EL ESPARTAQUISMO AGRARIO ANDALUZ POR
C. ~ERNALDO DE QUIROS Con una semblanza del autor POR
LUIS JIMENEZ DE ASUA
EDICIONES TURNER, S. A. MADRID
A 103908
LA LARGA Y EJEMPLAR VIDA DE CONSTANCIO BERNALDO DE QUIROS Por
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~:tr~3=:R, S. A. Orense, ~Pó,sit~ legal: M~7617-1974 p~~r;;:D-e;~Qa;ÁI~
10. Madrid-20
A. Dolores, 9. Madñd·29
LUIS JIMÉNEZ DE ASÚA
1.
Cómo fue el hombre
Por no alargar el título en demasía, no he añadido en él: vida modesta, casi humilde. Y, sin embargo, acaso fue ésta la característica de Bemaldo de Quirós durante todo el largo paso de su persona por la tierra que habitamos. Larga, ejemplar y honradamente pobre la de este varón sabio y bueno. Nació el día 12 de diciembre de 1873, en Madrid, en el barrio del Avapiés. Cursó su carrera en la Universidad Central, y cuando no babia cumplido aún los veinte años, abogado ya, inscribióse como alumno oficial en la clase de Filosofía del Derecho, cuya asignatura figuraba como una de las optativas para cursar el grado de doctor. Ese paso fue decisivo en su existencia. Explicaba esa disciplina don Francisco Giner de los RÍos. Difí-· cil sería decir lo que este hombre, de estatura más bien reducida, magro y atildado en su sencillez de vestuario, supuso en la vida intelectual de España. Sin ser revolucionario -y él mismo proclamó no serlo-, fue quien más revolucionó la enseñanza española -la primaria, la secundaria y la superior- y con ella la vida
entera de esa mayor parte de la Península Ibérica. Sin él, y sin los instrumentos que forjó -la Institución Libre de Enseñanza 1, la Junta de Ampliación de Estudios, el Instituto Escuela-, no se concebirían, por .aquello de que sublata cOJUSa tollitur efectus, ni la gran renovación universitaria española, ni la existencia del Museo Pedagógico, decisivo en la formación de maestros, ni del Centro de Estudios Históricos, ni las colonias escolares de vacaciones, ni, lo que más importa, personalidades como José Ortega y Gasset,. por no cita~ ~ás que uno, no sólo por estar ya muerto, sino prmCIpalmente por ser el más encumbrado en su valía intelectual. El aula de don Francisco Giner fue por espacio de seis años el hogar de inquietudes de Bernaldo de Quirós. Durante el primer curso, 1893-1894, en que comenzó a frecuentar aquella clase, se explicaron en tres lecciones semanales estos temas: lectura y comentario del libro del sociólogo francés Emilio Durkeim, sobre las reglas del método sociológico, obra que Alean acababa de sacar a luz en París; consideración del movimiento socialista contemporáneo, y construcción de la teoría de la «persona social», que era el único asunto propiamente . jurídico que aquel año se desarrolló, al que, por CIerto, tenía su relativa afición don Francisco Giner. Todos los días del curso, al empezar la lección, al,guno de los alumnos -y sólo eran diez o doce-- debía leer y discutir, con sus compañeros, un par de breves .
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~ Vid. Lorenzo Luzuriaga: La Instituci6n de Enseñanza y la Edu. .cacl6n en España, Buenos Aires. Universidad, 1957.
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cuartillas en que se resumía la clase anterior. Bernaldo de Quirós tuvo a su cargo esta ardua tarea, que tanto contribuyó a formar su estilo personal, tan rico en matices y tan sugestivo por las elegantes imágenes, como a su habilidad para extractar fielmente el pensamiento y los puntos de vista de los grandes maestros. En puridad, no fue sólo el aula de Giner el hogar intelectual de don Constancio; lo fue en pareja medida la Institución Libre de Enseñanza y de modo mucho más duradero. Después de matricularse en el doctorado, y ya en comunión con don Francisco Giner de los Ríos, penetró el año 1894, por vez primera, en aquel hotelito situado en el número 8 del antiguo paseo del Obelisco. Así comenzaron sus relaciones con la nombrada Institución Libre de Enseñanza, que no se interrumpieron sino con la caída de la República española y la expatriación. En aquella casa conoció a los hombres más prestigiosos de la época y otros de sus mismos años, o más jóvenes, que han ilustrado con su conducta y con sus obras la vida universitaria e intelectual de nuestra patria: Alfredo Calderón, Gumersindo de Azcárate, J00quín Costa, Manuel Bartolomé Cossío, Luis SiInarro, Rafael Salillas, Julián Besteiro, Antonio Machado, José Ortega y Gasset... Si esos recintos cerrados fueron su lar, Puerta de Hierro, los domingos, y sobre todo, la Sierra de Guadarrama, han de considerarse como el solar campesino y montañero de Bernaldo de Quirós. Fue también don Francisco quien inculcó en sus alumnos, primero, y 11
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en todo madrileño, después, por explicable fenómeno de extensión, el gusto por el campo y la montaña. En vez de pasar los domingos y días festivos en la casa o en los teatros, el maestro lanzó a las mocedades al aire libre. Esta fue una de las características de la vida de don Constancio Bernaldo de Quirós sobre la que quisiera insistir después. No quedarían completos estos rápidos apuntes sobre su personalidad si omitiéramos decir unas pocas ~ala~ra sobre .la filosofía del mundo, que profesó tan limpIa y cordIalmente, y sobre su política, concebida , esta en su más amplia acepción y con ajenidad de la militancia partidista. Al comenzar a hablar de quien fue mi maestro he dicho que la característica de su vida era la modestia. Pero no en cuanto a su afán de atesorar conocimientos. Ley6 libros, visitó cárceles, analizó delincuentes perexteneció al Instituto de Reformas Sociales, ~,nente. y ayuda a los trabajadores de toda clase. ViVIO al NaIre libre, recorri6 a pie valles y aldeas; escaló montaDas. Preocupáronle razas y PaÍses, viaj6 por Marruecos, ha?16 con sus gentes adalides y subordinadas. Se desterro de España en 1939. Permaneció casi un añ? en Franci~ en un asilo de ancianos indigentes. De allí se tra.slado, con fondos de refugiados· a la Repu'... blica Donu.mcan ". . ' a . estuvo prImero en Macoris; en Santo Dommgo luego (llamada ya .«Ciudad Tru'illo») y pas6 a México al fin. J ,
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Allí ~ ttl~erto,. el :tI de agosto de 1959, rodeado de su mUJer, mvábda de cuerpo, pero con su mente 12
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despierta y abnegada, y de sus hijos y nietos, que le veneraban. y ha muerto como vivió, en la dignísima pobreza, compensada por el más rico espíritu. Murió como Machado quería marcharse de la vida: «Casi desnudo, como los hijos de la mar», aunque Bernaldo de Quirós prefería, como yo, la montaña. Murió trabajando. Acababa de terminar su estudio sobre Recuerdos y enseñanzas de don Francisco Giner, que compuso para mí. Hablaba con los suyos de próximos quehaceres y de largos proyectos cuando sin sentir se lo llevó la muerte. Ya he advertido que no perteneció a partidos políticos. Pero desde muchacho, cuando acudía al aula pequeña y recoleta de don Francisco Giner de los Ríos, sintió el impulso de ponerse al lado de los oprimidos, de los pobres... El mismo despreció la fortuna y se contentó con una vida más estrecha que holgada. Si hubiese vivido diecinueve centurias antes, estoy seguro que, como tantos hombres y mujeres, campesinos, pescadores, desharrapados y menesterosos, hubiera seguido a Jesús.
2.
El autor
Don Constancio Bernaldo de Quirós ha escrito mucho y bueno. Sin perjuicio de exponer luego sus ideas sobre Criminología y Derecho Penal, voy a dar aquí un catálogo de sus publicaciones:
a) Obras de Derecho Penal y Criminología: Las nuevas teorías de la criminalidad~ Madrid, Reus, 1898; 2.& ed., Madrid, Reus, 1908; nueva edición, La Habana, Montero, 1946.-La mala vida en Madrid, en colaboración con J. M. Llanas Aguilaniedo, Madrid, Serra, 1901, que se tradujo al alemán: Verbrechertum und Prostitution in Madrid, en la colección publicada por Ivan Bloch y prologada por Lombroso, Berlín, 1909.-EI alcoholismo~ Barcelona, Gili, 1903; Airededar del delito y de la pena, Madrid, Vda. de Rodríguez Serra, 1904; Criminología de los delitos de sangre en España, Madrid, 1906; La picota (Crímenes y castigos en Castilla en los tiempos medios, con nueve reproducciones de antiguos rollos jurisdiccionales), Madrid, Suárez, 1908; Figuras delincuentes, Madrid, sin año (1909) (con nuevas fotografías de picotas castellanas); El doble suicidio por amar~ Madrid, Vda. de Rodríguez Serra, 1910; Varias Voces -casi todas las de ciencias penales-, en la Enciclopedia Jurídica, Barcelona, Seix, 1910, 1912; Teoría del Código Penal, en colaboración con Alvaro Navarro de Palencia, Alcalá de Henares, Imp. del Reformatorio, 1911; Dere~ho Perud (en el «Manual del Derecho Usual», publicado por A. Posada, F. Clemente de Diego, A. Sela y P. Sangro-Ros de Olano, Madrid, La Lectura, 19.13~; Una supervivencia paleolítica en la psicología cnmmal de la mujer, Madrid, 1916; Criminología del campo ~uz: El. bandolerismo en Andalucía (en colaboraClon con Lws Ardila), 1933, Madrid; Cursillo de . C~minología y Derecho. Penal, Ciudad Truji1lo, Editonal Montalvo, 1940; Lecciones de Legislación 14
Penal Comparada, Ciudad Trujillo, Editorial Montalvo, 1944; La picota en América (Contribución al estudio del Derecho Penal indiano), La Habana, Montero, Editor, 1948; Panorama de Criminología, Puebla (México), Cajica, 1948; Criminología, Puebla (México), Cajica, 1948; Derecho Penal (Parte general) y Derecho Penal (Parte especial), dos volúmenes, Puebla (México), Edit. Cajica, 1949; Nuevas noticias de picotas americanas~ La Habana, Montero, Editor, 1952; Lecciones de Derecho penitenciario, México, Universidad, 1953; El bandolerismo en España y en México~ México, Editorial Jurídica Mexicana, 1959. b) Traducciones, prólogos y epílogos: Los delincuentes. en el arte~ de Enrique Ferri (traducción, prólogo y notas), Madrid, Suárez, 1899; El delito~ sus causas y remedios, de César Lombroso (traducción del italiano), Madrid, Suárez, 1902; Lucha de sexos, de Pío Viazzi (traducción en colaboración con J. M. Llanas Aguilaniedo), Madrid, 1902; La transformación del delito en la sociedad moderna, de Alfredo Nicéforo (traducción del italiano), Madrid, Suárez, 1902; Guía para el estudio y la enseñanza de la Criminología, de Alfredo Nicéforo (traducción del italiano), Madri~ Vda. de Rodríguez Serra, 19°4; La venus de las. pieles, de Leopoldo Sacher Masoch (traducción, con un estudio preliminar), Madrid, Beltrán, 1907 (2." edición, 1935); Criminología, de Alfredo Nicéforo (traducción de todos sus tomos), México; El yo profundo, de Alfredo Nicéforo (traducción del italiano); Tratado de los delitos y de las penas, de César Beccaria (traducción, con un extenso prólogo y un largo epílogo), 15
México-Buenos Aires, Cajica, 1937.-Varios prólogos ha puesto Bernaldo de Quirós a obras de Derecho, principalmente de Derecho penal y Criminología, que merecen ser citados por su extensión y su importancia. Recordemos los libros que se honran con dichos prefacios: Vagabundos de Castilla, por Juan Díaz Caneja, Madrid, Reus, 1903; El Código Penal de 1870, por Francisco Hidalgo, Madrid, Reus, 19II; La sentencia indeterminada (que fue mi tesis doctoral), Madrid, Reus, 1913; Naturaleza y función del DeTecho, de Pedro Dorado Montero, Madrid, Reus, 192o; Delincuencia infantil y Código del niño dominicano, por S. Bavinas, Ciudad Trujillo, 1944; Las personas jurídicas y su responsabilidad criminal, por M. A. d'Estéfano Pisani, La Habana, 1946. Mencionemos también el epílogo puesto por él al libro de César González Ruano El crimen de la Gran Vía, Madrid, 1929. Todo esto sin contar buen número de artículos, que sólo en parte y en la primera época recogió en dos volúmenes ya citados: Alrededor del delito y de la penay Figuras delincuentes, algunos de los cuales, escritos en los últimos años, vieron la luz en La Ley. Sería imposible reseñar ahora sus títulos, y menos todavía su contenido. Unicamente 'quiero recordar uno, por ser el primero de sus estudios sobre Criminología, a la que estuvo dedicado durante cincuenta y cuatro años de su magnífica existencia. Se tituló ese trabajo Una polémica sobre la normalidad del delito, y vio la luz en la «Revista General de Legislación y Jurisprudencia», ~rid, el año 1895, cuando el que sería nuestro. maestro, sólo Contaba veintidós años.
Don Constancio Bernaldo de Quirós preocupóse de política social y fue montañero y excur~i~nista. ~o. fue sólo en estos aspectos, funcionario, alpIDlsta y V13,ero, sine: que puso su elegante pluma al servicio de estos . 2 temas, que tanto le apaSIonaron .
3.
El v'taJero
Ya hemos dicho, al hacer la semblanza de su vida, que, por saludable influjo de Francisc~ Gine~, comenzó a salir al campo los domingos y dlas festIvos. F~e, primero, andarín modesto, a la cercana Puerta de Hierro, que para el madrileño de entonces, encerrado en 2 Sobre política social agraria escribió: El espartaquismo agrario an da]uz, Madn°d , Reus , 1919·, El problema, de los foros . en el noroeste de España (en colaboración con Rivera Pastor), MadrId, 1922; La ~ra bassa morta» y su reforma (en colaboración con J..Arag6n M?nteJo), M drid 1923' Los derechos sociales de los campeSinOS, Madnd, ~oa·ó'M ; 1828·, Los reyes y la colonizaci6n interior de Espana. n arva, . l eCCl
Madrid, 1929. . .bl. M. Sobre alpinismo y viajes: Peñalara, MadrId, BI loteca Ignon, 1905; Peñalara, revista por él fundada y dirigida de~de .1913 a 1928; M drid Publicaciones del Museo de CIencIas Naturales, uad G arrama, a ' d . d 1921 (2'. ed'11915; La Pedriza del Real de Manzanares, Ma n.' . , ciÓD, 1923); Sierra Nevada, Madrid, 1923; La c~lomzaclOn de~ .GuadaTrama, en la «Revista de Política Socia.I», MadrId, 1927; AlpinIsmo, en la Serie de Manuales Deportivos pubhcados por Espa~a-Calpe, Bar·d· Yebala y el bajo Lucus (libro en colaboraCIón con otros .. al 1914 celona-M adn , ·o's) Madrid Sociedad de HIstorIa Natur, · . exped lClonan" Q •6 .. Para comp1etar la bl'bliografía de Bemaldo de Ulr s CItemos, por1 último el Prólogo puesto al Libro del Bast6n de la Muy Noble y Lea C·udad, de Ciudad Rodrigo (Madrid, 1919); el Prólogo a la obra de '. ó L P' ologia al alcance de todos, Ciudad Trujillo, 1945, A Pmgarr n (J SIC .. MA 11' d I y .el Epílogo escrl·to al final del libro de Luis Ross MUJlca "'s a a e Atlan/ico, Valencia, Sempere, 1909.
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cuya nacionalidad adoptó y cuyos trabajos sobre paleontología le han hecho famoso. Por fortuna, aún vive en La Plata y los años no han doblegado susentusiasmos de naturalista. En este trabajo de Bemaldo de Quirós resurge el criminólogo, puesto que nos habla de la delincuencia en Marruecos, de sus cuatreros sobre todo, señalando que las gentes de Yebala son de lo más disoluto de la tierra marroquÍ, amigos del adulterio y la inversión sexual, aunque no es frecuente allí el homicidio. Tanto le apasionaron por entonces, en el tercer quinquenio del siglo, estos estudios, que en ese mismo año de 1913, en el que prologó mi Sentencia indeterminada, figura la confesión de su alejamiento del eampo del Derecho penal, sintiéndose impelido, «día. por día», guiado por nuevas preferencias, a otros paisajes mejores, sobre los que no pesa la doble tristeza de plomo de los crímenes y de .las penas. Por fortuna, Bernaldo de Quirós volvió, sin abandonar las nuevas preocupaciones, a los viejos panoramas del Derecho penal y de la Criminología, por aquello de que on revient toujours a ses premiers amours.
4. El exilado Buena parte de los españoles de a mediados de este siglo tenemos otra característica, que nos imprime herllW1dad con medio millón de compatriotas huidos de España al ser derrotada la República: la de desterra19
dos. Nos acuña un modo de ser que nos unifica entre los huidos y nos diferencia de los imperantes en el viejo solar hispánico. Nostalgia de lo perdido, trabajo guiado, más que por el mero afán de subsistir, por el de olvidar con los quehaceres la ventera lejana y probar, a los de aquí y allá -de América, de Europa o de Africa-, que no somos ciertamente los «peores», y, por último, esperanza constante de volver a España un día.
Don Constancia Bernaldo de Quirós fue uno de los mejores arquetipos de este español laborioso, añorante y siempre esperanzado. Desde que desembarcó en la República Dominicana comenzó en Macoris sus estudios, comprobando ciertas formas de magia negra, tan parecidas a las de las gentes andaluzas analfabetas y apresadas aún por el ancestral elemento prelógico. Como todos los huidos de España, llegó a Hispanoamérica sin dinero, sin libros y casi sin equipaje. Se defendió y triunfó en las aulas como maestro por su inteligencia y sus imborrables recuerdos. Dignos son, una y otros, de que los destaquemos.
Sin libros, al prInCIpIO, dio y escribió cursos de Derecho penal, de Legislación comparada, de Criminología. Guió discípulos, tradujo obras, dirigió memorias doctorales. En México, los profesores de ciencia penal y criminología le miraron como maestro, y de su maestría hablaré al final. En mi más reciente viaje a México en los pasados meses de febrero y marzo escuché de labios de compatriotas el asombro que a todos produjo escuchar una conferencia de Bernaldo de Quirós sobre su viaje a Marruecos sin disponer de libros ni de notas, con tal nitidez de recuerdos que hasta dijo a sus oyentes los nombres de los guías moros que acompañaron la expedición de que antes hablé, y que se realizó hace cuarenta y cinco años. Casi medio siglo después, el octogenario exilado desplegaba ante sus oyentes aquella cinta coloreada de frescos recuerdos, avalorados por las hermosas imágenes con que Quirós esmaltaba su prosa y su decir.
6. El criminólogo
S· Sabiduría
y
memoria
~á llegó el maestro, sin biblioteca -ya que en Es~ana quedó la suya, tan rica- y «casi desnudo». y allá, en ~anto Domingo y en México, empezó a enseñar. E! archivo lo llevaba con él,· en su magín singular, en su saber decantado·en tantas y tantas lecturas en su memoria prodigiosa. . '
Quiero anticiparme a hacer constar que, incluso cuando escribió de Derecho penal, Bernaldo de Quirós fue más criminólogo que escueto jurista. Sus obras de este oriente, como veremos después, o se refieren a la. historia, en busca de realidades· incluso de piedra --como las picotas-, o se proyectan hacia el futuro y quieren llenar el Derecho penal de sentido humano, subjetivizarle, hacer que imperen en él hombres más 21
Barcelona. El objeto de estos volúmenes era explorar los bajos fondos de las grandes ciudades, donde pululan invertidos, prostitutas, vagos, maleantes, delincuentes habituales, etc. Este libro de Bemaldo de Quirós y Aguilaniedo, prologado por César Lombroso, es el primer estudio serio que se publicó en España sobre el hampa y el vicio en todos sus dolorosos aspectos. Contenía, entre tanto dato, un concentrado análisis de las perversiones sexuales, con lo que se anticipó, en varios años, a los muy difundidos Studies in the Psychology o/ sex, del inglés Havelock Ellis. Su obra capital de Criminología sigue siendo sus Nuevas teorías de la criminalidad. El propio autor nos revela que también nació de aquel «laboratorio» que se creó en el aula de Giner. Completaba y superaba, en su síntesis perfecta, otros libros anteriores, más preocupados del problema antropológico que del sociológico. La obra de Bernaldo de Quirós abarca la «historia natural de los delincuentes», la «función penab, las «instituciones penitenciarias» y la «instrucción del proceso penal». En el «epílogo» se preocupa el autor del «movimiento» que, nacido con imperante aspecto antropológico, abarca bien pronto la sociología criminal, constituyendo en su síntesis criminológica un factor potente para la renovación del Derecho punitivo; piensa que el «estado aetua1» es de «crisis» y que «el porvenir» está en la «tutela penal», que don Francisco Ginerpostulaba con entusiasmo. Este libro resultó tan perfecto en su época -yen todas-, que mereció ser traducido, primero al húngaro (Debrezen, 1899), aunque sólo el capítulo referente 23
a la sociología criminal, por Ladislao Thot, muchos años antes de que éste viniera a la Argentina para trabajar en la Universidad de la Plata; y luego al inglés, el año 1911, por Alfonso de Salvio, con prólogo de John H. Wigmore, en la serie denominada «The mod~ criminal science», que se editaba en Londres por Hememan and Co., y en Boston por Little and Brown. Con razón pudo, pues, señalar Bernaldo de Quirós como edición cuarta, la que se hizo de este libro po; Jesús Montero, en La Habana, el año 1946. , ~o se crea que las otras dos obras, publicadas en MexI~O -Pc;norama de Criminología y Criminologíados anos mas tarde, son una copia de aquel otro libro c:oncebido en días de juventud, ya que, si bien se uti~ !izan. muchos datos y esquemas, se añaden otros y se su~e~ algunos, como los propiamente penológicos. Segun dice el propio autor en el prólogo del último de l?s volúmenes citados -puesto que el Panorama es solo un esbozo-, su Criminología pretende ser un tratado de esta ciencia, incipiente aún, que por voluntad de quien la escribe debe estar -aunque duda de q~e 10 es.té en plenitud- «penetrado no sólo de cienCIa :er:na, s~o de criminalidad americana». ~ menCIón merece un estudio, tan completo como mteresante, sobre El bandolerismo en A- -1..;1 ' cl' T~~~ en . que no solo se hace remota historia a partir de ~enzos de la era cristiana, sino que se perfilan, con el VIgO: ,con que únicamente puede hacerlo Bernaldo de Quiros, las figuras de Diego Corrientes, bandido famoso del siglo XVIII, 'Y los de las dos centurias en que nos tocó vivir. Los Niños de Ecija, la cuadrilla 24
de Montellano, José María el Tempranillo, Vizcaya" Vivillo y Pernales. Esta obra nos importa ahora superlativamente, no en la forma en que vio la luz, en Madrid, hace veintiséis años, sino en la recientísima edición de México, que no llegó a ver terminada su glorioso autor *. Las cien últimas páginas de esta postrera obra -de las cuatrocientas que tiene el libro- se consagran al análisis de «El bandolerismo en México», con datos de interés máximo, que se inicia con los héroes de novela, como la escrita por Manuel Payno, Los bandidos de Río Frío (1889-1891), con los de otra anterior casi en treinta años, compuesta por Luis G. Inclán, Astucia, el jefe de los Hermanos de la H aja o los cha... ,"os contrabandistas de la Rama (1865), para ocuparse después del más famoso bandido de la época de la Independencia, Chucho el Roto, así como de otros dos del siglo XIX: Heraclio Bernal y Santanón. Esta parte segunda, destinada a la investigación del bandolerismO' en México, acaba con la criminalidad en los tiempos de la Revolución y con la «Banda del Automóvil Gris»" que comenzó sus delitos a fines de mayo de 1915. Es época de revueltas y de contiendas civiles, y aquellos hombres -'tres y tres mujeres- operaban de modO' semejante: se fingían autoridades con uniforme, su-· bian 'a las casas más ricas, y con el pretexto de un legal registro domiciliario, se llevaban dinero, joyas, etc.,.. transformando lo que se inicia como falsa acción legal en un saqueo. Después menudean ya los asaltos de la mencionada «Banda del Automóvil Gris», incluso con• NotA DEL EDIToR.~EI
bandolerismo andaluz, Ediciones Turner,.
Madrid. 1973.
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tra :la Tesorería General de la Nación. El número de los bandoleros creció. Cuando, en el mes de diciembre de 19 1 5, se dietó sentencia, diez reos fueron condenados a muerte, de los catorce hombres y ocho mujeres que formaron, en distintos momentos, parte de la banda. A este respecto hace Berna1do de Quirós muy interesantes consideraciones sobre la cifra proporcional entre la criminalidad masculina y la femenina. .
7. El pena1isttJ
Al referirnos al que era nuestro maestro como criminólogo, que es lo que sustancialmente fue, hemos ~o constar el influjo ejercido en su primera formaClon por don Francisco Giner, que se preocupó más por ,la pena que de las causas del delito, acaso porque aqu~ es una noción más jurídica y, por ende, más re1acio~ada con sus enseñanzas de la cátedra y el libro. Fue Gmer convencionalisa convencido, y estuvo más cerea de Roeder que de Lombroso. El correccionalismo era, por ende, base esencial de las convicciones penales... de Bernald~ de. Quirós, aun cuando no se dejó enganar por apanencias y vinculó las aplicaciones de la teoría correccional a un futuro más o menos lejano. A este~especto es muy explicito el prólogo que el maestro rec~én. muerto .puso a mi tesis doctoral sobre La s~~ tndeterminada, sistema en que tanta fe depoSitó Gmery también Bernaldo d·e ~':"ós • . • ~u.u.. . en sus IDO<:edad:,••. Sm r~carla,.pero.• sometiéndóla a condiciones. . ' diJO: «Soy md.eterminista de la pena ... .•..• para cuand I· . •. o a.pe11a haya. desaparecido.~ Ya seguida. señala
cuán arraigado está el sentimiento expiatorio, hijo de «una indignación implacable y profunda contra el delito, que no puede desaparecer, ni aun de entre los mismos delincuentes, cuando no están en función de tales... »; mejor dicho, que no puede desaparecer en cuanto son «descargas, a la vez extremadas y repentinas», «en que se expresa lo mejor de la naturaleza jurídica del hombre, su defensa resuelta y decidida de la vida y de los bienes ajenos». En cambio, «la penalidad organizada en frío y sin valor moral, rutinaria y profesionalmente, por las leyes sociales, la tengo por una superfetación anómala y viciosa. Contribuir a ella, y sin duda he contribuido en la medida de mi insignificancia, me causa un secreto pesar incurable». Ahora bien: si la pena queda despojada de su naturaleza retributiva -10 que no empece que se trate de conseguir con ella un fin resocializador-, la culpabilidad carece de lógica secuela y todo nuestro Derecho penal se desploma. Siempre ha de elogiarse la continuidad del pensamiento de un autor, y Bernaldo de Quirós, cuarenta y cuatro años después, sigue en la misma tesis de considerar el Derecho penal como arcaico e incapaz de superarse. En efecto, en su traducción del libro de Beccaria Tratado de los delitos y de las penas (mencionada supra, 2, a), 110 sólo figura un prólogo suyo, sino un largo epilogo, bajo el sugestivo título de «Si volviera Beccaria... », páginas escritas, por cierto, con tIna elocuencia y una vivacidad dignas de sus mejores años. A su juicio, si Becearia retornare al mundo y a su prédica, se vería forzado .a repetir sus argumentos contra 27
Juan Montilla, fue encargado de componer un Proyecto de Código Penal. Don Rafael Salillas había dado su nombre y recomendado su laboriosa juventud al ministro y al subsecretario. Tomó como modelo, para la parte general, el proyecto suizo, entonces la última palabra en materia de intentos codificadores, y en poco más de dos meses quedó redactada la obra, que las crisis políticas frustraron. Un decenio después su autor se mofaba levemente de una empresa tan precipitada, aunque reconocía, con imparcialidad, que algo estimable hubo en su proyecto 3. Ya septuagenario, volvió al estudio del Derecho penal, como lo acreditan sus dos volúmenes, destinados, el primero, a la «parte general», y el segundo, a la «especial» (reseñados supra, núm. 2, a). Por vez primera y única en su larga vida de científico se ocupa Bernaldo de Quirós de los delitos en especie, y lo hace con inimitable destreza. Pero, como hemos venido diciendo a lo largo de este estudio, don Constancio prefiere, incluso en el amplio marco del Derecho penal, los problemas históricosa los dogmáticos vigentes; sus trabajos sobre ias picotas, tanto en España como en América, lo acreditan cumplidamente. Al ocuparse de las de España 4, 3
Llenos de gracia están los párrafos en que contó Bernaldo de
Quirós esta aventura de ensayo de codificación moderna en España. Lo hizo en el Prólogo que escribió para mi tesis La sentencia inde-
terminada, Madrid, Reus, 1913, págs. XIX-XXVII, y en la segunda edición, Buenos Aires, TEA, 1948, págs. 11-16. " No sólo destinó a estos estudios un libro (citado supra, núm. 2, a), sino que antes, en el volumen Figuras .delincuentes (también mencionado), insertó un trabajo sobre «Rollos jurisdiccionales de Castilla.
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considera que rollo y picota son el anverso y el reverso de dos monumentos arquitectónicos penales, y el conde de Cedillo, que se dedicó al estudio de ellas, le da razón, aunque se fundieron pronto en uno solo visible (hacia el siglo xv). La primera, la más antigua, fue siempre lugar de vergüenza y exposición del condenado o de sus restos. Bemaldo de Quirós aprovechó esas investigaciones para explorar los crímenes y castigos en el país castellano durante la Edad Media. Lo mismo hizo cuando se ocupó reiteradamente en sus dos obras sobre la picota en América (reseñadas supra, número 2, a), en que no sólo trata de estos lugares de escarnio, sino de muchas instituciones del Derecho penal colonial, como de las penas simbólicas, tal la famosa del «dedo cortado», que da lugar a interesantes interpretaciones de psicología profunda; de las penas de azotes, que se administraban de varios modos, y de tantas y tantas más curiosidades penales que, no por parecemos hoy antiguallas, debe despreciarse su investigación. Por último, en la postrera etapa de su pr6vida vida, aplicóse .a concretar lo que es realmente el Derecho penitenciario, en unas lecciones de sumo acierto (citadas supra, nÚln. 2, a). Contra. los que quieren dar a este pretendido Derecho una extensión desmesurada ~ernaldo de Quirós lo define como aquel «que, rea:.. gtendo las. normas fundamentales··del Derecho penal, del. que es continuación hasta rematarle, desenvuel'Ve (págs. ~05.116) •• as! como había recopilado otro en su libro Alrededar deldeltto y de .la petUI¡deriominado«La evoluci6n de la pena:Pi¡;otaa,. (págs•. 161 y 81gS.).
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la teoría de la ejecución de las penas y de las medidas de seguridad, desde el momento en que es ejecutivo el título que legitima su ejecución». y contra los que pretendieron hacer de él -siguiendo al fascista Novelti- un Derecho especial autónomo, proclamó que «es un capítulo, una parte, una división del Derecho penal, en una palabra» (págs. 9 y 11).
8. El maestro «De tal palo, tal astilla}}, dice el refrán español. Habiendo tenido como maestro a don Francisco Giner, debía serlo él mismo. Lo fue de muchos alumnos allá en España, empezando Como profesor de la Institución Libre de Enseñanza, cuando sólo tenía veinticinco años, y en la época de nuestra República explicó Criminología en el Instituto de Estudios Penales, cuya forma primera había sido la «Escuela» que fundó Salillas en la Cárcel Modelo para adoctrinar al personal penitenciario. Fue luego catedrático de Criminología en la Universidad de la República Dominicana, y después en México, tanto en la Universidad Nacional Autónoma como en el Instituto Técnico de Policía, cuya dirección ejerció. También hizo oír su voz docente en Jalapa y en La Habana. Cuantas veces estuve en la magnífica· capital mexicana y le visité en su morada tan austera, hube de hallarle rodeado de discípulos mexicanos, jóvenes que, como Hemández Bazán, traba,jaban en su casa las tesis doctorales. La juventud docente de la Universidad de México, como su casi
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homónimo Quiroz Cuarón, Porte Petit, Franco Guzmán, Femández Doblado, le miraban como mentor de tanto saber como conciencia. Por estar rodeado de jóvenes se prolongó su lozanía. A pesar de sus ochenta y cinco años, su inteligen·cia y su memoria, de la que ya he hablado, eran felices. No contaba su edad por inviernos, sino por granados veranos, siempre opíparos de frutos. De todos esos discípulos, uno le recuerda ahora, y con pluma temblorosa por el dolor de haberle perdido traza estas líneas, arrasados los ojos. Ante mí se levanta la pequeña figura de don Constancio Bernaldo de Quirós tal cual le conocí en 1913 al visitarle en aquel local de la Junta de Ampliación de Estudios para pedirle que prologara mi tesis doctoral. El mismo ha contado en su prefacio que, al verme, le sobrecogió una «instantánea ilusi~n de autoscopia». Se contemplaba a, sí mismo quince años antes, y recordaba aquellas estrofas de la Noche de diciembre, de Musset:
seguirán viviendo cuantos de él desciendan. Pero su espíritu sabio, inteligente y bueno es inmortal y se ha de ir transmitiendo a los hijos de la carne y del ánima.. , Entre estos últimos me honro en figurar. Acaso -y salvadas las distancias- como Carrara lo fue de Carmignani; es decir, sin haber recibido sus lecciones directas, ya que, por otra parte, cuando yo estudiaba, Bemaldo de Quirós, como él mismo decía en el Prólogo a mi tesis doctoral, tenía su vista puesta en «otros paisajes», como el de la reforma social y el de las razas, aunque luego volvió a los nuestros, al delito y a la pena, con el mismo entusiasmo que en sus años mozos. Fui su discípulo, a través de la distancia, leyendo su libro Las nuevas teorías de la criminalidad, que me sedujo hasta el punto de haber sido decisivo en mi vocación Penalista. Tuve luego otros maestros -sobre todo en Suiza y Alemania-, pero la huella que la enseñanza de Bemaldo de Quirós me dejó en aquellos años de la veintena de la vida ha sido imperecedera. Por eso ahora, en que él no se halla entre nosotros, he sentido la imperiosa necesidad de evocarle y de poner sobre su tumba lejana esta ofrenda de cuartillas inspiradas por el recuerdo del que fue y será, por siempre, mi maestro.
... un pauvre enfant vetu de noir, et qui me reseemblait comme un Irere.
Me esforcé en parecerme a quien me vio tan semejante a él. Como Bemaldo de Quirós, me he afanado en saber, no me ha hnportado la pobreza, gusto de rodearme de discípulos, y si no he alcanzado su. talla en' lo intelectual y sacrificado..., no es culpa propia. Por haber sido un maestro en sapiencia y en conducta, don Constancio Bernaldo de Quirós no ha muerto. Su cuerpo volvió a la tierra, . al polvo, a fecundar con la materia, que sólo se tratl8forma,el suelo en que
(Publicado en La Ley, de Buenos Aires. y recogido en el libro Estudies a la memoria de don Constancio Bemoldo de Quirós, México, D. F., 1960.)
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EL ESPARTAQUISMO AGRARIO ANDALUZ
A DON JUAN DIAZ-CANEJA DEFENSOR DEL CAMPO CASTELLANO, BIENHECHOR DE LOS CAMPESINOS, OFRECE, CON GRATITUD, ESTE MODESTO ESTUDIO,
EL AUTOR
1 Los más antiguos recuerdos a que hemos podido llegar en la historia de las rebeliones de los campesinos de Andalucía no pasan de la segunda mitad del siglo XIX. Es indudable que existe una larga prehistoria de los mismos que se extiende, cada vez más oscura, sobre todo al lado de allá de las leyes agrarias de Carlos III; hechos aislados, episodios de revuelta poco amplios y profundos, crisis de desesperación de los hambrientos y los oprimidos que los contemporáneos han dejado pasar como insignificantes, i tan habituados estaban a su espectáculo lamentable!, sin escribir las fechas y los nombres, los territorios y los actos; todo perdido, pues, en la irreparable amnesia de los años, que aniquilan la memoria de las generaciones. La paciente investigación de los venideros podrá salvar algún recuerdo; yo no renuncio a excavar en esta paleontología. Pero, entre tanto, voy a referir compendiosamente la historia, tal como se me muestra a mí, en un estado, nada definitivo, de su conocimiento.
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II
Comenzamos con un simple nombre personal, una vaga fecha, un suceso escueto. En 1855, cierto don José Astudillo, «de mucha celebridad», fue conducido con otros prisioneros desde Arcos o desde Jerez -que esto no resulta bien clarohasta Sevilla, complicado en peligrosas asociaciones secretas, subversivas del orden social constituido. Se halla esta referencia en un opúsculo de M. Cubas sobre La Mano Negra, publicado en Madrid en 1884.
111 Dos años después se produce un extraño suceso que aún no ha sido cabalmente interpretado. He aquí cómo le refiere J. Guichot en su Historia general de Andalucía, tomo VIII, cap. IV: «... En el mes de junio de 1857 urdióse en Sevilla una conspiración, cuyos verdaderos autores o instigadores, cuya bandera y cuyos propósitos son todavía un misterio, a pesar de los años que van transcurridos. Nadie sabía de dónde procedía ni tampoco adónde se dirigía, siendo oscuros y completamente desconocidos en la inmensa mayoría los hombres que figuraron en ella. y habiendo condenado su loca tentativa política todos los partidos políticos militantes a la sazón en Andalucía. »DispuestOs ya todos los elementos con que contaban o creían contar los conjurados, en la tarde y po40
che del último día de junio salieron de Sevilla, en número de ciento y tantos hombres, mal armados y pertrechados, y al siguiente penetraron en las villas de Utrera y del Arahal, donde sorprendieron la casa cuartel de la Guardia Civil y cometieron excesos punibles, siendo el más señalado el incendio del archivo municipal y los de algunas escribanías. La naturaleza de este atentado, que en nada podía beneficiar a los sublevados, justifica 10 que más tarde se aseguró: que no ellos, sino algunos vecinos de las mencionadas villas fueron los autores de aquella estúpida violencia. »La noticia de tan incalificables desmanes obligó a la autoridad militar superior de Sevilla a activar el envío de una fuerte columna de tropas de infantería y caballería en persecución de los sublevados, que fueron alcanzados en la mañana del día 3 en el pueblo de Benaoján, Serranía de Ronda, y acuchillados y lanceados por la caballería, que les causó veinticinco muertos y les cogió veinticuatro prisioneros, catorce caballos y varios efectos. - »Los sublevados que sobrevivieron a aquella cruel carnicería se dispersaron aterrados en todas direcciones para ir cayendo poco a poco y unos después de otros en poder de la Guardia Civil, que salió en su persecución. El día 5 fueron presos sus jefes en el término de la villa de Utrera y conducidos a Sevilla, así como todos los dispersos que iban cayendo en manos de la Guar-
dia Civil. »Sometidos al fallo de un Consejo de guerra, fueron condenados a la última pena, cuya terrible sentencia se llevó a cabo el día 12, siendo fusilados en Sevilla 41
el primer jefe de los sublevados 1 y veinticuatro individuos más, yen Utrera, el mismo día, el segundo jefe con ocho de sus subordinados. })Las vivas instancias y numerosas exposiciones elevadas a la reina por todo e! vecindario de Sevilla, sin distinción de partidos, clases ni condiciones, pusieron -término a aquella feroz hecatombe, alcanzando la conmutación de la última pena por la inmediata para los muchos infelices presos, contra los cuales e! Consejo de guerra seguía pronunciando el mismo fallo. })Tal es, narrada compendiosamente, la historia de aquella misteriosa sublevación, ahogada materialmente en sangre con una rapidez tan pasmosa, que dejó desconcertados los cálculos que acerca de ella se hicieron en toda España en aquellos días. Sólo dos hechos se vieron con claridad, y éstos fueron los que dieron lugar a las más cavilosas suposiciones. Fue, el primero, que la conspiración no mereció el nombre de tal, visto que los conjurados la urdieron a luz del día y con una audacia y publicidad que a todo e! mundo tenía sorprendido en Sevilla, no acertando a explicarse la indiferencia en que permanecían las autoridades a la vista de una conspiración cuya. existencia no era un secreto para nadie en la ciudad; y el segundo, que la mayoría de las víctimas de aquella descabellada intentona fueron jóvenes imberbes, artesanos en su mayor parte, que se dejaron seducir, ignorantes del atentado que iban a cometer, hasta el punto que, en el horrible tránsito de la capilla al lugar. del suplicio, todavía pregun1
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He averiguado después que se llamó don Manuel Caro.
taban a los sacerdotes y hermanos de la caridad que los auxiliaban y procuraban fortalecerlos en sus últimos momentos, si, efectivamente, los iban a fusilar y por qué delito... })
IV En el opúsculo que ya hemos citado antes, Cubas recoge un nuevo suceso efímero: «Más tarde, después de las sublevaciones de El Arabal, se descubrió en dicho pueblo una sociedad comunista, y dieciséis individuos fueron fusilados.» Volveremos a encontrar una tercera vez, más adelante, el nombre de este pueblo, que probablemente quiere significar, en árabe, «el molino» (er-rehá). El Arabal es, en efecto, un pueblo en cierto modo de infamia, que también se repite en la historia de! bandolerismo andaluz. El Niño del Arahal se llamó el segundo compañero de Pernales, que reemplazó al Niño de la Gloria, muerto en un tiroteo con la Guardia Civil en los alrededores de Villafranca de Córdoba, y que también, a su vez, pereció con el Pernales. en las solitarias fragosidades de la bravía Sierra de Alcaraz. Está El Arabal en la cuenca. del Guadaira, que baja al Guadalquivir desde la Sierra de los Algodonales, frontera de las provincias de Cádiz y Sevilla. Notemos de pasada que toda· la historia de los alzamientos de los campesinos de Andalucía se localiza al sur del Guadalquivir, sin rebasar jamás la tortuosa línea del Gran Betis. ¿Por qué? En primer lugar, indudablemente, porque la Andalucía agraria está más 43
caracterizada al mediodía del Guadalquivir, en tanto que al norte domina la Andalucía minera y la pecuaria. Además, y en función con esta misma característica, la mitad inferior del gran valle longitudinal del Guadalquivir, ceñido al relieve del Sistema Bético, esto es, de la Sierra Morena, es la más poblada y dotada de grandes focos de aglomeración humana, en tanto que en la mitad superior, aun en el día, siglo y medio después de la obra colonizadora de don Pablo de Olavide, se extienden los grandes despoblados, los desiertos extensos, de que es sorprendente ejemplo el partido judicial de Posadas, en tierra de Córdoba, entre el Guadiato y el Bembezar.
v Los sucesos se trasladan ahora a la Andalucía oriental, por la cuenca del Genil, que, apenas salido de la vega granadina, debe romper, antes de llegar a la campiña cordobesa, los últimos contrafuertes occidentales de los prealpes granadinos. Nos encontramos en Mollina, tres leguas al noroeste de Antequera, próxima a la Laguna Salada de la Sierra de las Yeguas. Es el 21 de julio de 1861 es decir, entrado ya el verano, en el mes propio de' las revol~ciones (y obsérvese que ya en la rebelión de 18 57,. ocurrIda el 30 de junio, se señala este factor térmico de la criminalidad colectiva, tan acusado en nuestra España). Repentinamente se produce .un movimiento popular sedicioso, de que resultan algunos muertos y 44
heridos. El juez de Antequera dirige el proceso contra el albéitar de Loja, Rafael Pérez del Alamo, como principal responsable; dicta un auto de procesamiento, y el albéitar replica a él con el toque de botasillas, saliendo a caballo de la población, seguido de gran golpe de partidarios. Aunque los sucesos que comienzan con la asonada de Mollina y se desenvuelven en los quince días sucesivos en la región donde se juntan las provincias de Granada, Málaga y Córdoba mantuvieron suspensa la atención de los contemporáneos, ni se les concedió la importancia sintomática que realmente tienen ni se les dio la justa interpretación que merecían en relación con los estados de espíritu de la época. La rebelión del albéitar nos es mal conocida en su sentido íntimo; sus hombres están muertos, aun los que, como él, alcanzaron excepcional longevidad; la prensa contemporánea, mal informada, repite vulgaridades insignificantes, sin que una parte de ella deje de intentar reducir la etiología del levantamiento a «resentimientos personales», por lo demás indefinidos, 10 mismo gue los que, por ejemplo, recurren a este mismo orden de motivos en nuestro tiempo respecto al levantamiento, contra Abdelásis, de Bu Hamara, por otro nombre el Rogui, de destino tan triste. Lejos de esta interpretación personal, la salida de Loja del albéitar con su gente tiene todos los caracteres de una secesión popular que anuncia la lucha social inminente. Rafael Pérez del Alamo es, verdaderamente, el Espartaco andaluz, un Espartaco efímero y reducido, es cierto, pero al que no le faltan los carac45
teres ideales y generosos que todavía irradian una aureola cálida en tomo a la imagen del gladiador de Tracia, que sostuvo en la Campania y en casi toda la Italia meridional la insurrección de los esclavos -quinto estado aetual- en los tiempos ya próximos al nacimiento de Cristo. En el Heraldo de Madrid de 18 de enero de 19II hallamos una semblanza de él, escrita con ocasión de su muerte; únicas líneas estimables, dignas de recogerse, entre las banalidades e inexactitudes de la generalidad de los periódicos. Son éstas: «Inculto, tosco, caótico, de palabra premiosa, fue cerebro de un movimiento porque supo también ser brazo de él, cual si intuitivamente hubieran entrado en su entendiniiento las palabras del excelso poeta: 'En el principio estaba la acción.'» El 28 de julio, Pérez del Alamo, con su gente, se presenta ante Iznájar, en la provincia de Córdoba, sobre el Genil, cuyo curso ha seguido aguas abajo. El puesto de la Guardia Civil se le rinde; exige raciones, pólvora y tabaco, y, repuesto de todo, se dirige hacia Loja, deshaciendo el camino que había hecho y sin dejar de reclutar hombres en el trayecto. ¿Quiénes eran los hombres de Pérez del Alamo? Seguramente, los miserables, los famélicos, los humillados, los ofendidos, los desheredados de todos los bienes que llenan la existencia, dando a sus poseedores el sentimiento de la amplitud de la personalidad y de la vida. Agiles hombres, casi·desnudos, de caras sudorosas, bronceadas, reluciendo la esclerótica y el esmalte de los dientes en la mirada y. la sonrisa, entre ansiosa y confiada, marchaban organizados militarmen46
te, armados con las hoces y herramientas de sus oficios agrarios, enardecidos por las músicas, los tambores y trompetas que el jefe, lleno de instinto guerrero, había querido procurarlos, mas sin que nunca su exaltada belicosidad se desmandara en actos destructores. Algunos días más de resistencia, y acaso hubiera surgido una épica malagueña colectiva, como el himno que Rouget de l'Isle dio a los marselleses. Las huestes del albéitar se presentan de este modo el 29 de julio ante Loja, «flor entre espinas», según la imagen de su blasón, esta vez estremecida, contradictoriamente, de ansiedad y de impaciencia. El conductor exige seis mil raciones y se apodera de la ciudad, que domina durante cuatro días, poniendo al pueblo en estado de defensa contra las tropas que pudiera enviar el Gobierno, llegando a reunir hasta diez mil hombres y sin consentir el menor exceso de sus instintos. El 2 de julio se señalan bravas escaramuzas con las tropas del Gobierno. El 3, el general Serrano del Casitillo sitia a Loja en regla. La madrugada del 4, Pérez del Alamo dispone la evacuación de la ciudad, que se efectúa con el mayor orden, dispersándose las más de sus gentes - j inesperado desengaño! - entre las sierras prÓximas. Todavía él, con los más pertinaces yosados, intenta marchar sobre Albama; mas en breve les es forzoso disolverse. El albéitar, al fin, es apresado. Condenado a muerte, le indulta la generosidad del marqués de la Vega de Armijo, ministro de la· Gobernación con la Unión Liberal de O'Donnell. No dejemos de notar, en efecto, que, como correspondiendo a la nobleza de la re-
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belión, la represión de la misma adquiere caracteres de generosidad que rara vez se han repetido desde entonces. Cuando la reina Isabel 11, en su viaje de 1862 por Andalucía, pasó con dirección a Granada por Loja el día 14 de octubre, fue aclamada por muchos hombres del campo que agitaban gallardas palmas. Eran los indultados de la rebelión de Loja, los antiguos hombres de armas de Pérez del Alamo. Retirado a Arcos de la Frontera, su tierra natal, vivió éste oscuramente, ejerciendo su menospreciada profesión -una de las raíces, tal vez, de su sentimiento personal espartaquista- hasta los noventa años cumplidos. Once años después de la rebelión, en 1872, dio a a la estampa un folleto, hoy imposible de hallar, bajo el título Apuntes históricos sobre dos revoluciones. De él es este párrafo, copiado por Guichot en su Historia de Sevilla (tomo V, libro X, cap. IV), que expresa el estado «caótico» de su espíritu, a que alude la semblanza ya recordada: «¿Se quiere saber qué bandera enarbolé? Contesto: la de la democracia. ¿De qué naturaleza fueron mis aspiraciones? De naturaleza republicana. ¿De dónde partía y adónde me dirigía? Partía de una monarq\úa hipostática e iba a una república humana. ¿Contra qui~n ~ levanté en armas? Contra la monarquía y la dmastía. ¿Qué es lo que .quería derribar? Esta pregunta está ya contestada.» Pobre y olvidado, murió a mediados de enero de 1911. El retrato publicado, con la· semblanza que antes 48
se citó, en el Heraldo de Madrid de 18 de enero de dicho año, nos le muestra con un tipo apostólico, acentuado por la edad y la actitud de la cabeza, levantada hacia el cielo.
VI Todos estos sucesos son anteriores a la constitución de los actuales partidos obreros. Pero ¿qué se ha añadido después, que ya no se hubiera dicho ya, con respecto a renovación social, antes de 1848? Por otra parte, en esta primera éPOCa de la historia de las rebeldías andaluzas, la protesta económica y, hasta en general, la lucha de clases se halla mucho menos caracterizada que 10 que estarán después de la organización de las masas populares. Más que otra cosa, hasta aquí las rebeliones, la de Pérez del Alamo sobre todo, son crisis de las injusticias producidas por hombres de toda condición, aun las más sufridas: injusticias, más que nada, del orden ético o moral a que responde, mejor aún que a las de naturaleza patrimonial o económica, el hombre de Andalucía, y acaso, en general, todo hombre. «i Cuántas lágrimas! i Si supieseis los océanos que llenan! », podríamos decir, como en el Caín, de lord Byron. i Cuántas lágrimas de dolor y de ira, salobres como las aguas oceánicas, capaces de llenar la cuenca de los cinco grandes mares, haciéndoles rebosar sobre las playas arenosas'! j
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VII En el año 1864, como es sabido, se fundó en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores. Cuatro años después, en noviembre de 1868, es cuando el caballero italiano José Fanelli viene a España para organizar las fuerzas obreras y agruparlas a la gran coleotividad naciente. Otros cuatro años más tarde, el 17 de enero de 1872, un decreto que lleva la firma de Sagasta dicta la orden de disolución de la Internacional en España, diputándola «1a piedra filosofal del crimen». Era ya inútil. No sólo nada podía oponerse ya a la asociación de los trabajadores, sino que la iniciación de España en este camino se había hecho a través de la disidencia anarquista que, en lo sucesivo, había de imprimir carácter para siempre a Cataluña y a Andalucía. Cuando el 9 de septiembre de 1872, en el Congreso de La Haya, se produce la ruptura final entre Carlos Marx y Miguel Bakunin, es decir, entre socialismo y anarquismo, las secciones andaluzas y catalanas se ponen del lado del eslavo, decidiendo del destino de España en la Asamblea. Algunos meses después, en diciembre del mismo año, se celebra en Córdoba el primer Congreso anarquista andaluz que registra 1a hi&toria. No sólo la psicología del hombre bético se inclina más hacia el anarquismo individualista que hacia d socialismo. Hay que tener presente, además, que la semilla anarquista había sido lanzado dos veces al caropo andaluz antes que ninguna otra, por una especie de fatalidad del destino de Andalucía. El caballero Fa50
nelli, el hombre de confianza de Bakunin, había trabajado desde el primer momento para la causa disidente, como nota Francisco Mora, el único superviviente de los fundadores de la Internacional en España, en su Historia del movimiento obrero en España. En vano, para atajar los efectos de su propaganda, Carlos Marx envió después a su propio yerno, Pablo Lafargue. Además, los gérmenes anarquistas, en la propia Andalucía, venían de más antiguo: desde aquel don Joaquín Abreu, diputado de las Cortes de 1823, uno de los que en Sevilla votaron la destitución de Fernando VII, que conoció a Carlos Fourier, en Francia, en 1831, en las postrimerías del famoso utopista, y que, al regresar a España, propagó las doctrinas del mismo en El Eco de Madrid y en un circulo de discípulos gaditanos. Uno de éstos fue, según refiere Fernando Garrido en su Historia de las clases trabajadoras, don Manuel Sagrario de Veloy, que hacia 1841 intentó la fundación .. de un falansterio en las proximidades de Jerez de .la Frontera, en el sitio denominado Tampul. Veloy llegó a reunir un capital de hasta un millón de duros. para lograr un propósito que fracasó ante la negativa del Gobierno a procurarle las facilidades que pretendió (exención de aduanas, materiales, útiles, herramientas, soldados o presidiarios para la mano de obra). Como quiera que sea, 10 interesante es saber que, antes de mediar el pasado siglo, existían ya en la Andalucía meridional 1.620 personas por 10 menos (que tal era la cifra exacta de la falange completa de Fourier) dispuestas a la vida nueva económica y sexual que debería ·51
poner té1111ÍIlo, según la concepción del que la imaginó, a los cinco mil años de miserias y pruebas del ciclo de vida de la hllIIlanidad que está acabando.
~aga se declaran independientes; Córdoba y Jaén lo Intentan vanamente; y en todas partes hay una gran llamarada repentina, sofocada en breve.
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Al proclamarse la República, en 1873, se producen en no pocas localidades andaluzas episodios de revolución social, más o menos violentos. Momilla, en plena campiña cordobesa, sufre el mayor trastorno. Las multitudes se entregan a la expansión feroz de sus codicias y odios; destruyen el registro de la propiedad, alteran las lindes de los campos, saquean algún cortijo, etc. No faltan los asesinatos de dos propietarios y de un guarda rural. Fueron los muertos don Francisco Rioboo y Mena, octogenario, y don Luis Navarro, en plena edad viril. . En la misma Montilla, de labios de un anciano médico que conoció los lamentables sucesos, hemos recogido algunos recuerdos a punto de perderse; singularmente, la presencia entre los grupos homicidas de verdaderos tipos delincuentes. No otra cosa parece, según -la descripción, el llamado Medio 1arrillo, por la facilidad y propensión a embriagarse y, además, por la exigüidad de su organización. Tenía un aspecto casi senil, con la frente surcada por prematuras arrugas profundas. En los últimos momentos de la efúnera vida de la República, el cantón andaluz deriva hacia formas sociales radicales. Sevilla,Cádiz, Jerez, Granada. y Má...
Uno de los primeros actos del Gobierno intermedio entre la fracasada República y la Monarquía fue el de~ creto de 10 de enero de 1874 disolviendo «por motivos de seguridad», en España, la Asociación Internacional de Trabajadores. El resultado de eSita medida fue ya contraproducente. Para sustituir la muerta asociación -como he dicho en otro lugar 1 _ se crearon pequeñas sociedades secretas, como asteroides nacidos de la fractura de un planeta. Casi inmediatamente comenzó una serie de crlmenes de destrucción, impunes por el inquebrantable anónimo que asumían. Mieses incendiadas, viñedos destruidos por todas partes. Una noche se señaló, en el campo de Jerez, por la matanza, casi general, de los perros de guarda y de defensa. Ahorcados, degollados, aplastados bajo piedras, roto el cráneo y las vértebras por el palo, amanecieron un día en las majadas
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1 Bandolerismo y delincuencia subversiva en la Baja Andalucía (en el tomo IX, Memoria La de los «Anales de la Junta para AmpliaciíSn de Estudios e Investigaciones Científicas»). Reproduzco de este estudio, conigiéndolas y aumentándolas, las páginas relativas al proceso de La Mano Negra y al asalto de Jerez de la Frontera por los braceros del campo, escritas al regreso de mi primer viaje de estudios sociales en la primavera de 1911.
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y cortijos, para que con sus ladridos insistentes no volvieran a señalar el paso de los jornaleros a los lugares de cita, en la serenidad de las noches de la Baja Andalucía. El decreto de muerte de los valientes animales alcanzó el radio de algunas leguas de eficacia. Datan de entonces algunas coplas que añaden un nuevo motivo inaudito a los dos temas del amor y de la muerte que dominan obsesivamente el cancionero popular de Andalucía. Las recogió, poco después, Leopoldo Alas~ en su viaje a Jerez como corresponsal de El Día, con ocasión del proceso de La Mano Negra: Todas las niñas bonitas tienen en casa un letrero con letras de oro que dicen: por un asociado muero. Le pregunté a mi morena que por qué me despreciaba, y me contestó serena que en la asociación entrara.
Si quieres vivir a gusto con tus derechos colmados, cásate con un obrero de los buenos asociados.
La asociación a que aquí se alude debía ser cierta Sociedad de los pobres honrados contra los ricos tiranos, mencionada en un proceso instruido hacia 1898 por el juez Fajano; de Jerez de la Frontera.
x El año 1882 se señaló por una larga crisis económica desde mayo hasta octubre. En Sevilla volvieron a
reunirse los obreros en una asamblea en que por primera vez se planteó la división entre comunistas y colectivistas. Aquéllos, los más antiguos, iban siendo también, poco a poco, los menos, mientras los que se decían colectivistas parecían aumentar con más éxito. En realidad, esto debía ser una autoequivocación. El verdadero anarquismo andaluz ha debido ser siempre, como lo es hoy todavía, el anarquismo individualista, como el inglés, como el norteamericano, aunque para engañarse a sí propio, en la época en que el comunismo estaba aún en predicamento, asumiese las curiosas adaptaciones al comunismo -comunidad de recursos y hasta de mujeres entre grupos reducidos, muy íntimos-, de que algunas veces se me ha hablado en mis viajes por Andalucía. Uhimamente, sólo he oído expresarse en sentido de franco comunismo a los obreros de Pedro Abad, en el límite entre la Campiña y la Sierra cordo-
besas. Todas estas cosas, que venían pasando inadvertidas, pronto iban a recibir una revelación pública en toda España. Cierto día, el 26 de diciembre de 1882, con ocasión de la instrucción de crímenes que parecían vulgares -el asesinato de Fernando Olivera, el del Blanco de Benaocaz especialmente-, apareció el primer docuDJento revelador de una terrible asociación cuyo solo nombre ponía temerosa inquietud. Otro día se hallaba
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un credo revolucionario en la Anarquía, la Federación obrera y el Colectivismo. Al fin, las ansiosas pesquisas de represión dieron' con el reglamento de la asociación subversiva de todo el orden social establecido: «... la tierra existe para el bienestar común de los hombres, y todos tienen el mismo derecho a poseerla» 2. Un nuevo crimen se añadió a la serie casi inmediatamente. El 3 de diciembre de 1882, en una pobre venta a dos kilómetros de Jere:z;, a la izquierda del camino de Trebujena, eran asesinados el ventero Núñez y su mujer María Labrador por incumplimiento, al parecer, de un mandato de la Junta de la asociación tenebrosa y sospechas de infidelidad vehementes. En febrero de 1883, la cárcel de Jerez, viejo convento de franciscanos, albergaba hasta cuatrocientos presos de estas causas, gente tomada al azar de entre las ciento cincuenta federaciones con cincuenta mil asociados que La Mano Negra contaba en Arcos y en Jerez, sobre todo, y también en El Arahal, de rebelde fama. Allí estaba Jnan Galán, que pagó con la muerte el asesinato del ventero Núñez; Juan Galán, naturaleza generosa de que aún guarda veneración y respeto el pueblo, atribuyendo su triste suerte a la abnegación filial con que se entregó, en plena paz de espíritu, al verdugo por no·. delatar al verdadero asesino, su propio padre. Allí estaba también una mujer, especie de Sofía P~oskaia, para que no dejara de apuntar la nota fei2 Pueden verse estos docUlllentos en el texto de los procesos de La Mano Negrá, publicados por la1<evista General de Legislación 'Y Juris"
prudencia.
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menina, tan poderosa e importante en el desarrollo delos partidos radicales en la Europa eslava. Era Isabel Luna, de veintitrés años, nacida en el pueblecito de Benaocaz, que debería sonar después tanto, de mirada viva y fisonomía simpática, de conversación suelta y desenfadada, pero cortés siempre. Había sido, según decían, moza de labranza, aunque no certificaran este origen sus maneras, nada vulgares, y sus manos, blancas y cuidadas. Allí estaban también los complicados en el asesinato del Blanco de Benaocaz, proceso que en seguida quedó en primer término. «Entre todos -decía el inteligente corresponsal enviado por El Día- se notan por la limpieza de la ropa y la distinción del tipo· los hermanos Corbacho, uno sobre todo. Pasará de los treinta y no llega a los cuarenta; es alto, delgado, nervioso, de nariz aguileña, de ojos expresivos, de boca rasgada, cuyos labios se entreabren dejando ver una dentadura blanquísima. A su color moreno da una palidez amarillenta la fiebre, que no le deja desde que está preso ; viste como los hombres del campo de Andalucía y ejerce, lo mismo que su hermano, una especie de superioridad sobre todo lo que los rodea.» Los hermanos Corbacho, Francisco y Pedro, descendían de un labrador acomodado de la tierra y habían padecido una historia triste de decadencia que alimentaba sus deseos de desquite. Atribuyóse a ambos el gobierno de la masa trabajadora asociada en uno
compleja, una sola figura psicológica. Con todo, Francisco era mayor de edad y aun en dignidad en la organización social, como presidente, que, según se dijo, ·era en el llamado Jurado popular de La Mano Negra~ Pedro le seguía, como vicepresidente; pero en este caso, según suele suceder a menudo, la primera figura, dea>rativa,era manejada por la segunda. «Carácter verdadero de jefe», como le definió en su oración el fiscal que le acusaba, acudían desde muchas leguas alrededor los jornaleros del campo a conocerle; y reconocida por todos su superioridad sobre Francisco, para que sobreviviera él, Pedro, hubo entre los numerosos procesados por el asesinato del Blanco de Benaocaz una especie de convenio durante la instrucción del sumario, atribuyendo a Francisco la orden del delito. El mismo Francisco aceptó esta solución, y quizá la insinuó, si no se la sugirió Pedro; el uno era la abnegación; el otro, la voluntad de vivir, sintiéndose con derecho a todo. El crimen, cambiante de colores según se le mira, unas veces parece una venganza o una conveniencia faroiJiar; otras, una eliminación, fundada en un motivo de ideal social infringido. La deuda de los Corbacho con el Blanco, la injuria. inferida por éste a una mujer de la familia de aqUéllos, le dan apariencia de lo primero; pero tampoco se ha de olvidar la rigidez de .la .regla moral en el periodo naciente de los movimientos de. reforma SOcial. El Blanco de Benaocaz pudo suscitar, con ladesviaci6n de su conducta, la implacableeensura que le condenaba a ser suprimido eI1un estado de espíritu dra-
mniano. Cuando menos, el espejismo de este duro ideal de justicia diose como explicación en las conciencias torpes, dominadas por Pedro Corbacho con empírico y seguro conocimiento de las leyes psicológicas de los suyos. Primero, las palabras de muerte desprendidas de sus labios. Después, la orden escrita, sellada. Era una forma de su voluntad, que halló natural y espontáneamente a su servicio la contracción muscular del brazo de los dos compañeros más jóvenes que se encontraran. Fue obedecido como un rey. Gonzalo Benítez Alvarez, de veinte años; Rafael Jiménez Becerra, de veintidós, pero de tan marcado infantilismo, que apenas acusaba quince, marcharon en un automatismo completo a ejecutar la sentencia de muerte venida de lejos. El hecho puede recordar el «delito del mandarín» imaginado por Rousseau para probar la flaqueza humana. «Si para heredar al rico, a quien jamás se hubiera visto, de quien nunca se oyera hablar y que viviera en el rincón más apartado de la China, bastara oprimir un botón que le hiciera morir, ¿cuál de nosotros no le oprimiría?» Pero el Blanco de Benaocaz no era el antípoda desconocido para Pedro Corbacho; de modo que la naturaleza general criminaloide de los hOllibres se agrava en él casi hasta llegar a la rara variedad del «asesino frío», de savia verde viscosa en lugar de roja sangre, que mataría sin golpes y sin ruidos, mediante la tranquila imposición de las manos. El proceso se desenvolvió como una verdadera, grande y larga tragedia; tragedia, sí, no obstante la condición humildísima de sus. personajes.
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Las fiebres carcelarias se apoderaron al punto de aquellos de organismo más sensible y reactivo. Clarín nos ha dejado -según vimos- la descripción de uno de los Corbacho, tiritando bajo la calentura que no le abandona, ni en el medio de la noche benigna, que templa el ardor de la sangre y la vuelve a la temperatura normal de 37°, que debieron tener las aguas de los mares primitivos en que nació la vida y comenzó a apoderarse de este medio líquido interior para su desenvolvimiento. A otros les hirió la tuberculosis, que reina entre las causas de mortalidad en la baja Andaluda. Finalmente, a algunos se les apareció en la oscuridad del calabozo Nuestra Señora de las Tinieblas, «madre de las demencias y consejera del suicidio» (De Quincey), y con sus saltos imprevistos, de tigre, cayó sobre ellos. José León Ortega enloqueció. Cayetano Expósito, llamado Cayetano de la Cruz, gitano, designado con el apelativo del Infame entre todos los detenidos, por atribuírsele la delación del crimen, se ahorcó resignadamente para poner término a una vida breve, sí, pero cargada con el triple estigma de maldición de la raza, del nacimiento y de la aversión de los compañeros. La sentencia no se hizo esperar medio año; pero luego, el recurso de casación volvió a poner un término de nueve meses al desenlace. Pedro y Francisco. Corbacho Lagos, Manuel y Bartolomé Gago de los Santos, Juan Ruiz y Ruiz, Gregorio Sánchez Novoa, Cristóbal Femández Torrejón y Gonzalo Benítez Alvarez fueron condenados a muerte, sin contar José Le6n Orte~ a quien la locura pos60.
terior libraba de la ejecución de la pena. Roque Vázquez, Salvador Moreno, Antonio Valero, Rafael Jiménez Becerra y Agustín Martínez Sáez, a cadena. Sólo hubo absolución para Juan Cabrera y el pastor Fernández Barrios. Ocho reos de muerte, un loco y un suicida; cinco condenados a largos años de cadena. Jamás se conoció sentencia alguna que se acercara tanto a la hecatombe. La vida del Blanco de Benaocaz fue cara. Pero en realidad era la vida de la organización social la que se defendía, eliminando al Jurado popular entero de la insidiosa asociación enemiga y a sus miembros más caracterizados. El 14 de junio de 1884 fue el día de la ejecución. Se habían levantado ocho patíbulos en fila para que los reos no se vieran unos a otros. Dirigía la ejecución el verdugo de Madrid, Francisco Ruiz Castellano, antiguo sargento primero de caballería, con grado de oficial. Le ayudaban los verdugos de las Audiencias de Albacete y de Burgos. Los condenados estaban en el profundo abatimiento que sustituye en los reos de muerte a la agonía, o postrer combate. Sólo los hermanos Gago parecían más dueños de sí. Manuel no quiso comulgar. Bartolomé, con sus setenta pulsaciones normales comprobadas por el médico, se negó al beso del verdugo. Luego los dos dirigieron algunas palabras al pueblo. Manuel, en sentido exaltado enloquecido desde que entró· en capilla. Bartolomé e~ tono de perdón que demandó como él le otorgaba a todos. La Audiencia de Jerez aún seguía juzgando proce61
sos por el delito de ilícita asociación. Días antes se había visto la causa de la Federación Local del Trabajo, de Espera. XI
El proceso de La Mano Negra causó enorme impresión en toda España. Emoción de naturaleza asténica, agotadora, aun entre los mismos elementos anarquistas, largo tiempo deprimida hasta regresar a la reposición nuevamente. La propaganda anarquista volvió a prosperar, esta vez . más intensa, mejor organizada, en Andalucía, es, peclalmente en la AndaluCla .que hemos llamado Bética, y más especialmente aún al otro lado de la divisoria del Guadalquivir, en la península gaditana donde . ' hemos VIsto sus gérmenes. Hasta las más apartadas gañanías de los campos llegaba el verbo ácrata, bien en la figura de un iniciado propagandista, bien en la forma impersonal de la prensa de 'Madrid, de Barcelona de Sevilla, de Málaga odeGádiz. El Productor d~ Barcel~na, circulaba má~queóttoperiódiC() y e:a el prefendo de los campesmos.'l'eníalainClCUiación de aquellas ideas nuevas, y COni0ita~'en0rmetnente expansivas, la eficacia de la embri~·~~'PJ7.~a el vino. In vino ventas. El vino'dc:s~~i'la:'j~~~del carácter del bebedor. Y mienttas~:. J~z~~~~;~JJ:1á$ la hora de teorización en la gañanía~~~i;'~9dUOÍ~ la exaltación emotiva, la elevación dela,t()!1~~~( d~ fa vida que hace deseable la bebida, en ·algtlp.~;~i~ba la perversidad y los instintos de fieraat1l~~~~~>g\1e se desata. .' ' '; .
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A primeros del año 1892, un anarquista madrileño,. albañil de oficio, Félix Grávalo, errante en un verdadero éxodo, tal vez lipemaníaco, por ADdalucía, apareció en la campiña de Jerez, haciendo la propaganda del anarquismo, más que como orador, en lo que cualquiera del país le hubiera superado, como impecable lector de la literatura de la secta. Y al terminar cada sesión pedía para su sustento, ya en moneda, ya en bebida, a la manera de los juglares que dijeron el Poema del Cid a través de las mesetas de Castilla: Dadnos del vino si non tenedes dineros; ca más podré, que bien vos lo dijeron labielos.
La agitación se produjo, en efecto, en toda la pro-· vincia, irradiando a la de Sevilla. En aquellos días era general la creencia de que otra renovación social iba' a comenzar por la península gaditana, antes de cien años pasados de la renovación constitucional, prematuramente decrépita. , Una idea loca nació en los cerebros exaltados: apoderarse de Jerez, aislarle del resto de la provincia y hacer de él un cantón anarquista que iniciara el ejemplo. Yen Jerez, lae.fe.rvescenciaanarquista, el.espíritu agre-· sivo de .los jornaleros de1aImpo, particularmente, no eran un misterio; a pesar de ·10 cual llegó la noche del 8. de enero de 1892 sin. precauciones ni defensas. tID 10s tristes sucesos' de aquella Las personas que noc~un . actopre~opol'las • autoridades explican esta p~~iyi~den(tl~enti<JodeUI1a maniobra astuta que .!I'a~fai~J~~!i~ad9scampesino$al interior de la ciu~qp~~,~~lp'.linarloSC01').lDayor seguridad y motivo.
ven
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Al.llegar la noche, los llanos de Caulina, próximos a la clUdad, se cubrían de jornaleros armados con las .armas primitivas del palo y de la piedra; o bien, la mayoría, con las armas profesionales que procuran los instrumentos del trabajo: la hoz, la terrible hoz, sobre t~o, emblema de los alzamientos sociales del campesmo, desde los más viejos, apenas iniciada la edad de los metales, y aun antes, en el neolítico, que produjo las hoces en segmentos de pedernal, armados sobre madera, hermanas del trillo, todavía supérstite, aquellos a cuyo lado son de ayer las guerras sociales ibéricas a los más actuales, el que iba a sobrevenir en seguid:' Llegaban los trabajadores de los cuatro vientos. De hacia Lebrija y hacia el Puerto de Santa María' de hacia Arcos y hacia Sanlúcar. Se esperaba del ejército y del pueblo del interior de la ciudad Pero la noche adelantaba, y la multitud, acéfala, sin jefes ni conductores se impacientaba inquieta. A las once, ya con síntoma~ de desconcierto, avanzó hacia la ciudad, todavía deteniéndose, remansándose en los pasos estrechos que la obligaban a disminuir su densidad. Así llegó ~ la po~lación y penett6en ella, rompiéndose en las bifurcaCIones, en lasenaucijadas,erl la red de sus calles. .•.•.•. \ . •;.•.;..;..•.;. •. Se gritaba por la anarquía, aunquesiÍgran)entu... siasmo. Los asaltantes no encontraban 05a espera que aguardaban. Algunos se dirigietótia·ta;Cárcel. «Hermanos, venimos por vosotros», se>l~óyódecit repetidas veces: Ot~os se acer~ron a los·· cuarte1el'y a las Casas Conslstonales. La ntlsma calle Larga 21ó&vio pasar; la calle Larga, instalación de la fortUna Y>ti"Ibjo,
fa.'ca1ur
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odiada y deseada como una bella mujer que no nos pertenece. Pero la muchedumbre, a más de fraccionada numéricamente, además de moralmente quebrantada, tenía una homogeneidad de composición que atenuaba su fuerza agresiva. Eran todos los que la componían varones adultos. Faltaban las mujeres, faltaban los niños, elementos impulsivos que provocan la exaltación con sus alarmas y sus gritos, sus mentiras y errores, sus impacientes iniciaciones de combate. Desgraciadamente, entre la masa amorfa, traída y llevada por los conductores ocasionales, no podían faltar lasaImas criminales que ponen· en la multitud la l~~~ut~i de. los delitos de crueldad y de barbarie. Una (iecestas almas. era.;·Antonio Zarzuela, condenado anteriormente por hurto, probable autor también de un asesinato que logró quedar impune. El gusto de la sangre había despertado en. él con la exaltación de la noche; y le lanzó sobre la indefensa persona del primero que cruzó con su grupo .vistiendo el traje burgués odiado. Fue instantáneamente destnIido..Era un viajante de una casa de vinos de Exttemadura. En otro grupo marchaban Manuel Fernández Rein~ llamado Busiqui, y Manuel Silva Leal, .el Lebrijano. Volvió. a repetirse el mismo crimen. Hallaron en la calle Larga a un jovencito que se retiraba de su escritorio, cub~er tas las manos con guantes. Busiqui le;destrozó la cara con un golpe de su hoz, gritando: « ¡ Muere, burgués! .. » i Pobre burgués que alimentaba a una madre a su. vez, le hirió enl)añar
a Antonio Zarzuela, el malhechor ya nombrado. A muerte también, por el asesinato del joven Palomino, eran condenados Busiqui y el Lebrijano. A otros cuatro se les imponía perpetua reclusión: Félix Grávalo, el equívoco Madrileño; José Romero Lama, Manuel Caro Clavo y Antonio González Macias. .. Cuando el fiscal militar, en pie y descubIerto, PIdió en nombre del rey estas condenas, Zarzuela reveló su temperamento de cínico criminal en dos frases: «Na un juicio de faltas», dijo. Y después aceptara su sue~e sin pesar si viera antes muerto al Madrileño. . Sin embargo, a la hora de la muerte ninguno llegó ~s postrado que él. El Lebrijano, tosca fi~a rep~sl~, vivió las horas de la capilla en el monOldelsmo Slffiparico de su pequeñuelo, a quien dejaba desamparado. Lamela el barbero de la calle de Arcos, disertó hasta el fin ;obre las teorías anarquistas. Mientras él, Zarzuela, ya imposibilitado de andar por su pie, tenía que ser transportado en una silla al lugar de la post;rer~ espera. Allí bebió vino sin cesar, como una bestla lugubre y miedosa. Cuando al día siguiente, 10 de febrero de 1892, llegó la hora de sentarse en el patíbulo, se creyó obligado a dirigir al pueblo algunas palabras. Yhe aquí las que pronunció, interesantes por. el .fenómeno de. disociación de ideas que en ellas se advIerte: «Pueblo jerezano, yo soy inocente y me matan, y. yo sufro la muerte con valor, porque no se diga que somos unos cobardes. Quiero que me traigan vino.» (El Imparcial de II de febrero de 1892 .) ¿Hubiera hall~d~ Dostoyevski algo semejante? Tan absurda como.traglca incongruenci~nos recuerda. el gesto de la Elisa en
la autopsia ocho heridas; el otro, catorce. Dan la medida del odio de clases concentrado en un instante a ·través de las generaciones innumerables. Leopoldo Alas, que debió seguir con interés estos sucesos desde su viaje por Andalucía cuando La Mano Negra, se debió inspirar seguramente en ellos para escribir uno de sus cuentos, tan llenos de pensamiento: aquel en que una muchedumbre como la de Jerez asesina al caballero encontrado en la calle, sólo por vestir bien, sólo por no tener callos en las manos, cuando es, en realidad, un amigo, un bienhechor del pueblo, especie de Fernando Lasalle, figura por la que sentía CIa-' rln una atracción simpática. ¡Cuánta sorda irritación producen estos crímenes· de absurdo e injusticia! Mas, con· todo, si la desgraciada víctima conservaba aún, en el instante que precede a la muerte, su poderosa lucidez mental y la serenidad de su espíritu justiciero, moriría sin odiar a SUs matadores, ~rdonándoles y comprendiéndoles, como el náufrago enamorado de la mar que sabe la. Ú1cOnsciencia~las ~Onda~ ·impett1OSas. El fuero milit4rs.~ auiblJYóalpuntola competencia de 10ssucesos.Bienptonto~iCd_éndoseleun pa~l Principa1,fueco~l'~oetienóSunharber0 de la calle cre·· Arcos, JtiséFe~dez~Ja,~pendedor y propagandistade.la~'áctata~ int~gente, joven, de sólo veintioCho años~ y el Q)l1sejodeguel'ra'Cet~btadO/~ISl~.febreto, antes de un mescumplid~dC'I~s~U~~~.l.F~ttdettO, en efecto, a muerte,col1104ZBbezI.~~~~~~<~liOn uillitar. y autor. del. ·critneniCon~o~
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la novela de Edmundo de Goncourt, cuando la prostituta, oyendo su sentencia de muerte, tiene el movimiento, absurdo también y desordenado, de quitarse el sombrero y pasársele por la cara, como si, decapitada ya de hecho, reaccionara con movimientos automáticos incoordinados. Momentos después de la ejecución fallecía de repente Manuel Caro Clavo, uno de los condenados a reclusión, para el que el fiscal había pedido pena capital, como si los que han visto la pena de muerte tan de cerca debieran de morir ante el secreto eSPanto interior que. deja la cabeza de Medusa.
XII Con este episodio termina y.se cierra el primer ciclo de las rebeliones, y se abre el. segundo, en medio del cual nos encontramos, caracterizado por la huelga. La táctica rebelde de las masas. obreras cambia de procedimiento, comprendiendo SU verdadera fuerza, al organizarse en sindicatos. El antiguo•. ·anarqlJismo ha variado, en gran parte, en elsindicalis~,quecOn la huelga y el sabotaje, conellabel YCQt},(elbo~thace toda su campaña subversiva en laesfertl;~lltri..bajo. Tal es lo característico de las violencias'>POPl.J~esdel día. Gomo ha dicho el grande, elp~/delO$~ velistas franceses del día, J. H. Rosny, .araíztie>la
ra de su función social. Su trabajo no tenía nada que ver con sus peleas. Para librarse de los yugos contaba con su fuerza, con sus barricadas, con sus armas. Hoy, en cambio, la revolución se hace con el trabajo mismo. El obrero se yergue ante el burgués, no con un fusil, sino con sus propias herramientas. Bajad a las canteras, subid a los andamios, entrad en las forjas, visitad las fábricas, estudiad los arsenales; en todas partes encontraréis la revolución unida al trabajo, el odio aliado a la labor». XIII La primera huelga agraria que conocemos de Andalucía se produjo en Jerez contemporáneamente con los procesos de La Mano Negra, aumentando la ansiedad de aquellos días. Por su origen y hasta por su desarrollo, en cuanto a ciertas iniciativas intervencionistas del Gobierno, es curiosa esta huelga y está llena de actualidad enrelación con los momentos presentes. Se diría que es una anticipación de los tiempos actuales. Desde tiempo inmemorial, la siega se venía haciendo en el campo de Jerez con portugueses y serranos de Ronda, por el sistema del destajo, a razón de 28 a· 30 reales por aranzada. Los segadores habían llegado ya este año de 1883, y hasta los manijeros, o jefes de cuadrilla, habían recibido, como de costumbre, algún dinero anticipado, cuándo, rePentinamente, en los momentos de comenzar la faena, -los segadores se .• negaron a empezarla si no se abolía el destajo y se reemplazaba por el jornal, 69
Pero ya el retraso comenzaba a perjudicar; los segadores empezaban a regresar a sus tierras, tristes, hasta llorosos, encontrándose subordinados a los manijeros, instrumentos, a su vez, de asociaciones secretas, según decían. Los labradores se reunieron nuevamente para fijar el número de braceros que cada uno necesitaba, aceptando ya el envío de soldados, la militarización de la siega ofrecida por el Gobierno. El 4 de junio, el gobernador de Cádiz, de acuerdo con la autoridad militar superior del distrito, dictaba un bando encaminado a impedir las coacciones que en la comarca jerezana se venían ejerciendo sobre los trabajadores del campo, encargando a los alcaldes, a la Guardia Civil y a la rural, a los guardas particulares jurados y a las fuerzas de Carabineros y del Ejército que cuidasen del cumplimiento de 10 que en el bando se ordenaba. He aquí las principales disposiciones de este bando, alguna de las cuales no podría ya suscribirse por nadie. Treinta años le han hecho prescribir por completo. «... Que se garantizase por las referidas autoridades la libre contratación entre labradores y braceros y que se entregase a los tribunales a ·los que intentasen coartar dicha libertad. Se prohibía en absoluto el tránsito de peatones, caballerías y carruajes por .los caminos de propiedad particular que careciesen de servidumbre pública, bajo penas de multa por infracciones de policía rural. Que los conductores y acarreadores de artículoso productos de cualquier género fuesen provistos del. dOCl.'l:ffiento oportuno para acreditar la procedencia 71
y. destino de los efectos porteados, y que circulasen sI~pre. por l~s caminos públicos. Que de cualquier dan~ o mcendio que no se justificase ser casual, fuesen consIderados presuntos autores los individuos que fuesen detenid~ cerca del suceso, y a falta de éstos, los que compusIesen en aquel término la Junta local 11ama~ A~~ción de Trabajadores, que serían puestos a diSposIcIon de la autoridad judicial correspondiente ~da 'del esclarecimiento de los hechos. Que los ?uen~, capataces o aperadores de los cortijos pasaran ~atamen~ al ~de del término en que la finca 1'ádicase ~on nominal de los criados y jornaleros a su servICIO, expresando la. vecindad y jornal de cada uno. da vez ,que fuese recibido o despedido un criado o Jo~ero, ~ debía dar el correspondiente aviso a ~ rebfertda• aGuton~municipa1. Por último, el bando la uardia Civil, a qUe extremase la . ílan~ta a a., b 1 ·di· , " , VIg ca•.• so.re ,~os m.' :vIduos que se hallaban anotados en los regJStroS>por SU maIaconduetao antecedentes desfavorables y que de la autoridad, tan IUiF"tI't"I.. ...v ......' " dios, o"'daños o
9t
A consecuencia Q~'.,.,.·~~e.i~ll(;b~\.$~.;]~i~ •. prisiones. Entre suponérseles autores rlp, '111"11:1 Pt'(~. nazando de muerte a 10s ,trablll11de en el campo si no ab:in~lonab~lD A mediados de junio la bajaba ya la mayoría de los bratcet~' reemplazaban a los obstinados y lOS 'alJl$éI~ 72
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XIV Desde entonces las huelgas agrarias de Andalucía fueron raras y de escasa importancia hasta comenzar el siglo xx. Por esta época, sin embargo, entre los años 1902 Y 1904, la campiña cordobesa pasó por una situación de espíritu muy análoga a la actual, con sindicación de los jornaleros, huelgas, desórdenes y tumultos, incendios de mieses y almiares, etc. Conocemos mal los caracteres y el número de estas huelgas, no recogidas en estadística alguna, aun produciéndose en una época tan próxima a la creación del Instituto de Reformas Sociales. Parece indudable, con todo, que este movimiento de agitación anarquista es como un reflejo del anarquismo catalán, con el que tan estrechamente unido ha estado siempre el anarquismo andaluz. Lo comprueba la disolución de las últimas agrupaciones de braceros del campo bético con posterioridad a la semana de sangre de Barcelona (1909). A menudo los caricaturistas catalanes del partido han representado al anarquismo andaluz de mantilla y con abanico, sin la protesta de éste, que no por eso ha dejado un instante el brazo del anarquismo catalán, en una situación mental comparable a la de las mujeres de las clases populares sistematizadas en el amor masoquista más caracterizado. En esta pareja, en efecto, Cataluña ha hecho siempre de varón, director y protector; y de hembra pasiva, Andalucía. La raza y el medio físico influyen y determinan necesariamente esta diferenciación de papeles. La tierra es, 73-
:al fin y al cabo, feminidad, y lo que pone Andalucía ~ólo es tierra. El trabajo es virilidad, y ésta es la parte de Cataluña. Poco después de esta crisis de la campiña cordobe:sa comienza la publicación de la estadística de las huelgas por el Instituto de Reformas Sociales. Consultándola, encontramos, hasta 1914, año del principio de la guerra europea, las cifras siguientes:
..
1908 "'. .. '" "' .. '" "' .. '" '" '" "' '" '" '" '" '" '" '" '" 1911 '" '" "' .. '" '" ... '" ... '" '" '" '" '" '" '" '" '" '" '" '" '" '" 1912 ...........................
1 1 1
1913
3 7
",
1914
............................ ..............................
13
distribuidas del modo siguiente: CÁDIz.-Sanlúcar de Barrameda, Medina. Sidonia, Villamartín, tera, El Bosque, Prado SEVILLA.-Osuna, Umtbretes, Geiena: CóRDOBA.-Rute . GRANADA.-Almuñécar
El movimiento, como se ve, se "te a partir de 1913, localizándose ,dos valles del Guadalquivir y del G na llana de los cortijos, con sus an:JiP)j;Q ,de cereales. Más de la mitad, en ete.~ 74
más tan sólo, son huelgas planteadas con ocasión de la siega de estos frutos preciosos; cuatro parecen relacionarse, por el tiempo en que se provocaron, con la recolección de la aceituna; una es de viñadores; otra, de remolacheros, y otra, por fin, no aparece entera.mente definida. Causas de estas huelgas son casi siempre el aumento de salario y la reducción de la jornada. Una sola vez la promueve en Sanlúcar de Barrameda el despido de un manijero. De las 13, cinco fueron ganadas por los obreros; tres fueron perdidas; en otras cinco, los obreros consiguieron parte tan sólo de sus pretensiones. Estos eran, todavía, los tiempos en que se prolongaba la servidumbre del campesino andaluz. La Información agraria en Andalucía y Extremadura, preparada en 1902 por la antigua Comisión de Reformas Sociales y concluida y publicada por el Instituto del mismo nombre, que sucedió a aquel organismo extinguido, reveló las miserias de las tierras meridionales de España. «No hay situación en el mundo comparable a la suya», escribía Mulhall, recordado por Danzar, en su estudio sobre La miseria en España. En otro estudio sobre El jornalero andaluz, publicado por B. Infante en la revista Andalucía en septiembre de 1916, se reswnen los datos. de esta información: jornales de treinta y cinco céntitnos para hombres adultos, cabezas de familia, en la provincia de Almena; jornales especie hasta el 60 por 100, en Málaga y 10 por 100 de los braceros del campo 75
en algunas provincias, como Málaga, con jornales de una peseta en metálico y en especie... Sólo la atmósfera de purísima luz solar en que su vida se desenvuelve -más feliz en esto que sus hermanos de las ciudades- ha podido realizar el milagro continuo de la regeneración de la raza, dotándola del deseo de vivir y hasta de la feliz alegría que anima su vida interior y su expresiva cara, apenas la labor o el dolor no les atormentan. El 6 de febrero de 1903 se abría de real orden un concurso público para adjudicar el premio ofrecido por su majestad el rey al autor de la mejor Memoria que se presentara sobre el tema «El problema agrario en el mediodía de España». Obtuvo el galardón el ingeniero don Celedonio Rodrigáñez, y se adjudicaron hasta cinco accesits a otros concursantes. Tres años después, en 1906, después del terrible 1905, que es para el pueblo andaluz el último de los «años de hambre», con motivo de la anormalidad en las cosechas, determinante de~is económicas muy pronunciadas, el ministro •de AgriCl1l1:Uta,. don Rafael Gasset, enviaba a Andalucía unaeomisiónde estudios que compusieron don AdolfoA.BuY~don.Leopol_ do ::alacio~ y don Juan J~~ Morat().i.tas • ·~ apenas hablan mejorado, en relaclOnconel(aíi~<.l~euando la información de la Comisión.· déi~~~'7iociáIes. Los jornales y los precios de lasutú4íJi{é$.;.·\QÓra a el destajo seguían siendo ínfimos, ins nivel de vida más humilde, im]pm~st(lSSJ,ei&l;Ilti#m..• patronos, según sus cálculos, retmi(íOS:.ellt.S Hermandades de Labradores y aceptaldÓ$;.'l 76
de la necesidad por los braceros que en la plaza ofrecían mudamente, como bestias en feria, el trabajo de sus miembros. Los propietarios, aun los más ricos y elevados, con excepciones contadas, no habían sabido crear institución alguna para· mejorar la suerte de sus obreros, y hasta en los cortijos reformados últimamente, con habitaciones de placer para los dueños, instaladas con todo refinamiento, dotadas de oratorios y capillas para sus necesidades espirituales, las gañanías seguían siendo las cuadras repugnantes a todos los sentidos corporales, aun los más obtusos; albergue nocturno del rebaño manso humano, depósito de sus pobres pertenencias, entre ellas los «avíos», es decir, el pan, el vinagre y la sal de sus refacciones: el aceite, malo; el vinagre, bueno, para que, de este modo, de lo uno y dejo otro gastaran poco.
xv Los primeros años de la guerra no marcan una inquietud muy superior a la de .los tiempos anteriores, no obstante la gran elevación del precio de la vida y la enorme exageración de todas las codicias. Las estadísticas· del Instituto de Reformas Socialesseña1an, en el período de 1915-17, sólo diez huelgas agrarias, .a saber: 1915 1916 1917
3 1 6 10 77
distribuidas así:
"
:1
II,¡ I1
n :: !i
CÁDlz.-Arcos, Bomos, Medina-Sidonia, Puerto de Santa María SEVILLA.-úsuna, Utrera ALMERíA.-Purchena CÓRDOBA.-Castro del Río HUELvA.-Santa Olalla de Cala JAÉN.-San Esteban del Puerto
4 2 1 1 1 1
n
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I
I!
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Conflictos locales, todos, de malestar económico, que se generaliza y que se agrava. Pero la noticia de la revolución rusa, de la liberación del campesino eslavo, hermano del campesino andaluz en el lejano Oriente, determina el más profundo estremecimiento. Existen, al parecer, secretas afinidades íntimas, perecidos de origen inexplicado todavía, entre los siervos del campo .de los extremos más alejados de Ja ancha Europa; los de las estepas indecisas, donde nuestro continente se une y confunde con la enorme y enigmática Asi~ y aquellos otros, enteramente occidentales, de la Bética, que muere en la gran fosa del mar profundo donde yace la Atlántida. Mas de una vez, KroPOtkin ha creído notar estas semejanzas,. y últimamente, en una conferencia· sobre el movimiento 001chevista, .Elorrieta asegura haber leíd() una carta de León .!rotsky .«en .1a.que •.·di<:e qUe, potlas noticias que ha ad~\liridosobre la condición sociaIde 10$ campesinosespañolC8fcree quedespuésdeR.us~ es España
el país mejor preparado para la propaganda bolchevista y para la instauración del régimen comunista». Representémonos las noticias de la revolución, llevadas por La Voz del Campesino, por Tierra y Libertad, por Solidaridad y otras hojas semejantes, comc> semillas transportadas por el viento, al fondo de las gañanías tenebrosas, leídas a la luz del candil que alimenta el aceite, fruto y hasta esencia de la olivífera Bética, productora de aceitunas, de racimos de uva y de espigas de trigo que la coronan. Por mi parte, yo me represento estas escenas, que no ha presenciado ningún extraño, como el mayor esfuerzo de interés y de atención que ha podido desplegar toda la raza; y como, indudablemente, posee un profundo sentido religioso la evocación y el sentimiento de la tierra de promisión que ofrecen, para los hijos cuando menos" y sobre todo, las palabras llegadas a comprender de aquellos textos, las relaciono con otras escenas religiosas de tiempos muy remotos, localizadas también en interiores oscuros y hasta medrosos, con algo de la inquietud, del miedo leve, todavía hastaatraetivo y" sobre todo, coherente, que une a los hombres y los aprieta unos con otros, en vez de disgregarlos, lanzándolos a la dispersión como el terror declarado. Me refiero a las escenas, a.las sesiones de· arte mágico yreligioso de las pinturas rupestres de los tiempos paleolíticos, cuando, en el fondo de negras cavernas, casi inaccesibles, a la .luz de la llama de grasa o de resinas vegetales, •algún hombre hábil extraordinario diseñaba las formas de animales de caza traspasadas de saeta~ eficaces, ante el admirado estupor de .los presentes, 79
que seguían en el contorno las formas admirables y deseables 3. Se cuenta que hasta los analfabetos -la mayoría, como es sabido, aun entre los varones, en la inculta Andalucía- compraban los impresos subversivos, haciéndoselos leer cuatro o cinco veces a sus compañeros más ilustrados, hasta aprenderse de memoria los fragmentos que más les agradaban; repetidos después, incesantemente, aun en el sueño, en una obsesión completa. Es casi seguro que el sindicalismo catalán haya aprovechado este excepcional momento psicológico que hizo hasta variar a algún agitador del país andaluz -Salvador Cordón- la desinencia de su apellido, convirtiéndole en un patronímico eslavo -Cordonieff-, enteramente risible. Al comenzar el último otoño, en la conciencia de los· hombres del campo de la Bética estaba hecha, merced a la sugestión de los más formidables aconteeiDÚentos históricos, la convicción de lo que llamaban da nueva ley», decretada no sabían por quién, cuándo ni dónde, pero de la que hablaban .públicamente, con toda ingenuidad, incluso ante los señores, con tranquila alegría, puesto que, en su virtud, ellos, últimos representantes de tantas generaciones desheredadas, deshechas en polvo bajo la tierra, después de· haberla fecundado con su labor y su dolor, su sudor, sus lágrimas y hasta su sangre, veían, al fin, la hora de la inversión 3 Cfr. mi estudio Una supervivencia prehist6rica en la psicología criminal .de la muier· (nota núm. 9 de las publicaciones. de la .Colllisión de Investigaciones Paleontológicas.· y PrehistÓricas. Madrid; .1917)~
de posiciones y del reparto de los bienes de la vida, únicas imágenes expresivas para ellos de sus deseos. La campiña cordobesa, foco principal del movimiento, contaba entonces más de 70.000 hombres, organizados rápidamente en sociedades de resistencia, que se disponían a un acto decisivo.
XVI En los días 25 al 27 de octubre de 1918 se celebró en Castro del Río (provincia de Córdoba) un Congreso obrero agrícola, al que asistieron representantes de Aguilar, Almodóvar del Río, Baena, Cabra, La Carlota, Carcabuey, Doña Mencía, Espejo, Femán-Núñez, Fuente Tójar, Luque, Montalbán, Montemayor, Montilla, Monturque, Nueva Carteya, Priego, La Rambla, Valenzuela y Zuheros, enviando sus adhesiones los jornaleros de Bujalance, Palma del Río, Puente Genil y Santaella. Todos estos pueblos están situados en lo que se llama en Córdoba da Campiña», gran llanura formada, como'. una verdadera Mesopotamia, fecunda y cálida, entre el Guadalquivir y el Genil, los dos grandes ríos andaluces, en la cual predomina el cortijo como tipo agrícola, es decir, el cultivo de cereales. Por excepción, hay en la lista anterior un pueblo especialmente olivarero, Montoro, que recoge de su enorme término municipal, uno de los más extensos de toda España, hasta un millón de arrobas de aceite cada año. Los acuerdos del Congreso de Castro del Río fueron éstos: 81
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Abolición completa del trabajo a destajo para ambos sexos. 2.° Que la fijación de salarios para uno y otro durante la temporada de invierno se fijará autónomamente en cada localidad por sus respectivos centros obreros. 3.° Que antes de llegar a una huelga se gestionará por los delegados obreros de toda la comarca la aprobación de las bases de trabajo de cada pueblo. 4.° Que si por causas justificadas fuese un pueblo a la huelga, las organizaciones obreras representadas en el Congreso mandarán, si estaba cerca el pueblo en huelga, comisiones obreras a todos los sitios donde trabajen obreros. 5.° Que hasta tanto que la tierra sea de los que la trabajan, se exija de los municipios, gobiernos y ministerios el empleo de todos los obreros parados. 6.° Implantación de la jornada máxima de ocho horas de trabajo para los obreros de las fábricas de aceite. 7.° Que se aplique la Ley de Accidentes del Trabajo al obrero del campo. 8.° Que los pueblos queden autónomos para pedir a los patronos u obligarles al reconocimiento de las sociedades obreras. Además, debieron adoptarse otros acuerdos resecvados, preparatorios de una huelga general agraria. A los pocos' días, para elIde noviembre siguiente, se anunció en Baena un mitin, que no llegQ a efectwU:se por haber dejado de concurrir los representantes de Castro del Río. Al siguiente· día, ·2, comienza, también en Baena, 1.°
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la huelga de braceros del campo, que_ poco a poco se extiende por la provincia cordobesa, hasta alcanzar 43 de sus 75 pueblos; los siguientes, además de la capital : Adamuz, Aguilar, Almedinilla, Almodóvar del Río, Añora, Benamejí, Bujalance, Cabra, Cañete, Carcabuey, La Carlota, El Carpio, Castro del Río, Doña Mencía, Dos Torres, Encinas Reales, Espejo, Femán Núñez, Fuente Tójar, Iznájar, Lucena, Luque, Montemayor, Montilla, Montoro~ Monturque, Los Moriles, Nueva Carteya, Palenciana, Pedro Abad, Pedroche, Pozoblan<:o, Priego, Posadas, Puente Genil, La Rambla, Rute, Valenzuela, Villafranca, Villanueva, Zuheros. Tan sólo dos de los partidos de la sierra, Fuente Obejuna (de lils Abejas -Ions. melaria-, no de las ovejas, y por eso así, no Fuente Ovejuna) e Hinojosa del Duque, se libraron enteramente de la huelga. Allí el espartaquismo se desenvuelve mejor entre los mineros, desde el importante foco de Espiel especialmente. En general, y como obedeciendo a una consigna, ta huelga surgía repentinamente en la localidad -«la ciudad alegre y confiada»- hasta entonces. Grupos de trabajadores resueltos se dispersan- por los campos, primero en lo que ellos llaman «el ruedo» -....el radio de una legua, próximamente, en torno a la población-; luego, en los cortijos apartados, obligando -a que los abandonen capataces, muleros, guardas, etcétera. Alguna vez, aunque .por excepción, el ganado quedó encerrado en sus cuadras y cerraderos, expuesto a: morir de sed y de hambre. Entre tanto, en la población, los mozos más j6ve-nes se llevan a las criadas, mozUelas de su· tiempo, de 83
la casa de los señores, en acto de solidaridad que pronto habrá de revelarse - i oh genio de la especie, jamás huelguista! - en un ligero aumento de la natalidad, aunque ilegítima. También las mujeres del pueblo, el elemento más agresivo y tenaz, más insaciable, intentaba la reducción a la huelga de las nodrizas. Nada ha llegado tanto al corazón de los señores como esto, ni siquiera la interdicción del agua de las fuentes públicas, cercadas de hombres amenazadores con sendos palos, de que yo mismo, personalmente, recogí algunas referencias en Aguilar, la bien plantada sobre su alegre colina, en la cumbre de la cual remata con su graciosa plaza poligonal, toda blanca, regular y simétrica. Y, en verdad, ¿qué nuevo pecado social original alcanza a los inocentes que aún viven del pecho de la mujer, y de los cuales alguno, malogrado tal vez por este incidente, habría de ser, quizá, el redentor futuro de los trabajadores? Pero ¿cómo no acordarse también de los famélicos niños de los trabajadores, de las criaturas muertas, durante largos períodos, en toda la gran Andalucía, de insuficiencia de alimentación y de insuficiencia de viabilidad adquirida en las entrañas páuperas. en que se engendraron, a través de una gestación castigada por la fatiga, ·la desesperación y la tristeza? ¿Surgirán instituciones patronales en beneficio de la infancia. infeliz, de este recuerdo, que entonces debió presentarse a muchos frentes? No faltaron episodios de verdadera guerra. En los caminos que llevan a Baena por el Portichuelo y la Casi11ade Martirio hubo, al concentrarse. la fuerza a esta población .para defender el orden. público, ligeras
colisiones entre los obreros y los guardias en los primeros encuentros de la huelga. Las hubo también en el· interior de Puente Genil la mañana del 6 de noviembre. El teniente de la Guardia Civil, jefe de línea, caído al suelo con su caballo en medio de la plaza, estuvo a punto de ser víctima de la multitud, que se (abalanzó sobre él como sobre una presa vencida. Resonaron disparos de entre todas las partes de la lucha. Fue recogido un bracero, que murió, herido de un proyectil que no era mauser. Se dice que los propietarios dispararon sobre la masa agresora desde ventanas y balcones. En Zamoranos, pequeña aldea del partido de Priego, casi en la linde con la provincia de Jaén, en plena zona de rebeldía, y falta, en cambio, de todo elemento represivo, así llamada, tal vez, por ser una colonia de gentes de la provincia leonesa, residuo de alguna inmigración interprovincial, similar a la de los sorianos, tan continua en Córdoba, los braceros parece que proc1áDiaron la república bolchevista la noche de máxima exaltación, la del acné revolucionario. A la mañana siguiente se les vio entrar· en Priego formados militarmente, armados con sus gruesos garrotes, en una actitud y hasta en un estado de espíritu que recordaba a los viejos las huestes de Pérez del· Alamo en su acometida a Iznájar, del partido de Rute, lindante, a Mediodía, con el de Priego. Repentinamente, en el ambiente social, mucho más frío, de ··la·cabeza del partido, quedó paralizada la impulsión de los braceros de ZaDJOtaIlOS, nuestros «Zemurs» del lado de acá del Estrecho, los hombres de las aceitunas, que, con toda &5
exactitud esta vez, esto quiere decir la raíz berberista del nombre, conservado, en la profunda España, en el nombre castellano de Zamora. Los Zemurs de Marruecos, sus «Zamoranos», montañeses del Atlas medio, los . más rebeldes del Imperio, se atreven a atacar a Mequinez, que muchas veces, en pleno día, ha tenido que cerrar las puertas de sus altas murallas ante ellos. Durante dos o tres días los obreros fueron dueños de algunas poblaciones importantes: Baena' Aguilar, . M ontilla, y de otros pueblos menores: Moriles (antes aldea de Zapateros), Benamejí, etc. El miedo invadió a los propietarios, y muchos emigraron a Córdoba a Sevilla y a Málaga. Las nietas de Rioboo, el ancn:no asesinado en la plaza de Montilla cuando los terribles sucesos de la República, en 1873, la caza del propieta.rio por las tapias de las casas, fueron obsesión de estos emigrantes, y sobrecogidas del terror de una repetición f~tal de la historia, desde el cortijo en que los sorprendIÓ la huelga huyeron a Córdoba, en bata y zapatillas. Esta vez,. sin embargo, ·no se cumplió la temida ley de los su~~s. Abandonados el campo y los ganados, no se replt1Ó contra ellos ningún acto de codicia ni de venganza. Entre tanto, los lanceros de Sagunto ocupaban las localidades principales. En Montilla sirvieron para acuartelados los grupos escolares, ya casi ultimados, que la ~yo~ del Ayuntamiento no había querido ceder, a ~C18. •de. ~a minoría. socialista, para hospital de epi~::a, diputáDdolos entonces intangibles, hasta en los .••·en..·que la gripe causaba en la población una mor... tandadextraordirJaria.. . 86
Las huelgas comenzaron a resolverse. En Puente Genil se llegó a constituir una asociación mixta: La Casa de Todos, que existe todavía; en Lucena se otorgaba, ante notario, un contrato colectivo de trabajos agrícolas, que poco a poco se aceptaba en los alrededores. De las tres peticiones obreras más importantes, a saber: aumento de jornal, prohibición del destajo e inadmisión de obreros forasteros, la primera no ofreció dificultad. Dondequiera, el salario subió por encima de cuatro pesetas. Pero la segunda y la tercera creaban a los propietarios dificultades insuperables. Todavía en enero ardían los almiares del alcalde de Villanueva de Córdoba por haber admitido éste cuadrillas de forasteros. Después, parece que ha decaído un poco el rigor en la aplicación de este principio, tan contrario al impulso generoso de la huelga general de Córdoba de 1903, promovida, precisamente, por el acuerdo del Ayuntamiento de la capital de no conceder trabajo a los obreros forasteros, en una crisis extraordinaria de lo que llamaban la «calamidad» en el país. La prohibición del destajo se mantiene, en cambio, sistemáticamente. En realidad, esta imposición es, sencillamente, un métodQ de lucha, se diría mejor de daño, contra el patrono, aplicado, por lo menos, a la agricultura, donde las ocasiones y condiciones en que se realiza, esto es, en períodos breves y muy distanciados entre sí, al cabo del año, y a pleno sol y. aire, neutralizan los efectos degenerativos en que se pretende fundamentarla. En cuanto al otro. argumento que suelen oponer los obreros al destajo, el de que reduce siempre al paro acierto número de h011lbl'es, cuyo empleo suple el es-
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fuerzo extraordinario de los destajistas, ¿cómo pueden invocarle los mismos obreros andaluces que quieren imponer el principio del localismo exclusivista, negando al forastero más próximo, es decir, al prójimo más inmediato, el hombre de las tierras pobres de Granada y, sobre todo, Almería, el derecho al trabajo y su recompensa? Es éste uno de los rasgos atávicos de iberismo, de estrechez de horizonte social y mental que el bracero del campo andaluz debe esforzarse por perder en su lucha por la justicia.
XVII
Hasta aquí llega la historia del espartaquismo agra-' rio andaluz, de los levantamientos de los esclavos de la tierra de la Gran Bética, hasta el singular efecto de acorde o resonancia lejana con la revolución rusa que es, en resumen, el movimiento del pasado otoño. Inminente ya ahora, a menos de un mes de distancia, se levanta el enigma de la próxima siega. A prevenir para entonces los conflictos tiende el re8l decreto de 31 de abril del corriente año, inspirado en ideas que adelantó ya el dictamen de la Comisión del Instituto de Reformas Sociales, enviado a la provincia de Córdoba, para el estudio del problema agra-' rio, por real orden de 14 de enero delaetual 4.
4. Componían la .Comisi6n el excelentísimo señor vizconde de. Eza, pre$idente; don Carlos Martín, Alvarez, vocal patronal del Instituto; don Francisco Mora, vocal obrero; don Angel Torrejón, ingeniero agrónomo,en representaci611,de la Junta de C91onizaci6n Interior; y como 88
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Pero no basta esto. Como, en sus artículos de Lu Epoca, escribe el señor vizconde de Eza, presidente del Instituto de Reformas Sociales y presidente también de esta misma Comisión, que viajó y estudió por tierras de Córdoba últimamente, «las soluciones, a mi juicio, tienen que ser de dos órdenes: inmediatas y transitorias, unas; fundamentales y diferidas, otras. Las primeras han de atender a la situación actual, propo-' niendo remedios dentro del sistema presente de contratación, para evitar próximos y graves acontecimientos. Las segundas han de proponerse modificar sustancialnlente el régimen actual, a fin de que, sobre la base de una reconstitución de la propiedad privada que sea nueva confirmación del derecho a ésta, amplíe sus moldes en forma que abarque a un mayor número de familias, hasta procurar que, bien por la posesión de' pequeños dominios, bien por su arriendo, pasen a esta nueva categoría todos o la mayor parte de los actuales jornaleros». cEl hecho es -dice José Ortega y Gasset en un artículo publicado en El Sol, de Madrid, de 20 de marzo de este año- que ni siquiera el problema agrarioandaluz puede reducirse a política de pan y salarios. En pocos años el obrero rural ha triplicado su haber, y en doce o poco más se ha decuplicado la producción comarcana. Me atrevo, por 10 tanto, a sugerir que el problema agrario andaluz no es esencialmente econó-· mico, sino jurídico. Acaso dentro de pocos meses se secretarios, don Adolfo A. Buylla, jefe de la Secci6n Tercera Técnico-. Administrativa del Instituto, y el autor de este estudio, auxiliar de la
misma.
alcen en la bética campiña cien mil hombres blandiendo con guerrero frenesí los pacíficos bieldos. Pues bien: esos hombres hostiles no pedirán pan, pedirán jtierral» El mismo Ortega y Gasset refiere en este artículo una parábola impresionante: c:Una tarde -dice- conversaba en el hotel con algunos amigos, cuando se presentó agitado, encendido, un rico labrador de Pedro Abad, por cierto, diputado a Cortes. Nos dijo que había venido del pueblo para pedir al gobernador Guardia Civil que guarneciese su casa y las de otros gran~.~~~~~<;)}1tJuerza de sus generaciones, en nombr~ªeJ.'il_..d.d.obt:ero al producto íntegro de 811 trabajo.:>.') . Tan tremendo efecto retroaetiy~ . mación del interés debido Slectlllatllnel herederos de los braceros del call11"J(l
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situación irresoluble si fuera una actitud de invencible intransigencia que no pudiera modificar la fe en un porvenir mejor, inmediato enteramente. La hora de la justicia debida a los hombres de los -campos marcará la nueva actividad de una antigua, ilustre y magnífica raza, a quien la iniquidad de los principios de remuneración del esfuerzo ha degradado principalmente, quitándola el gusto y hasta la capacidad orgánica y psíquica del trabajo, por agotamiento y disgusto secular, hereditario, fijados en las estructuras más profundas. Los patronos tienen en. esto la expliación de un mal de que, con razón, se quejan, pero .que ellos mismos han creado. Igualmente, el campesino perderá entonces, dignificado por la educaci~n, otros de sus defectos, que no son, las más veces, smo efectos de la imitación del único modelo social que puede tener: el señorito andaluz, modelo nada ejemplar para
Post-scriptum.--e0nel título No hay nada n.ue-Vo... Los bolC~~$españoles de 1840, el escntor Pedr()<deRépidei~badepublicaren El l!beral, de Madrid del día 3t>del pasado mayo, un mteresante episodi~9~;iton$tituye,hasta este momento, el más antiJu9 'iP~~~Cc<;onPcido de las reivindicaciones • .
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:éS.~PCtUbrede 1840, los vecinos de Ca91
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sabermeja, aldea de la provincia de Málaga, al lado de allá del Torcal de Antequera, se repartieron cinco grandes cortijos, de hasta 1.300 fanegas de cabida, amojonando cada cual su parte y poniéndola en cultivo inmediatamente. Al presentarse el juez de Colmenar, don Gaspar Moreno, con sesenta hombres de a pie y cuarenta de a caballo, les hizo retirarse el vecindario, que, una segunda vez que el magistrado resolvió volver, le recibió a tiros. Poco después, los mismos que se habían repartido las ·tierras decidieron nombrar alcalde y Ayuntamiento entre ellos. El ejemplo cundía, y en los pueblos de Almogía, Alozaina y Periana se estaba verificando otro reparto de tierras como el de Casabermeja. Este estado de cosas duró dos meses, hasta que restableció el orden una expedición militar, que dirigió, por orden del capitán general de Granada, el coronel don Francisco Feliú de la Peña, que procedió con la mayor habilidad y sensatez para conseguirlo. Répide hace resaltar, con razón, como ejemplo memorable, cel de aquellas autoridades que contestaban a la ira popular con la benignidad y la moderación, preocupándose, sobre todo ---espíritus atrasados y sencillos-, de 'salvar la constitucionalidad'».
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INDICE La larga y ejemplar vida de Constancia Bernatdo de Quir6s, de Luis Jiménez de Asúa ... ... .., ... El espartaquismo agrario andaluz
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EDICIONES TURNER 1. El bandolerismo andaluz, de Constancio Bemaldo de Quir6s y Luis ArdUa. 2. Cruz y Raya (Antología), edici6n y pr6logo de José Bergamín. 3. El cántico americano de Jorge Guillén, de J. Ruiz de Conde. 4. La sociedad madrileña fin de siglo y Baroja, de Carmen del Moral. 5. El espartaquismo agrario andaluz, de C. Bernaldo de Quir6s. 6. Las cartas boca arriba, de Gabriel Celaya. 7. La picota y Figuras delincuentes, de Constancio Bemaldo de QuinSs.