¡QUE SE MUERA LA GUERRA! ISABEL AGÜERA ESPEJO-SAAVEDRA - Pág. Web: http://www.isabelaguera.com -
A mis hijos, Isabel M...
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¡QUE SE MUERA LA GUERRA! ISABEL AGÜERA ESPEJO-SAAVEDRA - Pág. Web: http://www.isabelaguera.com -
A mis hijos, Isabel María, Ramón y Belén y para que siempre recuerden que la peor paz es mejor que la mejor guerra. (Cicerón)
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I A blue night... ¡Oh, noche azul! ¡Ese será el gran día que al fin se invente la paz! El día que los hombres del mundo dejen de matarse y se abracen como hermanos. El día que para siempre se muera la guerra y se invente la paz. Esa será la mágica noche azul que sueño, en la que tú y yo nos diremos: ¡Hola! Se murió la guerra. Amén
¡En menudo lío me encuentro!, y todo por culpa de la guerra, o mejor dicho, por culpa de haberte conocido, porque la verdad, verdad es que la guerra y esas cosas no me gustan ni en broma. Son así como conversaciones serias de las personas mayores que me aburren y entristecen. Y todo por aquella noche de discoteca y por el amigo de mi amiga que, cuando te vio entrar con tu grupo de amigos, exclamó: -¡Hala...! ¡Los militares montoreños! ¡Pobrecillos! ¡Por nada del mundo quisiera estar dentro de ellos! ¡Con lo que hay por ahí! Era sábado. Yo estaba allí por casualidad, o mejor dicho porque me gané a mi padre, prometiéndole, eso sí, que, a las doce en punto, ni un minuto después, como en el cuento de Cenicienta, entraría por la puerta de mi casa, agarradita de las manazas del culturetas de mi hermano. Sucedió, ¿sabes qué?, pues eso, que me fijé en ti. Me pareciste mi tipo: alto, rubio, pecoso, bailón, y... ¡como no!, un poco tonto como todos lo hombres. Por cierto, ¿cómo te llamas...? No me dio tiempo a descubrirlo, porque la primera fatídica campanada de la media noche me sorprendió con sólo una invitación tuya que ni siquiera pude saber bien si iba dirigida a mí: -¿Bailamos, guapa...? Y, sin que mediaran más palabras, nos zambullimos en la pista, todo un laberinto de luces y estridencias. Pero tuve que salir corriendo, y aquellas doce de la noche pusieron en mis labios las palabras más topes que jamás recuerdo haber pronunciado: -Bueno, hasta pronto. Que lo pases bien. Me alegro de haberte conocido... Te encogiste de hombros, mientras yo, roja como una amapola, me perdía entre las luces, la música y las exigencias de mi hermano, fiel cumplidor de su promesa de hacerme regresar a casa sana, salva y a la hora en punto. Después, transcurridos unos veinte días, el amigo de mi amiga, un poco enterado él, en el instituto, en el recreo y, consiguiendo que se me atragantara el bocadillo comentó como si nada: -Uno de los montoreños, el rubio, el pecoso, el larguirucho, el que bailó con Zora en la disco, se lo han llevado a Irak, a la guerra. Y mi amiga, que ya sabía de mi antojo, y que es una chica fabulosa, le guiñó un ojo, exclamando: -¿Y qué...? Más vale ir a Irak, al Golfo o dónde sea como un valiente que ser un "golfo" como tú. -¿Y se puede saber a qué viene ese tono? -preguntó el amigo de mi amiga - Que yo sepa no he faltado a nadie, o es que tal vez... ¡Uy, uy! Me quedé en blanco; como si hubieran hablado chino. ¿A qué Golfo, a qué guerra se podrían referir? ¿Y qué tendría que ver contigo? ¡Menuda soy yo para la Geografía! Algo había oído a mis padres sobre esa guerra, pero, ¿qué tendrías que tú que ver con ella? En primero de BUP. y sin haber conseguido aprenderme, en toda la EGB los nombres de los ríos, cabos y golfos de España. Imagínate...
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II ¿Cómo te llamas...? Nadie nos presentó, ni hubo tiempo... Bueno, te llamaré Javi, porque así, más o menos, es como se llaman los chicos que me gustan. Y te comentaba, Javi, que de esa historia de la guerra yo no sabía ni palabra, porque, como te he dicho, los Telediarios, las Noticias y esas cosas... ¡uf!, me parecen insoportables. Por eso, al recapacitar en la preocupación de mi amiga, y en los disimulos con su amigo, no tuve más remedio que preguntar: -¿De qué habláis..? ¿A qué viene nombrar al montoreño..? ¡Ni que se hubiera ido a la guerra! y, ¿dónde decís que está? -En Irak, analfabeta - contestó el amigo de mi amiga sin ningún reparo. ¿Se puede saber en qué mundo vives, pequeña? ¿Es que no estás enterada de lo de Sadan Husein..? ¡Lo de la guerra, vaya! ¡Ay, qué gordas me parecieron aquellas palabras de Gonzalo!. ¡Y yo que te hacía en un cuartel, con tu uniforme de militar! Calvichi, eso sí, porque tienes poco pelo, pero guapo, con tu ropa de color caqui, con tu gorra de borla..."¡pim, pam, pim, pam..!", balanceándose por tu frente, mientras hacías guardias, jurabas bandera o saludabas con gallardía a tus jefes y... ¿por dónde caería ese dichoso Irak.? -Oye, guapo, sa-be-lo-to-do, ¿por dónde cae esa ricura de país. - le pregunté con refinamiento. -Por el Golfo, por Persia, preciosa, allá donde las alfombras. ¡Gol-fo Pér-si-co! ¡Bagdad! ¿No lo recuerdas? ¿Dónde estabas? ¡Ah, claro! – añadió con regodeo - ¡Si eres una pequeñaja! Si necesitas más información... ¡a la orden..! ¡Golfo Pérsico! ¡Persia! Irak, Bagdad! ¡Como para encontrarlos con la cantidad de nombres que hay en los mapas! Lo de Pérsico me sonaba, como había recalcado Gonzalo, a alfombras del Corté Inglés, y me sonaba a cuentos de mi abuela Blanca y, sobre todo, a una cosa tan lejana que ni siquiera me cabía en la cabeza que aquel lugar pudiera existir fuera de los grandes almacenes y de los cuentos de mi abuela. ¡Y no digamos lo de Bagdad! Un lugar mágico para mí, un lugar de cuentos y fantasías Así que, tan pronto como pude, corrí a mi casa en busca de un mapa de carreteras que guarda mi padre en su mesita de noche. ¿Te imaginas mi despiste? ¡Un mapa de carreteras! Si se entera mi profesora de Sociales, seguro que me suspende para los restos, y con razón. Un golfo es... sí, eso como un montón de agua que... ¡plaf!, se cuela en la tierra y... ¡hala, que me estudien! Y es que un libro de mapas es para mí... ¿cómo te explicaría yo? ¡La cosa más horrible del mundo! Nombres y más nombres, tan diminutos que... ¡ni con lupa! Y, por si fuera poco, de vez en cuando, evaluaciones con mapas mudos. A lo mejor a ti te gustan los mapas. El caso es que no tuve más remedio que liarme la manta a la cabeza y buscar y rebuscar en un atlas que me regalaron para la Primera Comunión y que lo guardaba nuevecito, con el plástico y todo, como el primer día. Y, a todo esto, no te he dicho que me llamo Zoraya, aunque los amigos me llaman Zora. ¿Te gusta? Mis compañeras de clase dicen que es más interesante llamarse Emperatriz, Rubí, Topacio... Pero a mí esos nombres me suenan a bobadas de las telenovelas. Bueno, pues, recurriendo a mi hermano, que es un empollón, y que estudia segundo de Derecho, pude encontrar el Golfo de las alfombras y, ¡claro! Irak, ese peligroso lugar donde dicen que estás, y esa mágica ciudad: Bagdad ¡Qué lejos, Dios mío! Con un rotulador negro, y como si mi mano fuese un barco que navegara, viento en popa, surcando los mares, fui marcando sobre mi impecable atlas el recorrido que habías tenido que hacer hasta llegar allí, pero...¡vaya sorpresa! ¡Mira por donde me di de bruces con el Canal de Suez! ¿Sabes que me suspendieron dos veces por no saber absolutamente nada del dichoso Canal.?
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¡Cuánto lo siento, Javi! ¡Una guerra y tú en ella para que yo haya tenido que enterarme, o mejor dicho, para que yo haya tenido que encontrarme con el Canal de Suez! Y, bueno, ¡para qué las cosas que he descubierto! Otra de ellas ha sido el Mar Rojo. ¿Cómo es? ¿De verdad es rojo como la sangre? De este mar sabía más cosas por la película de los Diez Mandamientos y por la Biblia. Yo me lo he figurado siempre un poco mágico, porque eso de tener las aguas rojas... Al final me he detenido en una pequeñísima bahía que hay nada más entrar en el Golfo y un poco a la izquierda. Y me gusta imaginar que allí, en medio de tanta agua, estás tú, en un bonito barco y un poco escondido de los enemigos. Pero ya imagino que no, que eso tan sólo son imaginaciones mías ¿Sí..?
III ¿Te gusta la música..? veo tus labios como luz...por un minuto, esta noche daría toda mi vida... ¡la, la, laa... ¡Una guerra para que yo piense en ti...! No, no es verdad: desde aquella noche, tú contabas en mi vida. Te elegí y te esperaba, pero... Ahora que sé dónde estás noto una cosa por el cuerpo..., y oigo, y leo, y recorto y pego en un bloc todo lo que encuentro sobre esa maldita guerra y, cuando vuelvas, porque vas a volver pronto, y cuando otro día vengas a la discoteca, me acercaré a ti y te diré: Soy Zora, ¿me conoces..? Y te regalaré esta carpeta de hojas que estoy almacenando y en las que te veo y oigo, aunque casi no pude apreciar el tono de tu voz... ¡Ah! y, más importantes que estos recortes de prensa, te regalaré las cartas que voy a escribirte a partir de hoy, a partir de ahora mismo y que no saldrán del cajón de mis secretos que cierro con llave porque mi hermano está deseando registrarme en ellos. ¡Ojalá pudiera transformarlas en un barco que, atravesando el Canal de Suez y navegando a través del Mar Rojo, pudieran llegar hasta ti! ... veo tus labios como luz... por un minuto, esta noche daría toda mi vida, la, lalaa.. ¡Claro que te gusta la música! Aquella noche... ¡es que ni hablabas! Bailabas y bailabas como si sólo existieras tú y aquel ritmo que te llevaba... ¡Adiós curso! Ya me imaginaba yo que aquella noticia me afectaría y no podría concentrarme para estudiar y, menos que nada, las dichosas Matemáticas, que no entiendo el tema de los radicales por más que me los explican. Aquí estaba tratando de despabilarme para el examen de mañana, cuando mi padre, que le encantan los Telediarios, hablaba con mi madre: - Mariana, ya han salido tropas españolas para Irak. Acaban de dar la noticia en un Informativo Especial. Y mi madre, que también vive pendiente de las cosas de actualidad, ha balbuceado en un bostezo: -¡Qué horror! ¿Y ahora que va a pasar.? ¡Pobres soldados! ¡Dios mío, Dios mío! ¿Cómo estarán las familias? Mi padre, siempre menos alarmistas, ha exclamado: -¡Hay que echar una mano! Todo el mundo debería hacerlo, todos los países deberían ayudar. Y los dos se han pegado al televisor para no perderse palabra. A mi madre, que es una mujer muy interesante, y que ya te hablaré de ella, la he oído susurrar: -Que la niña no se entere. Mañana tiene un examen y con lo impresionable que es... Además, creo que algún amigo suyo es de los que iban allí. Todavía está la criatura estudiando; tiene la luz encendida...
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Y yo, ¿qué puedo hacer? Por mi ventana, los trenes de todas las noches que, como si nada, siguen pitando al pasar por aquí cerca, y el atrio de la iglesia con sus cuatro naranjos centenarios, y la palmera, y... ¡ah..!. una fuentecilla que han puesto recientemente y en la que todo el mundo se detiene a beber, más que nada, por eso de hacer una paradita y, bueno, ya no hay nada más, pero, ¿qué podría haber en las calles de un pueblo, a estas horas de la madrugada y en un día cualquiera? El atrio es lo más festivo que tenemos: bodas, bautizos, entierros, Semana Santa.. ¡A propósito! ¿Sabes que me visto de nazarena? Sí, soy de la Hermandad de la Paz y Esperanza, una Virgen guapa, de cara tan triste como la que debo yo de tener ahora. Y en el atrio tiene lugar, cuando llegan las Fiestas de la Patrona, mi Virgen de la Estrella, la quema de fuegos artificiales con el "trueno gordo" que tanto nos gusta a todos y que casi esperamos con alegría todo el año. ¡Cuánto me gustaría, Javi, que pudiéramos, alguna vez, pasarlo juntos! Tú no te puedes figurar como somos aquí para estas cosas. A lo mejor sí lo sabes porque a los montoreños, de toda la vida, os han gustado las chicas villarrensas, aunque, por un orgullo viejo y tonto, nos sigáis llamando... al-de-a-ni-tas, que ya está bien en los tiempos que vivimos. ¡Claro que de aldeanas, nada de nada! La gente aquí es tan progre, por no decir más, como la de tu pueblo, por muchos "romanos" que tengáis en las procesiones de Semana Santa y por muchos mazapanes que hagáis para Navidad. Esos complejos de superioridad os los quitaba yo con..., bueno, ahora, con una guerra encima, y tú en ella, no vamos a discutir las historias de siempre y que tendrás que reconocer como una injusticia, que ya está bien. Para mí que somos todos iguales, y sólo me caen mal los presumidos que, por algo, se sienten superiores y andan por el mundo despreciando a la gente. Por algo o por nada que es lo más normal. No sé qué me pasa esta noche que me noto emocionada al pensar en ti, y quiero decirte que me ilusiona imaginar que, algún día, las puertas gigantes de esta iglesia puedan abrirse de par en par en una fiesta sólo para nosotros que cogidos del brazo nos lleguemos al altar, vestidos de novios. Yo, con una cola muy larga, ¡muy larga! Tú, con un elegante uniforme de marina, mientras las campanas... ¡talam, talam, talam..!, y muchos invitados y... ¿Qué estará diciendo la tele...? No puedo salir a preguntar, porque mis padres se preocuparían y sólo conseguiría que me dijesen: -Vete a la cama, hija. Tranquila; no pasa nada. Mañana te lo contaremos. Y es que mis padres son fabulosos y, aunque se preocupan por las cosas, son optimistas y tienen mucha fe en la gente e inspiran tranquilidad a todos los que estamos a su alrededor. Por eso mis padres son como mis mejores amigos, aunque lo nuestro no se lo contaré porque, para esas cosas y para dejarme salir por las noches, opinan que soy una niña. ¿Qué te parece una niña de catorce años y metida en los quince? ¿Quién les habrá contado que me gustas? Mi hermanito, seguro. ¡Él si que entiende bien la vida! Con eso de estudiar Derecho y sacar buenas notas, pues nada, que va por la vida de campeón, y esto de la guerra dice que le preocupa porque es pacifista pero, lo que yo sé es que, a estas horas duerme como un lirón. Mañana, sí, mañana habrá que escuchar sus reclamos ecologistas, cuando se entere de lo de Sadan, ése, o como se llame. ¿Tú no serás de los que piensan que los hombres por ir a la guerra son superiores a las mujeres? A mí no me importaría ir. De pequeña jugaba a las bolas, al aro y echaba el trompo mejor que todos los amigos de mi hermano juntos. Eso sí; me llamaban Mari macho, pero yo siempre les contestaba: -Eso es rabia, porque os gano. ¿Tú eres machista? Reconoce que las mujeres, en muchas cosas somos igual a los hombres, y al revés.
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No puedo estudiar, Javi, y menos este montón de números, debajo de una "sombrilla" que son los dichosos radicales y que jamás voy a comprender para qué pueden servirme, y por si fuera poco sabiendo que tú, mi chico, andas por ahí, en el país de los cuentos y en peligro de que te maten… No, no, eso no debo pensador. ¡Tan alto, tan rubio, tan guapo, tan pecoso... ¿Estás bien? ¿Qué podría hacer por ti? Mi tía Carmela, ahora que me acuerdo, cuando mi primo estuvo ingresado en el hospital, y que no fue nada, hizo una promesa y se la contó a todo el mundo: Si mi Paco sale pronto y bien del hospital -repetía -, iré detrás de la Virgen de la Paz y Esperanza con una vela y descalza. Yo, la verdad, eso de que todo la gente me vea detrás de mi Virgen, me mire y... ¡bla, bla, blaa...! ¡Que no lo aguanto! Tengo que pensar en otra promesa. Cuando era una mocosa, y me iba a examinar, le hacía un nudo al pañuelo y repetía: Cucufato, Cucufato, si me aprueban, te desato. O también: San Miguelón, San Miguelón, dame mucha inspiración. Ahora, en estas circunstancias, y a mi edad, lo de Cucufato y San Miguelón me suena a chiquillada. ¡Si ni siquiera sé quiénes son esos personajes milagrosos de mi infancia! Además, lo de hacer un nudo y repetir palabras es demasiado sencillo y el Cucufato no debe de ser ni santo que esté en el cielo. Otra promesa, y ésa si que tuvo guasa, fue la que hizo mi vecina: se colocó un hábito marrón de la Virgen del Carmen. ¡Qué horror con lo que a mí me gustan los vaqueros y las camisetas! No, lo del hábito, lo siento, pero tampoco puede ser. Resultaría una beata de miedo. Además, mi madre no me dejaría. ¿Cómo justificaría yo tal sacrificio? ¿Por los exámenes? ¡Ni pensar que se lo creyeran! ¡Bonito es mi hermano! Explotaría, si me viese con unos cordones amarillos por la cintura y... ¡no, no..!, lo del hábito no puede ser tampoco, pero... ¡Ay, ay, ay...! ¡Vaya idea que se me está pasando por la cabeza! ¡Nada! ¡Si no es nada! ¡Dos o tres cigarrillos que me fumo para presumir delante de los amigos! Me temo que sí, que ésa va a tener que ser mi promesa porque, aunque yo sé que el tabaco es malo, y de verdad que no estoy enganchada ni mucho menos, cuando nos juntamos toda la pandilla, pues, eso, ¡que una se vuelve un poco artificial y tonta! Y, claro, tendré que soportar al e-co-logis-ta de mi hermano que dirá: ¡Vaya, por fin mi querida hermanita se está volviendo sensata, haciendo funcionar su loca cabezota! Y de loca, nada de nada. Lo que sucede es que él es un machista que no se hace la cama, ni baja las bolsas de la basura, ni ayuda a poner la mesa, y eso que mi padre no es así, porque, como mi madre trabaja en un banco, él le ayuda cuanto puede .
IV Y a todo esto, ¿qué hago con mi promesa? Sí, vale, dejaré mis cigarrillos, a ver si se muere de una vez esa fea y absurda guerra. Me fumaré el último, pero... ¿y si en este momento te encuentras en algún problema...? No, no, ahora mismo enciendo una cerilla y, alumbrándome con ella, formularé mi promesa: Virgen de la Estrella, te prometo no fumar nunca más para que Javi, y todos los soldados que están con él, vuelvan pronto a sus casas con la bandera blanca de la paz que, entre todos, izaremos en el universo. ¡Ea, ya está! ... mueve el cuerpo, si lo tienes claro... todo el mundo a hacer el Bart... la, la, laaa.. ¿Te gustan los Simpson? A mí, la musiquilla y los muñecos, cuando bailan. Otra cosa, ¿te gustan los animales? Aquí, en casa somos todos muy aficionados a ellos. Tenemos canarios, peces, una tórtola y una perrilla "chucha" que llamamos Lala. Es muy lista y buena. Yo la quiero tanto que si pudiera la metería a dormir conmigo y la taparía con mis sábanas. Es blanca con manchas negras. Parece dálmata, y no me importa que no lo sea. ¡Es chulísima! Mi tórtola hace un sonido, un arrullo que parece una carcajada. De vez en cuando, mi madre la deja suelta por la casa. Dice, y lleva razón, que es para que no se le olvide volar. Por
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tener, tenemos hasta un reloj de cuco, y a mi me hace ilusión verlo salir, cuando dan las horas. ... mueve el cuerpo si lo tiene claro... laram, lararam, laram... Mis padres siguen pegados al televisor. La cafetera debe estar en marcha porque huele... ¡uf!, y yo con mi promesa hecha aquí, ahora, junto al cristal de mi ventana empañado por mi respiración, y mirando a la noche, que es oscura como la boca de un lobo, y sin perder de vista la puerta de la iglesia, mientras sigo pensando, que me va a estallar la cabeza, qué pasará ahí, en tu campamento, y qué peligros podrás correr tú. Me siento contenta con mi promesa, pero... ¿qué más podría hacer...? Una oración es una cosa facilita, aunque, si la repito muchas veces, así como un rosario de veces, puede que me oiga Dios. Además, a mí lo de rezar largo me pone nerviosa. Por eso huyo de mi abuela Blanca, cuando dice: Niños, ¡a rezar el rosario! Ella, mi abuela, dice que reza por todos nosotros, y entre sus manos siempre tiene el rosario que da gusto ver cómo reza en silencio, mientras va pasando las cuentas como si fueran caricias que hace a la Virgen. Esta abuela es la madre de mi madre, y es la que me cuenta las historias ésas del país de las alfombras y muchas más que lee en un libro gordo que se llama "Las Mil y una Noches" y siempre me repite: Los libros son los mejores amigos; los libros no te fallan jamás. Yo no entiendo mucho de eso. Mis mejores amigas son dos chicas que no me engañarían por nada del mundo... Bueno, voy a hacer una oración, por si acaso pero, eso sí, como te he dicho, corta y sencilla. A ver qué tal ésta: ... que se muera la guerra, que se muera la guerra... Amén ¡Sí, sí; me gusta! ¿Y a ti? ¿Verdad que es sencilla y dice mucho? Repítela tú también: ... que se muera la guerra, que se muera la guerra, que se muera la guerra... Amén. Una promesa, una oración y ¡tacham, tacham...! En la catequesis nos decían que había que hacer sacrificios para alegrar a Dios, así que... ¡prepárate, Dios, que te voy a mandar el sacrificio más gordo que puedo hacer...! ¿Que cuál es...? Pues, nada más y nada menos, que ¿dejar de ponerme los "cascos", mientras estudio...? Eso, no, porque, además de escuchar música, ahora vivo pendiente de las noticias de la guerra, que es lo mismo que vivir pendiente de ti. La cosa es más difícil, ¿no te la figuras...? Pues, eso, aguantar, sin rechistar, al machista de mi hermano, que no es poco, porque muy bueno y muy estudioso, pero... ... nos vamos a bailar... es un sábado más... allí encontraremos amigos de verdad. he soñado con mi libertad.... mi vida, sin ti, es un absurdo, okey, okey, ya ves qué fantástico amor.. ¡Ya tenía yo gana de encontrarme con Sadan Husein!, y me he tenido que valer de una estrategia que no está nada de bien, pero que mis buenos apuros me ha costado. Y es que, en casa, los periódicos que se compran, inmediatamente, se los lleva mi vecino, que es muy mayor y que se entretiene leyendo casi todo el día, y, claro, jamás queda uno para que yo sola pueda verlo a mi gusto. Pero hoy me he hecho de bastantes noticias y, sobre todo, de fotografías de la guerra y de sus jefazos. Verás, te voy a contar cómo las he conseguido. Resulta que mi madre fue y me dijo: -Zora, tienes que venir conmigo al médico. Quiero que te vea ese granillo que te ha salido en el cuello, al tiempo que aprovecho para hacerle algunas consultas. A mí no me pasa nada. Ya sabes: exageraciones de las madres, pero tuve que ir, porque, ¡claro que le hago caso!, pero es que además pensé: seguro que en la consulta encuentro revistas y, mientras mi madre habla con el médico, yo las veo. Así que... ¡para qué contarte lo mal que lo he pasado! Nada más entrar mi madre con el médico para sus cosas, me quedé única en la sala de espera y, lo que yo me imaginaba: ¡vaya montón de revistas y periódicos! En un descuido de la señorita enfermera, me abalancé al revistero.
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Todo quería verlo y leerlo de una vez, y hasta la vista se me nublaba de tanta gana que miraba Por eso fue que se me ocurrió la idea de arrancar las hojas y escondérmelas debajo de la camiseta. Hacían ruido, cada vez que me movía, me pinchaban, ¡uf, qué problema! Y en ésas estaba, cuando apareció un matrimonio con un pequeño. Me parecía que los ojos de aquellas personas eran miradas que se multiplicaban, acusándome de robo. ¡Vaya porque lo pasé mal! Ya sé que no está bien y menos de esa manera porque, si se las hubiese pedido al médico, seguro que me las hubiera dado o prestado, pero, ¡para qué la vergüenza que me da de hablar con mayores desconocidos! Y ahora, aquí, tranquila, con las revistas colocadas encima de mi cama, las voy leyendo, despacio y ordenando por orden de fechas. Sadan Husein tiene cara de... no sé, pero a mí se me antojaba que sería de otra manera, porque, ¡para hacer una guerraca como ésta..! Dicen que ya está muerto, y que sus hijos los han matado. ¿Sabes qué me pasa? Aunque sean muy malos, me da pena de que los maten. Mejor sería meterlos en la cárcel, ¿no? Yo a Sadan le veo cara de fontanero, de chofer, de mecánico, pero, ¿jefe de un ejército? A veces, cuando mi padre pone la tele, veo reportajes antiguos de Sadan, y oigo la música de la guerra, y lo veo montado en un caballo y vestido de militar. La verdad es que así parece otra cosa: un guerrero del desierto o un personaje de los cómic de guerra, pero... lo que son estas fotografías que tengo delante... Con un bigote tan gordo y un traje tan de vestir... A mi no me gustan los hombres con bigote. Me parece que son unos presumidos o unos brutotes insoportables. Tampoco me gusta la foto de Bush, tan culpable de la guerra como Sadan. A los dos los veo viejos y antiguos. Yo no entiendo que haya guerras. He oído a mi padre decir que es por el petróleo, aunque en el instituto dicen que Sadan tiene armas para matar a mucha gente. ¡Cualquiera sabe con tantas cosas como dicen!
V Estoy feliz, ¿sabes? Mi padre me ha comprado un acuario grande de los de verdad. Hay peces de muchos tamaños, de muchos colores y de muchas clases, y hay uno que se llama "limpia-fondos" porque se come la porquería de los demás. Es un pez que parece que tiene bigotes como los gatos. A todos les he puesto nombre y, al más bonito, ¡como no!, al más chulillo, gracioso, un pez que parece de oro, con aletas muy grandes. Lo he bautizado con el nombre de Javi y, cuando estoy sola, hablo con él en voz alta: Hola, Javi, precioso - le digo -. Come, corre, juega... Te quiero, te quiero mucho. Si pudiera, te sacaría del agua y te daría muchos besos, pero, ¿y si te mueres...? Mejor, te sacaría y te llevaría al agua de tu río, pero, ¿dónde está? ¿Querrías tú irte? Que digo, que con tantas bombas como dicen que han echado ahí estará todo destrozado y de seguir así van a terminar con el mundo, y, dice la revista que Sadán está escondido en un búnker, y dice que si estallase una bomba, aunque fuese en la misma puerta, ¡ni enterarse! ¿Qué es un búnker...? Esa palabra no la he encontrado en el diccionario, pero yo me figuro que será así como un refugio, muchos metros debajo de la tierra para esconderse con su familia y sus mejores soldados, mientras los demás se pueden morir en cualquier momento. ¡Hay que tener mucha cara para hacer eso!, y yo no querría vivir, si al salir de ése… bueno, de ese lugar, me encuentro que están muertos mis familiares y amigos. ¿Qué haría yo en un mundo destruido?
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Te preguntaba que si te gustan los Simpson. Mi hermano dice que es una serie para mayores y que yo no debo verla, y que no la entiendo y, bueno, cosas de ésas. Yo no la veo porque a mí no me gusta ese muñeco con cara de huevo duro que canta y baila. Otra cosa, ya te lo dije, es la música. La tengo grabada, y es marchosa, y sí que me gusta. ¡Para qué las notas que llevo! ¡Es que no voy a aprobar ni una!, pero no creas que es por tu culpa. Lo mío es otra cosa. ¿Sabes lo que de verdad me gusta..? Tener un comercio y hacer muchos paquetes y adornarlos con cintas de colores y lazos muy bien hechos. ¿Que eso es aburrido.? Bueno, ¿y qué, si a mí me gusta? Tal y como están las cosas, tener una tienda de regalos no es cualquier tontería, y, sobre todo, es mejor, mucho mejor, que no tener nada. No me gusta estudiar, y creo que hay otros trabajos que hacer en la vida sin tener que empollarse tantos libros. Menos mal que mis padres son comprensivos y están de acuerdo con lo de la tienda de regalos, pero quieren que acabe el BUP, porque dicen, y llevan razón, que hay que prepararse para cualquier trabajo por sencillo que parezca. ... que se muera la guerra, que se muera la guerra, que se muera la guerra... Amén. Bueno, y lo de trabajar en una tienda de regalos es porque, además de lo bien que se me da el tema de los paquetes, es que me gusta mucho hacer regalos. ¡Tendrías que haber visto cómo preparé los de Navidad! En mi familia tenemos la costumbre de regalarnos unos a otros, la misma noche de Navidad. Este año a mi padre le compré un ambientador para el coche y, ¡ah!, también un paquete de peines. Dice, mi padre, que es muy divertido, que algunas mañanas tiene que peinarse con un tenedor porque no encuentra ni un peine, y eso es porque mi hermano y yo somos un desastre y los dejamos por cualquier parte, aunque, la verdad: son exageraciones de mi padre, como podrás suponer. A mi madre le regalé una bolsa de aseo, libros, ¡muchos libros! ¿A mi hermano? ¡Claro que hubo regalo para él! ¡Un día es un día...! y, aunque discutamos, nos queremos mucho. Lo más caro fue para él. Imagínate que se ha hecho -¡lo que le faltaba!- boy-scout, o algo parecido y cada dos por tres organiza una acampada con un grupo de amigos. ¡Se lo deben de pasar de miedo! Así que le he regalado una bolsa grande, casi una maleta, de deporte. También para ti, ¡como no!, hubo regalo. Compré, y te lo tengo guardado para cuando vengas, una Ninja preciosa, y la envolví en un papel de sueño, y le pegué un corazón, y en el corazón, para disimular, por si acaso lo encuentra mi hermano, escribí: HOMENAJE A LOS SOLDADOS DE IRAK A la mayoría de los hombres, más que hacer paquetes, os gusta mandar. Aquí, en mi casa, mis padres mandan por igual: cada uno en lo suyo. Mi hermano, de vez en cuando se pasa, pero mi padre le dice, y con toda razón: -En esta casa no hay señoritos. Todos tenemos que arrimar el hombro a lo que podamos. ¡Ah!, mi hermano, desde que empezó la Guerra dice que está metido en Asociaciones Pacifistas. Yo no sé eso lo que es ni si sirve para algo, pero, ¿haciendo pegatinas, carteles y cosas de ésas, se puede poner fin a un problema de guerra tan gordo...? ...que se muera la guerra, que se muera la guerra, que se muera la guerra, amén, Amén. Claro que yo tampoco estoy haciendo ninguna cosa del otro mundo. Pensándolo bien, hay que reconocer que él, a su manera, también hace lo que puede Me gustaría, pensando en el futuro, tener una floristería – una afición más - porque me encanta cuidar las flores: las riego, les quito el polvo, les echo abono, les hablo... Hola, plantas. Os quiero y, por eso, os cuido. Estoy deseando ver vuestras preciosas flores y oler vuestro perfume...
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Mi hermano, con todo su golpe de pa-ci-fis-ta y e-co-lo-gis-ta, no quiere que yo tenga un perro, y a todos los perros, por mucha raza que lleven encima, les llama chuchos, y a mi Lala, ¡ni la mira! Y lo peor que tiene mi hermano es que se cree con derecho a vigilarme y a echarme sermones, cosas que mis padres no hacen tanto, pero a él se le ha metido en la cabezota que soy una niña, y no sé nada de la vida, y todo eso porque piensa que me voy a dejar engañar por el primer chico que se me ponga delante, y, de eso, nada.; yo sé muy bien lo que me hago. -Tú, niña -me dice muy convencido-, no conoces a los hombres. Todos van a pasar un rato, y tú eres tan infeliz... Y yo voy y le contestó: -¡Adiós, creído, enterado, monstruo, empollón..! Y él va y sigue: - ¡Qué sabrás tú, pequeñaja! El que me llame pe-que-ña-ja con "retintín" me saca de quicio, pero no llega la sangre al río... ¿Tienes hermanos o hermanas...? Si los tienes, sabrás que este tipo de guerrillas son corrientes y hasta divertidas. ¡Ay, qué lástima! ¡Se me están muriendo los peces! Mi padre ha ido a la pajarería a enterarse de qué puede ser, y le han dicho que lo más posible sea por exceso de comida, que se les pudre y se les pega al cuerpo y no respiran bien, y mi madre dice que no me preocupe que, si se mueren, me compra otros. Yo no dejo de mirar a mi pez "Javi", y lo veo como paliducho. ¡Veremos qué pasa! ... que se muera la guerra, que se muera la guerra, que se muera la guerra... A mi pez javi, lo he metido en una pecera chiquita, a ver si puedo salvarlo.
VI ¡Tacham, tacham! Me he enterado, por una buena amiga, que mi hermano está enamorado de una chica nueva que ha venido al pueblo. Yo le notaba algo rarillo que no podía explicarme. Por ejemplo, que se baña dos o tres veces al día, que un día no tenía colonia y se echó de la mía, que me trata así como... ¡no sé!, como con más suavidad, y mi amiga Cristi, que es la que me lo ha contado, dice que la tal chica es colombiana, y que en su país hay mucha droga y muchos crímenes. Bueno, yo creo, casi seguro, que estas cosas no son del todo verdad, y que allí habrá gente de todas clases, como aquí. Lo raro es que mi hermano se haya enamorado, porque, si es verdad que la niña es "boniquilla" y estilosa, él, a pesar de su pacifismo y ecologismo, es un poco... ¿cómo te diría yo...? No muy racista, pero sí algo, me lo parece a mí. Yo la conozco de vista, pero mi amiga dice que van siempre juntos en el autobús. A mí esas cosas del racismo me traen sin cuidado... ¿Te casarías tú con una negra? Yo, sí, pero, ¡claro prefiero a un blanco!, y más si es rubio, pecoso... como tú... ...tú y yo, soldados sin batalla, los dos manteniendo guardia... todas las cosas que pasan en este tiempo... lo que se va nunca volverá...¡soldados, soldados del amor..! Tú y yo, soldados sin batalla... que se muera la guerra, amén. De los números radicales, ¡ni idea! ¿Para qué me podrán servir a mí estas cosas? Lo mío es la tienda de regalos, o floristería o... Se me abre la boca, y aunque quisiera estar despierta mucho rato para acompañarte con mis pensamientos y mi oración, me voy a tener que acostar y mañana será otro día.
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¡Acuéstate tú también! Duerme tranquilo. Yo, aún en sueños, seguiré rezando por ti y por todos los soldados: Que se muera la guerra, que se muera la guerra, que se muera la gue-rraaa..! ¡Ah, otra cosa..! Ten mucho cuidado con la bebida, no sea que te animes con tus compañeros y, cuando acuerdes... ¡hala!, bebas más de la cuenta. Una "caña", vale, pero...tú me entiendes, tú sabes... ¡Que me duermo! ... que se muera la guerra, que se muera la guerra, amén. Promisse me all except a blue night... ¿Sabes inglés? Yo, lo justo para ir aprobando por los pelos, pero las letras de las canciones, me apasionan. Parece como si, sabiendo escribirlas, me sintiera más cerca de los Conjuntos que las cantan, y me sintiera así cómo más importante.. ... prométeme todo, excepto una noche azul… Ésa es la traducción. Y una noche azul es como una noche mágica, y se supone que es lo único que un chico no puede prometerle a su chica, porque lo mágico, cuando se quiere vivir de verdad, va y se disipa... ... promisse me all except a blue night.. ¿Te gusta? ¿A que es bonito? ¡Una noche azul! Una noche mágica, para mi, sí que puede existir, y será la noche que tú vuelvas a casa y me digas: Hola, Zora: ya estoy aquí para siempre, ya la guerra ha terminado. No te puedes dar ni idea la de veces que veo los telediarios por si ponen reportajes de las tropas españolas pudiera verte, pero ¡nada! ¡Ni uno! Mis ojos, siempre que sale algo de Irak, sólo te buscan a ti. Y mis oídos, que los tengo pegados a la radio, sólo quieren saber algo que tenga que ver contigo. Mi amiga Cristi dice que, cuando la guerra del Golfo, la otra guerra, fue allí a cantar Marta Sánchez. ¿Te gusta? ¿Cuál es tu cantante favorita? A mí, para que te enteres, me gusta, y mucho, David Bustamante. ¡Es guapísimo..!, y eso de que es cosa de la tele, de que es amanerado os lo habéis inventado los hombres por la envidia que le tenéis, al comprobar cómo nos gusta a todas las chicas, pero es que canta… mmmm. En mi clase hay un chico que dicen que es amanerado, y a mí, y a mi amiga nos lo parece, pero eso no es motivo para que se rían de él y le tomen el pelo, porque, es un compañero fabuloso, bueno, bueno de los de verdad. Ayuda en los exámenes, presta apuntes y hasta nos da a probar su bocadillo. Se llama Manolo, pero le llaman Mano, y no se enfada, aunque se da cuenta de todo, y dice que quiere ser fotógrafo artístico. Yo no sé muy bien lo que es eso pero, a mi amiga y a mí nos hizo unas fotos y ¡vaya si parecíamos artistas! Bueno, y volviendo a la Martita Sánchez, para mí, y que conste que no es envidia, no vale un duro: bajilla, regordeta... Por su culpa, y por otras como ella, los hombres algunos, claro está - faltan el respeto a las mujeres, y yo quiero, por encima de todo, que se me respete, y quiero que se me den las mismísimas oportunidades que a los hombres. Si yo quiero ir a la guerra, ¿por qué no voy a poder ir? ¿Si yo quiero ser? Soldados, soldados del amor, la, la... Yo estoy diciendo todo esto y a lo mejor a ti no te gusta la Marta Sánchez, pero son tonterías que se me meten en la cabeza. Me gusta imaginar que allí, tan lejos, miras al cielo lejos, y a las estrellas y hablando con ellas me escribes una poesía. ¡Ah, por cierto! ¿Has visto el planeta Marte los días pasados? Era preciso. Mi padre nos puso su telescopio en la terraza, y desde allí arriba se veía bien, bien. Yo te recordaba. Soy muy romántica, ¿sabes? Para ti, escribo poemas a todas horas, y ya te tengo preparado un buen repertorio... ...que se muera la guerra, que se muera la guerra...amén, amén, amén, por los siglos de los siglos. La tarde se me aleja en el jardín
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/ y el frío de tu ausencia / me invade el alma / Yo era como una fiesta / yo era como un juguete / yo era una chica de sueños/ que tras la luna corría / que tras la luna gritaba / : ¡Te cogeré, luna tonta / y te pondré por funda / en la cabecera de mi cama./ Pero, si tú estás ahí / yo, sólo sé rezar / ¡Que se muera la guerra! / ¡Que se invente la paz! Lo que siento es que pasarás ahí las Navidades. ¡Si vieras cómo me gustan esas fiestas! Mi madre arregla la casa con mucho gusto e imaginación: coloca luces de colores por todos los rincones, hace farolillos de brillantina y adorna el árbol con música de villancicos. También ponemos el Portal de Belén con muchas figuras y con mucho romero y "monte".que traemos de la sierra, y huele...¡mmmmm! Pero lo mejor es que todos los años vienen mis primos de Zaragoza para ver a mi abuela y estar unos días con la familia. Y tendrías que ver lo guapos y modernos que son, y mi padre, que ya sabes que no me deja ir tarde por ahí, me da permiso para que los acompañe, y el año pasado fui con ellos a una acampada que organizó mi hermano. Nos juntamos, entre todos, siete: mis dos primos, mi hermano, un amigo de mi hermano, mis dos amigas favoritas y yo. Nos fuimos al Parque Forestal Los Villares, que es un sitio chulísimo. Nos llevamos dos tiendas de campaña, sacos de dormir, comida, linternas y, bueno, una guitarra, que mis primos tocan muy bien. Nada más llegar, como hacía frío, encendimos un buen fuego y nos sentamos alrededor a cantar canciones modernas. ¡Qué bien me lo pasé! Si este año repetimos, seguro que no será igual porque me acordaré de que tú estás ahí pero eso sí, cuando mire al cielo y vea la noche estrellada, me parecerá verte en ese lugar de fantasía, de cuentos y hasta se me pondrá el vello de punta, y le pediré a Dios que te ayude, que no permitiera que te pase algo desagradable. La Noche de Navidad, mi padre, todos los años, se disfraza con una peluca de mi madre, y se pone una bata larga, y mis primos se hartan de reír y, poco después, hacemos fotos y un vídeo, que, cada año para cenar nos juntamos toda la familia y vienen mis titos, y mis otros primos y mi abuela Blanca, que es la única abuela que tengo y que, a pesar de sus setenta años, es muy divertida y siempre está leyendo novelas policíacas, y ella dice que Córdoba es una ciudad llena de misterios porque los moros hicieron allí cosas así como muy extrañas que nadie se ha podido explicar, y nos cuenta leyendas del nombre de las calles, y yo, en particular, me quedo embobada, y mi abuela, como si fuera mi mejor amiga, va y me dice: -Zora, ¿tú qué quieres ser de mayo? Y yo voy y le contesto -Tendera, abuela, tendera; a mí no me gustan los libros de estudio. Y ella: -Cuando yo tenía tu edad, estaba interna en un colegio y las monjas me llamaban "corazón de oro", porque era muy buena, pero tampoco era muy aficionada a los estudios, pero, en aquellos tiempos, las mujeres sólo hacíamos primores. Eso sí: yo tocaba el piano, desde que era una mocosa que ni alcanzaba al teclado. ¿Te imaginas qué clase la de mi abuela? En su casa tiene un piano y lo toca de maravilla. Mi madre, también sabe algo, aunque a ella, de siempre, le ha gustado más escribir, y a mí, sí que me gustaría aprender, pero eso del solfeo... ¡Si yo tuviera que hacer primores, me moría! ¡No me gusta ni pegar un botón que se me caiga de las camisas! En fin, al terminar la Navidad, siempre me pasa lo mismo: me pongo un poco triste, y más si veo a mi madre recogiendo las cosas y guardándolas hasta otro año. Me gustaría que siempre fuera Navidad, pero que tú la pasaras conmigo. ¡Vaya por qué me ha dado fuerte con la Navidad! Todavía falta mucho, pero yo vivo siempre pensando en las cosas que me gustan, y así pienso que… ¡Ya llegará el día que las pasemos juntos! ¿Qué dices tú? ¡Si a lo peor ni me conoces! ¿Será eso posible? ¿bailamos..? ¿Te acuerdas.? Sí, aquí en la discoteca. El último sábado, antes de irte a esa guerra.
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VII Yo quisiera tener un vespino, aunque fuera de segunda mano para dar paseos por el pueblo, pero, tirando por el lado más corto, tendré que esperar hasta los dieciocho. Ahora, eso sí: en mi habitación pongo todo lo que me gusta, y mi madre me deja hacer lo que yo quiera porque dice que para eso es mi habitación. ¿Sabes qué tengo ahora mismo encima de mi cama…? Una fotografía de Sadán y otra de Bush. ¡Valiente gracia me hace este par de peleones! Lo que tendrían que hacer, si tanto les gusta la guerra, es pelearse ellos solos y dejar a los soldados tranquilos en sus casas con sus familias y con sus novias. Que se muera la guerra, que se muera la guerra... te amo, desde que te vi / aquella noche de luna llena, aquella noche tan romántica / aquella noche en que tú bailabas / aquella noche que yo miraba.../ Nunca te olvidaré / nunca, nunca. No puedo entender que se lleven a los soldados. ¿Qué culpa tienen ellos? Si al menos fuera para defender a los suyos... Claro que mi profesora de Sociales dice que el mundo es de todos, y mi madre, aunque sufre mucho con esas cosas, también dice que hay que luchar, cuando llega la hora, por una buena causa. Pero no me gusta que tengan sus palacios debajo de la tierra y allí estén tan seguros y tan bien guardados. Escucha lo que dice una revista: El palacio de Sadán Husein digno de las Mil y una noches. Mientras su pueblo pasa hambre, él gastó 3.6oo millones de pesetas en este auténtico paraíso, cuajado de mármoles, oro, cristales preciosos y todos los adelantos imaginables. ¿Sabes lo que más rabia me da? Que dice mi padre que ese palacio lo construyeron con ladrillos españoles. ¡Lo que faltaba! ¿Sabías tú esto? Mi madre dice que, a veces, los medios de comunicación aprovechan para dar noticias sensacionalistas, pero... Yo me creo que lo que quiere decir mi madre que, como te he dicho es muy lista, es que no podemos fiarnos de todo lo que nos dicen y que las cosas no son ni tan buenas ni tan malas como nos las pintan. Y al final dicen que lo han destruido las bombas americanas, y yo pienso que mejor podían haber hecho allí escuelas o discotecas, ¿no? ¡Ay, Javi! Para mí, todo es nuevo. Es como si con la guerra ésta me hubiera abierto una puerta muy grande y, al entrar por ella, hubiese descubierto que estoy rodeada de un mundo del que no tenía ni idea. Bueno, algo voy sabiendo, y todo porque tú, aquella noche de la discoteca del sábado, me dijiste: ¿bailamos…? Y yo, sin contestarte, te seguí hasta la pista. ¿Sabes qué pienso…? Pues, eso, que Bush, seguro, seguro que también tiene su refugio para las bombas. ¡Así que le echen guerras! Y hablando de lujos y de millones, ¿sabes lo que cuesta una guerra al día..? ¡Sesenta y cinco mil millones de pesetas, bueno no sé cuántos euros! Eso es tanto dinero que a mí casi no me puede entrar en la cabeza y pienso las cosas que se podrían hacer con bastante menos. Por ejemplo, el paro de mucha gente, que el padre de mi amiga no trabaja y dice ella que se está haciendo vicioso de las maquinitas, y también se podría arreglar el hambre de esos niños que salen en los huesos y comidos de moscas. Eso es horrible, y eso se debería arreglar con el dinero de las guerras. ¿No te parece? Y volviendo a lo de los refugios atómicos, yo pienso una cosa: ¿para qué querrán salvarse, si cuando salgan se van a encontrar el mundo vacío y deshecho? Yo, ya te lo dije, no querría vivir así, ni querría vivir ciega, ni... En mi clase, mis compañeros están divididos con la cosa de la guerra Unos le echan la culpa a Sadán y a sus armas, y otros a Bush, y a su deseo de ser el amo del mundo. Discuten y, a veces, hasta se pelean.
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A mí me pasa que me da lástima del que va perdiendo, y ahora de los soldados de americanos que están muriendo. ¡Ya me dirás! ¡Dios quiera que tu campamento esté lejos de los peligros!, porque se pueden equivocar o te puede llegar! No, nonooo..! que se muera la guerra, que se muera la guerra... Para mis adentros, me gusta repetir: Javi es mi chico y está luchando en Irak ayudando al pueblo y, cuando termine, le van a poner una medalla de héroe y le van a rendir honores como yo he visto en las películas de guerra. Lo de mi chico, ya sé que no se lleva, pero... ¡me gusta! ¡A lo mejor es que soy un poco antigua! ¿Te acuerdas de lo que te conté de la chica que le gustaba a mi hermano? Pues, yo creo que ya se habrá cansado o estará harto de que le digan todo eso de los colombianos, porque está de un mal humor irresistible, y dice mi amiga, que ha "cortado" con ella. Mi madre, que no sabe qué le pasa, está un poco preocupada y, a cada paso, va y le pregunta: -¿Te sucede algo? ¿Estás enfermo? ¿Es cosa de los estudios? Y mi hermano con evasivas: -¡Que no, que no me pasa nada! El tiempo que me tiene... Yo me callo, porque a mí no me gusta ser chivata, y esas cosas las tiene que resolver mi hermano, y si no quiere una novia colombiana, pues que no la tenga. ¡Si yo lo sabía!, y eso es de tontos, porque, si le gusta, si la quiere... ¿qué puede importarle lo demás? A mí me daría igual que tú fueras gitano, moro, negro... ...tú y yo soldados de la guerra, soldados del amor, soldados sin batalla... tú y yo siempre, laram, laram, laraam... Aquí me tienes que sigo con mi promesa de no fumar, y eso que este fin de semana hemos tenido fiesta en la casa de mi amiga Cristi, y no te vayas a creer que soy una chica alocada. De eso, nada. Lo que pasó fue que los padres de mi amiga se fueron de viaje y le dieron permiso para que tuviéramos allí una pequeña fiesta. Ya sabes: tapitas baratas, algunos refrescos, mucha música, baile y algún que otro cigarrillo, pero yo, ¡palabrita que ni una chupada! La verdad es que mis amigos y amigas, lo de fumar, es como presumir de algo importante, porque les entra una tos... Con respecto al sacrificio de callarme a los incordios de mi hermano, hasta ahora voy bien, aunque me cae fatal que todo lo que viste tenga que ser de "marca". Mi madre dice, y lleva razón, que hay que pagarlas y que los tiempos no están para tirar el dinero. Además, su habitación es todo puro orden, y su escritorio está siempre lleno de libros abiertos y de apuntes y cosas de ésas. Ya sé que eso está bien, pero, ¡uf! ¡Como le huelen los pies!, y ¡eso sí que no lo puedo yo aguantar en un hombre! Y, a todo esto, ¿tú, qué? ¡Qué poco sé de ti!, pero aquella noche, aunque el tiempo voló, me di cuenta de que eras mi tipo: divertido, simpático, bailón y sobre todo, formal, porque a mí me gusta que la gente sea formal, y eso nada tiene que ver con pasarlo bien. ¡Ya se me han muerto todos los peces! Ahora estamos limpiando el acuario para comprar otra remesa. Tendré más cuidado con la comida, y, por supuesto, al primero que llegue, le pondré tu nombre: "pez, Javi". Suena hasta bien y, mejor aún, si al segundo, lo bautizo con mi nombre: "pez, Zora".
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VIII ¿Eres celoso? Yo no podría soportar a un celoso cerca de mí, porque eso es como desconfiar de la persona que quieres, y es como no pensar bien de ella. Yo tengo una amiga que me cuenta que su padre es celoso y dice que, si su madre va a la peluquería, su padre va y le dice: -Menos "palique", menos coqueteos" Y si habla por teléfono: " -Menos hablar con la gente que para eso me tienes a mí. ¡Vaya un agobio! ¿Se puede aguantar a un hombre así? A mí, ¡ni hablar de que un hombre me maneje de esa manera! Mejor, mucho mejor, me quedo soltera. Yo sé andar solita por el mundo y sin perderme, y sé lo que tengo que hacer y... ¡Nada, nada! Que si un día dejo de quererte, por cosas que no me vayan, voy y te lo digo y en paz. Aunque eso no tiene por qué suceder: mis padres se quieren desde hace muchos años y son muy felices, y lo somos todos, y mi abuela Amparo y mi abuelo Ramón, que en paz descanse, lo mismo. Para mí, una de las cosas más importantes de este mundo es mi familia, y yo, si Dios quiere, formaré la mía propia, contigo o con otro hombre que me quiera mucho, sea trabajador y le gusten los animales y, más que nada, los niños y las niñas. No sé donde, pero he oído que un avión descargó sobre Bagdad seis toneladas de bombas. ¡Seis mil kilos de muerte! ¡Qué barbaridad! ¿Cuánta gente podrá morir con seis mil kilos de bombas…? ¡No quiero ni pensarlo! ...que se muera la guerra, que se muera la guerra, que de una vez, Virgen de la Estrella, se muera esta maldita guerra... ¿Otra poesía…? ¡Quién sabe si me llamarás cursi! De cualquier forma, así soy yo: una chica romántica que me quedo mirando cómo se va el sol por detrás de la sierra, que se ve desde mi ventana, y me entran ganas de llorar. MI CHICO Los ojos de mi chico/ son del color del cielo / son del color del mar / y son mirada que ríe / y son música al bailar / Aquel chico, mi chico / me miraba y sonreía... / ¡Es él..! ¡Es él! / yo me repetía -, y no me equivocaba /; estaba escrito en su mirada. ¿Te estoy aburriendo…? Prométeme todo menos una noche azul, laram, laram.. ¿Qué sería para ti una noche mágica, una noche azul…? ¿Te lo repito en inglés? promiesse me all except a blue night.. Para mi sería, bueno, por supuesto, antes que nada, será azul la noche que vuelvas de la guerra, pero también lo sería el pasear contigo bajo la lluvia, los dos con el mismo paraguas y dejando que nos empape hasta los huesos... ¿Pasear?, no, mejor bailar bajo la lluvia y bajo la tormenta de rayos y truenos gordos, y bajo un viento que nos llevara volando hasta el fin del mundo. ¿Dónde estará el fin del mundo? A lo mejor no hay final. Como la tierra es redonda... siempre se vuelve al mismo sitio y no hay final ni principio... ¡Qué cosas me pasan! Anoche me quedé dormida sobre el atlas y sobre la página que viene el Golfo Pérsico, el Mar Rojo, Irak, Bagdad. Allí estaba yo, mirando y remirando todo lo que hay por aquellos lugares, cuando, de repente, ¡plaf!, me perdí. Fue un sueño. De pronto, un huracán: ¡sssss..!, como si fuera un brazo de hierro, me arrebataba y me trasponía hacia lo más hondo del atlas y allí caí en una isla de pensamientos gigantes. ¿Sabes lo que son pensamientos? Bonitas flores de muchos colores, pero que a mí me dan un poco de miedo porque parece que tienen cara que mira. Bueno, pues, en mi sueño, los pensamientos me hablaban y me decían:
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-¿Qué haces aquí? ¡Fuera, fuera! - me gritaban con voces horribles - Tú no eres un pensamiento. Tú sólo eres cuerpo vacío... Y aquellas flores, cuyos pétalos parecían de terciopelo, me miraban de arriba abajo y repetían: -¡Fuera de aquí! ¡Tú no eres un pensamiento! Tú sólo eres un tonto baile que no sirve para nada. -Sí lo soy -contesté aterrada- pero mis pétalos no se ven porque los llevo ocultos en el corazón, y yo sé pensar, y pienso en Javi que está en la guerra, y mis pensamientos son de amor, y el baile no es tonto porque nos pone alegres y así es como nos quiere Dios -¿Pensamientos de amor? -se rieron- ¿El baile alegre? ¡Estás loca, pequeña! -Sí; yo amo a Javi y lo busco para estar con él y... Se hizo de noche. Los pensamientos, sin saber cómo, desaparecieron y me encontré en un laberinto de árboles que agitaban alas como si fueran pajarracos. -¡Javi, Javi..! -gritaba yo- ¿Dónde estás? ¿Puedes oírme? Y mi voz se transformaba en una especie de melodía que, rompiendo la tupida red que formaban las copas de aquellos árboles, corría por el cielo despertando a las estrellas que, como ecos de mi melodía, cantaban y bailaban: ¡Javi, cha, cha, chaaa..! ¡Javi, cha, cha,chaaa..! Y llegó la mañana. Los árboles se tornaron trinos de pajarillos, y las estrellas, cerrando los ojos, se perdieron, y yo estaba en un desierto, y... ¡venga andar y andar! y, ¡venga tener sed y sed! Y…. -¡qué tontería!-, allí, en medio del desierto, estaba la mona Chita de Tarzán y me dijo: ¡Anda, vete a tu casa! Este no es tu mundo; estás en la selva... De un salto, me desperté y, ¡uffff, cómo me latía el corazón! Parecía oír que tú me llamabas: ¡Zoraa! ¡Zoraa! Pero, ¡qué decepción! ¡Claro que no podías ser tú! Era, y muy preocupada, mi madre, que me llamaba para cenar y, al descubrirme dormida sobre la mesa, me acarició y me dijo: -No te preocupes, hija. Aprobarás, y si no... ¡Ya veremos qué hacemos! ¡Qué buenos padres tengo, Javi! Ellos siempre me tranquilizan, y menos mal, porque yo soy para todo un manojo de nervios y cualquier cosilla me altera, y esto de haberme perdido en el atlas, aunque haya sido un sueño, para mí ha sido como verdad, porque siempre ando mirando mapas y pensando. Y descubro cosas que no estaban antes en mi corazón, como, por ejemplo, el amor que siento por ti y también por todos los soldados, que me da igual de donde sean, porque ellos no tienen culpa de esta guerra y... ¡ahí están; a lo que venga! Yo no quiero ni oír hablar de la muerte. Antes creía que sólo se morían los viejos y las viejas y, aunque también me daba miedo, me decía: Eso está todavía muy lejos... Pero no hace mucho, murió de repente, un chico de aquí del pueblo. Yo lo conocía de vista; era joven, guapo y muy simpático. Me impresioné tanto que estuve bastante tiempo sin poder dormir y con muchas pesadillas. A mí me gusta mucho la vida, y la música, y casarme contigo, y tener hijos y una tienda de regalos... Los de mi pandilla nos hemos puesto un nombre: "Vagabundos de gris". Lo de vagabundos fue cosa mía, y fue por la historia de un cuento que me contó mi abuela, cuando yo era un pisco, y decía cosas muy bonitas de un vagabundo que se enamoró de una gotera... ¿Que vaya tontería..? Era una historia preciosa, porque el vagabundo no tenía dónde dormir en una noche de mucha lluvia y frío. Entonces, encontró una casilla abandonada y se refugió en ella. En medio del silencio, cuando dejó de llover, comenzó a escuchar un ruidito que hacía: ¡cloc, cloc, cloc..! Buscó por la casa llena de telarañas y descubrió la gotera: ¡Bien, bien.¡- exclamó - ¡Ya no estoy solo! ¡Ya tengo música para dormir, y tengo una gota de agua para beber..! ¡Tú tenías que escuchar a mi abuela contando historias! ¡Son fantásticas de verdad!, y a mí, aunque de sobra sé que son de mentirijillas, me gusta imaginar que esas cosas tan bonitas pueden pasar en el mundo.
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Por eso, se me ocurrió lo de "vagabundos". Lo de "gris" fue cosa de Álvaro y, aunque a casi nadie le gustó, lo aceptamos porque él decía que es un color que no está muy visto. Y, desde que tenemos nombre, funcionamos mejor. Quiero decir que parece que discutimos menos y organizamos cosas así como más serias. La última ha sido, con motivo del día de los enamorados: mutuamente, nos regalamos algunas cosas. Poca cosa porque estamos sin un duro, pero... bueno, de lo que se trataba era de pasarlo bien, y lo conseguimos. ¿Tú que me hubieras regalado a mí? ¿Lo sabré alguna vez? Yo, un beso. ¿Te gusta? ...que se muera la guerra, que se muera la guerra y podamos vivir una noche azul.
IX He visto en la tele las caras de los hijos muertos de Sadán. Me he impresionado mucho. Dicen que tenían dinero y poder, ¡pero que mucho dinero!, y mujeres, y palacios, y coches, y caballos. A mí no me gusta ver esas fotos, y si matan a Sadán tampoco quiero verlo. Antes me daba pena de los irakíes, pero ahora noto como que me llora el corazón por los americanos, porque pienso en lo que sufrirán, si los torturan, y pienso en sus familiares... ¡Y sin poder acabar de una vez con esta maldita guerra! ¡Qué mal lo pasarán cuando los vean en la tele con esas caras y sin poder hablarles para darles ánimo y mandarles un beso! ¿Sabes qué hago yo, cuando no me ve nadie? Me levanto y voy y le doy besos a la pantalla del televisor, porque pienso: ¡algo es algo!, y los pobres... ¿No habrá nadie en el mundo que pueda parar la guerra? Yo quiero ser soldada, y quiero ser bombera, y quiero ser pilota de un avión y capitana de un submarino y... bueno, quiero, sobre todo, que se acabe la guerra, y quiero que las caras de los viejos se pongan nuevas, y quiero irme al Camerún a cuidar a los negritos... ¡Sí, sí! ¿Te vendrías conmigo? Yo me llevaría un perro, pastor alemán y, si pudiera ser, mi acuario también, que ya está otra vez lleno de peces. La vocación por las misiones del Camerún me viene por las cartas que le escribe a mi madre una amiga suya que está allí, y le dice que no tienen papel para que escriban los niños en el colegio, y que hace mucho calor, y que por las noches, cantan las chicharras, y que hacen falta médicos, maestros y, bueno, hace falta de todo. Un día le contó que ella ayudó a una negra que estaba sola para tener un hijo. Por el favor recibido, le pidió que le pusiera el nombre que ella quisiera, y la misionera, Aurora, se llama, le puso el nombre de mi madre: Isabel, y le mandó una foto de la niña y debajo escribió: Esta es tu niña negra. ¿Sabes lo que quiere decir eso..? ¡Pues, que, para mí es como si tuviera una hermana negra, allá, en el Camerún, con hambre, sin ropa... ¡Me da tanta pena ! Mi madre le manda dinero, cuando puede, porque nosotros no somos ricos, pero, ¡algo es algo!, ¿no te parece? Ahora te voy a contar una cosa muy divertida. Nada más conocerse la noticia de aquello de las Torres Gemelas, y cundir el pánico, aquí, en el pueblo, la gente se puso histérica con los alimentos. Pensaron... sí, eso, que algo gordo iba a pasar también iba en España, en el pueblo, y se iba a terminar la comida. Mi madre, ¡ni mucho menos pensó así!, pero claro, tuvo que llenar la despensa por miedo a que pasara lo que sí pasó una vez que hubo una riada muy grande y alguien dijo que el pantano había reventado. ¡Para qué la que se organizó! No quedó ni una caja de cerillas en las tiendas del pueblo, ni una mala lata de sardinas en conserva. Por eso, mi madre, en esta ocasión, y por ser previsora, fue y compró también más cosas de la cuenta. Y resulta que teníamos la despensa a tope de garbanzos, habichuelas, patatas... ¡Qué sé yo!, pero resulta que, entre los alimentos de la extra, he descubierto una apetitosa caja de bizcochos rellenos de chocolate con su mijita de nata por lo alto. La verdad es que la caja está diciendo "comedme".
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Bueno, pues esta noche ya no he podido más y he atacado a los bizcochos. Por debajo de la caja, y disimulando cuanto he podido, le he abierto un pequeño agujero y ¿sabes qué he descubierto? ¡Ja, ja, ja! Pues, eso, que una de las tabletas de chocolate, muy bien colocadas por mi madre en la despensa, está huera, y eso significa que no soy yo sólo quién está violando los alimentos de la extra pero, por mi boca, ¡ni una palabra! Será la única forma de... ¡secreto por secreto! Claro que tengo una curiosidad que no me deja vivir: ¿Quién será el otro "ratonzuelo"? ...que se muera la guerra, que se muera la guerra, que se muera y no vuelva más, amén... Hoy hace un buen día de sol y estoy pensando que si tú estuvieras aquí subiríamos a la ermita de la Virgen y nos pararíamos en el puente hasta que pasara un tren. Me gusta sentir cómo tiembla el puente y cómo se levanta tanto aire que hasta los cabellos se alborotan, y yo te diría: - Javi, vamos a echarnos una carrera hasta la ermita. Y una vez allí, tendríamos que burlar a la santera para subir al camarín de la Virgen y rezar una salve debajo de su manto. La santera es tuerta y tiene muy malas pulgas y dicen que es medio bruja y que echa las cartas y lee el futuro en la palma de la mano. ¿Qué futuro podré tener yo escrito en las palmas de mis manos…? Mi madre no cree en esas cosas, y yo tampoco, pero... Estoy pensando que a lo mejor el rey de España, o el príncipe, que es guapísimo, podría poner fin a esta guerra. Pero, claro, el rey solo, a lo mejor no es bastante, y, ¡reyes lo que se dice reyes…! ¿Los reyes mandan? Me he enterado de que Jordania, otro país vecino de Irak, tiene también rey, pero yo lo he visto en una revista y más que rey parece cura o algo así. ¡Vaya ojos azules y vaya tipo que tiene nuestro príncipe! El rey Husein de Jordania tiene unas orejas que parecen soplillos y está calvo como una bombilla. ¿Por qué no se pondrá un peluquín? Lo malo sería cuando se tuviera que bañar en una piscina. Yo creo que sí, que me pondría peluca, antes de ir "calvichi". ¿Te fijaste en mi pelo? Creo que no hubo tiempo para que descubrieras mi gran problema, porque precisamente, el cabello es mi gran tormento. Se me cae mucho, y mi madre me ha llevado a buenos médicos y todos dicen que eso no tiene remedio y que es cosa de tipo nervioso, y mi madre quiere convencerme de que el pelo no lo es todo en las personas, y yo sé que eso es verdad, pero... donde se pone una buena melena... Además, a los hombres les gusta que las mujeres tengan mucho pelo y muy largo, y, para mí, lo que piensen los hombres, es lo de menos, pero yo quiero gustarme, y te confieso que me ronda algo de complejo, porque pienso que lo primero que todos ven en mí, es precisamente eso: mi poco pelo. De ahí el comentario que te he hecho antes de lo poco que me importaría ponerme peluca, llegado el caso. ¿Sabes qué nombre me gustaría para una niña que fuera mi hija.? Ankara que, como sabrás, es el nombre de la capital de Turquía. ¿Te gusta? ¿A que suena bien? Cierra los ojos y repite: An-ka-ra, An-ka-ra...Ankara, come. Ankara, estudia. También me gustan Riad, Jerusalén... La verdad es que los nombres de por ahí son casi todos bonitos y originales. A mí me fastidiaría que me hubiesen colocado un nombre feo, porque parece que el nombre le da importancia a la persona, aunque, pensándolo bien, tal vez sea al contrario: la persona le dé categoría al nombre, porque yo tengo una amiga que se llama Eduarda, y ese nombre... ¡para mí que tiene guasa!, pero es tan simpática y tan guapa que sí, que el nombre resulta y gusta un montón. ... río grande, ayúdame, y pon tierra firme bajo mis pies, tralaram, laram, laram..
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Se me abre la boca, y mi cabeza llena de nombres que algo tienen que ver con la guerra y, sobre todo, contigo. Las cosas parece que van cada vez peor, y mi Virgen de la Estrella, ¡nada que se hace la sorda!, pero yo sigo y seguiré con mi oración, o mejor con mis oraciones, porque, es bonito también pedir que se invente la paz. Sí, eso es: ... que se invente la paz, que se invente la paz, amén. ¡Uf, se me iba a olvidar! ¿Tienes máscara antigás? Si vieras qué siento, cuando, en la tele, oigo lo de las armas de destrucción masiva! Eso serán gases que maten a la gente, ¿no? ¡Y qué agobio, si yo tuviera que llevar una máscara de ésas! Casi seguro que me ahogaba. Un día, no hace mucho, me quedé encerrada, sólo unos minutos, en el ascensor de mi bloque y, por poco si me asfixio. Además, he probado a respirar dentro de una bolsa de plástico, agujereada por todas partes y... ¡me puse más roja que una amapola!, pero no me hagas caso, que lo tuyo es serio. Llévala siempre encima. ...nadie cambiará mi amor por ti... pues, pase lo que pase, yo te quiero y te querré siempre, ¡olalá, olaláaa..! Si yo tuviera un pastor alemán, le pondría de nombre Sadán porque hay que reconocer que también es bonito llamarse Sadán... Ankara y Sadán: niña y niño. Aunque mejor sería Zora y Javier. Creo que el nombre de Sadán le iría bien a un cantante, a un héroe que fuera a la cabeza de sus soldados y no a este peleón de la guerra que va y se esconde debajo de la tierra y deja solos a los soldados, tirados en el desierto, muertos de hambre y entre una lluvia de bombas que parecen fuegos artificiales... Si yo tuviera un pastor alemán... Hoy vuelvo a sentir pena de los irakíes. Tan tranquilos durmiendo en un refugio, con sus hijos, sus animales y sus cosas favoritas, cuando... ¡plaf.!, les estalla un bombazo y los mata. ¡Qué lío lo de los políticos! ¿A cuál te crees? Yo, por más que pienso, ¡que no entiendo ni palabra de la guerra! ¿No habrá alguien en el mundo capaz de acabar con ella? Cualquier día de estos, por equivocación, os echan un misil encima y... ¡No, no, no...! ...que se invente la paz, Virgen de la Estrella, que se invente la paz, que se muera la guerra… ¿Un misil.? ¿Para dónde se supone que debe ir un misil? ¡No, no, no..! ¡Misiles, no! Que se mueran los misiles, que se mueran las bombas, que se mueran todas las guerras del mundo y para siempre, amén… Si yo fuera presidenta de los Estados Unidos, que dice mi hermano que es el que más poder tiene en el mundo, iría, le daría la mano a Sadán y le diría: ¿Somos amigos..? ¿Mandamos que se vayan los soldados a sus casas? Y, cuando dijera sí, le daría un abrazo y muchos besos, porque yo creo que los hombres también deben besarse, al igual que lo hacemos las mujeres, cuando nos saludamos y esas cosas. ¿Para qué puede servir una guerra..? En mi casa, a veces, discutimos fuerte y nos disgustamos, pero, ¿qué motivo tendría que haber para hacernos la guerra? ¡No lo entiendo, Javi, no lo entiendo..!, aunque, ya sé, que me estoy volviendo medio sabia, que todo es por el petróleo, pero las vidas de los soldados valen más que todo el petróleo y que todo el oro del mundo, y si no que se lo pregunten a sus madres, a sus novias, a sus hermanos y hermanas, a sus padres... A mí me gustaría que mis padres tuviesen mucho dinero, pero sin tener que pelearse con otra gente y... ¿para qué podría yo querer tanto dinero? La verdad es que tengo casi todo lo que quiero, pero, eso sí: a mi hermana negra le mandaría ropa, comida, libros, medicinas...
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Mejor, iría yo a llevárselo y así podría escuchar la sinfonía ésa de las chicharras que le cuenta la amiga misionera a mi madre. ¡Ah! He descubierto que el jamón de la las Torres Gemelas, el extra que compró mi madre, por si acaso, también está "violado", aunque, eso sí: envuelto en un saquillo como si lo acabaran de traer de la tienda. Para mí, que eso es cosa de mi padre, y, cuando mi madre quiera echar mano a las sustanciosas reservas, se va a encontrar sólo las fundas de los alimentos. ¿No es gracioso? Yo me río sola, porque, ¡ni una vez hemos coincidido en la despensa!, y eso es por lo mucho que nos vigilamos unos a otros, que me lo paso en grande, observando los movimientos de mi padre y de mi hermano, a la caza y captura del jamón y del chocolate. ...Dime, espejito maravilloso, ¿soy yo, de verdad, la gaviota que dice mi madre? Mi espejito maravilloso es un regalo de mi amiga Cristi, y es un espejo de bolsillo con dos caras: una normal y otra de aumento, y, cuando me miro despacio en él, parece que cerca de mí, al otro lado del cristal, está mi mejor amiga y la que me dice siempre la verdad... ¿Qué habrá al otro lado del espejo? De siempre, al mirarme en el espejo grande del armario de mi madre, he imaginado que, si pudiera dar un paso más hacia el espejo, caería en un precipicio del que nadie me podría sacar. Otras veces, ¡qué miedo!, me creo que va a salir una mano negra y me va a llevar en remolino y, para siempre, me voy a quedar perdida dentro del espejo. Y todo eso, y mucho más, son mis cosas, porque mis padres jamás me han asustado, ni han dejado que alguien nos cuente cosas de miedo. Una chica de mi clase tiene miedo hasta de su sombra... ¡Sí, sí, de verdad; de su sombra!, porque cuenta que su tía le decía que era un fantasma que todos llevamos colgado de la espalda y que, algunas veces, se nos hace visible en forma de sombra, para recordarnos que no nos abandona y que puede hacernos daño cuando quiera. También le dan pánico los gatos negros, las ropas amarillas, y, bueno, un motón de cosas. ¿Tú eres supersticioso? Aquí, en mi casa, todos nos reímos de esas mentiras en las que tanta gente cree, pero debe ser algo serio, porque mi amiga ésta se lo pasa fatal. Y reza cosas raras, y hace ritos y conjuros para ahuyentar los males que pueden sobrevenirle. Imagínate esto que voy a contarte. Resulta que compraron un apartamento en la playa. Estaban tan felices que no hablaban de otra cosa. Cuando llegó el primer verano, ¡hala!, toda la familia traspuso al apartamento, pero, nada más llevar allí unos días, la madre de mi amiga, enfermó y tuvieron que venirse para el pueblo. Al poco tiempo volvieron y, al segundo día de estar allí, les avisan que vengan que la abuela de mi amiga estaba ingresada en el hospital. Cuando acordaron, el verano, estaba pasado y ni siquiera se habían bañado unos días. Al siguiente año, ¡venga preparativos y venga proyectos! Bueno, pues, una hermana de mi amiga se cayó y se rompió las dos piernas, y al padre de mi amiga le entró una buena infección al vientre... ¿Resultado…? El apartamento estaba habitado por malos espíritus. Y, para colmo, se enteraron de que el dueño anterior, un finlandés, no llegó ni a estrenarlo porque murió en su tierra de una extraña enfermedad. A mí, sin poderlo evitar, me da así como risa, cuando la oigo contar esas cosas, pero también siento pena, porque, aunque sea una tontería lo de los espíritus, si ello se lo creen... Además, si lo pienso despacio, me da algo de miedo porque se oye cada historia… La mujer que viene a casa a limpiar le contó a mi madre que, cuando murió su marido, que era un fumador de cuatro cajas diarias, con esparadrapo selló el cenicero de su coche para que se quedarán allí guardadas para siempre sus colillas, pero cuenta que un día, al subir al coche, se encontró el cenicero abierto y una colilla humeando. ¡Vaya historia! Mi madre le dice: María, eso sería que alguien lo abriría y echaría la colilla. Pero ella insiste: No, no, nadie pudo hacer eso porque nadie tiene llave del coche. ¿A que esas historias dan un poco de escalofrío? Yo no sé qué pensar porque la verdad es que no sabemos nada de la otra vida.
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¿Que por qué me llama mi madre gaviota.? Dice, y es bonito, que yo tengo que ser como las gaviotas que por mucho que ruja la tempestad, jamás se ahogan en ella, y por muy grandes que sean las olas, ellas, las gaviotas, van y las remontan como si nada. Lo que quiere decir mi madre, como me ve que soy tan sensible y sufro por todo, es que tengo que ser fuerte y no dejarme llevar por las malas cosas que me puedan suceder en la vida. Ella escribe cosas muy bonitas, sobre todo cuentos. La pasada Navidad, nos sorprendió con uno que tituló "Leyenda de la Estrella de los Reyes Magos". ¿Te la cuento? ¿Sí…? Dos hombres caminaban juntos en una noche oscura. Tropezaban, se caían, se arañaban... De pronto, desde lo más alto de una montaña, comenzó a descender una bola que parecía de fuego y que, lentamente, se acercaba a ellos, hasta posarse en tierra, justo en medio de los dos hombres. -¡Hola, amigos! - saludó una voz - Soy el hada de la Luz y... ¡camináis tan a oscuras..! Os voy a regalar una varita mágica para cada uno. Podréis encenderla cuántas veces gustéis, pero tened presente que su luz se irá gastando y que puede llegar el momento que deje de lucir. Y, dicho esto, les entregó las varitas y desapareció. Uno de los hombres exclamó: - ¡Bien..! La encenderé rápidamente y caminaré ligero; se acabaron mis fatigas. Y, con una brillante luminosidad, se alejó bailando y cantando. El segundo de los hombres, más precavido, pensó y se dijo: "No, yo no haré lo mismo que mi compañero. Prefiero guardar mi luz, por si me veo más apurado, más a oscuras... No, no gastaré mi luz, hasta que no me sea, ¡pero que muy necesaria!" Y, diciéndose esto, retomó su camino, cuando oyó a otro hombre que gritaba: -¡Socorrooo, socorroo..! ¡Que alguien me ayudeee..! He caído en un pozo y no veo por donde salir..! Entonces, el hombre que se reservaba la varita apagada, fue y se dijo: "La encenderé. No está bien que deje a un hombre caído en un pozo". Un poco más adelante, oyó a un niño que lloraba: -¡Buaaa..! ¡Buaaa..! ¡Tengo mucho miedo a la oscuridad..! Y, de nuevo, el hombre encendió la varita para ayudar al pequeño, pero, sólo había caminado unos pasos más, cuando los gritos de una mujer lo sobresaltaron: -¡El pan de mis hijos..! ¡He perdido el pan de mis hijos y no puedo encontrarlo con esta oscuridad..! El hombre, sin pensarlo, corrió en su ayuda, volviendo a encender la varita. Y, así, con toda generosidad, fue dando luz a cuantos la necesitaban en aquel oscuro camino. Pero, poco a poco, la luz se iba debilitando y, cuando el hombre la necesitó para huir de los aullidos de un lobo que lo perseguía, se dio cuenta de que su luz se había gastado del todo. Y, he aquí que, cuando estaba a punto de caer en las garras de tan fiero animal, apareció, de nuevo, el hada: -¡Qué generoso has sido! - exclamó - Desde ahora tú serás estrella de los caminantes para que siempre, siempre tengas luz e ilumines y brilles en las noches oscuras. Y, nada más desaparecer el hada, el hombre, sin saber cómo, se encontró brillando en el cielo y guiando a unos reyes que buscaban a un Niño llamado Jesús, y la estrella los condujo hasta el portal de Belén, y allí, siempre luz, se quedó. Y un sabio, que esta historia presenció, contaba que el hombre aquel que gastó su luz cantando y bailando, pronto se quedó a oscuras y perdido en el camino, y, cuando alguien pasaba por allí, oía sus voces pidiendo socorro. Y esta historia se acabó, ¡chim-pom! ¿Te ha gustado? Yo sé que los cuentos son más bien cosas de pequeños, pero a mí todo lo fantástico me gusta, y me gustaría un montón que a mi ventana llegara un platillo volante y de él se bajara un extraterrestre y se hiciera mi amigo. Yo no se lo contaría a nadie, por si acaso decidieran cogerlo para estudiarlo. A lo mejor desde tu campamento y en las noches negras, negras, si te toca guardia, puedes ver algún platillo. Tú mira, por si acaso. De cualquier forma, los libros de cuentos e historias fantásticas me gustan mucho más que los de texto, que no los entiendo. Mi profesora dice que eso me pasa porque no pongo interés, pero eso no es verdad. ¡Si que pongo!, pero... ¡esos montones de letras...! ¡Ese bosque de palabras…!
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Además, no sé qué les pasa a los profesores y profesoras que están siempre como de mal humor. La única que se salva un poco es la de inglés, que viste muy moderna y es simpática.
X Bueno, y a todo esto, no te he dicho que estoy loca de contenta porque me han puesto un diez en un trabajo que el profesor de Sociales nos mandó hacer sobre Irak Toda la clase se ha quedado con la boca abierta porque el profe ha comentado: -El trabajo de Zoraya está para ponerle un marco. Y, ¡para que él diga eso con lo hueso que es..!, pero, tú ya sabes: con tantas cosas que leo, con tatos periódicos como guardo, con tanta información como almaceno… pues, nada que me estoy empollando en todo lo de esta maldita guerra, que ojalá y tuviera cero total en ella, porque ni siquiera existiera en el punto más lejano del mundo: ... que se muera la guerra, que se invente la paz... Y todo por una noche y por un rato que estuvimos juntos y, casi por ninguna palabra, pero me gustaron tus ojos azules, y me gustó tu pelillo engominado, y me gustó, sobre todo, tu forma de bailar tan natural y con tanto ritmo... Yo me creo que tú, al igual que yo, con cada baile, sin palabras, hablas, mientras la música..chim, pum, chim, pum.. y las luces: ¡plaf, plaf, plaf..! Y aquella noche, en el silencio de nuestras voces, algo debimos decirnos: -Me gustas mucho... -Y tú a mí también. -¿Volveremos a vernos…? -Soy militar y hoy estoy aquí, pero mañana… -¿Te gusta esa vida…? Si yo pudiera me haría soldado. -Me gusta, pero es duro… -¿Te gustaría que nos escribiéramos? -¡Sí que me gustaría!, y yo te contestaré y te contaré cosas del pueblo y cosas de mis amigos y amigas y, a lo mejor, de vez en cuando, hasta te cuento cosas de mi familia... La verdad es que no hablamos nada, que todo son suposiciones mías, porque la media noche nos separó, dejándonos con la miel en los labios, pero, ya me ves: fiel a lo que me pareció que hablamos. Por eso, te escribo. ¿Qué cara pondrás, cuando te entregue mis cartas? Y, hablando de caras: ¡Tenías que haber visto la que puso mi hermano con mi nota de Sociales! ¡No dijo ni pío!, y... ¡para que él se calle..! ¡Aleluya, aleluya..! Que se acabe la guerra, aleluya, aleluyaa...! Me espera un fin de semana sin salir, y todo por el examen de Matemáticas que las tengo que recuperar, y, bueno, los bizcochos extra son los que más los van a sentir, porque, aunque engorde, por esta vez, ¡que sea lo que Dios quiera! Después me daré unas carreras por el jardín y... ¡fuera kilos! Esta noche he cogido mi caracola grande... Sí, una caracola de verdad que me regalaron unos pescadores, cuando era una mica, y me he pasado mucho rato con ella pegada a la oreja. ¿No sabías que dentro de las caracolas se oye el mar...? Pues, sí; se oye un ruido como de olas, o al menos, a mí me lo parece, y, con los ojos cerrados, me he imaginado que, en una barquilla, llegaba hasta tu campamento, y tú me tendías una mano para que pudiera llegar a ti, y había muchas gaviotas, y tú y yo, con unos anteojos, mirábamos al horizonte que era rojo y en él había como una pancarta colgada donde se leía: La guerra se ha terminado; ya se inventó, para siempre, la paz Lo que tengo delante me pone el vello de punta. Es un ti-tu-lar - se llama así - del periódico El País, que mi hermano, de vez en cuando, va y lo compra, y yo creo que es más para pasearse con él debajo del brazo, que para leerlo. Tiene muchos guardados y estos días, rebuscando en ellos, he encontrado uno antiguo, de la guerra del Golfo, que dice así:
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EL MAR ROJO ES UN MAR NEGRO ¡Qué horror!, ¿negro de qué..? Me pongo las gafas, que tengo para leer, y me atraganto de la letra menuda La marea que se ha desatado en el Golfo puede suponer uno de los desastres ecológicos más importantes de la historia... Es muy largo y muy complicado de entender todo lo que dice, pero a mí me da mucha pena del pato, que no se llama pato sino cormorán, cor-mo-rán, y es un cuervo marino - lo he buscado en el diccionario -, y me da pena porque tiene las alas llenas de petróleo y, como hay petróleo en el mar, va y se lo traga y se le hace una bola en el estómago que lo ahoga. ¿No habrá nadie capaz de inventar la paz..? ¡Con lo bien que viviríamos todos sin peleas de muerte! Si se inventara la paz, podríamos un RIP más grande que una casa a los misiles, a las bombas, al hambre... ¿Qué puedo hacer yo…? No he vuelto a fumar, ni a pelearme con mi hermano y, para mis adentros, estoy siempre repitiendo: ...que se muera la guerra, que se invente la paz, Virgen de la Estrella, te lo pido por Javi y por todos los soldados.. Yo sabría cómo cuidar bien del cormorán, porque, una vez, me encontré un pajarillo que se había caído de un nido y lo cogí, me lo traje a mi casa y lo saqué adelante dándole de comer con una jeringuilla que le metía por el pico y que estaba llena de papilla de huevo, leche y pan. Después, cuando aprendió a volar, lo solté. Me dio mucha pena, pero... Está terminando la tarde. En la Iglesia hay Misa y me parece que una boda... ¡Sí, sí, es boda!, porque los monaguillos están extendiendo la alfombra larga de las bodas... Blanca y radiante va la novia / la sigue atrás un novio amante… El cielo está de color violeta, y mi madre dice que todos los días tendríamos que mirar al cielo para saber de qué color se pone, y mi madre pinta cuadros de paisajes con los cielos que parecen de fuego, y mi padre, que es más realista, va y le toma el pelo diciéndole: - ¿Dónde has visto tú que el cielo sea rojo..? El cielo de verdad, y como está bonito, es de color azul. Y mi madre, que lo conoce, se calla y sigue pintando como si no oyera lo que no va con su gusto. Mi madre es muy especial. A ella no le gusta criticar como hacen otras mujeres, ni se mete en la vida de los demás. Dice que cada cual es muy libre de hacer con su vida lo que quiera, si con ello no le hace daño a los demás, y eso es lo que pienso yo también, pero estos de la guerra no sé qué piensan para seguir matando. ¿Será verdad que se pelean por el petróleo..? No lo entiendo, porque, al final, va a resultar que, como lo están quemando, no va a ser ni para Sadán, ni para los americanos. ¡Vaya tontería!, y, por si fuera poco, los pobres peces y todos los animales y plantas que viven por allí, se van a morir. Yo creo que se lo deberían repartir como buenos hermanos y acabar de una vez con la guerra. ¡Pues, sí; era boda!, y... ¡vaya boda! La novia lleva lo que a mí me gusta: una cola de cinco metros, por lo menos... ¡tacham, tacham...! ¡Qué emoción, Javi! Desde aquí oigo la Marcha Nupcial, y me imagino que somos tú y yo los que vamos subiendo al altar: Sí quiero a Javi. Sí admito a Javi. Sí otorgo a Javi. Sí quiero a Zora. Sí admito a Zora. Sí otorgo a Zora... ¿Sabías que son de rigor esas palabras? Casándote por la iglesia, claro, pero yo cuento con eso, porque mis padres son católicos, y yo, aunque tengo muchas dudas de Dios y de la otra vida y de todas esas cosas, también estoy conforme con serlo, y me gusta, porque el Evangelio dice cosas que son muy bonitas e interesantes. Sadán, mucho hablar cosas religiosas, pero... ¿que Dios podrá querer la guerra..? Dice mi hermano que a la lucha, ellos le llaman guerra santa. ¿Tú te crees? ¡Así que no hay quién los detenga! Están dispuestos a morir, creyendo que se van de cabeza al Paraíso. Y, después de las palabras, sí, sí, sí, la ceremonia de los anillos: tú me los pones a mí, y yo te lo pongo a ti. Y, al terminar, me subirás el velo y... ¡qué emoción! Seguro, seguro que lloro. ¡Sí que soy llorona!, y no me importa confesarlo...
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¡Ah..!, quiero decirte una cosa que la he pensado muchas veces y siempre se me olvida: ten cuidado no sea que te den droga y ni te enteres. A lo mejor tú piensas que te dan caramelos u otras chucherías, y vas y te quedas drogado sin saberlo. Ten mucho cuidado. ¡Mira que te aviso!, que la droga debe de ser como un veneno que intoxica la sangre y luego nacen los hijos con enfermedades. Por favor, Javi, no te fíes de nadie y quiero decirte otra cosa: que no se te vaya a ocurrir desertar. Para mí, los que hacen eso son unos miedicas, unos cobardes, y yo lo que quiero es que seas un soldado valiente y que, cuando vuelvas, te presente a mis amigas diciéndoles: Aquí, Javi, que ha estado en Irak y ha salvado a mucha gente, muchos niños y ha vigilado día y noche para defender la bandera de la paz ...¿quedamos esta noche para salir..? Quiero decirte que te amo, quiero decirte que te amo mucho.. ¡la, la, laaa..!
XI Todavía queda para que llegue el invierno, y ¡si vieras como me lo paso! Mi hermano tiene una motora y, algún día que otro, va y se pone gracioso y me dice: Si queréis, tú y tus amigas, puedo daros una vuelta por el pantano, pero nada de gritos; tenéis que saber que lleváis al mejor capitán del mundo. Y, cuando dice eso, se refiere a que mis amigas se fían poco y no lo saben disimular, y dicen cosas, y gritan y se ponen un poco histéricas. Pero lo pasamos muy bien: nos llevamos los bañadores, la merienda y muchas latas de refrescos. Y nos bañamos y nos ponemos al sol para broncearnos, y... ¡qué felices somos! Pero, ¡claro! Ya hace fresco y no podemos bañarnos, aunque por ahí dicen que hace mucho, mucho calor, ¿no? Y dicen que casi os derretís. Dúchate siempre que puedas y a ver si pronto refresca. Por aquí ya estamos mejor, ya han empezado las primeras lluvias, y la tierra empieza a oler de una forma tan especial… Hace unos años, mi padre compró un apartamento en la playa y, cuando llega el verano, nos vamos un mes, y allí tengo amigos y amigas, y... ¡en la playa sí que se pasa bien! Yo nado como un pez, y mi padre alquila barcas motoras, y nos lleva a comer a tascas y, bueno, estoy deseando que llegue otra vez el verano, aunque este año con tanto calor… Un año, frente a mi apartamento, nos encontramos que habían construido unos chalecitos muy graciosos. Desde mi terraza, veía a un chico que, claro, era nuevo y no conocía nada de él. Se me ocurrió hacerle señas con un espejo, y él enseguida me contestó con otro espejo, y por la tarde, en el paseo, se me acercó y me dijo: - ¡Con que es usted la señorita del espejo! Me dio mucha vergüenza y me encogí de hombros, sonreí, agaché la cabeza... Era casi el doble de años que yo, pero sus padres se hicieron muy amigos de los míos y ya, desde entonces, cada vez que nos encontrábamos, y nos seguimos encontrando, él me sigue llamando señorita del espejo, y yo -su nombre es Casimiro - le llamo "Casiveo". Y nos reímos de esas tonterías... ¿Qué si estoy enamorada de él? Es guapo y simpático, sí, pero por él no siento lo mismo que por ti. .. A blue night... ¡Una noche azul! ¡Quién la tuviera..! ¡Quién la pasara contigo! Esa será la noche de la paz, la noche que los hombres dejen de pelearse como enemigos y se den un abrazo como hermanos. Esa será la noche que yo, aquí, en mi pueblo, sentada en el atrio de la iglesia, con una banderita blanca en la mano, para que me reconozcas - seguro que ni te acuerdas de mi cara , te estaré esperando. ¿Esperando..? ¡Qué bonito es esperar a alguien que se quiere! Aquí, cerca de mi casa, a una amiga de mi madre, se le murió, no hace mucho, el marido Era un matrimonio que se llevaban muy bien, se querían mucho y jamás se les veía separados. Además eran muy buenas
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personas, y él, sencillo y simpático, nos daba bromas a las chicas y era rara la ocasión en que no se sacaba del bolsillo un buen caramelo para dárnoslo. No tenían hijos y habían adoptado a una niña, que ya tiene doce años, y que se llama María Luisa. La querían - y la madre la sigue queriendo - como se quiere a los hijos de verdad, a los que son de tu misma sangre. Bueno, pues, él enfermó. Yo oí a mi madre comentar que tenía cáncer y que lo iban a operar. Su mujer, Luisa, estaba tan serena como si no pasara nada, y seguía saliendo con él y con su hija a todas partes y hasta se fueron de viaje a Lourdes. Después de un poco tiempo, murió, y, desde entonces la mujer, aunque resignada, llora y lo que más me impresiona es cuando la oigo hablar con mi madre y decir: ¡Eso de que nadie te espere..! ¿Tú sabes lo que se siente cuando la persona que siempre estaba contigo desaparece…? Yo, aunque tenga pocos años - ¡no tan pocos! ¡Casi dieciséis ya! -, y aunque no tenga experiencia de esas cosas, no quiero ni pensar lo que tiene que ser. A veces, pienso en el día que falten mis padres, y lloro en la cama, porque yo los quiero tanto que no sé si podría soportar su ausencia para siempre. Y sólo saber que mi madre o mi padre van a ir un día de viaje, me pone nerviosa, y estoy pendiente de lo que dicen para saber cuándo se van y cuándo vuelven. ¿Chiquilladas…? A lo mejor, sí, pero ellos son tan buenos que no me los quiero perder ni un sólo día. En mi casa, con mi familia, estoy feliz. Está muy nublado.. Estos días así de "chuchurríos" me ponen triste. Parece que todo está encogido, sucio, melancólico... No obstante el mal tiempo, dentro de mi cabeza luce el sol y parece como si el mundo, de repente, hubiese nacido en mí, y lo veo como una casa grandota, como si fuese un sólo mapa donde cabemos todos. Y eso me pasa desde que descubrí el Canal de Suez. Es como si se me hubiese abierto una entrada a lo desconocido, y me doy cuenta de que, mi pueblo, lo único que importaba para mí, de la noche a la mañana, es menos que un punto, ¡muchísimo menos!, si lo comparo con todo lo que hay por el mundo. Todo lo que estudiaba en clase de Sociales, me parecían como mentiras de los libros, de los mapas... Bueno, lo que quiero decir es que jamás me había interesado algo fuera de España o, mejor, como ya te he dicho, fuera de mi pueblo. Una vez fui a Madrid con mis padres y mi hermano. Fue un viaje cultural, y sí, vimos muchas cosas: museos, palacios, jardines, pero yo estaba deseando de volver, porque, mucha capital y todo lo que quieran los madrileños, pero, ¡vaya lío de tráfico y vaya lejos que estaba todo! Además, a media mañana, parecía media tarde. El cielo, es decir, el sol, tenía un color como de estar poniéndose ya por la tarde. Esa impresión no se me ha olvidado. Íbamos a las tres de la tarde en un taxi hacia el hotel. Yo miraba a los árboles de las Avenidas y, aunque muy grandes, me parecían tristes. Mi padre, como adivinando, mi increíble sorpresa, comentó: - Efectos de la contaminación. ¡Hay que darse cuenta que parece que está anocheciendo! Y mi hermano, tan ecologista como te he comentado, añadió: - ¡Nos cargaremos el planeta! Escucha, Javi, el nombre que he aprendido: Norman Schwwarzopf. Lo de Norman tiene un pase, pero, ¡para escribir lo que sigue! Son once letras de las difíciles y, para escribirlas, tengo que estar sin levantar la cabeza del papel. Le llaman el Oso del desierto, y eso es lo que de verdad parece: un osaco por lo gordo que está y la cara de bruto que tiene... Pienso en él, en el chico de la discoteca, con su voz cálida como el sol de primavera... ¿Su voz? ¡Si no he oído casi tu voz! Mi madre escribió un poema que se titula La voz, si muere. Te la voy a escribir porque te va a gustar. Dice: ¡SE ME MUERE TU VOZ! Me queda, amigo, tu rostro en aquellas fotografías casi robadas en un instante que se me cae de las manos, hoy.
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Me quedan tus palabras sostenidas en el centro de un calmado un lago de silencios, hoy. Me queda, sí, la silueta de tu mano grande, y en ella la mía chiquita, como injerto nuevo en tierras viejas, hoy. Y los recuerdos se hacen tan vivos que me empujan en el alma para arroparme en ellos y hacerlos música nostálgica, hoy Pero, ¿y tu voz? Mi pueblo tiene una sonora fuente, cuya voz jamás deja de cantar el rumor vivo de las entrañas de la tierra. Mi pueblo tiene voz de campanas: que doblan a muerte o repican a fiesta. Y la voz de la lluvia que hace florecer las acequias, las amapolas, el romero. Tú yo sostuvimos en nuestras manos aquella ramita de espíria, cuyo perfume es voz que hoy llena mi casa. ¡Cuántas voces, amigo, seguirán vivas en mí, mientras me quede vida para escucharlas! Pero, ¿ y tu voz? La estoy perdiendo, casi la he perdido, casi se me ha muerto en el silencio oscuro de mi mente. ¿Por qué si tú estás vivo? ¿Por qué si como el chaparrón, el viento, el paso del cóndor, el Nabuco, el llanto de un niño, los suspiros de un anciano... pueden seguir siendo ecos en mis cansados oídos? Déjame ser tan sólo un gesto, una inocente sonrisa, Déjame ser tu agua clara, o tu beso ardiente... ¡Muy poco! ¡Casi nada! Tan sólo, por unos instantes, antes de morir, quisiera que mis oídos resucitaran tu voz... MUERTA EN VIDA ¿Te gusta? Yo pienso, aunque nada le pregunto, ¿por qué escribiría mi madre esta poesía? ¿A quién se la dedicaba? ¿Qué voz echaba de menos? Ella habla y cuenta muchas cosas de su padre. Puede que sea a él, pero a lo mejor tuvo un novio antes de conocer a mi padre. No sé, pero la poesía es bonita, y da que pensar. A pesar del mal tiempo, he subido a la ermita de la Virgen. Ha venido conmigo mi amiga Cristi, y le hemos encendido una velilla. Mi amiga decía que, para hacer eso, había que echar dinero, pero, como no llevábamos, yo fui y le dije a la Virgen: No te enfades, preciosa. La próxima vez que venga, echaré doble, pero es que Javi te necesita, y te necesitan todos los soldados que están en Irak, y con esta pequeña luz... ¡quién sabe!, a lo mejor ven un peligro que estaba oculto y pueden salvarse. Y, en un descuido de la santera, que tiene un humor de perros, fui y subí al camarín, como otras veces, y como cuando era niña, me cubrí todo el cuerpo con el manto de la Virgen y, allí, con los ojos cerrados, y con toda la fuerza que me salía de mi corazón, que me latía como repique de tambores, recé: que se muera la guerra, Virgen de la Estrella, que se muera la guerra, que se invente la paz, que no muera ni un soldado más, ni un pato más, que diga, cor-mo-rán más, que pronto vuelva Javi y me invite otra vez a bailar, amén. Por cierto, Javi, siempre que me meto debajo del manto de la Virgen tengo que cerrar los ojos porque la primera vez que lo hice me di cuenta de que la Virgen sólo es cabeza, y lo demás es un palo. Eso no me gustó, pero mi madre me dijo: Es que ésa no es la Virgen; es como una fotografía, una representación, pero la Virgen de verdad, que está en el cielo, nos escucha cuando le pedimos algo a su imagen.
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¿Y si no vuelvo a verte...? ¡A lo mejor tienes novia! ¡Quién sabe! Yo, tan preocupada, tan entusiasmada, haciendo tantos planes, y tú... No me importa, porque, desde que estoy con esto, me siento como mayor, como más cerca de la gente, aunque no por eso he perdido las ganas de bailar, ¡qué va! ...rock, rock, mi rock, mi rock particular, este rock es mío y de nadie más, ¿dónde está mi libro...? No podré estudiar...rock,.rock.., mi rock particular.. Y ahora, aquí, en mi habitación, casi me he emocionado porque un pajarillo se ha parado en los hierros de la ventana y lo veo así como mágico. No sé qué me pasa, pero últimamente me emociono mucho, y no te creas que es tristeza, bueno, un poco creo que sí, por este lío de la guerra, pero lo que me pasa es más bien como un sentimiento, un deseo de que las cosas fueran tan bonitas como yo las imagino, si las viera contigo al lado y pudiéramos hablarlas y pensarlas juntos. El pajarillo me ha hecho pensar que me gustaría tener una paloma mensajera y mandarte un bonito mensaje. ¿Crees que te llegaría..? ¿Será verdad lo de las palomas mensajeras? ¿Tú crees en los espíritus? ¿Tú crees en Dios? Con lo de Dios, ya te lo dije, me formo un buen lío. A veces me pongo a pensar en eso de que ha existido siempre y me quedo... ¡no sé!, como si me hundiera en un pozo y bajara, bajara y no llegara nunca al fondo. Mi madre dice que a Dios se le conoce con la vida, o algo así, y eso debe ser que, cuando una se va haciendo mayor, va comprendiendo mejor las cosas. De todas formas, yo le pido a Dios que se acabe la guerra, y eso es porque creo y espero que El exista y pueda ayudarnos en las cosas difíciles.
XII Siguen las nubes y ha empezado a lloviznar, y a mí me gusta la lluvia y, cuando esta noche me acueste, oiré las canales... ¿Que qué son las canales..? Cosas bonitas de mi pueblo. Fuera de bromas, son eso: canalones que están puestos en los tejados y, al llover, el agua cae a chorros por ellos y hacen un ruido que a mí me relaja y me hace dormir de maravilla. Seguro que en Montoso también las hay. ¡Ni que fueras de Pekín! Eres tan de pueblo como yo, ¿vale? Soy un poco rara, pero me gustan los días de mucha lluvia, y me gusta salir a pasear con un paraguas. Algún día, nos cubriremos los dos con mi paraguas rosa y caminaremos por las calles hasta que sea de noche, y yo te contaré mis secretos, y tú me contarás los tuyos... ¿Tú tienes secretos…? Yo, sí. ¿Te cuento uno? Mi primo Álvaro me pone de mal humor, pero tengo que disimular tanto que nadie me lo nota, pero es que mi tía, su madre, que es tía política, está con el niño, que es hijo único... ¡Ni que se fuera a derretir! Es un año menos que yo, pero, a cada paso, mi tía: Zora, el primo. No lo dejes solo, que vaya contigo y tus amigos y amigas... Y eso cada vez que se entera que voy a salir, y a mis amigas le cae mal, y yo me tengo que aguantar, pero es que es muy patoso y mete patas. Tengo otros secretos, pero ya te los iré contando. He recortado la foto de un beduino y he tenido que buscar en el diccionario el significado y, ¿sabes qué pienso? Pues que Moisés, el de los Diez Mandamientos de la Biblia, cuando se escapó de Egipto, se hizo pastor, beduino o algo parecido, y es lo que yo me digo: todo, todo lo relacionado con esos lugares parece sacado de libros antiguos. ¡Y otra cosa! Al pie de la foto del beduino ése, dice que mira asombrado el paso de una mujer soldado de las desplazadas en las filas del ejército norteamericano. ¿A qué resulta interesante que una mujer vaya con su uniforme y para nada se distinga de los hombres? Así me gustaría a mí verme, cuando sea mayor de edad. Se lo he contado a mi
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amiga, y ella dice que también quisiera ser soldado, y eso es para que os enteréis los hombres de que las mujeres no somos menos que los hombres porque no vayamos a la guerra, que sí, que ya hay mujeres militares. De esa fotografía, me ha llamado la atención, y de otras parecidas, el que haya todavía hombres y mujeres que visten exactamente igual que los que aparecen fotografiados en los libros de historia antigua. Parecen figuras de un Portal de Belén. Es más, cuando yo estaba en los primeros cursos de EGB. me vestían siempre - ¿por qué sería, ahora que lo pienso? - de San José, y la túnica y el manto de la cabeza eran como el de estos palestinos, pero el caso es que el nombre de Palestina no lo encuentro en el mapa. A lo mejor no he dado con él todavía, o a lo peor es que ni siquiera existe. Algo he oído de la guerra que hay también por allí. ¿Por qué no se morirán todas las guerras para siempre? Y volviendo al pajarillo que se paró en mi ventana, quiero contarte algo que nos pasó el verano pasado en mi parcela de la sierra, que, como ya te he dicho, está cerca del pantano. Bueno, pues, resulta que mi padre descubrió el nido de una mirla, allí, entre unas piedras de la pared de la casa. La mirla, unas veces revoloteando por los alrededores, y otras echada en los huevecillos, era como un pájaro de las canciones de los cuentos: pero el mirlo blanco era negro, que de blanco el aldeano lo pintó, y la infanta, con aire de gran porte, reunió a toda la corte y de este modo habló, la, la, la Una tarde, nada más llegar y bajarnos del coche, mi padre hizo un gesto que quiso decir: ¡Uf..! ¡Algo pasa..! Y efectivamente, unos chicos, con escopetas de plomos buscaban a la mirla por entre las jaras del camino; la habían matado.¡Qué pena, Javi! ¡Tenías que haber visto las crías! Parecían pitracos hechos un ovillo en medio del nido. Mi padre se lo trajo a casa para que, al menos, estuvieran calentitos. Les pusimos el calefactor al lado e intentamos darles de comer, pero, eran tan pequeños que... ¡hala, se murieron! Mi madre guardó el nido que se conserva intacto, pero, ¿te imaginas la gamberrada..? ¡Nada, por pasar el rato! ¿Les gustará a ellos que hagan eso con sus madres? Oye, mira, me estoy acordando de un primo que nació con un problema y lo llevaron a la incubadora. ¡Cómo lloraba mi tía! Fui con mi madre a verlo, y también a mí me dio mucha pena porque lo vi. por una ventana, metido en una especie de caja de cristal y con muchas cosas pinchadas. ¡Qué lástima me dio! Bueno, lo de morir soldados en las guerras es parecido, y lo de envenenar de petróleo a los cormoranes, también. No quiero ni pensarlo. Traer hijos al mundo para que te los maten... Que se muera la guerra, que se muera la guerra, amén . Y ya, hablando de animales, te voy a contar otra cosa. Un día, por las buenas, apareció aquí, en mi terraza, un palomo gris claro. Yo subía todos los días y le echaba migas de pan, algunos granos de alpiste, trigo y hasta platillos de la comida que nos sobraba, y, bueno, también le ponía un cacharro con agua. Un día, cuando ya el palomo era como de la familia, porque pasaba más tiempo en la casa que en otra parte, lo encontramos muerto en la calle. ¿Que qué le pasó..? Pues, seguramente que un vecino, que decía siempre que era suyo, pero no era verdad, le cortó las alas para que se quedara en su piso, y el palomo, queriendo escapar... ¡plaf!, se estrelló en la calle. Yo le llamaba "Pacorro", y lo quería libre. Por eso, cuando lo veía volar por los alrededores, me alegraba y me parecía que yo volaba con él, y cuando se paraba en lo más alto de la palmera del atrio, también lo envidiaba porque, desde allí estaba más cerca de las nubes, y me quedé muy triste, cuando se mató, y ahora, me hago feliz recordándolo, con sus plumas grises y brillantes como la plata, y sus ojos vivarachos, negros como puntas de alfileres gordos. Y me hago feliz pensando que, si yo tuviera alas, me escaparía por la ventana y me subiría en lo alto del campanario y le daría vueltas a una veleta loca que hay en lo más alto y que es un fraile con una cruz, y si tuviera alas, me haría amiga de los gorriones y de los mirlos y les cuidaría sus crías, mientras ellos buscan comida para sus tragones guacharros. A mí me parece que las personas somos peores que los animales, porque ellos no hacen guerras, y si se pelean es por defender su territorio, que es lo mismo que su casa, pero no van buscando otros intereses.
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Cerca de mi parcela hay un gitano que dice que todos los animales tienen su misterio, pero que los humanos ni lo entendemos ni nos preocupa, y también dice que él tiene poderes para hipnotizar serpientes, nos cuenta que las piedras para hacer las escalerillas de las casas de campo hay que buscarlas con huella porque, según él, eso indica el paso de la historia. Un día, ese gitano, que se llama Lázaro, le dijo a mi madre: ¿A qué no sabe cómo se llaman las estrellas de la Osa Mayor? Y mi madre, seguro que por darle una oportunidad, le contestó: No, no lo sé. ¿Cómo se llaman? ¿Lo sabes tú? Y él, muy contento, exclamó: ¡Triones..! Se llaman Tri-o-nes, y todas las estrellas del cielo tienen nombre, y el nombre de todas las personas está escrito en el cielo con estrellas. A mí me gusta pensar que tu nombre y el mío están escritos con estrellas en el cielo... ... este rock es mío, voy a disfrutar, no juego contigo, no sabes bailar, rock, rock, mi rock.. No sé porqué, hablándote de Lázaro, me ha venido a la memoria una cosa de la que siempre he oído hablar a la gente del pueblo: ¿No teníais en Montoro una curandera que le llamaban "la niña sabia"? La verdad es que los montoreños, entre los romanos de la Semana Santa de toda la vida, la famosa "niña sabia", de casi siempre también y los mazapanes, ahora... ¡no sé que os habéis creído!, pero, eso sí: a la discoteca, ¡a la "aldea"!, aquí. ¡Ojalá te viera entrar este sábado! Yo me imagino que estoy allí, con mis vaqueros nuevos, mi camiseta y mis zapatillas blancas, bailando con mucho ritmo y, de pronto... ¡tacham, tacham..! , apareces tú, tan rubio, tan alto, tan guapo, tan pecoso... Y yo corro y te pregunto: ¿Se ha terminado la guerra..? ¿Te han dado permiso..? ¿Te marcharás otra vez..? Y tú vas y me contestas: ¿Es que no me ves los galones..? ¡Me han condecorado!, y la guerra se acabó. Fin. Y te presento a mis amigas, a mis padres y hasta a mi abuela y hermano... ... the war must die and the peace must bor... la guerra debe morir y la paz debe empezar, que se muera la guerra, que se invente la paz.. Huele a tierra mojada, y ese olor, ya te lo he dicho, me gusta, como también me gusta, y mucho, el olor de los pimientos fritos, y el olor de las vacas... A veces, cuando era más pequeña, iba con mi amiga Cristi a casa de sus abuelos, que tienen un caserón con muchos corrales. Allí jugábamos a vender animales, y a mi me gustaba el olor de las gallinas, y las cogía por las patas y hacía como que negociaba con ellas, diciendo: Mire que gorditas están, y que coloradas, y qué buen precio tienen. Yo sé que soy un poco rara, con eso de los olores y otras muchas cosas, pero... Mi madre dice que soy muy sensible y que, algún día, seré escritora, y lo que ella no sabe es que ya lo soy, porque, para mí, esto que te estoy escribiendo es bien bonito y tiene su mérito, aunque nadie lo sepa, aunque nadie lo vea... ¡Aleluya, Javi, recuperé las Mate! ¡Aleluya, aleluya, a-le-lu-yaaa..! ¡la, la, la..! A mi padre le ha tocado la lotería. No ha sido mucho, pero, como es la primera vez que nos toca algo, estamos toda la familia que rebosamos alegría. Bueno, tampoco es que haya sido una miseria: ¡cinco millones! Eso es mucho dinero, ¿verdad.? Pues, todo, y mucho más, lo daría yo porque terminara la guerra, y, ¿sabes que pienso..? Algo un poco triste, y es que tú volverás a tu vida, a tus estudios o a tu trabajo, ¿a tu novia..?, a tus amigos, y yo, ni te veré, y se me acabarán estas cartas que te escribo, y pensaré que le he escrito al viento, y que eso me pasa por ser… ¿cómo dice mi abuela? ¡Ah, sí..!, por ser u-tó-pi-ca, que es lo mismo que decir que vivo en las nubes. Ahora miro al cielo y me doy cuenta de que ha dejado de llover, pero hay muchas nubes blancas, gordas... Parece que corren, parece que están pintando el cielo de muchas formas raras: una oveja, un camaleón, una cara, un cartucho de helado... Si yo fuera nube, me pondría forma de caballo y correría por encima de las montañas... ¡tacatá, tacatá, tacatáaa...!, y, de vez en cuando, me haría lluvia para regar los campos y llenar los pantanos, y me haría nieve para blanquear el mundo, y me haría rocío y caería sobre tu campamento para refrescaros…
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Bueno, como dice mi abuela, y esta vez sí con razón, me estoy yendo por las nubes, y todo, aunque parezca otra cosa, es porque, pensando en todo lo que he imaginado sobre tu regreso de la guerra, me he puesto un poco deprimida, pero vayamos, de nuevo, a los millones que le han tocado a mi padre. Para empezar, y eso ha sido lo mejor, nos ha prometido a cada uno un buen regalo. Mi madre, que lleva toda su vida escribiendo con un máquina ruidosa y repitiendo mil veces las mismas cosas, ¡y venga tirar folios!, ¡y venga corregir!, ha dicho que lo único que quiere es un ordenador sencillo que le facilite su trabajo. Mi padre se ha prometido una buena escopeta de caza, porque la que tiene es una birria que le sale la munición por detrás y algún día le va a dar un buen disgusto. Mi hermano, ¡como no! o un buen equipo de música, o un buen equipo de ciclista. ¿Tú tienes equipo de ciclista...? ¡Qué cosa tan fea! ¡Con ese casco de cucaracha..! Yo... ¡ojalá me camele a mi padre!, el vespino. Me hace mucha ilusión, y mi madre me va ayudar, porque sabe que yo no soy ninguna loca de ésas, o de esos que andan por ahí sin saber lo que llevan entre las manos. ¿Qué te parece? No lo vamos a gastar todo, porque, aunque mi padre dice que el coche que tenemos no vale un duro, mi madre es de la opinión de guardar algo y seguir con el que tenemos. ¡Ah, bueno! Para mi abuela va a caer un buen colchón nuevo para su cama. Y, claro, con la cosa de los cinco millones, estos días, está viniendo mucha gente a mi casa, y a mí eso me gusta, porque mi madre va invitando a todos, y hay mucha alegría, y mi padre, como está más desahogado de dinero, me ha comprado más peces y algunos, que son muy caros, ¡Sí que son mágicos! Los hay de todos los colores, pero el que más me gusta es azul celeste que parece que es de agua del mar, y le he puesto una cueva y muchas luces de colores.
XIII Si yo fuera una nube, caballo volador, me llegaría, de un salto, a Irak y te buscaría y te entregaría un paquete de regalos: bizcochos de la "guerra", aunque ya van quedando pocos, la tortuga Nija que te compraré para Navidad, y te llevaría un póster de caballos y perros, y todo iría muy bien preparado con papel de regalo, con cintas de colores y un bonito y perfecto lazo rojo que es el color de amor, y mi amiga Cristi, el otro día, fue y me dijo: Que digo, Zora, que si este año te vas a poner el lazo rojo el día de los enamorados... Y yo fui y le contesté muy rotunda: ¡Claro que sí, que me lo pongo! ¿Acaso no es Javi mi chico...? Y ella yo sé que con su miaja de desconfianza y preocupación por mí -: ¿Y tú estás segura...? ¡Si sólo fue aquella noche! ¡Si ni siquiera sabes cómo se llama! ¿No sería mejor que pensaras en... ¡Calla, callaaa! No quiero oír otro nombre que no sea el de... Javi. Y mi amiga, con cariño: ¿Ves..? ¡Si es lo que yo te digo! Te estás haciendo ilusiones con un desconocido que lo más seguro es que tenga su chica y ni vuelva más por aquí. ¡Qué triste es todo lo que me dice Cristi!, pero ella lo hace por mi bien, porque la verdad es que yo me imagino cosas, pero, lo más seguro - ya lo he pensado otras veces - es que todo sean fantasías mías. En fin, si no vuelves, si vuelves y no te gusto, pues... ¡tampoco, por eso, me voy a morir! Lo importante es que se acabe la guerra... Que se muera la guerra, que se muera la guerra, que se invente la paz, que vuelvan pronto todos los soldados, amén. Lo importante es que se invente la paz para que todos los soldados volváis a casa, para que tanta gente deje de morir, para que los políticos hagan las paces, para que todo el mundo, y los animales del Golfo, vivan en paz... ... hemos quedado esta noche para salir, la, la, laaa, estando contigo soy feliz, feliz, feliz... la, la, laaa..
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Y ahora te voy a contar lo que nos pasó la otra mañana. Mi padre, que es un despistado de mucho cuidado, y con la cosa de que el coche está ya para chatarra, se lo dejó abierto sin darse cuenta. Por la mañana - él madruga mucho -, cuando fue a cogerlo para ir al trabajo, se encontró que en el asiento trasero había un chico durmiendo. Sin decir palabra, fue y llamó a mi madre. Hablaron: Tengo que llamar a la policía - decía mi padre. Yo creo que lo mejor será despertarlo y hablar con él. Puede que no sea lo que nos pensamos decía mi madre. ¿Y si va armado..? ¡No están los tiempos para bromas! Yo creo que lo más indicado es llamar a la policía - insistía mi padre - ¡No hay que ponerse en lo peor, hombre! Si fuera un delincuente, se hubiese escondido en otro lugar. Aquí, tenía que saber a lo que se exponía -Tranquilizaba mi madre. Yo, que no me perdí ni palabra, le daba, para mis adentros, la razón a mi madre. Total, que bajaron, o mejor dicho, bajamos, porque yo me apunté la primera, y nada más acercarnos al coche con un poco de ruido, el "chaval" se incorporó soliviantado y como queriendo correr. ¡Por favor, por favor - repetía -, no he hecho nada, de verdad; no he hecho nada! Como estaba el coche abierto... No tenía donde dormir y... Eso me suena a rollo - dijo mi padre ¿Llevas carnet de identidad..? ¿De dónde eres...? ¿Qué haces aquí...? ¿Dónde están tus padres...? Mi madre intervino, interrumpiendo aquel interrogatorio: Tranquilo, chaval; no queremos hacerte daño; sólo ayudarte...Llevo carnet - se apresuró a contestar a mi padre -, y soy de Bujalance. Lo que tiene es que mi padrastro no me quiere y, cuando se pelea con mi madre, me tengo que ir de la casa y... Bueno - le interrumpió mi madre -, ¿te vas a pasar la vida huyendo de un lado para otro..? ¿Cuántos años tienes? Trece, señora, y estoy metido en los catorce, y no huyo de nada que pueda avergonzarme. Me voy con mi hermana, que vive en el Carpio y, como voy andando, me he parado aquí a dar una cabezada... Mi madre le dio dinero para que se fuera en el coche de línea, y mi padre, aunque creo que no estaba convencido del todo, también le dio para unos bocadillos. Era moreno, de ojos muy negros, pelo acaracolado y, por vestimenta, una chaqueta que le llegaba casi a los pies, llena de paja y pasto. ¡Vaya, qué melancólica me estoy poniendo! ¡Fuera, fuera tristeza..! .. chipi, chapa, chipi, cha, yo no quiero recordar, chipi, chapa, chipi,cha, lo que quiero es bailar, chipi, chapa, chipi, cha, sal corriendo y vente ya... Con esa retahíla, aunque te parezca una tontería, yo me hago feliz. Es como si pudiera barrerme las tristezas que me ponen así como vieja, "chuchurría"... Es mejor pensar en las cosas buenas que nos pueden suceder y, aunque parezcan mentiras, no son tan imposibles... Ya creo que te he hablado de la ilusión que me haría ver un platillo volante. Imagínate que pasa cerca de mi ventana y oigo una voz que me dice: Si vienes conmigo, te llevaré a una estrella donde no se conoce la guerra, donde la gente se ama y es feliz. Vale, voy - le diría yo -, pero con una condición: volver pronto a mi casa, porque mis padres me echarían de menos, porque perdería el curso, porque tengo que esperar a Javi y porque a mi me gusta la Tierra. Y la voz, de color verde semáforo, exclamaría en tono de robot ¡Lo que tú digas! ¡Como tú quieras! Y yo me subiría en la nave y saldríamos volando por la ventana, y la nave estaría llena de música, de luz… y yo bailaría con el robot: laralalalá, lalá, lalá. y, al llegar a su estrella, me diría: Yo, pobre robot, de este mundo soy el sol. Y se convertiría en un sol de verdad, en un rey, y yo, resultaría ser otro sol, y soles, y soles que hablan, que ríen, que bailan... ¡Que loca estoy..! ¿Sabes cuánto pesa el "Oso"? No me estoy refiriendo a un oso de verdad, ¡qué disparate!, sino al del mando ése de los americanos, del que su verdadero nombre es Norman Schwwarkopf. Bueno, pues lleva a cuestas más de cien kilos y una estatura que alcanza el metro noventa. ¡Con razón le llaman "Oso"! Dice un periódico de los de la guerra del Golfo que ha prometido a sus soldados que jamás bailará al son de la música de Sadan Husen, y que no hay que ir con
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prisas, y que se ha instalado en una especie de guarida, con un montón de teléfonos, pero no para comunicarse con los familiares y amigos, sino para estar atento sólo a las cosas de la guerra. Y yo me lo imagino así como con unos grandes anteojos, observando todo lo que hace Sadan y con poderes hasta casi para leerle los pensamientos. Otra cosa que dice el periódico es que tiene una especie de archivo mental, y esto me ha gustado porque yo también lo tengo, y eso quiere decir que en mi memoria guardo todas las cosas que quiero y me interesan, y ahí están, en secreto, para mí solita que, cuando quiero, voy y las saco, las veo, las huelo y las toco. ¿Tú crees que Sadán estará muerto? ¿Y si está vivo dónde se esconde? Con la cosa de los millones que le han tocado a mi padre, la comida de la guerra se ha olvidado, y ya no queda ni las envueltas, y mi padre dice que de mi moto, nada, que piense en otra cosa porque hay muchos locos por el mundo y que ya no depende de mí, sino de los demás. Pero yo me pongo mimosa, me siento encima de él y le digo: ¡Anda, papi! ¡Si voy a tener mucho cuidado! ¡Si no voy a adelantar..! ¡Si es sólo para dar una vuelta, de vez en cuando..! Tengo la corazonada de que sí, de que me la va a comprar, porque, entre otras cosas, mi madre la tengo de mi parte. Ella opina que el peligro está en cualquier parte y de que no hay que tener tanto miedo, sino aprender a ser responsable. El problema es mi hermano que cada vez que abre la boca es para desanimar a mi padre:¡Si sólo la quiere para chulear con las amigas..! ¡Si la bicicleta es lo suyo! ¡Total para las distancias que hay en el pueblo! Además, ésta no se pone el casco. Y yo, aquí, en el papel, ¡bla, bla, blaaa..!, y tú, ahí, en Irak soportando lo que pueda llegarte. ¿Tienes ropa limpia...? ¿Comes chocolate...? Cuando vengas te voy a llevar a un sitio, aquí, en el pueblo, que hacen un chocolate y unos churros que... ¡mmm..!, ¡para chuparse los dedos!, pero, ¿cuándo será eso? ... que se muera la guerra, que se muera la guerra, que se invente la paz, que llegue pronto la noche azul, la noche mágica.. la, la, laa.. Otra vez he subido a la ermita con Cristi, y esta vez sí que llevaba dinero y he echado doble cantidad en la urna de las velillas: por la vez pasada y por ésta. Después, le he dicho a la Virgen: ¿Ves como yo no hago trampas? ¡Ayúdale a Javi y a todos los soldados! ¡Que se muera la guerra, que se invente la paz, amén. Ya el campo es casi otoño, y subimos por la tarde y hacía un sol bonito y un poco tristón, y la tarde se movía como más deprisa que en pleno verano. Era sábado y llegaba mucha gente para la Misa, y nos quedamos y, cuando cantaron la Salve, me emocioné recordándote. Ahora parece que estudio mejor. Se me ha ocurrido contarle las lecciones a un oso grande que tengo de peluche. ¡Uf..! ¡Que me estoy acordando, otra vez, del "osaco" de la guerra! No, esta noche no quiero acordarme de la guerra. Me acuerdo de ti, eso sí, pero como si estuvieses ahí, en tu pueblo, esperando que llegue el sábado para volver a encontrarnos. ¿Tú sabes algo de mitología? Te digo esto porque un día, la profesora de Literatura nos contó una historia que me alucinó sobre Pigmalión, un rey mítico de Chipre. Resulta que esculpió una estatuilla de marfil, y una vez que la hubo acabado se enamoro de ella. ¡Sí, sí, se enamoró de verdad! Entonces fue y le pidió a Afrodita que le concediese una mujer semejante a su escultura, y la diosa lo que hizo fue darle vida a la estatuilla, y así Pigmalión pudo casarse con ella y tener un hijo que se llamó Pafo. A mí aquella historia me echó a volar la imaginación, porque, ¿qué haría yo, si pudiera dar vida a todos los muñecos, animales, plantas de barro que hiciera…? Claro que lo más seguro es que me salieran monstruos, porque a mí, quitándome de hacer paquetes y lazos... ¡Es que no doy una en el dibujo! Y si es el modelado... ¡para qué! Mi profesora de párvulos decía: Las bolitas que hace Zora parecen pepinos. Pero aunque fueran monstruos, tendría que cuidarlos y no me gustaría que se rieran de ellos, y los llevaría en el bolsillo y les daría chocolate y regaliz. Por supuesto, les hablaría y les diría: No tengáis miedo; nadie os hará daño, porque soy vuestra amiga y os ha traído al mundo para que seáis felices.
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Y a lo mejor los monstruos eran como Ete. Sí, eso, con poderes para ayudarme en los exámenes, para convencer a mi padre con lo del vespino, para… ¡qué sé yo! Bueno, una cosa sí es seguro que la quiero más que ninguna otra: que se muera la guerra y que los soldados volváis todos a casa, y si mis monstruos tuvieran poderes todos los iba a gastar en inventar la paz, porque... ¡lo que es lo políticos!, y si en vez de enanos, mis monstruos resultaran ser gigantes, les pediría que me llevasen en la palma de sus manos a dar una vuelta por el mundo... Una vez, una compañera, cuando estábamos en EGB, escribió la historia de un monigote que estaba dibujado en una caja de cartón y que, por un meteorito que le cayó, tomó vida y comenzó a comer y comer cartones hasta que se convirtió en un gigante de cartón y, cuando ya no cabía en la habitación donde estaba, se salió por la ventana y se fue volando en busca del arco iris, mientras cantaba: Soy gigante de cartón / tengo alegre corazón / como un papel soy ligero / corro, y vuelo por el cielo / Soy gigante de cartón / enamorado estoy de la luna / para que duerma mejor / le estoy haciendo una cuna.
XIV Yo te cuento mis cosas como si fueras mi mejor amigo, y ya casi lo sabes todo de mí. En cambio yo de ti... A veces, con disimulo, en la discoteca, sobre todo, cuando veo caras nuevas, pregunto, por si alguien te conociera, pero, hasta ahora, no he tenido suerte. ¡Ni que fueras de otro mundo! Mi amiga Cristi, que aquella noche te vio un poco mejor que yo, me dice que sí, que eres como yo te imagino y que ella piensa que te gusté. Pero yo sé que eso lo dice porque es una buena amiga y me ve preocupada por lo que pueda pasarte:... que se muera la guerra, que se muera la guerra, amén. No sé porqué me creo que eres hijo único, y que tu madre es tan buena como la mía, y que, cuando se conozcan, se van a entender de maravilla. Mi padre, como todos los hombres, es más raro para esas cosas, pero como también es de lo bueno, lo mejor, pasado el primer momento, nada: fabuloso. ¡Ojalá tuviese unos anteojos que llegaran hasta Irak! Te buscaría por Bagdad y desde aquí te estaría enfocando siempre. Mi padre, como te dije, tiene un telescopio y, desde la terraza miramos al cielo, sobre todo en verano, y me encanta la luna. A mí se me antoja que es una tarta que se le ha escapado al pastelero de un gran rey. Una tarta de oro, y se me antoja que es el espejo de la tierra y que en él nos podemos mirar todos. En verano, cuando la luz de la luna cae sobre mi almohada, yo me siento así como transportada a otro mundo. Me creo que soy la princesa de un cuento de hadas que vivo en un palacio lleno de lámparas de ésas que dan luces de colores. La luna creo yo que es una diosa que se pasea por el cielo, vigilando a las estrellas, y que viaja en una carroza que se llama "Luna Voladora", y me creo que tiene un hijo con las piernas muy cortas y que le llaman Dios Patas Chicas, y que, bueno, como verás yo también ando por las nubes, imaginando cosas y lo más seguro será que te aburra con ellas... ... desde que tú llegaste a mi vida, todo son planes, lalaram, todo es futuro, lalaram, todo es música, lalaram.. ¿Sabes qué me pasó el otro día? Pues que fui a coger mi libro de Matemáticas, que me lo había dejado en la clase, y allí, encima, había un sobre cerrado con un corazón dibujado. Lo abrí y... ¿qué piensas que era…? ¡Nada más y nada menos que una declaración de amor! ¡Sí, sí...! De Fernando, un chico de mi clase que es muy vergonzoso y siempre calla. Mira, y mira y parece que traga saliva como si quisiera decir algo y no pudiera. Pero la declaración de amor no era todo; también había un paquetito dentro del sobre. Eran unos pendientes muy diminutos, pero de oro y, en el papel que los envolvía, una dedicatoria que decía: Para Zora, la chica que más quiero.
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Y resultó que, nada más levantar yo la vista del sobre, ¡hala, me encuentro que frente a frente me observaba! ¡Vaya vergüenza que sentí! Así que me lo guardé todo y me fui a mi casa, pero, claro, al día siguiente, yo sabía que iba a estar pendiente de mis orejas para comprobar si llevaba o no los pendientes. Y sí que los llevaba, y no porque me gustara Fernando, pero me daba pena de que se quedara con la gana. Y tú dirás que qué hago yo gastando papel y tiempo para contarte cosas de otro chico. No tienes que preocuparte, porque, aunque dice mi amiga que me va a pedir salir, yo, de buenas maneras, le diré que no, que mi chico eres tú y que, cuando vuelvas, te presentaré. Me han salido unos granillos en la cara y... ¡vaya lata! No quiero ni pisar la calle. Mi madre dice que me favorecen y que parecen pecas, pero eso es como ella lo ve, que siempre busca el lado bueno de las cosas, y esto de los granos, para mí, lo mire como lo mire, no tiene ninguna gracia. Me creo que, entre mi poco pelo y la cara hecha un desastre, no estoy presentable y, sobre todo me creo que, cuando me vuelvas a ver, como siga así, no te voy a gustar. Y yo quiero gustarte y que me invites a bailar... De cualquier forma, lo más seguro es que yo me esté haciendo ilusiones falsas, pero... ¡es tan bonito soñar! soñé que tú me llevabas por una blanca orilla, camino de la paz, y la luz de nuestros cuerpos era un abrazo que bañaba el mar... ¡Three, two, one...zirooo..! ¡Se terminó la guerra! ¡Se inventó la paz! ¡Tres, dos, uno...ceroooooooo..! Bueno eso sería, más o menos, lo que yo exclamaría, si tuviera una varita mágica como la de los cuentos de hadas y, aunque sólo pudiera pedir un deseo, pediría que se acabara la guerra, aunque tú jamás volvieras a mí, pero, en fin, como no soy hada, como no tengo varita mágica, repito mil veces mi oración para conseguir que la Virgen y Dios me oigan. Entre tanto, sigo imaginando cosas, y eso es así como soñar despierta. Por ejemplo, imagino que voy en un barco, no, mejor en un yate y, cuando llego a Bagdad busco tu campamento y alguien me abre una puerta y me dice: Adelante, señorita Zora; está usted en su casa. Y yo voy y entro por una puerta, que me imagino como la de los fuertes de las películas del Oeste, y como si conociera todo el mundo, voy y le pregunto a un soldado: ¿Has visto a Javi..? Y él va y me contesta: ¡Como no..! Javi es mi general. El más valiente de la todos y el que mejor sabe luchar por la paz... Y, cuando estamos hablando, apareces tú, vestido con uniforme de gala faena, y me coges del brazo y me llevas dentro y me enseñas, no sólo el campamento sino la ciudad de los cuentos que la veo destrozada por las bombas, y me llevas a comer a un barco muy grande y con muchos marineros, todos vestidos de gala y... ¡tacham, tacham..!, bailamos, y yo llevo un vestido de fiesta, y tú, vestido de gala, llevas guantes, y todos brindamos por la paz y, a una, gritamos: ¡Que se muera la guerra..! ¡Que se muera la guerra...! Y el mar está celeste, tranquilo... Y hay luna llena que parece transformarlo todo del color de la plata, y hay gaviotas, ¡muchas, muchas gaviotas! Dime espejito maravilloso, ¿soy yo la gaviota que dice mamá..? Mi espejito maravilloso, el que me regaló mi amiga Cristi, sólo me devuelve la cara de una chica que siempre, y por muy malas que estén las cosas, tiene ganas de cantar... ...vete, vete con tu rollete, déjame sola hasta las siete... loco, ese chico está loco, quiere comerme el coco. Mi hermano ha decidido cambiar su regalo, el del premio que le tocó a mi padre. Ahora dice que quiere una emisora de radio. Y mi padre está dispuesto a comprársela porque a él también le gusta. Los dos están en hacerse radio-aficionados y, cuando la instalen, dice mi hermano que le va a echar una llave a la habitación para que no entre nadie, y ese nadie soy yo que esperaré con paciencia a que se le pase la novedad y entonces... ¡como me lo voy a pasar!, porque resulta que eso a mí también me gusta, y he oído decir a mi hermano que, a veces, hasta se puede hablar con gente que va en barcos. De todas formas, mi hermano ya habla con mucha gente en el chat, porque tiene una birria de ordenador, pero lo protege como oro en
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paño. Eso no sé si me gusta porque, al menos, la voz hay que oírla y saber si hablas con un hombre o con una mujer. ¿Qué piensas tú? ¿Te imaginas lo que me pasa por la cabeza con lo de la emisora? Sí, eso, que, si por casualidad, tú estuvieras en onda y tuvieras alguna emisora de la guerra, ¡quién sabe!, a lo mejor podíamos comunicarnos. Pero, ¡ah! ¿Tienes móvil? Si lo tienes, si supiera tu número, si tuviera yo algún dinerillo, te llamaría. ¿¡Qué emocionante sería escuchar tu voz? Mi hermano tiene uno, y yo a lo mejor también cambio mi regalo de la lotería por un móvil con la esperanza de poder hablar alguna vez contigo Mi hermano es muy aficionado a cosas que a mí también me gustan. Hace un tiempo, le dio por un detector de metales y, con sus ahorros, fue y se lo compró. ¿Tú sabes lo emocionante que es ir rastreando por el campo y que, de pronto, el aparato empiece a pitar? Un día, mis amigas y yo fuimos con mi madre en el coche, allí por nuestra parcela. Encontramos un dedal romano, agujas y una moneda. Después, mi hermano ha ido muchas veces, pero, ¡pchs!, nada de importancia. Cuando logre acercarme a la emisora, me voy a poner de nombre "gaviota del espejo" Aquí gaviota del espejo al habla. Corto y cambio. ¡Sí, sí suena bien! Mi verdadero nombre, jamás lo diré, porque ésa es la gracia: que la gente imagine y se figure cosas. ¡Ah! ¿Sabes algo? El hermano de Cristi me está enseñando a chatear,aunque me creía que no me gustaba, como te dije antes, y nada más entrar, me puse de nick “muñeca”, me llovieron los mensajes, y yo no sabía qué hacer porque deseaba contestar a todo el mundo. Era en un canal de chicos jóvenes, y me di cuenta de que había muchos con el nombre de Javier, si bien con matices porque no puede haber dos idénticos, y es que, como yo digo, es un nombre bonito, pero, ¿cómo te llamas tú en realidad? Ahora me gustaría tener un PC para mi sola y poder conectarme muchas veces, aunque he oído decir a mi padre que hay gente que se engancha a eso como a las drogas. ¡Claro que yo sólo entraría en el chat los ratos que tuviera libre! Mejor, me olvido.
XV ¿Recuerdas que te dije que no encontraba Palestina en el mapa..? ¡Como que no está! Hoy he leído esto que te transcribo: Israel está haciendo a los palestinos lo que Hitler hizo a los judíos, y yo de eso no sé mucho pero me parece que quiere decir que los han borrado del mapa, o lo que es igual: como si no existieran, pero el caso es que existen, y van vestidos como San José y la Virgen... A mí las películas de judíos y cosas de sufrimiento, no me gustan, porque sueño cosas horribles y mi madre, cuando ponen alguna me dice que es mejor que me acueste o me vaya a pasear. Yo me creo que el mejor para mandar en el mundo podría ser el príncipe Felipe de España, porque es joven y guapo y no tiene ganas de pensar en cosas de guerra. Los jóvenes estamos más por vivir en paz, pero los mayores, algunos, sólo piensan en tener mucho dinero y hacerse ricos... Bueno, ya te he dicho que no todos, porque mis padres son de otra manera. Al príncipe le gusta el deporte, y le gusta comer hamburguesas, y montar en moto, y es normal; como todos, pero, ¡vaya con los peleones estos que ni saben, ni quieren usar pantalones vaqueros, ni tienen tiempo para oír música y, por si fuera poco, metidos debajo de la tierra..! ¡A propósito de música! Decía la radio esta mañana que los iraquíes, cuando se preparan para la guerra, cantan himnos religiosos y guerreros. Mi profesora de Sociales dice que los musulmanes creen que si mueren en la guerra, que ellos llaman Santa, se van derechos al Paraíso. Y por eso, muchos están dispuestos a morir con bombas encima que hacen estallar dónde hay mucha gente. ¡Qué miedo y qué horror! ¡Con lo que me gusta a mí la vida!
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A mí todas esas cosas de la otra vida me intrigan mucho y, cuando era niña, que iba al colegio de las monjas, pensaba que estar en el cielo tenía que ser una cosa aburrida. ¡Todo el día reza que te reza..!, pero ahora yo me imagino que será vivir en paz y alegría con las personas que amas y para toda la vida, o mejor dicho, para siempre, siempre, hasta el infinito... ...que se muera la guerra, que se muera la guerra, que se invente la paz, amén. Ha pasado un avión y ha dejado en el cielo un rastro muy brillante. Yo me he quedado mirándolo y, de pronto, como si soñara, me ha parecido ver que una flecha, que venía de muy lejos, caía, aquí, en mi ventana, y traía un mensaje que decía: ¡Hola, gaviota! Vengo del jardín de las mariposas y soy una hoja de papel que ha recorrido el mundo hasta llegar aquí. Soy una hoja milagrosa. Puedes escribir en mí un sólo deseo y se te cumplirá. Y yo voy y escribo: Que se muera la guerra, que mi padre me compre la moto, el móvil, el PC. Pero, claro, como escribo más de un deseo se me borran y me quedo sin ninguna... ...pienso si él estuviera aquí, si pudiera mirar sus ojos, ojos azules como el mar, si pudiera bailar junto a él, rock, rock, mi rock, mi rock particular Este fin de semana vamos a tener fiesta en el instituto. Yo prefiero la discoteca, pero, mi padre sigue erre con erre con las cosas malas de la noche, y, por otro lado, mis compañeros que necesitan dinero para el viaje de fin de curso. Así que iré a la fiesta, aunque, últimamente, están un poco aburridas, porque el equipo de música ¡ni se oye! Claro, como lo alquilan de los baratos... Además, los chicos de primero de BUP, mis compañeros son así como repelentes, y eso quiere decir que se ponen a chulear como si fueran mayores o superiores a nosotras, y a mí, de eso, me da mucha rabia, y más aún de los de tercero que nos tratan como si fuéramos bebés. ¿Qué haré, si Fe, Fernando, me saca a bailar? Me persigue a todas horas, pero yo lo tengo claro: como amigo, sí; sólo como amigo. Aquí, en mi estuche, el único habitáculo de mi intimidad, con llave incluida, guardo mis secretos, o más bien, mis tesoros que son pequeñas cosas sin importancia para los demás: un paquete de cartas perfumadas para cuando tú puedas recibirlas, fotografías de mis amigos, números de teléfonos, cintas de colores, el pañuelo de mi Primera Comunión y, por supuesto, las cartas éstas que te estoy escribiendo y, ¡ah!, una cosa muy interesante: la carta que me escribió mi madre antes de que yo naciera... ¿Que eso es raro e imposible? Bueno, a mí no me lo parece, porque conozco, como en natural, muy bien a mi madre, y ella, como escribe tantas cosas, cuando estaba embarazada de mí, fue y me escribió. Escucha; te voy a leer algo: ...Y en este sueño helado de la noche, y en la esperanza del amanecer, que ya se conmueve, te veo, mi querido/a hijo/a, en este mundo de luz del que tú todavía no formas parte, como una sonrisa que se dibuja en el aire e ilumina el camino crepuscular de mis sueños, rotos mil veces y recompuestos por el hechizo creador que es la vida. Te veo como el mejor beso que me aguarda, como la orilla verde y soleada donde mis mejores alas podrán desplegarse y entonar, una vez más, el inmenso himno de la "Alegría". Cuando todavía no alcanzas a tener la diminuta estatura de un pitillo, en esta mañana de luna blanca, quiero escribirte y contarte algo, para ti, llegado el día necesario e importante. Verás, mi pequeño/a, tú llegarás a la vida porque así lo quisieron dos seres humanos que, al amarse, te soñaron y, desde el mismo instante que supieron de ti, cuentan las horas con una extraña ilusión que nos navega por el alma y que aún sin desvelarla, es como el único puerto hacia el cual nos dirigimos con ansiedad y curiosidad de espera: ¿Será niño...? ¿Será niña...? ¿A quién se parecerá...? Le llamaremos Esther, Zoraya, Mariana, si es niña. Le llamaremos Mariano, Francisco, Ramón, si es niño. Tus padrinos, tus juguetes, tu colegio, tus amigos, tus paseos, todo eres tú que como espuma de una pequeñísima ola, nos inundas en un perenne baño de ilusiones ininterrumpidas. ¡Sí, sí; eres tú!, que, desde la otra orilla, te eriges en guía de nuestros vacilantes pasos. Quiero que sepas que el día que, por arte del progreso, vimos latir por primera vez tu corazón, nuestros ojos, casi niños también, lloraron de alegría, de emoción, lloraron y se sintieron prolongación maravillosa de un Dios creador que, valiéndose del milagro del amor, había, una vez más, soplado en nuestro barro, sacándote de la nada.
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Y, desde entonces, camino por la calle, contándote cosas de este mundo de la luz: "¡Mira qué fuente" ¡Mira qué nube! ¡Mira que pájaro! ¡Mira qué payo, qué gitano..." La carta es más larga, porque en ella, me habla de mi hermano, de mi padre y de toda mi familia. ¿Te gusta...? A mí me gustaría ponerle música y hacer con ella una canción, porque las cosas que dice mi madre en la carta parecen de música. A mi hermano también le escribió, pero cada uno guardamos nuestra carta como un gran secreto. Mi madre me la dio cuando me hice mujer y me dio mucha vergüenza porque no sabía qué decir, aunque mi madre, nada más dármela, se quitó de en medio y ya no ha vuelto a hablar más del tema, pero yo vivo feliz sabiendo con cuánta ilusión fui esperada y amada, aún antes de nacer. He oído que Sadan se llama así mismo "el último iluminado del siglo XX", y dice que sus padres eran campesinos y que ya de niño era un buen dominante y que una de sus frases más célebres es ésta: ¿Por qué discutir..? ¿Por qué no coger una pistola y simplemente disparar…? Y yo digo, Javi, que si será verdad que diga esas cosas, porque, ¡vaya atrocidad! A lo mejor se lo han inventado sus enemigos, y eso de "iluminado" me suena a cosas de los espíritus y, aunque no creo en eso, me da un poco de "repeluco", por si acaso. Si yo fuera a tener ahora un hijo, le diría: Mira, hijo, ha habido una guerra en el país de las alfombras, de los cuentos fantásticos, y los soldados, jóvenes y valientes, están allí, luchando para que se invente la paz, y, cuando ese día llegue, vamos a bailar una oración que dirá... ¡Que se muera la guerra, cha, cha, chaa..!, que se invente la paz, cha, cha, chaa..! Oye, Javi, trata muy bien a la gente, pero sobre todo a los niños. Me da mucha pena de ellos. Ayúdale y, si puedes, enséñale a leer ¡A propósito del vespino! ¿Sabes que sorprendí a mis padre, preguntándole a mi hermano cosas que me sonaron como a estar haciendo gestiones para darme la sorpresa...? Si yo tuviera un pastor alemán lo llevaría al campo y le enseñaría a obedecedme, y lo llevaría siempre, siempre conmigo, y si tuviera un vespino correría por las calles del pueblo, haciendo ruido para que los chicos se quedaran con la boca abierta y pudieran exclamar: ¡Halaaa..! ¡Ahí va Zora que corta los vientos! ¡Mírala ella.! Y subiría todos los días a la ermita a encenderle velillas a la Virgen, y me llegaría a la fuente del Lanzarino a beber agua fresca y dulce, y también iría al Puente Romano... ¿que no lo has visto nunca? Pues, te has perdido lo mejor que tenemos, porque es una joya. Eso es lo que dicen los profesores, y a mí, aunque no lo entiendo, me gusta pensar, cuando estoy allí, que lo han hecho los romanos, y que ellos se murieron hace tantos años y el puente sigue y seguirá como si el tiempo no pasara por él. Antes, cuando yo era muy pequeña, recuerdo que acampaban allí gitanos que llegaban con la primavera y, cuando íbamos de paseo, se veían, siempre con humo, con una burra y muchos gitanillos. Mi madre les mandaba algo de comida y ropa.
XVI De contenta que estoy pensando en mi vespino, hoy he jugado al fútbol con el equipo del instituto. Soy portera y... ¡paro cada "pepinazo"! Le hemos ganado a los chicos por tres tantos a uno, y mi hermano, que me ha visto jugar, por no reconocer abiertamente que lo he hecho bien, medio en broma y medio en serio, no ha tenido otra cosa que decir más bonita que ésta: ¡Pero que machillo está hecha mi hermana..! La historia de siempre: si dices que te gusta ser bombera, ¡uf, qué macha! Si dices que quieres ir a la guerra, jugar a las canicas, al trompo, o, sencillamente, porque entras en el servicio de los chicos, ¡uf, qué macha! Y yo, ¿qué quieras que te diga, Javi..? Las muñecas, las casitas, las comiditas y todas esas cosi- tas, que son los juegos preferidos de muchas niñas, a mí jamás me han llamado la atención
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y, un año, cuando era una mocosa, me harté de llorar el día de Reyes porque me gustaba más el "fuerte" que le habían dejado a mi hermano, que la muñeca Nancis que me habían dejado a mí Después, en años sucesivos, mis padres respetaban lo que cada uno queríamos, y así conseguí, bolsas de muñecos desmontables, barcos, aviones y, bueno, cualquier cosa que me gustara, sin que para ellos fuera problema el sexo de mis juguetes. Quisiera, Javi, ser una bruja como la de los cuentos para volar en una escoba y meterme por las chimeneas de las casas y ver qué hace la gente, qué habla o qué le sucede, pero, pensándolo bien las casas ahora no tienen chimeneas. Tendría que ser una bruja eléctrica para colarme por las antenas de la televisión y lo más seguro es que hiciera la brujería de que las mujeres se quedaran sin telenovelas y los hombres sin toros... ¡A bailar todo el mundo! - exclamaría yo - ¡Qué divertido! Bailar es como volar en brazos de la música que te lleva y te trae como si fueras un vilano arrastrado por el viento... vilano, vilanico, como tú, yo quiero volar, por el aire, por la tierra, por el mar...vilano, vilanico, ¡qué envidia me das..! Y quisiera ser un hada, pero un hada moderna, con pantalones vaqueros, zapatillas de deporte y camiseta, pero, eso sí, con una varita mágica, cargada de poderes y... ¡otra vez lo mismo!, pediría la paz y el vespino. También pediría que a mi madre le editen sus libros, que bien se lo merece por lo mucho que trabaja y por lo bonito que escribe, y pediría para mi padre un poco dinero para arreglar bien la casa del campo que tanto le gusta y que el dinero que le tocó no ha dado para tanto. A mi hermano le compraría un despacho para cuando sea abogado de verdad, y pediría que el chico, aquel que durmió en nuestro coche, sea feliz y encuentre quién lo quiera, y pediría que mi perrilla “Yela” se pusiera más joven, ¡que está la pobre..! que se muera la guerra, que se muera la guerra, que se invente la paz, amén. Leo en un periódico antiguo de los de la guerra del Golfo: ¡La guerra se acaba! ¡Three, two, one... ziro..! ..! Dicen que los soldados de Sadan Huseim se rinden y que los americanos avanzan por el desierto, camino de Kuwait, pero los pozos de petróleo están ardiendo y el humo se va extender por toda la tierra. Bueno, ahora dicen que la guerra de Irak se terminó, pero yo pienso que, mientras estéis ahí los soldados, mientras de vez en cuando muera alguno, la guerra sigue y yo lo que deseo más que nada, es que tú regreses sano y salvo, y yo pueda contar: ¡Tres, dos, uno... cerooooooo!¡Mi chico ya viene! La gente estaría más contenta, y la preocupación por la guerra se disiparía pero yo digo: ¿Se le irá la pena a las madres y a las novias de los soldados muertos? Y noto como, si al finalizar una guerra, todo, tras ella, quedara marchito y negro, y noto, que el corazón me late...¡pum,pum,pum..!, como si te hubiese perdido para siempre, y noto... ¡tonterías! Cantemos: ¡Aleluya, aleluya; la guerra se ha terminado! ¡La guerra se va a terminar, y tú vas a volver! Ésa sería una canción así como blanca, blanca… .Prométeme todo menos una noche azul, una noche mágica. Mejor, sí, prométeme una noche azul porque es posible que exista, y ahora lo sé, y ahora noto que mi alma entera es como una campana... ¡talam, talam, talam, porque he oído decir que pronto volveréis, aunque tengan que ir otros soldados hasta que en aquel país haya paz. ¡talam, talam! Yo no quisiera que fuera nadie más, pero si os turnáis, las cosas serán mejor para todos. ¡Qué bien si estás aquí para Navidad!, Bueno, si estás aquí pronto. Esa noche azul eres tú de vuelta a casa, porque tu tiempo de servicio se acaba y esa noche mágica es mi vespino, que ya está apalabrado, y esa noche azul es el trimestre que termina y creo que voy a aprobar, y es la Navidad que llega, y ahora sé que el mundo llegó a mí por ti, por aquella noche de discoteca en la que el amigo de mi amiga exclamó: ¡Halaa..! ¡ Los militares montoreños! Te espero para saber tu nombre, para conocer tu voz, para mirar tus ojos... Te espero, sobre todo, para entregarte mis cartas... No, más que nada, te espero para bailar juntos una oración que diga: La guerra se murió; se inventó, al fin, la paz, ¡laram ,laram, laram...! La guerra se murió por los siglos de los siglos, ¡laram, laram,laram...! ¡amén, amén, amén..! . ¡Aleluya, aleluya, aleluya.!
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Aquí gaviota del espejo, al habla. ¿Vendrás..? Ya te estoy esperando, y suspendo mis cartas y me dedico a vivir una noche azul… Un beso. Cambio.
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