Desplazados, migraciones internas y reestructuraciones territoriales
© 1999 Centro de Estudios Sociales, CES Facultad...
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Desplazados, migraciones internas y reestructuraciones territoriales
© 1999 Centro de Estudios Sociales, CES Facultad de Ciencias Humanas Universidad Nacional de Colombia Carrera 50 No. 27-70 Unidad Camilo Torres - Bloques 5 y 6 Teléfono: 3681321 Fax; 2225737 Correo electrónico: ces@bacata usc.unal.edu.co
Primera edición, 1999 ISBN: 958-8063-02-7 Coordinación editorial Martha Luz Tirado Este libro fue publicado con recursos provenientes del contrato RC#565-98 celebrado entre Colciencias y la Universidad Nacional de Colombia sede Bogotá, CES. Programa Implantación proyectos de inversión en Ciencia y tecnología. SNCT. Suhproyecto apoyo a Centros y grupos de excelencia Ley 29/90. Impreso y hecho en Colombia Printed and made in Colombia
Desplazados, migraciones internas y reestructuraciones territoriales Eds. Fernando Cubides y Camilo Domínguez
Observatorio Socio-Político y Cultural Centro de Estudios Sociales Facultad de Ciencias Humanas Universidad Nacional de Colombia
Contenido
Presentación Diana Obregón
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Nota introductoria Camilo Domínguez y Fernando Cubides
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Problemas territoriales, migraciones internas y petróleo Estructuración socioespacial de la Amazonia colombiana, siglos XIX-XX Augusto Gómez
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Petróleo y reordenamiento territorial en la Orinoquia y la Amazonia Camilo Domínguez
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Migraciones en torno al petróleo en Casanare Carmen Elisa Flórez
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Migraciones internas y violencia en Colombia: el precio de los equilibrios regionales Norma Rubiano y Eduardo Granados
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Pérdida de lugar, despojo y urbanización: un estudio sobre los desplazados en Colombia Michel Agier y Odile Hoffmann
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DESPLAZADOS, MIGRACIONES INTERNAS Y REESTRUCTURACIONES TERRITORIALES
Redes polifónicas deshechas y desplazamiento humano en el afropacífico colombiano Jaime Arocha
227
Conflictos territoriales y desplazamiento en el litoral Caribe colombiano y el Sinú Jorge Gracia
148
Comentarios Gustavo Montañez
272
Conflicto, paramilitarismo y desplazamiento Civilización y barbarie en el proyecto paramilitar: una mirada desde el sentido común Carlos Guillermo Páramo
293
Una mirada al despeje como experimento Fernando Cubides
208
Cultivos ilícitos, fumigación y desplazamiento en la Amazonia y la Orinoquia Aura María Puyana
240
Universalización del fenómeno de drogas Fernando Franco
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Comentarios Alejo Vargas
290
Migraciones, desplazamientos y crecimiento urbano Población afrocolombina y no afrocolombiana en Cali: segregación, diferenciales sociodemográficos y condiciones de vida Oliver Barbary, Héctor Fabio Ramírez y Fernando Urrea
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CONTENIDO
Dinámica del poblamiento y algunas características de los asentamientos populares con población afrocolombiana en el oriente de Cali Fernando Urrea y Fernando Murillo
337
Desplazamiento forzado y género: trayectorias y estrategias de reconstrucción vital Donny Meertens
406
Desplazados, migrantes y excluidos: actores de las dinámicas urbanas Martha Nubia Bello y Claudia Mosquera
456
Comentarios Luz Gabriela Arango
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Presentación
El sociólogo Norbert Elias afirma que aunque en la sociedad contemporánea existe una gran confianza en la capacidad de las ciencias naturales para someter y controlar a las fuerzas de la naturaleza, no ocurre lo mismo con las ciencias sociales. Predomina una suerte de fatalismo acerca de lo humano que conduce a aceptar la ocurrencia de los fenómenos sociales como si éstos, a diferencia de los naturales, estuviesen más allá de cualquier control. No obstante, convencidos de las posibilidades de las ciencias sociales para comprender los problemas nacionales y para contribuir a indicar posibles salidas a las difíciles circunstancias por las que el país atraviesa, la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia, sede de Bogotá, creó el Observatorio socio-político y cultural con el fin de contribuir al análisis de las transformaciones que la sociedad colombiana ha experimentado durante los últimos años. El Observatorio promueve el debate académico sobre situaciones de coyuntura apoyado en las investigaciones que se adelantan en la Facultad. De esta manera se ofrecen al país, desde las ciencias sociales, nuevas perspectivas e interpretaciones sobre temas de interés nacional. Es así como en el año de 1997 se realizó el primer encuentro del Observatorio, dando como resultado el libro La crisis sociopolítica colombiana: un análisis no coyuntura! de la coyuntura compilado por Luz Gabriela Arango. El segundo encuentro, con
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PRESENTACIÓN
el nombre que da título a este libro, tuvo lugar durante los días 5 a 7 de mayo de 1999. En éste se examinó el problema de los desplazamientos de población en una perspectiva tanto de larga como de corta duración. En el simposio se analizaron no solamente los fenómenos de desplazamiento provocados por el conflicto armado, sino también un conjunto de problemas como las migraciones internas producidas por el auge petrolero, las cuestiones planteadas por el despeje como situación inédita y los procesos de colonización relacionados con los cultivos ¡lícitos y con las políticas de represión. Así mismo se examinó el tema de la defensa de territorios ancestrales por parte de grupos no-blancos y se analizaron las consecuencias que acarrean los flujos de población en los sectores urbanos que los acogen, así como los efectos de los desplazamientos desde el punto de vista de las relaciones sociales y familiares. El presente libro reúne la mayoría de las ponencias que se presentaron en el simposio. Hubiésemos querido publicar todos los trabajos, pero ni el espacio ni los recursos lo permitieron, así es que debimos realizar una selección. En cualquier caso, deseo agradecer a todos los ponentes por sus presentaciones, a Fernando Cubides, a quien se debió la ¡dea original de este simposio, y a los demás miembros del comité académico, Luz Gabriela Arango, Camilo Domínguez y Augusto Gómez, por su compromiso con una actividad académica que trasciende los límites del campus universitario, al profesorTelmo Peña, decano de la Facultad de Ciencias Humanas, y al Consejo Directivo de la Facultad por su apoyo permanente a esta iniciativa. Igualmente estamos reconocidos con el Ministerio de! Interior por su oportuna ayuda y con la Federación Nacional de Cafeteros por su contribución durante la realización del simposio. Así mismo, mis agradecimientos al equipo del CES conformado por Sonia Alvarez, Fernando Visbal, Rosalba Meló, Ángela Díaz, Margarita Villada y Miller Mora, quienes dedicaron largas jornadas a la organización de este evento. 12
DIANA OBREGÓN
Ahora bien, el día 4 de mayo de 1999, en vísperas de iniciar el encuentro que dio lugar a este libro, cayó asesinado, en su propia oficina del instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia, el antropólogo Hernán Henao. En esos mismos días nos preguntábamos aterrados por la suerte que habría corrido el historiador Darío Betancur, profesor de la Universidad Pedagógica Nacional, sólo para enterarnos algunos meses más tarde que había sido asesinado después de haber sido secuestrado y torturado cruelmente. Y en el momento de editar este volumen, nos abate la noticia del asesinato del profesor Jesús Antonio Bejarano, frente a su propio salón de clase de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional en Bogotá. Tres destacados científicos sociales, profesores de universidades públicas, son asesinados en menos de cuatro meses ante la mirada atónita de colegas y estudiantes. Si se trata, como parece, de silenciar de una vez por todas la voz de las ciencias sociales, respondemos al unísono que por ningún motivo estamos dispuestos a suspender el estudio y análisis de la sociedad colombiana, aunque en ello nos vaya la vida. Que este libro sea un modesto homenaje a su memoria. Diana Obregón Directora CES Universidad Nacional
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Nota introductoria
En Colombia ha sido tanta la violencia y la sangre vertida que muchos han llegado a la aceptación de una tesis pseudocientífica sobre una supuesta criminalidad genética en la mayor parte de nuestros connacionales. El desconcierto nos ha llevado a desempolvar los tratados de biocriminalística para explicarnos, con ayuda de los genes, aquello que sólo puede explicarse como historia de la desigualdad y el abuso del poder. Al hablar de "criminales natos" en realidad estamos escondiendo las profundas fallas sociales que propician y encubren el crimen. Desde la colonia nos acostumbramos al Estado patrimonial, donde unos pocos tienen el usufructuó de prebendas amparadas en el poder estatal, mientras que a la gran mayoría se le aplican leyes casuísticas, que cambian constantemente de acuerdo con los intereses de la clase parasitaria. Un efecto similar se consigue dejando de aplicar la ley para favorecer los mismos intereses individuales, destruyendo así el principio de igualdad legal que es básica para mantener la hegemonía estatal en el uso de la fuerza. Cuando existe el desamparo legal tiende a procucirse la "vendetta" particular del ofendido, dando inicio a un círculo vicioso de retaliaciones que sólo puede ser detenido cuando el Estado asume el papel de arbitro con justicia para todos. El ciudadano del Estado-nacional moderno solamente existe cuando está amparado en el principio de la igualdad ante la ley.
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NOTA INTRODUCTORIA
Lo más grave del patrimonialismo en Colombia es que generalmente se ha utilizado para expropiar las tierras valorizadas por el trabajo del indígena o el campesino, por medio de títulos fraudulentos o fomentando la violencia. En gran medida, las guerras civiles del siglo pasado fueron guerras de expropiación en las cuales el botín de guerra de los vencedores eran las tierras de los vencidos. La Violencia (con mayúscula) de los años cincuenta se realizó casi exclusivamente en las regiones cafeteras, con ayuda de paramilitares (pájaros), buscando la expropiación de los pequeños caficultores y su migración a ia ciudades. Actualmente, la violencia de fin de siglo, con sus migraciones forzadas hacia los grandes centros urbanos, esconde principalmente las expropiaciones de tierras agrícolas para tornarlas ganaderas, o el control territorial de las regiones productoras de coca o amapola con el objetivo de adueñarse de la producción, el "gramage" o el tráfico. El Estado se debilitó a sí mismo al aceptar durante muchos años la violencia parainstitucional, pues el Leviatán descontrolado generó otras violencias, cada una con su propia autonomía, que, finalmente, inutilizaron el aparato, ya que ninguna de las fuerzas en conflicto lo acepta hoy como arbitro neutral. Fueron algunos investigadores, en principio, y luego un ente como la Conferencia Episcopal de Colombia quienes encendieron las alarmas acerca de la naturaleza y dimensiones del desplazamiento forzado. No se trataba ya de flujos episódicos, de fluctuaciones muy localizadas en tanto duraran los combates, sino de un movimiento de mayor amplitud y de mayor durabilidad que sólo podía equipararse (habida cuenta de las proporciones) con los que se habían producido en períodos anteriores de intensa y abierta confrontación armada, como la guerra de los Mil Días. Pero además de sus características protuberantes denotaban que, por parte de los actores armados, inducir, propiciar y forzar el despalzamiento es pieza de
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CAMILO DOMÍNGUEZ - FERNANDO CUBIDES
una estrategia de control territorial. Tras la brutalidad hay un cierto método, un cálculo de los efectos y de los dividendos y se hace imperativo entonces referirlo a ciertas constantes en la construcción del territorio de nuestras regiones como un espacio social. Los primeros recuentos estadísticos acerca de la ola más reciente del desplazamiento, presentados en una publicación de la Conferencia Episcopal en 1994 y editados como libro en 1995, además de los trabajos previos de Diego Pérez y de Flor Edilma Osorio, conmovieron por la magnitud y lo amplio de la cobertura regional del problema. A partir de allí nuevos estimativos mostraban el incremento sostenido de la cifra inicial (cercana al millón de personas) y una expansión regional también sostenida. De ahí que la formulación temática del presente Observatorio tenga un rango de generalidad y apunte a estas constantes, procurando abarcar en alguna medida la "larga duración" a la vez que regiones fisiográficas y geográficas en su sentido más amplio, pero sin escatimar la posibilidad de abordar lo más puntual y lo más inmediato. La representatividad de los "casos" puntuales puede discutirse, y eso está desde luego dentro de los presupuestos. A la vez, se ha ¡do construyendo un consenso acerca de la necesidad de una mirada amplia en el tiempo y en el espacio acerca de la regiones expulsoras netas de población y las regiones receptoras, el viejo tópico de las "dos colombias". Eso implica una mirada sobre el grado de integración social y regional del país, que de cuando en cuando llega a filtrarse en la retórica de los políticos más visionarios, y que es tomada aquí para comenzar a ofrecer lincamientos explicativos. El gigantesco problema de los desplazados y la reestructuración violenta del territorio nacional es de una gran complejidad. Sin embargo, necesitamos entenderlo a muy corto plazo ya que la solución no da espera y para obtenerla debemos sa-
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NOTA INTRODUCTORIA
ber cómo enfrentar un fenómeno tan complejo. Pero tal como lo demuestran los numeroso enfoques presentados en el Observatorio, son tantos los aspectos que se deben analizar que se requiere un verdadero ejército de investigadores para lograr acercarnos a un diagnóstico general válido. Lastimosamente, en nuestro país sobran ejércitos de numerosos tipos pero siempre falta el de investigadores. Camilo Domínguez Fernando Cubides CES - Universidad Nacional
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Problemas territoriales, migraciones internas y petróleo
Estructuración socio-espacial de la Amazonia colombiana, siglos XIX-XX Augusto Gómez Profesor asociado - IMANI Instituto Amazónico de Investigaciones
Presentación Dentro de la historia regional amazónica, uno de los fenómenos más importantes ha sido la creciente ocupación de su espacio desde la década de 1870, cuando se adelantó la explotación de las quinas silvestres en el piedemonte del Caquetá y Putumayo, a la que le siguió la del caucho, lo mismo que sostenidos procesos de colonización, especialmente en el piedemonte, que pronto dieron lugar a establecimientos, fundaciones y núcleos de población permanentes, que fueron adquiriendo la condición de centros político-administrativos regionales. La dramática disminución de la población nativa que se observa desde entonces, ha estado asociada, sin duda, con los patrones laborales coercitivos impuestos a la población aborigen durante los ciclos extractivos, lo mismo que por el contacto y el contagio de enfermedades y con las presiones territoriales ejercidas por las crecientes olas de inmigrantes que, a partir de esa época, ingresaron a la región. En el piedemonte del Caquetá surgieron asentamientos de colonos, lo mismo que fundaciones y pueblos a comienzos del siglo XX, cuando ya la población indígena prácticamente se había extinguido: el contacto y el contagio de enfermedades, lo mismo que la trata de esclavos
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ESTRUCTURACIÓN SOCIO-ESPACIAL DE LA AMAZONIA COLOMBIANA
nativos fueron, inicialmente, las causas de su extinción desde el siglo XVII. De todas maneras, es observable la disminución de la población amazónica aborigen, en su conjunto, al ritmo de los procesos de ocupación emprendidos desde finales del siglo XIX y a lo largo del siglo XX. En el Putumayo, y específicamente en el Sibundoy, más que la extinción misma de la población aborigen, es notorio el desplazamiento interno de familias indígenas al ritmo del avance de la ganadería vacuna, desde que las misiones capuchinas ingresaron en el Putumayo. Los documentos aluden a las quejas reiteradas de los indios por el avance de los ganados en detrimento de sus cultivos y, desde luego, de su territorialidad. El profesor Camilo Domínguez nos ha mostrado cómo la población amazónica colombiana creció ocho veces y media en cuarenta y siete años: pasó de 50.738 hectáreas en 1938 a 428.069 hectáreas en 1985. Este crecimiento puede atribuirse, en parte, al estímulo causado por las inversiones y por la apertura de nuevas vías de comunicación que dejó la guerra con el Perú, pero fundamentalmente debe atribuirse al descenso, desde el claustro andino, de un gran número de personas y de familias expulsadas durante el período de la llamada "violencia en Colombia", lo mismo que por el avance de la agricultura capitalista, especialmente en los valles del Tolima, Huila y Valle del Cauca, obligando a esas masas campesinas a buscar parcelas de recomposición en las áreas de colonización del Oriente durante las décadas de 1950 y 1960 (DOMÍNGUEZ, 1989; p.99). Los procesos de colonización y de surgimiento de centros de población, es decir, de creación de espacios permanentes, se ha concentrado esencialmente en el piedemonte del Putumayo y Caquetá: "La Amazonia Occidental muestra una mayor dinámica poblacional. Entre 1938 y 1985 creció diez veces, pasando de 36.602 habitantes a 369.593 habitantes; de ahí que concentra el 86.3% de toda la población amazónica"
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AUGUSTO GÓMEZ
(DOMÍNGUEZ, 1989; p.99). Según el censo de 1993, "la población del Caquetá (con una extensión de 88.965 km2) era de 311.464 habitantes, de los cuales 143.144 corresponden a las cabeceras municipales y 168.320 al sector rural" (SINCHI, 1998; p.3). En cuanto al Departamento del Putumayo, con una extensión de 24.885 km2, y según el censo de 1993, su "población era de 204.309 habitantes, de los cuales 70.718 correspondían a las cabeceras municipales, y 133.591 al sector rural" (SINCHI, 1998; p.4).
Además de la distribución no homogénea de la ocupación del espacio amazónico, debe establecerse que esa ocupación regional ha estado ligada a dos procesos estructuralmente diferenciados: de un lado a procesos económicos y sociales extractivos y del otro a procesos de colonización, es decir de construcción de espacios rurales y urbanos de carácter permanente. La comprensión de estos dos procesos cualitativamente diferenciados es central para el cabal conocimiento histórico de la región, lo mismo que para el entendimiento de los conflictos regionales. Consideraciones acerca de las características de la ocupación reciente de la Amazonia y los conflictos regionales En el curso de las últimas décadas la región amazónica ha sido considerada "ZONA ROJA", como se ha acostumbrado llamar, en lenguaje militar a las áreas caracterizadas por intensos conflictos, incluidos los enfrentamientos de tipo bélico. En efecto, la historia regional amazónica reciente se ha caracterizado por los recurrentes enfrentamientos del ejército con la guerrilla, y de la guerrilla con los narcotraficantes y grupos paramilitares, dentro de un espacio que alberga la mayor superficie sembrada de cultivos ¡lícitos en Colombia y a cuya siembra, recolección, procesamiento y comercialización se ha ve23
ESTRUCTURACIÓN SOCIO-ESPACIAL DE LA AMAZONIA COLOMBIANA
nido vinculando, a partir de los años setenta, una considerable población que, atraída por la bonanza o simplemente desplazada de otras áreas en conflicto, ha confluido en la región. Las llamadas "marchas de campesinos cocaleros del Guaviare, Caquetá y Putumayo" realizadas a mediados del año 1996, mostraron al país la intensidad y gravedad de uno de los conflictos sociales que agobian la región. Desde tiempo atrás, la Amazonia arrastra otros conflictos sociales igual de graves, que secularmente enfrentan a indígenas con colonos y a colonos con grandes y medianos especuladores de tierra, dentro de un contexto en el cual el Estado, en el mejor de los casos, expide leyes y normas que no tienen efecto alguno sobre la realidad regional, sencillamente porque allí son otras las fuerzas que ejercen el control social. Pero, ¿cómo hemos llegado a hacer de la Amazonia el principal productor de coca, y el escenario principal de la guerra o de las guerras que hoy vive Colombia?... el problema no es la geografía amazónica: el problema fundamental es el tipo de sociedad que hemos venido construyendo en esa región, a la cual secularmente hemos convertido en tierra de los desterrados. Ya a finales del siglo XVIII confluían allí esclavos huidos de las minas y haciendas del Cauca, que dieron lugar, por entonces, a los establecimientos de Cascabel y Cascabelito (véase Palenques: A.G.N.; Sección Colecciones; Colección Bernardo J. Caicedo; volumen único; caja No. 23; folios 1-91; años: 1 7951803; Documento No. 3, "Misiones"). En el transcurso del siglo XIX, las guerras civiles expulsaron allí a muchos de quienes huían de las derrotas y de la persecución política. El caso de José María Obando ha sido el más conocido, pero fueron muchos los individuos que, huyendo de las retaliaciones políticas, encontraron en las selvas orientales un lugar de refugio. El caso de los hermanos Gutiérrez, quienes
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AUGUSTO GÓMEZ
crearon los establecimientos de La Perdiz (base de la posterior fundación de Florencia) y Tres Esquinas, constituye otro ejemplo de lo que debió ser un fenómeno más frecuente. A finales del siglo XIX, un número indeterminado de familias indígenas del Alto Ñapo tuvieron que internarse en el Putumayo, cuando los jesuítas quemaron sus viviendas para obligarlos a poblar en el lugar donde éstos fundaron sus misiones. Desde la década de 1920, las presiones que sufrieron y sufren los indígenas y campesinos de Nariño por sus tierras de resguardo y sus minifundios,, lanzó y sigue lanzando a muchos de ellos hacia el Putumayo. A comienzos del siglo XX, la expulsión de los indígenas de sus tierras del Caguán y Caguancito, cerca de Neiva, , los obligó a buscar nuevas tierras en el piedemonte, lugar que hoy se conoce, precisamente, como El Caguán. También ios desplazamientos promovidos por el mismo Estado, como el de Yaguará, Caquetá, realizado mediante el traslado de varias familias indígenas desde el resguardo de Ortega, Tolima, por parte del ejército en su acción contrainsurgente durante la violencia de los años cincuenta, han contribuido deliberadamente a configurar la región amazónica como espacio de los desplazados (citado por: FAJARDO, Darío en su obra Espacio y Sociedad, 1993; pp. 245-246). La persecución sistemática de las Fuerzas Armadas a los campesinos del Sumapaz durante los años cincuenta (Pandi, Icononzo, Carmen de Apicalá y Cabrera), que más tarde darían fundación a las FARC, desplazados y refugiados en El Pato, San Vicente del Caguán, Puerto Rico y Guacamayas (VALENCIA, 1998; pp. 134,135) es otro de los ejemplos de la historia regional reciente que caracteriza las condiciones en las cuales han confluido allí los "forasteros", que poco a poco fueron dando lugar a nuevos establecimientos temporales y/o permanentes.
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ESTRUCTURACIÓN SOCIO-ESPACIAL DE LA AMAZONIA COLOMBIANA
Éstos y otros muchos ejemplos, como el desplazamiento hacia el Caquetá y Putumayo de gran parte de los miembros del M-19 por el año 1979, después del robo de las armas del Cantón Norte, advierten la condición de perseguidos, de desplazados, de una apreciable porción de individuos, familias y grupos humanos que han confluido en la Amazonia, convirtiéndola en tierra de los desterrados. No ha sido, entonces, la geografía amazónica, "la selva devoradora de gentes", como literariamente lo expresara el autor de La Vorágine, sino las circunstancias políticas y sociales bajo las cuales se ha condenado y obligado a desplazarse a un significativo número de familias y grupos humanos hacia la Amazonia, lo que históricamente la ha convertido en el lugar de los despojados, de los desplazados, de los indeseados, en "ZONA ROJA", en una región de intensos conflictos. Ese "lugar", que hoy sigue manteniendo la Amazonia dentro del contexto geopolítico colombiano, como espacio de los perseguidos y de los condenados, ha sido también el resultado de políticas carcelarias estatales... el Estado mismo eligió la Amazonia como espacio de confinamiento, como el lugar óptimo para la reclusión de personas consideradas, social o políticamente peligrosas, y creó allí sus colonias penales. Desde finales del siglo XIX se pensó en los territorios orientales para la fundación de colonias penales y agrícolas. El padre José de Calazans Vela, sugirió de manera específica, la creación de dos colonias, una en San Pedro de Arimena y otra sobre el Ariari (CALAZANS, José de, 1988, Dos viajes por la Orinoquia colombiana.1889-1988. Ediciones Fondo Cultural Cafetero. pp.177-178). A comienzos del siglo XX (en el año 1906), Villavicencio fue escogida como capital de la Intendencia Nacional del Meta, por Decreto 290 del 8 de marzo, unidad político-administrativa "creada por el general Reyes como territorio sometido a un "régimen militar especial", dependiente del 26
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Ministerio de Guerra, con ciertos fines de previsión política y de escarmiento para los desafectos con la dictadura" (MOLANO, Alfredo; 1988, Dos viajes por la Orinoquia colombiana.18891988. Ediciones Fondo Cultural Cafetero, p. 186). El mismo general Reyes convertiría a Orocué en la prisión de sus enemigos políticos, y allí fue recluido el mismo Miguel Abadía Méndez, quien más tarde fuera presidente (LEMAITRE, Eduardo, 1981, Rafael Reyes. Biografía de un Gran Colombiano. Banco de la República. Bogotá). En el año 1910 se creó la "Colonia Penal de San Martín"; con ella el Gobierno esperaba "dar muerte a la vagancia, a los disturbios políticos y a nuestras frecuentes guerras civiles" (véase Colonia Penal: "Dato verídico e imparcial rendido al Gobierno para la creación de la Colonia Penal de San Martín". Año 1910. Archivo General de La Nación, Sección República, Fondo: Ministerio de Gobierno, Sección Primera, tomo 645, folios: 425,427). En el año 1919 se creó una colonia penal en el "varadero de la Tagua" con el fin de recluir allí a los penados del departamento del Huila y en 1922 se fundó la colonia penal de Caucayá buscando también, con ello, "hacer presencia en la frontera" con el Perú (véase MONTOYA, 1919; A.G.N. Sec. Rep. Fondo: Mingobierno; Sec. Primera, tomo 842, folios 122-153 y MORA, 1922, A.G.N. Fondo Mingobierno, Sec. Primera; tomo 887, folios 100-118, respectivamente). En 1923 se proyectó la creación de la colonia penal de Puerto Asís y en 1930 fray Fidel de Montclar propuso la creación de la colonia penal y agrícola de La Tagua para confinar allí a "perniciosos y penados de otros lugares": en el artículo 3 que dio creación a dicha colonia se determinó enviar allí a "todos los reos condenados a más de dos años de reclusión o presidio por los tribunales y juzgados de los departamentos del Valle, Caldas, Cauca y Nariño, y los individuos de ambos sexos que por resolución de los Jefes de policía municipales o departamentales, debidamente aprobadas por sus superiores, fueren declarados vagos y perniciosos" (véase MORA, 27
ESTRUCTURACIÓN SOCIO-ESPACIAL DE LA AMAZONIA COLOMBIANA
1923; A.G.N. Sec. República, Fondo Mingobierno, Sec. Primera, tomo 922, folios 34-39 y PINELL, 1930; Mingobierno, tomo 992, folios 158-160, respectivamente). Algunas de estas colonias penales funcionaron por algún tiempo, pues pronto sobrevino el conflicto colombo-peruano y los escasos recursos para su sostenimiento debieron ser destinados para la guerra. No obstante, concluido el conflicto limítrofe se emprendió la tarea de crear de una de las más temidas, la colonia penal de Araracuara. De todas maneras, establecimientos militares como La Tagua siguieron teniendo el papel, a veces subrepticiamente, de lugar de reclusión. En la década de los años 30, en un ambiente caracterizado por las tensiones políticas bipartidistas y por conflictos agrarios y urbanos, las reformas políticas y sociales no se hicieron esperar: concluyó la "hegemonía conservadora", se aprobó la "reforma constitucional" (de 1936), se introdujeron reformas laborales y se establecieron cambios en cuanto a la posesión, propiedad y usufructo de la tierra mediante la expedición de la ley 200 de 1936. Con estas reformas se intentó frenar los conflictos sociales y políticos por entonces existentes y "...fueron los gobiernos liberales a partir de aquí los que más legislación punitiva desarrollaron en corto tiempo y, específicamente, sobre las colonias penales. Fue precisamente el gobierno de López Pumarejo el que dio existencia legal a la colonia penal y agrícola en el Amazonas, bajo el nombre de Nocaimaní, por medio del decreto 2329 de 1935" (USECHE, Mariano; 1993. "El Concepto de Amazonia y la Colonia Penal de Araracuara", p. 87, en: Pasado y presente del Amazonas: su historia económica y social. Departamento de Antropología, Universidad de los Andes). Esta colonia penal funcionó desde el año 1938 hasta 1971, y en ella purgaron sus penas cientos de colombianos acusados de los más diversos delitos y, virtualmente, perseguidos políticos. Debe destacarse que esta reiterada actitud del Estado de
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crear centros de reclusión en la Amazonia, terminó por asociar la región con la delincuencia, como un espacio de condena, imagen que aún persiste en la conciencia de ciertas generaciones de colombianos. Economía extractiva y estructuración socio-espacial de la Amazonia Una buena parte de los problemas de estructuración socioespacial amazónica también está íntimamente asociada con imágenes negativas que hemos interiorizado acerca del espacio amazónico, como tierra inhóspita... una considerable porción de quienes descienden allí, no tiene entre sus planes establecerse de manera permanente en la región, aun viéndose obligados a estar en ella por muchos años... gran parte de este tipo de "pobladores" siempre está de paso, siempre abriga la esperanza de hacer fortuna y retornar a su región de origen, al interior del país, o a otros países... entre sus expectativas no está crecer allí, hacer familia y prosperar junto a ella... Esta situación, que ha caracterizado dramáticamente la historia de la ocupación amazónica en los últimos dos siglos, está tipificada, si se quiere, por lo que Richard Collier expresaba acerca del mismo Julio César Arana, quien hizo su fortuna y vivió gran parte de su vida en la selva amazónica, la que "de principio a fin odió". De hecho, la historia de la "ocupación" (pues en este contexto no puede hablarse propiamente de poblamiento) de la Amazonia colombiana de los dos últimos siglos ha estado marcada por el ingreso de individuos (especialmente de hombres, lo cual también ha sido decisivo, y a veces conflictivo, en cuanto a la configuración social regional) ligados a actividades extractivas, a momentos o ciclos de efímera prosperidad, que podemos resumir en las llamadas "bonanzas" quineras, caucheras, de las pieles, las maderas, el petróleo (Orito-Putumayo), del 29
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oro (Taraira) y, actualmente, de la coca... Acabada la bonanza, la efímera prosperidad, una gran porción de esos individuos abandona la región. Debe insistirse en este fenómeno histórico regional, pues en asocio con imágenes negativas fomentadas acerca de la región amazónica se tiene la convicción de que allí la vida humana, la vida social permanente, no es posible, de tal forma que los grandes crecimientos demográficos regionales que históricamente han acompañado a esos momentos de bonanza, tan sólo son un espejismo, pues con la aparición de los primeros signos de crisis esos habitantes, generalmente de vida trashumante, que no arraigan ni construyen infraestructura permanente, migran hacia otras regiones en busca de mejor suerte. Este comportamiento, que ha caracterizado buena parte de las corrientes de inmigrantes en la Amazonia desde las últimas décadas del siglo pasado, está también asociado con el reiterado patrón extractivo que ha caracterizado secularmente la economía regional amazónica. Se trata, en lo fundamental, de la explotación de los recursos naturales regionales (minerales, animales y vegetales) silvestres o cultivados, que en diferentes momentos históricos han adquirido fuerte demanda en los mercados internacionales, alcanzando en ocasiones fabulosos precios, pero con la característica fundamental de que los beneficios obtenidos de la explotación, transporte y comercialización de esas riquezas, "no se materializan en la región misma" y, por el contrario, fluyen a otras regiones y a otros países (véase al respecto DOMÍNGUEZ, GÓMEZ, 1990). Ese patrón, el del extractivismo, constituye la constante histórica económica regional de los últimos siglos, y hasta el presente, y explica en el largo plazo la pobreza y la miseria de sus habitantes, tanto indígenas como mestizos... Más aún: ha sido ese patrón de la economía extractiva el que ha empobrecido la región hasta el punto de que la principal riqueza existente en 30
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ésta, su gente, ha sido también traficada, vendida y trasladada a otras regiones y a otros países, como fuerza de trabajo esclava. Entonces no ha sido el supuesto aislamiento de la región amazónica lo que la ha mantenido en la pobreza, ni mucho menos que por este supuesto aislamiento sus recursos no hayan sido explotados. De hecho, desde el mismo siglo XVI se ha extraído de allí, del Putumayo, oro, de donde desde entonces no ha dejado de extraerse. La fiebre del oro volvió a reactivarse en años recientes con motivo del descubrimiento de los yacimientos aluviales de Taraira, y en épocas pasadas se obtuvo también de Curiplaya o "Playa del Oro". El intercambio y el comercio de las pieles de animales tiene una larga historia (desde el período prehispánico) y, en el contexto de la economía de mercado, dicho comercio fue más intenso durante las décadas de los años cincuenta y sesenta del presente siglo, cuando estuvo de moda entre las damas de Europa y de los Estados Unidos llevar literalmente un tigre o jaguar en sus hombros, o cuando el calzado italiano cobró gran fama internacional, lo mismo que las carteras de cuero y otros muchos elementos en que resultaban convertidas las pieles de animales amazónicos. Los casos de la quina, del caucho, de las maderas, de la fauna viva (peces, mariposas, serpientes, loros, guacamayas, tucanes, pájaros de todas las especies, etc.), del petróleo y ahora la coca, hacen parte de la extensa lista de productos que, históricamente, han sido objeto de extracción y de comercialización, procedentes de la selva amazónica colombiana, sin que esa riqueza efectivamente se haya traducido en bienestar para sus habitantes. Ha sido esa economía extractiva el patrón dominante con base en el cual se ha hecho la explotación de los recursos regionales, y ese mismo patrón es el que impera hoy en el cultivo, recolección, transporte y comercialización de la base de coca y de la cocaína. En este orden de ¡deas, y más allá del carácter ¡lícito de esta actividad, es decir, en términos estrictamente eco31
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nómicos, lo que queda en la Amazonia es exiguo, de tal manera que los grandes beneficios económicos que por este concepto se generan, no se fijan, no se materializan en la región misma, pero su producción sí genera ostensibles transformaciones socio-espaciales y, por supuesto, dramáticos impactos y conflictos sociales, además del drástico daño ambiental. Las acciones represivas ejercidas por la Policía en los últimos años contra los cultivadores y los cultivos de coca en el piedemonte amazónico, incluidas, claro está, las fumigaciones con gl¡fosato, han generado un desplazamiento progresivo de los cultivos hacia las partes más orientales de la selva, alejándose cada vez más del piedemonte. Este hecho tiene varias implicaciones de carácter medioambiental, siendo una de ellas la devastación acelerada de la selva con el fin de establecer cultivos de coca en nuevas áreas, donde aún no se realizan las fumigaciones. De otro lado, el desplazamiento de dichos cultivos hacia el Oriente significa la utilización de suelos considerablemente mucho más frágiles y pobres que los del piedemonte, (en especial cuando tocan los suelos arenosos que han sido producto del aplanamiento del Escudo de las Guayanas, como casi todos los suelos del Vaupés, sur del Guaviare y oriente del Caquetá), suelos con una productividad comparativamente mucho más baja, lo cual podría estimular la destrucción de áreas más amplias, como virtualmente parece estar ocurriendo. De tal manera que, de persistir la demanda internacional y los precios favorables, y de persirtir la política de fumigación de los cultivos, el impacto de los venenos se extendería cada vez más hacia el interior de la selva. Como quiera que sea, quedarán las consecuencias del más diverso orden, entre ellas las de los venenos fumigados. De todas maneras, y desde un punto de vista histórico regional, la bonanza de la coca constituye otro de los ciclos extractivos que no sembrará riqueza en la región, sino, por el contrario, entra32
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remos al siglo XXI intentando vislumbrar las consecuencias dejadas por dicha bonanza, entre las cuales vale la pena llamar también la atención sobre las nuevas enfermedades y epidemias que por ahora no tienen identificación clínica, porque pasivamente hemos permitido el envenenamiento de nuestros territorios. También, y como parte de los efectos del ciclo de la coca, es previsible el surgimiento de nuevas enfermedades, porque allí donde han confluido miembros de grupos humanos tan diversos, habitando en condiciones de extrema miseria, con hambre, sin las mínimas condiciones sanitarias, en medio de ambientes cantineros y de prostitución, además de las fumigaciones, es factible prever graves patologías... Por lo pronto, la leishmaniasis, la hepatitis "B" y el sida son enfermedades en aumento en nuestra Amazonia, aunque dichas enfermedades no sean hoy las principales causas de la morbilidad y mortalidad en la región, como sí lo siguen siendo las enfermedades respiratorias como la tuberculosis, las enfermedades diarreicas, de la piel diferentes a la leishmaniasis y muchas otras enfermedades asociadas fundamentalmente con el hambre y con la falta de infraestructura sanitaria (véase al respecto GÓMEZ, SOTOMAYOR, LESMES, 1998). La c o n s t r u c c i ó n d e espacios p e r m a n e n t e s : colonización-urbanización Además de los conflictos territoriales y sociales inherentes a la producción y comercialización de la coca, la Amazonia colombiana viene arrastrando otros conflictos ya seculares, relacionados con la posesión, uso y propiedad de la tierra. Estos conflictos tienen su origen desde el siglo XIX, cuando el Estado adelantó la concesión de extensos terrenos, los cuales, bajo la figuras jurídicas de "Baldíos" y de "Bosques Nacionales", fueron objeto de explotación, especialmente para la extracción de quinas y gomas silvestres. Más tarde, en el curso del siglo XX, 33
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con el progresivo proceso de colonización, surgieron posesiones de hecho, en su mayoría carentes de títulos notariales y registros, lo cual sirvió a los "geófagos" o "comedores de tierra', a los especuladores fundíanos para apropiarse de terrenos valorizados por las mejoras ya realizadas por colonos, repitiéndose allí lo que comúnmente ocurre en las fronteras de colonización: la expulsión reiterada de los primeros ocupantes que han incorporado valor a la tierra, surgiendo, en consecuencia, fuertes conflictos pues, como ya lo sabemos, toda frontera de colonización es espacio de conflictos y de violencia. En el curso de las últimas décadas, con la creación legal de resguardos y reservas indígenas (recuérdese que durante el gobierno de Virgilio Barco, mediante resolución No. 030 del 6 de abril de 1988, expedida por la Junta Directiva del INCORA, se hizo entrega a los indios del resguardo del Predio Putumayo, "con una extensión de 5.230.000 hectáreas", en favor de los indígenas huitoto, bora, ocaina, etc. (véase República de Colombia, 1988), con la creación legal de Parques Naturales Nacionales (como el parque natural nacional de Chiribiquete, con una extensión de 1.280.000 ha, el parque nacional más grande del país, y el Parque de Amacayacu) con reservas forestales, "...con la creación de reservas campesinas destinadas a la dotación de tierras a campesinos y colonos a partir de los baldíos nacionales" y con la creación de nuevos municipios cuyo nacimiento como tales "...ha obedecido históricamente a consideraciones de tipo político-burocráticas" (como Carurú, Pacoa, Taraira, Miraflores y Cumaribo" éste y otros aspectos afines han sido planteados por FRANCO, Fernando en su texto Municipio Amazónico: un modelo sin armar, 1997; pp. 1,6,7,9), "sin posibilidades reales de sobrevivencia", y creados sobre grandes extensiones territoriales, todo esto, ligado con la informalidad jurídica del uso y propiedad de la tierra fomentada por los cultivos ¡lícitos (FRANCO, 1997; pp. 9,10). Todo esto hace que hoy en la Amazonia el uso y propiedad de la tierra sean factores de conflicto y de violencia cotidianos. 34
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En síntesis, la frecuente superposición de territorialidades entre las jurisdicciones municipales, parques nacionales, reservas forestales, reservas y resguardos indígenas, etc., es y será motivo de intensas disputas, sumadas a las que surgirán en el inmediato futuro con las concesiones que el Estado ha hecho y hará a empresas petroleras para la exploración y explotación de hidrocarburos y virtualmente de otros recursos mineros. Por último, es necesario destacar que, dentro del contexto histórico regional amazónico del siglo XX, uno de los hechos más significativos es el proceso de urbanización de la selva, ligado al surgimiento de una sociedad mestiza de profunda raigambre amazónica, fenómeno social que ya advirtiera en años pasados el investigador Darío Fajardo ("Territorialidad y Estado en la Amazonia colombiana", pp. 249,250; en Espacio y Sociedad, 1993). Apenas iniciándose el presente siglo, fueron surgiendo establecimientos de carácter permanente en el piedemonte amazónico cuyos fundadores o pioneros se habían ¡do desprendiendo de los Andes. Oriundos de Nariño, del Cauca, del Huila y del Tolima y desplazados por otras violencias (la guerra de los Mil Días, por ejemplo), fueron animando la vida regional sobre la base del cultivo, de la ganadería y del comercio, dando lugar a aldeas y pueblos que poco a poco tuvieron su fundación formal, como Florencia en 1912, Puerto Asís, también en 1912, lo mismo que Puerto Rico y San Vicente del Caguán (véase DOMÍNGUEZ, GÓMEZ, 1994; pp.231237). Años más tarde, pasado el conflicto colombo-peruano y después, durante el período llamado de "La violencia", otros individuos y familias contribuyeron a fomentar las poblaciones originales e incluso fueron la base para el surgimiento de nuevas poblaciones. Dentro del contexto de la Segunda Guerra Mundial, surgieron otras fundaciones o sencillamente algunas de ellas se fueron consolidando, como Mitú, Calamar y San José del Guaviare.
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ESTRUCTURACIÓN SOCIO-ESPACIAL DE LA AMAZONIA COLOMBIANA
Han transcurrido casi cien años desde que este importante proceso de conformación de establecimientos permanentes se iniciara allí en la selva, y hoy esas poblaciones, junto con Leticia, Puerto Leguízamo y Mocoa de vieja fundación [dei siglo XVI] constituyen un anillo a partir del cual se ha venido realizando, y sin duda se seguirá realizando, el proceso de incorporación permanente de la selva. En este orden de ¡deas, el futuro mismo de la selva dependerá fundamentalmente de las condiciones de vida que padezcan o disfruten estas poblaciones, es decir, de la inversión social que se haga en favor de estos núcleos de población. Recuérdese que la miseria sólo crea más miseria, de tal manera que la consolidación de esas poblaciones mediante la creación de empleo productivo, y mediante inversiones en salud, educación, recreación, etc., prometerán una relación más armónica de esa población típicamente amazónica con su entorno. Se trata de una población fuertemente arraigada en la región, e incluso nacida allí hace dos o tres generaciones, orgánicamente integrada a la selva, cuya reproducción económica ha sido posible gracias a la agricultura, a la cría de animales, al transporte fluvial, al comercio en poblaciones ribereñas, etc. En síntesis, desde la segunda mitad del siglo XIX se han venido produciendo apreciables movimientos de población hacia la región amazónica colombiana, tanto por la atracción generada por las bonanzas económicas de ciertos productos, como por el extrañamiento de individuos y familias desde el claustro andino. El Estado también ha contribuido con sus políticas de traslados masivos de grupos humanos, lo mismo que con sus políticas carcelarias y de confinamiento a ia construcción de una región, hoy caracterizada por la existencia de grupos insurgentes y cultivos ¡lícitos, a lo que se suman otras problemáticas sociales como la precariedad, inestabilidad y miseria de los establecimientos humanos vinculados a la producción de la coca
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y a la extracción del oro, lo mismo que la pobreza y hacinamiento en los centros urbanos. Todo esto dentro de un contexto de presiones internacionales, de acciones paramilitares, de ajustes de cuentas, de justicia privada, de conflictos étnicos y territoriales. Hoy continúan llegando allí aventureros, buscadores de fortuna, lo mismo que los despojados, los perseguidos y los desplazados por otras violencias, por otra de las guerras civiles no declaradas, que, como las del siglo pasado o la de las décadas de los años cuarenta y cincuenta, ha tenido por finalidad desterrar de las áreas rurales económicamente activas (y hoy también de las áreas urbanas), en acelerado proceso de valorización, a indígenas y campesinos, sobre cuyas tierras continúa el proceso de expansión de empresas agrícolas, de haciendas y plantaciones.
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Petróleo y reordenamiento territorial en la Orinoquia y la Amazonia Camilo Domínguez CES - Universidad Nacional
R e o r d e n a m i e n t o en el P u t u m a y o Debido a las gigantescas ganancias que produce y a las enormes transformaciones que ocurren sobre las regiones en donde actúa, el petróleo tiene efectos explosivos sobre una sociedad y su espacio. En regiones como la Orinoquia y la Amazonia, en donde hay muy bajas densidades demográficas y la presencia del Estado es prácticamente simbólica, las compañías petroleras se convierten en el factor determinante en los procesos de ordenamiento espacial. Directa o indirectamente destruyen grandes superficies y las vuelven a recrear para adecuarlas a sus demandas; igualmente, destruyen, reubican y, especialmente, crean nuevas comunidades que se convierten en sus fuentes de labor y de servicios. La dependencia económica de esas comunidades se vuelve tan asfixiante que las compañías petroleras se convierten en la verdadera ley1. En la década de los 50, cuando se inician las prospecciones petroleras en la intendencia del Putumayo, ese territorio amazónico sólo tenía el antiguo carreteable, construido entre los años de 1934 a 1954, que llegaba de Pasto a Puerto Asís pasanVéase al respecto: DOMÍNGUEZ, Camilo. 1969. Puerto Asís, Putumayo. Migración, urbanización y conflicto. Monografía de grado, Dpto. de Sociología, Universidad Nacional. KIMERLING, Judith. 1993. Crudo amazónico. Abya-Yala, Quito. GÓMEZ, Nelson et al. 1992. Tempestad en la Amazonia ecuatoriana. CIESA, Quito.
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do por Mocoa. Según el censo de 1 951, en toda la intendencia había una población de 28.105 habitantes2 -con una densidad un poco mayor de 1 hab/km 2 - concentrados en su mayoría a lo largo de la vieja carretera y de los ríos navegables cercanos a ella 3 . Entre los años de 1952 y 1956, cuando se completó la carretera de Pasto a Puerto Asís, el número de fincas en la zona aumentó de 5.388 a 17.911, siendo el período de mayor crecimiento porcentual en los asentamientos agrarios4. A finales de los años 50, el Putumayo comienza a recibir una ola creciente de migrantes provenientes del interior. Inicialmente campesinos expulsados por la violencia y por la tecnificación del campo y, luego, colombianos de todas las categorías y estratos atraídos por la posibilidad de conseguir trabajo bien remunerado en las petroleras y como negociantes y especuladores urbanos y rurales. Visto en retrospectiva resulta imposible sopesar la intervención de los factores que expelieron o impelieron esas migraciones; más aún cuando ellos se combinaban en forma de expulsión-atracción 5 . A partir de 1964, cuando se inician las explotaciones definitivas en los campos de Orito y El Temblón (La Hormiga), se da un nuevo impulso a las migraciones. Debido a que los pozos requieren de vías de comunicación, tanto para entrar la maquinaria como para el mantenimiento de las bombas y los oleoductos que llevan el petróleo a los tanques de almacenamiento,
1
DAÑE. Censo de 1951. Bogotá. 1952. ' Véanse al respecto: BRUCHER, Wolfgan. 1974. La colonización de la selva pluvial en el piedemonte amazónico de Colombia: el territorio comprendido entre el río Ariariy el Ecuador. IGAC, Bogotá. CRIST, Raymond; NISSLY, Charles. 1974. Eastfrom the Andes. University of Florida. Social Sciences Monograph, number 50. 1 WESCHE, Rolf. 1980. Receñí Oil Production, Export and Transpon in Columbia and Ecuador. Inédito. ' Al intentar aplicar Las leyes de la migración de E. G. Ravenstein o Las teorías sobre la migración de Everett Lee, encontramos fuertes inconsistencias entre la teoría y la realidad.
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esas carreteras estimularon nuevas corrientes de colonos que buscaban tierras para incorporarse o reincorporarse a la producción campesina6. Muy pronto la pequeña ciudad de Puerto Asís, que fue el núcleo primario de mercado para los colonos, quedó muy lejos, alcanzándose el límite de rentabilidad 7 . Para restablecer el equilibrio entre producción, circulación y consumo, los mismos colonos y los comerciantes se encargaron de impulsar la colonización urbana8, creando nuevos pueblos al occidente del río Putumayo, como Orito, La Hormiga y San Miguel, ampliando la malla económica y demográfica regional e introduciéndose en la economía mundo 9 . Esa colonización, vinculada totalmente al mercado, estructura un espacio continuo rural-urbano, buscando reducir al máximo la distancia entre el productor y el consumidor, minimizando así los costos del transporte. Por la misma razón no deja vacíos dentro de la malla, convirtiendo el total de la tierra en mercancía. Los espacios sin "dueño" (como los parques nacionales) o en poder de comunidades sin vínculo con el mercado (como los resguardos o reservas) aumentan la distancia al mercado o dificultan las comunicaciones; por eso, son un blanco permanente de la hostilidad por parte de los colonos rurales o urbanos. En mayo de 1969, cuando se completó el oleoducto de 282 km entre Orito y Tumaco, con capacidad para transportar hasta 100 mil barriles de crudo al día, se inició también el pago de las regalías petroleras a los municipios y a la región, las cuales produjeron cambios profundos en el ordenamiento socio-espa-
5
BRUCHER, W. Op. cit, pp. 160-170.
7
Este concepto fue desarrollado por GUHL, Ernesto. Colombia: bosquejo de su geografía tropical. Colcultura, Bogotá, 1975. 8 Forma concentrada de colonización, aplicando trabajo y capital en espacios aún no valorizados para crear nuevas estructuras urbanas. 9 Cuando la colonización sale de la subsistencia se articula a los mercados planetarios recibiendo mercancías de todos los continentes. El concepto es de Immanuel Wallerstein.
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cial del Putumayo. Los nuevos centros de poblamiento crecieron rápidamente y los políticos locales buscaron la autonomía con el objetivo de usufructuar las regalías de los pozos ubicados en su localidad. Por lo tanto, el municipio de Puerto Asís se fragmentó en cuatro, surgiendo los nuevos municipios de Orito, Valle del Guamuez (La Hormiga) y San Miguel. En la práctica Puerto Asís dejó de ser petrolero y se convirtió en un centro de servicios. En lo regional las regalías departamentales se concentran en Mocoa, la capital. Después de cuatro siglos de vegetar tuvo la fuerza económica para convertirse en ciudad y liderar una jerarquización urbana bajo su predominio en todo el departamento. Tal predominio se consolidó en los años 80 con la terminación de la carretera Mocoa-Pitalito, que permitió su acceso privilegiado a la región Andina y a la costa Atlántica.
R e o r d e n a m i e n t o e n A r a u c a , Casanare y M e t a Las explotaciones petroleras en los tres departamentos del piedemonte orinoquense cuyas capitales se encuentran sobre la planicie oriental 10 , han sufrido un proceso de reordenamiento territorial que guarda mucha semejanza con el caso del Putumayo. Sin embargo, presentan diferencias de tiempo y espacio que resultan muy valiosas de analizar para comprender las tendencias de su ordenamiento. Aunque el piedemonte orinoquense ha sido una de las regiones con más antiguo poblamiento en Colombia, ha tenido una historia trágica que le ha producido tres grandes catástrofes demográficas: primero, la conquista alemana y española que arra-
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El departamento de Cundinamarca es parcialmente orinoquense y está iniciando explotaciones petroleras en el piedemonte. Su capital, Bogotá, se encuentra fuera de la cuenca del Orinoco.
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só con la mayor parte de la población indígena; segundo, las guerras de independencia que arrasaron los pueblos coloniales, y; tercero, la violencia en el Llano -1948 a 1953- que arrasó con los pueblos republicanos11. Sólo a partir de los años 60 se inició un crecimiento poblacional continuo que, luego se aceleró extraordinariamente con los descubrimientos petroleros. La Orinoquia ha sido una de las válvulas más utilizadas para movilizar a los desplazados por ia violencia del interior del país y a los excedentes de población generados por la explosión demográfica que se produjo entre los años 50 y 60, cuando alcanzó el 3.2%, llegando a ser la tasa más elevada del mundo12. La mayor parte de tales desplazados llegó a las ciudades y pueblos, pero una parte importante buscó la ubicación rural a lo largo del piedemonte y a orillas de los grandes ríos navegables. Esa colonización fue en su mayor parte espontánea, aunque hubo algunos intentos de realizar colonización dirigida en la zona del Ariari (Avichure, Canaguaro y Charco de Indio) por parte de la Caja Agraria en 1955, pero con resultados muy pobres, y por ei Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, INCORA, en Arauca, Casanare y Meta, entre 1964 y 1980, con resultados igualmente minúsculos. En Arauca se hicieron algunas parcelaciones en Arauquita, Tame, Saravena y Fortul; en Casanare se entregaron algunas tierras en Aguazul, La Salina y Sácama, y; en el Meta se continuó la pacelación del Ariari-Guejar que había iniciado la Caja Agraria13. El lento y burocrático accionar de los organismos oficiales resultaba patético ante el flujo de los sin tierra que, oleada tras oleada, ocupó y sigue ocupando cualquier espacio que les permita sobrevivir y, si es
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12
Véase DOMÍNGUEZ, Camilo. 1994. "Procesos y conflictos en la estructuración territorial de Casanare " Cuadernos de Geografía, Universidad Nacional, vol 5, n° 1, pp. 99-112. BRUCHER. Op. cit, p. 43.
" INCORA-IICA. 1974. La colonización en Colombia, una evaluación del proceso. Bogotá, vol 1.
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posible, lograr un mínimo de bienestar. La colonización más que recomposición campesina busca la recomposición humana de aquellos que lo han perdido todo o nunca han tenido nada. Excepto Villavicencio y las regiones cercanas, conectadas por carretera con Bogotá desde 1936, las otras regiones tuvieron una lenta transformación hasta los años ochenta, cuando el descubrimiento de ricos yacimientos petrolíferos produjo rápidos cambios demográficos y económicos, unidos a la multiplicación de carreteras que vincularon las regiones entre sí y con el resto del país. * Las explotaciones petroleras comienzan en los años 50 en Arauca, con el descubrimiento de pozos muy pequeños en Puerto Rondón y Tame, y en los años 70 con los pozos de Castilla y Chichimene en el Meta, con resultados igualmente pequeños que sólo tuvieron impactos mínimos sobre la estructura regional14. Pero a partir del 7 de diciembre de 1985, cuando se inicia la producción del campo Caño Limón en Arauca, la situación cambia dramáticamente. Luego de ese pozo gigante, que produjo 193 mil barriles diarios entre 1986 y 199615, aparecen los yacimientos de La Yuca y Matanegra (Arauca), Cusiana y Cupiagua (Casanare) y la intensificación extractora sobre los campos de Castilla y Apiay (Meta). Desde 1986 el piedemonte orinoquense empieza a generar la mayor parte de los petrodólares colombianos y, por lo tanto, a recibir un buen porcentaje de ellos por concepto de regalías municipales, departamentales y del Corpes-Orinoquia. En el caso de Arauca el efecto resultó explosivo: el departamento, que tenía un presupuesto de un millón de dólares en 1985, pasó a recibir cien millones de dólares en 1991. Tal cambio
" AGUILAR, Orlando et. al. 1988. «Petróleo y desarrollo». Colombia Orinoco. Fondo FENColombia, pp. 289-301. 15
AGUILAR, O. et al. Op. Cit., p. 293.
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produjo enormes recursos para realizar obras necesarias en infraestructura y servicios, pero también gran derroche y corrupción. Igualmente, el departamento se convirtió en la meta de migraciones masivas que hicieron crecer geométricamente las necesidades en servicios, reduciendo así los beneficios petroleros16. Algo semejante está ocurriendo en Casanare, que desde hace poco es el mayor departamento petrolero de Colombia tras los descubrimientos de los campos de Cusiana y Cupiagua. Allí los migrantes se han concentrado especialmente en las ciudades ubicadas a lo largo del piedemonte. El caso más llamativo ha sido Yopal, que pasó de ser un soñoliento pueblo de 10.378 habitantes en 1985 a una ciudad de 33.790 habitantes en 1996, con un dinamismo sorprendente. Un grave problema que enfrenta actualmente el Casanare es la monopolización de la tierra por poseedores de "títulos reales", empresarios agroindustriales, ganaderos e inversionistas con fortunas posiblemente vinculadas al narcotráfico. Eso explica que, no obstante el aumento observado en la población entre 1985 y 1996, pasando de 110.253 a 158.149 hab., la población rural sólo haya crecido en 1.255 hab., pasando de 70.341 a 71.595 hab., es decir, con un crecimiento casi igual a cero. Como el acceso a la tierra fue cerrado artificialmente eso traerá consecuencias graves para el futuro. La situación en el departamento del Meta ha sido menos dramática, porque sus transformaciones socio-económicas se produjeron en un lapso más largo y no se concentraron totalmente en el petróleo. En 1 985 el Meta ya contaba con 412.312 hab. y producía el 5% del petróleo nacional. Además, las colonizaciones en el Ariari, Duda y Upía seguían absorbiendo desplazados de todo el país. No obstante el gran peso 11
En el censo de 1985 Arauca tenía 70.085 habitantes y de ellos 21.279 en la capital; y para 1996 ya contaba con 137.193 habitantes, con 38.916 de ellos en la capital.
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poblacional de Villavicencio que concentraba el 39% del total departamental de población (161.166 hab.), el resto se equilibraba entre un 35,5% de población rural (146.124 hab.) y un 25,5 de población urbana (105.022 hab.), garantizando la producción agrícola y ganadera. Para 1996 el DAÑE calculó una población de 561.121 habitantes en el Meta, con porcentajes muy parecidos en la distribución de la población en 1985. Si esa tendencia verdaderamente se ha mantenido, el departamento continúa creciendo armónicamente y el acceso a la tierra continúa abierto.
Coca y reordenamiento territorial Fuera de las migraciones ocasionadas por la violencia, la pobreza y la atracción ejercida por las explotaciones petroleras, un nuevo factor migratorio se hizo presente en los departamentos orientales a principios de los ochenta: la siembra y el procesamiento de la coca. Ese cultivo ¡lícito penetró inicialmente en el departamento del Caquetá, aproximadamente en 197617, y se difundió aceleradamente, a partir de 1979, por toda la Amazonia y la Orinoquia, especialmente en los frentes de colonización selváticos. La semilla de la coca cayó como un maná salvador para los miles de colonos que pasaban por una de las crisis de miseria más agudas desde los años 50, debido al abandono del Estado y a los bajos precios de sus productos. La siguiente cita de Jaramillo, Mora y Cubides resume bien la situación en la época: Pero esto es una cuestión que lo hizo la comunidad como por instinto de conservación; estas tierras aquí no compensan el gasto con la producción que uno siembra, porque si se siembra maíz o arroz, vale más la siembra y '' JARAMILLO, Jaime, et. al. 1986. Colonización, coca y guerrilla. Alianza Editorial, Bogotá.
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la cogida que lo que le van a dar por ello. Entonces, por instinto de conservación la gente sembró coca18. Los precios iniciales del alcaloide en bruto, llamado base, llegaron a sobrepasar el millón de pesos por kilogramo en 1980, y eso produjo una gran movilización tanto de colonos, como de comerciantes, transportadores y hasta de las autoridades buscando participar en la bonanza. También muy pronto se sintieron los efectos perversos de la coca cuando se implantó ese cultivo como la economía dominante regional, desalojando la agricultura legal como alternativa. No es posible, por ejemplo, sembrar maíz para el mercado donde los salarios son establecidos por los cultivadores de hoja, la gasolina para el transporte adquiere los altos valores pagados por los coqueros, y los insumos agrícolas se inflacionan a precios astronómicos. El colono que desee permanecer en un área coquera tiene que sembrar, cosechar o procesar coca, porque las leyes del mercado lo obligan a ello; los cultivos de pancoger se deben limitar al consumo familiar o como seguro para una posible modificación en el precio del alcaloide. Hay que tener en cuenta que un cultivo lícito en área coquera resulta varias veces más costoso que el mismo cultivo fuera de ellas; por lo tanto, no puede competir. Así como la moneda mala desplaza a la buena, según la ley de Febles; el cultivo ¡lícito desplaza al lícito, según las leyes del mercado. Los cultivos ¡lícitos invierten la renta diferencial por ubicación, ya que entre más alejados e inaccesibles estén resultan más rentables. Pero, al mismo tiempo, someten a los cultivos lícitos a la pérdida de su rentabilidad aunque se encuentren muy cerca del mercado. No obstante que la coca es un cultivo, funciona parcialmente como una economía extractiva, ya que extrae el valor gene1
Ibidem. p. 142.
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PETRÓLEO Y REORDENAMIENTO TERRITORIAL EN LA ORINOQUIA Y LA AMAZONIA
rado y lo realiza casi totalmente fuera del espacio donde se produce 19 . Igualmente, tiene la característica, compartida con las formas extractivas puras, de absorber grandes contingentes de población durante las bonanzas y expulsarlas masivamente durante las crisis20. El cultivo y procesamiento de la coca es intensivo en el uso de mano de obra y paga salarios altos para conseguir los trabajadores que necesita. Se calcula que un cultivo de tres hectáreas y un pequeño laboratorio artesanal para el procesamiento de la base, requieren una media de seis trabajadores permanentes; por eso, un frente coquera de unas tres mil hectáreas puede concentrar fácilmente seis mil trabajadores en época de bonanza. Durante las crisis -como ocurrió en 1 983-84 cuando el precio de kg de pasta cayó a $80 mil, por exceso de oferta 21 -esos frentes coqueros pierden toda su población flotante. Salen los "raspachines" (colectores de hoja), los "cocineros" (extractores de base) y los "chichipatos" (compradores locales de base); sólo permanecen los campesinos pobres, que regresan a los cultivos de subsistencia mientras esperan una nueva bonanza22. El capital "golondrina" y el trabajo "golondrina" tienen movilidad permanente, mientras que el campesinado se convierte en el único factor estabilizador del espacio. Algo importante que debe tenerse en cuenta es que la represión y la fumigación de los cultivos ¡legales sólo dañan al colono permanente; los coqueros pueden recibir pérdidas indivi19
20
Para ampliar el concepto de economía extractiva como valor trabajo realizado en otro espacio: DOMÍNGUEZ, Camilo; GÓMEZ, Augusto. 1990. La economía extractiva en la Amazonia colombiana 1850-1930. Corporación Araracuara-Tropenbos. Bogotá. DOMÍNGUEZ, C ; GÓMEZ, N. op cit, p. 10.
21
ARCILA, Osear. 1992. «Diagnóstico económico de la colonización en la reserva de La Macarena». Colonización del bosque húmedo tropical. COA-Colcultura, Bogotá, p. 208. 22 El campesino, a diferencia del empresario agrícola, no abandona su actividad cuando no tiene ganancias durante un período. Véase REMENTERÍA, Iban de. 1981. «La economía campesina y el mercado agropecuario». Estudios rurales Latinoamericanos. Vol 4, n°. 3, pp. 221-234.
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duales pero se benefician en grupo, porque la represión aumenta el precio del producto al restringir la oferta. En otras palabras, la represión sostiene las bonanzas. El narcocultivo es una relación social sin arraigo espacial; por eso, el capital y el trabajo migran hacia donde puedan encontrar condiciones apropiadas para reproducirse con sus mafiosos, sus "cambuches", sus "raspachines" y sus prostitutas. Es un espacio social provisorio que hace un grave daño al ordenamiento social y ambiental de la Orinoquia y la Amazonia, porque volatiliza el arraigo al territorio y a la cultura, dificultando la identidad colectiva, o Weltanschauung 23 y el control de la gente sobre sus vidas y entornos. Los departamentos petroleros son, en mayor o menor medida, departamentos coqueros. Especialmente Putumayo tiene grandes superficies de cultivo y las actividades privadas y públicas se ven interferidas permanentemente por el tráfico y sus secuelas. En la región, como en La Macarena, Meta, la coca adquirió un estatus de negocio semiclandestino, ya que muchos cultivos se realizan abiertamente a la orilla de las carreteras o caminos, existen cuotas de insumes y la cotización diaria del gramo de coca es una información primordial para el grueso de la población, porque con ese dato se organiza casi todo el ritmo de la economía, incluyendo los sobornos. En Casanare los cultivos de coca no son numerosos, pero grandes superficies territoriales pertenecen a reconocidos mafiosos del país, que han lavado sus ganancias comprando tierras24. En el piedemonte araucano hay áreas productoras que coinciden con los antiguos y nuevos frentes de colonización,
' Manuel Castells enfatiza sobre el papel fundamental de la cultura en la era de la globalización. Para él son decisivas las identidades de resistencia y las identidades proyecto para reconstruir un nuevo tipo de sociedad civil. GÁSTELES, M. 1999. La era de la información. Vol 2. El poder de la identidad. Siglo XXI Editores, México. 1
FAJARDO, Darío; MONDRAGÓN, Héctor; MORENO, Osear. 1997. Colonización y estrategias
de desarrollo. IICA, Ministerio del Medio Ambiente, IEPRI, Bogotá.
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conformando una región muy desestabilizada, en donde los conflictos por la coca se combinan con la guerra de insurgencia convirtiendo a los indígenas tunebo y a los colonos en víctimas. Petróleo, colonización, coca, paramilitarismo y guerrilla son los ingredientes explosivos que se combinan allí para crear un espacio del terror. I m p a c t o s sociales En la actualidad, los frentes de colonización en áreas petroleras de la Orinoquia y la Amazonia se encuentran a merced de las dos actividades económicas más poderosas del planeta, que manejan sumas astronómicas con las cuales pueden colocar cualquier grupo humano a su servicio: el petróleo, que es manejado por compañías transnacionales, bien en la producción, en la comercialización, o en ambas o por la compañía ECOPETROL que es muy dependiente del mercado generado por las trans-nacionales; y la coca, que no tiene patria, y cuyas ganancias son manejadas en los paraísos fiscales de la banca internacional. En medio del vórtice creado por esas enormes fuerzas sin control flota una débil sociedad a la deriva: campesinos semi-analfabetos golpeados constantemente por la miseria; funcionarios desarraigados viviendo de las sobras que les arrojan los opulentos; guerrilleros sin brújula y sin principios tratando de encontrar salidas a la nada, y; paramilitares al servicio del poder, cuyo oficio es mantener el vórtice en movimiento para que puedan pescar, desde afuera, los "capitanes de industria". En los departamentos petroleros del Oriente ocurre un fenómeno que es muy común en el nivel individual: el parvenú o nuevo rico, que carece de la formación empresarial y las estructuras administrativas necesarias para el manejo de una fortuna recibida intempestivamente. Entre más pobre y deshabitado ha sido un departamento o municipio, son mayores las necesidades represadas y menos los administradores capacita-
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dos para el manejo de grandes capitales. Por eso, cuando surgen las regalías petroleras, se despilfarran en su mayor parte, porque se carece de una planificación empresarial basada en la acumulación ampliada de la riqueza social. Como ejemplifica magistralmente el investigador Roberto Briceño-León, para Venezuela el petróleo genera efectos perversos al convertir las sociedades receptoras de regalías en rentistas25. Se alquila el suelo y el subsuelo a cambio de un porcentaje de las ganancias y ese lucro transforma una sociedad productora en una sociedad derrochadora. Los incentivos para generar riqueza por otros medios se acaban, ya que es difícil encontrar alguna actividad que dé ingresos tan altos como el petróleo, excepto la coca. "Ya no es rentable producir y, por eso, la economía se concentra en el sector terciario. Otro problema concomitante es la transformación de los puestos públicos en una forma de participar en la renta petrolera. La corrupción administrativa deja de ser un delito para convertirse en un derecho adquirido a fin de sacar la parte que cada cual cree que le corresponde de la riqueza colectiva. Ello no solo produce corrupción sino que, además, anarquiza la administración pública conduciéndola a la parálisis26". No es raro que se presenten caso como el de Puerto Asís, Putumayo, donde las obras públicas fundamentales, como el acueducto, el alcantarillado y el arreglo de las calles, se contratan seis, siete o más veces y nunca se terminan. Bajo tal administración el objetivo no es realizar las obras, porque se acabaría el negocio de contratarlas nuevamente. En estos departamentos y municipios se acumulan obras suntuarias inútiles mientras que las útiles difícilmente se terminan.
' BRICEÑO-LEÓN, Roberto. 1990. Los efectos perversos del petróleo. Fondo Editorial Acta Científica Venezolana, Caracas. ' DOMÍNGUEZ, Camilo. 1998. «Del editor académico al lector». Colombia Orinoco. Fondo FEN-Colombia. Bogotá.
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PETRÓLEO Y REORDEN AMIENTO TERRITORIAL EN LA ORINOQUIA Y LA AMAZONIA
El departamento del Meta presenta una situación más controlada que Arauca, Casanare y Putumayo. Ello se debe a que las regalías petroleros representan el 55% de los ingresos27, mientras que Arauca, Casanare y Putumayo dependen casi exclusivamente de ese producto. Además, el Meta ya tenía un sector agrícola consolidado y la red básica de carreteras ya existía al iniciarse la bonanza. Igualmente, sus principales municipios habían organizado sus servicios y contaban con un buen número de funcionarios experimentados que pudieron manejar el boom con relativo éxito. Si bien la corrupción existe, ella es controlable y no mantiene la región al borde de la parálisis como ocurre con otros departamentos petroleros del Oriente.
Impactos ambientales Sólo al comprender que un territorio es la resultante de la permanente reconstrucción del espacio28, podemos explicarnos los graves daños ambientales que sufren los departamentos petroleros. Cuando un grupo humano pierde el control de su cultura, pierde simultáneamente el control de su medio ambiente, ya que no es posible separar lo uno de lo otro. El petróleo y la coca son fuerzas alóctonas enormes que sólo responden al interés por el lucro y carecen de arraigo local. Para ellas los recursos naturales y las personas son bienes fungibles que se utilizan y luego se desechan cuando están exhaustos. El subsuelo, el suelo, las aguas y la selva sólo son valiosos mientras generan riqueza rápida. Igualmente, las personas sólo significan mano de obra o un estorbo y, en tal sentido, son usadas o desechadas. 7
AGUILAR, O. et al . Op. cit. p. 299
K
Darío Fajardo enfatiza sobre este aspecto al analizar la región de la Orinoquia. FAJARDO, D. "Orinoquia, colonización, frontera y estructuración territorial". Colombia Orinoco. Fondo FEN-Colombia, Bogotá, 1998.
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Los procesos de extracción petrolera, unidos a la siembra y procesamiento de coca, han talado y promovido la tala de casi medio millón de hectáreas de selva en el Putumayo. Sobre los suelos al descubierto se han derramado millones de toneladas de desechos tóxicos de las perforaciones; igualmente, en los cocales se esparcen toda clase de productos químicos, sin ningún control, con el objetivo de matar plagas o aumentar la fertilidad de los suelos, unido a las fumigaciones efectuadas por las autoridades intentando controlar su expansión. Pero el daño mayor lo están sufriendo ias aguas, que reciben toda clase de venenos de estas dos actividades. Posiblemente el efecto más dañino proviene de las llamadas piscinas de desechos petroleros, que es donde se botan los lodos lubricantes que han sido usados en las perforaciones, las aguas subterráneas extraídas de los pozos y los restos de petróleo que botan los taladros. Las aguas, mezcladas con petróleo, que brotan del subsuelo profundo contienen gran cantidad de sales y elementos tóxicos, tales como sulfatas, bicarbonatos, sulfuras de hidrógeno, dióxido de carbono, cianuro y metales pesados como arsénico, cadmio, cromo, mercurio, vanadio y zinc 29 . Cada pozo tiene una o dos piscinas de desechos que fácilmente se desbordan con las lluvias o que se comunican con el nivel freático, contaminando los ríos y quebradas. En ciertas regiones del Putumayo las aguas se encuentran excesivamente contaminadas y ya no son potables. Igualmente, la pesca desapareció hace muchos años, hasta del río Putumayo. Tal situación se presenta también en varios municipios de Arauca, Casanare y Meta. Allí algunas autoridades y grupos ecológicos hacen demandas y protestas esporádicas; sin embargo, la excesiva dependencia de los ingresos petroleros impide que se puedan tomar medidas drásticas para controlar estos daños ambientales. Por lo general, a quien protesta lo acusan de enemigo del progreso, saboteador o comuKiMERi.iNG,Judith. 1993. Crudo amazónico. Abya-Yala, Quito, p. 38,
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nista y sufre el ostracismo de su comunidad y hasta la pérdida de su trabajo. El miedo de una sociedad a perder sus privilegios de rentista del petróleo o las ganancias directas o indirectas de la coca, conducen a la pérdida de los valores comunitarios y a la destrucción ambiental. La sociedad pierde su autonomía al quedar atomizada en intereses individuales manejados externamente y, por eso, sacrifica los recursos futuros, al aceptar que se realicen actividades que destruyen masivamente el medio ambiente sin dejarle opción a las generaciones venideras. Bajo tales condiciones, la colonización campesina no tiene futuro. Ei migrante queda condenado a sufrir la vorágine del petróleo y la coca-con sus secuelas guerrilleras y paramilitaresy a ver destruidos los recursos con los cuales esperaba crear su futuro y el de sus hijos. El único camino posible es la identidad territorial basada en un proyecto colectivo de resistencia cultural y, por lo tanto, política, al gran poder disociador y debilitante de los espejismos de las bonanzas.
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Migraciones en torno al petróleo en Casanare Carmen Elisa Flórez CEDE - Universidad de Eos Andes
Introducción El descubrimiento y explotación de los pozos petroleros de Cusiana y Cupiagua, desde 1989, convirtieron al departamento del Casanare en el principal productor de petróleo crudo en Colombia y llevaron a que se duplicara la producción petrolera nacional en menos de 10 años: el país pasa de producir 1 76 mil barriles diarios en 1 985 a 404 mil en 1989 y a algo más de 900 mil en 1 998 (DNP, 1996). El auge financiero generado por las actividades petroleras de Cusiana y Cupiagua convirtió al Casanare en una región estratégica para la nación, atrayendo fuerzas y actores externos a la dinámica regional. Los medios de comunicación produjeron expectativas económicas y de desarrollo atrayendo población en forma masiva a los municipios aledaños a los pozos petroleros (Tauramena, Aguazul y Yopal). En esta ponencia nos centraremos en el impacto poblacional de la explotación petrolera en los tres municipios casanareños de influencia petrolera directa: Yopal, Aguazul y Tauramena, considerando tres aspectos: las tendencias recientes del crecimiento poblacional, la migración hacia las tres ciudades, y las tipologías de trayectorias migratorias. Los resultados presentados se basan en la serie de informes que se han producido dentro del proyecto "Movilidad espacial en zonas de expansión: 57
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los casos de Yopal, Aguazul y Tauramena, Casanare", que se desarrolla desde 1996 en el marco de un convenio interinstitucional entre el CEDE (Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico de la Universidad de Los Andes) y el IRD (ORSTOMInstituto francés de Investigación para el Desarrollo)1. Utilizamos la información censal disponible (1973, 1985 y 1993) y la encuesta CEDE-ORSTOM sobre movilidad espacial realizada en 1996 en las tres ciudades casanareñas, dentro del proyecto mencionado. La encuesta toma en consideración el conjunto de las formas de movilidad espacial, con un enfoque longitudinal, y se consideran las prácticas migratorias al nivel de los individuos y de las unidades familiares.
Tendencias recientes en el c r e c i m i e n t o d e la población Varios estudios han documentado ampliamente, en diversos contextos mundiales, que el desarrollo de proyectos petroleros viene acompañado por movimientos migratorios que producen altas tasas de crecimiento poblacional, especialmente durante la etapa de explotación (REVEIZ y OTERO, 1977; NECRETE, 1 984; ZAVAEA, 1980). Esta observación se confirma plenamente en las tres ciudades bajo estudio, de acuerdo con las fases del ciclo de explotación petrolera en que se encuentran. Además, el crecimiento acelerado de la población está acompaña de cambios importantes en la composición de la población residente en las ciudades. El proyecto contó con un grupo de investigadores: Carmen Elisa Flórez (CEDE) y Francoise Dureau (IRD) como investigadoras principales; y con la colaboración de los investigadores: Olivier Barbary y Bernard Lortic del IRD; Regina Méndez, Luis Mauricio Cuervo, María Mercedes Maldonado, Juan Carlos Guzmán y Argemiro Morales del CEDE. También se contó con la colaboración en una etapa de proyecto de Martha Lucía Corrales y Campo Elias Pardo de la Universidad Nacional. La serie de informes se presentan en las referencias bibliográficas.
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CARMEN ELISA FLÓREZ
Una realidad demográfica más compleja que la que captan los censos La población captada en los censos de población y encuestas de hogares del DAÑE corresponde a los residentes habituales, es decir, a las personas que "residen habitualmente" en una de las viviendas del lugar donde se realiza la recolección. Implícitamente, se supone que la residencia es permanente y única. Sin embargo, una cierta proporción de la población no desarrolla su actividad de residencia en un lugar único, sino más bien en varios lugares, efectuando desplazamientos continuos entre sus diferentes lugares de residencia. Las actividades petroleras, dadas las dinámicas temporales que generan, tienden justamente a aumentar la proporción de población que no reside en forma permanente en la ciudad de la influencia petrolera: inmigrantes que alternan permanencias en la ciudad y permanencias en el lugar donde reside su familia, personas que alternan permanencias en la ciudad y permanencias en el lugar mismo donde realizan su oficio en la actividad petrolera (en el CPF - Center of Production Facilities), etc. Para captar esta población "flotante", incluimos en la definición del universo de la encuesta CEDE-ORSTOM, además de los residentes habituales, todas las personas que no residen habitualmente en las viviendas de la muestra, pero que cumplieron la condición de haber permanecido por lo menos 28 días en la vivienda durante el año de referencia (12 meses anteriores a la encuesta). Así abarcamos todas las personas cuyo sistema residencial incluye una permanencia en las viviendas de la muestra, con las siguientes categorías de sistema residencial: £ Unipolar: un sólo lugar de residencia durante el año de referencia. f; Bipolar: alternancia entre dos lugares de residencia en los cuales la persona reside por temporadas durante el año de referencia, con migraciones temporales entre éstos. 59
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
% Itinerante: serie de lugares de residencia durante el año de referencia, pero con migraciones residenciales definitivas (tipo "trasteo") entre éstos. Combinando estas categorías de sistema residencial con la información sobre la duración y la frecuencia de la permanencia en la vivienda encuestada, se puede estimar: 1. La población permanente, en el sentido de los «residentes habituales» del DAÑE. 2. La población no permanente, compuesta por las personas que corresponden a la categoría demográfica tradicional de "visitantes" y de aquellas que tienen un sistema de residencia bipolar. Con base en esta clasificación, y considerando sólo ia población permanente, se pueden comparar los datos de la encuesta con los datos de los censos, y analizar la evolución del total de población de las tres ciudades a lo largo del período 1973-1996. Esta clasificación obligatoria, dadas las definiciones censales, oculta una dimensión importante del impacto demográfico de la explotación petrolera: el desarrollo de prácticas residenciales basadas en unas permanencias cíclicas o temporales en las ciudades. Los resultados presentados (Cuadro No. 1) demuestran la importancia del sesgo que implica una observación exclusiva del componente permanente de ia población. Más del 8% de la población total de Yopal yTauramena es población no permanente, mientras que en el caso de Aguazul, el 6% de su población es no permanente. Al nivel de los hogares en viviendas particulares, el fenómeno es aún más evidente: la proporción de hogares en viviendas particulares con presencia de personas no permanentes alcanza 13% en Tauramena, 16% en Aguazul y 18% en Yopal. La situación en los hoteles refleja el déficit de vivienda en Tauramena, producto del ritmo de crecimiento demográfico y
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CARMEN ELISA FLÓREZ
Cuadro No. 1. Población permanente y no permanente en viviendas particulares y hoteles Yopal, Aguazul, Tauramena. 1996 CIUDAD
POBLACIÓN
POBLACIÓN
POBLACIÓN
PERMANENTE
NO PERMANENTE
TOTAL
YoPAt Personas Hogares en Viv. part. Hogares en Hoteles
91.3 % 81.9 % 3.9%
8.7 % 18.1 % 96.1 %
1 0 0 . 0 % (47218) 1 0 0 . 0 % (11675) 100.0% (469)
94.0 % 84.0 % 7.5 %
6.0 % 1 6.0 % 92.5 %
1 0 0 . 0 % (11 644) 1 00.0 % ( 2967) 1 00.0 % (63)
91.5 % 87.0 % 21.2 %
8.5 % 13.0% 78.8 %
1 0 0 . 0 % (7715) 1 0 0 . 0 % (2209) 1 00.0 % (95)
96.5 %
3.5 %
AGUAZUL
Personas Hogares en Viv. part. Hogares en Hoteles TAURAMENA
Personas Hogares en Viv. part. Hogares en Hoteles PUENTE CUSIANA
Personas
100.0 %
(489)
Fuente: Flórez, Dureau, Maldonado, 1998. Documento No. 6.
del comportamiento de la población que duda en invertir en la construcción de viviendas sabiendo el carácter temporal de la demanda: 21 % de los hogares que viven en hoteles están compuestos sólo de personas que viven en forma permanente en la ciudad. Claramente, en Tauramena, la habitación en hoteles es una solución de sustitución a la vivienda particular en un mercado donde la oferta no es suficiente. Además de la presencia de población no permanente en estas ciudades, fenómeno que se está acentuando con la actividad petrolera, otro factor distorsiona la evaluación del crecimiento demográfico con base en los datos censales de las poblaciones urbanas: la presencia de asentamientos poblacionales fuera del perímetro urbano. En el caso de Tauramena, hemos considerado como parte del universo de la encuesta la invasión de Puente Cusiana. Al momento de la encuesta, en 1996, cerca de quinientas personas (489) residían en esta invasión. Así, los datos censales ocultan otro efecto demográfico de la
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MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
actividad petrolera: el crecimiento que se da en una invasión que existe desde los años 70, pero que experimenta un crecimiento acelerado en los últimos 10 años. Y este proceso esta claramente relacionado con la actividad petrolera: en 1996, 60% de la población masculina ocupada de Puente Cusiana trabaja en petróleo. Los sistemas residenciales de la población en 1996 Solamente entre un 82% y un 89% de la población es unipolar, es decir, tienen como única residencia la vivienda donde fueron encuestados. Tauramena es la ciudad con una mayor proporción de población itinerante, 1 1 % , lo cual puede explicarse en términos del tipo de migrantes que atrae, asociados al mercado de trabajo petrolero, sin ningún sentido de pertenencia o de perspectiva de permanencia en la ciudad (HOYOS M.C. y SALAZAR, O.l. 1997). Los patrones de sistemas de residencia bipolares son bien diferentes según la ciudad, lo cual evidencia que cada una ejerce atracción sobre distintos grupos de población y genera distintas formas de prácticas residenciales. De una parte, una gran proporción de los residentes bipolares de Tauramena tiene su residencia alterna (polo residencial) en Bogotá (25%) o en otro departamento diferente a Boyacá y el mismo Casanare (42%). Es decir, para la mayoría (68%) su residencia alterna está localizada en un espacio geográfico distante. Sólo un 25% de los residentes bipolares deTauramena tienen su residencia alterna dentro del mismo departamento de Casanare. Así mismo, la vivienda alterna para los residentes bipolares de esta ciudad es principalmente su vivienda o vivienda de familiares, razón por la cual viven allí (31%) o es una vivienda de descanso (43%). Esto implica, entonces, que gran parte de los residentes bipolares de Tauramena tienen un sistema en el que su espacio residencial está conformado por Tauramena (ciudad en la cual probablemente trabajan o al menos buscan oportunidades de empleo) y
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CARMEN ELISA FLÓREZ
otra ciudad distante en la que "viven" y realizan las actividades asociadas a la vida familiar. Esto es razonable si tenemos en cuenta que las actividades petroleras en Tauramena atraen principalmente adultos jóvenes. En Yopal, 50% de los residentes bipolares tienen su residencia alterna en el mismo departamento de Casanare, mientras un 40% la tiene en Bogotá o en otro departamento distinto a Casanare o Boyacá. La vivienda alterna está fundamentalmente asociada a razones de residencia habitual (vive allí: 31%) o de trabajo (32%). Así, en Yopal coexisten dos clases de residentes bipolares: £ Los residentes del mismo departamento y que, dada la infraestructura y los servicios, utilizan a Yopal como su residencia habitual y tienen su trabajo en el resto del departamento (por ejemplo, ganadería o agricultura como el arroz). £ Los residentes bipolares que tienen en Yopal su sede de trabajo pero residen habitualmente en otro sitio, Bogotá u otro departamento distante, y que podrían estar vinculados a actividades económicas de la administración pública, a ias actividades petroleras o a la misma actividad ganadera y arrocera de la región. Se debe mencionar la importancia en Yopal de los residentes bipolares que salen de allí por razones de estudio, 7%, mientras que en Aguazul yTauramena esta proporción es sólo de 4% y 1 %, respectivamente. Más allá de las diferencias entre ciudades, productos de las distintas composiciones socioeconómicas, esta situación refleja la deficiencia del departamento del Casanare en cuanto a la oferta educacional. En Aguazul, sobresalen los residentes bipolares con residencia alterna en el resto rural del departamento (24%), que junto con los que tienen su residencia alterna dentro del mismo Casanare conforman el 50% de los residentes bipolares. Si consideramos que Boyacá es un departamento cercano del que hizo 63
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
parte Casanare hasta 1991, podemos decir que, contrario a Tauramena, la mayoría de los residentes bipolares de Aguazul tienen su residencia alterna en un sitio geográficamente cercano (67%). Sólo un 3 2 % tiene su residencia alterna en Bogotá o en otro departamento diferente a Casanare y Boyacá. La mayoría de los residentes bipolares tiene su residencia alterna por razones de residencia habitual (vive allí 44%) o por motivos de familia (30%); mientras que para menos de un 20%, la residencia alterna es por trabajo. Esto sugeriría que los residentes bipolares de Aguazul en su mayoría tienen su polo de residencia habitual fuera de Aguazul y están vinculados a la ciudad por razones de trabajo. U n crecimiento demográfico de la población permanente acorde con el ciclo petrolero (1973-1996) La información del Censo de población de 1993 mostró ya un acelerado crecimiento poblacional, entre 1985 y 1993, mayor en las ciudades de Tauramena y Aguazul que en el resto de las zonas urbanas del departamento (FLÓREZ, DUREAU y MÉNDEZ, 1996). Esto claramente eran los efectos iniciales del descubrimiento (1989) y comercialización (1993) de los pozos Cusiana-Cupiagua. Para 1996, tres años después de la comercialización de los pozos, los efectos son mucho más intensos y más claros: la población de Tauramena se duplica entre 1993 y 1996, aumentando en 1.5 veces su tamaño, mientras que la población de Aguazul aumenta pero en una proporción mucho menor (Cuadro No. 2). Esta dinámica poblacional diferencial entre las dos ciudades está asociada al ciclo de explotación del petróleo en que se encuentra cada una. De una parte, Cusiana estaba en 1996 en la parte final de la etapa de explotación, ejerciendo una mayor atracción poblacional haciaTauramena; mientras que en Cupiagua (Aguazul) apenas se iniciaba esta etapa con la construcción actual del CPF.
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CARMEN ELISA FLÓREZ
Cuadro No. 2. Evolución de la población total en las ciudades de Yopal, Aguazul, Tauramena 1973-1996. AÑO
POBLACIÓN
TASA DE
ÍNDICE DE
TOTAL
CRECIMIENTO %
MASCULINIDAD
YOPAL 85.7
1973
4.846
1985
15.221
9.5
105.0
1993
36.490
10.9
101.4
1996
43.159
6.0
91.4
AGUAZUL 97.4
1973
2.745
1985
4.710
4.5
100.8
1993
9.367
8.6
106.1
1996
10.943
5.6
95.2
TAURAMENA 1973
661
1985
946
1993 1996
76.9 3.0
96.5
2.873
13.9
125.2
7.047
32.0
109.4
Fuente: Flórez, Dureau, Maldonado, 1998. Documento No. 6.
La explotación del petróleo ha introducido, en un tiempo demasiado corto, una dinámica demográfica en estas ciudades que se traduce en un aceleramiento intenso en sus tasas de crecimiento pblacional. Así, Tauramena pasa de tener una tasa de crecimiento de 3 % promedio anual entre 1973-85, a 13.9% promedio anual entre 1985-93 y a 32% promedio anual entre 1993-96 (Cuadro No. 2). Con una tasa de crecimiento del nivel alcanzado por Tauramena, cualquier ciudad duplica su población en tan sólo un poco más de 2 años. Es de esperar, sin embargo, que este ritmo de crecimiento poblacional empiece a disminuir una vez se inicie la fase de extracción (producción bombeo) en el pozo Cusiana. Aguazul, por el contrario, muestra una tasa de crecimiento que casi se duplica entre los períodos 1973-85 y 1985-93, al pasar de 4.5% a 8.6% promedio anual, pero baja nuevamente a 5.6% promedio anual entre 1993-96 (Cuadro No. 2). Este desa65
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
celeramiento en su crecimiento puede explicarse por la cercanía a Tauramena y por la alta atracción que Cusiana ejercía hacia esta ciudad. Sin embargo, es de esperarse que este crecimiento se acelere a medida que se avance en la fase de explotación del pozo de Cupiagua y que Cusiana entre en la fase de extracción. Aunque Yopal no es actualmente una zona de influencia petrolera directa, sí se ha visto afectada demográficamente por el descubrimiento y explotación de los pozos de Cusiana-Cupiagua, no sólo por ser la capital del departamento y centro de las actividades administrativas y financieras, sino por su cercanía a las ciudades de Aguazul y Tauramena, y por ofrecer mejores condiciones de infraestructura y servicios. La ciudad de Yopal alcanzaba los 43 mil habitantes en 1996. Su población creció entre 197385 al 9.5% y 1985-93 a una tasa cercana al 11 % promedio anual, mientras que para 1993-96 su tasa de crecimiento disminuye al 6% promedio anual (Cuadro No. 2). A pesar del fuerte descenso en su ritmo de crecimiento, con la tasa actual su población se estaría duplicando en aproximadamente 11 años. El mayor crecimiento de las décadas de los 70 y 80 podría asociarse a la dinámica originada por elementos importantes que se dieron en esa época como: la apertura de vías, especialmente la Marginal de la Selva que pasa por Yopal, a la expansión de la frontera agrícola, y a los anuncios elevados a raíz dei descubrimiento de los pozos Cusiana-Cupiagua en 1989.
La m i g r a c i ó n hacia las tres ciudades La intensidad del proceso migratorio (1973-1996) La primera aproximación a los flujos migratorios debe hacerse considerando los números absolutos de migrantes que llegan a las ciudades. Entre enero y agosto de 1996, llegaron más de 6 mil personas a Yopal, 1.800 a Aguazul y 2.300 a Tauramena (Cuadro No. 3). Si se relacionan estas cifras de inmigrantes con
66
CARMEN ELISA FLÓREZ
el tamaño de la ciudad del Cuadro No. 2, se dimensiona la amplitud del problema que deben afrontar las administraciones municipales en términos de gestión urbana: el número de migrantes que llegaron en 1 996 es mayor en Tauramena que en Aguazul, y, relativamente a su tamaño, Yopal recibe flujos migratorios menos importantes. La alta asociación entre la intensidad de las corrientes inmigratorias y la explotación petrolera se evidencia al analizar la distribución de los inmigrantes por año de llegada a cada ciudad: el 33% de los inmigrantes llegó a Tauramena en 1996, y el 49% entre 1992-95. Es decir, el 82% de los inmigrantes llegó a esta ciudad hace menos de 5 años, después del descubrimiento del pozo Cusiana. En el caso de Aguazul y Yopal, algo más de la mitad de los inmigrantes (entre el 58% y el 55%) ha llegado después de 1991. Esta creciente contribución de la inmigración reciente en la inmigración total de cada ciudad tiene claramente un impacto en la composición de la población total y permite entender las altas tasas de crecimiento observadas en los últimos años. Los índices calculados dividiendo el número de migrantes del último año por el número de migrantes de los tres últimos años (última columna del Cuadro No. 3) sugieren también que además de la intensificación reciente de la migración, podría existir un menor asentamiento de los inmigrantes en Tauramena que en Yopal y Aguazul. La gran atracción de población que la explotación petrolera ha ejercido en Tauramena lleva a que ia proporción de nativos del municipio en la población total se vea reducida. Así, en 1996, la proporción de nativos en el municipio de Tauramena era del 30%, mientras que en 1993 era cercana al 45%, y en 1 973 al 59% (Cuadro No. 4). En los casos de Yopal y Aguazul, el impacto de la migración sobre la población de estas ciudades es menor: el 4 0 % de la población es nativa del
67
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
Cuadro No. 3. Número de inmigrantes por fecha de llegada a la ciudad según sexo. Yopal, Aguazul, Tauramena 1996. Inmigrantes de toda la vida (a)
Inmigrantes 1994-1995-1996 Número Inmigrantes (b)
(b)/(a)
(%)
Inmigrantes último año (1996) Número Inmigrantes (c)
(c)/(b)
(%)
YOPAL Hombre s Mujeres TOTAL
15.970 17.193 33.163
12.895 13.321
81 77 79
3.008 3.194 6.202
23 24 24
26.216
3.896 4.253 8.149
3.484 3.237 6.721
89 76 82
849 991 1.840
24 31 27
3.593
2.850 2.573 5.423
79 77
1.264
44 41 43
AGUAZUL Hombre s Mujeres TOTAL TAURAMENA (inc. PTE. C
US.)
Hombre s Mujeres TOTAL
3.346 6.939
78
1.058 2.322
Fuente: Flórez, Dureau, Maldonado, 1998. Documento No. 6. Los inmigrantes 1994-1995-1996 incluyen migrantes de retorno.
municipio en 1996, o sea una proporción mucho mayor que en Tauramena. Y la menor intensificación de las corrientes migratorias recientes ha tenido, obviamente, un menor impacto: la proporción de nativos en 1996 es casi igual a la proporción observada en 1993 (39%). Sin embargo, el concepto de población nativa tal como lo consideran los censos de población tiene limitaciones: los migrantes intramunicipales rural-urbano se incluyen como nativos en los censos de población. La encuesta CEDE-ORSTOM sí permite evaluar la migración interna al municipio en 1996. En Yopal y Aguazul, alrededor de 10% de la población residente en viviendas particulares y en hoteles ha nacido en la parte rural del mismo municipio. En Tauramena, esta proporción es
68
CARMEN ELISA FLÓREZ
aún mayor: 1 4 . 1 % (Cuadro No. 4). Estos resultados evidencian la importancia de la migración de muy corta distancia desde el resto rural de cada municipio, que no se puede cuantificar con los datos censales. Tomando en cuenta la migración intramunicipal, sólo un 30% de la población actual de los cascos urbanos de Yopal y de Aguazul es verdaderamente nativa de la ciudad, y en Tauramena, solo 15% de los residentes en 1 996 nacieron en la misma ciudad. Estas tres ciudades, y aún más Tauramena que las otras dos, son en forma evidente el producto de unos flujos migratorios recientes, lo que implica obviamente una población con una identidad todavía en proceso de construcción. Cuadro No. 4. Distribución de la población según lugar de nacimiento Yopal, Aguazul, Tauramena 1973-1993-1996 (%). 1973
1993
1996
YOPAL
Ciudad de Yopal Resto rural del municipio TOTAL MUNICIPIO
Fuera municipio TOTAL
40.6
39.0
29.8 9.8 39.6
59.4
61.0
60.4
100.0
100.0
100.0
38.7
30.0 10.2 40.2
AGUAZUL
Ciudad de Aguazul Resto rural del municipio TOTAL MUNICIPIO
29.7
Fuera municipio
70.3
61.3
59.8
100.0
100.0
100.0
TOTAL TAURAMENA SIN PTE. CUSIANA
TOTAL MUNICIPIO
58.5
44.6
16.3 14.1 30.4
Fuera municipio
41.5
55.4
69.6
100.0
100.0
100.0
Ciudad de Tauramena Resto rural del municipio
TOTAL
Fuente: Flórez, Dureau, Maldonado, 1998. Documento No. 6.
69
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
Origen y procedencia de los migrantes La sección anterior claramente evidenció la importancia de los inmigrantes dentro de la población total de cada ciudad: en 1996, el 70% en Yopal y Aguazul, y el 85% en Tauramena eran inmigrantes, es decir era población nacida fuera de la ciudad respectiva (Cuadro No. 4). Estos inmigrantes, en las tres ciudades, tienen una característica en común: provienen principalmente de la zona circundante, que corresponde a otras partes del departamento del Casanare (incluyendo la zona rural del mismo municipio), Boyacá y los departamentos que integran la región Oriental (entre los que sobresalen Meta y Santander)2. Así, en 1996, alrededor del 60% de los inmigrantes a estas ciudades tenían como origen (lugar de nacimiento) el departamento del Casanare y Boyacá (Cuadros 5-A, 6-A, 7-A). La importancia relativa de Boyacá se explica no sólo en términos de su proximidad sino del hecho de que el departamento de Casanare formó parte de Boyacá hasta 1973 cuando se constituyó en Intendencia. Dado el carácter circundante de la mayor parte de la migración a Yopal, podemos decir que son típicamente migraciones de corta distancia. Esta característica se refuerza aún más si consideramos la migración intramunicipal, que no es posible captar con los censos. En las tres ciudades, Casanare es el principal departamento de origen de los migrantes (37%). En el caso de Yopal, estos provienen en forma equilibrada de la zona rural del mismo municipio de Yopal, de otra ciudad del Casanare y del resto rural del departamento. En Aguazul, estos migrantes casanareños en su mayoría son rurales provenientes de la parte rural del mismo municipio de Aguazul o de la zona rural del resto del Casanare. Para Tauramena, la zona rural, y en especial la del mismo municipio de Tauramena, es el principal origen dentro del departamento.
2
La regionalización aquí utilizada corresponde a las regiones DAÑE.
70
CARMEN ELISA FLÓREZ
Cuadro 5-A. Distribución de los inmigrantes a la ciudad de 5+ años de edad por región de nacimiento 1973-1993-1996 Yopal. 1973
1993
1996
LUGAR
INMIGRANTES
INMIGRANTES
INMIGRANTES
INMIGRANTES
INMIGRANTES
INMIGRANTES
NACIMIENTO
TODA LA VIDA
ÚLTIMO AÑO
TODA LA VIDA
5 AÑOS
TODA LA VIDA
ÚLTIMO AÑO
(FUERA MUN. YOPAL)
16.4
20.3
58.1
44.9
27.8 35.7
27.0
BOYACÁ
27.4
27.0 32.1
BOGOTÁ
4.2
4.2
6.6
8.6
5.9
7.5
REG. CENTRAL
5.7
8.1
7.8
9.4
9.2
14.1
10.4
14.2
13.9
17.3
16.4
17.9
1.3 4.8
2.3
3.3
3.2
4.1
RLG. PACÍFICA
1.0 3.2
2.4
3.1
2.4
3.8
ANT. TERR. NAC.
1.0
2.2
3.1
3.5
3.1
2.9
CASANARE
REG. ORIENTAL REG. ATLÁNTICA
OTRO PAÍS TOTAI
20.3 28.5
nd
nd
0.4
0.4
0.6
0.8
100.0
100.0
100.0
100.0
100.0
100.0
Fuente: Flórez, Dureau, Maldonado, 1998. Documento No. 6. Cuadro 5-B. Distribución de los inmigrantes recientes de 5 + años de edad por región de procedencia 1973-1993-1996 Yopal. LUGAR PROCEDENCIA
1973
1993
1996
INMIGRANTES ÚLTIMO AÑO
INMIGRANTES 5 AÑOS
INMIGRANTES ÚLTIMO AÑO
CASANARE (FUERA MUN YOPAL)
26.1
27.6
26.9
BOYACÁ
39.1
21,1
18.5
BOGOTÁ
10.7
16.1
15.6
2.3
5.7
7.8
14.5
17.3
16.5
REG. CENTRAL REG. ORIENTAL
0
3.4
2.8
RFG. PACÍFICA
4.8
2,2
3.9
A N T . TFRR. NAC.
2.5
5.5
7.0
nd
1.1
0.9
100.0
100.0
100.0
REG. ATLÁNTICA
OTRO PAÍS TOTAL
Fuente: Flórez, Dureau, Maldonado, 1998. Documento No. 6. Para efecto de comparación con los censos, no se incluyen en 1996 como inmigrantes los nacidos en la parte rural del municipio de Yopal.
Sin embargo, la inmigración reciente a las tres ciudades evidencia un cambio en la intensidad y composición geográfica de los flujos inmigratorios hacia estas ciudades: Casanare y el departamento de Boyacá pierden importancia como origen de la migración. Otras regiones más alejadas, como la Atlántica, Bogotá, y la misma región Oriental incrementan su participa-
71
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
Cuadro 6-A. Distribución de los inmigrantes a la ciudad de 5+ años de edad por región de nacimiento 1973 - 1993 - 1996 Aguazul. 1973
LUGAR NACIMIENTO
Inmigrantes toda la vida
1993
Inmigrantes Inmigrantes último año toda la vida
1996
Inmigrantes Inmigrantes Inmigrantes 5 años toda la vida último año
Casanare (fuera mun.Aguazul)
27.0
26.4
29.0
24.9
26.4
19.6
Boyacá
46.4
42.3
34.9
29.5
34.6
25.4
Bogotá
2.1
3.3
4.0
5.1
3.2
2.5
Reg. Central
6.8
7.3
9.3
12.2
9.9
10.0
Reg.Oriental
13.7
14.2
16.0
18.3
15.3
26.7
Reg.Atlántica
0.5
1.1
2.4
3.7
5.0
9.8
Reg.Pacífica
2.1
5.4
1.8
2.8
1.8
3.4
Ant.Terr.Nac.
1.4
0.0
2.6
3.3
3.8
2.6
Otro país
nd
nd
0.0
0.2
0.0
0.0
100.0
100.0
100,0
100.0
100.0
100.0
TOTAL
Fuente: Flórez, Dureau, Maldonado, 1998. Documento No. 6.
Cuadro 6-B. Distribución de los inmigrantes recientes de 5+ años de edad por región de procedencia 1973-1993-1996 Aguazul. LUGAR PROCEDENCIA
1973
1993
1996
INMIGRANTES ÚLTIMO AÑO
INMIGRANTES 5 AÑOS
INMIGRANTES ÚLTIMO AÑO
CASANARE (FUERA MUNI. AGUAZUL)
40.9
28.6
45.2
BOYACÁ
36.6
21.9
14.7
BOGOTÁ
8.1
10.0
7.1
REG. CENTRAI
2.9
8.5
2.6
REC.ORIENTAL
7.8
17.5
15.7
REG.ATLÁNTICA
0.7
4.3
4.2
REG. PACÍFICA
1,5
2.0
1.0
ANT.TERR.NAC.
1.5
6.7
9.4
OTRO PAÍS TOTAL
nd
0.5
0.1
100.0
100.0
100.0
Fuente: Flórez, Dureau, Maldonado, 1998. Documento No. 6.
don como origen de los inmigrantes. Los Cuadros 5, 6 y 7 muestran el origen y la procedencia de los inmigrantes del último año. Aunque en las tres ciudades, Casanare y Boyacá siguen siendo el principal origen y procedencia de la migración reciente, se intensifican los flujos de migración de regiones más lejanas: Bogotá, los departamentos de la región Central (como 71
CARMEN ELISA FLÓREZ
Cuadro 7-A. Distribución de los inmigrantes a la ciudad de 5+ años de edad por región de nacimiento 1973-1993-1996 Tauramena. 1993
1973
LUGAR NACIMIENTO
1996
INMIGRANTES
INMIGRANTES
INMIGRANTES
INMIGRANTES
INMIGRANTES
TODA LA VIDA
ÚLTIMO AÑO
TODA LA VIDA
5 AÑOS
TODA LA VIDA
INMIGRANTE!
MUN. TAURAMENA)
26.0
32.0
22.6
18.7
23.4
20.7
BOYACÁ
57.2
39.4
37.1
30.8
20.0
15.5
BOGOTÁ
3.3
1.8
4.9
5.6
4.4
3.8
REG. CENTRAL
6.5
16.1
7.2
9.2
7.9
10.4
REG.ORIENTAL
6.1
7.1
19.8
24.5
26.4
29.0
REG. ATLÁNTICA
0.0
0.0
1.8
2.4
5.7
9.2
REG.PACÍFICA
0.9
3.6
3.4
4.6
3.2
5.3
ANT. TERR. NAC.
0.0
0.0
3.0
4.1
8.7
5.3
nd
nd
0.2
0.1
0.4
0.9
100.0
100.0
100.0
100.0
100.0
100.0
ÚLTIMO AÑO
CASANARE (FUERA
OTRO PAÍS TOTAL
Fuente: Flórez, Dureau, Maldonado, 1998. Documento No. 6. Para efecto de comparación con los censos, no se incluyen en 1996 como inmigrantes los nacidos en la parte rural del municipio de Tauramena.
Cuadro 7-B. Distribución de los inmigrantes recientes de 5+ años de edad por región de procedencia 1973-1993-1996 Tauramena. LUGAR PROCEDENCIA
1973
1993
1996
INMIGRANTES ÚLTIMO AÑO
INMIGRANTES 5 AÑOS
INMIGRANTES ÚLTIMO AÑO
CASANARE (FUERA MUN.TAURAMENA)
49.9
28.2
29.2
BOYACÁ
35.2
21.5
10.6
BOGOTÁ
1.9
10.8
11.3
REG. CENTRAL
0.0
3.9
4.1
REC.ORIENTAI
13.0
23.8
25.9
REG.ATLÁNTICA
0.0
1.3
5.7
REG. PACÍFICA
0.0
2.9
4.2
ANT.TERR.NAC.
0.0
7.2
8.2
nd
0.4
0.6
100.0
100.0
100.0
OTRO PAÍS TOTAL
Fuente: Flórez Dureau, Maldonado, 1998. Documento No. 6. Para efecto de comparación con los censos, no se incluyen en 1996 como inmigrantes los nacidos en la parte rural del municipio de Tauramena.
Antioquia) y la región Pacífica (como Val le) en Yopal; los departamentos de las regiones Atlántica, Pacífica y Oriental, en Aguazul y Tauramena. Estos hechos conjuntamente evidencian la 73
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
existencia de diferencias no sólo en la intensidad sino en la modalidad de las corrientes migratorias según la distancia. Por un lado están las migraciones cercanas, de Casanare y Boyacá, que son las más intensas y antiguas; de otro están las migraciones lejanas, menos intensas y más recientes. Sin embargo, es necesario resaltar aquí el hecho de que en Tauramena, contrario a Yopal y Aguazul, es mínima la importancia de las migraciones anteriores a 1992. Es decir, las migraciones son en su mayoría recientes, de los últimos 5 años. A pesar de este hecho, las migraciones más recientes, del último año, son más lejanas, mientras que las más antiguas son más cercanas. Selectividad en los migrantes Las biografías permiten caracterizar a la población de estudio en diferentes momentos en el tiempo de vida de los individuos encuestados3. De una parte, muestra una mayor concentración de hombres entre los inmigrantes (57.2%) que entre los nativos (47.8%); y una población nativa más joven (edad promedio 29 años) que la inmigrante (edad promedio 34 años). Estas características son el reflejo de los flujos migratorios selectivos por edad y sexo que se han dado hacia estas ciudades en la última década. Esta conclusión es ampliamente confirmada por la distribución por edad de llegada de los inmigrantes, el año de llegada al área y el número de años en estas ciudades. El Gráfico No. 7 muestra una concentración de inmigrantes llegando entre los 1 7 y los 37 años. El Gráfico No. 2 evidencia cómo los flujos migratorios se aceleraron a partir de 1991, año en que se descubren y comercializan los pozos petroleros de Cusiana y Cupiagua ubicados en el área de estudio. La población migrante tiene sólo 8 años en promedio en el área de estudio al momento de la encuesta (1996). Estos 1
Las biografías hacen referencia a la población de estudio de 18+ años y más.
74
CARMEN ELISA FLÓREZ
Gráfico No. 1. Distibución de los migrantes por edad de llegada al área. Historias de Vida. Población de 18+ años.
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Gráfico No. 2. Distibución de los migrantes por año de llegada al área. Historias de Vida. Población de 18+ años.
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inmigrantes no han llegado directamente de su sitio de origen a estas ciudades, sino que han realizado una migración por etapas: en promedio han realizado tres etapas antes de llegar al área de estudio; es decir han vivido previamente, en promedio, en tres sitios diferentes, incluyendo su lugar de nacimiento. Cada una de estas etapas puede referirse a sitios dentro o fuera de Casanare, pero fuera de la cabecera de los tres municipios estudiados. La duración media de cada etapa es de 12 años, indicando una estadía más o menos larga en cada sitio4. La selectividad por edad y la complejidad de las trayectorias migratorias se reflejan también en una población inmigrante más educada y con mayor trayectoria laboral. De una parte, la población inmigrante muestra un mayor nivel educa' Los promedios están afectados por los valores extremos de una distribución. Claramente, el máximo de duración de cada etapa es muy alto, lo cual jalona el promedio hacia arriba.
75
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
tivo frente a la población nativa: una proporción mucho mayor de inmigrantes ha alcanzado el nivel universitario (14% contra 7%), mientras que la población nativa se concentra en el nivel secundario (54% contra 40%). Así mismo, la población inmigrante muestra unas historias laborales más complejas que las de los nativos: aunque han iniciado su vida laboral a una edad no muy diferente (1 5 años), han experimentado un mayor número de trabajos (3.5 contra 3), en promedio sus trabajos han sido más estables (de mayor duración: 5.2 contra 4.6), y han tenido, en promedio, por lo menos dos trabajos antes de llegar al área de estudio. De otra parte, el 15% de los nativos nunca ha trabajado, mientras que dicha proporción es de sólo el 5% entre los inmigrantes; tan sólo una quinta parte de los inmigrantes ha llegado al área sin ninguna experiencia laboral previa, mientras que el resto (75%) ha trabajado por lo menos una vez antes de su llegada.
Las tipologías de las trayectorias migratorias Utilizando el Análisis Armónico Cualitativo (AAC) y el de Clasificación se hizo un análisis tipológico5 de la movilidad residencial de los inmigrantes antes de llegar al área de estudio (ciudades de Yopal, Aguazul yTauramena, incluyendo Puente Cusiana), independientemente de la edad de los individuos a la fecha de la encuesta o de la fecha de inmigración. El análisis es sobre una submuestra biográfica de las personas no nativas del área durante 25 años antes de la primera llegada al área, dividiendo el período en 5 quinquenios. La variable activa, o variable de estado, mide las características del lugar de residencia para cada etapa antes de la llegada al área (combinando variables de: tamaño de localidad, zona urbana/rural, región geográfica, y explotación o no de petróleo, cada una referida al momento de la 5
Para metodología véase: Informe 8; y BARBARY, 1996; PINZÓN, 1998.
76
CARMEN ELISA FLÓREZ
etapa). La variable de estado, para cada período del tiempo de análisis, indica el lugar de residencia (modalidad) de mayor permanencia de los individuos de la clase. El análisis generó 13 clases, cada una de las cuales corresponde a una tipología de trayectoria migratoria. Adicionalmente, tenemos una clase definida previamente que corresponde a aquel grupo de individuos que llegaron directamente al área, es decir migraron en una sola etapa. La caracterización de las 14 tipologías de las trayectorias migratorias (clases) identificadas se basa en la variable activa, o variable de estado, y en variables ilustrativas longitudinales y transversales demográficas y socioeconómicas (edad, nivel educativo, condición socio-ocupacional, tenencia de la vivienda, estado civil, entre otras). El análisis de las características de cada clase, tanto por la variable activa como por las variables ilustrativas, permite identificar siete grandes tipos de trayectorias migratorias, algunas de las cuales están conformadas por subgrupos a su interior. Estas son: Casanareños rurales y de pueblos pequeños cercanos Este grupo está conformado únicamente por la clase 14, es decir, por aquellos inmigrantes que llegaron directamente al área de estudio. Provienen casi en su totalidad de zonas muy cercanas al área de estudio, de la zona rural o de pueblos de menos de 10 mil habitantes del mismo departamento del Casanare. En promedio son inmigrantes antiguos que llegaron muy jóvenes, y que actualmente tienen un bajo perfil educativo y laboral (vendedores, dependientes, obreros no calificados), con una alta proporción de inactivos. Casanareños con etapas intermedias Este grupo reúne individuos provenientes del mismo departamento del Casanare pero que han migrado a otros lugares antes 77
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
de llegar al área de estudio, principalmente a ciudades intermedias de Boyacá o a Bogotá. Está conformado por dos subgrupos que corresponden a las clases l y 4. % Clase l : Casanareños rurales de baja calificación: la mayoría proviene de la zona rural del Casanare, y realizaron en promedio menos de 2 etapas antes de llegar al área. Principalmente pasaron por ciudades intermedias de Boyacá o por Bogotá. Son inmigrantes antiguos, actualmente adultos jóvenes que llegaron al área en el inicio de su vida laboral. En general, son de bajo nivel educativo y de bajo perfil socio-ocupacional (obreros sin calificación, empleados domésticos, trabajadores agrícolas, y de servicios personales), con alta proporción de inactivos. Tienen condiciones actuales similares al promedio, es decir, viven en alto nivel de hacinamiento y son propietarios de sus viviendas o viven en usufructo. £ Ciase 4: Casanareños móviles clase alta: la mayoría proviene de pueblos pequeños del Casanare que realizaron en promedio 2.5 etapas antes de llegar al área, pasando principalmente por ciudades intermedias de Boyacá o por Bogotá. Son inmigrantes no muy antiguos, que llegaron al área como adultos jóvenes, con un nivel educativo intermedio alto. Dado las bajas condiciones del sistema educativo de la región, la edad a la cual llegaron al área de estudio, y su nivel educativo logrado, puede interpretarse que estos inmigrantes salieron del Casanare en busca de mejorar su educación. Actualmente tienen un perfil socio-ocupacional medio (predominancia de técnicos y docentes), pero con una gran proporción de inactivos. En este grupo hay una proporción de mujeres mayor al promedio.
Inmigrantes de Boyacá Este grupo caracteriza los individuos provenientes principalmente del departamento de Boyacá, que en promedio han realiza-
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CARMEN ELISA FLÓREZ
do 2.5 etapas antes de llegar al área de estudio, pasando por ciudades intermedias del mismo departamento, por Bogotá y por otras ciudades grandes del país. Está conformado por las clases 3, 2 y 5. £ Clase 3: Boyacá rural: esta clase reúne individuos que básicamente vienen de la zona rural del departamento de Boyacá, con un promedio un poco menor a 2.5 etapas previas, pasando por ciudades intermedias del mismo departamento y por ciudades grandes del país. Son inmigrantes antiguos, que llegaron al área como adultos jóvenes y actualmente son adultos mayores. Tienen un nivel educativo menor al promedio y con diversas ocupaciones laborales. En general tienen condiciones similares al promedio. £ Clase 2: Boyacá ciudades pequeñas: esta clase se caracteriza por individuos que provienen de pueblos de Boyacá (menos de 1 0 mil habitantes), que pasaron por otras ciudades del mismo departamento y por Bogotá, con un promedio de 2.5 etapas antes de llegar al área. Son inmigrantes relativamente antiguos, actualmente adultos mayores que llegaron como adultos jóvenes. Sus características son similares al promedio, y su condición socio-ocupacional muestra una diversidad de actividades. £ Clase 5: Boyacá de perfil alto: en su mayoría provienen de ciudades pequeñas de Boyacá (entre 10 y 50 mil habitantes), que pasaron por ciudades intermedias del mismo departamento y por Bogotá antes de llegar al área, con un promedio de 2.5 etapas. Actualmente son adultos mayores, que llegaron al área como adultos jóvenes, y que tienen un nivel educativo relativamente alto (10% tiene nivel universitario). Esta clase se caracteriza por tener una proporción de hombres mayor al promedio, con perfil laboral alto (patronos, cargos directivos), y que residen en hoteles o en arriendo, con niveles de hacinamiento menores al promedio.
79
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
Inmigrantes no m u y lejanos, en cargos intermedios no relacionados con las actividades petroleras Este grupo está definido sólo por la clase 8, que caracteriza a los inmigrantes provenientes de pueblos (menos de 10.000 habitantes) de la región circundante que pasan por ciudades pequeñas (entre 10 y 50 mil habitantes) también de la región circundante y por Bogotá, con un promedio de 2.5 etapas antes de llegar al área de estudio. Son inmigrantes relativamente recientes, que llegaron ya en edades económicamente productivas, con nivel educativo medio. Muestra una proporción de hombres mayor que el promedio, en cargos laborales intermedios (supervisores, obreros calificados y empleados administrativos y contables). Por sus trayectorias migratoria y laboral puede deducirse que sus cargos no tienen relación con las actividades petroleras. Actualmente viven en condiciones de hacinamiento menor que el promedio, principalmente en hoteles y en arriendo. Inmigrantes lejanos, m u y móviles, conectados a Bogotá, sin vinculación con actividades petroleras Este grupo está integrado por las clases 10, 9 y 7 7, y caracteriza los inmigrantes provenientes de Bogotá, o de grandes ciudades u otros países que pasan por Bogotá en etapas previas. En general son muy móviles ya que han realizado entre 3 y 3.5 etapas en promedio antes de llegar al área de estudio. £ Clase 10: Inmigrantes de Bogotá en altos mandos del sector público: este grupo viene principalmente de Bogotá, con una alta movilidad previa, han realizado en promedio 3.5 etapas antes de llegar al área. Son inmigrantes relativamente recientes, que llegaron al área en edad adulta (alrededor de los 30 años) económicamente activos, con niveles educativos altos (un alto porcentaje con universitaria respecto al promedio). Muestra una proporción de hombres mayor al promedio. Tie-
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CARMEN ELISA FLÓREZ
nen bajos niveles de inactividad y ocupan categorías socio-ocupacionales altas (profesionales, técnicos y docentes). Dada su trayectoria educativa y laboral, probablemente están en actividades relacionadas con el sector público. Una alta proporción se aloja en hoteles, con condiciones de hacinamiento bajas. % Clase 9: Inmigrantes lejanos que pasan por Bogotá y que no tienen vinculación con las actividades petroleras: este grupo viene principalmente de ciudades grandes (entre 50 y 250 mil habitantes) lejanas al área, o vienen de otros países. Son inmigrantes relativamente recientes, con un promedio de etapas mayor a 3, y que han pasado por Bogotá antes de llegar al área de estudio. Tienen un nivel educativo alto, y desempeñan actividades laborales de alta calificación y posición socio-ocupacional (cargos directivos, profesionales, patronos, técnicos), tal vez sin vinculación con actividades petroleras. Muestra una proporción de inactividad menor al promedio. Una alta proporción se aloja en hoteles. % Clase 7 7; Inmigrantes de pueblos lejanos, con bajo perfil y no vinculados previamente en actividades petroleras: este grupo viene principalmente de pueblos (menos de 10 mil habitantes) lejanos, pero pasan por Bogotá antes de llegar al área. En promedio tienen 3.3 etapas previas. Son inmigrantes relativamente recientes que llegaron en edad adulta (30 años). Tienen un nivel educativo más bajo que el promedio, vinculados a actividades laborales de bajo perfil (empleados domésticos, vendedores y dependientes) sin relación directa con el petróleo. Muestran un nivel de inactividad mayor que el promedio. Una baja proporción se aloja en hoteles, y la ocupación de la vivienda indica niveles de hacinamiento mayores al promedio. Inmigrantes no m u y lejanos de ciudades intermedias que se conectan con e l petróleo Este grupo está conformado sólo por la clase 13, la cual se caracteriza por individuos que parten principalmente de ciuda81
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
des intermedias del área circundante 6 sin explotaciones petroleras, pero que realizan en promedio 3 etapas previas antes de llegar al área de estudio, y en este recorrido pasan por ciudades intermedias de la misma región circundante pero que tienen actividades petroleras. De esta forma, durante su trayectoria se conectan al petróleo. En promedio son inmigrantes recientes que llegaron en edades económicamente productivas (alrededor de los 30 años), con una proporción de hombres mayor que el promedio. Tienen un nivel educativo mayor que el promedio, y tienen posiciones laborales relativamente altas (patronos, cargos directivos, técnicos, empleados administrativos). Un alto porcentaje de este grupo vive en hoteles con índices de hacinamiento bajos. Claramente, es un grupo que tiene alta relación con las actividades petroleras del área de estudio. Inmigrantes altamente relacionados con el petróleo Este grupo caracteriza aquellos inmigrantes que estrechamente tienen vinculación con la explotación petrolera, y está conformado por las clases 6, 12, y 7. % Clase 6: Profesionales en petróleo: este grupo proviene de ciudades lejanas o de la región circundante con explotaciones petroleras. Es la clase de inmigrantes más reciente y de mayor edad (promedio a la llegada 34 años). Han realizado un poco más de 3 etapas previas antes de llegar al área. Un porcentaje alto ha vivido en viviendas colectivas, tal vez en unidades de vivienda en los enclaves petroleros (conocidos como CPF - Central Production Facilities). Tienen un porcentaje con nivel educativo universitario mayor al promedio. Una alta proporción se aloja en hoteles o en viviendas en arriendo con bajo nivel de hacinamiento. Este grupo muestra una proporción de hombres 6
La región circundante está integrada por los departamentos de Meta, Arauca, Santander y Cundinamarca.
82
CARMEN ELISA FLÓREZ
mayor al promedio. Su vinculación laboral indica una alta proporción de profesionales, técnicos, y empleados administrativos, es decir cargos altos en la escala socio-ocupacional. £ Clase 12: Malleros: este grupo tiene procedencia diversa, pero todos los lugares por los que ha pasado están asociados con explotaciones petroleras. Así, provienen principalmente de ciudades pequeñas (entre 10 y 50 mil habitantes) vinculadas a la explotación petrolera, independientemente de la región (con excepción del mismo departamento del Casanare). Son inmigrantes recientes, relativamente móviles, con 3 etapas en promedio antes de llegar al área de estudio. Llegaron en edad adulta, económicamente productivos. Muestran una proporción mayor de hombres que el promedio. Tienen bajo nivel educativo y la actividad laboral indica una clase mediana y baja en su condición socio-ocupacional (no hay cargos directivos ni patronos, pero tampoco empleados domésticos). Por su trayectoria residencial, educativa y laboral, puede asociarse esta clase a los "malleros", que son obreros no calificados de las actividades petroleras. En general, un porcentaje mayor al promedio se aloja en viviendas en arriendo. f Clase 7: Inmigrantes beneficiados de las externalidades del petróleo: esta clase agrupa a los inmigrantes provenientes de pueblos, ciudades pequeñas e intermedias, de zonas lejanas y de la zona circundante, pero con explotaciones petroleras. Son inmigrantes recientes que llegaron en edad económicamente productiva. En promedio han realizado un poco más de 2 etapas antes de llegar al área. Este grupo tiene un nivel educativo bajo, y muestra un porcentaje de mujeres mayor al promedio. Una proporción mucho mayor que el promedio vive en arriendo, en hogares no nucleares. El perfil laboral es medio y bajo, sin presencia de categorías socio-ocupadonales altas. Hay empleados administrativos y contables, trabajadores independientes, pero también hay vendedores, obreros no calificados y
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MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
empleadas domésticas en porcentajes mayores al promedio. Dado su trayectoria residencial, laboral y educativa, este grupo podría asociarse con aquellos individuos que migran detrás de las explotaciones petroleras pero realizan actividades del sector terciario que se benefician de la dinámica económica que genera el petróleo. Tal es el caso de los vendedores, trabajadores independientes y mujeres en prostitución. Resumen La expansión de la frontera agrícola y la apertura de vías de acceso terrestres en el Casanare, como la marginal de la selva, originaron un alto crecimiento de su población en la década de los ochenta, especialmente de aquella localizada en las zonas urbanas (FLÓREZ, DUREAU, MÉNDEZ, 1996). La reciente explotación de los pozos petroleros de Cusiana y Cupiagua (descubiertos en 1989 y comercializados en 1993), llevaron a un aceleramiento en ese crecimiento, especialmente en las ciudades localizadas en la zona de influencia directa, como son Tauramena y Aguazul. Yopal, por ser la capital del departamento y dada su cercanía a Aguazul y Tauramena, ha recibido también gran parte de ese dinamismo poblacional. Sin embargo, a pesar de sus ritmos acelerados de crecimiento, las tres ciudades continúan siendo pequeñas aglomeraciones. Así, en 1996, Yopal contaba con una población total cercana a los 50 mil habitantes, mientras que en Tauramena la población sólo llegaba a los 8 mil habitantes. El crecimiento poblacional ha estado acorde con los ciclos petroleros. Así, Tauramena, dada la etapa más avanzada en que se encuentra la explotación de Cusiana, muestra la mayor tasa de crecimiento de su población. La dinámica demográfica de Yopal, Aguazul y Tauramena muestra también que la explotación petrolera ha llevado a que se acentúen las prácticas residenciales basadas en unas permanencias cíclicas o temporales en las ciudades.
84
CARMEN EL;SA FLÓREZ
Los flujos migratorios acumulados hacia las tres ciudades tienen una característica en común: provienen principalmente de la zona circundante, que corresponden a otras partes del departamento del Casanare (incluyendo la zona rural del mismo municipio), Boyacá y los departamentos que integran la región central, entre los que sobresalen Santander y Meta. La importancia relativa de Boyacá se explica no sólo en términos de su proximidad sino del hecho de que el departamento de Casanare formó parte de Boyacá hasta 1973 cuando se constituyó en Intendencia. Sin embargo, la inmigración reciente a las tres ciudades evidencia un cambio en la intensidad y composición geográfica de los flujos inmigratorios hacia estas tres ciudades, en donde cada vez son más importantes las migraciones de larga distancia, como aquellas provenientes de los departamentos costeros del país. De hecho, se evidencian la existencia de diferencias no sólo en la intensidad, sino en la modalidad de las corrientes migratorias según distancia: por un lado están las migraciones cercanas, de Casanare y Boyacá, que son las más intensas y antiguas; y de otro lado están las migraciones lejanas, menos intensas y más recientes. Claramente, las explotaciones petroleras del Casanare generaron nuevas corrientes migratorias, que se caracterizan por individuos en su mayoría hombres, altamente móviles, de migración reciente, que llegaron en edad adulta, económicamente productivos. Dentro de estas corrientes vinculadas al petróleo se identifican dos grupos: primero, individuos con nivel educativo alto, en categorías socio-ocupacional alta y posiblemente llegan al área con contratos previamente establecidos; un segundo grupo, de individuos de bajo perfil educativo y laboral, que se vinculan a actividades petroleras o se benefician de dichas actividades. En las corrientes migratorias no asociadas con las actividades petroleras, que son migraciones más antiguas y en edades 85
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
más jóvenes, las tipologías de las trayectorias migratorias muestran una relación muy estrecha con el nivel socio-ocupacional alcanzado por el individuo. Aquellos migrantes provenientes de la misma región casanareña, que han tenido pocas oportunidades educativas en la región, no logran insertarse en categorías altas de la escala laboral. Por el contrario, quienes vienen de regiones externas al departamento, de ciudades grandes, que han tenido oportunidades de acceder a la educación, son quienes logran estar en las categorías más altas de la condición socio-ocupacional.
86
Referencias bibliográficas Informes del Proyecto de Investigación CEDE-ORSTOM (IRD) FLÓREZ, C E . ; DUREAU, F. 1996. Movilidad espacial en ciudades de zonas de expansión: los casos de Yopal, Aguazul y Tauramena (Casanare). Documento No. 2: Metodología de la encuesta cuantitativa sobre movilidad espacial y de la encuesta ambiental. Bogotá, CEDE - ORSTOM, 102 p., mas anexos. FI.OREZ, C E . ; DUREAU, F ; MÉNDEZ, R. 1996-a. Movilidad espacial en ciudades de zonas de expansión: los casos de Yopal, Aguazul y Tauramena (Casanare). Documento No. 1': Análisis de la información secundaria. Bogotá, CEDE - ORSTOM, Documento CEDE, n° 96-03, 268 p.
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dad espacial en ciudades de zonas de expansión: los casos de Yopal, Aguazul y Tauramena (Casanare). Documento No. 6: Informe final. Bogotá, CEDE - ORSTOM, 278 p. 87
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
FLOREZ, CE.; DUREAU, R; GUZMÁN,J.C 1998. Movilidad es-
pacial y pobreza en el contexto de un mercado regional. Documento No. 1 (7): Impacto de la migración sobre los niveles de pobreza y de calidad de vida de las ciudades de Yopal, Aguazul y Tauramena. Bogotá, CEDE - ORSTOM, 96 p. FLOREZ, C E . ;
DUREAU, E; GUZMÁN, J . C ;
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Migraciones internas y violencia en Colombia: el precio de los equilibrios regionales Norma Rubiana^ Eduardo Granados2
Presentación Durante 1998 tuvimos la oportunidad de realizar un trabajo de investigación sobre migración interna y fuerza de trabajo3, a partir de la información del censo de población de 1993. Este trabajo mostró no sólo la existencia de grandes movimientos de población, movimientos que se han acentuado en el último período, sino una muy estrecha relación entre migración y empleo. Marcados equilibrios regionales entre empleo y desempleo se logran gracias a la enorme movilidad de la fuerza de trabajo. De la observación de estos equilibrios surgieron muchos interrogantes, uno de los cuales tenía que ver con los costos sociales del mantenimiento de los equilibrios regionales. En este artículo tratamos de explorar, entonces, la relación entre violencia y migración, en un intento por documentar algunas
1
Socióloga, doctora en Demografía, investigadora del Centro de Investigaciones sobre Dinámica Social. Universidad Externado de Colombia. 1 Estadístico, master en Estadística Matemática, investigador del Centro de Investigaciones sobre Dinámica Social. Universidad Externado de Colombia. ' RUBIANO, Norma; GONZÁLEZ, Alejandro; GRANADOS, Eduardo. Estudio Nacional sobre migración interna y fuerza de trabajo en Colombia. Ministerio del Trabajo y Seguridad Social, Centro de Investigaciones sobre Dinámica Social. Universidad Externado de Colombia, Bogotá, junio 1998. Informe final.
MIGRACIONES INTERNAS Y VIOLENCIA EN COLOMBIA
hipótesis sobre el impacto que genera la alta movilidad de la población en edad de trabajar (Cuadro No. 1). Los f l u j o s m i g r a t o r i o s internos La población colombiana se caracteriza por el alto grado de movilidad entre departamentos y entre municipios de un mismo departamento. Entre los mayores de 10 años censados en 1993, el 25.9% ya no residía en el departamento de su nacimiento, habiendo migrado el 6.5% en los últimos cinco años. Cuadro No. 1. Población de 10 años o más según migración de toda la vida, períodos migratorios y sexo 1993 - Colombia CATEGORÍA
POBLACIÓN
%
TOTAL POBLACIÓN 1 993
CON INFORMACIÓN
NATIVOS NO MIGRANTES
23.723.572
100
17.140.259
72.2
450.646
1.9
MIGRANTES (NO NATIVOS))
6.132.667
25.9
ANTIGUOS (ANTES 1 988)
4.590.617
19.4
RECIENTES (DESPUÉS
1.542.050
6.5
6.583.313
27.8
1.992.696
8.4
NATIVOS MIGRANTES RETORNO
1988)
SUBTOTAL MIGRANTES TODA LA VIDA SUBTOTAL MIGRANTES RECIENTES (DESPUÉS
1988)
N A T I V O S MÁS N O NATIVOS
Fuente: con base en el Censo Nacional de Población DAÑE 1993. Tabulados Centro de Investigación sobre Dinámica Social. Universidad Externado de Colombia.
Cuando se toman en consideración además, los movimientos entre municipios de un mismo departamento, se observa que casi uno de cada dos colombianos (46.2%) es un migrante, y entre el nacimiento y el momento del censo, uno de cada cinco ha cambiado de departamento, y uno de cada cuatro ha cambiado de municipio al interior del mismo departamento. Así, del total de migrantes, más de la mitad (60.1%) han cambiado de departamento, mientras el 39.9.1 % solo se ha desplazado al interior del mismo departamento (Cuadro No. 2).
90
NORMA RUBIANO - EDUARDO GRANADOS
Cuadro No. 2. Población de 10 años y más migrantes, ínter e intra departamentales según frontera migratoria. Censo 1993. Colombia. POBLACIÓN CON INFORMACIÓN
23.723.572
N O MIGRANTES
12.762.488
53.8
MIGRANTES
10.961.084
46.2
100.0
DIRECTOS
9.205.985
38.8
84.0
INTRA
3.894.933
16.4
35.5
ÍNTER
5.311.052
22.4
48.5
INDIRECTOS
1.305.683
5.5
11.9
INTER-INTER
587.594
2.5
5.4
INTRA-INTER
195.157
0.8
1.8
INTER-INÍRA
211.470
0.9
1.9
INTRA INTRA
311.462
1.3
2.8
449.416
1.9
4.1
SUBTOALINTRA
4,377.771
18.5
39.9
SUBTOTAL ÍNTER
6.583.313
27.8
60.1
RETORNO
Fuente: con base en el Censo Nacional de Población 1993. Tabulados Centro de Investigaciones sobre Dinámica Social. Universidad Externado de Colombia
Pero la intensidad de los flujos migratorios, varía enormemente de un lugar a otro, dada la gran diversidad económica y cultural del país, de manera que mientras las zonas más deprimidas económicamente pierden proporciones importantes de su población por efecto de la migración (Nariño, Córdoba, Sucre, Cauca), las zonas de mayor desarrollo o en proceso de expansión económica, ganan y se saturan de inmigrantes (Bogotá, Caquetá, San Andrés). Por lo que hemos podido observar, las migraciones internas en Colombia están estrechamente asociadas con la búsqueda de mejores condiciones de vida y de trabajo. Entre los inmigrantes de los cinco años anteriores al censo, se observan las tasas más altas de desempleo, ya se trate de los migrantes recientes (4.5%) o de los migrantes de retorno (5.6%), y en casi todos los departamentos las tasas de inmigración del período 88-93 son superiores para los desempleados e inferiores para los empleados.
91
MIGRACIONES INTERNAS Y VIOLENCIA EN COLOMBIA
Sin embargo, el dato más sorprendente es que la migración resulta jugando un papel importante en la construcción de los equilibrios laborales regionales, pues cuando en una región recibe grandes flujos de desempleados, que pueden amenazar la relación entre ocupados y desocupados, se activan los mecanismos de expulsión de estos últimos, de manera que el juego de compensación que se da entre ganancias y perdidas de unos y otros, termina por asegurar cierto equilibrio en los mercados laborales. Obsérvese (Gráfico No. 1) cómo los departamentos resultan alineándose alrededor de una línea de equilibrio, cuando tasas altas de inmigración entre los ocupados se compensan con tasas altas de inmigración entre los desocupados. Gráfico No. 1. Tasas migratorias por departamentos (RECIENTES 1988-1993). OCUPADA, NO OCUPADA, TOTAL
0.45
+
0.4 _ 0.35 B z O)
u
0.3
QJ
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±. y +
£ 0.25
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0.05 0.05
0i
0.15
i •2
X: OCUPADOS Inmigrantes (recientes) • Y: Observados — Y A : Estimados
92
0.25
0.3
„,. 0.35
NORMA RUBIANO - EDUARDO GRANADOS
La importancia y diversidad de los movimientos entre unidades geopolíticas del país, como el papel que juegan las migraciones en el mantenimiento y distribución de los excedentes de fuerza de trabajo, de suerte que las economías locales pueden disponer de los flujos requeridos de mano de obra en los lugares y en los momentos apropiados, sugiere necesariamente la pregunta sobre: ¿qué costos tiene para la población migrante y no migrante, el mantenimiento de esos equilibrios laborales? ¿Cómo se resuelve la tensión que se genera cuando en cortos períodos de tiempo llegan contingentes importantes de migrantes a una determinada región? ¿Cómo se dan los procesos de inserción social y económica de los nuevos llegados? Y si los mecanismos de inserción no son suficientes, ¿se convierte la migración en un factor de conflicto y de violencia? Para tratar de explorar estos interrogantes hemos establecido la relación entre las tasas de migración y dos indicadores de violencia: las tasas de delitos en general, y las tasas de muertes violentas.
La violencia en zonas de alta migración Con el fin de explorar las posibles relaciones entre la intensidad de los flujos migratorios y el comportamiento violento de la población, hemos calculado la correlación de Pearson entre 15 indicadores de migración y dos indicadores de violencia: las tasas promedio de delitos de cualquier índole, y las tasas promedio de muertes violentas para 25 departamentos de los cuales se disponía de información. Para asegurar la relación de correspondencia entre migración y violencia tomamos los datos de migración correspondientes a los 5 años anteriores al censo (1988-1992), o migración reciente, y las tasas promedio de delitos y muertes violentas ocurridos también en los 5 años anteriores ai censo (1988 a
93
MIGRACIONES INTERNAS Y VIOLENCIA EN COLOMBIA
1992), según registros de la Policía Nacional 4 . Los resultados de este ejercicio pueden observarse en el Cuadro No. 35. La hipótesis inicial planteaba que seguramente las zonas con mayor movilidad geográfica tendrían también mayores índices de violencia, es decir que las correlaciones serían positivas. Lo primero que pudimos constatar es que existe una estrecha correspondencia6 entre las variables de migración y la presencia de muertes violentas en las regiones, pero que no se observan asociaciones con las tasas de delito. Es decir, que la mayor o menor movilidad de la población no se relaciona con cambios significativos en los niveles de delincuencia de los distintos departamentos, mientras que si se relaciona con cambios importantes en los niveles de mortalidad por violencia (Cuadro N°3). El segundo elemento para tomar en consideración es que esta asociación es más clara cuando se trata de la inmigración, pero muy débil o ¡nexitente cuando se trata de la emigración (Gráficos 2 y 3). Sugiriendo así, a título de hipótesis, que la presión social producida sobre un territorio con la llegada de nuevos moradores puede terminar generando roces y enfrentamientos que se resuelven finalmente por vía violenta. Este tipo de respuesta estaría mostrando a su vez que en esas regiones, las estructuras económicas, sociales y políticas no tienen la capacidad para dar salidas constructivas a la tensión, y ofrecer alternativas no violentas a la resolución de los conflictos. 1
Criminalidad. Revista de la Policía Nacional, 1988-1993. ' Hemos excluido de los cálculos a Antioquia por tener un comportamiento atípico en cuanto a las tendencias migratorias y de violencia, lo que distorciona la relación. Este departamento debería ser objeto de un trabajo particular, por cuanto en el período en consideración Antioquia fue particularmente afectada por la violencia del narcotráfico. 6 El coeficiente de Pearson es un indicador de la fuerza de la relación entre dos variables (covariación) pero no indica necesariamente causalidad de una sobre otra. Para demostrar una relación de causalidad se requiere, además de la covariación, orden de precedencia en el tiempo de una de las características y finalmente, que esa covariación no pueda ser explicada por una tercera variable. Por consiguiente las cifras sobre correlación que aquí se presentan no deben ser interpretadas como relaciones de causalidad.
94
NORMA RUBIANO - EDUARDO GRANADOS
En concordancia con lo anterior, la escasa asociación entre tasas de emigración y muertes violentas, (-0.2678 para la emigración reciente de nativos, y 0.1374 para la emigración reciente de nativos y no nativos) puede entenderse si se tiene en cuenta que en las zonas de alta emigración (que por lo regular son aquellas económicamente más deprimidas), la salida de población constituye un escape que permite liberar las tensiones internas que las precarias condiciones de vida pueden generar. Si bien el desplazamiento de la población que, como se sabe, generalmente es la más activa y calificada, puede agudizar las situaciones de precariedad, por otra parte contribuye a disminuir la probabilidad de confrontación entre los individuos, por simple sustracción de materia.
Gráfico No. 2. Porcentaje de muertes violentas departamentales contra Tasa de emigración reciente \ 61 muertes violentas ANT
ARO SAP
GLIA CES C A Q
VAL
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Sin CHÜ
°
>R
RÍS
CAL MAG
Qui
Boo
T. HÜLTOL
BOY CUN
Sou
NAR 6
7
ATL
BOL S
1
10
II
12
13
14
15
x 32 tasa inmigra, reciente 83-93
95
MIGRACIONES INTERNAS Y VIOLENCIA EN COLOMBIA
Gráfico No. 3. Porcentaje de muertes violentas departamentales x 6i mueries contra Tasa de emigración reciente ANT
ARO C SAP
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-
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x 32 tasa emigra, reciente 83-93
Cuando se comparan los índices de atracción reciente (o índices que permiten ordenar a los departamentos de mayor a menor según sus tasas de ¡migración sean superiores, ¡guales o ¡nfreriores al promedio nacional), con las tasas de muertes violentas se encuentran coeficientes de correlación muy similares a los ya descritos para las simples tasas de inmigración. Es decir, que los departamentos que ocupan los primeros lugares como los más atractivos para los inmigrantes, son justamente aquellos que enfrentan también un mayor conflicto, y en consecuencia alcanzan las tasas más elevadas de violencia. Así, podemos plantear en primera instancia, como hipótesis general, que la inmigración puede convertirse en un factor exhacerbador o generador de violencia en los centros en donde terminan instalándose los inmigrantes. A partir de esta hipótesis 96
NORMA RUBIANO - EDUARDO GRANADOS
podría adelantarse un trabajo de investigación en profundidad a fin de demostrar su validez, propósito que desborda los límites de este ensayo. La pregunta que surge ahora, entonces es, ¿quiénes son estos inmigrantes? ¿Existe alguna relación entre el tipo de inmigrantes que llegan a un determinado lugar y los niveles de violencia que allí se generan? Puesto que no disponíamos de las identidades ni de los inmigrantes ni de los autores de muertes violentas, utilizamos como indicador el lugar de procedencia. Así dividimos a los inmigrantes entre aquellos provenientes del mismo departamento (inmigración ¡ntra-departamental o inmigración entre municipios del mismo departamento) y aquellos provenientes de otros departamentos (inmigración ¡nterdepartamental). En este caso el resultado es sorprendente y muy sugestivo. Mientras la correlación entre las muertes violentas y la tasa de inmigración ¡ntra-departamental (Gráfico No. 4) es prácticamenGráfico No. 4. Porcentaje de muertes violentas departamentales contra Porcentaje de inmigrantes intra-intradepartementales \ 61 muertes violentas ANT
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MIGRACIONES INTERNAS Y VIOLENCIA EN COLOMBIA
Gráfico No. 5. Porcentaje de muertes violentas contra Porcentaje de inmigrantes inter-interdepartamentales x 61 muertes violentas 35 34 -
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te inexistente (-0.221), la correlación con la inmigración interdepartamental es fuerte y positiva (+0.638) (Gráfico No. 5). Este dato sugeriría otra hipótesis en el sentido que no todo desplazamiento de población es fuente de conflicto y violencia. Cuando se trata de migrantes oriundos de la misma región y que cambian de municipio dentro del mismo departamento, por intensos que sean los desplazamientos, estos no parecen generar mayor confrontación. Quizás conocen mejor la zona, comparten la misma cultura, los mismos intereses, tienen los mismos hábitos y en consecuencia parecen ser bien recibidos en el lugar de destino, o logran insertarse rápidamente, y se adaptan adecuadamente, de manera que su presencia en el lugar no genera mayores tensiones, y no impacta negativamente las pautas de convivencia.
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NORMA RUBIANO - EDUARDO GRANADOS
De hecho, cuando se relacionan los porcentajes de nativos no migrantes en las distintos departamentos, con los indicadores de violencia, se observa claramente que a mayor porcentaje de raizales, no solo se encuentran menores tasas de muertes violentas (-0.7384) sino que también la relación con las tasas generales de delincuencia, que no se asociaban en otros casos, aquí presentan coeficientes de correlación negativos (-0.58626). Afinando un poco más el análisis, quisimos observar si la relación entre la inmigración de no nativos al departamento y muertes violentas se mantenía para distintos tipos de movimientos: aquellos ocurridos antes de 1988, y después de 1988, y si Gráfico No. 6. Porcentaje de muertes violentas departamentales contra Porcentaje de población nativa no migrante x 61 muertes violentas
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Gráfico No. 7. Porcentaje de muertes violentas contra Porcentaje de población inmigrante directa reciente interdepartamental x 61 muertes violentas ANT
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el movimientos se realizaba dentro o fuera del departamento. Las correlaciones muestran que cuando se trata de inmigrantes provenientes de otros departamentos, las asociación entre inmigración y muertes violentas cobra importancia y es positiva. Valdría la pena indagar si los nativos tienen dificultades en aceptar a los recién llegados, o si los nuevos habitantes, frente a las dificultades de inserción que experimentan, terminan abriéndose un espacio por la vía violenta, imponiendo a los nativos exigencias, costumbres, comportamientos, que chocan con los suyos (Cuadro No. 4). Los coeficientes de correlación alcanzan el mayor nivel cuando la inmigración se realiza entre distintos departamen-
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NORMA RUBIANO - EDUARDO GRANADOS
Cuadro No. 4. Movimientos intra e ínter departamentales y correlación con tasas de violencia MODALIDADES MIGRATORIAS
DEPARTAMENTO NACIMIENTO
RECEPTOR Y/O
COEFICIENTE DE RECEPTOR
CORRELACIÓN
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tos y en el último período (88-92). Así, si la inmigración interdepartamental se produjo antes de 1988 y en el último período solo se realizan desplazamientos al interior del mismo departamento, la correlación es apenas de 0.433. Parecería que con el tiempo los migrantes interdepartamentales lograran superar las dificultades iniciales, encontraran un espacio propio y, finalmente, tanto nativos como migrantes lograran adaptarse a las nuevas circunstancias. Pero si antes del 88 la migración se dio entre municipios del mismo departamento, para luego cambiar de departamento, la correlación sube a 0.651 2. En cambio, cuando las migraciones se producen al interior del mismo departamento, ya se trate de uno o varios movimientos (antes o después del 88), estas no guardan relación con los índices de violencia (coeficientes de -0.028 y -0.221). Pero cuando el patrón migratorio cambia, para combinar una migración intra- departamental previa, con una experiencia de migración inter-departamental posterior, los índices de violencia alcanzan máximos coeficientes de correlación (+0.651). Algo similar ocu-
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MIGRACIONES INTERNAS Y VIOLENCIA EN COLOMBIA
rre cuando se combina un movimiento inter-departamentalcon otro intradepartamental. Podríamos entonces pensar ahora, que son las dificultades de interacción entre migrantes de distintos departamentos)/ entre estos y los nativos, lo que convierte a la migración en un factor de violencia. La alta correlación (+0.765) entre emigración de no nativos y muertes violentas, viene a apoyar esta ¡dea. En general la emigración no guarda relación con los altos índices de violencia, excepto cuando se trata de emigración de no nativos. Así podemos plantear como hipótesis, que lo que define un mayor conflicto no es sólo la presencia de inmigrantes de otros departamentos, sino la rotación de población originaria de otras culturas. Esta relación puede entenderse mejor cuando se consideran ciertas características de los migrantes. Por lo regular se trata de personas jóvenes (cerca de la mitad tienen entre 18 y 34 años), con altas tasas de desempleo, y que deben recurrir a la solidaridad familiar mientras logran establecerse independientemente, de manera que conviven en hogares de mayor tamaño y de estructuras más complejas, donde comparten con parientes y no parientes quizás un espacio reducido. Pero por otra parte, los migrantes son más calificados, y seguramente sus mayores aspiraciones los llevaron a tomar la decisión de buscar mejores condiciones de vida en otro lugar7. Si en el nuevo lugar de residencia no encuentran satisfacción a sus necesidades y aspiraciones, la frustración será aún mayor. El sentimiento de exclusión no tarda en hacer parte de su identidad, y en manifestarse en forma de agresión. Bien sabido es que la violencia es la forma extrema de la exclusión. Si, por otra parte, la cultura que los recibe maneja dosis elevadas de intolerancia, si el extraño es considerado peligroso, y ' Véase: Estudio nacional sobre migración interna y fuerza de trabajo en Colombia. Op. Cit.
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los estereotipos regionales asignan a los recién llegados todas las características negativas y encuentran en estos un chivo expiatorio a sus propias debilidades, dificultades y frustraciones, el terreno está abonado y la confrontación no se hará esperar. Unos y otros, negados en sus derechos elementales y en su identidad, sin un soporte institucional que permita mediar en el conflicto, resolver pacíficamente las diferencias y construir una nueva cultura, se ven abocados a dirimir la confrontación por sí mismos y por la vía no sólo de la negación del otro, sino de su destrucción física.
Conclusión Las relaciones que hemos podido observar entre migración y violencia, sin duda muestran que por sí misma la migración no genera violencia, sino bajo ciertas condiciones y en determinados contextos. Quedan planteadas entonces algunas hipótesis que sería necesario someter en contraste con información más detallada sobre las características de los migrantes, inter e ¡ntradepartamentales, sobre las características de los victimarios, sobre las relaciones económicas y sociales que se instauran entre migrantes y entre estos y los nativos, y sobre las formas de inserción social que se dan en una y otra región del territorio nacional. La exploración de los patrones culturales de tolerancia, solidaridad, y exclusión, vigentes en las distintas regiones es un trabajo muy prometedor y permitiría profundizar en la comprensión de las complejas relaciones que se tejen entre migración, empleo y violencia en el país.
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Pérdida de lugar, despojo y urbanización. Un estudio sobre los desplazados en Colombia Michel Agier Odile Hoffmann
El tema de los desplazamientos forzados ha adquirido, en la actualidad colombiana reciente, una importancia y una notoriedad sin precedentes. Se estima que hoy hay más de un millón de desplazados por la violencia. Cerca de cuarenta organizaciones no gubernamentales trabajan en el tema; existe una revista, Éxodo, publicada por el Grupo de Apoyo a Organizaciones de Desplazados; y, recientemente, el tema de los desplazados fue objeto de reconocimiento, aunque tímido, por parte del poder público nacional y local. El gobierno adoptó una ley parlamentaria por la que reconoce la importancia sociodemográfica y humanitaria del problema (Ley 387 de junio de 1997). Sin enbargo, dicha ley carece de marco de aplicación práctica. En el primer semestre de 1999 se creó, en Cali, un Comité Municipal de Desplazados conformado por representantes de la alcaldía y diversas instancias municipales (entre ellas el servicio de salud) así como de organismos que prestan asistencia a los desplazados (Desepaz, Cruz Roja, etc.), a pesar de la resistencia de la alcaldía a reconocer la presencia de desplazados en dicha ciudad y a ocuparse de ellos2. 1
Este texto es la versión escrita de la ponencia presentada en el simposio del Observatorio Sociopolítico y Cultural. "Desplazados, Migración Interna y Reestructuralción Territorial" del CES (Centro de Estudios Sociales), Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, mayo 5 al 7 de 1999. 1 Con 50,000 desplazados, Cali sería la tercera ciudad de llegada de los desplazamientos forzados, después de Bogotá (300 mil) y Medellín.
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MIGUEL AGÍER - ODILE HOFEMANN
A partir de material de primera mano basado en encuestas directas en el litoral Pacífico y Cali, y la consulta de documentos recientemente publicados sobre el tema 3 , el objeto de este documento es establecer hasta qué punto es posible identificar los efectos sostenidos de este fenómeno - q u e de por sí ha perdido su naturaleza provisional- sobre la estructura social y la construcción de identidades. De forma más precisa aún, el autor se propone describir y comprender la emergencia de nuevas formas de movilidad, urbanización e identidad ciudadana, e intentar dilucidar lo que representa un desplazamiento violento cuando se pierde una tierra, un techo, un sitio propio y un lugar en la sociedad. En otras palabras, se pretende entender qué significa vivir sostenidamente en situación de tránsito y cómo es posible rehacerse, reconstituirse como persona dotada de identidad social, a partir del despojo. En fin, qué tipo de inserción urbana, individual o colectiva, se construye en esos contextos 4 . Estos ámbitos de reflexión deberían permitirnos pasar del tema de actualidad en torno a la categoría difusa de "desplazados" a una problemática antropológica que se construye en torno a la relación entre pérdida de lugar, despojo y reconstrucción de identidad. En mi opinión el análisis de esta problemática se hace aún más necesario, en la medida en que la aparición de situaciones de despojo, según procesos más o menos brutales (guerras, violencia política, delincuencia violenta, expoliación económica, pérdida de derechos sociales, etc.) tiende a convertirse en un 3
En particular los resultados de las encuestas realizadas por la Iglesia católica, cuyas "Pastoral Social" y "Comisión Vida, Justicia y Paz" son, hasta el momento, los organismos mejor informados sobre el tema. 4 Esta última pregunta remite al caso de las poblaciones refugiadas, en especial cuando se estabilizan los campos de refugiados, los cuales terminan por constituirse en nuevas formas de "ciudades desnudas" compuestas por varias decenas de miles de habitantes. Véase: AGIER, Michel. "Lo spettro della cittá nuda", África e Mediterráneo, Bologne, n° 1/99, junio 1999.
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PÉRDIDA DE LUGAR, DESPOJO Y URBANIZACIÓN
problema generalizado en el mundo 5 . En este contexto, nuevo por su dimensión masiva, sostenida y mundial, cabe preguntarnos ¿qué tan posible es, para los seres humanos despojados, reconstruir sus lazos sociales y simbolizar su relación con el mundo material?
Pérdida de t i e r r a , p é r d i d a de lugar La violencia como contexto Las dificultades y desavenencias entre instituciones internacionales, nacionales y locales para definir la categoría de "desplazados de la violencia", se fundan en dos consideraciones. De una parte, la caracterización de la violencia como acto específicos o como un contexto de violencia generalizada y, de otra, el carácter heterogéneo de las poblaciones desplazadas. El ACR propone una definición restringida del fenómeno, considerando como "personas deplazadas en el interior" a aquellas contra quienes se ha atentado o a quienes han sido amenazadas de manera personal y directa por hechos violentos específicos: se trata de "personas que, debido a persecuciones, conflicto armado o actos de violencia, se han visto obligadas a abandonar su casa y dejar su lugar de residencia habitual, y que permanecen dentro de las fronteras de su propio país"6. Por su parte, la Conferencia Episcopal de Colombia, que en 1995 ' Es así como, de una parte, la Conferencia de la ONU sobre Establecimientos Humanos (Habitat II, Istambul, junio de 1996) evaluó en cien millones el número de ciudadanos "sin techo" en el mundo y, de otra, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados contabilizó en 1995 trece millones de refugiados, entre veinticinco y treinta millones de personas desplazadas en el interior de sus países, y por lo menos cien millones de desplazamientos inducidos por el desarrollo, que han provocado expropiaciones violentas de tierra. (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Les refugies dans le monde (Los refugiados en el mundo), Paris, HCR/La Découverte, 1997). 6 "Conflit interne et déplacement" (Conflicto interno y desplazamiento), in H C R op. cit., p. 99.
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MIGUEL AGIER - ODILE HOFFMANN
realizó una encuesta sobre el tema a escala nacional y, más recientemente, el gobierno colombiano, en el texto de la ley de 1997, adoptaron una definición más amplia que retoma la del Instituto Interamericano de Derechos Humanos. Según dicha definición, los desplazados son personas que han sido obligadas a migrar dentro de su propio país, debido a que "su vida, su integridad física y su libertad" han sido objeto de ataque o amenaza. Las situaciones evocadas como causas de desplazamiento incluyen: "Conflicto armado interno, disturbios o tensiones interiores, violencia generalizada, violaciones masivas de los Derechos Humanos, infracciones al Derecho Internacional Humanitario u otras circunstancias que emanen de ia situaciones anteriores y que puedan alterar o alteren drásticamente el orden público" 7 . La situación colombiana insta a considerar una definición ampliada del fenómeno de los desplazados, a imagen de la violencia generalizada que origina dicho fenómeno. La prolongación, por años, del conflicto armado interno, la ausencia de una solución política por parte de los gobiernos sucesivos, la consolidación y la profesionalización de los actores armados ilegales (guerrilla y paramilitares) y su dependencia económica del narcotráfico, la pérdida de confianza en el Estado y el ejército oficial para resolver el conflicto, han hecho olvidar las causas originales de la violencia en el país y la han instituido como un estado continuado en la vida de todos. La violencia política se remonta a finales del siglo XIX, cuando liberales y conservadores se distribuían los espacios de poder, y a los conflictos que durante décadas suscitó dicha distribución. La violencia se intensificó tras el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, en 1948, hecho que desencadenó una larga serie de arreglos de 7
Véanse: Conferencia Episcopal de Colombia. Derechos humanos. Desplazados por violencia en Colombia, Bogotá, 1995, p. 40; y ROJAS,J. "Violencia y desplazamiento: el drama continúa". Revista Foro, Bogotá, n" 34, junio 1998, p. 37.
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PÉRDIDA DE LUGAR, DESPOJO Y URBANIZACIÓN
cuentas y venganzas entre las milicias liberales y conservadoras durante la llamada Época de la Violencia (1948-1964), que dejara un saldo de 200.000 muertos y dos millones de desplazados. El inicio de la guerra clandestina, a fines de ios años cincuenta, de la guerrilla de extrema izquierda y, luego, a comienzos de los años ochenta, de las organizaciones paramilitares contra la guerrilla, han producido hasta hoy en día una "confiscación" por el enfrentamiento violento de las tendencias políticas radicales. En los últimos años la violencia ha tomado el aspecto de un fenómeno unificado: ha perdido el carácter regional y temático que la caracterizó hasta los años ochenta (violencia política en las regiones rurales andinas y orientales), para adquirir mayor presencia en la ciudad 8 y en regiones hasta entonces consideradas relativamente tranquilas9, diversificándose al mismo tiempo. Es así como los secuestros con exigencia de pago de rescate son perpretados tanto por la guerrilla y los paramilitares como por bandas de delincuencia común; en los barrios pobres de las ciudades, donde la policía oficial tiene escasa presencia y sólo acude al cabo de una fuerte escalada de violencia, las milicias populares se reproducen profusamente para proteger a los habitantes contra las bandas de delincuentes, antes de convertirse, ellas mismas, en bandas criminales que cumplen ei papel de policía entre las familias,ex¡g¡endo rescates en los barrios. De otra parte, suele ocurrir que los mismos policías de la fuerza pública (llamados "la Ley") se comporten con un principio similar al de las bandas de delincuentes y las milicias de barrio, respondiendo (luego de enmascararse y convertirse en 1
Véase, en el primer semestre de 1999, los secuestros del ELN en una iglesia situada en un barrio del sur (los más ricos) de Cali y de un avión de una línea aérea colombiana que había salido de Bucaramanga. ,J Por ejemplo, los paramilitares anunciaron públicamente su llegada a la ciudad de Tumaco ¡cerca de la frontera ecuatoriana), en enero de 1999, y en el departamento del Valle del Cauca en julio de 1999.
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"encapuchados") al asesinato de algunos de los suyos con venganzas criminales contra los asesinos y sus parientes cercanos. Las personas armadas (por lo general muy jóvenes, a partir de los 12 o 13 años) circulan entre pandillas delincuentes y milicias de barrio, y entre éstas, la guerrilla y los paramilitares. Esta diversificación convierte la distinción entre crímenes "políticos" y otro tipo de crímenes en algo aleatorio y crean para el conjunto de la población, un clima generalizado de terror, donde es complejo y muchas veces no tiene sentido distinguir a los actores violentos, y donde la posibilidad de escapar al flujo de violencia es cada día menor10. Es ese clima de terror, en el que los atentados o las amenazas directas a la vida de las personas son apenas un aspecto, el que constituye el contexto dentro del cual se definen, hoy, las prácticas diarias y los proyectos, y ante todo, las decisiones de desplazarse. Una encuesta realizada en 1995 por la Comisión Vida, Justicia y Paz, de la arquidiócesis de Cali, entre 521 cabezas de familia desplazadas a Cali, ¡lustra esta diversificación y generalización de la violencia. Las milicias urbanas son las causantes de cerca de una cuarta parte (23%) de los desplazamientos forzosos, en este caso intraurbanos; los otros responsables identificados son la guerrilla (21%), los paramilitares (13%), los narcotraf¡cantes (4%), el ejército, la policía y los servicios de seguridad (8%). Las causas de los desplazamientos son las amenazas, las persecuciones, el despojo de la tierra o la inseguridad, todo originado en las acciones de los actores ya mencionados. Además, en cerca de la tercera parte (29%) de los casos de desplazamientos, no se identifica como responsable a nin-
"PÉCAUT, D. "Sur la question des déplacés en Colombie" (Sobre el tema de los desplazados en Colombia), marzo 1999; véanse también, PÉCAÜT, D. "Réflexions sur la violence en Colombie" (Reflexiones sobre la violencia en Colombia), in De la violence (Seminario de F. Héritier), París, Odile Jacob, 1996, pp. 223-271; URIBE, M.V. Matar, rematar, contramatar. Las masacres de la Violencia en el Tolima (1948-1964), Bogotá, CINEP, 1990.
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guna de las partes del conflicto armado; estos casos se atribuyen a la delincuencia, a la violencia o al miedo en general. Lugares conquistados, lugares perdidos y violencia: el caso del río Caunapi (en el Pacífico colombiano) La pérdida de tierras, como consecuencia de las amenazas, de un clima de miedo, de despojos brutales o de la concatenación de distintas causas, adquiere un profundo sentido social y de identidad, en la medida en que se atenta contra una relación establecida con la tierra a lo largo de un período relativamente prolongado, donde los espacios perdidos se han instituido como "lugar antropológico" 11 . Es lo que se observa en el caso de los campesinos del río Caunapi, al sur del litoral Pacífico. La población de este río, una de las vías fluviales que desemboca en la ensenada deTumaco, se encuentra dispersa en caseríos y pueblos, a excepción de la localidad de la Espriella (con 1.300 habitantes en 1 995), situada al borde de la carretera, a unos 45 km al sureste deTumaco. Una primera oleada de colonizadores se estableció allí al terminar el siglo XIX. Las genealogías de los habitantes locales más "legítimos" muestran que descienden, por filiación indiferenciable, si se quiere (por línea paterna o materna), de personas provenientes de Barbacoas (antigua zona aurífera aguas arriba por el río Patía, lugar de origen de la mayoría de los fundadores de las poblaciones de la región) y, más precisamente, de una de las cuatro familias consideradas como fundadoras de este pueblo, cuyos respectivos ancestros llegaron allí a fines del siglo XIX y principios del XX. A partir de entonces, según una temporalidad relativamente lenta y, como en toda la región, se estableció una territorialidad sin territorio fijo basada en el trabajo, en la 1
En este sentido: en ese lugar se inscribieron relaciones, una memoria y una cierta identidad (véase AUGE, M. Non-lieux, París, Seuil, 1992).
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pertenencia a las redes de relaciones familiares establecidas y al hecho de compartir, día tras día, la existencia social de pueblos y caseríos 12 . Además de los cultivos de subsistencia, una importante parte de la superficie de este territorio era ocupada por selva virgen disponible para la caza, la pesca y la explotación maderera o la extracción de caucho silvestre. Entre los años 1920 a 1930, llegó una segunda oleada de pobladores: los obreros del ferrocarril construido en los años veinte (que continuó en servicio hasta 1 962, fecha en la que fue reemplazado por la carretera) y que dio origen a la aglomeración de la Espriella, que se convirtió en la principal localidad vectora de la modernización de dicho territorio. El lugar de origen de los trabajadores superaba el único "territorio" de las actividades de las familias de esa parte del río Caunapi. Provenían de otros ríos de la misma región. Sin embargo, las alianzas matrimoniales con mujeres de la Espriella les permitieron vincularse con los cuatro linajes ancestrales de la localidad y considerarse como nativos, al igual que los demás. Desde finales del siglo XIX y hasta fines de la década de los años 40, la relación entre este lugar y lo que aún podría considerarse como "externo" a la región adquirió la forma de un intercambio de índole comercial, con los compradores (de tagua, caucho y madera) que venían de la pequeña población de Tumaco. Se trataba, sin duda, de una relación desigual que, sin embargo, preservaba el derecho de quienes, a pesar de todo, se consideraban como nativos en territorios repartidos por consenso y según una relación bastante flexible, en la que no poseían los títulos de propiedad de los terrenos, que por esta razón eran considerados como "tierras de la nación". Después, a 12
HOFFMANN, O. "Territorialidades y Alianzas: construcción y activación de espacios locales en el Pacífico". De montes, ríos y ciudades: territorios e identidades de la gente negra en
Colombia. (J. Camacho y E. Restrepo eds.), Bogotá, Fundación Natura/ECOFONDO/ ICAN, 1999, pp. 7,5-94.
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partir de la década de los años 50, la historia se aceleró. Comenzaron a acumularse los problemas y se trasformaron radicalmente las condiciones de vida y las relaciones territoriales de los campesinos del río Caunapi y, en términos generales, de toda esta región. Varias oleadas de violencia y despojo resultaron, al cabo de veinte años, en la pérdida casi total de dichas tierras. En primer lugar, la violencia de los años cincuenta obligó a muchos campesinos a abandonar sus pueblos y dirigirse a Tumaco, o a Ecuador para regresar años más tarde a Tumaco. Luego, el período que va desde 1960 a 1980 estuvo marcado por un proceso de desalojo y expulsión de las zonas rurales, benefició a grandes corporaciones ganaderas, bananeras, criaderos de camarones y plantaciones de palma, controladas por empresarios provenientes de Cali, de Bogotá o dei exterior. Los campesinos perdieron sus tierras, ya fuera por falta de un título catastral en regla, o porque se endeudaban intentando adaptarse a la modernización agrícola, obteniendo créditos rurales que los llevaban a perder sus tierras hipotecadas, o porque físicamente eran "desplazados" por el avance de las maquinarias de las plantaciones. Todos se fueron acercando a la carretera; así, la Espriella se fue desarrollando como un pueblo de agrupación a todo lo largo de la carretera y de la ciudad principal de la región, Tumaco, cuyo crecimiento en los últimos veinte años se debe, esencialmente, a este push rural de gran proximidad, que ha provocado una urbanización informal, precaria y marginal13. Hoy, los hijos adultos ocupan en Tumaco empleos urbanos o trabajan como asalariados de empresas agroindustriales (y viven en Tumaco o en la Espriella), o han emigrado, a su vez, a otras ciudades (principalmente a Cali) a trabajar en la construcción, en la policía, como vigilantes o empleadas del servicio doméstico. Las reivindicaciones de recuperación territorial son presentadas ahora 1
Véase: AGIER, M., ALVAREZ, M., HOFFMANN, O., RESTREPO, E. Tumaco: haciendo ciudad.
Historia, cultura, identidad Bogotá, ICAN/IRD/UNIVALLE. 1999.
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desde la ciudad, por personas que ya han perdido su identificación con la selva y con la forma de vida que les correspondía. En efecto, la respuesta de los campesinos a la pérdida de sus tierras fue la invasión de terrenos vírgenes en el interior de la selva, más allá del río Caunapi. La invasión territorial se llevó a cabo en 1975; rápidamente se abrieron caminos y se construyeron chozas. Luego los conflictos con los vecinos awa (grupos indígenas que terminaron por obtener un resguardo en una parte de los terrenos invadidos por los campesinos negros del río Caunapi) y con una gran empresa cultivadora de palma (cuyo gerente fue físicamente atacado por los campesinos para obligarlo a retirar sus camiones y tractores de una parte del territorio), ocasionaron problemas a la asociación que se había formado para el reconocimiento de esas tierras. Dentro de ese contexto, la Ley 70 de 1993 (ley que permitía la adjudicación de títulos de propiedad colectivos a la "comunidades negras" rurales del litoral Pacífico) representó un recurso inesperado para aquellos campesinos ahora convertidos, en su mayoría, en citadinos o asalariados agrícolas. Sin embargo, aunque los campesinos neocitadinos hayan tenido acceso a una identidad "más" directa, como la que les ofrecía la nueva constitución pluriétnica, hasta el momento la recuperación de los terrenos perdidos ha desembocado en el fracaso. De la existencia concreta de los antiguos campesinos ya ha desaparecido la relación lugar-identidad "selva/nativos", sin que haya surgido, en los mismos espacios, una nueva relación de carácter más "étnico": las tierras de las comunidades negras. La región está en proceso de convertirse en una especie de mosaico territorial surgido de las transformaciones de las últimas décadas. Después de la invasión de las plantaciones agroindustriales (de las que sólo una parte de los terrenos se ha legalizado) llegaron los narcotraficantes. Éstos explotaron unas extensiones de tierra considerables (no contabilizadas hasta la
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fecha) con cultivos ¡lícitos, sin prestar atención al aspecto de la propiedad legal, dado que su uso de la tierra se basa en amenazas y en el imperio de un clima de terror. En ciertos ríos (al menos en los mismos de los cultivos de droga), también está presente la guerrilla, que controla las ¡das y venidas de los habitantes de los pueblos. Por último, desde comienzos de 1 999, los paramilitares anunciaron su llegada a Tumaco poniendo fin así, de forma definitiva, a la imagen de una región todavía relativamente pacífica. Después de la Constitución de 1991 y de las leyes que se expidieron con base en la misma, los negros y los indios han intentado, cada cual con su ley específica, reivindicar su derecho a los títulos colectivos de propiedad territorial cosa que, por lo general, logran después de mucho tiempo y siempre rodeados de conflictos, cuando no de violencias en las que , según los distintos ríos, las "comunidades negras" se enfrentan con los resguardos indígenas (o con familias indígenas aisladas), con los narcotraficantes o con las grandes plantaciones14. Por consiguiente, de aquí en adelante, la situación estará marcada por un clima de miedo, persecución, "problemas y tensiones interiores" y "alteración del orden público". Todo parece indicar que, a nivel local, aumentarán los desplazados por la violencia a todo lo largo y ancho de esta región.
Trayectorias. La h e t e r o g e n e i d a d de las p o b l a c i o n e s desplazadas En Cali, en Aguablanca, la invasión de Sardi, a donde se han dirigido las encuestas urbanas, se cuenta con unas 400 habi" En febrero de 1998, Francisco Hurtado, representante legal de un Concejo Comunitario Negro de la región de Tumaco, fue asesinado por sicarios en el límite entre el territorio que representaba y un gran palmeral. Véase; AGIER, M.; HOFFMANN, O. "Le particularisme noir au risque de la violence territoriale". Le Monde diplomatique, febrero 1999. 15 Investigación realizada con la colaboración de Fernando Murillo, miembro de la Asociación Etnoeducativa y Cultural Ashanty del Distrito de Aguablanca, Cali.
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taciones y un total de 2.500 habitantes15. Establecida en forma ilegal desde finales de los años 70, la población vive en construcciones precarias (pisos de tabla, tejas plásticas, muros parciales en ladrillo) y conexiones con los servicios de agua y electricidad clandestinas. La invasión tiene, en términos generales, una función de puerta de entrada de los emigrantes del litoral Pacífico hacia el barrio Charco Azul ( al que pertenece como un asentamiento más precario), donde los habitantes encuentran condiciones de vida algo mejores y, ante todo, viviendas e infraestructura legalizadas, y más generalmente hacia el distrito de Aguablanca que, con las laderas en el lado opuesto (occidental) de la ciudad, es una de las principales zonas de pobreza de Cali16. A pesar de su carácter provisional e ¡legal, la invasión de Sardi ha sido testigo de la estabilización de un núcleo de habitantes que, durante casi 20 años, se ha mantenido en un estado de precariedad crónica. En 1996, una encuesta realizada por la arquidiócesis de Cali entre la población desplazada reveló la presencia de 106 desplazados en Sardi. Tres años después, la mayoría ya no se encontraba allí. Además de que los numerosos desplazados ya no se declaran como tales, estos traslados a otros lugares se deben, según las informaciones obtenidas de los habitantes de la invasión, a simples movilizaciones hacia otros barrios por el temor a las acciones de los grupos de "limpieza social", o al clima de violencia generalizada dentro de la invasión, y al hecho de ser perseguidos por la policía.
Guerrilla, paramilitares y delincuencia: tres vías A modo de resumen, presentamos aquí tres itinerarios de las familias desplazadas que se encuentran en Sardi y que ¡lustran dis'" Véase: URREA, F.; MURILLO, F. "Dinámica del poblamiento y algunas características de los asentamientos populares con población afrocolombiana en el oriente de Cali", ponencia presentada al Observatorio Sociopolítico y Cultural: Desplazados, migraciones internas y reestructuraciones territoriales. Centro de Estudios Sociales (CES), Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 5-7 de mayo de 1999.
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tintos tipos de desplazamiento forzado. El primero se relaciona con los campesinos aterrorizados por la llegada de la guerrilla a las proximidades de sus viviendas. El segundo desplazamiento tiene que ver con la "delincuencia común" y las milicias urbanas. El tercero, menos común en Cali que los otros dos, tiene como origen ¡a violencia de ios conflictos territoriales entre la guerrilla y los paramilitares en el departamento de Antioquia. A fines de 1997, el señor M., de unos 60 años, en compañía de su mujer y cuatro hijos dejó su tierra, cerca de Boca de Satinga, en la desembocadura del río Sanquianga, al norte de la península deTumaco, donde había vivido por cerca de treinta años. Originarios del río Guapi, un poco más al norte, habían migrado hasta allí para trabajar en la tala y comercialización de madera aserrada; durante los últimos años habían vivido de ia producción y venta de carbón de palo, de la pesca y de algunos cultivos de productos alimenticios. Se fueron por el "temor a la guerrilla". Ella dice con frecuencia que tenía miedo, él que ya no se podía trabajar por el miedo a la guerrilla. La guerrilla se había instalado en Boca de Satinga. Ellos no tuvieron que ver directamente con los guerrilleros que estaban en el pueblo. Su casa quedaba al frente, al otro lado del río. No sabían de qué grupo guerrillero se trataba: si de las FARC o del ELN. Tampoco entienden eso de los paramilitares a quienes confunden con los militares, y a las autodefensas con la guerrilla.También hay militares que queman los cultivos de coca, un poco más arriba (hacia el río Patía), no exactamente en la región de Boca de Satinga. Sus dos hijos mayores ya se habían ¡do para Cali. El mayor, de 45 años, vivía en el barrio Marroquín y la hija mayor en la invasión de Sardi (Charco Azul), dos barrios que forman parte del distrito de Aguablanca, en su gran mayoría poblados por emigrantes pobres que empezaron a llegar del litoral Pacífico desde mediados de los años 70. Como las cosas no andaban bien y el
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señor y la señora M. tenían miedo, sus hijos les dijeron que se fueran para Cali. Cuando lo decidieron vendieron de prisa, en 200 mil pesos, la pequeña parcela y el rancho que tenían. Abandonaron además otro terreno de su posesión. El viaje a Cali les costó 50 mil pesos, incluidos 10 mil pesos que les cobró el taxi por llevarlos del terminal de transporte hasta la casa de su hija. Los 150 mil pesos restantes se terminaron en poco tiempo. Su yerno tenía un pariente que les subalquiló una pieza en Marroquín, en el mismo barrio donde vivía su hijo mayor. Durante 3 meses M. trabajó en la construcción, y luego, se quedó sin empleo. Sigue desempleado hasta la fecha. El mayor de los cuatro hijos que se vinieron con ellos, de 35 años, tampoco tiene trabajo. Vive con ellos en Sardi, donde se instalaron ilegalmente, cerca de su hija mayor: al principio, alquilaron una pieza en una casa de invasión, después, hace diez meses, M. vio "un lugar vacío" en el extremo de una calle destapada: "Puse allí un plástico y ahí dormimos". Construido con plástico, tablas y guadua, este lugar es ahora su rancho. M. y su esposa viven ahí con su segundo hijo, su señora y cuatro niños, y con sus tres hijos que están entre los 12 y los 20 años (dos de los cuales tienen un hijo cada uno). Estos muchachos son considerados por los jóvenes del barrio como demasiado "rurales", un poco atrasados. En total son siete, entre adultos y adolescentes, y seis niños pequeños. Ninguno tiene trabajo. El hijo mayor que vive en Marroquín trabaja en la construcción, y cada quincena le da 10 mil pesos a su madre. Este es, por el momento, su único ingreso fijo. Para comer buscan sobras en los mercados y mendigan. El año pasado, la casa de su hija mayor y vecina fue incendiada por una pandilla de ladrones de otro barrio del mismo distrito de Aguablanca. Ella había participado personalmente en el linchamiento de un ladrón perteneciente a esa banda, quien por venganza incendió varias casas. Los seis miembros de su hogar murieron quemados.
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No expresan ninguna exigencia, no tienen ningún proyecto. Esto es lo que, en mi opinión,, los diferencia de los demás pobres de la misma invasión. Lo importante para M. y su familia es ser aceptados por su entorno inmediato, por su vecino, por los de la cuadra, por quienes atienden el puesto de salud más cercano. Dentro de la misma invasión, igual incertidumbre caracteriza la vida de R, quien a los 32 años ya cuenta con una trayectoria delincuencial marcada por múltiples robos, agresiones y homicidios cometidos desde los 13 años, y una vida jalonada por la huida ante las persecuciones y venganzas de sus víctimas o de sus antiguos asociados. Hasta hace poco realizó varios viajes de ¡da y vuelta entre Buenaventura, una ciudad del litoral Pacífico donde nació y vivió con su madre hasta la edad de diez años (cuando "me independicé", señala) y Cali, donde una vez vivió con su padre, otra vez por unos días en casa de una hermana, y el resto del tiempo en lugares o habitaciones que compraba y vendía al poco tiempo. En 1990, después de comprar una casa en la invasión de Sardi, cerca de la de su hermana, se encontró con un antiguo compañero de pandilla que venía de Buenaventura, y con él y otras cuatro personas creó una "organización" de defensa del barrio contra los robos y las agresiones de las bandas provenientes de otros barrios del distrito de Aguablanca. Con el tiempo obtuvieron el apoyo de los habitantes y del comité del barrio, comenzaron a recibir remuneración de los vecinos, y luego, los comerciantes de los barrios circundantes les pidieron que intervinieran como sicarios contra los ladrones callejeros. Por disenciones internas importantes, la organización llegó a su fin, cuando la madre de P (que lo acompañó a Cali durante su último viaje) fue asesinada por un miembro de la banda "porque ella pisó el pie". Viéndose él mismo amenazado por sus acólitos, P. se marchó de nuevo a Buenaventura, donde al querer montar un negocio, se encontró frente al almacén de un comerciante a quien había herido gravemente doce años antes. Temeroso de ser
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víctima de una ejecución por encargo ("con miedo a la sicaría", dijo él), regresó a Cali donde trabajó por algún tiempo en la construcción, antes de quedar de nuevo sin empleo. Separado de su mujer y siendo padre de dos hijos, viviendo en una piecita en la invasión de Sardi con su hijo mayor, de 13 años, su hermana (quien trabaja en un restaurante) y el marido de ésta (carpintero), no tiene más perspectiva que la familia anterior: "Y ahora, no sé qué viene", dice. Desde hace tres meses asiste a un culto evangelio o en la Iglesia Cristiana Evangélica "Nueva Vida en Cristo", situada en el límite entre el barrio Charco Azul y el barrio relativamente más acomodado y blanco de Villa de Lagos17. Dice que el asistir todas las tardes a la iglesia le ha ayudado a ser menos agresivo y, sobre todo que: "las personas empiezan a tratarme como amigo". Aparentemente, se forja así, de urgencia, una nueva imagen de honestidad y de integración social, sin abandonar el barrio ni perder la relativamente "buena" reputación que ha logrado con algunos de los habitantes del sector como defensor ¡legal de la invasión. Por último, L. originario de Istmina, sobre el río San Juan, un poco más al norte de Buenaventura, negro chocoano (del departamento del Chocó, en la parte norte del litoral Pacífico), desde hacía siete años trabajaba como obrero agrícola en una gran bananera de Urabá. A comienzos de 1996 ("el 13 de febrero de 1996", recuerda con exactitud, cuando tenía 29 años), una masacre de trabajadores de la plantación, perpetrada por guerrilleros de las FARC, dejó once personas muertas mientras 17
Se trata de una iglesia local que corresponde al movimiento de la Cruzada Cristiana, una iglesia evangélica bastante cercana a la Iglesia católica en cuanto a sus fundamentos teóricos. Los cultos (diarios a las 7 p.m.) tienen una duración de hora y media y consisten principalmente en alabanzas a Dios, canciones con ritmos modernos acompañadas por batería, guitarra y piano eléctricos, seguidas de lecturas comentadas de la Biblia. A nivel local es una iglesia "bien" frecuentada; más de la mitad de los asistentes son blancos y mestizos y el resto negros, lo que se explica por la ubicación de la iglesia en una calle limítrofe entre dos barrios diferentes desde el punto de vista social y "racial".
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que él pudo escapar de la muerte al huir con otros compañeros hacia el campo. Este ataque de la guerrilla ocurrió como respuesta a otro perpetrado contra las FARC por un grupo de paramilitares. Ese grupo paramilitar, llegado a fines de 1995, había establecido fuertes vínculos tanto con los soldados del ejército oficial como con los "comandos populares" de ex guerrilleros reinsertados del EPL18, dos grupos de entre los cuales pudo reclutar a una parte de sus propios elementos. El conflicto entre las FARC y el EPL, y luego con los paramilitares, tenía como objeto, desde hacía años, controlar la zona tanto desde el punto de vista político como económico, y extraer beneficios de las grandes haciendas bananeras y ganaderas (boleteo, vacunas). Durante un tiempo, después de muchos años de conflictos, y antes de la llegada de los paramilitares, los habitantes gozaban de una relativa seguridad mientras permanecieran dentro de sus territorios asignados (caserío, barrio de un pueblo o hacienda). Pero esto cambió con la llegada de los paramilitares, cuyo objetivo era eliminar toda presencia de la guerrilla y todo apoyo a la misma, haciendo caso omiso de ias particiones establecidas y aplicando sus propios métodos de guerra. "Los paramilitares son verdaderos asesinos, no son humanos", dice L., quien describe cómo, sin "averiguación" previa, matan a quienes consideran colaboradores de la guerrilla (comerciantes, líderes sindicales), decapitan a sus víctimas y exhiben sus cabezas en los pueblos, ensartadas en cuerdas, para atemorizar a la población e imponer su propio orden. La hacienda en la que L. trabajaba estaba bajo el control de los "reinsertados" del EPL (grupo al que pertenecían el gerente y el supervisor) y, por consiguiente, de los paramilitares, "pero los
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Ejército Popular de Liberación, que después de la "reinserción" (abandono oficial de las acciones guerrilleras, con ayuda gubernamental para la reinserción, pero, en ese caso, sin desarme sistemático de los ex guerrilleros), cambió su nombre por el de "Esperanza, Paz y Libertad".
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trabajadores", insiste L., "nada tenían que ver con ia pertenencia a estos grupos". Los paramilitares atacaron una hacienda muy grande que estaba bajo el control de las FARC, mataron a muchos trabajadores y se llevaron a un dirigente de esa organización la que, a su vez, en represalia, cometió la masacre de la que L. escapó por muy poco en febrero de 1996. Muchos trabajadores abandonaron la plantación después de ese ataque. El ejército se instaló allí durante dos meses para garantizar la protección de la bananera, y luego abandonó de nuevo la zona. L. cuenta que entonces vivía con la angustia de nuevas matanzas, que se sentía amenazado al menor ruido o por cualquier encuentro, y por eso también decidió irse. Cuando abandonó la plantación con su mujer y sus hijos pequeños contaba con un escaso capital equivalente a cerca de un sueldo mensual en la plantación (750.000 pesos). Dejó la vivienda y la parcela de tierra que había comprado hacía unos años por unos dos y medio millones de pesos a un primo, quien, muchos meses después, la vendió por 400 mil pesos. En Cali, L. llegó a Sardi donde desde los años 50 vivía un tío (quien trabajaba en la construcción). Allítambién habían venido a vivir más recientemente su madre y un hermano. A su llegada, lo que le quedaba de su salario le permitió comprar un lote de terreno (sin título de propiedad) en la invasión, donde, en los años siguientes, pensaba construir su casa (de ladrillo y madera). Habiendo escapado de los controles territoriales de los protagonistas del conflicto armado en las plantaciones de Urabá, L. logró estar a salvo en Cali, ingresando a otras dos formas de red y control. Una religiosa, la iglesia Cruzada Cristiana, perteneciente al mismo movimiento de aquella a la que asistía R, ya mencionada. Dicha institución permitió que la esposa de L. encontrara trabajo como instructora en la escuelita de la iglesia, por un sueldo de 150.000 pesos mensuales. La otra es de carácter político y se compone de la clientela de un concejal municipal de Cali, con quien el padre de L. tiene vínculos des-
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de hace tiempo. Este político le consiguió un puesto de mensajero en una empresa subcontratista de la Empresa Municipal de Energía. Además, trabaja en forma más aleatoria en la compra y reventa de chontaduro (nuez de palma). Estos distintos empleos no permiten que la familia obtenga el mismo salario que recibía en la bananera, pero se le aproxima. En términos generales, en su entorno nunca dice que es desplazado. "Para conservar la vida hay que ser resignado", sostiene, "y no meterse en situaciones que uno sabe que son peligrosas". Por ejemplo, salir de noche por el barrio cuando uno sabe que a esa hora hay asesinos que matan para robar o por venganza. L. es un ejemplo de las víctimas de la violencia que han reducido al mínimo su espacio de libertad y sólo conservan la vida colocándose como voluntarios o aceptando, bajo el control de grupos o redes, violentos o no, trabajos informales cuando no ¡legales. De cierta forma, se esconde o se "arrincona" en los espacios sociales y territorios reducidos que le asigna el funcionamiento social actual, fragmentado por la repartición entre los grupos armados, guerrilleros o paramilitares, las redes políticas y "comunitarias". Todo dentro de una ciara conciencia de los actores e intereses en juego, sin más opción que pasar de una sujeción a otra, "sin más recurso que el de adoptar el más bajo perfil posible con la esperanza de sobrevivir al cambio de amo. Dentro de ese contexto, cualquier ¡dea de derecho es absurda" 19 . A pesar de su considerable número, los desplazados no constituyen una colectividad ni una categoría homogénea. Hay entre ellos tanto ex guerrilleros como paramilitares, pudiendo, unos y otros, estar aún eventualmente activos en sus respectivos grupos urbanos en ciertos barrios; delincuentes que huyen tanto de sus acólitos como de las pandillas o de las milicias de "lim!,
PÉCAUT, D. "Sur la question des déplacés en Colombie" (Sobre el tema de los despla dos en Colombia), 1999, op. cit.
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pieza social" (compuestas ellas mismas por delincuentes provisionalmente reconvertidos); campesinos que, aterrorizados por la llegada de la guerrilla, han abandonado sus tierras y sus casas, así como otros campesinos que han huido de la represión del ejército por haber cedido a la obligación, brutalmente impuesta por los narcotraficantes, de convertir sus cultivos en plantaciones de coca. La encuesta realizada por la arquidiócesis de Cali, en 1996, entre 521 desplazados en la ciudad, confirmó la confusión de esta categoría, resultado heterogéneo y contradictorio de una violencia generalizada. Considero que vale la pena transcribir la cita en su totalidad. "En general, la población desplazada a la que se refiere este estudio es población joven, improductiva, compuesta por campesinos pobres, pequeños propietarios obligados a salir de sus sitios de trabajo por múltiples amenazas contra sus vidas y los miembros de sus familias, por colaborar o negarse a hacerlo a uno y otro bando en conflicto; adolescentes habitantes de los barrios más pobres de la ciudad inmersos o alejados de las diferentes formas de violencia, algunos miembros de pandillas y organizaciones de jóvenes que ocasionalmente participan en acciones delictivas con el fin de conseguir algo para el sustento de su familia, jóvenes recién llegados a los barrios marginales que por negarse a pertenecer a determinados grupos o pandillas son amenazados con perder sus vidas y las de sus familiares más cercanos, miembros de organizaciones sindicales y comunitarias, miembros de comunidades religiosas, líderes comunitarios, soldados del ejército y ex guerrilleros, entre otros sectores sociales"20. La heterogeneidad de la población de desplazados es reflejo de la violencia multiforme que abruma a este país, que acusa, según datos oficiales, los más altos índices mundiales de homi-'" Arquidiócesis de Cali. Desplazados en Cali. Entre el miedo y la pobreza. Cali, Comisión Vida, justicia y paz, 1997, p. 43.
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cidios cometidos fuera de estado de guerra (80 por 100.000 habitantes, a mediados de los años 90; en Cali, durante 1995, ese índice fue de 124 homicidios por 100.000 habitantes). Según muchos de los desplazados, la ciudad es el sitio donde es posible esconderse. Pero si, como lo hemos visto en los relatos ya presentados, P. ha hecho quince viajes de ida y vuelta entre Buenaventura y Cali, es porque no se ha sentido seguro de ir de un barrio de Cali a otro; y si por último se ha quedado durante algunos años en Sardi es porque ha encontrado cierto apoyo. L. sólo ha logrado sobrevivir en Cali gracias a haber establecido sin demora vínculos con un político local proveedor de favores. Por el contrario, la ausencia de numerosos desplazados que tres años antes estaban en el barrio de invasión, se debe, entre otras cosas, a las persecuciones de las milicias de "limpieza social" y de la policía. Los recientes intentos de las organizaciones no gubernamentales locales, nacionales e internacionales por exigir la toma a cargo oficial de la "comunidad" de desplazados, se han visto entorpecidos no sólo por su heterogeneidad sino por la dificultad de localizarlos, contactarlos y establecer un diálogo con ellos. Esta dificultad se basa en la característica que es, sin duda, la única que le confiere uniformidad a esta "categoría", es decir, su ingreso brutal a una situación de despojo en el que las energías se concentran en una estrategia de simple supervivencia biológica, con ausencia de todo proyecto de vida individual o familiar. Se trata de un mínimo derecho a la humanidad que se concreta en la ilegalidad, en la medida en la que la pérdida original (agresión o desalojo violento) y la ausencia de protección a la altura del nivel de despojo21, privan a las personas y a las familias de todo reconocimiento social: como una identi-' Hay algunas excepciones evidentes, como la reinstalación de 80 familias de desplazados en el sitio conocido como La hacienda de la Miel (Ibagué, Departamento del Tolima), exigida y obtenida por los mismos campesinos ante instancias gubemamen-
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dad vergonzosa, o despreciable, o clandestina, la "identidad" del desplazado acumula una serie de estigmas entre los que el de la violencia y el de la ¡legalidad despiertan en los habitantes de las zonas de acogida una actitud de sospecha que éstos hacen recaer sobre los desplazados. De hecho, los desplazados se encuentran en una situación de ausencia de nomos (conocimiento de su situación)22, sin un lugar social previsto, en un estado de flotación liminar y de abandono que no saben, a ciencia cierta, si será transitorio o permanente. ¿Cómo restablecerse dentro de ese marco, cómo redefinir un sitio, unas relaciones, una identidad? Se puede establecer un paralelo entre las estrategias desarrolladas por las poblaciones desplazadas y reubicadas en distintos sitios, unas en las proximidades de territorios perdidos, otras en lugares remotos, dentro de la gran ciudad. En ambos casos, ya se trate de estrategias rurales o urbanas, la ¡legalidad es la principal respuesta al desplazamiento y a la necesidad inmediata de sobrevivir. Adopta la forma de invasión de tierras, ya sea para cultivarlas o para "colocar un plástico" y construir allí un albergue; y, eventualmente, adopta la forma de asignaciones voluntarias o por consentimiento, de medios o recursos territoriales, informales o clandestinos, que garanticen la seguridad. Varias encuestas realizadas en Cali han revelado el acelerado estado de descomposición que caracteriza a las familias desplazadas no solamente por razón del desplazamiento (ya tales, después de un desplazamiento colectivo como respuesta a las masacres perpetradas y las amenazas proferidas por grupos paramilitares en Bellacruz, (Cesar) (Véase, TABORDA OCAMPO, F. "De la infamia a la esperanza, la incertidumbre persistente: el caso La Miel", Revista Faro, Bogotá, n° 34, junio de 1998, pp 12-17). El carácter colee tivo y la unidad del hecho que dio origen al desplazamiento hicieron posible que, a diferencia de los esfuerzos individuales y heterogéneos, se formaran grupos de intereses definidos, asociaciones de desplazados y una organización de acciones colectivas que, a pesar de todo, no dejan de ser muy minoritarias, si se tiene en cuenta el conjunto de la población desplazada. -- Véase: AGAMBEN, G. Homo sacer: le pouvoir souverain et la vie nue. París, Seuil, 1997.
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que los grupos familiares con frecuenciase escinden cuando el abandono del lugar se debe al asesinato de un miembro de la familia) sino también como consecuencia de la llegada, donde la fragilidad de las relaciones cotidianas en el nuevo contexto implica separaciones, dispersión de los hijos, conflictos y ausencia de proyectos familiares25. Lo que hemos podido observar en la invasión de Sardi, en Aguablanca, es que si los parientes que se encuentran en el lugar permiten que se establezca el primer contacto con el entorno urbano, la "solidaridad familiar" no adquiere el carácter de permanencia ni de multifuncionalidad que sería de suponer en ese caso. Los parientes de la ciudad, como los vecinos de los barrios pobres y de invasión, a donde en general llegan los desplazados, no gozan, ni mucho menos, de una situación económica más estable (son obreros de la construcción, en situación precaria o desempleados, vendedores ambulantes, empleadas domésticas, etc.), ni tampoco gozan de mejor seguridad física que los recién llegados. Las manifestaciones de apatía, agresividad o intolerancia detectadas por los psicólogos en los grupos de desplazados24, nos remiten de nuevo a ese estado de flotación, de indefinición y, por último, a un espacio-tiempo más o menos duradero de anomia, que claramente se manifiesta en la ausencia de proyectos individuales, familiares o comunitarios.
a 21
Arquidiócesis de Cali. Desplazados en Cali. Op. cit., pp. 62-63 Arquidiócesis de Cali. Desplazados en Cali. Op. cit., pp. 67-72 ("Aspectos psicosociales del desplazamiento").
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Redes polifónicas deshechas y desplazamiento humano en el afropacífico colombiano Jaime Arocha Rodríguez, PhD Profesor Asociado CES - Universidad Nacional
Introducción Cuatro lustros de mirar al litoral Pacífico colombiano con ojos de antropólogo, le van enseñando a uno que, en esa región, el desplazamiento forzado de los afrodescendientes es la fase culminante de un ciclo cuyas etapas previas tienen que ver con la modernización. Desde 1982, todas las administraciones presidenciales tratan de implantar modelos de desarrollo basados en la extracción de recursos naturales y la consecuente construcción de vías y puertos que hagan más eficiente la exportación 1 . No obstante la legitimación de la territorialidad étnica El geógrafo Gustavo Montañez fue el comentarista de esta presentación durante el seminario sobre Desplazamiento forzado que se llevó a cabo como parte del Observatorio Sociopolítico y Cultural del Centro de Estudios Sociales de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia. Fustigó mi argumentación alegando que la modernización de las carreteras era una necesidad sentida por las propias poblaciones locales y no necesariamente una imposición externa. No cabe duda de que la élite afrocriolla y sus seguidores representan un puntal importante para el modelo de desarrollo basado en la apertura económica (GONZÁLEZ 1999). No obstante, también hay más adherentes del desarrollo sostenible basado en las polifonías sistémicas locales. La interacción e interlocución de ellos con los pueblos que han evolucionado esas polifonias busca contribuir al perfeccionamiento y difusión de ellas. El conflicto entre esos dos modelos de desarrollo enmarca la lucha que llevan a cabo las comunidades locales en pro de sus territorialidades étnicas, legitimadas éstas por la constitución de 1991. Sin embargo, debido a la forma como operan las máquinas de guerra, hoy por hoy parece improbable el que se dé la resolución de ese conflicto en favor de la sustentabilidad humana y ambiental.
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que introdujeron la Ley 31 de 1967 y la Constitución de 1991, esos gobiernos han asumido con timidez la "institucionalidad en la asignación de [los] derechos agrarios" que les corresponden a las llamadas "comunidades negras"2. Ellos, y el sector privado que apoya sus políticas para la región, desprecian o no perciben la complejidad y eficacia de los sistemas locales de producción y distribución (AROCHA 1992; GONZÁLEZ 1990). Por lo tanto, contribuyen a arrasarlos sin que las alternativas que ofrecen restituyan la capacidad que esos sistemas tienen para integrar e intercalar en el tiempo y el espacio múltiples actividades económicas y, en cosecuencia, alcanzar niveles demostrables de sustentabilidad ambiental (AROCHA 1992, 1999). Su desmembramiento aumenta los niveles de riesgo económico y social que enfrentan quienes los crearon y operan. Estas personas parecerían tener verdaderos dolientes, tan sólo después de haber sido víctimas de las atrocidades antecedentes al éxodo que las convierte en comunidades localizadas y compactadas y, por lo tanto, en nuevos capitales políticos. A continuación, me referiré al funcionamiento y desintegración de parte de la polifonía sistémica del sur del litoral Pacífico. Con base en esa descripción, interrogaré al saber académico-universitario por su capacidad de vincularse a la curación de los desplazados, mas no a la prevención del desplazamiento forzoso.
Redes p o l i f ó n i c a s en Tumaco 3 Pocos estudios acerca del litoral Pacífico han dado cuenta de la complejidad e interdependencia que presentan los sistemas locales de producción. Aquí los denomino polifom'as sistémleas y 1
Aquí parafraseo a PALACIOS (1999: 77). ' Esta sección se basa en AROCHA 1991, 1992, 1999 (Capítulo II); FRJEDEMANN y AROCHA 1986: 301-378, y MACHADO 1996, 1997.
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JAIME AROCHA RODRÍGUEZ
los ilustro aproximándome, en primer lugar, a la integración que se daba en la ensenada deTumaco entre la pesca y agricultura, y en segundo lugar, a su equivalente entre minería y agricultura, según las observaciones que en 1990 llevó a cabo el antropólogo Hernando Bravo Pazmiño en el bajo Patía. La siguiente hipótesis guía esta reflexión: La permanencia de las personas y el entorno del litoral Pacífico dependen del funcionamiento de los sistemas polifónicos de producción. Mediante ellos se intercalan tareas productivas en el espacio local y regional, según la época del año. Si el sistema polifónico entra en crisis, el riesgo de ser desplazado también puede aumentar. En la ensenada de Tumaco, se pesca durante las quiebras o bajamares, y se hace agricultura durante las pujas o pleamares. La gente zonificó el mar, de modo tal que la cultura material, la tecnología y la organización social varían de acuerdo con la distancia desde la costa y, por lo tanto, con la especie que intentan capturar. Así, en el manglar, las mujeres recolectan conchas. Se valen de embarcaciones simples para desplazarse desde barrios tumaqueños como Viento Libre, hasta los esteros, y usan sus propias manos para extraer del barro las llamadas pianguas y chiripianguas, moluscos muy apreciados en el Ecuador, cuya comercialización corre por cuenta de intermediarios que les compran la producción a las concheras. En lugares como La Caleta, Viento Libre, los pescadores se valen de largas líneas de anzuelos de calibres bajos, que tienden cerca de la orilla, usando canoas de vela; emplean pedazos de anguila (anguiya) que por su dureza hacen que las jaibas se demoren destrozando cada carnada y que haya tiempo suficiente para recorrer la misma línea, capturando ios cangrejos mediante una pequeña red llamada chayo. Por su parte, en El Chajal sobre la desembocadura del río Chagüí, los pescadores se desplazan a los bajos que descubre la "vaciante" mediante canoas de vela y calan chinchorros camaroneros (y jaiberos) en grupos de tres o cuatro personas por cada manga. Para internarse un poco más aden-
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tro, usan canoas impulsadas por motores de 40 caballos que arrastran sobre el fondo del océano otras redes camaroneras (y jaiberas) que se conocen como changas y que hacen posibles hasta 4 lances diarios. En la mediamar, los pescadores forman equipos de tres personas que llegan al sitio escogido en canoas motorizadas y mediante las cuales extienden palangres, o líneas largas de anzuelos de gran calibre, para capturar tiburones toyos y rayas. Por su parte, en las caletas y bajos también se usan chinchorros pejeros que se lanzan mediante el concurso de dos canoas motorizadas que transportan entre 10 y 1 5 pescadores por cada manga, cuya longitud puede llegar a los 1 500 metros. Así como los afrotumaqueños sectorizan el mar para llevar a cabo sus actividades, también lo hacen con sus fincas. Éstas estaban localizadas en las laderas empinadas que se yerguen a pocos metros del estero y de las desembocaduras de ríos y quebradas. Pese a que no había monocultivos, formaban sectores dentro de los cuales primaban ciertas plantas sobre otras. De ahí que hablaran por lo menos de tres segmentos fundamentales, el de frutales, el del chocolate y el colino para el plátano. Las llamadas chontas consitían en uno de los puntos nodales que integraban este sistema que intercalaba un conjunto complejo de actividades productivas tanto en el espacio, como en el tiempo. Las chontas eran galpones de madera, cuyos pisos estaban hechos de la madera llamada chonta. Allí llegaban los pescadores de camarón y jaiba al final de su jornada. Lavaban y cocinaban los animales capturados, dejando aparte los que venderían a otras personas de la localidad o los que llevarían a sus casas para el consumo familiar. Tal era el caso del camarón que se conocía como pomadilla. No se lo vendían a las camaroneras porque se descompone rápido. En las chontas, las mujeres se ocupaban de pelar camarones y langostinos o de sacarle a caparazones y quelas la carne de jaiba, la cual -como la de los cama-
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roñes- congelaban y llevaban a Tumaco para vender. En las chontas también había plátano, chontaduro, chocolate y los productos agrícolas que correspondieran con la respectiva estación. Quienes los ofrecían podían cambiarlos por productos de mar o embarcarlos con la producción congelada hacia Tumaco. Nunca medí las cantidades de plátano o chontaduro que se negociaban, pero era evidente que no se trataba de grandes volúmenes, sino de producciones más bien constantes a las cuales se les sumaban las de las pequeñas fincas campesinas de la zona que denomina la carretera, para nombrar las franjas a lado y lado de la vía que comunica a Pasto con Tumaco. El auge en la producción de pescado y en la recolección de moluscos compensaban las bajas en la producción agrícola y viceversa, de tal modo que, a lo largo del año, los afrotumaqueños contaban con un suministro adecuado de pescado y plátano. Posibles escaseces tendían a equilibrarse mediante la integración de estas dos polifonías con otras comparables, las de la minería y la agricultura.
M i n e r í a patiana 4 La red que forman la minería y la agricultura fue ideada por mineros tradicionales de lugares como el río Maguí, afluente del Patía, tomando como base organizativa la cantidad de lluvia anual. La abundancia de agua hacía posible la actividad de lo que de Friedemann (1971, 1984) encontró en el río Güelmambí con el nombre de mina compañía, es decir aquella que convocaba a todos los miembros de la parentela bilineal conocida con el nombre de tronco. Un capitán cuya autoridad era reconocida por Restrepo y del Valle (1996) usan el concepto de "filigrana" para referirse a otro conjunto muy significativo de polifonías sistémicas, identificadas en el bajo Patía por el equipo congregado alrededor del proyecto Bosques de Guandal, que durante el decenio de 1990 desarrolló la sede de Medellín de la Universidad Nacional de Colombia.
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todos, organizaba el trabajo a lo largo del canalón que los hombres habían construido. Éstos eran los encargados de ir lavando y separando las piedras más grandes, hasta que al final del zigzag de esa quebrada artificial, las mujeres ya podían comenzar a menear sus bateas para serparar el oro de la jagua. Durante esos períodos, el trabajo en los colinos era esporádico. Sin embargo, cuando las lluvias escaseaban y no había suficiente agua para alimentar los canalones por medio de los cuales lavaban arenas aluviales, los mineros se iban para el colino. Durante esas semanas, la minería se convertía en un barequeo individual llevado a cabo a orillas de ríos y quebradas (AROCHA 1992e). De nuevo, los auges de la producción minera compensaban las caídas de la producción agrícola y viceversa. Sin duda, había excedentes de plátano, porque a los racimos verdes se les veía navegar a bordo ya fuera de las enormes balsadas o chorizos que se hacían con troncos derribados del bosque y se llevaban por el río Patía hacia los aserraderos (RESTREPO 1995: 258), o de largas canoas motorizadas llenas de plomo a boya, como se denomina esa situación en cual es tal el peso de la carga, que el nivel del agua tan sólo está a unos milímetros por debajo de los bordes de la embarcación. Polifonías erosionadas El que a lo largo de todo un año hubiera plátano y pescado es una manera de simplificar ei resultado de la integración e intercalado, en primer lugar de las actividades producticas y comerciales llevadas a cabo por los afrodescendientes de los ríos Chagüíen la ensenada deTumaco y Maguí, en la hoya del Patía, y, en segundo de las dos subregiones del sur dei afropacífico. Esta seguridad alimentaria que se había alcanzado al margen de las políticas del Estado, en un ámbito de marcada segrega132
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ción espacial y socioracial, tampoco comprometía la seguridad del entorno físico y orgánico, no sólo debido a su moderada escala extractiva y económica, sino a su amplia dispersión espacial. Hoy por hoy, estas polifonías sistémicas serían paradigma nacional e internacional de la utopía del desarrollo sustentable o sostenible consagrada por la constitución de 1991. Su desaparición se inició a mediados del decenio de 1980 en respuesta a varios factores, entre los cuales destaco: jf El desarrolo que hasta finales del decenio de 1980 tuvo la camaricultura en la ensenada de Tumaco. La construcción de los estanques necesarios para la cría de larvas involucró buena parte de las tierras, muy pocas veces tituladas a nombre de los campesinos-pescadores de la ensenada. La consecuente ola especulativa desplazó a estos cultivadores hacia los barrios marginales de Popayán y Cali. Una política agraria que hubiera tenido en cuenta la defensa de estos campesinos, quizá habría permitido contrabalancear el poder de los capitalistas del cultivo de camarones. Mientras que éstos últimos sí se les consultaba en referencia a los planes para modernizar el litoral, a los anteriores se les excluía tanto como hoy. % Desde finales del decenio de 1980, tiene lugar la expansión de los cultivos de palma africana en la zona de la carretera. Otra ola de especulación con la finca raíz tuvo lugar en estas últimas tierras de campesinos, quienes no pocas veces también fueron desplazados a bala. La partida de ellos -como la de los primeros- significó un golpe severo a la red polifónica que formaban pesca y agricultura. La distribución local de los excedentes que produjeran la una y la otra desapareció en favor de la exportación hacia otras regiones del país o hacia el extranjero, ya fuera de camarones y filetes de corvina, entre otros pescados, o de frutos de palma para hacer aceite. Los espaguetis fueron ocupando el lugar que tenía el plátano en la dieta de los afrotumaqueños, a costos significativos para la economía familiar. 133
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% Por el lado del río Maguí, a finales del decenio de 1 980, profesionales de Corponariño comenzaron a promover la modernización de la minería artesanal (BRAVO 1990). Otorgaron créditos para la compra de motobombas que propulsaban por los canalones el agua de las quebradas, y pequeñas dragas que absorbían y luego zarandeaban las arenas del fondo de los ríos, hasta dejar la jagua lista para ser tratada con mercurio y así separar el oro que antes se obtenía meneando la batea. Entonces, mientras que mineras y mineros se independizaban de las lluvias y podían lavar oro todo el año, abandonaron sus colinos. Éstos se fueron enmontando, hasta que dejaron de producir. Entretanto, sus dueños racionalizaban el fracaso de la agricultura diciendo que la malaria había atacado los cultivos. Cuanto más palúdicas sus matas de plátano, más tenían que aprovisionarse desde lugares que -como las costas de la región ecuatoriana de Esmeraldas- nunca habían figurado dentro de su noción de mercados para comprar los alimentos que antes cultivaban5. Los costos de los productos traídos de otras regiones se sumaron a los del combustible, mantenimiento y reposición de equipos y, juntos, absorbieron las ganancias que provenían de la mecanización de la minería. Los créditos se hicieron onerosos y la emigración surgió como alternativa al fracaso. A principios del decenio de 1990, la relación entre endeudamiento y éxodo poblacional era tan evidente que uno se preguntaba si la modernización de la minería no habría sido parte de una conspiración malévola para expulsar a los mineros tradicionales de la región de río Patía (AROCHA 1990). En 1 995, la comunicóloga Martha Luz Machado comprobaba que la dieta de las concheras, con quienes había trabajado en Tumaco, comenzaba a consistir en gaseosas y galletas de soda, con sardinas en lata para ocasiones especiales, y que meses ' Esta región ecuatoriana también ha ido desapereciendo de la cartografía alimentaria del Pacífico sur, debido a la expansión de la camaricultura en esas tierras (VEACH 1996).
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más tarde, debido a los trastornos del aparato digestivo ocasionados por esos alimentos "plásticos", moría Tomasa Preciado. Esta mujer protagonizó buena parte de La flor del mangle, el vídeo que Machado hizo sobre la autonomía que -con todo y la precaridad de su situación económica- aún disfrutaban las concheras del barrio Viento Libre. Mi propósito no consiste en despertar sentimientos de lástima hacia Tomasa porque se murió de una forma muy particular de hambre, sino el de señalar que la erosión de las polifonías sistémicas puede tener efectos tan concretos como el de esa muerte. Que esas muertes aumentan la vulnerabilidad de las poblaciones afrodescendientes del litoral Pacífico, y que esa vulnerabilidad debe tenerse en cuenta dentro de los estudios sobre desplazamiento forzado. El novelista Javier Echeverry traza un panorama de estas relaciones complejas para una región del norte del Chocó, la cual él llama Caimanfrío. Para Echeverry, la modernización es inseparable del narcotráfico y éste, de lo que el antropólogo Agusto Gómez llama geofagia. En el relato de Echeverry, una de las primeras presencias de los dineros calientes consistió en retroexcavadoras para la minería del oro. La pobreza sin precedentes fue echando raíces a medida que la nueva tecnología dejaba, por una parte, "(...) la tierra acabaíta y sin ganas (...) y el monte desolao como brazo de cruz (...)" (ibid.: 42), y por otra parte, a muchas personas como bambos temblones "(...) di oler mercuriato (...)" (ibid.). Quedaban hechos trizas los acuerdos entre las familias extendidas de mineros de almocafre y batea para trabajar en el canalón; ahora, ellos tan sólo pueden barequiar el sobrado de arena que dejaron las enormes motobombas. A medida que la presencia de guerrilleros y de paramilitares, llegados con los "compratierras", se convertía en parte de la cotidianidad, las familias hacían como si no fuera con ellas el que a unos hermanos les hubiera tocado tomar partido por un 135
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bando y a otros por la facción opuesta. Echeverri habla de un muleque que va a galope tendido para alertar a la gente sobre una patrulla que persigue a un guerrillero a quien todos conocen en Caimanfrío. Pasa por el caserío de (...) la Pamba donde se ve mucha cruz agraria clavada encima de las puertas y ventanas para atajar cosa mala (...) (ibid.: 45). Y ya en su destino, el jinete sostiene un diálogo con doña Justina Palacios quien narra qué es esa "cosa mala": ¡Ay burrones llevaos del oro, la coca y la guerra, todos galopan a morir! Y la que siempre gana es La Vaca di Oro, que luego viene y compra la tierra de los muertos con un cheque de Merellín. Chilapos y cholos se pasan abriendo selva, macaniando monte y criando yerba en sabanales de vaquería pa La Vaca di Oro. Y luego viene ese capataz don Rogé, pelicandela gordo y pecoso en un jeep de llantas gordas y vidrios di ataúd, muy peinao atrás. Hace traer su caballo fino que llaman judas con jáquima di oro y lo bañan, le dan champú, así como una blanca en piluquería, le peinan la cola dos chilapos y le brillan una pomada pa' pelo. Y don Rogé pasea a judas y dice a carajiar ese caballo por todo Caimanfrío y el caballo baila al son de la música del jeep. Y esos tierrales comprados a puños di oro y droga (ibid.: 47).
El vacío de la c u e s t i ó n agraria Descritos algunos efectos de las formas de modernización que han tenido lugar en el litoral Pacífico, planteo ahora interrogantes acerca de la investigación reciente sobre desplazamiento forzado. El primero de ellos se relaciona con la forma como en los proyectos de grado sobre desplazados, la reflexión posmoderna acerca de la "construcción de sujeto" desplaza la relacionada con el transfondo de lo que Palacios denomina el "problema agra-
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rio no resuelto". Si bien es muy positivo que en el caso de los estudiantes de antropología haya tantos interesados por uno de los problemas nacionales más apremiantes, inquietan las pocas reflexiones sobre los impedimentos estructurales del retorno. Durante el primer semestre de 1998, tuve a mi cargo el Laboratorio de investigación social del plan curricular de antropología, ámbito que por lo general sirve para completar el diseño de los proyectos de grado. De los 16 estudiantes que tomaron el curso, cuatro elaboraron proyectos relacionados con el desplazamiento forzado. Entre los temas a desarrollar, mediante las respectivas investigaciones, sobresalen el impacto del terror, la construcción de nuevas identidades -incluida la del ser mujer- en el contexto de estigmatizadones cotidianas, ya sea por haber sido perseguidos en calidad de auxiliadores de la guerrilla o -con menos frecuencia- de los paramilitares. Las propuestas de trabajo señalan que este estigma se traduce en que los anfitriones discriminen o segreguen a ¡os refugiados y a que, para pasar desapercibidos, éstos últimos inhiban expresiones de su identidad. No obstante la relevancia de interrogarse por el problema del reajuste individual que involucra el desplazamiento forzado, existen vacíos de marcos explicativos que incluyan la cuestión agraria y propuestas relacionadas con el retorno. Parecería que cunde el pesimismo en cuanto a analizar opciones para recuperar el territorio perdido o para aplicar los medios legales que harían más próxima la opción del regreso a casa. Profesionales del d e s p l a z a m i e n t o y desplazados profesionales Así como me inquietan el coyunturalismo y particularismo de algunos estudios6, me interrogo acerca del por qué las organi"Jaques Aprile también se quejó del asistencialismo y ahistoricidad que permearon la mayoría de los trabajos presentados en el seminario del cual hizo parte este trabajo.
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zaciones neogubernamentales7 nacionales e internacionales que tienen que ver con los derechos humanos aparecen en el escenario del desplazamiento, pero no en el que lo antecede, el de la la lucha en pro de la legitimación política y de la territorialidad ancestral que hizo posible para indígenas y afrodescend¡entes la reforma constitucional de 1991. Hace pocas semanas, Lina Peña, estudiante de mi curso sobre afrodescendientes invitó a don Marco Fidel Velasco, perteneciente a quienes, el 27 de febrero de 1997, los paramilitares expulsaron de la región del río Cacarica -afluente del Atrato- y quienes se dividieron en varios grupos. Uno de ellos salió despavorido hacia Panamá, desde donde fue deportado a Cupica; otro a Pavarandó; un tercero a Turbo, el cuarto hacia Quibdó, y hay un quinto grupo cuya suerte se desconoce (véase PADILLA y VÁRELA 1997). Me conmovió el conocer por primera vez a uno de los protagonistas del éxodo forzado que -en marzo de 1997- motivó la redacción de un comunicado y el consecuente acopio de firmas que la antropóloga Nina S. de Friedemann (q.e.p.d) le entregó al presidente Ernesto Samper durante el vuelo que los llevaba a ambos en visita oficial por varios países de África (AROCHA et al. 1997). La situación de los desplazados del bajo Atrato era tan grave que la antropóloga había solicitado una entrevista especial para llamarle la atención al mandatario sobre el nexo que parecía ineludible de trazar entre ese desplazamiento forzado y el anuncio que él había hecho tanto de impulsar la construcción de una nueva conexión interoceánica por la vía del ríoTruando, también afluente del Atrato, como la de continuar la carretera Panamericana por el llamado Tapón del Darién (Presidencia 1996; AROCHA 1998b). Luego de agra' Me identifico con el sociólogo Manuel Castells (1999) en cuanto a la urgencia de reemplazar la noción de organizaciones no gubernamentales por la de organizaciones neogubernamentales, en aras de ofrecer una representación más acertada de las transformaciones políticas acarreadas por la globalización y la informática.
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decerle a la antropóloga su interés por el asunto, el entonces primer mandatario le aseguró que le prestaría particular atención a esa tragedia. El Consejero Presidencial para los Desplazados respondió el comunicado a nombre del presidente, insistiendo que muy pronto los refugiados regresarían a sus tierras, debido al interés que para ese gobierno revestía la titulación colectiva a las "comunidades negras", según lo disponía la Ley 70 de 1993 (GARCÍA 1997). Esa ley le dio vida al articulado contitucional de 1991 en lo ateniente a territorialidad y derechos étnico-políticos de los afrocolombianos. Ha sido evidente la falta de voluntad política de las administraciones de los presidentes Gaviria y Samper para resolver el problema de la territorialidad de los afrodescendientes del litoral Pacífico, dentro del nuevo marco consitucional (AROCHA 1998a). De ahí que el cinismo en la respuesta que por persona interpuesta ofreció el entonces primer mandatario diera para vaticinar que el retorno de esas personas a su patria chica sería demorado. Dos años más tarde, las palabras que don Marco Fidel Velasco pronunciaba en un aula de la Universidad Nacional de Colombia, retomaban como las bombas que -según su relato- las fuerzas militares habían dejado caer sobre su comunidad, luego de que paramilitares liderados por alias El Alacrán hubieran ejecutado en público a quienes acusaron de auxiliadores de la guerrilla, y escoltado a los sobrevivientes aterrorizados hasta el respectivo retén militar. Según don Marco Fidel, allí los desplazados se sorprendieron porque las fuerzas armadas del Estado no manifestaron sorpresa alguna ante el encuentro con el grupo irregular. Don Marco Fidel había llegado a Turbo con otras 2500 personas, donde oenegés de la Iglesia católica y de varios países europeos les habían comenzado a ayudar para sobrevivir en el estadio de la ciudad. Luego, habían empezado a organizarlos para que continuaran el trámite que habían iniciado para que el go-
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bierno legitimara sus dominios colectivos de acuerdo con lo estipulado por la Ley 70 de 1993. Habían constituido un Consejo Mayor y 24 consejos comunitarios locales; el primero, con la responsabilidad de representar los intereses de toda la comunidad de Cacarica ante el Estado, mientras que a los segundos les correspondían las tareas de iniciar los estudios cartográficos y socioeconómicos que requiere la ley para las localidades específicas. No era fácil imaginar cómo ellos podrían llevar a cabo semejante tarea en el exilio. Cuando la Asociación Campesina del medio Atrato (Acia) inició ese mismo proceso, se requirieron decenas de visitas a las comunidades; el apoyo de varios profesionales que interpretaran la etnocartografía en términos de la de los expertos, y además contribuyeran a preparar, diligenciar y analizar las encuestas requeridas (AROCHA 1998a, 1998b). ¿Cómo hacer estas labores desde Turbo o Cupica? Velasco explicó que la memoria era una ayuda, pero que también habían logrado visitar la región mediante escoltas gubernamentales exigidos por las organizaciones no gubernamentales. La crónica del señor Velasco daba fe del esfuerzo desplegado por esas entidades: organizaron a los desplazados en calidad de comunidad de paz, mediante la acción de varios comités, incluyendo el de diálogo para "interlocutar" con el Estado; los de salud, educación, matriarcas y patriarcas, familias de las víctimas, quienes hacen un libro de la memoria; el de jóvenes quienes se ocupan de lo cultural, incluyendo una emisora y un grupo folclórico; el de niños; el de la ecoprodución; el de la bodega; el llamado "local" que se ocupa de recibir a los visitantes y el de pesca, a fin de aprovechar los recursos del mar.
Prevención y c u r a c i ó n Mientras escuchaba al señor Velasco, pensaba en la aterradora perspectiva de que nuestra situación de violencia llevara a que,
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por una parte hubiera profesionales en la atención a los desplazados y que, ante la sinsalida, los propios desplazados se convirtieran en una especie de profesionales del desplazamiento. Al mismo tiempo, trataba de imaginar cuál sería el destino actual de la gente de Carabea, además de la del Truandó o la de Ríosucio, entre otros puntos del bajo Atrato, si todo ese conjunto de agencias humanitarias hubiera concurrido mucho antes a la región. No en apoyo de los desplazados, sino en soporte de la legitimación de los territorios que humanizaron los antepasados de las víctimas. Me venían a la memoria varias luces rojas que se habían encendido en el pasado, alertando ia crisis que se avecinaba, si el Estado seguía posponiendo el reordenamiento étnico-territorial que requería la constitución de 1991. Uno de esos eventos tuvo lugar en agosto de 1995. Lo convocó ia gobernación del departamento del Chocó y entre sus invitados figuraban el ministro de Defensa y su asesor en Derechos Humanos, el del Interior, el director general del Incora, representantes de las oenegés de derechos humanos, rectores universitarios y representantes de las organizaciones de la base (AROCHA 1998b). Como no concurrieron ni ministros, ni sus asesores, ni adalides de oenegés, ni rectores universitarios o sus delegados, la reunión pasó a ser un debate entre las organizaciones de la base acerca de la forma como la modernización de la re-gión debilitaba la posición de las comunidades o agravaba las tensiones que ya existían entre ellas. Tal sucedía con la intensificación de las explotaciones madereras en lugares como Jurado o con la incapacidad del Ministerio del Interior para resolver el problema que había causado el que el título original del resguardo del alto Andágueda hubiera desconocido la exitencia de varias comunidades de afrodesdendientes, de modo tal que los linderos hubieran sido trazados incluyéndolas, y por lo tanto, ignorando los límites de ellas. Para entonces, se planteaba la "compra de mejoras" como única salida al requeri-
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miento de sanear todos los resguardos indígenas. Como es comprensible, a los afrodescendientes nos les parecía que el traslado de los cinco pueblos que habían fundado sus antepasados fuera una buena alternativa para resolver el problema causado por el fundamentalismo étnico de los profesionales que -en el decenio de 1970- contrató el Estado para realizar los estudios socioeconómicos requeridos por el Incora para titular un resguardo indígena (AROCHA 1998b). El desdén con el cual fue tratada la invitación del gobernador del Chocó -entre otras alertas de la crisis que se veía venirdeja flotando el interrogante referente a si -en el caso de las violencias que compromenten a los pueblos étnicos- el saber académico-profesional, representado por altas figuras del ejecutivo, líderes de oenegés y académicos nacionales, está para prevenir el conflicto o para curar los males que éste ocasiona. En otras palabras, ¿no era ésa una hora inclusive ya tardía para apoyar la titulación colectiva que contempla la constitución de 1991 ? Y hoy ¿no estaremos a destiempo para brindar ese apoyo, considerando que la comunidad de posibles beneficiarios ya está en un exilio del cual parece difícil retornar? Hay que subrayar en este punto que cuando El Alearán llegó a Cacarica -según el testimonio de don Marco Fidel- se subió a un colina, desde la cual oteó el horizonte y le dijo a uno de sus lugartenientes: "ya se dónde va a ser esa finca mía". Se han descrito las fases por las cuales pasa la ampliación de la frontera agrícola en las regiones selváticas de frontera (Comisión de Estudios sobre la Violencia en Colombia 1987). Hay una sustitución sucesiva de poblaciones que se inicia con la de los grupos indígenas, pasa por la del colono que desmonta un claro, sigue con la del ganadero quien le ha comprado al anterior, hasta llegar a la gran empresa monopólica que ya tiene la capacidad para hacer inversiones en infraestructura e insumos agropecuarios. Uno tiende a imaginar que la descripción de 142
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esta secuencia ha tenido la meta de cambiarle el rumbo a su implacabilidad y crueldad, pero parecería que -con el tiempoha dejado de objetarse y que el experto no se concentra en cambiar su dirección, sino en proponer alternativas de participación política y económica de sus protagonistas más desvalidos (GONZÁLEZ 1998). En otras palabras, y ya para terminar, parecería que a los científicos sociales -invitados a proponer fórmulas para detener la creciente sangría que envuelve al paísles sucede algo parecido a lo que Palacios describe para quienes se ven involucrados en las negociaciones de paz, ya sea a nombre de la guerrilla o del Estado: se concentran en el diseño de fórmulas para repartir "la caja de galletas" (1999: 67-71) y no para contrarestar "los efectos estructurales de las políticas agrarias referentes a la propiedad de la tierra, muchas de las cuales se originan (...) en la legislación de baldíos de la década de 1870 que, en últimas han llevado a una alta concentración -de las mayores del mundo según el Banco Mundial- y a la poca generación de empleo con la consabida expulsión de la población" (ibid.: 76).
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Conflictos territoriales y desplazamiento en el litoral Caribe colombiano y en el Sinú Jorge Gracia Departamento de Geografía CES - Universidad Nacional
Tres conceptos básicos se utilizan aquí para examinar el tema del presente ensayo, estos son: territorialidad, difusión de la población y morfologías rurales. Todos producto de las relaciones sociales entre los individuos. ParaTuan (1971), la territorialidad consiste en el control que un individuo o grupo de individuos ejercen sobre una porción del espacio. Esta actitud de controlar el espacio para reservarlo a un grupo, se observa con gran fuerza en el reino animal, cuando defienden sus territorios para mantener a sus crías lejos de los depredadores o para conservar el dominio sobre los recursos que aseguran la supervivencia de la especie. En el ser humano, la territorialidad presenta refinamientos matizados por la cultura, aunque podría pensarse que tiene las mismas bases biológicas. La aceptación de ésta idea, permitiría defender el derecho que los individuos tienen al territorio, como imperativo para conservar sus vidas. En el Caribe colombiano diversos grupos humanos ejercen la territorialidad sobre la tierra cultivable, las ciénagas, los ríos y sobre las aguas del litoral. Los grupos humanos que residen allá, aprecian esos espacios porque les permite: bien la supervivencia o la acumulación de renta.
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La actividad espacial de los actores sociales define formas de apropiación del espacio (MONTAÑEZ y DELGADO, 1988 ), que dependen del nivel de poder que manejan. Tres fuentes alimentan el poder: el conocimiento, el dinero y la fuerza o la violencia (TOFFLER, 1990). En el presente caso, se observan diversas formas de apropiación del espacio, que van desde las posesiones de predios que respaldan con títulos legales, hasta las ocupaciones de hecho de terrenos privados o de espacios públicos. Los grupos que se asientan allí son de diversas categorías: hacendados, grupos económicos, pescadores y pequeños campesinos, entre otros. En cada caso, el poder de control del espacio es diferencial. Esa diferenciación en el control del espacio, se fundamenta en la cantidad de poder que posee cada grupo y como resultado del ejercicio diferencial del poder, unos grupos son excluidos, lo que se traduce en una injusticia distributiva del espacio. Cuando se examina el poblamiento en el litoral Caribe se aprecia un crecimiento por esparcimiento de la población sobre la superficie, seguido de la concentración espacial. Esta dinámica espacio-temporal se le denominará, de ahora en adelante, difusión de la población. Gould (1961), afirma que el hombre y sus obras existen en el espacio y en el tiempo. La fuerza de la declaración está en la conjunción "y" que liga el espacio con el tiempo, porque se trata de considerar al hombre y sus obras habitando en dos dimensiones. Por otra parte, tiempo y espacio son constructos sociales que responden a las necesidades materiales de supervivencia de los individuos (HARVEY, 1996). En consecuencia el espacio-tiempo son producto de todo el conjunto de relaciones sociales. La morfología o forma de los espacios rurales hace referencia a la disposición y forma de los campos, se trata de encontrar unas pautas regulares en la forma y localización del espacio de
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produción cuando el hombre se apropia de él y le agrega trabajo y capital para ponerlo a producir. Hornby y Melvin (1991), destacan que la morfología espacial es producto de las condiciones socioeconómicas. Santos ( 1996), propone que el espacio es producto de las estructuras productivas y técnicas de las sociedades. Como estas relaciones son cambiantes, también la morfología espacial es cambiante. En este trabajo se pretende: £ Destacar la variación espacio-temporal de la población a nivel regional y local, como producto de los conflictos por el territorio. % Señalar de que manera la morfología de los espacios rurales reflejan la injusticia social. El trabajo se divide en los siguiente temas: Poblamiento y definición de conflictos; la morfología de los asentamientos rurales y la justicia social y; el destino de los desplazados.
P o b l a m i e n t o d e l espacio l i t o r a l y d e f i n i c i ó n de c o n f l i c t o s Aquí se examina el proceso de ocupación del territorio del Caribe colombiano, desde 1938 hasta 1993, que es el período del cual disponemos de datos censales. A partir de dichos datos se elaboraron mapas diacrónicos que permiten obtener una visión espacio-temporal del proceso de poblamiento en un lapso de un poco más de 50 años. Cuando se examina el poblamiento en el Litoral Caribe se aprecia un crecimiento de la superficie demográfica, seguido de la contracción de la misma. Como afirma Santos (1996), la distribución de la población y el espacio construidos, no tienen un papel neutro en la vida y en la evolución de las formaciones económicas y sociales sino que constituyen su producto.
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La difusión de la población en escala regional El tratamiento cartográfico de los datos censales, constituye un registro visual del proceso de ocupación y apropiación del espacio. En este momento resulta adecuado formular tres preguntas que se relacionan con ia apropiación espacial: 1. ¿Quiénes tienen derecho, en general, sobre los espacios productivos? 2. ¿Quiénes poseen en la actualidad el derecho sobre los espacios productivos? 3. ¿En virtud de qué criterios se otorgó el derecho sobre los espacios productivos? La primera pregunta tiene que ver con el deber ser, significa: a quienes, por derecho natural, les podría corresponder espacio. Esta manera de encarar la pregunta tiene dos elementos importantes: por un lado, implica una visión que no se conforma con la respuesta superficial que supone recurrir a lo que ya se encuentra funcionando en la realidad, sino que invita a recrear la realidad, a pensar en otros mundos posibles; por otro, esta pregunta implica asumir una posición ética y recuerda que la historia nos demuestra que en muchas ocasiones lo justo está por encima de lo legal. Las siguientes preguntas, son complementarias y hacen pensar en el poder excluyente que pueden llegar a tener las instituciones cuando el espacio social presenta características multitemporales, y multiculturales. Como es el caso que nos ocupa, donde habitan comunidades que conservan antiguas tradiciones, valores y creencias que se heredaron desde la colonia o aún que se importaron desde África; en oposición a aquellos grupos para los que tiene vigencia todos los valores y creencias de la vida moderna. Esto indica la existencia de diversos espacio-tiempos. Entre los dos extremos se encuentran gradaciones, pero quizás lo fundamental es que de acuerdo con la cercanía cultural
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que los individuos tengan a la modernidad o mejor al sistema espacio-temporal vigente, tienen mayor poder sobre el espacio ya que manejan el conocimiento, el dinero y la fuerza que requiere el control del mismo. Los gráficos diacrónicos (Figuras l y 2) permiten identificar seis focos iniciales de mayor poblamiento: Tierra Alta, Valencia y Montería en Córdoba; Morales en Bolívar; El Paso en Cesar; Sitionuevo en Magdalena y San Marcos en Sucre. Además, la superficie demográfica que representan los mapas muestra tres tipos de cambios en el espacio-tiempo: concentración, crecimiento y contracción; de manera que es posible identificar etapas en las que domina cada uno de esos procesos, como se explica a continuación: Figura No. 1. Proceso de concentración de la población rural en el litoral Caribe y Sinú
ALIA
MEDIA
BAJA
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Figura No. 2. Evolución de la superficie demográfica rural 1938
1. Ciénaga - Valledupar 2. Tierralta y Valencia 3. Montería 4. El Paso 5. San Juan Nepomuceno 6. San Pablo
40.00 20.00
7. Lorica
8. Sahagún Fuente: DAÑE, C E N B 0 G 103B; 1973-1993
Definición de los focos de poblamiento En el transcurso de trece años, que abarcan desde 1938 hasta 1951, se produce la definición de los focos de poblamiento y la dispersión de la población que se realiza en forma muy lenta. En este proceso fueron protagonistas: transnacionales, terratenientes, pequeños campesinos, entre otros. Todos obraron en forma casi simultánea sobre el espacio disponible. Algunos de los antecedentes de los asentamientos rurales del río Sinú y su delta están relacionados con el papel que jugaron las transnacionales del siglo pasado como factor de localización de la población. Las operaciones que realizó la firma George Emery Company entre 1883 y 1915 explotando maderas finas, abrió el espacio que posibilitó el posterior repoblamiento en el valle del Sinú (PARSONS 1989). Igual papel jugó el grupo franco-belga La Societe Francaise du río Sinú que se estableció en el municipio de Montería en 1882 (POSADA 1994). También la iniciativa nacional participó de este auge empresarial así en 1913, unos capitalistas antioqueños fundaron La com-
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pañía del Sinú y compraron al grupo franco-belga, los terrenos de la hacienda Martha Magdalena (POSADA 1994). Si los anteriores autores destacan el papel de las transnacionales como factor de localización de la población, para Legrand (1994) los pequeños campesinos jugaron un papel protagonice en la adecuación de los mismos espacios. La autora señala que este fenómeno : £ Ocurrió como proceso amplio de expansión de la frontera en la Costa Caribe en los siglos XIX y XX. % En la mayoría de las áreas de colonización los campesinos no fueron los únicos. Inicialmente, los campesinos de subsistencia abrieron el territorio virgen y lo pusieron a producir, unos años más tarde fueron presionados por los capitalistas, que en busca de rentabilidad concentraron la tierra en grandes propiedades y convirtieron a los colonos en arrendatarios. Esto significa que coexisten un espacio-tiempo históricamente tradicional, en cuanto a las estructuras productivas y tónicas que poseen los hombres y, un espacio-tiempo actual, en el que las técnicas imponen nuevos ritmos de producción. La dispersión de la población, obedece a que los pequeños campesinos ocuparon terrenos que encontraron libres y los usufructuaron, ya que la tierra y las ciénagas proporcionaban todo lo que requería la comunidad. Etapa de consolidación de los focos y expansión de la población Esta etapa abarca desde 1964 hasta 1985, en estas dos décadas coexisten dos tendencias espacio-temporales en la población rural: a. La concentración alrededor de los focos urbanos. b. El esparcimiento de población en áreas más apartadas de los centros, con bajas densidades de población. Estas tenden-
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cias en apariencia contradictorias, son la expresión de relaciones de competencia de los dos espacio-tiempos descritos arriba. El espacio-tiempo actual, fuertemente articulado a un espacio funcional como lo describen Sánchez y Arce (1986) en el que Medellín y Barranquilla operan como centros metropolitanos; Cartagena, Santa Marta, Valledupar y Sincelejo como centros subregionales; Riohacha y Magangué como centros de relevo principal y; Fundación, El Banco, Maicao y Ciénaga como centros de relevo secundario. El espacio-tiempo tradicional, débilmente articulado o completamente desarticulado con ias regiones funcionales dominantes. Como ya se indicó, corresponde a la supervivencia de economías de subsistencia, los procedimientos utilizados para hacer producir la tierra eran primitivos y heredados por generaciones. La cartografía muestra que estos espacios demográficos a partir de 1973 comenzaron a encogerse; al parecer, el elemento jurídico fue decisivo en este aspecto ya que las leyes de tierras que pretendían presionar a los hacendados para que las pusieran a producir, los obligó a expulsar a los arrendatarios ante el temor de perder parte de sus propiedades. Por otro lado, en opinión de Aranda (1994), en la práctica la Ley 200 de 1936 se convirtió en un instrumento para adjudicar baldíos a terratenientes. En términos espacio-temporales esto significó: la consolidación de los espacio-tiempos actuales, controlados principalmente por hacendados y la reducción o disminución de los espacios libres para el usufructo de las comunidades campesinas más tradicionales, mediante el marginamiento espacial de los últimos. Aunque en téminos regionales esta afirmación es verdadera, eso no significa que exista una separación absoluta de los dos espacio-tiempos; en la escala local se observa casi la coexistencia de ambos. En este caso, las relaciones pueden variar desde
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la simbiosis al comensalismo. En el primer caso se presenta una relación que aparenta un armonioso y mutuo beneficio porque la presencia de algunos campesinos en terrenos de las haciendas pueden evitar eventuales invasiones de los terrenos libres y a su vez, los campesinos usufructan esos terrenos. Sin embargo, cuando ambos tienen que competir por algún recurso común como el agua, la relación se torna en comensalismo y obviamente, los propietarios de la tierra hacen uso de los derechos que la ley les concede para sacar de las tierras a los campesinos. De otra parte, la aplicación de la ley como criterio para solucionar los conflictos sobre tierras, puso en clara ventaja a los terratenientes sobre los pequeños campesinos, no sólo por los privilegios que las mismas otorgaban a los terrateniente, sino además porque quienes conocían los canales de comunicación y los procedimientos para acceder a las autoridades eran los hacendados. Por otra lado, los hacendados también eran poseedores de la fuerza que estaba representada no sólo por organismos del estado sino, por grupos particulares pagados por los dueños de la tierra. En consecuencia, queda claro que el trabajo en esa tierra y durante varios años no otorgó derechos sobre el espacio a los pequeños campesinos, pues como se afirma en la cita de Legrand, unos fueron los que prepararon la tierra, vale decir, los que aplicaron energía humana para transformar ambientes naturales en espacios de producción y otros fueron los que adquirieron derecho sobre esos espacios, bien porque la ley falló en su favor o poque los adquirieron por diferentes procedimientos que incluyen la compra y la invasión de terrenos. Aquí lo interesante es que quienes trabajaron se quedaron sin tierra y sin dinero, porque existía una separación entre trabajo y derecho a la tierra y entre trabajo y derecho a la remune-
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ración. En últimas, el trabajo no otorgaba al pobre más que la posibilidad de usufructuar temporalmente el suelo. Una vez que se elimina la posibilidad de usufructuar la tierra, no hay motivos para trabajar; a esto hay que sumarle el hecho que las nuevas generaciones tienen el recuerdo de que sus abuelos y padres ocuparon libremente territorios y que fueron desalojados por quienes poseían títulos legales. Podemos afirmar que este fenómeno es un claro enfrentamiento entre dos sistemas de autoridad: la autoridad personal que reside en las comunidades y la autoridad territorial que es impuesta por el Estado (NISBET 1975). Es decir, se impuso una autoridad con base en las categorías de ciudadano colombiano o de cordobés, en detrimento de la autoridad que regía como miembro de una comunidad cuyas reglas se habían heredado por tradición. El desconocimiento absoluto de la autoridad tradicional, por parte del Estado, enfrentó dos actores sociales: pequeños campesinos contra hacendados, y definió un conflicto por el territorio. Bajo estas circunstancias los desposeídos adoptaron la violencia como la forma de asumir el conflicto territorial. La izquierda apoyó la iniciativa campesina que pretendía desconocer los títulos de propiedad de los terratenientes mediante la invasión de predios (ROMERO, 1998: 72). De acuerdo con (NECRETE, 1994), estas alianzas entre campesinos y guerrilla no tienen un carácter de permanencia. Este punto, del carácter temporal de las alianzas, es de gran importancia porque en últimas io que se está definiendo son territorios mediante la aplicación de violencia como elemento para mantener el control sobre los espacios. En este sentido vale la pena traer aquí las preguntas que formula Legrand (1994: 25) refiriéndose al papel que ha jugado la guerrilla en las zonas de colonización ya que abren un panorama de inquietudes nuevo:
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¿Está el Estado de alguna manera abierto o irrevocablemente cerrado a la expresión de nuevas demandas sociales?, si lo segundo es cierto, ¿es la guerrilla la única alternativa?, ¿representa la guerrilla a grupos populares que creen que la única manera de defender sus intereses socioeconómicos es mediante la lucha armada?, ¿o está la guerra de guerrillas divorciada de, y por tanto es un obstáculo a la emergencia de movimientos sociales eficaces? No se intenta responder estas preguntas sino más bien, abrir nuevos horizontes en la concepción del tema. El geógrafo Marshall (1985: 113) afirma que la ciencia es, en esencia, una forma de hacer buenas preguntas, más que un conjunto de resultados concluyentes. Los interrogantes de Legrand, sugieren caminos que ubican el problema de la tierra en un lugar que permite sacudir nuestras mentes de añejos estereotipos interpretativos y volver a repensar el problema tratando de buscar salidas más justas. Etapa de contracción En los doce años que van desde 1 985 hasta 1993, cambió drásticamente la estructura de la distribución de la población rural. Los mapas muestran como tendencia general la contracción de las áreas que antes estaban ocupadas por población dispersa y la fuerte concentración de la población rural alrededor de los principales centros urbanos. Esto puede describirse como la tendencia espacial de la población rural a nuclearse. Pero más que un posible fortalecimiento del espacio-tiempo actual, la estructura espacial refleja un conlicto violento. Romero (1998: 8081), describe la conformación de grupos paramilitares, que en apoyo de hacendados ejercieron violencia contra campesinos invasores de tierras de haciendas. La violencia de la lucha por la tierra, adquirió un nuevo rumbo con la aparición de nuevos actores de la violencia, es un mo158
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mentó complejo en el que los conflictos se enmarcan en un panorama en el que por lo menos cuatro ejércitos distintos entran en juego: los paramilitares, las autodefensas, la guerrilla y los grupos armados a cargo de los narcotraf¡cantes (NEGRETE, 1994 y ROMERO, 1998).
A nivel regional, la contracción de los espacios ocupados por la población dispersa y la concentración de la población alrededor de los principales focos constituye la expresión cartográfica de la dimensión espacio-temporal de los desplazamientos de poblaciones rurales. Difusión de la población a nivel local Los mapas de flujos dan cuenta de la difusión de la población por relocalización. En este caso la población movilizada corresponde exclusivamente a desplazados. Se tomó el departamento de Córdoba como ejemplo representativo de expulsión de la población rural y la ciudad de Montería como una importante receptora de desplazados. El mayor número de desplazados proviene de las áreas rurales (Figuras No. 3A y 3B), porque éstas son el escenario común de los bandos enfrentados: ganaderos, hacendados, paramilitares, grupos armados privados, autodefensas, guerrilla, ejército y narcotráfico (NEGRETE, 1994). La presencia de estos actores, tiene como finalidad establecer el control sobre el territorio y sobre la población. Para cumplir este objetivo emplean métodos que les exige efectuar trabajo de inteligencia, conformar organizaciones y adelantar proselitismo. Hasta el punto que arman redes de militantes, activistas, colaboradores, simpatizantes. Aunque la mayor parte de la población se mantiene alejada pero con la obligación de mantenerlos informados Negrete(1994), Es común que los grupos violentos asuman el control absoluto de la vida en los sectores rurales, se convierten en autoridad y
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Figura No. 3A. Municipios expulsores de población
NECHI, CAUCASIA, JARDIN, PTO. VALDIVIA, ZARAGOZA, MEDELLÍN
-•
Salida a otros municipios o departamentos
Fuente: modificado de Negrete, 1994
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Figura. No. 3B. Municipios receptores de población
Llegada a otros municipios o departamentos
Fuente: modificado de Negrete, 1994
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Figura No. 4. Morfología rural que expresa la industria social
A Lorica
— ***= M -xO = •
Carretera Río Área urbana Límite manglar Cuerpo de agua Paleocauce Vivienda
Fuente: aerografía IGAC
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jueces, determinan las penas que deben cumplirse cuando se infringen las normas que ellos imponen, esto incluye desde la normatización de la vida cotidiana hasta las licencias para poder trabajar en las haciendas. Es una autoridad totalitaria, porque el individuo no se puede separar libremente de ella y porque penetra absolutamente todos los aspectos de la vida cotidiana. Estos lugares se convierten en áreas expulsoras de población. Como ya se dijo, la ciudad de Montería es un importante centro receptor de desplazados. Según (NEGRETE,! 994) en 1994 en Montería había 36 barrios subnormales con 71.700 habitantes de los cuales aproximadamente 21.500 eran desplazados. La mayoría se ubica en el sector informal. M o r f o l o g í a de los espacios rurales y j u s t i c i a social Morfologías de la pobreza El actual delta del Sinú corresponde a asentamientos de pescadores (Figura No. 4), la estructura espacial dominante es lineal; la mayoría utiliza pequeñas embarcaciones con velas rudimentarias. En Tinajones hay unos quince ranchos dispersos, cons-truídos en bahareque, con techo de palma, se observaron cultivos de pancoger de plátano, coco y maíz, lo cual indica que se trata de una sociedad que alterna la agricultura rudimentaria con la pesca t r a d i c i o n a l , que se vale de transmayos y pequeñas embarcaciones que improvisan velas confeccionadas con talegos plásticos. Se trata de sociedades que dependen enteramente de los ritmos de la naturaleza para programar la pesca o la agricultura. Los habitantes de estas zonas tienen que competir por el recurso pesquero con grandes barcos de empresas pesqueras como "Vikingos". De acuerdo con habitantes de la zona: Ellos pescan por la noche en zonas que no son permitidas y se llevan todo... Se han hecho quejas ante la
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capitanía de puerto, los primeros días hay control y después se vuelven a meter. En este caso no es visible en términos de la morfología espacial los desequilibrios espaciales. Esto se debe a que la explotación pesquera no requiere establecer asentamientos en el mar ya que los pesqueros se desplazan con las migraciones de las especies de interés. De lo contrario, la superficie marina estaría ocupada con instalaciones de empresas privadas. De todos modos la competencia por los peces es desigual. Morfologías que reflejan la competencia p o r el espacio La competencia por los espacios deja su huella en la morfología de los espacios rurales, en los que dos actores se disputan el espacio disponible. En la figura no. 5 se distinguen tres anillos de afuera hacia adentro: el primero está conformado por lotes de forma ortogonal que corresponde a grandes haciendas ganaderas, el segundo anillo está conformado por predios que presentan una morfología anular y el tercer anillo corresponde a terrenos bajos que son inundables. En este caso los predios menores presentan dos barreras que impiden su crecimiento; una de tipo cultural que son las haciendas y otra de tipo físico que son los terrenos inundables. Las haciendas encierran a los predios menores. Este hecho fue notado por Negrete (1994), quien afirma que hay un centenar de pueblos campesinos rodeados por haciendas que les impide crecer, obligándolos al empobrecimiento inmediato y a la emigración permanente de jóvenes. En estos casos la morfología de ios espacios rurales expresa una situación de injusticia social. Además, es un acto de violencia porque equivale a recluir a unos seres humanos en espacios reducidos, abandonándolos con recursos muy limitados que apenas les permite llevar una existencia miserable; es un acto de agresión porque representa una forma de segregación espacial
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de abuelos, jóvenes, niños y adultos que no pertenecen a los espacios económicos dominantes, y es un acto violento porque constituye una área de expulsión de la población joven. En últimas, constituye una forma de injusticia dis-tributiva del espacio. Como si esto fuera poco, los hacendados compiten con los pequeños campesinos por los terrenos baldíos. La Asociación de Cumunidades de la Ciénaga Grande (1992), informaba: El concepto de baldío ha propiciado que muchos hacendados y ganaderos utilicen grandes extensiones de tierra de la ciénaga para usufructo particular (...) es común ver como sobrepasan los linderos para apoderarse de más tierra firme, que la acondicionan para su aprovechamiento en invierno y verano. Por consiguiente, los espacios de las haciendas crecen a expensas de los terrenos baldíos que pudieran usufructar los campesinos pobres. Así las cosas, la morfología de los asentamientos rurales, condensa la historia del acaparamiento de la tierra por parte de hacendados y una historia de la injusticia social.
El destino de los desplazados Negrete (1994) distingue tres momentos del desplazamiento: los hechos de violencia que lo anteceden, la migración como Figura No. 5. Estructura de la tenencia de la tierra
MINIFUNDIOS
T E R R E N O S DE GRANDES HACIENDAS
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un acto de desarraigo y el esfuerzo por readaptarse en los nuevos lugares. A continuación se examina cada uno de esos momentos mediante el análisis de la historia de una familia que registró el mismo autor. Las situaciones que anteceden María Eugenia, una madre de siete hijos que residía en una finca del municipio de Martinica afirma: Ahora pienso que no nos alarmamos mucho porque la angustia es como el vicio o la pobreza: terminamos acostumbrándonos a ella y eso fue lo que nos pasó. Desde hacía tres años el pueblo y todo lo que se divisaba desde la loma, comenzó a ser visitado por gente con indumentaria y cara de otros rumbos (...) las pocas veces que los vi parecía que me registraran con las manos por dentro y por fuera como si escondiera algo que no les gustara, atentos a la palidez de la cara, a los temblores o el embolamiento de la lengua o el apresuramiento de la sangre. Por cualquier indicio que no les pareciera disparaban (...) fueron cayendo amigos y conocidos solos o en grupos (...) torturados, (aparecían) atravesados en el camino... De esta forma la violencia intimidatoria y la violencia de hecho se impusieron como procedimientos para doblegar las voluntades de los habitantes, mantener total control del territorio e imponer "un orden dentro de él". Esto modificó completamente la vida social y llenó de terror a los individuos. Bajo estas circunstancias, el espacio rural adquirió un nuevo significado en las mentes de los individuos. Algo nuevo y desconocido: las calles del pueblo se percibían como lugares de peligro, igual los caminos, el monte. No existe una regla que puedieran orientar el comportamiento de las personas para conservar la vida. Probablemente el hogar ofrecía alguna seguri-
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dad psicológica, aunque el temor también penetra los muros de la vivienda e invadía los hogares, porque los recuerdos de los muertos se repiten en las mentes. El desarraigo y la migración Esa mañana llegaron 10 hombres (...) La orden fue tajante: ¡mujeres, viejos y pelaos aquí y hombres allá! (...) mientras uno interrogaba a m i marido otro mató a dos muchachos que trabajaban con nosotros. Ya en ese momento estábamos paralizados por el miedo. Sólo m i hija la mayor de trece años pudo reaccionar. Corrió, resbaló y cayó en el patio. Uno de ellos corrió y preparó el arma para dispararle (...) decidimos jugarnos el todo por el todo, mi maridó atacó con un pequeño machete al que lo interrogaba... Cogió el arma del machetado y sin saber manejarla comenzó a disparar. Poco fue lo que alcanzó a hacer porque los otros lo barrieron con una ráfaga y luego quemaron todo (...) El calor que sentí me hizo mirar donde estaban mis hijos sollozando... pero esa mirada agónica que les v i me partió el alma. A esta familia, como a muchas otras que sufren la violencia, no les queda otra posibilidad que migrar, esa marcha es un acto desesperado por conservar la existencia, aunque atrás dejan parte de sus vidas. Así observó la entrevistada el desplazamiento de sus vecinos: Muchos salieron, en silencio los víamos pasar con mucha congoja encima, sin una sonrisa, sin un hasta luego... Ahora ella y sus hijos hacían parte del desfile de personas que abandonaba la región, marchaban hacia Montería y probablemente otros observadores advertían el desconsuelo en sus rostros.
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El esfuerzo por adaptarse ¿Qué esperanzas le pueden quedar a una familia que fue victima de la violencia?, probablemente muy pocas sobre todo cuando no se encuentra un lugar que prometa oportunidades. Con ayuda de familiares viajamos a Montería (...) hemos ido pasando este mal momento. Mis hijos maduraron biches: el barón sale a buscar trabajo en las haciendas cercanas y la hembra está en Venezuela en casa de una señora que quiere ayudarle (...) El resto los tengo aquí a la pata, enseñándoles a sobrellevar la necesidad con dignidad. Es asombroso el poder que los grupos armados tienen para decidir el futuro de las familias, de truncar sueños y torcer proyectos de vida. Esta es la historia que repiten miles de familias que se encuentran en medio de la contienda bélica. La primera parte del análisis de este ensayo, introduce en las dimensiones regional y local, útiles para tener una ¡dea de ia dimensión del problema en términos espacio-temporales, pero la fuerza de estas historias debe convocarnos para actuar en esta compleja realidad que está destruyendo vidas.
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Comentarios a las ponencias de la sesión dedicada a migraciones internas en Colombia y a las relaciones identidad, territorio y comunidades negras Gustavo Montañez Gómez Profesor Asociado Universidad Nacional
Sobre la ponencia Migraciones internas y violencia en Colombia: el precio de los equilibrios regionales. Norma Rubiano y Eduardo Granados. Me referiré en primer término a la ponencia que ofrece un marco más general sobre las migraciones en Colombia, basada en el análisis de los datos censales de 1993. Se trata de la ponencia de Norma Rubiano y Eduardo Granados titulada "Migraciones Internas y Violencia en Colombia: el precio de los equilibrios regionales", en donde, además de constatar la existencia de grandes movimientos de población a través de los datos del censo del año 1993, identifican una estrecha relación entre migración y empleo, al punto que plantean la hipótesis de que la movilidad de población es uno de los mecanismos mediante los cuales se amortiguan los desequilibrios ¡nter-regionales de la relación empleo desempleo en el país. Pero la concentración principal de la ponencia está en la exploración de la probable relación entre migración y violencia, y las consecuencias que para la calidad de vida de la población trae la alta movilidad de la fuerza de trabajo. Los resultados del estudio indicaron que el 46.2% de los colombianos eran migrantes, al menos de un municipio a otro, 171
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y que uno de cada cinco colombianos había cambiado de departamento de residencia entre la fecha de su nacimiento y el día del censo. El 57.5% de los migrantes había cambiado de departamento y el 42.1 % lo habían hecho al interior de su departamento de nacimiento. La dirección de los flujos migratorios se dirige de las zonas más deprimidas económicamente a las zonas de mayor crecimiento o expansión económica. Entre las primeras se identifican: Nariño, Córdoba, Sucre y Cauca; y entre las segundas: Bogotá, Caquetá y San Andrés. Los autores encuentran las tasas más altas de desempleo entre los migrantes recientes, es decir, los de los últimos cinco años antes del censo; de manera simétrica, las tasas de inmigración del quinquenio previo al censo son superiores para los desempleados e inferiores para los empleados. Sin embargo, el proceso parece ser lo suficientemente dinámico, de tal forma que si una región es receptora de numerosos desempleados, cuando se alcanza determinado umbral, se activan procesos de expulsión de desempleados en esa región, lo cual aparentemente promueve ciertos mecanismos equilibrantes de los mercados laborales en el territorio nacional. No queda clara la temporalidad, ni los costos asociados con ella, de estos mecanismos de ajuste ¡nter-regional, ni la manera como funcionan estos en relación con los tipos de oferta y las calidades específicas de la fuerza de trabajo. El examen de las posibles conexiones entre la violencia y la migración se analiza mediante la relación entre las tasas de migración y dos indicadores de violencia bastante difundidos pero de alcance cuestionable con respecto a la complejidad del fenómeno: las tasas de delincuencia en general, y las tasas de muertes violentas. Se utiliza como instrumento analítico la correlación de Pearson entre 15 indicadores de migración para cada uno de los 25 departamentos que poseían información y los dos indicadores de violencia mencionados. Tanto la migra172
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ción como los delitos y muertes violentas tomaron como referencia el período de los cinco años que antecedieron al censo de 1993, es decir, de 1988 a 1992. Los territorios de mayores tasas de inmigración en este período fueron: Arauca, Guajira, Quindío, Bogotá, Risaralda, Cundinamarca y San Andrés y Providencia; los departamentos con menores tasas de inmigración fueron: Nariño, Antioquia y Córdoba. Los departamentos con mayores tasas de emigración en el período considerado fueron; Tolima, Caquetá, Quindío, Bolívar, César, San Andrés y Providencia, Arauca, Guajira y Caldas; los departamentos con menores tasas de emigración fueron: Antioquia, Nariño, Valle, Atlántico y Norte de Santander. Como se observa, Antioquia y Nariño tuvieron un comportamiento atípico; el primero presentó la mayor tasa de muertes violentas, recibió muy pocos inmigrantes y expulsó muy poca población fuera de su departamento, aunque los datos de Rojas en relación con el desplazamiento forzado para la década de los años noventa, sugieren que la expulsión de habitantes fuera de los departamentos puede haber alcanzado umbrales significativos en este último período. Nariño es uno de los departamentos con tasas más bajas de muertes violentas, junto con Bolívar, Sucre y Atlántico, y al mismo tiempo presenta las más bajas tasas de inmigración y bajas tasas de emigración. Es decir, tanto Antioquia como Nariño se comportaron como relativamente cerrados, desde el punto de vista de la movilidad de la población, pero mientras que el primero tuvo altas tasas de violencia, el segundo fue bastante pacífico. Los resultados indican que existe una asociación significativa entre los indicadores de migración y la presencia de muertes violentas en ios departamentos, pero no sucede lo mismo cuando se mide la asociación entre esos indicadores de migración y las tasas de delincuencia en general. Esto sugiere que la movilidad 173
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de la población podría estar influenciando, muy particularmente la ocurrencia de homicidios y no otro tipo de delitos, situación que focalizaría la atención específica en la muerte violenta como fenómeno asociado a la movilidad de población, pero no tanto en los departamentos de origen o expulsores de población, como habría de esperarse en una primera aproximación al fenómeno, mas sí en aquellos departamentos receptores de migrantes. La razón de este comportamiento puede ser bastante compleja e involucrar muchas aristas del fenómeno en las zonas que en un período determinado se convierten en atractivas para los migrantes del más diverso origen, incluyendo la intensificación de los conflictos sociales, la incapacidad del Estado para atenuar esas tensiones, el desarraigo, el anonimato, la exclusión social, la percepción de inestabilidad y la carencia o debilidad de sentido de pertenencia territorial. Razones sociales y culturales, de exclusión y desarticulación, parecen incidir en el comportamiento violento, especialmente si el Estado como regulador de las relaciones está ausente o es demasiado frágil. Al respecto veamos los que señala Ortiz en su libro "Urabá: tras las huellas de los inmigrantes 1955-1990", en relación con los principales componentes de exclusión que se dan en una región típica de atracción masiva de migrantes en la segunda mitad del presente siglo, a partir de la construcción de la carretera Medellín-Turbo. Dice Ortiz: "Los componentes principales de la exclusión son: el aislamiento geográfico del resto del departamento y del propio país (si bien no de los otros países); la discontinuidad del tiempo histórico respecto de las tradiciones de origen (ruptura de nexos familiares y locales de autoridad, de presiones sociales, de normas estandarizadas); la movilidad geográfica, económica y social por ausencia de estratificaciones y de instituciones cohesionadoras; la 174
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inestabilidad y transitoriedad del poder que van logrando los individuos y los grupos sociales y, consecuentemente, la agresividad con la cual es menester defender el inestable poder alcanzado'' 1 . Cita Ortiz una misiva de un inspector de policía en 1976, quien desde algún lugar de la región de Urabá se dirige al gobernador de Antioquia indicando: "...que se han venido presentando una serie de problemas con la llegada de elementos venidos de otros sectores del país y de la zona, con costumbres y propósitos perversos debido quizás al grado de degeneración de otros medios en donde les ha tocado vivir con anterioridad" 2 . Ortiz señala la ausencia o debilidad de redes de cohesión y constricción social como uno de los rasgos sociales de la región que favorece probablemente la propensión al comportamiento violento y al desconocimiento de la legalidad vigente, que además no es ejercida ante su franca fragilidad. Sin embargo, como dicen los autores, la alta correlación entre las muertes violentas y la inmigración ¡nter-departamental estaría sugiriendo la necesidad de explorar la importancia de los elementos de colisión o desencuentro entre culturas regionales concentradas en una determinada zona, como exacervadores de la violencia, bajo circunstancias de flaqueza o ausencia de un regulador de las relaciones sociales, como debería ser el Estado. Pero el hallazgo de una estrecha asociación entre violencia, expresada en homicidios y movilidad de población, espe1
ORTIZ SARMIENTO, Carlos Miguel. Urabá: tras las huellas de los inmigrantes 1955-1990. Instituto Colombiano para el fomento de la Educación Superior. Premio Nacional de Ensayo Académico Alberto Lleras Camargo. Santafé de Bogotá, 1999.
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ORTIZ SARMIENTO, Carlos Miguel, Op. Cit., 1999.
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cialmente en los departamentos receptores de población, no excluye una asociación de la violencia con las regiones expulsoras de población, particularmente cuando los migrantes son desplazados forzadamente mediante formas violentas. Lo que sucede es que la magnitud del desplazamiento forzado es relativamente menor, comparada con la migración total, y por tanto este fenómeno no alcanza a evidenciarse plenamente cunado se trabaja con información censal global. Además, todo indica que es precisamente después de 1993 cuando se incrementa de manera notable el fenómeno de los desplazados por la violencia más reciente. También merece atención, para hacer auscultaciones más detalladas, la identificación de una alta correlación (+ 0.765) entre la emigración de no nativos y las muertes violentas. Como la emigración de no nativos es probablemente un indicador aproximado de la magnitud de la rotación de población en una región determinada, su alta correlación positiva con las tasas de muertes violentas estaría señalando que en las regiones donde hay mayor rotación poblacional, por llegada y salida de habitantes de otras culturas regionales, tiende a presentarse mayor número de muertes violentas. El sentirse de paso, la carencia de arraigo y de identidad territorial y cultural, la autopercepción de anonimato y la sensación de inestabilidad permanente de la población rotante, son factores que pueden favorecer cierta proclividad a la violencia. Sin embargo, la verificación de todas estas hipótesis esta por realizarse, ya que la información disponible no indica quienes son los autores de las muertes violentas, si la población rotante o los nativos, ni quienes son las víctimas; tampoco se saben detalles acerca de las motivaciones inmediatas de las muertes violentas, entre otras razones por la prevalencia conocida de altos grados de impunidad. De otro lado, la existencia de departamentos atípleos pone en duda las generalizaciones que se pretenden hacer. 176
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Sobre la ponencia Modernización y redes tradicionales de producción e intercambio en el afropacífico colombiano. Jaime Arocha. La ponencia de Jaime Arocha, bajo el título de "Modernización y redes tradicionales de producción e intercambio en el afropacífico colombiano" plantea que en el caso de los afrodescendientes del litoral Pacífico colombiano, el desplazamiento forzado constituye la culminación de un ciclo cuyo marco principal ha sido la modernización. Señala Arocha un escaso reconocimiento de los derechos agrarios, probablemente asociado con el desconocimiento y hasta desprecio de los sistemas locales de producción y distribución. Esta situación ha conllevado no sólo el debilitamiento sino también el arrasamiento de esos sistemas productivos y distributivos; y paralelamente al desmembramiento social de sus actores, practicantes de unas relaciones relativamente armónicas y estables con el entorno; construidas histórica y socialmente en el contacto con la naturaleza física y biótica de estos territorios. Sin embargo, el caso extremo de tal dislocación ocurre cuando los afrodescendientes son sometidos a los desplazamientos forzados por actores armados, personajes recién llegados, extraños y ajenos, pero con la suficiente capacidad perturbadora y criminal como para generar los éxodos, como la salida más apremiante frente a la amenaza y a la violencia extrema contra la etnia, sus individuos, su territorio, sus recursos y sus territorialidades. Preocupa al autor que al abordar el problema de los afrodescendientes desplazados se diluya la cuestión agraria como elemento estructural de importancia en el análisis de posibilidades futuras, como el retorno. En este mismo sentido se pregunta, con cierta ironía y celo, por qué las organizaciones no gubernamentales que ahora se interesan por el asunto de los desplazados, no hicieron lo mismo en el momento de la conquista de la legitimación de la territorialidad histórica, hecho
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que se patentizó con la Ley 70 de 1993, en desarrollo de la constitución de 1991. A partir de ciertas crónicas de personas desplazadas en el bajo Atrato, Arocha se aterra ante el descubrimiento de la existencia de profesionales en la atención de desplazados y, más aún, frente a una realidad que evidencia a algunos desplazados convirtiéndose en profesionales del desplazamiento. Aparentemente, entre las organizaciones de los afrodescendientes esta situación era ya premonitoria en el momento de las discusiones de las propuestas que se presentaron a los constituyentes de 1991, junto con la convicción del papel debilitador e instigador de tensiones de los proyectos modernizadores que entonces se anunciaban o tenían lugar en la región. A ello se agregaba la torpeza con que el Estado parecía abordar la cuestión, impulsando con frecuencia proyectos en contravía de la historia de los asentamientos de los afrodescendientes y de sus derechos territoriales. Todo ello ha configurado una situación de respuesta tardía frente a la celeridad de las urgencias y la velocidad del desmembramiento de los afrocolombianos. Una de esas respuestas pospuesta había sido precisamente el reconocimiento real de su propiedad territorial agraria. Del bajo Atrato, Arocha se traslada al sur del litoral Pacífico, para destacar las bondades de los sistemas de producción locales de los afrocolombianos, ventajas derivadas de su complejidad e interdependencia, a los cuales denomina polifonías sistémicas, como el sistema pesca-agricultura de la ensenada deTumaco o el sistema minería-agricultura del bajo Patía. Para Arocha el mantenimiento de estos sistemas polifónicos sería el mejor garante de la permanencia de los afrodescendientes en la región. De lo contrario, la amenaza de la migración o, en el caso extremo, de desplazamiento se incrementa. Los arreglos y dinámicas espacio temporales de los pulsos físicos y bióticos, y las correspondencias de la organización y dinámica social del
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trabajo serían adaptaciones y descubrimientos históricos de manejo sostenible. Sin embargo, frente a estas maravillas polifónicas que extasían no solo a Arocha sino también a muchos de nosotros, cabe hacer la misma pregunta de los tradicionales aguafiestas: ¿será que es posible que persistan esas polifonías intocadas en sociedades tan poco cerradas, y más bien tan transaccionistas e hibridacionistas como las actuales? ¿Qué de toda esa armonía es viable en las circunstancias actuales? ¿Qué capacidad de eslabonamiento pueden tener estos sistemas polifónicos con otros sistemas intrusos propios de la modernización que tienen lugar? Sin duda que la respuestas no son obvias y requieren hilar menudo en la profundidad de esos mismos sistemas polifónicos, de sus relaciones reguladoras y de sus probables conexiones con otros sistemas. Es claro que la principal fuente de lamentaciones ha sido el punto de vista estatal de lo agrario en el pasado, y porqué no decirlo también ahora, que incorporó como elemento central la tierra, despojándola de las territorialidades y de las relaciones de manejo agroecológico propios de los afrodescendientes, como también de la organización social requerida para tal manejo, condiciones construidas probablemente a través de períodos relativamente largos de tiempo, pero susceptibles de erosionarse en lapsos muy breves. Será que por el camino del empoderamiento de los afrodescendientes, de cuyo antimodernismo dudo, se podrá encontrar un camino decente de hibridación entre modernización inteligente y polifonía, ¿será posible una cierta modernidad polifónica? Sobre la ponencia Las Tierras de las Comunidades Negras en el Pacífico Colombiano. Michel Agier y Odile Hoffman. La ponencia de Michel Agier y Odile Hoffman titulada "Las tierras de las comunidades negras en el Pacífico colombiano; 179
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interpretaciones de la ley, estrategias de los actores" examina la delimitación y titulación de los territorios colectivos para las comunidades negras del Pacífico colombiano en aplicación de los artículos 55 de la Constitución de 1991 y de la Ley 70 de 1993. Como se sabe, esta ley reconoce los derechos específicos de las poblaciones negras y en particular postula el otorgar títulos colectivos de propiedad a las comunidades rurales de población afrocolombiana establecidas en las tierras de la Costa Pacífica colombiana, donde se estima una población mayor de medio millón de personas en los departamentos de Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño, asentadas de manera dispersa a lo largo de los ríos, donde desde hace un siglo en Nariño e incluso hasta dos siglos en otras zonas de la región Pacífica, se establecieron como colonos de tierras, sin títulos legalizados individualmente y desarrollaron practicas agrícolas, de caza y pesca. En este contexto histórico y de una legislación emergente de intención favorable a los afrocolombianos, los autores se plantean "el reto que representa el control del territorio como instrumento para poner fin a la violencia política en el país". La pregunta de entrada que los autores se hacen es: ¿Cómo los diferentes grupos implicados se apropian - o no- del marco legislativo y con qué objetivo? Pero también se proponen estimular la reflexión sobre el lugar de las minorías étnicas al interior de las colectividades nacionales. Los ponentes centran su atención tanto en el contexto como en las consecuencias de la aplicación de la mencionada ley a partir de las actitudes e interpretaciones de los actores y del marco operativo en que se desenvuelve. El alcance de los propósitos señalados exigió reconocer los actores presentes, calificar sus relaciones recíprocas y sus formas de inserción en la sociedad regional y nacional. Para ello se basaron principalmente en el estudio de casos de poblaciones y territorios del departamento de Nariño y, en menor medida del Cauca.
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La norma principal de referencia para los autores es la Ley 70 que define la ocupación colectiva como el lugar "de asentamiento histórico y ancestral de las comunidades negras en tierras, para su uso colectivo... sobre las cuales desarrollan en la actualidad sus prácticas tradicionales de producción". Estas prácticas, a su vez, consisten en "las actividades y técnicas agrícolas , mineras, de extracción forestal, pecuarias, de caza, pesca y recolección de productos naturales en general, que han utilizado consuetudinariamente las comunidades negras para garantizar la conservación de la vida y el desarrollo autosostenible". La propiedad colectiva implica la "obligación de observar las normas sobre conservación, protección y utilización racional de los recursos naturales renovables y el ambiente" y "debe ser ejercida de conformidad con la función social y ecológica que le es inherente"; por lo tanto, "los titulares deberán cumplir las obligaciones de protección del ambiente y de los recursos naturales renovables y contribuir con las autoridades en la defensa de ese patrimonio". Los autores describen una gama relativamente simple de actores legales e ¡legales, ninguno de los cuales con poder nítido en términos del conjunto, y cada uno con diferentes grados y facetas de interés en relación con las posibilidades que ofrece el ejercicio de la nueva legislación relativa a los derechos de las poblaciones negras. Señalan cómo, paradójicamente, mientras que la titulación de territorios colectivos parece despertar poco interés entre los actores locales tradicionales, crece el número de organizaciones institucionales, muchas de ellas externas, interesadas en el asunto. A través de la composición de la trilogía analítica actoresestrategias-interpretaciones de la Ley 70, los ponentes tipifican tres modalidades de aplicación de la ley: la primera enfatiza la participación popular; la segunda, que encuentra un espacio para reencauchar el clientelismo de Estado; y la tercera 181
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que tiende a promover una lógica de tono neoliberal en la aplicación de la ley. Esta tipificación que hacen los autores sobre las formas de la aplicación de la ley es en sí misma otra interpretación de este proceso, que no desvanece la validez del análisis, pero plantea de inmediato el interrogante de si ciertas conquistas legales se corresponden con aspiraciones identitarias enraizadas y con capacidad de convocatoria suficiente para promover una cierta interpretación hegemónica de la ley, o son más bien imposiciones de intelectuales muy bien intencionados, que probablemente poseen una lectura incompleta de la situación, en este caso particular, en relación con la concepción que tienen las comunidades negras sobre su territorio y sus territorialidades, así como acerca de la oportunidad y pertinencia de ciertas normas con respecto al momento histórico por el que atraviesan esos pueblos. Los ponentes muestran cómo la aplicación de la Ley 70, si bien ha promovido nuevas posibilidades para las comunidades negras, ha desencadenado procesos y conflictos no previstos dentro del espíritu que acompaño la promulgación de la norma. Estos procesos y conflictos están en relación directa con la interpretación y el comportamiento de los actores involucrados en los procesos de aplicación de la ley: el Estado, las instituciones del Estado, los funcionarios estatales, los negros, los indígenas, el sector privado y las organizaciones no gubernamentales, entre otros. Además, cada uno de estos actores no tiene una concepción homogénea en relación con cuestiones cruciales, como sucede con los negros, algunos de los cuales proclaman el respeto a la propiedad individual sobre la tierra, mientras que otros están lejos de concebir su territorio como un bloque y lo ven, más bien, como un conjunto de recursos diferenciados. Visto el proceso de creación y aplicación de la Ley 70 hasta ahora, se derivan lecciones importantes. La primera, la necesidad de conocer más en profundidad la concepción y dinámica
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de las comunidades a quienes supuestamente beneficiará una ley y los efectos potenciales de la misma; la segunda, la inconveniencia de la indigenización de la conceptualización sobre las comunidades negras; y, la tercera, hacia el futuro inmediato, la necesidad de realizar las modificaciones, ampliaciones y ajustes tanto de la ley como de las estructuras y procesos generados por ella misma para su implementación. Sobre la ponencia Población afrocolombiana y no afrocolombiana en Cali: segregación, diferenciales sociodemográficos y de condiciones de vida. Olivier Barbary, Héctor Fabio Ramírez y Fernando Urrea G. El propósito de la ponencia fue examinar el fenómeno socioracial asociado a la población afrocolombiana, manifestado en los procesos sociodemográficos y su interacción con la urbanización contemporánea en la sociedad colombiana. Para ello, los autores llevaron a cabo un estudio del caso de la ciudad de Cali, optando por una aproximación más "racial" que "étnica", por cuanto consideraron que esta última perspectiva no era apropiada dadas las características de las poblaciones afrocolombianas. Los investigadores indagaron sobre evidencias de segregación socioespacial de los afrocolombianos en la ciudad de Cali, así como de elementos de diferenciación sociodemográfica y de condiciones de vida de esta población con respecto a otros grupos "raciales" de la misma ciudad. Después de constatar la escasez de fuentes estadísticas que permitiesen adelantar un análisis de los diferenciales sociodemográficos, económicos y culturales de los grupos socioraciales en Colombia y de hacer una exploración con los datos del censo y la encuesta de hogares de 1993, con lo cual tuvieron una primera lectura de la distribución territorial de la población afrocolombiana en la ciudad de Cali, los investigadores diseña-
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ron una encuesta de hogares, que incluía además una encuesta específica para un individuo de cada hogar de la muestra. La encuesta dirigida a caracterizar el hogar incluía, según los autores, un conjunto de componentes, entre los cuales se destacaban los referidos a redes sociales, movilidad residencial, pertenencia a organizaciones, percepción de discriminación y percepción de violencia. La encuesta aplicada a un individuo de cada hogar buscaba conocer elementos centrales de su biografía. Ambas encuestas, la de hogares y la individual, se aplicaron a una muestra bietápica y estratificada según niveles socioeconómicos, estableciendo cinco (5) encuestas por manzana muestreada, de tal manera que cuatro (4) de ellas correspondieran a hogares afrocolombianos y una (1) a un hogar no afrocolombiano, que actuaría como hogar control, considerando así, de un lado, la población afrocolombiana de la ciudad de Cali, en contraste con una población de no afrocolombianos, o población de control. La muestra cubrió un total de 1.880 hogares, de los cuales 1.504 fueron calificados como afrocolombianos y 376 no afrocolombianos. Un aspecto novedoso en la clasificación de los hogares como afrocolombianos, o no afrocolombianos, fue la percepción del encuestador con relación al fenotipo del encuestado y la autopercepción del encuestado individual en cada hogar de la muestra. La población afrocolombiana resultó conformada por el conjunto unión de los siguientes hogares: aquellos hogares con al menos una persona con fenotipo negro, los individuos caracterizados externamente como negros o mulatos por los encuestadores, y la población que se autopercibe negra o morena. Un primer resultado del estudio muestra que en Cali el 27.5% de los hogares es afrocolombiano. De la caracterización visual de los individuos se estimó que la categoría "negro" agrupa al 14.7 de los individuos, la de "mulato" el 10.4%, la de "indígena" el 0.9%, el "mestizo" el 27.9% y el "blanco" el 46.1 %. La expan-
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sión para toda la ciudad de Cali señala que un 23.3% de la población de la ciudad es "negra o mulata". Estos resultados contrastan con los obtenidos alrededor de la pregunta del censo de 1993 referida a la "pertenencia a alguna etnia, grupo indígena o comunidad negra", mediante la cual sólo un ínfimo porcentaje menor al 1 % de personas declaró su pertenencia. Un segundo resultado señala evidencias de un cierto patrón de sobreconcentración de hogares afrocolombianos en unos determinados sectores espaciales de la ciudad: un polo de sobreconcentración con segregación hacia el oriente de la ciudad y un área de dispersión hacia las otras zonas de la capital vallecaucana, sin que se trate siempre de una constante correlación entre estrato social y presencia de población afrocolombiana. El estudio indica que este patrón parece estar relacionado con el origen de los jefes de hogar, de tal forma que los hogares afrocolombianos que tienen jefes no nacidos en Cali (sino nacidos en los llamados municipios afrocolombianos) tienden a vivir en el oriente de la ciudad y se corresponden principalmente con hogares de clases bajas-bajas, bajas y medias-bajas. Hacia el occidente y sur de la ciudad disminuye la concentración de hogares afrocolombianos y en estos aumentan los jefes nacidos en Cali. Este patrón de distribución de la población afrocolombiana en la ciudad y los factores aparentemente asociados a él, sugiere la existencia de un proceso relativamente complejo que arrastra cierto grado de segregación residencial, que no parece ser estático, ya que la dispersión de los hogares con jefes nacidos en Cali estaría mostrando una probable situación transitoria en términos generacionales, cuestión que no es señalada por los autores, pero suceptible de ser examinada con los datos de movilidad residencial que, según parece, recolectaron los investigadores, sin que sobre ello hubiesen entregado información en la ponencia presentada. 185
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Un tercer resultado corresponde a la relación de los hogares afrocolombianos con los estratos socioeconómicos. En cuanto a la distribución porcentual de estos hogares, comparada con la distribución de los hogares de la población de control, entre los estratos socioeconómicos de la ciudad de Cali, el estudio encontró que las diferencias porcentuales son marcadas en los estratos extremos (es decir, en los estratos muy bajo y el que agrupa al medio-alto y alto), pero muy poco significativas en los estratos intermedios (estratos bajos de terreno plano y de laderas, medio bajo y medio). El estrato "muy bajo" contiene el 26 % de los hogares afrocolombianos pero sólo el 13.58 % de los hogares de control; en cambio, en los estratos "medio-alto y alto", la proporcionalidad actúa de manera inversa, ya que contienen el 23.94% de la población control, pero apenas el 14.52% de los hogares afrocolombianos. Lo anterior indica que la sobreconcentración de los hogares afrocolombianos en determinados estratos socioeconómicos no es tan marcada ni polarizada como pudiera esperarse, aunque es evidente un marcado grado de este fenómeno en el estrato muy bajo. Las diferencias poco significativas en los estratos medios estarían señalando que la caracterización de segregación que algunas veces aparece en el documento, tanto con respecto al conjunto de la población afrocolombiana como a la población negra en particular, no estaría plenamente fundamentada. Para ello, sería necesario contar con otro tipo de información adicional, como, por ejemplo, aquella que contemple redes sociales y percepción de discriminación, que se anuncia recolectada en la encuesta, pero que no fue analizada en la ponencia presentada. Un cuarto resultado, complementario del anterior, muestra que la población negra tiene tendencia a concentrarse hacia el oriente; la mulata hacia el extremo occidental; la blanca tiene un predominio dentro de la parte central del eje norte-sur de la
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ciudad, mientras que la población mestiza presenta un patrón menos definido y heterogéneo. Como se indicó antes, estos comportamientos socioespaciales parecen estar asociados con las redes y procesos migratorios, cuya dinámica y temporalidad debería investigarse, junto con los procesos de movilidad social y residencial. Por eso las conclusiones sugeridas en la ponencia no deben interpretarse de manera extrema. Los siguientes resultados corresponden al examen de elementos sociodemográficos diferenciadores entre los hogares afrocolombianos y la población de control. La búsqueda de estos elementos incluyó la comparación de la estructura etárea, las tasas de dependencia, los índices de masculinidad, los tipos de hogares, el tamaño promedio del hogar y la tasa de jefatura femenina según la edad del jefe de hogar. En general, el estudio no encontró diferencias significativas en la estructura etárea de las dos poblaciones, excepto en el caso del rango de edades menores de cinco años y en el de mayores de sesenta años. En el primero, los hogares afrocolombianos presentan un pequeño porcentaje mayor de personas en este grupo etáreo y, en el segundo, la población control aparece con dos puntos por encima de los afrocolombianos. Sin embargo, cuando la estructura etárea se analiza con respecto a las zonas de procedencia de los jefes de hogar, las diferencias son en general más sensibles para las zonas de mayor procedencia de afrocolombianos en los rangos de menor edad. Entretanto, la estructura de los hogares de control por zonas de procedencia es muy similar. Los hogares afrocolombianos mostraron mayores tasas de dependencia total y juvenil en los estratos bajos-bajos de la zona oriental de Cali; estos mismos hogares aparecieron con ios menores índices de masculinidad. De otro lado, el hogar nuclear completo sin hijos de crianza es el modelo dominante en los tipos de hogares, aunque los resultados indican que es 187
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un poco más frecuente entre los hogares afrocolombianos, especialmente en algunos sectores espaciales de la ciudad. Es sorprendente la escasa importancia de los hogares nucleares completos con hijos de crianza en ambas poblaciones. También es inesperado que la ocurrencia de hijos de crianza aumenta en la medida en que se pasa a estratos de mejores condiciones socioeconómicas. Por lo demás las diferencias no parecen significativas en el comportamiento según los tipos de hogares. El estudio encontró una mayor tasa de jefatura femenina para los hogares afrocolombianos en el total de los estratos socioeconómicos, comparados con los hogares de control, en todos los rangos de edad del jefe de hogar. Si no se tiene en cuenta la edad sino sólo la distribución por estratos, se manifiesta una tendencia de los hogares afrocolombianos a aumentar la tasa de dependencia femenina a medida que se asciende de estrato, con excepción de las clases medias bajas de la zona oriental de la ciudad, en los cuales los hogares de control presentan tasas más altas. Los investigadores no ofrecen explicación alguna sobre este comportamiento pese a señalar que este resultado confirma lo evidenciado en otros estudios precedentes. De ello se deriva que la tasa de jefatura femenina no es un indicador que pueda ser considerado como un indicador de pobreza, contrario a lo que pudiese pensarse. Pero al mismo tiempo, ocurre que en los estratos pobres los hogares más pobres tienen con frecuencia como jefe a la mujer, sin que esto se pueda interpretar como causa de la pobreza, como muy bien lo aclara la ponencia. Finalmente, analizaron aspectos diferenciadores de los hogares afrocolombianos y los no afrocolombianos, relativos a sus condiciones de vida. Para ello examinaron el comportamiento del hacinamiento de los hogares, del acceso a los servicios públicos y la posesión de equipamientos. Con excepción del estrato socioeconómico muy alto, el indicador de hacinamiento (medido en número de personas por
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cuarto) es mayor para los hogares afrocolombianos en todos los estratos. Esto obedece a que los hogares afrocolombianos habitan viviendas más pequeñas. En relación con el acceso a servicios públicos (agua y teléfono) y a bienes de equipamiento (muebles de sala y nevera) se encontraron las diferencias más significativas entre las dos poblaciones para el caso de los estratos medios. No aparecen en la ponencia explicaciones en torno a este patrón encontrado. El estudio podría indicar que las evidencias halladas en cuanto a cierta sobreconcentración espacial de determinados grupos "raciales" en ciertas zonas de la ciudad de Cali, no necesariamente indica la ocurrencia de fenómenos intensos de segregación social, ya que no se evidencian, en general, ni amplios ni profundos elementos sociodemográficos diferenciadores entre los hogares afrocolombianos y la población de control. La cuestión parecería arrojar resultados distintos si el análisis de diferencias se hiciese entre la población "negra" y el grupo de control. Se podría esperar que una vez el estudio avance en el examen e incorporación del resto de variables contempladas en la encuesta se podría enriquecer notablemente el análisis, en la medida en que pueda extender su mirada a aspectos como redes sociales, movilidad residencial, percepciones identitarias y condiciones de violencia, entre otros. Aun queda la expectativa de que progrese el análisis de la abundante información empírica recolectada y se clarifiquen las inquietudes suscitadas. Este es un estudio valioso ya que desvirtúa la validez de ciertas suposiciones apriorísticas que en torno a los asuntos tratados parecían indiscutibles.
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Conflicto, paramilitarismo y desplazamiento
Civilización y barbarie en el proyecto paramilitar: una mirada desde el sentido común Carlos Guillermo Páramo*
Tutte le storie barbare hanno favolosi prindpi. Vico, Prindpi di scienza nouva. El hombre nace bárbaro; debe cultivarse para vencer a la bestia. La cultura nos hace personas, y más cuanto mayor es la cultura. GRACIÁN, El criticón.
En una entrevista concedida por el jefe paramilitar Carlos Castaño al periodista Germán Castro Caycedo, éste aseguraba que cada uno de los combatientes de su ejército, aparte de combatir por un salario, lo hacía por una causa política (CASTRO CAYCEDO 1996: 162). Aunque las continuas aseveraciones del líder contrainsurgente suelen despertar escepticismo sobre su credibilidad -un prestigioso investigador recientemente las ha calificado de "balbuceos" (CUBIDES 1999)-, vale la pena examinar la mencionada afirmación como una que devela la compleja realidad subyaciente en la acción bélica del paramilitarismo colombiano. Su paulatina afirmación territorial, coadyuvada de un intenso trabajo ideológico en las regiones sometidas, indican ciertamente que la causa política a la que alude Castaño es más que un disfraz para el terror. Aquí buscaremos aportar algunos elementos de juicio a esa lógica implícita en el proceder ' Antropólogo Unidad de Radio, Ministerio de Cultura
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CIVILIZACIÓN Y BARBARIE EN EL PROYECTO PARAMILITAR
paramilitar. Sin que pretenda escindirse de lo postulado por los analistas del tema, nuestra interpretación apunta a comprender al paramilitarismo desde una perspectiva cultural'. Nuestro acercamiento al hecho paramilitar, deriva del trabajo de campo realizado por nosotros en la zona esmeraldera del occidente de Boyacá, entre 1993 y 1997. Las relaciones entre la dinámica de la segunda guerra esmeraldera (1986-1991) y la conformación de grupos paramilitares en Puerto Boyacá han sido ampliamente reseñadas por la literatura especializada2. No obstante, en lo concerniente a la naturaleza de esta sucesión, también nos hemos apartado de las teorías imperantes (particularmente de URIBE 1 992), sin dejar de reconocer sus aciertos. Para nosotros, la sociedad esmeraldera es una que, a partir de la ostentación de múltiples razgos de identificación (organización política, modo de producción, historia, etc.), bien puede entenderse como un grupo étnico (véase PÁRAMO 1 999). En particular, destaca la apropiación de la historia, que simenta los orígenes de la belicosidad esmeraldera en la ¡diosincracia de 1
2
Para tales efectos, haremos a un lado las disquisiciones terminológicas, la historia del movimiento y su coyuntura presente. Resolveremos las primeras, simplemente entendiendo al paramilitarismo como un proceso político-militar de ideología anticomunista, llevado a cabo por un ejército privado dividido en frentes de combate. Sobre la sustentación de esta definición volveremos más adelante. Frente a su historia y coyuntura, consideramos que, de lejos, son competencia de los analistas dedicados a disertar a fondo el fenómeno.
Véanse: p.e, MEDINA GALLEGO (1990), URIBE (1992) y URIBE y VÁSQUEZ (1995). CUBIDES
(1999: 166) es claro en matizar el vínculo cuando afirma que "Las ocasionales incursiones en territorios adyacentes por parte de los ejércitos privados de las esmeraldas, sus nexos por confluencia con los intereses de otros grupos al margen de la ley; sus desplazamientos y preferencias por zonas específicas en la ciudad... no prueban un propósito de expansión, ni uno de "desdoblamiento" y proyección territorial más amplia. Por lo tanto, y en suma, no constituyen un "modelo" en que se hayan inspirado los primeros paramilitares." Empero, los factores (por lo demás certeros) que enuncia, no esclarecen las efectivas relaciones que existieron entre los jefes esmeralderos y los jefes paramilitares, ni la preeminencia de líderes esmeralderos en la financiación y dotación de los ejércitos privados en el Magadalena medio y los Llanos orientales. ¿No será en sí mismo el fenómeno del paramilitarismo, aquel "desdoblamiento" de la sociedad esmeraldera que hecha de menos el investigador?
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los indios muzo, primitivos habitantes de la zona. A pesar de que los esmeralderos entrevistados provenían de muchas regiones del país, en varias ocasiones fue recurrente la fórmula que achacaba la violencia y el ejercicio de la guerra a una herencia prehispánica caníbal 3 . Esta autoafirmación simbólica como caníbales, es congruente con otros elementos del imaginario esmeraldera, también prominentes en el discurso paramilitar. Estos son el poder coercitivo de la sangre y la investidura de los jefes políticos como caciques. En el contexto esmeraldera, una de las razones sustentadas para ira la guerra es la de la venganza concebida como resarcimiento de la sangre derramada. "La sangre tira", reza la frecuente justificación. La sangre es, a su vez, una emanación de la gracia del jefe; es decir, un elemento que fluye del jefe hacia los individuos de su organización (o "cuerda"), que les otorga un sentido de pertenencia y a la vez establece un endeudamiento perpetuo. Por ello, la sangre derramada de cualquiera de la cuerda es sangre que ha perdido el jefe, máximo instaurador del orden social. El canibalismo es, pues, la ingestión (en este caso metafórica) de la sangre del bando enemigo, que recupera la sangre propia perdida. Esta dinámica es consistente con lo prescrito por la literatura antropológica para los cacicazgos: Los caciques del siglo XVI eran principalmente jefes militares, quienes asumían el poder a través de sus hazañas en la guerra. Los caciques eran los líderes militares supremos, que presidían el acopio de armamento y provisiones en las jefaturas, declaraban la guerra y conve' Un antiguo "pájaro" de Coscuez decía, p.e, que: "Es que aquí somos jodidos como los muzos que aquí vivían antes. Usted se pone a ver y hasta con los que no nos gustan somos caníbales y todo." (Entrevista n°. 16; 1997). Otro testimonio recogido en Quípama aseguraba: "Somos unos guerreros. Le heredamos a los indios el gusto por la sangre" (Entrevista n°. 7; 1996).
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nían consejos de guerra con los jefes vecinos para poder movilizar grandes fuerzas aliadas de combate. ...La persecución de víctimas sacrificiales y trofeos humanos en la guerra, estaba íntimamente ligada a la santificación ritual de la autoridad del cacique. ...Mediante la guerra, los caciques adquirían el poder innato imbuido en la carne humana de los guerreros muertos que eran consumidos, y en los trofeos humanos que eran guardados y expuestos de una manera grandiosa. Este era un poder que aumentaba y santificaba su autoridad. (REDMOND 1994: 117, 120)4.
Hablamos entonces, de una sociedad de caníbales y caciques, en la cual la venganza es un móvil fundamental para el ejercicio de la guerra. Aunque no pretendemos hallar en este motivo la raison d'étre del procedimiento y la expansión paramilitar, valga la pena recordar que el tema de la venganza aflora en la mitología fundacional de los ejércitos privados del Magdalena medio, e incluso en las causas que condujeron a los hermanos Castaño a la clandestinidad. Por ello mismo, no es desechable en el mundo paramilitar la imagen del caníbal. Porque el canibalismo es venganza. La lógica implícita en la deformación del cuerpo enemigo, el eventual uso de restos humanos como trofeos presentes en las masacres
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Sixteenth century chiefs were chiefs first and foremost, who realized their chiefly powers in their war exploits. Chiefs were the supreme military leaders, who presided over the stockpiling of armament and provisions at chiefly centers, declared war, and convened war councils with neighbouring chiefs in order to mobilize large, allied fighting forces. ...[Tjhe chiefly pursuit of sacrificial victims and human trophies in warfare was intimately tied to the ritual sanctification of chiefly authority in these centralized societies. ...Through warfare, chiefs acquired the innate power imbued in the human flesh of the dead warriors that they consumed and in the human trophies that they stored and displayed on such a grand scale, a power which augmented and sanctified their chiefly authority.
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perpetradas por grupos paramilitares, demuestran una intencionalidad metódica. Hay un mensaje que se busca enunciar con la desarticulación (e ingestión simbólica) de la víctima, un gesto de retaliación frente a aquellos seres considerados como destructores del orden social5. La ¡dea del canibalismo es, en sí misma, un índice de la subversión del cosmos. Se gesta en aquel mundo de "naciones bárbaras y fieras, sin policía, sin cultura, sin artes y sin noticias, ...de gentes, que no se pueden llamar personas, sino fieras", que identificara Gradan (1950 [1657]: 115) en el imaginario de la era colonial. Se sitúa en la frontera de la cultura y la naturaleza para producir-mediante la violación del tabú- una restitución del enemigo al seno social6. En la lógica caníbal, la muerte y el desmembramiento de la víctima son un sacrificio, cuyo objeto es el de retomar al orden primigenio a través del desorden que es la barbarie. 5
"La ideología de la antropofagia", escribe loan Lewis (1996:89) -uno de los más agudos antropólogos simbólicos británicos-, "provee un rico conglomerado de imaginería y metáfora para expresar el ejercicio y la experiencia del poder, la dominación y la sujeción, que pueden ser ejercidas en diferentes formas en contextos particulares históricos y culturales". En Colombia, la relación entre prácticas de canibalismo ritual y la perpetración de masacres es estrecha. Son varios los ejemplos recogidos en la obra clásica de Guzmán, Fals Borda y Umaña Luna (1962: 227), la cual señala el infringimiento de varios tipos de cortes deformativos cuyas denominaciones hacen alusiones alimenticias: "Bocachiquiar", "Picar para tamal" y el "corte de oreja" -éste último muestra fehaciente del trofeo caníbal, practicado en la zona de influencia esmeraldera (Cfr. URIBE 1990)-. En la actualidad, los mismos cuerpos de contraguerrilla de las Fuerzas Armadas han sido investidos en el imaginario popular del conflicto con la imagen del indígena caníbal: son los "guanes", a los cuales se atribuye invencibilidad, inmortalidad y la recolección de trozos de carne de sus víctimas para su propio consumo. 6 Véase: p.e., la interpretación que recientemente ha hecho una antropóloga estadounidense del canibalismo entre la liga iroquesa del siglo XVII: Como símbolo del caos, el canibalismo se equipara a todo aquello que debe ser dominado, controlado o reprimido en el establecimiento del orden social. E l mal se proyecta hacia los enemigos, los animales, el cosmos, o es conservado como un instinto humano básico. En el canibalismo ritual, la víctima se convierte en el símbolo del mal, en metáfora viva del caos que debe ser dominado en interés del bienestar social. (SANDAY 1987:
303).
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Muy posiblemente, las derivaciones más elaboradas de tal simbolismo sean ajenas a los individuos que perpetran las masacres. Empero, su lógica es explícitamente sacrificial; de allí la asertividad "bárbara" (sistemáticamente degradante y deformadora) de sus actos. No hay una mutilación gratuita en este aparente imperio del caos. Siguiendo a Rene Girard (1996:76), la eficacia del proceso sacrificial requiere de cierto grado de "malentendimiento", mediante el cual quienes realizan el acto no deben conocer las verdaderas razones que lo sustentan. Ello es causalmente tan válido en el ámbito de la religión, como en cualquier otro dominio del inconsciente cultural, en la medida en que éste sustenta una teleología. Y el paramilitarismo sin duda es teleológico: tiene como objetivo no sólo la erradicación de la izquierda armada, sino la proyección de una ideología. Un confeso líder paramilitar, oriundo del occidente de Boyacá, nos planteaba, precisamente, este ideario de lucha. La guerrilla, decía, baja a la casa del campesino, le quita su vaca en nombre de la revolución, la reparte entre el frente y no se la paga; la autodefensa, en cambio, estimula al campesino ofreciéndole tres vacas en vez de una7. Su fin, concluía, era el de cambiar la sociedad por medio de una revolución "realista". Este proceso autárquico aproxima al paramilitar (en sus propios sistemas de referencia) al procedimiento de su enemigo. Su causa es revolucionaria. Es, verbigracia, transformadora, gestora de un nuevo orden a partir del caos. Aunque el sentido paramilitar de la revolución rebasa una connotación de clase, esta también pueda hallarse en la espina
' Las características propias de la entrevista impidieron (legítimamente, creemos) poseer un registro fonográfico de la misma, y su relación se sustenta en nuestras notas de campo. El termino "autodefensas" fue explícitamente remarcado por el interlocutor y preferimos respetarlo, aún a pesar de que el papel que lo caracterizaba en la estructura era la organización de ejércitos móviles con amplia cobertura territorial.
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dorsal de su discurso. Las evidencias indican una fuerte participación de las clases medias rurales en zonas fuertemente influenciadas por el control guerrillero, emparedadas entre el micropoder (muchas veces bandoleril) de la izquierda armada y la ausencia efectiva de protección estatal. La lógica de las "tres vacas en vez de una", que es también la del patrocinio al minifundio y la promoción de la libre competencia, nutre un discurso que es fundamentalmente el del "sentido común", tal y como ya lo hubiera definido Vico (1985 [1744], I: 106) en su Ciencia Nueva: "un juicio sin reflexión alguna, comúnmente sentido por todo un orden, por todo un pueblo, por toda una nación o por todo el género humano" 8 . Es decir, apela en este caso a valores asentados en la estructura profunda de la sociedad y la cultura, carentes de cualquier proyección utópica (como pueden serla el comunismo y sus vías de acceso), apuntando a un retorno a ios valores imperantes en la sociedad agraria previos al cooperativismo y la ideografía proletaria. Es en este imperio del "sentido común" en el cual la barbarie cumple un efecto arquetípicamente civilizatorio. Y es justamente Vico quien describe en la barbarie un retorno al "sentido común", representado en los orígenes: [Tjales pueblos, como bestias, se habían habituado a no pensar en otra cosa más que en sus particulares intereses, propios de cada uno, y habían llegado al máximo del refinamiento, o mejor dicho del orgullo, como las fieras que, al ser contrariadas por una nimiedad, se resienten y se enfurecen; y así, en su mayor gentío o multitud de cuerpos, vivieron como bestias desmesuradas en una soledad de espíritu y de aspiraciones, sin que apenas dos pudieran ponerse de acuerdo porque cada uno de los dos per8
[142] II senso comune i un giudizio senz'alcuna rifíessione, comunemente sentito da tutto un ordine, da tutto un populo, da tutta una nazione o da tutto ilgener umano. (Vico 1997 [1744]: 81).
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seguía su propia satisfacción o capricho. Por todo ello, con empeñadísimas facciones y desesperadas guerras civiles, la providencia quiere que acaben haciendo de las ciudades selvas, y de las selvas, cubiles de hombres. De tal guisa que, al cabo de largos siglos de barbarie, acaben por oxidarse las malnacidas sutilezas del malicioso ingenio que habían hecho de ellos fieras tan desmesuradas con la barbarie de la reflexión. ...Por ello, los pueblos de tal malicia reflexiva, debido a dicho último remedio, empleado por la providencia, de este modo atónitos y estupefactos, se encontraron con que no disfrutan ya más de las comodidades, los refinamientos, los placeres y el fasto, sino solamente de las necesarias utilidades de la vida. ¡ Y así, en el escaso número de hombres restantes y en la abundancia de las cosas necesarias para la vida, volvieran a ser mesurados! De este modo, gracias al retorno de la primera simplicidad del mundo, los pueblos eran religiosos, veraces y fieles. Y así retornó entre ellos la piedad, la fe y la verdad, que son los fundamentos naturales de la justicia, y son gracias y bellezas del eterno orden de Dios. (VICO 1 9 8 5 [ 1 7 4 4 ] , II: 2 3 9 . §
1106)
La barbarie es un agente mítico en cuanto cumple la función de retornar al origen. Y el mito es sentido común porque es autoreferenciado 9 . Su naturaleza retrógrada legitima la necesidad del sacrificio: A la oposición de todos contra todos sucede de pronto la oposición de todos contra uno. A la multiplicidad caótica de los conflictos particulares sucede de repente la simplicidad de un antagonismo único: toda la comunidad por una parte y la víctima por otra. Se comprende
' Sobre este punto véase el clásico artículo de HOCART, A.M. (1970: 39-45), "The common sense of myth".
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fácilmente en qué consiste esta resolución sacrificial; la comunidad vuelve a sentirse solidaria a costa de una víctima no sólo incapaz de defenderse, sino totalmente incapaz de sucitar la venganza; su muerte no podrá sucitar nuevas agitaciones y hará que se supere la crisis, ya que une a todo el mundo contra ella. (GIRARD 1982: 35, subrayado nuestro).
María Victoria Uribe cita el juicio de un jefe esmeraldera, que muchas veces hace eco en los testimonios por nosotros recogidos en la zona: "Matar bien es limpiar la tierra, es matar ladrones, eso es valentía". La ¡dea de limpiar la tierra es la más adecuada metáfora del sacrificio realizado en la barbarie, pues la estrategia paramilitar es la de tumba, quema y siembra. Ello se demuestra en el más reciente viraje de su injerencia regional. Una vez "limpiada" la población hostil, el paramilitarismo se ha mimetizado en la actividad política oficial. Desde esta posición, se ha proyectado hacia la construcción de un imaginario nacional, cimentado en el origen mítico de una sociedad posterior al holocausto. En zonas como el sur de Bolívar, las masacres paramilitares han comenzado a centrarse en la aniquilación y deformación de los más ancianos de las comunidades. La memoria del pasado se aniquila y la historia se reinventa. Como en el mito de Vico (a la vez Génesis y Apocalipsis), habiendo limpiado la tierra se ha recobrado la gracia primigenia. Creemos que la revolución paramilitar es más que una manifestación de la derecha armada, o un simple apéndice a la salvaguarda del establecimiento. Como hemos buscado interpretarla, sostiene un profundo discurso de transformación cultural, un retorno a ese "sentido común" de la sociedad, de matices muy similares a aquellos postulados (en el sentido más riguroso e historiográfico del término) por el fascismo. "El núcleo mítico que forma la base [del] tipo genérico de facismo" -escribe Roger Griffin- "es la visión de una (presunta) crisis de la
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nación como presagio de los primeras manifestaciones de un nuevo orden. Este cristaliza en la imagen de una comunidad nacional, purgada y rejuvenecida, que surge como fénix de las cenizas de un sistema estatal en bancarrota moral y la cultura decadente que se le asocia"10. Es, por lo tanto, un discurso civilizatorio que inventa la tradición". De estas tradiciones inventadas, Eric Hobsbawn escribe que "usan la historia como un legitimador de la acción y cemento de la cohesión grupal" 12 . Acaso no exista una sola historia fundacional que, en cuanto mitología, no involucre un alto componente de invención. Sin embargo, una historia como la colombiana puede ser un caldo de cultivo particularmente propicio para la erección de discursos fascistas. Ésta es una historia de muertos. Bernardo Tovar, al hablar de la Independencia como hito primigenio de nuestra identidad nacional, refiere el sentir de la naciente república decimonónica, que bien pudiera ser aún la de nuestros días: En las festividades cívicas se conmemoraba el acto de rebeldía de los patriotas, las batallas libradas, el heroísmo desplegado, la victoria sobre España y el Padre Rey. Constituían una evocación de la violencia fundadora, de la guerra justa por la independencia y la libertad, un retorno festivo a los comienzos. (TOVAR ZAMBKANO 1997:
146).
10
The mythic core that forms the basis of my ideal type of generic fascism is the visión of the (perceived) crisis of the national community, once purged and rejuvenated, rising phoenix-like from the ashes of a morally bankrupt state system and the decadent culture associated with it. (GRIFFIN 1995:3).
" Otra autoridad en la historia y naturaleza del fascismo subraya que este "trataba de volver a crear estructuras de mito no racionalistas para quienes habían perdido o rechazado el marco mítico tradicional. Ideológica y políticamente, el fascismo sólo podía tener éxito en la medida en que existiera, entre otras cosas, esta situación" (PAYNE 1995: 18). 12 For all invented traditions, sofar as possible, use history as a legitimator ofactions and cement ofgroup cohesión. (HOBSBAWN 1996:
202
12).
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Y día a día, legiones de muertos van engrosando esta ¡dea nacional. Aquel culto a las víctimas de la violencia, convertidas en heroicas por el hecho de haber sido sacrificadas en una conflagración "justa", sigue permeando la visión de nuestra historia. No más ábrase al azar la página de cualquier periódico en Colombia: la sangre de los caídos reclama emulación y, por ende, venganza. Allí cada panegírico emula el grito de "Viva la muerte", que profiriera el general falangista Millán Astray para silenciar a Unamuno. Es la esconda simbólica del fascismo y, tal vez tan sólo por ello, el paramilitarismo ya haya ganado la guerra. No obstante, hablar de una "cultura de la violencia" o de una "cultura de la muerte" es sólo un escape para eludir las profundas contradicciones del inconsciente social. Violencia y muerte se yuxtaponen en el momento del sacrificio y, por ello mismo, hacen parte de una gramática transcultural. Por ello mismo, la eficacia de la barbarie está en contravenir el orden sagrado. La deformación del enemigo es un acto sacrificial que, siendo coercitivo y sagrado en virtud del telos paramilitar, a su vez desacraliza la vida social, porque la barbarie es por antonomasia el desorden de la cultura. Este caos que retorna a los comienzos, ha impuesto una pragmática perversa a la guerra en Colombia. En ella, la figura del caníbal prevalece como un arquetipo que troquela nuestra historia, desde las crónicas de los conquistadores españoles hasta el testimonio contundente de la masacre anónima o reivindicada. El éxito del proyecto paramilitar radica, en una buena medida, en la referencia constante a ese lado obscuro de nuestro mundo posible que se representa en la barbarie. Rompe el tabú y, con ello, se hace a sí mismo tabú: contaminante y sagrado, como las estirpes fundadoras del Génesis. Ha llevado a los demás actores a imitar a ciegas su juego, con igual dosis de terror pero sin una teleología idempotente. 203
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En su propio beneficio, hemos negado lógica al paramilitarismo. Le hemos barbarizado, sin darnos cuenta que, con ello, le hemos legitimado dado rienda suelta a la pesadilla. Francisco Coya -el más agudo etnógrafo de los desastres de la guerradescribió de igual manera los peligros de un sentido común siempre sublimado, ignorado. El sueño de la razón -decía- produce monstruos.
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Una mirada al despeje como experimento Fernando Cubides Departamento de Sociología CES - Universidad Nacional
D e e x p e r i m e n t o s a experiencias En un reciente artículo, el fundador de la sociología académica en Colombia, se rebela contra el pretendido carácter experimental del despeje, pero a la vez aplaude que San Vicente del Caguán y la región señalada para él "siga ofreciéndose como experiencia humana de paz, democracia y convivencia por todo el tiempo que sea necesario y con el fin de asegurar sus resultados"'. Entre esas dos diversas connotaciones de lo experimental se mueven las siguientes notas. No tiene sentido repetir aquí la discusión que nos remontaría a los clásicos de las Ciencias Sociales, acerca de si en los hechos de la vida social es posible o no la experimentación, bastaría mencionar al más etnógrafo de los filósofos, a Rousseau, quien lo plantea como un problema ético y metodológico de primer orden, y tras eso, se pronuncia por la negativa. No; no es posible experimentar en la vida social, pero a la vez afirma que es útil la analogía del experimento para ciertas situaciones inéditas, para entender mejor lo único e irrepetible de la acción social, y en especial para aquellas en las que se * El autor quiere agradecer las anotaciones críticas que hiciera al texto la estudiante Sandra Bermúdez, de la carrera de Sociología. ' FALS BORDA, Orlando. "Despeje continuo: ino volver atrás!", en; Alternativa, n°. 21, marzo de 1999.
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reúnen el elemento de la voluntad consciente y un cierto grado de anticipación y de posibilidades predictivas. Es a esa analogía a la que nos acogemos: el despeje no es en estricto sentido un experimento, pero para efectos del análisis tomarlo como si lo fuera nos sensibiliza hacia la singularidad, hacia lo que tiene de inédito la situación que se ha creado. Se trata de una experiencia programada, de una decisión que fue sopesada antes de adoptarse, resultante de reivindicaciones y forcejeos previos, de conatos de negociación tanto como de hechos de fuerza. En cuanto a lo demográfico, y a las variaciones del poblamiento, por ejemplo, aun cuando las circunstancias impidan medirlo con exactitud, el flujo y el reflujo que produce el despeje es un caso especial del desplazamiento: siendo forzado para muchos de los que lo emprenden, a la vez fue anunciado con suficiente anterioridad. Es el caso que al recorrer la etapa más reciente del poblamiento de la región, al recapitular la historia de los procesos de paz fallidos, al hacer un recorrido panorámico por el territorio y hacer entrevistas y diálogos informales con algunos de los dirigentes locales, al echar una mirada a la documentación que se ha ¡do acumulando, sobresale la novedad que significa el despeje, su carácter inédito respecto de situaciones que lo precedieron, la relación que se puede establecer entre las reivindicaciones previas y las decisiones gubernamentales que finalmente se adoptaron. Las expectativas que generó, las reacciones que suscitó y sigue suscitando, se comprenden mejor si se recapitula la breve historia del poblamiento reciente en esta región, y luego se procura relacionarlas con las decisiones en curso. Mientras que los especialistas de las ciencias naturales han aprendido a diferenciar los rasgos geológicos, fisográficos o edafológicos presentes en la zona y nos advierten contra la tentación de considerarla homogénea, en cuanto a las pautas del poblamiento y de la intervención humana sí que podemos constatar un rasgo consistente y homogéneo: se ha llevado a 209
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cabo siempre a contrapelo de las finalidades preservacionistas de leyes preexistentes. Un poblamiento disperso, inestable y casi siempre a sabiendas y en contra de lo que la ley establece, según se puede deducir con relativa facilidad de los testimonios, que abundan en ese punto, y de una incipiente literatura, que se vale ante todo de ellos a falta de registros más convencionales. Según su propia "Confesión de parte" (un breve escrito de corte autobiográfico) fue escuchando testimonios como los de Sofía Espinosa, una desplazada de los bombardeos de El Pato, que Alfredo Molano encontró, por estos alrededores su camino de Damasco y avizoró la solución que finalmente adoptaría para el divorcio que se estaba ahondando en él, entre su formación como sociólogo y su inclinación por la literatura: los relatos construidos a partir de historias de vida. Tras el primer relato aparecido en el libro sobre los bombardeos de El Pato, la necesidad se va trocando en virtud y ha influido a toda una generación de investigadores que utilizan el testimonio individual como principal fuente de análisis de los problemas sociales de la región. La tendencia a magnificar las acciones individuales por cuenta del narrador escogido, procura controlarse con el acceso a otras fuentes, o deslizando versiones paralelas, como lo hace Molano en dos de las secciones de su libro Siguiendo el corte a propósito de la muerte de Dumar Aljure, o de los asesinatos de los hermanos del líder agrario Juan de la Cruz Várela. Como se puede ver en una de las historias regionales (Los pobladores de la Selva, ICAN-Colcultura & U. De la Amazonia, dos tomos, Santafé de Bogotá 1995, el mosaico más completo de la historia regional)2, testimonios hay, claro, para todos los gustos, y en muchos de ellos se deslizan versiones paralelas de un mismo
'- Para nuestro tema en particular véance los ensayos de: SIERRA, Fanny. "El municipio de La Macarena y los desplazados" y, VALENCIA, Alberto. "Caquetá: ¿laboratorio de la Paz?", en el tomo 2.
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acontecimiento, contraevidencias y contrastes, que hacen inevitable que el lector se formule la vieja pregunta de Pilatos. En todo caso, de la reconstrucción histórica queda claro en grandes trazos que mientras que para el más antiguo de estos poblados, San Vicente del Caguán, la lucha por la apropiación ¡legal de los baldíos, ha sido recurrente y adquirió particular intensidad en la década del 30; para los restantes el que buena parte de su territorio, precisamente el que es susceptible de apropiación por los colonos, haya sido en principio una reserva biológica y luego un parque natural, le otorga un carácter especial a la empresa colonizadora, y la coloca, de entrada, en un limbo legal3. En la percepción de los pobladores de la zona, sea que compartan los objetivos con que se produce el despeje, o que insinúen una resistencia a esos objetivos y a la posibilidad de una prórroga, lo que ha ocurrido desde el mes de octubre del 1998 es nuevo y se resiste a ser comparado con cualquiera de las etapas anteriores. Si algo sobresale de las repetidas preguntas de los periodistas a todo tipo de entrevistados, de la multitud de crónicas que se han escrito, y de los pronunciamientos espontáneos tanto como de las solicitudes que elaboran las organizaciones representativas, es una conciencia de la singularidad del momento, la cautela con la que emiten sus juicios y opiniones, el convencimiento de estar siendo observados con minuciosidad y desde distintos ángulos. En un auténtico bombardeo mediático, ni porciones del territorio como el desaparecido Armero, o el eje cafetero han sido objeto de un cubrimiento tan intensivo y tan metó1
Sin faltar, claro, la muy colombiana disquisición semántica: "El nombre original del poblado que hoy es La Macarena era "El Refugio": el periódico local del Llano, removiendo escombros de los acontecimientos sucedidos y con base en unas declaraciones del gobernador, publicó un artículo que catalogaba a la región como "el Refugio de los bandoleros de la Violencia". Este hecho perturbó a la población colona que de común acuerdo decidió cambiar El nombre de El Refugio por el nombre de La Macarena": Los pobladores de la Selva, vol II, p. 174.
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dico, como lo fueron San Vicente del Caguán y su entorno inmediato durante los breves días del inicio del despeje y del comienzo de un nuevo estilo en las "ceremonias de la paz". Un componente decisivo de la experiencia común, ha sido el modo en que se llevaron a cabo dichas ceremonias. La "producción de sentido del mensaje", según la expresión de los especialistas en comunicación, coincidió de lleno con su "puesta en escena", fue de cabo a rabo un evento concebido para ser difundido por la televisión, en función de ella, cada uno de quienes lo presenciamos al hacerlo eramos conscientes de que se trataba de un evento que no ocurría por sí mismo, es decir conscientes de que no se hubiera producido si las cámaras de televisión no estuvieran allí4. Y para esa puesta en escena, por fugaz que fuera, súbitamente, los pobladores de la región son invocados como protagonistas; por apartados que se hallen del sitio de la emisión, por momentos llegan a saberse partícipes de un acontecimiento con proyecciones, de una novedad, no pueden evitar la sensación de que "aquí va a pasar algo" 5 . Ya por eso, por la intensidad de la exposición ante cámaras y reflectores (y también eso de modo muy diverso pues casi todo el despliegue se ha centrado en San Vicente del Caguán) se debería estar atento a los efectos de doble vía: lo que aquí ha estado ocurriendo conlleva su singularidad aunque tengamos claro que las FARC, aun cuando en su etapa más reciente no 1
Véase por ejemplo el ensayo que coincidencialmente se titula: "Para una guerrilla semiológica", así como el titulado "T.V: la trasparencia perdida", en "Las crónicas de la aldea global". Eco, Umberto. La Estrategia de la Ilusión. Editorial Lumen, Barcelona 1986. ' Pero el periodismo escrito, incluso por el premio Nobel, se ha ido contagiando de ligereza "visual": basta contrastar la crónica sobre San Vicente del Caguán, del García Márquez modelo 99, en la revista CAMBIO, con una de sus crónicas sobre la violencia de los años 50: "El drama de 3000 niños colombianos desplazados", mayo de 1955, reeditada en: GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. Crónicas y Reportajes. Colcultura, junio 1976. En el 99 se circunscribe al tinglado y a la escenografía principal, en el 55 procura ver el revés de la trama y está dedicada a las víctimas anónimas, al hombre común.
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desestiman el uso de ninguno de los medios electrónicos no son precisamente una guerrilla mediática, y de ahí que nadie, ni el más entusiasta o partidario del incipiente proceso de paz se haya permitido la efusión lírica de decir que el mundo amaneció en las selvas del Caguán. Una de las primeras sorpresas se dio al comprobar el aparente desdén hacia las posibilidades de tan intenso cubrimiento por parte del líder histórico de las FARC, aun cuando semiólogos de profesión o semiólogos aficionados hayan emulado en interpretar el significado de la ausencia, el profundo simbolismo de una silla vacía. No siendo un territorio como para hacer encuestas eso de las percepciones y las apreciaciones que se infieren de ellas es, pues, del todo subjetivo: proviene de observaciones recogidas en un recorrido previo a la iniciación del despeje, de sondeos informales, de frases al vuelo, de juicios emitidos sotto voce por voceros oficiosos, y subrayados por alguna expresión gestual, de retazos de historia regional tal como los van hilvanando algunos de sus protagonistas, en esta región en la que precisamente ha florecido el subgénero de las historias de vida. Si hacemos a un lado los tecnicismos y las expresiones tomadas de la jerga, sin referirse a la zona como si se tratara de un laboratorio de paz o de cualquier otro propósito de aleccionamiento por sublime que sea, las evidencias empíricas sugieren que cada uno de los que habitan la región ha estado al tanto de lo que se propuso, que ya durante la campaña electoral la propuesta fue generando expectativas y produciendo efectos, que desde entonces se desarrollaron acciones, se tomaron disposiciones, se registraron efectos prácticos (mensurables en indicios tan prosaicos como las variaciones en el precio regional del ganado) y que a medida que la medida contó con una fecha, y se tradujo en una decisión gubernamental los efectos se intensificaron, como es lógico. De algunos de esos efectos sólo se tienen indicios negativos: las secretarias de Educación del Caquetá y
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del Meta han elaborado un censo de la deserción escolar y nos informan que para el año 1999 la matrícula estudiantil ha descendido de manera drástica: de los 15.947 estudiantes que terminaron el año 98 sólo 8.871 volvieron a inscribirse en el 99. Algún periodista deduce de ello y sin elementos adicionales que la mayoría de quienes desertan del sistema escolar han sido reclutados, ya por la guerrilla ya por los paramilitares. Pero la recapitulación de los hechos de violencia acaecidos en este territorio circunscrito desde comienzos de la década del 80 nos pone al tanto de otra dimensión. En 1980, la izquierda legal, aglutinada en uno de tantos rótulos para designar una alianza transitoria («Frente Democrático» en este caso) obtuvo avances importantes en los municipios del valle del Ariari en el Meta y resultados electorales mayoritarios en algunos municipios del Caquetá: San Vicente del Caguán, Puerto Rico y El Paujil. En el caso de San Vicente del Caguán, según una versión militante, esa mayoría se fue erosionando como producto de los errores organizativos propios («los viejos métodos de agitación, el maltrato de los militancia de base como para el caso de los municipios del valle del Ariari a raíz de la primera elección y la no renovación de los cuadros de dirección») tanto como de una acción represiva y discriminatoria en convivencia con los candidatos de los partidos gubernamentales6. Para el caso de los municipios del Meta, esa mayoría se siguió incrementando y en la primera elección popular de alcaldes se tradujo en una mayoría para la U.P; pero esa fecha electoral marca a la vez el inicio de una serie de varios atentados individuales, pero sobretodo de la matanza de Piñalito (en el municipio de Vistahermosa) el 21 de febrero de 1988, que evidencia el propósito sistemático de contrarrestar esa mayoría electoral con el recurso a la violencia: con menos espectacularidad que en el Magdalena medio, pero con Véase los capítulos: "El susto de San Vicente" y "San Vicente, trago amargo", en: DELGADO, Alvaro. Luchas sociales en el Cagueta. EDICEIS, Bogotá, 1987.
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tanta eficiencia como allí, la acción de los paramilitares cobra víctimas a la vez que define fronteras políticas. En ninguna otra región del país la campaña de asesinatos selectivos se llevó a cabo de manera tan metódica (alcaldes, candidatos a alcaldes, concejales, administradores municipales) y aun cuando los márgenes de impunidad impidieron aclarar judicialmente cualquiera de esos homicidios, al recapitular las muertes al investigador social no le queda la menor duda de la existencia de un propósito detallado, de una estrategia, y de un ente coordinador, una organización que por oculta que haya quedado hasta el momento, delata toda suerte de nexos con los poderes regionales, con los beneficiarios directos del vacío político que se produce con la desaparición de ese grupo de cuadros dirigentes. Premeditación y selectividad, además de recursos organizacionales, son las características sobresalientes de esa serie de asesinatos, y las pocas evidencias asociadas a la investigación juidicial de esas muertes nos demuestran que el paramilitarismo también es endógeno en la región; que las escuelas de sicarios encontradas entre San Martín y Granada, o en las cercanías de Puerto Lleras, reclutaban adherentes y simpatizantes entre los afectados por las acciones de la guerrilla o por el ascenso vertiginoso de la U.P. y que la lucha por la hegemonía política estaba produciendo nuevas demarcaciones territoriales: las rivalidades entre El Castillo y Cubarral, entre el casco urbano de Mesetas y su parte rural, o entre la periferia de Vistahermosa y la porción de territorio de más reciente poblamiento (hacia adentro del río Güejar en área de completo control por la guerrilla) así lo corroboran.
A n t e c e d e n t e s inmediatos El cañón del Duda, las riberas del Guayabera y la región del Pato aparecen de manera recurrente en los relatos cuasi-épicos 215
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acerca de los orígenes de las FARC, que la propia organización guerrillera fue produciendo con fines propagandísticos. Son los hitos iniciales de la "Columna de marcha" y convierten a esta región en la retaguardia del núcleo originario de las FARC, y luego en el epicentro de su posterior expansión hacia el Ariari, y el Guaviare, y hacia la Amazonia en general. Aun cuando fue posible obtener evidencias del arribo de algunos integrantes de la columna de marcha al Caguán ya a finales de los años 50, el alto Caguán, los ríos Guayas y Suncillas comienzan a aparecer de modo sistemático en los partes de guerra, mucho después, ya en los inicios de la década del 80. El itinerario inicial y los hitos de la expansión van a ser corroborado posteriormente en los relatos elaborados a partir de una nueva serie de entrevistas según la técnica de las historias de vida, producidas en principio por Molano, luego por sus discípulos y por sus émulos. Por su parte en un típico informe de investigación, publicado como una monografía regional7, el geógrafo alemán Wolfgang Brucher se interesa en los datos del poblamiento, del origen regional de los colonos y partiendo de San Martín recorre la región hasta los nuevos centros de poblamiento en el piedemonte amazónico del Caquetá (Doncello, El Paujil, Belén de los Andaquíes), el recorrido lo lleva a cabo en 1968, aun cuando la publicación como monografía en español data de 1974. Es un trabajo importante para la recapitulación no sólo por el año en el que se lleva a cabo, un año nodal en el proceso, sino por que logra suplir la información que las herramientas más convencionales no nos proveen. Brucher en su informe da cuenta del nacimiento de un poblado como Vistahermosa, en las orillas del río Güejar e indica ia tendencia que representa el frente colonizador que se dirige hacia el interior de la reserva de La
' La colonización de la selva pluvial en el piedemonte amazónico. IGAC, Bogotá 1974.
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Macarena, sus vectores, sus protagonistas. La zona que demarca para su estudio es una línea imaginaria que, partiendo de Puerto Leguízamo, en el Putumayo, asciende por el piedemonte, por las cuencas de los ríos Caguán y Guayas, hasta llegar luego a la ribera del Guayabera. A falta de recuentos demográficos confiables, pues los procesos activos de colonización no son registrados en su magnitud por ninguno de los censos tal como están diseñados hasta hoy, acude a un recurso imaginativo para hacerse a unas evidencias consistentes acerca del origen regional de los colonos: examina las partidas bautismales en donde se declara el lugar de nacimiento de los padres de la criatura, procesa la información resultante para los principales núcleos de población y obtiene así un estimativo válido: para el período que estudia, de 1960 a 1968, la procedencia regional de los colonos se ordena así: Tolima, Valle, Cundinamarca, Caldas, Boyacá y Antioquia. Tan interesado en los problemas culturales de la colonización, en la mentalidad y en las actitudes del colono, como en las características fisiográficas de la región que va recorriendo, en ninguna parte de su informe se menciona a la guerrilla, o se encuentra la menor alusión directa a su papel en ei proceso colonizador, pero un buen entendedor puede inferir su presencia en varios síntomas explícitos. Circunspecto, demasiado circunspecto resulta el geógrafo alemán respecto de la presencia guerrillera, pero es comprensible: de una parte no es su tema y de otra parte la polarización estaba en el ambiente, aun cuando de signos ideológicos un tanto distintos de la actual (en el lanzamiento de la edición española de su libro Orden y Violencia, recordaba el colombianista francés Daniel Pécaut, que en sus comienzos, y sólo por los temas en que se interesaba como investigador en Colombia, fue acusado de ser agente de la CÍA por algunos medios universitarios) Nuevos hechos ocurridos a partir de 1970, como el secuestro del biólogo norteamericano Richard Starr, en las cercanías de La Macarena y que dura tres años, terminan de
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darle la razón en ser circunspecto. Hoy en día, salvo los zoólogos japoneses que mantienen activa una estación experimental, ningún extranjero que no sea un periodista o funcionario convocado al efecto se atrevería a penetrar en la región. La secuencia temporal que entregan los relatos, tanto como la somera periodización que nos entrega el geógrafo alemán no va dejando dudas sobre el itinerario del proceso colonizador al superponerle al panorama que traza, las referencias documentales que han ¡do compilando trabajos históricos como los de Eduardo Pizarro, y los mapas de la expansión guerrillera y la progresiva adscripción que la guerrilla va teniendo con el territorio en cuestión. Si el más antiguo y el más poblado de los municipios es San Vicente del Caguán, que surgió con las primera bonanza cauchera y tiene algo más de cien años (1898) el más reciente; Vistahermosa, apenas pasa de los treinta (aun cuando Uribe haya sido elevado a municipio en fecha más reciente.) Por cierto que, como muestra de un creciente poder militar en la zona, Vistahermosa es tomado por las FARC en 1 977, uno de los primeros poblados en que se pasa del hostigamiento y del consabido asalto a la Caja Agraria, a un copamiento mayor, con control de áreas, arenga, y despliegue de poder de fuego, que implica toda suerte de mensajes a la población del casco urbano en un momento en que está pasando ya la fugaz bonanza marimbera y se inicia en firme la propagación de los cultivos de coca. De los testimonios y de la documentación que hoy se puede reunir acerca de la expansión de las FARC, se deduce que la región del actual despeje pasó de ser zona esporádica de refugio inicialmente, a retaguardia para reorganizar el dispositivo luego de los combates de Marquetalia, zona de implantación después, en fin zona donde "el nuevo modo de operar" arroja dividendos políticos netos, tal es la secuencia en líneas generales de la relación de la guerrilla con este territorio.
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Por la importancia que ya tenía, y buscando consolidar el control ya adquirido es que en los diálogos de paz iniciados en 1982 todavía no se formulan reivindicaciones especiales por parte de la guerrilla; como se advierte en la documentación que salió a la luz cuando el proceso ya había fracasado. La Uribe, y Casa Verde son apenas la "sede social" de los encuentros y del recibimiento de las diversas delegaciones, el despeje del que se llegó a tratar con detalle en las comunicaciones, y que estuvo prácticamente decidido en agosto-septiembre de 1983 (un capítulo algo olvidado de la historia reciente) está formulado para el el oriente del Tolima: los municipios de Santana, Dolores, y una parte de Purificación y el Prado8. Podría decirse que es cuestión de táctica negociadora, pero para entonces otras declaraciones y otros documentos confirmaban la importancia que había adquirido la región en su conjunto para las miras estratégicas de las FARC. Si el profano está un tanto a ciegas para discernir la estrategia de los ejércitos regulares, mucho más lo está para vislumbrar las directrices o los planes de una organización guerrillera, clandestina y verticalizada. Sólo es posible hacer inferencias de modo retrospectivo, y aún así se halla en un terreno del todo deleznable; el riesgo de la mala especulación es muy alto. En todo caso la información es consistente, y fue posible recabar algunos datos dispersos, y ha sido posible cotejarlos luego con nueva documentación que ha ido saliendo a la luz, y con la secuencias de hechos militares que desde entonces se ha estado produciendo. En esta recapitulación es ineludible referirse a las movilizaciones campesinas conocidas como "marchas" en una serie que comienza en noviembre de 1981 (aun cuando las dos más 8
Ver cartas de Jacobo Arenas de agosto 20 y 26 de 1984, y de septiembre 1.5 del mismo año, dirigidas a Alberto Rojas Puyo en: Correspondencia secreta del proceso de paz. Editorial La Abeja Negra, junio de 1989, pp.180-194. Al leer esa correspondencia no cabe duda de que el despeje, la idea y la palabra, fueron introducidas en el lenguaje político colombiano por las FARC.
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importantes fueron movilizaciones acuáticas: se llevaron a cabo por los ríos Guayabera y Guaviare: el primero en mayo de 1985), y el segundo en diciembre de 1986. Movilizaciones de más de 20 mil colonos (según estimativos gruesos, aunque fiables) en cada uno de los los casos, postulaba como reivindicación expresa la suspensión de los patrullajes del ejército en toda la zona, y el establecimiento de puestos fijos de control, junto con otras demandas más genéricas acerca de crédito y asistencia técnica; la tercera de las movilizaciones mencionada, menos concurrida y en una coyuntura menos favorable, tan sólo obtuvo ayudas de manutención y de costear el regreso de los colonos a sus sitios de origen. Por espontáneas que fuesen, las movilizaciones coincidían bien con los requerimientos del dispositivo desplegado por la guerrilla para desdoblar sus frentes, y con la importancia que le concedían a un creciente control territorial. Al examinar la secuencia se puede comprobar que cada una de las movilizaciones se produjo en relación directa con planes del ejército, o con operativos militares en curso, y condujeron a desvirtuarlos o a aminorar su efecto. Y esa importancia aparece rubricada por dos hechos militares: en junio de 1987 se produce la emboscada al ejército por parte de las FARC en las proximidades de San Vicente del Caguán, que prácticamente cierra el ciclo negociador que se había iniciado en la administración Betancur, y todavía más rotundo es el golpe que significa la emboscada guerrillera con un saldo muy alto de pérdidas para el ejército, en la carretera PaujilCartagena del Chaira; una carretera que siendo una obra civil, se había concebido, y adelantado por un batallón de ingenieros militares como una manera de afirmar la presencia gubernamental en la zona de transición entre el piedemonte y la cuenca del Caguán, y correlativamente fue vista por la guerrilla como una amenaza al grado de control que poseía ya en la zona, y a la comunicación entre sus frentes del Meta y sus frentes del Caquetá. 220
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Aquí hay que subrayar la diferencia con el Magdalena medio: aun cuando la campaña de exterminio de dirigentes de la U.P. en el Meta se llevó a cabo de manera metódica, y aun cuando se produjeran fracasos en las movilizaciones auspiciadas, y una sensible disminución en los resultados electorales de los candidatos de izquierda (en la primera elección popular de alcaldes, los alcaldes de los cinco municipios que rodean la Sierra de La Macarena: San Juan de Arama, Vistahermosa, Puerto Rico, Meta, La Macarena, Mesetas, incluyendo La Uribe y sus respectivos concejos eran de la U.P.; en la segunda elección (apenas dos lo seguían siendo9) no se produce un cambio de adhesiones; por sistemática que hubiera sido la eliminación de cuatro dirigentes por parte de los paramilitares, no contribuye a modificar las lealtades políticas preexistentes, el trabajo político de la guerrilla se muestra sólido. Salvo en la periferia, en los cascos urbanos de Vistahermosa (que durante algunos años parece un pueblo a lo Juan Rulfo, y en donde tres de cada cinco casas llegan a estar abandonadas según un censo del alcalde en 1990) o San Juan de Arama, o los núcleos de poblamiento del alto Ariari, la población muestra una retaguardia social sólida para el accionar guerrillero Entretanto, sucesivas movilizaciones (La "Marcha de Iraca" de 1986) se habían propuesto como meta conseguir el realinderamiento del territorio de la reserva y la consiguiente titulación de los predios ocupados. Se inicia entonces una concertación en la que participa la Universidad Nacional, y que hace posible un recuento poblacional confiable pues además de la expectativa de la titulación debido al reconocimiento de la ocupación real; el empadronamiento se llevó a cabo con '' Nuestra versión de lo que percibimos en un trabajo de campo que se realizaba por entonces quedó publicada en "El terrorismo y sus efectos en la participación política" Resista Politeia, n°. 6. VIII, 1990, Facultad de Derecho, Universidad Nacional, y previamente en un capítulo del libro La Macarena: territorio de conflictos, Centro Editorial Universidad Nacional, Bogotá, 1989.
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participación de colonos y de estudiantes, y pudo llevarse a cabo pese al desarrollo simultáneo de operaciones militares en el sur de la Sierra, particularmente en la ribera del Guayabera, con una buena cobertura arrojando algunas sorpresas respecto de la ¡dea tradicional sobre los procesos colonizadores: de los jefes de predio, casi la quinta parte, el 19.03%, tenían un origen urbano, y para la población en edad escolar la tasa de analfabetismo era menor que la nacional. Ya no se podía entonces hablar de colonización campesina, sin más; el anterior se sumaba y era del todo consistente con otros datos obtenidos para las regiones de minifundio en donde se desarrolló el programa DRI, la propia noción de campesinado era necesario volver a pensarla y con ella el carácter ineluctable o fatal de lo que el propio Fals Borda llamaba en sus escritos, parafraseando a Comte "ley de los tres estadios", según la cual, la colonización siempre y en todos los casos reproduce la economía campesina y con el eslabón intermedio del comerciante de tierras, termina ampliando el latifundio. También resulta significativo cotejar la procedencia regional de los colonos que arroja ese recuento con la que Brucher había logrado establecer, aun cuando los territorios abarcados por una y otra apreciación no coincidan del todo: aparte del Meta, que es desde luego el primero, los departamentos de procedencia de los colonos son: Cundinamarca, Tolima, Valle, Boyacá, Santander, Caldas y Antioquia; un mosaico bastante variado para el caso. Los operativos militares que se desarrollaron entonces, entre abril y mayo de 1988 producen de inmediato un repliegue de la guerrilla hacia el interior de la zona de reserva, hacia sus campamentos del Duda, y de las zonas menos pobladas del Losada y del Caño perdido. Los operativos fueron comandados por el propio comandante de la IV división y se adelantaron de manera conjunta entre el ejército y la policía antinarcóticos, sin que dieran lugar a combates específicos, fueron interpretados
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periodísticamente como "la reconquista de la República del Guayabera" [EL TIEMPO, 14 de mayo de 1988). Una interpretación a todas luces exagerada como lo demuestra el desarrollo posterior de los hechos. De ahí en adelante a lo que asistimos en los últimos diez años es a un nuevo ciclo de progresiva expansión del dispositivo guerrillero, operativos militares de contención, conatos de movilización social y medidas gubernamentales que responden a ellas de modo extemporáneo. El decreto presidencial 1989 de 1989, cuya finalidad era redelimitar el área digna de ser preservada reconociendo el grado de ocupación real y aplicando a la vez la legislación sobre parques naturales, y las detalladas y profusas normas del Código de Recursos Naturales, ni siquiera logran estabilizar la frontera entre ocupación y preservación, tras esa redefinición normativa la ocupación se ha intensificado según todos los observadores y según todos los estimativos. La más reciente, y de seguro la mejor concebida de las normas que se han ¡do sucediendo con el propósito de estabilizar los frentes colonizadores y preservar lo que resta sin ocupar las áreas frágiles de la Amazonia y de la Orinoquia, es la Ley 160 de 1994, cuya paternidad intelectual hay que atribuirla, sin duda, a Alfredo Molano y a sus trabajos sobre el problema. El inconveniente es que en este caso se ha quedado sin aplicación, que ha encontrado más resistencias tácitas que sectores campesinos que la acojan o demanden su puesta en práctica, y que su entrada en vigor coincidió con la intensificación de las fumigaciones en las áreas de cultivos ilícitos, precisamente aquellas para las que en principio fue concebido el modelo (aun cuando en su exposición de motivos por momentos se reafirme la ecuación simple colono=campesino) y por tanto el propósito sectorial y gradualista, la visión a largo plazo que contiene esa ley ha sido postergada por la lógica de la guerra, y por las acciones con finalidades inmediatas.
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En todo caso, la promesa presidencial formulada el 7 de agosto de 1994 en el discurso de posesión de "erradicación TOTAL de los cultivos ¡lícitos en el término de dos años" ponía en el congelador la aplicación de esa ley, y la convertía en la simple hoja de papel que ha sido hasta ahora. Así el propósito de acudir en ayuda de unos 700 mil habitantes de las regiones de la Orinoquia y Amazonia en que se estimaba el conglomerado de personas que se habían establecido en la útima etapa "como consecuencia de las emigraciones forzadas de motivación económica o política", según estiman quienes han procurado que la norma en cuestión se traduzca en acciones concretas y a sabiendas de que dicho conglomerado "está ubicado en espacios de limitado potencial productivo, al menos dentro de las condiciones actuales de nuestro desarrollo tecnológico" 10 se ha visto desvirtuado y controvertido en los hechos por el plan de fumigación y por las acciones militares de una y otra parte. El Guaviare, La Macarena, el medio y bajo Caguán, y el Valle del Cuamués en el Putumayo son las subregiones de la Orinoquia y la Amazonia que se identificaron como las más aptas para conformar las zonas de reservas, y han sido a la vez aquellas en donde las acciones de fumigación y las acciones bélicas de la guerrilla y la respuesta -tardía, siempre- del ejército, han sido recurrentes. Así que lo que se presentó en su momento como una victoria para el ejército: anular la propuesta de despejar el municipio de La Uribe para propiciar los diálogos y luego la negociación (el "ruido de sables" del que se habló a mediados de la administración Samper), visto retrospectivamente es un episodio subalterno al lado de las aciones del Billar, de Las Delicias, de la base antinarcóticos de Miraflores en el Guaviare y de Mitú.
" Véase: FAJARDO, Darío. "Proyecto zonas de reserva campesina. Una estrategia de paz para el desarrollo rural", 6 de marzo de 1997, Mimeo, p. 3.
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Y a su vez, para la población afectada, eso tres últimos golpes de la guerrilla en el 97 y 98, y tras ellos, la consecución del despeje vienen siendo una revancha histórica del tratamiento que merecieron las marchas campesinas de agosto y septiembre de 1996; las llamadas por el periodismo "marchas de campesinos cocaleros". De la importancia que la guerrilla le concedió a esas marchas, la manera como se propuso interpretar las frustraciones de los participantes a raíz de ellas y de su desenlace, y el preanuncio de las acciones que piensan realizar en represalia, nos da una ¡dea cabal el contenido de su boletín "Resistencia", n°. 110, de julio de 1996 cuyo tema principal está dedicado a esas movilizaciones". Algunos analistas señalan la importancia documental de la flamante "Acta de acuerdo entre el gobierno nacional y los campesinos e indígenas marchistas del departamento del Caquetá suscrito en la ciudad de Florencia el día 12 de septiembre de 1 996". Redactada en lenguaje diplomático, que recuerda los tratados entre naciones, el acta comienza con sendas declaraciones que reiteran lo que antes de las marchas se había sostenido por parte y parte, es una especie de statu quo, lo que allí se formaliza, luego está la enumeración de obras de infraestructura y los aportes a los que se compromete el gobierno central, en fin, se pacta una práctica suspensión de la campaña de fumigaciones a cambio de una "erradicación manual contratada" de la que se haría cargo el propio cultivador de coca, para la que se especifica el precio del salario pero no los mecanismos de supervisión. Lo que visto de modo retrospectivo tiene de importante es que el documento registra y clasifica al universo social de esta zona y en boca de sus voceros representativos: aparecen definidas con nitidez, y en sus propias palabras, 1
Aunque fechado en julio de ese año, tanto la carátula como el artículo central dan cuenta de acontecimientos ocurridos con posterioridad, la clandestinidad, hace posible esos ejercicios de anticipación periodística...
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los "tres tipos de jornaleros" ligados al cultivo y procesamiento de la coca como se reconoce y se asume en los pasajes más significativo es de esas 15 páginas. Raspachines, jornaleros y pequeños cultivadores y toda una cadena de pequeños menesteres y de bajos oficios asociados a la producción de pasta-base salieron del anonimato. Como fue documentado con abundancia en las crónicas escritas y televisivas de ese momento, el general Néstor Ramírez a cargo del ejército en esa zona hizo un uso -literalmente- impecable del enunciado constitucional (de cuño weberiano) "detentar el monopolio de la violencia legítima"; pero resultó evidente que está menos sensibilizado para entender la legitimación como proceso. Al fin y al cabo los generales tienen que vérselas con los efectos de la deslegitimación; y ello ya de por sí en un país en el que la guerra irregular ha adquirido tanta intensidad los absorbe lo suficente como para que se ocupen de sus causas. No ha sido falta de método o de perseverancia la que se puede atribuir al ejército: al recapitular sus acciones en la región desde 1982 se puede encontrar que han estado encuadradas en un plan, un plan de reconquista desde que se pudo dimensionar la presencia guerrillera. Muy temprano, y puede decirse hoy, antes que otros entes estatales, el ejército contó con datos y análisis de la situación que daban cuenta del flujo de colonos concomitante con la implantación de los núcleos guerilleros. Ya en tiempos del general Landazábal como ministro de Defensa y estando en vigor el cese al fuego, el ejército había comenzado a dar forma a esos planes y a recabar la información indispensable. El hecho de que el batallón Liborio Mejía con sede en Florencia se propusiera la construcción de la carretera Pauj i I-Cartagena del Chaira, así lo indica. Otra de las acciones con sentido del largo plazo había sido la realización de un censo en Cartagena del Chaira en 1981, que ya para entonces arrojó el dato de 9.231 pobladores para la cabecera municipal, cifra que apenas eran la punta del iceberg. La carretera 226
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tenía el claro propósito de destaponar la región, y a la vez reducir el control que la guerrilla tenía de la única vía de acceso; el río Caguán. Lo que no entraba en los planes del ejército era que la polarización y la presión crecientes lo ¡rían a convertir en ariete de la política antidrogas. Aunque sus incursiones previas fueran cautas, y atribuibles a consideraciones puramente militares, y aunque la concepción de los "comandos de desarrollo" presentada por el ministro Landazábal no estuviera del todo descaminada (como tampoco eran incontrovertibles en sí mismos los llamados del general Bonnet inmediatamente después del golpe de Las Delicias a "aumentar la inversión social en el Caquetá" propuesta que parecía una maniobra distractiva frente a la gravedad de los partes que daban cuenta de muertos y heridos del ejército) los límites de la acción militar estaban determinados por otro tipo de hechos. Si por la misma época, 1982-1983 los comandantes del ejército rehusaron aceptar como misión reprimir otras actividades ¡lícitas -el contrabando de café en la Guajira, para ser específicos- con el argumento muy válido de que se trataba de una labor policiva, y de que el asumirla los hubiera expuesto a la corrupción, además de enajenarles parte del apoyo de la población en una región fronteriza y sensible, para el caso del Caguán, de La Macarena y del Guaviare han asumido de manera intermitente la labor de represión del cultivo y del tráfico de insumos pues esa actividad ¡lícita es imposible de deslindar del apoyo social y del control territorial que ha adquirido la guerrilla. Si se quisieran pruebas de la última afirmación bastaría señalar cómo ha variado la posición norteamericana: ya no pretende deslindar de manera neta su ayuda para la campaña antidrogas de la lucha contrainsurgente. Pero aun cuando ha de estar muy presente y muy fresco en la memoria de los colombianos, tal vez no sea superfluo mencionar aquí el más importante de los antecedentes inmediatos, el despeje de Cartagena del Chaira con el fin de entregar a los soldados supervivientes de Las Delicias, no podemos dejar de 227
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mencionarlo: proporcionó un modelo; equivalió a lo que en el lenguaje teatral se llama "el ensayo general" de la puesta en escena. Tras él cada uno de los participantes asimilará la experiencia. Según lo podemos inferir, el haber llegado con tal fuerza a una audiencia masiva internacional llevó a la guerrilla a hacer un descubrimiento algo tardío: la credibilidad no se incrementa en proporción a la audiencia 12 . Si durante el primer año de gobierno, la administración Samper no aceptó el despeje del municipio de La Uribe; al final de ese gobierno, y después de Las Delicias, del Billar y de Patascoy, la postura de las FARC era exigir el despeje de al menos cinco municipios: así comienza a formularse como precondición del inicio de una nueva ronda de diálogos, desde marzo de 1998; y eso queda pues sobre el tapete en ei curso de la campaña.
El " t i m i n g " de la c a m p a ñ a e l e c t o r a ! Una de las novedades de la más reciente campaña presidencial la constituyó la forma en la que tras bambalinas, la mayor parte del tiempo, o mediante declaraciones sincronizadas con las encuestas electorales, gravitaron las organizaciones guerrilleras, tanto en su desarrollo como en sus resultados electorales. El primero en señalar las implicaciones de las alianzas veladas que se han ¡do formando ha sido el historiador Marco Palacios13. 12
La mejor crónica de lo ocurrido en el despeje de junio de 1997, es, una vez más, la de Alfredo Molano: "Mentiras y verdades del Caguán" en: El Espectador, domingo 22 de junio de 1997. Allí se registra ya, y por primera vez, la propuesta del despeje de cinco municipios en el discurso que envió Manuel Marulanda; la conclusión de Molano es un tanto sorprendente: "Bien vistas las cosas la condición del despeje es un reconocimiento de hecho a la soberanía del Estado sobre el territorio nacional" (p. 7. A). " "El problema con las dos guerrillas estriba en que desde la campaña electoral se tejieron afinidades o nexos o como se quiera llamar entre, por un lado el ELN y el samperoserpismo y, del otro, las FARC y el pastranismo. Eso está contando y va a seguir contando" en: PALACIOS, Marco et al: Opiniones sobre las perspectivas de paz en Colombia. Revista de Estudios Sociales. UniAndes & Fundación Social, n". 2, diciembre de 1998, pp. 114 y ss.
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FERNANDO CUBIDES
Aun cuando la mayoría de esos contactos y de los términos de la negociación acerca de esos pronunciamientos, por haberse llevado en sigilo, queden vedados para el analista, aquíel riesgo no es la especulación: un repaso simple de la secuencia no deja lugar a dudas, y una revisión de la prensa acerca de lo que ocurrió entre la primera y la segunda ronda de las elecciones presidenciales es de por sí ilustrativa. El valor del anuncio al aceptar el despeje por parte del candidato Andrés Pastrana y el encuentro de unos de sus emisarios con el líder histórico de las FARC, la foto y el "guiño" que eso significó para un sector del electorado, no necesitan ser reiterados, ya hacen parte del anecdotario electoral colombiano. El cálculo de la intensidad del efecto de anunciar 96 horas antes de la ronda definitiva la disposición de las FARC a reunirse con Andrés Pastrana en caso de salir electo surtió efecto: era un tiempo suficiente para que durara su impacto positivo, y demasiado breve para que afloraran las críticas y se sopesaran consecuencias de más largo alcance. Es más fácil discernir el significado que tiene como reivindicación, como etapa de un meta política a largo plazo para una organización clandestina como son las FARC, que discernir el pensamiento estratégico que hay detrás de la concesión del despeje, los efectos previstos de una prolongación de las negociaciones, tal como los aprecia hoy el sector gubernamental, o los concebían el candidato y sus asesores al momento de formularlos como promesa. Al recapitular los acontecimientos queda claro que el despeje (el eufemismo "distensión" ha tenido menos acogida, y los propios voceros gubernamentales tiene que hacer un esfuerzo visible para recordarlo en sus declaraciones) fue parte de una estrategia electoral exitosa, que se calcularon sus efectos medibles en las diferencias entre la primera y la segunda ronda de las elecciones presidenciales, y que los anuncios que se produjeron sobre las tratativas estaban en consonancia con encuestas 229
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y cálculos electorales, y las fluctuaciones que se estaban produciendo; queda por demostrarse si por parte del gobierno existe una estrategia y metas señaladas de mayor alcance. Si se necesitara alguna corroboración del papel de esa promesa de despejar los cinco municipios en los resultados electorales, y de los compromisos que implicaba, bastaría releer los artículos de la orden presidencial, en la que fija el área a despejar y las fechas de duración y una y otra se remiten a "la voluntad expresada por los colombianos en las urnas el 26 de octubre, en el mandato por ia paz, la vida y la libertad", las motivaciones que se exponen y el propio anuncio: "he tomado la decisión de ordenar el despeje" de la alocución presidencial del 14 de octubre de 1998.
El despeje " e n sí" (octubre de 1 9 9 8 — - ?) Terminadas las ceremonias y atenuado un tanto el despliegue de los medios, el otro despliegue, el despliegue del dispositivo de las FARC se lleva a cabo de modo menos espectacular de lo que hubieran deseado los camarógrafos; es más cauto de lo que se suponía, tan silencioso y con tanto cálculo y minuciosidad en sus preparativos como cualquiera otra de sus acciones, sin excluir el elemento sorpresa. Por lo demás, los desfiles militares, la ostentación del tricolor y el número de efectivos se vieron un tanto opacados por la ausencia de Marulanda y las especulaciones en torno a ella. El desbalance informativo se hace palpable pues el cubrimiento de los municipios distintos a San Vicente del Caguán y de personas distintas a los voceros y autoridades establecidos fue prácticamente nulo. Mientras que la información detalla y repite la extensión del territorio (los 42.139 km2 del área a despejar, se convierten en el dato mejor memorizado de la geografía nacional, versión 1 999) no alude siquiera a la cifra de poblamiento, y no por que 230
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hubiere escrúpulos acerca de la cobertura o de la confiabilidad de los datos censales, sino porque la información así presentada enfatiza la cesión territorial, el dato más visualizable. (Las 56.091 personas que había, según el Censo de 1985 se convierten en el Censo de 1993 en 97.978 personas; pero sabidos son los problemas de recolección censal en las áreas rurales, máxime en las "zonas rojas", como las denomina el funcionariado. Además la franja que menos miden los recuentos censales es la de la población flotante, que en esta clase de regiones es proporcionalmente mayor). Pero en un recorrido previo 14 , aunque panorámico, se pudieron recoger impresiones, opiniones espontáneas y percibir diferencias entre pobladores según su ubicación espacial y social: el despeje hace emerger los objetivos de los colonos recién establecidos, quienes se hallan "en el corte" o en la punta del frente colonizador y de modo más o menos consciente han transgredido la ley a nombre de la supervivencia como norma superior, y a la vez afecta los intereses, inhibe expresar sus objetivos e induce a desplazarse a quienes habiendo llegado como colonos, han tenido tiempo de convertirse en hacendados, cuentan con un patrimonio y generalmente se hallan ubicados en las inmediaciones de las cabeceras municipales. Los efectos son pues diferenciados y corresponden a la diferenciación social que se ha ¡do produciendo según el ritmo de la colonización. Cuando Alfredo Molano en sus crónicas se refiere al capitalismo salvaje como imperante en estas partes del país debe entenderse en su sentido más lato: es un capitalismo primitivo, pues su margen de acumulación es incipiente, irrisorio; y a la vez un capitalismo que patrimonializa lo acumulado, en una secuencia muy simple.
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Véase: "Diario del despeje. Crónica de un trabajo de campo", en: Análisis Político, n". 35, diciembre de 1998.
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UNA MIRADA AL DESPEJE GOMO EXPERIMENTO
Las variaciones de los precios de la tierra y el ganado comenzaron a manifestarse antes del despeje, pero cuando ya estaba anunciado en firme, así como pequeñas fluctuaciones en los bienes de consumo, no hay un comportamiento especulativo. Aun cuando disminuye la demanda mayorista, no hay acaparamiento, nadie parece jugar al alza. Los partidarios de la teoría de la "opción racional" tendrían aquí un territorio digno para la observación pues en materia de precios y de oferta de bienes todo el mundo, apremiado por las circunstancias parece acogerse, instintivamente claro, a la "rational choice". Si para los forasteros la novedad está en la concentración de efectivos de las FARC, y en el ejercicio visible de la autoridad por parte de los comandantes guerrilleros, para los pobladores está en que dicha autoridad se ha intensificado, en que no tiene contrapesos a la vista; a una situación de "poder dual" ia ha sucedido una de poder directo: si en el primer caso, la adaptación comporta el aprovechar los intersticios entre quienes se disputan el control territorial, ahora lo impredecible es la duración del poder incontrastable que ejerce la guerrilla. La noción de "poder dual" fué formulada porTrotski en su Historia de la revolución rusa (libro de 1933), rememorando los años iniciales de la revolución y para referirse a aquellas porciones del territorio de Rusia en donde, durante ciertos períodos, llegaron a coexistir el régimen zarista y el bolchevique y donde una porción sustancial de la población (pero porción al fin) reconoce al nuevo poder como su gobierno legítimo a la vez que niega legitimidad a los representantes del poder tradicional; otros han retomado esa noción luego, un científico social contemporáneo, Charles Tilly, ha retomado aTrotsky para referirse a esas situaciones transicionales como caracterizadas por una "soberanía múltiple" (múltiple sovereignity) en tanto que un historiador como Perry Anderson, lo tomó antes para destacar lo inestable del equilibrio resultante y pre-
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fiere hablar de "soberanía parcelada" (parcellizedsovereignity) para referirse a la distribución del poder en las sociedades feudales europeas15. En un evento cuya finalidad es "el análisis no coyuntura! de la coyuntura" resulta menos pertinente aún arriesgar apreciaciones sobre hechos que apenas se están prefigurando; al momento en que estamos reuniendo concluye el plazo del despeje, mejor dicho la primera de las prórrogas, sin que el día en que estamos redactando el presente escrito podamos conocer la decisión que se haya tomado acerca de una nueva prórroga, la cual por otra parte parece inevitable si se quiere que los diálogos conduzcan a alguna parte. Aun así queremos arriesgar algunas predicciones acerca de cómo evolucionará ese "poder dual" que ha operado aquí, qué curso tendrá la relación de la guerrilla con la población de estos municipios cualquiera que sea la duración que finalmente tenga el período en cuestión. Protección más eficiencia a) La defensa de la población frente a enemigos externos (las reales o virtuales amenazas de los paramilitares) y el cese de operativos que puedan afectarla constituye una demostración del poder armado, de eficacia operativa. Las reiteradas amenazas de los paramilitares ha resultado funcionales para asentar el dominio que alcanzó la guerrilla, como ¡lustrando la relación recíproca que establece la teoría política clásica entre protección y obediencia: quien está en condiciones de ofrecer una protección efectiva, a su vez tiene mayor probabilidad de obtener acatamiento.
' TILLY, Charles. From mobilization to Revolution. Wesley Addison, 1978; véase así mismo un artículo muy pertinente para nuestro caso: WICKHAM-CROWLEY, Timothy. "The rise (and Sometimes Fall) of Guerrilla Governments in Latin America", en: Sociological Forum, volume 2, number 3, summer 1987.
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UNA MIRADA AL DESPEJE COMO EXPERIMENTO
b) Mantenimiento de la paz interna y del orden. El sentido común se puso al servicio de una justicia expedita, sumaria. Con restricciones pero con auto-contención de las tendencias autoritarias por parte de la guerrilla16, lo destacable es la drástica disminución de los hechos de violencia homicida y de las lesiones personales, respecto de cualquier período semejante del que se tengan evidencias. Un "cese al fuego" práctico para las distintas modalidades de violencia, de efectos positivos de cara al largo plazo. c) Si las características que tuvo el poblamiento convirtieron a la población en una base social mayoritariamente dispuesta y favorable al poder militar que ha ¡do construyendo la guerrilla, y para ese gobierno alternativo que constituyó durante el tiempo que dure el despeje, la experiencia de estos meses incrementó el difuso sistema de reciprocidad entre la guerrilla y la población que la apoya. Lo que era un "contrato social implícito", se ha hecho explícito. Para el caso de San Vicente de Caguán en particular, la realización de obras publicas, la optimización de los recursos asignados durante esta etapa constituye un efecto demostrable y positivo. Puede hallarse que los testimonios coinciden en mostrar la corrupción y la ineficiencia como características persistentes de las entidades del nivel central y departamental en el área (eran proverbiales las disculpas de los funcionarios del antiguo INDERENA para no cumplir ni hacer cumplir las restricciones de tala, pesca y caza argumentando hallarse en zona roja, lo que no impedía sin embargo que se lucraran con expe-
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Para ello resulta importante que las FARC hayan escogido a un comandante con más preparación y mejor manejo del lenguaje. A diferencia del comandante "Romana" que a raíz de la retención de civiles después de los combates de "Monterredondo" en marzo del año 98 afirmaba con desparpajo: "Pues si hay que asesinar, se asesina"; el comandante 'Jairo" destacado en San Vicente se ha mostrado cauto, contemporizador y con sentido de los matices.
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dición de licencias madereras o con la actividad privada de comercio de pieles17) de ahí que las acciones ejemplificantes y con mecanismos de veeduría, se propongan contrastar con la experiencia previa, un efecto-demostración conseguido y con visos de perdurar. La guerrilla demuestra una particular preocupación por no convertirse en una autoridad predatoria. d) Mejoras, mínimas pero perceptibles, en el nivel de vida de la población. Durante el período observable se registra (desde varios ángulos) una preocupación consistente por la prestación de servicios básicos, y la región y sus habitantes se han beneficiado de un interés especial que ha permitido focalizar beneficios, inventariar las necesidades no cubiertas hasta ahora. Hasta donde es posible seguirlo a partir de datos fragmentarios, los efectos más notorios se han mostrado en el sector salud, y en las necesidades en materia educativa.
Legitimación (relativa) de la vía armada a) Ambigüedad: una de las lecciones que surge dei experimento es la de que los pactos para que funcionen, necesitan fusiles detrás. El muy hobbessiano comandante Mono Jojoy no ha escatimado oportunidad de subrayarlo18. Si los pactos suscritos a raíz de las movilizaciones campesinas se cumplieron en una mínima proporción, y los pactos a que da lugar el despliegue de poder armado tienen una mayor probabilidad de cumplirse,
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"El INDERENA al tiempo que otorgaba las licencias a los poseedores del bosque para su explotación, generaba las condiciones para que los beneficiarios fueran los compradores e intermediarios: el tráfico de licencias y la corrupción facilitaron el proceso predatorio", en: GONZÁLEZ, José Jairo. Actores de la colonización reciente en la Amazonia. CIFISAM-CINEP. Vicariato Apostólico de San Vicente. Abril de 1995. p. 79. Y como los que trascribe el informe, muchos testimonios más. 8 "Sin la espada, los pactos no son sino palabras" Leviatán, Cap XVII. "Las armas tienen que ser las garantes de los acuerdos", en: Semana, "¡Extra! Habla el Mono Jojoy", enero 11 de 1999, suplemento a la edición n". 871.
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LÍNA MIRADA AL DESPEJE GOMO EXPERIMENTO
la conclusión no es difícil de establecer, sobre todo si las negociaciones no conducen a resultados visibles. b) Incertidumbre acerca del régimen de propiedad y el consiguiente riesgo para la inversión. Principal, pero no sólo del sector ganadero. Si el tributo del 10% sobre ei precio de venta del ganado y de la leche producida, se convierte en un costo fijo y puede ser asimilado a cualquiera de los otros tributos; su aplicación selectiva y las acciones confiscatorias equivalen a señales negativas de cara al futuro. De hecho las expresiones gremiales del sector ganadero, y la tendencia a la baja que registran del precio del ganado, van en esa dirección. c) La cifra que se maneja sobre coca y amapola (según la cual apenas el 7,3 % de los cultivos ¡lícitos estaría en el área de despeje) proviene de estimativos gruesos, y no hay posibilidad de corroborarla con apreciaciones de un período anterior para la misma área. Es una cifra "diplomática" sujeta a corroboración. La cautela en el manejo de la información ha sido la pauta, y todos los que intervienen parecen conscientes de la sensibilidad internacional que reviste. Acciones puntuales de sustitución concertada han tenido resultados para el caso de la amapola en las partes altas de San Vicente del Caguán, según informes del Vicariato; las posibilidades de sustitución en áreas más amplias, han de sujetarse a negociaciones posteriores. El ofrecimiento de la guerrilla de escoger un municipio distinto (Cartagena del Chaira) tiene sentido en cuanto que hay otras áreas en donde el problema es anterior en el tiempo y tiene una extensión mayor, pero sería distractiva si no comporta aciones hacia las zonas que dentro de ésta área han sido cultivadas.
Organización y participación: señales encontradas Como afirmábamos en la breve recapitulación inicial, salvo las primera elección popular de alcaldes, los resultados de ias si-
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guientes pueden considerarse distorsionados por los asesinatos y otros hechos de violencia e intimidación. Se puede constatar un incremento de la abstención en las elecciones locales y departamentales; las nuevas formas de participación que contempla la Constitución del 91 (veeduría ciudadana, comités ambientales, recusación del mandato, consulta ciudadana) no han tenido una expresión particular. Con anterioridad al despeje, y con motivo de las más recientes elecciones locales la actitud de la guerrilla fue favorecer o propiciar el abstencionismo19, pero desde antes sus propias acciones ¡ntimidatorias disminuyeron la participación electoral y pudieron desestimular el acceso a los otros mecanismos de participación. Los que se crearon para el desarrollos de Planes como el PNR, (Consejos municipales de rehabilitación) o las formas de participación que contemplan otros planes gubernamentales, han tenido una duración efímera. La pastoral social y la acción del vicariato en San Vicente tiene un radio circunscrito a la sede principal. Pero en la zona de poblamiento más nueva se han ¡do creando formas asociativas y de participación (cuenca alta del Guayabera, cuenca del Losada y del Caño perdido) se está desarrollando una forma de organización que entraña una novedad: se trata de una Asociación Campesina y Ambiental cuya representatividad es comprobada (56 veredas y 9.500 personas inscritas), importante por su rápido crecimiento (tiene apenas tres años de creada) y porque ha logrado proyectarse fuera de la región y sus directivos han asimilado la información básica sobre cuestiones ambientales y desarrollan labores experimentales. En una región donde la extracción maderera ha sido intensiva en los últimos años, el hecho de que una de las normas 9
"En las condiciones políticas del país la orientación de la abstención electoral es justa y revolucionaria. A nivel local continuaremos estimulando el desarrollo de mecanismos extrainstitucionales que vinculen democráticamente a la comunidad con la gestión administrativa de acuerdo a las particularidades de cada lugar": Conclusiones generales del Pleno del EMC de las FARC-EP, noviembre 20 de 1997, en: BOLETÍN RESISTENCIA 113, fechado en marzo de 1998.
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UNA MÍRADA AL DESPEJE COMO EXPERIMENTO
de las asociación se exprese como "No talar desmesuradamente" dada la imprecisión que conlleva todo adverbio de modo puede conducir a que se subvalore el proceso que aquí se ha iniciado; sin embargo, hasta donde se puede comprobar sus objetivos son compartidos y la disposición de sus asociados es genuina y ha sido corroborada por varias acciones previas. Junto a ese tipo de organizaciones, subsisten con la acogida y representatividad que le son tradicionales, las Juntas de Acción comunal, organizaciones primarias entidades tan tradicionales y de tal arraigo en las regiones de procedencia de los colonos que aquí se reproducen de manera espontánea, sin que requieran ni de una promoción especial, ni de un reconocimiento expreso. Sea para avalar las transacciones (ante del hecho de que los predios no pueden ser titulados, la venta de ellos se lleva a cabo mediante un papel registrado en la junta respectiva) sea para ir construyendo un equipamiento social mínimo, o para dirimir litigios interindividuales las Juntas continúan cumpliendo el papel que ya ha sido descrito en la literatura sobre las regiones de colonización. La situación en algunos municipios por fuera de la zona de despeje, como Cartagena del Chaira, no es esencialmente distinta, pero allí lo que puede haber de experimental ha sido posible no como reconocimiento expreso del poder militar de la guerrilla, sino como resultado del desgaste de la guerra y de la puesta en funcionamiento de acuerdos políticos entre los dirigentes de la política local, un experimento de democracia directa, por aclamación, pero junto a eso una incipiente resistencia civil hacia actitudes autoritarias de quienes cuentan con el aval de la guerrilla. La duración: nuevas incertidumbres. Si después de los 90 días que se habían planteado inicialmente, y del forcejeo acerca de los soldados bachilleres la prórroga se 238
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convirtió en un factor de incertidumbre y según varias crónicas, produjo desplazamientos adicionales sobre todo en los cascos urbanos, una nueva prórroga acentuará la tendencia al desplazamiento. La estabilidad que ha prevalecido se debe a la duración limitada que se contemplaba y a los indicios de concertación que se iban recibiendo acerca de los nuevos plazos. La rutinización a que diera lugar una duración distinta, puede ser contraproducente. En todo caso en lo que lleva de trascurrido significa una refutación de quienes apostaban a la poca preparación de la guerrilla para asumir responsabilidades a nivel local y regional. Lo que ha tenido de positivo el despeje como experiencia colectiva, se puede atribuir al grado de concertación que ha implicado, a que propició un equilibrio entre coerción y consenso, y a que se concibió y se llevo a cabo de manera expedita, y por ser a la vez circunscrito en el tiempo y en el espacio.
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Cultivos ilícitos, fumigación y desplazamiento en la Amazonia y la Orinoquia Aura María Puyana Mutis1
El d e s p l a z a m i e n t o p o r f u m i g a c i ó n Una realidad desconocida Si el desplazamiento forzoso apenas comienza a ser estudiado en Colombia, no obstante su persistencia y dimensiones actuales, la migración involuntaria por causa de la fumigación de cultivos ¡lícitos no se visualiza aún como problema. Desde la óptica del Estado colombiano, la aspersión aérea del herbicida glifosato hace parte de la política integral de lucha contra las drogas, conjuntamente con el desarrollo alternativo, la reducción de la oferta de narcóticos, el control al lavado de activos y la reducción del consumo, formulada por los gobiernos de Ernesto Samper Pizano y Andrés Pastrana Arango en sus respectivos planes nacionales2. En la medida en que excluye a los pequeños productores, para quienes está diseñada la sustitución de cultivos, no se le considera factor de violencia sino más bien la respuesta represiva legal -el mal necesario- a 1
Socióloga de la Universidad Nacional, asociada a la Corporación Observatorio para la Paz. 1 Véase: "Plan Nacional: compromiso de Colombia frente al problema mundial de la droga 1994-1998" y "Plan Nacional de Lucha contra las drogas 1998 2002". Dirección Nacional de Estupefacientes.
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AURA M A R Í A PUYANA M U T I S
la conducta delictiva de quienes sólo buscan ganancias exorbitantes mediante la producción de sustancias naturales sicoactivas. No conforma, portante, la agenda de gobierno sobre atención a la población desplazada. Desde la perspectiva societal, la presencia de los cultivos ¡lícitos alcanzó visibilidad con la movilización de colonos, campesinos y jornaleros de la coca en el verano de 1996 que reclamaban reconocimiento a su condición socieconómica por parte del Estado, la sociedad civil y la comunidad internacional. Después de intensas refriegas en los puentes que demarcaban el límite de las marchas y de tensiones incesantes en la mesa de negociación, el acuerdo suscrito por los voceros del gobierno central y las comunidades dejó por fuera las condiciones de la sustitución de los cultivos ¡legales a cambio de las cuales podría suspenderse la fumigación, para regodearse en el detalle de proyectos de inversión muchos de ellos previstos en los planes de desarrollo. Lamentablemente el suceso político no desembocó en un debate nacional sobre esa realidad socioeconómica ignorada o desconocida por muchos, ni en el examen atento de las estrategias represivas y sociales previstas para su solución. Las preocupaciones electorales del candidato de la Gran Alianza para el Cambio Andrés Pastrana Arango, y el pragmatismo de la guerra en el caso de las FARC, legitimaron el tema de los cultivos ilícitos como un problema que puede resolverse con el triple recurso de la inversión para el desarrollo, una mayor presencia del Estado y las negociaciones de paz con la insurgencia. Si bien este reconocimiento es hoy innegable, las opciones concretas para disminuir el peso de la agricultura ¡lícita no están del todo definidas. Tan es así que los ítems de la erradicación y la fumigación, centrales en el discurso de las dos partes, no aparecen explícitamente consignados en la "Agenda común para el cambio hacia una nueva Colombia", ni en las agendas particulares previas. Se atisban, si en la exigencia de la
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CULTIVOS ILÍCITOS, EUMIGACIÓN Y DESPLAZAMIENTO EN LA AMAZONIA Y LA ORINOQUIA
concertación con los campesinos sobre premisas no punitivas, y en la necesidad de recuperar los resortes de la soberanía para esta y otras decisiones de la política nacional. El refugio interno por efectos negativos de la aspersión de agroquímicos es, sin embargo, una realidad en la Amazonia y la Orinoquia. Desde 1995, miles de campesinos, colonos, jornaleros de la "raspa" y "flotadores" que se quedaron sin trabajo al disminuir el volumen de hoja de coca para cosechar, emigraron anónimamente por temor a la pobreza y a la doble sindicación de narcotráfico y subversión que con frecuencia se les endilga. Es una huida individual e inorgánica de la que no existe registro específico, pese a ser uno de los motivos que se consignan en los cuestionarios de la Cruz Roja, las Vicarías Apostólicas, la Red de Solidaridad Social u otras entidades oficiales. Las estadísticas terminan por agruparlos bajó la denominación genérica de "desplazados por violencia", única forma de acceder a los programas asistendales del Estado. Ahora bien, la regiones cocaleras de Guaviare, Meta, Caquetá y Putumayo no son sólo el epicentro de la llamada "guerra contra las drogas", sino también el primer escenario de un "conflicto armado en medio de negociaciones de paz"3, que desconcentró la presión sobre las regiones más violentas de los años 80 y principios de los 90: el valle del Magdalena medio y el Golfo de Urabá. La simultaneidad entre las demostraciones de fuerza de las FARC, la contrarespuesta defensiva del Ejército, la fumigación de los cultivos ¡lícitos y la llegada de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), a partir de una más clara definición de su estrategia contrainsurgente por el control del territorio y los circuitos de producción y comercio de pasta básica de cocaína (PBC), con1
La política de paz que nunca comenzó en la administración Samper definió el proceso como de "negociaciones de paz en medio del conflicto". En el último año la degradación y el escalamiento de la guerra justifica invertir los términos y darle preminencia a los "hechos" del conflicto sobre los "hechos" de la paz.
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AURA MARÍA PUYANA MUTIS
fluyen en el abandono multicausal del "lugar de vida" donde hombres y mujeres construyen sus interacciones familiares, laborales y comunitarias. La fumigación aparece como un factor más de desplazamiento, no reconocido por el Estado y precariamente definido por las oenegés responsables de su estudio, lo que hace muy difícil su medición y diagnóstico. Con apenas 13.153 personas refugiadas en 1998, según la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES), el fenómeno puede juzgarse irrelevante para ser investigado; frente a los 308 mil colombianos que se sintieron en estado de indefensión para permanecer en su lugar de residencia representa apenas el 4.2%, y comparados con los 1 53.336 expulsados de la Costa Atlántica y Cesar4. Sin duda no es esta la mirada correcta para entender lo que está ocurriendo en la Amazonia y la Orinoquia. Si se tiene en cuenta la densidad regional de la población allí asentada, las connotaciones estratégicas por ser área limítrofe con cuatro países amazónicos, y el probable recrudecimiento de la fumigación aérea y el conflicto armado, ese guarismo se torna social y políticamente relevante5. La evolución de los acontecimientos de la paz y de la guerra exigen conocer mejor ese espacio de conflictos múltiples, para comenzar a diseñar los dispositivos de acompañamiento y asistencia a una población extremadamente vulnerable al atropello de sus derechos esenciales por los Estados vecinos o actores armados involucrados. En la primera parte de este ensayo se intenta una aproximación a la política pública antinarcóticos 1
Véase: "Un país que huye". Boletín Codhes informa, n". 17, Santafé de Bogotá, febrero 15 de 1999. ' La cifra de 13 mil desplazados según sitio de llegada tiene el inconveniente de excluir la migración interdepartamental, o por lo menos una parte importante de ella. Si se dispusiera para 1998 del censo de desplazados según sitio de expulsión, no siempre fácil de realizar por costos e inseguridad, el éxodo desde Caquetá, Meta, Guaviare y Putumayo podría ascender por lo menos a 20 mil personas.
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CULTIVOS ILÍCITOS, FUMIGACIÓN Y DESPLAZAMIENTO EN LA AMAZONIA Y LA ORINOQUIA
implementada entre 1978 y 1998; en la segunda, un rastreo empírico de los movimientos humanos ocurridos bajo presión en las cuencas de los ríos Guaviare, Caquetá y Putumayo. Es, además, una invitación a discutir la pertinencia de incluir factores conexos al conflicto armado, como sin duda lo es la fumigación de "vegetales ¡legales", entre las causas de desplazamiento por violencia. La existencia de 101.800 hectáreas de coca en zona de influencia guerrillera, más la identificación ideológica de guerrilleros y campesinos como "narcosubversión", sitúa este conflicto social y agrario en el corazón del conflicto armado, así muchos estemos convencidos de su naturaleza distinta aunque interrelacionada. La guerra química del glifosato Durante más de dos décadas la erradicación química de los cultivos ilícitos no fue una prioridad del Estado colombiano. El procedimiento se aprueba en forma experimental "secreta" durante el gobierno de Julio CésarTurbay Ayala (1978-1982) a raíz del auge de las plantaciones de marihuana de la Sierra Nevada de Santa Marta, pero es Belisario Betancur (1982-1986) quien sanciona oficialmente la utilización del herbicida glifosato después de negar la utilización del paraquat por los daños que podría causar a la salud y al medio ambiente. La protesta de colonos, campesinos e indígenas arhuacos y kogis, más la decisión de Washington de no insistir en la estrategia, facilitó la suspenden de las operaciones y el reingreso de los militares a las labores de destrucción manual de la yerba6. 1
La Enmienda Percy que negaba proporcionar ayuda económica para el uso de herbicidas prohibidos en los Estados Unidos, se eliminó en 1980. Un completo recuento de las decisiones de política sobre erradicación de cultivos ilícitos se encuentra en varios artículos de Juan Tokaüían, entre ellos "La política exterior de Colombia hacia Estados Unidos 1978-1990", en: Narcotráfico en Colombia. Dimensiones políticas, jurídicas e internacionales. Carlos Arríela (comp.), Ediciones Uniandinas-Tercer Mundo Editores, Santafé de Bogotá, 1993, pp. 280-376.
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AURA MARÍA PUYANA MUTIS
Cultivos ¡lícitos y movilizaciones campesinas (1994-1998)
1994 1995 • 1996 1998
ECUADOR
CAMPESINOS MOVILIZADOS EN 1996
Guaviare - Meta Caquetá Putumayo Nte. de Santander Bolívar TOTAL
76.000 78.000 57.000 15.000 15.000 241000
Fuente: CINEP
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CULTIVOS ILÍCITOS, FUMIGACIÓN Y DESPLAZAMIENTO EN LA AMAZONIA Y LA ORINOQUIA
Desplazamiento, conflicto armado, cultivos ¡lícitos y fumigación en Colombia 1998
VENEZUELA
ECUADOR 1+ 2+ 3+4 1 +2+3 ^
1 2 3 4
1
+2
Cultivos ilícitos Conflicto armado Desplazamiento Fumigación
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La evolución de la industria de los narcóticos hacia el procesamiento y tráfico del clorhidrato de cocaína a partir de una materia prima importada de Perú y Bolivia -la pasta básica de cocaína (PBC)- , y la complacencia social e institucional con los empresarios de la droga explican la oscilación entre períodos cortos de fumigación y parálisis prolongadas durante los mandatos presidenciales de López Michelsen, Turbay Ayala, Betancur Cuartas y Barco Vargas. Un movimiento pendular que en este, como en los asuntos de la extradición y el sometimiento a la justicia, sintetiza el dualismo de las élites frente a los dividendos de la economía ¡legal. Millones de dólares en el torrente financiero, ventajas suplementarias en la lucha contra la insurgencia a cargo de los grupos paramilitares, y el apuntamiento de la propiedad agraria, aún a costa de tenerla que compartir con los grupos emergentes, sumaron puntos a favor de la interrelación mafias -establecimiento. En el cuatrienio 1994-1998, el escándalo por los dineros del Cartel de Cali en la campaña electoral de Ernesto Samper Pizano marcó el inicio de los distanciamientos, más profundos en lo político que en el funcionamiento por vasos comunicantes del sistema económico nacional. Influyó también un marco de relaciones bilaterales Colombia-Estados Unidos con márgenes reales aunque decrecientes de autonomía para definir una estrategia antinarcóticos todavía en ciernes. Conocidos son los alegatos de Alfonso López spbre la mayor responsabilidad del polo de la demanda en el fortalecimiento de la economía de las drogas, y su defensa enconada de la "ventanilla siniestra" para legalizar el ingreso de divisas ¡legales procedentes del contrabando y el narcotráfico. Reacciones ásperas se oyeron ante la negativa de Turbay Ayala de involucrar al Ejército en ias operaciones contra el cultivo y el tráfico de marihuana, cuando la prioridad acordada con la cúpula militar era la concentración de esfuerzos y efectivos en el combate a la subversión comunista. 247
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Esta situación varía drásticamente a principios de los años 90. La irrupción de la amapola en la Región Andina y el crecimiento de los cocales en la Amazonia modifican el perfil de Colombia, de un país de traficantes todopoderosos a un país de cultivadores y cosecheros de materia prima ¡lícita, con los componentes económicos, sociales y políticos que ello significa. Sin infraestructura física, crédito, ni asistencia técnica, miles de campesinos y colonos cambian los cultivos tradicionales por la coca y ia amapola, y otros tantos desalojados de las ciudades y el campo, frontera adentro, se lanzan a la "aventura cocalera" esperando recuperar los ingresos que dejaron de percibir en el paro laboral o el subempleo. Bajo estas expectativas se incuba la doble tendencia hacia la expansión y la diversificación de los cultivos ¡lícitos. Entre 1 985 y 1994 el total sembrado pasa de 15.500 a 70 mil hectáreas, lo que representa un incremento del 3 5 1 % en el lapso de una década. El comportamiento de cada cultivo es sin embargo desigual: mientras la superficie con coca se dispara de 13 mil a 45 mil hectáreas, la marihuana crece con moderación de 2 a 5 mil hectáreas pasado el "boom" de los años 70. Lo novedoso es la sorpresiva aparición de 20 mil hectáreas/año de amapola entre 1992 y 19947, en las regiones de la vertiente andina, lo que pone de presente la crisis general del campo por las políticas macroeconómicas aprobadas para el sector. La presión de Washington por eliminar de tajo el renglón de la amapola induce a César Gaviria Trujillo (1990-1994) a intensificar la fumigación como método de destrucción de los cultivos ¡legales. En 1992 se afectan 12.864 hectáreas en Huila y Tolima, una cifra alta si se consideran las 1.502 hectáreas asperjadas a nivel nacional en los siete años anteriores. En este momento la erradicación aérea adquiere el rango de política siste7
Dirección Nacional de Estupefacientes.
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mática, dependiente en alto grado de las presiones externas y de reversión difícil dada la miopía nacional para entender la readecuación funcional de Colombia en la industria internacional de los narcóticos. Al no percibir las diferencias entre las fases del tráfico y el cultivo, es decir la transición hacia una realidad donde pesa más lo social que lo delictivo, la política externa pierde la oportunidad de replantear las condiciones de la evaluación y la cooperación externas, como en su momento pudieron hacerlo Bolivia y Perú con un discurso de fuerte contenido sociocultural. La destrucción física de las plantas ¡legales y la represión de los actores sociales vinculados a su cultivo se erige como la única opción a seguir, con escasas resistencias interinstitucionales y una opinión pública refractaria a luchar por consideraciones de soberanía nacional, sensibilidad social o defensa del medio ambiente 8 . Tampoco surge una mirada prospectiva sobre la articulación economía de la coca economía de la guerra, ni sobre sus efectos en la fortaleza política y militar de las FARC en los territorios bajo su influencia. La parábola de la colmena Entre el 7 de agosto de 1994 y el 6 de agosto de 1998, la primacía del interés de "seguridad nacional" de los Estados Unidos en el diseño de la política antinarcóticos de Colombia adquiere sus expresiones más nítidas. Después de comprobar la restricción de la flor de amapola de 20 mil a 6.540 hectáreas entre' 1994 y 1995, los funcionarios de la Casa Blanca desplazan la mirada a los departamentos de Guaviare, Caquetá, Meta y Putumayo y sitúan la erradicación de los arbustos de coca en un indiscutible primer lugar. 8
El Consejo Nacional de Estupefacientes aprueba la fumigación de la amapola en 1992 y de los arbustos de coca en 1994.
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En ese momento la administración Samper no cuenta con el viento a favor para exigir en la comunidad internacional coherencia con el discurso de la "corresponsabilidad" a la hora del diagnóstico y de las soluciones con respecto a Colombia. No se la exige tampoco así mismo. El Plan Nacional "Compromiso de Colombia frente al problema mundial de la droga. 1994-1998", señala sin ambigüedad que la erradicación es la meta principal y la sustitución el complemento mitigante de las consecuencias negativas que aquella pudiera acarrear. El Desarrollo Alternativo, dice el documento, "prevé acciones para responder de manera oportuna y eficaz a la inconformidad campesina que pueda derivarse de la erradicación masiva de plantas ¡lícitas, lo mismo que para prevenir la expansión, reaparición o metástasis del fenómeno" 9 . Bajo estas premisas funcionaron sin ambigüedad ni interferencias la Policía Nacional Antinarcóticos y el Plan Nacional de Desarrollo Alternativo (PLANTE). En el período comprendido entre el 1 de enero de 1995 y el 6 de agosto de 1998 se fumigaron 143.163 hectáreas de coca y 1 684 de amapola, por encima de los compromisos adquiridos con el Departamento de Estado. "Les puedo asegurar que si hubiéramos dispuesto de un mayor parque aéreo y no hubiéramos tenido que enfrentar militarmente a los treinta y cinco frentes guerrilleros que están actualmente involucrados en la protección de los narcocultivos, los resultados seguramente hubieran sido superiores", comentó el presidente Samper en febrero de 1996, poco antes de recibir su primera descertificación de manos del presidente Clinton 10 .
' Véase: "Plan Nacional de Desarrollo Alternativo", en Las Políticas del Salto Social, tomo I, Presidencia de la República-DNP, Santafé de Bogotá, 1998, pp. 398-401. 10 En la primera semana de 1998, el director de la Policía Nacional general Rosso José Serrano sintetizó orgulloso el esfuerzo del año anterior en materia de erradicación con las siguientes palabras: "En esta lucha sin cuartel nunca cerramos, incluso el propio 31 estábamos fumigando cultivos de coca y amapola". "Policía pide a EU no politizar la certificación", El Tiempo, enero 9 de 1998.
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Con la fumigación intensiva se esperaba destruir el centro neurálgico de producción de hoja de coca, hasta llevar su cultivo al nivel de la no rentabilidad. Los resultados son desalentadores. Sin pisar terrenos de los ambientalistas o de los "violentólogos" puede afirmarse, cuando menos, que la represión química es un "fracaso matemático", un error por ineficacia que pocos funcionarios se atreven a reconocer en público, aunque lo constaten en privado ante la irrefutable evidencia de las cifras. Veamos: entre 1985 y 1994, cuando se fumigaron 1.156 hectáreas de coca promedio/año, la superficie creció con moderación de 13.500 a 44.800 hectáreas; pero cuando la aspersión llegó a 35.790 hectáreas promedio anual, entre 1995 y 1998, la siembra se disparó de 50.900 a 78.350 según la Policía Antinarcóticos de Colombia, o a 101.800 según el Departamento de Estado de los Estados Unidos, para un incremento del 54% o el 100% respectivamente. Las consecuencias no se limitan sólo al comportamiento de los cultivos. La decisión política de iniciar operaciones en áreas históricas de la insurgencia prefigura las intersecciones entre el conflicto social de la colonización, el conflicto armado interno y la lucha antinarcóticos, hoy indiscutibles. El poderío militar y logístico demostrado por las FARC en Las Delicias, El Billar, Miradores y Mitú, la movilización de 200 mil cocaleros contra la eventualidad de la erradicación química en Caquetá y Putumayo, la conformación de un batallón especial antinarcóticos del Ejército Nacional con entrenamiento y asesoría de los Estados Unidos, más la incorporación de los puntos "sustitución de cultivos" y "lucha contra el narcotráfico" en la Agenda Común aprobada por las FARC y el Gobierno Nacional" apuntan a un escenario de luz y sombra donde lo único claro es la militarización de la lucha antinarcóticos y la 1
Véanse puntos 3 y 6 de la "Agenda común por el cambio hacia una nueva Colombia" suscrita el 6 de mayo de 1999 por los voceros oficiales del Gobierno Nacional y las
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narcotización del conflicto armado interno, ambos al parecer irremediables. El interregno de las negociaciones de paz Que el jefe de La Gran Alianza para el Cambio, Andrés Pastrana Arango, haya manifestado su disposición al diálogo con la insurgencia no es sorprendente, hace parte del "hábitos" inaugural de los últimos gobiernos. Sucede igual con las declaratorias de guerra a la mitad y al final de todos los cuatrienios. ¿Pero cuales son las razones que lo llevaron a desplazar el eje de las negociaciones de paz hacia los cultivos ¡lícitos hasta el punto de incluirlo en el temario de la primera gran reunión en San Vicente del Caguán, el 7 de enero de 1999, y a las FARC a aceptarlo complacidas? Con el incrédulo escepticismo de los Estados Unidos, Pastrana busca el compromiso explícito de los rebeldes para eliminar una de las ventajas comparativas que facilitaron el poco honroso primer lugar en la producción mundial de hoja de coca. Dicha ventaja no es otra que la incapacidad dei Estado para garantizar acciones exitosas de corte represivo o de promoción del desarrollo alternativo en el 4 0 % del territorio nacional, precisamente en las regiones donde se localizan los cultivos y las FARC tienen su más segura retaguardia. La reducción de la oferta por caminos de negociación sería el objetivo final del recién posesionado presidente. Motivaciones ligadas a la evolución del conflicto armado animan a las FARC a aceptar la "narcotización" del proceso de paz. Los cultivos ¡lícitos son ei "as bajo la manga" para reclamar una interlocución mayor con los países consumidores y el gobierno nacional, y reafirmar de paso el control políticoFARC-EP en La Machaca (Caquetá). "Hechos de Paz. Del diálogo a la negociación". Presidencia de la República, Oficina del Alto Comisionado para la Paz, Imprenta Nacional, Santafé de Bogotá, 1999, pp. 549-550.
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territorial en las áreas donde se impulsen programas de sustitución por ellos supervisados. Razones suficientes para aparecer como protagonistas del problema y ahora de la solución. En este caso, las apelaciones sociales del discurso guerrillero no pueden omitirse. En repetidas ocasiones Manuel Marulanda Vélez ha rechazado el tratamiento represivo y criminalizador de la base social que soporta la economía ¡lícita, por considerar que causas estructurales de orden socioeconómico la empujan hacia el único producto rentable en el contexto de la colonización. Ello implica un desacuerdo franco con cualquier modalidad de erradicación forzosa que a nombre de la persecución contra el delito anule la búsqueda de soluciones concertadas con la comunidad. Esta concatenación es novedosa. Ninguno de los gobiernos que adelantaron diálogos con la insurgencia, ni ninguna de las fuerzas rebeldes convocadas fincaron la clave del éxito para vencer al narcotráfico en la transacción entre gobierno, fuerzas antiestatales y comunidad internacional. Parecería que a pesar de su relevancia socioeconómica y su impacto en el orden jurídico y político, hubiera existido un consenso para excluir o por lo menos para no tratar públicamente ninguna de las aristas del problema. La experiencia solitaria del "Plan de Desarrollo para el medio y bajo Caguán y Suncilla" elaborado en 1 985 por los frentes 14 y 15 de las FARC, el Comité de Colonización, la Asociación de Juntas Campesinas y algunas entidades del Estado, es una excepción fallida que corrió paralela a las conversaciones de paz y no imprimió ningún sello distintivo a la estrategia antinarcóticos del presidente Betancur. La ligazón entre política de paz y política antinarcóticos llevó a Pastrana Arango a reconocer la honradez los de colonos y campesinos que recurren a la coca para resarcir las pérdidas de su desventajosa competencia en el mercado agrícola legal, y a salvar incluso la legitimidad de la insurgencia por coincidir en 253
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los territorios cocaleros sin que ello signifique su transformación en "narcoguerrilla", porque con la mafia "no existe ni puede existir diálogo ni entendimiento alguno". En el lanzamiento del Plan Colombia el primer mandatario afirmó sin titubeos: "Mi gobierno ha comprendido juntamente con el país, que en la rebeldía de la clandestinidad política también existen causas genuinas; que en la economía ¡lícita existen agricultores que quieren vivir de su trabajo honrado y que en la valorización de ese trabajo honrado, está el punto de partida para la proyección de nuestras importantes contribuciones al nuevo orden internacional de democracia plena, para lo cual hemos diseñado una vigorosa diplomacia para la paz." Una conclusión lógica del programa de campaña enunciado en la segunda vuelta, en donde fue aún más contundente: "Intimamente ligado al problema social y a la violencia está el asunto de los narcocultivos. Pienso que este no se erradicará ni con fumigaciones ni con actos de fuerza"' 2 . Si nos retrotraemos al lenguaje empleado en el gobierno Samper, el avance es indudable. Al utilizar la palabra "fumigación" solamente en sentido negativo, el presidente Pastrana expresa, en forma un tanto tímida, sus reservas sobre un mecanismo ineficaz e inconveniente que aspiraría a cambiar por una erradicación "fundamentalmente ecológica" o "no contaminante ni destructiva", con la participación incluso de los contingentes armados y/o desmovilizados de las FARC13. 12
"Una política de paz para el cambio", junio 8 de 1998, en: Hechos depazI-IV. Presidencia de la República, Imprenta Nacional, marzo de 1999, p. 33. !i Esta significación negativa del término "fumigación" no es total. La Dirección Nacional de Estupefacientes y la Policía Antinarcóticos continúan empleándola en sentido positivo como el mejor mecanismo de reducción de la oferta.
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Las palabras y los hechos Aunque el énfasis entre lo social y lo represivo varió a favor del primer término en el "Plan Nacional de Lucha contra las Drogas. Colombia 1998-2002", en consonancia con la política de paz y negociación política del conflicto armado, el presidente Pastrana parece no poder evitar medirse y dejarse medir por el número de hectáreas erradicadas por la Policía Antinarcóticos. El sector campesino continua sometiéndose a programas mixtos de erradicación forzosa y sustitución de cultivos, con dosis desproporcionadas de garrote y zanahoria según alegórica expresión de las Naciones Unidas. El informe del Ministerio de Relaciones Exteriores elaborado en febrero de 1999 para lograr la certificación norteamericana, así lo confirma. Los indicadores de eficacia siguen siendo los mismos del cuatrienio anterior: número de hectáreas fumigadas; incautaciones de precursores químicos, drogas ilícitas, bienes inmuebles y vehículos; destrucción de infraestructura para la producción y el transporte; desmantelamiento de organizaciones criminales etc, a contramano del discurso oficial que obliga a destacar, por lo menos a nivel indicativo, las metas de inversión en desarrollo regional y sustitución de cultivos 14 . Una suerte de esquizofrenia discursiva se presenta en el nuevo gobierno por la abierta contradicción entre el decir y el hacer institucional. Mientras la Presidencia de la República expresa una vocación social para solucionar el problema de los cultivos ¡lícitos, el resto de entidades y funcionarios estatales se mantiene en una lógica represiva aparentemente insensible al cambio de coyuntura, o lo que es peor en una mezcla incoherente de " Véase: La lucha de Colombia contra las drogas ilícitas. Acciones y resultados en 1998. Ministerio de Relaciones Exteriores. Colombia. Fondo Editorial Cancillería de San Carlos, abril de 1999.
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las dos posiciones que concluye claudicando a favor de la segunda. Sin duda la culpa no puede endilgarse a la incomprensión de la burocracia pública, sino más bien a las contradicciones intrínsecas de la política que le impiden difundir criterios claros de diferenciación social y oportunidad política para solucionar el problema de los cultivos ¡lícitos. El reto es sólo uno: sino se acomodan las piezas del rompecabezas de tal manera que el Desarrollo Alternativo ocupe el centro de la política real - n o solo el centro de ia retórica-, esas contradicciones serán más evidentes ahora que durante el gobierno Samper. Los pequeños productores volverán a quejarse contra la fumigación, los países europeos objetarán el financiamiento de proyectos de desarrollo alternativo amenazados por el glifosato y los Estados Unidos seguirán imponiendo metas cada vez más exigentes. Entre tanto los Bloques Sur y Oriental continuarán apuntándole a las avionetas, su "evidente objetivo militar", mientras no se acuerde el tratamiento social no represivo consignado en la Plataforma Nacional de las FARCEP aprobada en 1993. Distribución regional de la erradicación En el afán por satisfacer el parámetro de reducción de la oferta, único criterio con el cual Estados Unidos mide la voluntad de cooperación en la lucha antidrogas, la Dirección Antinarcóticos de la Policía Nacional amenaza con superar el récord de 143.847 hectáreas asperjadas en la administración Samper, un 528% más que en el período de César Gaviria Trujillo. La tendencia ascendente se ratificó con la asperción de 51.309 hectáreas en el primer año del gobierno Pastrana13, sin indicios de variación a la baja en el período siguiente. Cuando se anuncia el reforza1;
' Declaraciones del general Leonardo Gallegos, jefe de la Policía Antinarcóticos, Noticiero Nacional, 25 de julio de 1999.
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miento de la erradicación en Caquetá y Putumayo, y sigue sin concretarse algún plan de sustitución con las FARC fuera de los cinco municipios de despeje, ello es prácticamente irreversible. Dependerá de los "acuerdos concretos y verificables" que llegaren a pactarse con las FARC en materia de contención de nuevas siembras y desmonte progresivo de las existentes, siempre con el beneplácito de los Estados Unidos. Un suceso del mundo de lo posible aunque no de lo probable según la radiografía más reciente del proceso de paz. En el verano de 1996 la magnitud y radicalidad de las movilizaciones de cultivadores y cosecheros contra el control asfixiante al comercio de cemento y gasolina y contra el anuncio de la fumigación, logró diferir hasta mediados de 1997 el inicio de los sobrevueles de las avionetas Turbo-trush y los helicópteros Black-hawen Caquetá, Putumayo, Meta y la baja bota Caucana. No sucedió igual con el Guaviare, donde por poseer la mayor superficie con coca y la cuota más alta de cultivos comerciales se concentraron las acciones a partir de 1995. 1998 fue el año de la erradicación forzosa en la Amazonia y la Orinoquia, con el 91.5 % del total nacional distribuidas en el siguiente rango: a) Guaviare: 37.352 hectáreas con énfasis en el municipio de Miradores (69.2 %); b) Caquetá: 21.41 7 hectáreas especialmente en Cartagena del Chaira, Sólita, Solano y Curillo (74.2 %); c) Meta: 5949 hectáreas concentradas en Puerto Rico y Mapiripán (99.9%); d) Guainía y Vichada: 367 hectáreas en los municipios de Sireguajivos, Carurú y Pacoa (100%); y e) Putumayo: 842 hectáreas en el municipio de Puerto Guzmán (100%), una aspersión muy baja en relación con el tamaño y ritmo de expansión de los cultivos. ¿Las consecuencias? A la disminución de la siembra en la rivera del río Guaviare de 38.600 a 7.000 ha entre 1996 y 1999, le siguió una rápida expansión de los cultivos en Caquetá 257
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(24.000 ha), Putumayo (30.1000 ha), Meta (4050 ha), Bolívar (3.000 ha), Norte de Santander (4.000 ha) e incluso en la región limítrofe de Córdoba y Antioquia bajo dominio paramilitar (3050 ha)16. La evaluación estadística decanta un resultado visible: la reposición 1 a 1 de cada hectárea destruida en el Guaviare, si nos atenemos a la versión colombiana, o de 2 nuevas hectáreas según los datos de la UNSCR. Se concretan así las figuras del "blanco móvil" y el efecto "globo", "hidra" o simplemente "metástasis" con que los expertos caracterizan los efectos perversos de un negocio tan atractivo en contextos de ¡legalidad. Persistiendo en el error Una radiografía como esta debería concluir en la urgente reorientación de la estrategia de reducción de la oferta por la vía de la destrucción de los cultivos ¡lícitos en los países productores, ineficaz mientras se mantienen inalteradas las condiciones socioeconómicas que empujan hacia allá a grandes grupos poblacionales, y relativamente incólumes las facilidades para la repatriación y legalización de las "narcodivisas. En "El peor enemigo de sí mismo: la guerra antidrogas de Washington en América Latina", Coletta Youngers y Peter Zirnite advierten al respecto que no hay otro campo de la política pública donde la influencia práctica de los expertos y académicos llega a su más bajo nivel17. Factores externos a la lógica misma de la economía de las drogas como la opinión de los electores, el control de las decisiones de seguridad nacional y las restricciones a las libertades públicas influyen en la reiterada aplicación del prohibicionismo interno en los países centrales (l
Policía Nacional Antinarcóticos, Informe, julio de 1999. ' Véase: YOUNGERS, Coletta; ZIRNITE, Peter. "El peor enemigo de sí mismo: la guerra antidrogas de Washington en América Latina", en: Democracia bajo fuego. Drogas y poder en América Latina. Martín Jesma y Theo Roncken (comp.), Acción Andina y Ediciones Brecha, Uruguay, 1998.
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y de la represión a la oferta en los ocho "países problema", donde se produce heroína y cocaína. Ello a pesar de los pobres resultados obtenidos en los extremos del consumo y la producción de narcóticos 18 . La reducción de la oferta sigue siendo el paradigma dominante en Norteamérica, con diferencias de forma más que de fondo entre Demócratas y Republicanos. Fue el primer Zar Antidrogas de la administración Clinton, Lee Brown, quien pronunció la frase más elocuente: "Es más fácil ir a la colmena que atrapar las abejas cuando vuelan sobre los Estados Unidos", refiriéndose figurativamente a la conveniencia práctica de debilitar a los centros de producción, en lugar de desgastarse en el control de las avionetas, barcos y camiones que horadan el río Bravo y las costas de La Florida. En un artículo anterior expliqué la lógica de los Estados Unidos de la siguiente manera: "Al no establecer diferencias entre cultivadores, procesadores y traficantes, el modelo "bélico-punitivo" considera viable aplicar la represión en cualquier punto de la cadena, sin que existan consideraciones sociales o ambientales atenuantes. El cambio de énfasis ha comenzado a sentirse con toda intensidad en nuestro país. Debilitadas las mafias de Cali y Medellín, la Casa Blanca puso el acento en la destrucción de los plantíos de coca y amapola, sin importarle que las consecuencias más 18
A pesar de contar con 114 millones de consumidores, la marihuana se excluye de las estadísticas y políticas de la Oficina de Políticas Nacionales para el Control de Drogas de las Naciones Unidas (UNDCP). En la lista de los "focos" de producción de drogas sobre los que eventualmente se podría ejercer una presión localizada son: Colombia, Bolivia, Perú, Myanmar, Vietnam, Laos, Afganistán y Pakistán. Véase. BUCKMAN, Tom. "Estrategia mundial antidrogas: barniz de un colapso", en: Acción Andina n°. 2, junio de 1998, CINEP, Santafé de Bogotá, pp. 9-33. En el proceso de certificación de 1998 quedó excluido Viet-Nam por tener una producción de opio por debajo del umbral de riesgo para el interés de los Estados Unidos.
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negativas recaigan sobre un sector social - e l campesino colonizador-, que si optó por la ¡legalidad productiva fue porque se encontró sin alternativas en la economía agrícola tradicional donde bregó por tanto años"19. Bajo este paradigma se argumenta la necesidad de escalar el ritmo de fumigación en Putumayo, Cauca, Nariño, sur de Bolívar y Norte de Santander, en el entendido erróneo de que el incremento de los cultivos es una consecuencia de la baja aspersión, y no precisamente la más clara de sus consecuencias. H u y e n d o en el espacio a b i e r t o de la A m a z o n i a Como lo señalamos anteriormente, las cifras regionales sobre desplazamiento forzoso son poco consistentes. La baja confiabilidad de las estadísticas se explica por la exclusión de algunas causales, por la escasa homogeneidad en los criterios, metodología y cuestionarios empleados en ia recolección y procesamiento de la información primaria, o por las dificultades de orden público para visitar las áreas neurálgicas, como sucedió efectivamente en el Caquetá en 1997. Por considerar que los datos nacionales reflejan, hasta cierto punto, la diversidad regional colombiana, se resume a continuación la caracterización sociodemográfica de la población desplazada incluida en la monografía "Horizontes de comprensión y acción sobre el desplazamiento de población rural en Colombia 1 995-1 997" 2 0 , realizada por los investigadores Fabio Lozano y Flor Edila Osorio de la Universidad javeriana. Veamos:
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PUYANA, Aura María. "Los cultivos aquellos", Revista Irene n°. 7, Corporación Observatorio para la Paz, Santafé de Bogotá, noviembre de 1998, p. 47. 20 LOZANO, Fabio; OSORIO, Flor. "Horizontes de comprensión y acción sobre el desplazamiento de población rural en Colombia 1995-1997". Codhes Informa, n". 16, febrero de 1999.
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% Propiedad: el 69% de las familias refugiadas tiene algún vínculo con el sector rural, como mediano y pequeño propietario el 4 1 % , y como colono un representativo 45.5%, entre los cuales se encuentran la mayoría de los desplazados del Caquetá, Putumayo, Guaviare, Vichada, Vaupés y Meta. % Entorno familiar: las familias ostentan un 33% de jefatura femenina, 5.4 personas como tamaño promedio, un 64% en el grupo etáreo de 0 y 18 años, y bajos niveles educativos con el 21 % de analfabetas y el 41 % de personas con primaria incompleta. £ Actores: los encuestados señalan en un 66% a los paramilitares, en un 25% a la guerrilla, en un 6% al ejército y a "otros" en un difuso 1 1 % , por lo general delincuencia común, paramilitares sin identificar o "guardias blancas" al servicio de terratenientes o narcotraf¡cantes. f Motivos: los motivos que se aducen son las amenazas (56%), el miedo (18%), asesinatos y masacres (11%), conflicto bélico (5%), atentados (5%) y otros (5%), todos violatorios de los D . H . y e l D.I.H. % Participación: el 65% pertenece a organizaciones comunitarias -juntas de acción comunal, cooperativas de productores-, y tan solo un 11 % a agremiaciones sindicales o políticas. De todas maneras, la polarización del conflicto divide a la población entre "amigos" y "enemigos", no por como se actué o se diga sino por el tipo de actor que controla el territorio. £ Retorno: A pesar de las angustias propias de una vida urbana carente de casi todo, el desplazado se muestra renuente a retornar al sitio donde quedaron sus pertenencias y su historia familiar: solo el 2 3 % mantiene esa disposición, mientras el 63% desea quedarse en el nuevo asentamiento y el 12% aceptaría reubicarse, lo que plantea un serio reto a los municipios para mejorar su oferta de servicios públicos y asistenciales. Para el caso particular de las zonas de coloniza-
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ción, la intención de no retorno podría ser favorable a los planes de reubicación de los cultivadores de coca en el interior de la frontera. £ Los colonos: un tema de especial interés es el notorio incremento del desplazamiento entre el sector social de los colonos, evidencia de que nuevos factores de presión están interviniendo en los territorios de frontera. Los objetivos que lo propician son múltiples: uno, reconfigurar los espacios de poder político-militar hasta ahora favorables a las FARC en el suroriente colombiano; dos, acaparar tierras para la ganadería o futuros megaproyectos; y tres, frenar la expansión de los cultivos ¡lícitos mediante fumigaciones intensivas en la región amazónica. Así, encontramos que mientras en 1995 solamente el 6.3% de los refugiados internos se definió como campesino-colono, en 1996 lo hizo el 37% y en 1997 el 45.5%, superando por primera vez a los campesinos propietarios, en una relación de 45 a 40%. Es lógico suponer que si se continúan desdibujando los límites entre la guerra contrainsurgente y la guerra contra las drogas, y las fronteras con Perú, Ecuador y Brasil se militarizan, este sector social será mayoritariamente afectado por la violencia. Señales de alerta suficientes para solicitar la veeduría internacional para los Derechos Humanos y la presencia preventiva y humanitaria de ACNUR, quien mostró una débil capacidad de reacción para impedir que las autoridades panameñas obligaran el retomo de los refugiados de El Darién.
Causas A partir de los datos parciales disponibles a nivel regional, pueden inferirse las siguientes causas estructurales del desplazamiento forzoso en la Amazonia y la Orinoquia: a) El terror paramilitar contra la población civil por móviles contrainsurgentes, territoriales, económicos y agrarios, por par-
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te de las Autodefensas Unidas de Colombia y el grupo armado conocidos como Los Carranceros. b) El conflicto armado entre ejército y guerrilla, y las consecuencias negativas que se deriven por la destrucción del capital físico, social y humano. c) La fumigación de los cultivos ilícitos y la interdicción o restricción al comercio de los insumos químicos, en la medida en que desordena los circuitos económicos locales, y propicia el descenso de la masa monetaria regional y la caída del ingreso directo de cultivadores y cosecheros. d) El cierre del mercado ilegal por centralización de la intermediación del PBC en manos de las FARC, lo que origina insolvencia y dificultades económicas en campesinos y colonos. La participación de la insurgencia en el acopio y venta por consignación del primer precipitado se está dando principal o exclusivamente en el bajo y medio Caguán desde junio de 1998, con tres argumentos: uno, evitar el abuso de los minoristas manteniendo un precio estable de 1.200 pesos el gramo; dos, impedir la infiltración de paramilitares con el pretexto de comprar la "merca" en la rivera de los ríos; y tres, controlar la corrupción y fuga de los guerrilleros con los dineros recaudados por el cobro de impuestos21. e) Los conflictos sociales por la defensa o el acceso a la tierra entre terratenientes, mafia, colonos, campesinos y comunidades indígenas, presente en zonas ganaderas de Meta y Caquetá, y en áreas de colonización coquera de Caquetá, Guaviare, Guainía y Vichada. f) Las represalias de la guerrilla contra los pobladores que no acatan sus órdenes como sucedió con la participación en las 21
Mucho más importante que medir el desplazamiento por los controles impuestos por las FARC a la intemediación del PBC es discutir el significado de esta participación en
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CULTIVOS ILÍCITOS, FUMIGACIÓN Y DESPLAZAMIENTO EN LA AMAZONIA Y LA ORINOQUIA
marchas cocaleras de 1 996 o en el boicot a la elección de gobernador, alcaldes, consejos, asambleas y congreso entre octubre de 1996 y mayo de 1 998.
Dimensiones actuales Según Codhes, 71.613 familias con vínculos predominantemente rurales buscaron refugio en 1998 para protegerse de las distintas modalidades de violencia que hoy se ejercen contra la población civil desarmada, un 302% más que en 1995 cuando se presionó la movilización de 1 7.800 hogares. Lo notorio es el registro de dinámicas de desplazamiento en 27 de las 31 entidades departamentales, síntoma de que la violencia estructural que le subyace no sólo se ha incrementado sino expandido hasta cubrir el 80% del territorio nacional. Esta expansión incluye, como rasgo distintivo, a las regiones cocaleras del suroriente, con bajos índices antes de 1995. Como lo señalamos anteriormente, 13.153 personas pertenecientes a 3.057 familias se desplazaron contra su voluntad por factores asociados a la violencia política, el conflicto armado y la fumigación en Meta, Caquetá, Putumayo, Guaviare y Vaupés. Esta cifra parcial puede ascender a 20 mil si se incorel mercado de los narcóticos. ¿Convierte a las FARC en parte del proceso productivo y la acerca a ser una "narcoguerrilla"? ¿O al no ser propietaria del producto sigue manteniéndose en la función de ordenamiento y regulación económica y parafiscal? Es este un tema por demás atractivo que rebasa los límites de este artículo. Al respecto el "Observatorio Geopolítico de las Drogas" compara esta evolución con la ocurrida con el Mong Tai Army de Birmania, quien desarrollaba la guerra nacional al tiempo que abastecía de goma de opio a los laboratorios de la mafia. "Informaciones procedentes de la región del Caguán, en el departamento del Caquetá, hacen pensar que en estos últimos meses las FARC han dado quizá un paso irreversible en la criminalización de su movimiento". Dos son los cuestionamientos fundamentales: los contactos regulares con intermediarios mayores y carteles de la droga, y la retención del margen de intermediación que antes correspondía a los chichipatos o minoristas. Véase: "Colombia: ¿Se birmanizan las FARC?", en: Observatorio geopolítico de la droga, boletín n°. 88, París, febrero de 1999.
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AURA MARÍA PUYANA MUTIS
pora la migración interdepartanental, y a más de 30 o 40 mil si se le suman los cosecheros de hoja de coca y los colonos que decidieron no reportarse como desplazados a las oficinas del gobierno, las iglesias, la Cruz Roja u otras oenegés humanitarias. La distribución según departamentos es la siguiente: £ Meta y Putumayo: 6.148 y 2080 desplazados respectivamente por violencia paramilitar y conflicto armado. Con el "transplante" inicial de efectivos armados desde Urabá, el apoyo financiero y logístico de ganaderos y narcotraficantes de la región y la supuesta complicidad por acción y omisión de las Fuerzas Armadas, los Bloques Llanero y Sur de las AUC incursionaron contra supuestos "guerrilleros vestidos de civil" en Mapiripán, Puerto Gaitán, Puerto López, El Castillo, La Hormiga, Valle del Guamuéz, Orito y Puerto Asís22. £ Caquetá: El éxodo sumó 3.630 personas por efecto combinado del conflicto armado, la violencia paramilitar, la fumigación y las represalias de la guerrilla, según puede inferirse de la comparación semestral del desplazamiento: 2.600 personas en el primer semestre después de los combates en El Billar, y 1030 en el segundo semestre, pasado el debate electoral y decidida la intermediación de las FARC al comercio de PBC. Las entrevistas realizadas a funcionarios municipales, dirigentes campesinos y líderes de desplazados en Florencia y Cartagena del Chaira señalan a la erradicación de cultivos ¡lícitos como la primera causa de desplazamiento. Según Osear Pareja, alcalde encargado de Cartagena del Chaira, 7 de cada 10 desplazados lo fueron por este motivo. % Guaviare: 1.295 personas arribaron a San José del Guaviare desde Miraflores, Calamar y El Retorno fundamentalmente por 22
Según el organigrama de las ACCU, el Bloque Llanero está compuesto por los frentes Guaviare, Piedemonte y Ariari; el Bloque Sur por los frentes Caquetá y Putumayo, todos constituidos entre 1997 y 1998. Véase en internet: www.colombialibre.org
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CULTIVOS ILÍCITOS, FUMIGACIÓN Y DESPLAZAMIENTO EN LA AMAZONIA Y LA ORINOQUIA
el abandono de predios cocaleras asperjados con glifosato y las dificultades económicas que ello acarrea. Tipos de desplazamiento La sociología demográfica considera la movilidad espacial de la población entre las variables más importantes a analizar, en la medida en que a través de ellas puede establecerse el sentido social e histórico de la construcción de la región. Los conceptos de residencia base y reversibilidad acuñados Desplazamiento forzoso en el departamento del Caquetá 1997-1998
Tolima y Huila
Cauca
'.vúiai M¡¿,\,
• Puntos de desplazamiento —
Principales asentamientos de la población desplazada Áreas de fumigación intensa
266
Amazonas
AURA MARÍA PUYANA MUTIS
por los demógrafos franceses permitieron definir los siguientes tipos de desplazamiento forzoso en la Amazonia y la Orinoquia 23 . Desplazamiento intramunicipal Es el flujo de población entre las veredas y la cabecera municipal. Tiene por lo general un carácter "temporal" de mediana o de corta duración, a la espera de que baje la intensidad de la violencia, se diriman conflictos en la comunidad, la guerrilla suspenda las represalias o se reestablezcan los circuitos de la economía ¡lícita. Las modalidades migratorias son dos: si el problema es de "orden público", los hombres huyen para salvar su integridad personal mientras la esposa se queda con los hijos pequeños al cuidado de la finca; pero si se afecta la producción de coca o PBC, la familia se moviliza en busca de sustento mientras el jefe del hogar trata de salvar la cosecha con miel de purga, o de resarcir las pérdidas con un nuevo "plante". Una vez retorna la normalidad, el núcleo familiar se reagrupa en su espacio de vida, o vende las "mejoras" para internarse monte adentro y escapar a la capacidad de vuelo de las avionetas fumigadoras. A partir de 1996 Cartagena del Chaira es el principal receptor de migración intramunicipal en el Caquetá24; Miradores lo es en el departamento del Guaviare, Puerto Leguízamo en el 23
Para Michel Picouet los flujos de población pueden ser reversibles, de duración corta, larga, renovada o esporádica; los irreiversibles, provocados, forozosos, voluntarios o ambulantes. Véase: PECOUET, Michel. Nuevas formas de movilidad en poblaciones urbanas en América Latina. Ediciones CEDE, Santafé de Bogotá, Universidad de los Andes, febrero de 1995. 21 Entre 1996 y 1998 se formaron en Cartagena del Chaira los barrios de invasión "Primero de agosto", "Quince de junio" y "Divino Niño" con colonos procedentes del Billar, Alto Venado, Puerto Nuevo, Remolinos y Camelias. Aunque se observan algunas casas de madera desocupadas por retorno, la alcaldía reconoce 150 familias con intención definitiva de radicarse en el casco urbano. Los tres barrios carecen de agua potable y alcantarillado y cuentan con un suministro precario de energía eléctrica.
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CULTIVOS ILÍCITOS, FUMIGACIÓN Y DESPLAZAMIENTO EN LA AMAZONIA Y LA ORINOQUIA
Putumayo, y Cabuyaro en el Meta. En 1998 la totalidad de las cabeceras municipales reportan población expulsada de sus propias veredas a la espera de ayuda por parte de sus autoridades. Desplazamiento intermunicipal Es el movimiento de personas entre dos o varios municipios hasta llegar a un destino final, con frecuencia la capital del departamento o poblados intermedios con una mejor oferta de servicios, empleo y asistencia humanitaria. La presencia de familiares, compadres o paisanos en los que se encuentra solidaridad efectiva mientras se tramita la ayuda oficial influye enormemente en la trayectoria a seguir. En estos casos el éxodo es de mediana o larga duración, y las posibilidades de reversibilidad o reubicación igualmente probables según el curso del conflicto que lo originó, las garantías que se ofrezcan para el regreso y las condiciones de vida que se haya logrado alcanzar en el sitio de llegada. Las familias reorganizan rápidamente su cotidianidad después de enfrentar los traumatismos del tránsito entre un "modus vivendi" rural y otro urbano o semiurbano, signado por la dificultad de acceder al trabajo de la tierra, que es el único que conocen, y la necesidad de redefinir los roles tradicionalmente asignados. Si se obtienen ingresos suficientes para satisfacer las necesidades básicas, más una vivienda precaria siempre susceptible de mejorar según los patrones de urbanización y control de clientelas electorales en los barrios subnormales, la familia evaluará muy alto el costo del retorno y lo eliminará como posibilidad. Las capitales de departamento y los municipios económicamente atractivos son el destino final de la mayor parte de los refugiados internos. Florencia, Cubilo, San Vicente y El Doncello reciben población de las subregiones del bajo y medio Caguán, la baja bota Caucana, los Llanos del Yarí, Solano y el piedemonte; San José del Guaviare reporta desplazados de El Retor-
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AURA MARÍA PUYANA MUTIS
no, Calamar y Miradores; Mocoa, Puerto Asís y Puerto Leguízamo acogen personas provenientes del Valle del Guamuéz, Puerto Caicedo, Puerto Guzmán, La Hormiga y San Miguel; Villavicencio, Cabuyaro, Carnada y Villahermosa atienden familias que se movilizaron desde Puerto Gaitán, Mapiripan, Puerto López, Puerto Rico y El Castillo. La información recogida en Florencia señala que de las 557 familias censadas por la Comisaría de Familia, el 1 % arribó en 1996 con motivo de las marchas cocaleras, un 17% en 1997 por alteraciones de orden público y ei 82% restante en 1998 por una confluencia de los motivos ya expuestos. La presión de los desplazados fue de tal magnitud que solamente en el período junioseptiembre se formaron tres barrios de invasión -Villa Colombia, Cofema y El Puerto-, el primero establecido, el segundo desalojado por la fuerza pública y el tercero abandonado por amenazas de hombres armados al servicio del narcotraficante Leónidas Mora, propietario del predio. Sus habitantes engrosaron las invasiones de Piedrahita, Palmeras, Pradera, Minuto de Dios, Las Lajas y Kennedy, todas ellas fundadas en la década del 90. Desplazamiento intradepartamental Es la migración de personas entre dos o más departamentos, con frecuencia las ciudades intermedias de la macroregión, o capitales importantes como Medellín, Cali y Santafé de Bogotá. Al ser esta la alternativa más radical, el retorno o la reubicación en medio rural son bastante improbables. Se ratifica así una ley estadística de la demografía según la cual la posibilidad de permanecer en el sitio de recepción es directamente proporcional al número de kilómetros recorridos en el desplazamiento. En el caso de los municipos cocaleras será reversible si un ciclo económico de bonanza logra compensar los costos objetivos y subjetivos implícitos en el cambio de la residencia a la que se llegó con intenciones definitivas.
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CULTIVOS ILÍCITOS, FUMIGACIÓN Y DESPLAZAMIENTO EN LA AMAZONIA Y LA ORINOQUIA
En 1998 los departamentos circundantes expulsaron y recibieron población desplazada entre sí, y generaron trayectorias de movilización hacia Santafé de Bogotá, Cali, Neiva, Armenia, Pereira o Medellín, en una proporción todavía no determinada25 (Ver Cuadro No. 2). Desplazamiento p o r fumigación ¿Hasta qué punto la destrucción física de las plantas de coca y amapola mediante aspersión aérea del herbicida glifosato está afectando la condición socioeconómica de los pequeños y medianos cultivadores, y convirtiéndose en una nueva causa de desplazamiento forzoso de la población rural?, son preguntas que los académicos deben intentar responder antes de que el fenómeno alcance dimensiones alarmantes. No obstante que el 80% de la economía cocalera se caracteriza como comercial y/o empresarial -mafiosa por la Policía Antinarcóticos, lo cual es refutado por el Instituto Sinchi incluso para el departamento del Guaviare 26 -, es indudable que el comportamiento regresivo del ingreso afecta a la población en su conjunto. La fumigación empobrece a los pequeños y medianos cultivadores con menor capacidad para recuperar las pérdidas que los grandes o "turistas"27, y deja sin sustento a los jornaleros por la destrucción de la hoja de coca. Se arruina también la población arraigada y flotante que vende toda suerte de servicios al rápido paso de los raspachines, y siente el golpe la estructura bancaria y comercial de la región.
25
Con base en información de Codhes, la Consejería para los Desplazados por la Violencia, la Red de Solidaridad Social, la Consejería de Familia de Florencia (Caquetá) y la revista Éxodo n". 7 de marzo de 1998. 211 Véase el reciente trabajo "Cultivos ilícitos en el departamento del Guaviare" elaborado por el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (SINCHI). -' Se les llama así a los grandes cultivadores que manejan los negocios con intermediarios desde los centros urbanos.
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Las características históricas de la ocupación del territorio determinarán un impacto diferencial de la erradicación agroquímica. En la región cercana al piedemonte del Caquetá y Meta, con un perfil ganadero y agrícola anterior a la llegada de la economía ¡lícita, los cultivos de coca raramente superan las 10 hectáreas. El daño a la economía campesino es por esa misma razón mayor que en Guaviare, Guarnía, Vichada y el bajo Caguán, con extensiones ilegales de 40 o 200 hectáreas y opciones de nuevas y no lejanas siembras. Pero no es sólo la pobreza el motivo central del éxodo en el escenario de la colonización. El campesino concibe la "fumiga" como un acto de agresión por parte de un Estado que no acierta a llegar de otra manera, pero que reclama para sí acatamiento, subordinación y sentido de pertenencia nacional. Lo expresó lacónicamente Femando Sarmiento, presidente del Comité de Colonización del bajo y medio Caguán y Suncilla, en los tiempos de las marchas: "En el esfuerzo por intentar integrarnos al Estado, hemos tenido algunos éxitos, pero también hemos tenido enormes decepciones" 28 .
!
Intervención oral en mesa redonda realizada en la Universidadjaveriana, mayo 16 de 1999.
271
CULTIVOS ILÍCITOS, FUMIGACIÓN Y DESPLAZAMIENTO EN LA AMAZONIA Y LA ORINOQUIA
Cuadro No. 1. Aspersión de cultivos ¡lidtos 1985-1998 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 COCA MARIHUANA
1,334
870
572
230
641
760
459
944
846
124
149
371
918
132
36
7
100
138
5
AMAPOLA
TOTAI
1,458
1,024
4,904 25,402 23,025 44,124 69,155
14
1,497 12,864 9,821
943
1,148
773
798
1,903
37
36
5 314 5,074
7,412
261
18
7,333 3,077
13,908 10,805 10,232 30,512 30,474 51,718 72.25C
Aspersión de cultivos ilícitos
70.000 60.000 ¡J
50.000
•ro
40.000
^
30.000 20.000 10,000
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
Fuente: Policía Nacional, - Dirección Antinarcóticos que realizan la aspersión aérea y Fuerzas Millares que realizan destrucción manual.
Cuadro No. 2. Cultivos, fumigación y desplazamiento en la Amazonia 1998 DEPARTAMENTO
CULTIVOS
FUMIGACIÓN
PERSONAS
DE COCA
HECTÁREAS
DESPLAZADAS*
CAQUETÁ
21.300
21.459
3630
PUTUMAYO
17.500
842
2.080
GUAVIARE
12.500
37.337
1.295
META
4.050
5941
6.148
TOTAL
55.350
65.579
13.153
Fuente: Policía Antinarcóticos, Codhes. "'Por sitio de llegada. Según sitio de expulsión, 20 mil personas aprox.
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AURA M A R Í A PUYANA M U T I S
Cuadro No. 3. Principales municipios de recepción de población desplazada en la Amazonia y la Orinoquia 1998 SITIO DE RECEPCIÓN
PROCEDENCIA
1. CAQUETÁ
Florencia
Bajo y Medio Caguán
Cartagena del Chaira
Bota Caucana
Curillo
Solano
San Vicente del Caguán
Sólita
El Doncello
Llanos del Yarí Putumayo Guaviare
II. META
Villavicencio
Puerto Gaitán
Cabuyaro
Mapiripán, Pto. Alvira
Granada
Puerto López
Lejanías
Puerto Rico
Vista Hermosa
El Castillo Vichada
III. PUTUMAYO
Mocoa
Valle del Guamuéz
Puerto Asís
Puerto Caicedo
Puerto Leguízamo
Puerto Guzmán La Hormiga San Miguel
IV.GUAVIARE
San José del Guaviare
Miraflores Calamar Puerto Alvira.-Mapiripán El Retorno Mitú
Fuente: Codhes, Consejería para los desplazados por la violencia, Revista Éxodo.
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Universalización del fenómeno de drogas Fernando Franco Profesor asistente sede Amazonas Universidad Nacional Todas las cosas tienen veneno, y no hay nada que no lo tenga. Solamente depende de la dosis, que el veneno sea veneno o no. PARACELSO, siglo XVI.
Antecedentes históricos y culturales Las plantas con propiedades psicoactivas tienden históricamente un puente entre la naturaleza humana, el misterio de su existencia y la espiritualidad asociada al desconcierto que genera la grandeza e infinitud del Universo. Por ello son las plantas de los dioses1. La sacralidad de estas lianas que ligan la materia y el espíritu, la ignorancia y el saber, la enfermedad y la salud, animadoras de las relaciones de poder en las sociedades precapitalistas, se transforman en simples valores de uso, en mercancías en las sociedades de consumo. En 1499 Américo Vespucci relató que en la península de La Guajira vio unos nativos muy feos de gesto y cara, que tenían los carrillos llenos por dentro de una yerba verde que rumiaban continuamente como bes1
Así se titula el libro clásico de los botánicos Richard E. Shultes y Albert Hofmann.
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FERNANDO FRANCO
tías, llevando cada uno dos calabazas, una llena de aquella yerba y otra con una harina blanca que parecía yeso en polvo, y de cuando en cuando con un palillo que tenían mojándolo con la boca, lo metían en la harina y después So metían en la boca (...), enharinando la yerba que tenían en la boca, y esto lo hacían muy a me-nudo, y maravillados de tal cosa no podíamos entender el secreto, ni por qué lo hacían así 2 . La amapola, de origen mediterráneo, estaba ya domesticada 2.500 años antes de nuestra era. Con el monopolio portugués y holandés del comercio en el Océano índico, traficaron con el opio al igual que con cualquiera otra especie. A mediados del siglo XVIII, la corona inglesa conquistó el monopolio del comercio de opio uniendo los centros de producción de la India con la introducción forzosa de su consumo en la China, para lo cual libró las famosas guerras del opio. En 1906 habían en la China 15 millones de adictos y 50 millones de fumadores ocasionales, y el consumo anual llegó a ser de 25 mil toneladas. El cultivo de la marihuana se remonta al origen mismo de la domesticación de las especies vegetales y al desarrollo de la agricultura hace ya 10 mil años. Hace 5 mil, el emperador chino Cheng Nung recomendaba la marihuana para el paludismo, el beriberi, los dolores reumáticos, las constipaciones, la distracción continua y los padecimientos femeninos. Esta polivalente especie fue también la materia prima para la fabricación de los resistentes camellos desde las naves vikingas hasta las armadas inglesas y apreciada por su aceite y el valor nutricional de sus semillas. Los Vedas hindúes cantaron a la Cannabis como uno de los néctares divinos, capaz de otorgar al hombre todo ZORRILLA, Javier. "El Hombre andino y su relación mágico religiosa con la coca", en:s América indígena, Instituto Indigenista Intermaericano, vol. XXXVIII, México 1978, p. 872.
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UNIVERSALIZACIÓN DEL FENÓMENO DE DROGAS
tipo de dones, desde la salud y larga vida, hasta visiones de los dioses. Los tibetanos consideran sagrada a la Cannabis. La tradición budista mahayana sostiene que durante los seis pasos de la vía ascética que conduce a la iluminación, Buda vivió a base de una semilla de cáñamo al día3.
Capital y estupefacientes Los cultivos ¡lícitos no lo son por sus propiedades psicoactivas sino por los usos que las sociedades dominantes estigmatizan y penalizan. Así, sembrar arbustos de coca en Perú no es ¡legal, lo ¡lícito es procesar la hoja para la producción de sulfato y clorhidrato de cocaína; en Bolivia, sembrar coca en los Yungas de La Paz es lícito por el consumo ancestral, pero hacerlo en la región del Chapare viola la ley antidrogas. En Colombia sembrar más de 25 plantas de coca, marihuana o amapola está penalizado con prisión de 2 a 6 años, sin excepción. Para muchos países y organismos internacionales de control el mundo de las drogas se reparte entre narcocultivadores, narcotraficantes y narcodemocracias victimarios -el más notable y temible Colombia- y sociedades víctimas: Perú, Bolivia y el conjunto de sociedades con alta demanda por estupefacientes. La proclividad de los colombianos al delito -expediente sociológico al que no escapan los propios analistas criollosnos condena de manera irremediable. Es corriente escuchar la preocupación de los expertos públicos y privados de los países andinos sobre los riesgos de que la violencia y la corrupción unidas al negocio de las drogas en Colombia trascienda las fronteras nacionales sin comprender que la una y la otra, están directamente relacionadas con el tamaño del negocio y con la SHULTES E, Richard; HOFMANN, Albert. Plantos de los dioses. Fondo de Cultura Económica. México 1993, pp. 92-99.
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FERNANDO FRANCO
capacidad de las firmas y carteles nacionales para ganarle espacio y competencia a los inicialmente todopoderosos narcotraficantes colombianos. A Colombia le narcotizaron las relaciones internacionales, el desarrollo regional, el ordenamiento territorial, los estilos de hacer política, la guerra por el territorio y la guerra por la paz. El país consintió y asumió sin protestar el papel de trompo puchador, a pesar de ser tan fácil demostrar que el fenómeno de drogas como hecho económico es ante todo una respuesta obvia, de costo de oportunidad, dentro de unas particulares y bien conocidas condiciones de los mercados. Producir la materia prima para la fabricación de alucinógenos y estimulantes carece de imperativos geográficos, de espacios de soberanía nacional, sociológicos o políticos. Pudiera afirmarse que el fantasma de las drogas recorre el mundo, sin chovinismos, sin fronteras que respetar, y solamente atiende los imperativos del mercado y el adecuado manejo de las restricciones que le impone la interdicción y la represión del fenómeno. Qué decir de Estados Unidos y Canadá que se erigieron en los primeros productores mundiales de marihuana, o de la producción in doors de híbridos en Europa que colma la demanda interna de la Unión, o la financiación que hace la misma Unión Europea de la investigación de híbridos con bajo contenido de canabinol. Pero hay que guardar las apariencias, y hay que buscar culpables para que la sociedad global no alimente incómodos sentimientos de culpa. En contraste, los valores éticos dominantes hacen permisible que la especulación financiera de inversionistas anónimos en manos de especuladores conocidos se apropie de 40 mil millones de dólares de la riqueza social del Brasil en seis meses. El fantasma de la crisis económica, que acabó con la ilusión del desarrollo posible en los países dei Tercer Mundo menos pobres -América Latina y ios extigres asiáticos- se expresa en los apabullantes índices de crecimiento de las bolsas y de 277
UNIVERSALIZACIÓN DEL FENÓMENO DE DROGAS
las economías de la Unión Europea y Estados Unidos. Como decía un amigo hace poco: España es hoy en día una enorme fábrica de hacer plata. Ahí no paran las cosas con las drogas. El capital que genera la producción y tráfico de drogas habría que considerarlo como acumulación primaria, por cuanto su reproducción ampliada se logra en otras multinacionales favorecidas por los espacios ideológicos del libre flujo de capitales, bienes y servicios en este infinito mundo de oportunidades para la iniciativa privada. Entre las más importantes están: el lavado de activos y fortalecimiento del capital financiero a nivel internacional, el tráfico de armas estimulado por las guerras locales y los denominados conflictos de baja intensidad, el tráfico de precursores químicos para la producción de narcóticos, el contrabando, los mercados inmobiliarios, la transnacional de la prostitución y la enorme empresa de la corrupción pública y privada asociada con el negocio de las drogas. De Rementería, con estimativos bastante cautelosos sobre el valor de las drogas de origen vegetal postuló las siguientes cifras sobre los valores monetarios que arrastra: Valor de la producción mundial de drogas naturales. Millones de dólares en 1990 PRODUCTO
VAtOR EN FINCA
VALOR FOB
VALOR CALLE
Marihuana
980
9.849
134.284
Hashish
308
2.192
9.240
Cocaína
395
469
73.185
Heroína
458
1.620
196.750
TOTAL
2.051
14.130
413.459
Fuente: DE REMENTERÍA, Iban. "La elección de las drogas". Fundación Friedrich Ebert. Lima, 1990. p. 86.
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FERNANDO FRANCO
El área sembrada en coca es mayor en Colombia que la estimada por las autoridades y los estudiosos del tema. El diario El Tiempo cita el informe del zar antidrogas Barry McCaffrey en el que éste afirma que el año pasado (1998) el número de hectáreas cultivadas de coca se elevó en un sustancial 26% 4 . La información satelital suministrada por la CÍA, citada por el mismo diario, establece en 101.800 hectáreas la superficie sembrada en 1998. Bajo cualquier fuente y manejo de las cifras, lo que queda claro es la capacidad de los cultivadores de hoja de coca y sus financistas de responder a las medidas interdictivas y de control en el terreno que los pongan. Efectivamente, si en Colombia en 1998 se fumigaron 63.140 hectáreas y se capturó la producción de otras 11 mil, estaríamos ante el hecho insólito de que cada año en este país se estaría virtualmente eliminando toda la capacidad de producción de clorhidrato de cocaína, pero sorprendentemente, al año siguiente aquella queda restablecida: la fascinación de las cifras. Y ¿cuánto representa la producción de coca y amapola para los campesinos? En términos de valor la situación es la siguiente: el precio histórico de la base coca al productor fluctúa entre US$500 y US$860 para un promedio de US$680 que multiplicado por 100 mil hectáreas y un rendimiento de 5 kilogramos por hectárea y por año, arroja una participación de los productores de US$340 millones. La información disponible para amapola es muy fragmentaria. Una estimación cercana a condiciones reales ubica el área sembrada en 12 mil hectáreas anuales - 6 mil por semestre-. Del total sembrado un 80% se puede calificar como cultivos comerciales en los que predominan las relaciones asalariadas de producción. El ingreso directo a los productores se estimó para 1993 en US$130 millones y el ingreso a puerta de laboratorio del Factor M o sea el látex reduci1
El Tiempo. Cultivos ilícitos crecieron 26 por ciento en Colombia. Martes, febrero 9, página última B.
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UNIVERSALIZACIÓN DEL FENÓMENO DE DROGAS
do a morfina es estimó en US$500 millones. Lo anterior es mucho dinero para unos 60 mil pequeños empresarios rurales dedicados a estos cultivos, pero representa menos del uno por ciento del valor en la calle de la amapola y la cocaína exportada por ios empresarios colombianos de la droga. La globalización de ias economías, la ruptura de las fronteras ideológicas y éticas y el marco internacional de relaciones económicas y políticas conforman hoy en día un envidiable escenario para la expansión de la producción y consumo de drogas. Como bienes transables, el consumo se hace cada vez más diversificado y accesible a mercados crecientes y calificados de consumidores sociales y su demanda ya no depende de ese tenebroso mundo del consumo -hoy muy marginal- de los adictos. Esto le da una enorme dinámica al mercado en el cual la competencia por precios, la regularidad de los suministros y la seguridad personal, expresada en la calidad de la mercancía y el good will de sus efectos, tienen una alta valoración. La reingeniería del mercado de la heroína y la cocaína frente a las drogas de diseño, las erige en "estrellas" que cumplen con las condiciones ideales del mercado: buenas y baratas, como diría Iban de Rementería, experto en estos asuntos. A estas bonanzas contribuye la apertura de los mercados orientales. El fin de las ideologías y la caída de los muros, llevó a los países exsocialistas lo peor del capitalismo. Hoy constituyen los mercados de consumidores con las mayores tasas de crecimiento. En la f o r m a c i ó n de n a c i ó n y t e r r i t o r i o sólo hay u n o r d e n a m i e n t o t e r r i t o r i a l p o s i b l e : el q u e p r a c t i c a de m a n e r a espontánea p e r o o r d e n a d a la sociedad Colombia sería un país inviable si careciera de la generosa disposición de territorio sobre el cual se diluyen, a través del ingenio de sus ocupantes, las fuerzas destructoras de los conflictos que le dan origen a los desplazamientos y migraciones.
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Reordenar el territorio sin reconocer el ordenamiento ya hecho de manera espontánea por sus ocupantes y por las relaciones de poder que los anima es una utopía, a menos que se acepte que la inestabilidad de una revolución agraria, propiciaría lo que no han podido todas las leyes de reforma agraria que en Colombia han sido. La ocupación del territorio colombiano se ha dado desde las cimas de los Andes hacia las llanuras de selva tropical. A d portas del nuevo milenio el país se ve a gatas para apropiarse de sus fronteras internas y aún no percibe en la lejanía sus fronteras externas. Una sociedad y una economía mediterráneas, bucólicas, de espalda a los mares, que se mueve todavía con los criterios de buen clima y pocas plagas que animaron los programas de ordenamiento territorial de don Gonzalo Jiménez de Quesada. El legislador primero y el constituyente después quisieron modernizar la administración pública, descentralizar los espacios de poder político-administrativo, acercar la nación a sus territorios inéditos y resolver las inequidades que el desarrollo fuertemente concentrado en las estribaciones andinas ha impedido históricamente el surgimiento de las periferias. Y se cometieron serios errores: el primero y de muy difícil manejo fue el de promulgar fórmulas homogéneas para regiones y poblaciones altamente diversas. La nación, afanosamente, estableció un laberinto de normas sobre transferencia de recursos y competencias a las entidades territoriales, sin que éstas tuvieran el tiempo y los recursos para adecuarse a las nuevas demandas. Se creyó que con la división técnica y financiera del desarrollo entre el Estado y las entidades territoriales le había llegado el turno al adelgazamiento del aparato de Estado y toda la batería ideológica neoliberal propugnó por esa minimización, sin comprender que precisamente bajo las condiciones de inestabilidad que generan los procesos de descentralización, se requiere
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un Estado más poderoso y más rico para acompañar con eficiencia y eficacia tales iniciativas. Se agudizaron los conflictos en las regiones y ios territorios municipales se convirtieron en los escenarios de la confrontación entre sus sociedades y el Estado. A la anhelada ampliación de los espacios democráticos de participación ciudadana y de ejercicio pleno del poder por sociedades fuertes y organizadas, se opuso la intransigencia de las guerras y la liquidación física del liderazgo social y político.
M i g r a c i o n e s , desplazados p o r la v i o l e n c i a , los m o d e l o s campesinos de o c u p a c i ó n y o r g a n i z a c i ó n del t e r r i t o r i o y cultivos ilícitos en C o l o m b i a La pobreza rural no es la causa principal de la expansión de los cultivos ¡lícitos en Colombia aunque contribuye a explicar la dinámica del fenómeno en ciertos contextos rurales. Tampoco se puede establecer una relación única de causalidad entre su expansión y la crisis de los mercados para la producción campesina en los espacios globalizados de la economía actual, por cuanto la fortaleza con que irrumpieron los cultivos de coca en el sur-oriente colombiano a finales de los años 70 es anterior a la apertura económica. Dicha fortaleza partió de dos situaciones favorables: la dinámica de los mercados y los precios derivados de la demanda creciente de los consumidores en Estados Unidos; y segundo, de la capacidad de financiación de los pioneros del negocio para comprometer la producción de hoja. Los primeros cultivadores comerciales de plantas de coca en el Vaupés -territorio en donde arranca esta historia- ni siquiera fueron colonos (que allí no había) sino productores indígenas. En Colombia la colonización de tipo familiar -la única posible cuando se carece de medios de producción diferentes a los de la propia fuerza de trabajo- ha avanzado primero sobre las 282
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áreas piedemontanas de la Cordillera Oriental y luego sobre las vegas de los ríos navegables, selva adentro. Hacia el Norte ocupa los pliegues de las serranías costeñas y más recientemente las cimas de los Andes. Se caracteriza por una economía de subsistencia a partir de prácticas de tala y quema de los bosques y siembra de cultivos de pancoger, a los cuales sucede el establecimiento de potreros. La estructura socioproductiva de la unidad económica campesina prevaleciente en la colonización de tipo familiar favoreció la rápida expansión y articulación de los cultivos comerciales de coca y amapola. Tal estructura está asociada a rasgos de la unidad familiar campesina así: ^ Como sistema de producción la unidad económica campesina se liga y adapta al sistema capitalista de producción y coexiste con la agricultura moderna. ^ El núcleo familiar constituye la base de la fuerza de trabajo que se aplica a las actividades productivas dentro del predio. Sin embargo, puede vender parte de esa fuerza de trabajo fuera del predio, o puede comprar mano de obra, según el comportamiento económico de la unidad productiva y los precios del mercado. % El elemento dinámico que crea valores de uso es la fuerza de trabajo disponible al interior de la unidad familiar. La familia sacrifica parte de la remuneración de su mano de obra y la asigna a fines productivos. f; En general, en la colonización la escasez de la tierra no está referida tanto a la competencia por la apropiación del territorio, sino a su localización con referencia a las vías de comunicación, acceso a la oferta tecnológica, a los mercados y disponibilidad de servicios básicos. £ La economía campesina se adapta y subsiste en condiciones adversas de producción y mercados a costa de la sobreexplotación de su propia fuerza de trabajo.
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En sentido estricto e histórico todos los desplazamientos son forzosos en la medida que sin excepción tienen la connotación de desarraigo, aunque unos sean menos violentos que otros. La colonización antioqueña hacia el occidente colombiano, por ejemplo, tuvo una de sus causas en el agotamiento de las tierras por ia minería, y en la concentración de la riqueza y de las propias tierras. El desplazamiento violento de poblaciones cruza toda la historia reciente del país: desde el inició de la violencia partidista de los años 50 hasta el momento actual. Los niveles de terror, los desplazamientos y los resultados no han cambiado mucho aunque los protagonistas han refinado sus técnicas. Los desplazamientos masivos, pero también selectivos de población reconfiguraron los mapas demográficos y la distribución espacial de la población en la mayor parte del territorio nacional. Las migraciones del campo a los centros urbanos y el modelo latifundista de desarrollo de las fuerzas productivas en el campo invirtieron las tasas de crecimiento de la población rural y urbana, pero no al extremo de los países más desarrollados. En términos absolutos la población rural siguió creciendo aunque a un ritmo menor que la urbana. Hoy en día más del 50% del empleo lo genera el sector rural si se suman las actividades asociadas a la producción agropecuaria y la dinámica económica de los complejos urbano-rurales. Más aún, solo una parte de la población que migra a las ciudades tiene posibilidades de encontrar empleo productivo. ¿Qué nexos podemos encontrar entonces entre los desplazamientos de población, la emergencia y auge de los cultivos ilícitos y las reestructuraciones territoriales en Colombia en los últimos 25 años? Vale la pena identificar algunos momentos históricos del fenómeno de los cultivos ¡lícitos asociados a las dinámicas migracionales:
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La leyenda y la épica del nuevo Dorado Esto comenzó en el territorio del Vaupés y fue subiendo por el río hasta Miraflores a finales de los años 70 y allí se entronizó la primera y única leyenda: "Miracoca". Esta arrastró contingentes de las más variadas procedencias geográficas, rurales y urbanas, aplicados a muy diversas labores productivas y de servicios. Los cultivos de coca eran adelantados por migrantes ocasionales, no por colonos, y el precio de la base de coca que alimentó la leyenda era de US$19.6 el gramo en 1980 en el Guaviare, 28 veces mayor que el precio actual. Estas migraciones, muy inestables, poco caracterizables en términos de clase y acompañadas de estados intensos de violencia no propiciaron procesos ordenados y permanentes de ocupación, reinversión de los capitales extraídos de la bonanza, ni bienestar a los ocupantes más antiguos de la región. La coca se integra a los sistemas campesinos de producción De Miraflores la coca dio un salto geográfico a Calamar y en menos de un año comprometió a la mayoría de los campesinos asentados a lo largo del eje vial hasta San José del Guaviare. El cultivo de la coca se articuló con los sistemas campesinos de producción y en la mayoría de los casos los sustituyó, ya que los ingresos derivados de los altos precios hacían parecer interminables la bonanza y los flujos de recursos. Los efectos demostrativos no se hicieron esperar y para 1982 los cultivos se habían extendido al Meta, Caquetá, Putumayo, sur del Cauca y norte de Nariño. Se expandió la demanda por mano de obra para la siembra, labores culturales, cosecha y procesamiento de la hoja, la cual en la mayoría de los casos pasó de los "químicos" que intentaron en vano guardar el secreto a los propios campesinos que aprendie-
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ron rápidamente. Las actividades conexas le imprimieron un acelerado ritmo al crecimiento urbano, a la diversificación de los servicios y a las migraciones. Pero también dieron pie a la agudización de los conflictos derivados de la ocupación territorial, a la falta de oportunidades para todos los migrantes y a los estados crecientes de violencia y descomposición social. La bonanza fue muy corta y no le dio tiempo a los grupos migrantes luego de colmar sus deseos insatisfechos -prostitutas, consumo no productivo, despilfarro- a aplicar de manera ordenada y productiva los excedentes de sus ganancias extraordinarias. En 1983 un gramo de base coca valía apenas US$1.30, es decir, 15 veces menos que tres años atrás y con costos de producción crecientes. Poblaciones como San José, Calamar y Miraflores se convirtieron casi que en pueblos fantasmas. Con la minibonanza de 1984 y 1985 los precios se reactivaron moderadamente e ilusionaron a los productores. Pero las cosas habían cambiado. El puente aéreo para el flujo de base de coca de Perú y Bolivia hacia los grandes laboratorios comoTranquilandia y Villacoca en los bordes de las serranías de Araracuara y Chiribiquete garantizaba el suministro permanente de materia prima. Las condiciones de los mercados también habían cambiado: los volúmenes transados en los mercados de consumidores y los precios del clorhidrato de cocaína habían bajado a niveles insospechados; de US$40 mil el kilogramo en el año 80 en los mercados mayoristas de Miami, se bajó a US$10 mil en 1985 y el número de consumidores ya se contaba por millones. Desde entonces los precios de la coca se han mantenido en unos niveles que apenas retribuyen los costos de producción del campesino y algún excedente ocasional. No obstante, mantienen la ventaja frente a los cultivos tradicionales de propiciar una mayor liquidez y circulación de dinero dados los ciclos cortos de cosechas (2-3 meses), característica única y maravi-
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llosa de esta especie vegetal. No es que la coca le cree riqueza al campesino, pero le mantiene esa ilusión. Bajo el predominio de estas características, hasta tal vez comienzos de los años 90, las migraciones de "raspachines" y operarios de los laboratorios hacia las zonas productoras fueron de carácter estacional y en correspondencia con dichas actividades. De la empresa campesina a la producción en mediana y gran escala Con el decenio de los 90 el mapa regional andino de los cultivos para la producción de drogas cambió de manera radical. Se rompió el puente aéreo entre Bolivia, Perú y Colombia; los precios cayeron en el Perú y la producción entró en un prolongado receso, coyunturalmente sacudido por la reactivación de los precios. Bolivia activó la producción comercial de coca en el Chapare hasta extensiones de 45 mil hectáreas y carteles propios; Colombia alcanzó el liderazgo de la producción de hoja, base y cocaína para erigirse en el primer productor mundial, no obstante la debacle de los carteles de Medellín y Cali. Hoy se siembran y cosechan 100 mil hectáreas de coca en Colombia. Los cultivos de amapola emergieron con fuerza y fueron una buena línea de reinversión de los capitales acumulados de la coca. Con este reordenamiento de la producción también se reordenaron el territorio, los procesos de ocupación y las relaciones sociales de producción en las regiones con alta incidencia de cultivos ¡lícitos. La producción campesina de coca perdió dinámica y se convirtió en una actividad sustentada principalmente en el trabajo familiar y articulada a otras actividades productivas dentro y fuera de la finca. El campesino mismo combina la producción propia con el alquiler de su fuerza de trabajo.
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La producción empresarial se basa en relaciones asalariadas de producción y es de dos tipos: la colonización coquera de pequeña y mediana escala y la producción empresarial en gran escala. En ambos casos la ocupación de territorio se hace de manera provisional y hacia los extremos de la frontera agrícola y no se expresan motivaciones que permitan el mejoramiento de las condiciones de vida de la población, tales como la vivienda, la prestación de servicios de salud y educación, el desarrollo de la infraestructura vial y de apoyo a la producción. La movilidad de los asentamientos está determinada por las labores de interdicción y por la prestación de servicios desde los asentamientos nucleados que se van configurando alrededor de la dinámica productiva coquera. El traslado de poblaciones trabajadoras hacia ias áreas de producción es estacional y determinado por los períodos de cosecha, labores culturales de las plantaciones y procesamiento de la hoja. Las relaciones sociales de producción son más impersonales, vale decir, de corte más capitalista y presentan mayores niveles de especialización y de división técnica del trabajo. En el caso de la amapola el ochenta por ciento de la producción se hace por fuera de los sistemas campesinos de producción y con predominio de relacionas asalariadas5. En el mapa de los desplazados por la violencia en Colombia, los departamentos de Guaviare, Meta, Caquetá y Putumayo tienen una participación muy baja del fenómeno como expulsores de población. Por el contrario, en términos de las dinámicas demográficas se muestra que entre los censos de 1985 y 1995 la población de la Amazonia pasó de 428 mil habitantes a 643 mil con un incremento del 50%. El 86% de esa población se concentra en las zonas de piedemonte de los departa-
' FRANCO, Femando. Campesinos y sus organizaciones en áreas productoras de cultivos ilícitos en Colombia. IICA. 1999.
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mentos de Caquetá y Putumayo. En contraste, el área sembrada en cultivos licitasen el Caquetá se redujo de 107.213 hectáreas en 1989 a 77.993 en 1996, pero los cultivos de coca se convirtieron en la cosecha más importante y las actividades derivadas en el principal impulso del crecimiento económico de la región.
Para cabecear el escrito £ Ni la violencia derivada de las últimas guerras por ei control territorial, ni la crisis del sector rural aparejada a los modelos económicos vigentes han sido factores determinantes en los procesos de reestructuración territorial en las áreas con alto predominio de cultivos ¡lícitos. £ La violencia política resultante de las guerras es más bien marginal frente a los muertos que aporta la violencia común, aunque en ningún caso se puede ignorar sus relaciones. Esto es especialmente cierto en las áreas con presencia de cultivos ilícitos, aún bajo las acciones terroristas de los paramilitares. % Las migraciones hacia las zonas productoras de cultivos ilícitos no tienen la motivación de desesperanza de los desplazados por la violencia al estilo de la zona norte del país, sino que parecen más bien movimientos ordenados y, de pronto pudiera decirse, sistemáticos, en torno al sector productivo tenso pero dinámico.
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Sobre desplazados, cultivos ilícitos, el despeje como experimento y la aplicación del DIH en el conflicto armado colombiano Alejo Vargas Velásquez Profesor Asociado Universidad Nacional
Algunos comentarios a propósito de las ponencias de los profesores Femando Cubides, Fernando Franco, Luis Femando Maldonado y Aura María Puyana Mutis Frente a la tarea de comentar las ponencias de los colegas mencionados, todas ellas fruto de reflexiones bien sustentadas y en algunos casos de trabajos de campo destacables, aparece de entrada una dificultad: la diversidad de temáticas que las mismas abordan, aun cuando implícitamente tengan como referente un mismo ámbito espacial. Por lo tanto asumí como metodología el buscar, inicialmente, las posibles conexiones que pudieran darse én algunos de los textos, luego tratar de evidenciar algunas tensiones que las ponencias planteaban y por último, resaltar algunas ausencias que, a juicio del comentarista, los documentos mencionados no tocaban. Las conexiones posibles De la lectura de los textos pueden plantearse algunas cercanías entre los mismos, que no necesariamente son coincidencias, de las cuales quisiera destacar, por su importancia en la perspectiva comparativa, las siguientes: 290
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f La conexión entre el texto de Fernando Cubides y el de Luis Fernando Maldonado a propósito de la territorialidad. Nos dice Cubides que: "la región del actual despeje pasó de ser zona esporádica de refugio inicialmente, a retaguardia para reorganizar el dispositivo luego de los combates de Marquetalia, zona de implantación después, en fin zona donde "el nuevo modo de operar" arroja dividendos políticos netos, tal es la secuencia en líneas generales de la relación de la guerrilla con este territorio", y añade más adelante en lo relacionado con la presencia de las FARC y la percepción de los habitantes de la región: "si para los forasteros la novedad está en la concentración de los efectivos de las FARC, y en el ejercicio visible de la autoridad por parte de los comandantes guerrilleros, para los pobladores está en que dicha autoridad se ha intensificado, en que no tiene contrapesos a la vista; a una situación de 'poder dual' la ha sucedido una de poder directo..." Lo anterior plantea, sin que necesariamente esa haya sido la intencionalidad del autor, el problema de la territorialidad y por ahí nos relaciona con lo señalado por Maldonado como uno de los problemas en la aplicación efectiva del Derecho Internacional Humanitario en un conflicto armado interno en el cual "es un hecho inevitable que los gobiernos nacionales de los últimos tiempos no mantienen una soberanía en toda la extensión territorial, tanto por su crisis interna, como por la existencia del conflicto armado interno", y más adelante anota "la influencia territorial de la guerrilla se convierte en una territorialidad móvil, como lo identifica su forma de hacer la guerra, basada en la sorpresa y la movilidad. Sólo que en algunas zonas del país la guerrilla construye presencia a más largo plazo, por lo que la territorialidad se asienta y se hace a la vez difusa...", y concluye planteando que "mi propuesta es asumir que en el conflicto armado interno existe el territorio de combate que hipotéticamente es todo el territorio nacional, en el que
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COMENTARIOS
existen varios territorios: el territorio no defendido, el territorio desmilitarizado y el territorio de distensión". Evidentemente, sin que la intencionalidad de ninguno de los dos escritores referenciados haya sido construir relaciones entre sus documentos, sí encontramos planteado allí un problema de extraordinaria importancia en relación con la guerra interna y la aplicación de la normatividad internacional que busca proteger a la población no combatiente. $ La conexión entre las ponencias de Aura María Puyana y de Fernando Franco sobre los cultivos ilícitos y su relación con las movilidades poblacionales. Para la investigadora Puyana es evidente que "la movilización forzosa por causa de la fumigación de cultivos ¡lícitos apenas se visualiza como problema. En la medida en que es componente central de la estrategia antinarcóticos del Estado colombiano, no hace parte tampoco de la agenda de gobierno sobre atención a poblaciones desplazadas por la violencia... Desde la óptica estatal, la fumigación no es factor de violencia ni de violación de derechos fundamentales, sino una respuesta represiva legal a una conducta ¡legal de campesinos y empresarios cultivadores de sustancias naturales enervantes". La autora enfatiza la importancia de estudiar con mayor profundidad el efecto de las fumigaciones sobre el desplazamiento forzoso de población y señala que en el caso del Caquetá el desplazamiento se asocia a las siguientes causalidades: represalias por el conflicto armado, terror paramilitar, coacción de la guerrilla, fumigación aérea y cierre del mercado ¡legal de pasta de coca al haber sido éste centralizado por la acción de las FARC. A juicio de Aura María esta no consideración de la fumigación como causal de desplazamiento tiene otra consecuencia y es la inexistencia de demandas de compensación al Estado por daños comprobados.
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Fernando Franco analiza la relación desde otra perspectiva, con un cierto peso de la racionalidad económica, las movilidades poblacionales, sobretodo de tipo transitorio, están asociadas al ciclo de los cultivos de coca y anota: "hasta tal vez comienzos de los años 90, las migraciones de "raspachines" y operarios de laboratorios hacia las zonas productoras fueron de carácter estacional y en correspondencia con dichas actividades". Y concluye al final de su escrito señalando: "Las migraciones hacia zonas productoras de cultivos ¡lícitos no tienen la motivación de desesperanza de los desplazados por la violencia al estilo de la zona norte del país, sino que parecen más bien movimientos ordenados y de pronto pudiera decirse sistemáticos, en torno a un sector productivo tenso pero dinámico". Algunas tensiones evidentes % La presentada en los textos de Fernando Cubides y Femando Franco, a propósito del ciclo que va de la colonización a su transformación en campesino estable. Cubides plantea que hay necesidad de romper con la mirada tradicional cuando señala: "la propia noción de campesinado es necesario volver a pensarla y con ella el carácter ineluctable o fatal de lo que el propio Fals Borda llamaba en sus escritos, parafraseando a Comte "ley de los tres estadios" según la cual la colonización siempre y en todos los casos reproduce la economía campesina y con el eslabón intermedio del comerciante de tierras, termina ampliando el latifundio". Franco, por su parte, comparte una mirada más clásica del proceso que va de la colonización a la estructuración de economías campesinas y anota "en Colombia la colonización de tipo familiar -la única posible cuando se carece de medios de producción diferentes a los de la propia fuerza de trabajo- ha avanzado primero sobre las áreas piedemontanas de la Cordillera Oriental y luego sobre las vegas de los ríos navegables, selva adentro... Se caracteriza
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COMENTARIOS
por una economía de subsistencia a partir de prácticas de tala y quema de bosques y siembra de cultivos de pancoger, a los cuales sucede el establecimiento de potreros. La estructura socioproductiva de la unidad económica campesina prevaleciente en la colonización de tipo familiar favoreció la rápida expansión y articulación de los cultivos comerciales de coca y amapola". £ La relacionada con la narcotización de la paz, que pone de relieve Fernando Franco y que Fernando Cubides minimiza. Franco es categórico en señalar que: "a Colombia le narcotizaron las relaciones internacionales, el desarrollo regional, el ordenamiento territorial, los estilos de hacer política, la guerra por el territorio y la guerra por la paz" dentro de un doble movimiento a nivel global, la universalización del fenómeno de la droga y la necesidad de buscar culpables. Cubides, por su parte, si bien no desconoce el fenómeno de la coca y amapola en la región, considera que en la zona de despeje no es tan relevante, señala una cifra del 7.3% de ios cultivos ¡lícitos y anota que "la cautela en el manejo de la información ha sido la pauta, y todos los que intervienen parecen concientes de la sensibilidad que reviste" y resalta la importancia del ofrecimiento hecho por los alzados en armas de un programa piloto de erradicación en un municipio diferente (Cartagena del Chaira), pero sin olvidar las áreas cultivadas al interior de la zona de despeje. f La importancia que tiene la guerra interna de tipo político en la conformación de región y el establecimiento de lealtades consensúales y coercitivas, que Fernando Cubides destaca y que Fernando Franco, por el contrario minimiza. En efecto, Cubides no solamente nos reseña la ligazón entre procesos de poblamiento de la región y las expresiones cíclicas de la violencia, desde ias épicas "columnas de marcha" que la convierten en retaguardia del movimiento guerrillero de
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las FARC, sino también las diversas movilizaciones sociales o 'marchas' como se han denominado, desde 1981, muy ligadas a demandas que buscaban frenar operativos estratégicos del ejército en toda la zona: "cada una de las movilizaciones se produjo en relación directa con planes del ejército, o con operativos militares en curso, y condujeron a desvirtuarlos o a aminorar su efecto". Igualmente anota Cubides que "las características que tuvo el poblamiento convirtieron a la población en una base social mayoritariamente dispuesta y favorable al poder militar que ha ¡do construyendo la guerrilla..." Franco, por su parte, considera que los procesos de poblamiento están más relacionados con las dinámicas económicas asociadas a los denominados cultivos ¡lícitos, las bonanzas o microbonanzas y anota tajantemente "ni la violencia derivada de las últimas guerras por el control territorial, ni la crisis del sector rural aparejada a los modelos económicos vigentes han sido factores determinantes en los procesos de reestructuración territorial en las áreas con alto predominio de cultivos ¡lícitos. Por el contrario, se han convertido en zonas de amortiguamiento". % Aura María Puyana le da un gran peso al método coercitivo para la erradicación del cultivo de coca, es decir la fumigación, como causa del desplazamiento en el Caquetá, mientras que Fernando Franco minimiza este problema, como lo ¡lustramos en la última de las conexiones señaladas, que al mismo tiempo es una tensión que los textos nos plantean. La ausencias que resaltan Queremos en esta parte de los comentarios hacer algunas anotaciones, desde una perspectiva eminentemente académica, reseñando lo que a juicio del comentarista le hubiera gustado encontrar adicionalmente en los textos y que no pueden dar lugar a ningún otro tipo de susceptibilidades, ni por parte de los lectores, pero tampoco de los mismos autores.
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a) Un análisis de la estrategia del despeje, que incluya el porqué se pasa de uno a cinco municipios como demanda por parte de las FARC. Si bien el texto del profesor Cubides se adentra en una mirada analítica acerca de los antecedentes históricos de la región del despeje y sus conexiones con las luchas agrarias y guerrilleras de las FARC en la región y nos señala el antecedente inmediato del despeje para la liberación de los soldados en Cartagena del Chaira en 1997, como un ensayo de la puesta en escena del despeje, sin embargo el texto no analiza el porqué las FARC pasan de una demanda de despeje en un municipio en 1 995, La Uribe, a una de cinco en 1 998. En qué medida esto se ubica dentro de un plan estratégico de esta guerrilla, no necesariamente para la negociación inmediata, sino eventualmente para una nueva fase de la guerra irregular, incluyendo dentro de la misma la consolidación de su demanda de "status de beligerancia", ligada a la solicitud de la ley del canje permanente. b) No se contemplan dentro del análisis otras experiencias de despeje que se han dado en el pasado. Más allá de la mención del despeje de 1997 en Cartagena del Chaira, hubiera sido interesante, no solamente ubicar el despeje como una garantía necesaria de seguridad para conversar dos adversarios en conflicto cuando han decidido hacerlo en medio de la guerra y adicionalmente analizar lo que significó en el pasado los casos presentados con los denominados 'campamentos de paz' con el M-l 9, las zonas de despeje en que se concentraron las guerrillas en trance de desmovilizarse durante los gobiernos de Virgilio Barco y César Gaviria, así como la experiencia de despeje con el Movimiento Jaime Batemán Cayón en el norte del Cauca, durante el gobierno de Ernesto Samper. c) Hay un vacío en el análisis en lo relacionado con el poder coercitivo que ejerce la guerrilla en la zona del despeje, aunque el texto de Cubides lo menciona de manera tangencial, 296
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todo indica que si bien hay elementos consensúales en la relación entre población civil y guerrilla, también es clara la presencia de elementos coercitivos como se ha denunciado por varias fuentes incluidas autoridades religiosas de la zona. d) No se analiza suficientemente el hecho que es la presencia de poderes hegemónicos en un territorio lo que tiende a reflejar una disminución de los niveles de violencia, como se ha visto en casos de zonas controladas por los paramilitares, lo cual a su vez era previsible en esta zona con la presencia del poder hegemónico de las FARC expresado en lo que Cubides llama "un 'cese al fuego' práctico para las distintas modalidades de violencia", y que por el contrario son los territorios en disputa los que tienden a mostrar los indicadores de mayor violencia, justamente por la inexistencia de un poder regulador hegemónico. e) En los diversos documentos falta una mirada analítica a la relación existente entre narcotráfico, guerrilla, cultivos ¡lícitos y acumulación de la guerra y io que esto significa como disputa de las rentas del narcotráfico, con excepción del texto de Aura María Puyana que toca la relación entre guerrilla y rentas provenientes del narcotráfico. Es evidente que el desarrollo de una guerra interna como la colombiana requiere que los actores de la misma hayan resuelto por lo menos tres problemas estratégicos: la disponibilidad de mandos y de tropa, que en general han resuelto con sus Escuelas de Mandos y con el volumen de desempieados existentes en el mundo rural y urbano; los recursos bélicos que el mercado negro internacional de armas suministra de manera eficiente, siempre y cuando se haya resuelto el último de estos problemas; los recursos económicos y es allí donde el narcotráfico, sin duda, se ha convertido en la fuente privilegiada de estos recursos a través de los denominados "impuestos de guerra" a esta actividad, en especial en esta región del sur de Colombia. Por último, creo de vital importancia destacar lo relacionado con las dificultades existentes en un conflicto interno arma-
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do como el colombiano, para la aplicación del Derecho Internacional Humanitario, tratadas en el texto de Luis Fernando Maldonado, quien nos plantea cuatro campos problemáticos al respecto: el de la territorialidad atrás mencionado, el de los actores del conflicto, lo relacionado con las relaciones internacionales del conflicto armado interno y, finalmente, el de la funcionalidad del derecho, en un contexto como el de la guerra caracterizado por la ¡legalidad y la irracionalidad.
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Migraciones, desplazamientos y crecimiento urbano
Población afrocolombiana y no afrocolombiana en Cali: segregación, diferenciales sociodemográficos y de condiciones de vida Olivier Barbary^ Héctor Fabio Ramírez2 Fernando Urrea3
I n t r o d u c c i ó n : ¿cómo acercarse al d o m i n i o s o c i o r a c i a l en u n estudio s o c i o d e m o g r á f i c o ? Después de Brasil y Estados Unidos, probablemente Colombia es el país con mayor población negra en América. Hasta el presente el estudio de la población negra ha privilegiado los enfoques antropológicos clásicos o convencionales apoyados en el espejo de los estudios de las poblaciones indígenas. En tal sentido hay una ausencia notoria de investigaciones socio-demográficas sobre la población negra colombiana en el contexto de los actuales procesos de urbanización, pero también sobre tendencias socio-históricas de larga duración (siglos XVII, XVIII , XIX y XX). Esto es más relevante para los cuatro departamentos del Occidente colombiano (Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño), donde se encuentra la más alta densidad de población negra y mulata del país, por lo menos si aceptamos en una pri1
Estadístico, investigador IRD, proyecto Cidse-IRD, "Movilidad, urbanización e identidades de las poblaciones afrocolombianas de la región Pacífico". - Estadístico, investigador Cidse, proyecto Cidse-IRD. 1 Sociólogo, investigador Cidse, proyecto Cidse-IRD.
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mera delimitación de población negra o afrocolombiana la que presenta un fenotipo negro, la cual no deja de ser una aproximación arbitraria que puede pecar de "radalista" a menos que aceptemos que la construcción socioracial en cualquier sociedad humana es el resultado de las representaciones o imaginarios colectivos construidas alrededor de las "marcas corporales", de suerte que se establecen jerarquías sociales de dominación entre los seres humanos con todas las implicaciones que ello tiene en la vida individual y colectiva. Por esta razón enfrentar el problema del orden social racista no consiste en negarlo sino en deconstruirlo apuntando al estudio de cómo operan las clasificaciones arbitrarias "raciales" en la vida social. En este caso, analizar críticamente su incidencia en los procesos sododemográficos y su interacción con los procesos de urbanización contemporánea de la sociedad colombiana, y en un caso más específico, en nuestro estudio regional, en la ciudad de Cali. En este documento nuestra perspectiva, entonces, es más de caracterización del orden "racial" que de tipo "étnico", el cual no nos parece útil para abordar a las poblaciones afrocolombianas 4 . De partida hay que advertir que las fuentes estadísticas existentes no permiten un análisis de los diferenciales sododemográficos, económicos y culturales como se quisiera de los grupos socioraciales, además de que son muy limitadas cuando se trata de estudiar fenómenos evolutivos en el tiempo. De todos modos nosotros hicimos en estudios preliminares, usando la encuesta de hogares del Dañe y el censo de 1993, una aproximación indirecta a la cuestión de la población afrocolombiana, vía el origen geográfico de la población migrante y a través de ello cualificando a sus descendientes nativos que aún vivían con ella, 1
Remitimos a la discusión en Barbary (1999 A: 8-10) sobre el fracaso heurístico de la pregunta étnica del censo de 1993 de la "pertenencia a alguna etnia, grupo indígena o comunidad negra".
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fijándoles arbitrariamente el mismo "lugar de origen" de sus padres. Esto supone a su vez dos arbitrariedades adicionales: a) que se establezcan unos municipios de origen "afrocolombianos" apoyándonos en el supuesto histórico -bastante plausible por cierto- que ellos han tenido y aún tienen una población negra mayoritaria (ejemplo, municipios de la Costa Pacífica), y b) que nos parcialicemos en los migrantes y sus descendientes nativos que moran con ellos, perdiendo -no hay más remedio- a la población negra nativa que vive aparte de padres migrantes. Este segundo aspecto conlleva a una sobre-representación de la población negra o afrocolombiana como migrante. No obstante estas serias limitaciones, el ejercicio es un importante avance. Eso fue lo que hicimos en forma detallada con la explotación de los datos del censo de 1993, la cual nos permitió tener una mejor radiografía de la distribución territorial de la población afrocolombiana en una ciudad como Cali. Pero será finalmente con la encuesta especializada que construimos y aplicamos entre enero y junio de 1998 sobre movilidad, urbanización e identidad de las poblaciones afrocolombianas en Cali, con diversos capítulos sododemográficos y socioeconómicos por hogar y una encuesta biográfica para un individuo del hogar. La encuesta del hogar incluía una serie de módulos especializados sobre redes sociales, movilidad residencial, pertenencia a organizaciones y percepción de discriminación y violencia. Pero lo más novedoso del asunto es que por vez primera se introduce la captación del fenómeno racial, distinto a la modalidad anterior del origen geográfico, bajo dos modalidades: una clasificación arbitraria del encuestador en categorías "raciales" según percepción del mismo del fenotipo del encuestado y de otros miembros del hogar, presentes en el momento de la encuesta, y una clasificación abierta de tipo declarada por el encuestado biográfico sobre ¿cuál es el color de su piel? Pero previamente, en el momento del conteo de hogares por manzana dentro de la muestra, se hacía una prime-
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POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
ra clasificación de los hogares, entre afrocolombianos y no afrocolombianos. Los primeros se denominaban así dependiendo de si algún miembro del núcleo familiar primario presentaba rasgos fenotípicos negros, de los contrario caía como hogar no afrocolombiano 5 . Este sistema de clasificación cae en un modelo émico, tanto en términos de la percepción como de la autopercepción. ¿Qué se entiende por población afrocolombiana? Eso depende en qué forma nos acerquemos en la construcción del sistema dasificatorio. Para tal efecto y de acuerdo con lo dicho anteriormente, son tres las posibilidades de "abarcarla", las cuales tienen sus variaciones. Veamos: 1. La población de los hogares afrocolombianos (contra la población de los hogares no afrocolombianos), es decir los individuos viviendo en los hogares cuyo núcleo familiar primario (NFP) comprende por lo menos una persona con fenotipo negro (caracterización externa de los hogares)6. 2. La población caracterizada negra o mulata (contra la población caracterizada mestiza, blanca etc.), es decir los individuos que han sido caracterizados visual y externamente por los encuestadores entre diferentes categorías raciales7. 5
Se operó con un muestreo de tipo bietápico y estratificado con probabilidades para aproximarse al número de hogares afrocolombianos en las unidades primarias. Por cada estrato socioeconómico -construido cada uno a partir de indicadores sociodemográficos y de características de la vivienda de los hogares por manzana, en forma independiente a la estratificación preexistente de Planeación Municipal y del Dáñese estableció una población de hogares de control o no afrocolombianos. Para este efecto se construyeron dos submuestras, una de hogares afrocolombianos y otra de hogares de control, de modo que se representara, lo mejor posible, cada una de las dos poblaciones, jugando con la cuota de 5 encuestas por manzana, 4 para hogares afrocolombianos y 1 para hogares de control. Se encuestaron 1.880 hogares en Cali, de los cuales 1.504 son afrocolombianos y 376 de control, en cuatro grandes zonas geográficas distribuidas en 5 dominios de estudio, los cuales representan el 76% de los hogares de Cali en su área urbana.
" ver ibid p. 14; BARBARY, 1999 B: 33. 7 ver ibid p. 14 y 1,5; BARBARY, 1999 B: 33.
304
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
3. La población que se autopercibe negra o morena {contra la población que se percibe trigueña, blanca, etc.), es decir los individuos que utilizan estos adjetivos en su respuesta a la pregunta de autopercepdón del color de piel8. El primer hallazgo que permite entonces la explotación de los datos es la estimación de los volúmenes de población que corresponde a cada una de estas categorías. En el universo cubierto por el estudio9estimamos el número de hogares afrocolombianos en 106.085 sobre un total de 355.666 hogares, o sea el 29,8% (tabla /). Estos hogares agrupan 460.873 personas o sea el 29,7% de la población total (1.552.61 6 personas, tabla 2). Por otra parte sabemos que el estudio abarca aproximadamente el 76% de los hogares de la parte urbana de Cali y el 85% de los hogares afrocolombianos (censo 1993). Bajo la hipótesis de que estos dígitos son los mismos en junio 1998, podemos avanzar, a titulo de indicación, que la población de los hogares afrocolombianos en el conjunto de la ciudad se ubica alrededor del 27,5% , o sea, según proyecciones de población a esta fecha, aproximadamente 542 mil personas sobre un total de 1.982.000 personas. Tabla 1 HOGARES
COMULATIVE
COMULATIVE
FREQUENCY
PERCENI
FREQUENCY
PERCFNT
Afro
106085
29.8
106085
29.8
Control
249581
70.2
355666
100.0
COMULATIVE
COMULATIVE
FREQUENCY
PERCENT
Tabla 2 HOGARES
FREQUENCY
PERCENT
Afro
460876
29.7
460876
29.7
Control
1091743
70.3
1552616
100.0
Fuente: Cidse/Orslom 1998 8 9
Véase ibid p. 26; Barbary, 199B: 33, 34 y 35 Véase Barbary, 1999 B p. 33.
305
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN C A U
Los encuestadores lograron la caracterización visual del 83% de los individuos de la muestra. Entre las personas caracterizadas (es decir excluyendo los ausentes), la categoría "negro" agrupa el 14.7% de los individuos, "mulato" el 10.4%, "indígena" el 0.9%, 'mestizo' el 27.9% y "blanco" el 46.1 % (tabla 3). Con base en esta caracterización externa, se puede decir que el 25.2% de la población del universo (326 mil personas) es "negra o mulata", lo que significaría para Cali entero en junio 1998 un dígito de más o menos 23.3% (aproximadamente 462.500 personas), siendo entonces de 76.3% la proporción de población "mestiza o blanca". Tabla 3 COMULATIVE
COMULATIVE
FREQUENCY
PERCENT
FREQUENCY
PERCENT
Negro
191126
14.7
191126
14.7
Mulato
134912
10.4
326039
25.2 26.0
INDUVIÜUOS
Indígena
11237
0.9
337276
Mestizo
361674
27.9
698950
53.9
Blanco
596228
46.1
1295878
100.0
303
0.0
1296181
100.0
Otro
Frequency !v ¡ssing (ALISEN! E)= 246435. ()3379 Fuente: Ciise/Orslom 1998
Recordamos que la pregunta de autopercepción del color de piel fue sometida solamente a una persona en cada hogar (submuestra "biográfica"); es la razón por la cual el total expandido de la tabla 4 coincide con el número total de hogares (355.666), sin embargo podemos considerar la estructura porcentual de las respuestas como representativa de toda la población de 18 años y más. Cabe resaltar primero que la casi totalidad de los informantes contestaron la pregunta: solamente tuvimos 0.3% de no respuesta (clasificadas en la categoría "otro" en la tabla), lo que demuestra la muy buena aceptación de la pregunta en este contexto, y probablemente su practicabilidad en otras encuestas. La tabla 4 es el resultado de la reagrupación de las respuestas exactas (ver anexo 2) en 306
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
6 tipos principales. El primer tipo, que reúne todos los enunciados que utilizan el adjetivo "Negro(a)", solo o con otras palabras, totaliza el 10.2% de las respuestas. De igual manera se constituyen otros tipos alrededor de los adjetivos "Moreno(a) o Mulato(a)" (7.4%), "Canela" (9.6%), "Trigeño(a)" (38%) y "Blanco(a)" (29.7%); el resto de los enunciados (otro) representa el 5.2% del total. Veremos más adelante que los dos primeros tipos de respuestas son particularmente típicos de las personas caracterizadas externamente como "negras y mulatas" (es decir que son respuestas usadas casi exclusivamente por ellas). Son entonces el 1 7.6% de la personas de 18 años o más las que se definen "negras, morenas o mulatas", mientras el 47.6% se consideran de piel "trigueña o canela" y el 29.7% de piel "blanca". Este dígito de 1 7.6% (que se convierte en un 1 7.1 % para todo Cali) toma todo su significado si lo comparamos al resultado de la pregunta étnica del censo de 1993: en el conjunto de la ciudad solamente el 0.5% de las personas contestaron que "pertenecían a alguna etnia, grupo indígena o comunidad negra". Tabla 4 COMULATIVE
COMULATIVE
FREQUENCY
PERCENT
FREQUENCY
PERCENT
Negro/a y asim.
36146
10.2
36146
10.2
Moreno/a, Mulato
26303
7.4
62449
17.6
Canela y asim.
34021
9.6
96470
27.1
Trigueña y asim.
135085
38.0
231555
65.1
Blanca y/o asim.
105641
29.7
337196
94.8
Otro
18470
5.2
355666
100.0
INDUVIDUOS
Fuente: Cidse/Orstom 1998
D i s t r i b u c i ó n espacial de los dos t i p o s de p o b l a c i ó n y el p a t r ó n de segregación residencial La distribución de la muestra resultante de los patrones de distribución sodogeográfica de las poblaciones de hogares afrocolombianos y no afrocolombianos es bien interesante (vercua-
307
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
Cuadro No. 5. Distribución de la muestra por zonas geográficas según estrato socioeconómico y su clasificación a partir de sectores sociales en Cali ZONAS GEOGRÁFICAS DE CALI
CLASIFICACIÓN A PARTIR DE SECTORES
ESTRATO SOCIOECONÓMICO
SOCIALES PARA EL ANÁLISIS
COMUNAS Y ZONAS GEOGRÁFICAS
ESTRATO
IDENTIFICADOR
SOCIOECONÓMICO
PESOS
SECTORES
DEMOGRÁFICOS
SOCIALES
EN % AFRO CONTROL
Comunas 13, 14 y 15 (Distrito de Aguablanca), comunas 6, 7, 16 y 21 (Desepaz) Zona oriental de Cali
Muy bajo
Comunas 18 y 20 (barrios populares de la ladera de Cali) Zona occidental de Cali
Muy bajo Muy bajo Bajo Medio
Comunas 13, 14 y 1 5 (Distrito de Aguablanca),
Medio-Bajo Medio-Bajo
comunas 6, 7, 16 y 21 (Desepaz) Zona oriental de Cali
Medio-Alto
Comunas 1 1 , 12 y norte de la comuna 9 Zona centro oriente de Cali Comunas 10, 1 7, 19 y sur de ia comuna 9 Zona residencial del sur de Cali
A
25.99
13.58
M u y bajo
B
14.65
12.78
Bajo
c
10.16
12.34
Bajo de laderas
D
22.23
22.29
Medio-Bajo
E
12.34
15.08
Medio-Medio
F
14.62
23.94
Medio-Alto
Muy bajo Bajo
Medio-Bajo Medio-Bajo Medio Medio Medio-Alto Medio-Alto Medio-Alto Alto Alto Alto
y Alto
100.0
100.0
dro No. 5), pues de entrada introduce una preocupación sobre la que de aquí en adelante llamaremos un patrón de sobreconcentradón de hogares afrocolombianos en unas determinadas áreas geográficas de la ciudad. En términos de geografía y sociología urbanas habría una distribución poblacio-
308
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
nal entre dos extremos, un polo de sobreconcentración con segregación en ciertos espacios urbanos y un polo de dispersión con baja participación en otros espacios urbanos. El asunto es más complejo que una línea divisoria social/racial, aunque existe muy marcada hacia el oriente de la ciudad, ya que en el polo de la dispersión hay áreas geográficas muy pobres (zona de ladera) contra residenciales de clases medias-altas y altas. Lo anterior podemos ahora observarlo en términos de la distribución porcentual de la población de los núcleos familiares primarios por hogares afrocolombianos y no afrocolombianos (ver Cuadro 6). En síntesis, los jefes de los núcleos primarios afrocolombianos son menos caleños y más de municipios "afrocolombianos" a medida que la población reside en la zona oriental de la ciudad, correspondiendo también a clases sociales predominantemente bajas-bajas, bajas y medias-bajas, mientras a medida que nos dirigimos al otro polo, el de dispersión, hacia el occidente de la ciudad y la zona centro-sur, el patrón es inverso, aumentan los nacidos en Cali y disminuyen ios originarios de los municipios afrocolombianos. Pero esto es también válido en forma relativa para el área occidental pobre de ladera, aunque menos fuerte que en las áreas geográficas residenciales centro-sur. Por el contrario, los hogares no afrocolombianos ofrecen el patrón opuesto a los afrocolombianos: una mayor participación porcentual de jefes nativos en la zona oriental de Cali, en los sectores populares y una menor participación relativa en el estrato residencial de clases medias-altas y altas, con una alta participación como migrantes de áreas diferentes de procedencia a los municipios afrocolombianos, como era de esperar. Los mapas de la figuras 1 y 2 ¡lustran lo que nos revela la encuesta de la segmentación espacial y social de los lugares de residencia de los hogares afrocolombianos en Cali: globalmente
309
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
Cuadro No. 6. Distribución porcentual de la población de los núcleos familiares primarios en hogares afrocolombianos y de control según lugar de nacimiento del jefe del hogar, por estratos y dominios (porcentajes horizontales) LUGAR IDENTIFICADOR
CALI
M P I O . AFRO
DE N A C I M I E N T O
SUR VALLE
DE LOS JEFES DE
NORTI VALLE
EST. SOCIAL
SUR O C C I . ANDINO
Hog Hog Afr Ctr
Hog Hog Afr Ctr
Hog
Hog
Afr
Ctr
Hog Hog Afr Ctr
HOGAR
A N T . Y VIEJO CENTRO ORJE. CALDAS
Hog
Hog
Hog
Hog
Afr
Ctr
Afr
Ctr
BOCOTÁ/OTRA
Hog Hog Afr Ctr
A
19.8
21.9
57.0
4.8
9.1
4.8
2.6
20.0
7.9
30.1
2.8
14.3
1.4
B
28.3
31.6
44.2
1.5
10.1
4.0
5.5
11,1
7.3
20.6
2.5
31.0
2.0
C
33.8
26.6
18.0
2.3
11.9
5.6
5.8
20.8
17.0
30.1
12.0
19.9
1.5
D
30.0
18.8
42,0
6.5
7.2
17.9
5.0
14.4
7.5
26.2
5,0
11.0
E
34.3
38.2
32,9
2.7
10.0
10.0
5.8
9.4
9.1
26.2
3.7
11.7
F
40.7
25.9
20.2
2.8
6.0
1,8
7.5
21,6
11.3
13.2
11.0
TOTAL
29.2
26.5
40.1
3.9
8.6
7,9
5.0
16.2
9.1
23.1
5.5
4.3
TOTAL (% FILAS)
Hog
Hog
Afr
Ctr
100.0
100.0
100.0
100.0
1.6
100.0
100.0
3.3
5.4
100,0
100.0
4.2
1.8
100.0
100.0
21.6
3,2
13.0
100.0
100.0
17.2
2.5
5.2
100.0
100.0
y en cierto grado, esta segmentación es el resultado de un proceso complejo de segregación residencial. En el universo del estudio, los tres cuartos de la población de los hogares afrocolombianos viven en los dominios 1 (comunas 6, 7, 13, 14, 15, 15: 62% de la población), 3 (comunas 18 y 20: 10%) y 5 (urbanización de Decepaz: 3.2%), es decir en los barrios más populares de Cali. En la misma zona se agrupa solamente el 65% de la población de los hogares de control. Al otro extremo de la jerarquía económica, los barrios de clase media y alta del dominio 4 (sur de la comuna 9, comunas 10,1 7 y 19) reúnen el 15% de la población de hogares afrocolombianos pero el 24% de la población de hogares de control Dadas estas diferencias, relativamente moderadas, que se manifiestan a escala "macro" de la geografía socioeconómica de la ciudad, el termino de segregación puede parecer exagerado. Sin embargo, el fenómeno se agudiza a medida que se analiza más en detalles, según mecanismos sutiles donde los factores económicos y/o raciales no son probablemente los únicos en juego. Por ejemplo, a ca-
310
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
Mapa N o l . Proporción estimada de hogares afrocolombianos por sector cartográfico
45.90 35.00 32.00 27.00 25.00 22.00 16.30
Uíy Comunas
Fuente: O. Barbary. Encuesta Cidse/Orstom - mayo 1998.
311
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
o o.
I
S
"5 .c ."^ G 5 c ;®
G p
e
1 M
c
:<=
G
•S
-a o o. •8
o O.
5
312
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
a
os 2>
a |
fe)
=Q
313
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
racterísticas socioeconómicas ¡guales, la concentración relativa de la población de los hogares afrocolombianos es mayor en los barrios populares del oriente: en el distrito de Aguablanca y las comunas 6 y 7, que conforman el dominio 1 del estudio, vive el 62% de la población de hogares afrocolombianos contra el 47% de la población de hogares de control. Esta misma lógica de concentración geográfica se acentúa en ciertas comunas particulares como la 14 (14% de la población de hogares afrocolombianos contra 9% de la población de hogares de control), la 15 (10.5% de la población de hogares afrocolombianos contra 5.5% de la población de hogares de control) o la 7 (8% de la población de hogares afrocolombianos contra 4% de la población de hogares de control). Por otra parte, en el interior de algunos dominios y comunas, la estratificación socioeconómica de las manzanas10 introduce nuevamente, a un nivel mas fino, la segmentación racial. Es el caso en los dominios 1 y 2 donde existe una sobrerrepresentación de la población de los hogares afrocolombianos en los barrios de estratos socioeconómicos más bajos: 69% de la población de hogares afrocolombianos del dominio 1 vive en los tres estratos más bajos (1, 2 y 3, nivel socioeconómico "bajo") contra 58% de la población de hogares de control; en el dominio 2, los dos estratos más bajo (1 y 2, nivel socioeconómico "medio-bajo") concentran el 52.5% de la población de hogares afrocolombianos contra el 40.5% de la población de hogares de control. En cambio esta segmentación no ha lugar en los dominios 3 y 4; los porcentajes de población por estratos según característica racial del hogar no muestran diferencias significativas. Hasta ahora hemos comparado patrones de distribución residencial según una clasificación dicotómica de los hogares. Como se ha dicho anteriormente la composición racial de la s
Véase ibid p. 37-38; este es el nivel que se utilizó para la estratificación del muestreo y que nos permite ahora este tipo de análisis.
314
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
población de los hogares, afrocolombianos o de control, es muy heterogénea. Esta heterogeneidad introduce otro factor de segmentación en los patrones residenciales según la caracterización racial externa de los individuos. Retomando el nivel geográfico 'macro' de análisis, la lógica de concentración residencial de las población parece seguir una "jerarquía racial" estricta, asociando sistemáticamente los entornos urbanos más pobres con la población de color más oscura. Así los barrios populares del dominio 1, donde vive el 52% de la población total, reúnen 74% de la población negra, 52% de la población mulata, pero solamente 49% de la población mestiza y 47% de la población blanca. Al contrario los barrios de clase media y alta del dominio 4 (19% del total) son la residencia del 24% de la población blanca, 19% de la población mestiza, 18.5% de la población mulata, pero solamente el 7.5% de la población negra. Notamos en estos dígitos que las diferencias que oponen al promedio y entre ellas las poblaciones "no negras", es decir mulatas, mestizas y blancas son muy reducidas (e incluso pueden ser no significativas) en comparación de la diferencias entre ellas y la población negra. La conclusión estadística que tiene validez, sin duda alguna, es que existe globalmente una segregación socioracial de la población negra; no se puede decir lo mismo para las poblaciones mulatas y mestizas. El análisis de los patrones locales de segregación a partir de la estratificación socioeconómica de los dominios confirma la realidad del fenómeno. La frecuencia relativa de residencia de la población negra en los estratos socioeconómicos más bajos de cada dominio es siempre mucho más alta que el promedio. 74% contra 62% en el dominio 1. 61 % contra 44% en el 2. 95% contra 84% en el 3 y 72% contra 58% en el dominio 4. La población mulata muestra en general dígitos cercanos al promedio, mientras para las poblaciones blancas y mestiza se tiene variaciones más erráticas con lógicas distintas según el do-
315
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
minio. Si bien la "jerarquía racial" mencionada anteriormente se respeta en el dominio 1 donde la población blanca tiene la más baja frecuencia en los estratos 1, 2 y 3 con 54.2%, no es el caso en los otros dominios. En el dominio 2, los mulatos (40%) y los mestizos (35%) tienen frecuencia de residencia en estratos más bajos (1 y 2, nivel socioeconómico "medio-bajo") inferior a la de los blancos (47%) así como en los dominios 3 y 4 donde son también los mestizos los que tienen la más baja frecuencia relativa de residencia en los estratos más pobres de cada dominio (71 % en el dominio 3 y 40.5% en el dominio 4 contra 93% y 68.5% respectivamente para los blancos). El comentario de los mapas presentados en las figuras 1 y 2 requiere primero una aclaración metodológica. El tamaño de la muestra no permite una estimación directa confiable de los promedios por sector cartográfico. El dígito que hemos representado se obtiene haciendo la suma de los promedios por estratos, ponderada por el peso relativo de cada estrato en el sector. Por decirlo de otra manera, estos mapas son imágenes "suavizadas" de las tendencias que tienen las poblaciones de determinadas características raciales a una concentración local de su patrón de residencia. La escala gráfica, que corresponde aproximadamente a los cuantiles de la distribución del indicador, asigna el gris más claro a la concentración más baja y el más oscuro a la más alta. El primer mapa ¡lustra los resultados precedentes mostrando la coincidencia casi perfecta del patrón de concentración de la población de los hogares afrocolombianos con la distribución espacial de los barrios populares de Cali. También hay que observar que estos corresponden precisamente a los barrios de acogida de los inmigrantes: distrito de Aguablanca, comunas 6 y 7 (en particular sus franjas orientales a la orilla del río Cauca (los llamados "jarillones"), barrios e invasiones de laderas de Siloé y Melendez (comunas 18 y 20) y en menor grado el dominio 2 (norte de la comuna 9, comunas 11 y 12). Pero si recorda316
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
mos que la frecuencia promedia de hogares afrocolombianos en el universo del estudio es de 29.7%, y si volvemos a los dígitos por estratos para acertar la interpretación visual del mapa, la especificidad de este patrón de residencia aparece limitada a ciertas zonas: concentración muy alta en el estrato 1 del dominio 1 (57%) y alta en los estratos 2 y 4 del mismo dominio (38%), concentración baja, en cambio, en los dominios 3, 4 y 5 del dominio 4 (respectivamente 19%, 1 6% y 22%). Los mapas de la figura 2 muestran diferencias de concentración mucho más fuerte cuando se considera la caracterización racial externa de los individuos, a excepción de la población mulata. La distribución espacial de la población negra por ejemplo evidencia un gradiente fuerte y regular en dirección del oriente, desde los barrios de laderas del occidente (dominio 3 en su totalidad), donde se encuentran las tasas más bajas (4% en los estrato 1 y 2, 2 % en el estrato 3 y 1 % en el estrato 4) y la casi totalidad del dominio 4 (tasas inferiores al 5%), hasta los barrios del este del distrito de Aguablanca y los jarillones del río Cauca donde su peso alcanza 34% en promedio en el estrato 1 del dominio 1. Concentraciones cercanas al promedio (1 5%) se encuentran en todo el resto del dominio 1 así como en buena parte del dominio 2. A pesar de la impresión visual fuerte que da el mapa de la población mulata y mismo si es interesante el hecho de que ella presenta un patrón casi inverso al de la población negra, las diferencias con la concentración promedia (10%) no son muy marcadas (15% como máximo en el primer estrato del dominio 3 y 5% como mínimo en el estrato 2 del dominio 2). Para la población blanca, en cambio, encontramos nuevamente una fuerte variabilidad de su peso demográfico según los barrios, la cual obedece globalmente a una lógica de segmentación económica inversa a la de la población negra: concentración alta en los barrios de clase media y alta del dominio 4 (52% en estrato 2, 67% en estrato 3 y 55% en estrato 5)
317
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
y baja en los barrios más pobres del dominio 1 (27% en el estrato 1, 34% en el estrato 2 y 30% en el estrato 3); sin embargo, esta lógica sufre algunas excepciones como lo muestran las concentraciones muy bajas del estrato 4 en el dominio 4 (15%) y del estrato 4 en el dominio 3 (13%). Finalmente, la población con el patrón de distribución más complejo es probablemente la población mestiza, con mucha variabilidad local de los promedios por sector (como lo evidencia el mapa) y una lógica de concentración geográfica que no coincide globalmente con ningún tipo socioeconómico de barrio, simple reflejo de la gran heterogeneidad social de este grupo. Como conclusión general de este análisis cabe insistir en dos hechos fundamentales que demuestran, en su realidad estadística, los resultados de la encuesta. En primer lugar la intensidad de los procesos de segregación residencial socioracial que afectan la población de Cali, así como sus modalidades de funcionamiento, son variables y deben ser distinguidos según las composiciones raciales precisas de las diferentes categorías de población. Si bien para el conjunto de la población de los hogares afrocolombianos, el nivel de segregación que evidencia la encuesta puede calificarse de moderado, sin duda alguna la población negra es víctima de una segregación mucho más fuerte; no es el caso en cambio de las poblaciones mulatas y mestizas. En segundo lugar, estas lógicas de segmentación o segregación no pueden ser interpretadas únicamente en términos de un ostracismo racista, ya que son también el resultado de las estrategias u oportunidades residenciales específicas que corresponden a las redes migratorias desarrolladas por poblaciones de diferentes orígenes geográficos y sociales. En el caso de la población afrocolombiana, el papel del origen geográfico como factor de su diferenciación de la población no afrocolombiana, pero también como factor de heterogeneidad interna, es de gran importancia. 318
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
Diferenciales sociodemográficos por estrato socioeconómico y áreas sociogeográficas La población de los hogares afrocolombianos en Cali para los cinco dominios de la muestra en términos globales ofrece una estructura etárea, según grandes grupos de edad, similar a la población de control (Cuadro No. 5): los grupos menores de 20 años (42.6% en los hogares afrocolombianos y 40.4% en los de control), entre 20 y 59 años (50.9% en los hogares afrocolombianos contra 50.8 en los de control). Por otro lado, si se considera el lugar de nacimiento ambas poblaciones presentan casi el mismo porcentaje de nacidos en Cali, alrededor del 57-58%. Sin embargo, al observar detalladamente el Cuadro No. 7 se tiene que en el caso del rango de edad menores de 5 años hay una diferencia de cuatro puntos porcentuales entre las dos poblaciones, registrando los hogares afrocolombianos un mayor porcentaje en este grupo etáreo. La diferencia de esos cuatro puntos se disminuye luego en el siguiente grupo etáreo (5-19 años), en el que la población de hogares de control tiene una ligera mayor concentración (33% en los de control contra 31 % en los afrocolombianos). También para el último gran grupo etáreo, 60 y más años, hay una relativa diferencia, ya que la población de control tiene un poco más de dos puntos porcentuales en su distribución en ese rango respecto a la de hogares afrocolombianos. En el caso de los nativos las diferencias son más visibles en el primer rango de edad, la población menor de 5 años en los hogares afrocolombianos alcanza el 18.6% mientras en los de control llega al 12.2%. Además, es notorio en el Cuadro No. 7 la participación porcentual para las diversas zonas de procedencia en los hogares afrocolombianos de una población menor de 5 años, a diferencia de los hogares de control. También para el segundo gran grupo etáreo, 5-19 años, se observa una mayor participación porcentual en población de las áreas de procedencia más caracterizadas como afrocolombianas que las de control, con la 319
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
Cuadro No. 7 Distribución de la población de los hogares afrocolombianos y de control por grandes grupos de edad, según región de nacimiento (% filas) GRUPO DE EDAD
(0-4)
HOGAR AFRO
(5-19) (20-29) (30-59) 60AÑOS
AÑOS
AÑOS
AÑOS
AÑOS
O MAS
TOTAL
% FIL.
% FIL.
% FIL.
% FIL.
% FIL.
18.6
43.2
18.3
18.5
1.5
100.0
57.2
263617
3.0
12.7
26.9
49.2
8.2
100.0
8.4
38597
Cauca y Patía
3.6
15.6
26.9
43.1
10.8
100.0
2.6
11906
Norte del Cauca
2.7
12.3
16.0
56.1
12.9
100.0
4.9
22390
Buenaventura
4.3
23.1
33.6
35.7
3.4
100.0
4.1
18990
Chocó, Mur, Vig
1.9
14.5
24.1
49.7
9.8
100.0
3.1
14138
1.5
11.8
16.1
53.0
17.5
100.0
13.0
59760
Colombia
0.8
18.7
15.8
44.0
20.77
100.0
6.8
31338
TOTAL
11.6
31.0
19.5
31.4
6.6
100.0 100.0 460736
12.2
47.0
19.2
20.4
1.3
100.0
58.9
642831
1.5
84.0
14.5
100.0
0.4
4430
29.0
29.6
21.4
17.9
100.0
1.5
16422
29,9
100.0
1.0
11284
100.0
0.4
4239
%F1L.
%COL. N R O . OBS
REGIÓN DE NACIMIENTO
Cali Costa pacífica, Nariño Costa pacífica
Otros Valle, Cauca, Nariño Otros municipios
HOGAR CONTROL
REGIÓN DE NACIMIENTO
Cali Costa pacífica, Nariño Costa pacífica, Cauca y Patía
2.0
Norte del Cauca
24.7
17.6
27.9
Buenaventura
49.6
34.0
6.3
Chocó, Mur, Vig
58.6
41.4
100.0
0.1
1353
Otros Valle, Cauca, Nariño
0.2
9.6
16.5
55.4
18.3
100.0
20.0
218783
21.9
100.0
17.6
192356
Otros municipios
320
Colombia
0.7
14.2
15.1
48.0
TOTAL
7.4
33.0
18.4
32.4
8.9
100,0 100.0 1091698
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
excepción de los procedentes de Buenaventura en hogares de control. En realidad, el mayor peso porcentual de la población en los hogares de control en este rango de edad es influido por la población nativa. Otro dato interesante es que a partir de los 20 años los procedentes de municipios correspondientes a "otros del Valle, Cauca, Nariño" y "otros municipios de Colombia", la fuente principal de la migración en los hogares de control, tienen en los dos tipos de hogares estructuras etáreas muy similares. Por el contrario, este fenómeno es distinto para las poblaciones de los dos tipos de hogares procedente de municipios afrocolombianos, debido a un mayor peso porcentual de las edades menores a los 20 años para los nacidos en estos municipios, incluso de los individuos de hogares de control. No sobra señalar que esto de nuevo revela, como lo ha señalado antes Barbary (ídem.: 2-3), la importancia de la mezcla interracial y una mayor heterogeneidad de lugares de nacimiento de los individuos en el interior de los hogares afrocolombianos, así como una relativa participación de individuos de los hogares de control que han nacido en la región Pacífica y norte del Cauca, mucho menor, es cierto, pero de todos modos a tener en cuenta. En los estratos bajos-bajos de la franja oriental de Cali son mayores las tasas de dependencia total y juvenil para los hogaCuadro No. 8. Tasas de dependencia e índices de masculinidad de la población en hogares afrocolombianos y de control por estratos sociales IDENTIFICADOR
TASA DE DEPENDENCIA
TASA DE DEPENDENCIA
ÍNDICE DE
TOTAL
IUVENIL
MASCULINIDAD
EST. SOCIAL
Hog Afr.
Hog Cont
Hog Afr.
Hog Cont
Hog Afr.
A
1.14
0.96
1.06
0.87
0.85
Hog Cont 1.04
B
0.92
1.08
0.84
0.89
0.86
0.67 0.68
c
1.02
0.95
0.85
0.87
0.78
D
0.93
1.00
0.82
0.79
0.90
1.08
E
1.01
0.95
0.82
0.76
0.76
0.93
F
0.72
1.07
0.51
0.71
0.81
0.70
TOTAL
0.96
0.97
0.84
0.80
0.83
0.85
321
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
res afrocolombianos y menor el índice de masculinidad. Esto significa que en los sectores bajos-bajos la población menor de 20 años tiene un mayor peso en los hogares afrocolombianos que en los hogares de control. Esto se debe a que son hogares con uniones más jóvenes. Se cumplen las variaciones de descenso de la tasa por tipos de barrios según sus características socioeconómicas, desde las zonas populares hasta las áreas residenciales acomodadas de la ciudad. Pero para el conjunto de las dos poblaciones no existen diferenciales. La distribución observada de los hogares afrocolombianos y de control de acuerdo a la tipología del hogar" y dominios muéstrales (Cuadro No. 9) permite afirmar que las categorías de hogar nuclear completo sin hijos de crianza es el modelo dominante en los dos tipos de hogares, aunque en los hogares afrocolombianos es claro que tiene un peso porcentual mayor (48.1% contra 43.6%, Cuadro No. 9). En el dominio 1 es donde se alcanza el mayor peso porcentual en la distribución a favor de esta categoría en forma similar para los dos tipos de hogares (50%), y en el 3 para los hogares afrocolombianos (53%),mientras en el 2 se dan los menores porcentajes para los dos tipos de hogares con la misma distribución porcentual, en el 4 llama la atención la diferencia tan marcada entre los dos tipos de hogares, muy a favor de este tipo de hogar en los afrocolombianos (45.3% contra 33.1 %). Los hogares unipersonales predominan claramente en el dominio 2, sobretodo para los hogares de control (15% de los hogares en el grupo de control en este dominio son unipersonales, Cuadro No. 9), pero también es el dominio en el que se alcanza una cierta participación porcentual por encima de otras categorías para los hogares afrocolombianos (5.3%). Los hogares nucleares 1
Es la misma tipología estándar en forma ampliada, la cual separa para los hogares compuestos a hogares conformados "con" y "sin" parientes. La particularidad en el tipo de datos recogidos por la encuesta y su ordenamiento para el análisis ha sido la inclusión de diversas categorías de parientes y no parientes así como en todas las categorías la presencia o ausencia de "hijos de crianza".
322
OLIVIER BARBARY -
HÉCTOR FABIO RAMÍREZ -
FERNANDO
URREA
Cuadro No. 9. Distribución de los hogares afrocolombianos y de control según tipología de hogares en cuatro zonas geográficas de Cali que cubren el 76 % de todos los hogares de la ciudad ZONAS GEOGRÁFICAS
ZONA BARRIOS
ZONA CENTRO-
ZONA BARRIOS
ZONA RESIDENCIAL
DE LA CIUDAD Y
POPULA. ORIENTALES
ORIENTE COMUNAS
POPULARES LADERA
CENTRO-SUR
CLASES SOCIALES
COMUNAS 6 , 7 , 1 3
11,12 Y NORTE
COMUNAS 18 Y 20
COMUNAS 10,17,
14,15, 16,21
COMUNA 9
CLASES BA]AS-BAJAS,
CLASES MEDIAS-BAIAS
CLASES BAJAS-BAJAS,
CLASES M E D I A S -
6AIAS Y MEDIAS-
Y MEDIAS-MEDIAS
BAJAS Y MEDIAS BAJAS
MEDIAS, MEDIAS,
DOMINIO 1
DOMINIO 2
DOMINIO 3
DOMINIO 4
Afro-
Afro-
Afro-
Afro-
1 9 Y SUR C O M U N A
BAIAS
TIPOLOGÍA HOGAR
DE LOS
HOGARES DE C A | 1 9
Y 8 5 % HOGARES AFROCOLOMBIANOS
MEDIAS-ALTAS Y ALTAS
Control
colom.
Control
Control
colom.
colom.
Control
___
52.9
43.9
6.6
3.5
___
15.4
7.7
6.2
6.8
-
1,4
-
___
9.0
14.1
8,4
1.9
0.8
-
0.5
7.9
9.9
2.1
PARIENTES COMPLETO 6 . 0
Afro-
Control
colom.
colom.
3.1
HOGAR
TOTAL: 76%
3.4
3.3
3.4
33.1
48.1
43.6
2.7
1.0
2.7
2.4
11.5
16.3
11.1
11.4
___
3.0
2.2
1.2
0.5
11.3
20.6
8.3
8.9
9.0
11.8
-
0.3
___
1.0
...
0.7
-
14.9
15.7
13.6
10.1
8.6
19.4
9.4
13.1
1.0
1.0
2.2
___
___
0.3
—
1.5
0.8
4.0
3.8
7.4
6.0
11.5
2.7
5.3
4.5
2.6
0.6
50.1
50.7
37.5
2.7
2.3
2.0
10.9
11.3
1.0
5.3
14.9
4.6
UN1PERSONA1 NUCLEAR COMPLETO Sin
37.3
45.3
hijos de crianza NUCLEAR COMPLETO COn hijos de crianza NUCLEAR INCOMPLETO Sin hijos de crianza NUCLEAR INCOMPLETO C O P hijos de crianza EXTENSO COMPLETO Sin hijos de crianza EXTENSO COMPLETO COn hijos de crianza EXTENSO INCOMPLETO sin hijos de crianza EXTENSO INCOMPLETO C O n hijos de crianza COMPUESTO C O N
___
sin hijos de crianza
323
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
COMPUESTO CON PARIENTES COMPLETO
0.1
-
0.3
...
...
. „
—
1.9
0.1
0.4
4.4
0.9
4.1
6.4
1.2
___
7.4
9.3
4.5
3.6
0.2
-
1.1
—
—
—
0.9
—
0.4
-
0.5
3.5
1.4
_._
0.5
—
1.1
3.4
0.7
2.5
0.1
___
1.2
___
___
___
___
___
0.2
-
1.3
1,8
—
___
—
7.1
0.9
___
1.0
1.7
0.5
___
1.6
___
1.3
___
1.7
1.1
0.9
0.33
con hijos de crianza COMPUESTO CON PARIENTES INCOMPLETO
sin hijos de crianza COMPUESTO CON PARIENTES INCOMPLETO
con hijos de crianza COMPUESTO SIN PARIENTES COMPLETO
sin hijos de crianza COMPUESTO SIN PARIENTES COMPLETO
con hijos de crianza COMPUESTO SIN PARIENTES INCOMPLETO
sin hijos de crianza COMPUESTO SIN PARIENTES INCOMPLETO
con hijos de crianza TOTAL
(%)
100.0 100.0 100.0 100.0
100.0 100.0 100.0
100.0 100.0
100.0
completos con hijos de crianza no son tan importantes como se podría pensar, con una distribución porcentual casi igual para los dos tipos de hogares (2.7% y 2.4% respectivamente). Similar distribución para los dos tipos de hogares en el total de los cuatro dominios de los nucleares incompletos sin hijos de crianza. En este tipo de hogar sí llama la atención que es en el dominio 2 donde aparece un valor significativo para los hogares afrocolombianos del 15.4% sólo comparable con los de control del dominio 4 (15.3%). Ciertamente en el dominio 2 parecieran darse las mayores sorpresas en los dos tipos de hogares, mayor porcentaje de hogares unipersonales y jefes de hogar sin cónyuge, lo cual está en estrecha relación con la mayor tasa de jefatura femenina, y por lo mismo un menor porcentaje que en el resto de los dominios de hogares nucleares completos. Menos importancia tiene la modalidad nuclear incompleto con hijos de crianza. 324
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ -
FERNANDO URREA
Cuadro No. 10. Tamaño promedio del hogar según tipología del hogar en hogares afrocolombianos y de control, en cuatro zonas geográficas de Cali que cubren el 76% de todos los hogares de la ciudad ZONAS GEOGRA.
Z O N A BARRIOS
Z O N A BARRIOS
Z O N A RESIDENCIAL
DE LA CIUDAD Y
POPULA. ORIENTALES ORIENTE COMUNAS
POPULARES LADERA
CENTRO-SUR
CLASES SOCIALES
COMUNAS 6,7,13
1 1,12 Y NORTE
COMUNAS 1 8 Y 2 0
COMUNAS 10,17,
14,15,16,21
COMUNA 9
CLASES BAJAS-BAIAS,
CLASES MEDIAS-BAIAS
CLASES BAIAS-BAIAS,
CLASES MEDIAS-
BAJAS Y MEDIAS-
Y MEDIAS-MEDIAS
BAJAS Y MEDIAS-
MEDIAS, MEDIAS-
BAIAS
ALTAS Y ALTAS
DOMINIO 3
DOMINIO 4
Z O N A CENTRO-
1 9 Y SUR COMUNA 9
BA|AS DOMINIO 1 TIPOLOGÍA H O G A R
Afro
DOMINIO 2
Control
colom NUCL. COMPL.
4.0
Afro
Control
colom
4.2
Afro
Control
Afro
Control
colom
colom
TOTAL: 7 6 % DE LOS HOGARES DE C A L I Y 8 5 % HOGARES AFROCOLOMBIANOS
Afro
Control
colom
3.8
4.8
4.1
4.5
4.1
3.8
4.0
4.2
5.8
4,2
4.9
—
4.3
5.0
4.6
4,6
sin hijos crianza. NUCE. COMPL.
4.4
4.9
con hijos crianza NUCL. INCOMPL.
3.5
3.1
3.4
2.6
3.6
3.0
3.0
3,0
3.4
3.0
4.1
—
3.3
—
—
—
3.6
4.0
3.8
4.0
6.4
6.2
5.9
6.0
6.4
6.6
5.1
5.1
6.2
6.1
8.8
—
5.0
—
11.0
—
6.8
—
8.2
—
5.7
5.7
5.2
4.9
4.3
5.8
4.4
4.4
5.2
5.1
7.5
7.0
—
—
4.0
—
7.3
7.0
4.0
5.7
6.2
7.0
5.5
5.5
5.5
6.4
6.0
sin hijos crianza NUCL. INCOMPL. con hijos crianza EXTENSO COMPL. sin hijos crianza EXTENSO COMPL. con hijos crianza EXTENSO INCOMPL. sin hijos crianza EXTENSO INCOMPL.
7.4
7.0
con hijos crianza COMPUESTO CON
5.5
4.3
PARIEN. COMPL. sin hijos crianza COMPUESTO CON
5.0
7.1
6.0
PARIEN. COMPL. con hijos crianza COMPUESTO CON
4.6
3.0
3.7
2.8
3.0
4.1
4.1
4.3
3.7
PARIEN.INCOMPL. sin hijos crianza COMPUESTO CON
5.5
4.0
3.0
4.0
PARIEN.INCOMPL. c o n hijos c r i a n z a
325
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
COMPUESTO SIN PARIEN. COMPL.
5.6
4.3
5.0
—
4.0
—
4.0
5.4
5.0
4.6
sin hijos crianza COMPUESTO SIN
5.0
6.0
5.3
PARIEN. COMPL.
con hijos crianza COMPUESTO SIN
4.6
3.7
2.0
3.0
4.4
2.8
PARIEN. INCOMPL.
sin hijos crianza COMPUESTO SIN
2.3
3.5
2.8
2.1
3.0
2.7
3.0
3.9
3.9
4.3
4.4
PARIEN. INCOMPL.
con hijos crianza Tamaño medio total (incluyendo
4.5
4.5
4.1
4.0
4.4
5,1
a los hogare unipersonales)
Correlativamente los hogares extensos, completos e incompletos sin hijos de crianza, tienen más peso porcentual en los hogares de control, con algunas variaciones por dominio: en los hogares de control es mayor el peso porcentual de los extensos completos en los dominios 1, 3 y 4, y de los extensos incompletos en los dominios 1, 2 y 4. En cambio, la modalidad de hogares compuestos con parientes, completos e incompletos, a pesar de su menor peso en la distribución porcentual, es relativamente más relevante en los hogares afrocolombianos (Cuadro No. 9). Los hogares compuestos sin parientes, completos e incompletos, sin hijos de crianza tienen poca participación porcentual en el conjunto de los datos, aunque con un claro destaque en los hogares de control (sobre todo en los dominios 1, 3 y 4). Los hogares con hijos de crianza en las distintas categorías de la tipología para los hogares afrocolombianos alcanzan el 7.7% de todos los hogares y para los de control el 4.4% (Cuadro No. 9). En los afrocolombianos del dominio 1 son el 7.5% de los hogares y en los de control el 3.3%, en el dominio 2 el 9.1 % en los afrocolombianos y el 8.8% en los de control, en el dominio 3 el 5.1 % en los afrocolombianos y ninguno en los de control, y en el 4 el 9.6% y el 6.2% respectivamente (Cuadro
326
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
No. 9). En resumen, si bien no es un fenómeno exclusivo de los hogares afrocolombianos, sí predomina en todos los dominios en este tipo de hogares. No obstante, en el conjunto del total de hogares afrocolombianos el peso porcentual de este componente es relativamente reducido (inferior al 8%), lo cual en cierto modo es un hallazgo no esperado por la importancia que le fue dada a esta especificidad para el análisis de la tipología de hogares. Por otra parte, es claro que el evento de los hijos de crianza aumenta su participación porcentual a medida que se pasa de los dominios 1 y 2 a los dominios 2 y 4 de condiciones socio-económicas mejores, si bien no hay valores porcentuales muy distintos entre estos dos últimos dominios. El tamaño promedio del hogar según la tipología, para los dos tipos de hogar, en los cuatro dominios (Cuadro 10), es similar en los afrocolombianos y de control para el total, aunque ligeramente un poco menor en los primeros. Los hogares de control arrojan un tamaño promedio mayor en el dominio 1 en los hogares nucleares completos, sobre todo en los nucleares completos con hijos de crianza; luego se presentan variaciones para los otros dominios. En el dominio 2 el tamaño promedio es mayor en los afrocolombianos en la categoría anterior, pero en el 4 de nuevo los de control tienen un mayor tamaño promedio, muy posiblemente por el efecto antes analizado de los hijos adolescentes. Sin embargo, en el total para la categoría nuclear completo con hijos de crianza se da el mismo tamaño promedio (4.6 personas). Los nucleares completos sin hijos de crianza tienen tamaños promedios ligeramente mayores en los de control, con excepción del dominio 4, y en el total el tamaño es mayor en los hogares de control. Los nucleares incompletos varían en tamaño promedio en los dos tipos de hogar, según hayan hijos de crianza: sin hijos de crianza el tamaño promedio es mayor en los afrocolombianos y lo opuesto, con hijos de crianza, en los de control. No hay 327
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
diferencias apredables de tamaño para los hogares extensos completos sin hijos de crianza en los cuatro dominios. Se trata de un tamaño promedio entre 6.2 y 6.1 miembros, como era de esperar por encima del promedio total. En cambio, al no haber en esta misma categoría hijos de crianza para los hogares de control sólo aparecen en los hogares afrocolombianos, constituyendo la categoría de mayor tamaño promedio de miembros en estos hogares (8.2 personas, Cuadro No. 10). Los extensos incompletos sin hijos de crianza presentan tamaños muy similares en los distintos dominios en los dos tipos de hogares, con un ligero mayor tamaño en los afrocolombianos. En los extensos incompletos con hijos de crianza el tamaño es mayor en los hogares afrocolombianos, con el segundo valor después del extenso completo con hijos de crianza (Cuadro No. 10). Los compuestos con parientes completos sin hijos de crianza tienen tamaños promedios ¡guales a los hogares afrocolombianos y de control, pero con fuertes variaciones por dominio: en el 1 es mayor el tamaño de los afrocolombianos, en cambio en los dominios 2 y 3 se da lo contrario, y en el 4 no se presenta la modalidad en los de control. Esta misma modalidad con hijos de crianza presenta un tamaño promedio total de 4 miembros, con los mayores valores en el dominio 1 sólo en los hogares afrocolombianos (7.1 miembros) y en el 4, sólo en los de control (6 miembros, Cuadro No.° 10). En fin, en los hogares compuestos, con y sin parientes, completos e incompletos, con y sin hijos de crianza, el mayor tamaño promedio corresponde a los hogares afrocolombianos, con la única excepción de los compuestos sin parientes con hijos de crianza con un tamaño promedio mayor para los hogares de control. El ligero mayor tamaño promedio de los hogares de control respecto a los afrocolombianos se debe a la mayor participación que en estos hogares tienen los extensos completos sin hijos de crianza, ya que como se vio antes, en cambio, los ho-
328
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
gares afrocolombianos tienen una mayor participación porcentual en los nucleares completos, especialmente sin hijos de crianza, cuyo tamaño medio es igual en los dos tipos de hogares pero inferior al de los extensos completos. Cuadro No. 11. Tasa de jefatura femenina según edad del jefe del hogar ÍDENTIF1CADOR
TIPO DE HOGAR
EST. SOCIAL
MENOS DE 30
(30-39)
(40-59)
( 6 0 AÑOS
AÑOS
AÑOS
AÑOS
Y MAS)
TOTAL
A
Hogar Afro Hogar Control
20.7 14.5
33.9 14.2
36.0 38.5
51.6 26.9
33.3 26.7
B
Hogar Afro Hogar Control
19.6 27.1
12.4 26.4
34.8 34.1
20.2 79.5
25.0 33.5
C
Hogar Afro Hogar Control
8.5 45.7
14.8 17.7
35.1 14.0
26.3 72.4
22.1 22.8
D
Hogar Afro Hogar Control
20.1 14.2
25.3 18.5
36.5 19.5
39.8 18.5
30.7 19.8
E
Hogar Afro Hogar Control
45.7 7.2
29.3 31.8
40.7 27.3
52.7 52.2
41.7 31.8
F
Hogar Afro Hogar Control
30.7 18.4
33.9 28.2
37.8 37.7
40.5 31.8
37.4 32.1
Promedio general
Hogar Afro Hogar Control
23.5 22.3
25.9 23.3
36.6 28.1
40.8 34.7
31.9 27.7
La tasa de jefatura femenina, según lugar de nacimiento y edad del jefe del hogar, (Cuadro No. 11) presenta las siguientes características: a) una mayor tasa de jefatura femenina para el total de los estratos socioeconómicos en los hogares afrocolombianos que en los de control, en todas las edades del jefe del hogar, aunque la diferencia es muy reducida en el primer grupo de edad (Cuadro No. 11); b) a nivel de estratos aumenta la tasa a medida que se pasa a los estratos de clases medias-bajas, clases medias-medias y altas, con la excepción notable de los sectores de clases medias bajas de la zona oriental de la ciudad, en donde la tasa es más alta para los hogares de control. Es interesante observar que si bien las tasa más altas las tienen los sectores de clases medias-medias, medias-altas y altas (por ejemplo, los hogares afrocolombianos en E), no es un fenómeno progre-
329
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
sivo su incremento, ya que es especialmente válido este incremento a partir de los sectores de clases medias, sobre todo para los hogares afrocolombianos (Cuadro No. 11). Las tasas más altas en los hogares afrocolombianos se encuentran en las clases medias-medias y medias-altas y altas, para todos los grupos de edad del jefe de hogar. En cambio, los barrios populares de ladera, registran curiosamente la tasa más baja para los hogares afrocolombianos y una de las más bajas para los de control. Como se ha advertido en un estudio de Urrea sobre Cali12 (1 997), que presenta resultados similares, la tasa femenina no necesariamente está asociada a las poblaciones más pobres, encontrándose mayores tasas en sectores medios y altos en una ciudad como Cali. En este sentido no es adecuado implicar una situación de mayor o menor pobreza a una determinada población por el peso que tenga la jefatura femenina en el conjunto de ella. Otro asunto es que en los estratos sociales pobres los hogares más pobres sean jefeados por mujeres, lo cual no se puede inferir del carácter de la jefatura femenina sino de las características socioeconómicas de esas mujeres, como sus capitales escolar, cultural y social, y el tipo de ocupación e inserción al mercado de trabajo que ellas tienen.
Comparación de indicadores de condiciones de vida de los hogares a f r o c o l o m b i a n o s y n o a f r o c o l o m b i a n o s Dentro del marco del proyecto "Identidades y movilidades en el Pacífico c o l o m b i a n o " , que contempla un trabajo multidisciplinario, se involucra la captación de información a través de una encuesta especializada, que pretende describir la situación de la población de los hogares en Cali, seg12
"Dinámica sododemográfica, mercado laboral y pobreza en Cali durante las décadas de los años 80 y 90", en: Revista de Coyuntura Social, segundo semestre 1997, Fedesarrollo, Bogotá 1997, pp. 150-164.
330
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
mentada en dos muestras: una de población afrocolombiana y otra de población no afrocolombiana. En el presente escrito se contemplan algunos de los indicadores simples que utiliza el método NBI 1 3 : el hacinamiento crítico y el acceso a los servicios públicos. Adidonalmente, se introduce en el análisis un indicador referente a la posesión de bienes y equipamiento del hogar. A partir de estos indicadores simples, se pretende comparar la situación de los hogares afrocolombianos y no afrocolombianos. Para captar el efecto de la participación del Estado en el nivel de desarrollo de las diferentes comunidades que habitan la ciudad de Cali, nos preguntamos si existen diferencias entre las dos poblaciones estudiadas tanto a nivel global como a nivel socioeconómico para cada una de las características sociodemográficas anteriormente mencionadas. Indicador de hacinamiento de los hogares El hacinamiento es una variable continua que se obtiene dividiendo la variable número de personas del hogar por el número de cuartos del hogar que son utilizados para dormir. Por fines prácticos de análisis e interpretación, esta variable se discretizó en dos categorías, a saber: £ Hacinamiento medio: cuyo valor es inferior a tres personas por cuarto. £ Hacinamiento alto: cuyo valor es superior o igual a tres personas por cuarto. El comportamiento de los dos indicadores de hacinamiento, tanto del índice promedio como el hacinamiento crítico, nos mues' El indicador (NBI) define una serie de cualidades básicas de ciertos bienes y servicios a partir de cinco indicadores simples: -viviendas inadecuadas, hacinamiento crítico, servicios inadecuados, alta dependencia económica, inasistencia escolar. (Misión Social, DNP, 1998:153-154).
331
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
tran que, en el nivel socioeconómico muy alto F, las dos poblaciones presentan condiciones similares, mientras que en los estratos socioeconómicos bajo B, medio-bajo C, medio D y alto E las diferencias entre las dos poblaciones son considerables. Este hecho puede llevar a pensar que se deba a que los hogares afrocolombianos son más numerosos que los hogares no afrocolombianos. Sin embargo, si revisamos la variable "tamaño promedio del hogar", vemos que el tamaño promedio del hogar no incide sustancialmente, salvo el caso del estrato socioeconómico (A), donde el tamaño promedio del hogar (4.66) es mayor que el de cualquier otro estrato socioeconómico en la población afrocolombiana, (Ver cuadro No. 13). Cuadro No. 13. Distribución de los hogares según el índice de hacinamiento por indicador, estrato, dominio y promedio general IDENTÜTCADOR
TIPO DE HOGAR
EST. SOCIAL
IND. ALTO 3 Y
HACINAMIENTO
TAMAÑO
MÁS
PROMEDIO
PROMEDIO
PROMEDIO
DEL HOGAR
DE LA V1V.
Nü.
DE CUARTOS
A
Hogar Afro Hogar Control
39.4 30.8
2.72 2.47
4.66 4.49
1.97 2.09
B
Hogar Afro Hogar Control
31.1 16.2
2.43 2.04
4.39 4.65
2.05 2.47
C
Hogar Afro Hogar Control
36.4 24.6
2.49 2.24
4.37 5.07
2.11 2.44
D
Hogar Afro Hogar Control
30.0 16.4
2.25 2.06
4.34 4.44
2.26 2.35
E
Hogar Afro Hogar Control
24.3 14.8
2.19 1.88
4.08 4.04
2.13 2.44
F
Hogar Afro Hogar Control
6.3 1.0
1.62 1.53
3.95 3.94
2.74 2.73
Promedio general
Hogar Afro Hogar Control
29.1 15.4
2.32 1.98
4.34 4.37
2.19 2.45
El mayor hacinamiento en los hogares afrocolombianos se puede atribuir al hecho de que los hogares afrocolombianos habitan viviendas más pequeñas. En todos los estratos socioeconómicos, el tamaño de la vivienda de los hogares afroco332
OLIVIER BARBARY - HÉCTOR FABIO RAMÍREZ - FERNANDO URREA
lombianos es menor, haciendo la aclaración que no se toma en cuenta el área física de la vivienda. El análisis de ios patrones de comportamiento de los indicadores de hacinamiento a partir de la estratificación socioeconómica de los dominios, confirma que los hogares no afrocolombianos tienen mayores facilidades para acceder a viviendas más grandes y a mejorar con mayor rapidez sus condiciones de hacinamiento, mientras que en los hogares afrocolombianos estas mejoras se dan con lentitud.
Acceso a los servicios públicos y posesión de bienes de equipamiento de los hogares Hasta ahora, sólo se han considerado variables asociadas a condiciones de alojamiento de los hogares sin tener en cuenta ninguna variable de acceso a los servicios públicos o a bienes de equipamiento de los hogares. Dentro de la gama de variables analizadas de estas dos componentes, nos parece pertinente considerar las siguientes variables: el acceso al suministro de agua y al teléfono y la posesión de muebles de sala y de nevera, que más discriminan las dos poblaciones de estudio. En cuanto al acceso a los servicios públicos (suministro de agua y teléfono) y a la posesión de bienes de equipamiento (muebles de sala y nevera), siempre los hogares afrocolombianos están por debajo de los hogares no afrocolombianos (ver Cuadro No. 14). Sin embargo, en los estratos muy bajo A, bajo B, alto E y muy alto F, estas diferencias son relativamente moderadas, en otras palabras no hay diferencias significativas entre las dos poblaciones. Estas diferencias se agudizan en los estratos medio-bajo C y medio D, donde existen diferencias importantes entre los dos tipos de hogares. Aparentemente, los hogares no afrocolombianos tienen mayor facilidad para adquirir bienes de equipamiento y acceder a servicios telefónicos, sin in-
333
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
cluir el acceso al suministro de agua que viene a hacer la excepción a nivel socioeconómico medio-bajo C (zona de laderas de Cali) donde el patrón se invierte. Cuadro No. 14. Distribución de los hogares según servicios públicos y bienes de equipamiento del hogar por indicador, dominio, estratos socioeconómicos y promedio general SERVICIOS PÚBLICOS lOENTI PICADOR
T I P O DE HOGAR
EST. SOCIAL
SUMINISTRO
TELÉFONO
BIENES DE EQUIPAMIENTO MUEBLES
NEVERA
DE SALA
DE AGUA
A
Hogar Afro Hogar Control
62.6 63.3
36.0 41.1
49.0 51.5
74.1 75.7
B
Hogar Afro Hogar Control
59.5 70.4
41.7 46.1
58.8 60.7
80.3 84.3
C
Hogar Afro Hogar Control
83.1 78.1
32.2 51.2
57.3 75.1
72.1 89.8
D
Hogar Afro Hogar Control
74.9 81.3
63.2 73.4
67.4 83.0
82.2 86.0
E
Hogar Afro Hogar Control
55.4 59.8
65.2 70.2
62 65
78.5 83.7
F
Hogar Afro Hogar Control
88.6 94.2
86.6 91.1
86.2 93.4
95.0 100.0
Promedio general
Hogar Afro Hogar Control
69.9 76.9
53.5 66.5
62.4 74.7
80.2 87.9
Para poder expl ¡car estas diferencias debemos tener en cuenta la segregación socioespacial existente en la ciudad de Cali y otros factores que pueden incidir sobre estas diferencias. Podría ser que el grueso de la población afrocolombiana residente en Cali sea migrantes o hijos de migrantes; entonces habría que considerar los factores como el lugar de procedencia, el tiempo de residencia en Cali, la formación intelectual y la capacidad para integrarse laboralmente. Teniendo en cuenta esta situación se podría pensar en generar un indicador de calidad de vida que involucre estos factores y realizar una tipología de hogares para así contar con mejores argumentos que expliquen estas diferencias.
334
Referencias bibliográficas BARBARY, Olivier. "Observar los hogares afrocolombianos en Cali, problemas teóricos y metodológicos ilustrados", en: BARBARY, Olivier; BRUYNEEL, Stéphanie; RAMÍREZ, Héctor Fabio; URREA, Fernando. Afrocolombianos en el área metropolitana de Cali. Estudios sociodemográficos. Documentos de trabajo 38, proyecto Cidse-Ird, Cidse, Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Cali, 1999 A, pp. 5-30. BARBARY, Olivier. "Afrocolombianos en Cali: ¿Cuántos son, dónde viven, de dónde vienen?", en: BARBARY, Olivier; BRUYNEEL, Stéphanie; RAMÍREZ, Héctor Fabio; URREA, Fernando. Afrocolombianos en el área metropolitana de Cali. Estudios sociodemográficos. Documentos de trabajo 38, proyecto Cidse-Ird, Cidse, Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Cali, 1999 B, pp. 33-51. BRUYNEEL, Stéphanie; RAIMÍREZ, Héctor Fabio. "Comparación de indicadores de condición de vida de los hogares afrocolombianos y no afrocolombianos en Cali". BARBARY, Olivier; BRUYNEEL, Stéphanie; RAMÍREZ, Héctor Fabio; URREA, Fernando. Afrocolombianos en el área metropolitana de Cali. Estudios sociodemográficos. Documentos de trabajo 38, proyecto Cidse-Ird, Cidse, Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Cali, 1999, pp. 53-61.
Misión Social, Departamento Nacional de Planeación. Informe de desarrollo humano para Colombia, 1998. Tercer Mundo Editores, Departamento Nacional de Planeación - 40 años, Misión Social-PNUD. Bogotá, 1998. URREA GIRALDO, Fernando. "Dinámica sociodemográfica, mercado laboral y pobreza en Cali durante las décadas de los años 80 y 90", en Revista de Coyuntura Social, segundo semestre de 1997, Fedesarrollo, Bogotá, 1997, pp. 105-164.
335
POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA Y NO AFROCOLOMBIANA EN CALI
URREA GIRALDO, Fernando. "Algunas características sociodemográficas de los individuos y hogares afrocolombianos en Cali". BARBARY, Olivier; BRUYNEEL, Stéphanie; RAMÍREZ, Héctor Fabio; URREA, Fernando. Afrocolombianos en el área metropolitana de Cali. Estudios sociodemográficos. Documentos de trabajo 38, proyecto Cidse-Ird, Cidse, Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Cali, 1999, pp. 63-98.
336
Dinámica del poblamiento y algunas características de los asentamientos populares con población afrocolombiana en el oriente de Cali1 Fernando Urrea Giraldo2 Fernando Murillo Cruz3
Introducción La ciudad de Cali presenta una diferenciación sociogeográfica en cuatro grandes corredores sociales (URREA, 1997: 154-156). Dos de ellos corresponden a los asentamientos residenciales donde se concentran la mayor parte de los sectores populares 1
Este documento forma parte de los resultados del proyecto Cidse-IRD (antiguo ORSTOM), "Movilidad, urbanización e identidades de la población afrocolombiana de la región Pacífica". Agradecemos las observaciones a una versión preliminar por parte de los compañeros del equipo Cidse-IRD, Olivier Barbary, Odile Hoffmann y Héctor Fabio Ramírez. PosteriormenteJacques Aprile y Gilma Mosquera hicieron una lectura detallada a una segunda versión preparada para esta ponencia, aportando observaciones muy precisas, unas relacionadas con una mejor precisión sobre los eventos históricos aquí referidos y otras que tienen que ver con una perspectiva contextual sobre el conflicto de tierras urbanas en Cali que se abre en el oriente de la ciudad a partir de finales de la década del 40. Por otro lado, Aprile y Mosquera nos han dado acceso a una bibliografía y documentación existente de enorme importancia para entender la dinámica de los barrios que aquí analizamos. Jacques se tomó el tiempo necesario para hacer estos comentarios. De todos modos es de nuestra exclusiva responsabilidad el texto aquí presentado.
2
Sociólogo, investigador proyecto Cidse/IRD(antiguo ORSTOM), antes mencionado. El mapa es autoría de Olivier Pissoat, investigador asociado del proyecto Cidse-IRD. 1 Miembro de la organización cultural del Distrito de Aguablanca: "Asociación etnoeducativa y cultural ASHANTY".
337
DINÁMICAS DE POBLAMIENTO Y ALGUNAS CARACTERÍSTICAS...
de la ciudad: a) el corredor social de la periferia pobre de ladera, comunas 1 y 20, y parte alta de la comuna 18, así como algunas áreas subnormales en la periferia alta de la comuna 2; y b) el corredor social de la periferia pobre en la parte plana de la ciudad, conformado por el Distrito de Aguablanca (comunas 13, 14 y 15), y las comunas adyacentes con algunas características comunes (6, 7, 10, 1 1 , 12, 16 y 21 )4. Este segundo corredor constituye la franja oriental de Cali, la más próxima al río Cauca, en su gran mayoría compuesta por terrenos con un nivel del suelo por debajo del cauce del mismo río, y por ello, una zona de antiguos terrenos inundables5, cada vez que se presentaba un aumento del caudal del Cauca. Sin embargo, ¿qué representa la franja oriental de barrios populares en la dudad de Cali en términos de su población, así como, cuál es el tipo de concentración en ella de la población afrocolombiana respecto a la no afrocolombiana? y ¿qué tan diferente es esta concentración respecto a otros sectores residenciales de Cali? La población de la franja oriental de Cali, comunas 6, 7, 13, 14, 15, 1 6 y 2 1 , participaba con el 42.7% de la población total de la ciudad para junio de 1998 (URREA, 1999, con base en estimaciones a partir de BARBARY, 1998A y 1998B). En esta franja oriental la población viviendo en el nivel socioeconómico bajobajo representaba el 58.7%, mientras la del nivel medio-bajo el 41.3%. Por otra parte, las comunas 11, 12 y la parte norte de la 1
5
La comuna 21, correspondiente al conjunto de urbanizaciones bajo el programa de vivienda social Desepaz, ha sido la de más reciente reconocimiento legal, se encuentra ubicada en forma contigua a las comunas 14 y 1,5, bordeando el río Cauca. En la actualidad existen las lagunas de El Pondaje y la de Charco Azul, las cuales formaban parte anteriormente de un solo sistema de lagos denominado Aguablanca, que cubría la mayor parte de la vertiente occidental del río Cauca al pasar por las tierras orientales del municipio, y que en realidad hacía parte del cauce original del río hasta los años 40. En los años 50 y 60 esta zona fue de cultivos inundables, incluso hasta los años 70, la parte más oriental y cercana al Cauca, cuando el fenómeno de urbanización periférica se ha iniciado.
338
FERNANDO URREA GIRALDO - FERNANDO MURILLO CRUZ
comuna 9, que conforman un importante sector centro-oriente de Cali, limítrofes con las comunas 13 y 15, y una presencia visible de población afrocolombiana (BARBARY, 1998A), está caracterizado por un predominio del nivel socioeconómico medio-bajo y medio-medio, participando con el 10.4% del total de la población de la ciudad (URREA, op.cit. y BARBARY, op.cit.). Según estimaciones a partir de Barbary (1998B), Bruyneel y Ramírez (1998), el 75.22% de los hogares afrocolombianos residen entre la franja oriental y la centro-oriente de Cali, mientras esta proporción desciende al 63.75% en el caso de los hogares no afrocolombianos. Ahora bien, desagregando un poco más estos valores se tiene que sólo en la franja oriental más pobre (nivel socioeconómico bajo-bajo) habitan el 26% de los hogares afrocolombianos frente al 13.6% de los no afrocolombianos, mientras en la misma franja oriental con nivel socioeconómico bajo el 14.65% de los hogares afrocolombianos y el 12.78% de los no afrocolombianos. En esa franja pero para un nivel socioeconómico medio-bajo, el 22.23% de los hogares afrocolombianos contra el 22.29% de los no afrocolombianos. Ya en los barrios centro-oriente de nivel socioeconómico medio-medio la proporción es de 12.34% para los afrocolombianos frente al 15.08% de los no afrocolombianos. En el otro extremo, los barrios de clases medias altas y altas, zona residencial centro-sur y centro-norte de Cali, la participación es polarizada en forma inversa a la hallada en el caso de los hogares en la franja oriental de la ciudad, 14.62% de los hogares afrocolombianos contra el 23.94% de los no afrocolombianos. En este sentido los datos del estudio cuantitativo CidseIRD son muy contundentes en mostrar un fenómeno de segregación socio-racial, con un peso muy fuerte de este proceso en la franja oriental de la ciudad de Cali 6 .
Según Barbary (1998B) hacia junio de 1998 se estima la población de hogares afrocolombianos para el conjunto de la ciudad en alrededor del 27.5% (.542 mil perso-
339
DINÁMICAS DE POBLAMIENTO Y ALGUNAS CARACTERÍSTICAS...
Respecto a los datos anteriores, que forman parte de los primeros resultados del estudio cuantitativo Cidse-IRD, "Encuesta movilidad, urbanización e identidades de las poblaciones afrocolombianas", proyecto Univalle - Cidse/IRD (antiguo ORSTOM)7, este documento de tipo cualitativo y descriptivo se dirige más bien a presentar una rápida mirada sociológica del poblamiento de un amplio sector de la franja oriental de la ciudad, la cual es el resultado de una urbanización periférica en condiciones de alta precariedad durante los últimos 40 años. En segundo lugar, el texto incursiona en algunas de las principales características de ocho barrios populares del oriente con el objeto de intentar tipificar los patrones de asentamiento de los mismos. En la medida en que la dimensión socio-racial es un factor "visible" y dominante en los referentes territoriales de esta zona de la ciudad, por la alta concentración de población afrocolombiana, no obstante también un intenso y variado mestizaje inter-racial, se tomó en cuenta una ponderación cualitativa arbitraria de presencia de hogares y población afrocolombiana con las condiciones socioeconómicas del asentamiento, para la selección de los ocho barrios8, sin embargo, para efectos de esta ponencia sólo se incluyen los barrios Siete de Agosto, Mariano Ramos, Sardi y El Retiro. Un ejercicio anterior de clasificación de barrios populares del ñas sobre un total de 1.982.000). De esta población según Urrea (1998) el 57.2% nació en Cali, el mismo patrón de la población de hogares no afrocolombianos. Entre los nativos hay descendientes de migrantes de varias generaciones, incluso puede pensarse en algunos grupos nativos descendientes de nativos nacidos en Cali a finales del siglo XIX, lo que se ha llamado "negros raizales". Sin embargo, es muy poco probable hoy en día una población -afrocolombiana o no afrocolombiana- con más de dos generaciones atrás cuyos miembros de ascendencia sean todos nativos, ya que son más típicas las uniones entre nativos y migrantes a lo largo del tiempo, además de los cruces inter-raciales. ' Los primeros resultados de la encuesta en extenso se encuentran en BARBARY, 1998 A y 1998B, BRUYNEEL)' RAMÍREZ (1998), y Urrea (1998). 8 Los barrios son los siguientes: Siete de Agosto (comuna 7), Mariano Ramos (comuna Ifi), Sardi (comuna 13), El Retiro (comuna 15), Manuela Beltrán (comuna 14), El Pondaje (comuna 13), El Vallado (comuna 15), y Ciudad Córdoba (comuna 1.5).
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FERNANDO URREA GIRALDO - FERNANDO MURILLO CRUZ
oriente como insumo cualitativo para la muestra de la encuesta especializada antes mencionada, fue muy útil también para esta selección9. Por ello, estos barrios formaron parte de la muestra de la encuesta especializada dentro del dominio muestral 1, comunas 6, 7, 13, 14, 15 y 16, correspondiente a 150.875 hogares (el 37% del total de hogares de Cali, Censo de 1993, y el 55% de hogares afroco-lombianos, según metodología de lugar de origen; véase BARBARY, 1998 A: 12). Un sentido de este documento es precisamente aportar una serie de elementos contextúales en la conformación de la región urbana del oriente de la ciudad para el apoyo a la interpretación de los datos de la encuesta especializada, ya sea a nivel de hogar o de trayectorias individuales longitudinales. La metodología de la recolección de información primaria se basó en un conjunto de entrevistas en profundidad a líderes de ocho barrios del oriente de Cali. Entre dos y tres por barrio y en forma parcial una documentación original existente en algunos barrios que tenían en su poder estos líderes sobre la historia del poblamiento. También se recurrió a entrevistar a un antiguo líder barrial del Alfonso López, quien había participado en los movimientos urbanos de los años 60 en Cali 10 . Un segundo documento de corte cualitativo complementario a éste fue usado para ampliar informaciones sobre los barrios populares de la franja oriental de Cali, aunque la unidad de análisis en este segundo texto han sido las redes familiares de migrantes de la Costa Pacífica y sus descendientes nativos en Cali (URREA, ARBO-
!
' "Clasificación cualitativa de las comunas 4, 5, 6, 7, 8, 10, 11, 12, 13, 14, 1,5 y 16 de Cali, por criterios de concentración de población afrocolombiana y características socioeconómicas de los asentamientos", Grupo ASHANTY de Charco Azul (Fernando Murillo Cruz por Ashanty en coautoría con Femando Urrea Giraldo, por Cidse/ Orstom), 14 páginas, inédito, diciembre de 1997. 111 Osear Narváez, de 69 años, oriundo de Popayán, quien llegó a Cali por primera vez en 1940. Participó activamente en la Central Pro Vivienda durante la conformación del asentamiento Alfonso López.
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DINÁMICAS DE POBLAMIENTO Y ALGUNAS CARACTERÍSTICAS...
y ARIAS, 1999). El tercer documento de gran utilidad en este análisis es la publicación de la Centro Pro Vivienda sobre la experiencia del barrio Alfonso López, encomendada a un dirigente popular de la época, Héctor Bolaños, para el V aniversario de la creación del mismo, de carácter antológico, el que nos ha sido facilitado muy gentilmente por Jacques Aprile. Para efectos de apoyar la lectura sobre los barrios aquí presentados consúltese el mapa anexo. LEDA
Poblamiento de Cali hacia e l oriente, la urbanización Alfonso López y la Unión de Vivienda Popular Las invasiones en zonas ejidales se hicieron en un principio con desenfado; la situación se tomó prieta cuando la ocupación sorpresiva se hizo sin discriminación. Los propietarios de fundos en las goteras de la ciudad se llenaron de alarma mientras los estudiosos de finca raíz se aparecían con el despampanante documento a la mano, que probaba que el área ejidal, tocó hasta las mismas paredes del palacio episcopal, es decir hasta el propio marco de la la plaza grande de la ciudad... Dentro de la reacción natural de los propietarios de los predios invadidos, aleteaba la consideración de que este sistema de rapiña de la propiedad ajena, propiciaba sin quererlo ni buscarlo, la valorización de la tierra. Maquiavélicamente, nerviosamente, los dueños de fundos que no habían caído al golpe de las invasiones, comenzaron a regar el rumor de las primeras alzas en los precios de las tierras. Por el metro del maleza I comenzó a cobrarse cinco, seis, siete, ocho pesos... BOLAÑOS (1965:14)
En los años 40 los límites urbanos de Cali en las direcciones sur y oriente llegaban a lo que hoy en día son la carrera 15 y la
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calle 2 5 " . Es a partir de la década del 50 que la ciudad inicia su gran expansión hacia el oriente en un proceso de urbanización de sectores populares que paulatinamente la acerca más al río Cauca. Sin embargo, la presión sobre nuevas tierras para ser urbanizadas ante el rápido crecimiento demográfico de la ciudad en la misma década del 40 y el control histórico de la tierra "rural" alrededor de lo que era la cabecera urbana del municipio de Cali hacia mediados de los años 40, por parte de las familias de hacendados de la élite vallecaucana, constituyeron dos factores determinantes en la evolución del patrón de urbanización de la ciudad hacia el oriente en las décadas siguientes. Dos eventos marcan la apertura de las tierras "rurales" hacia el oriente de la ciudad para su urbanización. La legislación urbana sobre nuevo perímetro urbano, expedida el 28 de agosto de 194812, y la Ley 41 de 1948, dos meses después, o Ley Barberena, por la cual se establece la imprescribilidad de los ejidos o tierras comunales alrededor de los centros urbanos13. " Para una historia de la ciudad consúltese a VÁSQUEZ (1982). La información e interpretación de la misma para la década del 40 sobre la dinámica de tierras urbanas fue aportada por APRILE (conversación oral). 12 Hasta antes de esa fecha el perímetro urbano de Cali llegaba hasta el paso del ferrocarril, alrededor de lo que será luego la calle 2,5. Con la ampliación del perímetro, extendiéndolo hacia el oriente, en unos casos hasta los límites del mismo río Cauca -de la carrera 8 a o salida a Candelaria hacia el norte hasta el paso del ferrocarril- y en otros hasta antes de las áreas inundables de la laguna de Aguablanca y los caños o brazos del río Cauca -de la carrera 8 a hacia el sur- ; según Aprile, "se abrieron las tierras del oriente para su urbanización". 13 Los ejidos o tierras comunales es una figura que proviene de la legislación colonial, mediante la cua! todo asentamiento poblacional de ley debía conservar una superficie de tierras alrededor del asentamiento para efectos de satisfacer demandas de predios futuros a familias sin recursos que requerían construir sus viviendas o para construcciones de obras públicas que beneficiasen a la municipalidad y a las gentes que en ella residían. Prácticamente casi todas las tierras que rodeaban la ciudad de Cali en los años 40, después del paso del ferrocarril hasta el rio Cauca, además de otras áreas hacia el sur y el norte, eran ejidos, aunque esas tierras ejidales estaban en manos de las mismas familias de los grandes hacendados del Valle del Cauca desde tiempo atrás. Por supuesto, buena parte se trataba en este caso de terrenos anegables e incluso lagunas y caños, debido a las características físicas de esos terrenos cercanos al río Cauca, usufructuados por los propietarios rurales.
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Para Aprile se trataba del conflicto social entre los terratenientes, que así lograban convertir sus predios rurales en urbanos, aprovechando la demanda por tierras para expandir la ciudad -trasladando la renta agraria hacia renta urbana- y los sectores populares representados en el liderazgo del sector de izquierda del partido liberal, con la importante figura de Alfonso Barberena, representante a la cámara en los años cuarenta y varias veces concejal de la ciudad, y del partido comunista de la época. En realidad, los sectores populares diversos que carecían de vivienda y que estaban en un proceso de expansión en el contexto del fuerte crecimiento urbano de Cali y otras ciudades del país presionaban alternativas para la consecución de la vivienda14. La década del 40, sobre todo hacia finales, fue una época de mucha agitación social urbana en Cali y en otras ciudades colombianas, relacionada precisamente con el fenómeno de expansión urbana y el monopolio de tierras alrededor de los cascos urbanos15. Esto significa que la dinámica de invasiones u ocupaciones de tierras en Cali y sus alrededores viene ya desde finales de los años 40. Lo que ocurre en las décadas posteriores es la continuación de un proceso que marca el surgi14
Se escapa a este trabajo un análisis detallado al respecto, sin embargo, hay que advertir que la magnitud de la migración en ese período y lo reducido de la capacidad urbana de ciudades como Cali para entonces colocaban este problema entre uno de los más críticos de esa época. 15 Según información oral aportada por Aprile, los dirigentes liberales de izquierda, cercanos al partido comunista, Julio Rincón y Pedro Salas, tenían organizada una importante ocupación masiva de tierras en zonas de ejidos (en terrenos de hacendados del oriente) la víspera del 9 de abril de 1948. Ocupación que fue abortada por los hechos sucedidos el 9 de abril. Bolaños (op.cit.:7) describe muy gráficamente la efervescencia social urbana en Cali desde finales de los 40 y a lo largo de los ,50 y 60, en el contexto del nuevo perímetro urbano y el intento de aplicar la Ley 41, "En 1958 Cali no cabía en sí... Las soluciones al problema de vivienda teman por entonces la estatura de las teorías. La ley Barberena se había aplicado a cuentagotas; los programas del ícete se resentían por ausencia de elasticidad y sobre todo de atractivo para las gentes de abajo, por la tradicional alergia al papeleo, al señorito burócrata y al requisito prolijo y riguroso, parte de la superstición legalista. Los terratenientes, al amparo del insomnio, ideaban las tácticas de hierro que recomendarían al gobierno para aplastar la plaga de las invasiones".
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miento acelerado de la franja oriental de la ciudad y en el que una parte de sus pobladores son afrocolombianos. Entre 1950 y 1970 se constituyen los barrios populares hacia el oriente, los que hoy conforman las comunas 4,5,6,7,8, 10, 11, 12 y 16 de la calle 25 hasta lo que va a constituir en la actualidad el eje vial autopista oriental-avenida Simón Bolívar. Los barrios de lo que hoy son las comunas 7, 10, 11, 12 y 1 6 fueron en ese período los más característicos de poblamiento popular afrocolombiano y de población mestiza de diferentes regiones del país. En esta expansión sobresale en un primer momento la zona adyacente a la carrera 8, vía que sale a Candelaria, hoy comuna 7, el asentamiento popular de las tres etapas del barrio Alfonso López y luego la cuarta etapa, denominado barrio Siete de Agosto. Para esta época la migración de población afrocolombiana proviene más desde Buenaventura, Chocó, centro y sur del Valle, norte del Cauca, y en menor grado de la Costa Pacífica sur, aunque en los relatos de los informantes se menciona con frecuencia el municipio de Barbacoas. Se producen asentamientos de redes familiares y de paisanos de los lugares anteriores en los barrios de las actuales comunas 7, 10, 11, 12 y 16. En unos casos como veremos con los barrios Alfonso López y Siete de Agosto los asentamientos fueron el resultado de la compra de predios sin servicios ni obras de infraestructura vial, negociados entre una organización de vivienda popular y los propietarios, a través de la intervención de la administración municipal y del antiguo Instituto de Crédito Territorial (ICT), que avalaban los recursos de crédito otorgados a la organización por una entidad financiadora y facilitaban la negociación con los propietarios. Para otros asentamientos fueron el resultado de invasiones sobre terrenos en manos privadas dedicados a actividades agropecuarias o en zonas adyacentes a caños y lagunas, características del área, también bajo control privado, no obs-
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tante que eran tierras ejidales. De todos modos los terrenos negociados con intervención de la administración municipal y del antiguo 1CT y luego de INVICALI fueron el resultado de la presión popular y debido a ella mediando un alto riesgo de invasión, lo cual hacía que los propietarios, familias representativas de las élites caleñas, prefiriesen negociar sus terrenos. Pero, como era de suponer, la negociación por parte de los terratenientes en términos generales partía de que se les reconociese la valorización de predios que ya tenían una alta demanda urbana, así fuese para los más pobres, es decir, trataron por todos los medios de cobrar la renta urbana apoyados en la municipalidad y los partidos políticos tradicionales. En esta etapa de expansión de la ciudad hacia el oriente aparecen entre los barrios que llegan a tener una mayor visible población afrocolombiana de las comunas 7, 10, 11, 12 y 16, El Guabal, Alfonso López I, II y III, Siete de Agosto, San Marino, San Pedro Claver, Primavera, El Rodeo, Asturias, Independencia, León XIII, San Judas Tadeo I y II, Eduardo Santos, Doce de Octubre y los cuatro barrios que conforman en la actualidad la Unión de Vivienda Popular (Antonio Nariño, Unión de Vivienda Popular, Mariano Ramos y República de Israel). Entre estos barrios y otros más mestizados se conformó así una heterogeneidad de asentamientos en esta primera gran expansión hacia el oriente, desde invasiones16 hasta urbanizaciones por auto"' Entre algunas de las invasiones de las décadas del 50 y 60 en las comunas 11 y 12 sobresalieron la Municipal y Cauquita, mientras que entre la carrera I a y el río Cali, comunas 4 y 5, surgen las siguientes invasiones con importante participación de población afrocolombiana: Bolivariano, San Francisco, La Isla, Fátima-Berlín, Marco Fidel Suárez, Olaya Herrera (ARBOLEDA, 1998: 78-79). En los años 60 fue famosa la invasión de la hacienda El Rodeo que dará origen a los barrios El Rodeo y Asturias (comunicación de Aprile sobre la tesis de grado en licenciatura en historia de Harold Viáfara, "El Rodeo, de hacienda a barrio"), con una alta participación de población afrocolombiana. Sobre El Rodeo y Asturias se comentará más adelante cuando se analice el fenómeno de la Unión de Vivienda Popular y Mariano Ramos. Los conflictos urbanos por tierras llevarán a la municipalidad a constituir en 1966 la entidad INVICALI, la cual tendrá como tarea regular el proceso de urbanización popular en la ciudad.
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construcción sin y con servicios públicos, algunas planificadas, estas últimas menos frecuentes17. En estos barrios van a localizarse miembros de futuras redes de las áreas de origen, entre ellas de la Costa Pacífica, que más tarde a través de nuevas generaciones poblarán lo que hoy está conformado por el Distrito de Aguablanca (comunas 13,14 y 15), en una buena parte también mediante invasiones, y las comunas 16 y 21 (dudadela Desepaz). La urbanización Alfonso López en sus tres etapas iniciales constituyó el primer asentamiento popular en una escala ampliada del oriente de la ciudad a comienzos de los años 60, mucho antes que se expandieran otras zonas de esta parte geográfica de Cali, con excepción de Puerto Mallarino 18 . De otro lado, la cuarta etapa del Alfonso López será el origen del actual barrio Siete de Agosto, asentamiento fundado en 1962, a partir de una entrega simbólica de lotes el día 7 de agosto de ese año, lo cual le servirá a los primeros residentes de esos terrenos (cuarta etapa) para dar un nuevo nombre a su barrio. Sin embargo, Puerto Mallarino mucho antes ya existía como un asentamiento semi-rural, en el sector occidental del río Cauca, en lo que será con el tiempo la carrera 8a, y que desembocaba luego en lo que era y es hoy en día la vía a Cande17
Entre estas últimas experiencias vale la pena destacar el barrio Julio Rincón, que a través de Cenaprov, Central Nacional Pro Vivienda, cercana al partido comunista, es urbanizado entre 1978-1979, a partir de un modelo de urbanización popular planificada, en un área limítrofe al Distrito de Aguablanca, frente al barrio Calipso (comuna 13), al atravesar la avenida Simón Bolívar. Inicialmente había sido una invasión bajo el liderazgo de la organización popular de izquierda. El nombre del barrio fue dado en memoria de la legendaria figura de la izquierda liberal próximo al partido comunista, quien en los años 40 se desempeñó como líder popular en Cali y tuvo un papel destacado en los movimientos de ocupaciones de predios para la vivienda popular, asesinado en 1950. Comunicación oral de Aprile. Véase también Mosquera et. al. (1989). 18 Con base en la información aportada por Osear Narváez y la publicación oficial de la Central Pro Vivienda, "Barrio Alfonso López Pumarejo. Historia de una lucha ", escrita por Héctor Bolaños. La primera etapa del Alfonso López arrancó en julio de 1960, la segunda a los pocos meses después, la tercera en julio de 1961 (Bolaños, 1965).
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laria. Como asentamiento semi-urbano tuvo sus orígenes desde 1916, relacionado con cierto incremento en la actividad del puerto de embarque por el río Cauca, en medio de un espacio completamente rural de lagos y caños que se prolongaban hacia Cali (ARBOLEDA, op.cit.: 76)19. La población residente en Puerto Mallarino y Juanchito a lo largo de toda su historia hasta el presente ha sido en su casi totalidad afrocolombiana, una buena parte de ella procedente del sur del departamento del Valle, otra con una larga tradición de redes familiares nativas de la misma zona. Esto fue así hasta comienzos de la década del 50 cuando comienza a poblarse de migrantes negros provenientes de la Costa Pacífica y del norte del Cauca, ya que para ese momento la presión urbana hacia el oriente era ya un hecho. A raíz de la construcción más al norte, pasando lo que será luego la carrera 8 a , de los jarillones en la parte occidental del Cauca hacia finales de los años 50 y comienzos del 60, obra de infraestructura que contribuye a facilitar las condiciones de fundación del barrio Alfonso López en sus tres primeras etapas y luego del Siete de Agosto, la migración de población afrocolombiana desde el sur del Valle, norte del Cauca y Costa Pacífica se intensifica y Puerto Mallarino y otros asentamientos periféricos al mismo parecen crecer, aunque pueden ser más bien puntos de tránsito mientras se reubican en los nuevos asentamientos del Alfonso López, Siete de Agosto y otras área en expansión del oriente. Las tres primeras etapas del barrio Alfonso López surgen a partir de un proceso de organización popular liderada por la 1:1
Desde el siglo XIX los poblados de Juanchito y Puerto Mallarino tenían un importante movimiento por ser el puerto fluvial sobre el río Cauca de embarque y desembarque de mercaderías diversas, comunicando a Cali con el norte del Cauca, el centro y norte del Valle. Por otra parte debe recordarse que en la década del 40 ya se extendía desde Cali a Puerto Mallarino y Juanchito la línea del tranvía (comentario de Aprile).
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izquierda comunista y liberal entre 1958-1961 20 , años en los cuales la Central Pro Vivienda impulsa el proceso de movilización de pobladores frente a los propietarios privados en varias área del oriente de la ciudad contiguas a la carrera 8a y alrededor de la base aérea Marco Fidel Suárez. Varias de estas tentativas fracasaron hasta que finalmente en una zona ubicada más hacia el oriente, entre la carrilera del ferrocarril (hoy en día carrera 7a) y la carrera 8a, de norte a sur, y entre la actual avenida autopista oriental o calle 70 y las riberas del río Cauca, se pudieron concretar por vez primera unas negociaciones con los terratenientes. Una cuarta etapa se inició luego en 1962, el barrio Siete de Agosto, como más adelante se describe. Entre los años 1959-1962 se construyeron los jarillones por la CVC (Corporación Autónoma del Valle del Cauca) en la margen occidental del mismo río, protegiendo los terrenos aledaños frente a las inundaciones recurrentes21, precisamente en el 0
En el liderazgo del movimiento urbano de la época convergían figuras populares de base del partido liberal -ala oficialista que ante expresiones de radicalidad de las invasiones rompe con el partido comunista- entre otros, Humberto Patino, Jesús Giraldo, Antonio Urriago, Julio César Vélez, y del sector del MRL (Movimiento Revolucionario Liberal) como Alfonso Barberena e integrantes del partido comunista de la época, Nicolás Buenaventura y Luis Burbano. Todos tuvieron un papel destacado en el desarrollo de la Central Pro Vivienda en Cali y en la organización de las invasiones de tierras urbanas que se dieron a lo largo de los años 50 y 60. Debido a la ruptura con el partido comunista en 1959 la organización popular de vivienda se escinde en dos, la Central Pro Vivienda controlada por el ala liberal moderada, la cual lidera las cuatro etapas de la urbanización Alfonso López (la cuarta se llamará al poco tiempo como veremos más adelante Siete de Agosto), y una segunda, Cenaprov (Central Nacional Pro Vivienda) controlada por sectores cercanos al partido comunista, con una dirección desde Bogotá (allí llevó a cabo la organización de asentamientos famosos como el Policarpa Salavarrieta, entre otros). En Cali entre los barrios impulsados por esta segunda central se destaca el Julio Rincón.
' Fueron los propietarios de la tierra en cultivo con intereses en urbanizarla los primeros gran beneficiados con estas costosas obras de infraestructura, ya que se trataba de terrenos con un nivel del suelo por debajo del río Cauca. La inversión pública de la época en los jarillones le permitió a los hacendados que sus tierras fuesen viables para ser urbanizadas a pesar de la proximidad con el Cauca, y negociar así la venta de ellas para vivienda popular con la Central Pro Vivienda bajo dirección del partido liberal, a través de la intermediación de las autoridades y de los sectores políticos de los dos
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mismo período que arranca la urbanización en las cuatro etapas del Alfonso López, en la medida en que era una zona anegadiza por la que atravesaban una parte de brazos (caños) del Cauca, al igual que toda la franja oriental de los terrenos hacia el sur y que años más tarde conformarán el Distrito de Aguablanca. La Central Pro Vivienda bajo control del partido liberal inició con un grupo aproximado de 100 familias, divididas en centros zonales, cada uno con una junta directiva, las cuales dieron como resultado los primeros asentamientos que correspondieron a las tres etapas entre las carreras 7a y 8a. Previamente esta entidad había iniciado un proceso de negociación con los terratenientes quienes eran los propietarios de terrenos ubicados al oriente de la ciudad y que tenían destinados para engorde, después de la construcción de los jarillones, previendo un valorización de los terrenos de esta zona. Esta situación dificultó en gran parte las negociaciones lo que motivó a que la Central Pro Vivienda llevase a cabo acciones de amenaza de invasión para presionar las negociaciones22. partidos tradicionales, preocupados por el clima agitacional urbano de ese período. Como anota Aprile, los pobres terminaron pagando con creces la nueva renta urbana de los terratenientes, gracias a la inversión pública de la CVC y de otras entidades departamentales y municipales, y a la forma como se negoció el acuerdo de arreglo compra del globo de tierra- entre la organización popular y los grandes hacendados, mediado por las autoridades y los partidos tradicionales, liberal y conservador. Parece ser que sólo en pocos casos se lograron compras de tierras a precios por debajo de las expectativas de los propietarios o simplemente que no se haya pagado nada por ellas. 22 Operó una estrategia denominada invasiones simbólicas, la cual consistía en que durante un fin de semana todos los asociados a la entidad se desplazaban a un terreno determinado (en este caso a los terrenos contiguos a la basa aérea Marco Fidel Suárez, donde hoy se ubica el barrio Las Ceibas) y clavaban estacas. Allí se exigía a los propietarios de los terrenos que si no se negociaba se tomarían los terrenos a la fuerza. Esta acción terminó por ablandar a los terratenientes y llevarlos a negociar con la Central Pro Vivienda, bajo la mediación del ICT (Instituto de Crédito Territorial) y la alcaldía, antes de la escisión entre los dos sectores. De este modo terrenos no urbanizados y sin ningún servicio público entraron a ser negociados para vivienda popular, en algunos casos aprecios por debajo de los que aspiraban los terratenientes, en otros, los más frecuentes, los terratenientes lograron captar altas rentas urbanas, gracias a la
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El 20 de julio de 1960 se hizo entrega de los primeros 2080 lotes a sus afiliados (BOLAÑOS, op.cit.: 45)23. Buena parte de esmediación de las autoridades y sobre todo a una conducción paternalista del movimiento por parte de los líderes de los partidos tradicionales. Discrepancias en la conducción del movimiento urbano entre liberales y comunistas ocasionó la división del mismo. En terrenos que estaban listos a ser negociados en una zona adyacente a la base aérea entre 1958 y 1959 los dirigentes comunistas Nicolás Buenaventura y Luis Burbano demandaron que ellos deberían ser expropiados y ser entregados sin costo alguno a los pobres y que por tal motivo después de hacer las negociaciones la central se negaría a pagar los terrenos, apoyados en la situación que los pobres merecían tener donde vivir. Dicha situación significó la ruptura de las negociaciones con los terratenientes, con la consecuencia que los comunistas para la época fueran expulsados de la Central Pro Vivienda. Esta situación causó el retiro de una de las figuras más destacadas de este movimiento, el dirigente popular liberal Alfonso Barberena, produciendo con ello una grave crisis en el interior del partido liberal de la ciudad de Cali, puesto que no compartía romper la alianza entre el liberalismo y el partido comunista. Barberena fue concejal de la ciudad por el partido liberal y el MRL y representante a la cámara de representantes en la década del 40. Según se comentó antes fue el autor de la Ley 41 de 1948 que reivindica los ejidos frente a la propietarios de la tierra. Tanto Barberena como el partido comunista defendían que las tierras ejidales no deberían comprarse a precios de monopolio sino ser negociadas a precios bien bajos o simplemente expropiarse para los programas de vivienda popular. En este sentido en el período hubo un tire y afloje entre los terratenientes y las organizaciones que defendían la vivienda popular. Esto explica que a pesar de la crisis en su dirección y la carencia de condiciones para negociar con los terratenientes, la Central Pro Vivienda, una vez excluida el ala izquierda de su dirección, continúo buscando respaldo en todos los sectores, en especial el sector financiero, hasta que finalmente lograron obtener respaldo del Banco de Colombia bajo la figura de garante para la negociación con el señor Abraham Domínguez y su madre la señora Leonor Vásquez de Domínguez, quienes eran los propietarios de la Hacienda el Guabito (nombre que se le daba a estos terrenos en donde en la actualidad están ubicados los barrios Alfonso López en sus tres etapas y el barrio Siete de Agosto). Excluida el ala izquierda el apoyo de las autoridades y de los dos partidos tradicionales no se hizo esperar. La negociación se hizo a partir de un crédito del Banco de Colombia. 3 Los valores de los terrenos eran a $5.0 el m2 por lote de vivienda y una vez se incluyeron los espacios para vías, zonas verdes y sitios públicos el precio final se elevó a $9.0 el m2. El predio tota! de la primera etapa se negoció por cerca de $2.855.000; la cuota inicial $350 mil con un plazo de 5 años para la amortización del resto (BOLAÑOS, op.cit: 35). Los lotes tenían precios entre $1.2.50 y $1.500, cada uno, pagaderos a cinco años sin intereses y con cuotas entre $21.0 y $2.5.0 mensuales. El predio de la tercera etapa fue negociado a un segundo propietario, Luis Horacio Gómez, por un valor total cercano a $3.150.000 con $300 mil de cuota inicial y la amortización del resto con cobro de intereses. El precio unitario del m2 fue de $6.50, el cual llegaba a $12.0 con áreas comunes. Esto da una idea de la transferencia de renta urbana a favor de los terratenientes.
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tos lotes fueron entregados a personas nativas de la ciudad que no poseían vivienda, al igual que familias provenientes del norte del Valle, desplazados del conflicto político de la época, a migrantes del Tolima, pero también de la Costa Pacífica, en especial del Chocó, Buenaventura y Barbacoas. Debido a la escasez de vivienda para sectores populares en este año hizo que para este programa de vivienda se multiplicaran los asociados a la Central Pro Vivienda, lo que posibilitó el desarrollo de la segunda y tercera etapas, avanzando el asentamiento cada vez más cercano a la carrera 8a, de norte a sur. El valor de los lotes fue aumentando entre 1960 y 1962, demarcando diferencias socioeconómicas entre los habitantes de la primera etapa del Alfonso López y los de las etapas posteriores. Según Bolaños (op.cit.: 59), "el grupo de la tercera etapa venía sin el agudo constreñimiento económico de la primera y con mayor holgura que la segunda. Y se veían las muestras de la dase media como en la segunda, las muchachas coperas, que le prestaron clima para el rumor malsano, discretamente asordinado hasta que la Central gritó su doctrina de indiscriminación en todos los órdenes y su política de unidad de los estratos populares para la consecución de la vivienda... El grupo de la tercera etapa le imprimió al sector una contextura arquitectónica de más alto nivel y se vieron los casos de adjudicatarios que entraron directamente a construir la vivienda definitiva". Sin embargo, esta diferenciación fue mayor para la cuarta etapa, Siete de Agosto24, sobre todo en el caso de los lotes del sector más cercano a la carrera 8a. Esto explica que a esta última etapa 21
Ya en la cuarta etapa de lo que hoy se conoce como Siete de Agosto el valor de los lotes llegaba a $30.0 el m2. Se observa aquí la rápida valorización en sólo dos años de terrenos no urbanizados que vendieron los terratenientes a los "destechados", gracias a la ubicación de ellos, pero sobre todo al factor de la demanda de vivienda popular. También esto permite entender las diferencias socioeconómicas entre los primeros compradores y los de la cuarta etapa, a pesar de que en ambos casos eran terrenos sin urbanizar.
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llegara una población con mejores ingresos económicos, nativa y migrante de varias regiones del país, respecto a los pobladores de las etapas precedentes, sobre todo comparada con la de la primera etapa, incluso una población de la Costa Pacífica con pequeños capitales patrimoniales acumulados en la minería del Pacífico (Barbacoas, Guapí, Condoto, Istmina, etc.), llegada a Cali en la década del 50. Siete de Agosto El barrio Siete de Agosto fue el resultado de la cuarta etapa de los programas de lotes no urbanizados del Alfonso López, que fueron entregados en 1962. Por esta razón en la década del 60 el asentamiento todavía se lo llamaba Alfonso López etapa IV Los primeros residentes en los lotes provenían de las familias vinculadas al intercambio comercial que se efectuaba a través del río Cauca, en especial con la población del norte del Cauca, siendo Juanchito (con el tiempo corregimiento del municipio de Candelaria) y Puerto Mallarino (al comienzo un asentamiento "rural", luego barrio de Cali) los puertos de desembarque. Este barrio, al igual que todo el conjunto de los asentamientos del Alfonso López, tienen sus orígenes a partir del fenómeno de extensión de la ciudad hacia el oriente después de los años 50, aprovechando la comunicación entre Cali y el municipio de Candelaria, cuya carretera también hasta finales de los años 60 era la que comunicaba a la ciudad con el anterior aeropuerto de la ciudad (Calipuerto, hoy en día donde quedan las instalaciones de la central de abastos, Cavasa)25. La vía que termina en 2;
' De todos modos el sector de lotes de lo que en ese entonces se llamaba Alfonso López IV, hoy en día barrio Siete de Agosto, constituyó la última extensión de ese programa, pero hacia el costado sur de la carrera 8" y en la esquina de un terreno transitable que más tarde será una de las más importantes avenidas del oriente de la ciudad, la Autopista Oriental, lo cual parece que marcó desde ese momento diferencias en el patrón de urbanización futuro del barrio respecto a las anteriores etapas del Alfonso López.
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Puerto Mallarino, la carrera 8a, era ya para esa época uno de los principales ejes de la ciudad incluso desde finales de los años 10, según se anotó antes, por la comunicación con Candelaria y el transporte fluvial por el Cauca. Puerto Mallarino y Juanchito presentaron un crecimiento residencial como puntos de comercio por el río y en menor grado la pesca desde los años 40; luego con el tiempo, la población allí asentada diversificó la actividad económica a la explotación de arena del río Cauca, ante la demanda de la construcción en la ciudad de Cali. Aparecieron así muchas viviendas alrededor del río Cauca originando barrios de estibadores, areneros, pescadores y de agricultores a las orillas del río, en su gran mayoría población afrocolombiana procedente del norte del Cauca y sur del Valle. Además de Puerto Mallarino y Juanchito surgen más adelante en los años 70 y 80 los asentamientos de Puerto Nuevo y La Playita. Al nuevo asentamiento del Alfonso López acude una población de diversos sectores populares de la ciudad, pero inicialmente estaba poblado más por gentes mestizas. Luego se fue poblando paulatinamente por migrantes de la Costa Pacifica y norte del Cauca y sur del Valle, algunos de ellos areneros y pescadores que residían en Puerto Mallarino y Juanchito, y otros que ya vivían en diferentes barrios de la ciudad 26 , fuese pagando alquiler o en usufructo donde algún familiar o paisano. Sin embargo, en la cuarta etapa del Alfonso López, hoy Siete de Agosto, los migrantes procedentes de la Costa Pacífica eran más familias de Barbacoas, Tumaco, Guapi, Condoto, Istmina y Buenaventura con algún capital económico que habían acumulado a través de la minería, lo que les permitía la compra de lotes ya mejorados, a diferencia de las otras etapas del Alfonso '' Muchos de ellos provenían de inquilinatos de barrios populares como San Nicolás, Barrio Obrero, El Calvario, etc.
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López. Por otra parte, la cuarta etapa del Alfonso López, a diferencia de las tres primeras, a pesar de presentar características similares de entrega de lotes no urbanizados sin servicios públicos, concentró con el tiempo, a medida que mejoraron las condiciones de las viviendas, una población más próspera, en términos relativos de la que se asentó en las tres primeras etapas del Alfonso López, gracias a mayor capital escolar, social y patrimonial, por estar una buena parte de ella vinculada a empleos asalariados en medianas y grandes empresas privadas, así como a empresas del sector público. Esto, sumado al hecho de que tenía desde un comienzo una ubicación urbana favorable, en el contexto de la expansión de Cali hacia el oriente por la carrera 8a que se venía presentando desde mediados de la década del 60 y a lo largo de los años 70, y ya en la década del 80 la construcción de la autopista oriental, facilitó un dinámico proceso de diferenciación social con una mayor movilidad ascendente. Después de culminar la entrega de lotes de las primeras tres etapas, a precios bien bajos para la época, se inició la correspondiente a la cuarta etapa del barrio Alfonso López en 1962, en el lugar donde quedaba ubicado anteriormente un cementerio de población afrocolombiana residente en Puerto Mallarino y luego a lo largo de los jarillones del río Cauca (1940-1960). La cuarta etapa del Alfonso López, como se dijo previamente, se desarrolló a raíz de la gran demanda de vivienda en la época, lo que originó la necesidad de construir otra etapa sobre la carrera 8a hacia el sur. Los diferentes terrenos en las cuatro etapas no contaban con los servicios públicos, ni tenían condiciones de acceso vehicular, además de ser inundables y para la época los más distantes al centro de la ciudad. Por otro lado, esos terrenos habían sido durante un largo período hasta la década del 50 botadero de basura de la cervecería Bavaria. Los habitantes de la cuarta etapa del Alfonso López, barrio Siete de Agosto, al no contar con acueducto cavaron aljibes en 355
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sus viviendas y poder así conseguir agua para lavar la ropa y demás implementos del hogar, así como para bañarse el cuerpo. El agua potable era procurada en un asentamiento vecino, hoy en día barrio Ulpiano Lloreda, a través de una pila de agua. Allí se hacía fila y luego se transportaba hasta el nuevo asentamiento, aunque muchas personas se desplazaban hasta lo que en la actualidad se conoce como el caño Cauquita, a recoger agua para la preparación de alimentos y lavado de ropas, ya que este canal adyacente del río Cauca en los años 60 aún no presentaba la contaminación que hoy lo afecta. Los pobladores de la cuarta etapa durante casi cinco años estuvieron viviendo sin luz eléctrica, alumbrándose con velas y cocinando con leña. La inexistencia de alcantarillado continuamente generaba problemas de salud, sobre todo en la población infantil. A esto se sumaba las frecuentes inundaciones, lo que llevó a la población residente a organizarse e iniciar el proceso de construcción de un alcantarillado provisional, cuyo punto de desagüe final fue el caño Cauquita. Esto explica que si bien los precios de los lotes entregados eran más altos que los de las etapas anteriores del Alfonso López, sin embargo, también eran los más bajos del mercado de entonces. El barrio fue controlado electoralmente por el partido liberal en la vertiente holmista, a través de su líder Carlos Holmes Trujillo. De ahí en adelante los diferentes servicios públicos fueron logrados mediante el apoyo electoral a los candidatos holmistas; de esta forma en 1966 se iniciaron las labores para la instalación de las redes domiciliarias de energía en el Siete de Agosto. La población a través de la consecución de recursos generados por sus empleos, como veremos muchos de ellos asalariados modernos con alguna estabilidad y modalidades de seguridad social con un régimen prestacional hoy en día en extinción, logra iniciar el proceso de levantamiento de sus viviendas, con
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algún grado de integración y solidaridad, puesto que existía gran cantidad de paisanos que se ayudaron entre sí y lograron desarrollar entre ellos redes de apoyo, lo que les permitió a muchas de las familias del barrio autoconstruir sus viviendas de la forma más económica posible, mediante una gran inversión de su propia mano de obra. De todos modos en este caso incidió más la capacidad de recursos generados por el tipo de inserción sodolaboral y la acumulación previa de pequeños capitales patrimoniales en el momento de la adquisición de los primeros lotes. Se trata entonces de un asentamiento que se inicia en condiciones de urbanización muy precarias, similares a los de otras áreas adyacentes, pero que gradas a la combinación de factores como el tipo de población laboral que se instala a vivir allí, los pequeños capitales existentes que ayudaron a ser invertidos en las mejoras urbanas de los lotes y en la construcción de la vivienda y la ubicación estratégica del barrio, en términos de vías de comunicación respecto al conjunto de la ciudad, determinaron un proceso rápido de diferenciación social respecto a otras áreas residenciales próximas. El resultado ha sido un barrio de sectores populares con un patrón de urbanización consolidado, a pesar de su historia inicial de lotes sin servicios ni acceso para ser autoconstruidos en medio de un terreno anegadizo, lo que es más cercano a un barrio de clases media-baja. En la actualidad el Siete de Agosto presenta un nivel socio económico estable, en el sentido que una parte de los hogares cuenta con ingresos superiores a dos y tres salarios mínimos legales al mes. Si bien el Siete de Agosto -comparado con otros barrios del oriente de la ciudad- no es uno de los de alta concentración de población afrocolombiana, existen en él colonias de migrantes cuyos primeros miembros llegaron en la década del 60, en especial de Barbacoas, Buenaventura y varias regiones del Choco. En realidad, es un típico barrio socio-racialmente mestizo
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del oriente de Cali, pero a diferencia de otros barrios mestizos de Cali en éste la particularidad es la presencia muy visible de población afrocolombiana con diversos grados de dispersión residencial en el mismo y presencia de redes familiares. Por ello en el interior del área territorial del barrio es fácil observar el fenómeno de alguna segregación espacial de tipo socio-racial con una participación destacada de población afrocolombiana en la zona residencial menos próspera del barrio. De la carrera 1 5 hacia la carrera 8a y de la 15 hacia el caño Cauquita, limítrofe con los barrios Charco Azul y Ulpiano Lloreda, habita la mayor parte de población afrocolombiana. Aunque se encuentra en el barrio una gran cantidad de mujeres mayores de treinta años dedicadas a las tareas del hogar, otra parte de ellas ya tienen una inserción laboral en actividades de confección, máquina plana, bordado, y lencería, mientras otra población de mujeres laboran en empleos no muy estables y en servicios de atención de personal y desarrollo de oficios varios en diversas empresas del sector privado. Las mujeres menores de treinta años se dedican en especial a laborar en empresas pequeñas. Los oficios femeninos más recurrentes son asistente de contadora, tecnólogas en sistemas o digitadoras, empleos también relacionados con el área administrativa. La orientación de los empleos ha incidido en el tipo de educación técnica que se brinda en los colegios comerciales motivando a las mujeres para que ingresen y hagan una capacitación corta en áreas ligadas a la administración. Los hombres mayores de treinta años se presentan en este barrio como la población con mayor capacidad económica y mejor estabilidad laboral, puesto que la mayor parte de ellos se dedican a trabajar como asalariados, operarios y supervisores, en grandes empresas, tipo Cartón Colombia, Colgate Palmolive, Lloreda Grasas, entre otras. Hay un grupo de trabajadores de Emcali en diferentes unidades de esta empresa pública. Otro
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sector de hombres está dedicado al comercio, ya sea de electrodomésticos o productos varios. Se trata por lo general de hombres jefes de hogar, principales proveedores de ingresos, aunque ha aumentado la participación de esposas o cónyuges en el mercado laboral, según se observó antes. Los jóvenes menores de treinta años se dedican a empleos temporales, como mensajeros y obreros del sector privado en grandes y medianas empresas, algunos aún viven con sus familias y otros han conformado nuevos hogares. En la actual coyuntura recesiva hay un contingente grande de población masculina mayor de 12 y 15 años desempleada, con escolaridad de secundaria completa e incompleta, pero de todas maneras el desempleo femenino es más alto. También ya es posible encontrar personal desempleado de más de treinta años. Este barrio cuenta con una oferta educativa relativamente buena, a través de dos escuelas públicas y un colegio público, al igual que varios establecimientos privados. En esta población la mayor parte de los jóvenes han terminado el bachillerato y otra gran parte se encuentra culminando los estudios de secundaria. En este barrio vive gran cantidad de personas que han ingresado a la universidades, pública y privadas, y mucho personal vinculado a centros de capacitación de carreras intermedias. Esto está relacionado con los empleos de los padres que habitan en el Siete de Agosto, ya que en muchos casos las grandes empresas todavían subsidian los costos de la educación de las familias de sus trabajadores, ya sea primaria, secundaria o superior. A nivel de salud muchas familias están cubiertas por algún régimen de salud, ya sea a través de alguna EPS o el Seguro Social, aunque también se encuentran familias que incluso pagan un sistema de medicina prepagada. De todas formas hay un grupo de familias de menores ingresos que se encuentran beneficiadas por el Sisben.
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En este barrio la población aún conserva, pero en muy menor escala, prácticas populares de salud. Son frecuentes las consultas sobre temas relacionados con malas o buenas energías, buena suerte y el mal de ojo. Los informantes señalan que en la población afrocolombiana del barrio podría haber una mayor participación en el uso de prácticas populares, sobre todo en los mayores de 30 años y entre migrantes más recientes, con menos de cinco años de residencia en Cali. Los residentes del barrio son considerados de mayoría católica, sin embargo, han crecido gran cantidad de iglesias, especialmente de la corriente del protestantismo evangélico. Recientemente se terminó de construir un templo católico (menos de dos años), solucionándose para los habitantes del barrio la asistencia a la misa dominical, ya que antes debían dirigirse a un barrio vecino, Andrés Sanín, para tal efecto. Al igual que la mayor parte de los barrios populares del oriente de la ciudad es muy frecuente observar grupos de población divirtiéndose en espacios públicos del barrio (parques, calles, canchas deportivas), pero en este caso es menor la utilización de la calle como espacio recreativo de uso cotidiano en comparación a los barrios populares de urbanización y condiciones de vida precarias, ya sean invasiones o asentamientos en proceso de autoconstrucción legalizados, más o menos establecidos con todos los servicios públicos conectados, como los casos de dos barrios más adelante aquí presentados, Sardi y El Retiro. En el Siete de Agosto la sociabilidad de vecindad es más próxima a la existente en cualquier barrio de clases medias bajas de Cali. Sin embargo, para los grupos de pares entre la población juvenil (galladas, parches, etc.) la calle es el principal espacio de socialización al igual que los establecimientos deportivos como las canchas de baloncesto y de fútbol y las diversas unidades deportivas que operan en este barrio. Hoy en día la organización barrial ha puesto en marcha una dclovía do-
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minical y días feriados, a la que acuden los habitantes del barrio, participando en grupos de pares y en familia, con un alto peso de este último tipo de participación. Son importantes en el barrio los sitios de entretenimiento, bares, salsotecas, discotecas, frecuentados por habitantes del mismo y de otros barrios circunvecinos. En este sentido la ubicación estratégica del barrio y el ser una urbanización estable de clases medias bajas ha favorecido la presencia de estos lugares. Una particularidad del Siete de Agosto es su característica como barrio de "frontera", entre barrios populares de invasión del oriente de la ciudad en condiciones espaciales y socioeconómicas muy precarias -tipo Sardi-, barrios populares ya establecidos de autoconstrucción o modalidades de vivienda urbanizada pero con alto hacinamiento y otras condiciones de pobreza y muy bajos ingresos -Charco Azul, Ulpiano Lloreda, Andrés Sanín- y barrios más prósperos compuestos por conjuntos residenciales (casas y edificios) de clases media-media y media-baja -la Nueva Base-. En cierto modo este barrio opera como un corredor de tránsito entre dos espacios sociales del oriente de la ciudad 27 . Por otro lado, en el conjunto de los barrios de la comuna 7, a la que pertenece, es el que reúne las mejores condiciones urbanas y socioeconómicas de dicha co27
El ser un espacio de tránsito o "frontera" entre la Cali popular del Distrito de Aguablanca y otras áreas populares similares a éste -con una alta participación de población afrocolombiana, barrios tipo Andrés Sanín, San Marino, algunas zonas de Alfonso López, Puerto Mallarino, etc.- y los barrios populares establecidos de clases mediamedia y media-baja mucho más mestizados y por lo mismo con una población negramulata más dispersa, le ha servido al liderazgo local del Siete de Agosto jugar un papel político en el conjunto de la comuna 7. En esta dirección llama la atención que en la celebración de eventos culturales, recreativos y deportivos este barrio tiene un liderazgo en la organización de actividades de integración con grupos de los otros barrios populares adyacentes a la misma comuna y del Distrito de Aguablanca. Un pretexto de integración ha sido precisamente el aporte cultural de la población afrocolombiana residente en los diversos sectores sociales, precisamente en medio de los actos de celebración del aniversario del barrio.
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muña y conforma por lo mismo un interesante contraste con las tres etapas iniciales del Alfonso López, también dentro de la comuna 7. El carácter de "frontera" social del barrio genera percepciones y sentimientos colectivos contradictorios u opuestos de sus habitantes respecto a los barrios circunvecinos menos prósperos o sencillamente en condiciones urbanas y laborales de alta precariedad y al lado de ello, con una mayor presencia de población afrocolombiana. Esto se manifiesta en el rechazo explícito hacia las personas de los barrios más pobres como Charco Azul, Sardi, Andrés Sanín, Ulpiano Lloreda, Puerto Mallarino, Alfonso López. Estos barrios son percibidos como sitios donde abundan los delincuentes o ladrones que azotan el barrio y deterioran la imagen del sector. Curiosamente ello se da a pesar de que existen muchos hogares y personas del Siete de Agosto que sostienen lazos fuertes de parentesco o amistad con hogares o personas cuyas viviendas están ubicadas en los barrios estigmatizados. Esta pluralidad de relaciones ambiguas y ambivalentes entre sectores sociales heterogéneos con una diversidad de mestizaje y continuos encuentros ¡nter-radales en espacios múltiples-deporte, rumbas, reuniones familiares, amoríos y relaciones eróticas, sistema escolar, asistencia a eventos religosos, actividad laboral- entre barrios populares con dinámicas de urbanización diferenciada es una característica del oriente de la dudad de Cali. Sin embargo, no es casual que el vehículo social más típico de estas interacciones sean las redes familiares o de parientes y las de grupos de pares ubicadas entre uno y otro barrio, entre las cuales pueden destacarse las de la población afrocolombiana. En la otra dirección, como era de esperar, son más valorados los contactos y relaciones de los habitantes del Siete de Agosto con los barrios de mejores condiciones de vida adyacentes, atravesando la avenida oriental hacia el occidente, barrios como la Nueva Base y la Base, entre los más destacados.
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La U n i ó n de V i v i e n d a Popular y el b a r r i o M a r i a n o Ramos Hacia 1962 un nutrido grupo de migrantes recientes, tanto de la Costa Pacifica como de otras regiones del país, inician la invasión de terrenos ubicados al lado en donde hoy queda ubicada la fábrica de Colgate Palmolive (carrera I a con calle 40). Dicha invasión no duró mucho tiempo porque la policía desarrolló un operativo de desalojo de estos terrenos, acción en la cual murió una mujer, a causa de disparos propiciados por la policía, puesto que los pobladores ofrecieron una fuerte resistencia al desalojo. A raíz de ello un buen grupo de invasores se ubican en otra zona, que hoy día forma parte de la comuna 16, donde construyeron sus viviendas. Después de un tiempo y debido a la presión de los pobladores invasores y los antecedentes del desalojo de la anterior invasión se inicia un proceso para alcanzar algún arreglo con los dueños de las tierras y permitir la asignación de estos lotes a estas familias. La población se organiza mediante un comité de vivienda al cual llamaron Unión de Vivienda Popular, el cual tenía su sede en una caseta construida de madera, que denominaron caseta Juana María García en memoria de la mujer asesinada en el primer intento de invasión 28 . En el año de 1963 los pobladores empezaron a construir sus viviendas en piso de tierra, con guaduas, esterillas y todo tipo de madera al igual que cartones y materiales desechables, y techos de plástico en terrenos inundables, como todos los del 8
La mujer asesinada en la invasión de los terrenos adyacentes a Colgate, en 1962. En realidad, parece ser que entre los primeros invasores que fueron desalojados un sector importante irá a ocupar terrenos de la hacienda El Rodeo, constituyendo un asentamiento por invasión con otros pobladores que venían de otras áreas de la ciudad, en su mayor parte de población negra, hoy barrio El Rodeo (comuna 12), usando también como símbolo la figura de Juana García. Un segundo grupo, el de nuestro relato, es el que ocupará terrenos de haciendas en el sector geográfico, que en la actualidad comprende los cuatro barrios de la comuna 16.
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oriente de la ciudad, en lo que inicialmente se llamó antigua Unión de Vivienda Popular29. O sea, los terrenos que conforman en la actualidad la comuna 16 eran sólo un gran asentamiento llamado Unión de Vivienda Popular, y a partir de 1969 se inició el proceso de división en los barrios República de Israel, Unión de Vivienda Popular, Antonio Nariño y Mariano Ramos. Esta división surge a partir de una serie de problemas administrativos originados por el tamaño del barrio Unión de Vivienda Popular. Los pobladores de un sector deciden dividirse del resto de la Unión, tener su propia junta da acción comunal, por lo que se le dio el nombre de Mariano Ramos30. Pero al igual que en el conjunto del oriente de la ciudad los terrenos fueron entregados a sus nuevos dueños sin ninguna clase de servicios públicos y en zonas también inundables y cubiertas de pastizales. Como en el Siete de Agosto y las etapas del Alfonso López los pobladores de la época comenzaron la brega de obtener servicios públicos. Se cavaron aljibes en las casas para obtener agua, aunque no era apta para el consumo humano por lo que el agua potable era compraba a vendedores que la transportaban en carretillas y la ofrecían por baldes en las casas. Posteriormente se organizó un comité que se encargara de gestionar el agua a través de la instalación de una pila en Puerto Rellena, 11
Se constituye una junta encargada de negociar y recoger los recursos para compra de los terrenos. Gracias a acuerdos adelantados por la población y el Instituto de Crédito Territorial (ICT) se coloca un precio de $1500 por cada lote entregado, los cuales de dividieron en una cuota inicial de $700 y cuotas semanales de $15. " El nombre de Mariano Ramos es colocado por influencias políticas de un sector del partido liberal en la organización de vivienda que dirigía el movimiento, en honor a un yerno del gobernador de ese entonces (Gustavo Balcázar Monzón), quien era dueño de la fábrica de pastas Mariano Ramos. El 4 de agosto de 1969 la zona sur de la antigua urbanización Unión de Vivienda Popular se independiza como barrio con el nombre mencionado. Esto revela la influencia del partido liberal en el asentamiento mediante el funcionamiento de acuerdos de intercambio de consecución de obras de urbanización y servicios públicos en el nuevo barrio en contraprestación de votos en las elecciones para los candidatos del sector balcarcista.
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sitio en donde había que hacer grandes filas, en el barrio que hoy se conoce como Villa de Sur y anteriormente llamado Periquillo. Como no existía alcantarillado la población cavaba largas chambas hasta llegar al caño donde desembocaban las aguas residuales para así evitar inundaciones. De este modo se construyó un sistema artesanal de alcantarillado. La población vivió mas de tres años sin energía eléctrica y abasteciéndose de leña para cocinar los alimentos y velas para alumbrar sus hogares en las noches. Luego, el mismo comité del agua se encarga de proponer que la solución más rápida consistía en conectarse a la red de energía en forma pirata, pegándose al poste más cercano31. No es sino hasta 1968 que la población logra presionar para la instalación de los servicios de energía en los hogares del futuro barrio Mariano Ramos. Esto es el resultado de la negociación de votos contra servicios públicos en el área a través del partido liberal. A través de este mecanismo la población del barrio logró posteriormente la instalación de las redes del acueducto y alcantarillado en sus viviendas. A pesar de la historia de su creación como una invasión que se negocia con los antiguos dueños de los predios en una zona no urbanizada para la época, Mariano Ramos termina al cabo del tiempo en un barrio que alcanza una situación económica estable para una buena parte de los hogares que allí residen. La principal razón de esta evolución favorable de las condiciones de urbanización y en general de vida de este barrio tiene que ver con el tipo de empleos a los que accedieron sus poblado31
La energía de contrabando se instaló mediante cables hechizos pegados a la red principal más cercana ubicada en el barrio Periquillo para esa época. Esta situación causaba duros enfrentamientos entre la población de la Unión y los funcionarios de las empresas municipales de la ciudad, quienes en su intento por cortar los cables recibían piedras que lanzaba la población enfurecida, que de esta forma siempre evitaba la suspensión del servicio de energía.
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res, entre las décadas del 70 y 80, con un patrón de asalariamiento más o menos estable muy similar al presentado en el caso del Siete de Agosto. Esto explica que este barrio y otros de la comuna 16 se conformen como asentamientos populares que logran urbanizarse en forma relativamente terminada, al lado de una mejoría notable de las viviendas por autoconstrucción. Pero un factor adicional muy importante fue la conexión vial al conjunto de la ciudad, desarrollada desde la década del 70, al tiempo de una pavimentación de calles y construcción de diversas obras de infraestructura e inversiones sociales, todo ello parejo al aporte electoral que hacían sus pobladores a los candidatos al concejo de la ciudad, particularmente de las fracciones del partido liberal correspondientes al balcarcismo y al holmismo. En realidad lo que a lo largo de las décadas del 70 y 80 va a conformarse como la actual comuna 16, la antigua Unión de Vivienda Popular, se fue transformando en un área residencial que poco a poco perdía su carácter inicial precario gracias a su transformación en barrios populares más o menos integrados al conjunto de la ciudad con una buena participación de población trabajadora asalariada y además con una creciente participación de capas populares de profesionales y técnicos con ingresos superiores a los dos o tres salarios mínimos, al igual que lo observado en el Siete de Agosto, con la excepción notable del barrio Antonio Nariño cuyas características urbanísticas, socioeconómicas y socio-raciales lo hacen más cercano al patrón urbano del Distrito de Aguablanca32. No obstante que la población de Mariano Ramos es altamente mestizada se observa una población negra-mulata pro12
De los cuatro barrios el que ha tenido un desarrollo urbano menor y condiciones socioeconómicas más inestables de los hogares es el Antonio Nariño, zona limítrofe con el Distrito de Aguablanca (comuna 13, barrio El Vergel), ubicado más al nororiente de la comuna 16 y con una mayor concentración de población afrocolombiana.
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veniente de Buenaventura y del Choco, y en menor grado de la Costa Pacifica nariñese y caucana, de migrantes llegados a Cali después de los años 50 y sus descendientes nativos de segunda, tercera y hasta cuarta generación, en algunos casos. Este patrón es más o menos semejante para los actuales barrios la Unión de Vivienda Popular y República de Israel, aunque en el barrio Antonio Nariño hay un mayor peso socio-racial de la población negra y ya es posible observar más presencia de población afrocolombiana de la Costa Pacífica nariñense y sus descendientes nativos. En términos geográficos en la comuna 16 se registra una especie de distribución en la concentración de la población afrocolombiana entre dos barrios, Mariano Ramos contra Antonio Nariño, de una mayor dispersión a una mayor concentración, con dos barrios intermedios, la Unión de Vivienda Popular y la República de Israel. Esta variación socioracial en el ámbito de la geografía de la comuna 16 también se corresponde aproximadamente con diferenciales urbanísticos de las calles y viviendas y socioeconómicos de los hogares. En Mariano Ramos las mujeres mayores de 30 años en una amplia mayoría no están en el mercado de trabajo, dedicándose todavía a actividades del hogar y al cuidado de los niños. A diferencia de otros barrios en pocos casos estas mujeres están dedicadas a ventas de comestibles y artículos de lencería, papelería y utensilios para el hogar dentro de sus casas, a domicilios o en un local dedicados a las ventas. Lo cierto es que la mayor parte de los hogares aún son sostenidos los por hombres. En cambio, las mujeres menores de treinta años sí tienen una masiva participación en el mercado de trabajo, dedicadas a oficios de asalariadas en empresas medianas y grandes en las cuales ocupan cargos de secretarias, asistente o contadoras, vendedoras de mostrador y en pocos casos en oficios varios en el área de aseo a oficinas, para las de menor escolaridad. Pero
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la mayor parte de estas mujeres, en especial las menores de 25 años, se dedican a estudios de secundaria o universitarios. Los empleos masculinos para mayores de treinta años se concentran en labores de obreros y supervisores de grandes empresas como Cartón Colombia, Colgate Palmolive, Lloreda Crasas, entre otras, con ingresos superiores a los dos salarios mínimos y en ocasiones hasta tres y cuatro salarios. También es un barrio con un sector de personas jubiladas, de empleos públicos y privados. Por eso mismo es posible encontrar hombres con edades cercanas a los 30 años o ligeramente por encima de esta edad que alcanzaron a ser enganchados, antes de la década del 90, en empleos en las mismas empresas donde antes trabajaban sus padres, hoy en día jubilados 33 . Tampoco es despreciable la población laboral de profesionales y técnicos, en su mayoría asalariada, aunque también hay profesionales independientes. En conjunto la población masculina mayor de 30 años es por lo general jefe de hogar. Por el contrario, al igual que en otros barrios populares los menores de treinta años trabajan en empleos temporales como asalariados de alguna empresa o como vendedores, ya sea de puerta a puerta o en mostrador. Cabe anotar que a pesar de existir gran cantidad de desempleados en este barrio las opciones de conseguir empleo son menos desfavorables, en términos comparativos con otros barrios populares, sobre todo por los mejores niveles de escolaridad que ofrece este barrio. Mariano Ramos presenta un buen nivel de escolaridad debido a que la comuna 1 6 tiene una amplia oferta de servicios 3Í
Se trata de un fenómeno ya en franca extinción de algunas grandes empresas en donde todavía operaban mercados internos de trabajo controlados en el enganche por las organizaciones sindicales antes de la última reforma laboral (Ley 50 de 1990), o pequeñas y medianas empresas en las que existían relaciones paternalistas muy consolidadas y el enganche de nuevos trabajadores se hacía privilegiando a los familiares de los mismos operarios.
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educativos a nivel de escuelas y colegios y los hogares cuentan con mejores ingresos para matricular a sus alumnos en colegios privados de mejor calidad que los existentes en el Distrito de Aguablanca y otras comunas del oriente de la ciudad (6 y 7). La mayor parte de los jóvenes de 18 y más años son bachilleres o están terminando su bachillerato. A pesar de la alta deserción escolar masculina que se presenta también en este barrio, la escolaridad completa hasta el nivel 11 es más generalizada en Mariano Ramos que en otros barrios del oriente de la ciudad, con excepción de Ciudad Córdoba y algunos otros barrios del Distrito de Aguablanca (Villa del Lago, Calipso, El Vallado), que ofrecen condiciones similares. También registra una población de mujeres y hombres egresada de las universidades o haciendo alguna carrera en la Universidad del Valle y otros centros de educación superior. Es abundante la población juvenil estudiando en centros postsecundarios de carreras intermedias. Mariano Ramos cuenta con un servicio de salud publica al que acuden la mayor parte de las personas del barrio. El servicio se apoya en un puesto de salud que está ubicado en el barrio y un centro de salud en el barrio aledaño de Unión de Vivienda Popular. Aunque existen muchas personas vinculadas a alguna EPS o al Seguro Social, o a modalidades de medicina prepagada, podemos encontrar gran cantidad de personas de este barrio beneficiarías del programa de salud subsidiada del Sisben. De todas maneras las prácticas populares de salud se mantienen vigentes en algunos aspectos relacionados con maleficios y el mal de ojo. Funcionan todavía algunas parteras, las cuales no practican partos sino que son utilizadas para el control de embarazo. Desde hace ya varios años atrás todos los partos son hospitalarios. En Mariano Ramos la sociabilidad de vecindad es mucho menor que en otros barrios populares del oriente de la ciudad, aunque la calle sea el principal escenario de sociabilidad de
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los grupos de pares entre la población joven, al igual que en los diferentes barrios populares y de clases medias bajas. Dentro de este barrio se encuentra el espacio de recreación más amplio de la comuna 16, dotado con más de cuatro canchas de fútbol y baloncesto, en donde acude la población a practicar deporte tanto de manera formal como informal, a través de torneos o partidos amistosos. Los espacios de socialización a través de la música se desarrollan en este barrio a través de los llamados toldos, en donde jóvenes de diversos sectores populares son convocados entorno a la música y al baile de la salsa. Son frecuentes las fiestas o rumbas en las viviendas, a las que se asiste pagando la entrada. Diversas variantes del hip hop, a través del rap y el reggae, son consumidas entre la población j u venil, existiendo grupos que cantan y bailan este género musical. En este tipo de consumos culturales la participación de los jóvenes negros, mujeres y hombres, es destacada, al lado de la población mestiza. Las relación con los demás barrios de la comuna 1 6 es relativamente aceptable, teniendo en cuenta que todos los barrios presentan una igual antigüedad, y que existen condiciones urbanísticas y socioeconómicas similares, con excepción del barrio Antonio Nariño, más percibido por la población del Mariano Ramos y de los otros dos barrios de la comuna 16 como una continuación del Distrito de Aguablanca, con los estigmas que ello conlleva.
Cali, de nuevo de la Simón Bolívar hacia el oriente La segunda expansión hacia el oriente de la ciudad ha estado relacionada con los flujos migratorios más intensos de migrantes desde la Costa Pacífica sur, a partir de las décadas del 70 hasta el presente, sin perder influencia la migración desde Buenaventura. Aunque es un territorio urbano que se expande en forma
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de un mestizaje generalizado, con gentes provenientes de diversas regiones del Val le y del país, con tipos socio-raciales muy diversos, podría decirse que se caracteriza por una sobreconcentración de población afrocolombiana, especialmente de la Costa Pacífica sur nariñense y caucana, en varios nichos residenciales, sobre todo en los asentamientos de invasión y en las áreas urbanizadas ya consolidadas pero que están marcadas por condiciones urbanísticas más precarias y niveles de vida de menor prosperidad. Hay así una asociación perversa entre mayores niveles de pobreza y "color de la piel", que tiende a reforzar el estigma social. Como veremos en esta asociación van a jugar un papel significativo las redes familiares y de paisanaje que permiten una acogida a grupos de migrantes y sus descendientes, en forma tal que la población del nicho tiende a encapsularse y a configurar imaginariamente un espacio de "ghetto", percibido desde afuera y autopercibido por sus residentes. Sin embargo, las redes son apenas uno de los factores, ya que el otro son las opciones de inserción urbana que ofrece la ciudad a los migrantes y sus descendientes nativos con determinadas características socioeconómicas y socio-raciales. Los asentamientos en condiciones más precarias que se analizan en este artículo son Sardi, El Retiro y Manuela Beltrán.
Sardi El asentamiento subnormal 34 llamado Sardi surgió bajo la modalidad de invasión en el año de 1970, de antiguos terrenos colindantes con la laguna de Charco Azul dedicados en lósanos " El término subnormal forma parte de la clasificación urbanística existente en el país y en la ciudad, utilizado para los asentamientos ubicados en terrenos no aptos para fines residenciales, con viviendas de materiales precarios, sin servicios públicos domiciliarios, sin una infraestructura básica de acceso, además de no contar con un ordenamiento físico adecuado. En principio dichos asentamientos son objeto de reubicación física si no es posible disminuir los riesgos que presentan y ofrecer alguna alternativa de ordenamiento urbanístico.
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60 al cultivo de millo 35 . Los invasores eran en su mayor parte oriundos deTumaco y Buenaventura, algunos de ellos migrantes que habían llegado a Cali después de 1965, o sea, se trataba de migrantes recientes para esa época, alojados transitoriamente en casas de familiares o paisanos en algunos barrios cercanos, especialmente Puerto Mallarino, en donde una buena cantidad de ellos pagaban alquiler. Las casas construidas en ese entonces eran de madera y guadua, con techos de plástico y cartón, piso de tierra, y sin ningún tipo de servicios públicos. La invasión construyó lavaderos y baños comunitarios, con vertimiento de aguas hacia la laguna de Charco Azul. Continuos enfrentamientos con la policía se dieron entre 1970 y 1973, con destrucción de las viviendas, gentes heridas y algunos muertos de los mismos invasores, debido a solicitud de desalojo por parte de la familia Borrero, propietaria de las tierras colindantes con la laguna de Charco Azul y de los cultivos allí sembrados. Los pobladores a pesar de los continuos desalojos al siguiente día de los mismos volvían a poner en pie sus precarias casas. En 1973 aparece el personaje Octavio Sardi, político conservador y concejal de la ciudad, quien a cambio de votos logra retirar la represión policial y ofrece un plan de reubicación en el mismo espacio a un grupo de pobladores. Eso sí, sin servicios públicos y utilizando los anteriores espacios con el objetivo de poder ofrecer a otros pobladores, con los que él tenía compromisos electorales, un lote. La intervención del político conservador si bien permitió definitivamente consolidar la invasión, trajo como consecuencia un crecimiento significativo de ella a partir de 1973. Las vinculaciones electorales de Sardi con po1
' Terrenos de propiedad de Vicente Montano Rizo, quien controlaba un amplio sector de lo que es hoy el norte de la comuna 13: Charco Azul, Sardi, Villa del Lago, Marroquín I, Belisario Betancur, El Pondaje, Ricardo Balcázar. La propiedad incluía las antiguas lagunas de Charco Azul y El Pondaje.
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blación negra ubicada en diversos barrios populares que también pagaba alquiler y otro sector de población mestiza e indígena migrante de la región caucana-nariñense de procedencia rural van a ampliar el asentamiento inicial. Sin embargo, Sardi siempre ha mantenido su carácter de antigua "invasión" y por lo mismo, los terrenos nunca han podido ser legalizados. Hasta finales de los años 80 existía en este asentamiento sobre un antiguo caño que desembocaba en la laguna de Charco Azul, zona oriental del barrio, un conjunto de viviendas en la modalidad de palafitos construidas a la orilla del caño. En esta parte del barrio se concentraban los migrantes más recientes que no pudieron ubicarse en otra zona del asentamiento. Este sector, en condiciones más deterioradas que otros, fue finalmente reubicado entre 1980 y 1983 en el barrio Mojica. A raíz de la intervención del personaje en el asentamiento, éste lleva como nombre el apellido del político desde mediados de los años 70. La presencia de dicha figura sin embargo, no conllevó a que las condiciones residenciales en el asentamiento mejorasen, por el contrario, se incrementó el hacinamiento agravado por la carencia de servicios públicos, amén que los terrenos hasta hoy en día no son adecuados para fines de vivienda. Esto ha representado, para la población allí localizada, que sea imposible la construcción de su vivienda con materiales adecuados, debido a la situación de extrema precariedad del área residencial aunado a la no legalización de los terrenos, hasta la fecha clasificados como área subnormal. Por iniciativa de los propios pobladores se inicia hacia mediados de los años 70 la instalación de algunos servicios públicos en forma pirata como la energía, a través de un tendido de cables traído más tarde desde el barrio Marroquín I36. El servi" El poste de energía más cercano al cual conectaron en forma hechiza el cable pirata estaba situado en el barrio Marroquín I. Esta instalación pirata, debido a la carencia de condiciones técnicas, produjo grandes cortos, quema de los cables e incendios repeti-
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CÍO de agua era abastecido en la primera etapa de la invasión mediante baldes para la preparación de alimentos y el lavado de ropas, transportados desde el barrio Siete de Agosto, del cual se hizo antes una descripción. Luego instalaron en 1980 mangueras conectadas en forma pirata a la red del acueducto, también en este último barrio, hasta los lavaderos y baños colectivos que servían como espacio de encuentro entre las personas del asentamiento en especial entre las mujeres que permanecían la mayor parte del día en estos lavaderos públicos. Esto acarreaba serios enfrentamientos entre los pobladores de los dos sectores, puesto que la presión del agua era demasiado baja y llegaba a los lavaderos y baños públicos que la comunidad había instalado, afectando a la población del barrio Siete de Agosto, donde estaba conectada ilegalmente la manguera principal. La evacuación de excretas y aguas residuales siempre ha sido a través de la laguna de Charco Azul hacia la cual antes se vertían y todavía un sector vierte todos los desechos. Aunque ya hay algunas construcciones en cemento y ladrillo, todavía la gran mayoría de las edificaciones en Sardi son en madera actualmente, con aditamentos de hojas de zinc, cartones, tejas de barro. Los pisos son de cemento, si bien algunas viviendas conservan piso de tierra. Las viviendas se encuentran ordenadas a lo largo de callejones estrechos que conforman laberintos en ele y sin salida en los que no pueden transitar vehículos, sin conformar en las agrupaciones de grupos de viviendas el modelo de la manzana estándar. Todavía las viviendas se proveen de energía eléctrica bajo modalidades piratas, así como la conexión a la red de acueducto de la ciudad. La recolección de basuras no se realiza dentro del asentamiento sino que ellas deben ser transportadas por los pobladores a puntos de acceso de los carros en Charco Azul. dos en Sardi. Todavía hay un sector de viviendas en la actualidad que mantiene esa conexión pirata.
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La historia del asentamiento de Sardi ha estado atada a la del barrio Charco Azul, ya que en cierto modo es el área más pobre contigua a este barrio, con excepción de algunos sectores como La Pajarera, dentro de Charco Azul. Con unos pocos años más viejo que Sardi, finales de los años 50, Charco Azul fue un barrio que vivió procesos muy similares a los de Sardi, pues también su historia está vinculada a una invasión de tierras, pero con una negociación de terrenos y su legalización más tempranas, pero además porque los terrenos donde se construyeron las viviendas permitieron una relativa mejor conexión de los servicios públicos. Esto favoreció que una extensa parte del barrio Charco Azul haya tenido un trazado relativamente más ordenado y sobre todo un acceso más importante a servicios públicos. En materia de poblamiento los migrantes del Pacífico (Nariño, Cauca) y una parte de la región andina son los de mayor peso demográfico en este barrio, presentando por ello una similitud socio-racial con Sardi. La relación entre Charco Azul y Sardi no sólo se debe a la contigüidad geográfica sino ai hecho que durante un largo período de la historia de ambos asentamientos han compartido los servicios públicos bajo modalidades piratas, utilizando las mismas fuentes de conexión. Otro factor de integración entre estos dos sectores tiene que ver con los nexos de parentesco entre pobladores de ambos sectores, principalmente debido a que mucha gente en Charco Azul fue la que dio aviso a familiares y paisanos acerca de los terrenos que estaban para invadirse en los terrenos de lo que ha sido Sardi en la primera etapa de la invasión y luego en períodos sucesivos hasta la fecha. Por otro lado, también antiguos pobladores de Sardi al lograr una cierta movilidad social que les significó una posibilidad de ingresos para comprar un lote o una vivienda en proceso ubicada en Charco Azul, luego vendían o alquilaban la vivienda que habitaban en Sardi, o sencillamente la cedían a otros familiares o paisanos que habían llegado a Cali. 375
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Existe además una relativa similitud de procesos entre Sardi y Charco Azul, a pesar de una importante diferencia relacionada con la evolución del asentamiento -el primero aún una invasión en una zona sometida a inundaciones y dificultad de extensión del servicio público de alcantarillado, porque los terrenos sobre los que está levantado siempre han presentado un mayor riesgo por su contigüidad con la laguna; el segundo, un asentamiento legalizado y con unas mínimas condiciones urbanas o en proceso-, que permite visualizar a ambos sectores como una misma zona urbana. Esto quiere decir que no obstante las fuertes diferencias en sus infraestructuras físicas y los dos tipos de legalidad ante la municipalidad y los reglamentos de ocupación urbana, las problemáticas sociales de los dos barrios son muy parecidas. También esto significa que en términos de discriminación desde el exterior, por otros barrios cercanos y en general por el conjunto de la ciudad, los dos asentamientos son marcados como un mismo territorio "peligroso". La permanencia hasta la fecha, después de casi 30 años, de la invasión de Sardi en condiciones residenciales de alto hacinamiento, precariedad de los servicios públicos y predominio de la madera y otros materiales provisionales en las viviendas, para una población en su casi totalidad afrocolombiana, con numerosas redes familiares procedentes de Tumaco, especialmente de la zona rural del municipio, tiene que ver con el flujo de migrantes pobres de la Costa Pacífica sur que en los últimos cinco años todavía sigue importante. Sin embargo, desde 19931995 en Sardi ya no es posible construir nuevas viviendas en terrenos de invasión porque el espacio disponible ya está copado, en cambio sí se da el fenómeno de compartir las viviendas con los recién llegados, familiares o paisanos de la misma zona de origen, sin que por eso pueda hablarse de modalidades de alquiler e inquilinato sino más bien de formas diversas de colaboración en la olla común; Esta presión pobiadonal explica en parte la permanencia del asentamiento, al lado de factores como
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la pobreza de sus habitantes y la imposibilidad de legalización de los terrenos que hacen poco viable mejorar las viviendas y la infraestructura del asentamiento. También hay que tener en cuenta que la permanencia de la "invasión" y su no completa reubicación, a pesar de la precariedad residencial, está relacionada con la carencia de importancia de esos terrenos en términos comerciales, de construcción de vías u otra clase de obras públicas, ya sea para la administración municipal o para grupos de intereses privados capitalistas. Las propuestas de reubicación están asociadas a las campañas electorales, las cuales una vez terminan pierden importancia, además de que en los diferentes programas de traslado los pobladores deben comprar el lote sin reconocimiento de la vivienda en uso, lo que se convierte en un obstáculo para su viabilidad. Estos factores explican la permanencia hasta el presente de invasiones como Sardi en otras zonas del Distrito de Aguablanca, entre cuyas características está la sobreconcentración de población afrocolombiana 37 . La particularidad de Sardi es que se trata de la invasión que aún existe de mayor antigüedad entre las áreas de poblamiento posteriores a 1969. En Sardi se encuentran, por una parte, pobladores antiguos, primeros fundadores desde 1970, migrantes procedentes del Pacífico sur, con la red familiar que han conformado entre miembros que habitaban en el área de origen o paisanos cercanos que fueron llegando paulatinamente y los nuevos miembros descendientes de los anteriores pero nacidos en Cali, además de otros miembros procedentes de otras regiones de población afrocolombiana en relaciones de unión con cualesquiera de los 17
Otras invasiones que aún permanecen y que presentan estas características son Mojica (dentro del barrio Mojica), El Valladito (en la periferia, parte de atrás del barrio El Retiro), Colonia Nariñense (sobre la avenida Troncal de Aguablanca, al lado del barrio El Retiro), África (dentro del barrio El Retiro), Belisario Betancur (en medio de la laguna de El Pondaje y el barrio Charco Azul), y la Pajarera (dentro del barrio Charco Azul, recientemente reubicada).
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anteriores. Estos primeros pobladores no han podido desplazarse residendalmente hacia otros barrios del Distrito de Aguablanca y del oriente de la ciudad porque sus condiciones de movilidad social ascendente hasta el presente son muy reducidas. Por otro lado, están los migrantes más recientes, escalonados a lo largo de la historia del asentamiento, llegados algunos de otros barrios de la ciudad y por lo tanto con un tiempo previo de residencia en ella, pero también un buen número que arribó directamente de las zonas de origen, entre ellas de áreas rurales del Pacífico sur. Sin embargo, Sardi ha sido también un espado residencial transitorio para muchos de sus antiguos moradores, migrantes del Pacífico sur y de otras zonas de población afrocolombiana, quienes hoy en día viven en Charco Azul, Marroquín I y II, El Poblado o Mojica. Ellos han sido los migrantes con alguna movilidad social y con relación a los que se quedan o no han podido salir y los que apenas han llegado en los últimos años, los menos pobres. Se trata por lo tanto de un territorio con una alta movilidad espacial de llegada y salida de población, incluso muy recientemente. Una situación similar sucede en Charzo Azul 38 . En la actualidad las ocupaciones más comunes en Sardi para las mujeres mayores de 30 años son la venta de frutas, verduras y todo tipo de ventas ambulantes en diversos barrios de la ciudad y en algunas plazas de mercado (Santa Helena y La Floresta). Otra manera de generar ingresos, sobre todo a raíz de la actual crisis, es la venta de comidas fritas. Los fines de semana
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En el estudio de la Arquidiócesis de Cali, llevado a cabo por la Comisión Vida, Justicia y Paz (1997), para el año de 1996, los barrios de Sardi y Charco Azul registraban en ese año los porcentajes más altos de hogares en Cali que habían llegado a vivir por primera vez al barrio de referencia y de los que se habían desplazado hacia otros barrios de la ciudad. Se trata de un estudio que averiguaba desplazamientos causados por algún factor de violencia. De 521 hogares encuestados por la Arquidiócesis, el 2.5.7% (134 hogares) habían arribado a los dos barrios entre enero y septiembre de 1996, y de 41 hogares "expulsados" (el 7.9% de los 521), 16 habían salido de los dos barrios.
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se ofrecen empanadas, papas rellenas y demás frituras, al igual que en las mañanas ha aumentado considerablemente la venta de arepas y buñuelos. Aunque el empleo doméstico, bajo la modalidad de "interna" o al día, sigue siendo importante en el barrio, debido a la situación económica actual de la ciudad la gran mayoría de los patronos de clase media y clase alta han disminuido la utilización de mano de obra en el servicio doméstico, reduciendo casi siempre el número de días contratados y suprimiendo la empleada del servicio "interna". Esto ha conllevado a que esta ocupación, muy importante antes de la crisis económica, haya pasado a convertirse en una segunda opción (bajo la modalidad de trabajo al día una o dos veces por semana) para muchas mujeres del barrio. En este oficio lo más usual son labores semanales con menor número de jornadas de lavado y planchado de ropa a domicilio en hogares de clases medias y altas de la ciudad. La disminución del empleo en el servicio doméstico ha sido más grave en el caso de las mujeres jefes de hogar en un barrio como Sardi, con muy bajos niveles de escolaridad (promedio de 5 años para mujeres de más de 30 años) de las cuales depende todo o casi todo el ingreso familiar. Las mujeres menores de 30 años atraviesan una situación de desempleo aún más difícil, a pesar de un ligero mayor nivel de escolaridad, 2 o a 3o de bachillerato. Los principales empleos para ellas, en los años 1997 y 1998, han sido de asalariadas en ventas de comercio, minorista en períodos de temporada, o como impulsadoras de productos puerta a puerta, y el servicio doméstico al día, aunque esta actividad ha perdido demanda como se comentó antes, pero en el caso de las mujeres menores de 30 años su opción es más reducida porque en este mercado de trabajo se prefiere a mujeres de más edad. Los hombres mayores de 30 años en un barrio como Sardi, con niveles de escolaridad promedios de 5o de primaria, han
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estado más directamente vinculados a las labores de construcción. Sin embargo, debido a la grave crisis que enfrenta este sector en los últimos 3 años se han visto obligados a acudir a las ventas ambulantes de frutas, verduras, agua en los semáforos, dulces y galletería, utensilios de cocina o una miscelánea de mercancías de circuitos de contrabando o productos diversos, a través de redes de distribución informales en las calles, compitiendo con los jóvenes del mismo barrio o de otros asentamientos similares quienes antes tenían una mayor presencia en este mercado de trabajo. En Sardi, los hombres menores de 30 años con una escolaridad similar a la de las mujeres (2°-3° de bachillerato), presentan una situación de alto desempleo, aunque para las mujeres en el mismo grupo de edad es más grave por haber menos opciones. Antes de la actual recesión la gran mayoría de los jóvenes estaban vinculados a la construcción, iniciando sus trayectorias laborales como ayudantes de construcción, si bien había un sector dedicado a actividades diversas de rebusque relacionado con ventas ambulantes de los productos más diversos en pequeña escala minorista o una variedad de actividades delictivas (robos y atracos en espacios urbanos cercanos al barrio). Pero también habían - y se conserva aunque en menor escala por la crisis- empleos temporales en empacado de productos en medianas y pequeñas empresas en Yumbo y en la zona industrial de Cali (sector de Acopi). En Sardi no existen colegios públicos ni privados, por esta razón la atención escolar más próxima, en los niveles de primaria y secundaria, se encuentra en Charco Azul y Siete de Agosto, compitiendo fuertemente con la población escolar de estos dos barrios. Esto significa que posiblemente se presenta una baja cobertura escolar en la educación media por la existencia de cupos reducidos que ofrecen los centros educativos, los cuales no alcanzan a cubrir ni siquiera el 5 0 % de la pobla-
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d o n infantil en edad escolar39. La situación es más difícil al no existir colegios de bachillerato públicos ni privados en Charco Azul, por lo cual la presión por cupos en Sardi y Charco Azul se dirige hacia el Siete de Agosto, Marroquín 1, Andrés Sanín y Ulpiano Lloreda, donde sí operan colegios de bachillerato. Debe advertirse que sólo opera un colegio secundario público en el Siete de Agosto, y los centros privados son demasiados costosos para los reducidos ingresos de la población 40 . La única opción real de educación media es la que presta el colegio privado parroquial el Señor de los Milagros 41 . La mayor parte de los jóvenes de Sardi que estudian bachillerato lo hacen en este plantel. No hay estudiantes universitarios de Sardi, ya sea de universidades privadas o de la Universidad del Valle. Sólo algunos estudiantes o egresados de centros de educación postsecundaria, en el Sena y la mayor parte en entidades privadas. Sin embargo, en el caso del Sena se trata de la modalidad de cursos cortos, es decir, no hay hasta el momento egresados o estudiantes en las modalidades de programas de aprendizaje o estudios técnicos y tecnológicos. La única oferta de servicios de salud disponible para la población de Sardi es la del sistema publico. El Puesto de Salud más cercano y disponible es el de Charco Azul. Para efectos de 39
Según reporte suministrado por la coordinación escolar del Centro Docente de Charco Azul (sector público), referido al potencial de población escolar que demanda cupos en bachillerato, entre los barrios de Sardi y Charco Azul, y las plazas disponibles en la actualidad en colegios privados y públicos. 40 En un colegio privado de la zona la matrícula oscila entre $100 mil y $150 mil, y las mensualidades entre $40 mil y $45 mil, precios que no están al alcance de los hogares del sector de Sardi. " Es el plantel que cuenta con la más grande cobertura de alumnos en el Distrito de Aguablanca, con una capacidad para diez mil alumnos. La mensualidad es de sólo $3 mil y la matrícula gratuita; cuenta además con talleres para el área técnica. Se trata de un centro educativo financiado por entidades alemanas de caridad y hace parte de una propuesta social adelantada por el padre Alfredo Welker.
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exámenes de laboratorio y una atención de nivel II en materia de salud la población de Sardi recurre al Centro de Salud de Puerto Mallarino, y a los hospitales Carlos HolmesTrujillo (ubicado en el barrio El Poblado) y Joaquín Paz Borrero (barrio Alfonso López II), y en casos más graves son remitidos al Hospital Departamental o al San Juan de Dios (nivel III). La mayor parte de la población de Sardi no cuenta con la afiliación al régimen subsidiado de Salud Sisben, y mucho menos existen personas vinculadas al Seguro Social o alguna EPS. El recurso a las prácticas populares de salud es frecuente en Sardi para resolver los problemas cotidianos de salud que enfrentan los hogares. En estas prácticas se manejan conocimientos de diagnóstico y terapia comunes a los de la Costa Pacífica, aunque hay cruces con otros del surocddente andino. Es frecuente el recurso a la lectura del tabaco y las cartas, los rituales de limpieza del cuerpo, las viviendas y otros objetos. Entre las enfermedades endémicas más sobresalientes está el "mal de ojo", particularmente en la población infantil. En Sardi -incluso en Charco A z u l - todavía se encuentran mujeres en edad fértil con partos atendidos por comadronas o parteras en sus propias viviendas. Este fenómeno era más frecuente 10 o 15 años atrás, lo cual indica que tiende a disminuir pero no dejan de presentarse casos, sobre todo entre mujeres migrantes recientes de procedencia rural. Aunque las comadronas en la atención del parto a domicilio han perdido demanda por la mayor importancia que tiene el parto hospitalario, aún desempeñan un papel en estos dos barrios en el seguimiento del embarazo y se constituyen en un recurso obligado para la interrupción de embarazos y producción de abortos en condiciones riesgosas. La calle es el espacio más importante de sociabilidad en Sardi y por extensión en Charco Azul. Un indicador de este tipo de relación son las puertas de las casas abiertas durante
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la mayor parte del día y un buen tiempo en la noche, entrando y saliendo los residentes de una misma cuadra a las viviendas de diferentes hogares para realizar múltiples actividades domésticas y extradomésticas. Son frecuentes las actividades deportivas en la calles, también los juegos tradicionales entre vecinos y amigos (cartas, dominó, el juego de bingo). Un espacio de sociabilidad entre los jóvenes hombres son las dos peluquerías "afro", una en Villa del Lago y la segunda en Charco Azul, sitios frecuentados por muchachos de Sardi, que a la vez interactúan con los de los otros dos barrios. En estos espacios no sólo se corta el cabello de acuerdo a la moda, tomada de los patrones de consumo de la población juvenil negra americana, sino que operan como sitios de encuentro, de opiniones sobre música y otros temas relacionados con las vivencias de una comunidad imaginaria afrocolombiana. En Sardi y Charco Azul aún son frecuentes los alabados y los chihualos como parte de la funebria de adultos y niños, lo cual expresa el peso demográfico y cultural de la población procedente de la Costa Pacífica. Sin embargo, hay una expansión notoria de las iglesias protestantes en sus modalidades de sectas evangélicas. En los dos barrios hay presencia de grupos de danzas foldóricas ligadas a la tradición musical de la Costa Pacífica. Al mismo tiempo está generalizada en los jóvenes la cultura del hip hop, con manifestaciones de grupos de rap. Es de uso corriente que los jóvenes de ambos géneros bailen indistintamente currulao, rap, salsa, y algunas veces reggae. Finalmente es importante anotar que los grupos organizados en Sardi, de niños y jóvenes, mujeres, tercera edad, participan activamente en el Centro de Desarrollo Comunitario de Charco Azul, y que algunas organizaciones locales de Charco Azul están también conformadas por personal de Sardi.
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El Retiro Fue el primer barrio de la comuna 15, a partir de un proceso de invasión de terrenos ubicados en una franja entre el margen oriental de los barrios que hoy conforman la comuna 1 6, según se describieron previamente, y el caño Cauquita, que sus pobladores en ese entonces llamaron Cinta Larga, asentamiento surgido en el año de 1972. Este asentamiento subnormal estaba conformado por 800 o 1000 viviendas, sin servicios públicos, al igual que registraba un agudo problema de hacinamiento en pequeños ranchos de 4 por 5 metros, construidos de madera, techos de paja y pisos de tierra, y que eran habitados por gran cantidad de inmigrantes de la Costa Pacifica, aunque en su mayoría provenían de la zona rural del municipio deTumaco. Cinta Larga estaba construido al borde del canal de aguas residuales Cauquita de forma tal que todos los ranchos tenían el frente de sus casas orientado hacia el antiguo barrio de la Unión de Vivienda Popular, mientras la parte del lote de atrás daba sobre el canal. Existían una gran cantidad de pasillos entre un buen número no uniforme de casas, sin llegar a definir lo que se conoce como manzana puesto que los callejones conformaban laberintos irregulares. Por su proximidad al canal utilizaban éste como depósito de desechos y a donde iban a parar las aguas residuales. Ante la carencia de agua potable era siempre necesario desplazarse hasta el antiguo barrio Unión de Vivienda Popular a conseguir el agua y transportarla hasta los lavaderos públicos, ya que las viviendas no tenían servicio sanitario ni lavadero. En 1980, debido a la presión de los habitantes de la zona por mejorar sus condiciones de vivienda, se inicia el proceso de reubicación a través de Invicali, en los terrenos que en la actualidad constituyen la primera etapa del barrio El Retiro, en la franja oriental de lo que más tarde serán la calle 48, y las carreras 33 y 39. Dicho programa comprendía la entrega de un
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lote de 15m por 5m por un valor de $ 7 mil de !a época, con el objetivo de reubicar un asentamiento de alto riesgo situado a lo largo de un canal que se había convertido en vertidero de aguas residuales, además de la situación de extremo hacinamiento. De esta forma El Retiro se crea en terrenos antiguamente inundables con pobladores reubicados de Cinta Larga y de dos asentimientos que en esa época también eran clasificados como subnormales: uno ubicado en los terrenos que hoy se conocen como El Pondaje (comuna 13), y un segundo en los alrededores del actual barrio Bella Vista42 (zona de ladera comuna 19). Una de las características del barrio El Retiro desde su conformación en 1980 es el de constituir uno de los asentamientos en la ciudad de Cali con la mayor concentración residencial de población y hogares afrocolombianos, pero también en donde las redes familiares procedentes del municipio deTumaco, zona rural y casco urbano, son preponderantes. Sin embargo, Sardi y las invasiones periféricas al barrio El Retiro tienen en común esta característica, como antes se comentó. En cierto modo El Retiro es a los ojos de los mismos pobladores de otros barrios del Distrito de Aguablanca un territorio "negro", en el que la sociabilidad estuviese segregada y representar una especie de gueto. En realidad, esta particular sobreconcentración de población afrocolombiana y tumaqueña ya existía en la invasión que precede a El Retiro, pues es un asentamiento de reubicación, o sea, Cinta Larga, conformada hacia el inicio de la década del 70. Es bastante probable que este asentamiento en los años 70 fuese uno de los de peores condiciones de vida urbana en la ciudad de Cali para esa época. Algo similar con los antiguos pobladores reubicados de la zona de El Pondaje, afroco-
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El asentamiento antiguo de lo que hoy en día es el barrio El Pondaje era una laguna, la cual más adelante será sometida a relleno sanitario y urbanizada, dando como origen a un barrio estándar popular. En el caso de Bella Vista era un asentamiento de ladera en la comuna 19 sometido a derrumbes.
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lombianos en su casi totalidad y en un sitio muy deteriorado. Sin embargo, en el caso de los reubicados desde Bella Vista, posiblemente más población mestiza que negra, se dio el fenómeno de una mayor movilidad espacial y social, ya que según testimonios vendieron los lotes en El Retiro al poco tiempo y se trasladaron a otros barrios del Distrito de Aguablanca. También es probable que una parte de los escasos pobladores mestizos de El Retiro, los pocos que se quedaron, casi siempre en mejores condiciones residenciales que el resto de la población barrial, procedan de esta reubicación desde la ladera. Durante la reubicación se dio una gran presencia de los partidos tradicionales, vía los concejales holmistas y el holguinistas, quienes a cambio de votos prometían entregar buenos lotes. Se tiene conocimiento de algún líder político liberal tumaqueño y afrocolombiano, que una vez en Cali se vinculó al sector holmista del liberalismo en calidad de dirigente local en los asentimientos de invasión con alta concentración afrocolombiana, como fue el caso de Cinta Larga. Su papel fue importante en el enganche de votos por lotes a través de las redes de parientes y paisanos conocidos de Tumaco durante la reubicadón en el nuevo asentamiento. Este es el caso del holmismo, pero sin descartar una situación parecida en las huestes conservadoras holguinistas, también la negociación de votos contra lotes operó a través de líderes interbarriales mestizos que lograron construir nexos de amistad con redes familiares de pobladores afrocolombianos que habitaban en Cinta Larga y en los terrenos de lo que hoy en día es El Pondaje. La pregunta sociológica que nos hacemos es la siguiente: ¿por qué se dio un fenómeno de segregación urbana socio-racial tan fuerte desde un comienzo y a lo largo del tiempo pareciera mantenerse este patrón de segmentación, con pocos cambios a pesar de ciertas mejoras en las condiciones residenciales de vida de sus gentes? 386
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Llama la atención que en el nuevo asentamiento El Retiro redes familiares del mismo lugar de origen hayan quedado en lotes próximos o cercanos, en inmediaciones de la misma cuadra o manzanas. Aparentemente este fenómeno ha sido más usual en este barrio que en otros del Distrito de Aguablanca, lo cual puede tener que ver con mecanismos implícitos de segregación socioespacial en los que jugaron los siguientes elementos: a) la acción del municipio con Invicali que seleccionó un terreno en condiciones residenciales de la peor calidad, muy similar al de la invasión anterior, sólo que se entregaba loteado y "legalizado", para una población también predeterminada, los residentes en Cinta Larga, en su gran mayoría afrocolombianos de la Costa Pacífica sur; b) por exclusión, los terrenos urbanizables para un sector de la población afrocolombiana, el compuesto por migrantes y sus descendientes con un menor capital escolar, social y patrimonial, en la ciudad y sobre todo en el Distrito de Aguablanca eran los que quedaban disponibles en términos de costos monetarios, o sea, los de peores condiciones residenciales, lo que es especialmente válido para los migrantes de la Costa Pacífica sur y de la zona rural, predominantes en la invasión de Cinta Larga; c) una alta concentración de redes familiares y paisanos que ya habitaban en dicha invasión y que posiblemente su mejor opción en ese contexto era buscar una reubicación en lotes próximos; d) el papel de los liderazgos locales partidistas, más claro dentro del holmismo, en el enganche de votos contra lotes, a través de las redes conocidas de paisanos y familiares de la misma zona de origen del político, como antes se anotó. Hay que advertir que este programa de reubicación inicialmente se formuló como una propuesta de solución residencial habitable con servicios públicos terminados y subsidios de vivienda, pero que finalmente terminó entregándoseles a los pobladores terrenos enmalezados e inundables, sin ningún tipo de servicio público, sólo que ya estaban loteados en forma
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provisoria. Ante esta situación los pobladores de estos nuevos terrenos tuvieron que invertir gran cantidad de tiempo y dinero consiguiendo volquetas cargadas de escombros y tierra con las cuales pudiesen rellenar sus lotes y poder iniciar las construcción de sus viviendas43. La carencia de servicios públicos en el nuevo asentamiento llevó a que se construyeran aljibes, letrinas y lavaderos comunitarios por parte de la misma población. El abastecimiento de agua potable en el nuevo asentamiento se hacía a través de mangueras conectadas al antiguo barrio Unión de Vivienda Popular. Al igual que en el caso del asentamiento de Sardi esto afectaba la presión del agua para el sector donde estaba la conexión, y generaba obviamente conflictos entre la población de ambos sectores. La primera conquista en materia del agua potable consistió en la unificación de todas las mangueras por parte de los pobladores organizados para que llegaran hasta el lavadero publico del nuevo barrio. A este sitio era necesario madrugar, en ocasiones a las dos o tres de la mañana, para recoger agua y luego transportarla a las viviendas individuales, puesto que el bombeo era muy deficiente y la escasa presión solamente permitía que llegase en las mañanas y en ocasiones en la noche, pero nunca en horas de la tarde. El agua que recogían por este medio era dedicada a la preparación de alimentos, mientras que el agua de los aljibes era utilizada para el lavado del cuerpo y el uso sanitario. El manejo de los desechos orgánicos era a través de letrinas y canales que cavaron frente a sus casas por los cuales se depositaban todos los desechos e iban luego a desembocar al canal Cauquita. 43
Eran tan inundados los lotes y tan escaso el material de relleno que muchos políticos a cambio de votos se encargaban de que los escombros generados en las obras que adelantaba el municipio y las empresas privadas fuesen entregados a las personas de su partido o movimiento político. De este modo transcurrieron algo más de cinco años en los que la comunidad tuvo que conseguir escombros puesto que algunas casas tuvieron necesidad de rellenos de más de 5 metros.
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Para conseguir la energía eléctrica la población del nuevo barrio tuvo que esperar un mayor período de tiempo. En los primeros años se cocinaba con leña y el alumbrado doméstico se hacía mediante velas. Hacia 1983 los pobladores organizados lograron instalar cables piratas que se conectaron a la red de energía de la ciudad más próxima. Mediante postes de madera extendieron los cables secundarios a las distintas cuadras, los cuales eran de diversos tipos y calidades. Los cables se obtuvieron vía donaciones o por aportes de los habitantes en forma fraccionada, hasta llevar la energía a todas las cuadras del barrio. Cada vivienda luego debía conseguir un cable para pegarse a la red pirata que llegaba a la calle respectiva. Hacia mediados de la década de los ochenta (1985-1987) el sacerdote católico alemán Alfredo Welker inicia un programa de educación escolar para los jóvenes de ambos sexos del barrio El Retiro, conjuntamente con una guardería. Ante la inexistencia del alcantarillado, el sacerdote impulsa la creación de un comité, el cual inicia la construcción del mismo en el barrio, mediante la autoconstrucción con el trabajo colectivo de los pobladores. El padre Welker, consigue recursos mediante la financiación de entidades alemanas católicas, lo que va a extenderse más adelante a los diversos programas que emprende el sacerdote en salud básica, educación, y generación de ingresos en El Retiro y barrios circunvecinos44. Con el propósito de abaratar costos para la construcción del alcantarillado el sacerdote pone en marcha una pequeña fábrica de tubos. En ella se da preladón al enganche de personas del barrio El Retiro vinculadas a actividades delictivas. El sacerdote pone en práctica un sueldo o jornal por día trabajado. Sólo entre 1988 y 1990 las empresas municipales de la ciudad (Emcali) inician un programa de extensión de las redes do4
Barrios El Vergel, Comuneros I y Laureano Gómez (comunas 13 y 15), con una concentración importante de población afrocolombiana.
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midliarias de acueducto, y la regularización de la energía eléctrica en 1991. También en la década del 90 se logra extender la recolección de basuras, una vez se amplían las vías y mejora la pavimentación de calles. Sin embargo, los asentamientos dentro del barrio y en su periferia que todavía son invasiones presentan una situación deficiente en cubrimiento de recolección, debiendo sus pobladores transportar las basuras hada puntos externos en vías de acceso. Aunque en El Retiro también existe alguna población mestiza, ella se encuentra muy sectorizada, sobre todo en las manzanas con mejores condiciones de vida, más próximas a la calle 48, mientras que en los sectores y manzanas del barrio de peores condiciones residenciales, las cuales a su vez se van alejando de la calle 48, la concentración de la población afrocolombiana es generalizada, al igual que la gente procedente o con ascendientes de la Costa Pacífica sur, especialmente Tumaco45. Es necesario advertir que según el testimonio de Orlando Quiñones46, quien llegó desde la primera etapa de la reubicación 45
Dentro y en la periferia de los barrios colindantes El Retiro, Comuneros y Mojica, en la misma comuna 15, existen varias invasiones, entre las cuales se destacan África -en el interior de El Retiro-, El Valladito -en la periferia de El Retiro-, Brisas de Comuneros entre los barrios El Retiro y Comuneros-, Comuneros 1 y El Encanto -las dos invasiones en la periferia de Comuneros pero adyacentes a El Retiro-, Brisas de la Palma -entre Comuneros y Mojica- y Colonia Nariñense -sobre la avenida Troncal de Aguablanca-. Estas invasiones en su mayor parte están conformadas por pobladores que tienen nexos familiares o de paisanaje con los habitantes del barrio El Retiro y los barrios colindantes antes nombrados, los cuales provienen en su gran mayoría del municipio de Tumaco, buena parte de ellos directamente desde los ríos. Estos asentamientos con menos de 15 años de existencia y que gravitan alrededor de estos barrios, como era de esperar presentan las peores condiciones residenciales en el conjunto de todo el área. Por las redes que los articulan a los barrios ya conformados y legalizados, y sobre todo la proximidad geográfica, dentro y en la periferia de dichos barrios, en la medida en que ofrecen niveles de segregación poblacional todavía mayores, en términos socioeconómicos, socioraciales y por lugar de origen, amplifican la representación de "gueüficación" para el El Retiro y los barrios contiguos en el contexto del Distrito de Aguablanca.
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Líder comunal del barrio, oriundo de Tumaco, quien llega en 1978 a Cali, luego de vivir con una tía en el barrio Antonio Nariño (antigua Unión de Vivienda Popular) se
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de la población que habitaba en Cinta Larga a los terrenos que hoy conforman El Retiro, una sector importante de las familias afrocolombianas a las que se les asignó lotes ya no residen en el barrio (según Quiñones, por lo menos un 50%), lo cual significa que se ha producido una dinámica de desplazamiento, al igual que en Sardi, de los migrantes de origen de municipios de población afrocolombiana que logran mejores condiciones de vida a través generalmente de una inserción laboral con mayores ingresos y alguna estabilidad, hacia otros barrios del Distrito de Aguablanca y del oriente sodalmente menos estigmatizados47: El Vallado, Ciudad Córdoba, Mariano Ramos, la Unión de Vivienda Popular, El Poblado. Esto significa que hay una relativa alta circulación de residentes en el barrio, pero siempre entre miembros de una red o paisanos de la misma zona de origen. Los que se van dejan sus viviendas en alquiler o las venden a otras personas de las redes anotadas. Es posible, por ejemplo, que los nuevos residentes provengan de alguna de las invasiones dentro del barrio o periféricas al mismo, aunque también pueden ser migrantes recién llegados a la ciudad. Sin embargo, la población de migrantes antiguos, fundadores del barrio, sigue siendo importante, lo cual indica que para ellos sus posibilidades de movilidad social han estado bien limitadas, aunque muchos hayan podido lograr alguna diferenciación en el interior del barrio, en cuanto a la ubicación y las condiciones de sus viviendas. Los empleos de las mujeres mayores de 30 años, con escolaridad media de 5o de primaria, son similares a los encontrados traslada a la invasión Cinta Larga. Orlando es reubicado y se le entrega un lote en terrenos de lo que hoy es El Retiro. Ha participado en los diferentes procesos de organizaciones locales y ha sido profesor en el bachillerato técnico-industrial el Señor de los Milagros del sacerdote Welker. 4/ Y como vimos anteriormente este fenómeno se dio con la población mestiza de ladera reubicada en los años 80. La mayor parte de ella terminó vendiendo los lotes o viviendas a pobladores afrocolombianos. Un grupo menor que se ha mantenido en el barrio hasta hoy tiene una mejor situación residencial que el conjunto de la población afrocolombiana.
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en Sardi, preparación de alimentos y su venta ambulante (empanadas, papas, pescado frito, plátano frito, chontaduro cocido, etc.), al igual que la venta de frutas y pescado crudo. Es común la preparación de comidas típicas del pacifico que se conocen como "fritanga", las cuales venden entre semana en las horas de la mañana y los fines de semana en el mismo barrio y barrios aledaños. También es sobresaliente la venta en las galerías o plazas de mercado y en los semáforos. Otro grupo de mujeres se dedican a planchar y lavar ropas a domicilio en los barrios de clases mediaalta de la ciudad. Pero definitivamente los empleos más regulares y estables para las mujeres mayores de 30 años en El Retiro lo generan algunos de los programas sociales del sacerdote Welker: servicio de aseo en el colegio y centro de salud parroquial y demás dependencias de la parroquia, así como el trabajo en la guardería, de cuidado de los niños y preparación de alimentos para ellos. Otra fuente de ingresos es el desempeño como madres comunitarias en los Hogares de Bienestar Familiar del ICBF. Las mujeres menores de 30 años presentan una grave situación de desempleo debido a la reducción en la demanda de servicio doméstico en los últimos años, y la estigmatización del barrio, al ser considerado como zona roja, por eventos de delincuencia y violencia. Esta imagen negativa ha sido contraproducente, de tal manera que las personas de El Retiro, mujeres y hombres jóvenes, tienen menores opciones de enganche laboral en diferentes tipos de actividades. Sin embargo, para las mujeres jóvenes ha surgido como alternativa de ingresos la prostitución. En una menor escala aparecen empleos temporales, de empacadoras y de vendedoras en almacenes, en especial de ropa y calzado. Unas pocas mujeres con mayor nivel educativo, bachillerato o estudios postsecundarios, encuentran empleo como profesoras en el colegio parroquial. Los hombres mayores de 30 años se dedican en la actualidad a la venta de frutas y verduras en forma ambulante y mo-
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dalidad estacionaria en las galerías, centro de la ciudad y los barrios populares, presentándose una fuerte competencia con las mujeres en la actual situación de recesión por los espacios de ventas de productos. Algunos trabajan todavía la construcción pero en actividades muy puntuales, en menor número en la fundición de planchas en el mismo barrio, empleos generados por las obras de mejora de viviendas dentro del barrio. Es frecuente en este barrio la presencia de grupos de hombres adultos que se asocian para poder ofrecer servicios de construcción tanto a personas particulares como a empresas de construcción, incluso en la situación de crisis que atraviesa esta actividad. Los hombres jóvenes, menores de 30 años, al igual que en todos los sectores pobres del Distrito de Aguablanca, son los más afectados por la escasez de empleos, debido a que no cuentan con experiencia laboral y su nivel de escolaridad promedio no supera el 4 o y 5o de bachillerato, ya que se observa una alta deserción escolar en estos dos niveles para la población masculina. Esta situación explica que para un sector de jóvenes las actividades de rebusque bajo diversas modalidades de delincuencia constituyen la fuente principal de generación de ingresos. En cambio para los jóvenes que han culminado su bachillerato hay más opción de empleos temporales en empresas que los contratan por términos inferiores a 3 meses, ocupándose de trabajos como mensajeros, almacenistas, empacadores, etc. No obstante, en la situación actual estos empleos han descendido notoriamente. El programa social del sacerdote Welker, el Señor de los Milagros, ha enganchado a algunos jóvenes en micro empresas que se han constituido en el barrio, para trabajar ebanistería y soldadura, a partir de la demanda generada dentro del mismo barrio o circunvecinos. El colegio parroquial Señor de los Milagros ha permitido ampliar la cobertura para primaria y secundaria en El Retiro y otros barrios del Distrito de Aguablanca. Es el colegio privado con la
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mayor población estudiantil en el Distrito de Aguablanca y posiblemente en Cali, entre 9 mil y 10 mil alumnos, en todos los niveles de la educación básica (11 años), repartidos entre dos establecimientos ubicados en los barrios El Vergel y El Retiro48. Del colegio ya han salido por lo menos tres cohortes de bachilleres, mujeres y hombres, algunos de los cuales se encuentran haciendo estudios técnicos postsecundarios o del Sena y otros pocos han ingresado a universidades privadas y en menor número a la Universidad del Valle. No obstante, el sector de jóvenes cursando estudios universitarios aún es muy reducido y todavía es inexistente la presencia de profesionales y de personal técnico con estudios especializados entre los pobladores49. Existe una buena oferta a nivel de servicios de salud, debido a que está el Puesto de Salud del municipio, que cuenta con consultorios médicos y laboratorios, al igual que el servicio médico del programa social del sacerdote Welker, el cual comprende un consultorio con personal médico y de enfermeras alemanes, más servicios odontológicos y de laboratorio y toma de ecografías. En este segundo consultorio se le entrega droga a los pacientes. Para casos más graves la primera opción es el centro hospital Carlos HolmesTrujillo, localizado en El Poblado. La cobertura de la población por el POS (programa obligatorio de salud), ya sea mediante entidades de salud tipo EPS y administradoras del régimen subsidiado, es inferior al 20%. Una mayor cobertura existe a través del Sisben pero todavía queda por fuera una buena parte de la población, de ahí la importancia que tiene el servicio de salud directamente organizado y 8
Es el colegio privado con la más reducida mensualidad en Cali. Los precios oscilan entre 3 mil y 4 mil pesos al mes. A este colegio asisten los estudiantes de hogares con menores recursos en todo el Distrito de Aguablanca, en su gran mayoría afrocolombianos. 9 Sin embargo, hay un personal adulto haciendo estudios universitarios en centros privados, bajo la modalidad de educación a distancia.
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manejado por el sacerdote Welker, a través del cual se alcanza un mayor cubrimiento. En forma similar a Sardi en el barrio El Retiro son comunes las prácticas populares de salud, particularmente las de tradición de la Costa Pacífica. Son frecuentes los tratamientos para el "mal de ojo", manejo de "envidias" y el uso de técnicas de limpieza y rituales de riego para combatir la mala suerte. La mayor parte de los partos ya son hospitalarios, lo cual indica una diferencia con Sardi, por una mayor incidencia del sistema de salud, tanto público como el ofrecido por el consultorio social del sacerdote Welker, aunque todavía operan las comadronas en el manejo de dolencias que acompañan el embarazo o para producir su interrupción. Para la población de El Retiro, al igual que en Sardi, las calles del barrio son el escenario más importante de sociabilidad, al punto que la crianza de los niños y en general la socialización de los jóvenes se desarrollan allí. Esto está relacionado con el hecho de mantenerse abiertas las puertas de las casas en el día y una parte de la noche, entrando y saliendo las gentes del mismo vecindario. En la calle abundan los juegos de dominó, cartas, bingo y todo tipo de acciones espontáneas de encuentros, como lo es el sentarse a conversar con los amigos, el hacer bromas de los hechos cotidianos y el pensar el mundo a partir de lo que la gente está viviendo 50 . Son frecuentes las fiestas y rumbas en las casas, como también hay participación en los bailes que se hacen en diferentes espacios abiertos o locales en el barrio y en barrios vecinos. El Retiro es otro de los barrios en el Distrito de Aguablanca que cuenta con una peluquería "afro". En forma similar a las peluquerías afro de Charco Azul y Villa del Lago los jóvenes se " Fenómeno similar en otros asentimientos del Distrito de Aguablanca que presentan una alta concentración de población afrocolombiana.
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encuentran en estos sitios no sólo para cortarse el cabello con los últimos estilos "airo", sino para escuchar música (reggae, rap, salsa, las más frecuentes) y conversar sobre asuntos cotidianos. Tal vez conforman uno de los espacios más visibles de afirmación de identidad entre jóvenes negros. Las peluquerías afro se caracterizan además por ofrecer una escenografía de afiches o pósters alusivos a deportistas negros americanos, cantantes de reggae, o líderes del movimiento negro en los Estados Unidos. En El Retiro los jóvenes alternan la práctica de danzas de ritmos tradicionales del Pacífico, currulao, con la del reggae, el rap y la salsa. Este fenómeno es común a los asentamientos en el Distrito de Aguablanca donde hay fuerte presencia de población afrocolombiana. Igualmente todavía se celebran chigualos y se cantan alabaos durante la velación de personal adulto. Hay un predominio religioso católico gracias a la presencia del sacerdote Welker, pero ya han aparecido cultos evangélicos en los últimos cinco años, con una relativa masiva participación en los días de culto. Se observa una percepción negativa discriminante de los pobladores de barrios vecinos y en general del conjunto de la ciudad frente a la población de El Retiro. Hay así una percepción y autopercepdón de "gueto ", que se apoya en la estigmatización a las personas que viven en el barrio. Sus habitantes, en especial los jóvenes, son catalogados como "delincuentes" que atentan contra la vida y la tranquilidad de la población de los barrios vecinos, en especial El Vallado, Ciudad Córdoba, Mariano Ramos, la Unión de Vivienda Popular, Antonio Nariño, casi todos barrios populares con una población más educada y una mejor inserción sodolaboral, además con viviendas terminadas e infraestructura urbana consolidada. Por otro lado, existe un problema de violencia que se presenta entre grupos de jóvenes de los diferentes sectores de El Retiro y los del barrio El Vergel, manifiesta 396
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en una vieja rivalidad por control territorial, lo que ha conllevado a muertos de uno y otro bando. Algunas tendencias registradas en los barrios observados 1. La participación de población afrocolombiana en la expansión de la franja oriental de la ciudad de Cali, al igual que otros grupos de población no afrocolombianos, tiene como contexto socio-histórico el conflicto social de la continua demanda de tierras para vivir de sectores populares desde finales de la década del 40, prolongándose en varias etapas de urbanización hasta las décadas recientes. En la medida en que uno de los principales mecanismos de presión han sido las invasiones y reubicaciones, debido al monopolio de la tierra por las familias de la élite vallecaucana y caleña, que a pesar de ello no han dejado de cobrar altas rentas a costa del pago de los lotes vía organizaciones populares o las mismas agencias del Estado, esto ha sido un factor determinante en la recreación de formas de urbanización precaria, que incluso en la actualidad se mantienen. En el caso de la población afrocolombiana sobreconcentrada en la franja oriental sin embargo se produce un agravante adicional, su mayor participación demográfica en las áreas de invasión y reubicación en dicha franja. En tal sentido, pareciera ser que en los períodos de llegada a partir de la década del 70 de varias de las cohortes de migrantes negros, pero incluso en el caso de sus descendientes nativos de primera generación y en algunos casos de segunda, sus condiciones de inserción urbana -con menores recursos acumulados a su llegada- al lado de un mecanismo de discriminación racial los ha colocado en una situación mayor de segregación, vía urbanización todavía precaria. 2. Se observa una movilidad social diferencial según el tipo de asentamiento y tiempo de fundación del mismo, entre barrios de invasión o de reubicados y barrios de urbanización consolidada. Esto significa una considerable heterogeneidad
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socioeconómica entre un barrio y otro y en el interior de algunos, los más mestizados. Es un hecho que el tiempo de conformación del asentamiento juega un papel importante. No obstante, hay asentamientos más antiguos que otros, los casos de Sardi y El Retiro, y su integración urbana ha sido muy precaria, sobre todo en Sardi y en las invasiones periféricas al mismo barrio El Retiro. 3. Esta movilidad espacial y social ascendente de los hogares va desde los barrios con mayor concentración de población afrocolombiana hacia barrios con mayor mestizaje, en mejores condiciones residenciales y socioeconómicas de los hogares, comunas 16, 8, 11 y 12. 4. Se destaca el papel de las redes familiares y de paisanaje en la sobreconcentradón de población afrocolombiana en zonas de invasión, al lado de la oferta de predios o lotes disponibles para ser urbanizados entre las décadas del 60, 70 y 80. Diversos miembros de las redes ya residían en los barrios aledaños o cercanos a los nuevos barrios. Las redes operan tanto en la población migrante afrocolombiana como en la no afrocolombiana de sectores populares, sin embargo pareciera amplificarse su visibilidad en la afrocolombiana por el efecto de la sobre participación residencial en ciertos barrios determinados del oriente de la ciudad de gentes procedentes de una misma región o regiones y de descendientes nativos cuyos padres o abuelos tenían esas características de procedencia migratoria. 5. En el poblamiento de la geografía del oriente de la ciudad configurada en su casi totalidad por barrios populares de clases bajas-bajas, bajas, medias-bajas y medias, debe destacarse la presencia de una población migrante de origen rural en diferentes etapas desde la Costa Pacífica (Pacífico sur, Buenaventura, Chocó, etc.) y sus descendientes ya nacidos en Cali, que por supuesto se ha sobreconcentrado en los barrios de clases bajasbajas y bajas. A su vez, los de origen urbano se han dispersado
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más -como era de esperar- en el conjunto de barrios de clases bajas, medias-bajas y medias, lo cual se hace compatible con el fenómeno de gran heterogeneidad sociodemográfica y socioeconómica de la población afrocolombiana, al igual que la no afrocolombiana, pero con la salvedad de que la primera en medio de su heterogeneidad participa relativamente más en las zonas geográficas de mayor pobreza del oriente de la ciudad. Esta heterogeneidad no sólo tiene que ver con las áreas de procedencia asociadas a diferenciales de capital escolar, social, económico, simbólico de los migrantes entre unas áreas y otras, sino a las cohortes de descendientes nativos de uno o más generaciones. A mayor distancia del centro de la ciudad hacia el oriente de ella el peso de la población migrante y nativos de primera o segunda generación es mayor entre afrocolombianos y no afrocolombianos, aunque es más visible este fenómeno entre los afrocolombianos. 6. En el eje de coordenadas de la geografía social urbana la dirección oriente es la que marca las diferencias socio-raciales y socioeconómicas más fuertes en la ciudad. En efecto, hay una serie de territorios de frontera marcados sodalmente vía avenidas o calles: la calle 25, la Simón Bolívar, la 73, la 48, la carrera 8a, etc., que trazan espacios de distinción social a medida que la ciudad se prolonga en esa dirección (véase al respecto, VANEGAS, 1998:45-62). 7. Se observan interesantes barrios de "frontera" entre el Distrito de Aguablanca y la zona del oriente de clases medias, como el Siete de Agosto, con una población afrocolombiana visible pero relativamente dispersa en su interior. Este tipo de barrios operan como corredores sociales de tránsito para una serie de prácticas de los actores urbanos que viven en la zona, además de que juegan un papel ambivalente en el entramado de la construcción de las diferencias socio-raciales y los mecanismos de discriminación y producción de estigmas sociales. 399
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8. Por lo general, la población asentada alrededor de caños es la más pobre y la que presenta una mayor concentración de población afrocolombiana en la ciudad, además con una mayor participación de migrantes de origen rural de Costa Pacífica, como se advirtió antes. 9. Antes de producirse el fenómeno de una invasión en el oriente de la ciudad los pobladores de ella ya vivían en otros barrios por lo que llevaban un tiempo de residencia previa en Cali. No obstante, después de consolidada la invasión pueden seguir arribando directamente migrantes a ella, en la medida en que allí están ubicadas redes de parentesco y paisanaje que los acogen. Esto ha permitido que en las invasiones se mantenga una alta densidad de población, con una renovación más o menos permanente de un contingente de su población, entre la que sale a residir en otros barrios populares ya consolidados y con características comunes y la que llega desde la zona de origen o de otras áreas urbanas de la ciudad. Sin embargo, otro contingente de población igualmente importante no presenta una movilidad, encontrándose allí sectores que no han tenido condiciones de mejorar significativamente sus condiciones de vida urbanas desde que llegaron los primeros miembros de la red familiar a residir allí, afectando esto también las posibilidades de movilidad intergeneracional entre migrantes y descendientes nativos de segunda o tercera generación, de los cuales incluso muchos de ellos nacieron en la invasión o por lo menos siempre han vivido allí y tienen pocas opciones de desplazarse a otro sector de la ciudad. 10. La expansión de una serie de barrios en el Distrito de Aguablanca ha tenido que ver con el aumento de la de migrantes de la Costa Pacífica sur, fenómeno más intenso desde la década del 70, posiblemente relacionado con los cambios socioeconómicos y ambientales que se han generalizado en esta región, a medida que la modernización capitalista se ha profundizado. 400
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11. En algunos sectores de los barrios observados pareciera que no se presentan diferencias apreciables entre población afrocolombiana y no afrocolombiana, en términos de las características de las viviendas, los tipos de empleos y los niveles de escolaridad, así como al tiempo de llegada a Cali. Esto pareciera ser válido en los casos de Ciudad Córdoba, El Vallado, El Pondaje y Siete de Agosto, mientras en los de Manuela Beltrán, El Retiro y Sardi-Charco Azul, el fenómeno es distinto. 12. Se observa una asociación fuerte entre una autopercepción de "gueto" y una sobre concentración de población afrocolombiana, en los casos de Sardi, El Retiro, y parcialmente en Manuela Beltrán, o en menor grado. 13. En los diversos casos de asentamientos urbanizados en condiciones de precariedad han jugado un papel relativamente importante una serie de actores externos que han negociado con los actores locales del barrio recursos e inversiones que han facilitado el proceso de urbanización y consolidación del barrio. En primer lugar hay que destacar los partidos políticos tradicionales a través del intercambio de votos por obras y diversas clases de recursos en alianza con líderes locales, incluso para la obtención de una legalización de los terrenos invadidos o el mismo ofrecimiento de lotes a precios bajos. Esta especial participación de los partidos tradicionales y sus fracciones de clientelas también ha sido un factor importante en la expansión del oriente como alternativa de crecimiento popular de Cali desde los años 60. Cabe destacar también el papel de los grupos de izquierda liberal (MRL) y comunista en los años 50 y 60, más insertados en la lógica de apoyar el desarrollo de un movimiento popular urbano, aunque también con resultados electorales para ese período. Otro tipo de actores corresponden a figuras religiosas que han conformado un sistema asistencial de servicios básicos y de educación, además de generación de ingresos, entre las capas más pobres del oriente de la ciudad con 401
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mayor concentración de población negra-mulata (caso del sacerdote Welker en El Retiro pero con influencia en todo el Distrito de Aguablanca). Estos múltiples actores externos han desempeñado roles diversos en la misma negociación que han llevado a cabo las dirigencias locales barriales con la municipalidad.
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VANEGAS MUÑOZ, Gildardo. Cali tras el rostro oculto de las violencias. Instituto Cisalva-Universidad del Valle, Cali, 1998. VÁSQUEZ, Egar. Historia del desarrollo urbano en Cali. Ediciones Univalle, segunda edición, Cali, 1982.
VlÁFARA, Harold. "El Rodeo, de hacienda a barrio". Tesis de licenciatura en historia. Universidad del Valle (información de Jacques Aprile). Informantes por barrio Orlando Quiñonez, El Retiro. Neyda Lucumí, El Retiro. Osear Narváez, Alfonso López. Lucía de Sevillano, Siete de Agosto. José Sevillano, Siete de Agosto. Elsy Lucumí, Sardi. Juan Sánchez, Sardi. Rafael Sánchez, Sardi. Jair Hernández, Unión de Vivienda Popular y Mariano Ramos. Alberto Henao, Unión de Vivienda Popular y Mariano Ramos. Documentos consultados no publicados "La laguna se pobló". Cartilla elaborada por alumnos y padres de familia de las escuelas públicas de Mariano Ramos. Manuscrito de laJunta de Acción Comunal del Siete de Agosto sobre la historia de su fundación. Documento elaborado por Osear Narváez sobre la historia del Alfonso López y la Central Pro Vivienda. Otras fuentes Comunicación oral de Jacques Aprile con sus comentarios.
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Desplazamiento forzado y género: trayectorias y estrategias de reconstrucción vital Donny Meertens1
Introducción El desplazamiento interno a causa del conflicto armado es tal vez una de las más dramáticas y extendidas consecuencias sociales de la violencia en Colombia. Esas consecuencias no se distribuyen de manera uniforme entre la población. Tanto la violencia política como el desplazamiento forzado tienen simbologías y efectos diferenciados por género. Hombres y mujeres viven de manera y de intensidad distintas el proceso de desplazamiento y las rupturas que conlleva, desde el momento de la destrucción y el desarraigo hasta la reconstrucción de sus vidas y del lazo social. En estudios anteriores2, hemos enfatizado el "contraste de género" en esas dos fases de la tragedia del desplazamiento. En este artículo, basado en un estudio que aún está por concluir 3 , se quiere mirar con más detalle el conjunto de factores que influyeran en las capacidades o potencialida-
• Antropóloga, profesora del programa de Estudios de Género, Mujer y Desarrollo, Universidad Nacional de Colombia. •' Véase, por ejemplo MEERTENS y SEGURA 1997 y MEERTENS 1998a. 1
Proyecto de Investigación Universidad Nacional (CES) - Colciencias, Reconstrucción de la vida cotidiana de hombres, mujeres y jóvenes desplacidos por la violencia (1998-1999). Donny Meertens directora, Nora Segura codirectora, Isabel Ortíz coordinadora equipo de Bucaramanga. Se realizaron 110 entrevistas a profundidad con desplazados en Bogotá, Bucaramanga y Piedecuesta. En las etapas de recolección, información y sistematización
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des4 de hombres y mujeres para construir un nuevo proyecto de vida en la ciudad. No sólo el género, sino también otras variables parecen diferenciar a los desplazados, particularmente las experiencias sociales previas, participación en espacios comunitarios o políticos, y las reservas de confianza, normatividad e institucionalidad -o sea el "capital social"5- del sitio de expulsión; la movilidad social y geográfica previa al desplazamiento; experiencias de trabajo y de educación; características familiares; los hechos de violencia sufrida, incluida la inmediatez de la huida y la magnitud de las pérdidas. El conjunto de estos elementos constituye lo que podríamos llamar el equipaje con que los y las desplazadas llegan a la ciudad, y que configuran diferentes niveles de vulnerabilidad y de resilienciab, es decir, de resistencia a la destrucción y de capacidad individual y social para construir un comportamiento vital positivo. Los factores mencionados, como habíamos planteado en nuestras hipótesis de investigación, a veces pueden interferir con el balance de género anteriormente elaborado; otras veces, tomando en cuenta que muchos de ellos no están distribuidos en forma equitativa entre hombres y mujeres, reforzarían el contraste. Por el momento, dada la falta de conclusión del trabajo investigativo, retomaré sólo algunos de ellos. Pero antes de proseguir, es preciso referirnos a un concepto que hemos tomado como hilo conductor del trabajo: el proyecto de vida. El proyecto de vida es una expresión amplia y conocida de la vida cotidiana y del lenguaje coloquial, pero carece de referentes académicos precisos, aunque conocemos algunos trabajos desde la psicolode información participaron las siguientes investigadoras y asesores: Soledad Niño (antropóloga), Marcela Sánchez (trabajadora social), Lya Yaneth Fuentes (socióloga), Doris Lamus (socióloga), Chrisüane Lelievre (psicóloga), Gladys Patricia Novoa (historiadora), Rocío Londoño (abogada) y Nelson Lugo (ingeniero de sistemas). 4 Conceptos usados por Amartya Sen (1985, 1997) en busca de un enfoque alternativo de desarrollo humano. Véase también NUSSBAUM 1995, 5 Veáse: PUTNAM (1993) y MOSER (1999), entre otros. 6
SUAREZ OJEDA, s.f.
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gía7. Partimos aquí de una aproximación al concepto a través de una serie de connotaciones: el proyecto de vida connota futuro, planeación, control, intención, meta, voluntad de superación 8 . Esos últimos sentidos tiene cierta afinidad con, o presupone, la presencia de factores como los ya mencionados conceptos de capacidad o potencialidad y resiliencia, que no sólo se refieren a características individuales sino también a un conjunto de experiencias y oportunidades prefiguradas en alguna medida por normatividades y titularidades9 existentes, en las cuales el género opera como un factor diferenciador. El tener un proyecto de vida es algo contrario a la pasividad, la dependencia o la inmersión en la condición de víctima. Supone algo más allá de la inmediatez de la supervivencia, pero lógicamente incluye a esta última. Es, por ende, individual y social a la vez: es el individuo en una trama de relaciones y recursos externos.
El d e s p l a z a m i e n t o f o r z a d o y sus m o d a l i d a d e s El fenómeno del desplazamiento interno por violencia, si bien estaba siempre presente en la segunda mitad del siglo XX, comenzó a sentirse en toda su magnitud a partir de los años 1988 y 1989. En estos años se dispararon las cifras de asesinatos políticos y masacres, especialmente en aquellas zonas donde confluyeron varios factores: luchas campesinas en el pasado; posteriores enfrentamientos entre guerrilla y ejército; compra de tierras por narcotraficantes y llegada de paramilitares a "limpiar" la región de guerrilleros y sus supuestos colaboradores. La primera investigación a escala nacional, la de la Conferencia Episcopal de Colombia, arrojó un resultado de aproximadamente 600 mil desplazados en 1994, repartidos en zonas como Urabá, 7
MEZA (1996).
s
Propuesta de investigación, Donny Meertens y Nora Segura. La formulación es de Nora Segura. tJ Entitlements en inglés; el término es de Amartya Sen.
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Córdoba, Magdalena medio, los Llanos Orientales, Arauca y Cauca/Putumayo principalmente 10 . Entre 1996 y 1998 se incorporaron nuevas zonas a la dinámica de la violencia y sus secuelas de desplazamiento masivo de la población; de ellas mencionamos tres por sus características particulares: el Chocó desde donde se produjo un movimiento temporal de refugiados internacionales hacia el Panamá (devueltos por ese país); Cundinamarca, donde se han hecho sentir los paramilitares ya en las goteras de la capital; y el sur del departamento de Bolívar, territorio tradicional de la guerrilla del ELN, ahora amenazado por los paramilitares y desde donde se produjo un éxodo masivo de 8 mil campesinos hacia la ciudad de Barrancabermeja en 1998. Las últimas estimaciones (1997) llegaron a una cifra entre un millón y un millón y medio de desplazados, lo cual representa más del 2.5% de la población total de Colombia (38 mHlones)11. Según los primeros datos de la Conferencia Episcopal, el 58.2% de los desplazados son mujeres (7 puntos por encima de la proporción de mujeres en la población total de Colombia) y el 24.6% de los hogares desplazados es encabezado por una mujer. Consideramos, con base en las experiencias regionales, que esta última cifra es un subestimado y que el porcentaje de 30.8% de hogares encabezados por mujeres, mencionado en el estudio de CODHES, es más ajustado a la realidad del desplazamiento forzoso 12 . En el más reciente estudio de desplazados en Bogotá, la proporción encontrada de jefatura femenina del hogar es del 38%. De estas jefes de hogar mujeres, el 40% son viudas que huyeron con sus hijos tras la muerte
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Conferencia Episcopal 1995 ' Consejería Presidencial para los Derechos Humanos y CODHES, 1997; GARCÍA DURAN. 1999:16. 12 Conferencia Episcopal 1995:43 y Consejería para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES) 1995. La subestimación puede tener relación con los temores de las mujeres de quedar registradas como jefas de hogar y madres solteras, lo cual, en las zonas rurales, todavía representa un estigma social propagado por la Iglesia (los 1
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violenta de sus maridos, y el 18% fue abandonado después del desplazamiento a la ciudad 13 . Se estima que la capital nacional, Bogotá, es uno de los más grandes receptores de migrantes por violencia, que llegan directamente o en varias etapas y de todas las regiones del país. En 1996 su número alcanzó alrededor de 50 mil personas, integrantes de 9700 hogares, lo cual da un ritmo de llegada de 27 hogares desplazados por día14. En las regiones más lejanas de la capital que han sido afectadas por la violencia, las corrientes de migración forzada se dirigen hacia las ciudades intermedias en proximidad de las zonas de expulsión, que combinan las dos características, de cercanía y de tamaño suficientemente grande para garantizar el anonimato. Por ello, las mismas capitales departamentales de las regiones de expulsión constituyen los sitios de llegada de la población desplazada: Medellín (Antioquia) y Montería (Córdoba) para los desplazados de Urabá y de la Costa Atlántica; Barrancabermeja y Bucaramanga (Santander) para los del Magdalena medio, Villavicencio (Meta) para los Llanos Orientales; Florencia para los de Caquetá y Putumayo; Cali para los del sur-occidente del país. Esta relación directa entre las zonas en conflicto y las ciudades cercanas, se refleja en los datos encontrados en la población desplazada entrevistada. Las mujeres desplazadas en Montería, cuyas historias de vida se recogieron en estudios anteriores, eran todas oriundas del Urabá cordobés. En Bucaramanga y Piedecuesta, el 4 7 % de las personas entrevistadas era procedente del datos de Conferencia Episcopal fueron recogidos a través de las parroquias), o el temor a ser registradas como viudas de subversivos, lo cual tampoco les convenía en medio del clima de zozobra reinante "Jorge Rojas, ponencia presentada al Seminario sobre Desplazamiento Forzado y Conflicto Social en Colombia, Universidad Nacional de Colombia, noviembre de 1997. La cifra más alta de jefatura femenina del hogar, 49% ha sido proporcionada por un estudio de familias desplazadas en Cali (Comisión Vida, Justicia y Paz y Arquidiócesis de Cali, 1977: 42). 14 Arquidiócesis de Bogotá y CODHES 1997:39
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Magdalena medio y zonas aledañas dentro del departamento de Santander y el 37% venía del sur del departamento del Cesar. Bogotá, en cambio, parece recoger desplazados procedentes de todas las regiones del país. La procedencia de mayor importancia de la población desplazada entrevistada recientemente era el departamento del Meta, con un 20%, repartida entre la región del Ariari y el municipio de Mapiripán (este último lugar de incursiones paramilitares y reconquistas guerrilleras durante el año de 1997). Pero también habían llegado de Antioquia (12%), sur del Bolívar, Caquetá, Tolima, Boyacá, Casanare, Chocó, Nariño, Sucre y Cuaviare, representando prácticamente el territorio nacional. En cada ciudad, los desplazados llegan a través de diversas modalidades de desplazamiento. En primer lugar están los desplazamientos colectivos, los cuales se presentaron durante la ola de asesinatos, masacres, desapariciones y bombardeos de zonas campesinas en la primera mitad de los años 80. Los desplazamientos más organizados de esa época se dieron en el Magdalena medio a partir del surgimiento de los primeros grupos paramilitares (el fenómeno del paramilitarismo se originó en esa zona con el MAS -Muerte a Secuestradores- comunmente llamados los "masetos" por los campesinos de la región). Ante las -generalmente frustradas- expectativas de pacificación, las comunidades desplazadas seguían una dinámica repetitiva de éxodo -retorno- éxodo, aunque debilitándose cada vez más el carácter colectivo del desplazamiento. Actualmente conocemos muy pocos casos de desplazamiento colectivo. El del pueblo de Pavarandó (Chocó) en 1997, hacia los campamentos de la pequeña ciudad costeña de Turbo, es el más conocido 15 .
15
A diferencia de otros países, Colombia no conoce la "recepción" de desplazados en campamentos. El de Turbo es una de las pocas excepciones. La comunidad de Pavarandó realizó un retomo parcial a sus tierras. En este artículo no alcanzamos a elaborar sobre los temas de retomo y reubicación de desplazados.
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Otra modalidad, la dominante en Colombia, se caracteriza por el desplazamiento individual o familiar, en el cual las familias optan por huir silenciosamente y buscar refugio cada una por su cuenta. Esto ha sido el caso de la zona de Urabá, la más conocida por la intensidad de la lucha territorial entre los grupos armados y los intentos de constituir "comunidades de paz" que defienden el derecho a la neutralidad ante el conflicto armado. También ha sido la modalidad predominante en la Costa Atlántica, donde el desplazamiento se ha hecho sentir a partir de las sonadas masacres que se perpetraron allí en los años 1988-1990 ("El Tomate", "Los Córdobas" y otros). En realidad, ante la generalización geográfica del conflicto armado en casi todo el país, por un lado, y la dinámica más selectiva y precisa de asesinatos o amenazas "por colaboración con el grupo armado opuesto", por el otro, el desplazamiento ha seguido básicamente esta modalidad de huidas y llegadas dispersas, de inserción a "cuentagotas" en las ciudades. En una forma poco visible pero permanente, el movimiento de población desplazada está alcanzando dimensiones nacionales. Hasta ahora hemos hablado del desplazamiento del campo a la ciudad. Pero también se presenta desplazamiento intra e interurbano de familias dispersas. Es el caso de Barrancabermeja, donde la violencia se internó en la ciudad misma. Los actores violentos establecieron cada uno su dominio en un sector, provocando desplazamiento de las familias de barrio a barrio, de calle a calle, en una desesperada carrera por escapar de la muerte anunciada. Muchos no han encontrado más remedio que salir de esa ciudad en busca del anonimato en otra más grande, generalmente Bogotá. El tipo de apoyo que recibe la familia que se desplaza es otro distintivo. Generalmente no cuenta con más que una pequeña solidaridad de familiares, vecinos o de la Iglesia para huir. Pero en Villavicencio (Llanos Orientales), la población
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desplazada ha sido marcada por la presencia de gran número de viudas de líderes del movimiento Unidad Popular (UP)16, cuyas redes políticas han brindado un mínimo marco de solidaridad y de pertenencia social. Aunque el desplazamiento es disperso, en estos casos el apoyo social mantiene algunos rasgos de colectividad. En otros casos, el desplazamiento de una familia representa un movimiento repetitivo, ligado a la dinámica misma del conflicto armado en su zona de origen: en una secuencia de incursiones al territorio donde vive la familia campesina, los diferentes actores armados por turnos los amenazan de muerte; ellos huyen, regresan y huyen sucesivamente hasta instalarse definitivamente en la ciudad. Hemos encontrado muchos casos de huidas sucesivas, originadas cada una por diferentes actores armados, en el sur de Bolívar, el sur de Cesar y en el Meta (zonas del Ariari y de Mapiripán), todas áreas en disputa entre la guerrilla y los paramilitares, sin que se haya llegado a una ocupación territorial estable por uno de los actores armados. Recientemente, en el curso de 1998, se ha presentado una nueva modalidad de desplazamiento que denominamos el éxodo masivo con características de movilización política. Es el caso ya mencionado de la movilización campesina del sur de Bolívar hacia la ciudad de Barrancabermeja, donde presionaban con su masiva presencia al Gobierno para buscar una solución a la presencia paramilitar en su zona de origen. A pesar de las negociaciones, promesas de seguridad y un retorno masivo organizado por las autoridades en agosto de 1998, al cabo de seis meses se han denunciado más de 30 asesinatos, varias masacres colectivas y un constante flujo de familias desplazadas -ahora ya no organizadas sino dispersas- hacia las ciudades de Bucaramanga y Bogotá. 5
Acusados de ser enlaces de las FARC. La UP ha perdido más de 3 mil de sus militantes en diez años.
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Estas diferentes modalidades del desplazamiento se relacionan con particularidades regionales y se expresan en diferentes grados de colectividad, de organización, de conciencia política y por ende, de grados de preparación de la población para anticipar el desplazamiento, para resistir los traumas psicológicos y enfrentar el desafío de supervivencia y construcción de un nuevo proyecto de vida en la ciudad. Los y las desplazadas, por consiguiente, no constituyen una categoría homogénea sino una variedad de experiencias y potencialidades, moldeadas tanto por la diferencia de género y su condición social de antes, como por las dinámicas regionales de la violencia en cada período y cada región17. ¿Quiénes son los y las desplazadas? Discursos en circulación En Colombia, antes de 1995 no existía oficialmente el término desplazado, a pesar de la historia de migraciones forzadas del país. Sólo circulaba la palabra entre las organizaciones no-gubernamentales dedicadas a la defensa de los Derechos Humanos, las ayudas humanitarias o las organizaciones populares. En septiembre de 1995, un año después de la primera publicación de cifras por parte de la Conferencia Episcopal, el status de desplazado finalmente se oficializó con la adopción de un Programa Nacional de Atención Integral a la Población Desplazada por la Violencia18. El Gobierno Colombiano adoptó una definición de desplazados retomada de la "Consulta Permanente sobre Desplazamiento en las Américas" y que dice así: 17
Es ésta una realidad que debe ser tomada en cuenta por los diseñadores de políticas y programas para los desplazados. 18 CONPES 2804 Ministerio de Interior y Departamento Nacional de Planeación, septiembre de 1995, seguido dos años más tarde por la Ley 387. Actualmente (junio de 1999), la Red de Solidaridad y el Departamento Nacional de Planeación, en colaboración con la Dirección Nacional para la Equidad de la Mujer, están preparando un nuevo CONPES que pretende dar soluciones más precisas y diferenciadas por género y edad.
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Desplazado es toda persona que se ha visto forzada a migrar dentro del territorio nacional abandonando su localidad de residencia o actividades económicas habituales, porque su vida, su integridad física, su seguridad o libertad personales han sido vulneradas o se encuentran amenazadas, con ocasión de cualquiera de las siguientes situaciones: conflicto armado interno, disturbios y tensiones interiores, violencia generalizada, violaciones masivas de los derechos humanos, infracciones al derecho internacional humanitario u otras circunstancias emanadas de las situaciones anteriores que puedan alterar a alteren drásticamente el orden público" 19 . Aunque las diferencias formales entre el status de desplazado interno y el de refugiado ya son suficientemente conocidas20, nos interesa aquí resaltar tres aspectos de diferenciación que remiten a la condición social de los desplazados internos. El desplazado interno no cruza fronteras internacionales, de modo que sus procesos de transición hacia la vivencia en un nuevo medio atraviesan aparentemente menos problemas de diferencias culturales, étnicas, o idiomáticas. Pero por otro lado, hasta hace muy poco no goza de ningún reconocimiento legal, político o social, por parte de la comunidad internacional. Y relacionado al anterior, no puede llamarse refugiado, precisamente porque no recibe ningún refugio21. Es más, prefiero no hablar de lugares de recepción de los desplazados en Colombia, porque nadie los recibe; las familias se insertan "a la brava", a como puedan en los medios urbanos y éstos son, por lo menos inicialmente, simples sitios de llegada. 9
CONPES 2804, 1995, p. 11.
0
Véanse por ejemplo: GARCÍA 1999: 29; COHÉN y DENG 1998: 26-30.
1
Individualmente, las familias desplazadas reciben asistencia de emergencia (mercados, una suma de dinero) de algunas instituciones, Cruz Roja, Ministerio del Interior, para lo cual tienen que presentar una prueba oficial (carta de la Personería o de la Defensoría del Pueblo) que certifique su condición de desplazado por la violencia.
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Un punto álgido de discusión nacional e internacional es la diferencia entre el desplazado y el migrante económico. Aunque en Colombia a veces esas categorías se mezclan (la violencia generalizada en los campos también acaba con las posibilidades de empleo en el sector agropecuario), la distinción es muy importante en dos sentidos: con respecto al futuro, y con respecto al pasado. El desplazado forzado por violencia no tuvo la intención de migrar, el nuevo lugar no guarda relación con sus perspectivas del futuro. Por eso es más incierto y atravesado por los anhelos no-realistas de retornar, las búsquedas de reubicación, o la resignación a un medio urbano no libremente escogido. En cuanto al pasado, el desplazado tiene una memoria perturbada por los hechos de violencia. Comparte con los migrantes económicos muchas nostalgias, pero éstas se han vuelto más abstractas y lejanas en el tiempo. El "antes" ya no era tan idílico cuando tuvo que salir, ya estaba "dañado" por la guerra, manchado por la sangre de vecinos y familiares. La memoria, parte constitutiva de su identidad social, se volvió traumática; el pasado inmediato, innombrable. Los desplazados internos en Colombia, por ende, se difieren de desplazados internos en muchos otros países, por su enorme diversidad. Constituyen un grupo muy heterogéneo, cuyo status común de desplazado no se deriva de ninguna característica en común (como podría ser en otros casos la de la étnia o la filiación política), sino que tiene un carácter circunstancial: el ser habitante de una región de conflicto armado. Por consiguiente, no puede contrarrestar la discriminación colectiva a la cual es sometido, con una reivindicación común. En cambio, a través del imaginario social de los desplazados que circula en el medio urbano, se les atribuye características comunes, generalmente en dos sentidos. Por un lado, se expresa en el dicho "por algo será" (el hecho de haber sido desplazado) correspondiente a un sentimiento de desconfianza política; 416
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por otro lado en la ¡dea de que son pobres y desarraigados y por lo tanto ladrones y malhechores22, lo cual expresa una muy arraigada desconfianza social. Otros imaginarios circulan también, sobre todo en las entidades de asistencia social y en los medios de comunicación y se centran en el aspecto de la víctima quien requiere de la asistencia del Estado. La imagen victimizada, sin embargo, está atravesada por una permanente sospecha de falsedad. Muchos funcionarios se quejan de los "falsos desplazados" que se presentan como tales para alcanzar alguna ayuda del Estado. El desplazado, sobre sí mismo, maneja una imagen múltiple, desdoblada unas hacia la esfera privada y otras hacia la esfera pública. En lo público, la expresión de "ser desplazado" es más complejo y sujeto a un permanente doble juego: el de la conveniencia de manifestarse como tal, en condición de víctima, ante las entidades de asistencia social, y el del temor al estigma, la discriminación e incluso la persecución que le lleva a vivir en la clandestinidad, ocultando su condición a los vecinos y los empleadores. Es que aún en la ciudad (y sobre todo en las ciudades más pequeñas y cercanas al conflicto armado como Montería, Piedecuesta o aún Bucaramanga) el desplazado suele ser asociado a uno de los actores armados ("si es desplazado por los paras debe ser guerrillero" y viceversa) y se le imposibilita el status neutral de población civil no involucrada en la guerra. En lo privado el "sentirse desplazado" está ligado en primer lugar a lo que podría llamarse la nostalgia ambigua, es decir, una 2
Aunque la experiencia concreta en barrios populares acostumbrados a una mezcla social de migrantes, reinsertados (ex-guerrilleros) y varios actores armados, en su medio, puede ser mucho más diversa, insertándose los desplazados en cierta condición de ventaja por sus posibilidades de asistencia institucional. Lo anterior se sugiere en la ponencia de Martha Bello (profesora del Departamento de Trabajo Social) y Claudia Mosquera (profesora del Departamento de Trabajo Social y codirectora del programa universitario Iniciativas por la Paz y la Convivencia de la Universidad Nacional de Colombia).
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nostalgia atravesada por traumáticos recuerdos; en segundo lugar al desempleo (muy impactante en los hombres campesinos, asociado con la falta de dignidad y la pérdida de status de proveedor económico de la familia), y en tercer lugar a la falta de vivienda (más nombrada por las mujeres), expresión concreta de la falta de pertenencia al nuevo lugar. La vivienda a la vez simboliza la necesidad básica de buscar reemplazo a los antiguos vínculos con la tierra, los animales y el mundo de relaciones primarias de familiares y vecinos. La diferencia de género en el "sentirse desplazado/a" se manifiesta en dos tendencias relacionadas con el manejo diferenciado de lo público y privado: siempre son los hombres que entablan las relaciones con el mundo de las burocracias oficiales (el mundo público), con argumentos muchas veces de carácter político: "reclamemos al Estado la ayuda justa que nos corresponde". Pero, contradictoriamente, son también ellos, los hombres, los que desarrollan una dependencia a las respuestas estatales, dependencia que es exacerbada por las formas y las actitudes de atención oficial, y que los mantiene presos en su condición de víctimas, atrapados en un círculo vicioso de visitas permanentes a las instituciones de asistencia. En cambio, las mujeres, impulsadas por la necesidad de supervivencia de ella y su familia, suelen movilizar todas sus relaciones sociales (familiares, paisanas, vecinas) en aras de conseguir un trabajo, generalmente en el sector de servicios domésticos, de venta ambulante o de alguna producción a domicilio. Aunque en condiciones precarias, su ingreso al mercado laboral significa, contraria a la dependencia, una pequeña ganancia en autonomía.
El desarraigo: d e s t r u c c i ó n de vivencias y t e j i d o s sociales Los efectos diferenciados por género a lo largo del proceso de desplazamiento, se agrupan en torno a tres grandes momentos: el de la destrucción de vidas, de bienes y de lazos sociales; el
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del desplazamiento propiamente dicho; y el de la supervivencia y la reconstrucción del proyecto de vida y del tejido social en el sitio de llegada. A lo largo de nuestro argumento elaboramos primero los contrastes de género más fuertes, para luego mirar los otros factores. Es preciso preguntarnos, en primer lugar, por las pérdidas que han sufrido mujeres y hombres al ser desarraigados a causa de la violencia. ¿Qué perdieron en términos materiales, emocionales, sociales? ¿Qué dejaron atrás? ¿Cómo fue su vida antes del desplazamiento? Analicemos primero el caso de las mujeres campesinas tradicionales, retomando algunos ejemplos de viudas entrevistadas en la Costa Atlántica. Ellas antes de ser desplazadas habían sido criadas en un esquema cultural rural de rígida separación de esferas masculina y femenina, donde la última se centraba casi exclusivamente en la gestión doméstica, la maternidad, el espacio del hogar y aquellas actividades agrícolas (la huerta, el procesamiento) cercanas al recinto doméstico, y una indudable sujeción al mandato del hombre. Todas ellas, pues, tuvieron una niñez y una adolescencia caracterizadas por el aislamiento geográfico y social. Su movilidad solía ser muy restringida, se criaban en una vereda y allí se casaban. O si se pasaban de una vereda a otra, era por el trabajo del papá o del marido, cuando éstos eran jornaleros. "Mi papá era un triste machetero en madera. Vivíamos de finca en finca, m i papá rodando, pa allá y paca pues él no tenía tierra... De Arboletes fuimos para Naranjito, porque mi papá se fué para allá, entonces allá me consiguí el señor con quien viví. Bueno, entonces allá tuve la mala suerte que PRAN... para m í fue el fracaso, ese que tuve, que lo mataron a él..." (María, viuda de 30 años, Montería 1994)
Frecuentemente las relaciones con el mercado, la economía monetaria, la información, las instituciones formales eran patri-
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monio exclusivo o predominante del hombre, y aún el contacto con organizaciones o entidades cívicas o comunitarias era ajeno a muchas, aunque no a todas, las mujeres rurales. Para las campesinas más aisladas, los límites del mundo, del contacto con la sociedad, eran dados por los jefes de hogar, primero el padre y luego el esposo23. El desarraigo de ese mundo ha significado destrucción de la identidad social, en un grado mucho mayor para las mujeres que para los hombres, cuya libertad de movimiento, acceso a información y disposición de tiempo libre se daba por supuesto y quienes solían manejar un espacio geográfico, social y político más amplio. Además, para muchas mujeres campesinas, a diferencia de sus esposos, la violencia les llegaba de sorpresa. Ellas generalmente no habían participado en actividades comunitarias o políticas (más de la mitad de las mujeres desplazadas, entrevistadas recientemente, no participaba en ninguna organización social, y el 18% sólo participaba en organizaciones religiosas). Dado su relativa aislamiento de la vida pública y la dinámica del conflicto, ellas confiaban en que no tendría porqué llegar el conflicto a tocar la puerta de sus casas. Pero cuando las matanzas llegaban a veredas o fincas cercanas, eran ellas las primeras para presionar al marido para salir de ahí. Hay un notorio dramatismo en los relatos de las viudas del primer período (1 9881991), en comparación con los de las familias que salieron más recientemente por miedo, más prevenidas y con algún tiempo de preparación de la salida. Relatan las primeras: "A m i esposo lo llevaron a matarlo y me dieron tres horas para desocupar... llegamos a la carretera sin saber para dónde íbamos a llegar... yo recuerdo ahora que en 3
Las únicas excepciones las encontramos en las mujeres que de una u otra forma habían llegado al liderazgo en su organización o comunidad: sus historias de vida revelaban diferentes caminos para escapar al confinamiento del hogar de la típica familia campesina, por migración independiente, colonización o servicio doméstico en la ciudad.
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el momento yo veía oscuro, no veía claro, era que estábamos con una linterna y yo no veía claro... yo le pedía a m i Dios que me mostrara claro el camino donde iba y que encontrara personas que me ayudaran... cuando abrimos los ojos, que llevábamos como cinco minutos de estar parados, ahí vimos como un campero... vea señor, y me puse a contarle a él, y le salían las lágrimas de lo que yo le estaba contando y ahí... nos subieron al carro". (Belén, viuda de 40 años, Montería 1994)
En el estudio actual, suponíamos que la generalización geográfica de la violencia durante los últimos tres o cuatro años llevara a una mayor prevención y alerta entre las familias rurales y una salida más temprana y con más preparación, antes de que fuesen afectadas directamente por hechos violentos. En efecto, el 82% de los entrevistados en Bogotá, Bucaramanga y Piedecuesta mencionan como motivo principal de la huida una causa relacionada con la prevención (prevención, hostigamiento, peligro de reclutamiento de los hijos o hijas por parte de los actores armados, amenazas directas) y no con un hecho violento ya consumado. Sólo el 1 6% aduce masacre u homicidio de un familiar como causa principal (Gráfica No. 1). Sin embargo, parece que aún estando prevenidas, la mayoría de las familias rurales no tienen tiempo para preparar su salida. Las amenazas directas, que alcanzan el 4 1 % de las causas de desplazamiento, suelen ser órdenes perentorias de desocupación inmediata y la familia alcanza escasamente recoger la ropa para viajar. El 59% de los entrevistados manifestó haber salido repentinamente, sin tener tiempo de preparación para el desplazamiento (Gráfica No. 2). La mayor parte de los desplazados que mencionan el homicidio o asesinato como causa del desplazamiento, son mujeres que perdieron a sus esposos. Esas viudas emprendían la huida, no sólo por las amenazas de los asesinos de volver o por sus
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órdenes perentorias de desocupar la finca o la casa, sino impulsadas en forma dramática por el trastorno emocional, el miedo y la necesidad de salvar a sus hijos. A veces huyeron casi a ciegas y quedaron totalmente desorientadas cuando llegaban a la ciudad. María, la hija del machetero, se demoró casi ocho días para enterarse del asesinato de su marido, porque ella huyó cuando lo sacaron violentamente de la casa. No se atrevió a recoger el cadáver en la morgue. Otra expresó su desorientación de la siguiente manera: "Entonces, después del asesinato, cuando yo estaba durmiendo en un corredor aquí en la ciudad, agachadita con mis hijos, llegó la policía a preguntar que hacía, y yo les dije: estoy esperando que llueva para irme a tirar del puente pa'bajo, al agua con todo y pelado; yo estaba que no sabía qué más hacer, estaba como un barco sin bahía..." (Olga, viuda de 28 años, Montería, Córdoba 1994)
La destrucción, en otras palabras, va mucho más allá de sus efectos materiales: se trata de una pérdida de identidad como individuos, de una pérdida de identidad como ciudadanos y sujetos políticos 24 y de una ruptura del tejido social de la familia y de la comunidad, que produce la sensación de estar completamente a la deriva: "como un barco sin bahía". El contraste de género aquí elaborado para las mujeres campesinas más tradicionales, se vuelve más complejo cuando tomamos en cuenta la creciente diversidad de la población rural colombiana. La edad y el ciclo vital de la familia actúan sobre la capacidad de enfrentar el drama del desarraigo. También las múltiples experiencias de movilidad geográfica anterior al desplazamiento de hombres y mujeres, de tal manera que podría24
Simbolizada a veces por la falta de documentos de identidad, que frecuentemente se pierden en la huida.
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mos hablar en muchos casos de vidas móviles25, matizan la vivencia traumática del desplazamiento. Pero las vidas móviles no son igualmente compartidas entre mujeres y hombres. Casi la mitad de las mujeres entrevistadas nunca había vivido fuera de su municipio de origen antes de ser expulsada, y sólo un 18% había vivido o trabajado en dos o más lugares distintos a su municipio de origen, mientras que los hombres casi duplican ese porcentaje (Gráfica No. 3). Relacionado con lo anterior está la creciente diversidad ocupacional que en algunas regiones comienza a desdibujar la tradicional distinción entre lo "rural" y lo "urbano" en las experiencias vitales de pobladores de los municipios. No sólo campesinos, sino también conductores de bus, sastres, pequeños comerciantes y peluqueras encontramos entre la población desplazada. Algunas zonas de expulsión habían sido tierras de colonización campesina en décadas pasadas, y a ellas llegaban familias campesinas de regiones andinas pero también de zonas urbanas deprimidas. La presencia de cultivos ilícitos ha sido un factor adicional de estímulo a la movilidad y a la diversidad poblacional, ya que a raíz de ella aumentó vertiginosamente la circulación de personas, de dinero y de artículos de consumo y crecieron pequeños núcleos urbanos donde se ha concentrado el comercio, el transporte y los sitios de diversión. En nuestra población entrevistada, las ocupaciones relacionadas al agro predominaban ampliamente, como era de esperar. Sin embargo, una parte considerable, el 30%, ejercía ocupaciones de tipo urbano. En resumen, la población desplazada mantiene un núcleo mayoritario de población campesina tradicional y arraigada, pero también existe una franja de población diversa que exhibe experiencias de vida distintas. Las oportunidades para gozar, o sufrir, esas experiencias de movilidad geográfica, de
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Término acuñado por Stepputat y otros, 1998.
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ejercer una ocupación distinta a la tradicional, o de participar en la vida política o comunitaria, se han distribuido de manera inequitativa entre hombres y mujeres. El "equipaje" que los desplazados llevan a la ciudad, pues, a pesar de su diversidad, mantiene unas claras distintivas de género. Mujeres y hombres en la ciudad: ¿estrategias de supervivencia o proyectos de vida? Durante el trayecto de desplazamiento, las redes familiares y de paisanos cumplen un papel de gran importancia. Sin excepción las familias llegan a la ciudad donde unos familiares o conocidos de su región de origen. Sin embargo, en forma complementaria a los lazos familiares, casi todos los desplazados manifiestan haber tenido contactos institucionales (Cruz Roja, Defensoría del Pueblo, Ministerio del Interior, la Iglesia a través de una parroquia o el Centro de Atención al Migrante de la Arquidiósesis de Bogotá) durante el desplazamiento y la instalación en la ciudad. Las trayectorias de desplazamiento suelen ser bastante parecidas: las familias llegan a una capital regional, por tener familiares allí, o por brindarse el necesario anonimato, o por la esperanza de encontrar más fácil empleo en una ciudad que en un pueblo pequeño, o por el conjunto de todas esas razones. Algunas se quedan, otras deciden continuar a Bogotá, a veces después de un fallido intento de regresar a su zona de origen. Las familias que se han movilizado por miedo y amenazas y tuvieron algún tiempo de preparación, solían conseguir primero el pasaje para bus o camión. Las familias directamente afectadas por la muerte de un pariente, no tuvieron tiempo sino para huir intempestivamente y a ellas algún alma compadecida (el párroco, el conductor de un vehículo) les había ayudado con los pasajes y las primeras necesidades. A partir del primer alojamiento en la ciudad, comienzan a divergir los caminos. El tiempo que están con sus familiares antes de 424
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conseguir donde vivir, el tiempo que se demoran en buscar algún trabajo o algún negocio para sobrevivir, depende de múltiples factores, relacionados tanto con el "equipaje" de los desplazados como con las características del sitio de llegada. La clase social - o dado que todas las personas entrevistadas pertenecen a sectores populares- la condición social específica tanto de las familias desplazadas como de los familiares en la ciudad, es indudablemente un factor importante de diferenciación. El trabajador de una finca bananera o la maestra de escuela tienen más estructuras de apoyo debido a su vinculación laboral, que la familia de jornaleros o minifundistas. El grado de inmediatez del desplazamiento, y ligado a ello la magnitud del trauma sufrido, comienza a ser un factor diferenciador en la ciudad. Unos días de preparación y un pequeño capital logrado por medio de la venta de unos animales, enseres o parte de la cosecha, ayudan a mitigar los primeros momentos de supervivencia. Adicionalmente inciden la edad, el ciclo de vida y la composición familiar: una pareja joven con pocos hijos y cierto nivel de educación se muestra más confiada en su capacidad de sobrellevar los estragos del desplazamiento que una mujer campesina tradicional, jefa de hogar y con muchos hijos a su cargo. Aún en el caso de las viudas, sobresale la entereza de asumir la supervivencia de ella y sus hijos. Pero a la vez este esfuerzo significa la supresión del dolor y del proceso de duelo, ya que la obligación de buscar los medios de supervivencia para los hijos -siendo ellos casi el único motivo de superación de la desdicha-, no les deja tiempo para entregarse a las emociones, la reflexión o los recuerdos. "Yo tenía los ojos hinchados de llorar... A los cinco días de haber llegado a la ciudad, me llamó la señora que me había dado alojamiento y me dijo: a usted no le queda bien ponerse a llorar porque usted ahí no va a conseguir nada y usted tiene que pensar en levantar a esos niños. Póngase el corazón duro y mañana se baña bien y va por 425
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allá, así no conozca, que hable con personas, que vea que la pueden ayudar y si le toca pedir, pida, no tenga pena". (BELÉN,
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En el presente estudio se confirman los contrastes de género que antes habíamos señalados con respecto a las oportunidades de hombres y mujeres para insertarse nuevamente en el mercado laboral urbano y asegurarse la reconstrucción de sus vidas de una manera más permanente. Los datos nacionales de la encuesta de CODHES habían sugerido que el desplazamiento causa un enorme incremento de desempleo (más de 5 veces) entre los hombres, en comparación con un aumento mucho más modesto del desempleo de mujeres jefes de hogar (2.5 veces)26. Esto se explica porque los hombres trabajaban antes en la agricultura y la ganadería (el 63%), que son oficios de poca utilidad en su nuevo entorno urbano, y por ello sólo el 12.5% trabaja en esos oficios después del desplazamiento (como trabajador transhumante y dejando la familia en la ciudad). En el caso de las mujeres el declinio en el trabajo agrícola fue de 18.4% a 3.0 %; mientras se registraba una disminución de la ocupación "hogar" con la mitad, un incremento grande en el empleo doméstico (del 4 al 20%) y un incremento más modesto en la venta ambulante (del 2 al 9%) por parte de las mujeres. Los hombres, pues, más que las mujeres, se enfrentan en la ciudad con una pérdida de status como proveedor económico de la familia, lo cual influye negativamente en su autoestima y por ende en su capacidad de reconstruir un proyecto de vida. Las mujeres, en cambio, experimentan una ruptura menos fuerte en su empeño laboral, precisamente por su capacidad de aprovechar la experiencia en oficios domésticos y convertirlos en un medio de supervivencia. La gran mayoría de las familias desplazadas en Bogotá, Bucaramanga y Piedecuesta iniciaban sus estrategias de supervi26
Estos y los siguientes datos son de CODHES-SISDES 1995 y MEERTENS y SEGURA 1997: 366.
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vencía en la ciudad con alguna venta ambulante, generalmente de comidas, a cargo de las mujeres. Al poco tiempo, y una vez establecidos los primeros contactos personales de barrio, las mujeres lograban complementar sus precarios ingresos con el empleo doméstico por días. Los hombres, mientras tanto, lograban encontrar empleos inestables como cargadores en las plazas de mercado o en "la rusa" de la construcción. Sin embargo, cuando se les preguntaba quién de la pareja había conseguido trabajo primero, esa inicial estrategia de supervivencia a cargo de las mujeres había desaparecido de la memoria. La mayoría indicaba que había sido el hombre. Era que "trabajo" tiene otras connotaciones para un hombre campesino. No merece ese nombre el rebusque, sino algo más formal, relacionado con un horario, la fuerza física o el pago por parte de un jefe. Ese tipo de trabajo era muy difícil de conseguir para los desplazados, ya que el desempleo ha sido su común denominador aún después de varios años de haber llegado a la ciudad. Quizás es ésta la nota más triste del desplazamiento: hombres y mujeres reportaron que después de llevar 5 años de desplazados en la ciudad, la situación de desempleo no había cambiado mucho (Gráfica No. 4). Si bien habían tenido algún trabajo temporal en algún momento, las cifras de desempleo muestran la dramática situación de inestabilidad laboral a través de los años. Una realidad muy distinta a la imagen oficial de una población que "suele integrarse en menos de dos años al ambiente urbano" 27 . Uno de los grandes dilemas del desplazamiento forzoso es precisamente la perspectiva al futuro en una condición que todos los involucrados (desplazados, Estado, comunidad receptora) definen como transitoria. Pero, ¿transición hacia dónde? Ante la disyuntiva de retorno al sitio de salida o permanencia en la ciudad de llegada, las propensiones expresadas en el estudio ' Entrevista a Femando Medellín, director de la Red de Solidaridad, y otros, publicada en el Miami Herald, 13 de junio de 1999.
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nacional se inclinan claramente a la permanencia (el 60% de los hombres y el 70% de las mujeres)28. Es que el miedo y la continuación de los conflictos en las zonas de expulsión hacen que, para muchos, el retorno no sea una opción realista. Las mujeres jefes de hogar en número aún menor optan por la alternativa de retorno: sólo el 12% reclama el acceso a la tierra como condición para volver. En nuestro último estudio, encontramos igualmente una gran mayoría (el 80%) resignada a la permanencia en la ciudad. Sin embargo, ante la imposibilidad de retorno y a la vez la desesperante situación de desempleo en las ciudades, más personas (el 47%) han manifestado interés en la reubicación en zonas rurales distintas a las de expulsión, en forma individual o grupal por medio de los proyectos del INCORA. Conforme a lo que encontramos con respecto a la mayor dificultad de los hombres para insertarse en el mercado laboral urbano, son también ellos, los hombres adultos de extracción campesina, los que más buscan la posibilidad de una reubicación rural, demandando para ello la ayuda de las entidades oficiales. ¿Los y las desplazadas logran construir un nuevo proyecto de vida más allá de la inmediatez de la supervivencia? Los primeros datos de la investigación muestran que muchos elementos de esa inmediatez siguen teniendo un peso enorme en su diario quehacer y en su pensar. Los elementos que distinguimos como un primer abordaje de proyecto de vida son: una noción de dignidad relacionada con la supervivencia y el tipo de trabajo que consiguen; una noción de pertenencia a un nuevo lugar en cuanto a la importancia que asignan a la vivienda y a las relaciones vecinales; y una noción de autoestima, de confianza en sus propias capacidades para forjar un futuro y superar la condición, y el estigma, de ser desplazado. Encontramos que tanto hombres como mujeres se siguen sintiendo desplazados, aún
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" CODHES-SISDES 1995; MEERTENS y SEGURA 1997.
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después de varios años. Las razones que dan para ese sentimiento son estas mismas, ya mencionadas: la falta de trabajo y por ello de dignidad, la falta de vivienda propia y por ello la imposibilidad de construir un sentido, pertenencia y lazos sociales estables. Pero la autoestima de los desplazados, contrariamente a lo que pensábamos, no se ha ido al suelo. La gran mayoría indica sentirse una persona valiosa, por su juventud, por la responsabilidad por los hijos, por su capacidad de trabajo. Valga destacar la contradicción entre esa expresión de confianza en el futuro, y las condiciones objetivas de muchos años de desempleo e inestabilidad laboral. ¿Han cambiado las relaciones de género entre los y las desplazadas? Indudablemente, el proceso de transición hacia una vida urbana ha traído cambios. En primer lugar hemos señalado las diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a sus ritmos de inserción laboral en el medio urbano, y la necesidad imperante de la vinculación de ambos, al trabajo remunerado. Esta situación ha tenido también sus repercusiones en la esfera privada: la participación de los hombres en los oficios domésticos de la casa ha aumentado notablemente, del 12% de los jefes de hogar que participaban en los oficios antes del desplazamiento, al 36% (jefe e hijos hombres) después del desplazamiento (Gráfica No. 5). Desde luego, no sabemos si esta tendencia se consolide hacia el futuro en un cambio cultural duradero de los roles de género en la domesticidad. Otro factor diferenciador de género aparece en la valoración de la experiencia propia en el medio urbano. En efecto, pese a las múltiples dificultades y carencias y al cúmulo de responsabilidades, para muchas mujeres la posibilidad de insertarse en el mercado de trabajo urbano a través del servicio doméstico y la venta ambulante les había dado una garantía de supervivencia, por más precaria que sea, de la cual inicialmente carecían los hombres. Y no sólo la rápida inserción laboral,
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sino sobre todo, la participación en las relaciones de vecindad y en algunos casos, en grupos comunitarios, les proporciona a las mujeres nuevos elementos de reconstrucción de su identidad, de construcción de lazos sociales, de nuevos horizontes vitales que no existían en el campo. En efecto, si bien el 50% de los entrevistados manifiesta tener algún "proyecto" para reconstruir su vida en las nuevas circunstancias, ese porcentaje sube a! 74% cuando se trata de mujeres desplazadas. Sus pequeños proyectos de vida se concretan, en la gran mayoría, como actividades y planes individuales o familiares (conseguir la educación de los hijos, montar un negocio, tomar un curso para especializarse en algún oficio). Ante las dificultades de construir nuevas pertenencias y nuevos lazos sociales (el 40% de los entrevistados reporta ausencia de relaciones con sus vecinos en la ciudad. Gráfico No. 5), muy pocos desplazados (hombres o mujeres) planteen un proyecto de vida que tome en cuenta la dimensión colectiva o comunitaria.
Conclusiones La población desplazada por la violencia se caracteriza por su diversidad. Si bien la mayoría de los desplazados en la ciudad es de extracción campesina tradicional y arraigada, existe una franja importante, el 30%, de una población diversa que exhibe experiencias de vida distintas, que influyen en la capacidad de los y las desplazadas para reconstruir sus vidas en el medio urbano. Esas experiencias a veces interfieren con los contrastes de género que para el proceso de desplazamiento habíamos elaborado en estudios anteriores. Sin embargo, en la mayoría de los casos también las oportunidades para la movilidad geográfica, para ejercer una ocupación distinta a la tradicional, o para participar en la vida política o comunitaria, se han distribuido de manera inequitativa entre hombres y mujeres. En ese sentido, el "equipaje" con que los desplaza-
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dos arriban a la ciudad sigue mostrando unas claras distintivas de género. Una de esas distintivas se hace manifiesta cuando se trata de los ritmos de inserción laboral: las mujeres no experimentan ruptura en sus capacidades y conocimientos de trabajo, ya que son precisamente las actividades domésticas (lavar y planchar, venta ambulante de comidas) que se llevan al plano de trabajo remunerado para suplir las necesidades iniciales de supervivencia familiar en la ciudad. Los hombres, en cambio, se enfrentan primero al desempleo antes de adaptarse a las exigencias del mercado laboral urbano. Las exigencias de la supervivencia también produjeron cambios en lo doméstico, aumentándose la tendencia a mayor participación masculina en los oficios de la casa y la crianza de los hijos. La reconstrucción de los proyectos de vida de los y las desplazadas es un proceso lento y difícil, ante la falta de empleo, la dificultad para hacerse a una vivienda propia, el estigma social. A pesar de que manifiesten la falta de dignidad y de sentimientos de pertenencia en sus vidas -calificadas por ellos mismos todavía como desarraigadas-, los desplazados no han abandonado la autoestima ni la esperanza en el futuro. La mitad de ellos (y mucho más mujeres que hombres) tiene en mente cómo reconstruir su proyecto de vida, aunque éste sigue muy relacionado con la inmediatez de la supervivencia cotidiana. Al analizar esos modestos "proyectos de vida" -para sí mismo, para los hijos, para un negocio familiar- resalta una diferencia de género que se relaciona con el manejo de lo público y lo privado. Los hombres sueñan con - y buscan concretamente- la reubicación en el campo, en mayor proporción que las mujeres, y para ello desarrollan más los contactos con las instituciones públicas. Claramente se perfila un tipo de desplazado que siempre es masculino: el hombre cuyo oficio, mientras no consigue trabajo, es la visita a las instituciones para ver si consigue alguna
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ayuda, algún mercado, algún pasaje en caso de poder reubicarse. A veces le toca caminar muchos kilómetros diarios para lograr esa recorrida institucional. Así se creó una dependencia de la ayuda pública, además reforzada por la actitud de los funcionarios del Estado, quienes lo ven como una víctima, pero uno que siempre pide demasiado. Las mujeres, en cambio, incluso las esposas de esos hombres, se dedican a movilizar sus redes sociales particulares, de la familia y de los paisanos, para garantizar la supervivencia de su familia, y de alguna forma logran conseguir trabajo: trabajo doméstico, venta de comidas callejeras, una máquina de coser. Pocas de ellas piensan en la reubicación, y menos aún en el retorno. Su proyecto de vida, definitivamente, se enuncia en la ciudad.
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Invaciones de la Conuna 15 relacionadas con El Retiro
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Desplazados, migrantes y excluidos: actores de las dinámicas urbanas 1 Martha Nubia Bello2 Claudia Mosquera3
La agudización del conflicto armado interno que se vive en el país y, específicamente las estrategias que los diferentes actores armados han desplegado en la lucha por el control territorial han acelerado procesos de desplazamiento de la población rural hacia pequeñas, medianas y grandes ciudades, causando impactos significativos en las dinámicas urbanas. Miles de campesinos pobres, pequeños propietarios, maestros, algunos funcionarios de instituciones estatales y de oenegés, son expulsados en forma violenta e intempestiva de sus lugares de origen, para convertirse, repentina y abruptamente, en desplazados. Esta, su "nueva identidad", los obliga a ingresar en procesos escalonados a las grandes ciudades del país, las cuales se convierten en los lugares propicios tanto para "proteger 1
Las reflexiones que exponemos a continuación surgen del trabajo de investigación que ha acompañado la realización de una práctica académica del Departamento de Trabajo Social de la Universidad Nacional, iniciada en el año de 1997 en el municipio de Soacha. En el proceso de trabajo se han realizado actividades de acompañamiento y apoyo a las comunidades, diagnósticos barriales, entrevistas y observaciones, las cuales soportan el presente documento. 2 Trabajadora Social. Directora del área curricular del Departamento de Trabajo Social. Facultad de Ciencias Humanas. Miembro del Programa de Iniciativas Universitarias para la Paz y la Convivencia. Responsable de la línea desplazamiento y desarrollo. 3 Trabajadora Social. Profesora Asistente Departamento de Trabajo Social. Facultad de Ciencias Humanas. Coordinadora del Programa de Iniciativas Universitarias para la Paz y la Convivencia. Responsable de la línea niñez y paz.
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la vida", por las posibilidades de anonimato que ofrecen; como para intentar reiniciar proyectos, por considerarlas aún fuente de oportunidades. El grueso de la población desplazada se dirige a las cabeceras municipales y a los grandes centros urbanos, siendo Bogotá, la principal ciudad de llegada: "Durante 1996 se calcula que arribaron a Bogotá, aproximadamente 9.700 hogares desplazados por violencia que integran un núcleo humano de 50.000 personas, es decir unas 27 familias por día, lo que indica un promedio ligeramente superior a un hogar cada hora 4 ". Según lo expresa el estudio de CODHES (1998), desde 1985, a la capital del país, han llegado aproximadamente 230 mil personas desplazadas, con la tendencia mayoritaria a permanecer en la ciudad. Si se tiene en cuenta que un 48% de los desplazados eran pequeños propietarios, que un 43% carecían de propiedades5, y que, en muchos casos, debieron abandonar sus pocas pertenencias o venderlas a precios irrisorios; no es de extrañar que queden obligados a insertarse en la ciudad en calidad de pobres absolutos. En estas condiciones, la población desplazada sólo puede ingresar a los barrios que hacen parte de los llamados cinturones de miseria o barrios subnormales. Sectores donde el mercado de tierras es aún de relativo fácil acceso, gracias a la ausencia de controles estatales en su uso y regulación, y a los bajos precios que comparativamente tienen con otros sectores. Esta situación se presenta debido a las condiciones de alto riesgo de
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ROJAS, Jorge E. Desplazados por violencia y conflicto Social en Bogotá. C O D H E S Arquidiócesis de Bogotá pag. 39 , 1997. Op. Cit 42.
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DESPLAZADOS, MIGRANTES Y EXCLUIDOS: ACTORES DE LAS DINÁMICAS URBANAS
los terrenos (antiguas canteras al borde de deslizamientos, bordes de humedales, terrenos erosionados, etc.), a su condición de ¡legalidad y, en consecuencia, a la carencia de un equipamiento urbano mínimo. Grandes extensiones de tierra de difícil acceso, en manos de urbanizadores piratas se ofrecen a inmigrantes y desplazados como única opción para "tener algo propio" o para vivir como arrendatarios en los únicos lugares de la ciudad donde, como dicen los pobladores, "no se prohibe arrendar con niños". Sin embargo, una ciudad como Bogotá, ofrece un mercado de tierras limitado. Siendo entonces las zonas de más difícil acceso y de mayor riesgo ("la periferia de la periferia"), los únicos lugares que tienen posibilidad de crecimiento. En este escenario y siguiendo las tendencias en el proceso de expansión y de ampliación de la ciudad hacia su periferia, los municipios anexos a la capital se ¡mpactan y crecen aceleradamente. Convirtiéndose en lugares de llegada, no sólo de la población desplazada por la violencia política, sino de los miles de inmigrantes y excluidos de la ciudad. Este es el caso de Soacha, el municipio metropolitano más cercano a la capital (18 Km), con la mayor superficie urbana (1433 hectáreas) y el cual presenta la tasa exponencial de mayor crecimiento en el país (9.12)6 La población de Soacha, según datos oficiales, ha pasado de 20.441 habitantes en 1951 a 230.335 en 1993 7 . Sin embargo, la propia administración municipal reconoce que estas cifras se quedan cortas frente a la realidad y señala que, la población, puede ascender a los 700 mil habitantes. 6
Departamento Administrativo de Planeación Distrital. Estadísticas Santa Fe de Bogotá, D.C. 1997, 7 Departamento Administrativo de Planeación Distrital.
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Su acelerado crecimiento puede ser explicado por las siguientes características: por un lado, su proximidad a Bogotá, dado que gran parte de sus barrios han crecido como extensión de los ubicados en Ciudad Bolívar, Bosa y Usme, a medida que se han copado las posibilidades de poblamiento de éstos; o bien por el agotamiento de lotes o por el incremento de los costos de la tierra, gracias a que se han ¡do dotando de una infraestructura urbana que los ha valorizado 8 . De otro lado, se considera que, el proceso de suburbanizadón o de expansión de la ciudad, ha ampliado su escala. En este sentido, Soacha, como otros municipios metropolitanos bajo la influencia directa de la capital, estaría creciendo a ritmos muy apreciables y bastante superiores al promedio del país y de la misma ciudad 9 . En el proceso de acelerado crecimiento de los barrios ¡legales del municipio, hay sin duda, una fuerte incidencia de la población desplazada10; sin embargo, además del impacto demográfico que pueda causar su presencia, también se genera un efecto que alude más al impacto en las dinámicas socioculturales; pues en estos espacios urbanos, se construyen y reconstruyen relaciones entre personas de las más diversas procedencias, expulsadas por diferentes actores y motivos; dando lugar a conflictos y dinámicas particulares que van definiendo las relaciones y, por lo tanto, las maneras de ser y habitar dichos barrios. 8
DUREAU, Francoise; FI.OR.EZ, Carmen Elisa; HOYOS, María Cristina. La movilidad de las poblaciones y su impacto sobre la dinámica del área metropolitana de Bogotá. Documento de Trabajo n°. 1. CEDE-ORSTOM. Bogotá, 1993. 9 CUERVO, I. M. Algunas tendencias de la movilidad territorial en Bogotá. Ponencia presentada al Taller Metodológico sobre las nuevas formas de movilidad de la población urbana en América Launa. CEDE - ORSTOM, Bogotá, 7-11 de diciembre p. 4, 1992. 10 Se calcula que tan sólo en 1998 ingresaron a Soacha 7.800 personas y que en los últimos cinco años han ingresado cerca de 25 mil personas. CARREÑO, Laura; GIRALDO, Vilma y ROJAS, Zonia. De humanos a desplazados: huellas de nunca borrar. Tesis de Grado. Departamento de Trabajo Social. Universidad Nacional de Colombia. 1999.
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DESPLAZADOS, MIGRANTES Y EXCLUIDOS: ACTORES DE LAS DINÁMICAS URBANAS
Para realizar el análisis del impacto de la presencia de población desplazada en las dinámicas barriales nos referiremos a dos estudios de casos realizados en el Municipio de Soacha. Se involucran a barrios de relativa consolidación: de la comuna cuarta, conocida como Altos de Cazuca; y también a barrios de conformación reciente pertenecientes a la comuna sexta. Éstos son: los barrios Altos de la Florida, Divino Niño, San /Martín y Cristalina. En ambos casos se observa la presencia de inmigrantes por razones económicas, provenientes de 22 departamentos del país. Básicamente, en orden de importancia, son de Cundinamarca (Norte), Tolima, Antioquia, Meta, Caquetá, Magdalena, Guaviare, Chocó y Cesar. También es evidente la presencia de inmigrantes intraurbanos, esto es, de población asentada en los barrios periféricos de Bogotá desde hace algún tiempo, especialmente en Ciudad Bolívar y Bosa; y, que no habían logrado acceder a una vivienda propia, encontrando en Soacha una facilidad relativa para comprar lotes. Junto a ellos se encuentra un número reducido de personas que, siendo ya propietarios de una casa en Bogotá, buscan aumentar sus ingresos construyendo una segunda casa en estos barrios para ponerla en alquiler. Por último, encontramos población desplazada por la violencia política, quienes hacen su llegada a estos barrios en la modalidad "gota a gota", es decir, que hacen su ingreso individual y familiarmente y, en contadas excepciones, en pequeños grupos. Las familias desplazadas ubicadas actualmente en Soacha proceden especialmente, en orden de importancia, de los departamentos del Tolima, Caquetá, Meta, Antioquia y Chocó. Los problemas de seguridad de las familias desplazadas, su temor a ser identificadas y la modalidad de ingreso "gota a gota", no ha permitido la formación de barrios de "desplazados". Más
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bien, estos entran a construir urbe al lado de los afectados por la situación de pobreza del país. Las particularidades de sus historias signadas por las situaciones de violencia que vivieron y siguen viviendo, los obliga a asumir ciertos estilos y formas de vida que entran a hacer parte y a incidir en las características sociales de los lugares que habitan. Los barrios a donde ingresan los desplazados, tienen características diferenciadas, no sólo en lo relativo a su proceso de desarrollo infraestructura!, sino también al tiempo de formación-consolidación y, a las dinámicas particulares que se han ¡do configurando. Diferencias que cuentan significativamente en la forma como se relacionan con los demás pobladores y en la manera como estos pueden incidir.
El ingreso a los barrios en proceso de c o n s o l i d a c i ó n Para el caso de Soacha llamamos barrios en proceso de consolidación a aquellos que tienen entre otras las siguientes características: f Su poblamiento supera los diez años. £ Cuentan con una infraestructura de servicios públicos domiciliarios deficiente y, en algunos casos "¡legal". £ Poseen organizaciones legalmente constituidas y socialmente reconocidas. £ Han logrado cierta estabilidad en la población (lo cual no implica que se suspenda la movilidad poblacional). £ Han construido redes comunitarias formales e informales, legales e ¡legales que permiten identificar quién es quien en el barrio. £ Se evidencia la existencia de un "nos", que les permite identificarse, sentirse parte de y diferenciales de los otros, aun cuando persistan conflictos políticos y de convivencia barrial.
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Estos barrios son expresión de la dinámicas de invasión y crecimiento ¡legal de la década de los ochenta; y, en ellos se manifiestan los conflictos propios de este período, los cuales dan cuenta de la coyuntura política y económica del país, en sus condiciones particulares de tiempo y espacio. Aquí encontramos inmigrantes económicos, reinsertados de grupos armados, antiguos inquilinos de barrios de Bogotá, los cuales se fueron asentando y dando nombres: "Julio Rincón", "Carlos Pizarro", "Santo Domingo", "Corinto", "Villa Mercedes" y "El Oasis", entre otros. Evocando asía personajes, eventos, lugares de origen o deseos. Construyendo, en medio de dificultades, los hoy barrios en procesos de consolidación de Soacha. Las razones políticas y económicas que motivaron u obligaron el ingreso de sus habitantes, trajeron a los barrios no sólo los nombres sino los conflictos. Pues, como lo mantienen vivo en la memoria los pobladores, la muerte ha sido una constante en las calles. Los enfrentamientos y diferencias (las historias de sus habitantes) se trasladaron a ellas apareciendo, además de los fenómenos eminentemente urbanos, tales como el pandillaje y las milicias, intentos de control territorial de los grupos armados y el accionar del paramilitarismo en los barrios. Esta práctica de control territorial había sido considerada hasta hace poco como un fenómeno lejano a la capital y exclusivo del ámbito de las zonas de conflicto político. Algunos barrios de Altos de Cazuca han sido noticia, por la presencia de grupos armados, por las masacres, y en general, por su alto índice de inseguridad. Han sido escenarios de vida y de muerte, de conflictos y negociaciones, de exclusiones e inclusiones y de una gran estigmatización sentida y padecida por sus habitantes. Pues, todo lo que sucede en Cazuca ha ¡do formando una imagen que la identifica como zona de violencia; ocasionando señalamientos para sus habitantes, como bien lo
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expresa un líder del sector: "...en otra parte, ya sea para buscar empleo, o para conseguir un documento ya uno no puede decir que es de Cazuca, pues inmediatamente creen que uno es delincuente". Entonces, el esfuerzo colectivo, la solidaridad y el trabajo de sus habitantes queda opacado por los conflicto allí presentes. Las historia de los habitantes y los motivos que han forzado la aparición de estos barrios, repercuten en el tipo de relaciones que se establecen entre ellos; y, entre estos y los que habitan los barrios cercanos. Es de resaltar que las relaciones entre vecinos están caracterizadas por dinámicas en las que priman la desconfianza y, por lo tanto, la prevención. Se debe ser cuidadoso frente a lo que se dice y delante de quién se dice, pues, realmente no se sabe quién es quien (su pasado, intereses, vínculos políticos, etc). De tal manera, se ha ¡do configurando un estilo de vida: modos de moverse en el espacio y el tiempo, rutinas, que ante todo, buscan garantizar la seguridad, al respecto comenta una mujer del sector: "... la seguridad depende de uno mismo, es acostarse temprano, no meterse mucho en el cuento y no darle mucha libertad a los hijos por si acaso..." "... la verdad en la noche yo me encierro en mi casa y no me gusta que nadie salga a la calle, si uno no se mete con nadie, entonces tampoco ellos se meten con uno..." La desconfianza y la competencia por el control territorial, han marcado la vida cotidiana en los barrios. Y así, aun cuando se desplieguen mecanismos de solidaridad, principalmente ante la calamidad (muerte, desastres, etc); se presentan serios obstáculos para la construcción de un tejido social fuerte, pues la comunidad vive enfrentando los conflictos internos, debilitando su capacidad para negociar y reivindicar frente a actores externos.
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La gran heterogeneidad cultural, expresada en la existencia de diversas culturas regionales, pautas de crianza, tipos de alimentación, formas de vestir, maneras de apropiarse del espacio doméstico y barrial, también desencadenan conflictos en la convivencia. Aunque con el transcurrir del tiempo; y, dependiendo de la fuerza con que dichas culturas se expresen, se imponen unas sobre otras y/o se mezclan configurando una nueva y particular realidad. A pesar de la diversidad cultural, de la coexistencia de diferentes posturas políticas, todos reconocen en común su situación de pobreza. Ante la dureza para enfrentar la sobrevivencia diaria, establecen alianzas para la realización de obras comunes, y reaccionan ante el señalamiento de "los otros". En esta dinámica particular, se han construido o, mejor aun, están en proceso de construcción, las identidades barriales. Pues, a pesar de los obstáculos para la conformación del colectivo; la necesidad, la calamidad y la estigmatización han dado lugar a un sentido de pertenencia, a una identificación y, en consecuencia, a una diferenciación: "Bueno yo digo, yo soy tolimense de Ortega, y siento que todos los tolimenses son mi familia, pero yo aquí me siento cazuqueña, de Casa Loma, hija de Cazuca. Quiero mucho a Cazuca". A estos contextos han llegado familias desplazadas, silenciosas y tratando de no hacerse notar; pues también ellas desconocen las procedencias de quiénes ya se encuentran habitando los barrios. El temor a que la persecución llegue hasta estos lugares, los obliga a hablar poco y, en ocasiones, a inventar historias que esconden los motivos de su desplazamiento. La mayoría ingresan a estos barrios por que mantienen nexos con familiares que diez o quince años atrás llegaron a poblar estos sitios, en algunos casos, también en calidad de desplaza-
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dos, y que hoy se constituyen en punto de contacto necesario para ubicarse. Por lo tanto, reciben la solidaridad que se expresa en la ayuda que brindan los familiares, así, estos sean lejanos y las que surgen del paisanaje, pues es evidente la solidaridad que se desprende ante el sufrimiento y la necesidad del paisano. Sin embargo, existen otras relaciones y reacciones de los habitantes "establecidos" con y frente a los desplazados, pues circulan varias representaciones de los mismos. Veamos: Para algunos habitantes y líderes los desplazados son víctimas de un conflicto. Consideran que éstos han sido obligados a salir intempestivamente, dejándolo todo y quedando repentinamente abandonados a su suerte. Por lo tanto, se reacciona ante ellos de una manera "paternalista", pues piensan que están viviendo una tragedia y que merecen el apoyo y la solidaridad. El sufrimiento y la desprotección que acompañan a las familias desplazadas, moviliza la solidaridad del vecindario; a la cual se suma, la de los fieles del gran número de Iglesias Cristianas, Evangélicas, Protestantes, etc., presentes en el sector, los cuales asumen la ayuda al desplazado como parte de su práctica religiosa. Así pues, la población desplazada recibe la solidaridad del familiar, del paisano, del cristiano y del líder que se siente responsable de todo el que llega. Solidaridades que garantizan su subsistencia mientras se van insertando en la dinámica de la ciudad. Otros consideran, que los desplazados no son víctimas, sino actores del conflicto armado (de un bando o de otro). Por lo tanto, no son personas de fiar y su llegada al barrio puede significar inseguridad ya que son asociados con la delincuencia: "Este mes ha llegado mucha gente al barrio, y uno nota por la pinta que son gente del campo, uno no puede asegurar, pero si sospecha que son desplazados, ellos pasan por acá por la tienda cabis bajos, con el sombrero agachado, suben y bajan con sus cosas al hombro pero
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nadie se mete porque la verdad que esa gente si no son de la guerrilla son paramilitares. De eso si estamos seguros". Finalmente, algunos opinan que detrás de los desplazados vienen los problemas. Los asalta el temor de que éstos hereden y traigan una historia de enfrentamientos que agudice o reviva los conflictos en el barrio. Sin embargo, el rechazo que se podría generar por estas dos últimas representaciones, se disipa cuando los desplazados ingresan a los barrios solos o en su núcleo familiar, acompañados de dramáticas condiciones. El hecho de que no lleguen masivamente y que, por lo tanto, no se expresen como un colectivo diferenciado, "un otro", no permite que se desencadenen reacciones como señalamientos o agresiones, ya que la comunidad deja de sentirse amenazada. No hay, portante, un rechazo explícito hacia los desplazados, pues de hecho prevalece una actitud de apoyo. Ante sus apremiantes necesidades, se despliegan mecanismos de solidaridad, tales como las recolectas, la improvisación de albergue, etc., tendientes a brindar ayuda de emergencia. Los desplazados a pesar de ser "los nuevos" en el barrio, no son del todo diferentes; ya que comparten con ellos su condición de migrantes pobres y, la situación de anónimos y desconocidos en la ciudad que, anteriormente los hoy "establecidos", padecieron. En consecuencia, existe cierta identificación con el desplazado; por lo cual éste no aparece como "anormal, inferior o peligroso"; no dando lugar a la estigmatización, por parte de quienes se encuentran habitando en éstos, sus sitios de llegada. Sin embargo y a pesar de estas actitudes, el temor no desaparece, pues las amenazas ya se han concretado en algunos asesinatos y persecuciones. Por lo tanto, la presencia de los desplazados afecta la dinámica barrial, ya que se suman nuevos temores y desconfianzas a los ya existentes y, de hecho,
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como lo manifiestan algunos líderes, se mantiene la alerta frente a lo que pueda suceder. El ingreso a los nuevos barrios Llamamos nuevos barrios a aquellos que tienen entre otras las siguientes características: £ Su proceso de poblamiento no sobrepasa los diez años. £ Carecen de una infraestructura de servicios públicos domiciliarios mínima. f Poseen organizaciones legalmente constituidas, pero socialmente poco reconocidas. f A ú n no han logrado estabilidad en la población; lo que implica una importante movilidad que se traduce en la continua salida y llegada de habitantes. £ Las redes comunitarias son débiles e inestables. £ Las dinámicas barriales están permeadas por conflictos que permiten mucho más diferenciarse de los otros, que identificarse y sentirse parte del barrio. Los que aquí hemos denominado nuevos barrios, inician su proceso de conformación a partir de la década de los noventa. Siendo especialmente poblados desde 1994, se caracterizan por estar situados en zonas de altísimo riesgo y por carecer del suministro de servicios públicos domiciliarios por parte del Estado; el agua se adquiere por carrotanques y es común el uso de burros para su transporte; la luz se obtiene por medio de transformadores que se compran por recolectas de la comunidad o por los "aportes" de los politiqueros; además, se carece de acueducto y alcantarillado, de medios de transporte y de adecuadas vías de acceso. Son barrios que carecen de una infraestructura básica a nivel de equipamiento urbano: escuelas, centros de salud, espa-
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cios deportivos etc., y que aún enfrentan la amenaza del desalojo por su condición de ¡legalidad. La gran heterogeneidad de sus habitantes, producto de la diversidad de zonas de procedencia, de los tiempos desiguales de residencia en el barrio y en la ciudad; crean un clima poco propicio para el trabajo en torno a proyectos colectivos y, para la construcción de identidad y cohesión social. De igual modo, en ese proceso de construcción, afectan los distintos motivos que los llevan a vivir allí; la difícil situación económica que enfrentan la gran mayoría de familias, caracterizadas por situaciones de pobreza extrema, y las historias de violencia que acompañan a muchos, las cuales acentúan miedos y desconfianzas. El surgimiento reciente y espontáneo de estos barrios y la congregación en pequeños espacios de familias con pocos referentes comunes, enfrentadas por diferencias de todo tipo: culturales, étnicas y políticas; hacen especialmente conflictiva y difícil la convivencia. Es así, como priman los conflictos entre familias por las pautas de crianza de los niños, el tipo de prendas que se usan y los bienes que se poseen. También, por la clase de música y el volumen con que se escucha, por el trato para con los animales domésticos, entre otras. Dando lugar al rumor generalizado y a continuos enfrentamientos, que se traducen en alegatos y, en ocasiones, en agresiones físicas. De otro modo, los conflictos se van materializando en discursos y prácticas de exclusión, y estigmatizaciones de todo tipo, que hemos llamado, de exclusión en el interior de la exclusión. Al mismo tiempo, se realizan actividades tales como la recolección y el reparto del agua (al momento de llegar los carrotanque proveedores del liquido). Por otro lado, la realización de obras como instalación de mangueras y arreglo de vías convocan a los habitantes, permitiendo el intercambio de palabras, de historias y de anécdotas. Estos eventos y momentos, al
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igual que los espacios de interacción en la tienda y en las improvisadas canchas de tejo y de fútbol, constituyen las únicas dinámicas de encuentro de los vecinos y el mecanismo para identificar o, más bien, "distinguir" a quienes allí habitan. Las redes de apoyo y solidaridad vecinales son muy débiles, funcionan de manera informal, coyuntural y azarosa frente a la resolución de necesidades comunes; y al manejo de situaciones individuales y familiares difíciles que involucren sufrimiento. Sobresalen principalmente redes de apoyo de tipo familiar, debido a que el crecimiento de estos barrios se ha dado justamente gracias al "fenómeno de arrastre" que ejercen las familias tanto sobre migrantes rurales y de la ciudad, o los paisanos sobre los antiguos vecinos que quedaron en las zonas de conflicto (para el caso de los desplazados). Es así, como se conforman pequeños núcleos de familiares y vecinos, los cuales constituyen los espacios propicios para el intercambio y el apoyo. La amplia oferta de lotes y las modalidades de acceso ya mencionadas, hace que el ingreso de una familia se convierta en la puerta de entrada para otros familiares y vecinos. Así no es de extrañar, que en una cuadra se encuentren cuatro o más familias provenientes del mismo sitio; las cuales, en pocos meses, van consolidando pequeños grupos de referencia. El relato de un habitante refleja esta situación: "...yo he llamado por allá a ver como sigue la cosa y como ellos me dicen que los problemas no han parado, entonces yo les digo que se vengan, que por aquí la vida es un poco fregada pero que al menos, se consigue uno su casita bien barata y lo del diario y al menos no la van a matar a uno... en esta semana no más han llegado tres familias de allá mismo, el señor que estuvo aquí hace un rato se vino con toda la familia y eso no ha hecho sino llorar, como yo al principio. Yo le doy ánimos y los he-
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mos ayudado a ubicar aquí en el barrio, que por lo menos se sientan acompañados". A diferencia de lo que ocurre en los barrios en proceso de consolidación, los desplazados que ingresan aquí no encuentran familias ya insertas que operen como apoyo. Su llegada a estos sectores se explica más bien por el bajo precio de las tierras y la ausencia de requisitos legales tales como: documentos de identidad, títulos de propiedad, etc., además, porque las transacciones se ajustan a sus situaciones; ya que se puede adquirir un lote por modalidades de trueque como: un lote por carro o por un televisor más cuotas mensuales, etc. En estos nuevos barrios todos los habitantes son desconocidos, las historias de procedencia se ignoran y tampoco parece existir necesidad de averiguar. Los desplazados, junto con la población de migrantes e intraurbanos, van construyendo los barrios a imagen de sus regiones de origen. Van moldeando prácticas y rutinas: las puertas abiertas y el equipo de sonido afuera, si se es de tierra caliente; el cultivo de papa y de maíz, si se viene del interior, etc. Nadie se abstiene de incidir en la vida del barrio, aunque cada uno, lo haga sin hacer mención a su historia, la cual se mantiene oculta; no sólo para evitar ser señalado o estigmatizado, sino para sobrevivir. "Yo como líder distingo dos familias desplazadas, yo creo que conviven con la gente común y corriente, sé que los está ayudando una fundación, sé que hay otras personas pero no las he podido conocer y sé que transitan por el barrio común y corriente, he encontrado que les arriendan piezas sin problemas ya que nadie sabe quienes son". A pesar del corto tiempo de formación de estos barrios, también aquí empiezan a develarse poco a poco las historias; a circular rumores frente a la procedencia de quienes van llegando, afirmándose la existencia de narcotraficantes, guerrilleros, 470
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ladrones, pandilleros, etc.; y, a aparecer toda clase de señalamientos, a través del rumor, aunque éstos no se sostengan frente a alguien en específico, ni tampoco se expresan en acciones de exclusión concretas. Por cuanto, los desplazados son también fundadores de estos barrios y, en consecuencia, han incidido en la dinámica que estos adquieren, y dado que, no existen espacios de poder consolidados, no son rechazados o estigmatizados. Aún cuando aquí también se expresan las representaciones que encontramos en los barrios en proceso de consolidación, pareciera que al hablarse de desplazados se hiciera referencia a sujetos distintos a los que allí habitan. Si bien escuchamos afirmaciones como esta: " N o que yo sepa no, a este barrio a llegado gente común y corriente que se aburren por ahí en sus tierras, no se sabe si serán desplazados o será que no se amañan pero desplazados que yo sepa no hay aquí, anda la bola de que por acá arriba van a ceder un terreno a unos desplazados, no es fijo sino que dijeron que posiblemente iban a adjudicarles a unos desplazados pero no han llegado y quiera Dios y no lleguen", los desplazados deambulan por las calles, participan en los pocos espacios de encuentro sin que se manifieste ningún tipo de señalamiento. El rechazo, que en ocasiones pueden percibir los desplazados en estos contextos, es el mismo que padece cualquier familia desconocida y recién llegada al barrio; independientemente de su condición de desplazada, situación que se va superando a medida que se va relacionando con el vecindario. La presencia real, imaginada o fantasmal de la población desplazada no sólo hace que surjan diversas posturas políticas y humanitarias. En la realidad, los desplazados, allí presentes, dejan huellas y van aportando nuevos elementos; pues además de la historia de violencia, se trae una cultura que se expresa y
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se suma a las otras haciendo heterogéneo y, aún más complejo, el tejido socio-relacional pues, en el convergen duelos, esperanzas, proyectos de vida e identidades regionales diversas. Las familias desplazadas entran de alguna manera en igualdad de condiciones 11 con respecto al conjunto de pobladores si se tiene en cuenta que llegan a compartir una serie de características tales como: su condición de recién llegados, su situación de pobreza extrema, el anonimato y la incertidumbre frente a posibilidades estables de asentamiento, entre otras. Al igual que otros inmigrantes, la capacidad de los desplazados para incidir activamente en estos escenarios barriales, dependerá en primer lugar de factores referidos a su biografía; la cual da cuenta de su comunidad de procedencia, su rol social anterior, su capital social y cultural etc., y le permitirá asumir, un papel protagónico o de liderazgo, en el proceso complejo y conflictivo de construcción de comunidad o, por lo menos, ir siendo reconocido como parte de ella. En un segundo lugar, de las características propias que los barrios van ofreciendo; y, en este sentido, es importante destacar algunas que inciden tales como: la alta movilidad, la ausencia de formas organizativas legítimas y, la heterogeneidad y fragmentación ya señaladas, las cuales se traducen en una débil cohesión social y una frágil red social. Es posible que los desplazados no encuentren, ni se les facilite construir espacios de participación o articulación definidos ni estables. Igual pueden, como lo hace la mayoría de personas, ser pobladores de paso, dado que no hallan las condiciones mínimas para "reiniciar" sus vidas o establecerse allí, asumiendo en consecuencia una posición silenciosa y poco 11
Sin desconocer las consecuencias y efectos psicosociales particulares que sobre ellos produce el desplazamiento.
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protagónica, (si se tiene en cuenta que la experiencia vivida y, la incertidumbre y extrañeza que lo nuevo produce, disminuye las posibilidad de integración social) o, en excepcionales casos, aportando su experiencia construida en sus anteriores lugares de vida y jugando un papel activo en la construcción física y social del barrio. Algunas consideraciones finales Las maneras aquí descritas frente a la forma en que ingresan y se relacionan los desplazados con los demás habitantes, sugiere algunas recomendaciones para el diseño y puesta en marcha de programas de atención. En primer lugar, queda claro la inconveniencia de desarrollar programas a implementarse en el espacio barrial, con cobertura exclusiva para la población desplazada. Por cuanto los "visibiliza" y, en este sentido, los hace blanco de las acciones violentas. También, porque se introducen disputas y conflictos; y, se desencadenan señalamientos y exclusiones que en la práctica no se han expresado. La anterior recomendación no excluye la necesidad de diseñar y ofrecer programas especializados de atención a los desplazados, especialmente aquellos que tienen que ver con la recuperación emocional y la estabilización socioeconómica, los cuales no solo son necesarios para contribuir a un adecuado proceso de incorporación de esta población a sus actuales comunidades de residencia, sino que se constituyen en exigencias vitales para su propia sobrevivencia; solo que el espacio barrial no debe ser el escenario de implementación. De otro lado, teniendo en cuenta las características expresadas en los barrios, tanto en proceso de consolidación como en los barrios nuevos; se hace evidente la necesidad de apoyar proyectos de desarrollo social, de carácter participativo. Los 473
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cuales integren a la población en empresas comunes y les permita hacer parte activa del proceso de construcción y consolidación de los barrios. A pesar de la amplitud que dichos proyectos puedan tener, ésta parece ser la única opción de beneficiar a las familias desplazadas; sin recurrir al señalamiento y la exclusión, cuando lo que justamente se requiere es fortalecer el débil tejido social existente. A pesar de las enormes dificultades para el trabajo colectivo, es evidente que entre los desplazados e inmigrantes existen experiencias de vida comunes que acompañaron el pasado y se expresan en el presente; las cuales posibilitan espacios de trabajo de orden social y cultural, tendientes a promover el encuentro, favorecer la palabra y proyectar en común. De otro lado, se evidencia la necesidad de construir propuestas que respondan a contextos y realidades particulares. Pues son variadas las situaciones de los desplazados en la ciudad, tal y como aquí se demuestra; y, a la ahora de desarrollar proyectos, el pasado vivido tanto por ellos, como por las comunidades a las cuales ingresan, se convertirán en determinantes para su éxito o fracaso.
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Luz Gabriela Arango CES - Universidad Nacional
Comentarios a la ponencia Desplazamiento forzado y género: trayectorias y estrategias de reconstrucción vital Donny Meertens Comentarios a la ponencia Desplazados, migrantes y excluidos: actores de las dinámicas urbanas. Martha Nubia Bello y Claudia Mosquera Las estimaciones sobre la población desplazada en Colombia durante la última década son por si mismas escalofriantes: más de 1.000.000 de personas en 1997 (el 2.5% de la población); un promedio cercano a las 27 familias por día llegan a Bogotá expulsadas de sus lugares de residencia por la violencia y el conflicto armado, son algunos de los datos mencionados. Sin embargo, no nos es fácil apreciar la magnitud de los dramas personales, individuales y colectivos que se esconden detrás de esas cifras. El conjunto de ponencias que han sido presentadas durante esta mañana nos permiten aproximarnos al significado real de los procesos sociales, culturales y subjetivos del desplazamiento. Ubicadas en la fatalidad del hecho del desplazamiento, producido por factores de poder, de dominación y conflicto que han sido analizados en ponencias anteriores, estos trabajos recogen experiencias de investigación e intervención heterogéneas y aportan contribuciones que resultan complementarias en diversos aspectos. El trabajo de Donny Meertens nos ofrece un cuadro muy decantado conceptualmente de la problemática del despla475
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zamiento y de los factores que inciden en la diferenciación de las trayectorias individuales posteriores y la capacidad de reconstrucción de un proyecto de vida, con énfasis en las relaciones de género; Martha Bello y Claudia Mosquera examinan los contextos de llegada y las relaciones complejas que se establecen entre los desplazados y los pobladores urbanos. Quiero destacar algunos de los elementos que aportan estos trabajos para aprehender el desplazamiento como fenómeno social en sus características actuales y proponer alternativas de política social: 1. La continuidad histórica del fenómeno de desplazamiento y su especificidad con relación a otras dinámicas de movilidad territorial como la migración económica o el refugio 2. La heterogeneidad de las experiencias de desplazamiento y el impacto diferenciado del género, la etnia, la situación social y el ciclo de vida 3. La ambigüedad de las representaciones y prácticas sociales en torno a las mujeres y los hombres desplazados 4. La clara insuficiencia e inadecuación de las políticas de atención. 1. La continuidad histórica del fenómeno de desplazamiento y su especificidad con relación a otras dinámicas de movilidad territorial como la migración económica o el refugio Hay un consenso en los trabajos de hoy - y de las ponencias presentadas ayer- en torno a que el fenómeno actual de desplazamiento forzado tiene viejos antecedentes en la historia colombiana, y raíces más específicas en la segunda mitad del siglo XX. Meertens señala la continuidad histórica de los procesos de migración forzada mediante el uso de la violencia. Identifica una agudización del problema a partir de 1988 y 1989 cuando
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se desarrollan nuevas modalidades de violencia que resultan de la confluencia de factores de larga duración como las luchas campesinas y guerrilleras; y de fenómenos contemporáneos como el narcotráfico y el paramilitarismo. El fenómeno del desplazamiento no sólo no es nuevo sino que ha ocupado un lugar importante en los movimientos de población, las configuraciones y reconfiguraciones del territorio colombiano; y de las relaciones sociales. Queda planteada la necesidad de un examen histórico comparado que permita captar claramente las continuidades y las particularidades que asume el fenómeno en la actualidad. Es posible que esta tarea ya haya sido emprendida por los historiadores de la violencia pero dada mi poca competencia en el tema, dejo simplemente abierta la inquietud. Rescato igualmente la comparación que hace Meertens -en la que coincide con otros ponentes- entre el desplazado interno, el refugiado y el migrante económico que permite poner en evidencia la particular vulnerabilidad del desplazado interno. En efecto, este suma las desventajas del migrante económico y el refugiado, considerando la unión de precariedad económica y expulsión traumática de su territorio y desposesión de sus bienes. Pero no cuenta con ninguna de las "ventajas relativas" del uno y el otro: la huida intempestiva agrava su precariedad económica, el carácter forzado de la migración no está asociado a un nuevo proyecto de vida -construido progresivamente, muchas veces por razones ajenas a la voluntad o el deseo, es verdad- como en el caso de los migrantes económicos sino a la destrucción abrupta del que se tenía. A diferencia del refugiado, el desplazado no cuenta con las redes sociales, el soporte de una organización étnica, política o comunitaria ni con una política claramente establecida de acogida y apoyo. Esta diferenciación entre categorías resulta muy importante no tanto para establecer una jerarquía de vulnerabilidad que ayude a "focalizar" una política social asistencialista, sino porque contribuye a una comprensión más precisa del fenómeno, de sus 477
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dimensiones históricas y sus repercusiones sociales y a definir políticas y formas de intervención social más complejas y adecuadas... al menos teóricamente. 2. La heterogeneidad de las experiencias de desplazamiento y el impacto diferenciado del género, la etnia, la situación social y el ciclo de vida Todos los autores coinciden en señalar la heterogeneidad del fenómeno del desplazamiento que reúne una diversidad de situaciones dependientes de múltiples factores como las dinámicas regionales particulares y las características sociales, familiares, económicas, de género, etnia y ciclo de vida de los migrantes. El género es probablemente el factor diferenciador en el que más se ha avanzado gracias a los trabajos adelantados por Donny Meertens y Nohra Segura. En esta segunda investigación, cabe destacar el proceso de ampliación de una problemática centrada en la especificidad de la experiencia de las mujeres, consideradas fundamentalmente como víctimas del conflicto armado y el desplazamiento, a una diferenciación más elaborada de las experiencias femeninas y masculinas, y al desarrollo de una perspectiva analítica de estos fenómenos de violencia como procesos "generizados". En efecto, la violencia, el conflicto armado y el desplazamiento no solamente tienen impactos diferenciados sobre mujeres y hombres, no solamente implican experiencias subjetivas específicas para unas y otros sino que construyen una simbología marcada por el género. Donny Meertens subraya muy bien el deslizamiento de la simbología genérica de la "violencia clásica" en donde la tortura, mutilación y asesinato de mujeres embarazadas significaba la destrucción del enemigo "desde la semilla" y la violación un acto de humillación para el colectivo enfrentado, incapaz de defender el honor de sus mujeres, hacia la actual violencia voluntariamente indiscriminada que al incluir a mujeres y niños afirma su total ausencia de escrúpulos.
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Luz GABRIELA APANGO
El análisis de Meertens sobre las diferencias de género en las experiencias del desplazamiento en sus distintas etapas ofrece una mirada compleja que pone en evidencia desigualdades que actúan a favor o en contra de uno u otro sexo, sin que la mujer aparezca necesariamente como la mayor víctima en todos los momentos. Es así como el impacto inicial del desplazamiento como destrucción de la identidad social afecta en un grado mayor a las mujeres, en particular a las campesinas tradicionales que ven desaparecer su mundo de relaciones primarias de manera súbita, mediante la experiencia traumática del asesinato del cónyuge la mayoría de las veces. La dependencia identitaria de las mujeres con respecto a sus referentes familiares y privados hace más arrasadora la destrucción mientras los hombres pueden apoyarse en su conocimiento del mundo público, su capacidad de relacionarse con las instituciones y reglas de la vida social. Esto indudablemente es relativo, y como lo señala Meertens, dependerá de la situación social, económica y familiar previa de los desplazados. En un segundo momento, paradójicamente, las atribuciones tradicionales de género proporcionan herramientas a las mujeres para enfrentar en condiciones menos desfavorables su inserción en el mundo urbano y la reconstrucción de sus proyectos de vida. Pues es desde su rol de madres y la necesidad imperiosa de asegurar la supervivencia de los hijos y desde sus saberes domésticos, como logran encontrar empleo en la ciudad y ganar autonomía. Los hombres en cambio, enfrentan mayores dificultades para conseguir empleo dado que los oficios agrícolas que desempeñaban no facilitan su inserción laboral en la ciudad, afectando seriamente su dignidad como proveedores económicos y como varones. El desempleo y el acoholismo no son excepcionales. Si bien se ha avanzado en la diferenciación de la problemática de mujeres y hombres desplazados, hay otros factores que señalan desigualdades y grados distintos de vulnerabilidad frente 479
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al desplazamiento que no han sido suficientemente explorados. El ciclo de vida determina capacidades desiguales para enfrentar el traumatismo y reconstruir proyectos de vida e identidades entre las mujeres y los hombres adultos pero poco sabemos sobre las experiencias infantiles y juveniles. Los niños son la imagen más utilizada para expresar el repudio social ante estas manifestaciones de la violencia. La fatalidad de un círculo infernal que involucraría generación tras generación en una dinámica imparable de violencia no ha sido demostrada. No sabemos cuáles son las secuelas reales del desplazamiento en las nuevas generaciones ni en qué medida los apoyos comunitarios, sociales y estatales están correctamente enfocados. Meertens nos muestra como muchas mujeres logran reconstruir proyectos de vida en nuevos contextos, proceso en el cual juegan un papel importante la autonomía relativa que han alcanzado y el proyecto que construyen para sus hijos. ¿Qué modificaciones sufren los roles materno y paterno entre los desplazados y cómo transforman las dinámicas familiares y las expectativas y oportunidades de las nuevas generaciones? ¿Qué tan fatal es el círculo infernal de la violencia heredada de padres a hijos? Además de las diferencias generacionales y de ciclo de vida y género, existen otros factores sociales diferenciadores señalados por los ponentes pero no tratados en sus textos, como la pertenencia étnica y regional, o la ubicación en la estructura social. 3. La ambigüedad de las representaciones y prácticas sociales en torno a las mujeres y los hombres desplazados El trabajo de Martha Bello y Claudia Mosquera nos introduce en las relaciones que se producen entre los desplazados y los pobladores de los barrios periféricos que les sirven de punto de llegada a la capital. Señalan cómo las características de barrios como Soacha, con su mercado de tierras de fácil acceso que posibilita la consecución de lotes en condiciones de ¡legalidad
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Luz GABRIELA APANGO
y alto riesgo, presentan las menores barreras para la inserción urbana tanto de los desplazados por el conflicto armado como de los migrantes económicos. El crecimiento acelerado de estos barrios en los últimos años, la afluencia ininterrumpida de migrantes rurales y pobres facilitan la mimetización de los expulsados de la violencia entre la masa heterogénea de población móvil. El énfasis de Bello y Mosquera se dirige a analizar el impacto de la llegada de población desplazada sobre las dinámicas socio-culturales de estos barrios, resaltando los procesos de marginamiento dentro de la marginalidad o de exclusión en la exclusión como ellas lo llaman; pero rescatando asimismo las dinámicas de solidaridad en curso. A los factores diferenciadores señalados por Meertens relativos a las condiciones prexistentes de los desplazados, su capital de relaciones sociales, experiencias vitales y laborales, situación económica específica, género, edad, región, se añaden aquellos elementos que configuran distintos contextos de llegada. Las características de los pobladores de estos barrios dan cuenta de los procesos históricos de conflicto y las sucesivas expulsiones de población de los departamentos del Tolima, Caquetá, Meta, Antioquia o Chocó. Expresan igualmente la presencia en la ciudad del conflicto armado originalmente rural y su combinación con otras dinámicas violentas propiamente urbanas como el pandillismo, la delincuencia común y el narcotráfico. De este modo, el anonimato urbano y el distanciamiento con el conflicto que anhelan numerosos desplazados, no se consiguen sino al precio de estrategias de silencio, ocultamiento y disimulo. En los barrios nuevos, la ausencia de redes, sentido de pertenencia y apoyos institucionales proporcionan un contexto más propicio para el anonimato y la mimetización de los desplazados en estos territorios abiertos y conflictivos. De parte de los pobladores ya establecidos, la relación con los recién llegados es ambivalente y variada: oscila entre la so481
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lidaridad "paternalista" hacia personas percibidas como víctimas y la desconfianza ante posibles actores del conflicto armado o delincuentes. Las autoras ponen en evidencia la presencia de una diversidad de apoyos: desde el familiar hasta el líder comunitario, pasando por el paisano o el cristiano. El análisis detallado de estas modalidades de solidaridad constituye en mi opinión una pista importante a seguir para aprehender de manera compleja los resortes que operan en la creación de tejido social en segmentos marginados de las grandes ciudades. 4. La clara insuficiencia e inadecuación de las políticas de atención Para un Estado tradicionalmente débil en la atención de lo social, la tarea que le corresponde frente a un fenómeno de la magnitud del desplazamiento forzado está muy lejos de ser cumplida mínimamente. Así lo evidencia el modelo elaborado por el equipo de investigadores del CINEP de una política integral que pueda garantizar soluciones duraderas a un fenómeno que, de acuerdo con los pronósticos más realistas, seguirá ampliándose en los próximos años. La propuesta está construida a partir del seguimiento y balance de una mayoría de las acciones adelantadas en el país e incluye todas las fases del proceso, desde la "prevención" hasta la "consolidación", cuyo objetivo principal es apoyar la reconstrucción del proyecto de vida de los desplazados y desplazadas. El modelo que puede desarrollarse a partir de estos elementos se apoya en criterios de intervención social que incluyen procesos participativos, empoderamiento, perspectiva de género y equidad social... A pesar de su carácter exhaustivo o "integral" que la hacen parecer inalcanzable, la propuesta contiene recomendaciones concretas y viables que deberían ser tenidas en cuenta por las entidades públicas y privadas involucradas en tareas de apoyo a la población desplazada. Pero su aplicación coherente y eficaz requiere un fuerte compromiso del Estado.
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Luz GABRIELA APANGO
Todos los autores coinciden en que las políticas públicas deben adecuarse a la diversidad de los contextos y experiencias del desplazamiento. Partiendo de su experiencia en los barrios de Bogotá, Martha Bello y Claudia Mosquera sugieren el desarrollo de programas no orientados de manera exclusiva a la población desplazada, de modo que se impulse el desarrollo social y la participación de manera amplia. Si bien las razones que aducen son pertinentes, dejan de lado uno de los vacíos más importantes en las formas actuales de intervención: la atención psicológica a la población desplazada, tanto más necesaria cuanto que la experiencia traumática de despojo y destrucción que experimentan es precisamente lo que los diferencia de otros sectores. Diego Henao subraya los efectos que esta deprivación emocional tiene sobre el incremento de la violencia intrafamiliar y el maltrato a los niños; y sobre todo, el miedo que les genera como actitud ante la vida. Desde una perspectiva prepositiva -o realista-, Diego Henao rescata el potencial que ofrece el ICBF, dadas su amplia cobertura y su red institucional, para prestar una ayuda efectiva a las familias desplazadas, a condición de modificar el tipo de intervención que prevalece en la actualidad. Siguiendo este ejemplo, sería importante analizar el papel de otras instituciones que pueden favorecer u obstaculizar la integración social de los desplazados, como es el caso del sistema educativo y las Iglesias, señaladas en el trabajo de Bello y Mosquera. Finalmente, estos trabajos señalan con especial fuerza la problemática de la memoria, del desarraigo y de la pérdida de identidad social de las familias forzadas a abandonar sus lugares de residencia, sus bienes, sus afectos y su cultura. Sin duda resulta interesante la observación de Donny Meertens sobre la movilidad característica de una proporción significativa de los desplazados, lo que atenuaría levemente el efecto de desarraigo y favorecería la capacidad de adaptación a nuevos contextos. Mar483
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ta Bello y Claudia Mosquera nos muestran la mimetización de los desplazados entre los pobres urbanos, y la superposición de capas de migrantes que traen heridas de la violencia, la explotación económica o política... Se ha traído a la discusión la movilización forzada de la población colombiana como un rasgo característico de nuestra historia. En esa memoria dolorosa, en ese olvido forzado sin duelo, reside uno de los efectos más dramáticos del desplazamiento a nivel individual y social. Pone en discusión el lugar de la historia colectiva y las historias individuales de los dominados y las dominadas; y el del olvido, con su doble contenido: capacidad de volver a empezar, de construir nuevos referentes, de mirar hacia el futuro; pero también, pérdida de identidad y de control sobre un pasado reprimido que acecha en el corazón de los vencidos. Se señalan efectos "modernizadores", cambios en las relaciones de género que apuntan hacia una ganancia de autonomía para las mujeres y probablemente, para algunos integrantes de la generación más joven, el acceso marginal a un universo urbano codiciado. ¿Pero a qué costo? Los trabajos sobre migración urbana y procesos de inserción social en las grandes ciudades, con ejemplos como la investigación presentada en ese encuentro sobre la ciudad de Cali, evidencian la lentitud, el tiempo y el esfuerzo colectivos que toma la "sedentarización" de los migrantes. Si la migración rural-urbana, nunca puramente económica en este país, alimentó el crecimiento urbano acelerado de la década del 60, y las poblaciones lograron construir formas de supervivencia en las ciudades y se dieron procesos lentos y selectivos de movilidad social ascendente, en el contexto económico actual en el cual dominan los procesos de movilidad social descendente y pauperización, ¿qué posibilidades reales de inserción económica y social tienen los desplazados?
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Este libro se terminó de imprimir en el mes de diciembre de 1999 Universidad Nacional de Colombia UNIBIBLOS - Sección Imprenta Tels: 368 1437 - 368 1443 • Fax: 368 4240 Santafé de Bogotá, D.C., Colombia
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