Del piquete al movimiento Parte 1: De los origenes al 20 de diciembre de 2001
Mariano Pacheco
Ilustración: Violeta Bournasell
(MTD Almirante Brown)
CUADERNO Nº 11
CUADERNOS DE LA FISYP Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas
Nº 11
Enero 2004
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Del piquete al movimiento Parte 1: De los origenes al 20 de diciembre de 2001
Mariano Pacheco (MTD Almirante Brown)
Índice general A modo de presentación .......................................................................................... 6 Nota del Coordinador ............................................................................................... 8 Agradecimientos ...................................................................................................... 8 I - Génesis .............................................................................................................. 10 Los primeros cortes en el interior del país ..................................................... 10 Los primeros pasos hacia la organización ..................................................... 12 Aprendizajes ................................................................................................. 15 2 Diáspora .............................................................................................................. 17 Los primeros piqueteros, los autónom .......................................................... 17 Los piqueteros de estructura ........................................................................ 19 ............................................................................................................................... 21 3 Reacomodamientos ............................................................................................. 21 Los «autónomos» en crisis ........................................................................... 21 Un salto cualitativo: la administración de los planes .................................... 22 El Día de los Trabajadores (desocupados) ................................................... 24 Crónica de un desalojo ................................................................................. 27 Un nuevo espacio ......................................................................................... 28 Problemas de articulación: el corte de la Rotonda de Pasco ......................... 31 4 El movimiento piquetero adquiere visibilidad pública. El movimiento como actor socio – político a nivel nacional ............................................................................. 36 Golpear juntos ............................................................................................... 36 Salta, la rebelde ............................................................................................. 39 Avances en la coordinación .......................................................................... 40 Almirante Brown, un distrito complicado ...................................................... 41 General Mosconi: Retaguardia de masas del conflicto piquetero ................. 42 Una asamblea en la Avenida 9 de Julio ......................................................... 44 Solidaridad con los luchadores salteños ...................................................... 45 Posicionamientos en torno al conflicto salteño ............................................ 47 El corte coordinado de los accesos a la Capital Federal y el surgimiento de la Coordinadora Sur .............................................................................................. 49 El corte de la Rotonda de Alpargatas ............................................................ 51 5 Encuentros Nacionales y el nacimiento de «La Verón» ....................................... 55 Primer encuentro, primera jornada ................................................................. 55 Solidaria con los presos, aparece «La Verón» ............................................... 58 La ofensiva Bullrich ...................................................................................... 61 La segunda asamblea y el principio del fin ................................................... 64 Elecciones, medidas de gobierno y resistencia popular ................................ 67 Los caminos invisibles de la insurrección de diciembre de 2001 ................... 75
A Cacho, compañero y amigo, por aportar a mi formación como militante y como persona.
A MODO DE PRESENTACIÓN Este trabajo constituye una narración «desde adentro» del proceso de luchas y discusiones que dio lugar a la conformación de un sector del movimiento de trabajadores desocupados, desde los arranques iniciales hasta las vísperas del 20 de diciembre de 2001. La ahora publicada es la primera parte de una secuencia que llegará hasta nuestros días. En décadas pasadas, existió una vasta tradición de testimonios de militantes y dirigentes obreros y populares, publicados en forma de libros y folletos. Cuando no intervenían terceros convirtiendo lo que podía ser relato vívido y apasionado en rígida hagiografía, los resultados solieron ser auspiciosos. Tiene el valor primordial del rescate, preciso y detallado, de aconteceres que suelen escapar a los periodistas y a los estudiosos, que suelen ser incluso difíciles de reconstruir mediante entrevistas u otros métodos de acercamiento. Nos encontramos con un prolijo inventario de acciones, grupos, uniones y rupturas, alianzas y dispersiones. Queda claro que Mariano Pacheco es un militante, integrado a los MTD que tuvieron desarrollo sobre todo en el sur del Gran Buenos Aires. Y lo que nos transmite es el gradual crecimiento de esas organizaciones, el desarrollo de nuevas prácticas, el rescate de otras antiguas. La convergencia de distintas tradiciones: La militancia cristiana, el peronismo radicalizado, la izquierda marxista... Y señala también el cruce de dos orígenes diferentes: los piqueteros autónomos y los «de estructura», identificados sobre todo con la entente FTV-CCC, y luego con las organizaciones ligadas directamente a partidos de izquierda. Así le coloca un punto inicial, poco recordado, al movimiento piquetero, un 1° de mayo de 1996, en un acto en Plaza de Mayo que se dio en paralelo a otro de la izquierda partidaria. Ese pequeño acto donde convergían sectores del GBA de variadas orientaciones, dataría el comienzo de un camino, el de los movimientos piqueteros no ligados a partidos políticos, entre «...la base social y la militancia dispersa y golpeada»... El 19 y el 20 de diciembre de 2001 no fueron un repentino despertar. Así los presentó cierta prensa, interesada en celebrar los acontecimientos, con una interpretación que permitiera poderlos «enterrar» más rápidamente. Los piqueteros surgieron antes, en la evolución que va desde los cortes de ruta en lugares desmantelados por la privatización, hasta la asunción del «piquete» como identidad y la vinculación primordial de esta herramienta con la situación de los desocupados. Constituyen una gran respuesta a las reformas estructurales del capitalismo concentrador y excluyente, pero también al vaciamiento de contenido de la democracia representativa y a la virtual muerte de la política. Sus primeros antecedentes deberían rastrearse en los años 80, en las diferentes tomas de tierras y fundación de barrios populares que se dieron sobre todo en el Gran Buenos Aires. Todavía no se había consumado parte central del proceso de reformas inspiradas por el gran capital local y mundial, pero ya aparecían formas de lucha nuevas. Mientras la dirigencia sindical abandonaba progresivamente los modos del vandorismo para entregarse a una práctica más directamente orientada a la colaboración permanente con las patronales, sectores amplios de las clases subalternas se enfrentaban a la realidad de que ya no tenían trabajo, no los defendía un sindicato, y dónde vivir y cómo subsistir se convertía en un interrogante acuciante, cuya resolución era más que dudoso esperar del «exterior». Lo que después va a ser el movimiento de trabajadores desocupados reconoce como causas
la desocupación y la pobreza, pero dista de ser una mera «reacción» frente a las mismas. Pero es a partir de 1996, en Cutral Có y General Mosconi, en pequeñas ciudades prácticamente anuladas en su razón de existir por el cierre de YPF, que el trabajador desocupado emerge como sujeto visible, como centro de una movilización. Qué como se señala en el escrito, recupera, cambiándole de sentido, el «piquete», una práctica del movimiento obrero. El piquete a la entrada de las fábricas y lugares de trabajo posibilitaba la huelga. Hoy, situado sobre las rutas, da lugar a un corte fundamental de la actividad económica, en una etapa del capitalismo en que el transporte y las comunicaciones tienen un protagonismo mucho mayor que en el pasado. Los piquetes están sostenidos por la organización de trabajadores desocupados, tendencialmente horizontalista, basada en mandatos imperativos y revocables, y con un método muy específico, el corte de calles y rutas. Una interesante alternativa a la huelga para quien no tiene un trabajo pero sí puede afectar la producción y comercialización capitalista en épocas de auge del comercio carretero, de just in time y stock cero. Sería más que interesante que este trabajo fuera estímulo para otros del mismo tipo, producidos por militantes que, como Mariano, procuren aunar reconstrucción de experiencias con reflexión. Y que esto ocurriera desde distintos ámbitos geográficos, vertientes ideológicas y pertenencias organizativas. Serviría no sólo para dejar testimonio, sino para fogonear la discusión articulada con las experiencias concretas, para dar lugar a reflexiones que luego puedan volver al movimiento para alimentar nuevos avances del mismo. La fragmentación, la tendencia a la división perpetua que aqueja a los movimientos contestatarios argentinos, no exceptúa a las organizaciones piqueteras. La forma de convertir algo de esa multiplicidad en una riqueza aprovechable para el movimiento social, es la discusión abierta, reflexiva, de las distintas experiencias, de los diferentes modos de pensar y las prácticas diversas, que incluya a los militantes junto con los cientistas sociales y los comunicadores (y a los que son todas esas cosas a la vez, por supuesto). Vivimos una época en que al golpe de la caducidad de los paradigmas revolucionarios vigentes hasta los 70, le sucede la búsqueda de quienes, rechazando las convocatorias a la adaptación o la resignación, buscan nuevos caminos para construir un orden nuevo, generador de igualdad y justicia sustantivas. Esperamos con fervor que este escrito que damos a publicidad, sea el primero de una serie. Daniel Campione, Buenos Aires, enero de 2004
NOTA DEL COORDINADOR Este trabajo de Mariano Pacheco contribuye a reconstruir una experiencia de recomposición del campo popular en la Argentina, experiencia que va desde la fugacidad del estallido a la conformación de organizaciones con capacidad de sostener el conflicto en el tiempo. El trabajo da cuenta de una experiencia personal, presenta de este modo los límites de la subjetividad y la parcialidad y las ventajas de la vivencia directa y del narrar «desde adentro». En líneas generales contribuye al análisis de la experiencia piquetera, como fenómeno histórico y no como estructura. El autor es un joven que inició su práctica militante mientras promediaba la ofensiva más cruda del capital, cuando el Estado (en su faceta social) se retiró, cuando el fracaso de la izquierda se hizo más notorio. Se formó, de este modo, en una práctica que reivindica la fuerza del trabajo molecular, que enseña con el cuerpo (porque la gestaron los cuerpos solidarios en acción), que apuesta a la politización de las intervenciones cotidianas, que mide las cosas por sus procesos (además de sus resultados). Así desarrolló una predisposición a aceptar que las creencias y las prácticas pueden cambiar juntas bajo la presión de la experiencia colectiva, capacidad que se refleja en el trabajo. El autor no se instala en la paz política que la democracia argentina ofrece a unos pocos, sino opulentos, por lo menos relativamente prósperos. Por el contrario, está instalado en el núcleo de la contradicción y el desgarramiento, en el lugar de las frustraciones individuales y colectivas pero también en el lugar de la esperanza que sobrevive a tanto recule. Miguel Mazzeo
AGRADECIMIENTOS Quiero agradecer, en primer lugar, a Miguel Mazzeo, por su ayuda en el armado de este trabajo y sobre todo por su «paciencia vietnamita» . A Graciela «Vicky» Daleo, por sus correcciones y sus opiniones. A Pablo Solana, por facilitarme material de archivo. Mariano Pacheco
El protagonismo de todo un pueblo, hastiado de una situación económica que se tornaba insoportable y aparecía como destino perpetuo y fatal; la visualización de los poderes del Estado y en particular del régimen político como responsables de la crisis; la desconcertante ausencia de herramientas organizativas que convocaran y condujeran el conflicto social; la carencia de referencias públicas y permanentes, ausentes durante la protesta, y sobre todo ese tipo de lucha basada en la acción directa, en la lucha de calles y de cuerpos serán rasgos distintivos de la primera parte del proceso de lucha piquetera.
I - GÉNESIS Los primeros cortes en el interior del país En junio de 1996 se produce un hecho de vital importancia para el futuro de Argentina. En Cutral-Co, un pueblo petrolero de la provincia de Neuquén, devastado por las políticas neoliberales iniciadas por la Dictadura Militar (1976-1983) y profundizadas durante el gobierno de Carlos Saúl Menem, se produce lo que podríamos denominar «el primer piquete». El piquete es una herramienta de lucha utilizada por los trabajadores desde hace más de un siglo. Históricamente apelaban a ella en las huelgas, cuando los patrones intentaban quebrarlas y quebrar la voluntad de los trabajadores recurriendo a «carneros» (esquiroles, o crumiros según otras jergas) para que «cubrieran» la actividad suspendida por los trabajadores en protesta y garantizaran la continuidad de la producción. Cuando esto sucedía se instalaba el piquete en el acceso los lugares de trabajo, para que nadie ingresara, buscando garantizar de este modo los objetivos de la lucha. En cambio, en la provincia sureña recurrir al piquete no buscó garantizar los objetivos de una acción orientada a interferir en la producción y presionar a la burguesía retaceando la fuerza de trabajo. El piquete de Cutral-Có, por el contrario, tuvo como eje principal la exigencia de trabajo. Producto de la derrota de las experiencias revolucionarias de la década del 70, nuestro país se vio sometido a un modelo económico, político, social y cultural que se desarrollaba desestructurando las bases de la matriz industrial y del Estado de bienestar y, paralelamente, los derechos esenciales de los trabajadores. Derechos que fueron conquistados a lo largo de décadas, con duras luchas que regaron de sangre obrera nuestra patria. Con el proceso privatizador y el retiro del Estado de sus funciones tradicionales, millones de argentinos quedaron sumergidos en la miseria. El hambre y la imposibilidad de cubrir las necesidades básicas dejaron de considerarse como un mal pasajero, como una circunstancia accidental producto de una crisis (situación típica en el marco del anterior modelo de acumulación basado en la industrialización sustitutiva). Ya no funcionaba el concepto clásico de ejército industrial de reserva. Estábamos ante una nueva realidad, ante un problema estructural. Así, en el piquete de Cutral-Co aparece en la escena pública la figura del desocupado, hasta ese momento un «desaparecido social», un «no sujeto». Este piquete es bien distinto al piquete histórico, aunque en algún sentido lo recupera y reformula como suele hacer el pueblo con las mejores tradiciones de lucha. Es distinto, en primer término, por su composición social: si bien la mayoría de los que ocuparon la ruta en junio de 1996 habían trabajado en YPF, ya no lo hacían. Además, habían salido a pelear con sus mujeres e hijos, con lo cual el núcleo familiar asumía el compromiso en la lucha. En segundo término el lugar donde se desarrolla el conflicto ya no es el mismo: no es la puerta de la fábrica en cuyas entrañas se producen las riquezas. Ahora el ámbito del piquete es la ruta, lugar a través del cual esas riquezas circulan. Este último resulta ser un dato esencial porque la ruta, en la mayoría de los primeros piquetes, está cercana al poblado donde residen los que protagonizan la protesta, es más: es su única vía de comunicación con el resto del país y el mundo, por lo tanto, el «territorio» comenzará a delinearse como escenario de los conflictos y a adquirir una nueva
significación. Finalmente, y como señalamos, otro rasgo distintivo de estas luchas será el reclamo que motoriza la medida : la exigencia de trabajo. Estos aspectos singulares, puestos de manifiesto en el conflicto (base social, escenario, eje reivindicativo, metodología de lucha), junto con la intransigencia ante las autoridades,1 y la incipiente forma organizativa adoptada espontáneamente al calor del mismo conflicto (asambleas abiertas sobre la ruta que ejercían la democracia directa, que elegían delegados o voceros con mandato revocable para tareas puntuales), son de fundamental importancia a la hora de analizar las primeras experiencias de los piqueteros. Otro componente que Cutral-Co puso en evidencia fue la decisión férrea de resistir a las fuerzas de seguridad (en este caso a la Gendarmería). Tanto en Neuquén como en el resto de las provincias que fueron escenario de los primeros cortes, fue de vital importancia el hecho de que, por un lado, fuese todo un pueblo el que se decidiera a la lucha, y por el otro, el papel jugado por esas personas en su mayoría jóvenes que pasaban la noche junto a los neumáticos encendidos, con sus rostros cubiertos por pañuelos y que ante el avance de las fuerzas represivas arrojaban piedras –a mano o con gomeras- y armaban barricadas. Esos grupos cobraban un verdadero protagonismo a la hora de ir retrasando a las fuerzas represivas en su avance, permitiendo que los grupos que se disponían a resistir pudieran reagruparse después de las primeras corridas y sobre todo, llevando a la Gendarmería hacia terreno desconocido, es decir, al territorio de quienes realizaban la protesta: los barrios pobres más cercanos a la ruta. Vale destacar que la masividad y la legitimidad del reclamo muchas veces no eran motivo suficiente para que éste fuera tomado en cuenta. Sólo después de instancias de confrontación con las fuerzas represivas, los medios masivos de comunicación se dignaban informar sobre el conflicto, lo que obligaba al gobierno a dar una respuesta. Estas serán características constantes en los primeros piquetes, todos en el interior del país: Neuquén, Córdoba, Salta, Jujuy, Tucumán. Otra característica compartida por estos primeros cortes es que ninguno fue convocado por alguna organización y/o institución: ninguna iglesia, ningún sindicato, ningún partido político. No es un dato menor, ya que refleja una crítica lúcida por parte del pueblo: las iglesias, los sindicatos y los partidos (con escasas y honrosas excepciones) han sido corresponsables de la situación de injusticia. A partir del segundo «Cutralcazo», el 12 de abril de 1997, donde es asesinada Teresa Rodríguez, el piquete comienza a extenderse a lo largo y a lo ancho del país, y aunque sin conexión entre sí, las luchas comenzarán a compartir las características que señalamos. También es importante señalar que a partir de estas experiencias surgen los planes de asistencia social para desocupados (como el Plan Trabajar), concebidos como parte de una estrategia del Estado para responder al fenómeno del desempleo estructural y a la protesta social. Contener el conflicto social, que para ese entonces comenzaba a expandirse rápidamente por todo el país, fue el objetivo principal del gobierno. 1 En el corte de Cutral-Co los piqueteros se negaban a dialogar con cualquier autoridad que no fuera el Gobernador, en aquel entonces Felipe Sapag, y estaban dispuestos a no deponer su actitud hasta que no se visualizaran soluciones concretas a los reclamos presentados.
De hecho en los ámbitos de estos primeros piquetes resulta difícil encontrar saldos organizativos que permitan sostener la lucha en el tiempo. Esto no significa restarle importancia a un hecho por demás relevante: los planes del gobierno fueron fruto directo de esas luchas. Sin ellas no se habría implementado ningún tipo de plan social. Pero no por ello debemos dejar de reconocer los límites de aquellas experiencias fundacionales. Lo espontáneo fue una de las constantes del periodo y la cooptación estatal, la otra. Ambas, por cierto, imposibilitaron el desarrollo de una experiencia de organización popular en esos lugares. Sin embargo, aquello ideado por el Estado para contener el conflicto social, fue la chispa que encendió el polvorín. Los primeros pasos hacia la organización El primero de Mayo de 1996, la mayoría de los partidos de la izquierda tradicional argentina realizaba un acto poco concurrido como casi siempre, en un costado de la Plaza de Mayo. Simultáneamente en otro costado de la Plaza se instalaba un camión que horas más tarde ofició como palco para los organizadores de otra movilización que asumía el día de los trabajadores desde una concepción que distaba del ritual monótono de las efemérides, tan típico de la izquierda que huele a naftalina. Como en otros tiempos, desde las barriadas populares, abigarrados contingentes se arrimaban a la Capital. Eran los despojados, hombres y mujeres de rostros marcados por el sufrimiento cotidiano, niños de todas las edades, que tenían algo en común: sin excepción, todos parecían tener mas edad de la que tenían. Allí estaban los marginados de la sociedad del espectáculo; ancianos que regresaban a la histórica Plaza, la que fue testigo de tantas gestas heroicas, de tantas ilusiones, alegrías y también frustraciones; mujeres con sus hijos en brazos, expertas en esa lucha que nadie como ellas conoce: la de la sobrevivencia cotidiana. Pero ahora, además, salían a las calles y con ello comenzaban a transitar los caminos de otra lucha, la que ya no se libra individualmente, sino de conjunto. Era el pobrerío que llegaba a decir ¡basta!: al hambre, a las humillaciones cotidianas. Avanzaban cantando en medio del frío de aquel crudo otoño porteño, con sus termos cargados de agua caliente; con los mates en sus manos, esos con los que se comparte el día a día, en cada casa, en cada barriada. Algunos portaban rústicas pancartas hechas a mano, escritas con fibrón. Por trabajo y dignidad, ni un paso atrás, podía leerse en algunas de ellas. Otros cuatro carteles, colgados del cuello de los pibes que marchaban al frente, agarrándose de las manos, formaban la siguiente frase: Es preferible / morir de pie / y peleando / que de rodillas y de hambre. Esta imagen, realmente impactante, fue publicada al día siguiente por el diario Crónica. Una bandera Argentina encabezaba la columna. Llevaba una inscripción estampada en aerosol negro: Movimiento de Trabajadores Desocupados . Sin embargo el MTD no era una organización única, ni siquiera un «movimiento» en los términos mas clásicos. En los hechos era un conjunto heterogéneo de comisiones barriales que, sin vínculos entre sí, se habían ido desarrollando con el objetivo de agrupar a los desocupados. Desde cada barrio, con la banderita de cada comisión, podía verse a militantes sociales, ex militantes de partidos políticos, ex-activistas sindicales, curas tercermundistas, militantes cristianos. Los que estaban ausentes, por supuesto, eran los figurones
de la política de aparato y superestructura. La jornada continuó con oradores que se dirigían a la multitud desde el camión. Estamos aquí los que no tenemos trabajo, pero hoy más que nunca tenemos dignidad, dijo Gabriel para empezar el acto. Aquellas palabras de El gallego encendieron los ánimos de los presentes, que no dejaban de expresar su bronca en cánticos contra Menem con ritmo de murga, mientras algunos hacían estallar petardos. Llegar a esta plaza y estar hablando aquí arriba (...) se nos hizo muy difícil. Porque no estamos aquí para engañar, no estamos para transar, no estamos para traicionar, no estamos para claudicar, estamos aquí para confrontar. Hoy, cuando la miseria y el hambre acosan a nuestras familias, es necesario reflexionar sobre quiénes son los responsables de esta canallada, y no tenemos dudas compañeros, los responsables son quienes sostienen a este inhumano sistema capitalista. Y nos pusimos de pie siguiendo el camino que nos marcó el santiagazo, la resistencia de los trabajadores jujeños, las movilizaciones de los desocupados de Neuquen, la confrontación en defensa de la educación pública de los estudiantes de La Plata, los enfrentamientos de los metalúrgicos de Ushuaia, y las puebladas de Ezeiza y Dolores. Y poner todo nuestro esfuerzo para que el MTD sea una organización distinta, pluralista, democrática y capaz de irradiar a todos los sectores el espíritu de lucha que hoy nos anima, expresó Lili de La Matanza en ese encendido discurso que expresaba a tantas mujeres allí presentes. Es necesario que formemos una organización amplia, democrática que discuta en cada barrio, en cada distrito, en cada provincia, un plan de lucha y un programa alternativo para que podamos combatir a este gobierno corrupto, continuó diciendo un desocupado de la Comisión de Alte. Brown. También hablaron, entre otros, Raimundo de Quilmes y Sergio de San Martín, quien cerró el acto. Además de los discursos se leyeron adhesiones: HIJOS La Plata, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y la Comisión Argentina por la Libertad de los Presos Políticos, fueron algunas de las organizaciones que acercaron su adhesión, junto a la de Horacio Panario, desde su encierro en la cárcel de Neuquén. Todo terminó por la tarde con una misa realizada sobre el palco. El sacerdote histriónico que la oficiaba era el quilmeño Luis Farinello. En el mismo mes, en La Matanza, Juan Carlos Alderete lideraba una olla popular instalada en la plaza de San Justo, exigiendo al municipio ayuda alimentaria. El 24 de mayo la negociación culminó favorablemente para los acampados. En septiembre de ese año, la Plaza de Mayo fue nuevamente ocupada por los trabajadores desocupados, ahora bajo la consigna Contra el hambre, la represión y la desocupación. Los desocupados se movilizaron desde el sur del conurbano bonaerense y desde La Matanza. Este sector realiza dos meses más tarde, una importante movilización a la ciudad de La Plata. En el pliego de demandas al Estado provincial figuraban, entre otras: la implementación de una tarifa social para todas aquella personas que no estuvieran en condiciones de pagar los servicios básicos –privatizados–. También estaba presente la exigencia de un boleto para el desocupado, que le permitiera utilizar el transporte público gratuitamente.
El año 1997 fue de intensas luchas contra el gobierno de Menem, que en su segundo mandato iba perdiendo cuotas del consenso social que había tenido en el primero. En mayo hubo cortes en Cruz del Eje (Córdoba), Tartagal (Salta) y Río Negro. En junio, el Movimiento de Trabajadores Desocupados Teresa Rodríguez, que acababa de conformarse, con base en Mar del Plata y Florencio Varela, realiza una serie de movilizaciones en esta última localidad del Gran Buenos Aires y un corte de ruta en la primera. Son las primeras experiencias piqueteras en la provincia de Buenos Aires que conquistan planes sociales, otorgados por el gobierno provincial. En julio, el entonces Movimiento de Desocupados que posteriormente tomara el nombre de Desocupados de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), realiza un corte de ruta en La Matanza y al mes siguiente obtiene los primeros 70 planes «Barrios Bonaerenses». Es en esa época que el Movimiento Independiente de Jubilados y Pensionados (MIJD), liderado por Raúl Castells, toma contacto y comienza a estrechar vínculos con el grupo inicial de la CCC matancera. El mismo mes, también en el partido de La Matanza, un grupo de vecinos del barrio El Tambo y otros barrios cercanos a éste, ocupan por 24 días la Parroquia del Sagrado Corazón. Los encabezaba Luis D’Elía. No era la primera acción que realizaba este sector. Ya se había movilizado anteriormente demandando ayuda alimentaria. Pero lo que interesa destacar de esta última acción es que en su desarrollo se estableció un contacto con los desocupados que posteriormente se conformó como CCC. Agosto fue el mes en el que el paro del día 14 se transformó en activo y los agrupamientos sindicales tradicionales debieron conformarse con un rol secundario. El protagonismo durante la jornada estuvo en manos de quienes garantizaron la protesta. Los grupos sociales y políticos que realizaron en todo el país ollas populares, cortes de ruta y de calles. Ese día en la Plata los manifestantes incendiaron un colectivo y enfrentaron a piedrazos la represión. La jornada nacional de protesta terminó con varios detenidos, la mayoría en La Plata, donde empezaban a ser más conocidas las «Comisiones de Trabajadores Desocupados». Pero recién en noviembre de 1997 se produce el verdadero punto de inflexión en la historia del movimiento piquetero. El MTD Teresa Rodríguez realiza cuatro cortes de ruta en forma simultánea y con permanencia por más de un día. Florencio Varela, San Francisco Solano (partido de Quilmes), Hurlingham y Mar del Plata, son las localidades donde el movimiento se desarrolla y son ésos los cuatro focos de conflicto. A diferencia del año anterior, durante el cual las luchas de los desocupados de Buenos Aires giraron en torno a ollas populares y movilizaciones que reclamaban tarifa social, boleto gratuito y subsidio para el desocupado, el MTD Teresa Rodríguez introduce, como nadie lo había hecho hasta el momento, la metodología del piquete y la exigencia de otorgamiento de planes sociales ya existentes manejados por el gobierno, como lo eran entonces el Plan Barrios Bonaerenses en la provincia de Buenos Aires y el Plan Trabajar a nivel nacional. El Teresa Rodríguez fue el sector que con más profundidad supo apreciar la experiencia del último año, y favoreció con su accionar el traslado del eje del conflicto del Interior al Gran Buenos Aires. Esos cortes de ruta expresaron un salto cualitativo en la lucha de los desocupados. El piquete ya no era la respuesta espontánea de una población, sino la de hombres y mujeres nucleados en una organización. Además la demanda dejaba de
ser abstracta para pasar a exigir algo concreto, que ya existe, con lo cual se ejercía una presión cualitativamente distinta sobre el gobierno. Además de convocar desde una organización, de concebir al piquete como metodología de lucha y de la exigencia de planes como eje reivindicativo, otro elemento que introduce el MTD Teresa Rodríguez que, entendemos, es el aspecto mas importante del salto cualitativo, es la consigna que se asume como movimiento: Trabajo, Dignidad y Cambio Social. Si hasta ese momento las puebladas y piquetes del interior habían sentado las bases para el desarrollo de la acción directa como forma de acceder a las negociaciones con el poder político y conquistar reivindicaciones inmediatas; de la democracia asamblearia como forma de plasmar la participación masiva, involucrando a todos los participantes en las decisiones del conflicto; si hasta ese momento estas experiencias habían logrado instalar en el centro de la escena nacional el problema de la falta de trabajo; si lograron devolverle a la política argentina la importancia del protagonismo de los que ponen el cuerpo y consiguieron que la lucha dejara de ser un sinónimo de derrota y pasara a ser antesala de victoria; si el piquete gestó todo esto y posibilitó el surgimiento de expresiones organizadas, es a partir de estas experiencias que la lucha encuentra una continuidad y la posibilidad de comenzar a construir un camino que se proyecte a nivel nacional. Entendemos que el mérito principal del MTD Teresa Rodríguez fue plantear con claridad inédita los siguientes ejes: 1) la problemática de la desocupación como problema estructural y como cuestión de primer orden para la política económica; 2) el reclamo por trabajo está inseparablemente ligado a la necesidad de conservar la dignidad de los seres humanos 3) los derechos cercenados a los trabajadores (incluyendo el derecho a trabajar) sólo podrán ser reconquistados con la transformación radical del sistema capitalista. Aprendizajes Son los primeros piquetes y las puebladas protagonizadas por las poblaciones del interior del país, los que van generando las condiciones sociales que permitirán el surgimiento del denominado «movimiento piquetero». Claro que no se puede dejar de reconocer el papel jugado por pequeños grupos de militantes sociales y políticos del Gran Buenos Aires, que percibieron nuevas condiciones favorables para el desarrollo de la organización popular. Este punto nos parece central. Los primeros pasos en pos de la organización de lo que mas tarde será un movimiento de masas, podemos encontrarlo en la base social y en la militancia dispersa y golpeada. Donde, se suponía, nada podía surgir. Tanto los sindicatos como los partidos de izquierda, los sociólogos y otras especies eran reacios a concebir una recomposición del campo popular desde «tan abajo», desde lo que consideraban campo de la decadencia absoluta y del lumpenaje. Los cuestionamientos a los militantes populares que intentaban construir una política desde la dinámica social eran los habituales en esa etapa: que eran grupos marginales, que sin el aparato no se podía comenzar a construir un proyecto, que el partido clásico seguía siendo la herramienta más adecuada para representar los intereses de
la clase; que terminarían en un radicalismo pequeño burgués y en aventurerismos que provocarían la reacción. Por lo antedicho sostenemos que el camino transitado fue del piquete al movimiento. Sin los piquetes del interior, sin todo el recorrido realizado por nuestro pueblo en forma espontánea y precaria, no hubiera podido surgir el movimiento. Fueron esas experiencias las que instalaron en la conciencia colectiva de los argentinos aquello que se sabía pero no se asumía: el sufrimiento de millones de personas, hombres y mujeres, ancianos y niños, condenados a no ser. Fueron esas experiencias las que posibilitaron que los grupos militantes con vocación de impulsar cambios radicales pudieran revisar lo que venían haciendo y reafirmar la confianza en las potencialidades de los trabajadores desocupados. Esas experiencias permitieron sistematizar los aprendizajes que dejaban aquellas primeras luchas espontáneas. De ellas se extrajeron conclusiones, se revisó lo bueno y lo malo y, sobre todo, se asumieron los «límites» de toda acción de masas que logra obtener conquistas inmediatas pero que no se articula con un cuestionamiento de fondo al orden social vigente, causante de los males que provocaron la situación de necesidad. Asimismo permitieron reconocer que cuando las luchas espontáneas logran solucionar un problema del momento pero no favorecen el desarrollo de organizaciones sólidas y perdurables que libren nuevas luchas, que obtengan nuevas y mejores conquistas y sobre todo, que generen la posibilidad de construir una alternativa de liberación, el sistema logra con facilidad cooptar o anular esas experiencias y el poder de los sectores dominantes se mantiene incólume.
2 DIÁSPORA Los primeros piqueteros, los autónomos Los primeros piquetes fueron motorizados por la necesidad extrema de pueblos enteros. Necesidad extendida en nuestro país y que permitió que la experiencia de CutralCo fuera fácilmente trasladable. Pero esta capacidad de traslado no redundó en unidad y coordinación de las luchas. Por lo tanto, desde el inicio, la experiencia de los piqueteros estuvo signada por la fragmentación y la heterogeneidad más allá de los rasgos comunes señalados. La dispersión fue casi una característica constitutiva del movimiento. ¿Por qué el desarrollo de organizaciones no derivó en la conformación de un único movimiento? Parte de la respuesta a este interrogante se vincula al perfil político - ideológico de los primeros núcleos militantes. Cuando hablamos de las experiencias iniciales y nos referimos al carácter autónomo de los grupos que las protagonizaron, no nos estamos refiriendo a la actualmente denominada «corriente autónoma». Los primeros núcleos militantes eran independientes de los partidos políticos tradicionales, incluyendo los de izquierda, claro está; de los sindicatos, incluidos los autodenominados clasistas y también los progresistas o reformistas; de las Iglesias, en tanto estructuras y de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG). En el primer intento de organización de los trabajadores desocupados, nos referimos a los grupos que participaron del acto del Primero de Mayo de 1996, podemos encontrar una multiplicidad de identidades políticas.1 Por un lado, grupos como el de La Matanza, con Toti Flores como referente, que venía del trotskismo, más específicamente del Movimiento Al Socialismo (MAS). Este grupo con el tiempo fue adquiriendo un perfil de organización social urbana, pero con metodologías de construcción rural, intentando en teoría -sólo en teoría- desarrollar una experiencia similar al Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil. Con el tiempo fue desdibujándose su impronta trotskista y se fue modificando su posición. Terminó como un reducido grupo, sin inserción social pero con bastante presencia internacional, sobre todo de la mano de las Madres de Plaza de Mayo lideradas por Hebe de Bonafini. En el mismo MTD podíamos encontrar a curas como Alfredo, de San Francisco Solano, acompañados de catequistas y militantes cristianos en su mayoría jóvenes, provenientes del grupo mas afín a Agustín Ramírez2 vinculado a las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), con fuerte desarrollo durante la década del 80 y que estuvieron relacionadas con las tomas de tierra, experiencia muy importante en el sur del conurbano y respaldadas por la Diócesis de Quilmes, encabezada por el obispo Jorge Novak. También en la zona Sur, en Quilmes y en Avellaneda, un grupo de militantes provenientes de la experiencia del peronismo revolucionario, en su gran mayoría de la agrupación Descamisados, habían conformado, por el año 93, una organización política: el Movimiento la Patria Vencerá (MPV). Esta organización se definía ideológica1 Nos referimos exclusivamente, a las experiencias de la provincia de Buenos Aires. No mencionamos al MTD de Chaco ni a la UTD de Salta, protagonistas indiscutidos de las primeras experiencias de organización en el interior del país. 2 Agustín Ramírez fue un joven comprometido con la problemática de la tierra y la vivienda y con los pobladores de los asentamientos. Fue asesinado en junio de 1989, en plena calle, seguramente por la policía que lo había amenazado previamente.
mente como nacionalista popular y revolucionaria y se propuso desde los inicios del segundo mandato del gobierno de Menem, desarrollar trabajos en los barrios, buscando encauzar sus propuestas tomando como eje la problemática de la desocupación como forma de encarar el desarrollo de frentes de masas de la organización. Como vemos, las concepciones y prácticas de las que provenían estos primeros grupos, poco tenían en común. Asimismo está la experiencia del MTD Teresa Rodríguez, surgido formalmente en junio de 1997. Si bien ésa es la fecha de su aparición pública, los dos grupos que le dieron origen traían consigo una experiencia de militancia previa: por un lado el grupo de Florencio Varela, los Centros de Estudios de los Trabajadores (CET), integrado por compañeros como Roberto Martino, con una trayectoria importante de militancia barrial en la zona, e incluso con experiencia militante en los 70 en el seno del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Por otro lado estaba el grupo de Mar del Plata, que provenía de la Juventud Guevarista de aquella zona. De la fusión de estas dos experiencias surgió el Movimiento Guevarista, una organización política de orientación marxista-leninista, que se proponía desarrollar herramientas de organización de masas «orientadas a elevar el nivel de conciencia y de enfrentamiento de la clase obrera contra el régimen burgués». Desde esta concepción cobraba importancia el desarrollo del movimiento de trabajadores desocupados en las barriadas populares, como forma de comenzar a organizar sectores de «la clase» con potencialidad de cara a la confrontación. En cambio, el tercer grupo sumado al MTD Teresa Rodríguez nada tenía que ver con estas experiencias de la izquierda revolucionaria. Por el contrario, el origen del MTD Teresa Rodríguez en Solano es un grupo de catequistas y vecinos vinculados a la parroquia Nuestra Señora de las Lagrimas, cuyo sacerdote, Alberto Spagnolo, era un joven recién llegado a la zona, sin experiencia de militancia anterior, pero con una profunda sensibilidad social y una formación basada en los últimos coletazos de la Teología de la Liberación. Vale recordar que esta vertiente de la Iglesia Católica tuvo un importante desarrollo en la zona de Quilmes a instancias del obispo Jorge Novak, por lo menos hasta que se produce un cambio en la orientación de la Iglesia, después de los hechos de la Tablada, que involucraron al Movimiento Todos por la Patria (MTP) de importante presencia en la zona de Quilmes y en los ámbitos cristianos vinculados a la figura de Fray Antonio Puigjané, militante de ése movimiento. Este cambio también reflejaba una reorientación de la política de la Iglesia, desde lo social hacia lo carismático. Como podemos ver, lo único en común que tenían los distintos grupos que dieron origen al movimiento piquetero, es la base social y la definición política por la negativa, es decir, la coincidencia en el rotundo rechazo a las estructuras partidarias, sindicales, y eclesiales. Esta heterogeneidad seguirá incrementándose ininterrumpidamente. Otro sector que tempranamente optó por la tarea de organizar a este actor social, es el representado en las Comisiones de Trabajadores Desocupados, con base en La Plata y La Matanza y posteriormente en Lanús y Quilmes. Estamos hablando del grupo de militantes pertenecientes al entonces Movimiento Popular de Unidad Quebracho (MPU-Q), aparecido durante el primer gobierno menemista, de fuerte composición universitaria y de sectores medios, que con el tiempo tomó un perfil distinto debido, en parte, a la incorpora-
ción de jóvenes provenientes de la clase media baja y los sectores populares. El MPUQ, surgido de militantes provenientes principalmente de la Juventud Intransigente de La Plata, se fusionó con el tiempo con otros pequeños grupos, entre los cuales figuraban las agrupaciones Nueve de Julio, General San Martín y Peronismo que Resiste. Algunas de estas agrupaciones contaban con la participación de viejos militantes que participaron de las experiencias revolucionarias de los 70, en el peronismo, pero también en la izquierda guevarista, y conformaron el Movimiento Patriótico Revolucionario Quebracho. Así conformado, el MPR-Q, se encuadró en el nacionalismo popular revolucionario y cambió sus tácticas de enfrentamiento callejero por la puesta en marcha de un trabajo de organización barrial, creando las comisiones como frentes de masas de la organización. Los piqueteros de estructura Los antecedentes de la Federación de Tierra y Vivienda (FTV), encabezada por Luis D’Elía, los podemos encontrar en La Matanza, durante la segunda mitad de la década del 90. Sus orígenes están vinculados al desarrollo de las redes asistencialistas y clientelares en el Gran Buenos Aires, en particular a las manzaneras -creadas por el entonces gobernador Eduardo Duhalde- mujeres que en los barrios más humildes se encargaban de distribuir los alimentos que entrega el Estado. En el año 1995 un grupo de manzaneras del partido de La Matanza, disconformes con la forma en que el Estado provincial administraba los planes asistenciales, decide realizar su propio censo. Después de ser aceptado por las autoridades municipales, se les permite administrar un determinado porcentaje de la ayuda social. Desde ese entonces y hasta 1997, este sector comienza a trabajar en torno a la cuestión de la alimentación, tomando el nombre de red de barrios. De esta red participa activamente D’Elía, desde su pertenencia a la Cooperativa El Tambo, que funcionaba en el barrio donde residía desde hacía ya más de diez años, cuando el barrio se fue conformando a partir de las tomas de tierras en aquella zona. En 1997, cuando la Carpa Blanca de los docentes se instala frente al Congreso de la Nación, esta red de barrios se moviliza al lugar en demanda de ayuda alimentaria y solidarizándose con los maestros. En ese contexto, el sector de D’Elía establece contacto con la central sindical liderada por Víctor De Genaro. La Central de Trabajadores Argentinos (CTA), nucleamiento sindical que agrupa básicamente a trabajadores estatales y del sector servicios, que nació durante el primer gobierno de Carlos Menem, al calor del rechazo a las privatizaciones y al silencio cómplice de la CGT. El 18 de julio de 1998 la red de barrios asume el nombre de Federación de Tierra y Vivienda (FTV) y se plantea tres ejes de trabajo: a) la problemática de la vivienda (los asentamientos), b) la problemática de la tierra (los campesinos) y c) la problemática de los pobres urbanos (los desocupados). Ese mismo año, la FTV se incorpora a la CTA. Por su parte, los desocupados de la CCC, tienen sus orígenes en las ya mencionadas ollas populares lideradas por Alderete en La Matanza en demanda de ayuda alimentaria, allá por el año 1996. Estas acciones fueron realizadas en el marco de las definiciones tomadas por el partido de filiación maoísta que dio origen a La Corriente. En ese entonces, el Partido Comunista Revolucionario (PCR) planteaba la necesidad de realizar un trabajo con los desocupados. Hasta ese momento, La Corriente sólo tenía
inserción en el sector ocupado, fundamentalmente entre los estatales de Jujuy, donde habían nacido a partir del trabajo realizado por Carlos Perro Santillán en el gremio del Sindicato de Empleados y Obreros Municipales (SEOM). En el transcurso del año 96, La Corriente suma a sus filas a Raúl Castells, quien aporta otro sector al nuevo agrupamiento sindical: los jubilados y pensionados. El Movimiento Independiente de Jubilados y Pensionados (MIJP) liderado por Castells, surgió en el año 1993 de la mano de las movilizaciones que se concentraban cada miércoles frente al congreso exigiendo que se respeten los derechos del sector. De aquellas jornadas también surgieron otros referentes como Norma Pla, por ejemplo. Así, la CCC fue uno de los primeros grupos que, motorizados por un partido de izquierda, tomaron el eje de la desocupación como punto de partida para el trabajo en las barriadas populares. En julio de 1997 realizaron su primer corte de ruta en La Matanza y en agosto obtuvieron los primeros Planes Trabajar. Un año más tarde realizaron sus primeros encuentros: en enero de 1998, con ocho barrios, llevan adelante el primer plenario de desocupados de la CCC de La Matanza, y el 11 de abril, el primer plenario nacional. Con esta base organizativa, más grupos como el de Toti Flores o el del Km. 13, liderado por El Gaucho, un referente del entonces MPR Quebracho, se conformó el Movimiento de Desocupados de la Matanza, que rápidamente terminó hegemonizado por el frente único establecido por la CCC-FTV en el distrito y que dejaría afuera a cualquier grupo que no aceptara las decisiones tomadas por los lideres de los nucleamientos más grandes. Así, el eje D’Elía - Alderete, ha tornado casi imposible el desarrollo de cualquier experiencia que intente desarrollarse por fuera de las estructuras que controlan.
3 REACOMODAMIENTOS Los «autónomos» en crisis El año 1998 fue un duro año para los primeros grupos de piqueteros de la Provincia de Buenos Aires. Mientras quienes estaban vinculados a las centrales sindicales, FTVCCC, comenzaron a crecer, los sectores autónomos entraron en crisis. Por un lado el grupo de La Matanza encabezado por Toti Flores, quién al no aceptar los Planes Trabajar, por considerarlos una limosna del Estado, se vio condenado al aislamiento casi total. Por otro lado, las comisiones barriales integrantes del primer MTD (grupos vinculados al Movimiento la Patria Vencerá), se limitaron a unos pocos barrios, con escasa convocatoria y las medidas de lucha que llevaron adelante no trascendieron su ámbito específico. Las Comisiones de Trabajadores Desocupados (vinculadas al desarrollo territorial de la agrupación Quebracho) recién en ese entonces comenzaron a desarrollarse. En ese contexto, el Movimiento de Trabajadores Desocupados Teresa Rodríguez, comenzó a sufrir una persecución, que se desarrolló con distintas modalidades según la zona en que se encontraron. Sobre el MTD Teresa Rodríguez de Solano (surgido a partir del trabajo en la parroquia Nuestra Señora de las Lágrimas desarrollado por el sacerdote Alberto Spagnolo y algunos catequistas) comenzaron las presiones por parte del Obispado de Quilmes después de haber soportado la represión en un corte, cuando dos colectivos de la Guardia de Infantería barrieron el piquete y llevaron a todos los participantes a la cárcel. La intimación era clara: el cura tenía que volver a su rol de sacerdote y abandonar el «activismo» en los barrios. Las familias sin techo que en aquel momento vivían en la parroquia debían abandonarla de inmediato y los desocupados organizados en el movimiento debían buscar otro lugar para reunirse. La respuesta fue contundente: Spagnolo dijo que reconocía sólo las órdenes del pueblo y no las de jerarquías eclesiales. Esto significaba que «el cura Alberto», como ya le decían en el barrio, haría lo que los desocupados del Movimiento resolvieran en su asamblea, que se realizaba dentro de la parroquia cada semana. Y así sucedió. La decisión mayoritaria de la asamblea fue que Spagnolo continuara siendo cura, pero también miembro pleno del Movimiento; que las familias sin techo permanecieran en la parroquia hasta tanto no consiguieran un nuevo hogar; y que el movimiento continuara funcionando allí, ya que la iglesia era de todos y no de las jerarquías. Esta decisión se materializó en la ocupación de la parroquia, luego de que el Obispado intentó tomar posesión con un sacerdote de reemplazo y ordenara el traslado de Spagnolo. Así, durante dos años, el MTD Teresa Rodríguez de Solano, se vio obligado a una política defensiva para no ser expulsado de la iglesia. A su vez, el núcleo duro del Movimiento Guevarista (MG) se dividió en dos, poco después del desalojo del MTD Teresa Rodríguez de Florencio Varela de la ruta en enero de 1998 por medio de una brutal represión que dejó como saldo decenas de heridos y detenidos. Por un lado había quedado el grupo de Mar del Plata, junto a Roberto Martino y un minúsculo núcleo de militantes que permanecían en la zona, sin un nombre que los identificara y sin una política de masas. Por el otro lado estaban los jóvenes provenientes de Mar del Plata (ya radicados en Florencio Varela) y un
centenar de vecinos, que siguieron autodenominándose MTD Teresa Rodríguez de Florencio Varela. La división estaba relacionada con un debate acerca de los motivos que provocaron la represión del piquete de enero. El hecho de que se hubieran transcurrido las fiestas de Navidad y Año Nuevo luego de haber conquistado algunas reivindicaciones en el corte anterior, llevó a que, entre otras cosas, el piquete se viera debilitado y pasara de mil personas a menos de 100, en el breve lapso de una semana, lo que permitió a las fuerzas represivas «limpiar» con facilidad la ruta provincial Nº 36 donde se encontraba el piquete. A eso se le sumó el oportunismo del gobierno provincial, que estimó que, no pagaría costos políticos importantes ya que el hecho tendría escasa repercusión mediática. La represión fue de tal magnitud que no pudo ocultarse, anunciándolo pesar de que ocurrió durante los primeros días del año. Ante aquel contexto, diversos organismos y personalidades denunciaron la brutal represión. En diálogo con la Agencia DyN, Hebe de Bonafini presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, declaró: Todo esto lo dirige Duhalde, pero tiene responsabilidad toda la dirigencia política, a la que le importa un pito que la gente se muera de hambre. La Federación Universitaria Argentina (FUA) en tanto, también expresó su postura a través de un comunicado de prensa en el que convocaba a seguir luchando contra esta política de ajuste entrega y represión. A la vez que denunciaba el operativo que habían desalojado a los piqueteros de la ruta. Organismos de Derechos Humanos, agrupaciones estudiantiles, organizaciones políticas y abogados se solidarizaron en la movilización que el MTD Teresa Rodríguez realizó el lunes 5 a los tribunales de Quilmes en apoyo a los detenidos y repudiando la represión. Aquel día el diario La Nación informaba la situación por la que atravesaban los implicados: El titular de la Comisaría 4ª de Florencio Varela, Daniel Goytía, anunció que 68 de los 90 detenidos durante el cumplimiento de la orden judicial (entre ellos el sacerdote Alberto Spagnolo de la diócesis de Quilmes) recuperaron su libertad tras permanecer más de 10 horas demorados (...) Las 22 personas que continúan presas están imputadas de los presuntos delitos de atentado, resistencia a la autoridad, daños, lesiones, desobediencia y corte de ruta, que habrían cometido al resistir al desalojo coercitivo que realizó la policía bonaerense. Finalmente, el MTD Teresa Rodríguez quedó reducido a un grupo de vecinos que defendían una parroquia tomada en San Francisco Solano; otro grupo en Mar del Plata y otros dos en Florencio Varela, uno compuesto por apenas un puñado de militantes, sin ningún tipo de inserción y otro que, teniendo el nombre de un movimiento de desocupados, estaba integrado apenas por un centenar de vecinos. Un salto cualitativo: la administración de los planes El año 1999 prácticamente transcurrió sin sobresaltos, a excepción del encarcelamiento sufrido por Raúl Castells el 29 de enero, acusado de extorsión por exigir a los grandes supermercados alimentos para los hambrientos. El repudio mayoritario de la población al neoliberalismo condensado en la figura Menem se mantenía latente, pero era expresado ya no en las calles, rutas y plazas, sino que se canalizaba en la esperanza de reformas a partir de cambios institucionales
dirigidos por una fuerza política «progresista»: la Alianza UCR-Frepaso. A esta situación habría que agregarle el hecho de que el menemismo en retirada había logrado calmar las aguas con el reparto de numerosos planes asistenciales. Esto hizo que la reconstrucción de los grupos autónomos siguiera lenta y silenciosa al igual que el desarrollo de las estructuras vinculadas a los sindicatos (FTV-CCC). Es importante remarcar que si bien los sectores en lucha lograron avanzar, tanto en términos de confrontación como en incipientes grados de organización, la Alianza iba logrando ocupar positivamente el espacio vacío dejado por la incapacidad de la resistencia para generar una alternativa política a la crisis. En este contexto asume la Alianza el gobierno a fines del 1999. Su política se hizo explícita en la primer semana de gestión, cuando el gobierno nacional «resolvió» un conflicto de trabajadores estatales en la provincia de Corrientes con una represión que dejó como saldo dos muertos: Mauro Ojeda y Francisco Escobar. En aquel trágico 17 de diciembre el poder dominante demostró cuál sería su modus operandi para con el conflicto popular: la Gendarmería Nacional operó durante la madrugada interrumpiendo el suministro de energía, prohibiendo a los medios de comunicación nacionales que transmitieran los sucesos, amenazándolos con confiscarles los equipos de transmisión, deteniendo y hasta hiriendo periodistas (como los de TN y Crónica) que se encontraban transmitiendo, secuestrando equipos de medios zonales (como el de Radio City), disparando a la población desarmada con fusiles FAL (como lo demuestra una filmación de TN Noticias) e ingresando en las casas particulares de los barrios linderos. Mas allá del dolor por las muertes, las jornadas del Puente General Belgrano dejaron sus enseñanzas. A partir del correntinazo, muchos cambios se sucederían, sobre todo en la subjetividad del activismo social en lucha. En este marco, las distintas organizaciones de trabajadores desocupados dieron un salto cualitativo con respecto al periodo 97/98, particularmente en el Gran Buenos Aires. De las luchas distritales que cada grupo libraba por separado en su zona, se pasó a encarar una movilización conjunta para exigir a las autoridades nacionales una solución directa de las problemáticas de los desocupados, mas allá del lugar en que se organizaron. Si bien escasa en número -unas 300 personas aproximadamente- la movilización al Ministerio de Trabajo de la Nación, el 13 de diciembre de 1999, mostró la posibilidad de impulsar un reclamo de conjunto por parte de distintos distritos (La Plata, Quilmes, Florencio Varela, Lanús, La Matanza) y de coordinar las distintas tendencias (los distintos grupos que componían el MTD Teresa Rodríguez, Quebracho, y un pequeño sector del Movimiento la Patria Vencerá). Si bien aquella movilización permitió a estos grupos obtener planes de asistencia para los desocupados y el compromiso por parte de las autoridades ministeriales que accedieron a la entrega de nuevas tandas de subsidios en los próximos meses, sin duda el mayor logro de aquella jornada fue la posibilidad de las organizaciones de comenzar a administrar los planes (lo conquistado) por ellas mismas. Aunque hoy suene extraño, fue política del gobierno aliancista aceptar que las organizaciones de desocupados constituyeran sus propias organizaciones civiles con
personería jurídica que les suministraran una cobertura legal que pudieran actuar como organismos intermedios no gubernamentales. La conquista de la autogestión de la ayuda social por parte de las organizaciones de desocupados no es un dato menor. Debemos tener en cuenta la experiencia de los movimientos mas antiguos que en el período 97/98 sufrieron intimidaciones, amenazas, golpizas, represalias y la pérdida de los planes correspondientes a quienes, luego de cortar la ruta, seguían participando activamente de los movimientos. Una de las prácticas comunes de los punteros era obligar a quienes habían conquistado sus planes de empleo en las rutas, a que realizaran todo tipo de trabajos que fortalecían el aparato asistencial del gobierno municipal, y que favorecía a los propios punteros en forma personal (por ejemplo: arreglo de sus propiedades, servicio doméstico). Es decir que se perdía por un costado lo que se había recuperado por otro. Más allá de las anécdotas -que por cierto existen a montones- lo que interesa destacar es que ese avance que se lograba «recuperando la dignidad en las rutas», se contrarrestaba con la pérdida de dignidad al quedar atrapados dentro de la lógica alienante y humillante a la que la política asistencial del Estado somete a los excluidos. Por lo tanto que el control de los planes de empleo estuviera en manos de los grupos de desocupados implicaba dejar atrás viejas dificultades y contribuiría a desarrollar la organización popular luego de las conquistas reivindicativas obtenidas a través de la acción directa, de la lucha de masas. Pero esto también generaba nuevos desafíos y nuevos debates al interior de cada organización. ¿Debía cumplirse con la contraprestación laboral exigida por el gobierno como contrapartida del plan? ¿Servían los planes para recrear una cultura del trabajo? ¿El desarrollo del trabajo comunitario sin el Estado como patrón cotidiano era un nuevo eje de construcción política? ¿Era sólo una formalidad que había que cumplir para no perjudicar el desarrollo legal de las ONG? ¿Era viable gestar desde los barrios proyectos de producción alternativa? Sólo las prácticas fueran respondiendo algunos de aquellos interrogantes. El Día de los Trabajadores (desocupados) El nuevo milenio comienza con una realidad nacional distinta a la que muchos se habían imaginado. En el primer año de gestión, cada gobierno que asume suele tener un «período de gracia» decían muchos cuando se anunciaban tiempos de intensificación del conflicto social. El 2000 es el año en el que nace el Polo Obrero y en el que los grupos autónomos experimentan crecimientos y nuevas rupturas y reacomodamientos. En el mes de marzo, el día 16, los MTD Teresa Rodríguez de Solano y Florencio Varela, junto a la Comisión de Vecinos de los barrios La Fe y Villa Ofelia (Lanús), y la Comisión de Trabajadores Desocupados del barrio Kilómetro 35 de La Matanza, se movilizaron al Ministerio de Trabajo de la Nación denunciando que las autoridades no estaban cumpliendo con el conjunto de acuerdos alcanzados en diciembre. También en este mes, en un nuevo aniversario del golpe militar del 76, Raúl Castells es liberado de la cárcel, luego de haber pasado 14 meses de encierro. A su vez, la Coordinadora de Trabajadores Desocupados sufre una ruptura: por un lado quedan las comisiones vinculadas a Quebracho; y por el otro, los MTD Teresa Rodríguez, de
Florencio Varela y de Solano. A éstos últimos debemos agregar dos nuevos sectores que se incorporan a la coordinación: el MTD de Alte. Brown, fundado en enero de ese mismo año, el MTD de Lanús, con un desarrollo un poco mas antiguo, pero enmarcado en la Comisión Vecinal de Monte Chingolo. Este nuevo espacio conmemoró el Día de los Trabajadores en el Puente Pueyrredón, con un corte realizado después del mediodía, bajo una lluvia torrencial y un entorno de calles inundadas. En un comunicado de prensa titulado carta convocatoria, este sector llamaba a los «compañeros y compañeras desocupados» a manifestarse aquel día, con una «jornada nacional de lucha». El texto comentaba los intentos frustrados en los últimos tiempos de unificar la lucha en pos de objetivos comunes y planteaba el debilitamiento que ese déficit provocó en los distintos sectores. Por eso decía: Creemos que, como saldo de estas experiencias, podemos señalar algunas conclusiones: -Que nuestro objetivo central es trabajar para la construcción de un Movimiento de Trabajadores Desocupados a nivel nacional. -Que la verdadera forma democrática para llevar adelante nuestra organización es el protagonismo del pueblo, participando de las asambleas barriales y generales. Donde todas las decisiones son tomadas en forma colectiva. Es decir, que las asambleas son el lugar donde todos proponemos, discutimos y, por sobre todas las cosas, decidimos el rumbo a seguir de nuestra lucha y de nuestro movimiento. -Que debemos conquistar nuestros derechos basándonos en nuestras propias fuerzas. Organizándonos independientemente y al margen de los partidos políticos, que no representan los intereses del pueblo, partidos que se pelean por el poder para seguir robándonos. -Que nuestras formas de lucha son las que, como parte del pueblo, hemos ido adquiriendo en la pelea por nuestros derechos, tales como ollas populares, movilizaciones, toma de edificios públicos, cortes de ruta, etc. Por eso este 1º de mayo, convocamos a una JORNADA NACIONAL DE LUCHA DE LOS TRABAJADORES DESOCUPADOS PARA HACERNOS OIR: por la ampliación y estabilidad de los planes de empleo a 200$ como forma de subsidio ante la desocupación. Como vemos, aquella jornada sirvió para comenzar a forjar la confluencia de estos grupos, pero también, para sentar algunas bases de acuerdos para lo que sería el futuro inmediato. La discusión que entre varios compañeros se sostuvo por teléfono un rato antes de la actividad, en cuanto a si cortar o no debido a que la lluvia había disminuido la capacidad de movilización, se terminó de saldar cuando los compañeros de Florencio Varela contestaron un llamado desde el tren, diciendo que ya estaban en camino. Ese día los movimientos más nuevos aprenderían una nueva lección: el agua no espera que se nos pase el hambre, por lo tanto no puede frenar la lucha. El Día del Trabajador durante mucho tiempo fue un día de festejos (aun sin dejar de ser un día de lucha), cuando los trabajadores -tras largos combates contra el capitalgozaban de las conquistas sociales y laborales que les otorgaban dignidad. En los noventa ya no había nada que festejar, pero las centrales sindicales como la CGT continuaban con los mismos rituales huecos, como si nada hubiera ocurrido. Para quienes ya no tenían trabajo la situación era mucho más compleja. No sólo ya no tenían qué festejar, sino que entraba en crisis hasta su sentido social de pertenencia.
La pérdida de los históricos derechos de los trabajadores hacía que la dignidad cobrara otra dimensión en los movimientos de trabajadores desocupados. La dignidad era consecuencia de la lucha y de no resignarse a perder la condición de trabajadores. Y así fue encarado ese Primero de Mayo. En las asambleas barriales de los MTD, los días previos, se escuchaba decir con claridad que ésa debía ser una jornada de lucha, a contrapelo de lo que venían siendo las últimas conmemoraciones de esa fecha. Fue un eje muy claro trabajado en el MTD de Florencio Varela, y que tuvo su eco en los nuevos grupos que se comenzaban a desarrollar. Unos días más tarde, con el título «La lucha nos une, la unidad nos fortalece», salía el Boletín En la Ruta, publicado por los MTD que habían protagonizado el corte del Pueyrredón. En unas de sus notas, tituladas «Primero de Mayo jornada de lucha, en el Día del Trabajador no hay nada que festejar», estos grupos planteaban: A pesar de la lluvia, el Primero de Mayo fue para nosotros una jornada de lucha: como refleja el artículo del diario, nos concentramos en el Puente Pueyrredón, y nos hicimos oír. La idea había surgido cuando conocimos a los compañeros desocupados de Concordia, Entre Ríos: preparar una jornada de lucha de los trabajadores desocupados, que nos expresemos con un reclamo común. A partir de esa idea, nos pusimos en contacto con los compañeros del Teresa Rodríguez de Mar del Plata, el MTD General San Martín y el Movimiento Barrial de Desocupados Malvinas Argentinas de Barranqueras, Chaco, los compañeros de Concordia, Entre Ríos, y los que participamos de esta publicación, que cortamos el Puente Pueyrredón, uno de los principales accesos a la Capital. Cabe destacar, además de las organizaciones de desocupados, la presencia de los compañeros Vecinos Autoconvocados de Glew, y de Retruco. El gobierno de De La Rúa, a solo cinco meses de asumir, enfrentó un paro que, al igual que el del 14 de agosto de 1997, se convirtió en activo, más allá de la voluntad de quienes convocaron a la huelga. Las organizaciones sociales y políticas que iban surgiendo en los últimos años, al margen de los partidos y los sindicatos tradicionales, a través de sus activistas, convirtieron el paro en una jornada nacional de lucha contra el modelo, accionando más allá de los convocantes, como demostró la crónica de los hechos registrados durante el paro. Aquella jornada tampoco se salvó de la «represión progresista» del gobierno de la Alianza. En Congreso fueron brutalmente golpeados por la Policía nada más y nada menos que los «muchachos» del gremio de Camioneros. Momentos de violencia jalonaron el día. Tiros contra tres colectivos en Entre Ríos, ataques a una empresa en Neuquén, pedradas contra bancos en Rosario y Avellaneda, cortes de ruta y de calles en Cruz del Eje, Santa Fe, Rosario, La Plata y Ushuaia, piquetes, quema de neumáticos, rotura de vidrieras y bloqueo de accesos a la Capital figuran en las listas de incidentes. Una 50 personas fueron detenidas por agresiones y actos intimidatorios. El clima se enrareció el jueves con una serie de ataques a colectivos del Gran Buenos Aires y taxis de la Capital. Así relataba el diario Clarín lo que había sido un nuevo paro activo. Después del ajuste: un día manchado por la violencia, piquetes, piedrazos y amenazas desde La Quiaca hasta Ushuaia, titulaba el diario aquel artículo del sábado 10 de junio.
Entre los últimos días del mes, y los primeros días de junio, una nueva edición de La Hoja del Desocupado salió a la calle. En aquella ocasión, la publicación estaba firmada por el MTD Teresa Rodríguez de Solano y Florencio Varela –que venían participando de la edición de la hoja junto con las CTD- y los nuevos MTD de Lanús y Alte. Brown. En algunas de sus notas los desocupados se solidarizan con las luchas recientemente libradas en los poblados de General Mosconi y Tartagal en la provincia de Salta. Y además comentaban un viaje realizado al interior del país: Gracias al Encuentro de Organizaciones Sociales que aportó la plata para el pasaje de dos compañeros, y a la revista El Horno que alquiló un micro más económico, pudimos estar presentes en el Cabildo Abierto de Corrientes. Allí, entre otras organizaciones populares, estuvimos con los compañeros del MTD General San Martín, de Chaco, de la Coordinadora de Desocupados de Gobernador Gálvez, de Santa Fe, y en Chaco, compartiendo unos mates con los integrantes del Movimiento de Desocupados Malvinas Argentinas, en un barrio de Barranqueras. De a poco nos vamos conociendo, paso necesario para coordinar nuestras luchas por un objetivo común: trabajo, dignidad y un cambio social. Crónica de un desalojo El invierno continuó con fuertes lluvias y diversos barrios populares se vieron afectados por las inundaciones. Entre esos barrios estaba el asentamiento La Matera, que había sido tomado por dos mil familias el 31 de marzo y en el cual participaban activamente los vecinos que integraban el MTD de Solano, pertenecientes a barrios como La Florida y San Martín, donde se encontraba la parroquia Nuestra Señora de las Lágrimas, que en esos tiempos estaba ocupada. Eran días en los que el obispo Jorge Novak expresó en una circular que los integrantes del MTD eran agitadores... agentes motivados por el odio. El jueves 22 de junio a las nueve de la mañana la parroquia fue desalojada por la Guardia de Infantería con un fallo de la justicia que le daba la cobertura legal adecuada, luego de dos años de conflicto. Acompañando a la partida policial se encontraban conocidos punteros de la zona que conformaron para aquel día una patota armada – la misma que había incendiado casas y golpeado militantes del MTD en el asentamiento La Matera-. En el marco de esa confluencia represiva estuvieron presentes – aunque desarmados- representantes del obispado y sacerdotes de la diócesis de Quilmes. Y finalmente sucedió: tanto las familias sin techo, como los vecinos desocupados que integraban el Movimiento y hasta el mismo cura Alberto Spagnolo, se vieron en la calle de un momento a otro. No hubo resistencia ni reacción por parte del resto de los vecinos y mientras los infantes iban apilando en medio de la calle de tierra las pocas pertenencias de los desalojados, para que un camión los trasladara a algún depósito, una mujer apareció entre los escudos. Tenía un pañuelo blanco en la cabeza y, a pesar de su edad, sus gritos encerraban la potencia de una adolescente: era Hebe de Bonafini, pecheando los escudos para que la dejaran pasar. - No tienen vergüenza, no ven que hay criaturas!, se le escuchó gritar con indignación.
Lentamente se acercaban al lugar los integrantes del MTD que vivían en los alrededores de la parroquia, militantes sociales y políticos de la zona sur, de otros MTD que a medida que se enteraban, comenzaban a concentrarse para arrimar su solidaridad. La toma de la parroquia había logrado ser un eje aglutinante de distintas experiencias de la zona sur. Por esa época funcionaba lo que se denominaba como Encuentro de Organizaciones Sociales (EOS) en el cual participaban distintas organizaciones populares, incluidos algunos MTD. A las organizaciones vinculadas al EOS se sumaban otros grupos estudiantiles, de militantes políticos y sociales, grupos culturales y de educación popular que habían encontrado en la parroquia tomada un espacio militante y creativo. Incluso una radio se había instalado en los techos de los edificios lindantes con la iglesia. Rápidamente se generó una respuesta al desalojo y durante la primera noche se instaló una carpa en la plaza frente a la parroquia, que alguna vez fuera bautizada Ernesto Che Guevara, y en aquel momento pasó a ser llamada La Plaza de la Dignidad, en homenaje al pueblo correntino que había nombrado de igual manera a una plaza cuando instalaron La Carpa del Aguante, en el conflicto del 1999/2000. Pero fue el primer domingo posterior a la recuperación de la parroquia por parte del Obispado cuando el MTD pudo demostrar su fuerza. El 25 de junio, desde la mañana, se había anunciado la presencia del obispo en la misa. Por eso el MTD aprovechó para convocar a los vecinos y a las organizaciones populares a acompañar la jornada, solidarizándose y repudiando el violento desalojo, y reclamar con firmeza una solución urgente a la problemática de vivienda y trabajo para las familias que se encontraban albergadas en las instalaciones de la parroquia y ahora estaban a la intemperie junto a sus hijos, acampando en la plaza. Pero lo importante fue que en aquella ocasión el MTD no estuvo solo. Las siguientes organizaciones convocaron y adhirieron a la jornada: Movimiento de Trabajadores Desocupados Teresa Rodríguez de San Francisco Solano, Asociación Madres de Plaza de Mayo, Movimiento de Trabajadores Desocupados Teresa Rodríguez de Florencio Varela, Vecinos Autoconvocados por los Derechos en Glew, Coordinadora de Trabajadores Desocupados de Berazategui, Red Acción Zona Sur, Comisión de Trabajadores Desocupados del Barrio La Fe de Lanús, Movimiento de Trabajadores Desocupados del Barrio Don Orione de Claypole, Grupo Sur, Arbolito, Barriando, Regional Sur del Encuentro de Organizaciones Sociales y Retruco. Un nuevo espacio A las cuatro de la tarde del 8 de agosto, la ciudad de La Plata se vio atravesada por una columna de manifestantes que, por sus angostas diagonales, se dirigían hacia los edificios públicos donde se administraba la crisis. Las familias desocupadas habían salido en tren del conurbano sur, rumbo a la capital provincial. Eran de Florencio Varela (MTD Teresa Rodríguez), de San Francisco Solano (MTD Teresa Rodríguez), de Lanús (MTD) y de Alte. Brown (MTD del barrio Don Orione). Agonizaba el invierno, lanceado por un leve rayo de sol, que apenas iluminaba la tarde. Las columnas avanzaban, con sus mujeres, con sus niños y nutrida por numerosos jóvenes pertenecientes a las barriadas populares. Entre ellos, en fotos de la época, se puede ver a Darío Santillán encabezando un pequeño grupo que participaba de la
movilización con una bandera argentina que llevaba la inscripción: «Trabajo y Dignidad», junto a la sigla MTD en negro y con un agregado mas pequeño que remitía al barrio de pertenencia, a diferencia del «Trabajo, Dignidad y Cambio Social» de las banderas blancas del MTD Teresa Rodríguez, tanto de Florencio Varela como de San Francisco Solano. En aquella ocasión los desocupados exigían la inclusión en los planes de empleo de todos aquellos que estaban movilizados (alrededor de 500 personas); rechazaban los nuevos planes de $ 120 y exigían la restitución de los $ 200 mensuales que se cobraban por cada plan, como paliativo hasta que cambien las medidas antipopulares de los que gobiernan, advertían en un comunicado de prensa titulado Gobernador Ruckauf: queremos trabajo ya. Una vez recibidos por Héctor Metón, entonces Secretario de Empleo de la provincia, la columna de manifestantes se dirigió a la carpa instalada por los familiares de Miguel Bru -estudiante de Periodismo desaparecido por la policía bonaerense-. Allí cortaron la calle frente a la carpa, mientras escuchaban atentos, las palabras de solidaridad y agradecimiento de aquella incansable luchadora llamada Rosa Bru, madre de Miguel. Una nueva conquista se había obtenido en aquella jornada: cien planes de empleo Barrios Bonaerenses y el compromiso de incorporación de nuevas tandas de cien personas en los próximos meses. Aunque como siempre, el reclamo menos escuchado por las autoridades fue aquel que exigía la libertad de Emilio Alí y de Raúl Castells y el cese de la persecución policial al MTD de Mar del Plata, cuyos militantes habían sido procesados tiempo antes por «tomar posesión» de la Catedral Metropolitana, durante la represión contra una protesta de los desocupados. Después de una etapa de reacomodamientos esa marcha era la primera realizada por un nuevo espacio. Para esa época, tanto el MTD Teresa Rodríguez de San Francisco Solano (que seguía motorizado por un sacerdote, ex-catequistas y el aporte de militantes políticos independientes sumados a partir de la experiencia vivida con la ocupación de la parroquia), como el MTD Teresa Rodríguez de Florencio Varela (aquel grupo de jóvenes que en 1998, una vez separados del Movimiento Guevarista encabezado por Roberto Martino, se dedicaron a trabajar en los barrios, asumiendo la identidad de MTD), comenzaban a recuperarse de las duras circunstancias del año anterior y volvían a crecer. Distinta es la experiencia de Lanús y del barrio Don Orione en Alte. Brown. Este último, registra como fecha fundacional el 20 de enero del 2000, cuando se realizó la primera asamblea de desocupados convocada por un estudiante universitario que vivía en el lugar y que, en el marco de un trabajo de investigación, promovía la organización de los vecinos. En el primer encuentro estaba Darío Santillán, quien participaba junto con otros cuatro militantes (entre ellos, quienes impulsaron el surgimiento y desarrollo del MTD Lanús), de un pequeño espacio político surgido después de la ruptura y el alejamiento del Movimiento Patriótico Malón, nacido de la fusión del grupo Malón con el Movimiento La Patria Vencerá (MPV) de donde provenían estos compañeros. Este espacio militante, que no asumía una identidad pública, en parte a la crisis política e ideológica sufrida tras el alejamiento de la experiencia en la que venían participando, publica en junio de 2000, un folleto titulado: Estrella Federal, un aporte para la discusión. En esta publicación, se encuentran algunas definiciones políti-
cas surgidas de un análisis de la realidad y del proceso histórico argentino, pero sobre todo, de la sistematización de las prácticas realizadas por distintos grupos de la zona sur en los últimos años. Esas definiciones son la base conceptual y política que explican el surgimiento y desarrollo de estos dos MTD. Algunas de las cuales son: «Objetivos para la etapa» 1. Generar la imprescindible organización de base 2. Generar instancias de coordinación y organización que excedan lo propio. 3. Formar cuadros y militantes que desarrollen la capacidad de construir y reproducir esta política. 4. Marcar cursos de acción, desde construcciones de masas y participación en los conflictos, que aporten claridad al conjunto de la lucha popular. 5. Estos cuatro ejes que marcamos, encuentran una herramienta común en la construcción de un Movimiento de Trabajadores Desocupados de alcance nacional, objetivo a mediano plazo que materializa los ejes antes definidos. Estos objetivos eran definidos luego de caracterizar como de «resistencia», a la etapa de lucha por la que atravesaba el campo popular. Lucha popular, de masas, aunque sectorizada y parcializada, discontinua y fluctuante, en base a reivindicaciones específicas, con crecientes niveles de confrontación, desde estructuras de masas que se van referenciando al calor mismo del conflicto, decían. Y luego definían a quienes entonces entendían que protagonizaban la contradicción principal: el campo popular y el bloque de fuerzas enemigas del pueblo. También señalaban al modelo económico como enemigo inmediato y a los marginados del sistema laboral como fuerza motriz principal del proceso de lucha, debido a su «potencial de confrontación antagónico con el sistema». Concluían expresando: -Fuerza motriz principal: los desocupados -Lugar de organización: el territorio, el barrio -Prioridad geopolítica: la periferia de los grandes centros urbanos -Reivindicaciones: centralmente la falta de trabajo, sin descartar otras que se van encarando al calor de ésta. Luego hablaban de la concepción del poder, afirmando la necesidad de construirlo y tomarlo, de la importancia de la confrontación y la disputa ideológica en ese camino; de la necesaria actitud de vanguardia del militante político inmerso en el seno del movimiento social. La militancia debe ser vanguardia (...), predicando con el ejemplo, referenciando a través de ese ejemplo una política y legitimando la necesidad de un horizonte político para la lucha social, decían. También agregaban: Asumir un rol de vanguardia, para un militante, significa, siendo parte de la experiencia de nuestro pueblo, proponerse estar un pasito adelante en la lucha y este paso adelante se expresa sobre todo en el ejemplo, la claridad política y la capacidad de acción. Posteriormente mencionaban la necesidad de gestar una «moral revolucionaria» en los militantes. Una creación del «hombre nuevo» del que ya había hablado anteriormente el Che Guevara que, según estos compañeros, se debía expresar en la constancia cotidiana, sin impaciencia pero sin conformismo, siendo coherentes entre el
decir y el hacer, entre la línea y la conducta. Como expresaban en una frase de aquel material: Proponernos ser los primeros en el esfuerzo y los últimos en el descanso. Finalmente, el cuadernillo terminaba con el título Nosotros, donde se autodefinían como un conjunto de voluntades que se propone aportar al proceso de recomposición de fuerzas desde una perspectiva revolucionaria. Resaltaban la necesidad de mantener un funcionamiento orgánico, de pensar y elaborar política, homogeneizar a la militancia, formar cuadros con visiones estratégicas, globales y la necesidad de construir una herramienta política para la lucha revolucionaria. Sin embargo, se concebían a sí mismos como un grupo político «biodegradable», ya que se proponía aportar desde una visión política al movimiento de masas, estando dispuestos a que el resultado «devore» al punto de partida inicial en pos de una síntesis superadora. Problemas de articulación: el corte de la Rotonda de Pasco Durante el mes de septiembre, las luchas de desocupados continuaron: el miércoles 27 en el Municipio de Alte. Brown y el jueves 28 en el de Lanús, los MTD de esos distritos y los MTD Teresa Rodríguez de Varela y Solano, se movilizaron todos juntos exigiendo una solución a las reivindicaciones inmediatas, por la libertad de los presos y por la organización de un amplio movimiento popular en lucha, según expresaban en un comunicado de prensa fechado el día 25 de septiembre de 2000. En octubre, en la provincia de Salta, los integrantes de la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD) de General Mosconi, realizaron una acción conjunta con los médicos del hospital de aquel poblado, desplazando a su director (un verdadero gorila) y consiguiendo reivindicaciones para aquel sector de trabajadores. Esto marcó con fuerza a los grupos autónomos de la provincia de Buenos Aires, despertando una profunda simpatía hacia aquellos pares del norte. Ya en noviembre, con la coordinación un poco mas aceitada, los MTD Teresa Rodríguez de Florencio Varela y de Solano, el MTD de Lanús y de Alte. Brown, se propusieron unir fuerzas y realizar todos juntos un corte de ruta por tiempo indeterminado en algún punto de la zona sur del Gran Buenos Aires. El lugar elegido fue Florencio Varela. Un poco por la «localía» del movimiento con mayor capacidad de movilización, un poco por la historia de cortes de ruta en el lugar. La fecha acordada fue para el 6 de noviembre. En esos días, la posición del gobierno parecía ser clara. A través de la ministro de Trabajo Patricia Bullrrich, expresó: Hay que encarar los temas con otra metodología, no con cortes de ruta. De ahora en mas, vamos a tratar sólo con las instituciones, con intendentes y gobernadores. Quiero que este mensaje sea entendido con toda claridad: no vamos a trabajar bajo presión. Mientras los movimientos se preparaban para llevar adelante ese gran desafío que tenían por delante (para los MTD de Lanús y de Alte. Brown sería su primer corte, para Solano y Varela, el primero luego de las represiones del año 1998), en varios barrios, ante la difusión de cierta información, se produjo una situación de tensión: había estallado un piquete en Florencio Varela, además del que ya estaba instalado en La Matanza, organizado por la FTV y la CCC. -Solo falta que pase el fin de semana para que realicemos nuestro corte!!!!
Algunos vecinos que habían participado en alguna reunión de coordinación confirmaron lo que ya algunos militantes intuían: por la televisión, aparecían hablando como voceros del piquete de Florencio Varela, los dirigentes del MTD Teresa Rodríguez del distrito. -Los que coordinan con nosotros!!, se escuchó decir a mas de uno, indignado. Otros, mordiéndose los codos, rajaban alguna puteada en voz baja. Tensión. Improvisaciones. Llamadas telefónicas a un lugar, a otro. Toda una situación complicada estalló de repente en las manos de quienes, sin prisa pero sin pausa, horas antes estaban preparando las banderas, las ollas y todos los aprestos necesarios para el corte de ruta del lunes 6. Una disyuntiva se debía resolver en ese momento: ¿ir de apuro ese mismo día, como se pudiera, al piquete de Florencio Varela o esperar hasta el lunes como si nada hubiera pasado, dejando las calenturas para un balance posterior? ¿Reunir a los delegados de cada movimiento, esa misma noche, y evaluar la posibilidad de cambiar de lugar el piquete? La ultima última opción fue la que más consenso tuvo en el momento en los distintos MTD. Se mantuvo en pie la fecha para efectuar la medida de fuerza. El lugar escogido fue la Rotonda de Pasco, en el limite de los distritos de Quilmes, Lanús y Alte. Brown. En primer lugar por la ubicación del lugar, confluencia del límite de los tres distritos donde los movimientos tenían desarrollo; en segundo término porque era el lugar mas cercano al MTD Teresa Rodríguez de Solano, el que contaba con mayor capacidad de movilización después de Florencio Varela; y finalmente, porque a todos les parecía que el lugar garantizaría «contundencia» a la medida, como decían los compañeros. Una reunión en Florencio Varela en medio del piquete, en la noche del viernes 3, terminó de fortalecer la postura tomada: los dirigentes del MTD Teresa Rodríguez de Florencio Varela explicaban –como un niño que se robó un chocolate y es sorprendido por su mamá con el mismo en el bolsillo– que la gente en asamblea resolvió que no se podía esperar ni un día más y que había que cortar en el momento. Los referentes del resto de los movimientos se retiraron «calientes» del piquete, decepcionados. Todos tenían en claro que «los otros» eran compañeros, pero a esa altura, la bronca no se podía ocultar. La partida del lugar, aunque en buenos términos, implicaba una ruptura momentánea de relaciones entre los «chicos de Varela» y el resto de los movimientos. - Justo en medio de un plan de lucha, justo en esa situación!, pensó, un poco triste, un compañero que participó de aquella reunión. Así planteado el escenario, el lunes 6 de noviembre amaneció complicado para un gobierno al que cada vez se le hacía más difícil controlar el conflicto social. Luego de haber negociado con el corte de ruta de La Matanza el sábado por la tarde, el efecto contagio se desparramó por todo el país: el lunes se cumplió una semana de cortes en Tartagal, Salta. Pero también estallaron piquetes en Tucumán y Neuquen. Y en la Provincia de Buenos Aires: en La Plata, Quilmes y Avellaneda, además del que se sostenía en Florencio Varela desde el viernes. En la capital provincial, la CTD cortó la Avenida 44, vía de acceso más importante a la ciudad, que se conecta directamente con la ruta 36, autopista a Mar del Plata y las
zonas rurales. Según el diario Clarín, no existían antecedentes de este tipo en la historia platense. En Avellaneda –más precisamente en Sarandí– un grupo de «sin techo» exigía soluciones a su problemática de vivienda. En Quilmes los MTD de Lanús y Alte. Brown, junto al MTD Teresa Rodríguez de Solano se planteaban –al igual que el piquete de Bosques– sostener el de la Rotonda por tiempo indeterminado, hasta que fueran satisfechas sus demandas. En el interior del país la situación era similar. En Tucumán, desocupados tenían cortada la ruta 301 –acceso a la ciudad-, a 13 kilómetros de la Capital. En Neuquén, la ruta 22. En Salta, el conflicto se mostraba más heterogéneo: sobre la ruta nacional 34 confluían en las carpas despedidos de EDESA (la compañía provincial de energía), deudores del Banco Nación, cesanteados de la empresa de micros Atahualpa, comisiones de desocupados de las seis ciudades del departamento de General San Martín y 18 comunidades indígenas –que reclamaban la posesión de sus tierras-. También se sumaron médicos, docentes y universitarios. Si bien todos los cortes de ruta se sostuvieron con firmeza, no todos tenían la misma posición política, por ejemplo, con respecto a cuál era el rol que debían jugar ciertas instituciones –como la Iglesia y los municipios– en el desarrollo de las luchas populares. Tanto en La Matanza como en Varela, los intendentes mediaban en el conflicto, buscando una solución a la demanda de los manifestantes y siendo partícipes directos, por supuesto, de los beneficios obtenidos. Se daba así una suerte de «unidad en la acción» entre intendentes y piqueteros, reclamando en forma conjunta y presionando al Ejecutivo Nacional para que solucionara las problemáticas más elementales como la falta de alimentos y subsidios para los desocupados. Claro que esta táctica no era vista con buenos ojos por muchos sectores. Por eso, para las nacientes organizaciones populares como los MTD, sin principios políticos bien consolidados, la práctica y las decisiones colectivas ante las situaciones concretas fueron la gran escuela de formación política. En esa ocasión, los MTD que cortaron la Rotonda de Pasco expresaron en un comunicado de prensa: En unas semanas en que los cortes de ruta tuvieron distintas características a lo largo del país y en especial en el Gran Buenos Aires, es importante señalar que en nuestro caso, la vigencia del corte no fue garantizada por ningún tipo de «pre-acuerdo informal» con ningún funcionario municipal ni partido de oposición: a pesar de las presiones, fue la organización y la firmeza lo que hizo fuerte el corte. (...) No aceptamos el discurso de que «no hay plata». QUE RECORTEN LOS SUBSIDIOS Y LOS PRIVILEGIOS A LOS GRANDES GRUPOS ECONÓMICOS Y ATIENDAN A LOS DESOCUPADOS, QUE ROMPAN LAS CADENAS DE DEPENDENCIA CON EL FMI Y DEJEN DE PAGAR LA DEUDA EXTERNA PARA DETENER EL GENOCIDIO QUE ESTÁN COMETIENDO CON EL PUEBLO ARGENTINO. (...) Desde este puesto de lucha nos sumamos a las CONVOCATORIAS A UNIR LAS FUERZAS DEL PUEBLO EN UN PARO ACTIVO NACIONAL DE 36 HORAS CON CORTES DE RUTA, para derrotar a estas políticas neoliberales que hambrean al pueblo, y edificar un nuevo poder popular, que garantice un nuevo modelo de país al servicio de los trabajadores y el conjunto del pueblo. (...) Habíamos seguido de cerca la experiencia de otros cortes en los últimos días. Desde los MTD de Lanús, Alte. Brown y Quilmes, resolvimos no permitir ninguna injerencia institucional en nuestras deci-
siones que enturbiara la plena autonomía respecto a los partidos políticos del sistema y los funcionarios del Estado que como Organización Popular buscamos expresar. (...) No es sólo la extrema necesidad lo que hace que el pueblo salga a las rutas. Es imprescindible también que haya capacidad de organizar la bronca, romper el miedo, y esto se hace a partir de una práctica militante concreta y cotidiana que desde las pequeñas cosas vaya demostrando que la realidad puede transformarse, las cosas pueden hacerse de otra manera, el enemigo no es invencible, y el pueblo, si se une, se organiza y lucha, puede. (...) Mientras terminaban de retirarse los camiones y micros, el fuego seguía ardiendo en la ruta. En esta jornada, el pueblo había ganado algo más que algunos planes de empleo y kilos de comida... Al anochecer del lunes 6, el corte de Bosques se levantó con una promesa: recibirían mil planes de empleo de $ 160. En Quilmes, se levantó el piquete de la Rotonda con un compromiso de mil incorporaciones a los planes de $160 con continuidad por un año, incorporación de todos los beneficiarios que integrasen esos movimientos y cobrasen planes de $ 120 a los planes de $ 160 –también con renovaciones por un año-, doce mil kilos de alimentos frescos en forma mensual y permanente (veinte kilos por familia), a entregarse en las propias sedes de los movimientos y no en las delegaciones municipales. El corte de La Plata se sostuvo sin llegar a ningún acuerdo con las autoridades. En Neuquén, lograron un acuerdo con las autoridades para renovar los planes de empleo de $ 150 -sin plazo de vencimiento- y bonos canjeables por gas y alimentos. En Tucumán, en cambio, levantaron el corte sin que ningún funcionario se acercara a escuchar sus reclamos. En Salta, los manifestantes llevaron la peor parte, ya que fueron brutalmente reprimidos por la Gendarmería: en aquellas jornadas fue asesinado Aníbal Verón. Al otro día el MTD Alte. Brown cortó durante algunas horas la Avenida Monteverde en la entrada del Barrio Don Orione, en solidaridad con los luchadores salteños. El 27 de noviembre, en los tribunales de Lomas de Zamora, comenzó el juicio oral contra Raúl Castells. En su alegato, tras 675 días detenido, el viejo luchador dijo: En mí tienen preso a cada trabajador que lucha. Días mas tarde, bajo el título «Sí Cristo viviera sería piquetero», el sacerdote Alberto Spagnolo, integrante del MTD Teresa Rodríguez de Solano, escribía una nota en la revista En la ruta. En ese artículo, el cura piquetero expresaba: La causa de Jesús es la causa del Pueblo, por el que luchó y por el cual lo mataron. Digo que Jesús hoy estaría en los piquetes porque él luchó contra el Imperio Romano, contra el poder religioso de los Sumos Sacerdotes, que eran causa de opresión, represión e injusticia. Al igual que entonces, hoy Jesús denunciaría la complicidad de las jerarquías corruptas que desde los sillones de terciopelo elaboran documentos con denuncias de compromiso, a la vez que repudian las luchas concretas de los humildes, como los cortes de ruta. Mientras algunos enarbolan la defensa de los derechos humanos de palabra, no se involucran con las necesidades cotidianas del pueblo. «Vendan sus riquezas y dénselas a los pobres», dijo Jesús (Evangelio según San Lucas) y de esto, nunca se acuerdan... Semanas más tarde, ya finalizando el año, los mismos movimientos, junto al MTD Teresa Rodríguez de Varela, firmaban una nota en la revista Resumen Latinoamericano. En aquella ocasión y luego de realizar un breve comentario –contextualizando el
fenómeno de la desocupación estructural dentro de los marcos del neoliberalismo– afirmaban: Hacia la construcción de un poder popular... A partir de ese eje concreto y posible de obtener a través de la lucha, se fueron consolidando las organizaciones de base en los barrios, y en las cuadrillas de trabajo. Esta organización de base, forjada en torno a la lucha directa y cotidiana contra las consecuencias del sistema, va generando los gérmenes del poder popular: el pueblo movilizado es protagonista directo de sus luchas y sus conquistas, y a través de su propia experiencia, va tomando conciencia de las causas que originan la situación de injusticia que padecemos. Dicha conciencia es la que nos permite proyectar nuestras luchas, buscando articular un MTD a nivel nacional, e ir confluyendo con otras organizaciones del pueblo en un (...) Movimiento Popular que creemos necesario para enfrentar los poderosos intereses de quienes sostienen este sistema de dominación y explotación. Estaba terminando el año y sin embargo, faltaba mucho todavía para que al gobierno nacional se le terminara el almanaque. Es que en medio de aquel clima de conflicto social permanente, para la Alianza, cada día se transformaba en un siglo. Y como para que no hubiera lugar para el respiro, luego de la escalada de cortes de ruta en los primeros días de noviembre, un nuevo paro nacional se realizó el miércoles 22 de diciembre. Era el tercero que enfrentaba el gobierno en tan solo un año y, como los dos paros anteriores, hubo un alto nivel de acatamiento, además de la presencia del activismo que en aquella ocasión les recordó a todos que había huelga. El jueves 23, el diario Clarín titulaba así una de sus notas: ATACARON A COLECTIVOS EN SERVICIO. Hubo agresiones contra unas 100 unidades en Capital y Gran Buenos Aires. Uno de los coches fue quemado.
4 EL MOVIMIENTO PIQUETERO ADQUIERE VISIBILIDAD PÚBLICA. EL MOVIMIENTO COMO ACTOR SOCIO – POLÍTICO A NIVEL NACIONAL Golpear juntos El 2001 fue clave para el desarrollo y la consolidación del denominado Movimiento Piquetero como un actor central en la escena política nacional. Desde sus comienzos, el año estuvo signado por una profunda convulsión social. A partir de los sucesos de Corrientes, el gobierno nacional había dejado en claro cuál era y cuál iba a ser su política ante el conflicto social. A diferencia de lo que muchos pensaban, el verano no dio el tradicional respiro político. Desde los primeros días de enero, el Ejecutivo comenzó con el desarrollo sistemático de un plan de desgaste hacia las distintas expresiones de la lucha popular, centralmente los piqueteros. A la cabeza de la ofensiva oficial estaba la entonces ministro de Trabajo Patricia Bullrich Luro Pueyrredón, una ex-militante de la tendencia revolucionaria del peronismo devenida en ferviente servidora del modelo neoliberal, con maquillaje progresista, que sostenía la Alianza UCR - FREPASO. Otro «progresista» integrante del gobierno, el radical Federico Storani, entonces ministro del Interior era quien a través de los medios masivos de comunicación sostenía con firmeza: Los piqueteros viajan en avión, realizan encuentros clandestinos y buscan desestabilizar a la democracia a través de una conspiración. Pero la ofensiva estatal no era solo discursiva. En el mes de enero, como parte de la estrategia oficial para deslegitimar la protesta social, la ministro Bullrich denunció a los dirigentes de la FTV, argumentando que «se le estaba sacando plata a la gente a cambio de un Plan Trabajar», en alusión a los $ 4 que cada integrante aportaba voluntariamente para sostener la organización. Para la ministro, eso era ilegal. Comenzaba así, la campaña para limitar el derecho a la organización. En ese contexto, el MTD de Lanús y el MTD de Alte. Brown, realizaron una movilización al Ministerio de Trabajo de la Nación. En la tapa del diario Crónica se puede ver una foto de los desocupados encadenados en los vallados del Ministerio, planteando que si no se atendían sus reclamos se quedarían allí para morir de pie, luchando, antes que volver a sus casas a morir de hambre. Con el clima así de caldeado, durante los primeros días de febrero, el MTD Teresa Rodríguez de Florencio Varela realizó un corte de ruta en el distrito, a la altura de Bosques, con la participación de alrededor de 800 personas, algo bastante masivo para la época. A dicho corte se le sucedieron otros piquetes los días posteriores, todos en la provincia de Buenos Aires. El 12 de febrero un grupo de vecinos sin tierra de la localidad de Lomas de Zamora cortaron el Camino de Cintura; la CCC y FTV se instaló en la ruta 3 en La Matanza, confluyendo nuevamente en un masivo corte; y la coordinación del MTD de Lanús, el MTD de Alte. Brown y el MTD Teresa Rodríguez de San Francisco Solano, cortó con más de 1200 personas el triángulo de Bernal, en el partido de Quilmes. A diferencia de lo sucedido en noviembre, los últimos cortes se coordinaron previamente. Y también, en contraposición al año anterior, la respuesta del gobierno nacional fue la de no atender los reclamos y necesidades de los manifestantes.
De hecho, salvo el corte de ruta de Quilmes, que se levantó parcialmente victorioso al segundo día, los otros dos grandes cortes (Matanza y Varela) tuvieron que soportar el calor del verano durante mas de 10 días, para luego levantar la medida sin ningún tipo de respuesta favorable por parte del gobierno, lo que lógicamente produjo un desgaste muy fuerte en estos movimientos. Hay que subrayar que la estrategia del Ejecutivo fue posible de implementar, en parte, gracias al silencio cómplice de los medios masivos de comunicación. Corporaciones mediáticas que son parte del bloque de poder concentrado que se benefician de las políticas neoliberales que hambrean al pueblo. Grandes grupos económicos, como el grupo Clarín (TN, Canal 13, Radio Mitre, La Razón, entre otros) afirmaba un balance de marzo de ese año realizado por los MTD que protagonizaron el corte de ruta del Triángulo de Bernal. Como respuesta, los desocupados que participaron del corte de ruta de La Matanza se propusieron desplazar el conflicto hacia el centro mismo del poder político, «invadiendo» la Capital Federal con una masiva movilización. En aquella gigantesca marcha al Ministerio de Trabajo de la Nación, participaron también los compañeros del MTD Teresa Rodríguez de Varela e integraron la comisión negociadora. Tanto el MTD de Lanús, como el MTD de Alte. Brown y el MTD Teresa Rodríguez de San Francisco Solano participaron de la movilización, más allá de que habían conquistado las reivindicaciones inmediatas con la negociación que se produjo durante el corte de Quilmes. Era una forma de demostrar que pegándole a un sector, se les pegaba a todos, pasando por alto las diferencias y que a alguno le pudiera ir bien en una negociación por separado. Por cierto, ésa suele ser la estrategia de las clases dominantes hacia los sectores populares: fragmentar, dividir, enfrentar y después cercar y aniquilar a cada fuerza por separado. Pero en aquella ocasión hubo reflejos para responder de conjunto y en forma clara a las aspiraciones oficiales de desmembrar lo construido hasta el momento. En aquel balance, los MTD de Solano, Lanús y Brown decían: A pesar de no obtener respuesta a las reivindicaciones, estas luchas forzaron al gobierno a mostrar con toda crudeza su verdadera cara: después de la indiferencia y el desprecio del gobierno respecto a un fuerte y legítimo reclamo popular, nadie podrá con honestidad creer en el verso del Blindaje, el despegue económico, y toda la propaganda que quieran hacer: queda claro que, no habrá forma de lograr conquistas para los trabajadores y el pueblo si no se profundizan las medidas de lucha hasta quebrar el brazo de este gobierno, que eligió enfrentar al pueblo sin escatimar esfuerzos. Si bien no hubo una victoria reivindicativa, políticamente queda un saldo de mayor claridad sobre el camino que deberán adquirir las próximas luchas. Hacia lo interno, los Movimientos de Desocupados deberemos consolidar y fortalecer nuestra organización: la ofensiva del gobierno tiene por fin eliminar nuestra existencia, y la mejor forma de superar este desafío será desde organizaciones sólidas, en el plano organizativo, político e ideológico: la organización de base, la formación de compañeros, la autonomía política y el análisis político que garantice la elaboración de estrategias correctas, serán fundamentales para el desarrollo del Movimiento de Desocupados más allá de ocasionales derrotas. También quedó demostrado que no alcanza con la fortaleza de un solo sector y una mera coordinación de
fechas, como sucedió con los cortes en esta ocasión: hará falta profundizar la coordinación de los distintos sectores para definir los pasos a seguir, avanzar en la unidad donde se pueda, y convocar a la mayor cantidad de sectores sociales a discutir y ser partícipes de la lucha. Como vemos, ya desde los primeros pasos estos grupos se planteaban como elementos inseparables de un proyecto político, reconocían la necesidad de un camino de desarrollo interno (organización de base, formación, análisis y elaboración de estrategias) y otro camino de coordinación y unidad en la lucha para intervenir en la escena política nacional. Otro rasgo distintivo que se observa, tanto en ese como en otros materiales, es que los propios protagonistas se denominaban a sí mismos como «desocupados» o «trabajadores desocupados» y no piqueteros. Y a su metodología de lucha la designaban como «corte de ruta» y no piquete. En lo particular para esos MTD, aquel corte de Quilmes tiene una significación especial, no sólo porque fue el primero en el que pernoctaron, sino porque en aquella ocasión aparecen claramente algunos elementos distintivos que más tarde pasaron a identificarlos: a los neumáticos encendidos sobre el asfalto de forma permanente se sumó la «barricada», y todos los hombres y mujeres que participan de las tareas de seguridad (el piquete), aparecen con el rostro cubierto, ya sea con remeras, pañuelos y gorros o con chalinas palestinas. En el caso mas particular aun del MTD Alte. Brown, es el primer corte en el cual, participan de forma conjunta los barrios Don Orione y Glew, este último, incorporado al movimiento en diciembre de 2000. Así conformado, este MTD realizó un corte local, sobre la ruta 4 - Avenida Monteverde - , a la altura del puente de Claypole, el día 5 de abril, acompañando así el paro activo nacional de 36 horas. En su comunicado de prensa decían: Rechazamos también la cumbre de ministros dirigida por EE.UU. que definen políticas que siguen hambreando al pueblo. Nos parece importante remarcar esto como un ejemplo que permite observar el carácter político que desde sus orígenes se plantearon estos grupos en su desarrollo. Es decir, si bien esencialmente reivindicativos -por su base social, por su reivindicación principal– estos movimientos que en su consigna habían integrado la necesidad de un cambio social, no dejaban este camino librado a «otro momento» de la lucha, ni a otra «herramienta específicamente política», sino que, en cuanto la coyuntura lo permitía, salían a la palestra y se expresaban por ellos mismos sobre temas que ya no tienen que ver con la solución de su problemática especifica más inmediata. La coherencia entre el decir y el hacer, será un rasgo distintivo de estos grupos autónomos. La necesidad de profundizar los caminos de coordinación y unidad, planteada en marzo tuvo su correlato práctico tan solo dos meses después, cuando para el Primero de Mayo la conmemoración del Día del Trabajador se lleve adelante un masivo acto de los movimientos de desocupados de la Provincia de Buenos Aires en Lanús, a decir del título del comunicado de prensa de ese día, firmado por la Coordinadora de Trabajadores Desocupados (CTD) de La Plata, Lanús y Quilmes, el MTD Teresa Rodríguez de Florencio Varela, el MTD de Lanús, el MTD Teresa Rodríguez de Solano, el MTD Alte. Brown y los desocupados del barrio San Rudecindo de Florencio Varela (una escisión del MTD Teresa Rodríguez de Florencio Varela promovida por militantes trotskistas).
Aquel día se mantuvo cortada por varias horas la Avenida Hipólito Yrigoyen, a una cuadra de la estación de trenes de Lanús, en una suerte de «escrache» a la comisaría de la zona (a tres cuadras del lugar) que mantenía encarcelado a un abogado de distintos asentamientos de la zona sur, el doctor César Matoso, el «abogado de los sin techo», como le decían entonces. Por libertad a los presos por luchar, por trabajo para todos, tierras y viviendas dignas se realizó la jornada que abrió un proceso de coordinación queculminó, meses màs tarde, con la constitución de la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón. Salta, la rebelde El fantasma de febrero no estaba espantado. No habían pasado todavía tres meses de la ofensiva oficial cuando el 11 de mayo, en la página 7 de la sección política del diario La Nación salió publicada una nota en la que, nuevamente la ministro Bullrich sostenía: La estrategia por emplear se mantiene desde hace un tiempo: desgastar a los manifestantes. Esto es, dejarlos con el corte de ruta hasta que la falta de respuesta y el paso de los días baje naturalmente la tensión. Frente a eso la experiencia indica que los verdaderos afectados por la crisis económica se retiran del piquete y quedan expuestos los activistas. Si estos no se repliegan –por lo general lo hacen en esas condiciones- entonces sí se actuaría con la fuerza pública. Pero eso no era todo. En la misma nota, titulada Para el gobierno hay un fuerte activismo en los cortes de ruta, un hombre del Ejecutivo, de quien no se suministran datos, afirmaba: En la Rosada se habla de unos 120 adherentes a grupos de izquierda. Se refería a que el gobierno afirmaba que tenía detectado a un grupo de 120 manifestantes violentos que repiten su presencia en varios puntos del país. La nota, que hablaba de piquetes políticos continuaba diciendo que a este «grupo móvil» como lo caracterizaba el Ejecutivo, se los entiende como una semilla de violencia que busca la tierra fértil de la protesta social. Para terminar, el artículo afirmaba: ... por ahora no se esperan incidentes mayores. Eso sí, se sigue también la actividad de un desprendimiento de la agrupación HIJOS, al que hombres fuertes del gobierno señalan como responsables de los atentados con explosivos a sedes partidarias. La mirada atenta del funcionario busca prever que los caminos paralelos que siguen los «piqueros políticos» y esta agrupación no se crucen. El mismo día que el diario La Nación publicaba aquella nota, en la provincia de Salta 800 gendarmes y 650 policías provinciales se preparaban para reprimir el corte de ruta que se sostenía con firmeza desde hacía diez días en la ruta nacional 34, que une a nuestro país con Bolivia. La ruta había sido cortada por los pobladores de General Mosconi, quienes reclamaban la continuidad de los Planes Trabajar con la asignación mensual de un monto de $200 por el plazo de dos años, además de la actualización de los pagos adeudados de marzo y abril, para todos aquellos que se habían visto privados en esos meses del cobro del subsidio. Con la ruptura del diálogo entre la delegación piquetera y las autoridades del gobierno provincial, estalló la represión y con ella, el desarrollo de una auténtica pueblada, protagonizada por ancianos, jóvenes, trabajadores, amas de casa con sus hijos a cuestas, etc.. Eran más de 4.000 almas provenientes de los barrios linderos a la ruta, pero también del poblado vecino de Tartagal. Se arrimaron a la ruta a plantarse ante las
fuerzas represivas. Llegaban a pie, en bicicleta, en camiones. Llegaban dispuestos a bancarse la represión. Con piedras, con gomeras, con palos. Estaban dispuestos porque ya nada tenían que perder. La alternativa que dejaba el gobierno era volver cada uno a su casa, a sufrir otra vez el horror cotidiano de la desocupación, a padecer nuevamente esa muerte silenciosa. Volver a cada casa, para oír el llanto por hambre de los niños, para observar nuevamente la mirada triste y desencajada de cada abuelo, para soportar el autoflagelo del laburante devenido en sombra avergonzada. A las 13.15 horas la sirena de los bomberos locales alertó a la población sobre el avance de las fuerzas de seguridad e inmediatamente los piqueteros corrieron hacia las barricadas para tomar posición, decía un cable de la agencia Telam. Al otro día, en un nuevo cable de agencia, redactado por Rodolfo Colagelo -su enviado especial-, Hugo Miranda, entonces jefe de Gendarmería Nacional, intentaba justificarse diciendo que la muerte del camionero mendocino Víctor Yofre, quien sufrió un infarto sobre la ruta a las 2 de la madrugada, fue el hecho a partir del cual se aceleraron los tiempos para disponer el despeje de la ruta, ya que no se podía esperar que se siguieran acumulando victimas inocentes. Como en una película neorrealista, mientras algunos habitantes de General Mosconi arrojaban piedras, incendiaban edificios públicos y repelían los gases lacrimógenos arrojados por Gendarmería, otros pobladores protestaban por el centro de la ciudad, en procesión, cargando con la imagen de la Virgen de Fátima. Avances en la coordinación El mes de mayo continuó con un clima social cada vez más propicio para el enfrentamiento contra el gobierno. En el día de la patria, en la ciudad de La Plata los movimientos y coordinadoras de trabajadores desocupados realizaron un plenario de delegados de todas las organizaciones para debatir sobre la situación nacional y las perspectivas posibles de las luchas del sector. Al final de la actividad quedaron en evidencia una serie de acuerdos tácitos en cuanto a cómo moverse en el terreno de las luchas populares en los próximos tiempos. Para plasmar esos acuerdos en prácticas que los sustentaran, se resolvió llevar adelante un plan de lucha por tiempo indeterminado, que empezaría ese mismo mes. Así, para el 32 aniversario del Cordobazo, la provincia de Buenos Aires amaneció con cuatro cortes de ruta coordinados, al los que se le sumaría un quinto al otro día, que comenzó más tarde por problemas logísticos. A los clásicos reclamos de renovaciones y nuevos cupos de planes de empleo, aumento de los montos asignados por los subsidios, alimentos, libertad y desprocesamiento de los luchadores populares, hubo dos puntos que merecen ser remarcados, uno tenía que ver con la coyuntura: Le exigía al gobierno nacional que reconociera el legítimo derecho de los desocupados a organizarse y organizar los reclamos necesarios y las acciones –como movilizaciones y cortes de ruta– en tanto que el Estado no garantizara el cumplimiento de los derechos esenciales que marca la Constitución Nacional. El segundo, está vinculado a la política de largo plazo planteando la «exigencia de maquinarias y herramientas que viabilicen proyectos produc-
tivos», que en aquella ocasión fue un punto más del petitorio. Destacamos este punto, ya que será uno de los rasgos que caracterizarán a los grupos autónomos respecto del resto del movimiento piquetero, al menos por un buen tiempo. De los cinco cortes de ruta, cuatro se mantuvieron con firmeza a pesar de las fuertes lluvias y el temporal desatado después del mediodía. A excepción del corte de Alte. Brown, que comenzó un día después y fue desalojado en las primeras horas de la tarde luego de una difícil negociación, que finalmente desembocó en el repliegue organizado de la columna, acompañado por un cordón piquetero que con piedras en sus manos, empezó a retirarse, pero siempre dispuestos a resistir a las fuerzas de seguridad en caso de que la situación lo exigiera. Así terminó aquel corte sobre la Ruta 4, en la localidad de Claypole. Como consecuencia del desalojo, los integrantes del movimiento que participaban del corte de la Avenida Monteverde fueron marchando hasta el galpón popular del MTD, que se encontraba a unas cuadras largas de allí, en el barrio Don Orione. Así, luego de secarse y cambiarse de ropa, se fueron en micro hasta la Rotonda de Pasco, donde el MTD Teresa Rodríguez de San Francisco Solano mantenía un piquete. En el comunicado de prensa de aquella jornada, donde las organizaciones planteaban sus reivindicaciones e indicaban los lugares donde se desarrollarían los cinco cortes, decían: En caso de recibir por parte del gobierno negativas e indiferencia, en los próximos días instalaremos, además de los cortes ya mencionados, carpas y ollas en la Plaza de Mayo, durante los días que hagan falta, hasta obtener un compromiso por escrito del gobierno que satisfaga nuestros justos reclamos. Así, luego de cuatro días de frío y fuertes lluvias, cuando las organizaciones protagonistas de los cortes habían dado ya muestras de su firme voluntad de marchar hacia la Plaza de Mayo, el gobierno nacional, a través del Ministerio de Trabajo, accedió a una parte de los reclamos de los desocupados y se comprometió a garantizar la renovación de los Planes Trabajar ya existentes y a entregar nuevos cupos para todos aquellos que venían participando de los cortes. En cambio, la actitud del Ejecutivo provincial fue de total indiferencia, frente a la cual los grupos de desocupados advirtieron, a través de un comunicado de prensa del día 2 de junio: Con mucha bronca, estamos dispuestos a (...): BLOQUEAR TODOS LOS ACCESOS A LA PLATA PARA QUE EL GOBIERNO DE LA PROVINCIA SE HAGA CARGO DE LA CRISIS SOCIAL Y ENTREGUE SUBSIDIOS PARA HERRAMIENTAS DE TRABAJO Y ALIMENTOS A LOS DESOCUPADO. Almirante Brown, un distrito complicado Pero esa batalla no terminaría allí. Unos días más tarde, el martes 12 de junio, los mismos grupos que protagonizaron los cinco cortes coordinados, se movilizaron hasta la localidad de Adrogué, para repudiar la actitud represiva de la Municipalidad de Alte. Brown. En esos días, los integrantes del MTD de aquel distrito, realizaron toda una campaña de propaganda y agitación, basada en pintadas de paredones, volanteadas a los vecinos y pegatinas de afiches en los comercios y las paradas de colectivos de los barrios con la consigna: Intendente Hebe Maruco, ¿por qué mandó a reprimir a las familias desocupadas que exigían trabajo?. El diseño de aquellos afiches y el dibu-
jo que caricaturizaba a la Intendente junto a la policía de un lado y –barricada mediante– a las familias en lucha del otro, había estado a cargo de Darío Santillán. La movilización con cortes de calles generó mucha tensión en la mañana de ese martes. Desde el primer momento la ciudad se asemejaba a una zona ocupada militarmente y de hecho lo era. Luego de varias horas de corte, miembros de la Secretaría de Acción Social de la Municipalidad se acercaron a la Avenida Espora, donde se encontraban los manifestantes. Luego de un duro cruce de palabras entre los funcionarios y los manifestantes, la actividad se levantó. Desde el Municipio se comprometían a «evaluar» la situación de necesidad de la familias, para una eventual «ayuda», es decir: absolutamente nada. Los movimientos concluyeron que cuanto antes se retiraran del lugar, mejor. El perímetro de 8 manzanas estaba repleto de policías listos para reprimir. Evidentemente, Alte. Brown era un distrito complicado. La marcha de la avenida a la estación –sólo doscientos metros– fue un verdadero calvario. A dos metros de la columna, integrada por muchas madres con sus hijos, un ejército de autos, camionetas, colectivos, motos, perros, escudos, escopetas lanzagases, policías e infantes en fila, «acompañaba» la desconcentración. No hubo heridos ni detenidos casi por milagro, o más bien, por la responsabilidad de unos poquitos militantes que, con un sudor frío recorriéndoles las espaldas, procuraban que la situación no se les escapara de las manos. En tres ocasiones y en un trayecto de una cuadra y media la tensión estuvo a punto de estallar. General Mosconi: Retaguardia de masas del conflicto piquetero El domingo 17 de junio, Día del Padre, en el departamento de General San Martín, provincia de Salta, otra vez el fantasma de la represión se transformaba en una cruenta realidad. Por la mañana, luego de 18 días de corte de la ya legendaria ruta 34, los miembros de la UTD tenían previsto realizar un encuentro nacional en apoyo al conflicto. Desde Buenos Aires, Roberto Martino, referente del MTR; Alberto Spagnolo, referente de los MTD autónomos; y Guillermo Cieza, de la revista Retruco y del Encuentro de Organizaciones Sociales, entre otros militantes y luchadores sociales, se hacían presentes en el lugar, llevando las adhesiones de las organizaciones del Conurbano Bonaerense y también, expresando que la solidaridad no sólo se transmite por papel, o como se estila en los últimos años, por e-mail. En Mosconi, los acontecimientos se desenvolvieron como de costumbre: Pepino Fernández, Piquete Ruiz y otros referentes del lugar se mantenían en la ruta, junto a un centenar de pobladores que bancaban el corte mientras se esperaba la respuesta del gobierno nacional. Ésta no se hizo esperar y aprovechando la ocasión, un domingo y además Día del Padre, largaron su plan de criminalización de pobres en lucha. La respuesta del gobierno «progresista» no fue precisamente la de atender las demandas planteadas: subsidios para los desocupados, 5.000 módulos alimentarios, incorporación de los obreros municipales despedidos y el esclarecimiento de las cuatro muertes provocadas por represiones anteriores. El clima en Salta ya venía caldeado desde hacía varios días. De hecho, en esa semana, por orden del juez Abel Cornejo, se detuvo a Reinieri, Barraza y Carlos Gil, a quienes se les dictó la prisión preventiva, acusados de sedición.
Al desatarse la represión, como era costumbre en el lugar, miles de habitantes de General Mosconi salieron de sus casas a defender la ruta. Muchísimos hombres y mujeres y sobre todo, muchos jóvenes, no dudaron en responder al llamado de Félix Mercado, el jefe de bomberos local, que dio aviso al pueblo mediante el sonido de la sirena. Éste fue uno de los últimos recursos utilizados en la zona, después de que Gendarmería Nacional, quitó el badajo de la campana de la iglesia. Pero aquel gesto solidario no fue tolerado por las autoridades salteñas. Félix, de 63 años de edad, fue uno de los 56 detenidos que tuvo como saldo la jornada. Jornada trágica, por cierto, ya que de los 56 detenidos, 55 sufrieron vejámenes por parte de las fuerzas de seguridad. Algunos de ellos fueron sacados de sus casas como en las peores épocas de la dictadura militar. La Gendarmería ya no era la fuerza compuesta por muchachos dedicados a cuidar la frontera y a colaborar con la población en distintos menesteres, como solían afirmar muchas doñas en los barrios, sino un verdadero ejército de ocupación que ensayaba con los pobres y los desocupados modernos métodos para sofocar insurrecciones urbanas, como bien habían aprendido en los cursos dictados por los marines de EE.UU., desarrollados en los últimos tiempos en territorio nacional. Mientras tanto, para la ministro Bullrich, reclamos como los de Mosconi no eran «un problema social, sino de seguridad» y para el perverso gobernador Romero, los integrantes de la UTD eran sencillamente «delincuentes». Por eso, 139 personas que habían participado del conflicto se encontraban prófugas, ya que tenían pedido de captura y no querían terminar detenidas como había sucedido con tres militantes del Polo Obrero. Entre los prófugos se encontraban Pepino, Piquete y las demás caras visibles de los conflictos de los últimos tiempos. Gendarmería no podía encontrarlos incluso el cerco que tendieron sobre todo el pueblo resultó ineficaz. El cerco político también estaba montado: los medios de comunicación masivos todavía no habían llegado desde Buenos Aires, salvo TN, el único medio que se encontraba en el lugar y que sólo se ocupaba de reproducir las versiones del gobierno salteño. Un camarógrafo de un medio local fue golpeado y una periodista recibió un balazo en su bolso, que de milagro no le causo daño. Así, mientras en el resto del país transcurría el Día del Padre, en General Mosconi se torturaba. A las acostumbradas palizas de toda represión, en esta ocasión se le sumaba el uso de la picana eléctrica, instalada en un camión de la Gendarmería. Entre los torturados se destaca el caso de un joven al que sacaron a golpes de su domicilio y que sufrió rotura de costillas y corte de oreja. La victima era epiléptico, además de analfabeto. Tampoco la condición del joven fue tomada en cuenta por la justicia, ya que se valieron de su testimonio ¡¡escrito!! para avanzar con las causas judiciales: sedición, apología del delito, incitación a la violencia. Por supuesto, en sus declaraciones bajo tormento, el joven afirmó tener conocimiento de que «los cabecillas estaban armados». Pero ahí no terminó la cosa. Espinosa y Fernández, dos camilleros del hospital, fueron golpeados por el comandante Víctor de la Colina, segundo jefe de Gendarmería. El motivo fue el haber socorrido heridos durante la represión. Tan es así, que durante la indagatoria, a uno de ellos le dijeron: Así que vos sos el hijo de puta que no quiso socorrer a un gendarme!.
Claro que la verdadera tragedia para el pueblo fue padecer dos victimas mortales: Oscar Barrios, de 16 años y Carlos Santillán, de 23. Este último fue alcanzado por una ráfaga mientras se dirigía al cementerio a visitar la tumba de su padre. Lo peor de todo es que desde el gobierno, la justicia y los medios de comunicación se insistía en que «los piqueteros estaban armados» y que las muertes habían sido ocasionadas por éstos. Por parte de las autoridades nacionales existió una apuesta clara para que esa operación resultara eficaz. De hecho, fue el propio secretario de Seguridad, Enrique Mathov quien hizo declaraciones de este tipo: Los francotiradores piqueteros disparaban desde el monte. Lo que no previeron y no pudieron hacer saber a quienes hicieron esas declaraciones, es que entre la ruta y el monte existe una distancia muy grande, con lo que la versión oficial se volvía poco creíble. La estrategia gubernamental no pudo profundizarse fundamentalmente porque no había forma de mentirles a los pobladores del lugar. Fueron estos, además, quienes protegieron a los referentes perseguidos, «guardaron» a los prófugos y transformaron a Mosconi en una verdadera retaguardia de masas del conflicto piquetero. También resistieron el cerco informativo, puteando contra los canales nacionales, pidiendo al periodismo local e independiente que dijera la verdad: que era la Gendarmería Nacional la que había actuado encapuchada, con francotiradores, utilizando fusiles FAL con silenciadores. Que habían sido ellos quienes asesinaron a los chicos. Fue ese pueblo dolido por las balas que mataron, hirieron e incluso destruyeron la imagen de la Virgen que acompañaba las manifestaciones, el que se rebeló y el que, sobre todo a través de la juventud, resistió heroicamente el embate del poder dominante. Mosconi fue más que nunca tierra de nadie en la tarde de aquel domingo. Los militantes de Buenos Aires que estaban en Salta no pudieron participar activamente de la resistencia, pero fueron una pieza clave para romper el cerco de las primeras horas. Los compañeros salteños estaban metidos en una difícil y la solidaridad ya no servía si era en papelitos. La consigna era clara: había que hacerse escuchar. Una asamblea en la Avenida 9 de Julio En Buenos Aires, organismos de derechos humanos, partidos políticos de izquierda y militantes populares que se fueron enterando de los hechos con el transcurrir de las horas, fueron arrimándose a las puertas de la casa de Salta en Buenos Aires. Desde los MTD de Lanús, Alte. Brown y el MTD Teresa Rodríguez de San Francisco Solano, se organizó una numerosa comisión para sumarse a la protesta. El único detalle que no se tuvo en cuenta en aquel momento, fue el de los horarios. Entre debates en asamblea acerca de si manifestar o no con los que estaban o esperar para movilizar con más gente al otro día; si responder o no en caso de represión; si replegarse todos o quedarse un grupo más allá del resto; etc., etc.; se hizo de noche y cuando llegaron, ya no quedaba nadie en las puertas del lugar, a excepción de la masiva movilización de efectivos de la Policía Federal, y algunos miembros de la Guardia de Infantería. Fue realmente tragicómico. Alrededor de 70 personas, entre quienes se encontraban todos los referentes de los movimientos, paseando por las calles del microcentro sin saber qué hacer. Sin embargo, todavía no había llegado lo más disparatado. Entre los nervios, las broncas contenidas, las ansiedades frustradas por una movilización que ya había sido y todo eso junto, a alguien no se le ocurrió mejor idea que hacer
una asamblea para decidir «entre todos» qué hacer en ese momento. Así que, como para tirar nafta a la fogata, se realizó una asamblea ahí mismo, sobre una de las plazoletas de la Avenida 9 de Julio. Los patrulleros iban y venían, mientras los piqueteros hacían su asamblea, debatiendo las diferentes posiciones de los militantes. El lunes 18 encontró a los pocos militantes que habían podido llegar hasta la Capital en la noche del domingo, agitando barrios a primera hora, reclutando gente para movilizar, nuevamente, sobre la casa de Salta en Buenos Aires. Siendo lunes a primera hora, luego de una fiesta como la del Día del Padre y con una dinámica en la que los movimientos se movilizaban seguido pero no de un día para el otro, la convocatoria fue difícil. Sin embargo, un grupo de cada barrio hizo un pucho. Y un pucho de cada distrito hizo una «bandita», a pesar de las advertencias claras que los compañeros más activos y con mayor análisis político habían hecho antes de salir: la movilización debía ser contundente. En los períodos siguientes, esta palabra sintetizaría un método determinado de acción directa y será la raya que dividirá posiciones entre los partidarios de posturas mas «radicales», de aquellos que pregonaban la línea de construcción dentro de una «política de masas». Solidaridad con los luchadores salteños La mañana del lunes encontró en la plaza que está frente a la estación de trenes de Constitución a varias decenas de personas del MTD Alte. Brown y del MTD Teresa Rodríguez de Solano. Estos últimos insistían en que toda «la seguridad» debía ir encapuchada, ya que la policía estaba filmando y no podía permitirse regalarle compañeros al enemigo. Desde Alte. Brown se acompañó esta postura y así avanzó la columna: con piqueteros encapuchados y largos palos en sus manos, marchando sobre la Avenida 9 de Julio, en plena Capital. En el camino desde Constitución hasta la Casa de Salta, los MTD presentes confluye con el MTR, que venía marchando por la misma avenida, pero una cuadra mas atrás. Al llegar, como era de esperar, el lugar estaba vallado. Los partidos de izquierda como el Partido de los Trabajadores por el Socialismo (PTS), junto al Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CEPRODH) y el Polo Obrero (PO), recientemente constituido, estaban preparándose para retirarse cuando entró la columna piquetera. La bandera del PO, pidiendo por «sus» presos, era más grande que las de todos los presentes juntos. El aparato de seguridad del Partido Obrero estaba atento. Con sus gordos bastones en las manos, cerraban filas, garantizando el cordón de su columna. El camioncito con su parlante repitiendo, una y otra vez la misma canción, tampoco estuvo ausente. Cuando la numerosa columna del MTR y los MTD comenzaba a acomodarse, el resto de los presentes –los partidos de izquierda y sus expresiones sociales– comenzaron a retirarse. De un momento a otro, un grupo de militantes encapuchados y otros con pañuelos celestes al cuello, se acercaron sobre el vallado y comenzaron a zamarrearlo, mientras los uniformados intentaban contener lo incontenible. De repente, entre cánticos y emoción, entre enojos y furor, las vallas por fin cayeron. Fue ahí cuando la lluvia de piedras y bulones impactó sobre los vidrios de la Casa de
Salta. Alguien hizo estallar una bomba molotov contra la fachada del lugar, que enseguida ardió en llamas. Como brotado debajo de la tierra salió el Cuerpo de Infantería de la Policía Federal, con sus bastones, sus lanzagases, sus balas de goma; bien disciplinados, respondiendo a las ordenes de quien dirigía el operativo de represión. Mas de uno se rió, en medio del nerviosismo, del saltito que pegaban los infantes en su ceremonia de orden cerrado. Las columnas se replegaron. Algunos, como el MTR, plegando sus banderas. Otros, como el MTD Alte. Brown, corrieron desordenadamente, con bandera y todo. Estaban, también, los que habían concurrido sin bandera, como el MTD Teresa Rodríguez de Solano. Los partidos de izquierda ya se encontraban en la Plaza de Mayo cuando se escuchó sonar el primer disparo. El PO dispuso férreamente a sus militantes de la seguridad a cerrar la columna y empujar a bastonazos a todos aquellos que se disponían a enfrentar a piedrazos las balas de la represión. Al llegar a la Plaza, las puteadas se cruzaron de un lado y del otro de las columnas. Mientras tanto, algunos aprovecharon la ocasión para arrojarle nuevamente piedras a los uniformados que se encontraban tras los vallados de la Casa Rosada. La movilización culminó dividida: los partidos de izquierda terminaron la marcha en la Plaza. Los MTD y el MTR se movilizaron hasta las puertas de Canal 13, para realizar un escrache por el silencio cómplice de ese multimedio. Luego partieron a Plaza Constitución, para tomar los trenes rumbo a la zona sur del Gran Buenos Aires. A los dos días, el MTD Alte. Brown y el MTD Teresa Rodríguez de San Francisco Solano, salieron nuevamente juntos a exigir el retiro inmediato de las tropas de Gendarmería de Salta y la libertad de los detenidos durante la pueblada. Era miércoles 20 de junio y en medio del frío, estos movimientos marcharon sobre el Puente Pueyrredón. La columna de micros partió desde San Francisco Solano y estuvo encabezada por un camión repleto de neumáticos. Arriba de los cuales iban compañeros encapuchados, con palos cruzados sobre sus espaldas, atados con un hilo. La misma escena se repetía en las puertas abiertas de cada uno de los micros. Parecía la columna de alguna fuerza insurgente típicamente latinoamericana avanzando sobre la capital, próximos a la toma del poder. Pero no!, eran apenas algunos micros de la zona sur, colmado de desocupados de los barrios, que se dirigían a realizar un corte de ruta, aunque algunos piqueteros portaran sus palos como si fueran fusiles, sólo eran piqueteros. En el camino hacia Avellaneda, la columna se vio interrumpida por un piquete. Algunos empezaron a hacer chistes. Era un absurdo, pero era real. El MTD de Villa Corina y algunas comisiones de desocupados recientemente conformadas en Quilmes y Avellaneda (este sector es uno de los que protagonizó la jornada en Plaza de Mayo el Día del Trabajador del año 1996) estaban en el Triángulo de Bernal desde hacía ya varios días, realizando un corte de ruta por tiempo indeterminado. En pocos minutos, los piqueteros del MTD, ahora con el agregado de «Resistir y Vencer» en su nombre, abrieron los piquetes para darle paso a la columna de micros que avanzó sobre la Avenida Mitre. La llegada al Puente se retrasó un poco más de lo previsto debido al desperfecto técnico sufrido por uno de los micros que, al igual que los otros, venía cargado por demás.
Al llegar al Puente Pueyrredón, los neumáticos fueron bajados del camión y encendidos sobre el asfalto, cortando de manera total, las subidas y bajadas. Antes de encender las cubiertas, un grupo policial de «ninjas en moto» apuntó con sus armas largas sobre el cuerpo de una compañera piquetera, insinuando que el corte no se realizaría. La compañera arrojó nafta sobre las cubiertas y amenazó con hacerlo también sobre los uniformados. Tras unos segundos que en aquel entonces se tornaron interminables, los motociclistas se retiraron. Se esfumó así, la posibilidad de otra tragedia, en aquella ya trágica semana. - El corte esta garantizado!, gritó un piquetero. A lo que todos respondieron con un aplauso y acompañaron con un canto: PIQUETEROS CARAJO, PIQUETEROS CARAJO, que repitieron con fuerza, una y otra vez. Posicionamientos en torno al conflicto salteño Al día siguiente, continuando con la dinámica de movilización permanente que acompañó toda la semana, los piqueteros de la FTV-CCC se dignaron a expresarse sobre el conflicto salteño. A esa altura, a cinco días de la brutal represión, el departamento de General San Martín ya estaba en boca de todos los argentinos. El pueblo seguía cercado por la Gendarmería, pero el gobierno nacional comenzó a cambiar su actitud. Juan Pablo Cafiero viajó en persona al lugar del conflicto a entrevistarse con los piqueteros. Era la figura «progre» con la cual el Ejecutivo pretendía lavarse la cara. El recibimiento en Mosconi a Hebe de Bonafini, se hizo en medio de las persecuciones y amenazas. Es justo decir que el pueblo salteño no entregaba a sus referentes y se mostraba dispuesto a todo con tal de que no se efectivizara la orden de captura que pesaba sobre ellos. Fue por eso que Pepino, Piquete y el resto del núcleo duro de la UTD pudo establecer la carpa del aguante en la plaza principal del pueblo. Carpa que se transformó, de hecho, en una especie de «cuartel general piquetero». Allí estuvo Hebe, hablándoles a los presentes: Compañeros: hace varios días que estábamos muy tristes por lo que aquí pasaba, y nos debatíamos qué hacer, si una conferencia, una marcha, una reunión. A última hora decidimos venir, como hacemos siempre, a poner el cuerpo, para decirles asesinos a los asesinos, que los únicos terroristas son los que gobiernan, los que nos sacan el trabajo, la comida, la vivienda, los que nos matan. Que el pueblo reclama nada más que lo que le pertenece, que es dignidad en el trabajo. Que ustedes son valientes, y que estamos orgullosas de que el pueblo se haya mantenido como se mantuvo. Yo los veía frente a las balas y los gases cómo se mantenían. Estamos muy orgullosas de este pueblo, de esta gente que lucha y que pelea y que no se resigna. Compañeros: estamos aquí porque no están nuestros hijos. Si nuestros hijos, los 30.000 desaparecidos, estuvieran, otro sería este país. Los hijos de puta los hicieron desaparecer porque querían un país distinto, con trabajo para todos y con dignidad. Estamos aquí por eso, porque levantamos las mismas banderas que ellos, porque las Madres somos todas piqueteras y estamos de acuerdo con sus reclamos. Porque vamos a pedir internacionalmente cárcel para los asesinos que matan a nuestros jóvenes, que los encarcelan y los hacen desaparecer, para el Presidente, para el ministro del Interior, para el gobernador de esta provincia que se cree que es una estancia y se la quiere apoderar. ¡Ni un paso atrás, compañeros, la única lucha que se pierde es la que se abandona! Las Madres somos revolucionarias en lo que hacemos, en lo que decimos, y en este poner el cuerpo. La revolución la hicieron
ustedes acá, en Mosconi, mostrándole al país que no abandonaron ni un solo minuto a sus compañeros presos. Gracias compañeros, por demostrarnos que todavía hay llamas de dignidad en este país que parece que se cae a pedazos. Gracias por haberse mantenido firmes pese a todos los conflictos que tenían. Y estamos orgullosas porque sentimos en cada uno de ustedes a nuestros propios hijos, esos queridos y amados hijos que dieron su vida para que otros vivan, otros coman, otros sueñen. Era jueves 21 de junio y al caer la tarde, la Plaza de Mayo se vio colmada por 7.000 personas que se manifestaban en repudio por los acontecimientos de Salta. Eran integrantes de grupos piqueteros –centralmente la CCC-FTV– pero también de agrupaciones sindicales, grupos de estudiantes, de derechos humanos y partidos de izquierda. La movilización culminó con un acto en la Plaza, los únicos oradores fueron Juan Carlos Alderete, de la CCC; Luis D’Elía, de la FTV y Ariel Basteiro, de la Asociación de Personal Aeronáutico (APA), integrante de la CTA. Era la época en la que Aerolíneas Argentinas estaba en conflicto, despertando gran sensibilidad en la población. Entre los primeros hombres y mujeres que encabezaban la columna se podía ver a Víctor De Gennaro. El Perro Santillán estuvo ausente. La movilización comenzó a desconcentrarse cuando ya era de noche. Mientras las columnas se replegaban sobre la Avenida 9 de Julio, un grupo de unos 20 jóvenes, comenzó un ataque a pedradas contra el Banco Francés. No tenían banderas ni nada que los identificara. Todos llevaban el rostro cubierto. Mientras se disponían a continuar con las pedradas contra las vidrieras de la AFJP-Siembra, una bomba incendiaria prendió sobre el frente del local. Todos los teléfonos públicos pertenecientes a la empresa española Telefónica quedaron destrozados. Mientras se retiraban, cantaron enfurecidos: A los muertos de Salta los vamos a vengar, con la lucha, con la lucha popular. Al día siguiente, estos hechos fueron tapa de diario. El Popular, Crónica y Clarín lo graficaron con fotos. Este último, en un recuadro titulado Encapuchados de origen dudoso, destacó: Como brotados del piso aparecieron los encapuchados. No eran más de 20, moviéndose con una organización perfecta. Columna Uno, columna Dos, gritó uno de ellos, cuando estalló la última molotov. Y los 20 corrieron a reagruparse. Con esa movilización culminaba el mes de junio, pero no el plan de lucha por la libertad de los detenidos, el retiro de la Gendarmería y la satisfacción de las demandas planteadas por los desocupados de General Mosconi, provincia de Salta. Al menos, no estaba terminado para los grupos autónomos, sobre todo los de la zona Sur del Gran Buenos Aires. Así, el mes de julio continuó con intensas luchas por parte de estos grupos. La pueblada salteña había obligado a los distintos actores de la coyuntura nacional a tomar posición. Y en parte, el accionar de los grupos «hasta ese entonces desconocidos» obligó a las organizaciones mas estructuradas –como la FTV y la CCC– a tener posturas más allá de sus propios limites políticos y hasta ideológicos. Las caras visibles del entonces naciente Movimiento Piquetero –D’Elía y Alderete– observaron con cierta preocupación el desarrollo de los acontecimientos de aquel invierno. El 4 de julio, una numerosa movilización organizada por los grupos autónomos partió desde Constitución. El recorrido fue largo: se pasó nuevamente por la Casa de Salta,
por el Ministerio de Trabajo y del Interior, por la Casa Rosada y se finalizó en la Plaza de Mayo. El corte coordinado de los accesos a la Capital Federal y el surgimiento de la Coordinadora Sur Al proceso de coordinación de los MTD y las CTD, se le incorporaba el MTR, la recientemente conformada Coordinadora de Unidad Barrial (CUBa), vinculada al Partido Revolucionario de Liberación (PRL) de orientación guevarista y otros grupos barriales y de desocupados. El viernes 6 de julio, previo a un fin de semana largo, este espacio realiza el primer bloqueo a los accesos a la Capital Federal, desde la zona Sur del Gran Buenos Aires. El MTD Teresa Rodríguez de Solano junto al MTR, cortaron la autopista Buenos AiresLa Plata. El MTD Teresa Rodríguez de Florencio Varela, junto con el MTD de Almirante Brown, cortaron el Puente Pueyrredón. El MTD de Lanús, junto con la CTD de Lanús y Quilmes cortaron el Puente Alsina. Todos estos cortes se desarrollaron en forma coordinada, con acuerdos previos. El MIJP conducido por Raúl Castells –en ese entonces todavía parte de la CCC– cortó el Puente Vélez Sarsfield y el Puente La Noria, sumándose así a la jornada de lucha. La CTD de La Plata, no participó de ningún corte porque se quedaron a mitad de camino, pero adhirieron con toda confianza. La tensión estaba latente en aquella tarde de invierno. El clima de nerviosismo se profundizó cuando, al acercarse la noche, los puentes seguían cortados y sobre la autopista los Movimientos allí presentes retiraron a sus mujeres grandes y a quienes tenían niños, debido al despliegue que la policía provincial había desarrollado en el lugar, junto con Gendarmería Nacional. Después de lo de Salta, el gobierno no estaba como para enfrentar otro hecho nacional de envergadura, mucho menos en las puertas mismas de la Capital. Al desplegarse el operativo represivo, los movimientos piqueteros se dispusieron a prepararse para un enfrentamiento. Además, desde los barrios linderos a la autopista –sobre todo desde los famosos y temidos monoblocks de Dock Sud– se escuchaban tiros de armas de fuego, que los vecinos disparaban al aire, en clara advertencia de que serían dirigidos a las fuerzas de seguridad. Finalmente el gobierno cedió, y otorgó una entrevista con altos funcionarios del Ejecutivo Nacional, para conversar exclusivamente el problema de la represión en Salta. Al llegar la noche los cortes se levantaron simultáneamente, no sin que antes un grupo de piqueteros se internara en «el Doke», a «recuperar» la cámara filmadora que un grupo de adolescentes del barrio le había robado a un compañero en el corte. Aquella recuperación, aunque simbólica, reflejaba el respeto con el que los piqueteros contaban en las barriadas marginales. Surgía así, en plena lucha de calles, la Coordinadora Sur. El corte de accesos a la Capital Federal fue un hecho importante. Por un lado, por la capacidad de coordinación de los grupos autónomos, hasta ese entonces fuertemente dispersos por el otro, por la capacidad operativa que implicó realizar acciones el mismo día, a la misma hora y en distintos lugares. Además debemos tener en cuenta que las acción no se concebía desde una única organización y que el conjunto de grupos participantes contaba entonces con una infraestructura muy débil. Lo intere-
sante de esta acción fue su carácter de masas y su sostenimiento en el tiempo. No fueron acciones relámpago realizadas por comandos integrados por muy poca gente de algunas organizaciones clandestinas. Fueron movilizaciones masivas de Movimientos de Desocupados que durante casi todo un día «sitiaron» la Capital Federal, amenazando además -aunque los propios organizadores sabían que no era posiblecon pasar la noche en los puentes, si desde el Gobierno Nacional no había una respuesta a los reclamos. -¿Qué quieren estos tipos! Planes, alimentos, qué carajo quieren? se supo que dijo un alto funcionario de La Rosada. -No!, exigen todas reivindicaciones políticas y no para ellos, sino para sus pares salteños, comentó tímidamente un funcionario menor, dentro de la escala jerárquica de la institucionalidad dominante. Lógicamente que todos sabían que aquella masividad alcanzada por los Movimientos de Desocupados encontraba su razón de ser en el manejo directo de los planes de empleo por parte de las organizaciones sociales. -¿Quién carajo fue el pelotudo que le dio el manejo de la ayuda social a estos tipos?!, exclamó enfurecido el alto funcionario, poniendo el grito en el cielo. Obviamente, había sido el director nacional del Área de Empleo del Ministerio de Trabajo de La Nación –Guido Lorencino-, un supuesto «progresista», que había sido abogado del Movimiento de Ocupantes e Inquilinos (MOI). El «Petiso», como le decían los desocupados, jugaba a ser la pata «progre» de un Gobierno en decadencia, que ya se había mostrado incapaz de contener las aspiraciones de los sectores medios, sobre todos los de la Capital. Es decir, de su propia base social. Después de los cortes de accesos, el diario La Nación publicó una nota de análisis en donde se decía que los piquetes eran un verdadero peligro, ya que portaban en germen, la posibilidad del resurgimiento de los grupos extremistas en el país, y porque su lógica organizativa, desarrollaba de hecho una cadena de mando que, de profundizarse, desembocaría en un tipo diferente de estructuración de movimientos que partían de necesidades reales de los más pobres. Pero no sólo el gobierno y los voceros de la derecha sacaban conclusiones de aquella jornada. Las hasta entonces caras visibles del naciente movimiento piquetero D’Elía y Alderete- vieron con preocupación el protagonismo adquirido por estos grupos que no se encuadraban en las estructuras y líneas políticas que estos personajes conducían. Fue en los días posteriores a estos hechos cuando la CCC-FTV convocó públicamente a un Encuentro Nacional de agrupamientos de desocupados, en donde estén representados todos los sectores, dijeron entonces. A la vez que convocaban públicamente por los medios de comunicación, por abajo, mandaban mensajes a través de conocidos en común, para convencer a estos grupos de la importancia de su participación en el encuentro. Mientras tanto, los grupos autónomos se sorprendían del lugar en el que, casi sin querer, habían quedado posicionados. Las jornadas del bloqueo habían dado origen a una nueva herramienta de confluencia de los sectores de desocupados: la Coordinadora Sur. Y desde ésta se convocó a un Plenario de Organizaciones en Lucha, que se desarrolló el día 14 de julio en la localidad de Avellaneda, provincia de Buenos Aires. De aquel encuentro en
la Escuela de Música, participaron las siguientes organizaciones: Unión de Trabajadores Desocupados de General Mosconi, Salta, (UTD), MTD 17 de Julio (Chaco), Plenario Obrero y Popular (POP), Movimiento Independiente de Jubilados y Pensionados en la Corriente Clasista y Combativa, Zona Sur del Gran Buenos Aires (MIJPCCC), MTD Teresa Rodríguez (Florencio Varela), MTD (Alte. Brown), MTD Teresa Rodríguez (Solano), MTD (Lanús), CTD (La Plata, Lanús y Quilmes), MTR (Mar del Plata y Florencio Varela), UTD (Berisso y Ensenada), Coordinadora de Unidad Barrial (CUBa), CUBA (Matanza), HIJOS, Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CEPRODH), Centro de Estudiantes de la Escuela de Música Popular de Avellaneda, (CEEMPA), Lista Marrón de Astilleros Río Santiago y otros. El encuentro sirvió para que las organizaciones acordaran un Plan de Lucha Nacional, con un programa mínimo que lo sustentaba. El programa planteaba cinco puntos: 1. Libertad a todos los presos políticos del país encarcelados por luchar por trabajo y dignidad. Desprocesamiento de todos los perseguidos por razones políticas. Levantamiento de los pedidos de captura de los compañeros piqueteros y retiro inmediato de la Gendarmería de General. Mosconi. 2. No al nuevo ajuste contra el pueblo por parte del gobierno de Cavallo y De la Rúa. Que no toquen ni un solo plan trabajar. Ningún despido o rebaja de sueldo o jubilación. Defensa de los Convenios Colectivos de Trabajo. Defensa de la Educación y la Salud Pública. No al recorte ni a la privatización de PAMI. 3. Por trabajo genuino para todos. En la emergencia, ninguna familia puede dejar de comer. Extensión de los cupos y aumento de los planes de empleo a un valor de $ 350 mensuales, con cobertura social para todos los desocupados del país. Por tarifas sociales y condonación de deudas en impuestos, servicios y transportes para todos los desocupados. 4. No al pago de la Deuda Externa. Por la reestatización de todas la empresas privatizadas que los gobernantes regalaron en la última década. 5. Por la coordinación en la lucha de todos los trabajadores ocupados y desocupados, hasta lograr un Cambio Social. El corte de la Rotonda de Alpargatas El martes 17 de julio, los MTD y las CTD confluían en el intento de corte de la Rotonda de Alpargatas, uno de los principales accesos a la ciudad de La Plata. Los agrupamientos piqueteros se concentraron en la estación Bosques del Ferrocarril Roca. Llovía a cántaros. No había techo para albergar a tanta gente. Pero la firmeza de aquella masa anónima pudo más que la adversidad del clima y luego de que cediera la lluvia, la movilización avanzó marchando por la ruta. Durante kilómetros, el entusiasmo se hizo visible en los cuerpos de los protagonistas. En el transcurso de toda la marcha los compañeros y las compañeras del periodismo militante se adelantaban a la movilización para fotografiar la columna desde las escaleras de los puentes para peatones que cruzan la ruta. Faltando unos 200 metros para llegar a la rotonda, los integrantes de los grupos de seguridad de cada movimiento dejaron sus lugares -atrás y a los costados de la
columna- y pasaron adelante. Todos tenían el rostro cubierto y palos en sus manos, que levantaban y agitaban una y otra vez bajo el lema que ya se había transformado, prácticamente, en un grito de guerra: PIQUETEROS CARAJO, PIQUETEROS CARAJO! El grupo de piqueteros avanzaba, manteniendo unos 100 metros de distancia de la masiva columna. La mayoría de los llegados en tren se habían encolumnado en la estación y los que venían en micros, pudieron hacerlo recién sobre la ruta, una vez sorteados los controles policiales que se empecinaban en imposibilitar su llegada. Una vez en el lugar, un cordón de Infantería se apostó sobre el asfalto: estaban con sus escudos, sus cascos, listos para impedir el corte, haciendo pensar en que los rumores de represión ante el intento de bloqueos sobre los accesos podían ser ciertos. -Piqueteros carajo, piqueteros carajo!, gritaban los muchachos y las chicas que agitaban sus palos, cada vez con más fuerza, como una forma, quizá, de conjurar el nerviosismo ante el peligro inminente que acechaba. Muchos jóvenes salían desde atrás de las banderas de sus distritos y corrían hacia adelante. Algunos lo hacían para ver que pasaba. Otros, dispuestos a combatir a «la yuta». Al llegar al lugar estaban, expectantes, algunas cámaras de televisión. -A ver, A ver, quién dirige la batuta, el pueblo en lucha o el gobierno hijo de puta, yuta puta! , resonaba, con fuerza, desde la columna. Finalmente llegó el momento. La columna con su ejército piquetero al frente estuvo cara a cara con el cordón policial, que se puso en fila, ¡pero de costado!, observando como la gigantesca marcha pasaba delante de ellos. Como una forma de demostrar fuerzas, a pesar del cansancio, la columna dio toda la vuelta a la rotonda, antes de llevar adelante el típico acampe que suele realizarse en cada corte. Puede resultar incomprensible, pero aun en los momentos de mayor riesgo, las doñas de los movimientos abren sus bolsas, sacan sus termos y se sientan a tomar mate y conversar, como si nada pasara alrededor, como si el peligro se evaporara ante su actitud despreocupada. Ésa era su manera de enfrentar, valientemente, la cruda realidad a la que se exponían. El corte duró solo unas horas durante las cuales los militantes con mas experiencia no dejaron un segundo de mirar para todos lados, de reunirse, de hablar, de prefigurar situaciones posibles e imposibles. Aquellos que siempre solían transmitir seguridad, tranquilidad, confianza al resto de sus compañeros, no pudieron tranquilizarse tan solo un instante. -¿Che Jorge, cómo carajo puede ser que hagamos lo que se nos canta las pelotas y no nos hagan nada? dijo un joven militante a otro que ya llevaba décadas transitando los caminos de la lucha popular. -Sí, ¡esto es una joda!. ¿Hasta cuando puede durar esto sin que pase nada? añadió otro compañero, con más edad que el primero, pero no tanta como el veterano de la década del 60. -Y, mirá, te dejan, te dejan, pero cuando se la cobran suelen dar con todo. No van a perdonar, se van a cobrar todas juntas sentenció Jorge con tono apesadumbrado, y el resto de los compañeros lo miró con aire preocupado, ya que El viejo no solía ser proclive a la ironía.
Durante el tiempo que duró el corte se sucedieron situaciones que podrían haber culminado en enfrentamientos. El lugar era inmenso y entre piquete y piquete la distancia se hacia abismal. -Tendríamos que traer bicicletas, dijo alguno por ahí, un poco en broma, un poco en serio. El problema era que, entre el epicentro del lugar (en donde se reunía la coordinación del corte, compuesta por uno o dos delegados de cada agrupamiento) y cada uno de los piquetes, la distancia era realmente muy grande. Entonces, desde que se ubicaba a los referentes de las organizaciones, se hacía la reunión y se tomaba una decisión, pasaba un tiempo largo. Luego, esas decisiones debían llegar a cada piquete. Eso, obviamente, no sucedía de manera simultánea, lo que generaba conflictos. Además, en el transcurso de la reunión de coordinación, en cada piquete cada grupo hacía lo que le parecía más conveniente. Así se pasó por tres o cuatro situaciones en las que casi se desata la represión. Realmente podría haber pasado lo peor. Tal era la tensión que cada tanto alguno corría hacia arriba de la autopista alertando sobre una supuesta represión y se desataban las corridas por todo el lugar. -¡A juntar los bolsos, guarden los termos, a encolumnarse detrás de la bandera!, se escuchaba gritar con desesperación a más de un militante preocupado. Y resultaba que no, que sólo había sido una preocupación, o algún impaciente que quería pasar con el coche, luego de que el control policial lo hubiera dejado seguir y el sujeto se encontrase entonces con el piquete que le impedía el paso. -¡Mi nena. Mi nene!, gritaban algunas doñas, en alusión a sus hijos jóvenes o adolescentes algunos, que se encontraban garantizando el corte, alimentando el fuego de las barricadas, bajando carteles publicitarios para reforzar el piquete. Finalmente un comisario de la zona, que conocía a algunos de los referentes de otros cortes anteriores, se acercó y les dijo: -Junten a los muchachos que tenemos que hablar. Al reunirse la delegación representativa de todos los agrupamientos presentes el comisario expresó: -O liberan la ruta en 30 minutos o reprimo. Lo dijo sudando a pesar del frío, casi temblando. Los compañeros que lo conocían por ser de la zona y por haber pasado por situaciones similares en ocasiones anteriores, opinaron que la mano venía en serio, que no era un apriete como sucedía otras veces. El tipo, opinaban los oriundos del lugar, era bastante dialoguista y por lo general, prefería evitar el conflicto. - Se lo vio nervioso, che. -Ésta no va en joda, remató finalmente un compañero. Y la delegación resolvió hacer asambleas por movimiento, sugiriendo que lo mejor era retirarse, ya que se había cumplido el objetivo: cortar a pesar de las amenazas públicas del gobierno y denunciar los hechos de Salta en los medios de comunicación. Después de las asambleas se comenzó a organizar la retirada.
Los muchachos y las chicas de los piquetes estaban enfurecidos. La cana los había provocado y ellos estaban dispuestos a pelear. Fue un momento realmente difícil. En medio de la partida, con la noche que se avecinaba, algunos referentes tuvieron que subir a la autopista a bajar a los piqueteros que, retobados, se negaban a llevar adelante la resolución tomada en las asambleas. No querían irse. No al menos hasta que le demostraran a la cana que los pobres tienen dignidad y que por eso pelean. Pero los piqueteros no estaban solos y, si bien aguantaban toda la jornada en la barricada, su rol era el de cuidar a la gente que se manifestaba y no generar situaciones que pusieran en peligro a las familias. -Si no les pasa nada es por que nosotros estamos acá, dijo caliente un piquetero. -Si a vos no te cagó a patadas la cana apenas cortaste la autopista es porque allá abajo esta lleno de gente, replicó cortante un referente. -El movimiento somos todos y la fuerza la tenemos porque estamos todos juntos. Ustedes acá arriba y los demás abajo, pero todos, remató el referente dando por cerrada la discusión. La jornada culminó en paz, por suerte, para los piqueteros. El lugar estaba cercado y el operativo montado tenía una capacidad logística y numérica como para reprimir durante una semana seguida. Seis días mas tarde, el lunes 23, la Coordinadora Sur publicaba una convocatoria, A las organizaciones y sectores en lucha del país. Se titulaba: Nacionalizar, profundizar y multiplicar la resistencia a las políticas neoliberales que hambrean al país. En un texto de cinco puntos sostenían, entre otras cosas: La unidad y coordinación de las luchas es lo que permitirá una resistencia creciente y efectiva ante el avance de las políticas neoliberales que explotan a los trabajadores y marginan y hambrean al pueblo. La convocatoria sentaba posición con respecto a las elecciones que se avecinaban: El poder económico vota todos los días por medio de los mercados y sus hombres en el gobierno, nada de importancia se define para el pueblo en octubre. Y también se expresaban criterios y principios de construcción política: Se vienen luchas difíciles, necesitamos organizaciones sólidas: fuerte organización de base, formación en todos los niveles, prácticas democráticas de funcionamiento, decía el documento. La autonomía de las organizaciones populares: los únicos intereses que defendemos son los de los trabajadores y del pueblo y el cambio social como aspiración última de nuestra lucha, eran los dos últimos títulos del texto que, claramente, planteaban una determinada forma de encarar la construcción de un proyecto político de transformación.
5 ENCUENTROS NACIONALES Y EL NACIMIENTO DE «LA VERÓN» Primer encuentro, primera jornada Al día siguiente del lanzamiento de la convocatoria nacional a «multiplicar y profundizar la resistencia contra el modelo neoliberal», firmada por la Coordinadora Sur, se realizó la primera Asamblea Nacional Piquetera. Fue el martes 24 de julio, en un galpón de la parroquia del Sagrado Corazón, en San Justo, partido de La Matanza. No te des por vencido ni aun vencido, dijo Luis D’Elía, parafraseando a Almafuerte y abriendo así el acto, que contó con unos 2.000 delegados de organizaciones de desocupados de todo el país. Entre algunas de estas se pudo ver al Movimiento Territorial de Liberación, el MTL -hasta el momento vinculado con Partido Comunista, a través del Movimiento Político Sindical Liberación (MPSL)- que realizó allí su primera aparición pública, luego de romper con la CTA. También participaron del encuentro jubilados, docentes bonaerenses y de la Universidad de Buenos Aires, productores agrarios y vecinos autoconvocados. Además del concejal frepasista, hablaron piqueteros de Salta y Neuquén y desocupados de Posadas. Para finalizar , hicieron uso de la palabra algunos legisladores porteños, como Jorge Altamira, Vilma Ripoll y Patricio Echegaray. Distinta fue la suerte que corrieron aquellos que componían la comitiva integrada por diputados nacionales entre quienes se encontraba Mario Cafiero, del PJ, que se acercaron a la asamblea para dejar sus saludos desde el palco y no pudieron hacerlo, debido a los silbidos, y al clima de rechazo a los políticos que predominaba. Tanto es así, que algunos se fueron sin ser vistos por la multitud, trepándose por la parte de atrás. Aunque la peor parte la llevó Hugo Moyano, silbado y abucheado de manera unánime por los presentes. No nos equivoquemos, nosotros fuimos los que hicimos seis paros nacionales contra este modelo económico. Esta CGT esta del lado de los piqueteros, expresó en su discurso el sindicalista del gremio de camioneros, que solo fue defendido por Víctor De Gennaro, de la CTA. Yo apoyo a los piquetes, pero acá hubo gente de esos que rompen cabinas telefónicas y vidrieras en nuestros paros.... Era una frase publicada el miércoles 25 de julio, en el diario La Nación, tomada de una declaración que Moyano, dijo a ese diario cuando salía del Encuentro, custodiado por una docena de camioneros. El mismo día, el diario Página/12 graficaba con fotos la presencia en el Encuentro de Juan Nievas, piquetero de General Mosconi. También mostraba a Miguel Segundo Rodríguez, el padre de Teresa Rodríguez, quien tuvo la palabra en la asamblea y se dirigió a los presentes diciendo: ver que tantos movimientos de desocupados llevan el nombre de mi hija me alegra... La asamblea aprobó, junto con el plan de lucha que empezaría ese mismo mes, un paquete de medidas para asegurar el éxito de los cortes. Una de ellas era crear coordinadoras en las principales ciudades del país. Otra, la conformación de un cuerpo de abogados, que tendría la misión de atender los eventuales embates legales del gobierno, tras el anuncio de la realización de los cortes simultáneos. Pero el gobierno nacional no asumió de entrada que la batalla estaba perdida, y se dispuso a contraatacar la iniciativa piquetera. Al día siguiente de realizado el Encuentro, los medios de comunicación comenzaron a difundir las posiciones del Ejecutivo, que durante toda la semana se expresaron combinados, por un lado, el intento de
convencer que en vez de piquetes se realizaran actos y movilizaciones, negociando a través de la Ministro de Trabajo, Patricia Bullrich; y por el otro, la amenaza difundida a diestra y siniestra de que se utilizaría la fuerza publica para garantizar el cumplimiento de la ley. El más duro en sus posiciones durante esos días fue Juan Pablo Baylac, entonces vocero presidencial. Fue él quien habló de sedición, ideología vetusta, unirse para generar situaciones de anarquía y para violentar. Finalmente, en una nota gráfica, expresó que: El Estado tiene el poder de la ley y deberá ejercerlo. El gobierno estaba preocupado ante la protesta piquetera que se avecinaba. El clima social está caldeado, el recorte afectó a muchos empleados públicos, subieron las tarifas, creció el desempleo. Además, no hay que olvidarse de que la poda incluyó a las fuerzas de seguridad. El panorama es muy complicado, resumió en esos días ante un diario, preocupado, un alto funcionario de La Rosada. Sin embargo, la actitud del Gobierno «progresista» seguía siendo la de combatir el legítimo conflicto social. El Poder Ejecutivo, a través de su secretario de Seguridad Enrique Mathov, hizo presentación ante el juez federal Jorge Ballestero para poner en su conocimiento una larga lista de cortes de ruta, solicitándole, de paso, que se la autorizara a emplear las fuerzas de seguridad nacionales para despejar los piquetes. En el texto de denuncia, Mathov señala: estas agrupaciones (por los piqueteros) traen aparejadas la comisión de diversas acciones delictivas. Y las enumeraba: alteración del orden publico; intimidación y violación de derechos, como el impedimento a la libre circulación de bienes y personas; apología del delito; utilización de armas de fuego contra las personas; amenazas de muerte: atentados al orden institucional y a la vida democrática. La cuestión de los derechos comenzó a ser un tema de debate y generó la polémica legal entre los juristas. Debemos asumir que no era un tema menor, ya que impedir el normal funcionamiento del transporte público, si era premeditado, como en el caso de los piquetes podía ser penado con tres meses a dos años de prisión. Hasta el día anterior a la jornada continuaron las declaraciones del gobierno. El 30 de julio, el diario La Nación publicaba una nota titulada El Gobierno teme a la violencia. En ella, un alto funcionario de la Rosada, mencionaba la situación de cortes de ruta como una situación que tiene puntos en común con la violencia de la década del 70 y agregaba: Es violencia organizada. Tiene planificación, estrategia, logística y financiamiento. En la misma nota, el diario oligárquico remataba: Estrechos colaboradores del Presidente consideran seriamente la posibilidad de que algunas de las protestas estén siendo alimentadas por grupos guerrilleros llegados desde Bolivia. Con esa hipótesis explican la acción de francotiradores en Salta. Al otro día, el martes 31 de julio, se desarrollo la Primer Jornada Nacional de Lucha de los piqueteros, de la cual participaron, también, muchos otros sectores sociales. Hasta entonces, las luchas de los piqueteros se habían desarrollado en los marcos de la fragmentación que caracterizó, desde sus orígenes, al sector. Además nunca había ocurrido una confluencia masiva y simultánea con otros sectores, como por ejemplo los estudiantes universitarios. Para ellos fue un buen marco nacional que aprovecharon para la agitación y a la vez para vincularse con «los de abajo», con aquellos que venían dando una pelea sin tregua. En cuanto a los sindicatos, sobre todo los
gremios vinculados a la CTA (la Asociación de Trabajadores del Estado – ATE – convocó a un paro nacional y a adherir a los piquetes en aquella jornada), era de esperar que salieran a la calle, ya que ayudaban de esa manera a inclinar la balanza para el lado de la FTV y a consolidarla en el contexto del movimiento piquetero. En todos los lugares donde hubo condiciones, se desarrollaron medidas multisectoriales, en concordancia con los planteos de la Asamblea Nacional. En donde no hubo una voluntad común fue en los planteos expresados en los medios masivos de comunicación. El entonces concejal D’Elía (FTV) y Alderete (CCC), aclararon ante los periodistas que ellos no tendrían rostros cubiertos y que en todos sus cortes habría un paso alternativo. La idea es dejar en todos los casos abierto un camino alternativo al transito, para que la gente pueda ir a trabajar, señaló Alderete ante el diario Pagina/12, agregando en la misma nota que es el mejor resguardo contra la acción de provocadores. Queremos que funcione como garantía de que todo será pacifico y previsible. Debemos reconocer, de todas maneras, que no en todos los lugares fue exactamente igual. En Alte. Brown, por ejemplo, el MTD del distrito cortó nuevamente la ruta 4 Avenida Monteverde- a la altura de la entrada del barrio Don Orione. Como siempre, a los pocos minutos de que los piqueteros festejaran el corte con aplausos, aparecieron los patrulleros de la Comisaría de la zona. Como siempre, los uniformados bajaron de sus autos, soberbios y se dirigieron prepotentes hacia la delegación de desocupados elegidos como voceros de la medida de lucha. Pero en aquella ocasión había elementos distintos. A la clásica delegación piquetera se sumaron otras organizaciones presentes en el piquete: estatales de ATE-Sur; docentes de la agrupación gremial «La Verde» del distrito; médicos pertenecientes a los hospitales de la zona, agremiados en la CICOP, una murga del barrio. Además, se había organizado una obra de teatro sobre la ruta que representaba la unidad del pueblo en la lucha. Los milicos no entendían nada. El corte no era un hecho aislado, sino que estaba vinculado a una protesta de carácter nacional. Las órdenes no llegaban del todo claras, por lo tanto los patrulleros se alejaron para cortar ellos mismos el tránsito. El movimiento del distrito sacó una nueva e importante conclusión de aquella experiencia: al menos en la zona, la articulación con otros sectores sociales y políticos se tornaba de vital importancia. En Florencio Varela, en cambio, la jornada fue un calvario durante todo el día. El distrito (o mas bien toda la zona que históricamente se agrupó como Quilmes-BerazateguiFlorencio Varela) era fuerte en organización y extremadamente diversa en representación política. Así, el Cruce de Varela vio confluir a distintos grupos con mucha fuerza en la zona: los desocupados de la CCC, los docentes del SUTEBA y otros trabajadores estatales de Quilmes y Berazategui; el MTD Teresa Rodríguez de Varela; el MTD Teresa Rodríguez de Solano; el grupo de base Solano Vive; el MTR y otros. Aquel día, mientras 145 rutas eran cortadas en forma simultánea en todo el país, el MTR se lanzó, solo, a tomar el Banco Provincia de Florencio Varela. Exigían el pago adeudado de planes de empleo que recibían beneficiarios organizados en ese movimiento. Durante horas, jóvenes con el rostro cubierto por sus pañuelos celestes y palos en sus manos se apostaron en la puerta de la sucursal bancaria, impidiendo la entrada y salida de gente del lugar. Adentro, además de los empleados, se encontra-
ban cinco policías de La Bonaerense, que se quedaron en «el molde». Afuera- sobre la calle, atrás del Banco- se encontraba el cuerpo de Infantería . A partir de esa acción del MTR el piquete de Varela, que se encontraba a una cuadra y media del banco, se dividió. Los MTD Teresa Rodríguez de Solano y Varela insultaban, en voz baja, mientras discutían qué hacer en los marcos de una acción con la que no se estaba de acuerdo, pero en la cual corrían serios riesgos los integrantes de un agrupamiento hermano. Mientras estos movimientos integrantes de la Coordinadora Sur se preguntaban por qué el MTR no había anunciado, al menos a las caras visibles y de más confianza de cada movimiento, que tenían planificada una acción de ese tipo que comprometía a todos, el resto de los grupos levantó el piquete, transladaándolo a metros del lugar, pero mas lejos del banco. Los «Teresos», como ya les empezaban a decir, quedaron solos, aislados, expuestos a la represión. Las radios, mientras tanto, sacaban al aire a Luis D’Elía, quien declaraba que «los que se cubren el rostro y bloquean accesos son funcionales a los servicios de inteligencia». Lo dijo por radio, en caliente. Lo repitió por televisión, en frío. - No quedaba mucho más por hacer, más que bancar a pesar de las diferencias, se dijeron los grupos autónomos. - Los Teresos están regalados y nosotros también nos tapamos la cara y cortamos accesos, concluyeron. Y decidieron mantener el piquete en el mismo sitio, a una cuadra y media del banco, como una forma de garantizarles una retaguardia a los cumpas del «Teresa», en caso de que se desatara la represión. D’Elía dijo que yo era miembro de los servicios de inteligencia y que por eso mi intención era ocupar el banco y que acá se organizara una represión. No venimos a romper ningún acuerdo, hemos venido a decirle basta a la aplicación concreta y precisa del ajuste, pero no somos tontos, necesitamos de la mas amplia alianza. Esto dijo Roberto Martino, megáfono en mano, ante una asamblea de su movimiento en las puertas del banco, cuando alrededor de las 16 horas se dispusieron a abandonar «la toma» y sumarse al corte de la rotonda de Florencio Varela. La jornada culminó sin hechos de represión. La medida de lucha nacional había sido un éxito. Solidaria con los presos, aparece «La Verón» Eran las 7.15 del 4 de agosto. En la ciudad de La Plata, la luz del día se esforzaba por despuntar cuando el entonces Ministro de Trabajo de la provincia de Buenos Aires Aníbal Fernández, bajó de su automóvil y entró en el edificio ministerial. De repente, como brotados de la tierra, los integrantes del MTR aparecieron sobre la calle 7, donde se encontraba el edificio. En pocos minutos, mientras los muchachos mas jóvenes bloqueaban las esquinas, cientos de manifestantes tomaban el edificio. Sin prisa pero sin pausa, las madres con sus niños comenzaron a desenrollar sus frazadas sobre el piso, en un claro gesto de que pensaban acampar. Exigían que se reintegrara al sistema a los 200 beneficiarios de los Planes Trabajar que habían visto interrumpido el cobro del subsidio y 180 cupos nuevos para quiénes no recibían ningún tipo de subsidio y estaban allí presentes. Mientras tanto, unos 200 uniformados pertenecientes al cuerpo de Infantería, Caballería, grupos especiales y los bomberos, se desplegaron en el lugar. Estaban con sus
carros de asalto y unos 300 patrulleros, que cercaron la manzana prohibiendo la circulación de automóviles en las dos cuadras a la redonda. A excepción, claro, de los coches sin identificación que paseaban con civiles armados en su interior. Para ese entonces, el gobernador Ruckauf ya se había comunicado telefónicamente con Fernández para sugerirle que saliera del edificio, a lo que el viejo político quilmeño se negó, argumentando que no podía dejar el Ministerio en manos de encapuchados. La tensión se mantuvo durante toda la mañana, hasta que, llegado el mediodía, los piqueteros lograron un acuerdo con las autoridades provinciales. Así lo explicitó Roberto Martino, dirigente del MTR, cuando se retiraban del lugar, alrededor de las 13 horas. «Hemos encontrado una amplia receptividad en el ministro, que va a evaluar la situación entendiendo la problemática social existente para luego dar una respuesta», dijo El Negro. Evidentemente habían quedado enredados en una emboscada, ya que cuando comenzaron a marchar, emprendiendo la retirada, la policía quebró a la columna en dos, reprimiendo con balas de goma y apaleando a los manifestantes. Martino fue uno de los primeros detenidos, cuando un grupo de civiles se abalanzó sobre él, apenas desatada la represión. Otras 64 personas también fueron apresados. De los 64, 39 eran hombres, 20 mujeres y 6 menores. Al desatarse la represión, algunos piqueteros intentaron resistir. Otros pudieron escapar y se refugiaron en la Facultad de periodismo, ubicada a unas cinco cuadras del Ministerio. Desde la universidad pudieron denunciar la brutal represión y evitar su detención. Por la noche, más de 500 personas pertenecientes a organismos de derechos humanos y agrupaciones estudiantiles de la zona se movilizaron frente a la Comisaría Segunda, exigiendo la libertad de los piqueteros allí detenidos. A los dos días de desatada la represión en La Plata, el diario La Nación publicaba una nota titulada: Hay más cortes de ruta y son más violentos. Allí se destacaban algunos datos estadísticos de la protesta social en Argentina, en base a un estudio realizado por el Centro de Estudios Nueva Mayoría. La nota decía, por ejemplo, que hasta el último día de julio de 2001 se habían registrado 638 piquetes en lo que iba del año y los comparaba con los 514 cortes de ruta realizados a nivel nacional durante el transcurso de todo el año anterior. El artículo continuaba diciendo: El análisis muestra una tendencia de alza para este tipo de protestas, que solo mostró signos de retroceso con relación al año 1998, en el cual solo hubo 51 piquetes en todo el país, menos de la mitad de los 140 contabilizados en 1997. El diario también mencionaba que en el año 2000, hasta el mes de noviembre, se habían registrado 91 cortes de ruta cada 30 días. Y agregaba: En cuanto a la cantidad de conflictos por distrito, Buenos Aires marcha al frente de las estadísticas con 442 piquetes en los últimos 4 años, el 28% del total, decía la nota que culminaba afirmando: Finalmente, el informe también destaca que el de los piquetes parecería evolucionar hacia un movimiento como el Zapatista, de México, o el de los Sin Tierra, de Brasil.
Casualmente, aquel artículo se había publicado dos días antes del desarrollo de la Segunda Jornada Nacional de Lucha Piquetera, aprobada en la Primera Asamblea Nacional. Ésta, a diferencia de la realizada la semana anterior, sería por 48 horas. El lunes 6 de agosto -un día antes de la jornada de protesta- el presidente De la Rúa expresó a través de una entrevista realizada por el noticiero del canal Telefe que no iba a permitir que se cortaran las rutas, y que pondría todos los medios del Estado para asegurar la libre circulación. Sin embargo, para los agrupamientos que venían confluyendo en la Coordinadora Sur, lo importante de aquel martes 7 de agosto no era permanecer en las rutas de cada distrito por toda la noche, sino plantar una posición con respecto a los sucesos ocurridos durante la semana. Por más que no compartieran las mismas lógicas de construcción que el MTR, ni sus análisis acerca de que lo que hacía falta eran grupos que marcaran caminos desde la apuesta por redoblar los niveles de confrontación alcanzados hasta entonces, los MTD y las CTD, decidieron cambiar las consignas para aquel día y romper con los planteos de D’Elía y Alderete. Desconociendo las directivas de cortes de ruta por 48 horas en todo el país, y solidaria con los presos del MTR, aparece por primera vez, en una movilización realizada aquel día a La Plata una bandera que venía a sintetizar meses -y hasta años- de procesos de coordinación: CTD ANÍBAL VERÓN. Para aquel entonces, los MTD que se seguían denominando «Teresa Rodríguez» dejaron de hacerlo. Por eso, su apuesta a la coordinación en «La Verón» implicaba dejar un poco atrás su historia. Para muchos implicaba regalarle el nombre a sus antiguos compañeros, pero la realidad era que el nombre de Teresa Rodríguez, ya estaba referenciado en el movimiento dirigido por Martino y no por los MTD autónomos. En aquella marcha a La Plata estuvieron presentes la CTD de esa localidad, Lanús y Quilmes, el MTD de Florencio Varela, el MTD de Solano y el MTD de Lanús. El MTD de Almirante Brown fue el único que integraba la coordinación y no participó de la movilización. En el distrito, la primera jornada territorial había salido bien y muchos otros sectores se arrimaron al corte, aun sectores de la CTA que no concordaban con los planteos de D‘Elía ni con los de la dirección de la Central. A partir de esa relación, aquel mismo día de la primera jornada se había resuelto que la segunda ya no sería organizada sólo por el MTD, sino por todos los grupos del distrito. Así estaba acordado y así se hizo. En una asamblea realizada sobre la ruta 4 -Avenida Monteverde- en Claypole, se anunció que La Verón estaba marchando por primera vez aquel día en La Plata y que el MTD de Almirante Brown adhería a la coordinación desde ese corte territorial. También se aprovechó la asamblea para solidarizarse con los presos del Teresa Rodríguez y dejar en claro que la coordinación con la CTA se daba con los laburantes de la zona, pero que se repudiaba la posición tomada por sus dirigentes. Aquella movilización a La Plata cerraba un ciclo y abría otro. Por un lado, quedaba a las claras que no era posible gestar un espacio común de todos los grupos piqueteros, lo que condenaba a las distintas expresiones a mantener la dispersión que había caracterizado todo el proceso hasta entonces. Por otro lado, contradictoriamente,
surgía una herramienta que unía en la diversidad. Es decir, la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón no se constituía como una herramienta común, clásica, con un programa, principios y una estructura organizativa, sino que se planteaba como un espacio coordinador, pero con una identidad social compartida y algunos acuerdos políticos. Entre los acuerdos se encontraba, principalmente, el respeto por la autonomía de cada movimiento integrante de la coordinación, el rechazo rotundo a la participación en los procesos electorales, la valoración de la lucha, de la acción directa, como forma de acceder a las negociaciones con el poder político, para hacer posible la conquista de reivindicaciones que permitan mejorar la calidad de vida del conjunto de la base social organizada en cada agrupamiento. Otro de los acuerdos fundacionales de La Verón fue el eje de masas y de la participación democrática, que cada agrupamiento, más allá de cómo se organice y de la política que plantee, se mantenga fiel a no ser toda la vida «un grupúsculo», sino que busque incorporar a mucha gente a la lucha y que esas personas tengan instancias para poder participar y decidir sobre la lucha. A pesar de las amenazas del gobierno, la Segunda Jornada Nacional de lucha de los piqueteros fueun éxito: hubo cortes en Salta, Ushuaia, Entre Ríos, Neuquén, Río Negro, Jujuy, Mendoza, Córdoba, Misiones, Santa Fe, Rosario, Catamarca, Chaco, San Luis y aunque sin corte de ruta, una huelga docente se desarrolló en Formosa. En la provincia de Buenos Aires se realizó la movilización a La Plata y hubo piquetes en Mercedes, 9 de Julio, Moreno, Marcos Paz, San Antonio de Areco, Bahía Blanca, Mar del Plata, Tigre, Merlo, Morón, José C. Paz, San Martín, La Matanza, San Miguel, 3 de Febrero, Lomas de Zamora, Alte. Brown, Avellaneda, Esteban Echeverría, Ezeiza, Florencio Varela y La Plata, según salió publicado en el diario La Nación del miércoles 8 de agosto. La ofensiva Bullrich El mismo día que apareció La Verón y que el resto de los grupos que habían participado de la Asamblea Nacional llevasen adelante la Segunda Jornada Nacional de Lucha cortando rutas por 48 horas, el gobierno nacional se dispuso a acelerar el proceso de ofensiva sobre los piqueteros, aislando políticamente, demonizando socialmente y reprimiendo con total impunidad la lucha popular, según las palabras de la CTD Aníbal Verón, emitidas en un comunicado de prensa. El mismo advertía: Ese es el objetivo final de la campaña de denuncias dadas a conocer por la ministra de Trabajo en conferencia de prensa: se acusa a los movimientos de desocupados de coaccionar sobre los beneficiarios de los planes de empleo para ir a los cortes de ruta y basta una denuncia en ese sentido (cierta o no), para que el Ministerio retire el control de los responsables de esas irregularidades (...) Tardaron poco los funcionarios del Ministerio de Trabajo en ir perdiendo el «progresismo» inicial: había que anular el desarrollo social y político de los movimientos de desocupados, era preferible volver a la corrupción e inutilidad social de la partidocracia en el manejo de los planes, a que nuestros movimientos «piqueteros» se transformen en referencia de lucha para todo el pueblo. Era una manera de desenmascarar al gobierno, de hacer oír otra voz en medio de la ola que intentaba ahogar una nueva experiencia popular surgida bien «desde abajo». Por eso, el mismo comunicado afirmaba: El acuerdo y la puesta en marcha de esta parte del plan, ya estaban definidos: los intendentes (la gran mayoría del PJ) se encarga-
rían del trabajo sucio, es decir, generar un clima hostil en los barrios donde se desarrollan los movimientos de desocupados, e incitar, fomentar o directamente inventar las denuncias que darían pie a las acciones de Ministerio de Trabajo, para que «anule» la gestión de los planes por medio de los organismos intermedios vinculados a los movimientos de desocupados. El «premio» que se ganan de esta forma los intendentes, sería el «traspaso» de beneficiarios al control del municipio con lo que, además de debilitar la estructura organizativa y el trabajo comunitario de los movimientos de desocupados, podrían seguir echando personal no docente de las escuelas, o de mantenimiento de los hospitales, y reemplazarlo por encargados, cocineras o electricistas que trabajan por 160$ en un plan, sin estabilidad, aguinaldo, ni vacaciones... Menos organización popular, más despidos, más precarización laboral... Pero, les va resultar así de fácil? No, habrá resistencia, fuertes luchas por parte de los movimientos de desocupados, y sabemos que seguirá la campaña de desprestigio, aislamiento y represión... Como vemos, con el surgimiento de La Verón, los agrupamientos de desocupados los grupos autónomos por lo menos- ya comenzaron a autoreferenciarse como «movimientos piqueteros» y a denominar «piquete» al clásico corte de rutas. Mientras tanto, la ministro, fanática como toda conversa, no cesaba en su afán en demostrar eficacia como buena alumna del modelo neoliberal y pretendía hacer carrera desarticulando los incipientes niveles de organización de aquel nuevo fenómeno social que parecía extenderse y multiplicarse con tanta fuerza y de manera tan veloz. Fue Bullrich quien estuvo a cargo de promover las auditorías del Ministerio de Trabajo en los lugares en donde se desarrollaban proyectos pertenecientes a las ONG que administraban planes de empleo para los movimientos sociales. El martes 7, mientras transcurría la jornada de protesta en todo el país, el Ministerio llevó adelante varias auditorías a proyectos pertenecientes a distintos agrupamientos piqueteros, argumentando que quería verificar que quienes no quisieran participar de la protesta no fueran obligados. A los dos días, el jueves 9 de agosto, la ministro de Trabajo anunció en conferencia de prensa «duras sanciones» a las instituciones que solían presentar proyectos de empleo para que el Ministerio los aprobara. Las sanciones consistían en anular la presentación de nuevos proyectos y cortar la continuidad de los existentes, debido a las irregularidades observadas por el gobierno en las auditorias allí donde, decían, debieron «intimar por ausentismo» a varios organismos responsables. Entre estos se encontraba la Asociación Civil «Unidos y Solidarios», que respaldaba diversos proyectos de los grupos autónomos, sobre todo del MTD de Lanús y de Alte. Brown. En un comunicado de prensa emitido por este organismo el 14 de agosto, titulado Manejo de los planes de empleo: organismos acusados iniciaran acciones legales en contra de la ministra Bullrich, se decía: ¿Acaso el Ministerio esperaba que como organismo responsable de los proyectos impidamos a quien quisiera hacerlo participar de la protesta?. Cualquier sanción originada por ese motivo viola los mas elementales derechos constitucionales a manifestarse libremente en una sociedad democrática. Tanto en aquel comunicado como en otro del día anterior, la asociación civil mencionaba que en el último año y medio, el organismo llevaba 46 proyectos aprobados por
la cartera laboral, para que los desocupados desarrollaran emprendimientos comunitarios. En ese período, el Ministerio había realizado 32 inspecciones a los proyectos mencionados, todas con resultado positivo. Además, el comunicado advertía que los organismos responsables denunciados iniciarían acciones legales contra la ministra, ya que las denuncias que ésta había realizado, eran «puramente mediáticas y difamatorias» y «constituían una grave violación a los más elementales derechos humanos garantizados por la Constitución Nacional» y agregaba: Creemos también que esa campaña sucia de denuncias, tiene por fin disimular los fuertes recortes que se aplicarán a los planes de empleo, que llegarían a 34.000 planes menos a partir de Enero. Evidentemente la iniciativa piquetera de los últimos meses comenzaba a verse fuertemente golpeada por la ofensiva del gobierno. Aunque para muchos, aquella política no era una sorpresa. ¿Cuánto tiempo más el Estado va a financiar proyectos que son destinados a organizaciones de lucha que se plantean la transformación radical del sistema capitalista?, decían muchos compañeros y compañeras, mientras otros cumpas se reían, comentando que sería una cosa poca vista en la historia, eso de que los que detentan el poder «financien» a sus enemigos de clase. Mientras tanto el diario La Nación insistía con «la caja piquetera», cada vez que mencionaba a los planes manejados por los grupos de desocupados. Con estos debates, la profundización acerca de la urgencia y viabilidad de proyectos productivos alternativos y otros ejes de acumulación política más allá de los planes se acrecentaba. Pero los movimientos quedaban atrapados en la coyuntura, presos de la lógica que les había dado origen: una dinámica de asambleas y movilización permanente para recuperar los derechos perdidos, para garantizar la continuidad de lo conquistado hasta entonces, para recuperar los planes que mes a mes el gobierno «bajaba» de a puchitos. Y esto en el mejor de los casos. Cuando no, se pasaba totalmente a la defensiva: a movilizar por los compañeros detenidos, contra la represión, en repudio por las muertes, contra los procesamientos. Pero así eran los movimientos: en su germen contenían a su vez su potencia y sus límites. Por esos días, el MTD de Lanús publicó una nota en la revista Tantas voces, tantas vidas de la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos. Se titulaba: Qué hay detrás de los piquetes y los planes trabajar. El artículo buscaba sacar afuera esos debates acerca de las perspectivas del trabajo y extender a otros sectores la valoración de los logros alcanzados hasta entonces. Entre otras cosas el texto planteaba: Como desocupados siempre tuvimos presente la necesidad de reconstruir los valores y aprendizajes históricos de la clase trabajadora, aun a partir de los subsidios «miserables» que implican estos planes. Más allá de la desocupación y marginación estructural en que gran parte de los habitantes de las barriadas populares nos encontramos, nunca dejamos de concebirnos como TRABAJADORES desocupados. Así fue que, de movida, los movimientos de desocupados autónomos que fuimos surgiendo a partir de estas luchas, nos apropiamos de los valores históricos que, algunos de nosotros con militancia sindical
o política previa, conocíamos. Empezamos por lo organizativo: cada grupo de trabajo conformado por beneficiarios de los planes, elige uno o dos delegados, y en cada barrio, dependiendo de la cantidad de planes conquistados y de grupos de trabajo, se conforma un cuerpo de delegados, que es el ámbito donde se van tomando las decisiones; semanalmente, además, se realiza la asamblea del Movimiento en cada barrio, en la que participan el conjunto de los compañeros que ya estaban incorporados en algún plan y los vecinos desocupados que se acercan. Así fuimos recreando la organización de base que sustenta a todo el Movimiento. Y nos fuimos dando cuenta de que el desafío era aun más grande: en los proyectos de empleo conquistados por el MTD, no hay «patrón»ni «jefe de cuadrilla», que «ordene» las tareas a realizar: al ser responsabilidad de cada grupo de trabajo que el proyecto salga adelante, son los mismos compañeros los que discuten las tareas y las necesidades para realizarlas, y la organización juega un rol preponderante, ya que a diferencia de una fábrica, ya no se trata solamente de organizarse para defender nuestros intereses gremiales, sino que recae sobre nuestra propia responsabilidad como trabajadores que el trabajo salga adelante. En el corto tiempo, fuimos notando que para que esto funcionara, debíamos formarnos y formar a los compañeros para comprender la importancia del desafío que teníamos por delante... La publicación de notas en revistas de otros sectores sociales, las charlas en las universidades, los comunicados de prensa, eran otras formas, aunque precarias, de hacer oír la voz de los oprimidos. Era una forma de transmitir la construcción social que los movimientos desarrollaban, de contar aquello vivido en el día a día por los cientos de hombres y mujeres que cortan rutas, pero que entre piquete y piquete intentan construir una esperanza en medio de una realidad plagada de dolor. La segunda asamblea y el principio del fin El 4 de septiembre del 2001 se realizó la Segunda Asamblea Nacional de Organizaciones Sociales, Territoriales y de Desocupados. Al encuentro se llegó con un clima político caldeado y con las diferencias metodológicas expuestas públicamente. En aquella ocasión, la Asociación Madres de Plaza de Mayo -lideradas por Hebe de Bonafini- se hizo presente en el encuentro. Allí repartieron un documento titulado La falta de trabajo es un crimen, en el cual planteaban que quienes provocaban esa situación, eran unos criminales [y] El pueblo los condenará. Los planteos de la Asamblea volvieron a ser libertad y desprocesamiento de los luchadores populares, retiro de la Gendarmería de Mosconi, derogación del ajuste, prohibición de despidos y suspensiones, y planes de empleo y alimentos para los desocupados. Pero además se agregaban reivindicaciones para los pequeños y medianos chacareros. Se convocaba a continuar con los cortes de ruta -primero por 24 y a las dos semanas por 36 horas- y a confluir con el paro nacional y movilización de los trabajadores estatales. A diferencia de la primera asamblea, los grupos más duros lograron imponer algunas de sus posturas: entre ellas, la convocatoria a que los piquetes también se realizaran en los accesos a las plantas industriales, para exigirles puestos genuinos de trabajo. Otra de las propuestas aprobadas -motorizadas por este sector «opositor» al eje matancero- era la convocatoria a una tercera asamblea nacional para el mes de octu-
bre y la realización de asambleas piqueteras provinciales, distritales o municipales, para unir al pueblo en las lucha contra el ajuste. Finalmente, la Asamblea enarbolaba cinco puntos: -No al pago de la deuda externa. -Estatización del sistema previsional. -Nacionalización de los bancos y empresas estratégicas. -Condonación de la deuda usuraria a los chacareros pequeños. -Fuera el régimen hambreador. En aquella ocasión los grupos autónomos, sobre todo los de la provincia de Buenos Aires, tuvieron distintas posiciones. Por un lado, la CTD Aníbal Verón había resuelto no participar del Encuentro Nacional. Entendían que motivos para no hacerlo sobraban. Y así lo resolvieron en un plenario realizado días antes del encuentro de Matanza. Sólo un grupo minúsculo planteó la duda con respecto a si la decisión sería la correcta. Pero tampoco expresó una posición demasiado clara, una alternativa, como para discutir con el resto. La argumentación principal de entonces tuvo que ver con el no respeto de los códigos militantes básicos por parte del eje matancero -Además, ya se había demostrado en los puentes quien era quien!, decían muchos militantes de las expresiones autónomas. Había disposición para coordinar, para gestar espacios de unidad en la lucha, pero no para entrar en una disputa caníbal de aparatos y de jetones, hecha a espaldas del pueblo, por ver quién se imponía como conducción de un espacio que, con esa actitud, indefectiblemente se terminaría fracturando en cuanto alguno intentara homogeneizarlo violando todos los acuerdos, forzando todos los tiempos. Se definió en aquella instancia, fortalecer a La Verón, decisión que por cierto no implicaba quedarse en el islote construido por cada uno, sino avanzar en niveles de recomposición del fragmentado movimiento de desocupados. -Será menos mediático, pero mas sólido, planteaban muchos. Por otro lado, el MTR encabezado por Roberto Martino, recorrió espacios habidos y por haber en la búsqueda de reclutar aliados para disputarles la Asamblea a los jetones de los aparatos. Y no le fue tan mal. De hecho, los únicos movimientos con una construcción genuina en el interior del país eran la UTD de Mosconi, en la Provincia de Salta y el MTD 17 de Julio, de la provincia de Chaco. Ambos se alinearon con el MTR en aquella ocasión, junto con CUBa y el Polo Obrero, que en ese entonces comenzaba a aparecer como una fuerza con capacidad de movilización y algún nivel de presencia en el interior (a través de algunos cuadros del Partido en las provincias), cosa que ni el resto de la izquierda partidaria (salvo el PCR con el desarrollo de la CCC), ni los grupos autónomos de Buenos Aires habían logrado hasta entonces. Tampoco, por parte de estos grupos, se había logrado articular con los movimientos autónomos del interior, como la UTD y el MTD 17 de Julio. A cuatro días de realizada la segunda asamblea, cuando el invierno comenzaba a replegarse, se desarrolló en La Plata, otra asamblea, pero de un espacio políticosocial distinto, que se autodenominó Coordinadora de Organizaciones Populares Autónomas (COPA). Entre algunos de los presentes aquel 8 y 9 de septiembre, estuvieron: La Red Patagónica (Alto Valle), la Universidad Trashumante (Santa Fe, Cór-
doba y San Luis), la Coordinadora Aníbal Verón (MTD de Solano, MTD de Lanús, MTD de Alte. Brown, y la CTD de La Plata), el FAE Santiago Pampillón de Rosario, el MTD de La Matanza, la Arcilla de Córdoba, La coordinadora de desocupados 26 de Agosto de La Matanza, Galpón Sur, Marabunta, El Mate, Periódico El Eslabón de Rosario, Periódico La Señal, Revista La Maza, el Movimiento de Unidad Popular (MUP), Grupo de Apoyo a Madres de La Plata, Espacio Estudiantil 31 de Mayo, Taller Lebed de Berisso, Espacio Estudiantil Independiente, La Grieta, Retruco, Movico, Grupo Situaciones, Campamentos de Trabajo de Córdoba, Grupo de Trabajo de Lugano, la Chispa y Horneros. Participaron como observadores la Asociación de Ex detenidos y desaparecidos, el Movimiento Teresa Rodríguez y el Movimiento 17 de Julio de Chaco. Adhirieron el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE), Asociación de Productores del Noroeste de Córdoba (APENOC) y el intelectual James Petras quien, desde Estados Unidos, envió estas palabras: Queridos compañeros de las organizaciones populares autónomas: Cada época tiene sus movimientos de vanguardia. En los 80 fueron los movimientos de derechos humanos, los ecologistas y las mujeres quienes encabezaban las luchas. En los 90 los movimientos campesinos: MST (Brasil), FARC (Colombia), zapatistas en México, indígenas en Ecuador, los cocaleros en Bolivia, que ocuparon tierras, cortaron rutas y crearon territorios libres. En el nuevo milenio, los desocupados de la Argentina encabezan las grandes luchas, cortando rutas y afirmando el dicho que sin los trabajadores no pasa nada, ni en la economía ni en la sociedad. Hay una gran confluencia de movimientos desde el Río Grande hasta Tierra del Fuego que combinan a todas las clases populares, campesinos y trabajadores ocupados y desocupados de Argentina. Vosotros tenéis una gran oportunidad y responsabilidad porque todos los sectores populares, los jubilados, universitarios, estatales y marginados ven en vosotros la única posibilidad de una salida progresista. Con la unidad de todas las organizaciones de desocupados, desde Mosconi, Jujuy, Córdoba y Buenos Aires, no hay fuerza que pueda parar la marcha hacia el poder y la justicia social que lleve a un socialismo asambleario. Saludos y solidaridad desde las entrañas del imperio. En aquel encuentro, los agrupamientos presentes acordaban en la necesidad de una articulación política de las organizaciones populares autónomas. Para empezar, buscaron plasmar ese acuerdo en una base de 6 puntos: - Basta de persecución y desprocesamiento a los luchadores populares. - No al ajuste perpetuo. - No al pago de la deuda externa. - Trabajo digno para todos. - Salud, tierra y vivienda para todos. - Por un proyecto autónomo desde los trabajadores. Semanas mas tarde, al día siguiente de una nueva conmemoración de la Noche de los Lápices,1 la CTD Aníbal Verón realiza su primer corte de ruta. Fue el 17 de septiembre
del 2001, el Puente Pueyrredón. Por aquellos días, algunos militantes trotskistas sin filiación partidaria, desprendidos de algunos barrios de los MTD de Florencio Varela, Lanús y Alte Brown, en confluencia con algunos trabajos barriales desarrollados por el MAS dieron origen a un nuevo grupo piquetero: el Frente de Trabajadores Combativos (FTC). Elecciones, medidas de gobierno y resistencia popular El domingo 14 de octubre hubo elecciones legislativas en casi todos los distritos del país. El resultado de las mismas marcó una tendencia que venía a confirmar que el proceso de lucha popular de los últimos años no era sólo una respuesta desesperada ante el hambre. El altísimo porcentaje de votos en blanco, nulos, impugnados y la baja concurrencia, reflejaba una profunda crisis política. El régimen se encontraba atado de pies y manos, con un gobierno incapaz de reconstruir marcos de legitimidad. La crisis de dominación comenzaba a ser una realidad y el «voto bronca», como se lo llamó entonces, vino a marcar el profundo rechazo de muchos sectores hacia la partidocracia neoliberal. Había transcurrido un lapso de menos de dos años del cachetazo electoral propiciado al justicialismo y el nuevo Gobierno no parecía colmar las limitadas ansias de aquellos votantes que apostaron a un cambio -mínimo por cierto- por la vía de las urnas. La izquierda tradicional, como siempre, no contuvo electoralmente la bronca expresada en las calles. Suponiendo, siempre tan soberbia, que a ella ni siquiera la rozaba la crisis de representatividad. La Verón, como espacio coordinador, mantuvo públicamente una posición de rechazo al proceso electoral. Además, algunos MTD integrantes de la coordinación, plantearon propuestas en sus distritos. En Florencio Varela, el MTD propagandizó a través de pintadas en paredones su consigna contra la farsa electoral, lucha popular. En Lanús, el MTD confeccionó una boleta para impugnar el voto, que fue readaptada en Almirante Brown y también utilizada allí por el MTD, que la repartió en la feria del barrio Don Orione durante los días previos. A los pocos días, el viernes 19 de octubre, el MIJP-Comisión Nacional de Desocupados, liderado por Raúl Castells –recientemente separado de la CCC– realizó, junto con el Movimiento de Unidad Popular (MUP) y la CTD Aníbal Verón, una asamblea en Plaza de Mayo, pronunciándose públicamente con respecto al reciente proceso electoral. Aquella movilización sumó alrededor de 10.000 personas, siendo una acción realmente masiva para la época. En el palco hubo «animadores» que leían adhesiones, agitaban a los presentes y recordaban las consignas que motivaron la concentración. POR LA LIBERTAD A LOS PRESOS POR LUCHAR, NO AL PAGO DE LA DEUDA EXTERNA Y REPUDIO A LA LEY DE DÉFICIT CERO, RESISTENCIA MASIVA HASTA DERROTAR EL MODELO, expresaba un comunicado de la CTD Aníbal Verón de aquel día, que convocaba a concentrarse en Constitución para desde allí marchar hacia la Plaza.
1 Se refiere al secuestro y desaparición de estudiantes secundarios en la ciudad de La Plata, en septiembre de 1976.
El acto contó además con la adhesión de organizaciones del interior del país, como la fábrica ceramista Zanón -ocupada por sus trabajadores y puesta a producir bajo control obrero-, el MTD de Neuquén, la UTD de Mosconi, la Unión de Vecinos Organizados de Mar del Plata y los Mineros de Río Turbio, entre otros. También promovieron la actividad la Tendencia Clasista 29 de mayo, la agrupación HIJOS y la Asociación Madres de Plaza de Mayo, aunque Hebe de Bonafini no se hizo presente. Finalizando el mes de octubre, el domingo 28, el MTD de Alte. Brown realizó, junto a la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos, una actividad en el barrio Don Orione, en la localidad de Claypole. El motivo de la jornada fue la celebración de los 17 años de existencia del organismo de derechos humanos que, para aquella ocasión, decidió hacerlo junto con una organización popular en lucha. Volver a los 17, después de vivir un siglo, volver a sentir profundo...,decía la tarjeta de invitación que daba las indicaciones de cómo llegar al lugar desde Capital. Y además agregaba: Porque luchábamos nos desaparecieron, porque aparecimos seguimos luchando. Por esos días, mientras el gobierno nacional se disponía a avanzar con sus políticas de ajuste de la mano de su ministro de Economía, Domingo Cavallo, Darío Santillán, recientemente mudado al barrio La Fe –en el distrito de Lanús– era entrevistado por un grupo de estudiantes de la carrera de Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. El periódico universitario El Necio, finalmente, publicó una nota en donde Darío contaba entusiasmado pormenores de la puesta en marcha de un nuevo proyecto productivo: la bloquera. Una máquina de bloques de cemento recientemente donada al MTD de Lanús –donde comenzó a militar Darío una vez mudado– se acababa de instalar en la guardería del barrio La Fe, en Monte Chingolo. Mientras tanto, el Ejecutivo Nacional avanzaba con medidas económicas cada vez más salvajes y su política de criminalización de la protesta social, producto de la cual continuaba encarcelado Raúl Castells. Por eso, el miércoles 7 de noviembre se desarrolló una masiva concentración frente al Comando de Patrullas de Avellaneda, donde se encontraba detenido. La actividad, organizada por el MIJP y la CTD Aníbal Verón, contó con la presencia de alrededor de 1.500 personas movilizadas, además de la solidaridad de dirigentes sindicales de la CTA y la CGT, legisladores y partidos de izquierda. Al otro día, el jueves 8, el MTD de Lanús -integrante de la Coordinadora Aníbal Verón- emitió un comunicado de prensa donde expresaba: En lo económico: abajo del maquillaje, más ajuste. Así, sin afectar los intereses de los grandes grupos económicos, con estas medidas el Gobierno no hace más que redistribuir la miseria generando más miseria, precariedad, abandono y marginación. El planteo aludía a la «universalización de la ayuda social» planteada por la ministra Bullrich, que se basaba en la asignación de un salario familiar de $ 30 por hijo a cada jefe de hogar desocupado y $ 100 para los mayores de 75 años. Eso implicaba de hecho una reducción en el nivel de ingreso de aquellos que cobraban los planes de empleo y expulsaba del beneficio a todos aquellos desocupados sin hijos, o con hijos mayores de 18 años. En lo político: intento de desarticulación de la organización popular. ¿Por qué, entonces, tanto empeño en desprestigiar esta herramienta, tanto interés por eliminarlos? La respuesta no es muy difícil, si comprende-
mos el carácter antipopular, reaccionario y servil a los intereses del poder económico del gobierno: lo que desde el sentido común serían signos de avance, como las mejoras barriales, la posibilidad de que funcionen emprendimientos productivos, la organización de los desocupados para resolver sus problemas, para el gobierno se torna un peligro, y atacan este desarrollo de los movimientos de desocupados. Lo vienen haciendo con denuncias, represiones y encarcelamientos, y lo hacen ahora por medio de estas medidas que buscan llevar la ayuda social a un plano individual y miserable intentando de esta forma inhibir la organización popular que en estos años se vino desarrollando para potenciar la miserable política de asistencia que se implementa desde el Estado. Más que un comunicado de prensa aquel texto era un análisis de coyuntura que desenmascaraba las intenciones de los planes del gobierno, planteaba una posición política desde un movimiento social como el MTD, protagonista de las protestas de los últimos tiempos, además de agitar para no abandonar las calles ante la nueva intentona del poder. El avance de las nuevas medidas económicas, no hacen mas que seguir elevando el nivel de temperatura de un conflicto que con seguridad estallará, al igual que en el Gran Buenos Aires, en múltiples puntos del interior del país, decía el comunicado que circuló aquel día por los correos electrónicos de la militancia popular de todo el país. Dos días más tarde, otro texto firmado por la CTD Aníbal Verón circuló por la red. Se titulaba: «10 de noviembre: a un año del asesinato de Aníbal Verón en Salta». Padre de 5 hijos .37 años. Trabajador de la empresa de transportes Atahualpa, propiedad del gobernador de Salta. Despedido hacía un año sin indemnización, con siete meses adeudados. Trabajador desocupado. Se sumó, con toda su familia, al corte de ruta en noviembre del 2000. Según su compañero y amigo Reynaldo Domínguez, Aníbal estaba dispuesto a morir peleando. Aníbal Verón, hasta el 9 de noviembre del 2000, uno de los miles de hombres y mujeres de nuestro pueblo, anónimos, desconocidos, que están dispuestos a morir peleando por un futuro digno para sus hijos. Después de 11 días en la ruta, en la madrugada del 10 de noviembre, como tantas otras veces el gobierno ordenó reprimir. Como tantas otras veces las tropas de la Gendarmería, una fuerza represiva militarizada, se lanzaron a «recuperar» la ruta, y barrer con «el enemigo», es decir, el pueblo que reclama justicia y dignidad. Aníbal y sus compañeros habían previsto esta situación y estaban preparados para resistir. Morir peleando, había dicho Aníbal a su amigo Reynaldo. Instantes antes de la represión, acordó con su mujer que se retirara con los chicos, junto a otras mujeres con familias. Los que estuvieran dispuestos, se organizarían para resistir. Sabían, por otras experiencias, que sería muy difícil resistir el embate inicial de los gendarmes, pero también sabían que replegando desde la ruta a los barrios linderos, podrían resistir en un terreno favorable, y hostigar a las fuerzas represivas hasta que tuvieran que retirarse y recuperar el control de la ruta. La represión se iniciaría en la madrugada, y la resistencia se extendería durante todo el día siguiente. Aníbal formaba parte de uno de los grupos que enfrentaron la represión. Aníbal Verón, trabajador desocupado, cayó asesinado en horas de la mañana por una bala calibre 22, arma no reglamentaria que suelen usar las fuerzas represivas para matar sin reconocer sus crímenes.
La ruta fue recuperada por los piqueteros en horas de la tarde y el corte se mantuvo hasta forzar una negociación días después. Su despedida fue acorde a la forma en que Aníbal había decidido encarar su vida. Una multitud acompañó sus restos a la misma ruta que seguía en control de los piqueteros y allí fue velado. Una sola corona acompañaba el féretro: tus compañeros piqueteros. El dolor se transformaba en bronca, y la bronca en ratificación de la lucha: las palabras de Aníbal días antes se escuchaban ahora en boca de muchos de los piqueteros. El pueblo de Tartagal y General Mosconi, en la ruta, asumió en compromiso de recordarlo siempre como se merece, dando pelea en la ruta 34. Desde la Coordinadora de Trabajadores Desocupados vemos en Aníbal Verón, en las necesidades de su familia, en su convicción inquebrantable de lucha, en su dignidad, en su ejemplo, un reflejo de cada uno de nosotros. Por eso, en cada una de nuestras luchas, se escucha, como grito de guerra: ¡ANÍBAL VERÓN: PRESENTE! ¡AHORA, Y SIEMPRE! Unos pocos días transcurrieron y finalmente el conflicto preanunciado estalló. En la Provincia de Buenos Aires, el lunes 19 de noviembre, la CCC-FTV cortó nuevamente la ruta 3 en La Matanza. Lo hicieron «manteniendo caminos alternativos para no molestar», según declaraciones publicas de Alderete y D’Elía. El miércoles 21 de noviembre, un comunicado de prensa anunciaba que cinco cortes de ruta se habían realizado de manera simultanea sobre los puentes de acceso a la Capital Federal, desde el Sur de la Provincia. Los tres puntos del reclamo fueron: Continuidad de planes de empleo a $ 160 para el año 2002 y la extensión del cupo a todos los desocupados, Reactivación de la ayuda alimentaria suspendida por el Gobierno. Libertad a Raúl Castells, Emilio Alí y a todos los luchadores presos y procesados. Los cinco puentes cortados fueron el Vélez Sarsfield, el Pueyrredón, el Avellaneda, el Alsina y La Noria, garantizados sin incidentes durante todo el día, por la CTD Aníbal Verón. Además, el grupo disidente de la CCC liderado por Castells realizó otros dos cortes, sumándose así a la jornada de protesta, que nucleó a unos 10.000 manifestantes. El día culminó con una reunión entre los piqueteros que bloquearon los puentes y funcionarios del Gobierno. El ministro de Trabajo Dumón y el secretario Enrique Martínez estuvieron presentes en la negociación, tal como habían exigido los grupos de desocupados. Así, después de 8 horas y tras un acuerdo parcial con el Gobierno, se levantaron los cortes que bloquearon nuevamente los accesos a la Capital Federal. Al otro día, jueves 22, La Verón emitió un documento público que planteó un debate acerca de las líneas de acción para los sectores en lucha que decía: Las características con que se desarrollaron las luchas de los desocupados en los últimos días son un reflejo de las distintas concepciones que guían la organización y la lucha de cada sector, y que muchas veces quedan encubiertas tras las «asambleas piqueteras» o la voz de los supuestos (y autoproclamados) «dirigentes del movimiento piquetero» de la Matanza. (...) En estos momentos, sin embargo, es la lucha reivindicativa lo que atraviesa con más fuerza las discusiones y las luchas de los movimientos de desocupados: hace menos de un mes, la (ahora ex) ministra Bullrich anunciaba, con aval
del mismo presidente, la anulación de los actuales planes de empleo, subsidios estatales de 160 pesos que permiten a los desocupados organizarnos en los barrios, y motorizar emprendimientos productivos a pequeña escala. Desde entonces, asumiendo las diferencias que se manifestaron con claridad en los primeros encuentros nacionales de desocupados, cada sector asumió la libertad de organizar su plan de lucha como considerara más efectivo, de acuerdo a sus lineamientos políticos. TRES GRANDES LINEAMIENTOS EN LA LUCHA POPULAR (...) 1) Institucionalización y canalización electoral de la lucha, aparatos, dureza discursiva y medidas de lucha consensuadas con el poder. Por un lado, están los referentes «institucionales» del movimiento piquetero, a quienes el gobierno y la prensa eligen como interlocutores, y quienes con sus promesas públicas de buena conducta, prometen «no bloquear puentes y dejar pasos alternativos de circulación». Esta línea de acción tiene como pilares fundamentales a la Federación de Tierra y Vivienda (FTV) de la CTA, encabezada por el ahora diputado electo Luís D´Elía, la Corriente Clasista y Combativa, (CCC), encabezada por Alderete, y el Polo Obrero (PO), eufemismo con que el Partido Obrero denomina a sus «frentes de masas», sectores barriales que son dirigidos aparatosamente por las decisiones del partido. A este trío de estructuras, suelen sumarse otros sectores, en algunos casos por oportunismo, como el recientemente inventado Movimiento Sin Trabajo-Teresa Vive, estructura de nula representatividad sustentada por el Movimiento Socialista de los Trabajadores, partido trotskista integrante de Izquierda Unida, que con este sello intenta tener voz en los congresos piqueteros, pero no logra tener presencia en ningún conflicto (y en este caso el término «ningún» no es exagerado). También suelen sumarse a los comunicados de estos referentes «institucionales» algún sector discursivamente duro, como el Movimiento Teresa Rodríguez (MTR), pero con poca capacidad para garantizar por sí mismo las medidas que propone y que busca difundir con las alianzas que le produzcan más prensa. 2) Movimientos autónomos y coordinación, organización de base y democracia directa, confrontación efectiva desde nuestras propias fuerzas (...) Así, caracterizando que esa política encabezada por los dirigentes de La Matanza apuntaba a una institucionalización del conflicto social, y a su canalización electoral (D´Elía, dirigente de la FTV, recientemente elegido diputado en La Matanza), nos propusimos no ser partícipes de esas decisiones, y buscar impulsar un camino autónomo de organización y lucha: donde la fuerza central del pueblo estuviera en la organización propia y en la capacidad de confrontación y no en la imagen mediática y la conciliación con el poder político. En este camino, confluimos con los compañeros del MIJP, separados de la estructura de la CCC por no compartir lo que entienden como «claudicaciones» de los referentes de La Matanza. Y en la medida en que nuestros posicionamientos se iban haciendo conocidos, a pesar del vacío de los grandes medios de comunicación, otros sectores se sumaron a nuestra línea de lucha: el Movimiento Estudiantil 31 de Mayo de La Plata, El Centro de Estudiantes de la Escuela de Música Popular de Avellaneda, HIJOS, quienes acompañan nuestros cortes, y la adhesión permanente de las Madres de Plaza de Mayo, con quienes compartiremos la marcha de la resistencia...
3) Firmeza y combatividad, representatividad genuina, falta de mayores niveles de articulación En un tercer espectro, se encuentran una cantidad de movimientos, que han librado luchas importantísimas en los últimos tiempos, muchos de ellos en el interior del país, que aún no han definido un claro posicionamiento respecto al proceso de unidad en la acción y desde abajo que se viene dando desde los movimientos de desocupados. Para hacer mención a algunos de ellos, los compañeros de la UTD de Gral. Mosconi, principales protagonistas de la pueblada que mayor resistencia ofreció a una Gendarmería militarizada que a pesar de los muertos que dejó como saldo en su salvaje represión, no pudo doblegar la resistencia de todo un pueblo. El MTD 17 de julio de Chaco, que protagonizó importantes cortes en su provincia; el MTD de Esteban Echeverría, del Gran Buenos Aires, quienes en la primera instancia se sumaron a las asambleas piqueteras, y después dejaron de participar sin definir con claridad un marco de alianzas; el MTD de Neuquén, quienes surgidos en el barrio San Lorenzo, recientemente sumaron a otros barrios y protagonizaron importantes luchas junto a los trabajadores de Cerámica Zanón y otros sectores, soportando incluso represión y detenciones... LAS ÚLTIMAS LUCHAS: REFLEJO DE LAS DIFERENTES CONCEPCIONES POLÍTICAS Y ORGANIZATIVAS. Las caracterizaciones que anteceden se ven ratificadas por las prácticas de lucha que se desarrollaron en los últimos días: 1) En momentos decisivos como el que vive el país, hacer concesiones al poder es hacer fracasar la lucha Un comunicado de prensa, hace diez días, anunciaba un «plan de lucha a nivel nacional» que incluía una jornada de piquetes el miércoles 14 de noviembre y otra el lunes 19. Firmaban la FTV-CTA, CCC, PO, y otros grupos como el MST, MTR, etc.. Sin terminar de asumir la falta de representatividad a nivel nacional, y sobreestimando el peso de las estructuras sindicales y políticas que sustentan a las tres principales fuerzas, la realidad terminó demostrando una muy escasa cantidad de piquetes durante el miércoles 14, sostenidos por muy poca gente, y durante pocas horas. Incluso la audiencia que les tenía reservada el Ministro de Trabajo a quienes pocas veces les niega una entrevista había sido suspendida unilateralmente por los funcionarios sin demasiadas explicaciones (...) Evaluado esto, para el lunes 19, la forma que encuentran los dirigentes matanceros de subir la apuesta, es anunciar un corte por tiempo indeterminado «hasta ser recibidos por el ministro y que se garantice la continuidad de los planes de empleo». El lunes por la tarde los pocos cortes que acompañaron en el Gran Buenos Aires el inicio de los piquetes ya se habían extinguido y sólo permanecía el de La Matanza y algunos otros en Jujuy. A esto quedó reducido el «plan de lucha nacional» que habían anunciado. Desde esta posición de fuerza, para no poner demasiado nerviosos a los medios de la oligarquía y los grupos económicos, conceden dejar libre al transporte una mano de la ruta entre las 5 y las 10 de la mañana, y nuevamente entre las 5 y las 9 de la noche. Lo que genera que el corte de ruta que nació como herramienta de los desocupados para interrumpir el tránsito de mercancías por las rutas nacionales y generar así un fuerte perjuicio económico que, desde la intransigencia, forzara al gobierno a conceder reivindicaciones a los mani-
festantes, en manos de estos sectores terminó convertido en un corte... ¡en las veredas, a los costados de la ruta, mientras circulaban libremente los transportes!, El gobierno, beneficiado por esta concesión gratuita, sin embargo se mostró desagradecido, ya que siguió ignorando la protesta y no se concretó, hasta el jueves, la audiencia a nivel ministerial reclamada... 2) Mayor coordinación para la lucha, firmeza en la confrontación y la confianza en las propias fuerzas organizadas es la forma de torcerle el brazo al poder Las tres semanas que transcurrieron entre que el gobierno anunciara la «anulación» de los planes de empleo para el 2002, y los bloqueos a la Capital del último miércoles, fueron semanas de debate interno, discusión en grupos de trabajo y asambleas barriales, búsqueda de coordinación e instancias de unidad. En los compañeros que integran los distintos movimientos de la Coordinadora Aníbal Verón, estaba presente la medida de lucha en solidaridad con el pueblo de Mosconi mientras era reprimido, en julio último, donde el bloqueo de la autopista sur y dos puentes de acceso habían generado un caos de tal dimensión que a las pocas horas, además de tropas de Gendarmería desplegadas en las puertas de la Capital Federal, estaba el mismo ministro del Interior declarando sobre una posible solución al conflicto. Por otro lado, muchos compañeros expresaban en asambleas: «yo no sé cómo hacen en La Matanza para estar 17 días en la ruta y que la gente diga que come mejor ahí que en sus casas. Nosotros no tenemos recursos para sostener ollas populares durante tanto tiempo». Esta sencilla reflexión de un compañero de un barrio pone al desnudo las distintas lógicas de organización y lucha: en La Matanza hay estructuras sindicales como el SUTEBA y ATE sosteniendo el conflicto, y distintos niveles de acuerdo con el Intendente Balestrini y funcionarios del Gobierno provincial que garantizan la alimentación de muchísima gente durante el tiempo que dure el conflicto. Por el contrario, cualquier movimiento autónomo que se vuelca a la lucha, verá sus recursos limitados a la poca o nula capacidad económica propia, o a la solidaridad de vecinos, otras organizaciones de base y pequeños comerciantes de la zona que nunca falta, pero que nunca es suficiente. Por estos motivos, fue madurando una decisión, desde las bases, discutida y asumida por todos los compañeros: «Es más efectivo para que el gobierno reaccione y tenga que definirse una medida fuerte y sin concesiones, como el bloqueo de los puentes». «Si decidimos esta medida, tenemos que ir bien organizados, con la seguridad preparada, los compañeros de los piquetes con el rostro tapado, porque sabemos que la presión del gobierno va a ser grande y pueden intentar una acción represiva. En ese caso es importante que los compañeros de los piquetes resistan, para poder organizar el repliegue con tranquilidad con todas las mujeres y los pibes, y después ver qué pasa». Opiniones de este tipo se fueron escuchando en cada barrio, en cada comisión organizativa. Con este clima llegamos, en trenes desde las distintas localidades o contratando micros y camiones en los barrios donde no había trenes, sin avisar previamente a la prensa para garantizar el «efecto sorpresa» y controlar la situación antes que las fuerzas represivas, en forma coordinada, alrededor de las 11 de la mañana, más de 5000 compañeros a los 7 puntos de corte que estaban programados. 3) En momentos en que el Gobierno Nacional es quien lleva la mayor responsabilidad sobre la crisis, la falta de coordinación nacional de las luchas les quita fuerza y las deja reducidas a marcos locales.
En los últimos tiempos, también en el interior se libraron importantes luchas desde los movimientos de desocupados: el MTD 17 de julio en el Chaco, garantizó con firmeza y combatividad cada uno de los cortes programados durante el plan de lucha del mes de agosto. Algunos referentes del movimiento, incluso, han hecho el esfuerzo por conocer personalmente los movimientos del Gran Buenos Aires, participaron en los encuentros de La Matanza, buscando mayores niveles de articulación a nivel nacional. De la misma manera, hemos compartido la estadía de los compañeros de Mosconi todo el tiempo que estuvieron en Buenos Aires. La referencia del MTD de Neuquén, empieza a circular entre los distintos sectores en lucha, por los informes de la Red Patagónica en distintos encuentros, de la mano de los trabajadores de Zanón con quienes nos solidarizamos en su estadía en Buenos Aires, y por sus propias luchas, como cuando fueron detenidos 50 compañeros en un corte de ruta hace una semana. Esta situación se repite con otras tantas organizaciones de base a lo largo del país, que sin subordinarse a ninguna estructura nacional, tampoco encuentran confiable ninguna otra instancia de integración o coordinación. Por la propia experiencia que dio origen a la CTD Aníbal Verón, sabemos que estos procesos de coordinación son sólidos cuando avanzan despacio, y la confianza necesaria se va ratificando en las rutas, los piquetes, y la solidaridad concreta y no discursiva. Por eso creemos que es imprescindible no seguir demorando el necesario proceso de articulación a nivel nacional de los movimientos de desocupados y sectores en lucha que compartamos los criterios aquí planteados. Reproducimos casi de manera completa ese documento, puesto que sintetiza la caracterización (de un sector) de aquel momento clave en la historia del Movimiento Piquetero y preanuncia de alguna manera las luchas populares que se avecinaban. Como vemos, la no participación de estos sectores en la disputa por conducir los Encuentros Nacionales no los llevó necesariamente a posiciones que favorecieran la fragmentación y no los condenó a la autoreferencialidad. Por el contrario, para estos grupos –que fueron precursores del movimiento– la apuesta consistía en gestar niveles de confluencia y hasta de unidad, pero respetando las construcciones genuinas, sus tiempos, sus dinámicas y por sobre todo, los principios políticos de construcción que en la practica social se habían demostrado eficaces, al menos hasta entonces. La referencia permanente, por parte de este sector, de las asambleas de base, de los delegados y voceros rotativos elegidos por instancias participativas y democráticas, el esfuerzo por recrear una cultura del trabajo, pero desde parámetros solidarios y no alienantes, la formación del conjunto de la base organizada y los militantes sociales surgidos a partir del conflicto reivindicativo, fueron preocupaciones presentes desde el inicio y que con el tiempo, irán gestando toda una corriente que, si bien no se constituye en términos orgánicos, si se expresará en prácticas que no son ni únicas ni homogéneas, pero que serán similares. Cabe aclarar que, sobre todo en los primeros tiempos, estos niveles de «posicionamiento político» partían desde pequeños núcleos de militantes de cada agrupamiento, pero lo valorable no debemos buscarlo en la cantidad inicial, sino en la apuesta a futuro que se buscaba encontrar reflejada gradualmente en el marco de un largo proceso.
Los caminos invisibles de la insurrección de diciembre de 2001 Muchas cosas sucedieron en diciembre de 2001. Se trata del mes en el que el Movimiento Sin Trabajo Teresa Vive aparece públicamente, intentando así, cubrir uno de los baches que el MST tenía como partido: eran los únicos de la izquierda tradicional que no tenían, «su» movimiento piquetero. Esta organización integrante de la coalición electoral Izquierda Unida al igual que el resto de la izquierda piquetera ostentaba prolijos gorros y chaquetas en todas sus apariciones, aunque estos, a diferencia del resto tenía escasa capacidad de movilización. En diciembre también se constituyó el Bloque Piquetero Nacional, integrado por Cuba, el MTR, el PO, la FTC y el MTL. Durante la primer quincena del mes, como cada año, la Plaza de Mayo era escenario de la Marcha de la Resistencia. Nuevamente, como ya venía pasando en los últimos tiempos, las rondas alrededor de la pirámide recordando a los compañeros desaparecidos durante la ultima dictadura militar se realizó en dos tandas como así también el acto de cierre. Por un lado los organismos de derechos humanos denominados «progresistas», encabezado por el sector Línea Fundadora de las Madres y respaldado por agrupaciones gremiales, estudiantiles y partidos políticos. Por el otro lado, las Madres de Plaza de Mayo, lideradas por Hebe de Bonafini. A este ultimo sector adhirieron La Verón y el MTR. Lo novedoso de aquel año fue que, durante las 24 horas que duró la actividad, la histórica Plaza se vio invadida nuevamente de pueblo, a diferencia de años anteriores, donde sólo se hacía presente la militancia encuadrada en partidos y organizaciones, con un innegable perfil de clase media urbana. La presencia de los marginados, provenientes del conurbano bonaerense, marchando en la Ronda de las Madres era un dato novedoso, llamaba la atención. Aunque no era la primera vez que el sector liderado por Hebe llamaba la atención: en diciembre del año anterior, algunos movimientos de desocupados, habían acompañado el pernocte en la Plaza, junto con sus parrillas y puestos que vendían choripanes y gaseosas, en esa apuesta que fue pasar el año nuevo en lucha, en aquel cambio de milenio, festejando en la Plaza de Mayo, cantando desaforadamente esa canción que ya era un clásico: ya se acerca noche buena, ya se acerca navidad, libertad a los compañeros, que están presos por luchar. Pero el 2001 parecía ser un año distinto, debido, en parte, a las luchas populares que habían recalentado los ánimos durante todo el año. Y las Madres subieron la apuesta. Si los desocupados habían protagonizado las principales luchas del año y ahora le devolvían vida a la Plaza, aportando mística y masividad a la Marcha de la Resistencia, esta debería tener entonces otro perfil. Y así fue que a Hebe no se le ocurrió mejor idea que bautizar a la actividad como «La Marcha de la Resistencia y Piquetera». Y por lo tanto, la inauguración debía ser a lo piquetero: durante la tarde, cuando comenzaba a oscurecer y muchos empezaban a armar las carpas para pasar la noche, una nube de humo dejó sin visibilidad a los transeúntes que pasaban frente al Cabildo. No era un incendio, sino los neumáticos encendidos en plena Avenida de Mayo, que los piqueteros de La Verón encendieron junto a Hebe. Piqueteros carajo, piqueteros carajo!!, gritaban Hebe, los desocupados, y la militancia estudiantil, de derechos humanos, social, cultural, gremial, partidaria y todos los que se encontraban en la Plaza en aquel momento.
Al día siguiente, la masividad de las columnas de los movimientos de desocupados le sumó adrenalina a la movilización. Los neumáticos encendidos en pleno microcentro volvieron a deslumbrar a muchos presentes, que aún simpatizando con los piquetes, sólo los conocían por haberlos visto en fotos de algún diario, o por televisión. Esa vez, las gomas ardiendo no estuvieron frente al Cabildo, sino sobre el vallado mismo de la Casa Rosada. Mientras se daba la vuelta a la pirámide –a la Plaza y por la calle, en realidad, debido a la cantidad de compañeros presentes– los piqueteros de La Verón, con sus rostros cubiertos por pañuelos y remeras, hicieron una hilera de neumáticos frente a la cara misma del cordón policial que, tras las vallas, custodiaba la Casa de Gobierno. Hebe de Bonafini, ante la prensa nacional e internacional, tomo un mechero encendido (un palo con una punta de trapos atados, empapados en nafta) y comenzó a pasarlo por las gomas rociadas en kerosene. La masa anónima de las barriadas populares parecía enloquecida. Cantaban, gritaban, saltaban, puteaban, maldecían, al ritmo de los bombos y el grito de cada medida de acción directa: Piqueteros carajo, piqueteros carajo!!!. Cuando los bomberos llegaron con sus mangueras y apagaron el fuego, algunos militantes no piqueteros se retiraron sobre el centro de la Plaza. Era lógico, nunca había pasado algo así en una Marcha de la Resistencia, y estaban asustados. Algunos piqueteros se entusiasmaron «de más» y comenzaron a arrojar objetos sobre las cabezas de los uniformados: botellas de plástico, bolsas de basura y todo lo que encontraran a mano. Durante unos segundos de tensión, la situación parecía tornarse incontrolable. Cuando despuntaba el gesto represivo, algunos organizadores de la actividad pertenecientes a la Asociación de Madres de Plaza de Mayo y algunos referentes de los movimientos integrantes de La Verón, lograron calmar las aguas. La marcha, finalmente, cerró con el acto clásico de cada año, sin incidentes. En él estuvo presente el discurso conmovedor de Hebe de Bonafini. Pero a diferencia de años anteriores, aquella vez Hebe no estuvo sola en el escenario. Mientras hablaba, detrás de ella y parados en fila, se encontraba un referente de cada MTD y CTD que en aquel entonces integraban La Verón. Pasados unos días de la Marcha de la Resistencia, estallaron los saqueos en el interior del país. Ya se estaba entrando en la segunda quincena del mes de diciembre, las fiestas de Navidad y Año Nuevo estaban a un paso. Lunes 17 de diciembre, 12 horas, URGENTE!, decía, en la cabecera, un cable de agencia. Titulaba: presión de los desocupados en hipermercados de Quilmes y planteaba los tres puntos que se les exigían al gobierno: -Entrega de alimentos para las fiestas -Pago antes de navidad de los planes de empleo del Gobierno Nacional y Provincial -Por una navidad sin presos por luchar: inmediata libertad de los desocupados detenidos en Mendoza y Rosario en ocasión de los saqueos producidos en los últimos días, así como la libertad de Emilio Ali, Raúl Castells y todos los presos y perseguidos por luchar contra este modelo neoliberal y este capitalismo salvaje que solo generan miseria y muerte en nuestros barrios y angustia y opresión en los hogares de los trabajadores.
Ese día, 2.500 personas pertenecientes a la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón se movilizaron en un reclamo que venía a arrojar nafta a la fogata que era la provincia y el país. La medida de lucha en reclamo por los puntos anteriormente mencionados ya estaba decidida desde hacía varios días. Poco antes, cuando los integrantes de La Verón se reunieron para ultimar los detalles. En medio del clima tenso por los hechos acaecidos en el interior del país acordaron que lo mas adecuado en esa coyuntura era mantener la metodología hasta entonces utilizada: el piquete. Pero que ante aquella situación, la denuncia a los hipermercados, responsables como grupos económicos de la actual situación del país, era algo que no se podía dejar pasar. Fue entonces cuando un compañero del MTD de Solano, comentó que ellos habían estado chequeando unos lugares en la zona para hacer una «movida» distrital, pero que como era algo muy «groso», a ellos solos no les daba. Pero si la cosa era entre todos, si se podía hacer!. En el instante en que se describió el lugar, los rostros de los militantes de los movimientos hermanos comenzaron a denotar asombro: no podían imaginarse como realizar semejante hazaña, sin que las fuerzas de seguridad lo impidieran antes. El corte, tal cual como lo prefiguraban los compañeros de Solano, se extendería a lo largo de ocho cuadras, sobre la Avenida Calchaquí (Ruta Nacional y Provincial) y dejaría encerrado en el piquete a tres grandes hipermercados, un banco y una estación de servicio de REPSOL-YPF. Aquella mañana de diciembre, finalmente se concretó la acción: todo estaba previsto, cada cual tenía su rol y todo debía efectuarse de manera coordinada y sincronizada, según se había planificado. Los medios de comunicación no tardarían en llegar, ya que por primera vez, la prensa del conflicto quedaría en manos de un grupo de compañeros que trabajaban en el tema. Fue el primer conflicto en que la CTD Aníbal Verón trabaja con AnRed (Agencia de Noticias Red Acción). Al concentrarse en los alrededores del lugar donde se efectuaría la medida, todos los movimientos llevaban sus banderas plegadas, como estaba acordado. La única que estaría en alto sería la del MTD de Solano. Todos los otros fingirían ser parte de ese movimiento, ya que el versito que se le repetía a la policía a cada rato era que tendría lugar una movilización del movimiento del distrito al Municipio de Quilmes. Obviamente que, a tres cuadras de un gran hipermercado, y con la situación que se vivía en todo el país, era poco creíble. Lo que seguramente nunca se habría imaginado la policía era que se realizaría semejante despliegue. Cuando las columnas que avanzaban por la avenida Rodolfo López llegaron a la Avenida Calchaquí, el camión que marchaba a la vanguardia repleto de gomas, paró por un instante, mientras los piqueteros arrojaban neumáticos desde arriba. Pero no frenó ahí, sino que dobló y siguió rumbo, durante cuatro cuadras por Calchaquí, con unas centenas de piqueteros que corrían detrás, para instalar el otro piquete (Calchaquí y Republica del Líbano). A cuatro cuadras, pero en dirección contraria, se encontraba el MTD de Florencio Varela, que venía marchando a pie desde la estación de ferrocarriles de Quilmes. Al ver el humo de las gomas encendidas, realizó el otro piquete ( Calchaquí y Carlos Pellegrini). Durante toda la jornada se logró sostener la presión sobre los distintos hipermercados, que no querían aflojar a los reclamos de los piqueteros. Varias veces se «piquetió» a las puertas
de los establecimientos, con gomas encendidas sobre sus rejas, con piqueteros que golpeaban sus palos contra los tejidos, con una muchedumbre que parecía dispuesta a todo. Sin embargo la decisión consensuada por todos los agrupamientos era no saquear, no generar instancias de confrontación con las fuerzas del orden, ya que había niños y el Movimiento no estaba preparado como para sostener un enfrentamiento. A cada rato se realizaban las asambleas por movimiento para comentar como iban las negociaciones. La posición de la gente de todos los distritos era unánime: si no había respuesta favorable se quedarían, si era necesario, a pasar la noche. La experiencia había dejado enseñanzas, los compañeros ya sabían que llevando la tensión al limite se ganaba. Y nadie parecía estar dispuesto a volver con las manos vacías a sus casas. Policías, perros, representantes del ministerio de Trabajo y los gerentes de todos los supermercados afectados se mantuvieron reunidos largas horas detrás de las protectoras rejas del supermercado Auchan. Terminando la tarde, el fiscal advirtió que ya tenía en sus manos la orden de reprimir si no se retiraban. Tenía también una propuesta tripartita de los supermercados, el gobierno provincial y el gobierno nacional: 3.000 bolsones de alimentos frescos de 20 kilos cada uno y el pago de los Planes Trabajar antes de la navidad. Si no cumplen con lo acordado, el miércoles estaremos con el plan de lucha nuevamente en la calle, señaló Alberto Spagnolo –el cura del MTD de Solano– al diario Página/12, que se encontraba en el lugar realizando reportajes. En la misma nota, el Padre Alberto advertía: Si el Gobierno y la clase política siguen sin oír los reclamos de los pobres y los desocupados, desgraciadamente, estamos yendo hacia estallidos sociales muchos mas graves aun antes de fin de año. Lo dijo tan solo tres días antes de la rebelión popular del 20, aunque seguramente, en ese momento ni se imaginaba que en tan poco tiempo estaría en marcha la revuelta. El corte en Quilmes había tenido su eco: frente al mercado Carrefour de Avellaneda se concentró una multitud. Al levantarse el corte en Quilmes, allí también se levantó. Al otro día los diarios llenaban sus páginas con la cobertura del estallido social que se avecinaba en el país. Crónica y Popular mostraban el corte de Quilmes con fotos a color. El diario La Nación, en su página número doce titulaba: Continuaron los intentos de saqueo y agregaba: Tarde de tensión en Quilmes, desocupados cortaron durante ocho horas una avenida neurálgica. Debajo una foto mostraba piqueteros con el rostro cubierto y palos en sus manos, frente al supermercado Vital. El diario Página/12 expresaba: El fantasma de los saqueos asusta al Gobierno Nacional, porque le recuerdan los últimos meses de Raúl Alfonsín en 1989, pero también a Carlos Ruckauf. Además del informe que posee el ministro Juan José Álvarez, el vicegobernador Felipe Sola negocia con los hipermercados la distribución de bolsas de comida junto a la Corriente Clasista y Combativa (CCC), para ahuyentar posibles desbordes. Sin embargo, el problema se presenta con aquellos pobres no encuadrados en esa organización. Precisamente ayer fue la Coordinadora de Trabajadores Desocupados(CTD) Aníbal Verón la protagonista de la protesta en Quilmes. El mismo diario mostraba en una página, una foto del bloqueo a los supermercados y en la siguiente, otra foto del dirigente de la FTV: D´Elía aparecía con una urna en sus manos, contabilizando los votos de la Consulta Popular Contra el Hambre, realizada esa semana por la central sindical de la que forma parte. También Página/12, el mismo martes 18, decía: En Rosario la salida fue la integración de un comité de crisis con
representantes del gobierno nacional, provincial y municipal; miembros de las fuerzas de seguridad, Caritas y otras instituciones intermedias, además de propietarios de supermercados. Inexplicablemente, participaron oficiales del Segundo Cuerpo de Ejercito, que no cumplen ninguna función de seguridad interna. Además contaban sobre los enfrentamientos sucedidos en esa Provincia, luego de los saqueos: Los mas osados respondieron recogiendo piedras en su camino, que lanzaban a sus perseguidores. Pero cuando las mujeres llegaron a los pasillos de la villa buscando resguardo, comenzaron a escucharse disparos de armas de fuego. El sonido puso en jaque a los efectivos, que siguieron corriendo con gran velocidad pero en dirección contraria (...). En medio de la revuelta tres policías debieron ser auxiliados por sus pares, lesionados por la pedrada. Pero uno de ellos se llevó la peor parte. Cuando fue arrastrado por sus compañeros para recibir asistencia, un perro se prendió de su pantorrilla que no soltó por largo rato a pesar del esfuerzo de la víctima. Durante todo el martes 18 y el miércoles 19 por la mañana los referentes de los agrupamientos integrantes de La Verón, se la pasaron de reunión en reunión, garantizando que las victorias obtenidas a través de las luchas en las calles, tuvieran su correlato en la gestión institucional. Mientras tanto, en las barriadas, las familias que componen las organizaciones de desocupados, esperaban que en aquellas reuniones se terminaran de redondear los números de las reivindicaciones conquistadas. En aquel momento lo principal era el alimento ya que el cobro de los planes de empleo antes de las fiestas había sido confirmado por el gobierno, públicamente, en los medios masivos de comunicación. Pero esta vez, otros problemas se sumaban a los clásicos de cada entrega de alimentos: Muchos vecinos planteaban la inquietud de ser saqueados al llegar los camiones repletos de mercadería. ¿Cómo hacer entonces, para no caer en un enfrentamiento de pobres contra pobres, pero a la vez, garantizar que cada familia que salió a pelear a las calles, obtenga lo conquistado? Esa pregunta se realizaban muchos compañeros, en medio de los rumores de que los punteros incitarían a la muchedumbre a merodear por los locales de las organizaciones de desocupados. El miércoles 19, el diario Página/12 publicaba: En La Matanza, Alberto Ballestrini prepara contra reloj una caja de navidad, en un trabajo conjunto con el consejo de emergencia económico que integran todos los partidos políticos, la iglesia, los empresarios y los piqueteros. Por la tarde, la coordinación de La Verón se reunió, como siempre, en «la casa» (un local) del MTD de Florencio Varela. Los compañeros de la CTD de La Plata venían excitados, realmente entusiasmados, producto de su participación en la movilización de docentes realizada aquella mañana, en aquella ciudad. -Eran los maestros de nuestros pibes!! -Boludo, de verdad!, decían, los piqueteros platenses. Lo decían en alusión a la marcha que había terminado a los cascotazos con la cana. A diferencia de otras veces que, cuando la policía reprimía sólo se observaban corridas o a lo sumo un pequeño grupo intentando resistir, esta vez muchísima gente se dispuso a impedir el avance de las fuerzas de seguridad: algunos lo hicieron sólo puteando, otros arrojando piedras, tirando vallas y algún grupo mas osado, mas organizado, tirando una molotov. A diferencia de otras veces, también, nadie se quejó de la bomba incendiaria, sino por el contrario, se festejó.
En medio de las conversaciones informales, mientras se esperaba que aquellos con retraso llegaran para empezar la reunión, un celular sonó. Ya estaba oscureciendo, cuando la información llegó a través del llamado telefónico: el Presidente De La Rúa había anunciado por Cadena Nacional que en todo el territorio argentino, estaba vigente el estado de sitio. Un helicóptero sobrevolaba cercano a los techos donde se encontraban reunidos todos los referentes de La Verón. En la zona se escuchaban tiroteos, frenadas de coches, sirenas policiales. Se decidió entonces resolver lo urgente y dar por terminada la reunión. - Hay que salir a romper el estado de sitio!, expresó, con énfasis, el mismo piquetero platense que había descripto la movilización de aquella mañana y muchos lo miraron como quien observa a un psicótico. Ya de noche, la mayoría de los presentes volvió a sus hogares, tomándose el tren, en la estación de ferrocarril de Florencio Varela. Otros, los que tomaron colectivos, lo hicieron después de un rato de dar vueltas, observando como las últimas unidades partían con pasajeros colgados de sus puertas, o directamente a toda velocidad, fuera de servicio. -¿Che, gordo, y ahora que carajo hacemos?, pregunto un joven militante del MTD de Almirante Brown, a otro compañero del mismo movimiento, pero con un poco mas de kilos y experiencia. -Y mirá, por ahora quedarse en el molde, no asomar la cabeza mas de lo que dé, respondió preocupado el cumpa, mientras los neumáticos del colectivo se disponían a rodar. Durante el trayecto del viaje, desde Varela a Brown, pudieron observar como los patrulleros iban y venían. Seguían los ecos de los tiros y un aire espeso circulaba en el ambiente. -Y, como la ves, gordo?. -No se che, mañana veremos. Por ahora, si se puede esta noche misma, hay que «limpiar» todas las casas. Eso sí, estar alertas, porque puede pasar cualquier cosa.
Busnos Aires, enero de 2004
Editado por FISYP (Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas)
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