ENRIQUE PINTI
PINTI DELIVERY Una protesta a domicilio
Contiene material del espectáculo pericon.com.ar
EDITORIAL SUDA...
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ENRIQUE PINTI
PINTI DELIVERY Una protesta a domicilio
Contiene material del espectáculo pericon.com.ar
EDITORIAL SUDAMERICANA BUENOS AIRES
PRÓLOGO
(Un teléfono negro, de esos antiguos, no para de sonar.) ¡Ring! ¡Riiiiiiiiinnnnnnnnggggg! ¡Hola! Pinti Delivery, ¿qué desea? Oiga: hace más de una hora que estoy tratando de contactarme con usted. Nadie atendía el teléfono. Es que yo estaba ocupado. Recién termina en el teatro Maipo mi función de pericon.com.ar. Pero yo no soy adivino. ¿Por qué no pone un contestador automático para atender a toda la clientela? ¿Un qué? ¡Un contestador, hombre! ¿Es posible que no sepa de qué se trata? Soy un dinosaurio. Nunca pude entender esos aparatos. Cuando estoy, levanto el tubo. Y si no lo levanto es porque no estoy. Así de fácil. Mientras tanto yo espero como un tarado del otro lado de la línea. Al menos déme su dirección de e-mail. Bueno
lo de tarado corre por cuenta suya. Tampoco tengo computadora porque no aprendí a usarla. Ya es hora de que aprenda. Usted me encontró. Está hablando conmigo y no le hace falta ninguna máquina. ¿Será posible que dé tantas vueltas para hacer el pedido? ¿Qué se le ofrece? ¿Cuál es el menú del día? Tiene de todo un poco. Nuevo milenio, nueva obra, nuevo gobierno
Pero eso me va a salir muy caro. No lo crea. Llamó justo justo en el día de la pro7
moción especial. Le hablamos, le cantamos y lo puteamos. Todo por el mismo precio. ¡Ah! También contamos con un 0-800 en el que, a cambio de un poco de dignidad, le ofrecemos los últimos monólogos. ¿Dignidad? Pero, ¿cómo? ¿Ya cambiaron otra vez la moneda? ¡No, hombre! Es que usted, como la mayoría de los argentinos, no recuerda de qué se trata. Bueno, no sé
Si me está proponiendo algo novedoso me puede llegar a interesar. ¡Le tiene que interesar! La dignidad es lo único que nos salvará. Además, viene con yapa y se la mandamos por servicio delivery. ¿Y tarda mucho el envío? Eso depende única y exclusivamente del cliente. Pinti Delivery atiende las 24 horas de los 365 días del año (366 en año bisiesto) y lo único que le hace falta para recibirlo es estar predispuesto a reírse de sí mismo y a reflexionar sobre las cagadas que se manda. ¡Cuidado! Hay otro delivery, el de la competencia, que parece más barato y más fácil de adquirir, pero suele venir fallado. Se llama Argentina empaquetada y le deja todos los soretes en la puerta de su casa. ¡Me convenció! Lo felicito. Usted sabe hacer uso del derecho de elegir. Pero le advertimos: tiene que ser consciente de que optó por lo mejor, ya que no se aceptan devoluciones. Ése es el secreto de nuestro éxito. ENRIQUE PINTI
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EL TOUR DEL SIGLO
TERCER MILENIO: ¡QUÉ NOTICIA!
Cuando empecé a idear mi último espectáculo pericon.com.ar Una strav@ganza histórico musical tenía como única obsesión la de escribir una obra sobre el siglo XX. Después, a medida que fue acercándose el final de 1999, el cambio de milenio se había convertido en un negocio descontrolado. En realidad, algo de eso era previsible, aunque nunca pensé que resultara tan bochornoso. Por una vez el mundo se volvió parecido a la Argentina: hizo todo al pedo. Nosotros al menos tendemos a hacer el ridículo más asiduamente. Los papelones son nuestra especialidad, y para concretarlos no esperamos a que pasen cien años. Un ejemplo de papelón típicamente argentino fue el Mundial de Fútbol 78, ese horroroso evento que entristece la memoria. Ni bien se anunció que nos tocaba ser la sede, muchos oportunistas intentaron tirar la casa por la ventana. (En aquel tiempo nadie hubiera dicho que la casa estaba en orden. ¿No es cierto?) En materia cultural los cálculos aseguraban que las salas iban a estar repletas; por lo cual había que estrenar espectáculos a rabiar. Recuerdo las peleas ocurridas entre los productores y los elencos para conseguir teatros. El que menos peleaba estaba dispuesto hasta a envenenar la comida de la competencia con tal de ganar el mejor lugar. Finalmente se montaron decenas de shows dedicados a la ocasión: revistas en las que las chicas salían a escena vestidas con las camisetas celeste y blanca de la Selección, actores que pateaban la pelota, la marchita militar como fondo
Mundial, Mundial, Mundial. 11
A nadie se le había ocurrido detenerse a imaginar que durante esa competencia deportiva la gente se dispone a disfrutar del fútbol y de ninguna otra cosa. Para colmo, pocos locales advirtieron que, para los europeos, viajar a este país durante esos años de mierda no era un plan atractivo. Éramos como la peste: estaban los milicos, se atropellaban los derechos humanos. A gran parte del público extranjero le daba asco venir a la Argentina. Obviamente afuera se sabía lo que acá nos empeñábamos en desconocer. El resultado, por supuesto, fue el fracaso: los teatros quedaron vacíos. ¡Lógico! La fiesta, por así decirlo, estaba en la cancha, en la calle o en la televisión a color recién estrenada. A partir de entonces, el espectáculo local aprendió un montón sobre cuestiones de organización. Como les decía, el mundo también perdió un tornillo con el asunto del milenio. Se volvió loco, le dio una importancia desmedida. En Estados Unidos costaba 2.000 o 3.000 dólares la noche en un hotel con vista al Times Square de Nueva York. Después, claro, al vaticinar el posible fiasco llegaron a bajar esas tarifas hasta en un 90 por ciento. Para colmo de males explotó una discusión que escupió la ensalada: que el fin del milenio tocaba recién al final de 2000, que si festejábamos antes éramos unos boludos porque todavía no había terminado el siglo, que había que esperar, que la madre que los parió. Ante ese insólito desacuerdo, sumado al oportunismo chabacano, a mí me dio miedo. Creí que todos los espectáculos estarían dedicados al siglo XX y que encima repetirían al año siguiente. Yo voy a quedar como un tarado, como uno más, pensé, preocupado por brindar una propuesta distintiva y de calidad. Fíjense lo que sucedió: nadie más lo hizo. Una vez que pude asegurarme de ello, averiguando qué se traían entre manos otras producciones, metí pata para adelan12
te. Así surgió pericon.com.ar, la obra que ahora entrego a domicilio. Para quienes la vieron en el teatro es una oportunidad de conocer la trastienda. Para quienes no tuvieron esa posibilidad, en el mismo envío degustan todo junto y algo más. La yapa también es bienvenida en el delivery.
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CHIPS PARA SOLITARIOS
A pesar de que la revisión del siglo XX da para mucho, un espectáculo basado totalmente en ella corre el riesgo de resultar un plomo. En consecuencia, para encarar el mío primero hice un listado de cuáles habían sido los hechos más llamativos. Por lo general la gente registra los últimos acontecimientos. Ocurre lo mismo cuando los jurados emiten su opinión para seleccionar programas de televisión. Un ciclo que sale en enero o febrero, y luego no continúa, tiene muy poca chance de ganar un premio Martín Fierro, más allá de sus logros. De la misma manera, uno tiene tendencia a valorizar lo último que pasó. Y lo último que pasó entre 1900 y 2000 fue la revolución tecnológica, agudizada a partir de los 80. Resulta impresionante constatar cuánto influyen la informática y los aparatos en la vida cotidiana. Ahora veo una película hecha en 1982, en la que suena y suena el teléfono porque no está conectado a un contestador y me pregunto cómo cazzo lograron descubrir al asesino si se supone que los serial killers se esconden ahora dentro del contestador o, por lo menos, dejan grabada la pista que los deschava. Se trata de una revolución muy importante, de la cual he quedado absolutamente afuera. ¡Es el futuro!, decían mis amigos. Yo no les di pelota. Nunca me preocupé por aprender de qué se trataba. Recuerdo además que en los 70 una prima mía me anunció que se inscribiría en IBM para estudiar computación y en ese momento pensé que ella había enloquecido, que dedicarse a la in14
formática era igual que interesarse por el idioma arameo antiguo, otra cosa extraña y snob. El año pasado, sin ir más lejos, me invitaron a Videomatch, el programa de Marcelo Tinelli. Después de que participé con un sketch de humor sobre los tangueros me regalaron una computadora último modelo, lo cual agradecí, por supuesto. Y ante el desconcierto sólo atiné a decirle a Tinelli: Incluí por favor el folleto. Luego, cuando la llevé no supe qué hacer con ella. ¡Una computadora! ¡En mi casa! Finalmente resolví destinarle una habitación y tenerla para usarla, en el invierno, como estufa, y en el verano, como una fábrica de helados (¿servirá para eso también?). Cada vez que la miro pienso que es un alien o cualquier otro monstruo. A veces suelo saludarla con una reverencia, cual si fuera un tótem benévolo. Seguramente habrá gente para la cual esos cables le proponen una peregrinación on line. (¿Ven? Volvemos a aquello de estar on y off.) No creo que San Cayetano atienda por esa vía. Cada año es visitado por más creyentes. Claro, ningún delivery incluye ofertas de empleo.
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TO MAIL OR NOT TO MAIL
De todas maneras esos chips se metieron en mi vida. En cierta ocasión traté de explicarle a un amigo de Estados Unidos que no había podido comunicarme por teléfono con él por la diferencia de horario. Mandame un mail, me dijo. ¿Un qué?, contesté. Un e-mail, un correo electrónico, me explicó. ¡La puta madre! Yo no había conseguido entender ni al fax, otro monstruo que me escupe papeles. Deben imaginarse lo bochornosos que resultaban mis intentos hasta que dejé esa tarea en manos de Cipe Fridman, mi representante, porque no daba para más el papelón (valga la redundancia). Sinceramente creí que esta locura era una moda que terminaría algún día. Me equivoqué. Y perdí, porque antes yo era el noticiero para mis amigos que vivían afuera. Apenas bajaba del avión, en Los Ángeles, en Houston o en París, ya comenzaba a contarles todos los chismes de la Argentina. ¿No sabés lo que pasó? Fulano, Mengano, bla, bla, bla.... Les hacía una evaluación, los ponía al tanto porque, para conseguir un diario argentino, ellos debían dirigirse a la embajada o a una oficina de Aerolíneas Argentinas. ¡Cómo cambió la situación! La última vez que viajé, ellos leían el Clarín en sus casas, por internet. Yo estaba al pedo, me sentía totalmente desdibujado. Después los vi bajar y escanear fotos de la computadora. ¡Una maravilla! ¿Cómo pude quedarme afuera?, pensé. Al mismo tiempo me enteré de que por ese mismo aparato los grupos nazis amenazan a los judíos y mandan sus consignas cual si fueran pedidos delivery. ¡Esto es de terror! Es 16
mejor quedarse afuera, pensé. ¿Se dan cuenta de lo difícil que me resulta la cuestión? Esta revolución de los últimos quince años me sirvió de punto de arranque para el espectáculo, y la totalidad de la historia del siglo XX quedó resuelta en un cuadro. Repasemos: comienzo por lo último, la tecnología; abordo el pasado, los orígenes; y retomo la modernidad hacia el final, aunque entonces anclado específicamente en lo argentino.
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PREMIAMOS A LOS PRIMEROS: ¡HABLE YA!
Haber encarado una revisión de los últimos años de la Argentina significó, de alguna manera, un repaso sobre mi propia carrera. Durante el primer monólogo de pericon.com.ar no hablo para nada de política, sino de temas sociales. Yo mismo me veo resumido en esta puesta, en la que entrego todo lo que me gusta hacer. Quisiera recordarles que el inicio de mi etapa de monólogos estuvo dedicado a la crítica de costumbres. Me remonto a 1973, cuando no era muy saludable para el hígado referirse a López Rega, por ejemplo. Por otra parte me salía naturalmente el análisis sobre la manera de ser de los argentinos. Lo de la política vino después, a partir del 82, cuando se fue rajando la dictadura, desintegrándose definitivamente con lo de la guerra de Malvinas. Tengo muy presente esa sensación de no poder callarme la boca ante un horror semejante. Para cuando el famoso 2 de abril llegó, yo estaba ofreciendo el espectáculo Pan y Circo, y apenas vi la multitud en la Plaza de Mayo aplaudiendo a ese presunto presidente, supuse que aquello no terminaría bien. Las pelotudeces que decía la gente que defendía el ataque no tenían límites. Cualquier boludo, con una milésima de sentido común, se cagaba en el manejo de la información y se daba cuenta de que se trataba de una gran movida. Confieso que en un principio creí que todo acabaría en un par de semanas, pero fueron sumándose días, meses, hasta llegar a junio. Hundieron el Belgrano, mataron 18
a cientos de chicos y nuestra obra realista ya se parecía a lo que vemos en la película El vestidor, sobre la Segunda Guerra Mundial: los actores y las actrices trabajan con el fondo de las bombas atrás e incluso son interrumpidos con cada ataque. En mi caso, cada vez que podía regresaba al camarín para escuchar, junto a mis compañeros, las noticias de la radio. Con el correr de las funciones la historia no pasaba por quién izaba o arriaba la bandera, sino por cuánta sangre se estaba derramando o por la posibilidad de que bombardearan Buenos Aires, tal como canta Charly García. La angustia de esa experiencia fue tan grande que había que hablar sobre lo que nos pasaba. Tengo que decir lo que pienso. Me importa tres carajos si están los milicos. Ésa fue mi decisión, tal vez un poco promovida por la seguridad consciente o inconsciente de que la dictadura había dejado de controlar todo. Sin embargo, tuve también una necesidad interna. ¿Qué dije ante el público acerca de Malvinas? Que esa decisión de atacar era un crimen, un asesinato. Pedí y pido disculpas a mis compatriotas de la plaza llena... ¡Estaban todos locos! ¡Locos de la guerra! Nuestro derecho a la soberanía de las islas Malvinas es indiscutible, pero la forma y el momento elegidos para recuperarlas fueron una soberana mierda. Se mandaron chicos, colimbas sin preparación. ¿Por qué? Y al tratar de explicar lo inexplicable, como muchas de las cuestiones que surgieron posteriormente, el monólogo político quedó. Ocurre lo mismo en pericon.com.ar: el final está reservado al repaso de la última década de gobiernos argentinos, o sea, al menemismo y a la asunción de la Alianza. En el apartado de este libro referido a los monólogos pueden leer esa temática.
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COCINA DE LA REVISTA
Nosotros veníamos de hacer con mucho éxito una resurrección del género revisteril con Pinti canta las 40 y el Maipo cumple 90. La idea había funcionado tan bien que queríamos, en principio, volver a apostar a la revista, aunque de una manera renovada. Entonces, así como me acompañaba Laura Fidalgo como completísima vedette, a Lino Patalano, el productor, se le ocurrió convocar a Carmen Barbieri, Moria Casán u otras partenaires. Estuvimos pensando seriamente en esa posibilidad. Por alguna razón, sin embargo, ese esquema no terminaba de armarse y empezamos a tener muchos tropiezos. Uno de los borradores del espectáculo también apuntaba a la llegada de 1900: el 31 de diciembre de 1899, la víspera del año nuevo y la llegada del siglo XX, describiendo todas las predicciones que se habían hecho para el nuevo milenio y que no se cumplirían porque para eso contábamos con la historia completa del siglo XX. Pero enseguida borramos la idea porque el resultado podría quedar erudito, muy para intelectuales o para personas informadas. Después imaginamos una descripción de la evolución de los argentinos, comenzando por la inmigración... Me di cuenta de que estaba volviendo a Salsa criolla, y no es bueno repetirse. Finalmente mantuvimos el deseo de hacer una revista con distintos cuadros del siglo XX, en los cuales hago distintos personajes y dejo para el final el monólogo político. Se darán cuenta de cómo se gesta una obra: resulta bastante complicado, sobre todo cuando el objetivo es 20
combinar la calidad estética con un mensaje. En realidad confieso que me da cierta bronca cuando me entero de que el público sólo espera escuchar el monólogo. ¿Tanta parafernalia para eso? Si bien tengo en cuenta y entiendo esa demanda, y mantengo el monólogo, me parece que ese contacto con la gente no debiera quedar limitado. ¿Qué sucedería si yo decidiera interpretar, por ejemplo, una obra como Otelo? Es lógico que en ese caso el monólogo no iría, ¿cierto? Un actor con cierta trayectoria logra armarse de distintos esquemas de trabajo. Yo fui descubriéndolos a lo largo de los años. Uno de ellos es el espectáculo que se ajusta a una columna vertebral de la que se desprenden unidades temáticas cuyo enlace prevé una evolución que decanta en un monólogo final. Así fue Salsa criolla. Pan y Circo, La historia del siete con más actrices y actores que el anterior y El infierno de Pinti respetaban, aun con matices, el mismo esquema: narraban una historia o una o varias temáticas, con cuadros musicales que resultan funcionales para la hilación. Y eso los diferencia de la revista, que suele incluir cuadros independientes entre sí. Pinti canta las 40... y pericon.com.ar se ajustan a esa alternativa. Este último caso, por su parte, logra un espectáculo integral, que excede a la tradicional revista porteña. Como tercer esquema queda el unipersonal: yo, solito mi alma, aparezco en un escenario y hablo sobre distintas cuestiones. Cuando comencé con los monólogos me influyeron dos realidades. Una de ellas meramente operativa. Nadie me conocía y no podía plantear un espectáculo, convocar actores y conseguir un teatro. La otra era la moda del café concert, que permitía a los actores nuevos trabajar sin rendir examen de taquilla, porque te metías en un zaguán o en un sótano para 120 personas a las que las convidabas con un wisquicito o un jugo de naranja. No sé quién carajo es este sorete que sale a hablar, pero debe ser bueno porque está acá y me 21
hará reír, decía la gente, muy dispuesta a probar, a ver qué pasaba independientemente de los anuncios de otros sitios que con letras enormes prometían elencos consagrados. Ahora todo eso está, de alguna manera, cambiado. Existe el under, aunque convoca a un público específico, que es el de los jóvenes. En aquella época venía a vernos un público de distintas edades, ávido de nuevas apuestas, desinteresado por el teatro comercial de la calle Corrientes y atraído por el teatro independiente, que yo integré en los 60, antes de que llegara la profesionalización. Recuerdo ese momento especial para los actores. Quienes apostamos por el teatro independiente no ganábamos un mango. Por lo general todos laburábamos durante el día en cualquier cosa (perdón, no en mi caso porque tengo un orto más grande que una casa y me mantenía mi papá) y después presentábamos el show, que entre pitos y flautas nos significaba cuatro horas más de laburo. El amasijo era tal que convertir la actuación en una profesión se impuso como una necesidad. Ahí surgió, por otra parte, la demanda de la televisión, pero algunos actores rechazaron ese nuevo campo. Pasarse a la televisión estaba mal visto, representaba un verdadero sacrilegio. ¡Cómo cambian las cosas!
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TELEVISIÓN EN CUOTAS
Al interesarme por estos últimos años de revolución tecnológica estuve pensando si el surgimiento de la informática, la internet y toda esa bola es comparable a lo que vivimos cuando apareció la televisión cuarenta años atrás. Después de dar vueltas alrededor del asunto llegué a la conclusión de que no, de que ambas revoluciones son bastante diferentes. En principio, el televisor era un aparato que cualquier persona podía manejar. Uno lo enchufaba, lo encendía y a lo sumo se molestaba para levantarse a cambiar los canales. Los técnicos o los pibes no llevaban una ventaja ante el resto, en comparación con lo que sucede ahora con las computadoras. Esto requiere una parafernalia infernal y aquellos que, como yo, no hicimos un curso, estamos out. Además la televisión, si bien alienaba un poco, unía al grupo familiar. La tribu se sentaba frente al tótem y experimentaba un acto socializante. En cambio hemos pasado a lo unicelular, a lo que divide y atomiza. Yo ahora tengo una computadora que me regalaron pero seguiré comunicándome con mis amigos por teléfono. A menos que me quede en la ruina o que la DGI me reviente y tenga que vender hasta la computadora, discaré los números de la gente que quiero y que vive en Estados Unidos o Europa. Me gusta oír sus tonos de voz cuando me dicen: Estoy bien. Así me doy cuenta de cómo están verdaderamente. El e-mail será fantástico pero capaz que alguien, mientras con una mano te escribe que está fenómeno, con la otra a lo mejor se está cortando las venas. 23
Igualmente les comento que a mí la novedad de la televisión no me interesó para nada. A mi casa llegó como una década después de que se había inaugurado en la Argentina. Nos parecía tonta. Y no es que nos la diéramos de intelectuales, pero mi madre escuchaba la radio, mi padre era poco interesado en este tipo de cosas y yo vivía en el cine. La verdad es que la compramos recién en el 64, para no seguir pasando vergüenza en el barrio. Yo tenía dieciocho años entonces y mi mentalidad estaba hecha para el cine Lorain. Como me gusta tanto el cine, me costó acostumbrarme a esa caja chiquita y en blanco y negro. No cambiaba por nada a Ingmar Bergman o a Carmen Sevilla en pantalla gigante y a color, y pasó bastante tiempo antes de que la televisión tuviera una producción propia que la identificara como medio. Incluso hoy tengo dos videocaseteras en la siguiente situación: una, la más nueva, es una loca que funciona sola. No me gusta. Apenas meto una película, hace track, zuck, track, track, track
¡A la mierda! Me dicen que hay que programarla, no sé, no entiendo. La otra, que está en el living, es una vieja a control remoto lógico. Ahí el que se traba soy yo. Empiezo a tratar de recordar qué era el rew, el fwd, el rec. Que la flecha sube, baja o está torcida. Que el cable en el canal número tanto, que la hora, que la pausa, que te escupe el caset. ¡La madre que la parió! Soy un dinosaurio. ¿Qué le vamos a hacer?
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REGALAMOS UN ELENCO FENÓMENO
Como estoy compartiendo con ustedes los secretos de la producción de un espectáculo en este caso, puntualmente, de pericon.com.ar, quiero describirles qué tareas asumo durante esa gestación y cuáles quedan a cargo del resto del equipo. La mayoría de las obras que presenté fueron escritas por mí. Para ello no empleo coreanos que me sostienen el lápiz o me alcanzan el papel. Escribo solo. En este caso en particular también sucedió así, a pesar de que la empresa del teatro Maipo ya tiene estructurado un esquema de trabajo que incluye equipos determinados, con los cuales puedo contar. Además Elio Marchi es un colaborador autoral excelente, que hizo muchísimo por esta revista, que está concebida de una manera muy especial. Elio, por ejemplo, cedió Con la marca en el orillo, ese tango maravilloso que interpreto hacia el final del espectáculo y cuya letra figura en la obra. Recomiendo que la lean porque describe la esencia porteña del siglo XX. Ricky Pashkus se encargó de la coreografía y de su respectiva dirección, y constituye otro aporte valioso ya que logra contemplar mis requerimientos y los de Lino Patalano, el productor. Y Alberto Favero estuvo presente en todo lo concerniente a la música. Aclaro públicamente lo que suelo decirles a los coreógrafos o músicos cuando empezamos a concretar la puesta: me gusta ser el responsable final de todo. Soy estricto y no debe resultar gracioso trabajar conmigo. Dejo poco espacio para la creación ajena. 25
Con el pobre Favero, que es un profesional de la puta madre, sucedió que yo hasta había pensado una musicalización precisa, lo cual no les quita esmero ni calidad a las cualidades de Favero, que son muchas, aunque sí les restan algo de autonomía. Recuerdo, por ejemplo, que para la canción de la Cupletista él escuchó cómo tarareaba yo el ritmo que me había imaginado. Un cuplé, un cuplé de fines del siglo XIX y no un aire español que pudiera confundirse con un pasodoble. Eso es lo que le pedí, y Favero lo resolvió muy bien. Para el cuadro del 1900, por otra parte, necesitaba un ragtime, que era lo moderno de entonces; y para el cuadro final de la Argentina decadente hacía falta un vals al estilo de las comedias musicales de los 50 que ya quedan viejas, adecuado a ese trasfondo tipo Versace. Creo que un elegante y original vals vienés no habría concordado con el mensaje. ¿Ustedes qué piensan? Ésta es la primera oportunidad que trabajo con Renata Schussheim. Parece mentira: somos amigos desde hace treinta años, los dos nos respetamos laboralmente y sin embargo no nos juntamos antes. Renata confeccionó un vestuario precioso, precioso, que captó perfectamente la consigna visual. Ella leyó el libro, no habló casi nada conmigo y trajo su receta cocinada, lista para ser usada. Quedé encantado. En cuando a la escenografía, con Graciela Galán tampoco tuvimos muchas vueltas. Al principio Ricky y yo habíamos planeado montar una escalera inmensa como único elemento. La idea es que la vida es eso: un ir y un devenir escalones. Pero para mostrar ese descenso requeríamos un escenario de doble fondo y corríamos el riesgo de que tanto subir y bajar nos cayéramos todos a la mierda. No se pudo lograr. Graciela se entendió mucho con Patalano, quien es un experto en iluminación e hizo aportes referidos al espacio escénico. Finalmente el espectáculo consiguió una serie de impactos, más allá de los inherentes al texto. Uno de 26
ellos es el Dino que abre la puesta; los otros son el globo aerostático en el que llega la Cupletista, el Astronauta sostenido por suspensores que se encuentra con la Luna y las palmeras de neón que ilustran el cuadro de la rumba.
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EL EQUIPO VIENE INCLUIDO
Para quienes no lo sepan, la trastienda de todos los espectáculos, sean colosales o modestos, cuenta con un productor, un empresario encargado de generar el proyecto desde el punto de vista comercial y administrativo. En el caso de Lino Patalano, con quien trabajo desde hace tiempo, surge otro tipo de vinculación artística, porque él tiene nociones muy claras respecto a la puesta en escena (comenzó su carrera como iluminador, por ejemplo). Es más, a raíz de su pasión por el teatro demuestra un costado bastante original como empresario. Por lo general los creativos suelen tirar de la manga a los encargados del dinero para que inviertan más en la producción, y con Patalano ocurre lo contrario. Recuerdo que, cuando estábamos armando pericon.com.ar, él quería incluir hasta fuegos de artificio o timbales con un cuadro de baile de mulatas ardientes para la escena de la rumba. El resto del equipo logró convencerlo de que dejara de gastar plata. Y no lo hacíamos de amarretes, sino porque creíamos que la obra quedaría recargada. No fue fácil obtener su aprobación. Cuando dejó de lado la idea de las mulatas, propuso pintar a las chicas del elenco con betún. ¿Para qué? Ellas tienen muchos cambios de vestuario que realizar rápidamente, y embetunarlas para limpiarlas en unos pocos minutos era una complicación que podía evitarse. Es gracioso este cambio de roles: Patalano decía que podíamos gastar más y nosotros le contestábamos que no hacía falta. En donde sí acordamos montar una escenografía 28
abigarrada fue en los cuadros sobre el menemismo, porque le pega un bazar bochornoso, ¿no es cierto? Esto me hace reflexionar sobre dos momentos infaltables a la hora de concretar este tipo de proyectos. Primero se recurre a cualquier tipo de efectos visuales porque la inseguridad lo lleva a uno a pensar que tal vez el público no entienda cabalmente el mensaje que expresan las palabras. O sea que, por las dudas, rellenemos, hagamos ruido, total no está de más. Y a medida que avanza el trabajo de todo el equipo, esa inseguridad va mermando. En mi caso se da un fenómeno adicional, que es el de la gente que va a verme al teatro para escuchar los monólogos, y toma todo el esfuerzo escenográfico como un precalentamiento. Me pasó algo así con Salsa criolla, con Pan y Circo y con El infierno de Pinti. Aquí aclaro una cuestión importante. Si yo quisiera hacer un unipersonal saldría con un micrófono, vestido con una camisa y un pantalón negro, y me sentaría en una banqueta. Ése es un recurso de bajo costo, totalmente despojado y que ya utilicé varias veces. Pero en las otras obras he tratado de ofrecer algo diferente, algo que se apoye no sólo en mi habilidad con la palabra. Admito que la devolución que recibo de la gente a veces me entristece. Sólo me hace comentarios sobre alguna cosa que dije, lo cual está bien porque soy el atractivo mayor del espectáculo, y tal vez la contracara es que el público se queda más impactado porque yo digo lo que pienso, haciendo gala de un ejercicio de la libertad que otros no se animan a defender. No es que se trate de ideas novedosas o de una verdad nunca antes revelada; sencillamente ocurre que la gente no lo escucha en otro lugar. Ahora, que se me acerquen después de la función a hablarme de lo bien que estuve, de lo mucho que me respetan, de lo gracioso que soy después de una puesta semejante, tan elaborada, me inquieta. ¡Yo no laburo solo! Los artistas que me acompañan son excelentes. 29
Están Laura Fidalgo y María Roji, que ya habían trabajado conmigo anteriormente. Está Sandy Brandauer, con quien desde hace años tenía muchos deseos de compartir un escenario. Está Lucila Gandolfo, que viene de comedias musicales americanas e inglesas y que interpreta El fantasma de la ópera de una manera genial. Las cuatro mujeres son diferentes entre sí, lo cual permite sumar habilidades. A ellas se agregan los muchachos, los bailarines, que son bárbaros. Me gusta mucho rodearme de gente de talento, y me complace que el público sepa saborear cada detalle que se le brinda, porque ha sido creado pura y exclusivamente para él.
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PERICÓN CON HISTORIA: ¡UNA GANGA!
Como símbolo, me interesa mucho la pieza musical que forma parte del título de mi último espectáculo. Pero lo cierto es que me propongo contarles la gestación de la obra tal cual ocurrió, y debo decir entonces que el pobre pericón llegó por fin a escena luego de haber estado rondando en mi cabeza durante muchos años, sin que fuera incluido antes por razones absolutamente ligadas a la estructura de cada puesta. Yo quería ofrecer un gran final patriótico, aunque fui descartando distintas posibilidades. Me causaba mucha gracia, por ejemplo, esa ingenuidad naïve de aquellos finales de las películas que protagonizaba Alberto Castillo en los 40. Hay una fundamental, llamada Adiós pampa mía, que termina con esa canción, nostálgica y más bien ligada al ambiente del tango, hecha con aire de pericón. También existe un gran final similar en Yo quiero ser bataclana. Ahí las chicas unas vestidas de paisanas y otras de gaucho, porque en esa época los ballets eran esencialmente femeninos bailan en punta un maravilloso pericón al estilo clásico. El toque resulta tan representativo de nuestra parafernalia, digamos, escolar, que siempre soñé con interpretar uno de esos finales con bandera argentina, malambos y todo aquello que sume para la ocasión. Recuerdo también que cuando preparábamos con Antonio Gasalla nuestros espectáculos para el teatro Maipo (hicimos tres temporadas a comienzo de los 80) quisimos meter un cuadro folclórico. No pudo ser. Antonio sí incluyó uno más tarde, que no era exactamente un 31
pericón. Tenía en cambio mucho cuero de vaca y paisanas, con minifaldas y botitas, y culminaba con un malambo cuya letra era folclórica, sin llegar a ser patriótica. Salió así una especie de caricatura del folclore pero hecha desde adentro del folclore, lo cual me pareció muy bueno y me dejó otra vez con las ganas de hacer el famoso pericón que, por alguna razón u otra, seguía quedando bochado. La mayoría de la gente entre la que me incluyo no sabe cómo surge el pericón. Existe un manual de danzas nativas, escrito para los colegios por Pedro Berruti, en el que encontré ciertos datos curiosos. Por ejemplo, que nació como una variante del cielito y la media caña, y fue presentado por Leopoldo Lugones como la gran contradanza de la campaña. Su baile es una mezcla de vals vienés, con vueltas similares a las de la danza húngara, y desde principios del siglo XIX se lo adoptó al unísono en nuestras pampas y en el querido vecino Uruguay. ¿El nombre? Parece ser que había un bastonero que dirigía a las parejas para que no se perdieran de tanto marearse, seguramente llamado pericón; y ahí quedó. José de San Martín lo hizo cruzar los Andes en su expedición libertadora, y los chilenos quedaron apericonados. Hasta el solemne Domingo Faustino Sarmiento cuenta en su libro Recuerdos de provincia que bailó pericones junto a su maestro de danza, el cura párroco José Francisco Santamaría de Oro, en San Luis. Luego, en la década del 30, decae el furor. Pero son los artistas quienes lo sacan del letargo. Y aquí es cuando pienso que surge parte de mi propia motivación. Cuando el circo de los hermanos Podestá presentó en 1890 el Juan Moreira, de Eduardo Gutiérrez, en Montevideo cambió el gato por el pericón. De ahí en más, la compañía lo devolvió a la escena de todo el Río de la Plata y otros grupos lo imitaron. En muchos programas de puestas teatrales de la época se lee el anuncio de: Gran final con el Pericón por María. Es que Antonio Podestá 32
había compuesto una obra lírica llamada Por María, que sumaba al pericón, dándole sin querer un nuevo nombre a la danza nacional. Hace poco, Ana María Campoy me contó que en España los cómicos también se sumaron a la ola. Después de haberse presentado por estas tierras regresaban allí llevando la novedad: Y de nuestra gira por América ofrecemos el final de Pericón por María, anunciaban a los espectadores antes de arrancar. Un siglo después, apenas se empezó a configurar el espectáculo del 99, el pericón fue el primer tema que armamos. Recuerdo que me resultó impactante escuchar por primera vez la versión, porque había logrado una adaptación de aquella música de gran riqueza sinfónica que solía hacer López Buchardo, sin perder los toques bien folclóricos. Por supuesto, la letra que escribí fue pensada en función de nuestras vicisitudes actuales, pero respeta la referencia a la picardía criolla de aquellos primeros versos convertidos en recitados y relaciones. Después, claro, se estructuró el espectáculo y comenzamos a ver que había una cosa muy prehistórica para empezar a describir lo moderno y el futuro el dinosaurio que habla sobre el auge de las computadoras, otra retro la propia historia del siglo pasado y un bloque actual, que despliega cuadros acerca de lo cotidiano. Entonces me dije: Tenemos que cerrarlo. Si empezamos por lo supermoderno, terminaremos por lo superclásico. Y el pericón vino al pelo, a pesar de que ingenuamente creí que todo el mundo sabría de qué se trataba. Hasta le propuse una encuesta a la gente de mis alrededores. ¿Para qué? Los menores de veinticinco años no tenían idea. ¿Será un perico grande o una nueva manera de nombrar al maricón? Disparatadas respuestas saltaron a raudales. Ni uno le pegó. ¿Qué les enseñan en el colegio? Aparte de drogarse, de hacerse la paja y de especular, ¿qué aprendieron? No es que vaya de patrio33
ta, pero saber que el pericón es la Danza Nacional Argentina resulta importante: se trata de dar vueltas y vueltas y de hacer un intermedio para recitar. Vueltas y versos, vueltas y versos. (¿A quiénes les hace recordar ese baile versero?) Su única coreografía es un tun, tun, tun, tun turun tun tun, monótono como la vida misma. Una especie de Bolero de Ravel sin sexo.
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LA IDENTIDAD ES LO QUE VALE
Una vez que estuvo elegido, comencé a pensar qué significaba para mí el famoso pericón. Volvieron las imágenes de la escuela primaria y del país que viví durante aquellos años, al que me hacía tan feliz pertenecer. Me sentía más patriota que nadie
¡Qué paradoja se presenta ahora! La única esperanza estaba puesta en aquel presente y en el futuro grande que todos nos preparábamos a protagonizar. De alguna manera, estas imágenes representaron mis recuerdos del futuro, con la evocación del patio, de las fiestas escolares y de los símbolos, esos símbolos que en un momento no significaron nada para mí, aunque después simplemente me hincharon las pelotas. Porque ante tanto celeste y blanco que adornaba las paredes me preguntaba: ¿Qué honor se le hace a la bandera? ¿Qué honor se le hace al escudo? ¿Qué honor, si se los usa para tapar la represión, la dictadura, la falta de libertad, la censura de cualquier naturaleza? Si los símbolos son la identidad, con la identidad no se debería joder. Uno tendría que procurar que la identidad quede intacta permanentemente. Y en el mundo globalizado, donde las identidades se han perdido o tienden a desaparecer, da lo mismo Madrid, Budapest, Burdeos, Nairobi o Pehuajó. Hasta nos enteramos de increíbles fenómenos transoceánicos: que si caga un japonés, tenemos que prepararnos porque se nos viene una diarrea; que si se tiran un pedo en Turquía, seguramente quebrará el negocio de nuestra cuadra. ¡Me parece una barbaridad! 35
Yo me opongo a ello: la identidad nos hace diferentes, particulares, nos imprime un sellito así de pequeño, pero importante y permite que nos igualemos de las fronteras hacia adentro. Los argentinos nacemos y morimos, amamos y odiamos de acuerdo con las características de nuestro lugar. Con tanta globalización hasta yo he perdido el rumbo. Antes, si bien me quejaba de cuánto tardaban en llegar ciertas cosas las buenas, no las peores a la Argentina, contaba con la posibilidad de viajar y de saber que estaba visitando otras culturas, que estaba aprendiendo sobre pueblos y geografías diferentes a las que me rodeaban. Sin embargo, ahora hago miles de kilómetros y tengo la sensación de que todo es lo mismo. Y guarda: dije la sensación, porque se trata de una máscara debajo de la cual se esconden grandes diferencias. Todo es promovido por poderosos grupos económicos interesados en sacar la mejor tajada del lugar que les conviene, exportando mano de obra barata, que es la que integra la nueva esclavitud. Basta recordar ese tremendo episodio de las cincuenta personas de origen chino que murieron asfixiadas dentro de un container, mientras trataban de ingresar como ilegales a Gran Bretaña porque sólo allí conseguirían trabajo, mientras seguramente estarían expuestos a cualquier ataque xenófobo. ¿Por qué pasa esto? Porque la gente pierde confianza en sus propias identidades. ¿De qué le sirve a un chino saber que es chino y conocer la historia de sus dinastías si no puede comer en su país? La alternativa es que se haga un viaje desde su pueblucho hasta Pekín, de Pekín a Moscú, de Moscú a la República Checa, y de ahí a Amsterdam antes de llegar a Londres
Un precioso periplo exento de vuelos espectaculares. A pie, en trenes de carga, en balsas, en carros, abajo o arriba de submarinos, montados sobre mulas o escondidos vaya a saber dónde. ¡Es tremendo! Este gran mundo de pobres sin nacionalidad resulta una monstruosidad más que realiza la 36
humanidad. Ya no existen las ocupaciones, nazi o soviéticas. La novedad son las ocupaciones planetarias: el rico avanza sobre el pobre y entabla una guerra desigual, tan horrible como las guerras anteriores. ¡Ay! A veces quisiera volver a los veinte años para soñar con ese futuro cuyo final de pericón me invita a volver a creer. Y a veces, confieso, me siento aliviado porque me acerco a los ochenta para ya dar por terminado todo esto.
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EL AÑO 2000 YA FUE
Ya ven cuántas expectativas pusimos en el cambio de siglo. El año 2000 se terminó, algunos comienzan a contar el tercer milenio a partir del 2001 y listo. Ahora podemos sacar ciertas conclusiones de este acontecimiento. En lo que a mí respecta, el cambio de siglo me agarró con mucha esperanza. Mantengo la ilusión de que las cosas terribles ocurridas en el mundo nos enseñen de una buena vez que somos responsables y que debemos tratar de modificarlas. Que nos enseñen que lo que está pensado o realizado en contra del hombre, en contra de la vida, más tarde o más temprano termina por no funcionar. Todas las civilizaciones, por más fuertes y pujantes, cayeron cuando se olvidaron del hombre. La sociedad mundial experimentó un desmoronamiento profundo durante la última década, después del excesivo pragmatismo de los 80 y después de que comprobamos tal cual suponíamos unos cuantos que estos sistemas no funcionan y traen consigo secuelas terribles como la falta de salud, de educación y de principios. En el momento de despedirme del siglo XX recobré la esperanza de que los últimos estertores de esa injusticia ya se estén apagando para dar lugar a una etapa humanista, como aquella que de vez en cuando nace. No caben dudas: el humanismo va y viene, va y viene, va y viene
No me pregunten de dónde saco esa idea tan empecinada de que el mundo pronto vivirá un cambio. Carezco de elementos que lo vaticinen. Se trata de una esperanza, nada más. 38
Lo cierto es que en la Argentina, por ejemplo, ya pasaron veinticinco años de otra clase de horror, que comenzó en el 76 y terminó en el 83 y que lo vivimos en carne y hueso, porque no pasó en internet no fue virtual ni tampoco les tocó a unos pocos, que lo habían pedido como si fuese un servicio delivery. ¡No señor! ¡Llevamos diecisiete años de democracia! Ha llegado la hora de encarar un ciclo histórico que perfeccione el gobierno elegido por el pueblo. Y aquí sí cabe decir que debemos hacernos cargo del menú que elegimos en las urnas. Entre quienes sobrevivimos al cambio de siglo tenemos el recuerdo narrado por nuestros padres sobre los regímenes totalitarios que impregnaron el mundo entre finales de los 20 y de los 40. Nazismo, fascismo, guerras, holocausto, destierros en masa sucumbieron por fin, eclosionaron y dieron lugar a una nueva etapa mejor, más allá de sus imperfecciones. Al término de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, se empezó a hablar de una serie de cosas que antes no eran tenidas en cuenta o que habían quedado olvidadas en la Revolución Francesa. Es el caso de los derechos humanos. Después se cagaron en esos derechos, lo cual no quiere decir que ahora se los pueda borrar de un plumazo. Quien se caga en ellos queda escrachado, es mal mirado, sufre el rechazo de gran parte de la sociedad. Contrariamente a lo que mucha gente piensa, creo que seguimos hacia adelante. Sí, es cierto que existen soretes que tiran para atrás, buscando las ideas y tendencias nefastas del pasado, pero si mantenemos el rumbo de avance, entre tirón y tirón conseguiremos el término medio, que en definitiva es un medio paso hacia delante. Tengo la esperanza de que en estos próximos diez años se va a humanizar todo nuevamente. Quizá no se deba a un logro de la ética o a una pelea ganada por el bien frente al mal. Quizá sea una vuelta de timón de los capitanes del capitalismo porque concluyeron que no es 39
negocio que haya tantos pobres. En el espectáculo, el personaje de Moisés lo dice sobre el escenario: No es negocio robar tanto. ¿Recuerdan cómo cayó la última dictadura después de la guerra de Malvinas? Los milicos se arriesgaron porque estaban de última. Recibieron la ayuda de la CIA, el servicio de inteligencia norteamericano, para arrebatar el poder, y terminaron haciéndose los vivos, disparando contra dos potencias como Inglaterra y Estados Unidos juntos. Hasta a sus pocos amigos quisieron joder. Por suerte tuve el olfato como para entender esa estrepitosa caída a tiempo y no comerme el garrón de los que fueron a la Plaza de Mayo a aplaudir a los milicos. Un olfato similar me orientó en el 54, cuando vi a Juan Domingo Perón desfilando sobre una motoneta a lo largo de la avenida Leandro Alem, escoltado por chicas de doce o trece años. ¡Éste enloqueció!, me dije entonces. Tenía catorce años y lo recuerdo perfectamente. No me lo contaron. A Perón se le venía la Libertadora y quienes lo apoyaban en su gobierno pensaron que desfiles como ése era la mejor manera de defenderse. Para bien o para mal, ese olfato permanece intacto en mí y forma parte de lo que yo les puedo ofrecer a ustedes como servicio delivery.
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OFERTA DE PERSONAJES
FOTO: GUSTAVO LEVY
DINO
Dentro de la obra aparece un personaje central el Dinosaurio que surgió en el marco de una moda implementada desde Jurassic Park, la película de Steven Spielberg, continuada luego por Dinosaurios, el film de la Disney estrenado en 2000. Qué curioso: este revival si es que así podemos llamar a esa vuelta a un pasado muy remoto surge en la última década del siglo XX, en pleno apogeo de la tecnología futurista, que sirve además para dar vida a robots y animaciones espectaculares de la industria del cine. Inmediatamente antes, en los 70 y 80, el cine nos había llenado la pantalla de plagas. Tiburones, gorilas, arañas, ratas asesinas, hormigas gigantes, tarántulas, hombres mosca
Cuando la saga animal parecía terminada se descubrió cuánto atraía a la gente la aparición de los viejos dinosaurios, seres lejanos en el tiempo cuyas costumbres primitivas se comenzó a rastrear. Spielberg hasta consiguió instalar la idea de que había dinosaurios buenos y malos. Los tiranosaurios, que comen carne, son los más asquerosos. Y los que comen hierbas son tan buenos que se dejan acariciar. Los vegetarianos, claro, quedaron agradecidos por el mensaje ecologista. Así es, Hollywood piensa en todo. Pues bien. Muchas veces entre amigos contemporáneos nos cargamos. Estamos tan grandes y tan viejos que nos sentimos como una especie de monstruos prediluvianos a los que habría que desterrar a un Geriatrik Park. Con ese dato y al haberse instalado el auge de lo prehistórico, resultaba práctico acudir a un personaje que sintetizara hermética y claramente lo que queríamos decir en pericon.com.ar: el Dinosaurio se encuentra entre nosotros, aquí y ahora. Vino para contarnos una historia. 45
Este Dino que yo hago resulta además simpático, tanto como el Dino de Los Picapiedras. La imagen ganó a la hora de producir los afiches y programas artísticos de la obra, que supieron llamar la atención mezclando intriga y comicidad al dibujar el cuerpo del dinosaurio con la cara de un Pinti sacando la lengua. También es Dino el primero en aparecer apenas sube el telón. Ese muñeco mecánico impresionante que construyó Graciela Galán impacta de entrada, y es una lástima que su presencia dure sólo tres minutos. O sea que un dinosaurio como yo sale de la boca de otro dinosaurio gigantesco y ese recurso resume la esencia del mensaje. Debo confesar que mientras construimos este personaje nunca pensé en el doble significado que los argentinos le damos a la palabra dinosaurio, atribuida también como un mote para los conservadores, para los pensadores y políticos de la ultraderecha. Fíjense que durante la apertura y el monólogo final yo les doy una paliza a unos cuantos aspectos de la clase social acomodada, y sin embargo quienes están en la platea y representan a ese sector se aprestan a reírse de todo. Hablo pestes de las cirugías estéticas, tiro mierda sobre los celulares al pedo, me burlo de los sushis mersas, critico las fórmulas snob, y el conservadurismo me aplaude. No creo que ahí, a metros del escenario y con un mastodonte gritándoles en la cara las pelotudeces que hacen, miren hacia el costado o se ofendan. No. Saben que en ese mensaje hay mucho de razón, aunque lo reconozcan dentro de un teatro y después salgan como si nada. Dino me ayudó a reírme de mí mismo y a poder manifestar lo que pienso.
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FOTO: GUSTAVO LEVY
MENDIGO
Si el Dino no hubiera resultado elegido como personaje central, seguramente el protagonismo máximo habría recaído sobre el Mendigo. ¿Por qué? Les cuento: venía al pelo para ilustrar la historia del siglo XX. Poníamos de fondo el portal de una iglesia y el Mendigo relataba la catástrofe de la clase media. Me imaginaba un final en el que se levantara el decorado y quedaran sólo vitraux religiosos a la vez que el pobre hombre terminaba convertido en una especie de Cristo. Por supuesto se lograba una imagen trágica, consecuente con el relato sobre la miseria. Una de las cosas que más me ha golpeado en lo personal es esa miseria que ronda dentro de las grandes sociedades hiperdesarrolladas. Se trata de una especie de miseria sorpresiva porque supuestamente nadie nació para ser pobre dentro de los poderosos centros urbanos. El horóscopo de la gente de ciudades ricas no vaticina la falta de insumos básicos y, sin embargo, la ruina y la decadencia llegan también a esas poblaciones, aunque sea en pequeñas dosis. Ejemplifico con los inmigrantes que vinieron a la Argentina después de las guerras mundiales. Yo tenía de todo. En mi país, Polonia, vivía en una casa divina, contaba una vecina de la casa de mis padres. Antes de la guerra civil, nuestra casa de Galicia se parecía a las estancias de acá, contaba una gallega. Yo tenía ocho años en aquel entonces, escuchaba esas anécdotas con asiduidad y pude darme cuenta de que las guerras habían arrasado con vidas, hogares, cuentas bancarias y pertenencias de todo tipo. Tanto me acostumbré a conocer relatos de la barbarie que hasta llegué a creer que las guerras eran una catástrofe tan natural o normal como un terremoto que produce un dolor en masa. 49
Yo no estaba familiarizado con otro desmoronamiento que no hubiera sido provocado por bombas y, de repente, por un cambio en el sistema económico, la gente comenzó a sufrir, estuviese aquí o en países poderosos. Eso pasó, por ejemplo, en la época en que Ronald Reagan era presidente de los Estados Unidos. El Mendigo no es un hombre que nació pobre: se hizo pobre, lo hicieron pobre. Su perfil fue sacado de una experiencia que tuve en el 82, durante mi primer viaje a Nueva York, justamente para cuando estaba Reagan. Cierta noche salí a caminar por la Quinta Avenida y de repente me abordó una pareja de norteamericanos jóvenes, bien vestidos y muy educados, que me pidieron plata para comer. ¡No lo podía creer! Un sorete subdesarrollado como yo, que apenas me desenvolvía en inglés, estaba en condiciones de ayudar a unos americanos visiblemente pertecenientes a la clase media y que no tenían pinta de avivados. Tampoco daban señales de drogarse porque sí he ido encontrando esos individuos a los que las drogas les causó tanto daño que no les permite trabajar u organizarse de alguna manera. No. Estos chicos me contaron que eran ex empleados de la General Motors y que vivían cerca de Nueva York. Como la empresa había cerrado, se habían quedado, ellos y su pequeño hijo, en la calle. Ni vivienda conseguían porque Reagan también había arrasado con los albergues baratos. Así que todos los días, hasta que pudieran solucionar el caos, hasta que lograran reubicarse, iban a la Gran Manzana porque comprobaban que era más probable que los transeúntes los ayudaran un poco más. Les aseguro que escenas como ésas se repitieron en otras ciudades, lo cual me llamó muchísimo la atención. ¿Tiene cambio, señor?, me pidió en Los Ángeles una señora de unos sesenta y pico, que llevaba el pelo cuidado con champú o acondicionador (nada que ver con el pelo hecho mierda de una mendiga común). ¿Qué pasa acá?, me pregunté. Hasta en los bancos de las paradas 50
de colectivo del boulevard Santa Mónica empecé a ver entremezclados a norteamericanos típicos con centroamericanos. En aquella época, un espectáculo como ése era inusual. Me gusta repetir esta anécdota, que ahora viene al caso: una noche fui con dos amigos latinos a comer a un restaurante argentino en Los Ángeles. Recuerdo que dejamos el auto, un BMW o un Mercedes, y nos dispusimos a entrar al lugar. En eso, de entre la oscuridad se nos aparece una familia enorme. Ésos sí andaban bien sucios. Claramente se notaba que eran norteamericanos al cien por cien y tiraban de unos carritos de supermercado repletos con sus pertenencias. A pesar de mi estupor y del cagazo, confieso, vi que la ropa que apilaron era de buena calidad y que las zapatillas que calzaban, aunque hechas bosta, eran de marca. Formaban un cuadro de la desintegración humana. Ellos volvieron a contarme una historia similar a la de la General Motors: otra empresa quebrada los dejó en la lona y salieron a pedir limosna. Esta paradoja resultó mayor que la anterior: ahora éramos tres latinoamericanos en condiciones de ayudar a una familia de americanos venidos a menos. Luego, en posteriores viajes a los Estados Unidos, se me presentaron situaciones similares. Yo sabía que la política económica de Reagan era despiadada, terrible, pero no me imaginaba el impacto tremendo sobre la clase media. Si algo cuidaron siempre los norteamericanos fue a su clase media, que es la base de su potencia. Reagan había cometido el gravísimo error de cagarse en ese estrato. Error que George Bush no pudo subsanar y que Bill Clinton finalmente revirtió en sus dos períodos de gobierno, bajando el nivel de desocupación y tendiendo una red social fortalecida. Entonces la gente, al sentirse contenida, vuelve a gastar y sostiene otra vez al sistema. De mis últimas visitas al país del Norte retengo en la retina esa vorágine de los shoppings, que son los monumentos al consumo. Y como a la Argentina todo llega 51
con atraso, a la par de que los norteamericanos se iban recuperando, a la clase media argentina Menem le inyectó los ajustes de Reagan. Tarde y fuera de contexto porque a este país no es fácil sacarlo a flote. No somos los Estados Unidos, ¿no es cierto? Con este panorama, el Mendigo surgió naturalmente como un fiel representante de la denigración. No se trata de un ciruja, un atorrante marginal, un pobre marginado desde la cuna o un romántico que quiere andar por la calle cantando Linyera soy, lo que gano lo gasto o lo doy... . En escena, el Millonario pasa a ser el Mendigo, un desclasado, un desistematizado. A la clase media la sacaron del sistema y punto. No ta más. Así que me pareció que este personaje resumía todo eso. Cuando se estrenó pericon.com.ar, el texto del Mendigo no incluía referencias argentinas. Con el correr de las funciones caí en la cuenta de que, a pesar de que forma parte del relato mundial del siglo XX, este cuadro requiere datos argentinos. De ese modo queda una idea completa de que lo que ocurre afuera, lo que se inspiró en una escena de la decadencia norteamericana, nos influye a nosotros. ¿Qué dudas caben?
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FOTO: GUSTAVO LEVY
CUPLETISTA
Otro personaje también emblemático es la Cupletista, una mujer que fue artista y prostituta y que ahora regentea un prostíbulo. De alguna manera, en este caso el arte sirve de pantalla para la prostitución, lo cual me permite describir el mundo de finales del siglo XIX desde un costado supuestamente artístico que nos brinda elementos chismosos y pintorescos, además de enseñarnos viejas visiones pragmáticas. Por ejemplo: como si tuviera la bola de cristal, esta señora, ducha en el arte de sobrevivir, ya nos anuncia que para el nuevo siglo aquel que no guarda, muere. Esta Cupletista hizo amistad con Margarita Gauthier, la del tango Hoy te evoco emocionado, mi divina Margarita/ Hoy te añoro en mis recuerdos. ¡Oh, mi dulce inspiración!/ Soy tu Armando, el que te clama, mi sedosa muñequita./ El que llora, el que reza, embargado de emoción. Con ella se compara, diciendo: Tienes que tener dinero y poder, y si no lo tienes tú deberás procurar quién lo tendrá para que te dé algo. Es decir que exhibe la actitud bufonesca de la artista de varieté, capaz de divertir a los demás, y al mismo tiempo necesita una permanente conexión con los grandes centros del poder, siempre concentrados en ambientes prostibularios. Su actuación permite recrear la inconsciencia de mucha gente como ella que, porque le va bien, cree que aunque el mundo se caiga a pedazos saldrá airosa. Pues bien: la Primera Guerra Mundial se lleva a la mierda a la Cupletista y todas sus teorías pragmáticas. Ni ella ni sus amigos poderosos alcanzan a evitar la vorágine de una guerra que arrasa con todos, y es muy probable que la Cupletista haya terminado sus días pidiendo limosna por la calle, como una mendiga más. 55
Siento que esta española representa la postura que muchas veces adoptan ciertos artistas acostumbrados a ofrecerse de bufones del rey. Piensan que así se van a salvar, lo cual obviamente no ocurre. La Cupletista es el único personaje femenino que hago, y no fue elegida al azar para contar lo que sucedía hace cien años. Ella se dedica a uno de los dos roles sociales asignados para la mujer de aquella época, durante la cual eras ama de casa o prostituta. El pedazo de papel que le tocaba a la mujer salvo aquellas que por pertenecer a una dinastía quedaban convertidas en reinas era el de organizar la casa, tener hijos y fregar los trastos, o bien el de cobrar por coger. ¿Quién podía hablar del mundo fundamentalmente manejado por hombres? Una mujer. Y debía ser una prostituta, que es quien conoce más a los hombres. Ahora, si además es dueña del puticlub y cuenta con la capacidad de hablar sobre las debilidades de cuanta persona se le acerque para pedirle que cumpla sus deseos, mucho mejor. En consecuencia, su visión y su actitud resultan absolutamente masculinas: ella debió insertarse en la cabeza de los hombres para poder satisfacerlos. Esos hombres son el mejor material humano de Europa y del mundo, según comenta. Mucha joda, mucha joda. El siglo XX todavía no comenzaba a causar estragos. Faltaba que viniera lo peor.
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MILLONARIO
A lo largo de los cuadros de la obra existen notables metamorfosis. Una es la que sufre el Soldado europeo de la Primera Guerra Mundial, quien encuentra su oportunidad primero vendiendo chatarras y después haciéndose un productor de Hollywood que llegará a ser Millonario. En realidad, ese circuito demuestra cómo la gente que viene de abajo sostiene el fortalecimiento del capitalismo: cuando varios exponentes de la clase baja llegan a enriquecerse, animan a sus pares, los convencen diciéndoles que tengan paciencia, porque todos llegarán a tener dinero algún día. El capitalismo no se hace con un rey y una nobleza con privilegios heredados de toda la vida. El capitalismo verdadero e imperialista nace de la posibilidad de que las clases bajas y medias accedan al poder. Ésa es la gracia del sistema. Si ustedes coinciden conmigo en ese punto tal vez aprecien la otra cara de la moneda. ¿Por qué el capitalismo se mantiene por sobre las ruinas del comunismo? Porque este segundo sistema propone la creación de una sola casta que iguala a todo el mundo, pero resulta ser que al final algunos tienen más que sus supuestos pares, ya sea por privilegios o porque el Estado les da más a unos en desmedro de otros. Ahí se arma un quilombo enorme y las únicas que prosperan son la burocracia y la hipocresía. En cambio el capitalismo endulza a los ambiciosos. Cualquiera conoce a alguien que la pegó y sueña con pegarla. Es el caso del tipo que juega al Prode todas las semanas porque cree que va a ganar. Volvamos al personaje. Al terminar la Primera Guerra, el Soldado regresa con una mano atrás y otra adelante. En eso se le ocurre salir a vender chatarras y consigue 59
hacerse rico. Por esa época el cine se presentaba como una oportunidad. Además, el dinero bastaba como presentación para producir y nadie le pediría antecedentes ni diplomas. Claro, aquéllos eran pioneros, metidos en una industria loca, un entretenimiento de carteles, títulos, figuritas. Parecía tratarse de una moda pasajera que se recodaría más tarde. El Productor-Millonario simboliza la unión entre Europa y América, entre la desesperanza y la esperanza, entre la pobreza y la posibilidad de hacerse rico gracias al trabajo, en principio, y a las trampas y avivadas después. Además, este pobre Millonario junta más billetes cuando decide mostrar, desde el cine, las miserias de los demás. Es un personaje puente. Pensé en Samuel Goldwyn (1882-1974) a la hora de crearlo. Goldwyn en realidad su apellido era Goldfisch, de origen polaco, nacionalizado norteamericano fue una persona analfabeta que ni entendía el idioma inglés. Es más: siendo ya productor de cine, seguía confundiendo autores y actores, y opinaba cualquier bestialidad cuando hablaba del mundo artístico. (¡Bah! Nada diferente de lo que se escucha decir a ciertos productores argentinos actuales.) Goldwyn analfabeto pero bastante audaz es el emblema del capitalismo de posguerra. Con mucha intuición, contribuyó a fundar Hollywood y como productor independiente resistió el avance de los grandes estudios. Su nombre integra el legendario sello MGM Metro Goldwyn Mayer y al parecer hizo de la lucha contra la censura un estandarte. Hablando de Mayer
Louis B. Mayer también estuvo en mi mente para inspirarme a la hora de crear al Productor-Millonario, aunque no juega un papel central dentro del mensaje que quiero hacerles llegar porque su perfil era más aristocrático. Mi personaje es aquel que, vendiendo baratijas, se 60
hizo la América. Igualito que yo: ahora este negocio del delivery me salvará la vida. ¡Qué maravilla! Pronto tendré un 0-800 propio.
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BONGOCERO
Escoltado por las Rumberas y delante de un fondo de palmeras de neón entra en escena un Bongocero con barba de Fidel Castro. Todos se dan cuenta de quién se trata, sin que haya necesidad de mencionarlo. Su inclusión marca un hito muy importante dentro de la historia del siglo XX, pero no me interesó ahondarlo como personaje porque me propuse elegir ejemplos de iconografía que no fueran de nombres conocidos. Ya había usado ese recurso en anteriores espectáculos, con Evita y Gardel, y quería cambiar. De todas maneras, así como aparecen, se van sin decir nada. Los personajes reales son muy discutidos, de mucha controversia, y desplegarlos toma un tiempo tan extenso que no me alcanza dentro de un esquema como éste. Por eso, así como puse a Fidel podría haber elegido a
no sé, al Ayatollah Jomeini o los Papas, por ejemplo, quienes fueron igualmente importantes para la política internacional. Pero la impronta de Fidel se ajustaba más a una revista musical; permitía la rumba, la salsa y la referencia a Cuba, donde tuvo lugar uno de los acontecimientos cruciales de la centuria. Creo que tanto el Bongocero Fidel como el personaje de la Luna me marcaron cuando era chico. Para mí, ese hombre de barba que bajaba de la sierra y que sacaba un dictador era un héroe, lo cual tiene una explicación: a mí me vendieron a Juan Domingo Perón como si hubiera sido un dictador parecido a Fulgencio Batista. Tardé en registrar que había sido elegido por el voto popular, dos veces y sin fraudes. Y a Perón lo tomaron del cuello otros dictadores militares y la high society. A mí me parecía que eso estaba fantástico porque Perón era supuestamente un tirano. Después me enteré de que Perón podía 65
haber ejercido el poder tiránicamente pero no existe nada peor que los gobiernos de facto. Cuando pasaron algunos años la Revolución Libertadora fue en el 55, vi que a Batista lo echaban revolucionarios de barba que bajaban de la sierra y ponían al pueblo, a los desarrapados como protagonistas con Fidel a la cabeza, y recién caí. ¡Ah! Una cosa es la Libertadora y otra cosa es la cubana
Había dos tipos de revoluciones. Las imágenes de Fidel y del Che Guevara me marcaron mucho. Sucede, sin embargo, que tanto merchandising es un espanto. ¿Saben quién es Alberto Díaz Gutiérrez? Tal vez lo conozcan por su apodo, Korda. Bueno, ese señor era el fotógrafo personal del Comandante Castro y en 1960 sacó la famosa foto al Che que dio la vuelta al mundo y se estampó en remeras, en afiches o en tatuajes como el de Diego Maradona. Hace poco, Korda dijo basta. Para permitir que se difundieran los pensamientos del Che, él nunca había cobrado un centavo por los derechos de su trabajo, pero inició una demanda porque no podía permitir que hasta una marca de perfume la utilizara ahora para vender una línea de su producto, que pretendía remarcar el valor de la fuerza y el coraje. ¿No se les ocurrió un símbolo propio? ¿Por qué manosear a un referente tan importante para que se unten esos pajeros que creen que a una mujer le atrae más un perfume que un hombre que se haya lavado las patas y se haya cambiado los calcetines? Este Che ya no es aquel Che, la figura que murió trágicamente por una causa que defendió con su vida. Con el Che no se jode. En cambio, nos guste o no, Fidel sí es un personaje caricaturesco. Toda persona que se queda cuarenta años en el poder redunda en una caricatura de sí mismo.
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HIPPIE
Nunca fui hippie. Ni siquiera estuve en una onda parecida. Es más: nunca entendí ese fenómeno en un marco como el de la Argentina. Me parecía que el lugar donde se había generado, los Estados Unidos, era caldo de cultivo para una expresión semejante. En esos momentos se desarrollaba la guerra de Vietnam y todo lo contestatario tenía un sentido realmente genuino en el país del Norte. Por ahí, eso de que el gobierno de Onganía comenzara a molestar aquí con el tema del pelo largo o con el de la censura funcionó a manera de justificación. Sin embargo, no me parece bueno imitar. Que me perdonen mis amigos con pasado hippie, pero si tengo que buscar una imitación actual que me haga acordar de aquellos tiempos pienso en el sushi, el pragmatismo, la globalización y el celular. Toda una serie de imitaciones grotescas. No digo que no haya sido un movimiento auténtico; de ninguna manera. Conocí a gente maravillosa, entrañable y divina que se ponía esos pelos y esos collares multicolores. Critico más bien a unos cuantos que lo hicieron en forma absolutamente snob. Con la marihuana me pasaba lo mismo. A veces aceptaba el convite de una pitada porque de lo contrario quedaba como un pelotudo. Confieso ahora, públicamente y con entrega gratuita a los hogares de todos los que quieran saberlo, que el porro no me produjo ni frío ni calor. Recuerdo esos encuentros en los que la gente decía que estaba del culo. Se reía, hacía ademanes. ¡Ay! ¡Me pegó fuerte!. ¡Uy! ¡Es del bueno
! Yo miraba y pensaba que no podía estar tan bloqueado porque a mí no me hacía un carajo, más allá de las propiedades quí69
micas que tiene la yerba. Sólo me daba una tos de la puta madre que lo parió. Mi garganta quedaba a la miseria. Encima fumaba cigarrillos, con lo cual era una irritación tras otra. Yo me movía en el ambiente artístico, integrado por plásticos, músicos y algunos actores (conocí a pocos actores hippies). Toda esa fauna que andaba por el Instituto Di Tella vestida hipposamente debe haber pensado que a mí me mandaba la cana. Yo entraba de camisa, corbata y pelo corto mientras me preguntaba qué guerra se habría desatado en el país para que se armara semejante embestida. Por ahí alguno me explicaba, con mucha elocuencia y argumentación, que en realidad se estaba apoyando la revolución latinoamericana
Si no la habían ganado ni perdido todavía, ¿por qué razón redoblaban cual amebas? Entiendo al norteamericano que no quería ir a Vietnam, que quemaba la bandera porque le parecía una guerra injusta, tan tremenda que lo avergonzaba. También estaban los que regresaban de Vietnam hechos pelota: sin un brazo, sin una gamba, adictos a la droga, sordos por los bombardeos y enloquecidos por haber visto tanta sangre. ¡Chau! ¡Fueron! ¿Qué se van a reinsertar? Pero acá había hippies que vivían en Coronel Díaz y Santa Fe, mantenidos por sus padres
¿A qué mierda se dedicaban? ¡Imaginen a esos burgueses! Pero yo no me inmutaba, estaba de acuerdo con ellos. Era joven y me sumaba a la oposición contra la represión. Me gustaban, además, ciertas estéticas de la cultura hippie. Desde ese punto de vista fue un movimiento que dio la vuelta al mundo. Había artistas plásticos que creaban cosas bellísimas y renovadoras o aparecían fenómenos teatrales como Hair y Jesucristo Superstar, que de alguna manera eran contestatarios. O sea que el movimiento hippie alcanzó a brindarnos una gran creatividad. Pero no confundamos: más allá de llevar el pelo largo o de vestirse de determinada 70
manera, esos artistas tenían talento y explotaron su falta de prejuicios a favor de una expresión cultural que supo distinguirse de otras con valores propios. Quisiera decir lo que pienso de esa época, desde el aspecto político. Hubo gente que vivió la dictadura de Onganía como una cosa muy linda porque él puso un poco de orden y porque no se conocen horrores como las desapariciones que hubo después. En esos 60 hubo detenciones y torturas, igualmente horrorosas que las posteriores, pero a veces quedan opacadas por la última dictadura, capaz de meter ratas dentro de vaginas de mujeres embarazadas. A la vez se sintió el alivio de la estabilidad (entre comillas, sí). El país avanzaba mejor, la gente tenía mucho más dinero y la clase media se mantenía en el puesto de sector mayoritario. Por lo tanto los hippies estaban muy solitos en la lucha. Odiaban el sistema de Onganía pero protestaban sobre todo porque no los dejaba fumar marihuana o usar el pelo largo, y porque les cerraba los boliches donde tenían que trabajar. Vivían esa dictadura como una agresión personal, sin que llegaran a hacer una proyección social ideológica. Los que se dieron cuenta de cómo venía la cosa los cerebros mejor formados del país se fueron tranquilamente desde el aeropuerto de Ezeiza hacia el exterior. Nadie amagó a detenerlos. Fueron los primeros exiliados argentinos, que voluntariamente se ubicaron en el París romántico o en otros puntos de Europa o de los Estados Unidos. Poco les debe haber costado adaptarse; en aquel entonces no había tanta xenofobia. Los argentinos tampoco estábamos tan mal vistos como ocurrió durante la época de la plata dulce, que también vino más tarde. Y algunos eligieron España. Aquellos que tenían menos problemas ideológicos, porque allí reinaba el generalísimo Franco y era como salir del fuego y caer en brasas. 71
Así quedó este país. Los lúcidos se dieron cuenta en el 69 o en el 70 de que el único destino posible de la Argentina sería trágico y tremendo. Se fueron muy a tiempo. ¡Qué estupidez! La Argentina creó un delivery de exportación de cerebros. Atiende las 24 horas durante los 365 días del año porque tiene clientes importantes: todos aquellos países que saben valorar la formación y la capacidad de sus ciudadanos. Eso sí: ni siquiera cobró por el servicio. A pesar de haber invertido millones en la educación primaria, secundaria y universitaria de sus jóvenes, otros se llevan los réditos gratuitamente. Así no hay negocio que aguante
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YUPPIE
Si bien en pericon.com.ar no aparece el personaje del Yuppie, es bueno recordarlo ahora como parte de lo que sucedió en el siglo pasado. Muchos fueron los hippies que se transformaron en yuppies. En Europa, sobre todo, cargan con ese trauma histórico porque los revolucionarios de los 60 terminaron por adherir al pragmatismo de los 90. ¡Un horror! De todos modos, estas transformaciones no nos quitan los ideales. A mí, por lo menos, me sucede que este fenómeno de la posmodernidad (o como quieran llamarlo) lejos está de volverme descreído ante valores universales que respetan el bien común o la libertad individual delimitada por el respeto a mis vecinos. En cambio sí hacen que vuelva a comprobar la falibilidad de la esencia humana, la poquita cosa que resultamos ser los habitantes de este planeta. Cuando no contamos con un sustento verdaderamente profundo desde lo intelectual, desde lo sensitivo, desde lo visceral, todo nos sale como el culo. Muchos de los que militaron en el París del 68, levantando sus voces y manifestándose encarnizadamente contra cualquier sistema injusto, ahora aparecen justificando lo injustificable. Bueno, el mundo es así. ¿Y saben por qué? Porque son fanáticos. Cuando uno es fanático de algo, por más que cambie la causa, seguirá con su fanatismo intacto. Entonces, cambia el mundo y el fanático continúa defendiendo lo que se proponga, con igual irracionalidad y ceguera, más allá de que su nueva causa resulte contradictoria con la anterior. En consecuencia, mi mensaje para los fanáticos es el siguiente: 75
Tu problema, querido/a, es que portás chiripiorca dentro de tu cabeza. Sos autoritario, extremista e histérico; nada más. Reaccionario de derecha, de izquierda o de centro; hippie o pragmático; todo te va bien. Pero tu presencia resulta peligrosa para los demás porque a los locos de la guerra les hacen falta oportunidades extremas para liberar su locura. Y lamentablemente cada tanto se te presentan. En cambio, la gente que se conecta con el mundo por medio de sólidos principios de seguro no se exhibirá tan espectacularmente como vos, aunque resulta ser fiel, sin necesidad de cambiar su físico ni sus pilchas para demostrar con parafernalias que es mejor que el resto de los mortales. A veces pienso que si alguien fue un hippie sensible y de repente, por las vueltas de la vida, termina siendo un yuppie, por ahí es un yuppie sensible... ¿Existen? En este caso imagino que se trata de gente a la cual le cuesta cumplir con sus objetivos. Y eso hace que si no encuentran el bienestar en un ambiente pasen a otro absolutamente opuesto, con el fin de probar suerte. Así conocemos por ejemplo a aquellos que, por una o dos experiencias sexuales que no les fueron satisfactorias, deciden cerrarse y mantener el celibato. No cojo más, ya ni la paja me hago porque no lo necesito, piensan. Entonces juntan, juntan y juntan energía hasta que un día revientan y comienzan a coger durante las 24 horas sin parar, volviéndose sexópatas cuando antes cogían una o dos veces por semana. Ese movimiento pendular debe hacer que muchas veces quienes eran hippies se transformen en yuppies. No influye tanto la evolución histórica de los hechos sino las necesidades internas de las personas de llamar la atención o de integrar supuestas vanguardias. El hippie tenía esperanzas, creía, creía y creía hasta que se hartó. Y cuando consideró que el mundo lo había desilusionado porque no resultó como él hubiese querido se hizo yuppie. Vendió su alma, su madre, su perro con tal 76
de sacar réditos. Si no le funcionó la santidad apuesta a ser pecador; si no te convencía por las buenas te pega un tiro o te afana para tomarse revancha. ¿Por qué no se las aguantan, carajo?
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PREDICADOR
El extravagante Predicador que entra en el escenario del teatro Maipo está inspirado en un siniestro personaje que vi por un canal de cable norteamericano. Es un hombre muy reaccionario, que abomina del sexo, de los comunistas y de todo lo que considera que actúa contra su Dios. Según él, los Estados Unidos van camino a la quiebra moral por la cantidad de degenerados, homosexuales, drogadictos, izquierdistas y falsos profetas pululantes. De melena rubia platinada, vestido horrorosamente mal con trajes labrados, se me apareció por la pantalla del televisor cual monstruo o demonio. Yo no podía creer lo que decía, y por más zapping que hiciese la tentación me vencía; volvía a él. No lo soportaba pero lo escuchaba y miraba sin dejar de asombrarme. Cuando me dispuse a resolver para el espectáculo, en el marco del recorrido por el siglo XX, a los comienzos del pseudo-pragmatismo de la década del 80, este personaje me sirvió perfectamente como punto de partida. El Predicador entra en escena haciendo gala de un mensaje apocalíptico y desagradable. Es como un ángel; un ángel de la muerte. Para traerlo a la Argentina mezclé a ese satánico original con la onda de los chantas locales, que suelen ser mucho más amables y más inocentes en el fondo, porque lo único que quieren es sacarle plata a la gente. Éste también debería sacar mediante lo que presentaba con el nombre de Biblia fundacional, encargada de recibir los giros de dinero; pero me pareció más pernicioso. Turro de profesión y capaz de difundir la idea del sálvese quien pueda, mueran los pobres y vivan los ricos. Siempre me pregunté cómo funciona ese ardid, que 81
para mí sigue siendo milagroso. La gente se engancha en la realidad y también se engancha emocionalmente durante su aparición sobre el escenario. Tengamos en cuenta que no utilizan ningún discurso novedoso, sino que para su prédica reciclan lo que pescaron por el aire. Cuando yo me visto de Predicador y salgo tocando ese piano y pongo esa cara angelical siento que, así como existe un público que reconoce mi honestidad como actor y monologuista, existe un público que compra a los chantas prefabricados y malintencionados. Parecería ser que da lo mismo ser honesto que vender espejitos de colores. Lo mío no es la prédica oportunista. A lo sumo hago sacudir a la gente para que reconozca en qué mundo vivimos. Trato de decirles algo movilizante y remarcar cosas que pueden ayudarnos a cambiar. Y el público me escucha, piensa, reacciona. ¿Se imaginan si me propusiera utilizar ese espacio que me dan para los mismos fines que persigue el Predicador? Yo recibo infinidad de cartas de parte de la gente, algunas de las cuales fueron difundidas, con autorización de sus remitentes, en el programa que se repartía durante la puesta de Salsa criolla. En ellas, la mayoría de la gente me agradecía haberla ayudado a cambiar su manera de pensar. Había relatos, inclusive, de personas que aseguraban que habían planeado suicidarse, irse del país o tomar cualquier otra decisión tremenda. Tampoco faltó quien me confesó los detalles de una enfermedad terminal que lo había dejado desesperanzado
En fin. Yo también les contesto la atención y los valoro, pero debo cuidarme de no creer que soy un ser milagroso. Ahí está el peligro. Mi trabajo puede contribuir a que algunos salgan del pozo. Ahora, no es el único elemento: en el fondo esa gente tenía deseos de salir y esperó la oportunidad o el empujoncito. Decirle al público que defienda sus sueños parece ser una taradez, una cursilada, una cosa muy sencilla. 82
Sus sueños
¿qué quiero decir? No me refiero a los grandes temas del poder y la gloria. Defiendo a la pequeña y a la gran vocación; al hobby aunque más no sea. ¡Hay que darles bola! ¡A no archivarlos, por más que uno piense que fracasó! Muchos son los que se acercan para pedirme una opinión. Yo quiero ser actor me dicen, por ejemplo, pero hace años que lo intento y no consigo nada
. Yo pregunto entonces en qué trabajan, y casi todos obviamente consiguen changas por dos pesos en una oficina o están desocupados. Aquí viene mi punto de vista al respecto: ¿Qué prefieren ser? ¿Un desocupado que además quiere ser actor o un desocupado nada más? ¿Un oficinista que quiere ser actor o un oficinista a secas? ¿Querés ser actor y no te da bola nadie? Seguí insistiendo, trabajá aunque sea en fracasos, en pequeñas salas de barrio o de extra. ¡No importa! ¿Qué te puede pasar? ¿Que nunca logres que alguien te pida autógrafos? ¿Que nunca te dediquen una línea en un diario ni para agredirte? Hay una diferencia entre morir habiendo hecho todos los intentos y morir habiéndolos soñado y habiendo quedado con la duda de cómo podría haber sido.
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MOISÉS
El último de mis personajes también es un predicador, y a él lo elegí porque descarté la posibilidad de hacer de Dios. Me dio cosa. Además iba a ser un Dios demasiado grande. Por eso aparece una voz en off que indica que Dios no está disponible para atendernos en pericon.com.ar. Moisés es un profeta al que le remarqué de manera simpática el acento moishe porque representa el sentido moishe de la vida que muchos argentinos, aun los nazis, tienen. Ese rasgo no es sólo una manera de hablar. La idiosincrasia moishe que yo heredé, como muchos otros argentinos incluye el lamento permanente por las cosas que suceden. Me gustó mucho hacerlo. Primero me tentó el asunto de los Diez Mandamientos. Así tuve el pie para decir que, según mi modesto entender, lo que falla en la Argentina son las reglas morales de convivencia. Trasladada a los preceptos bíblicos, la cuestión es que nos cagamos en todos los mandamientos, más allá de que seamos creyentes. Falta la convivencia de los valores morales elementales, que dictan no desear a la mujer del prójimo, no matar, no afanar, no dejar sin trabajo a nadie, no mentir
¿Ven cómo puedo intercalar los preceptos con lo que ocurre hoy diariamente? Este Moisés aparece hacia el final del espectáculo y en lo personal significa, por otra parte, un homenaje a la genialidad de Tato Bores y de Adolfo Stray, quienes fueron los dos grandes moishes del monólogo de la revista argentina y actuaron en el mismo teatro Maipo donde hice esta puesta. Como les estoy contando la trastienda del show, les confieso que temí que la elección de Moisés fuese inter87
pretada como parcial, como que dejaba afuera a otros cultos igual de importantes para el recuento del siglo XX. Ya expliqué que no me animé con Dios. Pero el verdadero sentido de este personaje era contrastar su simbolismo con lo que ocurrió en la Argentina de final de siglo: la tienda turca menemista de pizza, champagne y mal gusto se impone a los valores absolutos de la cutura judeo-cristiana. Son los Mandamientos planteados por una moral judeo-cristiana los que esa misma gente que los transgrede manifiesta defender cuando está en público, cuando se propone caretear. Ese verdadero enredo de contradicciones nos proporciona, además de náuseas, una imagen grotesca digna de ser remarcada. Y alrededor de Moisés, en escena, la gente concheta que asiste a una fiesta decadentemente coloreada de versaces exhibe sin pudor sus máscaras de hipocresía y sus colágenos. Esa gente allí reunida da un clima como de descomposición. Sus máscaras se van pudriendo mientras demuestran que son capaces de todo, hasta de festejar a un supuesto honorable coronel que a su vez hace el número del stripper. Lo mismo da. Cambalache. Por eso, para reforzar la defensa de los preceptos, cualquiera que desee repasar la tabla de los Diez Mandamientos no tiene más que hacerme el pedido. De inmediato, servicio delivery mediante, se la haré llegar. ¡Léanla! ¡No los va a defraudar!
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CALENTITA LA OBRA
ENRIQUE PINTI A DOMICILIO en
pericon.com.ar una strav@ganza histórico-musical con LAURA FIDALGO MARÍA ROJI SANDY BRANDAUER LUCILA GANDOLFO
Ariel Caramés Oscar Lajad Federico Lynch Ezequiel Martín Flavia Pereda Gabriel Sordi
Coreografía Adicional
Stage Manager
Producción Ejecutiva
MARCELA CRIQUET ADRIÁN ANDRADA Diseño Vestuario
Diseño Escenografía
CIPE FRIDMAN Diseño Iluminación
RENATA SCHUSSHEIM GRACIELA GALÁN ROBERTO TRAFERRI Libro
ENRIQUE PINTI
Colaboración Autoral Música Original Direc. Musical
ELIO MARCHI
ALBERTO FAVERO
Producción Artística
Coreografía y Dirección General
LINO PATALANO
RICKY PASHKUS
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PRIMER CUADRO
(Obertura musical tipo Jurassic Park la película, se entiende, sobre sonidos de una jungla extraña; por todo el ámbito de la sala corre gente que grita despavorida.) GENTE:
¡Dinosaurios! ¡Dinosaurios!
(Hay periodistas y cámaras que toman la escena.) DINO
(en off): ¡Paren, che! ¿Por qué tanto quilombo? ¿Le tienen miedo a la tercera edad?
(La cabeza del dinosaurio se abre y de ella sale mucho humo. Por la bocaza abierta aparece DINO, que causa el espanto y la huida del conjunto, quedándose solo.) DINO:
¡Dinosaurio y a mucha honra! ¡Siglo XXI! ¿A mí? ¡Por favor! No tengo computadora, no sé manejarla. No sé lo que es el software ni las windows, no tengo internet, no navego, no quiero que ningún loco suelto invada mi intimidad, no tengo página propia
El que me quiera conocer que se tome la molestia de hablar conmigo. Se pierde más tiempo pero es mucho más seguro que dialogar con gente desconocida con nombre supuesto, sin sexo evidente ni cierto. ¡No me jodan! No tengo e-mail, no llegué ni al fax. Ni contestador en mi teléfono tengo. ¿Me querés decir para qué lo voy a tener? Para llenarme de estrés al escuchar mensajes pelotudos de gente a la que ves 93
todos los días familiares y amigos íntimos incluidos que te inquietan con boludeces como: Ay, soy yo... no es nada importante pero tratá de comunicarte conmigo a la brevedad, ¿sí? O como: ¡Contestá! ¡Dale! ¡Contestá! ¿Estás? Soy yo, che. ¿No me atendés? ¿Dónde andás? ¿No? No estás, bueno chau... ¿te lo digo? ¡No! ¡Mejor llamame!. Perdoname pero yo no estoy para eso. Si estoy atiendo, si no me llamás después. Sé que hay que aprovechar el progreso, que llegó al año en el que estamos pero, ¿cómo hacíamos hace quince años? ¿No vivíamos igual sin tanta mierda? ¿No éramos igual de felices o infelices cuando llamábamos y no contestaba nadie y uno pensaba que la persona salió, así de fácil? ¡Sí! ¡Soy un dinosaurio! A mucha honra he llegado a 2000 sin teléfono celular. No saben lo feliz que soy sin que nadie me controle ni se meta en mi rutina diaria. ¿Qué es eso de que lo sigan a uno hasta cuando va a cagar con ese puto teléfono? Ya sé que uno lo puede cerrar pero hay que escuchar los mensajes de cuanto pesado ande por ahí sin tener nada que hacer. Y no lo pueden creer, no más: llaman a casa, no estoy, atiende algún familiar y preguntan: ¿Usted quién es? No conciben que alguien viva con su familia. Se imaginan que uno es una estrella lujuriosa que vive en un palacio de orgías, sólo con algunas secretarias y mayordomos y se caen de ojete. Cuando exigen que entonces se les dé el número de mi celular, en casa contestan: ¡No tiene!... Carcajadas, silencios incómodos, tonos incrédulos y el sacrilegio: ¿No tiene celular? ¡No! ¡No! ¡No! Bastante estrés cargo yo por vivir rodeado de aparatos y de computadoras que cuando se descomponen, desprograman o terminan borradas por un 94
virus. ¡Un virus! ¡Hijas de puta! ¡Ya que son máquinas que no se enfermen! Computadoras virósicas... No alcanzaba con la gripe, la bronquitis y todas las otras pestes que ahora también ellas se pudren por un virus. Sé que todo sirve, que si toda la gente pensara como yo no se habría inventado ni la rueda. ¡OK! Ténganlos, mímenlos, bésenlos, hagan lo que quieran. ¡Maten por ellos! Los respeto, pero yo no, no puedo. ¡Sí! ¡Soy un dinosaurio! Escribo en cuadernos. En bares, en mi cama, en el baño... Sí, ya conozco el chiste: ¿Escribe en el baño? ¿Por eso es tan chancho? ¿Por eso tantas malas palabras? ¡Sí! ¡Soy un dinosaurio! Todavía me río con las puteadas y cuando a alguien se le escapa un pedo en un velorio. Claro, siempre que no sea intencional: ahí me parece una grosería. Pero sí si se escapa en un velorio, en un concierto o durante un examen. Imaginemos: Usted, ahora saque bolilla, y del otro lado
¡Pum! No, no hay parangón. ¡Sí! ¡Soy un dinosaurio! No niego el progreso. Progresen ustedes que les gusta y lo gozan. A mí déjenme en el Jurassic Park, donde todo sigue igual que hace veinte, treinta o cuarenta años. ¡Dios! Cuarenta años atrás yo tenía veinte. ¡Déjenme! ¿Era tan feliz a los veinte? Bueno, creo que no
Aunque me dolían menos las piernas y subir y bajar de los autos no era tan complicado como ahora. En realidad, no importa la edad. No importa confesar que soy de la época de la Bidu y la Cola Canada Dry, y que gracias al Wincofón sin sonido dolby digital descubrí y gocé escuchando a Edith Piaf, Bill Haley, Elvis Presley, Smith y sus Pelirrojos, Doris Day, Frank 95
Sinatra, Bing Crosby, Lolita Torres, Elder Barber y su Canario Triste y los Macky Macs. ¿Algún problema con el viejo choto? Porque eso de hacer como que los cumpleaños no tienen lugar me tiene las escamas irritadas. ¿Qué significa eso de parecer veinte años menos? Arruinarse al pedo, fumar, chupar, drogarse y maltratarse puede ser censurable igual, cada uno puede hacer de su culo un pito, pero este imperio del colágeno, esta tiranía del pectoral y del culito montado en piedra y esta discriminación a los que hemos caído bajo montañas de celulitis y rollos de grasa me parece una mierda que espero haya sido la última locura del siglo XX. Entrar la panza, contener la respiración, acostarse en la cama para poder cerrar los jeans tres números más chicos sin ropa interior para que no abulte, agarrarse los pendejos con la cremallera y ponerse mandíbulas, pómulos y cachetes falsos
¿Para qué? ¡Sí ¡Soy un dinosaurio! Déjenme en mi caverna y no me vendan más modernidad. (Se oye una explosión y entre el humo se deja ver a una esplendorosa MEFISTÓFELES.) DINO: MEFI:
¡A la mierda! ¿Y vos quién sos? Mefistófeles, para servirte. Acá tengo el contrato: tú entregas el alma a cambio de la juventud eterna. ¡Colágeno! ¡Colágeno! ¡Colágeno! DINO: ¡Jamás! MEFI: ¡Nunca digas jamás! ¡Nunca jamás!
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Canción MEFI:
Colágeno es oxígeno para cualquier vejez. Demándalo y exígelo de cabeza a los pies. Atrévete, arriésgate a la eterna juventud. Entrégate y olvídate de la decrepitud.
DINO:
¡Tomá de acá! (Hace la conocida seña y sale rajando.) Canción
MEFI:
Por uno que no acepta aceptará un millón se forma la secta de nuestra religión. Ser jóvenes eternos es la gran tentación del mundo posmoderno y de su alienación.
CORO:
¡Venus! ¡Apolo! Por favor no nos dejen solos Lo importante es la belleza. ¡Aunque estés mal de la cabeza!
MEFI:
Bulímicos y anoréxicos llenan los psiquiátricos en este mundo ecléctico de seres simpáticos. 97
Bendito sea el colágeno intrépido y efímero y aquellas siliconas que aumentan los perímetros. Clínicas quirúrgicas, estéticas litúrgicas, pastillas barbitúricas de sueños catalépticos. Firmen aquí, patéticos, el acto tan diabólico de mantenerse estéticos gracias al anabólico. Y uno y dos y tres
¡Estrés! ¡Estrés! ¡Estrés! (Luego de la salida de MEFI, ballet de alienados modernos, celulares y computadoras que desemboca en la Ópera del estresado. Ingresa un alocado EJECUTIVO, que hace su acto cantado, tal cual fuera un verdadero Fígaro, con celular en mano.) Ópera del estresado EJECUTIVO:
Soy prisionero de la ciudad, un estresado de calidad. Gimnasia y danza pa bajar la panza, si me da rabia voy a terapia. 98
Lo que no tengo me vuelve loco y lo que tengo me come el coco. Y me dominan los aparatos me cuido y me mato así paso el rato entre fato y fato. ¡Tenso, tensísimo! ¡Tenso, tensísimo! ¡Sálvenme! Si hay una esposa te cava la fosa. Si hay un amante te pide un brillante. Y la secretaria que no es una otaria. Y alguna gatera que te desespera. El jefe presiona. ¡Qué mala persona! Los hijos, la suegra. ¡Ay, qué suerte negra! ¡Negra, negrísima! ¡Negra, negrísima! ¡Sálvenme! ¿Por qué? ¿Por qué? ¡Qué mundo cruel! Podés perder lo que tenés 99
¿Y qué tenés? Tan sólo estrés. Siempre pensando en trepar alto. Mucho me exalto y sobresalto. Porque son muchos a los que hay que cagar. Y de los serruchos te tenés que cuidar. ¡Ar ¡Ar! ¡Ar! Y por trepar los escalones de tus ambiciones los pantalones hay que bajar. ¡Y sin chistar! Todo entregar. Todo pactar. Un negociado bien arreglado. Un magistrado bien sobornado. Cuidá la imagen, sé miserable pero con una apariencia honorable. Mantén a tu esposa, mantén a tu amante y a la secretaria que no es una otaria. 100
¡Tenso, tensísimo! ¡Tenso, tensísimo! ¡Sálvenme! Todo lo controlo y a mí me controla lo que yo controlo y está controlado. Estoy estresado y estoy angustiado porque ya he perdido la tranquilidad. Hago una dieta, me fijo una meta, la bolsa me inquieta, las deudas me aprietan. Y me pongo verde cuando me remuerde la puta conciencia de mi soledad. Soy un tarado, un estresado codificado por la maldad de la ciudad. ¡De la ciudad! ¡De la ciudad! De la
ciudad ¡La, la, la, la, la, la! ¡La, la, la!
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(Después de los aplausos continúa el personaje, dirigiéndose al público.) EJECUTIVO:
¿Terminar así? ¡Ni en pedo! ¡Ni por un millón de dólares...! Bueno, por un millón, a lo mejor. ¿No ves? No, yo espero que el siglo XXI venga mejor. No digo acá en la Argentina porque acá no tenemos otra, peor no se puede. ¿O sí? ¿Ves? ¡Todo es un tembladeral! Así terminó el puto siglo XX... ¿Recordar? ¿Para qué? ¿Sirve? ¡Siempre sirve! Y tiene una gran ventaja hablar del pasado, de cosas que no están pasando. A veces es un gran alivio. Por eso, señoras, señores, tengo el agrado de presentar a: ¡La gran revista del siglo XX! ¡Feliz 1899!
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SEGUNDO CUADRO
(Una escalera es el escenario. Entra vestido a lo 1900 un coro que canta al estilo revista.) Canción CORO:
Al galope, al galope y en ritmo vivaz este siglo que comienza con polka y con vals. Ya se irán apagando las luces de gas y se irá propagando la electricidad. El asombro, el progreso y la gran sensación de vivir descubriendo un mundo mejor y sentir que palpitan en mi corazón los caballos de fuerza que tiene un motor. Viajemos por la Tierra a toda velocidad y del auto tocaremos el claxon. Por el mar navegaremos con mucha celeridad el Titanic será nuestro gran campeón y los aires surcaremos con toda temeridad. Apurémonos que se nos va el avión. Época de maravilla y de empuje progresista de bombín y de sombrilla y de gordas cupletistas. 103
Dame, dame, dame Dame pan y huevo Que ha llegado el año nuevo. (Baja en globo aerostático la gorda CUPLETISTA .) CUPLETISTA:
¡Joder! Me ha llegado el siglo XX y yo, en pleno éxito, ya me ves. Algunas dicen que estoy pasada de peso, pero es que estoy guardando pa cuando venga el hambre. Porque en este puto mundo, por más siglo XX que haya, quien no guarda termina mal. ¡Si no, que lo diga la Margarita Gauthier, que quedó más sola que la una! ¡Que no! Que yo moriré de todo menos de tuberculosis. ¡Viva el siglo XX! ¡Vivan la opulencia y el progreso! ¡Basta de romanticismo enfermizo! Este siglo ha de ser pragmático o no será nada. Yo sé esto por mi profesión, vamos... Ya os la habéis figurao... Hombre, sí, soy madama de prostíbulo, o sea, el lugar donde nos enteramos de todo. Claro, mi prostíbulo es de primera clase, viene el mejor material humano de Europa y del mundo. Y te puedo asegurar: el mundo nunca ha estado mejor que en este comienzo de siglo. ¡La que se viene, hijo! ¡La que se viene! ¡Esto está de rechupete! Canción
CUPLETISTA:
En Rusia están los zares los tienen en altares. En Inglaterra, reina siguen la era victoriana. 104
En Alemania, el Káiser fabrica muchos caños. La paz está en Europa por meses y por años. Los obreros trabajan 14 horas pero triunfa la polka galopeadora. Alguna bomba tiran los anarquistas mientras un rey se encama con las artistas. Se dice que por Rusia hay vientos rojos. Que a los zares los irritan sus rusos ojos. Que la India le reclama a Inglaterra que se vaya corriendo, pues no es su tierra. Y que por Sarajevo y los Balcanes Se acerca algún malevo con negros planes. Los norteamericanos siguen creciendo Y a todos sus vecinos van engullendo. Pero estas situaciones son tonterías El mundo es una feria de la alegría. La paz brilla en la Europa despreocupada aunque haya mucha gente alborotada. ¡Qué paz! ¡Qué amor! ¡Qué mundo seductor! ¡Qué Belle Époque! Que nadie se equivoque ¡Qué paz! ¡Qué paz! ¡Destapen el champagne! (Se oye una explosión y el cartel que dice 1914 cruza la escena. La explosión se hace mayor. Suenan clarines y redobles.) 105
CORO DE SOLDADOS:
¡Ay Dios! ¡Qué mal! La situación mundial ¡Tragame tierra! Se declaró la guerra.
(Marcha militar y ballet cómico de soldados que termina en una marcha nupcial.) CORO DE SOLDADOS:
Esta guerra dura poco Me lo ha dicho un general Son cuatro días locos Y después, ¡a festejar!
(Se van, se oyen explosiones y ruidos, vuelve un soldado hecho bolsa con la bandera destrozada.) SOLDADO:
¿Cuatro días? ¡Cuatro años duró! Perdió Alemania. ¿Y quién ganó? El hambre, la peste, la guerra, el desorden. ¡Siglo de mierda! ¡Mirá qué comienzo! Se metieron los yanquis y se acabó. ¿Quién los para ahora?
(Cruza el escenario el inconfundible CARLITOS CHAPLIN.) SOLDADO: CHAPLIN: SOLDADO:
¡Carlitos! ¿Adónde vas? ¡A América! ¡Esperame! ¡Carlitos, grande! ¡Síganlo! ¡Que no nos va a defraudar! CHAPLIN: ¿No se te ocurre otro eslogan? SOLDADO: ¿El país trabaja y avanza? ¿Algo habrá hecho? ¿Unidos triunfaremos? ¿Civilización o barbarie? ¿Liberación o dependencia? ¿Unidos o dominados? ¿El silencio es salud? (CHAPLIN asiente y se va seguro porque el SOLDADO lo acompaña. Se ve aparecer la silueta de la estatua de la LIBER106
TAD. Es una chica con antorcha que toma vida y baila con CHAPLIN un ragtime que luego se hace charleston. El SOLDADO se pone a vender chatarra en un carrito y se va vistiendo
con un abrigo y galera de gran señor. Se va convirtiendo en el de cine. Canta y baila con la LIBERTAD y
PRODUCTOR CHAPLIN.)
Canción SOLDADO:
¡América! ¡América! ¡Qué oportunidad! ¡América! ¡América! ¡Qué felicidad! Llegás con una mano adelante y otra mano atrás. Sacá una cualquiera y todo lo tendrás. Vendiendo chatarra a este país llegué. Muchos no duraron pero yo aguanté. ¡Ahora soy rico! ¡Y a Hollywood me iré!
PRODUCTOR:
Producir películas, vender ilusiones primero mudas, después sonoras, mostrar lindas chicas, cowboys, tarzanes, Romeos y Julietas, piratas, próceres, gangsters, asesinos, santos, reyes, reinas, perros sabios, gatos sinuosos, leones, y mucho lujo porque hay mucha miseria. Crisis del 30, gente millonaria que queda pobre pero yo no. Yo soy productor de Hollywood, ex vendedor 107
de chatarra. ¡La ilusión siempre estará de moda! De todo se puede hacer un film. No hay tema que no pueda ser comercial. ¿Que hay guerra civil en España? ¿De qué lado nos ponemos? Por el momento, de ninguno, pero filmamos a la chica republicana y el muchacho un americano confundido y neutral envueltos en el torbellino de la guerra. ¡Todo puede ser un film! Tom Mix, Rintintín, la Garbo y Gardel, Ginger y Fred mejilla a mejilla, cachete a cachete, cheek to cheek.
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TERCER CUADRO
(El PRODUCTOR de cine ahora es un MILLONARIO que lanza una arenga.) MILLONARIO:
¡Tenemos que defender al mundo libre! Debemos dejarlos crecer a Hitler y a Mussolini para parar a Stalin y el comunismo... Ahora nos salió el tiro por la culata y nos aliaremos con Stalin para combatir a Hitler y a Mussolini. Ganaremos la guerra porque es inconcebible que Norteamérica no gane una guerra. ¡Hollywood es así! Todos los países serán nuestros aliados. Nadie deberá ser neutral, excepto Suiza porque los bancos son sagrados para nazis, comunistas y capitalistas. El Vaticano también podrá ser neutral Dios sabrá por qué y el resto del mundo... ¡A luchar! ¡Sin excepción! América de pie: desde Alaska hasta la Patagonia. ¿La Patagonia? ¿Eso es Argentina por un casual?
(Una PAISANITA , vestida tipo etiqueta de yerba Salus, aparece contra un rincón, tras una ventanita florida, y canta con marcado acento de tierra adentro.) Vidalita PAISANITA:
Mientras en Europa ¡Vidalita! 109
Sufren tantos males Acá en la Argentina ¡Vidalita! Seguimos neutrales. (Un luchador japonés entra con una danza guerrera; un cosaco, un cowboy y un alemán tirolés se suman al baile mientras la PAISANITA, impertérrita, sigue en la ventanita.) PAISANITA:
¿Entrará en la guerra? ¡Vidalita! La Argentina amada Lo hará sólo cuando
¡Vidalita! Ya esté terminada.
¡Más vale tarde que nunca! ¡Y se va la Segunda Guerra Mundial!
(Se oye un boogie boogie y entran LAS CHICAS, quienes lucen colorida onda Divito.) Boogie boogie LAS CHICAS: ¡Vamos señores! Que ya sigue el boogie boogie
El boogie boogie de la guerra Porque este siglo tiene muchos boogie boogie Y tiene mucha suerte perra. La bomba atómica es un boogie, mata gente, Que se convertirá en manía Porque jamás habrá una guerra tan caliente Como la puta guerra fría.
(Entra un SOLDADO.) 110
SOLDADO:
¡Me tienen harto! No hay generación que pueda estar tranquila. Guerra mundial, guerra en Europa, guerra en Japón, en el Pacífico. Si ése es el pacífico, no me quiero ni imaginar lo que será el bélico. ¡Cazzo! ¡Carajo! ¡Fuck! ¿Y ahora qué?
(Sopla un ventarrón sobre el escenario.) SOLDADO:
¿Guerra fría?
(Aparece MARILYN MONROE, quien llama al SOLDADO con un gesto sensual.) MARILYN: SOLDADO: MARILYN: SOLDADO: MARILYN: SOLDADO: MARILYN: SOLDADO:
¡Ola de calor! ¡Ola de calor! ¡La Patria te llama, el mundo está en llamas! ¡Ola de calor! ¿Marilyn? Ola de calor. Si te doy un beso, ¿vas a Corea? ¡Al fin del mundo, mi reina! (La besa.) Bye, bye, baby! Recuerda que serás mi baby allá donde se van los héroes que perdurarán. Sí, baby: voy a Corea. ¡Y después anda a Vietnam, ya que estás! ¡Ay, Corea! ¡Ay, Corea! Esta guerra me marca y después
taran-tantan
me mandarán a Vietnam.
(El SOLDADO se convierte en un BONGOCERO con barba de Fidel. Una rumbera baila frenética.) Rumba BONGOCERO: Entre
Corea y Vietnam Entre tambores y tubas Acá este siglo asistirá ¡Al fenómeno de Cuba! 111
RUMBERA:
LOS DOS:
Y como éramos tan pocos En este mundial plantel Para reventarle el coco ¡Acá apareció Fidel!
Tambor y rumba Se viene Cuba Y meta y ponga Se armó la conga. ¡Rumba y mambo! ¡Mambo y rumba! Este siglo se derrumba Y con tanta guerra, hermano, Vamos todos a la tumba. Una, dos, tres Tres, dos, una
¡El hombre llega a la Luna!
(Mutis de la RUMBERA y el BONGOCERO. Bajan un cohete y dos astronautas. Hacen un pas de deux en cámara lenta con objetos flotantes. Al finalizar el número, entra un HIPPIE totalmente fumado.) HIPPIE :
¡Uh, loco, uh! ¡Qué viaje, man! Me copó, me recopó. Yo siempre estoy en la luna, ¿viste? Pero ahora sé que no es un divague, ¿viste? ¡Uh, loco! Paz y amor. La imaginación al poder, loco. Vietnam todo mal, yanquis go home, prohibido prohibir. ¡Viva Checoslovaquia libre! ¡Fuera soviéticos! Go home a Casiuka. Levantaron el Muro de Berlín. ¡Qué loco, loco! Un muro. ¡Faa! Mi casa acá, la tuya allá. ¡Loco! ¡Uh, loco! Se está poniendo todo muy loco, loco. Hay dictadura en Turquía, en Brasil, en Paraguay, en Chile, en la Ar112
gentina
Loco, qué represión. Milicos go home. La CIA ordena. Quiere dictadura para salvar la democracia. ¿La tenés? Es la misma de antes: para que no venga el comunismo lo combaten con el fascismo, después el fascismo se la cree, se zarpa, se va de rosca y a la marosca. ¡Hay que poner la democracia otra vez hasta que vean un atisbo de socialismo y ¡faa...! ¡Otra vez! Loco qué mareo. ¡Uh, loco! ¡Uh, qué visión! Tengo que parar con el ácido, loco. Cayó el Sha de Persia. Man: si cayó ése qué me espera a mí que soy un pelandrún. Uh, alucino loco. ¡El Ayatollah! Qué loco, qué represión. ¡Paz y amor! ¡Tomá una flor! ¡Ya me corro! ¡Dame un porro! ¡Hay destape, mucho porno y la vida se calienta en un gran horno porque ya se van los 60 y llegan los 70! ¡Uh, loco! ¡Qué fiebre, man! ¡Qué fiebre de sábado a la noche, loco! ¡Se me salen los meniscos cuando bailo así en la disco...! (Cuadro porno, situado en escenografía que evoca a la famosa Calle 42 y a John Travolta en la disco. De inmediato ingresa, sentado detrás de un piano, un PREDICADOR electrónico.) PREDICADOR:
Hermanos, hermanas
¡Basta de depravación! ¡No pequemos más! ¡Violaciones, drogas, robos, inseguridad, libertinaje! ¡Los años 80 despertarán al mundo de su letargo pecaminoso! ¡Basta de promiscuidad sexual! ¡Enfermedades mortales se llevarán a los pecadores! ¡Se acabó la orgía del sexo! Adoremos al único que nos puede salvar. (Baja un dólar enorme.) ¡Éste es nuestro credo! Verde que te quiero verde, verde ecológico, verde mar, verde espe113
ranza, verde milagro. ¡Oh, poderoso caballero! ¡Don Dinero! Eficiencia, excelencia, impiedad. Lo que no rinde se anula... ¡Juntémonos con los ricos! Separémonos de los pobres que traen yeta. ¡Seamos pragmáticos! ¡Reagan, Thatcher, Gorbachov, un solo corazón! ¡Ultraliberalismo o muerte, desde Europa hasta el Japón! (Música oriental. Entran tres GEISHAS munidas de abanicos, que cantan al unísono.) Canción a la japonesa GEISHAS:
Subaru, Daihatsu y Toyota Ganarán la guerra con la paz Y vayan corriendo la pelota Que el Japón los vence una vez más. Y así tan sumisas como nos ves Somos un invento japonés. Venciendo al vencedor el gran vencido Se vuelve a erigir en ganador Y todo aquello que se ha perdido Lo recuperará un transistor. Y así tan sumisas como nos ves Somos un invento japonés. Oriental sabiduría Hijoputez occidental Una gran tecnología Y una era digital. 114
Fin de las ideologías Y una realidad virtual. Y así tan sumisas como nos ves Somos un invento japonés. (Ingresa un roñoso homeless o MENDIGO.) MENDIGO :
Una limosnita, una limosnita para el pobre mendigo
Eso es lo que han conseguido: prosperidad, grandes negociados, inversiones, shoppings, explosiones del turismo de clase media alta y falta de trabajo, desocupación. Lo que antes hacían tres mil obreros ahora lo hace una computadora. El Estado se reduce, nadie controla, lo importante es el negocio y lo que no es negocio que se muera. ¡Una limosna! Antes había dos potencias y se tenían cierto respeto. Ahora se cayó el Muro de Berlín, se acabó la Unión Soviética y la única teoría es el capitalismo que, en lugar de acentuar sus ventajas, ha puesto en el tapete lo peor de su canibalismo. Ya no hacen falta dictaduras militares en los países subdesarrollados, con la dictadura del dólar basta y sobra. ¡Una limosna! ¡Ay, qué años noventa! ¡Qué fin de siglo! ¿Qué puedo hacer para salir de pobre? ¡Ya sé! ¡Concursos de TV! ¡Hola, soy yo! ¡Llamo por el millón! ¡Tómbolas! ¡Adivinanzas! ¡Sorteos! ¡Premios! ¡Chapitas de gaseosas! ¡Etiquetas! ¡Asaltos! ¡Narcotráfico! ¡Terapias alternativas! ¿Vendo droga? ¿Me meto en política? ¿Me hago gangster? ¡Qué carnaval! ¡Qué carnaval de cuarta! ¡Cuánta careta en este fin de siglo! Progreso, guerra, fascismo, nazismo, comunismo, guerras civiles, subdesarrollo, 115
pobreza, revoluciones, terrorismo, represión, muy ricos, muy pobres, crisis, otra guerra, petróleo, Saddam Hussein y guerra por televisión en directo, mundiales de fútbol, Maradonas. ¡Alé, alé, alé! ¡Maradonas! ¡Eclipses! ¿Fin del mundo? Tanto y tan poco. Cien años esperando el milagro y el único milagro es que todavía estemos vivitos y coleando. ¡La felicidad aj aj aj aj! ¡Viva la vida loca! ¡Alé, alé, alé! (Aparece un CORO. Baile final y luego un cuadro tipo escola do samba.) Samba CORO:
Y aunque todo reviente Somos así Por fuerza aguantadores Mezcla de todo Lo que anda por allí Crisol de razas Loquitos, luchadores Y un poco chantas Si nos dan el changüí. Somos así Dulce de leche y mate Fútbol también Y a veces sin querer Somos un poco fachos Si hablan de nuestra hermana Pero piolas Cuando es la hermana de aquél.
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Ser argentinos así Te juro, cuesta un huevo Porque no es fácil La imagen mantener. Tener cara de poker Cuando se da la mala Para después llorarla Sin que nos puedan ver. Somos así Tremendos testarudos Que defendemos La cosa nacional Aunque también Somos algo boludos Y esté vacía la panza Este perro siglo XX Termina con esperanza. ¿Situación mundial? ¡Globalización! ¿Medio ambiente? ¡Contaminación! ¿Asignatura pendiente? ¡Desocupación! ¿Problema principal? ¡La corrupción! Fin de siglo cachivache. Se está cortando el piolín Del perpetuo cambalache Que anunció Discepolín.
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CUARTO CUADRO VOZ EN OFF:
Señoras y señores, ahora, el postre. A la gran Revista del siglo XX siglo visto a vuelo de pájaro carpintero seguirá el sainete tragicómico musical, con apoteosis final, titulado: Argentina impotencia o Entre pito, flauta y bombo, en casa sigue el quilombo.
(Aparece el PORTEÑO y comienza a cantar al compás de un tango tradicional.) Con la marca en el orillo PORTEÑO:
Pintar esto que somos Es casi un imposible Nada menos tangible Ni menos racional. Que ser un argentino De pies a cabeza Con marca en el orillo De industria nacional Con alma de cholulos Y flor en el ojal. Somos así Un poco leche hervida Cantamos truco 118
Las cartas sin mirar Porque sabemos Que siempre un as de espada Nos quedará en la manga Para poder ganar. Somos así Así, tan argentinos Con marca en el orillo De industria nacional. (Cuando termina de cantar, el PORTEÑO se dirige al público, hablándole con complicidad.) PORTEÑO:
En otras épocas yo hubiera dicho: Bienvenidos a la Argentina, granero del mundo, y a Buenos Aires, la reina del Plata
. Pero ahora, relaciones carnales mediante, me veo en la obligación de decirles: Welcome to Argentina, la que mejor hizo los deberes para el Fondo Monetario, y a Buenos Aires, la reina del bache. En la pizzería se forman colas... para pedir las sobras; la oferta de trabajo ha aumentado... para los ladrones; y cada vez hay menos pobres... porque, claro, se mueren. La gente colabora pero no quiero ser fúnebre: acá todo es quebranto y llanto de bandoneón... No, señores: acá hay gente que la está pasando muy bien, acá hay gente que ve la vida color de rosa. Cócteles, fiestas, vernissages, funciones de gala, negocios redondos, seamos optimistas. Los que se jodieron son un porcentaje, nada más... el 80 por ciento. ¡Una bicoca! Welcome, bienvenu, Argentina 2000.
(Se inserta un cuadro en el que los bailarines recrean un quilombo o puterío de gran clase. Luego suena un vals román119
tico. El escenario se ha convertido en un despliegue de Versaces auténticos y truchos. Llegan los y las ARISTÓCRATAS, vestidos de gala, deformados por las cirugías plásticas y con máscaras de hipocresía, quienes cantan a coro.) Canción ARISTÓCRATAS:
Argentina Qué bien se te ve Ya no somos El granero aquél Ahora somos los globalizados Más contaminados que puedas pensar Nuestra industria está muerta Y la puerta está abierta Al que venga a ganar o a matar. ¡Cuánto shopping! ¡Cuánto country! ¡Y autopistas surcan la ciudad! Y qué atrás hemos dejado El grito sagrado de la libertad No se puede libremente Por las calles circular Y tan mala está la gente Que cualquiera te puede asaltar. ¿Cuál ha sido la gran solución? Para lograr la seguridad Encerrarse y aislarse Por miedo al ladrón Que nos pueda robar en alguna ocasión Lo que todos robamos con tanto tesón Y al robar al ladrón En vez de paredón Dios le dé cien años de perdón. 120
(Los ARISTÓCRATAS comen pizza y champagne en medio de una ostentosa riqueza chonga. Todo es una mezcla de Versace, Menem, Nannis, Cines Village Recoleta y Galerías Pacífico. Detrás se ilumina una nube y un ÁNGEL desciende, con cara de terror.) ÁNGEL:
¡Por favor! ¡Paren con tanta impudicia y ostentación! ¿Qué se puede hacer por la Argentina? ¡Yo lo llamo! (Saca un teléfono celular de su túnica y marca.) ¿Hola? Menos mal que tengo el directo... (Se oyen las llamadas y finalmente el mensaje de un contestador: Dios no está disponible en este momento. Está tratando de parar la guerra en el mundo y ni él da abasto. Por problemas de corrupción, falta de piedad e indiferencia a los hambrientos y desocupados, dirigirse a Moisés.) ¡Moisés! ¡Claro! Eso es lo que hace falta: que se les recuerde que las tablas de La Ley y los Diez Mandamientos siguen en vigencia...
(Marca otro número. Se ilumina la cima de un monte. Se oye una grandiosa obertura de Cecil B. DeMille y se escucha a MOISÉS, quien atiende el teléfono y habla con marcado acento moishe.) MOISÉS: ÁNGEL: MOISÉS:
¡Hola! ¿Quién es? El Ángel de la Guarda de la República Argentina. ¿Otra vez? Pero si ni Dios lo puede arreglar a ese país. ¿Qué querés que haga yo? ¿Cómo ayudo a un país rico, con una naturaleza privilegiada y una mezcla de razas casi única en el mundo, que se queda pobre a pesar de que no sufrió guerras ni catástrofes naturales frecuentes? ¿Qué querés? ¿Milagros? Yo partí el Mar Rojo en dos, pero eso es una pavada al lado de lo que me estás pidiendo. 121
ÁNGEL: MOISÉS:
ÁNGEL: MOISÉS: ÁNGEL:
Sólo te pido que les recuerdes los Diez Mandamientos... ¡Qué angelito del Señor! ¿Y vos te creés que se los olvidaron? ¡No, almita buena! No los cumplen adrede. Hablales, por favor. Sé que podés convencerlos de que están equivocados. Bueno, nada más que para que no creas que tengo mala voluntad. ¡Conectame! ¡Atención, Argentina! Les habla Moisés.
(Gran trueno. Música bíblica. MOISÉS, Tabla de la Ley en mano, aparece en plena fiesta y ante el estupor de la concurrencia.) MOISÉS :
Vengo para recordarles que los Diez Mandamientos siguen en plena vigencia para cuanto cristiano, judío o musulmán exista en esta tierra. Están creados para ustedes, no para la pared. Yo sé que todo ha cambiado y por eso mismo vengo a actualizar las tablas. Vamos a ver: mandamientos uno y dos ahora dicen: No adorarás a falsos dioses: dinero, especulación, modelos top, cantantes de moda, bicicletas financieras, alimentos dietéticos... y siguen las firmas. Mandamiento número tres: No tomarás el nombre de Dios en vano. Aquí habla sobre todo a funcionarios, magistrados, presidentes, ministros y jueces que asumieron jurando sobre la Biblia y recitando: Si así no lo hiciera, que Dios y la Patria me lo demanden... Dios tiene pilas de expedientes con las demandas que hace contra cuanto aventurero ha pasado por el poder. Cuarto mandamiento: Trabajarás seis días y el séptimo descansarás... ¿Está claro? Seis días de trabajo por semana. Cuatro por seis es igual a veinticuatro días de trabajo al mes. Esto quiere decir que 122
el trabajo es un mandato bíblico. ¡Hay que trabajar para poder descansar un día! ¡Trabajar! O sea que los que no dan trabajo están violando mandamientos sagrados. Clarito, ¿no? Número cinco: Honrarás a tu padre y a tu madre. Lo cual también incluye a tus abuelos, porque si ellos trabajaron seis días por semana durante años y años no pueden llegar a la vejez deshonrados, con una jubilación de 150 pesos, mientras ustedes se atragantan de pizza y champagne. El sexto dice: No matarás. Eso vale también para las ilusiones, los sueños y el porvenir de tus hijos. No cometerás adulterio, ordena el séptimo. Corre también para la adulteración de nafta, productos alimenticios y medicamentos. Ni hablar de aduanas paralelas y pasaportes falsos. Acá, el mandamiento octavo dice: No robarás... (Mira a los ARISTÓCRATAS de reojo.) Permítanme hacer un segundo de silencio en homenaje a la vergüenza ajena que me da nombrar este mandamiento en el marco de uno de los centros mundiales del choreo legalizado... En noveno lugar tenemos: No levantarás falso testimonio contra tu prójimo. Los tribunales de Dolores y Catamarca no quedan exceptuados, ¿eh? Y por último, el décimo: No codiciarás la mujer de tu prójimo. Debería agregar entre los no codiciados al hombre, su tierra, su honor, su ropa, su Ferrari Testarossa, su personal trainer... Yo sé que a ustedes habría que agregarles Diez Mandamientos más, darles una paliza con las Tablas de la Ley, dividir las aguas del Riachuelo y hacérselas tomar a todos los que han prometido limpiarlo y prohibir las picadas con autos a toda velocidad, la hipocresía y los falsos profetas. Pero, ¿quieren que les diga una cosa? Va a ser más fácil que se vaya la humedad de Buenos 123
Aires que ustedes cumplan un dos por ciento de nuestros Mandamientos. (Comienza a sonar la música y MOISÉS canta.) Canción MOISÉS:
Argentinos irredentos Son un caso muy difícil de explicar Porque se beben los vientos Por llegar al gran confort y progresar. Pero si el de arriba roba El de abajo se joroba Y como está jorobado Dice: Todo se han robado ¿Yo qué soy? ¿Un tarado? No señores, yo también voy a robar. Robar es tonto y necio Además de ser pecado Porque todo el mal que hagas Va a volver cual boomerang Cuando viejo y estropeado Veas tu vida terminar. No es negocio robar tanto Y dejar sin trabajo a tanta gente Todo esto es un espanto, una fiesta aburrida y decadente Y si al viejo lo asesinan Y al distinto discriminan Y a los jóvenes marginan ¿Qué será de la Argentina? ¡Ay, señores! Yo no puedo imaginar. 124
(Como no dándose por aludidos, los ARISTÓCRATAS aplauden a MOISÉS, quien se va. Los ARISTÓCRATAS se quedan para comentar el espectáculo que acaban de presenciar.) SEÑORONA 1:
Fijate que yo lo encontré un poco apocalíptico. SEÑORONA 2: ¡Totalmente! ¡Y gratuitamente pesimista! ¿Adónde vamos a parar? ¿Y la esperanza? ¡No! ¡Qué esperanza! SEÑORONA 3: Y además en todas partes es igual
Siempre fue igual. SEÑORONA 1: Pobres habrá siempre. ¡Eso también está en la Biblia! SEÑORONA 2: Son modas, ¿viste? Ahora queda bárbaro bajar línea tipo años 60, ¿captás? SEÑORONA 3: Dicho con todo respeto, desde ya, porque Moisés es un clásico en lo suyo. SEÑORONA 1: ¡Sí, seguro! ¡Eso es clarísimo! Además, estamos en democracia. SEÑORONA 2: Que cada uno diga lo que piense. Igual, nosotros oímos todo, somos civilizados y admitimos el disenso. SEÑORONA 3: Pero seguiremos haciendo lo que manden las leyes del mercado, que vendrían a ser nuestras tablas de la ley año 2001, ¿no? ¡Que siga la fiesta! (Se dirige hacia el resto de la festiva concurrencia.) Embajador, embajador... ¿un saladito? Su señoría, ¿un triple? Senador, ¿una fugazzeta? Coronel, ¿una bomba de crema? Monseñor, ¿un vinito de mesa? Canciller, ¿una sopa inglesa? Ministro, ¿un minestrón? Diputada, ¿un stripper? LAS TRES: ¡Argentina, qué bien se te ve! (Vuelve a sonar el vals romántico. Los ARISTÓCRATAS comienzan a bailar.) 125
QUINTO CUADRO
(Monólogo político a cargo de Enrique Pinti, vestido de traje. Si bien se actualiza en cada función, siempre finalizará con el siguiente texto.) PINTI :
...Pero fijate vos el aguante que tiene esta tierra. Uno trata de explicárselo a sí mismo y a los extranjeros y no acierta a dar una definición. ¿Cómo es que estamos todavía? ¿Cómo es que a pesar de todo y de todos no ha desaparecido del mapa? Y ahí viene el consuelo de tontos: compararse con los que están peores que nosotros, recordar el hambre en la India, Kosovo, Sarajevo, la pobre Yugoslavia, los territorios anexados a otros países. Ante eso, claro, la Argentina emerge como un faro de luz. Y, además, llega un momento en que ya no podés cambiarla por nada. La querés con mierda y todo, la asumís como tuya, te querés matar por no poderla arreglar a tu manera. Decís: ¡No puede ser, país de mierda! Pero basta que llegue un Mundial de Fútbol, que escuches quejarse a un extranjero de lo mismo que vos te quejás, aunque en su caso lo procesás como una intromisión, o que te tengas que ir obligatoriamente y no puedas volver para que el internet de tu corazón azul y blanco empiece a latir con los sones del Pericón Nacional, para que se te vaya el pudor. Y te cagás en lo que no te gusta y exaltás lo que te gusta, por más poco que sea. Se te dibuja una sonrisa ancha, una furtiva lágrima y (tararea 126
el pericón) pon, pon, pon, pon, pon, pon... Sentís que hay que exigir, gritar, discutir, patalear y criticar en el 510 y en el 2000 también para que todos escuchen y hagan posible aquel sueño de la fiesta escolar del 25 de Mayo cuando uno todavía creía que no había otro lugar mejor. ¡Existimos! ¡No nos caguen más! Déjennos la esperanza del gran Pericón Nacional como fin de fiesta. ¡pericon.com.ar! (El centro del escenario luce un mástil del que desprenden cintas celestes y blancas que son tomadas para la danza patria por los bailarines y bailarinas. Pinti se coloca una bandera al hombro. Todo el elenco se reúne para bailar y disfrutar de este acto final.) Pericón PINTI:
Es un baile muy simple sólo en apariencia con el candor y la inocencia de un gaucho cuando se aquerencia. Una danza que llega de los tiempos idos de todo lo que se ha perdido y que nunca volverá. Y la monotonía de su melodía es sólo aparente. Por eso es que tanta gente no lo puede aprender. Y su coreografía de vueltas y vueltas y mucho pañuelo a más de un vivo dejó lelo haciéndolo tropezar. 127
¡Ay! Cuántas vueltas tiene este pericón no en vano es argentino monótono pero variado contradictorio y complicado. Danza nativa que da tantas vueltas como nuestra historia como los burros en la noria siempre en un mismo lugar. (Relación.) GAUCHO:
Esta tierra generosa está llena de riqueza aquí se vive y se goza de los pies a la cabeza.
CHINA 1:
Es generosa, aparcero mas la riqueza le roban más de cuatro aventureros que al pobre pueblo joroban.
(Baile. Segunda relación.) GAUCHO:
En el siglo nos rigieron conservadores primero los radicales siguieron después, milicos vinieron.
CHINA 2:
Después hubo peronistas y otros golpes militares y sigue una larga lista de muchas calamidades.
(Baile.)
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GAUCHO:
Si usted pone a un radical y le suma un socialista para bien o para mal le resulta un peronista.
CHINA 3:
Y si usted suma un milico a un señor conservador con ayuda de algún rico le sale un gran dictador.
(Baile.) CHINA 4:
Si el de su derecha anda pobre y su vida es un calvario serán negros o inmigrantes sus chivitos emisarios.
GAUCHO:
Si el de izquierda pelechó se hace llamar socialista y hace como que olvidó la palabra comunista.
(Baile.) GAUCHO:
Si la izquierda se aburguesa y la derecha se agranda agachá bien la cabeza que te va a chiflar la panza.
(Baile.) GAUCHO:
Estamos globalizados dicen muchos gobernantes. A este mundo le han llegado las horas más deslumbrantes.
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¡Lindo está el mundo, amigazo! La tal globalización ha borrado de un plumazo trabajo pal laburante, pal joven educación, pal viejo, jubilación y pa todos, el aguante. Y así, globalizados con deuda externa y eterna siempre subdesarrollados siempre con luchas internas estamos desocupados, hemos vendido las joyas, la casa y la camiseta. Aunque esté pasao de moda Permítanme ciudadanos que un panfletito les meta. Voy a gritar con pasión y sin ningún disimulo que a la globalización se la metan en el culo. (Baile y coro sinfónico. Frase final.) A CORO:
¡Viva la patria amada! ¡Viva el pericón!
(Todo el elenco saluda al público.)
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0-800-MONOLOGOS FOTO: GUSTAVO LEVY
ARGENTINA, ¡QUÉ BIEN SE TE VE!
Recuerdo cada comentario que me hicieron los periodistas durante la segunda mitad del 99, con relación al final del menemismo. Che, cuando se vaya Menem se te acabarán los chistes. ¿De qué hablarás entonces? Afirmaciones similares soporté con estoicismo en distintas oportunidades. Hasta que por fin decidí dejar clarito cuál era mi posición al respecto, que comienza por desconfiar de la primera aseveración: Menem no está entre nosotros. El paso del tiempo, además, no me ha demostrado lo contrario. ¿Cuándo se fue Menem? Nunca. Señoras, señores, aunque no lo veamos, Menem estuvo, está y estará siempre. ¿Cómo se va a ir? Para la República Argentina es una especie de gripe virósica mal curada, de peste extendida, de enfermedad crónica. Lejos estoy de pensar que los demás gobernantes no hicieron cagadas. Menem simplemente contó con más tiempo a su favor, y entonces hizo más. La otra diferencia es que se dedicó pura y exclusivamente a aquello que no tiene remedio; cosa que nos jodió muchísimo. Si unos roban queda la esperanza de que, por ahí, se puede llegar a rescatar algo del afano. En cambio si uno regala, rifa o remata como sucedió con los bienes de nuestro país durante una década lo más probable es que nunca más recuperemos lo que tuvimos. Y la explicación es que de ciertas cosas es posible retroceder, pero de otras no. Por eso me extrañó cuando él dijo, allá por el mes de marzo de 2000: El nuevo gobierno aliancista en tres 133
meses no sólo estancó el país sino que lo hizo retroceder. ¿Adónde retrocedimos, Carlos? ¡Si no dejaste lugar! Adelante hay un abismo; si damos un paso nos vamos a la puta madre que lo parió. Atrás el panorama resulta menos alentador: el pasado quedó regado de lo que vos sembraste. ¡Nadie quiere seguir cosechándolo!
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TARDE PIAMOS
¡Diez años! Tanto tiempo y a los ultramenemistas les pareció poco. De todas maneras, viene bien la cuenta para revisar los hechos tal cual sucedieron. Carlos Menem no se quedó una década porque fue un dictador ni porque formó parte de un gobierno de facto que se toma las atribuciones que quiere. Menem tampoco anuló el Congreso para imitar a su colega peruano Alberto Fujimori, quien se adjudicó a sí mismo el control de los poderes. No. Se quedó a raíz de que fue votado por una gran cantidad de mis compatriotas que lo respaldó cuantas veces se presentó a una elección. Así que a la hora de quejarnos hay que remitirse también a esos queridos sufragistas. Otra cuestión para aclarar: Menem no nos engrupió, tal cual se escucha decir a algunos por estos días. En todo caso, Menem se avivó. Sabía perfectamente que nuestro fantasma era el de la hiperinflación. Con tal de que no subiera el dólar, estábamos dispuestos a aguantar cualquier cosa. De allí que es entendible que apostara a la sagrada estabilidad: dejó al peso empatado con el dólar uno a uno, haciendo una jugada perfecta a sus intereses y rematándolo todo. ¿Con qué carta respondimos para defendernos? Empezamos a comprar innecesariamente. La clase baja se endeudó con los electrodomésticos y los de la clase un poco más alta se metieron en créditos de coches último modelo y de departamentos. La clase más alta a la par apostó a los countries, a los barrios cerrados, a las ciru135
gías carísimas para ponerse o sacarse cualquier sorete del cuerpo, a los yates que están guardados al pedo
Fueron pasando los años y cuando quisimos darnos cuenta ya era demasiado tarde. Endeudados hasta la coronilla, tratamos de buscar alguna explicación posible para consolarnos. Que el plan económico no era bueno, que era bueno pero estaba mal instrumentado, que el agujero de ozono se había tragado al país. Nada de eso nos conformó. Claro, la cagada ya estaba hecha y apareció otro monstruo, una desocupación de la puta madre que lo parió. Primero eran decenas de miles, después centenas, miles, y caímos en los millones de gente sin empleo. ¿Qué familia no cuenta a por lo menos un desocupado entre los suyos? ¡Qué avivada menemista! Los giles ganaban el sueldo en dólares. Ahora, eso sí, un solo sueldo para todos porque era un solo miembro de la familia el que permanecía trabajando. ¡Qué maravilla! Echaron a mi mujer. A mi vieja la jubilaron de oficio. A mi hijo le dieron el retiro involuntario y a mi hermano lo tengo que bancar. No me alcanza la plata. ¡Qué buenas noticias! Siete hijos, dos padres jubilados, una esposa con cargo docente, tres mascotas que comen por seis, la casa hipotecada con diez créditos en dólares a sesenta años de plazo. ¡Linda familia! Entonces había que seguir votándolo, a las puteadas, porque si el dólar se iba a la puta madre que lo parió perdíamos lo poco que nos quedaba. Ya teníamos puesta la mitad de la poronga en el culo y dale que dale. No fuera cosa que te la sacaran de golpe y los intestinos te quedaran pafuera. La sociedad argentina tenía miedo de cagarse encima. ¿Entonces? No la muevas. ¡Dejala ahí! ¡Dejala ahí! ¡Dejala ahí, por favor! Y él la dejó puestita. Cuando acabó, tranquilamente hasta preguntó: ¿Les gustó?
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NUEVO GOBIERNO
Para mí, el cambio de milenio vino acompañado de otros cambios importantes: el estreno de pericon.com.ar está entre ellos. Y la asunción del gobierno aliancista; una novedad que atañe a todos los argentinos. Resulta difícil aventurar una conclusión acerca del equipo de Fernando de la Rúa. Sigo pensando que el menemismo nos ha dejado una horrorosa herencia, que se hará sentir para rato. El menemismo es fundador de una especie de dinastía de malos funcionarios. Muchos de ellos parecen manejar también la nueva gestión. A veces me imagino a la Alianza como protagonista de la película Misión imposible. ¿La vieron? En una escena, Tom Cruise se saca la careta y uno descubre que no es él, que detrás había otra persona. Bueno, acá el que se va a sacar la careta es De la Rúa y es probable que el que aparezca después sea... el que te jedi. Es que los de ahora dan la impresión de una continuidad. No hablo desde el aspecto de la honorabilidad, pero las primeras resoluciones en materia económica marcan el mismo rumbo. Yo sé que parece una verdad de perogrullo, pero me espanto cuando veo a los gobiernos preocupándose nada más que por el puto déficit fiscal. Si un mes da para arriba, cantan victoria, ellos son unos genios. Si da para abajo, los que menos tienen son unos soretes que serán castigados con más ajustes. ¿Y cuando aumenta la desocupación? Qué le va137
mos a hacer. Un punto más o un punto menos no cambia nada, es un detalle
Un punto más de desocupación son cientos de familias con hambre, deprimidas totalmente. ¡No es un detalle, la puta madre que te parió! Es lo único que importa. Si vos no gobernás para tu gente, entonces no gobernás para nadie. El mundo es la gente, el país es la gente y la gente es su trabajo, porque su trabajo le significa dignidad para vivir. No se nota un carajo que haya una voluntad política para rescatar esa dignidad. Yo los voté, y lo digo clarito: no se nota una mierda. Y lo peor es que hacen todo al revés de lo que prometieron. Hasta negocian con los peronistas, que son los responsables absolutos (tenían mayoría parlamentaria) de los ajustes y de la primera reforma laboral (sobre la segunda reforma aprobada, la de los sobornos, mejor ni hablar). Esos mismos peronistas parecen estar burlándose de la gente: Paren el ajuste. ¡Somos la oposición!. Vergüenza debería darles, carajo. Ahora se hacen los huelguistas. Los radicales y los del Frente, que nos habían roto los huevos anunciándonos que cuando ellos fueran gobierno iban a cambiar el tablero, ahí están. No podemos, sepan disculparnos. A ustedes les resulta fácil criticar, pero desde acá es todo más difícil. ¡Genial! Menos mal que todavía existen los que se mantienen fieles a la democracia...
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¿QUÉ CLASE DE PELOTUDO ES USTED?
Los recursos que utilizó Carlos Menem para justificarse todavía resuenan en mis oídos. Mi gestión es la más exitosa del siglo, decía, palabras más, palabras menos. ¡Un genio, Carlitos! ¡Un genio! Miren qué poco se necesita para poder cagar a los argentinos. Nada de grandes estrategas, nada de máximos pensadores que se queman las pestañas para darle una solución a todo esto. No, con Menem alcanza. Para nosotros, que somos la peor clase de pelotudos del planeta, la que se cree la más avispada. Porque el pelotudo que dice soy un pelotudo resulta ser un lúcido: al menos tiene la lucidez de sincerarse. Pero al peloluto que se cree vivo le cogen a la madre, a la hermana, a la mujer delante de sus propios ojos, mientras el pelotudo encima exclama: Yo, jejejé, me doy cuenta de todo ¿viste? Eso es lo que este pueblo le exclamó a ese hombre. ¡Qué vivos que somos! Por mi parte, prefiero pasar por muerto.
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LOS MEJORES RECUERDOS
Nunca se sabrá si fue una burla, pero al poco tiempo de dejar la Casa Rosada, Menem se quejó ante unos periodistas: Ya no se acuerdan de mí. ¡Qué ingrato es este país...! Pero, ¿cómo nos vamos a olvidar de vos, Carlitos? ¡Eso resultaría imposible! Igualmente el hombre siguió hablando, que es lo que quería, nomás. ¿Quién lo calla? En los Estados Unidos, cuando un presidente termina su mandato no habla más. Da conferencias, viaja, se relaja y goza viendo cómo el presi de turno se enfrenta a todos los problemas, y abre la boca sólo para manducarse una hamburguesa con ketchup. Acá, en cambio, a los cinco minutos de haber hecho lo que hacen (hiperinflación, desocupación, atentados no aclarados, corrupción y demás bellezas) dan cátedra sobre cómo gobernar. Deberían pagar multas; eso es lo que deberían hacer. Aunque querramos creer que hubo cosas esotéricas, terribles, absurdas que no pasaron en el país de Menem o que no pasaron ni siquiera en la Tierra porque parecen ser directamente de otro planeta, no debemos olvidarlas nunca. ¿Para qué? Para tirárselas en la jeta. La Argentina sí tiene una memoria
de mierda. En cuanto aparece algo que no nos gusta del nuevo gobierno ya recurrimos a San Menem. El olvido lo ejercemos todos y hasta los gobernantes hacen uso de esa desfachatez. Ése fue el caso también de Elena Cruz, la candidata a legisladora por la ciudad de Buenos Aires que defendió a Videla. Yo quiero a Vi140
dela. Los desaparecidos no son 30 mil; son 200 y algo habrán hecho. Largó lo que pensaba y después, como se le armó un quilombo bárbaro y el partido de la fórmula Cavallo-Béliz la quiso sacar, desmintió. ¡Menos mal que ahora hay televisión abierta y por cable! La habían filmado desde todos los ángulos, repetían las grabaciones por todas las señales y ella se daba el gusto de asegurar que era un malentendido, que la habían descontextualizado. ¡Hay cada gaucha en la pampa!
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CHICOS DEL FUTURO
¿Recuerdan una de las ocurrencias que tuvo Carlos Menem allá por el año 95 o 96? El hombre inauguró el ciclo lectivo en una provincia del Norte, zona de las más necesitadas del país. El estado paupérrimo de la gente que lo recibió se notaba de lejos. Los alumnos eran unos pobres chicos cagados de frío. Unas cuatrocientas personas del pueblo, a las que les faltaba casi la dentadura completa, asistieron al acto esperando algún hueso, una ayuda, una medida urgente que les permitiera comer. En cambio él, sin inmutarse, dijo que esos chicos eran el porvenir de la Patria porque en ese lugar se levantaría una plataforma para mandar aviones que surcarían la estratósfera y serían capaces de llegar en diez minutos a Japón. Se produjo, después del anuncio, un silencio absoluto. La gente quedó astronáutica. Los chicos deben haber pensado que, como no les iban a dar de comer, preferían mandarlos a la Luna, a que siguieran una dieta de pastillitas o se quedaran flotando a miles de kilómetros de aquí. No sé. ¡Qué lo tiró de las patas! En cualquier país normal, si un presidente hubiera dicho un disparate semejante, entraban dos enfermeros con una camisa de fuerza y se lo llevaban porque, si estaba mal medicado o antes del acto había confundido la medicina azul con la roja, lo podían curar con una purga. Caga y vuelve, habrían informado desde Presidencia. No. Acá pasó como si hubiera sido la cosa más nor142
mal del mundo. Ningún abucheo. Ni siquiera saltó aquel a quien Alfonsín le dijo: A vos no te va mal, gordito. ¡Uno por lo menos! ¡Uno! Nadie, nadie, nadie. No tenemos capacidad de reacción.
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MANIFIESTE Y GANE
En otras partes del mundo sí hay gente que reacciona. Es el caso del joven australiano que, cuando tuvo la oportunidad de ver desfilar a la reina de Inglaterra, la quiso carnear. Australia es un Estado que anda fenómeno. Es millonario en comparación con el nuestro. Y fíjense que sus riquezas naturales los cereales, el ganado ovino, los minerales no guardan tanta diferencia con las argentinas. Los aborígenes de Australia fueron colonizados por los anglosajones hace tres siglos atrás. Gran Bretaña continúa manejando los intereses de ese país, y debe haber muchos australianos que, lógicamente, no soportan la dependencia. En fin... Isabel de Inglaterra se salvó de milagro de este joven que con un cuchillo quería carnearla como si fuera una vaca angloargentina. Por supuesto que no coincido con el método, pero está bien manifestarse. Es un deber, diría yo. Hace diez años, en la India, hasta los hindúes reaccionaron contra la reina de Inglaterra, quien recibió un cascotazo en la cabeza. ¡En la India! Allí rige el pacto de no agredirse, adoran las posturas pacifistas del Mahatma Gandhi, practican meditación trascendental, no comen carne y por lo tanto deben ser menos agresivos. Entre esa gente muy resignada, sin embargo, hubo uno que no pudo aguantar. Vio aparecer a la soberana y le dijo (en su idioma nativo, por supuesto, porque también se bancan que el oficial sea el inglés): En nombre 144
de siglos y siglos de opresión a mi pueblo, por los asesinados en las guerras colonialistas: ¡Tomá, Reina de Baraja!. Largó la piedra, que tuvo la suerte o la desgracia de caer encima de uno de esos sombreros horrorosos que suele usar la familia real. De no haber funcionado el escudo, la reina hubiera quedado más descerebrada aún. Otro episodio ocurrió en Bangkok, la capital de Tailandia, el día de la despedida de quien fue durante trece años el director del Fondo Monetario Internacional, Michael Camdessus. Mientras este francés leía su discurso ante representantes de 150 países y de todos los organismos internacionales y decía: He terminado mi labor con satisfacción y de ahora en más espero que se empiece a ayudar a los pobres... ¡zas! un norteamericano presente entre el público ¡norteamericano! interrumpió el discurso y aplastó una torta de crema contra la cara del funcionario. ¡Fue genial! Lo desautorizó como responsable de ese puto fondo que produce hambre a tanta gente. Resultó una escena digna de las películas mudas. ¡Feliz cumpleaños!. Eso le gritó al funcionario el joven valiente quien, después se supo, integra un grupo llamado Pasteles sin Frontera, dedicado a escrachar en cualquier ciudad a papeloneros y farsantes. Bueno... a mí me gustan los dulces, exclamó Camdessus mientras se limpiaba la crema que le corría por el rostro. La gente no está muerta en todas partes del mundo. Es aquí donde nos hacemos los muertos con tal de no enfrentar un posible disgusto. El filósofo Bernardo Neustadt solía decir en su programa, sin que se le moviera un músculo de esa cara, que él no estaba de acuerdo con el asunto de los reclamos de los jubilados. La gente tiene que ahorrar mientras trabaja porque yo no tengo por qué mantener a nadie.... Ésas eran más o menos sus palabras. Y ninguno de sus invitados sacaba, aunque más no fuere, un cucurucho de helado para estampárselo. ¡Qué civilizados somos a veces! 145
GOLPISTA SEXY
¿Qué hace Aldo Rico en una democracia, si es un hombre absolutamente totalitario? Buena pregunta. La respuesta nos sirve para acercarnos a este tipo de situaciones que venimos protagonizando. En principio, Rico será autoritario pero justamente, como está dentro de una democracia, puede ser acotado por la ciudadanía. De otra manera haría las peores cosas que sabe hacer. Los medios de comunicación han demostrado que se proponen seguirlo de cerca: en cuanto se tira un pedo desafinado, Rico sale en los diarios. Eso es una ventaja. ¿Recuerdan cuando tuvo que pedirle disculpas a una jueza porque la acusó de zurda? ¿Y cuando tuvo que pedirle disculpas a Fernando de la Rúa por lo del guardaespaldas presidencial, presuntamente mano de obra desocupada? Me equivoqué, ése no era, se lo escuchó decir. Fue vergonzoso. ¡Cámbienle los anteojos al hombre! También, a cara de perro, debió disculparse ante los periodistas que había agredido, amenazándolos con mandarles la policía si seguían sacándole fotos. Lo curioso fue que el intendente de San Miguel les preguntó: ¿Se masturban con mis fotos?. ... ¿Quién puede estar tan equivocado en la vida como para excitarse sexualmente? ¡Son caras como para no pensar en el sexo nunca! Vale recordar que a Rico la gente lo votó para que fuera el intendente de San Miguel, puesto del que se sa146
lió por un rato para ocupar la cartera de Seguridad bonaerense, para la que fue nombrado por Carlos Ruckauf. Ese gobernador que parece vivir de joda por la manera en que se ríe. La única vez que lo vi serio fue para el velatorio de Rodrigo. Seguramente cambió la cara porque tuvo miedo de perder el voto de los cientos de miles de fanáticos. Bueno, señores, el tema de Rico se soluciona con no volver a votarlo, es decir, con darle un voto de castidad.
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RIOJANO SEXY
Pocas dudas caben: el menemismo dio vuelta la noción estética del país. Recuerdo la época de gloria de Menem, cuando tenía poder y todo el mundo creía que era poco menos que milagroso y que nos iba a salvar. Era el momento en que Bernardo Neustadt lo invitaba a su programa y le decía: Lo veo alto y rubio, señor presidente.... Como si ser alto y rubio fuese mejor. En realidad, conductor y entrevistado corrían el riesgo de que cualquier morocho los esperara en la puerta del canal y los cagara a patadas. Habrá sido en el año 91 o 92, cuando una consultora argentina muy importante publicó una encuesta realizada a mujeres de distintas clases sociales y provincias del país. ¿Quiénes son los hombres más deseables de la república? Ésa era la pregunta en cuestión. Y Menem sacó el primer puesto... Si hoy resulta difícil encontrar quien admita que votó a Menem, calculen lo imposible que sería tratar de encontrar a esas damas para que confiesen que, aparte de votarlo o más alla de eso, las calentaba hasta el paroxismo. ¡Ojo! No estoy hablando de amor, de afecto, de un sentimiento profundo que ya no pasa por el físico ni por la edad. Entiendo, claro, que uno puede enamorarse hasta de King Kong, de Frankenstein o del que suscribe estas líneas. Pero calentarse, encontrar sexy a alguien, sexualmente hablando y valga la redundancia, es otra cosa. ¿Dónde están ahora esas guachas enamoradas del poder y dispuestas a disfrazar su cholulismo oportunista con la palabra sexy? 148
¡Ojo! Existen: puede ser tu mujer, tu madre, tu hermana, tu vecina, la que te vende cigarrillos en el quiosco. ¿Qué se les puede decir a esas damas patricias argentinas que resulte corto, conciso y abarcativo a la vez? ¡Putas! ¡Putas mediáticas que en teoría al menos son capaces de confundir el sexo placentero con la calentura del poder! En aquella misma encuesta, creo que el puesto número dieciocho era ocupado por Neustadt... Si es como para decirles: Chicas: hagan un orgasmo de silencio. ¡Neustadt! Y él se lo creyó. ¿Cómo no iba a hacerlo? Hace unos cuantos años atrás cierta revista farandulera publicó dos páginas dedicadas al verano de Punta del Este. Entre los hombres que figuraban, estaba Neustadt, cuya foto salía con un epígrafe que explicaba que lucía un short de lycra. ¡Era patético! Como lo sería yo, te digo
La única diferencia es que yo no me visto así ni mamado. Pa colmo, en otra nota por el estilo, además de su look se le veía un huevo a causa de una inoportuna ventisca que le levantó el shorcito. Pero, claro, él figuraba en la lista de hombres maduros aunque sexies. ¿Dónde están esas diez mil cieguitas que lo votaron? ¡Dios mío! ¡Qué horror! Un país donde por el poder Menem, Rico y Neustadt se creen sexies no tiene mucha esperanza evidentemente. Si no sabemos elegir con quién nos acostamos, ¿cómo diablos sabremos elegir quién nos tiene que gobernar? Y sin embargo yo sigo teniendo esperanza de dinosaurio, más allá de cualquier gobierno. Se ve que no me la pudieron quitar. Me pregunto si existe algún delivery que, como servicio puerta a puerta, nos ofrezca una clase a distancia de dignidad. Por favor, si ustedes conocen una empresa honesta que lo haya implementado, hagan circular sus datos entre el vecindario. 149
ELLAS TAMBIÉN CALIENTAN
No crean que son sólo las mujeres quienes tienen el gusto en el culo. En este país, los hombres se las traen cuando eligen a sus sex symbols. Cuando se trata de calenturas por poder, acá no hay ningún tipo de límites. ¿Recuerdan cuando la señora María Julia Alsogaray se había convertido en objeto de deseo? Fue justito en el momento en que apareció en la portada de una revista, con las piernas al aire. Más de cuatro hijos de puta amigos míos me dijeron: Apetecible la ingeniera, ¿eh?. ¿Apetecible? ¡Es el padre con peluca! ¡No jodamos, viejo! Podrá ser inteligente, pero sexy, lo que se dice sexy... ¿Dónde se encuentra ese resorte que convierte a alguien en objeto erótico, más allá del gusto corriente? ¿¡En el poder!? ¡Que se cuide la Meijide! Acá no se salva nadie.
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DEMOCRACIA Y CULTURA
La única manera de difundir la cultura argentina en el exterior es apoyando para que la Cancillería tenga el presupuesto necesario para esa tarea. Eso, a la hora de mostrar al mundo nuestras riquezas, aunque si seguimos así nada tendremos para mostrar. La mayoría de mis compañeros actores que pertenecen a los teatros municipales pasan dos o tres meses sin cobrar. Pero plata para pegar afiches al pedo siempre se invierte, y esos funcionarios creen que cuando hacen un candombe en una plaza cumplieron con su misión de apoyar la cultura. Son reyes del evento: Buenos Aires no duerme, Buenos Aires se hace la paja, Buenos Aires que lo parió. Tengo los huevos por el piso. Quiero que el nuevo gobierno me envíe otras señales porque si no directamente voy a morir de aburrimiento. Uno a veces cree, como un pelotudo, que las cosas pueden cambiar. Y esa sensación dura lo que un pedo en un canasto. Yo respeto al Perro Santillán, porque les ladró a todos los gobiernos y vive pobremente en su provincia, al lado de la gente que lo necesita. Respeto a las diputadas Elisa Carrió y Alicia Castro porque, siendo de la Alianza, votaron en contra de la reforma laboral. ¡Tienen cojones! Por último, respeto al padre Luis Farinello. Se brinda a los pobres sin necesidad de venderse a ningún programa de televisión. Los demás se balancean entre la boludez, los aco151
modos y hasta los escándalos de sobornos como el que nos regaló el honorable Senado de la Nación. Los funcionarios afirman algo un día, y luego lo desmienten; hoy son culo y calzón y mañana enemigos. Recuerden los entuertos que se armaron para las elecciones de la ciudad de Buenos Aires. Cavallo con Béliz, Béliz con Cavallo, Oyhanarte de un lado para el otro. ¿No se dan cuenta de que así debilitan la democracia? Esta democracia que, aun desordenada, es lo mejor que existe, y la tenemos a cambio de la vida de esos pobres chicos muertos en las Malvinas, porque si los militares ganaban esa guerra se habrían quedado en el poder hasta hoy. Y la querida Elena Cruz sería la ministra de Educación de Videla. ¡Socorro!
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CONOZCA LA VERDAD
Es bueno que los padres les transmitan a los hijos que esta posibilidad con la que contamos hoy de mantenernos informados sobre lo que sucede en el país a pesar de que no se trate de noticias muy lindas también se la debemos a la democracia. Estaremos más pobres, más brutos, más agresivos, más guarangos, pero nos mantenemos más informados. Y la libertad comienza por la información. En este momento sabemos lo que no sabíamos hace veinte años atrás. Bueno, malo, regular, peor, corrupto... Es lo que hay. Cuando conocemos la verdad, contamos con la manera de defendernos de argumentaciones estúpidas o de manipuladores peligrosos. ¿Cuántas veces nuestros gobernantes tratan de compararnos con países como Kosovo o Chechenia? No se quejen, ellos están peor, están hechos mierda y no se quejan, suelen decirnos. Sí, los chechenos no se quejan porque ya murieron. Los bombardearon, exterminándolos, y los que quedan están tan hambrientos y temerosos que no van a hablar, como tampoco pueden hablar los familiares de los muertos en el submarino que se hundió. Recuerden esa espantosa escena que dio la vuelta al mundo. Una mujer indignada, dolida por la muerte de un familiar, le increpó al gobierno ruso que no había sido clara la intención oficial de salvar a esos hombres atrapados en una muerte terrible, por asfixia o por inmersión en aguas congeladas. Antes de que siguiera cantando las cuarenta, la mujer recibió un pinchazo de una 153
enfermera que estaba detrás, y fue tranquilizada de prepo. ¿Cómo sabemos eso? Por la información que manejamos. Uno sabe mínimamente la situación de cada región y les para el carro a los que quieren justificarse con mentiras. Y así como funciona la manipulación de los funcionarios, muchas veces es en la propia familia donde encontramos casos de ocultamiento de la verdad. Para usar un ejemplo simple: los pibes les rompen las pelotas a los padres para las vacaciones de invierno. Comprame el Pokémon. Comprame la Guerra de las Galaxias. Llevame al Disney Park. El chico pide y la madre o el padre, en vez de decirle que no tienen plata, le mandan una psicopateada: Pensá, nene, que los chicos de la villa miseria no comen pan. Y el chico responde: Comprame el Pokémon, viejo amarrete, que yo no soy un chico de la villa miseria. No se puede comparar este país maravilloso e increíble con Kosovo. Hay que mandarlos a la mierda. Ponete las pilas, viejo, que esto no es Kosovo y agradezcamos, ustedes como gobernantes y nosotros como gobernados, que todavía no nos azotó el desastre de una guerra. Agradezcamos que Dios nos tiene lástima o que todavía no nos entendió. Ése es nuestro argumento para defendernos.
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¿RECUERDAN CUANDO ÉRAMOS LABURANTES?
La Argentina es uno de los países a los que más se putea desde adentro. La cosa cambia desde afuera. Cuando nos toca viajar o vivir en otro lugar porque nos exiliaron o tuvimos que salir a buscar el pan para no cagarnos de hambre, ya lo extrañamos y olvidamos las puteadas. ¡Qué cosa! Añoramos lo mismo que odiábamos antes. Lloramos tango, cagamos dulce de leche, soñamos con la cara de Carlos Vladimiro Corach, lamentamos no ver por televisión La movida de Mateyko y a Silvia Süller peleándose con Silvio Soldán en cuanto show de TV exista. Creo que la mejor solución para el país es que nos vayamos todos. Si la queremos tanto desde lejos y le comenzamos a mandar cartas de amor por internet, a lo mejor la Argentina resurge y se va para arriba. Yo no quiero volver al país político de mi infancia. Allá por el año 47 o 48 no había democracia; la mitad de la gente hablaba, la otra mitad se callaba la boca mientras los esquemas autoritarios del poder propiciaban el espionaje e infinitas mierdas. Y cuando cambió el gobierno cambiaron las mitades y el autoritarismo siguió igual. Pero había a la vez algo que no se paga con nada: oportunidades y trabajo a manos llenas. Y eso daba una dignidad de vida más allá o más acá de que pudiéramos hablar o no hablar. Los argentinos necesitamos recuperar esa dignidad y añadirla a la libertad de expresión. El gobierno caminará cuando sea apoyado por todo el mundo. Eso sí: la única condición es la oferta de empleos y de producción, y el respeto hacia la clase media. 155
Se acabaron las excusas del tipo hay que sanear, hay que ajustar. ¡No se puede! Si otros países lo hicieron, levantándose de desastres horrorosos como las guerras, ¿por qué no aprendemos? Cuando hago referencia a los años en que creíamos en nosotros mismos no hablo sólo de mis propias esperanzas; fueron los tanos, los moishes, los gallegos que vinieron para aquí y exclamaban acerca de nuestra realidad: Ustedes comen pan blanco todos los días. ¡Eso no se paga con nada, carajo! Hasta alcancé a ser testigo de que muchos inmigrantes, como mi abuelo, rompieron sus pasaportes para quedarse con nosotros. De ahora en más, decido no ser más polaco. Me cago en Hitler, en Stalin, en el fascismo, el nazismo y el comunismo, me cago en Franco y en la guerra civil. Yo me quedo acá, decían. Aquí tenían el trabajo que les significaba dignidad y la educación que les garantizaba la seguridad. La seguridad no va a venir nunca mientras haya generaciones criadas en la miseria. Cualquier plan económico, por muy globalizado que sea, que no contemple ya, no dentro de quince años, la creación de trabajo, traerá más horror y más inseguridad. No habrá Patti ni hamburguesa que nos salve, como tampoco habrá Rico ni mano ni pija dura capaz de contener la pobreza, el resentimiento y el miedo de la sociedad. No pueden ser tan idiotas, tan forros y tan imbéciles los que toman las decisiones. Seguro que entre los que lean esto no faltará un buey corneta tipo Alsogaray o señoras de pico largo y mente corta que afirmen que hablo por boca de zurdo. ¡Basta de zurdos y de fachos! ¡Hablemos de laburantes!
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PATRIOTAS DE INVIERNO
¡Cómo me ponía de patriótico durante aquellos actos del 25 de Mayo y del 9 de Julio de la escuela primaria! Una vez hice de San Martín, el primer San Martín gordo de la historia, y en una de ésas tropecé y a la mierda con la cordillera de los Andes armada por las maestras. Me caí de ojete sobre el Aconcagua. Lo hice pelota pero igual me sentía tan feliz, feliz de vivir en un país maravilloso e increíble, que daba oportunidades a todo el mundo. ¡Ah, cuando íbamos a los desfiles! Lo único que jodía era el frío de la puta madre. ¡Dios mío! Mala pata para las fechas patrias. Todas en invierno. Se ve que acá es viejo eso de no querer laburar en verano. Ni los héroes esquivaban las vacaciones. Además, al conmemorar siempre las muertes, y no los nacimientos, no contamos con otras fechas célebres. El mismo San Martín, que murió un 17 de agosto, nació un 25 de febrero, lo cual nos permitiría un jolgorio mejor. Anótese que a los norteamericanos tampoco en esto parecen estar desprevenidos: el principal día patrio, el de la independencia, les cae cada 4 de julio, es decir, en el verano de aquel hemisferio. Entonces se ponen en bolas, tiran cuetes y cuando llegan las navidades ya se encierran para comer como vacas. En ese aspecto nosotros respetamos las formas. Nuestra Navidad nos pesca con cuarenta grados de calor a la sombra, aunque igual solemos sacrificarnos y tragamos más de lo que nuestro cuerpo soporta. Eso sí: llega el invierno, se nos acumulan los mocos, tenemos gripes, anginas y a la mierda con los actos patrios. 157
En mi época ese pretexto no funcionaba. Recuerdo esos desfiles del 9 de Julio, en los que a duras penas caminábamos, muertos de frío. Mi papá nos llevaba a punta de pistola a mi hermano, a mamá, a mí y hasta a la abuela. ¡Se le cuajaban las várices a la vieja! Y había que quedarse hasta el final. Mi padre decía: Si nos vamos quiere decir que no somos argentinos. A la distancia, ese tipo de afirmaciones parece una boludez, pero lográbamos vivir un clima de magia a pesar de todos los desastres políticos.
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POLICÍA, POLICÍA
En ese país de mi escuela primaria, uno le tenía confianza, por ejemplo, hasta al vigilante de la esquina, que podía llegar a formar parte de todas las familias del barrio. Mi propia madre le pedía al vigilante que me acompañara a cruzar la calle. Que te cruce don Ángel, ordenaba. Y don Ángel me tomaba de la mano. Después, claro, pasaron los años y nos enteramos de que el mismo tipo que cruzaba a nuestros hijos podía ser un torturador. Ahora también estoy en edad de que me cruce un policía, porque llegué a viejo choto, gagá y distraído. Sin embargo cuando veo a un policía por la calle salgo cagando. No lo puedo evitar. Tengo miedo de que, como sucedió en Ramallo, me confundan con un ladrón y termine baleado, muerto. ¡Prefiero salir en televisión como hasta ahora! Por eso cuando escucho a tanta gente que, asustada por la inseguridad, reclama todas las facultades para la policía, digo no, paren, primero tenemos que cambiar a la policía, debemos recuperar a don Ángel. No puede ser que a la inseguridad propuesta por el asaltante le sumemos la inseguridad que produce desconocer si cada policía es policía o mano de obra desocupada. Quiero volver a ese país maravilloso e increíble, en el que hasta el vigilante de la esquina era confiable. Estaría dispuesto a dar a los gobernantes todo el crédito necesario, pero no quiero ser engañado, engrupido o tomado por boludo. Yo espero que salte el primero capaz de decir la verdad, de pedir perdón si sabe que metió la pata. ¡Al menos una vez! Si ello sucede, la tranquilidad 159
que sentiremos será tremenda, no tendrá precio. La mitad del país se morirá de un infarto pero la otra mitad se dará cuenta de que, más allá de los discursos, de las supuestas transparencias y de los afiches con sonrisas dibujadas sobre caras de ojete existe un país que decidió crecer. Al gobernante que se sincere lo convertiremos en rey. Y junto a él gritaremos eternamente agradecidos, a pesar del frío o del calor, ¡pericon.com.ar!
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YAPA
TRATÉMONOS CORDIALMENTE
A esta altura del libro ustedes deben estar preguntándose qué diablos le pasó a Pinti. Pensarán que puede resultar contradictorio, por ejemplo, presentarse como un dinosaurio ante el auge de las computadoras y a la vez ofrecer un servicio delivery puerta a puerta. En realidad el delivery parece una sofisticación de la modernidad. En principio, porque volvemos a recurrir a mencionar cosas simples con palabras que son ajenas a nuestro vocabulario cotidiano. Lo cual es un esnobismo pelotudo e innecesario. Y además, porque este servicio ha sido promocionado como una novedad, por el hecho de que también recurre a los aparatos (teléfonos, internet o plumas verdes, manera sofisticada de mencionar a la concha de la lora). Pero quiero repasar un poco la historia. Cuando a ustedes hacen un pedido de cualquier pelotudez para que se lo lleven a su casa los atienden, efectivamente, a través de una máquina. Pero del otro lado hay un ser humano, que sufre los mismos problemas que tiene usted, que es negreado como laburante tal cual se negrea a la mayoría de los que mantienen el trabajo en la Argentina y que, por supuesto, son pocos. Y aunque la tecnología suplante a ese operador o esa operadora, según tengo entendido, todo el resto del trabajo se realiza con tracción a sangre. Es decir, un pibe cocina la pizza, el otro la embala y otro se sube a una moto y sale cagando a tocar el timbre de la casa del cliente. Esos motoristas, a quienes tanto putean los asesinos 163
que manejan automóviles por las calles de este país, ganan centavos por cada viaje. Y se juegan la vida: ni siquiera cuentan con un seguro social que los ampare cada vez que se caen, haciéndose mierda contra el pavimento. Así, los pobres motoristas suelen encontrarse ante el siguiente dilema: si regresan a la pizzería y cuentan que tuvieron un percance, pagan la pizza que se revolcó y se ligan una ametralladora de puteadas por parte del encargado. Y si se presentan ante el cliente, es muy probable que reciban otra ametralladora de puteadas porque la pizza llegó fría y toda destartalada. En cualquier caso, esa changa por la que se juegan la vida (porque además les pagan por viaje, o sea, los apuran para que saquen más pedidos a cambio de dos centavos más por día) es lo más inestable que hay, desde lo laboral. Hubo una época en que el sodero, el panadero, el verdulero y el lechero llegaban a nuestras casas. Uno los conocía desde siempre y el trato con ellos resultaba amable; la gente se daba su tiempo para conversar un rato o para elegir la mercadería que compraba. Bueno, eso se perdió, como muchas otras cosas buenas de tiempos de los dinosaurios. Yo creo que tenemos que volver al trato cordial, al respeto por los cadetes que te traen las cosas. Tal vez es una manera de ir perdiendo la desconfianza que tenemos hacia cualquier ser humano que golpea a nuestra puerta. Por eso, aquí va una yapa, un regalo adicional cuyo único propósito es repartir un poco de buena onda. ¿Cuánto hace que no recibían una atención como ésta?
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HOMENAJE A LA VOCACIÓN
Otra de las cosas a las que ya no les damos pelota es la vocación. Es entendible que tratemos de inculcarles a nuestros hijos que estudien o que se preparen para llegar a mantener a sus futuras familias, pero eso no sirve si el resultado es conseguido a la fuerza, anulando las aptitudes y los anhelos personales, que son en definitiva lo más preciado de cada uno. En ese sentido me siento agradecido a quienes me marcaron el camino, esa enseñanza de vida. Mis maestros de teatro Alejandra Boero, Pedro Asquini, Eugenio Filipelli (mi primer profesor de teatro), Mirko Álvarez (mi primer profesor de educación corporal) contribuyeron a saciar mi vocación. Yo tenía quince o dieciséis años cuando empecé a contactarme con ellos, por poco o por mucho tiempo. ¿Y saben cuál era el lema del Nuevo Teatro, el grupo que integré? Cuando se es joven, se debe ser joven hasta el final. A partir de ahí, ya se tenía perfectamente claro cuál era el objetivo de vida. Uno tiene que sostener las ilusiones de la juventud hasta los ochenta, noventa años o hasta que le den el físico y el espíritu. La ilusión es lo último que se pierde. Otro de nuestros lemas grupales era: Vamos a vencer por prepotencia de trabajo. ¿Comprenden a qué me refiero? Perseverancia y sudor. Hubo una vez un episodio tremendo en Nuevo Teatro. Habrá sido en el 63 o el 64 cuando el actor más prestigioso de nuestro elenco, Héctor Alterio, recibió una oferta de trabajo de parte de una producción ajena a 165
nuestra agrupación. Se trataba de la obra Divinas palabras, de Valle Inclán, con María Casares ¡nada menos! de protagonista y con Jorge Lavelli ¡otro grande! como director. Para Lavelli, quien residía en Europa, significaba su primer regreso al país. En ese momento, Alterio estaba haciendo, para Nuevo Teatro, un pequeño papel en una obra inglesa llamada Raíces, que estaba protagonizada por Alejandra Boero y Miriam Van Wessem. Alterio hacía de padre, y en ese rol podía ser reemplazado perfectamente, con tal de que pudiera integrar la otra obra que, de acuerdo a las concepciones culturales de la época, pertenecía a una producción comercial. A todos los compañeros nos pareció que él tenía que aceptar el nuevo reto. Sin embargo, la dirección general del teatro mantuvo una postura tajante: dijeron que si él se iba nosotros, el resto de los jóvenes, íbamos a tener un ejemplo de que a la primera de cambio alguien se pasaba de bando o dejaba una obra. No apoyaban la posibilidad de que alguien quisiera triunfar en la marquesina del teatro Coliseo. Se armó una batahola. Durante una reunión cooperativa, muchos de los integrantes les gritamos que estaban locos, que esto no era así. Si Alterio quería ir a trabajar a la calle Corrientes o en una compañía netamente comercial, estaba en todo su derecho. Mi opinión era: Flaco, aunque te paguen lo que te paguen, vos no tenés que ir a hacer cualquier pelotudez; vos tenés que quedarte acá. Pero en cambio debés aceptar cuando se trata de una actriz del talento, la sensibilidad y la categoría internacional de la Casares, de un director como Lavelli y de una obra de Valle Inclán que es una de las fundamentales del teatro moderno de habla hispana. ¿Cómo es posible que ustedes, los directivos, sean tan estrechos? Al contrario, para nosotros, los jóvenes integrantes de este teatro, lo importante es sumar espacios. 166
Y Alejandra Boero me contestó: ¿Ves? Eso es lo que queremos evitar. Ustedes no están acá con el fin de llegar a esto o a lo otro. Ustedes están para realizar sus sueños, para ser los mejores actores posibles, capaces de mantener una ética profesional
¡Yo no podía entender! Me agarró como un ataque. Lloré, y varias personas lloraron conmigo (ésas eran verdaderas asambleas teatrales, con lágrimas y todo). Alterio, por su parte, decidió no ir. Hacia el final, Alterio tomó la palabra y explicó su postura: Les agradezco mucho, tanto a los que están por el sí como a los que sostienen la negativa. Me quedo en Nuevo Teatro. ¿Y saben qué pienso ahora? Que el resultado no tuvo vencedores ni vencidos con respecto a ese episodio en particular. Hubo, en cambio, una sola ganadora de la disputa: la valentía de defender los ideales y la vocación. Por eso, cuando todo aquello concluyó, cerramos la reunión con un solo aplauso... Y las últimas lágrimas no fueron de rabia ni de impotencia como las primeras. Fueron de emoción. Todos lloramos antes de despedirnos ese día. Para quienes no tengan presente la dimensión del tema por el que discutimos, explico ahora que en los años 60 la producción teatral estaba dividida. Una cosa era la calle Corrientes y otra cosa era los teatros independientes. Una cosa era el teatro que se hacía con una base ideológica y artística potente; otra, el teatro que buscaba el mero propósito de entretener. Se suponía que los independientes despreciaban el entretenimiento. Yo siempre tuve una tendencia a querer contemporizar, a sostener que no había valores absolutos y a remarcar que todo podía hacerse bien o mal. Un Shakespeare de mala calidad, recitado con un acento horroroso por gente que no sabe ni hablar, a la que se le sale la barba cada vez que abre la boca, y montado sobre una esce167
nografía de mierda no tiene perdón. Para eso prefiero a un Abel Santa Cruz impecable y divertido. Hoy mantengo esa posición, aunque respeto las de mis colegas.
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TAMBIÉN OFRECEMOS TRUEQUES
A pesar de que aquella polémica del teatro independiente versus teatro comercial casi ha desaparecido, continúa en cambio el cruce de opiniones sobre si los actores debemos o no concurrir como invitados a los programas de televisión. Eso también debería haber terminado, porque nos retrotrae al absolutismo de los 60, pero no es así. Uno va a un programa, primero, porque se le canta el forro y el pendejo encarnado del culo. Uno es libre y va adonde quiere. ¡Somos personas grandes! Aparte, representa una posibilidad para promocionar el espectáculo de teatro que uno está ofreciendo. A un actor que no tiene la suerte de estar contratado por un multimedio le cuesta mucho lograr, como los otros, que cuando se tira un pedo salga difundido por veinticinco medios a la vez. Quien, como yo, trabaja de forma independiente, comercial pero independiente, aprovecha ese espacio televisivo, sobre todo si éste tiene rating. Se trata de un trueque. Chivo, en cambio, es una palabra horrible que inventaron para que uno se sienta una basura. Todos nos la pasamos trocando cosas, en las parejas, en los matrimonios, entre padres e hijos. Te doy esto, dame aquello... Es una herramienta normal de la convivencia. Yo elijo hacer teatro porque me gusta y me resulta cómodo. Disfruto del contacto directo con el público. Me entusiasma escuchar la respiración de la gente... Por eso también estoy dispuesto a ir a los progra169
mas de televisión, en calidad de invitado, para convocar al teatro. De todas maneras, no es que me preste a cualquier cosa con tal de que la gente me venga a ver. Maniobras como los escándalos armados o la guerra de las vedettes, por ejemplo, no me caben. No estoy dispuesto a que Laura Fidalgo y María Roji, dos valiosas compañeras del elenco, fragüen una pelea entre ellas para que los medios las convoquen y, de paso, mencionen la obra que ofrecemos. Eso se nota, queda mal. Los televidentes no comen vidrio. Frente a las cámaras hablo de mi espectáculo y, si quiero, no cobro como invitado porque ellos me brindan quince o veinte puntos de audiencia. Se presenta además ese asunto de los premios. A mí no me compran con dos pasajes a Río de Janeiro. No es así. Yo lo tomo como una gentileza, a cambio de la molestia por aportarle a ese programa la mejor colaboración posible. Sin embargo entre los periodistas que cubren los eventos culturales cada tanto surge la locura de increparnos por asistir a los programas. ¡Están del tomate! Si yo quiero embocar el corchito porque soy amigo de Nico Repetto o porque quiero promocionar el espectáculo, voy a ir. ¡Mis ideales seguirán siendo los mismos! A mis ideales los expreso a los gritos sobre el escenario. Hace treinta años, cuando muchos de estos que escriben todavía andaban saltando de un huevo al otro del padre, ya estaba Enrique Pinti diciendo cosas arriesgadas arriba de un escenario, en el marco de dictaduras nada amables. Respeto muchísimo a los actores que no van a la televisión. Pero quiero que me respeten a mí, que no me digan que soy un cirquero porque en el programa de Marcelo Tinelli hago el cuadro de los tangueros. Ellos me invitaron y me regalaron una computadora que yo ni uso. Está muy bien. La gentileza corre por cuenta de ellos y es bienvenida. 170
Igualmente creo que no deberíamos meter en la misma bolsa a quienes llevan cuarenta años de profesión y conducta ética con paracaidistas ávidos de publicidad al pedo, sin sustento artístico alguno.
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VENCIDOS VENCEDORES
Me pongo muy nervioso cuando algunas personas que van al teatro, por elogiarme, me dicen: Yo vengo a escuchar los monólogos porque lo demás es rellenito
¡La puta madre! No se imaginan el tiempo y el esfuerzo que lleva producir ese rellenito. ¡No, señor! ¡No, señora! Los cuadros de la revista no están de relleno ni tampoco son una excusa para que yo tenga tiempo de cambiarme de vestuario. A cada minúsculo detalle de todas las obras que realizo le corresponde un mensaje y una manera estética de expresar ese sentido. Les doy un ejemplo: cuando yo visualizo la escola de samba típicamente brasileña para pintar el fin de siglo es porque la escola de samba es una fiesta colorida de un pueblo pobre que se disfraza de rico. Representa la miseria absoluta del Tercer Mundo, es decir, de América latina y de países como los africanos. Yo reúno el número de Carmen Miranda con el aire o estilo del samba. Además, la letra que se canta dice: Y aunque todo aquí reviente y la panza esté vacía, este perro siglo veinte con esperanza termina... No puedo creer que algunos como ciertos críticos del espectáculo se queden fuera de esa idea tan obvia y también piensen que se trata de un relleno decorativo pa mostrar lindos culitos, ¿vio? Esto es más que frustrante. Yo pensé y escribí toda la obra, además del monólogo final. Lo que pasa es que yo no me puedo dividir en 172
tantos personajes y hacer también lo que aporta un elenco de la calidad de estas cinco chicas y de estos cinco muchachos que me acompañan. Continúo con los comentarios que dispara la obra. Nosotros no decidimos mostrar minas en bolas arriba del escenario para atraer público. Claro que, si incluyo chicas, pongo las que bailan, cantan y actúan y que, por si fuera poco, son lindas. Me enoja constatar que, cuando salen las tres japonesas a escena, la lectura simplista no alcance a interpretar el renacimiento del Japón y la venganza del vencido sobre el vencedor. ¡Eso corresponde a la historia! Yo no invento nada nuevo, sino que lo recreo. Y por si fuera poco, esas japonesas van cantando, como haciendo en anagramas el recorrido del I Ching, letras como: Venciendo al vencedor el gran vencido, se vuelve a erigir en ganador, y todo aquello que ha perdido lo recuperará un transistor.... Yo tendría que explicar: Esta obra incluye el I Ching porque es de origen oriental. Habla de Japón como un vencido porque perdió todo en la Segunda Guerra Mundial (hubo una Segunda Guerra Mundial; adjuntamos un manual de historia). Se representa con Japón al renacido porque fue capaz de sobreponerse a su tragedia y se convirtió en una gran potencia. Lo del transistor alude a la industria tecnológica por la cual Japón renació.... Pero creo que, como respuesta, me dirían obvio, como mínimo. En los comentarios también cometen esa tremenda abstracción de marcar con entre una a cinco estrellas los espectáculos, lo cual me parece una aberración. ¿Cuál es el criterio para calificar? ¿Qué parámetros se toman? ¿Es que fomentan el horroroso sentimiento de que leer es una pérdida de tiempo? ¿Me fijo en las estrellas y chau? Una vez más: ¡Socorro!
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¡ME CAGO!
Es increíble que en el año 2000, después de cuarenta años de carrera, yo reciba cartas de ciertas viejas fruncidas que me preguntan: ¿Por qué dice tantas malas palabras, Enrique? Aquí contesto a las amables misivas: ¡Andá a la reputa madre que te parió! Puteo porque se me canta el orto, porque siempre las dije y porque Pinti es lo que vos ves y lo que vos escuchás. Y si abrís bien los ojos y lavás tus oídos concluirás que la puteada es una parte de un todo. Yo me río con la pureza de Pepe Biondi, me causa gracia la genialidad de Chaplin, festejo la maravillosa acidez neoyorquina de Woody Allen, aplaudo la sutileza de Bernard Shaw y de Oscar Wilde, disfruto de la comedia de Molière y me retuerzo con las guarangadas antiguas de Quevedo, Boccaccio y Aristófanes. ¿Por qué? Porque soy una persona culta. Soy profesor de literatura, castellano y latín. Soy hombre de teatro, estudié exhaustivamente todas las formas del lenguaje y elegí la que mejor cabe a mi personalidad, a mi talento y a lo que me sale de los cojones. Si te gusta, bien, y si no, andá a ver a Landriscina, a Dolina y a Les Luthiers que son geniales y no dicen palabrotas. ¡No me rompan los huevos! Venir a ver a alguien famosísimo por sus puteadas y escandalizarse luego porque dice puteadas excedería la paciencia de un santo. ¡Imagínense la mía! Una actitud así indica que no hay poronga que te acomode, lo cual resulta inexcusable en un país con el 174
Obelisco como símbolo fálico levantado en plena capital de la República. ¡Feliz siglo XXI y que Dios nos coja confesados!
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ÍNDICE
Prólogo ....................................................................................... 7
EL TOUR DEL SIGLO
Tercer milenio: ¡Qué noticia! .............................................. 11 Chips para solitarios ............................................................. 14 To mail or not to mail ........................................................... 16 Premiamos a los primeros: ¡Hable ya! .............................. 18 Cocina de la revista ............................................................... 20 Televisión en cuotas ............................................................. 23 Regalamos un elenco fenómeno......................................... 25 El equipo viene incluido ...................................................... 28 Pericón con historia: ¡Una ganga! ...................................... 31 La identidad es lo que vale ................................................. 35 El año 2000 ya fue .................................................................. 38
OFERTA DE PERSONAJES
Dino .......................................................................................... 43 Mendigo ................................................................................... 47 Cupletista ................................................................................ 53 Millonario................................................................................ 57 Bongocero ................................................................................ 63 Hippie ...................................................................................... 67 Yuppie ...................................................................................... 73 Predicador ............................................................................... 79 Moisés ...................................................................................... 85 179
CALENTITA LA OBRA
Enrique Pinti a domicilio ..................................................... 91 Primer cuadro ........................................................................ 93 Segundo cuadro ................................................................... 103 Tercer cuadro ....................................................................... 109 Cuarto cuadro ...................................................................... 118 Quinto cuadro ...................................................................... 126
0-800-MONOLOGOS
Argentina, ¡qué bien se te ve! ........................................... 133 Tarde piamos ........................................................................ 135 Nuevo gobierno ................................................................... 137 ¿Qué clase de pelotudo es usted? .................................... 139 Los mejores recuerdos ........................................................ 140 Chicos del futuro ................................................................. 142 Manifieste y gane ................................................................ 144 Golpista sexy ........................................................................ 146 Riojano sexy .......................................................................... 148 Ellas también calientan ...................................................... 150 Democracia y cultura ......................................................... 151 Conozca la verdad ............................................................... 153 ¿Recuerdan cuando éramos laburantes? ........................ 155 Patriotas de invierno .......................................................... 157 Policía, policía
.................................................................. 159
YAPA
Tratémonos cordialmente .................................................. 163 Homenaje a la vocación ..................................................... 165 180
También ofrecemos trueques ............................................ 169 Vencidos vencedores .......................................................... 172 ¡Me cago! ............................................................................... 174
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