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El incentivo de los palafitos para los procesos de mejoramiento de las viviendas1 El contexto de las poblaciones Una gran parte del stock residencial popular en Santiago es el resultado de procesos de toma de terrenos y de loteos que surgieron desde los años ’60 y que se fueron consolidando con el apoyo de distintas intervenciones estatales y privadas. La configuración espacial de estas poblaciones es el lote tradicional de 9 x 18 metros2, agrupado en distintas formas de manzanas, por lo general de forma alargada y con un uso generalizados del pasaje. Las poblaciones de Santiago están saneadas: por un lado, los residentes disponen de títulos de propiedad de cada lote y su urbanización ha sido desarrollada a través del programa de mejoramiento de barrios, PMB, de la Subdere. La calidad de vida en estos barrios está determinada, en primera instancia por su localización: las poblaciones en áreas urbanas consolidadas que tienen en su alrededor una vía importante, como el caso del anillo Vespucio, especialmente en el cuadrante nor poniente de la ciudad, demuestran mayores niveles de desarrollo de las viviendas; y a mayor distancia del centro y de los ejes viales principales, estas poblaciones concentran mayores niveles de pobreza. Después de la intervención de saneamiento con la ‘caseta sanitaria’, que se desarrolló en Santiago especialmente en la década de los ’80, las poblaciones desaparecieron de los objetivos de la política habitacional. Se volvieron más bien la cantera de allegados que alimentó y sigue alimentando el registro de postulación al subsidio habitacional para llegar a la casa propia nueva, por lo general lejos en la periferia de la ciudad, sea en conjuntos de viviendas sociales Serviu, o el programa especial para los trabajadores o los distintos tramos del subsidio general unificado. La gran mayoría de estas poblaciones está localizada en las 15 comunas de Santiago donde, tan sólo, se ha construido el 10% de los metros cuadrados edificados en la década de los ’903. Representa un potencial urbano consolidado, mucho menos fragmentado que las poblaciones producidas por la política del Minvu. Podría generar áreas de rehabilitación y remodelación del stock residencial, con costes directos e indirectos mucho menores para la ciudad que cualquier producción de asentamientos nuevos en las extensiones de la ciudad hacia la periferia. Las poblaciones podrían ser la cantera de suelo urbano urbanizado para responder a la demanda de los allegados ahí donde viven, para no seguir aumentando el descalabro del flujo de transporte en la ciudad, para aprovechar equipamientos subutilizados en comparación con las disponibilidades en la periferia; en otras palabras, para hacer ciudad sobre la ciudad. En distintas poblaciones de Santiago, se han ensayado modalidades de intervención; por ejemplo, con la densificación predial, que la Municipalidad de La Reina ensayó en Villla La Reina hacia finales de los ’80 e inicio de los ’90, la ONG Taller Norte desarrolló durante la misma época en la comuna de Peñalolén; que el proyecto de cooperación técnica entre el 1
Esta nota forma parte de un estudio de Sur, Centro de Estudios Sociales y Educación, sobre propuestas de política socio-económica-espacial para mejorar calidad y condiciones de vida urbana (no publicado) de marzo de 2003. 2 Ver en Vergara, Francisco y Montserrat Palmer (1990): “El Lote 9x18”, Facultad de Arquitectura y Bellas Artes, Pontificia Universidad Católica de Chile; en Haramoto, Edwin et al (1992): “Espacio y comportamiento. Estudio de casos de mejoramiento en el entorno inmediato a la vivienda social” Centro de Estudios de la Vivienda, Facultad de Arquitectura de la Universidad Central; y en Raposo, Alfonso (1998): “Estado, vivienda y población”, Centro de Estudios de la Vivienda, Facultad de Arquitectura de la Universidad Central. 3 Ver en Rodríguez, Alfredo (2000), “La Vivienda privada de ciudad” Temas Sociales Nº 39, Sur Ediciones.
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Minvu y GTZ retomó hacia mediados de los ’90 en las comunas de La Granja y Conchalí; y que ahora sigue con propuestas de la Facultad de Arquitectura de la Católica en Huechuraba. La densificación predial ha sido analizada y difundida; mucho menos otra experiencia, de mayor escala, que describimos a continuación. La propuesta de los palafitos En las poblaciones de Santiago, La Fundación de Viviendas Hogar de Cristo ha colocado mil ochocientas casas sobre palafitos. A nuestro criterio, es el menos convencional de los programas de viviendas vigentes en Chile: responde a la demanda ahí donde está, sin desplazar al beneficiario, sin romper sus redes sociales; aprovecha todas las ventajas de intervención en áreas urbanizadas y no requiere de ninguna obra de infraestructura sanitaria, ni siquiera dentro del lote; incentiva procesos de mejoramiento de la vivienda a corto y mediano plazo, en lotes donde se habían creado situaciones de inercia desde hace 20 o 30 años; requiere de un financiamiento inicial mínimo; moviliza recursos a largo plazo, sin crear obligaciones de endeudamiento. En términos de estrategia habitacional, la innovación de los palafitos consiste en crear un hito en el lote, para que los residentes inicien un proceso de remodelación de la vivienda, en un plazo flexible que fija la misma familia en función de sus exigencias y de sus recursos. Según la Fundación de Viviendas de Hogar de Cristo, esta estrategia4: optimiza el uso del suelo, con el desarrollo de viviendas en dos pisos en lotes de 160 metros cuadrados (9x18 m); ofrece en el segundo piso dos dormitorios de un total de 20 metros cuadrados, construidos con paneles prefabricados de pino, lo que se montan sobre un envigado de piso, el cual está sujeto por ocho pilares, también de pino (de 5’ x 4’), anclados en zapatas de fundación en torno a un radier; destaca el volumen de la escalera en un hito arquitectónico que, a la vez, responde a la rasante obligadas por las dimensiones del lote. La instalación de estos dormitorios sobre palafitos requiere una intervención de no más de 10 días. Los interesados en este tipo de intervención son pobladores que viven en mediaguas, por lo general, vetustas y deterioradas; algunas de éstas en el lote desde los tiempos de la toma o de la Operación Sitio en los años ’60. Son familias que pasaron 20 años, o más, sin poder avanzar en la consolidación de su vivienda; por la falta de recursos y también por la inercia en que la situación de pobreza le obliga a uno. La intervención de mejoramiento empieza por el desarme y desplazamiento de la mediagua al fondo del lote, “lo que provoca una gran angustia para la familia”, como lo señala la Fundación. La ventaja de trabajar con elementos prefabricados livianos es la clave para que esta frustración sea de muy corta duración. Lo que podría ser una desventaja del prefabricado, su tipología o modelo repetido, queda neutralizado por el desarrollo del primer piso, cuyo diseño y acabados quedan a criterio de los usuarios de la vivienda. A pesar de las dimensiones y morfología de la caseta sanitarias en el lote, a pesar de la uniformidad del lote, siempre el mismo 9x18, y a pesar de una aplicación rigurosa de la Ordenanza General de Construcción y Urbanismo, la casa sobre palafitos logra generar un proceso de creación arquitectónica propia de cada familia. 4
Ver Hoffmann, Karin (1996): “Palafitos progresivos”, en CA Revista Oficial del Colegio de Arquitectos Nº 86, Octubre de 1996, pp.40-45.
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Una observación en terreno confirma la validez de la estrategia propuesta: en la mayoría de las poblaciones donde aparece el techo de los dos dormitorios más el hito de la escalera más el trazo vertical de las tablas de pino, los primeros pisos han sido desarrollados en un 90%. El proceso de remodelación iniciado por la intervención de la Fundación puede durar a veces varios años. Preguntando a las familias cómo logran movilizar los recursos necesarios para cerrar el primer piso, se entiende que son muchas las alternativas: por lo general, comprar unos ladrillos de cien en cien, mes tras mes; a veces, invertir toda la capacidad de los pocos ahorros de los residentes de la vivienda, capacidad que había sido desviada muchos años a bienes de consumo y no en la valorización de la propiedad inmobiliaria; también, lograr un crédito en el trabajo; más los aportes del compadre para la auto construcción de siempre. El valor de este incentivo a un proceso de remodelación correspondía, en sus inicios, a la llamada ‘segunda etapa de la vivienda progresiva’, que ya no existe y que había sido pensada para apoyar el desarrollo progresivo de beneficiarios de la ‘primera fase’, o sea el acceso al lote urbanizado y a una construcción mínima de usos múltiples. El valor de la intervención es de un poco menos de 100 UF. Éste dispone de las facilidades de pago que caracterizan los productos del Hogar de Cristo dirigidos a los sectores más pobres. De 1994 a la fecha, hay un total de 1799 casas palafitos. La mayoría está en Santiago, distribuida sobre 27 de sus 35 comunas, con una mayor concentración en las áreas denominadas como peri centrales, o sea que eran periferia cuando empezaron las poblaciones en los ‘50 y ’60; entre ellas, en la O’Higgins de La Florida, en Millalemu de La Granja, en Lo Hermida de Peñalolén, La Bandera de San Ramón, en Huamachuco de Renca, o La Pincoya de Huechuraba. También hay casas de palafitos en Quilicura, casi todas en la población de El Sauce, donde la organización vecinal logró generar un proceso simultáneo de 100 intervenciones en 1995. Resaltan también más de 80 casas en la villa Colombia de La Pintana, uno de los muy escasos proyectos grandes de vivienda progresiva que se hicieron en Santiago y en donde las casas de Palafito son una respuesta adecuada, aunque los lotes en este caso son mucho más chicos que los tradicionales 9x18. La Fundación también aportó palafitos a ocho comunas adicionales de la Región Metropolitana, donde Colina es la más importante con casi 200 lotes intervenidos. Y dos experiencias en la Región de Valparaíso, en Villa Alemana y en San Antonio. No disponemos de un estudio pormenorizado que analice los impactos sociales y urbanos de la experiencia de las casas palafitos del Hogar de Cristo. Pero estamos convencidos de que, en términos comparativos con los costes de hacinamiento, difícil convivencia y violencia que se observan en los muy caros conjuntos de vivienda social del Minvu, esta intervención esencialmente barata de mejoramiento con proceso delegado a los pobladores, conlleva muchas de las claves propuestas para desarrollar acciones desagregadas en los territorios donde se instalan y expresan socialmente los grupos humanos, hacia una revisión profunda de la política habitacional en Chile; esto tanto por el énfasis de ‘software’ por encima del ‘hardware’ convencional de la producción masiva de nuevas viviendas de muy bajo estándar en las periferias; por dar respuesta a la obsolescencia funcional y física del stock; por superar las concentraciones homogéneas de pobreza en la trama de la ciudad; por contribuir a hacer ciudad sobre la ciudad; y muy importante también, por el aporte arquitectónico. Es que la arquitectura y la percepción del espacio son dimensiones ausentes de la política habitacional chilena desde hace muchos años.
Ana Sugranyes marzo de 2003 3
Fotos artículo de Hoffmann, Karin (1996): “Palafitos progresivos”, en CA Revista Oficial del Colegio de Arquitectos Nº 86, pp.40-45
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