran las siguientes: cobrar (exigere), gastar (erogare), guardar (custodiare), administrar (atministrare) y pagar (dispensare). Ello conllevaba, obviamente, disponer de libros de caja, con una contabilidad distribuida en ingresos y gastos, que estuvieran custodiados y puestos al día por los cuestores para facilitar todas las gestiones que debieran efectuarse con los fondos municipales. Pero las operaciones "efectivas" con la pecunia publica eran, desde luego, realizadas por los duunviros. Son ellos quienes en Imi, por ejemplo, entregaban a los legati las cantidades libradas en concepto de viático (Lex Irn., 46), o pagaban a los apparitores municipales los sueldos estipulados (Lex Irn., 73), aunque tales cantidades debieran ser previamente aprobadas por los decuriones. Para realizar su trabajo los cuestores podían tener adjudicados a su servicio algunos esclavos municipales (servi communes) (Lex Irn., 20). No obstante, este personal servil debía efectuar labores de poca monta en lo concerniente a la documentación financiera de las ciudades, ya que serían los scribae municipales, que cuentan entre los principales apparitores o subalternos mencionados en la ley colonial de Urso (cap. 62), quienes tendrían la principal responsabilidad en este importante apartado de la administración local. Recordemos que el estatuto de Imi (cap. 73) indica cómo había escribas al servicio de los duunviros qui tabulas libros rationes communes in eo municipio scripturi ordinaturique erunt. La misión de los escribas consistía, pues, en redactar (scribere) y organizar (ordinare) en el archivo los siguientes documentos; tabulae (tablillas), rationes (cuentas, registros de operaciones) y libri (libros). Entre los documentos que manejaban los había, pues, de carácter financiero. También vemos en Urso (Lex Urs., 81) cómo los escribas eran qui pecuniam publicam colonorwnque rationes scripturus erit, es decir, quienes se encargaban de controlar el dinero municipal y llevar las correspondientes cuentas. Dada la responsabilidad que entrañaba tal cometido, resulta lógico que se les exigiera un previo juramento ante los magistrados antequam tabulas publicas scribettractetve, o sea, antes de empezar a manejar y redactar los documentos del archivo municipal. La fórmula de dicho juramento indica de qué
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La cuestura era una función eminentemente técnica, centrada en el tesoro municipal. Así vemos en Ostia el quaestor aerarvi (ILS 6140, 6146). Pero no se constata en todas las ciudades, ni ocupaba un lugar fijo en el cursus honorum municipal. Lo primero se ha explicado por considerarla, más que un honor, unmunus asumido eventualmente (véase Dig. 50, 4, 18). No obstante, es posible que tal honor esté a menudo olvidado expresamente en los epígrafes, al considerar los notables locales que sólo merecía la pena reflejar en el cursus honorum las más altas dignidades alcanzadas (F. Jacques, "La questure municipale dans l'Afrique du Nord romaine", Bulletin Arch, du C.T.H.S., n.s. fase. 17 B, 1984, p. 213). En ciertas ciudades de la Hispania Citerior se estimaba función de tanta responsabilidad, que se revestía con posterioridad al duunvirato (M. Mayer, I. Roda, "La cuestura municipal en la costa oriental de la Hispania Citerior", en Epigrafía Jurídica Romana. Actas del Col. Int. A.I.E.G.L., Pamplona, 1989, p. 85).
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forma se esperaba que ejercieran su trabajo: debían guardar con sumo cuidado el dinero público, llevar la contabilidad con total veracidad y no cometer fraude en la redacción de los documentos. Custodiare la pecunia communis del municipio era también una de las obligaciones específicas de los cuestores en kni {Lex Irn., 20). Los estatutos municipales béticos contienen otras referencias a la pecunia publica local. Se prestaba especial atención a la rendición de cuentas de quienes hubieran manejado fondos municipales, llevado cuentas públicas (rationes communes) o administrado negotia comunales (Lex Irn., 61), tanto se tratara de magistrados como de particulares, todo lo cual era minuciosamente supervisado por una comisión decurional (Lex Irn., 68), que disponía de un plazo para examinar el tema y tomar resoluciones. Parece lógico que para actuar con conocimiento de causa esos decuriones pudieran acceder al tabularium y consultar con rapidez y facilidad una documentación financiera que debía estar bien organizada. Aunque nos falta información explícita al respecto, debemos suponer que la administración municipal, imitadora en muchas facetas de la "praxis" burocrática estatal, seguiría pautas metodológicas similares en lo relativo a su contabilidad pública. El Aerarium de Roma, por ejemplo, tenía sus cuentas clasificadas según diversos capítulos, pudiéndose comprobar en todo momento las rentas del Estado o el coste de la administración por sectores (Fallu, 1979, 102). En los codices concernientes a los créditos se seguía un orden cronológico, marcándose las operaciones unas tras otras. Se registraban en ellos diversos datos (Fallu, 1979, 105 ss.): nombre del acreedor o deudor, intermediario (si lo había), origen de los fondos (si se entregaban en virtud de una obligación, así el pago vecügalista), suma (si era primera entrega, pago parcial o pago final), unidad de cuenta, naturaleza de la transacción. El uso romano de la teneduría de libros aconsejaba anotar al principio de cada operación la fecha exacta (Dig., 2, 13, 6, 6). Con esas reglas de contabilidad los magistrados romanos podían disponer de cuadros anuales de operaciones, teniendo información clara y al día sobre el estado de las finanzas públicas (Fallu, 1979, 109), lo que facilitaría a duunviros y cuestores el control de la pecunia publica (véase Lex Irn., 67-71; Lex Urs., 80). Así podrían atender en todo momento, como vemos en Urso (Lex Urs., 96), cualquier demanda de información por parte de los decuriones sobre el erario local en general (de pecunia publica), los registros db multas (de multis poenisque) o el estado de los bienes comunales (deque locis agris aedificis publicis). Responder con exactitud y detalle a demandas de tal tipo exigiría al magistrado tomar un tiempo para consultar los datos en el tabularium local, pues no se le requería una contestación inmediata, sino al día siguiente (primo quoque die). De modo similar, solamente si disponían de tales registros contables, clasificados según determinados conceptos, que facilitarán ciertas previsiones de gastos, podían los decuriones evaluar las cantidades que ex communi pecunia debían destinarse a capítulos regulares, como el pago de los escribas y demás apparitores al servicio de los magistrados (Lex Irn., 73, 79; Lex Urs., 62), ceremonias religiosas, fiestas, cenas y juegos (Lex Urs., 70; Lex Irn., 79), construcción/mantenimiento de obras públicas (Lex Irn., 79), custodia publica de templos y necrópolis (Lex Irn., 79), alimentación y vestido del personal servil (Lex Irn., 79); o a gastos previsibles, como los viáticos (diariorum nomine) que debían darse a quienes desempeñaran legationes en nombre del municipio (Lex Irn., 46, 79), o la compra de nuevos servi publici (Lex Irn., 79). O podían los magistrados hacer a los decuriones una propuesta razonable sobre el dinero destinado a sacra y cenas públicas (Lex Irn., 11, 79), o bien pagar a los contratistas (redemptores) que suministraban todo lo necesario para los sacra (Lex Urs., 69). Recordemos que entre las operaciones financieras reconocidas en Imi a los quaestores (Lex Irn., 20)figurabancobrar (exigeré), gastar (erogare) y pagar (dispensaré), las cuales requerirían ineludiblemente disponer de una contabilidad clara y actualizada.
MECANISMOS > SOCRÁTICOS E INSTITUaONES MUNICIPALES EN HISPANIA 163 Dentro de la documentación hacendística municipal posiblemente el registro de las propiedades inmobiliarias rusticas y urbanas pertenecientes a la ciudad, y más concretamente los arrendamientos {locationes) de las mismas, constituiría un apartado especial . En Urso tales bienes consistían en agri y silvae (campos y bosques), así como loca y aedificia publica {Lex Urs., 82, 96). Muchas tierras eran pascua, cuyo disfrute podía ser arrendado a los municipes. La mayor rentabilidad de los praedia municipales procedía efectivamente de su alquiler a particulares . El dinero recaudado por tal concepto {vectigalia) constituía uno de los capítulos seguros del presupuesto municipal {Lex Urs., 65) . Los contratos db locatio quedaban registrados en el archivo local, detallándose en ellos las condiciones de cada arrendamiento, entre ellas el precio del alquiler {Lex Mal.-Irn., 63). Los duunviros ordenarían a los scribae a su servicio redactar esta documentación {in tabulas communes... referanturfacito), debiendo asimismo quedar expuesta públicamente tal información durante todo su mandato. En una especie de libro de cuentas, kalendarium o inventarium, cada administración municipal inscribiría las occupationes de propiedades públicas, figurando entre otros datos el inmueble arrendado, con indicación de ubicación y superficie, fecha de la occupano, el nombre del occupator, abono de los periódicos vectigalia e incluso la cancelación de las concesiones si, una vez cumplidos los plazos (quinquenales o de otra índole), la locatio no se renovaba. Además de los capítulos económicos indicados, podemos suponer que otros diversos asuntos pecuniarios encontrarían adecuado reflejo dentro de la documentación conservada Allí constarían, por ejemplo, los contratos habitualmente en los tabularía municipales efectuados con redemptores y publicani, tanto para la gestión de servicios, como para la ejecución de obras públicas. Hay que tener en cuenta que una obra pública podía llevar algún tiempo. Por tanto, los magistrados que cerraban el contrato, cuyo mandato era anual, debían dejar alguna constancia a sus sucesores, a fin de que en su caso continuaran el seguimiento de la obra, y pudiesen al final de su ejecución realizar la verificación o probatio de la misma, efectuando en caso positivo su recepción . Debería comprobarse en el archivo si la obra entregada se ajustaba a las condiciones acordadas en su momento. Otro registro especial sería el de las multas impuestas por los magistrados locales (duunviros, prefectos, ediles), frecuentemente mencionadas en las leges municipales héticas y que, según las disposiciones de los estatutos imitano y malacitano (cap. 66), debían hacerse constar in tabulas communes municipum eius municipi (véase Lex Urs., 65). La venta en subasta pública por parte de los duunviros, y en favor del tesoro municipal, de aquellos bienes ofrecidos en garantía por los arrendatarios de servicios públicos {Lex Irn., 64) o los propios magistrados 17 Véase sobre el tema J.F. Rodríguez Neila, "El epígrafe CIL II 2242 -Corduba- y las locationes de propiedades públicas municipales", en: C. González Román (éd.), La Sociedad de la Bética. Contribuciones para su estudio, Univ. de Granada, 1994, pp. 425-461. 18 Véase L. Bove, Ricerche sugli "Agri Vectigalesn, Ñapóles 1960, p. 72; DJ., Gárgola, Roman magistrates and the administration of public land to the times of the Gracchi, Univ. of North Carolina, Chapell Hill 1988, p. 85. *-* Quizás los vectigalia locales mencionados en la epistula de Vespasiano a Sabora del 78 d. C. {CIL II 1423) fuesen rentas de tal tipo (N. Mackie, Local Administration in Roman Spain A.D. 14-212, Oxford 1983, p. 125, n.4). 2 ^ Para un tratamiento "in extenso" de los mismos remitimos a J.F. Rodríguez Neila, 1991-1992, pp. 163 ss. ^-^Làprobatio se integraba en el régimen jurídico de las locationes administrativas (A. Biscardi, "Il concetto romano di locatio nelle testimonianze epigrafiche", Studi Senesi 72,3, 1960, pp. 433 ss.).
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antes de acceder a los cargos (Lex Mal., 60) generaría la correspondiente documentación de 99
archivo . No se acaba en los registros de contabilidad y en los decretadecurionum la gama de documentos que podía atesorar un tabularium municipal. Otros capítulos de la vida pública local generarían posiblemente una documentación de archivo . Veamos algunos ejemplos. Cabe suponer que un apartado especial lo configurarían ciertas listas de evidente utilidad, uso muy propio del "espíritu práctico" romano, que reconocía específica funcionalidad a las "listas de miembros" (Culham, 1989, 106). Por ejemplo, la relación de cives municipales, que podía servir para identificar a quienes tenían derecho a participar en los regulares comitia anuales. Así podría comprobarse en municipios como Imi o Malaca en qué curia debía votar cada cual (véase Lex Irn., 50; Lex Mal., 55), y la idoneidad de quienes iban a actuar en las mesas electorales como custodes o como interventores en representación de los candidatos (Lex Mal., 55). Listas de magistrados locales servirían, asimismo, para confeccionar los fasti municipales públicamente expuestos . Una relación de decuriones conservada en el tabularium se utilizaría para confeccionar el album decurional, regularmente actualizado (Lex Irn., 31), una copia de la cual podía ser exhibida en un lugar público, lo que está 9S
documentado en ciertas ciudades . En Urso los decuriones indignos podían ser borrados de tal usta, conservada entre las tabulaepublicae (Lex Urs., 91, 105). A su vez, en Imi (Lex Irn., 44) los decuriones asumían rotativamente el munus legationis, según una clasificación de los mismos por decurias, todo lo cual quedaría constatado en el archivo. Finalmente, señalemos que importantes aspectos de la vida pública local, como los comitia anuales para renovar las ternas de magistrados, el censo de personas y bienes periódicamente realizado con destino al gran censo estatal, pero del que quedaba copia en el archivo comunal (Posner, 1972, 196), o el catastro de propiedades inmuebles dentro del 9 f%
territorium municipal , producirían una importante documentación que quedaría depositada en el tabularium para cualquier clase de comprobaciones ulteriores. Si a partir de lo hasta aquí expuesto admitimos que la vida administrativa de las ciudades romanas, incluidos pequeños municipios como Imi, generaba una regular documentación de archivo, es evidente que ello originaba dos necesidades prácticas: un lugar apropiado para guardar dicha documentación y un personal especializado a su cargo. Empecemos por este segundo punto. En todos los actos inherentes a sus funciones los magistrados del Estado romano eran ayudados por subalternos. Esos auxiliares no tenían el mismo rango en la jerarquía administrativa, política y social. En la cima estaban los apparitores, cuyos puestos eran remunerados, y entre ellos sobresalieron de forma especial quienes estaban directamente 9 9
^^ Sobre el régimen de subastas en Roma véase P. Leuregans, "L'origine administrative di terme locatio dans la locatio-conductio romaine", Eos 65, 1977, pp. 303 ss. 23 Una relación detallada de los mismos en J.F. Rodríguez Neila, 1991-1992, pp. 165 ss. 24 Conocemos algunos ejemplos en Italia: Venusia (ILS 6123), Nola (ILS 6124), Interamna Lirenas (ILS 6125), Ostia (véase L. Vidman, Fasti Ostienses, Praga, 1982). He tratado el tema en: "Algunas consideraciones sobre los fasti municipales romanos" en: P. Sáez, S. Ordóñez (eds.), Homenaje al Prof. F.J. Presedo, Sevilla 1994, pp. 673-686. 25 Canusium (CIL IX 338, del 223 d.C), Timgad (CIL Vili 2403, del 363 d.C.) y Anxanum (CIL IX 2998). 9 fi xo
Véase C. Moatti, Archives et partage de la terre dans le monde romain (Ile siècle avant-Ier siècle après J.-C), "Coll. Ec. Fr. Rome", n° 173, Roma 1993, pp. 63 ss.
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relacionados con los archivos públicos, los scribae . Su "status" y prerrogativas son conocidos por un documento de época silana, la Lex Cornelia de quaestoribus XX crearíais . Eran hombres libres y a menudo también había libertos. Sabemos que su número y poder crecieron notablemente a fines de la República (Nicolet, 1976, 437 ss.)- Al ser sus puestos más duraderos, ya que podían ser renovados, alcanzaban un profundo conocimiento de los entresijos de la administración (Purcell, 1983, 132). En época republicana muchos apparitores estatales, sobre todo escribas, consiguieron por ello amplia y perniciosa influencia, siendo frecuentes los casos de corrupción29. También en las comunidades romanas el trabajo archivistico estuvo en manos de algunos apparitores y de cierto personal servil. Tenemos referencias a estas cuestiones en dos estatutos locales héticos, el de la colonia de Urso {Lex Urs., 62, 63) y el del municipio de Imi (Lex Irn., 19, 20, 73,78). Es evidente que los magistrados municipales no tenían en principio por qué poseer experiencia o preparación teórica o práctica previas en aspectos como la contabilidad o la redacción de los documentos guardados en el archivo local. Tampoco la anualidad en el cargo, aunque podían ser reelegidos, les daba opción a coger "rodaje" suficiente (Posner, 1972, 180). Para muchas cuestiones quedaban, pues, en manos de esos subordinados, especialmente los scribae, que eran quienes realmente tenían un conocimiento "técnico" sobre tales materias. A base de realizar reiteradamente tareas concretas a las órdenes de sucesivas ternas de magistrados, podían adquirir un alto nivel de cualificación y especialización profesionales, conociendo mejor que nadie cómo habían sido conducidos muchos asuntos bajo equipos de magistrados precedentes, qué soluciones debían aplicarse en cada caso. Conviene tener en cuenta que una estrecha vinculación entre magistrados y apparitores surgía de algo evidente: lo mismo que a nivel estatal, donde las relaciones de cuéntela y patronato determinaban posibilidades de ascenso social entre los apparitores (Purcell, 1983, 141 ss.), también los apparitores municipales procederían habitualmente del círculo de cuentes y libertos de las familias notables locales . En el cerrado horizonte de la vida municipal, resultarían especialmente útiles para muchos apparitores las relaciones de amistad y mutua confianza generadas por su estrecha colaboración con los magistrados durante sus anualidades en funciones. En tal sentido, suponiendo que los apparitores fueran habitualmente individuos del círculo de clientes y libertos de las gentes notables, su nombramiento como tales sería una forma de distinguirlos con ciertas expectativas de promoción social, reforzándose así los lazos con sus patronos (Fear, 1989,76). En el caso de los scribae, que eran los subalternos de más confianza, tal circunstancia sería lo normal. Su directa conexión con la oligarquía dirigente a la que servían, y para la que resultaban colaboradores imprescindibles cara a la buena gestión de los asuntos municipales, les colocaría en ventajosa posición dentro de su entorno social. Una prueba de esas íntimas relaciones personales, que serían fomentadas por la colaboración oficial de magistrados y apparitores, la tenemos en la rúbrica 48 del estatuto de Imi. En las operaciones de arrendamiento o venta de bienes públicos los magistrados no podían intervenir como parte interesada, ni tampoco sus familiares, ni los scribae y demás apparitores a sus órdenes, a fin de evitar que se beneficiaran mutuamente desde su 27 Sobre los scribae estatales véase E. Badián, "The scribae of the Roman Republic", Klio 71, 1989, pp. 582-603. 28 G. Rotondi, Leges publicae populi romani, Hildesheim 1966, pp. 353 ss. 29 Véase por ejemplo Cic, In Verr., 3, 181-183. 30 Véase G. Fabre, Libertos. Patrons et affranchis à Rome, Roma-París 1981, pp. 352 ss.
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privilegiada posición oficial. Es sintomática la mención especial de los scribae. De hecho eran quienes tenían directo acceso al capítulo más importante de la gestión pública, los documentos, por ejemplo los relativos a las propiedades comunales objeto de posibles ventas o periódicas locationes, un tipo de negocios que podía ofrecer sustanciosos dividendos al estamento dirigente local. Al estar habitualmente en contacto con los instrumenta del tabularium gozaban, por tanto, de una información privilegiada, la cual podían utilizar para hacer u obtener favores. De hecho así ocurría con frecuencia en la administración estatal (Purcell, 1983, 130). La prevención legal recogida en la lex irnitana confirma, obviamente, que similares situaciones podían darse en la vida administrativa municipal. Entre los apparitores municipales funcionaba una estructura jerárquica. Los de Ostia, por ejemplo, estaban organizados en decuriae, como en Roma los estatales (véase CIL XIV 353, 409). Un "ranking" similar observamos en Urso según el tipo de función y el sueldo. En su estatuto quedaron fijados desde un primer momento los distintos tipos de apparitores, a qué magistrados debían servir en cada caso y qué cantidad de dinero debía cada uno cobrar anualmente como pago por sus servicios {Lex Urs., 62). Dos eran los escribas adjudicados a cada duunviro, mientras que cada edil contaba sólo con un escriba. Dicho cuadro efe apparitores se mantuvo sustancialmente estable al menos hasta época flavia. No sabemos si en algún momento, y de acuerdo con las necesidades de la administración local, se alteró. En todo caso, es sintomático que los apparitores mejor pagados fuesen los más directamente vinculados con la archivistica colonial, los scribae de los duunviros. Por el contrario en Imi tales pormenores no se concretaron, quedando al arbitrio de los decuriones fijar en cada momento número y tipos de apparitores, así como sus sueldos, cabe suponer que según las necesidades y disponibilidades de la. pecunia pública municipal {Lex Irn., 73). Entre todas las clases posibles de subalternos solamente se hizo explícita referencia a los scribae que estaban al servicio de los duunviros {scribae dumviris apparento). o -i
Es posible que, como en Urso, fuesen dos . Eran en realidad los únicos que, por el papel que desempeñaban, resultaban verdaderamente imprescindibles incluso en pequeñas burocracias locales, como cabe suponer sería la irnitana. Pero la ausencia de alusiones concretas a escribas de los ediles, a diferencia de lo establecido en Urso, no implica que en Imi dichos magistrados no los tuvieran a sus órdenes. En el capítulo 19 de su estatuto se indica que los ediles podían tener adscritos servi publici, siendo factible que algunos de ellos ejercieran las labores de escriba (Mentxaka, 1992,67 ss.). El reglamento imitano (cap. 73) indica que era a los decuriones a quienes competía establecer la cifra de scribae públicos, pero no parece probable que fuesen ellos quienes hicieran la selección concreta de los apparitores. Esa tarea debió corresponder a los propios magistrados a quienes iban a servir, atendiendo a sus particulares criterios (continuar con los apparitores de magistrados anteriores o contratar otros nuevos). Algo similar vemos en la rúbrica 78 del estatuto, donde son los duunviros quienes deben proponer a los decuriones la tarea {negotium) que debía adjudicarse a cada esclavo público, limitándose la curia a aprobar la propuesta duunviral, si lo estimaba oportuno. Una cosa era decidir genéricamente sobre número, tipos y sueldos de los apparitores, y otra diferente imponerlos en persona a quienes, como los magistrados, debían sentirse a gusto con sus subalternos. En efecto, a los duunviros correspondería designar qué individuos les iban a servir como apparitores, de la misma forma que podían proponer qué servi publici municipales óL Opina R. Mentxaka (1992, 69 n.38) que el término quisque al inicio de la referencia de Lex Irn., 73, al juramento de los escribas {quisque eorum iurato per Iovem...) permite sostenerlo así, algo que confirma explícitamente la rúbrica 81 del estatuto de Urso referente al mismo juramento {Uti quisque scriba ita iuraverit...).
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quedaban adscritos bajo sus órdenes a cada negotium. Era una libertad que se les reconocía, siempre que sometieran sus decisiones al arbitrio de los decuriones. Una terna de magistra dos entrante tendría que ponerse de acuerdo al tomar posesión, bien para renovar a todos o algunos de los apparitores que hubieran ayudado a sus predecesores, aprovechando su experiencia, o bien para seleccionar otros nuevos de acuerdo con sus preferencias personales. En el caso de los scribae, que desempeñaban la misión de mayor responsabilidad en el conjunto de los apparitores, sobretodo los adscritos a los duunviros (eran los que más cobraban), su designación era asunto especialmente importante. El sistema de selección pudo ser variado: elección o sorteo entre candidatos, o entre los componentes de una decuria scribarum como la que existía en Ostia (véanse Mentxaka, 1992,73; Lamberti, 1993, 136). Por lo que respecta a los servi publici, cabría adscribirlos a determinadas tareas, efe acuerdo con sus capacidades, aunque en Imi podían cambiar periódicamente los negotia que se les encomendaban. Ello podía ocurrir al entrar en funciones un nuevo equipo de magistrados, de acuerdo con los planteamientos particulares que aportaran a su gestión (Lex Irn., 78). En los primeros cinco días tras tomar posesión de su cargo los duunviros debían presentar una propuesta sobre ello a los decuriones, quienes debían sancionarla mediante decreto. Para un eficaz funcionamiento de la administración local era desde luego conveniente que los nuevos magistrados se sintieran a gusto con aquellos apparitores y servi publici en que debían apoyarse para muchos asuntos. Pero también sería importante dar continuidad a ciertos servi publici especialmente capacitados y fieles en sectores, como el archivo municipal, donde los apparitores escribas debían contar con auxiliares expertos y honrados que realizaran su trabajo con estímulo y reconocimiento. Sobre todo si por tal vía podían hacerse acreedores a un aprecio general, que culminara en una manumisión que el estatuto imitano tenía prevista (Lex Irn., 72), y que debían proponer a los decuriones para su aprobación precisamente aquellos magistrados con los que estaban en más directo contacto y que podían aquilatar mejor su fidelidad y laboriosidad. En el mundo romano los servi publici gozaban de mejor consideración y suerte que los privati (Rouland, 1977, 277 ss.), estando bien integrados por lo general en el "aparato oficial". La mayoría de ellos permanecería de por vida al servicio de una institución (salvo si eran manumitidos), si admitimos con Rouland (1977, 262) que, al ser res in usu populi, eran bienes inalienables, aunque podían ser cedidos ocasionalmente a particulares para fines concretos . Es factible, incluso, que ciertos negotia de especial responsabilidad, como el trabajo en el tabularium, fueran gratificados en ocasiones por vía depeculium, consiguiendo así algunos servi publici un caudal con el que poder comprar su libertad alguna vez . Como algunos servi publici podían ir destinados al archivo municipal, parece plausible que dicho trabajo, cuya responsabilidad, en lo concerniente a los scribae, es tan resaltada en los estatutos de Urso e Imi, fuera de algún modo incentivado. Es más, si una comunidad podía contar con servi publici competentes para realizar el trabajo habitual de los scribae libres, tal solución podía incluso resultarle económicamente ventajosa, por ahorrar al tesoro local algunas contrataciones de apparitores (Mentxaka, 1992, 67 ss.). De hecho los que en Imi estaban adjudicados a los cuestores (Lex Irn., 20) debían tener experiencia específica en contabilidad, para poder ayudar a tales magistrados en las tareas que el estatuto les adjudicaba: exigere, erogare, custodiare, administrare y dispensare.
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Así parece desprenderse de un epígrafe de Cumas estudiada por A. Degrassi ("Iscrizione municipale di Cuma", RFIC 4, 1926, pp. 371 ss.). 33 Según Lex Irn., 72, el esclavo público manumitido tenía que pagar por ello una cantidad debiendo, por tanto, reunir previamente algún dinero a título de peculium.
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En efecto, no debe descartarse que en ocasiones fuese más rentable para una ciudad invertir en la compra de un esclavo capacitado para ejercer como scriba o librarius, que contratar periódicamente a un libre para dichos puestos pagándole el correspondiente salario. En principio las funciones confiadas a los apparitores no tenían por qué ser ejercidas exclusivamente por ingenuos. Un municipio como Imi tenía, por ejemplo, previsto en su capítulo de gastos la adquisición de servi publier . Un scriba adscrito a los duunviros de Urso cobraba anualmente en época flavia 1200 sestercios anuales, y el que correspondía al edil 800 sestercios. Por lo que respecta a los esclavos, su nivel de precios permaneció estabilizado durante los siglos I—II d.C, oscilando generalmente entre 1000/4000 sestercios (Mrozek, 1975,48). De lo que se desprende que comprar un esclavo experto en leer, escribir y contar (habilidades que podía haber conseguido trabajando previamente como servus privatus) podía ser para la ciudad una inversión amortizable en pocos años, incluso suponiendo que hubiera que gastar algún dinero en gratificarle por su labor. En el caso de los libertos privados de patroni decuriones o magistrados municipales, su acceso a los puestos de apparitores se debería a tales conexiones particulares. Por añadidura, actuaba positivamente en favor de su propia promoción su proclividad a ganarse la estimación de los libres a través de su trabajo. Todo lo cual, sumado a la mejor consideración social de que gozaron los libertos públicos respecto a los privados, hacía de ellos individuos en los que una colectividad podía confiar ciertas actividades de especial responsabilidad, como las relacionadas con el tabularium local. Entre libertos y esclavos públicos debieron existir estrechas relaciones de carácter laboral, si quedaban adscritos conjuntamente por las autoridades municipales a determinados negotia. Dichos lazos se sumarían a los sentimentales, como apuntan ciertas vinculaciones personales y su pertenencia común a colegios de naturaleza religioso-funeraria35. Ese habitual trato debió facilitar su mejor preparación técnica para los negotia que se les encomendaban, a lo que igualmente contribuiría su directa colaboración con profesionales, como los apparitoresscribae a quienes ayudarían. Realmente los scribae tenían importantes funciones "directivas" tanto en los archivos del Estado como en los tabularia locales. En un mundo donde el trabajo manual y asalariado estaba mal conceptuado, los apparitores eran, no obstante, considerados con gran respeto36. Entre ellos los scribae, que no ejercían tareas físicas, sino cometidos más "intelectuales", parecen haber disfrutado de una situación más respetable ante la sociedad local, y particularmente ante su clase dirigente, a la que directamente servían, y con la que tenían especiales afinidades. Por el contrario otro tipo de apparitor también relacionado con el tabularium municipal, el librarius, presente entre los subalternos de Urso, tenía rango más secundario, como se desprende de su sueldo inferior. Era un simple copista (Posner, 1972, J4
Lex Irn., 79: emptionesque eorum qui municipibus serviant. Así lo vemos en CIL II 2229, 4989. Véase G. Fabre, "Les affranchis et la vie municipale dans la Péninsule Ibérique sous le Haut-Empire romain; quelques remarques", Actes Coll. 1973 Esclav., Besançon 1976, p. 447, n. 58; J. M. Santero, Asociaciones populares en Hispania romana, Sevilla 1978, pp. 52-53 y 87. 3 " Es lo que cree N. Purcell, 1983, p. 127. Por el contrario, para J. Muñiz {Empleados y subalternos de la administración romana. I. Los "scribae", Huelva 1982, pp. 7 ss.) la situación de los escribas habría sido más bien negativa, especialmente entre los de ascendencia servil, y dada la índole de su trabajo habrían sufrido "menosprecio social", trabajando únicamente por "puro interés pecuniario". En el caso de los apparitores municipales no parece que estas apreciaciones hayan sido tan evidentes. Conviene tener en cuenta que ejercer tal profesión presuponía no sólo ciertas capacidades públicamente valoradas (leer, escribir, calcular, entender las reglas de la contabilidad pública), sino además su reconocimiento oficial. 35
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181), función que a menudo podían ejercer también algunos servi publici al servicio de los escribas (Cencetti, 1940, 42). En Imi los duunviros podían proponer a los decuriones las tareas específicas (negotia) adjudicables a. cada, servus publiais. Una podía ser, precisamente, adscribirlos al tabularium como ayudantes de los scribae. Sin embargo, la documentación epigráfica hispana relativa a servi publici no suele hacer referencia a la labor concreta que realizaban. Lo normal es mencionar simplemente su pertenencia a la comunidad: así un rei [publijcae Segob[rige]nsium [servus] (EE VIH, 435, 182) o un (servus) publiais Italicensium (AE 1941, 42). Pero en Astigi un tal Graecinius fue Colon(iae) Aug(ustae) Firm(ae) ser(vus) tabul(arius), lo que indica que estuvo adscrito en época imperial al tabularium de dicha colonia bética (CIL II 1480). Ese sería su negotium, según la expresión del estatuto imitano. En el mismo sentido el negotium de un tal Speratus, Bals(ensium) dis(pensator summarum), sería trabajar como administrador o cajero municipal en Balsa (CIL U 5164), lo mismo que un tal Athenio citado en una inscripción navarra (BRAH 168, 1971, 188, n. 10) como dispensator publicus. Dispensare cantidades de la pecunia publica es una de las tareas reservadas a los cuestores de Imi, quienes podían tener servi communes municipum a su servicio (Lex Irn., cap. 20). Tabularium y tesoro comunal, como vimos, estaban estrechamente vinculados. Los servi publici adscritos al archivo se encargarían también de otras tareas manuales, tales como preparar la madera y cera y efectuar el pulimento de las tabulae ceratae, disponer la tinta e instrumentos de escritura, así como los libri de papiro, o bien las tabulaedealbatae parafijaravisos y documentos públicos. En Roma los scribae eran quienes gozaban de mayor prestigio social entre todos los apparitores estatales, constituyendo un grupo selecto entre los mismos. Esos apparitores no eran reclutados de cualquier forma, formaban un ordo organizado en decurias, con gran dignidad y entidad corporativa por encima de sus distintos grados, al cual no se podíaacceder libremente. Fue a partir de Augusto cuando la compleja jerarquía de los apparitores quedó al parecer insti tucionalmente configurada en sus diversos rangos (Purcell, 1983, 133 y 135). No sería muy diferente a nivel municipal. En muchas ciudades italianas tenemos referencias a scribae y librará municipales, lo que indica que la existencia de archivos locales y personal específico era común. Por ejemplo, una inscripción de Ostia (CIL XIV 409) nos presenta a un tal Cn. Sentius Felix, que fue patrono decuriae scribar(um) cerarior(um) et librarior(um) et lictor(um) etviator(um) item praeconum, siendo citados significativamente en primer lugar dos grupos de apparitores directamente conectados con los tabularia municipales, los scribae y los librarii. La consideración social hacia los scribae parece haber sido, pues, alta, como alta era su cualificación dentro de la jerarquía de los apparitores, como las diferencias de sueldo indican. En la práctica los magistrados deberían confiar en ellos muchas cuestiones, y en aspectos como la contabilidad y redacción de documentos serían los verdaderos entendidos, aunque su experiencia no se debería sólo a una específica preparación, sino al ejercicio renovado de su oficio durantes muchas anualidades y bajo diferentes equipos de magistrados (Fear, 1989, 77). Algunos datos avalan esa dignitas singular de los scribae dentro del conjunto de los apparitores municipales. En primer lugar tenemos un hecho significativo, que se les exigiera un juramento, forma evidente de reconocer la especial trascendencia de sus funciones. En Urso los escribas debían jurar que guardarían con sumo cuidado el dinero público, llevarían la contabilidad con total veracidad y no cometerían fraude en la redacción de los documentos . También debían 3
'Lex Urs., 81: sese pecuniam publicam eius colon(iae) concustoditurum rationesque veras habiturum esse, u(ti) q(uod) r(ecte) ¡(actum) e(sse) v(olet) s(ine) d(olo) m(alo), ñeque se fraudem per litteras facturum esse sc(ientem) d(olo) m(alo).
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hacer lo mismo en Imi. Allí, antes de acceder a los documentos municipales o de escribir algo en ellos, debían jurar que los redactaríanfidedignamente,que no consignarían en ellos ninguna falsedad de modo consciente y con dolo malo, y que no omitirían con dolo malo todo lo que en ellos debiera constan . En suma, que se atendrían de forma estricta a lo legalmente estipulado y a las órdenes que les fueran cursadas por magistrados y decuriones. Por añadidura, en ese "compromiso de responsabilidad" los scribae eran conceptuados en el mismo plano que los miembros del estamento dirigente local, también sometidos a juramento por ejercer actividades públicas: magistrados (prefecto en cap. 25, duunviros, ediles y cuestores en caps. 26 y 59), legados (cap. 45), decuriones (cap. 69,79), etc. De tales fórmulas de juramento se desprende no sólo cuáles eran las principales tareas encomendadas a los scribae, sino de qué forma se entendía que debían realizarlas, y cuáles eran los posibles fraudes que podían cometer, los delitos más frecuentes en tal profesión. Todo ello es detallado profusamente en los estatutos locales, para que quedara constancia pública, lo que prueba la específica importancia que se daba oficialmente a las labores ejercidas por los scribae municipales. En sus manos estaba la veracidad de los documentos públicos. El juramento que antes de acceder al manejo de las tabulaepúblicae debían prestar en Imi {Lex Irn., 73) -no cometer falsificaciones, no efectuar omisiones con mala intención-, a lo que se añade la obligación que en Urso tenían {Lex Urs., 81) de custodiar la pecuniapublica y de llevar rationes veras, todo en conjunto demuestra que la responsabilidad de sus acciones era personal, no recaía en los magistrados a quienes servían. El librarius podía cometer errores sin mala fe, derivados del simple proceso de copia, pero los errores del escriba podían ser intencionados, alterando documentos cuya forma y contenido legales debía conocer. Hay, obviamente, otro detalle que confirma la mayor reputación profesional de los scribae entre todos los apparitores, su sueldo. En Urso eran los que más cobraban. Esto estaba de acuerdo con su superior cualificación laboral y social. Y que habitualmente se entendía así parece confirmarlo otro elocuente epígrafe de Ostia {CIL XTV 353), relativo a un reparto de sportulae efectuado por un rico liberto, Fabio Hermógenes. De acuerdo con sus disposiciones, debían distribuirse anualmente a los miembros de las tres decuriae de apparitores locales las siguientes cantidades: 37,5 denarios a los scribae ceroni, 25 a los lictores, 12,5 a los librarii. El librarius cobró, pues, la mitad que un lictor y la tercera parte de lo correspondiente al scriba. También en la escala de sueldos de Urso el librarius quedaba muy por debajo del scriba. El scriba del duunviro recibía una merces anual de 1200 sestercios, el que servía a los aediles cobraba 800, mientras que el librarius a las órdenes de los duunviros recibía sólo 300 sestercios. Los scribae, por tanto, eran apreciados muy por encima de unos subalternos, como los librarii, que actuarían a sus órdenes en el tabularium local. Pero hay otros hechos significativos que confirman esa valoración especial del scriba. Por ejemplo, la propia consideración del scribatus como munus en el Digesto (50,4, 1,2; 50, 4, 18). A su vez, en Concordia los escribas debían tener la misma dignidad que los decuriones, como se desprende de un texto de Frontón {Ad Amicos 2, 7, 4). Y la documentación epigráfica indica que en provincias como Dacia y Panonia el scribatus llegó a formar parte del cursus honorum municipal en el siglo II d.C, siendo desempeñado por miembros del orden decurional . Es decir, la función al menos gozaba de reconocimiento social. ^ Lex Irn., 73: se tabulas communes municipum suorumfide[su]a scripturum, neque se sciente d(olo) m(alo) falsum in eas tabulas relaturum, dolove malo quod in eas referri oporteat praetermissurum... 39 Véase L. Balla, "Le scribatus comme honor en Dacie et en Pannonie", Acta Classica Universitatis Scientiarum Debreciniensis, 15, 1979, pp. 67-70.
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Los scribae cobraban más no sólo por la importancia de su labor, sino por dedicarse más tiempo a ella, dado que sus funciones eran imprescindibles en la cotidiana práctica administrativa, a diferencia de otros apparüores, que sólo actuaban ocasionalmente. De todas formas, siendo todos scribae, los que en Urso servían al duunviro recibían más que los dependientes de los ediles. No sólo sería cuestión de jerarquía, sino de complejidad y responsabilidad de competencias. Cuestión interesante es cuánto tiempo podían estar en funciones. Los apparüores estatales no eran nombramientos anuales, pero tampoco puestos vitalicios. Entre ambas posiciones la situación podía ser muy flexible (Purcell, 1983, 131). ¿Y en las ciudades? Las retribuciones previstas en Urso para los apparüores eran percibidas por una anualidad (Lex Urs., 62), pero ello no implica que un año fuera la duración estricta de sus funciones, podrían ser renovadas. En opinión de Mentxaka (1992, 74 ss.), la relación contractual de los scribae con la administración municipal sería de locatio-conductio, es decir, un arrendamiento de servicios o trabajos manuales por un tiempo concreto (un año), a fin de realizar cotidianamente su actividad según se fuera presentando el trabajo. La ciudad, actuando como beneficiaria de dicha prestación de servicios (conductor), debía pagar al locator un estipendio o merces en dinero (sestercios), como indica el estatuto ursonense. También en época republicana los apparüores estatales de condición libre habían trabajado mediante contrato de locatio operum, siendo pagados por el aerarium . No vamos a entrar ahora en detalladas consideraciones sobre el "ranking" de sueldos de los apparüores que conocemos en Urso. Pero es probable que los 1200 sestercios anuales que cobraba cada uno de los cuatro scribae que en Urso servían a los duunviros, lo que hacía un salario diario de 3,2 sestercios, no fueran suficientes para vivir estrictamente del cargo. Y mucho menos los 800 sestercios que cobraba al año el escriba adscrito al edil, dos sestercios al día. Los sueldos de los apparüores municipales, incluidos los escribas, no parece que fuesen muy altos, difícilmente podrían vivir sólo de ellos. Mrozek (1975, 76) no cree que garantizasen el "minimum vital", y posiblemente los apparüores de ganancias más modestas deberían tener un segundo oficio. (Fear, 1989, 69). En el caso de los scribae públicos, es factible que completaran sus ingresos redactando documentos para particulares o trabajando para collegia. Tampoco los restantes tipos de apparüores debían vivir exclusivamente de tales menesteres. Este bajo nivel salarial pudo hacer poco competitivos tales puestos, siendo muy plausible que las funciones de los apparüores no fueran realmente apreciadas por la compensación económica que suponían, sino más bien por otras razones menos prosaicas. Es evidente que su privilegiada conexión con los centros de decisión de la vida política municipal, y su trato directo con magistrados y decuriones, les proporcionarían cierto prestigio social. A ello se añadirían otras ventajas, como la vacatio militiae de que gozaban en Urso (Lex Urs., 81). Una breve consideración final sobre el sistema de trabajo en los archivos municipales. Muchos documentos serían redactados y conservados sobre tablillas de madera, fácilmente manejables. En Roma se usaron desde época republicana, y no sólo para fines eventuales de la vida diaria, sino también para documentos legales y certificados oficiales . Los romanos distinguían entre tablillas grandes y las llamadas pugillares, más pequeñas y que podían cogerse con la mano cerrada. En ellas se escribía con pluma y tinta, pintura o tiza bien directamente, si la madera era clara, o sobre una capa de pintura blanca o de yeso (album) con la que se recubrían.
4Ü Véase M. Corbier, "Salaires et salariat sous le Haut-Empire", en Les dévaluations à Rome, époque républicaine et impériale, "Coll. Ec. Fr. Rome", n°. 37, Roma 1980, p. 66. 41 C.H. Roberts-T. G Skeat, The Birth of the Codex, Oxford 1983, p. 12.
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La otra opción era revestirlas con una capa de cera, de ahí la denominación de tabulae ceratae o simplemente cerae. Como vimos, en Ostia los scribae de las decuriaeapparitorum locales {CIL XIV 353) eran denominados por ello cerarii. La cera solía ennegrecerse artificialmente para que la escritura se hiciera visible. Otra posibilidad, atestiguada en Pompeya, era revestir las tablillas con una especie de goma laca de color rojizo 42 . Sobre tales tabülaeceratae se escribía con un afilado punzón {stilus o graphium), hecho de metal, madera, hueso o marfil, que por el otro extremo era plano, a modo de espátula que, tras ser calentada, servía para borrar o allanar la cera. En tabülaeceratae fueron recogidos las acta y los commentarii de los magistrados romanos y del Senado (Cencetti, 1940, 14, n. 29). Frecuentemente se unían varias tablillas a modo de cuaderno o libro de notas. En tal caso las tabulae quedaban ligadas por cordones o tiras de cuero, que se hacían pasar por orificios laterales abiertos en ellas, y para evitar la inspección de su contenido podían ser unidas con hilos y cerradas con un sello. Varias tabülaeceratae unidas de tal forma configuraban lo que se denominaba un codex. Los codices podían ser dípticos, trípticos o polípticos según el número de tablillas que incorporaban. Los asuntos municipales, sistemáticamente clasificados, podían abarcar cada uno varias tabulae, configurando un codex. Las tabulae se unían procurando que pudieran ser leídas por anverso y reverso. Si en un archivo particular, como el del pompeyano Caecilius Iucundus, el contenido de los trípticos era indicado a tinta en el borde de las tabulae para facilitar su identificación (Andreau, 1974,14), con más razón tal criterio pudo ser usado en los tabularia municipales, que acogerían más numerosa y compleja documentación No tenemos información sobre la disposición de los documentos en un archivo municipal, ni tampoco en los archivos estatales. Parece lógico que constaran de almacenes, donde las tabulae y libri de papiro irían ubicados en estanterías (véase Posner, 1972, 178), y de dependencias anejas donde trabajaría el personal adscrito a ellos. Es factible que los documentos estuvieran clasificados por series "temáticas" y dentro de ellas cronológicamente, lo que se ha sugerido para los archivos estatales (Posner, 1972, 183 ss.). Las tabulae depositadas por cada magistrado durante su mandato podían formar una serie, a la que se daría unidad material cuando, al finalizar su gestión, todas sus tabulae fueran reunidas en uno o varios codices (Cencetti, 1940, 16 ss.). Finalmente, los documentos concernientes a la curia pudieron constituir a su vez una sección específica dentro del tabularium. No parece que hubiera locales aparte para un "archivo decurional" independiente, máxime cuando es probable que muchas comunidades no tuvieran ni siquiera edificios específicos para la curia. Al menos no tenemos noticias de ello, pues en los estatutos municipales se alude siempre genéricamente a tabulaepublicae o tabulae communes. Dentro de la citada sección configurarían lotes anuales los decreta decurionum entregados por los magistrados responsables de su depósito en el archivo local (véase Lex Irn., 41). Los escribas los clasificarían quizás por meses para más fácil consulta. Según Sherk (1970, 63), la fecha consular o duunviral que llevan algunos de los decretos decurionales cuyas copias nos han llegado, pudo servir como "marca de localización" para 42 Véase sobre estas cuestiones L. Bove, "Documentazione privata e prova: le tabulae ceratae", Labeo 31, 1985, pp. 155-167; Idem, "Le tabulae ceratae", Atti del XVII Congresso Internazionale di Papirologia, Ñapóles 1984, pp. 1189-1200; G. Pugliese-Carratelli, "L'instrumentum scriptorium nei monumenti pompeiani ed ercolanesi", en: Pompeiana. Raccolta di Studi per il II Centenario degli Scavi di Pompei, Ñapóles 1950, pp. 266-278; S. Augusti, "Sulla natura e composizione delle tavolette cerate", Rendic. Ace. Arch. Lett. Napoli, XXXVII127, 1963, pp. 127-128. Las tablillas del conocido archivo del banquero pompeyano Caecilius Iucundus estaban recubiertas de cera (J. Andreau, 1974, 13 ss.), al igual que las tablillas halladas en Transilvania {CIL III 921-960; Eph.Ep. II 467; IV 187-188).
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simplificar la búsqueda del original dentro del archivo. Habría sido puesta por el escriba que suministró la copia, siendo tal marca añadida por el grabador como si formara parte de la praescriptio del documento.
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TESTIMONIOS RECIENTES CON REFERENCIA A MUNICIPIOS ANTONIO CABALLOS Universidad de Sevilla ABSTRACT We have gathered in this work a summary of matters in interest with the understanding of municipal questions, focusing one study on the Prouincia Hispania Vlterior Baetica. Some of these matters was already been brought forth in previous works but until the celebration of this present Congress was not yet been published, while others are being explained here for the first time. Without any pretention in being exhaustive, this work intends to present a broad panorama of the possibilities to increase the documents that are available to us today. These possibilities, together and paralel with a conceptual renewal are the stimuls, the basis and the hope for future substancial progress in this outstanding field of investigation. At the same time this work intends to call our attention on the irreparable damage that is being causes by indiscrimined use of metal detectors on behalf of clandestine diggers, as well as on the urgent need for the Administration to confront with determination this serious problem, providing adequate ways to lead to the identification, recovery, study and difussion of our greatly pillaged cultural heritage. The union and firm will of the scientific community are indispensable in the support and defense of these objectives. RESUMEN Realizamos en este trabajo una recopilación de materiales de interés para el conocimiento de la problemática municipal, centrándonos en la Prouincia Hispania Vlterior Baeîica. Algunos han sido aportados por trabajos previos, pero que en la fecha de la celebración de este Congreso aún no habían visto la luz, otros se exponen aquí por primera vez. Sin pretender en absoluto la exhaustividad, se intenta con ello presentar una panorámica amplia de las posibilidades de ampliación de la documentación que se nos ofrecen hoy en día. Éstas, junto con la paralela renovación conceptual, son el acicate, soporte y esperanza de sustanciales avances en este relevante ámbito de la investigación. A la par se intenta un toque de atención sobre el irreparable daño causado por el uso indiscriminado de detectores de metales por parte de los excavadores clandestinos, así como sobre la perentoria necesidad de que la Administración afronte con decisión este gravísimo problema, ofreciendo los cauces adecuados que conduzcan a la identificación. La unidad y firme voluntad de la Comunidad científica en apoyo y defensa de estos objetivos resultan imprescindibles.
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H objetivo concreto de esta exposición incorpora límites restrictivos a un título tan ambicioso como el que se nos había encomendado y encabeza estas líneas. Por cuestiones efe homogeneidad y grado de información me voy a ceñir precisamente al caso de la Prouincia Hispania Vlterior Baetica, aquél que, por formación, familiaridad con el medio y esfera (fe dedicación me resulta más próximo. Pero existe también un argumento intrínseco en apoyo de esta restricción. Andalucía, más concretamente los territorios del valle del Guadalquivir y sus afluentes -el corazón de la Bética romana- ha sido en los últimos tiempos sinónimo de «Eldorado» de la documentación, especialmente para todos aquellos que se dedican al análisis de la municipalización. Comparativamente las restantes provincias hispanas no han proporcionado en los últimos tiempos un tan elevado número de epígrafes jurídicos en bronce , a los que vamos a dedicar gran parte de este trabajo; sin que ello suponga dejar de citar datos argumentalmente conexos deducidos del estudio de una tipología documental más amplia. El punto teórico de arranque es el estado actual de la cuestión, que plantea la acuciante necesidad de superar un período dominado por una conceptualización rígida, para aproximarnos de manera más directa y concreta a un fenómeno multiforme, que hoy se nos aparece mucho más rico en matices de lo que hasta hace poco era sospechable. El corsé de la sistematicidad vigente debe dejar paso a unos nuevos modelos de análisis, pero teniendo presente que uno de nuestros objetivos como historiadores sigue siendo el de hacer comprensible en forma de sistema todo fenómeno histórico, procurando que la resultante no entre en contradicción con el carácter, en esencia mutable, de éstos. Roma, hasta una etapa muy avanzada de su desarrollo histórico, no llegó a acuñarse como organización jurídica fundamentada constitucionalmente. Por ello el concepto de sistematización adquirió para ella una dimensión diferente a la que se le ha venido atribuyendo al menos desde Mommsen. Las paradojas y contradicciones a que nos conduce el caudal informativo con que contamos actualmente, si se articula y analiza a la luz de un modelo que hasta hace poco parecía adecuado, es suficiente revulsivo en la modificación de los planteamientos teóricos y acicate que alumbre una nueva sistemática. Por lo anteriormente expresado se hace hoy imprescindible un ultraje óptimo de la información a la luz de los nuevos planteamientos, con el objetivo de poner en evidencia la especificidad de cada estructura urbana. Afortunadamente no sólo la documentación que poseemos es susceptible aún de aportaciones cualitativamente superiores, sino que la aparición de nuevos materiales en los últimos tiempos abre nuevas expectativas, aún sin fructificar. Para ello un primer paso imprescindible es el del alumbramiento de nuevos procedimientos de análisis y el logro de una asequible presentación y difusión de estos nuevos documentos. No pretendo asignar a esta comunicación otro presunto valor que el de ofrecerles sintéticamente de forma unitaria una panorámica de las posibilidades de este tipo de documentación en el desarrollo futuro, a partir de las nuevas premisas, del conocimiento del fenómeno de la municipalización provincial. Voy a tratar tanto de documentos ya en mayor o menor medida conocidos de antemano por alguna publicación reciente, aunque todavía no hayan repercutido en el análisis del mundo municipal, como de trabajos en curso de publicación, o aún en estudio. He preferido ceñirme en lo posible a los resultados de experiencias de primera mano o muy directamente conocidas. 1 Por supuesto que con ello no pretendemos afirmar que los últimos años hayan sido estériles para el resto de las provincias. Antes bien al contrario, baste apuntar, en el ámbito de cuestiones que aquí nos interesa, e.g., a la sentencia sobre términos de Fuentes de Ropel (véase R. García Rozas, J.A. Abasólo, "Bronces Romanos del Museo de Zamora", en: J. Arce, F. Burkhalter (coord.), Bronces y Religión Romana, Madrid 1993, pp. 179 ss.).
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Si, como hemos dicho, obviamente hablar de «testimonios recientes» procedentes de la Bética romana en relación con municipios implica en mayor o menor medida tratar de la epigrafía jurídica en bronce, hay que partir, aunque sólo sea de forma sucinta, de un planteamiento de la situación presente a este respecto. De todos es conocido cómo surgió el fenómeno. Condición previa para esta abundancia documental es el recurso al bronce en la Antigüedad como soporte epigráfico habitual para este tipo de documentos, parcialmente fundada en la riqueza minera de la provincia y justificada por el elevado grado de desarrollo del proceso de municipalización de la Bética . La exponencial extensión de la urbanización en nuestros días, la puesta en valor de zonas cuyos argumentos paisajísticos hasta muy recientemente no habían tenido significación económica, así como la aplicación de nuevas técnicas de roturación no podrían explicar por sí solos la aparición de una tan gran cantidad de bronces jurídicos precisamente en los últimos años. Un tan espectacular aumento de hallazgos en momentos recientes requiere la necesaria intervención complementaria de otra causa. Ésta parte de la presencia militar norteamericana en la Base aérea de Morón de la Frontera. Debido a la dotación de las tropas con detectores de metales, cada vez técnicamente más precisos, era sólo cuestión de tiempo que tuvieran lugar los primeros descubrimientos, teniendo en cuenta la ubicación de la Base en una de las zonas arqueológimante más fértiles en toda la región. A mayor abundamiento las propias pistas de aterrizaje corresponden al «Cortijo de Casulillas», sede de la antigua Lucurgentunr. Ésta fue la primera víctima. Los primeros hallazgos no tardarían en producirse, y en gran cantidad . Algunas piezas fueron ofrecidas a los anticuarios de la región, principalmente a los de la propia Sevilla. Pronto fueron usuales en la prensa los anuncios de venta de detectores de metales de importación. Se estaba gestando una «industria» que desembocó en una de las etapas más negras de toda nuestra historia en lo que al expolio de nuestro patrimonio respecta. Si nos felicitamos por la aparición de nuevos materiales en bronce, ello ha sido posible sólo con la consumación de un inmenso e irreparable daño. En la carrera contra el tiempo que hemos llevado en los últimos años hemos francamente perdido. El triunfo de los intereses económicos frente a los de la salvaguarda de nuestro patrimonio cultural ha sido abrumador. Los argumentos principales de esta derrota son fáciles de enumerar: no existe verdadera voluntad política de acabar con esta lacra y carecemos tanto de los instrumentos jurídicos como de la colaboración judicial necesarios para combatir eficazmente el mercado ilegal que se mueve en torno a los detectores ds metales. Mercado que ni siquiera se puede calificar de clandestino, pues se mueve abiertamente con total impunidad. Si hoy ya este mercado tal vez no sea tan dinámico ni se vea impulsado por la euforia de hace sólo un lustro es debido al agotamiento arqueológico del territorio, horadado inmisericordemente por una legión de expoliadores. En concreto al menos la provincia de Sevilla se puede considerar bastante esquilmada. La enumeración de 2
Ya tratamos en otra ocasión y por extenso de estas cuestiones: A. Caballos, W. Eck, F. Fernández, "Nuevas aportaciones al análisis del S.C. de Cn. Pisone patre", Homenaje al Prof. Presedo Velo, Sevilla 1993, pp. 311-324. 3 De allí mismo procede una inscripción de un sevir augustal lucurgentino (AEA 25, 1952, pp. 404 ss.; véase A. Tovar, Iberische Landeskunde, Baden-Baden 1974, I, 152). 4 Prueba de ello es el gran número de materiales arqueológicos que, resultado de estos primeros expolios, fueron impunemente exportados a los Estados Unidos. No es extraño que nos encontremos con Catálogos de piezas fundamentalmente metálicas como Spain. A Heritage Rediscovered, 3000 b.C. - A.D. 711, de una exposición organizada por las Ariadne Galleries de Nueva York en colaboración con el Meadows Museum de la Southern Methodist University de Dallas (Nueva York 1992).
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algunos casos concretos es fácil ejemplificación de la situación. Por citarles sólo un par de hechos bien conocidos, los filones que en su momento fueron las zonas de Ecija y La Lantejuela han pasado a un segundo lugar. Ya poco queda por hacer en El Saucejo. El peligro ahora está en gran medida en otras áreas, que sufren un grado de indefensión simüar al que ocasionó la ruina de los anteriores yacimientos. Pero con ello no quiero conducir mi argumentación pretendiendo afirmar que la única salida sea la de plantear como objetivo, al menos en una primera fase, la desaparición total de la actividad de los «piteros». Ello ni parece fácilmente factible, ni siquiera lo consideramos absolutamente pertinente. No hay que olvidar que sin ellos el arqueólogo oficial posiblemente nunca hubiera podido llegar a descubrir la mayoría de los más significativos testimonios que hoy están a nuestra disposición, ni a identificar una serie de yacimientos de los que los testimonios literarios no habían transmitido ninguna noticia. Pero en todo caso sí resulta absolutamente imprescindible al menos ejercer un control y seguimiento sobre su actividad. Se debe aspirar a un mayor control en el campo, procurando integrar en lo posible a aquellos que hoy siguen actuando furtivamente. En algunos casos ello ya ha dado fructíferos resultados. El control sobre la actividad de la caza puede ofrecernos un idóneo paralelismo y una pauta a seguir: el control de las armas, en su doble vertiente de control sobre la venta y permiso de uso, así como la implacable persecución del furtiveo, evidencian que es posible ejercer esta protección también sobre el patrimonio arqueológico. Sólo carecemos de la voluntad política y la presión social necesarias para que ello se lleve a cabo. Mientras tanto cabe algo por hacer. En primer lugar, obviamente, el estudio exhaustivo, protección e intento de recuperación científica de los materiales históricamente más significativos. Las presiones ejercidas sobre ciertos anticuarios muy señalados han sido suficientemente fuertes como para que algunos de éstos deriven hacia otros ámbitos o facetas de su actividad; o incluso para que consideren que resulta peligroso enfrentarse a la Administración y preferible colaborar con ella. Los Museos conservan materiales dispersos, que carecen de una catalogación centralizada. Las colecciones particulares siguen siendo un filón hasta ahora poco explotado por desconfianza o falta de cauces. Se deben plantear vías de control de yacimientos y recuperación de materiales. Ante la rigidez administrativa, la salida natural eran las redes de intermediación. Hoy éstas, alimentadas por las ganancias pasadas, están muy consolidadas y se han vuelto mucho más herméticas que lo habían sido hasta el momento. Los canales de comercialización han generado ya un mercado tan potente como incontrolado, jurídica y políticamente respaldado, con clientelas que desbordan ampliamente los límites nacionales. La salida de materiales continua. Así, sin ir más lejos, hace algunos meses se ha vuelto a vender otro diploma militar, procedente de Osuna, al mercado catalán. No hemos vuelto a tener más noticias de esta pieza. Es sobre ese nivel sobre el que la actuación pública debería ser más contundente, pues hasta ahora la táctica seguida ha sido habitualmente la de ignorar los problemas que se desconocen «oficialmente». Actitudes valientes y tan fructíferas como las de Fernando Fernández, Director del Museo Arqueológico de Sevilla y responsable de la recuperación de la mayoría de las piezas más significativas , son desgraciadamente aún escasas. El compromiso activo de la comunidad científica sería imprescindible. La actitud de espera, aguardando recibir los materiales para un científicamente «lucrativo» estudio personal, no es suficiente. Tenemos además no únicamente el deber de publicar los textos de la manera lo más cuidada y fiable posible, tarea más ardua de lo que pudiera a priori imaginarse, sino el de intentar su recuperación, no sólo como parte integrante de un patrimonio histórico ^ Tabula Siarensis, Tabula Imitaría, Senatusconsultum de Cn. Pisone paire, entre un largo etcétera.
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sagrado, sino por ser éstos susceptibles de mayores aportaciones científicas en el futuro. Desgraciadamente esta actitud no es siempre la habitual en nuestros colegas, a veces egoistamente obsesionados por un rendimiento cunicular inmediato. La lentitud de la administración es una de las mayores dificultades con las que nos enfrentamos y que hace inútil los esfuerzos por localizar las piezas. Un ejemplo baste, el de la copia B del senatusconsultum de Cn. Pisone patre. Ésta fue hallada en una excavación clandestina por un grupo muy significado de «piteros», hoy desaparecido por el accidente mortal que sufrieron tres de sus miembros cuando regresaban de una de sus expediciones de saqueo. Aquellos ofrecieron las piezas a la venta, especialmente al mercado internacional. La actuación de Fernando Fernández frenó el intento. Sin embargo, por la lentitud administrativa que desembocó en una falta de liquidez inmediata, se adelantó un anticuario actuando en nombre de un coleccionista privado con oscuros intereses económicos. Las gestiones que personalmente ejercimos sobre la Administración fueron infructuosas. La impotencia es desesperanzadora, máxime si a ello se añade la burla e incluso las posteriores amenazas, amén de la dolosa falta de asistencia de las autoridades culturales, temerosas de todo compromiso políticamente poco rentable. En este caso la insistencia logró al final el éxito apetecido de la recuperación de la pieza, su estudio y depósito en un Museo público. Desgraciadamente no siempre es así. Actualmente nuestra tarea está siendo la de paciente recopilación de los fragmentos dispersos y un muy meticuloso análisis pormenorizado de todos y cada uno de éstos, algunos sólo minúsculos, pese a ello muy útiles. Afortunadamente los frutos tan esperanzadores ya alcanzados animan a seguir la tarea. En este trabajo de catalogación la colaboración de la comunidad científica se muestra absolutamente imprescindible a la hora de proporcionar noticias e información acerca de otros muchos fragmentos, que pudieran estar dispersos tanto en Museos como en colecciones particulares. Hoy se hace absolutamente evidente la necesidad de centralizar la información sobre esos nuevos materiales. Por experiencia, compromiso con la problemática, fondos recuperados y lo avanzado de sus tareas propongo aquí al Museo Arqueológico de Sevilla para esa labor centralizadora; con el ruego desde estas páginas de la notificación de la existencia de cualquier nuevo documento en bronce a dicha Institución. Es evidente que, si el trabajo de los excavadores clandestinos ha sido tan fructífero en la localización de monedas, es sumamente verosímil y previsible que también hayan topado, aunque en menor medida, con un cierto número de fragmentos escritos cuya noticia no haya llegado a nosotros. A estos fragmentos se añaden aquellos otros conocidos de antiguo y poco difundidos por su pequeña dimensión, que los hacen pasar desapercibidos en colecciones y Museos. En esencia nuestro trabajo, que pretende desembocar en la constitución de un grupo de investigación interdisciplinar coherente, paralo cual la necesidad definanciacióny apoyo oficial se vuelve imprescindible, exige la elaboración de un modelo básico de ficha de tratamiento, que contenga la codificación normalizada de los datos disponibles. Información acerca de los siguientes parámetros: número de orden y registro de las piezas, lugar db procedencia -caso de que ésta sea conocida-, canales por los cuales han llegado a nosotros , localización actual, descripción del soporte (dimensiones, tratamiento mecánico, decoración, método de presentación y composición química), descripción del contenido (paleografía, estructura del texto, lectura), tratamiento informático, imprescindible en la tarea comparativa y de restitución , así como interpretación, valoración y conclusiones del
b Resulta exigido en ocasiones, por las características del mercado del que procede, la garantía de la discreción, asumible si las piezas quedan registradas y son controlables. ^ En este campo los programas de tratamiento, que tan útiles se nos han mostrado en
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análisis. Con ello se está estableciendo un fichero informatizado, que pretende reunir las características de facilidad de consulta, Habilidad, operatividad, rapidez de acceso y suficiente capacidad de ampliación sin pérdida de la operati vidad. Pero sin más preámbulos es hora ya de que pasemos a la descripción del estado actual de la cuestión en relación con algunos de los más recientes materiales con referencias a municipios.
A la Lex Flauia Villonensis se había referido en alguna ocasión Julián González, publicando los fragmentos de ella hasta entonces conocidos, primeramente de forma errónea como referentes a Basüippc> , aunque rectificase con posterioridad atribuyéndolos ya correctamente al hasta entonces desconocido municipio de Villo . Éste plausiblemente pudo ubicarse en el denominado «Rancho de la Estaca», situado a poca distancia al occidente del Corbones y a aproximadamente unos ocho kilómetros al sur de La Puebla de Cazalla (Sevilla), de donde proceden con seguridad la mayoría de los fragmentos de la Ley estatutaria de aquella comunidad. González consideró primeramente sólo seis fragmentos asignables a este documento jurídico, todos ellos depositados actualmente en el Museo Arqueológico Hispalense. El más antiguo de los documentados, conocido ya desde fines de la centuria pasada, concuerda con el capítulo 67 de la Lex Imitaría (tab. VII C, 11. 38-45). En cuanto a la procedencia únicamente se apuntaba a algún lugar de la provincia de Sevilla . Otro fragmento procedía, según se decía, de El Rubio (Sevilla), situado a unos 40 kms. al NE del «Rancho de la Estaca», aunque de hecho son imprecisos tanto las circunstancias como el lugar concreto del hallazgo12. Aquí pudo suceder lo que en otras ocasiones similares. Cuando un lugar resulta suficientemente conocido por proceder de él materiales de significación, se difunde la idea de que es asimismo el lugar de procedencia de otros testimonios a los que así se quiere atribuir un mayor valor y garantía de autenticidad. La especie toma paulatinamente tanta fuerza que llega a revestir carta de naturaleza . Este segundo fragmento se corresponde con el capítulo 67 de la Lexlrnitana (tab. VII C, 11. 26-35). A estos dos añadió González otros cuatro
ocasiones anteriores, están en proceso muy avanzado de elaboración. 8 J. González, "The lex municipii Flavii Basiliponensis", SDHI 49, 1983, pp. 395 ss. A. D'Ors reproduce esta asignación en su trabajo "La ley municipal de Basilipo", Emerita 53, 1985, pp. 31 ss. 9 J. González, "Bronces jurídicos romanos en España", en Los Bronces Romanos en España, Madrid 1990, p. 53; Idem, Bronces jurídicos romanos de Andalucía, Sevilla 1990, pp. 129 ss. y, por último, "Lex Villonensis", Habis 23, 1992, pp. 97 ss. 10 Véase lo que diremos, al tratar de la Lex Ostipponensis, sobre la no necesaria identificación entre el lugar de donde proceden los fragmentos de una ley municipal y la precisa ubicación del correspondiente municipio. ü A. D'Ors, Epigrafia Jurídica de la España Romana, Madrid 1953, pp. 343 ss., n°10, con las pertinentes referencias bibliográficas. 12 A. D'Ors, "Miscelánea epigráfica. Un nuevo fragmento de ley municipal", Emerita 32, 1964, pp. 105 ss. * 3 Es el caso asimismo, mutatis mutandis y por poner otro ejemplo significativo de un ambiente diferente, de la estatuilla fenicia conocida como Astarté de «El Carambolo». Encontrada de antemano, sólo tras la aparición del tesoro del mismo nombre fue dada a conocer con la misma procedencia.
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fragmentos : uno que contiene parte del capítulo 64 {Lex Imitaría, tab. VII B, 11. 2 7 - 3 5 ) , otros dos que se unen para componer parte de los capítulos 6 5 - 6 6 (Irn., tab. VII C, 11. 8 - 1 4 y 14-18), y el último, correspondiente al capítulo 67 (Irn., tab. VII C, 11. 37-44). Éste, que complementa parcialmente por la derecha casi precisamente las líneas a que corresponde el fragmento conocido de más antiguo, es el que contiene parte del nombre del municipio. Por lo conservado se comprende la primera lectura de González, que sólo pudo corregirse con posterioridad por otros fragmentos, entonces aún inéditos. Todos estos nuevos fragmentos fueron publicados primeramente por F. Fernández, quien aumentó muy sensiblemente el número de los que ahora integran esta Lex VillonensiSy de los que el Museo Arqueológico Provincial de Sevilla conserva hasta un total de veinte 1 . Independientemente de éste J. González realizó una nueva edición incorporando los fragmentos por él conocidos en 1983, restituyendo a la par el texto a partir de la Lex Imitaría e incorporando una serie de comentarios formales y acerca de las irregularidades observadas. Con los nuevos restos ya se conocen de esta ley parte de los capítulos 6 4 a 7 1 1 6 . Por la distribución del capítulo 67 en dos columnas la organización del documento sería obviamente diferente a la de la Lex Imitaría. F. Fernández piensa que casi todos los fragmentos encontrados 17 corresponderían a una sola e hipotética tabla, posiblemente la VIH, de la lex del municipio Villonense. El nombre de la localidad no plantea actualmente ninguna duda, ya que dos de los nuevos fragmentos recién editados conservan el ■I O
topónimo , uno de ellos completo y otro a falta de las tres últimas letras, por otra parte innecesarias a efectos de identificación.
La nueva metodología de trabajo sobre los fragmentos de bronce epigráficos a nuestra disposición, basada en la exhaustividad en el análisis y a la que nos referíamos con antelación, nos ha permitido por ejemplo identificar una nueva ley municipal, que hipotética y provisionalmente atribuimos a la ciudad de Carraca} . 1¿
* J. González, "The lex municipii...", pp. 395 ss. ^ F. Fernández Gómez, "Nuevos fragmentos de leyes municipales y otros bronces epigráficos de la Bética en el Museo Arqueológico de Sevilla", ZPE 86, 1991, pp. 121 ss. *" Con la siguiente correspondencia en relación con la Lex Irnitana: 64 (Irn., tab. VII B, 11. 16-21, 28-35 y 44-46), 65 (Irn., tab. VII C, 11. 1-9), 66 (Irn., tab. VII C, 11. 9-18), 67 (Irn., tab. VII C, 11. 24-67), 68 (Irn., tab. VII C, 11. 45-47, tab. VIH A, 11. 1-6), 69 (Irn., tab. Vili A, 11. 12-14, 22-26 y 28-32), 70 (Irn., tab. Vili A, 11. 33-36 y 40-45) y 71 (Irn., tab. Vili A, 1. 71). J. González ("Lex Villonensis", p. 98, n.4) excluye la posibilidad de que un pequeño fragmento, que contiene parte de los capítulos XXVII-XXVIII de la ley municipal flavia (correspondiente a las líneas 1 a 4 de la tabula III C de la Lex Irnitana) pertenezca a esta misma copia de la Lex Villonensis. Caso de aceptar esta no definitiva conclusión nos encontraríamos con un fragmento de una nueva copia de la ley, aún por identificar. 17 Uno de los fragmentos, asignado por F. Fernández a este conjunto, correspondería en dicho caso a la tabla III. J. González rechazó, como dijimos, esta posibilidad, aunque las diferencias paleográficas, observables en otras copias de la ley, no son argumento rotundo que ofrezca garantías definitivas para sustentar este parecer. 1 ° La concreta denominación Villo es aún provisional, aunque ampliamente difundida y generalmente aceptada. Existen alternativas verosímiles, como también para el caso de Imi. J. González cita, e.g., las posibilidades Villona, Villonum, etc. (J. González, "Lex Villonensis", véanse supra notas 9 y 16). ^ A. Caballos Rufino, "Un nuevo municipio Flavio en el conventus Astigitanus",
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De este documento jurídico sólo se nos ha conservado un minúsculo fragmento de 32,5 x 27 x 4 mm. de dimensiones máximas, que fue ya publicado, aunque con irregularidades de lectura y sin identificación, por V. Duran y A. Padilla . Nuestra propuesta de lectura es: M.ITA.V CRIPTIS IVM.E ANI.A que estimamos debe restituirse sin duda a partir de un pasaje del capítulo 79 de la Lex Imitane?'1 de la siguiente manera: ...et tuM.ITA.Vt ne aliter decretum fiat quam ut per tabellam decuriones consCRIPTISue sententiam ferant et ante quamferant iurent per Iouem et Diuom Aug. <et Diuom ClaudIVM>.Et Diuom Vesp. Aug. et Diuom Titum Aug. et Genium Imp. Caesaris DomitiANLAug. deosque Penates..?2. La pieza procede del «Cerro del Villar», donde se asienta el cortijo de «Los C o s m e s » , ubicado al occidente del punto kilométrico 43'8 de la carretera comarcal 3310 Estepa—Ecija y muy próximo al Arroyo Blanco o Salado de Güeña. Por la extensión del área arqueológica y por la importancia y tipología de los materiales aparecidos en ella se ha deducido con razón que nos encontramos ante un verdadero núcleo urbano, que remonta sus orígenes como tal a la época turdetana, perviviendo al menos hasta Marco Aurelio. Carecemos de testimonios documentales que certifiquen el nombre antiguo de este importante yacimiento. Existe en esa región una localidad de nombre Carruca mencionada en el Bellum Hispaniense como ciudad procesariana incendiada por Cneo Pompey o por haber cerrado las puertas a sus tropas . La identificación de esta ciudad depende ineludiblemente del lugar en que situemos a Munda. Sobre esta última cuestión aún no está dicha la última palabra pero, frente a los antiguos y tradicionales planteamientos, cobra a nuestro entender cada vez mayores visos de verosimilitud la ubicación de la antigua Munda en el yacimiento del «Cerro de las Camorras», en la región de Osuna . De confirmarse esta bien fundada hipótesis, serían imposibles las identificaciones tradicionales de Carnea y
Chiron 23, 1993, pp. 157 ss. 20 V. Duran Recio, A. Padilla Monge, Evolución del poblamiento antiguo en el término municipal de Ecija, Ecija 1990, pp. 82 y 157, fig. 15,6. 21 Incluido en la tabla VIII C líneas 53 a 56. Una dificultad añadida para esta identificación estriba en que el copista que grabó la Lex Irnitana omitió por descuido, precisamente en el párrafo que consideramos, la mención al emperador Claudio, que sí estaría en el original del texto. 22 Indicamos en mayúsculas y subrayado el texto conservado en el fragmento del Cortijo de «Los Cosmes». El resto, que escribimos en minúscula salvo los nombres propios, corresponde a la Lex Irnitana. 23 Cortijo de «Cosmes Grande», para diferenciarlo del otro cortijo, del mismo nombre pero de menores dimensiones, ubicado más al norte, al occidente y junto al mojón kilométrico 50 de la misma carretera comarcal 3310 Estepa-Écija. 24 Bell. Hisp. 27,5. 25 Este incendio no tendría por qué haber tenido necesariamente consecuencias irreversibles, pues también Vcubi {Bell. Hisp. 21 A) sufrió idénticos avatares, y sin embargo esta ciudad tuvo una muy dilatada e importante trayectoria histórica posterior. 26 Véase V. Duran, M. Ferreiro, "Acerca del lugar donde se dio la batalla de Munda", Habis 15, 1984, pp. 229-235.
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habría que buscar la ubicación de ésta más al suroeste . En esta dirección ha sido identificada en las proximidades del cortijo de «Las Marcas», junto a Aguadulce (Sevilla) ; . Hace poco M. Ferreiro desechó 0 en los inmediatos alrededores de la ciudad de Munda ambas posibilidades. Planteó como alternativa la identificación del yacimiento del cortijo de «Los Cosmes» con Canuca; lo que evita anteriores inconvenientes. Esta posibilidad es suficientemente verosímil, a la espera de confirmación documental. Al menos en el caso de la identificación de Canuca con el cortijo de «Los Cosmes» contamos con el hecho de que, tanto los restos arqueológicos, como con carácter definitivo el hallazgo del fragmento de ley municipal, garantizan absolutamente la categoría urbana del yacimiento, lo que hasta ahora no se ha podido hacer con ninguno de los anteriormente propuestos. Asimismo se adecúa idóneamente la ubicación del cortijo de «Los Cosmes» con la descripción de los movimientos de tropas en la campaña de Mundcr y el hallazgo en él de un tesorillo de monedas republicanas datadas hasta el 4 5 a.C. con las circunstancias históricas del momento 3 3 . La situación del despoblado es altamente estratégica, en un fundamental nudo de comunicaciones en la vía Astigi-Antikaria\ de lo que son prueba tanto la aparición de un miliario de la época tetrárquica en sus proximidades , como los restos del puente romano
2 ' Véase M. Ferreiro, César en España, Tesis Doctoral inédita. Sevilla 1985, mapa cuarto, con el trazado de los movimientos de tropas y las localidades mencionadas en la campaña de Munda. ^° A. Fernández Guerra, Munda pompeyana, Madrid 1866, p. 14. 29 Bien en el «Cerro de las Camorras» (R. Corzo, "Munda y las vías de comunicación en el Bellum Hispaniense", Habis 4, 1973, pp. 247 ss.), donde se ha situado precisamente a Munda; en el "Cerro de la Atalaya" (V. Duran, La batalla de Munda, Córdoba 1984, 30 ss.); o en el «Cerro de las Balas» (F. Didierjean, "Enceintes urbaines antiques dans la province de Seville", Prospections aériennes. Les paysages et leur histoire. Cinq campagnes de la Casa de Velazquez en Espagne (1978-1982), París 1983, p. 79). 3 ^ César..., pp. 334 y 726 ss., nota 604. Ferreiro volvió sobre el mismo tema, exponiendo de forma exhaustiva los mismos argumentos en "Acerca del emplazamiento de la antigua ciudad de Cárnica", Habis 17, 1986, pp. 265-270, trabajo al que remitimos. 3 * Es muy elocuente al respecto el mapa insertado por M. Ferreiro en "Acerca del emplazamiento...", p. 270. 3 2 p. Chaves Tristan, "Tesoros de monedas inéditos ocultados en la Bética durante la República romana. II: Linares y Cortijo de Cosmes", Homenaje al profesor Blanco Freijeiro, Madrid 1989, pp. 215-241. 33 No vamos a entrar aquí en la tan problemática cuestión de la identificación o no de Canuca con otros topónimos similares mencionados por las fuentes (véase al respecto M. Ferreiro, "Acerca del emplazamiento...", p. 265). Sin pronunciarnos por ninguna hipótesis concreta, únicamente indicamos que una categoría de ciuitas stipendiaria como la que poseía la Marruca del conuentus Astigitanus (Plinio, NH 3,12) se corresponde muy idóneamente en esta zona con un posterior municipio flavio. En otro orden de cosas, en el Itinerario de Antonino 411,1 se menciona una localidad de nombre Canda y entre las inscripciones astìgitanas Hübner incluye una que menciona a un carulensis, un tal L. Lucanius Optatus {CIL II, 5459). Ultimamente R. Corzo y M. Toscano (Las vías romanas de Andalucía, Sevilla 1992, pp. 57, 132 y 157) han propuesto identificar esta ciudad de Conila con la Canuca de los manuscritos del Bellum Hispaniense, situándola asimismo en el cortijo de «Los Cosmes». 3 4 En el inmediato cortijo de «San Miguel del Rosario» (G. Chic García, "Una inscripción de la época de la Tetrarquía, hallada entre Ecija y Estepa", Habis 5, 1974, pp. 213— 219).
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que atravesaba el arroyo de San Miguel del Rosario Blanco.
, tributario por la derecha del Arroyo
Este trabajo eminentemente recopilativo quedaría incompleto si no hacemos sucinta mención de algunos materiales recientemente publicados. Tres fragmentos de bronce conexos, que contienen parte del texto de la ley municipal flavia, se han integrado muy recientemente en los fondos del Museo Arqueológico Hispalense , cuya riqueza en este tipo de documentos es proverbial y no deja de engrosarse. Por proceder del mercado de antigüedades su preciso origen es desconocido, aunque verosímilmente pueden haber sido encontrados en algún lugar de la provincia de Sevilla. Su significación estriba en un doble hecho. En primer lugar la distribución del texto en líneas muy anchas, equivalentes a tres o cuatro de las líneas de las copias de la ley conocidas hasta ahora. En segundo lugar porque se han dejado los huecos correspondientes a los numerales existentes en lo conservado del capítulo Ó937. Dos son las interpretaciones más razonables, expuestas ya por F. Fernández. Podría tratarse de un texto escrito de antemano con los datos comunes de la ley, a la espera de ser rellenado con los datos específicos del municipio de que se tratase (nombre, número de decuriones, cuantía de las multas, etc.). Contra esta posibilidad se aduce tanto la homogeneidad paleogràfica de los documentos conocidos con anterioridad, en los que el texto se escribió de corrido, como la propia anómala apariencia formal. Por lo tanto parece más factible la segunda hipótesis, la de considerarlo un modelo, a partir del cual y con las adaptaciones propias de cada municipio se elaboraría el ejemplar concreto para cada uno de éstos. Con ello se nos alumbra un elemento más, no el menos significativo, de las fórmulas utilizadas en los talleres para la elaboración de las tablas. Aquellos se nos manifiestan así como centros especializados, trabajando para varias comunidades a la par. Entre los innumerables fragmentos de bronce del Museo de Sevilla destacan, a los efectos que aquí nos interesan, otros dos por la mención de diversos municipios que en ellos se hacen. El primero, ingresado en el Museo en el año 199038 a pesar de contener sólo parte de cinco líneas, cita los adjetivos correspondientes a varias comunidades: [I]lurcon[ensi] y Obulci[tano] en la lectura de F. Fernández , al que él añade la posibilidad ^ 5 R. Corzo, M. Toscano, Las vías..., p. 132 y lámina 70. 36 Forma parte de los muchos materiales inéditos publicados en el artículo de F. Fernández, "Nuevos fragmentos...", pp. 125 ss. y lám. 5, al que en más de una ocasión hemos hecho referencia y del que no se han extraído todavía todos sus frutos. 3 7 El conjunto contiene parte de los capítulos 67, 68 y 69 de la Ley municipal, conocidos por las leyes imitana, malacitana y villonense. ^° F. Fernández, "Nuevos fragmentos...", p. 130. 39 Quien lo vincula a Obulcula. Igualmente podría haberse referido a Obulco, dado que la última letra conservada no es de lectura definitiva. Sobre este municipio se ha realizado últimamente un estudio monográfico, a punto de aparecer publicado (Ma.P. Leal Linares, Obulco, Sevilla 1993, Memoria de Licenciatura inédita). La mención a Obulcula nos da pie para referirnos a otro documento jurídico, el que ha sido designado como Epistola PU ad Obulculenses (J. González, "Fragmento de epistula de Antonino Pío", SDHI49, 1983, pp. 400 ss. e Idem, Bronces jurídicos romanos de Andalucía, Sevilla 1990, pp. 171 ss.). Sin dudar de la afirmación proporcionada por J. González, quien escribe que pudo
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de interpretar las A V de la línea tercera en relación con Auringis (?) y las últimas letras con Isturgi (?). No hay que olvidar tampoco [...Jonensi en la segunda línea y [...]ano en la cuarta. La lista o fórmula provincial se completa con un numeral en la línea central. Otro fragmento distinto menciona el adjetivo Conobarienshr , entre otros términos sumamente sugerentes , cuyo análisis e interpretación tenemos actualmente en curso, aplicándole el método que hemos utilizado en casos similares. Lo mismo podemos decir de otro de mayores dimensiones , con restos de dos columnas, que el editor atribuye a una posible ley colonial, formalmente similar a la de los fragmentos de H Rubio .
En cuanto a la Lex Imitaría, hoy disponemos de un texto mucho más completo y depurado que el primeramente publicado, lo que se explica por el expediente por el que el primer editor decidió publicarlo y las limitaciones de los materiales a su disposición. En ese momento ni estaban aún limpias la totalidad de las tablas, con lo que no se contaba con una lectura definitiva, ni se habían añadido la totalidad de los fragmentos hallados en la excavación realizada por Fernando Fernández y Mariano del Amo , ni tampoco algunos otros rescatados con posterioridad en el mercado de antigüedades . Con posterioridad algunos estudios o ediciones han permitido corregir y depurar algunos errores de lectura 4 8 . averiguar que el fragmento procedía del castillo de La Monclova, no creemos que la asignación del texto a Obulcula se pueda considerar definitiva. La procedencia del bronce no garantizaría definitivamente que los habitantes de Obulcula fueran los destinatarios de las epistulae de Antonino Pío. A pesar de todo lo pausible que pueda resultar a priori, nada del propio texto nos lo confirma. Ningún topónimo ni resto de éste se ha conservado. Vista la dinámica de los hallazgos cualquier planteamiento, incluso el aparentemente más fiable, resulta en estas circunstancias hipotético o, si se quiere, todo lo más posible o verosímil. 4 0 En la Tarraconense (véase A. Tovar, Iberische Landeskunde, Baden-Baden 1989, III, pp. 152 ss.). Alternativamente, e.g., Aurgi en la Bética (véase A. Tovar, Ibidem, Baden-Baden 1974, I, p. 15), Augustobriga (III, p. 369) o Ausa (III, pp. 444 ss.). 41 F. Fernádez, "Nuevos fragmentos...", pp. 130 ss. 4 2 Concretamente la interesante fórmula [quojd hodie Conobariensis. Con ello se asegura de forma definitiva el topónimo Conobaria para la ciudad (véase A. Tovar, Iberische..., I, p. 148). A esta ciudad corresponde el ius iurandum del 6/5 a.C. publicado por J. González ("The first Oath pro salute Augusti found in Baetica", 7PE 72, 1988, pp. 113 ss.). Este último documento apareció en el cortijo «Las Palmillas», a poca distancia al oeste de Las Cabezas de San Juan (Sevilla). En el año 1990 J. González lo tenía por desaparecido {Bronces jurídicos romanos de Andalucía, Sevilla 1990, p. 175). Afortunadamente con posterioridad fue localizado por Fernando Fernández. Por cuestiones administrativas y escasez de recursos financieros fue adquirido por el Gobierno Central y no por la Junta de Andalucía para su depósito en el Museo Arqueológico Hispalense, donde parece más natural que se hubiera debido conservar. 4 ^ La transcripción del texto es la siguiente: ... quot... I ...is porteria... I id in litore ariau... I ...malem qum vectigali... I ...d hodie conobariensis ... 4 4 De 19 x 19 cm. de medidas máximas y de 4 a 5 mm. de grosor. F. Fernández, "Nuevos fragmentos...", p. 127. 45 Emerita 9, 1941, p. 138. 4 ° F. Fernández Gómez, M. del Amo y de la Hera, La Lex Irnitana y su contexto arqueológico, Sevilla 1990. 4 7 E.g., un fragmento que completa el final del capítulo 20, situado en el centro de la columna III A de la ley (F. Fernández, "Nuevos fragmentos...", pp. 129 ss.).
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Entre las tablas de bronce que en los últimos tiempos han proporcionado los territorios otrora pertenecientes a la antigua ProuinciaHispania VLterior Baetica, hasta ahora destacábanlas tabulae Siarensis e Irnitanae, pero las diferentes copias por la que senos ha transmitido el hasta ahora desconocido y a punto de aparecer publicado Senatus Consultum de Cn. Pisone paire desborda en importancia y significación a todo lo aparecido hasta el momento. Según todos los datos que obran en nuestro poder, el ejemplar prácticamente completo que nos permite conocer la totalidad del texto del 5.C., que hemos denominado «copia A», procede del mismo lugar en el que fueron halladas las diferentes tablas que componen la Lexlrnitana. Se trata del lugar conocido como «Las Herrizas» , «Cerro Los Baldíos» o, incluso, «El Diente de la Vieja» , especialmente en el ambiente de los excavadores clandestinos. La parte inferior a orillas del río Corbones recibe el nombre de «Molino Postero». El emplazamiento, al que corresponden las coordenadas 37°0r40"N, 5o06'40"W, pertenece al término municipal de El Saucejo, y se encuentra al sur de la provincia de Sevilla, en su límite con la de Málaga, a unos 5 km. al suroeste del mencionado El Saucejo y a unos 3 km. al noroeste de Al garni tas, ambos pueblos de la provincia de Sevilla. Por su ladera corre el río Corbones, que nace unos 4 kms. más arriba y que ya ha engrosado su caudal con el de algunos arroyos tributarios. La ciudad se extiende entre dos eminencias de 484,5 y 464 m. de altitud sobre el nivel del mar. El límite occidental lo constituye un cortado de más de 100 m. de desnivel que da al río Corbones. La plataforma es muy escarpada al SO, a pesar de haber sido labrada en algunos lugares por la mano del hombre. Se va suavizando hacia el Este, donde la cota baja hasta una altitud de en torno a los 450/460 m. Allí es donde debió haberse situado la acrópolis de la ciudad romana. Los restos de muros y materiales de construcción aseguran la ubicación en este ámbito de un núcleo de poblamiento, cuya antigüedad hay que remontar cosiblemente a época turdetana por los materiales cerámicos encontrados en superficie . Éste sería posible heredero de un asentamiento de la Edad del Bronce identificado por cerámicas de superficie en otro cabezo frontero, individualizado por su cota máxima de 457 m. de altura Aunque la propuesta de hacer coincidir el lugar de hallazgo de las tablas que componen la Lex Irnitana con la propia ubicación de la ciudad de Irni siga siendo la más
4° Véase W.D. Lebek, "La Lex Lati di Domiziano (Lex Irnitana): le strutture giuridiche dei capitoli 84 e 86", ZPE 97, 1993, pp. 159-178; Idem, "Eine antike Technik der Textkorrektur und die Kontrolle municipalen Eigentums nach Tab. Im. Vili C (cap. 76) 10-20", ZPE 97, 1993, pp. 179-186; A. Caballos Rufino, "Un nuevo municipio flavio en el Conuentus Astigitanus", Chiron 23, 1993, 157 ss. Llamamos la atención sobre la recentísima edición de F. Lamberti: "TabulaeIrnitanae", municipalità e nius romanorumn. Publicazioni del Dipartimento di Diritto Romano e Storia della Scienza Humanistica dell'Università degli Studi di Napoli "Federico II" - VI, Ñapóles 1993. 4 ^ El topònimo ha sido escrito en otra ocasión como «Errizas», sin H. Por consideraciones que hicimos en una ocasión anterior planteamos aquí la posibilidad alternativa de la grafía con H. •*" Este topónimo se aplica más específicamente a una eminencia a la otra orilla del Corbones. 51 F. Fernández, M. del Amo, op. cit., pp. 13 ss.; que igualmente deberá consultarse para las cuestiones arqueológicas tratadas a continuación. La cerámica de bandas, de indudable filiación turdetana, aunque con una amplia pervivencia, no posibilita en los fragmentos recogidos una cronología tan precisa como para poder deducir con carácter indudable la existencia de un asentamiento urbano con antelación a la llegada de los primeros romanos al territorio.
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verosímil, ésta no deber ser considerada definitiva ante la carencia de certificación en
documental y la existencia de argumentaciones alternativas . Creemos que el sentido histórico del establecimiento en «Las Herrizas»/«Los Baldíos» de una ciudad romana se fundamentaría básicamente en su ubicación, en una divisoria de aguas clave en la geografía andaluza, ya que la pobreza del medio natural difícilmente lo hubiese justificado. El nacimiento del Corbones se encuentra muy cercano al del Río de la Venta, que, como el próximo Guadalteba, desemboca en el Guadalhorce. Por ello estas dos vías fluviales, correspondientes a dos cauces diferentes, son el nexo que permite la vinculación entre lasriquísimaszonas arqueológicas de la comarca de Osuna y la Hoya de Málaga. La pronta presencia romana en el emplazamiento está arqueológicamente documentada. Este hecho, así como el devenir posterior de la ciudad, estarían verosímilmente muy ligados al destino de la ruta del Estrecho, de tanta significación en época republicana, salida natural desde el valle del Guadalquivir hacia Cartela y el Mediterráneo ya en época bárquida. Fue, por ejemplo, la ruta utilizada por Cneo Pompeyo para huir tras el desastre de Munda. Una vez controlado el bajo Valle del Guadalquivir la alternativafluvial,mucho más barata, haría perder su prístino significado a la vía terrestre. La etapa de esplendor correspondería a la época tardorrepublicana y al Alto Imperio, cuando el yacimiento adquiriría su mayor extensión, como los restos de edificaciones y la cerámica recogida en superficie nos permiten suponer. Si lo identificamos con la antigua Irni, entonces habría recibido el estatuto municipal en época de Domi ciano. En ese caso las fórmulas organizativas descritas en la lex Latiy en las cuales no es éste el lugar de entrar, describirían de la mejor manera posible la teoría del funcionamiento de la comunidad urbana, renovada estatutariamente en época flavia. Por ser derivación de un modelo general únicamente las mínimas adaptaciones a las peculiaridades irnitanas son de interés operativo para un conocimiento de las particularidades de este municipio. En este sentido el dato más co
significativo tal vez sea el del número de 63 decuriones que componen su Asamblea , lo que nos pone en antecedentes de que se trataría de una localidad de reducidas dimensiones. Una hipótesis de trabajo no expuesta en el estudio arqueológico presentado con ocasión de la publicación del texto de la Lex Imitaría , que ahora queremos presentar, se refiere al posible final de la vida del yacimiento. Ya hemos dicho que, muy verosímilmente, la pérdida de significación económica y político-müitar de la Vía del Estrecho habría de haber afectado la vida de la comunidad, haciendo languidecer sus expectativas. Ni la excavación llevada a cabo en su momento, ni los materiales conocidos de antiguo procedentes del yacimiento, ni los recogidos en superficie permiten alargar la vida de la ciudad con seguridad más allá de mediados del siglo II . Incluso, en esta misma dirección y 52 Véase A. Caballos, W. Eck, F. Fernández, "Nuevas aportaciones al S.C. de Cn. Pisone patre", Homenaje al Prof. Presedo Velo, Sevilla 1993, pp. 311 ss. ^ 3 Lex Irn., cap. 30, Tab. Ill C, lin. 50: «In eo municipio decuriones conscriptive futuri sint LKIII»... 54 F. Fernández, M. del Amo, op. cit. véanse supra notas 46 y 61. 55 En las conclusiones del trabajo de F. Fernández y M. del Amo {La Lex Irnitana..., p. 109) se escribía: «No sabemos cuándo fueron las tablas arrancadas de su emplazamiento original, a consecuencia de su pérdida de valor legal, ni cuándo fueron trasladadas al posible taller donde han sido halladas. Podemos, sin embargo, asegurar que el hundimiento de este taller tuvo lugar en un momento tardío, no anterior al s. V. El contexto arqueológico, sobre todo el borde de la pátera de bronce decorada con hojas de hiedra, resulta suficientemente expresivo a efectos cronológicos. Pensamos en la posibilidad de relacionar el hecho con la invasión de los pueblos bárbaros, lo que explicaría que los bronces quedasen sepultados bajo los escombros y las cenizas del edificio sin
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como argumento complementario, los buscadores de monedas aseguran que allí no aparece ninguna posterior a la época de los Antoninos. Mucho se ha abusado de una circunstancia histórica bien documentada como fue la amenaza de los mauri, un claro peligro ya desde época de Adriano, que desembocó en la invasión ya bajo Marco Aurelio , para explicar la decadencia observable o incluso, en ocasiones, sólo intuible arqueológimante en otros yacimientos de la Bética. Sabemos por lo tanto los riesgos que ahora contraemos. Aun contando con la ampulosidad retórica propia del lenguaje epigráfico monumental, el texto redactado por los habitantes de Singilia Barba en homenaje de C. Vallius Maximianus prueba que la localidad había estado en peligro real de sucumbir ante la amenaza de los mauri: ob municipium diutina obsidione et bello e—i
Maurorum líberatum . Y Singilia Barba estaba muy cerca del yacimiento de donde procede la copia A del Senadoconsulto. Aquel yacimiento urbano está naturalmente defendido sólo por el oeste, donde la quebrada que da al cauce del naciente Corbones es tan abrupta que imposibilita el acceso por aquella zona. H ámbito donde tuvo lugar el asentamiento del Bronce, en un promontorio coronado por una breve meseta en torno a los 450 m. de cota, por sus pequeñas dimensiones no reunía condiciones para dar cabida a un grupo humano amplio, por lo que verosímilmente no fue ocupado en época romana. La zona de la acrópolis, de mayores dimensiones y de más adecuadas posibilidades defensivas, se habría visto pronto desbordaba. Si nuestra hipótesis histórica fuese cierta, serían la escasa entidad del municipio, la extensión de la urbanización por la ladera, la situación en la vía del Estrecho y la relativa proximidad a éste los argumentos que habrían convertido este asentamiento en presa segura y fruta madura ante el impacto de los norteafricanos, suficientemente potentes como para que incluso los italicenses se hicieran eco de una forma tan dramática en su homenaje a Vallio Maximiano: ob merita et quot prouinciam Baetic. caesis hostibus paci pristìnae restituerir^. Una presunta destrucción de la ciudad de Imi, de la que ésta aparentemente no resurgiría, al menos con las características precedentes, habría podido ser la inmediata consecuencia. Una amortización posterior de las tablas, cuando éstas ya habían perdido su funcionalidad tras la desaparición de la otrora pujante vida municipal, es así buenamente explicable.
que se procediera a su posterior recuperación, pues el poblado no volverá a ocuparse». Hoy no estamos tan seguros de la opinión que allí se expresara. Los criterios de datación estilística de un objeto de bronce a partir de paralelos cerámicos presenta demasiados riesgos. Pero además hay que tomar en consideración otro argumento. Una realidad histórica es la decadencia de la ciudad romana y otra, forzosamente posterior, la amortización de las tablas. La segunda exige como condición previa la no funcionalidad de los textos, tanto el Senadoconsulto como la ley municipal, y ello no tendría lugar hasta la pérdida de la primitiva funcionalidad urbana del asentamiento. El margen entre un fenómeno, la decadencia o desaparición del municipio (por supuesto caso de que nos encontremos en Imi), y el otro, el trabajo en el taller de reaprovechamiento de los bronces, es lo que quedaría por discutir. 56 H.A., V. M. Ant. 21,1: Cum mauri Hispamos prope omnes vastarent, res per legatos bene gestae sunt. También H.A., V. Seueri 2,3 s., que nos aporta la datación del 172-3 : ... post quaesturam, sorte Baeticam acceuit atque inde Africam petit,... Sed dum in Africa est, pro Baetìca Sardinia ei attributa est, quod Baeticam mauri populabantur. Véase. RE 14.2376. Sobre las invasiones de los mauri véase G. Alfòldy, "Bellum Mauricum", Chiron 15, 1985, pp. 91-109. 57 CIL II 2015 = ILS 1354 a. Hay que datar su actividad en 177-8, bajo Marco Aurelio y Cómodo, a partir de la Tabula Banasitana (CRAI 1962, pp. 317 ss. y 1971, pp. 468 ss.). 58 CIL II 1120 = ILS 1120.
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La descripción de estos mínimos datos históricos sobre la ciudad romana donde fueron halladas tanto las tablas de la Lexlrrútana como, muy verosímilmente, también la copia A del S.C. de Cn. Pisone, nos da pie para aportar aquí algunos datos que creemos de interés acerca del lugar de donde procede con certeza la copia B de este mismo último documento, el Monte Hachillo, que identificamos, por primera vez con certeza, con la ciudad hispanoiromana de Olaura. En ninguna de las fuentes literarias llegadas hasta nosotros se nos había conservado el nombre Olaura. Sólo la epigrafía viene en nuestra ayuda. El CIL, en el capítulo dedicado a Ostippo59, incluye tres inscripciones que nos transmiten el adjetivo Olaurensis6®. El topónimo Olaura, del que aquél derivaría, se puso obviamente en relación con la actual localidad sevillana de Lora de Estepa, situada en la región y donde los tres epígrafes mencionados se conservaban. Pero esta afirmación genérica no agota, ni mucho menos, la problemática de la ubicación precisa de la localidad antigua, agravada por la diversidad de procedencias de los materiales reunidos en las colecciones l o c a l e s 6 2 y por la riqueza -*y CIL II pp.196 ss., tratando de Estepa y otros yacimientos próximos en la región (La Alameda, el Moralito, Herrera, Lora y El Rubio). 60 CIL II 1446: (corona) / [Atjtia L. lib. TIertJiola I Olaur/ensis an.] VI pia [in suis hic] I sita [est sit tibi terra] I lefuisj. CIL II 1447 (registro M.A.Sevilla (5110) 214.1880): Clodia L. filia I Augustina Olaur/[ensis...]. CIL II 1448 (registro M.A.Sevilla (3521) 242.1880) = C. Fernández-Chicarro, F. Fernández Gómez, Catálogo del Museo Arqueológico de Sevilla (II), Sevilla 1980, 3a éd., p. 123, n°18 (Estela de remate semicircular. Campo epigráfico moldurado, coronado por un frontón triangular con una roseta en su interior. Se le puede asignar una cronología aproximada del siglo II): L. Modius L. /. I Cosmus Olau/rensis ann. I XXV pius in I suis h.s.e.s.t.t.l " * J.A. Ceán Bermúdez, Sumario de las Antigüedades Romanas que hay en España, Madrid 1832, p. 316; E. Hübner, CIL II, p. 196; A. Schulten, RE 11.2391; A. Aguilar y Cano, Memorial Ostiponense. Extracto de varios curiosos libros que se ocupan de la Antigua Ostippo u Stippo y actual Estepa (1886, Granada 1987) pp. 553 ss.; M. Serrano Ortega, Guía de los Monumentos Históricos y Artísticos de los pueblos de la provincia de Sevilla, Sevilla 1911, p. 116; A. Tovar, Iberische Landeskunde (Badén Badén 1974) I, p. 126. ° 2 Nos podemos remontar a la saga de los Centurión, en el siglo XVII. Adam, marqués de Estepa, y, sobre todo, su hijo Juan de Córdoba Centurión, quien reunió en su palacio de Lora una importante pero heterogénea colección arqueológica, compuesta de materiales, tanto encontrados en sus amplias posesiones en la región, como otros muchos alóctonos, lo que complica el estudio de las procedencias. En los restos de su palacio en Lora de Estepa se pueden contemplar aún algunos materiales arqueológicos, como una posible cupa granítica y un sarcófago monolítico. Los muros que no fueron encalados están compuestos de materiales romanos, e incluso es posible que tengan esta filiación. Están compuestos de un basamento de grandes bloques de piedra calcárea sobre los cuales se eleva una estructura mixta que responde idóneamente al que se ha dado en describir como opus africanum o, por los italianos, como opera a telaio, compuesto por zonas portantes, donde los bloques paralelepipédicos alternan en posición horizontal y vertical, y el resto está compuesto por piedras de menores dimensiones, sin escuadrar, trabadas con mortero (véase J.P. Adam, La construction romaine. Matériaux et Techniques, Paris 1984, pp. 130 ss.). La colección de los Centurión, o al menos parte de ella, pasó en el siglo XVIII al Alcázar hispalense y, de allí, al Museo Arqueológico. De la complejidad del estudio de las procedencias y de la problemática de ello derivada se hizo eco Hübner {CIL II, pp. 196 ss.) al incluir bajo el epígrafe Ostippo el tratamiento de otros núcleos urbanos del ámbito. El Monasterio franciscano de Estepa jugó un muy importante papel cultural en la región, sobre todo por el interés de muchos de los integrantes de la congregación
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arqueológica del ámbito, que incluye varios yacimientos romanos de categoría urbana. Los epígrafes a que anteriormente nos referíamos, de carácter funerario, sólo aportan, por lo demás, un formulario usual y datos onomásticos. Aun vinculándoseles a Lora de Estepa, su procedencia eraimprecisa . Una inscripción hasta ahora inédita nos permite garantizar el origen de las anteriores y ubicar de forma definitiva con total precisión el municipio. Fue hallada el 23 de septiembre del año 1987 por dos excavadores clandestinos. Su texto, muy simple y similar al de algunas de las inscripciones citadas con antelación, dice: D.M.S. I L.VALERIVS I PECVLIARIS.OLAV I RENSIS.ANN.XXX I PIVS.IN.SV[IS] I H.S.E.S.T.T.fLJ. Procede de una de las necropolis de la antigua Olaura, situada en las faldas del Monte Hachillo, a levante de éste. Aquel lugar se denomina actualmente «Mata de las Pilas». La existencia allí de una necrópolis romana es evidente, no sólo por la continua aparición de los materiales arqueológicos característicos de los ámbitos funerarios , sino por el propio nombre, que le viene de los sarcófagos de piedra -«pilas»- reutüizados c o m o abrevaderos. En el lugar se han realizado un par de intervenciones arqueológicas, que han puesto en evidencia tumbas con una cronología que abarca desde el siglo I al IV p.C. En la
por las antigüedades romanas. Es el caso de Alejandro del Barco, con sus «Memorias históricas de Estepa» a fines del XVIII o, más recientemente, A. Recio Veganzones. Éste fue un gran conocedor de la Arqueología de la comarca, como nos demuestra su obra. No sólo estaba al tanto de los hallazgos que se venían haciendo, sino que reunió una importante colección arqueológica (O.F.M. Recio Veganzones, C. Fernández Chicarro, "La colección de antigüedades arqueológicas del Padre Fr. Alejandro Recio", BIEG 6, pp. 121-159). El último conjunto de restos arqueológicos al que vamos a referirnos es el reunido por Rafael Machuca Moreno, en su momento Alcalde de Estepa. Un estudio de conjunto de las cerámicas por este último conservadas fue publicado por A. Moreno Onorato y J.Ma. Juárez Martín ("Hallazgos romanos en la comarca de Estepa", Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada 10, 1985, pp. 413-447). " La única indicación concreta sobre el lugar de origen nos lo aporta Hübner al transmitirnos la mención del granadino Martín Vázquez Siruela (muerto en Sevilla en 1665) de que CIL II 1447 fue hallada «en el cortijo de los Raxanos». ° 4 De ella ya hicimos una somera referencia en A. Caballos Rufino, W. Eck, F. Fernández Gómez, "Nuevas aportaciones...", véase supra nota 2. " .Muy posiblemente de esa zona procedía también una inscripción funeraria publicada por A. Recio Veganzones, de la que únicamente escribió que venía del Hachillo ("Inscripciones romanas de la Bética: Estepa, Osuna, Martos y Porcuna", BIEG 90, 1976, pp. 89 ss. sobre cuatro fragmentos epigráficos de Lora, concretamente nos referimos al n°17-C). Se trata de una placa de caliza amarillenta, el mismo soporte de la que arriba publicamos, con letras capitales cuadradas e incisiones profundas. La altura de las letras es de 3 3 cm. y las interpunciones triangulares. El texto dice: D.M.S. / ...EPANV... / AN. XIII / PIVS IN ... / HIC. SI... "° Véase. L.J. Guerrero Misa, J.M3. Juárez Martín, "La necrópolis de la mata de las pilas y déla Cooperativa olivarera de Lora de Estepa (Sevilla)", Anuario Arqueológico de Andalucía 1988. III. Actividades de urgencia, Sevilla 1990, pp. 323-326. Después seguirían apareciendo tumbas en ese ámbito. Al menos las mencionadas por J.Ma. Juárez Martín ("Informe de la excavación de urgencia en el cerro del Hachillo (Lora de Estepa). Junio, julio y agosto de 1989", Anuario Arqueológico de Andalucía 1989. III. Actividades de urgencia, Sevilla 1991, p. 480, vide infra), y otra, según la comunicación verbal de A. Pachón Cannona a partir del informe del guarda del coto de caza, expoliada por excavadores clandestinos, donde apareció al parecer un marco anepígrafo de bronce. Véase también J.M3. Juárez Martín, "Informe de la excavación de urgencia en el cerro del Hachillo (Lora de Estepa). Junio, julio y agosto de 1989", Anuario Arqueológico de Andalucía 1989. III. Actividades de urgencia, Sevilla 1991, pp. 480-487 y Anuario Arqueológico de Andalucía 1989.1. Sumario, Sevilla 1991, p. 44, n°16.
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intervención arqueológica efectuada en el año 1988 en la última terraza antes de llegar a la cima del monte Hachillo se detectaron materiales datables desde mediados del siglo E a.C. hasta al menos la segunda mitad del siglo I p.C. Las monedas encontradas se adecúan a esta misma cronología . El excavador lo explica como consecuencia de un abandono del Monte Hachillo en torno a la última fecha citada y un traslado del poblamiento hacia el llano, en dirección al pueblo actual, lo que de ninguna manera nosotros podemos certificar. El poblamiento en la región es muy antiguo, destacando al respecto el yacimiento neolítico de la Sierra del Puntal. No tenemos constancia de cuando tuvo lugar el primer asentamiento en el Monte Hachillo. Los más antiguos materiales documentados por ahora, sin que podamos descartar de forma absoluta la existencia de otros anteriores, son las típicas cerámicas de bandas. Éstas, sin embargo, por su larga vigencia, no pueden aportar una fecha precisa. Teóricamente tanto podrían preceder como incluso ser coetáneas a la más antigua presencia romana. Sin embargo el nombre, de estirpe genuinamente prerromana, nos lleva a suponer la existencia de un primitivo establecimiento turdetano, aunque desconocemos por ahora las dimensiones y características de este asentamiento. En todo caso la situación de Olaura y las condiciones del medio, proclives al desarrollo de una amplia actividad agrícola, serían, y son aún hoy en día, los fundamentos de la significación histórica del emplazamiento. En la ordenación del territorio de época prerromana, donde prima una clara jerarquización de los asentamientos, Astapa habría ocupado un lugar predominante en la 70
región . Si se nos solicita arriesgar una opinión aún no plenamente documentada, Olaura^ de menores dimensiones, constreñida por la superficie del Cerro y lo escarpado de sus 71
laderas, habría debido desempeñar un papel secundario . A partir de los materiales arqueológicos, los únicos disponibles y, por lo tanto, con todas las reservas posibles, destaca Olaura por el elevado porcentaje de cerámica romana en relación con la turdetana, lo que aparentemente la individualiza frente a otros yacimientos conocidos del entorno. Es especialmente significativo el volumen de cerámica campaniense, que permite adelantar la hipótesis de una fuerte implantación romana, presumiblemente ya desde una etapa muy 79
temprana de la presencia de éstos en el Sur peninsular y durante toda la etapa republicana 67
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Según J.M . Juárez no se detectaron las cerámicas grises, documentadas en la región hasta al menos fines del III a.C. 68 De acuerdo con el mismo excavador tampoco se documenta la sigillata hispánica; aunque nosotros personalmente hemos recogido fragmentos de esta tipología en una reciente prospección superficial del yacimiento. 69 Un semis de Corduba de hacia la segunda mitad del II o primera del I a.C, una moneda de Jano Bifronte pompeyana de hacia el 45 a.C, otra de Augusto, y una última de Claudio (J.M3. Juárez, loe. cit., p. 484). 70 Véase Livio 28, 22 ss. 7 * Las carencias documentales impiden establecer, ni siquiera mutatis mutandis, cualquier paralelo, aunque sólo fuese remoto, con los casos de Hasta y la Turris Lascutana, y plantear así la justificación de un hipotético apoyo interesado a Roma por parte de los Olaurenses. 72 De nuevo, si se pueden poner en relación estas circunstancias con el proceso de la conquista, del que el asedio y la toma de Astapa (Ostippo ?, vide infra) es uno de los acontecimientos más significativos, es algo que todo lo más puede arriesgadamente intuirse, pero de ninguna manera documentarse. Presumiblemente la dinámica de las relaciones de la antigua Estepa con Olaura habría sido uno de los ejes de la historia comarcal. A pesar de la proximidad entre ambas, a sólo 4 kms. de distancia en línea recta la una de la otra, aparentemente se trata de dos ciudades de espaldas entre sí, volcadas hacia ámbitos diferentes. Ni siquiera desde un
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No resulta descabellado pensar que Olaura también habría debido estar inmersa en los conflictos civiles de fines de la República, que convulsionaron a la Vlterior, y haberse visto fuertemente afectada por su desenlace. Sin embargo las fuentes guardan silencio sobre el papel que habría jugado en la contienda. Según sabemos por otros ejemplos, ésta exigió ineludiblemente una toma de partido, por lo que el curso de la Guerra Civil y su traducción bélica se habría visto doblado habitualmente por los correspondientes enfrentamientos en el interior de las ciudades, que, en los casos en que se puede constatar, habrían adquirido la forma de conflictos no sólo políticos, sino asimismo de índole social . Si Olaura se benefició realmente de un crecimiento cualitativo de sus expectativas económicas tras la Guerra Civil es algo que queda por probar, pero de lo que la arqueología aporta suficientes indicios. Este crecimiento, junto a las dificultades orográficas del antiguo emplazamiento, habitat necesario por motivos defensivos en época de conflictos e incómodo en época de paz, explicaría la expansión urbanística hacia el llano. La dirección en que se efectuó esta expansión, hacia el SE, en dirección al actual casco urbano de Lora de Estepa, está plenamente justificada por la existencia de un manantial, hasta hace poco canalizado a lo largo del pueblo. Como manifestación de los cambios urbanísticos y de la presumible expansión demográfica, complementariamente a la primitiva necrópolis de la «Mata de las Pilas», aún en uso por entonces, se creó otra nueva al NO de la población actual. La publicación del senatus consultum de Cn. Pisone patre en Olaura, datado como sabemos el 10 de diciembre del 20 p.C, se enmarcaría en estas circunstancias históricas. Parece que la situación aparentemente cambió a mediados del siglo I p.C. Provisionalmente la arqueología parece documentar una mucha menor actividad a partir & entonces, conia detracción urbanística como consecuencia . El proceso que llevase a una amortización de la tabla en que se grabó el senadoconsulto, por falta de funcionalidad, podría
asentamiento se contempla el otro, por hacer la elevación del Monte Hacho de pantalla. '3 j. c. Jiménez Barrientes explica el papel de Olaura en la etapa que media entre la Guerra y los comienzos del Imperio concatenando una serie de indicios que, por muy sugerentes que puedan llegar a parecer, sin embargo no deben pasar más allá de la mera hipótesis por carencia de argumentos probatorios. Según él los habitantes de Olaura, entre los cuales los romanos y asimilados constituirían de forma presumible un número porcentualmente significativo, podrían haberse visto recompensados por un presunto papel favorable al partido cesariano en la contienda. Esta recompensa se habría operado en detrimento de los ostipponenses, en quienes habría que ver a partidarios del bando pompeyano: J.C. Jiménez Barrientes, J. Millán León, "Nueva aportación...": «Cabe... que se tratase [Olaura] de un pequeño enclave dependiente en cierto modo de su vecina y poderosa Ostippo, geográficamente muy próxima. Acaso esta cercanía hizo a Olaura beneficiaria de las consecuencias del conflicto bélico. Tras éste dispensó el vencedor castigos y recompensas. Lógicamente no podemos pronunciamos en este sentido, y por lo que a Olaura respecta, en ninguna dirección, pero sí podemos hacerlo acerca de Ostippo... En la inscripción del CIL II 1438 aparece una dedicatoria a Claudio hecha por unos personajes ostiponenses. En ella el emperador aparece restituyendo unos Agrorum Decumanorum (sic) que habían sido sustraídos a la jusrisdicción de la ciudad por una decisión de César o de Augusto. Nuestro planteamiento es la posibilidad de que esta medida pudiera beneficiar de algún modo a los vecinos olaurenses al menos durante el tiempo que transcurre entre el final de la guerra civil y el desempeño de la magistratura imperial por Claudio. Si paralelamente se produjo un beneficio de tipo jurídico, ello es algo sobre lo que no cabe posibilidad de juicio»... 74 Aun manteniéndonos en el campo de las hipótesis, consideramos muy prematuro, en función de la documentación existente y del recurso al argumento ex silentio, e innecesariamente drástico, plantear un «abandono» del área primitiva de asentamiento a partir de esta época.
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haberse iniciado por entonces . En el nivel actual de los trabajos arqueológicos, muy escasos y puntuales aún, no volvemos a detectar testimonios materiales significativos hasta fines del HI o comienzos del
/:> Hacia mediados del siglo I p.C, cuando ya no estaban vigentes las necesidades político-militares que habían primado las actuaciones de la época de César, se habría visto como imprescindible una reordenación racionalizados del territorio que redundase en un aumento de la producción y de la recaudación. En este sentido una inscripción datada el año 49 fue erigida por los o stipportense s en recuerdo de la actuación de Claudio como censor en la renovación de los límites de los agri decumani (CIL II 1438: [Ti. Claudi Drusif. I Caes. Aug. Germanico ]/ POfntJ MAX TRIB [poJ/TEST [Vili] P P IMP XVI I COS II[II CeJNSORE TE/RMINI AGROR DECV/MANOR [restiJTVTI ET NOVATI Q VERANIO I C POMPEIO GALLO COS I F(aciundum) c(urarunt) 0[sJtip(ponenses). Para Hiibner, CIL II, p. 197: «Terminano agrorum decumanorum in Claudii censura restituta et novata origine videtur instituía esse a Caesare Augustove». R. Corzo, tratando de este texto y aunque con una concepción de estos decumani que no compartimos, dice ("Notas sobre la organización agrícola de la Bética", Segovia y la Arqueología romana, Barcelona, Instituto de Arqueología y Prehistoria de la Universidad de Barcelona, Publicaciones Eventuales n° 27, 1977, p. 164): «la existencia de repartos agrícolas en la Bética por el sistema agri decumani... permite suponer que las primeras asignaciones, cuya restitución y ampliación se indican, deben proceder al menos de época republicana, contemporáneas quizás de las colonias de César y Augusto. La existencia de agri decumani en la Bética debe responder, sin embargo, a un momento anterior, ya que este sistema se utiliza sólo en las más primitivas colonizaciones italianas, y era ignorado por los tratadistas de agrimensura imperiales (F. Castagnoli, Le ricerche sui resti della centuriazione, Roma 1958, 24)». Para Pedro Sáez (P. Sáez Fernández, Agricultura romana de la Bética I, Sevilla 1987, pp. 128 ss.): ...«Parece claro, por tanto, que ciertos territorios del ager publicus de la provincia pagaban decuma. Se establecerían en función de su alineamiento a la causa pompeyana o cesariana... La restitución de estos agri decumani era muy importante para establecer los montos de trigo a entregar por los arrendadores del ager publicus en la Bética y Claudio se preocupó de ello, posiblemente por el estado de deterioro de los límites de los mismos, que restaría cantidades a pagar...». Si bien ello no queda explícito en el texto, resulta verosímil que esta renovación de los elementos que marcaban la delimitación espacial incluyese asimismo, en mayor o menor medida, también precisamente un retoque de la ubicación de hecho de estos límites, afectando a la superficie de los territorios caracterizados como decumani. En todo caso el alcance de estas medidas se nos escapa, aunque no debió de ser intrascendente. El presumible beneficio para los ostipponenses puede inferirse de la interpretación de estos territorios que hace Pedro Sáez en un trabajo que no ha visto aún la luz y cuya consulta le agradecemos (Propiedady tenencia de la tierra en la Bética Romana. República y Alto Imperio): «...nos encontramos con unas tierras cuya titularidad inmediata la encontramos en el Estado romano, en este caso dependientes del aerarium, que son explotadas en régimen de arrendamientos aunque quizás con unas condiciones distintas a lo que llamamos locano censoria,... En el caso de los agri decumani... parece que hay que pensar... en una cesión a sus antiguos posesores, no habiendo sido reunidas bajo el común apelativo de agri publici, aunque en realidad formaran grosso modo parte de él». Con esta actuación Claudio se adelantaría a la remodelación domicianea de límites, constatada, e.g., para la cercana Cisimbrium en el 84 (M.L. Cano Navas, "Inscripción romana, inédita, de la provincia de Córdoba", Actas del I Congreso de Historia de Andalucía. I, Córdoba 1978, pp. 347-353. Cisimbrium se localiza a no más de 40 kms. en línea recta de Olaura). Aparentemente la nueva situación fue favorable para Ostippo, al menos ello parece ponerlo en evidencia el que hubieran sido los propios ostipponenses, según la restitución que ya Hübner hiciese del final del texto, los responsables de la erección del epígrafe. Es terreno libre a la especulación, ante la carencia de otro argumento que el meramente arqueológico del presunto despoblamiento del ámbito de ocupación de la más primitiva Olaura, el referente a las hipotéticas repercusiones que tal medida Claudiana tendría sobre las comunidades vecinas, y entre ellas concretamente sobre la inmediata Olaura.
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IV. Por entonces ambas necrópolis mantienen todavía su funcionalidad y su ubicación primaria. La dinámica histórica es la propia de la época y de la región en la que orgánicamente se integra Olaura, como lo demuestran las concomitancias con una villa excavada en las proximidades de Casariche . Languidece la vida urbana y paralelamente crece el significado de las grandes villae suburbanas. La cuestión de la ubicación de los municipios no es un detalle baladí, sino que está en la raíz de la identificación de la relación entre las posibilidades del medio y la obtención del estatuto municipal. La problemática con la que nos enfrentamos en relación con este tema y con los documentos jurídicos en bronce, recurrentemente enunciada en las páginas anteriores, deriva en primer lugar y en gran medida de la idiosincracia e intereses de los excavadores clandestinos. Éstos por lo general desean prioritariamente ocultar a toda costa sus «filones». La habitual maniobra de diversión consiste en indicar otro lugar diferente al verdadero . Bien se escoje uno aleatoriamente o, lo que incluso introduce mayores dificultades a nuestra labor crítica, se indica un lugar famoso por haber procedido de allí otros documentos de significación, lo que se aprovecha para reafirmar la autenticidad de la pieza. En ocasiones aún se puede haber elegido el presunto lugar de hallazgo para halagar o adecuarse a los intereses, reales o presuntos, del adquirente. Ya hemos expuesto con antelación algunos ejemplos en este sentido. Pero, incluso, caso de que, a pesar de todas las dificultades, fuese conocido el lugar exacto de procedencia, no concluiría aquí la cuestión. No tiene por qué existir necesariamente una identificación del punto donde fue hallado el documento, con la ubicación del municipio en él recordado. Baste en este sentido aducir los casos de la Tabula Hebana, encontrada en una acumulación de metal antiguo, o, en la misma Bética, de las leyes Malacitana y Salpensana, halladas juntas en «Los Tejares», por entonces a las afueras de Málaga, entre la Alameda de Capuchinos y la de la Victoria. No hemos de olvidar tampoco el muy significativo caso de la tradicionalmente conocida como Lex Lauriacensis, del nombre del antiguo campamento legionario, que, tras el análisis de B. y H. Galsterer, puede denominarse a lo sumo sólo como «ley procedente de Lauriacum» . En efecto, tras una serie de consideraciones históricas y arqueológicas, estos autores concluyen que los cuatro fragmentos encontrados a comienzos de siglo en el norte de Austria de ninguna manera podrían reflejar la normativa jurídica del asentamiento militar. En Lauriacum existió en la Tarda Antigüedad una scutaria, que también utilizaba para la producción desechos metálicos, verosímilmente asequibles en gran cantidad tras las destrucciones derivadas de las invasiones germánicas del siglo III. Es posible que los fragmentos jurídicos mencionados fuesen llevados a la fábrica militar de armas de Lauriacum de alguna de las comunidades privilegiadas próximas. /6 J. C. Jiménez Barrientes, J. Alonso de la Sierra Fernández, A. de la Hoz Gándara, "Memoria de la excavación de urgencia en El Alcaparral (Casariche, Sevilla), 1985", Anuario Arqueológico de Andalucía 11985, III. Actividades de Urgencia, Sevilla 1987, pp. 274—276. De este yacimiento proceden siete mosaicos, uno de ellos, ya bien conocido, representando el «Juicio de Paris». Los excavadores le asignan una cronología a la villa,riquísimay de grandes dimensiones, del siglo IV, con una destrucción en tomo al primer cuarto del siglo V. Así sucedió, e.g., con el fragmento que recoge las epistulae de Antonino Pio. El propietario del fragmento indicó a J. González que, según sus informaciones, procedía de los alrededores de Marchena. Luego se pudo averiguar que había sido hallado al parecer en las proximidades del castillo de La Monclova (J. González, Bronces jurídicos..., pp. 171 ss.). 78 B. y H. Galsterer, "Zum Stadtrecht von Lauriacum", BJ 111, 1971, pp. 334-348.
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Plinio describió como oppidum liberum a Ostippo, localidad que llegó a ser municipio en época flavia. En este caso concreto se viene situando usualmente esta comunidad en la actual Estepa , aunque algún autor había propuesto otra identificación diferente, como E. Romero de Torres con Teba la Vieja. La cuestión se complica al mencionarnos asimismo las fuentes a la ciudad de Astapa. Un primer planteamiento posible es el de la identificación de ambos topónimos. A. Tovar entiende que Astapa, que aparece en las fuentes literarias referentes a los acontecimientos más antiguos de la época de la conquista , corresponde a una forma más antigua del nombre, mientras que Ostippo es el término usual para designar esta comunidad en época imperial . No duda en ubicar ambos topónimos en la propia Estepa. Por su parte A. Recio Veganzones , si bien confiesa que no se ha podido demostrar que Astapa y Ostippo sean localidades diferentes, prefiere distinguirlas, situando Astapa en la margen izquierda del Genil, en los términos de Puente Genil (Córdoba) y Herrera (Sevilla). A. Moreno y J.Ma. Juárez, también sin base argumentai, en la misma línea de distinguir Ostippo de Astapa, sitúan a la primera en Estepa, mientras que ubican Astapa en el yacimiento de «Los Castellares», al NO. de Puente Genil (Córdoba) . R. Corzo identificó Ostippo con Estepa, mientras que, basándose en Livio 28,22,1 y entendiendo que el paso del río por Marcio sólo pudo hacerse desde el sur hacia el norte -en lo que no coincidimos-, afirmó que «Astapa no pudo estar nunca ni cerca de Ostipo, ni en ningún otro lugar al Sur del río; la verdadera situación de esta ciudad debe buscarse en las Sierras de Córdoba y Sevilla, o incluso dentro ya de la Meseta». El hallazgo de un fragmento correspondiente a la Lex Ostipponensis ha venido a oo
alterar el panorama. A. Marcos Pous, el editor del texto , afirmó que apareció en «unos terrenos a orillas del río Genil, en zona que pertenece a la provincia de Córdoba, aunque en un lugar junto al río que está aproximadamente a la altura del pueblo de Herrera (Sevilla)». A. Stylow (en comunicación epistolar) es partidario de situar Ostippo precisamente en el yacimiento ya citado de «Los Castellares», de donde, según concreta él, procedía el fragmento de la ley; por lo que invierte el planteamiento de Moreno y Juárez. Por nuestra parte nos permitimos mantener reservas acerca de la procedencia exacta del fragmento de la Lex Ostipponensis, dada la casuística y la experiencia extraída del conocimiento de las formas de actuación de los excavadores clandestinos. Tampoco hay que olvidar que el casco urbano del pueblo de Herrera, a únicamente unos ocho kilómetros en línea recta de Estepa, dista sólo unos dos kilómetros del límite provincial. Existe un argumento que es pertinente 79
Plinio, NH3,12. Véase, e.g., R. Wiegels, Die Tribusinschriften des rómischen Hispanien. Ein Katalog, Berlín 1985, pp. 53 ss. 81 Catálogo Monumental Cádiz, Madrid 1934, p. 115. 82 Iberische Landeskunde. I, pp. 126 ss. 83 Livio 28,23,5 y Apiano, Iber. 33. °^ De esta manera aparece designada en Plinio (NH 3,12), el Itinerario de Antonino (411,3; en el Anónimo de Rávena IV 45 /316.16 como Osipori) y la documentación epigráfica {CIL II 1449, 1450 y 5049). 85 "Inscripciones romanas de la Bética: Estepa, Osuna, Martos y Porcuna", Boletín del Instituto de Estudios Giennenses 90,1976, pp. 73 ss. 86 "Hallazgos romanos...", pp. 413 ss. 87 "La segunda guerra púnica en la Bética", Habis 6, 1975, pp. 238 ss. 88 "Ley municipal de Ostippo", Cordoba Arqueológica 12,1982-83, pp. 43 ss. ou
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citar aquí, hubiese o no intervenido en este caso, pero que en otros se ha mostrado como elemento de significación en la asignación, sea cual fuese su autoría, de un lugar concreto db procedencia. Nos estamos refiriendo a la normativa que implica que todo material arqueológico encontrado dentro de los límites de una provincia deberá engrosar los fondos de su correspondiente Museo Arqueológico Provincial. Pero, incluso de proceder efectivamente el bronce de «Los Castellares», la argumentación expuesta al tratar del origen de la Lex Imitaría y la copia A del senatusconsultum es de nuevo válida aquí. El lugar de hallazgo de una ley municipal no presupone necesariamente la identificación del emplazamiento con el municipio correspondiente. Si se nos pide una opinión, la vuelta a la interpretación tradicional nos parece aún hoy en día una opción prudente y razonable en función de la documentación disponible y a expensas de ulteriores hallazgos.
Las mismas imprecisiones sobre la procedencia de que adolecen la mayoría de los fragmentos de las tabuLaeaeneae, debidas a los argumentos generales y a una casuística que comentamos en ocasiones anteriores, afectan a una pequeña pieza, correspondiente a una forma territorial. Este epígrafe, a pesar de reflejar una realidad geográfica del entorno del Guadiana, fue conocido junto con otros fragmentos por intermediación de un coleccionista de Ronda con ocasión de las indagaciones realizadas con el afán de completar la Lex Imitaría. A. Pérez Paz lo puso en conocimiento de nuestro compañero P. Sáez. Ambos realizaron una primera presentación del texto , ampliada por el segundo con posterioridad . Fue asimismo objeto de un trabajo de M. Clavel-Lévêque y el propio Sáez retomó con posterioridad aspectos particulares de la problemática suscitada por la aparición de este documento . El fragmento contiene el dibujo de la primera forma o mapa de una región centuriada encontrado hasta el presente. Dos de estas centurias aparecen completas, con la mención de su superficie: 275 yugadas, correspondientes a un módulo de 22 por 25 actus. En ningún mapa de los grornatici se refleja la superficie de las centurias, así como las de estas dimensiones suponen una absoluta novedad. Se refleja asimismo un trazo sinuoso en diagonal, junto al cual aparece la leyenda «Ana», correspondiente al río Guadiana. Otro trazo similar, aunque de menores dimensiones, podría corresponder a una vía no identificada . Fuera de la zona centuriada aparece la leyenda (fines) LACIMVRGEN(sium)y lo que permite 89 P. Sáez, A. Pérez Paz, "Un catastro antiguo en las inmediaciones de Lacimurga", Actas del II Congresso Peninsular de Historia Antiga (Coimbra 1990), Coimbra 1993, pp. 643-654 9 ^ p. sáez Fernández, "Estudio sobre una inscripción catastral colindante con Lacimurga", Habis 21, 1990, pp. 205 ss. 91 "Un plan cadastral à l'échelle. La forma de bronze de Lacimurga", Estudios de la Antigüedad 6/7,1989/90, pp. 175 ss. 92 P. Sáez Fernández, "Nuevas perspectivas en relación a la ordenación territorial del sur de la Lusitania española", Actas de la Mesa redonda internacional «Medio rural en Lusitania romana. Formas de habitat y ocupación del suelo», Salamanca 29 y 30 enero 1993, J. G. Gorges, M. Salinas de Frías (eds.), Salamanca 1993 (SHHA 10-11, 1992-1993), pp. 99-108. 93 Documento que contendría las fronteras y accidentes geográficos de un territorio, con las correspondientes parcelas, utilizado como base para realizar el posterior reparto de las tierras. 94 Para el primer editor alternativamente también a otro cauce fluvial (P. Sáez, "Estudio...", p. 214). M. Clavel-Lévêque se decanta excluyentemente por la identificación con una vía ("Un plan...", p. 176).
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certificar que el documento catastral se refiere a territorios colindantes con la ciudad presentada aquí con el nombre de Lacimurga . El pequeño bronce corrobora la existencia efe territorios de la Bética, a los que pertenece esta comunidad, más allá del Guadiana; como una serie de inscripciones de termini nos había hecho suponer de antemano Uno de éstos, el celebrado en el año 73 p.C. entre los Lacimurgenses y los Ucubitanos , procede del yacimiento de «La Mezquita», en el término de Navalvillar de Pela (Badajoz) y a escasa distancia del Guadiana, donde habitualmente se sitúa Lacimurga^^. Otra de las aportaciones más significativas de este nuevo documento es la plausible propuesta, hecha por P. Sáez, de identificar la zona centuriada con una praefectura de la colonia de Vcubi , que, como sabemos, también eran centuriadas. La datación considerada es de época augústea, sin haberse podido precisar más.
Al hablar de Itálica no vamos a entrar a tratar de nuevo el tema tan debatido de la procedencia de la presunta l e y municipal italicense, con hipótesis moviéndose entre Cortegana y la propia Itálica . No encontramos argumentos nuevos a añadir a la polémica, aún no definitivamente solventada, salvo - l o que no nos parece accesorio- que el texto reflejaría una situación jurídica que hay que poner en relación, y por lo tanto en contraste, con lo que asumimos actualmente del estatuto municipal de Itálica . Itálica sigue siendo un yacimiento arqueológico por multitud de argumentos notable. No sólo por la singularidad histórica o urbanística de la ciudad, o por la trayectoria de sus hijos más notables, sino también por la continua aportación de testimonios arqueológicos a ella referentes. Éste es el caso de un epígrafe recientemente publicado, sobre el que queremos llamar la atención. Su procedencia concreta es ignota, aunque se conserva en el Museo Nacional Romano . La inscripción, de índole funeraria, contiene el siguiente texto: lunia L.f. I Amoena I exprouinci[a] / Baetica municipi[o] I Italica I hic sita est I infr(onte) p(edes) XII 95
Sobre las variantes Lacimurga/Lacinimurga y la problemática que ello genera, véase P. Sáez, "Nuevas perspectivas..." citado supra en nota 92. 96 CIL II656, entre los emeritenses y ucubitanos; véase A. Caballos Rufino, "Colonia Claritas Iulia Ucubi", Habis 9, 1978, p. 287-y J. Alvarez Sáenz de Buruaga, "La fundación de Mérida", Augusta Emerita. Actas del Simposio Internacional commemorativo del bimilenario de Mérída, Madrid 1976, p. 23. 97 D. Vaquerizo Gil, "Epigrafía romana inédita de la llamada Siberia extremeña", REE 42.1, 1986, pp. 115-137 y A. Stylow, "Apuntes sobre epigrafía de época flavia en Hispania", Gerión 4, 1986, pp. 307-311. ^° Aunque D. Vaquerizo propone para esta identificación el próximo despoblado de "El Castillete". " Consideramos esta sugerencia más verosímil que la propuesta alternativa de considerar la zona incluida en el territorio de la colonia de Metellinum. 100 J. González, "Italica municipium iuris Latini", MCV 20, 1984, pp. 17 ss.; A.Ma. Canto, "A propos de la loi municipale de Corticata (Cortegana, Huelva, Espagne)", ZPE 63, 1986, pp. 217 ss.; J. González, "More on the Italica fragment of Lex municipalis", ZPE 70, 1987, pp. 217 ss. 1( )1 Alternativamente A.T. Fear ("Italica: municipium civium romanorum", Florentia Iliberritana 3, 1992, pp. 127-138) propuso la posibilidad de identificar el fragmento con la ley colonial italicense. 102 C. Ricci, "Hispani a Roma", Gerión 10, 1992, pp. I l l ss.
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/ in ag(ro)p{edes) XVI. La editora, por criterios formales, asigna el texto a época augústea. La mención de la Bética permite atribuir una fecha post quern de entre el 25 y el 12 a.C, entre las que fluctúan las dataciones tradicionales asignadas a la creación de la provincia. Amoena no resulta desconocido en Itálica. Es también el cognomen de otra italicense documentada en la propia ciudad. Se trata de un pedestal de estatua ecuestre con la inscripción L. Pontio C. f Ser. I Amoena filia . La tribu Sergia nos identifica al personaje como italicense 104 , con un remoto origen oseo según el gentilicio. A. Canto data el epígrafe del teatro en torno a la época flavia, aunque nosotros creemos más plausible una cronología anterior. Hace poco publicábamos otra inscripción, recientemente aparecida, de un C. Ponti(us) Alexi(us). Con aquella ocasión planteábamos la posibilidad de que nos encontrásemos ante un liberto de la familia de los personajes de la inscripción del teatro . No es éste sin embargo el último de los Pontii aparecidos en la ciudad. Una placa procedente de la necrópolis detectada m situ en las proximidades de la entrada del anfi teatro de Itálica presenta el siguiente texto: D(is) M(anibus) s(acrum), Pontius Caecilius Donatus vix(it) ann(os) XXXI, m(enses) V d(ies) Villi, fratres pienissimi fecerunt, h(ic) s(itus) e(st), s(it) t(ibi) t(erra) l(euis)106. La cronología que debe asignarse al texto es la de comienzos del siglo III. Podemos así rastrear el gentilicio en Itálica a lo largo de un período de tiempo muy dilatado; aunque esta misma separación temporal debería llevarnos a excluir el planteamiento de cualquier hipótesis sobre relaciones familiares directas. Con toda verosimilitud la expresión «fratres pienissimi» del texto puede ponerse en relación no únicamente con una realidad familiar, sino que también podría vincularse muy plausiblemente con el mundo del asociacionismo . Un dato que nos pone en antecedentes del alcance del proceso de romanización de la 1 08
propia Itálica acaba de proporcionarnos un nuevo texto, aparecido en 1993 . En Abril de ese año se pusieron al descubierto in situ materiales muy significativos de la necrópolis situada al nordeste de Itálica, junto a la vía que conduce a Mérida. Allí apareció una cupa, conservada en perfecto estado, de ladrillo y maciza. La inscripción empotrada en ésta se refiere a un personaje de estirpe turdetana, receptor de la ciudadanía como consecuencia de la promulgación de la Constitutio Antoniniana. El texto dice: D(is) M(anibus) s(acrum), Aur(elius) Vgaiddillus uix(i) t annos XXIII, frater Musici, h(ic) s(itus) e(st), s(it) t(ibi) t(erra)l(euis). Son de destacar en el texto tanto el formulario con la mención del difunto en nominativo, rasgo muy generalizado en la epigrafía funeraria italicense , la carencia de praenomen así como la abreviación del gentilicio, entre otros datos de significación xyj3
A. M3. Canto y de Gregorio, La epigrafía romana de Itálica, Madrid 1985, pp. 283-
287, n°61. 104 R. Wiegels, Die Tribusinschriften des rómischen Hispanien. Ein Katalog, Berlín 1985, pp. 44 ss. 105 A. Caballos Rufino, "Nuevas inscripciones italicenses", Habis 24, 1993, pp. 287ss. 106 A. Caballos Rufino, "Varia funeraria italicense", Habis 25, 1994, pp. 225-245. Véase J.-P. Waltzing, Etude historique sur les corporations professionnelles chez les Romains. Depuis les origines jusqu'à la chute de VEmpire d'Occident, Lovaina 1900, p. 266. 108 A. Caballos Rufino, "Varia..."véase supra nota 106. 109 O bien nexo IT. 110 y que en otros ámbitos se hubiera tenido por signo arcaizante. La conservación de este formulario se adecúa plenamente al ambiente italicense, cuyo prestigio estaba cimentado en la antigüedad de la fundación de la ciudad, lo que mantiene plenamente vigentes rasgos que pudieran ser considerados puristas.
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paleografica. El cognomen resulta excepcional y, que sepamos, sólo conocido con esta forma por este texto . Puede muy plausiblemente tratarse de una latinización de un nombre personal de origen turdetano. J. Untermann, en comunicación epistolar, nos recuerda como el sufijo -Mus es bastante frecuente en el sudoeste peninsular ligado con la onomástica autóctona. En Cannona se documenta el antropònimo Vgao*- . En Obulco Vrkail o Vrkailtu1 , que posiblemente puede haber estado relacionado onomásticamente con Vgaiddillus. Ambos nos recuerdan a aquel Vrchail, Anita f., Chilasurgun de una inscripción verosímilmente de finales de la República procedente de la vecina Ilipa . Para Untermann habría que suponerlo tal vez un nombre de estirpe ibérica aceptado en la onomástica turdetana115. En relación con la cronología asignada al texto de Itálica, el gentilicio Aurelius, su abreviación , la carencia depraenomen y el peculiar cognomen indígena planteamos la posibilidad, que para nosotros resulta la propuesta más plausible , de que se tratase precisamente de un peregrino que hubiese obtenido la ciudadanía como consecuencia de la concesión de Caracalla. No se nos escapan las consecuencias de la constatación del mantenimiento de la onomástica prerromana en una etapa relativamente tan avanzada como la del siglo m y en una ciudad como Itálica. Una vía de estudio, en la que sólo se han efectuado algunos escarceos a pesar de presentarse como muy fructífera, es la del análisis de la documentación medieval y altomodema. Su explotación hasta ahora sólo ha sido puntual en función de la búsqueda experimental de soluciones a problemas muy concretos de la investigación. Estos intentos adolecen en ocasiones de falta de preparación en las tareas hermenéuticas específicas que requiere una documentación en la que habitualmente no se está versado. Es hora de encarar frontalmente esta tarea, que ha de ser interdisciplinaria, si se pretende obtener el máximo de
m No aparece en los repertorios de Nf.L. Albertos (La onomástica personal primitiva de Hispania Tarraconense y Be'tica, Salamanca 1966) o J. Untermann (Elementos de un Atlas antroponimico de la Hispania Antigua, Madrid 1965). 112 CIL II 1383. M3 L. Albertos, La onomástica..., p. 248. **^ En monedas de Obulco (A. Vives, La moneda hispánica, Madrid 1926, III, p. 58). Tradicionalmente leído en la forma O.r.ca.il y O.r.ca.i.l.u. Ya para Schmoll Urcail, Urcailtu. Véase Ma.L. Albertos, op. cit., pp. 256 y 276 y J. Untermann MLH 1, A. 100, p.337. 114 CIL II 1087 = ILS 5573. J. Untermann (Elementos..., pp. 181 ss.) cita los casos documentados en Hispania, tanto 9 menciones antroponímicas como algunos topónimos de la misma raíz. 1 ^ En una comunicación fechada el 29.05.93: ...«ich würde eher annehmen, da£ Urchail ais einzelner Name aus dem iberischen Namenrepertoire in das turdetanische übernohmen worden ist». En esta misma ocasión este mismo autor nos adelanta una interesante sugerencia a tomar en consideración: ...«Deshalb finde ich es intéressant, daB in Carmona auch ein Musimus beiegt ist (M*L. Albertos, La onomástica..., p. 163): vielleicht gehoren auch Musimus und Musicus zum turdetanischen Namenbestand. Hier ware darán zu erinnem, dafì Ñamen, die mit m beginnen, in der iberischen Onomastik fast volli g fehlen, wàhrend dieser Konsonant am Wortanfang in der Bastetania, Oretania und in mittleren Andalusien òfters vorkommt (Mastia, Murgi, Munda, Munigua, Maenoba, Mentesa)». I*" Que se generaliza sólo con posterioridad al 212. 1 ! ' En sintonía con la opinion expresada por A.U. Stylow.
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beneficios, de la forma lo más amplia posible 118 . Un trabajo de este tipo es el que últimamente está contemplando el grupo de investigación que, dirigido por P. Sáez Fernández, analiza la dinámica del poblamiento en la comarca de Écija. De forma puntual y a título de mero ejemplo en lo que a la problemática de la identificación toponímica respecta nos vamos a referir aquí al yacimiento arqueológico del «Cerro de las Cabezas» 119 . Éste se encuentra situado junto al río Guadiamar y a unos cinco kilómetros de la localidad sevillana de Olivares, formando una eminencia natural de sesenta y seis metros sobre el nivel del mar y a veinticinco metros de altura sobre el terreno circundante. A hacer de ésta una situación privilegiada vienen a contribuir una multiplicidad de factores, entre los que cabe mencionar el encontrarse en el corazón de un área agricolamente muy fértil, y muy próxima a laricazona minera de la Sierra Morena, con la que mantiene estrechas relaciones. Además, la vía que iba de Hispalis al Oeste, hacia Ituci y Huelva, cruzaba el Guadiamar en las inmediatas proximidades. Este río, que entonces discurría por las faldas del Cerro , como se deduce tanto de un estudio geográfico como, con carácter irrefutable, déla existencia en la ladera de un muelle fluvial de época romana, era una importante ruta de navegación en la Antigüedad. En línea recta el Cerro de las Cabezas dista unos quince kilómetros de Itálica, unos veinte de Tejada y diez de Aznalcóllar. Su superficie supera las cinco hectáreas, y su cota máxima es la de los sesenta y seis metros, con un desnivel medio de unos veinticinco metros sobre el terreno circundante, aprovechándose para el acceso el hecho de que el cerro está inclinado hacia el sureste, presentando en ese extremo su menor desnivel. Esta estructura en forma de mesa elevada, junto a su situación, es el segundo de los motivos que explican la continuidad de su poblamiento. Los materiales aparecidos en el Cerro, fundamentalmente la cerámica de retícula bruñida y, tras ésta, la cerámica incisa, nos indican una continuidad del poblamiento desde el Bronce Final. Siguiendo los modelos de la cerámica bruñida aparecen otras cerámicas de este tipo, pero ya realizadas a torno. Constatamos la existencia de fragmentos de piezas de barniz rojo, aunque en pequeña proporción. Más tarde la cerámica ática y la pintada a bandas, ésta última con una gran pervivencia, conviviendo con la campaniense y luego con la sigillata hasta el siglo I p.C. Hasta ese momento la continuidad del poblamiento antiguo del Cerro de las Cabezas estaría presumiblemente determinada tanto por las condiciones defensivas del emplazamiento, debido a la protección que supone la disposición de las curvas de nivel, como por la fecundidad agrícola y minera y sus posibilidades de explotación, sin olvidar tampoco las producciones complementarias derivadas de la localizadón en una frontera entre 118 Ya A. Padilla realizó recientemente una síntesis sobre la situación de la Bética durante la Antigüedad Tardía (La Provincia romana de la Bética (253-422), Ecija 1989) con una espléndida explotación de documentación medieval. En relación con la temática que aquí debe destacarse son de interés sus apéndices sobre la red viaria de la Bética (pp. 231 ss.), las villae (p. 257), la toponimia derivada de los nombres de possessores (pp. 279 ss.) o, más específicamente, un amplio listado toponímico con sus identificaciones correspondientes (pp. 301 ss.). ü ^ Como popularmente se le conoce en la actualidad. En ocasiones, fundamentalmente en algunos testimonios documentales, es citado como "Cerro de la Cabeza", en singular, derivado del correspondiente topónimo "Cabeza del Maestre". Véase A. Caballos, J.L. Escacena, El Cerro de las Cabezas (Olivares, Sevilla). Campaña de Excavación de 1981 (Madrid, Ministerio de Cultura), en curso de publicación. 12 ^ F. Didierjean: "Le Paysage rural antique au Nord-Ouest de Seville (Campo et Aljarafe)", MCV 14, 1978, p. 15; e Idem, "Archéologie aérienne dans la province de Seville: premiers résultats" MCV 15, 1979, pp. 100-101.
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áreas geográficas diversas. Es por entonces cuando concluye el proceso de urbanización con una estructura prácticamente definitiva, que en sus rasgos esenciales se mantendrá con posterioridad Con la integración en la órbita romana pasa a tener un valor prioritario la ubicación del Cerro en un nudo de comunicaciones de gran valor estratégico. Como resultado de la presencia romana el poblamiento desborda los relativamente estrechos límites de la meseta para asentarse en las vaguadas y colinas inmediatas, Degando el poblado a su máxima expansión. Una de las construcciones más significativas del yacimiento, cuya función únicamente se ha podido dilucidar tras nuestras excavaciones y el estudio de la evolución del cauce fluvial del Guadiamar, es la situada en la ladera del Cerro. Su estado de conservación era muy deficiente, y el expolio de las primeras hiladas de grandes sillares de piedra de que está compuesta la edificación había enmascarado sus formas originarias. Tras la limpieza del terreno y la extracción de la gran cantidad de tierra acumulada se pudo identificar su estructura rectangular, cuyo lado mayor es el que se apoya en el Cerro, por lo que por este sector el edificio no necesita estar protegido por sillares. Se trata indudablemente de un fuerte muelle fluvial, cuya datación debe ser muy temprana, como lo testimonia la cerámica en él aparecida, correspondiente a los primeros momentos de la presencia romana en este 101 territorio . Esta construcción, junto con la de Peñaflor en el Guadalquivir, son únicas en i " 122 su genero en la region . La espléndida ubicación del Cerro en una vital encrucijada de comunicaciones, en el punto donde cruzaba elríoGuadiamar la vía que conducía de Hispcdis e Italica al Oeste, en , hizo que su control fuese de un dirección a los ricos cotos mineros de la Sierra Morena enorme valor estratégico para Roma ya desde los primeros momentos de la conquista, máxime teniendo en cuenta que el poblado estaba situado en uno de los pasos naturales de las incursiones lusitanas hacia la Turdetania. Ello justificaría el muy verosímil aunque presunto establecimiento de una guarnición romana, teniendo en cuenta que ciudades de más al interior, como Ituci, contaban asimismo con este tipo de destacamentos documentados en . época de las guerras con Vinato Hipotéticamente nos atrevemos a plantear que el sometimiento o, alternativamente, la ausencia de hostilidad de la población indígena asentada en el Cerro de las Cabezas con relación a los romanos, así como la conveniencia del emplazamiento, podrían haber sido los argumentos que habrían llevado a éstos últimos a la construcción, en los primeros 121
Al respecto el asentamiento de Itálica pudo haber desempeñado un significativo papel, puesto que su actividad no se debería ni mucho menos haber limitado exclusivamente al ámbito de la producción agrícola, sobre todo teniendo en cuenta la proximidad del área de tradicional explotación minera de la cuenca onubense. Para acceder a ella por vía terrestre desde el valle del Guadalquivir el camino natural es el que pasa por el Cerro. 122 véase A. Léger, Les travaux publics, les mines et la métallurgie aux temps des romains. La tradition romaine jusque nos jours (Nogent-le-Roi 1979, 2a éd.), pp. 429 ss., especialmente pp. 449 ss. 123 El embarque de estos productos en el Guadiamar a la altura del Cerro de las Cabezas de ahí el emplazamiento del muelle— abarataría de forma muy sustancial los costes de transporte, con lo que habría podido servir de justificación básica de este asentamiento. * 2 4 Apiano, Iber. 66. Véase A. Caballos Rufino, Contribución al estudio de la obra colonizadora de Julio César en la Ulterior: C. Claritas lulia Ucubi, C. Virtus lulia Ituci y C. Asta Regia (Sevilla, Memoria de Licenciatura, 1978) 65 ss. e Idem, "Los senadores de origen hispano durante la República Romana", Apéndice I, C. Marcius, en Estudios sobre Urso Colonia lutta Genetiva, Sevilla 1989, pp. 263 ss.
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momentos de la presencia romana en Hispania según se desprende de la cronología de los materiales cerámicos, del muelle fluvial en la ladera, cuya justificación se fundamentaría así en cuestiones militares, fiscales, económicas y de control de las comunicaciones. Tras la etapa de expansión correspondiente a época altoimperial, a partir de la segunda mitad del siglo II p.C. se inició un proceso de lenta pero progresiva decadencia del poblado. Si bien en época musulmana seguía estando habitado, mantenía una vida lánguida, perdida definitivamente su antigua pujanza. La arqueología manifiesta suficientes testimonios de este estado de cosas, e incluso de problemas más graves, registrándose restos de tierra calcinada tanto en la calle como en el interior de las habitaciones. Esta decadencia general e irremediable pudo estar motivada, junto a algunas causas coyunturales, básicamente por otros problemas más profundos, entre los que creemos que deberían destacarse la menor explotación de las minas, las graves consecuencias para el poblado de un desplazamiento del lecho del río, debido tanto a la acción antropica corno a los procesos naturales, y el auge de otros centros nuevos que surgieron en la comarca debido a una modificación de los factores políticos y económicos y que acabarían sustituyendo al poblado del Cerro en su papel protagonista en la región . Otra hipótesis alternativa, pero aún por probar en todos sus extremos, es la sustentada por F. Didierjean , por la que, si se identifica el topónimo «Tema» del Anónimo de Rávena 128 con el actual Tomares, en la provincia de Sevilla, habría que pensar en un desplazamiento db la vía de Hispalis al Oeste, con el consiguiente abandono de la antigua ruta que pasaba por delante del Cerro y que en gran medida había justificado hasta entonces la continuidad de su poblamiento. En todo caso, de mantenerse el poblamiento regular hasta mediados del siglo XIII, la ocupación del reino de Niebla en 1262 haría perder todo su interés estratégico al emplazamiento del Cerro de las Cabezas. Aunque carezcamos de documentación probatoria, verosímilmente se puede tomar en consideración ese importante hito histórico para situar cronológicamente el definitivo abandono del Cerro. Ningún resto procedente del Cerro de las Cabezas, al menos los resultantes de las campañas de excavaciones conocidos por nosotros, ha conservado la mención del topónimo antiguo, y los testimonios numismáticos tampoco colaboran al respecto. Sin embargo sus dimensiones y estructura, de lo que se deriva el presumible carácter urbano del asentamiento, así como la continuidad del poblamiento durante un período tan dilatado de tiempo, permiten considerar verosímil la posibilidad de que su denominación se haya conservado en alguna de las fuentes llegadas hasta nosotros. Desgraciadamente nada aportan los Itinerarios respecto a la identificación129. Con relación a las descripciones geográficas el análisis debe partir de la identificación del nombre antiguo correspondiente al río Guadiamar, en cuyas orillas se asentaba la ciudad. Por la importancia del río, mayor incluso en la Antigüedad, por su carácter navegable y por ser el * 2 5 La inexistencia o inoperancia de unos poderes públicos con suficiente capacidad de organización supondría la omisión o el poco cuidado en las labores de acondicionamiento periódico del río para adecuarlo a la navegación. 126 Sería algo similar a lo que sucedió con Tejada la Nueva, cuya etapa de abandono gradual está en relación con el beneficio de sus alquerías (los actuales pueblos de Escacena del Campo, Paterna del Campo y Manzanilla); proceso que tendría su confirmación definitiva por la reconquista cristiana hacia el 1248 (Véase A. Blanco, B. Rothenberg, Exploración Arqueometalúrgica de Huelva, Barcelona 1981, p. 229). 127 "Lç paysage p^i antique..., p. 15 (véase nota 120). 128 IV.45 (317,12). 129 Itinerario de Antonino 431, 8 ss. y Anònimo de Rávena IV,45 (317,10 ss.).
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único de suficientes dimensiones por la orilla derecha del Guadalquivir en su tramo inferior, resulta prácticamente obligada su identificación con el «Maenoba» del conuentus Hispalensis, que hay que diferenciar del río que desemboca en el Mediterráneo al este de Malaca y cuyo nombre tal vez fuese el mismo de la ciudad Maenuba de sus orillas. En todo caso se debe rechazar la identificación del Cerro de las Cabezas con la Mainoba de Estrabón incluso caso de que hipotéticamente aunque con poco fundamento se la sitúe en el Guadiamar, porque Estrabón la menciona entre otras ciudades situadas a orillas de estuarios, y el Cerro se halla todavía a bastante distancia de la antigua desembocadura del Maenuba en el estuario del Baetis. Plinio en su descripción de la Bética menciona alguna de las antiguas ciudades próximas al Guadiamar . Si bien la mayoría de los autores han asumido que los topónimos mencionados por Plinio fueron Olontigi, Laelia y Lastigi, los diferentes códices distan mucho de coincidir, transmitiendo distintas versiones del texto . No obstante, mientras no exista ninguna otra alternativa más verosímil, se pueden seguir aceptando dichos nombres, cualquier hipótesis de ubicación debe partir irremediablemente de esta provisionalidad en lafijacióntoponímica. Una vez comentado el caso de Maenuba nos restan por tanto únicamente estas tres ciudades de Olontigi, Laelia y Lastigi como las más idóneas candidatas de entre las mencionadas por las fuentes a identificarse con el antiguo poblado asentado en el Cerro de las Cabezas. Por descontado caso de que partamos del supuesto indemostrable de que se trate de alguna de ellas y no de una ciudad cuyo nombre no haya sido conservado por la IOC
documentación . También como tema previo en relación con el texto pliniano junto a la cuestión toponímica hay que considerar en segundo lugar si la expresión «hautprocul» con la que Plinio describe indistintamente la ubicación de las tres ciudades del Maenoba puede ser aplicable también concretamente a un emplazamiento situado justo en la misma orilla del río. Al respecto, y en apoyo de una respuesta positiva, hay que tomar en consideración el matiz de proximidad del mismo verbo «accolo». 130
Plinio, NH3,ll. Plinio, NH3,S; véase A. Tovar, Iberische Landeskunde, I, pp. 78 ss. 132 3,2,5. 133 NH3,12. * 3 ^ Olontigicaeli, Alontigiceli, Alistigi, Lostigi... La. lectura Olontigi, Laelia, Lastigi fue una interpretación de Mommsen. Caelia en vez de Laelia en la edición de K. Müller ad Ptolemaei Geographiam. Alontigicaeli en los códices Leidensis Vossianus (en éste también olontigicaeli), Vaticanas Latinus 3861, Leidensis Lipsii n.VII y Parisinus Latinus. Otras versiones -celi, alastigi, -gie, alost-, lost-: véase la edición de K. Mayhoff para la Bibliotheca Teubneriana (Leipzig 1906). Sobre la estructura de la obra de Plinio, la intención de éste en realizar una obra literaria de tipo enciclopédico y, por tanto, sus limitaciones como fuente histórica y geográfica véase recientemente M. Mayer, "Plinio el Viejo y las ciudades de la Baetica. Aproximación a un estado actual del problema", Estudios sobre Urso Colonia Mia Genetiva, Sevilla 1989, pp. 303-333, especialmente pp. 309-311 y 326-328. Metodologicamente la segura lectura Laelia de las monedas puede servir de referencia, pero no debe ser utilizada a priori para forzar la interpretación filológica, pues la identificación no es segura, sino que debe considerarse por el momento sólo verosímil. l 3 ^ Pues la aparición reciente de ciudades hasta ahora desconocidas, como los paradigmáticos casos de Irnio Villo, nos debe hacer muy precavidos al respecto. 131
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No concluyen con ello las dificultades, pues a partir de los escasos testimonios y referencias conservados por la documentación, en multitud de ocasiones las ubicaciones propuestas proceden únicamente de intuiciones más o menos fundamentadas, y cualquier compromiso identificador exige dar más o menos arriesgados saltos en el vacío. Olontigi, si éste es el nombre que originariamente citara Plinio 1 3 6 , también aparece en Mela 1 3 7 en la forma Olintigi. El segundo golfo citado por Pomponio Mela en cuyas orillas se halla esta ciudad abarcaría desde la desembocadura del Guadalquivir hasta posiblemente el Cabo de Santa María junto a Faro. Se la identifica también con Olont/Olunt de las monedas, pero cualquiera de las ubicaciones aducidas 138 resulta absolutamente hipotética, al carecer de cualquier tipo de argumento probatorio. Frente a la Delgado era de la opinión de que las monedas de Olont procedían mayoría de eruditos de la zona de Aznalcázar, por lo que ubicó allí la antigua ciudad. Sin embargo en todo caso los datos aportados por Mela impiden su identificación con el Cerro de las Cabezas. Lastigi es citada dos veces por Plinio: una vez entre las ciudades no lejos del Guadalquivir, aunque en este caso el nombre no está absolutamente fijado, y otra 1 4 2 entre las ciudades de la Céltica. Geográficamente se trata de una región muy imprecisamente definida, pues, si en un momento Plinio se está refiriendo a los celtas de la Baeturia}^', luego incluye también a los celtas de las serranías gaditanas, a menos que se introduzca como corrección una coma tras «praeter haec in Celtica», como algún autor, aunque también con objecciones en el mismo texto, ya había supuesto . De nuevo, para el caso de Lastigi, cualquier compromiso identificador carece de pistas absolutamente fiables. Incluso no se debe rechazar a priori la posibilidad de encontrarnos con dos ciudades 136
Olontigicaeli, Alontigiceli, Alistigi, Lostigi. 3,1,5. 138 A. Tovar, op. cit., pp.168 ss. 13 ^ Para Rodrigo Caro, (pp. cit., folio 208) estaría situada en Moguer: "He sospechado, que puede ser el lugar, que llama Pomponio Mela en este paraje Olintigi, y lo situó, no lexos de Onoba, diziendo, que ambos pueblos eran pequeños". Según Cortés la ciudad de Olontigi debía situarse hacia Gibraleón, para Ceán Bermúdez debía ubicarse en Almonte, mientras que Masdeu la relaciona con Almonte por las monedas de Olunt con aquella procedencia. 14 ^ Nuevo Método de clasificación de las Medallas autónomas de España, Sevilla 1871, p. 378. 141 Plinio, NH3,12. 142 Plinio, JVH3.14. * 43 La región más allá del Guadalquivir hasta el Guadiana. 144 A. Tovar, Iberische..., pp 31, n.35 y 153, n.101. * 4 ^ A. Tovar, Iberische..., p. 167. Rodrigo Caro (op. cit., folios 185-186) afirmó que «Lastigi es oy la villa de Zahara» y «Lastigi es el quinto pueblo Celtico deste distrito, en el cual no se ofrece menos dificultad para assentar, cual pueblo sea: pero aquella maxima, que llevamos, de que estos lugares estuvieran unos cerca de otros, y algunas otras razonables congeturas me dan a entender, que Lastigi es oy la villa de Zahara,...». Para Cortés y López debía corresponder a Castuera (provincia de Badajoz), mientras que para Antonio Delgado (Nuevo Método de clasificación de las medallas autónomas de España, Sevilla 1881, p. 239) Lastigi debía situarse río arriba del Guadiamar, en las proximidades de Aznalcóllar. En el libro del anterior (pp. 173 a 178) F. Mateos Gago realizó un estudio monográfico de esta localidad, cuyo nombre, de raíz fenicia, se atrevió a interpretar como la «colonia del almendro», aportando la localización del P. Flórez en la Sierra del Pinar, y ubicando a la antigua ciudad «por aquella costa de poniente en que desemboca el Guadiana». 137
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homónimas o de grafía muy similar. A título de sugerencia cabe señalar que las ciudades mencionadas en la larga lista pliniana se ubican generalmente en áreas de serranía, con lo que no concordaría el emplazamiento del Cerro de las Cabezas . Nos queda únicamente tratar de la ciudad mencionada como Laelia en Plinio y Lailía en Ptolomeo . Como es esta ciudad de Laelia, entre las citadas, la que a nuestro entender con carácter hipotético más posibilidades tiene de corresponder al yacimiento del Cerro de las Cabezas, sin que en absoluto se pueda hablar de cualquier grado de certidumbre, creemos interesante aducir aquí algunas opiniones de la historiografía acerca de la ubicación de esta antigua ciudad, excluyendo por improcedentes a priori las que la relacionan con Arcos. La localizadón de Rolomeo puede corresponder muy aproximadamente con la ubicación del Cerro de las Cabezas , así como la mención de su inclusión en la Turdetania, y otro tanto se puede decir de la cita de- Plinio 1 1 . ■I
Para CeánBermúdez
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esta Laelia no era la documentada en las monedas, que,
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según él , proceden de Albaida «y entre las ruinas de otra población romana, que están allí muy cerca en el cortijo de la Pizana». Antonio Delgado, por su parte , recoge la opinión de Ceán Bermúdez y sitúa Laelia bien en el Cortijo de la Pizana, no lejos de Albaida, donde existen restos arqueológicos y monedas de la ceca de Laelia, bien en la propia Sanlúcar la Mayor . A la par, en la línea de Cortés y López, propone corregir el topónimo Tema del anónimo de Rávena , para él Tenia, en Laelia-, con lo que se confirmaría la ubicación de esta ciudad en la ruta entre Hispalis y Tucai . R. Corzo y A. Jiménez al analizar el curso del río Guadiamar situaron primero, más próxima a la desembocadura, a Olontigi, luego a Laelia y, finalmente, «bien adentrada en la Sierra», a
146 pellicer ha supuesto incluso la posibilidad de identificar Lastigi con el Cerro de las Cabezas, aunque para ello no contemos con ningún argumento probatorio, sino sólo la inconcreta mención de Plinio, véase F. Chaves Tristan, "Numismática antigua de la Ulterior", Numisma año XXX, n°162-164, 1980, p. 103. 147 Sobre el nombre que aparece en los manuscritos plinianos, fundido con el de Olontigi en la forma «Alontigicaeli», y la corrección Caelia/Laelia, que hacen muy insegura la genuina designación originaria de la ciudad véase A. Tovar, Iberische..., p. 59, n.64. 148 N h 3,12. 149 2,4,10. * 5 0 Con el grado de aproximación propio de la obra de Ptolomeo, y sin que creamos puedan sustentarse opiniones tajantes basadas en sus aportaciones. Recuérdese al respecto los datos que aporta para los casos de Anuida yAcinippo (Ptol. 2,4,10). 1^1 Con la salvedad de la interpretación del valor del «hautprocul», aunque no definitiva por su imprecisión, vide supra. 152 Op. cit., p. 260. 153 Ibidem, p. 253. 154 Op. cit., p. 158. ! 5 s p o r e s ta última localidad parece decantarse en la página 159 al hablar del repartimiento de Alfonso X antes de la conquista de Niebla. 156 IV.45 (317,10 ss.). l^ 7 Correspondiente al yacimiento arqueológico de Tejada, véase A. Caballos Rufino: Contribución..., & Idem, "Iptuci, ciuitas stipendiaria del Conventus Gaditanus", Gades 7, 1981, pp. 37-46. 158 -Organización territorial de la 'Baetica'", AEA 53, 1980, p. 44.
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Lastigi. Debido a los problemas de transmisión se ha llegado a pensar que el nombre podría ser Caelia, en lugar de Laelia1 , y con relación a su posible ubicación los autores del artículo anteriormente mencionado opinan que «cabría identificarla con la actual Gerena, donde existe un importantísismo yacimiento» . F. Didierjean de forma más concreta fue el primero en aducir c o m o probable la identificación del yacimiento del Cerro de las Cabezas con la antigua Caelia , basándose en las informaciones de Ceán sobre hallazgos de monedas de esta ceca en Albaida del Aljarafe, pueblo situado en las inmediaciones del Cerro. A la par analizó la vía db Hispalis a Onuba, encontrando huellas de ésta en el «Camino de los Juncos», afirmando que pasaba por delante del Cerro de las Cabezas . La obra del geografo almeriense del siglo XI Ahmad Ibn 'Umar Ibn Anas al-Udrí es, por el contrario, más útil, aunque no deja de ser imprecisa . Este autor, entre los climas de Sevilla, menciona de forma muy escueta el «Clima de Lelio», no aportando ningún dato sobre la ubicación precisa de este topónimo del Occidente del Guadalquivir. E. Gálvez Vázquez en su estudio 1 propone identificar el nombre con el de la antigua Laelia, situándola en Albaida. Si esta equivalencia fuese cierta, como resulta verosímil dadas las indicaciones aportadas por al-Udrí, incorporaríamos así al menos un testimonio documental
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Sin embargo tanto la letra «L» con la que comienza el confuso nombre de la ciudad en varios manuscritos, como la existencia de la ceca de LAELIÁ, hacen verosímil la preferente posibilidad de interpretación en el texto pliniano de la ciudad como Laelia. Corzo y Jiménez opinaban asimismo que la ciudad de Caelia estuvo «quizás relacionada con una fundación, de ubicación desconocida, hecha por Caelius en la primera campaña contra los lusitanos». Si bien una vía de penetración muy idónea hacia el territorio lusitano desde la Turdetania era precisamente la que, pasando por el Cerro, llevaba a Ituci y más al Occidente, habría que pensar entonces en la existencia hipotética de dos ciudades, Lailía y la supuesta Caelia, puesto que a priori nada obliga a la identificación entre la ciudad mencionada por Ptolomeo y la de Plinio. Sin embargo no tenemos constancia en la documentación de ningún alto magistrado de nombre «Caelius» que, con la cronología aducida por Corzo y Jiménez, tuviese atribuciones para la realización de una fundación urbana (Véase M. Marchetti en Dizionario Epigrafico di Antichità Romane de A. de Ruggiero, s.v. «Hispania», pp. 785 ss., 791 ss. y 870 ss.). Por el contrario sí existen varios magistrados con el gentilicio «Laelius», entre los que merecen ser citados al menos C. Laelius, legatus proconsulis de P. Escipión (Pol. 10,19,8. Livio 26,42,5; 48,1.27,7,1 ss.; Apiano 23) y el pretor del 145 C. Laelius Sapiens, que logró algunos éxitos contra Vinato (Cicerón, Lael. 25,96, De off. 2,11,40; Brutus 21,84). Al primero, C. Laelius, atribuyó C. Cellario la fundación de Laelia; la misma opinión que reflejó el P. Flórez {Hispania Sagrada, vol. 12, p. 248). 160 véase F. Fernández Gómez, J. Alonso de la Sierra Fernández, Ma. Gracia Lasso de la Vega, "La Basílica y necrópolis paleocristianas de Gerena (Sevilla)", Noticiario Arqueológico Hispánico 29, 1987, pp. 103-199. 161 «Lç paysage mr ai antique...", MCV 14, 1978, p. 13, n.6. 162 Sumario..., p. 253. 163 Loe. cit., p. 15. 16 En un posterior trabajo se reafirmó en el paso de la vía por el Cerro de las Cabezas ("Archeologie aérienne dans la province de Seville...", MCV 15, 1979, pp. 100 y 111). * 6 5 'Abd al-'Aziz al-Ahwani, Fragmentos geográfico-históricos de al-Masalik ila gami alMamalik, Madrid 1965. E. Gálvez Vázquez, "Chorographia Hispalense", Historia. Instituciones. Documentos 9, 1982, pp. 1-22. 166 Op. cit., pp. 13 ss.
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sobre la ubicación aproximada y la pervivencia de esta ciudad presumiblemente al menos hasta el siglo XI 1 6 7 . Las marcas de ánforas y los tituli picti, a los que afortunadamente en los últimos tiempos tanta atención se les está dedicando168, aportan, además de su habitual información de carácter económico, datos muy valiosos sobre el mundo municipal, y no únicamente en relación con identificaciones topográficas. Así, de nuevo sólo a título de ejemplo, citamos el caso de una marca anforaria que certifica la estrecha vinculación de estratos superiores de la sociedad municipal con las explotaciones oleícolas . Una de las marcas que recogimos en la primavera de 1990 a las orillas del 1 70
Guadalquivir, junto al antiguo Municipium Flauium Ámense y portaba la leyenda MEGN171, que verosímilmente se debería desarrollar como M. Egn(ati), o bien M. Eg(nati) N( ?)172. Se trata de una marca inédita hasta el presente. Su interés estriba en que se puede incorporar a la serie de marcas ya anteriormente agrupadas por Callender y Chic, y nos permite certificar documentalmente la hipótesis, previamente formulada, de la vinculación con el seiar M. Egnatius Venus tus, documentado a partir del epígrafe CIL II 1066, procedente de la «Peña de la Sal» y actualmente depositado en el Museo Arqueológico de Sevilla. Esta vinculación resulta sumamente plausible dada la identidad de praenomina, la inexistencia de alternativas más verosímiles para el desarrollo de la abreviatura EGNy así como la perfecta documentación del gentilicio Egnatius en Arva, incluso con el mismo praenomen M(arcus)t siendo así que el nomen se encuentra muy poco extendido en , de Hispaniar '. Son tres los epígrafes que testimonian la existencia de Egnatii en Arva los que dos corresponden a libertos de un mismo patrono. Ambos libertos desempeñaron el sevirato Augustal y fueron honrados por el ordo decurionum de Arva, el primero 1 7S
verosímilmente con una estatua, y el segundo además con los ornamenta decurionales 167
,
Al-Udrí murió el 1085; E. Gálvez, op. cit., pp. 1 ss. 16° Citamos a modo de ejemplo las monografías de nuestro compañero G. Chic García, Epigrafía anfórica de la Bética. I. Las marcas impresas en el barro sobre ánforas olearias (Dressel 19, 20 y 23), Sevilla 1985 e Idem, Epigrafía anfórica de la Bética. II. Los rótulos pintados sobre ánforas olearias. Consideraciones sobre la Annona, Sevilla 1988. l^ 9 Véase A. Caballos, W. Eck, "Nuevos documentos en tomo a los Egnatii de la Bética", Florentia Iliberritana 3, 1992, pp. 41^18. * 7 ° G.E. Bonsor, Expedición arqueológica a lo largo del Guadalquivir, Trad, castellana de G Chic García y A. Padilla Monge, Ecija 1989, pp. 52 ss.; A. Tovar, Iberische Landeskunde, I, pp. 159 ss.; R. Wiegels, Die Tribusinschriften..., p. 16. 1 ' O bien MEC.N; véase lo expresado en la nota 4. 172 Según la opinión de G. Chic. 173 Con sólo una decena de menciones en el CIL II (552; 553; 1062; 1066; 1067; 2205; 2274; 2932; 3599 y 4975,20). 174 CIL II 1062, 1066 y 1067. * 7 ^ Sobre la muy honorable concesión de los ornamenta a los sevires hispanos véase J.M. Serrano Delgado, Status y promoción social de los libertos en Hispania Romana, Sevilla 1988, p. 208 (máxima aspiración promocional de un liberto en la jerarquía urbana, por la equiparación honorífica, que no funcional, a los decuriones), pp. 212 ss. (compromiso cívico de los honrados con los ornamenta) y pp. 215 s. (de los seis personajes hispanos conocidos con concesión de ornamenta, todos héticos, cuatro son indudablemente libertos y tres de éstos
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como contrapartida a sus actividades evergéticas . Por la paleografía y por la titulatura del sevirato podemos datar estas inscripciones a comienzos del siglo II , lo que se adecúa con la cronología asignada a la marca MEGN. Ello nos permite vincular de forma directa y fehaciente las actividades productivas que giran en torno a la explotación del olivar, en este caso la de los productores de ánforas, con la oligarquía municipal arvense. La ubicación de la colonia inmune ltuci Virtus lulia es una interrogante aún no aclarada. Sin embargo la arqueología permite despejar hipótesis tan arraigadas en la tradición historiográfica, como poco fundamentadas documentalmente. Ya nos ocupamos de este tema en un estudio temprano que realizamos sobre las colonias cesarianas de la Bética, donde tratamos sobre las distintas localidades de la provincia que portaban un nombre similar . Hasta ahora, ante la autoridad conferida a una sugerencia de Hübner , se solía aceptar sin más la identificación de la colonia en el yacimiento del «Cortijo de las Vírgenes», cerca de Baena (Córdoba), conocido en época tardomedieval como Castro el Viejo y actualmente también como «Torreparedones» o «Torrepadrones» . El yacimiento, en el que destaca especialmente su santuario ibérico, del que proceden un elevado número de exvotos, está situado junto al Cortijo de «Paredones de Medina» y exactamente en la zona más septentrional de la divisoria entre los términos de Baena y Castro del Río. Desde 1987 un equipo hispano-inglés viene realizando trabajos arqueológicos en aquel yacimiento, que cuenta con una extensa superficie y domina desde su altura un amplio territorio de la campiña cordobesa. Estuvo habitado desde el Calcolitico, destacando las dimensiones del habitat durante el Bronce Final. En el siglo VII comenzó a erigirse la muralla, mientras que en época ibérica amplió su significación, renovándose continuamente las estructuras edilicias. Fue erigido un primer santuario de piedra durante el ibérico tardío. Si mantuvo su vitalidad durante el siglo II y la primera mitad del I, las conclusiones de los arqueólogos son que el emplazamiento «no sobrevivió a los acontecimientos que con ocasión de la guerra entre César y los hijos de Pompeyo... tuvieron como escenario Ategua y la campiña de Córdoba» . Augustales). * 7 6 La expresión «de sua pecunia» nos permite considerar éstas como donaciones extraordinarias al margen de la summa honoraria (J.M. Serrano, Status..., p. 138 y nota 229). 177 Los títulos IlIIlluir (así en CIL II 1066), o IHIIIuir Augustalis (en CIL 1061 y 1062), habitualmente más recientes que la mera expresión Augustalis (J.M. Serrano, Status..., p. 162), son los acostumbrados en los usos epigráficos de la localidad de Arva. 178 J. M. Serrano, Status..., pp. 157 ss. * 7 ^ A. Caballos Rufino, Contribución al estudio de la obra colonizadora de Julio César en la Ulterior: C. Claritas lulia Ucubi, C. Virtus lulia Ituci y C. Hasta Regia (Memoria de Licenciatura, Sevilla 1978). Véase también nuestro trabajo "Iptuci, civitas stipendiaria del Conventus Gaditanus", Gades 1, 1981, pp. 37 ss. 180 CIL II, p. 213. * 8 * Véase J. A. Morena López, El Santuario ibérico de Torreparedones (Castro del Río Baena. Córdoba), Córdoba 1989. 1°2 B.W. Cunliffe, Ma.C. Fernández Castro y otros, "Proyecto: Torreparedones, poblado fortificado en altura, y su contexto en la campiña de Córdoba", Investigaciones arqueológicas en Andalucía 1985—1992, Proyectos. Comunicaciones que se presentan a las VI Jornadas de Arqueología andaluza a celebrar en Hue Iva del 25 al 29 de enero de 1993, Huelva 1992, p. 524.
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Estos trabajos arqueológicos, con todo el margen de provisionalidad que se les quiera asignar, permiten, pues, fundamentar, aunque no probar documentalmente, una sospecha nuestra, ya expuesta con antelación, y plantear los inconvenientes de una identificación del emplazamiento con la antigua Ituci Virtus Mia. Siempre es arriesgada la utilización del argumento ex silentio, recurso que obliga a mantener la mayor de las precauciones en el planteamiento de conclusiones. Hay que tener en cuenta asimismo que la carencia de epigrafía o de cualquier mención literaria que irrefutablemente haya que asignar a Ituci Virtus Mia durante el Imperio permite exponer la hipotética posibilidad de que la colonia tuviera sólo una vida corta tras la concesión estatutaria de César. Pero, en este sentido, la mención de Plinio, en función de las fuentes de información usadas por éste, parece apuntar a una pervivencia o constancia oficial en Roma al menos hasta época augústea. Por esto último y por la aceptable garantía de las actuaciones arqueológicas en el análisis diacrònico del uso del habitat -máxime teniendo en cuenta el previsible impacto urbanístico de la constitución de una colonia- parece razonable tener en cuenta a efectos históricos la opinión de los arqueólogos expuesta con antelación. Si se aceptan las anteriores consideraciones, habrá que buscar alternativas para la ubicación de Ituci. Para ello hay que contar tanto con los yacimientos arqueológicos de significación urbanística cuyo topónimo antiguo desconocemos , debiéndose buscar preferentemente en el ámbito donde se desarrolló la segunda campaña de César en la Bética y el área de concentración de los apoyos pompeyanos, o volver a retomar la cuestión de las posibilidades de identificación de la colonia con alguna de las ItucilIptuci y topónimos similares que conocemos . Concluimos este trabajo con dos breves notas en relación con dos nuevos fragmentos epigráficos en bronce, de procedencia afortunadamente conocida, cuyos contenidos de forma provisional aunque muy verosímilmente podrían corresponderse con el de la ley municipal flavia. Por encontrarse aún ambos en curso de estudio no podemos realizar ninguna aportación más definitiva. El primero, cuyo conocimiento debemos a A. Stylow, quien se encarga de su edición, procede de Fuente Tójar (Córdoba), identificada por este mismo con
18 -* Con antelación ya se habían expresado algunas alternativas. Citemos algunas de éstas. R. Thouvenot (Essai sur la province romaine de Bétique, París 1973, p. 366), sin argumentación documental y siguiendo una hipótesis de J.A. Ceán Bermúdez (Sumario de las antigüedades romanas que hay en España, Madrid 1832, p. 306) dijo que «Itucci (Colonia Virtus Iulia) se trouvait au Sud-Est de Cordoue, à l'Est de Castro del Rio, au nord de Baena, en aval du confluent du Vivoras avec le Guadajoz, sur la rive Nord de ce dernier». A. Pérez Almoguera ("Acerca de una colonia y un municipium héticos: Ituci e Ipagrum", Acias del I Congreso Andaluz de Estudios Clásicos, Jáen, 9-12 diciembre 1981, Jaén 1982, p. 352) expone la hipótesis, basada únicamente en una supuesta regularidad en el reparto espacial de las colonias de la Bética, deque Ituci tal vez pudiera estar situada al sur de la línea imaginaria marcada por las colonias de Acci, Urso y Asido, por debajo de la cual no se documenta ninguna colonia. Pero este argumento no sería de mucho peso, si tenemos en cuenta otros parámetros históricos y espaciales no derivados de una cuestión de estricta geometría. Por su parte A. U. Stylow ("Inscripciones latinas del sur de la provincia de Córdoba", Gerión 1, 1984, p. 289) plantea como posibilidad la candidatura de un yacimiento próximo a Nueva Carteya (Córdoba). Posteriormente él mismo nos expone la posibilidad de identificar Soricaria con el yacimiento de «Plaza de Armas», en el Monte Horquera, entre Nueva Carteya y Cabra, en la provincia de Córdoba. 1°4 La argumentación y correspondiente documentación ya fueron expuestas por nosotros en los trabajos citados con antelación (supra nota 179).
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Iliturgicola . El segundo, de cuya existencia tuvimos noticia por F. Presedo, procede de las excavaciones llevadas a cabo por S. de Sancha en la antigua Ocuri, la actual Ubrique en 1 86 la Serranía gaditana .
A. Tovar, Iberische..., p. 123. A. Tovar, ibidem, pp. 60 ss.
DIRITTO LATINO E MUNICIPALIZZAZIONE NELLA BETICA HARTMUT GALSTERER Rheinische Friedrich-Wilhelms-Universitàt. Bonn ABSTRACT Municipalisation -understood as urbanisation in the Roman sense- started in what would later become the province of Betica in the late 3rd. e. B.C. -in Italica- and it spread in the following centuries incorporating indigenous practices. With Augustus the province had only known urban communities. In cases in which they already had a Roman constitution they obtained the Latin colonial statute. It was only with Caesar or Augustus that municipium iuris Latini appeared. This became the "normal" model for a Latin city, and at the same time Roman citizens' municipalities and colonies with deductio of Roman citizens also appeared for the first time. Frequently the reasons for giving one right or another to a specific city remain obscure; equally, the function of municipal Latinity during the first two centuries of the Empire is often unclear.
RIASSUNTO La municipalizzazione, intesa come urbanizzazione nel senso romano, comincia nella futura provincia Betica alla fine del terzo secolo a. C , cioè con Italica, e si sparge, utilizzando anche sviluppi indigeni, nei prossimi secoli: già sotto Augusto la provincia contava soltanto comunità urbane. Nel caso che avevano una costituzione romana ottennero lo statuto di colonie latine. Soltanto con Cesar o Augusto appare il municipium iuris Latini, divenuto il tipo "normale" di città latina, e nello stesso momento fanno la loro comparsa il municipio di cittadini romani e la colonia dedotta da cittadini romani. Quasi sempre rimane poco chiaro perchè una città specifica abia ricevuta tale o altro diritto e altrettanto scura rimane la funzione della Latinità municipale nei primi due secoli dell'impero.
Gli organizzatori di questo convegno mi hanno fatto l'onore di invitarmi a tenere una relazione sul diritto latino e la municipalizzazione nella Betica . Dal momento che la 1 Ringrazio la dott.ssa Paola Maggi per aver corretto il testo italiano di questo discorso. Vanno citati in modo abbreviato i seguenti libri: Galsterer, Stàdtewesen = H.Galsterer, Untersuchungen zum ròmische Stüdtewesen auf der iberischen Halbinsel, Berlin 1971 Stadtbild und Ideologie = W.Trillmich, P.Zanker, Stadtbild und Ideologie. Die Monumentalisierung hispanischer Stàdie zwischen Republik und Kaiserzeit, München 1990
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urbanizzazione romana nella penisola iberica comincia con Italica e Carteia —cioè la Bétìcae finisce (per quanto sappiamo) con la colonia Aelia Italica -cioè sempre la Bética-, si tratta di un soggetto interessantissimo e importante: per questo li ringrazio. Tratterò il mio argomento in due parti: nella prima si parlerà in modo cronologico delle varie tappe della municipalizzazione nella Spagna meridionale; poi seguiranno alcuni osservazioni sul contenuto di questo diritto che chiamiamo ius Latii o Latium e sui criteri perla concessione di tale diritto. Come detto la urbanizzazione romana nella Bética comincia con la fondazione di Italica da parte di Scipione Africano che stanziò nel 205 a.C. i feriti del suo esercito in un posto scelto anche sotto l'aspetto strategico e logistico2. Zuvüfoio~€ TOÙC Tpauuxrriac €C nóTuv, dice Appiano (Iber.3&ì 135), cioè c'era già prima una città degli autoctoni, dei Turdetani, dove gli ex-soldati si stabilirono, una situazione molto caratteristica per tutta la storia dell'urbanizzazione romana in questa provincia. Diversamente da quanto successe in altre parti dell'impero nella Spagna meridionale, cioè la futura Bética, il processo dell'urbanizzazione era già ben in corso quando arrivarono i Romani, ed era concluso sotto Augusto. Le tribù, cioè i Turdetani, Turduli, etc. stavano perdendo le loro funzioni politiche a favore delle città, per lo più piccole città in posizione ben protetta sulle montagne3. Alcune di queste città - o forse la maggior parte in principioerano rette da re, come Luxinius re di Carme e Bardo nel 197 a.C. o ancora in età cesariana il rex nomine Indo . In età augustea tutte le 175 comunità della Bética erano oppida, cioè città, mentre nella Tarraconensis Plinio enumera ancora 114populi contro 179 centri urbani e nella Lusitania 36 populi su complessivamente 45 comunità della provincia . Anche in Strabone e più tardi in Tolomeo i nomi delle tribù sono reminiscenze storiche e non più realtà rx)liucc>-amministrative. La politica romana operò in modo differente nelle diverse regioni. Mentre nella Bética quasi tutte le piccole città si conservarono -nelle zone fertili come la campirla più o meno tutti i paesi erano città autonome- nella Lusitania molti insediamenti perdettero l'indipendenza e divennero, in una specie di sinecismo dei paesi, VICI, delle città più grandi, che ottennero il diritto coloniale . La Lusitania era più grande della Bética ma contava soltanto un quarto delle città di quest'ultima . Fra le colonie si penserà in primo luogo a
Wiegels, Tribusinschrifien = R_Wiegels, Die Tribusinschriften des römischen Hispanien, Berlin 1985. 2 A.Canto, "Die vetus urbs von Italica. Probleme ihrer Gründung und ihrer Anlage", Madr.Mitt. 26, 1985, pp. 137-148. 3 Già Polibio e Posidonio ponevano in ridicolo il numero di città iberiche menzionate nei trionfi romani, cfr. Strabone 4, 1, 13: tra le centinaie o migliaie di noXeig i Romani avrebbero numerato anche tutti i mjp-yoi elenca; sulla posizione locale di queste città "Caesar", Bell.Hisp. 8, 4: oppidorum magna pars eius provinciae montibus fere munita et natura excellentibus locis est constituta. 4 Liv.33, 21, 7-9; Bell.Hisp. 10, 3. * Plin., N.H. 3, 7; 3, 18; 4, 117. La proporzione è fatta da Plinio sulla base dei risultati dei censimenti augustei ma tenendo conto dei cambiamenti che risultavano dalla concessione flavia del diritto latino, cfr. ilriferimentoalle città Latio antìquitus donata . ^ Strabone 3, 2, 15. Il geografo parla di Emerita e di Pax Augusta e pensa, a quanto pare, a delle città di diritto latino o cittadino. Cfr. anche la pianta nel contributo di J.Richardson a questo volume. 7 Cfr. nota 5.
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delle città come per es. Emerita con un territorio così esteso che necessitava di una amministrazione tramite diversi praefectipro duumviris inviati dalla metropoli . Sulla romanizzazione della parte meridionale e di quella occidentale della Bética rileva Strabone che "i Turdetani - e più di tutti quelli lungo il Guadalquivir- avevano assunto l'atteggiamento dei Romani (TOV 'Pcúnaítúv...Tponov) fino a dimenticare anche la propria lingua. Per la maggior parte sono divenuti Latini ed hanno ricevuto coloni Romani (ITTOIKOUÇ), e per poco non si possono considerare Romani per tutti gli aspetti" 9 . Non si può essere sicuri se Àceri voi in questo passo significhi "gente di diritto latino" o se sia soltanto una specie di recapitulazione del discorso fatto prima dallo storico riguardo al linguaggio e al modo di vivere di questa gente; certo è invece che erano quasi Romani . Ma con questo giudizio siamo già giunti all'epoca di Augusto. Il primo passo verso l'urbani zza zi one si fece - c o m e già detto- negli ultimi anni della guerra contro Annibale con la fondazione di Italica. È vero che le prime notizie attendibili sulla sua situazione giuridica risalgono all'epoca di Cesare e di Augusto quando Italica era un municipio di cittadini romani ; d'altra parte vi è l'attestazione dell'iscrizione pubblicata poco tempo fa da Antonio Caballos che parla di un M.Trahius Cf. pr(aetor) di epocatardorepubblicana1 . Se questo Trahius fosse veramente un pretore -e tutte le altre possibilità di sciogliere le due lettere sono poco convincenti (praefectus?)- avremmo un argomento per il fatto che Italica in questo momento era ancora una atta peregrina . La prima sicura colonia latina sulla penisola fu invece Carteia, oggi Rocadillo de San Roque nei dintorni di Gibraltar
. Rispetto alla sua fondazione c'è un passo abbastanza
° A.M.Canto, "Colonia Iulia Augusta Emerita: Consideraciones en tomo a su fundación y territorio", Gerión 7, 1989, pp. 149-205. 9 Strabone 3, 1, 15. Secondo il geografo della prima metà del primo sec. a.C, Artemidoro di Efeso, frg. 22 gli Iberi della costa utilizzavano la -ypap+iaTiKT) TIÚV 'ITCCAUV. Nelle monete tardo-repubblicane di città come Castulo e Obulco sono utilizzate una accanto l'altra scrittura romana e quella indigena, cfr. J.L.Sánchez Abal, J.E.Ortega, "Monedas de cecas andaluzas procedentes de Tanusia", in Actas del Congreso Internacional El Estrecho de Gibraltar I, Madrid 1988, pp. 1017 ss. su pp. 1024 ss. 10 Delle 27 oppida di diritto latino menzionate in Plin., Mi. 3, 7 soltanto un numero molto ristretto è identificato e localizzato; per questo motivo non si può dire nemmeno se il numero delle città di vecchio diritto latino era più grande nella Turditania che in altre parti della provincia. Ma anche nella Turdetania tante città erano rimaste peregrine per avvalersi solo più tardi dalla concessione flavia del Lazio (cfr. sotto). * * Caes., Bell.Alex. 52, 4 Flaccum, municipem suum, adiuvant non è prova sicura di un municipio già nel 47 a.C. ma sotto Augusto le monete della città gli riportano il titolo di municipium, cfr. Galsterer, Stadtewesen, p. 12. 12 A.Caballos, "M.Trahius Cf., magistrado de la Italica tardorrepublicana", Habis 18/19, 1987/88, pp. 299-317. L'iscrizione è formata da ciottoli nel pavimento di una domus privata. Forse questo Trahius apparteneva alla famiglia del cui nome deriva il cognomen Traianus del figlio più famoso della città, cfr. Caballos I.e. pp. 313 ss. e "M.Ulpius Traianus pater", Archivo Hispalense 219, 1989, pp. 9-28. ^ Al materiale presentato in Galsterer, Stadtewesen, p. 52 si aggiunga il Lubbus Urdinocum Letondonis f. praetor della tavola di Contrebia, riga 16 (seguo il testo dato da J.Richardson in JRS 73, 1983, pp. 33 ss.) l 4 Che fosse la prima, come affermato tante volte nella bibliografia (per es. in Galsterer, Stadtewesen, pp. 3, 7 ss.), non è detto né in Livio né in nessun'altra fonte.
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dettagliato in Livio : nell'anno 171 una delegazione di gente strana arrivò a Roma dalla Spagna, delegati di più di 4000 figli di soldati romani e di donne spagnole; essi chiedevano una città (oppidum) per abitarvi. H senato decise che avrebbero dovuto firmare in una lista (nomen dare) insieme con eventuali liberti, sarebbero stati dedotti a Carteia dove anche i Carteiesi stessi, qualora lo volessero, avrebbero potuto partecipare a questa deduzione. La colonia sarebbe stata di diritto latino. Desta meraviglia il fatto che il senato romano impiegò più di quarant'anni per prendere coscienza di tali unioni di soldati romani e della prole che ne risultava . Ma anche altri passi del testo liviano non sono perfettamente chiari. La città di Carteia, una fondazione dei Cartaginesi, ovviamente era a disposizione del senato, e questo da parecchi 1 «7
anni, se era caduta nelle mani dei Romani durante la seconda guerra punica . Da quel momento i Carteiesi avevano posseduto i loro beni e la città in possesso precario, dum populus senatusque vellet, com'è detto nel decreto di Emilio Paolo in favore degli abitanti della Turris Lascutana, molto vicino cronologicamente e anche geograficamente . Cacciar via gli abitanti di Carteia per far posto ai nuovi coloni era permesso sotto l'aspetto giuridico, certo, ma dopo decenni di possesso tollerato era forse più la sulfides che indusse al senato di mitigare un po' il colpo e di consentirli di partecipare alla colonizzazione anche ai Carteiesi che lo volevano 19 . La cittadinanza attuale dei figli dei soldati, perchè spurii in diritto romano, era quella delle loro madri, cioè erano Iberi. Qualora avessero fatto richiesta -insieme con la sistemazione- anche per la cittadinanza Romana essi vennero illusi; tutti i dati suggerivano al senato la forma di una colonia Latina: la cittadinanza diversa, la partecipazione di autoctoni, e, soprattutto, il fatto che solo una colonia latina disponeva dell'apparecchio amministrativo e militare per sopravvivere a una distanza di migliaia di miglie da Roma. Rispetto alla cittadinanza romana il diritto latino in questo caso era una specie di secondo premio, una piccola cittadinanza, ma forse cum spe successionis, se il nuovo diritto latino, come definito da Asconio Pediano, era già stato creato nella provincia. Asconio, commentatore di Cicerone, in un famoso passo della sua in Pisonianam riferisce che Pompeo Strabone nell' 89 a.C. aveva creato delle colonie latine nella Transpadana affinchè gli abitanti potessero ottenere la cittadinanza romana per magistratum, una possibilità che chiama ius quodceterae latinae coloniae (se.haberent) . Ho spiegato in altra 15 Liv.43, 3, 1—4, cfr.F. Wulff Alonso, "La fundación de Carteya. Algunas notas", Studia Historica, Historia Antigua 7, 1989, pp. 43-57 e A.del Castillo, "Novum genus hominum en la fundación de Carteya", Latomus 50, 1991, pp. 602-607. Un'altraricostruzionedel testo liviano si trova in RLópez Melerò, "Observaciones sobre la condición de los primeros colonos de Carteia", Studia Historica, Historia Antigua 9, 1991, pp. 43-49. 16 Nella prima guerra punica le unioni di soldati romani in Sicilia erano rimaste senza conseguenze? Ma forse il dettaglio viene da Livio stesso, non dalla sua fonte. "Soldati romani" del resto probabilmente non significa solo i legionari ma anche i sodi italici dei Romani. 1 ' Si potrebbe pensare anche alla rivolta di città del litorale meridionale nel 197, cfr. P.Sillières, "Les villes antiques du littoral septentrional du détroit de Gibraltar", in: El Estrecho (vedi sopra n.9), pp. 791-799 su p.799 n.47. IR 10
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FIRA I 51 col commento di D.Nòrr, "Aspekte des römischen Völkerrechts. Die Bronzetafel von Alcantara", AB AW 101, 1989, p. 54. 19 Sullafidesromana cfr. D.Nörr, Die fides im römischen Völkerrecht, Heidelberg 1991. 20 Asconius in Pison.LXXX (p.3 CI.) Pompeius enim non novis colonis eas colonias constituit sed veteribus incolis manentibus ius dedit Latii ut possent habere ius quod ceterae latinae coloniae, id est ut petendo magistratus civitatem Romanam adipiscerentur. La parola
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sede che le ceteraeLatinaecoloniae non possono essere quelle vecchie dell'Italia prima della ,o i
guerra sociale perchè esse avevano altri privilegi . Se non si vuol accettare l'idea che un'istituzione così importante come il diritto latino nuovo sia sorta su suolo spagnolo, si potrebbe pensare anche alle pochissime colonie Latine create in precedenza al di fuori dell'Italia vera e propria, cioè Ariminum e poi Cremona e Piacenti a. Queste colonie, come le altre fondate nella Gallia Cisalpina nei primi decenni del secondo secolo, nelT 89 erano già municipi di cittadini romani, e così rimangono solo quelle spagnole come ceterae coloniae di Asconio. Ulteriori colonie Latine furono create in seguito nella Bética. Probabilmente nel 152 a.C. Marco Claudio Marcello elevò Corduba, la capitale della Hispania Ulterior, a colonia con dei Romani e degli indigeni selezionati, provenienti probabilmente dalla città indigena, distante solo alcuni chilometri dal luogo della futura colonia . Anche a Palma e Pollentia sull'isola di Mallorca, ambedue dedotte nel 123 o 122 a.C. con "3000 Romani della Spagna", ci fu una partecipazione di indigeni. A Ilerda invece, colonia Latina più ipotizzata che provata, nomi romani portati da indigeni sono il solo indizio per una colonizzazione . Con questo le nostre certezze, se se ne può parlare, sono finite. L'urbani zza zi one nella Bética, come nella parte marittima della Citeriore, procedette a passi rapidi nel primo secolo a.C. ma di una fondazione di nuove città Latine non si ha più notizia fino a Cesare. Con lui e col suo figlio adottivo ci fu, dopo la fine delle guerre civili, una prima promozione massiccia di città ad un diritto migliore. Anche dopo tanto lavoro degli storici rimane molto difficile distinguere fra città di diritto Latino e quelle di diritto romano, e ancor più difficile differenziare fra le città di Cesare e quelle di Augusto. Come si sa, in campo epigrafico le città latine non si distinguono né per magistrature né per cognomi diversi. Eccezion fatta del caso che si trova un1 iscrizione dove un magistrato accenna alla sua cittadinanza per honorem consecuta dipendiamo totalmente dalle fonti letterarie, vale a dire le scarse notizie di Strabone e le liste di città tramandateci in Plinio . Dalle liste di cognomi di città compilate da Brigitte Galsterer risulta che differenti tipi erano di moda in utilizzata da Asconio, constituere, è tipica per la fondazione di municipi, non per quella di colonie. 2 * Verwaltung und Herrschaft im republikanischen Italien, Miinchen 1976, pp. 92 ss., cfr. "La trasformazione delle antiche colonie Latine e il nuovo ius Latii", Atti del Convegno internazionale "Rimini Antica. Una res publicafraterra e maren, Rimini 1993. 22 Per la storia di Corduba vedi da ultimo A.Stylow, "Apuntes sobre el urbanismo de la Corduba romana", in: Stadtbild und Ideologie, pp. 259-282, e J.F.Rodriguez Neila, "Corduba", Dial.di Arch. Ill 10, 1992, pp. 177-194 (con ampia discussione della composizione etnica di questi primi coloni). Strabone 3, 2, 1 parla di TCÙV énixupicùv av6p€ç ¿TTÍAÉKTOI (e l'insediamento indigeno sembra finire con la colonizzazione, cfr.Rodríguez Neila, p. 178). La città iberica era situata su una collina, la colonia invece sulle rive del Guadalquivir. 23 Per Palma e Pollentia Strabone 3, 5, 1 e M.Tarradell, "La Romanització de Mallorca", in: Pollentìay la romanización de las Baleares, Mallorca 1983, pp. 123-128; per Ilerda cfr. "La trasformazione" (I.e. n.21) n.18. 24 Iscrizioni di ex-magistrati divenuti cittadini sono state rinvenute a Igabrum e a Cisimbrium, cfr. Stadtewesen, p. 43 n.53. Le scarne notizie nell'opera di Strabone non hanno in nessun modo l'intenzione di dare un quadro sistematico della colonizzazione tardo—repubblicana e augustea nella Bética. Questo invece vuol fare Plinio, almeno per quanto concerne i numeri; ma le sue notizie derivano per lo più dalla cosiddetta statistica imperiale di Agrippa cioè non vanno oltre la metà del regno di Augusto. Per di più Plinio non enumera tutte le città ma ne tralascia una parte notevole, quelle poco importanti o con nomi troppo strani e troppo malsuonanti, cfr. Plin., NH. 3, 7.
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tempi diversi: nomi del tipo Praesidium lulium dato a Scallabis, Liberalitas lidia per Ebora o Constantia lulia per Osset sarebbero da datare nel periodo triumvirale, fra 36 e 27 a.C. Nomi invece con assonanze troiane come Aeneanici per Callet, Romula per Hispalis e Veneria per Nabrissa s'inquadrano bene con l'ideologia famigliare del dittatore . Ma nomi dello stesso tipo vennero dati a delle città di statuto diverso: Praesidium Scallabis era una colonia dedotta probabilmente con veterani, Liberalitas Ebora un municipio di diritto Latino e Constantia Osset un municipio di cittadini romani . Il fatto che i cognomi delle città sono di tipo identico e che non si accennava al possesso di cittadinanza o di diritto latino nelle iscrizioni significa probabilmente che la differenza fra i due tipi era meno sentita di quanto si pensa; ma torneremo su questo punto alla fine del discorso. Non tutte le città, delle quali conosciamo da Plinio i nomi e lo statuto, sono localizzabili, e una parte ancora maggiore resta del tutto sconosciuta: si pensi al municipio Flavio Imitano saltato in esistenza solo con la famosa legge municipale. Ma se si prova a riportare in una carta quanto si sa delle città giulie e augustee, emergono zone di maggiore e di minore interesse da parte dei due primi imperatori: i nomi cesariani si concentrano in una zona moltoristrettaa sud del Guadalquivir fra Gades, il primo municipio di cittadini romani in provincia, fondato già nel 49 a.C, ed Ilipallia nei dintorni di Sevilla. Fondazioni augustee si trovano anch' esse a sud del fiume ma più ad oriente; la maggior parte delle città connomi "triumvirali" si trova nella parte nord-occidentale della Ulteriore. Anche per i municipi Flavi si notano tali concentrazioni come per es. i cinque municipia Flavia sul Guadalquivir fra Naeva e Axati, un altro gruppo a sud e ad est di Urso e un terzo a sud di Itucci Virtus lulia27. Questo risultato indica che intere zone della provincia, e non sempre quelle con i suoli più poveri e con le città meno romanizzate, furono tralasciate dalla municipalizzazione di Cesare e di Augusto per divenire municipi solo un secolo più tardi. Non si capisce bene perchè città come Malaca, la cui ricchezza data certamente di tempi anteflavi ani, o Conimbriga, con le sue mura rappresentative e l'urbanizzazione augustea , ottennero la "promozione" a municipio solo sotto i Ravi mentre altri l'ebbero già sotto Augusto . Questaripartizionenon si spiega neanche, almeno nella Bética, tenendo conto delle vecchie appartenenze tribali, perchè le tribù degli Iberi in età augustea non esistevano più. Nella Tarraconensis invece, a quanto pare, tutte le città eredi della vecchia tribù degli Edetani
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B.Galsterer, "Zu den spanischen Städtelisten des Plinius", AEArq 48, 1975, pp. 120128;ristampain C.Plinius Secundus d.Ä., Naturkunde (G.Winkler, R.König edd.), III/IV, 1988, pp. 457-465. 2 6 Osset e Ebora sono chiamate oppida in Plinio (3, I l e 4, 117), mentre municipia nelle epigrafi: CIL II, 1256 e 114, EE Vili, 6. 27 Al primo gruppo appartengono i seguenti municipi: Arva, Axati, Canama, Munigua e Naeva; al secondo Imi, Ilipula Minor, Sabora, Villo, Oningi, Ostippo , Ventipo e la nuova Olauro, cfr. A. Caballos, "Testimonios recientes con referenda a municipios"(in questo volume); al terzo Cisimbrium, Igabrum, Ipolcobulcola, Iponoba e Sosontigi. 28 Cfr. Stadtbild und Ideologie, p. 50 e M.Pfanner, "Zur Entwicklung der Stadtstruktur von Conimbriga. Ein methodischer Beitrag zur Städteforschung", Madr.Mitt.30, 1989, pp. 184— 203. 2 ^ La relazione fraricchezzae romanizazzione, per quanto visibili nell'archeologia, e promozione giuridica fu discussa nel convegno su Stadtbild und Ideologie, ma senza risultati attendibili.
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ebbero la promozione nello stesso momento, probabilmente sotto Augusto . Dobbiamo constatare che il sistema secondo cui le città erano scelte per "promozione", se non si tratta soltanto di relazioni personali,finoraci sfugge. Un altro criterio molto utilizzato per distinguere Latini e cittadini Romani, cioè i nomi personali che troviamo nelle iscrizioni, anche se funziona altrove, nella Bética certamente non è valido . Si ricorda il giudizio di Strabone sulla romanizzazione dei Turdetani, e questo giudizio vale anche - e più di tutto- per i nomi personali. Nella Lusitania meridionale capi di briganti portavano nomi romani, come Curius o Appuleius, già nel secondo sec.a.C. 32 Nella metà del primo sec.a.C. si trovano ancora alcuni nomi indigeni come il Binsnes Vercellonis flilius) Xvir maximus e il M(arcus) Coranus Aerini fiilius) Alpis aedilis in una iscrizione dei dintorni di Ulia33', mentre a Ostippo, dove poco tempo fa si è trovato un frammento della cosiddetta lex Flavia municipalis e che probabilmente fu dunque un municipio Flavio, già nei primi anni di Tiberio un Xvir magistratura che si trova solo nelle città peregrine- si chiama Q(uintus) Larius Q(uinti) flilius) Niger . In Spagna, diversamente da molte altre province, non vigeva l'uso di prendere il nomen gentile dell'imperatore autore della concessione della cittadinanza o del diritto Latino. Mentre per es. nelle province danubiane moltissimi Flavii, Ulpii e Aurelii testimoniano della politica degli imperatori romani, nella Spagna ci sono pochi Iulii e ancora meno Flavii . M(arcus) Pupius Urbicus, che ebbe la cittadinanza come llvir del municipio Claudio di Baelo, prese il suo nome non dal principe ma da un magistrato romano trionfatore del 70 a. C. I magistrati di Igabrum cheringrazianoVespasiano perchè civitatem Romanam consecuti cum suis per honorem, sono un Aelius e due lutai, ma nessun Flaviusr. Questa 'libera scelta' dei nomi non permette di formulare speculazioni sulla base dei nomi al tipo e alla data della cittadinanza. Rimane sempre valido quanto affermò Untermann decenni fa nel suo lavoro sulle "Namenslandschaften im alten
30 Cfr. G.Alföldy, Res Publica Leserensis, Valencia 1977, p. 36 e fig.3. Alle città qui enumerate si deve aggiungere Damania, cfr. Wiegels, Tribusinschriften, pp. 109 ss. 3 * Cfr. H.Galsterer, Bemerkungen zu römischem Namenrecht und römischer Namenspraxis, in: F.Heidermanns u.a. (edd.), Sprachen und Schriften des antiken Mittelmeerraumes (Fs.J.Untermann), Innsbruck 1993, pp. 87-95. 3 2 Appian, Iber. 68. 33 AE 1987, 504 = 1986, 369 da La Rambla, prov.Cordoba. L'iscrizione si data al 49 a.C e i due magistrati dai nomi indigeni (ma il secondo sta per romanizzarlo, con l'aggiunta di praenomen e cognomen) hanno fatto fare una bella iscrizione edilizia: portam faciund(am) coer(averunt) de sua pec(unia); il sistema dei numera e honores prende piede! 34 CIL lì, 5048. 3 * Per la penisola iberica cfr. le liste compilate da R.C.Knapp, "Provincial Prosopography in the West", Anc.Soc. 9, 1978, pp. 187-222. L'unico Flavius nominato nelle nuove iscrizioni provenienti dal municipio Flavio di Munigua è un liberto della città, cfr.A£ 1972, 254. 36 AE 1971, 172. Pupius Urbicus ebbe la tribù Galeria, cioè segno della cittadinanza, inserita nell'iscrizione in tempo posteriore, ovviamente quando ricevette la cittadinanza per honorem. Il magistrato romano è M.Pupius Piso Calpurnianus. 37 CIL II, 1610 e 1631.
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Oberitalien": "Bekanntlich sind nicht nur viele Einzelfragen, sondern selbst elementare methodische Probleme der lateinischen Personennamengebung.. .ungelöst" Dopo Augusto - e forse già dall'ultima parte del suo regno- la municipalizzazione nella Bética procedette a passi abbastanza lenti. Baelo ebbe da Claudio il rango di municipium Claudium Baelo, come abbiamo visto, ed Anticaria prese il nome Sulpicia, che è indicativo con una certa probabilità di una promozione a municipio sotto Galba . Si ha l'impressione che il desiderio da parte degli spagnoli di avere un diritto superiore o di essere municipio non era molto forte. Su questo sfondo si deve vedere la concessione della Latinità a tutta la Spagna da parte di Vespasiano. Come si sa questo atto ammimstrativo, che oggi a noi sembra di grande rilevanza, nelle fonti antiche non ha trovato una grande eco: c'è la piccola notizia di Plinio, c'è il richiamo nella lex Flavia sull' edictum di Vespasiano, ci sono poche iscrizioni di nuovi cittadini, e niente di P Ì Ù 4 0 . Lo scopo di tale misura e anche la sua datazione sono stato oggetto di una discussione lunga e talvolta poco fruttuosa . Basti dire che la censura di Vespasiano e Tito nel 7 3 / 7 4 d.C. e la missione di Plauzio Silvano Aeliano come governatore della Tarraconensis e del suo successore Q. Vibio Crispo, legatus Augusti pr.pr. in censibus accipiendis Hispaniae Citerioris, indicano tale data come la più verosimile . La concessione si fece tramite un edictum, rinnovato da Tito e poi da Domiziano, dove si spiegavano le modalità per la gestione delle magistrature (edilità, questura e probabilmente anche duovirato) e, come conseguenza, il diritto di ottenere la cittadinanza Romana . Già sotto Vespasiano i primi neo-cittadini eressero iscrizioni per ringraziarlo della promozione, ma solo sotto Domiziano -come sembra- si procedette alla redazione delle rispettive leggi municipali: la sola data fissa è la primavera del 9 1 , data di una lettera o di una subscriptio imperiale annessa alla legge nell'esemplare proveniente da Imi che
3 8 Beitr.Z.Namenforschung 10, 1959, pp. 74-108 su p.75; cfr. anche Galsterer (vedi sopra n.21). 3 9 Galsterer, Städtewesen, pp. 35 ss. Si tratta di una cosiddetta pseudo-tribù nel nome di un tale C.Sentius C.fSulp(icia) Flaccus Antiquaria) in una iscrizione proveniente dalla Dacia {CIL III, 1196). Il ragionamento per cui dalla pseudo-tribù si deduce al cognomen della città non è sicuro ma non si può affermare col Wiegels {Tribusinschrifien, p. 13) che sia completamente senza valore. 4 0 Plin., NH. 3, 30 universae Hispaniae Vespasianus Imperator Augustus iactatum procellis rei publicae Latium tributi. Vedictum di Vespasiano è citato nella lex Flavia, capp. 1923. Il termine lex Flavia va utilizzato qui nel senso di un testo complessivo delle varie leggi municipali flavie trovate nella Bética; non credo né in una legge comiziale di età flavia, cfr. "La loi municipale des romains, chimère ou réalité", RHDFE 65, 1987, pp. 181-203, né in una lex Lati postulata da W.D.Lebek, la lex. Lati di Domiziano (lex Imi tana): le strutture dei capp.84 e 86, ZPE 97, 1993, p. 161. - Le iscrizioni sono CIL II, 1610 e 2096. 41 Cfr. da ultimo G.Zecchini, "Plinio il vecchio e la lex Flavia municipalis", ZPE 84, 1990, pp. 139-146, sulla cui interpretazione di Latium ho dei dubbi. 4 2 P.Rodriguez Oliva, A.U. Stylow, "Zu Ti.Plautius Silvanus Aelianus in Spanien", Chiron 19, 1989, pp. 457 ss. 43 Lex Flavia, cap. 19 ss., cap. 22 ss. Del capitolo 18 dov'erano trattati i doveri e i privilegi dei duoviri rimane solo un piccolo frammento della parte destra della tavola II. Sembra che il paragrafo continuasse su linee analoghe ai capitoli seguenti. Nel capitolo 19 si parla di ex edicto [i]mp. mentre in capitolo 20 di ex edicto decreto iussuve imp., ma la differenza è, a quanto pare, senza significato.
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presuppone già una certa esperienza nel confronto della nuova legge . Poiché le leggi non erano uguali ma tenevano in considerazione le circostanze locali per certi argomenti, la stesura di un centinaio di testi richiedeva forse un certo tempo, ma siamo completamente nel buio sui dettagli pratici di una tale legislazione . Nella legge municipale era stabilita l'organizzazione interna delle nuove città: i compiti dei magistrati, le funzioni dell' ordo decurionum e del popolo, l'amministrazione finanziaria e quella giudiziaria . Ma le città come tali funzionavano già prima: la famosa epistola di Tito a Munigua presuppone un'organizzazione municipale totalmente romanizzata che difficilmente ci si aspetterebbe in una civitasperegrinai . Ovviamente la municipalizzazione era cominciata già sulla base dell' editto di Vespasiano e la redazione delle leggi municipali fu piuttosto la fine di un processo più o meno lungo, non l'esordio. Per quanto riguarda la Bética l'espressione universae Hispaniae del testo pliniano sembra valida: quasi ogni anno si trovano testimonianze di nuovi municipi flavi o nuovi frammenti della lex Flavia \ d'altra parte di sopravvivenza di organizzazioni premunicipali nella nostra provincia non c'è traccia. La situazione è molto diversa nelle altre due province. Certo, anche li si trovano municipi Flavi o città col cognome Flavio, indizio, come si suppone, di una municipalizzazione in questo tempo. Ma sono ancora molte le zone dove non si può parlare di municipi nel senso romano, anche se ci sono organizzazioni indigene - c o m e tribù, gentìlitates, cognationes o simili- che potevano funzionare da "municipi virtuali", per utilizzare l'espressione felice di Estibaliz Ortiz de Urbina . Stupisce anche il fatto che la municipalizzazione vera e propria sembra finire coi Flavi: finora almeno nessun municipium Ulpium, Aelium o Aurelium è attestato né una città con tali cognomi 5 0 . Se la 4 4 J.Gonzalez, "The lex Irnitana: a new copy of the Flavian Municipal Law", JRS 76, 1986, pp. 147-243 su p. 181; F.Fernändez, M. del Amo y de la Hera, La lex Irnitana y su contexto arqueológico, Sevilla 1990, su p. 107. Quest'ultima è la prima edizione attendibile. Sulla possibilità che il testo alla fine della legge sia una subscriptio cfr. J.L.Mourgues, "The s o called Letter of Domitian at the End of the Lex Irnitana", JRS 11, 1987, pp. 78-87. 4 5 L'esistenza di formulari per leggi municipali è provata nel frattempo dall'integrazione fatta nel museo di Sevilla di un frammento col capitolo 69 dove mancano le specificazioni numerali messe nel testo delle altre leggi, cfr. Caballos in questa sede (vedi sopra n.27). 4 ^ Per u n commento cfr. H.Galsterer, "Municipium Flavium Irnitanum: a Latin Town in Spain", JRS 78, 1988, pp. 78-90. 4 7 AE 1962, 288 del 7.9.79. La formula IHIvir(is) et decurioniibus) Muniguens(ibus) non significa che Munigua in quel momento aveva come magistrati superiori IHIviri invece dei Hviri del periodo successivo; si tratta dello stile della cancelleria romana (cfr. Städtewesen, p. 42). 4 ° Cfr. A.Caballos, "Un nuevo municipio flavio en el conventus Astigitanus", Chiron 23, 1993, pp. 157-169. 4 9 Si prenda ad esempio la nuova tessera hospitalis di Montealegre, dove la cognatio Magilancum, la città (?) di Amallobriga e i castella (?) di Cabrumuria e Paligum stanno in una relazione difficilmente spiegabile con concetti del diritto amministrativo romano; cfr. il volume di A.Balil Illana, R.Martin Valls (edd.), Tessera hospitalis de Montealegre de Campos (Valladolid). Estudio y contexto arqueológico, Valladolid 1988, e G.Pereira Menaut, "Cognatio Magilancum. Una forma de organización indigena de la Hispania indoeuropea", in: J.Untermann, F.Villar (edd.), Lengua y cultura en la Hispania Prerromana, Salamanca 1983, pp. 411^24. 50 La rilettura di CIL II, 3239 = EE IX, 125 da parte di M.Zahrnt, "Ein hadrianisches Munizipium in der Hispania Tarraconensis", ZPE 79, 1989, pp. 173-176, secondo cui risulterebbe che Adriano fu il conditor del municipio Hugo, è poco attendibile perchè basata solo su una copia manoscritta dell'iscrizione. Tutt'altra cosa è la promozione di Italica alla dignità di colonia Aelia da parte di Adriano, che era nato in questa città: la promozione era legata alla
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trasformazione di insediamenti indigeni in città romane o latine fosse proceduta più lentamente nella parte settentrionale e in quella nord-occidentale della penisola —così come ci si aspetterebbe- sono precisamente i municipi del secondo secolo che dovrebbero essere presenti. È questo uno dei tanti problemi che si spera che vengano risolti o un po' chiariti nel corso di questo convegno. D'altra parte forme diverse o interpretazioni diverse del diritto latino sono ovvie anche in alcune altre regioni dell'Occidente romano (dove solo la Latinità esisteva). Per la Bètica vale ancora -come credo- quanto affermò Friedrich Vittinghoff molti anni fa cioè che duoviri e quattuorviri si trovano solo in municipi o colonie di diritto o romano o latino . Nella Gallia invece duoviri sono attestati anche in civitates (possibilmente di diritto latino) che non arrivarono mai allo statuto di municipium, mentre la città africana di Lepcis Magna fra Vespasiano e Traiano fu un municipio di diritto latino amministrato da sufetes . Nella Provenza, cioè la Narbonensis, almeno alcune delle grandi tribù sopravissero, come gli Arecomici attorno Nemausus e gli Allobroges attorno Vienna. Ciò fu possibile tramite una specie di sinecismo: una delle loro città divenne metropoli, le äLtreeiaRoattributae e godevano del diritto latino. Nella Bética, come abbiamo visto, le vecchie tribù sparirono molto presto, ma nella Tarraconensis documenti, che meriterebbero uno studio più approfondito, testimoniano ancora in età flavia -accanto al municipio di Emporiae- della vitalità della tribù degli Indicetani che si credeva assorbita dal municipio da molto tempo . Era attributo, ad Emporiae, forse con diritto latino? Non lo sappiamo ma sarebbe bene in ogni caso di tener conto anche per la penisola iberica della possibilità che il diritto latino fosse stato adoperato in un modo diverso nelle tre province. Prima di passare la parola ad altri, due osservazioni ancora sullo scopo, sulla finalità del diritto latino nel principato e in particolare nella Bética. Neil' 89 a.C, quando Pompeo Strabone concesse ü Latium ai Transpadani, lo scopo era chiaro: escludere un gruppo potenzialmente influente dai comizi a Roma54. Ma in una provincia lontana e in un tempo in cui i comizi contavano poco e il ruolo politico del populus Romanus Quiritium era quasi finito? Si potrebbe dire che era più il diritto di essere eletto che contava e che i ceti dirigenti di Roma avevano l'intenzione di eliminare una possibile concorrenza. Ma era proprio per l'effetto del diritto latino che ogni anno gli ex-magistrati municipali ottenevano la cittadinanza, insieme con genitori, figli e nipoti: il beneficium era così moltiplicato. Se prendiamo per es. una cittadina come Imi con sei magistrati annuali e 63 decuriones, ci voleva meno di una generazione per renderli tura* o quasi rutti cittadini romani. Perchè non dare a tutti la cittadinanza già prima?
costruzione della urbs nova, per cui si veda Pfanner, I.e., pp. 108 ss. e P.León, "Zur Neustadt von Italica", in: H.J. Schalles, H.v. Hesberg, P.Zanker (edd.), Die römische Stadt im 2.Jhdt.n.Chr, Xantener Ber.2, 1992, pp. 87 ss. ■^1 F.Vittinghoff, ANRW II.6, pp. 7 ss. e Akten des ó.Intern.Kongr.f.griech. und latein.Epigraphik, München 1973, p. 85; cfr. anche H.Wolff, "Kriterien für latinische und römische Städte in Gallien und Germanien", Bonner Jbb. 176, 1976, p.49. ^ Cfr. B.Galsterer-Kröll, "Zum ius Latii in den keltischen Provinzen des Imperium Romanum", Chiron 3, 1973, pp. 277-306; G. di Vita-Evrard, "Municipium Flavium Lepcis Magna", BCTHS n.s. 17 B, 1984, pp. 197-210. " AE 1952, 122 e E.Ripoll i Perelló, Els origins de la ciutat romana dEmpüries, Barcelona 1978; M.Almagro, Las inscripeiones ampuritanas griegas, ibericas y latinas, Barcelona 1952, 163 ss.nr. 114-116. Per la datazione non tanto precisa si veda W.Eck, Senatoren von Vespasian bis Hadrian, München 1970, p. 226 n.478 contra G.Alföldy, Fasti Hispanienses, Wiesbaden 1969, pp. 19-21. ^ 4 Cfr. Galsterer, La trasformazione... (vedi n.21).
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D'altra parte questi Latini spagnoli erano ovviamente contenti: non ci fu infatti né un movimento notevole per cercare di ottenere la cittadinanza per tutti (come avvenne negli anni sessanta nella Gallia Transpadana) né si notano casi sicuri di un cambiamento del diritto latino per quello cittadino55. Sui motivi di una tale reticenza stiamo ancora nel buio. Può darsi che la situazione economica di alcune città era peggiorata già nel secondo secolo, ma -come si disse già prima- non si può essere sicuri che il nesso fra circostanze economiche e organizzazione politica sia stato tan forte quanto talvolta si pensa. Vorrà ancora molto lavoro da parte di storici e di archeologi per elucidare tati sviluppi paralleli o contrari nelle singole città, e sono sicuro che questo nostro convegno sarà un motivo molto forte per continuare in questa direzione.
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Asido era municipio e divenne colonia ancora sotto Augusto, ma non si sa se la promozione portava con se anche un cambio di cittadinanza, cioè dal Lazio alla romanità, cfr. Städtewesen, p. 20. Carteia era municipio di cittadini romani nel primo impero, cfr. R.Wiegels, "Zum Rechtsstatus von Carteia während des Prinzipats", Madr.Mitt. 15, 1974, pp. 203-208. Se non c'è un cambio nel titolo e nel cognome e in mancanza di una indicazione in Plinio è quasi impossibile scoprire tali mutamenti.
DERECHO LATINO Y MUNICIPALIZACIÓN EN LA MESETA SUPERIOR JULIO MANGAS Universidad Complutense. Madrid ABSTRACT In this article epigraphic evidences and another historic considerations are shown in order to prove that there was wide widespread Flavian municipalization in the Upper Tableland of the Iberian Peninsula. RESUMEN En este artículo se aportan los argumentos epigráficos, así como otras consideraciones históricas, con el fin de demostrar que hubo una amplia municipalización flavia en la Meseta Superior de la Península Ibérica.
Hace pocos años, en una apretada síntesis, necesariamente breve, sobre la municipalización flavia en Hispania , nos situábamos en la posición de Galsterer de 1971 en el sentido de entender que la concesión del ius Latii se hizo a los municipios, que tal concesión exigía la municipalización de la ciudad y no consistía en una simple atribución de ciudadanía a los particulares como habían sostenido Braunert y otros . Si el cap. 21 de la ley del municipio flavio de Salpensa, Lex Salpensana, indica claramente que se concedía la ciudadanía romana a quienes hubieran desempeñado una magistratura -además de a los padres, mujeres, hijos legítimos que se hallaran bajo la potestad paterna así como a los nietos y nietas del magistrado- , tenemos hoy confirmación de tal medida no sólo en el capítulo equivalente de la Lex Irnitancr sino también en la 1
J. Mangas, "La municipalización flavia en Hispania", en: AA. VV., Aspectos de la colonización y municipalización de Hispania, Mérida 1989, pp. 153-172. 2 H. Galsterer, Untersuchungen zum ròmischen Stàdtewesen auf der iberischen Halbinseln, Berlin 1971, pp. 39 ss.; en addante, Stàdtewesen. 3 H. Braunert, "lus Latii in den Stadrechten von Salpensa und Malaca", Corolla memoriae E. Swoboda, Graz 1966, pp. 66 ss. 4 Lex Salpensana, cap. 21; en edición de A. D'Ors, Epigrafía jurídica de la España romana, Madrid 1953, p. 285; en adelante, EJER. 5 El contenido no cambia en las distintas ediciones: véase J. González, "The lex Imi tana: a new Flavian municipal law", JRS 76, 1986, pp. 147 ss., cap. 21; A. D'Ors, J. D'Ors, Lex
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epigrafía no jurídica. Nos referimos a los testimonios del Sur peninsular estudiados por Stylow en los que se indica expresamente que se accede a la ciudadanía romana en virtud del desempeño de un cargo municipal, un honor . Así, conforme al lenguaje ya acuñado, Vespasiano concedió un Latium minus y no un Latium maius que hubiera abierto el acceso inmediato a la ciudadanía romana a todos los decuriones, según Gayo (I, 96). Con ello se disipan algunas dudas como las de D'Ors para quien "no estamos seguros de que Vespasiano no concediera un maius Latium"1. Otra cuestión distinta es el considerar que los efectos de un Latium minus se habrían equiparado en breve tiempo a los de un Latium maius por la práctica de la sucesión en las magistraturas y el número de personas que las ocupaban anualmente, los requisitos de acceso a las mismas y la tendencia de los decuriones a perpetuarse , conjunto de circunstancias que sitúan la precisión entre Latium maius y minus más en el terreno de los matices jurídicos y en el de la valoración de la prudencia de Vespasiano que en el de los grandes cambios sociales. Pues, desde el momento en que es posible imaginar la existencia de senados locales numéricamente bajos, 40-60 miembros, -el del municipio de Irni contaba con 63 senadores - , es fácil comprobar que, atendiendo a las exigencias de alternancia en el desempeño de las magistraturas, todos los miembros del senado local terminaban accediendo a la ciudadanía romana en unos pocos años. H primer problema pendiente de una solucción aceptada por todos reside en la valoración histórica que se haga del grado de aplicación del ius Latii en la trasformación del estatuto jurídico de las ciudades peregrinas. Las interpretaciones han sido muy variadas. Galsterer sostenía una aplicación restringida del ius Latii en 1971 conforme a la cual se habrían beneficiado de la municipalización las ciudades del sur y este de Hi spania y sólo excepcionalmente algunas otras10. Tal interpretación restrictiva ha sido matizada posteriormente por él mismo1 . En el polo opuesto, Montenegro sostuvo hace años que el paso de los hispanos a la condición de ciudadanos latinos tuvo efectos universales y sin excepciones 12 . Montenegro i ^ no se alejaba de tesis como las defendidas por D'Ors , en las que no se consideraba Irnitana (texto bilingüe), Santiago de Compostela 1988, cap. 21; J. González, Bronces jurídicos romanos de Andalucía, Sevilla 1990, pp. 51 ss., cap. 21. 6 A. U. Stylow, "Apuntes sobre epigrafía de época flavia en Hispania", Gerión 4, 1986, pp. 290 ss., que presenta testimonios con fórmulas inequívocas como beneficio Imp. Caesaris Aug. Domitiani c(ivitatem) R(omanam) consecutus o beneficio Imp. Caes. Aug. Vespasiani c(iviîatem) R(omanam) c(onsecutus). 7 A. D'Ors, EJER, p. 150. ° J. F. Rodríguez Neila, "Observaciones en torno a las magistraturas municipales de la Bética romana", I Congr. de Hade Andalucía, Córdoba 1978, pp. 233 ss. 9 Lex Irnitana, cap. 31: la cifra de 63 decuriones se presenta como la habitual, iure more eius municipii. I ° H. Galsterer, Stàdtewesen, p. 50. II H. Galsterer, "Bemerkungen zur Integration vorròmischen Bevolkerungen auf der iberischen Halbinseln", Actas. II Colquio sobre lenguas y culturas prerromanas de la Península Ibérica (Tubingen, 1976), Salamanca 1979, pp. 433 ss. 12 A. Montenegro, "Problemas en el estudio de la Hispania de Vespasiano", HA 5, 1975, pp. 7-88. 13 A. D'Ors, "La evidencia epigráfica en la Galicia romana", I Reunión gallega de Estudios Clásicos, Santiago de Compostela 1981, pp. 129 ss.
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necesaria la municipalización para la extensión de la latinidad. Ultimamente, Abascal y Espinosa se han mostrado partidarios de defender la universalidad efectiva del edicto de latinidad, que convertía en municipios de derecho latino a todos los enclaves todavía peregrinos; ahora bien, introducen una cláusula de prudencia al precisar que tales enclaves que pasan a municipios son aquellos que cuentan con "medios suficientes para garantizar el autogobierno". En defensa abierta de una aplicación selectiva de la municipalización flavia se han manifestado Le Roux y Tranoy , posición que compartíamos también nosotros y que esperamos poder reafirmar con la nueva revisión de la documentación sobre un ámbito geográfico más limitado. El que una cuestión tan central para la comprensión del proceso histórico de Hispania esté sometida a tal divergencia de interpretaciones está reflejando la existencia evidente de criterios diversos en el momento de definir las pautas sobre el tipo de argumentos válidos que permitan sostener la municipalización flavia de una u otra ciudad. a) En primer lugar, ha tenido un gran peso, a través de procesos mentales más o menos conscientes, la imagen urbanística de una ciudad romana. Si no se han buscado siempre teatros, anfiteatros, circos, foros, e t c . , el investigador se hubiera contentado, al menos, con algunas importantes transformaciones urbanísticas que manifestaran la adecuación de la ciudad indígena alas exigencias de un municipio romano. Y, sin duda, eso sucedió en las colonias romanas y en varios municipios de derecho romano de comienzos del Imperio , pero no tuvo que ser necesariamente así en todos los municipios flavios. La mejora de las condiciones urbanísticas, tendentes a imitar los modelos de las colonias y municipios romanos, se produjo en muchas ciudades con estatuto peregrino desde el momento de la conquista; para el territorio que vamos a considerar, el caso de Asturica Augusta es bien elocuente: el foro y los edificios públicos de inicios del Imperio, aunque sólo alcanzó la municipalidad bajo los Flavios, permiten ya pensar en un importante urbanismo augusteo como sucedió en Conimbriga . Permítasenos hacer una breve extrapolación. Por una parte, el desarrollo urbanístico no dependió sólo de la presencia romana. En la Meseta Superior prerromana, -como en otras partes del territorio peninsular-, hay claros procesos de mejora de las condiciones 14
J.M. Abascal, U. Espinosa, La ciudad hispano-romana. Privilegio y poder, Logroño 1989, pp. 71-74. 15 P. Le Roux, A. Tranoy, "Rome et les indigènes dans le Nord-Ouest de la Péninsule Ibérique. Problèmes d'epigraphie et d'histoire", MCV 9, 1973, pp. 177 ss. Ultimamente, A. Tranoy, "Communautés indigènes et promotion juridique dans le nord-ouest ibérique", en: A A. VV., Ciudad y comunidad cívica en Hispania (Siglos II - /// d. C), Madrid 1993, pp. 27-35, especialmente 31-33, se muestra menos categórico al definir como municipios a algunas ciudades del Noroeste. 16 J. Mangas, op. cit., p. 163. 1 ' J. M. Solana, "Colonización y municipalización de Hispania desde Tiberio a los Flavios", en: AA. VV., Aspectos de la colonización y municipalización de Hispania, Mérida 1989, pp. 71 ss. 1° Los testimonios de Conimbriga son bien conocidos: véase J. Alarcâo, R. Etienne, Fouilles de Conimbriga. Architecture. I, Paris 1977, pp. 27 ss., 42 ss., 51 ss., con la información detallada sobre el foro augusteo y sus monumentos, sobre las termas y el acueducto augusteo. En espera de que se publiquen las memorias de excavaciones de los últimos años, agradecemos las informaciones de los responsables de las mismas (J. Vidal y Victorino García), que hemos podido visitar bajo su guía.
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urbanísticas en los centros que comienzan a funcionar como ciudades hegemónicas de un territorio: baste ver los casos del Casco Urbano (Simancas), de la Ermita de N a Sa de Tiedra (Tiedra) y del Casco Urbano (Montealegre) entre otros poblados de la Edad del Hierro en el valle medio del Duero . A su vez, si se echa una ojeada a la abundantísima documentación de las épocas medieval y moderna, nos encontramos ante la realidad de ordenamientos de ciudades y villas, estatutariamente análogos pero aplicados a realidades urbanísticas y demográficas de lo más dispares 20 . Hay que analizar, pues, los cambios urbanísticos desde perpectivas mucho más amplias y complejas, no sólo desde la del cambio de estatuto jurídico de una ciudad por más que una atribución administrativa de privilegio facilite las mejoras urbanísticas por las consecuencias económicas y sociales que pueden derivarse de la misma. No hay duda de que hubo ciudades que sufrieron profundas trasformaciones urbanísticas en los años próximos a la recepción de un estatuto municipal flavio. Ahora bien, incluso en esos casos, los cambios fueron de orden muy diverso, si atendemos a los resultados de las excavaciones. Podemos tomar dos testimonios sobresalientes: así, no es comparable el desarrollo de Conimbriga que afecta a amplias zonas de la ciudad con el de Munigua, municipio flavio dotado de un gran recinto cultual pero con un núcleo urbano muy reducido . La perspectiva de algunos comportamientos de época republicana puede contribuir también a clarificar las posiciones. Conocemos los casos de implantación de templos romanos en medios urbanos e incluso en santuarios ibéricos . Pero nos consta igualmente que, en el foro republicano de Ampurias un solo edificio, un templo, servía para el desempeño de funciones diversas, era lugar de culto, curia y tesoro . Desde ese marco de referencias, que podría ampliarse con otros testimonios análogos, n o creemos imposible que hubiera ciudades indígenas que recibieron el estatuto de municipio flavio con unas trasformaciones mínimas de su urbanismo, las imprescindibles para que pudiera cumplir las nuevas funciones asignadas por el poder romano. Por lo mismo, el abandono de la tendencia a equiparar municipalización flavia con grandes cambios urbanísticos es un primer paso para abordar la comprensión del resto de la documentación.
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L. C. San Miguel, "El poblamiento de la Edad del Hierro al occidente del valle medio del Duero", en: F. Romero Carnicero y otros (eds.), Arqueología vaccea. Estudios sobre el mundo prerromano en la cuenca media del Duero, Valladolid 1993, pp. 23, 24-29, 33 ss. 20 Compárese, por ejemplo, la normativa sobre Parrillas (prov. Toledo), villa en sí y sobre sí: J. Gómez Jara, J. M. Gómez Gómez, La exención de Parrillas, Toledo 1992; L. Rubio, El sistema político concejil en la provincia de León, León 1991, pp. 48 ss., 95 ss., 130 ss., 189 ss. 21 Véase J. Alarcâo, R. Etienne, Fouilles de Conimbriga. I, pp. 85-112: La revolución flavia. 22 Th. Hauschild, *Munigua. Ausgrabungen an der Stiitzmauer des Forum", MM 27, 1986, 325 ss.; Idem, "Los templos romanos de Munigua (Sevilla)", Cuadernos de arquitectura romana. 1. Templos romanos de Hispania, Murcia 1992, pp. 133-143; F. Coarelli, "Munigua, Praeneste e Tibur. I modelli laziali di un municipio della Baetica", Lucentum 6, 1987, pp. 91 ss. 23 De especial interés son los trabajos de S. F. Ramallo, "Un santuario de época tardorepublicana en La Encarnación, Caravaca, Murcia", en Cuadernos de arquitectura romanad. Templos romanos en Hispania, pp. 39 ss., útil además por otras referencias, y de C. Aranegui, "Un templo republicano en el centro cívico de Sagunto", Cuadernos de arquitectura romanad, pp. 67 ss.; M. Bendala, "Excavaciones en el Cerro de los Palacios", EAE 121, 1982, pp. 55 ss. 24 J. Ruiz de Arbulo, "El templo del foro de Ampurias y la evolución de los foros republicanos", en Cuadernos de arquitectura romana J, pp. 27 ss., 32 ss.
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b) Un segundo factor de confusión deriva de la valoración o falta de la misma sobre los diversos usos epigráficos característicos de cada región o comarca de Hispania y, de modo particular, sobre aquellos que reflejan formas de organización social de tradición indígena. Sin pretender renovar ahora la discusión sobre la autenticidad o falsedad de la famosa inscripción del Puente de Alcántara que recoge un listado de ciudades como municipiar , lo cierto es que se comenzó dudando de su autenticidad a partir de la comprobación del tipo de onomástica ofrecida por la epigrafía de su entorno . Ahora disponemos de pruebas suficientes sobre la pervivencia de componentes y de estructuras onomásticas de tradición indígena coexistiendo con onomástica romana en ciudades que accedieron a la municipalidad bajo los Flavios. Más aún, también en ámbitos coloniales como en el caso de Clunia, municipio romano desde comienzos del Imperio y colonia desde Galba . Ante oyentes bien informados como los presentes, baste recordar que, en los testimonios epigráficos de la Hispania romana del área céltica, son excepcionales los documentos sobre liberalidades o evergetismo, contribuciones económicas a los gastos de la ciudad ob honorem y dedicaciones honoríficas a personajes privados, lo que disminuye la posibilidad de encontrarnos con testimonios relacionados con el estatuto jurídico de las ciudades. Si exceptuamos unos pocos casos -Asturica Augusta, Clunia, Segovia y pocos más-, la documentación epigráfica de muchas ciudades se limita a la funeraria y, a veces, a menos de una decena de inscripciones. c) Bajo esa perspectiva documental, llena de silencios, se debe abordar el análisis del alcance de la municipalización flavia en la Meseta Superior. La pérdida de una parte de la obra de Livio nos ha privado de una valiosa información sobre la evolución de los estatutos jurídicos de las ciudades de Hispania en época republicana. No creemos imposible que hubiera más colonias latinas de las actualmente conocidas , pero, por el momento, debemos atenernos a los datos seguros de que ciudades como Saguntum y Obulco no se encontraban entre las privilegiadas. Pues bien, los magistrados monetales = magistrados de ambas ciudades se presentan con títulos como aedüis y, para Sagunto, incluso como aediliscundir . Resulta razonable la explicación de que estamos ante testimonios de imitación de las magistraturas municipales y coloniales romanas / latinas, ante manifestaciones propias de una fase premunicipal. Ahora bien, la cuestión central reside en saber hasta cuándo hubo comportamientos semejantes en el ámbito de Hispania. Desde luego, no sirven las analogías derivadas de 25 L. García Iglesias, "Autenticidad de la inscripción de municipios que sufragaron el puente de Alcántara", Rev. Estudios Extremeños 32, 1976; ídem, "Sobre los municipios flavios de Lusitania", Rev. Universidad Complutense 18, 1979, pp. 81-85. A. Blanco Freijeiro, El puente de Alcántara en su contexto histórico, Madrid 1977, pp. 31 ss., 45 ss. 2Í > H. Galsterer, Stàdtewesen, pp. 62-64, "Die municipia provinciae Lusitaniae von CIL II, 760". 27 P. Palol, J. Vilella, Clunia. II. La epigrafia de Clunia, Madrid 1987 (EAE, n° 150), n. 45, 60, 100, 217, 81, 90, 78, 77 y 83, con nombres de organizaciones suprafamiliares en estructuras como A//Û Aeggu(m) AeaiJ(ilia) o Segius Lougesterico(m) Aionis J. 28 A. García y Bellido, "Las colonias romanas de Hispania", AHDE 29, 1959, pp. 447 ss. 2 ^ j. Mangas, "Magistrados monetales y patronos de ciudades en Hispania", en Homenaje a A. Galmés de Fuentes, III, Madrid 1987, pp. 183 ss. 30 Para un estudio de los magistrados locales, véase A. Marín, Emigración, colonización y municipalización en la Hispania republicana, Granada 1988, pp. 113 ss., 149, 151.
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comparar el momento inicial de mención de dunviri, aediles o decuriones con el año en que un municipio pasa a tener unas leyes escritas sobre planchas de bronce, ya que estamos ante dos actos distintos y no necesariamente todos los municipios grabaron sus leyes en planchas. Y aquí volvemos al núcleo central del problema: ¿cómo interpretar la brevedad o los silencios de la documentación? Ha tenido repercusión la tesis de Forni, para quien el ius Latii sirvió para reorganizar el Noroeste pero no necesariamente para traer la urbanización ni la municipalización 1. Así, recientemente, Santos Yanguas ha optado por la vía de hablar de "supuestos municipios del convenais asturicense'1 para referirse a Asturica Augusta, Bergidum Flavium, Inter omnium Flavium, Brigaecium, Lancia y Flavionavia, aunque, a veces, parece aceptar que algunos de ellos fueron municipios. En el trasfondo de esta vía explicativa, se encuentran algunos testimonios de analogías con otras partes del Occidente del Imperio -ante todo, de Italia y de Africa- que nos indican que la mención de aedilis, flamen, sacerdos, decurio, etc., no siempre es indicativa de que estamos ante una organización municipal, ya que algunos vici, pagi y collegia calcaban la nomenclatura de la organización municipal y los mismos títulos de los magistrados para definir con ellos a sus representantes . La segunda vía argumentai se basa en otras consideraciones. Por una parte, se comprueba que no hay un solo testimonio de vicus o pagur , ni tampoco de collegia^* db Hispania que presente unas jefaturas con títulos iguales a los de los magistrados de las ciudades privilegiadas. En segundo lugar, cuando se ha dispuesto de una documentación significativa y se ha sostenido que la mención de un magistrado local romano era un indicador válido del estatuto privilegiado de una ciudad, se ha terminado por confirmar la misma tesis con nuevos documentos; la tendencia se orienta, pues, a revalidar las hipótesis iniciales. A su vez, no vemos razones para calificar de ambiguas a la política municipalizadora de César-Augusto, completada por los Flavios sobre las ciudades de or
Hispania. Por ello, coincidimos con otros autores al proponer los siguientes criterios como guía para conocer si estamos ante una ciudad privilegiada: 31 G. Forni, "Dalle difficoltà di assogettamento agli effetti della romanità: Sinossi asturo-calleca", Actas. Coloquio Int. sobre el Bimilenario de Lugo, Lugo 1977, pp. 54 ss. 32 J. Santos Yanguas, "La municipalización del conventus asturicense. Estado de la cuestión y perspectivas", Actas. I Congr. Int. Astorga Romana. II, Astorga 1986, pp. 109-113. 33 Baste ver E. Komemann, "Pagus", RE, XVIII, 2, 2318 ss. y A. W. van Burén, "Vicus", RE, VIII, A, 2, 2090 ss., por más que, a veces, los términos tengan una connotación distinta como el del aedilis responsable de los cultos en el vicus Furfensis (CIL I, 2, 756). Otros testimonios de uso de términos con sentido análogo al de las ciudades son casos como el de los decuriones de un pagus africano (CIL VIII, p. 1100) o el decurio de los Laurentes vico Augustano (Dessau, 6150). Pero siempre hay que tener en cuenta las peculiaridades organizativas de cada provincia; así, el caso de los pagi africanos, diversos a los de Italia e Hispania: véase G. Ch. Picard, "Le pagus dans l'Afrique romaine", Karthago 15, 1969-70, pp. 3-12; G. Ch. Picard, A. Mahjoubi, A. Beschauch, "Pagus Thuscae et Gunzuzi", CRAI 1963, pp. 124-130. 34 L. Curchin, "Vici <md pagi in Roman Spain", REA 87, 1985, pp. 327-343. 3 ^J. M. Santero, Asociaciones populares en Hispania romana, Sevilla 1978, pp. 151166, donde incluye un corpus de 122 collegia. 3 6 G. Alfòldy, Rômisches Stàdtwesen auf der neukastilischen Hochebene, Heidelberg 1981, pp. 32 ss. Las dudas que podría haber sobre el valor del término respublica como indicativo de una ciudad privilegiada han quedado despejadas con el trabajo reciente de S. Dardaine, "Une image des cités de Béüque aux Ile. et Ule. siècles après J.-C.: l'emploi du terme respublica dans les inscriptions de la province" en: AA. VV., Ciudad y comunidad cívica en Hispania (siglos II y III d.C), Madrid 1993, pp. 47 ss.
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- La mención de una magistratura civil con nombres como dunvir, aedilis, TV vir, quaestor, censor o bien bajo una fórmula completiva como la de omnibus honoribus in re publica suafuncto; se entiende que tendría igual valor la mención de un // vir quinquennalis o la del praefectus del II vir. Ahora podemos añadir el título de interrex, hasta comienzos del Imperio, mencionado en el cap. 130 de la lex Ursonensis, cuya existencia ha sido refrendada 37
por un documento reciente . - La mención de magistraturas religiosas como la de ponti/ex, augur o flamen I— inica o bien de cofradías religiosas vinculadas al culto imperial, augustales o VI viri augustales. - La inclusión en una tribu. Para los municipios flavios, la pertenencia a la tribu Quilina. - El título de municipium, colonia o res publica o bien la mención de municipes o coloni. - La existencia de un ordo decurionum I decuriones. Desde nuestra posición, bastaría el testimonio seguro de uno de esos elementos para justificar que estamos ante una ciudad privilegiada, ya que nunca la ampliación de documentos ha desmentido el valor probativo de un solo testimonio bien definido. Si la interpretación del silencio o brevedad informativa condujera a exigir una serie completa de testimonios, habría que ser coherentes y comenzar a negar el estatuto de ciudad privilegiada a gran parte de las ciudades del Sur y del Este peninsular, incluso después de los Flavios, ya que muchas son reconocidas como privilegiadas a partir de una gran parquedad documental; más aún, a veces, sin más testimonio que el de su localización en el Sur o el Este; baste recordar el municipio flavio de Irni, desconocido hasta que se descubrió su lex. Es evidente que, en cualquiera de las argumentaciones, debe tenerse la necesaria precaución para determinar bien la procedencia de los hallazgos epigráficos. Y en el caso concreto de la mención de la tribu Quirino, siempre puede quedar la duda de si estamos ante el reflejo de alguna intervención anterior del emperador Claudio. Pues la libertad concedida por Claudio respecto a la inclusión en tribus de nuevos ciudadanos romanos y la obra política de Claudio en Hispania pueden permitir la duda razonable de que, en algún caso, la tribu Quirina haya que relacionarla con la época de Claudio. Ahora bien, si ello es válido en el plano de la hipótesis, resulta difícil de justificar en el momento de aportar testimonios históricos seguros por más que sean muy elocuentes los indicativos de intervenciones de Claudio en algunas áreas de la Península y no sólo en Baelo o en Claudioneriunr .
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Tradicionalmente se había considerado que era una interpolación o un error de un copista la presencia del término interrex en la ley de Osuna: véase E. Gabba, "Riflessioni sulla lex coloniae Genetivae Iuliae", en: J. González, J. Arce (eds.), Estudios sobre la Tabula Siarensis, Madrid 1988, pp. 157-168. Sabemos que Augusto suprimió la figura del interrex como suplente de los Hviri; pero, hasta esa decisión, hubo interreges en algunas ciudades de Hispania: véase J. González, "Epigrafía del yacimiento de La Cañada" en: J. González, J. Arce (eds.), Estudios sobre la Tabula Siarensis, pp. 96-97, donde presenta esta nueva inscripción: Cn(aeo) Servilio Cn(aei) fiüio) I Galería tribu) Nigro, Hvir(o)/ interregi. " El estudio de*R. Wiegels, Die Tribusinschrifien des rómischen Hispanien, Berlin 1985, pp. 11 ss. y passim deja clara constancia de la relación de la tribu Quirina con los municipios flavios. La hipótesis de que algunos casos de tribu Quirina hayan aparecido bajo Claudio ha sido defendida por M. Ribagorda, Claudio e Hispania, Madrid 1993 (tesis doctoral, en prensa).
A. Testimonios sobre municipios flavios 1. ASTURICA AUGUSTA (Astorga, León). a) F. Diego Santos, IRPLeón, León 1986, n°. 76. Hallada en Astorga. [C(aius) IJulius C. f [Qu]ir(ina tribu) Fidus, Ast(uricensis), [sjacerdos Rom[ae] et Aug(usti), flamen des(ignatus) P(rovinciae) Hfispaniae) C(itérions) ... Fecha: s. II p. C. b) F. Diego Santos, IRPLeón, n°. 63. Hallada en La Milla del Río (prov. León). (votiva)... resp(ublica) Ast{urica Augusta) per mag(istros) G(...) Pacatum et Fl(avium) Proculum ... Fecha: fines s. II - s. IH p.C. c) F. Diego Santos, IRLeón, n°. 103. Hallada en Astorga. civis, grammaticus Fecha: s. II p. C. d) Discutible la autenticidad del documento: Tablas de Bairo. F. Diego Santos, Ep. romana de Asturias, Oviedo 1959; J.M. Roldan, en Zephyrus 23-24, 1972-3, pp. 221 ss.; A. García y Bellido, en BRAH 172, 3, 1975, pp. 547 ss. ...Lepidus, duovir Fecha: s. I p. C. avanzado, si se acepta su autenticidad. e) CIL VI, 29724. Hallada en Roma. Sólo hay garantías de que es astur. . . . Q(uirina tribu), sacerdos [.../ conventus Asturum. Fecha: s. H p. C. f) CIL E, 2633. Pacto de los zoelas. Hallada en Astorga. Los legati pueden ser magistrados deAsturica. ...legati, L. Domitius Silo, L. Flavius Severus. Fecha: mediados s. II p. C. 2. BERGIDUM FLAVIUM (Castro de Pieros y Cacabelos, prov. León). -G. Alfòldy, RTTarraco, n°333. Hallada en Tarragona. ... C. Valerius Arabinus, Bergido F(laviensis), omnib(us) hon(oribus) in re p(ublica) sua functus, sacerdos Romae et Aug(usti) ... ob curam tabularii censualis fideliter administratam... Fecha: mediados / segunda mitad de s. II p.C. 3. BRIGAECIUM ("Dehesa de Morales", Fuentes de Ropel, prov. Zamora). a) G. Alfòldy, RTTarraco, n°275. Hallada en Tarragona. ... L. Fabius L. f Quir(ina tribu) Silo, Brigaecinus, II vir, sacerdos Rom(ae) et Aug(usti) convent(us) Asturum, (adlectus in decurias V iudicum Romae), flamen P. H. C. Fecha: época antoniniana. b) R. García, J. A. Abasólo, "Bronces romanos del Museo de Zamora" en J. Arce, F. Burkhalter (eds.), Bronces y religión romana, Madrid 1993; es el texto fragmentario de una litigatio sobre tierras. No es indicativo de municipalización, sino sólo de intervención romana regulando límites de pagos y de aldeas. 4. LANCIA (Villasabariego, prov. León). Hallada en Tarragona. - G. Alfòldy, RTTarraco, n° 287. L. Iunius Blaesif. Quirina (tribu) Maro Aemilius Paternus, Lanciensis, omnib(us) in re publica sua honorib(us) functus, II vir, sacerdos Rom(ae) et Aug(usti) convent(us)
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Asturum, ...flamen P.H.C. ... Fecha: 110-140 p. C. 5. SALMANTICA (Salamanca). Hallada en Salamanca. - INEDITA. (Con agradecimiento al Director del Museo por permitir verla. No se incluye el texto completo, mientras no se publique). (Dedicación a Caracalla por el) ordo decurionum Salmanticensium. Fecha: época de Caracalla. 6. URUNIA (?). (Urueña, importante núcleo urbano antiguo; hoy, despoblado de Fuenteguinaldo, prov. Salamanca). Hallada en el despoblado. - CIL II, 863. (Dedicación a Septimio Severo por el) m(unicipium U(runensium). Fecha: Septimio Severo. NOTA: En casi todos los documentos de este yacimiento hay dudas de atribución entre Ciudad Rodrigo y Urueña. Creemos que ese texto es atribuible a Urueña. Véase J. Francisco, Conquista y romanización de Lusitania, Salamanca 1989, p. 354. 7. CA UCA (Coca, prov. Segovia). Hallada en Montealegre de Campos, prov. Valladolid. -J. Velaza, en Faventia 11,2, 1989, pp. 105 ss. ("Pacto de hospitalidad de Montealegre, VA", con toda la bibliografía anterior). ... M. Valerius Lentulus, II vir, et Lucius Sempronius Quadratus. Fecha: 134 p. C. 8. SEGOVIA (Segovia). a) G. Alfóldy, en ZPE 94,1992, pp. 243-246 (Inscripción del acueducto). ... P. Mummius Mummianus et P. Fabius Taurus\ Ilviri munic(ipii) Fl(avii) Segoviensium. Fecha: Trajano. b) R. C. Knapp, LICS, n° 313 = HEp. 5, 1994, n° 642. Hallada en Segovia. [...Qui]r(ina tribu)] Flavo [ ]. Fecha: s. H p. C. c) R. Wiegels, Tribusinschriften, p. 136 = R. C. Knapp. LICS, n°. 243. ]. Q. Curio Pa[ / Q(uirina tribu) Abliqumf Fecha: s. II p. C. d) J. Mangas, en HEp. 4, 1994, n° 613 (Lectura a partir de foto publicada en AA.VV, Los bronces romanos en España, Madrid 1990, p. 206, catálogo n°. 81). Hallada en el interior de la ciudad de Segovia. Reconstrucción hipotética, aunque el texto conserva términos bien expresivos de la municipalidad. [Dedicante / Provincia Hispania Citeriori / Cor[nelio] C. f. Quirina (tribu) I Dom[it]iano Lepio [aed(ili) II viro ?]Ireip(ublicae) CA[4-6]et flamini [desig(nato) ? I Romae et] Aug(usti) trib(uno) mil(itum) [leg(ionis)] / / ?I ?/ curantibus ? / dio T(iti) fiilio) I [cognomen et ]co Prisco I ?
Fecha: fines s. I - s. II p.C. 9 . . . . ("Puente Talcano", Sepúlveda/Duratón, prov. Segovia), a) J. Santos, A. L. Hoces, en Veleia 6, 1989, pp. 233-234. . . . Qfuirina tribu) . . .
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b) R. C. Knapp, LICS n°. 312. Pro salute ordinis . . . Fecha: 128 p. C. e) INEDITO. J. del Hoyo, "Duratón, municipio romano. A propósito de un fragmento inédito de ley municipal", ZPE 108, 1995, pp. 140-144 (sin foto del documento). Se justifica que el fragmento forma parte de una ley municipal flavia. 10. INTEROATIA (Valverde de Campos). a) G. Alfoldy, RITarraco, n° 256. L. Antonius Paterni filius Quir(ina tribu) Modestus, íntercatiensis ... omnibus honoribus in re p(ublica) sua functus, sacerdos Romae et Aug(usti), flamen P. H. C. Fecha: segunda mitad de s. II p. C. b) G. Alfoldy, RITarraco,323. ... L. Antonius Modestus, Intercatiensis (y su mujer) Paetinia Paterna, flaminica P. H. C. Fecha: 140-180. 11. SEGISAMO (Sasamón, prov. Burgos). a) Gómez Pantoja, en Gerión 10, 1992, pp. 259 ss. ... sta[t]ionis Segisamonensium ... [-] Aelius Maritimus, b(ene)J(iciarius)co(n)s(ularis) exedram cum basi Fecha: s. Il p. C. b) CIL II, 5812. Tabla de patronato hallada en Sasamón. (Entre otros contenidos, hay menciones a ...patroni (en relación con los) cives Seg(isamonenses); varios libertos de "nomen" Publicius, libertos públicos. Fecha: 239 p. C. (fecha consular). 12. PALLANTIA (Palencia). a) F. Fita, BRAH 26, 1895, pp. 62-63 (=EE Vm, 137). Hallada en Palencia. C. Memmius Quir(ina tribu) ... Fecha: s. Il p. C. b) F. Fita, BRAH70, 1917, pp. 333-337. Hallada en Palencia. C. lulius Cf Quirfina tribu) ... Fecha: s. II p. C. 13. AVILA (Avila). a) CIL VI, 2490. Hallada en Roma. L. Cornelius Firmanus Q[ui]r(ina tribu) Avila, (un pretoriano, veterano). Fecha: s. II p.C. b) R. Knapp, LICS 307-9 (la considera falsa); Ma R. Hernando, Indigenismo y romanización del territorio abulense(s. V a.C. - s. III d. C), Madrid 1984 (tesis doctoral) con argumentos sobre la autenticidad del texto. Hallada en Avila. Q. CoronfiusJ Quir(ina tribu) Barb[atus ?] Avelens(is)... Fecha: fines s. I p.C. c) R. Ruiz de Pablos, en Diario de Avila (Avila, 21 / X / 92, p. 17); Ma R. Hernando, op. cit., p. 86. Hallada en Avila. Neroni Claudio [Coesori Aug. Germ. Pont. Max. Trib. Pot. ... cos. ... imp. ... p. p. -
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Fecha: datación imperial. NOTA: No sirve de argumento, pero contribuye a despejar el tono indigenista dominante en la epigrafía de Avila. 14. NOVA AUGUSTA (Lara de los Infantes, prov. Burgos). - G. Alfóldy, en ZPE 41, 1981, pp. 244— 252: recoge todos los testimonios justificativos de su carácter municipal. - n°. 1: Q(uirina tribu), II vir. - n°. 3: aedilis, II vir. - n°. 4 y 5: II vir. - n°. 6: decurio. NOTA: Sobre la identificación, véase H. Gimeno, M. Mayer, "Una propuesta de identificación epigráfica: Lara de los Infantes, Nova Augusta", Chiron 23, 1993, pp. 3 1 1 319. 15. AUGUSTOBRIGA (Muro de Agreda, prov. Soria). - CIL II, 4277. Hallada en Muro de Agreda. ...municipium ... 16 . . . (Medinaceli). a) A. Blanco Freijeiro, en V Congr. Esp. Est. Clásicos, 1978, pp. 674 ss. (Inscripción sobre el arco de Medinaceli). L. Caesar Augusti/., augur ... Fecha. Augusto. b) CIL n , 5789. L. Licinius Quir(ina tribu) Titulus Cornutanulus . . . Fecha: s. II p. C. B. Casos inciertos o que exigen un estudio particular 1. . . . (Villalcampo, prov. Zamora). Hallada: ¿en Zamora o en Villalcampo? Deo Mentoviaco, M. Atilius Silonis f. Quir(ina tribu) Silo ex voto. Fecha: s. II p. C. 2. PETAVONIUM de los SUPERATI (Cerca de Rosinos de Vidriales, prov. Zamora). Hallada en Astorga. Museo Arqueológico de León. -INEDITA. . . . Superaticus Flaviensis . . . Fecha: mediados / fines s. Il p. C. 3. . . . (Chavaler, prov. Soria). - CIL II, 5796. L. Valerius Nasonisf. Quir(ina tribu) Nepos . . . Fecha: s. Il p. C. 4. S. Esteban de Tre vino (prov. Burgos). - CIL II, 5613. M. Pordus Ausci f. Quir(ina tribu) Tonius . . . Fecha: s. II p. C.
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5. Vivar del Cid (prov. Burgos). - A. García y Bellido, en IX CAN, 1966, p. 396. L. Pompeius Q(uirina tribu) Saturninus . . . 6. Langa de Duero (prov. Soria). - A . Jimeno, Epigrafía de Soria, n°. 126. a\ecreto ? ) d(ecurionum?). 7. León. Todas ellas exigen un estudio particular que pasa por una mejor comprensión de lo que fue la cancha de la Legio Vil Gemina. a) F. Diego Santos, IRPLeón, n°. 209. Q(uirina tribu) . . . b) F. Diego Santos, IRPLeón, n°. 168. L. Aure(lius) Qu[ir(ina tribu)] Fraternus ... c) F. Diego Santos, IRPLeón, n°. 155. G. Aemilius 1"alavi f. Q(uirina tribu) . . . 8. SALIONCA (Poza de la Sal, prov. Burgos). -AE, 1976, n° 315. C[n(eo) AJvito Saeco, [LJAufidius Celer et Cornelia Flavina, sacerdotes,... Fecha: 219 p.C. (Datación consular). C. Quedan excluidos por nuevas lecturas de los textos 1. Aguilar de Campoo (área de Monte Cildá, prov. Palencia). a) F. Fita, BRAH 20, 1892, p. 538. . . . pro salute Rantoni sfer(vae)]r(ei) p(ublicae) Olecensium. b) Lectura correcta en García Guinea, AEArq. 61, 1946, pp. 58-9. . . . pro salu[te] [DJuratonis Polecensium. 2. Peña Amaya (prov. Burgos). a) S. Crespo, en Atlon, H, Madrid 1987, p. 217. Pompeius VI (vir ?). b) Lectura correcta: J. M. Iglesias Gil, Epigr. Cántabra, n°. 8. Pompeius Viftalis]. H contraste de la documentación expuesta con otros estudios anteriores conduce a diversas consideraciones. Así, en la década de 1970, el cómputo de ciudades privilegiadas de la Meseta Superior ascendía a siete: Asturica Augusta (Astorga), Augustobriga (Muro de Agreda), Brigaecium (ca. Benavente; hoy "Dehesa de Morales"), Clunia (Coruna de los Condes, prov. Burgos), Lancia (Villasabariego), . . . (Lara de los Infantes) y Termes (Tiennes, prov. Soria) . En estudios posteriores, se habrían dado apoyos para incrementar
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Tal era el cómputo de H. Galsterer, Stàdtewesen, pp. 69 ss. con los siguientes argumentos: Asturica Augusta (AE 1921, n° 69: Hvir), Augustobriga (CIL II, 4277: municipium), Brigaecium (CIL II, 6094: Hvir), Clunia (municipio bajo Tiberio, colonia desde Galba), Lancia (CIL II, 4223: Hvir), . . . (Lara de los Infantes): CIL II, 2853: Hvir; Termes (AE 1953, n° 267: IHViri).
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ligeramente la nómina con el añadido de Uxama (Burgo de Osma, prov. Soria) y de . . . (S. Esteban de Gonnaz, prov. Soria) . Desde esas posiciones, nos situaríamos ante cinco municipios flavios {Asturica, Augustobriga, Brigaecium, Lancia y ... = Lara de los Infantes) y cuatro municipios de comienzos del Imperio situados en el área celtibérica {Clunia, Uxama, Termes y ... = S. Esteban de Gonnaz) . Nuestra propuesta nos conduce a la existencia de un total de 20 ciudades privilegiadas: los cuatro municipios de comienzos del Imperio más los dieciséis de época flavia. Si se tiene en cuenta que, sobre los primeros casos aceptados como municipios, el incremento de la documentación no ha servido más que para ofrecer nuevos testimonios que aportan pruebas en la misma dirección, no resulta nada sospechoso el sostener la municipalización de una ciudad con el apoyo de un solo documento ( casos como Bergidwn Flavium, Brigaecium, Lancia, ...). Y por lo mismo, no es imposible que terminen por aflorar pruebas que amplíen la nómina actual. El hallazgo del fragmennto de ley municipal flavia del área de Duratón / Sepúlveda favorece tal hipótesis. Si ampliamos la perspectiva a la relación entre pueblos y ciudades privilegiadas, se comprueba que se tendió a mantener un cierto equilibrio de modo que todos los pueblos recibieran alguna concesión de privilegio en sus ciudades. Partiendo de las referencias de Ptolomeo, podemos constatar lo siguiente: - Astures, con diecinueve "ciudades" (Rol. 2, 6, 28). En el área astur del actual territorio de Castilla - León se sitúan los siguientes municipios flavios: Asturica Augusta, Bergidum Flavium, Brigaecium y Lancia. - Las ocho ciudades de los cántabros (Rol. 2, 6, 50) tenían casi todo su territorio fuera de la Meseta Superior. - Vacceos, con veinte ciudades (Rol. 2, 6, 49); entre ellas hay tres municipios flavios: Intercatia.Pallantia y Cauca. - Tunnogos, con cinco ciudades (Ptol., 2, 6, 51), entre ellas se encuentra el municipio flavio de Segis amo. - Autrigones, con siete ciudades (Rol. 2, 6, 52) y parte de su territorio fuera de la Meseta Superior no ofrece la seguridad de que Salionca sea municipio flavio. - Pelendones, con diez ciudades (Rol. 2,6,53): con Augustobriga como municipio de comienzos del Imperio. - Arevacos, con diez ciudades (Rol. 2,6, 55): cuentan con municipios de comienzos del Imperio {Clunia, Termes y Uxama Argaela) y con otros de época flavia {Segovia, Nova Augusta y . . . Duratón / Sepúlveda). - Vettones, con once ciudades (Rol. 2, 5, 7), la mayoría de las cuales se sitúan fuera de la Meseta Superior, cuenta con municipios flavios en la misma: Salmantica, Urunia I Mirobriga y Avila. Resulta, pues, claro que el área celtibérica contó con las primeras ciudades privilegiadas de la Meseta Superior y que la municipalización flavia afectó a ciudades de casi 4U C. García Merino, "La ciudad romana de Uxama", BSAAV 36, 1970, pp. 383-440 y 1971, pp. 85-125. 4 * Sobre S. Esteban de Gormaz, una mención de la tribu Quilina (Jimeno, Epigr. Soria, n°. 94) queda bien contrastada con dos menciones a la tribu Galería y a decuriones (R. Wiegels, Die Tribusinschriften, pp. 106-107; 150-151 = H. Drevijner, Prosop. Mil. Eq., 1977, p. 586) y con otra a M. Aemilio Lepido, patrono, d(ecreto) d(ecurionum) {CIL II, 2820) que nos conduce a una municipalización de comienzos del Imperio. 42 Para otros casos de municipalización del área celtibérica véase J. Abascal, "En torno a la promoción jurídica de Segontia de los arevacos", Gerión 4, 1986, pp. 213 - 223.
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todos los pueblos de la misma Meseta. Pero es igualmente evidente que hubo una concesión selectiva del privilegio municipal tal como permiten afirmar los testimonios actuales. Las razones últimas de por qué accedieron a la municipalidad unas ciudades peregrinas y no otras exige una explicación particular en cada caso. Si algunas pueden encontrar una explicación fácil por su posición en relación con el trazado de la red viaria o por las funciones añadidas que desempeñaba como el caso de Asturica Augusta, sede de la administración fiscal para los tres convenías del Noroeste, otras no presentan pruebas tan palpables; tal es Nova Augusta (Lara de los Infantes), situada en una comarca pobre para la agricultura que sólo pudo tener el valor añadido de pequeñas explotaciones mineras en su entorno. La reciente obra de Haley aporta un mejor conocimiento sobre la movilidad geográfica de las personas en la Hispania romana . Ahora bien, el/la origo no es lo mismo que la procedencia . Por ello, los esclavos podían ser mencionados con indicación de procedencia pero no con la de origo, que sólo podían tener los libres. De igual modo, los libertos llevan la origo de sus patronos: libertini originem patronorum vel domicilium sequuntur (D., L, 1, 6, 3); ello explica que textos como el siguiente no deban ser considerados como indicativos de movilidad geográfica: Q. Annius Q. Anni Aproniani lib(ertus) Gallus, Patriciensis, en una inscripción de Jaén y referida a un liberto cuyo patrono tenía la origo por Corduba . Por lo mismo, la indicación de origo equivale a una marca de ciudadanía local y no siempre es indicativa de un desplazamiento . Si exceptuamos el caso particular de algunos pueblos (yadinienses, orgenomesci, ...) y el de las menciones de castella y de sus ciudades en el marco del s.I p. C. y dentro del área galaica y una parte del área astur47, lo más frecuente es encontrarnos ante abundantes menciones de origo referidas a ciudades privilegiadas frente a las muy escasas alusivas a personas que, en la interpretación actual, pertenecían a ciudades estipendiarias. Baste comprobar que se documentan menciones de origo sobre las siguientes ciudades de la Meseta Superior: Asturica Augusta, Bergidum Flavium, Brigaecium, Lancia, Cauca, Segovia, IntercatiOy Segisamo, Palantia, Nova Augusta, Termes, Clunia, Uxama, Avila, Virovesca, Viminacium, Vindeleia y Saldania. La mayoría de tales ciudades tenían estatuto privilegiado, como vimos. No pretendemos decir que la indicación de origo sea un testimonio para justificar el carácter privilegiado de una ciudad. Pero no hay duda de que la indicación de origo es un testimonio más de los efectos que la municipalización produjo en tales ciudades: sus ciudadanos manifiestan con orgullo la pertenencia a una comunidad cívica privilegiada; 4 3 Nos referimos a E. W. Haley, Migration and Economy in Roman Imperial Spain, Barcelona 1991. 44 D. Norr, "Origo. Srudien zur Orts- Stadt- und Reichszugehorigkeit in der Antike", RHD 31, 1963, pp. 525-600. 4 5 C. González Román, J. Mangas, Corpus de inscripciones latinas de Andalucía. Jaén, Sevilla 1991, n°. 16. Y hay otros testimonios análogos. 4 ° Para un estudio más detenido de la origo en Hispania, véase E. García Fernández, "Una propuesta de identificación epigráfica de los cives Latini", HA 17, 1993, pp. 337 ss.; Eadem, El n ius Latiin y los "municipia latina": aspectos constitucionales, Madrid, 1991 (tesis, en prensa), cap. sobre "El origo". 4 ' Hoy sabemos bien que también había castella en el área astur del Bierzo; más aún, es allí donde, por primera vez, son mencionados unos castellani (inscripción inédita hallada cerca de Bembibre). Ya se conocía la inscripción del castro de S. Andrés de Montejos (junto a Ponferrada, prov. de León) en área astur, que había sido leída: Iovi I c(enturia) o c(astellum) Queledini (F. Diego Santos, IRLeón, n° 30); debe desarrollarse como c(astellani) Queledini que presenta una forma adjetival análoga a casos como Termestini derivado de Termes.
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muchos de ellos encuentran nuevas posibilidades de promoción o de participación en otros ámbitos del Imperio. Una muestra de ello es el grupo de pretorianos asentados en Roma y 4R
procedentes de Asturica Augusta . -AE, 1933, n° 95 (Roma. 182 p.C): Asto(rica Augusta). - CIL VI, 2379a=32520 (Roma. Mediados del s. II): Ast(urica Augusta). - CIL VI, 2536 (Roma. Fines s.I-inic. s.II): Asturica. - Not. Se, 1916, p. 105, n°. 103 (Roma, s. I—H): Asturica. - CIL VI, 32531 (Roma. Fines s. II): Astu[rica]. A ellos habría que añadir el caso del civis Asturicensis documentado en Tarragona, a mediados del s. m 4 9 Y análogos son los casos de los Intercatienses testimoniados en Clunia, en León o en Tarragona y otros equivalentes de las nuevas ciudades privilegiadas. La municipalización flavia de la Meseta Superior no terminó con las formas de organización social de tradicción indígena. El carácter selectivo de acceso a la ciudadanía romana conducía a la coexistencia de tres tipos de poblaciones libres: los ciudadanos romanos incluidos en la tribu Quirino, los latinos con igual estructura onomástica pero sin tribu y la población peregrina que se manifiesta bien a través de una estructura onomástica de tradición indígena. Esas tres estructuras onomásticas se testimonian en las mismas fechas y también en las mismas ciudades que se presentan como municipios flavios. La documentación de Segovia, Salmantica, Pallantia, ...es análoga a este respecto. Así, en el caso de Pallantia, nos encontramos, entre fines del s. I - s . II p.C, con estructuras onomásticas como éstas: C. Memmio Quir(ina tribu) Atte fiilio) {EE VIE, 137) y C. Mio C. fiilio) Quir(ina tribu) Paterno) (BRAH 70, 1917, pp. 333 ss.) junto a Sempronio Auna Amalcu(m) {CIL II, 2712) en un contexto significativo de Sempronii -Sempronio Acca, madre, Vettius [ /, padre, y sus hijos, [Vetjtius Sempronianus y Vettia Sempronilla, de fines de s. I, {CIL II, 5771)- Y también nos hallamos ante onomastica indígena más pura como en el caso de [TJoutius Argantioq(um) Ambati fiilius) . Pero el fenómeno se da incluso en ciudades privilegiadas de comienzos del Imperio. Una inscripción de S. Esteban de Gormaz nos presenta un claro testimonio de estructura onomástica mixta, la de un indígena que pudo acceder a la ciudadanía romana a comienzos del s. II p.C. ; nos referimos a L. Terentius Paternus Aburanco(n) Titifiilius) Quirino (tribu)DA. Si bien estructuras como la anterior, en la que un ciudadano romano pertenece a la vez a una organización suprafamiliar de tradicción indígena, no son muy abundantes, son indicativas de las condiciones en que se produjo el acceso a la latinidad y a la ciudadanía romana sin que siempre fuera preciso borrar todo vínculo con la organizaciones co
suprafamillares indígenas . 48
Para otros casos de o rig o documentados en Roma, véase C. Ricci, "Hispani a Roma", Gerión 10, 1972, pp. 103-143. 49 G. Alfóldy, RTTarraco, n° 185. 50 Nos referimos a R Palol, J. Vilella, Clunia II, 45 {=HEp 2, 1990, 101); F. Diego Santos, IRPLeón, n°. 197; G. Alfóldy, RTTarraco, n° 256 y 323. 51 Con más información en J. Mangas, "Sociedad y religión en el municipio flavio de Pallantia (Palencia)", Actas. II Congr. Int. Hist, de Patencia, I, Palencia 1990, pp. 697 ss. 52 Jimeno, Ep. Soria, n° 94. 53 En otro momento hemos sugerido la posibilidad de que la administración romana se sirviera de tales organizaciones suprafamiliares: véase J. Mangas, J. Vidal, "Organización social y política de los vadinienses a la luz de una nueva inscripción", en: J. Santos (dir.), El solar vascón en la Antigüedad. Cuestiones de lengua, arqueología, epigrafía e historia, Universidad del
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Si la concesión del ius Latii tenía, entre otras finalidades, la de incrementar el número de ciudadanos para facilitar los reclutamientos legionarios y la de equiparar los modelos de administración simplificándola e igualándola a la de las ciudades romanas 54 , difíclmente se hubieran cubierto tales objetivos con un reducidísimo número de nuevos municipios o con la indefinición jurídica en la que los nuevos ciudadanos no hubieran encontrado una ciudad a través de la cual poder expresar sus aspiraciones cívicas y organizarse para la defensa de sus nuevos intereses. Omito intencionadamente el hablar ahora de las implicaciones que el ius Latii trajo en la modificación del estatuto de la tierra, cuestión que consideramos central y sigue siendo generalmente silenciada. En síntesis, pues, la tesis sostenida de una municipalización selectiva no se deriva sólo de los datos expuestos siguiendo los usos de nuestra historia positivista, sino que otras consideraciones globales orientan en el mismo sentido de que tuvo que acceder a la municipalidad flavia un número representativo de comunidades peregrinas, probablemente algunas más de las que se han podido justificar hoy con la documentación actualmente disponible.
País Vasco, San Sebastián 1989, pp. 127 ss. 54 Tesis desarrolladas por A. Montenegro, op. cit., pp. 50 ss.
DROIT LATIN ET MUNICIPALISATION EN LUSITANIE SOUS L'EMPIRE PATRICK LE ROUX Université de Toulouse ABSTRACT The imperial Roman province of Lusitania is at first sight of little help in understanding the Latin rights and municipalisation as far as the evidence available is concerned. But a complete examination of the matter based on a revised reading of Pliny the Elder associated with other documents shows as a result the originality and the value of the province for the study of this question. There is no doubt about the extension of the Latin rights to any peregrina civitas in the Flavian period; it does not mean that they all became a municipium. The example of Conimbriga necesitates caution in assimilating the two things. The difference between a mere Latin town and a municipium was a real one; it was due particularly to the influence of the local Roman citizens inside these Latin communities for which they were responsible.
RESUME La province impériale de Lusitanie offre une documentation apparemment peu développée sur la question du droit Latin et de la municipalisation. Un bilan fondé sur une lecture reconstruite de Pline l'Ancien, associée aux autres données disponibles, en montre cependant l'originalité et l'intérêt pour cette question. Si l'extension du droit Latin à toutes les cités encore stipendiâmes ou peregrines à l'époque flavienne ne fait guère de doute, on doit être beaucoup plus réservé pour l'accession de toutes au rang municipal. L'exemple de Conimbriga invite à ce sujet à la circonspection et à la nuance. Une différence sensible existait entre municipe et simple cité de droit Latin, ce qu'éclaire en particulier le poids et la taille des communautés de citoyens Romains qui se chargeaient de l'essentiel des responsabilités dans ces diverses villes.
La province romaine de Lusitanie est née d'un redécoupage territorial sous Auguste. Limitée par le Durius (Douro/Duero) au nord, l'Océan à l'ouest et au sud, elle comprenait en outre des terres au sud du Guadiana, englobait à l'est la Castille occidentale et l'Extrémadure (Fig. 1). Sa superficie se situait aux alentours de 70.000 . Pline l'Ancien lui attribue 1
Selon Pline l'Ancien, Agrippa comptait 540.000 pas de long et 536.000 pas de large ce qui correspond à 63.400 km^ environ.
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quarante-cinq cités: la taille moyenne d'une civiîas était donc de 1555 kmr, soit un cercle d*un peu plus de 39 km de diamètre. La densité de la population n'était probablement pas très élevée: au taux moyen, admissible, de 10.000 habitants libres par cité on obtient 450.000 capitalibera, soit 6,428 hab./km2. Même si on ajoute les esclaves et les étrangers, le chiffre de la population globale ne devait pas dépasser 500.000 ou 550.000 habitants. A l'image du reste de la péninsule, la province n'était sans doute pas très peuplée, ce que corroborerait une remarque de Cicerón2. Le tableau plinien renvoie pour l'essentiel à la période d'organisation césaroaugustéenne. L'évolution postérieure nous échappe en grande partie, car ni Ptolémée, ni les Itinéraires n'autorisent à proprement parler la comparaison. Avec S trabón, il est certes permis de postuler, sur la longue durée, les effets bénéfiques de la pacification, c'est-à-dire une augmentation de la production due principalement à l'accroissement de la superficie cultivée et à une croissance mesurée de la population3. L'essor urbain, révélé par les inscriptions et les vestiges archéologiques, complète le tableau et s'inscrit dans le même mouvement. Toutefois, la ville plinienne, Y oppidum (la rroàiç de Strabon ou de Ptolémée), est ambivalente et cumule la qualité d'agglomération et le statut de cité juridiquement défini. Le rapport entre les deux dimensions était complexe et ne présentait aucun caractère automatique. Le statut juridique contribuait à établir une hiérarchie de nature politique entre les cités. A l'indication d'un degré d'autonomie consenti par l'autorité impériale, il ajoutait le signe que la ville provinciale, indépendamment de ses activités économiques et de la réalité démographique, jouait un rôle essentiel pour la reconnaisance sociale de ses élites vouées à la gestion des affaires locales. Le régime juridique et le rang fondaient l'organisation du territoire conçu comme la somme de ses centres urbains ou oppida. Le vocabulaire utilisé reflétait donc l'intégration politique d'une communauté et la situait dans un processus normatif imposé par Rome et la monarchie augustéenne. A priori, la province romaine de Lusitanie n'offre pas de grande originalité et la documentation qu'elle propose n'est pas très riche, mais le dossier épigraphique suscite quelques interrogations et enquêtes à ne pas négliger4. S'agissant de l'existence de liens entre droit Latin et municipalisation, les inscriptions, confrontées aux autres sources, invitent, en effet, à un effort redoublé derigueurméthodologique. Pour mieux contribuer à la compréhension des problèmes soulevés, il paraît ainsi nécessaire de partir d'un bilan chronologique des étapes de l'urbanisation en fonction des modèles romains (tableaux I et II en Appendice), avant de les restituer dans leur contexte global, avec, en filigrane, la question du poids éventuel du statut d'une province qui était impériale et gouvernée par un légat de rang prétorien. Le dossier de Conimbriga, à la croisée de toutes les difficultés engendrées par la documentation, parce qu'il bénéficie d'une publication systématique5, 2
Cic, Har. resp., EX, 19. Strabon, 3, 3, 1-6, dont la démonstration s'accorde avec l'esprit général du texte. La paix a favorisé l'essor de l'activité et, plus qu'à l'augmentation des rendements, c'est à un recul des friches qu'il faut penser. Il est difficile de chiffrer les conséquences démographiques de ces phénomènes à plus forte raison sur le plan régional. Les prélèvements humains pour les besoins militaires, les taux de mortalité infantile ou l'espérance de vie comme la mort des femmes en couches nous échappent à peu près totalement. Le point essentiel est plutôt, ici, de se demander dans quelle proportion cette évolution a favorisé l'éclosion de nouvelles communautés autonomes. 4 Voir P. Le Roux, Les villes de statut municipal en Lusitanie romaine, Les villes de Lusitanie romaine. Hiérarchies et territoires, Paris 1990, pp. 36 sv. (=Le Roux, Villes). 5 Fouilles de Conimbriga I à VII (sous la dir. de J. de Alarcâo et R. Etienne), Paris 19743
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mérite une attention particulière.
V i l l e s et cités: un bilan C o m m e l'a déjà exprimé J. de Alarcâo 6 , le tableau de l'urbanisation de la province ne peut naître que de la confrontation prudente entre les témoignages de Strabon, de Pline l'Ancien, de Ptolémée, des Itinéraires et de l'épigraphie. La documentation archéologique ne saurait être complètement absente. On notera que ni Ptolémée, ni les Itinéraires ne prennent en compte les statuts dans leur choix et leur classement, même s'il arrive, comme dans le cas de Myrtilis (voir Tableau I), que Ptolémée améliore notre connaissance de la titulature de la ville. La classification plinienne, rapportée au livre IV, 117, représente un point de départ beaucoup plus fiable qu'on ne l'admet ordinairement. Il recense 5 colonies romaines, 1 municipe de citoyens romains, 3 villes latines anciennes et 36 villes stipendiaires. Les villes ¿ t e s "privilégiées" constituent un quart de l'ensemble; les cités sujettes absorbent les trois autres quarts, mais rénumération de l'érudit ne permet d'identifier ensuite que 27 noms, 9 faisant totalement défaut D s'agit d'un état augustéen qui ne tient compte ni de l'octroi du ius Latii par Vespasien, ni de la notion de municipe de droit Latin 7 : la seule référence à u n municipium concerne Olisippo, municipium civiwn Romanorum . Outre l'écrasante domination des cités stipendiaires, le faible n o m b r e des villes d e statut latin attire l'attention, d'autant qu'il est défini comme Latium antiquum ce qui semble renvoyer à une latinité proche de celle que connaissaient les colonies d'Italie instituées postérieurement à la dissolution de la l i g u e latine. Dans cette perspective, il convient sans doute de faire une place à un droit Latin réadapté, appliqué selon notre documentation par le père de Pompée en Transpadane, étendu à d'autres provinces par César et Auguste et prolongé par les mesures de Vespasien en faveur de l ' H i s p a n i e 8 . Celles-ci justifiaient plus encore l'appellation de vêtus ou antiquum utilisée par Pline, dans la mesure où elle introduisait une distinction historiquement nécessaire. On observe également que ces trois villes latines ont
1978. 6 J. de Alarcâo, Roman Portugal, I, Warminster 1988, pp. 15-34 (=Alarcâo, Portugal ) et Identificaçâo das cidades da Lusitania portuguesa e dos seus territorios, Les villes de Lusitanie romaine, Paris, 1990, pp. 21-34 (=Alarcâo, Cidades). On regrettera qu'il ne soit pas question de la province romaine en tant que telle. 7 De même, en proposant son bilan pour la Narbonnaise, il ignore la catégorie des colonies Latines que les savants modernes utilisent volontiers là où l'épigraphie atteste le statut de colonia pour un oppidum Latinum de Pline. La démarche n'est pas convaincante à mon avis, car elle n'attache que peu d'importance au mot colonie et à son contenu précis. 8 Voir M. Humbert, "Le droit Latin impérial: cités Latines ou citoyenneté Latine?", Ktèma 2, 1981, p. 210; P. Le Roux, "Bracara Augusta ville Latine", Io Congresso de Arqueología Peninsular. Actas IV. Trabalhos de Antropologia e Etnologia, 35, Porto 1994, p. 234 (=Le Roux, Bracara). Le contenu de ce droit incluait-il la civitas per honorem, substituée au ius migrandfì Ne s'agissait-il pas plutôt d'une forme fédérale, c'est-à-dire d'un statut consigné dans un joedus issu de la tradition du Joe dus maintenu avec les cités de la Ligue latine après 338, ce qui les distingue logiquement des simples foederatCÌ Ce sont là des questions essentielles dont les éléments de réponse sont loin d'être établis, mais qui comportent certainement la solution à de nombreuses incertitudes quant à l'évolution et au contenu des statuts des villes dites Latines. Je serais tenté de penser que le schéma plinien nous invite à poser le problème en fonction des modèles historiques italiens de Rome, ce qui n'est pas sans conséquences pour la signification de l'octroi du titre municipal, à plus forte raison dans le cadre du droit Latin.
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porté ensuite le titre de municipe au témoignage des inscriptions9. Cette assimilation invite à faire de ces municipes des municipes augustéens, mais la preuve formelle manque à ce sujet10. Entre la source plinienne et la période flavienne nous n'avons pas de renseignement sur d'éventuels changements et promotions, pas même sous Claude11. Comme le signale Pline lui-même, Vespasien attribua le statut latin à toutes les cités qui ne le possédaient pas, c'est-à-dire aux cités peregrines définies chez Pline comme stipendiaires. On est en droit de supposer qu'il s'agit des 36 villes stipendiaires de la liste plinienne. Un examen attentif de la documentation montre immédiatement que la question ne se résout pas aussi simplement. En l'absence d'un bilan intermédiaire entre Auguste et les Flaviens, en l'absence d'un bilan comparable daté du II e siècle, l'information vient presque exclusivement des inscriptions, dont le formulaire ne répond que rarement à toutes les attentes, et qu'il faut, dans la mesure du possible, essayer de ne pas interpréter sur la base de jugements a priori12. Les documents épigraphiques autres que les lois ne se soucient pas toujours du rang et, quand ils s'en préoccupent, ils ne font pas mention du droit Latin ou romain. Surtout, quand on est en présence d'une tribu, rien n'autorise à choisir pour cela un rang municipal. L'inscription dans la tribu -Galeria ou Quilina- date seulement l'obtention individuelle du droit de cité Romaine et s'applique dans les mêmes termes pour toute ville latine quelle qu'elle soit 13 . Cela étant, les problèmes de méthode de portée générale sont, me semble-t-il, de deux ordres: sur les 27 cités stipendiaires de Pline, 19 seulement bénéficient également d'un témoignage épigraphique quelconque, mais il n'y en a que 13 formellement identifiables pour lesquelles le rang municipal est prouvé ou probable. A l'inverse, 7 villes municipales signalées par les inscriptions ne sont pas directement repérables chez Pline 14 et 6 oppida sans statut défini s'ajoutent certainement à la liste des 27 1 5 . En second lieu, Ptolémée et les Itinéraires énumèrent des villes et des agglomérations qui ne sont pas des chefs-lieux de cité, ce qui signifie d'ailleurs que le nombre des villes était supérieur à celui des capitales de cité et donc à celui de 45 retenu par Pline l'Ancien. Aussi, en dehors de la question du rattachement probable de Lacimurga à la Lusitani e à une date indéterminée (Tableau H), deux problèmes dominent : y-a-t-il eu émergence de nouveaux chefs-lieux durant l'époque julio-claudienne et lors de la réorganisation flavienne et dans quelle proportion? Comment reconnaître une cité nouvelle d'un centre urbain qui s'est affirmé au sein di\mpopulus mentionné par Pline, mais sous le seul nom ethnique? Il n'est malheureusement pas possible d'apporter des réponses précises et satisfaisantes. Une illustration par un exemple fera mieux saisir la difficulté de chacune y
Voir Alarcâo, Cidades, pp. 32 sv. avec les références épigraphiques. Le Roux, Villes, pp. 43-44 (Il convient de rectifier la note 41: IRCP, 241, atteste en effet le statut municipal pour Evora sans ambiguïté, à une date flavienne ou de peu postérieure). Le statut Latin et fédéral pourrait, en ce cas, éclairer l'absence de mention municipale. Les inscriptions qui permettent d'envisager l'évolution en municipe sont toutes postérieures aux Flaviens et ne préjugent donc pas de la date, ni du caractère Latin ou romain du municipe à partir du moment où la promotion à ce rang fut acquise. 11 Le Roux, Villes, p. 43. 12 Le Roux, Villes, pp. 41-43. 13 Le Roux, Bracara, p. 237. 14 Voir en Appendice les Tableaux I et II; ce sont Ammaia, les Aravi, les Banienses, Bobadela dont le nom antique est inconnu, Igaedis, Lancia Transcudana, Sellium. 15 Tableaux I et II: Aritium Vêtus, Bletisa (Ledesma), Caetobriga, Mirobriga (Ciudad Rodrigo), Salman tica, Turgalium. 10
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d'entre elles. Le municipium de Bobadela, aujourd'hui dans le concelho de Oliveira do Hospital, est assurément un municipe flavien dont, je l'ai dit, le nom antique n'est mentionné avec certitude dans aucun document épi graphique ou textuel. Il est tentant, au vu du dossier, de proposer son identification avec la OikMoSiç de Ptolémée 16 . Mais comment décrire l'évolution qui a conduit au statut municipal? S'agit-il d'une de ces cités obscures dont Pline n'a pas jugé utile de rapporter le nom ou bien sommes nous confrontés à l'histoire d'une petite agglomération qui, s'étant affirmée peu à peu au gré de la romanisation, a bénéficié d'une autonomie nouvelle avec la décisionflaviennecomme ce fut sans doute le cas pour Imi? L'hypothèse d'un nom obscur et peu digne d'attention à l'époque augustéenne paraît répondre le mieux à ce que l'on peut savoir de l'histoire administrative et urbaine de la Lusitanie centrale, mais on prendra garde aussi aux déformations que peut introduire l'histoire plus récente. Dans l'Antiquité romaine, les villes vivaient et croissaient selon des critères spécifiques dont la présence peut nous échapper aujourd'hui. Il est donc admissible de penser que le municipe de Bobadela ait correspondu à l'une des cités stipendiâmes énumérées par Pline sous la forme d'un nom ethnique. S'il n'est pas impossible non plus qu'il figure sur l'inscription du pont d'Alcantara, les solutions pour une identification de la cité en seraient réduites à un petit nombre17. L'inscription du pont d'Alcantara ne peut être un faux 18 . Elle ne s'en trouve pas moins au coeur de problèmes essentiels à la compréhension de l'histoire urbaine de la province après Vespasien. Malgré des inscriptions qui prouvent un certain dynamisme dès l'époque augustéenne, la ville d'Igaedis, la première citée parce que la plus proche du pont, demeure ignorée de Pline qui omet aussi les Aravi, les Banienses et la division en Lanciani Oppidani et Lanciani Transcudani. A la différence de ce que l'on peut constater pour les dédicantsdupont de Chaves, l'ordre choisi n'est pas alphabétique: on aie choix entre une présentation géographique, en fonction de l'éloignement par rapport au Tage, c'est-à-dire du pont, et un classement hiérarchique, lié à l'importance de la contribution consentie par chaque municipium19. L'étonnement est justifié quant à l'emploi du pluriel municipio, plutôt que civitates, d'autant que ce sont des noms ethniques au lieu de ceux des oppida qui sont inscrits ensuite à cinq reprises20: les Aravi, les Banienses21, les Colami, les Paesures lb
Le rapprochement avec le nom même de Bobadela pourrait le suggérer, mais l'argument est fragile: J. Alarcâo (Portugal, p. 25) admet cette possibilité, mais il privilégie la cité des Elbocori (dont Ptolémée fait un toponyme Elbocoris) dans Cidades, p. 27. 17 Peut-être faut-il retenir l'hypothèse des Interamnienses ou celle des Tapori et ne pas établir a priori un rapport obligatoire avec les limites du conventus, car l'appartenance à une même circonscription judiciaire pour toutes ces communautés n'est guère justifiée, malgré A. Tranoy, "L'organisation urbaine dans le conventus Scallabitanus", Les villes de Lusitanie romaine, Paris 1990, p. 18 (=Tranoy, Scallabitanus). Aussi bien la cité n'est-elle pas mentionnée à Alcántara et plutôt qu'à Velladis correspondrait par exemple à Concordia? Mais une appellation Concordia Velladis n'est pas forcément à exclure. 18 Voir Le Roux, Villes, pp. 42-43. 19 S'il s'agit de l'ordre géographique, il est difficile de dire quel serait, en dehors de la distance parrapportau pont, le point de référence; l'inscription ne peut donc pas fournir de repère très précis pour la localisation de chacune des communautés énumérées. 2 ^ CIL II, 760. Voir aussi H. Galsterer, Untersuchungen zum rômischen Stadtewesen ouf der iberischen Halbinsel, Berlin 1971, pp. 62-64 (=Galsterer, Stadtewesen); le texte CIL II, 2477, du pont de Chaves, utilise civitas plus général et susceptible d'englober des cités de statut différent. 21 Voir cependant Appendice, "Propositions pour un nouveau tracé des limites anciennes de la Lusitanie romaine", Les villes de Lusitanie romaine, Paris 1990, p. 321. Malgré
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des cités de Cisalpine honorées du droit Latin par le père de Pompée, selon Asconius 31 . Le titre municipal postérieur, attesté pour les trois villes, assorti de ce que les magistrats ont pris ensuite le nom de duumvir, milite en faveur d'une accession ultérieure au statut de municipe Romain3 2. Pourtant, il faut bien constater qu'aucun indice sérieux n'autorise à affirmer cette promotion au rang de municipe romain dès l'époque d'Auguste. La rareté des documents et l'absence de surnoms impériaux d'époque postérieure permettent de ne pas exclure l'hypothèse, mais une autre lecture est également admissible en faveur d'une évolution plus tardive qu'on ne le suppose ordinairement. Outre que Pline n'attribue le titre de municipe de citoyens Romains qu'à la seule Olisippo, on doit constater: 1) qu'à Salacia, en 5/4 a.C., Vicanus Bouti f. est encore de statut pérégrin, ce qui s'accorde avec une communauté latine 33 ; 2) qu'aucun texte ne nous informe à ce jour du statut de municipe à Myrtilis pour l'époque julio-claudienne et qu'à Ebora c'est la même chose 34 . La continuité du statut de ville latine, assimilée aux colonies sans le titre, jusqu'à la période flavienne est loin d'être invraisemblable, la transformation en municipe romain n'intervenant qu'après la mesure de Vespasien en faveur des cités stipendiaires ou peregrines3 5 . On comprend mieux ainsi pourquoi Pline a rapporté l'octroi du ius Laîii et a paru négliger les municipes flaviens36: ou bien le droit Latin était le seul élément fondamental et le rang municipal ne signifiait rien qu'un honneur superflu assimilant dans sa titulature officielle une cité locale àia majorité des cités d'Italie; ou bien le droit Latin était d'autant moins associé à une catégorie municipale qu'il dérivait du droit des vieilles colonies italiques au prix d'une simplification à la faveur d'un transfert relativement massif vers les provinces sous César et Auguste 37 . Sa finalité essentielle était d'intégrer les notables locaux dans la cité Romaine par la gestion des magistratures et de favoriser l'éclosion
3
* Voir supra a 8 et Asconius, In Pisonianam 3; aussi Galsterer, Stadtewesen, p. 16. 2 Le changement de droit donnait sans doute lieu à modification comme le montre la Narbonnaise (Voir J. Gascou, "Duumvirat, quattuorvirat et statut dans les cités de Gaule Narbonnaise", Epigrafia (Actes du colloque en mémoire de Attilio Degrassi), Rome 1991, pp. 547-563, malgré des réserves sur certains points qui ne concernent pas ces faits); il faut donc admettre une promotion au statut romain (en revanche, à Carteia, en Bétique, malgré IRCadiz 96, in munie, peut concerner un étranger adlecté; il n'y a pas de preuve sûre que la vieille colonie Latine soit devenue un municipe). R. Wiegels (Die Tribusinschriften des rômischen Hispanien. Ein Katalog, Berlin 1985, pp. 77, 81-82 et 84-85) les classe comme municipes Latins; voir aussi P. Le Roux, Vz7/e5; pp. 44-46, mais on note l'existence possible de Ilvirs à Myrtilis (IRCP, 96). 33 IRCP, 184. Mais l'argument s'affaiblit à partir du moment où des cités de statut Latin se trouvaient au voisinage de ces municipes. 34 Voir CIL II, 115 qui est un faux (IRCP, p. 443); IRCP, 241 au plus tôt flavien. 3 ^ Voir la mention de la tribu Quirina à Evora en CIL II, 18* (mais la valeur démonstrative de l'appartenance à cette tribu a été exagérée depuis l'article célèbre de Mac Elderry); voir aussi l'absence du surnom Augustum, alors qu'on le trouve à Nîmes, à Bilbilis et à Gadès. 3 ° Même si, comme on peut le penser, son jugement est déformé par l'hostilité envers une mesure qui devait beaucoup à la guerre civile récente (Pline suggère, en effet, par le iactatum procellis rei publicae, que l'assimilation de nombreuses communautés à des cités Latines constituait une exagération que ne justifiaient pas les critères ordinaires de l'évolution culturelle et politique, sans oublier la perte de prestige d'une récompense qui, galvaudée, cessait d'apparaître comme telle) et si la rédaction de son texte se place à une date où les effets de la mesure n'étaient pas encore entièrement perceptibles. Pline connaît l'essentiel des institutions et ne peut se tromper sur le sens de la décision de Vespasien. 3 Strabon, 4, 1, 12, à propos de Nîmes; voir aussi l'implication de la notation d'Asconius à propos de la Transpadane: supra n. 8 et 31. 3
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d'institutions locales adaptées à ce but3 8 . La consécration municipale sanctionnait une intégration complète et était à la cité indigène Latine ou peregrine ce que le droit Italique était à la colonie provinciale. L'universalisation du ius Latii et son attribution à toutes les cités stipendiâmes ou peregrines de la péninsule ne saurait être mises en doute: en termes pliniens, à partir de 73/74 p. C , toutes ces villes sont devenues des oppidaLatina. Les inscriptions montrent que ce fut effectivement le point de départ de la diffusion d'un système de gouvernement local inspiré du modèle romain comprenant au minimum un collège de quatre magistrats désignés comme quattuorvirs ou comme duovirs et édiles et un sénat local ou ordre des décurions. Le bilan global souffre cependant des nombreuses lacunes de la documentation. Comme l'indiquent les tableaux I et H (voir Appendice), la présomption ou la preuve d'un titre municipal, y compris les municipia du pont d'Alcantara, se limite à une vingtaine de cités lusitaniennes. Sans vouloir dissocier, à ce niveau de la recherche, ville latine et municipe latin, on note que, selon les lois de la Bétique, il y avait en principe trois collèges de deux magistrats, établis suivant la hiérarchie questeur, édile et enfin duovir39. C'est à tort qu'on conclut que les inscriptions ne corroborent pas en pratique les définitions de la loi. La questure a parfois un statut différent dans des cités privilégiées d'époque tardorépublicaine ou augustéenne40. Dans les cités de promotion flavienne, le schéma est avéré: en Lusitanie même, Caesarobriga a produit une carrière d'un personnage qui fut successivement quaestor, aedilis, duovir ter 4 1 . L'absence de la questure dans un certain nombre de cursus a été bien expliquée42, et l'usage du stéréotype omnibus honoribus in re publica sua functus traduit une uniformisation institutionnelle associée à l'expansion du statut latin à la fin du I er siècle 43 . Le lien entre certaines institutions et le statut des villes est encore suggéré par l'absence de toute mention d'un quinquennalis dans un municipe flavien44; malgré des exceptions, semble-t-il, pour des cités peregrines d'Orient, la charge du recensement local par un magistrat local était l'apanage des cités romaines. 3 ° Voir P. Le Roux, "Le juge et le citoyen dans le municipe d'Imi", Cahiers du Centre Glotz 2, 1991, pp. 116-123 (=Le Roux, Juge). Le municipe constituait, dans tous les cas, un modèle à approcher, car il définissait la condition de la plupart des cités non coloniales d'Italie: d'où les remarques du Digeste, L, 1, 1, de Tacite à propos d'Antibes ou d*Aquae Helvetiorum et la confusion que dénonce Aulu Gelle, N. Atî. 16, 13. 3 ^ Voir la lex Irnitana, r. 20 et 21, qui confirme Salpensa. 4Ü Dans les colonies césaro-augustéennes et dans les municipes romains précoces, la questure avait une position plus prestigieuse, sans doute en accord avec l'exercice d'une autonomie locale mieux affirmée (elle n'est cependant pas systématiquement attestée et à Urso elle est absente malgré les chapitres conservés qui mentionnent obligations et prérogatives des duovirs et des édiles): voir en Catalogne, M. Mayer, I. Roda, "La cuestura municipal en la costa oriental de la Hispania citerior", Epigrafia Jurídica Romana (Actas del colloquio internacional A.I.E.G.L.. Pamplona, 9-11 de abril de 1987), Pampelune 1989, pp. 77-87. Aussi, Galsterer, Stâdtewesen, p. 56. La clé semble bien résider dans le lien entre organisation des magistratures, statut et chronologie de la fondation ou de la promotion. 41 CIL II, 896, ILER 5271; voir L. Curchin, The local magistrates of Roman Spain, Toronto-Buffalo-Londres 1990, p. 169 (=Curchin, Magistrates). 42 N. Mackie, Local administration in Roman Spain A.D. 14-212, BAR I.S. 172, Londres 1983, pp. 59-61. Curchin, Magistrates, pp. 29-31. 43 Surtout en Espagne citérieure, mais voir Curchin, Magistrates, p. 171 (document de Collippo postérieur à 120). 44 Voir Curchin, Magistrates, p. 61 (en bonne méthode, si la présence d'une charge peut être une indication, son absence ne peut à elle seule fournir une preuve en sens contraire).
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et les Tapori; les autres, même s'ils se réfèrent à des villes sont aussi donnés sous la forme de l'adjectif pluriel désignant l'ensemble des habitants, dupopulus: Igaeditani, Arabrigenses, Interamnienses, Lanciani Oppidani, Lanciarti Transcudani, Meidubrigenses. Plusieurs interprétations sont possibles, depuis l'erreur - antique ou plus récente 22 - portant sur municipio., là où on aurait dû avoir civitates, jusqu'à la nécessité de faire bref et d'englober dans une même catégorie des réalités juridiques différentes sans heurter la fierté des cités municipales, en passant par l'idée d'une récompense impériale par le rang municipal pour avoir participé à la confection d'un ouvrage particulièrement utile à la province 23 . Dans tous les cas, il me semble hasardeux de conclure à l'universalisation de la condition municipale, en Lusitanie, sous Trajan, corollaire de la décision de Vespasien. Les certitudes sont très peu nombreuses24. Les 45 unités politiques, qui, chez Pline, composent l'espace provincial lusitanien, forment un point de départ, indépendamment du fait qu'il faille ajouter deux villes contribuées et peut-être aussi, à une date non fixée, Avila et Lacimurga/Lacinimurga. Les indices de transformations ou de bouleversements importants sont presque nuls: en l'état du dossier, une proportion de 10% à 20% de nouvelles unités civiques entre Auguste et le début du IIe siècle est un grand maximum 25 . La plupart des cités qui posent des problèmes de chronologie ou de localisation doivent être considérées comme absentes ou inidentifiables dans les listes pliniennes, soit qu'il les ignore par manque d'intérêt, soit qu'il leur attribue un nom ethnique qui ne permet pas de retrouver ensuite Yoppidum chef-lieu. L'utilisation privilégiée de l'ethnique semble se justifier par l'obscurité du nom de l'agglomération ou par la discrétion de celle-ci, qui ne s'est pas encore imposée dans la civitas. La complexité de certaines questions tient à ce que la majorité des toponymes de la géographie de Ptolémée et des étapes des Itinéraires ne sont pas des capitales politiques. A y regarder de près, le parti pris de Pline n'était pas de l'ordre du caprice, ni du manque derigueur:son choix tend à vouloir dire que, sauf évolution locale imprévisible et liée à des circonstances particulières, l'essentiel du découpage politicoadministratif des civitates de la province était en place depuis la réorganisation augustéenne. Sur le plan de la géographie politique et urbaine, deux ensembles lusitaniens sont à distinguer: le premier, auquel on associera Olisippo, occupe le sud du Tage; le second englobe tout le nord du fleuve dont le rôle de trait d'union accentue le poids politique et symbolique du pont d'Alcantara, situé à peu près à mi-chemin du cours lusitanien du Tage, sur la route de Mérida. La partie méridionale regroupe toutes les cités privilégiées d'époque augustéenne en même temps qu'un grand nombre de municipes flaviens. En revanche, le nord du fleuve se signale par le statut exclusivement stipendiaire (peregrin) des cités augustéennes, à l'image des communautés dedicantes du pont d'Alcantara. Le Tage lui-même l'inscription CIL II, 2399, il n'est pas sûr que cette cité soit à placer au nord du Douro, car sa typologie est aberrante par rapport à tous les autres monuments de la région; il s'agit davantage d'une énigme ou d'un indice difficile à interpréter que d'une preuve de l'erreur de Pline quand il Fixe la limite au Douro. Pourrait-on recourir par exemple à l'idée d'enclave pour proposer une explication qui concilierait les témoignages? 22 II faut rappeler les difficultés de lecture du texte, comme le fait H. Galsterer, en raison de la dégradation de l'inscription: l'idée que le mot devenu illisible ait été restitué par des érudits zélés n'est pas à exclure, ce qui ne suffit pas à faire du document un faux. 2 ^ Dans cette dernière hypothèse, on devrait s'interroger sur la dimension financière de la condition de ville latine comparée à celle d'un municipe. En consentant ces dépenses, les cités auraient perdu leur statut de ville stipendiaire que gardaient alors les villes latines non municipales. 24 Aussi Tranoy, Scallabitanus, pp. 12-13. 25 Soit un contingent de 5 à 9 cités nouvelles.
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a contribué à fixer de part et d'autre de ses rives les cités et les capitales locales: au nord d'une ligne Collippo-Sellium-Capera-Caesarobriga, on ne compte qu'un petit nombre de cités connues par le nom du chef-lieu. La romanisation a progressé du sud au nord et d'ouest en est, sans exclusive en dépit des nombreux accidents du relief et aussi d'un peuplement assez clairsemé dans les zones de plateau 26 . La question des municipes flaviens A la différence de la colonisation, l'octroi du droit Latin et la promotion au rang de municipe s'inscrivent dans une histoire strictement indigène et reflètent en partie la capacité des élites à gérer les affaires locales dans l'esprit du modèle romain. La distinction entre les deux formules s'impose à la lecture même du texte de Pline qui enregistre aussi une hiérarchie officielle des statuts communaux tels qu'ils devaient figurer sur les archives provinciales27. Les colonies romaines ont désormais une prééminence et le municipe romain ne vient qu'au deuxième rang 2 8 , précédant les villes latines dont le titre n'est pas précisé, comme si ce n'était pas nécessaire, soit qu'il n'y avait aucun autre statut latin que celui de colonie, soit que celui de ville latine se suffisait à lui-même. Les colonies romaines, le municipe et les villes de droit Latin ancien appartiennent à la zone méridionale exclusivement, Scallabis et Olisippo se trouvant sur la rive nord du Tage. Augusta Emerita, créée en 25 a.C. comme pour ponctuer la fin des campagnes augustéennes proprement dites contre les Cantabres, était la fondation la plus récente et portait seule le nom d'Augusta 29 . Laissant de côté ici les problèmes posés par les colonies césariennes et triumvirales, on observe que la dénomination du municipe d'Olisippo et celle des villes latines ont une parenté: au Felicitas Mia de Lisbonne répondent Liberalitas Mia à Ebora, Mia à Myrtilis et Vrbs Imperatoria à Salacia. Ces quatre dénominations orientent vers une datation césarienne de la promotion ou vers un acte de piété envers sa mémoire 3 °. La politique à laquelle renvoie leur constitution est celle du dictateur; a priori, rien ne permet d'affirmer que les villes dotées du Latium antiquum n'ont pas été fondées avec le statut originel de colonie latine. Cependant, il n'est pas possible d'exclure le statut de ville latine assimilée par son droit aux colonies latines anciennes sans en porter le titre, à l'image
Zb II est difficile de se faire une idée exacte de la répartition du peuplement; on court toujours le risque de confondre densité et taux des agglomérations urbaines élevées au rang de chef-lieu. L'existence de villages nombreux n'est pas non plus la preuve d'une abondante occupation humaine: voir Strabon, 3, 4, 13. 2 NH 4, 117: Universa provincia dividitur in conventos tres: Emeritensem, Pacensem, Scalabitanum; tota populorum XLV, in quibus coloniae sunt quinqué, municipium civium Romanorum, Latii antiqui III, stipendiariae XXXVI. 2 ° A la différence de ce qui se passait sous la République (voir par ex. la lex Rubria. CIL XI, 1146). C'est le résultat d'une évolution essentielle à l'époque des guerres civiles, à la faveur de l'unification de l'Italie, marquée par la diffusion du municipe et par l'essor des colonies militaires provinciales composées de vétérans citoyens-Romains. 29 Toutefois, on ne peut ignorer le problème de l'appellation de Pax Augusta donnée à Béja par Strabon (3, 2, 14). Il peut s'agir d'une confusion (ou d'une elisión) pour une cité qui portait le nom de Pax Iulia Augusta à la suite de sa fondation ou d'une deuxième déduction. Plus simple et permettant de la distinguer de Mérida, le nom Pax Iulia aurait fini par prévaloir; ce ne peutêtre qu'une hypothèse (Voir Alarcâo, Cidades, p. 32). 30 Voir H. Galsterer, Stàdtewesen, pp. 68-69.
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L'importance des nuances et des hiérarchies est un argument supplémentaire en faveur de la distinction entre ville latine et municipe flavien de droit Latin, même si l'évolution témoigne d'une certaine uniformisation de la gestion sous l'influence de l'intégration des élites et de la poliadisation généralisée de la péninsule. Les règlements de Bétique soulèvent la question de façon originale, dans la mesure où ils proviennent presque tous d'une même région de la province qui était, en outre, une province proconsulaire, us peuvent exprimer l'idée que, dans une province du peuple non directement soumise au contrôle impérial, les règlements et leur publication visaient à manifester la part
P. Le Roux, "Municipe et droit Latin en Hispania sous l'Empire", RHDF, 1986, pp.
325-350. 46 Voir Le Roux, Juge, pp. 114-116 et 121; voir aussi P. Le Roux, "Municipium Latinum. et municipium Ttaliae: à propos de la lex Imitano. ", Epigrafia (Actes du colloque en mémoire de Attilio Degrassi), Rome 1991, pp. 565-582. 47 Ce qui ne veut pas dire qu'il n'y a pas progrès partiel de la recherche et qu'en conséquence certains arguments n'ont pas acquis malgré tout plus de poids que d'autres. S'agissant des critères, voir G. Alfòldy, Rômisches Stàdtewesen auf der neukastilischen Hochebene. Ein Testfalljur die Romanisierung, Heidelberg 1987, pp. 25-30 et 91-98 en particulier: cependant, en dehors, peut-être, du sévirat augustal, il ne semble pas que des critères aisément repérables permettent de faire la distinction entre ville Latine et municipe Latin. Les villes de statut romain se distinguent plus aisément des villes de statut Latin par un certain nombre de données, mais le passage d'un statut à l'autre continue, on l'a vu, à poser de nombreux problèmes. 4 ° Voir supra, n. 38. 4 ^ Voir S. Dardaine, "Une image des cités de Bétique aux Ile et lile siècles après J.C. L'emploi du terme res publica dans les inscriptions de la province", Ciudad y comunidad cívica en Hispania en los siglos II y III d. C. (Cité et communauté civique en Hispanie au Ile-IIIe siècle après J.-C), Madrid 1993, p. 47-58. 50 Fouilles de Conimbriga, II, Epigraphie et sculpture, Paris 1976, n° 10 (=Fouilles); la question posée par les éditeurs pour un développement Fl(avia) ou Fl(avium) est, à mon sens, un faux problème, car sa solution ne peut pas être en relation avec le statut: oppidum, civitas, urbs,
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Cette dénomination reflète certainement un changement, attribué aux Flaviens, concernant le statut de la ville, mais le seul octroi du droit Latin suffit à l'expliquer51 ; cette dédicace n'a, en effet, rien de comparable avec la mention d'un genius municipii comme à Bobadela ou à Sellium 52 . L'épi graphie est, par ailleurs, muette à ce jour sur les magistratures et sur Yordo decurionum', le flamen provincial de 77 p.C. n'indique rien à partir du moment où on recense aussi unflamineprovincial pour la période préflavienne53. La stèle funéraire de Q. Turranius Quir. Rufus ne peut, en aucun cas, se confondre avec une base honorifique au forum54. Le bilan des états civils tiré des inscriptions funéraires confirme que, juridiquement, on a affaire à une population mixte, peregrine et civique Romaine, conforme à ce que l'on observe dans les communautés latines 55 . Dix documents permettent de dénombrer 17 peregrins ingénus ou affranchis. 18 autres comportent 36 citoyens ou porteurs de tria nomina de condition libre ou affranchie56. La proportion relativement faible de peregrins s'explique sans doute par le fait que la plupart des documents proviennent de Voppidum même, lequel privilégiait l'élément romanisé et les candidats à la naturalisation57. Toutefois, l'analyse des surnoms et des mentions explicites fait apparaître un minimum de 16 personnes d'origine servile, esclaves et affranchis. Enfin, le gentilice flavi en n'est présent que dans trois inscriptions, étant entendu que les promotions ob honorem ne donnaient pas lieu, normalement, à l'adoption du gentilice de l'empereur58. Malgré les observations tirées de la fouille sur l'évolution de l'urbanisme et du centre monumental, les témoins de pratiques évergétiques font défaut, comme c'est assez souvent lecas. Conimbriga autorise à dire que l'octroi du ius Laîii avait trouvé un écho favorable auprès de la population et des élites locales et autorise à nuancer le jugement pessimiste de Pline l'Ancien, dans la mesure où celui-ci n'y voyait que l'effet d'un concours de circonstances. A la fois aboutissement et impulsion pour un nouvel élan, il s'est traduit par une ouverture nouvelle de la ville, manifestée par la présence d'étrangers (peu nombreux cependant), parles déplacements hors de la cité de plusieurs Conimbricenses, par l'activité d'affranchis spécialisés dans l'artisanat et le commerce. Mais le poids des élites était proportionnel au dynamisme local et passait aussi par l'audience que le statut de la cité et les protections consenties pouvaient lui valoir au niveau provincial puis impérial. Conimbriga montre que la fierté envers la patrie locale compensait la modestie des seraient les termes sous-entendus, mais cela dépend surtout du genre attribué par le dédicant au mot Conimbrica lui-même. 51 Même si on admet, ce que l'on ne peut pas affirmer, que le dédicant est un bénéficiaire d'une promotion par le droit Latin. 52 Voir Alarcâo, Portugal, pp. 25-26. 53 Voir Fouilles, n° 24 et 25. 54 Malgré Fouilles, p. 93 où on peut mesurer les effets d'une déformation due à un préjugé sur le rang municipal de Conimbriga qui n'a pas besoin de cela pour être prouvé s'il doit l'être; le personnage est lié à une famille qu'on considère à juste titre comme une famille de notables potentiels, mais on ne peut aller au-delà. 55 Voir A. Chastagnol, "L'onomastique de type pérégrin dans les cités de la Gaule romaine", MEFRA 102, 1990-2, pp. 573-593 (=Chastagnol, Onomastique). 5 " Liste établie à partir d'une lecture critique de Fouilles, en laissant de côté les incertitudes ou les hypothèses discutables. 57 Voir aussi Chastagnol, Onomastique, pp. 578 sv. 5 ° Dans ces régions de Lusitanie, Flavius peut être en outre un gentilice dérivé du surnom Flavus qui signifie "blond", révélant ainsi une famille indigène naturalisée.
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ambitions autorisées par le jeu des concurrences entre cités et entre provinces59. Ses élites, restreintes, ressemblaient à celles de la plupart des petites cités que le système romain avait su multiplier dans une province somme toute peu peuplée. La conclusion ne conduit à une perplexité accrue qu'en apparence. Si le problème des liens entre municipe et droit Latin n'est pas qu'un problème technique, on comprend que cette dimension ne peut être sous-estimée, car elle enregistre des évolutions historiquement marquées aux yeux de Rome. On mesure bien, en effet, la solidarité entre environnement social et culturel et degré d'autonomie dans la gestion de la politique locale; on est contraint, en outre, de constater que le poids des réalités économiques et sociales se reflétait d'une manière ou d'une autre dans la hiérarchie des statuts urbains. Le dilemme municipe/droit Latin renvoie à l'épanouissement d'une civilisation politique marquée par la multiplication de centres.urbains autonomes dirigés par leurs notables jugés dignes d'appliquer les règlements romains et impériaux. Qu'on le veuille ou non, la référence à l'autonomie des cités y est essentielle et met enjeu des solutions techniques variables qui ne sont pas que de pure forme: les finances, la fiscalité, le droit privé, la liberté d'appliquer ou non le droit, la richesse et les relations sociales, la distance par rapport à l'autorité romaine entraient en ligne de compte et pesaient au moins autant que le pouvoir et la symbolique locale et impériale qu'on ne peut pourtant négliger. Aussi, si on veut bien faire attention à l'ensemble du dossier, c'est à approfondir la notion de citoyenneté Romaine qu'il invite; c'est d'elle et de la densité des citoyens Romains que dépendaient les contraintes et les rythmes de la vie locale. C'est dire encore l'importance de la chronologie et de l'évolution régionale. Ce que nous saisissons surtout, ce sont les phases d'adaptation où le pouvoir local est confié de fait à l'élément civique dont la force et le nombre avaient un rôle déterminant. C'était assurément, dans les provinces de l'Empire, l'une des fonctions essentielles du droit Latin, avec ou sans municipalisation. C'est l'association de la formule municipale et de la Latinité qui a marqué une nouvelle étape et a changé parallèlement le poids et la fonction du ius Latii. Ainsi, l'ambition proposée aux peregrins et aux provinciaux restés à l'écart d'une promotion qui ajoutait un degré supplémentaire à l'intégration était celle d'accéder à la dignité municipale; le titre même de municipe disait que la population locale avait de nombreux titres à se comparer aux citoyens Romains de l'Italie, dans une période où l'heure n'était plus à la soumission et à la conquête, mais à celle de la paix durablement acquise et du gouvernement. Dans la pratique, le corps social d'un municipe s'était coulé dans le moule de la société romaine impériale et avait acquis un statut nouveau dans le dialogue que Rome entretenait bilatéralement avec les cités, ignorante qu'elle était de toute autre formule et de toute autre revendication d'une identité.
-^ Voir Fouilles, Appendice II, p. 99 où l'appellation "grandes familles" pour désigner les notables locaux est sans doute excessive.
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TABLEAU I CITES ET VILLES SELON PLINE ET PTOLEMEE<60 COLONIES
MUNICIPES; LATIUM VETUS
Augusta Olisippo (Felicitas Emerita Mia) Metellinum Norba Caesarina+(Castra Caecilia et Castra Servilia) Pax Mia Scallabis
Ebora (Liberalitas Mia) Myrtilis Salacia (Urbs Impe ratoria) (Baetica): Lacimurga (Constan tia Mia).
STIPENDIALA
PTOLÉMÉE
AoKOvi|xoup7a ÁKpopprya Aeminium Aáya ÀtJJXVlOV Arabrica Á^naict Aa-yKia Arandis OnraSava Augustobriga ApaSouKTCt XpavSiç AayKÓpp^a Balsa AauanpTi ÁpiTiov Caesarobriga Auavadva Aijyoïxrra Capera Aov6c£píc EjiepiTa Cauria McvSiKOuArjia Bcftaa Mipo^piya BoupSoua Celtici BpcciToAoaov MavXiáVa Cibi lis Ncopjâa Kanaka Colami M€T€^Aiva Kaicdpeía Collippo Kcani ava 'Oftoa Concordia KavTÓ^piC OKCAOV Conimbriga Kctnapa 'OAiaaiTKúv Elbocori Kánaaa 'OcaóvojSa Eburobrittium KaTpCÍ^€\JKÓc OúeAXaStc Interannienses Kauptov Oúpoupiov IIa£ 'IouAía Xprfríva Lancienses Tníp-yoi ACUKOÍ Meidubrigen- KóXapvov PouaTiKctva ses(Plumbarii) KovKopSta / Mirobrigenses KoTToao (3pi'ya 2aXctK€ia SáXAoxKOc Aeóficvya (Celtici) ZaXfxavTiKa Ëpoupa Ocelenses ZeXiov ËfyîOKOfXÇ Ossonoba EúavSpía Paesuri KoXwvía repata Talabrica TotKOU^Cç lou^ia Tapori Touppo-yov MupTiXíc Turduli Bardili Turduli Veteres
Les quatre premières colonnes concernent les catégories pliniennes.
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TABLEAU II
CITES ET VILLES D'APRES LES DOCUMENTS EPIGRAPHIQUES COLONIES
MUNICIPES
MUNICIPES FLA VIENS
STATUT NON PRÉCISÉ
Augusta Emerita Metellinum Norba Pax Mia Scallabis
Ebora Myrtilis Olisippo Salacia
Ammaia Arabriga Aravi Balsa Banienses Bo bade la Caesarobriga Capera Colami Co Hipp o Igaedis Interamnia Lancia (Oppidana) Lancia (Transcudana) Meidubriga Mirobriga Paesures Sellium Tapori
Abelterium Aeminium Aritium Vetus Augustobriga Bletisa Caetobriga Caurium Celticum Flavium Conimbriga Eburobrittium Lacimurga Lancobriga Mirobriga (Ciudad Rodrigo) Ossonoba Salmantica Talabriga Turgalium
DROIT LAT
r MUNICDPALISATION EN LUSITANIE SOUS L'EMPIRE
Flg. 1.
PRINCIPALES VILLES ET CITES
■ MnUpsAMMta * Ltffc_~t_ v M « h h . f h » f a i / WMBA<—■■! . *
DMllUda Fterfe.
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DERECHO LATINO Y MUNICIPALIZACIÓN EN LEVANTE Y CATALUÑA JUAN MANUEL ABASCAL Universidad de Alicante ABSTRACT After the Roman Conquest which took place from the year 218 B.C., the process of colonization and legal development of cities is slow and unequal in the Mediterranean coast. Even ancient cities like Tarraco and Carthago Noua have to wait for the first century B.C. to reach new legal degrees. The same happens with Emporiae, the promotion of which can be related to Cesar, and with Saguntum. The biggest part of the coastal area owes its legal development to Augustus. RESUMEN Tras la conquista romana desde el año 218 a.C, el proceso de municipalización y desarrollo jurídico de las ciudades es lento y desigual en el área mediterránea. Incluso ciudades como Tarraco y Carthago Noua deben esperar al siglo I a.C. para conocer avances jurídicos. Lo mismo ocurre con Emporiae, cuya promoción puede relacionarse con César, y con Saguntum. La mayor parte de la región debe su promoción jurídica a Augusto.
Entre los años 218 a.C. y 74 d.C. Roma pasó de la improvisación derivada de los tiempos de conquista a formar en Hispania un tejido de ciudades acorde con el derecho romano; las herramientas empleadas en ese proceso fueron de todo signo y respondieron unas veces a las necesidades reales del estado y otras a los impulsos de colectivos o particulares1. La síntesis entre la voluntad del conquistador y las aspiraciones de los conquistados se produjo en los espacios urbanos en los que se manifestaba la sujeción territorial a una norma superior y en donde la autonomía local habría de dar pie a la aparición de una aristocracia local que ejercía de instrumento de dominio y que canalizaba las decisiones políticas de Roma^. 1 Los repertorios epigráficos citados de forma abreviada en las páginas que siguen son los siguientes: G. Alfòldy, Die rômischen Inschriften von Tarraco, Berlín 1975 (=RIT)\ G. Fabre et alii, Inscriptions romaines de Catalogne. I. Barcelone (sauf Barcino), Paris 1984 (=IRC I); Eidem, Inscriptions romaines de Catalogne. II: Lérida, Paris 1985 (=IRC II); Eidem, Inscriptions romaines de Catalogne III: Gerone, Paris 1991 (=//?C III); F. Beltrán, Epigrafía latina de Saguntum y su territorium, Valencia 1980 (=ELSaguntum). ^ En general véase J.M. Abascal, U. Espinosa, La ciudad hispano-romana. Privilegio y
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Este complicado proceso que empezó con la conquista y su impacto sobre la población indígena, dejó por el camino etnias en disolución, formas de gobierno, sistemas de organización local, instituciones ancestrales, formas urbanas, etc. y, a medida que todo ese complejo mundo sucumbía, iba siendo sustituido por los productos de la integración, por los nuevos modelos inspirados por el poder romano. La historia de la progresión jurídica en Hispania es una historia de destrucción y creación simultánea que sigue ritmos propios en cada región, en cada comarca, durante más de dos siglos. Como era previsible, las transformaciones más tempranas afectaron a aquellos territorios que antes habían entrado en contacto con Roma, es decir, el Levante y las zonas meridionales afectadas por la Segunda Guerra Púnica. Por su posición costera y sus buenas comunicaciones con Tarraco, tendríamos que esperar de los municipios de Levante y Cataluña una información precisa en las fuentes; la realidad no es siempre esa y, frente a caudales ingentes de datos sobre algunos aspectos, los relacionados conia integración jurídica de las comunidades no siempre reciben en los textos la atención que hoy desearíamos. La razón estriba en que nuestras preguntas a las fuentes van muchas veces más allá de lo que éstas desean responder; dicho de otro modo, a Plinio o a cualquiera de sus contemporáneos les bastaba saber que una ciudad era municipium c.R. o colonia y consideraron superfluo preocuparse por precisar un momento de cambio jurídico que en nada alteraba el régimen impositivo o la evolución del núcleo. Descuidos informativos y lagunas -que también las debió haber- en la información disponible alimentan hoy el carácter puramente especulativo de muchas de nuestras consideraciones sobre la integración jurídica de la costa mediterránea de la Provincia Citerior. El cómputo de los centros que fueron elevados a la categoría de colonias o municipios en sus diferentes grados entre el siglo II a.C. y la época flavia arroja un saldo de 34 ciudades de las que más de la mitad obtuvieron su nueva condición jurídica en época augustea (Véase Tabla 1). Para otras nuestros datos sólo permiten especular con su condición de pre-flavias y, aun en núcleos tan importantes como Tarraco o Carthago Noua, no es posiblefijarcon precisión el momento de la promoción. Tabla 1: Colonias y municipios de Levante y Cataluña (se excluyen los emplazamientos próximos de la Meseta sur) Topónimo Aeso Aquae Calidae Auso Baetulo Barcino Beg astri Blanda Bocchoris Carthago Noua Dertosa Dianium Ebusus Edeta Egara
Tipo Municipium Municipium Municipium Municipium Colonia Municipium Municipium Municipium Colonia Municipium Municipium Municipium Municipium Municipium
Lat. c.R.
Tribu Gal/Quir. Quir. Gal. Gal.? Gal.
c.R. c.R.
Lat.
Serg/Gal. Gal Gal. Quir. Gal. Gal.
Promoción Augusteo? Flavio Augusteo Augusteo 9-8 a.C. ? Preflavio Augusteo? 45-27 a.C. Augusteo Augusteo Flavio Augusteo Preflavio
poder, Logroño 1989; H. Galsterer, Untersuchungen zum ròmischen Stàdtewesen auf der iberischen Halbinsel, Berlín 1971; N. Mackie, Local Administration in Roman Spain A.D. 14212. BAR Int. Series 172, Oxford 1983.
DERECHO L Topónimo Emporiae Gerunda Guiumtum lesso Ilerda Ilici lluro Lesera Lucentum Mago Palma Pollentia Rhoda Saetabis Saguntum Sigarra Subur Tarraco Valentia
JO Y MUNICIPALIZACIÓN EN LEVANTE Y CATALUÑA Tipo Municipium c.R. Municipium Lat. Municipium Lat. Municipium Lat. Municipium c.R. Colonia Municipium c.R. Municipium Municipium Lat. Municipium Col/Municipium c.R. Col/Municipium c.R. Municipium ? Municipium c.R. Municipium c.R. Municipium Lat. Municipium Colonia Colonia Lat.
Topónimo antiguo desconocido Villajoyosa (Alicante) Municipium
Tribu Gal Gal
Gal Gal.
Promoción 45-36 a.C. Augusteo Preflavio Augusteo Augusteo Augustea Augusteo Preflavio Augusteo Flavio 123-2 a.C 123-2 a.C. ? Augusteo Augusteo Augusteo Preflavio César 138 a.C.
Quir.
Flavio
Gal Gal. Gal Gall Gal Quir. Vel. Vel. Gal. Gal. Gal
£1 inicio de la conquista y el estatuto de
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Emporiae
A Emporiae, ciudad aliada de Roma al decir de Livio 3 , le corresponde el discutible mérito de ser el primer enclave hispano que entra en contacto con Roma. Tras el breve episodio del desembarco de Escipión, Emporiae es mencionada el año 195 a.C. con motivo del ataque de Catón en el golfo de Rosas 4 y no vuelve a aparecer en las fuentes hasta el siglo I a.C. La arqueología ha puesto de manifiesto importantes reformas urbanas entre el año 200 y el 125 a.C. 5 : en la primera mitad del II a.C. se levantó un praesidium en la parte alta del enclave 6 y a fines del II éste fue desmontado para llevar a cabo nuevas modificaciones7. Tras la batalla de Munda, un contingente de veteranos se instaló en la ciudad8 y se realizaron nuevas reformas urbanas9 que coinciden con el inicio de la serie epigráficaref erida a los patronos de la ciudad. Emporiae es bien conocida desde el punto de vista arqueológico gracias a la extensa serie de publicaciones de los últimos años sobre su foro 1 0 , un posible campus^, las 3
Liv. 28, 42. A.Tovar, Iberische Landeskunde. 3. Tarraconense, Badén Badén 1989, pp.
427 ss. 4
Liv. 34, 9. J. Ruiz de Arbulo, "Los inicios de la romanización en occidente: los casos de Emporion y Tarrarco", Athenaeum 79.2, 1991, p. 470. " J. Ruiz de Arbulo, op. cit., p. 471, n. 54, con la bibliografía anterior. 7 J. Ruiz de Arbulo, op. cit., p. 476. 8 Liv. 34, 9. 9 J. Ruiz de Arbulo, op. cit., p. 484. 10 J. Aquilué et alii, El fòrum roma d'Empúries, Barcelona 1984; J. Aquilué et alii, "Das 5
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excavaciones realizadas en el asentamiento colonial preimperiai 12 , los sondeos regulares en la ciudad romana y sus alrededores 1 3 y la interesantísima carta griega sobre plomo 1 4; n o es menos extensa la literatura sobre la historia de la c i u d a d 1 5 y su promoción jurídica 1 6 . romische Forum von Ampurias (L'Escala, Alt Empordá, prov. Gerona)", MDAIM 27, 1986, pp. 225-234; R. Mar, J. Ruiz de Arbulo, "El foro republicano de Empuñes. Metrología y composición", 6o Colloqui Int. (¡'Arqueología de Puigcerdá 1984, Puigcerdá 1986, pp. 367-374; E. Sanmartí, "El foro romano de Ampurias", en: Los foros romanos de las provincias occidentales, Madrid 1987, pp. 55-60; J. Ruiz de Arbulo, "El templo del foro de Ampurias y la evolución de los foros republicanos", Cuadernos de arquitectura romana 1, 1992, pp. 11 ss. 11 H. Devijver, P. van Wonterghem, "Neue Belege zum 'Campus' der romischen stadte in Italien und im Westen", ZPE 60, 1985, pp. 147-158; Ma J. Pena, "Nota sobre el campus de Emporia(e)", Estudios de la Antigüedad 3, 1986, pp. 149-154. ^ E. Sanmartí et alii, "Les excavacions a l'area del parking al sud de la Neápolis d'Empúries (informe preliminar)", Ampurias 45-46, 1983-84, pp. 116-124; E. Sanmartí et alii, "Las estructuras griegas de los siglos V y IV a.C. halladas en el sector sur de la Neápolis de Ampurias (Campaña de excavaciones del año 1986), Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonenses 12, 1986, pp. 141-184; E. Sanmartí y J.M. Nolla, "La datation de la partie centrale du rempart méridional d'Emporion", DAM 9, 1986, pp. 81-110; Eidem, "Informe prelimiar sobre l'excavació d'una torre situada a ponent de la ciutat grega d'Empúries", 6° Colloqui Int. ^Arqueología de Puigcerdá 1984, Puigcerdá 1986, pp. 159-161; R. Marcet, E. Sanmartí, Empúries, Barcelona 1989; E. Sanmartí et alii, "Emporion: un ejemplo de monumentalización precoz en la Hispania republicana (los santuarios helenísticos de su sector meridional)", en: W. Trillmich, P. Zanker (ed.), Stadtbild und Ideologie. Die Monumentalisierung hispanischer Stàdie zwischen Republik und Kaiserzeit. Madrid 1987, München 1990, pp. 117144. *3 J.M. Nolla, "L'abandonament de la Neápolis emporitana. Estât de la qüestió i noves dades", Miscel.lània arqueológica a Josep M.Recasens, Tarragona 1992, pp. 87 s.; J.E. Borao, "Las posibles centuriaciones ampuritanas", Anales del Institut d'Estudis Empordanesos 20, 1987, pp. 277-326; R.F.J. Jones, "The roman cementeries of Ampurias reconsidered", en: Papers in Iberian archeology. BAR 193, 1984, pp. 237-265. 14 E. Sanmartí, R.A. Santiago, "Une lettre grecque sur plomb trouvée à Emporion (Fouilles 1985)", ZPE 68, 1987, pp. 119-127; Eidem, "Notes additionnelles sur la lettre sur plomb d'Emporion", ZPE72, 1988, pp. 100-102; R.A. Santiago, "Encore une fois sur la lettre sur plomb d'Emporion (1985)", ZPE 80, 1990, pp. 79-80. Véanse ahora los comentarios de R.A. Santiago, "En torno al plomo de Pech Maho", Faventia 11.2, 1989, pp. 163-179. ^ Ma J. Pena, "Ampurias romana a través de su epigrafía", Cypsela 4, 1982, pp. 173178; Eadem, "Le problème de la supposée ville indigène à côté d'Emporion. Nouvelles hypothèses", DHA 11, 1985, pp. 69-83; Eadem, "Hipótesis noves sobre Empúries a partir de l'analisi de les fonts litéraires", Fonamentsl, 1988, pp. 11-45; J. Ruiz de Arbulo, op. cit., pp. 459-494; Ma J. Pena, "Ampurias: première période de l'implantation romaine", DHA 15, 1989, pp. 219-248; R. Plana, "Le territoire d'Ampurias: première phase de l'implantation romaine", DHA 15, 1989, pp. 249-281; Ma J. Pena, "Emporiae", Conquista romana y modos de intervención en la organización urbana y territorial. Primer Congreso histórico-arqueológico hispano-italiano. Elche 1989, DArch 10, 1992, pp. 65-77; E. Sanmartí, "Emporion, port grec à vocation ibérique", La Magna Grecia e il lontano occidente. Atti del ventinovesimo convegno di studi sulla Magna Grecia (Taranto 6-11 ottobre 1989), Taranto 1990, pp. 389-410; E. Ripoll, "Orígenes de la ciudad romana de Ampurias", GeriónS, 1990, pp. 163-210; Idem, Els origens de la ciutat romana d'Empúries, Barcelona 1978; véase del mismo autor "Notas acerca de los orígenes de la ciudad romana de Ampurias", Ampurias 33-34, 1971-72, pp. 359-375. *■* Ma J. Pena "El problema del estatuto jurídico de Emporia(e). Análisis de la documentación", en: G. Pereira (ed), Actas dell Congreso peninsular de Historia Antigua 1986, Santiago de Compostela 1988, voi. 2, pp. 455-466.
DERECHO *_. f INO Y MUNICIPALIZACIÓN EN LEVANTE Y CATALUÑA
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Aunque varios estudios de M3 J. Pena han incidido en los últimos años sobre esta cuestión proponiendo una dataciónaugustea17, hay otros elementos que aconsejan reconsiderar esa fecha. El cap. 97 de la ley de Urso contiene las normas destinadas a evitar un nombramiento irregular del patrono sin el respaldo necesario de los decuriones. Urso es una fundación cesariana deducida físicamente mediante una lex Antonia inmediatamente posterior a la muerte de César, es decir, de los años 44/43 a.C. 18 ; significa esto que en estas fechas existe ya una legislación, no necesariamente restringida a las colonias, que regula los procedimientos que han de seguir las comunidades para elegir a sus patronos. Emporiae tiene una serie de patronos de rango senatorial bien datada entre los años 36 y 25 a.C. 19 , de los que el más conocido por el eco literario que ha tenido es Cn. Domitius Caluinus20; la presencia en la ciudad de veteranos cesarianos asentados tras la victoria en Munda obliga a considerar una sujección a las leyes locales que el propio César acaba de dictar y, por si eso fuera poco, el nombramiento de patrono, con las connotaciones jurídicas del término y no como un simple hospes de la ciudad, exige la existencia de un régimen colonial o municipal previo, lo que convierte a Emporiae en un municipium anterior a esas fechas. No es posible relacionar la conjunción de veteranos cesarianos y de patronos tan antiguos con una forma de patronato restringida a un conuentus ciuium Romanorum2l; los mismos elementos deben demostrar justamente lo contrario: la sujección a la ley cesariana por parte de Emporiae. Sobre este mismo problema cronológico conviene reconsiderar el pequeño fragmento de la lex municipalis hallado en 1967, tenido con frecuencia como augusteo, y conservado en el Museo de Ampurias22, que no ha recibido en los últimos años demasiada atención. Contiene parte de un capítulo referido al nombramiento de patrono, muy similar al ya citado de Urso y presente también en las leyes flavias de Irni y Malaca2^. Aunque morfológicamente podría ser de época de Augusto, nada impide ver en este texto un documento cesariano o, en último extremo, una copia posterior del original, sobre toto si tenemos en cuenta que algo similar, con mayor margen de tiempo incluso, ocurre en 1
' M3 J. Pena, principalmente op. cit. en nota 15 (1992) y 16, passim. J.M. Abascal, U. Espinosa, op. cit., pp. 92-93 con la bibliografía anterior. * 9 J.N. Bonneville, "Les patrons du múnicipie d'Emporiae", REA 88, 1986 [Hommage à Roben Etienne. 1988], pp. 181-200. La lista de patronos emporitanos es la siguiente: Cn. Domitius Calvinus, post 36 a.C. (AE 1977, 468 = IRC III 26; CIL II 6186 a = IRC III 27; CIL II 6186 b = IRC III 28); App. Claudius Pulcher, 33-32 a.C. (EE 9, 397; IRC III 25); M. Iunius Silanus, 26-25 a.C. (AE 1984, 615 = IRC III 29); Anónimo (IRC III 31 y 32); Agrippa, 19-18 a.C. (EE 9, 401; IRC III 24); C. Caesar, 12 a.C-4 d.C. (EE 9, 400, IRC III 19); Anónimo, post 217 d.C. (IRC III 33). 2 ^ G. Alfôldy, "Cnaeus Domitius Caluinus, patronus von Emporiae", AEA 50-51, 197778, pp. 47-54; E. Ri poli, "El municipio ampuritano y su patron Cneo Domicio Calvino", Homenaje al Prof. Martín Almagro Bas eh, Madrid 1983, pp. 279-285. Sobre sus inscripciones, véase la nota 19 y la bibliografía anterior recogida en IRC III 26-28. Sobre su cursus, véase T.R.S. Broughton, The Magistrates of the Roman Republic II, New York 1952, 314, 378, 388, 392 y 397; Groag, PIR2, III, D-139; G. Alfôldy, op. cit., passim y el resumen de M3 J. Pena, op. cit. en nota 15 (1992), 71, que recoge lo relacionado con su emisión monetaria en Osca y la bibliografía con ella relacionada. 21 - Véase en este sentido la opinión de Ma J. Pena, op. cit. en nota 15 (1992), p. 72. 22 AE 1969-70, 287; IRC III 34. 23 Similar a lex Vrs. 97 y lex Irn. 61. 18
Urso. Si los argumentos referidos al patronato empori taño aconsejan una natación anterior al año 36 a.C. para la promoción jurídica y el fragmento que discutimos contiene legislación similar a la ursonense, no hay motivos para negar que nos hallamos ante la constitutio municipal24. H cap. 97 de Urso establecía precauciones para regularizar el patronato, pero el cap. 130 del mismo texto va más allá y prohibe expresamente el nombramiento como patronos de senadores o de sus hijos salvo en determinadas condiciones. Ambos capítulos no son contemporáneos, como demostraron Dessau y otros autores a principios de siglo 2 5 , y de hecho el segundo plantea una clara restricción a los nombramientos que, si no los veta de hecho, sí demuestra que eran contrarios a los deseos del legislador y que podían causar una innecesaria tensión entre Roma y las ciudades. No es difícil encadenar esas restricciones con el texto de Dión Cassio (56,25, 6) cuando afirma que Augusto prohibió aceptar patronatos locales a los gobernadores de las provincias antes de los 60 días posteriores a su mandato. El mérito de separar en el tiempo los dos artículos de Urso corresponde a los historiadores de comienzos de siglo. En la práctica, las leyes augusteas sobre el patronato citadas por Dión deben marcar un antes y un después en los nombramientos, y este corte es bien visible en Emporiae, en donde a partir del año 19 a.C. la lista de patronos termina con la tradición de nombrar senadores relacionados con la provincia y da paso al patronato de Agrippa y posteriormente al de Cayo César. Esta vinculación a la familia de Augusto es común a otras ciudades del Imperio y parece una consecuencia inmediata de la voluntad del paterpatriae. Programas similares se ven en Ulia26 o Carthago Noua21'. Volviendo sobre el problema de la cronología del municipio ampuritano hay que recordar que Urso fue una deductio de veteranos cesarianos, algo que el texto de Livio no permite confirmar en Emporiae. En este sentido, la argumentación de M3 J. Pena en el análisisterminológicodel fragmento debe considerarse concluyente. Parece claro que el asentamiento del contingente de veteranos no se realizó mediante una fórmula jurídica habitual como habría sido la deductio, que comportaba una reorganización de todo el ager con el consiguiente perjuicio para la población residente hasta esa fecha en la ciudad. Tal reparto es concebible en Urso, en donde la medida se puede considerar una represalia, pero no en Emporiae, en donde el propio Livio nos confirma la extensión de la ciudadanía romana a sus habitantes. Sin embargo, alguna solución jurídica
24 J.N. Bonneville, op. cit., sugirió el mismo año 36 como el de la constitución del municipio, considerando que el deductor habría sido Cn. Domitius Calvinus; véase en sentido similar E. Sanmartí, "Una nueva lápida emporitana", XIII Congr. Nac. Arq., Huelva 1973, Zaragoza 1975, pp. 963-966. Véase N. Lamboglia, "La formazione del municipio di Emporiae", Rivista di Studi Liguri 39, 1973, pp. 21 ss. 2 ^ Véase A. D'Ors, Epigrafia Jurídica de la España romana, Madrid 1953, pp. 271-272, a partir de H. Dessau, Wiener Studien 24, 1902, pp. 244 ss. y Th. Mommsen, Gesammelte Schriften, I, p. 239. 26 CIL II 1525-1530. Th. Mommsen (ad CIL II 1525) situó estas inscripciones en torno al año 11 a.C. A. U. Stylow las ha relacionado con el hecho de que Ulia (Montemayor, Cordoba), fuera la única ciudad bética que durante las guerras civiles nunca vaciló en su respaldo a César (Bell. Hisp. 3, 3), de lo que probablemente deriva su cognomen Fidentia. Véase P. Lacort, R. Portillo, A.U. Stylow, "Nuevas inscripciones latinas de Córdoba y su provincia", Faventia 8.1, 1986, p. 89. 21 J.M. Abascal, "La temprana epigrafía latina de Carthago Noua", en: Roma y el nacimiento de las culturas epigráficas en Occidente, F. Beltrán Lloris (éd.), Zaragoza 1995 , pp. 139-149.
DERECHO L,
>ÍO Y MUNIOPALIZACION EN LEVANTE Y CATALUÑA
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debe darse a una comunidad no privilegiada hasta la fecha y en la que se ha de asentar un contigente de veteranos; el mecanismo es la creación del municipio con escasos cambios en el reparto del ager. H margen temporal en el que tienen lugar todas estas transformaciones es similar en Urso y en Emporiae, por lo que a esta última ciudad le podemos asignar las pautas que conocemos en aquélla. Esto es, el régimen jurídico impulsado por César para Ampurias habría sido llevado a la práctica tras su asesinato, pero no en una fecha tan tardía como el 27/20 a.C, sino antes del año 36 a.C. Las excavaciones sugieren una breve vida para este enclave, que se eclipsaría ante Barcino y Tarraco y comenzaría a despoblarse en época flavia2**; algunos trabajos arqueológicos recientes (1992) permiten adelantar quizá en un decenio ese abandono y desvincularlo de la hipotética aparición de un municipio flavio en Rodae29.
Las dos capitales costeras: Tarraco y Carthago
Noua
Si atendemos al relato de Plinio, Tarraco, Scipionum opus^®, sería el más antiguo enclave romano en Cataluña y el único datable en los últimos años del siglo El a.C. 3 l . Como punto central en la organización militar de la segunda guerra púnica en Hispania, Tarraco fue fortificada quizá en los últimos años del siglo III a.C. Ninguna otra ciudad aparece al norte del Ebro en fechas tan tempranas y habrá que esperar a los últimos momentos del siglo II a.C. para observar un dinamismo urbano de cierta envergadura En efecto, en una etapa limitada por los últimos años del siglo II y los comienzos del siglo I a.C. aparecen Baetido e lluro, lesso y Aeso, Gerunda y el núcleo romano de Emporiae. Tras el desembarco en Ampurias, Tarraco pasó a ser la base militar romana en Hispania. Tal función lleva aparejada una serie de transformaciones urbanísticas bien documentadas arqueológicamente32. Así, sabemos que un primer recinto de aparejo ciclópeo
2 ° Sobre el abandono, véase J. Nieto, "Acerca del progresivo despoblamiento de Ampurias", Rivista di Studi Liguri 47', 1981, pp. 34-51 y en ultimo término, J. Ruiz de Arbulo, op. cit., p. 490. 2 ^ J.M. Nolla, op. cit., p. 87 s. La hipótesis de un municipio flavio en Rodae ha sido lanzada por G. Fabre et alii, IRC III p. 18: "sin duda promovida por los Flavios"; sobre el lugar, véase A. Tovar, op. cit., p. 463. 30 Plin., NH3, 4, 21. A. Tovar, op. cit., pp. 453 ss. 3 * La gran cantidad de títulos sobre la antigua Tarraco aborda múltiples aspectos de urbanismo, historia, excavaciones recientes, etc. Por su carácter recapitulatorio, véase en general: F. Tarrats, Tarraco, Tarragona 1990; J. Ruiz de Arbulo, op. cit., passim; J. Guitart, "La ciudad romana en el ámbito de Cataluña", en: La ciudad hispano rromana, Barcelona 1993, pp. 60 ss. 32 A. Balil, Excavaciones en la Torre de Pilatos1 (Tarragona). Campañas del año 1962, Madrid 1969; Th. Hauschild, "Ròmische Konstruktionen auf der oberen Stadtterrasse des antiken Tarraco", AEA 45-47, 1972-74, pp. 3-44; Idem, "Die ròmische Stadmauer von Tarragona. Ausgrabungen in der Torre de Minerva und im Baluarte de Santa Bárbara. Kampagnen 1976 bis 1979", MDAIM 20, 1979, pp. 204-237; Idem, Arquitectura romana de Tarragona, Tarragona 1983; R. Mar, J. Ruiz de Arbulo, "La basilica de la colonia Tarraco. Una nueva interpretación del llamado foro bajo de Tarragona", en: Los foros romanos de las provincias occidentales, Madrid 1987, pp. 31-44; Taller Escola d'Arqueología, "El foro provincial de Tarraco. Un complejo arquitectónico de época flavia", AEA 62, 1989, pp. 141-191. Una bibliografía exhaustiva sobre
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con torres podría datarse en los años iniciales de la presencia romana, pero no es posible decir si se trata de la fundación de fines del m o de una obra relacionada con los cambios administrativos del 197 a.C. 33 ; a este primer perímetro corresponde la llamada Torre de Minerva, que alberga la más antigua inscripción latina de Hispania3 4 ; la segunda fase está datada por materiales posteriores al 150 a.C. y parece corresponder a la segunda mitad del siglo n a . C . 3 5 . El esquema sugerido por sus excavadores es el de un núcleo preexistente al lado del cual se instala un praesidium militar. En época cesariana ayudó con provisiones a las tropas vencedoras en la campaña de ¡lerda? 6 y fue elegida por César para reunir a los legados de la Citerior tras la guerra37. Su protagonismo iría en aumento durante el reinado de Augusto, que residió en la ciudad entre los años 27 y 25 a.C. De hecho, Tarraco fue la primera ciudad en dedicar un altar a Augusto en vida; a él se refiere Quintiliano 38 y se ha querido identificar con el que aparece representado en las monedas de Tiberio, aunque esta relación ha sido cuestionada en diversas ocasiones3 9 . Se ha discutido mucho sobre si Tarraco recibió la promoción jurídica de manos de César o de Augusto. La tradición hi storiogràfica la hace cesariana40 en razón de la antigüedad de algunas de las referencias disponibles: una inscripción datable entre los años 16 y 14 a.C. ya la denomina colonia Triumphalis Tarraco41. Plinio la identifica como colonia 42 y en otra inscripción de época tiberiana vuelve a ostentar el mismo título 43 . La cuestión hoy no tiene una solución definitiva, pero los argumentos disponibles, entre los que no hay que descartarlos apelativos coloniales, aconsejan situar su promoción entre los años 45 y 27 a.C. 44 , formando parte del programa colonial cesariano. Carthago Noua, fundada por Asdrúbal según Estrabón y [opus] Poenorum al decir de
la ciudad puede encontrarse en X. Aquilué et alii, Tarraco. Guía arqueológica, Tarragona 1991, pp. 120-128. 33 X. Aquilué et alii, "La cronologia de les muralles de Tarraco", Revista d*Arqueología de Porient 1, 1991, p. 295. 34 G. Alfòldy, "Diealtëste rômische Inschrift der Iberischen Halbinsel", 7PE 43, 1981, pp. 1-12. 35 X . Aquilué et alii, op. cit. en nota 33, p. 297. 36 Bell. civ. I, 60. 37 Bell. civ. II, 21. 3S Inst. 6, 3, 77. 39 G. Alfòldy, "Tarraco", RE, suppl. 15, 1978, p. 600; R. Turcan, ANRW II, 12.1, 1982, p. 609. Sobre el culto imperial en la ciudad, véase en último término D. Fishwick, The Imperial cult in the Latin West. Studies in the ruler cult of the Western Provinces of the Roman Empire, Leyden 1987, vol. 1, pp. 150 ss. 40 F. Vittinghoff, Rômische Kolonisation und BUrgerrechtspolitik unter Caesar und Augustus, Wiesbaden 1952, p. 79; C.H.V. Sutherland, The Romans in Spain, 1939 (reed. 1971), p. 128; R Syme, "Rival Cities, Notably Tarraco and Barcino", Ktèma 6, 1981, p. 277 (= Roman Papers 4, Oxford 1988, p. 83). 41 HAE 182 = AE 1955, 243 (= RIT 58). 42 Plin., NH3, 4, 21. 43 HAE 184 = AE 1955, 244 (= RIT 68). 44 G. Alfòldy, op. cit. en nota 39, p. 594.
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Plinio 45 , alcanzaría el rango colonial que prueban las fuentes antiguas46 y las monedas47. Tras la conquista romana del año 209 a.C. y desde finales del siglo II a.C. las minas de Carthago Noua y su entorno fueron explotadas de forma intensiva por diferentes grupos familiares que adquirieron de esamanera un evidente protagonismo económico en la región; los gentilicios de estos grupos familiares se encuentran en el registro onomástico de los lingotes de plomo hallados en los diferentes pecios excavados en las proximidades de la colonia: todos ellos tienen ascendencia itálica y su rastro se puede seguir en sus territorios de origen; este colectivo arraigará en el territorio y constituirá la élite social de la futura colonia que, con el nombre de Vrbs lulia Noua KJCarthago, tenemos documentada en el registro monetai. Estas grupos familiares de tamaño y protagonismo desigual (Atellii, Numisii, Lucretii, Turullii, etc.) 48 consiguieron en pocos decenios crear grandes fortunas a partir de la explotación de los ricos recursos mineros de los que se hacen eco las fuentes 49 ; su riqueza procede, obviamente, de la extracción de la plata, aunque el puerto de Carthago Noua debió servir para canalizar también los recursos agrícolas generados por las tierras del interior y para realizar las importaciones que abastecían a todo este territorio. Las tribus romanas a las que pertenecen estos primeros colonos del territorio murciano muestran una diversidad en su origen pero, por encima de todo, evidencian el alto grado de extensión de la ciudadanía entre un colectivo que no plantea en consecuencia reivindicaciones jurídicas ante Roma. Para muchos de ellos, la pertenencia al censo de las ciudades itálicas ofrecía mayores alicientes que la reasignación a un hipotético censo en Carthago Noua, caso de haberse producido una promoción jurídica de la comunidad; esta teórica indiferencia ante la progresión debió chocar con el panorama que en esos años debían tener algunas comunidades bélicas o levantinas con un mayor porcentaje de población indígena. Durante la primera mitad del siglo I a.C, según las cronologías de los lingotes de plomo estudiados por C. Domergue, la producción minera alcanzó su momento de apogeo, 4:) A. Beltrán, "El plano arqueológico de Cartagena", AEA 25, 1952, pp. 47 ss.; S.F. Ramallo, La ciudad romana de Carthago Nova: la documentación arqueológica, Murcia 1989, p. 133, con una exhaustiva bibliografía recogiendo los importantes trabajos de A. Beltrán y P. San Martín Moro; S.F. Ramallo et alii, "Carthago Nova", en: Conquista romana y modos de intervención en la organización urbana y territorial. Primer Congreso historie o-arqueológico hispano-italiano. Elche 1989, DArch 10, 1992. pp. 105 ss. 46 Strab. 3, 4, 6; Plin., NH3, 4, 19-22; A. Tovar, op. cit. en nota 3, pp. 190 ss.; A. García y Bellido, La Península Ibérica en los comienzos de su historia, Madrid 1953, pp. 489 ss. 4 ' A. Beltrán, Las monedas latinas de Cartagena, Murcia 1949; M. Grant, From Imperium to Auctoritas, 1946 (reed. 1969); P.P. Ripollés, "Carthago Nova", em A. Burnett, M. Amandry, P.P. Ripollés, Roman Provincial Coinage, Vol. I: From the death of Caesar to te death of Vitellius (44 B.C. - A.D. 69), Londres - Paris 1992 (= RPC)\ M3 M. Llorens, La ceca de Carthago Nova, Valencia 1993 (Tesis Doctoral inédita). 4 ° M. Koch, "Las 'grandes familias' en la epigrafía de Carthago Nova", en: G. Pereira (éd.), Actas del I Congr. Peninsular de Historia Antigua, Santiago de Compostela 1986, Santiago 1988, voi. 2, pp. 403-407; Idem, "Die Turullii und Neukarthago", en: F.J. Oroz (ed.), Navícula Tubingensis. Studia in honorem Antonii Tovar, Tubingen 1984, pp. 233-246. 4 9 C. Domergue, "Les Piami et leur activité industrielle en Espagne sous la République", MCV 1, 1965, pp. 9-29; Idem, "L'exploitation des mines d'argent de Carthago Nova: son impact sur la structure sociale de la cité et sur les dépenses locales à la fin de la République et au début du Haut-Empire", L'origine des richesses dépensées dans la ville antique, Aix-en-Provence 1985, pp. 197-217; Idem, Les mines de la Péninsule Ibérique dans VAntiquité romaine, Roma 1990, especialmente pp. 264 ss.; Idem, Les lingots de plomb romains d'Espagne, 1992.
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y con ella lo hizo el panorama econòmico del ager Carthaginensis; toda esta etapa de desarrollo declinaría a finales de ese mismo siglo, con el progresivo fin de la explotación a fines de este siglo 50 . El rango colonial para la ciudad llegó en algún momento de la segunda mitad del siglo I a.C. La tradición hi storiogràfica ha planteado al respecto todas las hipótesis posibles, desde la promoción cesariana con adscripción de sus ciudadanos en la tribu Sergia51 hasta la actuación augustea52; tampoco ha habido unanimidad en la categoría jurídica otorgada al núcleo: una posibilidad es que primero fuera municipium civium Romanorum para convertirse después en colonia tras realizarse una deductio de veteranos, pero tampoco se puede excluir que este rango llegara de forma directa sin una etapa previa; a favor de esta doble etapa estaría, según sus defensores, la presencia de testimonios de las tribus Sergia y Galería, la segunda de las cuales podría corresponder al asentamiento de veteranos53. No parece posible, por el momento, zanjar este debate, aunque hay algunos datos adicionales que se pueden considerar para apuntar otras hipótesis. La colonia presenta en su titulatura el apelativo Mia, que se relaciona en ocasiones con una promoción cesariana. De tal actuación no hay evidencias y, en cualquier caso, habría que replantear el problema con los mismos matices que en Urso: quizá una programación augustea pudo desarrollarse tras la muerte del dictador con una deductio de veteranos. Con toda probabilidad no antes del año 45 a.C., pero con seguridad no después del 27 a.C, Carthago Noua alcanza el rango colonial; la promoción jurídica llegó a una ciudad en la que la producción minera había caído y con ella su principal fuente de recursos. No parece que el núcleo reuniera las condiciones idóneas para una promoción jurídica o, al menos, las condiciones que acostumbramos a suponer en otros puntos del occidente latino. H análisis del conjunto epigráfico de la ciudad54 muestra algunas peculiaridades que es necesario analizar para presentar más argumentos a este debate: las inscripciones funerarias de Carthago Noua son en gran parte de época tardorrepublicana, pudiendo datarse sin dificultad a finales del siglo I a.C; son pocos los epígrafes de comienzos del Principado y escasos los posteriores al período flavio. La epigrafía monumental parece en principio augustea, como hemos explicado en un trabajo reciente, y entre las inscripciones honoríficas destaca el programa dedicado a la familia de Augusto. Una rápida inspección del magnífico conjunto epigráfico expuesto en el Museo de Cartagena revela una primera ausencia notoria: faltan los pedestales forenses de época flaviotrajanea que constituyen el programa ornamental de las áreas públicas en toda la costa desde Dianium hasta el Pirineo 55 ; en el registro faltan también testimonios de los cultos 50
CDomergue 1990, op. cit., p. 264. C. Castillo, "La tribu Galería en Hispania: ciudades y ciudadanos" en: J. González, J. Arce (ed.), Estudios sobre la Tabula Siarensis, Madrid 1988, p. 240. 52 H. Galsterer, op. cit, p. 29, con toda la discusión anterior; G. Alfôldy, op. cit. en nota 39, p. 594. 53 R.C. Knapp, Roman Cordoba, Berkeley 1983, p. 29. 54 A. Beltrán, La colección epigráfica romana del Museo de Cartagena, Valencia 1944; ídem, "Las lápidas latinas religiosas y conmemorativas de Cartagena", AEA 23, n° 80, 1950, pp. 255-278; Idem, "Las inscripciones funerarias de Cartagena", AEA 23, n° 81, 1950, pp. 385-433; M. Koch, "Neue rômische Inschriften aus Carthago Nova I", MDAIM 17, 1976, pp. 285-294; Idem, "Neue ... II", MDAIM 19, 1978, pp. 25l-262;Idem, "Neue ... Ill", MDAIM 28, 1987, pp. 127-134; Idem, "Isis und Sarapis in Carthago Nova", MDAIM 23, 1982, pp. 347-352. 55 G. Alfòldy, "Bildprogramme in den ròmischen Sfâdten des Conventus Tarraconensis. Das Zeugnis der Statuenpostamente", Homenaje a García Bellido TV. Revista de la Univ. 51
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romanos habituales en las ciudades de la costa; igual de sorprendente resulta la ausencia de huellas del culto imperial contemporáneo de la serie de pedestales tarraconenses dedicados a los /lamines provinciales: un solo testimonio, la inscripción de L. Numisius Laetus^y parece insuficiente para explicar casi doscientos años de vida institucional. La parte sustancial del conjunto epigráfico de Carthago Noua abarca un breve período que se puede considerar contemporáneo e inmediatamente posterior al fin de la explotación minera, llegando a comienzos del siglo I d.C. ; ¿es ésta la ciudad que está comenzando a disfrutar de un estatuto colonial?. En las leyendas monetales aparece un buen número de magistrados, algo que no debe sorprender porque la elevación de rango genera un desarrollo institucional ordinario, pero no hay una correspondencia de ese registro con la escasez de datos epigráficos. En el conjunto de inscripciones de Carthago Noua destacan las dedicaciones a la familia de Augusto y a los reyes norteafricanos. El programa lo constituyen la dedicación a Marco Agrippa como patrono57, las dos aras recientemente exhumadas en el teatro y que mencionan al/a los hijo/s adoptivo/s de Augusto 58 , la dedicación a Tiberio como patrono59, y la inscripción de luba, rey de Mauritania60; quizá por proximidad geográfica habría que reseñar aquí otra dedicación a Tiberio hallada en Mazarrón61, aunque no parece que pueda vincularse al conjunto al que nos estamos refiriendo. Este conjunto de inscripciones dedicadas a la familia de Augusto repite un fenómeno que ya hemos citado para Emporiae y que vuelve a encontrarse en Ulia (véase supra). El hallazgo en el teatro de dos de estas inscripciones no descarta que la ciudad recibiera de la casa gobernante algunas compensaciones no sólo políticas o morales sino también económicas62. Con la información expuesta previamente se puede esbozar un hipotético relato de la situación de la ciudad en las cercadas del cambio de Era: Carthago Noua había representado los intereses de Roma en el sudeste peninsular durante el período de auge de la explotación minera; el progresivo final de ésta representaba un peligro para el esquema administrativo de la Citerior, teniendo en cuenta la lejanía de la capital provincial y la ausencia de otros grandes centros urbanos en la Tarraconense meridional; Roma necesitaba mantener la vitalidad de Carthago Noua, aunque fuera al margen de su ritmo económico, porque seguía siendo un puerto excepcional, disponía de recursos agrícolas en la periferia y constituía un importante foco laünizador en territorio ibérico. Cuando la ciudad perdió la fuerza que le daban las minas, el régimen colonial, entre los años 45 y 27 a.C, vino a crear las condiciones de integración necesarias para mantener entre las poblaciones indígenas de la periferia el interés por lo latino, y quizá la deductio de veteranos tantas veces invocada a partir de los reversos monetales pasó a controlar el Complutense 18, 1979, pp. 177-275. 56 AE 1908, 149. Se trata de un pedestal de mármol dolomitico veteado; véase S.F. Ramallo, R. Arana, Canteras romanas de Carthago Nova y alrededores (Hispania citerior), Murcia 1987, p. 134. 57 AE 1979, 366; M. Koch, "M. Agrippa und Neukarthago", Chiron 9, 1979, pp. 201214. 5 ° S.F. Ramallo, "Inscripciones honoríficas del teatro de Carthago Nova", AEA 65, 1992, pp. 52-54. 59 C / L I I 5930. 60 CIL II 3417. 61 CIL II 5943. 62 S.F. Ramallo, op. cit., en nota 58, p. 55.
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territorio agrícola de los alrededores. Carthago Noua salvaba con este impulso su condición hegemónica en la Tarraconense meridional pero asumía unos compromisos económicos -fundamentalmente derivados de las inversiones en obras públicas- que era necesario financiar. En estas circunstancias entraría la ciudad en la órbita augustea en las últimas décadas del siglo I a. C., volcándose con la familia imperial a través de la figura del patrono y recibiendo a cambio un apoyo, que pudo incluir los aportes económicos, para llevar a cabo las modificaciones oportunas en la trama urbana. Roma de esta forma estaba pagando un servicio necesario desde el punto de vista administrativo y Carthago Noua mitigaba las dificultades financieras que el nuevo rango pudiera crear. Esta mutua relación serviría para explicar la participación en el programa de obras públicas, probado por las inscripciones, de varias familias de la ciudad, sin una hegemonía clara por parte de ninguna de ellas; explicaría que la construcción de la muralla -no reparación- fuera realizada por varios personajes 63 , y que en la edificación de otros elementos participaran otros miembros de las grandes familias de la ciudad. No parecen simples actos de evergetismo. Da la impresión de que estamos ante una renovación urbanística programada minuciosamente en la que se implican aquellos grupos familiares que en etapas anteriores han disfrutado de los beneficios de la explotación minera. Esta élite rectora de época augustea no se comporta además como otras élites de la costa mediterránea; ya hemos hecho referencia a la casi absoluta ausencia (exceptuando el pedestal deL. Numisius Cn. f. Ser. Laetus) de los pedestales propios del foro y de otro tipo de inscripciones que acostumbramos a ver en las ricas ciudades costeras. ¿Acaso estos grupos no están interesados en los habituales ejercicios de evergetismo?; más aún, ¿dónde están sus inscripciones funerarias posteriores a esta etapa? Conocemos los enterramientos ds sus hijos y libertos, son todas ellas dedicaciones muy antiguas. Carthago Noua pasaba así de ser una rica ciudad minera a convertirse en centro adrninistrativo. Desde el punto de vista de la arqueología, este panorama puede tener una confirmación en el estado actual de la investigación, pues los hallazgos más importantes siguen estando en época republicana o, en todo caso, a comienzos del siglo I d.C, sin que, por ejemplo, se conozcan áreas funerarias en uso con posterioridad a mediados del siglo I d.C. 64 . Así la ciudad mantuvo una jerarquía territorial, alejada ya de los cánones de comportamiento anteriores, dotada de la infraestructura necesaria y lista para asumir las funciones que Roma esperaba que continuara cumpliendo. Unas décadas después alcanzaría el rango de capital conventual y con posterioridad se convertiría en capital provincial. Las primeras colonias y el problema de sus estatutos Podemos dejar de lado momentáneamente las ciudades llamadas a asumir un papel de protagonismo en la organización administrativa del territorio o en su control. Hemos hablado de tres núcleos que evidencian actuaciones urbanísticas muy antiguas y un asentamiento de ciudadanos romanos ya en el siglo II; pero estas comunidades no tienen estatutos de privilegio jurídico hasta época cesariana. En la segunda mitad del siglo II a.C, cuando se están apagando los ecos de las guerras en la Meseta y Lusitania, Roma añade a estos tres centros preexistentes otras tres bó
/-./ Maecius C. f. Vêtus, M. Cornélius M. f. Gal. Marcellus, Cn. Cornelius L. f. Gal.
Cinna. 6 4
S.F. Ramallo, op. cit. en nota 45, p. 133.
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comunidades destinadas a reforzar una trama urbana básica que cubra todo el ámbito mediterráneo. Es entonces cuando se establece Valentia en la zona costera y Pollentia y Palma en la isla de Mallorca. Para los tres núcleos las fuentes atestiguan un estatuto colonial. Valentia. Valentia fue una fundación realizada por Bruto el año 138 a.C. con una probable deducilo de veteranos6^, como atestigua Livio 66 . Al hilo de las fuentes, se ha supuesto que estos colonos puedan ser de origen lusitano67 e incluso que se trate de licenciados itálicos empleados en la guerra contra Vinato 68 ; esta última tesis cobra fuerza tras el estudio prosopográfico de los magistrados monetales de Valentia; en efecto, sus gentilicios (Lucienus, Munius, Ahius, Trinius, Coranius, Numius) son de claro origen itálico69; menos firmes parecen por el momento los argumentos a favor de dos etapas efe asentamiento que justifiquen la expresión Valentini veterani et veteres que aparece en las inscripciones70. Las múltiples excavaciones de los últimos ocho años en el casco urbano han puesto al descubierto una necrópolis con hallazgos de armamento que podría corresponder al ejército sertoriano71 ; de confirmarse esta datación, daría sentido al texto de Salustio, cuando cita las murallas de Valentía en el marco de la derrota sertoriana del año 75 a.C. 72 . Las evidencias arqueológicas de la ciudad arrancan en el último tercio del siglo II a.C. y faltan entre las guerras sertorianas y el gobierno de Augusto73. En esta segunda etapa de su vida, ya durante el Principado, Valentia mantuvo su estatuto colonial 74 y su protagonismo costero7^, siendo adscritos sus ciudadanos a la tribu Galena76. Las excavaciones recientes muestran el nuevo impulso que recibe el desarrollo urbanístico con la construcción del foro 77 , al tiempo que la localizadón de sus necrópolis
6 ^ En general, sobre la ciudad véanse M. Tarradell, "Valencia, ciudad romana", Papeles del laboratorio de arqueología de Valencia 1, 1962, pp. 15 ss.; D. Fletcher, "Consideraciones sobre la fundación de Valencia", APL 10, 1963, pp. 193-206; J. Esteve, Valencia, fundación romana, Valencia 1978; M. Dolç, "Fonts classiques de la ciutat de Valencia", Actas del I Congreso de Historia del País Valenciano 1971, Valencia 1981, vol. 2, pp. 291-300. 66 Li v., Per. 55. A. Tovar, op. cit. en nota 3, pp. 282 ss. 67 R. Wiegels, "Liv. per. 55 und die Griindung von Valentia", Chiron 4, 1974, pp. 153 ss. (=APL 14, 1975, pp. 193-218). 68 A. Ventura, "Qui sub Viriatho militaverant", APL 16, 1981, pp. 539-551. 69 M 3 J. Pena, "Los magistrados monetales de Valentia", Saguntum 20, 1986, pp. 151164; P. P. Ripollés, La ceca de Valentia, Valencia 1988. ™ G. Pereira, "Valentini veterani et veteres. Una nota", Homenaje a Domingo Fletcher 1, APL 17, 1987, pp. 337-340. 71 A. Ribera, (ed.), VAlmoina. Viatge a la memòria histórica de la ciutat, Valencia 1987. 72 Salust, Hist. 2, 98. 7 ^ L. Abad, C. Aranegui, "Las ciudades romanas de los ámbitos levantino y baleárico", en: La ciudad hispanorromana, Barcelona 1993, p. 89. 74 Plin. NH3, 4, 20, la denomina colonia 7 -^ Mela, Chor. 2, 5, 92, la define como urbs notissima. 76 R. Wiegels, Die Tribusinschriften des rómischen Hispanien. Ein Katalog, Berlín 1985, p. 142. 77 A. Ribera, "Avance al estudio del foro de Valentia", en: Los foros romanos de las provincias occidentales, Madrid 1987, pp. 113-120; ídem, op. cit. en nota 71, passim.
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sirve para conocerlos nuevos límites del perimetro urbano 78 . H conjunto epigráfico de la ciudad y su territorium en esta época es grande y muestra la existencia de élites bien consolidadas . Palma y Pollentia. Según las fuentes antiguas, Palma y Pollentia, ambas en territorio insular, serían colonias fundadas por Q. Metellus Balearicus con "3.000 romanos de Iberia" -población procedente de la Península- en los años 1 2 3 - 1 2 2 a . C . 8 0 ; l o s pobladores de ambas colonias fueron adscritos a la tribu Velina 8 l . En algún momento a finales de la República, las dos ciudades pudieron acceder a la categoría de municipio8^, pues en las listas de Plinio aparecen c o m o oppida ciuium Romanorwrfi^, categoría que, como ha señalado en último término W i e g e l s 8 4 , suele corresponder a municipia en casi todos los casos conocidos, pero no hay evidencias del momento exacto en que tal tránsito se produce; C. Castillo ha llegado a suponer que estemos ante las dos colonias que faltan en las listas de Plinio para la Citerior, pero no hay argumentos concluyentes a favor de esta hipótesis 8 5 . Conocemos, no obstante, el desarrollo urbanístico que ambos enclaves tienen durante el Principado, especialmente Pollentia86, cuando funciona ya bajo un régimen municipal; más escasa es la información disponible sobre Palma81. De estas fundaciones puede deducirse que por ahora, el estatuto jurídico de las comunidades no es un tema prioritario de la política romana; sólo en aquellos núcleos que reciben aportes demográficos sensibles desde el exterior se llevan a cabo las modificaciones 7 8
R Soriano, "La necrópolis de la Boatella: elementos para su cronología", Saguntum 22, 1989, pp. 393-411. 7 9 G. Pereira, Inscripciones romanas de Valentia. Trabajos Varios del S.I.P n° 64, Valencia 1979; V. Escrivá, "Novedades epigráficas de la ciudad de Valentia", Saguntum24, 1991, pp. 177-191; F. Arasa, V. Escrivá, "Noves troballes epigràfiques de Valentia", Saguntum 26, 1993, pp. 214-228. 80 Strab., 3, 5, 1. 81 R. Wiegels, op. cit. en nota 76, p. 128 s. S2 Véase la discusión en F. Vittinghoff, op. cit. en nota 40, p. 55; A. García y Bellido, "Las colonias romanas de Hispania", AHDE 29, 1959, pp. 456 ss.; P.A. Brunt, Italian Manpower 225 B.C. - A.D.14, Oxford 1971, p. 216; H. Galsterer, op. cit. en nota 2, p. 12. 83 Plin., NH3, 11, 77. 8 4 R. Wiegels, op. cit. en nota 76, p. 128. 85 C. Castillo, op. cit. en nota 51, p. 234. 86 J.M. Roldan, "Pollentia", en: The Princeton Encycl. for Class. Sites, Princeton 1976, pp. 721 ss.; A. Arribas, M. Tarradell, "El foro de Pollentia. Noticia de las primeras investigaciones", en: Los pros romanos de las provincias occidentales, Madrid 1987, pp. 121136; véase además, A. Arribas et alii, Pollentia I. Excavaciones en Sa Portello, Alcudia (Mallorca) (Madrid 1973) y II (Madrid 1978); M. Tarradell et alii, Historia de Alcudia I. Prehistoria y Antigüedad, Alcudia 1978; M. Almagro Basch, "El teatro romano de Pollentia", en: El teatro en la Hispania romana, Badajoz 1982, pp. 99-114; A. Arribas, La romanització de les Ules Balears, Palma de Mallorca 1983; A. Arribas et alii, Pollentia. Estudio de los materiales. I: Portella: excavaciones 1957 - 1963, Palma de Mallorca 1983. En general, véanse las comunicaciones del simposio Pollentia y la romanización de las Baleares, Palma de Mallorca 1983. A. Tovar, op. cit. en nota 3, p. 276. 87 Además de las obras generales de la nota 86, véanse G. Roselló, "Palma romana, nuevos enfoques a su problemática", tu:Pollentia y la romanización de las Baleares, Palma de Mallorca 1983, pp. 141-155; A. Tovar, op. cit. en nota 3, p. 277.
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necesarias para asegurar un régimen ciudadano acorde con sus moradores. El progreso de la obra jurídica es por ahora lento y selectivo; sólo se realizan los cambios imprescindibles. Tal lentitud obedece al carácter restrictivo que el derecho tiene todavía en favor de los itálicos, pero también evidencia una ausencia de programación urbana global para el territorio hispano. Este planteamiento tan selectivo permite a Emporiae o a Carthago Noua continuar como urbes con una alta presencia de moradores itálicos, pero sin obtener ningún rango jurídico especíñco. De ahí el contraste entre la antigüedad de la fundación urbana y el retraso en recibir una categoría colonial o municipal. Con la fundación de Valentia, Palma y Pollentia, Roma asegura un tejido urbano básico que cubre toda la costa y que controla Baleares; en un tiempo de conquista se puede considerar una obra completa. En un tiempo de extensión del derecho denuncia falta de previsión. Habrá que esperar a época cesariana para que haya una correspondencia entre trama urbana y trama jurídica. £1 programa augusteo El programa augusteo es mucho más ambicioso que sus precedentes y contiene elementos claramente innovadores con respecto a ellos. En primer lugar, abandona el esquema de fundaciones estratégicas que ahora no parece imprescindible, y prima aquellos territorios en que el número de ciudadanos romanos es mayor o en donde el régimen de explotación del medio genera mayor número de recursos. Esto favorece evidentemente a las zonas vinícolas de la Laietania y en general a la Cataluña interior así como al ámbito de la actual provincia de Valencia, en donde a partir del eje Saguntum - Valentia se ha producido un proceso de progresiva colonización interna que alcanzará hasta el sur de la Meseta. S aguato. Hemos mencionado Sagunto y conviene aludir a esta ciudad que es considerada como el supuesto móvil de la intervención romana en Hispania. Oppidum ciuium Romanorum al decir de Plinio 88 , urbs notissima para Mela 89 y de la que se hacen eco un buen número de fuentes antiguas, el móvil de la conquista alcanza el rango municipal en época augustea y sus habitantes son adscritos a la tribu Galería 90 . En principio parece extraño que no haya sido incluido el núcleo en el programa ees ariano, pero, según lo que hemos dicho más arriba, bastaba su sola presencia urbana en el entramado costero de Hispania. El contraste entre la fortaleza de las élites de Sagunto que ha estudiado Alfóldy 91 con el retraso de la promoción jurídica obliga a pensar que en la ciudad no existe una demanda real del cambio jurídico. Esta aparente despreocupación choca con nuestra idea de Sagunto como una ciudad heredera de un antiguo núcleo indígena en el que podrían existir deseos de promoción por parte de algunos colectivos. Para explicar estos contrastes sólo podríamos acudir a imaginar en Sagunto un doble
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Plin., NH3, 4, 20; A. Tovar, op. cit. en nota 3, pp. 285 ss. Mela, 2, 5, 92. 90 R. Wiegels, op. cit. en nota 76, p. 130. 9 * G. Alfôldy, "Drei stadtische Eliten im ròmischen Hispanien", Gerión 2, 1984, pp. 193-238; Idem, Los Baebii de Saguntum. Trabajos Varios del SIP n° 56, Valencia 1977. 89
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núcleo, como el que parece existir en Emporiae o Tarraco, de tal manera que un colectivo con privilegios jurídicos individuales coexistiera con otro no privilegiado y que fuera la acción de Augusto la que pusiera a todos bajo el paraguas del derecho. Recordaremos aquí, pero no insistiremos en ello por ser sobradamente conocido, que es ahora cuando se llevan a cabo las importantes reformas urbanísticas del núcleo que incluyen la construcción del foro 92 , con la donación testamentaria de Cn. Baebius Geminus9^ y la planificación del área del teatro, seguramente concluido en época tiberiana94, sin que ello elimine totalmente las huellas de las reformas llevadas a cabo desde el final de la Segunda Guerra Púnica9^. Al mismo tiempo que en Sagunto, comienza la reorganización jurídica de toda la costa de la Citerior y entran en escena multitud de enclaves que acabarán conformando el panorama de más de 30 núcleos privilegiados de Cataluña y el País Valenciano. Barcino. Por su controvertida historiografía, volveremos ahora a la costa al norte del Ebro, en donde Barcino se aparta de las pautas regionales por su función y cronología. Es mérito de Bonneville el haber sometido a una minuciosa crítica la numerosa bibliografía sobre la fundación de la ciudad. Descartada la validez informativa de la referencia de Ausonio a una punicaBarcino96, y aceptada la interpolación tardía como razón de su existencia en el Periplo de Avieno 97 , en las dos últimas décadas sólo ha continuado viva la polémica sobre la existencia de un primitivo emplazamiento ibérico bajo el suelo colonial. Pese a las diversas insinuaciones sobre este pasado indígena, arqueológicamente no hay evidencias de un asentamiento anterior a la colonia romana bajo su suelo, y sólo en la periferia se observan restos de un habitat disperso que no tiene en absoluto carácter urbano. La colonia Iul(ia) Aug(usta) Fau(entia) Pat(erna) Barcin(onensium)9^ aparece como una fundación ex nouo que pudo nacer hacia los años 9/8 a.C. 99 . 92 G Aranegui, "La cisterna del flanco septentrional del foro de Sagunto", Saguntum 18, 1984, pp. 195-203; G Aranegui et alii, "El foro de Saguntum", en: Los foros romanos de las provincias occidentales, Madrid 1987, pp. 73-97; G Aranegui, "Sagunto", en: W. Trillmich, P. Zanker (éd.), Stadtbild und Ideologie. Die Monumentalisierung hispanischer Stadie zwischen Republik und Kaiserzeit. Madrid 1987, Miinchen 1990, pp. 241-250. 93 G. Alfòldy, Los Baebii de Saguntum. Trabajos Varios del SIP n° 56, Valencia 1977. 94 M. Beltrán, "El teatro romano de Sagunto", El teatro en la Hispania romana, Badajoz 1982, pp. 153-182; G Aranegui et alii, "Nuevas aportaciones al conocimiento del teatro romano de Sagunto", Empúries 45-46, 1983-1984, pp. 316-323; Eidem, "La data de construcció del teatre roma de Sagunt", Fonaments 5, 1985, pp. 129-135; E. Hernández, El teatro romano de Sagunto, Valencia 1988. 95 G Aranegui, "Algunas construcciones preagusteas de Sagunto", en: Los asentamientos ibéricos ante la romanización, Madrid 1988, pp. 155-162; R. Azuar et alii, Guía de los monumentos romanos y del castillo de Sagunto, Valencia 1988; I. Pascual, G Aranegui, "Una torre defensiva de época republicana en el Castell de Sagunt", Saguntum 26, 1993, pp. 189-203. 96 Ausonio, Episi. 27, 68. Contra: A. Balil, Colonia lulia Augusta Paterna Faventia Barcino, Madrid 1964, pp. 36 s.; M. Mayer, "Punica Barcino", Latina et Graeca [Zagreb] 6, 1975, pp. 45-54; J.N. Bonneville, "Aux origines de Barcino romaine", REA 80, 1978, p. 43, con el resto de la bibliografía; A. Tovar, op. cit. en nota 3, pp. 438 ss. 97 Avieno, Ora marítima, 520-523; véase la crítica en A. Balil, op. cit. en nota 96, p. 35 y J.N. Bonneville, op. cit. en nota 96, p. 43. 9S IRB,Add. 2. 99 A. Balil, op. cit. en nota 96, passim; F. Pallares, "La topografía e le origini della Barcelona romana", RELig 36, 1973, pp. 63-102; I. Roda, "Barcino. Su fundación y títulos honoríficos", en: Symposium de ciudades augusteas. II, Zaragoza 1976, pp. 225 ss.; J.N.
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Su estatuto colonial presupondría un asentamiento de veteranos que, sin embargo, parece no producirse. Esta improbable relación con el reparto de un ager rusticus a los veteranos ha dado pie a Guitart para imaginar la colonia como lugar destinado a acoger jurídicamente al conjunto de ciudadanos romanos dispersos en su periferia 100 . Ilici. Una segunda colonia que aparece ahora es Ilici, a la que Plinio denomina colonia i n m u n e 1 0 1 y que acuñó moneda con cuatro iniciales que podrían desarrollarse en la formac(olonia)I(ulia)I(lici) Augusta)^^. Las enseñas militares de los reversos en alguna de las series evidencia que estamos ante una deductio. H núcleo fue adscrito a la tribu Galeria, como parece demostrar un incompleto fragmento epigráfico hallado en las excavaciones 103 . Interesa reseñar a propósito de Ilici el patronato de T. Statilius Taurus, según un epígrafe conocido desde antiguo y hoy conservado en Elche. La datación de la carrera del personaje, que atestigua cuatro aclamaciones imperiales 1 0 4 , parece llevarle a la Citerior entre los años 29 y 28 a . C . 1 0 5 , por lo que el texto podría datarse hacia 27 ó 26 a . C . 1 0 6 y podríamos encontrarnos ante el deductor de la colonia. Al margen de las colonias, el amplio programa augusteo actúa sobre otros núcleos ya fundados con anterioridad en el interior y costa de Cataluña. Es el caso de las ciudades leridanas de TZerdb107, lesso (Guissona) 1 0 8 y Aeso (Isona) 1 0 9 , fundadas ex nouo en los últimos años del siglo II a . C . 1 1 0 , y el de Auso (Vic, Barcelona) 1 1 1 o Sigarra (Prats de Rei, Bonneville, "Les inscriptions impériales de Barcino (Barcelona), un reflet de l'histoire de la colonie", Conimbriga 17, 1978, pp. 365-388; Idem, op. cit. en nota 96, pp. 37-71, con recapitulación bibliográfica. 100 J. Guitart, "Quelques reflexions sur les caractéristiques de l'enceinte augusteénne de Barcino (Barcelona)", en: Les Enceintes Augusteénnes dans Voccident romain (France, Italie, Espagne, Afrique du nord). Nîmes oct. 1985, Nîmes 1987, pp. 125-127. 101 NH3, 4, 19; A. Tovar, op. cit. en nota 3, pp. 198 ss. 102 M" M. Llorens, La ceca de Ilici, Valencia 1987. 103 A. D'Ors, "Miscelánea epigráfica", Emerita 28, 1960, p. 327, n° 2, sobre foto de A. Ramos (=HAE 1969: R Ramos Fernández, La ciudad romana de Ilici, Alicante 1975, p. 274, n° 1); M.A. Rabanal, J.M. Abascal, "Inscripciones romanas de la provincia de Alicante", Lucentum 4, 1985, p. 225, n° 66, fig. 42; Eidem, Lucentum 5, 1986, p. 172, n° 24 (= AE 1986, 442 e HEp 1, 44); L.A. Curchin, The Local Magistrates of Roman Spain, Toronto 1990, p. 210, n° 759; L Abad, J.M. Abascal, Textos para la historia de Alicante. Historia Antigua, Alicante 1991, pp. 87 s., n° 12. En el mismo sentido, C. Castillo, op. cit. en nota 51, p. 235. 104 CIL II 3556 + supp., p. 957, con la bibliografía anterior; M.A. Rabanal, J.M. Abascal, op. cit. en nota 103, pp. 224 s., n° 64, fig. 40; L. Abad, J.M. Abascal, op. cit. en nota 103, p. 82, n° 3. 105 G. Alfôldy, Fasti Hispanienses, Wiesbaden 1969, p. 4. 106 Hübner sitúa la redacción del texto entre los años 25 y 15 a.C., en que el personaje habría recibido la praefectura urbis; véase CIL II, p. 481. 107 F. Lara, La Ilerda romana, Barcelona 1972; A. Tovar, op. cit. en nota 3, pp. 420-421. 108 A. Tovar, op. cit. en nota 3, p. 431. 109 A. Tovar, Ibidem, p. 451. 110 Sobre lesso (Guissona), véase J. Guitar, M. Prevosti, "Guissona", Excavacions arqueólogiques a Catalunya en els darrers anys, Barcelona 1982, pp. 365-366 y los últimos resultados arqueológicos en I. Garcés et alii, "Les excavacions d'urgència a lesso (Guissona, La Segarra)", en: Excavacions arqueólogiques durgència a les comarques de Lleida, Barcelona 1989. Los datos sobre Aeso (Isona) pueden verse en J. Guitart 1993, op. cit. en nota 31, p. 67 a partir
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Barcelona)112. En Eerda tres inscripciones testimonian la existencia de las instituciones locales de gobierno (edilidad y duunvirado) y de las funciones del culto imperial; en los tres casos ñgura sobre los textos la adscripción a la tribu Galería113 y en un cuarto se hace mención expresa del término res publica referido a una carrera municipal completa con el formulario habitual de la Tarraconense114; con toda probabilidad estamos ante un municipio augusteo. En lesso, una sola inscripción prueba la existencia del ordo local 1 1 5 y otra la adscripción a la tribu Galería 116 ; ambos documentos avalan su promoción jurídica preflavia. En Aeso la documentación es mucho más amplia pero también más conflictiva: no hay dudas del rango jurídico municipal, pues en las inscripciones abundan los testimonios de duunviros y ediles 117 y aparece hasta de un cuatorviro post-flavio 118 . Otro problema distinto es la definición de là tribu a la que fueron adscritos los nuevos ciudadanos. Aunque Kubitschek se había pronunciado claramente por la Quilina 119 , lo cierto es que disponemos de testimonios tanto para esta tribu 120 como para la Galería121. Según Plinio, la ciudad era un núcleo estipendiario122; sin embargo, en el corto período que media entre la actualización administrativa de la Tarraconense, que debe coincidir con el censo de Agrippa, y la época flavia, no sólo ha recibido el rango municipal sino que evidencia testimonios de dos tribus que creemos diferenciadas en el tiempo. La solución teórica a este problema consiste en suponer que un primer paso en su promoción llevó a los Aesonenses a la condición de cines Latini en época augustea, adscritos al alcanzar la ciuitas Romana a la tribu Quirina, mientras la organización definitiva del núcleo sería flavia y los nuevos ciudadanos pertenecerían ya a la Quirina. de información parcialmente inédita. 111 Adscrito a la tribu Galeria (R. Wiegels, op. cit. en nota 76, p. 94, a partir de CIL II 4619 = IRC I, 32); testimonios del sevirato local: CIL II 4618 (= IRC I, 31); véase M.D. Molas, "Acerca de la urbe Ausetanorum y la ciudad romana de Ausa", BSEAA 45, 1979, pp. 189-203; A. Tovar, op. cit. en nota 3, pp. 444-445. 112 AE 1908, 3 (= IRC I, 18): ordo Segarrensis; CIL II 4479 (= IRC I, 19): //// vir municipi Sigarrens(is); CIL II 4481 (= IRC I, 20) y CIL II 4483 (= IRC I, 23): tribu Galeria. 113 AE 1908, 3 (= IRC I, 18): ordo Segarrensis; CIL II 4479 (= IRC I, 19): //// vir municipi Sigarrens(is); CIL II 4481 (= IRC I, 20) y CIL II 4483 (= IRC I, 23): tribu Galeria. 114 IRC II, 1. 115 CIL II 4452 (= IRC II, 73): Or[do I]essonen[s(ium)J. 116 IRC II, 75. Véase R Wiegels, op. cit. en nota 76, p. 115. 117 Iluiri: CIL II 4458 (= IRC II, 19); CIL II 4464 (= IRC II 28); CIL II 4466 (= IRC II, 31); CIL II 4468 (= IRC II, 32); AE 1957, 313 (= IRC II, 24); AE 1972, 312 (= IRC II, 30); IRC II, 27; IRC II, 29. Aediles: CIL II 4464 (= IRC II, 28); IRC II, 26, IRC II, 27. lls CIL II 4466 (= IRC II, 31): L. Porcius L. f. Quir. Serenus IHIvir, Ilvir (...). ^ 9 J.W. Kubitschek, Imperium Romanum tributim discriptum, Praga 1889, ed. anastatica Roma 1972, p. 188. 120 Tribu Quirina: CIL II 4464 (= IRC II, 28); CIL II 4466 (= IRC II, 31); CIL II 4467 (= IRC II, 53); CIL II 4469 (= IRC II, 39); CIL II 4472 (= IRC II, 38); EE 8, 176 (= IRC II, 57); IRC II, 27; IRC II, 37. 121 Tribu Galeria: CIL II 4468 (= IRC II, 32); CIL II 4460 (= IRC II, 49); CIL II 4461 (= IRC II, 54); CIL II4463 (= IRC II, 25); AE 1957, 313 (= IRC II, 24); AE 1972, 312 (= IRC II, 30); IRC II, 23; IRC II, 26. 122 Plin., NH3, 23.
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Otras alternativas más resbaladizas si cabe se obtienen a partir del análisis del conjunto epigráfico; éste muestra que de las ocho inscripciones con tribu Galena, sólo cuatro aluden al desempeño de magistraturas; en las que contienen tribu Quirina, sólo ocurre esto en tres. Como el uso de la tribu Galeria en Hispania precede en el tiempo al de la Quirina, es a los testimonios de esta última a los que hay que buscar explicación. La tribu Quirina implica en Aeso a M. Licinius L. f Quir. Celtiber, honrado en dos inscripciones; a L. Por dus L.f Quir. Serenus, al que su hija dedica el monumento y cuyo hijo aparece en otra inscripción; a un individuo de la gens Fabia y a otro de la Fuluia, cuyo cognomen Celtiber podría vincularle fácilmente con M. Licinius L. f. Quir. Celtiber; no hay seguridad en la procedencia ilerdense de EE 8, 176 y tampoco la hay en la restitución de CIL II4469. A partir de estas evidencias podríamos sugerir que estamos ante gentes que han recibido la ciudadanía fuera de Aeso y que se incorporan luego a la élite de esta ciudad, pero no pasaría de ser una especulación sin base por el momento. Gerunda, una fundación ex nouo^23y recibe también en época augustea su estatuto municipal, siendo adscritos sus ciudadanos a la tribu Galeria 1 2 4 . Tres significativas inscripciones confirman ese régimen jurídico privilegiado: dos textos del siglo III d.C. mencionan la res publica Gerundensium^25 y un tercero incluye la carrera de un Ilvir y flamen del siglo II d . C . 1 2 6 . A l g o similar ocurre en Baetulo, que a finales del siglo II a.C. atestiguaba ya estructuras domésticas de corte romano y cuyo recinto está organizado en insulae de media yugada (1 actus cuadrado = 0'1259 hectáreas) 1 2 7 . La ciudad, que aparece asociada en categoría a lluro en Mela y P l i n i o 1 2 8 , conserva en el registro epigráfico testimonios de su condición de municipio a través de la mención de un ordo decurionum^29', magistrados 1 3 0 y funcionarios al servicio del culto imperial 1 3 1 . El proceso de temprana urbanización de Aeso, Gerunda o Baetulo alcanza también a lluro132. Esta ciudad, que Mela considera como a Baetulo un paruum oppidum133, es
123 La ciudad es denominada oppidum Ausetanorum en Ptolomeo (2, 6, 70), aunque ya Plinio la había incluido entre los municipios (NH3, 4, 23); véase A. Tovar, op. cit. en nota 3, pp. 449 ss.; J.M. Nolla, Girona romana: de lafundació a la fi del món antic, Gerona 1987 (= "Gerunda; deis orígens a la ñ del món antic", Fonaments 7, 1988). 124 R. Wiegels, op. cit. en nota 76, p. 114. 125 CIL II 4620 (= IRC III, 1): res p(ublica) Gerund(ensium)t 241-244 d.C; CIL II 4621 (= IRC III, 2): r(es) p(ublica) Ger(undensium), 244-246 d.C. 126 / / vir, flamen: CIL II 4622 (= IRC III, 3). 12 ' J. Guitart, op. citen nota 31, pp. 57 s.; sobre la ciudad, véanse fundamentalmente: J. Guitart, Baetulo. Topografía arqueológica. Urbanismo e historia, Badalona 1976; M. Prevosti, Cronologia i poblament a Varea rural de Baetulo, Badalona 1981; J. Guitart, P. Padrós, "Distribución espacial de la vivienda en el urbanismo tardo-republicano y augusteo: el modelo constatado en Baetulo (Badalona)", Arqueología Espacial 2, Teruel 1985, p. 77-97; véase A. Tovar, op. cit. en nota 3, pp 445-446. 12 ^ Mela, Chor., 2 5, 90: paruum oppidum; Plin., NH 3, 4, 22: oppidum ciuium Romanorum. 129 CIL II 4607 (= IRC I, 136): ordo Baetulonens(ium); CIL II 4608 (= IRC I, 137): ordo decur(ionum) Baetul(onensium). 130 CIL II 4610 (= IRC I, 141): aed(ilis), II vir bis, fla[m.J. 131 CIL II 4603 (= IRC I, 132) e IRC I, 142: [lililí] vir y ////// vir Aug. respectivamente. 132 A comienzos del siglo I a.C. se pueden datar los niveles más antiguos de lluro (Mataró, Barcelona). El más antiguo perímetro amurallado, probablemente también rectangular
calificada jurídicamente por Plinio como oppidum ciuium Romanorumi34y lo que en la terminología pliniana equivale a municipium; como tal conserva evidencias de magistrados locales, duunviros y ediles 13 ^, así como un nutrido grupo de testimonios del culto imperial en las inscripciones de sevires 136 y de un [flamjen Romae etAfug]13*7 Más al sur, la res publica Leserensisi3% forma ahora una cuña municipal entre Sagunto y Dertosa, incluyendo parte de los territorios internos de la provincia de Teruel; Lesera aparece entre las ciudades edetanas citadas por Ptolomeo, pero sólo la restitución de CIL II4052 realizada por Alfòldy demostró la existencia de esta res publica; la localización del enclave sirvió al autor para organizar territorialmente una importante zona de las estribaciones del Sistema Ibérico en donde se conocían ya algunos individuos adscritos a la tribu Galería. También en el interior de la provincia de Castellón un nutrido grupo de inscripciones, halladas en torno a Jérica y Viver, levantan serias sospechas sobre la existencia en esta región de una comunidad privilegiada jurídicamente; G. Alfòldy ha estudiado minuciosamente este dossier epigráfico, mostrando los fuertes lazos que lo unen a Saguntum y, sobre todo, a Edeta (Liria, Valencia), sin que sea posible demostrar fehacientemente la existencia de un municipium139. En estos años Dertosa confirma su posición jurídica privilegiada140; se promociona la Liria Edetanorum que será patria de M. Cornelius Nigrinus Curiatius Maternus, el capax Imperii:de época trajanea141 y se construye el foro de Saetabis Augusta 142 , del que nos como en Baetulo, contiene una organización regular del espacio en insulae de un actus cuadrado. Véanse J. Guitart, op. cit. en nota 31, p. 59; M. Ribas, Els origines de Matará, Mataró 1964; A. Tovar, op. cit. en nota 3, pp. 432-433. 133 Chor. 2, 5, 90. 134 NH 3, 4, 22. 135 CIL II 4528 (= IRC I, 126): aedilis, II vir; CIL II 4616 (= IRC I, 101): // vir. 136 CIL II 4612^615 (=IRC I, 97-100). 137 / # C I, 102. 138 G. Alfòldy, Res publica Leserensis. Trabajos Varios del S.I.P n° 55, Valencia 1977. Sus habitantes fueron adscritos a la tribu Galena; véase R. Wiegels, op. cit. en nota 76, p. 118; A. Tovar, op. cit. en nota 3, p. 281. 13 ^ G. Alfòldy, "Epigraphica Hispánica V. Inschriften aus Jérica und Umgebung", ZPE 54, 1984, pp. 221-245. 14 ^ M. Tarradell, "Las ciudades romanas del este de la Península", Symposium de ciudades augusteas 2, Zaragoza 1976, pp. 289-313; M. Mayer, I. Roda, "Consideraciones sobre el conjunto epigráfico de Dertosa", Actas XVII CNA [Logroño 1983], Zaragoza 1985, pp. 701-737; M. Genera, J.M. Vianney, "L'estat actual de la investigado arqueológica sobre la Dertosa romana y la seva àrea d'influència", en: Tribuna ^Arqueología, Barcelona 1986-87, pp. 81-90; A. Tovar, op. cit. en nota 3, p. 433. 141 G. Alfòldy, H. Halfmann, El edetano M. Cornelius Nigrinus Curiatius Maternus. General de Domitiano y rival de Trajano. Trabajos Varios del S.I.P n° 44, Valencia 1973 (= Chiron 3, 1973, pp. 331-373); H. Halfmann, "M. Cornelius Nigrinus Curiatius Maternus, General Domitians und Rivale Trajans", Akten des VI. Int. Kongr. jur griech. und. Lateinische Epigraphik München 1972, München 1973, pp. 449 ss.; G. Alfòldy, "M. Cornelius Nigrinus filius, un hijo perdido", APL 17, 1987, pp. 341-349; A. Tovar, op. cit. en nota 3, p. 289. Sobre el territorium de la ciudad y sus hallazgos, véase G. Martín, M. Gil Mascarell, "La romanización en el campo de Liria", Saitabi 19, 1969, pp. 23-54; L. Martí Ferrando, "Lápidas romanas de Liria", APL 13, 1972, pp. 161-194; J. Corell, "Inscripciones romanas de la comarca de Villar del Arzobispo", Lauro [Liria] 4, 1989, pp. 183-223; Idem, "Contribución a la epigrafía romana de
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queda uno de los pocos pedestales ecuestres que conocemos en Hispania 1 4 3 : se trata de una dedicatoria a M. Grani [us -.f.JGal. Syne [ros] realizada por P. Cor(nelius) Iunianus a través de un decreto decurional y por testamento del homenajeado; el pedestal fue hallado en 1860 en la zona en donde se supone que estuvo el foro de la ciudad y no hay duda de que formaba parte de su programa monumental. En la provincia de Alicante, además de Ilici, a la que ya hemos aludido, dos municipios deben alcanzar ahora el rango municipal; se trata de Lucentum y Dianium. La ubicación de Lucentum ha sido objeto de controversia durante todo este siglo, especialmente a raíz del hallazgo en 1877 de un fragmento de inscripción con los nombres de Marco Aurelio y Cómodo, que menciona un [mjunicipium Lucent[—/144; el lugar del descubrimiento es hoy parte del caso urbano de Alicante (barrio de Benalúa), por lo que en esa zona de la ciudad se buscó el solar del antiguo municipio 1 4 5 . Sin embargo, en 1978, en las excavaciones en el Tossal de Manises, al norte de la ciudad, apareció una placa de mármol que señalaba la tumba de un sevir Augustalis del municipio lucentino 1 4 6 ; el descubrimiento, realizado en el núcleo del que ya procedían otras dos inscripciones de sevir147, la única evidencia ciudadana de dos duunviros 1 4 8 y el testimonio de construcción de las torres por impraefectus^49, ha terminado de inclinar la balanza hacia este enclave, que hoy es aceptado unánimemente como emplazamiento del antiguo municipio. La inscripción hallada en 1978 plantea, sin embargo, el problema del nombre original del núcleo antiguo. Las fuentes antiguas dudan entre Lucentes, Lucentum y Lucentia^^, mientras en la inscripción aparece un genitivo Lucentis que sirve para alimentar todo tipo de hipótesis. Liria", Lauro 5, 1991, pp. 173-198. 14 2 A. Ventura Conejero, Játiva romana, Valencia 1972; A. Tovar, op. cit. en nota 3, p. 211. 143 CIL II 3624 + p . 360. 144 CIL II 5958; L. Abad, J.M. Abascal, op. cit. en nota 103, pp. 103 s. con la bibliografía anterior; J.M. Abascal, "Inscripciones inéditas y revisadas de la Hispania citerior", AEA 63, 1990, pp. 267-268, fig. 4, con la primera fotografía conocida del monumento (= AE 1990, 587). * 4 ^ M. Tarradell, G. Martín, Els Antigons-Luctntum, una ciudad romana en el casco urbano de Alicante, Valencia 1970; L. Abad, Los orígenes de la ciudad de Alicante, Alicante 1984. * 4 ° E.A. Llobregat, "Una nueva inscripción romana del Tossal de Manises y la localización del topónimo Lucentum" BIEA 33, 1981, pp. 23-38. 147 La primera inscripción es CIL II 3563 + p. 957; L. Abad, J.M. Abascal, op. cit. en nota 103, p. 98, n° 36, con la bibliografía anterior. La segunda, hallada en 1934, puede verse en L. Abad, J.M. Abascal, op. cit., p. 99, n° 37, con el resto de la bibliografía. 148 CIL II 3557; L. Abad, J.M. Abascal, op. cit. en nota 103, p. 101, n° 39. 149 CIL II 3561 + p. 957; L. Abad, J.M. Abascal, op. cit. en nota 103, p. 102, n° 40; sobre los problemas urbanísticos que plantea, véase M. Oleina, "El Tossal de Manises en época romana1', en: Historia de la ciudad de Alicante. Edad Antigua, Alicante 1990, pp. 149-187; Idem, "El Tossal de Manises", en: Historia de Alicante, Supl. semanal del diario Información de Alicante, fase. 6, Alicante 1989, p. 104. Sobre los prefectos locales, véase J.M. Abascal, U. Espinosa, op. cit. en nota 2, pp. 132 s. 150 Mela, Chor. 2, 5, 93 (Lucentia); Plin., NH3, 4, 20 (Lucentum); Ptol. 2, 6, 14 (Lucentum); Rav. IV 42 (304, 14) y V 3 (343, 5) (Lucentes); A. Tovar, op. cit. en nota 3, pp. 201
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Plinio recoge Lucentum entre los municipios de derecho latino, lo que suele concordar con una promoción augustea; las excavaciones en curso en el enclave demuestran la existencia de una planificación urbanística hacia el cambio de Era y las termas donadas por el sévir M. Popilius Onyx están datadas en torno al año 29 d.C. por una moneda incrustada conscientemente en el pavimento1^1. La organización del culto imperial en esas fechas avala la datación propuesta y permite incluir Lucentum entre los municipios augusteos, probablemente adscrito a la tribu Galeria, aunque no haya por el momento confirmación explícita de ella. Más evidente es la condición de Dianium (Denia, Alicante)1^2, que posee un rico conjunto epigráfico y que testimonia en varios de sus textos la vida municipal. Son 31 las inscripciones procedentes de la ciudad de Denia y otras 14 las de su territorium. Una de ellas menciona explícitamente el municipium D(ianensis)153y otras dos aluden a un [decrjetwn decurionum Dianensium1^ y a un decretum ordinis155 y uno de los personajes homenajeados en el foro parece ser un d(ecurio) mfunicipii)^56; 7 inscripciones halladas en la ciudad y su territoruum confirman la tribu Galería 157 . Plinio incluye a Dianium en la categoría de los núcleos estipendiarios1^, lo que no deja de ser chocante al comparar su información con la que proporcionan los epígrafes y la adscripción a la tribu Galeria; la única explicación es que la ciudad alcanzara el rango jurídico privilegiado después de elaborarse las listas de Agrippa pero dentro del reinado de Augusto, como ha supuesto Wiegels 1 ^ 9 . Las evidencias arqueológicas del antiguo enclave son muy numerosas 160 y no hay duda de que la zona forai debió ubicarse en el paraje que hoy se conoce como "Hort de Morand", en donde se han realizado excavaciones en las dos últimas décadas1 . 1 1 ^ L. Abad, C. Aranegui, op. cit. en nota 72, 100. Agradecemos a M. Oleina la información sobre el hallazgo. 152 Strab. 3, 4, 6; Plin., NH3, 4, 20; A. Tovar, op. cit. en nota 3, pp. 207 ss. 153 CIL II 3580; L. Abad, J.M. Abascal, op. cit. en nota 103, p. 125, n° 75. 154 CIL II 5961; L. Abad, J.M. Abascal, op. cit. en nota 103, pp. 130 s., n° 79. 155 CIL II 3598; L. Abad, J.M. Abascal, op. cit. en nota 103, pp. 151 s., n° 107. 156 CIL II 3592; L. Abad, J.M. Abascal, op. cit. en nota 103, pp. 140 s., n° 91, en lectura de G. Alfòldy. 157 CIL II 3582, 3583, 3585, 3592, 3596, 3598 y 5962. R. Wiegels, op. cit. en nota 76, 111. 158 Plin., NH3, 4, 20. 159 R. Wiegels, op. cit. en nota 76, 111. 1 °0 G. Martín, Dianium. Arqueología romana de Denia, Valencia 1970. 1 1 ^ J.A. Gisbert, "Excavaciones en el Hort de Morand (Denia, Alicante). Resultados preliminares y problemática urbanística del yacimiento", en: I Jornadas de Arqueología en las ciudades actuales, Zaragoza 1983, pp. 133-142; Idem, "Dianium", en: Arqueología en Alicante 1976-1986, Alicante 1986, pp. 25-27; Idem, "Denia", en: Memories arqueólogiques a la Comunitat Valenciana 1984-1985, Valencia 1988, pp. 54-59. Sobre el territorium véase J.A. Gisbert, "La Almadrava", en: Arqueología en Alicante 1976-1986, Alicante 1986, pp. 28-30; Idem, "La producció de vi al territori de Dianium durant l'Alt Imperi: el taller d'àmfores de la vii.la romana de l'Almadrava (Setla-Mirarrosa-Miraflor)", en: El vi a VAntiguitat, Badalona 1987, pp. 104-117; Idem, "La Almadrava (Setla-Mirarosa-Miraflor)", en: Memories arqueólogiques a la Comunitat Valenciana 1984-1985, Valencia 1988, pp. 21-24; Idem, "Dues terrisseries romanes del territori de Dianium. Hs jaciments de Perdigó i de la teulera de Jesús Pobre (Dénia, Alacant)", en: 77/ Congres d'Estudis Comarcáis, Institut d'Estudis Comarcáis Marina Alta. Denia, noviembre
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Coincidiendo con este impulso augusteo en las zonas costeras de la Tairaconense, se produce un curioso fenómeno de colonización interna desde estas ciudades hacia el interior, especialmente en el ámbito de la Meseta sur. Desde hacía varias décadas por todo este territorio circulaban los productos romanos y se venía produciendo un paulatino proceso de integración al que no habían sido ajenas las actividades militares de época sertoriana162. En el siglo I a.C. núcleos indígenas de gran extensión controlaban las áreas fértiles y los recursos naturales de la Meseta sur. Sobre este territorio actúan, probablemente desde época augustea, determinados grupos familiares de las ciudades levantinas, probablemente de Sagunto y Edeta (Liria, Valencia) especialmente, que jugarán un papel clave en la difusión del derecho latino en la zona. En efecto, a comienzos de la etapa augustea aparecen en la Meseta sur las primeras ciudades jurídicamente privilegiadas y en ellas es notoria la presencia de un núcleo familiar, la gensGrattia, probablemente procedente de Edeta 163 ; G. Alfoldy ya señaló este fenómeno a propósito de Valeria, en donde un miembro del grupo aparecía desempeñando las funciones de IlIIvir y flamen}^. A ese primer testimonio hay que añadir ahora una segunda inscripción hallada en el Tolmo de Minateda (Minateda, Hellín, Albacete), en donde G. Grattius Grattianus desempeña el duunvirado de un municipio hasta ahora desconocido16^; los Grattii aparecen también en el registro onomástico de Segobriga, llegando uno de ellos a desempeñar elflaminadoprovincial166. Todas las ciudades de la Meseta sur vinculadas a los Grattii son municipios antiguos, con probable promoción jurídica en época augustea y adscritos a la tribu Galeria salvo en el caso de El Tolmo de Minateda, en donde faltan las evidencias de su adscripción y las del nombre antiguo de la ciudad. Con estos argumentos no hay duda de que estamos ante un control territorial de grandes zonas de la Meseta sur por parte de las élites de municipios edetanos con larga tradición urbana. En el mismo sentido apuntaría la presencia en Alhambra (Ciudad Real) de individuos pertenecen a una conocida familia que aparece vinculada a los Licinii de Saetabis y Laminium, sobre los que ya ha llamado la atención Alfoldy 167 ; el mismo grupo de Fabii 1990, Alicante 1992, pp. 89-100; J.M. Abascal, J.A. Gisbert, "Epigrafía romana de la villa de La Almadrava (Setla-Mirarosa-Miraflor). Apéndice: Nuevas aportaciones a la epigrafía de Dianium", en: /// Congres d'Estudis Comarcáis, Institut d'Estudis Comarcáis Marina Alta. Denia, noviembre 1990, Alicante 1992, pp. 69-78; Eidem, "Numismática y evidencia arqueológica en el alfar romano de La Almadrava (Setla-Mirarosa-Miraflor)", Lucentum 9-10, 1990-91, pp. 133-160. 162 A. Fuentes, "Las ciudades romanas de la Meseta sur", en: La ciudad hispanorromana, Barcelona 1993, pp. 169 ss. 163 .G. Alfoldy, Ròmisches Stàdtewesen auf der neukastilischen Hochebene. Ein Testfall Jur die Romanisierung, Heidelberg 1987, pp. 87-88. 164 G. Alfoldy, Ibidem, p. 87 (= AE 1987, 666). 16 "5 L. Abad, S. Gutiérrez, R. Sanz, "El proyecto de investigación arqueológica 'Tolmo de Minateda1 (Hellín). Nuevas perspectivas en el panorama arqueológico del sureste peninsular", en: J. Blánquez, R. Sanz, M* T. Musat (coord.), Arqueología en Albacete, Toledo 1993, p. 155. Sobre el emplazamiento, véase también L. Abad, R. Sanz, "La comarca hellinera ante la romanización", en: Ponencias a la historia de Hellín. II, Hellín 1991, pp. 33-41. 166 ÇJL jj 4220 (= RIT 282). La evidencia de su condición de segobricense es una inscripción de uno de sus esclavos hallada en la propia ciudad; véase M. Almagro, Segobriga. II. Inscripciones ibéricas, latinas paganas y latinas cristianas, Madrid 1984, n° 128; G. Alfoldy, op. cit. en nota 163, p. 75, nota 237. 167 G Alfoldy, op. cit. en nota 163, pp. 36-37, a partir de CIL II 3230, 3232, 3237 y 3652.
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reaparece ahora en una inscripción inédita de Oiinchilla (Albacete) 168 , con lo que el fenómeno parece más general de lo que suponíamos y se puede considerar una constante en la historia de la Meseta durante los dos siglos del Principado. Esta colonización interna de la Meseta sur debe buscar el control de las grandes superficies agrícolas interiores, tendencia que ya ha visto Alfòldy entre la élite saguntina1 . La promoción augustea en Levante y Cataluña no se ciñe pues a los ámbitos estrictamente costeros, sino que contempla la integración de tierras interiores: en Cataluña con los núcleos ilerdenses y al sur del Ebro con las ciudades del interior valenciano y con los enclaves mésetenos limítrofes. En el caso de estos últimos no es difícil explicar la promoción jurídica a través de los grupos sociales implicados en el desarrollo regional: la nueva estructura administrativa que el derecho creaba en las ciudades ofrecía unas posibilidades de promoción y obtención de rango no siempre a su alcance en ciudades de mayor envergadura: mientras en Saetabis, Edeta o Saguntum el precio político de las magistraturas debía ser considerable, alcanzar el duunvirado o cuatorvirado en Valeria, Segobriga o el Tolmo de Minateda debía ser relativamente más fácil 1 7 0 ; con las herramientas del derecho en la mano estas gentes tenían a su alcance la rápida extensión de la ciudadanía en el grupo familiar, el control de los recursos territoriales y, probablemente, un camino más fácil que en las ciudades costeras para luchar por el flaminado provincial. £1 impulso flavio Aunque sabemos que en las décadas iniciales del Principado continúa el desarrollo urbano de algunas ciudades de Levante y Cataluña, no hay evidencias de que se sigan produciendo progresiones jurídicas en ningún núcleo. El período julio-claudio aquí, como en casi toda la Península salvo excepciones notorias 171 , no tiene impacto en el régimen ciudadano172. Cuando a mediados de la década de los setenta, Vespasiano dé comienzo al gran proceso de promoción jurídica de las comunidades hispanas, pocos núcleos de la costa mediterránea y de Baleares necesitarán hacer uso de los nuevos privilegios. Ebusus, ciudad federada de Roma durante los difíciles años de la conquista, había mantenido una importante actividad económica durante los siglos II y I a.C, atestiguada por
16 ° J.M. Abascal, R Sanz, "Novedades epigráficas de la provincia de Albacete", Al-basit 32, 1993, n° 11. 169 G. Alfôldy, op. cit. en nota 91 (1984), pp. 212-218. 170 Cic, ad Quintumfrat.1, 8, 25: prouideri abs te, ut ciuitates optimatium consiliis administrentur. 171 Tal es el caso de Baelo Claudia: P. Le Roux et alii, "Un document nouveau sur Belo (Bolonia, province de Cadix): l'inscription de Q. Pupius Urbicus", AEA 48, 1975, pp. 129-139 (= AE 1975, 172); P. Jacob, "Baelo Claudia et con contexte", en: Los asentamientos ibéricos ante la romanización, Madrid 1988, pp. 141-153. 17 ^ D. Nony, "Claude et les espagnols sur un passage de L'Apocoloquintose", MCV 4, 1968, pp. 60-66, ha subrayado los pocos lazos que unen a Claudio con los hispanos; A. García y Bellido, "Una pausa en el proceso de romanización de España durante los Julio-Claudios", en: Homenaje a Xabier Zubiri, Madrid 1970, pp. 607 ss. En general, H. Galsterer, op.cit. en nota 2, pp. 31 ss.; J.F. Rodríguez Neila, "Aportaciones epigráficas. I", Habis 14, 1983, pp. 159-162; J.M. Abascal, U. Espinosa, op. cit. en nota 2, pp. 68 - 69.
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la presencia de su numerario en Pompeya 173 ; sin embargo, hasta la época flavia no recibe un rango jurídico privilegiado, adscribiéndose entonces a la tribu Quilina 174 . En Baleares, Mago alcanza también el rango municipal 175 y, en la provincia de Gerona, AquaeCalidae recibe ahora el mismo honor 176 . Uno de los enclaves que más problemas plantea es el ubicado en las proximidades de núcleo urbano de Villajoyosa (Alicante). En la ciudad y en su entorno inmediato se han registrado un total de 8 hallazgos epigráficos 177 de los que al menos dos requieren un comentario específico. El primero de ellos es una mesa de macellum hallada en el siglo XVI en muy buen estado de conservación, que presenta en su cara frontal los nombres de los donantes, pertenecientes a una gens Sempronia muy bien documentada en la zona 178 . En la inscripción, conservada y expuesta en el Museo local de Villajoyosa, se menciona el macellum al que estas mensae lapideae, como se autodenominan en el texto, iban destinadas. El macellum va asociado necesariamente a un núcleo urbano; en Hispania sólo está atestiguado en Baelo,Bracara y Emporiae119y aunque debió existir en todas las ciudades180. El estilo de la mesa de Villajoyosa es similar a algunos ejemplares africanos de Djemila y Leptis Magna de comienzos del siglo II d.C. 181 . Dado que en el texto de Villajoyosa se alude a la restauración de una estructura anterior, a partir de la cronología de la mensa podemos suponer que el macellum de Villajoyosa habría sido construido en el siglo I d.C., coincidiendo con la elevación al rango municipal de la localidad. La precisión del momento en que se produce la promoción jurídica la ofrece un segundo testimonio epigráfico. Se trata de un pedestal marmóreo hallado en el siglo XVII 173
A. Stazio 1955, citado por Ruiz de Arbulo, Inicios, 476, nota 71. R. Wiegels, op. cit. en nota 76, 112; A. Tovar, op. cit. en nota 3, pp. 278-279. 175 CIL II 3708: municipium Flauium Magontanum; CIL II 3709: municipium Mag(ontanum); R. Wiegels, op. cit. en nota 76, 124; A. Tovar, op. cit. en nota 3, p. 277. 176 R. Wiegels, op. cit. en nota 76, 91; A. Tovar, op. cit. en nota 3, p. 452. 177 L. Abad, J.M. Abascal, op. cit. en nota 103, pp. 116-123, n° 62-69. 178 CIL II 3570; M.A. Rabanal, J.M. Abascal, op. cit. en nota 103, p. 217, n° 53, fig. 29; L Abad, J.M. Abascal, op. cit. en nota 103, p. 116, n° 62, con la bibliografía anterior: M(arcus) Sempronius Hymnus suo et M(arci) Semproni Reburri I fili sui nomine macellum vetustate cola I sum sua pecunia restitueront item/que et mensas lapídeas posuerunt. 17 ^ C. de Ruyt, Macellum. Marché alimentaire des romains, Lovaina 1983, p. 267. 18 ^ Los primeros centros comerciales en la Hispania romana aparecen en las zonas costeras. La mayor parte de los recintos comerciales hispanorromanos se corresponde en su fecha de construcción con la consecución del estatuto municipal en la ciudad, de tal manera que el calendario de su construcción viene perfectamente definido por la política de integración jurídica de las comunidades. Según eso, la cronología más antigua debe corresponder a los macella de la Bética y Levante, a los que habría que unir las capitales provinciales y conventuales. El mantenimiento de estos centros comerciales va ligado indisolublemente a la vida institucional del municipio; en ellos el mayor grado de actividad corresponde al período de auge de la vida municipal, es decir al siglo I y al primer tercio del II; en ello se manifiestan las señales de crisis de finales de los Antoninos; y su crisis coincide con la de las grandes áreas monumentales, de tal manera que algunos de estos espacios correrán la misma suerte que otros espacios públicos, como teatros o anfiteatros: serán abandonados y reutilizados para actividades mucho más primarias. Así, macella como los de Baelo, Corinto o Leptis Magna pasarán a ser ocupados por viviendas, y otros se convertirán en cementerios, lugares de extracción de piedra para construir, etc. Véase C. de Ruyt, op. cit. en nota 179, p.270. 181 C. de Ruyt, op. cit. en nota 179, pp. 101 y 102. 174
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que se encuentra hoy partido pero que permite la reconstrucción del texto 182 . La carrera de Q. Manlius Celsinusfigurasobre una línea del texto afectada por la rotura, pero que Hübner recogió de fuentes anteriores; en cualquier caso, el comienzo de la quinta línea atestigua la veracidad de tal restitución. Según esta inscripción, que tiene todo el aspecto de los característicos pedestales de foro 1 8 3 , el personaje fue en tres ocasiones Ilvir y en otras tantas flamen de una ciudad presumiblemente adscrita a la tribu Quilina, a la que no pertenecen ninguno de los enclaves próximos 184 ; la conjunción de la información proporcionada por la mesa del macellwn y la existencia de este pedestal nos inclinan a suponer que estamos ante las evidencias de un municipio flavio ubicado en las proximidades de la actual localidad de Villajoyosa185. A las evidencias epigráficas expuestas hay que añadir la existencia de una torre funeraria que sirve para ubicar la necrópolis norte de la ciudad 186 , una villa con mosaicos 187 , una gran balsa de riego en las proximidades del núcleo urbano 188 y diversos hallazgos en el casco urbano y sus cercanías189. Resueltas las carencias jurídicas de las ciudades citadas, la costa mediterránea disponía ya de un tejido urbano ajustado al derecho en su práctica totalidad. Para una ciudad, sin embargo, el final del proceso de integración habría de marcar el final de la historia. La vieja Nepolis empori tana, que había conocido el comienzo de todo este proceso, estaba siendo abandonada de manera definitiva en los primeros años del reinado de Vespasiano.
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CIL II 3571 + suppl. p. 958; M.A. Rabanal, J.M. Abascal, op. cit. en nota 103, p. 218, n° 54, fig. 30; L. Abad, J.M. Abascal, op. cit. en nota 103, pp. 117-118, n° 63, con la bibliografía anterior: Q(uinto) Manlio I Q(uinti) J(ilio) Quilina tribu) I Celsino I ¡Hvir(o) III, fla] I mini III / Manlio. I Chrysis I uxor. 183 G. Alfôldy, "Bildprogramme in den ròmischen Stadten des conventus Tarraconensis. Das Zeugnis des Statuenpostamente", en: Revista de la Universidad Complutense 118, 1979 (Homenaje a García y Bellido 4), pp. 177-275; J.N. Bonneville, "Le support monumental des inscriptions: terminologie et analyse", en: Epigraphie Hispanique. Problèmes de méthode et d'édition, Paris 1984, pp. 117 ss. 18 ^ Ilici y Dianium fueron adscritos a la Galena, mientras la antigüedad en el rango de Lucentum hace imaginar que ésta era también su tribu, aunque no esté documentada. 18 -> En el mismo sentido, a partir del cursus municipal de Q. Manlius Celsinus, véase R.K. McElderry, "Vespasian's reconstruction of Roman Spain", JRS 8, 1918, p. 76; R. Wiegels, op. cit. en nota 76, 145. 18 " L. Abad, M. Bendala, "Los sepulcros turriformes de Daimuz y Villajoyosa: dos monumentos romanos olvidados", Lucentum 4, 1985, pp. 147-184. 18 ^ A. Espinosa, "Los mosaicos de la villa romana de Torre-La Cruz", Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid 17, 1990, pp. 219-253. 188 M. Oleina, "Partida de Torres. La Vila Joiosa, la Marina Baixa", Excavacions arqueólogiques de salvament a la Comunitat Valenciana 1984 - 1988, II: Intervencions rurals, Valencia 1990, pp. 91-93. 18 ^ A. Espinosa, "Avance de la carta arqueológica de la Vila Joiosa y el catálogo de fondos del Museo Etnográfico e Histórico", en Ayudas a la investigación 1986 - 87, III: Arqueología, Arte, Toponimia, Alicante 1990, pp. 147-158.
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Promoción jurídica y desarrollo urbanístico La primera preocupación por el urbanismo de la historia romana en Hispania es mérito de César, quien, al dotar a las colonias establecidas por él de un marco legal preciso, marcó las directrices de actuación dentro de los cascos de las ciudades. No se puede decir que sean ideas cesarianas las que se recogen en la ley de Urso, pues todas las leyes sobre protección de edificios, restauración, etc., se encuentran ya en los textos legales romanos de la primera mitad del siglo I a.C, pero su inclusión en el articulado de las constituciones municipales hispanas significa la única muestra de que, junto ai proceso de anexión política, Roma estaba dispuesta a acometer una organización del territorio que contemplara la esencia del Estado romano: la ciudad como unidad institucional y como espacio físico en el que se manifiesta su fortaleza. Es difícil determinar si estos artículos de protección a la urbanística se incluyeron en la ley de Urso en virtud de una clara voluntad del legislador o si su inclusión respondió a una cierta comodidad a la hora de componer un texto legislativo con material procedente de otras constituciones. En cualquier caso, la presencia de estas disposiciones permitió que los núcleos cesarianos conservaran intacta parte de su estructura anterior y acometieran sólo las reformas necesarias. El capítulo más importante de la ley desde este punto de vista es el que prohibe destejar, demoler o transformar radicalmente cualquier edificio de la ciudad, salvo que hubiera intención de reedificar o que así lo aprobaran los decuriones, medida que tiene sus raíces en la legislación romana anterior, y que se mantendrá en vigor, incluso más de 100 años después, en los municipios navios 1 9 0 . En Urso preserva la integridad dd perímetro urbano y evita la aparición de solares y de edificios ruinosos que deterioren la imagen de la colonia. El mismo interés conservador vuelve a verse en la prohibición de construir dentro de la ciudad industrias cerámicas que superen una determinada extensión o en las prohibiciones de enterramientos intramuros 191 . Si pensamos en la aplicación de estas leyes a muchas ciudades hispanas de mediados del siglo I a.C, da la impresión de que el legislador está pensando en los grandes núcleos turdetanos, en las ciudades ibéricas de la costa mediterránea o en ciudades del valle del Ebro; efectivamente, en muchos de estos enclaves se encuentran enterramientos dentro de las ciudades, hay industrias artesanas que muchas veces son el motor de la economía, etc. ; y de la misma manera, podría llegar a suponerse que el trazado regular de muchos centros urbanos es consecuencia de toda esta obra reformadora y de las nuevas iniciativas romanas. Pero todo esto está muy lejos de la realidad. Las leyes municipales itálicas posteriores a la Guerra Social (Heraclea o Tarentum por ejemplo) ya contemplaban todas estas cuestiones y, en muchos casos, la fuente legislativa se encuentra en los albores republicanos. De ahí que el mérito cesariano no esté en las disposiciones de la ley en materia urbanística, sino en la voluntad de que ésta contenga los artículos correspondientes a estos efectos. Con ello no se pretendía innovar o transformar el paisaje urbano de Hispania, sino que al tratarse de una ley colonial, se perseguía unificar los nuevos asentamientos de iyu
Lex. Vrs. 75; P. Gamsey, "Demolition of houses and the law", en: Studies in Roman Property, 1976, pp. 133 ss. El capítulo se formula idénticamente en la lex municipii Tarentini (lin. 32-38), y con el mismo contenido en Imi y Malaca (lex Irn. 62, lex Mal. 68). En la legislación romana existen además diversos senadoconsultos en el mismo sentido, como el Hosidiano en época de Claudio y el Volusiano bajo Nerón. Véase A. D'Ors, op. cit. en nota 25, pp. 199-201; J. González, "The lex Irnitana: a new Flavian municipal law", JRS 76, 1986, p. 218. I 9 * J.M. Abascal, "La muerte en Roma. Fuentes, legislación y evidencias arqueológicas", en: Arqueología de la muerte: Metodología y perspectivas actuales, Córdoba 1991, pp. 205-245.
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veteranos con las ciudades itálicas, convirtiendo así las colonias en una prolongación de Roma no sólo en los temas institucionales, sino en su aspecto físico. La razón última de todas las transformaciones urbanísticas de este período están en la idea del Estado como tejido de ciudades y no sólo como realidad territorial. La política augustea tendió a din ami zar la vida urbana como interlocutor de las instituciones imperiales, canalizando a través de ella las relaciones con los individuos. Esta realidad impone a partir de Augusto la adaptación de las estructuras urbanas a su nuevo papel, y no será la propia administración, sino las aristocracias urbanas de todos estos núcleos hispanos, quien actúe de motor del cambio. Roma no desarrolla una política de urbanización, sino que promueve la iniciativa renovadora de las ciudades; no impulsa la creación de nuevos edificios o la renovación de los antiguos, sino que con herramientas jurídicas hace que las ciudades los necesiten y los construyan. Hablar por lo tanto de "urbanismo romano" en Hispania no deja de ser una forma de entendernos. La transformación urbanística del territorio, exceptuando los escasos establecimientos ex novo promovidos por el Estado, es siempre la obra de los grupos de gobierno de las ciudades, que asimilan las costumbres romanas y que las aplican en sus comunidades de origen al mismoritmode los cambios jurídicos. La intensa labor de promoción jurídica de las ciudades bajo Augusto generó en las mismas unas necesidades urbanísticas que se satisfacen ya con modelos romanos. La existencia de un orden decurional, un senado local y unos magistrados, llevó a la construcción de curias y basílicas, la aceptación de los cultos oficiales romanos significó la construcción de templos similares a los existentes en otros puntos de Italia; la actividad comercial y la propia jurisdicción municipal impulsaron el empleo de los foros como espacios públicos 192 , etc. En muchos casos, hay también un cierto mimetismo de las élites locales que, imitando las formas de la cultura romana, pretenden acelerar su integración administrativa, pero en general el proceso está bien diseñado desde la cabeza del Estado y los progresos se realizan alritmodeseado por el Emperador. Estos cambios en el urbanismo de las ciudades son sincrónicos con una transformación en las costumbres y en las formas de vida; un ejemplo notorio son las termas públicas o las cloacas, elementos ajenos a la tradición prerromana y que ahora se generalizan; del mismo modo, el mundo funerario se concentra en un área precisa con una disposición previamente diseñada a los lados de las vías, a una distancia concreta de la ciudad, etc; el perímetro urbano está sujeto a leyes que regulan las construcciones, como en época cesariana y como a lo largo de todo el Principado, etc. La idea de la estética ciudadana no es ajena a todas estas transformaciones y un nutrido grupo de leyes se va a ocupar de proteger al menos el aspecto externo de los edificios 193 . Dado que los cambios urbanísticos de época augustea van parejos con el desarrollo institucional y que su presencia se detecta básicamente en las zonas en las que éste se produce con más intensidad, se podría decir que el derecho llegó a imponer en Hispania una regionalización del urbanismo que se hace especialmente notoria en la costa mediterránea.
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J.L. Jiménez, Arquitectura forense en la Hispania romana, Zaragoza 1987. En general, J.L. Murga, La Protección a la estética en la legislación urbanística del Alto Imperio, Sevilla 1976. 193
DERECi- .ATINO Y MUNICIPALIZACIÓN EN LEVANTE Y CATALUÑA
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m Precesari ano ▲ 4 5 - 2 7 a.C. •
Augusto/Preflavio
*
Flavio
O Indeterminado
Mapa 1.- COLONIAS Y MUNICIPIOS DE LEVANTE Y CATALUÑA Las líneas gruesas discontinuas señalan los límites conventuales según Hübner: 1. Aeso; 2. Aquae Calidae; 3. Auso; 4. Baetulo; 5. Barcino; 6. Begastri; 7. Blanda; 8. Bocchoris; 9. Carthago Noua; 10. Dertosa; 11. Dianium; 12. Ebusus; 13. Edeta; 14. Egara; 15. Emporiae; 16. Gerunda; 17. Guiuntum; 18. / e ^ o ; 19. //er¿a; 20. Ilici; 21. lluro; 22. Lesera; 23. Lucentum; 24. Mago; 25. Palma; 26. Pollentia; 27. Rhoda; 28. Saetabis; 29. Saguntum; 30. Sigarra; 31. Subur (no representado); 32. Tarraco; 33. Valentia; 34. Municipium de topónimo desconocido en las cercanías de Villajoyosa (Alicante).
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Profa. Mentxaka. Me voy a permitir, quizás erróneamente, en cuanto que no me considero autoridad particularmente legitimada para hablar de estos temas, sino a modo de persona interesada y preocupada por los mismos, pero quizás no debidamente conocedora de ellos para -en lugar de comenzar a hablar directamente de cada una de las comunicaciones, dado que al menos las que han tenido lugar en el día de hoy me atrevería a decir que en gran medida han incidido sobre los mismos temas- hacer no sé hasta qué punto una especie de síntesis, una reflexión en voz alta sobre lo que a mí me han sugerido las exposiciones que hemos ido escuchando en esta sala desde primera hora del día de ayer. Quizás el título del Congreso "Teoría y práctica del ordenamiento municipal en Hispania" sugiere de entrada una existencia clara de división entre lo que puede ser la formulación teórica del concepto de municipio -me van a permitir que diga formulación jurídica del concepto de municipio- y la práctica del mismo. ¿Hasta qué punto la práctica se corresponde con esa construcción teórica, jurídica, que se ha formulado? Para ello en el día de ayer comenzamos con una aproximación al tema centrándonos fundamentalmente en la época final de la República, insistiendo o intentando marcar la diferencia existente entre la acción colonizadora de César; la acción que se había producido hasta ese momento en época republicana y -como punto de referencia inmediato pero diferente- la acción colonizadora de Augusto. Una vez que teníamos esta visión generalizada, se tomaron como punto de referencia otros territorios que tuvieron un proceso que puede ser punto de referencia con respecto al hispano. De esta manera hemos llegado al día de hoy donde la discusión se ha centrado en época imperial y en territorio hispano. Desde mi punto de vista -que seguramente en esta sala no es el más cualificado- pienso que se ha planteado claramente la relación existente entre el concepto de derecho latino y la municipalización. ¿Hasta qué punto el concepto de derecho latino implica necesariamente un funcionamiento municipal? A esta pregunta inicial que plantea evidentemente qué es el derecho latino, cuál es su contenido, cuál es su naturaleza jurídica -que ha estado flotando en algunas de las comunicaciones- y, por otra parte, qué es un municipio se han dado respuestas pienso que diferentes: desde esa respuesta que nos ha sugerido la Dr". Ortiz de Urbina al acuñar el concepto de "municipalización virtual", hasta aquella otra respuesta que ha podido dar el Prof. Le Roux, cuando ha distinguido claramente entre diferentes clases de derecho latino, alejándose un tanto del concepto de "municipalización virtual". Lo que también se ha puesto de manifiesto a lo largo de todas las comunicaciones es que en este tema, para poder avanzar en el debate, es necesario manejar todo tipo de fuentes, no sólo las que convencionalmente se suelen utilizar: fuentes jurídicas, literarias, epigráficas, sino también datos que la propia arqueología nos proporciona. Sólo de una
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III COLOQUIO
combinación de todas ellas cabe pensar que sea posible adentramos en un conocimiento más profundo y más preciso de esta cuestión que evidentemente sigue abierta: ¿qué es en definitiva el ius Latii y qué es la municipalización y qué conceptos podríamos intentar perfilar bajo estas locuciones de municipalización y latinidad? Dicho esto, que no sé hasta qué punto habrá servido para centrar el coloquio, me atrevería a rogar a los presentes que tuvieran a bien comenzar ya con sus preocupaciones, sugerencias, preguntas a la primera comunicante del día de hoy, la Dr3. Ortiz de Urbina. Prof. Galsterer. Wo macht sich der Unterschied zwischen Municipalisation und virtueller Municipahsation bemerkbar? Vielleicht könnte man die Frage anders formulieren: wenn eine Gemeinde auf dem Weg ist, Municipium zu werden, ab wann dürfen wir sie als Municipium bezeichnen? Erst dann, wenn sie tatsächlich diesen Titel führt, oder auch schon dann, wenn sie Magistrate römischen Typs eingeführt hat? Was sind die Voraussetzungen, um sich als Municipium proprio sensu bezeichnen zu können, oder, um zum Beginn zurückzukehren, wo endet virtuelle Municipalisation und wo beginnt Municipalisation im eigentlichen Sinn? Prof. Le Roux. Je proposerais qu'on commence par la discussion des communications restantes avant d'aborder, comme on semble vouloir le faire dès maintenant, les problèmes plus fondamentaux qui concernent l'ensemble des travaux et discussions. Prof. Roddaz. Sans être aussi systématique que Patrick Le Roux, je dirais qu'il est bien évident que certaines questions que l'on va poser à Mme. Ortiz de Urbina sont des questions qui concernent à les communications de Mme. Galsterer et de Patrick Le Roux; je crois donc qu'il faut chercher recouper un certains nombre de questions sur des thèmes, sinon l'on sera obligé de revenir en arrière constamment Prof. Galsterer. Vielleicht könnte man so verfahren, daß man zunächst über die einzelnen Vorträge, auch mit Detailfragen, diskutiert und dann über die übergreifenden Probleme. Prof. Le Roux. Quería algunas aclaraciones sobre lo que la Dr3 Ortiz de Urbina ha dicho de la relación existente entre el lugar central y la civitas en las Gallias. Con respecto al problema, no he entendido bien el valor demostrativo que atribuye al caso de los Senones cuya fecha es el siglo tercero avanzado, lo que parece incluir ya el rango de colonia para esta misma comunidad Dr*. Ortiz de Urbina. Los testimonios que he mencionado, relativos a un aedilis vikanorum Agiedicensium y a un aedilis civitatis Senonum, se documentan en una inscripción cuya datación corresponde a mediados del siglo III, es decir, en un momento cronológico posterior a la Constitutio Antoniniana. Por lo tanto podemos considerar que en este contexto cronológico el derecho latino no se contempla. Evidentemente esta inscripción es tardía, pero pienso que la información transmitida en este documento (funciones ejercidas en la civitas, en el lugar central o en otros lugares en los que estaba estructurado el territorio de la civitas) puede ser puesta en relación con la que encontramos en otros testimonios epigráficos, entre ellos la mención de xmpraefectuscoloniae. Esta mención se documenta en una inscripción, datada en la segunda mitad del siglo II, cuyo lugar de hallazgo se corresponde con Lugdunum y no con la civitas Senonwn. El epígrafe fue atribuido a los Senones por Hirschfeld, basándose en que en el segundo
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fragmento de esta inscripción se documenta una posible mención a esta comunidad y en la coincidencia en la función de duumvir ab aerano al final de los cursus que transmiten esta incripción y la anteriormente mencionada. La función depraefectuscoloniae, así como la de aedilis vikanorum Agiedicensium, se mencionan al inicio del cursus honorum, lo que parece indicar, siguiendo a Drinkwater, que son funciones inferiores, relativas a la supervisión administrativa del lugar central (Agedincum), con respecto a las desempeñadas posteriormente por ambos notables en el conjunto de la civitas {actor publicus, duumvir en el epígrafe de Lugdunum; aedilis, actor publicus, duumvir, praefectus annonae en la inscripción de mediados del siglo m). Algunas de estas funciones son también ejercidas en diferentes núcleos (vici, pagi) que integran el territorio de la civitas y se especifica su coirespondencia con estos núcleos o con el conjunto de la civitas. La magistratura principal, el duumvirato, no recibe especificación alguna en ambos epígrafes, aspecto que permite pensar que no existía posibilidad de confusión porque correspondía al ámbito de la civitas en su conjunto. Por lo tanto se podría pensar, considerando la atribución del epígrafe de Lugdunum a esta comunidad, que el título de colonia se documenta entre los Senones, pero ¿es un título que se puede hacer equivalente, por ejemplo, a la promoción colonial de Italica o de Tipasa en época de Adriano? En los testimonios que he expuesto, relativos a algunas comunidades de las Tres Gallias, se documenta la comunidad con la indicación del etnònimo cuando ésta es designada como civitas, populus o res publica, denominaciones que nos informan de su funcionamiento interno. En el lugar central se pone de relieve su desarrollo urbano (urbs, polis en Rol orneo). Esta diversidad terminológica en testimonios de época altoimperial puede ponerse en relación con los que nos informan del desempeño de funciones cuya competencia se extiende a toda la comunidad o sólo al lugar central. Entre los Senones hemos hecho referencia a esta diversidad de funciones. Por otra parte la magistratura principal o no recibe especificación o cuando ésta se documenta corresponde al etnònimo, no al topónimo con el que se designa el lugar central (por ejemplo duumvir Nerviorum). Expuestos estos testimonios, parece observarse en las comunidades de las Tres Gallias que hemos analizado su no conformación como comunidades romanas. En este sentido el lugar central disponía de magistrados propios, como otros vici y pagi en el territorio de la civitas, y, asimismo, estaba administrado por los magistrados de la civitas con competencia sobre el conjunto del territorio. Dentro de estas comunidades analizadas encontramos, por otra parte, la fórmula -en mi opinión significativa- de omnibus honoribus apud suos functus. No aparece la fórmula omnibus honoribus in re publica sua functus que estamos acostumbrados a encontrar, por ejemplo, en las inscripciones hispanas o en las del Norte de Africa. He dado también una explicación del sentido que podría tener esta especificación apud suos en la fórmula documentada en las Tres Gallias y de la no utilización del término res publica. En este sentido considero que no se emplea porque limitaría el cursus honorum de un notable local a las funciones que son desempeñadas exclusivamente en el conjunto de la comunidad, es decir, cuya competencia se extiende a todo el territorio de la civitas. En cambio la especificación apud suos permite considerar el desempeño de funciones también en el lugar central y en otros núcleos en los que estaba estructurado el territorio de la civitas. Por lo tanto esta fórmula reflejaría, asimismo, la especificidad organizativa de estas comunidades a n a l i 7aHas
Prof. Abascal. Yo no me he planteado el tema en este sentido y es la primera vez que intento pensar en una municipalización virtual, pero en cualquier caso hay un ejemplo hispano que creo que, a la luz de lo que has planteado esta mañana y en apoyo de tu tesis, habría que revalorizar: una inscripción cacereña (CIL 296) en la que una mujer da el nomen
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y a continuación se dice uxamensis Argaelorum, antes del cognomen. En el esquema de Forni ésta es una pseudo-tribu, pero curiosamente se menciona una origo asociada a un étnico y, además, esta mujer alude a una ciudad de la que tenemos el esquema urbano y evidencias de un régimen jurídico, pero no hay evidencias de un sistema institucional ordinario y tampoco una fecha de promoción clara: sabemos que nos movemos en época julio—claudia, pero sin más precisión. Prof. Le Roux. Pero esto es otra cosa. Prof. Abascal. Creo que no. Una cosa es el grupo familiar y otra es el étnico. Son cuestiones muy distintas, no las mezclemos. Desde luego, lo que no podemos hacer es entender la organización suprafamiliar que se menciona en el caso de Barbarus Meduticorum como una institución organizativa de corte urbano. Esto no es de corte urbano. La mención Argaelorum no es una mención suprafamiliar. En cualquier caso me parece que en un medio céltico similar, en una fecha como la primera mitad del siglo I d . C , la mención de esta mujer mezclando origo y étnico debería poderse relacionar con el control administrativo de un territorio, quizás con un eje central que efectivamente podrían ser estos Argaeli, al margen de que puedas pensar que se trata de una organización suprafamiliar. Dr a . Galsterer-Kröll. Vorrei tornare alla questione della relazione tra civitas e colonia. Secondo me la questione è molto difficile da decidere, perché se si immagini un circolo che signifia la civitas e al centro la colonia nelle Tre Gallie, abbiamo testimonianze di tre possibilité di risolvere il problema: una magistratura si riferisce solo al centro, alia colonia oppure qualche vol ta questa colonia non è attestata come colonia, ma anche come civitas - e civitas significa soltanto il luogo centrale- o la magistratura si riferisce al luogo centrale, al territorio, il che vuol dire a tutto il territorio o solo il territorio circondante il luogo centrale. Le testimonianze che abbiamo per le Tre Gallie non sonó sufficienti per decidere in ogni caso a che entità si riferisce l'iscrizione specifica. Secondo me, l'interpretazione dipende molto dalla questione della relazione tra ius Latii e municipalizzazione: rinterpretazione non è possibile dal materiale del quale disponiamo, ma è solo possibile da una questione che è estranea al materiale. Anche questa è la ragione di tante opinioni nella ricerca: uno dice cosí, l'altro cosà. Non ha una base fissa, dipende sempre dalla predisposizione che uno ha verso il problema generale. Prof. Galsterer. Man könnte zu dem, was Dr. Galsterer gerade vorgetragen hat, vielleicht ein weiteres Bündel von Problemen hinzufügen. Wenn wir von den civitates der drei gallischen Provinzen sprechen, sind das Territorial verbände sehr großen Ausmaßes, während die Municipien der Baetica, aus denen wir die leges Flaviae haben, außerordentlich klein sind Alle diese Probleme der Beziehungen zwischen Hauptort und Territorium stellten sich in Irni oder in Malaca wohl nicht, weil man mit drei Schritten bereits im Territorium der Nachbargemeinde war. Anders als ein Magistrat der Haeduer oder der Arverner konnte ein Duovir dieser südspanischen Gemeinden sein Territorium leicht vom Hauptort aus verwalten. Vielleicht könnte man diesen Aspekt bei der folgenden Diskussion auch berücksichtigen. Prof. Le Roux. Il me semble que nous oublions les données les plus évidentes. L'oppidum et la civitas forment un tout indissociable et l'évolution même de la dénomination des cités gauloises le montre, puisque, peu à peu, on observe que le nom du peuple est devenu celui du chef-lieu: Lutèce fi cité des Parisiens. En outre, nous devons être attentifs aux nuances régionales qui permettent de penser qu'une même réalité -et non pas
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virtualité- donnait lieu à des expressions variables selon les contextes provinciaux. Enfin, il nous faut revenir au droit latin et à sa fonction. Il est très probable, à la lecture des sources, que la Gaule a bénéficié en grande majorité du droit latin dès l'époque flavienne. Il avait pour rôle de faciliter la coexistence de citoyens romains et de peregrins au sein d'une même communauté locale, de sauvegarder les droits des héritiers et d'éviter la dispersion des patrimoines en préservant l'efficacité des testaments. Chercher autre chose derrière cette construction juridique, c'est aller au delà de ce qu'autorise la documentation, d'autant que Rome continuait, encore sous l'Empire, à ne vouloir connaître que des communautés locales séparées et indépendantes de toutes les autres. Il serait donc dangereux de vouloir généraliser. Prof. Pereira. Quiero hacer una pequeña intervención sobre esta cuestión. Me parece que existe un pequeño error de planteamiento en la diferencia, por ejemplo, entre civitas y colonia y la diferencia, incluso, entre los magistrados: puede haber un magistrado de la civitas y no de la colonia. Creo que se explica de la mejor manera si pensamos en las dobles comunidades de ciudadanos romanos que hay en algunas colonias, que durante todo el tiempo permanecen separadas y tienen magistrados diferentes. Entonces diría -aunque pueda parecer una tontería- que la civitas es la civitas y que la colonia es la colonia y por alguna razón no se mezclaron sino que permanecieron con magistraturas diferentes y con unas u otras cuestiones también diferentes. Del mismo modo que en algunas comunidades hay veterani novi o veterani veteres y no se mezclan nunca a pesar de tener el mismísimo estatuto jurídico, y tienen de hecho magistrados diferentes. Por alguna razón puede haber esta diferencia sin que ello -naturalmente estoy de acuerdo con el Prof. Le Roux- suponga establecer una nueva diferencia entre el oppidum y la civitas. Prof. Prieto. Estoy de acuerdo con el Prof. Pereira y creo que, sobre todo, habría que tener en cuenta algunos matices. Aparte de la diferencia entre civitas y colonia, también hay que considerar algo a lo que se están refiriendo por separado y no hay que olvidar que estamos en entidades superiores como son las provincias y estamos en un imperio. Habría que tener en cuenta entonces la lógica jurídica a nivel global, no a nivel puramente de cómo funciona cada localidad en áreas distintas, sino ver estos contextos en el momento concreto del siglo n-I, época augústea, etc. También se ha hablado de Plinio y de colonia: hay una descripción de Plinio donde describe "a Tarraco acuden" (que es una colonia, no hay que olvidarlo, una capital de provincia) y sigue con una denominación de distintas entidades que pueden ser civitates distintas. El marco de las relaciones jurídicas dentro de las provincias o, a su vez, la relación con el imperio o con el convento jurídico, con la capital del convento, son aspectos que habría que tener en cuenta y que pueden ayudar a entender un poco esta discusión. Prof. Abascal. No quiero echar más leña al fuego sobre este asunto y creo que quizás podamos pasar a otra discusión. Sólo quiero añadir una cuestión: ¿estamos tratando de comunidades uniformes en el régimen jurídico? ¿De las Gallias a la Bélica, estamos pensando en el mismo tipo de ciudades o en ciudades distintas? Irni es una pequeña comunidad, tiene un senado reducido; hay otras colonias, otros municipios con senados completamente diferentes. No me cabe en la cabeza que se pueda medir -no sólo en lo económico, ni siquiera en lo jurídico- un núcleo bético con un núcleo pequeño de la meseta en el que hay un territorio pequeño y en el que los magistrados pueden tener unas dificultades económicas en determinadas épocas del año por irregularidad de las cosechas. Son realidades completamente diferentes: podemos darles el tratamiento de derecho que queramos, pero en cualquier caso las comparaciones que hagamos sobre magistraturas,
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régimen jurídico, aplicación del derecho, hay que hacerlas sobre comunidades que tienen unas circunstancias socio-económicas similares. Todo lo demás son teorías que no pueden tener una realidad física sobre el terreno. Es impensable: la situación de Gades no es la de Vxama, la situación de la civitas Coelorum no es la de Carthago Nova. ¿Estamos pensando en el mismo régimen o no? Probablemente de lo que ha dicho el Prof. Prieto ahora mismo a lo que estoy diciendo hay un abismo. En cualquier caso, sobre este particular no nos hemos pronunciado ninguno y quizás habría que empezar a planteárselo como telón de fondo de todas las intervenciones de esta mañana y de lo que ha expuesto la Prof. Ortiz de Urbina. Prof. Santos. Yo he convocado a toda la gente que está aquí y creo que era la más idònea para tratar precisamente este tema. Como organizador, me sentiría completamente defraudado si al final de la tarde no hemos hecho nada más que puntualizaciones sobre datos concretos, porque paraesohay otros ámbitos. Aquí hemos venido a discutir - y perdón por ser tan cargante y tajante- sobre qué entendemos por ius Latii y municipalización, ¿qué entendemos por municipalización real, municipalización virtual, etc. ? Para lo otro hay otros ámbitos y no hubiéramos convocado este Simposium porque ya cuando se envió a los participantes la convocatoria a este Coloquio se decía muy claramente. Siendo muy generoso, daría diez minutos para cosas puntuales y luego entraríamos a discutir el tema fundamental. Prof*. Mentxaka Agradezco aquí la pauta de la organización que, desde luego, cabe pensar que es la más capacitada para establecer el sistema de funcionamiento de este debate. La asumo y en este sentido rogaría que, si no hay ninguna otra observación puntual que hacer, nos adentremos ya en la comunicación del Prof. Rodríguez Neila que trataba un aspecto concreto, muy específico, del funcionamiento de los archivos a nivel municipal. Prof. Roddaz. Je vais utiliser trois minutes sur cette question pour redire au Prof. Rodríguez Neila rimportance du thème qu'il a abordé ce matin sur le problème des archives et surtout sur la question de la conservation de ces archives. Une étude systématique a été menée à Rome et il est bien évident qu'il est tentant de faire la comparaison entre ce qui peut se passer dans des communautés organisées comme les colonies et les municipes et Rome. Le seul point que je voudrais souligner c'est que notre information ne se situe pas au même niveau. A Rome nous avons des textes littéraires qui peuvent nous donner de rinformation sur la conservation de ces archives et sur les lieux où ces archives étaient conservées. Ce n'est pas le cas dans les colonies et les municipes. Par ailleurs, la question que l'on peut également se poser est celle de l'existence de ces archives dans des communautés qui n'ont ni le statut colonial ni le statut municipal. Nous ne pouvons pas savoir comment cela fonctionne puisque nous n'avons pas de lois. Prof. Rodríguez Neila. La evidencia que tenemos con relación al tema se refiere a comunidades que, digamos, organizan sus archivos como consecuencia de la puesta en funcionamiento de unos parámetros administrativos, de un modo de gestionar que genera documentación y, en cuanto a la forma, esa documentación se inspira en la práctica administrativa del modelo por excelencia que es el Estado. Desde luego, sería muy interesante aclarar hasta qué punto en la organización de las comunidades en fase prémunicipal, siguiendo ciertas influencias de la práctica ad^ninistrativa romana, este uso burocrático ha podido ser incluido. Una cosa muy distinta ocurre en la parte oriental del Imperio donde, indudablemente, la documentación es mucho más amplia y variopinta y abarca no sólo lo relativo a la administración de las ciudades, sino también a las relaciones entre particulares. También es muy significativo que esa documentación estuviera depositada
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en archivos públicos, porque eran indudablemente los que ofrecían unas garantías de conservación, desde el punto de vista de la organización y de la archivistica. Lo que he querido poner fundamentalmente de relieve ha sido una dimensión creo que poco atendida del funcionamiento práctico de las ciudades, en el cual entran en juego unas instituciones dirigidas por individuos que tienen una presencia continua en la vida municipal como componentes de un estamento, pero limitada temporalmente como magistrados. Sin embargo hay una práctica burocrática que sustenta indudablemente ese funcionamiento con un personal especializado, como reflejo de unas complejísimas relaciones y de una gestión que, a tenor de lo que el modelo teórico de los estatutos municipales nos ofrece, tenía mecanismos muy complejos. He mencionado solamente una parte de la documentación que hipotéticamente podemos evaluar y que estaría depositada en un archivo municipal. Hay un espectro todavía mucho mayor y esto se desprende únicamente del análisis interno de los mecanismos de relación institucional que reflejan los estatutos municipales. Prof*. Mentxaka. Me van a permitir que yo misma plantee varias cuestiones que me han surgido al escuchar la intervención; en primer lugar sobre lo que ha mencionado el Prof. Rodríguez Neila de los decretos municipales. Mi pregunta sería: ¿en su opinión, cuándo se produce la publicación (entendiendo por publicación la entrada en vigor en la terminología que utilizaríamos en la actualidad en el sentido que vincula a los miembros del municipio): a) cuándo se produce la lectura del decreto ante el senado municipal por parte del magistrado o del proponente o b) cuándo -como quizás erróneamente he creído entender- se produce el depósito en el archivo municipal de dicho acuerdo municipal? Esta sería la primera cuestión. La segunda hace referencia al segundo tema tratado en su exposición, en concreto, al papel de los apparitores y particularmente de los escribas. Me ha parecido entender que en alguna ocasión sería factible que los magistrados municipales seleccionaran a los escribas por sorteo. No conozco en profundidad el tema, pero me he acercado a él en alguna ocasión sin tener conocimiento preciso de las fuentes donde evidentemente se pueda constatar este dato. Esta solución de selección me parece que podría ser discutible en el sentido de que pienso que el escriba -como muy bien ha puesto de manifiesto el Prof. Rodríguez Neiladesempeña unas funciones ciertamente importantes dentro de la organización municipal, como son las de control del propio archivo y del tesoro municipal. Como bien sabe el Prof. Rodríguez Neila, se le hace incluso prestar juramento antes de tomar posesión de su cargo y, en este sentido, me cuesta pensar que fuera objeto de un sorteo la selección de un personaje que va a adquirir tal relevancia en el municipio, que va a vincular con sus actos al magistrado al cual sirve (hay que tener en cuenta que en el supuesto hipotético de que hubiera una malversación de fondos públicos efectuada por el escriba, en última instancia tenía también que responder el magistrado, dado que la misma se había producido bajo su administración). Por ello pienso que la selección -repito que es una opinión muy personalposiblemente sería más cuidada, en cuanto que los magistrados se rodearían, en la medida de lo posible, de personal de absoluta confianza para que estas funciones se desempeñaran lo más correctamente posible, por el grado de implicación de sus actividades. Estos escribas podrían ser -quizás transponiendo esta figura a las instituciones del derecho vigente- una especie de secretarios del municipio que levantan fe de todos los actos que se producen. Me gustaría saber cuál es su opinión sobre estas dos cuestiones. Prof. Rodríguez Neila. Con respecto a la primera cuestión creo que ha entendido bien. Me he preguntado siempre por qué ese plazo de diez días. Indudablemente, después de una larga discusión en la sesión de una curia municipal, se tiene que llegar a consensuar una resolución y expresarla a través de un texto que va a ser depositado en el archivo, lo que
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queda claramente reflejado en el limitado número de copias de decretos que nos han llegado. Él texto concreto de un decreto se elabora en un pequeño grupo de redactores, cuyos nombres aparecen a menudo dentro del texto de algunos decretos decurionales conservados. Desde el momento en que se hace la recitatio definitiva del texto y ha recibido la aprobación total de los decuriones -que es lo que se desprende del lenguaje jurídico-, hay un período de depósito en archivo, en las tabulaepúblicae. Creo que el momento de la recepción del texto en el archivo, la entrega por parte del magistrado o del escriba delegado, podría quedar reflejado en un recibo. Éste texto podría formar parte de la documentación que el magistrado presentara al finalizar su mandato, a la hora de rendir cuentas. Ese plazo de diez días podría utilizarse para realizar en limpio el texto definitivo para el archivo, incluso después de haber pasado cualquier tipo de comprobaciones jurídicas por parte del escriba, que podría ser el experto para este tipo de precisiones. Respecto a la segunda cuestión, en este caso quizás el procedimiento del sorteo podría ser más previsible pensando en el modelo de las decuriae que funcionaban en Roma. Desde luego a nivel de una ciudad media -y creo que esa rúbrica 48 del estatuto Imitano a la que se ha hecho alusión esta mañana lo pone en evidencia- quedaban vetados no sólo los familiares, sino incluso los apparitores -con mención especial de los escribas de un magistrado- para intervenir durante el mandato de ese magistrado en cualquier tipo de negocios relacionados con la res publica. Hay una prevención ante la posibilidad de que personas muy directamente vinculadas a la documentación municipal pudieran manejar este tipo de documentación para favorecer a esos magistrados a los que servían y con los que tenían una relación de confianza, dado que probablemente procedían de su círculo de clientes o eran personas más íntimamente relacionadas con ellos. Un escriba en un municipio mediano qué otro tipo de trabajo ha podido realizar con relación a su profesión, como no sea trabajar para particulares, y ya sabemos a qué estamento pertenecen dichos particulares, o bien trabajar para algún collegium. Son las dos únicas posibilidades que veo de que la función de este escriba pudiera desempeñarse en el contexto de un municipio medio, al margen de su vinculación conia administración municipal. El único caso factible sería que el escriba, por el nivel de sueldo, pudiera tener una dedicación en exclusiva en la administración municipal. En el caso de los demás apparitores evidentemente no podían tener esa dedicación en exclusiva por el upo de función que desempeñaban o por el nivel de sueldo, pero en el caso de los escribas sí. Estoy de acuerdo, y además lo han expuesto los que han estudiado el mundo de las relaciones sociales de los libertos y de las clientelas: en el caso concreto de los apparitores, las relaciones con los magistrados a los que sirven son muy directas a nivel estatal y también municipal. Prof*. Mentxaka. Vamos a intentar avanzar en este debate y pasar a la comunicación del Prof. Caballos. Si no hay ninguna observación o pregunta que formularle, me permito continuar. Serían objeto de discusión las propuestas que el Prof. Galsterer nos ha hecho en su comunicación sobre derecho latino y municipalización en la Bética. Prof. Wulff. Voy a intervenir, con ciertas dudas, porque sigo sin ver con exactitud cuándo se toca un tema trascendente y hondo y cuándo se toca el tema particular y concreto. He entendido de la exposición del Prof. Galsterer -que tiene un italiano hablado mejor que mi italiano entendido— que, desde su perspectiva, la latinidad implicaría un importantísimo avance en la ciudadanía romana en la ciudad a la que le haya sido concedida. Yo he hecho un cálculo, seguramente tonto, pero lo voy a plantear. Vamos a suponer que durante 20 años en una comunidad hay 40 cargos y por lo tanto hay 40 familias que se convierten en ciudadanos romanos, con lo cual tenemos que suponer que hay más de un miembro de la
familia (lo cual es improbable) y no hay repetición en el cargo (lo cual es improbable). Sería muy difícil pensar que esas familias al cabo de los 20 años no colocaran a sus hijos en los cargos municipales, iría en contra de casi todo lo que sabemos sobre el mundo de competencia que son los ámbitos municipales: al cabo de 20 años tendrían que repetirse y estoy pensando en que sólo colocan a su hijo primogénito. Si es así, tendríamos aproximadamente 40 familias (les podemos dar 10 personas por familia) y más o menos 400 personas que, sobre una población de 3.000, representan me parece un 13%. Mi idea es que la tendencia al cabo de esos 20 años sería a la repetición y, en todo caso, esa cantidad de gente sería exagerada y se acabaría formando algo que es una especie de "serrata" del "patriziato" a nivel local. Esto haría que efectivamente las élites siempre se repartieran los cargos y la ciudadanía romana, con lo cual quizás eso no tendría unas implicaciones globales tan amplias como para suponer esto. Prof. Le Roux. Je voudrais aller dans le sens de ce qui vient d'être dit. Le droit latin ne doit pas être compris comme un dispositif destiné à fabriquer des citoyens romains en grand nombre. Il visait à préserver la continuité d'une élite susceptible de faire vivre les institutions locales et de se reproduire en intégrant peu à peu les nouvelles élites désireuses d'assumer les responsabilité au service de la res pública et de l'Empire. H y a, de ce point de vue, plus qu'une différence de degré entre droit latin et municipe. Le municipe, comme le montrent aussi les réflexions du Prof. Rodríguez Neila, suppose une application de règles définies, calquées sur l'organisation municipale des communautés d'Italie. C'est autre chose de dire que le droit latin, par exemple en Gaule, a engendré un processus d'uniformisation des institutions locales, à un niveau élémentaire. Il n'y a là rien qui justifie le terme de "virtuel". Prof. Galsterer. Ich stimme völlig mit dem überein, was Wulff gesagt hat, aber es handelte sich wahrscheinlich ja nicht darum, einer großen Zahl das Bürgerrecht zu geben. In Städten wie Irni oder Malaca dürfte es kaum mehr als zehn oder fünfzehn Familien gegeben haben, die wirtschaftlich in der Lage waren, Magistraturen römischen Typs zu besetzen. Wenn meine Interpretation des Lateinischen Rechtes ins Schwarze trifft - daß dieses nämlich in Italia Cisalpina just deswegen emgeführt wurde um zu verhindern, daß jedes Jahr allzu viele Neubürger in die civitas Romana eintraten - könnte man auch, etwas paradoxerweise, sagen, daß das ius Latii in erster Linie gar kein Weg war, um den Erwerb der Bürgerschaft zu erleichtern, sondern um ihn zu erschweren, jedenfalls für größere Zahlen von Latinern. Das erklärt sich aus der politischen Lage im zweiten Jahrzehnt des l.Jhdts.v.Chr. Man hatte in Rom nach dem Bundesgenossenkrieg tolerieren müssen, daß Hunderttausende neu in die Bürgerschaft kamen und wollte einen ähnlichen Zuwachs aus der Gallia Cisalpina verhindern. Man konnte den Wünschen der Bewohner dieser Zone aber nicht ganz widerstehen und so erfand man -um es so auszudrücken- das launische Recht neuen Stils als einen Mittelweg, einen Weg zwar zum römischen Bürgerrecht, aber einen sehr engen. Was die zweite Frage betrifft, nach der Zahl der "regierungsfähigen" Familien, so bestand nach meinem Eindruck eines der großen Probleme der Lateinischen Municipien in derBaetica darin, daß sie zu klein waren, als daß sie die wirtschaftlichen Voraussetzungen für eine größere Zahl halbwegs reicher Familien und damit für ein Funktionieren der Stadt hätten bieten können. Wahrscheinlich hängt hiermit ja auch das Ende der Errichtung neuer Municipien im zweiten Jahrhundert zusammen. Prof. Le Roux. H. Galsterer manie la provocation quand il prétend (où est le texte qui l'autorise à parler ainsi?) que le droit latin, à la veille de la guerre sociale, loin d'être
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l'instrument d'une intégration, visait à détourner un grand nombre d'Italiens de cette même intégration. Qu'on le veuille ou non, le droit latin a connu des adaptations dont les rythmes précis nous échappent. L'abandon du ius migrandi, auquel on a substitué la civitas per honorem, a permis l'exportation du droit latin vers les provinces telle que l'ont pratiquée César et, après lui, Auguste. Il s'est toujours agi de l'intégration des élites en aussi grand nombre que possible. Mais, les évalutions dont nous pouvons disposer témoignent que ce n'était pas forcément quelque chose d'exceptionnel. Comme à Irniy le cens local était assez faible et pouvait se limiter à 20 ou 25000 sesterces, soit un équivalent de 20 à 25 jugères (5 à 6 ha.) de terre en Italie, autour de Rome. Prof. Galsterer. Dieser Besitz ist wirklich sehr gering, aber es handelt sich ja auch um eine sehr kleine Stadt, wie man aus der Zahl von nur 63 Dekurionen ersehen kann. Ich möchte aber noch auf eine andere Sache hinweisen: Wir sprechen immer vom Lateinischen Recht und tun dabei so, als ob es sich um ein einheitliches Rechtsinstitut gehandelt habe, das von Pompeáis Strabo, oder vielleicht schon seit dem 3.Jhdt.v.Chr., bis in das 2. oder das 3.Jhdt.n.Chr. keine Veränderungen erlebt hätte. Solche hat es zweifellos gegeben, und zwar in erheblichem Umfang, aber wir erkennen sie nur sehr schwer wegen dar Art unserer Quellen. Auf der einen Seite haben wir die juristischen Quellen, Gaius und die Digesten, aber die sprechen meist nur von den Latini luniani, nicht von den Latini municipales. Dann gibt es die epigraphischen Quellen, d.h. in erster Linie die Stadtrechte, die wir so gut aus der Baetica kennen. Aber sie behandeln das latinische Recht einer bestimmten Zeit und einer bestimmten Provinz, ohne daß wir diesen zunächst sehr punktuellen Eindruck ohne weiteres verallgemeinern könnten. Und dann haben wir schließlich noch die Schriftsteller, Cicero und Livius, die von Italien und der Republik sprechen. Handelt es sich immer um dasselbe ius Latii? Prof. Roddaz. Je crois qu'un point très important pour notre débat est l'utilisation du droit latin. Le droit latin n'a pas été utilisé de la même manière aux différentes époques. Le droit latin est utilisé d'une certaine manière après la dissolution de la ligue latine en 338; c'est de toute autre manière qu'il est utilisé avant même Pompeius Strabo, dès les années 125-124. Rome a bien tiré la conclusion de c'est qui s'était passé à partir de 125-124, lorsqu'on a donné la citoyenneté par les magistratures. Le problème n'était pas de faire entrer dans la citoyenneté romaine toute une population, il s'agissait d'y faire entrer une élite et le résultat fut qu'en 90-89 la majeure partie des sénats sinon la presque totalité des sénats des colonies latines étaient composés de citoyens romains, ce qui explique en grande partie l'attitude de ces colonies latines pendant la Guerre Sociale. Cela se reproduit en Cisalpine. La question que l'on doit aussi se poser est de savoir si par l'octroi du droit latin à la Cisalpine, on a crée une citoyenneté secondaire ou un statut de pérégrins supérieurs. Et qu'en est il de ce statut lorsqu'il est appliqué plus tard aux provinces? Prof. Pereira. Quería intervenir para manifestar una preocupación. Me da la impresión de que no es posible verdaderamente ir perfilando o mejorando nuestros pensamientos porque hay alguna cuestión que permanece oscura y es naturalmente la relación entre el derecho latino y la municipalización. Quiero poner un ejemplo y lo voy a expresar en términos muy fuertes, sobre todo pensando en un público no iniciado o no muy iniciado. La comunidad germana de los Frisones está integrada en el Imperio Romano, pero los romanos los ven muy pobres y muy atrasados y no les cobran impuestos, solamente les piden unas parejas de bueyes y nada más. Esta comunidad sigue viviendo a su aire, a su estilo prerromano. En el año 47 d. C. los Frisones no dan las parejas de bueyes adecuadamente. Los romanos les exigen esta especie de tributo y les van a pedir más cosas.
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Hay una revuelta de este pueblo, los romanos los vencen y entonces el general romano Corbulo les transmuta su naturaleza política y les impone un senado, unos magistrados y unas leyes: nos dice Tácito senatum, magistratus, leges imposuit. Pregunto a cualquiera que esté aquí si se puede imaginar qué magistrado pudieron imponer los romanos que no fuera un duumvir, qué senado que no fuera más o menos una curia de decuriones y qué leyes que no fueran más o menos parecidas a las que conocemos en otras partes, porque no creo que los romanos inventasen unas nuevas magistraturas, ni nuevas formas de senado. Si tuviésemos inscripciones de esa época para los Frisones, creo que tendríamos duumviri y algo así como decuriones o un senado o una curia sin derecho latino, sin municipalización, sin nada. De modo que creo que es necesario separar totalmente una cuestión de la otra, si no no nos vamos a aclarar nunca. Quería decir otra cosa más. He oído varias veces en estas últimas horas —en el bar, durante la comida, hablando con los colegas, los amigos- esta expresión: "Yo ya no sé nada, por favor que me digan qué es un municipio, no entiendo nada". Creo también que es necesario que avancemos un poco en esta cuestión, si queremos entender algo de lo que está en discusión y quisiera proponer una visión de la municipalización que también puede ser quizás un poco salvaje, pero que puede ayudar a la discusión. En este momento creo que se podría formular de la siguiente manera: un municipio es un sistema operativo, como en mi ordenador el DOS. Hay comunidades que no pueden entrar en ese sistema operativo: o es Macintosh o es PC y no hay manera, no pueden entrar. Entonces pueden tener en algunos aspectos la misma cuestión -los duumviri, la curia, el senado- pero no son municipios y no pueden entrar. La cuestión es ¿qué es un municipio? Creo que, si tenemos en cuenta las definiciones del Digesto y de algunos otros autores, se impone la visión del municipio no como una cuestión burocrática. En algunos momentos discutir si la colonia es latina o es romana puede parecer algo así como si han vivido de acuerdo con el formulario oficial número uno, número dos o número tres. Creo que un municipio es algo más profundo: es una forma de vivir, una forma de funcionar y esto no es transferible -me parece- a una comunidad en el Norte de Hispania donde no hay núcleos urbanos, donde quizás el uso y la propiedad de la tierra tienen otras lógicas que no conocemos, etc. Entonces, ahí nunca puede haber un municipio, porque no puede ser, no entra en el sistema operativo DOS. Con esto quisiera solamente pedir que me aclaren mis dudas. Prof. Bandelli. Vorrei fare alcune osservazioni generali da un punto di vista marginale, poiché non ho la competenza per-entrare nel merito di problemi così complessi come quelli delle Gallie o delle province spagnole. Dal mio particolare osservatorio, l'Italia settentrionale, io intravvedo alcuni elementi di continuità certa fra la situazione della Cisalpina e quella della altre province, e alcuni elementi di apparente discontinuità, di apparente innovazione. Per quanto riguarda la continuità certa, direi che questa riguarda il primo dei due termini del nostro argomento, cioè il diritto latino. Un elemento di continuità certa mi sembra lo ius adipiscendae civitatisper magistratum. Ad un certo momento si comincia a percorrere questa via -non ha molta importanza se nel 124 o nel 90- e questa via continua ad essere percorsa, con la debita dislocazione cronologica, nella Gallia Narbonense, nella penisola iberica e nelle altre province dell'Impero. Un altro elemento di assoluta continuità e in questo sono d'accordo con quanto diceva Le Roux- è il motivo per cui s'introduce il diritto latino. In sostanza, tu dici che diritto latino significa ius commercii e ius conubii: un porre su basi giuridiche certe i rapporti fra soggetti che partecipano di una condizione superiore, cioè sono cittadini romani, e soggetti che permangono in una condizione inferiore, ma non troppo, in modo che i negozi privati che intervengono tra queste due categorie siano regolari, normali, non lascino residui, non creino problemi.
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Una qualche discontinuità mi sembra invece di notare per quanto riguarda il secondo aspetto del nostro discorso, cioè il municipio o -se vogliamo- i centri dotati di autonomia amministrativa, comprendendo in questa definizione coloniae civium Romanorum, colonie latine e municipia. A quanto ne sappiamo, le situazioni dell'Italia e della Cisalpina sono abbastanza semplici. A partire dal 90 c'è in Italia una diffusa municipalizzazione; nel giro di pochi decenni quasi ogni traccia delle precedenti organizzazioni arnministrative alla Gallia Cisalpina; nascono decine di municipi che funzionano tutti allo stesso modo; in breve non ci sono più residui, non ci sono complicazioni, a parte i casi delle civitates adtributae, che sono imbarazzanti, poiché -come ho ribadito prima- tali gruppi non integrati fanno parte dell'Italia. Sarebbe stato importante sentire anche una relazione sulla Gallia Narbonense, in cui la situazione si evolve in modo peculiare. Ad ogni modo abbiamo imparato molto sulle altre Gallie e sulla penisola iberica. Qui, apparentemente, la realtà s'ingarbuglia. Tanto per cominciare, non siamo d'accordo su che cosa siano i loro municipia. Mi convince abbastanza la proposta di Gerardo Pereira, di carattere molto positivistico, molto formale; però, a quanto pare, una tale proposta non è accettata da tutti. Che cos'è poi esattamente una civitasl una res publica? L'impressione che ne ricavo è la seguente: che mentre in Italia tutto è semplice (dalla seconda metà del I secolo a.C. abbiamo soltanto coloniae civium Romanorum e municipia civium Romanorum, a parte le civitates adtributaé), nelle province abbiamo una serie di "unità" amministrative - l e chiamerò così- che possono essere colonie di diritto romano o di diritto latino, municipia di diritto romano o di diritto latino, civitates, respublicae, eccetera. In conclusione, mi sembra che il modello italico, dopo essere stato applicato alla Gallia Cisalpina, non si estendesse con la medesima radicalità e sistematicità al mondo provinciale. Qualcuno mi potrebbe dire che questa è un'osservazione del tutto lapalissiana, nel senso che, ovviamente, la classe politica romana aveva una prospettiva italocentrica, e voleva mantenere l'Italia in una condizione di privilegio rispetto alle province; e certo questo deve considerarsi il presupposto di ogni specifico discorso intorno a queste realtà provinciali. Resta, comunque, la necessità di approfondire le nostre conoscenze sulla natura e sul funzionamento di ciascuna delle loro diverse "unità" amministrative. Riassumendo: ci sono elementi di continuità certa nel campo del diritto latino; per quanto riguarda il resto, si tratta di vedere in che cosa consista precisamente la discontinuità. Prof. Rodríguez Neila. No sé si arrojaré un poco más de oscuridad sobre estas cuestiones. Quisiera volver al ejemplo al que aludía antes el Prof. Pereira, que parece ser una forma de controlar institucionalizando, o introduciendo un marco institucional, que quizás se pueda hacer en otros ambientes culturales o en otros marcos sociológicos. Consensuando o entendiéndose, un municipio es un sistema de gestión de los asuntos públicos, acorde con lo que Roma puede entender como modelo de sociedad evolucionada, o sea correlativo a una sociología, a un determinado contexto social. Creo que se pueden hacer dentro del estatuto Imitano algunas lecturas de la situación precedente al momento de la recepción del estatuto. En el texto hay referencias a magistrados que han funcionado con títulos del sistema municipal romano (es decir duunviros, ediles) antes de la recepción de la lex, y a los que van a ser elegidos luego, de acuerdo con un procedimiento que el estatuto introduce y que es un sistema electoral (lo vemos además detallado en el caso del estatuto Malacitano). Hay una diferencia entre una situación de iure y una situación de facto, esta última anterior a la recepción del estatuto. Los señores que rigen los asuntos públicos de la comunidad se pueden llamar duunviros, pretores (como en Capua, aquello que le parecía tan altisonante a Cicerón) o con aquellos títulos a veces tan extraños, pero no están funcionando en un marco de gestión que la recepción del estatuto introduce. El tema, por
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ejemplo, de la cifra de los 63 decuriones o prosenadores (ésta es otra posibilidad que recoge el estatuto): ¿quiénes son decuriones o quiénes han desempeñado en comunidades en situación pre-municipal la función de senadores, que es un término genérico, pero que puede indicar simplemente el grupo que ha mandado en esa comunidad?; ¿por qué 63?, ¿es una cifra consensuada a lo mejor para mantener el status quo de poder del grupo social imperante en esa comunidad a partir del momento de la recepción del estatuto?, ¿es una cifra ajustada para dar juego en ese marco numérico a todo un cúmulo de posibilidades personales de promoción? La relación oppidum-terriíorium es también muy importante como otra herencia de la situación anterior a la recepción del estatuto. A partir de ese momento se define un marco territorial y en el caso de la Bética esto es evidente. Y puesto que se ha hablado antes de un aedilis vicanorum, aunque en otro contexto territorial diferente, dentro de la enumeración un poco desordenada de competencias de los ediles en el estatuto Imitano: ¿porqué entender vici como barrios del oppidumy si eso estaría implícito ya en la referencia al oppidum, y no entenderlos como núcleos de habitat rural dependientes del oppidum central? De hecho, quizás no esté tan claro en el contexto de Imi, pero en otras partes de la Bética es evidente que en marcos territoriales limitados la implantación arqueológica rural es bastante grande como para pensar que incluso entidades tipo vicus han podido existir en el territorio de alguna de estas comunidades. Por ejemplo en el estatuto Imitano disponemos db una referencia aislada a los tura y mores que habían regido en la comunidad anterior al momento de la recepción del estatuto, al peso de las costumbres, de los usos ancestrales que ahora van lógicamente a ser reemplazados por un nuevo marco de gestión, de funcionamiento. Algo muy concreto es lo que se plasma de una manera institucional muy clara y es el tema del acceso a las magistraturas. No recuerdo ahora mismo qué constancia documental podemos tener para aclarar bajo qué mecanismos podían ser elegidos quienes regían estas comunidades antes de la recepción del estatuto. Sin embargo, hay algo evidente y es que en un apartado del estatuto Imitano se introduce una estructura organizativa de carácter corniciai que indudablemente va acorde con un nuevo planteamiento en la forma de acceder a la gestión de los asuntos públicos, es decir a las magistraturas. Con esta estructura organizativa se adoptan una nueva serie de principios básicos institucionales, como la colegialidad, la especialización de funciones y el acceso a la magistratura mediante un proceso corniciai al que se dedica el suficiente número de artículos y detalles, como para pensar que eso es realmente importante de cara al funcionamiento de una entidad que asume estos principios de gestión inspirados en la práctica institucional romana. Desde la óptica romana se deja a la propia comunidad municipal la responsabilidad en cierto modo de decidir quiénes van a ocupar las magistraturas al establecer todo este sistema, con lo que conlleva naturalmente de retícula de influencias, etc. No sé si todo esto, si la introducción de este nuevo sistema electoral para el acceso a la magistratura, implica en cierto modo introducir estos principios en el marco de una sociedad, donde se considera que ya hay unos grupos de poder suficientemente desarrollados, que pueden competir, y que de esa competencia pueden surgir quienes van a asumir esos cargos. Creo que hay cuestiones verdaderamente capitales, que se suman a esa que ya ha sido planteada desde el primer momento, como el límite entre la municipalización virtual y la municipalización real. Yo añadiría dos más: ¿por qué hay dos velocidades en la municipalización, la de aquellas comunidades que llegan realmente a ese estadio, y la que se queda simplemente en la forma? En tercer lugar añadiría ¿cuál es el impacto, el precio sociológico o la influencia sobre el tejido sociológico de estas comunidades con la introducción de estos ordenamientos? Indudablemente, la concesión del derecho latino establece ya una disociación entre diferentes componentes sociales dentro del oppidum, pero también habría que plantearse hasta qué punto esta posibilidad juega únicamente a favor de
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determinados núcleos de habitantes enraizados en el oppidum, y no tanto a favor de otro contexto poblacional disperso por el territorium, que administrativamente se coloca en dependencia de ese oppidum. Prof. Galsterer. Auch ich bin nicht so überzeugt, daß es eine "DOS-Welt" von latinischen Municipien im Westen und eine "Macintosh-Welt" ohne Latiner im Osten gab, aber ich möchte auf etwas anderes aufmerksam machen, nämlich die soziale Ausprägung von municipium, die von Provinz zu Provinz sehr verschieden sein kann. Dies zeigt sich z.B. am Verhalten von städtischen Magistraten -zumindest soweit wir das aus den Inschriften beurteilen können- das in Gallien sehr verschieden von dem in Italien und in der Baetica sein kann. Die gallischen Beamten, in den civitates der Haeduer oder der Arveiner, machen in ihren Gemeinden keine großartigen Stiftungen, anders als in den anderen genannten Regionen. Auckdas gehört vielleicht zu den Unterschieden zwischen den Städten und ist ein Hinweis darauf, wie sich die latinischen Städte in der Realität, als soziale und nicht als juristische Einheiten darstellten. ProF. Mentxaka Antes de ceder la palabra a las muchas personas que la han solicitado, quisiera hacer una pregunta al Prof. Rodríguez Neila -el último que ha planteado el tema- y que se sitúa en el contexto de las leyes municipales de la Bética: cuál es la relación existente entre la concesión de la Latinidad por Vespasiano y la aparición de estas leyes municipales al cabo de un período de tiempo que más o menos podemos situar como máximo de 20 años. El Prof. Rodríguez Neila ha ido poniendo de manifiesto las diferencias que la ley municipal crea respecto a la etapa anterior, en cuanto que se ha estado funcionando fácticamente con unos magistrados que responden al sistema municipal romano, con un senado, pero a partir de la institucionalización se ha producido una circunstancia técnicamente diferente. Mi pregunta sería: ¿podríamos hablar de municipalización real, como parece que se desprende de su exposición, a partir de la existencia de una ley municipal y, hasta ese momento, podríamos hablar de un funcionamiento fáctico, pero no ciertamente de configuración técnica de municipio o no necesariamente? Como esta mañana ha puesto de manifiesto el Prof. Galsterer, el funcionamiento que se pone en marcha como consecuencia de la concesión de la Latinidad por Vespasiano crea una municipalización fáctica, pero en algunos casos creo que no sólo fáctica, porque, ciertamente, esos magistrados van a poder adquirir la ciudadanía romana por decretos o mandatos de los emperadores posteriores; en ese sentido obtienen ya uno de los beneficios que la ley municipal posterior reconoce. Entonces ¿qué plus aporta la ley municipal que no estuviera ya recogido en la propia concesión de la Latinidad? Son preguntas que supongo que están en la mente de todos los presentes, pero a las que yo particularmente, como jurista, no sé muy bien cómo responder. Perdonen por la incursión en este terreno, pero quizás la cuestión está en relación con la reflexión en voz alta del Prof. Rodríguez Neila de intentar claramente enmarcar las diferencias. ¿Qué es lo que ocurre a partir de esta ley municipal? Parece que ocurre algo diferente a la situación anterior porque la ley municipal facultaría al sujeto privado (no necesariamente a esa persona que ha ocupado una magistratura municipal en época pre-4egal o pre-institucional), al habitante de esa comunidad, que desde el momento del otorgamiento de la ley podemos pensar que ya tiene la calificación jurídica de municipio, a beneficiarse de un sistema que está totalmente regulado y le permitiría acceder a una administración de justicia, a unos derechos tanto en el ámbito privado como público como por ejemplo participar en unas elecciones, etc. Cabe pensar por lo tanto que sí se produciría un cambio de situación con motivo de la ley municipal. Yo no sabría establecer la relación que existe entre la concesión de la Latinidad y la ley como tal; pienso que no es lógico pensar en una
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municipalización sin derecho Latino previo. No se llega a la municipalización, entendida como el estadio máximo de evolución, sin derecho Latino previo y de hecho existe la continuidad que decía antes el Prof. Bandelli o la relación intrínseca entre ambos fenómenos. No obstante hay momentos en que el derecho Latino no se manifiesta en todo su esplendor, en cuanto que no tiene todo ese marco referencial del municipio técnicamente constituido, de la ley municipal que faculta a todos los sujetos que son latinos, o mejor dicho que han recibido la Latinidad. Perdón por estas reflexiones en voz alta que he planteado como jurista que se ha introducido mínimamente en el tema, sin saber muy bien qué respuesta se puede dar a estas cuestiones, y, dado que los presentes son auténticas autoridades en este tema de la Latinidad y de la municipalización, me atrevo a plantearlas en voz alta. Prof. Richardson. I just want to make one, perhaps two simple points. I think it is clear that Latium and municipium are two separate things and what we have in Baetica, at least, is the articulation of Latium through the use of the municipium. But I think there is a question that we must at least attempt to answer, which is a question of the motivation of the Romans in introducing Latium at all. I was brought up as a student not to ask such questions, but I think it is important that we try. It seems to me that although we have been told that Latium changes over the long period of its history, it changes very little. I think that what changes is the people to whom it is applied, but the basic notion of what it is changes only a small amount. There are changes, because the ius migrandi disappears and the acquisition of civitas per honorem appears and it is my suspicion that one replaces the other during II century. But the point is this: why was it that the Romans decided to use this particular form of reward, of articulation of a society? They decided to use Latium, and it seems to me that we can make some guesses about this, because -as Prof. Bandelli has said quite rightly- Latium is always used and it was used from the very beginning, to bring together two different groups of people of whom nearly always one group are cives Romani and the other group are not. It is a way of making more nearly equivalent peregrini and cives, and it seems to me that it what is happening in the provincial cities in Spain, at least at the end of the I century. Throughout the lexlrnitana a series of iura are being given to the inhabitants of Irni which makes those who are cives and those who are not cives able to operate on what politicians in my country call a 'level playing field". They are more closely equivalent, even though they are not the same and I think that the intention of Latium was not to make everybody the same in all respects. I do not think it was a slow way to bring civitas Romana to the whole of the people of Spain, because that would be a strange thing to do. Why not do it quickly? In any case, it would probably only make cives Romani of a small élite of togati. I think that the civitas per honorem comes to these people because it is part of the ius Latii. The Romans decided to use the ius Latii to make it possible for cives and peregrini to live together better in what became the municipia of southern Spain, and with the package comes civitas per honorem. But I think that the essential thing is that it is ius Latii which is given and I think it brings with it the whole history of the ius Latii for the people in the coloniaeLatinae, for the Latini Iuniani and, then, for these groups of Latini. Of course these three groups an all different, but they are been treated in very similar ways. Prof. Mangas. Voy a ser muy breve, porque creo que nos vamos a poner dì acuerdo. No hemos entrado en el tema todavía, a pesar de todo. Yo le preguntaría -aunque sea una pregunta muy directa- a nuestra compañera ¿lo de virtual es totalmente necesario mantenerlo o se podría hablar de municipalización y luego describir lo que eso significa? Porque 'lo virtual" a lo mejor está introduciendo más elementos de desequilibrio sobre lo que individualmente cada uno entendía por municipio. Por ejemplo yo puedo pensar en
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varios modelos ajenos a España; por ejemplo, en la Umbría donde se ven los restos arqueológicos y la documentación epigráfica y se tiene noticia de cómo funcionaba. Uno dice Asís era así, Gubium era de otra forma, Naini era de otra manera y, efectivamente, no eran ciudades, a pesar de estar muy próximas geográficamente, con unas condiciones de sustrato muy uniformes. Por ello, no era igual el funcionamiento de cada una de ellas, pero hay una serie de elementos comunes. En este sentido, si uno mete en el mismo saco lo que puede suceder en el Norte de Africa, en las Gallias y en la Península Ibérica evidentemente los resultados no pueden ser los mismos, porque primero hay un elemento de sustrato que es distinto. Es conocido que el mundo del Norte de Africa tiene una organización -no sólo una herencia cultural- púnica, es uno de los sitios donde tenemos claramente testimoniados pagi (pagi de 57 civitates o de 30 civitates) y eso no lo tenemos en la Península Ibérica. Hay elementos de sustrato que están condicionando una forma distinta de aplicar ese modelo y en las Gallias nos encontramos con una situación distinta. Creo que en el caso de la Península Ibérica -si se me permite- hay una aplicación más parecida a lo que se hizo por ejemplo en Sicilia. En Sicilia también hay diversos modelos de ciudades; pudo haber ritmos distintos de aplicación de ese modelo. La Bética sigue un ritmo, la Citerior, ambas mesetas siguen otro. Hay un problema de ritmos y formas que vienen condicionados por el sustrato. Si metemos en el mismo plano lo urbanístico (se ha dicho que algunas veces acompaña a la urbanización, otras veces no), las dimensiones del núcleo urbano (desde el momento en que tenemos núcleos urbanos, municipios como el conocido de Muí va que son los templos y cuatro casas nada más), etc. hay muchas modalidades posibles. Yo diría que probablemente, para una definición, municipio en lo jurídico es aquello que tiene ese niínimo que tienen otras ciudades que ya sabemos que son municipio; en lo urbanístico bastaría a lo mejor un templo, porque un templo puede cumplir más funciones que las puramente religiosas; puede ser curia, lugar de reunión, tesoro, etc.; en lo sociológico que haya efectivamente una población que accede a tales condiciones jurídicas. ¿Cómo será la composición social? Depende de las condiciones económicas, si es un municipio grande o pequeño y entonces entraríamos en una problemática distinta. En lo religioso, evidentemente hay municipios que se comportan con una mezcla de panteones indígenas-romanos y hay otros que tienen una implantación de un modelo religioso romano más puro. ¿Hay en el momento de la municipalización algún elemento de culto oficial? La respuesta es sí. ¿Siempre se implanta un culto de tipo imperial? Tal vez no siempre. Probablemente lo que hay detrás de ciertas discusiones es que, en el fondo, cada uno está trabajando con un modelo muy rígido y, en el momento de aplicar el modelo rígido, no funciona y entonces uno empieza a pensar que esto no es un municipio y hay que darle otra formulación. Creo que a lo mejor hay también un problema de lenguaje, a veces se puede estar diciendo lo mismo con formulaciones distintas. Creo que también hay algo de esto en las diversas discusiones; por ejemplo, lo de virtual que decía nuestra compañera es un lenguaje nuevo para definir unas situaciones que habitualmente no se definían así. No sé si nos puede responder sobre lo que entiende por virtual y si es realmente necesario; a partir de ahí podemos entendernos un poco mejor. Dr a . Ortiz de Urbina. La especificación virtual añadida al concepto de municipalización no es una expresión que considere que sea totalmente necesario mantenerla, particularmente si en su empleo sólo se pone el acento en su aspecto formal y no en el contenido de esta acepción. Como he expuesto esta mañana, en mi opinión esta especificación permite establecer una diferenciación entre el contenido técnico de los conceptos de municipio y de colonia y su acepción imprecisa, documentada en ciertas menciones actuales de estas expresiones políticas romanas. Asimismo considero que con esta expresión se tiene en cuenta la capacidad de adaptación de la política romana a los
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diversos ámbitos de desarrollo local existentes con anterioridad al proceso de conquista No es sólo una cuestión de valorar la evolución histórica diversa que encontramos en comunidades de ámbitos provinciales del Occidente romano como, por ejemplo, Hispania, Gallia o el Norte de Africa, sino de tener en cuenta las especificidades que se observan en el funcionamiento interno de comunidades dentro de las diferentes provincias y de un mismo ámbito provincial (entre otros ejemplos, Callaecia y la zona periférica septentrional indoeuropea en la provincia Tarraconense). En estas comunidades se testimonian una serie de elementos (instituciones romanas, presencia de ciudadanos romanos y/o urbanismo romano) que también encontramos en municipios y colonias, pero su documentación no es un argumento que pueda ser utilizado directamente para considerar un funcionamiento municipal o, en otras palabras, su constitución como comunidades romanas. Por otra parte a estas consideraciones se une la ausencia, significativa por su concentración, de la mención en las fuentes escritas de municipios y de colonias en algunas zonas del Occidente romano. Asimismo -como decía el Prof. Pereira Menaut- no siempre este concepto de municipalización virtual está en relación con comumdades a las que se les ha concedido el derecho latino. También se puede observar un aparente funcionamiento municipal sin que tengamos constancia de la concesión de este estatuto jurídico. Por ejemplo, el caso de Mactaris en Africa Proconsular. Esta comunidad se documenta como civitas en el 169 d.C, recibe la promoción colonial con Marco Aurelio y Cómodo y dispone de un desarrollo urbano al modo romano desde el siglo I d. C. En Mactaris se va a producir una pervivencia de características de la etapa púnica y la virtualidad de un funcionamiento romano propiciado por la presencia de un conventus civiwn Romanorum y por las concesiones de la ciudadanía Romana a título individual a notables locales en época de Trajano. Prof. Abascal. Voy a intervenir al hilo de la exposición del Prof. Bandelli, con el que tengo que manifestar mi más absoluto acuerdo con la primera parte de su intervención, es decir, la existencia del ius Latii como un marco común, necesario, uniforme, universal, imprescindible. Efectivamente sobre este marco habría que entender después una serie, en mi opinión, de alteraciones locales inducidas por multitud de factores. Voy a poner un ejemplo para introducir esta cuestión: las leyes flavias de la Bética hablan de la existencia de quaestores en los municipios. Nosotros no tenemos quaestores epigráficamente corroborados en el territorio bético, sin embargo no hemos hecho de este asunto un dogma de fe. En 1993 la no existencia de quaestores en la Bética ya no es una casualidad: el ritmo de hallazgos epigráfícos en los últimos cien años tendría forzosamente que haber arrojado algún testimonio de quaestor con confirmación epigráfica. No los hay y sin embargo las leyes los tienen. Nosotros los aceptamos, pero no hemos hecho un casus belli de esta cuestión por una sencilla razón: en la intención del legislador en las leyes flavias hay una previsión de futuro. Un quaestor en una pequeña comunidad, como es el caso de Irni o de cualquier otra localidad bética, es un personaje innecesario, funcional en el esquema del derecho, con unas atribuciones claramente delimitadas en el esquema institucional, pero operativamente en una pequeña comunidad es un personaje superfluo. En consecuencia, el legislador sólo introduce unas posibilidades de funcionamiento en previsión de que la comunidad crezca, amplíe sus límites y se produzca una transformación en el tejido social que gobierna esa comunidad y que el día de mañana sea necesario introducir esa figura. En ese sentido, si aceptamos esta diferencia entre lo que dice la ley y lo que es la realidad epigráfica en el caso de los quaestores y, a pesar de todo, seguimos hablando de Irni y de cualquier otro enclave flavio como de un municipium, el encontrar otros elementos que conforme a derecho faltan en algunas comunidades no nos debe dar pie a distinguir formas jurídicas de organización colectiva que transgredan claramente el derecho. En este sentido, yo tendría en cuenta que la concesión del ius Latii no es una concesión generosa del pueblo romano a las provincias, es
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una concesión que tiene claramente unos intereses deprédatenos que se manifiestan a través de una simplificación del proceso de recaudación, del reclutamiento, del control sobre el régimen del suelo, etc., que en estos momentos van a desempeñar estas comunidades o los magistrados de estas comunidades. Roma persigue unos objetivos que se deben cumplir, por supuesto siempre respetando un marco básico que tiene que ser el ius Latii. Con el respeto de ese marco básico, quizás las alteraciones no son tan importantes. En este sentido la hipótesis de una municipalización virtual me parece un término que quizás se podría aceptar con ciertos matices. El Prof. Julio Mangas ha planteado si se podría suprimir, pero creo que el problema no es ese. El problema está en que si nosotros pudiéramos medir de 0 a 10 la regularidad de un modelo local con respecto a un modelo teórico, ajustado plenamente a derecho, no tendríamos que utilizar una terminología, podríamos decir grado 3, grado 5, etc. Mientras esto no sea posible, y naturalmente no lo será nunca, la única solución que tenemos es documentar las anomalías con respecto al patrón teórico, pero en ningún caso podemos convertirlas en tema clave de nuestras discusiones porque estamos ante comunidades muy semejantes que úmcamente nos están denunciando diferencias geográficas y socio-económicas. Estas diferencias tienen que generar ese respeto a las mores al que se ha aludido antes y forzosamente modelos distintos. La sola mención en la ley de Irni de este respeto a las mores tiene que generar a la fuerza modelos que a nosotros nos choquen, pero el hecho de que esos modelos puedan presentar anomalías con respecto al ius Latii no es trascendental, mientras la ciudad cumpla unos objetivos, y creo que esto es lo importante. Prof. Le Roux. La noüon de "municipalisaüon virtuelle" ne me paraît pas susceptible de faire progresser les questions dont on débat depuis Mommsen. Je ne vois pas ce qu'elle apporte comme contribution décisive et je crains qu'elle ne nous détourne de la question municipale. S'il ne s'agit que d'une formule disons pédagogique, adaptée au monde de rinformatique, cela est plutôt amusant. S'il s'agit de modèle et de distance par rapport au modèle, je ne vois pas le problème, d'autant que nos moyens de mesure sont limités. En outre, ce serait s'égarer et perdre de vue la logique juridique qui est seule en cause ici. Si le concept avait une efficacité nouvelle, jamais Caracalla n'aurait dû intégrer la Galice dans le droit de cité universel octroyé en 212 p. C , sauf à considérer les Galiciens comme des dédiüces perpétuels. Autrement dit, si nous voulons dépasser la question de municipe et droit latin, ce n'est pas par le concept de "virtuel" que nous y parviendrons, mais bien par celui d'intégration. Les solutions juridiques ne sont que les éléments d'une politique inspirée par l'idéal de l'autonomie locale susceptible de compenser les insuffisances de la bureaucratie. L'évolution même du vocabulaire que nous constatons dans les inscriptions traduit bien la logique administrative qui a présidé à l'histoire municipale, indépendamment d'autres contenus : la généralisation des mots civitas et res publica dispense de toute référence à une municipalisation virtuelle, notion évidemment impensable pour les Romains d'Hispanie ou d'ailleurs. L'intégration, qui requérait en pratique l'acquisition de comportements sociaux et culturels définis, et pouvait, avec le temps, s'opérer par simple décision de l'autorité impériale, constitue une autre question. Mais on doit constater alors que l'histoire qu'elle induit n'épouse pas exactement celle de la municipalisation et du droit latin qu'elle ne rencontre que dans certaines circonstances. Je veux dire qu'il est hasardeux de chercher à her absolument droit et fonctionnement de la société, même s'il ne me viendrait pas à l'idée de refuser toute relation entre l'esprit du droit et la culture ou l'organisation de la société. Prof. Wulff. Yo también voy a hacer la intervención de alguien que no es especialista. Me gustaría hablar un poco sobre uno de los temas que se han trabajado, que es
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el tema de la Latinidad y también la pregunta que hacía el Prof. Richardson sobre el tema. Evidentemente, Bandelli tiene razón en mucho de lo que ha ducho y es cierto también, ahora que se nos oscurece, que en el pasado Italia estaba muy clara: llega el siglo I y se acaban las confusiones porque todos son ciudadanos Romanos. Es lógico que sean los demás los que tienen la confusión: es una consecuencia de la complejidad de las cosas. Pienso que el tema de la Latinidad hay que verlo con una perspectiva histórica larga. El Prof. Richardson se ha preguntado por qué se elige ese método. Yo diría que lo propio de la Latinidad es una cierta comunidad de derecho con Roma, (siempre de arriba abajo, donde arriba está Roma) y una enorme capacidad de cambio y de adaptación. Es la estructura más adaptable que hay a lo largo de la historia de Roma desde mi punto de vista. Si me permiten hacer un esquema un poco rápido, tendríamos primero que la Latinidad sirve para regular las relaciones Lacio-Roma. Cuando hay ya colonias latinas, sirve para establecer unos contactos entre grupos con una determinada comunidad de leyes privadas y probablemente públicas, de cara a esas necesidades que se exigen a las comunidades latinas; implica un cambio de ciudad y de ciudadanía, la creación de una comunidad nueva; implica probablemente que haya romanos. Muchos pensamos que son los romanos los que constituyen en buena parte las ciudades latinas, que cambian de ciudadanía y se convierten en latinos. ¿Qué supone Carteial De nuevo una legislación con una relación entre grupos, más un cambio de ciudad y de ciudadanía, más la creación de una comunidad nueva que tampoco es de romanos de origen. ¿Qué supone la Cisalpina, cuando se produce como muchos creemos- el proceso de constitución del acceso a la ciudadanía? De nuevo una legislación que permite la relación entre grupos; no hay cambio de ciudad, sí de ciudadanía; no hay creación de una comunidad nueva y se añade a los contactos entre grupos el hecho obvio del acceso por la vía de la magistratura ¿Qué suponen César y Augusto? De nuevo la relación entre grupos; no un cambio de ciudad, sí de ciudadanía; desde luego no la creación de una comunidad nueva y a la vez el derecho de acceso a la ciudadanía romana. Todo ello implica relaciones distintas a lo largo del tiempo, por ejemplo en unos casos tiene unas funciones defensivas, en otros de recompensa y de control y finalmente de control global. Lo que le da a la Latinidad el juego es, en primer lugar, que Roma decide y, naturalmente, decide para su bien; segundo, que decide y genera unos marcos legales; tercero, que permite unos cambios amplísimos que también son definitoiios por esencia de la Latinidad. Por último, debo decir que una cosa que no está tan clara es qué significan esos marcos de derecho, qué significa el derecho latino, ese derecho de contacto. Yo he dudado por escrito conio cual soy doblemente culpable de herejía total- de la existencia exactamente de un ius migrandi o incluso me he permitido poner en duda el ius commercii, pero no el ius conubii, si es que es concedido. Prof. Pereira. Vuelvo a la cuestión central que -en mi opinión- está centrada en esta cuestión semántica de la municipalización virtual o no. Aquí hay un hecho claro: a lo largo de muchos años ha habido una discusión acerca de qué es municipio y qué no y algunos de los presentes hemos cambiado de opinión. Ha sido publicado hace poco un libro bien conocido de Geza Alfóldy sobre la municipalización en Castilla la Nueva, que yo recensione, y que curiosamente tenía unos criterios para deteiminar los municipios -que veo que se mantienen para algunos- que se apoyaban en el primer trabajo de Galsterer, cuando el mismo ya ha cambiado de opinión por completo. Es un hecho que hay comunidades que tienen muchas cosas que nos parecen propias de los municipios y no son municipios. Yo creo que la expresión "municipalización virtual" para estos casos es correcta y -como decía Galsterer- feliz porque parecen municipios, pero no lo son; funcionan como municipios, tienen las virtudes de un municipio, pero no lo son. Voy a poner un caso muy claro. Según la tabula Siarensis se manda que en todas las colonias y municipios se ponga un grupo
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escultórico en honor de Germánico: Leptis Magna no es un municipio y pone el grupo escultórico en honor de Germánico. Podemos encontrar esta virtualidad de la municipalidad en grupos escultóricos, en la organización municipal, en muchísimas cosas encontramos esos aspectos que son propios de la municipalidad fuera de los municipios. ¿Cómo se le quiere llamar a eso? Prof. Le Roux. C'est bien la question. Est-il utile d'inventer un nouveau concept? J'ai déjà répondu. Il est juste de dire que toute ville de droit latin a, en l'espace de quelques décennies -et non du jour au lendemain- transformé ou adapté son administration au nouveau régime juridique. Ou on accepte une distinction entre simple ville latine et municipe ou on pense que toute ville qui a reçu le droit latin était de fait un municipe, ce qui ne me paraît pas gênant en théorie. Simplement, il n'y a pas de place pour l'idée de municipalisation virtuelle dans cette perspective. Quant à la fonction du droit latin, elle était aussi de faciliter l'application locale des règles inspirées par Rome dans un contexte où le pouvoir n'était jamais sûr de les voir respecter. Le municipe représentait autre chose: une cité susceptible de rivaliser sur de nombreux plans avec les cités municipales d'Italie. Il s'agissait alors d'une question d'identité et d'assimilation. Prof* Ortiz de Urbina. "Derecho latino y municipalización virtual. Contribución al debate historiográfico" es el enunciado que, a juzgar por este tercer coloquio, convendría más a mi comunicación. Si una exposición oral de veinte minutos da lugar a tantas intervenciones por parte de los asistentes a este simposio, dudo que su exposición gráfica, mostrando todo el aporte documental, vaya a pasar desapercibida en la comunidad científica. Lejos de mi propósito estaba el mostrar una contribución decisiva, por otra parte improcedente en un ámbito de investigación como el que nos ocupa. Por el contrario, la aportación que deseo hacer llegar es reflejar la complejidad que se desprende de los testimonios que nos informan de la intervención del derecho latino en el ámbito local y señalar diversos interrogantes en relación con las conclusiones tan precisas que algunos autores han establecido. En esta aportación parece que la noción de "municipalización virtual" es la que ha suscitado el mayor interés, cuando no deja de ser un recurso semántico que, lógicamente, no sustituye el empleo y el contenido de los conceptos oppidum, res publica y civitas. En los ejemplos analizados he expuesto cómo estos conceptos latinos precisan diversos aspectos organizativos (respublica, civitas) y relativos a la configuración espacial (oppidum) que estas comunidades comparten, desde una valoración sustantiva, con el municipium y la colonia, pero ninguna de estas expresiones puede considerarse equivalente a estos estatutos políticos romanos. Por otra parte la expresión moderna "municipalización virtual" tiene sus raíces en la etimología latina. Munus y capere son términos que encontramos en la oratio de Adriano, transmitida por Aulo Gellio, donde se señala que de la participación en los muñera recibían el nombre los municipes y también se documentan en Ulpiano y en Emilio Paulo en relación con la definición de municipes y munus respectivamente. "Virtual" procede del ténnino latino virtus y, siguiendo a María Moliner, "se aplica a un nombre para expresar que la cosa designada por él tiene en sí la posibilidad de ser lo que ese nombre significa, pero no lo es realmente". En este sentido los ejemplos expuestos nos transmiten la adopción de elementos jurídicos (derecho Latino, ciudadanos Romanos), de gestión (instituciones romanas) y de estructuración local (aglomeraciones urbanas) relativos a estatutos políticos romanos, pero no constituyen testimonios inequívocos de que estas comunidades funcionen como municipios o colonias. La especificación "virtual" nos permite ser respetuosos con la documentación, particularmente la que se refiere a la intervención del derecho latino en el ámbito local y, como aquí se ha comentado, al funcionamiento defacto y de iure documentado en la lex
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Imitaría. Asimismo nos permite alejarnos de la "municipalización real" sin pretender establecer una gradación o una escala de medición cuantitativa, como equivocadamente se ha aplicado en ciertos trabajos relativos al concepto de romanización. Nuestro propósito se centra en la constatación de esta dualidad, teniendo siempre en cuenta la capacidad de adaptación de la política imperial a los diversos ámbitos de desarrollo local existentes con anterioridad a la conquista romana. Por lo tanto no supone una transposición de la "realidad virtual" al ámbito de la organización local del Imperio Romano. Es obvio que los romanos desconocían la expresión "municipalización virtual", pero también otras como "élites locales", "autonomía municipal" o términos como "indoeuropeo", concepto que surge en el siglo XIX a partir de los estudios de gramática comparada relativos al parentesco entre las lenguas de centro Europa. Prof. Prieto. En primer lugar, creo que se ha olvidado bastante algo que habría que tener en cuenta en su contexto: lo que es el derecho. Generalmente en cada momento histórico hay algo que se llamó "la ilusión de la época" y que, de alguna manera, es como un telón que tapa lo que había detrás; así no cabe pensar que en la Edad Media todas las herejías son herejías nada más y no son paralelamente más cosas. ¿Para qué sirve el derecho romano, en qué marco sirve o para qué sirve un municipio? A este nivel, ver municipio por municipio si aparece una cosa o no, me parece un camino bastante peligroso. Me parece más fructífero intentar ver el marco en el cual se mueve y ya hemos visto que la civitas es un marco jurídico con respecto a más cosas. Hay una cosa de la que no hemos hablado y es la relación con el fisco, el aspecto fiscal también existe. Debemos preguntarnos cómo están hechas las comunidades, no solamente para mantener un equilibrio entre estos nuevos ciudadanos dentro de este marco, sino también otra regla del juego que es cómo se pagan los impuestos, cómo se recaudan con respecto a las provincias y finalmente con respecto al estado central, es decir a Roma. Sabemos que en el siglo II, por ejemplo, hay comisiones del senado que reorganizan las provincias para un marco de juego distinto y, a su vez, para organizarías fiscalmente de alguna manera. Por ejemplo, disponemos de la referencia de Apiano (Iberia 99) en la cual se dice que tras la guerra de Numancia vino una comisión del senado para organizar la Península Ibérica tras la guerra numantina. Es importante tener esto en cuenta para englobarlo en un marco global. ¿Cuáles son los marcos del juego? Fundamentalmente las provincias y el estado central. Esto no hay que olvidarlo para intentar comprender las cosas. ¿Qué ocurre? Roma va creando un marco jurídico que intenta englobar estas cosas. Por ejemplo, hay localidades como en el caso de Vadinia donde no se llega a encontrar un marco jurídico romano para englobar a los vadinienses: ¿qué son los vadinienses?, ¿cómo se engloban? Es un problema, pero evidentemente Vadinia existe físicamente. Existe también otro problema. Muchas veces se confunde la ciudad con urbs\ wrbs es una parte, pero el conjunto es la civitas, el municipio o la colonia, lo que tenemos que mirar jurídicamente. La wrbs no es todo: el todo es la civitas fundamentalmente. Por último, con respecto al municipio, estamos ahora hablando de un 15% a nivel de autonomía local, los ayuntamientos están reclamando dinero a nivel global y una mayor entidad autónoma. Los municipios son también una parte de la administración autónoma y, con respecto a lo demás, vuelvo a lo que conozco mejor que es la Tarraconense y la descripción de Plinio de una serie de marcos distintos con respecto a una provincia, que acuden a su capital a dirimir pleitos. En algunos casos también se desplaza de Carthago Nova o Tarraco a otras localidades que tenían un marco distinto, lo que podíamos llamar municipalización virtual, donde hay también controles fiscales, jurídicos, etc. Son aspectos que me parece que hay que tener en cuenta.
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Prof. Galsterer. Ich habe mir in den letzten Stunden all das, was hier über das latinische Recht gesagt wurde, nochmals durch den Kopf gehen lassen, und ich glaube, daB es eine Interpretation gibt, die zumindest einen Gutteü der verschiedenen Aussagen in den Quellen kombiniert. Wie wir alie wissen, hatten die Ròmer kein geschriebenes Staatsrecht, d.h. es gab kein Gesetz oder eine sonstige nonnative Aussage die definiert hàtte was ein Municipium oder eine Kolonie sei. Behalten wir dies im Gedachtnis und schauen uns an, was das latinische Recht ist. Auf der einen Seite gab es die alten Latiner in der Nachbarschaft Roms, die auch rechtlich Rom sehrnahe standen (das Recht Tiburs oder von Tusculum unterschied sich kaum von dem Roms). Auf der anderen Seite gab es nach 338 v.Chr. die latinischen Kolonien, wo eine angesiedelte rômische Bevolkerung, wie wir gehort haben, sich mit einem einheimischen Substrat zusammenfinden muBte, das friiher oder spàter in die Koloniebürgerschaft aufgenommen wurde (hier ist an Brundisium zu erinnern). 89 v.Chr. sanen sich die Ròmer dann in der Notwendigkeit, ein Bürgerrecht verleihen zu müssen oder zu wollen, das aus vielerlei Griinden, die hauptsachlich mit der ròmischen Inenpolitik zusammenhangen, kein komplettes Bürgerrecht war. In friiheren Zeiten hate es die civitas sine suffragio gegeben, die diesen Anforderungen ideal entsprochen hatte, aber dieses sogenannte Halbbürgerrecht war wohl im 2.Jhdt.v.Chr. eingegangen. Deshalb verwendeten die Ròmer jetzt das latinische Recht und in diesem Moment wurde vermutlich auch das ius adipiscendi civitatem per honores erfunden. Bislang waren latinische Gemeinden, ob die prisci Latini oder die latinischen Kolonien, immer Stadie gewesen, und deshalb sind auch die neuen latinischen Siedlungen in der Gallia Cisalpina stadtisch organisiert. Aber die Ròmer vergaben das latinische Recht, entweder gleich jetzt oder spàter, wie Bandelli sagte, an Gemeinden, die anderen attribuiert wurden und die nicht notwendigerweise einen stadtischen Mittelpunkt besafien. Von diesem Moment an gibt es zwei "Modelle" der Latinitat: auf der einen Seite die Lateinischen Stadte, wie es sie in Italien gab und wie wir sie ja auch hier aus der Baetica kennen, und das andere, wie wir es etwa von den Carni und Catali kennen, die Triest attribuiert waren. Dieses Modell wurde vielleicht in Gallien angewandt. Allerdings entsprechen diesem zweiten Modell die 'virtuellen Municipien' von Frau Ortiz de Urbina nur unvollkommen. Prof. Teja. Yo que asisto un poco como espectador a este debate, me planteo si se está discutiendo sólo un tema jurídico o un tema de historia más amplio, es decir de historia social, política, econòmica. Es decir, lo que interesa conocer es sólo una cuestión, un debate jurídico formal, o la realidad histórica de la evolución de las sociedades afectadas por este proceso de urbanización o municipalización. Este es un tema que afecta sólo a los dos primeros siglos del Imperio, a partir de la Constitución Antonini ana no existe este problema. A partir del siglo EQ o hay civitates o poleis o algo que no son ni civitates ni poleis. Es el mundo que conozco del siglo IV donde el hombre se mueve en una sociedad que es una civitas o no es una civitas y el castigo que manda imponer un emperador, por razones políticas o religiosas, es quitar a una ciudad la condición de polis o civitas y reducirla a la condición de aldea o de vicus. Entonces, el problema fundamental es hasta qué punto en ciertas regiones del Imperio -como pueden ser Aquitania, Tarraconense, etc.- se ha llegado a implantar un modelo, que Roma trata de imponer por todas partes, y hasta qué punto ese modelo ha sido frustrado o no, es decir que cuando llegamos al siglo EQ o IV ese sistema implantado por los romanos ha sido un fracaso o ha sido fructífero. ¿Cuál es toda la historia social y económica que hay detrás? Creo que a veces se pierde un poco de perspectiva en estas discusiones. ¿Hasta qué punto la Latinización es una concesión de Roma a las provincias o es algo que a Roma le interesa y que por condiciones objetivas de historia, situación geográfica, pasado histórico, situación económica fracasó en imponer en estas regiones? O se ve desde una perspectiva o se ve desde la otra.
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Prof. Bandelli. Credo che la domanda che ha posto Ramón Teja sia molto vicina alla serie di domande che ha posto Alberto Prieto. L'obiezione che si presenta -non voglio dire l'accusa- è che finora si è impostato il discorso in termini puramente formali, dimenticando che al di sotto dell'aspetto giuridico c'è quella che una volta si chiamava la struttura economica e sociale. Questo tipo di obiezione mi sembra legittimo e tanto più necessario in un momento come quello che viviamo, in cui il collasso di una determinata ideologia -l'ideologia marxista- ha prodotto a vari livelli, e anche a livello storiografico, delle conseguenze gravi: cioè tende ad impoverire il dibattito storico. Questa è un'osservazione che ho fatto anche al Convegno di Toledo, dopo la relazione di Domingo Plácido. Mi sono congratulato con lui, in modo un po' scherzoso, perché l'avevo sentito adoperare due o tre volte la parola "struttura" e la parola "sovrastruttura". In quel Convegno era stato l'unico ad usare questa terminologia che qualcuno definisce paleomarxista. Io capisco anche, d'altra parte, il punto di vista di Juan Santos. Gli organizzatori del Congresso di Vitoria hanno deciso di analizzare soprattutto i problemi giuridici: è una scelta non totalizzante, ma è la loro scelta, e mi pare anch'essa legittima. Restano i problemi che tu e Prieto avete sollevato, cioè quale fosse la "struttura" soggiacente a queste "sovrastrutture". Possiamo dire -io credo- che siamo in presenza di un sistema giuridico, il cuale sancisce la superiorità dei cives Romani e dell'Italia sui non cives Romani e sulle province: è la forma di organizzazione che i detentori del potere considerano la più adatta al raggiungimento dei loro scopi, cioè lo sfruttamento delle risorse dell'Impero. Anche questo è forse lapalissiano; ma, di questi tempi, non credo inutile ricordare che l'organizzazione dell'Impero è (anche) un sistema di sfruttamento. In questo Congresso abbiamo deciso comunque di analizzare il problema da un punto di vista preciso, cioè giuridico. Da questo punto di vista mi convince molto l'intervento precedente di Galsterer: il diritto latino (con lo ius adipiscendae civitatisper magistratum) è una forma di organizzazione controllata dello sviluppo dell'Impero, che favorisce le élites indigene, delle quali cerca il lealismo verso il potere centrale. Ritornando infine alla disputa originaria, concluderei così: c'è anche la "struttura"; però, di tanto in tanto, non fa male discutere specificamente delle "sovrastrutture". Prof. Pereira. Mi intervención va a ser muy breve. El debate aquí no es ajeno a las cuestiones estructurales, todo lo contrario y precisamente me atrevo a decir que si aquel marxismo fracasó fue porque no fue capaz de ver dónde estaban realmente las cosas. He dicho hace un momento aquí que si había sistemas de propiedad de la tierra incompatibles con el sistema municipal y esperaba que el debate nos llevara a la gran cuestión: ¿qué es un municipio? La palabra municipium viene de munus capere y quiere decir que los ciudadanos participan en la reproducción social simple y ampliada de una forma única -me atrevería a decir- en la historia de la humanidad. No creo que haya ningún otro sistema histórico parecido a las ciudades romanas. En este momento debatimos cuestiones que pueden parecer formales, pero no lo son en absoluto, al menos desde mi punto de vista. No voy a utilizar la expresión clásica: ¿es el municipio un modo de producción distinto a una civitas que no sea municipio? Me parece absolutamente fuera de lugar, pero desde luego -y lo he escrito en alguna ocasión- el sistema que compone un municipio romano no es el mismo de una ciudad que no sea municipio, en principio al menos como hipótesis. Podemos mirar al Digesto y ver cómo para ser municipio hay una serie de requisitos, el municipio está fundamentado en una serie de cuestiones de carácter estrictamente estructural, socio-político, etc., que en principio no tienen por qué estar presentes en comunidades que no son municipios. Ya lo he dicho, los Frisones pueden tener duumviri o algo parecido, pueden tener decretadecuriorum o algo parecido y no tienen nada que ver con un municipio de la Bética. De hecho, en la investigación reciente, hay quien piensa que porque aparece omnibus
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honoribus in res publica se trata de un municipio y no piensan en absoluto en la cuestión de la estructura o de la superestructura. Por eso considero que en este momento es más importante reflexionar verdaderamente sobre aquello que es nuestro trabajo y dónde están las cosas escondidas tras formulaciones jurídicas o de cualquier otro género, más que ponerle nombres previamente a las cosas y hablar de estructura y de superestructura, como si esto ya significase que estamos realmente buscando aquella historia que nos interesa. Prof. Prieto. Más que nada quería responder al Prof. Bandelli. Efectivamente el tema fundamental es el de la superestructura, pero también se puede caer en una autonomía excesiva de los niveles y, al final, perder un poco la relación de donde ha surgido la estructura y superestructura; por lo cual creo es básico no perder de vista la brújula. Se olvidan aspectos que también son importantes como puede ser la coerción, porque las leyes no son sólo de armonía y espíritu ciudadano, también cobran impuestos. Por lo tanto no hay que tener en cuenta las relaciones y, además, no ver estos aspectos como algo fijo e inmutable, como algo sincrónico al margen de la historia, sino como algo dentro de la historia y de los cambios. La historia son los cambios, es diacrònica, no sincrónica y, por lo tanto, muchas veces cuando hablamos de municipios estamos hablando de 300 años en plan absolutamente sincrónico y hay que tener en cuenta los cambios tanto en el centro de Italia como en las provincias. Prof. Le Roux. Je pense que nous sommes en train de changer de sujet et de débat, ce qui me donne à penser que la "virtualité" n'était peut-être pas là où on aurait pu croire au départ. Personnellement je m'en tiendrai au point où en est arrivée ma réflexion sur les rapports entre municipe et droit latin après les exposés riches et divers et après les fructueuses discussions. Le guide essentiel ne peut être que la documentation, laquelle a ses limites réelles; nous ne pouvons en aucun cas substituer des théories, aussi ingénieuses soient-elles, aux documents. Mais, il est vrai aussi que parler de municipalisation et de droit latin en dehors de tout contexte social et culturel n'a guère de sens. Seulement, dans cet esprit, nous devons savoir que notre connaissance des sociétés provinciales et de leur fonctionnement est incomplète, voire sommaire. C'est par la politique au sens plein du terme que nous pouvons approcher les uns et les autres et ce n'est pas un hasard. La municipalisation reflète l'esprit grec de la construction impériale romaine et souligne en même temps les limites d'un phénomène d'urbanisation que nous avons sans doute tendance à idéaliser. Comment le municipe en est-il venu à incarner les équilibres d'une société provinciale et pourquoi s'est-il maintenu durablement en dépit des évolutions sociales et mentales? C'est aussi la question, mais c'est le sujet d'un deuxième colloque. Prof. Mangas. Primero, creo que todos podemos estar de acuerdo en que antes de producirse la municipalización existía una organización y hay unas cabeceras de administración local que están funcionando desde el momento de la conquista en algunos sitios y en los sitios más alejados desde el comienzo del Imperio. Hasta aquí parece que estamos de acuerdo. Segundo, ¿cómo interpretar las otras cuestiones? ¿Cómo leemos los silencios? Este es el problema de base, el de la documentación. Si tuviéramos 50 o 200 leyes iguales a las de Irni, estaríamos diciendo otra cosa distinta. Nos faltan muchos documentos, pero antes de Irni efectivamente había más razones para utilizar el argumento del silencio en una dirección. Ahora la utilización del argumento del silencio está más limitada. ¿Municipalización, latinización, sí o no? Si queremos trabajar en un estado de información plena para garantizar la municipalización de una ciudad, entonces nos quedamos con que probablemente tendríamos que decir que ni siquiera son municipios todos aquellos de que habla Plinio. En otros términos, llegando al absurdo, la documentación podría
llevarnos a decir que habría que poner en duda a Plinio porque sus afirmaciones en muchos casos no se justifican. Parece que todos estamos de acuerdo en que Plinio está recogiendo una información de comienzos del Imperio y que añade pocas noticias posteriores. Por eso digo que hay dos vías en la interpretación de los silencios. Según una vía, siendo consecuentes, la municipalización flavia habría afectado probablemente a aquellas comunidades que tienen tablas o planchas de leyes y a pocas más. La lectura del silencio puede hacerse así; en otros términos, diríamos que hasta Caracalla no se habría producido una integración en la ciudadanía, etc. Hay una vía más arriesgada en la utilización de la documentación. Indudablemente es más arriesgado jugar con la existencia de una fórmula omnibus honoribus in república sua functus a través de analogías: si esa fórmula se da en municipios documentados como tales, en ese, en el otro y en el otro. Si lo ponemos en duda, ponemos en duda muchas cosas y estamos negando validez a muchísimos documentos. Puestos a la vez en otra línea a argumentar con los datos que tenemos, es cierto que a veces, cuando se van buscando municipios, se encuentran debajo de las piedras. Se pueden inventar municipios a partir simplemente de la referencia a una tribu cuando tal vez estemos ante la muerte casual de un señor fuera de su comunidad. Creo que probablemente hay un problema de lenguaje y de interpretación de silencios. En este sentido es posible que algunos seamos un poco temerarios y otros prudentes. En otros términos, yo no sería tan prudente y me incluiría dentro de los que son un poco más temerarios, pero probablemente los hechos históricos no vayan en favor ni de unos, ni de otros. Esta es en breve mi visión. Prof. Teja. Creo que probablemente este concepto de municipalización virtual que he conocido aquí es enormemente fecundo, porque al menos sirve para plantear y abordar metodológicamente una serie de problemas que antes se planteaban de otra forma. La riqueza de su planteamiento lo demuestra el hecho de que ha dado lugar a un debate que podría continuar. Lo que quería poner de manifiesto es el peligro, que en parte se ha producido también en el debate, de que un planteamiento mucho más fecundo quede reducido a un aspecto puramente formal. Prof. Mentxaka. Vamos a poner punto final al debate y concluir con unas palabras de agradecimiento, por una parte a todos los ponentes que han facilitado este debate, que no sé hasta qué punto ha servido para clarificar los diferentes aspectos que inicialmente nos habían traído aquí, por otra parte a los organizadores que han hecho posible el mismo. Creo que intentar hacer ahora un resumen de los puntos más debatidos con las manifestaciones entorno a los mismos, llevaría quizás un poco de tiempo, excesivo para el que tenemos. No obstante, siguen estando las grandes cuestiones de la posibilidad de empleo del término de "municipalización virtual", con posturas claramente favorables y otras no tanto; el concepto de la razón de ser objeto de la Latinidad; la dificultad de utilizar los términos de forma estática, poniendo de manifiesto que la pluralidad de situaciones y de circunstancias exigen aceptar conceptos vivos y dinámicos que van cambiando; finalmente las cuestiones metodológicas que se han planteado al término del Coloquio: hasta qué punto el debate se ha centrado de forma adecuada o no, o, si hubiera sido más interesante no declararlo tan formal o tan técnico y remitirlo a un concepto más amplio. Gracias a todo el mundo por su participación.
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INDICES
272 n. 121; 4464: 272 n. 117; 4466: 272 n. 117, n. 118 y n. 120; 4467: 272 n. 120; 4468: 272 n. 117 y 121; 4469: 272 n. 120; 273; 4472: 272 n. 120; 4479: 272 n. 112-3; 4481: 272 n. 112-3; 4483: 272 n. 112-3; 4528: 274 n. 135; 4603: 273 n. 131; 4607-8 273 n. 129; 4610: 273 n. 130: 4616: 274 n. 135; 4618-9: 272 n 111; 4620-1: 273 n. 125; 4622 273 n. 126; 4920-28: 78 n. 48 4975: 207 n. 173; 4989: 168 n 35; 5048: 217 n. 34; 5049: 195 n 84; 5164: 169; 5450: 144 n. 31 5459: 183 n. 33; 5613: 233 5771: 237; 5789: 233: 5796: 233 5812: 232; 5930: 265 n. 59 5943: 265 n. 61; 5958: 275 n 144; 5961: 276 n. 154; 5962: 276 n. 157; 6094: 234; 6186 a: 259 n. 19; 6186 b: 259 n. 19. CIL IH 921-960: 172 n. 42: 1196: 218 n. 39; 13542: 106 n. 73. CIL V 532: 106 n. 77; 107 n. 81; 852: 133; 5050: 106 n. 74 y 76; 133; 107 n. 80. CIL VI 2379 a: 237; 2490: 232; 2536: 237; 29734: 230; 32531: 237. CIL Vni 2403: 164 n. 25; 11799: 149 n. 47; 11804: 149 n. 47; 15497: 158 n. 3; 18218: 140 n. 14; 18241: 158 n. 3; 21627: 158 n. 3; 22707: 149.n. 47; 22737: 140 n. 14; 149 n. 47; 25450: 143 n. 26. CIL IX 338: 164 n. 25; 2998: 164 n. 25; 3429: 159 n. 7. CIL X 1453: 159 n. 7; 1783: 159 n. 6; 4760: 159 n. 6; 6087: 16 n. 9. CIL XI 1146: 245 n. 28; 1420: 159 n. 6; 1421: 156; 159; 3614: 156. CIL XII 1005: 145 n. 35; 4247: 140 n. 16; 2611: 150 n. 48. CIL X m 412: 122 n. 33; 446: 149 n. 45; 544-546: 123 n. 43; 596-600: 119 n. 13; 604: 122 n. 33; 916: 122 n. 33; 1038: 119 n. 13; 1048, 1074: 119 n. 13; 1197: 149 n. 45; 1376-7: 149 n. 45; 1577: 119 n. 13; 124 n. 52; 1645: 119 n. 13;
1646: 123 n. 40; 1684: 122 n. 33; 124 n. 50; 148 n. 42; 1702: 149 n. 45; 1707: 148 n. 45; 1714: 148 n. 45; 1803: 145 n. 35; 2585: 119 n. 13; 148 n. 45; 2924: 145 n. 35; 2940: 149 n. 45; 2949: 122 n. 33; 148 n. 42; 3162: 124 n. 51; 3563: 123 n. 40; 3572-3: 147 n. 41; 4410: 123 n. 40; 4481: 123 n. 40; 4549: 123 n. 40; 4565: 123 n. 40; 5026: 123 n. 40; 5042: 123 n. 40; 5043: 123 n. 40; 5063: 123 n. 40; 5064: 123 n. 40; 5089: 121 n. 20; 5161: 123 n. 40, 5170: 123 n. 40; 5195: 123 n. 40; 5233: 123 n. 40; 5685: 124 n. 45; 5693-4: 124 n. 45; 5702: 121 n. 26; 5976: 123 n. 40; 6776: 122 n. 33; 8727: 124 n. 47; 8771: 119 n. 13; 8905: 145 n. 35; 8917: 124 n. 19; 9092: 124 n. 48; 11151: 123 n. 36 y 37; 149 n. 45; 11225: 119 n. 13; 11226: 119 n. 13; 11359: 124 n. 46; 11495: 123 n. 40; 11572: 124 n. 45. CEL XIV 353: 156; 166; 170; 172; 409: 166; 169; 2795: 157; 159 n. 7; 2922: 150 n. 49. Clunia II 45: 227 n. 27; 237 n. 50; 60: 227 n. 27; 77-8: 227 n. 27; 81: 227 n. 27; 83: 227 n. 27; 90: 227 n. 27; 100: 227 n. 27; 217: 227 n. 27. EE n 32: 272 n. 121; 467: 172 n. 42. EEIV 187-8: 172 n. 42. EE VIII 6: 216 n. 26; 137: 232; 237; 176: 272 n. 120; 273; 182: 169; 435: 169. EE IX 125: 219 n. 50; 397: 259 n. 19; 400-1: 259 n. 19. Epigr. Cántabra, 8: 234. Epigr. Soria, 94: 235. Fasti Hispanienses, pp. 160-1 y 182-3: 54 n. 2; p. 134: 56 n. 18; p. 149: 56 n. 19. FIRAI(2)51:214n. 8. HAE 182: 262 n. 41; 184: 261 n. 43. HEp. 1, 1989, 44: 271 n. 103; 2, 1990, 101: 237 n. 50; 4, 1994, 613: 231; 5, 1994, 642: 231.
INDICES In. It. X, 1, 35: 108 n. 90; 4, 31: 106 n. 77; 4, 337: 133; 5, 205: 105 n. 67; 5, 905: 105 n. 67. In. It. XIII. 1: 54 n. 5. ELER 5271: 247 n. 41. ELLRP 476: 101 n. 33; 477: 101 n. 33; 538: 100 n. 26; 1089-1102: 101 n. 35; 1102: 101 n. 36. ILS 206: 106 n. 76; 212: 127 n. 78; 886: 16 n. 9; 1120: 188 n. 58; 1354 a: 188 n. 57; 5553: 158 n. 3; 5573: 199 n. 114; 6088: 102 n. 40; 6123-5: 164 n. 24; 6140: 161 n. 16; 6146: 161 n. 16; 6150: 228 n. 33; 6334: 159 n. 6; 6440: 159 n. 6; 6680: 106 n. 77; 6847 a: 158 n. 3; 6877: 158 n. 3; 7381: 17 n. 15; 8343: 56 n. 19; 8888: 72; 8891: 17 n. 13; 9361: 123 n. 36 y 37. ILTG 149: 119 n. 13; 147: 123 n. 38; 174: 147 n. 41; 220: 149 n. 45; 341: 124 n. 51; 358: 123 n. 38; 379: 123 n. 38. Imagines 201 a y b: 101 n. 33; 202: 101 n. 33; 203 a, b y c: 101 n. 33; 226: 100 n. 26. Inscr. Aquil. 1, 37: 100 n. 26. IRB Addenda 2: 270 n. 98. IRCI 1, 18: 272 n. 112-3; 19: 272 n. 112-3; 20: 272 n. 112-3; 23: 272 n. 112-3; 31-2: 272 n. I l l ; 97100: 274 n. 136; 101: 274 n. 135; 102: 274 n. 137; 126: 274 n. 135; 132: 273 n. 131; 136-7: 273 n. 129; 141: 273 n. 130; 142: 273 n. 131. IRCII 1: 272 n. 114; 19: 272 n. 117; 23: 272 n. 121; 24: 272 n. 117 y 121; 25: 272 n. 121; 26: 272 n. 117 y 121; 27: 272 n. 117 y 120; 28: 272 n. 117, n. 120; 29: 272 n. 117; 30: 272 n. 117 y 121; 31: 272 n. 117, n. 118 y n. 120; 32: 272 n. 117; 37-9: 272 n. 120; 49: 272 n. 121; 53: 272 n. 120; 54: 272 n. 121; 57: 272 n. 120; 73: 272 n. 115; 75: 272 n. 116. IRC III 1-2: 273 n. 125; 3: 273 n. 126; 19: 259 n. 19; 24: 259 n. 19; 25:
317
259 n. 19; 26: 259 n. 19 y 20; 27: 259 n. 19 y 20; 28: 259 n. 19 y 20; 29: 259 n. 19; 31: 259 n. 19; 32: 259 n. 19; 33: 259 n. 19; 34: 259 n. 22. IRCádiz 96: 246 n. 32 IRCP 96: 246 n. 32; 184: 246 n. 33; 241: 242 n. 10; 246 n. 34. IRPLeón 63: 230; 76: 230; 103: 230; 155: 234; 168: 234; 197: 237 n. 50; 209: 234. Lex Flavia 18-23: 218 n. 40 y 43. Lex Irnitana 19: 165; 20: 161-2; 165; 167; 169; 247 n. 39; 21: 139 n. 9; 143 n. 25; 247 n. 39; 25: 159; 170; 26: 170; 27: 181 n. 16; 28: 181 n. 16; 30: 187 n. 53; 31: 164; 224 n. 9; 39: 156; 159; 40: 159; 41: 157; 159 n. 8; 172; 44: 164; 45: 170; 46: 161-2; 50: 164; 59: 170; 61: 157 n. 2; 259 n. 23; 62: 146 n. 37; 281 n. 190; 63: 156; 160 n. 12; 163; 64: 163; 181 n. 16; 65: 160; 181 n. 16; 66: 156; 160 n. 13; 181 n. 16; 67: 160; 162; 180 n. 16; 181; 68: 162; 181 n. 16; 69: 157 n. 2; 162; 170; 181 n. 16; 70-1: 162; 181 n. 16; 72: 160; 167 n. 33; 73: 156; 159-62; 165-6; 170 n. 38; 77: 162; 78: 165-7; 79: 157 n. 2; 162; 168 n. 34; 170; 182; 80: 157 n. 2; 84-86: 218 n. 40; 97: 260. Lex Malacitana 52: 157 n. 2; 55: 157 n. 2; 164; 57: 157 n. 2; 60: 164; 61: 157 n. 2; 63: 163; 68: 281 n. 190 Lex Salpensana 21: 139 n. 9; 223; 25: 159. Lex Ursonensis 62: 159; 161-2; 165-6; 171; 63: 165; 65: 163; 69-70: 162; 75: 281 n. 190; 80: 162; 81: 156; 159; 160 n. 10 y 14; 161; 169 n. 37; 170-1; 82: 163; 91: 164; 96: 157; 161-3; 97: 157 n. 2; 259 n. 23; 105: 164; 130-1: 156-7; 160 n. 11; 134: 156; 160. LICS 243: 231; 307-9: 232; 313: 231; 312: 232. Res Gestae 28: 55 n. 14 y 16; 120 n. 19.
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INDICES
RIT 33: 142 n. 22 y 23; 58: 262 n. 41; 68: 262 n. 43; 185: 237 n. 49; 256: 232; 237 n. 50; 262: 144 n. 31; 275: 142 n. 23, 230; 276: 142 n. 23; 282: 277 n. 166; 287: 142 n. 22 y 23; 230; 299: 142 n. 22 y 23; 307: 142 n. 22 y 23; 323: 232; 237 n. 50; 32531: 237.
B . LITERARIAS ANONIMO DE RAVENA, IV, 42 (304, 14): 275 n. 150; IV, 45 (316, 16): 195 n. 84; IV, 45 (317, 10 ss.): 202 n. 129: 205 n. 156; IV, 45 (317, 12): 202 n. 128; V, 3 (343, 5): 275 n. 150 APIANO, Bellum Civile, 2, 26, 98: 102 n. 40; 2, 26: 139 n. 7; 3, 98: 104 n. 60; Iberia, 23: 206 n. 159; 33: 195 n. 83; 38, 135: 212; 42: 67; 44: 67; 49: 66; 66: 201 n. 124; 68: 217 n. 32; 100: 66; 102. 444: 56 n. 17. ASCONIO, In Pisonianam, 2-3: 100 n. 31; 139 n. 6; 3: 246 n. 31; 80: 214 n. 20. AULO GELLIO, Noctes Atticae, 4, 4, 3: 99 n. 21; 16, 13, 1-2: 150 n. 49; 16, 13: 247 n. 38; 16, 13, 4-6: 150 n. 49 y 50; 16, 13, 8-9: 150 n. 49. AUSONIO, Epist., 27, 68: 270 n. 96 AVIENO, Ora Marítima 520-3: 270 n. 97. CATULO, 17, 1, 7: 133. CESAR, Bellum Alexandrinum, 52, 4: 213 n . l l ; BC, 1, 38: 23 n. 52; 1, 51: 19 n. 26; 1, 60: 262 n. 36; 1, 61: 18 n. 23; 76; 1, 86, 3: 19, n. 24; 1, 108: 18 n. 21; 2, 21: 262 n. 37; 3, 4, 10: 21 n. 41, Bellum Gallicumy 1, 3, 6: 119 n. 10; 1, 4, 3: 119 n. 12; 1, 5, 2: 119 n. 11; 1, 16, 5: 119 n. 13; 3, 23: 21 n. 37; 7, 32, 2-33, 4: 119 n. 13;
Bellum Hispaniense, 3, 3: 260 n. 26; 8, 4: 212 n. 3; 10, 3: 212 n. 4; 27,4: 182 n. 25; 27, 5: 182 n. 24; 36, 1-3: 19 n. 28; 40, 1, 7: 43. CICERON, Ad Atticum, 5, 11, 2: 102 n. 40; 12, 37: 21 n. 39; Ad Familiam, 11, 19, 2: 105 n. 61; 13, 13: 100 n. 23; Ad Quintum fratrem, 1, 8, 25: 278 n. 170; Brutus, 21, 84: 206 n. 159; De officiis, 2, 11, 40: 206 n. 159; De Legibus agrariis, 2, 17; 2, 31: 15 n. 5; De Re Publica, l, 25, 39: 142 n. 20; 1, 26, 41: 142 n. 20; Ear. resp., 9, 19: 240 n. 2; In Pisonem, fr. 3: 100 n. 23; In Verrem, 3: 181-3: 165 n. 29; LaeL, 25, 96: 206 n. 159; Phil., 13, 31: 15 n. 7; Pro Balbo, 11, 28: 102 n. 45; 14, 32: 99 n. 18; Pro Caecina, 35, 102: 99 n. 13; Vatinio, 91: 142 n. 20. DIGESTO, 2, 13, 6: 162; 50, 1, 1: 247 n. 38; 50, 1, 6: 236; 50, 2, 7: 143 n. 25; 50, 4, 1,2: 170; 50, 4, 18: 161 n. 16; 170. DIODORO SICULO, 31, 39: 67. DION CASIO, 43, 39, 2-3: 19 n. 28; 43, 39, 5: 41; 76; 45, 10, 1:21 n. 40; 48, 12, 1-4: 21 n. 42; 51, 20, 5: 23 n. 53; 53, 12, 4-5: 55 n. 13; 53, 26, 1: 54 n. 9; 54, 23, 4: 82; 56, 25, 6: 260. E S T R A B O N , 3, 1, 15: 213 n. 9; 3, 2, 1: 215 n. 22; 3, 2, 5: 203 n. 132; 3, 2, 14: 245 n. 29; 3, 2, 15: 54 n. 7; 81; 212 n. 6; 3, 3, 1: 240 n. 3; 3, 4, 6: 263 n. 46; 276 n. 152; 3, 4, 10 ss.: 20 n. 35; 3, 4, 13: 65 n. 5; 245 n. 26; 3, 5, 1: 268 n. 80; 4, 1, 12: 102 n. 40; 108 n. 93; 139 n. 8; 246 n. 37; 4, 1, 13: 212 n. 2; 4, 2, 2: 122 n. 29; 124 n. 55; 141 n. 19; 4, 3, 2: 119 n. 9; 4, 4, 3: 119 n. 13; 4, 18: 23 n. 54; 5, 213 C: 47. F L O R O , 1, 33, 9-10: 65 n. 5; 1, 34, 3: 67; 2, 13,87:21 n. 41; 2, 33, 46: 23 n. 55; 142 n. 21.
INDICES
FRONTINO, De contrôler sus agrorum: 57 n. 27; 146 n. 37. FRONTON, Ad amicos 2, 7, 3: 158 n. 5; 2, 7, 4: 170. GAIO, Insîiîutiones, 1, 95: 102 n. 40; 96: 102 n. 40; 224; 139 n. 9. HISTORIA AUGUSTA, Vita M. Ant. 21, 1: 188, n. 56: Vita Severi, 2, 3 ss.: 188 n. 56. HYGINIO, De limitibus constituendis: 57 n. 27. ITINERARIO D E A N T O N I N O , 411, 1: 183 n. 33; 411, 3: 195 n. 84; 431, 8 ss.: 202 n. 129. LIVIO, Ab urbe condita, 8, 16, 14: 15 n. 5; 9, 26, 3: 15 n. 5; 9, 28, 8: 15 n. 5; 10, 21, 9: 15 n. 5; 24, 20: 64; 26, 42, 5: 206 n. 159; 27, 9: 19 n. 29; 28, 22 ss.: 191 n. 70; 195; 28, 23, 5: 195 n. 83; 28, 24: 64; 28, 42: 257 n. 3; 32, 29, 3: 15 n. 5; 33, 21, 7-9: 212 n. 4; 34, 9: 257 n. 4 y 8; 34, 53, 2: 15 n. 5; 36, 3: 19 n. 29; 37, 46, 10: 15 n. 5; 43, 3, 1-4: 214 n. 15; 43, 17, 1; 48, 1, 27: 206 n. 159; Fgrn., 91: 21 n. 36; Periochae, 55: 267 n. 66; 67: 66. M E L A , Chorographia 2, 5, 90: 273 n. 128; 274 n. 133; 2, 5, 92: 267 n. 75; 269 n. 89; 2, 5, 93: 275 n. 150; 3, 1, 5: 204, n. 137; 3, 2, 20 f: 122 n. 30; 147 n. 40. PLINIO, Naturalis Historia, 3, 1, 6: 41; 3, 1, 7: 140 n. 13; 3, 1, 15: 140 n. 13; 3, 3, 18: 140 n. 13; 3, 3, 20: 140 n. 13; 3, 3, 23-25: 140 n. 13; 3, 3, 28: 142 n. 20 y 21; 3, 3, 30: 139 n. 5; 140 n. 13; 3, 4, 19: 263 n. 46; 271 n. 101; 3, 4, 20: 267 n. 74; 275 n. 150; 276 n. 152 y n. 158; 3, 4, 21: 261 n. 30; 263 n. 46; 3, 4, 22: 262 n. 42; 263 n. 46; 269 n. 88; 273 n. 128; 274 n. 134; 3, 4, 23: 273 n. 123; 3, 4, 32-37: 140 n. 13; 145 n. 33; 3, 5, 77: 140 n. 13; 3, 7: 212 n. 5; 213 n. 10: 215 n. 24; 3, 8: 203 n. 131; 3, 8, 91: 140 n. 13; 3, 11: 203 n. 130; 3, 11,77: 268 n. 83;
319
3, 12: 183 n. 33; 195 n. 79 y 84: 203 n. 133; 204 n. 141; 205 n. 148; 3, 14: 204 n. 142; 3, 18: 212 n. 5; 3, 20, 133-135: 140 n. 13; 3, 20, 138: 104 n. 53; 3, 23: 272 n. 122; 3, 24: 77; 81; 3, 25: 20 n. 30; 3, 30: 218 n. 40; 3, 3637: 108 n. 94; 3, 127: 131; 3, 133: 107 n. 79; 131; 3, 134: 106 n. 75 y 78; 3, 138: 106 n. 78; 4, 17, 107: 147 n. 40; 4, 19, 109: 147 n. 40; 4, 20, 112: 142 n. 21; 4,40, 113: 144 n. 27; 4, 22, 117: 140 n. 13; 4, 105-109: 121 n. 22; 124 n. 54; 4, 113-116: 56 n. 23; 4, 117: 17 n. 16; 53 n.l; 18 n. 18; 54 n. 6; 57 n. 24; 59 n. 35; 212 n. 5; 241; 245 n. 27; 5, 1, 19-20: 140 n. 13; 144 n. 32; 5, 4, 29: 140 n. 13; 143 n. 26. P L U T A R C O , Caes., 12: 19 n. 27; Sert., 22,5: 18 n. 21. POLIBIO, 35, 2: 66. PTOLOMEO, 2, 4, 10: 205 n. 149 y 150; 2, 5, 6: 17 n. 16; 2, 5, 7: 235; 2, 5, 8: 18 n. 18; 2, 6, 14: 275 n. 150; 2, 6, 23: 142 n. 21; 2,6,28: 142 n. 21; 235; 2, 6, 29: 142 n. 21; 2, 6, 36: 142 n. 21; 2, 6, 37: 146 n. 38; 2, 6, 39: 142 n. 21; 2, 6, 42: 146 n. 38; 2, 6, 43: 142 n. 20; 2, 6, 48: 146 n. 38; 2, 6, 49: 235; 2, 6, 50: 235; 2, 6, 51: 235; 2, 6, 52: 235; 2, 6, 53: 235; 2, 6, 55: 235; 2, 6, 57: 145 n. 35; 2, 7, 9: 145 n. 35; 145 n. 40; 2, 7, 10: 147 n. 40; 2, 7, 11: 147 n. 40; 2, 7, 12-13: 124 n. 44; 145 n. 35; 2, 8, 9: 147 n. 40; 2, 8, 10: 145 n. 35; 2, 8, 12: 145 n. 35; 2, 9, 6: 147 n. 40; 147 n. 40; 4, 2, 5: 145 n. 35; 10, 19, 8: 206 n. 159. QUINTILIANO, Institutiones, 6, 3, 77: 262 n. 38. SALUSTIO, Hist., 2, 98: 267 n. 72. SICULO FLACO, De condicionibus agrorum: 146 n. 37. SUETONIO, Galba, 8, 1: 53 n. 2.
320
INDICES
TACITO, Agricola, 21: 126 n. 71; Annales, 3, 44, 1: 119 n. 10; 4, 13: 54 n. 2; 56 n. 20; 5, 4: 157; 12, 27: 121 n. 20; 15, 32: 140 n. 13; 15, 74: 156; Historia 1, 78, 1: 121 n. 25. VELEYO PATERCULO, 1, 14, 1: 15 n. 5.
AUTORES MODERNOS MENCIONADOS EN TEXTO AMO, M., DEL, 185 n. 46. ABASCAL, J. M., 225 n. 14. ALARCÁO, J. DE, 241 n. 6. ALFÔLDY, G., 269 n. 91; 274 n. 139; 277 n. 164 y 167; 278 n. 169. ALY, W., 109. ARCE, J., 81 n. 61. BELTRAN, A., 68; 81 n. 62. BELTRAN, M., 68 n. 17. BONNEVILLE, J.-N., 270. BRAUNERT, H., 223 n. 3. BRUNT, P. A., 34 n. 20 y n. 22. BURELLO, F., 67 n. 10; 68 n. 17. CABALLOS, A., 213-n. 12. CANTO, A. Ma, 54; 55 n. 10; 198 n. 103. CASTILLO, C , 268 n. 85. CHASTAGNOL, A., 107 n. 83. CHIC, G., 207 n. 170. CHRISTOL, M., 107 n. 84; 124 n. 60. CLAVEL-LEVEQUE, M., 196. CORZO, R., 195, 205. CRAWFORD, M., 69 n. 18. DELGADO, A., 205. DESSAU, H., 260 n. 25. DIDIERJEAN, F., 202, 206. DOMERGUE, C , 263. D'ORS, A., 224 n. 7 y 13. DURAN, V., 182 n. 20. ESPINOSA, U., 225 n. 14. FATAS, G., 65 n. 4. FERNANDEZ, F., 178; 179; 181 n. 15 y 17; 184 n. 39; 185 n. 46. FERREIRO, M., 183 n. 30.
GABBA, E., 34 n. 23; 105 n. 62. GALSTERER, H., 33 n. 16; 38 n. 35; 56 n. 22; 101 n. 34 y 38; 105 n. 70; 194 n. 78; 224 n. 10. GALSTERER-KRÔLL, B„ 38 n. 35; 141 n. 19; 194 n. 78; 215; 216 n. 25. GALVEZ, E., 206. GASCOU, L, 140 n. 15. GONZALEZ, J., 180 n. 8 y 9; 181 n. 14 y 16. GRANT, M., 80 n. 53 y 57. GROS, P., 22 n. 48. HALEY, E. W., 236 n. 43. HÜBNER, A., 208. JACOB, P., 64 n. 3. JIMENEZ, A., 205. JUAREZ, J. M., 195. KORAES, A., 109. LAFFI, U., 99 n. 16; 105 n. 70. LASERRE, F., 109. LEJEUNE, M., 102 n. 41. LE ROUX, P., 140 n. 15; 225 n. 15. LURASCHI, G., 99 n. 15; 104 n. 54. MARCOS POUS, A., 195. MARIN, M. A., 34 n. 21; 35 n. 26. MARTIN BUENO, M., 68. MENENDEZ PIDAL, R., 71 n. 29. MENTXAKA, R., 171. MEZQUIRIZ, M. A., 75 n. 41. MOMMSEN, TH., 55 n. 16; 99 n. 14; 101 n. 37; 103; 104 n. 51. MONTENEGRO, A., 224 n. 12. MORENO, A., 195. MROZEK, S., 171. MUÑOZ, F., 31 n. 11. ORTIZ DE URBINA, E., 219. OSTOLE, M., 68 n. 14. PADILLA, A., 182 n. 20. PENA, Ma J., 259 n. 17; 270. PEREIRA MENAUT, G., 146 n. 38. PEREZ PAZ, A., 196 n. 89. PRESEDO, F., 210. RECIO, A., 195 n. 85. RICHARDSON, J., 69 n. 19. ROMERO DE TORRES, E., 195 n. 81. ROSSI, R. F., 104 n. 60. ROULAND, N., 167. SAEZ, P., 196 n. 89; 197; 200. SANCHA, S. DE, 210.
SANTOS YANGUAS, J., 228 n. 32. SA VIGNY, F. C , VON, 99 n. 14; 104 n. 54. SBORDONE, F., 109. SCHULTEN, A., 58 n. 28. SHERK, R. K., 157; 172. STYLOW, A., 195, 209, 224 n. 6. SYME, R., 60; 61 n. 39. TALBERT, R. J. A., 156; 157; 158. TAYLOR, L. R., 104 n. 54. THOUVENOT, R., 29 n. 3. TIBILETTI, G., 101 n. 37; 103; 104 n. 51. TOVAR, A., 195 n. 82. TRANOY, A., 225 n. 15. TRILLMICH, W., 58 n. 33; 61 n. 40. UNTERMANN, J., 199 n. 111; 217. VITTINGHOFF, F., 33 n. 15; 47; 54 n. 4. WŒGELS, R., 268 n. 84; 276 n. 159. WILSON, A. J. N., 34 n. 20. WOLFF, H., 141 n. 19.